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Asi Habló Zaratustra - F. Nietzsche

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LLLIIIBBBRRROOOdddooottt...

cccooommm
Friedrich Nietzsche
As habl Zaratustra
ndice
Prlogo de Zaratustra
Los discursos de Zaratustra
De las tres transformaciones
De las ctedras de la virtud
De los trasmundanos
De los despreciadores del cuerpo
De las alegras y de las pasiones
Del plido delincuente
Del leer y el escribir
Del rbol de la montaa
De los predicadores de la muerte
De la guerra y el pueblo guerrero
Del nuevo dolo
De las moscas del mercado
De la castidad
Del amigo
De las mil metas y de la nica meta
Del amor al prjimo
Del camino del creador
De viejecillas y de jovencillas
De la picadura de la vbora
Del hijo y del matrimonio
De la muerte libre
De la virtud que hace regalos
Segunda parte
El nio del espejo
En las islas afortunadas
De los compasivos
De los sacerdotes
De los virtuosos
De la chusma
De las tarntulas
De los sabios famosos
La cancin de la noche
La cancin del baile
La cancin de los sepulcros
De la superacin de s mismo
De los sublimes
Del pas de la cultura
Del inmaculado conocimiento
De los doctos
De los poetas
De grandes acontecimientos
El adivino
De la redencin
De la cordura respecto a los hombres
La ms silenciosa de todas las horas
Tercera parte

El caminante
De la visin y enigma
De la bienaventuranza no querida
Antes de la salida del sol
De la virtud empequeecedora
En el monte de los olivos
Del pasar de largo
De los apstatas
El retorno a casa
De los tres males
Del espritu de la pesadez
De tablas viejas y nuevas
El convaleciente
Del gran anhelo
La otra cancin del baile
Los siete sellos (O: La cancin S y Amn)
Cuarta y ltima parte
La ofrenda de la miel
El grito de socorro
Coloquio con los reyes
La sanguijuela
El mago
Jubilado
El ms feo de los hombres
El mendigo voluntario
La sombra
A medioda
El saludo
La Cena
Del hombre superior
La cancin de la melancola
De la ciencia
Entre hijas del desierto
El despertar
La fiesta del asno
La cancin del noctmbulo
El signo
Prlogo de Zaratustra
11
Cuando Zaratustra tena treinta aos2 abandon su patria y el lago de su patria y marc
h
a las montaas. All goz de su espritu y de su soledad y durante diez aos no se cans
de hacerlo. Pero al fin su corazn se transform, - y una maana, levantndose con la
aurora, se coloc delante del sol y le habl as:
T gran astro! Qu sera de tu felicidad si no tuvieras a aquellos a quienes iluminas!3.
Durante diez aos has venido subiendo hasta mi caverna: sin m, mi guila y mi serpiente4 te habras hartado de tu luz y de este camino.
Pero nosotros te aguardbamos cada maana, te liberbamos de tu sobreabundancia y te
bendecamos por ello. Mira! Estoy hastiado de mi sabidura como la abeja que ha recogido demasiada miel, tengo necesidad de manos que se extiendan.
Me gustara regalar y repartir hasta que los sabios entre los hombres hayan vuelto
a regocijarse con su locura, y los pobres, con su riqueza.

Para ello tengo que bajar a la profundidad: como haces t al atardecer, cuando tra
spones el mar llevando luz incluso al submundo, astro inmensamente rico!
Yo, lo mismo que t, tengo que hundirme en mi ocaso5, como dicen los hombres a
quienes quiero bajar. Bendceme, pues, ojo tranquilo, capaz de mirar sin envidia in
cluso
una felicidad demasiado grande!
Bendice la copa que quiere desbordarse para que de ella fluya el agua de oro llev
ando
a todas partes el resplandor de tus delicias!
Mira! Esta copa quiere vaciarse de nuevo, y Zaratustra quiere volver a hacerse ho
mbre.
- As comenz el ocaso de Zaratustra6.
1

As habl Zaratustra reproduce literalmente el aforismo 342 de La gaya ciencia; slo e


l lago Urmi,
que all aparece, es aqu sustituido por el lago de su patria. El mencionado aforismo
lleva el ttulo Incipit
tragedia (Comienza la tragedia) y es el ltimo del libro cuarto de La gaya ciencia
, titulado Sanctus Januarius (San Enero).
2
Es la edad en que Jess comienza su predicacin. Vase el Evangelio de Lucas, 3, 23: st
e era Jess,
que al empezar tena treinta aos. En el buscado antagonismo entre Zaratustra y Jess e
s sta la primera de
las confrontaciones. Como podr verse por toda la obra, Zaratustra es en parte una
antifigura de Jess. Y
as, la edad en que Jess comienza a predicar es aquella en que Zaratustra se retira
a las montaas con el fin
de prepararse para su tarea. Inmediatamente despus aparecer una segunda contraposi
cin entre ambos:
Jess pas slo cuarenta das en el desierto; Zaratustra pasar diez aos en las montaas.
3
Zaratustra volver a pronunciar esta misma invocacin al sol al final de la obra. Va
se, en la cuarta parte, El signo.
4
Los dos animales herldicos de Zaratustra representan, respectivamente, su volunt
ad y su inteligencia.
Le harn compaa en numerosas ocasiones y actuarn incluso como interlocutores suyos, s
obre todo en el
importantsimo captulo de la tercera parte titulado El convaleciente.
5
Untergehen. Es una de las palabras-clave en la descripcin de la figura de Zaratu
stra. Este verbo alemn
contiene varios matices que con dificultad podrn conservarse simultneamente en la
traduccin castellana.
Untergehen es en primer trmino, literalmente, caminar (gehen) hacia abajo (unter).
Zaratustra, en efecto, baja de las montaas. En segundo lugar es trmino usual para designar la puesta d
el sol, el ocaso. Y
Zaratustra dice bien claro que quiere actuar como el sol al atardecer, esto es, p
onerse. En tercer trmino,
Untergehen y el sustantivo Untergang se usan con el significado de hundimiento,
destruccin, decadencia.
As, el ttulo de la obra famosa de Spengler es Der Untergang des Abendlandes (tradu
cido por La decaden-

cia de Occidente). Tambin Zaratustra se hunde en su tarea y fracasa. Su tarea, di


ce varias veces, lo destruye. Aqu se ha adoptado como terminus technicus castellano para traducir Untergehe
n el de hundirse en su
ocaso, que parece conservar los tres sentidos. De todas maneras, Nietzsche juega
en innumerables ocasiones con esta palabra alemana compuesta y la contrapone a otras palabras asimismo
compuestas. Por ejemplo, contrapone y une Un tergangy Ubergang. berganges pasar al otro lado por encima
de algo, pero
tambin significa transicin. El hombre, dir Zaratustra, es un trnsito y un ocaso. Esto
, al hundirse
en su ocaso, como el sol, pasa al otro lado (de la tierra, se entiende, segn la v
ieja creencia). Y pasar al
otro lado es superarse a s mismo y llegar al superhombre.
6
Esta misma frase se repite luego. El ocaso de Zaratustra termina hacia el final d
e la tercera parte, en
el captulo titulado El convaleciente, donde se dice: As - acaba el ocaso de Zaratus
tra.
2
Zaratustra baj solo de las montaas sin encontrar a nadie. Pero cuando lleg a los bo
sques surgi de pronto ante l un anciano que haba abandonado su santa choza para buscar races en el bosque7. Y el anciano habl as a Zaratustra:
No me es desconocido este caminante: hace algunos aos pas por aqu. Zaratustra se
llamaba; pero se ha transformado. Entonces llevabas tu ceniza a la montaa8: quiere
s
hoy llevar tu fuego a los valles? No temes los castigos que se imponen al incendi
ario?
S, reconozco a Zaratustra. Puro es su ojo, y en su boca no se oculta nusea alguna9
.
No viene hacia ac como un bailarn?
Zaratustra est transformado, Zaratustra se ha convertido en un nio, Zaratustra es
un
despierto10: qu quieres hacer ahora entre los que duermen?
En la soledad vivas como en el mar, y el mar te llevaba. Ay, quieres bajar a tierr
a?
Ay, quieres volver a arrastrar t mismo tu cuerpo?
Zaratustra respondi: Yo amo a los hombres.
Por qu, dijo el santo, me march yo al bosque y a las soledades? No fue acaso porque amaba demasiado a los hombres?
Ahora amo a Dios: a los hombres no los amo. El hombre es para m una cosa demasiado imperfecta. El amor al hombre me matara.
Zaratustra respondi: Qu dije amor! Lo que yo llevo a los hombres es un regalo.
No les des nada, dijo el santo. Es mejor que les quites alguna cosa y que la lle
ves a
cuestas junto con ellos - eso ser lo que ms bien les har: con tal de que te haga bie
n a
ti!
Y si quieres darles algo, no les des ms que una limosna, y deja que adems la mendiguen!
No, respondi Zaratustra, yo no doy limosnas. No soy bastante pobre para eso.
El santo se ri de Zaratustra y dijo: Entonces cuida de que acepten tus tesoros! El
los

desconfan de los eremitas y no creen que vayamos para hacer regalos.


Nuestros pasos les suenan demasiado solitarios por sus callejas. Y cuando por la
s noches, estando en sus camas, oyen caminar a un hombre mucho antes de que el sol s
alga,
se preguntan: adnde ir el ladrn?11.
No vayas a los hombres y qudate en el bosque! Es mejor que vayas incluso a los
animales! Por qu no quieres ser t, como yo, - un oso entre los osos, un pjaro entre
los
pjaros?
Y qu hace el santo en el bosque?, pregunt Zaratustra. El santo respondi: Hago
canciones y las canto; y, al hacerlas, ro, lloro y gruo: as alabo a Dios.
Cantando, llorando, riendo y gruendo alabo al Dios que es mi Dios. Mas qu regalo
es el que t nos traes?
Cuando Zaratustra hubo odo estas palabras salud al santo y dijo: Qu podra yo daros a vosotros! Pero djame irme aprisa, para que no os quite nada! -Y as se separaro
n,
el anciano y el hombre, riendo como ren dos muchachos.
Mas cuando Zaratustra estuvo solo, habl as a su corazn: Ser posible! Este viejo
santo en su bosque no ha odo todava nada de que Dios ha muerto!12
7

Hacia el final de la obra el papa jubilado vendr en busca de este anciano eremit
a y encontrar que ha
muerto; vase, en la cuarta parte, Jubilado.
8
Vase, en esta primera parte, De los trasmundanos, y Del camino del creador, y en
la segunda parte, El
adivino, donde vuelve a aparecer la referencia a las cenizas. La ceniza es smbolo
de la cremacin y el
rechazo de los falsos ideales juveniles.
9
La pureza de los ojos y la ausencia de asco en la boca son atributos de Zaratus
tra a los que se hace referencia en numerosas ocasiones; vase, por ejemplo, en la segunda parte, De los sub
limes, y en la cuarta, El
mendigo voluntario.
10
El despierto es un calificativo usual de Buda, que aqu se aplica a Zaratustra.
11
Alusin a 1 Tesalonicenses, 5, 2: Pues sabis perfectamente que el da del Seor llegar c
omo un ladrn de noche.
12
La idea de la muerte de Dios, que recorre la obra entera, y su ignorancia por p
arte del santo eremita,
ser tema de conversacin entre Zaratustra y el papa jubilado cuando ambos hablen de
l eremita ya fallecido. Vase, en la cuarta parte, Jubilado.
3
Cuando Zaratustra lleg a la primera ciudad, situada al borde de los bosques, enco
ntr
reunida en el mercado13 una gran muchedumbre: pues estaba prometida la exhibicin
de
un volatinero. Y Zaratustra habl as al pueblo:
Yo os enseo el superhombre14. El hombre es algo que debe ser superado. Qu habis
hecho para superarlo?
Todos los seres han creado hasta ahora algo por encima de s mismos: y queris ser

vosotros el reflujo de ese gran flujo y retroceder al animal ms bien que superar
al hombre?
Qu es el mono para el hombre? Una irrisin o una vergenza dolorosa. Y justo eso es
lo que el hombre debe ser para el superhombre: una irrisin o una vergenza dolorosa
15.
Habis recorrido el camino que lleva desde el gusano hasta el hombre, y muchas cos
as
en vosotros continan siendo gusano. En otro tiempo fuisteis monos, y tambin ahora
es
el hombre ms mono que cualquier mono.
Y el ms sabio de vosotros es tan slo un ser escindido, hbrido de planta y fantasma.
Pero os mando yo que os convirtis en fantasmas o en plantas?
Mirad, yo os enseo el superhombre!
El superhombre es el sentido de la tierra. Diga vuestra voluntad: sea el superhom
bre el
sentido de la tierra!
Yo os conjuro, hermanos mos, permaneced fieles a la tierra y no creis a quienes os
hablan de esperanzas sobreterrenales! Son envenenadores, lo sepan o no.
Son despreciadores de la vida, son moribundos y estn, ellos tambin, envenenados, l
a
tierra est cansada de ellos: ojal desaparezcan!
En otro tiempo el delito contra Dios era el mximo delito, pero Dios ha muerto y c
on l
han muerto tambin esos delincuentes. Ahora lo ms horrible es delinquir contra la ti
erra
y apreciar las entraas de lo inescrutable ms que el sentido de la tierra!
En otro tiempo el alma miraba al cuerpo con desprecio: y ese desprecio era enton
ces lo
ms alto: - el alma quera el cuerpo flaco, feo, famlico. As pensaba escabullirse del
cuerpo y de la tierra.
Oh, tambin esa alma era flaca, fea y famlica: y la crueldad era la voluptuosidad de
esa alma!
Mas vosotros tambin, hermanos mos, decidme: qu anuncia vuestro cuerpo de vuestra alma? No es vuestra alma acaso pobreza y suciedad y un lamentable bienestar?
En verdad, una sucia corriente es el hombre. Es necesario ser un mar para poder
recibir
una sucia corriente sin volverse impuro.
Mirad, yo os enseo el superhombre: l es ese mar, en l puede sumergirse vuestro gran
desprecio.
Cul es la mxima vivencia que vosotros podis tener? La hora del gran desprecio. La
hora en que incluso vuestra felicidad se os convierta en nusea y eso mismo ocurra
con
vuestra razn y con vuestra virtud.
La hora en que digis: Qu importa mi felicidad! Es pobreza y suciedad y un lamentable bienestar. Sin embargo, mi felicidad debera justificar incluso la existencia
!
La hora en que digis: Qu importa mi razn! Ansa ella el saber lo mismo que el
len su alimento? Es pobreza y suciedad y un lamentable bienestar!
La hora en que digis: Qu importa mi virtud! Todava no me ha puesto furioso. Qu
cansado estoy de mi bien y de mi mal! Todo esto es pobreza y suciedad y un lament
able
bienestar!
La hora en que digis: Qu importa mi justicia! No veo que yo sea un carbn ardiente. Mas el justo es un carbn ardiente! La hora en que digis: Qu importa mi compasin! No es la compasin acaso la cruz en la que es clavado quien ama a los hombres?
Pero mi compasin no es una crucifixin.

Habis hablado ya as? Habis gritado ya as? Ah, ojal os hubiese yo odo ya gritar
as!
No vuestro pecado - vuestra moderacin es lo que clama al cielo, vuestra mezquindad
hasta en vuestro pecado es lo que clama al cielo!16.
Dnde est el rayo que os lama con su lengua? Dnde la demencia que habra que
inocularos?
Mirad, yo os enseo el superhombre: l es ese rayo, l es esa demencia! Cuando Zaratustra hubo hablado as, uno del pueblo grit: Ya hemos odo hablar bastante del volatinero; ahora, vemoslo tambin! Y todo el pueblo se ri de Zaratustra.
Mas el volatinero, que crey que aquello iba dicho por l, se puso a trabajar.

13
Markt es la palabra empleada por Nietzsche, que aqu se traduce literalmente por
mercado. No se refiere slo al lugar de compra y venta de mercancas, sino, en general, a lugar amplio d
onde se rene la gente, a
plaza pblica. Todava hoy la plaza central de muchas ciudades alemanas se denomina
Marktplatz.
14
Sobre el superhombre, expresin que ha dado lugar a tantos malentendidos, dice el p
ropio Nietzsche
en Ecce homo: La palabra superhombre, que designa un tipo de ptima constitucin, en co
ntraste con
los hombres modernos, con los hombres buenos, con los cristianos y dems nihilistas, u
na palabra que,
en boca de Zaratustra, el aniquilador de la moral, se convierte en una palabra m
uy digna de reflexin, ha
sido entendida, casi en todas partes, con total inocencia, en el sentido de aque
llos valores cuya anttesis se
ha manifestado en la figura de Zaratustra, es decir, ha sido entendida como tipo
idealista de una especie
superior de hombre, mitad santo, mitad genio.
15
Eco de los fragmentos 82 y 83 de Heraclito (Diels-Kranz): El ms bello de los mono
s es feo al compararlo con la raza de los humanos. El ms sabio de entre los hombres parece, respec
to de Dios, mono en
sabidura, en belleza y en todo lo dems.
16
Clamar al cielo es expresin bblica. Vase Gnesis, 4, 10: La voz de la sangre de tu her
ano est
clamando a m desde la tierra (palabras de Yahv a Can). Corno hace casi siempre con e
stas citas bblicas, Zaratustra confiere a sta un sentido antittico del que tiene en el original.
4
Mas Zaratustra contempl al pueblo y se maravill. Luego habl as:
El hombre es una cuerda tendida entre el animal y el superhombre, - una cuerda s
obre
un abismo.
Un peligroso pasar al otro lado, un peligroso caminar, un peligroso mirar atrs, u
n peligroso estremecerse y pararse. La grandeza del hombre est en ser un puente y no un
a
meta: lo que en el hombre se puede amar es que es un trnsito y un ocaso17.
Yo amo a quienes no saben vivir de otro modo que hundindose en su ocaso, pues ell
os
son los que pasan al otro lado.

Yo amo a los grandes despreciadores, pues ellos son los grandes veneradores, y f
lechas
del anhelo hacia la otra orilla. Yo amo a quienes, para hundirse en su ocaso y s
acrificarse,
no buscan una razn detrs de las estrellas: sino que se sacrifican a la tierra para
que sta
llegue alguna vez a ser del superhombre. Yo amo a quien vive para conocer, y qui
ere
conocer para que alguna vez viva el superhombre. Y quiere as su propio ocaso.
Yo amo a quien trabaja e inventa para construirle la casa al superhombre y prepa
ra para
l la tierra, el animal y la planta: pues quiere as su propio ocaso.
Yo amo a quien ama su virtud: pues la virtud es voluntad de ocaso y una flecha d
el anhelo.
Yo amo a quien no reserva para s ni una gota de espritu, sino que quiere ser ntegra
mente el espritu de su virtud: avanza as en forma de espritu sobre el puente.
Yo amo a quien de su virtud hace su inclinacin y su fatalidad: quiere as, por amor
a su
virtud, seguir viviendo y no seguir viviendo.
Yo amo a quien no quiere tener demasiadas virtudes. Una virtud es ms virtud que d
os,
porque es un nudo ms fuerte del que se cuelga la fatalidad.
Yo amo a aquel cuya alma se prodiga, y no quiere recibir agradecimiento ni devue
lve
nada: pues l regala siempre y no quiere conservarse a s mismo18.
Yo amo a quien se avergenza cuando el dado, al caer, le da suerte, y entonces se
pregunta: acaso soy yo un jugador que hace trampas? - pues quiere perecer.
Yo amo a quien delante de sus acciones arroja palabras de oro y cumple siempre ms
de lo que promete: pues quiere su ocaso.
Yo amo a quien justifica a los hombres del futuro y redime a los del pasado: pue
s quiere perecer a causa d los hombres del presente.
Yo amo a quien castiga a su dios porque ama a su dios19: pues tiene que perecer
por la
clera de su dios.
Yo amo a aquel cuya alma es profunda incluso cuando se la hiere, y que puede per
ecer
a causa de una pequea vivencia: pasa as de buen grado por el puente.
Yo amo a aquel cuya alma est tan llena que se olvida de s mismo, y todas las cosas
estn dentro de l: todas las cosas se transforman as en su ocaso.
Yo amo a quien es de espritu libre y de corazn libre: su cabeza no es as ms que las
entraas de su corazn, pero su corazn lo empuja al ocaso.
Yo amo a todos aquellos que son como gotas pesadas que caen una a una de la oscu
ra
nube suspendida sobre el hombre: ellos anuncian que el rayo viene, y perecen com
o
anunciadores.
Mirad, yo soy un anunciador del rayo y una pesada gota que cae de la nube: mas e
se rayo se llama superhombre. 17
Vase lo dicho en la nota 5.
18
Parfrasis del Evangelio de Lucas, 17, 33: Quien busca conservar su alma la perder;

y quien la perdiere, la conservar.


19
Cita literal, invirtiendo su sentido, de Hebreos, 12, 6: Porque el Seor, a quien
ama, lo castiga. Vase tambin, en la cuarta parte, El despertar.
5
Cuando Zaratustra hubo dicho estas palabras contempl de nuevo el pueblo y call:
Ah estn, dijo a su corazn, y se ren: no me entienden, no soy yo la boca para estos
odoo20.
Habr que romperles antes los odos, para que aprendan a or con los ojos? Habr que
atronar igual que timbales y que predicadores de penitencia? O acaso creen tan slo
al
que balbucea?
Tienen algo de lo que estn orgullosos. Cmo llaman a eso que los llena de orgullo?
Cultural21 lo llaman, es lo que los distingue de los cabreros.
Por esto no les gusta or, referida a ellos, la palabra Vesprecid. Voy a hablar, p
ues, a su
orgullo.
Voy a hablarles de lo ms despreciable: el ltimo hombre22.
Y Zaratustra habl as al pueblo:
Es tiempo de que el hombre fije su propia meta. Es tiempo de que el hombre plant
e la
semilla de su ms alta esperanza.
Todava es bastante frtil su terreno para ello. Mas algn da ese terreno ser pobre y
manso, y de l no podr ya brotar ningn rbol elevado.
Ay! Llega el tiempo en que el hombre dejar de lanzar la flecha de su anhelo ms all
del hombre, y en que la cuerda de su arco no sabr ya vibrar!
Yo os digo: es preciso tener todava caos dentro de s para poder dar a luz una estr
ella
danzarina. Yo os digo: vosotros tenis todava caos dentro de vosotros.
Ay! Llega el tiempo en que el hombre no dar ya a luz ninguna estrella. Ay! Llega el
tiempo del hombre ms despreciable, el incapaz ya de despreciarse a s mismo.
Mirad! Yo os muestro el ltimo hombre.
Qu es amor? Qu es creacin? Qu es anhelo? Qu es estrella? - as pregunta el
ltimo hombre, y parpadea.
La tierra se ha vuelto pequea entonces, y sobre ella da saltos el ltimo hombre, qu
e todo lo empequeece. Su estirpe es indestructible, como el pulgn; el ltimo hombre es e
l
que ms tiempo vive.
Nosotros hemos inventado la felicidad - dicen los ltimos hombres, y parpadean.
Han abandonado las comarcas donde era duro vivir: pues la gente necesita calor.
La
gente ama incluso al vecino y se restriega contra l: pues necesita calor.
Enfermar y desconfiar considranlo pecaminoso: la gente camina con cuidado. Un tonto es quien sigue tropezando con piedras o con hombres!
Un poco de veneno de vez en cuando: eso produce sueos agradables. Y mucho veneno
al final, para tener un morir agradable.
La gente contina trabajando, pues el trabajo es un entretenimiento. Mas procura q
ue el
entretenimiento no canse. La gente ya no se hace ni pobre ni rica: ambas cosas s
on demasiado molestas. Quin quiere an gobernar? Quin an obedecer? Ambas cosas son
demasiado molestas.
Ningn pastor y un solo rebao!23 Todos quieren lo mismo, todos son iguales: quien

tiene sentimientos distintos marcha voluntariamente al manicomio.


En otro tiempo todo el mundo desvariaba - dicen los ms sutiles, y parpadean.
Hoy la gente es inteligente y sabe todo lo que ha ocurrido: as no acaba nunca de
burlarse. La gente contina discutiendo, mas pronto se reconcilia - de lo contrario,
ello estropea el estmago.
La gente tiene su pequeo placer para el da y su pequeo placer para la noche: pero
honra la salud.
Nosotros hemos inventado la felicidad - dicen los ltimos hombres, y parpadean. Y aqu acab el primer discurso de Zaratustra, llamado tambin el prlogo24: pues en
este punto el gritero y el regocijo de la multitud lo interrumpieron. Danos ese ltim
o
hombre, oh Zaratustra, - gritaban - haz de nosotros esos ltimos hombres! El superh
ombre te lo regalamos!25. Y todo el pueblo daba gritos de jbilo y chasqueaba la len
gua.
Pero Zaratustra se entristeci y dijo a su corazn:
No me entienden: no soy yo la boca para estos odos.
Sin duda he vivido demasiado tiempo en las montaas, he escuchado demasiado a los
arroyos y a los rboles: ahora les hablo como a los cabreros.
Inmvil es mi alma, y luminosa como las montaas por la maana. Pero ellos piensan
que yo soy fro, y un burln que hace chistes horribles.
Y ahora me miran y se ren: y mientras ren, continan odindome. Hay hielo en su rer.
20
Reminiscencia del Evangelio de Mateo,13,13: Por esto les hablo en parbolas, porqu
e miran sin ver y
escuchan sin or ni entender.
21
Sobre el concepto de cultura puede verse, en la segunda parte, Del pas de la cultu
ra.
22
El ltimo hombre significa sobre todo el ltimo en la escala humana. En Ecce homo dice
Nietzsche: En este sentido Zaratustra llama a los buenos unas veces los ltimos hombres y o
tras el comienzo
del final; sobre todo, los considera como la especie ms nociva del hombre, porque
imponen su existencia
tanto a costa de la verdad como a costa del futuro.
23
Parfrasis, modificando su sentido, del Evangelio de Juan, 10, 16: Habr un solo reb
ao y un solo
pastor.
24
Mediante el juego de palabras en alemn entre erste Rede (primer discurso) y Vorr
ede (prlogo o,
tambin, discurso preliminar), Nietzsche quiere indicar que en realidad este su pr
imer hablar o discursear
(reden) a los hombres no ha sido ms que un hablar preliminar, pero que su verdade
ro hablar va a comenzar ahora. Por eso la verdadera primera parte de esta obra se titular precisament
e Los discursos (Reden)
de Zaratustra.
25
Eco de la escena evanglica (Evangelio de Lucas, 23, 17) en que la muchedumbre re
chaza a Jess y
reclama a Barrabs: Pero ellos vociferaron a una: Fuera se! Sultanos a Barrabs!

6
Pero entonces ocurri algo que hizo callar todas las bocas y quedar fijos todos lo
s ojos.
Entretanto, en efecto, el volatinero haba comenzado su tarea: haba salido de una p
equea puerta y caminaba sobre la cuerda, la cual estaba tendida entre dos torres, col
gando
sobre el mercado y el pueblo. Mas cuando se encontraba justo en la mitad de su c
amino,
la pequea puerta volvi a abrirse y un compaero de oficio vestido de muchos colores,
igual que un bufn, salt fuera y march con rpidos pasos detrs del primero. Sigue
adelante, cojitranco, grit su terrible voz, sigue adelante, holgazn, impostor, cara
de
tsico! Que no te haga yo cosquillas con mi taln! Qu haces aqu entre torres? Dentro
de la torre est tu sitio, en ella se te debera encerrar, cierras el camino a uno me
jor que
t! - Y a cada palabra se le acercaba ms y ms: y cuando estaba ya a un solo paso detrs de l ocurri aquella cosa horrible que hizo callar todas las bocas y quedar fijo
s todos
los ojos: - lanz un grito como si fuese un demonio y salt por encima de quien le o
bstaculizaba el camino. Mas ste, cuando vio que su rival lo venca, perdi la cabeza y el
equilibrio; arroj su balancn y, ms rpido que ste, se precipit hacia abajo como un
remolino de brazos y de piernas. El mercado y el pueblo parecan el mar cuando la
tempestad avanza: todos huyeron apartndose y atropellndose, sobre todo all donde el
cuerpo tena que estrellarse.
Zaratustra, en cambio, permaneci inmvil, y justo a su lado cay el cuerpo, maltrecho
y quebrantado, pero no muerto todava. Al poco tiempo el destrozado recobr la consciencia y vio a Zaratustra arrodillarse junto a l. Qu haces aqu?, dijo por fin, desde
hace mucho saba yo que el diablo me echara la zancadilla. Ahora me arrastra al inf
ierno: quieres t impedrselo?
Por mi honor, amigo, respondi Zaratustra, todo eso de que hablas no existe: no hay
ni
diablo ni infierno. Tu alma estar muerta an ms pronto que tu cuerpo26: as, pues, no
temas ya nada!
El hombre alz su mirada con desconfianza. Si t dices la verdad, aadi luego, nada
pierdo perdiendo la vida. No soy mucho ms que un animal al que, con golpes y esca
sa
comida, se le ha enseado a bailar.
No hables as, dijo Zaratustra, t has hecho del peligro tu profesin, en ello no hay n
ada despreciable. Ahora pereces a causa de tu profesin: por ello voy a enterrarte
con mis
propias manos.
Cuando Zaratustra hubo dicho esto, el moribundo ya no respondi; pero movi la mano
como si buscase la mano de Zaratustra para darle las gracias. 26
Un desarrollo de esta idea puede verse en esta primera parte, De los despreciado
res del cuerpo, y, en la
tercera parte, El convaleciente: Las almas son tan mortales como los cuerpos.

7
Entretanto iba llegando el atardecer, y el mercado se ocultaba en la oscuridad:
el pueblo
se dispers entonces, pues hasta la curiosidad y el horror acaban por cansarse. Ma
s Zaratustra estaba sentado en el suelo junto al muerto, hundido en sus pensamientos:
as olvid
el tiempo. Por fin se hizo de noche, y un viento fro sopl sobre el solitario. Zara
tustra se
levant entonces y dijo a su corazn:
En verdad, una hermosa pesca ha cobrado hoy Zaratustra! No ha pescado ni un solo
hombre27, pero s, en cambio, un cadver.
Siniestra es la existencia humana, y carente an de sentido: un bufn puede converti
rse
para ella en la fatalidad.
Yo quiero ensear a los hombres el sentido de su ser: ese sentido es el superhombr
e, el
rayo que brota de la oscura nube que es el hombre.
Mas todava estoy muy lejos de ellos, y mi sentido no habla a sus sentidos. Para l
os
hombres yo soy todava algo intermedio entre un necio y un cadver.
Oscura es la noche, oscuros son los caminos de Zaratustra28. Ven, compaero fro y rgido! Te llevar adonde voy a enterrarte con mis manos.

27
La expresin pescador de hombres es evanglica. Vase el Evangelio de Mateo, 4, 19, Veni
d en
pos de m y os har pescadores de hombres (Jess a Pedro y a Andrs). Vase tambin, en la c
arta parte,
La ofrenda de la miel.
28
Cita ligeramente modificada de Proverbios, 4,19: Oscuros son los caminos del ate
o (traduccin de
Lutero). Lutero emplea el trmino gottlos (literalmente: sin-dios), expresin que lu
ego va a ser epteto
constante de Zaratustra. Pero son los buenos y justos los que se lo aplican; vase,
en la tercera parte, De
la virtud empequeecedora. Pero luego Zaratustra se apropiar con orgullo de esa cal
ificacin. Los buenos
y justos son tambin los que llaman a Zaratustra el aniquilador de la moral; vase, ms
adelante, De la
picadura de la vbora.
8
Cuando Zaratustra hubo dicho esto a su corazn, carg el cadver sobre sus espaldas y
se puso en camino. Y no haba recorrido an cien pasos cuando se le acerc furtivament
e
un hombre y comenz a susurrarle al odo - y he aqu que quien hablaba era el bufn de
la torre. Vete fuera de esta ciudad, Zaratustra, dijo; aqu son demasiados los que
te
odian. Te odian los buenos y justos29 y te llaman su enemigo y su despreciador;
te odian
los creyentes de la fe ortodoxa, y stos te llaman el peligro de la muchedumbre. T
u suerte
ha estado en que la gente se ri de ti: y, en verdad, hablabas igual que un bufn. T
u suerte
ha estado en asociarte al perro muerto; al humillarte de ese modo te has salvado
a ti mis-

mo por hoy. Pero vete lejos de esta ciudad - o maana saltar por encima de ti, un v
ivo
por encima de un muerto. Y cuando hubo dicho esto, el hombre desapareci; pero Zaratustra continu caminando por las oscuras callejas.
A la puerta de la ciudad encontr a los sepultureros: stos iluminaron el rostro de
Zaratustra con la antorcha, lo reconocieron y comenzaron a burlarse de l. Zaratustra s
e lleva
al perro muerto: bravo, Zaratustra se ha hecho sepulturero! Nuestras manos son de
masiado limpias para ese asado. Es que Zaratustra quiere acaso robarle al diablo su
bocado? Vaya! Suerte, y que aproveche! A no ser que el diablo sea mejor ladrn que Zaratustra! - y robe a los dos, y a los dos se los trague! Y se rean entre s, cuchichean
do.
Zaratustra no dijo ni una palabra y sigui su camino. Pero cuando llevaba andando
ya
dos horas, al borde de bosques y de cinagas, haba odo demasiado el hambriento aulli
do
de los lobos, y el hambre se apoder tambin de l. Por ello se detuvo junto a una cas
a
solitaria dentro de la cual arda una luz.
El hambre me asalta, dijo Zaratustra, como un ladrn. En medio de bosques y de cina
gas me asalta mi hambre, y en plena noche.
Extraos caprichos tiene mi hambre. A menudo no me viene sino despus de la comida,
y hoy no me vino en todo el da: dnde se entretuvo, pues?
Y mientras deca esto, Zaratustra llam a la puerta de la casa. Un hombre viejo apar
eci; traa la luz y pregunt: Quin viene a m y a mi mal dormir?
Un vivo y un muerto, dijo Zaratustra. Dame de comer y de beber, he olvidado hacer
lo
durante el da. Quien da de comer al hambriento reconforta su propia alma: as habla
la
sabidura30.
El viejo se fue y al poco volvi y ofreci a Zaratustra pan y vino. Mal sitio es ste p
ara
hambrientos, dijo. Por eso habito yo aqu. Animales y hombres acuden a m, el eremit
a.
Mas da de comer y de beber tambin a tu compaero, l est ms cansado que t. Zaratustra respondi: Mi compaero est muerto, difcilmente le persuadir a que coma y
beba. Eso a m no me importa, dijo el viejo con hosquedad; quien llama a mi casa tie
ne
que tomar tambin lo que le ofrezco. Comed y que os vaya bien! A continuacin Zaratustra volvi a caminar durante dos horas, confiando en el camino
y en la luz de las estrellas: pues estaba habituado a andar por la noche y le gu
staba mirar
a la cara a todas las cosas que duermen31. Mas cuando la maana comenz a despuntar,
Zaratustra se encontr en lo profundo del bosque, y ningn camino se abra ya ante l.
Entonces coloc al muerto en un rbol hueco, a la altura de su cabeza - pues quera pr
otegerlo de los lobos - y se acost en el suelo de musgo. Enseguida se durmi, cansado
el
cuerpo, pero inmvil el alma.
29
La pareja verbal los buenos y justos, que aqu aparece por primera vez, se repetir n
umerossimas

veces en toda esta obra. Probablemente es imitacin de otra pareja verbal, los hipcr
itas y fariseos, que
tambin aparece con mucha frecuencia en los Evangelios, y tiene el mismo significa
do que ella. Vase, por
ejemplo, en la tercera parte, De tablas viejas y nuevas: Oh hermanos mos! En quin res
ide el mayor
peligro para todo futuro de los hombres? No es en los buenos y justos, que dicen
y sienten en su corazn:
nosotros sabemos ya lo que es bueno y justo, y hasta lo tenemos.
30
Cita del Salmo 146, 5-7: Bienaventurado aquel... que da de comer a los hambrient
os.
31
Sobre esta costumbre de Zaratustra de mirar a la cara a todas las cosas que duer
men vase tambin,
en esta misma parte, Del amigo; y en la cuarta parte, La sombra.
9
Largo tiempo durmi Zaratustra, y no slo la aurora pas sobre su rostro, sino tambin
la maana entera. Mas por fin sus ojos se abrieron: asombrado mir Zaratustra el bos
que
y el silencio, asombrado mir dentro de s. Entonces se levant con rapidez, como un
marinero que de pronto ve tierra, y lanz gritos de jbilo: pues haba visto una verda
d
nueva32, y habl as a su corazn:
Una luz ha aparecido en mi horizonte: compaeros de viaje necesito, compaeros vivos, - no compaeros muertos ni cadveres, a los cuales llevo conmigo adonde quiero.
Compaeros de viaje vivos es lo que yo necesito, que me sigan porque quieren segui
rse
a s mismos - e ir adonde yo quiero ir.
Una luz ha aparecido en mi horizonte: no hable al pueblo Zaratustra, sino a compae
ros de viaje! Zaratustra no debe convertirse en pastor y perro de un rebao!
Para incitar a muchos a apartarse del rebao - para eso he venido. Pueblo y rebao s
e
irritarn contra m: ladrn va a ser llamado por los pastores Zaratustra.
Digo pastores, pero ellos se llaman a s mismos los buenos y justos. Digo pastores
: pero
ellos se llaman a s mismos los creyentes de la fe ortodoxa.
Ved los buenos y justos! A quin es al que ms odian? Al que rompe sus tablas de valores, al quebrantador, al infractor: - pero se es el creador.
Ved los creyentes de todas las creencias! A quin es al que ms odian? Al que rompe
sus tablas de valores, al quebrantador, al infractor33: - pero se es el creador.
Compaeros para su camino busca el creador, y no cadveres, ni tampoco rebaos y
creyentes. Compaeros en la creacin busca el creador, que escriban nuevos valores e
n
tablas nuevas.
Compaeros busca el creador, y colaboradores en la recoleccin: pues todo est en l
maduro para la cosecha. Pero le faltan las cien hoces34: por ello arranca las es
pigas y est
enojado.
Compaeros busca el creador, que sepan afilar sus hoces. Aniquiladores se los llam
ar,
y despreciadores del bien y del mal. Pero son los cosechadores y los que celebra
n fiestas.
Compaeros en la creacin busca Zaratustra, compaeros en la recoleccin y en las
fiestas busca Zaratustra: qu tiene l que ver con rebaos y pastores y cadveres!
Y t, primer compaero mo, descansa en paz! Bien te he enterrado en tu rbol hueco,

bien te he escondido de los lobos. Pero me separo de ti, el tiempo ha pasado. En


tre aurora
y aurora ha venido a m una verdad nueva.
No debo ser pastor ni sepulturero. Y ni siquiera voy a volver a hablar con el pu
eblo
nunca; por ltima vez he hablado a un muerto.
A los creadores, a los cosechadores, a los que celebran fiestas quiero unirme: v
oy a
mostrarles el arco iris y todas las escaleras del superhombre.
Cantar mi cancin para los eremitas solitarios o en pareja35; y a quien todava tenga
odos para or cosas inauditas, a se voy a abrumarle el corazn con mi felicidad.
Hacia mi meta quiero ir, yo contino mi marcha; saltar por encima de los indecisos
y
de los rezagados. Sea mi marcha el ocaso de ellos!
32
En la cuarta parte, Del hombre superior, Zaratustra recordar esta verdad nueva.
33
Juego de palabras en alemn entre Brecher (destructor, rompedor, quebrantador) y
Verbrecher (infractor, criminal). Tambin Moiss rompe las tablas; vase xodo, 32,19: Al acercarse al camp
amento y ver el
becerro y las danzas, Moiss, enfurecido, tir las tablas y las rompi al pie del mont
e. En esta obra Zaratustra utiliza numerosas veces esta contraposicin.
34
Reminiscencia del Evangelio de Mateo, 9,37: La mies es abundante y los braceros,
pocos.
35
Juego de palabras en alemn entre Einsiedler (eremitas) y Zweisiedler (trmino este
ltimo creado por
Nietzsche y que hace referencia al matrimonio, esto es, a la soledad de dos en co
mpaa).
10
Esto es lo que Zaratustra dijo a su corazn cuando el sol estaba en pleno medioda:
entonces se puso a mirar inquisitivamente hacia la altura - pues haba odo por encima
de s
el agudo grito de un pjaro. Y he aqu que un guila cruzaba el aire trazando amplios
crculos y de l colgaba una serpiente, no como si fuera una presa, sino una amiga:
pues
se mantena enroscada a su cuello36.
Son mis animales!, dijo Zaratustra, y se alegr de corazn. El animal ms orgulloso
debajo del sol, y el animal ms inteligente debajo del sol - han salido para explo
rar el
terreno. Quieren averiguar si Zaratustra vive todava. En verdad, vivo yo todava?
He encontrado ms peligros entre los hombres que entre los animales, peligrosos so
n
los caminos que recorre Zaratustra. Que mis animales me guen!
Cuando Zaratustra hubo dicho esto, se acord de las palabras del santo en el bosqu
e,
suspir y habl as a su corazn: Ojal fuera yo ms inteligente! Ojal fuera yo inteligente de verdad, como mi serpiente!
Pero pido cosas imposibles: por ello pido a mi orgullo que camine siempre junto a
mi
inteligencia!
Y si alguna vez mi inteligencia me abandona - ay, le gusta escapar volando! - que

mi
orgullo contine volando junto con mi tontera!
- As comenz el ocaso de Zaratustra.
36
Los amplios crculos que traza el guila y el enroscamiento de la serpiente en torn
o al cuello del guila
son ya aqu una premonicin del eterno retorno, que es una de las doctrinas capitales
de esta obra.
Los discursos de Zaratustra
De las tres transformaciones
Tres transformaciones del espritu os menciono: cmo el espritu se convierte en camello, y el camello en len, y el len, por fin, en nio.
Hay muchas cosas pesadas para el espritu, para el espritu fuerte, de carga, en el
que
habita la veneracin: su fortaleza demanda cosas pesadas, e incluso las ms pesadas
de
todas.
Qu es pesado?, as pregunta el espritu de carga, y se arrodilla, igual que el camello
, y
quiere que lo carguen bien. Qu es lo ms pesado, hroes?, as pregunta el espritu de
carga, para que yo cargue con ello y mi fortaleza se regocije. Acaso no es: humil
larse
para hacer dao a la propia soberbia? Hacer brillar la propia tontera para burlarse
de la
propia sabidura?
O acaso es: apartarnos de nuestra causa cuando ella celebra su victoria? Subir a a
ltas
montaas para tentar al tentador?37.
O acaso es: alimentarse de las bellotas y de la hierba del conocimiento y sufrir
hambre
en el alma por amor a la verdad? O acaso es: estar enfermo y enviar a paseo a los
consoladores, y hacer amistad con sordos, que nunca oyen lo que t quieres?
O acaso es: sumergirse en agua sucia cuando ella es el agua de la verdad, y no ap
artar
de s las fras ranas y los calientes sapos?
O acaso es: amar a quienes nos desprecian38 y tender la mano al fantasma cuando
quiere causarnos miedo?
Con todas estas cosas, las ms pesadas de todas, carga el espritu de carga: semejan
te al
camello que corre al desierto con su carga, as corre l a su desierto.
Pero en lo ms solitario del desierto tiene lugar la segunda transformacin: en len s
e
transforma aqu el espritu, quiere conquistar su libertad como se conquista una pre
sa y
ser seor en su propio desierto.
Aqu busca a su ltimo seor: quiere convertirse en enemigo de l y de su ltimo dios,
con el gran dragn quiere pelear para conseguir la victoria.
Quin es el gran dragn, al que el espritu no quiere seguir llamando seor ni dios?
T debes se llama el gran dragn. Pero el espritu del len dice yo quiero.
T debes le cierra el paso, brilla como el oro, es un animal escamoso, y en cada una
de sus escamas brilla ureamente T debes!.
Valores milenarios brillan en esas escamas, y el ms poderoso de todos los dragone

s
habla as: todos los valores de las cosas - brillan en m.
Todos los valores han sido ya creados, y yo soy - todos los valores creados. En ve
rdad, no debe seguir habiendo ningn Yo quiero! As habla el dragn.
Hermanos mos, para qu se precisa que haya el len en el espritu? Por qu no basta
la bestia de carga, que renuncia a todo y es respetuosa?
Crear valores nuevos - tampoco el len es an capaz de hacerlo: mas crearse libertad
para un nuevo crear - eso s es capaz de hacerlo el poder del len.
Crearse libertad y un no santo incluso frente al deber: para ello, hermanos mos,
es preciso el len.
Tomarse el derecho de nuevos valores - se es el tomar ms horrible para un espritu d
e
carga y respetuoso. En verdad, eso es para l robar, y cosa propia de un animal de
rapia.
En otro tiempo el espritu am el T debes como su cosa ms santa: ahora tiene que
encontrar ilusin y capricho incluso en lo ms santo, de modo que robe el quedar lib
re de
su amor: para ese robo se precisa el len.
Pero decidme, hermanos mos, qu es capaz de hacer el nio que ni siquiera el len ha
podido hacer? Por qu el len rapaz tiene que convertirse todava en nio?
Inocencia es el nio, y olvido, un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se muev
e
por s misma, un primer movimiento, un santo decir s.
S, hermanos mos, para el juego del crear se precisa un santo decir s: el espritu qui
ere
ahora su voluntad, el retirado del mundo conquista ahora su mundo.
Tres transformaciones del espritu os he mencionado: cmo el espritu se convirti en
camello, y el camello en len, y el len, por fin, en nio. - As habl Zaratustra. Y entonces resida en la ciudad que es llamada: La Vaca Multicolor39.
37
Reminiscencia, modificando su sentido, del Evangelio de Mateo, 4, 1. En el evan
gelio es el Tentador el
que sube a la montaa para inducir a Jess a pecar.
38
Vase el Evangelio de Mateo, 5, 44: Amad a vuestros enemigos.
39
La expresin La Vaca Multicolor (die bunte Kuh) es traduccin literal del nombre de l
a ciudad Kalmasadalmyra (en pali: Kammasuddaman), visitada por Buda en sus peregrinaciones.
De las ctedras de la virtud
Le haban alabado a Zaratustra un sabio que saba hablar bien del dormr40 y de la vi
rtud: por ello, se deca, era muy honrado y recompensado, y todos los jvenes se sent
aban
ante su ctedra. A l acudi Zaratustra, y junto con todos los jvenes se sent ante su
ctedra. Y as habl el sabio:
Sentid respeto y pudor ante el dormir! Eso es lo primero! Y evitad a todos los que
duermen mal y estn desvelados por la noche!
Incluso el ladrn siente pudor ante el dormir: siempre roba a hurtadillas y en sil
encio
por la noche. En cambio el vigilante nocturno carece de pudor, sin pudor alguno

vagabundea con su trompeta.


Dormir no es arte pequeo: se necesita, para ello, estar desvelado el da entero.
Diez veces tienes que superarte a ti mismo durante el da: esto produce una fatiga
buena
y es adormidera del alma. Diez veces tienes que volver a reconciliarte a ti cont
igo mismo;
pues la superacin es amargura, y mal duerme el que no se ha reconciliado.
Diez verdades tienes que encontrar durante el da: de otro modo, sigues buscando l
a
verdad durante la noche, y tu alma ha quedado hambrienta.
Diez veces tienes que rer durante el da, y regocijarte: de lo contrario, el estmago
, ese
padre de la tribulacin, te molesta en la noche.
Pocos saben esto: pero es necesario tener todas las virtudes para dormir bien. Di
r yo
falso testimonio? Cometer yo adulterio?
Me dejar llevar a desear la sierva de mi prjimo41. Todo esto se avendra mal con el
buen dormir.
Y aunque se tengan todas las virtudes, es necesario entender an de una cosa: de m
andar a dormir a tiempo a las virtudes mismas.
Para que no disputen entre s esas lindas mujercitas! Y sobre ti, desventurado!
Paz con Dios42 y con el vecino: as lo quiere el buen dormir. Y paz incluso con el
demonio del vecino! De lo contrario, rondar en tu casa por la noche.
Honor y obediencia a la autoridad, incluso a la autoridad torcida!43 As lo quiere e
l
buen dormir! Qu puedo yo hacer si al poder le gusta caminar sobre piernas torcidas
?
Para m el mejor pastor ser siempre aquel que lleva sus ovejas al prado ms verde44 e
sto se aviene con el buen dormir.
No quiero muchos honores, ni grandes tesoros: eso inflama el bazo. Pero se duerm
e mal
sin un buen nombre y un pequeo tesoro.
Una compaa escasa me agrada ms que una malvada: sin embargo, tiene que venir e
irse en el momento oportuno. Esto se aviene con el buen dormir.
Mucho me agradan tambin los pobres de espritu: fomentan el sueo. Son bienaventurados, especialmente si se les da siempre la razn45.
As transcurre el da para el virtuoso. Mas cuando la noche llega me guardo bien de
llamar al dormir! El dormir, que es el seor de las virtudes, no quiere que lo llam
en!
Sino que pienso en lo que yo he hecho y he pensado durante el da. Rumiando me int
errogo a m mismo, paciente igual que una vaca: cules han sido, pues, tus diez supera
ciones?
Y cules han sido las diez reconciliaciones, y las diez verdades, y las diez carcaj
adas
con que mi corazn se hizo bien a s mismo?
Reflexionando sobre estas cosas, y mecido por cuarenta pensamientos, de repente
me
asalta el dormir, el no llamado, el seor de las virtudes.
El dormir llama a la puerta de mis ojos: stos se vuelven entonces pesados. El dor
mir
toca mi boca: sta queda entonces abierta.
En verdad, con suave calzado viene a m l, el ms encantador de los ladrones, y me
roba mis pensamientos: entonces yo me quedo en pie como un tonto, igual que esta
cte-

dra.
Pero no estoy as durante mucho tiempo: en seguida me acuesto. Mientras Zaratustra oa hablar as a aquel sabio se rea en su corazn: pues una luz
haba aparecido entretanto en su horizonte. Y habl as a su corazn:
Un necio es para m este sabio con sus cuarenta pensamientos: pero yo creo que ent
iende bien de dormir.
Feliz quien habite en la cercana de este sabio! Semejante dormir se contagia, aun
a
travs de un espeso muro se contagia. Un hechizo mora tambin en su ctedra. Y no en
vano se han sentado los jvenes ante el predicador de la virtud.
Su sabidura dice: velar para dormir bien. Y en verdad, si la vida careciese de se
ntido y
yo tuviera que elegir un sinsentido, ste sera para m el sinsentido ms digno de que s
e lo
eligiese.
Ahora comprendo claramente lo que en otro tiempo se buscaba ante todo cuando se
buscaban maestros de virtud. Buen dormir es lo que se buscaba, y, para ello, virt
udes
que fueran como adormideras!
Para todos estos alabados sabios de las ctedras era sabidura el dormir sin soar46:
no
conocan mejor sentido de la vida.
Y todava hoy hay algunos como este predicador de la virtud, y no siempre tan hone
stos: pero su tiempo ha pasado. Y no hace mucho que estn en pie: y ya se tienden.
Bienaventurados son estos somnolientos: pues no tardarn en quedar dormidos. As habl Zaratustra.

40
La alabanza del sueo del justo es tema que aparece con frecuencia en los libros sa
pienciales de la
Biblia; contra esa alabanza va principalmente dirigido este captulo.
41
Vase xodo, 20, 16: No dirs falso testimonio; xodo, 20, 14: No cometers adulterio;
20, 17: No desears... la sierva de tu prjimo. Zaratustra cita textualmente estos tre
s preceptos bblicos.
42
En los libros sapienciales de la Biblia la paz con Dios figura entre los requisit
os del sueo del justo.
43
Sobre la obediencia a la autoridad vase Romanos, 13, 1: Todos debis estar sometido
s a la autoridad.
44
Cita del Salmo 23,1-2: Mi pastor... me pone en verdes pastos y me lleva a fresca
s aguas.
45
Parodia del Evangelio de Mateo, 5, 3: Bienaventurados los pobres de espritu, porq
ue de ellos es el
reino de los cielos.
46
Alusin a Proverbios, 3, 24: Te acostars y dormirs dulce sueo. No tendrs temor de repe
ntinos
temores... Tambin de Buda se dice que dorma sin soar, como un nio o un gran sabio.
De los trasmundanos47

En otro tiempo tambin Zaratustra proyect su ilusin ms all del hombre, lo mismo
que todos los trasmundanos. Obra de un dios sufriente y atormentado me pareca ent
onces el mundo.
Sueo me pareca entonces el mundo, e invencin potica de un dios; humo coloreado
ante los ojos de un ser divinamente insatisfecho.
Bien y mal, y placer y dolor, y yo y t - humo coloreado me pareca todo eso ante oj
os
creadores. El creador quiso apartar la vista de s mismo, - entonces cre el mundo.
Ebrio placer es, para quien sufre, apartar la vista de su sufrimiento y perderse
a s mismo. Ebrio placer y un perdersea-s-mismo me pareci en otro tiempo el mundo.
Este mundo, eternamente imperfecto, imagen, e imagen imperfecta, de una contradi
ccin eterna - un ebrio placer para su imperfecto creador: - as me pareci en otro tie
mpo
el mundo48.
Y as tambin yo proyect en otro tiempo mi ilusin ms all del hombre, lo mismo que
todos los trasmundanos. Ms all del hombre, en verdad?
Ay, hermanos, ese dios que yo cre era obra humana y demencia humana, como todos
los dioses!
Hombre era, y nada ms que un pobre fragmento de hombre y de yo: de mi propia ceni
za y de mi propia brasa surgi ese fantasma, y, en verdad!, no vino a m desde el ms
all!
Qu ocurri, hermanos mos? Yo me super a m mismo, al ser que sufra, yo llev mi
ceniza a la montaa49, invent para m una llama ms luminosa. Y he aqu que el fantasma se me desvaneci!
Sufrimiento sera ahora para m, y tormento para el curado, creer en tales fantasmas
: sufrimiento sera ahora para m, y humillacin. As hablo yo a los trasmundanos.
Sufrimiento fue, e impotencia, - lo que cre todos los trasmundos; y aquella breve
demencia de la felicidad que slo experimenta el que ms sufre de todos.
Fatiga, que de un solo salto quiere llegar al final, de un salto mortal, una pob
re fatiga
ignorante, que ya no quiere ni querer: ella fue la que cre todos los dioses y tod
os los
trasmundos.
Creedme, hermanos mos! Fue el cuerpo el que desesper del cuerpo, - con los dedos
del espritu trastornado palpaba las ltimas paredes.
Creedme, hermanos mos! Fue el cuerpo el que desesper de la tierra, - oy que el
vientre del ser le hablaba.
Y entonces quiso meter la cabeza a travs de las ltimas paredes, y no slo la cabeza5
0,
- quiso pasar a aquel mundo. Pero aquel mundo est bien oculto a los ojos del hombre, aquel inhumano mundo deshumanizado, que es una nada celeste; y el vientre d
el ser
no habla en modo alguno al hombre, a no ser en forma de hombre.
En verdad, todo ser es difcil de demostrar, y difcil resulta hacerlo hablar. Decidme
,
hermanos mos, no es acaso la ms extravagante de todas las cosas la mejor demostrada
?
S, este yo y la contradiccin y confusin del yo continan hablando acerca de su ser
del modo ms honesto, este yo que crea, que quiere, que valora, y que es la medida
y el
valor de las cosas.
Y este ser honestsimo, el yo - habla del cuerpo, y contina queriendo el cuerpo, au
n
cuando poetice y fantasee y revolotee de un lado para otro con rotas alas.

El yo aprende a hablar con mayor honestidad cada vez: y cuanto ms aprende, tantas
ms palabras y honores encuentra para el cuerpo y la tierra.
Mi yo me ha enseado un nuevo orgullo, y yo se lo enseo a los hombres: a dejar de
esconder la cabeza en la arena de las cosas celestes, y a llevarla libremente, u
na cabeza
terrena, la cual es la que crea el sentido de la tierra!
Una nueva voluntad enseo yo a los hombres: querer ese camino que el hombre ha recorrido a ciegas, y llamarlo bueno y no volver a salirse a hurtadillas de l, como
hacen los
enfermos y moribundos!
Enfermos y moribundos eran los que despreciaron el cuerpo y la tierra y los que
inventaron las cosas celestes y las gotas de sangre redentoras51: pero incluso estos d
ulces y
sombros venenos los tomaron del cuerpo y de la tierra!
De su miseria queran escapar, y las estrellas les parecan demasiado lejanas. Enton
ces
suspiraron: Oh, si hubiese caminos celestes para deslizarse furtivamente en otro s
er y
en otra felicidad! - entonces se inventaron sus caminos furtivos y sus pequeos breb
ajes
de sangre!52.
Entonces estos ingratos se imaginaron estar sustrados a su cuerpo y a esta tierra
. Sin
embargo, a quin deban las convulsiones y delicias de su xtasis? A su cuerpo y a esta
tierra.
Indulgente es Zaratustra con los enfermos. En verdad, no se enoja con sus especi
es de
consuelo y de ingratitud. Que se transformen en convalecientes y en superadores,
y que
se creen un cuerpo superior!
Tampoco se enoja Zaratustra con el convaleciente si ste mira con delicadeza hacia
su
ilusin y a medianoche se desliza furtivamente en torno a la tumba de su dios: mas
enfermedad y cuerpo enfermo continan siendo para m tambin sus lgrimas.
Mucho pueblo enfermo ha habido siempre entre quienes poetizan y tienen la mana de
los dioses; odian con furia al hombre del conocimiento y a aquella virtud, la ms
joven de
todas, que se llama: honestidad.
Vuelven siempre la vista hacia tiempos oscuros: entonces, ciertamente, ilusin y f
e eran
cosas distintas; el delirio de la razn era semejanza con Dios, y la duda era peca
do.
Demasiado bien conozco a estos hombres semejantes a Dios: quieren que se crea en
ellos, y que la duda sea pecado. Demasiado bien s igualmente qu es aquello en lo q
ue
ms creen ellos mismos.
En verdad, no en trasmundos ni en gotas de sangre redentora: sino que es en el c
uerpo
en lo que ms creen, y su propio cuerpo es para ellos su cosa en s53.
Pero cosa enfermiza es para ellos el cuerpo: y con gusto escaparan de l. Por eso e
scuchan a los predicadores de la muerte, y ellos mismos predican trasmundos.
Es mejor que oigis, hermanos mos, la voz del cuerpo sano: es sta una voz ms
honesta y ms pura.

Con ms honestidad y con ms pureza habla el cuerpo sano, el cuerpo perfecto y cuadrado54: y habla del sentido de la tierra.
As habl Zaratustra.

47
Hinterweltler. Trmino forjado por Nietzsche y que ya haba empleado una vez en Hum
ano, demasiado humano, II, Opiniones y sentencias varias. Aqu se traduce literalmente por trasmu
ndanos, pues
parecen innecesarias y artificiales las traducciones que ordinariamente se han d
ado: De los creyentes en
ultramundos, De los alucinados de un mundo pretrito, De los visionarios del ms all, e
Nietzsche
form esta palabra por analoga con Hinterwldler, de uso corriente, que significa: el
que habita en el
Hinterwald (la parte de detrs del bosque), pero tambin: troglodita, provinciano, hombr
inculto.
El trasmundano es, evidentemente, el metafsico.
48
Zaratustra describe aqu las ideas de Nietzsche en su primera poca (vase sobre todo
El nacimiento de
la tragedia), que estuvo muy influida por Schopenhauer y Wagner.
49
Vase antes el Prlogo de Zaratustra, y la nota 8.
50
Mit dem Kopf durch die Wand (gehen) es una frase hecha alemana que significa li
teralmente (querer
atravesar) la pared con la cabeza, pero que alude a las personas muy tercas, cabez
otas (tanto, que se
empean en algo imposible, a saber: atravesar la pared con la cabeza). Al variar lig
eramente la frase,
mediante la adicin del adjetivo letzte (ltimas paredes, es decir, los lmites de este
mundo), Nietzsche
ironiza sobre los trasmundanos.
51
La sangre redentora es expresin bblica. Vase 1 Pedro, 1, 19. En La genealoga de la mo
ral
Nietzsche reprocha a Wagner el que se dejase seducir por la sangre redentora. Vase
la nota 72 de La
genealoga de la moral.
52
Alusin al cliz y a la Ultima Cena. Vase el Evangelio de Mateo, 26, 27: Bebed de l to
dos, que sta
es mi sangre.
53
La cosa en s es trmino procedente de Kant y contra el polemiza Nietzsche en numeros
as ocasiones.
De l se deriva la expresin propia del idealismo alemn en s y para s (an sich und fr s
). Ms adelante, en la cuarta parte, La ofrenda de la miel, Zaratustra se burlar de esta lti
ma expresin, hablando de
en m y para m.
54
El poeta griego Simnides dice en uno de sus trenos (el 542 en la numeracin de D. L.
Page): Es
difcil llegar a ser un hombre excelente, cuadrado de manos, de pies, de inteligen
cia, terminado sin reproche... Tanto Platn en el Protgoras (339 b) como Aristteles en su Retrica (1411 b 26)
citan esta met-

fora de Simnides. De cualquiera de ellos pudo tomar Nietzsche esta imagen, que ta
mbin repite ms tarde;
vase, en esta primera parte, Del hijo y del matrimonio, y en la cuarta parte, El
saludo.
De los despreciadores del cuerpo
A los despreciadores del cuerpo quiero decirles mi palabra. No deben aprender ni
ensear otras doctrinas, sino tan slo decir adis a su propio cuerpo - y as enmudecer.
Cuerpo soy yo y alma - as habla el nio. Y por qu no hablar como los nios?
Pero el despierto, el sapiente, dice: cuerpo soy yo ntegramente, y ninguna otra c
osa; y
alma es slo una palabra para designar algo en el cuerpo.
El cuerpo es una gran razn, una pluralidad dotada de un nico sentido, una guerra y
una paz, un rebao y un pastor55.
Instrumento de tu cuerpo es tambin tu pequea razn, hermano mo, a la que llamas
espritu, un pequeo instrumento y un pequeo juguete de tu gran razn.
Dices yo y ests orgulloso de esa palabra. Pero esa cosa an ms grande, en la que t
no quieres creer, - tu cuerpo y su gran razn: sa no dice yo, pero hace yo.
Lo que el sentido siente, lo que el espritu conoce, eso nunca tiene dentro de s su
final.
Pero sentido y espritu querran persuadirte de que ellos son el final de todas las
cosas:
tan vanidosos son.
Instrumentos y juguetes son el sentido y el espritu: tras ellos se encuentra toda
va el smismo56. El s-mismo busca tambin con los ojos de los sentidos, escucha tambin con
los odos del espritu.
El s-mismo escucha siempre y busca siempre: compara, subyuga, conquista, destruye
.
El s-mismo domina y es el dominador tambin del yo.
Detrs de tus pensamientos y sentimientos, hermano mo, se encuentra un soberano poderoso, un sabio desconocido - llmase s-mismo. En tu cuerpo habita, es tu cuerpo.
Hay ms razn en tu cuerpo que en tu mejor sabidura. Y quin sabe para qu necesita
tu cuerpo precisamente tu mejor sabidura?
Tu s-mismo se re de tu yo y de sus orgullosos saltos. Qu son para m esos saltos y
esos vuelos del pensamiento?, se dice. Un rodeo hacia mi meta. Yo soy las andade
ras del
yo y el apuntador de sus conceptos.
El s-mismo dice al yo: siente dolor aqu! Y el yo sufre y reflexiona sobre cmo dejar de sufrir - y justo para ello debe pensar.
El s-mismo dice al yo: siente placer aqu! Y el yo se alegra yreflexiona sobre cmo
seguir gozando a menudo - y justo para ello debe pensar.
A los despreciadores del cuerpo quiero decirles una palabra. Su despreciar const
ituye su
apreciar57. Qu es lo que cre el apreciar y el despreciar y el valor y la voluntad?
El s-mismo creador se cre para s el apreciar y el despreciar, se cre para s el placer
y
el dolor. El cuerpo creador se cre para s el espritu como una mano de su voluntad.
Incluso en vuestra tontera y en vuestro desprecio, despreciadores del cuerpo, ser
vs a
vuestro s-mismo. Yo os digo: tambin vuestro s-mismo quiere morir y se aparta de la
vida. Ya no es capaz de hacer lo que ms quiere: - crear por encima de s. Eso es lo
que
ms quiere, se es todo su ardiente deseo.
Para hacer esto, sin embargo, es ya demasiado tarde para l: - por ello vuestro s-m
ismo

quiere hundirse en su ocaso, despreciadores del cuerpo.


Hundirse en su ocaso quiere vuestro s-mismo, y por ello os convertisteis vosotros
en
despreciadores del cuerpo! Pues ya no sois capaces de crear por encima de vosotr
os.
Y por eso os enojis ahora contra la vida y contra la tierra. Una inconsciente env
idia
hay en la oblicua mirada de vuestro desprecio.
Yo no voy por vuestro camino, despreciadores del cuerpo! Vosotros no sois para m
puentes hacia el superhombre!
As habl Zaratustra.

55
Vase la nota 23.
56
Selbst. Se traduce aqu, no por yo, como a veces se hace, sino por s-mismo. Nietzs
che contrapone Ich
(yo) y Selbst (s-mismo), como puede verse en el prrafo siguiente y, en general, en
todo este captulo.
57
Vase Ms all del bien y del mal 78: Quien as mismo se desprecia contina aprecindose, s
n embargo, a s mismo en cuanto despreciador.
De las alegras y de las pasiones58
Hermano mo, si tienes una virtud, y esa virtud es la tuya, entonces no la tienes
en comn con nadie. Ciertamente, t quieres llamarla por su nombre y acariciarla; quieres
tirarle de la oreja y divertirte con ella.
Y he aqu que tienes su nombre en comn con el pueblo y que, con tu virtud, te has
convertido en pueblo y en rebao! Haras mejor en decir: inexpresable y sin nombre es
aquello que constituye el tormento y la dulzura de mi alma, y que es incluso el
hambre de
mis entraas.
Sea tu virtud demasiado alta para la familiaridad de los nombres: y si tienes qu
e hablar
de ella, no te avergences de balbucear al hacerlo.
Habla y balbucea as: ste es mi bien, esto es lo que yo amo, as me agrada del todo,
nicamente as quiero yo el bien. No lo quiero como ley de un Dios, no lo quiero com
o
precepto y forzosidad de los hombres: no sea para m una gua hacia super-tierras y
hacia
parasos.
Una virtud terrena es la que yo amo: en ella hay poca inteligencia, y lo que men
os hay
es la razn de todos.
Pero ese pjaro ha construido en m su nido: por ello lo amo y lo aprieto contra mi
pecho, - ahora incuba en m sus ureos huevos.
As debes balbucir y alabar tu virtud.
En otro tiempo tenas pasiones y las llamabas malvadas. Pero ahora no tienes ms que
tus virtudes: han surgido de tus pasiones.
Pusiste tu meta suprema en el corazn de aquellas pasiones: entonces se convirtier
on en
tus virtudes y alegras.

Y aunque fueses de la estirpe de los colricos o de la de los lujuriosos, o de los


fanticos de su fe o de los vengativos:
Al final todas tus pasiones se convirtieron en virtudes y todos tus demonios en n
geles.
En otro tiempo tenas perros salvajes en tu mazmorra: pero al final se transformar
on en
pjaros y en amables cantoras.
De tus venenos has extrado tu blsamo, has ordeado a tu vaca Tribulacin, - ahora
bebes la dulce leche de sus ubres. Y ninguna cosa malvada surgir ya de ti en el f
uturo, a
no ser el mal que surja de la lucha de tus virtudes.
Hermano mo, si eres afortunado tienes una sola virtud, y nada ms que una: as atraviesas con mayor ligereza el puente.
Es una distincin tener muchas virtudes, pero es una pesada suerte; y ms de uno se
fue
al desierto y se mat porque estaba cansado de ser batalla y campo de batalla de v
irtudes.
Hermano mo, son males la guerra y la batalla? Pero ese mal es necesario, necesario
s
son la envidia y la desconfianza y la calumnia entre tus virtudes.
Mira cmo cada una de tus virtudes codicia lo ms alto de todo: quiere tu espritu ntegro, para que ste sea su heraldo, quiere toda tu fuerza en la clera, en el odio y
en el
amor.
Celosa est cada virtud de la otra, y cosa horrible son los celos. Tambin las virtu
des
pueden perecer de celos.
Aquel a quien la llama de los celos lo circunda acaba volviendo contra s mismo el
aguijn envenenado, igual que el escorpin.
Ay, hermano mo, ano has visto nunca todava a una virtud calumniarse y acuchillarse
a
s misma?
El hombre es algo que tiene que ser superado: y por ello tienes que amar tus vir
tudes, pues perecers a causa de ellas.
As habl Zaratustra.
58
Von den Freudenschaften und Leidenschaften. Por analoga con Leidenschaft (pasin),
Nietzsche crea
aqu la palabra Freudenschaft, derivndola de Freude (alegra). Con ello subraya el el
emento Leiden (sufrimiento) del trmino Leidenschaft. Pasin implica aqu, pues, simultneamente dos signif
icados: pasin
(como movimiento afectivo) y padecimiento.
Del plido delincuente
Vosotros, jueces y sacrificadores, no queris matar hasta que el animal haya incli
nado
la cabeza? Mirad, el plido delincuente ha inclinado la cabeza: en sus ojos habla
el gran
desprecio.
Mi yo es algo que debe ser superado: mi yo es para m el gran desprecio del hombre:
as dicen esos ojos.
El haberse juzgado a s mismo constituy su instante supremo: no dejis que el excelso

recaiga en su bajeza!
No hay redencin alguna para quien sufre tanto de s mismo, excepto la muerte rpida.
Vuestro matar, jueces, debe ser compasin y no venganza. Y mientras matis, cuidad
de que vosotros mismos justifiquis la vida!
No basta con que os reconciliis con aquel a quien matis. Vuestra tristeza sea amor
al
superhombre: as justificis vuestro seguir viviendo!
Enemigo debis decir, pero no bellaco; enfermo debis decir, pero no bribn;
tonto debis decir, pero no pecador.
Y t, rojo juez, si alguna vez dijeses en voz alta todo lo que has hecho con el pe
nsamiento: todo el mundo gritara: Fuera esa inmundicia y ese gusano venenoso!
Pero una cosa es el pensamiento, otra la accin, y otra la imagen de la accin. La r
ueda
del motivo no gira entre ellas. Una imagen puso plido a ese plido hombre. Cuando r
ealiz su accin l estaba a la altura de ella: mas no soport la imagen de su accin, una v
ez
cometida sta.
Desde aquel momento, pues, se vio siempre como autor de una sola accin. Demencia
llamo yo a eso: la excepcin se invirti, convirtindose para l en la esencia.
La raya trazada sobre el suelo hechiza a la gallina; el golpe dado por el delinc
uente
hechiz su pobre razn - demencia despus de la accin llamo yo a eso.
Od, jueces! Existe todava otra demencia: la de antes de la accin. Ay, no me habis
penetrado bastante profundamente en esa alma!
As habla el rojo juez: por qu este delincuente asesin? Quera robar. Mas yo os
digo: su alma quera sangre, no robo: l estaba sediento de la felicidad del cuchillo
!
Pero su pobre razn no comprenda esa demencia y le persuadi. Qu importa la sangre!, dijo; no quieres al menos cometer tambin un robo? Tomarte una venganza?
Y l escuch a su pobre razn: como plomo pesaba el discurso de ella sobre l, - entonces rob, al asesinar. No quera avergonzarse de su demencia.
Y ahora el plomo de su culpa vuelve a pesar sobre l, y de nuevo su pobre razn est
igual de rgida, igual de paralizada, igual de pesada.
Con slo que pudiera sacudir su cabeza, su peso rodara al suelo: mas quin sacude esa
cabeza?
Qu es ese hombre? Un montn de enfermedades, que a travs del espritu se extienden por el mundo: all quieren hacer su botn.
Qu es ese hombre? Una maraa de serpientes salvajes, que rara vez tienen paz entre
s, - y entonces cada una se va por su lado, buscando botn en el mundo.
Mirad ese pobre cuerpo! Lo que l sufra y codiciaba, esa pobre alma lo interpretaba
para s, - lo interpretaba como placer asesino y como ansia de la felicidad del cu
chillo.
A quien ahora se pone enfermo asltalo el mal, lo que ahora es mal: el enfermo qui
ere
causar dao con aquello que a l le causa dao. Pero ha habido otros tiempos, y otros
males y bienes.
En otro tiempo eran un mal la duda y la voluntad de smismo. Entonces el enfermo s
e
converta en hereje y en bruja: como hereje y como bruja sufra y quera hacer sufrir.
Pero esto no quiere entrar en vuestros odos: perjudica a vuestros buenos, me decs.
Mas qu me importan a m vuestros buenos!
Muchas cosas de vuestros buenos me producen nuseas, y, en verdad, no su mal. Pues
yo quisiera que tuvieran una demencia a causa de la cual pereciesen, como ese pli
do
delincuente!
En verdad, yo quisiera que su demencia se llamase verdad o fidelidad o justicia:

pero
ellos tienen su virtud para vivir largo tiempo y en un lamentable bienestar.
Yo soy un pretil junto a la corriente59: agrreme el que pueda agarrarme! Pero yo n
o
soy vuestra muleta. As habl Zaratustra.
59
Sobre los pretiles junto a la corriente puede verse luego, en la tercera parte, D
e tablas viejas y nuevas, 8, y la nota 375.
Del leer y el escribir
De todo lo escrito yo amo slo aquello que alguien escribe con su sangre. Escribe
t
con sangre: y te dars cuenta de que la sangre es espritu.
No es cosa fcil el comprender la sangre ajena: yo odio a los ociosos que leen.
Quien conoce al lector no hace ya nada por el lector. Un siglo de lectores todava
- y
hasta el espritu oler mal.
El que a todo el mundo le sea lcito aprender a leer corrompe a la larga no slo el
escribir, sino tambin el pensar.
En otro tiempo el espritu era Dios60, luego se convirti en hombre, y ahora se conv
ierte
incluso en plebe.
Quien escribe con sangre y en forma de sentencias, se no quiere ser ledo, sino apr
endido de memoria.
En las montaas el camino ms corto es el que va de cumbre a cumbre: mas para ello
tienes que tener piernas largas. Cumbres deben ser las sentencias: y aquellos a
quienes se
habla, hombres altos y robustos.
El aire ligero y puro, el peligro cercano y el espritu lleno de una alegre maldad
: estas
cosas se avienen bien.
Quiero tener duendes a mi alrededor, pues soy valeroso. El valor que ahuyenta lo
s fantasmas se crea sus propios duendes,- el valor quiere rer.
Yo ya no tengo sentimientos en comn con vosotros: esa nube que veo por debajo de
m, esa negrura y pesadez de que me ro, - cabalmente sa es vuestra nube tempestuosa.
Vosotros miris hacia arriba cuando deseis elevacin. Y yo miro hacia abajo, porque
estoy elevado.
Quin de vosotros puede a la vez rer y estar elevado? Quien asciende a las montaas
ms altas se re de todas las tragedias, de las del teatro y de las de la vida61.
Valerosos, despreocupados, irnicos, violentos - as nos quiere la sabidura: es una m
ujer y ama siempre nicamente a un guerrero62.
Vosotros me decs: la vida es difcil de llevar. Mas para qu tendrais vuestro orgullo por las maanas y vuestra resignacin por las tardes?
La vida es difcil de llevar: no me os pongis tan delicados! Todos nosotros somos
guapos, borricos y pollinas de carga63.
Qu tenemos nosotros en comn con el capullo de la rosa, que tiembla porque tiene
encima de su cuerpo una gota de roco?
Es verdad: nosotros amamos la vida no porque estemos habituados a vivir, sino po
rque
estamos habituados a amar64.

