Mas Grandes Que El Amor Lapierre Dominique
Mas Grandes Que El Amor Lapierre Dominique
Mas Grandes Que El Amor Lapierre Dominique
MS GRANDES
QUE EL AMOR
QUE EL AMOR
Dominique Lapierre
Dominique Lapierre
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
Cubierta: Departamento artstico
de ditions Robert Lafont
Fotos: Dominique Lapierre
Ttulo original:
Plus grands que l'amour
Traduccin de
Enrique Sordo
Primera edicin: mayo 1990
Segunda edicin: junio 1990
1990 by Pressinter, S. A.
All rights reserved
Derechos exclusivos de edicin en castellano
reservados para todo el mundo
y propiedad de la traduccin:
1990: Editorial Seix Barral, S. A.
Crcega, 270 - 08008 Barcelona
ISBN: 84-322-4025-7
Depsito legal: B. 19.603 - 1990
Impreso en Espaa
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
Luchemos tan solo contra los abusos, o seremos tambin abusadores.
5
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
Solamente la virtud da un buen karma
y la mayor de las virtudes es la compasin.
BUDA
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
A Alvin, Ananda, Annie, Bandona, Barbara, Burt, Charles,
Christine, Claude, Daniel, Danielle, David, Ellen, Flossie,
Franoise, Frdric, Gloria, Harold, Isabelle, Jack, Jacques,
Jacqueline, Jean-Claude, James, Jol, Josef, Joseph, Luc,
Marcus, Marie-Nolle, Martha, Marty, Mathilde, Michael,
Mikulas, Pascal, Paul, Peng, Philippe, Pierre, Poumette,
Prem, Richard, Robert, Ron, Samuel, Sonia, Sugar, Teresa,
Terry, Willy... y a todos los investigadores, enfermos y
personas que los cuidan, conocidos o annimos, que
afrontan cada da la enfermedad y el sufrimiento y
demuestran ser an ms grandes que el amor.
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
ADVERTENCIA AL LECTOR
Aunque este libro es el fruto de una larga y minuciosa encuesta, no
pretende refejar todos los acontecimientos de la prodigiosa epopeya humana y
cientfca que se desarroll, entre 1980 y 1986, con motivo del descubrimiento
del virus responsable del sida y del hallazgo del primer medicamento efcaz
contra el mal.
Algunos enfermos y las hermanas de Teresa de Calcuta, de quienes hablo
en este relato, me han pedido que respete su anonimato, por lo que he
cambiado su identidad y algunos detalles signifcativos.
No me es posible hablar de todos los que han desempeado un papel en el
curso de estos aos dramticos. Pero deseo que este libro les rinda tambin
homenaje, as como a todos los que trabajan cada da para encontrar el medio de
proteger a los hombres de este azote.
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
PRIMERA PARTE
Lo llamaron
la clera de Dios
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
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Benars, India - Otoo de 1980
Una frgil silueta en las orillas de la inmortalidad
Era all. En aquel decorado de fuego, de humo, de muerte. En aquel hedor
de carne quemada, en medio del ballet de las parihuelas de bamb que llevan a
los difuntos, en la estridente crepitacin de las llamas que devoran los cuerpos.
S, era all, en el agua ptrida, a algunas brazas de la orilla infernal, entre los
cadveres fotantes de perros y ratas, y a veces de hombres demasiado pobres o
demasiado santos para ser quemados, donde apareca, sumergida a medias, su
frgil silueta. Con sus grandes ojos orlados de khol, su anillo centelleante en la
aleta de la nariz, sus trenzas anudadas con cintas, su camisita de un amarillo
vivo que el Ganges pegaba a su piel, la india Ananda, de trece aos, pareca un
ramillete de fores ofrecido a los dioses del ro sagrado. Su nombre signifcaba
la Alegra, pero el sobrenombre que le haban puesto no sugera ninguna idea
de felicidad. La llamaban la pequea carroera del Ganges. Su territorio de
caza era el fango del gran canal purifcador en cuya orilla los hindes esperan, a
su muerte, escaparse con las llamas del ciclo de renacimientos y hallar as la
liberacin eterna. Ayudada por sus dos jvenes hermanos, Ananda se pasaba
los das hurgando en el cieno pestilente en busca de algn tesoro mezclado con
las cenizas de los difuntos, una sortija, un colgante medio fundido, un diente de
oro o, simplemente, algunos trozos de madera calcinada.
Desde lo alto de la veranda del templo que dominaba la ribera, el padre de
la muchacha vigilaba la pesca milagrosa. Ranjit Chowdhury, cuarenta y un
aos, era un hombrecito con un aire triste y los cabellos brillantes de aceite de
mostaza. Generaciones de Chowdhury se haban acuclillado antes que l sobre
el cojn de seda bordada con hilos de oro que le serva de trono. Delante de l se
levantaba el smbolo de su rango y de su poder en la ciudad: un pequeo altar
en forma de piln donde rojeaban las brasas del fuego sacrifcial que l
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
custodiaba. Ms abajo de este hogar y de los pilares del templo esculpidos con
divinidades se extendan las piras funerarias de la ciudad santa de Benars. El
padre de Ananda era el ejecutor de las pompas que preparaban a los hindes
para la inmortalidad, el gran ordenador de la cremacin de los cadveres.
Debido a este comercio l y los suyos pertenecan a la casta de los dom, la ms
baja, la ms impura de la jerarqua hind. Su nacimiento es considerado tan
infame que, a su muerte, no tienen el derecho de ser reducidos a cenizas en una
de sus piras. Son llevados muy lejos, fuera de la ciudad, al lugar en donde son
quemados los intocables.
Da y noche, unas parihuelas de bamb traan difuntos envueltos en paos
blancos o rojos para su cremacin en las hogueras que preparaban los criados
quemadores de cadveres al servicio del padre de Ananda. Aparentemente
insensibles al macabro espectculo y al olor de la carne quemada, algunas
personas iban y venan de brasero en brasero. En las escaleras, unos barberos
afeitaban cuidadosamente las cabezas de los parientes de los muertos, las
familias cantaban los mantras y unos brahmanes barrigudos discutan el precio
de sus servicios sacerdotales. Las vacas, las cabras y los asnos ramoneaban en
las guirnaldas de fores de las literas mortuorias; unos perros de color ceniza
exhumaban las osamentas salvadas de las incineraciones, y unos milanos
negros se lanzaban en picado desde el cielo para atrapar al paso algn resto
humano.
Ananda y su familia habitaban en una vasta vivienda contigua al palacio
del maharaj de Jaipur. Estaba suspendida sobre el Ganges. Los dos tigres de
piedra, pintados de amarillo y negro, que ornamentaban la balaustrada de su
terraza parecan provocar a los dos leones de mrmol que decoraban la del
palacio medianero. Se contaba que el maharaj, exasperado por aquel desafo,
quiso un da hacer que expulsasen a sus impuros vecinos. Ante el tribunal, el
abuelo de Ananda replic: Alteza, no somos reyes los dos? Vos sois el rey de
la Vida, y yo el rey de la Muerte! La demanda del maharaj de Jaipur fue
desestimada. El quemador de cadveres haba ganado. En lo sucesivo tendra
derecho al ttulo de Dom Raj.
Siguiendo la tradicin india, la casa de Ananda albergaba tambin a sus
abuelos, a sus tos y sus familias, en total una treintena de personas que vivan
de los ingresos de las cremaciones. Para llegar a las numerosas habitaciones
haba que caminar por una maraa de escaleras y de patios interiores. Un
antepasado lejano haba hecho edifcar en el centro de la terraza un templo
familiar, tapizado de baldosas blancas y azules, dedicado al dios Rama. Su verja
no se abra nunca. La familia del Dom Raj slo poda orar desde el exterior del
santuario; en la India, los intocables tienen prohibido acercarse a los dioses.
Solamente pueden hacer sonar la campana para advertirles de su presencia.
En uno de los patios viva un chivo. Una vez al ao, por la festa de Sayr
Devi, una de las diosas de los intocables, el padre de Ananda le obligaba a
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
luchar sin piedad con otros chivos. Si el animal sala vencedor, lo ofreca en
sacrifcio a la divinidad. Los dems patios estaban atestados de trozos de
bamb, que servan para la confeccin de literas mortuorias, y de leos de
sndalo destinados a las cremaciones de los ricos. Porque el padre de Ananda
deba proveer a todas las necesidades que exigan sus funciones. La venta del
sndalo constitua un ingreso apreciable. Segn la talla del difunto, haba que
contar entre siete y once mound de combustible, o sea, entre doscientos
cincuenta y cuatrocientos kilos de madera, lo que representaba un gasto de unas
cuatrocientas rupias, el equivalente de doscientos francos. Pocas personas
disponan de tal suma. Las dems se entendan con el dom para una cremacin
reducida, y se esparcan en el Ganges los restos del cuerpo que no haban
podido ser consumidos por falta de fuego sufciente.
El padre y los tos de Ananda se relevaban por turnos en la custodia del
fuego sacrifcial. La empresa familiar trabajaba da y noche. Empleaba a una
treintena de cooles y de encargados de las piras, cuyas llamas no se apagaban
nunca. El aumento ininterrumpido de la poblacin india se traduca en una
afuencia cada vez mayor de ancianos que, sintiendo el fn prximo, acudan a
Benars para morir all. De ello resultaban frecuentes embotellamientos de
cortejos fnebres en la callejuela que conduca a la pequea ventanilla
municipal donde los parientes deban declarar obligatoriamente el estado civil
del fallecido y la causa de su muerte. Esta actividad era fuente de riqueza para
los numerosos tenderetes del recorrido, especializados en la venta de sudarios,
de guirnaldas, de polvo de sndalo y otros artculos funerarios. Algunas tiendas
proponan suntuosas sedas bordadas con hilos de oro, lujo que slo los ricos
podan ofrecer a sus muertos. De vez en cuando, por encima de la multitud que
se aglomeraba en la callejuela, se adverta una litera ornamentada con un dosel
cubierto de fores. Un anciano vestido con una tnica de color naranja
descansaba en ella en posicin sedente. Los portadores marcaban el ritmo de
sus mantras con golpes de gong. Estos difuntos no eran clientes del padre de
Ananda. Eran sadhus, hombres santos ya liberados del ciclo de las
reencarnaciones. Eran entregados al Ganges sin ser quemados.
El camino hacia ese sueo se haba abierto para l doce aos antes con la
llegada de un husped inesperado al hogar familiar. Se trataba de un gato
relata Michael Gottlieb, un soberbio morrongo de tejado llamado Tabis. Mi
madre lo haba recogido en la calle de la pequea ciudad del estado de New
Jersey donde mi padre era profesor de educacin fsica. En cuanto Tabis
comenz a campar por sus respetos en casa y a ronronear bajo nuestro techo, mi
cabeza se hinch como una calabaza. Comenc a llorar, a sonarme, a estornudar.
No caba duda: yo era alrgico a Tabis. Mi madre, consternada, quiso echar a la
calle al animal, pero yo se lo imped. En mi gran cabeza de calabaza acababa de
germinar un interrogante. Se poda dominar una alergia, dejar de sufrir sus
daos sin suprimir la causa? En mi caso, sin separarnos del gato Tabis?
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
Michael Gottlieb tuvo que soportar tres meses de sufrimientos, de senos
nasales bloqueados, de crisis de estornudos, de rbitas hinchadas y de
erupciones cutneas para saber a qu atenerse. La respuesta era afrmativa. Al
contrario que en la mayor parte de las alergias, que se agravan en presencia de
la fuente del mal, mi organismo acab por desensibilizarse al contacto de
nuestro gato explica el joven mdico. Dicho en otros trminos: mi cuerpo se
haba autoinmunizado, o mejor an, autovacunado.
Aqul fue el primer encuentro del futuro investigador con la inmunologa.
Un encuentro que iba a decidir mi carrera dice. Por qu haba sido yo el
nico de mi familia que sufri con la presencia de nuestro gato? Por qu yo y
no los dems? Preguntas tan intrigantes condujeron al joven Michael a los
bancos de la facultad de medicina de Rochester.
A falta de respuesta, descubri el amor en el marco poco romntico de los
frascos y de las probetas de un laboratorio. Con sus pecas, su nariz respingona y
su aire travieso, la rubia Cynthia se pareca un poco a la actriz Katharine
Hepburn. Preparaba un diploma de hematologa con la intencin de
especializarse en el campo de las transfusiones sanguneas.
Aunque su pasin comn los haba reunido con toda naturalidad alrededor
de sus microscopios, no era por las mismas razones. El inters de Cynthia se
circunscriba a los vectores de la vida, esos millones de corpsculos esfricos,
los glbulos rojos, que aportan a los tejidos el oxgeno que han recogido en los
pulmones. Desde que el patlogo Karl Landsteiner gan en 1920 el premio
Nobel por su descubrimiento de los grupos sanguneos, se saba ya casi todo
sobre los glbulos rojos. sta era la razn de que tales clulas me pareciesen tan
interesantes dice Cynthia. Con ellas me senta la duea del juego. No corra
el riesgo de que me traicionasen, de que me jugasen malas pasadas, de que
fallasen mis conocimientos. Los glbulos rojos eran buenos compaeros, ni
demasiado inquietos ni demasiado complicados.
Por el contrario, la fascinacin de Michael Gottlieb era producida por el otro
componente de la sangre, por los glbulos blancos, esas prodigiosas fbricas
qumicas, esos guardianes del organismo cuyos fallos son responsables de
tantos desrdenes mortales. Trat de convencer a Cynthia de que le siguiese y le
ayudase en sus trabajos. Es ah donde debe movilizarse la investigacin le
deca yo. El estudio de los linfocitos es el tema prioritario, el envite de todos
los futuros premios Nobel. Pero fracasaron todos mis intentos para decidir a
Cynthia a que abandonase sus glbulos rojos en favor de mis glbulos blancos.
Los dos ayudantes de laboratorio lograron, sin embargo, un terreno de
entendimiento. Cynthia, convertida en la seora Michael Gottlieb, obtuvo su
diploma y encontr un empleo en un banco de sangre. La campeona de los
glbulos rojos brindaba as al campen de los glbulos blancos la posibilidad de
proseguir sus estudios, de llegar a ser doctor en medicina, de elegir al fn una
especialidad. En contra de todo lo que se esperaba, su eleccin recay en la
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
ciruga cardaca, barriendo todo cuanto pareca haber querido siempre: la
investigacin.
De repente me haba vuelto alrgico a la abstraccin glacial de los
laboratorios, a su inhumanidad, a sus probetas, a sus tubos de ensayo, a sus
centrifugadoras, a sus ordenadores, a su material que pareca salir de las
pelculas de ciencia fccin relata Michael Gottlieb. Ciertamente, es en los
laboratorios donde se elabora el conocimiento, pero yo tena ganas de escuchar
a los enfermos, de aliviar sufrimientos, de curar, de salvar vidas. Yo quera ser
mdico. Esta ambicin conducir al estudiante a los bloques operatorios de
ciruga cardaca del hospital de su universidad. Era embriagador: estableca
vnculos de simpata con un paciente y, bruscamente, con la punta de mi
escalpelo descubra su corazn, que haba que conectar con una mquina para
permitir que lo reparase el cirujano jefe. La ciruga fue para m una escuela de
excelencia, de perfeccin tcnica que alejaba cada da ms las fronteras de lo
imposible. Qu rama de la medicina puede jactarse de salvar tantas vidas?
Dos aos despus, una beca de investigacin en la universidad californiana
de Stanford, en el servicio del profesor Henry Kaplan, uno de los especialistas
mundiales del tratamiento de las leucemias, permitira al joven cirujano volver a
sus primeros amores y encontrar de nuevo a sus cmplices de antao: los
glbulos blancos. Fue all donde sufri su primer fracaso cientfco con la
muerte de una joven campesina leucmica de Iowa, en la cual haba practicado
un injerto de mdula sea ya probado en sus ratones. Fue una impresin
terrible recuerda Michael Gottlieb, pero sobre todo una severa advertencia
contra la tentacin de aplicar teraputicas insufcientemente comprobadas. Y,
sin embargo, a pesar de mi frustracin y de mi tristeza, continu
experimentando una especie de orgullo. El orgullo de trabajar en el punto
extremo de la biologa humana, en la charnela de todos los grandes problemas:
los cnceres, las leucemias, los desrdenes celulares inexplicados. Esta
conciencia de formar parte de los pioneros me ayud a superar mi desnimo.
Tena que ponerlo todo de nuevo sobre la mesa y volver a partir de cero. Me
quedaba tanto que aprender!
La proporcin de gays haba aumentado con los aos entre los pacientes del
doctor Joel Weisman. Ms que un homenaje a su competencia y a su discrecin,
el mdico vea en esta afuencia el efecto de un recrudecimiento de las
enfermedades sexualmente transmisibles que afectan con preferencia a este
grupo de riesgo. A partir de los aos 1977-1978 comenc a recibir cada vez ms
visitas de hombres jvenes que sufran de febre muy alta, de sudores
nocturnos, de diarreas, de toda clase de infecciones parasitarias y sobre todo de
ganglios hipertrofados, grandes como huevos de paloma, en el cuello, en las
axilas, en la ingle. Por todas partes. Evidentemente, la infamacin de las
glndulas denunciaba trastornos de tipo inmunitario. En cada caso, yo tema lo
peor: cnceres, leucemias. Por fortuna, las biopsias llegaban a m con la mencin
de "benigno". Sin embargo, las enfermedades que revelaban algunos anlisis no
eran anodinas. Haba mononucleosis, hepatitis, numerosos casos de herpes y
bastantes infecciones venreas. A Dios gracias, los virus responsables no
mataban, al menos todava no. En general, la mayor parte de los sntomas
desaparecan despus de los tratamientos apropiados. Slo algunos pacientes
conservaban ganglios anormalmente hinchados. Se resignaban a vivir con
ellos!
La llegada de un peluquero de West Hollywood a la sala de consultas de
Joel Weisman, una maana de octubre de 1980, iba a ensombrecer brutalmente
ese relativo optimismo. Aquel homosexual de veinticinco aos, sin ningn
antecedente mdico conocido, padeca una enfermedad aguda de la piel, de las
mucosas y de las uas. Su epidermis es una pura llaga, anot Joel Weisman
en su fcha. Desconcertado por la amplitud del mal, el mdico descolg su
telfono para pedir consejo a la nica persona que, a su juicio, era capaz de
ayudarle a curar al enfermo.
Tras el primer examen del peluquero enfermo, el mago chino admiti que
nunca se haba visto frente a un jeroglfco semejante. Era un caso realmente
enloquecedor. Un misterio total, un enigma que hara palidecer de envidia a
Hitchcock. Por qu razn un sujeto que nunca haba padecido el menor fallo
inmunitario poda encontrarse sbitamente en tal estado de inmunodepresin?
Peng Fan se lanz fogosamente sobre el caso. Ningn indicio, ninguna
sospecha, ninguna hiptesis fueron pasadas por alto en sus investigaciones.
Someti al enfermo a autnticos interrogatorios policiales con la esperanza de
descubrir en su pasado alguna informacin susceptible de proporcionarle una
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
pista. Pas por la criba toda la literatura mdica, y lleg hasta hurgar en sus
viejos tratados de medicina china. Busc al culpable en enfermedades ignoradas
de todos, como la acrodermatitis enteroheptica, cuyos sntomas infeccin de las
mucosas, micosis de las uas revelan una inmunodefciencia del mismo tipo.
Como los trastornos que acarrea son debidos a un dfcit masivo de cinc en el
organismo, arranc unos cabellos del enfermo y los hizo analizar. Su tasa de
cinc era normal. Peng Fan invent entonces toda clase de tratamientos,
asociando dosis masivas de cortisona a unas sustancias nuevas destinadas a
estimular la actividad inmunitaria. Despus de tres semanas de obstinados
esfuerzos, el mago chino tuvo que confesar su impotencia.
Entonces sobrevinieron dos acontecimientos que iban a cambiar
dramticamente la situacin. En primer lugar, la agravacin del estado del
infortunado peluquero despus de una complicacin pulmonar. Y en segundo
lugar, la llegada a la consulta de Joel Weisman de otro enfermo que presentaba
sntomas idnticos. Esta vez se trataba de un joven publicista de Hollywood,
tambin gay y tambin sin ningn antecedente mdico. Los doctores Joel
Weisman y Peng Fan descubrieron entonces que la neumona que padecan
sus clientes era en realidad una neumocistosis, esa infeccin parasitaria de los
pulmones extremadamente rara que su colega Michael Gottlieb haba
diagnosticado a su enfermo de la habitacin 516.
La noticia de los tres casos similares se extendi como un reguero de
plvora en el Landernau mdico. Era casi inimaginable dice Peng Fan. En
menos de un mes, tres hombres jvenes acababan de ser vctimas, en la misma
ciudad, de la misma enfermedad rarsima. Y en los tres casos no se haba
hallado ninguna explicacin.
Peng Fan y Joel Weisman se pusieron en contacto con Michael Gottlieb. El
hecho de que aquel chino brujo me dijese que estaba como yo en pleno
desconcierto demostraba que tenamos alguna cosa nueva entre manos, cuenta
el joven inmunlogo.
Los tres mdicos decidieron reunir a sus enfermos en el hospital de la
UCLA. La llegada, a comienzos de 1981, de un cuarto caso de neumocistosis,
esta vez en un homosexual negro, seguido despus por un quinto caso, dio a
todo el asunto la apariencia de una autntica epidemia explica Michael
Gottlieb. Yo presenta una porquera bastante ms grave que la enfermedad
del Legionario.
