Este documento presenta una selección de poemas del autor español César Rodríguez Chicharro, acompañada de una breve nota biográfica. La nota introduce al lector al contexto vital y literario de Rodríguez Chicharro, destacando su pertenencia a la generación de exiliados españoles en México y describiendo la evolución temática y estilística de su obra poética a lo largo de su carrera. A continuación, se incluye una lista bibliográfica de los libros de poemas publicados por el
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Este documento presenta una selección de poemas del autor español César Rodríguez Chicharro, acompañada de una breve nota biográfica. La nota introduce al lector al contexto vital y literario de Rodríguez Chicharro, destacando su pertenencia a la generación de exiliados españoles en México y describiendo la evolución temática y estilística de su obra poética a lo largo de su carrera. A continuación, se incluye una lista bibliográfica de los libros de poemas publicados por el
Este documento presenta una selección de poemas del autor español César Rodríguez Chicharro, acompañada de una breve nota biográfica. La nota introduce al lector al contexto vital y literario de Rodríguez Chicharro, destacando su pertenencia a la generación de exiliados españoles en México y describiendo la evolución temática y estilística de su obra poética a lo largo de su carrera. A continuación, se incluye una lista bibliográfica de los libros de poemas publicados por el
Este documento presenta una selección de poemas del autor español César Rodríguez Chicharro, acompañada de una breve nota biográfica. La nota introduce al lector al contexto vital y literario de Rodríguez Chicharro, destacando su pertenencia a la generación de exiliados españoles en México y describiendo la evolución temática y estilística de su obra poética a lo largo de su carrera. A continuación, se incluye una lista bibliográfica de los libros de poemas publicados por el
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CSAR RODRGUEZ CHICHARRO
Seleccin y nota introductoria de
ENRIQUE LPEZ AGUILAR
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTNOMA DE MXICO
COORDINACIN DE DIFUSIN CULTURAL DIRECCIN DE LITERATURA
MXICO, 2012
2
NDICE
NOTA INTRODUCTORIA ENRIQUE LPEZ AGUILAR 4 CON UNA MANO EN EL ANCLA 7 PALABRAS 7 SERS 7 GRITO 8 BEB DE TI 8
ETERNIDAD ES BARRO 9 FANTASMA 9 PAISAJE 9
AVENTURA DEL MIEDO 11 EL COLUMPIO 11 DEBAJO DEL DOLOR SE MUEVE ESPAA 11 ESPAA 1961 12 ELEGA 12
LA HUELLA DE TU NOMBRE 14 HASTO 14 CAN ENAMORADO 14 EL CASTILLO 15 SER 16
AGUJA DE MAREAR 17 TLATELOLCO 17 DEL CIEGO AMOR 17 RESURRECCIN 19 DE DIENTES AFUERA 19 PALABRA 20 LGRIMAS 20 MARINA 20 VISITA 21 LADISLAO PUJLAS 21 NAUFRAGIO 22
FINALMENTE 23 LAURA 23 ELISA 23 3
DAME LA VOZ 25 EXILIO 26 ARS MORIENDI 27
EN VILO 31 EL RENEGADO SALIM 31 DESEO 32 POEMA 32 LIVIA 33 INTERDICCIN 34 T 35 ANGINA DE PECHO 36
POEMAS NO RECOGIDOS EN LIBRO 37 AUTORRETRATO 37 EL SEMINARISTA 38 LAGARTO AL SOL 38 PERDN 38 BASURA 39 METAMORFOSIS 39 MORIR AL HIELO 40
4
NOTA INTRODUCTORIA
Csar Rodrguez Chicharro naci en Madrid el 11 de julio de 1930 y muri en la ciudad de Mxico el 23 de octubre de 1984. Perteneci a la segunda genera- cin de exiliados espaoles en Mxico, la que sin haber participado en la guerra civil vivi con peculiar intensidad las consecuencias polticas, vitales e inte- lectuales de la misma. Junto a la la aoranza de Espa- a, esta generacin tambin tuvo que asumir su mexi- canidad como extraamiento y, ante ese doble desarraigo, adaptarse a la tierra de en medio que habi- taban. Por estos motivos, Francisco de la Maza bautiz como Nepantla a dicha generacin, que tambin in- cluye, entre otros, a Toms Segovia, Federico Patn, Luis Rius, Gerardo Deniz, Jom Garca Ascot, Ramn Xirau, Arturo Souto, Angelina Muiz, Jos Pascual Bux, Jos de la Colina. Rodrguez Chicharro desembarc en Coatzacoalcos en 1940. Estudi en el Instituto Luis Vives y en 1947 colabor en la revista Apuntes. Ms tarde, ingres