Siempre hay algo de demencia en el amor. Pero siempre hay tambin algo de razn en
la demencia65.
Y tambin a m, que soy bueno con la vida, parceme que quienes ms saben de felicidad son las mariposas y las burbujas de jabn, y todo lo que entre los hombres es
de su
misma especie.
Ver revolotear esas almitas ligeras, locas, encantadoras, volubles - eso hace ll
orar y
cantar a Zaratustra.
Yo no creera ms que en un dios que supiese bailar.
Y cuando vi a mi demonio lo encontr serio, grave, profundo, solemne: era el esprit
u
de la pesadez66 - l hace caer a todas las cosas.
No con la clera, sino con la risa se mata 67. Adelante, matemos el espritu de la pe
sadez!
He aprendido a andar: desde entonces me dedico a correr. He aprendido a volar: d
esde
entonces no quiero ser empujado para moverme de un sitio.
Ahora soy ligero, ahora vuelo, ahora me veo a m mismo por debajo de m, ahora un
dios baila por medio de m.
As habl Zaratustra.
60
Vase el Evangelio de Juan, 4, 24: Dios es espritu. En la cuarta parte, La fiesta de
l asno, 1, el papa
jubilado criticar la frase Dios es espritu.
61
Los tres prrafos que van desde Vosotros miris... hasta aqu fueron colocados por Niet
zsche como
motto al frente de la tercera parte de esta obra (vase p. 221).
62
El tercer tratado de La genealoga de la moral lleva a su frente, como motto, est
a frase. Nietzsche dice
en el prlogo que ese tercer tratado, titulado Qu significan los ideales ascticos?, es
todo l un comentario del citado prrafo.
63
Reminiscencia irnica del Evangelio de Mateo, 21, 5: Y los discpulos... trajeron la
borrica y el pollino (preparativos para la entrada de Jess en Jerusaln).
64
Juego de palabras, en alemn, entre vivir (leben) y amar (lieben).
65
Parfrasis de Hamlet, acto II, escena 2: Ocurrencias felices que suele tener la de
mencia, y que ni la
ms sana razn y lucidez podran soltar con tanta fortuna (palabras de Polonio a Hamlet
).
66
Vase, en la tercera parte, De la visin y del enigma, as como Del espritu de la pesa
dez, donde
Nietzsche desarrolla con detalle el significado del espritu de la pesadez.
67
En la cuarta parte, La fiesta del asno, el ms feo de los hombres recordar a Zarat
ustra esta enseanza.
Del rbol de la montaa68
El ojo de Zaratustra haba visto que un joven lo evitaba. Y cuando una tarde camin

aba
solo por los montes que rodean la ciudad llamada La Vaca Multicolor: he aqu que encontr en su camino a aquel joven, sentado junto a un rbol en el que se apoyaba y m
irando al valle con mirada cansada. Zaratustra agarr el rbol junto al cual estaba s
entado
el joven y dijo:
Si yo quisiera sacudir este rbol con mis manos, no podra. Pero el viento, que noso
tros
no vemos, lo maltrata y lo dobla hacia donde quiere. Manos invisibles son las qu
e peor
nos doblan y maltratan69.
Entonces el joven se levant consternado y dijo: Oigo a Zaratustra, y en l estaba pr
ecisamente pensando. Zaratustra replic:
Y por eso te has asustado? - Al hombre le ocurre lo mismo que al rbol.
Cuanto ms quiere elevarse hacia la altura y hacia la luz, tanto ms fuertemente tie
nden
sus races hacia la tierra, hacia abajo, hacia lo oscuro, lo profundo, - hacia el
mal.
S, hacia el mal!, exclam el joven. Cmo es posible que t hayas descubierto mi
alma?
Zaratustra sonri y dijo: A ciertas almas no se las descubrir nunca a no ser que ant
es
se las invente.
S, hacia el mall, volvi a exclamar el joven.
T has dicho la verdad, Zaratustra. Desde que quiero elevarme hacia la altura ya n
o
tengo confianza en m mismo, y ya nadie tiene confianza en m, - cmo ocurri esto?
Me transformo demasiado rpidamente: mi hoy refuta a mi ayer. A menudo salto los
escalones cuando subo, - esto no me lo perdona ningn escaln.
Cuando estoy arriba, siempre me encuentro solo. Nadie habla conmigo, el fro de la
soledad me hace estremecer. Qu es lo que quiero yo en la altura?
Mi desprecio y mi anhelo crecen juntos; cuanto ms alto subo, tanto ms desprecio al
que sube. Qu es lo que quiere ste en la altura?
Cmo me avergenzo de mi subir y tropezar! Cmo me burlo de mi violento jadear!
Cmo odio al que vuela! Qu cansado estoy en la altura!
Aqu el joven call. Y Zaratustra mir detenidamente el rbol junto al que se hallaban y
dijo:
Este rbol se encuentra solitario aqu en la montaa; ha crecido muy por encima del
hombre y del animal.
Y si quisiera hablar, no tendra a nadie que lo comprendiese: tan alto ha crecido.
Ahora l aguarda y aguarda, - a qu aguarda, pues? Habita demasiado cerca del asiento de las nubes: acaso aguarda el primer rayo?70.
Cuando Zaratustra hubo dicho esto el joven exclam con ademanes violentos: S, Zaratustra, t dices verdad. Cuando yo quera ascender a la altura, anhelaba mi cada, y
t
eres el rayo que yo aguardaba! Mira, qu soy yo desde que t nos has aparecido? La
envidia de ti es lo que me ha destruido! - As dijo el joven, y llor amargamente71.
Mas Zaratustra lo rode con su brazo y se lo llev consigo. Y cuando haban caminado
un rato juntos, Zaratustra comenz a hablar as:
Mi corazn est desgarrado. An mejor que tus palabras es tu ojo el que me dice todo e
l
peligro que corres.
Todava no eres libre, todava buscas la libertad. Tu bsqueda te ha vuelto insomne y

te
ha desvelado demasiado. Quieres subir a la altura libre, tu alma tiene sed de es
trellas.
Pero tambin tus malos instintos tienen sed de libertad.
Tus perros salvajes quieren libertad; ladran de placer en su cueva cuando tu espr
itu se
propone abrir todas las prisiones72.
Para m eres todava un prisionero que se imagina la libertad: ay, el alma de tales
prisioneros se torna inteligente, pero tambin astuta y mala.
El liberado del espritu tiene que purificarse todava. Muchos restos de crcel y de
moho quedan an en l: su ojo tiene que volverse todava puro.
S, yo conozco tu peligro. Mas por mi amor y mi esperanza te conjuro: no arrojes de
ti
tu amor y tu esperanza!
Todava te sientes noble, y noble te sienten todava tambin los otros, que te detesta
n y
te lanzan miradas malvadas. Sabe que un noble les es a todos un obstculo en su ca
mino.
Tambin a los buenos un noble les es un obstculo en su camino: y aunque lo llamen
bueno, con ello lo que quieren es apartarlo a un lado.
El noble quiere crear cosas nuevas y una nueva virtud. El bueno quiere las cosas
viejas,
y que se conserven.
Pero el peligro del noble no es volverse bueno, sino insolente, burln, destructor
.
Ay, yo he conocido nobles que perdieron su ms alta esperanza. Y desde entonces ca
lumniaron todas las esperanzas elevadas.
Desde entonces han vivido insolentemente en medio de breves placeres, y apenas s
e
trazaron metas de ms de un da.
El espritu es tambin voluptuosidad - as dijeron. Y entonces se le quebraron las alas
a su espritu: ste se arrastra ahora de un sitio para otro y mancha todo lo que roe
.
En otro tiempo pensaron convertirse en hroes: ahora son libertinos. Pesadumbre y
horror es para ellos el hroe.
Mas por mi amor y mi esperanza te conjuro: no arrojes al hroe que hay en tu alma!
Conserva santa tu ms alta esperanza! As habl Zaratustra.
68
ste es uno de los captulos de mayor impregnacin evanglica en su ambientacin. Recuerd
a sobre
todo la conversacin de Jess con el joven rico (vase el Evangelio de Mateo, 19, 16 y
ss.), pero tambin el
hecho de que Jess encontrase a algunos de sus primeros discpulos debajo de un rbol;
vase el Evangelio
de Juan, 1, 48: Contest Jess, y le dijo: Antes de que Felipe te llamase, te vi cuan
do estabas debajo de la
higuera. Natanael le contest: Rabb, t eres el Hijo de Dios, t eres el Rey de Israel.
Contest Jess y le
dijo: Porque te he dicho que te vi debajo de la higuera crees? Cosas mayores has
de ver.
69
Reminiscencia del Evangelio de Juan, 3, 8: El viento sopla donde quiere; oyes el
ruido, pero no sabes
de dnde viene ni adnde va.
70

Vase, en la cuarta parte, Del hombre superior, 6, donde vuelve a aludirse a lo a


qu indicado.
71
Como en varias otras ocasiones, Nietzsche utiliza aqu la expresin evanglica con qu
e se caracteriza
el llanto de Pedro tras negar a Jess; vase el Evangelio de Mateo, 26, 75: Y ensegui
da cant un gallo.
Pedro se acord de las palabras de Jess: Antes que cante el gallo me negars tres vece
s. Y saliendo
fuera, llor amargamente.
72
Vase antes, De las alegras y de las pasiones, y ms tarde, sobre todo, Del hijo y d
el matrimonio,
donde se desarrolla este mismo pensamiento.
De los predicadores de la muerte73
Hay predicadores de la muerte: y la tierra est llena de seres a quien hay que pre
dicar
que se alejen de la vida.
Llena est la tierra de superfluos, corrompida est la vida por los demasiados. Ojal l
os
saque alguien de esta vida con el atractivo de la vida eterna!
Amarillos: as se llama a los predicadores de la muerte, o negros. Pero yo quiero
mostrroslos todava con otros colores.
Ah estn los seres terribles, que llevan dentro de s el animal de presa y no pueden
elegir ms que o placeres o autolaceracin. E incluso sus placeres continan siendo autol
aceracin.
An no han llegado ni siquiera a ser hombres, esos seres terribles: ojal prediquen e
l
abandono de la vida y ellos mismos se vayan a la otra!74.
Ah estn los tuberculosos del alma: apenas han nacido y ya han comenzado a morir, y
anhelan doctrinas de fatiga y de renuncia.
Querran estar muertos, y nosotros deberamos aprobar su voluntad! Guardmonos de
resucitar a esos muertos y de lastimar a esos atades vivientes!
Si encuentran un enfermo, o un anciano, o un cadver, enseguida dicen: la vida est
refutada!
Pero slo estn refutados ellos, y sus ojos, que no ven ms que un solo rostro en la e
xistencia.
Envueltos en espesa melancola, y vidos de los pequeos incidentes que ocasionan la
muerte: as es como aguardan, con los dientes apretados.
O: extienden la mano hacia las confituras y, al hacerlo, se burlan de su niera: pe
nden
de esa caa de paja que es su vida y se burlan de seguir todava pendientes de una c
aa de
paja75
Su sabidura dice: tonto es el que contina viviendo, mas tambin nosotros somos as
de tontos! Y sta es la cosa ms tonta en la vida! La vida no es ms que sufrimiento - esto dicen otros, y no mienten: as, pues, procurad acabar vosotros! As, pues, procurad que acabe esa vida que no es ms que sufrimiento!
Y diga as la enseanza de vuestra virtud: t debes matarte a ti mismo! T debes quitarte de en medio a ti mismo!76
La voluptuosidad es pecado, - as dicen los unos, que predican la muerte - apartmonos y no engendremos hijos!
Dar a luz es cosa ardua, - dicen los otros - para qu dar a luz? No se da a luz ms

que seres desgraciados! Y tambin stos son predicadores de la muerte.


Compasin es lo que hace falta - as dicen los terceros. Tomad lo que yo tengo! Tomad lo que yo soy! Tanto menos me atar as la vida!
Si fueran compasivos de verdad, quitaran a sus prjimos el gusto de la vida. Ser ma
lvados - sa sera su verdadera bondad.
Pero ellos quieren librarse de la vida: qu les importa el que, con sus cadenas y s
us regalos, aten a otros ms fuertemente todava! Y tambin vosotros, para quienes la vida es trabajo salvaje e inquietud: no estis mu
y
cansados de la vida? No estis muy maduros para la predicacin de la muerte?
Todos vosotros que amis el trabajo salvaje y lo rpido, nuevo, extrao, - os soportis
mal a vosotros mismos, vuestra diligencia es huida y voluntad de olvidarse a s mi
smo.
Si creyeseis ms en la vida, os lanzarais menos al instante. Pero no tenis en vosotro
s
bastante contenido para la espera - y ni siquiera para la pereza!
Por todas partes resuena la voz de quienes predican la muerte: y la tierra est ll
ena de
seres a quienes hay que predicar la muerte.
O la vida eterna: para m es lo mismo, - con tal de que se marchen pronto a ella!
As habl Zaratustra.
73
Un amplio desarrollo de las ideas que aparecen en este captulo puede verse en La
genealoga de la
moral.
74
Dahinfahren. Nietzsche utiliza aqu el trmino empleado por Lutero en su traduccin d
e la Biblia para
indicar el trnsito (a la otra vida).
75
Alusin a Pascal: El hombre es una caa que piensa.
76
Ms adelante, De la muerte libre, puede verse un amplio desarrollo de esta idea.
De la guerra y el pueblo guerrero
No queremos que con nosotros sean indulgentes nuestros mejores enemigos, ni tamp
oco aquellos a quienes amamos a fondo. Por ello dejadme que os diga la verdad!
Hermanos mos en la guerra! Yo os amo a fondo, yo soy y he sido vuestro igual. Y yo
soy tambin vuestro mejor enemigo. Por ello dejadme que os diga la verdad!
Yo s del odio y de la envidia de vuestro corazn. No sois bastante grandes para no
conocer odio y envidia. Sed, pues, bastante grandes para no avergonzaros de ellos!
Y si no podis ser santos del conocimiento, sed al menos guerreros de l. stos son lo
s
acompaantes y los precursores de tal santidad.
Veo muchos soldados: muchos guerreros es lo que quisiera yo ver! Uni-forme se
llama lo que llevan puesto: ojal no sea un-formidad lo que con ello encubren!
Debis ser de aquellos cuyos ojos buscan siempre un enemigo - vuestro enemigo. Y e
n
algunos de vosotros hay un odio a primera vista.
Debis buscar vuestro enemigo, debis hacer vuestra guerra, y hacerla por vuestros
pensamientos! Y si vuestro pensamiento sucumbe, vuestra honestidad debe cantar vi
cto-

ria a causa de ello!


Debis amar la paz como medio para nuevas guerras. Y la paz corta ms que la larga77
.
A vosotros no os aconsejo el trabajo, sino la lucha. A vosotros no os aconsejo l
a paz,
sino la victoria. Sea vuestro trabajo una lucha, sea vuestra paz una victoria!
Slo se puede estar callado y tranquilo cuando se tiene una flecha y un arco: de l
o contrario, se charla y se disputa. Sea vuestra paz una victoria!
Vosotros decs que la buena causa es la que santifica incluso la guerra? Yo os digo
: la
buena guerra es la que santifica toda causa.
La guerra y el valor han hecho ms cosas grandes que el amor al prjimo. No vuestra
compasin, sino vuestra valenta es la que ha salvado hasta ahora a quienes se halla
ban en
peligro.
Qu es bueno?, preguntis. Ser valiente es bueno78. Dejad que las nias pequeas
digan: ser bueno es ser bonito y a la vez conmovedor.
Se dice que no tenis corazn: pero vuestro corazn es autntico, y yo amo el pudor de
vuestra cordialidad. Vosotros os avergonzis de vuestra pleamar, y otros se avergen
zan
de su bajamar.
Sois feos? Bien, hermanos mos! Envolveos en lo sublime, que es el manto de lo feo!
Y si vuestra alma se hace grande, tambin se vuelve altanera, y en vuestra sublimi
dad
hay maldad. Yo os conozco.
En la maldad el altanero se encuentra con el debilucho. Pero se malentienden recp
rocamente. Yo os conozco.
Slo os es lcito tener enemigos que haya que odiar, pero no enemigos para desprecia
r.
Es necesario que estis orgullosos de vuestro enemigo: entonces los xitos de l son t
ambin vuestros xitos79.
Rebelin - sa es la nobleza en el esclavo. Sea vuestra nobleza obediencia! Vuestro
propio mandar sea un obedecer!
T debes le suena a un buen guerrero ms agradable que yo quiero80, y a todo lo
que os es amado debis dejarle que primero os mande.
Sea vuestro amor a la vida amor a vuestra esperanza ms alta: y sea vuestra esperan
za
ms alta el pensamiento ms alto de la vida!
Pero debis permitir que yo os ordene vuestro pensamiento ms alto - y dice as: el
hombre es algo que debe ser superado.
Vivid, pues, vuestra vida de obediencia y de guerra! Qu importa vivir mucho tiempo!
Qu guerrero quiere ser tratado con indulgencia!
Yo no os trato con indulgencia, yo os amo a fondo, hermanos mos en la guerra! As habl Zaratustra.
77
En la cuarta parte, Coloquio con los reyes, los reyes recordarn a Zaratustra est
as palabras.
78
En el mismo captulo citado en la nota anterior, los reyes dicen a Zaratustra. Nad
ie ha dicho hasta
ahora palabras tan belicosas como: Qu es bueno? Ser valiente es bueno. La buena guer
ra es la que
santifica toda causa. Oh, Zaratustra, la sangre de nuestros padres se agitaba en
nuestro cuerpo al or tales

palabras.
79
El propio Zaratustra cita ms adelante esta enseanza suya; vase, en la tercera part
e, De las tablas viejas y nuevas, 21.
80
La contraposicin entre t debes y yo quiero ha sido desarrollada antes en esta misma p
arte, De
las tres transformaciones, Zaratustra volver a mencionarla en la parte tercera, D
e tablas viejas y nuevas, 9.
Del nuevo dolo
En algn lugar existen todava pueblos y rebaos, pero no entre nosotros, hermanos mos: aqu hay Estados.
Estado? Qu es eso? Bien! Abridme ahora los odos, pues voy a deciros mi palabra
sobre la muerte de los pueblos. Estado se llama el ms fro de todos los monstruos f
ros81.
Es fro incluso cuando miente; y sta es la mentira que se desliza de su boca: Yo, el
Estado, soy el pueblo.
Es mentira! Creadores fueron quienes crearon los pueblos y suspendieron encima de
ellos una fe y un amor: as sirvieron a la vida.
Aniquiladores son quienes ponen trampas para muchos y las llaman Estado: stos sus
penden encima de ellos una espada y cien concupiscencias.
Donde todava hay pueblo, ste no comprende al Estado y lo odia, considerndolo mal
de ojo y pecado contra las costumbres y los derechos.
Esta seal os doy82: cada pueblo habla su lengua propia del bien y del mal: el vec
ino no
la entiende. Cada pueblo se ha inventado su lenguaje propio en costumbres y dere
chos.
Pero el Estado miente en todas las lenguas del bien y del mal; y diga lo que dig
a, miente - y posea lo que posea, lo ha robado.
Falso es todo en l; con dientes robados muerde, ese mordedor. Falsas son incluso
sus
entraas.
Confusin de lenguas del bien y del mal: esta seal os doy como seal del Estado. En
verdad, voluntad de muerte es lo que esa seal indica! En verdad, hace seas a los pr
edicadores de la muerte!
Nacen demasiados: para los superfluos fue inventado el Estado!
Mirad cmo atrae a los demasiados! Cmo los devora y los masca y los rumia!
En la tierra no hay ninguna cosa ms grande que yo: yo soy el dedo ordenador de
Dios - as ruge el monstruo. Y no slo quienes tienen orejas largas yvista corta se po
stran de rodillas!
Ay, tambin en vosotros, los de alma grande, susurra l sus sombras mentiras! Ay, l
adivina cules son los corazones ricos, que con gusto se prodigan!
S, tambin os adivina a vosotros, los vencedores del viejo Dios! Os habis fatigado
en la lucha, y ahora vuestra fatiga contina prestando culto al nuevo dolo!
Hroes y hombres de honor quisiera colocar en torno a s el nuevo dolo! Ese fro
monstruo - gusta de calentarse al sol de buenas conciencias!
Todo quiere droslo a vosotros el nuevo dolo, si vosotros lo adoris83: se compra as e
l
brillo de vuestra virtud y la mirada de vuestros ojos orgullosos.
Quiere que vosotros le sirvis de cebo para pescar a los demasiados! S, un artificio
infernal ha sido inventado aqu, un caballo de la muerte, que tintinea con el atavo

de
honores divinos!
S, aqu ha sido inventada una muerte para muchos, la cual se precia a s misma de ser
vida: en verdad, un servicio ntimo para todos los predicadores de la muerte!
Estado llamo yo al lugar donde todos, buenos y malos, son bebedores de venenos:
Estado, al lugar en que todos, buenos y malos, se pierden a s mismos: Estado, al lu
gar donde el lento suicidio de todos - se llama la vida.
Ved, pues, a esos superfluos! Roban para s las obras de los inventores y los tesor
os de
los sabios: cultura llaman a su latrocinio - y todo se convierte para ellos en en
fermedad y
molestia!
Ved, pues, a esos superfluos! Enfermos estn siempre, vomitan su bilis y lo llaman
peridico84. Se devoran unos a otros y ni siquiera pueden digerirse.
Ved, pues, a esos superfluos! Adquieren riquezas y con ello se vuelven ms pobres.
Quieren poder y, en primer lugar, la palanqueta del poder, mucho dinero, - esos i
nsolventes!
Vedlos trepar, esos giles monos! Trepan unos por encima de otros, y as se arrastran
al fango y a la profundidad.
Todos quieren llegar al trono: su demencia consiste en creer - que la felicidad s
e sienta
en el trono! Con frecuencia es el fango el que se sienta en el trono - y tambin a
menudo
el trono se sienta en el fango.
Dementes son para m todos ellos, y monos trepadores y fanticos. Su dolo, el fro
monstruo, me huele mal: mal me huelen todos ellos juntos, esos idlatras.
Hermanos mos, es que queris asfixiaros con el aliento de sus hocicos y de sus concupiscencias? Es mejor que rompis las ventanas y saltis al aire libre!
Apartaos del mal olor! Alejaos de la idolatra de los superfluos!
Apartaos del mal olor! Alejaos del humo de esos sacrificios humanos!
An est la tierra a disposicin de las almas grandes. Vacos se encuentran an muchos
lugares para eremitas solitarios o en pareja, en torno a los cuales sopla el per
fume de mares silenciosos.
An hay una vida libre a disposicin de las almas grandes.
En verdad, quien poco posee, tanto menos es posedo: alabada sea la pequea pobreza!85.
All donde el Estado acaba comienza el hombre que no es superfluo: all comienza la
cancin del necesario, la meloda nica e insustituible.
All donde el Estado acaba, - miradme all, hermanos mos! No veis el arco iris y los
puentes del superhombre?
As habl Zaratustra.
81
Sobre la caracterizacin del Estado como monstruo puede verse tambin, ms adelante,
la conversacin de Zaratustra con el perro de fuego: segunda parte, De grandes acontecimientos.

82
Esta seal os doy es frase bblica que aparece en Isaas, 7, 14: Pues bien, el Seor mism
os dar
una seal: He aqu que la virgen concebir y parir un hijo. Tambin los Evangelios utiliza
n repetidas

veces la expresin dar una seal.


83
Cita del Evangelio de Mateo, 4,9: Todo esto te dar si, postrndote ante m, me adoras
(palabras del
Tentador a Jess).
84
Sobre la caracterizacin del peridico vase tambin, en la tercera parte, Del pasar de l
argo.
85
Sobre la pequea pobreza puede verse, en la cuarta parte, La Cena, donde el adivino
cita esta frase de Zaratustra y le da una explicacin irnica.
De las moscas del mercado
Huye, amigo mo, a tu soledad! Ensordecido te veo por el ruido de los grandes hombres, y acribillado por los aguijones de los pequeos.
El bosque y la roca saben callar dignamente contigo. Vuelve a ser igual que el rb
ol al
que amas, el rbol de amplias ramas: silencioso y atento pende sobre el mar.
Donde acaba la soledad, all comienza el mercado; y donde comienza el mercado, all
comienzan tambin el ruido de los grandes comediantes y el zumbido de las moscas v
enenosas.
En el mundo las mejores cosas no valen nada sin alguien que las represente: gran
des
hombres llama el pueblo a esos actores.
El pueblo comprende poco lo grande, esto es: lo creador. Pero tiene sentidos par
a todos
los actores y comediantes de grandes cosas.
En torno a los inventores de nuevos valores gira el mundo: - gira de modo invisi
ble. Sin
embargo, en torno a los comediantes giran el pueblo y la fama: as marcha el mundo
.
Espritu tiene el comediante, pero poca conciencia de espritu. Cree siempre en aque
llo
que mejor le permite llevar a los otros a creer - a creer en l!
Maana tendr una nueva fe, y pasado maana, otra ms nueva. Sentidos rpidos tiene
el comediante, igual que el pueblo, y presentimientos cambiantes.
Derribar - eso significa para l: demostrar. Volver loco a uno - eso significa par
a l:
convencer. Y la sangre es para l el mejor de los argumentos86.
A una verdad que slo en odos delicados se desliza llmala mentira y nada. En verdad, slo cree en dioses que hagan gran ruido en el mundo!
Lleno de bufones solemnes est el mercado - y el pueblo se glora de sus grandes
hombres! stos son para l los seores del momento.
Pero el momento los apremia: as ellos te apremian a ti. Y tambin de ti quieren ell
os
un s o un no. Ay!, quieres colocar tu silla entre un pro y un contra?
No tengas celos de esos incondicionales y apremiantes, amante de la verdad! Jams s
e
ha colgado la verdad del brazo de un incondicional.
A causa de esas gentes sbitas, vuelve a tu seguridad: slo en el mercado le asaltan
a
uno con un s o no?
Todos los pozos profundos viven con lentitud sus experiencias: tienen que aguard
ar
largo tiempo hasta saber qu fue lo que cay en su profundidad.
Todo lo grande se aparta del mercado y de la fama: apartados de ellos han vivido

desde
siempre los inventores de nuevos valores.
Huye, amigo mo, a tu soledad: te veo acribillado por moscas venenosas. Huye all
donde sopla un viento spero, fuerte! Huye a tu soledad! Has vivido demasiado cerca
de
los pequeos y mezquinos. Huye de su venganza invisible! Contra ti no son otra cosa
que venganza.
Deja de levantar tu brazo contra ellos! Son innumerables, y no es tu destino el s
er espantamoscas.
Innumerables son esos pequeos y mezquinos; y a ms de un edificio orgulloso han
conseguido derribarlo ya las gotas de lluvia y los yerbajos.
T no eres una piedra, pero has sido ya excavado por muchas gotas. Acabars por resquebrjarteme y por romprteme en pedazos bajo tantas gotas.
Fatigado te veo por moscas venenosas, lleno de sangrientos rasguos te veo en cien
sitios; y tu orgullo no quiere ni siquiera encolerizarse.
Sangre quisieran ellas de ti con toda inocencia, sangre es lo que sus almas exan
ges codician - y por ello pican con toda inocencia.
Mas t, profundo, t sufres demasiado profundamente incluso por pequeas heridas; y
antes de que te curases, ya se arrastraba el mismo gusano venenoso por tu mano.
Demasiado orgulloso me pareces para matar a esos golosos. Pero procura que no se
convierta en tu fatalidad el soportar toda su venenosa injusticia!
Ellos zumban a tu alrededor tambin con su alabanza: impertinencia es su alabanza8
7.
Quieren la cercana de tu piel y de tu sangre.
Te adulan como a un dios o a un demonio; lloriquean delante de ti como delante d
e un
dios o de un demonio. Qu importa! Son aduladores y llorones, y nada ms.
Tambin suelen hacerse los amables contigo. Pero sa fue siempre la astucia de los c
obardes. S, los cobardes son astutos!
Ellos reflexionan mucho sobre ti con su alma estrecha, - para ellos eres siempre
preocupante! Todo aquello sobre lo que se reflexiona mucho se vuelve preocupante.
Ellos te castigan por todas tus virtudes. Slo te perdonan de verdad - tus fallos.
Como t eres suave y de sentir justo, dices: No tienen ellos la culpa de su mezquin
a
existencia. Mas su estrecha alma piensa: Culpable es toda gran existencia.
Aunque eres suave con ellos, se sienten, sin embargo, despreciados por ti; y te
pagan
tus bondades con daos encubiertos.
Tu orgullo sin palabras repugna siempre a su gusto; se regocijan mucho cuando al
guna
vez eres bastante modesto para ser vanidoso.
Lo que nosotros reconocemos en un hombre, eso lo hacemos arder tambin en l. Por
ello gurdate de los pequeos!
Ante ti ellos se sienten pequeos, y su bajeza arde y se pone al rojo contra ti en
invisible venganza.
No has notado cmo solan enmudecer cuando t te acercabas a ellos, y cmo su fuerza los abandonaba, cual humo de fuego que se extingue?
S, amigo mo, para tus prjimos eres t la conciencia malvada: pues ellos son indignos
de ti. Por eso te odian y quisieran chuparte la sangre.
Tus prjimos sern siempre moscas venenosas; lo que en ti es grande - eso cabalmente

tiene que hacerlos ms venenosos y siempre ms moscas.


Huye, amigo mo, a tu soledad y all donde sopla un viento spero, fuerte. No es tu de
stino el ser espantamoscas. As habl Zaratustra.
86
Sobre la sangre como argumento de la verdad puede verse, en la segunda parte, D
e los sacerdotes;
Nietzsche desarrolla esta idea tambin en el 53 de El Anticristo.
87
Vase Ms all del bien y del mal: En el elogio hay ms entrometimiento que en la censur
a.
De la castidad
Y o amo el bosque. En las ciudades se vive mal; hay en ellas demasiados lascivos
.
No es mejor caer en las manos de un asesino que en los sueos de una mujer lasciva?
Y contempladme esos hombres: sus ojos lo dicen - no conocen nada mejor en la tie
rra
que yacer con una mujer. Fango hay en el fondo de su alma; y ay si su fango tiene
adems espritu!
Si al menos fueran perfectos en cuanto animales! Mas del animal forma parte la in
ocencia.
Os aconsejo yo matar vuestros sentidos? Yo os aconsejo la inocencia de los sentid
os.
Os aconsejo yo la castidad? La castidad es en algunos una virtud, pero en muchos
es
casi un vicio.
stos son sin duda continentes: mas la perra Sensualidad mira con envidia desde to
do
lo que hacen.
Incluso hasta las alturas de su virtud y hasta la frialdad del espritu los sigue
ese, bicho
con su insatisfaccin.
Y con qu buenos modales sabe mendigar la perra Sensualidad un pedazo de espritu
cuando se le deniega un pedazo de carne!
Vosotros amis las tragedias y todo lo que destroza el corazn? Mas yo desconfo de
vuestra perra.
Para m tenis ojos demasiado crueles, y miris lascivamente a los que sufren. Es que
vuestra voluptuosidad no ha hecho ms que enmascararse, y se llama compasin?
Y tambin os propongo esta parbola: no pocos que quisieron expulsar a su demonio
fueron a parar ellos mismos dentro de los cerdos88.
A quien la castidad le resulte dificil se le debe desaconsejar: para que no se c
onvierta
ella en el camino hacia el infierno - es decir, hacia el fango y la lascivia del
alma89.
Hablo yo de cosas sucias? Para m no es esto lo peor.
Al hombre del conocimiento le disgusta bajar al agua de la verdad no cuando est s
ucia,
sino cuando no es profunda.
En verdad, hay personas castas de raz: son dulces de corazn, ren con ms gusto y
ms frecuencia que vosotros.
Se ren incluso de la castidad y preguntan: Qu es castidad!
No es castidad una tontera? Pero esa tontera ha venido a nosotros, y no nosotros a

ella.
Hemos ofrecido albergue y corazn a ese husped: ahora habita en nosotros, - que se
quede todo el tiempo que quiera!
As habl Zaratustra.
88
Alusin al Evangelio de Mateo, 9,28-32: Lleg l a la orilla de enfrente, a la regin de
los gadarenos.
Desde el cementerio salieron a su encuentro dos endemoniados; eran tan peligroso
s que nadie se atreva a
transitar por aquel camino. De pronto empezaron a gritar: Quin te mete a ti en esto
, Hijo de Dios? Has
venido aqu a atormentarnos antes de tiempo? Una gran piara de cerdos estaba hozand
o a distancia. Los
demonios le dijeron: Si nos echas, mndanos a la piara. Jess les dijo: Id. Salieron y s
e fueron a los
cerdos. De pronto la piara se abalanz al lago, acantilado abajo, y muri ahogada.
89
Parfrasis de 1 Corintios, 7, 1-2: Bueno es al hombre no tocar mujer: mas, por evi
tar la fornicacin,
tenga cada uno su mujer y cada una tenga su marido.
Del amigo
Uno siempre a mi alrededor es demasiado - as piensa el eremita. Siempre uno por
uno - da a la larga dos!
Yo y m estn siempre dialogando con demasiada vehemencia: cmo soportarlo si no
hubiese un amigo?
Para el eremita el amigo es siempre el tercero: el tercero es el corcho que impi
de que el
dilogo de los dos se hunda en la profundidad.
Ay, existen demasiadas profundidades para todos los eremitas. Por ello desean ar
dientemente un amigo y su altura. Nuestra fe en otros delata lo que nosotros quisiram
os creer
de nosotros mismos. Nuestro anhelo de un amigo es nuestro delator.
Y a menudo no se quiere, con el amor, ms que saltar por encima de la envidia. Y a
menudo atacamos y nos creamos un enemigo para ocultar que somos vulnerables.
S al menos mi enemigo! - as habla el verdadero respeto, que no se atreve a solicitar amistad.
Si se quiere tener un amigo hay que querer tambin hacer la guerra por l: y para ha
cer
la guerra hay que poder ser enemigo.
En el propio amigo debemos honrar incluso al enemigo. Puedes t acercarte mucho a
tu amigo sin pasarte a su bando?
En nuestro amigo debemos tener nuestro mejor enemigo. Con tu corazn debes estarle
mximamente cercano cuando le opones resistencia.
No quieres llevar vestido alguno delante de tu amigo? Debe ser un honor para tu
amigo el que te ofrezcas a l tal como eres? Pero l te mandar al diablo por esto!
El que no se recata provoca indignacin: tanta razn tenis para temer la desnudez!
S, si fueseis dioses, entonces os sera lcito avergonzaros de vuestros vestidos!90
Nunca te adornars bastante bien para tu amigo: pues debes ser para l una flecha y
un
anhelo hacia el superhombre.
Has visto ya dormir a tu amigo - para conocer cul es su aspecto?91 Pues qu es, por
lo dems, el rostro de tu amigo? Es tu propio rostro, en un espejo grosero e imper
fecto.

Has visto ya dormir a tu amigo? No te horrorizaste de que tu amigo tuviese tal asp
ecto? Oh, amigo mo, el hombre es algo que tiene que ser superado.
Un el adivinar y en el permanecer callado debe ser maestro el amigo: t no tienes
que
querer ver todo. Tu sueo debe descubrirte lo que tu amigo hace en la vigilia.
Un adivinar sea tu compasin: para que sepas primero si tu amigo quiere compasin.
Tal vez l ame en ti los ojos firmes y la mirada de la eternidad.
Ocltese bajo una dura cscara la compasin por el amigo, debes dejarte un diente en
sta. As tendr la delicadeza y la dulzura que le corresponden.
Eres t aire puro, y soledad, y pan, y medicina para tu amigo? Ms de uno no puede
librarse a s mismo de sus propias cadenas y es, sin embargo, un redentor para el
amigo.
Eres un esclavo? Entonces no puedes ser amigo. Eres un tirano? Entonces no puedes
tener amigos92.
Durante demasiado tiempo se ha ocultado en la mujer un esclavo y un tirano. Por
ello la
mujer no es todava capaz de amistad: slo conoce el amor.
En el amor de la mujer hay injusticia y ceguera frente a todo lo que ella no ama
. Y hasta en el amor sapiente de la mujer contina habiendo agresin inesperada y rayo y no
che
al lado de la luz.
La mujer no es todava capaz de amistad: gatas continan siendo siempre las mujeres,
y
pjaros. O, en el mejor de los casos, vacas.
La mujer no es todava capaz de amistad. Pero decidme, varones, quin de vosotros es
capaz de amistad?
Cunta pobreza, varones, y cunta avaricia hay en vuestra alma! Lo que vosotros dais
al amigo, eso quiero darlo yo hasta a mi enemigo, y no por eso me habr vuelto ms p
obre.
Existe la camaradera: ojal exista la amistad!
As habl Zaratustra.
90
Reminiscencia de la frase de Sneca (carta 31): Deus nudus est (Dios est desnudo).
91
Vase la nota 31.
92
Zaratustra condensa en este prrafo la doctrina griega sobre la amistad expuesta
por Platn en La repblica (576 a) y por Aristteles en la Etica a Nicmaco (1161 a 30 - b 10).
De las mil metas y de la nica meta93
Muchos pases ha visto Zaratustra, y muchos pueblos: as ha descubierto el bien y el
mal de muchos pueblos. Ningn poder mayor ha encontrado Zaratustra en la tierra qu
e
las palabras bueno y malvado.
Ningn pueblo podra vivir sin antes realizar valoraciones; mas si quiere conservars
e,
no le es lcito valorar como valora el vecino.
Muchas cosas que este pueblo llam buenas son para aquel otro afrenta y vergenza:
esto es lo que yo he encontrado. Muchas cosas que eran llamadas aqu malvadas las
encontr all adornadas con honores de prpura.

Jams un vecino ha entendido al otro: siempre su alma se asombraba de la demencia


y
de la maldad del vecino.
Una tabla de valores est suspendida sobre cada pueblo. Mira, es la tabla de sus s
uperaciones; mira, es la voz de su voluntad de poder94.
Laudable es aquello que le parece difcil; a lo que es indispensable y a la vez di
fcil
llmalo bueno; y a lo que libera incluso de la suprema necesidad, a lo ms raro, a l
o dificilsimo, - a eso lo ensalza como santo.
Lo que hace que l domine y venza y brille, para horror y envidia de su vecino: es
o es
para l lo elevado, lo primero, la medida, el sentido de todas las cosas.
En verdad, hermano mo, si has conocido primero la necesidad y la tierra y el ciel
o y el
vecino de un pueblo: adivinars sin duda la ley de sus superaciones y la razn de qu
e
suba por esa escalera hacia su esperanza.
Siempre debes ser t el primero y aventajar a los otros95: a nadie, excepto al amig
o,
debe amar tu alma celosa - esto provocaba estremecimientos en el alma de un grieg
o: y
con ello sigui la senda de su grandeza.
Decir la verdad y saber manejar bien el arco y la flecha - esto le pareca precioso
y a
la vez difcil a aquel pueblo96 del que proviene mi nombre - el nombre que es para
m a la
vez precioso y difcil.
Honrar padre y madre y ser dciles para con ellos hasta la raz del alma: sta fue la
tabla de la superacin que otro pueblo suspendi por encima de s, y con ello se hizo
poderoso y eterno97.
Guardar fidelidad y dar por ella el honor y la sangre aun por causas malvadas y p
eligrosas: con esta enseanza se dome a s mismo otro pueblo98 y domendose de ese
modo qued pesadamente grvido de grandes esperanzas.
En verdad, los hombres se han dado a s mismos todo su bien y todo su mal. En verd
ad,
no los tomaron de otra parte, no los encontraron, stos no cayeron sobre ellos com
o una
voz del cielo.
Para conservarse, el hombre empez implantando valores en las cosas, - l fue el primero en crear un sentido a las cosas, un sentido humano! Por ello se llama hombre,
es
decir: el que realiza valoraciones99.
Valorar es crear: odlo, creadores! El valorar mismo es el tesoro y la joya de toda
s las
cosas valoradas.
Slo por el valorar existe el valor: y sin el valorar estara vaca la nuez de la exis
tencia.
Odlo, creadores!
Cambio de los valores - es cambio de los creadores. Siempre aniquila el que tien
e que
ser un creador.
Creadores lo fueron primero los pueblos, y slo despus .los individuos; en verdad,
el
individuo mismo es la creacin ms reciente.
Los pueblos suspendieron en otro tiempo por ncima de s una tabla del bien. El amor

que quiere dominar y el amor que quiere obedecer crearon juntos para s tales tabl
as.
El placer de ser rebao es ms antiguo que el placer de ser un yo: y mientras la bue
na
conciencia se llame rebao, slo la mala conciencia dice: yo.
En verdad, el yo astuto, carente de amor, el que quiere su propia utilidad en la
utilidad
de muchos: se no es el origen del rebao, sino su ocaso.
Amantes fueron siempre, y creadores, los que crearon el bien y el mal. Fuego de
amor
arde en los nombres de todas las virtudes, y fuego de clera.
Muchos pases ha visto Zaratustra, y muchos pueblos: ningn poder mayor ha encontrado Zaratustra en la tierra que las obras de los amantes: bueno y malvado es el
nombre de tales obras.
En verdad, un monstruo es el poder de ese alabar y censurar. Decidme, hermanos mo
s,
quin me domea ese monstruo? Decidme, quin pone en cadenas las mil cervices de
ese animal?
Mil metas ha habido hasta ahora, pues mil pueblos ha habido. Slo falta la cadena
que
ate las mil cervices, falta la nica meta. Todava no tiene la humanidad meta alguna
.
Mas decidme, hermanos: si a la humanidad le falta todava la meta, no falta todava
tambin - ella misma? As habl Zaratustra.
93
Suele traducirse este ttulo por: De las mil y una metas. Como se ver por el desarro
llo de todo el
captulo y sobre todo por los prrafos finales, Nietzsche no se ha querido dejar lle
var por la expresin popular en todos los idiomas: las mil y una, sino que, como l mismo dice: Mil metas ha h
abido hasta ahora,
pues mil pueblos ha habido. Slo falta la cadena de las mil cervices, falta la nica
meta. La versin aqu
dada, De las mil metas y de la nica meta, se apoya en el hecho de haber escrito Nie
tzsche: Von tausend
und Einem Ziele, en lugar de: Von tausend und einem Ziele, como habra escrito si
hubiera querido decir:
De las mil y una metas.
94
Primera aparicin de la expresin voluntad de poder; a este concepto se le dedicar sob
re todo, en la
segunda parte, el captulo titulado De la superacin de s mismo.
95
Esta divisa del honor de la sociedad aristocrtica griega tiene su expresin clsica
en el verso 208 del
libro VI de La Ilada: Siempre ser el mejor y estar por encima de los dems. Idnticas p
alabras se repiten
en el verso 784 del libro XI, donde aparecen como consejo del anciano Peleo a su
hijo Aquiles.
96
El pueblo persa. Vase tambin Ecce homo: Decir la verdad y disparar bien con flecha
s, sa es la virtud persa.
97
El pueblo judo. Vase xodo, 20,12: Honra a tu padre y a tu madre, para que vivas lar
gos aos en la

tierra que Yahv, tu Dios, va a darte.


98
El pueblo alemn.
99
Nietzsche basa esta afirmacin suya en su creencia de que la palabra alemana Mens
ch (hombre) viene
del latn mensuratio (medida). Esta misma opinin la aduce tambin en La genealoga de l
a moral.
Del amor al prjimo
Vosotros os apretujis alrededor del prjimo y tenis hermosas palabras para expresar
ese vuestro apretujaros. Pero yo os digo: vuestro amor al prjimo es vuestro mal a
mor a
vosotros mismos.
Cuando huis hacia el prjimo hus de vosotros mismos, y quisierais hacer de eso una
virtud: pero yo penetro vuestro desinters.
El t es ms antiguo que el yo; el t ha sido santificado, pero el yo, todava no: por e
so
corre el hombre hacia el prjimo.
Os aconsejo yo el amor al prjimo? Prefiero aconsejaros la huida del prjimo y el
amor al lejano!100
Ms elevado que el amor al prjimo es el amor al lejano y al venidero; ms elevado que
el amor a los hombres es el amor a las cosas y a los fantasmas.
Ese fantasma que corre delante de ti, hermano mo, es ms bello que t; por qu no le
das tu carne y tus huesos ? Pero t tienes miedo y corres hacia tu prjimo.
No consegus soportaros a vosotros mismos y no os amis bastante: por eso queris seducir al prjimo a que ame, y doraros a vosotros con su error.
Yo quisiera que no soportaseis a ninguna clase de prjimo ni a sus vecinos; as tend
rais
que crear, sacndolo de vosotros mismos, vuestro amigo y su corazn exuberante.
Invitis a un testigo cuando queris hablar bien de vosotros mismos; y una vez que l
o
habis seducido a pensar bien de vosotros, tambin vosotros mismos pensis bien de vosotros.
No miente tan slo aquel que habla en contra de lo que sabe, sino ante todo aquel
que
habla en contra de lo que no sabe. Y as es como vosotros hablis de vosotros en soc
iedad, y, al mentiros a vosotros, ments al vecino.
As habla el necio: el trato con hombres estropea el carcter, especialmente si no se
tiene ninguno.
El uno va al prjimo porque se busca a s mismo, y el otro, porque quisiera perderse
.
Vuestro mal amor a vosotros mismos es lo que os trueca la soledad en prisin.
Los ms lejanos101 son los que pagan vuestro amor al prjimo; y en cuanto os juntis
cinco, siempre tiene que morir un sexto.
Yo no amo tampoco vuestras fiestas102: demasiados comediantes he encontrado siem
pre
en ellas, y tambin los espectadores se comportaban a menudo como comediantes.
Yo no os enseo el prjimo, sino el amigo. Sea el amigo para vosotros la fiesta de l
a
tierra y un presentimiento del superhombre.
Yo os enseo el amigo y su corazn rebosante. Pero hay que saber ser una esponja si
se
quiere ser amado por corazones rebosantes.
Yo os enseo el amigo en el que el mundo se encuentra ya acabado, como una copa de

l
bien, - el amigo creador, que siempre tiene un mundo acabado que regalar.
Y as como el mundo se despleg para l, as volver a plegrsele en anillos, como el
devenir del bien por el mal, como el devenir de las finalidades surgiendo del az
ar.
El futuro y lo lejano sean para ti la causa de tu hoy: en tu amigo debes amar al
superhombre como causa de ti.
Hermanos mos, yo no os aconsejo el amor al prjimo: yo os aconsejo el amor al lejan
o.
As habl Zaratustra.
100
Nchste, Fernste. La circunstancia de que derNchste (el prjimo) sea en alemn un super
lativo
(nahe, cerca: Nachbar, vecino; Nchste, prjimo, o, si se quiere, el ms prximo de todos)
permite a
Nietzsche ampliar verbalmente la distancia entre los dos extremos y decir: der F
ernste (el ms lejano de
todos), en lugar de der Ferne (el lejano), que sera, en castellano, lo contrario
del prjimo (prximo). El
amor al prjimo es un precepto bblico: Levtico, 19, 18; Evangelio de Mateo, 22, 39; Ev
angelio de Marcos, 12, 31: Ama a tu prjimo como a ti mismo.
101
Vasela nota anterior.
102
Vase Ams, 5, 21: Yo, odio y aborrezco vuestras fiestas (palabras de Yahv a los hebreo
s).
Del camino del creador
Quieres marchar, hermano mo, a la soledad? Quieres buscar el camino que lleva a ti
mismo? Detnte un poco y escchame.
El que busca, fcilmente se pierde a s mismo. Todo irse a la soledad es culpa: as
habla el rebao. Y t has formado parte del rebao durante mucho tiempo.
La voz del rebao continuar resonando dentro de ti. Y cuando digas yo ya no tengo la
misma conciencia que vosotros, eso ser un lamento y un dolor.
Mira, aquella conciencia nica dio a luz tambin ese dolor: y el ltimo resplandor de
aquella conciencia contina brillando sobre tu tribulacin.
Pero t quieres recorrer el camino de tu tribulacin, que es el camino hacia ti mismo
?
Mustrame entonces tu derecho y tu fuerza para hacerlo!
Eres t una nueva fuerza y un nuevo derecho? Un primer movimiento? Una rueda
que se mueve por s misma?103 Puedes forzar incluso a las estrellas a que giren a t
u
alrededor?
Ay, existe tanta ansia de elevarse! Existen tantas convulsiones de los ambiciosos!
Mustrame que t no eres un ansioso ni un ambicioso!
Ay, existen tantos grandes pensamientos que no hacen ms que lo que el fuelle: inf
lan y
producen un vaco an mayor. Libre te llamas a ti mismo? Quiero or tu pensamiento
dominante, y no que has escapado de un yugo.
Eres t alguien al que le sea lcito escapar de un yugo? Ms de uno hay que arroj de
s su ltimo valor al arrojar su servidumbre.
Libre de qu? Qu importa eso a Zaratustra! Tus ojos deben anunciarme con claridad:

libre para qu?


Puedes prescribirte a ti mismo tu bien y tu mal y suspender tu voluntad por encim
a de
ti como una ley? Puedes ser juez para ti mismo y vengador de tu ley?
Terrible cosa es hallarse solo con el juez y vengador de la propia ley. As es arr
ojada
una estrella al espacio vaco y al soplo helado de hallarse solo.
Hoy sufres todava a causa de los muchos, t que eres uno solo: hoy conservas an todo
tu valor y todas tus esperanzas. Mas alguna vez la soledad te fatigar, alguna vez
tu orgullo se curvar y tu valor rechinar los dientes. Alguna vez gritars estoy solo!.
Alguna vez dejars de ver tu altura y contemplars demasiado cerca tu bajeza; tu sublimidad misma te aterrorizar como un fantasma. Alguna vez gritars: Todo es falso104!
Hay sentimientos que quieren matar al solitario; si no lo consiguen, ellos mismos
tienen que morir entonces! Mas eres t capaz de ser asesino?
Conoces ya, hermano mo, la palabra desprecio? Y el tormento de tu justicia, de
ser justo con quienes te desprecian?
T fuerzas a muchos a cambiar de doctrina acerca de ti; esto te lo hacen pagar car
o. Te
aproximaste a ellos y pasaste de largo: esto no te lo perdonan nunca.
T caminas por encima de ellos105: pero cuanto ms alto subes, tanto ms pequeo te
ven los ojos de la envidia. El ms odiado de todos es, sin embargo, el que vuela.
Cmo vais a ser justos conmigo! - tienes que decir - yo elijo para m vuestra injustic
ia
como la parte que me ha sido asignada.
Injusticia y suciedad arrojan ellos al solitario: pero, hermano mo, si quieres se
r una estrella, no tienes que iluminarlos menos por eso!
Y gurdate de los buenos y justos! Con gusto crucifican a quienes se inventan una v
irtud para s mismos, - odian al solitario.
Gurdate tambin de la santa simplicidad!106 Para ella no es santo lo que no es simpl
e;
tambin le gusta jugar con el fuego - con el fuego de las hogueras para quemar ser
es
humanos.
Y gurdate tambin de los asaltos de tu amor! Con demasiada prisa tiende el solitario
la mano a aquel con quien se encuentra.
A ciertos hombres no te es lcito darles la mano, sino slo la pata: y yo quiero que
tu
pata tenga tambin garras.
Pero el peor enemigo con que puedes encontrarte sers siempre t mismo; a ti mismo t
e
acechas t en las cavernas y en los bosques.
Solitario, t recorres el camino que lleva a ti mismo! Y tu camino pasa al lado de t
i
mismo y de tus siete demonios!
Un hereje sers para ti mismo, y una bruja y un hechicero y un necio y un escptico
y
un impo y un malvado.
Tienes que querer quemarte a ti mismo en tu propia llama: cmo te renovaras si antes
no te hubieses convertido en ceniza!
Solitario, t recorres el camino del creador: con tus siete demonios quieres creart
e para

ti un Dios!
Solitario, t recorres el camino del amante: te amas a ti mismo
recias
como slo los amantes saben despreciar.
El amante quiere crear porque desprecia! Qu sabe del amor el
preciar precisamente aquello que amaba!
Vete a tu soledad con tu amor y con tu crear, hermano mo; slo
justicia cojeando.
Vete con tus lgrimas a tu soledad, hermano mo. Yo amo a quien

y por ello te desp


que no tuvo que desms tarde te seguir la
quiere crear por en-

cima de s mismo y por ello perece.


As habl Zaratustra.
103
Vase antes De las tres transformaciones, la descripcin del nio: Inocencia es el nio,
y olvido, un
nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por s misma, un primer movimient
o, un santo decir
s.
104
Un desarrollo de esta idea puede verse en La genealoga de la moral, apartado ter
cero, Qu significan los ideales ascticos?. Tambin aqu se alude ms adelante a esto mismo: vase, en la c
uarta parte, La
sombra.
105
Vase, en la segunda parte, De los doctos.
106
O sancta simplicitas es frase que se dice pronunciada por Juan Hus (1369-1415)
cuando, encontrndose sobre la hoguera a que se le haba condenado por hereje, vio cmo una viejecilla,
movida por su celo
religioso, arrojaba ms lea a las llamas en que aqul arda.
De viejecillas y de jovencillas
Por qu te deslizas a escondidas y de manera esquiva en el crepsculo, Zaratustra?
Qu es lo que escondes con tanto cuidado bajo tu manto?
Es un tesoro que te han regalado? O un nio que has dado a luz? O es que t mismo
sigues ahora los caminos de los ladrones, t amigo de los malvados? En verdad, hermano mo!, dijo Zaratustra, es un tesoro que me han regalado: es una
pequea verdad lo que llevo conmigo. Pero es revoltosa como un nio pequeo; y si no l
e
tapo la boca, grita a voz en cuello.
Cuando hoy recorra solo mi camino, a la hora en que el sol se pone, me encontr con
una viejecilla, la cual habl as a mi alma:
Muchas cosas nos ha dicho Zaratustra tambin a nosotras las mujeres, pero nunca nos
ha hablado sobre la mujer.
Y yo le repliqu: Sobre la mujer se debe hablar tan slo a varones.
Hblame tambin a m acerca de la mujer, dijo ella; soy bastante vieja para volver a
olvidarlo enseguida.
Y yo acced al ruego de la viejecilla y le habl as107:
Todo en la mujer es un enigma, y todo en la mujer tiene una nica solucin: se llama
embarazo.
El varn es para la mujer un medio: la finalidad es siempre el hijo. Pero qu es la m
u-

jer para el varn?


Dos cosas quiere el varn autntico: peligro y juego. Por ello quiere l a la mujer, q
ue
es el ms peligroso de los juguetes.
El varn debe ser educado para la guerra, y la mujer, para la recreacin del guerrer
o:
todo lo dems es tontera.
Los frutos demasiado dulces - al guerrero no le gustan. Por ello le gusta la muj
er: amarga es incluso la ms dulce de las mujeres.
La mujer entiende a los nios mejor que el varn, pero ste es ms nio que aqulla.
En el varn autntico se esconde un nio: ste quiere jugar. Adelante, mujeres, descubrid el nio en el varn!
Sea un juguete la mujer, puro y delicado, semejante a la piedra preciosa, ilumin
ado por
las virtudes de un mundo que todava no existe.
Resplandezca en vuestro amor el rayo de una estrella! Diga vuestra voluntad: Ojal
diese yo a luz el superhombre!
Haya valenta en vuestro amor! Con vuestro amor debis lanzaros contra aquel que os
infunde miedo!
Que vuestro honor est en vuestro amor! Por lo dems, poco entiende de honor la mujer. Pero sea vuestro honor amar siempre ms de lo que sois amadas y no ser nunca
las
segundas.
Tema el varn a la mujer cuando sta ama: entonces realiza ella todos los sacrificio
s, y
todo lo dems lo considera carente de valor.
Tema el varn a la mujer cuando sta odia: pues en el fondo del alma el varn es tan slo malvado, pero la mujer es all mala.
A quin odia ms la mujer? - As le dijo el hierro al imn: A ti es a lo que ms odio,
porque atraes, pero no eres bastante fuerte para retener.
La felicidad del varn se llama: yo quiero. La felicidad de la mujer se llama: l qu
iere.
Mira, justo ahora se ha vuelto perfecto el mundo! - as piensa toda mujer cuando
obedece desde la plenitud del amor.
Y la mujer tiene que obedecer y tiene que encontrar una profundidad para su supe
rficie.
Superficie es el nimo de la mujer, una mvil piel tempestuosa sobre aguas poco prof
undas.
Pero el nimo del varn es profundo, su corriente ruge en cavernas subterrneas: la mu
jer presiente su fuerza, mas no la comprende. Entonces me replic la viejecilla: Muchas gentilezas acaba de decir Zaratustra, y s
obre
todo para quienes son bastante jvenes para ellas.
Es extrao, Zaratustra conoce poco a las mujeres, y, sin embargo, tiene razn sobre
ellas! Ocurre esto acaso porque para la mujer nada es imposible?108
Y ahora toma, en agradecimiento, una pequea verdad! Yo soy bastante vieja para
ella!
Envulvela bien y tpale la boca: de lo contrario grita a voz en cuello esta pequea v
erdad.
Dame, mujer, tu pequea verdad!, dije yo. Y as habl la viejecilla:
Vas con mujeres? No olvides el ltigo!109
As habl Zaratustra.
107

Una parfrasis y ampliacin de las ideas sobre la mujer expuestas aqu por Zaratustra
pueden verse en
Ecce homo.
108
Parfrasis irnica del Evangelio de Lucas, 1, 37: Para Dios nada es imposible. Son pa
labras del ngel Gabriel a Mara al anunciarle que su pariente Isabel ha concebido un hijo en s
u vejez.
109
En la tercera parte, La otra cancin del baile, Zaratustra usar este ltigo para hace
r que la vida -una
mujer- baile.
De la picadura de la vbora
Un da habase quedado Zaratustra dormido debajo de una higuera, pues haca calor, y
haba colocado sus brazos sobre el rostro. Entonces vino una vbora y le pic en el cu
ello,
de modo que Zaratustra se despert gritando de dolor110. Al retirar el brazo del r
ostro vio
a la serpiente: sta reconoci entonces los ojos de Zaratustra, dio la vuelta torpem
ente y
quiso marcharse. No, dijo Zaratustra; todava no has recibido mi agradecimiento! Me
has despertado a tiempo, mi camino es todava largo. Tu camino es ya corto, dijo la
vbora con tristeza; mi veneno mata. Zaratustra sonri. En alguna ocasin ha muerto
un dragn por el veneno de una serpiente? - dijo. Pero toma de nuevo tu veneno! No
eres
bastante rica para regalrmelo. Entonces la vbora se lanz otra vez alrededor de su cu
ello y le lami la herida.
En una ocasin en que Zaratustra cont esto a sus discpulos, stos preguntaron: Y
cul es, Zaratustra, la moraleja de tu historia? Zaratustra respondi as:
Los buenos y justos me llaman el aniquilador de la moral111: mi historia es inmo
ral.
Si vosotros tenis un enemigo, no le devolvis bien por mal: pues eso lo avergonzara.
Sino demostrad que os ha hecho un bien.
Y es preferible que os encolericis a que avergoncis a otro! Y si os maldicen, no me
agrada que queris bendecir112. Es mejor que tambin vosotros maldigis un poco!
Y si se ha cometido una gran injusticia con vosotros, cometed vosotros enseguida
cinco pequeas! Es horrible ver a alguien a quien la injusticia lo oprime slo a l.
Sabais ya esto? Injusticia dividida es justicia a medias. Y slo debe cargar con la i
njusticia aquel que sea capaz de llevarla!
Una pequea venganza es ms humana que ninguna. Y si el castigo no es tambin un
derecho y un honor para el prevaricador, entonces tampoco me gusta vuestro casti
go.
Es ms noble quitarse a s mismo la razn que mantenerla, sobre todo si se la tiene. Slo que hay que ser bastante rico para hacerlo.
No me gusta vuestra fra justicia; y desde los ojos de vuestros jueces me miran si
empre
el verdugo y su fra cuchilla113. Decidme, dnde se encuentra la justicia que sea amo
r
con ojos clarividentes?
Inventad, pues, el amor que soporta no slo todos los castigos, sino tambin todas la
s
culpas!

Inventad, pues, la justicia que absuelve a todos, excepto a los que juzgan!
Queris or todava otra cosa? En quien quiere ser radicalmente justo, en se incluso la
mentira se convierte en afabilidad con los hombres.
Mas cmo voy yo a querer ser radicalmente justo! Cmo puedo dar a cada uno lo suyo! Bsteme esto: yo doy a cada uno lo mo.
En fin, hermanos, cuidad de no ser injustos con ningn eremita! Cmo podra olvidar
un eremita! Cmo podra l resarcirse!
Cual un pozo profundo es un eremita. Es fcil arrojar dentro una piedra; mas una v
ez
que ha llegado al fondo, decidme, quin quiere sacarla de nuevo?
Guardaos de ofender al eremita! Pero si lo habis hecho, entonces matadlo adems!
As habl Zaratustra.
110
Posible reminiscencia de Hamlet, I, 5. La Sombra (el alma del padre de Hamlet)
le cuenta a ste: Ha
corrido la voz de que, estando yo dormido en mi jardn, me pic una serpiente...
111
Vase la nota 28.
112
Anttesis de lo que dice el Evangelio de Mateo, 5, 44: Bendecid a quienes os maldi
cen.
113
Vase antes, Del plido delincuente.
Del hijo y del matrimonio
Tengo una pregunta para ti solo, hermano mo: como una sonda lanzo esta pregunta a
tu
alma, para saber lo profunda que es.
T eres joven y deseas para ti hijos y matrimonio. Pero yo te pregunto: eres un hom
bre
al que le sea lcito desear para s un hijo?
Eres t el victorioso, el domeador de ti mismo, el soberano de los sentidos, el seor
de tus virtudes? As te pregunto. O hablan en tu deseo el animal y la necesidad? O l
a
soledad? O la insatisfaccin contigo mismo?
Yo quiero que tu victoria y tu libertad anhelen un hijo. Monumentos vivientes de
bes
erigir a tu victoria y a tu liberacin Por encima de ti debes construir. Pero ante
s tienes que
estar construido t mismo, cuadrado114 de cuerpo y de alma.
No debes propagarte slo al mismo nivel, sino hacia arriba! Aydete para ello el jardn del matrimonio!115
Un cuerpo ms elevado debes crear, un primer movimiento, una rueda que gire por s
misma, - un creador debes t crear.
Matrimonio: as llamo yo la voluntad de dos de crear uno que sea ms que quienes lo
crearon. Respeto recproco llamo yo al matrimonio, entre quienes desean eso.
Sea se el sentido y la verdad de tu matrimonio. Pero lo que llaman matrimonio los
demasiados, esos superfluos, - ay, cmo lo llamo yo?
Ay, esa pobreza de alma entre dos! Ay, esa suciedad de alma entre dos! Ay, ese lamentable bienestar entre dos!116
Matrimonio llaman ellos a todo eso; y dicen que sus matrimonios han sido contrado
s
en el cielo.
No, a m no me gusta ese cielo de los superfluos! No, a m no me gustan esos animales trabados en la red celestial!
Permanezca lejos de m tambin el dios que se acerca cojeando a bendecir lo que l no

ha unido!117
No me os riis de tales matrimonios! Qu hijo no tendra motivo para llorar sobre sus
padres?
Digno me pareca a m ese varn, y maduro para el sentido de la tierra: mas cuando vi
a
su mujer, la tierra me pareci una casa de insensatos.
S, yo quisiera que la tierra temblase en convulsiones cuando un santo y una gansa
se
aparean.
ste march como un hroe a buscar verdades, y acab trayendo como botn una pequea mentira engalanada118. Su matrimonio lo llama.
Aqul era esquivo en sus relaciones con otros, y seleccionaba al elegir. Pero de u
na sola vez se estrope su compaa para siempre: su matrimonio lo llama.
Aqul otro buscaba una criada que tuviese las virtudes de un ngel. Pero de una sola
vez se convirti l en criada de una mujer, y ahora sera necesario que, adems, se tran
sformase en ngel119.
He encontrado que ahora todos los compradores andan con cuidado y que todos tien
en
ojos astutos. Pero incluso el ms astuto se compra su mujer a ciegas.
Muchas breves tonteras - eso se llama entre vosotros amor. Y vuestro matrimonio p
one
fin a muchas breves tonteras en la forma de una sola y prolongada estupidez.
Vuestro amor a la mujer, y el amor de la mujer al varn: ay, ojal fuera compasin por
dioses sufrientes y encubiertos! Pero casi siempre dos animales se adivinan recpr
ocamente.
E incluso vuestro mejor amor no es ms que un smbolo exttico y un dolorido ardor.
Es una antorcha que debe iluminaros hacia caminos ms elevados.
Por encima de vosotros mismos debis amar alguna vez! Por ello, aprended primero a
amar! Y para ello tenis que beber el amargo cliz de vuestro amor120.
Amargura hay en el cliz incluso del mejor amor: por eso produce anhelo del superhombre, por eso te da sed a ti, creador!
Sed para el creador, flecha y anhelo hacia el superhombre: di, hermano mo, es sta t
u
voluntad de matrimonio? Santos son entonces para m tal voluntad y tal matrimonio.

As habl Zaratustra.
114
Vase la nota 54.
115
En la tercera parte, De tablas viejas y nuevas, 24, repetir Zaratustra este cons
ejo con las mismas palabras.
116
Zaratustra aplica ahora al matrimonio el mismo estribillo pobreza, suciedad y un
lamentable bienestar que antes haba aplicado al alma, la felicidad, la razn y la virtud. Vase el Prlog
o de Zaratustra, 3.
117
Anttesis de lo que dice el Evangelio de Mateo, 19, 6: ... lo que Dios ha unido. El
dios cojo es
una alusin al dios griego Hefesto, que, como se dice en el prrafo anterior, traba e
n una red celestial a
su esposa Afrodita y a Ares, al sorprenderlos en adulterio.
118

Cita irnica de una conocida frase de Goethe al final de Los aos de aprendizaje de
Wilhelm Meister.
Sal, hijo de Quis, sali a buscar las pollinas de su padre y encontr un reino. La fras
e de Goethe es una
sntesis de lo narrado en la Biblia, captulos 9 y 10 de 1 Samuel.
119
Algunos comentaristas han querido ver en estas cuatro sarcsticas vietas otras tan
tas alusiones a cuatro matrimonios amigos de Nietzsche. La identificacin es peligrosa e insegura. Es
posible que las vivencias de Nietzsche al contemplar ciertos matrimonios se expresasen en esos mismos
enunciados. Mas,
como ocurre en toda esta obra, Nietzsche transpone sus vivencias a un plano gene
ral.
120
Beber el cliz es expresin bblica. Vase el Evangelio de Mateo, 26,27-29.
De la muerte libre
Muchos mueren demasiado tarde, y algunos mueren demasiado pronto. Todava suena
extraa esta doctrina: Muere a tiempo!
Morir a tiempo: eso es lo que Zaratustra ensea.
En verdad, quien no vive nunca a tiempo, cmo va a morir a tiempo? Ojal no hubiera nacido jams! - Esto es lo que aconsejo a los superfluos.
Pero tambin los superfluos se dan importancia con su muerte, y tambin la nuez ms
vaca de todas quiere ser cascada.
Todos dan importancia al morir: pero la muerte no es todava una fiesta. Los hombr
es
no han aprendido an cmo se celebran las fiestas ms bellas.
Yo os muestro la muerte consumadora, que es para los vivos un aguijn121 y una pro
mesa.
El consumador muere su muerte victoriosamente, rodeado de personas que esperan y
prometen.
As se debera aprender a morir; y no debera haber fiesta alguna en que uno de esos
moribundos no santificase los juramentos de los vivos!
Morir as es lo mejor; pero lo segundo es: morir en la lucha y prodigar un alma gr
ande.
Tanto al combatiente como al victorioso les resulta odiosa esa vuestra gesticula
dora
muerte que se acerca furtiva como un ladrn - y que, sin embargo, viene como seor12
2.
Yo os elogio mi muerte, la muerte libre, que viene a m porque yo quiero.
Y cundo querr? - Quien tiene una meta y un heredero quiere la muerte en el momento justo para la meta y para el heredero.
Y por respeto a la meta y al heredero ya no colgar coronas marchitas en el santua
rio de
la vida.
En verdad, yo no quiero parecerme a los cordeleros: estiran sus cuerdas y, al ha
cerlo,
van siempre hacia atrs.
Ms de uno se vuelve demasiado viejo incluso para sus verdades y sus victorias; un
a
boca desdentada no tiene ya derecho a todas las verdades.
Y todo el que quiera tener fama tiene que despedirse a tiempo del honor y ejerce
r el difcil arte de - irse a tiempo.
Hay que poner fin al dejarse comer en el momento en que mejor sabemos: esto lo c
ono-

cen quienes desean ser amados durante mucho tiempo.