2
Era necesario avisar urgentemente a todos los mdicos de
Estados Unidos.
2
Ciento ochenta y nueve participantes en una convencin de antiguos combatientes de la
American Legion, que tuvo lugar en julio de 1976 en un hotel de Filadelfa, se vieron afectados
por una misteriosa neumona. Veintinueve de ellos fallecieron.
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
8
San Francisco - Nueva York, USA - Otoo de 1980
Dos millones de orgasmos para una liberacin
Ni los Estados Unidos ni el mundo lo sospechaban todava, pero la gran
festa haba terminado. El desconocido mal que a fnales de 1980 fulminaba a
cinco jvenes homosexuales de Los ngeles estaba a punto de dar por
terminada una poca. Una poca ardiente y apasionada, de movimientos y de
luchas. De 1960 a 1970, millones de negros, de mujeres, de jvenes, de
homosexuales haban peleado para que la igualdad de derechos en la mayor
democracia del mundo no fuera una frmula vaca de sentido. Pero de todas las
reivindicaciones planteadas en el transcurso de aquellos diez aos, tal vez
ninguna marc tan profundamente a la sociedad norteamericana como la
revolucin sexual. Probablemente los socilogos buscarn algn da las
causas reales de aquella revolucin, pero nadie pone en duda que el
desmoronamiento de los valores familiares tradicionales que sigui a la
conmocin de la segunda guerra mundial, la desdramatizacin de las
enfermedades venreas gracias al descubrimiento de la penicilina y sobre todo
la utilizacin masiva de anticonceptivos por las mujeres, haban sido otros
tantos catalizadores de la explosin liberadora de los aos 60.
Ningn episodio de aquella liberacin fue ms impresionante que la salida
a plena luz de los diecisiete millones de hombres y de mujeres de la comunidad
homosexual norteamericana que se atrevieron a reivindicar su diferencia. La
historia de esta minora slo haba sido una larga serie de actos de opresin y de
intolerancia perpetrados por una sociedad puritana que predicaba el amor entre
el hombre y la mujer, el matrimonio, la familia. La emergencia de un
movimiento poltico en pro del reconocimiento de derecho a ser gay era,
indiscutiblemente, un hecho histrico sin precedentes. A pesar de su adhesin a
los derechos del individuo, los padres fundadores de la Constitucin
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
norteamericana nunca habran podido imaginar que sus leyes iban a proteger
un da a una minora que basaba su identidad no en la raza, la religin o la
lengua, sino en una eleccin sexual.
Fue una noche trrida de verano, el 29 de junio de 1969, cuando todo
comenz en un caf de Greenwich Village, el Montmartre neoyorquino. El
Stonewall Inn estaba atestado por su habitual clientela de jvenes gays y
travestidos cuando un pelotn de policas irrumpi en el establecimiento para
hacerlo evacuar. Esta vez los representantes de la moralidad pblica no
recibieron la acogida habitual. En lugar de huir como de costumbre, los
consumidores bombardearon a los intrusos con botellas de cerveza y con
proyectiles de toda clase. Mientras las fuerzas del orden se batan en retirada, en
el exterior otros gays intentaban incendiar sus vehculos. La noche siguiente,
una nueva incursin de la polica fue recibida de la misma manera, mientras
que las paredes de Greenwich Village se cubran de grafti que proclamaban el
nacimiento de un movimiento revolucionario gay. Otras dos noches de rebelin
sellaron defnitivamente aquella legitimidad. La noticia se extendi como un
fuego en la maleza a travs de todo el pas, por los campus de las universidades,
por los bares, por las saunas y los clubes, en los enclaves gays de las principales
ciudades, hasta en las ofcinas y las fbricas, donde tantos hombres y mujeres
haban tenido que vivir hasta entonces manteniendo en secreto su
homosexualidad.
Una de las primeras consignas lanzadas por los jefes del joven movimiento
fue la de invitar a todos los homosexuales a salir de su clandestinidad para
asumir abiertamente su identidad sexual. El llamamiento fue ampliamente
escuchado, sobre todo entre los jvenes, y al comenzar los aos 70 se asisti a
una gigantesca ola de migraciones de las ciudades y los pueblos de la
Norteamrica profunda hacia las grandes urbes perifricas como Nueva York,
Los ngeles, San Francisco, Chicago, Boston, Atlanta o Houston. De todos esos
polos de atraccin, ninguno conoci ms afuencia que San Francisco, la
luminosa ex capital de la febre del oro, levantada sobre un rosario de colinas
que dominan el Pacfco.
San Francisco se haba manifestado siempre como un lugar de acogida
particularmente abierta y tolerante para las comunidades ms o menos al
margen de la sociedad tradicional. Convertida en la ciudad ms importante de
la costa Oeste despus de las locuras de los buscadores de oro, su puerto
continu atrayendo a una poblacin de aventureros en busca de la buena suerte.
La guerra hispano-americana y despus el segundo conficto mundial haran de
San Francisco un enorme centro de trnsito para las operaciones navales y
terrestres del Pacfco. Cuando la paz volvi, muchos cientos de miles de
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
militares recobraron all su condicin de civiles. Numerosos ex combatientes
gays haban dejado all su saco. Durante el verano de 1968, cuando la guerra del
Vietnam causaba estragos y divida a los Estados Unidos, toda una generacin
de jvenes pacifstas y de hippies eligi Frisco, la ciudad ms fraternal de los
Estados Unidos, para afrmar en ella que slo el amor poda resolver el
problema del mundo. San Francisco recordara durante mucho tiempo esas
multitudes de adolescentes vestidos con pantalones vaqueros y zapatillas de
lona, venidos de todo el pas para acampar en sus parques y celebrar en ellos el
culto de la felicidad.
Aunque la ciudad haba contado siempre con una vasta comunidad
homosexual, el movimiento de liberacin de los aos 70 convertira a San
Francisco en la capital gay de los Estados Unidos, y sin duda del planeta. De la
misma manera que el seuelo del oro, un siglo antes, haba atrado a sus colinas
a millares de norteamericanos, el espejismo de la libertad y de la tolerancia
propuls hacia San Francisco a toda una generacin de jvenes salidos de su
clandestinidad. Josef Stein, el futuro arquelogo de la Escuela Americana de
Jerusaln, formaba parte de ella. Como la mayora de los nuevos inmigrantes, se
instal en el Castro, el principal barrio homosexual situado en pleno centro,
barrio que muy pronto sera llamado The Gay Israel, en razn de su
enclavamiento y de su poblacin uniforme. Porque, aunque Nueva York,
Chicago y Los ngeles tambin tenan sus barrios de predominio homosexual,
el Castro de San Francisco constitua la primera colonia exclusivamente gay
creada por el movimiento de liberacin homosexual. All, en el centro de San
Francisco, hombres y mujeres unidos solamente por sus preferencias sexuales
empezaron a construir un mundo aparte, una ciudad dentro de la ciudad,
donde podan llevar una vida normal a plena luz, ir a la ofcina, al banco, a la
piscina, al mdico, a la tintorera, a la peluquera, a cenar en un restaurante, o
asistir a reuniones polticas o a servicios religiosos sin encontrar a alguien que
no fuese gay. En el Castro haba incluso una sinagoga gay y un templo
protestante gay y sacerdotes catlicos gays que celebraban matrimonios gays.
Para glorifcar su liberacin, los gays americanos llegaron a inventar unas
Gay Holidays, unas Fiestas nacionales gays, como el famoso Gay Freedom Day,
la Fiesta de la libertad homosexual, que reuna cada verano en San Francisco a
ms de doscientos cincuenta mil autctonos y visitantes llegados de los cuatro
puntos cardinales del pas para participar en un gigantesco y brillante carnaval.
Desde la Asociacin de conductoras de taxi lesbianas de San Francisco, a la de
los cowboys gays de Nevada, desde las organizaciones de transexuales hasta las
delegaciones de indios americanos gays, desde los Frentes de liberacin
sadomasoquistas hasta la Liga de invlidos gays, toda la Amrica homosexual
celebraba aquellos das, en la luz cristalina de la fraternal ciudad, el derecho a
exhibir libremente sus gustos y sus preferencias.
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
La gran mayora de los homosexuales americanos haban echo uso de ese
derecho con moderacin. No puede decirse lo mismo de una fraccin de jvenes
homosexuales alcanzados por una verdadera explosin de la libido que se
tradujo, a lo largo e los aos 70, en un desbordamiento de retozos y de
aventuras que probablemente no haba conocido nunca sociedad humana. El
Castro de San Francisco se convirti en un autntico supermercado del sexo. Da
y noche, millares de jvenes llenaban sus bares, sus restaurantes, sus tiendas,
sus libreras, y recorran sus calles en apretadas flas en busca de aventuras.
Todo el barrio no era ms que un inmenso territorio de busconas y buscones.
Algunos bares y sex-clubs reciban a sus clientes en una especie de camerinos
comunicados por unas aberturas, a travs de las cuales podan acoplarse con
otros clientes sin tomarse siquiera el trabajo de conocerse. Ese derecho a
relacionarse slo costaba tres dlares. Pero, en San Francisco, como en otras
partes, fue otro tipo de establecimientos el que represent la ltima expresin
del sexo liberado. Los bath-houses eran los clubs especiales: los ms lujosos
disponan de piscinas, saunas, jacuzzis, salas de cine, pistas de baile, alcobas
privadas, salones de orgas y algunas veces hasta cmaras de tortura
sadomasoquistas equipadas con arneses, cadenas, esposas y otros instrumentos
destinados a una prctica violenta del amor fsico. Los Continental Baths de
Nueva York ofrecan adems un espectculo permanente de variets. En cuanto a
la legendaria Hot House de San Francisco poda acoger, en sus tres mil metros
cuadrados y cuatro pisos, a varios centenares de clientes a la vez. Encima del
inmenso bar que ocupaba toda la planta baja colgaba un columpio gigante.
Segn el propietario de aquel lupanar de lujo, aquel columpio era el smbolo
de todos los actos que el nio teme realizar, sobre todo si tiene tendencias
homosexuales.
Como representaban el derecho de reunirse y de hacerlo todo con el
cuerpo, las bath-houses se convirtieron en los bastiones de la liberacin
homosexual. Se multiplicaron. Slo el barrio del Castro contaba con una buena
decena que atraan a sus habitaciones de orga a millares de turistas llegados de
toda la nacin. Una encuesta realizada en 1975 por el Instituto Kinsey revel que
el cuarenta por ciento de los hombres interrogados haba tenido, en los back-
rooms de los bares o en el vapor turbio de las saunas, por lo menos quinientos
compaeros durante los doce meses transcurridos, y el veinticinco por ciento
ms de mil. Muchos adeptos de este cambismo rcord confesaron haberse
entendido con veinte o treinta compaeros en una sola velada. El alcohol y
diversas sustancias qumicas, como el nitrito de amilo, favorecan esa clase de
hazaas.
48
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
Como nunca hay excesos sin consecuencias, los millones de orgasmos de la
gran liberacin gay no iban a tardar en refejarse en el mapa sanitario del pas.
En 1973, una estadstica del Departamento de la Salud indicaba que dos tercios
de los homosexuales haban sido vctimas, una vez como mnimo, de alguna
enfermedad venrea y que, aunque pertenecan a una pequea minora, eran
responsables del cincuenta al sesenta por ciento del total de los casos de sflis y
de blenorragias. En 1978, otra estadstica sealaba que, en tres aos, el nmero
de hepatitis y de infecciones intestinales se haba duplicado. En 1980, el
Departamento de la Salud de San Francisco precisaba que entre el sesenta y el
setenta por ciento de los homosexuales de la ciudad estaban contaminados por
el virus de la hepatitis B. Los heterosexuales no salan mucho mejor librados. En
cinco aos, de 1971 a 1976, el nmero de casos de blenorragia en el conjunto del
pas casi se haba duplicado, pasando de 624.371 a 1.011.014. Esta cifra,
naturalmente, slo concerna a los casos declarados. El aumento de los casos de
sflis era an ms elocuente: de 1960 a 1980, el nmero de enfermos haba
aumentado el trescientos por ciento. Los Estados Unidos gastaban cada ao
cincuenta millones de dlares slo para atender en los asilos psiquitricos a las
vctimas de las complicaciones neurolgicas causadas por esta enfermedad.
Extraamente, esos estragos debidos a la liberacin de las costumbres no
parecan inquietar a las autoridades sanitarias, al cuerpo mdico, ni siquiera a
las vctimas. El periodista Randy Shilts escribi: Coger una blenorragia se ha
convertido en una broma. Ir al dispensario forma parte de la rutina. Siempre se
encuentran amigos y se puede evocar con ellos todas las ocasiones que nos han
conducido hasta all. Pero para un mdico de barrio, el doctor Joseph A.
Sonnabend, que vive en la calle Doce del Greenwich Village de Nueva York,
esta llamarada de enfermedades sexualmente transmisibles no poda seguir
siendo inocente.
Con su barba mal afeitada, sus viejas zapatillas de deporte y su pantaln
vaquero gastado, Joseph Sonnabend ms pareca un vagabundo de la Bowery
que un prncipe de la medicina. Sin embargo, el curriculum vitae de este hombre
tmido de cuarenta y siete aos totalizaba ocho pginas de distinciones y de
honores, y una lista de artculos y de publicaciones cientfcas dignas de un
premio Nobel. Hijo de emigrantes polacos y nacido en frica del Sur, se haba
especializado desde muy joven en enfermedades infecciosas. Haba atendido a
sus primeros enfermos en las cubiertas de un barco indonesio que trasladaba
desde Yakarta a Yedda a dos mil peregrinos que se dirigan a La Meca. En 1963,
el gran cientfco britnico Alec Isaacs le llam a su lado en el laboratorio donde
acababa de descubrir el interfern, una poderosa sustancia antivrica segregada
por los lbulos blancos. Joseph Sonnabend ense despus la patologa de las
enfermedades infecciosas en diversas universidades norteamericanas. En 1977,
el Servicio de Sanidad de la ciudad de Nueva York le encarg la enseanza en
su departamento de enfermedades venreas. Dos aos despus, Joseph
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
Sonnabend abra una consulta mdica privada en pleno centro del barrio gay de
Nueva York, en primera lnea de combate de este tipo de infecciones.
Era una locura confrma l mismo. Numerosos mdicos se haban
instalado en aquel sector particularmente expuesto. Cuidaban en cadena casos
de blenorragia, de sflis, de infecciones parasitarias. En aquella poca, los
antibiticos eran la panacea. Con una o dos inyecciones de penicilina se curaba
la sflis. Y slo costaba veinticinco o treinta dlares. No se haca ninguna
investigacin profunda, y la idea misma de investigacin era totalmente ajena a
la mayora de los mdicos. Lo ms trgico era su negativa a hacer un papel de
educador con sus pacientes. La menor sugerencia, la menor advertencia sobre
los peligros que les haca correr su estilo de vida poda ser tomada por un juicio
de moralidad. Era la mejor manera de perder la clientela. De todos modos, lo
mismo si se trataba de mdicos que luchaban sobre el terreno que de los
responsables del Center for Disease Control (Centro de Control de las
Enfermedades Infecciosas, en Atlanta), y del Departamento Federal de la Salud,
todo el mundo consideraba que era intil, e incluso ftil, tratar de modifcar el
comportamiento de la poblacin; que la nica actitud realista era curarlos lo
antes posible. Preferan decir a la gente: "Continen hundindose, nosotros nos
ocuparemos de los daos."
El estado de salud de los primeros clientes que llamaron a la puerta de su
consulta aterroriz literalmente al doctor Joseph Sonnabend. Aunque las
enfermedades venreas convencionales constituan todava la mayor parte de
los casos, la naturaleza especial de las relaciones homosexuales haba dado
origen a una patologa nueva de afecciones, a veces muy graves y a menudo
simultneas, como por ejemplo las hepatitis vricas agudas, las erupciones
gigantes de herpes genital, las parasitosis que afectaban a casi el ochenta por
ciento de los individuos con compaeros mltiples, las infecciones debidas a
unos virus especialmente agresivos, como el citomegalovirus, que atacaba los
pulmones y el tubo digestivo. Pero eran sobre todo las repetidas recidivas de
esas agresiones, las que Joseph Sonnabend consideraba el peligro ms grave.
Algunos de sus pacientes tenan un historial de diez a quince blenorragias, otros
padecan de repetidos accesos de herpes y otros vivan con los ganglios
perpetuamente infamados. Para m, era algo que saltaba a la vista: el cuerpo
humano no poda resistir tantos ataques sin que alguna cosa fundamental
fallase.
Las Intercity infectious diseases rounds, aquellos encuentros de
especialistas en enfermedades infecciosas que se celebraban cada lunes, desde
haca veinte aos, cada vez en un hospital diferente de Nueva York, confrmaron
los temores del mdico de la barba mal afeitada de Greenwich Village.
Desde 1978-1979 se nos presentaban cada vez ms casos de infecciones
virales mltiples, de enfermedades de los ganglios, de hepatitis, de erupciones
cutneas gravsimas relata Sonnabend. Se nos expuso incluso el caso de un
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
negro cuyo cerebro haba sido afectado. Para m, todos aquellos sntomas
traducan un mismo y nico fenmeno: el hundimiento de las defensas
inmunitarias. Nadie pareca darse cuenta de ello, pero yo estaba cada da ms
convencido: asistamos a los primeros estremecimientos de un cataclismo.
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
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Boston, USA - Febrero de 1981
Un sndrome nuevo y devastador
La voz apremiante del doctor Michael Gottlieb en el auricular del telfono
no dejaba la menor duda. Trataba de convencer a su interlocutor, en aquella
maana de febrero de 1981, de que estaban ante un cataclismo.
Todos los enfermos que hemos hospitalizado presentan los mismos
signos clnicos: una febre inexplicable, una prdida de peso anormal, diarreas
incontrolables. A priori, esto no es muy inquietante, lo reconozco. Pero lo
realmente extrao es que todos sufran de neumocistosis, esa forma de
neumona tan rara y con orgenes tan especfcos. Los cinco son homosexuales
jvenes. No veo en ello ninguna correlacin, puesto que no se conocan. Pero,
como usted bien sabe, si no se la identifca y se la trata a tiempo, la
neumocistosis supone una muerte rpida. Tengo muchos motivos para pensar
que estamos en presencia de un sndrome nuevo y devastador. Quiz ya han
sido afectados otros individuos. Le pido a su semanario que me permita alertar
a mis colegas.
Al otro lado del hilo, el doctor Arnold Relman escuchaba con un silencio
corts. Estaba acostumbrado a llamadas parecidas. Este mdico de cincuenta y
siete aos diriga en Boston la publicacin cientfca ms prestigiosa de los
Estados Unidos y tal vez del mundo: el New England Journal of Medicine.
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
Un serio incidente acabara defnitivamente con los ltimos refejos de
desconfanza de la joven intocable. Sobrevino en la vasta sala abovedada donde
se amontonaban unos treinta leprosos gravemente afectados. Era un moridero,
ms que una enfermera. Un insoportable olor a podredumbre y a ter suba de
los cuerpos cubiertos de moscas. Sor Bandona y Ananda acababan de entrar
llevando una camilla sobre la cual yaca un cuerpo inerte al que le haban
cortado una pierna un momento antes. Como no encontraron ninguna plaza
vacante, la religiosa se detuvo delante de uno de los enfermos, que pareca
menos grave que los dems.
Al murmur la hermana, tienes que ceder tu cama a uno de tus
hermanos que est mucho peor que t.
El leproso se apoy en sus muones y examin a regaadientes el cuerpo
que estaba en la camilla. Fue entonces cuando estall el incidente. Fue tan
brusco que las dos mujeres dejaron caer las parihuelas. Surgiendo de la
oscuridad, a ras del suelo, un espectro semidesnudo, sin pies ni manos, se
arroj sobre el jergn.
Esta cama es para m! aull, empujando con su frente el cuerpo de su
ocupante. Hace das que espero que ese tipo se vaya para instalarme en su
sitio. Largaos de aqu, hijas de perra!
Abalanzndose sobre sor Bandona, le asest un cabezazo en las rodillas.
Despus, cogiendo una escudilla con sus muones, comenz a golpear en el
suelo con gran estrpito. Otro leproso, un barbudo con un agujero en lugar de
nariz, tom a su vez otra escudilla y se uni al escndalo. Aquello fue la seal.
En seguida, la rebelin se extendi por todos los jergones. Un diluvio de
bastones, de muletas, de escupitajos, de pedazos de vendajes vol hacia las dos
mujeres. Algunas botellas se estrellaron en las paredes, dejando escapar un
insoportable olor de desinfectante. Un proyectil golpe el grabado de Cristo en
la Cruz colgado en el muro, detrs del jergn de Al. Unas voces gritaban
acompasadamente: Somos hombres, no perros! Y otras: Queremos un
hospital, no un moridero!
El jaleo de los utensilios, de los gritos y de las injurias, del bombardeo de
objetos se amplifc. Sor Bandona, con una mano crispada sobre el crucifjo que
colgaba de su rosario, se mantena inmvil frente a la horda desencadenada.
Pareca una estatua. Aterrorizada, Ananda se haba puesto al abrigo detrs de
un pilar. Oy entonces una voz que se elevaba por encima del tumulto.
Increblemente tranquila, con sus ojos oblicuos ms serenos que nunca, sor
Bandona blanda ahora el crucifjo de su rosario por encima de las cabezas.
