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LOS SISTEMAS DE PARTIDOS EN LOS PASES ANDINOS, 19802005: REFORMISMO INSTITUCIONAL, AUTORITARISMOS COMPETITIVOS Y LOS DESAFOS ACTUALES* Martn

Tanaka Working Paper #324 - March 2006

Martn Tanaka es Doctor en Ciencia Poltica y Maestro en Ciencias Sociales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) sede Mxico, y Licenciado en Sociologa por la Pontificia Universidad Catlica del Per. Actualmente es Director General del Instituto de Estudios Peruanos; es profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Catlica del Per y ha sido profesor visitante en la Maestra de Ciencia Poltica de la Universidad de Los Andes, Bogot. E-mail: mtanaka@iep.org.pe
* Pude germinar las ideas presentes en este texto durante una placentera estancia como Visiting Fellow en el Helen Kellogg Institute for International Studies de la Universidad de Notre Dame, en el primer semestre de 2003. La amistad y las conversaciones con Scott Mainwaring, Andrs Meja y Frances Hagopian me fueron especialmente gratificantes. Agradezco los comentarios a una primera versin de este texto de dos evaluadores annimos, y tambin los recibidos en el seminario Crisis in the Andes: Managing Regional Order, realizado el 19 y 20 de junio de 2003 en la Universidad de Oxford, especialmente los de Mnica Serrano; tambin los de Simn Pachano, que recib recientemente.

ABSTRACT Here I study the party systems in the Andean countries in the last twenty-five years. Facing the challenges of the exhaustion of the statist national-popular development model, these countries followed a path of intense institutional reform, opening and democratizing the political systems. In the middle of these attempts, the party system collapsed in Peru and Venezuela, while in Bolivia, Colombia, and Ecuador, the party systems manage to evolve despite significant crisis. The difference between the two paths is a significant one: the collapse of the party systems led to the establishment of competitive authoritarian regimes, while the gradual opening of the political system allowed the emergence of new forces and the presence of sectors previously excluded or subordinated under pluralistic schemes. In recent years, the exhaustion of market reforms and an adverse international environment places the region again in a new critical juncture, where the main options seem to be to continue through a path of more reforms and opening of the political system, which may lead to governability crisis, or attempt to organize and institutionalize the disordered opening produced in recent years. RESUMEN En este trabajo estudio los sistemas de partidos de los pases andinos en los ltimos veinticinco aos. Enfrentando los desafos resultantes del agotamiento del modelo de desarrollo nacional-popular estatista, estos pases siguieron un camino de intensas reformas institucionales y de apertura y democratizacin de los sistemas polticos. En medio de estos intentos, el sistema de partidos colaps en Per y en Venezuela, mientras que los sistemas de partidos de Bolivia, Colombia y Ecuador consiguieron evolucionar a pesar de sufrir importantes crisis. La diferencia entre estas dos trayectorias es significativa: el colapso de los sistemas de partidos llev al establecimiento de regmenes autoritarios competitivos, mientras que la apertura gradual del sistema poltico permiti la emergencia de nuevas fuerzas y la presencia de sectores previamente excluidos o subordinados bajo esquemas pluralistas. En aos recientes, el agotamiento de las reformas de mercado y un contexto internacional adverso colocan a la regin en una nueva coyuntura crtica en la que las principales opciones parecen ser continuar en un camino de ms reformas y apertura del sistema poltico, lo que puede derivar en crisis de gobernabilidad, o intentar organizar e institucionalizar la apertura desordenada producida en aos recientes.

Introduccin En este trabajo estudio a los sistemas de partidos en los pases andinos en los ltimos 25 aos, en el periodo democrtico 1980-2005, es decir, dentro del marco del paso de un modelo sociopoltico nacional-popular estatista hacia otro regido por el mercado, y las consecuencias que tuvo sobre la dinmica de la democracia el colapso o la evolucin en medio de la crisis de los sistemas de partidos. La crisis y agotamiento del modelo estatista llev a la implementacin de polticas de ajuste con altos costos sociales, que produjeron a su vez problemas de legitimidad en el sistema poltico. Restringida la aplicacin de polticas distributivas, los actores polticos impulsaron amplias reformas institucionales que buscaron democratizar y hacer ms participativos los sistemas polticos, lo que se expres principalmente en reformas constitucionales, reformas electorales y polticas de descentralizacin. En este camino, algunos pases sufrieron el colapso de sus sistemas de partidos (Per, 1992, y Venezuela, 1998), mientras que en otros (Bolivia, Colombia y Ecuador) los sistemas de partidos, en medio de muchas dificultades, evolucionaron y se democratizaron. Las diferencias entre ambos caminos tuvieron consecuencias importantes. En Per y Venezuela el colapso del sistema de partidos dio lugar a la aparicin de regmenes autoritario-competitivos, es decir, gobiernos legtimos desde el punto de vista electoral, pero que no respetan mecanismos bsicos de accountability horizontal propios de toda democracia; su legitimacin descansa sobre la apelacin a principios plebiscitarios. De otro lado, en Bolivia, Colombia y Ecuador, a lo largo de la dcada de los aos noventa sus sistemas polticos, ciertamente en medio de dificultades, gradualmente lograron ampliar la arena poltica, abrir espacios participativos, y permitieron el avance de fuerzas sociales y polticas tradicionalmente excluidas dentro de esquemas pluralistas. Entre 1998 y 2002, sin embargo, la regin enfrent un nuevo ciclo recesivo, que llev a hablar de una media dcada perdida, resultado del agotamiento de la primera generacin de reformas estructurales y de un contexto internacional adverso. Esto pone a la regin nuevamente en una coyuntura crtica, cuya resolucin tendr consecuencias de mediano y largo plazo. Planteo que el rumbo que seguirn los pases de la regin en los prximos aos depender de si se contina por el camino de una an mayor apertura del

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sistema poltico, lo que puede generar graves crisis de gobernabilidad, o si se intenta ordenar e institucionalizar los distintos procesos de apertura ocurridos en los ltimos aos, lo que podra permitir superar los desafos actuales. A lo largo de las dcadas de los aos ochenta y noventa se produjo el agotamiento de la matriz de relaciones sociales, polticas, econmicas y culturales vigente en la regin desde la dcada de los aos treinta del siglo veinte, lo que Garretn et.al. (2003) han llamado matriz nacional-popular estatista, que se expres en la crisis de la deuda, graves problemas fiscales, altas tasas de inflacin (que llegaron a niveles hiperinflacionarios en algunos pases), que obligaron a la implementacin de drsticas polticas de ajuste estructural, que causaron fuertes recesiones y tuvieron altos costos sociales. Esto coincidi con la implantacin de la tercera ola de democracia en la regin, en una difcil doble transicin.1 La respuesta al agotamiento de esta matriz de relaciones fue la implementacin de un conjunto de reformas orientadas a liberalizar las economas y orientarlas segn lgicas de mercado desde patrones polticos signados por un gran protagonismo del poder ejecutivo actuando de manera aislada y con altos grados de autoritarismo.2 Todo esto configur una coyuntura crtica (Collier y Collier 1991), es decir, un conjunto de problemas y desafos cuyo desenlace tiene profundas consecuencias de mediano y largo plazo. En este marco, encontramos que los sistemas de partidos de los pases andinos afrontaron serios problemas que cuestionaron su legitimidad. Dado que la implementacin de polticas de integracin populistas tradicionales estaba seriamente limitada, se respondi al descontento por medio de diversos procesos de reforma institucional, buscando ampliar la participacin ciudadana e incluir dentro del sistema poltico a sectores hasta ese momento excluidos o subordinados. Con estas iniciativas, algunos actores buscaron obtener ganancias en la competencia inter o intra partidaria y a la vez relegitimar el rgimen democrtico. En este sentido podemos situar al proceso de regionalizacin iniciado en Per en 1988; la poltica de descentralizacin y el cambio del sistema electoral en Venezuela hecho efectivo en las elecciones de 1989; el proceso de descentralizacin iniciado en la segunda mitad de los aos ochenta e impulsado con la Constitucin de 1991 en

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Colombia, Constitucin que contuvo normas que buscaron abrir el sistema poltico y atenuar el peso de los partidos tradicionales; la ley de participacin popular, diversas reformas constitucionales y del sistema electoral en 1994 en Bolivia, reformas que buscaron tambin ampliar un sistema percibido como cerrado; finalmente, diversas reformas que llevaron al progresivo reconocimiento de derechos para la poblacin indgena y espacios para la participacin de sus organizaciones en el Ecuador, que culminan en la Constitucin de 1998; as como diversas reformas electorales (1994, 1997, y la nueva Constitucin de 1998), que buscaban tambin darle mayores opciones a los electores ms all de los partidos tradicionales. Pese a que todos los pases de la regin pasaron por graves trastornos, a lo largo de la dcada de los aos noventa se fueron perfilando dos caminos: de un lado, en Per (1992) y Venezuela (1998), se produjo el colapso de sus sistemas de partidos, mientras que en Bolivia, Colombia y Ecuador stos evolucionaron en medio de la crisis. Esta diferencia tuvo consecuencias importantes: en los dos primeros casos se consolidaron autoritarismos competitivos, mientras que en los otros, en medio de sus problemas, se dieron procesos graduales de apertura poltica y reforma institucional con importantes efectos democratizadores, preservando el pluralismo poltico.3 La clave de la diferencia entre los dos caminos hay que encontrarla en el mbito poltico: en el segundo grupo de pases, tenemos que los partidos, de diversas maneras, lograron evitar que sus disputas internas quebraran sus estructuras organizativas bsicas, logrando los sistemas de partidos subsistir gracias a la alternancia inter partidaria y cierta renovacin intra partidaria. As, en los tres casos mencionados tuvimos cierto debilitamiento de los actores tradicionales y la aparicin de nuevos actores, pero sin que las caractersticas de la competencia poltica se alteren de manera radical, al menos hasta el nuevo ciclo de crisis iniciado en 1998. Por el contrario, en Per y Venezuela, graves pugnas intra e inter partidarias llevaron a procesos de divisin y crisis simultnea en todos los actores del sistema que, al ocurrir en coyunturas crticas en las que eran particularmente vulnerables, llevaron al poder a outsiders antisistema (Alberto Fujimori y Hugo Chvez), cuya consolidacin posterior acab con el sistema de partidos vigente. En Bolivia, Colombia y Ecuador, si bien las reformas implementadas no necesariamente tuvieron los efectos esperados por sus autores, s puede afirmarse que

4 tuvieron consecuencias significativas en un sentido democrtico

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amplio:

el

reconocimiento de derechos y la apertura de espacios participativos facilit el fortalecimiento de sectores tradicionalmente excluidos, que ya venan ganando importantes espacios por s mismos, crendose una estructura de oportunidad poltica favorable para stos. As, en Bolivia y Ecuador destaca el avance del movimiento indgena, y en los tres casos la emergencia de nuevos actores que renovaron la escena poltica; este proceso de reformismo institucional estuvo tambin en marcha en Venezuela hasta 1998 y en alguna forma lo estuvo tambin en Per hasta 1992, pero fue interrumpido por lgicas autoritarias impuestas por los outsiders a los que ya hicimos referencia. En suma, sostengo que la permanencia de los sistemas de partidos tuvo efectos positivos sobre la dinmica democrtica, que esta permanencia ayuda a entender la diferencia entre una lgica autoritaria y una compleja historia de reformismo institucional con efectos democratizadores que suele ser pasada por alto. Por el contrario, en Per y Venezuela llegaron al poder lderes antisistema como Fujimori y Chvez, que desarrollaron estrategias de confrontacin con los partidos tradicionales y con las instituciones que limitaban el ejercicio de su poder, aprovechando el descrdito de stos ante la ciudadana. Por diversos medios, algunos abiertamente ilegales o rayando en la ilegalidad, lograron acabar polticamente con ellos, siendo capaces al mismo tiempo de concitar un importante respaldo ciudadano. En un contexto de hegemona lograron aprobar nuevas Constituciones y un nuevo orden legal que les permiti nombrar o controlar a las nuevas autoridades de los poderes pblicos, con lo que limitaron sustantivamente la competencia poltica, el pluralismo y el equilibrio de poderes, instaurando as lo que podemos caracterizar como autoritarismos competitivos: regmenes legitimados por elecciones medianamente crebles, pero donde los mecanismos de accountability horizontal (ODonnell 1998) no tienen existencia real. Su mecanismo de legitimacin real asume formas plebiscitarias, basado en formas de participacin popular directa, no mediada por instituciones o partidos. Este desenlace puede explicarse por la debilidad de la oposicin social y poltica a estos gobiernos: los viejos actores no se recuperaron de su cada, los nuevos no tienen fuerza suficiente, y entre todos no logran superar problemas de accin colectiva para construir una oposicin efectiva. De otro lado, al no encontrar lmites efectivos, el poder desarrolla tendencias

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autoritarias. Este tipo de rgimen hbrido pone grandes desafos a las polticas de defensa y promocin de la democracia. Entre 1998 y 2003, la regin vivi nuevamente grandes tensiones, en un nuevo entorno de recesin, esta vez asociado al agotamiento de la primera generacin de reformas orientadas al mercado y de grandes crisis financieras internacionales, que llevaron a que la CEPAL hablara de una media dcada perdida en la regin, que ha puesto a los pases en una nueva coyuntura crtica. En cierto modo, los desafos del momento actual parecen ser ms complicados que los enfrentados en los ltimos aos, al tener sociedades ms movilizadas y democrticas (en gran medida como consecuencia de las reformas institucionales reseadas), pero enfrentando nuevos desafos globales con actores sociales y polticos fuertemente cuestionados y limitadas capacidades estatales. Sostengo que parecen abrirse dos caminos en los pases andinos: de un lado, responder a los problemas de legitimidad por medio de la profundizacin de una lgica aperturista y participativa en el sistema poltico, y del otro, intentar por el contrario ordenar la apertura y democratizacin que de manera desordenada ha ocurrido en todos nuestros pases a lo largo de la dcada de los aos noventa. Considero que el primer camino puede conducir a una extrema fragmentacin poltica y serios problemas de gobernabilidad, en donde primen sentidos antipolticos y fuerzas antisistmicas, mientras que el segundo podra permitirnos avanzar en mayores y mejores niveles de institucionalizacin democrtica. El colapso del sistema de partidos en Per y Venezuela y la constitucin de autoritarismos competitivos4 En Per la configuracin plena de una matriz estatista se dio de manera tarda, y tempranamente aparecieron signos de su inviabilidad, lo que llev a la aplicacin de reiterados programas de ajuste estructural entre 1975 y 1990.5 El episodio final de esta crisis ocurri en la segunda mitad del gobierno de Alan Garca (1985-1990), cuando se desat un rgimen de alta inflacin que lleg incluso a niveles hiperinflacionarios. En un momento en el que resultaba imposible continuar con polticas distributivas y de expansin de la demanda, y previendo la inevitable derrota del APRA en las elecciones generales de 1990, el presidente Garca lanz en 1988 un proceso de regionalizacin del