a Mascarones para estudiar la carrera de Letras. Adems de la formacin acadmica, se prob hacia 1948 en el oficio tipogrfico y las talachas editoriales en los Talleres Grficos de la Nacin. Al egresar de Mascarones desarroll ambas vertientes de su trabajo en las universidades de Guanajuato, de Zulia (Mara- caibo), la Veracruzana, la Iberoamericana y, final- mente, en la propia Facultad de Filosofa y Letras de la UNAM. De 1948 a 1984 su obra como escritor se distribuy entre siete libros de poemas y tres de ensa- yo, adems de relatos y traducciones del francs an no recopilados. Rodrguez Chicharro desarroll diversas tentativas en su obra potica. Temticamente, fue reduciendo el espectro de los contenidos: Con una mano en el ancla y Eternidad es barro aluden al amor, al paisaje, al juego verbal que se complace en la creacin de im- genes, a la intuicin de la muerte, a Espaa, al oficio literario; en cambio, Aguja de marear, Finalmente y 5
En vilo condensan las preocupaciones del autor slo en torno a tres ejes: el amor, la muerte y el exilio. Bajo esa medida, Finalmente resulta central en la produccin chicharriana. Pero no slo en lo limitado de los temas, sino tambin en su capacidad de con- centrar expresivamente lo que oscilaba entre la rabia y la ternura, el deseo y la impotencia, la esperanza y el desaliento, es que Rodrguez Chicharro se desem- baraz de otras tesituras marginales. Estilsticamente, los primeros libros de Rodrguez Chicharro se encuentran determinados por un modo potico cercano a la Generacin del 27 y por ciertas reminiscencias posmodernistas que no tardaran en desaparecer. La aspereza de algunos de sus versos parecen convocar a Porfirio Barba-Jacob, aunque tambin hay en l una bsqueda verbal, tanto sonora como de imagen, que se origina en Xavier Villaurrutia. La genealoga de sus ancestros no quedara completa sin la mencin de Emilio Prados y Csar Vallejo. Sin embargo, el estilo potico de Rodrguez Chicharro absorbe desde los inicios un carcter astillado que va a continuar hasta el final. Mediante ese lenguaje fue capaz de sugerir el quebranto y las contradicciones de sus temas, as como el paulatino aclimatamiento que siempre oscil entre los tonos mexicano y peninsular. El presente muestrario se forma con poemas de sus siete libros de los que, a continuacin, se ofrecen las respectivas referencias bibliogrficas, y de otros no reunidos previamente:
BIBLIOGRAFA
Con una mano en el ancla, prlogo de Julio Jimnez Rueda, Talleres Grficos de la Nacin, Mxico, 1952, 78 pp. Eternidad es barro, Unin Grfica, Mxico, 1955. (Los presentes, 11).
6
Aventura del miedo, prlogo de Jos Pascual Bux, Universidad del Zulia, Maracaibo, 1962, 103 pp. La huella de tu nombre, Ediciones del Puente, Xala- pa, 1965, s/p. (El Enano y el Ro de la Luna). Aguja de marear, UNAM, Mxico, 1973, s/p. Finalmente, Universidad Veracruzana, Xalapa, 1983, 36 pp. (La Luna Hiena, 11). En vilo (1948-1984), seleccin y prlogo de Enrique Lpez Aguilar, UNACH, Mxico 1985, XLII + 155 pp. (Maciel, 9).
ENRIQUE LPEZ AGUILAR 7
CON UNA MANO EN EL ANCLA
PALABRAS
En el hondo y extrao precipicio donde las palabras suenan cuatro veces, donde los vientos se entremezclan y confunden para formar el viento, donde las horas se convierten en siglos y la vida no pasa.
En el hondo, extrao precipicio, he querido ser para ti pedazos de infinito, vida y muerte, noche y aurora, silencio de tus labios y palabra, oscura palabra de tu boca...
SERS
Sers como el dado que se agita mil veces, que tiembla en la mano o en el cubilete, que seala la dicha o el nmero helado de la muerte.
Sers como el dado: torpe, callada, indiferente.
8
GRITO
La esencia de mi ser. mi esencia, es grito, grito hacia un maana que presiento,
grito en el futuro lampo de mi muerte futura, grito estridente, sin eco, grito solo, grito...
BEB DE TI
Beb de ti y beber de ti es beber lgrimas.
Tu sntesis y t son gotas, cristalinas gotas de sal y de agua.
Beb de ti y mi carne canta.
Beb de ti y mis labios manchan.