Oh, Dios de amor, ten piedad de tus hijos que sufren! salmodiaba. Oh,
Dios de amor, concdeles tu piedad!
Desconcertados, los rebeldes parecieron vacilar. La batahola se apacigu y
despus ces casi de golpe. El odio que retorca los rostros dej paso a una
curiosidad inquieta. Qu castigo iba a infigirles la superiora? Los leprosos la
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
vieron avanzar. Pasando lentamente entre las flas de jergones, pidi a cada
ocupante que repitiera con ella la oracin que iba a recitar. Ananda recordara
durante mucho tiempo el espectculo de aquellos hindes, de aquellos
musulmanes y de aquellos cristianos torturados por el sufrimiento y recitando
juntos, frase tras frase, en la paz recobrada, las palabras del Padrenuestro.
Aquella escena turb a la joven intocable. A travs de sor Bandona
descubra un Dios de amor. Pero, sobre todo, descubra que tambin ella, como
aquellos leprosos, mereca ser amada.
Algunos das despus, el instigador de la rebelin, el hirsuto lisiado sin
piernas, agonizaba. A pesar de su deseo de vivir, su corrodo organismo no
pudo resistir la septicemia fulminante que se lo llevaba. Ni la hermana Bandona
ni ningn miembro de la leprosera pudieron saber cmo aquel hombre haba
conseguido instalarse en la sala sin que nadie advirtiese su presencia. Haba
vivido semanas agazapado detrs del jergn de Al, alimentndose de insectos
y de desechos. Despus del motn, sor Bandona haba hecho aadir un jergn
para l. Cuando la gangrena se declar, le condujo ella misma en un triciclo al
hospital gubernamental situado en el otro extremo de la ciudad. Pele como
una leona para que le hospitalizasen y le atendiesen. Pero nadie, ni mdicos ni
enfermeros, quiso aceptar a aquel muerto viviente sin familia y sin recursos.
Muri algunos das despus, y su cuerpo lo poco que de l quedaba fue
llevado ro arriba, a la pira de los intocables. Durante toda su agona, sor
Bandona y sus compaeras se turnaron en su cabecera para evitarle lo que la
Madre Teresa considera el sufrimiento ms cruel: la soledad.
Con el mismo ardor que el del doctor Michael Gottlieb en Los ngeles ante
su misteriosa epidemia de neumocistosis, el antiguo coleccionista de peces rojos
comenz a repasar minuciosamente los casi quinientos casos de tumores de
Kaposi descritos desde 1872 en la literatura mdica mundial. Despus someti a
sus dos pacientes a un interrogatorio implacable. Uno y otro eran homosexuales
muy activos. No se conocan ni compartan los mismos compaeros, pero
ambos tenan el mismo historial mdico: sflis, blenorragia, parasitosis, herpes,
hepatitis B. Adems, los dos consuman poppers, drogas a base de nitrito de
amilo, as llamadas porque sus frascos hacen pop cuando se los destapa, y
que tienen, entre otras propiedades, la de dilatar los vasos, especialmente los de
la verga y los de la mucosa anal.
Durante das busc Alvin Friedman-Kien un indicio que pudiese explicar el
origen del trgico mal. Escribi a todos los mdicos gays de Nueva York
conocidos por la importancia de su clientela homosexual. Les pregunt si
haban descubierto la presencia de marcas moradas en la epidermis de alguno
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
de sus pacientes. Las respuestas fueron negativas. Alvin Friedman-Kien estaba a
punto de abandonar cuando la llamada de un cancerlogo le hizo saber que su
servicio haba tenido que atender en el curso de los aos precedentes varios
casos de cnceres diversos que presentaban, por lo dems, signos cutneos
semejantes a los de sus dos pacientes. Todos eran homosexuales menores de
cuarenta aos. Y todos haban fallecido. Ningn dermatlogo haba sido
invitado a examinarlos. Era aberrante! se indigna Alvin Friedman-Kien.
Por culpa de una increble falta de comunicacin entre los dos departamentos
de un gran hospital, una epidemia pas inadvertida!
Dominando su clera, el mdico neoyorquino se precipit al telfono. Si el
cncer de Kaposi haba producido ya tantos estragos entre los homosexuales de
su ciudad, tambin podra haberlos causado en otras partes. Llam a colegas de
Chicago, de Los ngeles y de San Francisco. Tal como esperaba, enfermos con
manchas moradas en la piel haban acudido a la consulta en varios hospitales.
En San Francisco, un joven cancerlogo del General Hospital acababa
incluso de descubrir en la piel y en la boca de un homosexual prostituido de
veintids aos, que operaba en las saunas de la Sodoma americana, una
erupcin de pstulas anlogas. Sus estudios universitarios no haban preparado
al doctor Paul Volberding, de veintiocho aos, a enfrentarse con semejante
patologa. Nacido en una granja de Minnesota, aquel atleta de un metro ochenta
y anchos hombros de rugbyman eligi la oncologa porque haba pasado la
infancia contemplando, en un extremo de la explotacin familiar, los edifcios
de cristal de uno de los templos del tratamiento de los cnceres: la
mundialmente famosa Clnica Mayo. Pero hasta hoy no haba aparecido en su
servicio ningn enfermo que padeciese aquel tipo de lesiones. Desconcertado,
Paul Volberding pidi socorro a uno de los dermatlogos ms famosos de San
Francisco.
Para superar este problema, Willy Rozenbaum se desvi por otro camino
que al principio le pareci tan fantstico como la reanimacin. Las
enfermedades infecciosas le ofrecan uno de los campos ms gratifcantes de la
medicina, uno de los pocos donde las estadsticas alcanzaban casi un ciento por
ciento de curaciones desde el advenimiento de los antibiticos. La diabetes, la
hipertensin o la insufciencia renal se tratan, pero no se curan dice.
Mientras que despus de una infeccin, incluso la ms grave, se puede
reemprender una vida normal.
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
Al antiguo reanimador se le present pronto una magnfca ocasin para
aportar una contribucin original. El estudio estadstico de las enfermedades
infecciosas, es decir, el anlisis de un problema no en trminos individuales,
sino en trminos colectivos en una palabra, la epidemiologa no formaba
parte todava de las preocupaciones de la medicina francesa. Enorme laguna
que iba a ser parcialmente colmada una maana de febrero de 1979, cuando
Willy Rozenbaum lleg montado en su Kawasaki de 1.000 cm
3
ante la puerta de
un pabelln del hospital parisiense Claude-Bernard. Sus nicas herramientas:
algunos ttulos en estadstica y en informtica obtenidos apresuradamente, a
sus treinta y tres aos, y la ambicin de dotar a una de las primeras medicinas
del mundo del arma vital de salud pblica que le faltaba.
Con su aspecto poco atractivo y sus lgubres pabellones, que parecan los
barracones de un stalag de prisioneros de guerra, el hospital que acogi a Willy
Rozenbaum no sugera precisamente un templo de la ciencia mdica moderna.
Sin embargo, el hijo del viador cuyo nombre llevaba, haba descubierto en el
siglo anterior una de las funciones esenciales del cuerpo humano: la capacidad
del hgado para almacenar la energa necesaria a los msculos. A la notoriedad
de su nombre, el hospital Claude-Bernard aada otro ttulo de fama. Por el
hecho de su especializacin en el tratamiento de las enfermedades infecciosas y
tropicales, era uno de los centros de patologa microbiana y parasitaria ms
importantes de Europa. Generaciones de militares, de funcionarios, de
misioneros y de colonos supervivientes de las aventuras imperiales francesas
haban llegado all para curar los estragos producidos en sus organismos por su
residencia en ultramar. La moda de los viajes y del turismo hacia los pases
lejanos haba tomado el relevo, trayendo a aquel lugar una ola de patologas
nuevas y diversas. En resumen: el hospital Claude-Bernard representaba un
excepcional laboratorio de estudio para quien soaba con encerrar en sus
ordenadores la memoria individual y colectiva de las infecciones que all se
trataban.
vido de aprovecharse de la experiencia y de los mtodos seguidos en el
extranjero, Willy Rozenbaum, naturalmente, haba echo una peregrinacin a La
Meca de la epidemiologa mundial: el CDC de Atlanta. Fue all donde se
suscribi al MMWR (Informe Semanal de Morbidez y Mortalidad). Era uno de
los escasos lectores franceses del pequeo y asombroso peridico y lo lea como
si fuese un breviario. No hay nada ms emocionante que recibir cada semana
el boletn de salud colectiva de un inmenso pas como los Estados Unidos, y
descubrir en l todas sus pequeas y grandes miserias afrma Rozenbaum.
Nada mejor para producir el prurito de la investigacin y para mantenerse
despierto. En cada una de nuestras reuniones de bibliografa, yo me apresuraba
a revelar a mis colegas parisienses las observaciones ms originales de aquel
boletn. Por desgracia, casi siempre fracasaba! En aquellos comienzos de la
dcada de los 80, los franceses todava despreciaban la epidemiologa.
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
Hasta que la plaga del siglo sacudi su apata.
122
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
Aquel asunto era extrao, ciertamente. Pero acaso la investigacin no est
hecha de cosas extraas? dir ms adelante Robert Gallo, para justifcarse de
haber permanecido sordo a las splicas del enviado del CDC. En realidad, lo
que no me convenca de aquella aventura era su aspecto sensacionalista, con
todo lo que ello comportaba de turbio y un poco repugnante. El CDC haba
hecho una soberbia encuesta policial, pero para un laboratorio de investigacin
fundamental como el mo, ya empeado en mltiples tareas de gran aliento, era
inimaginable detenerlo todo para lanzarse a una peripecia de homosexuales con
compaeros mltiples.
Los mdicos-detectives de Atlanta descubriran pronto que aquel punto de
vista era compartido por la mayor parte de los grandes centros de investigacin.
A esta actitud de principio se aadan consideraciones de orden prctico. Robert
Gallo y la mayora de sus colegas tenan la certeza de estar frente a un asunto
tan complejo que existan pocas posibilidades de aportarle una ayuda til. Los
enfermos parecan afectados por tantas infecciones diferentes que pareca
imposible poder hallar la causa precisa de su mal dice Gallo. Entonces,
para qu agotarse en un rompecabezas insoluble? Esta inhibicin de los
investigadores en los primeros meses de epidemia se apoyaba fnalmente en un
tercer motivo, tal vez ms imperioso que los otros: el miedo. El miedo a
introducir un misterioso agente de muerte bajo las campanas de trabajo de sus
salas de experimentacin. El premio Nobel David Baltimore, codescubridor de
la enzima transcriptasa inversa que haba permitido a Robert Gallo identifcar el
primer retrovirus humano, anunci que se negaba a recibir en su laboratorio del
Massachusetts Institut of Technology de Boston, la ms mnima muestra de
tejido o de sangre procedente de un enfermo de sida. Hasta hoy, no ha
modifcado su decisin.
La mayor parte de los centros norteamericanos de biologa molecular
demostraron la misma pusilanimidad. Robert Gallo defender despus esa
actitud subrayando el peligro real que representa la introduccin en un lugar de
trabajo de un agente infeccioso totalmente desconocida. Cmo saber si ese
virus, en s tan devastador, no os saltar a la cara en la primera experiencia, no
se transmitir conversando o intercambiando un simple apretn de manos?
Adems, estaban tambin los dems microorganismos responsables de
mltiples infecciones que las vctimas de esa enfermedad tan especial sufran a
causa de la destruccin de su sistema inmunitario. Unos agentes que tal vez
podran infectar a personas sanas, como usted y como yo. Tenamos el derecho
de correr ese riesgo? En apoyo de su defensa, Gallo aade que varios
investigadores de Bethesda haban muerto en el pasado, contaminados por
virus, en sus superprotegidos laboratorios.
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
Exactamente ocho semanas despus de la negativa categrica infigida por
el establishment de Bethesda, una nota redactada por el responsable de la
farmacia del CDC informaba a Jim Curran de un hecho nuevo capaz de
modifcar la posicin de la comunidad cientfca en lo concerniente a la
epidemia. Un mdico de Denver (Colorado) solicitaba el envo urgente de dosis
de Pentamidina para uno de sus clientes, afectado tambin de una gravsima
neumocistosis. Al contrario de las peticiones similares recibidas en menos de un
ao por el CDC, que era el distribuidor exclusivo en los Estados Unidos, el
medicamento no iba destinado esta vez a un individuo privado de sus defensas
inmunitarias a consecuencia del trasplante de un rgano, o a un homosexual
vctima de la nueva epidemia. El enfermo de Denver que padeca esa rara forma
de neumona no corresponda a ninguno de los criterios habituales. No era un
cliente habitual de las bath-houses, ni un toxicmano, ni un sorbedor de poppers.
Era un tranquilo padre de familia numerosa, de cincuenta y nueve aos, que
siempre haba vivido en el mismo barrio burgus de una ciudad de la
Norteamrica profunda y que nunca haba recibido el ms mnimo tratamiento
inmunodepresor. En resumen: nada que pudiera abrir las puertas de su
organismo a la mortal invasin parasitaria que le afectaba ahora. Nada, a no ser
una anomala de su patrimonio gentico que le someta a un riesgo particular
de contaminacin: era hemoflico.
En aquella maana de abril de 1982, esa informacin produjo la ms viva
emocin entre los mdicos-detectives del CDC de Atlanta. Jim Curran
comprendi de inmediato todas sus implicaciones. El enfermo de Denver
perteneca al pequeo grupo de norteamericanos eran alrededor de veinte mil
que, a consecuencia de una laguna en la funcin reguladora de la sangre,
reciban peridicamente transfusiones de factores de coagulacin destinados a
prevenir hemorragias que a veces resultaban fatales. Para ofrecer todas las
garantas de tolerancia y respetar los reglamentos de sanidad norteamericanos,
esos productos sanguneos, comercializados desde los comienzos de los aos
60, deban proceder de un grupo de mil donantes diferentes como mnimo. De
hecho, la mayor parte de los lotes eran fabricados a partir de la sangre de diez a
veinte mil donantes dispersos por todas las regiones de los Estados Unidos. Con
una media de diez transfusiones por ao, era, pues, la sangre de alrededor de
doscientos mil donantes la que cada hemoflico reciba en un ao. Las
operaciones de fltracin extremadamente rigurosas a que eran sometidos tales
productos eliminaban, por otra parte, cualquier riesgo de contaminacin por
agentes infecciosos, tales como las bacterias o los microbios. Los nicos
elementos vivos que podan franquear semejantes barreras eran los virus.
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
El enfermo hemoflico de Denver nos permiti cubrir una etapa decisiva
cuenta Jim Curran. Nos aportaba por fn la prueba perentoria del origen
vrico de la epidemia del sida. En lo sucesivo ningn investigador podra hacer
el avestruz ante nuestras afrmaciones y lo bien fundado de nuestra hiptesis.
Tanto ms cuanto que los hemoflicos eran una categora de pacientes de
estudio especialmente interesantes. A causa de la procedencia tan diversifcada
de los productos sanguneos que se les inyectaban, eran con respecto a los
receptores de transfusiones sanguneas, lo que los homosexuales de
compaeros mltiples representaban con respecto a los gays que tenan
relaciones sexuales normales.
Apenas tres horas despus de la llamada de Denver, un mdico-detective
del CDC volaba hacia Colorado. Durante diez das, el doctor Dale Lawrence
someti al enfermo, a los miembros de su familia y a sus mdicos a implacables
verifcaciones. Control minuciosamente todos los parmetros de los balances
inmunolgicos, hizo proceder a nuevas biopsias pulmonares y pas por la criba
todas las muestras de concentrados sanguneos recibidos por el paciente
durante los cinco aos anteriores. Su trabajo de hormiga le permiti confrmar
que aquel padre de familia padeca el mismo mal que afectaba a los
homosexuales.
Menos de una semana despus, el Centro de Control de Enfermedades de
Atlanta se enteraba de la existencia de un segundo caso semejante. Este enfermo
era un hemoflico de veintisis aos, oriundo de una pequea ciudad del
noreste de Ohio, de la que nunca haba salido. El doctor Dale Lawrence volvi a
tomar el avin. Con el encarnizamiento de un sabueso del FBI, interrog a todos
los conocidos antiguos y actuales del muchacho. Entrevist a sus padres, a sus
hermanos, a sus hermanas, a sus camaradas de colegio, a sus compaeros de
deporte y de trabajo, a sus relaciones femeninas. Trat de descubrir si tena una
vida secreta. Cache los ms pequeos detalles de su pasado. Sabiendo que los
hemoflicos se entregaban a veces a los estupefacientes para calmar sus dolores
articulares, pregunt al enfermo sobre ese tema. Pero el caso era tambin de una
absoluta transparencia. Slo las transfusiones de concentrados sanguneos
podan ser el origen de su mal.
El doctor Dale Lawrence acababa de volver a Atlanta cuando una tercera
noticia explosiva puso en efervescencia de nuevo al CDC. Un mdico de
Westchester County, barrio residencial de Nueva York, comunicaba que una
biopsia practicada en los pulmones de uno de sus pacientes, un jubilado de
sesenta y dos aos, haba revelado una infeccin masiva de Pneumocystis carinii,
los agentes habituales de la neumocistosis. Como los dos casos precedentes, este
enfermo era tambin hemoflico y reciba inyecciones regulares de productos
sanguneos.
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
La historia de la medicina no retendr los nombres de esas tres vctimas
inocentes. Sin embargo, su sacrifcio trastorn por completo las circunstancias
y las bases de la lucha, asegur luego Jim Curran. A pesar de las terrorfcas
implicaciones que signifcaba sbitamente esa extensin de la plaga, el jefe de
los mdicos-detectives de Atlanta triunfaba. La comunidad cientfca, que haba
despreciado su extraa epidemia de maricas, debera fnalmente descender
de su Olimpo y entrar en la arena, porque, adems de veinte mil hemoflicos,
unos tres millones de norteamericanos reciban cada ao transfusiones
sanguneas. Descubrir el agente infeccioso se converta en una prioridad
nacional. A este desafo se agregaba un cortejo de otras urgencias: haba que
inventar una prueba de deteccin, someter toda la produccin de sangre y de
compuestos sanguneos a unos controles draconianos y elaborar sustancias y
teraputicas antivricas. Es decir: haba que poner a punto una vacuna. Una
tarea titnica que exigira montaas de dlares y el concurso de masas de
materia gris.
Los responsables del centro de Atlanta decidieron iniciar esta decisiva etapa
dando a la epidemia una nueva denominacin. Sensibles a la indignacin
justifcada de los medios homosexuales que consideraba infamante la
introduccin de la palabra gay en la designacin de la enfermedad conocida
hasta entonces con la apelacin de GRID,
9
le pusieron el nombre de AIDS,
10
en francs y en castellano SIDA, cuatro letras que pronto resonaran como la
maldicin de este fn de milenio.
9
Gay Related Immuno Defciency: Dfcit inmunitario relacionado con la homosexualidad.
10
Acquired Immuno Defciency Syndrome: Sndrome de Inmuno Defciencia Adquirida (o
tambin Sndrome Inmuno Defcitario Adquirido).
126
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
SEGUNDA PARTE
La victoria de los magos
de lo invisible
127
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
23
Amberes, Blgica - Invierno de 1982
Eslabones para cercar el mundo con una cadena de amor
Haba sido una muchacha bella, rica, prometida a todas las caricias de un
destino dorado. Aquella hija de notables de la alta burguesa del puerto belga de
Amberes haba crecido en la opulencia apacible de una de esas residencias que
Rubens pintaba con tanto amor. Su elevada estatura y su aspecto contrastaban
con la delicadeza de su rostro, iluminado por dos inmensos ojos de color hierba
doncella. Jacqueline de Decker era a los dieciocho aos uno de los partidos ms
seductores del reino de Blgica. Su belleza y su rango hacan volver muchas
cabezas. A la edad en que las muchachas de su ambiente soaban con aturdirse
en los bailes y en los brazos de algn prncipe encantador y con evadirse a las
playas doradas de la Costa Azul, ella prefera encerrarse cada da largas horas
en una capilla para escuchar la voz interior que la llamaba a una vocacin muy
diferente.
Convencida de que Dios le peda que entrase en una orden religiosa para ir
a las Indias a atender a los pobres y a los leprosos, hizo su maleta y fue a llamar
a la puerta del convento de las Hermanas Misioneras de Mara. Las monjas,
felices por recibir a aquella joven de la alta sociedad, quisieron darle una
comida regia. Pero la lata de salmn abierta en su honor estaba en malas
condiciones. Jacqueline estuvo a punto de morir aquella noche. Viendo en aquel
envenenamiento alguna seal, al amanecer se arrastr como pudo al despacho
de la madre superiora y le anunci que quera volver a su casa. Estaba decidida
a consagrarme a Dios y a partir a las Indias para cuidar a los pobres del
Evangelio dice Jacqueline; pero sin abandonar el mundo.
