Este documento describe un caso legal sobre la obtención de una muestra de ADN de un acusado por orden judicial. Se presenta una querella contra el juez instructor y otros por supuestos delitos relacionados con la extracción de ADN. El Tribunal Superior de Justicia de Madrid debe determinar si la conducta del juez instructor violó la ley y si existe evidencia de otros delitos alegados.
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Este documento describe un caso legal sobre la obtención de una muestra de ADN de un acusado por orden judicial. Se presenta una querella contra el juez instructor y otros por supuestos delitos relacionados con la extracción de ADN. El Tribunal Superior de Justicia de Madrid debe determinar si la conducta del juez instructor violó la ley y si existe evidencia de otros delitos alegados.
Este documento describe un caso legal sobre la obtención de una muestra de ADN de un acusado por orden judicial. Se presenta una querella contra el juez instructor y otros por supuestos delitos relacionados con la extracción de ADN. El Tribunal Superior de Justicia de Madrid debe determinar si la conducta del juez instructor violó la ley y si existe evidencia de otros delitos alegados.
Este documento describe un caso legal sobre la obtención de una muestra de ADN de un acusado por orden judicial. Se presenta una querella contra el juez instructor y otros por supuestos delitos relacionados con la extracción de ADN. El Tribunal Superior de Justicia de Madrid debe determinar si la conducta del juez instructor violó la ley y si existe evidencia de otros delitos alegados.
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Roj: ATSJ M 1065/2004
Id Cendoj: 28079310012004200016 rgano: Tribunal Superior de Justicia. Sala de lo Civil y Penal Sede: Madrid Seccin: 1 N de Recurso: 3/2004 N de Resolucin: 1/2004 Procedimiento: PIEZA DE PENSION PROVISIONAL Ponente: ANTONIO EDUARDO PEDREIRA ANDRADE Tipo de Resolucin: Auto T.S.J.MADRID SALA CIV/PE MADRID AUTO: 00001/2004 TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA SALA DE LO CIVIL Y PENAL MADRID Ref.- Penal 3/04 Querellante: Benjamn Querellado: Ilmo. Sr. D. Ildefonso , titular del Juzgado de Instruccin n NUM000 de DIRECCION000 , y otros. A U T O PRESIDENTE EXCMO. SR. : Javier M Casas Estvez MAGISTRADOS ILTMOS. SRES. : D. Emilio Fernndez Castro D. Antonio Pedreira Andrade En Madrid, a diecinueve de mayo de dos mil cuatro. H E C H O S PRIMERO.- Por la Procuradora de los Tribunales, doa M del Mar Villa Molina, en nombre y representacin de don Benjamn , se articula querella por supuestos delitos surgidos de la prctica de la prueba del ADN, acordada por decisin judicial motivada. SEGUNDO.- La querella se formula por presuntos (sic) delitos de prevaricacin y/o otros. TERCERO.- La querella se interpone contra las siguientes personas: 1.- ILMO. SR. D. Ildefonso , Magistrado-Juez del Juzgado de Instruccin n NUM000 de DIRECCION000 . 2.- LA SEORA SECRETARIA JUDICIAL del Juzgado de Instruccin n NUM000 de DIRECCION000 , en funciones el da 4 de diciembre de 2003. 3.- EL FUNCIONARIO DE PRISIONES N Cristobal , en servicio en los calabozos de los Juzgados de la Plaza de Castilla n 1 de Madrid, el pasado da 4 de diciembre de 2003. 2 4.- EL FUNCIONARIO DE PRISIONES N Marcos , en servicio en los calabozos de los Juzgados de la Plaza de Castilla n 1 de Madrid, el pasado da 4 de diciembre de 2003. 5.- EL GUARDIA CIVIL N Carlos Daniel , en servicio en los calabozos de los Juzgados de la Plaza de Castilla n 1 de Madrid el pasado da 4 de diciembre de 2003. 6.- SRA. Leonor , Mdico Forense adscrita al Juzgado de Instruccin n NUM000 de DIRECCION000 y en servicio el pasado da 4 de diciembre de 2004. Ello sin perjuicio de dirigir las acciones civiles y penales contra otras personas, segn la parte querellante, que, a lo largo del proceso, aparezcan relacionadas con los hechos. CUARTO.- La parte querellante imputa a los querellados, includo el Magistrado-Instructor aforado, la comisin de los siguientes delitos: Delito de prevaricacin del art. 404 C.P. 1.995 y/o Delito de coacciones del art. 172.1 y 2 C.P. 1995 y/o Delito del art. 173.1 C.P. 1995 y/o Delito del art. 174.1 C.P. 1995 y/o Delito del art. 533 C.P. 1995 y/o Delito del art. 537 C.P. 1995 y/o Delito del art. 542 C.P. 1995 y/o Delito del art. 412 C.O. 1995 y/o Delito del art. 455.1 C.P. 1995 y/o Falta del art. 617.1 y 2 C.P. 1995 y/o Falta del art. 623.2 C.P. 1995 La representacin y defensa del querellante imputa a los querellados nueve delitos y dos faltas, sobre los que la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid se pronunciara, por separado a continuacin. El tema reviste una importancia especial y sumamente grave, ya que pone de manifiesto una vez ms a) Los conflictos entre Derecho y tcnica; b) las intervenciones corporales; c) la carencia de regulacin legislativa; d) soluciones y opciones que suministra el Derecho comparado; e) funcin judicial y ADN; f) el problema del consentimiento. Con independencia de los problemas tcnico-jurdicos que plantea la utilizacin de la prctica del ADN resulta obligado cuestionar y afrontar si se pueden derivar graves responsabilidades para los Jueces que actan como instructores. En los prximos aos la fase de investigacin generalizar la tcnica del ADN. El perodo probatorio girar tambin en torno a la prctica del ADN, cuyos resultados son cada vez ms exactos, por la imposibilidad prctica de que se dupliquen o aparezcan dos que coincidan. QUINTO.- En el Juzgado de Instruccin n NUM000 de DIRECCION000 se sigue, contra el querellante, procedimiento del Tribunal del Jurado n 1/2003, en el que se le imputa la comisin de un supuesto delito de homicidio, en la persona de Jess , por unos hechos acaecidos el da 7 de Abril de 2001, en el bar La Gramola de Madrid. SEXTO.- El Ministerio Fiscal solicit, por escrito de 16-9-2003, la prctica de la prueba de ADN. (Debe resaltarse que el Fiscal inst a que se practicase con cuidado y prudencia la prueba, que soluciona con un altsimo porcentaje de veracidad y verosimilitud numerosas dudas e importantes problemas probatorios, bien a nivel de un caso concreto, bien a nivel general). SEPTIMO.- El Magistrado Juez Ilmo. Sr. Don Ildefonso , dict Auto de 18-9-03 , en cuyo hecho tercero pone de relieve la solicitud del Ministerio Fiscal, que insta que "por la polica cientfica se proceda a practicar las diligencias necesarias para la obtencin del ADN de Benjamn para su estudio y cotejo con las muestras y perfiles genticos que obran en la Polica con relacin a este hecho, remitindose a este Juzgado el informe pericial oportuno." OCTAVO.- El querellante tuvo que ser extraditado desde Colombia. 3 NOVENO.- El Magistrado-Instructor dict Auto de 4-12-03 , cuya parte dispositiva acordaba literalmente: "Que por el MEDICO FORENSE se practique la obtencin de muestra para el anlisis de ADN a Benjamn del modo que menos injerencia le causa, y practicada la misma por el Mdico Forense en presencia del Secretario y su Letrado, auxiliado por funcionarios de Instituciones Penitenciarias si fuera necesario se remitan al Servicio central de Polica cientfica como vena siendo acordado." DECIMO.- La Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, acord designar, de acuerdo con el turno legalmente establecido, con carcter previo, al Magistrado de la misma Ilmo. Sr. Don Antonio Pedreira Andrade, por quin se expresa el parecer de la Sala, sobre la pretendida comisin de numerosas infracciones penales (nueve delitos y dos faltas) RAZONAMIENTOS JURDICOS PRIMERO .- La Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, es competente para conocer del presente asunto, con base en el artculo 73.3.b) de la Ley Orgnica del Poder Judicial. La parte querellante imputa al Magistrado-Instructor y dems querellados la Comisin de nueve delitos y dos faltas. La Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid debe pronunciarse sobre un problema jurdico de grave importancia, cuya estructura es tripartita, abordando y dilucidando las tres cuestiones fundamentales, esto es: a) Constitucionalidad de la tcnica del ADN; b) Si la conducta del Magistrado-Instructor aforado resulta subsumible en la descripcin del delito de prevaricacin o de los otros delitos que se le imputan; c) Si existen indicios de que la conducta imputada por la parte querellante al Magistrado-Instructor pudiera resultar constitutiva de alguno de los restantes delitos o faltas descritos en la querella. SEGUNDO.- En el Razonamiento Jurdico segundo "in fine" del precitado Auto de 18 de septiembre de dos mil tres , se resalta literalmente que "con el fin de establecer la relacin entre la persona a que se puedan referir los testigos en sus declaraciones y la persona fsica, Benjamn , que aparece como imputada en la causa, la diligencia de reconocimiento en rueda aparece como uno de los medios, que puede permitir llevar a cabo esta correspondencia. Se considera, por tanto, tambien pertinente esta diligencia que se realizar en la forma indicada en la parte dispositiva del presente auto." Procede examinar en primer trmino la eficacia, constitucionalidad, legalidad y validez de la prctica de la obtencin del ADN; en segundo lugar la existencia o no de un posible delito de prevaricacin administrativa, segn el querellante, que incurre en error; ya que la prevaricacin sera judicial, no administrativa y, en tercer trmino, autora, comisin y la concurrencia de los restantes delitos, (nueve delitos y dos faltas). TERCERO.- El Auto precitado de 18-9-2003 del Magistrado Juez Titular del Juzgado de Instruccin n NUM000 de DIRECCION000 , constituye una resolucin fundada en Derecho y motivada jurdicamente. La parte dispositiva del mismo es del tenor literal siguiente: "ACORDAR la toma de declaracin y posterior reconocimiento en rueda del imputado, Benjamn , por parte de los testigos Bernardo , Inocencio Y Vctor , Juan Enrique , David , Marcelino Y Antonieta , que sern citados para el da 23 de septiembre de 2003 a las 10 horas. Ofciese a la Polica Judicial para que disponga el traslado del imputado del centro penitenciario de SOTO DEL REAL a las dependencias de este Juzgado, junto con otras cuatro personas de caractersticas fsicas similares, que permitan la practica, de la rueda de reconocimiento. ACORDAR la toma de muestra del epitelio bucal del imputado, Benjamn , por parte del mdico forense de este Juzgado en condiciones espaciales y tcnicas que no sean atentatorias a la dignidad de la persona. Esta medida solo cobrar virtualidad, caso de no resultara determinante la identificacin del imputado por los testigos antes sealados. La toma de la muestra se llevar a cabo el mismo da 23 de septiembre a la vista del resultado de las diligencias previamente decretadas, para lo cual es REQUERIDO el imputado reseado, a que preste la colaboracin necesaria para su obtencin. Envese posteriormente la muestra a la Brigada Provincial de Polica Cientfica de la Jefatura Superior de Madrid (ref 4166/Q/01) para su cotejo con la muestra que obra en su poder, relativa a estos hechos, Informe pericial n 650-A1-01. Remtase luego el resultado de dicho cotejo a este Juzgado en el plazo razonablemente ms breve que sea posible. 4 Pngase esta resolucin en conocimiento del Ministerio Fiscal y dems partes personadas, hacindoles saber que contra la misma podrn interponer recurso de reforma, ante este Juzgado, en el plazo de TRES DIAS." CUARTO.- La resolucin adoptada por el Magistrado Instructor, de fecha 18 de septiembre de 2003, merece el calificativo de una resolucin racional, razonable, correcta, ajustada a Derecho, motivada jurdicamente, con cobertura normativa y constitucional, y dictada en el ejercicio de sus funciones jurisdiccionales por el Magistrado-Instructor querellado, en cumplimiento de una obligacin imperativa "ex lege" y de un deber constitucional. La querella se interpone contra el Magistrado Instructor Ilmo. Sr. D. Ildefonso y varios funcionarios (Secretaria Judicial, dos funcionarios de prisiones, Guardia Civil y mdico forense). De ello se deducen varias consecuencias previas: a) El querellado principal es el magistrado-Instructor, Titular del Juzgado de Instruccin n NUM000 de DIRECCION000 , sin perjuicio de las hipotticas responsabilidades penales de los restantes funcionarios, que obedecieron la deicsin judicial; b) La Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid es competente en funcin de la imputacin de varios delitos al Magistrado-Instructor, dada su condicin de aforado; c) La hipottica inadmisin "in limine litis" de la admisin a trmite de la querella, produce efectos sobre los restantes funcionarios querellados, ya que su actuacin se produjo como consecuencia de un decisin judicial, vinculante y obligatoria para ellos; y d) La constitucionalidad de la decisin judicial del Magistrado-Instructor libera de responsabilidad personal a quines obedecieron la resolucin judicial imperativa (Auto). La parte querellante invoca el artculo 404 del nuevo Cdigo Penal , relativo a la prevaricacin administrativa, olvidando que si hubiese existido delito de prevaricacin del Magistrado-Instructor sera judicial pero no administrativa. El error de la parte querellante al calificar de prevaricacin administrativa la conducta de un Magistrado- Instructor en el ejercicio de sus funciones podra dar lugar a una inadmisin previa, por este motivo, pero la Sala de lo Civil y Penal en principio antiformalista, que le lleva a tratar de averiguar si existen indicios de delitos de prevaricacin judicial o administrativa y si en aquella es dolosa o culposa. Aunque a partir del Cdigo Penal de 1995 la autonoma de la prevaricacin judicial es plena, pero con anterioridad a la entrada en vigor de este texto legal, la propia jurisprudencia tenda a confundirlos y a identificar el bien jurdico protegido y los requisitos como lo evidencia la evolucin histrica. Es por ello que la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, se propone abordar: a) la diferenciacin entre prevaricacin judicial y administrativa; b) la admisin por el legislador de la prevaricacin dolosa o culposa; c) la evolucin jurisprudencial; y d) la inexistencia de indicios de prevaricacin judicial y administrativa, as como de las restantes infracciones penales, que se imputan a los querellados, aun a riesgo de incidir en repeticiones y reiteraciones obligadas, sobre todo del criterio jurisprudencial. El Magistrado-Juez querellado cumpli con los deberes imperativos deriados de su actauacin como INSTRUCTOR. Es ms, hubiese podido incurrir en responsabilidad, si hubiese hecho dejacin de sus funciones obligatorias "ex lege". El presente asunto reviste extraordinaria importancia, ya que es susceptible de plantear hipotticos conflictos de hermenetica jurdica y problemas trascendentales solo resueltos en parte por la reciente modificacin legislativa. QUINTO.- El Ordenamiento Jurdico constituye una estructura abierta, en la que confluyen Derechos fundamentales, sin que se pueda, "a priori", hacer prevalecer unos sobre otros. Los derechos fundamentales no son absolutos, sino limitados, en relacin con otros derechos fundamentales o libertades pblicas. Tampoco existe una jerarqua absoluta entre los derechos fundamentales. SEXTO,- De la lectura de los razonamientos jurdicos tercero y cuarto del Auto del Magistrado Instructor de fecha 18-9-2003, se deduce la inexistencia de actuacin injusta o arbitraria, as como la realizacin de una hermenetica jurdica slida y razonable, de conformidad con la Constitucin. SEPTIMO.- En el Razonamiento jurdico tercero, el Magistrado-Juez Instructor querellado, se cuestiona hipotticamente la constitucionalidad de la medida solicitada por el Ministerio Fiscal, en relacin con la obtencin del ADN, y la resuelve de forma ponderada en los siguientes trminos: 5 "Este juzgador debe plantearse la posibilidad de acordar la medida pretendida por el Fiscal relativa a la obtencin del ADN de Benjamn para su estudio y cotejo con las muestras y perfiles genticos que obran en la Polica con relacin a este hecho. Las intervenciones corporales consistentes en la extraccin del cuerpo de determinados elementos externos o internos para ser sometidos a informe pericial (anlisis de sangre, pelos, saliva, etc.) con objeto de averiguar determinadas circunstancias relativas a la comisin del hecho punible o a la participacin en l del imputado pueden afectar al derecho a la intimidad y a la integridad fsica, previstos como derechos fundamentales en los arts. 15 y 18.1 de la Carta Magna , aunque no por ello debe defenderse su carcter absoluto, pues pueden ceder ante razones justificadas de inters general convenientemente previstas por la Ley, entre las que, sin duda, se encuentra la actuacin del ius puniendi ( STC 37/1989, fundamentos jurdicos 7 y 8 ). Aqu, el inters pblico se residencia en la determinacin de la autora de un hecho muy grave, cual es la muerte de un ciudadano colombiano, segn se recoge en el hecho 1 de este Auto. El Tribunal Constitucional en Sentencia 37/1989, de 15 de febrero , seala que el instructor tiene facultades legales para poder ordenar, en el curso del sumario, la realizacin de exmenes periciales que, entre otros extremos, pueden versar sobre "la descripcin de la persona..." que sea objeto del mismo (del informe pericial), en el estado o del modo de que se halle, como se recoge en los artculos 399 y 478 de la L.E.Crim ., habilitaciones legales que pueden prestar fundamento a la resolucin judicial que disponga la afectacin, cuando ello sea imprescindible, del mbito de intimidad y/o integridad corporal del imputado o procesado. Los preceptos citados son tambien aplicables en el mbito de la instruccin ante el Tribunal del Jurado, segn se desprende del ap. 2 del art. 24 L.O.T.J . que afirma la aplicacin de la Ley de Enjuiciamiento Criminal como supletoria en lo que no se oponga a los preceptos de la presente Ley." El Tribunal Constitucional admite, pues, la validez y legalidad de la conducta del Magistrado Instructor, que cumpli los requisitos exigidos legal y constitucionalmente. OCTAVO.- Despus de evidenciada la constitucionalidad de la medida, el Magistrado-Juez titular del Juzgado de Instruccin n NUM000 analiza la concurrencia de los requisitos precisos para su adopcin, en los siguientes trminos. "Una vez apreciada la posibilidad de la medida, examinaremos si concurren los requisitos para que una intervencin corporal en la persona del imputado en contra de su voluntad satisfaga las exigencias del principio de proporcionalidad: a) que sea idnea (apta, adecuada) para alcanzar el fin constitucionalmente legtimo perseguido con ella ( art. 18 CEDH ), esto es, que sirva objetivamente para determinar los hechos que constituyen el objeto del proceso penal, en este supuesto se podr esclarecer la autora del hecho criminal al poder afirmar la presencia del imputado en el momento y lugar en que sucedi. El xito de la medida viene asegurado por el hecho de tener material gentico comparativo e indubitado, segn se recoge en el informe pericial n 650-A1-01. Porque este material, seala el informe, corresponde al perfil gentico de un varn, diferente del perfil gentico de Jess . Porque se trata de una ficha de domin manchada ligeramente de sangre y situada encima de la mesa ms prxima a la puerta de salida, por la que, segn los testigos que ya han declarado ante este instructor, huy el autor de la muerte de Jess , autor que "tena sangre por el cuerpo", segn ha manifestado Rodolfo , Sangre que se debi a que, segn ha declarado Juan Ignacio , la vctima "cogi una botella y le dio con ella al otro". b) que sea necesaria o imprescindible para ello, esto es, que no existan otras medidas menos gravosas que, sin imponer sacrificio alguno de los derechos fundamentales a la integridad fsica y a la intimidad, o con un menor grado de sacrificio, sean igualmente aptas para conseguir dicho fin. En el presente caso, se debe al tiempo transcurrido y a los posibles cambios fsicos que haya podido experimentar el imputado, que pueden hacer ineficaces las medidas relativas al reconocimiento en rueda por parte de los testigos. Por tanto, la diligencia de intervencin se har depender del xito de la medida de identificacin precitada. c) que, an siendo idnea y necesaria, el sacrificio que imponga de tales derechos no resulte desmedido en comparacin con la gravedad de los hechos y de las sospechas existentes. Aqu deriva de la gravedad del delito, como es un homicidio, castigado con pena de prisin de hasta quince aos ( art. 138 C.P .) en comparacin con la injerencia de la medida investigadora, cual es la toma del epitelio bucal, que se califica de leve, porque no es susceptible de poner en peligro el derecho a la salud ni de ocasionar sufrimientos a la persona afectada. La medida no resulta contraria a los derechos a no declarar y a no declararse culpable, `pues como seala el TC en SS 103/1985 fundamento jurdico 3 ; tambien, STC 76/1990, fundamento jurdico 10 ; AATC 837/1988, fundamento jurdico 2, y 221/1990, fundamento jurdico 2 , no se obliga al detenido a emitir una declaracin que exteriorice un contenido, admitiendo su culpabilidad, sino a tolerar que se le haga objeto de una especial modalidad de pericia. 6 La medida se llevar a cabo por el mdico forense ( STC 7/1994 ) del Juzgado y en condiciones espaciales y tcnicas que no sean atentatorias a la dignidad de la persona ( SSTC 120/1990, 137/1990 y 57/1994 )." El Magistrado-Instructor querellado cumple con los requisitos exigidos y deja a salvo la dignidad de la persona humana. Los avances cientficos experimentados por el conocimiento de los caracteres genticos de las personas y el anlisis del ADN han tenido una transcendencia ingente en el Derecho y, de forma concreta, en el proceso penal. Ha irrumpido una revolucin en el esclarecimiento de los hechos delictivos y en la investigacin en la autora del delito. La tcnica del ADN por la certidumbre, veracidad y seguridad de sus resultados ha servido para investigar y descubrir primero delitos de carcter sexual y luego toda clase de delitos, dando lugar incluso a la estimacin de recursos de revisin, como la evidencia la sentencia del Tribunal Supremo 789/1997, de 23 de mayo , en la que se estim el recurso del Ministerio Fiscal como consecuencia de que la prctica de las pruebas de ADN sobre muestras de sangre de tres condenados, llevaron a la conclusin de que el semen encontrado en el pantaln vaquero de una joven no corresponda a ninguna de las tres personas condenadas y s a otra persona que tena gran parecido fsico con uno de los condenados como consecuencia del reconocimiento que haba hecho la mujer violada, que haba constituido la prueba esencial para su condena. La tcnica del ADN no solo ha supuesto un avance definitivo de la sociedad frente a la delincuencia, sino tambien en defensa de los inocentes. NOVENO.- Resulta indiscutible que la obtencin del ADN ha revolucionado la tcnica probatoria y que el margen de error es prcticamente inexistente, tanto desde una perspectiva estadstica como desde una perspectiva jurdica. Incluso en esta ltima va acompaada de otras pruebas, por lo que ofrece mayor seguridad todava y menor mrgen de error. Las probabilidades de certeza y seguridad de la pericia del ADN se han incrementado todava ms en los ltimos aos, quedando obsoletas las cifras y porcentajes de error manejadas por el Tribunal Supremo en relacin con los delitos sexuales. La competencia para ordenar la prctica de los anlisis del ADN, en el Ordenamiento jurdico espaol, debe corresponder al Juez; sin perjuicio de que la Polica Judicial o el Ministerio Fiscal tengan una amplia legitimacin y margen de maniobra para solicitarla del rgano jurisdiccional. La competencia judicial en ese tipo de intervenciones constituye una verdadera garanta jurdica, no limitndose a la naturaleza concreta de la pericia. En el Derecho Comparado algn Ordenamiento Jurdico ha atribuido la competencia al Ministerio Fiscal, e incluso de la polica judicial, para acordar la tcnica de la obtencin del ADN. Sin embargo el sistema espaol le atribuye al Juez la competencia exclusiva. Este sistema lo siguen la mayora de los ordenamientos jurdicos sin perjuicio de la intervencin del Ministerio Fiscal. Las interrelaciones del derecho a la proteccin de la intimidad y la utilizacin de las tcnicas del ADN son mltiples y complejas, aunque las dificultades que presenta tienden a ser superadas por el constante avance cientfico, la proteccin de datos y la ausencia de riesgos para la salud. El ADN permite distinguir dos clases: codificante y no codificante. El codificante en el que contiene informacin valiosa desde una perspectiva estrictamente mdico-curativa. El conocimiento de esta informacin afecta sin discusin a la intimidad de cada persona. El ADN no codificante es sumamente polimrfico y variable entre las personas, teniendo un enorme poder de identificacin, lo que ha llevado a mantener que es el que debe analizarse, puesto que no afecta al derecho a la intimidad y evita problemas tico-legales. El avance constante en esta materia permite plantearse de futuro la utilizacin de marcadores meramente identificadores desde un punto de vista fsico, que no afecten a la intimidad. La Recomendacin 1/92 del Comit de Ministros del Consejo de Europa sobre utilizacin de los anlisis del ADN, en el marco del sistema de la justicia penal, adoptada el 10 de febrero de 1992, aunque reconoce en su memorndum explicativo, que el ADN no codificante hace referencia a aqullas partes del mismo, que no representan genes, y que adems no controla las caractersticas fsicas. 7 No obstante, la Recomendacin del Comit de Ministros, aunque reconoce la necesidad de una poltica penal comn contra la criminalidad, no se atreve a distinguir el mbito codificante y el no codificante, recomendando la admisibilidad de este ltimo, limitndose a enunciar principios, excesivamente genricos para superar contradicciones, existentes en el Derecho interno de los diferentes pases, que integran el Consejo de Europa. La Recomendacin, sin embargo, no constituy un fracaso, a pesar de su excesiva indefinicin, ya que sirvi de llamada de atencin, configurando un sistema de mnimos, que sirvi de punto de partida a la mayora de Estados Europeos para establecer una normativa ms o menos slida, que terminase por suprimir lagunas, carencias y contradicciones. Inglaterra y Estados Unidos han establecido sistemas ms pragmticos y flexibles, que el sistema europeo, excesivamente tmido y terico. No obstante, a pesar de la lentitud en su desarrollo en algunos pases europeos, entre los que se encuentra Espaa, la jurisprudencia ha establecido pautas y aplicado criterios hermenuticos amplios de tipo analgico, que han terminado por alcanzar reconocimiento legal reciente modificndose al efecto la Ley de Enjuiciamiento Criminal, que ser objeto de examen en este Auto. En Espaa ha existido una notoria demora legislativa a pesar del importante nivel de la doctrina cientfica en esta materia. Es evidente que el Magistrado-Juez Instructor Ilmo. Sr. D. Ildefonso , que dicta y ejecuta la resolucin judicial necesaria, proporcional y adecuada, revistiendo la forma de Auto y que invoca como fundamento la doctrina del Tribunal Constitucional, no puede incurrir en responsabilidad penal, ni imputrsele delito de prevaricacin, ni ningn otro por esta conducta. La responsabilidad exclusiva derivada de la demora en regular las medidas restrictivas de Derechos Fundamentales en la aplicacin aleatoria de las tcnicas del ADN corresponderan al "Estado legislador,", nunca al Magistrado-Juez Instructor, que actu de forma diligente para evitar la impunidad de la conducta del autor sospechoso de un delito de homicidio. A mayor abundamiento, la nueva normativa, incorporada e integrada en la venerable y decimonnica Ley de Enjuiciamiento Criminal, confirma la legalidad y constitucionalidad de la medida restrictiva acordada por el Magistrado-Juez querellado, ya que el legislador, segn la Teora General de las Normas y segn la doctrina cientfica y jurisprudencial, el interprete autntico de la Ley. El Magistrado-Juez Instructor querellado invoc la normativa obsoleta (Ley de Enjuiciamiento Criminal con anterioridad a la modificacin legislativa) y la Jurisprudencia vinculante del Tribunal Constitucional, confirmada ahora por la modificacin legislativa, por lo que no deja de resultar temeraria, abusiva, infundada y fraudulenta la querella interpuesta. La tcnica de obtencin del ADN no constituye una simple y mera pericia, sino algo de superior transcendencia tcnico-jurdica, que el legislador no puede olvidar, ya que, en diferentes pases, el Derecho comparado permite observar que, las Cortes de Casacin y los Tribunales Constitucionales, han integrado las normas Constitucionales y los antiguos Cdigos procesales, con base en una interpretacin jurdica evolutiva, para la utilizacin de la tcnica del ADN, otorgando las correspondientes garantas constitucionales, mientras no se operaban las oportunas reformas legislativas. Esta es la lnea de conducta observada por el Magistrado- Juez Instructor querellado. Se ha resaltado que, sin prescindir de mantener la utilizacin de la tcnica de la obtencin del ADN para la pericia procesal, no resulta conveniente eludir otros aspectos, que prevalecen sobre el carcter tcnico- cientfico de los anlisis de ADN. Siendo significativo el aspecto indicado, no es de por s suficiente. En caso contrario, nada obstara a que la pericia gentica fuera ordenada por el Ministerio Fiscal o por la propia Polica Judicial en el ejercicio de sus competencias. Existe, sin embargo, una nota acerca de los anlisis de ADN, que prevalece sobre el aspecto pericial. Nos encontramos ante diligencias que inciden en una serie de derechos merecedores del carcter de fundamentales y esta circunstancia condiciona extraordinariamente los presupuestos de legitimidad de la misma y, como no poda ser de otra manera, dentro de stos, los que concurren en el rgano competente para ordenarlas. Dependiendo de la mayor o menor extensin con que se practiquen los anlisis de ADN, se produce una ms o menos intensa restriccin en determinados aspectos de la intimidad del afectado (intimidad gentica, autodeterminacin informativa). El Texto Constitucional no siempre es lo suficientemente claro y elocuente acerca de los presupuestos que permiten calificar de constitucionalmente legtima una determinada injerencia en el contenido de los derechos fundamentales que proyecta. En ocasiones es la propia Norma Fundamental la que subordina la restriccin en el contenido de ciertos Derechos Fundamentales a la previa intervencin judicial. La opcin judicialista favorable a la competencia del rgano jurisdiccional, seguida en Espaa y otros pases de nuestro entorno es la ms razonable desde una perspectiva jurdica. 8 El Tribunal Constitucional espaol ha resuelto el tema manteniendo la reserva jurisdiccional en materia de restricciones de Derechos Fundamentales. La STC 37/1989, de 15 de febrero , declara que "tal afectacin del mbito de la intimidad, es slo posible por decisin judicial" (fundamentos jurdicos 7). En idntico sentido la STC 207/1996, de 16 de diciembre , seala, en primer trmino, que "a diferencia de lo que ocurre con otras medidas restrictivas de derechos fundamentales no existe en la Constitucin Espaola, en relacin con las inspecciones e intervenciones corporales, en cuanto afectantes a los derechos a la intimidad ( art. 18.1 Constitucin Espaola ) y a la integridad fsica ( art. 18.2 Constitucin Espaola ), reserva absoluta alguna de resolucin judicial", no obstante, se indica que la prctica de diligencias limitativas del mbito constitucionalmente protegido del derecho a la intimidad "es slo posible por decisin judicial", "esta misma exigencia de monopolio jurisdiccional en la limitacin de los derechos fundamentales resulta, pues, aplicable a aquellas diligencias que supongan una intervencin corporal" [fundamentos jurdicos 4C]. Tambin en el mbito del proceso civil para la determinacin de la filiacin, destaca la STC 7/1994, de 17 de enero , que "el derecho a la integridad fsica no se infringe cuando se tata de realizar una prueba prevista por la Ley y acordada razonadamente por la Autoridad judicial", (fundamentos jurdicos 2). Incluso el Acta del Tribunal Supremo de 18 de junio de 1992 (RJA 6102) hace un pronunciamiento general sobre el tema: "en este sentido y dentro del captulo de restricciones cabe incluir las intervenciones corporales, la entrada y registro de un domicilio y las escuchas telefnicas, entre otras medidas. Slo la Ley y la decisin judicial expresa y motivada, salvo supuestos excepcionales (ver art. 55.2 de la Constitucin Espaola ), pueden invertir el signo del principio general. El sistema opta a) por la reserva legal reforzada, b) por la competencia judicial, c) por la decisin judicial expresa y motivada y d) por el respeto a los principios de proporcionalidad, respeto a la intimidad y a la dignidad de la persona humana. DCIMO.- La medida de la prctica de la obtencin del ADN es adecuada a la Constitucin, cuando concurra decisin judicial motivada ordenndola, y adems resulte ineludible, adecuada, necesaria y proporcionada e imprescindible, por no existir otras medidas menos graves o que impliquen menor grado de sacrificio para los derechos fundamentales. En este supuesto fctico- jurdico concreto sometido a conocimiento de a Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, la prctica de la obtencin del ADN es adecuada, idnea, necesaria, proporcionada y justificada. Incluso en el caso de que pueda existir prueba testifical contradictoria e insuficiente, puede y debe el Juzgador acordar su prctica, ordenando que se realizase su obtencin por el Mdico forense, debiendo practicarse mediante tcnicas que no sea atentatorias de la dignidad humana. La tcnica de la obtencin del ADN resulta lcita y ajustada a Derecho, pues su prctica no comporta sufrimientos intolerables, atentados a la intimidad de la persona, ni riesgos para la salud del acusado. La negativa injustificada del imputado no limita ni excluye la competencia del Magistrado- Juez Instructor, para acordarla, no por capricho o voluntad unilateral o arbitraria, sino en defensa de la Sociedad y del Estado Social de Derecho, as como del derecho a la tutela judicial efectiva. Adems se respeta el principio de proporcionalidad y la medida resulta adecuada, apta e idnea para alcanzar el fin pblico perseguido, por la existencia de una ficha de domin manchada ligeramente de sangre y situada, encima de la mesa ms prxima a la puerta, por donde huy el autor del homicidio. Aunque el Tribunal Constitucional incardina y subsume la obtencin del ADN en la prueba pericial, lo cierto es que transciende esta figura jurdica y exige garantas. No estamos nicamente en presencia de una modalidad procesal de la pericia. Ahora bien, tampoco resulta lcito acentuar y exagerar el riesgo de la prctica de la obtencin del ADN, que es mnimo; no es peligroso para la salud. El grado de intervencin corporal es sumamente escaso, hasta el extremo de que la jurisprudencia constitucional y un sector de la doctrina especializada mantiene que no afecta al derecho a la intimidad. UNDCIMO.