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pas por medio del cual deban constituirse y elegirse autoridades de gobiernos subnacionales. La regionalizacin cumpla con un diseo institucional planteado en la Constitucin de 1979, pero nunca llevado a la prctica hasta ese momento. Garca consideraba razonablemente que con esta iniciativa podra legitimar, por va de reformas institucionales, a un gobierno muy desgastado, y que el APRA podra ganar varios de los nuevos gobiernos regionales (como en efecto ocurri), y ocupar all posiciones que le permitieran al APRA guarecerse hasta las siguientes elecciones generales de 1995. Este camino de reformismo institucional gradual, podra haber continuado en el Per en la dcada de los aos noventa, pero fue interrumpido por el autogolpe de Fujimori de 1992. En el caso de Venezuela, la crisis del modelo de desarrollo se manifest de manera elocuente con seis aos consecutivos de tasas negativas de crecimiento del producto bruto interno, entre 1980 y 1985.6 La respuesta poltica a la crisis del modelo econmico y poltico expresado en los acuerdos de Punto Fijo de 1958 fue la instalacin de la Comisin Presidencial para la Reforma del Estado (COPRE) durante el gobierno de Jaime Lusinchi (1984-1988). Partiendo de sus propuestas, se dio un proceso de descentralizacin que se materializ en la eleccin popular de alcaldes y gobernadores (1989), y en la adopcin de un sistema electoral proporcional personalizado, que busc favorecer la representacin de nuevas fuerzas.7 Estas reformas tuvieron efectos importantes, y as, desde la eleccin presidencial y de congreso de 1993, el respaldo que concitaban los dos partidos tradicionales (AD y COPEI) empez a decaer, aunque se mantenan como las dos fuerzas polticas principales; emergieron con mayor fuerza partidos antes subordinados, como La Causa Radical y el Movimiento al Socialismo; y aparecieron nuevos partidos, resultado de escisiones de los partidos tradicionales, como Convergencia Nacional. Al mismo tiempo, varios de los protagonistas de las elecciones de 1993 fueron figuras resultado del proceso de descentralizacin, como Claudio Fermn (candidato presidencial de AD y exalcalde de Caracas), Oswaldo Alvarez (candidato presidencial de COPEI y exgobernador del Estado Zulia), y Andrs Velsquez, candidato presidencial de La Causa Radical, quien haba sido Gobernador del Estado Bolvar. Venezuela pareca seguir el camino de gradual apertura y mutacin de un sistema bipartidista a un multipartidismo o un bipartidismo atenuado, como en Colombia. Sin

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embargo, en las elecciones de 1998, con la llegada de Chvez al poder, el conjunto del sistema de partidos colaps. La mayor parte de la literatura existente sobre los colapsos de los sistemas de partidos en Per y Venezuela centra su explicacin en el mal desempeo de los gobiernos previos a la llegada de los outsiders al poder, la incapacidad para dar respuestas adecuadas al agotamiento del modelo nacional-popular estatista. As, los partidos del sistema se habran turnado en el ejercicio del poder, habran fracasado en responder a las demandas populares, y habran sucesivamente perdido la confianza de los ciudadanos, por lo que al final stos buscaron una opcin por fuera del sistema. Sin embargo, el mal desempeo gubernativo sucesivo de los partidos no puede ser una explicacin satisfactoria, porque la competencia en un sistema de partidos permite la alternancia entre partidos y tambin entre lderes y grupos al interior de los partidos; de otro lado, los otros pases andinos pasaron por situaciones de crisis de legitimidad tanto o ms graves, pero no se produjo el colapso. Finalmente, debemos recordar que la llegada al poder de Fujimori en 1990 era absolutamente imprevisible apenas semanas antes de que ocurriera (se esperaba un triunfo del candidato Mario Vargas Llosa, representante de una coalicin de partidos dominada por partidos tradicionales), y que la llegada al poder de un outsider como Chvez empez a tomar cuerpo recin hacia finales de 1997 (antes de eso Chvez y el Movimiento Boliviariano Revolucionario 200 -MBR-200- tenan una postura abstencionista). La crisis y el descontento ciudadano ponen a los partidos en una situacin de vulnerabilidad, pero esto no basta para construir una explicacin suficiente del colapso; para esto hay que considerar tambin los severos conflictos internos en los partidos del sistema, ocurridos en contextos electorales particularmente crticos; la simultaneidad de esos conflictos fue lo que en realidad cre las condiciones que permitieron la llegada al poder de Fujimori en Per y Chvez en Venezuela. Al llegar al poder, ambos lderes estaban en minora en el congreso, tenan bancadas con poca experiencia, lideraban movimientos sin mayor organizacin o proyectos bien definidos; a la vez, un conjunto de restricciones institucionales limitaban el ejercicio de un presidencialismo extremo. De otro lado, sin embargo, enfrentaban una oposicin social y poltica dbil y desprestigiada, desprestigio que adems comprenda a las instituciones que se erigan en barreras para un ejercicio discrecional del poder. Es

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fcil entender entonces por qu ambos lderes siguieron estrategias de confrontacin con los actores y las instituciones que los limitaban; al hacerlo, aumentaban su popularidad y margen de maniobra. Ambos presidentes lograron en este contexto construir coaliciones suficientemente amplias para emprender la destruccin de las instituciones existentes, y la construccin de nuevas bajo su hegemona. Ahora bien, la llegada al poder de outsiders o de lderes con retricas antisistema no lleva necesariamente a la destruccin del sistema de partidos. Casos como los de Collor en Brasil, Serrano Elas en Guatemala, Bucaram y recientemente Gutirrez en Ecuador muestran a presidentes que perdieron en su confrontacin con el establishment; otros casos muestran a presidentes que llegaron al poder con fuertes crticas a los partidos tradicionales, pero que rpidamente entendieron que deban llegar a algn acuerdo con ellos para gobernar (Caldera en Venezuela, y recientemente Uribe en Colombia, por ejemplo). Por qu Fujimori y Chvez tuvieron xito all donde otros fracasaron? En el primer caso fue crucial el control del proceso hiperinflacionario; en el segundo, un afortunado timing electoral, como veremos. El camino del presidente Fujimori que termin en la construccin de un rgimen formalmente democrtico pero con una dinmica autoritaria empez elocuentemente con el golpe de Estado de abril de 1992, por el cual se decret la disolucin del congreso y de los Gobiernos Regionales, la reestructuracin de la Contralora General de la Repblica y la intervencin del Poder Judicial, del Consejo Nacional de la Magistratura, del Ministerio Pblico y del Tribunal de Garantas Constitucionales. Este autogolpe pudo ser exitoso porque ya para entonces Fujimori poda creblemente presentarse como garante de la estabilidad del pas, dado el control del proceso hiperinflacionario. 1990 cerr con una inflacin de 7,650%, como consecuencia de las polticas de Alan Garca y del ajuste implementado por el gobierno de Fujimori; si bien la inflacin fue sustancialmente rebajada, 1991 termin con una inflacin acumulada de 139%. Sin embargo, desde el ltimo trimestre de 1991 las cosas empezaron a verse diferentes. La tasa de inflacin mensual, que entre enero y septiembre de 1991 se ubic alrededor de un 7.7%, baj consistentemente a partir de octubre; entre ese mes y febrero de 1992, baj a un promedio de 3.9%. Ello tuvo un claro correlato sobre el nivel de aprobacin a la gestin presidencial, que pas de un promedio de 38.5% entre enero y septiembre de 1991, a un promedio de 60% entre octubre de 1991 y febrero de 1992.

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9 Si bien el autogolpe fue ampliamente aprobado por la ciudadana en el Per,

gener una condena internacional, que no poda permitir una violacin abierta del orden constitucional. Sin embargo, dado el amplio apoyo popular del fujimorismo, no fue posible el reestablecimiento de las autoridades cesadas por la fuerza.8 De este modo, si bien el congreso cesado por Fujimori respondi con la destitucin de ste y el nombramiento del vicepresidente Mximo San Romn como Presidente Constitucional en el local del Colegio de Abogados de Lima, este nombramiento no pas de ser un gesto simblico, al no contar los destituidos ni con el apoyo popular ni con el apoyo de las fuerzas armadas o actores sociales capaces de imponer el respeto a las instituciones de la Constitucin de 1979. La OEA negoci con el gobierno un cronograma gradual de vuelta al orden constitucional, que empez con la convocatoria a elecciones de un Congreso Constituyente en noviembre de 1992; pas por la posterior aprobacin va referndum de una nueva Constitucin en octubre de 1993; y termin en abril de 1995 con las elecciones generales en las que Fujimori fue reelecto con el 64% de los votos presidenciales. El fujimorismo obtuvo adems el 52.1% de los votos congresales, logrando mayora con 67 de 120 escaos del nuevo congreso unicameral. Una vez reelecto en 1995, Fujimori tuvo como objetivo central el asegurar su segunda reeleccin en las elecciones del ao 2000. Sin embargo, la nueva Constitucin de 1993 permita una sola reeleccin inmediata. La salida fue que el congreso aprobara la ley de interpretacin autntica de la Constitucin, en agosto de 1996, que estableci que deba considerarse como primer perodo presidencial el de 1995-2000, no el 19901995, porque en 1990 Fujimori haba sido electo segn la Constitucin de 1979. Esta ley tena cuando menos una dudosa constitucionalidad, por lo que para el fujimorismo se haca imperativo controlar al conjunto de instituciones que la podran objetar, empezando por el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), organismo que, en ltima instancia, decidira si la postulacin del presidente Fujimori en las elecciones de 2000 era o no legtima. Controlar el Jurado implicaba en la prctica acabar con el equilibrio de poderes del Estado, dada la composicin de este organismo. Segn la Constitucin de 1993, el JNE tiene cinco miembros, electos de la siguiente manera:

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1. Uno elegido en votacin secreta por la Corte Suprema entre sus magistrados jubilados o en actividad (...) El representante de la Corte Suprema preside el Jurado Nacional de Elecciones. 2. Uno elegido en votacin secreta por la Junta de Fiscales Supremos, entre los Fiscales Supremos jubilados o en actividad. 3. Uno elegido en votacin secreta por el Colegio de Abogados de Lima, entre sus miembros. 4. Uno elegido en votacin secreta por los decanos de las Facultades de Derecho de las universidades pblicas, entre sus ex decanos. 5. Uno elegido en votacin secreta por los decanos de las Facultades de Derecho de las universidades privadas, entre sus ex decanos. El objetivo fue controlar los votos de los miembros del JNE. Haba dos votos que era muy difcil controlar: los del representante del Colegio de Abogados de Lima y del representante de los decanos de las facultades de derecho de las universidades privadas, de un talante mayoritariamente opositor al gobierno. Pero los otros tres votos s podran controlarse. Para ello se pusieron en marcha un amplio conjunto de iniciativas. Se declar en reorganizacin el Poder Judicial y el Ministerio Pblico, y se cre el Consejo de Coordinacin Judicial (junio 1996); en enero de 1997 se cre la Comisin Ejecutiva del Ministerio Pblico; finalmente, en diciembre de 1997 las entidades interventoras decretaron la homologacin de los magistrados titulares y provisionales, designados stos ltimos por las mismas entidades interventoras, con lo que el gobierno se asegur el control poltico del conjunto de las instituciones de administracin de justicia. De otro lado, en noviembre de 1997 se declar la intervencin de las universidades pblicas, con lo que se pas a controlar tambin a los decanos de las facultades de derecho, nombrados por las autoridades interventoras. Con esto, el fujimorismo poda contar con tres de los cinco votos en el JNE. Para tener mayor seguridad de que no podra tacharse la candidatura de Fujimori en el JNE, en mayo de 1998 el congreso dio una ley segn la cual se modific la modalidad de votacin del JNE para declarar fundadas las tachas e impugnaciones de candidaturas: se pas de mayora simple (tres votos) a una mayora calificada de cuatro votos de cinco. Aparte del JNE, la nica institucin con poder de

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evitar una segunda reeleccin contraria a la Constitucin era el Tribunal Constitucional, pero en mayo de 1997 el congreso haba destitudo a los magistrados independientes que haba en el Tribunal;9 el control del congreso result clave para los propsitos de Fujimori, porque el congreso tambin desestim, en agosto de 1998, un pedido ciudadano para convocar a un referndum sobre la postulacin de Fujimori en las elecciones de 2000. El final de esta historia es que, en diciembre 1999, se inscribi la candidatura de Alberto Fujimori, fue tachada por la oposicin, y finalmente la tacha fue desestimada por el JNE. Todos estos acontecimientos ilustran con claridad el hecho de que en el Per de esos aos, pese a que las autoridades electas surgieron de elecciones medianamente limpias y contaban con un importante respaldo popular, y pese a que las instituciones democrticas existan atenindose en lo formal al orden constitucional y legal, en la prctica encubran una lgica de concentracin de poder y un ejercicio autoritario del mismo, que concientemente busc limitar el pluralismo y el equilibrio de poderes, eliminando en la prctica el ejercicio de mecanismos de horizontal accountability. Esto tiene implicancias importantes sobre el cmo la comunidad internacional debe enfrentar estas situaciones. Hasta el momento, las polticas de defensa y promocin de la democracia han actuado para evitar y condenar golpes de Estado (al menos los claramente arbitrarios), as como para asegurar elecciones medianamente limpias. Sin embargo, el caso peruano (y tambin el venezolano, como veremos), ilustra claramente que debe considerarse tambin el respeto al pluralismo y equilibrio de poderes, las relaciones entre gobierno y oposicin, en una evaluacin del respeto al rgimen democrtico. En el caso de Venezuela, tenemos que el presidente Chvez fue electo en diciembre de 1998, tomando ventaja de los problemas de sus rivales: AD, COPEI, LCR y el MAS, que se vieron paralizados simultneamente por graves divisiones y conflictos internos, que permitieron la llegada al poder de Chvez. Si bien el sistema poltico en Venezuela entr claramente en problemas desde las polticas de ajuste del gobierno de Carlos Andrs Prez en 1989, y el triunfo de Rafael Caldera por fuera del COPEI, como candidato independiente en 1993 era ya un signo evidente del final del bipartidismo, este pas podra haber seguido un camino similar al colombiano, en el que los partidos