Hay, ciertamente, manzanas agrias, cuyo destino quiere aguardar hasta el ltimo da
del
otoo: a un mismo tiempo se ponen maduras, amarillas y arrugadas.
En unos envejece primero el corazn, y en otros, el espritu. Y algunos son ancianos
en
su juventud: pero una juventud tarda mantiene joven durante mucho tiempo.
A algunos el vivir se les malogra: un gusano venenoso les roe el corazn. Por ello
, cuiden tanto ms de que no se les malogre el morir.
Algunos no llegan nunca a estar dulces, se pudren ya en el verano. La cobarda es
lo
que los retiene en su rama.
Demasiados son los que viven, y durante demasiado tiempo penden de sus ramas. Oja
l viniera una tempestad que hiciese caer del rbol a todos esos podridos y comidos
de
gusanos!
Ojal viniesen predicadores de la muerte rpida! stos seran para m las oportunas
tempestades que sacudiran los rboles de la vida! Pero yo oigo predicar tan slo la m
uerte lenta y paciencia con todo lo terreno.
Ay, vosotros predicis paciencia con las cosas terrenas? Esas cosas terrenas son las
que tienen demasiada paciencia con vosotros, hocicos blasfemos!
En verdad, demasiado pronto muri aquel hebreo a quien honran los predicadores de
la
muerte lenta: y para muchos se ha vuelto desde entonces una fatalidad el que l mu
riese
demasiado pronto.
No conoca an ms que lgrimas y la melancola propia del hebreo, junto con el odio
de los buenos y justos, - el hebreo Jess123: y entonces lo acometi el anhelo de la
muerte.
Ojal hubiera permanecido en el desierto, y lejos de los buenos y justos! Tal vez
habra aprendido a vivir y a amar la tierra - y, adems, a rer!124
Creedme, hermanos mos! Muri demasiado pronto; l mismo se habra retractado de
su doctrina si hubiera alcanzado mi edad! Era bastante noble para retractarse!
Pero todava estaba inmaduro. De manera inmadura ama el joven, y de manera inmadura odia tambin al hombre y a la tierra. Tiene an atados y torpes el nimo y las alas
del
espritu.
Pero en el adulto hay ms nio que en el joven, y menos melancola: entiende mejor de
muerte y de vida.
Libre para la muerte y libre en la muerte, un santo que dice no cuando ya no es
tiempo
de decir s: as es como l entiende de vida y de muerte.
Que vuestro morir no sea una blasfemia contra el hombre y contra la tierra, amig
os mos: esto es lo que yo le pido a la miel de vuestra alma.
En vuestro morir deben seguir brillando vuestro espritu y vuestra virtud, cual lu
z vespertina en torno a la tierra: de lo contrario, se os habr malogrado el morir.
As quiero morir yo tambin, para que vosotros, amigos, amis ms la tierra, por amor a
m; y quiero volver a ser tierra, para reposar en aquella que me dio a luz.
En verdad, una meta tena Zaratustra, lanz su pelota: ahora, amigos, sois vosotros
herederos de mi meta, a vosotros os lanzo la pelota de oro125.
Ms que nada prefiero, amigos mos, veros lanzar la pelota de oro! Y por ello me demoro an un poco en la tierra: perdondmelo!

As habl Zaratustra.

121
El aguijn de la muerte es expresin bblica. Vase 1 Corintios, 15, 55: Muerte, dnde e
aguijn? Por contraposicin a l, Zaratustra hablar en la tercera parte del aguijn de la
ibertad; vase
De tablas viejas, y nuevas.
122
Vase la nota 11.
123
La alusin a el hebreo Jess como un personaje ya fallecido y, por lo tanto, anterior
a Zaratustra, es
un anacronismo voluntario. No es el nico en esta obra.
124
Alusin a lo que se dice en el Evangelio de Lucas, 6, 25: Ay de los que ahora res, p
orque vais a lamentaron y llorar. En la cuarta parte, Del hombre superior, 16, vuelve Zaratustra
a tratar este tema.
125
La pelota de oro es aqu smbolo de la doctrina de Zaratustra. Zaratustra la lanza a
sus discpulos
para que stos la recojan y continen.
De la virtud que hace regalos
Cuando Zaratustra se hubo despedido de la ciudad que su corazn amaba y cuyo nombre es: La Vaca Multicolor - le siguieron muchos que se llamaban sus discpulos y le
hacan compaa126. Llegaron as a una encrucijada: all Zaratustra les dijo que desde
aquel momento quera marchar solo, pues era amigo de caminar en soledad. Y sus dis
cpulos le entregaron como despedida un bastn en cuyo puo de oro se enroscaba en tor
no
al sol una serpiente127. Zaratustra se alegr del bastn y se apoy en l; luego habl as a
sus discpulos.
Decidme: cmo lleg el oro a ser el valor supremo? Porque es raro, e intil, y resplandeciente, y suave en su brillo; siempre hace don de s mismo.
Slo en cuanto efigie de la virtud ms alta lleg el oro a ser el valor supremo. Semej
ante al oro resplandece la mirada del que hace regalos. Brillo de oro sella paz en
tre luna y
sol.
Rara es la virtud ms alta, e intil, y resplandeciente, y suave en su brillo: una v
irtud
que hace regalos es la virtud ms alta.
En verdad, yo os adivino, discpulos mos: vosotros aspiris, como yo, a la virtud que
hace regalos. Qu tendrais vosotros en comn con gatos y lobos?
sta es vuestra sed, el llegar vosotros mismos a ser ofrendas y regalos: y por ell
o tenis
sed de acumular todas las riquezas en vuestra alma.
Insaciable anhela vuestra alma tesoros y joyas, porque vuestra virtud es insacia
ble en su
voluntad de hacer regalos. Forzis a todas las cosas a acudir a vosotros y a entra
r en vosotros, para que vuelvan a fluir de vuestro manantial como los dones de vuestro
amor.
En verdad, semejante amor que hace regalos tiene que convertirse en ladrn de todo

s
los valores; pero yo llamo sano y sagrado a ese egosmo128.
Existe otro egosmo, demasiado pobre, un egosmo hambriento que siempre quiere hurtar, el egosmo de los enfermos, el egosmo enfermo.
Con ojos de ladrn mira se egosmo todo lo que brilla; con la avidez del hambre mira
hacia quien tiene de comer en abundancia; y siempre se desliza a hurtadillas en
torno a la
mesa de quienes hacen regalos.
Enfermedad habla en tal codicia, y degeneracin invisible; desde el cuerpo enfermo
habla la ladrona codicia de ese egosmo. Decidme, hermanos mos: qu es para nosotros
lo malo y lo peor? No es la degeneracin? - Y siempre adivinamos degeneracin all
donde falta el alma que hace regalos.
Hacia arriba va nuestro camino, desde la especie asciende a la super-especie. Pe
ro un
horror es para nosotros el sentido degenerante que dice: Todo para m.
Hacia arriba vuela nuestro sentido: de este modo es un smbolo de nuestro cuerpo,
smbolo de una elevacin. Smbolos de tales elevaciones son los nombres de las virtudes
.
As atraviesa el cuerpo la historia, como algo que deviene y lucha. Y el espritu - q
u
es el espritu para el cuerpo? Heraldo de sus luchas y victorias, compaero y eco.
Smbolos son todos los nombres del bien y del mal: no declaran, slo hacen seas.
Tonto es quien de ellos quiere sacar saber!
Prestad atencin, hermanos mos, a todas las horas en que vuestro espritu quiere habl
ar
por smbolos: all est el origen de vuestra virtud.
Elevado est entonces vuestro cuerpo, y resucitado; con sus delicias cautiva al es
pritu,
para que ste se convierta en creador y en apreciador y en amante y en benefactor
de todas las cosas.
Cuando vuestro corazn hierve, ancho y lleno, igual que el ro, siendo una bendicin y
un peligro para quienes habitan a su orilla: all est el origen de vuestra virtud.
Cuando estis por encima de la alabanza y de la censura, y vuestra voluntad quiere
dar
rdenes a todas las cosas, como voluntad que es de un amante: all est el origen de v
uestra virtud.
Cuando despreciis lo agradable y la cama blanda, y no podis acostaros a suficiente
distancia de los comodones: all est el origen de vuestra virtud.
Cuando no tenis ms que una sola voluntad, y ese viraje de toda necesidad se llama
para vosotros necesidad129: all est el origen de vuestra virtud.
En verdad, ella es un nuevo bien y un nuevo mal! En verdad, es un nuevo y profundo
murmullo, y la voz de un nuevo manantial!
Poder es sa nueva virtud; un pensamiento dominante es, y, en torno a l, un alma in
teligente: un sol de oro y, en torno a l, la serpiente del conocimiento.
2
Aqu Zaratustra call un rato y contempl con amor a sus discpulos. Despus continu
hablando as: - y su voz se haba cambiado.
Permanecedme fieles a la tierra, hermanos mos, con el poder de vuestra virtud! Vues
tro amor que hace regalos y vuestro conocimiento sirvan al sentido de la tierra!

Esto os
ruego y a ello os conjuro.
No dejis que vuestra virtud huya de las cosas terrenas y bata las alas hacia pared
es
eternas! Ay, ha habido siempre tanta virtud que se ha perdido volando!
Conducid de nuevo a la tierra, como hago yo, a la virtud que se ha perdido volan
do - s,
conducidla de nuevo al cuerpo y a la vida: para que d a la tierra su sentido, un s
entido
humano!
De cien maneras se han perdido volando y se han extraviado hasta ahora tanto el
espritu como la virtud. Ay, en nuestro cuerpo habita ahora todo ese delirio y error:
en cuerpo y
voluntad se han convertido.
De cien maneras han hecho ensayos y se han extraviado hasta ahora tanto el esprit
u
como la virtud. S, un ensayo ha sido el hombre. Ay, mucha ignorancia y mucho error
se
han vuelto cuerpo en nosotros!
No slo la razn de milenios - tambin su demencia hace erupcin en nosotros. Peligroso es ser heredero.
Todava combatimos paso a paso con el gigante Azar, y sobre la humanidad entera ha
dominado hasta ahora el absurdo, el sinsentido.
Vuestro espritu y vuestra virtud sirvan al sentido de la tierra, hermanos mos: y el
valor de todas las cosas sea establecido de nuevo por vosotros! Por eso debis ser lu
chadores! Por eso debis ser creadores!
Por el saber se purifica el cuerpo; haciendo ensayos con el saber se eleva; al h
ombre del
conocimiento todos los instintos se le santifican; al hombre elevado su alma se
le vuelve
alegre.
Mdico, aydate a ti mismo130: as ayudas tambin a tu enfermo. Sea tu mejor ayuda
que l vea con sus ojos a quien se sana a s mismo.
Mil senderos existen que an no han sido nunca recorridos; mil formas de salud y m
il
ocultas islas de la vida. Inagotados y no descubiertos continan siendo siempre pa
ra m el
hombre y la tierra del hombre.
Vigilad y escuchad, solitarios! Del futuro llegan vientos con secretos aleteos; y
a odos
delicados se dirige la buena nueva.
Vosotros los solitarios de hoy, vosotros los apartados, un da debis ser un pueblo:
de
vosotros, que os habis elegido a vosotros mismos, debe surgir un da un pueblo eleg
ido131: - y de l, el superhombre.
En verdad, en un lugar de curacin debe transformarse todava la tierra! Y ya la envuelve un nuevo aroma, que trae salud, - y una nueva esperanza!
3
Cuando Zaratustra hubo dicho estas palabras call como quien no ha dicho an su ltima palabra; largo tiempo sopes, dudando, el bastn en su mano. Por fin habl as: - y s
u
voz se haba cambiado.
Ahora yo me voy solo, discpulos mos! Tambin vosotros os vais ahora solos! As lo

quiero yo.
En verdad, ste es mi consejo: Alejaos de m y guardaos de Zaratustra! Y aun mejor:
avergonzaos de l! Tal vez os ha engaado.
El hombre del conocimiento no slo tiene que poder amar a sus enemigos, tiene tambin que poder odiar a sus amigos132.
Se recompensa mal a un maestro si se permanece siempre discpulo. Y por qu no vais
a deshojar vosotros mi corona?
Vosotros me veneris: pero qu ocurrir si un da vuestra veneracin se derrumba?
Cuidad de que no os aplaste una estatua!133
Decs que creis en Zaratustra? Mas qu importa Zaratustra! Vosotros sois mis creyentes, mas qu importan todos los creyentes!
No os habais buscado an a vosotros: entonces me encontrasteis. As hacen todos los
creyentes: por eso vale tan poco toda fe.
Ahora os ordeno que me perdis a m y que os encontris a vosotros; y slo cuando todos hayis renegado de m134 volver entre vosotros135.
En verdad, con otros ojos, hermanos mos, buscar yo entonces a mis perdidos; con un
amor distinto os amar entonces 136.
Y todava una vez debis llegar a ser para m amigos e hijos de una sola esperanza: en
tonces quiero estar con vosotros por tercera vez, para celebrar con vosotros el
gran medioda137.
Y el gran medioda es la hora en que el hombre se encuentra a mitad de su camino e
ntre
el animal y el superhombre y celebra su camino hacia el atardecer como su ms alta
esperanza: pues es el camino hacia una nueva maana.
Entonces el que se hunde en su ocaso se bendecir a s mismo por ser uno que pasa al
otro lado; y el sol de su conocimiento estar para l en el medioda.
Muertos estn todos los dioses: ahora queremos que viva el superhombre.138 - sea
sta alguna vez, en el gran medioda, nuestra ltima voluntad! As habl Zaratustra.
126
Nietzsche presenta aqu a Zaratustra seguido por sus discpulos en una situacin pare
cida a la que los
Evangelios narran de Jess. Vase, por ejemplo, el Evangelio de Lucas, 8, 1: Jess iba
recorriendo una
tras otra las ciudades y aldeas, predicando y anunciando la buena nueva del rein
o de Dios; y con l iban los
Doce y algunas mujeres que haban sido curadas de espritus malos y enfermedades.
127
Este bastn, con su simbolismo de la serpiente, alude al cetro de Esculapio, dios
de la medicina en la
Antigedad griega. Zaratustra es el mdico de las enfermedades de este mundo. Todo e
ste, 1 es un comentario del smbolo del bastn, como puede verse en el prrafo final: Poder es esa nueva
virtud; un pensamiento dominante es, y, en torno a l, un alma inteligente: un sol de oro y, en to
rno a l, la serpiente del
conocimiento. La serpiente del conocimiento es concepto que deriva de la Biblia. Vas
e Gnesis, 3, 5.
128
En la tercera parte, De los tres males, 2 se alude directamente a esta enseanza.
129

La palabra alemana Notwendigkeit (necesidad) est compuesta de Not (necesidad, en


el sentido de
menesterosidad, necesidades) y Wende (viraje). Nietzsche separa estos dos componen
tes y reali za un
juego de palabras muy difcil de verter al castellano. Se trata, sin embargo, de u
n concepto central de
Nietzsche. El texto alemn dice as: Wenn Ihr Eines Willens Wollende seid, und diese
Wende aller Not euch
Notwendigkeit heisst. Como acaba de decirse, la palabra Not significa: necesidad
, menesterosidad; y
Wende, viraje, en el sentido de dar la vuelta, volver una cosa hacia atrs, rechaz
arla y apartarla hacindola
girar. De aqu que a aquello que (ab)wendet (aparta) una Not (necesidad) se lo emp
ezase a llamar en alemn, en el siglo XVI, notwendig (necesario). Se da, pues, la paradoja de que se ll
ama necesario
(notwendig) a lo que aleja de nosotros (wenden) la necesidad (Not). Seguramente
ahora podr comprenderse mejor la frase de Nietzsche. Zaratustra dice: vuestra necesidad (Notwendigkeit)
debe consistir en que
vuestra voluntad (Wille), siendo una sola voluntad, constituya el viraje (Wende)
de la necesidad, de la menesterosidad (Not). Lo que el hombre necesita es rechazar la necesidad, lo cual
se realiza teniendo una sola
voluntad. Lutero no conoce an la palabra Notwendigkeit, cuya historia en el idiom
a alemn es bastante
complicada.
130
Cita del Evangelio de Lucas, 4, 23: Seguro que me diris este proverbio: Mdico, crat
e a ti mismo
(palabras de Jess a sus interlocutores en la sinagoga de Cafarnaum).
131
Pueblo elegido: concepto bblico para designar a Israel. Vase el Salmo 105, 43. Zara
tustra establece aqu una anttesis entre los que se han elegido a s mismos y los elegidos por Dios.
132
Parfrasis, invirtiendo el sentido, del Evangelio de Mateo, 5, 43-44. Habis odo que
fue dicho:
Amars a tu prjimo y odiars a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos.
133
Alusin a la fbula narrada por Aristteles en su Potica (1452 s 7-10): Tambin lo fortui
to nos maravilla ms cuando parece hecho de intento, por ejemplo cuando la estatua de Mitis
, en Argos, mat al
culpable de la muerte de Mitis, cayendo sobre l mientras asista a un espectculo.
134
Parfrasis, invirtiendo el sentido, del Evangelio de Mateo, 10, 33: A todo el que
me negase delante
de los hombres yo le negar tambin delante de mi Padre.
135
En Ecce homo, cita Nietzsche el pasaje que va desde Ahora yo me voy solo... hasta
aqu para indicar que Zaratustra no es un sabio, ni un santo, ni un redentor del mundo a la manera u
sual.
136
Estos dos ltimos prrafos, desde y solo... hasta aqu, fueron colocados por Nietzsche
como motto
al frente de la segunda parte de esta obra.
137
El gran medioda: primera aparicin de este importante concepto en esta obra. Zaratus

tra lo describe a grandes rasgos en el prrafo siguiente. Vase tambin, en la tercera parte, De la
virtud empequeecedora, 3, Del pasar de largo, De los tres males, 2, De tablas viejas y nuev
as, 3, y 30; y en la cuarta
parte, Del hombre superior, 2, y El signo.
138
En la cuarta parte, Del hombre superior, 2, se repite esta frase.
Segunda parte de
As habl Zaratustra
- y slo cuando todos hayis renegado de m
volver entre vosotros.
En verdad, con otros ojos, hermanos mos,
buscar yo entonces a mis perdidos; con un
amor distinto os amar entonces.
Zaratustra, De la virtud que hace
regalos
El nio del espejo139
Zaratustra volvi a continuacin a las montaas y a la soledad de su caverna y se apar
t
de los hombres: aguardando como un sembrador que ha lanzado su semilla140. Mas s
u
alma se llen de impaciencia y de deseos de aquellos a quienes amaba: pues an tena
muchas cosas que darles. Esto es, en efecto, lo ms difcil, el cerrar por amor la m
ano
abierta y el conservar el pudor al hacer regalos141.
As transcurrieron para el solitario meses y aos; mas su sabidura creca y le causaba
dolores por su abundancia.
Una maana se despert antes de la aurora, estuvo meditando largo tiempo en su lecho
y dijo por fin a su corazn:
De qu me he asustado tanto en mis sueos, que me he despertado? No se acerc a
m un nio que llevaba un espejo?
Oh Zaratustra - me dijo el nio -, mrate en el espejo!
Y al mirar yo al espejo lanc un grito, y mi corazn qued aterrado: pues no era a m a
quien vea en l, sino la mueca y la risa burlona de un demonio.
En verdad, demasiado bien comprendo el signo y la advertencia del sueo: mi doctrin
a
est en peligro, la cizaa quiere llamarse trigo!142
Mis enemigos se han vuelto poderosos y han deformado la imagen de mi doctrina, d
e
modo que los ms queridos por m tuvieron que avergonzarse de los dones que yo les
haba entregado.
He perdido a mis amigos; me ha llegado la hora de buscar a los que he perdido! 143
Al decir estas palabras Zaratustra se levant de un salto, pero no como un angusti
ado
que busca aire, sino ms bien como un vidente y cantor de quien se apodera el espri
tu.
Extraados miraron hacia l su guila y su serpiente: pues, semejante a la aurora, sob
re su
rostro yaca una felicidad cercana.
Qu me ha sucedido, pues, animales mos? - dijo Zaratustra. No estoy transformado?
No vino a m la bienaventuranza como un viento tempestuoso?
Loca es mi felicidad, y cosas locas dir: es demasiado joven todava - tened, pues, p

aciencia con ella!


Herido estoy por mi felicidad144: todos los que sufren deben ser mdicos para m!
De nuevo me es lcito bajar a mis amigos y tambin a mis enemigos! De nuevo le es
lcito a Zaratustra hablar y hacer regalos y dar lo mejor a los amados!
Mi impaciente amor se desborda en ros que bajan hacia levante y hacia poniente145
.
Desde silenciosas montaas y tempestades de dolor desciende mi alma con estruendo a
los valles!
Demasiado tiempo he estado anhelando y mirando a lo lejos. Demasiado tiempo he p
ertenecido a la soledad: as he olvidado el callar.
Me he convertido todo yo en una boca, y en estruendo de arroyo que cae de elevad
os
peascos: quiero despear mis palabras a los valles.
Y lo har aunque el ro de mi amor se precipite en lo infranqueable! Cmo no va a
acabar encontrando tal ro el camino hacia el mar!
Sin duda hay en m un lago, un lago eremtico, que se basta a s mismo; mas el ro de
mi amor lo arrastra hacia abajo consigo - al mar!
Nuevos caminos recorro, un nuevo modo de hablar llega a m; me he cansado, como
todos los creadores, de las viejas lenguas. Mi espritu no quiere ya caminar sobre
sandalias usadas.
Con demasiada lentitud corre para m todo hablar: - a tu carro salto, tempestad! E i
ncluso a ti quiero arrearte con el ltigo de mi maldad!
Como un grito y una exclamacin jubilosa quiero correr sobre anchos mares, hasta e
ncontrar las islas afortunadas146 donde moran mis amigos: Y mis enemigos entre ellos! Cmo amo ahora a todo aquel a quien me sea lcito
hablarle! Tambin mis enemigos forman parte de mi bienaventuranza.
Y si quiero montar en mi caballo salvaje, lo que mejor me ayuda siempre a subir
es mi
lanza: ella es el servidor constantemente dispuesto de mi pie: La lanza que arrojo contra mis enemigos! Cmo les agradezco a mis enemigos el que
por fin se me permita arrojarla!
Demasiado grande era la tensin de mi nube: entre carcajadas de rayos quiero lanza
r
granizadas a la profundidad.
Poderoso se hinchar entonces mi pecho, poderoso exhalar su tempestad por encima
de los montes: as quedar aliviado.
En verdad, semejantes a una tempestad llegan mi felicidad y mi libertad! Pero mis
enemigos deben creer que es el Maligno147 el que se enfurece sobre sus cabezas.
S, tambin os asustaris vosotros, amigos mos, a causa de mi sabidura salvaje148; y tal
vez huyis de ella juntamente con mis enemigos.
Ay, si yo supiese atraeros con flautas pastoriles a volver atrs! Ay, si mi leona Sa
bidura aprendiese a rugir con dulzura! Y muchas cosas hemos ya aprendido juntos!
Mi sabidura salvaje qued preada en montaas solitarias; sobre speros peascos pari su nueva, ltima cra. Ahora corre enloquecida por el duro desierto y busca y busc
a
blando csped - mi vieja sabidura salvaje!
Sobre el blando csped de vuestros corazones, amigos mos! - sobre vuestro amor le
gustara acostar lo ms querido para ella!
As habl Zaratustra.

139
En los borradores Nietzsche haba previsto para este captulo el ttulo de La segunda
aurora.
140
El sembrador es imagen evanglica. Vase Evangelio de Mateo, 13, 3 ss.
141
Nietzsche desarrolla con detalle esta idea en esta misma segunda parte, La canc
in de la noche.
142
Sobre la cizaa y el trigo vase el Evangelio de mateo, 13, 24 y ss. (parbola de la
cizaa). Tambin
aqu son los enemigos del sembrador los que plantan cizaa entre el trigo.
143
La imagen de salir en busca de los perdidos es asimismo reminiscencia evanglica. Va
se Evangelio de Lucas, 15,4 y ss. (parbola de la oveja perdida).
144
Esta frase es, incluso por su estructura verbal (verwundet bin ich von meinem G
lcke), reminiscencia
de las muy conocidas, entre wagnerianos, palabras de Brunilda en el tercer acto
del Sigfrido:
Herido me ha quien me despert (verwundet hat mich der mich erweckt). Nietzsche cuen
ta que, cuando fue a visitar por vez primera a Wagner en Tribschen, estuvo largo tiempo en si
lencio ante la casa y
escuchaba un acorde doloroso, continuamente repetido. Ese acorde corresponda al te
ma del despertar de
Brunilda.
145
Expresin bblica. Vase el Salmo 50, 1: Desde el poniente hasta el levante...
146
Anticipacin del ttulo del apartado siguiente. Vase la nota 149.
147
Expresin bblica para designar al demonio.
148
El tema de la sabidura salvaje tiene gran importancia como caracterizacin del saber
propio de Zaratustra. Vase, en el prrafo siguiente, leona Sabidura. Vase tambin, en esta misma se
unda parte,
De los sabios famosos, donde Zaratustra contrapone esta sabidura suya al saber de
los sabios famosos
que aparecen como animales de carga. Vase asimismo, en la tercer parte, De tablas v
iejas y nuevas, 2.
En las islas afortunadas149
Los higos caen de los rboles, son buenos y dulces; y, conforme caen, su roja piel
se
abre. Un viento del norte soy yo para higos maduros.
As, cual higos, caen estas enseanzas hasta vosotros, amigos mos: bebed su jugo y su
dulce carne! Nos rodea el otoo, y el cielo puro, y la tarde150.
Ved qu plenitud hay en torno a nosotros! Y es bello mirar, desde la sobreabundanci
a,
hacia mares lejanos.
En otro tiempo decase Dios cuando se miraba hacia mares lejanos; pero ahora yo os
he
enseado a decir: superhombre.
Dios es una suposicin; pero yo quiero que vuestro suponer no vaya ms lejos que
vuestra voluntad creadora.
Podrais vosotros crear un Dios? - Pues entonces no me hablis de dioses! Mas el su-

perhombre s podrais crearlo. Acaso no vosotros mismos, hermanos mos! Pero podrais
transformaros en padres y antepasados del superhombre: y sea ste vuestro mejor cre
ar!Dios es una suposicin: mas yo quiero que vuestro suponer se mantenga dentro de lo
s
lmites de lo pensable.
Podrais vosotros pensar un Dios? - Mas la voluntad de verdad signifique para vosotros esto, que todo sea transformado en algo pensable para el hombre, visible par
a el
hombre, sensible para el hombre! Vuestros propios sentidos debis pensarlos hasta e
l
final!
Y eso a lo que habis dado el nombre de mundo, eso debe ser creado primero por vos
otros: vuestra razn, vuestra imagen, vuestra voluntad, vuestro amor deben devenir e
se
mundo! Y, en verdad, para vuestra bienaventuranza, hombres del conocimiento!
Y cmo ibais a soportar la vida sin esta esperanza, vosotros los que conocis? No os
ha sido lcito estableceros por nacimiento en lo incomprensible, ni tampoco en lo
irracional.
Mas para revelaros totalmente mi corazn a vosotros, amigos: si hubiera dioses, cmo
soportara yo el no ser Dios! Por lo tanto, no hay dioses.
Es cierto que yo he sacado esa conclusin; pero ahora ella me saca a m151. Dios es una suposicin: mas quin bebera todo el tormento de esa suposicin sin morir? Su fe le debe ser quitada al creador, y al guila su cernerse en lejanas aquili
nas?
Dios es un pensamiento que vuelve torcido todo lo derecho y que hace voltearse a
todo
lo que est de pie. Cmo? Estara abolido el tiempo, y todo lo perecedero sera nicamente mentira?
Pensar esto es remolino y vrtigo para osamentas humanas, y hasta un vmito para el
estmago: en verdad, la enfermedad mareante llamo yo a suponer tal cosa.
Malvadas llamo, y enemigas del hombre, a todas esas doctrinas de lo Uno y lo Llen
o y
lo Inmvil y lo Saciado y lo Imperecedero!
Todo lo imperecedero - no es ms que un smbolo!152 Y los poetas mienten demasiado153. De tiempo y de devenir es de lo que deben hablar los mejores smbolos; una alabanza
deben ser y una justificacin de todo lo perecedero!
Crear - sa es la gran redencin del sufrimiento, as es como se vuelve ligera la vida
.
Mas para que el creador exista son necesarios sufrimiento y muchas transformacio
nes.
S, muchos amargos morires tiene que haber en nuestra vida, creadores! De ese modo
sois defensores y justificadores de todo lo perecedero.
Para ser el hijo que vuelve a nacer, para ser eso el creador mismo tiene que que
rer ser
tambin la parturienta y los dolores de la parturienta.
En verdad, a travs de cien almas he recorrido mi camino, y a travs de cien cunas y
dolores de parto. Muchas son las veces que me he despedido, conozco las horas fi
nales
que desgarran el corazn.
Pero as lo quiere mi voluntad creadora, mi destino. O, para decroslo con mayor hon
estidad: justo tal destino - es el que mi voluntad quiere.
Todo lo sensible en m sufre y se encuentra en prisiones: pero mi querer viene sie

mpre
a m como mi liberador y portador de alegra.
El querer hace libres154: sta es la verdadera doctrina acerca de la voluntad y la
libertad
- as os lo ensea Zaratustra.
No-querer-ya y no-estimar-ya y no-crear-ya! Ay, que ese gran cansancio permanezca
siempre alejado de m!
Tambin en el conocer yo siento nicamente el placer de mi voluntad de engendrar y
devenir; y si hay inocencia en mi conocimiento, esto ocurre porque en l hay volun
tad de
engendrar.
Lejos de Dios y de los dioses me ha atrado esa voluntad; qu habra que crear si los
dioses - existiesen!
Pero hacia el hombre vuelve siempre a empujarme mi ardiente voluntad de crear; a
s se
siente impulsado el martillo hacia la piedra.
Ay, hombres, en la piedra dormita para m una imagen, la imagen de mis imgenes!
Ay, que ella tenga que dormir en la piedra ms dura, ms fea!
Ahora mi martillo se enfurece cruelmente contra su prisin. De la piedra saltan pe
dazos: qu me importa?
Quiero acabarlo: pues una sombra155 ha llegado hasta m -la ms silenciosa y ms ligera de todas las cosas vino una vez a m!
La belleza del superhombre lleg hasta m como una sombra. Ay, hermanos mos!
Qu me importan ya - los dioses!
As habl Zaratustra.

149
En los borradores Nietzsche haba previsto para este captulo el ttulo De los dioses
. A pesar de la designacin de afortunadas, Nietzsche no se refiere ciertamente a las islas Canarias n
i a unas islas afortunadas concretas. Si acaso, Nietzsche las situaba junto a Npoles y aludira a Ischia
y Capri, muy conocidas
y amadas por l desde su estancia en Sorrento. En una carta a Peter Gast (12 de ag
osto de 1883) dice
Nietzsche lo siguiente: Esta isla (Ischia) me obsesiona; cuando usted haya ledo As
habl Zaratustra II
hasta el final comprender con claridad dnde he situado yo mis islas afortunadas.
150
Palabras citadas por Nietzsche en Ecce homo para subrayar lo que l llama el tempo
delicadamente
lento de estos discursos.
151
El verbo alemn ziehen, que significa sacar (una conclusin, por ejemplo), extraer, arr
strar,
permite a Nietzsche este juego de palabras, que, desarrollado, dira lo siguiente:
Es cierto que yo he sacado la conclusin de la inexistencia de Dios; pero a la vez esa inexistencia de Dios
me saca, como conclusin suya, a m. O lo que es lo mismo: Yo slo existo en cuanto conclusin de la inex
istencia de Dios.
152
Inversin de la frase de Goethe, que dice exactamente lo contrario: Todo lo perece
dero no es ms
que un smbolo (Fausto, final, verso 12104). Vase, en esta misma parte, De los poeta
s, as como la nota
223.
153

En La gaya ciencia, aforismo 84, al final, dice Nietzsche: Para una verdad es ms p
eligroso que un
poeta est de acuerdo con ella que no que la contradiga! Pues como dice Homero: Muc
ho mienten los
poetas. Aristteles, que cita esta misma frase, afirma que se trata de un proverbio (M
etafsica, 983 a
3). Vase Soln, fragmento 26 (Hiller). Vase tambin, en esta misma parte, De los poeta
s, donde, en dilogo con uno de sus discpulos, Zaratustra desarrolla este proverbio.
154
Esta misma frase se repite y amplifica en la tercera parte, De tablas viejas y
nuevas, 16. Es antittica
de la frase evanglica: La verdad os har libres (Evangelio de Juan, 8, 32).
155
A esta sombra, llamada ms tarde la sombra de Zaratustra, le estar dedicado en la pa
rte tercera, todo un captulo.
De los compasivos
Amigos mos, han llegado unas palabras de mofa hasta vuestro amigo: Ved a Zaratustra! No camina entre nosotros como si fusemos animales?
Pero est mejor dicho as: El que conoce camina entre los hombres como entre animales que son!.
Mas, para el que conoce, el hombre mismo se llama: el animal que tiene mejillas
rojas.
Cmo le ha ocurrido eso? No es porque ha tenido que avergonzarse con demasiada
frecuencia?
Oh, amigos mos! As habla el que conoce: Vergenza, vergenza, vergenza - sa es
la historia del hombre!
Y por ello el noble se ordena a s mismo no causar vergenza: se exige a s mismo tene
r
pudor ante todo lo que sufre.
En verdad, yo no soporto a sos, a los misericordiosos que son bienaventurados en
su
compasin156: les falta demasiado el pudor.
Si tengo que ser compasivo, no quiero, sin embargo, ser llamado as; y si lo soy,
entonces prefiero serlo desde lejos.
Con gusto escondo tambin la cabeza y me marcho de all antes de ser reconocido: y
as os mando obrar a vosotros, amigos mos!
Quiera mi destino poner siempre en mi senda a gentes sin sufrimiento, como vosotr
os,
y a gentes con quienes me sea lcito tener en comn la esperanza y la comida y la mi
el!
En verdad, yo he hecho sin duda esto y aquello en favor de los que sufren: pero
siempre
me pareca que yo obraba mejor cuando aprenda a alegrarme mejor.
Desde que hay hombres el hombre se ha alegrado demasiado poco: tan slo esto, hermanos mos, es nuestro pecado original!
Y aprendiendo a alegrarnos mejor es como mejor nos olvidamos de hacer dao a otros
y de imaginar daos.
Por eso yo me lavo la mano que ha ayudado al que sufre, por eso me limpio inclus
o el
alma.
Pues me he avergonzado de haber visto sufrir al que sufre, a causa de la vergenza
de
l157; y cuando le ayud, ofend duramente su orgullo.
Los grandes favores no vuelven agradecidos a los hombres, sino vengativos; y si

el pequeo beneficio no es olvidado acaba convirtindose en un gusano roedor.


Sed reacios en el aceptar! Honrad por el hecho de aceptar! - esto aconsejo a quienes
nada tienen que regalar.
Pero yo soy uno que regala: me gusta regalar, como amigo a los amigos. Los extrao
s,
en cambio, y los pobres, que ellos mismos cojan el fruto de mi rbol: eso avergenza
menos.
Mas a los mendigos se los debera suprimir totalmente!158 En verdad, molesta el dar
les
y molesta el no darles.
E igualmente a los pecadores, y a las conciencias malvadas! Creedme, amigos mos:
los remordimientos de conciencia ensean a morder.
Lo peor, sin embargo, son los pensamientos mezquinos. En verdad, es mejor haber
obrado con maldad que haber pensado con mezquindad!
Es cierto que vosotros decs: El placer obtenido en maldades pequeas nos ahorra ms
de una accin malvada grande. Pero aqu no se debera querer ahorrar.
Como una llaga es la accin malvada: escuece e irrita y revienta, - habla sinceram
ente.
Mira, yo soy enfermedad - as habla la accin malvada; sa es su sinceridad.
Mas el pensamiento mezquino es igual que el hongo: se arrastra y se agacha y no
quiere
estar en ninguna parte - hasta que el cuerpo entero queda podrido y mustio por l
os pequeos hongos.
A quien, sin embargo, est posedo por el diablo yo le digo al odo esta frase: Es mejor que cebes a tu diablo! Tambin para ti sigue habiendo un camino de grandeza! Ay, hermanos mos! Se sabe de cada uno algo de ms! Y muchos se nos vuelven
transparentes, mas aun as estamos muy lejos todava de poder penetrar a travs de ell
os.
Es difcil vivir con hombres, porque callar es muy difcil159.
Y con quien ms inicuos somos no es con aquel que nos repugna, sino con quien nada
en absoluto nos importa.
Si t tienes, sin embargo, un amigo que sufre, s para su sufrimiento un lugar de de
scanso, mas, por as decirlo, un lecho duro, un lecho de campaa: as es como ms til le
sers.
Y si un amigo te hace mal, di: Te perdono lo que me has hecho a m; pero el que te
hayas hecho eso a ti - cmo podra yo perdonarlo!
As habla todo amor grande: l supera incluso el perdn y la compasin.
Debemos sujetar nuestro corazn; pues si lo dejamos ir, qu pronto se nos va entonces
la cabeza!
Ay, en qu lugar del mundo se han cometido tonteras mayores que entre los compasivos? iY qu cosa en el mundo ha provocado ms sufrimiento que las tonteras de los
compasivos?
Ay de todos aquellos que aman y que no tienen todava una altura que est por encima
de su compasin!
As me dijo el demonio una vez: Tambin Dios tiene su infierno: es su amor a los
hombres.
Y hace poco le o decir esta frase: Dios ha muerto; a causa de su compasin por los
hombres ha muerto Dios160. Por ello, estad prevenidos contra la compasin: de ella contina viniendo a los hombres una nube! En verdad, yo entiendo de seales del tiempo!
Mas recordad tambin esta frase: todo gran amor est por encima incluso de toda su
compasin: pues l quiere adems - crear lo amado!
De m mismo hago ofrecimiento a mi amor, y de mi prjimo igual que de m- ste es

el lenguaje de todos los creadores.


Mas todos los creadores son duros.
As habl Zaratustra.
156
Cita de la bienaventuranza de Jess (Evangelio de Mateo, 5, 7): Bienaventurados los
misericordiosos,
porque ellos alcanzarn misericordia.
157
Vase, en la cuarta parte, El ms feo de los hombres, cmo el propio Zaratustra pract
ica esta doctrina
al encontrarse con el ms feo de los hombres.
158
En la cuarta parte, La Cena, el mendigo voluntario recordar a Zaratustra esta fr
ase.
159
Vase, en esta segunda parte, De la redencin, donde Zaratustra aplica irnicamente e
sta doctrina a s
mismo.
160
Los cuatro prrafos que van desde Ay, en qu lugar? ... hasta aqu fueron colocados por
Nietzsche
como motto al frente de la cuarta parte de esta obra. Y en el captulo de esa mism
a parte titulado Jubilado,
Zaratustra pregunta con curiosidad al viejo papa si es cierto que Dios muri de es
a manera: de compasin.
De los sacerdotes
Y una vez Zaratustra hizo una seal a sus discpulos y les dijo estas palabras:
Ah hay sacerdotes: y aunque son mis enemigos, pasad a su lado en silencio y con la
espada dormida!161
Tambin entre ellos hay hroes; muchos de ellos han sufrido demasiado - : por esto
quieren hacer sufrir a otros.
Son enemigos malvados: nada es ms vengativo que su humildad. Y fcilmente se ensucia quien los ataca.
Pero mi sangre est emparentada con la suya; y yo quiero que mi sangre sea honrada
incluso en la de ellos. Y cuando hubieron pasado a su lado le acometi a Zaratustra el dolor; y no haba luchado mucho tiempo con el dolor cuando empez a hablar as:
Me da pena de estos sacerdotes. Tambin repugnan a mi gusto; mas esto es para m lo
de menos desde que estoy entre hombres.
Pero yo sufro y he sufrido con ellos: prisioneros son para m, y marcados. Aquel a
quien ellos llaman redentor los arroj en cadenas: En cadenas de falsos valores y de palabras ilusas! Ay, si alguien los redimiese de
su
redentor!162
En una isla creyeron desembarcar en otro tiempo, cuando el mar los arrastr lejos;
pero
mira, era un monstruo dormido!163
Falsos valores y palabras ilusas: sos son los peores monstruos para los mortales,
- largo tiempo duerme y aguarda en ellos la fatalidad.
Mas al fin sta llega y vigila y devora y se traga aquello que construy tiendas par
a s

encima de ella.
Oh, contemplad esas tiendas que esos sacerdotes se han construido! Iglesias llama
n
ellos a sus cavernas de dulzona fragancia.
Oh, esa luz falsa, ese aire que huele a moho! Aqu donde al alma no le es lcito - ele
varse volando hacia su altura!
Su fe, por el contrario, ordena esto: De rodillas subid la escalera, pecadores!164
En verdad, prefiero ver incluso al hombre carente de pudor que los torcidos ojos
de su
pudor y devocin!
Quin cre para s tales cavernas y escaleras de penitencia? No fueron aquellos que
queran esconderse y se avergonzaban del cielo puro?
Y slo cuando el cielo puro vuelva a mirar a travs de techos derruidos y llegue has
ta la
hierba y la roja amapola crecidas junto a muros derruidos165, - slo entonces quie
ro yo
volver a dirigir mi corazn hacia los lugares de ese Dios.
Ellos llamaron Dios a lo que les contradeca y causaba dolor: y en verdad, mucho
herosmo haba en su adoracin! Y no supieron amar a su Dios de otro modo que clavando al hombre en la cruz!
Como cadveres pensaron vivir, de negro vistieron su cadver; tambin en sus discursos huelo yo todava el desagradable aroma de cmaras mortuorias.
Y quien vive cerca de ellos, cerca de negros estanques vive, desde los cuales ca
nta el
sapo su cancin con dulce melancola.
Mejores canciones tendran que cantarme para que yo aprendiese a creer en su reden
tor:
ms redimidos tendran que parecerme los discpulos de ese redentor!
Desnudos quisiera verlos: pues nicamente la belleza debiera predicar penitencia. M
as
a quin persuade esa tribulacin embozada!166
En verdad, sus mismos redentores no vinieron de la libertad y del sptimo cielo de
la
libertad! En verdad, ellos mismos no caminaron nunca sobre las alfombras del cono
cimiento!
De huecos se compona el espritu de esos redentores; mas en cada hueco haban colocado su ilusin, su tapahuecos, al que ellos llamaban Dios.
En su compasin se haba ahogado su espritu, y cuando se hinchaban y desbordaban de
compasin, siempre nadaba en la superficie una gran tontera.
Celosamente y a gritos conducan su rebao por su vereda: como si hacia el futuro no
hubiera ms que una sola vereda! En verdad, tambin estos pastores continuaban formando parte de las ovejasl167
Espritus pequeos y almas voluminosas tenan estos pastores: pero, hermanos mos,
qu comarcas tan pequeas han sido hasta ahora incluso las almas ms voluminosas!
Signos de sangre escribieron en el camino que ellos recorrieron, y su tontera ens
eaba
que con sangre se demuestra la verdad168.
Mas la sangre es el peor testigo de la verdad; la sangre envenena incluso la doc
trina
ms pura, convirtindola en ilusin y odio de los corazones.
Y si alguien atraviesa una hoguera por defender su doctrina, - qu demuestra eso!
Mayor cosa es, en verdad, que del propio incendio salga la propia doctrina!
Corazn trrido y cabeza fra: cuando estas cosas coinciden surge el viento impetuoso,
el redentor.
Ha habido, en verdad, hombres ms grandes y de nacimiento ms elevado que aquellos
a quienes el pueblo llama redentores, esos arrebatadores vientos impetuosos!
Y vosotros, hermanos mos, tenis que ser redimidos por hombres an ms grandes

que todos los redentores, si queris encontrar el camino que lleva a la libertad!
Nunca ha habido todava un superhombre. Desnudos he visto yo a ambos, al hombre
ms grande y al ms pequeo: Demasiado semejantes son todava entre s. En verdad, tambin al ms grande lo he encontrado - demasiado humano! As habl Zaratustra.

161
La espada dormida es imagen que Nietzsche vuelve a usar en la tercera parte, De t
ablas viejas y
nuevas, 21.
162
Alusin irnica al ltimo verso de la pera Parsifal: Erlsung dem Erlser (redencin para
edentor).
163
Reminiscencia de lo que, en Las mil y una noches, le ocurre a Sindbad el marino
en su primer viaje:
desembarca sobre el lomo de un pez enorme, creyendo que se trata de una isla.
164
Estos tres ltimos prrafos transparentan la vivencia nietzscheana de las iglesias
catlicas de Italia y,
en general, de todo templo. Nietzsche haba visto en Roma cmo los peregrinos suban d
e rodillas la Santa
Scala; vase carta escrita desde Roma, en mayo de 1883, a F. Overbeck, donde cuent
a esto. A este subir
de rodillas contrapone Zaratustra el subir volando.
165
Vase, en la tercera parte, Los siete sellos, 2, donde Zaratustra repite esta mis
ma descripcin.
166
Tribulacin embozada es calificacin que Zaratustra volver a aplicar al sacerdote en l
a cuarta parte, Jubilado.
167
Sobre el sacerdote como pastor vase la explicacin de Nietzsche en La genealoga de
la moral.
168
Sobre la sangre como demostracin de la verdad puede verse el 53 de El Anticristo
.
De los virtuosos
Con truenos y con celestes fuegos artificiales hay que hablar a los sentidos flo
jos y
dormidos.
Pero la voz de la belleza habla quedo: slo se desliza en las almas ms despiertas.
Suavemente vibr y ri hoy mi escudo; ste es el sagrado rer y vibrar de la belleza.
De vosotros, virtuosos, se ri hoy mi belleza. Y as lleg la voz de sta hasta m:
Ellos quieren adems - ser pagados!
Vosotros queris ser pagados adems, virtuosos! Queris tener una recompensa a
cambio de la virtud, y el cielo a cambio de la tierra, y la eternidad a cambio d
e vuestro
hoy?
Y os irritis conmigo porque enseo que no existe ni remunerador ni pagador? Y en
verdad, ni siquiera enseo que la virtud sea su propia recompensa.
Ay, esto es lo que me aflige: mentirosamente se ha situado en el fondo de las co
sas recompensa y castigo - y ahora tambin en el fondo de vuestras almas, virtuosos!

Mas, semejante al hocico del jabal, mi palabra debe desgarrar el fondo de vuestra
s almas; reja de arado169 quiero ser para vosotros.
Todos los secretos de vuestro fondo deben salir a luz; y cuando vosotros yazgis a
l sol
hozados y destrozados, entonces tambin vuestra mentira estar separada de vuestra v
erdad.
Pues sta es vuestra verdad: sois demasiado limpios para la suciedad de estas pala
bras:
venganza, castigo, recompensa, retribucin.
Vosotros amis vuestra virtud como la madre a su hijo; pero cundo se ha odo decir
que una madre quisiera ser pagada por su amor?
Vuestro s-mismo ms querido es vuestra virtud. Sed de anillo hay en vosotros: para
volver a alcanzarse a s mismo lucha y gira todo anillo.
Y semejante a la estrella que se extingue es toda obra de vuestra virtud: su luz
contina
estando siempre en camino y en marcha - y cundo dejar de estar en camino?
As la luz de vuestra virtud contina estando en camino aunque ya la obra est hecha.
sta puede estar olvidada y muerta: su rayo de luz vive todava y camina.
Que vuestra virtud sea vuestro s-mismo, y no algo extrao, una piel, un manto: sa es
la verdad que brota del fondo de vuestra alma, virtuosos! Mas recientemente hay algunos para quienes la virtud significa convulsiones bajo
un ltigo: y, para m, vosotros habis escuchado demasiado los gritos de ellos!
Y hay otros que llaman virtud al hecho de que sus vicios se vuelvan perezosos; y
cuando su odio y sus celos estiran alguna vez los miembros, entonces su justicia se de
spabila y se restriega los adormilados ojos.
Y hay otros que son arrastrados hacia abajo: sus demonios los arrastran. Pero cu
anto
ms se hunden, tanto ms ardientes relucen sus ojos y el ansia de su Dios.
Ay, tambin los gritos de stos llegaron hasta vuestros odos, virtuosos: lo que yo no
soy, eso, eso son para m Dios y virtud!
Y hay otros que llevan mucho peso y por ello rechinan, igual que carros que cond
ucen
piedras cuesta abajo: hablan mucho de dignidad y de virtud - a su freno llmanlo vi
rtud!
Y hay otros que son semejantes a relojes a los que se les ha dado cuerda; produc
en su
tic-tac, y quieren que al tic-tac - se lo llame virtud.
En verdad, con stos me divierto: cuando yo encuentre tales relojes les dar cuerda
con
mi mofa; y ellos debern encima ronronear!170
Y otros estn orgullosos de su puado de justicia y a causa de ella cometen crmenes
contra todas las cosas: de tal manera que el mundo se ahoga en su injusticia.
Ay, qu desagradablemente les sale de la boca la palabra virtud! Y cuando dicen:
Yo soy justo, esto suena siempre igual que: yo estoy vengado!171
Con su virtud quieren sacar los ojos a sus enemigos; y se elevan tan slo para hum
illar
a otros172.
Y tambin hay quienes se sientan en su charca y hablan as desde el caaveral: Virtud
- es sentarse en silencio en la charca.
Nosotros no mordemos a nadie y nos apartamos del camino de quien quiere morder;
y
en todo tenemos la opinin que se nos da.
Y tambin hay quienes aman los gestos y piensan: la virtud es una especie de gesto
.
Sus rodillas adoran siempre, y sus manos son alabanzas de la virtud, pero su cor

azn
nada sabe de ello.
Y tambin hay quienes consideran virtud el decir: La virtud es necesaria; pero en el
fondo creen nicamente que la polica es necesaria.
Y muchos que son incapaces de ver lo elevado en los hombres llaman virtud a ver
ellos
muy de cerca su bajeza: as llaman virtud a su malvada mirada173.
Y algunos quieren ser edificados y elevados, y llaman a eso virtud; y otros quie
ren ser
derribados - y tambin lo llaman virtud.
Y de este modo casi todos creen participar de la virtud; y al menos quiere cada
uno ser
experto en bien y mal174.
Mas Zaratustra no ha venido para decir a todos estos mentirosos y necios: Qu sabis
vosotros de virtud! Qu podrais vosotros saber de virtud!
Sino para que vosotros, amigos mos, os cansis de las viejas palabras que habis
aprendido de los necios y mentirosos: Os cansis de las palabras recompensa, retribucin, castigo, venganza en la justicia Os cansis de decir: Una accin es buena si es desinteresada.
Ay, amigos mos! Que vuestro s-mismo est en la accin como la madre est en el
hijo: sea sa vuestra palabra acerca de la virtud!
En verdad, os he quitado sin duda cien palabras y los juguetes ms queridos a vues
tra
virtud; y ahora os enfadis conmigo como se enfadan los nios.
Estaban ellos jugando a orillas del mar, - entonces vino la ola y arrastr su jugu
ete al
fondo: ahora lloran.
Pero la misma ola debe traerles nuevos juguetes y arrojar ante ellos nuevas conch
as
multicolores!
As sern consolados; e igual que ellos, tambin vosotros, amigos mos, tendris vuestros consuelos - y nuevas conchas multicolores! As habl Zaratustra.
169
La reja del arado es el ttulo que Nietzsche pens dar en un principio a su obra Au
rora.
170
En esta misma segunda parte, De los doctos, repetir Zaratustra esta irnica metfora
de los relojes,
aplicndola all a los doctos.
171
Nietzsche puede afirmar que, en alemn, yo soy justo suena igual que yo soy vengado,
valindose de la semejanza fontica existente en aquella lengua entre ambas expresiones: i
ch bin gerecht (yo soy
justo), ich bin gercht (yo estoy vengado).
172
Parfrasis del Evangelio de Mateo, 23, 12: Pues el que se ensalce ser humillado; y
el que se humille
ser ensalzado.
173
En Ms all del bien y del mal hace Nietzsche la siguiente variacin sobre este pensa
miento: Quien
no quiere ver lo elevado de un hombre fija su vista de un modo tanto ms penetrant
e en aquello que en l es
bajo y superficial -traicionndose a s mismo con ello. La variacin fundamental est en

el paso de no ser
capaz de ver (aqu) a no querer ver (all).
174
Vase, en la parte tercera, De tablas viejas y nuevas, 2, donde Zaratustra volver
a reprobar la vieja
presuncin de los hombres de saber ya hace mucho tiempo qu es el bien y el mal para
ellos.
De la chusma
La vida es un manantial de placer; pero donde la chusma va a beber con los dems,
all
todos los pozos quedan envenenados.
Por todo lo limpio siento inclinacin; pero no soporto ver los hocicos de mofa y l
a sed
de los impuros.
Han lanzado sus ojos al fondo del pozo: ahora me sube del pozo el reflejo de su
repugnante sonrisa.
El agua santa la han envenenado con su lascivia; y como llamaron placer a sus su
cios
sueos, han envenenado incluso las palabras.
Se enfada la llama cuando ellos ponen al fuego sus hmedos corazones; tambin el espritu borbotea y humea cuando la chusma se acerca al fuego.
Dulzona y excesivamente blanda se pone en su mano la fruta: al rbol frutal su mir
ada
lo vuelve fcil de desgajar por el viento y le seca el ramaje.
Y ms de uno que se apart de la vida, se apart tan slo de la chusma: no quera compartir pozo y llama y fruta con la chusma.
Y ms de uno que se march al desierto y padeci sed con los animales rapaces, nicamente quera no sentarse con camelleros sucios en torno a la cisterna.
Y ms de uno que vino como aniquilador y como granizada para todos los campos de
frutos, slo quera meter su pie en la boca de la chusma y as tapar su gaznate.
Y el bocado que ms se me ha atragantado no es saber que la vida misma necesita en
emistad y muerte y cruces de tortura: Sino que una vez pregunt, y casi me asfixi con mi pregunta: Cmo? La vida tiene
necesidad tambin de la chusma? Se necesitan pozos envenenados, y fuegos malolientes, y sueos ensuciados, y gusanos en el pan de la vida?
No mi odio, sino mi nusea es la que se ha cebado insaciablemente en mi vida! Ay, a
menudo me cans del espritu cuando encontr que tambin la chusma es rica de espritu!
Y a los que dominan les di la espalda cuando vi lo que ellos llaman ahora domina
r: chalanear y regatear por el poder - con la chusma!
Entre pueblos de lengua extraa he habitado con los odos cerrados: para que la leng
ua
de su chalaneo permaneciese extraa a m, y su regatear por el poder.
Y tapndome la nariz he pasado con disgusto a travs de todo ayer y todo hoy: en verdad, todo ayer y todo hoy hiede a chusma que escribe!
Igual que un lisiado que se hubiera quedado sordo y ciego y mudo: as viv yo largo
tiempo, para no vivir con la chusma del poder, de la pluma y de los placeres.
Fatigosamente suba escaleras mi espritu, y con cautela; limosnas de placer fueron
su
alivio; apoyada en el bastn se arrastraba la vida para el ciego.
Qu me ocurri, sin embargo? Cmo me redim de la nusea? Quin rejuveneci
mis ojos? Cmo vol hasta la altura en la que ninguna chusma se sienta ya junto al po
zo?

Mi propia nusea me proporcion alas y me dio fuerzas que presienten las fuentes?
En verdad, hasta lo ms alto tuve que volar para reencontrar el manantial del place
r!
Oh, lo encontr, hermanos mos! Aqu en lo ms alto brota para m el manantial del
placer! Y hay una vida de la cual no bebe la chusma con los dems!
Casi demasiado violenta resulta tu corriente para m, fuente del placer! Y a menudo
has vaciado de nuevo la copa queriendo llenarla!
Y todava tengo que aprender a acercarme a ti con mayor modestia: con demasiada vi
olencia corre an mi corazn a tu encuentro: Mi corazn, sobre el que arde mi verano, el breve, ardiente, melanclico, sobrebienaventurado: cmo apetece mi corazn estival tu frescura!
Disipada se halla la titubeante tribulacin de mi primavera! Pasada est la maldad de
mis copos de nieve de junio! En verano me he transformado enteramente y en medioda
de verano!
Un verano en lo ms alto, con fuentes fras y silencio bienaventurado: oh, venid, ami
gos mos, para que el silencio resulte an ms bienaventurado!
Pues sta es nuestra altura y nuestra patria: en un lugar demasiado alto y abrupto
habitamos nosotros aqu para todos los impuros y para su sed.
Lanzad vuestros ojos puros en el manantial de mi placer, amigos mos! Cmo habra
l de enturbiarse por ello! En respuesta os reir con su pureza!
En el rbol Futuro construimos nosotros nuestro nido; guilas deben traernos en sus
picos alimento a nosotros los solitarios!175
En verdad, no un alimento del que tambin a los impuros les est permitido comer!
Fuego creeran devorar y se abrasaran los hocicos!
En verdad, aqu no tenemos preparadas moradas para impuros! Una caverna de hielo
significara para sus cuerpos nuestra felicidad, y para sus espritus!
Y cual vientos fuertes queremos vivir por encima de ellos, vecinos de las guilas,
vecinos de la nieve, vecinos del sol: as es como viven los vientos fuertes.
E igual que un viento quiero yo soplar todava alguna vez entre ellos, y con mi es
pritu
cortar la respiracin a su espritu: aslo quiere mi futuro.
En verdad, un viento fuerte es Zaratustra para todas las hondonadas; y este cons
ejo da a
sus enemigos y a todo lo que esputa y escupe: Guardaos de escupir contra el viento!176
As habl Zaratustra.
175
Reminiscencia de 1 Reyes, 17, 6: Los cuervos le llevaban [a Elas] pan por la maana
y carne por la
tarde. Aqu son guilas las que llevan la comida a los solitarios.
176
En Ecce homo cita Nietzsche un largo fragmento de este captulo (desde Pero qu me ha
sucedido?... hasta aqu) como ejemplo de la manera de hablar Zaratustra sobre la redencin d
e la nusea.
De las tarntulas177
Mira, sa es la caverna de la tarntula! Quieres verla a ella misma? Aqu cuelga su tela; tcala, para que tiemble. Ah viene dcilmente: bien venida, tarntula! Negro se
asienta sobre tu espalda tu tringulo y emblema; y yo conozco tambin lo que se asie

nta
en tu alma.
Venganza se asienta en tu alma: all donde t muerdes, se forma una costra negra; con
la venganza produce tu veneno vrtigos al alma!
As os hablo en parbola a vosotros los que causis vrtigos a las almas, vosotros los
predicadores de la igualdad! Tarntulas sois vosotros para m, y vengativos escondido
s!
Pero yo voy a sacar a luz vuestros escondrijos: por eso me ro en vuestra cara con
mi
carcajada de la altura.
Por eso desgarro vuestra tela, para que vuestra rabia os induzca a salir de vues
tras cavernas de mentiras, y vuestra venganza destaque detrs de vuestra palabra justicia.
Pues que el hombre sea redimido de la venganza: se es para m el puente hacia la su
prema esperanza y un arco iris despus de prolongadas tempestades.
Mas cosa distinta es, sin duda, lo que las tarntulas quieren. Llmese para nosotras
justicia precisamente esto, que el mundo se llene de las tempestades de nuestra
venganza - as hablan ellas entre s.
Venganza queremos ejercer, y burla de todos los que no son iguales a nosotros - es
to
se juran a s mismos los corazones de tarntulas.
Y voluntad de igualdad - ste debe llegar a ser en adelante el nombre de la virtud; y
contra todo lo que tiene poder queremos nosotros elevar nuestros gritos!
Vosotros predicadores de la igualdad, la demencia tirnica de la impotencia es lo
que en
vosotros reclama a gritos igualdad: vuestras ms secretas ansias tirnicas se disfrazan
,
pues, con palabras de virtud!
Presuncin amargada, envidia reprimida, tal vez presuncin y envidia de vuestros padres: de vosotros brota eso en forma de llama y de demencia de la venganza.
Lo que el padre call, eso habla en el hijo; y a menudo he encontrado que el hijo
era el
desvelado secreto del padre.
A los entusiastas se asemejan: pero no es el corazn lo que los entusiasma, - sino
la
venganza. Y cuando se vuelven sutiles y fros, no es el espritu, sino lo envidia lo
que los
hace sutiles y fros.
Sus celos los conducen tambin a los senderos de los pensadores; y ste es el signo
caracterstico de sus celos - van siempre demasiado lejos: hasta el punto de que su
cansancio tiene finalmente que echarse a dormir incluso sobre nieve.
En cada una de sus quejas resuena la venganza, en cada uno de sus elogios hay un
agravio; y ser jueces les parece la bienaventuranza.
Mas yo os aconsejo as a vosotros, amigos mos: desconfiad de todos aquellos en quienes es poderosa la tendencia a imponer castigos!
se es pueblo de ndole y origen malos; desde sus rostros miran el verdugo y el sabu
eso.
Desconfiad de todos aquellos que hablan mucho de su justicia! En verdad, a sus al
mas
no es miel nicamente lo que les falta.
Y si se llaman a s mismos los buenos y justos, no olvidis que a ellos, para ser fari

seos, no les falta nada ms que - poder!


Amigos mos, no quiero que se me mezcle y confunda con otros.
Hay quienes predican mi doctrina acerca de la vida: y a la vez son predicadores
de la
igualdad, y tarntulas.
Su hablar en favor de la vida, aunque ellos estn sentados en su caverna, esos araa
s
venenosas, y apartados de la vida: dbese a que ellos quieren as hacer dao.
Quieren as hacer dao a quienes ahora tienen el poder: pues entre stos es donde mejo
r
acogida sigue encontrando la predicacin acerca de la muerte.
Si fuera de otro modo, los tarntulas ensearan algo distinto: y justamente ellos fue
ron
en otro tiempo los que mejor calumniaron el mundo y quemaron herejes.
Con estos predicadores de la igualdad no quiero ser yo mezclado ni confundido. P
ues a
m la justicia me dice as: los hombres no son iguales178.
Y tampoco deben llegar a serlo! Qu sera mi amor al superhombre si yo hablase de
otro modo?
Por mil puentes y veredas deben los hombres darse prisa a ir hacia el futuro, y
dbese
implantar entre ellos cada vez ms guerra y desigualdad: as me hace hablar mi gran
amor!
Inventores de imgenes y de fantasmas deben llegar a ser en sus hostilidades, y con
sus
imgenes y fantasmas deben combatir an unos contra otros la batalla suprema!
Bueno y malo, y rico y pobre, y elevado y minsculo, y todos los nombres de los va
lores: armas deben ser, y signos ruidosos de que la vida tiene que superarse contin
uamente
a s misma!
Hacia la altura quiere edificarse, con pilares y escalones, la vida misma: hacia
vastas lejanas quiere mirar, y hacia bienaventurada belleza, - por eso necesita altura!
Y como necesita altura, por eso necesita escalones, y contradiccin entre los escal
ones
y los que suben! Subir quiere la vida, y subiendo, superarse a s misma.
Y ved, amigos mos! Aqu, donde est la caverna de la tarntula, levntanse hacia arriba las ruinas de un viejo templo - contempladlo con ojos iluminados!
En verdad, quien en otro tiempo elev aqu en piedra sus pensamientos como una torre, se saba del misterio de toda vida tanto como el ms sabio!
Que existen lucha y desigualdad incluso en la belleza, y guerra por el poder y p
or el sobrepoder: esto es lo que l nos ensea aqu con smbolo clarsimo179.
Igual que aqu bvedas y arcos divinamente se derrumban, en lucha a brazo partido:
igual que con luz y sombra ellos, los llenos de divinas aspiraciones, se oponen
recprocamente As, con igual seguridad y belleza, seamos tambien nosotros enemigos, amigos mos!
Divinamente queremos oponernos unos a otros en nuestras aspiraciones! Ay! A m mismo me ha picado la tarntula, mi vieja enemiga! Divinamente segura y
bella me ha picado en el dedo! Castigo tiene que haber, y justicia - as piensa ell
a: no
debe cantar l aqu de balde cnticos en honor de la enemistad!
S, se ha vengado! Y ay!, ahora, con la venganza, producir vrtigo tambin a mi alma!
Mas para que yo no sufra vrtigo, amigos mos, atadme fuertemente aqu a esta columna!180 Prefiero ser un santo estilita que remolino de la venganza!
En verdad, no es Zaratustra un viento que d vueltas, ni un remolino; y si es un b

ailarn,
nunca ser un bailarn picado por la tarntula!181 As habl Zaratustra.
177
Este apartado es un ejemplo ms de la atmsfera italiana de esta segunda parte de As h
abl Zaratustra. De ese modo se entiende igualmente la alusin final a la tarantela.
178
Vase, en esta segunda parte, De los doctos.
179
Variacin sobre el fragmento 51 (Diels-Kranz) de Heraclito: No entienden cmo, al di
verger, se
converge consigo mismo: armona propia del tender en direcciones opuestas, como la
del arco y la de la
lira.
180
Reminiscencia clsica: tambin Ulises pide a sus compaeros que lo aten al mstil de la
nave para no
ser arrastrado por los cantos de las sirenas. Vase Odisea, canto XII.
181
La traduccin castellana manifiesta slo uno de los dos sentidos que tiene simultnea
mente la expresin alemana Tarantel-Tnzer: el que baila la tarantela y el que gira bailando por h
aber sido picado por una
tarntula. A la picadura de la tarntula se le atribuan antiguamente extraos efectos n
erviosos; y tambin a
la danza llamada tarantela se le atribuan poderes curativos contra esa picadura.
De los sabios famosos
Al pueblo habis servido, y a la supersticin del pueblo, todos vosotros, sabios fam
osos! - y no a la verdad! Y precisamente por esto se os tributaba veneracin.
Y tambin por esto se soportaba vuestra incredulidad, ya que sta era un ardid y un
camino indirecto para llegar al pueblo. As deja el seor plena libertad a sus esclavo
s y se
divierte adems con la petulancia de stos.
Mas quien al pueblo le resulta odioso, como se lo resulta un lobo a los perros: s
e es el
espritu libre, el enemigo de las cadenas, el que no adora, el que habita en los b
osques.
Arrojarlo de su cobijo - eso es lo que ha significado siempre para el pueblo el s
entido
de lo justo: contra l contina azuzando a sus perros de ms afilados dientes.
Pues la verdad est aqu: ya que aqu est el pueblo! Ay, ay de los que buscan! - as
se viene diciendo desde siempre.
A vuestro pueblo querais darle razn en su veneracin: a eso lo llamasteis voluntad
de verdad vosotros, sabios famosos! Y vuestro corazn se deca siempre a s mismo:
del pueblo he venido: de all me ha venido tambin la voz de Dios182.
Duros de cerviz y prudentes, como el asno, habis sido siempre vosotros en cuanto
abogados del pueblo.
Y ms de un poderoso que quera marchar bien con el pueblo enganch delante de sus
corceles - un asnillo, un sabio famoso.
Y ahora yo quisiera, sabios famosos, que por fin arrojaseis totalmente de vosotro
s la
piel de len!
La piel del animal de presa, de manchas multicolores, y las melenas del que inves

tiga,
busca, conquista!
Ay, para que yo aprendiera a creer en vuestra veracidad tendrais primero que hacer
pedazos vuestra voluntad veneradora!
Veraz - as llamo yo a quien se marcha a desiertos sin dioses y ha hecho pedazos s
u corazn venerador.
En medio de la arena amarilla, y quemado por el sol, ciertamente mira a hurtadil
las, sediento, hacia los oasis abundantes en fuentes, en donde seres vivos reposan bajo
oscuros
rboles.
Pero su sed no le persuade a hacerse igual a aquellos comodones: pues donde hay
oasis,
all hay tambin imgenes de dolos.
Hambrienta, violenta, solitaria, sin dios: as es como se quiere a s misma la volun
tad
leonina.
Emancipada de la felicidad de los siervos, redimida de dioses y adoraciones, impv
ida
y pavorosa, grande y solitaria: as es la voluntad del veraz.
En el desierto han habitado desde siempre los veraces, los espritus libres, como
seores
del desierto; pero en las ciudades habitan los bien alimentados y famosos sabios
, - los
animales de tiro.
Siempre, en efecto, tiran ellos, como asnos, - del carro del pueblo!
No es que yo me enfade por esto con ellos: mas para m siguen siendo servidores, y
uncidos, aunque brillen con arreos de oro.
Y a menudo han sido servidores buenos y dignos de alabanza. Pues as habla la virt
ud:
Si tienes que ser servidor, busca a aquel a quien ms aprovechen tus servicios!
El espritu y la virtud de tu seor deben crecer por el hecho de ser t su servidor: as
creces t mismo junto con el espritu y con la virtud de aqul!
Y en verdad, vosotros sabios famosos, vosotros servidores del pueblo! Vosotros mi
smos habis crecido junto con el espritu y con la virtud del pueblo - y el pueblo med
iante
vosotros! En vuestro honor digo yo esto!
Mas pueblo segus siendo vosotros para m, incluso en vuestras virtudes, pueblo de o
jos
miopes, - pueblo que no sabe qu es espritu!
Espritu es la vida que se saja a s misma en vivo183: con el propio tormento aument
a su
propio saber - sabais ya esto?
Y la felicidad del espritu es sta: ser ungido y ser consagrado con lgrimas para vcti
ma del sacrificio - sabais ya esto? Y la ceguera del ciego y su buscar y tantear d
eben
seguir dando testimonio del poder del sol al que mir - sabais ya esto?
Y el hombre que conoce debe aprender a edificar con montaas! Es poco que el espritu traslade montaas184 - sabais ya esto?
Vosotros conocis slo chispas del espritu: pero no veis el yunque que l es, ni la
crueldad de su martillo!
En verdad, no conocis el orgullo del espritu! Pero an menos soportarais la modestia del espritu, si alguna vez ella quisiera hablar!
Y nunca todava os ha sido lcito arrojar vuestro espritu a una fosa de nieve; no sois
bastante ardientes para ello! Por esto tampoco conocis los xtasis de su frialdad.

Para m vosotros os tomis en todo demasiadas confianzas con el espritu; y de la sabi


dura hacis con frecuencia un asilo y un hospital para malos poetas.
No sois guilas: por ello no habis experimentado tampoco la felicidad que hay en el
terror del espritu. Y quien no es pjaro no debe hacer su nido sobre abismos.
Me resultis tibios185: pero fra es la corriente de todo conocimiento profundo. Glid
os
son los pozos ms ntimos del espritu: un alivio para manos y trabajadores ardientes.
Respetables estis ah para m, y tiesos, y con la espalda derecha, vosotros, sabios fa
mosos! - a vosotros no os empujan un viento y una voluntad poderosos.
No habis visto jams una vela caminar sobre el mar, redondeada e hinchada y temblorosa por el mpetu del viento? Igual que la vela, temblorosa por el mpetu del es
pritu,
camina mi sabidura sobre el mar - mi sabidura salvaje!
Pero vosotros servidores del pueblo, vosotros sabios famosos, - cmo podrais vosotros marchar junto a m! As habl Zaratustra.