9
ETERNIDAD ES BARRO
FANTASMA
Y tener, por qu no?, un fantasma nocturno con cuerpo noche a noche renovado, y el alma tuya, Isabel, que juega a eternizarse y bebe, gota a gota, mi sangre enarenada. Ser, los dos, entre las zarzas, zarza; y un grito de materia, oscuro y renovado, objetivo y presente. Ser los dos, entre los vientos, viento; y carne, mil veces encontrada, repetida, entre las almas. Y que mis sienes cuenten, entonces, por los siglos, las letras de tu nombre; y que cambie tu piel, y que tus besos quiten a mi pasado aos.
Eternidad en ti, fantasma apetecido, quiero ser mientras te robo aliento.
PAISAJE
Un bolero en el aire; dos mujeres con canas en los sueos; un cargador con mitos en la espalda 10
y pulque verde el iris de los ojos. Y ms all, mucho ms lejos, entre las sombras robadas a los muertos, en una esquina maculada y tensa, dejndonos t y yo caricias lentamente. Y ms all, mucho ms lejos, la Muerte, paciencia inmensurable, se besa con las horas en la espera. 11
AVENTURA DEL MIEDO
EL COLUMPIO
a Cintia
Las cadenas (de un naranja chilln, aparatoso) no palpitaban ya, ya no geman. Ni un vaivn, ni una mano (generosa y amiga) que le hiciese avanzar (un instante, un segundo tan slo), retroceder, abanicar el aire (siempre distinto, siempre perpetuamente renovado).
DEBAJO DEL DOLOR SE MUEVE ESPAA
Ests all. Te tienen. Te han ganado a traicin. Te han obtenido a gritos, a puadas, a obuses. Ayuno para expiar la falta de no verte. Ayuno aqu, conmigo; aqu, rehecho; aqu, esperando la seal de abrirte las entraas a besos.
Ayuno aqu: desecho. 12
ESPAA 1961
a Jos Pascual Bux
Quiz lo mejor hubiera sido meter la cabeza en el agua del lavabo hasta asfixiarnos, o acercarnos al potro de belfos temblorosos y dejar que sus cascos nos moliesen el crneo, o machacarnos el corazn con una piedra como si fuese acaso la peor alimaa. Porque ni queremos a Dios sobre todas las cosas, ni esperamos diplomas el da en que la muerte se nos vuelva de pronto nuestra hermana carnal. Hemos vivido siempre entre las ruinas y las ruinas se fueron haciendo de nosotros y nuestro cuerpo es hoy una nube de polvo que corre y se desplaza, y que gime las horas, y que tropieza y grita por las playas.
Porque no queremos la compasin de nuestros hijos ni la simpata del Hombre o el perdn de los tiranos.
Quiz lo mejor hubiera sido machacarnos el corazn con una piedra como si fuese acaso la peor alimaa.
ELEGA
a mi madre
1
Clamaste y en tu clamor sentiste el peso de mi ausencia. Yo era tu carne y fui tu grito. Y te encontraste sola y en la espera. Y no llegu. No supe de tu llanto. Yo, que he sido siempre un punto de ti misma, el ala disecada... Pero estuve en tus poros, por tus venas. 13
2
Te siento morir entre mi llanto y te revivo a besos en mi carne.
Salobre amor, mi amor; salobre grito.
Dueles, amor, me dueles. Eres eterna en m y eres amarga.
Polvo es el polvo. Tu cielo soy apenas. 14
LA HUELLA DE TU NOMBRE
HASTO
Aqu, quemndome en fuegos de artificio.
(La verdadera lumbre, Seor, dnde la guardas? Dnde la fuerza, el sol? Dnde la lucha? Dnde la luz, la rabia?)
Aqu, quebrndome en batallas intiles en trabajos estriles.
(Dnde el peligro, el mar? Dnde la muerte? Dnde la loca crepitacin del fuego? Dnde el volcn y dnde el exterminio?)
Y guardo mi pasin, la encierro en la profunda gruta de m mismo. Escucho la sonata de los das tendido en el desvn de los recuerdos como el mueco de la cuerda rota.
CAN ENAMORADO
He sido el oso pedernal y la cueva de carne nufrago del desierto peregrino del mar zozobra amor y por las playas planto rito de la intencin ms alta objeto.
15
Y si el amor, sitia quiz de pronto la plaza de Can sitia mi plaza te suplico madre de Dios Mara ofende y hiere maltrata ya destruye al que no supo hacer del sufrimiento luz de la culpa y de los hombres faro.
EL CASTILLO
a Mara Zambrano
Tersa la luz, desvanecida y alta... La hora del derrumbe lleg despacio, displicente y seca; olvidada de s; tmulo y fbula. Cay el Castillo; y con l cayeron el seor, su ayudante y el ayudante del ayudante del seor del Castillo; bvedas; muebles; cuadros y cruces; el cazo de la sopa y la sopa de pan. De la cima a la sima; cmulo y suma; smula y cifra. (Los habitantes del pueblo cubren con una lpida el humus que apisona esencia y huesos del agrimensor, del ayudante del seor agrimensor, del seor.)