- La decisin judicial debe adoptarse en relacin con los sospechosos en el proceso penal, mxime cuando el riesgo es prcticamente inexistente y se trata de investigar la autora de un delito grave de homicidio, resultando ilustrativa y sintomtica la negativa del sospechoso. La doctrina ha puesto de relieve como, si desde la perspectiva activa el anlisis del elemento subjetivo comprende el del rgano competente para ordenar la prctica del anlisis de ADN y el que, posteriormente, ha de ejecutarlo, el aspecto pasivo ha de referirse necesariamente a las personas a quienes pertenece el material biolgico, que ser genticamente analizado. El supuesto ms frecuente, y de ms fcil comprensin, es el que tiene por destinatario del anlisis del ADN al imputado, es decir, a quien se atribuye racionalmente la participacin en la comisin del hecho punible. La doctrina especializada observa que, no slo el anlisis 9 gentico relativo al presunto autor del hecho punible puede resultar valioso al objeto de esclarecer aqul, sino que, igualmente apto para la misma finalidad, puede ser el anlisis de ADN correspondiente a sujetos que no merecen la condicin de imputados. Este puede ser el caso cuando resulte determinante para el proceso concretar la existencia de una relacin de filiacin ente varias personas. Puede ocurrir tambin que el anlisis de ADN de las personas distintas del imputado sea instrumental al del que recae sobre este ltimo. Esto es, cuando se haya de practicar una intervencin corporal sobre la persona no inculpada, al objeto de obtener los vestigios biolgicos procedentes del autor del delito, que en ella se puedan encontrar, pero sea precisa la realizacin del anlisis gentico de la vctima para descartar los vestigios extraos, que tampoco correspondan al presunto inculpado. DUODCIMO.- El anlisis del ADN relativo al imputado o sospechoso constituye el supuesto ms frecuente. Como expone la doctrina especializada, el modus operandi habitual consistir en extraer del imputado material celular mediante una intervencin corporal, realizar el anlisis de ADN sobre el mismo, tambin sobre los vestigios hallados en el lugar de comisin del delito o en la vctima y contrastar los resultados de ambos anlisis. Si coinciden, puede determinarse con cierto grado de probabilidad que los vestigios hallados proceden de la misma persona a la que se la extrado el material celular. La supuesta intervencin corporal es mnima, proporcionada, justificada, idnea, adecuada y necesaria. La Recomendacin del Consejo de Europa N R (92) 1, sobre el uso del anlisis de ADN en el marco de la Justicia Penal, recoge en su Recomendacin nm. 2 dicha posibilidad al reconocer que la <<presente recomendacin se aplica a la obtencin de muestras y a la utilizacin del anlisis de ADN a los fines de la identificacin de un sospechoso de cualquier otra persona en el marco de las averiguaciones y los procedimientos penales>>. Conviene destacar en este momento el empleo por la Recomendacin del trmino (tanto en la versin francesa como inglesa) sospechoso (suspect), que tambien ha sido acogido por la reciente normativa espaola ( Ley Orgnica 15/2003 de 25 de Noviembre , que en su disposicin final primera, letra c), aade un segundo prrafo al artculo 363 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal ). Se trata de un concepto jurdico indeterminado ms amplio y flexible que los tradicionales de "imputado", "acusado", "inculpado" y "procesado". DECIMOTERCERO.- Como consecuencia de la citada Recomendacin, varios ordenamientos recurren al empleo del trmino "sospechoso", por ejemplo, el Cdigo de Enjuiciamiento Penal holands (Wetbock van Strafvorderong) tras la reforma operada por la Ley 596/1993, de 8 de noviembre . En la PACE britnica la expresin empleada para referirse al destinatario de la extraccin de muestras corporales (ya sean ntimas, ya sean no ntimas) para la posterior prctica de un anlisis de ADN, es la siguiente: la existencia de motivos racionales (reasonable grounds) para sospechar (suspecting) la implicacin de la persona de la que se han de extraer las muestras en el delito concreto. En otros, como ocurre en el Criminal Code canadiense, se emplea un trmino ms genrico para referirse al imputado como destinatario de los anlisis de ADN, esto es, <<that a person was a party to the offence>> [ art. 487.05 (1) c)]. La normativa procesal alemana se refiere al destinatario de los anlisis de ADN como <<inculpado>> (Beschuldigte). Por un lado, dispone el pargrafo 81 e (1) StPO que una de las finalidades a perseguir con el anlisis de ADN es determinar << si los vestigios descubiertos proceden del inculpado o del herido (verletzt)>>. Pero, fundamentalmente, es la remisin que hace el mismo precepto al pargrafo 81 a) (1) StPO, relativo a las investigaciones corporales practicadas sobre el inculpado (krperliche Untersuchung der Beschuldigten), en el que permite concretar la persona del destinatario. En efecto, conforme al pargrafo 81 e) (1) StPO se trata de practicar los anlisis gentico-moleculares sobre el material obtenido mediante las medidas a que se refiere el 81 a(1) StPO. La Proposicin espaola de Ley del Grupo Parlamentario Popular, de 21 de febrero de 1995, que pretende desarrollar la citada Recomendacin, indica en su art. 4 que la toma de muestras para el anlisis de ADN, se limitar a las <<personas que aparezcan como presuntos responsables de delitos>>. En efecto, se trata de una expresin que se acomoda a la terminologa empleada por la LECrim., para referirse a los destinatarios de las diligencias de investigacin, frecuentemente restrictivas de derechos fundamentales, junto con otra no menos frecuente como es la de <<procesado>>. Sin embargo, en el Derecho comparado el trmino ms utilizado es el de sospechoso. DECIMOCUARTO.- En el Derecho Comparado se ha procedido a regular legislativamente la tcnica del ADN. Adems de la recomendacin 1(92) sobre la utilizacin del ADN dentro del marco de la Administracin de Justicia Penal, del Comit de Ministros del Consejo de Europa, debe tenerse en cuenta el Convenio 10 del Consejo de Europa, aprobado el 4 de abril de 1996 y ratificado por Espaa con fecha 23 de julio de 1999. El precitado Convenio est dirigido a garantizar la dignidad del ser humano y los derechos y libertades fundamentales de la persona, en relacin con las aplicaciones de la Biologa y de la Medicina. Los derechos previstos en el Convenio no pueden ser objeto de otras restricciones ms que aquellas que, previstas por la Ley, supongan medidas necesarias de una sociedad democrtica para la seguridad pblica, la prevencin de delitos, la proteccin de la salud pblica o la proteccin de los derechos y libertades de los dems. La Regla 23 del Proyecto de reglas Mnimas de las Naciones Unidas para la Administracin de la Justicia Penal exige el consentimiento. Ahora bien, cuando no se presta el consentimiento para practicar la prueba, la autoridad judicial puede acordarla, atendiendo a la gravedad del problema, a la falta de peligro para la salud del afectado, a los principios de interdiccin de la arbitrariedad, seguridad jurdica, igualdad, legalidad, razonabilidad, contradiccin y proporcionalidad. La Resolucin del Convenio de la Unin Europea de 9 de junio de 1997 potencia el intercambio, al tiempo que lo delimita, determinando que, el precitado intercambio de resultados de anlisis de ADN con vistas a la investigacin judicial en materia penal, tiene que limitarse al intercambio de datos de la parte no portadora de cdigos de la molcula del ADN. La normalizacin de los marcadores de ADN constituye una condicin indispensable para un intercambio eficaz de los resultados de anlisis de ADN. En el Derecho Comparado Europeo y Americano, en los ltimos aos, se han regulado las tnicas de obtencin del ADN por los legisladores de los respectivos pases, de una forma un tanto dispersa y, en ocasiones, contradictoria. Adems de la legislacin alemana, ya expuesta y de alusiones puntuales a otros pases, procede aadir: A) En Holanda se utiliz como prueba exculpatoria por el Tribunal Supremo holands en 1990, la prctica del ADN. Como en otros ordenamientos jurdicos (includo el espaol) la jurisprudencia se adelant a la modificacin legislativa. La Ley de 8 de Noviembre de 1993 modific el Cdigo Penal holands y la Ley de Enjuiciamiento penal, atribuyendo al Juez de Instruccin de oficio o a instancia del Fiscal, ordenar que se tome al sospechoso de un delito (para el que estuviera legalmente previsto una pena de privacin de libertad de ocho aos o ms) sangre para la realizacin de un anlisis de ADN mediante decisin debidamente motivada y que se dar vista al sospechoso. En el Ordenamiento jurdico procesal alemn se regulan las injerencias corporales, en el pargrafo 81 a, bajo el epgrafe: "Investigacin corporal: extraccin de sangre", que literalmente deca: "Podr ordenarse la investigacin corporal del inculpado para la constatacin de los hechos que fueran de importancia para el proceso. Con esta finalidad, sern admisibles extracciones de sangre y otras injerencias corporales, que sern tomadas por un mdico segn las reglas del saber mdico, sin consentimiento del inculpado, cuando no se temiera ninguna desventaja para su salud. La ordenacin corresponder al Juez, tambien a la Fiscala y a sus ayudantes, cuando existiera peligro por el retraso que pudiese perjudicar el xito de la investigacin." El texto anterior hace referencia a la Investigacin corporal y extraccin de sangre, y se ha aplicado a las pruebas de ADN. Debe resaltarse que se maneja el trmino sospecha o sospechoso. (La sospecha (Verdacht), segn la doctrina cientfica, puede ser hinreichend, es decir, suficiente para decidir si se abre el procedimiento principal ( S 203 a StPO), o dringend, muy fuerte, muy fundada, que es presupuesto para adoptar determinadas medidas cautelares, como la prevista en el texto.) En el Derecho espaol se utilizaban, indistintamente los textos inculpado, imputado, acusado, responsable civil. Sin embargo la modificacin de la Ley de Enjuiciamiento Criminal espaol se hace referencia al "sospechoso". El trmino es ms amplio y flexible que los tradicionales. El trmino "sospechoso" que recoge la reciente modificacin legislativa espaola es un concepto jurdico indeterminado menos polmico y condicionado que los de imputado y querellado. La palabra sospechoso es ms omnicomprensiva y menos rgida que la terminologa tradicional. Es por ello que el legislador espaol, (aunque con demora), ha recogido el trmino "sospechoso" en su redaccin actualizada.) La modificacin legal del Ordenamiento Jurdico espaol le aproxima ms a las legislaciones europeas, aunque resulte insuficiente.. Si la sangre no fuera un material apropiado el Juez Instructor mandar que se extraiga de la mucosa bucal o de la raz del cabello del sospechoso, para la realizacin de la investigacin de ADN. En el 11 Ordenamiento jurdico de Holanda se establece el derecho del acusado a una prueba posterior de ADN, realizada por un segundo laboratorio, regulndose en detenimiento el derecho al contraanlisis. B) Con anterioridad a la regulacin normativa en Francia se emiti por el Comit Consultivo Nacional de tica para las Ciencias de la Vida y de la Salud el Dictmen de 15-12-1989 sobre la difusin de las tcnicas de identificacin mediante el anlisis de ADN, propugnando que la realizacin de las pruebas de ADN no pueden tenerse en cuanta ms que en decisiones judiciales. La utilizacin de los anlisis genticos en Francia se regul por leyes 1994/653, de 29 de julio; 96/452, de 28 de mayo de 1996 y 98/468, de 17 de junio de 1998 , que reformaron adems del Cdigo de la Salud Pblica, el Cdigo Civil y sobre todo el Cdigo Penal. Se requiere que existan indicios de culpabilidad del sospechoso para la toma de la muestra. La competencia se atribuye "ex lege" al Juez de Instruccin del caso o por el correspondiente Procurador de la Repblica. Los Magistrados debern siempre requerir del informe de un experto oficial. En el Ordenamiento jurdico francs la identificacin de una persona por sus huellas genticas slo podr investigarse en el marco de diligencias de investigacin o instruccin, dentro de un procedimiento judicial o con fines mdicos o de investigacin cientfica (en estos dos ltimos supuestos con consentimiento previo). El decreto n 97/109 de 6 de febrero de 1997 crea bajo la dependencia del Ministerio de Justicia una Comisin encargada de autorizar a las personas habilitadas para realizar misiones de identificacin por huellas genticas en el curso de un procedimiento judicial (presidida por un Magistrado del Tribunal de casacin). El sistema francs es ms terico y administrativizante que el angloamericano, ms flexible, pragmtico. Incluso el sistema francs intenta aplicarse con un criterio ms garantista, lo cual en la praxis y en los resultados no puede afirmarse categricamente. En la mayora de los sistemas jurdicos europeos y en el caso de Estados Unidos, se establece la garanta de los jueces. Cuando el rgano jurisdiccional autoriza motivadamente el anlisis es definitivamente aceptable y comprensible la responsabilidad penal del mismo; sobre todo si se tiene en cuenta que las ms de las veces, se realiza a instancia del Ministerio Fiscal. (En escasos pases se atribuye la competencia directa al Ministerio Fiscal y a la polica judicial, sin decisin judicial previa). En el Ordenamiento jurdico francs para la toma de muestras, si se trata de saliva, podr ser llevada a cabo por el personal especialista de la polica o de la Gendarmera Nacional. Si se procede a la toma de una muestra de sangre es necesaria la intervencin de un mdico. C) En Inglaterra y Pas de Gales (as como en Irlanda del Norte), la normativa sobre la utilizacin de las tcnicas de anlisis del ADN es la que respeta en menor medida las Recomendaciones del Comit de Ministros Europeo, primando el pragmatismo y la eficacia en la averiguacin de la autora de un delito en el mbito de la justicia penal. La amplitud de los delitos que legitiman la extraccin de muestras corporales y posterior anlisis gentico es considerable, recogindose en la lista de "recordable offences" aproximadamente sesenta y cuatro modalidades de infracciones penales. Se distingue entre muestras ntimas y no ntimas, negndose la condicin de muestras ntimas a la saliva, a los frotis practicados en la cavidad bucal y al pelo con la raz. En realidad el anlisis del ADN ha evolucionado sensiblemente y la extraccin de muestras no encierra riesgos fsicos apreciables, obtenindose de la saliva y hasta del sudor. D) En Estados Unidos se protege "a priori" la intimidad gentica. El elevado nmero de delitos, sobre todo sexuales, que se cometen en EE.UU., y la concurrencia de conductas reincidentes, provoc la promulgacin de la "Genetic Privacy and non discrimination Act of 1995", que arranca de la perspectiva de que la molcula de ADN contiene informacin acerca del probable futuro mdico de una persona y que dicha informacin gentica es exclusivamente privada, de manera que no ser almacenada ni revelada sin consentimiento de la persona afectada. La utilizacin y revelacin indebida de la informacin gentica afecta a la privacy. Sin embargo, las garantas y derechos derivados de la intimidad gentica son objeto de importantes restricciones en determinados supuestos, entre los que se incluye sobre todo la investigacin de los hechos punibles. La Ley regula en tres Secciones diferentes las excepciones al principio del consentimiento: a) La identificacin de cadveres (section 121); b) la identificacin que tiene por objeto la aplicacin de la ley penal 12 (law enforcement) (section 122) y c) la obtencin y anlisis de muestras de ADN ordenadas por los Tribunales (Section 123). La obtencin, almacenamiento y anlisis de las muestras est limitado a la finalidad de cotejar o contrastar (matching) muestras de ADN en las investigaciones penales. El acceso a las muestras de ADN est limitado a las agencias autorizadas para la aplicacin de la ley penal, a las acusaciones, a la defensa tcnica, a los acusados y sospechosos as como a los agentes autorizados. La "informacin gentica privada" hace referencia a un concepto jurdico indeterminado de contenido amplsimo, con importantes restricciones y limitaciones. De acuerdo con el principio de proporcionalidad el anlisis no debe exceder ms all de lo absolutamente imprescindible. La ratio de la ley es mantener el anlisis de ADN en el mbito ms estricto, que menor perjuicio puede ocasionar al afectado, lo cual debe ser tenido en cuenta por la decisin o mandato judicial. El FBI cre y desarroll el denominado "Combined DNA Index System" (CODIS), o Banco nacional estadounidense de perfiles de ADN. Los objetivos principales del CODIS son a) otorgar asistencia a los investigadores penales en la identificacin de sospechosos y b) incrementar la eficacia de los laboratorios forenses. El CODIS es una base de datos jerarquizada, que contiene fichas de casos de identificacin forense, en los que se ha utilizado tecnologa ADN. En la ficha solo queda registrada una parte limitada de la informacin concerniente al caso, es decir, exclusivamente aquella, que permita la bsqueda de un perfil gentico de ADN coincidente. La palabra "ndice" en el sistema de ndices de ADN combinado no es arbitraria. CODIS es un sistema de indicadores; la base de datos solo contiene informacin necesaria para realizar la identificacin. E) En Austria existe legislacin reguladora de Base de Datos de ADN desde 1997. Existe una configuracin por perfiles de ADN procedentes de a) sospechosos, b) condenados y c) vestigios de procedencia desconocida. El Tribunal de casacin exige la autorizacin judicial y la citacin judicial y audiencia previa para la obtencin del ADN. Los anlisis se realizan por el Instituto de Medicina Legal. F) En Canad la Ley de 13 de julio de 1995 modific el Cdigo Penal introduciendo en el mismo una regulacin normativa del Anlisis forense del ADN, que exige mandato judicial y resolucin de un Tribunal Provincial, motivada y razonable, para la toma de muestras de ADN. El legislador canadiense considera motivos razonables para la prctica del ADN: a) que se haya cometido determinado delito; b) que haya sido encontrada una sustancia corporal, bien en el lugar donde se cometi el delito o en el cuerpo de la vctima del delito, o en cualquier prenda de la vctima del delito, que llevase en el momento en que fue cometido, o en el cuerpo de cualquier persona o cualquiera cosa o lugar, relacionado con la comisin del delito; c) que la persona hubiere participado en el delito; d) que el anlisis forense de ADN de la sustancia corporal de la persona provocara pruebas acerca de si la sustancia corporal procede de dicha persona. No se establece prelacin sobre el tipo de muestras para la realizacin del anlisis del ADN. Aunque no se dispone un orden de prelacin de las muestras se hace referencia a la posibilidad de extraer pelos de raiz, practicar frotis bucales o la extraccin de sangre. De una lectura del Derecho comparado se deduce que la conducta del Magistrado-Juez querellado, Ilmo. Sr. D. Ildefonso , fue intachable y ajustada a Derecho tanto de acuerdo con la legislacin espaola, como con la legislacin comunitaria-europea, e incluso angloamericana. El Magistrado-Juez querellado no ha incurrido en infraccin alguna, ni penal, ni de otra naturaleza. Se ha respetado el derecho a la intimidad gentica y los principios de consentimiento, legalidad. La conducta del Magistrado-Juez querellado fue ajustada a Derecho y respetuosa con los derechos fundamentales y principios constitucionales. En efecto el comportamiento del Juzgador fue adecuado al Ordenamiento Jurdico. El sometimiento forzoso del sospechoso, ahora querellante, a la prctica del ADN, no conculc ni la Constitucin ni el resto del Ordenamiento jurdico. Se respet el procedimiento debido, legalmente establecido, por lo que en principio, no existe duda de la validez jurdica y adecuacin constitucional de la informacin obtenida. La Resolucin judicial del Magistrado-Juez querellado fue vlida y eficaz, desde una perspectiva jurdica, tanto en cuanto al fondo, como en cuanto a la forma ya que cumpla los requisitos exigidos legalmente: a) se adopt la forma de Auto, b) El Auto aparece motivado suficientemente, c) el contenido del Auto es razonable, 13 d) se respeta el derecho a la intimidad y el principio de proporcionalidad, y e) se ajusta a la doctrina del Tribunal Constitucional y del Tribunal Supremo. El Auto judicial del Magistrado-Juez, tanto en su adopcin, como en su ejecucin fue respetuoso con: a) el Derecho a la intimidad; b) la dignidad de la persona; c) el derecho a la integridad fsica y moral; d) la presuncin de inocencia y e) el derecho a la salud. DCIMOQUINTO.- Se plantea cual es el momento procesal en que resulta adecuada la aplicacin de la diligencia. Como regla general, se ha sealado que es la fase preparatoria o de instruccin donde la prctica de los anlisis de ADN adquirir verdadera relevancia como medio de investigacin. Esto no significa que, con posterioridad, no pueda recurrirse a esta modalidad de anlisis, por ejemplo, su proposicin y prctica como medio de prueba en el juicio oral o en sucesivas instancias. Esta cuestin se ha planteado, segn la doctrina cientfica en el Derecho alemn, no directamente en relacin con el anlisis de ADN, de reciente regulacin, pero s acerca de las investigaciones corporales del pargrafo 81 a (1) StPO que, como acabamos de mencionar, sirven de fundamento legal a la obtencin del material corporal necesario para practicar aqullos. El precepto indicado utiliza tambin expresamente el trmino inculpado (Beschuldigte), pero no contiene, sin embargo, una determinacin conceptual de lo que significa <<Beschuldigte>> y ello ha originado ciertas dudas atendiendo a la circunstancia de que la StPO emplea otros trminos para designar al sujeto pasivo del proceso a medida que ste avanza. As <<Angeschuldigte>> sera el inculpado contra el que se hubiera ejercido la accin pblica y <<Angeklagte>> -acusado- sera el inculpado o imputado contra el que se hubiera acordado la apertura del procedimiento principal conforme a lo establecido en el pargrafo 157 StPO. La mayora de los comentaristas de la StPO alemana se muestran partidarios de una interpretacin amplia del concepto de inculpado mencionado en el pargrafo 81 a StPO. Hay que entender comprendidos en este concepto, no slo el inculpado en sentido estricto, sino tambin el imputado - Angeschuldigte-contra el que se hubiera ejercido la accin pblica as como el acusado - Angeklagte-contra el que se hubiera abierto el proceso principal. Ms discutida ha sido, en cambio, la posibilidad de considerar dentro del concepto de inculpado la persona que ha sido ya condenada (Verurteilte). La doctrina especializada ha puesto de relieve como el Ordenamiento jurdico procesal ha recurrido a las pruebas biolgicas. La propia Medicina Forense ha elaborado una especialidad denominada Gentica Forense. La utilizacin en Derecho de las pruebas biolgicas no constituye una novedad, puesto que los anlisis de sangre y de algunos de sus componentes, grupos o caracteres se practican desde hace tiempo. Con el ADN ha surgido por su precisin y seguridad que suministra una revolucin en varias Instituciones, tanto en Derecho Civil (filiacin) como en Derecho Penal (asesinato, homicidio, delitos sexuales...). La doctrina jurdica ms autorizada resalta, siguiendo el criterio de los expertos, cmo, los anlisis de identificacin por el ADN, gracias al polimorfismo del ADN no codificante, es decir, a su variabilidad de unos individuos a otros, ofrece la ventaja de su excepcional capacidad individualizadora e identificativa; y, merced tambin a una tcnica replicante del ADN de la muestra disponible -la reaccin en cadena de la polimerasa, PCR-, permite que aunque esta sea mnima (restos de saliva, uno o varios cabellos), puedan realizarse cuantos anlisis sean necesarios, dado que las pruebas as practicadas no comportan el agotamiento o destruccin de la muestra biolgica, incluso aunque los restos biolgicos sean muy antiguos. La generalizacin de la tcnica del ADN ha hecho surgir la polmica de si las pruebas de los perfiles del ADN involucran de algn modo el Derecho Fundamental a la Intimidad. Especialmente en los medios forenses y de Polica Cientfica (pero tambin algn Tribunal Constitucional extranjero) suele negarse tajantemente tal pretendida vinculacin, ya que no suministra ms informacin personal del individuo, que la que podra deducirse de una huella dactilar -se argumenta- y respecto a esta nunca se ha planteado reserva alguna sobre su nula potencialidad afectante a la intimidad personal. Un sector doctrinal importante estima que debe aceptarse sin reservas que estos anlisis especficos de los perfiles de ADN no aportan - o no deben aportar - informacin de las caractersticas biolgicas de la persona analizada (por ejemplo, referentes a su salud presente o futura), puesto que no se realizan sobre la estructura codificante o gentica del ADN, por lo que desde esta perspectiva, no plantearan - en principio y de acuerdo con el estado actual de los conocimientos cientficos - problemas especiales de proteccin de la intimidad. Tampoco presenta riesgos para la salud. 14 No obstante, la posibilidad de que ciertos perfiles o rasgos biolgicos en s mismos irrelevantes, pero que pueden llegar a ser significativos si se ponen en relacin con otros datos referentes a sucesos o circunstancias vinculados con aquel por lo que entonces puede verse afectada a su intimidad. Por tal razn, una elemental prudencia iuris conduce a admitir que existe una afectacin a la intimidad personal, aunque sea de menor entidad, propugnando que deba asumirse y adoptarse garantas de proteccin semejantes a las que se aplica en relacin con otras pruebas corporales y con otros datos de carcter personal. De conformidad con la Declaracin Universal de la UNESCO sobre Genoma Humano y Derechos Humanos de 11-11-1997, las investigaciones sobre el genoma humano y sus aplicaciones abren inmensas perspectivas pero deben al mismo tiempo respetar la dignidad, la libertad y los derechos de la persona humana, as como la prohibicin de toda discriminacin fundada en caractersticas genticas. La propia Resolucin Judicial (Auto), del Magistrado Juez Instructor, deja a salvo el respeto de los Derechos Fundamentales. La Recomendacin N R(92) 1 del Consejo de Europa sirvi de inspiracin a una proposicin de Ley del Grupo Parlamentario Popular de 21-2-1995, sobre el uso y prctica de la prueba del anlisis del ADN dentro de la estructura del Derecho Penal y en la investigacin de la paternidad. Tambin present el mismo grupo parlamentario otra proposicin no de ley de 5 de mayo de 1998, dictando la regulacin del ADN en el mbito de la justicia penal y de la investigacin de la paternidad. La Ley Orgnica 15/2003, de 25 de noviembre , por la que se modifica la Ley Orgnica 10/1995, de 23 de noviembre , del Cdigo Penal, en su disposicin final primera letra c), que se aade un segundo prrafo al artculo 363 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal con la siguiente redaccin: "Siempre que concurran acreditadas razones que lo justifiquen, el Juez de Instruccin podr acordar, en resolucin motivada, la obtencin de muestras biolgicas del sospechoso que resulten indispensables para la determinacin de su perfil de ADN. A tal fin, podr decidir la prctica de aquellos actos de inspeccin, reconocimiento o intervencin corporal que resulten adecuados a los principios de proporcionalidad y razonabilidad." En sntesis se establece: 1) La competencia del Juez de Instruccin; 2) La potestad para acordar la obtencin de muestras biolgicas del ADN; 3) Que concurran acreditadas razones que lo justifiquen. No se trata de una potestad arbitraria, sino que debe indicarse el fundamento de la medida; 4) La resolucin ( preferiblemente Auto), debe ser motivada; 5) La ratio es la obtencin de muestras biolgicas del "sospechoso", (figura delictiva ms amplia que la de inculpado, imputado y procesado); 6) Resulta indubitada la competencia el Juez de Instruccin, por lo que no se puede, en un principio, tratar de atribuir un delito, a quien acta en el mbito de sus competencias, con fundamento racional y razonado; 7) La resolucin debe ser motivada; 8) La obtencin de muestras biolgicas del sospechoso se limitar a las que sean indispensables para la determinacin de su perfil de ADN; 9) Los actos de inspeccin, reconocimiento, intervencin corporal, debern resultar adecuados a los principios de proporcionalidad y razonabilidad; 10) La obtencin del ADN exige consentimiento o decisin judicial, debiendo respetarse las garantas del Derecho al proceso debido, proceso justo o limpio. La precitada Ley Orgnica 15/2003, de 25 de noviembre, por la que se modificaba la Ley Orgnica 10/1995, de 23 de noviembre, del Cdigo Penal, introduce la modificacin en la Ley de Enjuiciamiento Criminal, en su disposicin final primera , pero adems aade en su disposicin final cuarta a la Ley de Enjuiciamiento Criminal una disposicin adicional tercera con el siguiente contenido: Cuarto. Se aade a la Ley de Enjuiciamiento Criminal una nueva disposicin adicional tercera , con el siguiente contenido: "El Gobierno, a propuesta conjunta de los Ministerios de Justicia y de Interior, y previos los informes legalmente procedentes, regular mediante real decreto la estructura, composicin, organizacin y funcionamiento de la Comisin nacional sobre el uso forense del ADN, a la que corresponder la acreditacin de los laboratorios facultados para contrastar perfiles genticos en la investigacin y persecucin de delitos y la identificacin de cadveres, el establecimiento de criterios de coordinacin entre ellos, la elaboracin de los protocolos tcnicos oficiales sobre la obtencin, conservacin y anlisis de las muestras, la determinacin de las condiciones de seguridad en su custodia y la fijacin de todas aquellas medidas que garanticen la estricta confidencialidad y reserva de las muestras, los anlisis y los datos que se obtengan de los mismos, de conformidad con lo establecido en las leyes". Por ltimo, la disposicin final quinta de la precitada Ley Orgnica 15/2003, de 25 de noviembre , precepta: La presente ley orgnica entrar en vigor el da 1 de octubre de 2004, con excepcin de la disposicin final primera, la disposicin final segunda, la disposicin final tercera y la disposicin final cuarta, que entrarn 15 en vigor el da siguiente al de la publicacin de esta ley orgnica en el Boletn Oficial del Estado, y de los apartados octogsimo octavo, octogsimo noveno y nonagsimo del art. nico, que modifican los art. 259, 260 y 261 del Cdigo Penal , que entrarn en vigor el mismo da en que lo haga la Ley 22/2003, de 9 de julio , Concursal. La Ley Orgnica 15/2003, de 25 de noviembre, por la que se modifica la ley orgnica 10/1995, de 23 de noviembre , del Cdigo Penal fue publicada en el B.O.E. n 283, de 26-11-2003. No obstante la modificacin legislativa del artculo 363 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal es insuficiente. Sentada la trascendencia de la cuestin, aqu tratada, esto es, la naturaleza, carcter, alcance e implicaciones de la prueba de la obtencin del ADN, no se oculta la parquedad de la regulacin y la conveniencia de desarrollos y concreciones de la misma que, por va legal, administrativa y jurisprudencial, aborden todos los extremos de la misma y extraigan las virtualidades, particularmente despus de la reciente reforma del artculo 363 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. En esta direccin se enmarcan recientes iniciativas, como la de la Comisin Provincial de Coordinacin de la Polica Judicial de Madrid, propugnando la creacin de un Banco gentico nico donde introducir reseas biolgicas de todas las personas detenidas, con vistas a, si vuelven a delinquir, disponer de una base de datos con elementos probatorios que permitan capturarles ms rpido, pues bastara con tomar una muestra gentica del supuesto criminal (por ejemplo en casos de violencia sexual) de la ropa de la vctima, aislar el ADN obtenido y comprobar si el mismo corresponde con la huella gentica de alguna persona que haya estado detenida, bastando, previamente, una actuacin tan mnima jurdica y fsicamente, siempre que respeten las garantas de proporcionalidad, motivacin y, en general, resolucin judicial en que se autorice, guardando los derechos fundamentales implicado -como una escobilla higinica con la que se toma una muestra de saliva, sudor u otro fluido anlogo; de ella se extraera una huella gentica y a este se le asignara un nmero, que se guardara en el Banco, todo lo dems se destruira y slo quedara esa cifra, nmero o "cdigo de barras". Si esa misma persona cometiera un delito despus y deja algn resto biolgico en el lugar del crimen, sera sencillo identificarle, con un margen irrelevante de error. No se tratara, con esas cautelas, atemperaciones y garantas de ninguna tcnica y procedimientos dainos, fsica ni jurdicamente, se reitera, respetuosos, en fin, con los derechos fundamentales predominantemente implicados: intimidad, integridad corporal, a no autoinculparse ( nemo se detefere, nemo tenetur edere contra se, nemo tenetur se ipsum procede accusare, nemo tenetur armare adversarium sum contra se), a la tutela judicial efectiva y a la averiguacin garantista y formalizada de la pretendida verdad histrica a travs del procedimiento y proceso penales, as como de las etapas previas de investigacin y actuaciones policiales y gubernativas. DECIMOSEXTO.