El Horror A Traves de Los Siglos
El Horror A Traves de Los Siglos
El Horror A Traves de Los Siglos
CONTENIDO
VOLUMEN I: LA ANTIGEDAD
2.- Pazuzu
10
15
4.- Mokl-Mbmb
25
5.- Fobos
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46
48
49
8.- Gashadokuro
56
9.- Nicol
61
68
78
85
91
92
103
15.- Lirganes
116
124
131
143
18.- El sarcfago
144
147
20.- Samhain
160
VOLUMEN V: EL SIGLO XX
193
21.- Sahkil
194
22.- Gassmensch
204
214
24.- Atmico
238
245
251
27.- Thriller
261
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286
296
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Volumen I
La Antigedad
PAZUZU
Sumeria, Siglo XL a.C.
Grande es la hija de An, que tortura a los nios;
su mano es una red, su abrazo es la muerte.
Ella es cruel, violenta, iracunda y predadora;
es una raptora, una ladrona, esta hija del Cielo.
Toca los vientres de las mujeres en labor de parto
y con tirones extrae a los bebs de las preadas.
La hija de An es una de los dioses, es su hermana;
sin hijos propios en el vientre, sin leche en su seno,
su mente es la de una pantera y su voluntad la de un asno,
ruge como el len y alla como los chacales,
arrulla a las serpientes y simula amamantar a los cerdos.
Grande es la hija de An, que tortura a los nios;
grande y terrible es Dimme, en verdad.
Dimme no sigue los designios de los dioses,
por placer ejerce crueldad contra la raza de los hombres,
por propia locura y despecho se roba a los nios,
roe sus huesos y bebe su sangre para aplacar su sed.
Muchos antiguos Utukku causan males a la humanidad,
son terribles y aterradores; dolor y locura dejan a su paso,
pero tan slo siguen los designios de los dioses
de voluntad inexorable y sabidura incomprensible.
Dimme slo conoce su propia maldad.
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EL SACERDOTE DE ISIS
Egipto, siglo XIV a.C.
La fra oscuridad de grutas que surgen desde las entraas del mundo; el
calor hmedo y envolvente de las selvas al sur; el aroma salado de los mares
al norte y al este; la arena spera y ardiente llevada por el viento de los
desiertos circundantes; la dureza de las garras y colmillos de bestias ignotas; el
bronce helado golpeando su cuerpo; el sabor de la sangre mezclada con sudor;
el miedo el miedo vivo y tangible ante lo que haba visto y vivido; el viaje
de meses, a travs de tierras extraas, bajo soles diversos, siempre hacia el
norte, de vuelta al hogar Todo estaba marcado en su espalda morena
surcada de cicatrices, en sus ojos oscuros y silenciosos, en su semblante
severo y poderoso. Pero, se preguntaba, ellos, sus jueces, sus carceleros, sus
verdugos seran capaces de verlo?
Yo soy Arlhotep, Sumo Sacerdote del Templo Isis. Renunci a las
riquezas y a los placeres mundanos; renunci al poder y al amor. Consagr
mi vida a la Diosa Madre para hacer su voluntad por siempre.
Ms golpes en la cara y en las costillas, ms sudor y sangre, ms fro y
metal. Y de nuevo preguntas estpidas de hombres estpidos, con el disco
dorado de Atn colgado al cuello, ansiosos por escuchar una mentira de
contricin. Pero Arlhotep, postrado frente a sus enemigos, slo saba
responder con la verdad.
La ma es una casta especial de hombres santos, siervos de Isis desde
tiempos anteriores a la construccin de las todopoderosas pirmides y de la
esfinge omnisciente. En el antiguo Templo de Isis slo hay un sacerdote por
vez. Cada uno de ellos entren a un solo aprendiz para que ocupase su lugar
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-Falsas historias con las que has atemorizado a los incautos para
mantener tus privilegios! Abandonaste tu supuesto templo sagrado para visitar
lupanares y celebrar orgas en tierra extranjera. Confiesa!
Yo viaj a la Hlade, donde diezm a los vstagos de Lican, una raza
de hombres que, en pacto con Fobos, tienen el poder de convertirse en bestias
caninas! Yo conjur a los Edimmu, hijos de Lilith, en los desiertos de
Mesopotamia! Los debilit de tal forma que tardarn muchos siglos en
recuperar su poder. Yo venc a los Abismales de Sicilia, hechiceros
infrahumanos que predican la Blasfemia! Los expuls de sus asentamientos en
tierra y los envi a los abismos marinos de los que fueron escupidos.
Mi ltima misin me llev a las selvas del sur, ms all del reino del
Punt, a combatir a la ltima poblacin de los Arcanos, que hombres no son,
sino la raza ms vieja de cuantas pueblan la tierra. Decenas de miles de aos
antes de que los primeros hombres aparecieran, ellos levantaron prsperas e
inmensas ciudades, de las que no quedan sino ruinas, en las que hasta hace
poco an merodeaban algunos individuos enloquecidos, aclitos de la
Muerte.
No. No llevo a cabo estas hazaas yo solo. Como sacerdote de Isis
tengo la facultad de convocar a un contingente de los mejores guerreros de
Egipto para acompaarme, y no estoy obligado a informar nada, ni siquiera
al Faran. Siempre los escog no slo de entre los mejores combatientes, sino
de entre los ms virtuosos, honestos y fieles a los dioses. Los arm con lanzas
y hachas de plata y los bendije en nombre de Isis, para que la benvola Diosa
los protegiese del mal.
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-Te aferras a tus falsedades! Pero te dar una oportunidad. Todos los
sacerdotes del reino han reconocido a Atn como el dios verdadero y ya se
estn instruyendo en los misterios de su culto. Abraza t tambin la verdadera
fe y sers perdonado, aqu y en la otra vida.
Atn? Quin es ste a quien mi soberano ha decidido adorar tan de
sbito?
El Faran hizo una sea con la mano, y el hombre barbado emergi
desde atrs del trono.
-ste es Moiss. Es el sumo sacerdote de Atn. l te ensear todo lo
que debes saber sobre el dios verdadero.
Moiss le habl al postrado y sangrante Arlhotep: Atn es el nico
Dios, el Creador del mundo y de los hombres. Por muchos siglos la verdad ha
estado oculta, pero ahora l habla de nuevo a su pueblo, a sus creaciones, para
que conozcamos la verdad y cantemos los himnos de su gloria. Atn me ha
hablado!- la voz del sacerdote retumb en el saln y muchos de los presentes
se estremecieron -Se me present en el medio del desierto, como una zarza
que arda sin quemarse jams y me orden predicar a los hombres la verdad de
su Palabra. Su poder infinito me permite realizar milagros en su nombre.
Contemplad la magnificencia del dios verdadero!
Tras invocar el poder de Atn, Moiss levant su cayado y golpe el
suelo con l. De pronto, la vara se convirti en un spide. Pero entre las
exclamaciones de asombro y las alabanzas al dios verdadero, se escuch la
leve risa de Arlhotep.
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-Oh, pero no vamos a matarte, Arlhotep.- dijo Moiss con una sonrisa
Tu destino ser mucho peor. Ya que te aferras a tu hereja, te sepultaremos
segn tu arcaica costumbre. Sers enterrado en vida! Sufrirs de un eterno
suplicio encerrado en ese sarcfago. La maldicin de Atn te impedir morir.
Tu alma estar encerrada en un cuerpo putrefacto por toda la eternidad.- y
arranc el talismn de Isis del cuello de Arlhotep.
Trato de hablar, trato de gritar, pero gruesos vendajes sujetan mi boca.
Los embalsamadores, otrora sacerdotes de los antiguos dioses y ahora
lacayos de Atn, cubren mi cuerpo con aceites y esencias propias de nobles
difuntos. Quiero gritar cuando veo la daga. Hacen una incisin en mi
abdomen, mi carne se abre, pero la sangre apenas escurre. Por esa abertura
introducen pinzas fras y tiran de mis entraas Me retuerzo, pero estoy bien
sujeto. El dolor, madre, el dolor! Jalan, siguen jalando; mis intestinos se
desprenden, los veo salir de mi cuerpo. Veo salir todos mis rganos, uno por
uno. Nunca acaba. Por qu vivo? Por qu puedo sentirlo todo? Ahora
fuerzan unas largas pinzas por mi nariz Presionan Tiran Siento que
partirn mi crneo desde adentro Mi cerebro puedo verlos, puedo
sentirlos extraer mi cerebro Ya no soy Soy? Soy Arlhotep el Sumo
Sacerdote de Isis Atn la Muerte el Amanecer de la Muerte Todo mi
cuerpo excepto mis ojos envuelto en vendajes estoy muerto estoy
muerto? Estoy en un sarcfago con la efigie de Anubis, el Chacal
Tanto dolor tanta hambre Moiss veo tu rostro frente a m
-La maldicin de Atn no te dejar morir, Arlhotep. Recuerda eso.
Recuerdo mente sin cerebro alma en cuerpo muerto mi cuerpo
momificado mi alma se pudrir en mi cuerpo La oscuridad eterna se
cierra sobre m Arlhotep, Sumo Sacerdote de Isis Consagrado para hacer
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MOKL-MBMB
Cuenca del Congo, Siglo X a.C.
Aprendan, jvenes, de la historia que les cuenta este anciano junto al
fuego. Si son juiciosos, aprendern de este relato una valiosa leccin,
especialmente aqullos que quieran ser grandes guerreros y cazadores cuyas
hazaas pervivan en la memoria de nuestra gente.
El mundo est poblado de monstruos, me dijo una vez el hombre
sabio de la tribu cuando yo era muy joven. En ese tiempo yo era un mozo
inquieto y curioso, con ansias de conocer las tierras ms all del bosque, las
montaas y el gran ro que rodean nuestra aldea. Me entretena escuchar
historias de viajeros que haban visto las inmensas aldeas de piedra hacia el
Oeste, donde se pone el sol, frente a la Gran Agua. Se deca que a no muchos
das de marcha hacia el Norte y el Este, haba un sitio visitado por hombres de
una tierra lejana que venan en busca de las piedras brillantes y las llevaban a
su reino, en donde haba tribus grandes y poderosas que construan montaas
de piedra, en una regin llana en la que casi no se vean rboles, y ms all,
donde un jefe sabio y poderoso gobernaba en la opulencia.
Yo quera conocer todo eso, pero sent que antes de estar listo para un
viaje tal, deba entrenarme para ser un gran cazador, un rastreador experto, un
guerrero que pudiera procurarse forma de subsistir durante muchos das en la
selva, listo para enfrentar todos sus peligros. Mi padre me ense lo bsico,
pero yo no quera ser slo un buen cazador, sino un guerrero extraordinario,
como los hroes cuyas historias se cuentan alrededor de la hoguera.
Para probar mi vala, decid viajar al Sur, ms all de las tierras de los
pigmeos, donde se cuenta que viven los monstruos ms terribles y espantosos.
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cercanas del Ro, no hace muchas generaciones. Esta misma jungla que nos
rodea fue alguna vez hogar de los pigmeos.
Ellos dictaminaron darme la muerte y yo, sin ms opcin, les revel el
motivo real de mi expedicin. Cuando escucharon que quera ver y
enfrentarme a los monstruos que viven al Sur, algunos se rieron, mientras
otros se estremecieron. El hijo del jefe me condujo entonces a una choza y all
me mostr el horrible tesoro que guardaba con una mezcla de orgullo,
veneracin y espanto. Se trataba del crneo de uno de esos monstruos. Era
ms grande que un hombre, enorme! La cara era alargada, con un pico como
de guila, un enorme cuerno sobre la nariz y muchos ms sobre la testa. Era
algo verdaderamente apabullante.
Los pigmeos me dijeron que perteneca a Emela-Ntouka, el asesino de
elefantes. Lo haba cazado un ancestro suyo, muchas generaciones antes. Fue
necesaria la fuerza de toda la tribu y se perdieron las vidas de muchos
guerreros para derrotarlo. El hijo del jefe me explic que la ferocidad EmelaNtouka se comparaba con la del leopardo y que se haba ganado su nombre
porque se deca que le haban visto matar elefantes. Mas haba monstruos
mucho peores en las junglas del Sur, de los cuales el ms terrible era MoklMbmb, el que detiene el curso de los ros. Me dijo que era una locura
avanzar. Las dems bestias eran poderosas, s, y vivan por largos aos, pero
finalmente envejecan y moran. Se les poda matar. Mokl-Mbmb, en
cambio, era algo ms.
Mbwiri, que posee a los hombres y los enferma puede ser repelido con
bailes y cantos; Los Obambo que asustan en la oscuridad de la selva, tambin
pueden ser apaciguados con rituales. Pero no hay hombre vivo que sepa cmo
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Atenas, finales del siglo V a.C.
Escenario
Una catacumba subterrnea en Atenas. A la extrema derecha, un altar
construido con crneos, flanqueado por trpodes que arden. En la pared del
fondo estn encadenadas las mujeres del coro. Hay huesos y manchas de
sangre por todos lados. El miedo, denso, flota en el aire. Los personajes entran
y salen por la izquierda.
Personajes
ENCAPUCHADO, siervo de Fobos
EUTELPIS, hija de un rico ateniense
CORO de mujeres cautivas
DEIMOSKTONES, oficial espartano
Hoplitas espartanos
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Volumen II
La Edad de las Tinieblas
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LOCH NESS
Caledonia, siglo VI
Nunca te internes solo en el bosque, pues es ah donde vive la hermosa
gente, la antigua gente, y sobre ti puede caer toda su furia, sola decirle su
madre, pero l lo olvid. Se apart de los otros nios y deambul distrado
entre la hmeda espesura de rboles y arbustos. Perdido en sus divagaciones y
fantasas, vio de pronto frente a s a un hermoso corcel de pelaje negro
reluciente. El animal le fascin de tal manera que l no dud en acercrsele. El
caballo se mostr manso y se dej acariciar por el muchacho, que al fin se
anim a subir a su lomo. Sera una gran sorpresa para todos en la aldea cuando
l llegara cabalgando ese animal tan magnfico.
Pero apenas el chico se asent sobre el caballo, ste se encabrit y
emiti un bramido antinatural y espantoso que se escuch incluso en la aldea.
El caballo ech a correr con todo y jinete, galopando ms veloz que la muerte.
Trat de saltar y arrojarse desde el lomo de la bestia, pero algo incomprensible
lo mantena sujeto, encadenado a la piel del monstruo; incapaz de desmontar,
el nio llor, rez y grit por ayuda. El animal alcanz la orilla del Lago y con
un solo salto inmisericorde se arroj hacia las aguas y desapareci bajo la
superficie. Ah, en esos abismos de obscuridad primigenia, el nio quiso sentir
que se ahogaba, pero la piedad de una agona silente no le fue concedida, pues
decenas de fauces monstruosas lo mordieron y desgarraron su piel y
carcomieron su carne y bebieron su sangre. Y el agua del Lago, tranquila
como siempre, sigui reflejando el color del cielo.
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Por aquellos das lleg Colum Cille desde Irlanda, con la misin de
extender el Reino de Dios entre los pictos y los escotos de Caledonia. El rey
Bridei lo recibi con hospitalidad y le dio permiso de predicar en sus tierras.
As lleg a una aldea, no muy lejos del Lago, donde sus habitantes escucharon
con atencin e inters a la historia de las obras y milagros del Hijo de Dios y
de los santos varones que le siguieron, mas no estuvieron dispuestos a
renunciar al culto de sus propios dioses. Los pictos hablaron a Colum Cille de
la gente hermosa, la gente antigua, que habita y protege los bosques y las
montaas. El santo les explic que no eran ms que demonios de la corte de
Lucifer, pero ellos no quisieron creerlo. Los pictos le contaron de las selkies,
las mujeres-foca que atraen a los hombres con sus encantos y luego los
devoran en cuerpo y alma, y Colum Cille dijo que no eran ms que sirenas,
presentes en todos los mares del mundo. Le hablaron de los kelpies, los
caballos acuticos que raptan y se alimentan de las personas. El santo les dijo
que todos esos demonios se iran de sus tierras en cuanto abrazaran la Fe
verdadera.
Entonces los pictos decidieron darle a Colum Cille la oportunidad de
probar el poder de su Dios. Le contaron del monstruo que infestaba el Lago y
que haba matado a muchos nios, mujeres y hombres de la tribu. Es como
un kelpie, pero no es un kelpie comn. Algunos guerreros, unos pescadores y
un hombre sabio condujeron a Colum Cille y a sus seguidores frente al Lago,
al sitio en que el monstruo haba sido avistado por ltima vez.
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para bautizar a tu gente, buen hombre, Pero, otras aguas llegarn al Lago,
aguas del ro y de la lluvia, aguas que no estn benditas. No es as?, S,
respondi Colum Cille desconcertado, y aadi tras una pausa Pero el
Monstruo ha sido derrotado. Por ahora, agreg el sabio picto con una
sonrisa triste, se dio la vuelta y se coloc al final de la fila de los que
esperaban ser bautizados.
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Honshu, siglo X
Huesos, huesos, huesos! Huesos hasta donde la vista alcanza!
Osamentas de hombres, mujeres y nios esparcidas por todo el campo;
crneos, costillas, mandbulas, pelvis y fmures con marcas de violencia y
enfermedad; restos de los habitantes de Kond, a los que l, Takeshi no
Miyamoto, haba condenado a una muerte horrible y sin esperanzas. Huesos,
huesos y ms huesos sobre una tierra rida y devastada era todo lo que se
presentaba ante sus ojos. Miyamoto contempl horrorizado el panorama que
tena frente a s, grit con desesperacin y se dej caer sobre los huesos
polvosos que tapizaban el pramo.
Casi dos aos antes Miyamoto, ebrio de ambicin, se haba unido a la
rebelin de Taira no Masakado contra el poder de Suzaku-teen, el Emperador
que tena su corte en Heian-ky. Miyamoto era entonces el seor de Kond,
una pequea extensin de tierra en la que apenas se encontraban algunas
aldeas ms o menos prsperas. Ah, pero l, Miyamoto, viva en un suntuoso y
fortificado castillo desde donde disfrutaba de las riquezas que arrebataba a sus
gobernados. Cuando Masakado se levant en armas, Miyamoto no le envo a
sus mejores samuris, aqullos que custodiaban su castillo, sino que reclut
por fuerza a todo varn capaz de sostener una lanza y los mand a engrosar las
filas del rebelde.
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NICOL
Sicilia, siglo XII
La taberna era oscura, hmeda y maloliente, agradable para los rudos
marineros que la dotaban de artificial alegra con sus canciones, perjurios y
camorras. Afuera, el mar nocturno aullaba y salpicaba sobre el puerto con
hlito violento y chorros de tormenta, como el bramido iracundo de las miles y
millones de criaturas que lo habitan; la lluvia repiqueteaba en las paredes y las
ventanas, protestando colrica y amenazante. Dentro, los cinco capitanes que
compartan una mesa de honor no paraban de rer, cantar e injuriar. Conforme
la noche avanz, las ancdotas jocosas y obscenas de alta mar y de puertos
lejanos cedieron poco a poco a las historias de sucesos extraos, inexplicables
y, algunos de ellos, inquietantes. Uno de aquellos lobos de mar, el mayor de
todos, con canas en las sienes y cicatrices que dejaron las batallas contra los
corsarios moriscos, habl:
-Yo era un joven marino cuando ocurri lo que les voy a narrar. Mi
nave se encontraba a medio camino entre Sicilia y la Baha de Npoles,
cuando el viga mir a lo lejos una figura que se nos acercaba a gran
velocidad. Por su forma de nadar y su tamao, supuso que se trataba de un
delfn y al principio lo ignor. Poco ms tarde, dirigi de nuevo su mirada
hacia el misterioso nadador y not que se les haba acercado una distancia
nada despreciable. Un tiempo despus, los privilegiados ojos de aquel
muchacho pudieron apreciar la figura marina con claridad y, para su asombro,
descubri que se trataba de un hombre. Hombre al agua! grit alarmado y
muchos de los marineros en cubierta corrimos a popa a ver al infortunado. Ha
quedado muy atrs, dijo el capitn, No hay nada que podamos hacer por l.
Pero el nadador se acercaba cada vez ms, a pesar de que navegbamos a gran
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muchacho. Me dijo que Nicol amaba, sobre todas las cosas, nadar y que
era el mejor nadador de todos. Su madre muri cuando l era un mancebo y
vivi desde entonces a base de atrapar langostas y encontrar perlas. Poda
aguantar la respiracin ms que ningn otro y nadar por horas y cubrir largas
distancias sin cansarse. Por eso, a veces lo contrataban para llevar mensajes de
un puerto a los barcos que ya haban zarpado.