16
SER
1
En la espiral ser si no en la esfera. Entre la bruma, solos. Slo de amor abiertos; a lo dems, cerrados. Slo al amor, al nuestro; solos y atados. Si no en la esfera, ser en el torbellino, en la espiral ser.
2
Selame en la boca la huella de tu nombre; sumrgete en mi sangre; palpita en m, desnuda; entirrame en la carne la sed de tus races; florece en m, madura; deshazte en m, desnace. 17
AGUJA DE MAREAR
TLATELOLCO
...Y mueves la manija del retrete y en vez de tirar agua llora sangre. Es sangre, sangre!, exclamas lerdamente. Acude tu mujer; llegan los cros.
Y procuras a instancias de los tuyos, pues t, qu duda cabe, has visto tanto averiguar la causa del suceso, o por lo menos Quieres? si el plasma es de animal. No es de animal, te dice al fin te quema en fin un subteniente. Sea por Dios!, respondes cauteloso.
Da tras da tu mujer reclama: La sangre, Ernesto, ensucia mi retrete. Y no es posible echar agua del grifo pues sabes que lo veda una ordenanza.
Refulge el sol. Los nios cantan.
DEL CIEGO AMOR
1
Quien ha recorrido una y cien y mil veces mil cien y una calles de la ciudad el puerto cien mil y una veces rabioso jadeante y no ha dado con ella ha vivido sin ella con otras tediosa eternidad y de pronto la encuentra est all 18
la siente... piensa que no hay sima tan honda que no colme el deseo ni cspide tan alta que no la alcance amor.
2
Tener, tenerte. Sin voluntad, ni eco, sin resquicio. Ser tu cuerpo maana el trozo mo, la entraa, el corazn, el bazo... Ser tu carne, el viento, tu altura, tu gemido...
3
Inesperadamente tu cuerpo fue volvindose mo. El jbilo final Apoteosis En ti contigo arco los dos nosotros Piedra maestra tu sexo piedra el mo. La piedra imn La clave la piedra del bautismo.
19
4
ltimo goce quiz o primera muerte Amoroso dolor si placentero T y yo quemndonos Alrededor: el hielo.
RESURRECCIN
Cuntas veces te tuve y sin embargo ajena? Por qu oh renacido amor rondas mi oscura muerte? Por qu encierra mi cuerpo el pozo de tu dicha? (Soy como ayer el mismo acaso ms amargo, idnticas las brasas y semejante el rito.) Por qu dime amor muerto vuelves a m desnuda si slo puedo darte el peso de mi historia?
DE DIENTES AFUERA
De dientes afuera, amor, nada es bastante.
Te circunscribo, cubro. Halo de ti: levanto. Voy y te digo. Vuelvo a insistir. Prometo. Mis venas, tuyas. Mi corazn, lo mismo, Al igual que los ojos, el terror, la esperanza.
De dientes afuera, amor, nada es bastante.
20
Y al propio tiempo, arguyo, mino: clamo por ms, socavo. Te pido cien con ese gesto mo que imagino sutil y sin embargo es basto, cuando me das como si dar no fuera, cuando te das noventa.
PALABRA
Cuando el gesto me ronda, quema en su verde los labios, mi voz la llave penetra el alma entelerida, pueril, desorbitada; mi voz esptula honrada, escinde, hiende, corta, separa; y es taladro mi voz, y pico, pala.
LGRIMAS
Cmo medir las lgrimas del otro con la vara gastada de uno mismo? Yo slo soy si soy el que se pone por la maana el terno deshojado, quien atraviesa oscuro albas moradas, el que se esconde harto de s, borrado entre cuatro hecatombes de ladrillos. Cmo medir las lgrimas ajenas? Debo loco de m negarme el llanto.
21
MARINA
Quiz no deba dibujar el buque: sera afrontar un riesgo innecesario, hacerme de una nueva (enorme) culpa si por acaso zozobrara en el mar (blanco impasible, inhspito) de papel.
VISITA
Cuando se llega al sitio tirado por atvicos lazos de amor y te sienten los tuyos pues, qu duda cabe, eres extrao inesperado, culpado husped a quien ciertas corteses frmulas se deben, pues son los tuyos al menos practicantes, viejos, buenos cristianos, sientes que en tu pecho hierven todas las vboras.
