Examen W4
Examen W4
Examen W4
INDICE
-1-
Novelas Ejemplares de Miguel de Cervantes
Rinconete y Cortadillo
En la venta del Molinillo, que está puesta en los fines de los famosos campos de
Alcudia, como vamos de Castilla a la Andalucía, un día de los calurosos del verano, se
hallaron en ella acaso dos muchachos de hasta edad de catorce a quince años: el uno ni
el otro no pasaban de diez y siete; ambos de buena gracia, pero muy descosidos, rotos y
maltratados; capa, no la tenían; los calzones eran de lienzo y las medias de carne. Bien
es verdad que lo enmendaban los zapatos, porque los del uno eran alpargates, tan traídos
como llevados, y los del otro picados y sin suelas, de manera que más le servían de
cormas que de zapatos. Traía el uno montera verde de cazador, el otro un sombrero sin
toquilla, bajo de copa y ancho de falda. A la espalda y ceñida por los pechos, traía el
uno una camisa de color de camuza, encerrada y recogida toda en una manga; el otro
venía escueto y sin alforjas, puesto que en el seno se le parecía un gran bulto, que, a lo
que después pareció, era un cuello de los que llaman valones, almidonado con grasa, y
tan deshilado de roto, que todo parecía hilachas. Venían en él envueltos y guardados
unos naipes de figura ovada, porque de ejercitarlos se les habían gastado las puntas, y
porque durasen más se las cercenaron y los dejaron de aquel talle. Estaban los dos
quemados del sol, las uñas caireladas y las manos no muy limpias; el uno tenía una
media espada, y el otro un cuchillo de cachas amarillas, que los suelen llamar vaqueros.
Saliéronse los dos a sestear en un portal, o cobertizo, que delante de la venta se hace; y,
sentándose frontero el uno del otro, el que parecía de más edad dijo al más pequeño:
¿De qué tierra es vuesa merced, señor gentilhombre, y para adónde bueno camina?
Pues en verdad dijo el mayor que no parece vuesa merced del cielo, y que éste no es
lugar para hacer su asiento en él; que por fuerza se ha de pasar adelante.
-2-
Novelas Ejemplares de Miguel de Cervantes
Y el menor respondió:
No sé otro sino que corro como una liebre, y salto como un gamo y corto de tijera muy
delicadamente.
Todo eso es muy bueno, útil y provechoso dijo el grande, porque habrá sacristán que le
dé a vuesa merced la ofrenda de Todos Santos, porque para el Jueves Santo le corte
florones de papel para el monumento.
No es mi corte desa manera respondió el menor, sino que mi padre, por la misericordia
del cielo, es sastre y calcetero, y me enseñó a cortar antiparas, que, como vuesa merced
bien sabe, son medias calzas con avampiés, que por su propio nombre se suelen llamar
polainas; y córtolas tan bien, que en verdad que me podría examinar de maestro, sino
que la corta suerte me tiene arrinconado.
Todo eso y más acontece por los buenos respondió el grande, y siempre he oído decir
que las buenas habilidades son las más perdidas, pero aún edad tiene vuesa merced para
enmendar su ventura. Mas, si yo no me engaño y el ojo no me miente, otras gracias
tiene vuesa merced secretas, y no las quiere manifestar.
Sí tengo respondió el pequeño, pero no son para en público, como vuesa merced ha muy
bien apuntado.
-3-
Novelas Ejemplares de Miguel de Cervantes
Sea en buen hora -dijo el otro-, y en merced muy grande tengo la que vuesa
merced me ha hecho en darme cuenta de su vida, con que me ha obligado a que yo no le
encubra la mía, que, diciéndola más breve, es ésta: «yo nací en el piadoso lugar puesto
entre Salamanca y Medina del Campo; mi padre es sastre, enseñóme su oficio, y de
corte de tisera, con mi buen ingenio, salté a cortar bolsas. Enfadóme la vida estrecha del
aldea y el desamorado trato de mi madrastra. Dejé mi pueblo, vine a Toledo a ejercitar
mi oficio, y en él he hecho maravillas; porque no pende relicario de toca ni hay
faldriquera tan escondida que mis dedos no visiten ni mis tiseras no corten, aunque le
-4-
Novelas Ejemplares de Miguel de Cervantes
estén guardando con ojos de Argos. Y, en cuatro meses que estuve en aquella ciudad,
nunca fui cogido entre puertas, ni sobresaltado ni corrido de corchetes, ni soplado de
ningún cañuto. Bien es verdad que habrá ocho días que una espía doble dio noticia de
mi habilidad al Corregidor, el cual, aficionado a mis buenas partes, quisiera verme; mas
yo, que, por ser humilde, no quiero tratar con personas tan graves, procuré de no verme
con él, y así, salí de la ciudad con tanta priesa, que no tuve lugar de acomodarme de
cabalgaduras ni blancas, ni de algún coche de retorno, o por lo menos de un carro.»
-5-