- Resulta sumamente aconsejable preceptivo analizar el origen histrico de la palabra "prevaricacin" y la evolucin de su contenido, ya que a diferencia de otras instituciones, la palabra "prevaricacin", originaria del Derecho Romano, no coincide con el significado de la codificacin vigente. En el Derecho espaol, aunque se configura el delito de prevaricacin utilizando un vocablo del Derecho romano, no existe coincidencia entre el trmino histrico y la tipificacin actual recogida en el Cdigo penal vigente. Un anlisis histrico sinttico del delito de prevaricacin nos permitir comprobar sus peculiaridades histricas, subsistiendo alguna de ellas como el delito de prevaricacin judicial culposa y la influencia profunda de la Revolucin francesa, de la codificacin y del principio de separacin de poderes. La evolucin histrica del delito de prevaricacin judicial servir de base para comprender su autonoma actual frente al delito de prevaricacin administrativo, que la parte querellante confunde. Tambin evidenciar y resultar demostrativa de que ni en el Derecho vigente, ni en ningn momento histrico, se ha exigido la responsabilidad por supuesto delito de prevaricacin a una Magistrado-Juez, que cumple los deberes imperativos de instruir y averiguar, que son derivados "ex lege" de su cargo. Adems, procederemos al examen jurisprudencial y doctrinal de las cuatro tesis dogmtico- jurdicas, elaboradas sobre el delito de prevaricacin (subjetivas como objetivas, mixtas y de los deberes), que permitir demostrar que ninguna de ellas podra utilizarse para tipificar o calificar, ni siquiera de forma indiciaria, la conducta del Magistrado-Juez Instructor querellado, con un delito de prevaricacin dolosa o culposa, y que por el contrario el Magistrado-Juez Instructor se limit a cumplir con las obligaciones legales imperativas, ejerciendo su funcin judicial de forma ajustada a Derecho. 16 Se hace preciso, por consiguiente, proceder al examen de las imputaciones delictivas, que realiza la parte querellante contra el Magistrado-Juez Instructor. El primer delito que imputa es el de prevaricacin, aunque en la querella se invoca el delito, tipificado en el art. 404 del Cdigo Penal , y no los preceptos que regulan especficamente la prevaricacin judicial ( arts. 446 y 447 CP ). El delito de prevaricacin ha sido recogido por la mayora de los ordenamientos jurdicos de Derecho codificado, aunque su significacin y contenido son variables y contingentes. El delito de prevaricacin judicial tiene una profunda raigambre histrica, aunque su estructura y significado no siempre haya resultado uniforme. Las regulaciones que podemos encontrar en las compilaciones ms antiguas reflejan la ausencia de un concepto autnomo y englobante de la prevaricacin, lo que explica que este tipo de comportamientos aparezcan no slo dispersos a lo largo de los textos, sino tambin confundidos con otras figuras delictivas que en la actualidad tienen plena autonoma (v. g. cohecho, falsedad...). El Cdigo de tradicin Babilnica ms importante de toda la antigedad, denominado Cdigo de Hammurabi, regulaba la prevaricacin judicial en los siguientes trminos: "Si un juez instruye un caso, dicta sentencia y extiende un veredicto sellado, pero luego modifica su sentencia, a tal juez le probaran que ha cambiado la sentencia y la suma de que trataba la sentencia, la tendr que pagar doce veces. Adems, y en pblica asamblea le echaran de su sede judicial de modo irrevocable y nunca ms podr volver a sentarse con jueces en un proceso". En la legislacin antigua puede percibirse una cierta confusin entre el poder legislativo y el poder religioso. Las normas no siempre tenan el significado jurdico que hoy les atribuimos. En los textos romanos se contienen diferentes descripciones de prevaricacin, aunque como sabemos los romanos no eran partidarios de delimitar conceptualmente los institutos jurdicos, ya que consideraban que toda definicin resultaba peligrosa ("omnis definitio periculosa est"). Segn Ulpiano, en el Digesto, "prevaricator" en latn es lo mismo que Varicator, y se dice aquel que ayuda a la parte contraria, manifestndole la causa de la suya; cuyo nombre dice Labeon que se deriv de las palabras "varia certatio": porque el que prevarica hace dos partes, por mejor decir hace la contraria. En otro lugar el mismo jurisconsulto nos ofrece otra definicin: Prevaricador se dice el que vara, el que ayuda a la parte contraria manifestando la causa de la que el defiende, cuyo nombre dice Labeon que se deriva de la defensa varia; porque el que prevarica defiende a una y otra parte, esto es, a ambas. Tambin el Digesto, basndose nuevamente en Ulpiano, seala que llamamos prevaricadores a los que manifiestan a los contrarios las causas de los que defienden, y les ayudan: llamamos as del verbo "varico", que significa no andar derecho o andar de una parte a otra. Otro insigne jurisconsulto, como lo fue Marciano, estima que prevaricar es ocultar el verdadero delito. En el periodo del Derecho Visigodo, en el que se sita el Fuero Juzgo, la razn del castigo de este tipo de comportamientos se hallaba fundamentalmente en la deslealtad hacia el seor, al que tambin estaban sometidos los jueces. Segn avanzaba la Edad Media, cuando el Estado comienza a abrirse camino como una entidad con sustantividad propia, el fundamento del castigo de estos comportamientos se encuentra principalmente en la deslealtad e infidelidad hacia la persona del Rey, al que todos se hallaban sometidos. En la Edad Moderna tampoco resulta posible, dado el contexto poltico imperante, hablar de una independencia de los Jueces respecto del monarca, y verdaderamente dichos delitos no se individualizan frente a los cometidos por cualquier otro funcionario pblico, cifrndose la esencia de los mismos en la deslealtad hacia el monarca. El Fuero Juzgo, aunque de una forma dispersa a lo largo del texto, contiene un regulacin exhaustiva de la prevaricacin judicial, a la que se alude en diversas disposiciones. Se concepta la prevaricacin judicial como un comportamiento malicioso excluyndose los supuestos de imprudencia e ignorancia. Semejante regulacin se contiene en el Fuero Real, que tampoco castig los supuestos de imprudencia. La regulacin de la prevaricacin judicial contenida en las Partidas del Alfonso X el Sabio, se caracteriza igualmente por la falta de punicin de la imprudencia y por tratarse de una normativa completa y pormenorizada. Tanto en el Fuero Juzgo, como en el Fuero Real y en las Partidas del Alfonso X el Sabio se concepta la prevaricacin judicial como la conducta de aquel que "juzga tuerto", si bien en las Partidas se alude indistintamente al que "juzga contra derecho". DECIMOSEPTIMO.- La codificacin espaola recogi la prevaricacin judicial, confundindola las ms de las veces con la prevaricacin administrativa de los funcionarios pblicos. 17 El Cdigo penal de 1822 regul la prevaricacin judicial en su Parte I, Ttulo VI ("De los delitos y culpas de los funcionarios pblicos en el ejercicio de sus cargos"), Captulo I ("De la prevaricacin de los funcionarios pblicos"), artculos 451 a 453. Aunque la regulacin de este texto legal gira bajo el epgrafe de los delitos de los funcionarios pblicos, no obstante, realiza invocaciones expresas a los jueces de derecho o rbitros de la misma clase, a los que se impone una pena superior. El Cdigo penal de 1848 regul el delito de prevaricacin en su Libro II, Ttulo VIII ("De los delitos de los empleados pblicos en el ejercicio de sus cargos"), Captulo I ("Prevaricacin"), artculos 269 a 275. Este texto legal, igual que el Cdigo penal de 1822, dedica un mismo captulo a la prevaricacin de los Jueces y de los funcionarios pblicos, pero introduce una importante innovacin al tipificar en diferentes preceptos la prevaricacin de los Jueces (artculos 262 y 265) y la de empleados pblicos (artculos 263 y 264). Dicha innovacin ser respetada por todos los Cdigos penales espaoles dictados con posterioridad. El Cdigo penal de 1870, ampla de forma considerable la regulacin de la prevaricacin judicial, previsiblemente por entender con el ms autorizado de los comentaristas del Cdigo Penal de 1870, que "nada hay que pueda importar tanto al Estado como la recta administracin de la justicia". Este texto legal regul el delito de prevaricacin en el Libro II, Ttulo VII ("De los delitos de los empleados pblicos en el ejercicio de sus cargos"), Captulo I ("Prevaricacin"), artculos 361 a 372. La mayora de los artculos que el Cdigo penal de 1870 dedic a la prevaricacin se referan al Juez y a la sentencia injusta, y, por lo tanto, a la prevaricacin judicial (artculos 361 a 368). A la prevaricacin de funcionario pblico se dedicaron nicamente dos artculos (artculos 369 y 370), igual que a la prevaricacin de los abogados y procuradores (artculos 371 y 372). Por primera vez nuestro legislador penal distingue entre la prevaricacin dolosa, "a sabiendas", y la prevaricacin "por negligencia o ignorancia inexcusable". En el Cdigo penal de 1870 se regula con gran amplitud la responsabilidad penal de los Jueces y Magistrados. A nuestro modo de ver ello se explica, en gran medida, teniendo en cuenta el contexto histrico y legislativo en el que se desarrolla este Cdigo penal. La Constitucin de 1869, de forma similar a la Constitucin gaditana de 1812, marc un momento histrico decisivo en el reconocimiento de un Poder Judicial independiente del Poder Ejecutivo, que se plasmara un ao despus en la Ley Provisional sobre Organizacin del Poder Judicial de 15 de septiembre de 1870, vigente hasta el ao 1985. De forma coherente con la mayor trascendencia atribuida al Poder Judicial y a los integrantes del mismo, el Cdigo penal de 1870 exigi una mayor responsabilidad a los Jueces y Magistrados. En este sentido, la doctrina ms autorizada de aquel momento se manifest partidaria de una responsabilidad judicial severa, que compensase la amplia independencia judicial garantizada a los Jueces y Magistrados. En este Cdigo penal nuevamente se percibe que, si bien se regulaban bajo un mismo Ttulo los delitos de prevaricacin de Jueces y Magistrados y de los restantes funcionarios pblicos, para los primeros se establecen preceptos especficos y penas notoriamente superiores a las previstas para los restantes funcionarios pblicos. El Cdigo penal de 1928 regul la prevaricacin judicial en el Libro II, Ttulo V ("Delitos de los funcionarios pblicos en el ejercicio de sus cargos y otros anlogos"), Captulo I ("Prevaricacin"), artculos 413 a 418. Nuevamente el legislador reconoce las diferencias entre los Jueces y Magistrados y los restantes funcionarios pblicos, dedicando a los primeros seis artculos especficos y castigando su comportamiento con penas notoriamente superiores. El mencionado cuerpo legal trat de moralizar el pas desde la perspectiva de la dictadura sustituyendo al Cdigo penal de 1870, texto este ultimo que, con posterioridad, la Repblica espaola volvera a hacer revivir. Al igual que el Cdigo anterior se someti a responsabilidad penal la conducta de Juez o Magistrado que actuase por negligencia o ignorancia inexcusable, si bien en el Cdigo de 1928 se lleva a cabo una regulacin ms precisa de esta conducta. As mientras el Cdigo de 1870 se refiere exclusivamente a la sentencia manifiestamente injusta, en el Cdigo de 1928 se alude expresamente a la sentencia o resolucin definitiva manifiestamente injusta. Asimismo se contiene una definicin autntica de las expresiones negligencia e ignorancia inexcusables, al sealar que "se tendrn por inexcusables la negligencia y la ignorancia cuando, 18 aunque sin malicia se hubiere dictado sentencia manifiestamente contrara a la ley, o se hubiere faltado a tramite o solemnidad mandado observar por la misma bajo pena de nulidad". El legislador de 1928, elabora posiblemente la descripcin ms detallada del delito de prevaricacin judicial de la historia jurdica espaola, lleg a ofrecer incluso una definicin antiformalista de los Jueces y Magistrados, disponiendo que a los "efectos de este Captulo se consideraran Jueces o Magistrados, aunque no sean designados con tales denominaciones, los que como adjuntos o miembros del Tribunal que haya dictado la resolucin punible, sean responsables de esta". El Cdigo penal de 1932 trat de adecuar regulacin de la materia penal a la Constitucin republicana de 1931. En realidad implic un retorno al Cdigo penal de 1870, si bien se estim que el liberalismo de este no era suficiente lo que motiv que se establecieran numerosas modificaciones. En el momento de abordar la codificacin penal de 1932 se plantearon dos opciones. La primera de ellas era mantener intacto el Cdigo penal de 1870 y la segunda proceder a la elaboracin de un nuevo Cdigo penal en el plazo de dos o tres meses. Ante la imposibilidad de componer un Cdigo penal enteramente nuevo en tan reducido perodo de tiempo, el entonces Ministro de Justicia Don Germn opt por una solucin intermedia, encomendando a los tcnicos de la Asesora Jurdica un doble cometido en el orden penal. El primero de urgente trmino, y de ms dilatado cumplimiento el segundo. Por taxativo encargo del Ministro, la Comisin se cuid con mxima premura de reformar el Cdigo penal en dos aspectos principales: adaptando sus artculos a la nueva Ley constitucional, y humanizando sus preceptos; y una vez acabada esta tarea preliminar, la Comisin debera esforzarse en otra empresa de ms monta, sin plazos perentorios: la de redactar el nuevo Cdigo penal espaol. Entre las novedades ms relevantes, este Cdigo penal introduce en el Libro II, Ttulo V, un nuevo epgrafe titulado "Delitos contra la Administracin de Justicia", en el que se incluyeron los delitos de acusacin y denuncia falsas, el falso testimonio y el quebrantamiento de condena y favorecimiento de la evasin. Sin embargo, el delito de prevaricacin judicial, de forma criticable, continua incardinado en el ttulo VIII, bajo el epgrafe "Delitos de los funcionario pblicos en el ejercicio de sus cargos". El merito de la creacin de un titulo dedicado a los delitos contra la Administracin de Justicia corresponde al legislador de 1932; sin embargo, no se termina de comprender la razn por la que en aquel momento no se incluy la prevaricacin judicial entre los delitos contra la Administracin de justicia. No obstante si se incluyeron algunos delitos que actualmente se recogen bajo esta rbrica en el Cdigo penal vigente, a los que se ha aadido con acierto el delito de prevaricacin judicial. En el Cdigo penal de 1932 la prevaricacin judicial contina siendo, frente a los restantes tipos de prevaricacin, el delito tipificado con mayor detenimiento. Se regul la prevaricacin judicial en los artculos 356 a 362, ubicados en el Captulo I ("prevaricacin") del Ttulo VIII del libro II, bajo el epgrafe "Delitos de los funcionarios pblicos en el ejercicio de sus cargos". La regulacin de 1932 se inspira claramente en la de 1870 y simplifica la de 1928. El Cdigo penal de 1944 regul la prevaricacin judicial en el Libro II, Ttulo VII ("Delitos de los funcionarios pblicos en el ejercicio de sus cargos"), Captulo I ("De la prevaricacin"), artculos 351 a 357. En este texto legal, si bien se respeta la categora de los delitos contra la Administracin de Justicia, a la que se dedica el Ttulo IV del Libro II, la prevaricacin judicial contina encuadrada bajo el epgrafe relativo a los delitos de los funcionarios pblicos en el ejercicio de sus cargos. En el texto refundido de 1973 se reproduce literalmente la regulacin del Cdigo penal de 1944, con la nica excepcin de la pena de multa prevista para el Juez que, a sabiendas, dictare sentencia injusta contra el reo en causa criminal por delito. La exigencia de responsabilidad criminal de los Jueces y Magistrados es una constante histrica, pudiendo encontrarse incluso en las etapas ms remotas del Derecho penal. No obstante, estos antecedentes deben ser ponderados con la debida cautela, toda vez que el concepto de prevaricacin ha variado sustancialmente a lo largo de la historia. En el Derecho romano, el delito de prevaricacin no comprende la conducta del Juez, sino que se refiere principalmente a supuestos de connivencia de las partes que actuaban en el proceso. Tambin es preciso ponderar a tales efectos el contexto histrico-poltico en el que se desarrolla la regulacin de estos delitos. As, en el perodo del Derecho Visigodo, en el que se sita el Fuero Juzgo, este tipo de comportamientos eran castigados fundamentalmente por la deslealtad que suponan hacia el seor, al que los Jueces se hallaban sometidos. Avanzada la Edad Media, cuando el Estado comienza a abrirse camino como una entidad autnoma, estas conductas se castigaban por la deslealtad e infidelidad al Rey, al que todos se hallaban sometidos. En la Edad Moderna, tampoco resulta posible, dado el contexto poltico imperante, hablar de una independencia de los Jueces respecto del monarca, y verdaderamente dichos delitos 19 no se individualizan frente a los cometidos por cualquier otro funcionario pblico, cifrndose la esencia de los mismos en la deslealtad hacia el monarca. En la historia legislativa espaola todos y cada uno de nuestros Cdigos penales regularon, con mayor o menor amplitud, el delito de prevaricacin judicial, sin perjuicio de tratarse de una figura delictiva de escasa aplicacin en la prctica, como lo evidencia la casi inexistente jurisprudencia condenatoria. El concepto jurdico-penal de la prevaricacin judicial ha experimentado una evolucin a lo largo de nuestros Cdigos penales, destacando en este sentido la inclusin de la prevaricacin judicial por negligencia o ignorancia inexcusables a partir del Cdigo de 1870. Etimolgicamente prevaricacin procede del latn "praevaricatio", que deriva, a su vez, de "prae" y "varus"( piernas torcidas o huesos de las piernas torcidos). Desde esta perspectiva etimolgica, prevaricar equivaldra a andar de forma torcida o desviarse del camino recto. Desde un punto de vista gramatical, se ha venido definiendo la prevaricacin como faltar uno voluntariamente a la obligacin de la autoridad o cargo que desempea, quebrantando la fe, palabra, religin o juramento. La prevaricacin, desde un punto de vista jurdico, no siempre ha tenido el mismo significado. Pudimos ver cmo en el lenguaje jurdico de la poca romana clsica esta expresin se utiliz para hacer referencia, no a la conducta del juez o del empleado pblico, sino a supuestos de connivencia con la parte adversaria. El legislador espaol, tradicionalmente, bajo la rbrica de la prevaricacin, viene incluyendo comportamientos que no consisten propiamente en el dictado de una resolucin injusta, como la negativa a juzgar o el retardo malicioso en la Administracin de Justicia. No obstante, y al margen de la inclusin por el legislador de estas figuras ms o menos afines bajo la misma rbrica, cuando se alude al delito de prevaricacin judicial suele hacerse en su significado ms propio y estricto, como aquella conducta consistente en el dictado de una resolucin injusta o, siguiendo la terminologa utilizada por el Cdigo penal alemn, en el torcimiento del Derecho. DECIMOCTAVO.- En la actualidad los delitos de prevaricacin dolosa y culposa tipificados en los arts. 446 y 447 del Cdigo Penal tienen que ser interpretados en su contexto constitucional, de conformidad con la Constitucin, y respetando la configuracin del Poder Judicial. El Ttulo VI de nuestra Constitucin utiliza la expresin "Del Poder Judicial". Al margen de la discusin existente en torno a si resulta adecuada la utilizacin de esta expresin en nuestro texto constitucional, lo cierto es que del propio contenido del Ttulo VI se infiere indiscutiblemente el principio de separacin de poderes. Ello no se deduce de razones meramente terminolgicas sino del hecho de que la Constitucin ha querido potenciar este poder del Estado y situarlo al mismo nivel que los dems poderes. El artculo 117.1 de la Constitucin espaola dispone expresamente que la justicia emana del pueblo y se administra en nombre del Rey por Jueces y Magistrados integrantes del Poder Judicial, independientes, inamovibles, responsables y sometidos nicamente al imperio de la ley. Se seala en primer trmino que la justicia emana del pueblo. La Constitucin, lejos de ser un mero catlogo de principios programticos no vinculantes y de no inmediato cumplimiento hasta que sean objeto de desarrollo por va legal, es la norma suprema de nuestro ordenamiento jurdico, y en cuanto tal, tanto los ciudadanos como todos los poderes pblicos y tambin los Jueces y Magistrados integrantes del Poder Judicial, estn sujetos a ella. El propio Tribunal Constitucional en su Sentencia de 27 de junio de 1984 , la interpretacin judicial no tiene otra regla vinculante que el "dogma de la legalidad". Esta independencia judicial, es decir, la de cada Juez o Tribunal en el ejercicio de su jurisdiccin, se manifiesta tanto hacia el exterior como en la propia organizacin judicial, pudiendo distinguirse una dimensin personal, que garantiza que el Juez en cuanto persona, no se encuentre vinculado por decisiones, opiniones o actos propios o de terceros en su funcin jurisdiccional, una dimensin funcional con la que se pretende asegurar y poner a salvo el ejercicio jurisdiccional de toda influencia o injerencia de otros rganos cualquiera que sea su orden o naturaleza, una dimensin orgnica, en la que el Juez queda liberado de toda subordinacin jerrquica en relacin de los propios rganos del Poder Judicial. 20 El Juez, como protector del Estado de Derecho, desempea una funcin mucho ms trascendente que la desarrollada por otros operadores jurdicos y profesionales, a los que nadie duda exigir responsabilidad con amplitud, no slo por dolo sino tambin por imprudencia. Siempre que se aborda el concepto y contenido de una figura delictiva resulta necesario preguntarse por el bien jurdicamente protegido, esto es, por el valor que se propone tutelar la norma jurdica. En relacin con el delito de prevaricacin judicial resulta absolutamente necesario tener en cuenta su evolucin histrico-legislativa a los efectos de comprender el sentido y alcance de las diferentes posiciones mantenidas por la doctrina cientfica y jurisprudencial. Tradicionalmente, se ha regulado la prevaricacin judicial de forma conjunta con la prevaricacin administrativa, e incluso con otros comportamientos que poco o nada tenan que ver con el ejercicio de funciones pblicas. Esto se realizaba bajo rubricas comunes relativas a los delitos cometidos por los empleados o funcionarios pblicos en el ejercicio de su cargo. Incluso en aquellas etapas histricas en que el Poder Judicial adquiere una mayor independencia frente al Poder Ejecutivo, el legislador, previsiblemente influido por las posiciones del Derecho comparado y quiz tambin, en alguna medida, llevado por la inercia, no varia este criterio equiparador, aunque dedica preceptos especficos a los Jueces y Magistrados, sometiendo su comportamiento a penas notoriamente superiores. DECIMO-NOVENO.- Resulta obligado plantearse no slo la distincin entre prevaricacin judicial y prevaricacin administrativa, sino tambin averiguar cul es el bien jurdico protegido en la prevaricacin judicial. Siempre inquiet a la doctrina cientfica la bsqueda de un elemento de conexin comn a estas figuras delictivas tan dispares. La indudable dificultad de esta tarea determin el nacimiento de una polmica doctrinal, que se centr fundamentalmente en la rbrica del Ttulo VII del Libro II del Cdigo penal de 1944, conservada posteriormente en el Texto Refundido de 1973. Dicha rubrica, siguiendo una tradicin arraigada en nuestros Cdigos penales, contena la siguiente alusin: "De los delitos de los funcionarios pblicos en el ejercicio de sus cargos". Resulta indudable que las rubricas de los Ttulos y Captulos del Cdigo penal no siempre permiten extraer el bien jurdico protegido por las normas ubicadas en los mismos, ni menos an un bien jurdico comn a las distintas tipificaciones delictivas. Incluso en ocasiones, lejos de facilitar esta tarea, pueden inducir a confusin pues lo cierto es que el legislador algunas veces realiza sistematizaciones inadecuadas. Sin embargo, no es menos cierto que con frecuencia las rubricas contenidas en el Cdigo penal constituyen un medio idneo y una gua segura en la bsqueda del bien jurdico que se propone tutelar la norma. Esta realidad, unida al carcter confuso de la rbrica aludida, que por otra parte se iba incrementando segn avanzaban los tiempos y la exigencia de independencia judicial impeda equiparar la figura del Juez o Magistrado con los restantes funcionarios dependientes de la Administracin, dio lugar a una polmica doctrinal en la bsqueda del anhelado elemento de interconexin. Un sector de la doctrina, consider que dicha rubrica, basada en un criterio clasificatorio de los delitos en funcin de sujeto activo, nada indicaba respecto al bien jurdico protegido, lo que la hacia susceptible de una merecida crtica. Algn autor incluso lleg a considerar que el mencionado Ttulo VII no pasaba de ser un ttulo residual en el que se haban agrupado figuras que no tenan un mejor encaje en otros lugares del Cdigo, manteniendo la inexistencia de un bien jurdico comn a todas ellas. Frente a estas posiciones, un sector de la doctrina defendi la existencia de un bien jurdico genrico, fundndose en la posibilidad de hallar un bien jurdico comn a las distintas figuras contenidas en el Ttulo VII, cifr la proteccin de las funciones pblicas. Esta posibilidad de hallar un bien jurdico comn a las distintas figuras delictivas agrupadas bajo el precitado Ttulo fue contemplada con posterioridad por diversos autores, que consideraron que era posible afirmar que el bien jurdico comn a estos delitos se hallaba representado por el servicio que los poderes pblicos haban de prestar a la comunidad. Otra doctrina cientfica acoge el concepto de funcin pblica como objeto genrico de proteccin del Ttulo VII. Este panorama legislativo de innegable oscuridad e indefinicin, y que con escasas modificaciones ya apareca reflejado en todos y cada uno de nuestros Cdigos penales histricos, determin que se hiciese mayoritaria en la doctrina la tesis que cifra la esencia del delito de prevaricacin judicial en la infraccin de un deber frente al Estado. La inquietud por encontrar un nexo de unin entre los diversos delitos contenidos bajo la rubrica comn, unido a una cierta tendencia a acudir al significado gramatical de la expresin prevaricacin (que expresa la conducta del que falta la obligacin de su oficio, quebrantando la fe, palabra, religin o juramento) condujo a un importante sector de la doctrina penal a vincular la prevaricacin judicial con la infraccin del deber del cargo frente al Estado, cifrndose as la esencia de este delito en el quebrantamiento de la obligacin asumida por el funcionario pblico frente al mismo. 21 La tendencia a vincular el delito de prevaricacin judicial, en conexin con la prevaricacin administrativa y los restantes delitos previstos en el mismo Ttulo, con la infraccin del deber asumido frente al Estado por el funcionario pblico ya se manifiesta en nuestros mas insignes comentaristas. En este sentido los primeros comentaristas sealan expresamente con referencia a la prevaricacin en el Cdigo penal de 1870 que: "La naturaleza de sus especies se determina por la existencia de un abuso de confianza que crece y se aumenta, tanto por la calidad de la persona que lo realiza como por lo efectos del acto consumado. Entre el Estado y los funcionarios pblicos hay una relacin de derechos anloga, aunque mucho ms calificada y trascendental, a la que existe entre el mandante y el mandatario. El juez que prevarica, la autoridad administrativa que en tal falta incurre, quebrantan el mandato aceptado, abusan de sus atribuciones, hacen traicin al depsito de autoridad, de confianza y de fe que los poderes pblicos le han confiado. Prevaricar es, segn el Diccionario de la lengua, faltar uno a la obligacin de su oficio, quebrantando la fe, religin o juramento". Tras la lectura de este texto fcilmente se comprende que dicho autor equipara ambos tipos de prevaricacin, la administrativa y la judicial, hallando su esencia comn en el deber que une al funcionario pblico frente al Estado. Para este comentarista, tanto el juez como autoridad administrativa que prevarican traicionan al poder publico que deposit su confianza en ellos. Tras la entrada en vigor de la Constitucin espaola de 1978 no resulta admisible, como en ocasiones se ha pretendido, dejarnos llevar por la inercia de una concepcin del Juez o Magistrado como un funcionario pblico ms que infringe un deber frente al Estado, y dirigida en definitiva a una interpretacin excesivamente restrictiva de los mximos garantes del Estado de Derecho. Se hace preciso, por tanto, llevar a cabo una redefinicin de este delito acorde con la nueva realidad constitucional, en la que el Poder Judicial adquiere la mxima trascendencia. Los Jueces y Magistrados, independientes, inamovibles, responsables y exclusivamente sometidos al imperio de la ley, no son equiparables en el momento actual a los restantes funcionarios pblicos, delegados de la Administracin, sino que desempean una funcin mucho ms importante, quiz la ms relevante en un Estado de Derecho: El ejercicio de la potestad jurisdiccional, juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado. Constituyen uno de los pilares fundamentales sobre los que se asienta el Estado de Derecho e indudablemente ello debe conllevar una correlativa e ineludible responsabilidad. Cuando un Juez o Magistrado se aparta de la ley, que es lo nico que legitima su funcin, no se limita a infringir su deber como funcionario pblico frente al Estado sino que incumple la funcin esencial sobre la que se asienta nuestro sistema constitucional. VIGESIMO.