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La indagación psicoanalítica: Un examen de su epistemología
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La indagación psicoanalítica: Un examen de su epistemología
Libro electrónico200 páginas2 horas

La indagación psicoanalítica: Un examen de su epistemología

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No existe una única ciencia sino muchas, con distintos campos y diversos métodos. Desde sus orígenes en Freud, la indagación psicoanalítica ha sido objeto de acerbas críticas y cuestionamientos centrados en una concepción unívoca de las ciencias basada en la deducción que, surgida con los pitagóricos en la geometría y la astronomía, se perpetúa hoy en los cartesianismos y los positivismos: tal visión rige las epistemologías filosóficas en boga. La indagación psicoanalítica arraiga en otro tipo de ciencias, surgidas con la biología, que incluye centralmente a Aristóteles y a Darwin: las ciencias descriptivas, que las epistemologías insisten en ignorar. Ubicar la posición de la indagación freudiana como campo del conocimiento requiere, tras una crítica inicial de la epistemología logicista dominante en nuestro medio, una recorrida a través de la historia de las ciencias dando un lugar especial a la primatología, nuestra dotación animal; tema que, pese a su relevancia, es casi desconocido entre nosotros. Tras dicha recorrida, el autor aborda la génesis del conocimiento científico mediante la inducción ampliativa, donde apoya el contexto de descubrimiento. Llegados a ese punto se abordará el trayecto epistémico de los descubrimientos freudianos desde los hallazgos clínicos iniciales hasta sus diversas expansiones del método de indagación y su impacto en sus sucesivos intentos de anclar sus andamiajes conceptuales.  El Posfacio "En el reino del revés" examina las crecientes dificultades que –en cuanto a la indagación de lo psíquico– presenta esta época de la posverdad.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento18 may 2023
ISBN9789878362755
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    La indagación psicoanalítica - Jorge L. Ahumada

    Cubierta

    Jorge L. Ahumada

    LA INDAGACIÓN PSICOANALÍTICA

    Un examen de su epistemología

    PRIMERA EDICIÓN

    Ediciones Biebel

    Prólogo

    Las teorías se fueron gestando en las distintas ciencias a partir de indagaciones en la práctica. Empero, la ambición de obtener una ‘teoría general’ del conocimiento científico llevó a postular, bajo el rótulo de ‘epistemología’, esquemas abstractos de validación para ubicar en una matriz unitaria los muy diversos campos de la empiria: aunque desconectados de los hechos en juego dichos esquemas logran amplia difusión.

    Tal ocurre en el psicoanálisis, especialmente en nuestro medio donde el reduccionismo logicista de Karl Popper goza desde hace décadas de estatus canónico. Tras introducir este tema, abordo una recorrida para ubicar al lector en la historia de las ciencias y en lo que de acuerdo a evidencias hoy disponibles sabemos de nuestra herencia animal, para luego pasar a detallar la amplia brecha entre las epistemologías en uso y las nociones –explícitas e implícitas– sobre la indagación de los hechos psíquicos en el decurso de la obra de Sigmund Freud. En estos tiempos de posverdad, y ante los notorios cambios en las psicopatologías, resulta indispensable retomar el cuidado del método.

    El libro apoya en múltiples trabajos previos. La Introducción es una versión ampliada y muy modificada de El pluralismo de las ciencias. En homenaje a Gregorio Klimovsky, que apareció en la Revista de Psicoanálisis 68: 461-475 (2011); agradezco a la Revista de Psicoanálisis su permiso de publicación. El Capítulo 3, Indagando lo significativo en el ámbito etológico y el Posfacio En el mundo del revés retoman y amplían aspectos del trabajo Unbridled! Thoughts on times of self-begetting and violence publicado por invitación en el American Journal of Psychoanalysis 81: 301-325 (2021b): agradezco a su editora Giselle Galdi Ph.D. el permiso de republicación. El Capítulo 4, La inducción ampliativa en la génesis del conocimiento científico: Whewell, Darwin, Freud es una versión muy modificada de El conocimiento psicoanalítico. ‘Una ciencia basada en la observación’ que se publicó en la Revista de Psicoanálisis 74: 85-106 (2017). Agradezco a la Revista de Psicoanálisis su autorización de republicación.

