La mujer de pelo largo
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La importancia de esta biblioteca estriba en divulgar la creación de escritoras innovadoras latinoamericanas, cuya producción no era reconocida. Con el fin de contextualizar al lector se presenta el estudio preliminar, el cual documenta el papel de las mujeres en los movimientos sociales guatemaltecos.
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La mujer de pelo largo - Leonor Paz y Paz G.
La mujer de pelo largo
La mujer de pelo largo
Leonor Paz y Paz G.
Prólogo de Anabella Acevedo Leal
Índice de contenido
Portadilla
Legales
Prólogo
La mujer de pelo largo
La mujer de pelo largo
Edición 2024
Autora: Leonor Paz y Paz G.
Universidad Rafael Landívar
Universidad Alberto Hurtado
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D. R. ©
Universidad Rafael Landívar, Editorial Cara Parens
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Universidad Rafael Landívar
Director: Mgtr. Luis Fernando Acevedo
Coordinadora editorial: Mgtr. Dalila Gonzalez Flores
Coordinador de diseño gráfico: Mgtr. Pedro Luis Alvizurez Molina
Coordinadora administrativa y financiera: Lcda. Olga Leticia Leiva Bojórquez
Edición: Dra. Silvia Regina Osorio España
Diseño y diagramación final: Lcda. Stephanie Fernanda Sosa Monterroso
Universidad Alberto Hurtado
Directora editorial: Alejandra Stevenson Valdés
Editora ejecutiva: Beatriz García-Huidobro
Coordinadora Biblioteca recobrada: Lorena Amaro Castro
Ilustración original de portada: Leonor Hurtado Paz y Paz
Las opiniones expresadas en esta publicación (textos e imágenes) son de exclusiva responsabilidad de las autoras y no necesariamente compartidas por la Universidad Rafael Landívar.
1.ª edición digital: septiembre de 2024
Versión: 1.0
Digitalización: Proyecto 451
Prólogo
«Escribir es mi único oficio». (1) Acercamiento a la vida y obra de Leonor Paz y Paz
Anabella Acevedo Leal
Las personas que conocieron a Leonor Paz y Paz se refieren a ella como una mujer valiente, generosa y luchadora, de espíritu positivo y optimista; alguien que con su voz y con su pluma, y animada por una enorme determinación, dedicó gran parte de su vida a propiciar cambios en el país, sobre todo en los ámbitos del magisterio y del acceso de las mujeres a diferentes espacios sociales y culturales. Fue maestra, periodista, activista y escritora, y su vida nos habla de los desafíos y los terrenos conquistados por guatemaltecas que, como ella, fueron abriendo camino en tiempos difíciles.
Leonor Paz y Paz (sentada) en un acto de premiación de la Unión de Mujeres Americanas, Capítulo Guatemala. Conservatorio Nacional, 27 de junio de 1959. Fotografía facilitada por su hija, Guisela Franco.
Una vida de luchas y resistencias
La menor de siete hermanos, a Leonor Paz y Paz le tocó, desde muy temprano, entender de una manera dura a qué país pertenecía. Eran los tiempos de Jorge Ubico, y para muchas personas que querían conservar su vida no quedó otra opción que el exilio. Alberto Paz y Paz, su padre, fue una de ellas. Abogado de profesión, participó en la fundación de la Asociación de Estudiantes Universitarios de la Universidad de San Carlos de Guatemala y fue uno de los iniciadores de la Huelga de Dolores, ambos espacios de resistencia y lucha contra los gobiernos dictatoriales de la época. Según señala Matilde González Izás, «en una de sus publicaciones escribe una semblanza del general Ubico, en la que lo compara con el tigre, la hiena y la garduña, y hace una mordaz crítica a su gestión y pretensiones de perpetuarse en el poder». Por este tipo de acciones, en diciembre de 1933, Alberto Paz y Paz fue capturado junto a otros y llevado a la ciudad de Guatemala, en donde Ubico les advirtió que si continuaban oponiéndose a su gobierno, sus vidas peligrarían (González Izás, 2014, p. 135).
Alberto Paz y Paz, (2) quien trabajaba en la Sala Séptima de Apelaciones de Chiquimula, fue acusado, junto con su hermano Enrique, de participar en un levantamiento en armas en Zacapa, Chiquimula y otros departamentos del oriente para asesinar a Ubico. El dictador «sospechaba que, siendo los Paz y Paz dueños de la finca San Luis, ubicada en el municipio de Uzumatlán, Zacapa, y teniendo buenas relaciones con otros finqueros de la región, éstos [sic] formaran una fuerza miliciana con los peones de sus fincas, tomaran los cuarteles del nororiente y secundaran el movimiento de la capital para asegurar el éxito de los complotistas» (González Izás, 2014, p. 137).