-Yo nunca haba odo el nombre Nicol.- seal otro de los juerguistas
Pero s escuch historias del famoso hombre-pez de Messina. O que era de
una familia de nobles cados en desgracia Que su padre era un noble de
Catania que atrap a una sirena y se la llev a su casa, donde la tuvo
escondida hasta que se le cayeron las escamas y revel que debajo de ellas
tena piernas de mujer junto con todo lo que deba tener- el capitn aadi
un guio ebrio y sus camaradas rieron. Despus se cas con ella y tuvieron a
un hijo, el hombre-pez de Messina. Debe ser el mismo del que estamos
hablando.
-Bah! sa es una historia ridcula! Una verdadera estupidez.- exclam
una voz aguardentosa, torpe, senil y atribulada, cuyo dueo era un anciano
harapiento y hediondo que con el mismo trabajo balbuca y cojeaba hacia la
mesa de los capitanes.
-Quin es este pordiosero?- demand uno de ellos.
-Yo lo conozco- dijo otro Es un pobre loquito que ronda estas tabernas
y cuenta sus historias a quien le invita una copa. Djenlo sentarse, que nos
divertir un rato.
-Mis capitanes,- dijo el viejo aceptando la generosa oferta de esos
caballeros -Los hombres se engaan al pensar que las sirenas son hermosas
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doncellas. A lo largo de mis aos como hombre de mar he visto cosas, tan
extraas y aterradoras, que haran quedar lo que ustedes narran como simples
chisme de viejas. Exista otra historia, capitn, pero muy pocos se atrevan a
contarla y ya nadie la recuerda- para aumentar la emocin, el viejo tom un
largo trago de la copa de vino que le haban servido -Decan que la madre de
Nicol era la hija de un noble de Catania que en una ocasin se paseaba por la
playa con su ama de compaa, cuando del mar sali un hombre monstruoso
cubierto de escamas. La dama de compaa sali huyendo, pero el monstruo
atrap a la joven noble y la viol all mismo. Despus regres al mar y
nunca se le volvi a ver. De esa unin impa naci Nicol. Para m, sa es la
verdad.
Los capitanes ms jvenes se burlaron sin tapujos de los delirios del
vago, pero el mayor de todos, dijo con seriedad:
-En realidad, esa historia tiene ms sentido, segn lo que yo s.
Tambin he viajado por este ancho mundo y he visto toda clase de cosas
extraas Por eso siempre he pensado que slo los hombres ms valientes
deben y pueden surcar los mares.
-Los valientes?- estall el viejo -Los tontos, dir, mi capitn! El mar
no es dominio del hombre. Hay cosas all, bajo las negras aguas, cosas
antiguas y poderosas que se arrogan el imperio del ocano. Cuando entend
esta verdad, me retir del mar y de las naves para siempre.
-Qu disparates dice este viejo?- exclam un capitn En cualquier
caso, qu sabes t de Nicol.
-Yo estuve all.- contest sombro entre sorbos de vino -La fama de
Nicol se extendi por toda la costa siciliana hasta que lleg al interior, a la
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corte del rey Ruggiero. ste viaj a Messina con la intencin de conocer al
famoso nadador. Nicol se present ante su majestad con las ropas ms dignas
que su humilde condicin le poda permitir, pero en seguida el rey pudo ver
que el joven era muy pobre. Su Majestad exigi ver una demostracin de las
habilidades del joven. El rey naveg en su galera real hasta el punto
intermedio entre Messina y Reggio Calabria. Nicol no tuvo problema alguno
en nadar hasta all. Yo lo s. Yo lo vi. Era entonces primer oficial de esa
galera. El rey orden a Nicol que le trajera la perla ms grande que pudiera
encontrar en esa zona. Y as lo hizo el joven: se sumergi por unos minutos y
despus volvi, sosteniendo en la mano una perla del tamao de los cojones
de un buey! Entones, el rey sac de su tesoro una copa de oro con joyas y
perlas incrustadas.
El vago apur su copa de vino y el ms viejo de los capitanes le sirvi
otra, con tal de escuchar la historia hasta el final.
-Recuerdo bien las palabras que el rey le dirigi a Nicol: Este cliz es
ms valioso que todas las perlas que has sacado a lo largo de tu vida. Si la
recuperas del fondo del mar, ser tuya. Nicol acept el reto ingenuo!
Pues el rey puso una condicin No debes sacarla de cualquier lugar. La
arrojar a Caribdis, y de ah debes recuperarla.
Los capitanes se estremecieron, tal como Nicol y todos los presentes se
haban estremecido ante la peticin del rey. El viejo continu su historia.
-Despus de pensarlo un momento, el nadador acept. La galera real
naveg hasta encontrarse a slo unos centenares de pasos del terrible estrecho
donde se forman esos espantosos remolinos. Nuestro capitn no os acercarse
ms. Con ayuda de una pequea catapulta los hombres del rey arrojaron la
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copa hacia Caribdis. El cliz cay lejos del centro, pero la fuerza del remolino
no tard en succionarla y hacerle desaparecer bajo la furiosa corriente. En
seguida, Nicol se lanz al agua y nad hacia Caribdis.
De nuevo la copa se vaci y de nuevo fue llenada.
-Pas ms de una hora, en que no perdimos de vista la superficie del
mar. Nicol se apareci de pronto junto a la proa del barco, con la copa en la
mano; yo mismo fui de los que lo ayudaron a subir, pues el joven estaba
exhausto, trmulo y aterrado. Apenas abord la nave, jadeando se dej caer
sobre cubierta. Dime lo que has encontrado all abajo orden el rey. Y
recuerdo las palabras de Nicol como si yo mismo hubiera visto lo que narr:
Majestad, he visto cosas tan horribles que no me atrevo a describir. No
quiero no puedo Creo que mi amor por el mar se ha desvanecido para
siempre, pero el rey insisti y el muchacho no tuvo ms remedio que
obedecer Bajo el remolino hay un abismo tan profundo que nunca pude ver el
fondo. En l habitan monstruos marinos gigantescos, y en sus laderas hay
ciudades esculpidas en coral. Magnfico! exclam el rey Mi reino tiene
ciudades submarinas!. Y entonces Nicol le contest, muy serio No
majestad, all abajo ya no es su reino. El rey se air, pero al sencillo
muchacho no le import y dijo Esas ciudades son ms viejas que los barcos
de los marineros griegos y fenicios que yacen en las arenas del fondo Estn
habitadas por hombres monstruosos, como demonios, que practican la brujera
y adoran no s a qu stas son palabras que nunca olvidar: Fue uno de
ellos quien me entreg la copa. Esa cosa me dijo En nombre del
Cielo! No quiero ni recordarlo. Y quisiera olvidarlo yo tambin.
El viejo harapiento call por ms de un minuto, meciendo las heces de
vino en su copa.
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EL FLAUTISTA DE HAMELIN
Baja Sajonia, Principios del siglo XIII
Hans volvi con la niebla. Su mirar tena el color de la helada y en sus
mejillas brillaba la escarcha. Era dos inviernos mayor que cuando haba
partido; su cara y brazos estaban surcados por marcas de hierro candente. Pero
era Hans, y la gente de Hamelin lo reconoci y agradeci al cielo cuando se le
vio aparecer con andar perdido por el sendero que lleva hacia el pueblo.
Cuando Hilda supo del regreso de su hijo, corri a su encuentro por las
calles lodosas de Hamelin. El muchacho no respondi a los llamados y no
reaccion al abrazo de su madre. Inmvil y fro, con la mirada naufragando en
el fango, exhal un suspiro de vaho. Hilda condujo a Hans a su casa y el
muchacho, privado de voluntad, se dej guiar.
Al llegar a casa, las hermanas y el hermano de Hans salieron a recibirlo.
Slo el mayor, Freder, lo recordaba. Las nias eran demasiado pequeas para
evocar aquel otoo en que el Flautista, esgrimiendo una orden del Papa y otra
del Emperador, haba llegado a Hamelin para llevarse a todos los varones
mayores de catorce aos. Mas incluso para Freder, que tena viva en la
memoria la imagen de su hermano mayor, esa criatura torpe y sin voluntad
resultaba extraa. Slo Hilda reconoca en l a su hijo perdido.
Para Hamelin, pueblo de mujeres y nios, el regreso de Hans era un
milagro. Nunca antes haba vuelto un nio de los que se haba llevado el
Flautista. El retorno del mozo significaba esperanzas para las madres que an
miraban hacia la niebla y esperaban ver surgir la silueta de sus muchachos y
para aquellas que teman escuchar de nuevo la msica dulce de la flauta.
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-
Tierras de Nvgorod, Mediados del siglo XIII
Guyuk, jinete de las Hordas Azules de Batu Khan, cargaba en su
memoria la imagen de charcos viscosos de sangre, huesos y vsceras, nicos
restos del magno ejrcito que estuvo a punto sitiar a la Gran Nvgorod. Ante
sus ojos rasgados permaneca imborrable el recuerdo de cientos de soldados y
caballos trtaros aniquilados. En sus odos an resonaban los alaridos que
emitieron sus desvalidos compaeros de armas. En su corazn lata el terror
perenne, sembrado all por un estruendo que ningn hombre debera jams
escuchar.
Lejos de su tropa y herido en un brazo, Guyuk caminaba a travs de
senderos speros y oscurecidos por las sombras antinaturales de rboles
deformes. El trtaro poda sentir el hedor de pantanos cercanos, peste que se
agudizaba con la cada de una noche prematura. Conforme Guyuk se internaba
en el bosque, los cuervos bajaban de los rboles para beber del rastro de
sangre que el guerrero dejaba a su paso, y lo seguan con la esperanza de darse
un festn ms opulento.
Cuando la noche se hubo cerrado sobre Guyuk, un cambio en la
direccin del viento le trajo el inconfundible olor a humo. A pesar de la
oscuridad que no le permita ver ni siquiera las estrellas, Guyuk encontr su
camino entre zarzas y arbustos espinosos hasta que pudo divisar a lo lejos la
luz de una cabaa. Elev rudas plegarias hacia Tengri, dios del cielo, y decidi
pedir alojo y comida en la casucha. Si el habitante de la cabaa no era dcil y
servicial, Guyuk tomara lo que necesitaba por la fuerza, pues an conservaba
su cimitarra.
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Cuando termin, la vieja verti los restos del pequeo en el perol que
colgaba sobre la hoguera y una vez hecho esto se volvi hacia el joven
guerrero y le sonri con la cara cubierta de sangre.
-Cul es el problema, jinete trtaro? T has visto matar y has matado a
decenas de nios inocentes. Los has arrebatado de los senos que los
alimentaban y los has arrojado al suelo, para luego complacerte en los cuerpos
de sus horrorizadas madres y hermanas. Por qu te espantas al ver a una vieja
preparar su cena?
Guyuk intent hablar, pero de su boca slo surgieron gemidos
lastimeros. La anciana se acerc a l y lo ayud a sentarse.
-Hay destinos peores que fallecer, fiero Guyuk. Pero incluso los
infiernos ms terribles son efmeros, pues los dioses que los crearon y los
mantienen sern derrotados o destruidos algn da. Incluso el reinado del
poderoso Tengri declinar. Hay demasiadas fuerzas en combate, Guyuk,
muchas de ellas verdaderamente horribles, tan espantosas que sera imposible,
incluso para m, comprenderlas del todo Algunas de ellas son las
Blasfemias, que violan el orden natural del mundo y ofenden a los pocos
dioses benvolos que an lo guardan. Pero la nica fuerza constante es la
Muerte, la Destruccin Absoluta, la Desolacin Infinita. Y yo debo salvar a
cuantos nios me sea posible.
-Salvarlos?
-S, pues la Guerra se alimenta de los nios. Los llama y se apodera de
ellos. Los llama al desierto y a la selva y a los campos de lodo, y ellos no
pueden ignorar su llamado. Por eso yo debo salvarlos Por eso debo salvarte,
hermoso Guyuk.
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METERUL MANOLE
Valaquia, principios del siglo XIV
La iglesia de Curtea de Arge es ms antigua de lo que dicen los
registros, como puede percibirse al penetrar en las penumbras de su nave, por
el color de la piedra y el olor a humedad. De ello pudo darse cuenta el
emisario del voivoda cuando visit la iglesia. La verdadera historia de su
construccin la guardan las leyendas que cuentan los valacos ms viejos, y no
haba nadie ms anciano que el decrpito sacristn. El emisario entr
acompaado de algunos soldados y varones principales; el viejo sacristn lo
esper de pie junto a una pared en la que estaba tallada en bajorrelieve la
grotesca imagen del Dragn Balaur. Sin que fuera necesario preguntarle, el
anciano empez a relatar la historia:
***
Nadie recuerda el ao preciso de la construccin, pero su origen se
remonta a ms de un siglo antes de que el Empalador cruzara el Danubio y
venciera a los turcos en sus tierras En Valaquia gobernaba Negru Vod, y
en ese entonces no haba arquitecto ms afamado que Manole, as que el
voivoda le encarg que construyera una iglesia y un monasterio en Curtea de
Arge. Manole era un hombre orgulloso y altivo; haba nacido en el seno de
una familia humilde y a fuerza de trabajos y sacrificios se haba convertido en
el mejor arquitecto del pas. l y sus nueve aprendices presentaron al voivoda
un diseo imponente y majestuoso. El soberano lo aprob y Manole puso
manos a la obra.
Cientos de siervos fueron puestos a trabajar en la construccin y se
trajeron toneladas de cantera desde lejanas canteras. Manole no tema usar el
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xito del proyecto deban capturar a los primeros viajeros que pasaran por la
construccin y emparedarlos vivos en el muro que se estaba levantando. Ellos
consintieron. Se dice que el albail trat de alertar a sus compaeros, pero
nadie le hizo caso. Otros dicen que muri esa misma tarde, cuando una piedra
cay de forma de repentina sobre su cabeza.
Poco despus se vio aparecer una carreta en la lejana, que se acercaba
por el camino. Manole avis a sus aprendices que estuvieran listos para
aprehender a los viajeros. Puede vuestra merced imaginar cun grande fue el
espanto y la desesperacin del arquitecto cuando vio que la carreta llevaba a
su mujer, Ana, y su hijo, Radu.
Manole se arroj de rodillas y rog al cielo que una tempestad o algn
otro prodigio impidieran la llegada de su familia hasta el sitio de la
construccin! Pero no hubo respuesta y el arquitecto observ en agona el
lento avanzar del vehculo por el sendero. Al fin llegaron esposa e hijo,
sonrientes e ignorantes del destino que los aguardaba y saludaron con
amorosos gestos al hombre que habra de matarlos. Manole no se atrevi a
verlos a los ojos y orden a los aprendices que encadenaran a las vctimas para
proceder a emparedarlas. Ellos obedecieron reluctantes y repugnados, pero
teniendo siempre en mente la amenaza del voivoda, como una voz que les
susurraba todo el tiempo, cumplieron con las rdenes de su maestro. Ana,
forceje, grit y suplic que tan siquiera tuviera piedad de su hijo, pero el
pequeo Radu tuvo el mismo destino que su madre. Manole ignor los gritos
de su mujer y los sollozos de su pequeo hijo, quien no comprenda lo que
estaba pasando. Los aprendices pusieron piedra tras piedra, hasta que las
vctimas quedaron fuera de la vista y sus gritos no se escucharon ms
***
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Volumen III
La Era de los Imperios
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LA LUZ DEL DA
La Gran Chichimeca, Mediados del siglo XVI
De los ms cien hombres que partieron conmigo, apenas quedamos
veintitrs, contando a los dos guas indios que se nos unieron en el camino.
Esta expedicin en busca de la antigua Cbola ha resultado un fracaso, an
ms, un desastre; ahora slo nos importa sobrevivir. Hemos encontrado de
nuevo aquel ro que, los indios aseguran, desemboca en un mar no muy lejos
de aqu. Espero que pronto alcancemos el ocano y, siguiendo la costa,
arribemos a territorio civilizado.
He extraviado mi bitcora original en una de tantas escaramuzas contra
los indios de estas desoladas regiones, por lo que la narracin detallada de
nuestra expedicin se ha perdido. No tendra caso narrar de nuevo nuestro
sufrimiento en las tierras salvajes del Norte, donde hemos sido masacrados por
hordas de salvajes y diezmados por el hambre. Una atroz jaqueca febril, que
parece frer por dentro el cerebro de quienes la padecen, acab con las vidas
de muchos mis hombres. Pobres infelices, el calor implacable y la
inmisericorde luz del desierto los atormentaba a tal grado que pedan la muerte
entre sollozos.
Quisiera, sin embargo, que hubiese quedado registro de las maravillas
que encontramos y de las hazaas valerosas de los hombres que me
acompaaron. Soy un hombre curioso y me mueven tanto el espritu de
aventura y el hambre de novedad como la sed de riquezas. En mi bitcora
tom nota de los caracteres de los territorios que hemos explorado, de los
diferentes pueblos indios que hemos conocido y de los diversos animales y
plantas que hemos visto. Todo ello se ha perdido para siempre.
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***
El Seor nos proteja: no cabe duda que estamos en territorio del
Maligno. Imaginad el vaho o vapor que parece emanar del suelo y nubla la
vista en los lugares ms calientes. Se le ve en las llanuras muy yermas, pero
tambin en las calles empedradas de ciudades muy calurosas cuando las azota
el sol de medio da, o en los caminos que no gozan de la bendicin de la
sombra. Es como humo transparente, como agua flotante que se interpone
entre el observador y lo que observa. Seguro lo habis visto en alguna ocasin.
Dios nos guarde: justo as son los que nos persiguen.
Hace apenas unos momentos, dos de mis hombres fueron hacia el ro en
busca de agua. Entre la colina y el ro se extiende una explanada de rocas,
arena y matorrales que los hombres deban salvar. Ya venan de regreso
cuando vimos ese vapor moverse alrededor de ellos. Pensamos que era un
simple espejismo del desierto, hasta que vimos atnitos cmo esa cosa levant
a uno de los hombres en el aire y lo hizo pedazos. Literalmente, le arranc
trozos del cuerpo, algunos tan grandes como puados y otros tan pequeos
como granos de arena. Deshizo por completo a aquel hombre, dej su carne
tirada en el piso e hizo volar su sangre como llovizna llevada por el viento. El
otro hombre corri despavorido, pero el monstruo lo alcanz y lo despedaz
tambin. He estado en decenas de batallas y nunca haba escuchado a un
hombre gritar as.
Los dems corrimos hacia la gruta y nos introdujimos en ella. El ltimo
hombre en pasar por el estrecho agujero fue cogido del pie por uno de los
demonios y jalado hacia el exterior. Mis hombres huyeron internndose en la
cueva, pero yo me qued junto a la entrada y pude atestiguar lo que hicieron
los demonios. El hombre estaba suspendido en el aire por las invisibles manos
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repletos de agua. Mis hombre bebieron hasta saciarse y entonces una segunda
partida fue enviada al ro. Esta vez no fue necesario que los acompaara y, al
igual que nosotros, la segunda partida volvi sin encontrarse con obstculo
alguno. He decidido que, ya que hemos descansado todo el da, reanudemos
nuestro camino de inmediato.
***
He causado la muerte de ms de mis soldados. Slo quedamos seis
cristianos y los dos indios. Sucedi que estuvimos caminando toda la noche a
lo largo del ro. No mucho despus del alba, el sol se haba convertido en
nuestro enemigo y torturador. Y con el sol, llegaron los demonios. Uno de mis
hombres fue arrebatado por ellos y despedazado en el aire. Vi cmo le
arrancaron la mandbula, las orejas, los ojos y los dedos. Los dems
abandonamos la carga y corrimos de regreso hacia la colina. Pero por mucho
que corramos esas cosas eran mucho ms veloces. Slo podamos ganar un
poco de terreno cuando se detenan a matar a uno de los nuestros. Uno por
uno, tomaron a mis hombres y los descuartizaron inmisericordemente en el
aire, y tieron el viento con su sangre. Slo nosotros seis y los indios
alcanzamos la gruta, pero no tenemos provisiones, ni agua. Fui el nico que
conserv su carga, pues me aferro con devocin a este diario. Estamos
atrapados aqu y probablemente moriremos, pero si es as, no quiero que se
pierda la relacin las ltimas hazaas de Pedro Hernndez de Torrecilla.
Seguir escribiendo hasta el final.
***
Me aventur a explorar las profundidades de la cueva, con la esperanza
de encontrar otra salida. La galera con las construcciones de adobe conduce, a
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travs de un amplio portal, a una bveda mucho ms grande, tan alta que una
torre de campanario podra construirse all sin problemas, y tan espaciosa, que
una aldea entera cabra en ella. En medio de la bveda se encuentra una
pirmide, como aqullas del Mjico o del Yucatn, pero hecha de ladrillos de
adobe y no de piedra. Consta de varias escalinatas que culminan en una
plataforma en la que se ha erigido una choza construida con vigas de hueso y
recubrimiento de piel de zorros, liebres y otros animales. Sub las escaleras
hasta la choza, donde casi me hace caer del susto un viejo indio que ah tiene
su morada. El indio se extra de encontrarse con nosotros tanto como
nosotros de toparnos con l.