182
Alusin a la conocida frase vox populi, vox Dei (la voz del pueblo es la voz de D
ios).
183
El concienzudo del espritu dir ms tarde a Zaratustra, en la conversacin que mantendr
on l,
que fue precisamente esa enseanza la que lo indujo a seguirlo. Vase, en la cuarta
parte, La sanguijuela.
Vase tambin, en la tercera parte, De tablas viejas y nuevas, 7.
184
Trasladar montaas es expresin bblica. Vase el Evangelio de Mateo, 17, 20: Tenis poca
. Os
aseguro que si tuvierais fe como un grano de mostaza le dirais a aquella montaa de
all que viniera y
vendra.
185
Alusin ala frase del Apocalipsis, 3,15-16: Ojal fueras fro o caliente! Mas como eres
tibio, y ni
fro ni caliente, voy a vomitarte de mi boca.
La cancin de la noche186
Es de noche: ahora hablan ms fuerte todos los surtidores. Y tambin mi alma es un
surtidor187.
Es de noche: slo ahora se despiertan todas las canciones de los amantes. Y tambin
mi
alma es la cancin de un amante.
En m hay algo insaciado, insaciable, que quiere hablar. En m hay un ansia de amor,
que habla asimismo el lenguaje del amor.
Luz soy yo: ay, si fuera noche! Pero sta es mi soledad, el estar circundado de luz
.
Ay, si yo fuese oscuro y nocturno! Cmo iba a sorber los pechos de la luz!
Y aun a vosotras iba a bendeciros, vosotras pequeas estrellas centelleantes y gusa
nos
relucientes all arriba! - y a ser dichoso por vuestros regalos de luz.
Pero yo vivo dentro de mi propia luz, yo reabsorbo en m todas las llamas que de m
sa-

len.
No conozco la felicidad del que toma; y a menudo he soado que robar tiene que ser
an ms dichoso que tornar188.
sta es mi pobreza, el que mi mano no descansa nunca de dar; sta es mi envidia, el
ver
ojos expectantes y las despejadas noches del anhelo.
Oh desventura de todos los que regalan! Oh eclipse de mi sol! Oh ansia de ansiar!
Oh hambre ardiente en la saciedad!
Ellos toman de m: pero toco yo siquiera su alma? Un abismo hay entre tomar y dar;
el
abismo ms pequeo es el ms difcil de salvar189.
Un hambre brota de mi belleza: dao quisiera causar a quienes ilumino, saquear qui
siera a quienes colmo de regalos: - tanta es mi hambre de maldad.
Retirar la mano cuando ya otra mano se extiende hacia ella; semejante a la casca
da, que
sigue vacilando en su cada: - tanta es mi hambre de maldad.
Tal venganza se imagina mi plenitud; tal perfidia mana de mi soledad.
Mi felicidad en regalar ha muerto a fuerza de regalar, mi virtud se ha cansado de
s
misma por su sobreabundancia!
Quien siempre regala corre peligro de perder el pudor; a quien siempre distribuy
e frmansele, a fuerza de distribuir, callos en las manos y en el corazn.
Mis ojos no se llenan ya de lgrimas ante la vergenza de los que piden; mi mano se
ha
vuelto demasiado dura para el temblar de manos llenas.
Adnde se fueron la lgrima de mi ojo y el plumn de mi corazn? Oh soledad de todos los que regalan! Oh taciturnidad de todos los que brillan!
Muchos soles giran en el espacio desierto: a todo lo que es oscuro hblanle con su
luz, para m callan.
Oh, sta es la enemistad de la luz contra lo que brilla, el recorrer despiadada su
s rbitas.
Injusto en lo ms hondo de su corazn contra lo que brilla: fro para con los soles, as
camina cada sol.
Semejantes a una tempestad recorren los soles sus rbitas, se es su caminar. Siguen
su
voluntad inexorable, sa es su frialdad.
Oh, slo vosotros los oscuros, los nocturnos, sacis calor de lo que brilla! Oh, slo
vosotros bebis leche y consuelo de las ubres de la luz!
Ay, hielo hay a mi alrededor, mi mano se abrasa al tocar lo helado!190 Ay, en m hay
sed, que desfallece por vuestra sed!
Es de noche: ay, que yo tenga que ser luz! Y sed de lo nocturno! Y soledad!
Es de noche: ahora, cual una fuente, brota de m mi deseo, - hablar es lo que dese
o.
Es de noche: ahora hablan ms fuerte todos los surtidores. Y tambin mi alma es un
surtidor
Es de noche: ahora se despiertan todas las canciones de los amantes. Y tambin mi
alma es la cancin de un amante.
As cant Zaratustra.
186
Ttulos anteriores previstos por Nietzsche para este apartado fueron: Luz soy yo
y La cancin de la so-

ledad. El propio Nietzsche hace en Ecce homo interesantes consideraciones sobre


este poema. Le llama el
inmortal lamento de estar condenado, por la sobreabundancia de luz y poder, por
la propia naturaleza solar,
a no amar. Y despus de trascribirlo ntegramente aade: Nada igual se ha compuesto nunc
a, ni sentido
nunca, ni sufrido nunca, as sufre un dios, un Dioniso. La respuesta a este ditira
mbo del aislamiento solar
en la luz sera Ariadna... Quien sabe, excepto yo, qu es Ariadna!... Vase Ecce homo.
187
La alusin a los surtidores es, una vez ms, reminiscencia italiana, y se refiere a l
a fontana del
Tritone, obra de Bernini, que adorna la piazza Barberini en Roma. Es Nietzsche m
ismo el que dice esto:
En una loggia situada sobre la mencionada piazza (Barberini], desde la cual se do
mina Roma con la vista
y se oye, all abajo en el fondo, murmurar la fontana, fue compuesta aquella cancin
, la ms solitaria que
jams se ha compuesto, La cancin de la noche.
188
En Hechos de los Apstoles, 20, 35, dice Pablo a los presbteros de la Iglesia de E
feso: Hay que tener
presentes las palabras del Seor Jess, que dijo: Mayor felicidad hay en dar que en
tomar. Esta frase atribuida a Jess por Pablo no la han conservado los Evangelios. Nietzsche invierte la
sentencia: la infelicidad,
dice, la otorga el dar; es mejor tomar; y aun mejor, robar y arrebatar. Vase, en
la tercera parte, El retorno a
casa, y, en la cuarta parte, El mendigo voluntario.
189
Vase, en la tercera parte, El convaleciente.
190
Una variacin de esta idea puede verse en Ms all del bien y del mal: Es tan fro, tan g
ido, que al
tocarlo nos quemamos los dedos! Toda mano que lo agarra se espanta! - Y justo por
ello no son pocos los
que lo tienen por ardiente.
La cancin del baile
Un atardecer caminaba Zaratustra con sus discpulos por el bosque; y estando busca
ndo
una fuente he aqu que lleg a un verde prado a quien rboles y malezas silenciosament
e
rodeaban: en l bailaban, unas con otras, unas muchachas. Tan pronto como las much
achas reconocieron a Zaratustra dejaron de bailar; mas Zaratustra se acerc a ellas
con
gesto amistoso y dijo estas palabras
No dejis de bailar, encantadoras muchachas! No ha llegado a vosotras, con mirada
malvada, ningn aguafiestas, ningn enemigo de muchachas.
Abogado de Dios soy yo ante el diablo: mas ste es el espritu de la pesadez. Cmo
habra yo de ser, oh ligeras, hostil a bailes divinos? O a pies de muchacha de herm
osos
tobillos?
Sin duda soy yo un bosque y una noche de rboles oscuros: sin embargo, quien no te
nga miedo de mi oscuridad encontrar tambin taludes de rosas debajo de mis cipreses.
Y asimismo encontrar ciertamente al pequeo dios que ms querido les es a las mu-

chachas: junto al pozo est tendido, quieto, con los ojos cerrados.
En verdad, se me qued dormido en pleno da, el haragn! Es que acaso corri demasiado tras las mariposas?
No os enfadis conmigo, bellas bailarinas, si castigo un poco al pequeo dios! Gritar
ciertamente y llorar, - mas a risa mueve l incluso cuando llora!
Y con lgrimas en los ojos debe pediros un baile; y yo mismo quiero cantar una can
cin
para su baile:
Una cancin de baile y de mofa contra el espritu de la pesadez, mi supremo y ms poderoso diablo, del que ellos dicen que es el seor de este mundo191. Y sta es la cancin que Zaratustra cant mientras Cupido y las muchachas bailaban
juntos:
En tus ojos he mirado hace un momento, oh vida!192 Y en lo insondable me pareci
hundirme.
Pero t me sacaste fuera con un anzuelo de oro; burlonamente te reste cuando te lla
m
insondable.
se es el lenguaje de todos los peces, dijiste; lo que ellos no pueden sondar, es i
nsondable.
Pero yo soy tan slo mudable, y salvaje, y una mujer en todo, y no virtuosa:
Aunque para vosotros los varones me llame la profunda, o la fiel, la eterna, la llena de misterio.
Vosotros los varones, sin embargo, me otorgis siempre como regalo vuestras propia
s
virtudes - ay, vosotros virtuosos!
As rea la increble; mas yo nunca la creo, ni a ella ni a su risa, cuando habla mal
de s
misma.
Y cuando habl a solas con mi sabidura salvaje, me dijo encolerizada: T quieres, t
deseas, t amas, slo por eso alabas t la vida!
A punto estuve de contestarle mal y de decirle la verdad a la encolerizada; y no
se puede contestar peor que diciendo la verdad a nuestra propia sabidura.
As estn, en efecto, las cosas entre nosotros tres. A fondo yo no amo ms que a la vi
da
- y, en verdad, sobre todo cuando la odio!
Y el que yo sea bueno con la sabidura, y a menudo demasiado bueno: esto se debe a
que ella me recuerda totalmente a la vida!
Tiene los ojos de ella, su risa, e incluso su urea caa de pescar: qu puedo yo hacer
si
las dos se asemejan tanto?
Y una vez, cuando la vida me pregunt: Quin es, pues, sa, la sabidura? - yo me
apresur a responder: Ah s!, la sabidura!
Tenemos sed de ella y no nos saciamos, la miramos a travs de velos, la intentamos
apresar con redes.
Es hermosa? Qu se yo! Pero hasta las carpas ms viejas continan picando en. su cebo.
Mudable y terca es; a menudo la he visto morderse los labios y peinarse a contra
pelo.
Acaso es malvada y falsa, y una mujer en todo; pero cabalmente cuando habla mal
de s
es cuando ms seduce.
Cuando dije esto a la vida ella ri malignamente y cerr los ojos. De quin ests
hablando?, dijo, sin duda de m?
Y aunque tuvieras razn, - decirme eso as a la cara! Pero ahora habla tambin de tu
sabidura.
Ay, y entonces volviste a abrir tus ojos, oh vida amada! Y en lo insondable me pa

reci
hundirme all de nuevo. As cant Zaratustra. Mas cuando el baile acab y las muchachas se hubieron ido de all
sintise triste.
Hace ya mucho que se puso el sol, dijo por fin; el prado est hmedo, de los bosques
llega fro.
Algo desconocido est a mi alrededor y mira pensativo. Cmo! T vives todava, Zaratustra?
Por qu? Para qu? Con qu? Hacia dnde? Dnde? Cmo? No es tontera vivir
todava? Ay, amigos mios, el atardecer es quien as pregunta desde m. Perdonadme mi tristeza!
El atardecer ha llegado: perdonadme que el atardecer haya llegado!
As habl Zaratustra.
191
As llama el Evangelio de Juan, 12, 31, al demonio (palabras de Jess a Andrs y Feli
pe, anunciando
su glorificacin por la muerte): Ahora comienza un juicio contra el orden presente,
y ahora el seor de
este mundo ser arrojado fuera. Pero yo, cuando me levanten de la tierra, tirar de
todos hacia m.
192
Con estas mismas palabras comenzar tambin La otra cancin del baile, en la tercera
parte de esta
obra.
La cancin de los sepulcros193
All est la isla de los sepulcros, la silenciosa; all estn tambin los sepulcros de mi
juventud. A ella quiero llevar una corona siempre verde de vida.
Con este propsito en el corazn atraves el mar. Oh vosotras, visiones y apariciones de mi juventud! Oh vosotras, miradas todas del
amor, vosotros instantes divinos! Qu aprisa habis muerto para m! Me acuerdo de vosotros hoy como de mis muertos.
De vosotros, muertos queridsimos, llega hasta m un dulce aroma que desata el corazn
y las lgrimas. En verdad, ese aroma conmueve y alivia el corazn al navegante solit
ario.
An contino siendo el ms rico y el ms digno de envidia - yo el ms solitario! Pues
yo os tuve a vosotros, y vosotros me tuvisteis a m: decid, La quin le cayeron del r
bol,
como a m, tales manzanas de rosa?194
An contino siendo heredero de vuestro amor, y tierra que en recuerdo vuestro flore
ce
con multicolores virtudes silvestres, oh vosotros amadsimos!
Ay, estbamos hechos para permanecer prximos unos a otros, oh propicios y extraos
prodigios; y vinisteis a m y a mi deseo no como tmidos pjaros - no, sino como confia
dos al confiado!
S, hechos para la fidelidad, como yo, y para delicadas eternidades: y ahora tengo
que
denominaros por vuestra infidelidad, oh miradas e instantes divinos: ningn otro n
ombre
he aprendido todava.
En verdad, demasiado aprisa habis muerto para m, vosotros fugitivos. Pero no huist

eis
de m, tampoco yo hu de vosotros: inocentes somos unos para otros en nuestra infide
lidad.
Para matarme a m os estrangularon a vosotros, pjaros cantores de mis esperanzas! S,
contra vosotros, queridsimos, dispar la maldad siempre sus flechas - para dar en mi
corazn!
Y acert! Porque vosotros erais lo ms querido a mi corazn, mi posesin y mi serposedo: por eso tuvisteis que morir jvenes y demasiado pronto!
Contra lo ms vulnerable que yo posea dispararon ellos la flecha: lo erais vosotros,
cuya piel es semejante a una suave pelusa, y, ms todava, a la sonrisa que fenece a
causa
de una mirada!
Pero estas palabras quiero decir a mis enemigos: qu son todos los homicidios al la
do
de lo que me habis hecho!
Algo peor me habis hecho que todos los homicidios; algo irrecuperable me habis qui
tado: - as os hablo a vosotros, enemigos mos!
Pues habis asesinado las visiones y los amadsimos prodigios de mi juventud! Me
habis quitado mis compaeros de juego, los espritus bienaventurados! En recuerdo suy
o
deposito esta corona y esta maldicin.
Esta maldicin contra vosotros, enemigos mos! Pues acortasteis mi eternidad, as
como un sonido se quiebra en noche fra! Casi tan slo como un relampagueo de ojos
divinos lleg hasta m, - como un instante!
As dijo una vez en hora favorable mi pureza: Divinos deben ser para m todos los seres.
Entonces casteis sobre m con sucios fantasmas, ay, adnde huy aquella hora favorable!
Todos los das deben ser santos para m - as habl en otro tiempo la sabidura de mi
juventud195: en verdad, palabras de una sabidura gaya!
Pero entonces vosotros los enemigos me robasteis mis noches y las vendisteis a u
n tormento insomne: ay, adnde huy aquella sabidura gaya?
En otro tiempo yo estaba ansioso de auspicios felices: entonces hicisteis que se
me cruzase en el camino un bho monstruoso, repugnante. Ay, adnde huy entonces mi tierna
ansia?
A toda nusea promet yo en otro tiempo renunciar: entonces transformasteis a mis
allegados y prjimos en llagas purulentas. Ay, adnde huy entonces mi ms noble
promesa?
Como un ciego recorr en otro tiempo caminos bienaventurados: entonces arrojasteis
inmundicias al camino del ciego: y l sinti nuseas del viejo sendero de ciegos.
Y cuando realic mi empresa ms dificil y celebraba la victoria de mis superaciones:
entonces hicisteis gritar a quienes me amaban que yo era quien ms dao les haca.
En verdad, se fue siempre vuestro obrar: transformasteis en hiel mi mejor miel y
la laboriosidad de mis mejores abejas.
A mi benevolencia enviasteis siempre los mendigos ms insolentes; en torno a mi co
mpasin amontonasteis siempre a aquellos cuya desvergenza no tena curacin. As heristeis a mi virtud en su fe.
Y si yo llevaba al sacrificio lo ms santo de m: al instante vuestra piedad aada sus
dones ms grasientos: de tal manera que en el vaho de vuestra grasa quedaba sofoca

do
hasta lo ms santo de m.
Y en otro tiempo quise bailar como jams haba bailado yo hasta entonces: ms all de
todos los cielos quise bailar. Entonces persuadisteis a mi cantor ms amado.
Y ste enton una horrenda y pesada meloda; ay, la toc a mis odos como un ttrico
cuerno!
Cantor asesino, instrumento de la maldad, inocentsimo! Ya estaba yo dispuesto para
el mejor baile: entonces asesinaste con tus sones mi xtasis!
Slo en el baile s yo decir el smbolo de las cosas supremas: - y ahora mi smbolo supremo se me ha quedado inexpreso en mis miembros!
Inexpresa y no liberada qued en m la suprema esperanza! Y se me murieron todas
las visiones y consuelos de mi juventud!
Cmo soport aquello? Cmo venc y super tales heridas?196 Cmo volvi mi alma
a resurgir de esos sepulcros?
S, algo invulnerable, insepultable hay en m, algo que hace saltar las rocas: se ll
ama mi
voluntad. Silenciosa e incambiada avanza a travs de los aos.
Su camino quiere recorrerlo con mis pies mi vieja voluntad; duro de corazn e invu
lnerable es para ella el sentido.
Invulnerable soy nicamente en mi taln197. Todava sigues viviendo ah y eres idntica a ti misma, pacientsima! Siempre conseguiste atravesar todos los sepulcros!
En ti vive todava lo irredento de mi juventud; y como vida y juventud ests t ah sentada, llena de esperanzas, sobre amarillas ruinas de sepulcros.
S, todava eres t para m la que reduce a escombros todos los sepulcros: salud a ti,
voluntad ma! Y slo donde hay sepulcros hay resurrecciones. As cant Zaratustra.

193
Otro ttulo previsto por Nietzsche para este apartado en sus manuscritos era La fi
esta de los muertos.
Ciertos comentaristas han querido ver en La cancin de los sepulcros una sumaria e
numeracin de las
diversas desilusiones y afrentas, reales o imaginarias, sufridas por Nietzsche e
n su vida. El propio ttulo es
sin duda una reminiscencia de la isla de San Michele, cementerio de Venecia, lla
mada tambin isla de los
muertos, y que ciertamente Nietzsche vea desde su ventana cuando en Venecia resida
en Fundamenta
Nuove. El buho monstruoso y repugnante representara al fillogo (Wilamowitz von Mllend
orff) que se
atraves en su carrera de catedrtico universitario. El cantor ms amado, que, sin embar
go, le entona una
horrenda y pesada meloda, sera Wagner, que le haba insultado en su artculo Pblico y po
ularidad,
publicado en los Bayreuther Bltter (Hojas de Bayreuth); y as sucesivamente.
194
Sobre las manzanas de rosa vase luego la nota 416.
195
La primera edicin de La gaya ciencia llevaba como motto esta cita de Emerson: El
poeta y el sabio
consideran amigas y sagradas todas las cosas, tiles todas las vivencias, santos t
odos los das, divinos todos
los hombres. En la segunda edicin sustituy esta cita por los cuatro versos siguient
es:
Yo habito en mi propia casa,

jams he imitado a nadie en nada,


y siempre me he redo adems de todo maestro
que no se haya redo de s mismo
Sobre la puerta de mi casa.
No es esta la nica cita, literal o variada, que Nietzsche hace de Emerson en esta
obra.
196
Nietzsche remeda aqu unas palabras de Isolda en el acto segundo, escena segunda,
de Tristn e Isolda. Dice Isolda:
Wie ertrug ich s nur?
Wie ertrag ich s noch?
Cmo soport aquello?
Cmo contino soportndolo?
197
Al revs de Aquiles, vulnerable nicamente en su taln.
De la superacin de s mismo198
Voluntad de verdad llamis vosotros sapientsimos> a lo que os impulsa y os pone ardorosos?
Voluntad de volver pensable todo lo que existe: as llamo yo a vuestra voluntad!
Ante todo queris hacer pensable todo lo que existe: pues dudis, con justificada de
sconfianza, de que sea pensable.
Pero debe amoldarse y plegarse a vosotros! As lo quiere vuestra voluntad. Debe vol
verse liso y someterse al espritu, como su espejo y su imagen reflejada.
sa es toda vuestra voluntad, sapientsimos, una voluntad de poder; y ello aunque
hablis del bien y del mal y de las valoraciones.
Queris crear el mundo ante el que podis arrodillaros: sa es vuestra ltima esperanza
y vuestra ltima ebriedad.
Los no sabios, ciertamente, el pueblo, - son como el ro sobre el que avanza flota
ndo
una barca199: y en la barca se asientan solemnes y embozadas las valoraciones.
Vuestra voluntad yvuestros valores los habis colocado sobre el ro del devenir; lo
que
es credo por el pueblo como bueno y como malvado me revela a m una vieja voluntad
de poder.
Habis sido vosotros, sapientsimos, quienes habis colocado en esa barca a tales pasa
jeros y quienes les habis dado pompa y orgullosos nombres, - vosotros y vuestra vo
luntad dominadora!
Ahora el ro lleva vuestra barca: tiene que llevarla. Poco importa que la ola rota
eche
espuma y que colrica se oponga a la quilla!
No es el ro vuestro peligro y el final de vuestro bien y vuestro mal, sapientsimos
: sino
aquella voluntad misma, la voluntad de poder, - la inexhausta y fecunda voluntad
de vida.
Mas para que vosotros entendis mi palabra acerca del bien y del mal200: voy a dec
iros
todava mi palabra acerca de la vida y acerca de la ndole de todo lo viviente.
Yo he seguido las huellas de lo vivo, he recorrido los caminos ms grandes y los ms
pequeos, para conocer su ndole.
Con centuplicado espejo he captado su mirada cuando tena cerrada la boca: para qu
e
fuesen sus ojos los que me hablasen. Y sus ojos me han hablado.

Pero en todo lugar en que encontr seres vivientes o hablar tambin de obediencia. To
do ser viviente es un ser obediente.
Y esto es lo segundo: Se le dan rdenes al que no sabe obedecerse a s mismo. As es l
a
ndole de los vivientes.
Pero esto es lo tercero que o: que mandar es ms difcil que obedecer. Y no slo porque el que manda lleva el peso de todos los que obedecen, y ese peso fcilmente lo
aplasta: Un ensayo y un riesgo advert en todo mandar; y siempre que el ser vivo manda se
arriesga a s mismo al hacerlo.
An ms, tambin cuando se manda a s mismo tiene que expiar su mandar. Tiene que
ser juez y vengador y vctima de su propia ley.
Cmo ocurre esto!, me preguntaba. Qu es lo que persuade a lo viviente a obedecer y
a mandar y a ejercer obediencia incluso cuando manda?
Escuchad, pues, mi palabra, sapientsimos! Examinad seriamente si yo me he deslizado hasta el corazn de la vida y hasta las races de su corazn!
En todos los lugares donde encontr seres vivos encontr voluntad de poder; e inclus
o
en la voluntad del que sirve encontr voluntad de ser seor.
A servir al ms fuerte, a eso persudele al ms dbil su voluntad, la cual quiere ser du
ea de lo que es ms dbil todava: a ese solo placer no le gusta renunciar.
Y as como lo ms pequeo se entrega a lo ms grande, para disfrutar de placer y poder
sobre lo mnimo: as tambin lo mximo se entrega y por amor al poder - expone la vida.
sta es la entrega de lo mximo, el ser riesgo y peligro y un juego de dados con la
muerte.
Y donde hay inmolacin y servicios y miradas de amor: all hay tambin voluntad de
ser seor. Por caminos tortuosos se desliza lo ms dbil hasta el castillo y hasta el
corazn del ms poderoso - y le roba poder.
Y este misterio me ha confiado la vida misma. Mira, dijo, yo soy lo que tiene que
superarse siempre a s mismo.
En verdad, vosotros llamis a esto voluntad de engendrar o instinto de finalidad,
de algo ms alto, ms lejano, ms vario: pero todo eso es una nica cosa y un nico misterio.
Prefiero hundirme en mi ocaso antes que renunciar a esa nica cosa; y, en verdad,
donde hay ocaso y caer de hojas, mira, all la vida se inmola a s misma - por el poder!
Pues yo tengo que ser lucha y devenir y finalidad y contradiccin de las finalidad
es:
ay, quien adivina mi voluntad, se adivina sin duda tambin por qu caminos torcidos
tiene l que caminar!
Sea cual sea lo que yo crea, y el modo como lo ame, - pronto tengo que ser adver
sario
de ello y de mi amor: as lo quiere mi voluntad.
Y tambin t, hombre del conocimiento, eras tan slo un sendero y una huella de mi
voluntad: en verdad, mi voluntad de poder camina tambin con los pies de tu volunta
d
de verdad!
No ha dado ciertamente en el blanco de la verdad quien dispar hacia ella la frase
de la
voluntad de existir201: esa voluntad - no existe!
Pues: lo que no es, eso no puede querer; mas lo que est en la existencia, cmo podra
seguir queriendo la existencia!
Slo donde hay vida hay tambin voluntad: pero no voluntad de vida, sino - as te lo
enseo yo - voluntad de poder!

Muchas cosas tiene el viviente en ms alto aprecio que la vida misma; pero en el a
preciar mismo habla - la voluntad de poder! Esto fue lo que en otro tiempo me ense la vida: y con ello os resuelvo yo, sapients
imos, incluso el enigma de vuestro corazn.
En verdad, yo os digo: Un bien y un mal que sean imperecederos - no existen! Por
s
mismos deben una y otra vez superarse a s mismos.
Con vuestros valores y vuestras palabras del bien y del mal ejercis violencia, va
loradores: y se es vuestro oculto amor, y el brillo, el temblor y el desbordamiento de
vuestra
propia alma.
Pero una violencia ms fuerte surge de vuestros valores, y una nueva superacin: al
chocar con ella se rompen el huevo y la cscara.
Y quien tiene que ser un creador en el bien y en el mal202: en verdad, se tiene q
ue ser
antes un aniquilador y quebrantar valores.
Por eso el mal sumo forma parte de la bondad suma: mas sta es la bondad creadora.
Hablemos de esto, sapientsimos, aunque sea desagradable. Callar es peor; todas la
s
verdades silenciadas se vuelven venenosas.
Y que caiga hecho pedazos todo lo que en nuestras verdades - pueda caer hecho ped
azos! Hay muchas casas que construir todava!
As habl Zaratustra.
198
En sus manuscritos Nietzsche haba previsto para este captulo tambin el ttulo: Del b
ien y del mal.
En l desarrolla ampliamente Nietzsche el tema de la voluntad de poder, ya aparecido
an tes; vase, en
Los discursos de Zaratustra, el titulado De las mil metas y de la nica meta; y la
nota 94.
199
Posible alusin irnica a La nave de los locos, el poema alegrico y satrico de Sebast
ian Brant.
200
Recurdese lo dicho en la nota 198 sobre el primitivo ttulo de este apartado.
201
La expresin voluntad de existir es de Schopenhauer.
202
En Ecce homo, Por qu soy un destino?, 2, cita Nietzsche esta frase, con una signifi
cativa variacin: donde aqu dice: tiene que (muss), all dice: quiere (will).
De los sublimes
Silencioso es el fondo de mi mar: quin adivinara que esconde monstruos juguetones!
Imperturbable es mi profundidad: mas resplandece de enigmas y risas flotantes.
Hoy he visto un sublime, un solemne, un penitente del espritu203: oh, cmo se ri mi
alma de su fealdad!
Con el pecho levantado, y semejante a quienes estn aspirando aire: as estaba l, el
sublime, y callaba:
Guarnecido de feas verdades, su botn de caza, y con muchos vestidos desgarrados;

tambin pendan de l muchas espinas - pero no vi ninguna rosa.


An no haba aprendido la risa ni la belleza. Sombro volva este cazador del bosque
del conocimiento.
De luchar con animales salvajes volva a casa: mas desde su seriedad contina mirand
o
un animal salvaje - un animal no vencido an!
Ah contina estando, como un tigre que quiere saltar; pero a m no me agradan esas
almas tensas, a mi gusto le repugnan todos esos contrados.
Y vosotros me decs, amigos, que no se ha de disputar sobre el gusto y el sabor? Per
o
toda vida es una disputa por el gusto y por el sabor!204
Gusto: es el peso y, a la vez, la balanza y el que pesa; y ay de todo ser vivo qu
e quisiera vivir sin disputar por el peso y por la balanza y por los que pesan!
Si este sublime se fatigase de su sublimidad: entonces comenzara su belleza, - slo
entonces quiero yo gustarlo y encontrarlo sabroso.
Y slo cuando se aparte de s mismo saltar por encima de su propia sombra - y, en
verdad!, penetrar en su sol. Demasiado tiempo ha estado sentado en la sombra, plid
as
se le han puesto las mejillas al penitente del espritu; casi muri de hambre a caus
a de sus
esperas.
Desprecio hay todava en sus ojos; y nusea se esconde en su boca205. Ahora reposa,
ciertamente, pero su reposo no se ha tendido todava al sol.
Debera hacer como el toro; y su felicidad debera oler a tierra y no a desprecio de
la
tierra.
Como un toro blanco quisiera yo verlo, resoplando y mugiendo mientras marcha del
ante del arado: y su mugido debera alabar adems todo lo terreno!
Oscuro es todava su rostro; la sombra de la mano juega sobre l. Ensombrecido est
todava el sentido de sus ojos.
Su accin misma es todava la sombra sobre l: la mano oscurece al que acta. An no
ha superado su accin.
Es verdad que yo amo en l la nuca de toro: mas ahora quiero ver tambin incluso los
ojos de ngel.
Tambin su voluntad de hroe tiene todava que olvidarla: un elevado debe ser l para
m, y no slo un sublime: - el ter mismo debera elevarlo a l, el falto de voluntad!
l ha domeado monstruos, ha resuelto enigmas: pero an debera redimir a sus propios
monstruos y enigmas, en hijos celestes debera an transformarlos.
Su conocimiento no ha aprendido todava a sonrer y a no tener celos; an no se ha
vuelto tranquila en la belleza su caudalosa pasin.
En verdad, no en la saciedad debera callar y sumergirse su ansia, sino en la belle
za! El
encanto forma parte de la magnanimidad de los magnnimos.
Con el brazo apoyado sobre la cabeza: as debera reposar el hroe, as debera superar
incluso su reposo.
Pero cabalmente al hroe lo bello le resulta la ms dificil de todas las cosas. Inco
nquistable es lo bello para toda voluntad violenta.
Un poco ms, un poco menos: justo eso es aqu mucho, es aqu lo ms.
Estar en pie con los msculos relajados y con la voluntad desuncida: eso es lo ms di
fcil para todos vosotros, los sublimes!
Cuando el poder se vuelve clemente y desciende hasta lo visible: belleza llamo y
o a tal
descender.
Y de nadie quiero yo belleza tanto como precisamente de ti, violento: sea tu bon

dad tu
ltima superacin de ti mismo.
De todo mal te creo capaz: por ello quiero yo de ti el bien. En verdad, a menudo
me he
redo de los debiluchos que se creen buenos porque tienen zarpas tullidas!
A la virtud de la columna debes aspirar: ms bella y ms delicada se va tornando, pe
ro
en lo interior ms dura y ms robusta, cuanto ms asciende.
S, sublime, alguna vez tambin t debes ser bello y presentar el espejo a tu propia b
elleza.
Entonces tu alma se estremecer de ardientes deseos divinos; y habr adoracin incluso en tu vanidad!
ste es, en efecto, el misterio del alma: slo cuando el hroe la ha abandonado acrcase
a ella, en sueos, - el super-hroe.
As habl Zaratustra.
203
El penitente del espritu alude irnicamente, entre otros, a Wagner. Es un concepto i
mportante en
esta obra, que aqu aparece por vez primera. Se lo vuelve a citar ms adelante, en D
e los poetas, y alcanza
su pleno desarrollo en la cuarta parte, El mago.
204
Vase Humano, demasiado humano, II, Opiniones y sentencias mezcladas, el 170, titu
lado Los
alemanes en el teatro, al final: Bienaventurados los que tienen un gusto, aunque se
a un mal gusto! - y no
slo bienaventurado, sino tambin sabio es cosa que slo se puede llegar a ser en virt
ud de esa cualidad:
por eso los griegos, que en tales cuestiones eran muy finos, designaron al sabio
con una palabra que significa el hombre de gusto, y llamaron a la sabidura, tanto artstica como cognoscitiva,
gusto (Sophia).
205
Vase la nota 9.
Del pas de la cultura206
Demasiado me haba adentrado yo volando en el futuro: un estremecimiento de horror
se apoder de m.
Y cuando mir a mi alrededor, he aqu que el tiempo era mi nico contemporneo.
Entonces hu hacia atrs, hacia el hogar - y cada vez ms aprisa: as llegu a vosotros,
hombres del presente, y al pas de la cultura.
Por vez primera llevaba yo conmigo unos ojos para veros, y buenos deseos: en ver
dad,
con anhelo en el corazn llegu.
Mas, qu me ocurri? A pesar de mi angustia - tuve que echarme a rer! Nunca haban visto mis ojos algo tan abigarrado!
Yo rea y rea mientras el pie an me temblaba, as como el corazn: sta es sin duda
la patria de todos los tarros de colores! - dije.
Con cincuenta chafarrinones tenais pintados el rostro y los miembros: as estabais s
entados, para mi asombro, hombres del presente!
Y con cincuenta espejos a vuestro alrededor, que halagaban el juego de vuestros c
olores y lo reproducan!

En verdad, no podrais llevar mejor mscara, hombres del presente, que vuestro propio
rostro! Quin podra - reconoceros!
Emborronados con los signos del pasado, los cuales estaban a su vez embadurnados
con
otros signos: as os habis escondido bien de todos los intrpretes de signos!
Y aun cuando se sea un escrutador de riones207: quin creer que vosotros tenis riones! De colores parecis estar amasados, y de papeles encolados.
Todas las pocas y todos los pueblos miran abigarradamente desde vuestros velos; t
odas las costumbres y todas las creencias hablan abigarradamente desde vuestros g
estos208.
Quien os quitase velos y aderezos y colores y gestos: todava tendra bastante para
espantar a los pjaros con el resto.
En verdad, yo mismo soy el pjaro espantado que una vez os vio desnudos y sin colo
res; y me escap volando de all cuando el esqueleto me hizo seas amorosas.
Preferira ser jornalero en el submundo y entre las sombras del pasado!209 - ms gruesos y rellenos que vosotros son ciertamente los habitantes del submundo!
Esto, s, esto es amargura para mis intestinos, el no soportaros ni desnudos ni ves
tidos
a vosotros, los hombres del presente!
Todas las cosas siniestras del futuro, y todas las que alguna vez espantaron a pj
aros
extraviados, ms confortables son, en verdad, y ms familiares que vuestra realidad.
Pues hablis as: Nosotros somos enteramente reales, y ajenos a la fe y a la supersti
cin: as hinchis el pecho - ay, aunque ni siquiera tenis pechos!
S, cmo ibais a poder creer vosotros, gentes salpicadas de mltiples colores! - si sois
estampas de todo lo que alguna vez fue credo!
Refutaciones ambulantes sois de la fe misma, y una dislocacin de todos los pensamientos. Indignos de fe: as os llamo yo a vosotros, reales!
Todas las pocas han parloteado unas contra otras en vuestros espirtus; y los sueos y
parloteos de todas las pocas eran ms reales incluso que vuestra vigilia!
Estriles sois: por eso os falta a vosotros la fe. Pero el que tuvo que crear, se t
uvo
siempre tambin sus sueos profticos y sus signos estelares - y crea en la fe! Puertas entreabiertas sois vosotros, junto a las cuales aguardan sepultureros. Y
sta es
vuestra realidad: Todo es digno de perecer210.
Ay, cmo aparecis ante m, estriles, con qu costillas tan flacas! Y algunos de vosotros se han dado sin duda cuenta de ello.
Y dijeron: Es que un dios nos ha sustrado secretamente algo mientras dormamos?
En verdad, bastante para formarse con ello una mujercilla!211
Asombrosa es la pobreza de nuestras costillas!, as han hablado ya algunos de los
hombres del presente.
S, risa me causis, hombres del presente! Y especialmente cuando os asombris de
vosotros mismos!
Y ay de m si no pudiera yo rerme de vuestro asombro y tuviera que tragarme todas
las repugnantes cosas de vuestras escudillas!
Pero quiero tomaros a la ligera, pues yo tengo que llevar cosas pesadas; y qu me i
mporta el que escarabajos y gusanos voladores se posen sobre mi carga!
En verdad, no por ello me ha de pesar ms! Y no de vosotros, hombres del presente,
debe llegarme a m la gran fatiga. -

Ay, adnde debo ascender yo todava con mi anhelo! Desde todas las altas montaas
busco con la vista el pas de mis padres y de mis madres212.
Pero no he encontrado hogar en ningn sitio: un nmada soy yo en todas las ciudades,
y
una despedida junto a todas las puertas.
Ajenos me son, y una burla, los hombres del presente, hacia quienes no hace much
o me
empujaba el corazn; y desterrado estoy del pas de mis padres y de mis madres.
Por ello amo yo ya tan slo el pas de mis hijos213, el no descubierto, en el mar re
moto:
que lo busquen incesantemente ordeno yo a mis velas.
En mis hijos quiero reparar el ser hijo de mis padres: y en todo futuro - este pr
esente!
As habl Zaratustra.

206
Otro ttulo previsto por Nietzsche en sus manuscritos para este apartado era: De
los hombres del presente.
207
Expresin bblica; vase el Salmo 7,10: Dios, justo, escrutador del corazn y de los rion
es. Aqu es
una parbola del psiclogo, entendido en el sentido de Nietzsche. Vase Ecce homo.
208
Nietzsche se burla aqu del historicismo, tal como lo haba atacado ya en la segunda
de sus Consideraciones intempestivas, titulada Sobre la utilidad y la desventaja de la cienc
ia histrica para la vida.
209
Parfrasis de las palabras de Aquiles a Ulises en la Odisea, canto XI, versos 489
-491: No intentes
consolarme de la muerte, ilustre Ulises; preferira ser labrador y servir a otro,
a un hombre indigente que
tuviera pocos caudales para mantenerse, a reinar sobre los muertos, que ya no so
n nada.
210
Palabras de Mefistfeles en el Fausto, versos 1339-1340. Vase, en esta segunda par
te, De la redencin, y la nota 259.
211
Alusin a Gnesis, 2, 21: Entonces Yahv Dios hizo caer un profundo sueo sobre el hombr
e, el cual
se durmi. Y le quit una de las costillas... y con ella form una mujer.
212
Vaterland, Mutterland: patria y matria sera tambin otra traduccin posible de esas dos
palabras
alemanas. Mas este intento de lograr en castellano el mismo juego verbal que en
alemn queda roto por el
Kinderland que aparece a continuacin. De ah la traduccin: pas de los padres, pas de l
madres y
pas de los hijos.
213
Vase la nota anterior. Al pas de los hijos vuelve Nietzsche a aludir en la tercera p
arte, De tablas
viejas y nuevas, 12, y 28. En La pedagoga social como programa politico Ortega al
ude a esta idea (vase
Obras Completas, 1): Hay, empero, otra nocin de patria. No la tierra de los padres
, deca Nietzsche, sino
la tierra de los hijos. Patria no es el pasado y el presente... Es algo que toda

va no existe...
Del inmaculado conocimiento214
Cuando ayer sala la luna me pareci que iba a dar a luz un sol: tan abultada y grvid
a
yaca en el horizonte.
Pero me minti con su preez; y antes creera yo en el hombre de la luna que en la mujerz 215.
Ciertamente, poco hombre es tambin ese tmido noctmbulo. En verdad, con mala
conciencia deambula sobre los tejados. Pues es lascivo y celoso el monje que hay
en la
luna, lascivo de la tierra y de todas las alegras de los amantes.
No, no me gusta ese gato sobre los tejados! Me repugnan todos los que rondan furti
vamente las ventanas entornadas! Piadosa y silente camina sobre alfombras de est
rellas: mas no me gustan, en el varn, esos pies sigilosos, en los que ni siquiera una esp
uela mete ruido.
El paso de todo hombre honesto habla; pero el gato se escurre furtivo por el sue
lo. Mira, gatuna y deshonesta avanza la luna. Esta parbola os ofrezco a vosotros los sensibles hipcritas, a vosotros los hombres
del
puro conocimiento! A vosotros yo os llamo - lascivos!
Tambin vosotros amis la tierra y las cosas terrenas: os he adivinado bien! - pero v
ergenza hay en vuestro amor, y mala conciencia, - os parecis a la luna!
A que despreciis a la tierra ha persuadido alguien a vuestro espritu, pero no a vu
estras
entraas: mas stas son lo ms fuerte en vosotros!
Y ahora vuestro espritu se avergenza de estar a merced de vuestras entraas, y a cau
sa
de su propia vergenza recorre caminos tortuosos y embusteros.
Para m sera lo ms elevado - as se dice a s mismo vuestro mendaz espritu - mirar a
la tierra sin codicia y sin tener la lengua colgando, como el perro:
Ser feliz en el contemplar, con una voluntad ya muerta, ajeno a la rapacidad y a
la avaricia del egosmo - fro y gris en todo el cuerpo, mas con ebrios ojos de luna!
Lo ms querido sera para m - as se seduce a s mismo el seducido - amar la tierra tal
como la ama la luna, y slo con los ojos palpar su belleza.
Y el conocimiento inmaculado de todas las cosas sea para m el no querer nada de l
as
cosas: excepto el que me sea lcito yacer ante ellas como un espejo de cien ojos.2
16 Oh, sensibles hipcritas, lascivos! A vosotros os falta la inocencia en el deseo: y
por
eso ahora calumniis el desear! En verdad, no como creadores, engendradores, gozoso
s
de devenir amis vosotros la tierra!
Dnde hay inocencia? All donde hay voluntad de engendrar. Y el que quiere crear por
encima de s mismo, se tiene para m la voluntad ms pura.
Dnde hay belleza? All donde yo tengo que querer con toda mi voluntad; all donde
yo quiero amar y hundirme en mi ocaso, para que la imagen no se quede slo en imag
en.
Amar y hundirse en su ocaso: estas cosas van juntas desde la eternidad. Voluntad
de
amor: esto es aceptar de buen grado incluso la muerte. Esto es lo que yo os digo,

cobardes!
Pero ahora vuestro castrado bizquear quiere llamarse contemplacin! Y lo que se
deja palpar con ojos cobardes debe ser bautizado con el nombre de bello! Oh, mancilladores de nombres nobles!
Mas sta debe ser vuestra maldicin, inmaculados, hombres del puro conocimiento, el
que jams daris a luz: y ello aunque yazcis abultados y grvidos en el horizonte!
En verdad, vosotros os llenis la boca con palabras nobles: iy nosotros debemos cr
eer
que el corazn os rebosa, embusteros?217
Pero mis palabras son palabras pequeas, despreciadas, torcidas: me gusta recoger
lo
que en vuestros banquetes cae debajo de la mesa218.
Con ellas puedo siempre todava - decir la verdad a los hipcritas! S, mis espinas de
pescado, mis conchas y mis cardos deben - cosquillear las narices a los hipcritas
!
Aire viciado hay siempre en torno a vosotros y a vuestros banquetes: vuestros las
civos
pensamientos, vuestras mentiras y disimulos estn, en efecto, en el aire!
Osad primero creeros a vosotros mismos - a vosotros y a vuestras entraas! El que n
o
se cree a s mismo miente siempre.
Una mscara de un dios habis colgado delante de vosotros mismos, puros: en una
mscara de un dios se ha introducido, arrastrndose, vuestra asquerosa lombriz.
En verdad, vosotros engais, contemplativos! Tambin Zaratustra fue en otro tiempo el chiflado de vuestras pieles divinas; no adivin las enroscadas serpientes de
que estaban llenas esas pieles.
En otro tiempo me imagin ver jugar el alma de un dios en vuestros juegos, hombres
del puro conocimiento! En otro tiempo me imagin que no haba mejor arte que vuestras
artes!
La distancia me ocultaba la inmundicia de serpientes y su mal olor: y que aqu ron
daba,
lasciva, la astucia de un lagarto.
Pero me aproxim a vosotros: entonces lleg a m el da - y ahora l viene a vosotros, se acabaron los amores con la luna!
Mirad! Atrapada y plida se encuentra ah la luna - antela aurora!
Pues ya llega ella, la incandescente, - llega su amor a la tierra! Inocencia y des
eo propio de creador es todo amor solar!
Mirad cmo se eleva impaciente sobre el mar! No sents la sed y la ardiente respiracin de su amor?
Del mar quiere sorber, y beber su profundidad llevndosela a lo alto: entonces el
deseo
del mar se eleva con mil pechos.
Besado y sorbido quiere ser ste por la sed del sol; en luz quiere convertirse, y e
n altura y en huella de luz, y en luz misma!
En verdad, igual que el sol amo yo la vida y todos los mares profundos.
Y esto significa para m conocimiento: todo lo profundo debe ser elevado - hasta mi
altura!
As habl Zaratustra.
214
El ttulo alemn, Von der unbefleckten Erkenntnis, es, por su semejanza fontica, una
parodia de Von

der unbefleckten Empfngnis (De la Inmaculada Concepcin). Otro ttulo pensado por Nie
tzsche en sus
manuscritos para este apartado deca: A los contemplativos.
215
Juego de palabras en alemn, basado en que en este idioma Mond (luna) es de gnero
masculino. Por
otro lado, la creencia de que hay un hombre en la luna, cuyo rostro puede percibir
se en ella, es leyenda
popular e infantil comn a varios pueblos.
216
Un amplio desarrollo del conocimiento objetivo como espejo puede verse en el 207
de Ms all del
bien y del mal.
217
Parfrasis del Evangelio de Mateo, 12, 34: De lo que rebosa el corazn habla la boca
.
218
Alusin al Evangelio de Lucas, 16, 21 (parbola del hombre rico y el mendigo Lzaro):
Lzaro deseaba hartarse de lo que caa debajo de la mesa del rico.
De los doctos
M entras yo yaca dormido en el suelo vino una oveja a pacer de la corona de hiedra
de
mi cabeza, - paci y dijo: Zaratustra ha dejado de ser un docto.
As dijo, y se march hinchada y orgullosa219. Me lo ha contado un nio.
Me gusta estar echado aqu donde los nios juegan, junto al muro agrietado, entre ca
rdos y rojas amapolas.
Todava soy un docto para los nios, y tambin para los cardos y las rojas amapolas.
Son inocentes, incluso en su maldad.
Mas para las ovejas he dejado de serlo: as lo quiere mi destino - bendito sea!
Pues sta es la verdad: he salido de la casa de los doctos: y adems he dado un port
azo
a mis espaldas.
Durante demasiado tiempo mi alma estuvo sentada hambrienta a su mesa; yo no esto
y
adiestrado al conocer como ellos, que lo consideran un cascar nueces.
Amo la libertad, y el aire sobre la tierra fresca; prefiero dormir sobre pieles
de buey que
sobre sus dignidades y respetabilidades.
Yo soy demasiado ardiente y estoy demasiado quemado por pensamientos propios: a
menudo me quedo sin aliento. Entonces tengo que salir al aire libre y alejarme d
e los
cuartos llenos de polvo.
Pero ellos estn sentados, fros, en la fra sombra: en todo quieren ser nicamente espectadores, y se guardan de sentarse all donde el sol abrasa los escalones.
Semejantes a quienes se paran en la calle y miran boquiabiertos a la gente que p
asa: as
aguardan tambin ellos y miran boquiabiertos a los pensamientos que otros han pens
ado.
Si se los toca con las manos, levantan, sin quererlo, polvo a su alrededor, como
si fueran sacos de harina; pero quin adivinara que su polvo procede del grano y de la ama
rilla delicia de los campos de esto?
Cuando se las dan de sabios, sus pequeas sentencias yverdades me hacen tiritar de
fro: en su sabidura hay a menudo un olor como si procediese de la cinaga: y en verd

ad,
yo he odo croar en ella a la rana!
Son hbiles, tienen dedos expertos: qu quiere mi sencillez en medio de su complicacin! De hilar y de anudar y de tejer entienden sus dedos: as hacen los calcetines d
el
espritu!
Son buenos relojes: con tal de que se tenga cuidado de darles cuerda a tiempo! En
tonces sealan la hora sin fallo y, al hacerlo, producen un discreto ruido220.
Trabajan igual que molinos y morteros: basta con echarles nuestros cereales! - el
los
saben moler bien el grano y convertirlo en polvo blanco.
Se miran unos a otros los dedos y no se fan del mejor. Son hbiles en inventar astu
cias
pequeas, aguardan a aquellos cuya ciencia anda con pies tullidos, - aguardan igua
l que
araas.
Siempre les he visto preparar veneno con cautela; y siempre, al hacerlo, se cubra
n los
dedos con guantes de cristal.
Tambin saben jugar con dados falsos; y los he encontrado jugando con tanto ardor
que
al hacerlo sudaban.
Somos recprocamente extraos, y sus virtudes repugnan a mi gusto an ms que sus
falsedades y sus dados engaosos.
Y cuando yo habitaba entre ellos habitaba por encima de ellos. Por esto se enoja
ron
conmigo.
No quieren siquiera or decir que alguien camina por, encima de sus cabezas; y por
ello
colocaron maderas y tierra e inmundicias entre m y sus cabezas.
As amortiguaron el sonido de mis pasos: y, hasta hoy, quienes peor me han odo han
sido los ms doctos de todos221.
Entre ellos y yo han colocado las faltas y debilidades de todos los hombres: - te
cho
falso llaman a esto en sus casas.
Mas, a pesar de todo, con mis pensamientos camino por encima de sus cabezas; y a
un
cuando yo quisiera caminar sobre mis propios errores, continuara estando por enci
ma de
ellos y de sus cabezas.
Pues los hombres no son iguales: as habla la justicia 222 , y lo que yo quiero, es
o a
ellos no les ha sido lcito quererlo!
As habl Zaratustra.
219
Esta diatriba contra los doctos es, sin duda, transposicin de las vivencias teni
das por Nietzsche durante sus aos de catedrtico universitario. En la oveja que pace de la corona de hie
dra de la cabeza de
Zaratustra se ha querido ver a Wilamowitz von Mllendorff y a los otros profesores
que, tras la aparicin
de El nacimiento de la tragedia, decretaron que Nietzsche no era un docto. La coron
a de hiedra con la
que se adorna Zaratustra y con la que se adornaban tambin Dioniso y sus acompaante
s es anttesis de la
corona de laurel que suelen llevar en su cabeza los doctos.
220

Vase antes De los virtuosos.


221
Vase Ecce homo. La desproporcin entre la grandeza de mi tarea y la pequeez de mis c
ontemporneos se ha puesto de manifiesto en el hecho de que ni me han odo ni tampoco me ha
n visto siquiera... Me
basta hablar con cualquier persona culta de las que en verano vienen a la Alta Eng
adina para convencerme de que yo no vivo...
222
Vase, en esta segunda parte, De las tarntulas, donde ya aparece esta frase.
De los poetas
Desde que conozco mejor el cuerpo, - dijo Zaratustra a uno de sus discpulos - el
espritu no es ya para m ms que un modo de expresarse; y todo lo imperecedero - es tambin slo un smbolo223.
Esto ya te lo he odo decir otra vez, respondi el discpulo; y entonces aadiste: mas
los poetas mienten demasiado?224. Por qu dijiste que los poetas mienten demasiado?
Por qu?, dijo Zaratustra. Preguntas por qu? No soy yo de esos a quienes sea lcito
preguntarles por su porqu.
Es que mi experiencia vital es de ayer? Hace ya mucho tiempo que viv las razones d
e
mis opiniones.
No tendra yo que ser un tonel de memoria si quisiera tener conmigo tambin mis razones?
Ya me resulta demasiado incluso el retener mis opiniones; y ms de un pjaro se esca
pa
volando.
A veces encuentro tambin en mi palomar un animal que ha venido volando y que me
es extrao, y que tiembla cuando pongo mi mano sobre l.
Sin embargo, qu te dijo en otro tiempo Zaratustra? Qu los poetas mienten demasiado? - Mas tambin Zaratustra es un poeta.
Crees, pues, que dijo entonces la verdad? Por qu lo crees?225.
El discpulo respondi: Yo creo en Zaratustra. Mas Zaratusara movi la cabeza y
sonri.
La fe no me hace bienaventurado226, dijo, y mucho menos, la fe en m.
Pero en el supuesto de que alguien dijera con toda seriedad que los poetas mient
en demasiado: tiene razn, - nosotros mentimos demasiado.
Nosotros sabemos tambin demasiado poco y aprendemos mal: por ello tenemos que
mentir.
Y quin de entre nosotros los poetas no ha adulterado su propio vino? Ms de una venenosa mixtura ha sido fabricada en nuestras bodegas, y ms de una cosa indescript
ible
se ha hecho en ellas227.
Y como nosotros sabemos poco, nos gustan mucho los pobres de espritu, especialmente si son mujercillas jvenes! Hasta codiciamos las cosas que las viejecillas s
e cuentan por las noches. A eso lo llamamos lo eterno-femenino228 que hay en nosotros.
Y como si hubiese un especial acceso secreto al saber, que queda obstruido para
quienes aprenden algo: as nosotros creemos en el pueblo y en su sabidura.
Y todos los poetas creen esto: que quien, tendido en la hierba o en repechos sol
itarios,
aguza los odos, se llega a saber algo de las cosas que se encuentran entre el ciel
o y la
tierra.

Y si a ellos llegan delicados movimientos, los poetas opinan siempre que la natu
raleza
misma se ha enamorado de ellos: Y que se desliza en sus odos para decirles cosas
secretas y enamoradas lisonjas: de ello se gloran y se envanecen ante todos los mortale
s!
Ay, existen demasiadas cosas entre el cielo y la tierra con las cuales slo los poe
tas se
han permitido soar!229
Y, sobre todo, por encima del cielo: pues todos los dioses son un smbolo de poetas
, un
amao de poetas!230.
En verdad, siempre somos arrastrados hacia lo alto231 - es decir, hacia el reino
de las
nubes: sobre stas plantamos nuestros multicolores peleles y los llamamos dioses y
superhombres: Pues son justamente bastante ligeros para tales sillas! -todos esos dioses y supe
rhombres.
Ay, qu cansado estoy de todo lo insuficiente, que debe ser de todos modos aconteci
miento!232 Ay, qu cansado estoy de los poetas!
Cuando Zaratustra dijo esto, su discpulo se enoj con l, pero call. Tambin Zaratustra call; y sus ojos se haban vuelto hacia dentro, como si mirasen hacia remotas l
ejanas. Finalmente suspir y tom aliento.
Yo soy de hoy y de antes233, dijo luego; pero hay algo dentro de m que es de maana
y
de pasado maana y del futuro.
Me he cansado de los poetas, de los viejos y de los nuevos: superficiales me par
ecen
todos, y mares poco profundos.
No han pensado con suficiente profundidad: por ello su sentimiento no se sumergi
hasta llegar a las razones profundas.
Un poco de voluptuosidad y un poco de aburrimiento: eso ha sido la mejor incluso
de
sus reflexiones.
Un soplo y un deslizarse de fantasmas me parecen a m todos sus arpegios; qu han
sabido ellos hasta ahora del ardor de los sonidos! No son tampoco para m bastante limpios: todos ellos ensucian sus aguas para hacer
las
parecer profundas.
Con gusto representan el papel de conciliadores: mas para m no pasan de ser mediadores y enredadores, y mitad de esto y mitad de aquello, y gente sucia! Ay, yo lanc ciertamente mi red en sus mares y quise pescar buenos peces; pero sie
mpre saqu la cabeza de un viejo dios.
El mar proporcion as una piedra al hambriento234. Y ellos mismos proceden sin duda
del mar.
Es cierto que en ellos se encuentran perlas: pero tanto ms se parecen ellos mismo
s a
crustceos duros. Y en vez de alma he encontrado a menudo en ellos lgamo salado.
Tambin del mar han aprendido su vanidad: no es el mar el pavo real de los pavos re
ales?235.
Incluso ante el ms feo de todos los bfalos despliega l su cola, y jams se cansa de s

u
abanico de encaje hecho de plata
Ceudo contempla esto el bfalo,
za, y ms que ninguna otra cosa,
Qu le importan a l la belleza

y seda.
pues su alma prefiere la arena, y ms todava la malela cinaga.
y el mar y los adornos del pavo real! sta es la parbola

que yo dedico a los poetas.


En verdad, su espritu es el pavo real de los pavos reales y un mar de vanidad!
Espectadores quiere el espritu del poeta: aunque sean bfalos! Mas yo me he cansado de ese espritu: y veo venir el da en que tambin l se cansar
de s mismo.
Transformados he visto ya a los poetas, y con la mirada dirigida contra ellos mi
smos.
Penitentes del espritu236 he visto venir: han surgido de los poetas.
As habl Zaratustra.
223
Parodia de la conocida frase del final del Fausto de Goethe (versos 12104-12105
). Dado que este captulo De los poetas es una parodia constante de ese pasaje, se lo reproduce a con
tinuacin en su integridad.
Se trata de las palabras del Chorus mysticus, que constituyen los ocho versos fi
nales del Fausto:
Todo lo perecedero
Es slo un smbolo.
Lo insuficiente
Se hace aqu acontecimiento;
Lo indescriptible
Se ha hecho aqu;
Lo eterno-femenino
Nos arrastra hacia lo alto.
224
Vase antes En las islas afortunadas, la nota 153.
225
Hay aqu un eco de la paradoja lgica llamada de Epimnides. Zaratustra dice que los
poetas mienten;
mas tambin Zaratustra es un poeta; luego miente al decir que los poetas mienten,
etc.
226
Cita, invirtiendo el sentido, del Evangelio de Marcos, 16, 16: El que crea... se
r bienaventurado
(palabras de Jess a sus discpulos poco antes de su ascensin al cielo). El texto ale
mn (selig machen), con
su posibilidad de significar tambin embobar, encierra un matiz irnico. Vase, en la te
rcera parte, De
los apstatas, 2.
227
Vase la nota 223. Contina la parodia del texto de Goethe.
228
Vase la nota 223.
229
Reminiscencia de Shakespeare, Hamlet, acto I, escena 5, palabras de Hamlet a Ho
racio: Hay algo
ms en el cielo y en la tierra, Horacio, que lo que ha soado tu filosofa.
230
Nietzsche juega aqu en alemn con las palabras de sonido muy similar Gleichnis (smb
olo) y Erschleichnis (amao); esta ltima es invencin suya, derivada del verbo erschleichen (obte
ner algo capciosa-

mente). Nietzsche haba empleado ya este mismo juego verbal en la poesa A Goethe, d
e las Canciones del
Prncipe Vogelfrei (apndice de La gaya ciencia):
Lo imperecedero
no es ms que smbolo tuyo!
Dios, el capcioso,
es amao de poetas...
231
Vase la nota 223.
232
Vase la nota 223. Aqu termina la parodia del Chorus mysticus del Fausto. Como se
ve, Nietzsche ha
citado en su integridad los ochos versos del Fausto.
233
Cita y a la vez anttesis de Job, 8, 9: Nosotros somos de ayer, no sabemos nada; p
ues nuestros das
son una sombra sobre el suelo. Zaratustra reivindica para s el ser tambin del maana
y del futuro.
234
Reminiscencia de Evangelio de Mateo, 7, 9: O hay acaso alguno entre vosotros que
al hijo que le
pide pan le da una piedra?
235
Vase, en la cuarta parte, El mago, 2, donde Zaratustra vuelve a emplear la misma
imagen para referirse al mar.
236
Vase la nota 203.
237
Un primer ttulo pensado por Nietzsche para este captulo era Del perro de fuego. E
l ttulo definitivo,
De grandes acontecimientos, encierra un matiz irnico.
De grandes acontecimientos237
Hay una isla en el mar - no lejos de las islas afortunadas de Zaratustra - en la
cual
humea constantemente una montaa de fuego; de aquella isla dice el pueblo, y espec
ialmente las viejecillas del pueblo, que est colocada como un peasco delante de la pu
erta
del submundo: y que a travs de la montaa misma de fuego desciende el estrecho send
ero que conduce hasta esa puerta del submundo238.
Por el tiempo en que Zaratustra habitaba en las islas afortunadas ocurri que un b
arco
ech el ancla junto a la isla en que se encuentra la montaa humeante; y su tripulac
in
baj a tierra para cazar conejos. Hacia la hora del medioda, cuando el capitn y su g
ente
estuvieron reunidos de nuevo, vieron de pronto que por el aire vena hacia ellos u
n hombre, y que una voz deca con claridad: Ya es tiempo! Ya ha llegado la hora! Y cuando
ms cerca de ellos estuvo la figura - pas volando a su lado igual que una sombra, e
n
direccin a la montaa de fuego - reconocieron, con gran consternacin, que era Zaratu
stra; pues todos ellos lo haban visto ya, excepto el capitn, y lo amaban a la maner
a como
el pueblo ama, es decir: con un sentimiento en que amor y temor estn mezclados a

partes
iguales.
Mirad!, dijo el viejo timonel, ah va Zaratustra al infierno!239Por los mismos das en que estos marineros haban desembarcado en la isla de fuego s
e
difundi el rumor de que Zaratustra haba desaparecido; y cuando se preguntaba a sus
amigos, stos contaban que se haba embarcado de noche sin decir adnde iba240.
Se produjo as cierta intranquilidad; al cabo de tres das se aadi a ella el relato de
los
marineros - y entonces todo el pueblo se puso a decir que el diablo se haba lleva
do a
Zaratustra. Sus discpulos se rean ciertamente de tales habladuras; y uno de ellos l
leg a
decir: Yo creo ms bien que es Zaratustra el que se ha llevado al diablo. Pero en el
fondo de su alma todos ellos estaban llenos de preocupacin y de anhelo: por ello
grande
fue su alegra cuando al quinto da Zaratustra apareci entre ellos.241
Y ste es el relato de la conversacin de Zaratustra con el perro de fuego242.
La tierra, dijo l, tiene una piel; y esa piel tiene enfermedades. Una de ellas se
llama,
por ejemplo: hombre.
Y otra de esas enfermedades se llama perro de fuego: acerca de ste los hombres han
dicho y han dejado que les digan muchas mentiras.
Para sondear ese misterio atraves el mar: y he visto desnuda la verdad, creedme!,
desnuda de pies a cabeza.
En cuanto al perro de fuego, ahora s de qu se trata; y asimismo s qu son todos esos
demonios de las erupciones y conmociones, de los que no slo las viejecillas sient
en
miedo.
Sal de ah, perro de fuego, sal de tu profundidad!, exclam, y confiesa lo profunda qu
e
es tu profundidad! De dnde sacas lo que expulsas por la nariz?
T bebes en abundancia del mar: eso es lo que tu salada elocuencia delata! Verdaderamente, para ser un perro de la profundidad, tomas tu alimento en demasa de la s
uperficie!
A lo sumo te considero el ventrlocuo de la tierra: y siempre que he odo hablar a l
os
demonios de las erupciones y las conmociones los encontr idnticos a ti: salados, e
mbusteros y poco profundos243.
Vosotros entendis de aullar y de oscurecer todo con ceniza! Sois los mejores bocaz
as
que existen y habis aprendido hasta la saciedad el arte de hacer hervir el fango.
Donde vosotros estis, all tiene que haber siempre fango en las cercanas, y muchas
cosas porosas, cavernosas, comprimidas: quieren salir a la libertad.
Libertad es lo que ms os gusta aullar: pero yo he dejado de creer en grandes acontecimientos tan pronto como se presentan rodeados de muchos aullidos y mucho humo
.
Y creme, amigo ruido infernal! Los acontecimientos ms grandes - no son nuestras
horas ms estruendosas, sino las ms silenciosas.
No en torno a los inventores de un ruido nuevo: en torno a los inventores de nue
vos valores gira el mundo; de modo inaudible gira244.
Y confisalo! Pocas eran las cosas que haban ocurrido cuando tu ruido y tu humo se
retiraban. Qu importa que una ciudad se convierta en una momia y que una estatua y
az-

ca en el fango!245.
Y sta es la palabra que digo todava a los derribadores de estatuas. Sin duda la to
ntera
ms grande es arrojar sal al mar y estatuas al fango.
En el fango de vuestro desprecio yaca la estatua: pero su ley es precisamente que
el
desprecio haga renacer en ella vida y viviente belleza!
Con rasgos divinos se yergue ahora, y con la seduccin propia de los que sufren; y
en
verdad!, incluso os dar las gracias por haberla derribado, derribadores!
ste es el consejo que doy a los reyes y a las Iglesias y a todo lo que es dbil por
edad y
por virtud - dejaos derribar! Para que vosotros volvis a la vida, y para que vuelva
a
vosotros - la virtud! As habl yo ante el perro de fuego: entonces l me interrumpi gruendo y pregunt:
Iglesia? Qu es eso?
Iglesia?, respond yo, eso es una especie de Estado, y, ciertamente, la especie ms e
mbustera de todas. Mas cllate, perro hipcrita! T conoces perfectamente sin duda tu
especie!
Lo mismo que t, es el Estado un perro hipcrita; lo mismo que a ti, gstale a l hablar
con humo y aullidos, - para hacer creer, como t, que habla desde el vientre de la
s cosas.
Pues l, el Estado, quiere ser a toda costa el animal ms importante en la tierra; y
tambin esto se lo cree a l la gente.
Cuando hube dicho esto, el perro de fuego hizo gestos como si se hubiera vuelto
loco
de envidia. Cmo?, grit, el animal ms importante en la tierra? Y tambin esto se lo
cree a l la gente? Y tanto fue el vapor y tantas las horribles voces que de su gar
ganta
salieron que yo pens que iba a asfixiarse de rabia y de envidia.
Por fin se calm, y su jadeo fue disminuyendo; pero tan pronto como estuvo callado
, dije yo riendo:
Te enojas, perro de fuego: as, pues, tengo razn en lo que he dicho sobre ti!
Y para seguir tenindola, oye algo de otro perro de fuego: ste habla verdaderamente
desde el corazn de la tierra.
Oro sale de su boca al respirar, y lluvia de oro: as lo quiere su corazn. Qu le impo
rtan a l la ceniza y el humo y el lgamo caliente!
La risa sale revoloteando de l como una nube multicolor; desdea el gargareo y los
escupitajos y el retortijn de tus entraas!
Pero el oro y la risa - los toma del corazn de la tierra: pues, para que lo sepas
, - el corazn de la tierra es de oro.
Cuando el perro de fuego oy esto, no soport el seguir escuchndome. Avergonzado
escondi el rabo entre las piernas, dijo guau!, guau! con voz abatida y se sumergi,
arrastrndose, en su caverna. Esto es lo que Zaratustra cont. Mas sus discpulos apenas le escuchaban: tan grande
era su deseo de contarle la historia de los marineros, los conejos y el hombre v
olador.
Qu debo pensar de todo esto!, dijo Zaratustra. Soy yo acaso un fantasma?
Habr sido mi sombra. Habis odo ya algo del caminante y su sombra?246
Una cosa es segura: tengo que atarla corta, - pues de lo contrario perjudicar mi
reputa-

cin.
Y de nuevo movi Zaratustra la cabeza y se maravill: Qu debo pensar de todo esto!, volvi a decir.
Por qu grit el fantasma: Ya es tiempo! Ya ha llegado la hora!
De qu - ha llegado la hora? As habl Zaratustra.
238
Nietzsche recogi sin duda del folklore italiano estas ideas, las cuales se remon
tan probablemente a la
Antigedad. En sus viajes haba visto el Vesubio, durante su estancia en Sorrento, y
tambin el Etna, cuando estuvo en Mesina (1882). En Sicilia se llama al Etna casa del diavolo.
239
En la descripcin de este extrao vuelo de Zaratustra, el narrador utiliza como marco
la descripcin
de un suceso parecido que Nietzsche haba ledo en su juventud. El texto ledo por Nie
tzsche fue publicado
en 1833 en los Bltter von Prevorst, de Justinus Kerner, y se basaba en el diario
de a bordo de un navo
ingls durante su singladura por el Mediterrneo en 1686. Sobre este aparente plagio
llam ya la atencin
en 1902 el psiclogo C.G. Jung, que lo calific de criptomnesia. Es posible que tambin
sean ejemplos
de criptomnesia las reminiscencias de Las mil y una noches que aparecen en esta
obra; vanse las notas
281, 285 y 486.
240
Nietzsche hace realizar aqu a Zaratustra una accin parecida a la que Jess realiz al
guna vez en los
Evangelios: apartarse de sus discpulos y dejarlos solos. Vase, por ejemplo, el Eva
ngelio de Juan, 6, 15:
Jess... se retir otra vez al monte, l solo.
241
Reminiscencia evanglica. Tambin los discpulos se alegran cuando Jess se les aparece
despus de
muerto. Vase el Evangelio de Juan, 20, 20: Dicho esto, les mostr las manos y el cos
tado. Los discpulos
se alegraron de ver al Seor. Todo este captulo describe una especie de bajada de Zar
atustra a los infiernos y su posterior resurreccin.
242
El perro de fuego, adems de aludir al can Cerbero, vigilante del Hades, es smbolo d
e la plebe; y
las explosiones y erupciones de ese perro, smbolo de las revoluciones sociales.
243
En La genealoga de la moral, Nietzsche, hablando de Buckle, se expresa en forma
similar: El plebeyismo del espritu moderno, que es de procedencia inglesa, explot aqu una vez ms en
su suelo natal
con la violencia de un volcn enlodado y con la elocuencia demasiado salada, chill
ona, vulgar, con que han
hablado hasta ahora todos los volcanes.
244
Cita de una frase ya aparecida antes. Vase, en la primera parte, De las moscas del
mercado.
245
Quizs alusiones a Pompeya, la ciudad convertida en momia por la erupcin del Vesubio
el ao 79

despus de Cristo,
de mayo de 1871.
246
El caminante y su
nte al segundo
volumen de Humano,
ortante en
la cuarta parte de

y a la columna Vendme, derribada durante la Comuna de Pars, el 16


sombra es el ttulo de una obra de Nietzsche, aadida posteriorme
demasiado humano. El caminante y su sombra desempea un papel imp
esta obra; vase all La sombra.