Es así como en 1937 Paz y Paz se ve forzado a salir del país. Su familia se le unirá en Costa Rica, en donde Leonor estudiará la escuela primaria. Pronto vendrá la oportunidad de volver a Guatemala y experimentar los aires de libertad y apertura social y cultural de la Primavera Democrática que trajeron los gobiernos de Juan José Arévalo y Jacobo Árbenz. A su regreso, Alberto Paz y Paz será uno de los constituyentes que elaboraron la Constitución de 1945, y asumirá como diputado por Zacapa durante el gobierno de Juan José Arévalo (Gómez Diez, 1996, p. 3).
Marta Casaús señala la pertenencia de Paz y Paz a la Generación del 20, que, junto con intelectuales como Miguel Ángel Asturias, Joaquín Barnoya y otros, tenían dentro de sus metas el «compromiso del intelectual con su tiempo y su afán por regenerar la sociedad e imaginar un nuevo modelo de estado y de nación» (Casaús Arzú, 2005, p. 147). Una puede imaginar que ese ambiente familiar habría de propiciar el impulso de escribir y contribuir a la sociedad que habitó en varios integrantes de la familia.
El hogar de los Paz y Paz, entonces, sería fermento para alimentar las tendencias políticas y artísticas de los hijos. Elena, una de las hijas, estudió magisterio en el Instituto Normal para Señoritas Belén, y para poder entrar en la universidad tuvo que estudiar un bachillerato en el Instituto Nacional Central para Varones. En la Universidad de San Carlos se graduó de licenciada en Pedagogía. También tomó cursos en la Escuela de Artes Plásticas y destacó en la pintura; escribió relatos cortos, ensayos y poesía. Roberto, otro de los hermanos, fue escritor y periodista, y en la Alianza de la Juventud Democrática Guatemalteca en 1944 fue responsable de finanzas y director del periódico Alianza. Participó en el grupo Saker-Ti.
Ese sería el contexto político y familiar de la primera infancia de Leonor, quien nace en Zacapa el 22 de abril de 1932, la última hija de Alberto Paz y Paz y María Luisa González Guerra. Pasa sus primeros años en la finca que su familia tenía en ese departamento, sin saber que pronto su vida cambiaría radicalmente, primero para abandonar un país en donde familias como la suya peligraban, y luego para regresar a una Guatemala que por primera vez experimentaba una verdadera democracia. Durante su primera infancia contrajo una enfermedad degenerativa que le afectará la movilidad corporal el resto de su vida, al punto de que con el tiempo tuvo que apoyarse en un andador y años más tarde usar una silla de ruedas. Guisela Franco, su hija, recuerda que utilizaba unas férulas en sus manos, que ella misma diseñó, para poder escribir a máquina, algo que hizo hasta el final de sus días. (3) Relata además que a su casa siempre llegaban intelectuales, escritores y políticos, con algunos de los cuales su mamá mantuvo correspondencia e intercambiaba libros, revistas y charlas sobre temas de interés. «Miguel Ángel Asturias guardó siempre la mayor admiración para la obra y persona de Leonor Paz y Paz», leemos en un artículo dedicado a la escritora del Diario de Centro América, en donde también se incluye una carta de Luis Cardoza y Aragón enviada a Leonor en 1967.
Ya estando de regreso en Guatemala, vive su juventud temprana en un ambiente en el cual la participación de las mujeres (4) en espacios políticos y sociales vinculados con la Revolución empieza a ser evidente. En agosto de 1947, por ejemplo, se llevó a cabo en Guatemala el Primer Congreso Interamericano de Mujeres, patrocinado entre otras personalidades, por Gabriela Mistral y Victoria Ocampo, auspiciado por la Women’s International League for Peace and Freedom (WILPF) (Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad) y por la recién fundada Unión de Mujeres Democráticas de Guatemala (Cofiño, 2017, p. 134).
Ese mismo año Leonor participa en la fundación de la Alianza Femenina Guatemalteca (AFG) en 1947, auspiciada por el Partido Guatemalteco del Trabajo, que durante esa década fue una de las organizaciones políticas de mujeres que alcanzaron cierta solidez, (5) quizás porque contaba con el apoyo de María Vilanova y gozaba de financiamiento estatal (Rodríguez de Ita, 2001, p. 10). Entre sus demandas básicas para las mujeres estaban la equidad salarial, el voto de la mujer analfabeta, la obtención de tierra y créditos para mujeres campesinas, y un mayor acceso a la educación y a la cultura y la protección materno infantil (Carrillo, 1995, p. 112). La AFG tenía como medio de divulgación la revista Mujeres, en donde seguramente Paz y Paz colaboró con artículos.