A travs de nuestros indios, que a grandes rasgos conocan su idioma, el
viejo nos cont que era el ltimo de una raza que haca cientos de aos que
haba ido a vivir al desierto, huyendo de las guerras. Su pueblo tena leyendas
de una migracin muy anterior, de miles de aos atrs. Se deca que esa gente
haba encontrado la abundancia en medio del desierto. As, este pueblo ms
joven decidi seguir el mismo camino. Pero en estas inhspitas tierras fueron
atacados por los demonios, a los que el viejo llamaba el hlito del desierto, y
que diezmaron a su gente. Los supervivientes tuvieron que refugiarse en las
grutas bajo la colina. Das despus siguieron su camino y al fin encontraron la
ciudad, construida con ladrillos de adobe y llena de edificios altsimos y
pirmides colosales. Pero estaba por completo abandonada y las arenas del
desierto cubran sus calles. All fueron atacados de nuevo por los demonios y
tuvieron que refugiarse en almacenes subterrneos. Al anochecer abandonaron
la ciudad y regresaron a la colina. Al principio enviaron hombres para
contactar a sus tribus hermanas de las llanuras, pero los mensajeros nunca
regresaron. Al final se asentaron en las grutas y fundaron una pequea aldea.
99
***
Ahora estoy en la ciudad perdida, escondido en un cuarto oscuro y sin
ventanas en uno de los monumentales edificios, ya que nos fue imposible
encontrar los almacenes subterrneos de los que hablaba el viejo indio. l nos
abasteci con cueros llenos de agua y algunas races y setas. Antes de
despedirme del brujo, le ofrec bautizarlo para salvar su alma, pero l quiso
morir protegido por sus falsos dioses. Que el Seor se apiade de l.
Apenas anocheci, salimos de la gruta a toda velocidad, en direccin
hacia el sur. La noche fue tranquila, pero el temor de que el da nos
sorprendiera en el camino nos impeda sosegarnos. Estaba despuntando el
alba, cuando a lo lejos distinguimos el perfil de la ciudad. Emprendimos la
carrera contra el sol, pero fuimos demasiado lentos. Cada paso que ganaba la
luz era un abismo de terror que se abra al oriente. Cuando los primeros rayos
luminosos nos alcanzaron, mis hombres comenzaron a morir. Los demonios
tomaron a cada uno de ellos en el aire y los destruyeron. A uno de mis
hombres lo deshicieron como si fuera de arena, a otro lo hundieron bajo las
rocas y a uno ms lo despedazaron vivo.
Al final, slo los dos indios y yo entramos en la ciudad. Es una visin
maravillosa y terrible. Est llena de edificios ms altos que los campanarios de
las catedrales. Sus pirmides son titnicas, tanto o ms grandes que las de
Mjico o las del Yucatn. Las paredes internas y externas de las torres estn
cubiertas de grabados de monstruos y demonios, entre los que abundan los
dragones como aqullos que nos atacaron junto al ro. Una gran estatua de oro
que representa uno de esos dragones se alza en la cima de una pirmide
colosal en el centro de la ciudad. S, aqu hay oro. Hay oro por todas partes, en
joyas, vasijas e instrumentos desconocidos para m. Las puertas de algunos
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edificios estn hechas del precioso metal. No me cabe duda, sta es Cbola, la
ciudad de oro, y yo la he encontrado; soy su descubridor, su conquistador
Fuimos incapaces de encontrar los almacenes subterrneos y lo que
describo es apenas lo que pude ver en mi huda por la luminosa, cegadora y
sofocante ciudad. A uno de los indios lo atraparon los monstruos y lo azotaron
contra las paredes de los edificios hasta molerlo. Al otro lo atraparon poco
despus y lo elevaron hasta la cima de la gran pirmide, le arrancaron el
corazn del pecho y lo hicieron rodar las escalinatas del maldito templo.
Apenas tuve tiempo de entrar en un edificio y ocultarme en la cmara oscura
en la que ahora me refugio. Estoy esperando la noche para poder escapar. Oh,
nunca haba odiado tanto la luz del da como ahora
Las criaturas estn a fuera las escucho rasgando la puerta del
cuarto Ahora la golpean tratando de derribarla Estn susurrndome
algo Me llaman Oh Dios, Padre misericordioso, apidate de m
Golpean Me llaman La tinta se acaba... La puerta de oro est cediendo
La luz, la odiosa luz est penetrando con ella, sus manos, sus garras La
puerta cae Se hace la luz!
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temas, pero confo en que aqu el imperio de Dios es tal que ninguna fuerza
terrible debera ser capaz de penetrar Pero contina tu historia.
-Por las semanas siguientes estuve haciendo pesquisas entre los indios
ms viejos para encontrar alguna informacin sobre esa mujer que llora. Ellos
me dijeron una historia muy diferente a la que cuentan los espaoles. Me
aseguraron que la mujer que llora no es otra que Tonantzin, una diosa a quien
ellos consideran su madre. Segn los indios, Tonantzin llora inconsolable
desde los das de Moctezuma por la derrota de sus hijos y su reduccin a la
esclavitud y la servidumbre.
-Y t qu opinas al respecto?
-Pienso que este espectro, sea lo que sea, es un peligro para espaoles e
indios por igual. Muchos indios estn convencidos de que esa aparicin es la
diosa Tonantzin y mientras sea as, ser difcil apartarlos de sus creencias
brbaras y acercarlos a la luz del Seor.
-Pero qu piensas t de esa mujer que llora?
-Veris, padre, yo sola creer que el demonio no se le aparece a los
hombres ni posee sus cuerpos, sino que los tienta hacia el pecado y la maldad.
Yo pensaba que los indios, en su ignorancia y simpleza, adoraban a dioses
falsos e inexistentes, y no comparta la opinin de muchos religiosos que
creen que los indios adoran al diablo. Pero despus de haber visto y odo esa
espeluznante aparicin, no puedo ms que pensar que el demonio se presenta
en la forma de la diosa para apartar a los indios del camino del Seor y
condenar as sus almas. Como el Maligno no puede provocar buenos
sentimientos en los hombres, terror y tristeza es lo que emana de esta
aparicin. Por eso os escrib y os inform de este suceso antes que a nadie,
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autoridad de Dios sobre cualquiera de sus enemigos, orden una vez ms que
los demonios abandonaran el templo.
Pero las rdenes de fray Guillermo no fueron obedecidas, sino que una
voz potente y estruendosa se ri de ellas. Luego las paredes comenzaron a
chorrear sangre, y las hostias consagradas que an estaban en el suelo se
convirtieron en corazones sangrantes, y el altar se alz en una escalinata que
se extenda infinitamente hacia la oscuridad, desde la que rodaron decenas y
decenas de cuerpos mutilados. La sangre lo cubra todo y pronto nos vimos
rodeados por las entraas de las miles de vctimas que los aztecas sacrificaron
a su abominable dios.
Sin embargo, fray Guillermo se mantuvo firme, aunque vea nuestros
pies sumergidos en un charco de sangre y yo estuviera temblando y llorando
de miedo. Me dijo repetidamente que me calmara y que mantuviera mi fe en el
triunfo final de Nuestro Seor. Sac entonces del fardo un libro antiqusimo,
de tiempos romanos, que haba sido utilizado, me dijo, por los primeros
discpulos de los apstoles. Fray Guillermo abri el libro y ley en arameo
conjuros y oraciones que yo no entend, porque no conoca tal lengua. Apenas
pronunci la primera palabra los truenos y temblores reiniciaron ms furiosos
que antes, la lluvia de sangre se convirti en tifn y los ros de entraas se
volvieron ocanos, mas fray Guillermo no retrocedi, sino que se mantuvo
firme y sigui rezando con toda su fuerza y toda su fe. El horror de la escena
fue demasiado para m y perd el conocimiento.
Cuando despert me encontraba otra vez en las ruinas del templo con
las estrellas brillando sobre mi cabeza y el fro viento nocturno soplando entre
las piedras. Me incorpor, mir a mi alrededor, y vi la figura de fray
Guillermo tendida en el piso. Corr hacia l y me arrodill a su lado, temiendo
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que hubiese muerto, no por l, sino por el horror de verme solo en esa tierra
maldita. Pero fray Guillermo segua vivo y me dijo con voz trmula y
agonizante que Hutzilopochtli an viva, pero que estaba muy dbil y que era
mi deber rematarlo. Me instruy para rezar todas las oraciones que supiera y
as lo hice, pero no senta que tuviese ningn efecto. Sin embargo, al final se
dio en m una extraa sensacin, como si pasara de un lugar desconocido y
amenazante a uno familiar y acogedor. Un colibr baj del cielo, volando con
dificultad, como herido, cay al suelo y se qued inmvil. Desconcertado, me
volv hacia mi maestro, quien me dijo con enigmticas palabras que
Huitzilopochtli haba muerto y que Dios haba llegado para ocupar su sitio en
este lugar; entonces fray Guillermo expir tambin.
Solo y desorientado, me qued contemplando el cuerpo del que fuera un
gran hombre de Dios, hasta que escuch el lamento de la mujer que llora. Alc
la mirada y all estaba ella, resplandeciendo con un aura azulosa, llorando a
gritos lastimeros con la expresin ms absoluta de congoja que yo hubiese
contemplado o podido imaginar. Su llanto me llen de la tristeza que t mismo
experimentaste, esa tristeza sin fin, que me hizo olvidar que existe cualquier
otra emocin y que me dej sin esperanzas de volver a sentir alegra. No hu ni
pretend evadirme del dolor que esa mujer me transmita, sino que me qued
escuchando sus lamentaciones y compartiendo su sufrimiento. Entonces
comprend porqu llora esa mujer Llora por sus hijos, no los indios, sino
toda la humanidad y an ms, todos los seres vivos de la creacin, pues pronto
la Muerte caer sobre ellos.
No lo entiendes? Yo tampoco comprend en un principio. Vers, yo
acababa de presenciar la muerte de un dios. No de un demonio, no de uno de
los ngeles que se rebelaron contra el Seor. Yo presenci la muerte de
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Huitzilopochtli, pues l estaba vivo y era tan real como Dios Padre, Hijo y
Espritu Santo. Contempl la muerte de un dios, algo que ningn mortal deba
presenciar Piensas que lo que digo es blasfemia y hereja? No. Yo le soy
fiel a Dios, pero he aprendido que su dominio es limitado y que en las tierras
en las que no se le conoce gobiernan los otros dioses. Dios nos ha
encomendado la tarea de expandir su imperio y llevarlo all donde los otros
dioses tienen su trono.
As es, hermano Bernal; existen y existieron miles de dioses. En
cuntos dioses creen los hombres del mundo? Claro, muchos de ellos son en
realidad las mismas deidades adoradas bajo diferentes formas y nombres, y
otros tantos son invenciones de mentes con poca imaginacin. Pero an as,
cuntos son! Y sos son slo los dioses de la Tierra, que an faltara contar
los de las otras esferas Existen legiones y legiones de dioses, muchos de
ellos terribles, crueles y absolutamente malvados.
Esta as llamada Nueva Espaa es tierra de los otros dioses y el nuestro
an tiene poca presencia y poder aqu. Mira las selvas y bosques que nos
rodean: en ellas habitan los chaneques, horribles enanos que espantan a los
viajeros para robarles el alma. En las cuevas y grutas, los nahuales an usan el
poder de sus dioses para convertirse en bestias y acechar a sus enemigos.
Todava hay lagos y cuerpos de agua en los que moran los ahuizotes, que
comen carne, pero que no son animales. Es por todo esto que tras la muerte de
Huitzilopochtli vine a encerrarme a este convento apenas se estableci, para
estar en un espacio en que Dios, y slo Dios, tiene poder.
No entiendo, ni creo que t puedas entender, cules fuerzas son
bondadosas y cules son malvolas. Yo sirvo a mi Dios y eso me basta. Lo
que s comprendo es que hay una fuerza constante, y que esa fuerza es la
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LIRGANES
Cantabria, siglo XVII
Mara sabore el agua de mar que inundaba sus fosas nasales,
arrastrada por la corriente que la sacuda y aporreaba contra los arrecifes.
Su piel se quemaba al contacto con las medusas y pececillos negros de dientes
filosos le mordan los dedos. Haba dejado de luchar contra la oscuridad
profunda del ocano y esperaba pronto morir ahogada cuando un rostro
luminiscente se apareci en el abismo. Mara dej escapar burbujas de
alarido cuando la cosa blasfema que tena frente a ella alarg una mano
escamada y membranosa, la sujet del cabello, la atrajo hacia su cara
triangular y viscosa y encaj su boca llena de dientecillos afilados en los
labios de la joven. Ella cerr los ojos y grit por dentro. Entonces sinti un
ardor que suba por su vientre.
Aquella noche de tormenta y viento ululante, Mara despert por los
llantos de su beb y pronto olvid su pesadilla en la actividad de amamantar al
pequeo. Meses despus, dio a luz a un segundo hijo, al que llam Francisco.
Pasaron los aos y otros dos varones llegaron a la familia, para orgullo de don
Francisco de la Vega, padre de los cuatro. Pero Francisco el padre muri
cuando an era mozo el hijo que llevaba su nombre. Se ahog en el Miera una
noche sin luna cuando sali de su casa por motivos desconocidos y sin avisar a
nadie.
El mayor de los hermanos muri poco despus, en cama. Amaneci
cubierto de agua salada que le chorreaba por la boca y la nariz. Estaba inflado
como si se hubiese ahogado. La familia y los vecinos estaban tan asustados
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muchacho. Pensaron
que
algo. Era un molusco vivo que se retorca en agua salada sobre la hierba.
Mara no tuvo tiempo de horrorizarse o sentir asco, pues otra vez el impulso
de vomitar se apoder de ella, y la hizo postrarse para expulsar de su boca ms
criaturas babosas, que no le dieron la oportunidad ni de respirar. Un lugareo
observaba la escena a lo lejos, desde su ventana, sin atreverse a salir, cuando
las nuseas, calambres y espasmos se apoderaron de l y tambin empez a
vomitar bestezuelas acuticas. Su esposa, que dorma cerca de esa misma
ventana, despert por los dolores de estmago y, antes an de recuperar
consciencia, comenz a vomitar y a vomitar Esa noche, entre el aullido del
viento y el tronar de los relmpagos, todos los hombres y mujeres del pueblo
expulsaron viscosidades reptantes en una agona indescriptible. Francisco,
sereno, lleg hasta el ro y se lanz a sus negras aguas para jams volver a ser
visto.
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EL DIABLO EN JERSEY
Nueva Jersey, Siglo XVIII
Han pasado ya muchos aos y se sigue hablando del Diablo de Jersey en
los Yermos Pinares de esta colonia de Su Majestad. Todava hay quien dice
encontrarse con sus ojos de azufre en la oscuridad del bosque y quien lo culpa
de la muerte de perros y ganado. Cuando desaparece un nio, en seguida se
murmura la presencia del Diablo. Lo cierto es que en algunas noches nubladas
y oscuras se escuchan extraos gritos en la espesura del impenetrable bosque.
No soy un hombre supersticioso y en un principio no cre en la historia
del espectro que supuestamente rondaba los despoblados y los caminos. Sin
embargo, los aos pasan y las evidencias se acumulan, mientras mis creencias,
antes firmes, se sacuden con el peso de la edad y la amargura de la
experiencia. Lo ms importante es que el tiempo sigue transcurriendo y nada
parece poner fin a ese horror que acecha entre las penumbras de los Yermos
Pinares. Hablar de lo que s y dejar a un lector futuro, de un siglo quiz
menos inculto, tomar sus propias decisiones.
S que estos bosques son antiguos y tienen mala fama desde antes de
que llegara el hombre blanco a estas tierras. Los indios tiene desde hace siglos
un nombre para este sitio, Popuessing, que significa lugar del dragn. Los
exploradores suecos lo llamaban Drake Kill, o arroyo del dragn. Ignoro
por qu desde tan antiguo se le conoce a estos lares con tales nombres, dado
que la historia del Diablo de Jersey no comienza sino con los Leeds.
Me consta que Japhet Leeds lleg a los Yermos Pinares desde un lugar
que nunca mencion. Muchos habitantes de estos inhspitos sitios son
prfugos de la ley, bandidos, mercenarios y miembros de religiones o grupos
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polticos perseguidos, por lo que nadie pregunta por el pasado de nadie. Sin
embargo, la llegada de Leed despert curiosidad por su extrao aspecto y
porque su nico equipaje era un poco de ropa y un montn de libros. Nadie
que yo conociera lleg a ver de cerca esos libros ni a averiguar su contenido,
pero hubo quien murmur que Leeds practicaba la brujera y que por eso vena
huyendo de quin sabe dnde. Lo cierto es que Leeds fue un hombre honrado
y tranquilo que en muchos aos nunca dio motivo de quejas a sus vecinos. Se
hizo de una cabaa derruida en el lindero del bosque, la repar y vivi all de
la lea, la caza y algunos cultivos.
El hombre prosper alejado de los ebrios y los malandrines, por lo que
se gan la mano de Deborah Smith, hija de otro prspero granjero. S a
ciencia cierta que Deborah dio a luz a doce hijos, lo que le gan el apodo de
Madre Leeds. Lo s porque yo bautic a los doce nios. El ltimo parto fue
difcil para la madre y me consta, como consta a la partera tambin, que ella
dijo, entre el delirio causado por la fiebre, que si tena un hijo ms sera el
demonio. Ignoramos sus palabras, pero siempre las tuve en mi memoria, en
especial cuando Madre Leeds qued encinta por decimotercera ocasin.
Esta vez Japhet Leeds no permiti que nadie, sino la partera, estuviera
presente durante el parto. Es por ello que no se sabe con seguridad qu
ocurri. Como la cabaa de Leeds estaba en el bosque, lejos de cualquier otra,
apenas algunos alcanzaron a escuchar gritos de dolor, que interpretaron como
los naturales gemidos de la madre dando a luz. Un grito, sin embargo, fue
escuchado por muchos, un grito de horror seguido de un chillido que algunos
describen como innatural. Los vecinos, con nimos de ayudar o con simple
curiosidad, llegaron cuan rpido pudieron a la granja de los Leeds, derribaron
la puerta de la casa y se toparon con una escena por dems aterradora. Madre
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Leeds yaca muerta en su cama con sangre chorrendole de entre las piernas,
mientras que la partera estaba tirada en el suelo; su cuerpo haba sido mutilado
de forma indescriptible. No haba seales de Japhet Leeds ni del recin nacido,
pero un rastro de sangre llegaba hasta la chimenea e incluso suba por ella.
Esto me consta, pues estuve all. Esa misma noche, varios vecinos vieron algo
que pas volando junto al campanario de la iglesia, y algunos ms dicen haber
escuchado un chillido ultraterreno. As empez la historia del Diablo de
Jersey.
Los doce nios Leeds se mudaron con sus abuelos, la madre fue
sepultada y en el pueblo no se supo ms de Japhet. Cerca de un mes despus
comenzaron los avistamientos. De noche o de da, cazadores y viajeros decan
haber visto a un monstruo en la espesura del bosque. Los testigos, hasta la
fecha, no se ponen de acuerdo sobre la apariencia de este demonio. Todos
dicen que tiene una cabeza alargada y gruesa, y un par de ojos rojos y
brillantes en los que, dicen, asoman la maldad y la locura, adems de un par de
patas deformes que algunos describen como pezuas y otros como zarpas de
lagarto. En efecto, se han encontrado, y yo mismo he observado, huellas de
cascos en lugares inaccesibles para hombres y animales. Por supuesto, un
punto de acuerdo entre todos los testimonios es que el monstruo tiene alas y
vuela.
Luego iniciaron las muertes. Primero moran slo animales chicos,
gallinas, ovejas, perros Despus empezaron a encontrarse los cadveres de
vacas y caballos. Finalmente, nios y muchachas, y an hombres adultos,
comenzaron a desaparecer. Algunos cuerpos fueron hallados, siempre con
mutilaciones espantosas. La gente se volvi temerosa; toda desaparicin o
muerte de persona o animal era atribuida al Diablo de Jersey. Yo crea, sin
126
embargo, que detrs de la mayora de las muertes deban estar los lobos y los
bandidos. Pero hubo algunas muertes, con rasgos tan grotescos, que no pude
evitar estremecerme.