El adivino
Y vi venir247 una gran tristeza sobre los hombres. Los mejores se cansaron de su
s obras.
Una doctrina se difundi, y junto a ella corra una fe: Todo est vaco, todo es idntico, todo fue!248.
Y desde todos los cerros el eco repeta: Todo est vaco, todo es idntico, todo fue!
Sin duda nosotros hemos cosechado: mas por qu se nos han podrido todos los frutos
y
se nos han ennegrecido? Qu cay de la malvada luna la ltima noche?
Intil ha sido todo el trabajo, en veneno se ha transformado nuestro vino, el mal
de ojo
ha quemado nuestros campos y nuestros corazones, ponindolos amarillos.
Todos nosotros nos hemos vuelto ridos; y si cae fuego sobre nosotros, nos reducir
emos a polvo, como la ceniza: - an ms, nosotros hemos cansado hasta al mismo fuego.
Todos los pozos se nos han secado, tambin el mar se ha retirado. Todos los suelos
quieren abrirse, mas la profundidad no quiere tragarnos!
Ay, dnde queda todava un mar en que poder ahogarse: as resuena nuestro lamento
- alejndose sobre cinagas planas.
En verdad, estamos demasiado cansados incluso para morir; ahora continuamos esta
ndo
en vela y sobrevivimos - en cmaras sepulcrales! As oy Zaratustra hablar a un adivino249; y su vaticinio le lleg al corazn y se lo
transform. Triste y cansado iba de un sitio para otro; y acab parecindose a aquello
s de
quienes el adivino haba hablado.
En verdad, dijo a sus discpulos, de aqu a poco250 llegar ese largo crepsculo. Ay,
cmo salvar mi luz llevndola al otro lado!
Que no se me apague en medio de esta tristeza! Debe ser luz para mundos remotos e
incluso para noches remotsimas!
Contristado de este modo en su corazn iba Zaratustra de un lado para otro; y dura
nte
tres das no tom bebida ni comida, estuvo intranquilo y perdi el habla. Por fin ocur
ri
que cay en un profundo sueo. Mas sus discpulos estaban sentados a su alrededor, en
largas velas nocturnas, y aguardaban preocupados a ver si se despertaba y recobr
aba el
habla y se curaba de su tribulacin.
Y ste es el discurso que Zaratustra pronunci al despertar; su voz llegaba a sus di
scpulos como desde una remota lejana. Odme el sueo que he soado, amigos, y ayudadme a adivinar su sentido!
Un enigma contina siendo para m este sueo; su sentido est oculto dentro de l, aprisionado all, y an no vuela por encima de l con alas libres.
Yo haba renunciado a toda vida, as soaba. En un vigilante nocturno y en un guardin
de tumbas me haba convertido yo all arriba en el solitario castillo montaoso de la
muerte.
All arriba guardaba yo sus atades: llenas estaban las lbregas bvedas de tales trofeo

s
de victoria. Desde atades de cristal me miraba la vida vencida.
Yo respiraba el olor de eternidades reducidas a polvo: sofocada y llena de polvo
yaca
mi alma por el suelo. Y quin habra podido airear all su alma!
Una claridad de medianoche me rodeaba constantemente, la soledad se haba acurruca
do junto a ella; y, como tercera cosa, un mortal silencio lleno de resuellos, el
peor de mis
amigos.
Yo llevaba llaves, las ms herrumbrosas de las llaves; y entenda de abrir con ellas
la
ms chirriante de todas las puertas.
Semejante a irritado graznido de cornejas corra el sonido por los largos corredor
es
cuando las hojas de la puerta se abran: hostilmente chillaba aquel pjaro, no le gu
staba
ser despertado.
Pero ms espantoso era todava y ms oprima el corazn cuando de nuevo se haca el
silencio y alrededor enmudeca todo y yo estaba sentado solo en medio de aquel prfi
do
callar.
As se me iba y se me escapaba el tiempo, si es que tiempo haba todava: qu s yo de
ello! Pero finalmente ocurri algo que me despert.
Por tres veces resonaron en la puerta golpes como truenos, y por tres veces las
bvedas
repitieron el eco aullando: yo march entonces hacia la puerta.
Alpa!, exclam, quin trae su ceniza a la montaa? Alpa! Alpa! Quin trae su ceniza a la montaa?
Y met la llave y empuj la puerta y forceje. Pero no se abri ni lo ancho de un dedo:
Entonces un viento rugiente abri con violencia sus hojas: y entre agudos silbidos
y
chirridos arroj hacia m un negro atad:
Y en medio del rugir, silbar y chirriar, el atad se hizo pedazos y escupi miles de
carcajadas diferentes.
Y desde mil grotescas figuras de nios, ngeles, lechuzas, necios y mariposas grande
s
como nios algo se ri y se burl de m y rugi contra m.
Un espanto horroroso se apoder de m: me arroj al suelo. Y yo grit de horror como
jams haba gritado.
Pero mi propio grito me despert: - y volv en m. As cont Zaratustra su sueo251, y luego call: pues an no saba la interpretacin de
su sueo. Pero el discpulo al que l ms amaba252 se levant con presteza, tom la mano
de Zaratustra y dijo:
Tu vida misma nos da la interpretacin de ese sueo, Zaratustra!
No eres t mismo el viento de chirriantes silbidos que arranca las puertas de los c
astillos de la muerte?
No eres t mismo el atad lleno de maldades multicolores y de grotescas figuras angelicales de la vida?
En verdad, semejante a mil infantiles carcajadas diferentes penetra Zaratustra e
n todas
las cmaras mortuorias, rindose de esos guardianes nocturnos y vigilantes de tumbas
, y
de todos los que hacen ruido con sombras llaves.
T los espantars y derribars con tus carcajadas; su desmayarse y su volver en s demostrarn tu poder sobre ellos.
Y aunque vengan el largo crepsculo y la fatiga mortal, en nuestro cielo t no te hu

ndirs en el ocaso, t, abogado de la vida!


Nuevas estrellas nos has hecho ver, y nuevas magnificencias nocturnas; en verdad
, la
risa misma la has extendido como una tienda multicolor sobre nosotros.
Desde ahora brotarn siempre risas infantiles de los atades; desde ahora un viento
fuerte vencer siempre a toda fatiga mortal: de esto eres t mismo para nosotros gara
nte
y adivino!
En verdad, con ellos mismos has soado, con tus enemigos: ste fue tu sueo ms dificil!
Mas as como te despertaste de entre ellos y volviste en ti, as tambin ellos deben de
spertar de s mismos - y volver a ti!253 As dijo aquel discpulo; y todos los dems se arrimaron entonces a Zaratustra y le to
maron de las manos y queran persuadirle a que abandonase el lecho y la tristeza y
retornase a ellos. Mas Zaratustra permaneci sentado en su lecho, rgido y con una mirada
extraa. Como alguien que retorna a casa desde un remoto pas extranjero, as miraba l
a
sus discpulos y examinaba sus rostros; y an no los reconoca. Mas cuando ellos lo le
vantaron y lo pusieron en pie, he aqu que de repente sus ojos cambiaron; comprend
i
todo lo que haba ocurrido, se acarici la barba y dijo con fuerte voz:
Bien! Eso llegar en su momento; ahora procurad, discpulos mos, que comamos una
buena comida, y pronto! As pienso hacer penitencia por mis malos sueos!
- Mas el adivino debe comer y beber a mi lado: y en verdad, quiero mostrarle tod
ava
un mar en que puede ahogarse!
As habl Zaratustra. Luego estuvo mirando largo tiempo al rostro del discpulo que
haba hecho de intrprete del sueo, y mientras miraba mova la cabeza. 247
Nietzsche remeda aqu la expresin con que en el Apocalipsis se inician las diferen
tes divisiones: Y
vi...
248
Estas palabras, que son variacin de la sentencia del Eclesiasts, l, 2: Vanidad de v
anidades -dice
Qohelet-; vanidad de vanidades, todo es vanidad!, aparecen literalmente, o con mo
dificaciones, en varios
pasajes de esta obra. Vase, en la tercera parte, De los tres males, 2. De tablas
viejas y nuevas, 13, y 16. El
convaleciente, 2; y en la cuarta parte, El grito de socorro, y El saludo.
249
Los comentaristas suelen identificar a este adivino con Schopenhauer, profeta del
pesimismo. Pero
esta figura alude no slo a l, sino tambin, sobre todo, a Dhring.
250
De aqu a poco: remedo de la expresin empleada por Jess en el Evangelio de Juan,14, 1
9: De
aqu a poco el mundo no me ver ms...
251
Este extrao sueo fue soado por Nietzsche en el verano de 1877, segn el testimonio d
e Reinhart
von Seydlitz. La enigmtica palabra Alpa carece an de explicacin satisfactoria. Se l

a sue le relacionar con


el primer verso, tambin enigmtico, del Canto VII del Infierno, en la Divina Comedi
a de Dante. Este primer verso dice as, en el original italiano:
Pap Satn, pap Satn, aleppe!
No son palabras pertenecientes a ninguna lengua, sino que quieren dar una idea d
el lenguaje de los demonios. Ledas del modo como estn escritas se parecen, por el sonido, a una expresin
griega. Alpa podra
estar tambin relacionado con la palabra alemana Alp: el fantasma nocturno que, se
gn la leyenda popular,
se posa sobre el pecho del durmiente y produce en l sueos de angustia. De ah Alpdru
ck (literalmente,
presin del Alp) y Alptraum (sueo de Alp), traducido de ordinario por pesadilla.
252
Expresin evanglica para designar a Juan, discpulo predilecto de Jess. Vase el Evange
lio de Juan,
13, 23: Uno de los discpulos, aquel al que l ms amaba, estaba reclinado a su derecha.
De la redencin
Un da en que Zaratustra estaba atravesando el gran puente lo rodearon los lisiado
s y
los mendigos253 , y un jorobado le habl as:
Mira, Zaratustra! Tambin el pueblo aprende de ti y comienza a creer en tu doctrina:
mas para que acabe de creerte del todo se necesita an una cosa - tienes que conven
cernos primero a nosotros los lisiados! Aqu tienes ahora una hermosa coleccin, y, en v
erdad, una ocasin que se puede agarrar por ms de un pelo! Puedes curar a ciegos y ha
cer
correr a paralticos; y a quien lleva demasiado sobre su espalda podras sin duda ta
mbin
quitarle un poco: - ste, piensoyo, sera el modo idneo de hacer creer a los lisiados
en
Zaratustra!
Mas Zaratustra replic as al que haba hablado: Si al jorobado se le quita su joroba,
se
le quita su espritu - as ensea el pueblo. Y si al ciego se le dan sus ojos, ver dema
siadas cosas malas en la tierra: de modo que maldecir a quien lo cur. Y el que haga c
orrer
al paraltico le causa el mayor de todos los perjuicios: pues apenas pueda correr,
sus vicios, desbocados, lo arrastran consigo - as ensea el pueblo a propsito de los lisia
dos.
Y por qu no iba Zaratustra a aprender tambin del pueblo, si el pueblo aprende de Za
ratustra?
Mas, desde que estoy entre hombres, para m lo de menos es ver: A ste le falta un oj
o,
y a aqul una oreja, y a aquel tercero la pierna, y otros hay que han perdido la l
engua o la
nariz o la cabeza.
Yo veo y he visto cosas peores, y hay algunas tan horribles que no quisiera habl
ar de
todas, y de otras ni aun callar quisiera, a saber: seres humanos a quienes les f
alta todo,

excepto una cosa de la que tienen demasiado - seres humanos que no son ms que un
gran ojo, o un gran hocico, o un gran estmago, o alguna otra cosa grande, - lisia
dos al
revs los llamo yo.
Y cuando yo vena de mi soledad y por vez primera atravesaba este puente: no quera
dar crdito a mis ojos, miraba y miraba una y otra vez y acab por decir: Esto es una
oreja!, una sola oreja, tan grande como un hombre!. Mir mejor: y, realmente, debajo
de la oreja se mova an algo que era pequeo y msero y dbil hasta el punto de dar lstima. Y verdaderamente la monstruosa oreja se asentaba sobre una pequea varilla d
elgada - y la varilla era un hombre! Quien mirase con una lente podra haber reconocido
an
un pequeo rostro envidioso; y tambin que en la varilla se balanceaba una hinchada
almita. Y el pueblo me deca que la gran oreja era no slo un hombre, sino un gran hom
bre,
un genio. Mas yo jams he credo al pueblo cuando ha hablado de grandes hombres - y
mantuve mi creencia de que era un lisiado al revs, que tena muy poco de todo, y de
masiado de una cosa.
Cuando Zaratustra hubo dicho esto al jorobado y a aquellos de quienes ste era por
tavoz y abogado volvise con profundo mal humor hacia sus discpulos y dijo:
En verdad, amigos mos, yo camino entre los hombres como entre fragmentos y
miembros de hombres!
Para mis ojos lo ms terrible es encontrar al hombre destrozado y esparcido como s
obre
un campo de batalla y de matanza.
Y si mis ojos huyen desde el ahora hacia el pasado: siempre encuentran lo mismo:
fragmentos y miembros y espantosos azares - pero no hombres!
El ahora y el pasado en la tierra - ay!, amigos mos - son para m lo ms insoportable;
y no sabra vivir si no fuera yo adems un vidente de lo que tiene que venir.
Un vidente, un volente, un creador, un futuro tambin, y un puente hacia el futuro
- y,
ay, incluso, por as decirlo, un lisiado junto a ese puente: todo eso es Zaratustr
a.
Y tambin vosotros os habis preguntado con frecuencia: Quin es para nosotros Zaratustra? Cmo lo llamaremos? Y lo mismo que yo, vosotros os habis dado preguntas
por respuesta.
Es uno que hace promesas? O uno que las cumple? Un conquistador? O un heredero? Un otoo? O la reja de un arado? Un mdico? O un convaleciente?
Es un poeta? O un hombre veraz? Un libertador? O un domeador? Un bueno? O
un malvado?256
Yo camino entre los hombres como entre los fragmentos del futuro: de aquel futur
o que
yo contemplo.
Y todos mis pensamientos y deseos257 tienden a pensar y reunir en unidad lo que
es
fragmento y enigma y espantoso azar.
Y cmo soportara yo ser hombre si el hombre no fuese tambin poeta y adivinador de
enigmas y el redentor del azar! Redimir a los que han pasado, y transformar todo
Fue
en un As lo quise - slo eso sera para m redencin!258.
Voluntad - as se llama el libertador y el portador de alegra: esto es lo que yo os
he
enseado, amigos mios! Y ahora aprended tambin esto: la voluntad misma es todava un
prisionero.

El querer hace libres: pero cmo se llama aquello que mantiene todava encadenado al
libertador?
Fue: as se llama el rechinar de dientes y la ms solitaria tribulacin de la voluntad.
Impotente contra lo que est hecho - es la voluntad un malvado espectador para tod
o lo
pasado.
La voluntad no puede querer hacia atrs; el que no pueda quebrantar el tiempo ni l
a voracidad del tiempo - sa es la ms solitaria tribulacin de la voluntad.
El querer hace libres: qu imagina el querer mismo para liberarse de su tribulacin y
burlarse de su prisin?
Ay, todo prisionero se convierte en un necio! Neciamente se redime tambin a s misma la voluntad prisionera.
Que el tiempo no camine hacia atrs es su secreta rabia. Lo que fue, fue - as se llam
a
la piedra que ella no puede remover.
Y as ella remueve piedras, por rabia y por mal humor, y se venga en aquello que n
o
siente, igual que ella, rabia y mal humor.
As la voluntad, el libertador, se ha convertido en un causante de dolor: y en tod
o lo que
puede sufrir vngase de no poder ella querer hacia atrs.
Esto, s, esto solo es la venganza misma: la aversin de la voluntad contra el tiemp
o y
su Fue.
En verdad, una gran necedad habita en nuestra voluntad; y el que esa necedad apre
ndiese a tener espritu se ha convertido en maldicin para todo lo humano!
El espritu de la venganza: amigos mos, sobre esto es sobre lo que mejor han reflex
ionado los hombres hasta ahora; y donde haba sufrimiento, all deba haber siempre cast
igo.
Castigo se llama a s misma, en efecto, la venganza: con una palabra embustera se
finge hipcritamente una buena conciencia.
Y como en el volente hay el sufrimiento de no poder querer hacia atrs, - por ello
el
querer mismo y toda vida deban - ser castigo!
Y ahora se ha acumulado nube tras nube sobre el espritu: hasta que por fin la dem
encia
predic: Todo perece, por ello todo es digno de perecer!259
Y la justicia misma consiste en aquella ley del tiempo segn la cual tiene ste que d
evorar a sus propios hijos260: as predic la demencia.
Las cosas estn reguladas ticamente sobre la base del derecho y el castigo. Oh, dnde est la redencin del ro de las cosas y del castigo llamado Existencia? As predic
la demencia.
Puede haber redencin si existe un derecho eterno? Ay, irremovible es la piedra
Fue : eternos tienen que ser tambin todos los castigos! As predic la demencia.
Ninguna accin puede ser aniquilada: cmo podra ser anulada por el castigo! Lo
eterno en el castigo llamado Existencia consiste en esto, en que tambin la existenci
a
tiene que volver a ser eternamente accin y culpa!
A no ser que la voluntad se redima al fin a s misma y el querer se convierta en n
oquerer-: pero vosotros conocis, hermanos mos, esta cancin de fbula de la demencia!
Yo os apart de todas esas canciones de fbula cuando os ense: La voluntad es un
creador261.
Todo Fue es un fragmento, un enigma, un espantoso azar - hasta que la voluntad cre

adora aada: pero yo lo quise as!


-Hasta que la voluntad creadora aada: Pero yo lo quiero as! Yo lo querr as!
Ha hablado ya ella de ese modo? Y cundo lo har? Se ha desuncido ya la voluntad
del yugo de su propia tontera?
Se ha convertido ya la voluntad para s misma en un libertador y en un portador de
alegra? Ha olvidado el espritu de venganza y todo rechinar de dientes?
Y quin le ha enseado a ella la reconciliacin con el tiempo, y algo que es superior a
toda reconciliacin?
Algo superior a toda reconciliacin tiene que querer la voluntad que es voluntad d
e poder - : sin embargo cmo le ocurre esto? Quin le ha enseado incluso el querer hacia
atrs?
- En este momento de su discurso ocurri que Zaratustra se detuvo de repente, y se
mejaba del todo alguien que estuviese aterrorizado al mximo. Con ojos horrorizados
mir a
sus discpulos; sus ojos perforaban como con flechas los pensamientos de stos e inc
luso
los trasfondos de tales pensamientos. Mas pasado un poco de tiempo volvi ya a rer
y
dijo con voz bondadosa:
Es difcil vivir con hombres, porque callar es muy difcil. Sobre todo para un charla
tn262. As habl Zaratustra. El jorobado haba escuchado la conversacin y haba cubierto su
rostro al hacerlo; mas cuando oy rer a Zaratustra, alz los ojos con curiosidad y di
jo
lentamente:
Por qu Zaratustra nos habla a nosotros de modo distinto que a sus discpulos?
Zaratustra respondi: Qu tiene de extrao! Con jorobados es lcito hablar de manera
jorobada!
Bien, dijo el jorobado; y con discpulos es lcito charlar de manera discipular263.
Mas por qu Zaratustra habla a sus discpulos de manera distinta - que a s mismo? 253
Nietzsche juega con la expresin volver en s (recobrar la consciencia, despertarse);
tambin ellos,
quiere decirse, deben volver a (en) ti, es decir, recobrar su consciencia, despert
arse, viniendo a ti.
254
En la cuarta parte, El grito de socorro, Zaratustra recordar esta comida a que a
qu invita al adivino.
255
Todo este captulo es un remedo del Evangelio de Mateo, 15, 29-31, donde se descr
ibe una escena similar: Y marchndose de all Jess, vino a la ribera del mar de Galilea, y subiendo a l
a montaa, se sent
all. Y vinieron a l grandes muchedumbres llevando consigo cojos, ciegos, lisiados,
sordomudos y otros
muchos enfermos. Y l los curaba. De suerte que los mudos hablaban, los lisiados s
e curaban, los cojos
andaban y los ciegos vean; y alababan al Dios de Israel.
256
Remedo de las preguntas de Jess a sus discpulos (Evangelio de Mateo, 16, 13-15),
cuando les interroga sobre quin dicen las gentes que es el Hijo del hombre.
257
All mein Dichten und Trachten: Nietzsche toma esta expresin de la traduccin luter

ana de Gnesis, 8,
21.
258
En Ecce homo cita Nietzsche estas palabras y afirma que con ellas define su tare
a con tal rigor que
no es posible equivocarse sobre el sentido: dice s hasta llegar a la justificacin,
hasta llegar incluso a la
redencin de todo lo pasado.
259
Tambin Mefistfeles dice en el Fausto (versos 1338-1340): Yo soy el espritu que siemp
re niega!
Y con razn: pues todo lo que nace es digno de perecer. Nietzsche ha citado estas lt
imas palabras ya
antes, en el captulo Del pas de la cultura.
260
Reminiscencia de la Antigedad clsica: el tiempo (Cronos) devora a sus hijos. El p
rincipio de la frase
contiene una alusin al fragmento de Anaximandro: De donde las cosas tienen su orig
en, hacia all tiene
lugar tambin su perecer, segn la necesidad: pues dan justicia y pago unas a otras
de la injusticia segn el
orden del tiempo.
261
Vase luego, en la tercera parte, De tablas viejas y nuevas, 16. Las canciones de
fbula son sin duda
las doctrinas expuestas por Schopenhauer en el libro cuarto de su obra El mundo
como voluntad y representacin.
262
Vase, en esta segunda parte, De los compasivos.
263
La frase alemana aqu empleada por Nietzsche, aus der Schule schwtzen, significa e
n realidad: no
poder callar la boca, divulgar un secreto. El jorobado acusa a Zaratustra de no
manifestar a sus discpulos
sus efectivos pensamientos.
De la cordura respecto a los hombres
No la altura: la pendiente es lo horrible!
La pendiente, donde la mirada se precipita hacia abajo y la mano se agarra hacia
arriba. Aqu se apodera del corazn el vrtigo de su doble voluntad.
Ay, amigos, adivinis tambin la doble voluntad de mi corazn?
Esto, esto es mi pendiente y mi peligro, el que mi mirada se precipite hacia la
altura y
mi mano quiera sostenerse y apoyarse - en la profundidad!
Al hombre se aferra mi voluntad, con cadenas me ato a m mismo al hombre, pues me
siento arrastrado hacia arriba, hacia el superhombre: hacia all tiende mi otra vo
luntad264.
Y para esto vivo ciego entre los hombres; como si no los conociese: para que mi
mano
no pierda del todo su fe en algo estable.
Yo no os conozco a vosotros, hombres: sta es la tiniebla y ste es el consuelo que
me
han rodeado a menudo.
Estoy sentado junto a la puerta de la ciudad, expuesto a todos los bribones, y p
regunto:
quin quiere engaarme?
sta es mi primera cordura respecto a los hombres, el dejarme engaar, a fin de no t

ener que mantenerme en guardia frente a los engaadores265.


Ay, si yo me mantuviera alerta frente al hombre: cmo podra ser ste un ancla para mi
globo! Demasiado fcilmente me vera arrastrado a lo alto y a lo lejos!
sta es la providencia que domina mi destino, el que yo no tenga que tener cautela
.
Y quien no quiera morir de sed entre los hombres tiene que aprender a beber de t
odos
los vasos; y quien quiera permanecer puro entre los hombres tiene que entender d
e lavarse incluso con agua sucia.
Y as me habl yo a menudo para consolarme: Bien! Adelante! Viejo corazn! Una
infelicidad se te ha malogrado: disfruta eso como tu - felicidad!
Y sta es mi segunda cordura respecto a los hombres: yo trato con ms indulgencia a
los vanidosos que a los orgullosos.
No es la vanidad ofendida la madre de todas las tragedias? Pero cuando el orgullo
es
ofendido, all brota ciertamente algo an mejor que el orgullo.
Para que la vida sea buena de contemplar, su espectculo tiene que ser bien repres
entado: y para ello se necesitan buenos comediantes.
Buenos comediantes me han parecido todos los vanidosos: representan la comedia y
quieren que la gente guste de verlos, - todo su espritu est en esa voluntad.
Ellos se ponen en escena, se inventan a s mismos; en su proximidad amo yo contemplar la vida, - se me cura as la melancola.
Por ello trato con indulgencia a los vanidosos, pues son para m mdicos de mi melan
cola y me atan al hombre como a un espectculo.
Y adems: quin mide en el vanidoso toda la profundidad de su modestia! Yo soy bueno y compasivo con l a causa de su modestia.
De vosotros quiere l aprender a creer en s mismo; se alimenta de vuestras miradas,
devora la alabanza que llega de vuestras manos.
Cree incluso vuestras mentiras, si ments bien acerca de l: pues en lo ms hondo su c
orazn suspira: qu soy yo!
Y si la verdadera virtud es la que se ignora a s misma: el vanidoso ignora su mode
stia!
Y sta es mi tercera cordura respecto a los hombres, el no permitir a vuestro temo
r que
me quite el gusto de contemplar a los malvados.
Y soy feliz de ver las maravillas que un sol ardiente encoba: tigres y palmeras
y serpientes de cascabel.
Tambin entre los hombres hay hermosas cras de un sol ardiente, y muchas cosas hay
dignas de ser admiradas en los malvados.
Es cierto que as como vuestros sapientsimos no me parecen tan sabios, as tambin
encontr que la maldad de los hombres est por debajo de su fama266.
Y a menudo me he preguntado, moviendo la cabeza: por qu seguir cascabeleando,
serpientes de cascabel?
En verdad, tambin para el mal hay todava un futuro! Y el sur ms ardiente no ha sido
an descubierto para el hombre.
Cuntas cosas llmanse ya ahora la peor de las maldades, que, sin embargo, slo tienen
doce pies de ancho y tres meses de duracin! Alguna vez vendrn al mundo, sin embarg
o,
dragones mayores.
Pues para que no le falte al superhombre su dragn, el superdragn, que sea digno de

l: para ello muchos soles ardientes tienen an que abrasar la hmeda selva virgen!
Vuestros gatos salvajes tienen primero que convertirse en tigres, y vuestros sap
os venenosos, en cocodrilos: pues el buen cazador debe tener una buena caza!
Y en verdad, oh buenos y justos! Muchas cosas hay en vosotros que causan risa, y a
nte todo vuestro miedo de lo que hasta ahora se ha llamado demonio!
Tan extraos sois a lo grande en vuestra alma que el superhombre os resultar temible
en su bondad!
Y vosotros, sabios y sapientes, huirais de la quemadura de sol que produce la sabi
dura, quemadura en la que el superhombre baa con placer su desnudez!
Vosotros, los hombres supremos con que mis ojos tropezaron! sta es mi duda respecto a vosotros y mi secreto rer: apuesto a que a mi superhombre lo llamarais demonio!267.
Ay, me he cansado de estos hombres, los ms elevados y los mejores de todos: desde
su
altura senta yo deseos de marchar hacia arriba, lejos, fuera, hacia el superhombre!
Un espanto se apoder de m cuando vi desnudos a estos hombres, los mejores de todos268: entonces me brotaron las alas para alejarme volando hacia futuros remoto
s.
Hacia futuros ms remotos, hacia sures ms meridionales que los que artista alguno
haya soado jams: hacia all donde los dioses se avergenzan de todos los vestidos!
Mas a vosotros, prjimos y semejantes, yo os quiero ver disfrazados y bien adornad
os,
y vanidosos, y dignos, como los buenos y justos. Y disfrazado quiero yo mismo sentarme entre vosotros, -para conoceros mal a voso
tros
y a m: sta es, en efecto, mi ltima cordura respecto a los hombres.
As habl Zaratustra.
264
Reminiscencia clsica: para no escapar hacia el superhombre, la voluntad de Zarat
ustra se aferra al
hombre, como Ulises se ata al mstil de la nave para no sucumbir a los cantos de l
as sirenas.
265
Zaratustra aludir a esta primera cordura respecto a los hombres en la cuarta parte,
El mago, 2.
266
Zaratustra repite este reproche en varias otras ocasiones. Vase, por ejemplo, en
la tercera parte, De
tablas viejas y nuevas, 2, El convaleciente, 2; y en la cuarta parte, Del hombre
superior, 5.
267
Nietzsche cita estas palabras en Ecce homo y aade: De este pasaje, y no de otro,
hay que partir para
comprender lo que Zaratustra quiere: esa especie de hombre que l concibe, concibe
la realidad tal como
ella es: es suficientemente fuerte para hacerlo, no es una especie de hombre ext
raada, alejada de la realidad, es la realidad misma, encierra todava en s todo lo terrible y problemtico de st
a, slo as puede el
hombre tener grandeza.
268
Vase antes, De los sacerdotes, y, en la tercera parte, El convaleciente, 2.

La ms silenciosa de todas las horas


Qu me ha ocurrido, amigos mos? Me veis trastornado, acuciado, dcil a pesar mo,
dispuesto a marchar - ay, a alejarme de vosotros!
S, una vez ms tiene Zaratustra que volver a su soledad: pero esta vez el oso vuelve
de mala gana a su caverna!
Qu me ha ocurrido? Quin me lo ordena? - Ay, mi irritada seora lo quiere as, me
ha hablado: os he dicho ya alguna vez su nombre?
Ayer al atardecer me habl mi hora ms silenciosa: se es el nombre de mi terrible seora.
Y esto es lo que ocurri, - pues tengo que deciros todo, para que vuestro corazn no
se
endurezca269 contra el que se va de repente!
Conocis el terror del que se adormece? Hasta las puntas de los pies tiembla, debido a que el suelo le falla y los sueos
comienzan.
sta es la parbola que os digo. Ayer, en la hora ms silenciosa, el suelo me fall: comenzaron los sueos.
La aguja avanzaba, el reloj de mi vida tomaba aliento -, jams haba odo yo tal silen
cio
a mi alrededor: de modo que mi corazn sinti terror.
Entonces algo me habl sin voz270: Lo sabes, Zaratustra?
Y yo grit de terror ante ese susurro, y la sangre abandon mi rostro: pero call.
Entonces algo volvi a hablarme sin voz: Lo sabes, Zaratustra, pero no lo dices! Y yo respond por fin, como un testarudo: S, lo s, pero no quiero decirlo!
Entonces algo me habl de nuevo sin voz: No quieres, Zaratustra? Es eso verdad?
No te escondas en tu terquedad! Y yo llor y tembl como un nio, y dije: Ay, lo querra, mas cmo poder! Dispnsame de eso! Est por encima de mis fuerzas!
Entonces algo me habl de nuevo sin voz: Qu importas t, Zaratustra! Di tu palabra
y hazte pedazos! Y yo respond: Ay, es mi palabra? Quin soy yo? Yo estoy aguardando a uno ms
digno; no soy siquiera digno de hacerme pedazos contra l271.
Entonces algo me habl de nuevo sin voz: Qu importas t? Para m no eres an bastante humilde. La humildad tiene la piel ms dura de todas. Y yo respond: Qu cosas no ha soportado ya la piel de mi humildad! Yo habito al pie
de mi altura: cul es la altura de mis cimas? Nadie me lo ha dicho todava. Pero cono
zco
bien mis valles.
Entonces algo me habl de nuevo sin voz: Oh Zaratustra, quien ha de trasladar monta
as272 traslada tambin valles y hondonadas. Y yo respond: Mi voz no ha transladado an montaas, y lo que he dicho no ha llegado a los hombres. Yo he ido sin duda a los hombres, pero todava no he llegado has
ta
ellos273.
Entonces algo me habl de nuevo sin voz: Qu sabes t de eso! El roco cae sobre la
hierba cuando la noche est ms callada que nunca. Y yo respond: Ellos se burlaron de m cuando encontr mi propio camino y march
por l; y, en verdad, mis pies temblaban entonces.
Y as me dijeron: has olvidado el camino, y ahora olvidas tambin hasta el andar!
Entonces algo me habl de nuevo sin voz: Qu importa su burla! T eres uno que ha
olvidado el obedecer: ahora debes mandar!
No sabes quin es el ms necesario de todos? El que manda grandes cosas.
Realizar grandes cosas es difcil: pero ms difcil es mandarlas.
Esto es lo ms imperdonable en ti: tienes poder, y no quieres dominar. -

Y yo respond: Me falta la voz del len para mandar.


Entonces algo me habl de nuevo como un susurro: Las palabras ms silenciosas son
las que traen la tempestad. Pensamientos que caminan con pies de paloma dirigen
el
mundo274.
Oh Zaratustra, debes caminar como una sombra de lo que tiene que venir: as mandars
y, mandando, preceders a otros. Y yo respond: Me avergenzo.
Entonces algo me habl de nuevo sin voz: Tienes que hacerte todava nio y no tener
vergenza.
El orgullo de la juventud est todava sobre ti, tarde te has hecho joven: pero el q
ue
quiere convertirse en nio tiene que superar incluso su juventud. Y yo reflexion durante largo tiempo, y temblaba. Pero acab por decir lo que haba di
cho al comienzo: No quiero.
Entonces o risas a mi alrededor. Ay, cmo esas risas me desgarraron las entraas y me
hendieron el corazn!
Y por ltima vez algo me habl: Oh Zaratustra, tus frutos estn maduros, pero t no
ests maduro para tus frutos! Por ello tienes que volver de nuevo a la soledad: pu
es debes
ponerte tierno an. Y de nuevo o risas que huan: entonces lo que me rodeaba qued silencioso, como con
un doble silencio. Yo yaca por el suelo, y el sudor me corra por los miembros.
-Ahora habis odo todo, y por qu tengo yo que regresar a mi soledad. No os he callado nada, amigos mos.
Pero tambin me habis odo decir quin sigue siendo el ms silencioso de todos los
hombres - y quiere serlo!
Ay, amigos mos! Yo tendra an algunas cosas que deciros, yo tendra an algunas
que daros!275 Por qu no las doy? Acaso soy avaro? Y cuando Zaratustra hubo dicho estas palabras lo asalt la violencia del dolor y l
a
proximidad de la separacin de sus amigos, de modo que llor sonoramente; y nadie sa
ba consolarlo. Y durante la noche se march solo y abandon a sus amigos276.
269
Endurecer el corazn contra alguien es expresin bblica. Como tantas otras veces, Niet
zsche usa en
alemn la traduccin de Lutero. Vase Deuteronomio, 15, 7: No endurezcas el corazn ni ci
erres la mano
a tu hermano pobre.
270
Lo que viene a continuacin es un remedo de la conversacin entre Dios y Moiss narra
da en xodo,
4, 10 y ss. En ella Moiss recurre a diversos pretextos para negarse a ejecutar el
mandato de Yahv; tambin aqu Zaratustra se niega a decir la palabra del eterno retorno.
271
Parfrasis de las palabras de Juan el Bautista en el Evangelio de Mateo, 3, 11: El
que viene detrs de
m es ms fuerte que yo, y no merezco ni quitarle las sandalias.
272
Vase la nota 184.
273
Sarcasmo de Zaratustra contra s mismo, remedando las palabras del Prlogo del Evan
gelio de Juan,

1,11: La Palabra vino a su casa, y los suyos no la recibieron.


274
Prrafo citado por Nietzsche en Ecce homo, como ejemplo del sonido alcinico que sale
de la boca
de Zaratustra.
275
Parfrasis del Evangelio de Juan, 16, 12: Todava muchas cosas tengo que deciros, pe
ro ahora no
podrais con ellas (palabras de Jess en la Cena).
276
Vase la nota 240.
Tercera parte de
As habl Zaratustra
Vosotros miris hacia arriba cuando deseis
elevacin. Y yo miro hacia abajo, porque estoy
elevado.
Quin de vosotros puede a la vez rer y estar
elevado?
Quien asciende a las montaas ms altas se
re de todas las tragedias, de las del teatro y de las
de la vida.
Zaratustra, Del leer y el escribir, I.
El caminante
Fue alrededor de la medianoche cuando Zaratustra emprendi su camino sobre la cres
ta
de la isla para llegar de madrugada a la otra orilla: pues en aquel lugar quera e
mbarcarse.
Haba all, en efecto, una buena rada, en la cual gustaban echar el ancla incluso ba
rcos
extranjeros; stos recogan a algunos que queran dejar las islas afortunadas y atrave
sar el
mar. Mientras Zaratustra iba subiendo la montaa pensaba en las muchas caminatas s
olitarias que haba realizado desde su juventud y en las muchas montaas y crestas y ci
mas
a que ha haba ascendido.
Yo soy un caminente yun escalador de montaas, deca a su corazn, no me gustan las
llanuras, y parece que no puedo estarme sentado tranquilo largo tiempo.
Y sea cual sea mi destino, sean cuales sean las vivencias que an haya yo de exper
imentar, - siempre habr en ello un caminar y un escalar montaas: en ltima instancia
uno no tiene vivencias ms que de s mismo277.
Pas ya el tiempo en que era lcito que a m me sobrevinieran acontecimientos casuales
;
y qu podra ocurrirme todava que no fuera ya algo mo!
Lo nico que hace es retornar, por fin vuelve a casa - mi propio s-mismo y cuanto d
e l
estuvo largo tiempo en tierra extraa y disperso entre todas las cosas y acontecim
ientos
casuales.
Y una cosa ms s: me encuentro ahora ante mi ltima cumbre y ante aquello que durante ms largo tiempo me ha sido ahorrado. Ay, mi ms duro camino es el que tengo
que subir! Ay, he comenzado mi caminata ms solitaria!
Pero quien es de mi especie no se libra de semejante hora: de la hora que le dic
e: Slo

en este instante recorres tu camino de grandeza! Cumbre y abismo - ahora eso est f
undido en una sola cosa!
Recorres tu camino de grandeza: ahora se ha convertido en tu ltimo refugio lo que
hasta el momento se llam tu ltimo peligro!
Recorres tu camino de grandeza: ahora es necesario que tu mejor valor consista en
que
no quede ya ningn camino a tus espaldas!
Recorres el camino de tu grandeza: nadie debe seguirte aqu a escondidas! Tu mismo
pie ha borrado detrs de ti el camino, y sobre l est escrito: Imposibilidad.
Y si en adelante te faltan todas las escaleras, tienes que saber subir incluso p
or encima
de tu propia cabeza: cmo querras, de otro modo, caminar hacia arriba?
Por encima de tu propia cabeza y ms all de tu propio corazn! Ahora lo ms suave
de ti tiene an que convertirse en lo ms duro.
Quien siempre se ha tratado a s mismo con mucha indulgencia acaba por enfermar a
causa de ello. Alabado sea lo que endurece! Yo no alabo el pas donde corren - mante
ca
y miel278
Es necesario aprender a apartar la mirada de s para ver muchas cosas: - esa durez
a
necestala todo aquel que escala montaas.
Mas quien tiene ojos importunos como hombre del conocimiento, cmo iba a ver se
en todas las cosas algo ms que los motivos superficiales de ellas!
T, sin embargo, oh Zaratustra, has querido ver el fondo y el trasfondo de todas l
as cosas: por ello tienes que subir por encima de ti mismo, - arriba, cada vez ms alto,
hasta
que incluso tus estrellas las veas por debajo de ti!
S! Bajar la vista hacia m mismo e incluso hacia mis estrellas: slo esto significara
mi cumbre, esto es lo que me ha quedado an como mi ltima cumbre! As iba dicindose Zaratustra a s mismo al ascender, consolando su corazn con duras
sentenzuelas: pues tena el corazn herido como nunca antes. Y cuando lleg a la cima
de
la cresta de la montaa, he aqu que el otro mar yaca all extendido ante su vista: ent
onces se detuvo y call largo rato. La noche era fra en aquella cumbre, y clara y est
rellada.
Conozco mi suerte, se dijo por fin con pesadumbre. Bien! Estoy dispuesto. Acaba d
e
empezar mi ltima soledad.
Ay, ese mar triste y negro a mis pies! Ay, esa grvida desazn nocturna! Ay, destino
y mar! Hacia vosotros tengo ahora que descender!
Me encuentro ante mi montaa ms alta y ante mi ms larga caminata: por eso tengo
primero que descender ms bajo de lo que nunca descend:
- Descender al dolor ms de lo que nunca descend, hasta su ms negro oleaje! As lo
quiere mi destino: Bien! Estoy dispuesto.
De dnde vienen las montaas ms altas?, pregunt en otro tiempo. Entonces aprend
que vienen del mar.
Este testimonio est escrito en sus rocas y en las paredes de sus cumbres. Lo ms al
to
tiene que llegar a su altura desde lo ms profundo. - As dijo Zaratustra en la cima
del
monte, donde haca fro; mas cuando se acerc al mar y se encontr por fin nicamente
entre los escollos, el camino lo haba cansado y vuelto an ms anheloso que antes.
Todo contina an dormido, dijo; tambin el mar duerme. Ebrios de sueo y extraos
miran sus ojos hacia m.
Pero su aliento es clido, lo siento. Y siento tambin que suea. Y soando se retuerce
sobre duras almohadas.

Escucha! Escucha! Cmo gime el mar a causa de recuerdos malvados! O tal vez a
causa de expectativas malvadas?
Ay, triste estoy contigo, oscuro monstruo, y enojado conmigo mismo por tu causa.
Ay, por qu no tendr mi mano bastante fortaleza! En verdad, me gustara redimirte
de sueos malvados!
Y mientras Zaratustra hablaba as, se rea de s mismo con melancola y amargura.
Cmo! Zaratustra!, dijo, quieres consolar todava al mar cantando?
Ay, Zaratustra, necio rico en amor, sobrebienaventurado de confianza! Pero as has
sido siempre: siempre te has acercado confiado a todo lo horrible.
Has querido incluso acariciar a todos los monstruos. Un vaho de clida respiracin,
un
poco de suave vello en las garras -: y enseguida estabas dispuesto a amar y a at
raer.
El amor es el peligro del ms solitario, el amor a todas las cosas, con tal de que
vivan!
De risa son, en verdad, mi necedad y mi modestia en el amor! As habl Zaratustra, y ri por segunda vez: entonces pens en sus amigos abandonados
-, y como si los hubiera ofendido con sus pensamientos, enojse consigo mismo a ca
usa
de stos. Y pronto ocurri que el que rea se puso a llorar: - de clera y de anhelo llo
r
Zaratustra amargamente279.
277
Vase Ms all del bien y del mal, aforismo 70: Si uno tiene carcter, tiene tambin una v
ivencia tpica y propia, que retorna siempre.
278
Cita de xodo, 3, 8, donde de la Tierra Prometida se dice que en ella corren leche
y miel.
279
Vase la nota 71.
De la visin y enigma 280
Cuando se corri entre los marineros la voz de que Zaratustra se encontraba en el
barco,
- pues al mismo tiempo que l haba subido a bordo un hombre que vena de las islas
afortunadas - prodjose una gran curiosidad y expectacin. Mas Zaratustra estuvo cal
lado
durante dos das, fro y sordo de tristeza, de modo que no responda ni a las miradas
ni a
las preguntas. Al atardecer del segundo da, sin embargo, aunque todava guardaba si
lencio, volvi a abrir sus odos: pues haba muchas cosas extraas y peligrosas que or en
aquel barco, que vena de lejos y que quera ir an ms lejos. Zaratustra era amigo, en
efecto, de todos aquellos que realizan largos viajes y no les gusta vivir sin pe
ligro. Y he
aqu que, por fin, a fuerza de escuchar, su propia lengua se solt y el hielo de su
corazn
se rompi: - entonces comenz a hablar as:
A vosotros los audaces buscadores e indagadores, y a quienquiera que alguna vez
se
haya lanzado con astutas velas a mares terribles, a vosotros los ebrios de enigmas, que gozis con la luz del crepsculo, cuyas almas

son
atradas con flautas a todos los abismos labernticos:
- pues no queris, con mano cobarde, seguir a tientas un hilo; y all donde podis adi
vinar, odiis el deducir a vosotros solos os cuento el enigma que he visto, - la visin del ms solitario Sombro281 caminaba yo hace poco a travs del crepsculo de color de cadver, - sombro y duro, con los labios apretados. Pues ms de un sol se haba hundido en su ocaso
para m.
Un sendero que ascenda obstinado a travs de pedregales, un sendero maligno, solita
rio, al que ya no alentaban ni hierbas ni matorrales: un sendero de montaa cruja b
ajo la
obstinacin de mi pie.
Avanzando mudo sobre el burln crujido de los guijarros, aplastando la piedra que
lo
haca resbalar: as se abra paso mi pie hacia arriba.
Hacia arriba: - a pesar del espritu que de l tiraba hacia abajo, hacia el abismo,
el espritu de la pesadez, mi demonio y enemigo capital.
Hacia arriba: - aunque sobre m iba sentado ese espritu, mitad enano, mitad topo; p
araltico; paralizante; dejando caer plomo en mi odo282, pensamientos-gotas de plomo e
n mi
cerebro.
Oh Zaratustra, me susurraba burlonamente, silabeando las palabras, t piedra de la
sabidura! Te has arrojado a ti mismo hacia arriba, mas toda piedra arrojada - tien
e que
caer!
Oh Zaratustra, t piedra de la sabidura, t piedra de honda, t destructor de estrellas!
A ti mismo te has arrojado muy alto, - mas toda piedra arrojada - tiene que caer!
Condenado a ti mismo, y a tu propia lapidacin: oh Zaratustra, s, lejos has lanzado
la
piedra, - mas sobre ti caer de nuevo!
Call aqu el enano; y esto dur largo tiempo. Mas su silencio me oprima; y cuando se
est as entre dos, se est, en verdad, ms solitario que cuando se est solo!
Yo suba, suba, soaba, pensaba, - mas todo me oprima. Me asemejaba a un enfermo
al que su terrible tormento lo deja rendido, y a quien un sueo ms terrible todava v
uelve
a despertarlo cuando acaba de dormirse. Pero hay algo en m que yo llamo valor: hasta ahora ste ha matado en m todo desaliento. Ese valor me hizo al fin detenerme y decir: Enano! T! O yo! El valor es, en efecto, el mejor matador, - el valor que ataca: pues todo ataque
se hace a
tambor batiente.
Pero el hombre es el animal ms valeroso: por ello ha vencido a todos los animales
. A
tambor batiente ha vencido incluso todos los dolores; pero el dolor por el hombr
e es el
dolor ms profundo.
El valor mata incluso el vrtigo junto a los abismos: y en qu lugar no estara el hombre junto a abismos! El simple mirar no es - mirar abismos?
El valor es el mejor matador: el valor mata incluso la compasin. Pero la compasin
es
el abismo ms profundo: cuanto el hombre hunde su mirada en la vida, otro tanto la
hun-

de en el sufrimiento.
Pero el valor es el mejor matador, el valor que ataca: ste mata la muerte misma,
pues
dice: Era esto la vida? Bien! Otra vez! 283.
En estas palabras, sin embargo, hay mucho sonido de tambor batiente. Quien tenga
odos, oiga. 2
Alto! Enano!, dije. Yo! O t! Pero yo soy el ms fuerte de los dos -: t no conoces
mi pensamiento abismal! se - no podras soportarlo! Entonces ocurri algo que me dej ms ligero: pues el enano salt de mi hombro, el
curioso! Y se puso en cuclillas sobre una piedra delante de m. Cabalmente all dond
e nos
habamos detenido haba un portn.
Mira ese portn! Enano!, segu diciendo: tiene dos caras. Dos caminos convergen
aqu: nadie los ha recorrido an hasta su final.
Esa larga calle hacia atrs: dura una eternidad. Y esa larga calle hacia adelante
- es otra
eternidad.
Se contraponen esos caminos; chocan derechamente de cabeza: -y aqu, en este portn,
es donde convergen. El nombre del portn est escrito arriba: Instante.
Pero si alguien recorriese uno de ellos - cada vez y cada vez ms lejos: crees t, en
ano,
que esos caminos se contradicen eternamente?
Todas las cosas derechas mienten, murmur con desprecio el enano. Toda verdad es
curva, el tiempo mismo es un crculo. T, espritu de la pesadez, dije encolerizndome,
no tomes las cosas tan a la ligera! O te dejo en cuclillas ah donde te encuentras,
cojitranco, - y yo te he subido hasta aqu!
Mira, continu diciendo, este instante! Desde este portn llamado Instante corre haci
a
atrs una calle larga, eterna: a nuestras espaldas yace una eternidad.
Cada una de las cosas que pueden correr, no tendr que haber recorrido ya alguna ve
z
esa calle? Cada una de las cosas que pueden ocurrir, no tendr que haber ocurrido,
haber
sido hecha, haber transcurrido ya alguna vez?
Y si todo ha existido ya: qu piensas t, enano, de este instante? No tendr tambin
este portn que - haber existido ya?
Y no estn todas las cosas anudadas con fuerza, de modo que este instante arrastra
tras
s todas las cosas venideras? Por lo tanto - - incluso a s mismo?
Pues cada una de las cosas que pueden correr: tambin por esa larga calle hacia ade
lante - tiene que volver a correr una vez ms! Y esa araa que se arrastra con lentitud a la luz de la luna, y esa misma luz de l
a luna, y
yo y t, cuchicheando ambos junto a este portn, cuchicheando de cosas eternas - no
tenemos todos nosotros que haber existido ya?
- y venir de nuevo y correr por aquella otra calle, hacia adelante, delante de n
osotros,
por esa larga, horrenda calle - no tenemos que retornar eternamente? As dije, con voz cada vez ms queda: pues tena miedo de mis propios pensamientos y
de sus trasfondos. Entonces, de repente, o aullar a un perro cerca.
Haba odo yo alguna vez aullar as a un perro? Mi pensamiento corri hacia atrs. S!
Cuando era nio, en remota infancia284:
- entonces o aullar as a un perro. Y tambin lo vi con el pelo erizado, la cabeza le

vantada, temblando, en la ms silenciosa medianoche, cuando incluso los perros creen


en
fantasmas:
- de tal modo que me dio lstima. Pues justo en aquel momento la luna llena, con u
n silencio de muerte, apareci por encima de la casa, justo en aquel momento se haba de
tenido, un disco incandescente, - detenido sobre el techo plano, como sobre propie
dad ajena: esto exasper entonces al perro: pues los perros creen en ladrones y fantasmas. Y
cuando de nuevo volv a orle aullar, de nuevo volvi a darme lstima.
Adnde se haba ido ahora el enano? Y el portn? Y la araa? Y todo el cuchicheo? Haba yo soado, pues? Me haba despertado? De repente me encontr entre
peascos salvajes, solo, abandonado, en el ms desierto claro de luna.
Pero all yaca por tierra un hombre! Y all! El perro saltando, con el pelo erizado,
gimiendo, - ahora l me vea venir - y entonces aull de nuevo, grit: - haba yo odo
alguna vez a un perro gritar as pidiendo socorro?
Y, en verdad, lo que vi no lo haba visto nunca. Vi a un joven pastor retorcindose,
ahogndose, convulso, con el rostro descompuesto, de cuya boca colgaba una pesada
serpiente negra285.
Haba visto yo alguna vez tanto asco y tanto lvido espanto en un solo rostro? Sin du
da
se haba dormido. Y entonces la serpiente se desliz en su garganta y se aferraba a
ella
mordiendo.
Mi mano tir de la serpiente, tir y tir: - en vano! No consegu arrancarla de all. Entonces se me escap un grito: Muerde! Muerde!
Arrncale la cabeza! Muerde! - ste fue el grito que de m se escap, mi horror, mi
odio, mi nusea, mi lstima, todas mis cosas buenas y malas gritaban en m con un solo
grito. Vosotros, hombres audaces que me rodeis! Vosotros, buscadores, indagadores, y
quienquiera de vosotros que se haya lanzado con velas astutas a mares inexplorad
os!
Vosotros, que gozis con enigmas!
Resolvedme, pues, el enigma que yo contempl entonces, interpretadme la visin del
ms solitario!286.
Pues fue una visin y una previsin: - qu vi yo entonces en smbolo? Y quin es el
que algn da tiene que venir an?287
Quin es el pastor a quien la serpiente se le introdujo en la garganta? Quin es el
hombre a quien todas las cosas ms pesadas, ms negras, se le introducirn as en la gar
ganta?
- Pero el pastor mordi, tal como se lo aconsej mi grito; dio un buen mordisco! Lejo
s
de s escupi la cabeza de la serpiente -: y se puso en pie de un salto288. Ya no pastor, ya no hombre, - un transfigurado, iluminado, que rea! Nunca antes en
la tierra haba redo hombre alguno como l ri!
Oh hermanos mos, o una risa que no era risa de hombre, - - y ahora me devora una
sed, un anhelo que nunca se aplaca.
Mi anhelo de esa risa me devora: oh, cmo soporto el vivir an! Y cmo soportara el
morir ahora! As habl Zaratustra.
280

Otro ttulo para este apartado, anotado por Nietzsche en sus manuscritos, fue La
visin del ms solitario de los hombres. Es la primera exposicin de la idea del eterno retorno.
281
La descripcin del ascenso de Zaratustra por el sendero pedregoso, llevando sobre
sus hombros el
espritu de la pesadez, guarda un extraordinario parecido con lo que, segn Las mil y
una noches, le ocurri a Sindbad el marino en el quinto de sus viajes: tambin Sindbad carga sobre sus
hombros a un anciano
que luego se niega a bajar de all y martiriza a su portador. Sindbad se libera de
l emborrachndolo.
282
Reminiscencia de Hamlet, I, 5 (palabras de la Sombra a Hamlet): Durmiendo, pues,
en mi jardn segn mi costumbre, despus del medioda, en esa hora de quietud, entr tu to furtiva mente
con un pomo de
maldito veneno en las manos y lo verti en mi odo.
283
En la cuarta parte, La cancin del noctmbulo, 1, el ms feo de los hombres repitir esta
frase. Ortega puso estas palabras como motto al frente del apartado VII (titulado Las valo
raciones de la vida) de
su obra El tema de nuestro tiempo (Obras Completas, volumen III).
284
Una vivencia profundamente grabada en Nietzsche fue la del traslado de su famil
ia, tras la muerte de
su padre, desde Rcken, donde Nietzsche haba nacido, a Naumburgo. El traslado se hi
zo un da de abril de
1850, mucho antes del amanecer. Mientras los carros cargados esperaban en el pat
io, un perro empez a
ladrar tristemente a la luna. Vase la descripcin de esta escena en los escritos au
tobiogrficos recogidos
por K. Schlechta en el tomo III de su edicin de las Obras de Nietzsche.
285
Una escena similar aparece en Las mil y una noches en el sptimo viaje de Sindbad
el marino. En Las
mil y una noches es la serpiente la que llevaba en la boca a un hombre, al que se
haba tragado hasta el
ombligo. Sindbad golpea la cabeza de la serpiente con su vara de oro y la serpien
te vomita al hombre.
286
Recurdese lo dicho en la nota 280 sobre el proyectado ttulo de este captulo.
287
El que ha de venir, el que viene detrs de m es expresin evanglica aplicada por Juan
Bautista a Jess; vase Evangelio de Mateo, 3, 11: El que viene detrs de m es ms fuerte que yo
, y yo no merezco ni quitarle las sandalias.
288
Vase, en esta tercera parte, El convaleciente, 2.
De la bienaventuranza no querida 289
Con tales enigmas y amarguras en el corazn cruz Zaratustra el mar. Mas cuando estuvo a cuatro das de viaje de las islas afortunadas y de sus amigos, haba superado
todo
su dolor -: victorioso y con pies firmes se hallaba erguido de nuevo sobre su de
stino. Y
entonces Zaratustra habl as a su conciencia jubilosa:

Solo estoy de nuevo, y quiero estarlo, solo con el cielo puro y el mar libre; y
de nuevo
me rodea la tarde.
En una tarde encontr por vez primera en otro tiempo a mis amigos, en una tarde ta
mbin la vez segunda290: - en la hora en que toda luz se vuelve ms silenciosa.
Pues lo que de felicidad se encuentra an en camino entre el cielo y la tierra, es
o bscase como asilo un alma luminosa: a causa de la felicidad se ha vuelto toda luz ms
silenciosa ahora.
Oh tarde de mi vida! En otro tiempo tambin mi felicidad descendi al valle para buscarse un asilo: all encontr esas almas abiertas y hospitalarias
Oh tarde de mi vida! Qu no he entregado yo a cambio de tener una sola cosa: este
viviente plantel de mis pensamientos y esta luz matinal de mi ms alta esperanza!
Compaeros de viaje busc en otro tiempo el creador, e hijos de su esperanza: y ocur
ri
que no pudo encontrarlos, a no ser que l mismo los crease.
As estoy en medio de mi obra, yendo hacia mis hijos y volviendo de ellos: por amo
r a
sus hijos tiene Zaratustra que consumarse a s mismo.
Pues radicalmente se ama tan slo al propio hijo291 y a la propia obra; y donde ex
iste
gran amor a s mismo, all hay seal de embarazo: esto es lo que he encontrado.
Todava verdean mis hijos en su primera primavera, unos junto a otros y agitados p
or
vientos comunes, rboles de mi jardn y de mi mejor tierra.
Y en verdad!, donde se apian tales rboles, all existen islas afortunadas!
Pero alguna vez quiero trasplantarlos y ponerlos separados unos de otros: para q
ue cada
uno aprenda soledad, y tenacidad, y cautela.
Nudoso y retorcido y con flexible dureza deber estar entonces para m junto al mar,
faro viviente de vida invencible.
All donde las tempestades se precipitan en el mar y la trompa de las montaas bebe
agua, all debe realizar cada uno alguna vez sus guardias de da y de noche, para su
examen y conocimiento.
Conocido y examinado debe ser, para que se sepa si es de mi especie y de mi proc
edencia, - si es seor de una voluntad larga, callado aun cuando habla, y de tal modo
dispuesto
a dar, que al dar tome. - para que algn da llegue a ser mi compaero de viaje y concree y concelebre las fie
stas junto con Zaratustra292 -: alguien que me escriba mi voluntad en mis tablas:
para ms
plena consumacin de todas las cosas.
Y por amor a l y a su igual tengo yo mismo que consumarme a m: por ello me aparto
ahora de mi felicidad y me ofrezco a toda infelicidad - para mi ltimo examen y mi
ltimo conocimiento.
Y en verdad era llegado el tiempo de irme; y la sombra del caminante y el instan
te ms
largo y la hora ms silenciosa - todos me decan: Ya ha llegado la hora!293
El viento me soplaba por el agujero de la cerradura y deca: Ven! La puerta se me
abra arteramente y deca: Ve!
Mas yo yaca encadenado al amor de mis hijos: el ansia me tenda esos lazos, el ansi

a
de amor, de llegar a ser presa de mis hijos y perderme en ellos.
Ansiar - esto significa ya para m: haberme perdido. Yo os tengo, hijos mos! En este
tener, todo tiene que ser seguridad y nada tiene que ser ansiar.
Pero encobndome yaca sobre m el sol de mi amor, en su propio jugo cocase Zaratustra, - entonces sombras y dudas se alejaron volando por encima de m.
De fro e invierno senta yo ya deseos: Oh, que el fro y el invierno vuelvan a hacerme crujir y chirriar!, suspiraba yo: - entonces se levantaron de m nieblas glacial
es.
Mi pasado rompi sus sepulcros, ms de un dolor enterrado vivo se despert -: tan slo
se haba adormecido, oculto en sudarios.
As me gritaron todas las cosas por signos: Ya es tiempo! Mas yo - no oa: hasta que
por fin mi abismo se movi y mi pensamiento me mordi.
Ay, pensamiento abismal, que eres mi pensamiento! Cundo encontrar la fuerza para
orte cavar, y no temblar yo ya?
Hasta el cuello me suben los latidos del corazn cuando te oigo cavar! Tu silencio
quiere estrangularme, t abismalmente silencioso!
Todava no me he atrevido nunca a llamarte arriba: ya es bastante que conmigo - te
haya yo llevado! An no era yo bastante fuerte para la ltima arrogancia y petulanci
a del
len.
Bastante terrible ha sida ya siempre para m tu pesadez: mas alguna vez debo encont
rar
la fuerza y la voz del len, que te llame arriba!
Cuando yo haya superado esto, entonces quiero superar algo todava mayor; y una vic
toria ser el sello de mi consumacin! Entretanto vago todava por mares inciertos; el azar me adula, el azar de lengua l
isa;
hacia adelante y hacia atrs miro -, an no veo final alguno.
Todava no me ha llegado la hora de mi ltima lucha -, o acaso me llega en este momento? En verdad, con prfida belleza me contemplan el mar y la vida que me rodean!
Oh tarde de mi vida! Oh felicidad antes del anochecer! Oh puerto en alta mar! Oh
paz en la incertidumbre! Cmo desconfo de todos vosotros!
En verdad, desconfo de vuestra prfida belleza! Me parezco al amante, que desconfa
de la sonrisa demasiado aterciopelada.
As como el celoso rechaza lejos de s a la ms amada, siendo tierno incluso en su dur
eza -, as rechazo yo lejos de m esta hora bienaventurada.
Aljate, hora bienaventurada! Contigo me lleg una bienaventuranza no querida! Dispuesto a mi dolor ms profundo me encuentro aqu: - a destiempo has venido!
Aljate, hora bienaventurada! Es mejor que busques asilo all -entre mis hijos! Apresrate!, y bendcelos con mi felicidad antes del anochecer!
Ya se aproxima el anochecer: el sol se pone. Vete - felicidad ma! As habl Zaratustra, y aguard a su infelicidad durante toda la noche: mas aguard en
vano. La noche permaneci clara y silenciosa, y la felicidad misma se le fue acerc
ando
cada vez ms. Hacia la maana Zaratustra ri a su corazn y dijo burlonamente: La felicidad corre detrs de m. Esto se debe a que yo no corro detrs de las mujeres. Pero l
a
felicidad es una mujer.
289
Otro ttulo previsto por Nietzsche, en sus manuscritos para este apartado era Hac
ia alta mar.
290
Vase, en la primera parte, Del arbol de la montaa, y De la virtud que hace regalo

s.
291
Primera alusin a los que Zaratustra llama sus hijos y que sern el objeto de su gran
anhelo en la
cuarta parte. Vase El saludo.
292
En el Prlogo de Zaratustra, 9, aparecen idnticas calificaciones aplicadas a los h
ombres deseados
por Zaratustra como compaeros.
293
Esta expresin ya ha aparecido en la segunda parte, De grandes acontecimientos, y
volver a aparecer
en la cuarta parte, El grito de socorro, y A medioda.
Antes de la salida del sol294
Oh cielo por encima de m, t puro! Profundo! Abismo de luz! Contemplndote me
estremezco de ansias divinas.
Arrojarme a tu altura - sa es mi profundidad! Cobijarme en tu pureza - sa es mi inocencia!
Al dios su belleza lo encubre: as me ocultas t tus estrellas No hablas: as me anunc
ias
tu sabidura.
Mudo sobre el mar rugiente has salido hoy para m, tu amor y tu pudor dicen revela
cin
a mi rugiente alma.
El que hayas venido bello a m, encubierto en tu belleza, el que mudo me hables, m
anifiesto en tu sabidura:
Oh, cmo no iba yo a adivinar todos los pudores de tu alma! Antes del sol has venido
a m t, el ms solitario de todos!
Somos amigos desde el comienzo: comunes nos son la tristura y la pavura y la hon
dura295; hasta el sol nos es comn.
No hablamos entre nosotros, pues sabemos demasiadas cosas -: callamos juntos, so
nremos juntos a nuestro saber.
No eres t acaso la luz para mi fuego? No tienes t el alma gemela de mi conocimiento?
Juntos aprendimos todo; juntos aprendimos a ascender por encima de nosotros haci
a
nosotros mismos, y a sonrer sin nubes: - a sonrer sin nubes hacia abajo, desde ojos luminosos y desde una remota lejana,
mientras debajo de nosotros la coaccin y la finalidad y la culpa exhalan vapores
como si
fuesen lluvia.
Y cuando yo caminaba solo: de quin tena hambre mi alma por las noches y en los
senderos errados? Y cuando yo suba montaas, a quin buscaba siempre en las montaas sino a ti?
Y todo mi caminar y subir montaas: una necesidad era tan slo, y un recurso del des
valido: - volar es lo nico que mi entera voluntad quiere, volar dentro de ti!
Y a quin odiaba yo ms que a las nubes pasajeras y a todas las cosas que te manchan?
Y hasta a mi propio odio odiaba yo, porque te manchaba!
Estoy enojado con las nubes pasajeras, con esos gatos de presa que furtivamente
se deslizan: nos quitan a ti y a m lo que nos es comn, - el inmenso e ilimitado decir s y

amn.
Estamos enojados con esas mediadoras y entrometidas, las nubes pasajeras: mitad
de
esto mitad de aquello, que no han aprendido a bendecir ni a maldecir a fondo.
Prefiero estar sentado en el tonel bajo un cielo cubierto, prefiero estar sentado
sin cielo
en el abismo, que verte a ti, cielo de luz, manchado con nubes pasajeras!
Y a menudo he sentido deseos de sujetarlas con los dentados alambres ureos del ra
yo,
y golpear los timbales, como el trueno, sobre su panza de caldera: - ser un encolerizado timbalero, porque me roban tu s! y amn!, cielo por encima de
m, t puro! Luminoso! Abismo de luz! - porque te roban mi s! y amn!
Pues prefiero el ruido y el trueno y las maldiciones del mal tiempo a esta circu
nspecta y
dubitante quietud gatuna; y tambin entre los hombres, a los que ms odio es a todos
los
que andan sin ruido, y a todos los medias tintas, y a los que son como dubitante
s e indecisas nubes pasajeras.
Y el que no pueda bendecir, debe aprender a maldecir!296. - esta luminosa enseanza me cay de un cielo luminoso, esta estrella brilla en mi cielo hasta en las noc
hes negras.
Mas yo soy uno que bendice y que dice s, con tal de que t ests a mi alrededor, t puro!, luminoso!, t abismo de luz! - a todos los abismos llevo yo entonces, como una
bendicin, mi decir s.
Me he convertido en uno que bendice y que dice s, y he luchado durante largo tiem
po,
y fui un luchador, a fin de tener un da las manos libres para bendecir.
Pero sta es mi bendicin: estar yo sobre cada cosa como su cielo propio, como su te
cho redondo, su campana azur y su eterna seguridad: bienaventurado quien as bendic
e!
Pues todas las cosas estn bautizadas en el manantial de la eternidad y ms all del b
ien
y del mal; el bien y el mal mismos no son ms que sombras intermedias y hmedas trib
ulaciones y nubes pasajeras.
En verdad, una bendicin es, y no una blasfemia, el que yo ensee: Sobre todas las co
sas est el cielo Azar, el cielo Inocencia, el cielo Casualidad y el cielo Arrogan
cia.
De casualidad - sta es la ms vieja aristocracia del mundo297, yo se la he restituido
a
todas las cosas, yo la he redimido de la servidumbre a la finalidad.
Esta libertad y esta celestial serenidad yo las he puesto como campana azur sobr
e todas
las cosas al ensear que por encima de ellas y a travs de ellas no hay ninguna volun
tad
eterna que - quiera.
Esta arrogancia y esta necedad pselas yo en lugar de aquella voluntad cuando ense:
En todas las cosas slo una es imposible - racionalidad!
Un poco de razn, ciertamente, una semilla de sabidura, esparcida entre estrella y
estrella, - esa levadura est mezclada en todas las cosas298: por amor a la necedad h
ay
mezclada sabidura en todas las cosas!
Un poco de sabidura s es posible; mas sta fue la bienaventurada seguridad que encontr en todas las cosas: que prefieren - bailar sobre los pies del azar.
Oh cielo por encima de m, t puro!, elevado! sta es para m tu pureza, que no exis-

te ninguna eterna araa y ninguna eterna telaraa de la razn: - que t eres para m una pista de baile para azares divinos, que t eres para m una me
sa de dioses para dados y jugadores divinos!299 Pero te sonrojas? He dicho tal vez cosas que no pueden decirse? He blasfemado
queriendo bendecirte?
O acaso es el pudor compartido el que te ha hecho enrojecer? - Acaso me ordenas ir
me y callar porque ahora - viene el da?
El mundo es profundo -: y ms profundo de lo que nunca ha pensado el da300. No a to
das las cosas les es lcito tener palabras antes del da. Pero el da viene: por eso ah
ora
nos separamos!
Oh cielo por encima de m, t pudoroso!, ardiente! Oh t felicidad ma antes de la salida del sol! El da viene: por eso ahora nos separamos! As habl Zaratustra.
294
Respecto a este captulo quiz tenga inters citar el siguiente texto de Freud: No pue
de hacrseme
responsable de la monotona de las soluciones psicoanalticas si ahora afirmo que el
sol no es, nuevamente,
ms que un smbolo sublimado del padre. El simbolismo se sobrepone aqu al gnero gramat
ical, por lo
menos en alemn, pues en la mayora de los dems idiomas el sol es de gnero masculino.
Su compaera en
este reflejo de la pareja parental es la generalmente llamada madre tierra. En la
solucin psicoanaltica de
las fantasas patgenas de sujetos neurticos hallamos constantemente comprobada esta
interpretacin.
Slo una observacin dedicaremos a su relacin con los mitos csmicos. Uno de mis pacien
tes, que haba
perdido tempranamente a su padre e intentaba volver a encontrarlo en todos los e
lementos grandes y sublimes de la naturaleza, me hizo vislumbrar que el himno de Nietzsche Antes de la s
alida del sol daba expresin a igual nostalgia. Y Freud aade en nota: Tampoco Nietzsche conoci de nio a su padr
e. Vase
Freud, Observaciones psicoanalticas sobre un caso de paranoia (dementia paranoides
) autobiogrficamente descrito, en Obras Completas (Biblioteca Nueva, Madrid, 1968, 11, p. 772).
295
La traduccin la tristura y la pavura y la hondura pretende reflejar de alguna mane
ra la aliteracin
existente en el original alemn: Gram und Grauen und Grund.
296
Vase el aforismo 181 de Ms all del bien y del mal: Es inhumano bendecir cuando se n
os ha maldecido.
297
De casualidad: Von Ohngefhr, en alemn. La partcula von, significativa de ascendenc
ia aristocrtica
cuando precede al apellido, permite a Nietzsche decir que sta (la casualidad, el
azar) es la ms vieja aristocracia del mundo.
298
El tema de la levadura es de procedencia evanglica. Vase el Evangelio de Mateo, 1
3, 33 (parbola

de la levadura): Semejante es el reino de Dios a la levadura que meti una mujer en


medio quintal de
harina; todo acab por fermentar.
299
Aqu es el cielo la mesa sobre la que Zaratustra juega a los dados con los dioses
; ms adelante lo ser
la tierra; vase, en esta tercera parte, Los siete sellos, 3.
300
Aqu emergen aislados dos versos pertenecientes a la poesa que aparecer luego en La
otra cancin
del baile, y que ser glosada en la cuarta parte, La cancin del noctmbulo.
De la virtud empequeecedora301
1
Cuando Zaratustra estuvo de nuevo en tierra firme no march derechamente a su montaa y a su caverna, sino que hizo muchos caminos y preguntas y se inform de esto y
de
lo otro, de modo que, bromeando, deca de s mismo: He aqu un ro que con numerosas curvas refluye hacia la fuente! Pues quera enterarse de lo que entretanto haba
ocurrido con el hombre: si se haba vuelto ms grande o ms pequeo. Y en una ocasin vio
una fila de casas nuevas; entonces se maravill y dijo:
Qu significan esas casas? En verdad, ningn alma grande las ha colocado ah como
smbolo de s misma!
Las sac acaso un nio idiota de su caja de juguetes? Ojal otro nio vuelva a meterlas en su caja!
Y esas habitaciones y cuartos: pueden salir y entrar ah varones? Parcenme hechas
para muecas de seda; o para gatos golosos, que tambin permiten sin duda que se los
golosinee a ellos.
Y Zaratustra se detuvo y reflexion. Finalmente dijo turbado: Todo se ha vuelto ms
pequeo!
Por todas partes veo puertas ms bajas: quien es de mi especie puede pasar todava p
or
ellas sin duda - pero tiene que agacharse!
Oh, cundo regresar a mi patria, donde ya no tengo que agacharme - dnde ya no tengo que agacharme ante los pequeos! - Y Zaratustra suspir y mir a la lejana. Y aquel mismo da pronunci su discurso sobre la virtud empequeecedora.
2
Yo camino a travs de este pueblo y mantengo abiertos mis ojos: no me perdonan que
no est envidioso de sus virtudes.
Tratan de morderme porque les digo: para gentes pequeas son necesarias virtudes p
equeas - y porque me resulta duro que sean necesarias gentes pequeas!
Todava me parezco aqu al gallo cado en corral ajeno, al que picotean incluso las ga
llinas; sin embargo, no por ello me enfado yo con estas gallinas.
Soy corts con ellas, como con toda molestia pequea; ser espinoso con lo pequeo parceme una sabidura de erizos.
Todos ellos hablan de m cuando por las noches estn sentados en torno al fuego hablan de m, mas nadie piensa - en m!
ste es el nuevo silencio que he aprendido: su ruido a mi alrededor extiende un ma
nto
sobre mis pensamientos.