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tradicionales se debilitan y emergen nuevas fuerzas. Sin embargo, gruesos errores y divisiones simultneas en todos los partidos importantes en la coyuntura de las elecciones de 1998 permitieron la llega de un outsider al poder. Ni AD ni COPEI pudieron presentar candidatos, LCR y el MAS se dividieron, lo que finalmente hizo posible ese resultado. Con todo, una vez en el poder, Chvez estaba en minora en el congreso, todava controlado por los desgastados partidos tradicionales; AD an era la primera minora, y en cuanto a la eleccin de gobernadores, AD mostraba tambin una presencia importante. Cmo logr Chvez ganar en su confrontacin con los partidos del sistema? Ya hemos visto que en la mayora de los casos de la regin, los lderes antisistema terminaron siendo derrotados, o se vieron obligados a negociar y entenderse con sus adversarios. La clave en este caso es un hbil aprovechamiento poltico del honeymoon period inmediatamente posterior a las elecciones de diciembre de 1998. Durante la campaa electoral, Chvez hizo de la convocatoria a elecciones de una Asamblea Constituyente un tema central, paso necesario para una refundacin del orden poltico. As, el 2 de febrero de 1999, el da de la toma de mando, Chvez llam a un referndum para convocar una Asamblea Nacional Constituyente (ANC). Este se llev a cabo el 25 de abril de 1999, y la convocatoria se aprob con ms del 80% de los votos vlidos, pero con un ausentismo mayor al 60%. El 25 de julio del mismo ao se realizaron las elecciones para elegir a los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC); en ellas nuevamente se registr un alto ausentismo (mayor al 53%). El dato relevante aqu es que Chvez organiz esta eleccin con un sistema electoral personalizado, con un alto efecto mayoritario, que le permiti obtener, con el 65.5% de los votos, el 94.5% de los escaos (121 de 128 escaos); por el contrario, la oposicin, con un 34.5% de los votos, obtuvo apenas el 5.5% restante. Con esa cmoda mayora, el chavismo pudo elaborar la Constitucin sin necesidad de hacer concesiones a la oposicin. El 15 de diciembre de 1999 fue realizado el Referndum para aprobar la nueva Constitucin, que remplazara a la anterior Carta Magna de 1961. Aunque el s obtuvo el 72% de los votos vlidos, un 56% de la poblacin apta para votar no particip. Todo esto nos muestra un patrn segn el cual el chavismo, usufructuando un importante respaldo popular, intervino reorganizando los poderes pblicos; al ocurrir ello desde una posicin gubernamental hegemnica, el Estado termin siendo fuertemente

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controlado por el poder ejecutivo, limitando seriamente el pluralismo y la independencia de los otros poderes del Estado. El paso fundamental en esta direccin se dio el 23 de diciembre de 1999, cuando la ANC, invocando ser la encarnacin de la voluntad soberana y la expresin de un nuevo orden institucional, disolvi e intervino los dems poderes pblicos: el Congreso de la Repblica, el Consejo de la Judicatura, la Corte Suprema de Justicia y las Asambleas Legislativas. En enero de 2000 se autodisolvi la ANC, y fue reemplazada por un rgano compuesto por algunos miembros de la ANC y otros designados por ella misma, en vigencia mientras entrara en funciones el nuevo congreso. Este rgano provisional nombr a las autoridades de muchos de los poderes disueltos, con lo que el chavismo logr asegurar el control de todos ellos. En cuanto a las autoridades electas, gran parte de ellas, cuyo mandato se ubic ya dentro del nuevo marco constitucional, fueron elegidas en el 2000. El 30 de julio fueron celebradas elecciones para Presidente de la Repblica, diputados de la Asamblea Nacional (antiguo Congreso Nacional), gobernadores (de las 23 entidades federales), diputados de los Consejos Legislativos de los Estados (antiguas Asambleas Legislativas), Alcalde Metropolitano, Alcaldes, Concejales al Cabildo Metropolitano, y los representantes al Parlamento Latinoamericano y al Parlamento Andino; eleccin por supuesto realizada en el contexto de la hegemona chavista, lo que le permiti, por medios constitucionales, construir un poder casi absoluto y sin contrapesos institucionales, aunque amparado por una legalidad en gran medida desprovista de contenido. En estos comicios Hugo Chvez fue reelecto presidente con el 59.75% de los votos (frente al 37.5% de Francisco Arias), y el Movimiento Quinta Repblica (MVR) consigui ms del 46% de los asientos en el congreso.10 Analizando los casos de Per y Venezuela, encontramos entonces dos outsiders de orgenes y antecedentes muy diferentes, pero que desarrollaron un mismo perfil de naturaleza autoritaria, legitimado electoralmente, en un marco democrtico en sus aspectos formales, pero desprovisto de contenido. Esta coincidencia se entiende porque ambos tenan incentivos claros para desarrollar polticas de confrontacin, dado el desprestigio y la debilidad tanto de la oposicin como de las instituciones que los

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constrean; y porque, desde el poder, fueron capaces de refundar el orden poltico y el orden institucional en su conjunto bajo su hegemona, lo que debilit en extremo la competencia poltica y el funcionamiento de contrapesos institucionales efectivos. Este desenlace impidi el desarrollo de una lgica de reforma institucional gradual, que abriera espacios a nuevas fuerzas polticas y sociales manteniendo equilibrios bsicos que son los que permiten una dinmica democrtica. As, en el caso del Per, el gobierno de Fujimori interrumpi el proceso de regionalizacin iniciado en 1988, e instaur una lgica claramente centralista y vertical de gobierno. Esto a pesar de que la nueva Constitucin de 1993 instaur mecanismos de consulta y participacin ciudadana que, como hemos visto, quedaron subordinados a una lgica autoritaria en la prctica: la Constitucin de 1993 contempla la revocatoria de autoridades, la iniciativa legislativa ciudadana, la realizacin de referndums, la participacin de instituciones de la sociedad civil en el nombramiento y control de los jueces, entre muchos otros mecanismos. El fujimorismo emple una retrica participacionista y populista que relacion al Estado con la poblacin de manera directa, sin mediaciones institucionales o partidarias, y por medio de prcticas clientelsticas. Para ello el fujimorismo cont con recursos extraordinarios, producto de la recuperacin de las finanzas del Estado, el acceso a crditos y la poltica de privatizaciones. El fujimorismo, a lo largo de su gobierno, aument notablemente los montos del gasto social. El gasto social per cpita pas de 12 dlares en 1990 a 63 en 1993, a 75 en 1994, a 145 en 1995, y a 158 en 1996 (INEI), aumentando tambin sustancialmente como porcentaje del PBI, de modo que en el segundo gobierno de Fujimori se registraron los niveles ms altos de las ltimas dos dcadas. Los porcentajes tambin registran aumentos importantes si vemos el porcentaje del gasto social respecto al gasto pblico total. Entre 1997 y 2000, el porcentaje de pobres extremos que recibieron alimentos donados por el gobierno pas de un 71.4 a un 75.5% (Cunto). No es de extraar pues que el fujimorismo siempre tuviera un importante apoyo en general, y entre los ms pobres en particular. Por ejemplo, entre finales de 1996 y diciembre de 1998, que es cuando Fujimori cay en su aprobacin ciudadana, envuelto en los escndalos de las maniobras en pos de la segunda reeleccin (pas de un 66% en promedio que tuvo entre octubre de 1991 y octubre de 1996 a un 40%), es muy revelador notar que en el sector

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B, expresivo de los sectores medios, la aprobacin a su gestin fue solo de 34%, mientras que en el sector D, expresivo de los sectores populares, la aprobacin fue de 43%, nueve puntos porcentuales de diferencia. Esta diferencia aument a 16 puntos entre enero de 1999 y abril de 2000 (cuadro 1).

Cuadro 1 Porcentaje de aprobacin a la gestin presidencial por sectores sociales (datos de APOYO para Lima Metropolitana. Elaboracin propia Perodos 1) Julio-diciembre 1990 2) Enero 1991-septiembre 1991 3) Octubre 1991-octubre 1996 4) Nov. 1996 - diciembre 1998 5) Enero 1999-abril 2000 Promedio 54 38 66 40 48 A 45 36 68 39 41 B 47 36 62 34 38 C 56 39 62 38 46 D 61 38 63 43 54

Algo similar puede afirmarse del caso de Venezuela respecto a la Constitucin de 1998, que no cancel como en el Per las reformas descentralistas de finales de la dcada de los ochenta, e incluy tambin mecanismos de democracia directa (referndum consultivo y revocatorio, iniciativa legislativa ciudadana), y mecanismos de participacin ciudadana en la configuracin del poder ciudadano, (integrado por la Defensora del Pueblo, la Fiscala General y la Contralora General). Al igual que en el Per con Fujimori, el gobierno de Chvez abri los espacios participativos como alternativos a los de la democracia representativa de partidos, pero estos quedaron desnaturalizados en tanto fueron copados por la fuerza poltica hegemnica, que impidi el desarrollo de lgicas plurales y plenamente competitivas. Ahora bien, la legitimacin plebiscitaria del rgimen tanto en Per como en Venezuela implica que ste fue sensible a los vaivenes en sus niveles de popularidad: Fujimori se vi vulnerable entre 1997 y 1998, de all que impidiera la realizacin de un referndum en contra de su segunda reeleccin en 2000; y ms adelante veremos cmo el gobierno de Chvez tambin tuvo en la realizacin del referndum revocatorio uno de sus escollos polticos ms difciles de superar. En otras

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palabras, los mecanismos de democracia directa impulsados por estos regmenes terminaron revelndose como incmodos para el ejercicio de su poder. A continuacin veremos cmo en Colombia, Bolivia y Ecuador, durante la dcada de los aos noventa, pudo darse una apertura gradual del sistema poltico, que permiti el avance de nuevas fuerzas sociales y polticas, dentro de marcos pluralistas y equilibrados, gracias a la subsistencia y evolucin de sus sistemas de partidos, a diferencia de los casos peruano y venezolano. La evolucin de los sistemas de partidos y sus respuestas a los problemas de legitimidad: el reformismo institucional en Colombia, Bolivia y Ecuador Qu pas con los otros pases andinos, Colombia, Bolivia y Ecuador durante esos mismos aos? Estos pases pasaron por problemas tanto o ms grandes que los de Per y Venezuela, sus partidos polticos sufrieron tambin graves problemas de legitimidad, pero ellos no colapsaron; evolucionaron. Los partidos tradicionales perdieron respaldo, cambiaron un poco sus perfiles y modos de funcionamiento interno, cambiaron un poco sus bases de apoyo, y el espacio que no lograron cubrir empez a ser ocupado por diversas organizaciones emergentes; en unos casos algunas de ellas lograron consolidarse, en otros ese espacio no tradicional se mantiene, pero ocupado por varias organizaciones precarias y voltiles. La diferencia entre estos casos de evolucin y los de colapso no puede explicarse por la gravedad de las crisis de representacin, como ya vimos; se explica porque en los casos de evolucin los partidos tradicionales lograron que sus pugnas internas no quebraran sus estructuras organizativas, y nunca se produjo una situacin en la cual todos los partidos tradicionales, simultneamente, hayan estado divididos y desprestigiados. Por ello se pudo cumplir la lgica de la alternancia dentro de los parmetros del sistema, a pesar de los altos grados de insatisfaccin con el funcionamiento con la democracia en esos pases (cuadro 2).

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Cuadro 2 Satisfaccin con la democracia (ciudadanos muy satisfechos y considerablemente satisfechos) (En promedio, por pas) 1996 Venezuela Argentina Uruguay Chile Mxico Ecuador Bolivia Colombia Brasil Per Paraguay Prom. A. L. Tomado de Zovatto, 2002 30.00 34.11 51.33 27.66 11.60 33.25 24.74 15.89 21.11 27.92 21.41 27.31 1997 35.84 41.72 64.76 37.00 44.62 30.75 33.42 35.50 22.98 20.58 15.30 39.87 1998 35.41 48.75 67.67 31.59 21.08 33.75 34.26 24.04 25.30 17.90 24.16 36.32 1999/2000 54.58 45.84 69.75 35.34 37.09 23.25 22.31 27.00 18.60 23.80 12.30 35.37 2001 40.90 20.50 55.40 25.00 26.80 14.60 18.70 8.50 20.90 16.30 10.30 24.77 Prom. 19962001 39.35 38.18 31.78 31.32 28.24 27.12 26.69 22.19 21.78 21.30 16.69 32.73

Ahora bien, si comparamos los casos de Colombia, Bolivia y Ecuador, con los de Per y Venezuela a lo largo de las ltimas dos dcadas, y evaluamos su desempeo, aparentemente, no encontraremos grandes diferencias. En los cinco pases registramos indicadores econmicos mediocres, inestabilidad poltica, problemas de gobernabilidad, violencia social y poltica, alto descontento ciudadano con las instituciones del Estado, creciente desapego a los valores democrticos. As, parecera que la diferencia entre tener un colapso en el sistema de partidos o evolucin no constituye una diferencia muy importante, ms all de cierta sutileza analtica. Sin embargo, sostengo que la supuesta indiferencia entre estos pases es fruto de una mirada muy superficial, que pierde de vista aspectos fundamentales de la dinmica de los pases andinos. La historia que dejan de lado estas miradas es una muy importante dinmica de cambio institucional, expresada bsicamente en procesos de descentralizacin, reformas electorales y reconocimiento de derechos de sectores tradicionalmente excluidos (donde destaca la poblacin indgena),

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que buscaron abrir espacios de participacin a nuevos actores sociales y polticos, y as responder a la crisis de legitimidad del sistema poltico.11 Estas reformas no han sido cosmticas, han tenido profundas consecuencias, y han alterado de manera decisiva la dinmica de esos tres pases, permitiendo tener una arena poltica ms amplia, plural y competida, ms representativa. Precisamente, un problema en estos tres casos es cmo institucionalizar la ampliacin de la participacin, evitando que tenga una lgica antisistmica o una respuesta autoritaria. En Per y Venezuela estos procesos de apertura y reforma gradual se truncaron con Fujimori y Chavez, y dieron lugar, como hemos visto, a un debilitamiento extremo de los actores polticos, a una gran precariedad institucional, y a un funcionamiento autoritario. El reformismo institucional es la respuesta que dieron algunos actores del sistema poltico a la crisis de legitimidad del sistema. En un contexto de severos constreimientos fiscales o de aplicacin de reformas orientadas al mercado con altos costos sociales, y de instituciones relativamente rgidas a la participacin ciudadana, el reformismo institucional result una opcin atractiva para actores polticos que buscaban tambin ganancias en la competencia inter o intra partidaria. Los cambios no siempre tuvieron los efectos esperados, se produjeron errores de clculo y aparecieron consecuencias no intencionales, algunas de las cuales comprometieron la gobernabilidad del sistema poltico; en extremo, las reformas pueden haber colaborado con el colapso del sistema de partidos, como sugieren algunos autores para el caso venezolano;12 en otros casos, llevaron a la fragmentacin del sistema de partidos (como en Colombia), a un desorden extremo (Ecuador), o al desarrollo de fuerzas sociales y polticas con un fuerte discurso antisistmico (como en Bolivia). A pesar de esto, tambin se dio efectivamente un proceso de apertura, la aparicin y desarrollo de nuevas fuerzas sociales y polticas, en suma, avances en la democratizacin del sistema. Una conclusin de esto es que gran parte de los problemas actuales que sufre la democracia en los pases andinos no tiene que ver, como veremos, con el supuesto carcter no democrtico del sistema, sino en graves problemas de institucionalizacin y debilidad del Estado.