- La Doctrina jurisprudencial sobre la prevaricacin judicial es escasa, ya que desde el ao 1883 hasta 1995 estableci una doctrina comn de la prevaricacin administrativa y de la prevaricacin judicial, existiendo pocos casos de prevaricacin judicial. El Tribunal Supremo, desde sus primeras sentencias en materia de prevaricacin judicial viene exigiendo que la injusticia propia de la resolucin prevaricadora ha de ser una injusticia notoria y ostensible. As, la sentencia del Tribunal Supremo de 29 de enero de 1883 , en un supuesto de denegacin reiterada de la recusacin hacia un Juez, seala expresamente "que aun cuando apreciadas individualmente las resoluciones del Juez interino procesado, no encuentran todas apoyo slido en los preceptos legales atinentes combinados con la armona de sentido indispensable para su recta aplicacin; y la contrariedad de unas y otras denuncie inmediatos y sensibles cambios de criterio; si todo ello acusara error de opinin, como este no es por si slo justiciable, como tampoco lo es en s la mera injusticia de las decisiones judiciales...". La posibilidad de cometer injusticia por no respetar el procedimiento legalmente establecido, ya fue contemplada por la sentencia del Tribunal Supremo de 21 de diciembre de 1883 , en la que se seala que "la Sala sentenciadora no ha cometido error de derecho al calificar el delito comprendindole en el art. 363, porque cualesquiera que hayan sido las informalidades cometidas por el expresado Juez municipal para dictar la resolucin en virtud de la qu impuso al Alcalde la multa de 20 pesetas y costas, se la quita toda significacin y trascendencia cual si emanase de un particular cualquiera, se la da el carcter que realmente tiene por emanar de una Autoridad judicial que prevalida de su misma representacin la lleva efecto procediendo al embargo y venta de bienes del multado, en cuyo supuesto hay que considerarla como sentencia injusta, y tanto ms injusta por haberse prescindido de las formas del juicio correspondiente". La sentencia del Tribunal Supremo de 28 de diciembre de 1885 , admiti la prevaricacin judicial en el siguiente supuesto: "Que establecido en la sentencia dictada por la Audiencia de Lorca que D. Mateo. J., como Juez de primera instancia de Totana: primero, admiti escritos y acord resoluciones perjudicando los derechos de otro, quin no se notificaron en autos civiles legalmente suspensos, por hallarse pendiente de una accin criminal en curso; segundo, neg cuantas pretensiones legtimas le hicieron para reparar por si y en caso contrario en alzada por su superior jerrquico, los agravios que haba inferido; y tercero, que pesar de haber sido recusado cuando se hallaba en tramitacin el incidente a que dio lugar, sigui entendiendo en el asunto principal, dictando un auto en 22 20 de diciembre de 1882 en el que, pretexto de cumplimentar lo acordado por la Sala de la Audiencia del territorio, que ordenaba que, con suspensin de los efectos de aquellas resoluciones, se admitiera en cambio la apelacin interpuesta, todava desatendi en gran parte la resuelto por la superioridad, y pretexto igualmente de interpretar lo que sta haba querido mandar, autoriz que siguieran lesionndose los derechos de la parte reclamante, no puede dudarse que con manifiesta malicia, deducida de los antecedentes expuestos y sabiendas de lo que hacia el Juez de Totana en su ltima providencia injusta de carcter interlocutorio, cometi el delito de prevaricacin de que antes se ha hecho mrito". Por su parte, la sentencia del Tribunal Supremo de 14 de marzo de 1904 , tras adoptar el significado gramatical de la expresin prevaricar, confirma la condena a un Juez que debi haberse abstenido en el conocimiento de un asunto, sealando: "que entre otros casos, y con arreglo lo prescrito en el art. 367 del Cdigo penal , se comete por los Jueces el delito de prevaricacin, cuando sabiendas dictan providencias interlocutorias injustas, en cuya responsabilidad penal incurre evidentemente el Juez municipal que, habiendo conocido de un juicio verbal en primera instancia, ni se abstiene voluntariamente del conocimiento del mismo en grado de apelacin, ni accede la recusacin intentada por alguna de las partes, cualquiera que sea la forma en que la proponga, ni acuerda, si la deniega, la instruccin de la correspondiente pieza separada, porque obrando as infringe preceptos legales tan claros y terminantes, que respecto su aplicacin no puede ofrecerse la menor duda...". La sentencia del Tribunal Supremo de 12 de enero de 1906 , con referencia a la valoracin de conciencia de la prueba practicada, seala: "Que establecido en lo criminal el juicio de conciencia para la apreciacin de las pruebas, la expresin del convencimiento ntimo del juzgador, formado por el conjunto de ellas y por todos los datos o elementos que integren su criterio en la declaracin de hechos probados, no puede servir de base, por regla general, dado su carcter subjetivo a una impugnacin eficaz encaminada a demostrar la injusticia del fallo a los efectos del delito de prevaricacin". De la sentencia del Tribunal Supremo de 16 de mayo de 1910 parece inferirse, "a contrario sensu", la posibilidad de estimar el delito de prevaricacin judicial en aquellos supuestos en que el Juez se deje influir por mviles ajenos al cumplimiento del deber, al sealar que "aun cuando algunas de las resoluciones dictadas por el Juez de primera instancia de Jijona en el expediente base de la querella, no tuvieron slido apoyo en los preceptos de la ley, envolvieran contradiccin demostrativa de falta de fijeza o cambio de criterio, no seran supuestos que obliguen afirmar que sabiendas, sea con propsito conocido de quebrantar mandato legal, se hayan dictado resoluciones estimadas como injustas, antes bien, en la sentencia recurrida se sostiene que no fueron en s, ni consta que el citado Juez se dejara influir por mviles ajenos al cumplimiento de su deber, faltando, por lo tanto, los elementos esenciales que caracterizan la comisin del delito que se castiga en el art. 367 del vigente Cdigo penal , como acertadamente lo ha entendido el Tribunal a quo al desestimar la querella objeto del recurso". A favor de una interpretacin objetiva del elemento de la injusticia, al margen de la rectitud de los propsitos del Juez, parece manifestarse la sentencia del Tribunal Supremo de 8 de julio de 1916 , al sealar: "que el primero y sustancial elemento que ha de concurrir para que exista el delito de prevaricacin, previsto y castigado en el art. 367 del Cdigo penal, es que se haya dictado providencia interlocutoria injusta, en trminos de que la intencin, aun en el caso de que pudiera aparecer dolosa, est siempre subordinada aquel primordial requisito porque la responsabilidad criminal slo se da cuando hay lesin de Derecho, con sancin de ese orden establecido en la ley, y aplicando este criterio a los actos se imputan al referido concurrente al resolver sobre la prevencin del abintestato de Regina ., cuyo acuerdo llevaba como ineludible consecuencia la adaptacin de las medidas precautorias para la seguridad del caudal relicto, es obligado reconocer que cualquiera que sea la gravedad de los datos que hayan de servir para formar juicio acerca de la rectitud del propsito que presidiera a las resoluciones de dicho Juez, estas no tienen el carcter de notoriamente injustas, pues si bien consta que en la misma fecha que dict aquella se le present un testamento olgrafo otorgado por la finada, testamento que ni en extracto se resea, pudo entender, con acierto o sin el, que ese documento no tena la condicin de disposicin testamentaria para los efectos del art. 960 numero 2 de la ley de Enjuiciamiento civil , mientras no se acordare su protocolizacin, y en tal supuesto, el hecho de proseguir las diligencias previniendo el abintestato, diligencias que la sentencia recurrida no especfica y de las que, por tanto , se ignora su trascendencia y duracin no arguye necesariamente la infraccin de una disposicin legal determinada y concreta, base indispensable sobre que habra apoyarse la declaracin de responsabilidad por ese concepto y la aplicacin del precepto legal que el recurso alega, con razn, haberse infringido". Por su parte, la sentencia del Tribunal Supremo de 3 de mayo de 1996 , por medio de una exposicin rigurosa y recopiladora de la doctrina jurisprudencial anterior, acepta dicha doctrina, sealando expresamente: "El Tribunal Supremo, a lo largo de una jurisprudencia copiosa, ha venido sealando, respecto al elemento objetivo de la prevaricacin, que una resolucin es injusta cuando sea contraria a la Ley manifiestamente 23 ( Sentencia de 9 de marzo de 1.910 ), patentemente - Sentencias de 19 de Febrero de 1.891 y 17 de Junio de 1.950 -, o cuando produzca lesin del Derecho ( Sentencia de 8 de Julio de 1.916 ), ya que el mero error en la aplicacin de las leyes no es base de responsabilidad para el que incurre en l, a menos que sea de tal naturaleza que envuelva una injusticia de aquellas que no puedan explicarse por una interpretacin razonable de la Ley y resulte de un modo claro e indiscutible la violacin de un precepto legal ( Sentencias de 25 de Enero de 1.911 y 31 de Enero de 1.914 ) y tambin cuando los trminos precisos y categricos en que se halle redactado un precepto excluyan toda posibilidad de equivocada interpretacin ( Sentencia de 9 de Marzo de 1.910 ), con lo que ha venido a sentar jurisprudencia de que, de conformidad con la ley, no existe injusticia alguna en sentido legal". Por su parte, la sentencia de 10 de mayo de 1993 , establece: "Si bien la determinacin de la "injusticia" de la resolucin no suele ofrecer mayores dificultades, en los primeros supuestos de los tres anteriormente referidos, como son los de absoluta falta de competencia o inobservancia de las elementales normas de procedimiento, si puede ofrecerlas y muchas, cuando la "injusticia" se haya de deducir del contenido sustancial de la propia resolucin, y como es sabido, de las tres teoras que procedentes del campo alemn se han mantenido para pretender, mediante ellas, resolver el arduo problema de determinar cundo una resolucin debe reputarse "injusta", como son: la subjetiva, la objetiva y la mixta, aun sin dejar de reconocer que el Derecho penal, como realista que es, podra reputar punibles y sancionar resoluciones en las que, no obstante su conformidad con el Derecho positivo o a su adaptacin a la legalidad, podra encubrir la conocida por los romanos como "suma injuria" , por ser contraria a lo supralegal o, v. gr., por desviacin del poder, porque el funcionario la dicte contra su conviccin motivada por intenciones o persiguiendo fines espurios, es lo cierto que, debido a la inseguridad jurdica que se derivara de la aplicacin de semejante teora, la generalidad de la doctrina y la jurisprudencia espaola a la que anteriormente se hizo referencia, han optado por la teora objetiva, conforme a la cual no cabe hablar de injusticia de la resolucin, no solamente cuando sta se ajuste a la legalidad, sino cuando aun siendo ilegal la ilegalidad se halle justificada por un error o equivocacin en la interpretacin o alguna supuesta falta de claridad, pues la propia Ley, al estructurar los recursos, reconoce la posibilidad que el funcionario judicial o administrativo se equivoque de manera que no por el hecho de que el rgano superior a quin competa conocer de los recursos declara que la resolucin recurrida no es conforme a Derecho se deriva de ello responsabilidad penal para el funcionario, sino que sea de tal manera grosera, clara y evidente, que sea de apreciar el "plus" de antijuridicidad que se requiere para el enmarcamiento de la conducta del funcionario en el mbito de lo penal, lo que ha de deducirse del contraste entre la resolucin dictada y la que en realidad debi de dictarse. La sentencia del Tribunal Supremo de 4 de julio de 1996 , distingue claramente en el comportamiento delictivo propio del delito de prevaricacin un elemento objetivo y otro subjetivo. Sealando: "1. Un elemento objetivo, consistente en que la autoridad que desempea el poder judicial en el ejercicio de las funciones propias de su cargo dicte un "auto injusto", es decir, una resolucin para la cual la Ley exige la forma de auto cualificada por la nota de su injusticia. El trmino "injusto" o "injusta" que aparece repetido en distinto tipos del delito de prevaricacin, referido tanto a resoluciones judiciales (arts. 351 a 356) como a las administrativas (art. 358), aparece cualificado con el adverbio "manifiestamente" cuando se definen estas figuras de infraccin criminal en su modalidad culposa (arts. 355 y prrafo II del 358), como si el legislador en estos delitos hubiera querido exigir un menor grado de injusticia para las infracciones dolosas. Pero es lo cierto que tanto en unas como en otras este elemento objetivo se viene requiriendo por la jurisprudencia de esta Sala, ya de antiguo ( Sentencias de 14-2-1891 y 21-1-1911 ), de modo extremadamente riguroso, pues slo cabe prevaricacin, cualquiera que sea su clase (judicial o administrativa) o su modalidad de comisin (dolosa o culposa), cuando de modo clara y evidente, sin posibilidad de duda alguna al respecto, la resolucin de que se trate carece de toda posible explicacin razonable, es decir, es a todas luces contraria a Derecho, porque su contenido, incluso en el supuesto de ms favorable interpretacin de la norma aplicable al caso o de las pruebas concurrentes, no se compadece con lo ordenado por la Ley, pudiendo referirse tal ilegalidad as cualificada, tanto a aspectos de procedimiento como materiales, ya se trate de cuestiones de calificacin jurdica, ya de problemas de hecho o de apreciacin de la prueba. Y as esta Sala viene con frecuencia utilizando los trminos de "patente, notoria e incuestionable contradiccin con el ordenamiento jurdico", "tan patente y grosera que pueda ser apreciada por cualquiera", y otros semejantes, que ponen de relieve el que no basta una mera ilegalidad que pudiera entenderse ms o menos justificable con algn modo razonable de interpretar los hechos o la norma jurdica, que tienen sus posibilidades de correccin en el mbito de los recursos propios del caso, sino que se reserva el Derecho Penal para aquellos casos de tan flagrante ilegalidad que quede de manifiesto la irrazonabilidad de la resolucin de 24 que se trate, conforme al principio de "intervencin mnima". ( Sentencias de esta Sala de 20-4, 14-7, 6-10, 13-10 y 14-11 todas de 1.995, por citar algunas de las ms recientes). En conclusin, los diferentes delitos de prevaricacin exigen como elemento objetivo la absoluta notoriedad en la injusticia, faltando tal elemento cuando se trata de apreciaciones que en uno u otro grado son discutibles en Derecho. 2. Un elemento subjetivo, exigido con la expresin "a sabiendas" que asimismo se repite en los diversos delitos de prevaricacin dolosa, que no es otra cosa que la inclusin expresa en los correspondientes tipos penales del dolo como requisito necesario en toda clase de delitos dolosos y que aqu se incluye en las respectivas definiciones legales para poner de manifiesto la necesidad de que la autoridad o funcionario autor de estas infracciones ha de actuar con plena conciencia del carcter injusto de la resolucin que dicta. En estos casos, el dolo, en su aspecto de conocimiento relativo a los elementos objetivos del tipos, aparece aqu expresamente exigido en la norma penal, lo que sirve para excluir, no slo la posibilidad de incriminacin culposa en este delito del art. 356 referido a "auto injusto" que carece de la paralela figura de comisin por negligencia o ignorancia inexcusables (a diferencia de la nueva regulacin de estas figuras de delito en el nuevo CP de 1.995 -arts. 446 y 447 -, que las trata con mayor rigor), sino tambin su comisin a ttulo de dolo eventual". La sentencia del Tribunal Supremo de 15 de octubre de 1999 ("caso Gmez de Liao"), que condena como autor responsable de un delito continuado de prevaricacin judicial a dicho Magistrado, contiene la siguiente doctrina en orden a la interpretacin del elemento de la injusticia: "El delito de prevaricacin del art. 446 CP se comete por el Juez que dictare, a sabiendas, sentencia o resolucin injusta. En su forma dolosa ( art. 446 CP ) la ley no requiere, como en el caso de la imprudente, que la injusticia de la resolucin sea "manifiesta", pero exige que el Juez haya obrado "a sabiendas". Se trata, por lo tanto, de un tipo cuyas alternativas dolosa y culposa requiere un elemento subjetivo cualificado. Ello no significa- como errneamente se ha dicho en ocasiones- que este delito dependa exclusivamente de la actitud interna del autor. Por el contrario, el delito de prevaricacin exige -como todos los delitos- la comprobacin de un tipo objetivo (la accin de dictar resolucin injusta) y de un tipo subjetivo (haber realizado la accin a sabiendas de la injusticia o habiendo tenido a la vista una sentencia o resolucin manifiestamente injusta). 3.- a.- La jurisprudencia de esta Sala ha establecido en mltiples precedentes que el delito de prevaricacin no consiste en la lesin de bienes jurdicos individuales de las partes del proceso, sino en la postergacin por el autor de la validez del derecho o de su imperio y, por lo tanto, en la vulneracin del Estado de Derecho, dado que se quebranta la funcin judicial de decidir aplicando nicamente el derecho, en la forma prevista en el art. 117.1 CE . Desde este punto de vista, el delito de prevaricacin, sea judicial, sea de funcionario ( art. 404 CP ), requiere, ante todo, que las sentencias o resoluciones judiciales o las resoluciones del asunto administrativo puedan ser consideradas como un grave apartamiento del derecho en perjuicio de alguna de las partes. La prevaricacin, por lo tanto, consiste en el abuso de la posicin que el derecho otorga al Juez o funcionario, con evidente quebranto de sus deberes constitucionales. b.- Es en este sentido en el que se debe entender nuestra jurisprudencia cuando insistentemente ha subrayado que una sentencia o resolucin injusta no slo debe ser antijurdica, sino que debe ser adems demostrativa de tal apartamiento de la funcin que corresponde al autor en el Estado de Derecho segn los arts. 117.1 y 103. 1 CE . Por lo general la jurisprudencia ha recurrido a estos efectos a adjetivaciones de la antijuridicidad tales como "flagrante y clamorosa", "clara y manifiestamente contraria a la ley", "esperpntica", "que pueda se apreciada por un lego", etc. Como se dijo ltimamente en la TS S n.965/99 de 14-6-99, tales adjetivaciones suelen reemplazar un concepto sustantivo, que ser de apreciar, por lo general, cuando la aplicacin del derecho no resulte de ningn mtodo o modo aceptable de interpretacin del derecho (confr. En igual sentido: STS 1/96, Causa Especial, nm. 2830/94 y SSTS 155/97, con referencia a la de 10-7-95; 6-10-95; 13-1-95, 14-11-95 ). De esta manera la jurisprudencia ha subrayado la importancia del elemento objetivo del delito de prevaricacin y ha excluido, paralelamente, interpretaciones basadas en la llamada teora subjetiva de este delito, que caracteriza la injusticia slo como una actitud subjetiva del Juez al aplicar el derecho, postulando la tipicidad de la conducta del Juez o funcionario que dicte sentencia o resolucin contra su conviccin jurdica, aunque la sentencia o resolucin resulte objetivamente compatible con las normas aplicadas. En la STS 1/96 (Causa Especial n. 2830/94) esta Sala subray que la jurisprudencia requiere que el carcter injusto del acto sea objetivo, remitindose al respecto a antiguas sentencias del Tribunal Supremo ( SS TS de 14-2-1831 y la 21-1911 ). Desde este punto de vista es evidente que la injusticia objetiva de la 25 resolucin no puede ser eliminada recurriendo a la subjetividad del autor, dado que el Juez debe aplicar el derecho y no obrar segn su propia idea de la justicia. c.- No obstante, el Ministerio Fiscal, con la adhesin de la Defensa, ha sostenido en su informe final, que el "empecinamiento del Instructor, desde el convencimiento de lo adecuado de la medida" debera excluir el carcter objetivamente injusto de la resolucin. Esta subjetivizacin del de prevaricacin es, como se ve, contrara a la tesis que se sostiene desde antiguo por esta Sala, ratificada en el ltimo precedente sobre prevaricacin judicial, la citada STS 1/96, cuando se dijo que "es claro que el Juez no puede por su propia decisin personal, hurfana de la ms mnima probanza, transformar al testigo en imputado" (F.j3). Pero, adems es producto de una concepcin del derecho extremadamente relativista que esta Sala no puede compartir, puesto que en realidad conduce a la justificacin de cualquier decisin judicial, por lo que, consecuentemente, es difcilmente compatible con la divisin de poderes que est en la base del principio democrtico. En efecto, el Ministerio Fiscal mostr claramente su escepticismo respecto de la posibilidad de caracterizar objetivamente la injusticia de una resolucin, partiendo de que "el derecho no es una ciencia exacta" y que, por ello, no es posible saber "cual era la resolucin jurdicamente correcta en cada caso". De esta premisa se dedujo, implcitamente, que slo cabe una caracterizacin subjetiva de la ilcitud, que se excluira cuando el acto objetivamente reprochable, sea producto del empecinamiento del Juez. Este subjetivismo se llev por el Fiscal a consecuencias extremas cuando sostuvo adems, que s al ser revocados los autos del Juez por la Audiencia Nacional, los Jueces respectivos no aplicaron el art. 407 LOPJ , ello significa que dichos autos no eran injustos, pues si los Jueces no lo vieron as la injusticia no existi, dijo el Fiscal. d.- Los presupuestos institucionales de cada una de las afirmaciones en las que se basa la tesis presentada por el Ministerio Pblico, sin duda novedosa en la judicatura espaola, no parece fcilmente armonizable con principios del ordenamiento jurdico que esta Sala entiende fundamentales. Comencemos por reconocer que es cierto que el derecho no es una ciencia exacta, cualquiera que sea el significado que en el estado actual de la metodologa jurdica se quiera dar a estas expresiones. Pero lo que no se puede es deducir de tal informacin que cualquier acto de un Juez es adecuado a derecho, pues ello, implicar reconocer que la nica ley del Estado en la voluntad o la conviccin de los Jueces, en clara contradiccin con el art. 117.1 CE. La jurisprudencia ha sido clara en este punto: en la STS 1/96 (Causa Especial 22830/94) se subray que la injusticia se da cuando "quede de manifiesto la irracionalidad de la resolucin de que se trate" y, precisamente, se excluy de la prevaricacin el caso de las aplicaciones del derecho basadas en "algn modo razonable de interpretar los hechos y la norma jurdica" (F.j. segundo, 1). El Juez, por lo tanto, slo puede deducir de las leyes las consecuencias que algn medio o mtodo jurdico de interpretacin le permita. Puede recurrir segn su parecer al mtodo gramatical, al teleolgico, al histrico o subjetivo, al sistemtico, etc., pero su decisin debe provenir de la rigurosa aplicacin de los criterios racionales que cada uno de estos cnones interpretativos establece. Lo que el Juez no puede es erigir su voluntad o su conviccin en ley. Tal tarea slo corresponde al Parlamento. Por lo tanto, no es cierto que no se pueda saber cul es la solucin jurdicamente correcta en cada caso, pues toda resolucin motivada de la manera que acabamos de explicar ser jurdicamente correcta, en tanto exprese la voluntad de legislador o de la ley -en su caso- y no la del Juez. Naturalmente se podr discutir si en un caso concreto es ms adecuada una interpretacin teleolgica que otra gramatical; lo que no es discutible es que las decisiones basadas en la propia conviccin empecinada del Juez, sin fundamento raciona en la ley, son incompatibles con el Estado democrtico de Derecho ( art. 1. CE ). En segundo lugar, carece de todo apoyo en la ley en la doctrina la tesis -consecuencia del subjetivismo extremo ya sealado- segn la cual el delito de prevaricacin requerira como condicin objetiva de punibilidad o de perseguibilidad de otros Jueces que lo hayan denunciado. Por ello tampoco es correcto considerar que cuando otros Jueces con conocimiento de la causa y actuacin parcial en ella no estimaron del caso proceder en el sentido del art. 407 LOPJ , se debe excluir el carcter injusto de las resoluciones que son objeto de este proceso. Ante todo, porque la ley penal ( art. 446 CP ) no requiere ms que una resolucin injusta, no una resolucin que otros Tribunales o Jueces hayan calificado previamente como tal. Pero, de cualquier manera, lo cierto es que si esos Jueces calificaron la resoluciones de que se trata con todas las notas conceptuales que definen la injusticia en el sentido del delito de prevaricacin y, por lo tanto, percibieron la existencia de resoluciones gravemente contrarias al orden jurdico-procesal, la no aplicacin por ellos del art. 407 LOPJ no puede justificar ex post facto las medidas arbitrarias de otro Juez. Por todo lo expuesto, la Sala reitera el carcter objetivo de la injusticia sealando, adems, que el apartamiento de la funcin judicial propia del Estado de derecho se da cuando, como se dijo, la aplicacin del 26 derecho se ha realizado desconociendo los medios y mtodos de interpretacin del derecho aceptable en tal Estado de Derecho. En dichos casos, sern siempre aplicables los conocidos adjetivos de "manifiestamente contraria a la ley", "flagrante y clamorosa", "grosera", "llamativa", etc., pues estaremos ante un apartamiento grave del imperio del derecho. En particular estos presupuestos se dan cuando el Juez o el funcionario no slo se apartan del texto legal, sin apoyo en razones jurdicamente fundadas, sino tambin cuando se utiliza la indeterminacin del texto legal en forma torcida, imponiendo consecuencias jurdicas claramente desproporcionadas a alguna de las partes. A estos efectos es preciso tener en consideracin que el quebrantamiento del derecho, de otro lado, ser ms grave segn la jerarqua del derecho vulnerado y la importancia de la infraccin, de tal manera que las exigencias sern mayores cuando el apartamiento del derecho vulnere gravemente derechos fundamentales de las partes. La jurisprudencia, no obstante la caracterizacin objetiva de la injusticia de la resolucin, ha sido especialmente exigente en lo concerniente al aspecto subjetivo del delito, en particular en lo referente al elemento "a sabiendas". El carcter objetivo de la injusticia del acto judicial, consecuentemente, no comporta una reduccin de ninguno de los aspectos subjetivos del delito. Se trata de una cuestin ms simple: la injusticia del acto no depende de la opinin o de la conviccin del Juez, sino de la relacin de aqul con las normas y principios del ordenamiento jurdico. A ello se debe sumar el elemento subjetivo "a sabiendas". En la aplicacin del art. 446 CP, por ltimo, no se debe olvidar que el delito de prevaricacin judicial es un delito de tcnicos en derecho y que, consecuentemente, en la motivacin de las resoluciones prevaricadoras predominan los argumentos encubridores del carcter antijurdico del acto. Por estas razones, es preciso proceder cuidadosamente en el traslado de las exigencias que debe cumplir el acto prevaricante, dado que los adjetivos utilizados por la jurisprudencia han sido esencialmente forjados con relacin a prevaricaciones de funcionarios, que, por lo general, no son tcnicos en derecho. Ello explica que en algunos casos se haya exigido que la arbitrariedad sea "esperpntica", o "que pueda ser apreciada por cualquiera" ( STS 20-4-95; 7-2-97 ), pues es comprensible que un funcionario sin formacin jurdica slo puede percibir la arbitrariedad cuando sta sea grosera o directamente absurda. Pero un Juez, que tiene la mxima calificacin jurdica no puede ser tratado como un funcionario, cuya profesin puede no tener ninguna connotacin jurdica. De la jurisprudencia expuesta se deduce que el Iltmo. Sr. Magistrado-Juez Instructor, D. Ildefonso , no ha cometido ningn delito de prevaricacin y se ha limitado a cumplir con un deber imperativo ex lege. VIGESIMO-PRIMERO.- El delito de prevaricacin exige como requisito que se haya dictado resolucin injusta. Respecto a las resoluciones que pueden incluirse en el mbito de aplicacin del delito de prevaricacin judicial, el Cdigo penal anterior, en sus artculos 351 y siguientes realizaba la siguiente distincin: 1) Sentencia contra reo en causa criminal por delito ( artculo 351). 2) Sentencia contra reo en juicio de faltas ( artculo 352). 3) Sentencia en causa criminal a favor del reo ( artculo 353). 4) Sentencia o resolucin definitiva en asunto no criminal (artculo 354). 5) Sentencia -dictada por negligencia o ignorancia inexcusables-(artculo 355) y 6) Auto (artculo 356). Bajo esta regulacin resultaba sencillo advertir que las resoluciones que podan dar lugar al delito de prevaricacin judicial eran las de naturaleza jurisdiccional. Se trataba de resoluciones dictadas por Jueces en el ejercicio de su potestad jurisdiccional. El Cdigo penal vigente, desde una perspectiva ms inconcreta, utiliza las expresiones "sentencia" y "resolucin". As, el artculo 446, en su inciso primero, alude al Juez o Magistrado que, a sabiendas, dictare sentencia o resolucin injusta. A la hora de fijar las penas distingue si se trata de sentencia injusta contra el reo en causa criminal por delito ( artculo 446.1), sentencia injusta contra reo dictada en proceso por falta (artculo 446.2) y cualquier otra sentencia o resolucin injustas (artculo 446.3). La utilizacin de la expresin "resolucin", sin ulteriores especificaciones, reviste indudables ventajas. As, por ejemplo, permite superar la tradicional discusin en torno a la posibilidad de cometer el delito de prevaricacin judicial por medio de providencias, a las que la anterior regulacin no aluda expresamente. Sin embargo, esta falta de concrecin tambin conlleva indudables inconvenientes, si se tiene en cuenta que los Jueces y Magistrados, a parte de las resoluciones de naturaleza jurisdiccional, pueden ser miembros integrantes de rganos no estrictamente jurisdiccionales y dictar resoluciones de naturaleza gubernativa y disciplinaria. Por ejemplo, la Sala de Gobierno de los Tribunales Superiores de Justicia ostenta competencia 27 para dictar resoluciones en materia disciplinaria en aquellos supuestos en que no corresponda al Consejo General del Poder Judicial. Al margen de las facultades disciplinarias, tambin en ocasiones los Jueces y Magistrados pueden formar parte de rganos de naturaleza administrativa y dictar resoluciones de este carcter. Por esta razn, se hace necesario precisar qu resoluciones procedentes de los Jueces y Magistrados pueden dar lugar al delito de prevaricacin judicial. A los efectos de realizar esta concrecin, nuevamente el bien jurdicamente protegido nos servir como gua y criterio delimitador de estas resoluciones. Sern aquellas por medio de las cuales puede lesionarse el bien jurdico protegido y, por consiguiente, aquellas que conlleven el efectivo ejercicio de la potestad jurisdiccional. De nuevo conviene, por tanto, adoptar una perspectiva primordialmente material que, vinculada al bien jurdico, atienda, no tanto a las denominaciones legales y a otros aspectos formales, sino al contenido de la resolucin y al efectivo ejercicio de la potestad jurisdiccional por medio de la misma. En efecto, la punicin del delito de prevaricacin judicial no puede depender de la concreta denominacin formal que el Juez o Magistrado atribuya a su decisin, ni tampoco de la mera condicin de Juez o Magistrado. Lo relevante a estos efectos no es, por tanto, ni la mera condicin de Juez ni las denominaciones formales, sino la verdadera naturaleza jurisdiccional de la resolucin y su aptitud para lesionar el bien jurdico digno, susceptible y necesitado de proteccin que la Ley si ha propuesto tutelar. Esta interpretacin, tendente a superar las dificultades meramente formales, es, a nuestro juicio, la ms acorde con la regulacin vigente del delito de prevaricacin judicial. Por una parte, el legislador ha abandonado el criterio de agrupacin de estos delitos por razn de la cualidad del sujeto, y ha decidido atender, a efecto sistemticos, al bien jurdicamente protegido. Tambin la utilizacin de la expresin "resolucin", sin ulteriores especificaciones, responde a un propsito antiformalista del legislador, en el deseo de propiciar el mantenimiento de un criterio material que sobreponga la proteccin del bien jurdico a los aspectos formales. Esta perspectiva, sin duda ms razonable, es la que debe seguirse a los efectos de concretar que resoluciones entran en el mbito de aplicacin del delito. El proceso penal bsicamente atraviesa por dos fases: La Instruccin o Sumario y el Juicio oral. Resulta evidente que en la fase de instruccin el Juez puede adoptar, en el ejercicio de su potestad jurisdiccional, resoluciones injustas y manifiestamente injustas (v. g. Detencin, prisin y libertad provisional del inculpado, entrada y registro en lugar cerrado, de libros, papeles, embargos...). Dichas resoluciones tienen naturaleza jurisdiccional y pueden, por tanto, dar lugar al delito de prevaricacin judicial. El carcter jurisdiccional de la fase de instruccin no parece que pueda ponerse en duda. En este sentido se manifiesta la doctrina especializada, que resalta que una frecuente y errnea equiparacin entre los conceptos de "instruccin" e "investigacin material de los hechos", y una no menos frecuente y errnea tambin extrapolacin de categoras propias del proceso civil (que no encajan en el proceso penal en general, ni en la fase de instruccin el particular), han provocado de antiguo una fuerte discusin cientfica sobre la naturaleza jurisdiccional, administrativa o mixta de este procedimiento. Tambin podrn dar lugar al delito de prevaricacin judicial las dems resoluciones judiciales que se dicten en el proceso penal, as como en los restantes procesos, siempre que pueda predicarse de las mismas su naturaleza jurisdiccional. Por lo que se refiere a las providencias, como tuvimos ocasin de observar en el anlisis histrico, algunos de nuestros cdigos penales las incluan expresamente, mientras que otros no hacan alusin a las mismas, lo que dio lugar a una polmica doctrinal. En la regulacin vigente, sin embargo, no cabe la menor duda de que las providencias se encuentran incluidas en el concepto de resolucin a los efectos del delito de prevaricacin judicial. Se trata de resoluciones de naturaleza jurisdiccional que cumplen las exigencias sealadas. A nuestro juicio, la opcin del legislador al utilizar la expresin "resolucin", sin limitarse a aludir a las sentencias y a los autos resulta acertada, sobre todo si se tiene en cuenta que en la prctica es frecuente que los jueces y tribunales utilicen las providencias para adoptar resoluciones que no se limitan a la ordenacin material del proceso, tal y como se establece en el artculo 245 de la Ley Orgnica del Poder Judicial . De lo expuesto, se deduce que el Magistrado-Juez Instructor querellado no ha cometido delito de prevaricacin, ya que no dict ninguna resolucin injusta, sino un auto, ajustado a Derecho y al principio de legalidad, cumpliendo con un deber legal imperativo, establecido ex lege, en el ejercicio de sus funciones judiciales. No se ha cumplido ninguno de los requisitos exigidos por los arts. 446 para la prevaricacin dolosa y 447 para la prevaricacin culposa. 28 En cuanto a la prevaricacin dolosa el Magistrado-Juez Instructor querellado no dict ninguna resolucin injusta a sabiendas. Con referencia a la prevaricacin culposa no se han cumplido los presupuestos exigidos para la misma, ya que el Magistrado-Juez Instructor querellado no ha dictado ninguna resolucin manifiestamente injusta por imprudencia grave o ignorancia inexcusable. Aunque el Magistrado-Juez Instructor querellado actu en el ejercicio de sus funciones judiciales y no le resulta aplicable la prevaricacin administrativa, aunque se admitiese a efectos meramente dialcticos, que le resultaba aplicable el art. 404 del Cdigo Penal , relativo a la prevaricacin administrativa, tampoco su conducta resultara subsumible en el precitado precepto, ya que no dict ninguna resolucin arbitraria a sabiendas de su injusticia en ningn asunto administrativo. VIGESIMO-SEGUNDO.