LADISLAO PUJLAS
Pudo haberse llamado Ladislao Pujlas y nacer en un pueblo cualquiera de la Europa oriental. Tuvo hasta su muerte el privilegio de vivir sin saberlo uno de los mejores estadios de mi vida. Am sin complacer a nadie: tan slo a Pujlas. De un valor inconsciente, arriesgaba el pescuezo como juega sus ltimos dlares el htico apostador de carreras de galgos quiz maana sus hijos no tengan qu comer: sern, por unas horas, los artistas del hambre; 22
no hay mal, insomne apostador, que no venga por bien. Ladislao era justo tanto, que no lo pareca; til los otros marineros, guacamayos heridos, despotricaban pero hacan su parte; generoso le arrebataba el pan al anciano sediento Ladislao Pujlas tuvo una muerte digna: saturado de alcohol, deshecho el msculo cardiaco estuvo tres semanas con dos putas del Congo. En los ltimos testimonio: las negras, tiraba sangre.
NAUFRAGIO
Hndase el buque. Contamos con lo necesario: salvavidas y botes. botellas de champaa. Y sabemos nadar. Mas, para qu el esfuerzo? y hacerlo, con qu fin? Zozobremos sin prisa. Naufraguemos sin gritos. Acaso, sin zozobra. Hndase el barco; hundmonos con l desnudamente. Que se ahoguen las ratas. Los pasajeros de primera. El capitn. El torvo maquinista. Que sea la calma chicha y la sirena pdica guarde silencio. Cuando amanezca a un nudo de la costa hndase el buque. Hundmonos con l desnudamente.
23
FINALMENTE
LAURA
Porque te palpo, mido, bebo, imploro, poseo, infamo, calmo, quemo, dignifico...
Porque te colmo y no; te abraso y no; te escucho y no; y no. Porque te quiero.
Y ni siquiera s de cuanto tengo, me tienes cunto.
Y me olvido de m, y en el espeso, vasto, podrido bosque de los das me besas sabia ignorando que anulas la obscena costra de los aos con el spid que emerge del cielo de tu boca.
Quireme as me digo a veces aunque me partas luego, Laura, la madre, el rostro, el aire y el camino; quireme as, aunque luego me rompas, a gritos, dudas, pedradas, crucifijos...
ELISA
1
Cmo volver a percibir la escueta, prxima caricia de tu vuelo junto a la carcomida, densa, lapidaria masa de mi cuerpo. Cmo casar el ocaso y la aurora.
Cmo circunscribirte a m si ests abierta a la pasin, a la esperanza, al fuego... 24
Recojo velas. Me sumerjo en el vano resquicio de m mismo. La escueta nave masticada de orn, sucia de tiempo, desarbolada. debe encallar silente y hacerse importa cmo? al gris amargo del olvido.
2
(Mito)
Bajo los turbios goterones vamos deshilando la tilma del recuerdo Acaso sin quererlo el sueo pese ms en el mnimo claustro de tus das que en la constancia amarga de los mos Vives ajena y apretada al mito y mi voz inasible se desgaja y alienta vanamente entre las sombras Tan slo s de ti y en ti me engarzo cuando rescato de tu cuerpo el grito.
3
(Metamorfosis)
Cmo ayudar la desolada selva de los das y protegerlos con una capa tosca invulnerable? Quiz la clave sea desbaratar las horas sin que su cisma inhspito, confuso, lacerante consiga altivo, seero dibujarse en el rostro; dejar que vague jugosa la pulpa de la vida cunto ms lejos de la negra avidez de los labios.
(Quiz la clave sea esfumarse por ltimo en la voluta, el canto, la esquila de tu aliento 25
4
(Lneas)
Hasta el mar y la tierra estoy de tan jodido Donde fijo los ojos la voz se vuelve espanto Entremezclo ilusiones que de pronto se esquirlan Me duermo entre cristales machacando tu nombre Nada sabes de m porque de m no es nada Me mastico los huesos y me anudo las venas Dices temerme cuando te escondes de ti misma Deshago los caminos y te encuentro en mis hombros Es intil vivir cuando se ha muerto tanto Yo soy el pedernal y me excavo tan hondo Cmo querer si a gritos te quebrantan y a duelos.
DAME LA VOZ
Dame la voz para escalarme a solas y pueda hollar el fuego de tus ojos, la cancula espesa de tu llanto. Durmete luego. Deja, en el sopor, la caricia extremada de tu tacto en el amargo hilo de mis venas. Deshazte altiva a insultos en la noche que yo sabr sufrir tenaz la estela inhspita, cruel de tus guijarros. Durmete ya. Desata en la espesura la soberbia caricia de tu paso. Dame la voz. Rene las palabras y arrjalas despus desnudamente al campo donde mueren las palomas.
26
EXILIO
Nos colocaron en fila como semilla en surco frtil. Nos midieron los pasos y supongo las intenciones. Solamente se puede dijeron llegar hasta aqu. Agregaron: Es conveniente indicar a quien se deba las veces que se juzgue necesario muchas sin duda lo profundamente agradecidos que estn al Presidente nuestro Tata, el Tata a quien fallamos cada da, pero eso s (verdad de Dios, por sta) sin quererlo, a nuestros jefes, a nuestro pueblo a nuestra gente, pues, por admitirlos entre nosotros vista a qu engaarnos? la escueta nmina de naciones ganosas de hacerlo.