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Colombia En Colombia, tradicionalmente, se ha sostenido que gran parte de los problemas del pas tena su origen en el carcter cerrado del sistema poltico, consecuencia de los acuerdos del Frente Nacional de finales de la dcada de los aos cincuenta. Pese a que estos acuerdos terminaron formalmente en 1974, ao en el que por fin hubo competencia entre los dos partidos principales del sistema, y en trminos reales en 1986, cuando el presidente liberal Virgilio Barco constituy un gobierno sin presencia del partido Conservador, sus efectos se sintieron an despus de esta fecha. En la segunda mitad de los aos ochenta era todava una percepcin ampliamente compartida el que el sistema poltico era relativamente excluyente y sesgado a favor de los partidos tradicionales, y que este era el origen de muchos de los problemas del pas, por los problemas de legitimidad del sistema poltico que generaba. En este marco, durante el gobierno de Belisario Betancourt (198286), del partido conservador, se impuls un proceso de descentralizacin que se expres en la eleccin de alcaldes desde 1988, que buscaba acercar las autoridades polticas a la ciudadana. Es interesante que el proceso haya sido iniciado por un presidente del partido conservador. En el periodo posterior a 1974, este partido ocup una posicin subordinada al partido liberal; Betancourt gan las elecciones de 1982 en gran medida gracias a las divisiones del partido liberal (Alfonso Lpez Michelsen y Luis Carlos Galn). Como respuesta, el gobierno de Betancourt desarroll iniciativas que buscaron legitimar su gestin y al sistema poltico en su conjunto, pero tambin hacer a su partido ms competitivo frente al liberalismo. Una de ellas, por ejemplo, es el impulso a procesos de negociacin con las organizaciones guerrilleras.13 Pero la iniciativa poltica ms importante fue el proceso de descentralizacin. En un contexto en el que el conservatismo tena escasas posibilidades de disputarle al liberalismo el poder en el mbito nacional, resultaba una buena estrategia fortalecer espacios locales en los cuales poda mantener importantes cuotas de poder, y adems, legitimar el sistema.14 A finales de los aos ochenta, Colombia padeca un ambiente signado por crecientes niveles de violencia, en el que a la accin de los grupos guerrilleros se sumaba la de los carteles de la droga, que lleg a conmocionar el corazn del sistema poltico con el asesinato de tres candidatos presidenciales. Hasta ese momento muchos diagnosticaban

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que la violencia se explicaba por la cerrazn del sistema, por su escasa representatividad, por lo que era necesario un nuevo pacto poltico.15 El presidente liberal Virgilio Barco (1986-1990), entre otras cosas, lanz una iniciativa de reforma constitucional que no logr prosperar, y que fue retomada con fuerza por el candidato liberal y despus presidente Csar Gaviria. Es claro que tanto para Barco como para Gaviria la iniciativa de una profunda reforma poltica, resultaba una respuesta a la crtica situacin de violencia y crisis de legitimidad del Estado. En el caso de Gaviria pesaba adems el hecho de que l se identificaba con diversas fracciones renovadoras del liberalismo,16 que proponan un conjunto de reformas ambiciosas, dentro de una lgica modernizadora. La apertura poltica se inscriba tambin dentro de la lgica de relegitimar el sistema, minar los poderes tradicionales del liberalismo y abrir espacios para nuevas corrientes con las que l se identificaba. En esto Gaviria coincidi con las fuerzas emergentes, que obtuvieron una importante representacin en la Asamblea Constituyente, como el M-19, grupo guerrillero que se incorpor a la vida poltica en esos aos.17 La Constitucin de 1991 marc la profundizacin del proceso de descentralizacin y de apertura poltica. En ella se estableci que deba elegirse no slo alcaldes sino tambin gobernadores, y se establecieron criterios que elevaron y aceleraron las tranferencias de fondos y competencias del gobierno central a las nuevas autoridades. De otro lado, se rebajaron las barreras de entrada al sistema poltico, permitindose la presentacin de candidatos independientes y establecindose la eleccin del senado en distrito nacional nico, para favorecer la proporcionalidad del sistema, la entrada de minoras, y estimular la conformacin de partidos nacionales (no regionalizados). Los efectos de la descentralizacin, la reforma constitucional y la reforma poltica han sido muy importantes, aunque no necesariamente con los efectos esperados. La descentralizacin tuvo efectos muy significativos en alterar el poder relativo de las regiones frente al gobierno nacional, consolid el poder de los alcaldes y gobernadores, pero tambin gener problemas fiscales.18 De otro lado, el sistema poltico no puede ms ser caracterizado como cerrado o excluyente. 19 Por ejemplo, tanto en el senado como en la cmara de representantes la presencia de terceras fuerzas ha ido en aumento (grficos 1 y 2); el nmero efectivo de partidos legislativos pas de 2.2 en la primera mitad de los aos noventa a un 2.9 si se considera toda la dcada (Alcntara y Freidenberg 2002). De

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otro lado, en las elecciones a gobernadores el nmero efectivo de partidos pas de 1.6 en 1994 a 2.5 en 2000.

Grfico 1 Colombia: nmero de escaos en el senado por partido (tomado del compendio estadstico de Payne et.al. 2003).
Conformacin partidista Senado
70 60 50 40 30 20 10 0 1982 1986 1990 Liberal 1991 Conservador 1994 T. Fuerzas 1998 2002

Grfico 2 Colombia: % de votos vlidos en la cmara de representantes por partido (tomado del compendio estadstico de Payne et.al.2003).
70 60 50 40

30 20 10 0 1982 1986 1990 1991 1994 1998 2002

Liberal

Conservador

T Fuerzas

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Sin embargo, el precio que ha tenido que pagarse por esta apertura es la fragmentacin del sistema; la fragmentacin no slo ha afectado a los partidos tradicionales, sino que las terceras fuerzas tampoco han podido consolidarse, siendo un conjunto extremadamente fragmentado, voltil y heterogneo (ver cuadro 3).20
Cuadro 3 Porcentaje de votos en la Cmara de Representantes por los partidos Liberal, Conservador y terceras fuerzas (198298) P. Liberal P. Conservador L+C Terceras Fuerzas Tercer Partido Otros 1982 56.36 40.35 96.71 3.29 1.50 1.79 1986 47.80 37.15 84.95 15.05 6.62 8.43 1990 59.20 31.33 90.53 9.47 1.95 7.52 1991 50.66 16.55 67.21 32.79 10.10 22.69 1994 56.19 23.57 79.76 20.24 3.28 16.96 1998 48.19 14.37 62.56 37.44 3.94 33.50 2002 31.65 11.38 42.93 57.07 4.32 52.75

El tercer partido en 1982 fue el Frente Democrtico; en 1986, el Movimiento Nuevo Liberalismo; en 1990, el Movimiento Nacional Conservador; en 1991, la Alianza democrtica M-19; en 1994, la Alianza democrtica M-19; en 1998, el Movimiento Nacional Conservador; y en 2002, el Movimiento Cambio Radical. Datos tomados del compendio estadstico de Payne et.al.2003.

Vistas las ltimas dcadas en Colombia, podemos decir que a pesar de los graves problemas que ha enfrentado el sistema poltico, ste ha logrado pasar con relativo xito por un profundo proceso de cambio institucional que ha democratizado el sistema, manteniendo la estabilidad poltica, a pesar del desafo de la violencia, de la debilidad del Estado para asegurar el orden pblico, y de la fragmentacin de los partidos. A pesar de que algunos analistas llaman la atencin correctamente sobre el debilitamiento de los partidos histricos, estos todava son capaces de ser la columna vertebral sobre la que se erige el sistema poltico.21 A mi juicio, Colombia ilustra cmo, pese al desprestigio y debilitamiento de los partidos, el patrn de evolucin gradual del sistema mediante reformas institucionales ha permitido lograr avances en la democratizacin poltica y tambin poner lmites a intentos de recomponerlo de manera autoritaria, al menos hasta el momento. Veremos ms adelante qu cambios pueden registrarse desde 2002, con la eleccin del presidente Alvaro Uribe.

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Bolivia En este pas, desde 1985, con la presidencia de Vctor Paz Estensoro (MNR) y hasta las elecciones de 2002, se instaur un sistema de partidos con tres actores bsicos que gobernaron formando coaliciones (MNR, MIR y ADN). Esta lgica de pactos o acuerdos logr darle a la democracia boliviana una estabilidad excepcional dados sus antecedentes inmediatos e histricos: A partir de las elecciones de 1985 hasta las elecciones de 2002, predomin un sistema moderado de partidos que descansaba en un eje o trpode de tres partidos MNR, MIR y ADN-, cada uno de los cuales fue el pivote en cuatro gobiernos de coalicin. Estos tres partidos concentraban entre el 65 % y el 57% de los votos y el 86% y el 62% de los escaos formando con la ayuda de partidos menores dos bloques -ADN-MIR y MNR- que se alternaban en el gobierno. En trminos histricos, esta transformacin fue crucial. Antes de la revolucin de 1952, Bolivia haba conocido un sistema multipartidista excluyente y de bajsima capacidad de representacin en l (Mayorga 2002). Esto no significa que esta democracia basada en una lgica de pactos no haya sufrido grandes problemas. Las polticas de ajuste y reformas orientadas al mercado tuvieron enormes costos sociales, generaron altos grados de conflicto y enfrentaron un gran descontento ciudadano; de otro lado, al haber sido esas polticas implementadas por partidos actuando en coalicin, se gener la imagen de una partidocracia excluyente y alejada de los intereses de amplios sectores populares. Esto se expres en los bajos niveles de legitimidad de los partidos y del sistema democrtico en general (cuadros 2 y 4).

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Cuadro 4 Confianza en las instituciones polticas democrticas (Promedios para el perodo 19962001) Congreso Uruguay Chile Venezuela Mxico Paraguay Brasil Per Colombia Argentina Bolivia Ecuador A.L. 43.2 42.1 27.6 30.1 28.6 22.4 26.8 22.5 24.0 23.2 16.7 28.1 Partidos 37.0 26.6 20.1 27.4 23.8 17.6 19.6 17.0 17.9 15.9 12.8 21.9 Poder Judicial 52.4 37.8 36.3 27.6 31.1 40.1 20.6 33.6 22.2 25.0 24.0 32.4 Admin. Pblica 42.9 44.0 25.4 27.4 27.3 29.2 26.5 19.7 21.0 21.9 25.7 28.7 Presidencia 46.3 56.3 41.2 34.4 35.0 31.3 32.9 26.1 28.8 27.5 28.2 34.5 Instit. Democrticas Promedio 44.3 41.4 30.1 29.4 29.2 28.1 25.3 23.8 22.8 22.7 21.5 29.1

Tomado de Zovatto, 2002

Estos problemas dieron lugar a la aparicin de movimientos encabezados por outsiders, lderes con fuertes discursos anti-sistmicos, que llegaron a concitar un importante respaldo electoral desde finales de los aos noventa (UCS y CONDEPA),22 aunque sin lograr desplazar a los tres partidos eje como pilares del sistema poltico. Pese a todo, estos dos partidos finalmente se integraron al sistema: en 1993, Snchez de Lozada (MNR) arm una coalicin de gobierno con UCS (y el Movimiento Bolivia Libre, MBL); en 1997, Bnzer arm una coalicin de gobierno con UCS y CONDEPA (y el MIR). Estos grupos, bastante personalistas, prcticamente han desaparecido una vez muertos sus lderes (Max Fernndez en 1995 y Carlos Palenque en 1997, respectivamente). De una manera similar a la de Colombia, los partidos histricos se mostraron ms resistentes que los emergentes, aunque es poco probable que ADN pueda sobrevivir a la reciente muerte de su lder Hugo Bnzer, y haya en el momento actual una gran incertidumbre sobre el futuro, como veremos ms adelante (ver grfico 3 y cuadro 5).

