Intro A La Rebelión de Las Masas
Intro A La Rebelión de Las Masas
Intro A La Rebelión de Las Masas
Y sin embargo, hay que preguntarse en serio si su destino ha sido enteramente envidiable; porque un libro de pensamiento, de teora, se escribe para ser entendido, y no es seguro que La rebelin de las masas se haya entendido bien. Los malentendidos surgieron pronto, se
* Indiana University. Bloominglon, Indiana, octubre de 1975.Para la 5 edicin de Selecciones Austral, Espasa-Calpe, Madrid, 1984. * De la Real Academia Espaola y de la de Bellas Artes. Premio Prncipe de Asturias de Comunicacin y Humanidades, 1996.
han acumulado con el tiempo, se han solidificado como un muro no enteramente transparente, acaso slo traslcido, que ha estorbado la lectura a las generaciones siguientes. Ha llamado excesivamente la atencin sobre s; quiero decir, la fama de este libro ha hecho que se lo tome aislado, separado del conjunto de la obra de Ortega, en la cual se encuentran sus races y su ltima justificacin. En el caso de los lectores de muchas lenguas, este es el nico libro de Ortega disponible, y no pueden recurrir al resto de su obra. El ttulo es ya fulgurante y fue uno de los factores de su xito inicial; pero, como tantas veces en Ortega, es tan brillante que invita a contentarse con l, a no leer la obra, a creer que basta con el ttulo para saber lo que el autor piensa. En 1937 y 1938 aadi Ortega a su l r u rl o pr f nee y u p oo pr i l e qeei n m n i o n P g a r css b o a a n E g a n e s, u v et et l a gs d e e intentaban orientar a los lectores. Hacia 1950 andaba pensando en una segunda parte que se titulara Veinte aos despus. Por esas fechas, cuando empec a presentar este pensamiento a personas de otras lenguas, di a ua cne ni cn l l lr fno i sf de La rebelin de las masasE l ns of ec s o etu :E t s d foico g r a to ao l .s claro que este libro trata de una cuestin muy precisa y limitada, y es slo un captulo de la sociologa de Ortega; pero esta, a su vez, es su teora de la vida colectiva, es decir, un capitulo de su teora general de la vida humana o metafsica. Si se asla el texto de su contexto, la inteleccin no puede ser plena. Pero ni siquiera los que han dispuesto de l han solido comprender bien este libro famoso. Quiz haya alguna otra razn suplementaria, que compense la claridad casi deslumbrante de este libro. La rebelin de las masas se public en forma de libro en 1930, pero su contenido haba sido anticipado en artculos y conferencias algunos aos antes, como Ortega recuerda en uant E 13, ne rl opr f nee av r l cm i qes hn n o . n 97 e l P g a r css, di t o a b s u e a a o a a ee s o poui ,or t o o qe f t ao pi e s a l , d e let dbr ,l rdc osbeo l u a c n l r r cp u sy i :E l o ee aa d d s ea s m o to c cr leerlos, retrotraerse a los aos 1926-12 E dc , i i cl l gnr i a ssn 98. s ei s m s u s ee c nl o r co ao e rectos, este libro pertenece a la zona de fechas 1916-1931. Una poca intelectualmente esplndida, de la cual seguimos viviendo; de admirable porosidad, que dio fama instantnea a escritores de primera calidad lo que es asombroso: Proust, Kafka, Mann, Rilke, Scheler, Heidegger, Joyce, Wilder, Faulkner, Pirandello, Valry, Unamuno, Ramn Gmez de la Serna... Esto hizo posible la resonancia inmediata de este libro espaol. Pero apenas se haba secado la tinta de la imprenta, coincidiendo con las primeras traducciones, se produce hacia 1931 un cambio de generacin. El libro naci en una, pero vivi desde la cuna en otra bien distinta: en una poca de politizacin. Es decir, un tiempo en que todo lo poltico y lo que no lo es se toma polticamente, y como si fuera poltico, en que todo s r ue ea i cet n d ae ga sa ooa u ne d e e c a s n a us e vr ur i l d c i i g li se ge e ca d i u ra. nEp,a o tai superficial haba empezado ya, hacia dr h o e z i dE saal pli c n e qe iz 1929, en las luchas con la Dictadura de Primo de Rivera; la profunda no haba comenzado an, como muestra la forma pacfica del advenimiento de la Repblica, la artificialidad de las primeras violencias menores, bien distintas de las que aparecen hacia 1933-34, que es cuando realmente se politiza la sociedad espaola (no tal o cual grupo minoritario). Es el tiempo en que los comunistas alemanes deshacen el Centro y, sobre todo, la socialdemocracia y dejan el camino abierto a los nacionalistas extremos y, sobre todo, a Hitler,
que ocupar el poder a comienzos de 1933. Anlogas explosiones de fanatismo y violencia ocurren en las dems sociedades europeas, donde el sentido nacional va cediendo frente a ua uv aal prd t cnl cal G e a ni d 13-45 se desdoblar n nea l ld,a a i s ,o o ula ur Mud l e 99 et t ia r a e ua e e e ur s i l , aiet o a aa,e qii s y qi a cl ns, n n sr d ge a c ism n i a l vdsd u l g u t o m a i r ve fs s r sn ns u fenmeno desconocido en la primera guerra. Esto hizo que La rebelin de las masas fuese entendida polticamente, es decir, no fuese bien entendida. En la primera pgina, Ortega adverta que convena evitar dar a sus expresionsns n i d ec s aopi a a et pli Y ar aaav a e u i ic o xl i g fa uv r r m n o to. ge b L i m i e c g d pblica no es slo poltica sino a la par y aun antes, intelectual, moral, econmica, religiosa; comprende los usos todos colectivos e incluye el modo de vestir y el modo de gozarE .n 13 tn qeal a cnm yr nr i s vl e n y sm spli s E 97 i e u c r o ao ee a N et o m n i o o o o to. l e ar g. e u c aut d qeau s hb e pei a apli ypr nc as sbulY y cn sn e u qe al s r o l o ta e eee u use . , a o