Un jesuita belga, amigo del obispo de Madrs, buscaba voluntarios para
crear un centro mdico-social en una regin abandonada del Tamil Nadu. Siete
jvenes de Amberes formaban ya un equipo. Jacqueline de Decker se uni a
128
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
ellas con entusiasmo. La invasin de Europa por los panzers de Hitler iba a
romper de golpe su hermoso sueo. Cuando la miseria y el dolor se abatieron
sobre Blgica, Jacqueline y sus compaeras se apresuraron a obtener sus
diplomas de enfermera y se alistaron en la Cruz Roja. Cuatro aos bajo las
bombas y en los hospitales superpoblados formaron duramente a la joven
heredera en su ideal de caridad. Su incansable entrega le vali, despus de la
Liberacin, ser aclamada como una herona. Varios personajes intrigaban ya
ante sus padres, solicitando para sus hijos la mano de aquel ngel vestido de
blanco y cubierto de medallas. Pero ella estaba muy lejos de pensar en el
matrimonio. La guerra haba disgregado el pequeo grupo de amigas con las
que haba decidido ir a servir a las Indias. Algunas haban muerto en los
bombardeos, una haba entrado en un convento y las dems se haban casado.
Jacqueline se haba quedado sola, pero segua dispuesta a partir para la gran
aventura. El 31 de diciembre de 1946 embarc en un buque que parta para
Madrs.
Al llegar se enter de que el jesuita belga que haba inspirado su venida a la
India haba muerto el mismo da en que ella sala de Amberes. Se encontr
absolutamente sola. Durante dos aos, vestida como las campesinas con un sari
de algodn, vivi en medio de los pobres, a los que atendi en un dispensario
de fortuna instalado en un pueblo de los alrededores de Madrs.
Contentndose con el alimento cotidiano de un plato de arroz sazonado con
pimienta y con algunos vasos de t, durmiendo en el suelo en una chabola de
tablas infestada de ratas y de cucarachas, nica europea en varios kilmetros a
la redonda, comparti la vida y sufrimientos de los campesinos sin tierra, los
parados, los tuberculosos y los leprosos. Rudo aprendizaje que, incluso para
una fe a toda prueba, era difcil de llevar en un total aislamiento afectivo y
moral. Y ms an teniendo en cuenta que la presencia de una extranjera blanca
en aquella corte de los milagros suscitaba a veces reacciones hostiles.
Un da de gran desnimo, Jacqueline de Decker hizo a pie el viaje a Madrs
con el fn de buscar all el consuelo espiritual de un sacerdote. Un misionero le
habl de una religiosa europea cuya vocacin era, como la suya, vivir en las
barracas en medio de los desheredados, cuidar a los enfermos y a los
agonizantes, educar a los nios de la calle, ocuparse de los mendigos y dar
cobijo a los abandonados. Dos das despus, la joven enfermera belga
desembarcaba de un vagn de tercera clase en la metrpoli de Bengala. Tras
varios das de bsqueda, fue entre las hermanas de una misin mdica
americana establecida en Patna, en la provincia del Bihar, donde encontr al fn
a la que buscaba. Antes de sumergirse en la miseria y los sufrimientos de las
chabolas, la futura Madre Teresa haba ido all para aprender algunos
rudimentos de socorrismo y de cuidados mdicos.
129
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
Aquella mujercita de treinta y ocho aos y sonrisa luminosa haca ya
diecinueve que viva en la India. Nacida en Skopje, entonces en Albania, hija de
un prspero empresario, Agns Boljaxhiu haba sido llamada, desde muy joven,
a la vida religiosa. Tomando el nombre de Teresa en homenaje a la humilde
forecilla de Lisieux, a la que profesaba un fervoroso culto, entr en la orden
irlandesa de Loreto. El 6 de enero de 1929 desembarcaba de un vapor en los
muelles de Calcuta, entonces la mayor metrpoli del Imperio britnico, despus
de Londres. Durante diecisis aos, bajo el velo negro de las religiosas de su
congregacin, ense geografa a las hijas de la buena sociedad bengal en uno
de los conventos ms encopetados de la capital de Bengala. Hasta que el 10 de
septiembre de 1946, cuando el tren que la llevaba a su retiro anual de
Darjeeling, en las laderas del Himalaya, una nueva llamada de Dios cambi
radicalmente el rumbo de su existencia. Una voz haba resonado en su corazn.
Era una orden. Tena que abandonar la comodidad de mi convento, renunciar a
todo y seguirle a l, a Cristo, por los tugurios para servirle a travs de los ms
pobres de los pobres.
Su superiora, el arzobispo de Calcuta y toda la jerarqua intentaron hacerle
renunciar a su proyecto, convencerla de que aquella nueva llamada slo era,
probablemente, una alucinacin debida a las fatigas de un clima abrumador y a
la tensin reinante en la ciudad arrasada por las revueltas entre las
comunidades durante las luchas por el acceso del pas a la independencia. Ella
se mostr infexible, escribi a Roma y obtuvo, despus de una espera de casi
dos aos, el permiso del Santo Padre. El 8 de agosto de 1948 franque la puerta
de su convento y troc su hbito por el sari de algodn ms barato encontrado
en el bazar. En el dispensario de las hermanas enfermeras norteamericanas, su
primer enfrentamiento con la enfermedad y el dolor no fue muy glorioso. Al ver
la sangre, se desvaneci. Pero su indomable voluntad y su fe la avezaran poco a
poco a las tareas ms penosas. Por la noche, extenuada, renovaba sus fuerzas
mediante la oracin y la contemplacin, arrodillada delante del crucifjo de la
capilla de la misin.
Aquel fnal del ao 1982, las noticias del otro lado del Atlntico no incitaban
mucho al optimismo entre los investigadores franceses. Los mdicos-detectives
del CDC de Atlanta no haban podido incriminar a ningn virus conocido. En
cuanto al virlogo indio del pabelln 37 de Bethesda, segua sin encontrar nada
que confrmase una posible culpabilidad del HTLV descubierta por su jefe. Sin
embargo, el equipo del Instituto Pasteur sigui la misma pista. Pero al contrario
que el investigador indio que, por orden de su jefe, se haba lanzado ciegamente
a las complejas manipulaciones de ese tipo de bsqueda, los franceses
decidieron avanzar a pasos cortos. Primero quisieron tener un conocimiento
ms amplio de su adversario. Una preocupacin que hara germinar una idea
original de consecuencias incalculables. Dado que la particularidad del virus
incriminado era la de introducirse en los linfocitos para reproducirse en su seno
antes de destruirlos y perecer con ellos en el mismo holocausto, era preferible
buscarlo al comienzo de la infeccin y no en la fase aguda de la enfermedad. Es
decir, cuando tena todas las posibilidades de estar vivo y bien activo, y por lo
tanto en un momento en que sera ms fcilmente localizable.
Algunos das antes de Navidad, un muchacho vestido con pantaln y
cazadora de cuero se present en la consulta que el doctor Rozenbaum haba
abierto en el hospital Piti-Salptrire. Por su profesin, el estilista de moda
Christian Brunetto haba viajado numerosas veces a Nueva York. Reconoci de
buen grado su homosexualidad, as como la importante cantidad de sus
compaeros y los frecuentes accidentes venreos que haba sufrido. Pero fue al
desatar su pauelo de seda cuando el mdico comprendi el motivo de su
visita. Brunetto tema estar afectado por el sida. Tena, en la base del cuello, un
ganglio del tamao de un huevo de paloma. Un examen a fondo revel otros
ganglios hipertrofados en el resto de su cuerpo. Los temores de aquel paciente
parecan justifcados.
Sera conveniente proceder a la biopsia de este ndulo le dijo el clnico
mientras le palpaba el cuello. Cuanto antes, mejor.
Al pronunciar estas palabras, Willy Rozenbaum comprendi que en aquel
depsito de clulas recin infectadas se hallaba la herramienta ideal de
investigacin que poda ofrecer a Luc Montagnier y al equipo del Instituto
Pasteur; una herramienta que tal vez les permitira llevar a cabo lo que Robert
143
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
Gallo y su superlaboratorio no haban podido realizar todava: aislar al agente
responsable de la epidemia mortal.
144
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
26
Calcuta, India - Otoo de 1982-invierno de 1983
Una antecmara de pinculos hacia la Casa del Padre
Ningn virus conocido o desconocido, ninguna epidemia nueva
justifcaban la presencia de los ciento setenta hombres y mujeres que yacan all,
en la luz transparente del viejo edifcio de pinculos. El fro que haba seguido
al horno tropical del verano y a las cataratas del monzn aportaba sin cesar
nuevos moribundos, vctimas de la plaga ms antigua del mundo: la miseria. En
Calcuta eran trescientos mil los que vivan en la calle, privados de todo abrigo,
alimentndose de peladuras o de detritos encontrados en los montones de
basura. A los que ya no tenan familia, el moridero de la Madre Teresa les
brindaba la ltima esperanza de no dejar este mundo como un animal, de
recibir cuidados, de or palabras de compasin.
A algunos pasos del templo dedicado a la diosa Kali, la divinidad de
aspecto sanguinario patrona de la ciudad, en el centro de un barrio de
hinduismo militante, la Casa del Corazn Puro era la primera fundacin creada
por la santa de Calcuta. Aquella maana de noviembre de 1982 la religiosa se
preparaba a celebrar el trigsimo aniversario de la Casa. Durante tres das, en su
pequeo Renault blanco conducido por el viejo chfer musulmn Aslan, que
tambin era un superviviente del largo viaje al fondo del horror, la Madre
Teresa haba visitado a todos sus conocidos locales para invitarlos a unirse a la
celebracin. Una ronda interminable de coches Mercedes y Ambassador
depositaban delante de la estrecha puerta del moridero cestos desbordantes
de legumbres, de frutas, de pescado, de carne y de pasteles, as como de
paquetes de ropa blanca y de vestidos. Algunas veces, los donantes, con sari de
festa, acompaaban a las montaas de regalos. Otros donativos procedan de
asociaciones, de clubes, de almacenes o de empresas industriales.
145
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
El interior del hospicio se haba transformado en lugar de descanso de la
kerms. Las guirnaldas de claveles de la India, los ramilletes de jazmn, los
adornos del suelo con ptalos de rosa casi hacan olvidar, con sus aromas y sus
alegres colores, el olor a desinfectante y el impresionante espectculo de las
hileras de cuerpos esquelticos acurrucados en los camastros. En el vestbulo
que separaba la sala de los hombres de la de las mujeres, la Madre Teresa haba
hecho instalar un altar para celebrar la misa. La sabanilla que lo cubra era obra
de los leprosos de uno de sus refugios. Una actividad de colmena animaba
aquellos lugares habitualmente impregnados de una calma serena. Las cuatro
novicias destinadas en el moridero se afanaban en el aseo matinal de los
pensionistas. En algunos rostros, la piel translcida de los pmulos estaba tensa
y pareca a punto de romperse. Algunos yacan con una rigidez que prefguraba
la muerte, y sus ojos en blanco en el fondo de las rbitas parecan que miraban
ya el otro mundo. Las bocas, muy abiertas, estaban inmovilizadas en un extrao
rictus. Algunas manos se tendan al paso de las hermanas en busca de un
contacto caritativo, pero tambin para ofrecer un saludo agradecido.
Estos desechos humanos haban sido recogidos en un andn de estacin, en
las escalinatas de un templo, al borde de una acera o en la misma calzada.
Ningn hospital los habra aceptado. En su mayora eran pobres campesinos a
los que una catstrofe climtica, frecuente en aquella regin, haba empujado un
da hacia la ciudad-espejismo. El choque haba sido terrible. El aire envenenado
por la contaminacin, la carencia de techo, un acampamiento arriesgado en
algn extremo de la acera en medio de los parsitos y las ratas, la insalubridad
del agua de las escasas fuentes, las bruscas variaciones de temperatura entre el
da y la noche y la obligacin de trabajar como animales de tiro y de arrastrar
cargas inhumanas para ganar algo con que sobrevivir apenas un da ms haban
acabado con la resistencia de la mayor parte de aquellos desventurados. Un da
se desplomaron para no levantarse ms. Privados de toda defensa inmunitaria a
causa de sus carencias alimentarias, no haban podido resistir los ataques de la
tuberculosis, de la disentera, del tifus o del clera. Como ya no era soportada
por los msculos, su piel se agrietaba y acababa partindose en jirones e
infectndose en mltiples llagas. Mientras las necesidades energticas de su
cerebro quedaban satisfechas, aquellos pingajos humanos conseguan hablar,
gemir o suplicar. Pero pronto les invada un estado de somnolencia entrecortado
de convulsiones. Vencidos fnalmente, aquellos muertos vivientes entraban en
coma. De diez a quince mil indgenas de Calcuta treinta o cuarenta veces ms
que el nmero de vctimas del sida registradas en Occidente aquel ao de 1982
perecan as, anualmente, entre la indiferencia casi general.
Pero esas cifras traducan imperfectamente la realidad, porque la Madre
Teresa arrancaba a miles de moribundos del olvido de las aceras. En aquella
maana de festa, una inscripcin en el registro de admisiones de su moridero
deca mucho ms que cualquier discurso sobre la amplitud de su accin. Al
146
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
amanecer, un camin del servicio municipal de limpieza haba trado al
indigente nmero 52.410 de los recogidos desde 1952.
Desde que inici, a los doce aos de edad, los primeros experimentos de
qumica en el stano de la casa familiar de Chtellerault, Luc Montagnier estuvo
siempre posedo por el demonio de la experimentacin. Pasaba sus domingos
destilando perfumes o confeccionando luces de bengala. Cuando lleg a Pars
para estudiar medicina y preparar una licenciatura en ciencias, aquel
provinciano, hijo de un padre de Auvernia y de una madre del Berry, haba
preferido, una vez obtenidos sus diplomas, el microscopio del investigador al
estetoscopio del clnico. Una vocacin que le llev, a los veintitrs aos, a un
laboratorio de la Fundacin Curie, en donde iba a descubrir el fascinante
universo de la biologa celular, entonces en plena renovacin. Las nuevas
tcnicas de cultivo de las clulas y de los virus inventadas en los Estados Unidos
estaban proporcionando unos instrumentos revolucionarios a la investigacin.
Maravillado, el joven cientfico decidi dedicarse al estudio de los linfocitos, los
glbulos blancos que iban a desempear un papel tan capital en su vida.
156
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
Uno de los agresores ms virulentos de los glbulos blancos, el virus de la
febre aftosa, pesadilla de los criadores de bovinos, proporcion a Luc
Montagnier el tema de su tesis de doctorado. Estos trabajos orientaron
defnitivamente su carrera hacia la virologa. Una beca le permiti entrar en uno
de los grandes templos cientfcos del momento: el instituto britnico de
Carshalton. All, al lado de un ingls francflo, fumador de Gitanes, llamado
Kingsley Sanders, asisti a los primeros balbuceos de una disciplina reciente
que prometa un fantstico futuro, una ciencia que trascenda el estudio nico
de la vida de las clulas para interesarse incluso por su patrimonio gentico: la
biologa molecular. Como los virus constituyen sistemas biolgicos
relativamente simples, eran unos privilegiados objetos de estudio que permitan
a los pioneros de la biologa molecular avanzar con paso de gigante. El joven
auverns pudo aportar su contribucin personal a los esfuerzos de sus maestros
descubriendo ciertos mecanismos de la reproduccin de un virus que mataba a
los ratones en menos de cuarenta y ocho horas. Una tmida proeza que le dio la
satisfaccin de ver su nombre escrito al pie de un artculo publicado por la
famosa revista cientfca britnica Nature.
Despus de Carshalton, Glasgow. Su larga estancia al otro lado del canal de
la Mancha pondra al investigador francs en contacto con los cerebros ms
importantes de aquel tiempo y le proporcionara el dominio del ingls, un
vehculo ya indispensable en toda comunicacin cientfca. Luc Montagnier
pas los ocho aos siguientes en varios laboratorios ingleses instruyendo el
sumario que demostraba la implicacin de los virus en la aparicin de algunos
cnceres. Sus obstinados esfuerzos le valieron el honor de entrar, a los cuarenta
aos, en el Instituto Pasteur de Pars.
Ser pasteuriano es pertenecer a una orden que tiene su alma, su estilo y
su unidad. Y que tambin tiene sus clanes. As, por ejemplo, algunos
pasteurianos no queran ver el nombre de su prestigioso instituto mezclado
en una epidemia de connotaciones consideradas desagradables. Y, sin embargo,
como dir ms adelante Luc Montagnier, si haba una investigacin acorde con
la vocacin de Louis Pastear, era ciertamente la del sida. No me cabe duda de
que si Pasteur hubiese estado vivo, se habra lanzado el primero, y con toda su
energa, en aquella aventura. Cien aos despus, el azar encomendaba al
laboratorio de Luc Montagnier perpetuar aquella vocacin.
La tarea era ruda. De todos los desafos lanzados por la naturaleza a los
virlogos, la identifcacin de un retrovirus humano era, quiz, el ms arduo.
En casi un siglo de esfuerzos, slo uno de aquellos supervirus de tan
compleja accin haba podido ser desenmascarado en el hombre: el retrovirus
HTLV, responsable de algunas leucemias raras, descubierto por Robert Gallo en
157
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
1977. Luc Montagnier ya haba cultivado miles de millones de clulas
sospechosas de albergar tales virus. Conoca sus gustos, sus caprichos y sus
alimentos preferidos. Uno de sus frigorfcos estaba repleto de frascos llenos de
los manjares y de las salsas que tanto les gustaban, especialmente una sabia
mezcla de sales minerales, de calcio, de magnesio y de suero de ternera fetal.
Aquel suero era un autntico regalo de la gastronoma celular! Como los
grandes vinos, tena sus aos de cosecha y sus denominaciones de origen. Se
deca que el mejor proceda de Nueva Zelanda. El investigador dispona
tambin de un poderoso estimulante extrado de una alubia que, como las
espinacas de Popeye el marino, decuplicaba sus fuerzas. Esta sustancia se fjaba
en la superfcie de las clulas e imitaba la seal de su movilizacin en caso de
agresin.
Las pruebas recogidas por el CDC eran irrefutables. Despus de los tres
primeros hemoflicos fallecidos el otoo precedente a consecuencia de su
contaminacin por una inyeccin de productos sanguneos, otros nueve
hemoflicos acababan de sucumbir a su vez. Y ahora, un caso asombroso,
descubierto justamente antes de Navidad, impona la extraordinaria
movilizacin de aquel comienzo del ao 1983. Esta vez el mal haba
abandonado sus blancos conocidos para golpear en una direccin y de una
manera completamente nueva.
Un pediatra de San Francisco acababa de diagnosticar un sida en un beb
de veinte meses. Los primeros elementos de investigacin no haban podido
precisar el origen exacto de la enfermedad. Al contrario que los raros ejemplos
de nios afectados de sida por una contaminacin materna, aquel beb no haba
nacido de una madre toxicmana, prostituida o haitiana que habra podido
transmitirle el virus durante el embarazo. A fuerza de buscar, los mdicos-
detectives de Jim Curran acabaron por averiguar que el nio haba venido al
mundo en unas condiciones difciles. Haba sido necesario practicar una
cesrea. Y como el beb sufra de una anomala sangunea rara, tuvo que recibir
varias transfusiones. En las cuatro primeras semanas de su vida le fueron
inyectados diecinueve frascos de sangre. Aunque todava no se haba asociado
nunca al sida con una transfusin de sangre fresca, los investigadores buscaron
a los diecinueve donantes. Todos quedaron libres de sospecha, excepto el
ltimo.
Era un comerciante de San Francisco, soltero, de cuarenta aos de edad,
que haba muerto haca ocho meses. Al igual que los millones de
norteamericanos que practican regularmente el mismo acto de solidaridad,
haba donado su sangre gratuitamente. El 10 de marzo de 1981, cuando se
present en la ventanilla del Memorial Blood Bank local, pareca gozar de una
excelente salud y nada en su comportamiento permita suponer su
homosexualidad. Seis meses despus, se quejaba de una gran fatiga y de una
prdida de apetito. Su mdico descubri la infamacin de un ganglio en la axila
derecha. Al mes siguiente aparecieron unas manchas sospechosas en la retina
de su ojo izquierdo, y hubo que hospitalizarle por una neumona infecciosa. Los
exmenes revelaron entonces una notable cada de sus defensas inmunitarias.
Sus linfocitos protectores haban desaparecido casi totalmente. Ya no haba
161
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
ninguna duda posible sobre la naturaleza de su mal. Tres das despus, el
desventurado donante de sangre mora de sida.
El descubrimiento de este drama hel de espanto a los investigadores de
Atlanta. Podamos suponer que los millares de litros de sangre almacenados en
los hospitales y en los bancos de sangre del pas se hallaban contaminados por
el virus infectante de los donantes afectados por el sida relat Jim Curran.
Esto quera decir que miles de norteamericanos destinados a recibir una
transfusin se encontraban en peligro de muerte. Para conjurar esta catstrofe y
prevenir las futuras slo disponamos de un medio: someter de inmediato todas
las reservas existentes a un test de control. Por otra parte, haba que apartar en
seguida de las colectas a todos los donantes con riesgos.
Para hacer que aceptasen esta estrategia los que a veces eran llamados los
emires americanos del oro rojo, Jim Curran encarg a su adjunto Harold Jafe
que les esbozase un cuadro dramtico de la situacin. Por aquellas fechas el sida
haba atacado ya a ochocientos ochenta y un norteamericanos. Trescientos
diecisiete haban muerto. Esta proporcin era ms elevada que en las ms
devastadoras epidemias de la Edad Media. Los supervivientes slo eran
condenados pendientes del cumplimiento de la sentencia. Los enfermos
aquejados del sarcoma de Kaposi moran al cabo de diecisis meses, y los
aquejados de neumona infecciosa al cabo de nueve meses. El nmero de casos
se duplicaba cada seis meses. A ese ritmo, cien mil americanos se veran
afectados en menos de cinco aos.
