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He extendido mis sueños a tus pies
He extendido mis sueños a tus pies
He extendido mis sueños a tus pies
Libro electrónico130 páginas47 minutos

He extendido mis sueños a tus pies

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Información de este libro electrónico

Además de ser una de las principales figuras literarias del siglo xx y ganador del Premio Nobel de Literatura de 1923, William Butler Yeats es el mayor poeta lírico que ha producido Irlanda. Yeats creó una vasta colección de historias, canciones y poesía del pasado histórico y legendario de Irlanda.

Esta recopilación incluye un gran número de obras, piezas que le han valido a Yeats el reconocimiento como uno de los más grandes poetas de su tiempo. La ilustradora Sandra Rilova nos lleva al universario literario de Yeats a través de cuarenta poemas esenciales.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento13 feb 2023
ISBN9788419320926
He extendido mis sueños a tus pies
Autor

William Butler Yeats

William Butler Yeats (Dublín, 1865- Roquebrune-Cap-Martin, Francia, 1939) Poeta y dramaturgo irlandés. Creador del estilo celta crepuscular, fue sin duda el máximo representante del renacimiento de la literatura irlandesa moderna, y uno de los autores más destacados del siglo xx. Recibió el Premio Nobel de Literatura en 1923. El mayor logro de Yeats fue independizar la cultura irlandesa de los moldes ingleses, tanto en la temática como en la expresión. La poesía de Yeats suele estar inspirada en el paisaje, los ambientes y los mitos de la cultura tradicional irlandesa, especialmente en las leyendas de origen celta, con una constante preocupación por la musicalidad del verso.

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    He extendido mis sueños a tus pies - William Butler Yeats

    cover.jpg

    William Butler Yeats

    HE EXTENDIDO

    MIS SUEÑOS

    A TUS PIES

    Ilustraciones de

    Sandra Rilova

    Selección y traducción de

    Jordi Doce

    Edición bilingüe

    019imagen

    A LA ROSA SOBRE LA CRUZ DEL TIEMPO

    ¡Rosa roja, Rosa altiva, triste Rosa de mis días!

    Acércate mientras canto las antiguas tradiciones:

    Cuchulain plantando cara a la marea inclemente;

    el gris Druida hijo del bosque, el de tranquila mirada,

    que asedió a Fergus con sueños y desastre inenarrable,

    y tu propio desconsuelo, que las estrellas, marchitas

    por bailar sobre las aguas con sandalias plateadas,

    entonan con solitaria y orgullosa melodía.

    Ven, que ya no más cegado por el destino del hombre

    encuentre bajo las ramas del amor como del odio,

    en todas las necias cosas que viven un solo día,

    la belleza sempiterna vagando por su camino.

    Ven, acércate a mi lado; y abrid un pequeño espacio

    para que todo se colme con el olor de la rosa.

    Que pueda seguir oyendo cosas comunes y ansiosas;

    el gusano que se oculta en su pequeña caverna,

    el ratonzuelo corriendo junto a mí sobre la hierba

    y mortales esperanzas que se afanan y transcurren;

    no escuchar sino las cosas extrañas que dijo Dios

    al corazón luminoso de los que han muerto hace tiempo,

    y salmodiar una lengua que los hombres desconocen.

    Ven, acércate; quisiera, antes que llegue mi hora,

    cantar la Irlanda de antaño y las viejas tradiciones:

    Rosa roja, Rosa altiva, triste Rosa de mis días.

    imagen

    ¿QUIÉN VA CON FERGUS?

    ¿Quién irá desde ahora en el carro de Fergus

    a rasgar la penumbra del recóndito bosque

    y bailar en la orilla de las aguas en calma?

    Alza, joven, tu frente pelirroja,

    y alza, niña, tus párpados serenos,

    y no penséis ya más en miedos y esperanzas.

    Y no penséis ya más con esquiva mirada

    en el misterio amargo del amor;

    pues que Fergus gobierna las livianas carretas

    y gobierna las sombras de los bosques,

    y el blanco pecho del sombrío mar

    y todas las errantes estrellas despeinadas.

    LA ISLA DEL LAGO DE INNISFREE

    He de partir sin falta, partir hacia Innisfree,

    y alzar una cabaña con arcilla y con zarzos:

    nueve hileras de judías tendré, un enjambre de abejas,

    y solo he de vivir en el claro vibrante.

    Y algo de paz encontraré, pues la paz llega lentamente,

    gotea entre los velos de la aurora y el lugar donde canta la cigarra;

    allí la medianoche es un rescoldo, el mediodía un brillo púrpura

    y la tarde se puebla de alas de pardillo.

    He de partir sin falta, pues siempre, noche y día,

    oigo temblar las aguas en la orilla del lago;

    en medio del camino, o en las grises aceras,

    allá en lo más profundo del corazón las oigo.

    CUANDO ANCIANA

    Cuando, anciana y canosa, te domine el cansancio

    y cabecees junto al fuego, toma este libro

    y léelo sin prisa, y sueña con la vieja

    ternura de tus ojos y con sus hondas sombras;

    cuántos amaron tus momentos de dicha y gracia

    y amaron tu belleza con amor noble o falso;

    pero un hombre amó en ti tu alma peregrina

    y también las tristezas de tu rostro voluble;

    y mientras te reclinas junto al hogar radiante

    musita con tristeza cómo el Amor huyó

    y anduvo a grandes pasos por las altas montañas

    hasta esconder su rostro en un tropel de estrellas.

    ÉL REPRENDE AL ZARAPITO

    No lances tu chillido al aire, oh zarapito,

    o lánzalo tan solo al agua de poniente;

    pues tu chillar me trae a la memoria

    finos ojos ardientes y sus largos cabellos

    palpitando pesadamente sobre mi pecho.

    Bastante mal hay ya en el chillar del viento.

    ÉL OYE EL GRITO

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