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Grfico 3

Cuadro 5 Bolivia: % de escaos en cmara de diputados, partidos principales, 19852002 (datos tomados de Lazarte 2002). MNR ADN MIR (Subtotal) CONDEPA UCS MAS NFR 1985 33.1 31.5 11.5 76.1 --------1989 30.8 29.2 25.4 85.4 6.9 ------1993 40 (26.8) AP 66.8 10.0 15.4 ----1997 20 24.6 17.7 62.3 14.6 16.1 ----2002 27.7 3.0 21.5 52.2 --3.8 20.8 19.2

Los dficits de legitimidad se expresaron de varias maneras: por medio de un difuso pero no menos real descontento ciudadano; por medio de la aparicin de nuevos movimientos polticos; y por medio de la movilizacin de la poblacin indgena, tradicionalmente excluida.23 Ella se expres de manera muy elocuente a partir de 1990, con la multitudinaria Marcha por el Territorio y la Dignidad de la Coordinadora de Pueblos Indgenas del Beni (del oriente boliviano), ocurrida durante la gestin del presidente Paz Zamora (1989-1993). Lo interesante a mi juicio es que los actores del sistema intentaron responder a estos dficits de legitimidad, y optaron por impulsar un proceso de reformismo institucional. Tres son de especial relevancia: uno fue un conjunto de cambios a la Constitucin (1995), reconociendo el carcter multitnico y pluricultural

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del pas, e instaurando una serie de derechos ciudadanos (especialmente en el rgimen agrario y campesino, y el rgimen cultural), que buscaban reponder a las demandas de las organizaciones indgenas. Dos, el cambio del sistema electoral, por el cual se pas de un sistema de representacin proporcional a un sistema proporcional personalizado, que se concret en 1994 y aplic por primera vez en 1997. El tercero es la descentralizacin, expresada en la ley de participacin popular de 1994, reformas todas impulsadas durante el gobierno de Gonzalo Snchez de Lozada. Analizaremos con detalle las dos ltimas, por sus efectos directos sobre el sistema de representacin poltica. El cambio del sistema electoral y la adopcin del sistema mixto fue resultado de intensas negociaciones entre los partidos, y busc obtener simultneamente varios objetivos: legitimar a los partidos, por medio de la personalizacin del voto, y abrir moderadamente espacio para la representacin de minoras. De hecho, en las elecciones de 1997 se cumplieron gruesamente esas previsiones; cabe destacar que algunos partidos se beneficiaron de su fortaleza en algunas regiones, desde las cuales construyeron despus una representacin nacional ms amplia, como Nueva Fuerza Republicana (NFR, en Cochabamba, en alianza con ADN) y lderes indgenas en el Chapare (en alianza con IU, y hoy expresados en el MAS). As, en alguna medida, los actores emergentes en las elecciones de 2002 son consecuencia de estas reformas.24 De otro lado, la descentralizacin impulsada por el gobierno de Snchez de Lozada (que implic la eleccin de alcaldes y concejos municipales por medio de la Ley de Participacin Popular, LPP), si bien puede explicarse como una bsqueda de relegitimar el sistema poltico dentro de clculos electorales que buscaban mantener o ampliar la presencia de su partido25 en el contexto de la aplicacin de polticas de reforma estructural, tambin tuvieron como efecto permitir la entrada al sistema a diversos lderes sociales, favoreciendo tambin la consolidacin del movimiento indgena que hoy muestra gran vitalidad.26 En palabras de Van Cott, La ley de participacin popular aument notablemente la representacin de la mayora indgena marginada de Bolivia. Candidatos indgenas y campesinos ganaron el 28.6 % de los asientos de los gobiernos municipales en 1995. Los nmeros son ms impresionantes en Oruro y Cochabamba, donde ganaron el 62 y

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27 40 por ciento, respectivamente () Estos resultados deben aumentar los programas de formacin intensivos para lderes indgenas y campaas educativas y de registro electoral desarrolladas desde 1995. La oportunidad de competir en elecciones locales inspir a muchos productores de coca quechuas dentro de la dirigencia de la CSUTCB a formar su propio partido (Van Cott, 2000, p.170, traduccin ma). En suma, las reformas, por ms parciales y calculadas que hayan sido, han tenido

efectos sustantivos en la ampliacin y democratizacin del sistema. Es por ello que hasta los primeros aos del nuevo siglo, las evaluaciones del desempeo y las perspectivas futuras de la democracia en Bolivia parecan promisorias.27 Las cosas cambiaron aceleradamente, sin embargo, desde la segunda mitad del gobierno de Bnzer, como veremos ms adelante. Ecuador Ecuador es un pas con un sistema de partidos altamente fragmentado, en el que crisis de gobernabilidad y altos niveles de conflictividad social han sido recurrentes. En el periodo democrtico iniciado a finales de la dcada de los aos setenta, tres presidentes no lograron terminar su mandato (Bucaram en 1997, Mahuad en 2000 y recientemente Gutirrez en 2005) y en general, existe la percepcin de que se trata de un pas que sufre de recurrentes impasses, empates entre fuerzas que se anulan mutuamente, dificultades para la accin cooperativa. Esto habra hecho que Ecuador avanzara muy penosamente en el proceso de reformas estructurales que implementaban los dems pases de la regin, y de all el origen de muchos de sus conflictos; protestas masivas y constantes en contra de polticas neoliberales, que no resuelven problemas fiscales, que mantienen un modelo estado-cntrico agotado, que alimentan a su vez las protestas en un crculo vicioso. Si bien esta mirada tiene elementos de verdad, creo que ha tendido a pasar por alto importantes procesos que revelan que estamos ante un sistema de partidos que funciona en medio de sus limitaciones, que tiene una significativa implantacin en cuanto a su representacin (aunque fuertemente regionalizada), y que, al menos hasta la ltima eleccin de 2002, desarrollaba tendencias hacia mayores niveles de

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institucionalizacin.28 Adems, si bien el periodo democrtico est marcado por mucha inestabilidad social y poltica, y ella ha dificultado la aplicacin de reformas estructurales coherentes, tambin es cierto que Ecuador ha avanzado un trecho muy importante en cuanto a la adopcin de polticas orientadas al mercado.29 As, sostengo que el caso ecuatoriano amerita una revisin profunda de las miradas convencionales, que han tendido a subestimar el grado de implantacin de su sistema de partidos. Esto es importante para mi argumento: esa permanencia e institucionalizacin relativa del sistema de partidos ha generado incentivos para que algunos actores impulsen reformas institucionales con significativos efectos democrticos, como veremos. Empecemos viendo al sistema de partidos. A pesar del aparente desorden, a partir de 1984 se fue conformando un sistema sobre la base de cuatro partidos principales que se han sucedido en funciones de gobierno nacional, hasta las elecciones de 2002 (ver cuadro 6).30

Cuadro 6 Escaos obtenidos por los principales partidos ecuatorianos (% sobre el total del Congreso) (datos tomados de Freindenberg y Alcntara, 2001, y Meja, 2003) 1979 PSC 4.3 PRE --ID 23.2 DP --Total 27.5 56.3 56.2 74.8 69.4 63.7 69.4 75.6 84.6 59.0 PSC: Partido Social Cristiano PRE: Partido Roldosista Ecuatoriano ID: Izquierda Democrtica DP: Democracia Popular 5.6 7.0 9.9 9.7 7.8 8.3 14.6 28.5 4.0 33.8 23.9 42.3 19.4 10.4 9.7 6.1 13.8 15.0 4.2 5.6 11.3 18.1 18.2 15.3 23.2 19.5 15.0 12.7 19.7 11.3 22.2 27.3 36.1 31.7 22.8 25.0 1984 1986 1988 1990 1992 1994 1996 1998 2002

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Grfico 4

A lo largo de los aos se dio una tendencia hacia reducir el nmero efectivo de partidos. En 1990 el nmero efectivo de partidos legislativos fue 5.49; en 1998, 4.04 (Meja 2003). En trminos comparados, si bien Ecuador aparece junto con Brasil como los dos pases con la mayor media de nmero efectivo de partidos legislativos, se confirma la tendencia sealada (cuadro 7). En otras palabras, considero que se ha tendido pasar por alto la progresiva consolidacin de un sistema de partidos. Por ejemplo, se ha insistido correctamente en que en Ecuador son habituales las divisiones de los partidos (Pizarro y Pachano 2002); sin embargo, no se repara en el hecho de que, cuando ellas se producen, los que pierden son los que se van, no los que se quedan, lo que sugiere la consistencia relativa de los partidos. Pinsese por ejemplo en la divisin del Partido Social Cristiano en 1992, con la formacin del Partido de Unidad Republicana. Pese a que su candidato, Sixto Durn, gan la presidencia ese ao, el PUR desapareci en las elecciones siguientes, mientras que el PSC se consolid como la principal fuerza poltica. Otro aspecto importante que merece resaltarse en el caso de Ecuador es el grado de polarizacin en su sistema de partidos. Existe la impresin, consecuencia de su desorden aparente, que estaramos ante un grado extremo de polarizacin (de all la dificultad, en esta lnea de razonamiento, de poder implementar polticas pblicas efectivas). Sin embargo, segn los datos del cuadro 8, Ecuador se ubica gruesamente en

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mitad de tabla en cuanto a las distancias ideolgicas existentes entre los partidos de los extremos (el Partido Social Cristiano y el Movimiento Pachakutik en este caso).
Cuadro 7 Medias del nmero efectivo de partidos legislativos (Tomado de Alcntara y Freidenberg, 2002) Primera mitad de la dcada de 1990 Durante la dcada de 1990 8,5 6,6 5,1 3,7 4,1 4,3 3,3 2,2 2,2 2,2 3,7 7,3 5,3 5,1 4,9 4,4 3,3 3,2 2,9 2,4 2,0 3,6

PAIS Brasil Ecuador Chile Venezuela Bolivia Per Uruguay Colombia Mxico Paraguay Total regional

Cuadro 8 Distancias en la polarizacin ideolgica entre los partidos parlamentarios ms extremos (tomado de Alcntara y Freidenberg, 2002) 31 Paraguay PEN-ANR 1,9 (1,8) Colombia Venezuela Argentina Ecuador Bolivia Per Uruguay Mxico Chile Media regional PL-PC MAS-COPEI FREPASO-PJ PACHAKUTIK-PSC CONDEPA-AND CAMBIO90-APRA FA-PN PRD-PAN PS-UDI 1,8 (2,0) 2,0 (3,1) 1,6 (3,2) 3,4 (3,9) 3,6 (4,0) 2,1 (4,2) 2,7 (4,8) 3,1 (6,2) 3,8 (6,3) 2,5 (4,8)

Finalmente, se ha sostenido que la fragmentacin del sistema de partidos en Ecuador habra impedido la implementacin de polticas de reforma estructural, y que de all se derivaran gran parte de los problemas de ese pas. Sin embargo, en Ecuador se ha avanzado ms de lo que esa visin sugerira a lo largo de los aos noventa. Sobre la base

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del ndice de reforma estructural de Amrica Latina (Morley et. al. 1999), si bien Ecuador aparece en 1995 por debajo del promedio latinoamericano en el ndice general de reforma estructural (ocupa el puesto 13 de 17 pases, por encima de Colombia, Honduras, Jamaica y Venezuela), est por encima del promedio en ese ao en cuanto al ndice comercial, de reforma financiera, y de liberalizacin de cuenta de capitales.32 No se puede dejar de mencionar que en el ao 2000 Ecuador dolariz su economa, una medida ciertamente radical.33 Todo esto busca mostrar que el sistema de partidos ecuatoriano, en medio de su precariedad, funcion como tal, y dio algunos pasos en cuanto a institucionalizacin. Ahora bien, estos datos no son ningn consuelo para los ecuatorianos, por supuesto: el sistema adoleci de graves problemas de legitimidad. Entre 1996 y 2001 Ecuador es el pas ms bajo entre once pases de la regin en el promedio de confianza en instituciones democrticas, y en particular en cuanto a la confianza en el congreso y en los partidos polticos (cuadro 4). Lo importante es que frente a este desafo algunos actores del sistema respondieron con un conjunto de reformas institucionales, dado que polticas de integracin populistas tradicionales estaban fuera del alcance. Creo que deben destacarse especialmente dos procesos. De un lado, un conjunto sucesivo de reformas electorales que buscaron legitimar el sistema dndole mayores opciones a los electores, ms all de los partidos tradicionales. La reforma de 1994 rompi el monopolio de representacin de los partidos, permitiendo la postulacin de otros movimientos, as como la reeleccin de congresistas; y en 1997 se realiz otra reforma, que termin con el sistema de listas cerradas y bloqueadas para la eleccin del congreso, adoptndose un sistema personalizado.34 Ciertamente esas reformas no necesariamente han tenido los efectos esperados, no siempre han sido coherentes,35 pero uno de los resultados de la reforma de 1994 fue que a partir de 1996 el movimiento indgena pueda participar directamente en las elecciones, a travs del movimiento Pachakutik. El avance del movimiento indgena permiti adems que la nueva Constitucin de 1998 tuviera un fuerte nfasis en el reconocimiento de derechos para este sector de la poblacin, tradicionalmente excluido.36 El otro proceso de reforma que debe ser resaltado es precisamente el progresivo reconocimiento de derechos para la poblacin indgena, y espacios para la participacin de sus organizaciones, particularmente despus de las movilizaciones de 1990. En este

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aspecto, el sistema poltico ecuatoriano se muestra relativamente permeable a las demandas de este sector, generando una estructura de oportunidad poltica favorable para su avance y consolidacin.37 Sin ella no puede explicarse la actual importancia de la CONAIE y Pachakutik en la poltica ecuatoriana. A cada acto de protesta o movilizacin importante de este sector se ha sucedido un proceso de negociacin de demandas y reconocimiento de derechos por parte de los actores del sistema. Es interesante que en casi todos los gobiernos, de diverso signo, se pueden mencionar iniciativas de este tipo: el reconocimiento de la alfabetizacin bilinge durante el gobierno Rolds-Hurtado (19791984), el establecimiento de la Comisin de Asuntos Indgenas y la Direccin de Educacin Bilinge y Bicultural durante el gobierno de Borja (1988-1992), la ley de modernizacin agraria negociada durante el gobierno de Durn Balln (1992-1996), etc. Esto ha hecho que se pueda registrar una amplia participacin de representantes indgenas en la estructura del Estado (cuadro 9). Esta lgica reformista puede entenderse como una paradjica consecuencia no intencional positiva de la fragmentacin del sistema poltico: al ser Ecuador un pas en el que las mayoras relativas son frgiles y se producen constantemente empates de fuerzas, hay incentivos para que algunos actores intenten ganar espacios en la competencia inter partidaria por medio de una lgica de negociacin y reconocimiento de derechos, dado que polticas de integracin ms sustantiva estn limitadas por las restricciones fiscales.38 En las elecciones de 2002, lleg un tanto inesperadamente un outsider a la presidencia (Lucio Gutirrez), rompiendo la tendencia hacia una consolidacin progresiva del sistema de partidos, manejando un discurso anti establishment y anti partidario. En enero de 2000 Gutirrez protagoniz un intento de golpe de Estado acompaado por lderes del movimiento indgena, que forz la separacin de Mahuad de la presidencia; y en las elecciones de 2002, Gutirrez gan la presidencia en alianza con el movimiento Pachakutik. Esto ha abierto la pregunta por la posibilidad de que estemos ante el final de la tendencia hacia la institucionalizacin del sistema de partidos, y la posibilidad de un colapso de ste precipitado por un lder antisistema, como en Per y Venezuela. Al igual que Fujimori y Chvez, Gutirrez lleg al poder en minora en el congreso, su alianza gan apenas el 23% de los escaos en el congreso electo en 2002, frente a un 60% de los partidos tradicionales, y busc consolidar su poder criticando a

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stos. Sin embargo, como veremos, finalmente el derrotado fue Gutirrez, no necesariamente los partidos.