    El Capítulo 5, El trayecto epistémico de Freud: los trasfondos conceptuales, los hallazgos clínicos, las expansiones del método y las teorías reproduce, con cambios, mi trabajo El Freud inicial y el Freud tardío. La construcción de teoría publicado en portugués en revista Multiverso (v. 3, Acarajú, Sergipe, Brasil) en 2019 por invitación de su editor, Dr. Adalberto Goulart, a quien agradezco su permiso de republicación.

    Al Dr. Daniel Biebel, al Prof. Dr. Roberto Doria Medina, al Dr. César Merea y al Dr. Ricardo Moscone agradezco su cuidadosa lectura del manuscrito y sus sugerencias al mismo. Al Arq. Jorge Canale debo agradecerle su asesoramiento en cuanto al estilo.

    Introducción

    Más allá de los reduccionismos

    Valga recordar una charla tres décadas atrás con quien había sido mi maestro, Horacio Etchegoyen, amigo muy entrañable de Gregorio Klimovsky. En un momento me preguntó a boca de jarro: ¿Jorge, por qué nunca coincidiste con Klimovsky?. Le repliqué: Klimovsky es Popper. Se rió, y luego agregó: Bueno, ahora no tanto, últimamente se ha ido distanciando. Habiendo participado, muy en mis comienzos, en tareas de investigación básica en el Instituto de Fisiología de la Universidad de Buenos Aires, hallé de entrada una brecha entre la práctica de la investigación en biología y las postulaciones popperianas; tal percepción de un abismo epistémico se acentuó cuando, tiempo después, entré en contacto con la indagación en el psicoanálisis.

    El título de esta obra La indagación psicoanalítica. Una puesta al día de su epistemología, marca esta contraposición. En Las desventuras del conocimiento científico. Una introducción a la epistemología en 1994, Klimovsky ubicó a la epistemología como una disciplina normativa autónoma regida por la axiomática en la idea, definitoria de su postura y la de su mentor Popper, de que la lógica es anterior a toda teoría científica¹. Diez años después, en 2004, publicó dos volúmenes titulados Epistemología y psicoanálisis reuniendo aportes previos al tema. Proveniente de las matemáticas, estudioso y docente de lógica matemática y del método axiomático, llegó a la epistemología de la mano de quien en ese entonces era ferviente abanderado y difusor de las ideas de Karl Popper, Mario Bunge, suceso que marcó la línea de base de su pensamiento: como anota en la Presentación de dicha obra su discípulo Eduardo Flichman El nombre y las ideas de Popper sobrevuelan permanentemente las obras y las clases de Klimovsky.² Le cabe el indudable mérito de haber introducido en nuestro medio el estudio de las ciencias: orador y polemista sin par –Flichman lo llama una trituradora intelectual, imposible de detener³– fue un docente infatigable a través de décadas. Pero más allá del respeto que merece su trayectoria se atuvo, como dije, a una epistemología concebida en el rol de disciplina rectora: así, el primer volumen de su Epistemología y psicoanálisis, titulado Problemas de epistemología parte de una visión unitaria del conocimiento en las ciencias, abordando desde ahí la temática del psicoanálisis. Siendo sus escritos hegemónicos en nuestro medio se impone como punto de partida ponerlos en discusión.

    Bajo la postulación rectora de que la lógica es anterior a toda teoría científica, Popper, Bunge y Klimovsky aplican una visión logicista en todos los campos. Como señala en Las desventuras del conocimiento científico. Introducción a la epistemología, en su opinión la naturaleza del conocimiento de los hechos sociales no difiere sustantivamente del conocimiento de los hechos físicos ni éstos de los hechos biológicos,⁴ por lo cual dedica una preferencia casi exclusiva a las cuestiones que atañen al contexto de justificación de las teorías⁵. Tal como su mentor Popper, desgaja las teorías del estudio de los procesos de génesis del conocimiento.