Pero, de haber en realidad un emisario del maligno en estas tierras,
cul es su intencin? El demonio, siempre he pensado, no se le aparece al
hombre para espantarlo, sino que busca tentar su alma hacia el pecado. La
aparicin de Satn o uno de sus sirvientes asustara tanto a una comunidad que
todos se volveran hacia la fe del Seor, como de hecho ha sucedido en los
ltimos aos, en los que cada vez ms feligreses asisten a mi parroquia.
Acaso quiere asustarnos? Es verdad, el Diablo de Jersey ha causado muchas
muertes, pero no ms, estoy seguro, que la violencia habitual de esta regin
tan apartada. Adems esta criatura, si es real, slo merodea por los bosques y
los caminos, y rara vez se deja ver cerca de las aldeas. Por qu entonces nos
produce tanto miedo? Pues el miedo flota sobre nuestra poblacin como la
neblina y nunca nos deja libres de su influencia. Quizs lo que aqu sucede no
tiene nada que ver con Dios o el demonio.
Cinco aos llevaba el Diablo de Jersey aterrorizando esta comunidad
cuando los habitantes me pidieron que conjurara al demonio. No creo en
exorcismos ni en ninguna de esas supersticiones papistas, y trat de
explicrselo a mis feligreses, pero ellos no escucharon razones. Por tanto,
efectu una misa especial. Los habitantes de los Yermos Pinares no tenan
nocin de cmo es un ritual de exorcismo, as que me limit a presidir una
serie de rezos para tranquilizarlos.
Esa misma noche, ocurri algo terrible: la pequea hija del granjero
Jabediah Williams desapareci y se encontraron huellas de cascos cerca de su
casa. Como en ocasiones anteriores, form una partida de bsqueda para dar
127
129
no le han causado el mnimo dao. Nadie sabe cmo librarse de l y hay quien
murmura que el monstruo secuestra mujeres para engendrar en ellas su prole.
Nunca podr estar seguro de qu es el Diablo de Jersey, ni si es real,
pero s lo que vi, lo que presenci y lo que sent, y que constantemente revivo
en mis pesadillas. De algo estoy seguro, mucho despus de que yo muera y de
que muchas generaciones pasen a la historia, sea lo que sea que ronda por los
Yermos Pinares, hombre, bestia, monstruo o demonio, este Diablo de Jersey
seguir sembrando el terror.
130
15 de abril
Hoy inicia el viaje por el que he esperado mi vida entera. Parto a bordo
del HMS Australia, bajo el comando del capitn Francis Moorcock, en busca
de la legendaria Terra Australis Incognita, que ni el osado James Cook pudo
encontrar. Viajo en esta sloop-of-war como cirujano de profesin y naturalista
de aficin. Estoy sumamente emocionado al pensar lo que tengo por delante:
nuevas tierras llenas de especies desconocidas y pueblos salvajes an sin
documentar. No muchos hombres pueden ser los primeros en explorar
regiones desconocidas de los misteriosos Mares del Sur.
5 de octubre
Hemos llegado a las costas de Tahit, donde pasaremos unos das
reabasteciendo nuestra nave. El capitn ha dado permiso a los marineros para
que visiten las aldeas y se diviertan. Tahit es un paraso terrenal de hermosas
playas y sol vivificante. Los nativos que la habitan son gente noble y pacfica,
de fcil trato para los europeos. Pero mucho ya se ha dicho de esta isla. La
verdadera aventura se encuentra mucho ms al sur.
131
23 de octubre
Esta maana divisamos tierra. Por un momento el capitn pens que se
trataba de la Terra Australis, pero al aproximarnos ms nos qued claro que se
trataba de una isla. No la hemos circunnavegado, pero no parece ser muy
grande. La costa suroeste, que es la que tenemos frente a nosotros, debe medir
unas cuarenta millas de cabo a rabo. Una pequea y estrecha pennsula
sobresale del cuerpo de la isla y se interna en el mar por lo que calculo deben
ser unas tres millas. Aclaro que stos son clculos hechos a simple vista y que
podran estar equivocados.
Nos hemos estacionado frente a la isla a una distancia prudente, pues
hemos visto, a travs de los catalejos, que est habitada. El capitn Moorcock
ha tenido experiencias desagradables con los salvajes de los Mares del Sur y
no quiere arriesgar la tripulacin. Tendr que conformarme con observar la
isla desde lejos, lo cual no resulta fcil, ya que por la maana y por la tarde
una densa neblina la rodea. Slo tenemos el cielo despejado durante las horas
del medio da.
La costa peninsular parece ser la nica en la que un desembarco podra
ser viable. Sus playas son suaves, de arena negra, de evidente origen
volcnico, como debe serlo toda la isla. Varias formaciones rocosas de gran
tamao y con forma de picos emergen del agua alrededor del cuerpo principal
de la isla, lo que hara difcil la navegacin por esa zona. La isla,
naturalmente, ha sido bautizada como Moorcock Island.
132
24 de octubre
He pasado el da observando la isla. Sin duda los nativos han notado
nuestra presencia, porque estn muy inquietos. Han tenido hogueras
encendidas y han estado tocando sus tambores todo el da. He hecho un
descubrimiento asombroso: los nativos viven entre las ruinas de lo que debi
haber sido una ciudad gigantesca construida con piedra. La arquitectura
asemeja en proporciones y formas a las del antiguo Egipto o de Babilonia,
pero con un estilo muy particular. Entre los edificios se cuentan torres y
caseros, as como plataformas de lo que debieron haber sido monumentos
colosales. Una enorme muralla de piedra separa la pennsula del resto de la
isla. Qu pueblo habra sido capaz de construir tales maravillas en esta regin
incivilizada del mundo? El capitn es de la opinin de que los ancestros de los
nativos fueron los arquitectos y que, tras largos aos, su pueblo entr en
decadencia, dando como resultado la partida de salvajes incivilizados que
ahora pueblan Moorcock Island. Pero yo me resisto a creer que un pueblo
capaz de construir maravillas sas pudiera degenerar en una tribu salvaje y
primitiva.
Mis observaciones en cuanto a la naturaleza isla son las siguientes.
Presenta una vegetacin tropical exuberante y espesa, que forma una tupida
selva detrs de la muralla de piedra. No he visto ninguna bestia terrestre en la
pennsula y los nativos no parecen poseer ningn tipo de animal domesticado,
ni cosechas, aunque vi un campo de lo que parecen rboles frutales cerca de su
aldea. Su alimentacin parece basarse casi por completo en la pesca, pues los
vemos dedicar largas horas del da a esta actividad. Por cierto, el agua aqu es
lmpida y transparente, lo que permite ver la gran variedad de peces que
pueblan estos mares. Hay una notable abundancia de tiburones y mantarrayas,
133
y variedades de peces que en otras regiones son pequeos, aqu son dos o tres
veces ms grandes. Tambin hay muchos pulpos, medusas, anmonas,
cangrejos y otros invertebrados. Creo haber descubierto nuevas especies.
En cuanto a la vida animal en la isla lo nico que he visto y de lo que
puedo dar noticia es de lo que me pareci un ave enorme sobrevolando las
copas de los rboles selvticos. Pero luego de observar bien al animal, llegu a
conclusin de que deba tratarse de un murcilago o, quiz, un reptil volador
desconocido. Espero con ansiedad a que el capitn se resuelva a desembarcar
para conocer mejor la naturaleza de este lugar ignoto.
25 de octubre
Esta maana tuvimos un fiero combate con los salvajes que habitan la
isla. Fuimos atacados durante la noche por una flotilla compuesta de grandes
canoas de guerra. Aprovecharon las nieblas para asaltarnos con flechas
incendiarias. Sus nmeros se contaban en cientos, pero no estaban preparados
para enfrentarse a nuestras armas de fuego. Aqu debo reconocer la
inteligencia y prudencia del capitn Moorcock, quien nos orden a todos estar
alerta ante la violencia con la que los nativos percudan sus tambores. En
verdad, el sonido de sus percusiones y gritos, evidentemente parte de un ritual
de guerra, era tal como para horrorizar a un hombre civilizado. Acompaaban
sus tambores con un grito rtmico y profundamente extrao que sonaba algo
as como gong o hong. De cualquier forma, los nativos nos sorprendieron,
pero no nos encontraron inermes ni indefensos.
En cuando las primeras flechas cayeron sobre el HMS Australia, el
capitn orden a todos preparar sus mosquetes y disparar los caones. As,
134
26 de octubre
Nos hemos alejado de la isla y estamos fuera del alcance de los salvajes.
Cualquier intento de desembarcar en Moorcock Island est por completo
descartado. No obstante, he convencido al capitn de que circunnaveguemos
la isla para observar lo ms que se pueda de ella.
Mientras tanto, me he dedicado a estudiar el cuerpo de uno de los
salvajes que murieron en la batalla. Son una raza nica en el mundo. Su piel
lampia es de un tono tan oscuro que casi parece negro. No haba visto piel
tan oscura ni en los nativos de frica. Pero estos hombres no tienen rasgos
africanoides. Son dolicocfalos y tienen narices aguileas, frentes amplias y
labios delgados. Su complexin es delgada, pero muscular y su estatura es
como la un europeo mediterrneo. Tienen cabellos negros rizados que arreglan
en trenzas y ojos con un iris tan oscuro que se confunde con la pupila. La piel
135
de las palmas de sus manos, las plantas de sus pies y sus labios es apenas ms
clara que la del resto de su cuerpo. Sus uas no son transparentes, sino de un
color negro slido. Sus dientes, lo ms sorprendente de todo, son negros como
bano lustroso. El capitn, en una actitud por dems decepcionante, me ha
impedido hacerle una diseccin para conocer sus rganos internos, alegando
que sera una actitud poco cristiana. Pero he aprovechado la herida de bala que
tiene en el pecho para asomarme al interior del salvaje. Extraje fragmentos
de costillas y del esternn que rompi la bala. Los huesos de este salvaje son,
lo aseguro, completamente negros.
27 de octubre
Hemos anclado frente a la costa noreste de la isla, es decir, en el
extremo opuesto al de la pennsula que habitan los nativos. Entre nosotros y la
isla se alzan picachos rocosos que hacen imposible desembarcar de este lado.
Me limitar entonces, a describir lo que he visto desde aqu.
Moorcock Island estn cubierta de una densa selva, con rboles
inmensos. Hay algunas colinas, entre la que destaca una que se yergue hacia el
centro de la isla. Es evidente que la antigua civilizacin que la pobl alguna
vez se extenda por toda su geografa, pues he visto las ruinas de murallas y
torres ciclpeas que se elevan sobre las copas de los rboles ms altos. Me
embarqu en una lancha para acercarme lo ms posible a la isla, pero los
marineros que me acompaaban no quisieron acercarse mucho a los picos
rocosos, a pesar de que el mar estaba tranquilo. Pude ver, no obstante, que
muchas rocas, pertenecientes a antiguos edificios, pueblan el fondo de las
aguas poco profundas cercanas a Moorcok Island.
136
Orden a un marino que bajara al fondo para obtener una estatuilla que
sobresala del fondo arenoso. El marino se sumergi y fue atacado por un
pececillo desconocido, que result ser mortalmente venenoso. El pobre infeliz
empez a sufrir convulsiones en cuanto regres a la lancha, y su cuerpo de
hinch y se cubri de ronchas al instante. Muri antes de que logrramos
regresar a la nave. Pero su muerte no fue en vano, logr recuperar la estatuilla.
Est tallada en una piedra verde desconocida, de unas quince pulgadas de
altura y cinco de ancho, y representa a lo que debi ser un dios zoomorfo que
adoraba la antigua raza de Moorcock Island. El dolo tiene forma de un
batracio bpedo y jorobado, con garras en las manos y el dorso cubierto de
espinas. Su cabeza tiene forma triangular, y su boca tiene labios gruesos que
dejan entrever una hilera de dientecillos filosos. Nunca haba visto un dolo
tan excepcional ni tan magistralmente detallado.
Extraas bestias vagan por esta isla. He vuelto a ver ms ejemplares de
esos animales voladores que describ con anterioridad. Ahora estoy seguro de
que se trata de reptiles, parecidos (y perdneseme la falta de rigor cientfico al
decirlo) a dragones. Tambin vimos otro animal prodigioso. Pas nadando por
debajo del HMS Australia y lo pudimos observar detenidamente a travs de
las aguas cristalinas de este mar austral. Era como un lagarto, ms grande que
una lancha, que nadaba atrapando peces y otros animales marinos con las
fauces abiertas. No vimos de dnde surgi, pero nad hasta la orilla y al llegar
a ella se par sobre sus patas traseras!, tras lo cual se intern corriendo en la
selva. Es posible que los mitos de los dragones se basen en bestias como las
que hemos visto? Los marineros ignorantes, desde luego, estn asustados y
quieren alejarse lo ms pronto posible de esta isla. El capitn, de nuevo
decepcionante, les ha prometido que maana partiremos.
137
28 de octubre
Ya ha quedado fuera de vista, para mi pesar, esa maravillosa isla y
navegamos con direccin al sur en busca de la Terra Australis. Por fortuna, he
podido hacerme con algunos raros especmenes de nuevas variedades de
lepidpteros y colepteros que volaron hasta el barco. De cualquier modo,
espero poder regresar algn da a este extrao e inaudito lugar, con un ejrcito
bien armado que pueda reducir a esos viciosos salvajes para as poder estudiar
a gusto la naturaleza y arqueologa tan particular de Moorcock Island. Sin
embargo, estoy seguro de que maravillas an ms extraas nos esperan al sur.
Produce un entusiasmo indescriptible el aventurarse en regiones a las que
ningn hombre civilizado ha llegado, estas zonas que los antiguos mapas de
ignorantes cartgrafos marcaban con la leyenda Aqu habr monstruos.
31 de octubre
Escribo estas lneas con desesperacin y desesperanza. Desde el da 29
y hasta hace apenas unas horas fuimos azotados por una terrible tormenta. Los
mstiles han sido derribados por la furia del viento y del agua. Nunca haba
escuchado truenos tan absolutos ni haba visto relmpagos tan cegadores. La
mayor parte de la tripulacin ha muerto, incluido el capitn, quien fue arrojado
al mar por una ola. El HMS Australia est en psimas condiciones y el agua se
est filtrando. Estamos yendo a la deriva. Las brjulas enloquecieron y ya no
funcionan, sino que las agujas giran frenticas sin detenerse. Perdimos muchos
vveres en la tempestad. Los supersticiosos marineros me odian y culpan por
las desgracias. Me han obligado a deshacerme del extrao dolo que encontr
138
1 de noviembre
Los prodigios nunca cesan! Desde la muerte del capitn, Gibson, el
primer oficial, qued al mando. Hace unos momentos estaba sobre cubierta
dndonos instrucciones sobre el racionamiento de la comida cuando de pronto
surgi del mar un tentculo gigantesco, que lo atrap y se lo llev bajo al mar.
El pobre hombre gritaba y pataleaba por su vida, pero no pudo hacer nada.
Ser ste el fabuloso pulpo gigante del que hablan las leyendas? Los
marineros, por supuesto, hablan de demonios, pero yo estoy seguro de que la
criatura que se llev a Gibson es pertenece al mundo natural, si bien es
extraordinaria.
No hay viento y el agua est tranquila. Vamos flotando lentamente a la
deriva. Nos queda poco alimento, pero hay agua suficiente. El cielo y el mar
siguen de color rojizo.
139
2 de noviembre
Al atardecer estbamos tratando de pescar cuando fuimos atacados un
grupo de extraas criaturas. Eran peces monstruosos, grandes como perros,
con fauces desproporcionadamente grandes para sus cuerpos. Movan sus
aletas como alas de insecto y como tales zumbaban. Volaron sobre el barco y
se lanzaron sobre los marineros. Les arrancaban grandes trozos de carne y
luego regresaban al mar. Mataron e hirieron a muchos. Los que pudimos nos
refugiamos bajo cubierta, donde el agua nos llegaba hasta las rodillas. Ah
abajo, en la oscuridad, omos cmo los monstruos zumbaban y gruan y los
miserables que se quedaron arriba daban horrorosos alaridos mientras los
devoraban vivos.
De pronto, el aullido de dolor de uno de nuestros hombres se uni a los
alaridos de los que estaban sobre cubierta. Una cosa en el agua lo haba
mordido. Despus de l otros fueron mordidos y en seguida empezaron a
convulsionarse y a hincharse como globos. El resto de nosotros prefiri
enfrentarse a las criaturas de arriba que a la bestia desconocida que nadaba por
all, y subimos. Decidimos refugiarnos en la cabina del capitn, pero en el
camino dos hombres fueron alcanzados por los peces voladores. Ser mejor
quedarnos en la cabina mientras podamos. Los marineros aseguran que ya no
estamos en el mundo y que despus de esa tormenta hemos pasado al Infierno.
3 de noviembre
El horror! El horror indescriptible! Anoche nos atrevimos a salir de la
cabina para verificar nuestra posicin, pero en el cielo negro rojizo no
brillaban estrellas. Fue cuando esas cosas subieron al barco. Hombres
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5 de noviembre
Irona del destino, el viento me ha trado de nuevo a Moorcock Island
Ese nombre es absurdo: no podemos llegar y ponerle nombres a cosas que
existan mucho antes de nosotros. La isla no tiene nombre Divago. El barco
encall en un banco de arena cercano a la pennsula que habitan los salvajes.
Me decid a salir de la cabina hace unos minutos y observ la costa. El cielo y
el mar seguan rojos y los nativos encendieron hogueras y empezaron a tocar
sus infernales tambores. Y de entre las ruinas ms all de la selva, provenan
luces, que no parecan estar generadas por fuego De pronto escuch un
ruido detrs de m y vi que dos lagartos marinos, como los que anteriormente
141
haba visto, estaban trepando por la borda con la clara intencin de abordar la
nave. Aterrado, corr a refugiarme en la cabina. Uno de los lagartos me
persigui, pero logr escabullirme por la puerta antes de que me alcanzara.
Aqu he estado desde entonces. Ya es de noche y la msica demencial
de los aborgenes ha alcanzado niveles orgisticos. Lo peor es ese abominable
grito, hong o gong... No cabe duda, los salvajes se acercan en sus canoas, pues
el ruido de los tambores se oye ms prximo. Tong bong Qu es lo que
dicen? Vender cara la vida; no les ser fcil capturarme
Dios, ese rugido Qu es eso? Qu es lo que estn invocando esos
salvajes? Ah estuvo de nuevo Proviene de la isla, pero se oye tan claro
como si estuviera aqu cerca. Los nativos lo festejan Debe ser una criatura
inmensa. Es indescriptible. Ese rugido lo captan mis odos pero lo
percibe mejor mi mente Estoy enloqueciendo? Dios mo Me est
hablando Muerte l es la muerte La destruccin el fin No No
puedo pensar Pues llegar el da en que los monstruos caminen sobre la
Tierra y las ciudades del hombre perezcan bajo sus pasos No s lo que
escribo No puedo pensar Mi mente ya no es ma
Kong
Kong
Kong
142
Volumen IV
La Edad de la Razn
143
EL SARCFAGO
Pars, principios del siglo XIX
El sarcfago haba sido encontrado por el equipo cientfico que
acompa a Napolen en su expedicin militar a Egipto y fue llevado a Pars
cuando las tropas francesas se vieron obligadas a retirarse. Cost un enorme
esfuerzo para su descubridor, el orientalista Jean de Toussaint, llevarlo a
Francia despus de la derrota en Egipto, sobre todo cuando los britnicos
reclamaban como propiedad de la Corona todos los descubrimientos franceses
en este pas. De cualquier modo, el sarcfago lleg a Pars y fue alojado en el
Muse du Louvre. Toussaint, sin embargo, muri a las pocas semanas, vctima
de unas fiebres contradas en frica y el sarcfago se qued embodegado por
varios aos, sin que nadie le prestara atencin.
Jacques Cartier, un joven arquelogo, aprendiz no muy brillante de
Silvestre de Sacy, redescubri el sarcfago por casualidad cuando haca
inventario en las bodegas del entonces rebautizado Muse Napolon. Cartier
mantuvo su descubrimiento en secreto y slo se lo revel a un amigo suyo, de
nombre Philippe de Passant, un joven revoltoso y en absoluto carente de toda
seriedad. Cartier, deseoso de impresionar a su amigo, lo invit una noche a
develar los secretos del recin descubierto sarcfago.
Se reunieron en el museo muy tarde en la noche, cuando ya casi nadie
quedaba en l. Con la autoridad que le daba conocer al director Vivant, Cartier
entr sin dificultades acompaado de su amigo, para despus dirigirse a la
cmara en la que guardaba su tesoro. All, con mucha ceremonia y pompa,
ante la expresin divertida de Passant, Cartier abri el sarcfago.