Los mdicos del CDC de Atlanta lo haban imaginado todo menos la
increble reaccin de sus interlocutores. Simplemente, se negaron a creernos
declara Harold Jafe. Pretendan que nuestras cifras no eran probatorias y que
concernan a unos pocos casos, insufcientes para que las transfusiones de
sangre pudiesen ser incriminadas con certeza; que las verifcaciones costaran
unas sumas astronmicas sin relacin con la realidad del riesgo, y que
prohibirles a los homosexuales la donacin de sangre sera considerado
contrario a los derechos del individuo.
Aquel 4 de enero de 1983 se recordar siempre como uno de los das ms
negros de la cruzada del equipo de Atlanta contra la epidemia galopante del
sida. Ninguna medida de proteccin, ninguna decisin de control pudo ser
arrancada a los incrdulos asistentes. Antes de terminar la reunin, un joven
investigador de la organizacin, el doctor Donald Francis, resumi la decepcin
de sus colegas y el temor que les acosaba.
162
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
Entonces, cuntos muertos necesitan ustedes pregunt a la asistencia
para decidirse a actuar?
14
En cambio, hubo otra noticia que era un verdadero regalo. Despus del
fracaso que acababan de sufrir ante los banqueros de sangre, Jim Curran y sus
colegas acogieron con una gratitud especial la entrada de los franceses en la
competicin por la bsqueda de un virus. En seguida entrevieron las ventajas
de los trabajos del Instituto Pasteur. Su compatriota Robert Gallo recogera el
desafo, espoleara a sus tropas, les dara ms medios y, en resumen, les
condenara al descubrimiento.
Su reputacin de primer retrovirlogo mundial lo exiga. Y toda la
investigacin mdica norteamericana, tan fecunda aquellos ltimos aos,
tendra que movilizarse tambin.
El equipo del CDC de Atlanta se engaaba. Robert Gallo no tena la menor
intencin de cambiar un pice de su programa. Consideraba que no tena nada
que temer de los franceses, unos principiantes carentes de autoridad
internacional en materia de retrovirologa. Unos competidores, esos
comedores de ranas? Esos provincianos, ms bien cmicos y atrasados, con
su extrao acento, sus mtodos pasados de moda y su manera arcaica de
presentar sus resultados? Todo lo ms, unos aguafestas. Si el agente del sida era
en realidad un retrovirus, sera l, Robert Gallo, el nico que lo identifcara.
Acaso no era quien haba descubierto el primer retrovirus humano? El que
haba puesto a punto las tcnicas especfcas para esa clase de investigacin? Era
natural, pues, que siguiera mostrando su poco entusiasmo para emplearse de
lleno en la batalla. Yo estaba tan convencido de que mi investigador Prem Sarin
acabara encontrando algo confes luego, que me pareca superfuo hacerle
la competencia. Ni siquiera me habra atrevido; l era ms antiguo que yo. Fue
mi gran error.
Pero el autntico error del eminente cientfco estaba en otra parte. Resida
en su exceso de confanza. El descubridor del nico retrovirus humano
conocido hasta entonces no daba su brazo a torcer: si haba otros retrovirus
humanos en la naturaleza, tenan que pertenecer a la misma familia. El agente
del sida slo poda ser un pariente cercano del espcimen que l haba hallado.
Seguro de este postulado, descuid aconsejar a su colaborador para que
procediese como en la bsqueda clsica de los virus. Era intil vigilar los
14
Habra que esperar ms de un ao para que los responsables de la industria de la sangre
en los Estados Unidos comenzaran a responder seriamente a esa pregunta. Durante aquel
perodo, ms de un milln y medio de unidades de sangre carentes de todo control antisida
fueron recogidas, almacenadas y distribuidas por los bancos de sangre y los hospitales
norteamericanos.
163
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
cultivos de clulas da tras da con la esperanza de ver salir de ellas un virus,
cuando se saba positivamente que su modelo no se manifestaba hasta despus
de unos treinta das. Bastaba con esperar ese lapso de tiempo para evidenciar y
comprobar, por medio de una comparacin gentica, su ineluctable parentesco
con el HTLV que Gallo haba descubierto. Y se alcanzara el objetivo.
Su colaborador indio organiz, por consiguiente, su programa de bsqueda
en funcin de ese calendario. Solamente a partir de los treinta das comenzaba a
examinar sus tubos de cultivo. Como disciplinado tcnico, consignaba entonces
sus observaciones en su cuaderno de experimentos. Y, curiosamente, la
constancia de sus resultados negativos no pareci asombrarle. Sin embargo,
eran resultados para sorprender. En lugar de la proliferacin anrquica de
glbulos blancos que habitualmente se haba comprobado al cabo de treinta
das en los casos de cultivos infectados por el primer retrovirus HTLV de Robert
Gallo, slo encontraba all, en el fondo de sus tubos, un cementerio de linfocitos
muertos, sin ningn vestigio de virus. El prestigioso laboratorio tardara meses
en alarmarse ante tan extrao fenmeno.
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
29
Calcuta, India - Invierno de 1983
Que la ilustre anciana enarbole el estandarte de la rebelda!
De dos en dos, como frgiles velas blancas en un ocano hostil, atravesaban
la ciudad hormigueante en direccin a una leprosera, a un orfelinato, a un
dispensario, a una escuela o a un moridero. Cada maana, despus de la misa
de las cinco cuarenta y cinco, las hermanas y las novicias de la Madre Teresa
salan del convento de Lower Circular Road para acudir a su lugar de trabajo.
Los pobres y los enfermos de la ciudad conocan su recorrido. A cada instante,
unas manos se tendan hacia ellas, las madres alzaban a sus bebs hambrientos
y los leprosos se aferraban a los faldones de sus saris. Atravesaban ese pasillo de
miseria desgranando sin cesar sus avemaras. La Madre Teresa insista tanto
sobre el benefcio de la recitacin del rosario, que las hermanas no calculaban
las distancias en kilmetros, sino en nmero de rosarios. Para Ananda, la ex
pequea leprosa de Benars, y para sor Alice, la compaera habitual de sus
trayectos, la puerta del moridero del Corazn Puro donde ambas trabajaban
estaba situada a doscientas ochenta avemaras de la casa madre.
Al principio, Ananda se asombraba de tanto tiempo despilfarrado en idas y
venidas, cuando aquellos minutos perdidos habran podido ser preciosos para
aliviar sufrimientos. Pero no tard en comprender tambin el valor de esa
oracin, slo en apariencia montona. Recordaba las palabras de Bandona, su
benefactora de Benars. Ahora saba perder tiempo para Dios, amarle de una
manera desinteresada y decirle: Desgrano este Misario slo por el placer de
unirme unos instantes a Ti, como una esposa a su esposo.
Las primeras jornadas de Ananda en el moridero de Calcuta la haban
puesto a prueba duramente. Como ella tema, ni el crucifjo prendido en el
hombro, ni el rosario colgado de su cintura, ni su sari blanco de novicia, ni su
delantal azul de sirvienta de los pobres podan hacerle olvidar los estigmas de
165
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
su nacimiento. Los pensionistas hindes descubrieron en seguida los orgenes
de su nueva cuidadora. Desde el color muy oscuro de su piel hasta sus maneras
un poco bruscas, desde su modo de andar hasta las entonaciones roncas de su
voz, todo en ella segua denunciando su condicin de intocable. Hubo
moribundos que rechazaban la mano caritativa que les ofreca una cucharada de
alimento. Ananda no insista nunca. Conteniendo las lgrimas, se diriga a otro
indigente, musulmn o paria como ella, o incluso demasiado dbil para
reconocer la mano que le socorra. Sin embargo, aquellos desaires heran
cruelmente a la muchacha en lo ms frgil de su ser; si aquellos hombres eran
sus hermanos, y si Jesucristo estaba en cada uno de ellos como afrmaba la
Madre Teresa, por qu la rechazaban? Ni sor Bandona ni sor Paula tenan una
respuesta satisfactoria para ella. Slo el tiempo llegara tal vez a curar las
heridas, porque es ms doloroso para un pobre que para un rico soportar las
humillaciones que proceden de otro pobre.
La respuesta lleg de una manera tan brutal como inopinada. Con sus
cabellos rubios recogidos en la nuca en forma de cola de caballo, su pequeo
diamante clavado en el lbulo de la oreja izquierda, sus dos mariposas azul y
rosa tatuadas en los antebrazos y su pertinaz olor a after-shave, el doctor alemn
Rudolf Benz, de treinta y dos aos, no era precisamente la imagen que nos
hacemos de un apstol de la caridad. Sin embargo, el equipo del moridero
saba que aquel hombre haba dedicado su vida a la causa de los desheredados
de la India. Durante una primera estancia en Calcuta, dos aos antes, se
present como voluntario a la puerta del viejo casern de los pinculos para
trabajar all durante varias semanas.
Aterrado por el amateurismo que las hermanas mostraban en materia
mdica, se dedic a ensearles algunos rudimentos de higiene y de asepsia. Sus
esfuerzos evitaron muchos fallecimientos y contribuyeron a apartar el
moridero de su nica vocacin de asistencia a los moribundos. El equipo
senta por aquel amigo providencial un reconocimiento sin lmites. De regreso a
su pas, Rudolf Benz dio conferencias, escribi artculos y proyect fotografas
en los clubes y en las escuelas. Convencido de que lo primero que se necesitaba
era actuar sobre el origen del mal, se le ocurri proponer a diez pueblos de una
zona miserable del delta del Ganges un sistema de riego que podra
proporcionar a sus campesinos arroz y lentejas en cualquier estacin. Y fund
una estructura para fnanciar este proyecto. La asociacin alemana Trabajo y
arroz para mil familias indias cont bien pronto con cinco mil donantes. Los
primeros canales podan ser cavados en seguida. Rudolf Benz se detuvo en
Calcuta para recibir los fondos transferidos desde Alemania. Tal formalidad
sigue siendo complicada en un pas donde la burocracia es especialmente
puntillosa. Esta espera le dio ocasin de visitar a sus amigas del Corazn Puro
para ponerles al corriente de su iniciativa mientras trabajaba algunos das a su
lado.
La llegada del mdico alemn no tard en reavivar las dudas de sor
Domenica sobre la utilidad de su trabajo en relacin con su ideal. Cataliz sus
frustraciones y la incit a buscar un medio de atacar, ella tambin, las races de
la pobreza. Una maana, sor Paula descubri la ausencia de la joven novicia.
Inquieta, telefone a la casa madre. All le dijeron que Domenica haba salido
como de costumbre despus de la misa y de la colacin. Una carta, encontrada
poco despus, explicara su desaparicin. La carta estaba dirigida a la Madre
Teresa.
168
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
Muy santa y respetada Madre:
S cunta pena va a causarle mi partida. No vea usted en ella ni capricho ni
rebelda, sino nicamente la necesidad de servir de una forma diferente a los pobres de
Dios. Llevo conmigo el ideal que usted me ha enseado y me esforzar en mostrarme
digna de l. Sigo siendo en mi corazn una Misionera de la Caridad. Dios me llama a
cumplir Su voluntad por otros caminos. Ir a verla en cuanto regrese. Rece por m.
Su fel, devota y afectsima siempre,
Domenica
Domenica no era la primera Misionera de la Caridad que perda la santa
de Calcuta. La abrumadora disciplina, la dureza de las condiciones materiales
y las tentaciones que ofreca el contacto con el mundo conducan fatalmente a
algunos abandonos. Pero tan poco numerosos, que eran compensados por la
permanente afuencia de las vocaciones. Aquella precipitada partida, sin
embargo, produjo una gran consternacin en el seno de las cuidadoras del
moridero. Y la ms afectada fue Ananda. Domenica haba sido a la vez su
hermana mayor y su modelo, la que dominaba tranquilamente todas las
situaciones y nunca se senta paralizada por ningn tab.
169
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
30
Pars, Francia - Invierno de 1983
Una epopeya en una antigua lavandera
El Pabelln de la rabia no haba cambiado de nombre desde los tiempos
en que Louis Pasteur inoculaba all grmenes mortales a unos conejos para
obtener el suero salvador. A diferencia de los pases de frica y de Asia, donde
la terrible enfermedad haca estragos con frecuencia, en Francia haca mucho
tiempo que apenas se daban casos; y el pabelln se ocupaba de otras tareas. Una
de las salas del primer piso era una antigua lavandera cuyas paredes
desconchadas nunca haban odo otra cosa que el zumbido de los autoclaves.
Slo el suelo, embaldosado de gris y de oro, rompa la trivialidad de la
decoracin. En la puerta aparecera pronto un pequeo letrero: Sala Bru. Esta
denominacin no designaba a un cientfco o una especialidad cientfca. Bru
era, simplemente, la primera slaba del nombre del estilista de moda, una
muestra de cuyo ganglio infectado haba llegado la vspera al servicio de Luc
Montagnier para buscar en ella el virus sospechoso de ser el agente del sida.
El pequeo equipo que ahora deba hallar ese virus se compona de dos
investigadores veteranos y de dos tcnicos. Estaba especializado en la delicada
tcnica que permita descubrir una actividad retroviral en las clulas. Como esa
actividad no poda ser comprobada directamente, haba que localizar las
transcriptasas inversas, esas famosas enzimas gracias a las cuales los retrovirus
consiguen penetrar en el ncleo de las clulas. Los cuatro miembros del equipo
de la sala Bru tenan, pues, por primera tarea la de poner en evidencia esas
enzimas.
Sus posibilidades de conseguirlo podan parecer escasas. Al contrario que
la poderosa orquesta sinfnica del americano Robert Gallo, el modesto
cuarteto francs no tena tampoco una gran experiencia en materia de
retrovirologa humana y sus trabajos no haban desembocado todava en un
170
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
descubrimiento importante. Paradjicamente, este relativo aislamiento se
convertira en su mejor baza, puesto que se lanzaban a la aventura sin excesos
de confanza, sin demasiadas certidumbres, sin ideas preconcebidas. Para
abordar aquella investigacin particular decidieron partir de cero y avanzar
paso a paso.
A su lado trabajaba una brillante y bella joven rubia, de treinta y cinco aos,
buena cocinera en sus horas libres. Franoise Barr-Sinoussi era tan capaz de
preparar cualquier plato, lo mismo una ternera en salsa a la antigua que un
souf al Grand Marnier, como de cultivar amorosamente los frgiles linfocitos.
Sus lecturas favoritas abarcaban desde las grandes revistas mdicas
anglosajonas hasta el Larousse Gastronmico. Cada receta es una ocasin de
buscar una variante, de inventar, deca con aire divertido. Sus primeros
maestros en el camino de la ciencia fueron sus compaeros de infancia, su gato
Pussy, su ratn blanco y su cotorra. Ellos le brindaron la observacin
apasionante de los tesoros del gran libro de la vida. El instinto, la especie, la
herencia..., cuntos misterios que explorar cuando se tiene el hambre de saberlo
todo, de comprenderlo todo! Franoise Barr-Sinoussi haba preferido la
conquista de una impresionante coleccin de diplomas a las salidas mundanas
y a las vacaciones en el Club Mditerrane. Ese empeo le vali una plaza de
cursillista en una sala de experimentacin del sancta sanctorum de la
investigacin cientfca francesa: el Instituto Pasteur. Acababa de cumplir
veintitrs aos. Jean-Claudc Chermann, el responsable del servicio, la acogi en
seguida bajo su ala. Hgame hacer todo lo que quiera le dijo ella, pero se
lo advierto: nunca har dao a un animal.
Doce aos despus, la aventura del sida no asust nada a Franoise. En 1979
haba hecho un cursillo en los Estados Unidos, en el que se incluan varias
semanas en Bethesda, en el laboratorio de Robert Gallo, donde aprendi las
ltimas tcnicas de investigacin en materia de retrovirus. Y aunque el famoso
norteamericano no sola poner por las nubes a sus homlogos franceses, se
sinti impresionado por la bonita parisiense, cuyas gafas negras ocultaban los
bellos ojos de una Mata-Hari vida de aprenderlo todo.
Jack Dehovitz se asombraba ante las reacciones tan opuestas que suscitaba
aquella obligacin administrativa. Algunos enfermos, postrados, se negaban a
hablar de ello. Otros le abucheaban exigindole unos cuidados ilimitados,
llegando a veces a amenazarle con los rayos de la justicia. En algunos casos, la
enfermedad haba afectado el cerebro, lo que an difcultaba ms la
conversacin.
188
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
El mdico mantena los mejores contactos con los miembros de la
comunidad atacada primordialmente por la plaga. Social y culturalmente, los
homosexuales constituan una minora selecta en la unidad de Saint-Clare. La
mayora de ellos, vctimas de infecciones frecuentes, ya haban residido en
hospitales y estaban familiarizados con los procedimientos mdicos. Conocan
sus derechos, entre ellos el de rechazar tal o cual medicacin. Las instrucciones
que acompaaban a los remedios no se escapaban a su vigilancia, especialmente
los prrafos que indicaban los posibles efectos secundarios. Jack Dehovitz se
lamentaba a menudo de que los pacientes se comportasen en funcin de unas
prioridades que para l eran irrisorias habida cuenta de la gravedad de su
estado. Si descubran alguna informacin que les disgustaba, rechazaban el
conjunto del tratamiento.
El mdico no olvidar nunca ciertos enfrentamientos. Un da, uno de sus
enfermos al que una infeccin vrica estaba a punto de dejar ciego, se enter de
que el remedio prescrito para retrasar la amenaza de ceguera poda acarrear
lesiones menores en el aparato genital. En cuanto descubri las palabras
testculos y trastornos en las instrucciones, se incorpor en su cama como
una cobra dispuesta a morder.
Doctor, le prohbo que pongan en peligro mis cojones grit
rabiosamente.
John, es para conservarte la vista aleg Jack Dehovitz.
Mis ojos me importan un pito! vocifer. Lo que cuenta son mis
cojones!
La sofsticada manera con que otros pacientes se expresaban, sorprendi
ms de una vez al mdico. Le anuncia usted a un joven que le va a colocar un
tubo de gota a gota en el pecho, y l le responde: "No, doctor, no quiero que me
implante una perfusin en la subclavia", es decir, la designacin correcta del
acto previsto. La negativa a aceptar ciertos cuidados tambin asombraba a Jack
Dehovitz. Crees que esos enfermos en peligro de muerte se apresuraran a
pedirte que hagas absolutamente todo aquello que consideres til? Pues bien,
no es as. Los gays tienen una manera muy particular de ver las cosas. La
mayora de ellos prefere salvaguardar la calidad de la vida y llevar sus riendas.
No quieren saber nada de esos tubos que les hacen vivir como legumbres.
Esta actitud no era compartida por otra categora de enfermos que Saint-
Clare reciba en nmero creciente: los toxicmanos. stos no se preocupaban
apenas de sus ltimos instantes. Incluso se negaban a discutir sobre ello, y
preferan refugiarse en un estado de agresividad o de abierta rebelda que no
facilitaba la tarea de los mdicos y del personal sanitario. Antes de tratarlos del
sida, haba que intentar desintoxicarlos. Pasaban semanas, a veces meses, antes
de entablar un tmido dilogo, de conseguir un principio de confanza. Su
comportamiento hizo que ms de una enfermera abandonase nuestro servicio
recuerda Jack Dehovitz. Para esos sujetos, obsesionados ante todo por la
189
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
carencia de droga, sus crisis de ahogo debidas a los hongos Candida, o sus
lesiones desfguradoras de un sarcoma de Kaposi, eran secundarias. Tratar con
ellos sobre las condiciones de su muerte, sugerirles que renunciasen de
antemano a una supervivencia artifcial, era como querer discutir con un ciego
los matices del arco iris.
Por decisiva que fuese su demostracin, el equipo de la sala Bru saba que
all slo se haba representado el primer acto. Antes de anunciar su
descubrimiento a la comunidad cientfca internacional, deba establecer las
caractersticas de aquel nuevo retrovirus humano, determinar su morfologa y
su densidad, analizar sus diferentes protenas, precisar su peso molecular y
defnir sus genes; en resumen, reunir todas las informaciones indispensables
con el fn de darle una identidad. Para lograrlo, los investigadores franceses
193
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
necesitaran numerosas ayudas. La ms valiosa sera la de un hombrecito jovial
y modesto que haba pasado toda su vida profesional bajo la luz artifcial de
una pequea habitacin sin ventanas del Instituto Pasteur.
194
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
36
Calcuta, India - Invierno de 1983
El suplicio de una hermanita india
Sor Paula haba removido cielo y tierra para obtener suero antirrbico.
Mientras esperaba las ampollas salvadoras, hizo guardar cama a las dos
novicias que haban sido mordidas por el perro rabioso y las oblig a un reposo
absoluto. Pero la enfermera elegida no estaba situada en un lugar propicio a la
inaccin. Lindaba con el largo edifcio que albergaba uno de los principales
centros creados por la Madre Teresa para aliviar la miseria en la inhumana
metrpoli.
El nombre del centro apareca en enormes letras negras sobre la fachada
pintada de amarillo: PREM DAN (REGALO DE AMOR). Haba sido donado a
la fundadora de las Misioneras de la Caridad en 1975 por la multinacional
britnica Imperial Chemical Industries, cuyo personal local se negaba a soportar
el pestilente olor de las teneras instaladas en las cercanas. En el lujuriante
estuche de verdor tropical, la larga construccin, vista desde lejos, poda hacer
pensar en algn paraso turstico. Casi se olvidaban los tugurios que la cercaban
por todas partes. Los laboratorios, los talleres, las ofcinas que haban albergado
a los anteriores ocupantes hormigueaban ahora con una humanidad lastimosa.