Cuadro 9 Ambitos de participacin institucional de la CONAIE (mbito nacional). Tomado de Barrera, 2001 Representacin poltica en organismos del ejecutivo CONPLADEIN Consejo de Planificacin y Desarrollo de los Pueblos Indgenas INDA Instituto de Desarrollo Agrario Funcin / mbito Forma modalidad Propuestas

Planificacin del desarrollo de pueblos indgenas

DINEIB Direccin de Educacin Bilinge

Adjudicacin y legalizacin de tierras; capacitacin y fomento agropecuario Departamento dentro del Ministerio de Educacin

Dependencia de la Presidencia de la Repblica, con representacin del ejecutivo y de las organizaciones nacionales Un representante en el Consejo Ejecutivo

Darle ms autonoma y conformarlo con representaciones de pueblos y nacionalidades indgenas Legalizacin de tierras y solucin de conflictos

Tribunal Constitucional

Resolver demandas sobre Constitucionalidad de leyes y actos gubernamentales

Representacin en la direccin, con delegaciones provinciales de organizaciones reconocidas nacionalmente Uno, de entre los siete miembros, se elige de una terna presentada por trabajadores, campesinos e indgenas

Avance inicial, pero Debilitamiento posterior por falta de recursos y falta de una propuesta pedaggica Representacin Minoritaria

Los ltimos aos: la media dcada perdida (1998-2002), nueva coyuntura crtica, y los desafos para los sistemas de partidos en los pases andinos Hemos visto que los pases andinos estuvieron sometidos a grandes tensiones en el contexto del agotamiento del modelo nacional-popular estatista, la aplicacin de polticas de ajuste y la adopcin de modelos orientados al mercado, que determinaron una coyuntura crtica, un momento histrico plstico cuya resolucin ha tenido consecuencias de largo plazo. Los pases andinos intentaron responder a los problemas de legitimidad

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que enfrentaron con una lgica de reformismo institucional: reformas constitucionales que ampliaron el reconocimiento de derechos de sectores excluidos, reformas electorales que buscaron abrir espacios a la participacin de nuevos actores sociales y polticos, polticas de descentralizacin del Estado, entre otros. Por medio de estas iniciativas algunos actores buscaron tambin ganar espacios en la competencia inter e intra partidaria; el reformismo institucional resultaba un camino atractivo dado que polticas de integracin populista ms tradicionales eran casi imposibles en contextos de severas restricciones fiscales y de aplicacin de polticas de ajuste estructural. A lo largo de la dcada de los aos noventa, algunos pases no pudieron continuar por el camino de reformas institucionales graduales, por la irrupcin de outsiders antisistema (Per y Venezuela), bsicamente resultado de gruesos errores cometidos por los actores polticos, mientras que otros continuaron por ese camino, al menos hasta finales de siglo (Bolivia, Colombia, Ecuador). El seguir cada uno de estos caminos tuvo consecuencias importantes: en los dos primeros casos lo que sustituy al sistema de partidos entonces vigente fueron regmenes autoritarios, que si bien ampliaron espacios participativos y se legitimaron con una retrica populista y contraria al establishment, debilitaron en extremo las instituciones democrticas y la competencia poltica; mientras que en los otros casos, en medio de recurrentes crisis y problemas de legitimidad, los actores principales abrieron los sistemas polticos, lo que permiti la expresin de sectores sociales y polticos hasta ese momento subordinados en contextos pluralistas. Estos importantes avances suelen pasarse por alto en muchos anlisis de los pases andinos, en los que predomina la idea de pases inmovilizados dentro de recurrentes crisis de gobernabilidad, con un sistema poltico simplemente catico. Desde 1998, la regin en su conjunto atraviesa nuevamente por una coyuntura crtica, cuya resolucin tendr tambin consecuencias importantes de mediano y largo plazo. Esta vez no se trata del agotamiento del modelo nacional-popular estatista, sino del agotamiento de las reformas neoliberales implementadas en la dcada de los aos noventa como respuesta a aqul, y de cambios en la economa mundial que impactaron fuertemente en nuestros pases;39 esto limita significativamente las opciones disponibles y dificulta la accin de los gobiernos y actores polticos. Segn datos de Ocampo (2003),

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la tasa de crecimiento promedio anual del PBI per cpita en Amrica Latina evolucion de la siguiente manera: en el periodo 1950-80, creci en 2.8%; en 1980-90, decreci en 1.0%; en 1990-97, creci en 2.0%; y en 1998-2002, volvi a decrecer en -0.2, por lo que a la dcada perdida de los aos ochenta habra que sumar ahora una media dcada perdida. No se trata de una simple crisis pasajera, despus de la cual viene una recuperacin: se trata del agotamiento del programa de reformas propugnado por el Consenso de Washington, al menos en lo que varios autores han llamado la primera generacin de reformas.40 Como sea, el asunto es que la ciudadana en nuestros pases se halla ante lo que diversos autores han llamado apropiadamente una crisis de esperanza: el problema no es solamente un modelo en crisis, sino la inexistencia de modelos de desarrollo y propuestas atractivas, por lo que cunde en la ciudadana una gran insatisfaccin con el funcionamiento de las democracias, y una profunda falta de confianza en el conjunto de los sistemas polticos, instituciones, partidos, incluso en la viabilidad de nuestros Estados-naciones.41 Segn el cuadro 2, construido con datos del Latinobarmetro, tenemos que el promedio de ciudadanos satisfechos con la democracia en sus pases cay de casi 40% a un 25% entre 1997 y 2001.42 La ausencia de respuestas claras a esta renovada ola de descontento no slo se da en el plano de la economa, tambin en el de la polticas: despus de la ola de reformas del Estado y del sistema poltico, parece tambin que ya todo ha sido ensayado (descentralizacin, reformas constitucionales, reformas polticas), y que no hay alternativas capaces de seducir a los ciudadanos. Finalmente, todo esto ocurre en un contexto social con actores ms dinmicos y concientes de sus derechos, como consecuencia de las reformas y cambios que ya hemos descrito. Tenemos tambin en la regin nuevos desafos globales, que aaden mayores complicaciones. Dos son de una gran importancia. Primero, el desafo de la adopcin de polticas de integracin comercial, que generan desconfianza e incertidumbre ante la posibilidad de prdida de empleos, a pesar de la promesa de mayores tasas de crecimiento. Segundo, los desafios de las nuevas polticas de seguridad hemisfrica y el combate al narcotrfico. La extensin de cultivos ilcitos y las polticas de erradicacin constituyen un problema global, elocuentemente en los casos de Colombia, Per y Bolivia. Es claro que hay una superficie relativamente constante de rea de cultivos

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ilcitos que se desplaza a lo largo de distintas zonas de un mismo pas, o que se desplaza de un pas a otro.43 Los Estados Unidos presionan fuertemente a los tres pases para que adopten estrategias drsticas de erradicacin de cultivos, sin que vayan acompaadas de planes de sustitucin de cultivos o la oferta de nuevas oportunidades para la poblacin desplazada, lo que terminan teniendo altos costos sociales y gestando la aparicin de movimientos de protesta capaces de desafiar a los gobiernos constituidos. En este contexto de recesin e incertidumbre en el plano de la economa, y la presin que ejercen los nuevos desafos globales, una conduccin poltica desacertada puede tener resultados desastrosos. Considero que para nuestros pases se han abierto dos caminos en los ltimos aos: uno de ellos intenta responder a los nuevos desafos radicalizando la apertura del sistema poltico, ampliando los espacios para la participacin y la emergencia de nuevos actores sociales y polticos, radicalizando formas de democracia directa; el otro es ms bien institucionalizar y ordenar una apertura poltica desordenada ocurrida en los ltimos aos. Sostengo que el primero de estos caminos es inconveniente, pues tiende a debilitar a los actores polticos, fragmentar el sistema de partidos, y conducir a serias crisis de gobernabilidad; el segundo podra avanzar en la consolidacin de la democracia en la regin, siempre y cuando se complemente con reformas del Estado que atiendan el problema de la desconfianza y lejana de la poblacin con el conjunto de las instituciones democrticas. El caso ms ejemplar de las consecuencias devastadoras que puede tener un manejo poltico desacertado, en un contexto crtico signado por recesin y restricciones fiscales, que enfrenta adems la movilizacin de nuevos actores sociales y polticos, es Bolivia. Si miramos el cuadro 5, vemos que en las elecciones de 2002 cambi radicalmente la tendencia hacia una institucionalizacin relativa del sistema de partidos entre 1985 y 1997. No es tan llamativa la irrupcin de NFR, fuerza que de algn modo ocupa el espacio que dej la crisis de UCS y CONDEPA.44 Lo verdaderamente llamativo es, primero, la evaporacin de ADN, y segundo la votacin del MAS, inicialmente expresin poltica del movimiento cocalero del Chapare, pero que fue capaz en esas elecciones de encauzar el descontento social en contra del gobierno de Banzer y de la poltica tradicional. Sostengo que la explicacin a estos cambios no hay que encontrarla tanto en los lmites del sistema, que como vimos, estaba avanzando en

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apertura e institucionalizacin, sino en el impacto de la coyuntura crtica abierta desde 1998. La evaporacin de ADN puede explicarse por varios factores, desencadenados por el impacto de la crisis econmica. Bolivia tuvo un crecimiento del PBI promedio de 4.7% entre 1993 y 1998, y cay a 1.5% entre 1999 y 2002. Si a este contexto de severas restricciones, aadimos un mal manejo poltico gubernamental, y finalmente la enfermedad y muerte del lder indiscutido y fundador del partido, podemos entender el psimo desempeo de ADN en las elecciones de 2002, y su posterior prctica desaparicin poltica.45 En cuanto al crecimiento del MAS, ste apareci como una fuerza dbil en las elecciones de 1997, consigui apenas 4 diputados, en alianza con IU;46 su crecimiento tambin se dio en el contexto del ltimo tramo del gobierno de Bnzer, como respuesta a la rgida poltica de erradicacin de drogas, entre otros factores.47 Con todo, en 2002 fue electo nuevamente presidente Gonzalo Snchez de Lozada, encarnacin por excelencia de las transformaciones ocurridas a partir de 1985, y otra vez logr constituir una coalicin de gobierno con otro de los partidos del sistema, el MIR (ver Mayorga 2002). Sin embargo, su gobierno se derrumb rpidamente, en octubre de 2003, nuevamente como consecuencia de un desacertado manejo poltico. La renuncia del presidente Snchez de Lozada se dio despus de un conjunto de protestas sociales en las que convergieron la oposicin a los planes de explotacin de las reservas de gas de Tarija, movimientos campesinos y tnicos, cultivadores de coca, y otros opositores a las polticas neoliberales.48 Con la renuncia de Snchez de Lozada asumi el poder el vicepresidente Carlos Mesa, quien tambin se vio forzado a renunciar en junio de 2005, asediado nuevamente por las protestas sociales; quien lo sustituy fue el Jefe de la Corte Suprema de Justicia, Eduardo Rodrguez. La cada de Snchez de Lozada y la inestabilidad subsecuente marca el final de la lgica pactista que estabiliz la democracia boliviana desde mediados de la dcada de los aos ochenta. Como vimos anteriormente, ADN prcticamente ha desaparecido con su lder fundador, y en la actualidad es altamente incierto el futuro del MNR y del MIR; lo que queda totalmente claro es que hacia delante la poltica en Bolivia no ser ms como fue en el periodo 1985-2000.

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Cmo explicar lo sucedido? La respuesta a esta pregunta es clave para pensar en la agenda de reformas necesarias para el futuro. Segn algunos, el problema estara en la democracia pactada, en su carcter cerrado y elitisa. Sin enbargo, hemos visto que a lo largo de la dcada de los aos noventa hubo en lo poltico alternancia y dinamismo, la aparicin de nuevas fuerzas, as como importantes reformas electorales, estatales y constitucionales en un sentido aperturista, por lo que este tipo de interpretaciones no parecen muy confiables. Creemos que ms apropiado es pensar en procesos de apertura y democratizacin que fortalecieron actores anteriormente excludos, que abrieron oportunidades y generaron expectativas en una poblacin particularmente golpeada por el colapso del modelo estatista y las polticas de ajuste estructural, y que nuevamente es decepcionada por los efectos recesivos de la crisis del periodo 1998-2002. Esta combinacin de un sistema ms abierto, con actores movilizados, que se encuentra con un contexto recesivo, en donde se da un mal manejo poltico por parte de dos de los grandes protagonistas de la lgica pactista del periodo 1985-2000 (Bnzer y Snchez de Lozada) sera lo que termin con ella. Si este planteamiento es correcto, entonces las salidas a la situacin actual no estaran tanto por profundizar procesos de apertura y democratizacin por medio de una Asamblea Constituyente y la instauracin de un nuevo rgimen poltico, como plantean algunos actores desde posiciones antisistema, en tanto estas medidas podran tener el efecto de magnificar los problemas actuales. Qu debera hacerse entonces? Pasemos revista a otros casos de la regin, para ver si es que podemos encontrar respuestas. En el caso de Ecuador, encontramos tambin una enorme inestabilidad en el periodo 1998-2002. En estos aos, ninguno de los tres presidentes electos pudo terminar su periodo de gobierno: Abdal Bucaram, electo en 1996, fue destitudo en febrero de 1997; Jamil Mahuad, electo en 1998, fue destitudo en enero de 2000; y Lucio Gutirrez, electo en 2002, fue destitudo en abril de 2005. Ahora bien, en medio de este panorama, tanto Bucaram como Mahuad fueron representantes de dos de los partidos del sistema de partidos en proceso de construccin en las dcadas de los aos ochenta y noventa (el PRE y DP); sin embargo, la llegada de Gutirrez al poder marca un cambio importante, dado su carcter de outsider: Gutirrez fue uno de los militares que protagoniz el intento de golpe de Estado contra el presidente Mahuad en enero de 2000.