- La dogmtica jurdica y la doctrina jurisprudencial han reconocido cuatro tesis en orden a la naturaleza esencial del delito de prevaricacin. Resulta preciso analizar las mismas con la finalidad de concluir que ninguna de ellas hubiese permitido subsumir la conducta del Magistrado-Juez Instructor querellado en el concepto jurdico normativo de la prevaricacin. Las teoras sobre la prevaricacin son cuatro, la mayora de las cuales fueron elaboradas por la doctrina germnica. A) La tesis subjetiva tuvo acogida sobre todo entre los autores alemanes. Para ellos la esencia de la prevaricacin judicial reside, no en la contradiccin de la resolucin adoptada con el Derecho objetivo, sino en la contrariedad con la propia conviccin del Juez. Para esta teora, por tanto, lo decisivo no es que el Juez adopte una decisin contraria a lo dispuesto objetivamente por el ordenamiento jurdico, sino que lo haga contra lo que le indica su propia conviccin, con independencia de que la resolucin sea o no conforme con lo dispuesto por el ordenamiento jurdico. En realidad, para las posiciones subjetivas es indiferente si la resolucin adoptada por el Juez es o no contraria al ordenamiento jurdico. De este modo, el Juez que adopta una resolucin contraria a lo dispuesto por el ordenamiento jurdico pero lo hace de acuerdo con su intima conviccin, no comete el delito de prevaricacin judicial. Por el contrario, el Juez que dicta una resolucin en contra de su intima conviccin pero que resulta conforme al ordenamiento, cometera un delito de prevaricacin judicial. A favor de esta tesis se argumenta la dificultad de determinar lo que es objetivamente conforme a Derecho. Sin embargo, como ha reconocido la doctrina especializada, parece que la acogida de esta tesis en Alemania se debe fundamentalmente a la situacin surgida por las sentencias recadas contra los Jueces del nacional socialismo que, aplicando correctamente las leyes y principios del nazismo, dictaron resoluciones crueles. No obstante, al margen de esta lamentable experiencia histrica que de algn modo justifica la acogida favorable de la tesis subjetiva, lo cierto es que este planteamiento presenta graves inconvenientes. En primer trmino, si bien es preciso reconocer la dificultad de determinar lo que es objetivamente conforme a Derecho, mayores dificultades y mucho ms graves se plantean a la hora de establecer la contradiccin entre la decisin judicial y la conviccin del operador jurdico, y no digamos ya, situados en la praxis, lo que supone probar la direccin anmica del Juez o Magistrado a la hora de adoptar su decisin. Dicha tesis, asimismo, supone admitir la posibilidad de castigar como prevaricacin la conducta del Juez o Magistrado que en contra de su conviccin personal resuelve conforme a Derecho, lo cual al margen ya de dar entrada a la arbitrariedad de los poderes pblicos, supone un punto de vista incompatible con el principio constitucional de sumisin al imperio de la Ley. En efecto, no se puede tolerar que la ntima conviccin y la conciencia del Juez se encuentre por encima de la Ley, pues ello implica mantener una perspectiva radicalmente contraria a las exigencias de un Estado de Derecho. Verdaderamente, de muy poco servira la Ley emanada de la voluntad general por medio de nuestros representantes en las Cmaras, si el decisivo momento de la aplicacin los Jueces pudieran adoptar la decisin con arreglo a su particular conciencia y conviccin. Los Jueces y Magistrados, como los restantes integrantes de los Poderes pblicos, estn sujetos a la Constitucin y al resto del Ordenamiento jurdico. En nuestro Estado Democrtico y de Derecho, como ya se seal con anterioridad, lo nico que legitima la actuacin de los jueces y magistrados es su vinculacin exclusiva y rigurosa al Imperio de la Ley. Desde este punto de vista, evidentemente, considerar que el Juez que se aparta de la Ley por convicciones personales no incurre en responsabilidad no slo ataca seriamente los cimientos del Estado de Derecho sino que adems es un planteamiento peligroso desde el punto de vista de la seguridad jurdica. Un sector doctrinal ha sealado que dicho planteamiento quizs podra patrocinarse all donde se admitiera que la fuente del Derecho son los Jueces o, si quiera, prosperar ms fcilmente en un Estado de Jueces. Verdaderamente no creemos que sea una postura acertada mantener que la prevaricacin tan slo existe y se desarrolla en la conciencia del operador jurdico. No puede reducirse el delito de prevaricacin al aspecto subjetivo. En la jurisprudencia espaola de finales del Siglo XIX hasta mediados del Siglo XX se dot 29 de cierto subjetivismo al delito de prevaricacin, aunque mezclado con el objetivismo, dando lugar a una teora eclctica, con la que se excluan los casos de responsabilidad judicial por prevaricacin. De cualquier modo, difcilmente estos planteamientos subjetivos pueden tener cabida en nuestro ordenamiento jurdico y en la regulacin actual del delito de prevaricacin judicial. Para advertirlo basta con acudir al artculo 447 del Cdigo penal , que castiga al Juez o Magistrado que por imprudencia grave o ignorancia inexcusable dictara sentencia o resolucin manifiestamente injusta, lo que obliga a situar la injusticia fuera de la conviccin subjetiva del Juez, fundndola, en principio, en una infraccin objetiva del Derecho. Tampoco debe olvidarse que en la descripcin de la conducta tpica de la prevaricacin judicial en nuestro Cdigo penal no hay ningn elemento que autorice a sealar que no es necesario tener en cuenta el resultado de la resolucin dictada. Muy al contrario, nuestro Cdigo penal, siguiendo una larga tradicin histrica, estructura la tipificacin delictiva atendiendo, no al contenido propio de la accin, sino a la resolucin dictada. Por otra parte, como acertadamente ha sealado la doctrina especializada, los apartados segundo y tercero del artculo 4 del Cdigo penal vigente evidencian sin lugar a dudas que en nuestro sistema prevalece la solucin legal sobre la particular conviccin del juez. No puede obligarse a que el intrprete realice una interpretacin psicolgica sobre el pensamiento del juez, cada vez que se enfrente con un delito de prevaricacin. B) La teora objetiva surgi por contraposicin a la teora subjetiva. Para la tesis objetiva lo esencial a la hora de valorar el delito de prevaricacin judicial es la contradiccin objetiva con el Derecho. Por tanto, lo decisivo no es que el Juez acte contra su conviccin, sino la decisin del mismo sea objetivamente contraria a lo establecido por el Ordenamiento Jurdico. De este modo, cuando el Juez adopte una decisin contraria a su ntima conviccin, pero objetivamente acorde con lo dispuesto con el Ordenamiento Jurdico, no cometer delito de prevaricacin judicial. Esta tesis objetiva es prcticamente unnime entre los autores espaoles. La discusin entre objetivistas y subjetivistas puede encontrarse ms acentuada en la doctrina alemana. Aparte de otras razones, ello es debido a la ausencia de una distincin clara entre lo objetivo y lo subjetivo en la tipificacin delictiva de la prevaricacin judicial. As, el pargrafo 336 del StGB se refiere al juez, funcionario o rbitro que tuerza el Derecho culpablemente en la direccin o resolucin de un asunto a favor o en contra de una parte, lo que ha determinado que un sector de la doctrina cientfica haya tendido a subjetivizar el injusto propio del delito de prevaricacin. Por el contrario, en la doctrina espaola la diferente configuracin tpica y la admisin tradicional de la prevaricacin imprudente, ha conducido a rechazar los planteamientos subjetivistas. Sin embargo, esta tesis objetiva, con ser la ms razonable, no esta libre de dificultades, fundamentalmente a la hora de adoptar un criterio para determinar que es lo objetivamente contrario a Derecho. La doctrina especializada ha propuesto diversas vas para determinar cuando la resolucin judicial puede considerarse objetivamente contraria al Ordenamiento jurdico. a) La injusticia como infraccin de ley a efectos de estimacin del recurso. Uno de los criterios que se han propuesto en la doctrina para determinar esta contrariedad objetiva con el Derecho es la identificacin de la injusticia propia del delito de prevaricacin judicial con la infraccin de ley a los efectos de la estimacin de los recursos. De este modo, si la resolucin dictada por el Tribunal inferior resulta revocada por el Tribunal superior podr concluirse que dicha resolucin era injusta. Con ello se cubrira la exigencia de la injusticia prevista en el tipo de prevaricacin judicial. Esta postura ya fue defendida por un sector de la doctrina especializada, que consider que del resultado del recurso de casacin dependa que la sentencia del Tribunal inferior fuera considerada justa o injusta. De este modo, si la resolucin era revocada por el Tribunal de casacin quedara cubierto el requisito de la injusticia de la resolucin. Por el contrario, si la resolucin finalmente resultaba confirmada no podra procederse penalmente. Esta posicin, por otra parte trataba, de resultar acorde con lo que prevea el artculo 758 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal , ya derogado, relativo a la necesidad de firmeza de la sentencia para promover el antejuicio en estos delitos. La doctrina jurdica se ha manifestado partidaria de esta tesis, matizndola en algunos aspectos., manteniendo que para abordar la cuestin resulta conveniente partir de que en toda decisin injusta en el sentido de los tipos de prevaricacin se da una infraccin de ley (o una desviacin en el establecimiento de los hechos), pero no en toda infraccin de ley, o si se quiere en toda decisin injusta, hay un delito de prevaricacin. En suma, la injusticia de la decisin no es ms que un elemento normativo del tipo objetivo de prevaricacin, que debe unirse a la existencia del tipo subjetivo. La prevaricacin para este sector doctrinal contiene un plus 30 respecto a tales situaciones que el sistema integra proporcionndoles una solucin, pero ese plus no hay que buscarlo en el concepto de injusticia, sino en la presencia de los elementos "a sabiendas" y "por negligencia o ignorancia inexcusables", que son propiamente la esencia de los tipos de prevaricacin que los incluyen. Y lo son precisamente porque el dictado de una resolucin injusta, sin ms, tiene respuestas especficas en el ordenamiento, fuera del mbito penal. No obstante, se matiza jurdicamente esta tesis al sealar que debe rechazarse cualquier conexin entre el recurso y la perseguibilidad penal, considerando innecesario agotar los posibles recursos para acudir a la persecucin penal de la resolucin injusta, que no debe excluirse a priori siempre que una resolucin sea irrecurrible y, asimismo, aunque el rgano superior confirme la resolucin, no queda cerrado el paso a la accin penal contra la resolucin inicial y, en su caso, contra la confirmatoria. Sin embargo, esta tesis no resulta admisible por las siguientes razones: En primer lugar, no puede descartarse que la interpretacin incorrecta sea la realizada por el rgano superior jerrquico. En efecto, es posible que la resolucin incorrecta no del Tribunal inferior sino del Tribunal superior que dicta la resolucin irrecurrible. En segundo lugar, tambin es posible que la resolucin incorrecta dictada por el rgano inferior resulte confirmada por el superior jerrquico. No menos inconvenientes plantea el hecho de tener que esperar a la resolucin del rgano superior para determinar si la resolucin dictada ha sido o no injusta y para proceder penalmente contra el juez o magistrado que ha dictado la misma. Ello conduce a que sea necesario matizar esta tesis hasta el punto de no atender a la respuesta del rgano superior, vacindola finalmente de contenido. Pero al margen de ello, no creemos que sea adecuado afirmar que cada vez que el rgano superior realiza una interpretacin de la ley diferente a la defendida por el rgano inferior, este ltimo realiza el injusto propio del delito de prevaricacin judicial, restando solo comprobar la concurrencia del dolo o la imprudencia o ignorancia inexcusables. Segn este planteamiento el juez que opta por una interpretacin de la ley distinta de la realizada por el rgano superior, realizara el injusto propio del delito de prevaricacin y correra el riesgo de ser acusado por dicho delito, a pesar de realizar una interpretacin razonable de la ley. Ello conducira a que los jueces, ante el peligro de incurrir en responsabilidad penal, nunca se apartasen de la interpretacin defendida por el rgano superior, quiz menos adecuada. En un sistema como el nuestro, en el que los jueces no estn vinculados por las resoluciones judiciales dictadas por otros rganos, no se puede exigir que los jueces, cada vez que consideren inadecuada la interpretacin de los rganos superiores, corran el riesgo de ser acusados de delito de prevaricacin si se apartan de la misma. En un Estado Democrtico y de Derecho tambin es importante garantizar la independencia de los jueces y magistrados. Este planteamiento, en la prctica, conducira a que, salvo en casos de autntica heroicidad, los Jueces y Magistrados siempre respetasen la interpretacin seguida por el rgano superior, a pesar de estar sometidos nicamente al imperio de la Ley, con lo que la independencia judicial quedara seriamente afectada y cercenada. Desde luego es necesario evitar, en la medida de lo posible, que los Jueces y Magistrados dicten resoluciones incorrectas, pero no parece que la solucin a este problema est en adoptar una perspectiva de absoluta desconfianza, haciendo que los jueces a la hora de hacer justicia estn condicionados y sometidos a la interpretacin de la ley, quiz menos ajustada a Derecho, que el rgano superior en cada momento considere ms oportuna. El juez que efecta una interpretacin razonable y posible de la ley no realiza el injusto del delito de prevaricacin judicial. Ese plus que el delito de prevaricacin requiere no puede hallarse en el hecho de que el juez o magistrado sepa o se represente como probable que su interpretacin, a pesar de ser admisible en Derecho, finalmente resultar revocada por el rgano superior. Es preciso reconocer que es difcil establecer un criterio a la hora de determinar la injusticia de la resolucin. Sin embargo, desde una perspectiva de menor desconfianza, tal vez resulte preferible garantizar adecuadamente la independencia de los Jueces y Magistrados a la hora de aplicar la ley. En muchas ocasiones esta independencia judicial ser precisamente lo que posibilitar hacer justicia en el caso concreto, por medio de la adopcin de una interpretacin diferente e incluso completamente opuesta a la defendida por el rgano superior jerrquico. En la practica, si cada vez que el juez o magistrado se aparta de la interpretacin defendida por el rgano superior, tiene que enfrentarse con una querella por delito de prevaricacin, lo que se conseguira en muchos casos es que los jueces, pudiendo hacer justicia por medio de una interpretacin razonable y novedosa dentro del margen que le otorga la ley, no se atrevan a hacerlo. Y es que uno de los grandes problemas que plantea este delito es su ntima conexin con la independencia judicial, la otra cara de la moneda, y que es un valor que tambin debe ser objeto de proteccin, aun a riesgo de que alguien pueda abusar de la misma. La realidad jurdica ensea que no toda hermenutica jurdica y aplicacin errnea de un precepto de la ley constituye prevaricacin, por ms que puedan ser tildadas de injustas. Como es sabido las resoluciones 31 judiciales pueden ser combatidas por medio del sistema de recursos previstos en el ordenamiento jurdico; dato indicativo de la tolerancia de este para con las equivocaciones que en la aplicacin del Derecho puedan producirse, sobre todo cuando la norma es ambigua, confusa, contradictoria o cuando se produce laguna normativa. b) La injusticia como interpretacin no defendible. Las consecuencias inadmisibles de la tesis anteriormente expuesta han conducido a la doctrina especializada a excluir del mbito de aplicacin del delito de prevaricacin judicial aquellas resoluciones que son justificables con arreglo a Derecho. Por tanto el delito de prevaricacin judicial extiende su operatividad a aquellos supuestos en que la solucin adoptada no entra dentro de las posibles interpretaciones del Derecho aplicable al caso concreto. Esta postura, bastante extendida en nuestro pas, permite superar los obstculos que presenta la teora anteriormente expuesta, que identifica la injusticia de la resolucin con la infraccin de ley apreciable en va de recursos. En efecto, por medio de este planteamiento, no se cercena de forma intolerable la necesaria independencia de los jueces y magistrados en el ejercicio de su funcin, sometindolos a las decisiones de los rganos superiores. Sin embargo, los partidarios de tomar en consideracin la conciencia del juez a la hora de valorar la injusticia de la resolucin, consideran que esta teora resulta inadmisible en diversos supuestos: Se alude as a las normas multvocas, considerando que all donde la ley admite diversas interpretaciones el juez tambin debera poder cometer delito de prevaricacin, si no dicta la resolucin que en, conciencia, le resulta ms correcta. De este modo tambin entrara en el mbito de aplicacin la conducta del juez o magistrado que, a pesar de adoptar una resolucin justificable dentro de los lmites que le otorga la ley, sin embargo no es la que, conforme a su conviccin jurdica, resulta la ms adecuada. Otro de los reproches dirigidos a esta teora es su insuficiencia en los supuestos de ejercicio de potestades discrecionales. Se afirma en este sentido que la teora objetiva resulta problemtica en su aplicacin a aquellas decisiones discrecionales que se mantienen dentro del marco de actuacin dado por la ley, pero que se toman basndose en motivaciones ajenas a la finalidad de la institucin. Tambin se considera inaceptable la teora objetiva en el mbito de la valoracin judicial de la prueba. En este sentido se afirma que para valorar la injusticia en la fijacin de un hecho como probado o no probado, no es posible acudir ni al criterio de la contrariedad con los hechos realmente sucedidos ni a aquel que, proponiendo la observancia de las normas procesales, alude a la discrepancia entre los hechos que el juez fija como probados y aquellos que debera haber declarado como tales, sino que es preciso atender a la conviccin subjetiva del juez. C) Las insuficiencias de las tesis subjetiva y objetiva han dado lugar a un planteamiento mixto, completando la teora objetiva con elementos de la teora subjetiva. Para un sector doctrinal la prevaricacin requiere, no slo la objetiva injusticia del comportamiento del sujeto, sino tambin la tendencia subjetiva de contradecir el Derecho. Sin embargo, con la conjuncin de ambos requisitos verdaderamente lo que se consigue es reunir los defectos de ambas teoras, sin ofrecer una solucin satisfactoria. D) Otro intento de superacin de las teoras sujetiva y objetiva se encuentra en la denominada "teora de los deberes", desarrollada fundamentalmente por la dogmtica alemana que estima que la teora objetiva presenta inconvenientes en aquellos supuestos en los que la ley ofrece diversas interpretaciones, pues se niega que pueda existir prevaricacin mientras la decisin del juez resulte defendible. Sin embargo, para un sector de la dogmtica alemana esta consecuencia no es aceptable, pues el hecho de que la ley ofrezca diversas posibilidades de interpretacin no implica que el juez no pueda cometer prevaricacin, pues es posible que en esta eleccin haya actuado movido por intereses ajenos al ejercicio de su funcin. Ante esta situacin, y partiendo de la enorme importancia de la infraccin del deber como elemento de la estructura tpica y no como bien jurdico, propone una solucin intermedia, considerando que al juez corresponde la obligacin de establecer, en el caso concreto, cual es la solucin conforme a Derecho, a travs de la observancia de los mtodos y medios de la interpretacin cientfico-jurdica de la ley. Por tanto, la injusticia de la resolucin ser consecuencia de la inobservancia de tales mtodos. Con arreglo a esta tesis puede realizarse el tipo de prevaricacin en aquellos supuestos en que el juez o magistrado no aplica el Derecho con arreglo a su conviccin, extrada de la interpretacin de la ley por los mtodos y medios de la ciencia jurdica, as como en aquellos casos en que ni siquiera se ha formado esta conviccin. La doctrina espaola se manifiesta partidaria de esta teora, considerando que es la que permite una interpretacin ms coherente de las distintas modalidades de prevaricacin judicial previstas en el vigente Cdigo penal. Estima la doctrina que la injusticia requerida por el artculo 446 del Cdigo penal se puede 32 manifestar tanto para una resolucin cuya fundamentacin jurdica o fctica no es jurdicamente defendible por desviarse de los mtodos o criterios cientficamente admitidos en la interpretacin y aplicacin del Derecho o en la determinacin y valoracin de los hechos probados (resolucin manifiestamente injusta) o por una resolucin aparentemente defendible pero que no es la que el juez, conforme a su conviccin jurdica considera la ms adecuada o justa para el caso (resolucin injusta). En ambas hiptesis la decisin no se ha dictado con vinculacin exclusiva al Derecho y, por tanto, no puede ser materialmente conforme al mismo. Otro sector de la doctrina espaola estima, desde una perspectiva quiz excesivamente crtica, que esta teora "en realidad da un rodeo para llegar a los mismos resultados que la teora objetiva, y no resuelve ms casos que los que aquella resuelve, por lo dems por el mismo procedimiento (adecuacin o no de la decisin al derecho objetivo). En efecto, las normas que disciplinan el proceder del Juez son, sin duda, normas del ordenamiento jurdico aplicable, es decir, normas tan objetivas como las que han de ser aplicadas, de tal manera que su incorrecta aplicacin habr que comprobarla en relacin con los resultados a que lleva". VIGESIMO-TERCERO.- La reciente doctrina jurisprudencial espaola del Tribunal Supremo ha optado por la teora objetiva en cuatro sentencias sobre prevaricacin judicial. La primera sentencia de la Sala Segunda del Tribunal Supremo data de 3 de mayo de 1986 (Caso Barn Cobos ). En esta sentencia se opta por la teora objetiva del injusto. La sentencia fue absolutoria por estimar que no exista injusticia, equiparando injusticia e ilegalidad y que no se vi vulnerada de modo notorio el precepto aplicable. La segunda sentencia de 4 de julio de 1996 (Caso Estevill ) es condenatoria, estimando prevaricacin como consecuencia de su conducta que provoc el ingreso en prisin de varios inocentes, lo que constitua una manipulacin burda de normas procesales, vulnerando todo el derecho objetivo. La tercera sentencia de 15 de octubre de 1999 (Caso Gmez de Liao ) tambin fue condenatoria. Esta sentencia aplic la teora objetiva modulada con la teora de los deberes, declarando que una sentencia o resolucin injusta no slo debe ser antijurdica sino que debe ser demostrativa de tal apartamiento de la funcin que corresponde al autor en el Estado de Derecho, segn los arts. 117.1 y 113 de la Constitucin espaola . Por lo general, la jurisprudencia recurre a estos efectos a adjetivaciones de la antijuridicidad tales como flagrante y clamorosa, clara y manifiestamente contraria a la Ley, esperpntica, que pueda ser apreciada por un lego... Como se dijo ltimamente en la sentencia del Tribunal Supremo 965/1999, de 14 de junio, tales adjetivaciones suelen reemplazar un concepto sustantivo, que ser de apreciar por lo menos cuando la aplicacin del Derecho no resulta de ningn mtodo o modo aceptable de interpretacin del derecho. El Tribunal Supremo avanza sobre la teora objetiva al fundamentar el ilcito de la prevaricacin judicial en el quebranto por el juez de su deber constitucional de resolver con estricta sujecin exclusiva al derecho, declarando que el delito de prevaricacin consiste en el abuso de la posicin que el derecho otorga al juez o funcionario, con evidente quebranto de sus deberes judiciales y quebranta la funcin judicial de decidir aplicando nicamente el derecho en la forma prevista en el art. 117 CE . La cuarta sentencia de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, de 11 de diciembre de 2001 (Caso Raposo ), desestima el recurso contra la sentencia que haba condenado por prevaricacin dolosa a un Magistrado por haber archivado una querella interpuesta por el Ministerio Fiscal por varios delitos tributarios, amparndose en una prescripcin a todas luces inexistente. La Sentencia acude a la teora objetiva, declarando que la determinacin de la injusticia no radica en que el autor la estime como tal, sino que en clave estrictamente objetiva la misma merezca tal calificacin cuando la resolucin no se encuentra dentro de las opiniones que pueden ser jurdicamente defendibles... El elemento objetivo de la resolucin injusta slo puede ser definido desde la perspectiva de la legalidad porque la prevaricacin comienza con el abandono de dicho principio, y no desde las propias convicciones del Juez, porque en tal caso la subjetivacin del delito de prevaricacin conduce a la justificacin de cualquier decisin judicial... La conciencia del Juez no puede erigirse en Tribunal de la conciencia de la ley, por que ello conduce en definitiva a convertir la voluntad del Juez en decisin para resolver el conflicto. Por ltimo, la Sala Segunda de lo Penal del Tribunal Supremo en su Auto de 23 de julio de 2002 , declara en relacin con el delito de prevaricacin atribuido a tres Magistrados que "la jurisprudencia de esta Sala ha precisado en diversas sentencias el contenido de la ilicitud propia del delito de prevaricacin judicial. Bsicamente se ha considerado que el delito se comete cuando el juez adopta una resolucin que se funda en su propia voluntad y no en la ley aplicable al caso. El tipo objetivo del delito, por lo tanto, se dar cuando el 33 juez toma decisiones que no pueden ser derivadas de la ley por ninguno de los mtodos de interpretacin, de la misma admitidos en la prctica judicial. Si la resolucin no puede ser deducida de la ley por alguno de estos mtodos, no se la podr considerar como una aplicacin de la ley vigente, sino como un acto voluntarista del juez (confr. SSTS 1/1996; 2/1999; 1029/2000; 2338/2001; 76/2002; 537/2002 ; entre otras). Es claro que en estos casos se dar la "irracionalidad" a la que se refiere el Excmo. Sr. Fiscal y de la que se habla en algunas sentencia de esta Sala y del Tribunal Constitucional citadas por el mismo, pues "irracionalidad" y ausencia de respaldo en los mtodos interpretativos es exactamente lo mismo. La razn de la aplicacin del derecho, en el sentido de los principios del Estado de Derecho, ser siempre de apreciar, precisamente, cuando el fundamento de la resolucin judicial sea la ley. Toda resolucin que no se pueda derivar de la ley por un mtodo admisible ser, por lo tanto, irrazonable. ... Lo decisivo para juzgar sobre la injusticia de la resolucin es el apoyo de la misma en principio jurdicamente reconocidos y la correcta deduccin a partir de los mismos. Esto rige tanto para el pronstico en el que se basa la privacin provisional de la libertad, como para el que sirve de apoyo a la liberacin bajo fianza durante el proceso, toda vez que, en un Estado de Derecho, la privacin de la libertad no puede estar sometida a condiciones menos estrictas que las exigidas para liberacin. El precitado Auto de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, de 23 de julio de 2002 , declara literalmente: "En nuestra sentencia 359/2002 hemos afirmado que "el legislador ha decidido que cuando se trata de una prevaricacin judicial por imprudencia grave no basta con que la resolucin sea injusta, como sucede en la modalidad dolosa, sino que sea injusta con carcter manifiesto, lo que incide, ms que en el elemento objetivo de la prevaricacin en el tipo subjetivo y particularmente en la necesidad de que el autor, con el conocimiento del contenido de la resolucin se haya representado -culpa con representacin- la posibilidad de la realizacin del tipo, habiendo confiado injustificadamente, al mismo tiempo, eh la adecuacin a derecho de dicha resolucin" (F.J. 2). En consecuencia, el delito del art. 447 CP requiere que el autor haya obrado con culpa consciente o con representacin pues cuando la injusticia es manifiesta tiene necesariamente que haberla captado inmediatamente. De aqu se deduce que si el autor tiene que haber tenido representacin de la injusticia de la resolucin, dado el carcter manifiesto de sta, su error sobre la injusticia no solo excluye el dolo, sino tambin la culpa consciente, pues el elemento cognitivo de ambas formas de accin es coincidente. Consecuentemente, si el tipo penal del art. 447 CP requiere siempre culpa consciente o con representacin, cuando el error vers sobre la injusticia de la resolucin, se debe tener por excluida la culpa consciente, pues el autor no era consciente de la posibilidad de realizacin del tipo. Si esto es as y el tipo penal no alcanza la culpa inconsciente, no cabe la sancin del delito como imprudente en la forma en la que lo prev el art. 14.1 CP , por lo que esta ltima forma de la accin queda fuera del mbito jurdico-penal. VIGESIMO-CUARTO.- En la jurisprudencia recogida a lo largo de esta resolucin de la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, demuestra que el Magistrado-Juez Instructor querellado, Iltmo. Sr. Ildefonso , que no ha incurrido en la comisin de delito de prevaricacin, en ninguno de sus clases. No ha existido prevaricacin judicial dolosa ni culposa, ni tampoco prevaricacin administrativa, que es la nica que invoca en la querella. VIGESIMO-QUINTO.- Resulta procedente igualmente desestimar los restantes tipificaciones delictivas que invoca, sin motivacin, ni justificacin de clase alguna la parte querellante, por las razones que luego se apuntan. VIGESIMO-SEXTO.- La actuacin del Magistrado-Instructor querellado fue adecuada desde una perspectiva jurdica, necesaria, proporcional, prudencial y respetuosa con la intimidad, tanto se aplique la nueva Ley Orgnica 15/2003, de 25 de noviembre, como el rgimen jurdico anterior a la entrada en vigor de la misma. El Auto dictado por el juzgador fue de fecha 18-9-2003 , por lo que en principio resulta aplicable el rgimen anterior a la Ley orgnica 15/2003, de 25 de noviembre , aunque se insiste en que el Magistrado- Instructor actu de acuerdo con el Ordenamiento jurdico tanto antes como despus de la entrada en vigor del nuevo texto, que confirma los requisitos cumplidos por el Magistrado querellado: Era el Juez de Instruccin competente. Dict resolucin motivada para la obtencin de muestras biolgicas del "sospechoso". Las muestras biolgicas resultaban indispensables para la determinacin de su perfil de ADN. 34 Las razones que lo justificaban se evidencian de la resolucin y del expediente judicial. La prctica de la diligencia probatoria se adecuaba a los principios de proporcionalidad y razonabilidad, y entraaba una obligacin "ex lege", derivada del ejercicio irrenunciable de sus funciones de Derecho pblico. La medida era idnea, necesaria, adecuada, pertinente y proporcional. No entraaba riesgo para la salud. No conculcaba el derecho a la intimidad. La actuacin del Magistrado Juez Instructor, Ilmo. Sr. D. Ildefonso , Titular del Juzgado de Instruccin n NUM000 de DIRECCION000 fue plenamente ajustada a Derecho, en cuanto a la prctica del ADN, lo cual tiene trascendencia en relacin con los delitos que se le imputan a l y a otras personas. Procede, pues examinar la imputacin de delito de prevaricacin, en segundo lugar, arrancando de la premisa previa de que la conducta desplegada por el Magistrado-Instructor en cuanto a la obtencin del ADN, fue lcita y ajustada a Derecho, ya que se trataba de un deber imperativo y obligatorio por ministerio de la Ley; la resolucin judicial adecuada (Auto), y motivada, fue dictada por el rgano jurisdiccional unipersonal competente. VIGESIMO.SEPTIMO.- La resolucin del Magistrado-Juez Instructor respeta y supera los requisitos exigidos por la doctrina del Tribunal Constitucional para comprobar si una medida restrictiva de un derecho fundamental supera el juicio de proporcionalidad. En este caso concreto, sometido a conocimiento de la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid se cumplen los tres requisitos o condiciones exigidos por la jurisprudencia constitucional ( SSTC 66/1995 y 55/1996 ) constatndose que la medida limitativa del derecho fundamental es susceptible de conseguir el objetivo propuesto (juicio de idoneidad); si, adems, es necesaria, en el sentido de que no exista otra medida ms moderada, para la consecucin de tal propsito con igual eficacia (juicio de necesidad); y, finalmente, si la misma es ponderada o equilibrada, por derivarse de ella ms beneficios o ventajas para el inters general que perjuicios sobre otros bienes o valores en conflicto (juicio de proporcionalidad en sentido estricto). Se cumplen por ello las exigencias del principio de proporcionalidad para permitir que el sospechoso o imputado sea objeto de una intervencin corporal contra su voluntad, consistentes segn la doctrina constitucional en que la medida restrictiva: a) sea idnea ( apta, adecuada) para alcanzar el fin constitucionalmente legtimo perseguido con ella ( art. 18 CEDH), esto es, que sirva objetivamente para determinar los hechos que constituyen el objeto del proceso penal; b) que sea necesaria o imprescindible para ello, esto es, que no existan otras medidas menos gravosas que, sin imponer sacrificio alguno de los derechos fundamentales a la integridad fsica y a la intimidad, o con un menor grado de sacrificio, sean igualmente aptas para conseguir dicho fin, y c) que, aun siendo idnea y necesaria, el sacrificio que imponga de tales derechos no resulte desmedido en comparacin con la gravedad de los hechos y de las sospechas existentes. ( STC 207/1996, de 16 de diciembre). El Tribunal Constitucional espaol tiene declarado que "resulta, pues, evidente que una intervencin corporal consistente en la extraccin de algunos cabellos de diversas partes de la cabeza y del pelo de las axilas, por la parte externa del cuerpo afectada y la forma en que est prevista su ejecucin ( a realizar por el Mdico Forense), no entra dentro del mbito constitucionalmente protegido del derecho a la intimidad corporal, ni por lo tanto, puede llegar a vulnerarlo." ( STC 207/1996 de 16 de diciembre ). Incluso en el supuesto fctico jurdico de que se trate de una medida limitativa de Derechos Fundamentales puede ser adoptada por el Magistrado- Juez Instructor, segn la doctrina del Tribunal Constitucional ( STC 207/1996 de 16 de diciembre ), cuando " su adopcin se revele objetivamente imprescindible para el aseguramiento de un bien o inters constitucionalmente relevante, lo que, trasladado al mbito particular del proceso penal ha de habilitar a la autoridad judicial a decretar tales medidas nicamente cuando su adopcin sea indispensable para asegurar la defensa del inters pblico que se pretenda defender mediante el ejercicio del ius puniendi, ( STC 37/1989, fundamento jurdico 8 ). En suma, pues, una medida de instruccin penal restrictiva de los derechos fundamentales habr de reputrse necesaria cuando de su resultado pueda depender el ejercicio del ius puniendi, lo que tan slo acontecer cuando su puesta en prctica permita acreditar, desde un punto de vista objetivo, la existencia de alguno o algunos de los hechos constitutivos del tipo delictivo objeto de investigacin y, desde el subjetivo, la participacin del imputado en los mismos." 