La Mula Del Papa Alphonse Daudet
La Mula Del Papa Alphonse Daudet
La Mula Del Papa Alphonse Daudet
Alphonse Daudet
Entre los innumerables dichos graciosos, proverbios o adagios con que adornan sus discursos nuestros campesinos de Provenza, no conozco ninguno ms pintoresco ni extrao que ste. Junto a mi molino y quince leguas en redondo, cuando se habla de un hombre rencoroso y vengativo, suele decirse: No te fes de ese hombre, porque es como la mula del Papa, que te guarda la coz siete aos! Durante mucho tiempo he estado investigando el origen de este proverbio, qu quera decir aquello de la mula pontificia y esa coz guardada siete aos. Nadie ha podido informarme aqu acerca del particular, ni siquiera Francet Mama, mi taedor de pfano, quien conoce de pe a pa las leyendas provenzales. Francet piensa, lo mismo que yo, que debe de ser reminiscencia de alguna antigua crnica del pas de Avin, pero no he odo hablar jams de ella, sino tan slo por el proverbio. -Slo en la biblioteca de las Cigarras puede usted encontrar algn antecedente -me dijo el anciano pfano, riendo. No me pareci la idea completamente disparatada, y como la biblioteca de las Cigarras est cerca de mi puerta, fui a encerrarme ocho das en ella. Es una biblioteca maravillosa, admirablemente organizada, abierta constantemente para los poetas, y servida por pequeos bibliotecarios con cmbalos que no cesan de dar msica. All pas algunos das deliciosos, y despus de una semana de investigaciones (hechas de espaldas al suelo), descubr, al fin, lo que deseaba, es decir, la historia de mi mula y de esa famosa coz guardada siete aos. El cuento es bonito, aunque peque de inocente, y voy a tratar de narrarlo como lo le ayer maana en un manuscrito de color del tiempo, que ola muy bien a alhucema seca y cuyos registros eran largos hilos de la Virgen. * ** No habiendo visto Avin en tiempo de los Papas, no se ha visto nada. Jams existi ciudad alguna tan alegre, viva y animada como ella, en el ardor por los festejos. Desde la maana a la noche, todo eran procesiones y peregrinaciones, con las calles alfombradas de flores, empavesadas con tapices, llegadas de cardenales por el Rdano, ondeando al viento los estandartes, flameantes de gallardetes las galeras, los soldados del Papa entonando por las calles cnticos en latn, acompaados de las matracas de los frailes mendicantes; despus, de arriba abajo de las casas que se apiaban zumbando alrededor del gran palacio papal como abejas en torno de su colmena, percibase
tambin el tictac de los bolillos que hacan randas, el vaivn de las lanzaderas que confeccionaban los tises de oro para las casullas, los martillitos de los cinceladores de vinajeras, las tablas de armona ajustadas en los talleres de guitarrero, las canciones de las urdidoras, y sobresaliendo entre todos estos ruidos el taido de las campanas y algunos sempiternos tamboriles que roncaban all abajo, hacia el puente. Porque entre nosotros, cuando el pueblo est contento, necesita estar siempre bailando, y como por aquellos tiempos las calles de la ciudad eran excesivamente estrechas para la farndula, pfanos y tamboriles situbanse en el puente de Avin, al viento fresco del Rdano, y da y noche se estaba all baila que bailars. Ah, qu dichosos tiempos, qu ciudad tan feliz! Alabardas que no cortaban, prisiones de Estado donde se pona a refrescar el vino. Jams hambre, nunca guerra. He aqu cmo gobernaban a su pueblo los Papas del Condado. Tal es la causa de que los eche tanto de menos el pueblo! * ** Entre todos los Papas, merece citarse con especialidad uno que era un buen viejo, llamado Bonifacio... Oh, qu muerte ms llorada la suya! Era un prncipe tan amable, tan gracioso! Se rea tan bien desde lo alto de su mula! Y cuando alguno pasaba cerca de l, as fuese un pobrete hilandero de rubia o el gran Vegner de la ciudad, le daba su bendicin con tanta cortesa! Un verdadero Papa de Ivetot, pero