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39 En las elecciones de 2002 los partidos principales tuvieron un psimo desempeo

en la eleccin presidencial,49 aunque no tan malo en el congreso: como puede verse en el cuadro 6, el nmero de escaos obtenido por el PSC, el PRE e ID est gruesamente dentro de sus promedios, siendo notable s la debacle de DP. Este resultado tiene que interpretarse teniendo en mente el desastre econmico ocurrido durante el gobierno de Jamil Mahuad (1998-2000): el producto creci en apenas 1% en 1998, y cay en -7.9% en 1999; y adems, por las divisiones y discrepancias internas en DP, que llevaron incluso a la salida de uno de sus lderes principales, Osvaldo Hurtado. 50 Gutirrez gan con un discurso contrario al orden poltico tradicional, en alianza con el Movimiento Pachakutik; y pareci en algn momento que su triunfo podra marcar el continuar con la lgica de apertura gradual que se produjo a lo largo de la dcada de los aos noventa, y se expres en los avances de este movimiento. Sin embargo, Gutirrez tuvo una errtica poltica de alianzas y una muy mala conduccin poltica, que lo termin aislando y enfrentando a los partidos del establishment; frente a lo cual Gutirrez intent responder urdiendo alianzas que le permitieran un ejercicio autoritario del poder. As, desde finales de 2004 Gutirrez intent construir una alianza con el PRE, el partido con la retrica ms antisistema de los que conforman el sistema de partidos, que le vali construir una precaria mayora en el congreso. Aprovechando sta, el congreso destituy irregularmente a varios magistrados de la Corte Suprema, y nombr nuevos cercanos al gobierno, que finalmente aprobaron la nulidad de varios juicios que afectaban al ex presidente Bucaram, lo que le permiti volver brevemente al pas desde su exilio en Panam. Todo esto gener enormes protestas sociales, que hicieron a Gutirrez perder el control del congreso, que finalmente termin destituyndolo en abril de 2005. Qu leccin nos deja el caso ecuatoriano, a la luz de las discusiones presentadas en este trabajo? Que pese al desprestigio y crisis de legitimidad del sistema de partidos, las acciones de los lderes antisistema generan problemas acaso mayores que los que se pretendan remediar. En otras palabras, para los pases de la regin, quiz persistir en un camino de reformas graduales pero sostenidas, que sean complementadas con otras sea un camino que permita atacar los problemas de legitimidad del sistema sin crear crisis de gobernabilidad.

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La crisis del periodo 1998-2002 golpe tambin a los regmenes autoritariocompetitivos; en el caso de Venezuela, Chvez logr capear el temporal y consolidarse en el poder, mientras que en Per Fujimori termin cayendo estrepitosamente, dando lugar a una vuelta a una dinmica de competencia pluralista plenamente democrtica desde 2001. En el caso de Venezuela, como vimos, Chvez empez su gestin al amparo de la Constitucin de 1998 con altos niveles de aceptacin, pero ellas empezaron a caer desde 2001, cuando menos hasta 2004. No slo se produjo una cada, tambin un proceso de creciente polarizacin social y poltica, consecuencia del rechazo que suscit, entre los sectores medios y altos especialmente, las polticas del gobierno, que iban a la par de grandes expectativas que esas mismas polticas generaban, especialmente entre los sectores populares, expectativa alentada por la retrica igualitarista y revolucionaria del Presidente. Un hito dentro de este proceso de polarizacin lo constituy la expedicin de 49 leyes en noviembre de 2001, dadas bajo el amparo de las facultades legislativas otorgadas por el congreso mediante la ley habilitante, dentro de las que destacan la ley de tierras, de hidrocarburos y de pesca. La polarizacin llev al extremo de la realizacin de un golpe de Estado en abril 2002, por medio del cual se destituy al Presidente, al Congreso y la Corte Suprema (Cameron 2003), y posteriormente a la convocatoria de un paro cvico indefinido buscando la renuncia del presidente que se extendi entre diciembre 2002 y los primeros meses de 2003 (Medina 2003; Lpez Maya 2003). Luego del fracaso del paro, se estableci en mayo de 2003 un dilogo entre gobierno y oposicin, con la participacin de la OEA, buscado encontrar mecanismos que permitan darle cauces institucionales a las disputas polticas. Es as como el pas entr en el tortuoso proceso del referndum revocatorio del presidente Chvez, que se extendi a lo largo de un ao, empezando en agosto de 2003, cuando la oposicin hizo la primera presentacin de firmas solicitando este mecanismo de democracia directa, hasta la final realizacin del referndum, el pasado 15 de agosto de 2004, que arroj un 58.25% de votos a favor de la permanencia en el poder del presidente Chvez, contra el 41.74% que obtuvieron los votos a favor de la revocatoria. Por qu el fracaso de la oposicin? No basta, a mi juicio, sealar las maniobras del gobierno. Ellas son ciertamente parte de la explicacin; otra parte importante tiene que ver con los propios lmites de sta, con su fragmentacin y carencia de propuestas

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ms all de las banderas en contra de Chvez. Como seal Przeworski (1988) al estudiar las crisis de los gobiernos autoritarios, es indispensable que surja tambin una alternativa clara; y ello no ocurri en Venezuela. Al mismo tiempo, la oposicin manej un discurso fuertemente institucionalista, atractivo para los sectores medios, pero no para los sectores populares. Por el contrario, el gobierno no slo tuvo un discurso poltico explcitamente dirigido hacia ellos, si no que adems respaldo esa retrica con un importante aumento en el gasto social, respaldado por el notable aumento del precio del petrleo a lo largo del 2003 y 2004. Cules son los desafos que aparecen para la democracia en Venezuela? Claramente, el aumento en los niveles de pluralismo, equilibrio institucional, respeto a una dinmica gobierno-oposicin constitucional, en suma, el reestablecimiento de la lgica de controles horizontales inherentes a toda democracia. Y los mecanismos existentes de promocin y defensa de la democracia se muestran con una efectividad limitada. Si bien la Carta Democrtica Interamericana aprobada en Lima el 11 de setiembre de 2001 por los pases miembros de la OEA (Legler 2003) sirvi como mecanismo eficaz para hacer inviable el golpe de Estado que llev brevemente al poder a Pedro Carmona el 11 de abril de 2002, no lo ha sido para defender otros aspectos contemplados en ese documento, como el fortalecimiento y preservacin de las instituciones democrticas o la promocin de una cultura democrtica. Si bien la OEA envi diversas misiones a Venezuela, hasta el momento no ha logrado detener iniciativas contrarias al pluralismo, la independencia de poderes y el respeto a la oposicin por parte del gobierno, y tampoco ha logrado tender puentes entre el gobierno y la oposicin y limitar la creciente polarizacin social y poltica. Nuevamente, la OEA y otros organismos internacionales vigilaron la realizacin del referndum revocatorio de agosto de 2004 en el que fue ratificado el mandato del presidente Chvez, pero sin intervenir mayormente para enfrentar diversas maniobras del gobierno para controlar los poderes del Estado, como la recomposicin del Tribunal Supremo de Justicia, va la ampliacin de nmero de sus miembros, y el nombramiento de los nuevos magistrados va mayora simple en el congreso, ocurrida en la segunda mitad de 2004. En el caso de Per en los ltimos aos, encontramos algunas semejanzas con el proceso Venezolano descrito, aunque con un desenlace distinto, la cada inesperada del

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fujimorismo en 2000 y un consiguiente proceso de democratizacin, consecuencia de mayores niveles de competencia poltica en un marco pluralista; democratizacin que se ha dado en un contexto de relativa estabilidad desde el ao 2001, cosa que es importante resaltar, ms an considerando la inestabilidad de los casos vistos de Bolivia, Ecuador y Venezuela. Por ello, la experiencia peruana reciente podra darnos algunas lecciones tiles para la regin en los prximos aos. La crisis del periodo 19982002 afect inicialmente al fujimorismo, pero los efectos de ella fueron conjurados por ste sobre la base de una lgica de ampliacin del gasto pblico electoral, acciones de amedrentamiento y persecusin a los adversarios polticos, y el aprovechamiento de la debilidad y fragmentacin de la oposicin que, de manera similar al caso de Venezuela, se encerr en demandas institucionalistas y no pudo levantar una alternativa clara al fujimorismo. As, Fujimori, pese a serios cuestionamientos, tanto nacionales como internacionales, logr asumir la presidencia para un tercer periodo en julio de 2000, a cambio de promesas de democratizacin monitoreadas por la OEA. Sin embargo, inesperadamente, en setiembre de 2000 Fujimori convoc nuevamente a elecciones presidenciales, y en noviembre renunci a la presidencia; las nuevas elecciones se realizaron en abril de 2001, en las que sali electo Alejandro Toledo. En otro textos me he ocupado de la explicacin de la cada de Fujimori.51 Aqu me interesa resaltar la herencia y los legados que deja la dcada fujimorista sobre la renovada democracia peruana. Considero que lo principal que debemos considerar es la extrema debilidad del conjunto de los actores sociales y polticos, as como la debilidad del orden institucional, que se ha expresado elocuentemente en los problemas que ha enfrentado el gobierno del presidente Alejandro Toledo en Per.52 Ahora bien, frente a la pregunta de qu hacer para encarar estos problemas, pueden encontrarse dos grandes posiciones: de un lado, estn quienes consideran que el problema est en el orden institucional heredado del fujimorismo, que se caracterizara por su carcter autoritario, cerrado, excluyente, por lo que correspondera sera abrirlo, democratizarlo, hacerlo ms participativo. De otro lado, estaran quienes consideran que el problema estara no tanto en el orden institucional, sino en la debilidad de los actores sociales y polticos, en la volatilidad y fragmentacin de los mismos, por lo que correspondera sera desarrollar

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iniciativas para fortalecerlos, tener un marco institucional que permita la consolidacin de organizaciones nacionales ms slidas. Durante el gobierno de Toledo ambas tendencias han coexistido, contradictoriamente. De un lado, siguiendo la primera tendencia, se impuls un proceso de descentralizacin, se constituyeron y eligieron autoridades de gobiernos regionales subnacionales, se cre un amplio conjunto de instancias de gobierno participativos, con diversos mecanismos de consulta ciudadana y democracia directa;53 del otro, se aprob una ley de partidos que establece mayores requisitos para poder constituir partidos nacionales, y hace que slo stos puedan presentar candidatos a elecciones de ese mbito. Y en general, en el debate poltico, ambas tendencias coexisten incoherentemente. Considero que en el caso peruano, los problemas de legitimidad del sistema poltico no estn tanto en tener un rgimen poltico cerrado: como hemos visto se ha abierto y democratizado hasta en exceso, lo que ha hecho que aumenten tensiones y conflictos polticos en los espacios locales y regionales, y ha comprometido la gobernabilidad del rgimen. Creo que es claro que el problema est sobre todo en la extrema debilidad de sus actores, por lo que el camino de la institucionalizacin y ordenamiento de la apertura producida en los ltimos aos es el camino ms sensato, al menos por el momento.54 El caso de Colombia ilustra bien las ventajas de un camino de apertura gradual, evolucin del sistema de partidos, y reformas que buscan institucionalizar y ordenar esa apertura, para limitar sus efectos negativos no intencionales, y los riesgos de la consolidacin de liderazgos antisistema. Como vimos, desde la segunda mitad de la dcada de los aos ochenta, y especialmente con la Constitucin de 1991, se dio un proceso de apertura y democratizacin, que permiti el desarrollo de terceros partidos alternativos al bipartidismo tradicional. Sin embargo, tambin se dio un proceso de fragmentacin, que afect tanto a los partidos histricos como a los nuevos. En efecto, el nmero de listas presentadas al congreso pas de 630 a 928 entre 1991 y 1994, y luego a 1,006 en 1998, para 265 escaos en disputa por cada eleccin (Gutirrez 2002a). Adems, los problemas de legitimidad y la insatisfaccin con el sistema poltico continuaron, lo que se expres en las elecciones de 2002 en la eleccin de Alvaro Uribe, disidente del partido liberal, quien gan con un discurso que puso nfasis en la recuperacin del principio de autoridad, que capitaliz la insatisfaccin que gener la

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fallida estrategia de negociacin con las FARC seguida por el presidente Pastrana, y que tuvo tambin fuertes tintes antipolticos y crticos con el establishment en general. Visto en el marco de la regin, Uribe podra haber seguido un camino similar al de Gutirrez en Ecuador, Chvez en Venezuela, Fujimori en Per, todos presidentes muy diferentes, pero que comparten una retrica antisistema, y de enfrentamiento con las fuerzas tradicionales. Sin embargo, la mayor consistencia institucional y fortaleza del sistema de partidos impidieron que un camino autoritario se implante en Colombia, al menos hasta el momento, lo que podra haber pasado de haber prosperado algunas iniciativas presentadas por el presidente Uribe, como la revocatoria del congreso y una nueva eleccin, esta vez de un congreso de una sola cmara de 150 miembros.55 Las propuestas de reforma del presidente Uribe contra la politiquera y la corrupcin fueron cambiando con el tiempo, como resultado de negociaciones en el congreso, que terminaron expresndose formalmente en el referndum realizado en octubre de 2003. Sin embargo, el congreso reaccion e impuls una reforma poltica propia buscando legitimar su actuacin, enfrentar el extremo desorden del sistema poltico, y prevenir la aprobacin de la reforma impulsada por el poder ejecutivo; as se aprob el Acto Legislativo 01, aprobado en julio de 2003. Esta reforma poltica marca un corte con la lgica aperturista que orient los intentos de reforma en Colombia hasta ese momento, que buscaban abrir el sistema heredado del Frente Nacional. La reforma de 2003 busc fortalecer a los partidos nacionales ms consolidados para contrarrestar las tendencias a la fragmentacin, por medio de normas que establecen requisitos ms exigentes para formar y mantener registro de partidos (como por ejemplo la barrera legal del 2%); en cuanto al sistema electoral, el cambio del sistema de cociente y residuo al de cifra repartidora (DHondt) para adjudicar escaos en el congreso, que favorece relativamente a las mayoras, y la norma que establece la lista nica por partido, con votacin preferencial opcional (lista cerrada no bloqueada opcional).56 En octubre de 2003 se realiz el referndum sobre la propuesta de reforma poltica del poder ejecutivo y, pese a los altos niveles de popularidad de Uribe, y del desprestigio de los partidos, el referndum estuvo signado por una alta abstencin, que impidi que ste prosperara, a pesar de que, entre los que asistieron a votar, el s a las 19 preguntas contara en casi todos los casos con ms del 90%.