o a v c t o m l m re d li u ra scm sr ea e caua ea i i maneras que a u o:Sr eaz i d e,o o e d ldr h,n d l n n h qe e s f itas el hombre puede elegir para ser un imbcil; ambas, en efecto, son formas de la hemiplejia m r . Y t a ar aaqe pr am n racnui , hyl dr hs rm t oa o v ge b u, a u et l ofs n o a e ca po e n l d a g a a s e e r o c ns l i u ra pooe ta e l i e ya z i ds rpnni n s. v uo sqe r a Es que La rebelin de las masas no tiene que ver con la poltica? Claro que s, y su significacin poltica es mucho mayor hoy que la de casi todos los libros de poltica del ltimo medio siglo; pero esto es as por haber tomado los problemas polticos en su raz social, a un nivel ms profundo que el de la poltica. Gran mayora de los lectores de La rebelin han tenido una ptica polticamente condicionada, y en rigor no han ledo ms que lo que en este libro tiene una significacin poltica directa; lo cual quiere decir que su lectura ha sido parcial, incompleta, insuficiente, y a ltima hora polticamente insuficiente. El pensamiento de Ortega es sistemtico, aunque sus escritos no suelan serlo; los he comparado a icebergs, de los cuales emerge la dcima parte, de manera que slo se puede ver su realidad ntegra buceando. Es cierto que Ortega da suficientes indicaciones para que esta operacin pueda ser realizada, pero hay que realizarla, es decir, no se puede leer a Ortega pasivamente y sin esfuerzo, sin cooperaci . u d fe li o c n el r S m t o u n l i dli o n o a v u b hc e d l o; e peet a l t , e et ol aal re atu at ay ai l io t a r n l e o pr s b g a g n s e cr o o i e n ct cv e id i dialogante. Han pasado tres generaciones justas desde que Ortega public su libro; estamos, homlogamente, al final de un perodo generacional, exactamente como en 1930; si no me eg, n17 s i c r ua uv oa e ehs ycnea t vr ddhm n, nao e 96 e n i n nea zn d f a o l o a a ea u aa ia c l r i por lo menos occidental y claro es que esta condicionar el mundo en su conjunto. Quisiera llamar la atencin sobre el propsito y el contenido de este libro, y preguntarme qu ha pasado con l tres generaciones ms tarde, cuando son hombres maduros, lindantes con la vejez, los que fueron juveniles lectores de La rebelin de las masas. La ltima pgina de este libro enuncia una cuestin ms importante an que el tema central: qi uiec sr i l pdc l cl r erpam dra Y O t acnl e u n f i i a c e aee a u ua uoe oe ?. s cn a d as t n r g oc y: e u s s ga cet ntn qepr aee fe d et pg a, oqee ecs a Ma ea r us i e u e ncrur e s s i spru s xei . n i e m a a n v Obligara a desarrollar con plenitud la doctrina sobre la vida humana que, como un
contrapunto, queda entrelazada, insinuada, musitada, en ellas. Tal vez pronto pueda ser gid. raa t No se me escap la frase que he subrayado, cuando le por primera vez este libro, un par de ao dsusd s pb cc n O t a r uc b a dsr lrea dc i o s ep e u ulai . r g e ni a i e n a ea o a s otn cn rl ra p n upr avra u as b peet cnc no ,oaeua e u et a l i d, e de qe l et a r n ;ooi dl pd sgr s qe s b et o t l a s e o a r a lo bastante presente. Vamos a verlo. Compara Ortega una modesta actividad humana, comprar, en el siglo XVIII y en el XX; la analiza en su detalle, observa que la actividad de comprar concluye en decidirse por un objeto, es una eleccin, y esta empieza por darse cuenta de las posibilidades que ofrece el mercado. Y a continuacin nos da este prrafo de estricta filosofa original: unos hb d net v a se o i r et qem pr eeec li o C ad e al e usa i , ul l d s s , u e a c snim : a r d e v ae o e as nuestra vida es en todo instante, y antes que nada, conciencia de lo que nos es posible. Si en cada momento no tuviramos delante ms que una sola posibilidad, carecera de sentido llamarla as. Sera ms bien pura necesidad. Pero ah est: este extrasimo hecho de nuestra vida posee la condicin radical de que siempre encuentra ante s varias salidas, que por ser varias adquieren el carcter de posibilidades entre las que hemos de decidir. (En nota: En el peor caso, y cuando el mundo pareciera reducido a una nica salida, siempre habra dos: sa y salirse del mundo. Pero la salida del mundo forma parte de ste, como de una habitacin la puerta.) Tanto vale decir que vivimos como decir que nos encontramos en un ambiente d ps idds e r i dsAet b o ullm r s i us ni T d v a e oi l ae dt m n a. s m i se l a e l c cnt c s. oa i bi e a e t ea s a r a a d e hlr dn od li us ni om no P ru et e esentido originario de la s aa e et ea c cnt c ud. oqe s s l ls r r a a e i a m no. noe e r e oi d net s oi l ae v a sN e, usa o d ud Mud s le r r e usa ps idds il . o spe,l e pt o r bi te g aparte y ajeno a nuestra vida, sino que es su autntica periferia. Representa lo que podemos ser; por lo tanto, nuestra potencialidad vital. Esta tiene que concretarse para realizarse, o, dicho de otra manera, llegamos a ser slo una parte mnima de lo que podemos ser. De ah que nos parezca el mundo una cosa tan enorme, y nosotros, dentro de l, una cosa tan menuda. El mundo o nuestra vida posible es siempre ms que nuestro destino o vida e cv. f ta ei Y despus de mostrar desde ah, desde esa doctrina, el cambio reciente, concluye i rdc no n e a u pr e e o,e qe s y e 13:N qi o eicno n oui d u t qe a c d hypr u et a n 90 o u r dc o l t e m e o e r dicho que la vida humana sea hoy mejor que en otros tiempos. No he hablado de la cualidad de la vida presente, sino slo de su crecimiento, de su avance cuantitativo o pt c l Yldc i foi cn na o ni. a otn i sf a ot : e a ra l c i a i , u e,n t o l qe oe o srv a oi ees tambin, y por lo mismo, L v aqe sat o ,o u pdm s e i ps l d e d ,d b, decidir entre las posibilidades lo que en efecto vamos a ser. Circunstancia y decisin son los dos elementos radicales de que se compone la vida. La circunstancia las posibilidades es lo que de nuestra vida nos es dado e impuesto. Ello constituye lo que llamamos el mundo. La vida no elige su mundo, sino que vivir es encontrarse desde luego en un mundo determinado e incanjeable: ste de ahora. Nuestro mundo es la dimensin de fatalidad que integra nuestra vida. Pero esta fatalidad no se parece a la mecnica. No somos disparados