Muchos de aquellos restos de naufragio haban perdido la razn, lo cual
converta aquel lugar en el mayor asilo de locos de Bengala. Sin embargo, Prem
Dan no era un vertedero de seres destrozados, vencidos, destruidos. Todo lo
contrario: bajo el impulso de las hermanas, el hospicio estaba lleno de vida y de
actividad. All, algunos asilados confeccionaban esteras cantando. Otros tejan
sacos o trenzaban cuerdas con las fbras de los cocos recuperados de los
desaguaderos pblicos. La idea de limpiar los desechos de la ciudad, y de dar
trabajo con ellos a sus protegidos, era de la Madre Teresa. Ella lo llamaba hacer
oro con basuras. Algo ms all, unos impedidos, vctimas de la poliomielitis,
195
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
asistan a una sesin de reeducacin tsica. Un monitor voluntario los guiaba
paso a paso entre dos barras paralelas. En otro lugar, una voluntaria americana
se esforzaba en iniciar a los enfermos mentales en las sonoridades de su
guitarra, mientras que unos jvenes paralticos despiojaban meticulosamente
los cabellos de un grupo de ancianos.
Cansadas de esperar sin hacer nada la llegada del suero, sor Ananda y sor
Alice infringieron una maana su voto de obediencia para volver a servir a los
pensionistas del hospicio. La alegra de una anciana apergaminada atrajo en
seguida la atencin de la ex pequea leprosa de Benars. Sus risas y su
animacin creaban en el vasto dormitorio una atmsfera de gozo sorprendente.
La vieja cogi la mano de la joven novicia y le dio a entender que deseaba que le
diesen un masaje. Ananda se arrodill junto al pequeo cuerpo encanijado y
comenz a amasarlo delicadamente. La muchacha se enter de que aquella
mujer haba sido encontrada haca bastantes aos por un cazador en el centro
de un bosque himalayo. Se supona que fue criada por los osos, porque slo se
desplazaba a cuatro patas. Necesit meses para acostumbrar su estmago a las
comidas de los hombres y durante mucho tiempo slo quera comer
directamente del suelo. A fuerza de paciencia, las hermanas le haban enseado
a mantenerse erguida y a poner un pie delante del otro. Su existencia salvaje le
haba privado del uso de la palabra. Slo se expresaba por medio de gruidos.
Su mayor placer pareca ser que le diesen masajes. Las hermanas se
preguntaban si no habra sido la lengua de los osos la que le haba enseado ese
placer.
La visita inopinada de sor Paula puso un trmino prematuro a la escapada
de las dos novicias. La religiosa traa al fn las dosis del suero antirrbico. Haba
llevado consigo a un joven mdico ingls de paso por el moridero para que
les pusiera inmediatamente una primera inyeccin. Ese tratamiento, que tiene
fama de ser muy doloroso, deba ser repetido cada veinticuatro horas durante
catorce das. En aquel caso concreto, por otra parte, el retraso del plazo normal
no aseguraba ninguna garanta de xito.
Esta manera de actuar tena que acabar por despertar algunas sospechas.
Algunos cientfcos norteamericanos comenzaron a hacerse preguntas. Aquel
22
Mecanismos de competencia y de defensa en un conficto cientfco, por Johan
Heilbron y Jaap Gondsmidt, Actes de recherches en sciences sociales, septiembre de 1987.
233
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
virus HTLV-3, anunciado con gran redoble de tambores, era realmente un
nuevo retrovirus, o bien simplemente el que los franceses ya haban encontrado
haca ms de un ao? Era el indiscutible agente responsable del sida? Dos
interrogaciones fundamentales que obligaron a Gallo a descender de su estado
poltico-publicitario para volver a ser el excepcional virlogo que era. Envi a
Pars al bilogo indio M. G. Sarnagadharan, uno de los primeros violines de su
orquesta, con la misin de comparar las protenas de sus virus con las del virus
del equipo del Instituto Pasteur. El estudio revel que eran semejantes en todos
los aspectos. Por su parte, el CDC de Atlanta solicit a los dos laboratorios
competidores que le proporcionaran muestras de sangre que contuviesen sus
virus respectivos. Estos envos cifrados permitieron llegar a los mismos
resultados. Los dos virus eran autnticos gemelos.
Era necesaria una ltima comprobacin, esta vez a nivel molecular, para
confrmar su similitud de una manera irrefutable. El anlisis molecular exige
unas tcnicas extraordinariamente sofsticadas. La primera, llamada clonaje,
consiste en introducir elementos genticos del virus en unas bacterias. stas, al
multiplicarse, permiten obtener importantes cantidades de virus. La segunda
operacin, llamada secuenciado, tiene por objeto descifrar el cdigo gentico
de un virus. Se trata de establecer el encadenamiento exacto de sus nucletidos,
es decir, de los elementos que componen, en un orden determinado, su cdigo
gentico. Estos trabajos moleculares, infnitamente complejos y minuciosos,
requieren unos autnticos orfebres y una tecnologa que daba al grupo de
Robert Gallo, por el hecho de su vasta experiencia, clara ventaja sobre el equipo
del Instituto Pasteur.
Los dos laboratorios se lanzaron a una carrera desenfrenada. Fue la china
Flossie Wong-Staal, una de las bilogas superdotadas del equipo de Bethesda,
quien consigui el primer clonaje del retrovirus norteamericano, batiendo por
pocas semanas a los investigadores franceses. Pero estos ltimos se tomaran su
desquite. El 21 de enero de 1985 describieron, en tres pginas de la prestigiosa
revista Cell, el encadenamiento de los 9.139 nucletidos que constituan el
cdigo gentico del virus LAV que ellos mismos haban descubierto casi dos
aos antes. Cinco das despus, el equipo de Gallo publicaba a su vez en la
revista Nature los resultados concernientes al retrovirus norteamericano. El
artculo iba frmado por veinte autores pertenecientes a tres centros de
investigacin diferentes, mientras que slo cinco bilogos, todos del mismo
laboratorio, haban frmado juntos el texto francs.
23
Valdr un francs por
cuatro norteamericanos?, pregunt Luc Montagnier, encantado de lavar con
ello algunas de sus humillaciones.
Lo importante era la similaridad perfecta de aquellos diversos resultados.
Ahora ya no poda dudarlo nadie: el virus norteamericano y el virus francs
23
Marc Alizon, Stewart Cole, Olivier Danos, Pierre Sonigo y Simon Wain-Hobson.
234
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
eran, sin ms, un solo y mismo virus. El descifrado de su cdigo gentico
demostraba adems que se trataba de un virus nuevo, sin relacin de
parentesco, como haba credo Robert Gallo, con el primer retrovirus humano
descubierto por l. La identifcacin minuciosa de sus genes permiti confrmar,
sobre todo, lo que todo el mundo esperaba impacientemente: s, el HTLV-3/LAV
era el agente mortal de la epidemia.
248
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
La verdadera difcultad resida en la eleccin de las sustancias que
sometera a su experimentacin. Los armarios, los cajones, las estanteras, los
frascos y los tubos de Wellcome rebosaban de decenas de millares de
compuestos orgnicos y qumicos. Cada ao, qumicos, farmaclogos y
enzimlogos aadan de mil a mil quinientas frmulas a ese increble capital.
Cmo determinar, en tal profusin, las molculas susceptibles de matar el
virus del sida? David Barry decidi seleccionar primero los componentes de los
medicamentos antivricos ya comercializados por Wellcome y continuar con los
que formaban parte de los programas de investigacin en curso. El hecho de
que los primeros ya hubiesen sido experimentados en el hombre eliminaba al
menos los problemas de toxicidad, dice Barry. Esto sumaba una cincuentena
larga de muestras, para satisfacer momentneamente el hambre investigadora
de Marty St. Clair.
La historia de la ciencia no retendr ni la fecha ni la hora de la primera
manipulacin realizada en el campus del Research Triangle Park con miras a
elaborar la primera arma contra el sida. Aquel da, los movimientos de Marty
fueron los mismos que de costumbre. Reparti primero, en pequeas cajas
redondas de plstico colocadas en bandejas, algunas gotas de una solucin
teida de azul y que contena unas veces clulas de ratones, y otras veces de
pollos, proporcionadas por el virlogo de la Duke University. Despus de
aadir a esa preparacin un lquido atiborrado de vitaminas y de minerales
destinados a favorecer el crecimiento y la multiplicacin de las clulas, coloc
cada bandeja bajo la campana de seguridad con fujo estril. Protegida as, pudo
verter en cada recipiente algunas gotas de una segunda solucin que contena
los retrovirus que producan tumores cancerosos a los ratones o bien leucemias
a los pollos. Despus de estar una hora en los incubadores a 37, las cajas se
hallaban listas para recibir el elemento antivrico que era el objeto de la prueba.
Con el fn de aumentar las posibilidades, Marty haba previsto diferentes
concentraciones de ese producto para cada serie de cajas. Una vez terminada esa
ltima adjuncin, coloc de nuevo las bandejas en los incubadores Ya slo haba
que esperar a que la naturaleza terminase la tarea. Dentro de siete das
exactamente, la joven virloga examinara a ojo desnudo la pelcula azulada que
quedaba en el fondo de cada caja. Si esa pelcula se vea constelada de
minsculos agujeros, sera la prueba de que las clulas habran sido muertas
por los virus. Si, por el contrario, el fondo conservaba uniformemente su color
azul, sera la seal de que las clulas estaban intactas, de que haban sido
protegidas del asalto por la sustancia antivrica probada.
Al fnal de cada semana, una esperanza febril agitaba a la joven. Pero
ninguno de los cincuenta primeros componentes experimentados se dign
manifestar la menor agresividad contra su virus. Era preciso que Marty se
procurase otros. Por fortuna, los recursos de Wellcome eran casi inagotables.
Cada uno de nuestros investigadores mimaba permanentemente diversas
249
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
preparaciones antivricas que l haba inventado con la frme esperanza de que
algn da le conducira a la celebridad, relata David Barry. Una nueva serie de
pruebas suscit esta vez algunos tmidos resultados, sufcientes para calmar la
impaciencia de Sam Broder, quien, desde Bethesda, bombardeaba casi cada da
a Barry con llamadas telefnicas. Marty se apresur a enviarle los compuestos
ms prometedores. Pero ella saba que ninguno de aquel lote aportara la
panacea esperada.
Los qumicos de Wellcome comenzaron de nuevo a preguntar a sus
ordenadores, a pasar por la criba sus registros y a hurgar en sus armarios.
David Barry organiz sesiones colectivas de interrogatorios con el fn de obligar
a sus colaboradores a recordar si haban trabajado alguna vez en una molcula,
una frmula o un compuesto qumico u orgnico que hubiera mostrado, aunque
fuese imperfectamente, cualquier propiedad antivrica.
Para torturar nuestras meninges y forzarlas a descubrir una pista, nos
reunamos en todo momento y en cualquier parte, en una orga de cigarrillos y
de tazas de caf, relata el joven vicepresidente de Wellcome encargado de la
investigacin.
Un da, Janet Rideout, la responsable del departamento de qumica
orgnica, dio un puetazo sobre la mesa y exclam:
Creo que lo he encontrado! Lo que necesitamos es el 509!
Sus colegas la miraron, atnitos. Aunque estaban acostumbrados a
identifcar sus productos por un nmero, el 509 no les sugera ningn
componente en particular.
Recuerden! Se trata del nuclesido cuyas propiedades antibacterianas
nos dieron tantas esperanzas hace tres aos explic Janet. Y rememor las
pruebas a que haba dado lugar el 509, la relativa decepcin que haba causado
y, fnalmente, su envo a la rama britnica de Wellcome para realizar all una
experimentacin ms profundizada sobre animales. Despus, no haba tenido
ms noticias del nuclesido.
La informacin puso al equipo en movimiento. David Barry convoc a los
responsables del servicio de toxicologa. Quera conocer urgentemente el
resultado de los trabajos hechos en Gran Bretaa. Qu efecto haba producido
el 509 en los animales? Los haba matado, curado o dejado perecer de sus
infecciones bacterianas? Wellcome Inglaterra respondi por tlex que el 509
haba sido experimentado en pollos, cerdos y terneros recin nacidos afectados
de complicaciones infecciosas. Aunque su actividad fue considerada
moderadamente satisfactoria, su toxicidad, en cambio, se haba mostrado
perfectamente aceptable. Esto bastaba para lanzar a los investigadores del
Research Triangle Park tras de las huellas del 509.
Se pregunt en seguida por su pedigree. Quin lo haba inventado? Con
qu objetivo? Estaba inmediatamente disponible? Las respuestas habran
podido proporcionar el material para una de esas novelas por entregas que son
250
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
habituales en la investigacin cientfca. El producto deba su nombre al hecho
de que haba sido la 509.
a
sustancia sintetizada en 1981 por los qumicos de
Wellcome. Se llamaba en realidad cido-timidina o AZT. Su estructura era la de
un nuclesido anlogo a los componentes del cido ADN constitutivo del
ncleo celular. En 1964, un cancerlogo de la Michigan Cncer Foundation, el
doctor Jerome Horovitz, tuvo la idea de explotar esta analoga para intentar
engaar a las clulas cancerosas y romper as el mecanismo de su reproduccin
anrquica. La tentativa fall. Despus de haber descrito sus esfuerzos
infructuosos en una publicacin cientfca, Horovitz envi el AZT al armario de
las experiencias fracasadas. Diez aos despus, un laboratorio alemn lo
exhum y lo prob contra un virus de ratn. Pero aunque esta prueba obtuvo
un cierto xito, el producto fue abandonado por segunda vez.
En 1981, Janet Rideout, la qumica de Wellcome siempre en busca de
nuevas sustancias antivricas, intent de nuevo sacar el AZT de las mazmorras.
Como ella misma y sus colegas haban hecho ya para poner a punto el acyclovir,
el primer medicamento que serva para tratar el herpes, trat de intensifcar las
propiedades del AZT al que dio el nmero de cdigo 509 aadindole una
enzima particular. La estratagema era extremadamente ingeniosa. Consista en
obligar al virus a activar el medicamento para ser en seguida aniquilado por l.
De ah el nombre de remedio suicida dado a las sustancias antivricas as
manipuladas.
24
Pero el AZT-509 no respondi a las esperanzas de Janet Rideout.
Aunque dotado de un indiscutible poder contra las infecciones bacterianas
humanas, su espectro de accin fue fnalmente considerado demasiado
restringido para justifcar una prosecucin de las pruebas. sta era la razn de
que la investigadora norteamericana hubiera pasado el testigo a sus colegas
britnicos para que stos emprendiesen experimentaciones ms amplias con
animales.
Tres aos despus, guardaban todava sus armarios algunos miligramos
de ese AZT-509 para permitir nuevas pruebas? La muchacha se precipit sin
demasiadas esperanzas sobre sus ordenadores y sus registros. De los casi mil
quinientos componentes sintetizados cada ao en Wellcome, no sola quedar,
despus de su experimentacin, ms que una simple fcha de identidad
acompaada de una frmula. Pues bien, el AZT-509 no era un producto muy
corriente: se necesitaba una materia prima tan rara como el esperma de arenque
para obtener la timidina, que era uno de sus componentes.
Si los esclavos de las drogas duras eran sin duda una clase aparte en las
salas de Saint-Clare, los procedentes de las bath houses y de los salones de orgas
no siempre se libraban de parecidas carencias. Desde los simples poppers
desencadenantes de la libido hasta las inyecciones de speed de cocana que
ofrecan sus chorros de adrenalina y doce horas de un nirvana garantizado y
barato, la droga tambin formaba parte de las costumbres de numerosos
homosexuales hiperactivos. De todos los toxicmanos que Gloria se esforz en
amansar aquel otoo, ninguno le dio ms guerra que Rondy, el antiguo interno
de Sing Sing. Sus gritos y su grosera hacan que el terror reinase cada vez ms
en los pasillos de Saint-Clare.
Relato de Gloria Taylor
Ahora ya no pesaba ms que unos cuarenta kilos, pero todava tena una
fuerza herclea. Trataba de araarme y de morderme cada vez que lo tomaba en
brazos como a un nio para llevarlo a la ducha. Pero en seis semanas consegu
convertirlo en un cordero. Le hice descubrir algo que l no haba sentido nunca
278
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
en su vida: que alguien le quera. Le instal en una silla de ruedas y le pase de
habitacin en habitacin. Rpidamente se hizo una multitud de amigos entre
los dems enfermos y el personal. A m me llamaba "Baby". Se haba convertido
en el ms carioso de los muchachos y yo no lograba aceptar la idea de que iba
a morir. l saba perfectamente lo que le esperaba: haba asistido ya a la horrible
agona de dos de sus amigos. Y me deca: "No quiero irme de esa manera."
Una maana, me tom una mano y me dijo:
Baby, quiero que organices una festa en mi habitacin y que invites a
todos mis compaeros. Quiero decirles adis.
Me mand a comprar juguetes para su hija de dos aos, a la que slo haba
visto una vez detrs de los barrotes de la crcel. Tambin quera volver a ver a
sus padres, a los que no haba abrazado desde haca quince aos, justamente
antes de su primer robo. Tambin me hizo invitar a uno de los guardianes de
Sing Sing, al cual tena afecto. Como estbamos muy cerca de Navidad, le suger
que preparase un regalo para sus padres.
Qu les gustara? me pregunt.
Yo no soy muy religiosa. Pero animo siempre a todos los enfermos a buscar
ayuda y consuelo all donde puedan, y especialmente en la fe. En la sala de
enfermeras hay siempre colgado un papel con la lista de los enfermos que
desean la asistencia de un ministro del culto. Delante de cada nombre, una letra
identifca su religin: C por catlicos, H por hebreos, P por protestantes. La
llaman la "Pastoral List".
Vers, creo que el mejor regalo que puedes hacer a tus padres es invitar
tambin a tu party al capelln del establecimiento le respond. De ese modo
podr bendecirte con los santos leos en su presencia.
S exclam l, encantado. Creo realmente que no podra ofrecerles
nada mejor.
El da de la party haba una veintena de personas alrededor de su cama.
Unos haban trado pasteles, otros fores e incluso globos y guirnaldas. Alguien
lleg con un radiocassette. La habitacin estaba llena de msica de jazz. A
Rondy le costaba cada vez ms respirar; cada uno de sus gestos le exiga un
esfuerzo, pero su rostro irradiaba una alegra serena. El capelln rez la oracin
de los agonizantes y luego traz el signo de la cruz sobre la frente de Rondy con
un algodn empapado en aceite. Impresionada, la madre rompi en sollozos.
Sali de la habitacin. Rondy dijo en seguida unas palabras de adis a cada uno,
como si se fuese de viaje. Yo haba sentado a su hija en la cama. Con su mano
seca y arrugada, Rondy le acariciaba la mejilla. Pareca feliz.
De repente, unos espasmos le sacudieron. Su respiracin se hizo irregular.
Le puse la mscara de oxgeno, pero l se la arranc. Nos sonrea. Busc a su
madre con la mirada. Como no la vio, me hizo una sea para que me acercase.
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
51
Research Triangle Park - Bethesda, USA - Otoo de 1985
Cincuenta kilos de esperma de arenque para atajar una tragedia
Aquello tena todo el aspecto de un milagro. Desde que el cancerlogo Sam
Broder haba comenzado, en julio de 1985, a administrar el AZT a diecinueve
enfermos de su hospital de Bethesda, Barbara pudo elegir el abrigo de visn
prometido por su marido y reanudar su trabajo de enfermera. Por lo tanto,
todas las esperanzas parecan fundadas. Pero en medicina no hay nada ms
ilusorio que un milagro. La euforia legtima suscitada por aquellos comienzos
prometedores no deba ocultarnos la realidad reconoce el vicepresidente
encargado de la investigacin del laboratorio farmacutico Wellcome. Haca
demasiado tiempo que navegbamos en el mundo imprevisible de las
enfermedades vricas para dejarnos engaar por aquel xito, por muy
espectacular que fuese. El doctor David Barry recordaba la aventura vivida
durante su internado en Yale a propsito de la idoxuridina administrada a unos
pacientes afectados por encefalitis vricas mortales. El bioqumico que haba
desarrollado esa sustancia la prob en tres enfermos. Como dos de ellos
sobrevivieron, lleg a la conclusin, demasiado rpida, de que el producto era
efcaz en el sesenta y seis por ciento de los casos. Sin embargo, no slo result
peligroso, sino que aceler la muerte de varias personas. El que haba
preconizado aquel tratamiento no estudi el mecanismo evolutivo de la
enfermedad, ni tuvo en cuenta que cierto porcentaje de enfermos sobrevive
siempre a su mal explica David Barry. Las reacciones inmunitarias de un
individuo pueden variar de un da a otro sin que se sepa el porqu. Tal vez era
eso lo que le ocurri a Barbara. Afrmar que su aparente curacin era debida a
nuestro AZT hubiera sido confundir nuestros deseos con la realidad. Poda
tratarse de una mejora espontnea.
