Alfredo Veirave 121
Alfredo Veirave 121
Alfredo Veirave 121
Seleccin y nota de
MEMPO GIARDINELLI
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTNOMA DE MXICO
COORDINACIN DE DIFUSIN CULTURAL
DIRECCIN DE LITERATURA
MXICO, 2012
2
NDICE
NOTA INTRODUCTORIA 3
PUNTOS LUMINOSOS 8
PUNTOS LUMINOSOS 8
MI CASA ES UNA PARTE DEL UNIVERSO 8
RAINY TAXI 9
EL IMPERIO MILENARIO 10
POEMA 10
NADA SE PIERDE TODO SE TRANSFORMA 11
POEMA LEVEMENTE DESCRIPTIVO 12
EXPLOSIVOS 13
LA MQUINA DEL MUNDO 14
POEMA CON COLOR LOCAL 14
QU ES POESA ME PREGUNTAS 14
TAMBIN LA POESA 15
ADN Y EVA 15
LA MONOGAMIA 16
CATLOGO DE NECEDADES 16
F/PLAGIOS 17
Y POR LTIMO 18
HISTORIA NATURAL 19
APOLOGA DE LA BALLENA 19
RADAR EN LA TORMENTA 19
MONOS EN EL PARQUE VALOS 20
HORMIGAS 20
ESPECIES VEGETALES 21
RETRATO DE FILODENDRO 21
RADAR EN LA TORMENTA 23
REPORTAJES SOBRE LA REALIDAD 23
ESCUELA O MOVIMIENTO 24
LA LTIMA CENA 25
DESCENSO A LOS INFIERNOS DANTESCOS 26
MANIPULACIN DE LOS GENES 27
CRISTBAL COLN 27
FASTEN SEAT BELT 29
OBSERVACIONES CLIMATOLGICAS 31
EL CUADRO DENTRO DEL CUADRO 33
LOS LAPACHOS HAN VUELTO A FLORECER 33
TEXTOS Y CONTEXTOS 34
YA NO HAY LUGAR PARA LA FRIVOLIDAD 37
3
NOTA INTRODUCTORIA
Si la literatura es un camino sin retorno, puede decir-
se que la poesa es el no retorno mismo. Es la cima
inalcanzable, pero que el escalador siempre procura.
El Nirvana, el estado de gracia. Quiero decir, parafra-
seando (mal) a William Faulkner, que si hay tantos
novelistas malos, tantos cuentistas mediocres y ahora
sobran los ensayistas (esa moda necesaria, dados los
tiempos que vive el mundo), los poetas son poqusi-
mos, lite necesaria, como (todava, y por siempre) la
de los astronautas.
La poesa no tiene ms compromiso que con la per-
feccin. La poesa es perfecta o no es. Arte superior,
por qu no decirlo, es tambin el gnero literario ms
inferiorizado, se dira que bastardeado, por esas dos
razones que no puedo dejar de apuntar: por un lado,
porque es inevitable que la gente se sienta inclinada a
la simplificacin, que es una de las peores enferme-
dades de la versificacin; y por el otro, porque el ri-
gor hace ya mucho tiempo que dej de ser requisito
indispensable para el arte (lo cual es un atentado al
arte y al buen gusto, algo frecuente en esta moderni-
dad de fin de milenio).
Y es en Amrica Latina donde, pareciera, se ha
abusado ms de la poesa. Se le ha perdido respeto,
en la medida en que se abus de los adjetivos: poesa
social, comprometida, de mensajes, hermtica, inti-
mista, prosstica, etctera. Pareciera, entonces, que la
poesa ha empezado a servir para todo. Supremo utili-
tarismo que viene matando a la poesa, desdichada-
mente, en lugar de matar a tantos psimos poetastros.
Hace unos aos, en Argentina, Vicente Zito Lema
escriba que la poesa no es un plato que se come
fro, lo cual es cierto. No obstante ello, no es slo un
plato caliente, ni un guisado, por muy exquisito que
sea. Ni lo caliente implica slo testimonio o ideologa,
ni lo fro es sinnimo de hermetismo elitista.
La falsa separacin de aguas, materia de tantas
pginas en la crtica acadmica y periodstica latinoa-
4
mericana, conlleva un olvido importante. La poesa
es, siempre, una propuesta arquitectnica perfecta.
Enrique Santos Discpolo, letrista de tangos famosos,
defini al tango, brillantemente, como un sentimien-
to triste que se baila. Siguindolo, podramos definir
a la poesa, entre la interminable historia de intentos
de definicin, como una belleza que se siente. Y si
as fuera, un poco a la manera de Paul Valry, nos
daramos cuenta de que la poesa es forma pura,
esencia contenida.
Para Michel Foucault, lo formal era sustancial, y
creo recordar que fue Juan Jos Arreola quien dijo
que la forma perfecta es contenido puro. Digamos,
pues, que no hay esencia sin forma. No son opuestos,
sino complementos necesarios. De modo que, como
el gas que exige continentes perfectos para no evapo-
rarse, la poesa, ontolgicamente, es en tanto forma y
contenido. Y esto es algo que en nuestros pases pa-
rece olvidarse, ignorarse, y ha dado lugar a no pocas
ironas exquisitas, como cuando Jorge Luis Borges,
requerido para prologar una antologa de cien poetas
argentinos del siglo veinte, eludi hacerlo diciendo,
con su acrimonia habitual, que le pareca asombrosa
semejante produccin de poetas, cuando otras cul-
turas como la italiana no podan dar otro Dante en
siete siglos.