sobre la existencia como la bala de un fusil, cuya trayectoria est absolutamente predeterminada. La fatalidad en que caemos al caer en este mundo el mundo es siempre ste, ste de ahora consiste en todo lo contrario. En vez de imponernos una trayectoria, nos impone varias y, consecuentemente, nos fuerza... a elegir. Sorprendente condicin la de nuestra vida! Vivir es sentirse fatalmente forzado a ejercitar la libertad, a decidir lo que vamos a ser en este mundo. Ni un solo instante se deja descansar a nuestra actividad de decisin. Inclusive cuando desesperados nos abandonamos a lo que quiera venir, hemos dc i n dc i ei d o ei r do d. s pe,f s dc qee l v aei n l c cnt c s A cn a las E, us a o ei u n a i dc e a i us ni l ot rio: l r d d s r a a. r circunstancias son el dilema, siempre nuevo, ante el cual tenemos que decidirnos. Pero el qe ei e net cr t u dc e s uso a c r d r e . oo s vlt b n a lv a o cv. a b n n l hypi e ,n oi n T d et a a i pr a i cl t aT m i e ea a,r r u hr ot o e m a d ei l m o z e de posibilidades, y luego, una resolucin que elige y decide el modo efectivo de la existencia colectiva. Esta resolucin emana del carcter que la sociedad tenga, o, lo que es lm s odli d hm rdm nn e ea. o i ,et o e o be o i t n l m p ae l o l pot sm saul qenet m no nsi i as y las facciones P r o rn o o qeo u uso ud o n t o l r v a er, fundamentales de nuestra alma son impresas en ella por el perfil del contorno como por un molde. Naturalmente, vivir no es ms que tratar con el mundo. El cariz general que l nos peetsrecr gnr d net v a. r n e la z ee le usa i s e i a r d oe cosa dice Ortega de lastrar este ensayo con toda una metafsica de la historia. N s Pero claro es que lo voy construyendo sobre el cimiento subterrneo de mis convicciones filosficas expuestas o aludidas en otros lugares. No creo en la absoluta determinacin de la historia. Al contrario, pienso que toda vida y, por lo tanto, la histrica, se compone de puros instantes, cada uno de los cuales est relativamente indeterminado respecto al anterior, de suerte que en l la realidad vacila, pitine sur place, y no sabe bien si decidirse por una u otra entre varias posibilidades. Este titubeo metafsico proporciona a todo lo vital esa i ofni ecaddd v r i yet m c i t oo t oe ps l e l n nud l ul a e i a c b i b c n se ei e o T d,o s oi e n a r m n. d b historia, lo mismo el progreso triunfal e indefinido que la peridica regresin. Porque la vida, individual o colectiva, personal o histrica, es la nica entidad del universo cuya ss nie pl r. e o pn d pr ei . sr uoa ethb noda a. ut c s egoS cm oe e e pc sE,i rsm n al d,r a a i i a g e a m No empieza a ser sorprendente cunta doctrina filosfica rigurosa est expresa en La rebelin de las masas? No empieza el lector a sentirse asombrado de que entre los innmeros comentarios que tal libro ha suscitado apenas alguno lo haya puesto con conexin con estas ideas que son su efectivo origen? No se siente una alarma al pensar si se habr podido entender? Pues bien, Ortega escribe, a continuacin de las palabras que acabo de copiar, la siguiente nota: iqe dc tn qe cs nd t a e sr et epei e,y l m j N u ei i e u ai ai o r n e o s s xr o s r e e m i a sn o er s o intencionados las entendern como simples metforas, tal vez conmovedoras. Slo algn lector lo bastante ingenuo para no creer que sabe ya definitivamente lo que es la vida, o por lo menos lo que no es, se dejar ganar por el sentido primario de estas frases y ser
precisamente el que verdaderas o falsas las entienda. Entre los dems reinar la ms efusiva unanimidad, con esta nica diferencia: los unos pensarn que, hablando en serio, vida es el proceso existencial de un alma, y los otros, que es una sucesin de reacciones qumicas. No creo que mejore mi situacin ante lectores tan hermticos resumir toda una manera de pensar diciendo que el sentido primario y radical de la palabra vida aparece cuando se la emplea en el sentido de biografa, y no en el de biologa. Por la fortsima razn de que toda biologa es, en definitiva, slo un captulo de ciertas biografas, es lo que en su v a b ga al hcn o b l o. t cs e asac nf t y i .Yd et i (i r i e ae l i o sOr oa s bt ci ,a a a m t e s d o fb ) s g a r ns o a estructura biogrfica o biografiable de la vida humana se desprende una consecuencia dc i : E e preiqi db i pr sbe l r t yd r i m sa re eiv s l ovn u n ee m e r or e pe ro e le b o l odn sa r e a ti, ci prnet cnutf n a un fe. a usa odc r t cat u a r a ee o Eecr t por c yda c dl o be eet e m t cesplndida s a c r rga to r to e hm r s tu o e fi e m i m i , ib as o expresin que no s si Ortega us otras veces frente a la circunstancia, lleva a los temas dl s e oyl at ti d e ef r u z a u n c a Toda vida es la lucha, el esfuerzo por ser s misma. Las e id dificultades con que tropiezo para realizar mi vida son precisamente lo que despierta y moviliza