Soy tambin a qu negarlo? un jugador mediocre, mas no ignoro en puridad de verdad todos lo saben que hay juegos con reglas complicadas y otros con simples Nos sealaron las propias con alarmante premura: trabajar o, en el caso de los menores, estudiar y no intervenir; callar, pues, respecto de tpicos como poltica mexicana, lacras nacionales, Virgen Santa de Guadalupe Tonantzin, corrupcin ambiente... Hablar, de precisarlo, de lo propio para, por ltimo, afinar los detalles de la vuelta inminente a las races matizar la estrategia a seguir oh aromtica minerva del Papagayo, el Venecia, el Tupinamba, el Betis, el Madrid... sealar crudamente lo que hicieron, debieron hacer, dejaron hacer, durante la guerra nuestra gente don Inda, Azaa, Negrn, Lster, Largo Caballero, Miaja... llorar de inalcanzable unin, la cohesin imposible, la diferencia ms y ms acusada cada da de clases, profesiones, oficios, visin del mundo, estado... rememorar la exacta geopoltica peninsular, los topnimos, los planos precisos de las urbes (ejemplo: ubicacin de barrios, calles, plazas... de Madrid)... Pero ante todo trabajar, y el descanso llegado, 27
mover la metafrica cola en prueba de alegra porque semidesnudos nos dieron ropa usada, porque a la intemperie nos brindaron refugio en internados y hospicios donde los otros nios hoy s, maana tambin nos recordaban (ululantes) nuestra condicin de pinches refugiados de mierda que nos tragbamos su pan, y, de haberlos, sus frijoles, los cualesal menos a m, transcurridos los aos an se me atragantan agrios en el recuerdo.
Pero finalmente se han ido quedando en el sendero es un decir por no decir osario, huesa los mayores, y poco tardaremos en hacer otro tanto, y ya que deglutimos se infiere la parte leonina de los alimentos propios de esta ubrrima tierra, les serviremos al menos (agradecidamente) a los hijos, los nietos de quienes nos refugiaron de guano impar inmejorable para sus plantos.
ARS MORIENDI
1
Durante muchos aos dije de la muerte como quien habla del perro ventrudo sucio y distante. Hoy, tan prxima y asible, slo tangencialmente me atrevo a susurrarla no quiera violentarse y concluya el conteo.
2
Cuando cmicamente dirijo la mano al pecho 28
como el ms miserable orador de plazuela, siento junto al dolor, prximo al miedo el peso de mil actos irrealizados. Oh mierda! Deshacerme en la nada y slo haber vivido vicariamente.
3
Como el viejo agente viajero tira de su maleta anciana por los caminos ridos siempre de villas, pueblos y ciudades perdiendo a su paso deshojada la flor de la alegra, as jalo yo del corazn menos interesado cada da y ms y ms renuente a incorporarme en cambio al minuto que adviene menguado, apcrifo, torpe, sirvindole de blanco indefectible, de blanco preso, de puro blanco, a la siempre acerada flecha del dolor. Basta, grito. Basta, se ha dicho, mil y una veces, el inerme, viejo corsario, y sin embargo an tira de su maleta, y sin embargo an digo de mi corazn pensando que tal vez un da no llegue la flecha a su destino, o me atine por fin tan sabiamente que no volvamos a repetir el juego.
29
4
Procuro ensordecer frente a la tibia palpitacin del tiempo que me arrastra. No duermo ms. Apunto. Rectifico. Es intil vivir, y sin embargo trato. Escoria soy, hlito, ausencia... pero defeco an, respiro, grito...
5
Suenan de pronto en medio de la noche jirones sonoros de luz pfanos y tambores. Alarma!, grito. Aliento: Al arma! Olvid, no s cmo, que est mi plaza en medio de la noche sin redencin posible.
6
Y cmo corazn cabr negarlo? Jal de ti por la trillada Europa como la anciana tira de su perra. Y cmo recuerda corazn partido se dio Venecia: palomas golfas; palacios mustios; msicos heridos por los aos, el vicio, la quimera; vaporetos; visitantes lombardos, teutones y franceses; tiendas; gondoleros hastiados de lo mismo, del queso/fiambre/vino de la tierra, del golpe acompasado de los remos en las aguas turgentes y traidoras que cercan, roen, queman la ciudad.
30
Muere Venecia como t oh corazn: menudamente.