de un Ivetot de Provenza, con algo de picaresco en la risa, un tallo de mejorana en la birreta, y sin el ms insignificante trapicheo... La nica Juanota que siempre se le conoci a este santo padre era su via, una viita plantada por l mismo a tres leguas de Avin, entre los mirtos de Chteau-Neuf. Todos los domingos, concluidas las vsperas, el justo varn iba a requebrarla, y cuando estaba all arriba sentado al grato sol, con su mula cerca, y en rededor suyo sus cardenales tendidos a la bartola, al pie de las cepas, entonces mandaba destapar un frasco de vino de su cosecha (ese hermoso vino, de color de rub, conocido desde entonces ac por el nombre deChteau-Neuf de los Papas), y lo saboreaba a sorbitos, mirando enternecido a su via. Consumido el frasco, al caer de la tarde volvase alegremente a la ciudad, seguido de toda su corte, y al atravesar el puente de Avin, en medio de los tamboriles y de las farndulas, su mula, espoleada por la msica, emprenda un trotecillo saltarn mientras que l mismo marcaba el paso de la danza con la birreta, lo cual era motivo de escndalo para los cardenales, pero haca exclamar a todo el pueblo: Ah, qu gran prncipe! Ah, valiente Papa! Despus de su via de Chteau-Neuf, lo que ms estimaba en el mundo el Papa era su mula. El bendito seor se pirraba por aquel cuadrpedo. Todas las noches, antes de irse a la cama, iba a ver si estaba cerrada la cuadra, si tena lleno el pesebre, y jams abandonaba la mesa sin hacer preparar en su presencia un gran ponche de vino a la francesa, con mucho azcar y aromas, que l mismo llevaba a su mula, a despecho de las observaciones de los cardenales... Es necesario decir tambin que la bestia vala la pena. Era una hermosa mula negra salpicada de alazn, firme de piernas, de pelo lustroso, grupa ancha y redonda, que llevaba erguida la enjuta cabecita guarnecida toda ella de perendengues, lazos, cascabeles de plata, borlillas; adems de estas buenas cualidades, reuna otras que el Papa no apreciaba menos: era dulce como un ngel, de cndido mirar y con un par de orejas largas en constante bamboleo, que le daban aspecto bonachn... Todo Avin la
respetaba, y cuando pasaba por las calles no haba agasajos que no se le hiciesen, pues todos saban que se era el mejor medio de ser bien quisto en la corte, y que con su aire inocente, la mula del Papa haba conducido a ms de uno a la fortuna. Prueba de ello Tistet Vdne y su maravillosa aventura. Era al principio este Tistet Vdne un descarado granuja, a quien su padre Guy Vdne, el escultor en oro, se haba visto en la necesidad de arrojar de su casa, porque adems de que no quera trabajar, maleaba a los aprendices. Durante seis meses visele arrastrar su sayo por todos los arroyos de las calles de Avin, pero principalmente hacia la parte prxima al palacio papal; porque el pcaro tena desde mucho tiempo antes sus ideas respecto a la mula del Papa, y van a ver que no iba descaminado... Un da que Su Santidad se paseaba a solas bajo las murallas con su bestia, se le acerca de buenas a primeras mi Tistet y le dice, juntando las manos con ademn de asombro: -Ah, Dios mo, gran Padre Santo, hermosa mula tiene!... Permtame Vuestra Santidad que la contemple un poco... Ah, Papa mo, qu mula tan maravillosa!... El emperador de Alemania no tiene otra tal. Y la acariciaba, y le deca dulcemente como a una seorita: -Ven ac, alhaja, tesoro, mi perla fina... Y el bueno del Papa, enternecido, deca para sus adentros: -Qu guapo mozo!... Qu carioso est con mi mula! Y saben ustedes lo que ocurri al siguiente da? Tistet Vdne cambi su viejo tabardo amarillo por una preciosa alba de encajes, una capa de coro de seda violeta, unos zapatos con hebillas, e ingres en la escolana del Papa, donde antes de l no haban podido ingresar ms que los hijos de nobles y sobrinos de cardenales... He ah lo que es la intriga!... Pero Tistet no par ah. Protegido ya por el Papa y al