mis actividades, mis capacidades. Si mi cuerpo no me pesase, yo no podra andar. Si la atmsfera no me oprimiese, sentira mi cuerpo como una cosa vaga, fofa, f t m ta oe qe os db hcroqee uno la gana; es que no se puede a a c. N s u n e ea ae l u ld a ns i hacer sino lo que cada cual tiene que hacer, tiene que ser. Lo nico que cabe es negarse a hacer eso que hay que hacer; pero esto no nos deja en franqua para hacer otra cosa que nos d la gana. En este punto poseemos slo una libertad negativa de albedro la voluntad. Podemos perfectamente desertar de nuestro destino ms autntico; pero es para caer pioe s n o p o i e oe d net dsn. ri r e l i sn r r e uso et o sn o s s fi s r i Ortega introduce un concepto que merecera retenerse y ponerse al lado de la distincin leibniziana entre las vrites de raison y las vrits de fait: la verdad de destino. Y aclara: a vrae t r a n sl snd ct l ,i qe oos sn d yfe a s ne Ls e dse i s o o i u b ss o u t d c o s ie n d u et o ur et n i z ser discutidas; nacen de la discusin, viven en tanto se discuten y estn hechas exclusivamente para la discusin. Pero el destino lo que vitalmente se tiene que ser o no se tiene que ser no se discute, sino que se acepta o no. Si lo aceptamos, somos autnticos; si no lo aceptamos, somos la negacin, la falsificacin de nosotros mismos. El destino no consiste en aquello que tenemos gana de hacer; ms bien se reconoce y muestra su claro, r ooo e ie lcni c d t eqe ael qe o ee o gns Yt a pr i rs prln a oc ni ee r u hcro u n t m s aa. o v ,o g f e a n n d a si no estuviera claro, e nt nic i t ecnlm et n e o acs qee n o : E v ei e o naaa i o o s t oa u l a l m n, l n, r modo de vida que le queda al que se ha negado a ser el que tiene que ser. Este su autntico ser no muere por eso, sino que se convierte en sombra acusadora, en fantasma, que le hace sentir constantemente la inferioridad de la existencia que lleva respecto a la que tena que lvrE ev ei e esid spri et . l a lnic o s lu i ue v n e . l d ca vi e L cneuni e l f s, l ea a oe e sn d m sir . Vidas sin peso y sin a oscec s a a a e dsr i n let o le l a r rg i ta raz dice Ortega en 1930, no se olvide la fecha dracines de su destino, que se dejan a at rprl m sl e cret sl oad l ret r sa o a i r or n . E a pc e a c r n s aade y del r r ga i e s oi e e r a at r et n e ua our c a od h d psd,i enc o e dj s r sa .Y s o s n cr ni ,l i o e aaas o l l d a e r r o e a g c n e la idea ortegi a ea i . o eo i pc m s dl t l qe ul am e r u n d lv aP r s d e oo ae n :E d u ve a i pr a d c ae a v a
en Europa una autntica filosofa nica cosa que puede salvarla se volver a caer en la cuenta de que el hombre es, tenga de ello ganas o no, un ser constitutivamente forzado a bsa ua nt c spr r Pr l m m r y sobre todo la memoria espaola es ucr n i a i ue o. e a e oi sn a i o a tan flaca, que a veces se esgrimen contra Ortega, al cabo de unos aos, sus propias ideas. Las cuales tienen, y en el mismo texto, un desarrollo explcito y expreso: av ahm n, o s nt a z poi tn qeet pet aa o auae pea L i u aa pr u a r ea rp ,i e u s r us d ul a e a a l, n mr g s gloriosa o humilde, a un destino ilustre o trivial. Se trata de una condicin extraa, pero inexorable, escrita en nuestra existencia. Por un lado, vivir es algo que cada cual hace por s y para s. Por otro lado, si esa vida ma, que slo a m me importa, no es entregada por m a a o cm nr dsecaa s t s nys r a Et ao aii o a g at c l , a i evnid,i e i g a j n n i f m s s s s t s l i n so n o . o sm g e espectculo de innumerables vidas humanas que marchan perdidas en el laberinto de s mismas por no tener a qu entregarse. Todos los imperativos, todas las rdenes, han quedado en suspenso. Parece que la situacin deba ser ideal, pues cada vida queda en absoluta franqua para hacer lo que le venga en gana, para vacar a s misma. Lo mismo cada pueblo. Europa ha aflojado su presin sobre el mundo. Pero el resultado ha sido contrario a lo que poda esperarse. Librada a s misma, cada vida se queda en s misma, vaca, sin tener qu hacer. Y como ha de llenarse con algo, se finge frvolamente a s misma, se dedica a falsas ocupaciones, que nada ntimo, sincero, impone. Hoy es una cosa; maana, otra, opuesta a la primera. Est perdida al encontrarse sola consigo. El egosmo es laberntico. Se comprende. Vivir es ir disparado hacia algo, es caminar hacia una meta. La meta no es mi caminar, no es mi vida; es algo a que pongo sta y que por lo mismo est fuera de ella, ms all. Si me resuelvo a andar slo por dentro de mi vida, egostamente, no avanzo, no voy a ninguna parte; doy vueltas y revueltas en un mismo lugar. Esto es el laberinto, un camino que no lleva a nada, que se pierde en s mismo, de puro no ser ms que caminar por dentro d s. e Esta doctrina se completa con los pasos rigurosamente exigidos para que el lector pueda orientarse y saber a qu atenerse. Es decir, hay un mtodo. L i ai c nescribe a m g ai n Ortega e e pdrl e drqe e hm r tn o eec l et cnuo s l oe i r o u l o be i e. L snim n ofs, ba e a e i r cd, s ar l a v a cnr a qee s m r i . oqela vida es por lo n i ao e l e i d il oc t u s i pe n a P ru tn ad t e, e c pronto un caos donde uno est perdido. El hombre lo sospecha; pero le aterra encontrarse cara a cara con esa terrible realidad y procura ocultarla con un teln fantasmagrico, donde t oet m yc r. et es ci d qess i a sean verdaderas; las emplea o s u l o L r i u ao u u es no d a a n d d como trincheras para defenderse de su vida, como aspavientos para ahuyentar la