7
Estoy en suma cundido de gusanos y slo monocorde toco la tecla de la espera hilvanada en que me sumo de este acceder en vano a la esperanza. Alcanzo en la gruta del sueo cuanta compensacin me niega sabia, mezquina, inhspita la vida, y destrozo, a puadas y coces, el torpe sacrificio en que me pudro.
8
Pasaron en tropel atropelladas entre las dos palomas de tus manos las mariposas. Te pregunt feliz soaba entonces? si eran el cuerpo, resquicio, sudario de las almas, de tanto caballero guila, tigre o de prncipe todo uncin y penacho muertos en la florida guerra. Hubo respuesta? No s. Quiz la hubo. Ser mi muerte indagu presuroso tornarme mariposa y reventar desnudo en una caja de cartn acaso o quiz en una de nogal y vidrio? No te dije entonces, en el fragor del sueo? Djenme estar. Que el polvo vuelva al aire, el hueso al barro. Que sea, en fin, el fin, sin artes de abalorio, mitos, resurreccin, Tamoanchn, paraso. 31
EN VILO
EL RENEGADO SALIM
Con una cruz en alto al filo de la noche slo marino de una breve concisa nave Salim escucha ansioso el peso de las olas.
Mira por m. No dejes que el cuerpo se me pudra Yo te maldigo ro del pecado Djame escafandra de Cristo sumirme aleve en la culpa insondable
Lanza Salim el ciego puos y dientes al cuerpo de la noche a su aliento profundo Se mece altivo y sin embargo dueo de equilibrio precario en las trenzadas tablas que lo acunan lo salvan
Lbrame Seor de lo salvable del hombre bueno lbrame del malo del colrico lbrame del nio y lbrame de m Seor de lo insalvable
Era la guerra de Salim el repetido ciclo lo negro deshilado el faro lo opaco y gris el grito y el mar le iba legando 32
escamas en el torso algas vidrios corales.
DESEO
No se hable ms susurro. Que alienten sorprendidos palomas enclaustradas los besos en la boca. Sean ahora agrego tiempo y contorno inoperantes. Gocmonos mujer arteramente. Con pausas y seales. Entre luces y sombras. A gritos, en silencio.
Digmonos adis despus altivamente.
POEMA
Si hubiramos sabido recoger las palabras meterlas en un frasco y tirarlas al mar y recogrselas luego cubiertas las edades las mscaras marchitas Nuestra voz en el agua al peso de las olas.
33
LIVIA
1
Tu cuerpo, el mo alientan; escalan sabios, solos la luz de la fatiga.
Y a veces nos da igual tan slo nos miramos tan lejos de uno mismo.
En cambio tiene el tacto en cada yema un pulpo, un lince en cada mano.
En las cuatro paredes podadas del recinto semejan nuestras voces el bistur, la daga, y solamente a gritos nos adviene el espasmo, oh luz alborozada.
Quiz la puerta al cabo del calabozo se abra y por salir primero, por muveme esa paja, nos matemos por fin, por fin a dentelladas.
2
Soy tu fuego dijiste. Acaso entonces. Cuando el puente desnudo, cuando la brasa, y cmo la cuidamos, cuando el portn abierto...
34
3
Slo los dos la suma del miedo y la fatiga Era a veces la cama de Procusto la tierra acompaado el goce de gritos de macacos los mugidos de vaca sin becerro ni ordea el ruido desolado desnudo de las ramas Oscura apoteosis de quien qued en el sitio aunque no supe cmo ni por qu ni por cunto Y comprend qu pronto que dicindote Quieres? se aprestaban las fauces alternas de tu carne Cmo saber si ramos pira crisol acaso pudiera sacerdotes perpetuos de algn rito Cmo negar que tuvo la inesperada punta aqul mellado romo tlamo de puales donde hoy resumo solo la cuesta de los das.