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
David Barry tena muchas razones para ser circunspecto. La historia de la
teraputica abunda en fenmenos engaosos. En primer lugar, el famoso efecto
placebo es el origen de progresos sorprendentes debidos solamente a la
autosugestin. Un estado de nimo mejor reactiva a menudo el apetito y
provoca el despertar de las defensas inmunitarias; un despertar que puede
atajar ciertas manifestaciones patolgicas. El hecho de estar asociado a una
prueba clnica en un entorno altamente especializado tambin puede ser un
factor decisivo, porque los enfermos son entonces objeto de una vigilancia
mdica ms intensa. Cmo saber si esos diversos elementos haban tenido un
papel en los resultados comprobados, y si era as, cul haba sido su papel? De
todas maneras, aunque se hubiera podido demostrar la accin benefciosa del
AZT en la mayora de los primeros enfermos tratados, esa primera
experimentacin en el hombre era demasiado limitada a la vez por la duracin
y por el nmero de participantes, para que se pudiera predecir si stos iban a
mantenerse. El virus, a la larga, poda mostrarse resistente al medicamento; y
podan surgir efectos secundarios tras su utilizacin prolongada. En resumen,
el resultado obtenido al principio poda desaparecer en cualquier momento,
dijo David Barry. Las falsas esperanzas puestas en otras sustancias, como el
HPA-23 del Instituto Pasteur de Pars que tom en vano el actor Rock Hudson,
incitara al equipo de Wellcome a redoblar su prudencia y su discrecin. Pero
cmo esperar tal reserva por parte de los pacientes que se vean aparentemente
salvados tras haber tomado el AZT?
Apenas regres a Florida, el actor que unas semanas antes slo poda
caminar con muletas proclam a voz en grito ante las cmaras de televisin que
un medicamento acababa de curarle del sida. Todas las personas afectadas
deben tener el derecho de ser tratadas con el AZT, declar el actor, rindiendo
un vibrante homenaje al laboratorio que lo fabricaba. Un diluvio de llamadas
cay inmediatamente sobre nuestra centralita telefnica, relata David Barry,
que no dud en responder l mismo a numerosos comunicantes. Algunos
enfermos, cuya voz casi inaudible auguraba el prximo fn, reunan sus ltimas
fuerzas para suplicar que se les procurase el remedio. Algunos padres de
drogados describan el suplicio de su hijo que sufra una toxoplasmosis cerebral
que le dejara ciego o loco. Unos activistas llamaban para protestar de que el
AZT no estuviese ya en venta en los drugstores. Tambin hubo gentes que
tlefoneaban para anunciar: Acabo de tener diarrea y transpiro mucho por la
noche; si no se me da nada, creo que voy a morir. Envenme urgentemente su
medicamento. Una madre angustiada explic que su hija de quince aos
acababa de perder la virginidad con un hombre que tena fama de hacer a pelo
y a pluma y que ella estaba convencida de haber atrapado el sida. Como haba
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
ledo en la prensa que tomando el AZT se tena la posibilidad de frenar la
accin del virus, quera saber lo que tena que hacer para recibir las dosis
necesarias. Abogados de empresa y agentes de cine intervinieron en favor de
sus clientes, entre los que fguraban polticos y actores a menudo conocidos.
Ofrecan las sumas ms absurdas y en ocasiones se comportaban muy
desagradablemente. Algunos no vacilaban en amenazar a los dirigentes de
Wellcome con perseguirles por la justicia por denegacin de auxilio a personas
en peligro de muerte, o acabar con ellos si no se doblegaban a sus exigencias.
Tambin hubo llamadas angustiosas de facultativos enfrentados con el
horror de la enfermedad. David Barry no olvidar nunca la del doctor Durack,
del centro clnico de la Duke University vecina. Aquel jovial padre de cuatro
hijos imploraba que se le enviase el AZT para uno de sus pacientes, un
muchacho hemoflico de dieciocho aos. Oriundo de un pueblo del interior de
Carolina del Sur, Steve haba contrado el sida con ocasin de una transfusin. A
pesar de su debilidad y de sus dolores ms y ms lacerantes, se empeaba en
seguir sus estudios secundarios. Dos meses antes del examen, hubo padres que
se quejaron de la presencia de un enfermo de sida en el colegio frecuentado por
sus hijos, y el director rog a Steve que dejase de asistir a las clases. Aceptando
el desafo, Steve prepar su examen por correspondencia y aprob con la
mencin muy bien. La ceremonia de la entrega de premios podra haber sido
el da ms hermoso de los pocos meses que le quedaban de vida, pero no pudo
ocupar su sitio entre los dems compaeros ni fue autorizado a subir al estrado
para recibir la recompensa. Tuvo que ocultarse detrs de una cortina, al abrigo
de las miradas, para seguir el desarrollo de la festa. Y a travs de aquella
cortina, cuando todo el mundo se fue, se le entreg a escondidas su pergamino,
cogido con unas pinzas. Unos das despus, un zona fulminante cubri su
cuerpo de ulceraciones tan dolorosas que hubo que trasladarle al hospital e
instalarle en una habitacin aislada para que sus gemidos no enloquecieran a
los dems enfermos. La falta de ayuda familiar se sumaba tambin a sus
sufrimientos.
Cmo permanecer sordo ante tanta injusticia? dice David Barry.
Aquel alumno no era ni un homosexual ni un toxicmano. Era inocente. El
vicepresidente de Wellcome se meti un frasco de AZT en el bolsillo, subi a su
coche y se dirigi al hospital. El pobre muchacho estaba en la agona cuenta
. No haba ninguna posibilidad de que sobreviviese seis meses, la duracin
mnima de pronstico impuesta para poder participar en una prueba clnica.
Ante un desamparo tan grande, aquel criterio pareca absurdo. Le entregu el
AZT a su mdico y dese buena suerte a Steve. Cuatro semanas despus, su
zona haba desaparecido y pudo reunirse con los adolescentes de su pueblo y
correr de casa en casa a recoger las tradicionales golosinas de la festa de
Halloween, una especie de martes de Carnaval. Para burlarse de la muerte, a la
que acababa de jugarle una mala pasada, Steve decidi disfrazarse de esqueleto.
282
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
Dos das antes del previsto para su partida hacia Tel Aviv, Josef Stein
despert con fuertes vmitos que lo fatigaron de tal modo que no tuvo fuerzas
para levantarse. Not que las llagas le infamaban nuevamente la cavidad bucal,
la garganta y hasta la trquea. Unos accesos de tos breves pero muy dolorosos le
sacudan de pies a cabeza. La alta temperatura, acompaada de sudores y
escalofros, confrm rpidamente una recada fulminante.
Haciendo acopio de fuerzas, llam por telfono a Sam. Para no alarmarle, le
propuso retrasar varias semanas el viaje a Israel, a fn de hacerlo coincidir con la
Pascua.
Lo aprovecharemos para llevar a nuestro amigo al Muro de Jerusaln
dijo. Qu magnfca accin de gracias, tanto para l como para m!
Ms tranquilo, colg. Antes de tenderse nuevamente en la cama, dej que
su mano vagara un minuto por entre los objetos que llenaban la mesita de
noche: su despertador de estudiante, un trozo de slex tallado procedente de sus
excavaciones en Israel y sin duda con ms de cien mil aos de antigedad, un
marco de plata con la foto tomada en las excavaciones de Gezer, en compaa de
Sam y de Philippe instantes antes del trgico accidente, un ejemplar de la Torah
y una vieja edicin encuadernada en piel negra de los Mitzvot, los
mandamientos de la Ley judaica.
En una pgina de este tomo haba una seal. Josef la haba ledo y reledo
muchas veces durante los ltimos tiempos. Haba analizado cada frase,
meditado cada palabra. Se trataba del mitzvah que haca referencia a la
prohibicin de realizar cualquier accin que tuviera por objeto quitarse la vida.
La prohibicin se fundaba en numerosas escrituras sagradas. La obra citaba,
concretamente, la rplica lanzada desde las llamas de la hoguera por el rabino
Chanadiah ben Terodyan, condenado a muerte en el siglo II. A los que le
gritaban que abreviara sus sufrimientos aspirando el humo a pleno pulmn, l
respondi: Es el Creador quien ha dado al hombre su alma. Slo l puede
arrebatrsela. Nadie tiene derecho a adelantar su propia muerte. El texto
recordaba que la Ley judaica niega todo servicio religioso y toda manifestacin
de duelo por el difunto culpable de haber puesto fn a sus das, incluido el rito
del keriah, por el que los judos manifestan su aficcin al desaparecido
desgarrando un trozo de su vestido delante de la tumba. En el mismo libro,
Josef haba descubierto otros comentarios que atenuaban en cierta medida la
absoluta intransigencia de este mandamiento. El rabino Yore Deah proclamaba
que toda persona cuya existencia haya llegado a hacerse insoportable est
autorizada a abstenerse de hacer algo por prolongarla.
Josef Stein, testigo de tantas agonas en el hospital Saint-Clare, no ignoraba
el fn atroz que le esperaba. Haba aludido a ello en varias de sus cartas a su
amigo el monje de Israel. No era el dolor fsico en s lo que tema, sino la
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
progresiva decadencia que destruye fatalmente todo aquello que constituye el
orgullo de vivir. Yo no me arrepiento de nada recordaba con frecuencia a los
que le rodeaban. He amado todo lo que he hecho en la vida. Si tuviera que
volver a empezar, no cambiara ni una coma. Al frmar el documento No
deseo reanimacin, al principio de su primera hospitalizacin en Saint-Clare,
haba expresado su voluntad de no ser mantenido con vida artifcialmente.
Esta maana, al sentirse tan mal, advirti lo mucho que se haba degradado
su estado. Pens en el cruel destino de Philippe Malouf, condenado a pasar el
resto de sus das en una silla de ruedas. Al igual que l, Josef saba que no
podra volver a levantarse. Ahora que an tena libertad de elegir, no habra
llegado el momento de poner fn a una lucha intil contra un virus ms fuerte
que l?
En la mesita de noche estaba el frasco de cpsulas blancas que le haban
dado antes de su marcha del Saint-Clare. El farmacutico del hospital haba
escrito el nombre en la etiqueta. Era Dilaudid, un analgsico ms potente que la
morfna. Josef contempl con reconocimiento aquellas pequeas bombas
qumicas que tantas veces haban calmado sus sufrimientos y mantenido su
voluntad de vivir. Normalmente, bastaba una sola para calmar los dolores ms
intolerables. Cuntas haran falta para suprimir para siempre el mal supremo,
el de una existencia que llegara a hacerse insoportable?
Antes de buscar la respuesta, quera hablar con el amigo que tanto le
exhortara a aceptar su destino hasta el fnal, a hacer suyos los lamentos de
Jeremas, a escuchar la voz de Isaas proclamando que el que soporta el
sufrimiento del mundo es el que redimir la desgracia de los hombres. Josef
Stein marc el nmero de telfono de la abada de los Siete Dolores de Latroun.
Mientras pulsaba los dgitos del telfono, volvi a ver mentalmente el pequeo
cementerio situado detrs de la iglesia, su seto de ciprs, sus matas de
asfdelos, sus hileras de cruces de madera clavadas en la tierra grabadas slo
con nombres de pila.
El hermano Philippe estaba ausente. Haba sido llevado a Jerusaln para ser
sometido a exmenes con vistas a una intervencin quirrgica que deba
devolverle el uso completo de los dedos.
Quiere dejarle algn recado? pregunt la voz del otro extremo del
hilo.
Dgale slo que su amigo Josef Stein quera abrazarlo antes de partir.
Al lado del telfono haba siempre un pequeo bloc. Josef Stein escribi
trabajosamente: Good bye and Mazel Tov. I love you all. Arranc la hoja y la
apoy contra la lmpara. Luego, se sirvi un vaso de agua, destap el frasco del
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
Dilaudid, se ech en la palma de la mano todas las cpsulas y empez a
tragarlas una tras otra.
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
54
Nueva York, USA - Navidad de 1985-invierno de 1986
La vida es una oportunidad, aprovchala
Desde las grandes huelgas de estibadores de antao y las manifestaciones
del movimiento gay de liberacin de los aos setenta, no se haban congregado
tantos periodistas en esta calle del Greenwich Village. Los habitantes del barrio,
a los que un cordn de policas mantena a distancia, contemplaban el inslito
espectculo. Apenas restablecida de una operacin de cataratas, con su cara
arrugada casi enteramente oculta por unas grandes gafas negras, la Madre
Teresa, entre un torbellino de micrfonos y cmaras, reciba a las personalidades
que se apeaban de sus grandes automviles. El alcalde Ed Koch, radiante y
sonriente, estrech efusivamente la mano que le tenda la ilustre anciana, ante la
mirada risuea del cardenal arzobispo de Nueva York. John O'Connor estaba
rebosante de satisfaccin. Bajo los auspicios de su archidicesis se inauguraba
hoy el primer centro de asistencia para enfermos de sida sin recursos.
En la pared, a la derecha de la puerta de entrada, la fundadora de las
Misioneras de la Caridad haba hecho colocar la placa con el nombre del nuevo
establecimiento de su congregacin. Las cmaras se empujaban para enfocar las
tres palabras grabadas. El antiguo presbiterio del nmero 657 de Washington
Street se llamara en lo sucesivo GIFT OF LOVE (Ofrenda de Amor). A pesar
de su cansancio, la religiosa no se opuso a que la inauguracin del centro fuera
ofcial. Cada enfermo de sida es una encarnacin de Cristo, declar la frgil y
diminuta anciana a los reporteros que se agolpaban a su alrededor. Para la
inauguracin haba elegido la vspera de Navidad, porque Jess naci esta
noche, y quiero ayudar a todo el mundo a nacer a la alegra, al amor y a la paz.
Tambin ella haba elegido a los tres primeros internos. Los encontr detrs
de las rejas de Sing Sing, la penitenciara de siniestra reputacin adonde la
llevara una religiosa americana que consagraba su vida a aliviar el sufrimiento
297
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
moral y fsico de los presos. Lo que all vio la horroriz. El consumo de droga
estaba muy extendido en las prisiones y las jeringuillas contaminadas
propagaban la epidemia de modo fulgurante. Los enfermos no reciban ni
cuidados adecuados ni el menor consuelo moral. La Madre Teresa consider
que su situacin era ms trgica que la de los moribundos de las aceras de
Calcuta. Inmediatamente solicit que se le confara un primer grupo de tres
enfermos, de los ms graves.
Uno de ellos, Daryl Morsette, de veintisiete aos, haba sido bailarn del
Electric Circus y del Gilded Grape, dos discotecas de Nueva York. Toxicmano
irreductible, Daryl atrac a una pareja en una calle de Manhattan un da en que
necesitaba dinero para procurarse su dosis. Fue condenado a seis aos de
prisin y conducido a Sing Sing. An le faltaban seis meses para tener derecho a
solicitar la libertad condicional. La Madre Teresa revolvi cielo y tierra para
conseguir que dos representantes de la Ofcina de Indultos del Estado de Nueva
York fueran a ver al condenado a la enfermera para ofrecerle una puesta en
libertad anticipada.
La santa mujer recordara durante mucho tiempo el extrao dilogo que
tuvo lugar en aquella ocasin.
Detenido Daryl Morsette, sepa que, por este indulto, deja de estar a cargo
del Estado anunci uno de los funcionarios al preso. Ello signifca que
pierde el derecho a toda prestacin mdico-social. En lo sucesivo, todos los
gastos ocasionados por su enfermedad corrern de su cargo.
El desdichado, que estaba muy dbil y cubierto de pstulas de Kaposi,
inclin la cabeza tristemente.
No s cuntos das de vida me quedan gru, pero prefero vivirlos
fuera de estos jodidos barrotes. Al diablo vuestra asistencia mdica! Prefero la
libertad.
Los doce mdicos diez hombres y dos mujeres que, dos meses despus,
se reunieron en el Instituto Nacional de la Salud, en el campas de Bethesda,
ponan idntico empeo en el cuidado de sus pacientes afectados de sida y
compartan la misma frustracin ante la inutilidad de sus esfuerzos y el mismo
entusiasmo por la idea de participar en la experimentacin de un medicamento
portador de esperanza. Haban sido elegidos por los responsables de Wellcome
y trabajaban en ciudades especialmente castigadas por la epidemia. Entre ellos
fguraba el doctor Michael Gottlieb, de Los ngeles. Pese a su repugnancia a
administrar un placebo a enfermos en peligro de muerte, haba sacado la
conclusin de que la verdadera compasin y la verdadera moral consisten en
hallar una terapia efcaz lo antes posible.
Los doce mdicos haban sido convocados por David Barry con vistas a
perflar el diseo defnitivo del protocolo clnico de la Operacin 53. Tambin
participaban en la concertacin especialistas del Instituto Nacional de la Salud y
de la Food and Drug Administration. El seminario de Pine Needle Lodge haba
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
servido para preparar el terreno, pero an quedaban importantes puntos que
discutir.
Los qumicos de Wellcome haban calculado que podan suministrar las
dosis de AZT necesarias para ciento veinticinco sujetos durante seis meses. Por
lo tanto, se fj en doscientos cincuenta el nmero de participantes admitidos al
ensayo clnico. Ciento veinticinco de ellos recibiran el AZT y los otros ciento
veinticinco, un placebo. Se descart defnitivamente a los toxicmanos porque
ingeran drogas que podan falsear los resultados, al igual que a los nios de
menos de doce aos, por el peligro de toxicidad. A fn de asegurar la mayor
homogeneidad posible en el experimento, algunos funcionarios de Sanidad
sugirieron no seleccionar ms que a hombres. David Barry consider que
semejante discriminacin sera contraria a la tica mdica y se decidi incluir a
mujeres. A continuacin se determin el principal criterio de eligibilidad: una
esperanza de vida de seis meses por lo menos. Pero, contrariamente a lo
habitual en este tipo de experimentacin, se exigi que el estado de los
candidatos fuera grave. Para el equipo de Wellcome, ello supona correr un
riesgo: si el AZT no demostraba su efcacia en pacientes graves, exista la
posibilidad de que fuera rechazado defnitivamente. El riesgo no era menor
para los enfermos, por cuanto la probabilidad de reacciones txicas peligrosas,
es decir, mortales, era inevitablemente mayor en organismos muy debilitados.
Pero, por otro lado, si el producto se mostraba activo, los resultados seran
entonces ms reveladores. Siempre con el afn de garantizar la mxima
homogeneidad entre los sujetos, se escogi un denominador comn clnico muy
concreto: lodos los sujetos deberan haber sufrido un primer ataque de
neumocistosis durante los tres meses anteriores. Ello exclua automticamente a
los enfermos en los que el sida no se manifestaba ms que por un sarcoma de
Kaposi. David Barry deba justifcar esta decisin por la circunstancia de que la
esperanza de vida variaba considerablemente segn la localizacin y la
extensin de las lesiones. En los casos de afeccin exclusivamente cutnea, el
enfermo poda vivir hasta cinco aos. Cuando el mal interesaba las mucosas de
los rganos internos, el fallecimiento poda producirse a las pocas semanas.
De aquella concertacin result un protocolo monumental de doscientas
sesenta y dos pginas. Slo la lista de los reconocimientos y anlisis a practicar
durante las veinticuatro semanas de la prueba clnica comprenda varios cientos
de intervenciones. Algunas de las pruebas destinadas a detectar eventuales
lesiones cerebrales eran tan complejas, que el laboratorio Wellcome debera
organizar apresuradamente la formacin del personal que las llevara a cabo.
No faltaba sino sealar el da D. La experimentacin a gran escala del
primer medicamento antisida empezara el 18 de febrero de 1986.
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
56
Nueva York, USA - Invierno de 1986
No por llevar un crucifjo en el pecho estarn a salvo.
Al cabo de nueve aos de mandato en su caprichosa ciudad, el alcalde de
Nueva York poda considerarse curtido. Sin duda, haba odo ms discursos
extravagantes, recibido ms presiones y sido blanco de ms amenazas que
cualquier otro edil. No obstante, Ed Koch no recordaba haberse enfrentado a un
interlocutor ms duro de pelar que el que recibi aquel 2 de enero de 1986. Los
matones de los sindicatos de estibadores, de policas, de bomberos o de
basureros, los representantes ms duros de pelar de los comits de ciudadanos,
los mafosos de las innumerables bandas, los padrinos de los muelles, los
activistas gays, los folloneros de las asociaciones tnicas, raciales y religiosas de
esta ciudad mosaico, le parecan ngeles de la guarda comparados con la
apergaminada ancianita que estaba hacindole un implacable chantaje con la
virtud. La Madre Teresa, todava con las gafas negras que protegan sus ojos
despus de la reciente operacin de cataratas, estaba sermoneando al judo
polaco emigrado, ahora convertido en guardin de la ciudad ms grande de
Amrica.
Los tres prisioneros de Sing Sing a los que han tenido a bien indultar en
Navidad no representan ms que una nfma minora de los enfermos de sida
que llenan los centros penitenciarios del Estado de Nueva York, seor alcalde.
Quedan, por lo menos, doscientos cincuenta. Yo le pido encarecidamente que
hable con el gobernador para conseguir que sean puestos en libertad, a fn de
que mis hermanas y yo podamos ocuparnos de ellos y ayudarles a morir con
dignidad.
Madre, se trata de delincuentes, incluso de asesinos objet Ed Koch con
frmeza. No se les puede dejar en libertad slo porque se encuentren en mal
estado de salud!
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
Dios, al infigirles el sida, les ha castigado ms duramente que la justicia
de los hombres, seor alcalde. No le parece que merecen nuestra compasin?
Est bien, hablar con el gobernador acab prometiendo Ed Koch. Y
mientras esperamos su decisin, tratar de hallar para ustedes otro edifcio en
Nueva York, para que estn en condiciones de acogerlos, llegado el caso.