realidad. El hm r d cbz c r e eqe ei r d ea esf t m gr a y i d f n o be e aea l a s l u s l e a e ssi aa a ai s m r e r t a bt d ns c a ee a la vida, y se hace cargo de que todo en ella es problemtico, y se siente perdido. Como esto es la pura verdad a saber, que vivir es sentirse perdido, el que lo acepta ya ha empezado a en-contrarse, ya ha comenzado a descubrir su autntica realidad, ya est en lo firme. Instintivamente, lo mismo que el nufrago, buscar algo a que agarrarse, y esa mirada trgica, perentoria, absolutamente veraz, porque se trata de salvarse, le har ordenar el caos de su vida. Estas son las nicas ideas verdaderas: las ideas de los nufragos. Lo dems es retrica, postura, ntima farsa. El que no se siente de verdad perdido se pierde i xr l et e dc ,o e nun aa ,o oa uc cna rp r l a. n oa e n ;s ei n s ecet j sn t nna o lpoi e i d e bm e r r m p a ad
Esta teora de la vida humana culmina en la conexin entre el hacer dramtico, que no es m r at i d ye ft o u r e n dice Ortega, la vida humana es constante e cv a, lu r.Q i a o o a id u s ocupacin con algo futuro. Desde el instante actual nos ocupamos del que sobreviene. Por eso vivir es siempre, siempre, sin pausa ni descanso, hacer. Por qu no se ha reparado en que hacer, todo hacer, significa realizar un futuro? Inclusive cuando nos entregamos a recordar. Hacemos memoria en este segundo para lograr algo en el inmediato, aunque no sea ms que el placer de revivir el pasado. Este modesto placer solitario se nos present hace un momento como un futuro deseable; por eso lo hacemos. Conste, pues; nada tiene sn d pr e hm r s oe fni dl ovn .Y ansbaa nua o : Sgn et o a l o be i n uc n e prei ur e n nt e i a n r y a esto, el ser humano tiene irremediablemente una constitucin futurista; vive ante todo en el ft o dlu r. u r y eft o u u Ser posible? Si se presentase esta serie de textos juntos a los innumerables lectores de La rebelin de las masas, cuantos entre ellos sabran que proceden de este libro? Cuntos se han enterado de ellos, han ledo la doctrina sociolgica y poltica como algo que emerge de la visin filosfica que en estas pginas se encierra y que es su justificacin? No se tenga la menor duda: el que no tiene presente la doctrina que acabo de reunir y recordar no ha ledo La rebelin de las masas. Esta introduccin quisiera ser una invitacin a su lectura ntegra y en serio. El que Ortega parta de una doctrina filosfica no es azaroso ni secundario. La nica cosa que puede salvar a Europa, ha dicho, es que vuelva a imperar en ella una autntica filosofa. La nica, represe bien en ello y calclese en qu trance ha de estar ahora, en 1975. Slo un saber radical puede superar los problemas radicales de radical desorientacin que afectan a la vida humana, individual y colectiva. Pero la filosofa tiene una singular i eedni ua x aa f td ncs ae n pnec ,n et l e eei ds. d a r aa d a i sf n ncsa irt c nna ni ,ii pt d lm s. u a u set L foo o eei n po ci ,it c nns aa ea aaC i s apc l a t e e m d o de perfecta inutilidad, y con ello se liberta de toda supeditacin al hombre medio. Se sabe a s misma, por esencia, problemtica, y abraza alegre su libre destino de pjaro del Buen Dios, sin pedir a nadie que cuente con ella, ni recomendarse, ni defenderse. Si a alguien, buenamente, le aprovecha para algo, se regocija por simple simpata humana; pero no vive de ese provecho ajeno, ni lo premedita, ni lo espera. Cmo va a pretender que nadie la tome en serio, si ella comienza por dudar de su propia existencia, si no vive ms, que en la medida en que se combata a sm s ae qe e ev a sm s a i ,n u s dsi a i ? m v m Y sbaad eai eedni cn na a qel foo i pr n e m ns r ,ur no s n pnec , ot : Pr u a i sf m e o s eet y d a i a l a e e que los filsofos imperen como Platn quiso primero, ni siquiera que los emperadores filosofen como quiso, ms modestamente, despus. Ambas cosas son, en rigor, funestsimas. Para que la filosofa impere, basta con que la haya; es decir, con que los filsofos sean filsofos. Desde hace casi una centuria los filsofos son todo menos eso, son polticos, son pedagogos, son liter o o o hm r d c ni . a s sn o be e i c t s e a Esto lleva a Ortega a formular, aunque brevemente y casi de pasada, una teora del cnc i t dl ocp , el r , nsm , u ui aiid au gi o. ooi e o e cnet d a a n e u a qe hb r rt o n r g m n, o z e ra e oqe l r g c y hbr ecb r e l r , en el concepto, la realidad misma. P ru e gi o r ae dsui t n a a n e e eo z
Nosotros, en cambio, creemos que la razn, el concepto, es un instrumento domstico del hombre, que ste necesita y usa para aclarar su propia situacin en medio de la infinita y archiproblemtica realidad que es su vida. Vida es lucha con las cosas para sostenerse entre ellas. Los conceptos son el plan estratgico que nos formamos para responder a su ataque. Por eso, si se escruta bien la entraa ltima de cualquier concepto, se halla que no nos dice nada de la cosa misma, sino que resume lo que un hombre puede hacer con esa cosa o padecer de ella. Esta opinin taxativa, segn la cual el contenido de todo concepto es siempre vital, es siempre accin posible, o padecimiento posible de un hombre, no ha sido hasta ahora, que yo sepa, sustentada por nadie; pero es, a mi juicio, el trmino indefectible del proceso filosfico que se inicia con Kant. Por eso, si revisamos a su luz todo el pasado de la filosofa hasta Kant, nos parecer que en el fondo todos los filsofos han dicho lo mismo. Ahora bien: todo el descubrimiento filosfico no es ms que