35 No resulta necesario argumentar mayormente que en el caso sometido a conocimiento del Magistrado- Juez Instructor querellado se dan estas circunstancias y la medida restrictiva ha sido legalmente tramitada y acordada, de conformidad con la Constitucin, respetando el principio de proporcionalidad y en defensa del "ius puniendi", y de los intereses pblicos. No se trata por ello de una simple y mera prueba pericial acordada arbitrariamente, de forma unilateral e injustificada y carente de motivacin, en relacin con hechos dudosamente calificables como delictivos; sino que la precitada medida resulta necesaria objetivamente imprescindible para acreditar la existencia de un grave delito de homicidio y sobre todo el autor del mismo; habindose respetado por el Magistrado-Juez Instructor los principios de proporcionalidad, legalidad, seguridad, razonabilidad, racionalidad, interdiccin de la arbitrariedad, derecho a un proceso debido y a un juicio justo. El Magistrado-Juez Instructor, actu dentro del marco constitucional y legal, respetando los principios de proporcionalidad y razonabilidad. El Juzgador debe motivar la resolucin para impedir la arbitrariedad. Se hace preciso distinguir arbitrariedad y discrecionalidad. La discrecionalidad es ajustada a Derecho cuando viene reconocida por ley, aunque debe ser ejercitada respetando los principios de legalidad, proporcionalidad, responsabilidad, razonabilidad e interdiccin de la arbitrariedad. Es evidente que en el campo del Derecho penal el mbito de aplicacin de la discrecionalidad es mucho ms estricto y reducido que en el Ordenamiento jurdico administrativo. La "ratio" de esta diferencia se encuentra: a) en la mayor rigidez y eficacia del principio de legalidad en el ordenamiento jurdico penal, que excluye las sanciones penales por va reglamentaria; c) La exigencia de la tipicidad de las leyes penales y la descripcin acabada de los tipos penales es superior y de mayor rigor que las normas administrativas, aunque se tiende a la aplicacin analgica de los principios del Derecho Penal al Derecho administrativo sancionador; d) El prudente arbitrio judicial en sede penal exige atribucin legal expresa y que en los supuestos de ambigedad o duda puede resultar inaplicable por entrar en juego el principio de presuncin de inocencia y del principio in dubio pro reo. En este caso concreto sometido al conocimiento de la Sala de lo Civil y Penal existen indicios suficientes para enervar la presuncin de inocencia, utilizando como tcnica investigados la prctica del ADN; e) El juzgador ha actuado con pleno respeto al Imperio del Derecho y de la Ley, adoptando una resolucin racional y razonable, carente de arbitrariedad y motivada jurdicamente. Inexplicablemente se le imputa al querellado Ilmo. Sr. D. Ildefonso , la comisin de un delito de prevaricacin del art. 404 del Cdigo Penal de 1995 , lo cual encierra una clamorosa equivocacin, as como una calificacin desacertada y notoriamente errnea, ya que implica la pretendida atribucin de una responsabilidad administrativa a un Magistrado-Juez, que actu en el ejercicio de sus funciones jurisdiccionales. En efecto, la parte querellante imputa delito de prevaricacin al Magistrado querellado. Precisamente el Cdigo Penal de 1995 distingui: a) El delito de prevaricacin de los funcionarios pblicos y otros comportamientos injustos incardinado dentro del Captulo Primero, del ttulo XIX, del libro Segundo del Cdigo Penal de 1995, que trata de los delitos contra la Administracin Pblica. B) Delitos de prevaricacin contra la Administracin de Justicia, recogidos y tipificados en el Captulo Primero, ttulo XX, del Libro Segundo del Cdigo Penal de 1995. Es por ello, que resulta imposible que un Magistrado-Juez en el ejercicio de sus funciones judiciales cometa un delito de prevaricacin administrativa, tipificado en el art. 404 del Cdigo Penal de 1995 , ya que este precepto slo tipifica el delito de prevaricacin cometido por el funcionario pblico o la autoridad, que a sabiendas de su injusticia dictaron una resolucin arbitraria en un asunto administrativo. La parte recurrente confunde los delitos contra la Administracin Pblica y en concreto el delito de prevaricacin del funcionario pblico del art. 404 del Cdigo Penal de 1995 con los delitos cometidos por Magistrados y Jueces, regulado en los arts. 446 y 447 del Cdigo Penal , bajo el epgrafe de la prevaricacin contra la Administracin de Justicia (Captulo primero, Ttulo XX, libro segundo del Cdigo Penal). El art. 404 del Cdigo Penal de 1995 no puede aplicarse a los Jueces o Magistrados, como consecuencia de la actuacin y ejercicio de sus funciones judiciales. El art. 404 del Cdigo penal slo sera aplicable hipotticamente a los restantes querellados excepto al Magistrado-Juez Instructor. Sin embargo, no existi ninguna arbitrariedad, ni ningn ataque a la legalidad, ni tampoco contradiccin con el Ordenamiento Jurdico. 36 No se cumplen los requisitos exigidos por el Ordenamiento jurdico penal para que surja el delito de prevaricacin administrativa. La conducta de los restantes querellados no puede ser tipificada como constitutivas de prevaricacin administrativa, ya que ninguno de los querellados: a) dict una resolucin arbitraria; b) actu a sabiendas y c) actu a sabiendas de su injusticia. El bien jurdico protegido es el recto y normal funcionamiento de la actividad de la Administracin Pblica. Este error patente y notorio permitira rechazar de plano la calificacin delictiva efectuada por la parte querellante. No obstante la Sala se propone examinar los arts. 446 y 447 del Cdigo Penal, puesto que el Cdigo Penal regula la prevaricacin de Jueces y Magistrados, tipificando no slo la prevaricacin dolosa, sino tambin la prevaricacin culposa por imprudencia grave o ignorancia inexcusable. Un sector doctrinal duda de la eficacia del nuevo epgrafe sobre la Administracin de Justicia. Sin embargo, aunque ahora figuran separados, histricamente permanecieron unificados en un mismo captulo, lo que explica una doctrina jursprudencial comn, que en los ltimos aos comienza a diferenciarse en parte. La Administracin de Justicia puede ser entendida en diversos sentidos, bien como complejo orgnico integrado en el Poder ejecutivo, bien como persona jurdica, bien como Administracin propia del Consejo General del Poder Judicial, funcin esencial del Estado de Derecho de acuerdo con el artculo 117 y concordantes de la Constitucin Espaola . La doctrina cientfica especializada y la jurisprudencia estiman que el bien jurdico protegido es el normal, correcto y adecuado funcionamiento de la Administracin de Justicia ( Sentencias del Tribunal Supremo de 17 de septiembre de 1990, 8 de octubre de 1991 y 25 de mayo de 1992 ). El principio de separacin de poderes y la independencia del Poder Judicial imponen una diferencia sustancial entre prevaricacin judicial y prevaricacin administrativa. El art. 446 del Cdigo Penal establece: "El Juez o Magistrado que, a sabiendas, dictare sentencia o resolucin injusta ser castigado: 1 Con la pena de prisin de uno a cuatro aos si se trata de sentencia injusta contra el reo en causa criminal por delito y la sentencia no hubiera llegado a ejecutarse, y con la misma pena en su mitad superior y multa de doce a veinticuatro meses si se ha ejecutado. En ambos casos se impondr, adems, la pena de inhabilitacin absoluta por tiempo de diez a veinte aos. 2 Con la pena de multa de seis a doce meses e inhabilitacin especial para empleo o cargo pblico por tiempo de seis a diez aos, si se tratara de una sentencia injusta contra el reo dictada en proceso por falta. 3 Con la pena de multa de doce a veinticuatro meses e inhabilitacin especial para empleo o cargo pblico por tiempo de diez a veinte aos, cuando dictara cualquier otra sentencia o resolucin injustas. De la lectura de este precepto se deduce que el Magistrado-Juez querellado, Ilmo. Sr. Don Ildefonso , no ha dictado ninguna resolucin "injusta a sabiendas", sino por el contrario cumpli un deber constitucional imperativo y una obligacin "ex lege" derivada de las funciones judiciales asignadas como Magistrado-Juez Instructor. El sujeto activo de la prevaricacin judicial son exclusivamente los Jueces y Magistrados que ejerzan funciones jurisdiccionales, sin perjuicio de la hipottica participacin de "extraneus". En este caso concreto, la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid es competente para conocer de la querella interpuesta contra todos los querellados descritos, siempre que concurran indicios de criminalidad en la conducta del Magistrado-Instructor querellado o que los hechos descritos en la querella pudieran ser constitutivos de delito. En el caso de que no concurriesen estas circunstancias la Sala carecera de competencia para juzgar a las personas no aforadas, ya que el aforamiento, de conformidad con reiterada doctrina jurisprudencial debe ser objeto de una hermenetica jurdica restrictiva. Es por ello, que en el caso de inadmitirse in limine litis o archivarse por la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid por carecer la descripcin fctica efectuada por la parte querellante, de contenido delictivo, el archivo o la inadmisin produciran efectos respecto de las restantes personas querelladas. VIGESIMO-OCTAVO.- La doctrina jurisprudencial se ha pronunciado frecuentemente sobre el significado del concepto jurdico indeterminado de resolucin injusta, delimitndola de los conceptos de resoluciones equivocadas, errneas o supuestamente contradictorias. El derecho no es una ciencia exacta y 37 evoluciona constantemente. Los Ordenamientos Jurdicos no son grupos normativos cerrados y completos. Es evidente que una resolucin judicial ambigua, dudosa o errnea, que sea revocada por un Tribunal Superior no merece por s sola el calificativo de prevaricadora. La jurisprudencia considera que constituye resolucin injusta la dictada por un Juez o Magistrado que contradice el Ordenamiento Jurdico, ora porque comporta una sesgada o interesada interpretacin de las normas vigentes, ora porque se fundamenta en una disposicin ilegal o inconstitucional. Como se indica en la STS 10 de diciembre de 1992 , la injusticia comporta un ataque a la legalidad, una contradiccin con el ordenamiento jurdico ( art. 9.1 de la Constitucin ). La Sentencia del Tribunal Supremo de 15 de octubre de 1999 , declara que "el delito de prevaricacin, sea judicial, sea de funcionario ( art. 404 CP), requiere, ante todo, que las sentencias o resoluciones judiciales o las resoluciones del asunto administrativo puedan ser consideradas como un grave apartamiento del derecho en perjuicio de alguna de las partes. La prevaricacin, por lo tanto, consiste en el abuso de la posicin que el derecho otorga al Juez o funcionario, con evidente quebranto de sus deberes constitucionales." Cuando concurran dudas hermeneticas en la resolucin de un litigio y tenga carcter razonable las diferentes opciones interpretativas ofrecidas por el ordenamiento jurdico no puede condenarse por prevaricacin cualquiera que sea el criterio que se utilicen para la conceptuacin del delito de prevaricacin (subjetivo, objetivo o mixto). Las Sentencias del Tribunal Supremo 61/1998, de 27 de enero y de 9 de junio de 1998 coinciden en afirmar que el delito de prevaricacin no consiste en dictar una resolucin en la que pueda resultar jurdicamente discutible la competencia, el procedimiento o el fondo, desde la perspectiva de la normativa administrativa aplicable, sino en adoptar una resolucin en la que la contradiccin con el ordenamiento jurdico, en el orden competencial, procedimental o sustancial, se tan notoria que resulte fcilmente apreciable por cualquiera. La doctrina especializada y la jurisprudencia discuten sobre si se incurre en prevaricacin cuando se infringe la jurisprudencia. Aunque ltimamente ha surgido una polmica, que se decanta mayoritariamente por la solucin positiva, inclinndose por considerar prevaricadoras las resoluciones judiciales que se apartan de la doctrina emanada de la Sala Segunda de lo Penal del Tribunal Supremo, es preciso matizar el alcance de esta posicin. La Sentencia de la Sala Segunda del Tribunal Supremo de 11 de diciembre de 2001 declara a este respecto que "el auto analizado no slo se aparta de la doctrina consolidada en sede jurisprudencial existente en esta materia, sino que sostiene posiciones que no son jurdicamente asumibles, por lo que debe estimarse como injusto en cuanto se aparta de la legalidad, en el sentido en que esta Sala Casacional, en su funcin de polica jurdica y por lo tanto como garante del principio de seguridad jurdica, esencial en todo ordenamiento jurdico." No obstante, no parece que deba interpretarse este criterio de forma aislada, sin tener en cuenta todas las circunstancias del caso concreto, ya que en materia penal el principio de legalidad rige con prioridad y la jurisprudencia no es fuente vinculante en sentido estricto. Segn la jurisprudencia la determinacin de la injusticia debe hacerse en clave objetiva y subjetiva, mereciendo tal calificacin la resolucin que no se encuentra entre las opiniones jurdicamente defendibles ( STS 359/2002, de 26-2 ). La doctrina jurisprudencial ha evolucionado desde una perspectiva predominantemente subjetiva, a una tendencia objetiva limitada, de naturaleza eclctica. La doctrina jurisprudencial pone de relieve como la conducta tpica se describe en el prrafo inicial del art. 446 -dice la STS 24-6-98 - y el sujeto activo de la misma slo puede ser el Juez o Magistrado. En esta definicin general de la conducta se incluye en el nuevo texto la referencia a una "sentencia o resolucin", de modo que a diferencia del Cdigo Penal anterior y derogado, que slo prevea una modalidad residual para los autos -art.536-, quedan tambin ahora incluidas la providencias. Aade dicha sentencia que el ncleo de la prevaricacin judicial est en el carcter injusto de la resolucin. La mayora de la doctrina entiende que esta mencin se refiere a la contradiccin objetiva con el ordenamiento jurdico, implicando la aplicacin incorrecta de una norma o la aplicacin de una norma contraria al ordenamiento. La injusticia de la resolucin o sentencia ha de determinarse con base en criterios objetivos, habiendo la antigua jurisprudencia declarado que ha de tenerse por tal cuando no puede explicarse mediante una interpretacin razonable ( Sentencia del Tribunal Supremo 21-1-11 ). En este sentido, ms recientemente, en Sentencia del Tribunal Supremo 4-7-96 , se ha declarado que no basta con una mera ilegalidad que pudiera entenderse ms o menos jurdica, reservndose 38 el Derecho Penal para aquellos casos de tan flagrante ilegalidad que queda de manifiesto la irracionalidad de la resolucin. La naturaleza injusta de la resolucin plantea mayores problemas. La Sentencia precitada expresa que la injusticia puede provenir de la absoluta falta de competencia por parte del sujeto activo, por la inobservancia de esenciales normas de procedimiento, o por el propio contenido de la resolucin, de modo tal que suponga una "torcimiento del derecho", o una contradiccin con el ordenamiento jurdico tan patente y manifiesta que pueda ser perfectamente apreciada por cualquiera, dejndose de lado, obviamente, la mera ilegalidad producto de una interpretacin errnea, equivocada o discutible, que ocurre en tantas ocasiones en el mundo jurdico. Para definir, pues, el carcter injusto de la resolucin se impone la perspectiva objetiva conforme a la cual no habr decisin injusta cuando se acomode a la legalidad o cuando siendo ilegal se encuentre justificada por error o equivocacin en la interpretacin de la norma. Es necesario que la ilegalidad sea tan grosera y evidente que revele por s la injusticia, el abuso y el plus de antijuridicidad ( SSTS 27-5-94, 23-11-93 y 27-1 y 3-2-98 ). Por lo que se refiere al aspecto subjetivo, la resolucin debe dictarse "a sabiendas" que significa el entendimiento de que debe existir plena conciencia del carcter injusto de la resolucin, es decir, dolo - excluyndose tan slo el dolo eventual (S 4-7-96)- o conciencia plena de la ilegalidad o arbitrariedad (S 20-11-95). La Sentencia del Tribunal Supremo de 11 de diciembre de 2001 declara "a sabiendas" es decir a conciencia de estar dictando una resolucin con total apartamiento del principio ed legalidad y de las interpretaciones usuales y admisibles en derecho, en aquellos casos en los que la norma pueda ser susceptible de distintas interpretaciones, elemento que debe ser puesto en relacin con la condicin del Juez de tcnico en derecho, y por tanto conocedor del derecho y de la ciencia jurdica -"iura novit curia"-. En realidad en el supuesto fctico jurdico no solo se produce la condena porque el juez se apart de la doctrina consolidada en sede jurisprudencial sino porque sostena posiciones que no eran jurdicamente asumibles. La doctrina jurisprudencial y la doctrina cientfica no coinciden en el criterio subjetivo u objetivo que debe presidir el contenido de la prevaricacin y de forma concreta la definicin de la resolucin injusta. En materia de prevaricacin administrativa la jurisprudencia ha exigido que la resolucin injusta slo surge con motivo de una contradiccin con el ordenamiento jurdico tan patente, grosera y esperpntica que pueda ser apreciada por cualquiera, no bastando la mera ilegalidad, producto de una interpretacin errnea, equivocada o discutible ( Sentencias del Tribunal Supremo de 14-3-1996, 7-2-1997, 23-4-1997 y 12-6-1998).Sin embargo, este criterio jurisprudencial es ms aplicable al delito de prevaricacin administrativa que al de prevaricacin judicial. El Juez tiene unos deberes de imparcialidad y de conocimiento jurdico especializado que no pueden ser soslayados. En este sentido la tendencia objetiva tiene razn. La Sentencia del Tribunal Supremo de 11 de diciembre de 2001, afirma "el elemento objetivo de la resolucin injusta, slo puede ser definido desde la perspectiva de la legalidad porque la prevaricacin comienza con el abandono de dicho principio, y no desde las propias convicciones del Juez, porque en tal caso la subjetivizacin del delito de prevaricacin conduce a la justificacin de cualquier decisin judicial. La conciencia del Juez, no puede erigirse en tribunal de la conciencia de la Ley, porque ello conduce en definitiva a convertir la voluntad del Juez en decisin para resolver el conflicto. Tal planteamiento es incompatible con los postulados del Estado de Derecho". La Sentencia 15-10-99 , dictada por el Tribunal Supremo en su excepcional funcin de Tribunal de Instancia, afirma que las alternativas dolosa y culposa del tipo requieren un elemento subjetivo cualificado; ello no significa que este delito dependa exclusivamente de la actitud interna del autor, por el contrario, el delito de prevaricacin exige - como todos los delitos - la comprobacin de un tipo objetivo -la accin de dictar resolucin injusta-. Desde este punto de vista es evidente que la injusticia objetiva de la resolucin no puede ser eliminada recurriendo a la subjetiva del autor, dado que el juez debe aplicar el Derecho y no obrar segn su propia ideal de justicia. El apartamiento de la funcin judicial propia del Estado de Derecho se da cuando la aplicacin aceptable. En dichos casos, sern siempre aplicables los conocidos adjetivos de "manifiestamente contraria a la ley", "flagrante y clamorosa", "grosera", "llamativa", etc., pues se estar ante una apartamiento grave del Imperio del Derecho. En particular, estos presupuestos se dan cuando el juez o funcionario no slo se aparta del texto legal, sin apoyo en razones jurdicamente fundadas, sino tambin 39 cuando se utiliza la indeterminacin del texto legal en forma torcida, imponiendo consecuencias jurdicas claramente desproporcionadas a alguna de las partes. El carcter objetivo de la injusticia del acto judicial, consecuentemente, no comporta una reduccin de ninguno de los aspectos subjetivos del delito; se trata de una cuestin ms simple: la injusticia del acto no depende de la opinin o de la conviccin del juez, sino de la relacin de aqul con las normas y principios del ordenamiento jurdico. A ello se debe sumar el elemento subjetivo "a sabiendas", expresin tradicional histricamente, que fue utilizada por la doctrina y jurisprudencia equiparndola al dolo. La injusticia se concreta, no en la ilegalidad, sino cuando queda de manifiesto la irracionalidad - arbitrariedad- de la resolucin. En otros trminos, una resolucin ilegal, slo por ser ilegal, no es una resolucin injusta. Esta supone un plus de contradiccin con la norma, que es lo que justifica la intervencin del derecho penal ( STS 24-10-2001 ). La mayora de la Doctrina y la Jurisprudencia Espaola, han optado por la teora objetiva, conforme a la que no cabe hablar de injusticia de la resolucin no solamente cuando sta se ajuste a la legalidad, sino cuando aun siendo ilegal la ilegalidad se halle justificada por un error o equivocacin en la interpretacin o alguna supuesta falta de claridad, pues la propia ley, al estructurar los recursos, reconoce la posibilidad de que el funcionario judicial o administrativo se equivoque de manera que no por el hecho de que el rgano superior a quien competa conocer de los recursos declare que la resolucin recurrida no es conforme a Derecho se deriva de ello responsabilidad penal para el funcionario, sino que para que sta surja es menester que la "desviacin" o el "torcimiento del Derecho", sea de tal manera grosera, clara y evidente, que sea de apreciar el "plus" de antijuridicidad que se requiere para el enmarcamiento de la conducta del funcionario en el mbito de lo penal, lo que deducirse del contraste ente la resolucin dictada y la que en realidad debi de dictarse". Reiterando los argumentos anteriores, se indica en la Sentencia del Tribunal Supremo 24 junio 1998 (RJ 1998,5691 ) que "la injusticia puede provenir de la absoluta falta de competencia por parte del sujeto activo, por la inobservancia de esenciales normas de procedimiento, o por el propio contenido de la resolucin, de modo tal que suponga un "torcimiento del derecho", o una contradiccin con el ordenamiento jurdico, tan patente y manifiesta, que pueda ser perfectamente apreciada por cualquiera, dejndose de lado, obviamente, la mera ilegalidad producto de una interpretacin errnea, equivocada o discutible, que ocurre e tantas ocasiones en el mundo jurdico. Para definir, pues, el carcter injusto de la resolucin, se impone la perspectiva objetiva, conforme a la cual no habr decisin injusta, cuando sta se acomode a la legalidad, o cuando siendo ilegal se encuentre justificada por error o equivocacin en la interpretacin de la norma. Es necesario que la ilegalidad, sea tan grosera y evidente que revele por s, la injusticia, el abuso y el plus de antijuricidad - Sentencias del Tribunal Supremo de 27 mayo 1994 ( RJ 1994, 9345), 23 noviembre 1993 (RJ1993, 8714) y 23 y 27 enero y 3 febrero 1998 (RJ 1998,50, 98 y 722 ). VIGESIMO-NOVENO.- En relacin al elemento objetivo de la resolucin injusta, no radica en que el autor la estime como tal, sino que en clave estrictamente objetiva merezca tal calificacin; la prevaricacin comienza con el abandono del principio de legalidad y no desde las propias convicciones de Juez, que no puede erigirse en Tribunal de la conciencia de la Ley. El elemento subjetivo es la conciencia de estar dictando una resolucin con total apartamiento del principio de legalidad y de las interpretaciones usuales y admisibles en derecho ( STS 11-12-2001 y 26-2-2002 ). El nuevo Cdigo Penal ha venido a clarificar el tipo objetivo del delito, no innovando sino recogiendo lo que ya expresaba la doctrina jurisprudencial, al calificar como arbitrarias las resoluciones contrarias a la Justicia, la razn y las leyes, dictadas slo por la voluntad o capricho. La injusticia o arbitrariedad puede verse concretada en la absoluta falta de competencia del acusado, en la inobservancia de las ms elementales normas de procedimiento o en el propio contenido sustancial de la resolucin ( Sentencia Tribunal Supremo 12-12-2001 ). La jurisprudencia requiere que la aplicacin del Derecho sea arbitraria o injusta, es decir, que la norma haya sido aplicada tergiversando su contenido o, con expresin ya acuada en el contexto de este delito "retorciendo" la norma aplicada. Ello significa que en todos los casos es necesario establecer cul ha sido la norma aplicada en el acto decisorio completo y comprobar luego si en dicho acto se ha tergiversado su contenido ( Sentencia Tribunal Supremo 4-2-2002 ). La Sentencia del Tribunal Supremo 18 enero 1993 (RJ 1993, 126 ) estima que, acreditada la injusticia de la resolucin, as como el hecho de haber sido dictada por un Juez a sabiendas, son "irrelevantes desde en punto de vista penal, los motivos que le hubiesen impulsado a dejar de cumplir su deber". La Sentencia del Tribunal Supremo 11 diciembre 2001 , para la que "los mviles concretos no forman parte del tipo penal". 40 En la Sentencia del Tribunal Supremo 24 de junio 1998 (RJ 1998, 5694 ), se afirma que "la injusticia de la resolucin o sentencia, ha de determinarse en base a criterios objetivos, habiendo la antigua jurisprudencia declarado que ha de tenerse por tal cuando no puede explicarse mediante una interpretacin razonable- Sentencia del Tribunal Supremo 21 enero 1911 -. El criterio objetivo, por ltimo, ha sido tambin consagrado por la Sentencia del Tribunal Supremo 15 octubre 1999 (RJ 1999, 7176 ). Por tanto, es claro que slo el contenido de la resolucin judicial es lo que determina su carcter prevaricante, siendo irrelevantes, a los efectos del delito de prevaricacin, las motivaciones que han conducido al Juez o Magistrado a dictarla. En cualquier caso la doctrina especializada ha puesto de relieve que si se acepta el criterio jurisprudencial de casos de infraccin "grosera o esperpntica" del Ordenamiento, hay que entender, como se afirma en la Sentencia del Tribunal Supremo 24 junio 1998 (RJ 1998, 5694 ), que los diferentes delitos de prevaricacin exigen como elemento objetivo la absoluta notoriedad de la injusticia, faltando tal elemento cuando se trata de apreciaciones que en uno u otro grado son discutibles en derecho". De modo que el Tribunal Supremo identifica el carcter grosero de la injusticia, con el hecho de que tal injusticia sea indiscutible, matizacin esta que se hace muy necesaria, por cuanto una interpretacin en exceso restrictiva del concepto de "resolucin injusta", vendra a consagrar la ms absoluta impunidad en relacin con aquellas resoluciones judiciales que, sin ser exactamente esperpnticas (por utilizar el mismo calificativo empleado en la Sentencia del Tribunal Supremo 12 junio 1998 (RJ 1998, 5314 ), comportan una clara y consciente ilegalidad, y que, por ello mismo, se hacen merecedoras de reproche penal. Este mismo criterio se sostiene en la Sentencia del Tribunal Supremo 15 octubre 1999 (RJ 1999, 7176 ), al sealar que expresiones tales como "flagrante, clamorosa, esperpntica, que pueda ser apreciada por un lego, etc. (...) suelen remplazar un concepto sustantivo que ser de apreciar, por lo general, cuando la aplicacin del derecho no resulte de ningn mtodo o modo aceptable de interpretacin del derecho (...) Estos presupuestos se dan cuando el Juez o el funcionario no slo se apartan del texto legal, sin apoyo en razones jurdicamente fundadas, sino tambin cuando se utiliza la indeterminacin del texto legal en forma torcida, imponiendo consecuencias jurdicas claramente desproporcionadas a alguna de las partes. A estos efectos es preciso tener en consideracin que el quebrantamiento del derecho, de otro lado, ser ms grave segn la jerarqua del derecho vulnerado y la importancia de la infraccin, de tal manera que las exigencias sern mayores cuando el apartamiento del derecho vulnere gravemente derechos fundamentales de las partes". En cuanto a las resoluciones comprendidas en el precitado del precepto legal, son para la Sentencia del Tribunal Supremo 24-6-98 las resoluciones distintas de las sentencias -providencias, autos-, pudiendo ser pronunciadas en procedimientos penales sin perjudicar al reo o en procedimientos distintos de los penales (vid. Art. 245 LOPJ ) y han de incluirse tambin las proferidas fuera del orden jurisdiccional, como son las dictadas en el mbito gubernativo ( art. 244.1 LOPJ ) o en el Registro Civil, como expresamente indica el art. 2.2 LOPJ . Se refera esta sentencia al matrimonio celebrado con infraccin flagrante de las ms elementales normas de procedimiento, cual fue la omisin del preceptivo expediente matrimonial. La peticin de procesamiento por un delito de prevaricacin judicial se fundamenta en la incorrecta determinacin del peligro de fuga que llev a la injusta concesin de libertad bajo fianza. Sin embargo, este carcter injusto del pronstico referido a la fuga queda excluido, tanto por el criterio de ponderacin de bienes, como por el apoyo de un dictamen mdico. No resulta posible considerar injusta una resolucin que, sin contradecir una prohibicin expresa, opta por asumir un riesgo para salvar el bien jurdico ms importante de los que estn en conflicto. Los criterios en los que los magistrados inculpados apoyaron su decisin pueden ser poco acertados, pero no son jurdicamente incorrectos. En cuanto a la suficiencia de las medidas cautelares impuestas para asegurar la presencia del acusado en el juicio, se impusieron medidas razonables -fianza, retirada del pasaporte, presentacin quincenal en el juzgado, etc.-. Pero el problema no estriba en la suficiencia de estas cautelas, sino en que se adoptaron con la conviccin de que el estado psquico del acusado neutralizaba el peligro de fuga, por lo que partiendo de tal premisa las medidas cautelares eran suficientes -pues no haba tal peligro-; cuestin diferente es la de si la referida premisa era correcta ( Auto Tribunal Supremo 11-12-2001 ). La reciente jurisprudencia aludiendo a la prevaricacin judicial hace constar que debe tenerse en cuenta que la prevaricacin judicial es un delito de "tcnicos en Derecho", por lo que predominarn los argumentos encubridores del carcter antijurdico del acto ( STS 2/1999, 2-10 ). No dependiendo la injusticia de la resolucin de la posibilidad de subsanacin a travs del sistema de recursos ( STS 2338/2001, 11-12 ). La injusticia puede provenir tanto de la absoluta falta de competencia, por inobservancias procedimentales o por el propio contenido de la resolucin ( STS 877/1998, 24-6 ). A sabiendas ha de entenderse como conciencia 41 de estar dictando una resolucin contraria a Derecho ( STS 2338/2001, 11-12 ), excluyndose el dolo eventual ( STS 4-7-1996 ). La Jurisprudencia ms reciente del Tribunal Supremo profundiza en una hermenutica jurdica diferenciadora de la prevaricacin administrativa y la prevaricacin judicial, insistiendo y reiterando que la prevaricacin judicial es un delito de tcnica en Derecho a diferencia de la prevaricacin administrativa, ya que los funcionarios por lo general no son tcnicos en Derecho. La Sentencia del Tribunal Supremo de 11 de diciembre de 2001 mantiene que "en la medida que la prevaricacin judicial es un delito de tcnicos del derecho, es claro que como se afirma en la reciente Sentencia de esta Sala, ya citada, 2/1999, de 15 octubre (RJ 1999, 7176 ), en la motivacin de las resoluciones prevaricadoras predominan los argumentos encubridores del carcter jurdico del acto. Por estas razones, es preciso proceder cuidadosamente en el traslado de las exigencias que debe cumplir el acto prevaricante, dado que los adjetivos utilizados por la jurisprudencia han sido esencialmente forjados con relacin a prevaricaciones de funcionarios, que, por lo general, no son tcnicos en derecho. Ello explica que en algunos casos se haya exigido que la arbitrariedad sea esperpntica o que pueda ser apreciada por cualquiera ( SSTS 20 abril 1995 [RJ 1995, 3898] y 7 febrero 1997 [RJ 1997, 661 ], pues es comprensible que un funcionario sin formacin jurdica slo pueda percibir la arbitrariedad cuando sta sea grosera o directamente absurda. Pero un Juez, que tiene la mxima calificacin jurdica, no puede ser tratado como un funcionario, cuya profesin puede no tener ninguna connotacin jurdica. La ratio del art. 447 del Cdigo Penal radica previsiblemente en varios motivos: a) La prevaricacin culposa tiene tradicin histrica en el Derecho espaol. b) El Juez profesional ostenta unas potestades de Derecho pblico y una independencia, especializacin y conocimientos jurdicos superiores a los funcionarios, que muchos de ellos, no tienen ni siquiera la especializacin jurdica, ni la licenciatura en Derecho. c) El Juez est integrado en el "poder Judicial", que garantiza su independencia. d) El funcionario pblico ostenta unas competencias limitadas e inferiores a las judiciales, muchas de ellas carentes de contenido decisorio, limitndose a realizar nuevas propuestas administrativas, no vinculantes. e) Resulta ilustrativa y sintomtica la distincin entre las potestades jurisdiccionales, entre ellas, las de dictar y hacer ejecutar las Sentencias y las potestades de un funcionario que se limitan a emitir un informe o dictamen no vinculante. f) El funcionario goza de la independencia atribuida al Poder Judicial. Se encuentra inmenso en el complejo orgnico integrado en el Poder Ejecutivo que es la Administracin, cuyos intereses defienden sin perjuicio de la neutralidad y objetividad que deben presidir sin relaciones con el administrado. g) Incluso en aquellos supuestos en que el funcionario elabora y dicta, directamente, el Acto Administrativo su valor y eficacia es diferente de la Sentencia. h) en la relacin jurdica procesal la Administracin es parte y el Juez controla el Acto Administrativo y respecto del cual el funcionario habr adoptado una postura neutral y objetiva, ms no de absoluta imparcialidad, como sucede con el Juez. Con razn la Sentencia del Tribunal Supremo de 11 diciembre de 2001 distingue los supuestos de prevaricacin del funcionario de prevaricacin judicial destacando que "esta prevencin es necesaria porque al tratar en el anterior Cdigo juntas ambas clases de prevaricacin, y referirse, casi en exclusividad, la jurisprudencia a los supuestos de prevaricacin del funcionario, resulta necesario el recordatorio de no trasladar "sic et simpliciter" aquellas exigencias de la prevaricacin del funcionario a los casos de prevaricacin judicial sin riesgo de convertir esta figura en un delito de imposible ejecucin". El artculo 447 del Cdigo penal que regula la prevaricacin judicial culposa por imprudencia grave o ignorancia inexcusable slo puede ser cometido por Jueces o Magistrados y no por funcionarios, que slo responden por prevaricacin dolosa. La doctrina especializada distingue la prevaricacin judicial dolosa y culposa con base en tres diferencias: Primera.- En la prevaricacin culposa no basta que la resolucin prevaricadora sea injusta, sino que debe ser "manifiestamente injusta". La prevaricacin culposa solo resulta aplicable en relacin con las resoluciones que entraan una infraccin del Ordenamiento Jurdico patente, grosera evidente, notoria o esperpntica, segn la terminologa del Tribunal Supremo. No basta la mera ilegalidad, sino que debe concurrir una contradiccin patente, clara, palmara o grosera con el Ordenamiento Jurdico. Segunda.