    Prefiere, dice, examinar las teorías del psicoanálisis una vez decantadas en los autores principales, Freud, Klein, Kohut o Lacan. Como admite sin tapujos, Confieso que me gustan más las teorías psicoanalíticas que los trabajos de los psicoanalistas,⁶ tras lo cual se autoriza a afirmar: no me atrae como tema –que me parece no central en epistemología– la discusión histórico-sociológica de cómo nacieron las ideas de los científicos.⁷ Privilegia, pues, la estructura de las teorías psicoanalíticas tal como se las visualiza desde la lógica obviando su anclaje en los procesos de indagación que llevaron y llevan a la construcción y la evolución de las teorías.

    Cierto es que, como señalara Etchegoyen, Klimovsky fue marcando diferencias con la postura popperiana que pasó a llamar, en las huellas del pensador húngaro Imre Lakatos⁸, falsacionismo ingenuo, a la que contrapuso –siguiendo también a Lakatos– un falsacionismo sofisticado. Pero si bien tomó nota de que mal haría el psicoanálisis en ceñirse a los preceptos de la epistemología popperiana donde apoyaba, en ningún momento planteó alternativas epistémicas válidas a la misma, tema central que retomo en el Capítulo 4 al hablar de la inducción ampliativa. Cabe cuestionarle que al atenerse al método hipotético-deductivo, que en rigor sólo se aplica, y esto dentro de ciertos límites precisos en las ciencias exactas, no toma en cuenta que las ciencias exactas son, por su índole misma, eliminativas de lo singular y por ende de lo psíquico, cuya cualidad constitutiva es ser contextual, o lo que es lo mismo, situacional: a diferencia de la universalidad de los fenómenos físicos, los hechos psíquicos acaecen en función del contexto en que ocurren.

    La epistemología general modelizada en torno de la física determina para Klimovsky una concepción estándar de la ciencia donde rige la deducción predictiva; pero ocurre que aun en las ciencias formales y en las ciencias exactas la deducción predictiva sólo vale en los períodos que en su clásico libro La estructura de las revoluciones científicas Thomas Kuhn califica de ciencia normal.⁹ En los períodos de cambio de paradigma de las ciencias formales y de las ciencias exactas, y desde ya en todos los otros campos empíricos, no cabe hablar de deducción sino –lo que dista de ser lo mismo– de inferencia.

    Según Klimovsky, ‘deducción’ implica razonamiento correcto, con garantía de conservación de la verdad,¹⁰ y sostiene además que para que se pueda hablar de predicción en el sentido científico debemos poder deducir el enunciado que describe el hecho de los principios de una teoría¹¹. Tan bizarra afirmación, que deducción significa razonamiento correcto con garantía de conservación de la verdad, idea que aparece una y otra vez en su obra, ilustra el infalibilismo del realismo teórico que el autor deriva de Popper. Considera en cambio que se emplea el término inferencia para designar cualquier clase de razonamiento, incluso aquellos que son incorrectos.¹²

    Ocurre, empero, que la historia de las ciencias muestra que las deducciones estrictas de las diversas lógicas, incluso en el campo de la lógica pura, y las inferencias en cualquier campo, pueden ser o no ser erróneas. Un caso célebre de error en el más alto nivel del ámbito deductivo de la lógica pura se dio con un pionero central de las lógicas simbólicas, Gottlob Frege, en cuyo libro de base Fundamentos de la aritmética Bertrand Russell detectó en 1903 un error irreparable en el quinto axioma, lo cual llevó a Frege a modificar muchos puntos de vista.¹³ De más está decir que la deducción sólo se aplica en sistemas cerrados al modo del teorema de Pitágoras, donde se supone que todo lo que se indaga está ya contenido en las premisas; como veremos en el Capítulo 2 plantear su validez en sistemas abiertos no pasa de ser un despropósito.