un descubrimiento y u t eaa ue ieo u et a n lod nr r lsprc lqe s b e efno. a fi a Esta es la teora de la razn vital, descubierta por Ortega en 1914, lentamente desarrollada y puesta en prctica a lo largo de toda su obra, formulada inequvocamente en La rebelin de las masas, con clara conciencia de que no ha sido sustentada por nadie. Y todava cuarenta y cinco aos despus puede decirse que no ha sido pensada por nadie que no sea del linaje filosfico de Ortega. Estas ideas, y slo ellas, hacen posible este tan famoso libro. Cuando se relee ahora La rebelin de las masas, no se comprende que se escribiera hace cuarenta y cinco aos; parece que describe y analiza la situacin del mundo de hoy o acaso de maana. l r e cp u s tu l eh d l al e c ns. oo E pi r a l e i l E hco e a g m r i e T d m to ta s o ao et ln. let s peut n13? oe aoacad l et i m s n s l o E l o e r n : e 90 N s hr uno o s ? Vv o e e cr g a i sazn de nivelaciones escribe Ortega: se nivelan las fortunas, se nivela la cultura entre l d t t c sssc l , en e nl sxs; ar a a b ns n e nl a ii a l e oie s i l o eo y ge : T m i e i l o s sn s a as va s g va s cn nn s H ym r o a qeo ao cm l oa nqe opsbnea css ot et . o i m s aul s s o o a pc e u n aaa ss oa, i e a l por oposicin a la nuestra; Ortega vio ya que estaban pasando. Por otra parte, adverta: uoa os h a e cn ao N h r i d ani l ogad d A c. ouoy E rp n e a m r ai d. o a e b o n u r e e m r aL n i z ci fj n i lo osaaos i c n hrm s o. o t ,ics,en i aoa i r ia m E hcocr t i , l i pr n d l v aerpa e l dei i t d l l eh a c rto e m s m ot t e a i uoe, s e avn e o e a a e sc ae d m n s masas al plen pdr sc l a m nr ssni i do oguo d i i do o oe o oi Ls i o n v us rps e n v us a. oa di di especialmente cualificados. La masa es el conjunto de personas no especialmente caf aa. os etna pe, o m ss n pi i l et s aa or a uli dsN e n ed, uspr aa sl i r c a n l m ss be s ic i o npm e a r . Maae hm r m d N s t t pe, ec ss oie, i i i ad guo s s e o be ei o e r a usd l e sc l n s u r e rps l o. a, a as qe sociales permanentes; se trata de funciones. Quiero decir que todos los hombres pertenecen, en principio, a la masa, en cuanto no estn especialmente cualificados, y slo emergen de ella para ejercer una funcin minoritaria cuando tienen tal o cual competencia o cualificacin pertinente, despus de lo cual se reintegran a la masa. Precisamente uno de los t a cp a s e s l r e ed la a e eepc lm aul e virtud de la e s ail d et i o s l ea br r dlseii o,qea n m te eb bi as l cual el hombre cualificado en un campo particular se comporta fuera de l como si tuviera competencia y autoridad, y no como uno de tantos, necesitado de seguir las orientaciones de los real-mente cualificados. Con lo cual queda dicho que una cosa es la masa
ingrediente capital de toda sociedad y otra el hombre-masa que puede no existir, porque es una enfermedad o dolencia que a veces sobreviene a las sociedades. El hombre selecto o de la minora no es el petulante que se cree superior a los dems, sino el que se exige ms. No se trata de clases sociales, sino de clases de hombres. Se ha producido un enorme crecimiento de la vida: las masas ejercen muchos repertorios vitales que antes pare-can reservados a las minoras; las posibilidades se han ampliado fabulosamente. Pero esto ha introducido la improvisacin: se han lanzado al escenario h t i o aa d hm r ao qe o e a oi st ad lcl rt d i a e i c l ds e o be l u n s h pd o a r ea u uar io l D s ro e s s d ur t acn. puro mostrarse abiertos mundo y vida al hombre mediocres lh cr d a s ea a. ,ee a e ao et ll r e m La rebelin de las masas consiste en la obliteracin de las almas medias; ese es el hombremasa, u n e t t s oa cn a o qetn es t avs or t o pr h qe o s o o i l ot r , u i e i a a t a sbe o , e a n,n ri e d xi d o perdido el sentido de la audicin. Por eso se produce la barbarie en el sentido literal del trmino: ausencia de normas y de posible apelacin. Ortega recuerda la aparicin, con el sindicalismo y el fascismo, de un tipo de hombre que no quiere dar razones ni quiere tener razn. La consecuencia de esto es la violencia qepr ele ad net tm o, e u a c et e m e uso i p dl r e nuestro de ahora. Adelantar que aqu hay un grave error en La rebelin de las masas, quiz el error d etl r. n n ua d O t a i d lv l c :H y al ao e s i o E u l r e l r g d e ea i e i o h lgd eb g , e c ona e a su mximo desarrollo, y esto es un buen sntoma, porque significa que automticamente v ai c r s dses opd ec b et pei m n cad l v l c a n i s u ecno C m uo sr i s , r s et uno a i e i ia e ir o c a e ona estaba empezando, un poco antes del triunfo de Hitler y de las matanzas de Alemania en 1934 y de la revolucin de Asturias y de las purgas de Mosc y de la guerra civil espaola y de la Guerra Mundial, con los campos de concentracin y los bombardeos arrasadores y la eliminacin de millones de judos y de los que no lo eran? Tenemos una impresin parecida a la que nos producen los ataques de Unamuno o del propio Ortega a la dictadura de Primo d Rvr qehynspr et m dr a aai e cs i cn . s bnt a e i a u o o a c a oe d, pc l ain et Et a a m l e, e n a b, o e a n aot baopr n e p d i t c izc n qec pronto haber llegado al cs m r s o ua t a e n la i lai , u r a u d a s i vi en mximo. El hombre de nuestro tiempo sabe que siempre puede venir algo peor, mucho peor. Lo sabe? A veces juega con la realidad como si no lo supiera o no quisiera saberlo. La verdad es que Ortega, hasta cuando se equivoca, suele ver algunas cosas