- El artculo 446 del Cdigo Penal no recoge la prevaricacin dolosa; el artculo 447 del mismo Cdigo configura la prevaricacin culposa, aunque limitada a la imprudencia grave o ignorancia inexcusable, por lo que la resolucin manifiestamente injusta dictada por imprudencia simple, no resulta subsumible en este precepto. 42 La doctrina especializada resalta como el concepto de imprudencia grave o ignorancia inexcusable en el delito de prevaricacin no es absolutamente homogneo con el tradicional concepto de imprudencia temeraria. En efecto, la doctrina y la Jurisprudencia han venido configurando la imprudencia temeraria como la omisin de las ms elementales normas de diligencia y cuidado exigibles al ciudadano medio, no obstante lo cual, es claro que en el mbito del artculo 447 el punto de referencia que se debe aplicar no es el de los conocimientos del hombre medio o del buen padre de familia, pues traspasa tal esquema al mbito de prevaricacin judicial, habida cuenta la complejidad inherente al Ordenamiento Jurdico, hara imposible admitir la existencia de una prevaricacin judicial culposa. Por el contrario, la ignorancia ser inexcusable cuando entrae la omisin del deber de diligencia exigible al Juez medio. La injusticia habr de ser manifiesta a los ojos de un juez de formacin media, no a los del juez que dict la resolucin, pues en este ltimo caso nos encontraramos ante un caso de prevaricacin dolosa. La atencin a las condiciones personales del sujeto puede conducir a un juicio negativo acerca de los requisitos de culpabilidad de este delito, y ste ha sido tambin el criterio de la Jurisprudencia. Buena prueba de ello se ofrece en la Sentencia del Tribunal Supremo 14 octubre 1884 , en la que el Tribuna Supremo afirm que "la ignorancia es excusable en el Juez Municipal, lego en Derecho, sin carrera profesional, mayor de 65 aos e inducido a error por el Fiscal Municipal. La doctrina especializada sintetiza algunos de los supuestos calificados por la Jurisprudencia como modalidades de prevaricacin culposa: estimar una demanda civil sin prueba alguna, dictar sentencia sin resolver una cuestin de competencia planteada, tomar en consideracin un allanamiento formulado por escrito, remitido al Juzgado por correo y no ratificado por las partes. El Auto del Tribunal Supremo de 22 junio 2001 considera que, en los casos de prevaricacin judicial culposa, la ignorancia inexcusable se da "cuando sta sea tan patente contraria a la Ley que ponga de relieve el absoluto desconocimiento de la misma, excluyendo toda razonable interpretacin. Tercera.- La tercera de las diferencias entre la prevaricacin judicial dolosa y la culposa consiste en que la pena correspondiente a esta ltima no queda condicionada a que la resolucin adopte la forma de auto o de sentencia, ni a que sea a favor o en contra del reo, o, por ltimo, que se dicte en procedimiento penal o de cualquier otra naturaleza. Segn el precitado artculo 447 del C.P .: "El Juez o Magistrado que dictara sentencia o resolucin manifiestamente injusta incurrir en la pena de inhabilitacin especial para empleo o cargo pblico por tiempo de dos a seis aos. En opinin de la doctrina jurisprudencial reciente: El art. 447 tipifica una ignorancia clamorosa, manifiesta y palmaria, que, de ninguna manera pueda atribuirse por una decisin incorrecta ( Sentencia Tribunal Supremo 1953/2001, 23-10 ). Se exige que la injusticia sea manifiesta, lo que requiere que el autor, con conocimiento del contenido de la resolucin, se haya representado la posibilidad de realizacin del tipo y confiara injustificadamente en la adecuacin a Derecho de la resolucin ( Sentencia del Tribunal Supremo 359/2002, 26-2 ). TRIGESIMO.- La doctrina jurisprudencial durante un siglo se pronunci casi exclusivamente sobre supuestos de prevaricacin administrativa, valorando en exceso una teora predominantemente subjetiva de la injusticia. No puede hablarse de autntica doctrina jurisprudencial, ya que las escasas sentencias, que no hacan referencia en exclusiva a la teora subjetiva solo ponderaban limitadamente la teora objetiva. La teora subjetiva permite al juzgador actuar, segn su particular criterio de la justicia, pero ello presenta dificultades en orden a los principios constitucionales de legalidad y seguridad jurdica. En los ltimos veinte aos la concepcin sobre la teora objetiva de la justicia ha evolucionado de una teora predominantemente subjetiva de la justicia a una objetivacin de la misma. TRIGESIMO-PRIMERO.- En todo caso una cuestin de hermenetica jurdica, que surge como consecuencia de dudas interpretativas, no da lugar, ni siquiera indiciariamente, a tipificar la conducta de las querelladas de delito de prevaricacin. El delito de prevaricacin, tipificado en el artculo 466 del Cdigo Penal , exige que la resolucin injusta haya sido dictada por el Juez o Magistrado " a sabiendas". La expresin "a 43 sabiendas", segn la jurisprudencia equivale a la intencin deliberada de faltar a la justicia, a la conciencia plena de la ilegalidad o arbitrariedad ( STS 20-12-72 ). De las actuaciones descritas por la parte querellante no se deduce que las querelladas hayan obrado, como exige la jurisprudencia para tipificar el delito de prevaricacin, con intencin culpable que excluya la ms leve duda ( STS 27-5-94 ). Tampoco se aprecia la existencia de una arbitraria e irrazonable interpretacin de la norma, caracterizable como torcimiento del derecho, ni aparece, ni siquiera indiciariamente, el convencimiento del carcter injusto de la resolucin, que se encierra en la locucin a sabiendas. El Tribunal Supremo exige que la vulneracin de las normas desborde la legalidad vigente, de modo flagrante y clamoroso ( STS 25-3-95 y 10-7-95 ). Tampoco se deduce de las descripcin fctica que las personas querelladas hayan actuado incurriendo en imprudencia grave o ignorancia inexcusable, descrita en el artculo 447 del Cdigo Penal . La doctrina jurisprudencial diferencia la ignorancia inexcusable y la imprudencia grave del mero error interpretativo o aplicatorio de las leyes. De los hechos relatados no se deduce una actuacin tan patentemente contraria a la Ley, que ponga de relieve un absoluto desconocimiento de la misma, excluyendo toda razonable interpretacin, como exige el Tribunal Supremo, para aplicar este precepto. La sentencia del Tribunal Supremo 2653/93, de 23 de noviembre , requiere adems para la aplicacin de la tipificacin imprudente, no slo que la resolucin sea manifiestamente injusta, sino que la negligencia o ignorancia sea inexcusable, lo que conduce a que nicamente ser admisible la imprudencia temeraria, quedando fuera cualquier otra imprudencia. No se dan los elementos fcticos y normativos que se exigen para que pueda surgir el delito de prevaricacin, puesto que como expone la doctrina jurisprudencial de la Sala 2 del Tribunal Supremo para que se aprecie la injusticia de la resolucin no basta con que tal resolucin no sea la correcta en derecho, sino que exige que vaya ms all de la simple ilegalidad y entre en los trminos de la injusticia. Para que pueda calificarse de injusta una resolucin tiene que operarse una patente, notoria e incuestionable contradiccin con el ordenamiento jurdico, por lo que resulta preciso que la infraccin desborde la legalidad vigente, pues constituyendo el Derecho Penal, en cuanto al "ius puniendi" , la ltima ratio sancionadora, en virtud del principio de intervencin mnima, slo debe actuar cuando en los otros ordenamientos jurdicos no existan remedios para corregir el error producido con la resolucin. Tampoco se cumple el elemento subjetivo culpabilstico , consistente en la conciencia en el sujeto activo de la injusticia de la resolucin, o al menos que el error o la injusticia de la resolucin sea fruto de absoluta falta de prudencia o ignorancia inexcusable, ( STS de 25 de febrero, 28 de marzo, 10 de noviembre, 12 de diciembre de 1994 y, 5 de abril de 1995 ). De la descripcin fctica de la querella no se deduce, que los hechos puedan entenderse constitutivos de un delito de prevaricacin, faltando, entre otros, el requisito de la injusticia de la resolucin. En efecto, no se describe una ilegalidad patente, ni una injusticia evidente, ni un quebrantamiento palmario de la legalidad, ni una deliberada y plena conciencia de ilegalidad. No se ha operado una violacin patente y grosera del ordenamiento jurdico, ni una ilegalidad evidente, ni una malvola intencin del "torcimiento del derecho", ( STS 1074/1993 de 10 de mayo ) ni concurren resoluciones que de modo flagrante y clamoroso desbordan la legalidad vigente ( STS 639/1989 de 22 de marzo ), ni existe una contradiccin patente, notoria e incuestionable con el ordenamiento jurdico superior ( STS 666/1994 de 28 de marzo ). TRIGESIMO-SEGUNDO.- Aunque ya de por s el esfuerzo argumentativo desarrollado en la querella criminal presentada evidencia, en s misma, la inexistencia de un delito de prevaricacin dolosa o imprudente de los artculos 446.3 y 447 del vigente Cdigo Penal , ha de recordarse que la jurisprudencia de4 la Sala Segunda del Tribunal Supremo tiene establecido respecto de la prevaricacin culposa o imprudente contemplada en el artculo 447 citado, que la imprudencia ha de ser grave y la ignorancia inexcusable, y que ha de suponer un manifiesto y absoluto desconocimiento del ordenamiento jurdico, exigiendo la Sentencia del Tribunal Supremo de 23 de noviembre de 1993 , no slo que la resolucin sea manifiestamente injusta, sino que la negligencia o ignorancia sea inexcusable; habiendo declarado asimismo el Tribunal Supremo en Auto de 9 de octubre de 1995, a los efectos del derecho constitucional a la tutela judicial efectiva del artculo 24 de nuestra Constitucin , "es doctrina reiterada de esta Sala que la disconformidad con una resolucin judicial, no permite constituir sin ms la base de un procedimiento penal; el desacuerdo, si existe, debe ser combatido a travs de los correspondientes recursos". Y ha de aadirse que el propio Tribunal Supremo, en Auto de 20 de diciembre de 1995 , recuerda la "doctrina constante y reiterada de esta Sala que estima compatibles el 44 respeto al derecho a la tutela judicial efectiva de los denunciantes y querellantes con la necesidad de evitar una utilizacin desviada o abusiva del procedimiento penal y concretamente, de evitar el inicio de procedimientos penales en caso de querellas o denuncias manifiestamente infundadas". El Tribunal Supremo, a lo largo de una jurisprudencia copiosa, ha venido sealando, respecto al elemento objetivo de la prevaricacin, que una resolucin es injusta cuando sea contraria a la Ley manifiestamente. ( S. de 9 de marzo de 1910 ), patentemente ( SS de 10 de febrero de 1891 y 17 de junio de 1950 ) o cuando produzca lesin del Derecho ( S. De 8 de julio de 1916 ), ya que el mero error en la aplicacin de las leyes no es base de responsabilidad para el que incurre en l, a menos que sea de tal naturaleza que envuelva una injusticia de aquellas que no puedan explicarse por una interpretacin razonable de la ley y resulte de un modo claro e indiscutible la violacin de un precepto legal ( SS de 25 de enero de 1911 y 31 de enero de 1914 ), y tambin cuando los trminos precisos y categricos en que ser halle redactado un precepto excluyan toda posibilidad de equivocada interpretacin ( S. De 9 de marzo de1910) con lo que ha venido a sentar la doctrina de que, de conformidad con la Ley, no existe injusticia alguna en sentido legal. La propia Sala Segunda del Tribunal Supremo, en muy numerosas resoluciones, ha establecido, tambin, en lo que se refiere al elemento subjetivo de la prevaricacin, que, la locucin "a sabiendas", de que se hace uso de los preceptos sancionadores de tales ilcitos, supone y significa nimo deliberado a faltar a la justicia ( SS de 28 de marzo de 1896, 22 de noviembre de 1901 y 14 de mayo de 1914 ), es decir, propsito conocido de quebrantar un mandato legal ( S. 14 de octubre de 1884 ), con malicia y verdadera conciencia ( SS de 31 de enero de 1914 y 13 de diciembre de 1919 ), o con intencin dolosa y culpable y pleno conocimiento de que ejecutaba un acto injusto ( SS de 29 de enero de 1883 y 16 de mayo de 1910 ), lo cual exige se justifique de una manera que no deje lugar a duda que el agente obr en el hecho imputado a ciencia segura ( S. de 5 de octubre de 1906), constndole la injusticia del mismo ( S. de 14 de marzo de 1914), o, lo que es igual, que sepa y le conste que la resolucin que dicta es injusta por contraria a la ley y que, no obstante, la dicte voluntaria y conscientemente ( S. de 3 de mayo de 1986). Una injustificada interpretacin jurdica extensiva o analgica en materia penal supondra una violacin de los principios de legalidad, seguridad jurdica e interdiccin de la arbitrariedad. No basta una mera irregularidad judicial o la discordancia interpretativa de las normas, porque si as se hiciera se correra el riego de criminalizar toda la actividad judicial. Se ha sealado reiteradamente que la resolucin incriminada tiene que ser evidente, flagrante y clamorosa, ( Sentencias del Tribunal Supremo 422/95, de 25 de marzo, y 444/2000, de 20 de marzo ) El delito de prevaricacin, en todas sus hiptesis, no debe ser equiparado a un supuesto tipo penal de abuso genrico de la autoridad ( sentencia del Tribunal Supremo 1402/93, de 3-12 ). El concepto de resolucin injusta queda limitado a aquellas resoluciones que, de modo flagrante y clamoroso, desbordan la legalidad vigente, en las que la contradiccin con el ordenamiento jurdico, en el orden competencial, procedimental o sustancial, es tan notorio que su "injusticia" resulta fcilmente apreciable por cualquiera ( Sentencia del Tribunal Supremo 61/98, de 27-1 ). Si existiera alguna duda razonable de que la resolucin sea manifiestamente injusta, desaparecera el aspecto penal de la infraccin para quedan reducida a una mera ilegalidad a depurar en otra va ( Sentencia del Tribunal Supremo 278/97, de 5-3 ). Tiene que evidenciarse ms all de toda duda razonable ( Sentencia del Tribunal Supremo 813/98, de 12-6 ). No se aprecia en este caso sometido a conocimiento de la Sala de lo Civil y Penal la concurrencia de un "torcimiento de derecho" a que alude la doctrina jurisprudencial, inspirada en el Derecho germnico. El reproche de la sancin penal no se manifiesta en la mera infraccin de la ley, sino en la consciente aplicacin torcida del Derecho que perjudica o beneficia a alguien ( Sentencia del Tribunal Supremo 1147/99, de 9-7 ). No concurre flagrante ilegalidad, ni la irracionalidad de las resoluciones dictadas. Tampoco se infiere "torcimiento de Derecho", abuso o plus de antijuricidad ni dolo. No se aprecia la existencia de forma indiciaria de prevaricacin culposa. La duda jurdica razonable no puede provocar una reprochabilidad, ni una sancin punitiva. El Derecho no es una ciencia exacta. El Ordenamiento jurdico no es cerrado y completo, sino abierto, complejo y ofrece dudas hermenuticas no siempre fciles de suplir o de integrar. No todo error interpretativo genera responsabilidad penal. 45 El Ordenamiento jurdico presenta lagunas como zonas de penumbra y ambigedad. Las omisiones y defectos legislativos son responsabilidad del Estado legislador y no pueden in imputarse al Juzgador. No se concreta ninguna resolucin arbitraria flagrante y manifiestamente injusta, de forma palmaria, evidente, notoria y que no ofrezca duda. Tampoco aparece el mnimo asomo de actuacin dolosa o culposa. El Tribunal Supremo tiene declarado que cuando exista alguna duda razonable de que la resolucin sea manifiestamente injusta, desaparece el aspecto penal de la infraccin, para quedar reducida a una mera ilegalidad, a depurar en otra va, diferente de la penal ( STS Sala 2, 2453/93, de 28 de octubre ). La injusticia viene determinada si no existe ningn mtodo de interpretacin racional que permita sostener el criterio adoptado ( STS 1152/94 de 27 de mayo ). La jurisprudencia del Tribunal Supremo identifica prevaricacin con la conciencia plena de la ilegalidad o arbitrariedad ( STS 20-12-1972 ), que excluya la ms leve duda ( STS 27-5-1994 ). La doctrina jurisprudencial mantiene que el mero error interpretativo o aplicatorio de las leyes no es constitutivo de delito de prevaricacin. Las Sentencias del Tribunal Supremo de 10 de mayo de 1993 y 13 de octubre de 1995 declaran que no basta la mera ilegalidad, que pueda ser producto de una interpretacin errnea o equivocada o discutible, como en tantas ocasiones ocurre en Derecho, no bastando que no sea correcta en Derecho, lo cual puede deberse a error o dudas de interpretacin y es menester la existencia de un plus de antijuricidad unida a la malvola intencin del "torcimiento del Derecho" ( Sentencia 1074/1993, de 10 de mayo ). Se hace referencia a aquellas resoluciones que de modo flagrante y clamoroso desbordan la legalidad vigente ( Sentencia 639/1989, de 22 de marzo ) en contradiccin patente, notoria e incuestionable con el ordenamiento jurdico superior ( Sentencia 666/1994, de 28 de marzo ). Ha de tenerse en cuenta como antecedente necesario de la resolucin a dictar, la doctrina sentada en Jurisprudencia reiterada y constante del Tribunal Supremo, en relacin al delito de prevaricacin, reflejada, entre otras, en las siguientes sentencias: a) Sentencia de 23 de noviembre de 1.993 , en la que se exige no slo que la resolucin sea manifiestamente injusta, sino que la negligencia o ignorancia sea inexcusable; b) Sentencia de 18 de junio de 1.994 , que declara que resolucin injusta es "aquella que de manera palmaria e incontrovertible vulnera las previsiones del legislador y se aparta de la normalidad y racionalidad que debe exigirse a las decisiones de los responsables del funcionamiento de la Administracin Pblica"; c) Sentencia de 17 de junio de 1.998 en la que se precisa que "la injusticia puede provenir de la absoluta falta de competencia por parte del sujeto activo, por la inobservancia de esenciales normas del procedimiento o por el propio contenido de la resolucin, de tal modo que suponga un torcimiento del derecho o una contradiccin con el ordenamiento jurdico, tan patente y manifiesta, que pueda ser apreciada por cualquiera, dejndose de lado, obviamente, la mera ilegalidad producto de una interpretacin errnea, equivocada o discutible, que ocurre en tantas ocasiones en el mundo jurdico ; para definir el carcter injusto de la resolucin se impone la perspectiva objetivo, conforme a la cual no habr resolucin injusta, cuando sta se acomode a la legalidad, o cuando siendo ilegal se encuentre justificada por error o equivocacin en la interpretacin de la norma ; es necesario que la ilegalidad sea tan grosera y evidente que revele por s la injusticia, el abuso y el plus de antijuricidad" y en el mismo sentido las sentencias de 23, 27 de enero y de 3 de febrero de 1.998 ; d) Sentencia de 26 de junio de 1.996 , que seala que "los diferentes delitos de prevaricacin exigen como elemento objetivo la absoluta notoriedad de la injusticia, faltando tal elemento cuando se trata de apreciaciones que en uno u otro grado son discutibles en Derecho. Solo cabe prevaricacin, cualquiera que sea su clase o su modalidad de comisin - dolosa o culposa - cuando de modo claro y evidente, sin posibilidad de duda alguna al respecto, la resolucin de que se trate carece de toda explicacin razonable, es decir, es a todas luces contraria a derecho......pudiendo inferirse tal ilegalidad as cualificada, tanto a aspectos de procedimiento como materiales, ya se trate de cuestiones de calificacin jurdica ya de problemas de hecho o de apreciacin de prueba. Y as, esta Sala viene utilizando con frecuencia los trminos de ' patente, notoria e incuestionable contradiccin con el ordenamiento jurdico', 'tan patente y grosera que pueda ser apreciada por cualquiera', 'se reserva el derecho penal para aquellos casos de tan flagrante ilegalidad que quede de manifiesto la irracionalidad de la resolucin de que se trate, conforme al principio de intervencin mnima'- sentencias de esta Sala de 20 de febrero, 10 de julio, y 14 de noviembre de 1.995 "; e) Auto del mismo Alto Tribunal de 9 de octubre de 1.995 en el que se dice que "es doctrina reiterada de esta Sala que la disconformidad con una resolucin judicial, no permite construir sin ms, la base de un procedimiento penal ; el desacuerdo, si existe, debe ser combatido a travs de los correspondientes recursos" ; "porque en otro caso - declara la sentencia de 16 de mayo de 1.992 - todas las decisiones que fueran declaradas despus sin efecto en virtud de los correspondientes recursos de una u otra naturaleza, daran lugar a un delito y esto no es lo que quiere el 46 legislador penal". A todo ello ha de aadirse que el propio Tribunal Supremo, en Auto de 20 de diciembre de 1.995, recuerda la "doctrina constante y reiterada de esta Sala que estima compatibles el respeto al derecho a la tutela judicial efectiva de los denunciantes y querellantes con la necesidad de evitar una utilizacin desviada o abusiva del procedimiento penal y concretamente, de evitar el inicio de procedimientos penales en caso de querellas o denuncias manifiestamente infundadas". Finalmente, es de tener en cuenta que esta misma Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, ha puesto de manifiesto en Auto de 9 de diciembre de 1.992 , que el proceso penal no es el adecuado para revisar otro proceso. Si existe duda razonable sobre una interpretacin normativa en ningn momento puede surgir el delito de prevaricacin por las circunstancias de que el Juez opte por una de las dos hermenuticas jurdicas posibles. En este caso ni siquiera se produca la duda interpretativa, puesto que el Magistrado-Juez opt por una interpretacin que gozaba de la cobertura tanto de la doctrina del Tribunal Constitucional como del Tribunal Supremo. La conducta del Magistrado-Instructor querellado resulta plenamente ajustada a Derecho. No se aprecia la existencia de arbitrariedad ni de contradiccin palmaria con el Ordenamiento Jurdico. Tampoco aparece "torcimiento de Derecho" en la forma descrito por la dogmtica jurdica germnica y por la doctrina jurisprudencial. No puede imputarse al Magistrado-Juez Instructor ni delito de prevaricacin doloso, ni delito de prevaricacin culposo, ya que su conducta fue ajustada a Derecho. La doctrina jurisprudencial del Tribunal Supremo se ha decantado por la interpretacin objetiva de la norma contraria al Ordenamiento. La injusticia de la resolucin tiene que determinarse con base en criterios objetivos. El delito de prevaricacin dolosa no se ha cometido en este caso concreto por cuanto la conducta del Magistrado-Juez querellado, Iltmo. Sr. D. Ildefonso , no resulta subsumible en el art. 446 del Cdigo Penal . La expresin a sabiendas excluye tanto el dolo eventual como la negligencia. Se hace necesaria la conciencia de que la resolucin que se dicta se aparta de la legalidad. No existe el mnimo indicio de que el Magistrado-Juez querellado tuviese la intencin deliberada de faltar a la justicia. No se aprecia prevaricacin dolosa si se comprueba la jurisprudencia del Tribunal Supremo (Sala 2 de lo Penal sobre el delito de prevaricacin). La Sentencia del Tribunal Supremo de 24-6-1998 declara que "el ncleo de la prevaricacin judicial est en el carcter injusto de la resolucin. La mayora de la doctrina entiende que esta mencin se refiere a la contradiccin objetiva con el ordenamiento jurdico, implicando la aplicacin incorrecta de una norma o la aplicacin de una norma contraria al ordenamiento. La injusticia de la resolucin o sentencia ha de determinarse con base en criterios objetivos, habiendo la antigua jurisprudencia declarado que ha de tenerse por tal cuando no puede explicarse mediante una interpretacin razonable ( S. 21-1-11). En este sentido, ms recientemente, en sentencia de 4 de julio de 1996, se ha declarado que no basta con una mera ilegalidad que pudiera entenderse ms o menos justificable con algn modo razonable de interpretar los hechos o la norma jurdica, reservndose el Derecho Penal para aquellos casos de tan flagrante ilegalidad que queda de manifiesto la irracionalidad de la resolucin. La injusticia puede provenir de la absoluta falta de competencia por parte del sujeto activo, por la inobservancia de esenciales normas de procedimiento, o por el propio contenido de la resolucin, de modo tal que suponga un torcimiento del derecho, o una contradiccin con el ordenamiento jurdico tan patente y manifiesta que pueda ser perfectamente apreciada por cualquiera, dejndose de lado, obviamente, la mera ilegalidad producto de una interpretacin errnea, equivocada o discutible, que ocurre en tantas ocasiones en el mundo jurdico. Para definir, pues, el carcter injusto de la resolucin se impone la perspectiva objetiva conforme a la cual no habr decisin injusta cuando se acomode a la legalidad o cuando siendo ilegal se encuentre justificada por error o equivocacin en la interpretacin de la norma. Es necesario que la ilegalidad sea tan grosera y evidente que revele por s la injusticia, el abuso y el plus de antijuricidad ( Sentencias del Tribunal Supremo 27-5-94, 23-22-93, y 27-1 y 3-2-98 ). Los diferentes delitos de prevaricacin exigen como elemento objetivo la absoluta notoriedad de la injusticia, faltando tal elemento cuando se trata de apreciaciones que en uno y otro grado son discutibles en derecho. Por lo que se refiere al aspecto subjetivo, la resolucin debe dictarse "a sabiendas" que significa el entendimiento de que debe existir plena conciencia del carcter injusto de la resolucin, es decir, dolo - 47 excluyndose tan solo el dolo eventual ( sentencia 4-7-96 )- o conciencia plena de la ilegalidad o arbitrariedad ( Sentencia 20-11-95 )." En cuanto a la prevaricacin judicial culposa la doctrina jurisprudencial del Tribunal Supremo interpreta que "ha de entenderse dictada una resolucin por ignorancia inexcusable cuando sta, aunque sin intencin, sea tan patentemente contraria a la ley que ponga de relieve el absoluto desconocimiento de la misma, excluyendo toda razonable interpretacin ( sentencia 30-4-41 ). No la integra el mero error interpretativo o aplicatorio de las leyes ( sentencia 31.1.14 ). la figura imprudente requiere, adems de que la resolucin sea manifiestamente injusta, el que la negligencia o ignorancia sea inexcusable, lo que conduce a que slo ser admisible la imprudencia temeraria, quedando fuera cualquier otra imprudencia ( sentencia 23-11-93 ). Es equiparable a la imprudencia grave del vigente Texto penal." Descartada la subsuncin normativa en el delito de prevaricacin dolosa tambin debe descartarse en el delito de prevaricacin culposa, previsto en el art. 447 del Cdigo Penal , que exige que en todo caso la imprudencia sea grave y que concurra resolucin manifiestamente injusta. La jurisprudencia ha tratado de graduar la imprudencia acudiendo a la entidad de la desviacin en la conducta del presunto autor del delito respecto al modo de proceder generalizado y valorado como normal del resto de las pe5sonas, que desarrollan su funcin ante supuestos similares, y por ello, en este caso concreto, al resto de los sujetos que desarrollan la funcin judicial. El tipo penal del art. 447 exige a diferencia del tipo del art. 446 que la resolucin sea manifiestamente injusta y por ello clara, patente, palmaria y evidentemente injusta. Ha de resaltar de modo claro e indiscutible la notoria violacin de un precepto legal que ponga de relieve el absoluto desconocimiento de la ley excluyendo toda posible interpretacin razonable. Excluido que la conducta del Magistrado-Juez querellado Iltmo. Sr. Don Ildefonso , resultase subsumible en el tipo doloso del artculo 446 del Cdigo Penal vigente, la cuestin esencial, consiste en determinar si los hechos imputados pudieran ser constitutivos de delito de prevaricacin imprudente o negligente, previsto en el art. 447 del Cdigo Penal vigente, que exige que en todo caso la imprudencia sea grave y que concurra una resolucin manifiestamente injusta. TRIGESIMO-TERCERO.- La conducta del Magistrado-Juez querellado no resulta subsumible ni en el artculo 446, ni en el artculo 447 del Cdigo Penal , puesto que actu de forma ajustada a Derecho y cumpliendo los requisitos exigidos para la prctica del ADN. La funcin judicial que se integra dentro de los delitos contra la Administracin de Justicia y de forma concreta, la prevaricacin judicial, presenta importantes diferencias con la funcin administrativa, que se integra dentro de los delitos contra la Administracin Pblica. La funcin judicial goza de deber de imparcialidad e independencia absoluta. La funcin administrativa puede no tener carcter decisorio sino de mera propuesta. El funcionario pblico es un tcnico, que no precisa las ms de la veces tener la condicin de Letrado y que carece de conocimientos especficos de Derecho Penal, a diferencia de lo que sucede con los Jueces y Magistrados. El legislador atribuye mayor responsabilidad a los Jueces y Magistrados que a los funcionarios pblicos o autoridades. Es por ello, que los Magistrados responden por el delito de prevaricacin dolosa y por el delito de prevaricacin culposa de imprudencia grave o ignorancia inexcusable. Funcin administrativa y funcin jurisdiccional tienen diferente contenido y a efectos jurdicos, lo que se traduce en diferentes tipos penales. El Juez o Magistrado tiene una independencia y un deber de imparcialidad absoluta para la aplicacin del Ordenamiento jurdico, estando slo sometido al Imperio del Derecho y de la Ley, teniendo potestad y deber de inaplicar los Reglamentos ilegales. Tiene competencia para aplicar el Derecho Comunitario y el principio de primaca. El funcionario pblico las ms de la veces tiene una funcin no decisoria, sino de propuesta de las soluciones ms adecuadas y favorables a la Administracin, sin perjuicio del ulterior control jurisdiccional contenciosos administrativo. Las autoridades pblicas pueden adoptar decisiones de conformidad con la propuesta de los funcionarios pblicos o en contradiccin con las mismas. Los informes o dictmenes pueden tener carcter preceptivo, pero casi nunca vinculantes. 48 Aunque pueden cometer delito de prevaricacin tanto los funcionarios pblicos como las Autoridades Pblicas la responsabilidad Penal de los Jueces y Magistrados es ms acentuada. La regla general que utiliza el legislador es a "mayor independencia, mayor responsabilidad". Los Jueces y Magistrados tienen un plus de responsabilidad frente a los administrativos- tcnicos (funcionarios) porque el legislador penal atribuye a su funcin una mayor independencia, deber de imparcialidad y conocimiento de la Ley y del Ordenamiento Jurdico en general. El funcionario pblico que realiza funciones de propuesta, solo puede excepcionalmente incurrir en delito de prevaricacin, si carece de competencias decisorias. El funcionario pblico debe defender los intereses de la Administracin con objetividad y entre varias opciones factibles y posibles dentro del marco del Ordenamiento Jurdico dictaminar o informar que se opte por algunas de ellas, aunque resulte cuestionable que sea la ms adecuada. Tambin la Autoridad con facultades decisorias puede optar por la decisin poltica ms discutible, entre las varias posibles, siempre que no conculque el Ordenamiento Jurdico Penal. El funcionario administrativo debe defender los intereses pblicos y el Letrado de la Administracin es parte. El Juez o Magistrado debe ser imparcial e independiente y debe en cada caso concreto aplicar la Constitucin, el Ordenamiento Jurdico, y el Sistema de Fuentes. No existen indicios de prevaricacin dolosa ni culposa. La conducta del Magistrado-Juez Instructor querellado fue ajustada a Derecho y adecuada al Ordenamiento Jurdico. TRIGESIMO-CUARTO.- Descartada la aplicacin del art. 404 del Cdigo Penal de 1995 , que ha sido invocado, de forma notoriamente errnea por la parte querellante, confundiendo prevaricacin administrativa y prevaricacin judicial, y tambin desestimada la pretensin de subsuncin normativa en los delitos de prevaricacin judicial dolosa y culposa procede el examen de los restantes delitos imputados. Tampoco puede aplicarse el artculo 404 del Cdigo penal a los restantes querellados, que tienen la condicin de funcionarios pblicos, ya que se han limitado a cumplir la decisin judicial (Auto), que les vincula obligatoriamente. A) En cuanto al delito de coacciones que se imputa al Juez querellado, invocando el art. 172.1 y 2 del Cdigo Penal de 1995 no resulta aplicable a la conducta del Magistrado querellado, ya que la resolucin dictada gozaba de cobertura normativa, se ajustaba al Ordenamiento jurdico constitucional, estaba motivada y era plenamente vlida y eficaz desde una perspectiva jurdica. El art. 172 del Cdigo Penal de 1995 dispone: "El que sin estar legtimamente autorizado impidiere a otro con violencia hacer lo que la Ley no prohibe, o le compeliere a efectuar lo que no quiere, sea justo o injusto, ser castigado con la pena de prisin de seis meses a tres aos o con multa de seis a veinticuatro meses, segn la gravedad de la coaccin o de los medios empleados. Cuando la coaccin ejercida tuviera como objeto impedir el ejercicio de un derecho fundamental se impondrn las penas en su mitad superior, salvo que el hecho tuviera sealada mayor pena en otro precepto de este Cdigo." De la simple lectura de este artculo se deduce que el supuesto fctico-jurdico es diferente puesto que no ha existido violencia, ni intimidacin por parte del Magistrado-Instructor, sino que el mismo actu legtimamente autorizado por el Ordenamiento Jurdico, y en virtud de un deber imperativo legal. La conducta del querellado no es subsumible en el presupuesto fctico-jurdico de esta norma. B) Tambin tipifica la parte querellante la conducta del Magistrado-Juez Instructor, como constitutiva de delito regulado en el art. 173 del Cdigo Penal , que dispone: "1. El que infligiera a otra persona un trato degradante, menoscabando gravemente su integridad moral, ser castigado con la pena de prisin de seis meses a dos aos. 2. El que habitualmente ejerza violencia fsica o psquica sobre quien sea o haya sido su cnyuge o sobre persona que est o haya estado ligada a l por una anloga relacin de afectividad aun sin convivencia, o sobre los descendientes, ascendientes o hermanos por naturaleza, adopcin o afinidad, propios o del cnyuge o conviviente, o sobre los menores o incapaces que con l convivan o que se hallen sujetos a la potestad, tutela, curatela, acogimiento o guarda de hecho del cnyuge o conviviente, o sobre persona amparada en cualquier otra relacin por la que se encuentre integrada en el ncleo de su convivencia familiar, as como sobre las personas que por su especial vulnerabilidad se encuentran sometidas a custodia o guarda en centros pblicos o privados, ser castigado con la pena de prisin de seis meses a tres aos, privacin del derecho a la tenencia y porte de armas de dos a cinco aos y, en su caso, cuando el juez o tribunal lo estime adecuado 49 al inters del menor o incapaz, inhabilitacin especial para el ejercicio de la patria potestad, tutela, curatela, guarda o acogimiento por tiempo de uno a cinco aos, sin perjuicio de las penas que pudieran corresponder a los delitos o faltas en que se hubieran concretado los actos de violencia fsica o psquica. Se impondrn las penas en su mitad superior cuando alguno o algunos de los actos de violencia se perpetren en presencia de menores, o utilizando armas, o tengan lugar en el domicilio comn o en el domicilio de la vctima, o se realicen quebrantando una pena de las contempladas en el artculo 48 de este Cdigo o una medida cautelar o de seguridad o prohibicin de la misma naturaleza. 