INTERDICCIN
No pretendas saber cmo perdura Tampoco indagues sobre el sucio fardo que arrastra torpe boba neciamente Mejor djalo estar Que no te asuste Acaso pueda llenar de holln tus ocios de negro el claro remate de tu da Djalo solo Que muerda dura la hogaza de su tiempo Que se recobre y parta No permitas que te acaricie el rostro que te apriete la mano que te diga Pues no es hombre de bien Himno de ausencia No respires su aire No lo acojas Nada le debes Nadie Es cmo decirlo una oracin fallida la leche que se corta el paso que se pasma Djalo ir Su palabra desdora Que no te diga se acerque se insine Tmele as Recela Te pedir el ovillo 35
con el que busca salir de su meandro Djalo en l Quiere tu fruta Tu voz y tu silencio Te llama Margarita cuando tampoco el diablo se atreve en su camino Desdalo Arrjale tu fro sus aos la mortaja Hazle decir que te confunde Te llamas otra Que en todo caso no son las margaritas para el hocico sucio de los cerdos Que se vaya mejor pues su rostro revela la impudicia que nunca lo abandona el rechazo que lo presume siempre Djalo ya No intentes torpe redimirlo Fruta cada Punto vaco horro La firma que no avala Casa sin techo Que tome su zurrn ubique sus mendrugos Que su presencia deje de inquietarte No es nadie Nada El peso de una gota
T
Entre las voces, una. Inesperada, inexcusablemente. Era el reclamo, la luz. Era la esencia. La voz. Tu voz. Eras, por fin. Y yo la escucho ahora desuncido, deshuesado, desecho. Harto de m. Torpe. Colrico El plomo derretido. El atado de lea. La cesta de cisco. Yo, ahora, oigo mi cuerpo, temo por l, lo alio. Y t, la voz. Y yo dicindome sa es mi voz, renunciar es morir. 36
Y yo, luego, ahto de paredes, aullando por la calle. Y sin embargo, t, siempre, la voz.
ANGINA DE PECHO
Dolor amargo, oh la carga dolorosa que destroza y angustia y crucifica. Pero sin ti cmo sera? Cul la posible unin, el lazo estrecho con lo ausente, el ahora, lo ignorado? Cmo atarme de manos a la vida sin la conciencia exacta de tu peso dolor en m, por m, justo conmigo?
Y si obseso discuto tu presencia vivo contigo mi plenitud apenas la sustancia de ti se sustantiva en el camino azul de las arterias. 37
POEMAS NO RECOGIDOS EN LIBRO
AUTORRETRATO
Desgraciadamente, no basta, no. No es mala cosa ser un respetable padre de familia. Ni pagar religiosamente los impuestos. Ni entregarle tu abono mensual a la oscura cajera de una [empresa (yanqui). Ni darle veinte centavos de propina al que te limpia los [zapatos. Ni saludar ceremoniosamente al engolado seor a quien [detestas. Ni rodearte de libros, de cuadros, de discos. No, no es mala cosa, no. Pero no basta. No es suficiente. T quieres ms. O quieres menos? Y emborrachas cuaderno tras cuaderno. Hay algo en ti, una raz oscura que se enrosca en tus [clulas, y te sorbe la savia, y te angustia, te llama. Hay algo en ti. Algo que quieres tratar de hacer, que a [veces haces, sin que nadie te exija, te pida que lo hagas. Por qu, entonces, te gangrena la sangre una raz [extraa? Por qu quieres hacer aquello para lo que, seguramente [no ests dotado? Por qu escribes? Para qu? Para quin? Quin te impulsa, te obliga? Quin te llama? No, no basta ser un excelente padre de familia para ser [un poeta. Ni pagar los impuestos. Ni ser de izquierda, de derecha o [del centro. Desgraciadamente, no basta, no. As emborrones los pliegos por millares. As publiques [tus versos por millones. Por qu no te arrancas de cuajo la oscura raicilla? Por qu no dedicas ms horas a jugar con tus hijos? 38
Por qu no te lustras t mismo los zapatos? Por qu no, carajo?
EL SEMINARISTA
Blanco de amor, de miedo desolado. Aleve la oracin rosa de invierno lumbre en los labios.
LAGARTO AL SOL
Roja de sol la tarde. Roja de sol la oscura Cola (boreal ayer, inane ahora) del lagarto
PERDN
Cuando llegu a San Luis, negro, yo no saba. Yo no saba que tu sonrisa, blanca, es para el negro, para l, la cancin, el dolor, la alegra...
Yo no saba.
Y cierta tarde quise insisto: yo no saba acariciar el pelo de tu hija.
Y gritaron sus ojos acerados puales de la nia el odio de mis vctimas. 39
Yo no saba.
Slo negro, slo quera lo juro acariciar el pelo de tu hija.
BASURA
Se pudrieron las sbanas que nos cubrieron ayer [tmidamente. No fue la posesin, que fue tu ausencia, el equilibrio entre mi ascenso franco y tu desvo.
La posesin no fue, no fue el encuentro. Velan quiz en el carro, quiz velan su albura los hilos que se urdieron en torno de mi carne y tu silencio.
METAMORFOSIS
Deshaz la rama el cardenal el nido sacrifica el dolor a la quimera rompe la luz el canto desgaja vive en la sombra alienta...
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MORIR AL HIELO
Subir y subir sin saber adnde subir al sol quemarse morder la lengua del dragn su fuego.
Matar la salamandra subir al sol al sol morir al hielo.
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Csar Rodrguez Chicharro, Material de Lectura, Serie Poesa Moderna, nm. 152 de la Coordinacin de Difusin Cultural de la UNAM. Cuidado de la edicin: Julieta Arteaga.