    La reducción a variables homogéneas y el pensamiento hipotético-deductivo

    La divisoria de aguas entre las ciencias exactas y las ciencias descriptivo-observacionales, que las aparta de la concepción unitaria postulada por las epistemologías estándar es, aclaro desde el vamos, la reducción a variables homogéneas. La suposición de los enfoques filosóficos clásicos a partir de Kant, que toda ciencia debiera en algún momento del futuro alcanzar la plena reducción a variables homogéneas no pasa de ser una quimera, o si se quiere una ideología de muy antiguo arraigo. La reducción a variables homogéneas universales, divisibles y cuantificables e independientes entre sí: la longitud, el tiempo, el peso o la masa –las llamadas variables de buen comportamiento, todas ellas conceptos surgidos en la física clásica– es requisito insoslayable del método hipotético-deductivo, pues sólo las variables de buen comportamiento posibilitan la deducción estricta. La ideología de la ciencia estándar, que se remonta a los pitagóricos en los inicios de la antigüedad griega, asume como prescriptiva para todos los campos del conocimiento científico una similar estructura epistémica, implicando la reducción a variables homogéneas.

    Para la epistemología estándar, la física clásica, el campo fáctico que mejor se ciñe a la lógica y a las matemáticas, es patrón de objetividad y por ende de cientificidad; abordar de cerca la pluralidad de las ciencias muestra, al contrario, que en cada una de ellas método y conocimiento se entrelazan uno con otro. Desde la década del 70 en adelante la epistemología clásica fue, más y más, sustituida por el estudio de los modos en que la actividad concreta de los científicos accede al conocimiento en cada campo específico. Se ha hecho evidente que la reflexión de las filosofías de la ciencia funcionó y funciona en forma abstracta, alejada de las muy diversas maneras en que se gesta el conocimiento científico en cada área, y por ello perdió vigencia: a partir de la década de 1970 se asiste a un verdadero descalabro de las posturas logicistas del conocimiento en las ciencias, a punto tal que el físico cuántico francés Jean-Marc Lévy-Leblond no vacila en hablar de una extinción del popperismo¹⁴ –lo cual está lejos de suceder en nuestro medio.

    La instalación de una filosofía de la ciencia unitaria tomando como modelo fáctico la física newtoniana fue parte de un proyecto hegemónico, surgido del anhelo de primacía que desde siempre signa a las filosofías. Como destacó en un escrito póstumo Michel Foucault, con Kant la filosofía supuso constituirse en la figura dominante de una época, que pasaba a su vez a tomarse como personificación de la filosofía: la época venía a ser el emergente y la manifestación de aquello que en esencia era filosofía, con lo cual la filosofía pasaba a erigirse en la ley general que establecía la figura de cada época.¹⁵ Ejemplo reciente de tal pretensión hegemónica lo aporta el filósofo norteamericano Richard Rorty para quien la filosofía, no pudiendo ya ser regina scientiarum –la reina de las ciencias– como lo fue en el Medioevo, ¡opta por erigirse en dominatrix scientiarum, en dominadora de las ciencias!¹⁶

    ¿Qué autoriza a la filosofía a colocarse por encima de las ciencias? Viene al caso lo que durante la exacerbada puja por convertirse en filósofo rey del pensamiento francés de la posguerra Foucault enrostraba a Sartre: Sepa que en general los filósofos son extremadamente ignorantes respecto de cualquier otra disciplina.¹⁷ Ningún, o casi ningún, filósofo reciente de la ciencia trabajó en ciencia alguna: con lo cual, el llamado de Rorty a la filosofía, de transformarse en dominadora de las ciencias, ¡autoriza al filósofo a dictaminar sobre lo que ignora!: como admite Rorty en un trabajo ulterior, para la tradición filosófica las teorías científicas son pasibles de comparecer ante el tribunal de la pura razón.¹⁸

    Las reconstrucciones racionales de los epistemólogos subordinan el proceso de la obtención de los conocimientos, tal como se fue dando en las distintas ciencias, a sus propias re-transcripciones en forma de esquemas lógicos, o directamente cancelan dichos procesos históricos. Sirva como ejemplo Popper, cuyo

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