Meten ruido entre ellos: Qu quiere de nosotros esa nube sombra? Cuidemos de que
no nos traiga una peste!
Y hace poco una mujer atrajo a s violentamente a su hijo, que quera venir a m: Llevaos los nios!, grit; esos ojos chamuscan las almas infantiles302.
Tosen cuando yo hablo: creen que toser es un argumento contra vientos poderosos
- no
adivinan nada del rugir de mi felicidad!
Todava no tenemos tiempo para Zaratustra - esto es lo que objetan; pero qu importa un tiempo que no tiene tiempo para Zaratustra?
Y hasta cuando me alaban: cmo podra yo adormecerme sobre su alabanza? Un cinturn de espinas es para m su alabanza: me araa todava despus de haberlo apartado de
m.
Y tambin he aprendido esto entre ellos: el que alaba se imagina que restituye alg
o, pero en verdad quiere recibir ms regalos!
Preguntad a mi pie si le agrada la forma de alabar y de atraer de ellos! En verda
d, a ese
ritmo y a ese tictac no le gusta a mi pie ni bailar ni estar quieto.
Hacia la virtud pequea quisieran atraerme y elogirmela; hacia el tictac de la feli
cidad
pequea quisieran persuadir a mi pie.
Camino a travs de este pueblo y mantengo abiertos los ojos: se han vuelto ms peque
os y se vuelven cada vez ms pequeos: - y esto se debe a su doctrina acerca de la fe
licidad y la virtud.
En efecto, tambin en la virtud son modestos - pues quieren comodidad. Pero con la
comodidad no se aviene ms que la virtud modesta.
Sin duda ellos aprenden tambin, a su manera, a caminar y a marchar hacia adelante
: a
esto lo llamo yo su renquear -. Con ello se convierten en obstculos para todo el
que tiene prisa.
Y algunos de ellos marchan hacia adelante y, al hacerlo, miran hacia atrs, con la
nuca
rgida303: a stos me gusta atropellarlos.
Pies y ojos no deben mentirse ni desmentirse mutuamente. Pero hay demasiada ment
ira
entre las gentes pequeas. Algunos de ellos quieren, pero la mayor parte nicamente
son
queridos304. Algunos de ellos son autnticos, pero la mayora son malos comediantes.
Hay entre ellos comediantes sin saberlo y comediantes sin quererlo -, los autntic
os son
siempre raros, y en especial los comediantes autnticos.
Hay aqu pocos varones: por ello se masculinizan sus mujeres. Pues slo quien es bas
tante varn - redimir en la mujer - a la mujer.
Y la hipocresa que peor me pareci entre ellos fue sta: que tambin los que mandan
fingen hipcritamente tener las virtudes de quienes sirven.
Yo sirvo, t sirves, nosotros servimos - as reza aqu tambin la hipocresa de los que
dominan, - y ay cuando el primer seor es tan slo el primer servidorl305
Ay, tambin en sus hipocresas se extravi volando la curiosidad de mis ojos; y bien
adivin yo toda su felicidad de moscas y su zumbar en torno a soleados cristales d
e ventanas.
Cuanta bondad veo, esa misma debilidad veo. Cuanta justicia y compasin veo, esa
misma debilidad veo.
Redondos, justos y bondadosos son unos con otros, as como son redondos, justos y

bondadosos los granitos de arena con los granitos de arena.


Abrazar modestamente una pequea felicidad - a esto lo llaman ellos resignacin!
Y, al hacerlo, ya bizquean con modestia hacia una pequea felicidad nueva.
En el fondo lo que ms quieren es simplemente una cosa: que nadie les haga dao. As
son deferentes con todo el mundo y le hacen bien.
Pero esto es cobarda: aunque se llame virtud. Y cuando alguna vez estas pequeas gentes hablan con aspereza: yo escucho all tan slo su ronquera, - cualquier corriente de aire, en efecto, los pone roncos.
Son listos, sus virtudes tienen dedos listos. Pero les faltan los puos, sus dedos
no saben
esconderse detrs de puos.
Virtud es para ellos lo que vuelve modesto y manso: con ello han convertido al l
obo en
perro, y al hombre mismo en el mejor animal domstico del hombre.
Nosotros ponemos nuestra silla en el medio - esto me dice su sonrisa complacida y a
igual distancia de los gladiadores moribundos que de las cerdas satisfechas.
Pero esto es - mediocridad: aunque se llame moderacin. 3
Yo camino a travs de este pueblo y dejo caer algunas palabras: mas ellos no saben
ni
tomar ni conservar.
Se extraan de que yo no haya venido a306 censurar placeres ni vicios; y en verdad,
tampoco he venido a poner en guardia contra los carteristas!
Se extraan de que no est dispuesto a hacer an ms avisada y aguda su listeza: como
si ellos no tuvieran ya suficiente nmero de listos, cuya voz rechina a mis odos ig
ual que
los pizarrines!
Y cuando yo clamo: Maldecid a todos los demonios cobardes que hay en vosotros, a
los que les gustara gimotear y juntar las manos y adorar307: entonces ellos claman
: Zaratustra es ateo308.
Y en especial claman as sus maestros de resignacin -; mas precisamente a stos me
gusta gritarles al odo: S! Yo soy Zaratustra el ateo!
Estos maestros de resignacin! En todas partes en donde hay algo pequeo y enfermo
y tioso se deslizan ellos, igual que piojos; y slo mi asco me impide aplastarlos.
Bien! ste es mi sermn para sus odos: yo soy Zaratustra el ateo, el que dice quin
es ms ateo que yo, para disfrutar de su enseanza?309.
Yo soy Zaratustra el ateo: dnde encuentro a mis iguales? Y mis iguales son todos
aquellos que se dan a s mismos su propia voluntad y apartan de s toda resignacin310
.
Yo soy Zaratustra el ateo: yo me cuezo en mi puchero cualquier azar. Y slo cuando
est all completamente cocido, le doy la bienvenida, como alimento mo.
Y en verdad, ms de un azar lleg hasta m con aire seorial: pero ms seorialmente
an le habl mi voluntad, - y entonces se puso de rodillas implorando - implorando para encontrar en m un asilo y un corazn, y diciendo halagadoramente:
Mira, oh Zaratustra, cmo slo el amigo viene al amigo! Sin embargo, para qu hablar si nadie tiene mis odos! Y por eso quiero clamar a todo
s
los vientos:
Vosotros os volvis cada vez ms pequeos, gentes pequeas! Vosotros os hacis migajas, oh cmodos! Vosotros vais a la ruina - a causa de vuestras muchas pequeas virtudes, a causa de vuestras muchas pequeas
omisiones, a causa de vuestras muchas pequeas resignaciones!

Demasiado indulgente, demasiado condescendiente: as es vuestro terreno! Mas para


volverse grande, un rbol ha de echar duras races en torno a rocas duras!
Tambin lo que vosotros omits teje en el tejido de todo el futuro humano; tambin
vuestra nada es una telaraa y una araa que vive de sangre del futuro.
Y cuando vosotros tomis algo, eso es como un hurto, vosotros pequeos virtuosos;
mas incluso entre bribones dice el honor: Se debe hurtar tan slo cuando no se pued
e
robar.
Se da - sta es tambin una doctrina de la resignacin. Pero yo os digo a vosotros los
cmodos: se toma, y se tomar cada vez ms de vosotros!
Ay, ojal alejaseis de vosotros todo querer a medias y os volvieseis decididos tant
o para la pereza como para la accin!
Ay, ojal entendieseis mi palabra: Haced siempre lo que queris, - pero sed primero
de aquellos que pueden querer! Amad siempre a vuestros prjimos igual que a vosotros, - pero sed primero de aquellos que a s mismos se aman311 - que aman con el gran amor, que aman con el gran desprecio! As habla Zaratustra e
l
ateo. Mas para qu hablar si nadie tiene mis odos! Aqu es todava una hora demasiado
temprana para m.
Mi propio precursor soy yo en medio de este pueblo, mi propio canto del gallo a
travs
de oscuras callejuelas.
Pero la hora de ellos llega! Y llega tambin la ma! De hora en hora se vuelven ms
pequeos, ms pobres, ms estriles, - pobre vegetacin!, pobre terreno!
Y pronto estarn ante m como hierba seca y como rastrojo, y, en verdad, cansados de
s
mismos - y, an ms que de agua, sedientos de fuego!
Oh hora bendita del rayo! Oh misterio antes del medioda! - En fuegos que se propagan voy a convertirlos todava alguna vez, y en mensajeros con lenguas de fuego312
: - ellos deben anunciar alguna vez con lenguas de fuego: Llega, est prximo el gran
medioda!313.
As habl Zaratustra.
301
Otro ttulo anotado por Nietzsche para este apartado era Del empequeecimiento de s
mismo.
302
Alusin a la escena evanglica en que las madres acercan a Jess unos nios para que le
s imponga las
manos y rece por ellos; vase Evangelio de Mateo, 19, 13. Aqu, por el contrario, lo
s apartan de Zaratustra
a fin de que ste no les cause dao.
303
Imagen bblica de la mujer de Lot al huir del incendio de Sodoma; vase Gnesis, 19,
26.
304
La expresin son queridos (werden gewollt) no significa son amados, sino: son conducid
os por
una voluntad ajena a la suya. Es decir: no son sujeto de una voluntad propia, sin
o objeto de una voluntad
ajena. Zaratustra repite este mismo pensamiento ms tarde, en De tablas viejas y n
uevas, 16.
305
Alusin a la conocida frase de Federico II de Prusia: Un prncipe es el primer servi
dor y el primer
magistrado del Estado.

306
Yo no he venido a... es frase empleada por Jess y repetida numerosas veces en los
Evangelios.
307
Vase, en esta tercera parte, De los apstatas, 2.
308
Vase la nota 28.
309
En la cuarta parte, Jubilado, Zaratustra discutir con el papa jubilado sobre cua
l de ellos dos es ms
ateo.
310
Parfrasis, con inversin del sentido, del Evangelio de Mateo, 12, 50: Pues todo el
que cumple la voluntad de mi Padre celestial, se es mi hermano, mi hermana y mi madre.
311
Parfrasis de Evangelio de Mateo, 22, 39: Amars a tu prjimo como a ti mismo. Segn la B
blia,
ste es el segundo mandamiento. Y el primero es: Amars al Seor, tu Dios, con todo co r
con
toda tu alma y con toda su mente. Zaratustra, conservando el segundo mandamiento, i
nvierte el primero, que para l dice: Te amars a ti mismo.
312
Reminiscencia bblica: vase Isaas, 5,24: Por eso, como la lengua de fuego devora un
rastrojo, y la
hierba seca inflamada se desploma...
313
Vase la nota 137.
En el monte de los olivos314
El invierno, mal husped, se ha asentado en mi casa; azuladas se han puesto mis ma
nos
del apretn de manos de su amistad.
Yo honro a este mal husped, pero me gusta dejarlo solo. Me gusta alejarme de l; y s
i
uno corre bien, consigue escaparse de l!
Con pies calientes y pensamientos calientes corro yo hacia donde el viento est tr
anquilo, - hacia el rincn soleado de mi monte de los olivos.
All me ro de mi severo husped, y hasta le estoy agradecido porque me expulsa de casa las moscas y hace callar muchos pequeos ruidos.
l no soporta, en efecto, que se ponga a cantar un solo mosquito, y mucho menos do
s;
incluso a la calleja la deja tan solitaria que la luna tiene miedo de penetrar e
n ella por la
noche.
Es un husped duro, - pero yo lo honro, y no rezo, como los delicados, al panzudo d
olo
del fuego.
Es preferible dar un poco diente con diente que adorar dolos! - as lo quiere mi mod
o
de ser. Y soy especialmente hostil a todos los ardorosos, humeantes y enmohecido
s dolos del fuego.
A quien yo amo, lo amo mejor en el invierno que en el verano; y ahora me burlo d
e mis
enemigos, y lo hago ms cordialmente desde que el invierno se ha asentado en mi ca

sa.
Cordialmente en verdad, incluso cuando me arrastro a la cama -: all contina riendo
y
gallardeando mi encogida felicidad; incluso mis sueos embusteros se ren.
Yo uno - que se arrastra? Jams me he arrastrado en mi vida ante los poderosos; y s
i
alguna vez ment, ment por amor. Por ello estoy contento incluso en la cama de invi
erno.
Una cama sencilla me calienta ms que una cama rica, pues estoy celoso de mi pobre
za.
Y en invierno es cuando ella ms fiel me es.
Con una maldad comienzo cada da, con un bao fro me burlo del invierno: eso hace
gruir a mi severo amigo de casa. Tambin me gusta hacerle cosquillas con una velita
de
cera: para que permita por fin que el cielo salga de un crepsculo ceniciento.
Especialmente maligno soy, ciertamente, por la maana: a una hora temprana, cuando
el cubo rechina en el pozo y los caballos relinchan por las grises callejas: aguardo impaciente a que acabe de levantarse el cielo luminoso, el cielo inverna
l de
barbas de nieve, el anciano de blanca cabeza, - el cielo invernal, callado, que a menudo guarda en secreto incluso su sol!
Acaso de l he aprendido yo el prolongado y luminoso callar? O lo ha aprendido l
de m? O acaso cada uno de nosotros lo ha inventado por s solo?
El origen de todas las cosas buenas es de mil formas diferentes, - todas las cos
as buenas
y petulantes saltan de placer a la existencia: cmo iban a hacerlo tan slo - una sol
a vez!
Una cosa buena y petulante es tambin el largo silencio y el mirar, lo mismo que e
l cielo invernal, desde un rostro luminoso de ojos redondos: - como l, guardar en secreto el propio sol y la propia indmita voluntad solar: en v
erdad, ese arte y esa invernal petulancia los he aprendido bien!
Mi maldad y mi arte ms queridos estn en que mi silencio haya aprendido a no delatarse por el callar.
Haciendo ruido con palabras y con dados consigo yo engaar a mis solemnes guardianes: a todos esos severos espas deben escabullrseles mi voluntad y mi finalidad.
Para que nadie hunda su mirada en mi fondo y en mi voluntad ltima, - para ello me
he
inventado el prolongado y luminoso callar.
As he encontrado a ms de una persona inteligente: se cubra el rostro con velos y en
turbiaba su agua para que nadie pudiera verla a travs de aqullos y hacia abajo de s
ta.
Pero cabalmente a l acudan hombres desconfiados y cascanueces an ms inteligentes: cabalmente a l le pescaban su pez ms escondido!
Pero los luminosos, los bravos, los transparentes - sos son para m los ms inteligen
tes
de todos los que callan: su fondo es tan profundo que ni siquiera el agua ms clar
a - lo
traiciona. T silencioso cielo invernal de barbas de nieve, t cabeza blanca de redondos ojos po
r
encima de m! Oh t smbolo celeste de mi alma y de su petulancia!
Y no tengo que esconderme, como alguien que ha tragado oro, - para que no me abra
n
con un cuchillo el alma?
No tengo que llevar zancos, para que no vean mis largas piernas, - todos esos env

idiosos y apenados que me rodean?


Esas almas sahumadas, caldeadas, consumidas, verdinosas, amargadas - cmo podra
su envidia soportar mi felicidad!
Por ello les enseo tan slo el hielo y el invierno sobre mis cumbres - y no que mi
montaa se cie tambin en torno a s todos los cinturones del sol!
Ellos oyen silbar tan slo mis tempestades invernales: y no que yo navego tambin po
r
mares clidos, como lo hacen los anhelosos, graves, ardientes vientos del sur.
Ellos continan sintiendo lstima de mis reveses y de mis azares: - pero mi palabra
dice: Dejad venir a m el azar: es inocente, como un nio pequeo!315.
Cmo podran ellos soportar mi felicidad si yo no colocara en torno a ella reveses, y
miserias invernales, y gorras de oso blanco, y velos de cielo nevoso!
- si yo no tuviera lstima aun de su compasin: de la compasin de esos envidiosos y
apenados!
- si yo mismo no suspirase y temblase de fro ante ellos, y no me dejase envolver p
acientemente en su misericordia! sta es la sabia petulancia y la sabia benevolenci
a de mi
alma, el no ocultar su invierno ni sus tempestades de fro; tampoco oculta sus sab
aones.
La soledad de uno es la huida propia del enfermo; la soledad de otro, la huida d
e los enfermos.
Que me oigan crujir y sollozar, a causa del fro del invierno, todos esos pobres y
bizcos bribones que me rodean! Con tales suspiros y crujidos huyo incluso de sus cu
artos
caldeados.
Que me compadezcan y sollocen conmigo a causa de mis sabaones: En el hielo del
conocimiento l nos helar incluso a nosotros! - as se lamentan.
Entretanto yo corro con pies calientes de un lado para otro en mi monte de los o
livos:
en el rincn soleado de mi monte de los olivos yo canto y me burlo de toda compasin
. As cant Zaratustra.
314
Otro ttulo anotado por Nietzsche en sus manuscritos para este apartado era La ca
ncin del invierno.
El monte de los olivos es ciertamente expresin evanglica (Evangelio de Mateo, 26, 30
). Mas aqu no
aparece la angustia de Jess en la noche anterior a su pasin. Por el contrario, su
monte de los olivos le
ofrece a Zaratustra un rincn soleado donde se re del invierno. La escena evanglica de
l monte de los
olivos tiene propiamente su correspondencia en el captulo titulado La ms silencios
a de todas las horas.
315
Remedo del Evangelio de Mateo, 19,14: Dejad que los nios vengan a m.
Del pasar de largo
As, atravesando lentamente muchos pueblos y muchas ciudades volva Zatatustra,
dando rodeos, hacia sus montaas y su caverna. Y he aqu que tambin lleg, sin darse
cuenta, a la puerta de la gran ciudad. pero all un necio cubierto de espumarajos
salt

hacia l con las manos extendidas y le cerr el paso. Y ste era el mismo necio que el
pueblo llamaba el mono de Zaratustra: pues haba copiado algo de la construccin y
del tono de sus discursos y le gustaba tambin tomar en prstamo ciertas cosas del t
esoro
de su sabidura. Y el necio dijo as a Zaratustra:
Oh, Zaratustra, aqu est la gran ciudad: aqu t no tienes nada que buscar y todo que
perder.
Por qu querras vadear este fango? Ten compasin de tu piel! Es preferible que escupas a la puerta de la ciudad - y te des la vuelta!316.
Aqu est el infierno para los pensamientos de eremitas: aqu a los grandes pensamientos se los cuece vivos y se los reduce a papilla.
Aqu se pudren todos los grandes sentimientos: aqu slo a los pequeos sentimientos
muy flacos les es lcito crujir!
No percibes ya el olor de los mataderos y de los figones del espritu? No exhala est
a
ciudad el vaho del espritu muerto en el matadero?
No ves pender las almas como pingajos desmadejados y sucios? - Y hacen hasta peridicos de esos pingajos!317.
No oyes cmo aqu el espritu se ha transformado en un juego de palabras? Una repugnante enjuagadura de palabras vomita el espritu! - Y hacen hasta peridicos con e
sa
enjuagadura de palabras!
Se provocan unos a otros, y no saben a qu. Se acaloran unos con otros, y no saben
para
qu. Cencerrean con su hojalata, tintinean con su oro.
Son fros y buscan calor en los aguardientes; estn acalorados y buscan frescura en
espritus congelados; todos ellos estn enfermizos y calenturientos de opiniones pblica
s.
Todos los placeres y todos los vicios tienen aqu su casa; pero tambin hay virtuoso
s
aqu, hay mucha virtud obsequiosa y asalariada: Mucha virtud obsequiosa, con dedos de escribano y con un trasero duro a fuerza d
e
aguardar, bendecida con pequeas estrellas para el pecho y con hijitas rellenadas
de paja
y carentes de culo.
Tambin hay aqu mucha piedad, y mucho crdulo servilismo, y mucho adulador pasteleo ante el dios de los ejrcitos 318.
De arriba es de donde gotean, en efecto, la estrella y el esputo benigno; hacia ar
riba
se levanta anheloso todo pecho sin estrellas319.
La luna tiene su corte, y la corte tiene sus imbciles: mas a todo lo que viene de
la corte
le imploran el pueblo de mendigos y toda obsequiosa virtud de pordioseros.
Yo sirvo, t sirves, nosotros servimos320 - as eleva sus plegarias al prncipe toda vir
tud obsequiosa: para que la merecida estrella se prenda por fin al estrecho trax!
Mas la luna contina girando en torno a todo lo terreno: as contina girando tambin el
prncipe en torno a lo ms terreno de todo -: y eso es el oro de los tenderos.
El dios de los ejrcitos no es el dios de las barras de oro; el prncipe propone pero
el
tendero - dispone!
Por todo lo que en ti es luminoso, y fuerte, y bueno, oh Zaratustra! Escupe a esta
ciudad de tenderos y date la vuelta!
Aqu toda sangre corre perezosa y floja y espumosa por todas las venas: escupe a la

gran ciudad, que es el gran vertedero donde espumea junta toda la escoria!
Escupe a la ciudad de las almas aplastadas y de los pechos estrechos, de los ojo
s afilados, de los dedos viscosos - a la ciudad de los importunos, de los desvergonzados, de los escritorzuelos y
vocingleros, de los ambiciosos sobrerecalentados: - en donde todo lo podrido, desacreditado, lascivo, sombro, superputrefacto, ulce
rado,
conjurado supura todo junto: - escupe a la gran ciudad y date la vuelta! - Pero aqu Zaratustra interrumpi al necio cubierto de espumarajos y le tap la boca.
Acaba de una vez!, grit Zaratustra, hace ya tiempo que tus palabras y tus modales
me producen nuseas!
Por qu has habitado durante tanto tiempo en la cinaga, hasta el punto de que t mismo tuviste que convertirte en rana y en sapo?
No corre incluso por tus venas una perezosa y espumosa sangre de cinaga, de modo
que tambin t has aprendido a croar y a blasfemar as?
Por qu no te has marchado t al bosque? O has arado la tierra? No est acaso el
mar lleno de verdes islas?
Yo desprecio tu despreciar; y puesto que me has advertido a m, - por qu no te adver
tiste a ti?
Slo del amor deben salir volando mi despreciar y mi pjaro amonestador: pero no de
la cinaga! Te llaman mi mono, necio cubierto de espumarajos: mas yo te llamo mi cerdo grun, con tu gruido me estropeas incluso mi elogio de la necedad.
Qu fue, pues, lo que te llev a gruir? El que nadie te haya adulado bastante: - por
eso te pusiste junto a esta inmundicia, para tener motivo de gruir mucho, - para tener motivo de vengarte mucho! Venganza, en efecto, necio vanidoso, es tod
o
tu echar espumarajos, yo te he adivinado bien!
Pero tu palabra de necio me perjudica incluso all donde tienes razn! Y si la palabr
a
de Zaratustra tuviese incluso cien veces razn: con mi palabra t siempre haras - la s
inrazn!
Asi habl Zaratustra; y contempl la gran ciudad; suspir y call durante largo tiempo321. Finalmente, dijo as:
Me produce nuseas tambin esta gran ciudad, y no slo este necio. Ni en una ni en otr
o
hay nada que mejorar, nada que empeorar.
Ay de esta gran ciudad!322. - Yo quisiera ver ya la columna de fuego que ha de con
sumirla!
Pues tales columnas de fuego deben preceder al gran medioda323. Mas ste tiene su
tiempo y su propio destino.
Esta enseanza te doy a ti, necio, como despedida: donde no se puede continuar ama
ndo se debe - pasar de largo!
As habl Zaratustra y pas de largo junto al necio y la gran ciudad.
316
Remedo del Evangelio de Mateo, 10, 14-15: Si alguno no os recibe o no os escucha
, al salir de su ca-

sa o del pueblo sacudos el polvo de los pies. Os aseguro que el da del juicio les
ser ms llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquel pueblo.
317
Vase, en la primera parte, Del nuevo dolo, donde Zaratustra emplea una expresin si
milar para referirse a los peridicos.
318
Expresin de origen bblico. Vase el Salmo 103, 21: Bendecid al Seor, ejrcitos suyos, s
ervidores
que cumpls sus deseos.
319
Un desarrollo de estas ideas puede verse en el 199 de Ms all del bien y del mal. A
rriba significa
aqu el soberano, pero tambin el cielo; y el pecho sin estrellas es aquel en el que n
o lucen todava las
condecoraciones.
320
Zaratustra repite aqu lo mismo que ya ha dicho poco antes en De la virtud empequ
eecedora, 2.
321
En el Evangelio de Lucas, 19, 41, aparece una escena parecida, en la entrada tr
iunfal de Jess en Jerusaln sobre un pollino: As que Jess estuvo cerca de Jerusaln, al ver la ciudad, llor so
bre ella y dijo: Si
tambin t comprendieras en este da lo que lleva a la paz! Pero no, no tienes ojos pa
ra verlo.
322
Cita de Apocalipsis, 18,16: Ay, ay de la gran ciudad!
323
Las columnas de fuego son imagen bblica; vase xodo, 13, 21: Iba Jahv delante de ellos
de da
en una columna de nube, para guiarlos, de noche en una columna de fuego, para al
umbrarlos.
De los apstatas
1
Ay, ya est marchito y gris todo lo que hace un momento estaba an verde y multicolor en este prado? Y cunta miel de esperanza he extrado yo de ah para llevarla a mis
colmenas!
Todos estos corazones jvenes se han vuelto ya viejos, - y ni siquiera viejos!, slo
cansados, vulgares, cmodos: - dicen hemos vuelto a hacernos piadosos324.
Hace todava un momento los vea yo salir afuera a hora temprana para correr con pie
s
valientes: pero sus pies del conocimiento se han cansado, y ahora calumnian inclu
so su
valenta matinal!
En verdad, algunos de ellos levantaron en otro tiempo las piernas como un bailarn
, a
ellos hzoles seas la risa que hay en mi sabidura: - entonces se pusieron a reflexio
nar. Y
acabo de verlos curvados - arrastrndose hacia la cruz325.
En torno a la luz y a la libertad revoloteaban en otro tiempo como mosquitos y jv
enes
poetas. Un poco ms viejos, un poco ms fros: y ya son hombres oscuros, y refunfuadores y trashogueros.

Se acobard acaso su corazn porque la soledad, como una ballena, me trag?326 Tal
vez sus odos, anhelosos, estuvieran esperndome en vano largo tiempo a m y a mis toques de trompeta y a mis gritos de heraldo?
- Ay! Pocos son siempre aquellos cuyo corazn tiene un largo valor y una larga arro
gancia; y en stos tampoco el espritu deja de ser paciente. Pero el resto es cobard
e.
El resto: son siempre los ms, los triviales, los sobrantes, los demasiados - todos
ellos
son cobardes!
A quien es de mi especie le saldrn tambin al encuentro las vivencias de mi especie
:
de modo que sus primeros compaeros tienen que ser cadveres y bufones327.
Pero sus segundos compaeros - se llamarn sus creyentes: un enjambre animado, mucho amor, mucha tontera, mucha veneracin imberbe.
A estos creyentes no debe ligar su corazn el que entre los hombres sea de mi espec
ie;
en estas primaveras y en estos multicolores prados no debe creer quien conoce la
huidiza
y cobarde especie humana!
Si pudiesen de otro modo, entonces querran tambin de otro modo. Las gentes de medias tintas corrompen todo el conjunto. El que las hojas se marchiten, - qu hay qu
e lamentar en ello!
Djalas ir y caer, oh Zaratustra, y no te lamentes! Es preferible que soples entre
ellas
con vientos veloces, - que soples entre las hojas, oh Zaratustra: para que todo lo marchito se aleje d
e ti an
ms rpidamente! 2
Hemos vuelto a hacernos piadosos - as confiesan estos apstatas; y algunos de ellos
son incluso demasiado cobardes para confesarlo.
A stos los miro a los ojos, - a stos les digo a la cara y al rubor de sus mejillas
: vosotros sois los que vuelven a rezar!
Pero rezar es una vergenza! No para todos, pero s para ti y para m y para quien tien
e
su conciencia tambin en la cabeza. Para ti es una vergenza rezar!
Lo sabes bien: el demonio cobarde que hay dentro de ti, a quien le gustara juntar
las
manos y cruzarse de brazos y sentirse ms cmodo: - ese demonio cobarde te dice:
Existe Dios!
Pero con ello formas parte de la oscurantista especie de aquellos a quienes la l
uz no les
deja nunca reposo; ahora tienes que esconder cada da ms hondo tu cabeza en la noche
y en la bruma!
Y en verdad, has escogido bien
evo
las aves nocturnas. Ha llegado
ado la
hora vespertina y de fiesta en
Lo oigo y lo huelo: ha llegado
te, la
hora de una caza salvaje, sino
gentes

la hora: pues en este momento salen a volar de nu


la hora de todo pueblo enemigo de la luz, ha lleg
que no - se hace fiesta.
la hora de su caza y de su procesin: no, ciertamen
de una caza mansa, tullida, husmeante y propia de

que andan sin ruido y rezan sin ruido, - de una caza para cazar gentes mojigatas y de mucha alma: todas las ratoneras de
corazones estn ahora apostadas de nuevo! Y si levanto una cortina, all se precipita
fuera
una mariposita nocturna.
Es que acaso estaba acurrucada all con otra mariposita nocturna? Pues por todas pa
rtes siento el olor de pequeas comunidades agazapadas; y donde existen conventculos
,
all dentro hay nuevos rezadores y vaho de rezadores.
Durante largas noches se sientan unos junto a otros y dicen: Hagmonos de nuevo
como nios pequeos328 y digamos Dios mo! - con la cabeza y el estmago estropeados por los piadosos confiteros.
O contemplan durante largas noches una astuta y acechante araa crucera329, que pr
edica tambin astucia a las araas y ensea as: Bajo las cruces es bueno tejer la tela!
O se sientan durante el da, con caas de pescar, junto a cinagas, y con ello se cree
n
profundos; mas a quien pesca all donde no hay peces, yo ni siquiera lo llamo super
ficial!
O aprenden a tocar el arpa, con piadosa alegra, de un coplero que de muy buena ga
na
se insinuara con el arpa en el corazn de las jovencillas: - pues se ha cansado de
las viejecillas y de sus alabanzas.
O aprenden a estremecerse de horror con un semiloco docto que aguarda en oscuras
habitaciones a que los espritus se le aparezcan - y el espritu escapa de all complet
amente!330.
O escuchan con atencin a un ronroneante y gruidor msico viejo y vagabundo que
aprendi de los vientos sombros el tono sombro de sus sonidos; ahora silba a la mane
ra
del viento y predica tribulacin con tonos atribulados.
Y algunos de ellos se han convertido incluso en vigilantes nocturnos: stos entien
den
ahora de soplar en cuernos y de rondar por la noche y de desvelar cosas viejas,
que hace
ya mucho tiempo que se adormecieron.
Cinco frases sobre cosas viejas o yo ayer por la noche junto al muro del jardn: ve
nan
de tales viejos, atribulados y secos vigilantes nocturnos.
Para ser un padre, no se preocupa bastante de sus hijos: los padres-hombres lo hac
en
mejor! Es demasiado viejo! Ya no se preocupa en absoluto de sus hijos - respondi el otro
vigilante nocturno.
Pero tiene hijos? Nadie puede demostrarlo si l mismo no lo demuestra! Hace ya
mucho tiempo que yo quisiera que lo demostrase alguna vez de verdad.
Demostrar? Como si l hubiera demostrado alguna vez algo! El demostrar le resulta
difcil; da mucha importancia a que se le crea.
S! S! La fe le hace bienaventurado331, la fe en l. Tal es el modo de ser de los viejos! As nos va tambin a nosotros! - De este modo hablaron entre s los dos viejos vigilantes nocturnos y los dos tem
erosos
de la luz, y despus se pusieron, atribulados, a soplar en sus cuernos: esto ocurr
i ayer
por la noche junto al muro del jardn.

Pero a m el corazn se me retorca de risa, y quera explotar, y no saba hacia dnde, y


se hundi en el diafragma.
En verdad, sta llegar a ser mi muerte, asfixiarme de risa al ver asnos ebrios y al
or a
vigilantes nocturnos dudar de Dios.
No hace ya mucho que pas el tiempo de tales dudas? A quin le es lcito seguir desvelando tales cosas viejas y adormecidas, que temen la luz!
Los viejos dioses hace ya mucho tiempo, en efecto, que se acabaron: - y en verdad
, tuvieron un buen y alegre final de dioses!
No encontraron la muerte en un crepsculo332, - sa es la mentira que se dice! Antes
bien, encontraron su propia muerte - rindose!
Esto ocurri cuando la palabra ms atea de todas fue pronunciada por un dios mismo,
la palabra: Existe un nico dios! No tendrs otros dioses junto a m!333 - un viejo dios hurao, un dios celoso se sobrepas de ese modo: Y todos los dioses rieron entonces, se bambolearon en sus asientos y gritaron: No
consiste la divinidad precisamente en que existan dioses, pero no dios?334
El que tenga odos, oiga. As dijo Zaratustra en la ciudad que l amaba y que se denomina La Vaca Multicolor.
Desde all, en efecto, le faltaban tan slo dos das de camino para retornar a su cave
rna y
a sus animales; y su alma se regocijaba continuamente por la proximidad de su re
torno a
casa. 324
En la cuarta parte, El despertar, 2, y La fiesta del asno, , se repiten como un
estribillo estas palabras:
Hemos vuelto a hacernos piadosos.
325
Si alguna vivencia personal de Nietzsche se transparenta aqu, sin duda estas pal
abras aluden al menos
a dos episodios de su vida: la conversin al catolicismo de su amigo Romundt, que
en otro tiempo convivi
con l en Basilea; y el arrodillarse de Wagner ante la cruz, con su Parsifal. Sobre
esto ltimo, vase Ecce
homo, y sobre todo La genealoga de la moral. Vase aqu la nota 51.
326
Reminiscencia del episodio bblico de Jons, al que trag una ballena. Vase Jons, 2, 1.
En la parte
cuarta, Entre hijas del desierto, 2, aparece otra alusin al mismo episodio bblico.
Vase la nota 549.
327
Vase el Prlogo de Zaratustra, 6, donde los dos primeros compaeros de Zaratustra so
n el volatinero
que cae de la cuerda y al que Zaratustra entierra, y el bufn que hace caer al pri
mero.
328
Alusin al Evangelio de Mateo, 18, 3: Si no os hicierais como nios no entraris en el
reino de los
cielos.
329
El vocablo alemn Kreuzspinne (araa con una cruz) subraya todava con ms fuerza esta
irnica designacin de los sacerdotes.
330
Hay aqu una sarcstica alusin al espiritismo, tan de moda en Europa por la poca en q
ue Nietzsche

escribi esta obra. El propio Nietzsche asisti a una sesin de espiritismo en Leipzig
. Vase su carta de
octubre de 1882 a P Gast, en la que le habla de ella.
331
Vase la nota 226.
332
Sarcstica alusin a la pera de Wagner Crepsculo de los dioses, ttulo que luego el mis
mo Nietzsche
remedara con su obra Crepsculo de los dolos.
333
Cita de las palabras de Yahv en xodo, 20, 3-4: No tendrs otro Dios que a m. No te ha
rs escultura ni imagen alguna de lo que hay en lo alto de los cielos, ni lo que hay abajo
sobre la tierra, ni lo que hay
en las aguas debajo de la tierra.
334
En esta tercera parte, De tablas viejas y nuevas, 11, se repite esta misma fras
e.
El retorno a casa335
Oh soledad! T patria ma, soledad! Ha sido demasiado el tiempo que he vivido de
modo salvaje en salvajes pases extraos como para que no retorne a ti con lgrimas en
los ojos!
Pero ahora amenzame tan slo con el dedo, como amenazan las madres, ahora sonreme como sonren las madres, ahora di nicamente: iY quin fue el que, en otro tiempo,
como un viento tempestuoso se alej de m? - que al despedirse exclam: demasiado tiempo he estado sentado junto a la soledad,
all he desaprendido a callar! Esto - lo has aprendido ahora acaso?
Oh Zaratustra, yo lo s todo: y que t has estado ms abandonado entre los muchos, t
uno solo, que jams lo estuviste a mi lado!
Una cosa es abandono, y otra cosa distinta, soledad: Esto - lo has aprendido ahor
a! Y
que entre los hombres sers t siempre salvaje y extrao:
- salvaje y extrao aun cuando te amen: pues lo que ellos quieren ante todo es que
se
los trate con indulgencia!
Mas aqu, en tu casa, aqu te hallas en tu patria y en tu hogar; aqu puedes decirlo t
odo y
manifestar con franqueza todas tus razones, nada se avergenza aqu de sentimientos
escondidos, empedernidos.
Aqu todas las cosas acuden acariciadoras a tu discurso y te halagan: pues quieren
cabalgar sobre tu espalda. Sobre todos los simbolos cabalgas t aqu hacia todas las v
erdades336.
Con franqueza y sinceridad te es lcito hablar aqu a todas las cosas: y, en verdad,
como
un elogio suena a sus odos el que alguien hable con todas las cosas - derechamente
!
Pero otra cosa distinta es el estar abandonado. Pues lo sabes an, Zaratustra? Cuan
do
en otro tiempo tu pjaro lanz un grito por encima de ti, hallndote t en el bosque, si
n
saber adnde ir, inexperto, cerca de un cadver: - y t dijiste: que mis animales me guen! He encontrado ms peligros entre los hombres que entre los animales337 - aquello era abandono!

Y lo sabes an, oh Zaratustra? Cuando estabas sentado en tu isla, siendo una fuente
de
vino entre cntaros vacos, dando y repartiendo, regalando y escanciando entre sedie
ntos:
- hasta que por fin fuiste t el nico que all se hallaba sediento entre borrachos, y
por
las noches te lamentabas tomar no es una cosa ms dichosa que dar? Y robar, una cosa
ms dichosa que tornar?338 - aquello era abandono!
Y lo sabes todava, oh Zaratustra? Cuando lleg tu hora ms silenciosa y te arrastr lejos de ti mismo, cuando ella dijo con un susurro malvado: habla y hazte pedazos!339
- cuando ella te hizo penoso todo tu aguardar y todo tu callar, y desalent tu hum
ilde
valor: aquello era abandono! - Oh soledad! T patria ma, soledad! De qu modo tan
bienaventurado y delicado me habla tu voz!
No nos hacemos mutuas preguntas, no nos recriminamos el uno al otro, nosotros at
ravesamos, abiertos uno para el otro, puertas abiertas.
Porque en ti todo es abierto y claro; y tambin las horas corren aqu con pies ms lig
eros. En la oscuridad, en efecto, se hace ms pesado el tiempo que en la luz.
Aqu se me abren de golpe las palabras y los armarios de palabras de todo ser: tod
o ser
quiere hacerse aqu palabra, todo devenir quiere aqu aprender a hablar de m.
Pero all abajo - all es vano todo hablar! All, olvidar y pasar de largo es la mejor
sabidura: esto - lo he aprendido ahora!
Quien quisiera comprender todo entre los hombres, tendra que atacar todo340. Mas
yo
tengo manos demasiado limpias para eso.
No me gusta respirar su aliento; ay, que yo haya vivido tanto tiempo en medio de
su
ruido y de su mal aliento!
Oh bienaventurado silencio a mi alrededor! Oh puros aromas en torno a m!341. Oh
cmo estos silencios aspiran un aire puro desde un pecho profundo! Oh cmo escucha
este bienaventurado silencio!
Pero all abajo - all todo habla, nada es escuchado. Aunque alguien anuncie su sabi
dura con taidos de campanas: los tenderos del mercado ahogarn su sonido con peniques!
Todo habla entre ellos, nadie sabe ya entender. Todo cae al agua, nada cae ya en
pozos
profundos.
Todo habla entre ellos, nada se logra ya ni llega a su final. Todo cacarea, mas q
uin
quiere an sentarse callado en el nido y encobar huevos?
Todo habla entre ellos, todo queda triturado a fuerza de palabras. Y lo que toda
va ayer
resultaba demasiado duro para el tiempo mismo y para su diente: hoy cuelga, rado
y rodo, de los hocicos de los hombres de hoy.
Todo habla entre ellos, todo es divulgado. Y lo que en otro tiempo se llam mister
io y
secreto de almas profundas, hoy pertenece a los pregoneros de las callejas y a o
tras mariposas.
Oh ser del hombre, extrao ser! T ruido en callejas oscuras! Ahora vuelves a yacer
por debajo de m: - mi mximo peligro yace a mis espaldas!
En ser indulgente y compasivo estuvo siempre mi mximo peligro342; y todo ser huma
no quiere que se sea indulgente con l y se le sufra.

Reteniendo las verdades, garabateando cosas con mano de necio, con un corazn chiflado, y echando numerosas mentirillas de compasin343: - as he vivido yo siempre e
ntre
los hombres.
Disfrazado me sentaba entre ellos, dispuesto a conocerme mal a m para soportarlos
a
ellos, y dicindome gustoso: t, necio, t no conoces a los hombres!
Se desaprende a conocer a los hombres cuando se vive entre ellos: demasiado prim
er
plano hay en todos los hombres, - qu tienen que hacer all los ojos que ven lejos, q
ue
buscan lejanas!
Y cuando ellos me conocan mal: yo, necio, los trataba por esto con ms indulgencia
que a m mismo: habituado a la dureza conmigo y a menudo vengando en m mismo
aquella indulgencia.
Acribillado por moscas venenosas y excavado, cual la piedra, por la maldad de mu
chas
gotas, as me hallaba yo sentado entre ellos y me deca adems a m mismo: inocente
de su pequeez es todo lo pequeo!
Especialmente aquellos que se llaman los buenos, encontr que ellos eran las moscas
ms venenosas de todas: clavan el aguijn con toda inocencia, mienten con toda inoce
ncia; cmo seran capaces - de ser justos conmigo!
A quien vive entre los buenos la compasin le ensea a mentir. La compasin vicia el
aire a todas las almas libres. La estupidez de los buenos es, en efecto, insonda
ble344.
A ocultarme a m mismo y a ocultar mi riqueza - esto aprend all abajo: pues a todos
los encontr todava pobres de espritu. sta fue la mentira de mi compasin, el saber
acerca de todos,
- el ver y el oler en todos qu cantidad de espritu les bastaba y qu cantidad de espr
itu
les resultaba demasiada!
A sus envarados sabios: yo los llamaba sabios, no envarados, - as aprend a tragar
palabras. A sus sepultureros: yo los llamaba investigadores y escrutadores, - as ap
rend a
sustituir unas palabras por otras.
Los sepultureros contraen enfermedades a fuerza de cavar. Bajo viejos escombros
descansan vapores malsanos. No se debe remover el lodo. Se debe vivir sobre las mon
taas.
Con bienaventuradas narices vuelvo a respirar libertad de montaa! Redimida se halla
por fin mi nariz del olor de todo ser humano!
Cosquilleada por agudos vientos, como por vinos espumeantes, mi alma estornuda,
estornuda y grita jubilosa: He sanado!
As habl Zaratustra.
335
Un primer ttulo pensado por Nietzsche para este captulo era De la soledad.
336
En Ecce homo, Nietzsche cita este prrafo dentro de su famosa descripcin de la insp
iracin.
337
Vase el Prlogo de Zaratustra, 10.
338
Vase, en la segunda parte, La cancin de la noche, as como la nota 188.

339
Vase, en la segunda parte, La ms silenciosa de todas las horas.
340
Juego de palabras, en alemn, entre begreifen (comprender) y angreifen (atacar).
341
Ms adelante, en la cuarta parte, La cancin de la melancola, repite Zaratustra esta
s mismas expresiones cuando, tras la Cena y los discursos sobre el hombre superior, sale un mo
mento al aire libre.
342
Vase, en esta tercera parte, De tablas viejas y nuevas, 11, y en la cuarta parte
, El grito de socorro, El
ms feo de los hombres, y El signo.
343
Vase antes, En el monte de los olivos: Si alguna vez ment, fue por amor.
344
Vase luego, De tablas viejas y nuevas, 26.
De los tres males
1
En el sueo, en el ltimo sueo matinal, yo me encontraba hoy sobre un promontorio, ms all del mundo, sostena una balanza y pesaba el mundo.
Oh, qu pronto me lleg la aurora: me despert con su ardor, la celosa! Celosa est ella
siempre de los ardores de mi sueo matinal.
Mensurable para quien tiene tiempo, sopesable para un buen pesador, sobrevolable
para
alas fuertes, adivinable para divinos cascanueces: as encontr mi sueo el mundo: Mi sueo, un navegante audaz, a medias barco, a medias borrasca, callado como las
mariposas, impaciente cual los halcones de cetrera: cmo tena hoy, sin embargo, paciencia y tiempo para pesar el mundo!
Acaso le alentaba secretamente a ello mi sabidura, mi riente y despierta sabidura d
el
da, que se burla de todos los mundos infinitos? Pues ella dice: donde hay fuerza, al
l
tambin el nmero se convierte en dueo: pues tiene ms fuerza.
Qu seguro contemplaba mi sueo este mundo finito, lo contemplaba no curioso, no indiscreto, no temeroso, no suplicante: - como si una gran manzana se ofreciese a mi mano, una madura manzana de oro, de
piel aterciopelada, fresca y suave: - as se me ofreca el mundo: - como si un rbol me hiciera seas, un rbol de amplio ramaje, de voluntad fuerte, to
rcido como para ofrecer respaldo e incluso escabel al cansado del camino: as se er
gua el
mundo sobre mi promontorio: - como si manos grciles me tendiesen un cofre, - un cofre abierto, para xtasis de
ojos
pudorosos y reverentes: as se me tenda hoy el mundo: - no bastante enigma para espantar de l el amor de los hombres, no bastante soluc
in
para adormecer la sabidura de los hombres: - una cosa humanamente buena era hoy pa
ra
m el mundo, al que tantas cosas malas se le atribuyen!
Cunto agradec a mi sueo matinal el que yo pesase as hoy, al amanecer, el mundo!
Como una cosa humanamente buena vino a m ese sueo y consolador del corazn!
Y para proceder durante el da como l, y para seguirlo e imitarlo en lo mejor de l:
quiero yo ahora poner en la balanza las tres cosas ms malvadas que existen y sope

sarlas
de un modo humanamente bueno. Quien aprendi aqu a bendecir aprendi tambin a maldecir: cules son en el mundo
las tres cosas ms maldecidas? sas son las que voy a poner en la balanza.
Voluptuosidad, ambicin de dominio, egosmo: estas tres cosas han sido hasta ahora l
as
ms maldecidas y de ellas se han dicho las peores calumnias y mentiras, - a estas
tres voy
a sopesarlas de un modo humanamente bueno.
Adelante! Aqu est mi promontorio y ah, el mar: ste se me acerca arrollndose velludo, adulador, viejo y fiel monstruo canino de cien cabezas que yo amo.
Adelante! Aqu quiero yo sostener la balanza sobre el arrollado mar: y tambin elijo
un
testigo para que mire, - a ti, rbol solitario, de fuerte aroma, de ancha bveda, que
yo
amo! Por qu puente pasa el ahora hacia el futuro? Cul es la coaccin que compele a lo alto a descender a lo bajo? Y qu es lo que manda tambin a lo ms alto - que siga ascendiendo?345 Ahora la balanza est equilibrada y quieta: tres difciles preguntas he echado en el
la,
tres difciles respuestas lleva el otro platillo de la balanza.
2
Voluptuosidad: para todos los despreciadores del cuerpo vestidos con cilicios es
ella su
aguijn y estaca, y, entre todos los trasmundanos, algo maldecido como mundo346:
pues ella se burla y se mofa de todos los maestros de la confusin y del error.
Voluptuosidad: para la chusma, el fuego lento en que se abrasa; para toda la mad
era
carcomida, para todos los pingajos hediondos, el preparado horno ardiente y llam
eante.
Voluptuosidad: para los corazones libres, algo inocente y libre, la felicidad de
l jardn
terrenal, el desborde de gratitud de todo futuro al ahora.
Voluptuosidad: slo para el marchito es un veneno dulzn, para los de voluntad leoni
na, en cambio, es el gran estimulante cordial, y el vino de los vinos respetuosa
mente tratado.
Voluptuosidad: la gran felicidad que sirve de smbolo a toda felicidad ms alta y a
la
suprema esperanza. A muchas cosas, en efecto, les est prometido el matrimonio y ms
que el matrimonio, - a muchas cosas que son entre s ms extraas que hombre y mujer: - y quin ha comprendido del todo cun extraos son entre s hombre y mujer!
Voluptuosidad: - mas basta, quiero tener vallas alrededor de mis pensamientos, t
ambin
de mis palabras: para que no entren en mis jardines los cerdos y los exaltados! Ambicin de dominio: el ltigo de fuego para los ms duros entre los duros de corazn;
el espantoso martirio reservado al ms cruel; la sombra llama de piras encendidas.
Ambicin de dominio: la maligna traba impuesta a los pueblos ms vanidosos; algo que
se burla de toda virtud incierta; algo que cabalga sobre todos los corceles y so
bre todos
los orgullos.

Ambicin de dominio: el terremoto que rompe y destruye todo lo putrefacto y carcom


ido; algo que, avanzando como una avalancha retumbante y castigadora, hace pedazo
s los
sepulcros blanqueados347; la interrogacin fulminante puesta junto a respuestas pr
ematuras.
Ambicin de dominio: ante su mirada el hombre se arrastra y se agacha y se vuelve
servil y cae an ms bajo que la serpiente y el cerdo: - hasta que finalmente el gra
n desprecio grita desde su boca -,
Ambicin de dominio: la terrible maestra del gran desprecio, que predica a la cara
de
ciudades y de imperios fuera t! - hasta que de ellos mismos sale este grito fuera
yo!
Ambicin de dominio: que, sin embargo, tambin asciende, con sus atractivos, hasta l
os
puros y solitarios y hasta las alturas que se bastan a s mismas, ardiente como un
amor
que pinta seductoramente purpreas bienaventuranzas en el cielo de la tierra.
Ambicin de dominio: mas quin llamara ambicin348 a que lo alto se rebaje a desear
el poder! En verdad, nada malsano ni codicioso hay en tales deseos y descensos! El que la solitaria altura no quiera permanecer eternamente solitaria y etername
nte autosuficiente; el que la montaa descienda al valle y los vientos de la altura a la
s hondonadas: oh quin pudiera encontrar el nombre apropiado de una virtud para bautizar este anhelo! Virtud que hace regalos349 - este nombre dio Zaratustra en otro tiempo a lo
innombrable.
Y entonces curri tambin, - y, en verdad, ocurri por vez primera! - que su palabra
llam bienaventurado al egosmo350, al egosmo saludable, sano, que brota de un alma
poderosa: - de un alma poderosa, a la que corresponde el cuerpo elevado, el cuerpo bello,
victorioso, reconfortante, en torno al cual toda cosa se transforma en espejo:
- el cuerpo flexible, persuasivo, el bailarn, del cual es smbolo y compendio el al
ma
gozosa de s misma. El goce de tales cuerpos y de tales almas en s mismos se da a s
este
nombre: virtud.
Con sus palabras bueno y malo se resguarda tal egosmo como con bosques sagrados;
con los nombres de su felicidad destierra de s todo lo despreciable.
Lejos de s destierra el egosmo todo lo cobarde; dice: lo malo - es cobarde! Despreciable le parece a l el hombre siempre preocupado, gimiente, quejumbroso, y quien
recoge del suelo incluso las ms mnimas ventajas.
l desprecia tambin toda sabidura llorosa: pues, en verdad, existe tambin una sabidura que florece en lo oscuro, una sabidura de las sombras nocturnas: la cual suspir
a siempre: Todo es vanidad!351.
A la medrosa desconfianza la desdea, as como a todo el que quiere juramentos en lu
gar de miradas y de manos: y tambin desdea toda sabidura demasiado desconfiada, pues sta es propia de almas cobardes.

Pero an ms desdea al que se apresura a complacer a otros, al perruno, que en seguida se echa panza arriba, al humilde; y hay tambin una sabidura que es humilde y pe
rruna y piadosa y que se apresura a complacer.
Odioso es para el egosmo, y nauseabundo, quien no quiere defenderse, quien se tra
ga
salivazos venenosos y miradas malvadas, el demasiado paciente, el que todo lo to
lera y
con todo se contenta: sta es, en efecto, la especie servil.
Sobre quien es servil frente a los dioses y los puntapis divinos, o frente a los
hombres
y las estpidas opiniones humanas: sobre toda esa especie de siervos escupe l, ese b
ienaventurado egosmo!
Malo: as llama l a todo lo que dobla las rodillas y es servil y tacao, a los ojos q
ue
parpadean sin libertad, a los corazones oprimidos, y a aquella falsa especie ind
ulgente
que besa con anchos labios cobardes.
Y pseudosabidura: as llama l a todos los alardes de ingenio de los siervos y de los
ancianos y de los cansados; y en especial, a toda la perversa, desatinada, demasi
ado ingeniosa necedad de los sacerdotes!
Mas tanto la pseudosabidura, como todos los sacerdotes, y los cansados del mundo,
y
aquellos cuya alma es de la especie de las mujeres y de los siervos, - oh, cmo su
juego
ha jugado desde siempre malas partidas al egosmo!
Y cabalmente deba ser virtud y llamarse virtud esto, el que se jugasen malas parti
das
al egosmo! Y no egostas - as deseaban ser ellos mismos, con buenas razones, todos
estos cobardes y araas cruceras cansados del mundo!
Mas para todos ellos llega ahora el da, la transformacin, la espada del juicio, el
gran
medioda: entonces se pondrn de manifiesto muchas cosas!352.
Y quien llama sano y santo al yo, y bienaventurado al egosmo, en verdad se dice ta
mbin lo que sabe, es un profeta: He aqu que viene, que est cerca el gran medioda!
As habl Zaratustra.
345
Estas tres preguntas aluden, respectivamente, a los tres males citados: voluptuos
idad, ambicin de
dominio, egosmo.
346
Alusin al concepto cristiano de mundo, considerado como uno de los tres enemigos d
el hombre:
mundo, demonio y carne.
347
Sepulcros blanqueados es expresin evanglica; vase el Evangelio de San Mateo, 232, 27
: Ay de
vosotros, escribas y fariseos hipcritas, que os parecis a los sepulcros blanqueado
s! Por fuera tienen buena
apariencia, pero por dentro estn llenos de huesos muertos y de podredumbre; lo mi
smo vosotros: por fuera
parecis honrados, pero por dentro estis repletos de hipocresa y crmenes.
348

Nietzsche ha venido usando la palabra compuesta alemana Herrschsucht (ambicin de


dominio), que
ahora separa, para comentar su significado. El componente Sucht tiene tambin los
significados de codicia y enfermedad. Para entender bien esta frase ser preciso tener en cuenta estos ot
ros sentidos de
Sucht.
349
Vase, en la primera parte, el captulo titulado De la virtud que hace regalos.
350
Vase, en la primera parte, De la virtud que hace regalos, 1.
351
Vase la nota 248.
352
Vase el Evangelio de Lucas, 2, 34-35: Y Simen le dijo a Mara, su madre: ... y a ti un
a espada te
traspasar el corazn, para que quede de manifiesto lo que todos piensan.
Del espritu de la pesadez
1
Mi boca - es del pueblo: yo hablo de un modo demasiado grosero y franco para los
conejos de seda. Y an ms extraa les suena mi palabra a todos los calamares y plumferos
353
.
Mi mano - es la mano de un necio: ay de todas las mesas y paredes y de todo lo de
ms
que ofrezca espacio para las engalanaduras de un necio, para las emborronaduras
de un
necio!
Mi pie - es un pie de caballo; con l pataleo y troto a campo traviesa de ac para a
ll, y
todo correr rpido me produce un placer del diablo.
Mi estmago - es acaso el estmago de un guila? Pues lo que ms le gusta es la carne
de cordero354. Con toda seguridad es el estmago de un pjaro.
Un ser que se alimenta con cosas inocentes, y con poco, dispuesto a volar e impa
ciente
de hacerlo, de alejarse volando - se es mi modo de ser: cmo no iba a haber en l algo
del modo de ser de los pjaros!
Y, sobre todo, el que yo sea enemigo del espritu de la pesadez, eso es algo propi
o de la
especie de los pjaros: y, en verdad, enemigo mortal, archienemigo, protoenemigo! Oh
,
adnde no vol ya y se extravi ya volando mi enemistad!
Sobre ello podra yo cantar una cancin - - y quiero cantarla: aunque est yo solo en
la
casa vaca y tenga que cantar para mis propios odos.
Otros cantores hay, ciertamente, a los cuales slo la casa llena vulveles suave su
garganta, elocuente su mano, expresivos sus ojos, despierto su corazn: - yo no me as
emejo
a ellos. 2
Quien algn da ensee a los hombres a volar, se habr cambiado de sitio todos los

mojones355; para l los propios mojones volarn por el aire y l bautizar de nuevo a la
tierra, llamndola - La Ligera.
El avestruz corre ms rpido que el ms rpido caballo, pero tambin esconde pesadamente la cabeza en la pesada tierra: as hace tambin el hombre que an no puede volar
.
Pesadas son para l la tierra y la vida; y as lo quiere el espritu de la pesadez! Mas
quien quiera hacerse ligero y transformarse en un pjaro tiene que amarse a s mismo
: as enseo yo.
No, ciertamente, con el amor de los enfermos y calenturientos: pues en ellos hast
a el
amor propio exhala mal olor!
Hay que aprender a amarse a s mismo - as enseo yo - con un amor saludable y sano:
a soportar estar consigo mismo y a no andar vagabundeando de un sitio para otro.
Semejante vagabundeo se bautiza a s mismo con el nombre de amor al prjimo: con
esta expresin se han dicho hasta ahora las mayores mentiras y se han cometido las
mayores hipocresas, y en especial lo han hecho quienes caan pesados a todo el mundo.
Y en verdad, no es un mandamiento para hoy y para maana el de aprender a amarse a
s mismo. Antes bien, de todas las artes es sta la ms delicada, la ms sagaz, la ltima
y
la ms paciente:
A quien tiene algo, en efecto, todo lo que l tiene suele estarle bien oculto; y d
e todos
los tesoros es el propio el ltimo que se desentierra, - as lo procura el espritu de
la pesadez.
Ya casi en la cuna se nos dota de palabras y de valores pesados: bueno y malvado as se llama esa dote. Y en razn de ella se nos perdona que vivamos.
Y dejamos que los nios pequeos vengan a nosotros356 para impedirles a tiempo que
se amen a s mismos: as lo procura el espritu de la pesadez
Y nosotros - nosotros llevamos fielmente cargada la dote que nos dan, sobre duros
hombros y por speras montaas! Y si sudamos, se nos dice: S, la vida es una carga
pesada!
Pero slo el hombre es para s mismo una carga pesada! Y esto porque lleva cargadas
sobre sus hombros demasiadas cosas ajenas. Semejante al camello, se arrodilla y
se deja
cargar bien357.
Sobre todo el hombre fuerte, de carga, en el que habita la veneracin: demasiadas
pesadas palabras ajenas y demasiados pesados valores ajenos carga sobre s, - entonces
la
vida le parece un desierto!
Y en verdad! Tambin algunas cosas propias son una carga pesada! Y muchas de las
cosas que residen en el interior del hombre son semejantes a la ostra, es decir,
nauseabundas y viscosas y difciles de agarrar -,
- de tal modo que tiene que intervenir en su favor una concha noble, con nobles
adornos. Y tambin hay que aprender este arte: el de tener una concha, y una hermosa ap
ariencia, y una inteligente ceguera!
Una y otra vez nos engaamos acerca de algunas cosas humanas por el hecho de que
ms de una concha es mezquina y triste y demasiado concha. Mucha bondad y mucha

fuerza ocultas no las adivinaremos jams; los ms exquisitos bocados no encuentran


quien los sepa saborear!
Las mujeres saben esto, las ms exquisitas: un poco ms gruesas, un poco ms delgadas
- oh, cunto destino depende de tan poca cosa!
El hombre es difcil de descubrir, y descubrirse uno a s mismo es lo ms difcil de todo; a menudo el espritu miente a propsito del alma. As lo procura el espritu de la p
esadez.
Mas a s mismo se ha descubierto quien dice: ste es mi bien y ste es mi mal: con ell
o
ha hecho callar al topo y enano que dice: bueno para todos, malvado para todos.
En verdad, tampoco me agradan aquellos para quienes cualquier cosa es buena e in
cluso este mundo es el mejor358. A stos los llamo los omnicontentos.
Omnicontentamiento que sabe sacarle gusto a todo: no es ste el mejor gusto! Yo hon
ro las lenguas y los estmagos rebeldes y selectivos, que aprendieron a decir yo y s
y no.
Pero masticar y digerir todo - sa es realmente cosa propia de cerdos! Decir siempr
e s
- esto lo ha aprendido nicamente el asno359 y quien tiene su mismo espritu! El amarillo intenso y el rojo ardiente: eso es lo que mi gusto quiere, - l mezcla
sangre
con todos los colores. Mas quien blanquea su casa me delata un alma blanqueada36
0.
De momias se enamoran unos, otros, de fantasmas; y ambos son igualmente enemigos
de toda carne y de toda sangre
- oh, cmo repugnan ambos a mi gusto! Pues yo amo la sangre.
Y no quiero habitar ni residir all donde todo el mundo esputa y escupe: ste es mi
gusto, - preferira vivir entre ladrones y perjuros. Nadie lleva oro en la boca.
Pero an ms repugnantes me resultan todos los que lamen servilmente los salivazos;
y
el ms repugnante bicho humano que he encontrado lo bautic con el nombre de parsito361: ste no ha querido amar, pero s vivir del amor. Desventurados llamo yo a tod
os los
que slo tienen una eleccin: la de convertirse en animales malvados o en malvados d
omadores de animales: junto a ellos no levantara yo mis tiendas362.
Desventurados llamo yo a todos aquellos que siempre tienen que aguardar, - repug
nan a
mi gusto: todos los aduaneros y tenderos y reyes y otros guardianes de pases y de
comercios.
En verdad, tambin yo aprend a aguardar, y a fondo, - pero slo a aguardarme a m. Y
aprend a tenerme en pie y a caminar y a correr y a saltar y a trepar y a bailar p
or encima
de todas las cosas.
Y sta es mi doctrina: quien quiera aprender alguna vez a volar tiene que aprender
primero a tenerse en pie y a caminar y a correr y a trepar y a bailar: - el volar no
se coge al
vuelo!
Con escalas de cuerda he aprendido yo a escalar ms de una ventana, con giles piern
as
he trepado a elevados mstiles: estar sentado sobre elevados mstiles del conocimien
to no
me pareca bienaventuranza pequea, -

- flamear como llamas pequeas sobre elevados mstiles: siendo, ciertamente, una luz
pequea, pero un gran consuelo, sin embargo, para navegantes y nufragos extraviados!
Por muchos caminos diferentes y de mltiples modos llegu yo a mi verdad; no por una
nica escala ascend hasta la altura desde donde mis ojos recorren el mundo.
Y nunca me ha gustado preguntar por caminos, - esto repugna siempre a mi gusto! P
refera preguntar y someter a prueba a los caminos mismos.
Un ensayar y un preguntar fue todo mi caminar: - y en verdad, tambin hay que apren
der a responder a tal preguntar! ste - es mi gusto:
- no un buen gusto, no un mal gusto, pero s mi gusto, del cual ya no me avergenzo
ni
lo oculto.
ste - es mi camino, - dnde est el vuestro?, as responda yo a quienes me preguntaban por el camino. El camino, en efecto, - no existe!
As habl Zaratustra.
353
Juego de palabras en alemn con dos trminos de sonido parecido: Tinten-Fische (pec
es de tinta, calamares); acaso, en castellano, chupatintas (para seguir el juego verbal), y Feder
-Fchse (zorros de pluma). La palabra alemana usual para decir plumfero, escritorzuelo, es Federfuchser; po
r semejanza de
sonido Nietzsche la transforma en Feder-Fuchs (plural, Feder-Fchse).
354
En la cuarta parte, La Cena, y La cancin de la melancola, 2, volver a aludirse al
gusto del estmago de Zaratustra por la carne de cordero.
355
Cambiar de sitio los mojones es frase clsica y muy antigua. Ya Soln dice (fragmento
24) que en
una ocasin yo remov los mojones de la negra Tierra, fijos en muchas partes; antes
ella era esclava, mas
ahora es libre. Teniendo en cuenta la inmediata alusin de Zaratustra a la tierra,
es posible que Nietzsche
recordara aqu el citado fragmento de Soln.
356
Parfrasis del Evangelio de Mateo, 19, 14: Dejad que los nios vengan a m. Sin embargo
, segn
Nietzsche, esto lo hacemos para impedir que se amen a s mismos. Vase tambin antes,
De la virtud empequeecedora, 2, y la nota 302.
357
Vase, en la primera parte, De las tres transformaciones.
358
El mejor de los mundos: alusin a Leibniz.
359
El rebuzno se expresa grficamente en alemn con las letras I-A, que tambin signific
an s (Ja). De
ah la frase de Nietzsche. En la cuarta parte, El despertar, se har amplio uso de e
sta posibilidad lingstica
alemana.
360
Vase la nota 347.

361
Ms adelante, De tablas viejas y nuevas, 19, volver Zaratustra a la figura del parsi
to.
362
Alusin a la frase de Pedro cuando en el Tabor quiere levantar tres tiendas; vase Eva
ngelio de Mateo, 17, 4.
De tablas viejas y nuevas363
1
Aqu estoy sentado y aguardo, teniendo a mi alrededor viejas tablas rotas y tambin
tablas nuevas a medio escribir. Cundo llegar mi hora?
- la hora de mi descenso, de mi ocaso: una vez ms todava quiero ir a los hombres.
Esto es lo que ahora aguardo: antes tienen que llegarme, en efecto, los signos d
e que es
mi hora, - a saber, el len riente con la bandada de palomas364.
Entretanto, como uno que tiene tiempo, me hablo a m mismo. Nadie me cuenta cosas
nuevas: por eso yo me cuento a m mismo365. 2
Cuando fui a los hombres los encontr sentados sobre una vieja presuncin: todos pre
suman saber desde haca ya mucho tiempo qu es lo bueno y lo malvado para el hombre.
Una cosa vieja y cansada les pareca a ellos todo hablar acerca de la virtud; y qu
ien
quera dormir bien hablaba todava, antes de irse a dormir, acerca del bien y del mal
366
.
Esta somnolencia la sobresalt yo cuando ense: lo que es bueno y lo que es malvado,
eso no lo sabe todava nadie: - excepto el creador!
- Mas ste es el que crea la meta del hombre y el que da a la tierra su sentido y
su futuro: slo ste crea el hecho de que algo sea bueno y malvado.
Y les mand derribar sus viejas ctedras y todos los lugares en que aquella vieja pr
esuncin se haba asentado; les mand rerse de sus grandes maestros de virtud y de sus
santos y poetas y redentores del mundo.
De sus sombros sabios les mand rerse, y de todo el que alguna vez se hubiera posado
,
para hacer advertencias, sobre el rbol de la vida como un negro espantajo.
Me coloqu al lado de su gran calle de los sepulcros e incluso junto a la carroa y
los
buitres367 - y me re de todo su pasado y del mustio y arruinado esplendor de ese
pasado.
En verdad, semejante a los predicadores penitenciales y a los necios grit yo pidi
endo
clera y justicia sobre todas sus cosas grandes y pequeas, - es tan pequeo incluso lo
mejor de ellos!, es tan pequeo incluso lo peor de ellos! - as me rea.
As gritaba y se rea en m mi sabio anhelo, el cual ha nacido en las montaas y es, en
verdad!, una sabidura salvaje - mi gran anhelo de ruidoso vuelo.
Y a menudo en medio de la risa ese anhelo me arrastraba lejos y hacia arriba y h
acia
fuera: yo volaba, estremecindome ciertamente de espanto, como una flecha, a travs
de
un xtasis embriagado de sol:

- hacia futuros remotos, que ningn sueo haba visto an, hacia sures ms ardientes
que los que los artistas soaron jams: hacia all donde los dioses, al bailar, se ave
rgenzan de todos sus vestidos368: - yo hablo, en efecto, en parbolas, e, igual que los poetas, cojeo y balbuceo; y e
n verdad, me avergenzo de tener que ser todava poeta! Hacia all donde todo devenir me pareci un baile de dioses y una petulancia de dios
es,
y el mundo, algo suelto y travieso y que huye a cobijarse en s mismo: - como un eterno huir-de-s-mismos y volver-a-buscarse-as-mismos de muchos dioses,
como el bienaventurado contradecirse, orse de nuevo, relacionarse de nuevo de muc
hos
dioses: hacia all donde todo tiempo me pareci una bienaventurada burla de los instantes,
donde la necesidad era la libertad misma, que jugaba bienaventuradamente con el
aguijn
de la libertad369: donde tambin yo volv a encontrar a mi antiguo demonio y archienemigo, el espritu
de la pesadez y todo lo que l ha creado: coaccin, ley, necesidad y consecuencia y
finalidad y voluntad y bien y mal: pues no tiene que haber cosas sobre las cuales y ms all de las cuales se pueda bail
ar?
No tiene que haber, para que existan los ligeros, los ms ligeros de todos - topos
y pesados enanos? - 3
All fue tambin donde yo recog del camino la palabra superhombre370, y que el
hombre es algo que tiene que ser superado, - que el hombre es un puente y no una
meta:
llamndose bienaventurado a s mismo a causa de su medioda y de su atardecer, como
camino hacia nuevas auroras:
- la palabra de Zaratustra acerca del gran medioda, y todo lo dems que yo he suspe
ndido sobre los hombres, como segundas auroras purpreas.
En verdad, tambin les he hecho ver nuevas estrellas junto con nuevas noches; y po
r
encima de las nubes y el da y la noche extend yo adems la risa como una tienda mult
icolor.
Les he enseado todos mis pensamientos y deseos: pensar y reunir en unidad lo que
en
el hombre es fragmento y enigma y horrendo azar, - como poeta, adivinador de enigmas y redentor del azar les he enseado a trabajar
creadoramente en el porvenir y a redimir creadoramente - todo lo que fue.
A redimir lo pasado en el hombre y a transformar mediante su creacin todo Fue,
hasta que la voluntad diga: Mas as lo quise yo! As lo querr - esto es lo que yo llam redencin para ellos, nicamente a esto les ense a llamar redencin. - Ahora aguardo mi redencin, - el ir a ellos por ltima vez.
Pues todava una vez quiero ir a los hombres: entre ellos quiero hundirme en mi oca
so,
al morir quiero darles el ms rico de mis dones!
Del sol he aprendido esto, cuando se hunde l, el inmensamente rico: entonces es c
uando derrama oro sobre el mar, sacndolo de riquezas inagotables, -

- de tal manera que hasta el ms pobre de los pescadores rema con remos de oro! Est
o
fue, en efecto, lo que yo vi en otro tiempo, y no me saci de llorar contemplndolo.
Igual que el sol quiere tambin Zaratustra hundirse en su ocaso: mas ahora est sent
ado
aqu y aguarda, teniendo a su alrededor viejas tablas rotas, y tambin tablas nuevas
, - a
medio escribir.
4
Mira, aqu hay una tabla nueva: pero dnde estn mis hermanos, que la lleven conmigo al valle y la graben en corazones de carne?371.
Esto es lo que mi gran amor exige a los lejanos: no seas indulgente con tu prjimo!
El
hombre es algo que tiene que ser superado.
Existen muchos caminos y muchos modos distintos de superacin: mira t ah! Mas
slo un bufn piensa: el hombre es algo sobre lo que tambin se puede saltar.
Suprate a ti mismo incluso en tu prjimo: y un derecho que puedas robar no debes
permitir que te lo den!
Lo que t haces, eso nadie puede hacrtelo de nuevo a ti. Mira, no existe retribucin.
El que no puede mandarse a s mismo debe obedecer. Y ms de uno pueda mandarse a
s mismo, pero falta todava mucho para que tambin se obedezca a s mismo!
5
As lo quiere la especie de las almas nobles: no quieren tener nada de balde, y me
nos
que nada, la vida372.
Quien es de la plebe quiere vivir de balde; pero nosotros, distintos de ellos, a
quienes la
vida se nos entreg a s misma, - nosotros reflexionamos siempre sobre qu es lo mejor
que daremos a cambio!
Y en verdad, es un lenguaje aristocrtico el que dice: lo que la vida nos promete a
nosotros, eso queremos nosotros - cumplrselo a la vida!
No debemos querer gozar all donde no damos a gozar. Y - no debemos querer gozar!
Goce e inocencia son, en efecto, las cosas ms pdicas que existen: ninguna de las d
os
quiere ser buscada. Debemos tenerlas -, pero debemos buscar ms bien culpa y dolore
s!
6
Oh hermanos mos, quien es una primicia es siempre sacrificado. Ahora bien, nosotr
os
somos primicias373.
Todos nosotros derramamos nuestra sangre en altares secretos, todos nosotros nos
quemamos y nos asamos en honor de viejas imgenes de dolos.
Lo mejor de nosotros es todava joven: esto excita los viejos paladares. Nuestra c
arne es
tierna, nuestra piel es piel de cordero: - cmo no bamos nosotros a excitar a viejos
sacerdotes de dolos!
Dentro de nosotros mismos habita todava l, el viejo sacerdote de dolos, que asa, pa
ra
prepararse un banquete, lo mejor de nosotros. Ay, hermanos mos, cmo no iban las

primicias a ser vctimas!