servicio de ste, el bribonzuelo continu la farsa que tan bien le haba salido. Insolente con todo el mundo, slo tena atenciones y miramientos con la mula, y siempre andaba por los patios del palacio con un puado de avena o una gavilla de zulla, cuyos rosados racimos sacuda graciosamente mirando al balcn del Padre Santo, como quien dice: Jem!... Para quin es esto? Tantas cosas hizo, que a la postre el bueno del Papa, que se senta envejecer, le confi el cuidado de vigilar la cuadra y llevar a la mula su ponche de vino a la francesa; lo cual mova ya a risa a los cardenales. * ** Tampoco era esto cosa de risa para la mula. Por entonces, a la hora de su vino, llegaban siempre junto a ella cinco o seis nios de coro, que se metan pronto entre la paja con su capa de color de violeta y su alba de encajes; despus, al cabo de un momento, un buen
olor caliente de caramelo y de aromas perfumaba la cuadra, y apareca Tistet Vdne llevando con precaucin el ponche de vino a la francesa. All comenzaba el martirio del pobre animal. Aquel vino aromoso que tanto le agradaba, que le daba calor, que le pona alas, cometan la crueldad de trarselo all, a su pesebre, y hacrselo respirar; despus, cuando tena impregnadas en el olor las narices, me alegro de verte bueno! El hermoso licor de sonrosada llama era engullido completamente por aquellos granujas!... Y si no hubieran cometido ms crimen que robarle el vino... Pero, todos esos seis eran unos diablos, en cuanto beban... Uno le tiraba de las orejas, otro del rabo; Quiquet se le encaramaba en el lomo, Blugnet le pona su birrete, y ni uno solo de aquellos pcaros pensaba que de una corveta o de una sarta de coces el bueno del animal hubiera podido enviarlos a todos a las nubes y aunque fuese ms lejos... Pero, no! Por algo se es la mula del Papa, la mula de las bendiciones y de las indulgencias... Por muchas travesuras que hicieran los muchachos, ella no se enfadaba, y slo a Tistet Vdne guardaba ojeriza. Y, es claro, cuando senta a ste detrs de s, le daba comezn en los cascos, y no le faltaba razn para ello. Ese granujilla de Tistet hacale unas jugarretas tan feas! Eran tan crueles sus invenciones despus de beber!... A que no imaginan ustedes lo que se le ocurri cierto da? Hacerla subir con l al campanil de la escolana, all arriba, arribota, a lo ms alto de palacio! Y no crean que es mentira lo que cuento; doscientos mil provenzales lo han visto. Figrense el terror de aquella infortunada mula, cuando despus de dar vueltas una hora a ciegas por una escalera de caracol y haber subido no s cuntos peldaos, encontrose de pronto en una plataforma deslumbrante de luz, y a mil pies debajo de ella contempl todo un Avin fantstico: las barracas del mercado tan pequeas como avellanas, los soldados del Papa delante de su cuartel como hormigas rojas, y all abajo, sobre un hilillo de plata, un minsculo puentecito, donde haba bailes y ms bailes... Ah, pobre bestia! Qu susto! Del grito que solt, retemblaron todas las vidrieras del palacio. -Qu ocurre? Qu sucede?-exclam el Papa, asomndose al balcn precipitadamente. Tistet Vdne estaba ya en el patio, fingiendo que lloraba y mesndose los cabellos: -Ah, gran Padre Santo, qu pasa! Pues pasa que la mula de Su Santidad... Dios mo! Qu ser de m?... Pues pasa que la mula de Su Santidad... se ha encaramado al campanario!... -Pero, ella sola? -S, seor, excelso Padre Santo, ella sola... Mire, mire, all arriba!... Ve Su Beatitud la punta de las orejas asomando?... Parecen dos golondrinas... -Misericordia!-exclam el pobre Papa alzando los ojos-. Es que se ha vuelto loca? Pero, si se va a matar! Quieres bajarte, desventurada?... Cspita! Lo que es ella no hubiera deseado otra cosa sino bajarse... Pero, por dnde? Por la escalera, no haba ni qu pensarlo: a esas alturas se sube, pero en la bajada hay