144
Dentro estaba una momia casi deshecha. Jirones de tela y carne seca
colgaban de sus miembros, retorcidos de forma tal que daba testimonio de
inefable agona.
Espantado por esta visin, Cartier se ech para atrs ahogando un grito.
Passant, en cambio, se ri de la reaccin de su amigo. La pareca
singularmente cmico que un hombre como Cartier, acostumbrado a tratar con
momias, se horrorizase ante la visin de este triste cadver.
-Parecera que se retorci en su encierro.- observ Cartier Como si lo
hubiesen enterrado vivo.
Passant se acerc a la momia hasta casi tocarla con la nariz. Luego se
volvi hacia Cartier le dijo, riendo:
-Enterrado vivo? Es como si tu amiguito an estuviera con vida
En ese momento, los msculos resecos de la momia se tensaron y sta
se sacudi de pies a cabeza con un ligero espasmo. Passant no pudo evitar
emitir un chillido y dio un salto hacia atrs. l y Cartier se quedaron por
largos segundos mirando de fijo a la momia inmvil. De pronto Passant se
ech a rer.
-Vaya susto! Este amigo tuyo es en verdad divertido. Qu crees que
haya causado esos espasmos?
-No lo s.- respondi Cartier, an sobresaltado Quiz fue debido a la
accin del oxgeno en su carne deshidratada
Passant se acerc de nuevo a la momia y le dijo -Qu pasa, amiguito?
El aire est muy fro para ti?
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SPRINGHEELED JACK
Londres, dcada de 1830
Noche prematura. Niebla espesa. Silenciosos relmpagos. Truenos
lejanos. En las afueras de la ciudad.
El mayordomo tom la capa y el sombrero de mster Peabody y lo
condujo al saln de fumar donde ya lo esperaban otros ilustres personajes.
-Buenas noches. Les ruego disculpen mi retraso.- Peabody haba llegado
siete minutos tarde.
En el saln de fumar estaban sentados en sendos poltrones Lord
Pennyworth, el noble joven y romntico; mster Waterstone, el comerciante
que haba viajado por todo el mundo, y el doctor Van Hausen, que se
calificaba a s mismo como librepensador.
-Adelante, Peabody.- dijo Pennyworth Sir Richard an no se presenta.
Afuera de la mansin de sir Richard Ferguson una tormenta azotaba los
caminos que bajaban hacia Londres. La oscuridad del cielo slo era
interrumpida por eventuales relmpagos.
-Los espritus estn inquietos.- dijo Pennyworth con una lnguida
sonrisa. Siempre lo estn en estas noches de tormenta.
Waterstone asinti con la cabeza y Van Hausen buf con fastidio.
Peabody se sent en un silln y pidi una taza de t al mayordomo. Unos
segundos ms tarde se apareci sir Richard en el umbral del saln.
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ha podido ser averiguada fue encontrada con vida y desnuda ante una iglesia.
La joven presentaba indescriptibles heridas y, segn un examen mdico, haba
sido brutalmente violada. La seorita no pudo dar testimonio porque haba
perdido la razn y no hablaba.
Dos nios pequeos de un orfanato amanecieron muertos sin que se
supiera que estaban enfermos. Ambos tenan marcas en el cuello como si los
hubieran sujetado con fuerza, pero esa presin no pareca haber sido suficiente
para haberlos estrangulado. Es como si su atacante slo los hubiera sostenido
del cuello mientras les haca algo ms. Otros nios han sido encontrados en
condiciones similares en toda la ciudad. Siempre se trata de nios varones en
perfecto estado de salud que amanecen muertos sin seal de quin o qu les
hizo dao, ms que unas marcas leves en el cuello. Como estos nios, al igual
que las seoritas violadas y asesinadas, pertenecan a las clases bajas, no se
han hecho averiguaciones al respecto. Por cierto, estas muertes ocurrieron en
zonas en las que Springheeled Jack haba sido visto en das anteriores o
posteriores. Pero parece que soy el nico que ha hecho la conexin.
Caballeros, les dejo las evidencias, los relatos, las historias. Somos
hombres educados y creo que podremos, con el uso de nuestra capacidad de
raciocinio, encontrar la explicacin de este extrao fenmeno que aterroriza a
nuestra ciudad.
***
Sir Richard call y por unos instantes los nicos sonidos que se
escucharon en el saln fueron el aullar del viento y el repiqueteo de la lluvia.
-No es bueno hablar de cosas macabras.- dijo mster Waterstone
Hablar de ellas las despierta y las atrae.
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SAMHAIN
Nueva Inglaterra, dcada de 1880
Tienes miedo. Ests aterrado. No puedes respirar. Huyes a toda la
velocidad que permite tu cuerpo infantil. Pero no es suficiente; las piernas te
pesan y tus lentas zancadas no cubren la distancia que deberan con la
rapidez que necesitas. El maz devora todas las dimensiones; no puedes ver
ms all de los altos tallos y las mazorcas; ests casi ciego de verde y sepia.
Sientes la cosa que te persigue detrs de ti, puedes percibir su aliento ftido
sobre tu hombro. No quieres volverte para ver. Todo est tan oscuro. No
sabes hacia dnde correr. Los tallos de maz de sbito se transforman en
llamas ardientes. Ests atrapado, quieres escapar, pero no hay hacia dnde.
Corres, es todo lo que puedes hacer, pero el calor te asfixia y las llamas te
laceran. Escuchas los pasos, lentos, pero constantes, como de botas
caminando sobre duela. Es absurdo, ests en el campo y lo sabes bien. Tu
deseo es encontrar una salida antes de morir abrasado. Tu deseo es morir
abrasado antes de que te encuentre esa cosa. Sbitamente llegas a un claro
circular donde lo nico que crece es un poste al que est clavado un
espantapjaros. Lo miras, le temes. Temes su desgarbo y su expresin
inhumana. Quin puede culparte? Eres slo un nio pequeo e indefenso en
medio de la noche, perdido en un laberinto incomprensible. Pero por ms
grotesco que sea el espantajo, no es como esa maldita cosa que est detrs de
ti. Detrs de ti. Entonces te percatas de su presencia. No quieres volverte,
pero una fuerza desconocida te obliga a hacerlo. Y all est, frente a ti, con su
elegante traje oscuro de siglos pasados y su larga capa negra, y la hoz filosa
que brilla a la luz de una luna bermeja, y la linterna que ilumina su rostro
160
deforme, su mirada vaca y esa horrible mueca que emula una sonrisa. Lo ves
alzar la mano que porta la hoz, ves el filo caer sobre ti. Gritas.
Despert jadeando, boca abajo, casi ahogndome en mi propia saliva y
sudor. Otra maldita pesadilla sobre el hombre con cabeza de calabaza. Me
incorpor y permanec sentado en la cama. Una parte de m, la ms optimista,
agradeca que slo se hubiese tratado de un sueo. Molly segua dormida. Para
entonces deba haberse habituado a mis terrores nocturnos. Me levant, sal
del cuarto y camin hacia la habitacin que tenamos acondicionada como
estudio y biblioteca. Me sent frente a la mesa, remoj la pluma en el tintero y
comenc a escribir.
A veces, cuando escriba cuentos de horror, sobre todo durante las
noches, mi mente sugera entidades que me observaban desde la ventana o
desde el umbral de la puerta. En ocasiones la idea de estar siendo observado y
de que si me volva encontrara de frente a una presencia espantosa me
obsesionaba a tal grado que no poda pensar, ni siquiera moverme. Me costaba
un esfuerzo enorme dominar el pavor y seguir con mi trabajo. Aquella noche
me sucedi en dos o tres ocasiones. Haba logrado escribir de corrido por unos
minutos cuando escuch unos pasos suaves sobre la duela. Me volv
sobresaltado. Era ella.
-Dios!- exclam Molly, casi me matas.
-Ests escribiendo?- fue toda su respuesta, adormilada y ojerosa.
-S.
-Tuviste una pesadilla?
-As es.
161
-La calabaza?
-La calabaza.
-En serio, Michael, no crees que un hombre con cabeza de calabaza es
ms bien una imagen chusca que aterradora?
-Desde luego. Pero en el sueo la mente y las emociones funcionan de
forma distinta y lo que en un estado de conciencia perfectamente lcido no me
provocara ms que curiosidad, en la embriaguez onrica me produce terror.
Molly bostez largamente -No puedes venir a la cama? Debes
descansar maana tienes esa cita con John Stevenson.
-Debo aprovechar el estado de nimo en el que me dej la pesadilla
Adems, podr dormir en el tren durante todo el trayecto hasta Boston.
-Y qu escribes?
-No s, an no decido qu giro dar el cuento.
-Por qu no haces un cuento sobre la calabaza?
-Porque un cuento de terror sobre un hombre con cabeza de calabaza
sera ridculo, no crees?
-Y por qu le tienes tanto miedo?
-Vers, en la ficcin es mucho ms difcil provocar terror que en la
realidad. Hay cosas que daran miedo en la vida real pero que si tan slo las
leyeras en un relato no produciran el mismo efecto. Te pondr un ejemplo: si
yo escribiera un cuento sobre una ardilla gigante que habla, no le dara miedo
a nadie, sera un relato chusco, satrico. Pero si en este momento, por esa
162
puerta que est detrs de ti entrara una ardilla gigante y te dijera Buenas
noches, madame, acaso no te espantaras y huiras aterrada? Incluso si te
dijeras a ti misma que tal ser no podra existir y que debe tratarse solamente de
una alucinacin, el darte cuenta de que ests perdiendo la cordura a tal nivel
que ves ardillas parlantes te llenara de espanto. Y es que nuestra razn es lo
que le da orden al mundo que nos rodea. La locura, el ya no saber qu es real y
qu no lo es, se presentara como el horror supremo
-Pero a la calabaza no la ves en vida real tampoco
-De cierta forma, s.
-Ests teorizando mucho y yo slo te hice una pregunta. Me voy a
dormir. Buenas noches.
-Buenas noches, querida.
Despus de escribir y desechar varias pginas me resign a que no
podra llevar ese cuento en una direccin que me satisficiera. Descart el opio.
Li un cigarrillo y sal a fumar al prtico. Frente a m, al otro lado del camino,
se extenda un vasto maizal que, bajo la luz de la luna creciente, casi llena,
brillaba con un resplandor azuloso y espectral. No muy lejos un
espantapjaros se balanceaba con el viento. Ms all, al oeste, se vean an
algunas luces de granjas lejanas y al este se alcanzaba a apreciar la silueta
oscura de All Saints Hill.
Mi pueblo natal Fundado por inmigrantes irlandeses en el siglo
dieciocho, creci abruptamente con la llegada de parias que huan de las
revueltas y motines de Nueva York en tiempos de la Guerra Civil. Era un
pueblo bastante anodino, lleno de gente simplona y estrecha de miras, aunque,
163
167
que pudiera imaginar, y para m fue la posibilidad de que hubiera una fuerza
destructora tan terrible que ni Dios mismo pudiera contra ella
-Vamos, yo no tengo nada contra eso De cierta forma es buena idea
Je, je. Incluso me hiciste sentir un escalofro Pero no creo que el pblico lo
acepte muy bien. Finalmente, est el asunto de la extensin del libro. Son
unos quince cuentos. Es largusimo!
-Vamos, Stevenson, hay libros que tienen veinte o ms cuentos Y
Varney el vampiro tiene como ochocientas pginas!
-S, pero nosotros nunca publicamos libros tan extensos Adems
Varney se public serializado Y todos estos cuentos son inditos. Mira,
Sullivan, eres un buen escritor y a los lectores les gustan los cuentos que has
publicado en la Boston Monthly.
-En realidad, no estoy muy contento con ese trabajo. Son mis textos ms
convencionales y menos imaginativos
-Pero son los ms exitosos Lo que deberas hacer es escoger ocho o
diez cuentos de aqullos, los que ms te gusten. Revsalos, corrgelos,
actualzalos y forma un libro con ellos. Mete dos o tres inditos y cuando
tengas todo listo, tremelo. No te prometo que se publicara pronto, pero te
aseguro que se pondr en lista de espera para ser publicado un da de stos.
Quera decirle ms, quera comentarle que en realidad tena planeado
que el libro consistiera en treinta cuentos, que la historia del horror abarcara
el futuro, sobre el cual haba tenido pesadillas; que era un libro diferente,
porque todos los cuentos estaban conectados entre s por una constante,
aunque yo mismo no saba cul era; que tena la necesidad imperiosa de
168
terminar y publicar ese libro porque, por primera vez en mi vida, haba
logrado escribir algo que de verdad me asustaba. Empero, me di cuenta de que
no vala la pena intentarlo. Me desped de Stevenson y sal de su oficina.
-Michael! Michael Sullivan!- escuch que alguien me gritaba cuando
sal a la calle; me volv y vi acercrseme a hombre que me pareca familiar,
pero que no reconoca del todo Michael, soy Jefferson, primo de Molly,
recuerdas?
-Ah, s qu tal.- le respond secamente.
-Molly me telegrafe para decirme que estaras aqu hoy y me
encomend que te encontrara.
-Ah, s?
-S. Me dijo que ests buscando empleo y justamente tenemos un puesto
administrativo en la fbrica de mquinas de coser que te vendra muy bien
Sent que la cabeza me arda color rojo, los ojos se me vaciaban y los
msculos del rostro se me contraan en una sonrisa furiosa Molly te inform
mal. No estoy buscando empleo. Muchas gracias.- me di la media vuelta y me
alej de ese lugar, dejando a Jefferson perplejo, ofendido y parado en medio
de la acera como un idiota.
Durante todo el viaje de regreso a All Saints Hill no encontr sosiego.
Me senta furioso por la estrechez de miras de Stevenson y la intromisin de
Molly en mis asuntos. Por lo que dur el trayecto me mantuve rgido como
cadver, pensando en la forma en la que imprecara a mi esposa. Estaba ms
molesto de lo que jams me haba sentido en toda la vida y no entenda
169
exactamente el porqu. Para distraerme, hoje un libro extrao que quin sabe
dnde haba conseguido y cuyo autor no recuerdo:
El
impacto
de
lo
espectral
lo
macabro
es
de
imaginacin,
as
como
la
capacidad
de
ordinaria
son
capaces
de
responder
al
sentimientos
ordinarios,
las
comunes
170
171
173
Las lpidas y las cruces de hierro que brotan del suelo te cortan las
rodillas desnudas, sin importar lo lento y cuidadoso de tus pasos. Donde antes
estaba tu calle con tu casa y las de tus vecinos y familiares ahora se
encuentra un cementerio oscuro y antiguo, pululado por sombras amorfas que
proyecta la luz anaranjada de una luna perversa. Todo lo que conoces, todo
lo que amas y en lo que confas ha desaparecido. Buscas an con un poco de
esperanza y mucho temor un elemento familiar en este escenario, pero slo te
topas con una silueta alta y desgarbada que camina hacia a ti con sonoros
pasos de madera. La luz de su linterna le ilumina el rostro y l te sujeta del
cuello y lo aprieta con fuerza. Tu garganta colapsa bajo la presin que ejerce
su mano enguantada y sabes que vas a morir. Entonces te suelta y caes al
suelo, tosiendo y convulsionndote. l eleva su hoz en el aire y con un golpe
la hunde en tu abdomen. El metal se abre paso entre tu carne y tus entraas, y
sientes que tu sangre tibia baa la mano de tu asesino. An vivo, lo escuchas
rer.
Despert llorando en silencio. Ni siquiera gem ni me mov
bruscamente. El miedo era tanto que ya nada poda hacer. Tras varios minutos
de mirar la oscuridad con ojos irracionales e instintivos, logr recobrar la
calma y el aliento. Poco despus reun la voluntad para levantarme de la cama.
Me sobresalt al ver mi propio reflejo en el gran espejo de la pared. Estpido
espejo, reliquia de los ancestros de Molly. Odiaba los espejos: para m eran
como ventanas desde las que nos miran seres horrendos que tratan de
parecerse a nosotros.
Camin hasta mi estudio. Saqu de un cajn una pequea cantidad de
opio y me dispuse a fumarlo, pues no haba lo hecho desde haca algn
tiempo. Saba que las consecuencias podan ser desastrosas; es indescriptible
175
lo
Respuesta
entiende
inevitable:
universalmente
la
muerte!
la
Y,
humanidad?
cundo
ese
de
una
mujer
hermosa
es,
sin
disputa
de
177
-No.- dije Lo que yo vi estaba del otro lado- y entonces sent ese
miedo inexplicable otra vez Vmonos, Molly. Vamos adentro de la casa. Por
favor, no te entretengas, necesito entrar ya.
Entramos, cerramos todas las puertas y ventanas con todas las aldabas y
cerrojos que haba, pero an as el miedo no se iba.
-Por todos los cielos, Michael, ests plido y sudando fro
No respond. Me met en la cama y que cubr con las sbanas como el
nio que teme al coco.
-Abrzame, Molly, por favor, slo abrzame. Tengo mucho miedo.
Esta noche est inquieto, tiene sed. La sangre en su hoz no lo
satisface. Pero ha decidido tener paciencia y esperar antes de colectar
el sacrificio. Recorre el sembrado, el bosque y el cementerio. Desde
lo alto de la colina mira hacia el pueblo. Re.
-T y yo tenemos algo en comn.- me dijo el viejo Ralph Petersen
cuando me visit al da siguiente Queremos hacer una literatura de horror
que se aleje de las malditas Dime Novels y se acerque ms a la literatura seria.
Poe lo hizo, Maupassant y Ambrose Bierce lo estn haciendo. Pero nos
enfrentamos a un problema por partida doble: por un lado, el pblico iletrado
preferir siempre el sensacionalismo barato y fcil de digerir de los Penny
Dreadfuls y ser incapaz de comprender cualquier intento de calidad literaria,
no digamos ya de erudicin, en un cuento del que ellos suponen su nica
finalidad debera ser causar un poco de miedo, cuando no un morbo insano.
Por otro lado, los lectores cultos siempre estarn demasiado ocupados
denostando el carcter fantstico de nuestros textos como para notar sus
178
mritos artsticos. Por mucho que se cacaree sobre Maupassant estos das, te
puedo asegurar que en cien aos se leer Pierre et Jean en las universidades y
ya nadie se acordar de LHorla.
-No lo dudo.- dije por toda respuesta a su larga disertacin.
-Tu libro es bueno, Michael. Muy bueno. Pero entiendo la posicin de
Stevenson: quiz no sea de agrado para el gran pblico. Sabes? Por
momentos me caus miedo verdadero. Existen pocos textos que lo han
logrado. No hablo del leve temor que se siente al dejarse sumergir en la
atmsfera del relato, sino un miedo intelectual y a la vez metafsico que se
experimenta incluso despus de haber terminado de leer. La nuit de
Maupassant, por ejemplo, es uno de esos cuentos Pero t bien sabes que yo
no leo literatura gtica con la intencin de sentir miedo, sino de gozar
estticamente con sus imgenes y smbolos En fin, una debilidad noto en tu
libro, y es cuando describes escenas de muerte, asesinatos y tortura. Siento
que en ellas te has dejado influir mucho por la literatura sensacionalista de la
que tratamos de alejarnos.
-Es cierto.- respond Trat de completar el horror en los conceptos con
el horror en cuanto a imgenes. Quiz mucha gente no pueda entender porqu
una idea es aterradora, pero sentirn algo de miedo al imaginarse en una
situacin de tortura.
-Qu te da miedo, Michael?- pregunt de golpe.
Vacil unos segundos antes de responder Perder la razn, Ralph. Eso
me asusta. No saber ms qu sueo y qu es realidad. No saber si mi mente
consciente controla mis acciones o si acto en contra de mis pensamientos
racionales. Me asusta no poder entender ya el mundo.
179
-Bah! Hay pocos en Nueva Inglaterra que saben tanto sobre Halloween
como yo. Bien podra hablar a todos esos pedantes de la Sociedad sobre
Samhain, el festival de las cosechas de los antiguos celtas. Se celebraba el 31
de octubre y se crea que durante unos das la barrera que divide este mundo
del ms all quedaba diluida y los espritus venan a convivir con los vivos.comenc a hablar como si me encontrara dando una conferencia -Con la
llegada del cristianismo todo cambi. Los antiguos ritos paganos se
convirtieron en los aquelarres de las brujas y los demonios. Disfrazado de
adoracin a los santos y a los fieles difuntos, Samhain pudo sobrevivir. Lo
mismo le pas a la Walpurgisnacht germana; era un festival de la primavera
en el que se encendan hogueras para aplacar a los espritus del caos. La
cristiandad la convirti en la fiesta de Santa Walpurga. En todo el mundo
pagano hay festivales de cambio de estacin en los que se recuerda a los
muertos y se conjura a las fuerzas del Ms All. En un principio la cristiandad
los quiso tachar de demoniacos, pero al final termin absorbindolos. Claro,
eso no evit que durante muchos aos persistieran historias de aquelarres y
orgas el 30 de abril o el 31 de octubre. De hecho, como t bien sabes, en
nuestra querida Nueva Inglaterra an hay rumores de horribles rituales que se
llevan a cabo por esas fechas en las colinas y barrancos ms apartados. Pero,
desde luego, a m no me invitan a impartir conferencias porque no obtuve mis
conocimientos en Harvard, sino en las bibliotecas pblicas de Boston
-En esta conferencia se hablar del origen de los Jack OLantern
-Sobre ello podra dictar conferencias tambin.