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45 Diversas razones explican esta derrota de Uribe, pero quisiera resaltar el hecho de

que en Colombia no han podido prosperar hasta el momento quiebres en el rgimen poltico como en Per con Fujimori o Venezuela con Chvez y la consolidacin de un rgimen autoritario, que esto es consecuencia de la mayor fortaleza institucional del sistema poltico, pese a sus problemas, y que sta ha permitido avances importantes en un reforma poltica que busca ordenar la apertura producida en los ltimos aos. Los efectos de esta reforma debern verificarse en los prximos aos, pero, por ejemplo, en las elecciones del Concejo de Bogot del ao 2003 se observ que el nmero de listas presentadas se redujo de 227 en 2000 a slo 40. Recientemente (diciembre 2004) el presidente Uribe logr que el congreso modifique la Constitucin para poder tentar la reeleccin en el ao 2006, pero la reforma enfrenta una serie de objeciones legales, sobre las que tendr que decidir la Corte Constitucional. El futuro del sistema de partidos sigue siendo incierto: seguiremos en Colombia con una evolucin gradual, o una probable reeleccin de Uribe erosionar ms severamente los equilibrios polticos vigentes hasta el momento? De otro lado, se podr consolidar el uribismo como movimiento poltico en el mediano y largo plazo, o su suerte estar atada exclusivamente a su gestin presidencial? Se especula tambin sobre la posibilidad de la consolidacin del Polo Democrtico Independiente, constitudo en 2003, como una fuerza importante alternativa al bipartidismo; se cumplirn esas expectativas? Cualquier juicio sobre estas cuestiones es todava prematuro. Para terminar, qu conclusiones podemos sacar de la revisin de lo ocurrido en los pases andinos en los ltimos aos? Enfrentamos en este momento las consecuencias de la coyuntura crtica del periodo 1998-2002; que permitieron que el Per retorne a una senda de democratizacin poltica plena, mientras que Bolivia parece haber terminado la lgica pactista que estabiliz su democracia entre 1985 y 2002. Pero en general, en todos los pases andinos existe insatisfaccin con el funcionamiento de la democracia y la emergencia de lderes y movimientos con fuertes discursos antisistema, que capitalizan la sensacin de falta de alternativas polticas atractivas, en el marco del agotamiento de la agenda de reformas neoliberales. En este contexto, proliferan propuestas que encuentran

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en cambios radicales del rgimen poltico, en un sentido aperturista y participativo, la solucin a los males de la representacin. Hemos visto, sin embargo, que seguir este camino sin ms puede llevar a profundizar la crisis de representacin y generar serios problemas de gobernabilidad, as como abrir la puerta a la emergencia de fuerzas antisistema que debilitan los equilibrios de poderes, el pluralismo, y pueden erigir gobiernos autoritarios. Los pases que en los ltimos aos se han mantenido ms estables y han avanzado ms en tener un mejor funcionamiento de sus sistemas polticos parecen ser aquellos que pueden implementar cambios graduales, en los que los sistemas de partidos evolucionan, dando lugar al desarrollo de nuevas fuerzas, pero sin que stos colapsen; y en los que los intentos de reforma, ms que buscar ampliar sistemas polticos supuestamente cerrados, por el contrario buscan ordenar e institucionalizar la apertura ocurrida de manera muy desordenada e incoherente en las dcada de los aos noventa. Por supuesto, esto no es suficiente. Es necesario complementar estos intentos de institucionalizacin con cambios de fondo en el funcionamiento del Estado, que permitan atender mejor las necesidades de una poblacin que pas por enormes sacrificios con las polticas de ajuste estructural, y ahora merecen recibir los beneficios del crecimiento econmico. Pero estos son temas que escapan a los propsitos de este trabajo. 57 En todo caso, lo que parece estar en juego en los pases andinos en el futuro inmediato es seguir un camino de mayores niveles de inestabilidad y crisis de gobernabilidad, o uno de reformas no en un sentido aperturista, si no de ordenamiento de la apertura ocurrida en la dcada de los aos noventa. Entre 2005 y 2006 tenemos elecciones generales en todos los pases andinos: en Bolivia en diciembre de 2005, en Per en abril de 2006, en Colombia en mayo, en Ecuador en octubre, y en Venezuela en diciembre; por lo expuesto, estas elecciones parecen cruciales, y sus resultados seguramente tendrn consecuencias de largo plazo.

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Ver Armijo et.al., 1994. ODonnell (1994) caracteriz esto como democracias delegativas; Garretn et.al. (2003) hablan del intento de implantar una matriz neoliberal. Nam (1994) habla de una primera generacin de reformas estructurales; ver tambin Wise et.al., 2003. 3 En esta lnea ver Mainwaring, 1999; Alcntara y Freidenberg, 2002. 4 Esta parte descansa en Tanaka, 2003. El concepto de autoritarismo competitivo lo tomo de Levitsky y Way, 2002; ver tambin Schedler, 2002, y Diamond, 2002. 5 Ver Iguiz et.al., 1993. 6 Segn datos de la CEPAL, las tasas de crecimiento del PBI fueron de 3.8 en 1980; -1.0 en 1981; -1.6 en 1982; -5.5 en 1983; -1.5 en 1984; y 0.0 en 1985. 7 Sobre las reformas electorales ver Crisp y Rey, 2001. Sobre los efectos de la descentralizacin sobre el sistema de partidos, ver Lalander, 2004, y Penfold 2001. 8 En situaciones como sta, donde se llega a un equilibrio interno, aunque no constitucional, es muy difcil que prosperen sanciones internacionales; no sucedi en el Per, como tampoco en Ecuador despus del golpe de 2000, por ejemplo. 9 Sobre esta seccin ver Tanaka 1998 y 2001. 10 Sobre estos temas ver Maingon, 2001; Maingon, Prez y Sonntag, 2000 y 2001, entre otros. 11 Ver Barr, 2001. 12 Ver Lalander, 2004; Penfold, 2001. 13 En trminos generales, han sido gobiernos conservadores los que han impulsado procesos de negociacin con la guerrilla (Betancourt, Pastrana), mientras que los liberales han tendido a privilegiar estrategias de confrontacin (Turbay, Barco, y ahora Uribe). Esto podra explicarse porque las guerrillas se desarrollaron en las zonas histricamente liberales, como desafo al poder tradicional, y los conservadores han buscado legitimarse en esas zonas; por el contrario, los liberales han tendido a seguir estrategias represivas: los paramilitares surgen en las mismas zonas liberales para expulsar a la guerrilla sin hacer concesiones. Este argumento es sugerido por Romero, 2000, 2000a, y 1999. 14 Ver ONeill, 2003 y 2003a; Falleti, 2003 y 2003a; Willis et.al. 1999. 15 La relacin entre violencia y crisis de legitimidad del Estado tendra dos caras: en una, la violencia sera una respuesta a la crisis de legitimidad; en la otra, el problema sera ms bien que sta no permitira combatir con xito a aqulla. 16 El lder del nuevo liberalismo, Luis Carlos Galn, fue asesinado en agosto de 1989; Gaviria era su director de campaa, y termin asumiendo la candidatura presidencial del partido despus de elecciones primarias. 17 Una lectura poltica del proceso constituyente de 1991 en Dvila, 2002; Nielson y Shugart, 1999; Dugas, 2001. 18 Ver Falleti, 2003; y Alesina et.al., 2000. 19 Ver Bejarano y Pizarro, 2001. 20 Una evaluacin de la apertura y la fragmentacin del sistema de partidos puede verse en Gutirrez, 2002a; 2001; y Hoskin y Garca, 2002. 21 Un excelente anlisis de los partidos en el congreso, y cmo pese a la fragmentacin ellos funcionan y pueden ponerse de acuerdo para legislar puede verse en Pachn, 2003. 22 Ver Mayorga, Fernando, 2002. 23 Segn datos de Van Cott (2000) correspondientes a finales de los aos ochenta, en Bolivia la poblacin indgena era un 66% de la poblacin total. Si bien estos datos tienen que ser tomados con mucha cautela (la definicin de indgena es siempre muy relativa), s muestran el potencial poltico de la movilizacin de organizaciones que reivindican su identidad tnica. 24 Ver Mayorga, Ren, 2001, 2001a.

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Sobre la lgica que impuls a Snchez de Lozada para implementar la descentralizacin ver entre otros Altman, 2003; Blanes, 2001; Grindle, 2000; ONeill, 2003 y 2003b. 26 Ver Alb, 2002 y 1993, entre otros. Snchez de Lozada adems tuvo la iniciativa de presentar como candidato a su vice presidencia a Vctor Hugo Crdenas, uno de los fundadores de la CSUTCB (Confederacin Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia) y dirigente del partido Katarista MRTK (Movimiento Revolucionario Tpac Katari). 27 Centellas (1999), habla de la consolidacin de la poliarqua en Bolivia. Ver tambin evaluaciones y expectativas optimistas en Crabtree y Whitehead, eds., 2001. 28 Ver Freidenberg, 2000; los partidos en Ecuador tienen una fuerte implantacin regional, y no nacional. Es eso un problema de los partidos, o simplemente el sistema de partidos expresa la realidad regionalizada del Ecuador? Si, como creo yo, se trata ms de lo segundo, el sistema de partidos es representativo. 29 Lo que no significa que eso sea necesariamente bueno, por cierto. En todo caso, si comparamos Ecuador con sus pares, es decir, con los pases debajo del promedio en el ndice de reforma estructural (Morley et.al. 1999) (que son Brasil, Colombia, Costa Rica, Mxico, Paraguay, Uruguay y Venezuela), Ecuador creci entre 1990 y 1998 un poco (3.4) por encima del promedio (3.3) (datos del Banco Mundial). 30 Ciertamente se trata de un sistema muy voltil (especialmente en el caso de Democracia Popular, DP). Segn Coppedge, 2001, la volatilidad electoral es la tercera ms alta de once pases de la regin, despus de Per y Brasil en el periodo 1982-1995. 31 La polarizacin se mide en una escala en la que 1 es izquierda y 10 derecha de acuerdo con la resta de los valores medios de los partidos que se sitan en el extremo ideolgico del arco parlamentario. Sin parntesis son las distancias entre autopercepciones, en parntesis son distancias de percepciones de los otros. Los datos corresponden a los aos del estudio dirigido por Manuel Alcntara sobre las elites Latinoamericanas (1994-2000). 32 Est por debajo del promedio en el ndice de privatizacin y de reforma tributaria. 33 Desde perspectivas muy diferentes, Meja (2002 y 2000) y Acosta (2002) comparten la evaluacin de que el sistema poltico ecuatoriano ha sido capaz de implementar medidas de reforma de altos costos polticos. Meja explora los mecanismos (formales e informales) por los cuales los presidentes pueden construir coaliciones de respaldo; Acosta busca criticar las consecuencias de la aplicacin de las polticas de ajuste. 34 Segn Gutirrez (2002), en Ecuador los polticos suelen pensar que los resultados electorales son errados, lo que los lleva a una una carrera de reformismo electoral espectacular, siendo que la reforma electoral es el gran mito de la poltica ecuatoriana () Aun en el 2002, y despus de la Constitucin de 1998 cuyo objetivo explcito era obtener la gobernabilidad (cualquier cosa que esto signifique), la ltima medida del presidente saliente Noboa fue proponer una reforma poltica, y el Ecuador democrtico no ha tenido dos elecciones sucesivas con las mismas reglas de juego (). Sin embargo, si se ha de creer a la evidencia que se ha venido presentando, el problema no radica en los estatutos electorales, sino en dinmicas estratgicas y sociales relacionadas con la doble transicin. Algunos de los sntomas de estas tensiones no son negativos votos de protesta, sistemas de notificacin, sino que por el contrario garantizan que, con todos sus lmites, el juego democrtico siga teniendo sentido. 35 Ver Pachano, 1998, y Meja, 2002a. 36 Sobre estos cambios constitucionales en Ecuador, dentro de una visin de conjunto, ver Van Cott, 2000a. 37 Ver Len 2003; tambin Ospina, 2000. 38 Saltos (2002) sostiene que habra por esa razn una tensin entre la lgica del movimiento indgena, centrada en lo tnico-cultural, y la lgica de los movimientos sociales, con reivindicaciones ms sustantivas y ms difciles de negociar con el poder poltico.

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Considerar las crisis del Asia entre 1997 y 1998. Ver, desde diversas perspectivas, Kuczynski y Williamson, eds., 2003; Wise et.al., 2003, y Nam, 1994. 41 Hausmann (2003) habla de la crisis de esperanza de Amrica Latina. Es interesante recordar que el libro de Edwards (1995), escrito en el contexto de las espectativas que despertaban las reformas estructurales, hablaba del paso de la desesperacin a la esperanza. Ahora ms bien, por ejemplo, la revista Journal of Democracy, en su volumen 14, n 2, de abril 2003, tiene una seccin titulada las ilusiones perdidas de Amrica Latina. Ver especialmente Hakim, 2003. 42 Una de las expresiones de esto es la migracin de grandes grupos de la poblacin fuera de las fronteras nacionales, y la creciente importancia de sus transferencias de dinero para el mantenimiento de las economas de sus pases. En el caso ecuatoriano, por ejemplo, segn datos para el ao 2001, las remesas de los emigrantes alcanzaron 1,415 millones de dlares, superando a todas las inversiones petroleras, el monto de las exportaciones sumadas de banano, camarn, caf, cacao y atn, llegando a casi tres veces la inversin social y ms de dos veces la ayuda para el desarrollo (Acosta 2002a). 43 Ver Tokatlin, 2000, y Pizarro, 2003. 44 UCS y CONDEPA se revelaron como movimientos exacerbadamente personalistas, y no pudieron sobrevivir a sus lderes fundadores, Max Fernndez, quien muri en 1995, y Carlos Palenque, en 1997, respectivamente. 45 En agosto de 2001 el presidente Bnzer dimiti por enfermedad, y quien termin su periodo de gobierno fue el vicepresidente Jorge Quiroga. En marzo de 2002 Quiroga fue electo jefe del partido, y Bnzer falleci en mayo del mismo ao. 46 Es muy revelador ver textos como los de Patzi, 1999, y Calla, 2000, quienes desde muy distintas perspectivas comparten un mismo diagnstico: el movimiento indgena, en todas sus variantes, apareca como sumido en una profunda crisis a finales de los aos noventa. Su reactivacion ocurre en los dos ltimos aos del gobierno de Banzer, como respuesta a graves desaciertos polticos de ste. 47 Ver Mayorga, Ren, 2002a: Sin la rgida poltica de erradicacin de la hoja de coca no habra nacido Evo Morales. 48 Ver Crabtree, 2005. 49 DP no present candidato; el candidato de ID (Borja) obtuvo el 14% de los votos; el candidato del PSC (Neira) el 12.1%; y Jacobo Bucaram del PRE el 12%. Lucio Gutirrez gan la primera vuelta con el 20.6%; segundo qued Alvaro Noboa con el 17.4%. Cabe recordar que Noboa fue candidato presidencial por el PRE en la eleccin de 1998. Datos tomados de Meja, 2003. 50 Hurtado postul a las elecciones de 2002 encabezando un movimiento independiente, Movimiento Patria Solidaria, y obtuvo apenas el 1.07% de los votos vlidos. 51 Ver Tanaka, 2001. 52 Ver Tanaka, 2003a. 53 Ver Remy, 2005. 54 He desarrollado esta discusin en Tanaka, 2005. 55 En la actualidad el senado tiene 102 miembros y la cmara de representantes 163, lo que hace un total de 265. 56 Sobre la reforma del 2003 ver Quinche, 2004, y Rodrguez, 2005. 57 Desarrollo algunas ideas en Tanaka, 2004.

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