Pienso que estas reflexiones son aplicables tambin
a Mxico y aun a aquellos que son llamados pases
de poetas, como Chile o Nicaragua, lo cual es (creo
yo) slo una frase hecha, de poco vuelo como todas
las frases hechas, pues as se introduce impunemente
a cualquier versificador mediocre en la misma tradi-
cin de Daro y de Huidobro, de Neruda y Cardenal,
de Enrique Lihn y Coronel Urtecho, de Gonzalo Ro-
jas y Pablo Antonio Cuadra. Y es que escribir en ver-
so, en realidad, escribe cualquiera. La belleza perfecta,
en cambio, es la nica ruta segura hacia el cielo de la
poesa.
Pensar todo esto, decirlo una vez ms, me ha pare-
cido necesario para poder referirme a uno de los poe-
tas superlativos que hay, actualmente, en mi pas. Y
5
quien gracias a la amabilidad de Marco Antonio
Campos, ante quien propuse esta breve antologa, es
menester que se conozca en Mxico. No es el nico
escalador de ese cielo potico que hay en Argentina,
pero posiblemente sea una de las voces ms sonoras,
profundas, acabadas, de la poesa de este fin de siglo.
Criado en su natal Gualeguay, en la hmeda, verde y
frtil provincia de Entre Ros, en el mismo sitio de
Juan L. Ortiz, de Carlos Mastronardi, con quienes se
form, Veirav recoge en su obra las mejores tradi-
ciones de la poesa argentina. Desde su inicio con El
alba, el ro y tu presencia (1951), Despus del alba,
el ngel (1955), El ngel y las redes (1960) y Des-
trucciones y un jardn de la memoria (1965), la po-
tica de Veirav se afirma y reafirma, y se confirma en
los ltimos quince aos, cuando las sonoridades de
Lugones y Fernndez Moreno, de Macedonio y Al-
fonsina Storni, de Borges y Girri, y siempre el inol-
vidable Juanele, se sintetizan en su expresin actual,
clsica y moderna a la vez, en la que los paisajes
geogrficos y humanos, la formacin intelectual, la
sutileza, el giro ldico, la voz de la oralidad y lo
espontneo, se constituyen en concierto de antpodas
resueltas, de estilos diversos que por diversidad y
por dominarlos forman un estilo.
De hecho, Alfredo Veirav es un poeta chaqueo, y
quiz por eso mi ansiedad por difundir su conoci-
miento, su degustacin. Tierra feroz, y feraz, en la
inmensidad del vasto corazn de Sudamrica, el Cha-
co ha encontrado, finalmente, su poeta mayor. Y se
es un hecho que hay que festejar, con alborozo. Espe-
cialmente porque la adopcin fue mutua: Veirav
lleva ms de treinta aos en el Chaco, y all incorpor
una geografa asombrosa y exorbitante:
Vivo en el Chaco en la ciudad de Resistencia y conozco
el quebracho, el algodonal y el viento norte
en las siestas del verano
sus templos sacramentales y las lluvias interminables...
Y por eso en su poesa florecen los lapachos, las tipas
y los filodendros, pero no para mostrarnos un poeta
6
costumbrista, un relator de geografas, sino un busca-
dor de belleza, como un gambusino de la palabra y
del destino del hombre:
aprendamos a leernos en la sequedad de
esta geografa
en donde permanecemos
hasta alcanzar cierto grado de locura
los informes meteorolgicos anuncian grandes lluvias
en el Chaco
pero las tribus nos arrojan sus granos de arena
sobre los ojos
ni alegres ni tristes estamos en el claustro
codiciando el desperfecto de la mquina solar sentado en
el calor.
La presente antologa no necesita las obvias adverten-
cias sobre el sentido caprichoso del compilador, pues
eso se sabe en todas las antologas hay la misma
inevitable arbitrariedad. En todo caso, en la que el
lector tiene en sus manos, la peculiaridad interesante
de anotar consiste en que los poemas que conforman
este libro fueron, digamos, acordados en su mayora,
entre el autor y quien firma.
Para concluir, noms algunos datos sobre Alfredo
Veirav. Naci en 1928, como se ha dicho, en la ciu-
dad de Gualeguay, cercana a la costa argentina del ro
Uruguay. Vive en Resistencia, Chaco, desde 1957,
donde es profesor de Literatura Iberoamericana en la
Universidad Nacional del Nordeste. Tiene dos hijos,
una vasta erudicin (por momentos excesiva, pero
que no es sino un guio cmplice para el lector agu-
do), y yo dira que tiene parentescos evidentes, acaso
involuntarios, casuales (que son los mejores) con
Octavio Paz y con Jorge Luis Borges, y tambin ese
aire juguetn, cortazariano y espontneo de las mejo-
res pginas de un Jos Emilio Pacheco, de un Juan
Gelman. Y tiene, tambin, un hermoso jardn, el mate
siempre a punto para convidar a los amigos y una rara
perfeccin en sus poemas, una poeticidad ejemplar
como slo tienen los enamorados de las palabras.
7
Como l lo ha escrito en ese poema perfecto que es
Radar en la tormenta:
Y alguna vez, no siempre, guiado por el radar
el poema aterriza en la pista, a ciegas
(entre relmpagos)
carretea bajo la lluvia, y al detener sus turbinas, descienden
de l, pasajeros aliviados de la muerte: las palabras.
MEMPO GIARDINELLI