-Seguro que s, pero adems el conferencista, un muchachito de apellido
Carter, o algo as, hablar sobre los recientes descubrimientos en cuanto al
culto de Fobos.
181
Hidras
Quimeras
las
terrorficas
eso
se
debe
transcripciones,
que
tipos
los
ya
estaban
arquetipos
all.
estn
Son
en
clase
de
miedo
es
puramente
espiritual,
su
manifiesta
sobre
todo
en
el
periodo
de
nuestra
inocente infancia
No guardo recuerdos de cmo llegu a casa esa tarde. Tan slo tengo la
imagen de Molly preguntndome furiosa a dnde me haba ido para despus
sealar preocupada que me vea demacrado.
-Son esos cuentos y el opio!- dijo, mientras me pona unas
compresas fras en la frente.
-Esos cuentos son todo lo que soy.- respond.
-Ests delirando. No lo soporto. Debes descansar de la escritura y dejar
el opio de una buena vez.
Pero estaba casi seguro de no haber fumado opio en das y, despus de
un momento de silencio, respond Cuando era un nio amaba la fiesta de
Halloween. Mi madre tambin. Me contaba las leyendas de Jack OLantern,
del Diablo de Jersey y de Sleepy Hollow, mientras me maquillaba la cara con
talco para que saliera a pedir golosinas. Pero cuando mi padre muri y mi
madre se volvi a casar Mi padrastro era un pastor protestante, sabes?
Consideraba que mi madre y yo ramos pobres almas enajenadas por la
idolatra pagana del papismo. Era un hombre muy severo y empeor cuando
mam muri. Me deca que Halloween era una fiesta pagana y que las
calabazas talladas eran formas de adoracin al demonio. Me deca que, si
insista en tener amuletos con huesitos y dejar ofrendas a las nimas, Jack
OLantern vendra por m, con su hoz que arranca las almas de sus cuerpos, y
su linterna que alumbra el camino al Infierno.
185
186
-Michael
-No lo ves? Isis acept hacer un trato con Atn para enfrentarse juntos
a la Muerte. Pero Atn traicion a Isis y la viol; de esa unin naci un hijo
que Atn despus sacrific en la cruz Todo para apaciguar a la Muerte
Pero la Muerte no puede ser apaciguada
-Michael, me asustas. Por favor, no sigas hablando as.
-Molly Y si tales cosas existen?
-Cules cosas?
-Un escritor gals dice que todas las leyendas de criaturas fantsticas,
hadas, minotauros, vampiros y hombres lobo, hablan en realidad de cosas tan
horribles que no podramos ni siquiera clasificar, pero a las que hemos dado
un sustantivo y una descripcin que ms o menos se acomoda a lo que
nuestros cerebros pueden concebir
-Necesitas despejarte,- dijo Molly necesitas salir, distraerte y no pensar
ms en esas cosas. Te preparar un t y al caer la tarde iremos a la celebracin
de Halloween. Qu te parece?
-No. No quiero ir.
-Michael, necesitas ver algo de colorido y estar en un lugar alegre.
Adems, es tu cumpleaos
Me qued anonadado con esa informacin; haba olvidado por completo
mi cumpleaos.
187
-Es cierto,- dije al fin debo salir a divertirme. S!- exclam con sbito
entusiasmo -Vamos! Vamos a jugar con los nios y a comer manzanas
acarameladas y pasteles de calabaza!
Molly empez a rer conmigo Maana nos preocuparemos por las
cuentas y los doctores, hoy podemos divertirnos como chicuelos.
Oh, Halloween, magnfica fiesta en la que nos vestimos como seres del
Ms All para expresar el terror que les tenemos; nos disfrazamos como
fantasmas para que cuando ellos pasen por nuestras casas en la noche se
confundan y no quieran hacernos dao. El pueblo estaba decorado de muchos
colores, una banda local tocaba msica alegre, las amas de casa repartan
trozos de pastel de calabaza a los invitados y los nios, vestidos de negro y
con caras blancas, pasaban de casa en casa para pedir golosinas. Sonre como
ellos y hasta en mi caminar me dej llevar por la msica.
Pero de pronto, en medio de la algaraba, me posey el miedo. En cada
persona vi a un asesino delirante y en cada rostro una monstruosidad
hambrienta, y las calabazas me miraban con apetito y la msica trataba de
enloquecerme. Mucho antes de que supiera de dnde venan los alaridos,
estaba gritando.
La cordura cay sobre m de golpe como un aire fro; me descubr en
medio de la plaza, las manos de Molly en mis hombros y la mitad del pueblo
mirando hacia m con espanto.
-Michael, qu te pasa?
-Me siento muy mal, Molly. Vamos a casa, por favor. Djame ir a casa.
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los egipcios, en los sacrificios de los druidas y de los aztecas, en las masacres
del Empalador, en los crmenes del Destripador, y en los cultos de Kali, de
Mictlantecutli y de Fobos; pens en las leyendas de monstruos marinos y en
los raptos de la Tylwyth Teg, en las quemas de brujas, en los exorcismos y en
las grgolas de las catedrales; pens en las historias de fantasmas y en las
sombras que se asoman por tu ventana cuando duermes y que acechan desde
tu armario o bajo tu cama; pens en las pesadillas de Fssli, en las brujas de
Goya, en la Danza Macabra de Saint-Sans, en el Sueo de una noche de
Sabbath de Berlioz y en la Noche en la rida montaa de Mussorgsky; pens
en los cuentos de Poe, en los Hawthorne, en los de Maupassant, en los de
Bierce, en los de Gautier y en los de Le Fanu, en Varney el Vampiro, en el
Frankenstein de Mary Shelley y en el Jeckyll & Hyde de Stevenson; record
mis propios cuentos y mis pesadillas y el Amanecer de la Muerte Y
abrumado de nombres, sombras, ideas y conceptos, comenz a perfilarse ante
m una realidad insoportable.
Cuando escuch los pasos apresurados de Molly me sent aliviado, pero
pronto el alivio se transform en terror cuando mi esposa abri la puerta y
entr gritando mi nombre. Y la ves correr hacia ti con la hoz en alto. Escuch
los pasos lentos y poderosos sobre la duela y grit a Molly que se alejara.
Pero ella no retrocede y la calabaza prepara su hoz. Grit, grit ms
aterrado de lo que haba estado en mi vida, por primera vez consciente del
poder que tiene el miedo. Tu mente est embriagada de miedo. Quiere correr
hacia su esposa, pero el horror lo sujeta de los cabellos. Oyes sus pasos,
y miras su capa negra ondeando al viento que entra por la ventana. Molly,
no! Miras de frente al ser que siempre has temido. La mujer no se da
cuenta del instante en que la mano enguantada se apodera de su
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192
Volumen V
El Siglo XX
193
SAHKIL
Yucatn, principios del siglo XX
La verdad es que era valiente el patrn. Hombre como pocos, para
enfrentar lo de este mundo y lo del otro. As de valiente. Eso es porque era
hombre del campo, no como esos otros que tienen sus casas en Mrida y
nams visitan la hacienda de vez en cuando. No, el patrn ah se cri, entre
los caballos, los henequenes y las desfibradoras, no como esos seoritos de la
ciudad. Era tan hombre, si no es que ms, como su padre, a quien la muerte se
llev joven.
Haba de tener veinte aos, a lo mucho, cuando el patrn hered la
hacienda. Y en seguida puso en todos en orden. El patrn no permita la
flojera, ni que los capataces furamos blandos con los peones. Y si alguna vez
se le fue la mano y mat a uno que otro indio a palos, es porque se lo
buscaban. Pues el patrn ah estaba en los henequenales, vigilando que se
hiciera bien el trabajo, ah con nosotros los capataces, aguantando el sol y el
calor, y dndole duro a los indios pa que trabajaran.
S, era un hombre valiente. Nunca le vi una mueca de dolor ni de
cansancio, menos de miedo. Ni cuando Alvarado lo mand a colgar mostr
temor. Furia, quizs, coraje, pero no temor. Y era un hombre justo, les digo,
nunca azotaba a quien no se lo mereca. Adems, acab con los rateros. La
hacienda de Sahkil estaba a medio camino entre dos pueblos: Eknict y
Oxbalam. Y en los dos acab con los rateros. Cuidadito el que quisiera robar
en alguno de los pueblos! Si desapareca algo, el patrn buscaba y buscaba
hasta que apareca el culpable y luego lo colgaba de un rbol y dejaba el
cuerpo hasta que se pudriera, pa que todos aprendieran. Y no slo a los
194
ahijada, desnuda, de los pelos. Les confieso a ustedes que me dio miedo, pero
aqu quin me dice que no le hubiera dado miedo ver algo as. A ver, quin
me reta? Ta bueno.
Como les deca, vi al gato que con el hocico traa a la nia del pelo y la
asent en medio del patio. Entonces el gato, iganme, el gato se meti entre
las piernas de la nia y pos la viol. Quin se ri?! Hay alguien aqu
que me diga mentiroso? Que lo sostenga con la pistola! Ta bueno, me calmo.
Pero cranme, esto pas como lo cuento, por sta se los juro.
Vi como el chingado gato estaba violando a mi ahijada, y ah ms que
miedo tuve coraje. As que me olvid de pendejadas, agarr mi carabina y sal
de atrs de la albarrada gritando:
-Compadre! Compadre!
Y que sali mi compadre con la fusca en mano mirando para todas
partes sin saber ni qu ni cmo; se conoca que se haba quedado dormido y
mis gritos lo despabilaron. El gato, apenas oy mis gritos y vio salir el
compadre, peg un brinco y se escap por la calle. Yo lo segu y le dispar dos
veces, pero no le pegu, y se me perdi entre las sombras.
Cuando regres a la casa, me encontr a mi compadre que ya haba
metido a su hija y la tena acostada en una hamaca, todava dormida la
chiquita. Vi que la cara de mi compadre estaba plida del susto. Me dijo que
no saba qu hacer y yo le promet que vigilara con l ah todas las noches,
sin falta.
Ah me qued, en el patio de mi compadre, sentado en una silla todas
las noches de la semana siguiente, con mi carabina preparada. Pero la ltima
197
si los chupara. Ah s lo confieso, tuve miedo. Pens que ese toro deba ser el
mismo diablo, y qu podan hacer seis mortales contra Satans?
Mir a mi lado y vi que el patrn estaba trepado junto a m, con los ojos
muy abiertos. Entonces le not una mirada de decisin, apunt con su rifle y le
dispar al toro. El bramido que peg el animal debi haberse escuchado por
todo el pueblo. Del puro susto me ca de la albarrada. El patrn grit:
-A ver, culeros! A esta cosa le duelen las balas. A darle, pues! Y le
peg otro disparo a la bestia.
En ese momento salimos todos con nuestras armas y le empezamos a
disparar al toro, que se dio la vuelta y sali corriendo del panten. El patrn lo
persigui a pie y le sigui disparando hasta que el animal estuvo demasiado
lejos. Alcanc al patrn, que se haba quedado parado viendo hacia el camino
por donde haba desaparecido el toro. Se inclin y toc algo que estaba en la
tierra. Era sangre. El patrn sonri.
-Lo lastimamos.- dijo el patrn cuando los dems hombres nos
alcanzaron. -Qu esperan? A sus caballos! Vamos a seguir a esa cosa hasta
que la hayamos matado.
Y as lo hicimos, seguimos el rastro de sangre. Sala del pueblo por el
camino a Sahkil y luego torca en direccin a los henequenales. Los
atravesamos siguiendo el rastro hasta un monte sin cultivar. Nos detuvimos
frente a la selva; sabamos que los caballos no podran andar entre tantos
rboles y maleza, y nos pareca una locura meternos all, donde no haba ni
siquiera un sendero qu seguir; adems haba tigres y otros animales. Y
algunos decan que en medio de la selva haba ruinas muy antiguas, ms viejas
que cualquier otra, en donde se reunan los brujos mayas para hablar con sus
201
dioses. Pero el patrn nos orden que nos bajramos de los caballos, que
armramos unas antorchas y que siguiramos. Nadie se atrevi a decir que no,
pero uno de nosotros dijo:
-Hay que ponernos las camisas al revs, con los botones en la espalda,
para que no nos pierdan los aluxes.
-Hagan lo que quieran.- dijo el patrn Pero aprense.
Y nos internamos en la selva. Pronto estbamos rodeados de rboles
altos y siniestros; nosotros tenamos miedo, pero el patrn continuaba con el
mismo paso veloz, siguiendo la sangre del toro. A veces perda el rastro, pero
no tardaba mucho en volver a encontrarlo, quin sabe cmo, porque estaba
ms oscuro que dentro de una gruta, y ms all de lo que iluminaban las
antorchas no se alcanzaba a ver nada ms que unos puntitos brillantes, como
ojos, que nos vean a travs del follaje. Me dije que deban ser monos o
tecolotes, o algn otro animal, pero la idea no me sosegaba.
De pronto sent un golpe en la cabeza, como si me hubieran arrojado
una piedrita. Luego todos sentimos que nos estaban lloviendo guijarros y
escuchamos susurros que venan de todas partes y que blasfemaban y nos
insultaban.
-Ay, patrn.- dijo el mismo de antes Son los aluxes, los seores del
monte.
-Ah, s?- dijo el patrn sacando su pistola y peg dos tiros al aire. -No
sean cobardes! Ellos tienen piedritas? Pos yo tengo balas.- y al instante se
detuvieron las pedradas.
202
203
GASSMENSCH
Frente occidental, 1917
Me detengo exhausto ante un charco en la tierra, seducido por el agua
sucia y lodosa que mi boca y mi garganta desean como al manantial ms
exquisito. Con ansiedad sumerjo la mano y llevo el agua hasta mis labios,
tratando de ignorar el olor y el sabor a podredumbre. Bebo hasta quedar
satisfecho.
Me siento en el fango y trato de serenarme. Contemplo el panorama que
me rodea y no veo seales de la cosa que me persigue. Suspiro. Estoy lejos de
las trincheras, de las barracas y de los alambres de pas. Todo a mi alrededor es
un infinito desierto de lodo. Me siento como el ltimo hombre en un mundo
muerto.
Mis manos se resisten a soltar el rifle, pues ste se ha adherido a mis
dedos anquilosados. Con esfuerzo y dolor abro la mano y dejo el arma a un lado.
No est cargada, y an si lo estuviera no me servira de nada, pero tenerla cerca
me hace sentir menos desvalido. Me descuelgo la mochila de los hombros y la
abro en busca de comida. Encuentro un trozo de salchichn ennegrecido y
rancio que devoro con desesperacin. En las ltimas horas slo haba pensado en
huir y no me haba tomado tiempo para revisar el contenido de mi mochila. Hay
algo ms aqu... es mi diario. Abro el cuaderno y leo notas que escrib hace
apenas unos das, pero me parecen escritas por otra persona en una poca muy
lejana.
204
17 de Noviembre
Hoy escuch a dos capitanes hablar acerca de lo que uno de ellos haba
odo decir a un teniente y a un coronel. Dijeron que haban muerto algunos
soldados en una barraca de la que se encargaba el teniente antes de ser
transferido. Los soldados parecan haber sido envenenados con gas, pero era
muy extrao porque no haba habido ataques enemigos, adems de que el
veneno no haba afectado a los dems soldados, a pesar de que todos dorman
en un mismo espacio reducido.
Ms tarde, Franz me dijo...
Sollozo cuando leo el nombre de mi amigo y camarada, sabiendo que
nunca lo volver a ver. Sigo leyendo, sin saber bien por qu lo hago.
Ms tarde, Franz me dijo que haba escuchado rumores acerca de un
soldado que se haba vuelto loco y haba gaseado a sus propios compaeros
mientras dorman.
Miro en derredor y busco seales de vida, pero slo est el desierto de
lodo hasta donde la vista alcanza. El cielo es casi del mismo color grisceo que
la tierra y ambos se confunden en el horizonte. El viento helado me trae el olor
de cadveres podridos. Los escalofros de miedo se confunden con los que me
causa la helada y con el temblor del hambre y el cansancio.
Contino leyendo mi diario y como en las notas del dieciocho de
noviembre no encuentro nada que se refiera a esa cosa, paso a las del da
siguiente.
205
19 de Noviembre
Hoy conoc a un soldado, llamado Peters, que vino transferido desde el
Hormiguero. Me dijo que ya haban abandonado ese puesto y que lo haban
dejado a los franceses. Segn Peters, los oficiales teman que hubiera una
epidemia en ese lugar, porque muchos soldados aparecan muertos con los
rostros deformados y los cuerpos contrados, como si hubieran sido
envenenados con gas. Pero Peters nos dijo a m y a Franz que el verdadero
culpable tras la muerte de los soldados haba sido un demente que entraba en
las barracas durante las noches y que gaseaba a los soldados mientras
dorman.
El fro atraviesa mi ropa, mi piel y mis huesos. El silencio a mi alrededor
es absoluto, ahora ni siquiera hay viento. El mismo sonido de mi respiracin me
pone nervioso. No puedo evitar el sentirme acechado.
21 de Noviembre
Anoche hubo un ataque. Los franceses, que ya han asegurado su posicin
en el Hormiguero, asaltaron nuestra trinchera y estuvimos toda la noche
combatiendo. Logramos repeler el ataque, pero muchos murieron, Gunthersen
entre ellos.
festejaron esa noche, como si hubieran ganado una gran victoria. Los soldados
nos fuimos a dormir en cuanto pudimos.
Franz dijo que durante la batalla vio una figura alta y oscura caminar de
un lado a otro en medio del fuego cruzado. Peters dijo haber escuchado a
varios oficiales decir que muchos soldados tanto nuestros como franceses
206
fueron encontrados con las seales de haber sido envenenados con gas. Pero
estamos seguros de que ni los franceses ni nosotros usamos gas durante la
refriega. Peters asegura que el gaseador misterioso es el responsable.
22 de Noviembre
Hay miedo en la trinchera; varios soldados murieron anoche.
Amanecieron con los msculos contrados, con el gesto retorcido, como si
hubieran sido gaseados. Despus de todo lo que me han contado los ltimos
das, tambin tengo miedo.
Yo conoca a uno de los que murieron. Era un jovencito a quien
llambamos Maus. Nos ordenaron incinerar todos los cuerpos y yo mismo me
encargu del suyo.
Dejo de leer y trato de recordar a Maus. Cuando lo conoc era un
muchacho alegre, pero en las ltimas semanas pareca estar invadido por la
desesperanza. Se vea demacrado, flaco y ojeroso, con la mirada perdida, y ya
casi nunca hablaba.
23 de Noviembre
He odo a varios soldados hablar acerca de un hombre altsimo, que
camina por las trincheras durante la noche, todo vestido de negro, con una
gabardina larga que le llega hasta los talones. Los que lo han visto creen que es
l quien est matando a los soldados. Nadie lo ha visto durante el da. Lo
llaman Gassmensch. Me dijeron que cuando este personaje se encuentra cerca,
207
se siente un olor dulce y penetrante, que creen que es el gas con el que mata a
sus vctimas.
24 de Noviembre
Anoche pas algo muy extrao y aterrador. Estaba recostado en mi litera,
con los ojos cerrados pero sin dormir -ya casi nunca lo hago-, cuando sent un
olor muy dulce e intenso. Me invadi el terror y no me atrev a abrir los ojos.
Sent una presencia y escuch los ecos de una respiracin pesada y cortante,
que se acercaba poco a poco hasta que se detuvo a mi lado. Por largos
segundos escuch junto a m la respiracin resonante de este ser. Rec todas las
oraciones que me vinieron a la mente y cuando esa cosa se march, segu
rezando. Wilmer, que dorma en la cama bajo la ma, amaneci muerto. Estoy
seguro de que Gassmensch estuvo en nuestra barraca. Estamos todos muy
nerviosos y los oficiales no dicen nada.