Pero as lo quiere nuestra especie; y yo amo a los que no quieren preservarse a s m
ismos. A quienes se hunden en su ocaso los amo con todo mi amor: pues pasan al otr
o lado.
7
Ser verdaderos - pocos son capaces de esto! Y quien es capaz no quiere todava! Y
los menos capaces de todos son los buenos.
Oh esos buenos! - Los hombres buenos no dicen nunca la verdad; para el espritu el
ser bueno de ese modo es una enfermedad.
Ceden, estos buenos, se resignan, su corazn repite lo dicho por otros, el fondo d
e ellos
obedece: mas quien obedece no se oye a s mismo!374.
Todo lo que los buenos llaman malvado tiene que reunirse para que nazca una verd
ad:
oh hermanos mos, sois tambin vosotros bastante malvados para esa verdad?
La osada temeraria, la larga desconfianza, el cruel no, el fastidio, el sajar en
vivo - qu
raras veces se rene esto! Pero de tal semilla es de la que - se engendra verdad!
Junto a la conciencia malvada ha crecido hasta ahora todo saber! Romped, rompedme, hombres del conocimiento, las viejas tablas!
8
Cuando el agua tiene maderos para atravesarla, cuando puentecillos y pretiles sa
ltan sobre la corriente: en verdad, all no se cree a nadie que diga: Todo fluye375.
Hasta los mismos imbciles le contradicen. Cmo?, dicen los imbciles, que todo
fluye? Pero si hay puentecillos y pretiles sobre la corriente!
Sobre la corriente todo es slido, todos los valores de las cosas, los puentes, co
nceptos,
todo el bien y el mal: todo eso es slido! Mas cuando llega el duro invierno, el domeador de ros: entonces incluso los ms chis
tosos aprenden desconfianza; y, en verdad, no slo los imbciles dicen entonces: No
ser que todo permanece - inmvil?
En el fondo todo permanece inmvil -, sta es una autntica doctrina de invierno, una
buena cosa para una poca estril, un buen consuelo para los que se aletargan durant
e el
invierno y para los trashogueros.
En el fondo todo permanece inmvil: - mas contra esto predica el viento del deshielo!
El viento del deshielo, un toro que no es un toro de arar, - un toro furioso, un
destructor, que con astas colricas rompe el hielo! Y el hielo - - rompe los puentecillos!
Oh hermanos mos, no fluye todo ahora? No han cado al agua todos los pretiles y
puentecillos? Quin se aferrara an al bien y al mal?
Ay de nosotros! Afortunados de nosotros! El viento del deshielo sopla! - Predicadme esto, hermanos mos, por todas las callejas!376.
9
Existe una vieja ilusin que se llama bien y mal. En torno a adivinos y astrlogos h
a girado hasta ahora la rueda de esa ilusin.
En otro tiempo la gente crea en adivinos y astrlogos: y por eso crea Todo es desti-

no: debes puesto que te ves forzado!


Pero luego la gente desconfi de todos los adivinos y astrlogos: y por eso crey Todo
es libertad: puedes puesto que quieres!
Oh hermanos mos, acerca de lo que son las estrellas y el futuro ha habido hasta a
hora
tan slo ilusiones, pero no saber: y por eso acerca de lo que son el bien y el mal
ha habido hasta ahora tan slo ilusiones, pero no saber!
10
No robars! No matars! - estas palabras fueron llamadas santas en todo tiempo;
ante ellas la gente doblaba la rodilla y las cabezas y se descalzaba377.
Pero yo os pregunto: dnde ha habido nunca en el mundo peores ladrones y peores
asesinos que esas santas palabras?
No hay en toda vida misma - robo y asesinato? Y por el hecho de llamar santas a t
ales
palabras, no se asesin - a la verdad misma?
O fue una predicacin de la muerte la que llam santo a lo que hablaba en contra de
toda vida y la desaconsejaba? - Oh hermanos mos, romped, rompedme las viejas tabla
s!
11
sta es mi compasin por todo lo pasado, el ver: que ha sido abandonado,
- abandonado a la gracia, al espritu, a la demencia de cada generacin que llega y
reinterpreta como puente hacia ella todo lo que fue!
Un gran dspota podra venir, un diablo listo que con su benevolencia y su malevolen
cia forzase y violentase todo lo pasado: hasta que esto se convirtiese en puente
para l y
en presagio y heraldo y canto del gallo.
Y ste es el otro peligro y mi otra compasin: - la memoria de quien es de la plebe
no
se remonta ms que hasta el abuelo, - y con el abuelo acaba el tiempo.
As est abandonado todo lo pasado: pues alguna vez podra ocurrir que la plebe se
convirtiese en el seor y ahogase todo tiempo en aguas sin profundidad.
Por eso, oh hermanos mos, necestase una nueva nobleza que sea el antagonista de to
da
plebe y de todo despotismo y escriba de nuevo en tablas nuevas la palabra noble.
Pues se necesitan, en efecto, muchos nobles y muchas clases de nobles para que ex
ista
la nobleza! O como dije yo en otro tiempo, en parbola: sta es precisamente la divini
dad, que existan dioses, pero no Dios!378.
12
Oh hermanos mos, yo os consagro a una nueva nobleza y os la sealo: vosotros debis
ser para m engendradores y criadores y sembradores del futuro, - en verdad, no una nobleza que vosotros pudierais comprar como la compran los t
enderos, y con oro de tenderos: pues poco valor tiene todo lo que tiene un precio.
Constituya de ahora en adelante vuestro honor no el lugar de dnde vens, sino el lug
ar
adonde vais! Vuestra voluntad y vuestro pie, que quieren ir ms all de vosotros mis
mos,
- eso constituya vuestro nuevo honor!
En verdad, no el que hayis servido a un prncipe - qu importan ya los prncipes!379 o el que os hayis convertido en baluarte de lo que existe para que est an ms slido!

No el que vuestra estirpe se haya hecho cortesana en las cortes, y vosotros hayis
aprendido a estar de pie, vestidos con ropajes multicolores, como un flamenco380
, durante
largas horas, dentro de estanques poco profundos.
- Pues poder estar de pie es un mrito entre los cortesanos: y todos los cortesano
s creen
que de la bienaventuranza despus de la muerte forma parte - el que se permita esta
r
sentado! Ni tampoco el que un espritu, que ellos llaman santo, condujese a vuestros antepa
sados
a tierras prometidas381, que yo no alabo: pues nada hay que alabar en la tierra
donde creci el ms funesto de todos los rboles, - la cruz! - y en verdad, a todos los sitios a que ese espritu santo condujo sus caballeros, s
iempre esas expediciones iban precedidas - de cabras y gansos y de cruzados mentecat
os!382
Oh hermanos mos, no hacia atrs debe dirigir la mirada vuestra nobleza, sino hacia
adelante! Expulsados debis estar vosotros de todos los pases de los padres y de los
antepasados!
El pas de vuestros hijos es el que debis amar: sea ese amor vuestra nueva nobleza,
el pas no descubierto, situado en el mar ms remoto! A vuestras velas ordeno que partan una y otra vez en su busca!
En vuestros hijos debis reparar el ser vosotros hijos de vuestros padres: as debis
redimir todo lo pasado!383. Esta nueva tabla coloco yo sobre vosotros!
13
Para qu vivir? Todo es vanidad!384. Vivir es trillar paja385; vivir - es quemarse a
s
mismo y, sin embargo, no calentarse. Tales anticuados parloteos continan siendo considerados como sabidura; y por ser
viejos y oler a rancio, por eso se los respeta ms. Tambin el moho otorga nobleza.
As les era lcito hablar a los nios: ellos rehyen el fuego porque ste los ha quemado!
Hay mucho infantilismo en los viejos libros sapienciales.
Y a todo el que siempre trilla paja, cmo iba a serle lcito blasfemar del trillar! A
tales necios habra que ponerles el bozal !386.
stos se sientan a la mesa y no traen nada consigo, ni siquiera el buen hambre: y ahora
blasfeman diciendo todo es vanidad!
Pero comer y beber bien, oh hermanos mos, no es en verdad un arte vano! Romped,
rompedme las tablas de los eternos descontentos!
14
Para el puro todo es puro387 - as habla el pueblo. Pero yo os digo: para los cerdos
todo se convierte en cerdo!
Por ello los fanticos y los beatos de cabeza colgante, que tambin llevan colgando
hacia abajo el corazn, predican: el mundo mismo es un monstruo merdoso.
Pues todos ellos son de espritu sucio; y en especial aquellos que no tienen desca
nso ni
reposo si no ven el mundo por detrs, - los trasmundanos!
A stos les digo a la cara, aunque ello no suene de modo agradable: el mundo se as

emeja al hombre en que tiene un trasero, - eso es verdad!


Hay en el mundo mucha mierda: eso es verdad! Mas no por ello es ya el mundo un
monstruo merdoso!
Hay sabidura en el hecho de que muchas cosas en el mundo huelan mal: la nusea
misma hace brotar alas y fuerzas que presienten manantiales!
Incluso en el mejor hay algo que produce nusea; y el mejor es todava algo que tiene
que ser superado! Oh hermanos mos, hay mucha sabidura en el hecho de que exista mucha mierda en el
mundo! 15
A los piadosos trasmundanos les he odo decir a su propia conciencia estas sentenc
ias y,
en verdad, sin malicia ni falsa, - aunque nada hay en el mundo ms falso ni ms malig
no.
Deja que el mundo sea el mundo! No muevas ni un dedo en contra de eso!
Deja que el que quiera estrangule y apuale y saje y degelle a la gente: no muevas ni
un dedo en contra de eso! As aprenden ellos incluso a renunciar al mundo.
Y tu propia razn - a sa t mismo debes agarrarla del cuello y estrangularla; pues es
una razn de este mundo, - as aprendes t mismo a renunciar al mundo. - Romped, rompedme, oh hermanos mos, estas viejas tablas de los piadosos! Destruid
con vuestra sentencia las sentencias de los calumniadores del mundo!
16
Quien aprende muchas cosas desaprende todos los deseos violentos - esto es algo qu
e
hoy las gentes se susurran unas a otras en todas las callejas oscuras.
La sabidura cansa, no vale la pena - nada; no debes tener deseos! - esta nueva tabla
la he encontrado colgada incluso en mercados pblicos.
Rompedme, oh hermanos mos, rompedme tambin esta nueva tabla! Los cansados del
mundo la han colgado de la pared, y los predicadores de la muerte, y tambin los c
arceleros: pues mirad, tambin ella es una predicacin en favor de la esclavitud! Ellos han aprendido mal, y no las mejores cosas, y todo de un modo demasiado pre
maturo, y todo de un modo demasiado rpido: y han comido mal, y por ello se les ha i
ndigestado el estmago, - un estmago indigestado es, en efecto, su espritu: l es el que aconseja la muerte!
Pues, en verdad, hermanos mos, el espritu es un estmago!
La vida es un manantial de placer388: mas para aquel en el cual habla un estmago
indigestado, padre de la tribulacin, para se todas las fuentes estn envenenadas.
Conocer: esto es placer para el hombre de voluntad leonina! Pero quien se ha cans
ado,
se slo es querido389, con l juegan todas las olas.
Y esto es lo que les ocurre siempre a los hombres dbiles: se pierden a s mismos en
sus
caminos. Y al final, todava su cansancio pregunta: para qu hemos recorrido caminos!
Todo es igual!
A los odos de stos les suena de manera agradable el que se predique: Nada merece
la pena! No debis querer Mas sta es una predicacin en favor de la esclavitud.
Oh hermanos mos, cual un viento fresco y rugiente viene Zaratustra para todos los
can-

sados del mundo; a muchas narices har an estornudar!


Tambin a travs de los muros sopla mi aliento libre, y penetra hasta las crceles y lo
s
espritus encarcelados!
El querer hace libres: pues querer es crear: as enseo yo. Y slo para crear debis
aprender!
Y tambin el aprender debis aprenderlo de m, el aprender bien! - Quien tenga odos,
oiga!
17
Ah est la barca, - quiz navegando hacia la otra orilla se vaya a la gran nada. - Quin
quiere embarcarse en ese quiz? Ninguno de vosotros quiere embarcarse en la barca
de la muerte!390. Cmo pretendis ser entonces hombres cansados del mundo!
Cansados del mundo! Y ni siquiera habis llegado a estar desprendidos de la tierra!
Siempre os he encontrado vidos todava de tierra, enamorados todava del propio estar
cansados de la tierra!
No en vano tenis el labio colgante - un pequeo deseo de tierra contina asentado en
l! Y en el ojo - no flota en l una nubecilla de inolvidado placer terrestre?
Hay en la tierra muchas buenas invenciones, las unas tiles, las otras agradables:
por
causa de ellas resulta amable la tierra.
Y muchas y distintas cosas estn tan bien inventadas que, como el pecho de la muje
r:
son tiles y agradables a la vez.
Mas vosotros los cansados del mundo! Vosotros los perezosos de la tierra! A vosotros se os debe azotar! Al azotaros se os debe espabilar de nuevo las piernas.
Pues: si no sois enfermos y pillos decrpitos, de los que la tierra est cansada, so
is astutos perezosos, o golosos y agazapados gatos de placer. Y si no queris volver a co
rrer
alegremente, entonces debis - iros al otro mundo!
No se debe querer ser mdico de incurables: as lo ensea Zaratustra: - por eso debis
iros al otro mundo!
Pero se necesita ms valor para poner fin que para escribir un nuevo verso: esto l
o saben todos los mdicos y todos los poetas. 18
Oh hermanos mos, hay tablas que las cre la fatiga, y tablas que las cre la pereza,
tablas perezosas: aunque hablan del mismo modo, quieren que se las oiga de modo di
stinto.
Mirad ah ese hombre que desfallece! Se halla tan slo a un palmo de su meta, mas a
causa de la fatiga se ha tendido ah, obstinado, en el polvo: ese valiente!
A causa de la fatiga bosteza del camino y de la tierra y de la meta y de s mismo:
no
quiere dar un solo paso ms, -ese valiente!
Ahora el sol arde sobre l, y los perros lamen su sudor391: pero l yace ah en su obs
tinacin y prefiere desfallecer: - desfallecer a un palmo de su meta! En verdad, tendris que llevarlo agarrado por
los
cabellos incluso a su cielo392, - a ese hroe!
Es mejor que lo dejis tirado ah donde l se ha echado, para que le llegue el sueo, el
consolador, con un chaparrn refrescante:

Dejadle yacer hasta que se despierte por s mismo, - hasta que se retracte por s mis
mo
de toda fatiga y de lo que en l enseaba fatiga!
Slo, hermanos mos, ahuyentad de l a los perros, a los hipcritas perezosos y a todo e
l
enjambre de sabandijas: - a todo el enjambre de sabandijas de los cultos, que con el sudor de todo hroe - se
regala! 19
Yo trazo en torno a m crculos y fronteras sagradas; cada vez es menor el nmero de
quienes conmigo suben hacia montaas cada vez ms altas, - yo construyo una cordille
ra
con montaas ms santas cada vez. Pero adondequiera que conmigo subis, oh hermanos mos: cuidad de que no suba con
vosotros un parsito!393.
Parsito: es un gusano, un gusano que se arrastra, que se doblega, que quiere engo
rdar a
costa de vuestros rincones enfermos y heridos.
Y su arte consiste en esto, en adivinar cul es en las almas ascendentes el lugar
en que
estn cansadas: en vuestro disgusto y en vuestro mal humor, en vuestro delicado pu
dor
construye el parsito su nauseabundo nido.
En el lugar en que el fuerte es dbil, y el noble, demasiado benigno, - all dentro
construy l su nauseabundo nido: el parsito habita all donde el grande tiene pequeos rincones heridos.
Cul es la especie ms alta de todo ser, y cul la ms baja? El parsito es la especie
ms baja; pero quien forma parte de la especie ms alta, se alimenta a la mayor parte
de
los parsitos.
El alma, en efecto, que posee la escala ms larga y que ms profundo puede descender
:
cmo no iban a asentarse en ella la mayor parte de los parsitos? - el alma ms vasta, la que ms lejos puede correr y errar y vagar dentro de s; la ms
necesaria, que por placer se precipita en el azar: - el alma que es, y se sumerge en el devenir; la que posee, y quiere sumergirse
en el
querer y desear: - la que huye de s misma, que a s misma se da alcance en los crculos ms amplios; el
alma ms sabia, a quien ms dulcemente habla la necedad: - la que ms se ama a s misma, en la que todas las cosas tienen su corriente y su c
ontracorriente, su flujo y su reflujo394: - oh, cmo no iba el alma ms elevada a tener
los
peores parsitos?
20
Oh hermanos mos, acaso soy cruel? Pero yo digo: a lo que est cayendo se le debe
incluso dar un empujn!
Todas estas cosas de hoy - estn cayendo, decayendo: quin querra sostenerlas! Pero
yo - yo quiero darles adems un empujn!
Conocis vosotros la voluptuosidad que hace rodar las piedras en profundidades cort
adas a pico? - Estos hombres de hoy: mirad cmo ruedan a mis profundidades!
Un preludio de jugadores mejores soy yo, oh hermanos mos! Un ejemplo! Obrad

segn mi ejemplo !395.


Y a quien no le enseis a volar, enseadle - a caer ms deprisa! 21
Yo amo a los valientes: mas no basta ser un mandoble, - hay que saber tambin a
quin se le dan los mandobles!
Y a menudo hay ms valenta en contenerse y pasar de largo: a fin de reservarse para
un enemigo ms digno!
Debis tener slo enemigos que haya que odiar, pero no enemigos que haya que despreciar: es necesario que estis orgullosos de vuestro enemigo: as lo he enseado ya
una
vez396.
Para un enemigo ms digno, oh amigos mos, debis reservaros: por ello tenis que pasar de largo junto a muchas cosas, - especialmente junto a mucha chusma, que os mete en los odos ruido de pueblo y d
e
pueblos.
Mantened puros vuestros ojos de su pro y de su contra! En ellos hay mucha justici
a,
mucha injusticia: quien se detiene a mirar se pone colrico.
Ver, golpear397 - esto es aqu una sola cosa: por ello, marchad a los bosques y dej
ad
dormir vuestra espada!
Seguid vuestros caminos! Y dejad que el pueblo y los pueblos sigan los suyos! - caminos oscuros, en verdad, en los cuales no relampaguea ya ni una esperanza!
Que domine el tendero all donde todo lo que brilla - es oro de tenderos! Ya no es
tiempo de reyes398: lo que hoy se llama a s mismo pueblo no merece reyes.
Ved cmo estos pueblos actan ahora, tambin ellos, igual que los tenderos: rebuscan
las ms mnimas ventajas incluso en todos los desperdicios!
Se acechan mutuamente, se espan unos a otros, - a esto lo llaman buena vecindad.
Oh bienaventurado tiempo remoto en que un pueblo se deca a s mismo: yo quiero ser
- seor de otros pueblos!
Pues, hermanos mos: lo mejor debe dominar, lo mejor quiere tambin dominar! Y
donde se ensea otra cosa, all - falta lo mejor.
22
Si sos - tuviesen de balde el pan, ay! Tras de qu andaran sos gritando? Su sustento
- es su verdadero entretenimiento; y las cosas deben resultarles difciles!
Animales de presa son: en su trabajar - hay tambin robo, en su merecer - hay
tambin engao! Por eso las cosas deben resultarles difciles!
Deben hacerse mejores animales de presa, ms sutiles, ms inteligentes, ms semejantes al hombre: el hombre es, en efecto, el mejor animal de presa.
A todos los animales les ha robado ya el hombre sus virtudes: por eso, de todos
los
animales es el hombre el que ha tenido ms difciles las cosas.
Ya slo los pjaros estn por encima de l. Y cuando el hombre aprenda a volar, ay!,
hasta qu altura - volar su rapacidad!
23
As quiero yo que sean el hombre y la mujer: el uno, apto para la guerra, la otra,
apta
para el parto, mas ambos aptos para bailar con la cabeza y con las piernas.
Y demos por perdido el da en que no hayamos bailado al menos una vez! Y sea falsa
para nosotros toda verdad en la que no haya habido una carcajada!
24

Vuestro enlace matrimonial: Tened cuidado de que no sea una mala conclusin!
Habis soldado con demasiada rapidez: por eso de ah se sigue - el quebrantamiento de
l
matrimonio!
Y es mejor quebrantar el matrimonio que torcer el matrimonio, que mentir el matri
monio! - As me dijo una mujer: Es verdad que yo he quebrantado el matrimonio, pero
antes el matrimonio me haba quebrantado a m!399.
Siempre he encontrado que los mal apareados eran los peores vengativos: hacen pa
gar a
todo el mundo el que ellos no puedan ya correr por separado.
Por ello quiero yo que los honestos se digan uno a otro: Nosotros nos amamos: veamos si podemos continuar amndonos! O debe ser una equivocacin nuestra promesa?400.
- Dadnos un plazo y un pequeo matrimonio, para que veamos si somos capaces del
gran matrimonio! Es una gran cosa estar dos siempre juntos!
As aconsejo yo a todos los honestos; y qu sera mi amor al superhombre y a todo lo
que debe venir si yo aconsejase y hablase de otro modo!
No slo a propagaros al mismo nivel, sino a propagaros hacia arriba - a eso, oh her
manos mos, aydeos el jardn del matrimonio!
25
El que ha llegado a conocer los viejos orgenes acabar por buscar manantiales del f
uturo y nuevos orgenes. Oh hermanos mos, de aqu a poco401, nuevos pueblos surgirn y nuevos manantiales se
precipitarn ruidosamente en nuevas profundidades.
El terremoto, en efecto, - ciega muchos pozos y provoca mucho desfallecimiento:
y
tambin saca a luz energas y secretos ocultos.
El terremoto pone de manifiesto nuevos manantiales. En el terremoto de viejos pu
eblos
emergen manantiales nuevos.
Y en torno a quien entonces grita: He ah un pozo para muchos sedientos, un corazn
para muchos anhelosos, una voluntad para muchos instrumentos: - en torno a se se r
ene un pueblo, es decir: muchos experimentadores.
Quin puede mandar, quin tiene que obedecer - eso es lo que aqu se experimenta!
Ay, con qu bsquedas y adivinaciones y fallos y aprendizajes y reexperimentos tan
prolongados!
La sociedad de los hombres: es un experimento, as lo enseo yo, una prolongada bsqueda: y busca al hombre de mando! - un experimento, oh hermanos mos! Y no un contrato402. Romped, rompedme tales palabras de los corazones dbiles y de los amigos de componendas!
26
Oh hermanos mos! En quines reside el mayor peligro para todo futuro de los hombres? No es en los buenos y justos? - que dicen y sienten en su corazn: nosotros sabemos ya lo que es bueno y justo, y
hasta lo tenemos; ay de aquellos que continan buscando aqu!
Y sean cuales sean los daos que los malvados ocasionen: el dao de los buenos es el
dao ms daino de todos!
Y sean cuales sean los daos que los calumniadores del mundo ocasionen: el dao de

los buenos es el dao ms daino de todos.


Oh hermanos mos, en cierta ocasin uno mir dentro del corazn de los buenos y justos, y dijo: Son fariseos. Pero no le entendieron 403.
A los buenos y justos mismos no les fue lcito entenderle: su espritu est prisionero
de
su buena conciencia. La estupidez de los buenos es insondablemente inteligente.
Pero sta es la verdad: los buenos tienen que ser fariseos, - no tienen opcin!404
Los buenos tienen que crucificar a aquel que se inventa su propia virtud! sta es la
verdad!
Mas el segundo405 que descubri su pas, el pas, el corazn y la tierra de los buenos y
justos: se fue el que pregunt: A quin es al que ms odian stos?
Al creador es al que ms odian: a quien rompe tablas y viejos valores, al quebrant
ador llmanlo delincuente406.
Los buenos, en efecto, - no pueden crear: son siempre el comienzo del final: - crucifican a quien escribe nuevos valores sobre nuevas tablas, sacrifican el f
uturo a s
mismos, - crucifican todo el futuro de los hombres!
Los buenos - han sido siempre el comienzo del final. 27
Oh hermanos mos, habis entendido tambin esta palabra? Y lo que en otro tiempo
dije acerca del ltimo hombre?407 - En quines reside el mximo peligro para todo el futuro de los hombres? No es en los
buenos y justos?
Romped, destrozadme a los buenos y justos! - Oh hermanos mos, habis entendido
tambin esta palabra?
28
Hus de m? Estis espantados? Temblis ante esta palabra? Oh hermanos mos,
cuando os he mandado destrozar a los buenos y las tablas de los buenos: slo enton
ces es
cuando yo he embarcado al hombre en su alta mar.
Y ahora es cuando llegan a l el gran espanto, el gran mirar a su alrededor, la gr
an enfermedad, la gran nusea, el gran mareo. Falsas costas y falsas seguridades os han
enseado los buenos; en mentiras de los buenos habis nacido y habis estado cobijados408.
Todo est falseado y deformado hasta el fondo por los buenos.
Pero quien ha descubierto el pas Hombre ha descubierto tambin el pas Futuro de
los Hombres. Ahora vosotros debis ser mis marineros, marineros bravos, pacientes!
Caminad erguidos a tiempo, oh hermanos mos, aprended a caminar erguidos! El mar
est tempestuoso: muchos quieren servirse de vosotros para volver a erguirse.
El mar est tempestuoso: todo est en el mar. Bien! Adelante! Viejos corazones de
marineros!
Qu importa el pas de los padres! Nuestro timn quiere dirigirse hacia donde est el
pas de nuestros hijos! Hacia all lnzase tempestuoso, ms tempestuoso que el propio
mar, nuestro gran anhelo! 29409
Por qu tan duro! - dijo en otro tiempo el carbn de cocina al diamante; no somos
parientes cercanos? Por qu tan blandos? Oh hermanos mos, as os pregunto yo a vosotros: no sois vosotros - mis hermanos?

Por qu tan blandos, tan poco resistentes y tan dispuestos a ceder? Por qu hay tanta
negacin, tanta renegacin en vuestro corazn? Y tan poco destino en vuestra mirada?
Y si no queris ser destinos ni inexorables: cmo podrais - vencer conmigo?
Y si vuestra dureza no quiere levantar chispas y cortar y sajar: cmo podrais algn da
- crear conmigo?
Los creadores son duros, en efecto. Y bienaventuranza tiene que pareceros el imp
rimir
vuestra mano sobre milenios como si fuesen cera, - bienaventuranza, escribir sobre la voluntad de milenios como sobre bronce, - ms
duros que el bronce, ms nobles que el bronce. Slo lo totalmente duro es lo ms noble d
e
todo.
Esta nueva tabla, oh hermanos mos, coloco yo sobre vosotros: endureceos! - 410
30
Oh t voluntad ma! T viraje de toda necesidad, t necesidad ma!411 Presrvame de
todas las victorias pequeas!
T providencia de mi alma, que yo llamo destino! T que ests dentro de m! T que
ests encima de m! Presrvame y resrvame para un gran destino!412
Y tu ltima grandeza, voluntad ma, resrvatela para tu ltimo instante, - para ser inexorable en tu victoria! Ay, quin no ha sucumbido a su victoria!
Ay, a quin no se le oscurecieron los ojos en ese crepsculo ebrio! Ay, a quin no le
vacil el pie y desaprendi, en la victoria, - a estar de pie! - Que yo est preparado y maduro alguna vez en el gran medioda: preparado y maduro
como bronce ardiente, como nube grvida de rayos y como ubre hinchada de leche: - preparado para m mismo y para mi voluntad ms oculta: un arco ansioso de su flech
a,
una flecha ansiosa de su estrella: - una estrella preparada y madura en su medioda, ardiente, perforada, bienaventur
ada
gracias a las aniquiladoras flechas solares: - un sol y una inexorable voluntad solar, dispuesto a aniquilar en la victoria!
Oh voluntad, viraje de toda necesidad, t necesidad ma! Resrvame para una gran
victoria! - As habl Zaratustra.
363
Todo este largo captulo alude antitticamente a las tablas de la ley del Antiguo Tes
tamento. Vase
xodo, 24. El propio Moiss rompe las tablas ms tarde: xodo, 32, 19. En Ecce homo dice
Nietzsche:
Muchos escondidos rincones y alturas del paisaje de Nizza se hallan santificados
para m por instantes
inolvidables: aquel pasaje decisivo que lleva el ttulo De tablas viejas y nuevas fu
e compuesto durante
una fatigossima subida desde la estacin al maravilloso y morisco nido de guilas que
es Eza -la agilidad
muscular era siempre mxima en m cuando la fuerza creadora flua de manera ms abundant
e.
364
En la cuarta parte, El signo, llegarn hasta Zaratustra la bandada de palomas y e
l len riente.
365
En Ecce homo Nietzsche emplea casi idntica expresin: Y as me cuento mi vida a m mism
o.
366
Vase, en la primera parte, De las ctedras de la virtud.

367
Reminiscencia del Evangelio de Mateo, 24,28: Donde quiera est el cadver, all se jun
tarn los buitres.
368
Vase antes, en la segunda parte, De la cordura respecto a los hombres, y la nota
76. Esta imagen
aparece por vez primera en el captulo Del amigo, de la primera parte.
369
Vase la nota 121.
370
Vase la nota 14.
371
Corazones de carne es expresin bblica que aparece en Ezequiel, 11, 19-20: Les arranc
ar el corazn de piedra y les dar un corazn de carne, para que sigan mis leyes y pongan por ob
ra mis mandatos.
Tambin aparece en 2 Corintios, 3, 3: Vosotros sois mi carta, escrita en vuestros c
orazones, carta abierta y
leda por todo el mundo. Se os nota que sois carta de Cristo y que yo fui el amanu
ense no est escrita con
tinta, sino con Espritu de Dios vivo, no entablas de piedra, sino en tablas que s
on corazones de carne.
Aqu Zaratustra rememora probablemente el segundo de los pasajes citados.
372
Negacin de lo que se dice en el Apocalipsis, 22,17: Quien tenga sed, que se acerq
ue; el que quiera,
que tome de balde el agua de la vida.
373
El sacrificio de las primicias es de origen bblico. Vase xodo, 23, 19: Llevars a la
casa del Seor,
tu Dios, las primicias de tus frutos.
374
Juego de palabras, en alemn, entre los verbos gehorchen (obedecer) -en el que ap
arece horchen (or,
escuchar)- y hren (or).
375
Frase de Heraclito. En este 8 hace Nietzsche un uso muy peculiar de la contrapo
sicin entre Heraclito
y Parmnides, segn los viejos textos griegos. Por otra parte, todo el decorado figu
rativo se apoya en dos
frases populares alemanas que aparecen aqu textualmente: das Wasser hat keine Bal
ken (literal: el agua
no tiene maderos, pero que corresponde aproximadamente a la expresin castellana el
mar es muy traidor), e ins Wasser fallen (literal: caer al agua, pero en el sentido de irse al agua,
malograrse algo).
376
Remedo de Jeremas, 16, 6: El Seor me dijo: Predica estas palabras en los pueblos d
e Jud y en las
callejas de Jerusaln.
377
Cita de xodo, 20. Estas dos prohibiciones aparecen en las tablas viejas.
378
Vase antes, De los apstatas, 2.
379
En la cuarta parte, Coloquio con los reyes, el or cmo uno de los reyes repite est
a frase suya har salir
a Zaratustra de su escondite.
380

Flamencos: este mordaz calificativo que Zaratustra da aqu a los cortesanos lo apli
car a los reyes
en la cuarta parte, Coloquio con los reyes.
381
Alusin a la tierra prometida de los hebreos. Vase la nota 278.
382
Alusin a las cruzadas.
383
Vase, en la segunda parte, Del pas de la cultura, y la nota 218. La frase siguie
nte es perfrasis, con
cambio de sentido, de xodo, 20, 5: Yo Yahv... castigo la iniquidad de los padres en
los hijos hasta en la
tercera y la cuarta generacin.
384
Vase la nota 248.
385
Stroh dreschen (trillar paja) tiene un significado obvio: trabajar y no sacar nad
a. En alemn tiene
adems el significado de decir trivialidades. As se entiende mejor la referencia a lo
s parloteos.
386
Das Maul verbinden (amordazar el hocico, poner el bozal) es frase empleada por
Lutero, en su traduccin de la Biblia; vase Deuteronomio, 25, 4: No le pondrs bozal al buey que trilla.
387
Cita literal de Tito, 1, 15: Para el puro todo es puro; en cambio, para el sucio
y falto de fe no hay nada puro: hasta la mente y la conciencia las tiene sucias.
388
Con esta misma frase comienza tambin el captulo de la segunda parte titulado De la
chusma.
389
Vase la nota 304.
390
La barca de la muerte es expresin que viene de la Antigedad clsica: Caronte llevaba
en su barca
los muertos al Hades.
391
Remedo del Evangelio de Lucas, 16, 21: Hasta los perros venan y laman sus lceras (ap
licado al
mendigo Lzaro).
392
Parfrasis irnica de lo narrado en el Antiguo Testamento, Ezequiel, 8, 3: Y Yahv ala
rg una a manera de mano y me cogi por los cabellos y el espritu me elev entre la tierra y el c
ielo y me condujo a
Jerusaln en xtasis.
393
Vase, en esta tercera parte, Del espritu de la pesadez.
394
En Ecce homo cita Nietzsche el prrafo que va desde el alma, en efecto, que posee l
a escala ms alta... hasta aqu, y aade: pero esto es el concepto mismo de Dioniso.
395
Cita del Evangelio de Juan, 13, 14: Si yo, pues, os he lavado los pies, siendo v
uestro Seor y Maestro, tambin habis de lavaros los pies unos a otros. Porque yo os he dado ejemplo v
osotros obris segn mi
ejemplo.
396

Vase, en la primera parte, De la guerra y el pueblo guerrero.


397
Los dos vocablos empleados por Nietzsche (dreinschaun, dreinhaun) explican mejor
, con su sonido
similar, la afirmacin de que es una sola cosa.
398
Ya no es tiempo de reyes: cita de Hlderlin, La muerte de Empdocles.
399
Para entender mejor los dos prrafos anteriores es necesario conocer los varios j
uegos de palabras a
que en ellos se entrega Nietzsche. Est en primer lugar, el verbo schliessen, que
puede tener al menos tres
significados, empleados sucesivamente por Nietzsche: (Ehe)schliessen: casarse, e
nlace matrimonial;
schliessen: sacar una conclusin; schliessen: soldar.
Por eso dice Nietzsche: tened cuidado de que vuestro schliessen (enlace) matrimo
nial no sea un mal
schliessen (conclusin precipitada), pues si vuestro schliessen (soldar) ha sido m
uy rpido, puede romperse
(brechen). Aqu entra el segundo juego de palabras, ya que (Ehe)brechen significa:
cometer adulterio. En
sntesis: aquel casamiento que, por ser una conclusin precipitada, est mal soldado,
se romper con el
adulterio.
El juego de palabras contina. Dice Nietzsche: es mejor brechen (romper) el matrim
onio con el adulterio
que no biegen (torcerlo). En este momento Nietzsche introduce dos palabras inven
tadas por l, por analoga
con Ehe-brechen, en las que se da adems una aliteracin: Ehe-biegen (convertir el m
atrimonio en algo
torcido) y Ehe-lgen (convertir el matrimonio en una mentira). Y por fin, el ltimo
juego verbal. Dice una
mujer: yo he adulterado ([Ehe]brechen), pero antes el matrimonio me haba roto (br
echen) a m. Aqu
habra que aadir otro matiz, cuando Nietzsche dice que de un mal schliessen (sacar
una conclusin, derivar, seguirse una conclusin) se sigue (folgt) una ruptura de esa conclusin.
400
Nuevo juego de palabras: el verbo versprechen significa prometer y tambin equivocar
se (al
hablar) ; Nietzsche lo enlaza con versehen, de formacin similar, que significa equi
vocarse (al mirar) .
Es decir: tes que nuestra equivocacin al hablar (o tambin nuestro prometer) es ya
tambin una equivocacin al mirar?
401
Vase la nota 250.
402
Alusin la teora del contrato social de Rousseau.
403
Este uno aludido por Zaratustra es evidentemente jess, lo que se corrobora con la
posterior referencia a la crucifixin.
404
Vase la nota 29.
405
Este segundo descubridor del farisesmo de los buenos y justos es Zaratustra-Nietzs
che.
406
Vase la nota 33.

407
Vase el Prlogo de Zaratustra, 5, y la nota 22.
408
Nacer en la mentira (en el pecado) es expresin bblica. Vase el Salmo 51,7: Mira, en c
ulpa nac
y en pecado me engendr mi madre.
409
El texto de este 29 es reproducido por Nietzsche al final de su obra Crepsculo d
e los dolos, como
eplogo de ella, con el ttulo de Habla el martillo.
410
Nietzsche comenta este precepto en Ecce homo con las siguientes palabras: El imp
erativo endureceos!, la ms honda certeza de que todos los creadores son duros, es el autntico ind
icio de una naturaleza
dionisiaca.
411
Vase la nota 129.
412
Juego de palabras, en alemn, entre Schickung (providencia) y Schicksal (destino)
, de idntica raz.
El convaleciente413
1
Una maana, no mucho tiempo despus de su regreso a la caverna, Zaratustra salt de
su lecho como un loco, grit con voz terrible e hizo gestos como si en el lecho ya
ciese
todava alguien que no quisiera levantarse de all; y tanto reson la voz de Zaratustr
a que
sus animales acudieron asustados, y de todas las cavernas y escondrijos que esta
ban
prximos a la caverna de Zaratustra escaparon todos los animales, - volando, revol
oteando, arrastrndose, saltando, segn que les hubiesen tocado en suerte patas o ala
s. Y
Zaratustra dijo estas palabras:
Sube, pensamiento abismal, de mi profundidad! Yo soy tu gallo y tu crepsculo matutino, gusano adormilado: arriba!, arriba! Mi voz debe desvelarte ya con su canto de
gallo!
Destate las ataduras de tus odos: escucha! Pues yo quiero orte! Arriba! Arriba!
Aqu hay truenos bastantes para que tambin los sepulcros aprendan a escuchar!
Y borra de tus ojos el sueo y toda imbecilidad, toda ceguera! yeme tambin con tus
ojos: mi voz es una medicina incluso para ciegos de nacimiento.
Y una vez que te hayas despertado debers permanecer eternamente despierto. No es
mi
hbito despertar del sueo a tatarabuelas para decirles - que sigan durmiendo!414
Te mueves, te desperezas, ronroneas? Arriba! Arriba! No roncar - hablarme es lo
que debes! Te llama Zaratustra el ateo!
Yo Zaratustra, el abogado de la vida, el abogado del sufrimiento, el abogado del
crculo415 - te llamo a ti, al ms abismal de mis pensamientos!
Dichoso de m! Vienes - te oigo! Mi abismo habla, he hecho girar a mi ltima profundidad para que mire hacia la luz!
Dichoso de m! Ven! Dame la mano - - ay! deja!, ay, ay! - - nusea, nusea, nusea
- - - ay de m!

2
Y apenas haba dicho Zaratustra estas palabras cay al suelo como un muerto y permaneci largo tiempo como un muerto. Mas cuando volvi en s estaba plido y temblaba y
permaneci tendido y durante largo tiempo no quiso comer ni beber. Esto dur en l sie
te
das; mas sus animales no lo abandonaron ni de da ni de noche, excepto que el guila
volaba fuera a recoger comida. Y lo que recoga y robaba colocbalo en el lecho de Z
aratustra: de modo que ste acab por yacer entre amarillas y rojas bayas, racimos de u
vas,
manzanas de rosa416, hierbas aromticas y pias. Y a sus pies estaban extendidos dos
corderos417 que el guila haba arrebatado con gran esfuerzo a sus pastores.
Por fin, al cabo de siete das, Zaratustra se irgui en su lecho, tom en la mano una
manzana de rosa, la oli y encontr agradable su olor. Entonces creyeron sus animale
s
que haba llegado el tiempo de hablar con l.
Oh Zaratustra, dijeron, hace ya siete das que ests as tendido, con pesadez en los
ojos: no quieres por fin ponerte otra vez de pie?
Sal de tu caverna: el mundo te aguarda como un jardn. El viento juega con densos
aromas que quieren venir hasta ti; y todos los arroyos quisieran correr detrs de
ti.
Todas las cosas sienten anhelo de ti, porque has permanecido solo siete das, - sal
fuera
de tu caverna! Todas las cosas quieren ser tus mdicos!
Es que ha venido a ti un nuevo conocimiento, un conocimiento cido, pesado? Como
masa acedada yacas t ah, tu alma se hinchaba y rebosaba por todos sus bordes. - Oh animales mos, respondi Zaratustra, seguid parloteando as y dejad que os escuche! Me reconforta que parloteis: donde se parlotea, all el mundo se extiende ante
m
como un jardn.
Qu agradable es que existan palabras y sonidos: palabras y sonidos no son acaso ar
cos iris y puentes ilusorios tendidos entre lo eternamente separado?
A cada alma le pertenece un mundo distinto; para cada alma es toda otra alma un
trasmundo.
Entre las cosas ms semejantes es precisamente donde la ilusin miente del modo ms
hermoso; pues el abismo ms pequeo es el ms difcil de salvar418.
Para m - cmo podra haber un fuera-de-m? No existe ningn fuera! Mas esto lo olvidamos tan pronto como vibran los sonidos; qu agradable es olvidar esto!
No se les han regalado acaso a las cosas nombres y sonidos para que el hombre se
reconforte en las cosas? Una hermosa necedad es el hablar: al hablar, el hombre ba
ila sobre
todas las cosas.
Qu agradables son todo hablar y todas las mentiras de los sonidos! Con sonidos bai
la
nuestro amor sobre multicolores arcos iris. - Oh Zaratustra, dijeron a esto los animales, todas las cosas mismas bailan para
quienes piensan como nosotros: vienen y se tienden la mano, y ren, y huyen - y vuelve
n.
Todo va, todo vuelve; eternamente rueda la rueda del ser. Todo muere, todo vuelv
e a
florecer, eternamente corre el ao del ser.
Todo se rompe, todo se recompone; eternamente se construye a s misma la misma cas

a
del ser. Todo se despide, todo vuelve a saludarse; eternamente permanece fiel a
s el anillo del ser.
En cada instante comienza el ser; en torno a todo Aqu gira la esfera All. El centro
est en todas partes. Curvo es el sendero de la eternidad. - Oh truhanes y organillos de manubrio!, respondi Zaratustra y de nuevo sonri, qu
bien sabis lo que tuvo que cumplirse durante siete das: - 419
- Y cmo aquel monstruo se desliz en mi garganta y me estrangul! Pero yo le mord
la cabeza y la escup lejos de m. Y vosotros, - vosotros habis hecho ya de ello una c
ancin de organillo? Mas ahora yo estoy aqu tendido, fatigado an de ese morder y escup
ir
lejos, enfermo todava de la propia redencin.
Y vosotros habis sido espectadores de todo esto? Oh animales mos, tambin vosotros sois crueles? Habis querido contemplar mi gran dolor, como hacen los hombres?
El hombre es, en efecto, el ms cruel de todos los animales.
Como ms a gusto se ha sentido hasta ahora el hombre en la tierra ha sido asistien
do a
tragedias, corridas de toros y crucifixiones; y cuando invent el infierno, he aqu
que ste
fue su cielo en la tierra.
Cuando el gran hombre grita- : apresrase el pequeo a acudir; y de avidez le cuelga
la
lengua fuera del cuello. Mas l a esto lo llama su compasin.
El hombre pequeo, sobre todo el poeta, - con qu vehemencia acusa l a la vida con
palabras! Escuchadle, pero no dejis de or el placer qu hay en todo acusar!
A esos acusadores de la vida: la vida los supera con un simple parpadeo. Me amas?,
dice la descarada; espera un poco, an no tengo tiempo para ti.
El hombre es consigo el ms cruel de los animales; y en todo lo que a s mismo se ll
ama
pecador y dice que lleva la cruz y que es un penitente, no dejis de or la voluptuosidad que hay en ese lamentarse y acusar!
Yo mismo - quiero ser con esto el acusador del hombre? Ay, animales mos, esto es l
o
nico que he aprendido hasta ahora, que el hombre necesita, para sus mejores cosas
, de lo
peor que hay en l, - que todo lo peor es su mejor fuerza y la piedra ms dura para el supremo creador
; y
que el hombre tiene que hacerse ms bueno y ms malvado: El leo de martirio a que yo estaba sujeto no era el que yo supiese: el hombre es
malvado, - sino el que yo gritase como nadie ha gritado an:
Ay, qu pequeas son incluso sus peores cosas! Ay, qu pequeas son incluso sus
mejores cosas!
El gran hasto del hombre - l era el que me estrangulaba y el que se me haba desliza
do
en la garganta: y lo que el adivino haba profetizado: Todo es igual, nada merece l
a pena, el saber estrangula420.
Un gran crepsculo iba cojeando delante de m, una tristeza mortalmente cansada, ebr
ia
de muerte, que hablaba con una boca bostezante.
Eternamente retorna l, el hombre del que t ests cansado, el hombre pequeo - as
bostezaba mi tristeza y arrastraba el pie y no poda adormecerse.
En una oquedad se transform para m la tierra de los hombres, su pecho se hundi, to-

do lo vivo convirtise para m en putrefaccin humana y en huesos y en caduco pasado.


Mi suspirar estaba sentado sobre todos los sepulcros de los hombres y no poda pon
erse
de pie; mi suspirar y mi preguntar lanzaban presagios siniestros y estrangulaban
y roan y
se lamentaban da y noche:
- Ay, el hombre retorna eternamente! El hombre pequeo retorna eternamente! Desnudos haba visto yo en otro tiempo421 a ambos, al hombre ms grande y al hombre
ms pequeo: demasiado semejantes entre s, - demasiado humano incluso el ms grande!
Demasiado pequeo el ms grande! - ste era mi hasto del hombre! Y el eterno retorno tambin del ms pequeo! - ste era mi hasto de toda existencia!
Ay, nusea! nusea! nusea! - - As habl Zaratustra, y suspir y tembl; pues se
acordaba de su enfermedad. Mas entonces sus animales no le dejaron seguir hablan
do.
No sigas hablando, convaleciente! - as le respondieron sus animales, sino sal afuer
a,
adonde el mundo te aguarda como un jardn.
Sal afuera, a las rosas y a las abejas y a las bandadas de palomas! Y, sobre todo
, a los
pjaros cantores: para que de ellos aprendas a cantar!
Cantar es, en efecto, cosa propia de convalecientes; al sano le gusta hablar. Y
aun
cuando tambin el sano quiere canciones, quiere, sin embargo, distintas canciones
que el
convaleciente.
- Oh truhanes y organillos de manubrio, callad! - respondi Zaratustra y se sonri de
sus animales. Qu bien sabis el consuelo que invent para m durante siete das!
El tener que cantar de nuevo - se fue el consuelo que me invent, y sa mi curacin:
queris acaso vosotros hacer enseguida de ello una cancin de organillo?
- No sigas hablando, volvieron a responderle sus animales; es preferible que t, co
nvaleciente, te prepares primero una lira, una lira nueva!
Pues mira, oh Zaratustra! Para estas nuevas canciones se necesitan liras nuevas.
Canta y cubre los ruidos con tus bramidos, oh Zaratustra, cura tu alma con nueva
s canciones: para que puedas llevar tu gran destino, que no ha sido an el destino de ni
ngn
hombre!
Pues tus animales saben bien, oh Zaratustra, quin eres t y quin tienes que llegar a
ser: t eres el maestro del eterno retorno422 -, se es tu destino!
El que tengas que ser el primero en ensear esta doctrina, - cmo no iba a ser ese gr
an
destino tambin tu mximo peligro y tu mxima enfermedad!
Mira, nosotros sabemos lo que t enseas: que todas las cosas retornan eternamente,
y
nosotros mismos con ellas, y que nosotros hemos existido ya infinitas veces, y t
odas las
cosas con nosotros.
T enseas que hay un gran ao del devenir, un monstruo de gran ao: una y otra vez
tiene ste que darse la vuelta, lo mismo que un reloj de arena, para volver a tran
scurrir y a
vaciarse: - de modo que todos estos aos son idnticos a s mismos, en lo ms grande y tambin
en lo ms pequeo, - de modo que nosotros mismos somos idnticos a nosotros mismos
en cada gran ao, en lo ms grande y tambin en lo ms pequeo.
Y si t quisieras morir ahora, oh Zaratustra: mira, tambin sabemos cmo te hablaras

entonces a ti, mismo: - mas tus animales te ruegan que no mueras todava!
Hablaras sin temblar, antes bien dando un aliviador suspiro de bienaventuranza: pu
es
una gran pesadez y un gran sofoco se te quitaran de encima a ti, el ms paciente de
todos
los hombres! Ahora muero y desaparezco, diras, y dentro de un instante ser nada. Las almas son
tan mortales como los cuerpos423.
Pero el nudo de las causas, en el cual yo estoy entrelazado, retorna, - l me crear
de
nuevo! Yo mismo formo parte de las causas del eterno retorno.
Vendr otra vez, con este sol, con esta tierra, con este guila, con esta serpiente
- no a
una vida nueva o a una vida mejor o a una vida semejante:
- vendr eternamente de nuevo a esta misma e idntica vida, en lo ms grande y tambin en lo ms pequeo, para ensear de nuevo el eterno retorno de todas las cosas, - para decir de nuevo la palabra del gran medioda de la tierra y de los hombres,
para
volver a anunciar el superhombre a los hombres.
He dicho mi palabra, quedo hecho pedazos a causa de ella: as lo quiere mi suerte
eterna - , perezco como anunciador!
Ha llegado la hora de que el que se hunde en su ocaso se bendiga a s mismo. As acaba el ocaso de Zaratustrd.424
Cuando los animales hubieron dicho estas palabras callaron y aguardaron a que Za
ratustra les dijese algo: mas Zaratustra no oy que ellos callaban. Antes bien, yaca
en silencio, con los ojos cerrados, semejante a un durmiente, aunque ya no dorma: pues
se
hallaba en conversacin con su alma. Pero la serpiente y el guila, al encontrarlo t
an silencioso, honraron el gran silencio que lo rodeaba y se alejaron con cuidado.
413
Otro ttulo pensado por Nietzsche para este captulo fue La evocacin. El presente ap
artado desarrolla
la idea del eterno retorno de lo idntico, ya aparecida en De la visin y enigma.
414
Alusin irnica al comienzo del acto tercero de la pera Sigfrido, de Wagner, en que
el dios Wotan
saca de su sueo a Erda, la Madre Primigenia, la cual vuelve a quedar dormida tras
un breve coloquio.
415
La ms completa autodefinicin de Zaratustra y uno de los textos capitales de esta
obra.
416
La manzana de rosa es fruto que aparece varias veces en As habl Zaratustra. Quiz sea
un smbolo del mundo. Esto puede quedar corroborado por el paralelismo entre la frase qu
e viene poco despus:
Zaratustra... tom en la mano una manzana de rosa, la oli y encontr agradable su olor,
y la frase del
Gnesis, 1, 31: Entonces vio Dios todo cuanto haba hecho, y encontr que estaba bien.
417
Estos dos corderos son los que ms tarde sern sacrificados para que Zaratustra y l
os hombres superiores que han acudido a su caverna celebren la Cena. Vase, en la cuarta parte, La
Cena.

418
Vase, en la segunda parte, La cancin de la noche.
419
Vase, en la tercera parte, De la visin y enigma, 2.
420
Vase la nota 248.
421
Vase, en la segunda parte, De los sacerdotes, 146.
422
Remedo de la confesin de Pedro a Jess: Simn Pedro respondi: T eres el Mesas, el Hijo
el
Dios viviente; vase el Evangelio de Mateo, 16, 16.
423
Vase lo que Zaratustra dice al volatinero al comienzo de la obra, Prlogo de Zarat
ustra, 6, y la nota
26.
424
Vase la nota 6.
Del gran anhelo425
Oh alma ma426, yo te he enseado a decir Hoy como se dice Alguna vez y En
otro tiempo y a bailar tu ronda por encima de todo Aqu y Ah y All.
Oh alma ma, yo te he redimido de todos los rincones, yo he apartado de ti el polv
o, las
araas y la penumbra.
Oh alma ma, yo te he lavado del pequeo pudor y de la virtud de los rincones y te p
ersuad a estar desnuda ante los ojos del sol.
Con la tempestad llamada Espritu sopl sobre tu mar agitado; todas las nubes las expuls de l soplando, estrangul incluso al estrangulador llamado Pecado.
Oh alma ma, te he dado el derecho de decir no como la tempestad y de decir s como
dice s el cielo abierto: silenciosa como la luz te encuentras ahora, y caminas a
travs de
tempestades de negacin.
Oh alma ma, te he devuelto la libertad sobre lo creado y lo increado: y quin conoce
la voluptuosidad de lo futuro como t la conoces?
Oh alma ma, te he enseado el despreciar que no viene como una carcoma, el grande,
amoroso despreciar, que ama mximamente all donde mximamente desprecia.
Oh alma ma, te he enseado a persuadir de tal modo que persuades a venir a ti a los
argumentos mismos: semejante al sol, que persuade al mar a subir hasta su altura.
Oh alma ma, he apartado de ti todo obedecer, todo doblar la rodilla y todo llamar
seor a otro, te he dado a ti misma el nombre Viraje de la necesidad427 y Destino.
Oh alma ma, te he dado nuevos nombres y juguetes multicolores, te he llamado Destino y Contorno de los contornos y Ombligo del tiempo y Campana azur.
Oh alma ma, a tu terruo le he dado a beber toda sabidura, todos los vinos nuevos y
tambin todos los vinos fuertes, inmemorialmente viejos, de la sabidura.
Oh alma ma, todo sol lo he derramado sobre ti, y toda noche y todo callar y todo
anhelo: - as has crecido para m cual una via.
Oh alma ma, inmensamente rica y pesada te encuentras ahora, como una via, con hinchadas ubres y densos y dorados racimos de oro: - apretada y oprimida por tu felicidad, aguardando a causa de tu sobreabundancia
, y
avergonzada incluso de tu aguardar.
Oh alma ma, en ninguna parte hay ahora un alma que sea ms amorosa y ms com-

prehensiva y ms amplia que t! El futuro y el pasado dnde estaran ms prximos y


juntos que en ti?
Oh alma ma, te he dado todo, y todas mis manos se han vaciado por ti: - y ahora!
Ahora me dices, sonriente y llena de melancola: Quin de nosotros tiene que dar las
gracias? - el que da no tiene que agradecer que el que toma tome? Hacer regalos no es una n
ecesidad? Tomar no es - un apiadarse? Oh alma ma, comprendo la sonrisa de tu melancola: Tambin tu inmensa riqueza extiende ahora manos anhelantes!
Tu plenitud mira por encima de mares rugientes y busca y aguarda; el anhelo de la
sobreplenitud mira desde el cielo de tus ojos sonrientes!
Y, en verdad, oh alma ma! Quin vera tu sonrisa y no se deshara en lgrimas? Los
ngeles mismos se deshacen en lgrimas a causa de la sobrebondad de tu sonrisa.
Tu bondad y tu sobrebondad son las que no quieren lamentarse y llorar: y, sin em
bargo,
oh alma ma, tu sonrisa anhela las lgrimas, y tu boca trmula, los sollozos.
No es todo llorar un lamentarse? Y no es todo lamentarse un acusar? As te hablas
a ti misma, y por ello, oh alma ma, prefieres sonrer a desahogar tu sufrimiento,
- a desahogar en torrentes de lgrimas todo el sufrimiento que te causan tu plenitu
d y
todos los apremios de la via para que vengan viadores y podadores!
Pero t no quieres llorar, no quieres desahogar en lgrimas tu purprea melancola, por
eso tienes que cantar, oh alma ma! - Mira, yo mismo sonro, yo te predije estas cos
as:
- cantar, con un canto rugiente, hasta que todos los mares se callen para escuch
ar tu anhelo, - hasta que sobre silenciosos y anhelantes mares se balancee la barca, el ureo pr
odigio,
en torno a cuyo oro dan brincos todas las cosas malas y prodigiosas: - tambin muchos animales grandes y pequeos, y todo lo que tiene prodigiosos pies l
igeros para poder correr sobre senderos de color violeta, - hacia el ureo prodigio, hacia la barca voluntaria y su dueo: pero ste es el vendi
miador, que aguarda con una podadera de diamante428 - tu gran liberador, oh alma ma, el sin-nombre - - al que slo cantos futuros encont
rarn un nombre! Y, en verdad, tu aliento tiene ya el perfume de cantos futuros, - ya t ardes y sueas, ya bebes t, sedienta, de todos los consoladores pozos de sonoras profundidades, ya descansa tu melancola en la bienaventuranza de cantos futur
os! - Oh alma ma, ahora te he dado todo, e incluso lo ltimo que tena, y todas mis manos s
e
han vaciado por ti: - el mandarte cantar, mira, esto era mi ltima cosa!
El mandarte cantar, y ahora habla, di: quin de nosotros tiene ahora - que dar las
gracias? - O mejor: canta para m, canta, oh alma ma! Y djame que sea yo el que d las
gracias! As habl Zaratustra.
425
Otro ttulo anotado por Nietzsche en sus manuscritos para este apartado era el de
Ariadna, al que corresponda ms adelante otro apartado titulado Dioniso (que ahora es Los siete sello
s).

426
Oh alma ma es invocacin bblica que aparece en los salmos. Vase, por ejemplo, el Salmo
, 103, 1.
427
Sobre viraje de la necesidad vase la nota 129.
428
De manera encubierta hay en estas palabras una alusin a Dioniso. Este, en efecto
, es representado en
ocasiones como un viador que viene en barco con una podadera en la mano para poda
r sus vides (as est
representado en la copa de Exekias, del siglo VI, que se conserva en Munich). La
vid, cargada de racimos,
que anhela la llegada del viador, es Ariadna (alma de Zaratustra). El viador con l
a podadera es imagen
que aparece tambin en el Apocalipsis. Vase Apocalipsis, 14, 18: Echa tu afilada poda
dera y vendimia
los racimos de la via de la tierra, pues llegaron a sazn sus uvas! Es posible que e
n el nimo de Nietzsche
se fundiesen ambas evocaciones.
La otra cancin del baile
1
En tus ojos he mirado hace un momento, oh vida429: oro he visto centellear en tus
nocturnos ojos, - mi corazn se qued paralizado ante esa voluptuosidad:
- una barca de oro he visto centellear sobre aguas nocturnas, una balanceante bar
ca de
oro que se hunda, beba agua, tornaba a hacer seas!
A mi pie, furioso de bailar, lanzaste una mirada, una balanceante mirada que rea,
preguntaba, derreta:
Slo dos veces agitaste tus castauelas con pequeas manos - entonces se balance ya
mi pie con furia de bailar.
Mis talones se irguieron, los dedos de mis pies escuchaban para comprenderte: ll
eva, en
efecto, quien baila sus odos - en los dedos de sus pies!
Hacia ti di un salto: t retrocediste huyendo de l; y hacia m lanz llamas la lengua de
tus flotantes cabellos fugitivos!
Di un salto apartndome de ti y de tus serpientes: entonces t te detuviste, medio v
uelta,
los ojos llenos de deseo.
Con miradas sinuosas - me enseas senderos sinuosos; en ellos mi pie aprende - astu
cias!
Te temo cercana, te amo lejana; tu huida me atrae, tu buscar me hace detenerme:
- yo
sufro, mas qu no he sufrido con gusto por ti!
Cuya frialdad inflama, cuyo odio seduce, cuya huida ata, cuya burla - conmueve:
- quin no te odiara a ti, gran atadora, envolvedora, tentadora, buscadora, encontra
dora! Quin no te amara a ti, pecadora inocente, impaciente, rpida como el viento, de
ojos infantiles!
Hacia dnde me arrastras ahora, criatura prodigiosa y nia traviesa? Y ahora vuelves
a huir de m, dulce presa y nia ingrata!
Te sigo bailando, te sigo incluso sobre una pequea huella. Dnde ests? Dame la
mano! O un dedo tan slo!
Aqu hay cavernas y espesas malezas: nos extraviaremos! - Alto! Prate! No ves revolotear bhos y murcilagos?

T bho! T murcilago! Quieres burlarte de m? Dnde estamos? De los perros


has aprendido este aullar y ladrar.
T me grues cariosamente con blancos dientecillos, tus malvados ojos saltan hacia
m desde ensortijadas melenitas!
ste es un baile a campo traviesa: yo soy el cazador - t quieres ser mi perro, o mi
gamuza?
Ahora, a mi lado! Y rpido, maligna saltadora!
Ahora, arriba! Y al otro lado! - Ay! - Me he cado yo mismo al saltar!
Oh, mrame yacer en el suelo, t arrogancia, e implorar gracia! Me gustara recorrer
contigo - senderos ms agradables!
- senderos del amor, a travs de silenciosos bosquecillos multicolores! O all a lo l
argo
del lago: all nadan y bailan peces dorados!
Ahora ests cansada? All arriba hay ovejas y atardeceres: no es hermoso dormir
cuando los pastores tocan la flauta?
Tan cansada ests? Yo te llevo, deja tan slo caer los brazos! Y si tienes sed, - yo
tendra sin duda algo, mas tu boca no quiere beberlo! - Oh esta maldita, gil, flexible serpiente y bruja escurridiza! Adnde has ido? Mas
en la cara siento, de tu mano, dos huellas y manchas rojas!
Estoy en verdad cansado de ser siempre tu estpido pastor! T bruja, hasta ahora he
cantado yo para ti, ahora t debes - gritar para m!
Al comps de mi ltigo debes bailar y gritar para m! Acaso he olvidado el ltigo? No!430
2
Entonces la vida me respondi as, y al hacerlo se tapaba los graciosos odos:
Oh Zaratustra! No chasquees tan horriblemente el ltigo! T lo sabes bien: el ruido
asesina los pensamientos - y ahora precisamente me vienen pensamientos tan grcile
s.
Nosotros somos, ambos, dos haraganes que no hacemos ni bien ni mal. Ms all del
bien y del mal hemos encontrado nuestro islote y nuestro verde prado - nosotros d
os
solos! Ya por ello tenemos que ser buenos el uno para el otro!
Y aunque no nos amemos a fondo -, es necesario guardarse rencor si no se ama a fo
ndo?
Y que yo soy buena contigo, y a menudo demasiado buena, eso lo sabes t: y la razn
es que estoy celosa de tu sabidura. Ay, esa loca y vieja necia de la sabidura!
Si alguna vez se apartase de ti tu sabidura, ay!, entonces se apartara de ti rpidame
nte
tambin mi amor. En este punto la vida mir pensativa detrs de s y en torno a s y dijo en voz baja: Oh
Zaratustra, t no me eres bastante fiel!
No me amas ni mucho menos tanto como dices, yo lo s, t piensas que pronto vas a
abandonarme.
Hay una vieja, pesada, pesada campana retumbante431: ella retumba por la noche y
su
sonido asciende hasta tu caverna: - cuando a medianoche oyes dar la hora a esa campana, t piensas en esto entre la
una y
las doce - t piensas en esto, oh Zaratustra, yo lo s, en que pronto vas a abandonarme!
S, contest yo titubeante, pero t sabes tambin esto. - Y le dije algo al odo, por entre los alborotados, amarillos, insensatos mechones de su cabello.
T sabes eso, oh Zaratustra? Eso no lo sabe nadie. - Y nos miramos uno a otro y contemplamos el verde prado, sobre el cual empezaba a

correr el fresco atardecer, y lloramos juntos. - Entonces, sin embargo, me fue la


vida ms
querida que lo que nunca me lo ha sido toda mi sabidura. As habl Zaratustra.
3432
Una!
Oh hombre! Presta atencin!
Dos!
Qu dice la profunda medianoche?
Tres!
Yo dorma, dorma -,
Cuatro!
De un profundo soar me he despertado: Cinco!
El mundo es profundo,
Seis!
Y ms profundo de lo que el da ha pensado.
Siete!
Profundo es su dolor -,
Ocho!
El placer - es an ms profundo que el sufrimiento:
Nueve!
El dolor dice: Pasa!
Diez!
Mas todo placer quiere eternidad -,
Once!
- quiere profunda, profunda eternidad!
Doce!
429
Con estas mismas palabras comienza La cancin del baile.
430
Aqu reaparece el ltigo al que se alude en la primera parte, al final del captulo De
viejecillas y jovencillas.

431
Esta campana de medianoche reaparecer en la cuarta parte, La cancin del noctmbulo.
432
Dos de los versos de esta poesa (el quinto y el sexto) han aparecido ya con ante
rioridad, aisladamente, en Antes de la salida del sol. En la cuarta parte, La cancin del noctmbulo, Za
ratustra ofrecer un amplio glosario, verso por verso, de esta poesa y al final invitar a su acompaante a
cantarla con l. All la
califica de canto de ronda, le da el ttulo de Otra vez y dice que su sentido es Por t
oda la eternidad!
Los siete sellos (O: La cancin S y Amn )433
1
Si yo soy un adivino y estoy lleno de aquel espritu vaticinador que camina sobre
una
elevada cresta entre dos mares, que camina como una pesada nube entre lo pasado y lo futuro 434, - hostil a las
hondonadas sofocantes y a todo lo que est cansado y no es capaz ni de vivir ni de mori
r:
dispuesta en su oscuro seno a lanzar el rayo y el redentor resplandor, grvida de
rayos
que dicen s!, ren s!, dispuesta a lanzar vaticinadores resplandores fulgurantes: - bienaventurado el que est grvido de tales cosas! Y, en verdad, mucho tiempo tiene
que estar suspendido de la montaa, cual una mala borrasca, quien alguna vez debe
encender la luz del futuro! Oh, cmo no iba yo a anhelar la eternidad y el nupcial anillo de los anillos, - el
anillo
del retorno!
Nunca encontr todava la mujer de quien quisiera tener hijos, a no ser esta mujer a
quien yo amo: pues yo te amo, oh eternidad!
Pues yo te amo, oh eternidad!
2
Si alguna vez mi clera destroz sepulcros, desplaz mojones e hizo rodar viejas tabla
s,
ya rotas, a profundidades cortadas a pico:
Si alguna vez mi escarnio avent palabras enmohecidas y yo vine como una escoba pa
ra araas cruceras y como viento que limpia viejas y sofocantes criptas funerarias
:
Si alguna vez me sent jubiloso all donde yacen enterrados viejos dioses, bendicien
do
al mundo, amando al mundo, junto a los monumentos de los viejos calumniadores de
l
mundo: - pues yo amo incluso las iglesias y los sepulcros de dioses, a condicin de que e
l cielo
mire con su ojo puro a travs de sus derruidos techos; me gusta sentarme, como hie
rba y
roja amapola, sobre derruidas iglesias - 435
Oh, cmo no iba yo a anhelar la eternidad y el nupcial anillo de los anillos, - el

anillo
del retorno?
Nunca encontr todava la mujer de quien quisiera tener hijos, a no ser esta mujer a
quien yo amo: pues yo te amo, oh eternidad!
Pues yo te amo, oh eternidad!
3
Si alguna vez lleg hasta m un soplo del soplo creador y de aquella celeste necesid
ad
que incluso a los azares obliga a bailar ronda de estrellas:
Si alguna vez re con la risa del rayo creador, al que gruendo, pero obediente, sig
ue el
prolongado trueno de la accin: Si alguna vez jugu a los dados con los dioses sobre
la
divina mesa de la tierra, de tal manera que la tierra tembl y se resquebraj y arro
j resoplando ros de fuego: pues una mesa de dioses es la tierra, que tiembla con nuevas palabras creadoras
y con
divinas tiradas de dados: - Oh, cmo no iba yo a anhelar la eternidad y el nupcial
anillo
de los anillos, - el anillo del retorno?
Nunca encontr todava la mujer de quien quisiera tener hijos, a no ser esta mujer a
quien yo amo: pues yo te amo, oh eternidad!
Pues yo te amo, oh eternidad!
4
Si alguna vez beb a grandes tragos de aquella espumeante y especiada jarra de mez
clar
en la que se hallan bien mezcladas todas las cosas:
Si alguna vez mi mano derram las cosas ms remotas sobre las ms prximas, y fuego
sobre el espritu, y placer sobre el sufrimiento, y lo ms inicuo sobre lo ms bondado
so:
Si yo mismo soy un grano de aquella sal redentora que hace que todas las cosas s
e mezclen bien en aquel jarro: - pues hay una sal que liga lo bueno con lo malvado; y hasta lo ms malvado es dig
no
de servir de condimento y de ltima efusin: Oh, cmo no iba yo a anhelar la eternidad y el nupcial anillo de los anillos, - el
anillo
del retorno?
Nunca encontr todava la mujer de quien quisiera tener hijos, a no ser esta mujer a
quien yo amo: pues yo te amo, oh eternidad!
Pues yo te amo, oh eternidad!
5
Si yo soy amigo del mar y de todo cuanto es de especie marina, y cuando ms amigo
suyo soy es cuando, colrico, l me contradice:
Si en m hay aquel placer indagador que empuja las velas hacia lo no descubierto,
si en
mi placer hay un placer de navegante:
Si alguna vez mi jbilo grit: La costa ha desaparecido, - ahora ha cado mi ltima cadena -

- lo ilimitado ruge en torno a m, all lejos brillan para m el espacio y el tiempo, b


ien!,
adelante!, viejo corazn! - Oh, cmo no iba yo a anhelar la eternidad y el nupcial anillo de los anillos, - el anillo del retorno?
Nunca encontr todava la mujer de quien quisiera tener hijos, a no ser esta mujer a
quien yo amo: pues yo te amo, oh eternidad!
Pues yo te amo, oh eternidad!
6
Si mi virtud es la virtud de un bailarn, y a menudo he saltado con ambos pies hac
ia un
xtasis de oro y esmeralda:
Si mi maldad es una maldad riente, que habita entre colinas de rosas y setos de
lirios:
- dentro de la risa, en efecto, se congrega todo lo malvado, pero santificado y
absuelto
por su propia bienaventuranza: Y si mi alfa y mi omega436 es que todo lo pesado se vuelva ligero, todo cuerpo,
bailarn,
todo espritu, pjaro: y en verdad esto es mi alfa y mi omega! Oh, cmo no iba yo a anhelar la eternidad y el nupcial anillo de los anillos, - el
anillo
del retorno?
Nunca encontr.todava la mujer de quien quisiera tener hijos, a no ser esta mujer a
quien yo amo: pues yo te amo, oh eternidad!
Pues yo te amo, oh eternidad!
7
Si alguna vez extend silenciosos cielos encima de m, y con alas propias vol hacia c
ielos propios:
Si yo nad jugando en profundas lejanas de luz, y mi libertad alcanz una sabidura de
pjaro: - y as es como habla la sabidura de pjaro: Mira, no hay ni arriba ni abajo! Lnzate
de ac para all, hacia adelante, hacia atrs, t ligero! Canta!, no sigas hablando!
- Acaso todas las palabras no estn hechas para los pesados? No mienten, para quien
es ligero, todas las palabras? Canta, no sigas hablando!
Oh, cmo no lba yo a anhelar la eternidad y el nupcial anillo de los anillos, - el
anillo
del retorno?
Nunca encontr todava la mujer de quien quisiera tener hijos, a no ser esta mujer a
quien yo amo: pues yo te amo, oh eternidad!
Pues yo te amo, oh eternidad!