3. Para apreciar la habitualidad a que se refiere el apartado anterior, se atender al nmero de actos de violencia que resulten acreditados, as como a la proximidad temporal de los mismos, con independencia de que dicha violencia se haya ejercido sobre la misma o diferentes vctimas de las comprendidas en este artculo, y de que los actos violentos hayan sido o no objeto de enjuiciamiento en procesos anteriores." El supuesto fctico de este precepto nada tiene que ver con la conducta del Imo. Sr. Magistrado- Juez Instructor, D. Ildefonso . El Magistrado-Instructor no ha infligido ningn trato degradante a la persona del querellante, ni tampoco ha menoscabado su integridad moral. No existe violencia fsica ni ninguna clase de habitualidad. El Magistrado Instructor actu en el ejercicio de sus funciones jurisdiccionales con pleno respeto a los Derechos Fundamentales y a la doctrina del Tribunal Constitucional. En todo caso la resolucin judicial (Auto del Magistrado-Juez Instructor) es ajustada a derecho, fue acordada motivadamente por un deber imperativo legal, resultando respetuosa con los Derechos Fundamentales y en concreto con el derecho a la intimidad, a la integridad y al principio de proporcionalidad. C) Se imputa tambin al Magistrado-Instructor querellado la comisin de un delito de tortura previsto en el art. 174.1 del Cdigo Penal , que dispone: "Comete tortura la autoridad o funcionario pblico que, abusando de su cargo, y con el fin de obtener una confesin o informacin de cualquier persona o de castigarla por cualquier hecho que haya cometido o se sospeche que ha cometido, la sometiere a condiciones o procedimientos que por su naturaleza, duracin u otras circunstancias, le supongan sufrimientos fsicos o mentales, la supresin o disminucin de sus facultades de conocimiento, discernimiento o decisin, o que de cualquier otro modo atenten contra su integridad moral. El culpable de tortura ser castigado con la pena de prisin de dos a seis aos si el atentado fuera grave, y de prisin de uno a tres aos si no lo es. Adems de las penas sealadas se impondr, en todo caso, la pena de inhabilitacin absoluta de ocho a doce aos." El precepto citado no tiene ninguna relacin con la conducta del Magistrado-Instructor. En ningn momento el Magistrado-Instructor tortu ni someti al querellante a sufrimientos fsicos o mentales, ni le suprimi o disminuy de sus facultades, ni atent contra su integridad moral. Se trata de un delito doloso que no tiene nada que ver con la actuacin ajustada a Derecho del Magistrado-Instructor querellado, que dict una resolucin motivada, justa, razonable, dentro del mbito de sus competencias y potestades pblicas, respetuosa con la intimidad y la integridad moral con plena cobertura constitucional, y sin peligro para la salud. D) La parte querellante atribuye al Magistrado-Instructor una conducta subsumible en el art. 533 del Cdigo Penal.El art. 533 del Cdigo Penal dispone: "El funcionario penitenciario o de centros de proteccin o correccin de menores que impusiere a los reclusos o internos sanciones o privaciones indebidas, o usare con ellos de un rigor innecesario, ser castigado con la pena de inhabilitacin especial para empleo o cargo pblico por tiempo de dos a seis aos." El art. 533 del Cdigo Penal no tiene ninguna relacin con el caso planteado, ya que el querellante no es menor, ni el querellado es funcionario de prisiones. Tampoco ha impuesto sanciones ni privaciones a reclusos o internos ni ha usado un rigor innecesario. El anlisis del ADN: a) No origin dao ni riesgo para la salud. b) Fue motivado y justificado. c) Respet los Derechos Fundamentales y d) Se ajust y adecu al derecho a la intimidad, a la integridad fsica y moral y al principio de proporcionalidad. E) La parte querellante subsume la conducta del querellado en el art. 537 del Cdigo Penal , que establece: 50 "La autoridad o funcionario pblico que impida u obstaculice el derecho a la asistencia de abogado al detenido o preso, procure o favorezca la renuncia del mismo a dicha asistencia o no le informe de forma inmediata y de modo que le sea comprensible de sus derechos y de las razones de su detencin, ser castigado con la pena de multa de cuatro a diez meses e inhabilitacin especial para empleo o cargo pblico de dos a cuatro aos." Este precepto no es aplicable al caso concreto objeto de querella, ya que en ningn momento se ha prohibido, impedido u obstaculizado el derecho a la asistencia de abogado, llegando incluso, por el contrario, a admitirse la firma y defensa de dos abogados. En este caso no se ha impedido u obstaculizado el derecho a la asistencia de Abogado, ya que incluso se le ha permitido la firma y defensa de dos Abogados. F) El querellante califica la conducta del Magistrado-Instructor, prevista en el art. 542 del Cdigo Penal de 1995 , que dispone: "Incurrir en la pena de inhabilitacin especial para empleo o cargo pblico por tiempo de uno a cuatro aos la autoridad o el funcionario pblico que, a sabiendas, impida a una persona el ejercicio de otros derechos cvicos reconocidos por la Constitucin y las Leyes." El Magistrado-Instructor no ha conculcado ningn derecho fundamental, ni ningn derecho cvico, sino que ha actuado dentro del marco de la Constitucin y del Ordenamiento Jurdico, y un acatamiento de un deber legal imperativo ex lege.. No ha existido dolo directo, ni culpa ni propsito de cercenar el ejercicio de ningn derecho cvico ni fundamental. El artculo 542 del Cdigo Penal de 1995 , pretende aplicarse al Magistrado-Instructor querellado, lo cual resulta rechazable, ya que el mismo en su Auto de fecha 18-9-2003 , dej a salvo la constitucionalidad de la medida y dispuso que el mdico forense llevase a cabo la medida de forma que no fuese atentatoria a la dignidad de la persona, invocando jurisprudencia constitucional. No concurri actuacin dolosa, "a sabiendas" exigida por el artculo 542 comentado, sino actuacin justificada de buena fe, respetuosa con la Constitucin y la doctrina del Tribunal Constitucional y del Tribunal Supremo. G) La parte querellante imputa tambin al Magistrado-Juez querellado la comisin de un delito del artculo 412 C.O. 1995 . No resulta fcil averiguar a qu hipottico delito hace referencia, an interpretando que C.O. hace referencia al Cdigo Penal. Las conductas delictivas descritas en el artculo 412 del Cdigo Penal , ni son imputables al Magistrado- Juez querellado, ni tienen que ver con este caso concreto. El artculo 412 del Cdigo Penal dispone: "1. El funcionario pblico que, requerido por autoridad competente, no prestare el auxilio debido para la Administracin de Justicia u otro servicio pblico, incurrir en las penas de multa de tres a doce meses, y suspensin de empleo o cargo pblico por tiempo de seis meses a dos aos. 2. Si el requerido fuera autoridad, jefe o responsable de una fuerza pblica o un agente de la autoridad, se impondrn las penas de multa de doce a dieciocho meses y suspensin de empleo o cargo pblico por tiempo de dos a tres aos. 3. La autoridad o funcionario pblico que, requerido por un particular a prestar algn auxilio a que venga obligado por razn de su cargo para evitar un delito contra la vida de las personas, se abstuviera de prestarlo, ser castigado con la pena de multa de dieciocho a veinticuatro meses e inhabilitacin especial para empleo o cargo pblico por tiempo de tres a seis aos. Si se tratase de un delito contra la integridad, libertad sexual, salud o libertad de las personas, ser castigado con la pena de multa de doce a dieciocho meses y suspensin de empleo o cargo pblico de uno a tres aos. En el caso de que tal requerimiento lo fuera para evitar cualquier otro delito u otro mal, se castigar con la pena de multa de tres a doce meses y suspensin de empleo o cargo pblico por tiempo de seis meses a dos aos." 51 La Autoridad competente para requerir la prestacin de auxilio debido para la Administracin de Justicia y otro servicio pblico, sera, en este supuesto fctico jurdico sometido a conocimiento de la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, el Magistrado-Juez querellado. En este precepto se contemplan varias modalidades de conductas, omisivas, ninguna de las cuales es objeto del presente proceso, y hace dudar si se ha incurrido en un error sustancial y grave por el redactor de la querella. Advirtase la inicial C.O. en la lista de los delitos que se imputan en la querella, desconocindose si dichas iniciales corresponden al Cdigo Penal o a otro Cdigo distinto que comience por la letra "O". H) A continuacin se imputa al Magistrado-Juez querellado el delito del artculo 455.1 del Cdigo Penal vigente , que se inspiraba en el artculo 337 del Cdigo Penal anterior , que regulaba el delito de realizacin arbitraria del propio Derecho. El artculo 455 apartado 1 del Cdigo Penal de 1995 dispone: "El que, para realizar un derecho propio, actuando fuera de las vas legales, empleare violencia, intimidacin o fuerza en las cosas, ser castigado con la pena de multa de seis a doce meses." El caso sometido a conocimiento de la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid no tiene que ver con el precepto invocado por la parte querellante. Aunque se admitiese, a efectos meramente delictivos, la subsuncin en este precepto, no sera aplicable puesto que a) no existi actuacin fuera de las vas legales, b) no concurri violencia, intimidacin o fuerza en las cosas y c) no existe realizacin arbitraria del propio derecho. I) Por ltimo, se imputan al querellado faltas del artculo 617.1 y 2 y del artculo 623.2 del Cdigo Penal de 1995.Las faltas tipificadas no tienen nada que ver con el objeto del proceso penal. Se trata de otro error de quien redact la querella. A mayor abundamiento, por tratarse de simples faltas, previsiblemente no hubiesen sido resueltas por la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, que slo adopta decisiones judiciales sobre delitos y no sobre situaciones que nada tienen que ver con un pretendido hecho punible. TRIGESIMO-QUINTO.- En conclusin, procede recapitular indicando, sin propsito exhaustivo, las razones por las que se procede a la inadmisin "in limine litis" de la querella. 1) Se cumplieron los requisitos exigidos por la legislacin la jurisprudencia y la doctrina especializada para acordar la prctica del ADN. El rgano judicial competente es el Magistrado-Juez de Titular del Juzgado de Instruccin n NUM000 de DIRECCION000 La resolucin judicial deba adoptar la forma de Auto, y as se hizo. El Auto deba ser motivado y se cumpli ese requisito. La prctica del ADN tena cobertura constitucional y normativa suficiente en lo que afectaba a derechos fundamentales, derechos cvicos y toda clase de derechos. Los derechos fundamentales no tienen en caso de colisin "a priori" carcter preferente, ni estn sometidos entre ellos a una relacin de jerarqua. Los derechos fundamentales carecen de carcter absoluto y su naturaleza es limitada, prevaleciendo unos sobre otros, en caso de colisin segn las circunstancias y el contexto concreto.. No exista intromisin ilegtima ya que la medida fue adoptada por el Juez competente en materia de investigacin del delito, lo que enerva el carcter ilegtimo de la intromisin, cumpliendo los principios constitucionales. La injerencia est justificada por la defensa de los intereses pblicos generales. Se respet el principio de proporcionalidad. Se observo y respet el principio de razonabilidad. Se aplicaron y respetaron los principios de intimidad, legalidad y seguridad jurdica. La adopcin de la medida se realiz por personal mdico especializado (Instituto Nacional de Toxicologa o Mdico Forense). 52 La prctica de la medida era idnea, adecuada, motivada y constitucional, para determinar, comprobar y concretar los hechos que eran objeto del proceso penal, ante las dificultadas e insuficiencia probatoria. La medida no supona grave riesgo o quebranto de la salud del sospechoso, imputado o procesado, segn las circunstancias. La medida se practic siguiendo las pautas establecidas por el Tribunal Constitucional. Desde la perspectiva de la realidad constitucional espaola la conducta del Magistrado-Instructor querellado no es reprochable, sino constitucionalmente legtima y ajustada a Derecho. Por el contrario es el Juez el nico competente para acordar la prctica de esta diligencia probatoria, cuando no existe consentimiento del sospechoso en el Derecho comparado o del imputado en el Sistema Espaol ( o del procesado cuando se dicta auto de procesamiento). 18) La forma que debe revestir la decisin del Juez competente es la de Auto. La decisin del Magistrado-Juez Instructor debe ser motivada, prudente, proporcional y ajustada a Derecho. El Auto de fecha 18-9-2003, dictada por el Magistrado Instructor querellado es ajustado a Derecho, esta suficientemente motivado y goza de cobertura constitucional. La parte querellante pretende subsumir la conducta de los querellados en una serie extensa de supuestas infracciones penales, que la Sala estima inexistentes. La Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid es competente para conocer del asunto, por razn del aforamiento del Magistrado-Instructor. Ahora bien si el pretendido hecho punible imputado al Magistrado querellado no resulta "prima facie" constitutivo de delito, procede la inadmisin de la querella "in lmine litis", que implicar la inexistencia de responsabilidad penal no solo del querellante, sino tambin de aquellas personas que acataron, cumplieron y obedecieron la decisin judicial, por imperativo constitucional y legal. Si el Auto de fecha 18-9-2003 carece de contenido delictivo no han cometido infraccin penal las restantes personas llamadas al proceso penal por la parte querellante. Si el Auto del Magistrado-Juez titular del Juzgado de Instruccin n 24 de fecha 18 de septiembre de 2003 no es constitutivo de infraccin penal, tampoco en principio exista responsabilidad penal por parte de quienes obedecan la resolucin ajustada a Derecho. Los restantes querellados se limitaron a ejecutar una decisin judicial vinculante y obligatoria, adecuada y proporcional. El archivo "in lmine litis" afecta pues, no slo al Magistrado- Instructor del Auto de fecha 18-9- 2003, sino tambin a los restantes querellados, no aforados, que se limitaron a cumplir el Auto de fecha 18-9-2003, que tena efectos jurdicos vinculantes e imperativos para los restantes acusados. En todo caso, al operarse la inadmisin "in lmine litis" de la querella, sin llegar a constituirse la relacin jurdico procesal, no cabe duda que se produce el archivo. La Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, carece de competencia bien inicial, bien sobrevenida, si por cualquier causa deja de perseguirse la accin contra el aforado, en el momento inicial. La unidad de proceso, la acumulacin procesal y la competencia de la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia, slo tienen sentido cuando una de las personas, contra la que se dirige la pretensin punitiva es aforada. La licitud y legalidad del Auto del Magistrado-Instructor de fecha 18 de septiembre de 2003 enerva la comisin de un delito de prevaricacin judicial, bien dolosa, bien culposa. La constitucionalidad y legalidad del Auto de 18 de septiembre de 2003 , no ofrece duda y su respeto y conformidad con la Constitucin est suficientemente motivado. El texto del propio Auto confirma su adecuacin a la Constitucin. La constitucionalidad de la prctica del ADN y la legalidad de la conducta del Magistrado-Juez Instructor inciden de forma trascendente y decisiva sobre el rechazo de la pretensin punitiva de existencia de delito de prevaricacin dolosa o culposa. 53 Tambien incide sobre la imputacin de otros delitos por cuanto la conducta que intenta la parte querellante imputar al Magistrado Instructor inciden de forma trascendente y decisiva sobre el rechazo de la pretensin punitiva de existencia de delito de prevaricacin dolosa o culposa. Igualmente incide sobre la imputacin de otros delitos por cuanto la conducta que intenta la parte querellante imputar al Magistrado Instructor querellado es lcita, vlida y adecuada a la Constitucin. La actuacin del Magistrado Instructor querellado fue ajustada a Derecho y respetuosa con la Constitucin Espaola y con la legislacin vigente, por lo que procede inadmitir "in limine litis" la querella interpuesta contra el mismo y contra las personas que obedecieron la decisin judicial. El acusado o sospechoso se opuso a la diligencia probatoria del ADN, sin justificacin no motivacin y al parecer intentando impedir la diligencia probatoria, al parecer por temor a que se acredite su autora o participacin en el mismo. Para el Tribunal Constitucional la extraccin de cabellos no supone ningn trato inhumano ni degradante ni supone ningn riesgo para la salud del acusado. El Tribunal Constitucional rechaza que un tonsurado de axilas y de cabeza sea atentatorio de la dignidad humana, argumentando que (es evidente que esta alegacin carece de fundamento, pues no cabe entender que la extraccin de cabellos de diferentes partes de la cabeza y del pelo de las axilas a realizar por el Mdico Forense para su posterior anlisis suponga, ni por su finalidad ni por la manera de llevarse a la prctica, un trato inhumano o degradante contrario al art. 15 CE , graves calificativos que, segn doctrina reiterada de este Tribunal, hay que reservar para aquellos tratos que impliquen <<padecimientos fsicos o psquicos ilcitos e infligidos de modo vejatorio para quien los sufre>> ( SSTC 120/1990, 137/1990, 57/1994 y 207/1996, de 16 de diciembre ). 32) El Tribunal Constitucional niega tambin que la extraccin de algunos cabellos entra dentro del mbito constitucionalmente protegido del Derecho a la intimidad personal: El Tribunal Constitucional espaola tiene declarado que "resulta, pues, evidente que una intervencin corporal consistente en la extraccin de algunos cabellos de diversas partes de la cabeza y del pelo de las axilas, por la parte externa del cuerpo afectada y la forma en que est prevista su ejecucin ( a realizar por el Mdico Forense), no entra dentro del mbito constitucionalmente protegido del derecho a la intimidad corporal, ni, por lo tanto, puede llegar a vulnerarlo" ( Sentencia del Tribunal Constitucional 207/1996 de 16 de diciembre ). Incluso en el supuesto fctico jurdico de que se trate de una medida limitativa de Derechos Fundamentales puede ser adoptada por el Magistrado- Juez Instructor, segn la doctrina del Tribunal Constitucional (Sentencia del Tribunal Constitucional 207/1996 de 16 de diciembre), cuando "su adopcin se revela objetivamente imprescindible para el aseguramiento de un bien o inters constitucionalmente relevante, lo que, trasladado al mbito particular del proceso penal ha de habilitar a la autoridad judicial a decretar tales medidas nicamente cuando su adopcin sea indispensable para asegurar <<la defensa del inters pblico que se pretende defender mediante el ejercicio del ius puniendi ( STC 37/1989, fundamento jurdico 8 ). En suma, pues, una medida de instruccin penal restrictiva de los derechos fundamentales habr de reputarse necesaria cuando de su resultado pueda depender el ejercicio del ius piniendi, lo que tan slo acontecer cuando su puesta en prctica permita acreditar, desde un punto de vista objetivo, la existencia de alguno o algunos de los hechos constitutivos del tipo delictivo objeto de investigacin y, desde el subjetivo, la participacin del imputado en los mismos". 33) No resulta necesario argumentar mayormente que en el caso sometido a conocimiento del Magistrado-Juez Instructor querellado se dan estas circunstancias y la medida restrictiva ha sido legalmente tramitada y acordada, de conformidad con la Constitucin, respetando el principio de proporcionalidad y en defensa del "ius puniendi" y de los intereses pblicos. No se trata solo de una simple y nueva prueba pericial acordada arbitrariamente de forma unilateral e injustificada y carente de instruccin, en relacin con hechos dudosamente calificables como delictivos, sino que la precitada medida resulta necesaria y objetivamente imprescindible para acreditar la existencia de un grave delito de homicidio y sobre todo el autor del mismo; habindose respetado por el Magistrado-Instructor los principios de proporcionalidad, legalidad prudente iuris. 34) Se cumplen todos los requisitos exigidos jurisprudencial y doctrinalmente para acordar la intervencin corporal. 54 35) El Magistrado-Juez Instructor acord una diligencia probatoria, con respecto a los Derechos Fundamentales, y de forma concreta a la intimidad. 36) La diligencia probatoria corporal resultaba necesaria e imprescindible. 37) El Magistrado-Instructor no le vincula la conducta del sospechoso (acusado, imputado...). 38) Con independencia de la valoracin por el Juzgador de la negativa a permitir la prctica de la medida corporal, el Magistrado-Instructor tiene atribuciones judiciales para acordar la "prueba corporal". 39) El Magistrado-Instructor tiene competencia no slo para acordar la prctica de la diligencia probatoria, sino adems de ejecutarla. 40) El Magistrado-Instructor ha ajustado su conducta al Ordenamiento Jurdico y a la jurisprudencia complementaria. 41) Existen razones y motivos suficientes para la prctica de la diligencia del ADN, y el Magistrado Juez Instructor ha actuado, de conformidad con la Constitucin y con el Ordenamiento Jurdico, teniendo en cuenta el inters general, subyacente en el proceso penal. 42) El Magistrado-Juez puede y deber acordar, cuando necesario e imperativo, la inspeccin corporal o mental y las intervenciones corporales. 43) Las Inspecciones e intervenciones necesarias y relevantes se practicaran con el auxilio de los peritos, cuando se requieran conocimientos especiales (prevalentemente los mdicos forenses). 44) El respeto a los principios constitucionales t procesales impiden que se pueda actuar en fraude de Derechos Fundamentales. 45) Existen supuestos en los que la realizacin de algunas inspecciones corporales; adems de ocasionar graves dolores, origina riesgos; debiendo el Magistrado-Juez actuar prudencialmente, respetando los principios de audiencia, bilateralidad, legalidad y proporcionalidad. 46) No es este el supuesto fctico jurdico sometido a conocimiento de la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, en el que las diligencias acordadas no general ninguna clase de riesgo para las personas. 47) En el Derecho comparado existen Estados en los que no se exige el consentimiento expreso del acusado (extraccin de saliva o cabello) ante la inexistencia de efectos perjudiciales para la salud. (Tampoco implican riesgo transcendente y relevante y pueden y deben ser dispuestas y ordenadas por Magistrado-Juez Instructor cuando lo estime necesario, extraccin de sangre, semen o muestra de piel). 48) El supuesto de hecho descrito por la querella no constituye una arbitrariedad del Magistrado- Instructor. Se trata de una imputacin de homicidio y el querellante resulta acusado y sospechosos. 49) En cuanto a la responsabilidad penal por delito de prevaricacin del Magistrado-Juez Instructor, que la parte querellante intenta atribuirle, de forma manifiestamente errnea con base en el art. 404 del Cdigo Penal (relativo a la prevaricacin administrativa, y no a la judicial) no existe ningn indicio de que haya incurrido en prevaricacin judicial dolosa ni culposa. El Magistrado-Juez Instructor actu de forma ajustada a Derecho, respetando el ordenamiento jurdico y en cumplimiento de las obligaciones derivadas de sus funciones jurisdiccionales, por lo que no concurri ninguna resolucin injusta a sabiendas. La instruccin aparece configurada en nuestros textos legales con un significado amplio. Etimolgicamente significa mostrar. En el ordenamiento jurdico procesal caben dos acepciones diferentes, equivalente una a formacin y, por tanto, a todo acto de formacin del proceso y otra, como sinnima de dar a conocer, de tomar conocimiento de los actos ya verificados en el proceso a los efectos de preparar o realizar en ste una funcin determinada. La instruccin criminal es uno de los perodos fundamentales del proceso penal y est dirigida a indagar, inquirir, investigar, averiguar y comprobar, partiendo de la sospecha o de la notitia criminis. Tampoco existi imprudencia grave o ignorancia inexcusable. 50) Ninguno de los restantes querellados ha incurrido en delito de prevaricacin administrativa. Se limitaron a cumplir el mandato imperativo del Magistrado-Juez Instructor, que les vinculaba por ministerio de la ley. No les resulta aplicable el art. 404 del Cdigo Penal por cuanto no dictaron ninguna resolucin arbitraria a sabiendas de su injusticia, en ningn asunto administrativo. 55 51) Tampoco han incurrido ni el Magistrado-Juez Instructor ni los restantes querellados en la relacin de mltiples preceptos delictivos, que se dicen conculcados, sin ninguna motivacin, ni justificacin jurdica, con tipificaciones que nada tienen que ver con la conducta de los querellados: No puede existir delito de coacciones del art. 172.1 y 2 del Cdigo Penal por cuanto que el Magistrado- Juez Instructor actuaba en el ejercicio de sus potestades jurisdiccionales y estaba legtimamente autorizado. No existi ni violencia, ni coacciones que tuvieran como objeto impedir el ejercicio de derechos fundamentales. Debe resaltarse adems que el art. 172 no tiene numeracin, sino dos prrafos separados. El art. 173.1 del Cdigo Penal no tiene nada que ver con el caso concreto objeto de la presente querella, ya que no se ha infringido a ninguna persona ningn trato degradante, ni se ha menoscabado su integridad moral como tiene declarado el Tribunal Constitucional, en la jurisprudencia que hemos recogido. El art. 173 del Cdigo Penal slo tiene un prrafo, por lo que no se entiende que significado tiene recoger una numeracin que no existe. Se invoca por el querellante el art. 533 del Cdigo Penal de 1995 que no tiene ninguna relacin con este asunto, ya que el Magistrado-Juez Instructor no tiene la condicin de funcionario penitenciario, ni de centro de proteccin o de correccin de menores, ni ha impuesto sanciones o privaciones indebidas, ni actuado con rigor innecesario. Se denuncia como infringido el art. 537 del Cdigo Penal de 1995 . Tampoco resulta relacionado con el caso concreto sometido a conocimiento de esta Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, ya que la conducta del Magistrado-Juez Instructor no resulta subsumible en dicho precepto, puesto que no ha impedido en ningn momento ni obstaculizado el derecho a la asistencia de Abogado, permitiendo que firmasen dos Abogados en representacin de una sola persona, esto es el querellante. Tampoco ha favorecido la renuncia a la asistencia letrada y se ha informado en su da al querellante. En cuanto a los querellados se ignora que tienen que ver con estos preceptos penales, que se dicen conculcados. Asimismo se articula como conculcado el art. 542 del Cdigo Penal . Este precepto no tiene nada que ver con el caso concreto objeto de este proceso, ya que se trata de una norma residual ( STS 1953/2001, de 23-10 , excesivamente abierta e insegura; STS 1020/1995, de 19-10 , autntica norma penal en blanco; STS 165/2002, de 11-3 , que exige su interpretacin estricta para no invadir el mbito propio del Derecho Administrativo; STS 1760/2001, de 5-10 ). En todo caso ninguna relacin tiene con el objeto del proceso penal, ni la conducta de los querellados resulta subsumible en esta norma penal, ni siquiera indiciariamente. En cuanto al art. 412 C.O. (sic) la indefensin de esta parte es absoluta, ya que desconoce las siglas C.O. 1995. En el supuesto improbable de que se haga referencia con las siglas C.O. al Cdigo Penal la relacin con este caso sometido a conocimiento de la Sala de lo Civil y Penal del TSJM es tambin inexplicable, ya que nada tiene que ver con un funcionario pblico que requerido por la autoridad competente no prestare el auxilio debido para la Administracin de Justicia. Ms bien sucede al contrario, ya que los funcionarios prestaron el auxilio debido a la Administracin de Justicia y cumplieron el requerimiento judicial. El art. 455.1 del Cdigo Penal hace referencia a la realizacin arbitraria del propio derecho, se ignora, ya que no se concreta, ni motiva que relacin tiene el delito de realizacin arbitraria del propio derecho y el objeto de esta querella. No se ha actuado fuera de las lneas legales. El Magistrado-Juez Instructor ha desarrollado una conducta ajustada a derecho y no ha tratado de realizar ningn derecho propio, ni crediticio u obligacional, ni derecho real. Por el contrario, el Magistrado-Juez Instructor se ha limitado a cumplir las obligaciones ex lege, que se derivan del ejercicio de sus funciones jurisdiccionales. Se imputa al Magistrado-Juez Instructor haber cometido falta contra las personas, tipificada en el art. 617.1 y 2 del Cdigo Penal . No se ha producido ninguna lesin, ni se ha golpeado, ni maltratado de obra a otra persona. El Magistrado-Juez Instructor se limit a cumplir las obligaciones y deberes imperativos, que se derivan del ejercicio de su funcin, lo cual constituye el cumplimiento de su deber y no la comisin de un delito ni de una falta, mxime cuando ha actuado en el ejercicio de sus funciones jurisdiccionales. Por ltimo, el art. 623.2 del Cdigo Penal , que tambin se le imputa al Magistrado-Juez Instructor como conculcado dice literalmente que sern castigados con arresto de dos a seis fines de semana o multa de uno 56 o dos meses: ... Los que realicen la conducta descrita en el art. 236 siempre que el valor de la cosa no exceda de cincuenta mil pesetas. Pues bien, la conducta descrita en el art. 236 del Cdigo Penal castiga con multa de tres a doce meses al que, siendo dueo de una cosa mueble o actuando con el consentimiento de ste, la sustrajere de quien la tenga legtimamente en su poder, con perjuicio del mismo o de un tercero. Es decir, se acusa al Magistrado-Juez Instructor y a los querellados de una sustraccin penal, de forma temeraria y de mala fe, ya que ni el Magistrado-Juez Instructor, ni los funcionarios que cumplieron con su deber sustrajeron a nadie ninguna cosa mueble, excepto que se utilice el argumento de la saliva fuese una cosa mueble, lo cual rechazamos como interpretacin absurda. Ha de tenerse en cuenta, a mayor abundamiento, que como pone de manifiesto el Tribunal Supremo en Auto de 9 de octubre de 1995 "es doctrina reiterada de esta Sala que la disconformidad con una resolucin judicial, no puede constituir sin ms, la base de un procedimiento penal". Se ha de recordar asimismo, que el propio Tribunal Supremo advierte de la necesidad de evitar y una utilizacin desviada o abusiva del procedimiento penal, y concretamente, de evitar el inicio de procedimientos penales en caso de querellas o denuncias manifiestamente infundadas ( Auto de 20 de diciembre de 1995). Se ha de concluir por todo ello, que es procedente la inadmisin a trmite de la querella formulada. La posibilidad de aplicar el artculo 313 de la L.E. Crim . para rechazar querellas contra Jueces y Magistrados ha sido reiteradamente propugnada y admitida por la Sala Segunda del Tr5ibunal Supremo, argumentando que la resolucin contraria "ira contra la razn misma y la naturaleza de las cosas, haciendo a Jueces y Magistrados de peor condicin respecto a cualquier ciudadano y contrariando el principio de igualdad proclamada en el artculo 14 de la Constitucin " ( Autos del Tribunal Supremo de 24.9.86, 27.2, 20.5.1987 y 16.61988 ). El Tribunal Constitucional ha venido manteniendo la misma postura que el Tribunal Supremo. As, en su Auto de inadmisin 1167/1987, de 26 de octubre , sostiene el carcter inobjetable, desde la perspectiva constitucional, de la aplicacin de art. 313 de la L.E.Crim . No existen indicios de comisin de ningn delito y resulta procedente la inadmisin "in limine litis" de acuerdo con el artculo 313 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal , cuya constitucionalidad ha sido reconocida reiteradamente por el Tribunal Supremo y por el Tribunal Constitucional., Los hechos en que se funda la querella no son por si solos constitutivos de delito. No se ha limitado "prima facie" el ejercicio de ningn derecho Fundamental. Vistos los preceptos legales y dems de general y pertinente aplicacin LA SALA DE LO CIVIL Y PENAL DEL TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA DE MADRID A C U E R D A : Inadmitir a trmite la querella presentada por la representacin procesal de Don Benjamn , contra el Ilmo. Sr. Don Ildefonso , Magistrado Juez de Instruccin n NUM000 de DIRECCION000 , y otros, por presuntos delitos de prevaricacin y otros. As lo acordaron, mandaron y firmaron, el Excmo. Sr. Presidente, y los Ilmos. Sres. Magistrados al margen. Doy fe.