26 de Noviembre
Antenoche vi por fin a Gassmensch. Yo estaba en la trinchera haciendo la
guardia cuando sent el mismo olor dulce de la noche anterior. Me puse alerta y
mir en todas direcciones. Y lo vi: era una figura humana, muy alta, vestida
toda de negro y traa una capa o una gabardina negra y larga que le daba el
aspecto de una sombra ondulante que se deslizaba por la trinchera. Me qued
congelado de terror, pero l pas junto a m como si no me viera. Entonces lo
pude ver de cerca. Sus manos eran muy extraas, parecan estar cubiertas de
cuero negro y brillante y sus dedos remataban en puntas, como si tuviera
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garras. Usaba una mscara antigs que le daba el aspecto de una cosa inerte.
Su respiracin se poda or detrs de la mscara, pesada y cortante, como la
que haba escuchado la noche anterior.
Slo cuando Gassmensch se hubo alejado unos cuantos metros,
reaccion. Tom mi fusil, apunt e hice tres disparos. La criatura -pues ahora
estoy seguro de que no se trata de un ser humano- se tambale un momento,
pero luego recobr su postura mecnica y sigui caminando. Estoy seguro de
haberle dado por lo menos con uno de los tiros, porque pude ver el agujero que
dej la bala en su espalda. De ese agujero comenz a brotar una nube de humo
negro y espeso. Al verlo, corr aterrado en la direccin opuesta hasta llegar a
mi barraca.
Ayer estuve arrestado todo el da por relatar mi encuentro con
Gassmensch a los soldados. El teniente Brem dijo que mi historia era un cuento
para justificar el hecho de que hubiese abandonado mi puesto y que no haca
ms que cundir el pnico entre mis compaeros. Hasta hoy en la maana me
dejaron salir. Entonces me enter de que varios soldados haban muerto las
noches de ayer y de antier.
Aqu termina mi diario; las ltimas lneas fueron escritas con prisa. Cierro
el cuaderno con un suspiro desesperanzado y lo guardo de regreso en la mochila.
Por alguna razn siento que si sobrevivo debo contar esta historia, que el mundo
debe saber lo que sucedi... lo que est sucediendo.
Haba dejado de escribir porque a la maana siguiente emprendimos la
carrera Franz, Peters y yo. Franz fue el primero en levantarse, nos despert a
sacudidas y nos dijo temblando que no haba nadie con vida en los alrededores.
Salimos de nuestro dormitorio. En las barracas decenas de soldados estaban
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cadveres. Franz nos cont otra de sus teoras sobre Gassmensch. Segn l, se
trataba de un soldado que deba haber sobrevivido a un ataque con gas y se haba
convertido en monstruo. Le pregunt por qu crea que Gassmensch mataba a
unos soldados y a otros los dejaba vivir. No supo darme una respuesta. Entonces
yo suger que quiz se trataba de un arma diseada por los franceses, o por los
rusos. Peters neg con la cabeza y asegur que Gassmensch era el demonio.
Me volv para ver a Peters. No haba dicho una palabra hasta entonces. Se
vea en verdad exhausto; su rostro estaba plido y demacrado y su mirada se
perda en la hoguera. Yo empezaba a sentir sueo, cabeceaba. Cerr los ojos por
un momento y, de pronto, escuch un sonido lejano, susurrante. Abr los ojos. El
rumor se oa cada vez ms cerca, proveniente de la oscuridad. De entre las
sombras vi aparecer al monstruo caminando lento y mecnico hacia nosotros.
Grit y mis compaeros reaccionaron. Tomamos nuestras armas y
logramos poner la fogata entre Gassmensch y nosotros. Estbamos tan cerca de
la criatura que poda ver el fuego reflejado en los lentes de su mscara antigs.
Disparamos los tres al mismo tiempo, seguros de nuestro tino. El monstruo se
tambale con cada disparo, pero despus recuper el equilibrio y sigui
avanzando hacia nosotros. Volvimos a cargar y disparamos otra rfaga, sin
darnos cuenta de que por cada agujero que nuestras balas hacan en su gabardina
brotaba humo negro y espeso. Peters fue el primero en notarlo y nos advirti a
gritos, pero no evit inhalar el gas. Abandonamos la idea de enfrentar a
Gassmensch y huimos del lugar.
Corrimos todo lo que pudimos. Yo iba ayudando a Peters, a quien costaba
cada vez ms trabajo mantenerse en pie. Finalmente, no pudo ms y cay al
lodo, convulsionndose y gimiendo. Apretaba los dientes y babeaba y se araaba
la cara y sus ojos sangraban. Franz y yo lo contemplamos con una mezcla de
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pagar las deudas que le haba dejado la Gran Depresin. Crey que slo una
vez tendra que participar en un proyecto as y que despus podra seguir
haciendo teatro. Convencido de haber hecho un bodrio cinematogrfico, el
veterano actor no se imagin el xito que tendra El Vampiro. Cuando los
estudios lo llamaron para contratarlo por los siguientes aos, Van Tassel
estaba realmente sorprendido. Pero el dinero le hizo tomar la decisin final.
Por un jugoso sueldo, el actor participara en las pelculas que los estudios le
ordenaran e interpretara el papel que le fuera indicado. As, en siete aos
haba participado en ocho pelculas de horror para Cosmopolitan Studios.
Cuatro de ellas eran de la serie de El Vampiro, en las que interpret siempre al
experto en lo sobrenatural, el profesor Von Solan. En las dems, interpret
papeles prcticamente idnticos: el profesor Miller, egiptlogo, en El
Sarcfago; el doctor Goldmann, anatomista, en El Monstruo, y el doctor
Siodmack, psiquiatra, en El Hombre-Bestia. En una ms, El Hombre sin
Rostro, Van Tassel tuvo la oportunidad de interpretar a un monstruo, el
doctor Reins, cientfico loco que se transforma en el personaje epnimo.
Aunque estaba lejos de tener la popularidad de sus coestrellas, con estas
pelculas Van Tassel haba ganado fama entre un pblico al que consideraba
ignaro y le disgustaba encontrarse enlistado entre los conos del cine de
horror. Para atraer al pblico, los Cosmopolitan Studios haban creado para
sus estrellas biografas extraordinarias. Del veterano actor se dijo haba nacido
en Holanda, donde haba pasado la mayor parte de su vida convirtindose en
experto en ciencias ocultas. En realidad, el origen de Van Tassel se encontraba
en Nueva York, en el infame pueblo de Sleepy Hollow. Ahora, para el colmo,
Cosmopolitan Studios tena un nuevo proyecto: en caso de que La Amenaza
del Vampiro resultara un xito, se realizara una cinta en la que Von Solan se
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pnico con la que despertaba cada madrugada. Aument sus dosis de morfina
y la noche del sbado pudo dormir sin problemas.
El domingo hizo su acostumbrado paseo por Silver Lake y se detuvo en
la tienda de abarrotes. Salud a Eddie, que estaba sentado junto a la puerta,
con la mirada clavada en un libro. Como el muchacho no devolvi el saludo,
Van Tassel lo repiti. Eddie levant la mirada y el actor pudo notar que estaba
demacrado y que le temblaban las manos.
-Hola, seor Van Tassel! Dgame, usted pele en la Gran Guerra?
-Fui a Europa, pero nunca vi combate. Por qu?
-Alguna vez oy usted algo acerca de el Hombre de Gas?
-No que yo recuerde Espera, me parece recordar S, escuch algo a
los franceses. Era una especie de fantasma, pero no recuerdo con exactitud.
Por qu preguntas, Eddie?
-Este libro cuenta historias de terror de todas las pocas. Y el cuento
dedicado a 1917 habla del Hombre de Gas
-Mira, Eddie, te voy a ser sincero. No me gustan los cuentos de horror.
Ni las pelculas de monstruos, ni ninguna de estas tonteras. Si fuera por m,
estara en obras de Bertolt Brecht, no en esa basura de Hollywood que tanto te
gusta
-Pero seor, Van Tassel, usted no entiende.- dijo el muchacho
ignorando lo que el actor le acababa le decir Este libro fue escrito a finales
del siglo pasado. Cmo podra saber el autor que aos ms tarde habra una
guerra y una leyenda sobre un hombre de gas?
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Van Tassel no supo que responder y, sin decir palabra, entr en la tienda
a buscar el tabaco. Esa noche se desat una violenta tempestad y Van Tassel
tuvo problemas para conciliar el sueo, incluso con la morfina. Despert en la
madrugada y crey or, entre el retumbar de los truenos, los gritos aterrados de
una mujer y las carcajadas demenciales de un hombre. El actor llam a sus
criados y les orden registrar los alrededores de la casa, pero no encontraron
nada. Rogers dijo a su amo que nadie haba escuchado nada y sugiri que
quizs el veterano actor haba escuchado esos gritos en sus pesadillas.
Al da siguiente, Van Tassel supo que Lisa Lancaster, la actriz
protagonista de La Mujer del Monstruo, haba sido asesinada. Slo los
tabloides ms sensacionalistas daban detalles del asunto: Lancaster haba sido
destazada y le haban cortado las extremidades y la cabeza. Encontraron su
cuerpo en un viejo molino a las afueras de la ciudad. Van Tassel no particip
en La Mujer del Monstruo y nunca conoci a Lancaster, pero tena el
presentimiento de que el detective Lance ira a visitarlo. Eso nunca pas, pero
sin saber por qu, tal omisin lo preocupaba. Ms tarde recibi la llamada de
su agente, quien le inform que los estudios estaban preocupados por sus
estrellas y que contrataran seguridad para ellas. Eso, desde luego, no inclua a
Van Tassel, por lo que le recomend que cargara con una pistola.
Las noches de esa semana fueron de horribles pesadillas que no dejaron
dormir al viejo actor. Aument sus dosis de morfina hasta triplicarlas, pero
apenas logr dormir bien la noche del sbado. El domingo por la maana se
prepar para seguir con su rutina, a la que se aferraba como a un recurso
esencial para su cordura. Visit la tienda de abarrotes de siempre y, al notar la
ausencia de Eddie, pregunt por l al tendero.
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en un manuscrito hallado en una botella y que data del siglo XVIII. Ja!
Increble. Alguna vez trabajaste con Cooper, Edward? Edward?
-Qu? Ah, no. No con Cooper.
-Qu pasa, Edward?- Benson dobl el diario y lo asent sobre la mesa
-Ests muy distrado y tembloroso. Se dira que temes que alguien te est
persiguiendo. Es por eso del Cazador de Monstruos?
-El qu?
-El asesino de las estrellas de pelculas de horror. Crees que podra
estar tras de ti?
-No, no lo creo. Y todos modos ahora cargo siempre una pistola
Robert, he estado pensado en todas esas pelculas de horror, y en toda la
literatura de monstruos y me preguntaba, y si hay tales cosas?
-Cmo vampiros y hombres lobo?
-O cosas peores
-Debes estar bromeando, Edward.
-S, supongo. Pero He visto algunas cosas en los ltimos das.... No
s, Robert. Creo que me estoy volviendo loco. Ya no s lo que sueo y lo que
vivo, lo que imagino y lo que es. Escucho gritos y carcajadas incluso cuando
estoy despierto- el hombre pareca a punto de quebrarse -Tengo miedo,
amigo. Tengo mucho miedo todo el tiempo y ya no soporto vivir as
Robert?!
Benson haba cado de su silla y estaba tirado en el piso
convulsionndose y escupiendo espuma por la boca. Van Tassel vio en los
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ojos de su amigo una mirada salvaje y feroz que slo haba conocido en sus
pesadillas. Sinti que Benson, entre sus convulsiones, lo miraba como un
depredador a su presa. No puso soportarlo y sali corriendo del asilo, mientras
los enfermeros sujetaban a su amigo y le inyectaban tranquilizantes.
Cuando Van Tassel lleg a su casa, la cena le esperaba servida en la
mesa. Se sent a comer en soledad, dirigiendo eventuales y rpidas miradas al
ventanal que daba al patio. Apenas haba terminado de comer cuando escuch
extraos sonidos, como de fuertes pisadas sobre el csped, y un ligero
gruido. Van Tassel tom su arma y, lleno de miedo, pero movido por
impulsos desconocidos, abri la puerta del patio. De frente a l, a unos metros
de distancia, vio una silueta voluminosa que se recortaba contra la luna llena.
Van Tassel tena al alcance de su mano un interruptor que habra encendido la
luz del patio, pero no se atrevi a moverlo. La masa oscura se acerc a l con
lentitud y, cuando qued levemente iluminada por la tenue luz que sala de la
casa, Van Tassel pudo ver a un lobo abominable, grande como un oso, y con
un par de ojos insanamente humanos que lo miraban inyectados de sangre.
Van Tassel peg un grito y se meti en su casa lo ms rpido que pudo.
Sus criados atendieron a su llamado y enseguida salieron a revisar los
alrededores de la casa. No encontraron nada, ni una huella. Rogers le dijo a su
patrn que seguramente lo haba espantado algn perro callejero. Van Tassel
acept la explicacin y se retir a su alcoba. Estaba a punto de administrarse
una dosis de morfina cuando record el libro de Eddie. Lo sac de su bolsillo
y lo mir con detenimiento. El horror a travs de los siglos. Lo abri y
comenz a leer. Esta vez las voces no interrumpieron su lectura.
Conforme lea, su intelecto le explicaba que el libro era poco
imaginativo y con una prosa torpe, un simple entretenimiento para
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Tokyo, dcada de 1950
No eran las explosiones ni el estruendo de los edificios que se
derrumbaban. Tampoco los disparos ni el silbar de los misiles cortando el aire.
Ni siquiera las pisadas ssmicas o el temblor que suba por los pies y trepaba
por la mdula. No. Lo peor era el rugido, ese sonido ultramundano, como el
chillar de un ave de rapia o el bramar de un cerdo, o algo ms, mezclado con
otros sonidos, indescriptible, que el odo y el cerebro humano no podran
identificar. Ese rugido no slo era captado por los odos de los habitantes de
Tokyo, sino por sus mentes. Ms all del terror instintivo y primario que se
apoderaba de las personas, haba un horror, ms sutil pero ms mucho terrible,
que llegaba a la mente y nublaba la razn, como si la cosa all afuera pudiera
transmitir sus pensamientos, no como palabras, sino como ideas, de muerte,
destruccin y desolacin infinitas. El rugido no slo causaba miedo, sino que
sembraba el terror directo en sus almas.
Despus de la primera explosin, la familia Tanaka sali de su casa
junto con algunos vecinos curiosos para ver qu suceda. Hiroko, la madre,
con el pequeo Yukio en brazos, y Akane, la hija preadolescente, se pararon
en medio de la calle y fijaron su vista en los lejanos edificios del centro de la
ciudad. Un rascacielos se haba cado y permaneca inclinado sobre otro
edificio que pareca a punto de desplomarse a su vez. Una humareda negra
delataba la presencia de un gran incendio y el sonido de un golpe lejano,
pesado y constante llenaba el aire.
Ms curiosos que asustados, los vecinos se preguntaban qu habra
pasado y hacan conjeturas. Entonces, no supieron cmo, hubo otra explosin
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las estrellas, el horror del que le haba hablado el enloquecido Makarov y que
le hizo desear ms que nunca estar muerto.
Yurchenko record que, hacia el final, la cordura de Makarov ya se
pona en duda y aquel eminente cientfico que alguna vez fuera cercano
colaborador del mismo Tsiolkovskii y la envidia de los americanos, era
calumniado por hombres ignorantes que no merecan llamarse sus colegas.
-Hay mucho ms en el universo de lo que conocemos burda y
pretenciosamente como realidad. La ciencia y la razn no bastan para captar
las cosas sublimes de la existencia. El hombre que busca el conocimiento de lo
que se esconde tras las apariencias debe reunir todas las formas de saber
humano: ciencias naturales, sociales y exactas, religin, teologa y mitologa,
filosofa y lgica, ocultismo y magia, msica y poesa, y formas de
conocimiento que han sido olvidadas o que no se han descubierto an. Pero
incluso as sera insuficiente, pues an el saber y la inteligencia reunidas de
toda la humanidad en todos los tiempos no podra ms que asomarse a un
retazo de la totalidad del cosmos. He probado formas exticas de meditacin,
ascetismo y misticismo incluso he probado distintas sustancias enteognicas
que diversos pueblos de mundo tienen como sagradas, todo para librarme de
los limitantes esquemas mentales que me alejan del conocimiento Y creo
que he visto algo terrible!
Por un instante el movimiento de Yurchenko se detuvo, los estmulos
sensoriales y mentales se apagaron y el cosmonauta se encontr flotando con
lentitud y suavidad en el vaco, rodeado de oscuridad y silencio. Yurchenko no
poda ver nada en aquella negrura; no llegaba hasta sus ojos ni siquiera la
dbil luz de alguna estrella lejana. Slo escuchaba su respiracin agitada y los
latidos aterrados de su corazn. Pero en esa oscuridad y silencio no haba
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infantiles mantenidos por una raza ignorante y supersticiosa. Cada punto del
universo contiene al universo en su totalidad y la maldad que cre en el confn
del cosmos est en todas partes. Da igual, Fyodr, todo da igual.
El cosmonauta pensaba en esto y aguardaba la muerte misericordiosa
cuando escuch una Voz en su mente, una Voz que le record en un instante
todas las cosas abominables que haba presenciado. Entonces Yurchenko gir
sin voluntad, dando la espalda a la Tierra y la cara al vaco y mir al Ser del
que provena la Voz, una Criatura ajena a todo lo posible, hecha de oscuridad
y desolacin. Yurchenko quiso gritar, dejar salir un gemido que aliviara en
parte el espanto y el dolor del que sufra Pero no pudo.
-Ni si quiera te molestes.- dijo la Voz En el espacio nadie escuchar
tus gritos.
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EL HORROR, EL HORROR
Vietnam, dcada de 1970
Estoy enloqueciendo. Si alguien me preguntara (y quin lo hara?) qu
de lo tengo frente a mis ojos es real y qu se presenta solamente como sueos
febriles, no sabra ni cmo empezar a responderle Pero qu sueos? A qu
llamar sueos? Hay cosas que veo cuando estoy despierto y a veces creo que
vivo ms cuando estoy dormido que durante la vigilia De hecho, ahora no
s si he estado durmiendo en lo absoluto. Y si estoy dormido ahora? Y si
todo esto no es ms que una horrible pesadilla? Quisiera creerlo y la verdad es
que no recuerdo lo que he vivido, en qu orden lo viv, o si todas mis
memorias no son ms alucinaciones y pesadillas. Es esto la locura? Siempre
pens que de toparme con una alucinacin estara consciente de su falsedad.
Pens que aun si mis sentidos me dijeran con certeza que algo innatural se
encuentre frente a m, mi mente racional sabra cuando algo fuera lgicamente
imposible. Pero no es as. He visto algunas muy extraas no lo s
cosas? de las que una parte de m, moribunda ya, afnica y lejana, me dice
que no pueden ser verdad pero otras (me siento fragmentado en miles de
yos diversos, desconocidos e incompatibles) dudan de las categoras de lgica,
razn o posibilidad. Por lo dems, el miedo no me deja pensar
Llegu al Nam hace casi un ao O no? No lo s, a veces siento que
he estado aqu toda mi existencia y que mi vida anterior son recuerdos
ficticios Tengo grabada en mi mente la aterradora y desgarbada imagen de
un emisario del To Sam viniendo por m y por los otros muchachos con una
orden del Presidente en una mano y un billete de dlar en la otra, elevndolos
ante la incrdula muchedumbre como smbolos sagrados de un culto
minoritario y ridculo Mis recuerdos anteriores a este suceso son nebulosos.
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una rama, el chillido de los insectos, el rumor del agua, el viento entre el
follaje, las gotas de sangre cayendo sobre la hojarasca, el tronar de los huesos,
el sonido flcido de la carne an caliente cuando es rebanada Escucho
susurros siempre en derredor, provenientes de la espesura vegetal que nos
envuelve por todas partes, al este, al oeste, al norte, al sur, al cielo y al
infierno Escucho el batir de grandes alas de cuero por las noches. S que
hay monstruos aqu.
O no? No lo s. Quiz los nicos monstruos somos nosotros. Por
momentos no puedo creer que hayamos sido capaces de hacer lo que hicimos.
No digo nosotros, como Estados Unidos, sino nosotros como especie,
como cosa que existe y vive y piensa. Qu fue lo que sali tan mal con todos
nosotros? Al principio, cuando recordaba el olor de la carne quemada por el
napalm, quera morir, para alejarme de todos mis recuerdos y antes de ser
arrojado a la condenacin eterna gritarle a Dios que me arrepenta de haber
nacido humano No tard en dejar de creer en Dios, y encontr alivio en la
idea de que al dejar de existir por completo se acabara el horror. Pero ya no s
si en la muerte podra hallar la paz de la inexistencia.