Un edifcio en Nueva York? protest la religiosa Ni hablar! Lo que
nosotros necesitamos es una casa en el campo. Tanto en la India como en otros
pases, Gobiernos y particulares nos han ofrecido terrenos en los que hemos
podido instalar a los leprosos. Nuestras granjas y poblados acogen hoy a ciento
setenta y ocho mil. Ellos cultivan verduras, cran pollos y peces. Ellos mismos
han construido all sus casas. Debera usted venir a verlo, seor alcalde, lo
encontrara muy interesante.
Ed Koch se rasc los ricitos que le quedaban en la nuca. La perspectiva de ir
a hacer turismo por las colonias de leprosos de la Madre Teresa no le
entusiasmaba.
Madre, las personas que tienen el sida se encuentran muy mal se limit
a observar. Muchos ni siquiera pueden tenerse en pie. Adems, la mayora
carecen de cualifcacin. Cmo quiere que, de la noche a la maana, se
conviertan en carpinteros, fontaneros o electricistas?
La Madre Teresa agit con amplio ademn su mano grande y callosa.
Si leprosos que no tienen dedos, ni manos, ni pies pueden construir
casas, por qu no han de poder hacerlo unos individuos que tienen todas las
extremidades? Si no saben, nosotros les ensearemos. No faltarn buenas
personas capacitadas que vengan a echarnos una mano.
Y cmo piensan equipar y amueblar todas esas viviendas?
Una sonrisa maliciosa acompa la respuesta favorita de la Madre Teresa.
Dios proveer, seor alcalde.
De todos modos, lo que me pide no puede hacerse en un da respondi
Ed Koch visiblemente exasperado. Har falta tiempo. Vuelva a verme dentro
de tres meses.
Ningn argumento poda desarmar a la mensajera de los que sufren.
Le dar todo el tiempo que haga falta concedi. Pero sealando al
alcalde con el ndice agreg con voz frme: Aunque puede estar seguro de que
no le dejar en paz hasta que se haga.
La religiosa se puso en pie y, al despedirse del alcalde, dejo una hojita
encima del escritorio.
Cuando volvi a su mesa, despus de acompaar a la religiosa, Ed Koch
ley el mensaje que ella le haba dejado: El fruto del silencio es la oracin, el
fruto de la oracin es la fe, el fruto de la fe es el amor. Y el fruto del amor es el
servicio a los dems. Madre Teresa.
El llamamiento de la santa mujer para la liberacin de todos los prisioneros
enfermos de sida y su traslado a una comunidad rural hizo el efecto de una
307
Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
bomba. La prensa le dedic grandes artculos en primera plana. Mario Cuomo,
gobernador del Estado de Nueva York, conmovido, prometi estudiar medidas
de gracia para los casos ms graves. Varios propietarios de terrenos y edifcios
agrcolas en desuso los ofrecieron al municipio. Curiosamente, la audaz
sugerencia fue a provocar cierta reticencia precisamente en la jerarqua catlica
local. Esa vieja y su granja me dan pesadillas! declar monseor James
Cassidy, responsable de la obra social y sanitaria de la archidicesis. No tiene
ni idea de lo que es Nueva York. Se cree que est en las chabolas de su querida
India!
Sor Paula no tuvo la suerte de habrselas con un enfermo tan corts. Pocos
das despus de la Nochevieja, dos enfermeros del Saint-Clare le llevaron a
Orlando, un travesti de treinta y dos aos, de labios rabiosamente pintados,
pestaas y senos postizos y peluca de largos cabellos rubios y lacados. Vesta un
traje ajustado que le obligaba a andar con pasitos cortos. El saludo y el sari
indios de sor Paula suscitaron en l un cacareo de regocijo y se precipit a
abrazarla. La religiosa lo rechaz sin contemplaciones.
Darling, no tengas miedo! protest l con su voz de falsete. Sugar no
va a hacerte dao.
Sor Paula supo despus la razn por la cual Orlando se haca llamar Sugar.
Era el apelativo carioso que Humphrey Bogart dedicaba a su esposa, la actriz
Lauren Bacall, a la que el travesti imitaba cada noche en los cabarets de la
ciudad baja. Adems, para ganarse la vida, Sugar se prostitua en el interior de
un camin de mudanzas aparcado en la orilla del Hudson. Por las seales de los
brazos, se comprenda tambin que era consumidor de droga dura. Su
maquillaje no poda disimular que el sida le atacaba cruelmente. Todo su
cuerpo, hasta la planta de los pies, no era ms que un manto violceo de
tumores de Kaposi. Sugar saba que no le quedaban ms que varios meses de
vida, pero la enfermedad todava no lo haba noqueado.
Sgame dijo sor Paula. Le llevar a su habitacin.
El travesti agit furiosamente las pestaas.
Mira, darling, Sugar nunca obedece rdenes de nadie.
La cosa empezaba mal. Aunque aquel enfermo no tuviera techo ni familia,
no le faltaban amigos. Muy pronto, en Ofrenda de Amor alborotaba una horda
ruidosa y chabacana. Sor Paula no tard en comprender el inters de aquellos
visitantes por su curioso pensionista. El travesti era uno de sus mejores clientes.
Todos los das se inyectaba trescientos dlares de herona.
Pobre sor Paula! Tena razn Terry Miles. Los males de Nueva York eran
mucho peores que la pobreza de Calcuta. Esta realidad, empero, no asust a la
religiosa: ella sabra imponer disciplina a aquella fauna. Tres das despus de la
llegada de Sugar, la hermana colg en la entrada de la residencia un cartel en el
que se enumeraban las medidas que ella haba decidido tomar: expulsin
inmediata y defnitiva de todo paciente que tuviese en su poder bebidas
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
alcohlicas o estupefacientes, instauracin de un horario de visitas, supresin
del uso del telfono durante los rezos de las monjas, apagado de luces a las ocho
y media de la noche.
Este rigor provoc un clamor de indignacin en los medios gays de la
ciudad. Los responsables del Saint-Clare protestaron a su vez. Algunos
peridicos pusieron en la picota a las monjas-cabo-de varas de Washington
Street. Aun frente a una plaga mortal, la nacin daba ms importancia al
respeto a las libertades individuales que a la curacin de sus ciudadanos en
peligro de muerte. Sor Paula no cedi ni siquiera en lo referente al horario de
visita. Toda visita que no fuera de la familia, a sus ojos era una amistad
sospechosa: un compaero de bebida, de juego, de droga o de sexo. Esta
intransigencia cre problemas con los buddies que no eran nada de eso, sino
nicamente amiguetes, camaradas. La extrema debilidad fsica y psquica
provocada por el sida haba inducido a los medios homosexuales a crear
asociaciones de ayuda mutua cuyos abnegados representantes eran estos
visitantes altruistas.
26
Cada buddy tena a su cargo a un enfermo especialmente
desamparado. Le ayudaba a arreglar sus asuntos personales y permaneca
varias horas a su lado, para hacerle compaa y animarle a comer. Haca sus
recados, le consolaba, le asista en sus ltimos momentos y, despus de su
muerte, se encargaba de los trmites. El equipo de asistencia del Saint-Clare que
desde haca tiempo saba que los buddies eran insustituibles, conf a Terry Miles
la misin de conseguir que sor Paula suavizara el reglamento de Ofrenda de
Amor. Yo comprend que el problema radicaba en una cuestin semntica
explica el clinic coordinator. Para la religiosa, la palabra buddy evocaba todas
las infamias imaginables. Yo le propuse sustituirlo por el de concerned visitor
(visita de amparo), y el asunto qued resuelto. Terry Miles, por el contrario,
fracas en otro de sus intentos de mediacin. A su argumentacin de que la
televisin ayudara a los enfermos a olvidar su estado y mitigar el aburrimiento,
sor Paula objet que tambin impedira toda posibilidad de desarrollar la
comunicacin entre los pensionistas del hogar. Era preferible ofrecerles juegos
de saln, libros, discos o cassettes que permitir que se encerraran todo el da en
un embrutecimiento solitario delante de una pantalla. El aparato que les haba
regalado un generoso donante nunca sali del embalaje.
26
La ms notable de estas asociaciones, la Gay Men Health Crisis, fue creada en 1981 por el
guionista y novelista Larry Kramer y cinco amigos neoyorkinos para subsanar la lentitud de la
accin gubernamental en lo relativo a la epidemia. La organizacin, modlica en su gnero,
cuenta hoy con ms de setenta dirigentes permanentes y 1.600 socios altruistas que socorren a
unos 2.000 enfermos. Adems, facilita asistencia jurdica a los pacientes, organiza coloquios para
familiares y allegados, desarrolla constantemente un importante programa de educacin y
prevencin, responde de da y de noche, por una lnea roja, a todas las peticiones de auxilio.
Indiscutiblemente, sin la Gay Men Health Crisis, el destino de los enfermos neoyorkinos de sida
sera mucho ms trgico todava.
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
Poco a poco, fue aceptndose la ferrea disciplina impuesta por sor Paula. El
propio Terry Miles acab por reconocer sus ventajas. A cada visita, se admiraba
de la labor realizada. Aquellas indias haban convertido el viejo casern en una
verdadera alhaja. Estaba todo tan limpio que hubieras podido comer en el
suelo. Lo que ms asombraba a aquel norteamericano agnstico era el modo
en que las hermanas se encomendaban al Dios al que servan. Si surga una
difcultad, si algo faltaba, levantaban los brazos al cielo y decan con la mayor
naturalidad del mundo: "El Seor proveer." Terry Miles se asombr el da en
que sor Ananda orden a la cocinera preparar el postre previsto para el
almuerzo, a pesar de que en la casa no quedaba ni un huevo. Yo no puedo
hacer un pastel sin huevos!, protest la cocinera. La religiosa le dijo
serenamente que confara en la Providencia. Tena razn. Al poco rato, llamaron
a la puerta: era un vecino que les llevaba diez docenas de huevos.
Las catorce primeras camas de Ofrenda de Amor se ocuparon rpidamente.
Gays y toxicmanos los dos grupos de riesgo esencialmente castigados por el
sida en aquella poca estaban representados en proporcin casi igual. El
segundo grupo comprenda principalmente negros e hispnicos. Terry Miles iba
frecuentemente al hogar para comunicar a las hermanas los frutos de su
experiencia mdica adquirida en el hospital Saint-Clare. Le cost trabajo
convencerlas de la importancia de un rgimen alimenticio adaptado a cada caso.
Para unas indias vegetarianas, acostumbradas desde haca tanto tiempo a no
administrar a los moribundos ms que un cucharn de arroz con un poco de
pur de lentejas, la diettica no tena sentido. Ellas servan unas comidas a base
de sopa espesa, cuando aquellos enfermos necesitaban alimentos ricos en
protenas y en caloras como carne, pescado y cereales. Como su apetito era
caprichoso, estos alimentos tenan que estar a su disposicin en todo momento
y no distribuidos dos veces al da a horas fjas.
Terry Miles resolvi con paciencia cada problema, uno tras otro. Pronto se
sinti tan orgulloso de sus enfermeras del sari, que afrm: La nica suerte que
puede tener un enfermo de sida es la de caer en sus manos.
El clinic coordinator no dudaba de los sinsabores que conocan estas mujeres
en el ejercicio de su cometido. Una maana, en la capilla, una de las monjas se
ech a llorar durante la oracin.
No puedo ms gema entre sollozos. No se nos pide que cuidemos a
leprosos ni a moribundos, sino a verdaderos monstruos. Parias malditos de
Dios, castigados por sus pecados. Amarlos y respetarlos es superior a mis
fuerzas.
Sor Paula la abraz, le enjug las lgrimas y trat de calmarla.
Precisamente porque Dios les ha castigado, nosotras debemos ofrecerle
sus sufrimientos y los nuestros.
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
Entonces intervino sor Ananda.
Estos hombres no son monstruos ni pecadores. No son ms que vctimas.
Yo viv la esclavitud de algunos de ellos, yo conoc su degradacin fsica y
moral. Yo fui insultada como lo han sido muchos de ellos. No, hermana, su
enfermedad no es un castigo sino la prueba de que Dios les ama, como me am
a m, como te ama tambin a ti, en tu aficcin.
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57
Nueva York, USA - Febrero de 1986
Championes japoneses y pepinos chinos, en socorro de los
desesperados
La mujer india no manifesta emociones ms que con un pudor extremo.
Aquella maana, sin embargo, en el rostro de sor Ananda se adverta una
estupefaccin total. Uno de sus enfermos haba desaparecido. Nadie haba visto
salir del hogar Ofrenda de Amor a Josef Stein, que se haba marchado sin avisar.
Nada haca prever esta fuga. Al contrario, a pesar de que no era un indigente ni
un marginado sin recursos, el ex arquelogo haba solicitado poder prolongar
su permanencia en el hogar de las hermanas de la Madre Teresa.
Desde su llegada, el da de la inauguracin del hogar, su estado haba
empeorado. Sus lesiones de Kaposi, despus de difuminarse, se haban
reproducido con virulencia. Volva a tenerlas por todo el cuerpo, hasta en la
cavidad bucal y en la lengua. La ingestin de alimentos slidos le resultaba tan
dolorosa que, poco a poco, haba dejado de alimentarse. Sor Ananda haba
cuidado durante muchos aos en Calcuta a personas torturadas por el hambre
que no conseguan deglutir. En Nueva York, entre los enfermos de sida, haba
vuelto a encontrarse con este problema que ella trataba de resolver siguiendo
los consejos de diettica de Terry Miles. Esta mujer no tiene rival para
prepararte, con unas bolas de helado de chocolate, un poco de miel y almendras
molidas, una comida completa que entra sola y que te hara subir a la cima del
Himalaya, deca Josef Stein. Pero no haba bastado para retenerlo.
Las religiosas del hogar y el doctor Jack Dehovitz tardaran varias semanas
en averiguar el motivo de su marcha, aunque el recorte de peridico hallado en
su mesita de noche hubiera debido revelrselo. Era un artculo del New York Post
que trataba de un medicamento contra el sida que acababa de obtener
resultados casi milagrosos en los primeros cobayas humanos tratados en el
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
hospital oncolgico de Bethesda. El texto anunciaba un prximo experimento
clnico a gran escala con el AZT. Al leer la noticia, Josef Stein se entusiasm con
la idea de tomar parte en el experimento. Esper a que las monjas fueran a la
capilla y se arrastr hasta el telfono de la planta baja para llamar a uno de los
tres centros neoyorkinos en los que iba a desarrollarse el experimento:
Aunque no tuviera ms que una posibilidad entre dos de recibir el
medicamento, era mi ltima esperanza de curacin explicara despus. Era
absolutamente necesario tomar parte en aquella operacin. Desde el otro
extremo del hilo, su interlocutor le hizo varias preguntas. Cuando Josef
pronunci la palabra Kaposi, la conversacin se abrevi. Esta forma de ataque
del sida lo eliminaba de la seleccin.
Pero no se desanime le dijo su interlocutor. Si hay xito, el AZT ser
administrado a todos los enfermos sin distincin.
Cundo? pregunt Josef Stein.
Aproximadamente, dentro de un ao.
Un ao! Para un hombre que da tras da senta cmo se le escapaba un
poco de vida en una hemorragia continua era como decir un siglo o un
milenio! No obstante, en lugar de desanimarlo este plazo fjado con claridad lo
sacudi como una onda de choque. Era alucinante dice. Dos meses antes,
yo haba tragado qu s yo cuntas pildoras para acabar de una vez por todas; y
ahora, de repente, me senta arrastrado por un deseo furioso de llegar a toda
costa a aquella cita con el AZT. Al volver a mi habitacin, me puse a releer toda
la informacin recopilada antes de mi tentativa de suicidio acerca de los
paliativos propuestos por las medicinas paralelas.
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
La postal gigante representaba la ciudad vieja de Jerusaln que se extenda
al abrigo de sus antiguas defensas, con profusin de campanarios, cpulas y
azoteas, sus escaleras y su laberinto de callejuelas. Escribo estas lneas de mi
puo y letra anunciaba Philippe Malouf, el monje de Latroun. Una
operacin me ha devuelto por completo el uso de los dedos. Quiero
comunicarte que esta maana nuestra comunidad se ha reunido para inaugurar
ofcialmente el museo de la abada. Se ha descubierto una placa con su nombre.
Se llama "Josef Stein Museum of Palestinian Antiquities". Yo he sido encargado
de recibir a los visitantes. Aleluya, Josef! Canta conmigo: "Leshanah haba'ah
beyerushalayim: El ao prximo, en Jerusaln!"
Josef Stein Museum of Palestinian Antiquities, se repeta Josef en xtasis,
mientras el corazn le palpitaba con fuerza y los ojos se le llenaban de lgrimas.
Revivi de golpe sus aos de arquelogo y la emocin que sintiera al sacar a la
luz los vestigios de tiempos antiguos que el arado de los monjes haba
descubierto entre las cepas de las vias.
La entrada de sor Ananda lo sac de su ensueo.
Hermana, mira lo que he recibido de tu novio en la oracin! exclam
agitando la postal. Es Jerusaln!
La celeste Jerusaln de la Biblia! La religiosa india qued fascinada por el
prodigioso revoltijo del panorama. Josef trataba de hacerle imaginar los sonidos,
los gritos, las voces, la algaraba de los zocos, la llamada a la oracin de los
muezines, los repiques de campanas de las iglesias, los toques de los shofars,
todo el guirigay que constantemente se alzaba de aquella amalgama de
hombres, creencias y lugares sagrados. Se ahogaba. Su voz se debilitaba por
momentos y la monja, ms que or, adivinaba los nombres de Glgota, Va
Dolorosa, Ecce Homo, palabras que aprendiera arrodillada en la capilla de
Calcuta durante sus aos de noviciado.
Jack Dehovitz interrumpi su peregrinacin. El mdico mostraba un
semblante victorioso inslito en l.
Quiero ser yo quien te d la noticia!
Josef le ataj con un ademn.
Antes mira esta foto dijo tendindole la postal de Philippe Malouf.
No te recuerdan nada estas piedras?
Dehovitz esboz una sonrisa llena de melancola.
Jerusaln! Israel! Los momentos ms inolvidables de mi vida. He
deseado tanto hacer mi alya, instalarme all para siempre! Pero estall la guerra
del Kippur. Mis padres me obligaron a volver corriendo a Amrica y no tuve
valor para negarme. Despus ya era tarde.
Josef cerr los ojos para recordar mejor. Como para desafar su postracin
fsica, su memoria le enviaba escenas viriles y escandalosas.
Doc, si t supieras la marcha que yo llevaba all! Fue el nico perodo de
mi vida en el que realmente me destap. Qu chicos ms guapos, afectuosos y
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
dispuestos! Bastaba una sea para que se fueran contigo. A la playa, al parque,
al lavabo de un restaurante, a la cama. Si entonces llega a haber sida, yo solo
hubiera contaminado a todo el Oriente Medio!
Lo obsceno de la evocacin dej estupefacto a Jack Dehovitz. Su amigo
nunca haba aludido tan crudamente a su homosexualidad. Por el contrario,
todos los que le atendan apreciaban su pudor y su discrecin. El mdico se
pregunt si esta salida de tono no sera indicio de un empeoramiento de su
estado, la prueba de que el virus le haba atacado el cerebro.
Josef lanz una risa cnica y cambi de tema.
Dime, Doc, cul es la gran noticia?
Jack Dehovitz sac del bolsillo un frasco de AZT que puso en la mano del
enfermo.
Por fn han encontrado algo!
Josef contempl las cpsulas blancas. Se parecan a las que tomara cuando
quiso quitarse la vida.
Cundo empiezo?
Dentro de una o dos semanas. Cuando me autoricen a retirar las
primeras dosis para tu tratamiento.
Te autoricen?
Jack Dehovitz explic que, por el momento, slo los casos considerados
desesperados tenan derecho a recibir el medicamento. Para uso caritativo, el
mdico deba presentar una solicitud.
Doc, te parece que dentro de una semana an voy a estar aqu para
tomar las cpsulas que me den por caridad?
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Dominique Lapierre Ms grandes que el amor
En mayo de 1986, al cabo de un ao de agrias discusiones entre
retrovirlogos, un comit decidi poner fn a la batalla de siglas entre el virus
francs y el norteamericano. El LAV y el HTLV-3 se convirtieron fnalmente en el
HIV, abreviatura de los trminos ingleses Human Immunodefciency Virus, en
espaol VIH: Virus de Inmunodefciencia Humana.
Diez meses despus, el da 31 de marzo de 1987, Ronald Reagan, presidente
de los EE.UU., y Jacques Chirac, primer ministro francs, frmaban en
Washington un acuerdo por el que se enterraba el hacha de guerra entre los
equipos de los profesores Luc Montagnier y Robert Gallo. Este acuerdo
reconoca la contribucin de ambos equipos, sin atribuir a ninguno la primicia
del descubrimiento del virus responsable del sida. Reconoca tambin la validez
de cada una de las dos patentes registradas por separado para la
comercializacin de los maletines de diagnstico y prevea el reparto de los
considerables benefcios comerciales que se derivaran de ella.
Esta batalla franco-americana resultaba un poco srdida, habida cuenta de
la tragedia vivida por los enfermos y de la urgencia de descubrir un tratamiento
curativo y una vacuna. Su fnal fue saludado con satisfaccin, si bien algunos
franceses, como el profesor Jean-Claude Chermann, codescubridor del virus,
consideraron que sus compatriotas haban capitulado ante el rodillo
apisonador norteamericano de Robert Gallo.