importantes. Y acn nai dlga e o qeaao d cp raae e an cad n sa ot uc n e r r r u cb e oi d: Pr u uno o e i n r a o imposible que haya comenzado a menguar el prestigio de la violencia como norma cnicamente establecida, continuaremos bajo su rgimen: bien qu e o afr a Y ea e n t om . r s fr ae l qepoeedl s d. l ao pl r, l s d s tu uod l om s a u rcd e Et o ( m yr ego e Et o,e i l n e o a E i a ta s captulos. Pero qu es la violencia? Ortega recuerda que el hombre ha recurrido perpetuamente a ella; unas veces era simplemente un crimen, y no interesa; otras, el medio a que recurra el que haba agotado todos los dems para defender la razn y la justicia que crea tener; y et cs r l ao hm njaa a y auti . lm a s v l c lr n ne e em yr o ea lr n lj ia Y l a et i e i a a n o a e z sc a a ona z exasperada. Es decir, literalmente, la ultima ratio.L c izc nn e o a oa u e a i lai o s t cs qe l vi r ensayo de reducir la fuerza a ultima ratioPr aoaaaelac n i c sbi te . e hr d,a ci d et uv r l o , r a ee
orden y hace de la violencia la prima ratio,ai r . E l C r Man d l l n a a n s a a a ga e a c z t barbariE eoet o hoy, mucho ms que en 1930: entre los que lo fan todo a la e n s sm s . a violencia y los que utpicamente creen que puede eliminarse la violencia, que no hay derecho a usarla, especialmente contra los violentos. Cuando Ortega muestra que el fabuloso crecimiento del mundo contemporneo ha sido posible por la alianza de la tcnica cientfica y la democracia liberal, recuerda que el l e lm e spe a ee s a,l e co u lm yr o ra lm nr l i r i o s l ur gnr i d edr h qea ao t g aa i ,e b as a m od e a o oa ms noble grito que ha sonado e ep nt . o hv m y ac m ,n a b ,o o n ll e B l ei o f i oe cm i sn ds a a c s ss o c rs j p s er r i ss ni n pru n cn na a uavra pr a l o e m l d e e ut c l o oqe o ot gn l n e d a i, a e o g sn a a, e g d cl s o o l m nr anti-h t i ,aarn a cn qe t t s pr d r i pr a ae n a i c nc i , o u r a u a e e a n. s ra c an t z v i t t i s ehombres-m ss n yo obolchevismo y fascismo son Moi e o c d m ns po aa. U o t r dos seudoalboradas; no traen la maana de maana, sino la de un arcaico da, ya usado una ym l ee; o pi iv m . eeim s el h t i er pr vr ior o ivcs sn r t i o N csa o d a io a n ga a e s l a s m is t sr t a gm escapar de ella, no r are ea Et f s,ld e 17,e prcl m n e e n l. s r e e a n 95 s a i a et c l a a tu r e escalofriante, porque se est realizando algo muy poco truculento, pero aterrador: la extirpacin de su historia al hombre occidental al hombre que verdaderamente la tiene y por eso no se ha detenido nunca y no ha habido nadie que lo pare. N qi o epnr La rebelin de las masas: para qu, si ah est el libro? Slo trato de o u r xoe e orientar al lector para que no lo lea olvidndolo al mismo tiempo, tapando con un dedo imaginario las justificaciones o las conexiones esenciales. Hay que recordar cmo distingue Rusia de su aparente marxismo uie m ria poi aa etcm e n o ao R s s a s arx dm n o o r rm ns a xt m e a los tudescos del Sacro Imperio Romano cmo advierte que, a pesar de la poca atraccin , del comunismo sobre los europeos, que siempre han puesto sus fervores a la carta de la individualidad, que no ven en la organizacin comunista un aumento de la felicidad humana, es posible que se derrame sobre Europa el comunismo arrollador y victorioso, por su carcter de man i e peae ua m r x aaat pr peem oe e i o gc m r ;s n oa et vgn ,e ud i pnr sn fa s l r e o s s lef n n nea oad O c et li ic n e n uv por a e i ee nr t ua uv m r e ci n , n t i d u neo rga d v a. ea l d e a ca m d Europa se ha quedado sin moral; hay una crisis de las normas de todas las normas; las naciones son insuficientes, se han quedado pequeas, hay que integrarlas en una Europa unida, en los Estados Unidos de Europa. Esto deca Ortega en 1930, y Europa prefiri destruirse nueve aos despus (y ahora intenta hacer esa unin europea con una bandera exclusivamente econmica, que a nadie entusiasma, y tardamente, cuando Europa ya no es suficiente, cuando no es ms que uno de los dos l-bulos inseparables de Occidente). Ortega dedic las porciones ms vivaces de La rebelin de las masas a analizar lo que es una nacin: su origen, sus supuestos, su proceso de desarrollo, su saturacin, su crisis. La formacin de las unidades nacionales le sirvi de modelo para comprender lo que podra ser hm l a et e aoao ognr al spr o gm n l ps o e t e : a ue r o -nacin Europa, no una nacin ms gad. ac v dl esm et d O t ae qe qee uac r f h pr r e L l e e pna i o e r g s u l u n n i t e a a c n a n e o ea c ea cntu l nc nl a aa c ngd e ua eh ps r r L, e n C sl; ost ra ai add pr e eao n n f a ot i en pr o atl ii o i e c eo . o ia L yC sl, e n A a; a uei m n : E eidente la presencia de dos en atl pr o r n y s scs a et s v ia o g v e principios: uno, variable y siempre superado tb, o a a dcd, r n cns r u cm r , uao i , o u i c eo idioma o dialecto; otro, permanente, que salta librrimo sobre todos esos limites y