Mi pelotn y yo nos internamos en la selva en una misin de
reconocimiento. Fuimos atacados por Charlie, nos dispersamos y nos
perdimos. La selva es una perversin mrbida de la naturaleza, es la demencia
hecha vida, que crece y se retuerce como los pensamientos perversos y las
obsesiones. Mis sentidos quedan apabullados por su densidad de visiones y
sonidos. La selva te ahoga y te aplasta, te confunde y enloquece. Aqu no hay
slo tres dimensiones, sino mltiples, ms de las que mis rganos sensoriales
o mi mente pueden comprender Todos me observan, todo el tiempo y me
susurran, me llaman Pero no, eso no es posible, son slo plantas y animales
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rerse y siento la risa de todo el bosque en mis espaldas Pero no, otra vez es
slo una ilusin No hay nada de eso aqu.
Despus de vagar durante das O no fue as? No recuerdo que
hubiesen pasado varias noches, pero s tengo la sensacin de estuvimos
andando por demasiadas horas como para que haya transcurrido solamente un
da. Podra haber sido una semana en la que no se hubiera puesto el sol o
que no hubiera salido. Quiz s anocheci, pero no lo recuerdo. Quiz no es
importante. El caso es que llegamos a unas ruinas. Eran un par de edificios no
muy altos, derruidos y devorados por la selva y rodeados de grandes colinas.
Algo haba de maligno en ese lugar. Haba visto antes ruinas de los antiguos
reinos de Indochina, pero no eran, ni de lejos, parecidas a lo que habamos
encontrado. En realidad, estas ruinas eran algo que ninguno de nosotros
hubiese visto o imaginado. Sus proporciones eran demasiado innaturales; su
geometra misma no pareca humana. Ahora las recuerdo no, soy incapaz de
recordarlas, si apenas fue capaz de observarlas sin enloquecer no estaban
hechas para ser percibidas con sentidos humanos Lo que recuerdo no es
cmo eran, sino lo que sent cuando las encontramos.
Larry sugiri que bajo las colinas que rodeaban ese lugar deba haber
otras ruinas enterradas por el paso de los siglos. El buen Larry era un tipo muy
listo, que siempre nos ilustraba con sus conocimientos. Vea una planta o un
insecto y l se pona a recitarnos todo lo que saba sobre ellos, aunque no le
prestsemos atencin. Supongo que de esa forma Larry se aferraba a la
cordura y poda recordar que exista un mundo lejos de esta selva y de esta
guerra, un mundo de civilizacin, ciencia y cultura, en el que la razn y salud
mental an tena algn valor.
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THRILLER
Nueva Inglaterra, dcada de 1980
Por la carretera casi abandonada que atraviesa un bosque otoal bajo la
luz dorada de un crepsculo de octubre, se desliza una camioneta no muy
nueva, aunque cuidada con el esmero del adolescente que por vez primera
posee un vehculo propio. Dentro del automvil viajan seis jvenes, casi
adultos, que cantan, ren, charlan y beben ilegalmente. Tres chicos y tres
chicas emocionados por el fin de semana que pasarn lejos de casa, el ltimo
que podrn disfrutar juntos antes de partir hacia la Universidad.
El ms entusiasmado es Freddy, fantico de las pelculas de horror y de
todo lo macabro, un muchacho bromista que no se toma nada en serio y a
quien sus profesores han augurado un brillante futuro como conserje. l y su
novia Nancy, que no se queda detrs cuando de meterse en problemas se trata,
son los cerebros detrs de esta expedicin. Luego est Jason, el taciturno y
rudo jugador de hockey. Le aburren los parloteos de Freddy sobre pelculas de
horror y heavy metal; l prefiere hablar de chicas, deportes, autos y cerveza.
Su novia Laurie, con cola de caballo y fleco de lado, es perfecta para l. Al
volante va Ash, el mejor amigo de Freddy y Jason desde antes de la pubertad.
Ash es un tipo tranquilo y de buen humor. En el asiento del copiloto va su
novia Sidney, una chica muy inteligente y estudiosa.
Su destino es una cabaa en medio del mismo bosque indmito que un
siglo antes fuera una vasta extensin de sembrados. Freddy supo de su
existencia por un pariente que se dedica a la restauracin de edificios
histricos y quien le dio la noticia de que pronto esa cabaa sera restaurada y
habilitada como parador turstico. Freddy decidi que era imperativo pasar el
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de
libros
prohibidos
Liber
Eibonis,
Cultes
des
Goules,
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moverse para evitar que estocada tras estocada de una hoz filosa abran su piel
y hagan borbotar su sangre. Laurie observa cmo una mano sujeta a su novio
del cuello, mientras la otra lo acuchilla con el ritmo exttico de la hoz,
violadora de carnes e intestinos. No se le ocurre hacer otra cosa ms que
gritar, pero como Jason no puede moverse, ni gemir, ni respirar bajo el filo
curveado, Laurie resuelve salir del coche y huir del lugar. Podra correr hacia
la cabaa, pero para no dejar pasar el clich, en cambio huye hacia el campo.
Por el bosque otoal, spero y filoso, Laurie corre tan rpido como le
permiten sus pies descalzos. Las ramas puntiagudas le arrancan jirones de ropa
y dejan su piel a merced de la luna escarlata, pero Laurie no aminora la
velocidad de escape pues escucha los pasos firmes, pesados y lentos del
asesino que camina detrs de ella, cada vez ms cercanos. Como era de
esperarse, Laurie tropieza con una raz nudosa y cae de bruces al suelo. Al
incorporarse y mirar a su alrededor, se percata de estar en el huerto de
calabazas.
Con un estallido de velocidad imperceptible, cuatro parras retorcidas
salen disparadas desde la tierra, sujetan los brazos y piernas de la chica, y la
hacen caer de espaldas. Laurie grita. Parras se enredan en su cuerpo, le
arrancan la ropa y cortan su piel. Un zumbido agudo y reverberante abarrota el
aire. Laurie grita. Las parras separan lentamente las piernas de la chica contra
todo su esfuerzo y toda su voluntad. Unas ramitas juegan con sus senos, los
aprietan y respingan sus pezones. Laurie grita. Las piernas estn abiertas de
par en par. Una rama se dirige con toda violencia entre sus muslos. El huerto
de calabazas se riega con sangre y con la humedad an presente en la
entrepierna de la joven. Laurie gime.
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-No, no, no.- insiste Freddy Las mejores pelculas de terror no son las
que muestran ms sangre y muertos o monstruos feos Es decir, no son las
que tienen slo eso. Tampoco son las que asustan mucho al pblico con un
buh sorpresivo acompaado de msica estridente. Cualquier idiota puede
hacer eso! Las mejores pelculas de terror son las que te dejan con una idea en
la cabeza, una idea aterradora en la que te quedas pensando incluso despus de
salir del cine
En ese momento se escuchan rasguos en la puerta de salida. Todos se
sobresaltan, especialmente Ash. Despus de un breve escalofro colectivo,
Freddy re una bocanada de marihuana y grita a quien est afuera:
-Jason, ya deja de joder!
Hay un breve silencio y de nuevo el murmullo de araazos dbiles,
suplicantes, atraviesa la madera de la puerta. Freddy se levanta y coge la
perilla.
-Preprense, chicos. El idiota de Jason nos querr gastar una broma
pesada.
Entonces abre la puerta de golpe y hacia dentro cae Laurie, con el
cuerpo casi desnudo cubierto de raspones y hematomas. Las chicas saltan
hacia atrs y Ash deja escapar un agudo grito de espanto. Freddy se asoma
hacia afuera y mira en todas direcciones antes de dar un portazo supersticioso.
Sidney se apresura a atender a Laurie.
-Laurie, por Dios! Qu te pas?- le pregunta, pero la chica herida
responde slo con murmullos ininteligibles.
-Qu dice?- pregunta Nancy.
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-No s.- responde Sidney perpleja Laurie Jason te hizo esto?- pero
Laurie no contesta Nancy, aydame a levantarla. Tenemos que revisar sus
heridas y ponerle ropa decente.
-Mejor no traten de moverla; nosotros nos iremos a otro lado.- sugiere
Ash Es ms, vamos afuera, Freddy, a buscar a Jason.
-No creo que lo encontremos- insina Freddy, estupefacto.
-Vamos.- insiste Ash.
A regaadientes, o con los dientes castaeteando, que para efectos
prcticos es lo mismo, Freddy accede a salir de la casa en compaa de Ash.
Ambos se sorprenden al ver la zona cubierta por una densa neblina que les
impide dar con la camioneta. Cuando por fin la hallan, no encuentran en ella
ms que salpicaduras de sangre en todas direcciones y vidrios rotos en el
asiento trasero.
-Es sta una de tus bromas, Fred?
-Te juro por Dios que no.
-Cmo pudo pasar todo esto sin que oyramos nada?
Ambos creen escuchar susurros que provienen de la espesura, pero
ninguno se atreve a confesarlo.
-Mejor regresemos a la cabaa.- sugiere Ash.
-S-s. Vamos.
Se escucha un grito que proviene justo del lugar que Ash y Freddy hasta
hace medio segundo consideraban un refugio de los temores que rondan la
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del
vehculo, Jack
OLantern
constantemente; su capa ondea con el viento, sus botas levantan las hojas
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secas con cada paso y su hoz hace acrobacias entre sus manos, como si
saboreara el miedo en el aire.
-Las encontr!- exclama el buen Ash, triunfante, pero el sentimiento de
gozo se esfuma cuando el vehculo no enciende Mierda, mierda, mierda.
La hoz de Jack OLantern entra por la ventana rota. Nancy y Ash gritan.
Sidney ordena Vmonos, vmonos.- y todos se arrastran hasta el extremo
opuesto del auto y escapan por all.
Los tres adolescentes huyen hacia el nico lugar posible, el bosque.
Corren a toda velocidad sin mirar atrs. Las ramas de los rboles hacen
estragos en los atuendos de Sidney y Nancy y los reducen a jirones, pero no
ms de lo que sera conveniente. Despus de un tiempo literalmente sin
medida, ven en la distancia una luz solitaria y resuelven seguirla. Exhaustos y
sin aliento, llegan hasta una cabaa junto a un muelle en un lago.
-Qu es este lugar?- pregunta Ash.
-Parece ser una especie de campamento- seala Sidney.
-Creen que ya estemos lejos de esa cosa?- inquiere Ash en busca de
una respuesta esperanzadora, pero Nancy est muy dbil para contestar y
Sidney simplemente no tiene ganas.
-Veamos si hay alguien.- dice Ash.
Los tres chicos rodean la casa hasta encontrar una puerta. Est cerrada.
Ash la empuja con todas sus fuerzas. No cede.
-Vamos chicas, aydenme.
-No puedo me siento muy dbil- gime Nancy.
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atrae a su novia hacia s y proclama triunfalmente bajo la luz del sol matutino
Creo que ahora s ya termin todo.
-No lo s- dice Sidney, dubitativa Siento que an hay algo ms
aqu.- Sidney otea en todas direcciones, Siento una presencia Algo muy
perverso y degenerado que nos observa- se detiene, reflexiona y entonces
te ve Claro, eres t, no es cierto?- te impreca T eres la causa de este
horror! Maldito enfermo!
Pues en efecto eres t, lector, el culpable de toda esta abominacin de
bajo presupuesto; t que buscas entretener tus horas ociosas con el horror y el
sufrimiento de personajes inocentes que ningn dao te han hecho; y Sidney,
furiosa e impotente, te reprocha -TE ESTS DIVIRTIENDO, CABRN?!!
TE ESTS DIVIRTIENDO?!!
284
Volumen VI
El Fin de los Tiempos
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Luego pens que deba ser el vaho del desierto. Pero vi que ese vapor invisible
tena forma, una figura imposible de describir. Frente a mis ojos, esa nube de
distorsin rode al hombre del sombrero y lo levant en el aire.
El narco peg un chillido agudo cuando esa cosa le arranc los dedos
uno por uno. La sangre sali a chorros y cubri el aire como aerosol rojo.
Despus de los dedos, el hombre del sombrero perdi los dientes y los ojos.
Con mucho esfuerzo me puse de pie. El resto de los presentes, narcos y
vctimas, miraban inmviles la escena. Cuando el monstruo dej caer el
cuerpo sin vida del hombre del sombrero, se fue sobre los otros tres. Uno de
ellos le dispar a la cosa transparente, pero las balas la atravesaron y en
cambio le dieron a uno de sus compaeros. El monstruo agarr al de la pistola
y lo estruj y aplast hasta convertirlo en una masa informe que chorreaba
lquidos marrones. El sicario que quedaba haba echado a correr, pero esa cosa
lo alcanz pronto. No me qued para ver qu suceda y corr hacia el lado
contrario.
Llevaba un rato corriendo cuando escuch un alarido; el monstruo deba
estar matando a los hombres amarrados. Segu corriendo a la vez que rezaba,
no s por cunto tiempo. Cuando no pude correr ms, trot, y despus segu
andando con tambaleos. La debilidad me hizo tropezar y ca entre unos
matorrales, para encontrarme con la cara a slo unos centmetros de un dragn
de Gila. Tem que este lagarto venenoso me rematara, pero la bestezuela me
ignor y sigui su camino arrastrndose por la arena. Con muchsimo esfuerzo
me puse de pie y segu caminando. No pude dar muchos pasos antes de caer
una vez ms. Quera morir cuanto antes, no poda soportar ya el dolor, ni el
calor, ni la luz, ni la sed, ni el miedo. Frente a mis ojos vi la ondulacin, la
cosa transparente, y cerr los ojos para enfrentar mi destino.
294
Pero nada pas. Abr los ojos y la distorsin segua frente a m. Era slo
el hlito del desierto. Sent una mano clida en mi hombro y frente a m
apareci un venerable rostro de bronce surcado por numerosas y sabias
arrugas. Era un viejo indio que me ayud a levantarme y me llev a su pueblo.
Al fin estaba a salvo.
295
Luisiano
Bojrquez,
reconocido
profesor
muerto
aparentemente
en
su
casa
vctima
de
la
un
noche
de
homicidio.
antier,
Se
le
localizado
el
arma
ni
se
han
detenido
sospechosos.
Conocidos del fallecido indicaron que desde su
retiro
el
profesor
bibliotecario
se
haba
aproximadamente
un
ao
atrs.
Bojrquez
trataba
de
encontrar
informacin
difcil
documentos raros.
En el escritorio sobre el que estaba el cuerpo
del profesor se encontraron varias hojas de papel
manuscritas
un
cuaderno
296
en
el
que
Bojrquez
Hallows
difcil
de
Evening,
ttulo
encontrar,
adquirido
un
par
cuestin
no
fue
de
en
que
aos
extremo
el
atrs.
hallado
en
difunto
El
la
raro
haba
volumen
vivienda
en
del
acadmico.
La
polica,
con
auxilio
de
Cceres
otros
todo
carentes
pudieron
de
encontrar
traducidos
del
sentido.
lo
libro,
que
En
el
deben
intercalado
cuaderno
ser
con
se
extractos
notas
del
inters
de
esta
gaceta
universitaria,
298
dentro, que nunca supo describir, en esa misma casa donde las cosas siempre
cambian de lugar cuando no las miran y en la que, por alguna razn, el gato
tiene pavor de entrar a la cocina.
En esto vas pensando conforme pasas por el prtico, atraviesas la sala
de estar, subes la escalera, caminas por el pasillo y llegas a tu cuarto, ese lugar
oscuro y aislado en el que tienes que pasar sola todas las noches. Y si al abrir
la puerta encuentras una sombra sentada en tu cama? Y si al abrir tu armario
algo te salta encima? Bah, tonteras! Nunca te ha pasado algo as, por qu
habra de ocurrirte justo esta noche? Entonces recuerdas lo que dijo ese otro
nio, que cuando hablas de estas cosas, o lees sobre ellas o siquiera piensas en
ellas, es como invocarlas, llamarlas, y mientras ms presentes estn en tu
mente, ms cerca estn de ti, rondndote. Por ello, haces todo lo posible por
borrar esas historias de tus recuerdos. Pero no puedes. Vas al cuarto de mam
y te quedas ah platicando sobre banalidades, slo para hacer tiempo antes de
tener que enclaustrarte en tu propia habitacin. Pasa media hora y entonces
ella te enva a tu recmara. No quieres ir, de modo que bajas con el pretexto de
servirte un vaso con agua. Pero all, abajo, en una cocina envuelta en tinieblas,
sientes miedo de nuevo. Caminas tensa, sin mirar atrs, con los brazos y las
piernas tiesos, como engarrotados. Llegas al pie de la escalera. No quieres
voltear hacia atrs. Te echas a correr. Sientes que algo te persigue. No mires
atrs. Corres ms a prisa. Te va alcanzar! Llegas arriba, miras la escalera. No
hay ms que oscuridad Estpidas historias de ese nio estpido.
El poder de las Blasfemias estriba en su capacidad de romper el
orden establecido por el Demiurgo, que retirado desde hace eones, como
primer motor csmico se limit a darle orden al universo y a dejarlo tal
cual, funcionando como un mecanismo de relojera, perfecto, perfecto,
300
y que
estara
305
Logr
provocarme la
ceguera
la
sordera.
306
algo
parecido
una
mente,
algo
Algunos
son
incluso
verdaderamente
muriendo
estn
muriendo
nuestro
la
Noche.
Slo
nos
queda
esperar
el
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EL AMANECER DE LA MUERTE
El mundo, maana
Los muertos caminan.
Lvidos, con los ojos blancos y vacos, inundan las calles y edificios con
ansiosa lentitud. Torpes, ciegos y silenciosos, apenas emiten el susurro de un
gemido o un leve siseo, apenas se mueven ms que para desplazarse y comer.
Devoran a los vivos, pero no se alimentan de ellos. No digieren. La carne que
se tragan se acumula en sus estmagos hasta que revientan y ellos siguen su
andar con vsceras propias y de extraos colgndoles de sus abdmenes
abiertos. Su sangre no se coagula, sino que chorrea libre como un lquido
inerte. Y ellos no se pudren. No, la putrefaccin es seal y esperanza de nueva
vida, de carne muerta que seres microscpicos transforman en nutrientes que
vuelven a la tierra. Pero en ellos ya nada est vivo, las moscas no revolotean a
su alrededor, los gusanos no se cran en su carne, las bacterias no transforman
su ser. La hierba que pisan se marchita al instante, los rboles perecen a su
alrededor y las aves y las bestias caen muertas a la tierra seca y polvorienta. El
aire se torna fro, aunque hace semanas que ya no sopla el viento, y no aparece
una sola nube en el perpetuo crepsculo.
Ahora estn solos, padre, madre y un pequeo nio de un ao que ella
lleva en brazos. Son una joven pareja que apenas dos aos antes haban
iniciado una vida prdiga en promesas de dicha futura. Todo pas muy rpido.
Han estado huyendo de un lado al otro de la ciudad durante das enteros. Han
visto a la gente morir y han visto a los muertos levantarse y caminar
hambrientos. Leyeron los primeros diarios que anunciaron el comienzo de la
plaga y presenciaron los intentos de contencin y cuarentena. Atestiguaron
310
sentada, con los ojos rojos, muy abiertos, abrazando el montn de frazadas en
las que est envuelto el nio.
-Qu pasa?- pregunta, pero ella no responde y l con un vuelco en el
corazn se aproxima hacia el bulto que ella sostiene y aparta las sbanas.
No.- murmura entrecortado y lloroso cuando ve a su hijo plido, con
los ojos blancos y vacos, que le sisea con la boca abierta y voraz, y que
extiende hacia l sus brazos hambrientos y demenciales.
Entonces el padre, abatido, cae de rodillas.
-Fue en el estacionamiento. Esa cosa alcanz a morderlo.- explica
ella.
l se incorpora poco a poco y toma el rifle entre sus manos.
-Vas a matar a nuestro beb?- le pregunta ella mirndolo fijamente con
sus grandes ojos demacrados.
-No No puedo.- dice l bajando el arma -Debemos debemos dejarlo
e irnos
-Abandonars a nuestro hijo?
-Entindelo, esa cosa no es nuestro hijo!- y con un gemido se deja caer
de nuevo.
Tras unos segundos alza la mirada y la deja fija en los ojos de su esposa,
que se vuelven ms serenos y comprensivos. l ni siquiera lo ve venir cuando
ella mete su dedo en la boca del nio y ste le da fuerte mordisco que destroza
su carne y derrama su sangre.
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El padre con las pocas fuerzas que le quedan, emite un grito inarticulado
de furia, dolor y derrota, pero ella, sin ms temor, sin ms dolor, le mira con
determinacin y posa en su hombro una mano.
l, furioso, aparta esa mano con violencia y de un salto se pone de pie.
Toma el rifle, apunta al nio muerto y a la mujer condenada amartilla
pero no dispara. Con lentitud deja caer el arma. Dirige una mirada triste,
perdida, a su familia.
Y estira la mano hacia ellos.
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