peligro de perniquebrarse cien veces... Y la pobre mula desconsolbase, y dando vueltas por la plataforma con los ojazos presa del vrtigo, pensaba en Tistet Vdne... -Ah, miserable, si de sta escapo... menuda coz te suelto maana tempranito! Con este propsito de la coz, haca de tripas corazn; sin eso, no hubiera podido mantenerse en pie... Al fin pudo conseguirse bajarla de all arriba, pero no cost poco que digamos. Fue necesario descolgarla en unas angarillas, con cuerdas y un gato. Ya comprendern qu humillacin para la mula de un Papa eso de ser suspendida de aquella altura, moviendo las patas en el aire, como un abejorro al cabo de un hilo. Y todo Avin que la miraba! A la infeliz bestia no le fue posible dormir en toda la noche. Parecale que daba vueltas constantemente por aquella maldita plataforma, siendo el hazmerrer de toda la ciudad congregada abajo; luego, pensaba en ese infame Tistet Vdne y en la bonita coz con que iba a obsequiarle al da siguiente por la maana. Oh, amigos mos, vaya una coz! Desde Pamperigouste tena que verse el humo... Pues bien, mientras en la cuadra le preparaban este magnfico recibimiento, saben lo que haca Tistet Vdne? Deslizbase por el Rdano cantando en una galera pontificia y se iba a la corte de Npoles con la compaa de jvenes nobles que la ciudad mandaba todos los aos junto a la reina Juana para ejercitarse en la diplomacia y en las buenas maneras. Tistet no era noble; pero el Papa deseaba a toda costa recompensarlo por los cuidados que haba tenido con su bestia, y especialmente por la actividad que acababa de desplegar durante la empresa de salvamento. Valiente chasco se llev la mula al da siguiente! -Ah, bandido; algo se ha olido l! -pensaba, mientras sacuda con furia sus cascabeles-. Pero, es lo mismo, anda, pillo! Cuando vuelvas te encontrars con tu coz... te la guardo!... Y se la guard. Despus de la marcha de Tistet, la mula del Papa recobr su vida sosegada y sus aires de otros tiempos. No ms Quiquet ni Blugnet en la cuadra. Llegaron de nuevo los felices das del vino a la francesa, y con ellos el buen humor, las largas siestas, y el pasito de gavota al cruzar el puente de Avin. Sin embargo, desde su aventura dbanle muestras constantes de frialdad en la ciudad; los viejos movan la cabeza, los nios se rean sealando al campanario. El bueno del Papa mismo no confiaba ya tanto en su amiga, y cuando se dejaba llevar al extremo de echar un sueecillo sobre los lomos de ella, el domingo a su regreso de la via, ocurrasele siempre esta consideracin: Si fuese a despertarme all arriba, en la plataforma! Vea esto la mula, y sufra sin chistar; solamente cuando en presencia de ella se pronunciaba el nombre de Tistet Vdne, erguanse sus largas orejas, y afilaba con una risita el hierro de sus cascos en el pavimento... Pasaron siete aos, al cabo de los cuales Tistet Vdne regres de la corte de Npoles. No haba concluido todava el tiempo de su empeo en ella; pero haba sabido que el
archipmpano de Sevilla haba muerto repentinamente en Avin, y como el cargo parecale bueno, haba regresado muy a prisa para gestionar que se le otorgara. Cuando ese intrigante de Vdne entr en el saln del palacio, costole trabajo el conocerlo al Santo Padre: tanto era lo que haba crecido y engruesado. Preciso es tambin decir que, por su parte, el Papa se haba hecho viejo y no vea bien sin antiparras. Tistet no se acobard. -Cmo! Excelso Padre Santo, ya no me conoce Su Beatitud?... Soy yo, Tistet Vdne! -Vdne?... -S, ya sabe... el que serva el vino francs a la mula. -Ah! S... s... ya recuerdo... Guapo mozo, ese Tistet Vdne!... Y ahora, qu pretendes? -Oh! Poca cosa, Excelso Padre Santo... Vena a suplicarle... Y a propsito, conserva todava Su Beatitud aquella mula? Y est buena?... Ah! Cunto me alegro!... Pues bien, vena a solicitar la plaza del archipmpano de Sevilla, quien acaba de morir. -Archipmpano de Sevilla t!... Pero si eres muy joven. Pues, cuntos aos tienes? -Veinte aos y dos meses, ilustre Pontfice; cinco aos