postula como unidad lo que aqul consideraba precisamente cm r i lot ps i . o o a c cn aoi da r cn Esta es la lcida interpretacin del principio de incorporacin, de constitucin de unidades sociales superiores. Y, por supuesto, Ortega anticipa en dos decenios teoras que, no sin alguna comicidad, se han presentado como sucr ci or ti c n A cad ec b 13!o or c n e ic i . s uno sr e e 90: L s e cf a , i n fillogos lm a l qehype ne dnm nr ioi oe practican la l o sa o u o r edn eo i s h t a r a s t a e s rd s ms deliciosa gedeonada cuando parten de lo que ahora, en esta fecha fugaz, en estos dos o tres siglos, son las naciones de Occidente, y suponen que Vercigetrix o que el Cid Campeador queran ya una Francia desde Saint-Malo a Es-trasburgo precisamente o una Spania desde Finisterre a Gibraltar. Estos fillogos como el ingenuo dramaturgo hacen casi siempre que sus hroes partan para la guerra de los Treinta Aos. Para explicarnos cmo se han formado Francia y Espaa, suponen que Francia y Espaa preexistan como unidades en el fondo de las almas francesas y espaolas. Como si existiesen franceses y espaoles originariamente antes de que Francia y Espaa existiesen! Como si el francs y el espaol no fuesen, simplemente, cosas que hubo que forjar en dos m ls ean! iao d f a e Ls ai e n s hnfr ao o cm n a d snr n pra ot a nt a s, a nc ns o e a om d pr o ui d e age i o l f n r a r e o d , s r es ul ni por la unidad lingstica. Es ms bien el Estado nacional el que nivela las diferencias tnicas y lingsticas. El principio nacional a diferencia de otros tipos de comunidad humana e et nIg t r e Fac ,nEp, aih s onunca slo sbdito s s :E nle a n r i e saand a i e a r, na e d dl s d,i qeh s os m r prc at d uocn N c ns n i l e Et o s o u a i i pe a ipn e l n o l ai i ic a a n d e ti e , . g fa n nh oti e P dr loyl cl t i dpr lei . P r s l nc n ui i s ta dl oe pb c a o cv a o r d o eo a ai p c i e id ga como tal es inconciliable con la existencia de ciudadanos y no-ciudadanos, por ejemplo con la esclavitud. El Estado nacional es en su raz misma democrtico, por debajo de todas las diferencias de formas de gobierno; consiste en un proyecto de empresa comn, su realidad es dinmica, consiste en hacer, en actuacin. Espaa no era una nacin en el siglo XI, pero esto no quiere decir tampoco que no fuera aa; ndSpania era una idea fecunda que haba quedado desde el Imperio Romano, pero no una idea nacional, como no lo haba sido la Hlade para los griegos del siglo IV. Y cnl e d fe a l gi o dli o V y oc y:H l e u pr o r gs es l I , Spania pr l pl eX y u a a s e g a o e ao sdl I a s s e andl I,oqe uoa u pr l rpo ne s l XX e et o e e u e XV l u E rp fe a o e oes e li o I.Pr s m s n l a s u g o a X ; ao o el li o V hr lg pr l erpo la sazn en que Europa X y scm s lg as l X ,aoal a a o uoes e g e a s pee ovrr e i a ai a s sda snl qe r g dsr l,nutd, ud cne ie n d nc nl Et i s o a u O t a ea o aagsao ts e o . a e s e rl i e erl opr f nee e p oopr i l ecad v qe uoa e a n lP g a r css y lE g a n e s,uno e u E rp s v a o a a l a gs destruir, se va a ir de entre las manos, por cerrazn mental y falta de imaginacin. Pero hay que decir que ese prlogo y ese eplogo todava no han sido entendidos por sus destinatarios. Y as van las cosas. Apenas podra encontrarse una pgina en La rebelin de las masas que no tenga actualidad; ms an: que no tenga porvenir, que no sea anticipadora. En conjunto, este libro es mucho ms verdadero que hace cuarenta y cinco aos; se ha ido haciendo verdadero, es decir, verificando. La crisis de las normas, la creencia de que ya no hay mandamientos de
ninguna clase, de que hay slo derechos y ninguna obligacin, la sustantivacin de la vn d cm t, at hcr eeau cate t oeoet fi ocns gl j et o o a hs ae d l n hn j o s s ia o i u r u u l a l a, d ld n a precisin hace cuarenta y cinco aos, mostrado como una ingente falsedad, como una suplantacin de la realidad, que amenaza anular una poca esplndida. P ru O t apnaaqel net l e. l n om m d e eoi stf h oqe r g esb u a usa o s E i i ao, l sro as co e r t ie comprometen algo maravilloso, que no han creado y que ni siquiera saben comprender y estimar. Durante unos aos, desde que el mundo se puso difcil, cuando la vida se convirti e a oavr , eoo qe el aa s e oy n s s o eo be aa s bt n l de o pns, u r a b ef r et i m ,l hm r s e a g s cm uz ua -m i en retirada. Desde que comenz la guerra civil espaola, sobre todo desde que se desencaden la Guerra Mundial, en los aos duros de la reconstruccin, no haba en Occidente nios mimados, porque nadie poda mimarlos. Por eso ha habido un par de decenios admirables, entre 1945 y 1965, poco ms o menos. Pero la nueva facilidad, la abundancia, la increble prosperidad conseguida por los principios democrticos y la ciencia occidental, en Europa, en Amrica y en aquellas porciones del mundo que han adoptado eo pi i o, a f j ol r ot , ua uv o d eois o s h dr m do ss r c i h a o d o e r sy n nea l e sri e a e a a np s la s s e a tm r sobre el planeta. Y con ella, una reactualizacin de La rebelin de las masas, una nueva promocin de hombres-m s, e bra s seiiad hm r qe oqe o i n aad r epc lt , e o be u pru dm n bo as s s a una parcela del saber hablan con petulancia y autoridad de todo lo que desconocen. La pleamar ha llegado a los ms altos acantilados: a los que han profesado las humanidades, a los que se han seguido llamando filsofos. Y hoy la situacin social de la filosofa es ms baja que en toda la Edad Moderna, ms que hace un siglo poca que gusta de imitar. Esto me parece excelente, porque dentro de poco no va a haber ninguna razn accesoria o superficial para dedicarse a la filosofa, y se volver a ejercitar por aquellos que no tengan remedio, que no puedan vivir ms que hacindola. Quiz entonces vuelva a imponer su sutil imperio la filosofa quiz obligue al ntimo asentimiento a la verdad, y Europa, mejor dicho Occidente, pueda tomar posesin de su propia realidad. Por eso he intentado ayudar a que La rebelin de las masas empiece a leerse como lo que es: un libro de filosofa.