Su participación en la AFG la llevará a viajar a diferentes departamentos del país. Elsa Castañeda, también integrante de la AFG, refiere cómo entre las actividades que se realizaban estaba visitar fincas cercanas a la capital o que eran propiedad del Estado: «Mientras los hombres se reunían para hablar de temas laborales, nosotras nos reuníamos con las mujeres. Les explicábamos la Reforma Agraria y los procedimientos para que sus esposos pudieran solicitar tierra o trabajar en agricultura. También hablábamos sobre el trato de sus esposos…» (Stoltz, 1999, pp. 54-55). Las mujeres del 44 fueron «como mariposas saliendo de la noche», como diría Leonor Paz y Paz en una entrevista concedida al programa radiofónico «Voces de Mujeres» en octubre de 1993 (Monzón, 2000, p. 4).
Es también 1947 el año del nacimiento del grupo de escritores y artistas Saker-Ti, que integraba a personas comprometidas con los cambios sociales de la Revolución. A pesar de cierta participación de mujeres dentro del grupo, entre ellas Leonor Paz y Paz, la mayor parte de estudios sobre el grupo se refiere solamente a los participantes masculinos, en su caso esto podría deberse a que en esa época todavía era una estudiante de secundaria.
En 1951 se gradúa como maestra en el Colegio Belga Guatemalteco y al año siguiente inicia sus estudios universitarios en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de San Carlos de Guatemala, aunque los abandona a los dos años.
En 1953 viaja a Cuba para participar en un congreso femenino que buscaba la unidad entre las mujeres y luego se dedica a dos de sus grandes pasiones: la enseñanza y el periodismo. Su trabajo periodístico inicia en El Imparcial, pero se sabe que a lo largo de los años contribuyó en La Hora, Prensa Libre, La Nación y el Diario de Centro América, entre otros medios. También escribió en revistas como Sombras, Centroamericana, Reflejos, Espiral, Mujeres y otras (Salazar de Escobedo, 1996, p. 90). Además, integraba la Asociación de Periodistas de Guatemala, la Asociación Mundial de Periodistas, la Asociación de Escritoras de México y la Asociación de Autores y Amigos del Libro Nacional en Guatemala. Por otro lado, tuvo una activa participación en el programa radial «El club de la olla y la sartén», de la licenciada Marina Coronado, que promovía la participación de la mujer en espacios públicos. (6) Es decir, era una joven periodista y escritora que reconoció la importancia de la escritura periodística como medio de difusión de ideas de progreso y cambio.
Para 1954, sin embargo, las cosas empiezan a cambiar radicalmente en Guatemala. La Agencia Central de Inteligencia (CIA) había organizado la operación PBFORTUNE, un plan para derrocar al presidente Jacobo Árbenz, considerado una amenaza comunista. Este plan fue el precursor del golpe de Estado de 1954 (PBSUCCESS), que con el apoyo de fuerzas contrarrevolucionarias nacionales instauró el gobierno del coronel Carlos Castillo Armas, que inició un período de gobiernos militares que socavarían las libertades y los avances sociales y culturales que los gobiernos de Arévalo y Árbenz habían iniciado. Un ejemplo de este período de represión se observa en las integrantes de AFG, que habían anunciado su apoyo a la Revolución «e inclusive dijeron estar dispuestas a tomar las armas para defenderla». «Las condiciones para hacerlo no se dieron, y en vez de salir a luchar a las calles, tuvieron que asilarse en las embajadas para resguardar sus vidas. El exilio fue el destino de muchas de aquellas comunistas que soñaron con la felicidad y el bienestar» (Cofiño, 2017, p. 140).
A pesar de las circunstancias adversas, Leonor Paz y Paz continúa trabajando. En 1956 es candidata a diputada y viaja a diferentes países. En 1958 inicia, junto con José María López Valdizón, (7) la revista Presencia, que tiene una duración de cinco años. En 1960 funda la Asociación de Mujeres Dolores Bedoya, a través de la cual hizo mucha obra social, sobre todo en las cárceles del país, donde algunos presos empezaron a escribir animados por las lecturas que la escritora les proporcionaba. En algunas cárceles propició