justos ms que la mula de Su Santidad... Ah, bendita de Dios la valiente bestia!... Si supiese Su Beatitud cunto amaba yo a aquella mula! Y con qu sentimiento me acordaba de ella en Italia!... Me permitir Su Santidad que la visite? -S, hijo mo, la visitars -dijo el bueno del Papa, emocionado-. Y puesto que tanto amas a aquel bendito animal, no permito que vivas lejos de l. Desde este da quedas afecto a mi persona en calidad de archipmpano... Mis cardenales gritarn, pero, peor para ellos! ya estoy acostumbrado... Vuelve maana, al salir de vsperas, y Nos te impondremos las insignias de tu beneficio delante de Nuestro cabildo, y luego... te acompaar a ver la mula, y vendrs a la via con nosotros dos... Eh? Ja, ja! Anda, vete!... No es necesario decir lo satisfecho que ira Tistet Vdne al salir del saln del Solio, y con qu impaciencia aguard la ceremonia del siguiente da; pero mucho ms satisfecha e impaciente que el bribn estaba la mula. Desde el regreso de Vdne hasta las vsperas del siguiente da, la vengativa bestia no ces de atiborrarse de avena y cocear la pared con los cascos de atrs. Tambin el animal haca sus preparativos para la ceremonia... Al da siguiente, despus de haberse cantado vsperas, Tistet Vdne hizo su entrada en el patio del palacio papal. En l estaban todo el alto clero, los cardenales con sus togas rojas, el abogado del diablo de terciopelo negro, los abades de conventos con sus
pequeas mitras, los mayordomos de fbrica de San Agrico, las sotanas violetas de la escolana sin que faltaran numerosos individuos del bajo clero, los soldados del Papa de gran uniforme de gala, los ermitaos del monte Ventoso con sus caras feroces y el monacillo que los sigue tocando la campanilla, los hermanos disciplinantes desnudos de pecho y espalda, los floridos sacristanes con toga de jueces; todos, toditos, hasta los que hacen las aspersiones de agua bendita, y el que enciende y el que apaga los cirios... nadie faltaba al solemne acto... Ah! Era una hermosa ordenacin! Campanas, petardos, sol, msica, y siempre esos sonoros tamboriles que guiaban la danza all abajo, en el puente de Avin... Al presentarse Vdne en medio de la asamblea, su empaque y su buen talante produjeron un murmullo de admiracin. Era un magnfico provenzal, rubio, con largos cabellos de puntas rizadas y una barbita corta y primeriza que pareca formada por vedijas de metal fino desprendidas por el buril de su padre, el escultor en oro. Circularon rumores de que los dedos de la reina Juana haban jugado algunas veces con aquella rubia barba, y efectivamente el seor de Vdne tena el glorioso aspecto y el mirar abstrado de los galanes amados por reinas... Aquel da, para honrar a su nacin, haba sustituido su vestido napolitano por un capisayo bordado de rosas, a la provenzala, y sobre su capillo temblaba una gran pluma de ibis de Camargue. Al entrar el archipmpano, salud galantemente a la concurrencia, y dirigiose a la elevada escalinata, donde le aguardaba Su Santidad para imponerle las insignias de su grado: la cuchara de boj amarillo y la sotana de color de azafrn. Junto a la escalera estaba la mula, enjaezada y dispuesta a partir para la via... Al pasar cerca de ella, sonriose satisfecho Tistet Vdne y se detuvo para darle dos o tres golpecitos cariosos en la grupa, mirando con el rabillo del ojo si el Papa lo observaba. La ocasin era propicia... La mula tom impulso... -Toma, all te va, bandido! Siete aos haca que te la guardaba! Y le solt una coz tan terrible, tan certera, que desde Pamperigouste se vio el humo, una humareda de polvo rubio en la que revolote una pluma de ibis... Eso fue todo lo que qued del infortunado Tistet Vdne!... Pocas veces son las coces de mula tan fulminantes. Pero aqulla era una mula papal. Y adems, figrense ustedes!... Haca nada menos que siete aos que se la guardaba!... No hay ejemplo de odios eclesisticos semejante al mencionado. FIN