433
Tanto Los siete sellos como S y amn son expresiones tomadas del Apocalipsis. Vase Apo
alipsis, 5, 1 y 1, 7, respectivamente.
434
Las cuatro lneas anteriores son parfrasis de Apocalipsis, 10, 1-2: Y vi otro ngel f
uerte, que bajaba
del cielo, envuelto en una nube, y el arco iris por encima de su cabeza, y su se
mblante como el sol, y sus
piernas como columnas de fuego, y tena en su mano un librito abierto; y puso su p
ie derecho sobre el mar,

y el izquierdo sobre la tierra, y clam con voz potente, como cuando ruge el len. Es
tas cuatro lneas se
repetirn luego en La cancin del noctmbulo, 2.
435
Vase, en la segunda parte, De los sacerdotes.
436
Expresin del Apocalipsis, 1, 8: Yo soy el alfa y la omega, dice el Seor Dios, el q
ue es y era y ha de
venir, el soberano de todo.
Cuarta y ltima parte de
As habl Zaratustra
Ay, den qu lugar del mundo se han cometido
tonteras mayores que entre los compasivos? zY qu
cosa en el mundo ha provocado ms sufrimiento que
las tonteras de los compasivos?
Ay de todos aquellos que aman y no tienen todava
una altura que est por encima de su compasin!
As me dijo el demonio una vez: Tambin Dios
tiene su infierno: es su amor a los hombres.
Y hace poco le o decir esta frase: Dios ha muerto;
a causa de su compasin por los hombres ha muerto
Dios.
As habl Zaratustra (II).
La ofrenda de la miel
Y de nuevo pasaron lunas y aos sobre el alma de Zaratustra, y l no prestaba atencin
a eso; mas su cabello se volvi blanco. Un da, cuando se hallaba sentado sobre una
piedra437 delante de su caverna y miraba en silencio hacia afuera, - desde all se ve
el mar a
lo lejos, al otro lado de abismos tortuosos - sus animales estuvieron dando vuel
tas, pensativos, a su alrededor y por fin se colocaron delante de l.
Oh Zaratustra, dijeron, es que buscas con la mirada tu felicidad?438 - Qu importa
la felicidad!, respondi l, hace ya mucho tiempo que yo no aspiro a la felicidad, a
spiro a
mi obra. - Oh Zaratustra, hablaron de nuevo los animales, dices eso como quien est
sobrado de bien. No yaces t acaso en un lago de felicidad azul como el cielo? - Pcaros, respondi Zaratustra, y sonri, qu bien habis elegido la imagen! Pero tambin
sabis que mi felicidad es pesada, y no como una fluida ola de agua: me oprime y n
o
quiere despegarse de m y se parece a pez derretida. Entonces los animales se pusieron a dar vueltas de nuevo, pensativos, a su alred
edor, y
otra vez se colocaron delante de l. Oh Zaratustra, dijeron, a eso se debe, pues, el
que
t mismo te ests poniendo cada vez ms amarillo y oscuro, aunque tu cabello aparente
ser blanco y como de lino? Mira, ests sentado en tu pez! - Qu decs, animales mos,
dijo Zaratustra y se ri, en verdad blasfem cuando habl de la pez439. Lo que a m me
ocurre les ocurre a todos los frutos que maduran. La miel que hay en mis venas e
s lo que
vuelve ms espesa mi sangre y, tambin, ms silenciosa mi alma. - As ser, oh Zaratustra, respondieron los animales, y se arrimaron a l; mas no quieres subir hoy a
una

alta montaa? El aire es puro, y hoy se ve una parte del mundo mayor que nunca. - S,
animales mos, respondi l, acertado es vuestro consejo y conforme a mi corazn: hoy
quiero subir a una alta montaa! Pero cuidad de que all tenga a mano miel, miel de
colmena, amarilla, blanca, buena, fresca como el hielo. Pues sabed que all arriba qu
iero
hacer la ofrenda de la miel. Sin embargo, cuando Zaratustra estuvo en la cumbre mand a casa a sus animales, qu
e
lo haban acompaado, y vio que entonces estaba solo: - entonces se ri de todo corazn,
mir a su alrededor y habl as:
El haber hablado de ofrendas, y de ofrendas de miel, fue slo una argucia oratoria
y, en
verdad, una tontera til! Aqu arriba me es lcito hablar con mayor libertad que delant
e
de cavernas de eremitas y de animales domsticos de eremitas.
Por qu hacer una ofrenda! Yo derrocho lo que se me regala, yo derrochador de las m
il
manos: cmo me sera lcito llamar a esto todava - hacer una ofrenda!
Y cuando yo peda miel, lo que peda era tan slo un cebo y un dulce y viscoso almibar
,
al que son aficionados incluso los osos gruones y los pjaros extraos, refunfuadores,
malvados:
- el mejor cebo, cual lo precisan cazadores y pescadores. Pues si el mundo es cu
al un
oscuro bosque lleno de animales, y jardn de delicias de todos los cazadores furti
vos, a m
me parece ms bien, y aun mejor, un mar rico y lleno de abismos, - un mar lleno de
peces
y cangrejos de todos los colores, que hasta los dioses sentiran deseos de hacerse
pescadores en su orilla y echadores de redes: tan abundante es el mundo en rarezas gra
ndes y
pequeas!
Especialmente el mundo de los hombres, el mar de los hombres: - a l lanzo yo ahor
a
mi caa de oro y digo: brete, abismo del hombre!
brete y arrjame tus peces y tus centelleantes cangrejos! Con mi mejor cebo pesco
yo hoy para m los ms raros peces humanos!
- mi propia felicidad arrjola lejos, a todas las latitudes ylejanas, entre el aman
ecer, el
medioda y el atardecer, a ver si muchos peces humanos aprenden a tirar y morder d
e mi
felicidad.
Hasta que, mordiendo mis afilados anzuelos escondidos, tengan que subir a mi alt
ura
los ms multicolores gobios de los abismos, subir hacia el ms maligno de todos los
pescadores de hombres440.
Pues eso soy yo a fondo y desde el comienzo, tirando, atrayendo, levantando, ele
vando,
alguien que tira, que cra y corrige, que no en vano se dijo a s mismo en otro tiem
po:
Llega a ser el que eres!441
As, pues, que los hombres suban ahora hasta m: pues todava aguardo los signos442 de
que ha llegado el tiempo de mi descenso, todava no me hundo yo mismo en mi ocaso
como tengo que hacerlo, entre los hombres.

A esto aguardo aqu, astuto y burln, en las altas montaas, ni impaciente ni paciente
,
sino ms bien como quien ha olvidado hasta la paciencia, - porque ya no padece.
Mi destino me deja tiempo, en efecto: acaso me ha olvidado? O est sentado a la
sombra detrs de una gran piedra y se dedica a cazar moscas?
Y, en verdad, le estoy reconocido, a mi eterno destino, de que no me urja ni me
apremie
y me deje tiempo para bromas y maldades: de modo que hoy he subido a esta alta m
ontaa a pescar peces.
Ha pescado un hombre alguna vez peces sobre altas montaas? Y aunque sea una tontera lo que yo quiero y hago aqu arriba: mejor es esto que no volverme solemne all
abajo, a fuerza de aguardar, y verde y amarillo - uno que resopla afectadamente de clera a fuerza de aguardar, una santa tempesta
d
rugiente que baja de las montaas, un impaciente que grita a los valles: Od, u os azo
to
con el ltigo de Dios!
No es que yo me enoje por esto con tales colricos: me hacen rer bastante! Impacientes tienen que estar esos grandes tambores ruidosos, que o hablan hoy o no habla
n nunca!
Mas yo y mi destino - no hablamos al Hoy, tampoco hablamos al Nunca: para hablar
tenemos paciencia, y tiempo, y ms que tiempo. Pues un da tiene l que venir443, y no
le
ser lcito pasar de largo.
Quin tiene que venir un da, y no le ser lcito pasar de largo? Nuestro gran Hazar, es
decir, nuestro grande y remoto reino del hombre, el reino de Zaratustra de los m
il aos444
- A qu distancia se encuentra ese algo lejano? Qu me importa eso! Mas no por ello
es para m menos firme -, con ambos pies estoy yo seguro sobre ese fundamento,
- sobre un fundamento eterno, sobre una dura roca primitiva445, sobre estas mont
aas
primitivas, las ms elevadas y duras de todas, a las que acuden todos los vientos
como a
una divisoria meteorolgica, preguntando por el dnde? y por el de dnde? y por el
hacia dnde?
Re aqu, re, luminosa y saludable maldad ma! Desde las altas montaas arroja hacia
abajo tu centelleante risotada burlona! Pesca para m con tu centelleo los ms hermos
os
peces humanos!
Y lo que en todos los mares a m me pertenece, mi en-m y para-m446 en todas las cos
as,
- pscame eso y scalo fuera, sube eso hasta m: eso es lo que aguardo yo, el ms malign
o
de todos los pescadores.
Lejos, lejos, anzuelo mo! Dentro, hacia abajo, cebo de mi felicidad! Deja caer gota
a
gota tu ms dulce roco, miel de mi corazn! Muerde, anzuelo mo, en el vientre de toda
negra tribulacin!
Lejos, lejos, ojos mos! Oh, cuntos mares a mi alrededor, cuntos futuros humanos
que alborean! Y por encima de m - qu calma rosada! Qu silencio despejado de nubes!
437
Esta piedra situada junto a la salida de la caverna de Zaratustra volver a ser m
encionada en el ltimo
captulo de esta parte, El signo. All la llama la gran piedra. Quizs encierrre una mal
iciosa alusin a la

piedra sobre la que est asentada la Iglesia. Vase antes, La ofrenda de la miel, not
a 445.
438
Zaratustra repetir estas mismas palabras al final de obra. Vase El signo.
439
La palabra alemana Pech empleada por Zaratustra tiene el doble sentido de pez y d
e mala suerte.
440
Vase la nota 27.
441
Llega a ser el que eres es frase de Pndaro (Pticas, II, 72). Nietzsche la utiliz com
o subttulo de
Ecce homo: Cmo se llega a ser lo que se es.
442
Los signos que Zaratustra aguarda son la bandada de palomas y el len riente. Vase
, en la tercera
parte, De tablas viejas y nuevas, 1, y la nota 364.
443
En La genealoga de la moral describe Nietzsche a ese que ha de venir con las sigui
entes palabras:
Ese hombre del futuro, que nos liberar del ideal existente hasta aho ra y asimismo
de lo que tuvo que
nacer de ese ideal, de la gran nusea, de la voluntad de la nada, del nihilismo, e
se toque de campana del
medioda y de la gran decisin, que de nuevo libera la voluntad, que devuelve a la t
ierra su meta y al hombre su esperanza, ese anticristo y antinihilista, ese vencedor de Dios y de la n
ada -alguna vez tiene que
llegar.
444
Hazar significa perodo de mil aos. Al usar la expresin bblica de reino de los mil ao
pocalipsis, 20) Zaratustra contrapone implcitamente el reino del hombre al reino de Dios,
como en otra
ocasin opuso el reino de la tierra al reino de los cielos.
445
Sigue la contraposicin implcita entre el reino del hombre y el reino de Dios. Tambin
a Iglesia
est edificada sobre una piedra (vase Evangelio de Mateo, 16, 18).
446
Vase la nota 53.
El grito de socorro447
Al da siguiente estaba sentado Zaratustra de nuevo en su piedra delante de la cav
erna
mientras los animales andaban fuera errantes por el mundo para traer nuevo alime
nto, tambin nueva miel: pues Zaratustra haba consumido y derrochado la vieja miel hasta
la
ltima gota. Y mientras se hallaba as sentado, con un bastn en la mano, y dibujaba s
obre la tierra la sombra de su figura, reflexionando, y, en verdad!, no sobre s mis
mo ni
sobre su sombra, - de pronto se asust y se sobresalt: pues junto a su sombra vea ot
ra
sombra distinta. Y al mirar rpidamente a su alrededor y levantarse, he aqu que jun
to a l
estaba el adivino, el mismo a quien en otro tiempo haba dado de comer y de beber
en su

mesa448, el anunciador de la gran fatiga, que enseaba: Todo es idntico, nada vale l
a
pena, el mundo carece de sentido, el saber estrangula449. Pero su rostro haba camb
iado
entretanto; y cuando Zaratustra le mir a los ojos, su corazn volvi a asustarse: tan
tos
eran los malos presagios y los rayos cenicientos que cruzaban por aquella cara.
El adivino, que se haba dado cuenta de lo que ocurra en el alma de Zaratustra, se
pas
la mano por el rostro como si quisiera borrarlo; lo mismo hizo tambin Zaratustra.
Y
cuando ambos de ese modo se hubieron serenado y reanimado en silencio, dironse la
s
manos en seal de que queran reconocerse.
Bienvenido seas, dijo Zaratustra, t adivino de la gran fatiga, no debe ser en vano
el
que en otro tiempo fueras mi comensal y mi husped. Come y bebe tambin hoy en mi
casa, y perdona el que un viejo alegre se siente contigo a la mesa! - Un viejo aleg
re?,
respondi el adivino moviendo la cabeza: quien quiera que seas o quieras ser, oh Z
aratustra, lo has sido ya mucho tiempo aqu arriba, - dentro de poco no estar ya tu barca
en
seco! - Es que yo estoy en seco?450, pregunt Zaratustra riendo. - Las olas en torno
a tu montaa, respondi el adivino, suben cada vez ms, las olas de la gran necesidad
y
tribulacin pronto levantarn tambin tu barca y te llevarn lejos de aqu. - Zaratustra
call al or esto y se maravill. - No oyes todava nada?, continu diciendo el adivino:
no suben de la profundidad un fragor y un rugido? - Zaratustra sigui callado y escu
ch: entonces oy un grito largo, largo, que los abismos se lanzaban unos a otros y
se devolvan, pues ninguno quera retenerlo: tan funestamente resonaba.
T, perverso adivino, dijo finalmente Zaratustra, eso es un grito de socorro y un g
rito
de hombre, y sin duda viene de un negro mar. Mas qu me importan las necesidades de
los hombres! Mi ltimo pecado451, que me ha sido reservado para el final, - sabes t
acaso cmo se llama?
- Compasin!, respondi el adivino con el corazn rebosante, y alz las dos manos oh Zaratustra, yo vengo para seducirte a cometer tu ltimo pecado! Y apenas haban sido dichas estas palabras retumb de nuevo el grito, ms largo y angustioso que antes, tambin mucho ms cercano ya. Oyes? Oyes, Zaratustra?, exclam el adivino, ese grito es para ti, a ti es a quien llama: ven, ven, ven, es tiemp
o, ya ha
llegado la hora! -452
Zaratustra callaba, desconcertado y trastornado; finalmente pregunt, como quien v
acila en su interior: Y quin es el que all me llama?
T lo sabes bien, respondi con violencia el adivino por qu te escondes? El hombre
superior es quien grita llamndote!
El hombre superior?, grit Zaratustra horrorizado: qu quiere se? Qu quiere se?
El hombre superior! Qu quiere aqui se? - y su piel se cubri de sudor.
Pero el adivino no respondi a la angustia de Zaratustra, sino que sigui escuchando
hacia la profundidad. Y cuando se hizo all un largo silencio, volvi su vista atrs y
vio a
Zaratustra de pie y temblando.
Oh Zaratustra, empez a decir con triste voz, no ests ah como alguien a quien su felicidad le hace dar vueltas: tendrs que bailar si no quieres caerte al suelo!

Pero aunque quisieras bailar y ejecutar todas tus piruetas delante de m: a nadie
le sera
lcito decirme: Mira, ah baila el ltimo hombre alegre!453
En vano vendra hasta esta altura uno que buscase aqu a ese hombre: encontrara sin
duda cavernas, y otras cavernas detrs de las primeras, y escondrijos para gente e
scondida, mas no pozos de felicidad ni tesoros ni filones vrgenes del oro de la felicid
ad.
Felicidad - cmo encontrar felicidad entre tales sepultados y tales eremitas! Tengo
que buscar todava la ltima felicidad en islas afortunadas y a lo lejos entre mares
olvidados?
Pero todo es idntico, nada merece la pena, de nada sirve buscar, ya no hay tampoco
islas afortunadas! - As dijo el adivino suspirando; mas al or su ltimo suspiro Zaratustra recobr su lucidez y su seguridad, como uno que sale desde un profundo abismo a la luz. No! No!
Tres veces no!454, exclam con fuerte voz y se acarici la barba - De eso s yo ms que
t! Todava existen islas afortunadas! Calla t de eso, suspirante saco de aflicciones!
Deja de chapotear acerca de eso, t nube de lluvia en la maana! No estoy ya mojado
por tu tribulacin, y empapado como un perro?
Ahora voy a sacudirme y a alejarme de ti, para quedar seco de nuevo: de esto no t
ienes
derecho a asombrarte! Te parezco descorts? Pero aqu est mi corte.
Y en lo que se refiere a tu hombre superior: bien!, voy aprisa a buscarlo en aque
llos
bosques: de all vena su grito. Tal vez lo acosa all un malvado animal.
Est en mis dominios455: en ellos no debe sufrir ningn dao! Y, en verdad, hay muchos animales malvados en mi casa. Dichas estas palabras Zaratustra se dio la vuelta para irse. Entonces dijo el ad
ivino: Oh
Zaratustra, eres un bribn! Lo s bien: quieres librarte de m! Prefieres correr a los
bosques y acechar animales malvados!
Mas de qu te sirve eso? Al atardecer me tendrs de nuevo, en tu propia caverna permanecer sentado, paciente y pesado como un leo - y te aguardar!
As sea!, replic Zaratustra yndose: y lo que en mi caverna es mo, tambin te pertenece a ti, husped mo!
Y si todava encontrases miel ah dentro, bien!, lmetela toda, oso grun, y endulza
tu alma! Pues al atardecer queremos estar los dos de buen humor.
- de buen humor y contentos de que este da haya acabado! Y t mismo debes bailar al
son de mis canciones, como mi oso bailador.
No lo crees? Mueves la cabeza? Bien! Adelante! Viejo oso! Tambin yo - soy un
adivino.
As habl Zaratustra.
447
Sobre este grito de auxilio dice Nietzsche en Ecce homo: Permanecer aqu dueo de la s
ituacin,
lograr aqu que la altura de la tarea propia permanezca limpia de los im pulsos mu
cho ms bajos y mucho
ms miopes que actan en las llamadas acciones desinteresadas, sta es la prueba, acas
o la ltima prueba
que un Zaratustra tiene que rendir -su autntica demostracin de fuerza.
448
Vase, en la segunda parte, El adivino.
449
Vase la nota 248.

450
La expresin alemana ni Trocknen sitzen tiene un doble sentido; uno, literal: estar
(una barca) fuera
del agua (en seco) , y otro, figurado: no tener alguien nada de dinero. Esto le per
mite a Zaratustra dar su
irnica respuesta, pues quiere decir: Es que yo soy un insolvente, sin nada de dine
ro?
451
Vase, en la tercera parte, De tablas viejas y nuevas, 11; y en esta cuarta parte
, El grito de socorro, El
ms feo de los hombres, y El signo.
452
Vase, en la segunda parte, De grandes acontecimientos; en la tercera parte, De l
a bienaventuranza
no querida, y, en esta cuarta parte, A medioda.
453
Posible rplica de Nietzsche a Goethe, quien, a la muerte del prncipe de Ligne, esc
ribi un requiem
por el hombre ms alegre de este siglo.
454
No! No! Tres veces no! Zaratustra repetir varias veces en lo sucesivo esta misma excl
amacin;
vase El ms feo de los hombres, El saludo, y Del hombre superior, 6.
455
Esta afirmacin de Zaratustra de que stos son sus dominios ser contradicha ms tarde por
el concienzudo del espritu. Vase La sanguijuela.
Coloquio con los reyes
1
No haba pasado an una hora desde que Zaratustra andaba caminando por sus montaas y bosques cuando vio de pronto un extrao cortejo. Justo por el camino por el qu
e l
iba bajando venan dos reyes a pie, adornados con coronas y con cinturones de prpur
a,
tan multicolores como dos flamencos456: conducan delante de ellos un asno cargado
.
Qu quieren esos reyes en mi reino?, dijo asombrado Zaratustra a su corazn, y se
escondi rpidamente detrs de unas matas. Y cuando los reyes se acercaban adonde l
estaba, dijo a media voz, como quien se habla a s solo: Qu extrao! Qu extrao!
Cmo se compagina esto? Veo dos reyes - y un solo asno!
Entonces los dos reyes se detuvieron, sonrieron, miraron hacia el lugar de donde
la voz
vena, y luego se miraron ellos mismos cara a cara. Esas cosas se las piensa tambin
ciertamente entre nosotros, dijo el rey de la derecha, pero no se las dice.
El rey de la izquierda se encogi de hombros y respondi:
Sin duda ser un cabrero. O un eremita que ha vivido durante demasiado tiempo entre
rocas y rboles. La falta total de sociedad, en efecto, acaba por echar a perder t
ambin las
buenas costumbres.
Las buenas costumbres?, replic malhumorado y con amargura el otro rey: de qu
vamos nosotros escapando? No es de las buenas costumbres? De nuestra buena sociedad?
Mejor es, en verdad, vivir entre eremitas y cabreros que con nuestra dorada, fal
sa y acicalada plebe - aunque se llame a s misma buena sociedad,
- aunque se llame a s misma nobleza. All todo es falso y podrido, en primer lugar la

sangre, gracias a viejas y malas enfermedades y a curanderos aun peores.


El mejor y el preferido contina siendo para m hoy un sano campesino, tosco, astuto
,
testarudo, tenaz: sa es hoy la especie ms noble.
El campesino es hoy el mejor; y la especie de los campesinos debera dominar! Pero
ste es el reino de la plebe, - ya no me dejo engaar. Y plebe quiere decir: mezcola
nza.
Mezcolanza plebeya: en ella todo est revuelto con todo, santo y bandido e hidalgo
y
judo y todos los animales del arca de No.
Buenas costumbres! Todo es entre nosotros falso y podrido. Nadie sabe ya venerar:
justo de eso es de lo que nosotros vamos huyendo. Son perros empalagosos y pegaj
osos,
pintan con purpurina hojas de palma.
La nusea que me estrangula es que incluso nosotros los reyes nos hemos vuelto falsos, andamos recubiertos y disfrazados con la vieja y amarillenta pompa de nuest
ros
abuelos, siendo medallones para los ms estpidos y para los ms astutos y para todo e
l
que hoy trafica con el poder!
Nosotros no somos los primeros - y, sin embargo, tenemos que pasar por tales: de
esa
superchera estamos ya hartos por fin, y nos produce nuseas.
De la chusma hemos escapado, de todos esos vocingleros y moscardones que escribe
n,
del hedor de los tenderos, de la agitacin de los ambiciosos, del aliento pestilen
te -: puf,
vivir en medio dula chusma,
- puf, pasar por los primeros en medio de la chusma! Ay, nusea! nusea! nusea!
Qu importamos ya nosotros los reyes! Tu vieja enfermedad te acomete, dijo entonces el rey de la izquierda, la nusea te
acomete, pobre hermano mo. Pero ya sabes que hay alguien que nos est escuchando.
Inmediatamente se levant de su escondite Zaratustra, que haba abierto del todo sus
odos y sus ojos a estos discursos, acercse a los reyes y comenz a decir:
Quien os escucha, quien con gusto os escucha, reyes, se llama Zaratustra.
Yo soy Zaratustra, que en otro tiempo457 dijo: Qu importan ya los reyes! Perdonadme que me haya alegrado cuando os decais uno a otro: Qu importamos nosotros
los reyes!
ste es mi reino y mi dominio: qu andis buscando vosotros en mi reino? Pero acaso
habis encontrado en el camino lo que yo busco, a saber: el hombre superior.
Cuando los reyes oyeron esto se dieron golpes de pecho458 y dijeron con una sola
boca:
Hemos sido reconocidos!
Con la espada de esa palabra has desgarrado la ms densa tiniebla de nuestro corazn
.
Has descubierto nuestra necesidad, pues mira! Estamos en camino para encontrar al
hombre superior, - al hombre que sea superior a nosotros: aunque nosotros seamos reyes. Para l tra
emos
este asno. Pues el hombre supremo, el superior a todos, debe ser en la tierra ta
mbin el
seor supremo459.
No existe desgracia ms dura en todo destino de hombre que cuando los poderosos de
la tierra no son tambin los primeros hombres. Entonces todo se vuelve falso y tor

cido y
monstruoso.
Y cuando incluso son los ltimos, y ms animales que hombres: entonces la plebe sube
y sube de precio, y al final la virtud de la plebe llega a decir: mirad, virtud so
y yo nicamente! Qu acabo de or?, respondi Zaratustra: Qu sabidura en unos reyes! Estoy encantado y, en verdad, me vienen ganas de hacer unos versos sobre esto: - aunque sean unos versos no aptos para los odos de todos. Hace ya mucho tiempo q
ue
he olvidado el tener consideraciones con orejas largas. Bien! Adelante!
(Pero entonces ocurri que tambin el asno tom la palabra: y dijo clara y malvolamente I-A.460)
En otro tiempo - creo que en el ao primero de la salvacin
Dijo la Sibila, embriagada sin vino:
Ay, las cosas marchan mal!
Ruina!Ruina!Nunca cay tan bajo el mundo!
Roma baj a ser puta y burdel,
El Csar de Roma baj a ser un animal, Dios mismo - se hizo judo!461
2
Los reyes se deleitaron con estos versos de Zaratustra; y el rey de la derecha d
ijo: Oh
Zaratustra, qu bien hemos hecho en habernos puesto en camino para verte!
Pues tus enemigos nos mostraban tu imagen en su espejo: en l t mirabas con la muec
a
de un demonio y con una risa burlona 462: de modo que tenamos miedo de ti.
Mas de qu serva esto! Una y otra vez nos punzabas el odo y el corazn con tus sentencias. Entonces dijimos finalmente: qu importa el aspecto que tenga!
Tenemos que orle a l, a l que ensea debis amar la paz como medio para nuevas
guerras, y la paz corta ms que la larga!
Nadie ha dicho hasta ahora palabras tan belicosas como: Qu es bueno? Ser valiente
es bueno. La buena guerra es la que santifica toda causa463.
Oh Zaratustra, la sangre de nuestros padres se agitaba en nuestro cuerpo al or ta
les palabras: era como el discurso de la primavera a viejos toneles de vino.
Cuando las espadas se cruzaban como serpientes de manchas rojas, entonces nuestr
os
padres encontraban buena la vida; el sol de toda paz les pareca flojo y tibio, y
la larga
paz daba vergenza.
Cmo suspiraban nuestros padres cuando vean en la pared espadas relucientes y secas! Lo mismo que stas, tambin ellos tenan sed de guerra. Pues una espada quiere be
ber sangre y centellea de deseo. - - Mientras los reyes hablaban y parloteaban as, con tanto ardor, de la felicidad
de sus
padres, Zaratustra fue acometido por unas ganas no pequeas de burlarse de su ardo
r:
pues eran visiblemente reyes muy pacficos los que l vea delante de s, reyes con rost
ros
antiguos y delicados. Mas se domin. Bien!, dijo, hacia all sigue el camino, all se
encuentra la caverna de Zaratustra; y este da debe tener una larga noche! Pero aho
ra me
llama un grito de socorro que me obliga a alejarme de vosotros a toda prisa464.
Es un honor para mi caverna el que unos reyes quieran sentarse en ella y aguarda
r: pe-

ro, ciertamente, tendris que aguardar mucho tiempo!


Bien! Qu importa! Dnde se aprende hoy a aguardar mejor que en las cortes? Y la
entera virtud de los reyes, la que les ha quedado, - no se llama hoy: poder-aguar
dar?
As habl Zaratustra.
456
Vase, en la tercera parte, De tablas viejas y nuevas, 12. All Zaratustra aplica e
ste calificativo a los
cortesanos.
457
Vase, en la tercera parte, De tablas viejas y nuevas, 12.
458
Expresin bblica, tomada del Evangelio de Lucas, 18, 13: El publicano... se daba go
lpes de pecho,
diciendo: Oh Dios, s propicio a m, pecador!
459
Alusin a la entrada del seor supremo en Jerusaln, montado en un asno, entre cantos d
e jbilo.
Vase el Evangelio de Mateo, 21.
460
Vase la nota 359.
461
En Crepsculo de los dolos afirma Nietzsche: No sin sutileza se ha dicho: il est in
digne des grands
coeurs de rpandre le trouble qu ils ressentent: slo hay que aadir que puede ser asi
mismo grandeza de
alma el no tener miedo de las cosas ms indignas. Una mujer que ama sacrifica su h
onor; un hombre del
conocimiento que ama sacrifica acaso su humanidad; un Dios que amaba se hizo judo.
462
Vase, en la segunda parte, El nio del espejo.
463
Vase, en la primera parte, De la guerra y el pueblo guerrero.
464
Zaratustra utiliza esta misma frmula en los captulos siguientes para despedirse a
toda prisa de los
personajes con que va encontrndose; vase La sanguijuela, Jubilado, y El mendigo v
oluntario.
La sanguijuela 465
Y Zaratustra sigui pensativo su camino, bajando cada vez ms, atravesando bosques y
bordeando terrenos pantanosos; y como le ocurre a todo aquel que reflexiona sobr
e cosas
difciles pis, sin darse cuenta, a un hombre. Y he aqu que de pronto le salpicaron l
a cara
un grito de dolor y dos maldiciones y veinte injurias perversas: de modo que, co
n el susto, alz el bastn y golpe adems a aquel al que haba pisado. Pero inmediatamente recobr el juicio; y su corazn ri de la tontera que acababa de cometer.
Perdona, dijo al pisado, el cual se haba erguido furioso y se haba sentado, perdona
y
escucha antes de nada una parbola.
As como un viajero que suea con cosas lejanas tropieza, sin darse cuenta, en una c
alle
solitaria con un perro dormido, con un perro tendido al sol:
- y ambos se encolerizan, se increpan, como enemigos mortales, los dos mortalmen

te
asustados: as nos ha ocurrido a nosotros.
Y sin embargo! Y sin embargo - qu poco ha faltado para que ambos se acariciasen,
ese perro y ese solitario! Pues ambos son - solitarios!
- Quienquiera que seas, dijo, todava furioso, el pisado, tambin con tu parbola me
pisoteas, y no slo con tu pie!
Mira, es que yo soy un perro? - y en ese momento el sentado se levant y sac su
brazo desnudo del pantano. Antes, en efecto, haba estado tendido en el suelo, ocu
lto e
irreconocible, como quienes acechan la caza de los pantanos.
Pero qu ests haciendo!, exclam Zaratustra asustado, pues vea que por el desnudo
brazo corra mucha sangre, - qu te ha ocurrido? Te ha mordido, desgraciado, un perverso animal?
El que sangraba ri, aunque todava estaba encolerizado. Qu te importa!, dijo, y quiso marcharse. Aqu estoy en mi casa y en mis dominios. Pregnteme quien quiera: a un
majadero difcilmente le responder.
Te engaas, dijo Zaratustra compadecido, y lo retuvo, te engaas: aqu no ests en tu
casa, sino en mi reino466, y en l a nadie debe ocurrirle dao alguno.
Llmame como quieras, - yo soy el que tengo que ser. El nombre que me doy a m
mismo es Zaratustra.
Bien! Por ah sube el camino que lleva hasta la caverna de Zaratustra: no est lejos,
no quieres cuidar tus heridas en mi casa?
Mal te ha ido, desgraciado, en esta vida: primero te mordi el animal, y luego - te
pis
el hombre! Pero cuando el pisado oy el nombre de Zaratustra, se transform. Qu me pasa!, exclam, quin me interesa an en esta vida si no ese solo hombre, a saber, Zaratustra, y
ese nico animal que vive de la sangre, la sanguijuela?
A causa de la sanguijuela estaba yo aqu tendido junto a este pantano como un pesc
ador, y ya mi brazo extendido haba sido picado diez veces cuando an me pica, buscan
do
mi sangre, un erizo ms hermoso, Zaratustra mismo!
Oh felicidad! Oh prodigio! Bendito sea este da que me indujo a venir a este pantano!
Bendita sea la mejor y ms viva de las ventosas que hoy viven, bendito sea Zaratust
ra,
gran sanguijuela de conciencias! As habl el pisado; y Zaratustra se alegr de sus palabras y de sus delicados y respe
tuosos modales: Quin eres?, pregunt y le tendi la mano, entre nosotros queda mucho que aclarar y que despejar: pero ya, me parece, se est haciendo de da, un da pu
ro y
luminoso.
Yo soy el concienzudo del espritu, respondi el interrogado, y en las cosas del espri
tu difcilmente hay alguien que las tome con mayor rigor, severidad y dureza que y
o, excepto aquel de quien yo he aprendido eso, Zaratustra mismo.
Es preferible no saber nada que saber mucho a medias! Es preferible ser un necio p
or
propia cuenta que un sabio con arreglo a pareceres ajenos! Yo - voy al fondo:
- qu importa que ste sea grande o pequeo? Que se llame pantano o cielo? Un palmo de fondo me basta: con tal que sea verdaderamente fondo y suelo!
- un palmo de fondo: sobre l puede uno estar de pie. En la verdadera ciencia conc
ienzuda no hay nada grande ni nada pequeo.

Entonces t eres acaso el conocedor de la sanguijuela?, pregunt Zaratustra; y estudias la sanguijuela hasta sus ltimos fondos, t concienzudo?
Oh Zaratustra, respondi el pisado, eso sera una enormidad, cmo iba a serme lcito
atreverme a tal cosa!
En lo que yo soy un maestro y un conocedor es en el cerebro de la sanguijuela: se es
mi mundo!
Tambin se es un mundo! Mas perdona el que aqu tome la palabra mi orgullo, pues
en esto no tengo igual. Por ello dije aqu estoy en mi casa.
Cunto tiempo hace ya que estudio esa nica cosa, el cerebro de la sanguijuela, para
que la escurridiza verdad no se me escurra ya aqu! Aqu est mi reino!
- por esto ech por la borda todo lo dems, por esto se me volvi indiferente todo lo
dems; y justo al lado de mi saber acampa mi negra ignorancia.
Mi conciencia del espritu quiere de m que yo sepa una nica cosa y que no sepa nada
de lo dems: siento nuseas de todas las medianas del espritu, de todos los vaporosos,
fluctuantes, soadores.
Donde mi honestidad acaba, all yo soy ciego y quiero tambin serlo. Pero donde quie
ro
saber, all quiero tambin ser honesto, es decir, duro, riguroso, severo, cruel, imp
lacable.
El que en otro tiempo467 t dijeras, oh Zaratustra: Espritu es la vida que se saja a
s
misma en vivo, eso fue lo que me llev a tu doctrina y me indujo a seguirla. Y, en
verdad, con mi propia sangre he aumentado mi propio saber!
Como la evidencia ensea468, se le ocurri a Zaratustra; pues an segua corriendo la
sangre por el brazo desnudo del concienzudo. Diez sanguijuelas, en efecto, se ha
ban
agarrado a l.
Oh t, extrao compaero, cuntas cosas me ensea esta evidencia, es decir, t mismo! Y tal vez no me sea lcito vaciarlas todas ellas en tus severos odos!
Bien! Separmonos aqu! Pero me gustara volver a encontrarte. Por ah sube el camino que lleva hasta mi caverna: hoy por la noche debes ser mi husped querido!
Tambin me gustara reparar en tu cuerpo el que Zaratustra te haya pisado: sobre eso
reflexiono. Pero ahora me llama un grito de socorro que me obliga a alejarme de
ti a toda
prisa.
As habl Zaratustra.
465
Otro ttulo anotado por Nietzsche para este captulo era El concienzudo del espritu.
466
Vase antes, El grito de socorro, la nota 455.
467
Vase, en la segunda parte, De los sabios famosos.
468
Ms adelante, La fiesta del asno, 1, el concienzudo del espritu emplear esta misma frm
ula para
ironizar sobre Zaratustra.
El mago469
1
Y cuando Zaratustra dio la vuelta a una roca vio no lejos debajo de s, en el mism
o camino, a un hombre que agitaba los miembros como un loco furioso y que, finalment

e,
cay de bruces en tierra. Alto!, dijo entonces Zaratustra a su corazn, se de ah tiene
que ser sin duda el hombre superior, de l vena aquel perverso grito de socorro, voy a
ver si se le puede ayudar. Mas cuando lleg corriendo al lugar donde el hombre yaca
en
el suelo encontr a un viejo tembloroso, con los ojos fijos, y aunque Zaratustra s
e esforz
mucho por levantarlo y ponerlo de nuevo en pie, fue intil. El desgraciado no pare
ca ni
siquiera advertir que alguien estuviese junto a l; antes bien, no haca otra cosa q
ue mirar
a su alrededor, con gestos conmovedores, como quien ha sido abandonado por todo
el
mundo y dejado solo. Pero al fin, tras muchos temblores, convulsiones y contorsi
ones,
comenz a lamentarse de este modo470:
Quin me calienta, quin me ama todava?
Dadme manos ardientes!
Dadme braseros para el corazn!
Postrado en tierra, temblando de horror,
Semejante a un mediomuerto, a quien la gente le calienta los pies
Agitado, ayl, por fiebres desconocidas,
Temblando ante las agudas, glidas flechas del escalofro,
Acosado por ti, pensamiento!
Innombrable! Encubierto! Espantoso!
T, cazador oculto detrs de nubes!
Fulminado a tierra por ti,
Ojo burln que me miras desde lo oscuro:
- As yazgo,
Me encorvo, me retuerzo, atormentado
Por todas las eternas torturas,
Herido
Por ti, el ms cruel de los cazadores,
T desconocido - Dios!471
Hiere ms hondo,
Hiere otra vez!
Taladra, rompe este corazn!
Por qu esta tortura
Con flechas embotadas?
Por qu vuelves a mirar,
No cansado del tormento del hombre,
Con ojos crueles, como rayos divinos?
No quieres matar,
Slo torturar, torturar?
Para qu - torturarme a m,
T cruel, desconocido Dios?
Ay, ay! Te acercas a escondidas?
En esta medianoche
Qu quieres? Habla!
Me acosas, me oprimes
Ay! ya demasiado cerca!
Fuera! Fuera!
Me oyes respirar,
Escuchas mi corazn.
Auscultas mi corazn,
T celoso -

Pero celoso de qu?


Fuera! Fuera! Para qu esa escala?
Quieres entrar dentro,
en el corazn,
Penetrar en mis ms ocultos
Pensamientos?
Desvergonzado! Desconocido - ladrn!
Qu quieres robar?
Qu quieres escuchar?
Qu quieres arrancar con tormentos?
T atormentador!
T - Dios-verdugo!
O es que debo, como el perro,
Arrastrarme delante de ti?
Sumiso, fuera de m de entusiasmo,
Menear la cola declarndote - mi amor?
En vano! Sigue pinchando,
Cruelsimo aguijn! No,
No un perro - tu caza soy tan slo,
Cruelsimo cazador!
Tu ms orgulloso prisionero,
Salteador oculto detrs de nubes!
Habla por fin,
Qu quieres t, salteador de caminos, de m?
T oculto por el rayo! Desconocido! Habla,
Qu quieres t, desconocido Dios? - Cmo? Dinero de rescate?
Cunto dinero de rescate quieres?
Pide mucho - te lo aconseja mi segundo orgullo!
Ay, ay!
A m - es a quien quieres? A m?
A m - entero?
Ay, ay!
Y me torturas, necio,
Atormentas mi orgullo?
Dame amor - quin me calienta todava?
Quin me ama todava? - dame manos ardientes,
Dame braseros para el corazn,
Dame a m, al ms solitario de todos,
Al que el hielo, ay, un sptuplo hielo
Ensea a desear
Incluso enemigos,
Enemigos,
Dame, s, entrgame,
Cruelsimo enemigo,
Dame - a ti mismo! - Se fue!
Huy tambin l,
Mi ltimo y nico compaero,
Mi gran enemigo,
Mi desconocido,
Mi Dios-verdugo!
- No! Vuelve
Con todas tus torturas!
Oh, vuelve
Al ltimo de todos los solitarios!

Todos los arroyos de mis lgrimas


Corren hacia ti!
Y la ltima llama de mi corazn Para ti se alza ardiente!
Oh, vuelve,
Mi desconocido Dios!Mi dolor!Mi ltima -felicidad!
2
- Mas aqu Zaratustra no pudo contenerse por ms tiempo, tom su bastn y golpe con
todas sus fuerzas al que se lamentaba. Detnte!, le gritaba con risa llena de rabia,
detnte, comediante! Falsario! Mentiroso de raz! Yo te conozco bien!
Yo voy a calentarte las piernas, mago perverso, entiendo mucho de - calentar a ge
ntes
como t!
- Basta, dijo el viejo levantndose de un salto del suelo, no me golpees ms, oh Zaratustra! Esto yo lo haca tan slo porjuego!
Tales cosas forman parte de mi arte; al darte esta prueba he querido ponerte a pr
ueba a
ti mismo! Y, en verdad, has adivinado bien mis intenciones!
Pero tambin t - me has dado una prueba no pequea de ti: eres duro, sabio Zaratustra! Golpeas duramente con tus verdades, tu garrota me fuerza a decir - esta verdad
!
- No me adules, respondi Zaratustra, todava irritado, con mirada sombra, comediante de raz! T eres falso: qu hablas t - de verdad!
T pavo real de los pavos reales, t mar de vanidad, qu papel has representado delante de m, mago perverso, en quin deba yo creer cuando te lamentabas de aquella manera?
El penitente del espritu, dijo el viejo, ese personaje es el que yo representaba: t
mismo inventaste en otro tiempo472 esa expresin - el poeta y mago que acaba por volver su espritu contra s mismo, el transformado
que
se congela a causa de su malvada ciencia y de su malvada conciencia.
Y confisalo: mucho tiempo pas, oh Zaratustra, hasta que descubriste mi arte y mi
mentira! T creas en mi necesidad cuando me sostenas la cabeza con ambas manos, - yo te oa lamentarte lo han amado demasiado poco, demasiado poco! De haberte yo
engaado hasta tal punto, de eso se regocijaba ntimamente mi maldad.
Es posible que hayas engaado a otros ms sutiles que yo, dijo Zaratustra con dureza.
Yo no estoy en guardia contra los engaadores, yo tengo que estar sin cautela: as l
o quiere mi suerte473.
Pero t - tienes que engaar: hasta ese punto te conozco! T tienes que tener siempre
dos, tres, cuatro y cinco sentidos! Tampoco eso que ahora has confesado ha sido n
i bastante verdadero ni bastante falso para m!
T perverso falsario, cmo podras actuar de otro modo! Acicalaras incluso tu enfermedad si te mostrases desnudo a tu mdico.
Y as acabas de acicalar ante m tu mentira al decir: esto yo lo haca tan slo por juego! Tambin haba seriedad en ello, t eres en cierta medida un penitente del espritu!
Yo te comprendo bien: te has convertido en el encantador de todos, mas para ti n
o te
queda ya ni una mentira ni una astucia, - t mismo ests para ti desencantado!
Has cosechado la nusea como tu nica verdad. Ninguna palabra es ya en ti autntica,
pero s lo es tu boca, es decir: la nusea que est pegada a tu boca. - Quin crees que eres!, grit en este momento el mago con voz altanera, a quin le es
lcito hablarme as a m, que soy el ms grande de los que hoy viven? - y un rayo verde

sali disparado de sus ojos contra Zaratustra. Pero inmediatamente despus cambi de
expresin y dijo con tristeza:
Oh Zaratustra, estoy cansado, siento nuseas de mis artes, yo no soy grande por qu
fingir! Pero t sabes bien que - yo he buscado la grandeza!
Yo he querido representar el papel de un gran hombre, y persuad a muchos de que l
o
era: mas esa mentira era superior a mis fuerzas. Contra ella me destrozo:
Oh Zaratustra, todo es mentira en m; mas que yo estoy destrozado - ese estar yo de
strozado es autntico! Te honra, dijo Zaratustra sombro, bajando y desviando la mirada, te honra, pero ta
mbin te traiciona, el haber buscado la grandeza. T no eres grande.
Viejo mago perverso, lo mejor y ms honesto que t tienes, lo que yo honro en ti, es
esto, el que te hayas cansado de ti mismo y hayas dicho: yo no soy grande.
En esto yo te honro como a un penitente del espritu: y si bien slo fue por un mome
nto, en ese nico instante has sido - autntico.
Mas dime, qu buscas t aqu en mis bosques y entre mis rocas? Y cuando te colocaste
en mi camino, qu prueba queras de m? - en qu queras tentarme a m? As habl Zaratustra, y sus ojos centelleaban. El viejo mago call un momento, luego
dijo: Te he tentado yo a ti? Yo - busco nicamente474.
Oh Zaratustra, yo busco a uno que sea autntico, justo, simple, sin equvocos, un ho
mbre de toda honestidad, un vaso de sabidura, un santo del conocimiento, un gran ho
mbre!
No lo sabes acaso, oh Zaratustra? Yo busco a Zaratustra.
- Y en este instante se hizo un prolongado silencio entre ambos; Zaratustra se a
bism
profundamente dentro de s mismo, tanto que cerr los ojos. Mas luego, retornando a
su
interlocutor, tom la mano del mago y dijo, lleno de gentileza y de malicia:
Bien! Por ah sube el camino, all est la caverna de Zaratustra. En ella te es lcito
buscar a aquel que t desearas encontrar. Y pide consejo a mis animales, a mi guila
y a
mi serpiente: ellos te ayudarn a buscar. Pero mi caverna es grande.
Yo mismo, ciertamente, - no he visto an ningn gran hombre. Para lo que es grande e
l
ojo de los ms delicados es hoy grosero. ste es el reino de la plebe.
A ms de uno he encontrado ya que se estiraba y se hinchaba, y el pueblo gritaba: Mi
rad, un gran hombre! Mas de qu sirven todos los fuelles del mundo! Al final lo que
sale es viento.
Al final revienta la rana475 que se haba hinchado durante demasiado tiempo: y lo
que
sale es viento. Pinchar el vientre de un hinchado es lo que yo llamo un buen ent
retenimiento. Escuchad esto, muchachos!
El da de hoy es de la plebe: quin sabe ya qu es grande y qu es pequeo! Quin
buscara con fortuna la grandeza! Un necio nicamente: los necios son afortunados.
T buscas grandes hombres, t extrao necio? Quin te ha enseado eso? Es hoy
tiempo de eso? Oh t, perverso buscador, por qu - me tientas? - As habl Zaratustra, con el corazn consolado, y sigui a pie su camino riendo.
469

Otro ttulo anotado por Nietzsche para este apartado era El penitente del espritu.
470
El largo lamento del mago que viene a continuacin fue compuesto por Nietzsche en
l otoo de
1884 y llevaba entonces el ttulo de El poeta. - El tormento del creador. En otra
copia manus crita le puso
estos dos ttulos: De la sptima soledad, luego borrado, y El pensamiento. De hecho
este poema no se
hallaba destinado originalmente a As habl Zaratustra, pero Nietzsche lo insert en
al componer la
cuarta parte. De la importancia que este poema tena para Nietzsche da idea el hec
ho de que ms tarde lo
incorporase a los Ditirambos de Dioniso, bajo el ttulo de Lamento de Ariadna. All
lleva al final una respuesta de Dioniso, quien, tras un rayo, se hace visible con una belleza de esmeral
da. La citada respuesta
dice as:
S inteligente, Ariadna!...
Tienes odos pequeos, tienes mis odos:
Introduce en ellos una palabra inteligente!
No tenemos que odiarnos primero a nosotros mismos cuando
debemos amarnos a nosotros mismos?...
Yo soy tu laberinto...
471
Ya en su juventud (en el otoo de 1864) haba compuesto Nietzsche una poesa con el
ulo Al dios
desconocido. El dios desconocido alude al Dios encontrado por Pablo en el Arepago
e Atenas (vase
Hechos de los Apstoles, 17, 23).
472
Vase, en la segunda parte, De los sublimes.
473
Vase, en la segunda parte, De la cordura respecto a los hombres.
474
Nietzsche juega en alemn con las palabras versuchen (tentar) y suchen (buscar),
de idntica raz.
475
Alusin a la conocida fbula narrada por Fedro.

tt
d

Jubilado
No mucho despus de haberse librado Zaratustra del mago vio de nuevo a alguien sen
tado junto al camino que l segua, a saber, un hombre alto y negro, de plido y desca
rnado rostro: ste le caus una violenta contrariedad. Ay, dijo a su corazn, all est sentad
a
la tribulacin embozada476, aquello me parece pertenecer a la especie de los sacer
dotes:
qu quieren sos en mi reino?
Cmo! Acabo de escapar de aquel mago: y tiene que atravesrseme de nuevo en mi
camino otro nigromante, - un brujo cualquiera que practica la imposicin de manos, un oscuro taumaturgo po
r
gracia divina, un ungido calumniador del mundo, a quien el diablo se lleve!
Pero el diablo no est nunca donde debera estar: siempre llega demasiado tarde, ese
maldito enano y cojitranco! As maldeca Zaratustra, impaciente en su corazn, y pensaba en cmo pasara rpidamente de largo junto al hombre negro mirando a otra parte: mas he aqu que las cos

as
ocurrieron de otro modo. Pues en aquel mismo instante el hombre sentado le haba v
isto
ya, y semejante a uno a quien le sale al encuentro una suerte imprevista se leva
nt de un
salto y corri hacia Zaratustra.
Quienquiera que seas, caminante, dijo, ayuda a un extraviado, a uno que busca, a u
n
anciano al que con facilidad puede ocurrirle aqu algn dao!
Este mundo de aqu me es extrao y lejano, tambin he odo aullar a animales salvajes;
y el que habra podido ofrecerme ayuda, se no existe ya.
Yo buscaba al ltimo hombre piadoso, un santo y un eremita, que, solo en su bosque
,
no haba odo an nada de lo que todo el mundo sabe hoy477.
Qu sabe hoy todo el mundo?, pregunt Zaratustra. Acaso que no vive ya el viejo
Dios en quien todo el mundo crey en otro tiempo?
T lo has dicho478, respondi el anciano contristado. Y yo he servido a ese viejo Dio
s
hasta su ltima hora.
Mas ahora estoy jubilado, no tengo dueo y, sin embargo, no estoy libre, tampoco e
stoy
alegre ni una sola hora, a no ser cuando me entrego a los recuerdos.
Por ello he subido a estas montaas, para celebrar por fin de nuevo una fiesta par
a m,
cual conviene a un antiguo papa y padre de la Iglesia: pues sbelo, yo soy el ltimo
papa! - una fiesta de piadosos recuerdos y cultos divinos.
Pero ahora tambin l ha muerto, el ms piadoso de los hombres, aquel santo del bosque que alababa constantemente a su Dios cantando y gruendo.
A l no lo encontr ya cuando encontr su choza, - pero s a dos lobos dentro, que aullaban por su muerte - pues todos los animales lo amaban. Entonces me fui de all
corriendo.
Intilmente haba venido yo, por tanto, a estos bosques y montaas? Mi corazn decidi entonces que yo buscase a otro distinto, al ms piadoso de todos aquellos que no
creen en Dios -, que yo buscase a Zaratustra!
As habl el anciano y mir con ojos penetrantes a aquel que se hallaba delante de l;
mas Zaratustra cogi la mano del viejo papa y la contempl largo tiempo con admiracin
.
Mira, venerable, dijo luego, qu mano tan bella y tan larga! sta es la mano de uno qu
e
ha impartido siempre bendiciones. Pero ahora esa mano agarra firmemente a aquel
a
quien t buscas, a m, Zaratustra.
Yo soy Zaratustra el ateo, que dice: quin es ms ateo que yo, para gozarme con sus
enseanzas?479 As habl Zaratustra, y con sus miradas perforaba los pensamientos y las ms recnditas intenciones del viejo papa. Por fin ste comenz a decir:
Quien lo am y lo posey ms que ningn otro, se lo ha perdido tambin ms que
ningn otro -:
- mira, no soy yo ahora, de nosotros dos, el ms ateo? Mas quin podra alegrarse de
eso! - T le has servido hasta el final, pregunt Zaratustra pensativo, despus de un profundo silencio, sabes cmo muri? Es verdad, como se dice, que fue la compasin la
que lo estrangul,
- que vio cmo el hombre penda de la cruz, y no soport que el amor al hombre se
convirtiese en su infierno y finalmente en su muerte? - Mas el viejo papa no respondi, sino que tmidamente, y con una expresin dolorosa y
sombra, desvi la mirada. Djalo que se vaya, dijo Zaratustra tras prolongada reflexin,

mirando siempre al anciano derechamente a los ojos. Djalo que se vaya, ya ha desa
parecido. Y aunque te honra el que no digas ms que cosas buenas de ese muerto, t sabes
tan
bien como yo quin era; y que segua caminos extraos. Hablando entre tres ojos, dijo,
recobrado, el viejo papa (pues era tuerto), en asuntos de Dios yo soy ms ilustrad
o480 que
el propio Zaratustra - y me es lcito serlo.
Mi amor le ha servido durante largos aos, mi voluntad sigui en todo a su voluntad.
Pero un buen servidor sabe todo, incluso muchas cosas que su seor se oculta a s mi
smo.
l era un Dios escondido481, lleno de secretos. En verdad, no supo procurarse un h
ijo
ms que por caminos tortuosos. En la puerta de su fe se encuentra el adulterio482.
Quien le ensalza como a Dios del amor no tiene una idea suficientemente alta del
amor
mismo. No quera este Dios ser tambin juez? Pero el amante ama ms all de la recompensa o la retribucin.
Cuando era joven, este Dios del Oriente, era duro y vengativo y construy un infie
rno
para diversin de sus favoritos483.
Pero al final se volvi viejo y dbil y blando y compasivo, ms parecido a un abuelo
que a un padre, y parecido sobre todo a una vieja abuela vacilante.
Se sentaba all, mustio, en el rincn de su estufa, se afliga a causa de la debilidad
de
sus piernas, cansado del mundo, cansado de querer, y un da se asfixi con su excesi
va
compasin. T viejo papa, le interrumpi aqu Zaratustra, t has visto eso con tus ojos? Pues es
posible que haya ocurrido as: as, y tambin de otra manera. Cuando los dioses mueren
,
mueren siempre de muchas especies de muerte.
Mas bien! As o as, as y as - se ha ido! l contrariaba el gusto de mis odos y de mis
ojos, no quisiera decir nada peor sobre l.
Yo amo todo lo que mira limpiamente y habla con honestidad. Pero l - t lo sabes
bien, viejo sacerdote, en l haba algo de tus maneras, de maneras de sacerdote - l e
ra
ambiguo.
Era tambin oscuro. Cmo se irritaba con nosotros, resoplando clera, porque le entendamos mal! Mas por qu no hablaba con mayor nitidez?
Y si dependa de nuestros odos, por qu nos dio unos odos que le oan mal? Si en
nuestros odos haba barro, bien!, quin lo haba introducido all?
Demasiadas cosas se le malograron a ese alfarero que no haba aprendido del todo su
oficio! Pero el hecho de que se vengase de sus pucheros y criaturas484 porque le
hubiesen
salido mal a l - eso era un pecado contra el buen gusto.
Tambin en la piedad existe un buen gusto: ste acab por decir Fuera tal Dios! Mejor ningn Dios, mejor construirse cada uno su destino a su manera, mejor ser un n
ecio,
mejor ser Dios mismo!
- Qu oigo!, dijo entonces el papa aguzando los odos; oh Zaratustra, con tal incredulidad eres t ms piadoso de lo que crees! Algn Dios presente en ti te ha convertido
a tu
atesmo.
No es tu piedad misma la que no te permite seguir creyendo en Dios? Y tu excesiva

honestidad te arrastrar ms all incluso del bien y del mal!


Mira, pues, qu se te ha reservado para el final? Tienes ojos y mano y boca predest
inados desde la eternidad a bendecir. No se bendice slo con la mano.
En tu proximidad, aunque t quieras ser el ms ateo de todos, venteo yo un secreto
aroma de incienso y un perfume de prolongadas bendiciones: ello me hace bien y m
e
causa dolor al mismo tiempo.
Permteme ser tu husped, oh Zaratustra, por una sola noche! En ningn lugar de la
tierra me siento ahora mejor que junto a ti! Amn! As sea!, dijo Zaratustra con gran admiracin, por ah arriba sube el camino,
all est la caverna de Zaratustra.
Con gusto, en verdad, te acompaara yo mismo hasta all, venerable, pues amo a todos
los hombres piadosos. Pero ahora me llama un grito de socorro que me obliga a se
pararme de ti a toda prisa.
En mis dominios nadie debe sufrir dao alguno; mi caverna es un buen puerto. Y lo
que
ms me gustara sera colocar de nuevo en tierra firme y sobre piernas firmes a todos
los
tristes.
Mas quin te quitara a ti de los hombros el peso de tu melancola? Para eso soy yo
demasiado dbil. Largo tiempo, en verdad, vamos a aguardar hasta que alguien te re
sucite
a tu Dios.
Pues ese viejo Dios no vive ya: est muerto de verdad. As habl Zaratustra.
476
Vase, en la segunda parte, De los sacerdotes.
477
El papa jubilado viene en busca del eremita con el que Zaratustra se encontr al
bajar por vez primera
de las montaas. Vase Prlogo de Zaratustra, 1,, y la nota 5.
478
Frase evanglica, empleada por Jess en su respuesta a Pilato. Vase el Evangelio de
Marcos, 15, 2:
Pilato lo interrog: T eres el rey de los judos? Jess le contest: T lo has dicho.
479
Vase, en la tercera parte, De la virtud empequeecedora, 3.
480
Un poco ms tarde, en La fiesta del asno, el papa jubilado volver a replicarle a Z
aratustra que, en
asuntos de Dios, l es ms ilustrado.
481
El Dios escondido es expresin bblica; vase Isaas, 45, 15: Es verdad, T eres un Dios
ondido, el Dios de Israel, el Salvador.
482
Una ampliacin de esta afirmacin puede verse en El Anticristo, 34
483
Un desarrollo de esta idea puede verse en el 269 de Ms all del bien y del mal.
484
Topfe und Geschpfe. Nietzsche aprovecha aqu una expresiva aliteracin en alemn para
aludir al
hecho narrado por la Biblia de que Dios hizo al hombre de barro, como un alfarer
o. Vase Gnesis, 2, 7:
Entonces el Seor Dios model al hombre de arcilla del suelo.

El ms feo de los hombres


Y de nuevo corrieron los pies de Zaratustra por montaas y bosques, y sus ojos bus
caron y buscaron, mas en ningn lugar pudieron ver a aquel a quien queran ver, al gra
n
necesitado que gritaba pidiendo socorro. Durante todo el camino, sin embargo, se
regocijaba en su corazn y estaba agradecido. Qu buenas cosas, deca, me ha regalado este
da para compensarme de haber comenzado mal!485 Qu extraos interlocutores he encontrado!
Quiero rumiar durante largo tiempo sus palabras, como si fueran buenos granos; mi
s
dientes debern desmenuzarlas y molerlas hasta que fluyan a mi alma como leche! Mas cuando el camino volvi a girar en torno a una roca, el paisaje se transform de
repente y Zaratustra penetr en un reino de muerte. En l peascos negros y rojos mira
ban rgidos hacia arriba: ni una brizna de hierba, ni un rbol, ni el canto de un pja
ro. Era,
en efecto, un valle que todos los animales evitaban, incluso los animales de rap
ia; slo
una especie de serpientes feas, gordas, verdes, cuando se volvan viejas, iban all
a morir.
Por esto los pastores llamaban a este valle: Muerte de la Serpiente486.
Zaratustra se sumergi en un negro recuerdo, pues le pareca que l haba estado ya una
vez en aquel valle. Y muchas cosas pesadas oprimieron su nimo: de modo que comenz
a caminar cada vez ms lentamente, hasta que por fin se detuvo. Entonces, al abrir
los
ojos, vio algo que se hallaba sentado junto al camino, algo que tena una figura c
omo de
hombre, pero que apenas lo pareca, algo inexpresable. Y de golpe se apoder de Zara
tustra una gran vergenza por haber visto con sus ojos algo as: enrojeciendo hasta la
raz de
sus blancos cabellos apart la vista y levant el pie para abandonar aquel triste lu
gar. En
ese instante aquel muerto desierto produjo un ruido: del suelo, en efecto, sala u
n gorgoteo y un resuello487 como los que hace el agua por la noche en tuberas atrancadas
; y por
fin surgi de all una voz humana y unas palabras de hombre: - que decan as:
Zaratustra! Zaratustra! Resuelve mi enigma! Habla, habla! Cul es la venganza
que se toma del testigo?
Yo te invito a que te vuelvas atrs, aqu hay hielo resbaladizo! Cuida, cuida de que t
u
orgullo no se rompa aqu las piernas!
T te crees sabio, orgulloso Zaratustra! Resuelve, pues, el enigma, t duro cascanueces, - el enigma que yo soy! Di, pues: quin soy yo!
- Mas cuando Zaratustra hubo odo estas palabras, - qu creis que ocurri en su alma?
La compasin lo acometi; y se desplom de golpe, como una encina que ha resistido
durante largo tiempo a muchos leadores, - de manera pesada, sbita, causando espant
o
incluso a quienes queran abatirla. Pero enseguida volvi a levantarse del suelo, y
su rostro se endureci
Te conozco bien, dijo con voz de bronce: t eres el asesino de Dios! Djame irme.
No soportabas a Aquel que te vea, - que te vea siempre y de parte a parte, t el ms
feo de los hombres! Te vengaste de ese testigo!

As habl Zaratustra y quiso irse de all; mas el inexpresable agarr una punta de su
vestido y comenz de nuevo a gorgotear y a buscar palabras. Qudate!, dijo por fin - qudate! No pases de largo! He adivinado qu hacha fue la que te derrib: Enhorabuena, Zaratustra, por estar de nuevo en pie!
Has adivinado, lo s bien, qu sentimientos experimenta el que lo mat a l, - el asesino de Dios. Qudate! Toma asiento aqu cerca de m, no ser intil.
A quin quera yo ir si no a ti? Qudate, sintate! Pero no me mires! Honra as - mi
fealdad!
Ellos me persiguen: ahora eres t mi ltimo refugio. No con su odio, no con sus esbi
rros: - oh, de tal persecucin yo me burlara y estara orgulloso y contento!
No estuvo hasta ahora siempre el xito de parte de los bien perseguidos? Y quien pe
rsigue bien, aprende con facilidad a seguir488: - pues marcha - detrs! Pero es de s
u compasin - es de su compasin de lo que yo he huido, buscando refugio en ti. Oh Zaratustra,
protgeme, t mi ltimo refugio, t el nico que me ha adivinado:
- t has adivinado qu sentimientos experimenta el que lo mat a l. Qudate! Y si
quieres irte, impaciente: no vayas por el camino que yo he seguido. Ese camino e
s malo.
Ests irritado conmigo porque hace ya mucho tiempo que hablo y chapurreo? De que
yo te d consejos? Pero t sabes que yo, el ms feo de los hombres,
- yo soy tambin el que tiene asimismo los pies ms grandes y ms pesados. Por donde
yo he pasado, all el camino es malo. Todos los caminos pisados por m quedan muerto
s y
estropeados.
Mas en el hecho de que t pasases a mi lado en silencio; de que te ruborizases, bi
en lo
vi: en eso he reconocido que t eres Zaratustra.
Cualquier otro me habra arrojado su limosna, su compasin, con miradas y palabras.
Mas para esto - no soy yo bastante mendigo, eso t lo has adivinado - para esto soy yo demasiado rico, rico en cosas grandes, terribles, en las cosas
ms
feas, ms inexpresables! Tu vergenza, oh Zaratustra, me ha honrado!
A duras penas logr escapar de la muchedumbre de los compasivos, - para encontrar
al
nico que hoy ensea la compasin es importuna489 - a ti, oh Zaratustra!
- ya sea compasin de un Dios, ya sea compasin de los hombres: la compasin va contra el pudor. Y no querer-ayudar puede ser ms noble que aquella virtud que se ap
resura
solcita.
Mas entre todas las gentes pequeas se da hoy el nombre de virtud a eso, a la comp
asin: - ellas no tienen respeto por la gran desgracia, por la gran fealdad, por el
gran fracaso.
Yo miro por encima de todos stos al modo como el perro mira por encima de los lomos de los pululantes rebaos de ovejas. Son pequeas gentes grises, lanosas, benvola
s.
Como una garza mira despectivamente por encima de los estanques poco profundos,
con la cabeza echada hacia atrs: as miro yo por encima del hormigueo de grises y p
equeas olas y voluntades y almas.
Durante demasiado tiempo se les ha dado la razn a esas gentes pequeas: con ello se
les ha acabado por dar, finalmente, tambin el poder - ahora ensean: Bueno es tan slo

aquello que las gentes pequeas llaman bueno.


Y verdad se llama hoy lo que dijo el predicador que proceda de ellos, aquel extrao
santo y abogado de las gentes pequeas, que atestigu de s mismo yo - soy la verdad.
Desde hace ya mucho tiempo ese presuntuoso hace hinchar la cresta a las gentes p
equeas, - l, que ense un error nada pequeo cuando ense yo - soy la verdad490.
Se ha dado nunca una respuesta ms corts a un presuntuoso? - Pero t, oh Zaratustra,
lo dejaste de lado al pasar y dijiste: No! No! Tres veces no!
T pusiste en guardia contra la compasin - no a todos, no a nadie491, sino a ti y a
los de
tu especie.
T te avergenzas de la vergenza del que sufre mucho; y en verdad, cuando dices de
la compasin procede una gran nube, atencin, hombres!
- cuando enseas todos los creadores son duros, todo gran amor est por encima de su
propia compasin492: oh Zaratustra, qu bien me pareces entender de signos meteorolgicos!
Pero t mismo - ponte en guardia tambin a ti mismo contra tu compasin! Pues muchos se encuentran en camino hacia ti, muchos que sufren, que dudan, que desespe
ran,
que se ahogan, que se hielan Tambin contra m te pongo en guardia. T has adivinado mi mejor, mi peor enigma, a
m mismo y lo que yo haba hecho. Yo conozco el hacha que te derriba.
Pero l - tena que morir: miraba con unos ojos que lo vean todo, - vea las profundidades y las honduras del hombre, toda la encubierta ignominia y fealdad de ste.
Su compasin careca de pudor: penetraba arrastrndose hasta mis rincones ms sucios493. Ese mximo curioso, superindiscreto, super-compasivo, tena que morir.
Me vea siempre: de tal testigo quise vengarme - o dejar de vivir.
El Dios que vea todo, tambin al hombre: ese Dios tena que morir! El hombre no soporta que tal testigo viva.
As habl el ms feo de los hombres. Y Zaratustra se levant y se dispuso a irse: pues
estaba aterido hasta las entraas.
T, inexpresable, dijo, me has puesto en guardia contra tu camino. Para agradecrtelo
voy a alabarte los mos. Mira, all arriba est la caverna de Zaratustra.
Mi caverna es grande y profunda y tiene muchos rincones; all encuentra su escondr
ijo
el ms escondido de los hombres. Y junto a ella hay cien agujeros y hendiduras par
a los
animales que se arrastran, que revolotean y que saltan.
T, expulsado que te has expulsado a ti mismo, no quieres vivir en medio de los hom
bres y de la compasin humana? Bien, obra como yo! As aprenders tambin de m;
slo obrando se aprende.
Y ante todo y sobre todo, habla con mis animales! El animal ms orgulloso y el anim
al
ms inteligente - ellos son sin duda los adecuados consejeros para nosotros dos! - As habl Zaratustra y sigui sus caminos, an ms pensativo y lento que antes: pues se
haca muchas preguntas a s mismo y no le era fcil darse respuesta.
Qu pobre es el hombre!, pensaba en su corazn, qu feo, qu resollante, qu lleno
de secreta vergenza!
Me dicen que el hombre se ama a s mismo: ay, qu grande tiene que ser ese amor a s
mismo! Cunto desprecio tiene en su contra!
Tambin se de ah se amaba a s mismo tanto como se despreciaba, - para m es alguien que ama mucho y que desprecia mucho.
A nadie encontr todava que se despreciase ms profundamente: tambin esto es altura. Ay, acaso era se el hombre superior, cuyo grito o?
Yo amo a los grandes despreciadores. Pero el hombre es algo que tiene que ser su

perado. - 485
En El saludo, 1, Zaratustra comprobar que este da que comenz de modo tan malo y di
fcil va a
acabar bien.
486
En Las mil y una noches Sindbad el marino describe con palabras muy parecidas u
n valle que contempl desde una colina durante su segundo viaje: tambin aquel valle est llena de se
rpientes gordas.
487
Zaratustra mencionar otras dos veces este gorgoteo que produce el ms feo de los hom
bres cuando
quiere comenzar a hablar, como si fuera tartamudo; vase El despertar, y La cancin
del sonmbulo, 1.
488
Alusin al Evangelio de Mateo, 5, 10: Bienaventurados los perseguidos por razn de l
a justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Nietzsche juega aqu adems con las palabras
alemanas, de idntica
raz, Erfolg (xito), verfolgen (perseguir) y folgen (seguir). El xito aludido es la bi
enaventuranza.
489
Vase, en la segunda parte, De los compasivos.
490
Vase el Evangelio de Juan, 14,6: Yo soy el camino, la verdad y la vida.
491
Alusin al subttulo de esta obra: Un libro para todos y para nadie.
492
Vase, en la segunda parte, De los compasivos.
493
Vase el 16 de El Anticristo: Ese Dios penetra a rastras en la caverna de toda vir
tud privada.
El mendigo voluntario
Cuando Zaratustra hubo dejado al ms feo de los hombres tuvo fro y se sinti solo: po
r
su nimo cruzaban, en efecto, muchos pensamientos fros y solitarios, de modo que po
r
este motivo tambin sus miembros se enfriaron ms. Pero mientras continuaba su camin
o,
subiendo, bajando, pasando unas veces al lado de verdes prados, pero tambin por b
arrancos salvajes y pedregosos, donde en otro tiempo, sin duda, un impaciente arr
oyo
haba tendido su lecho: de pronto sus pensamientos comenzaron a volverse ms clidos y
cordiales.
Qu me ha sucedido?, se pregunt, algo caliente y vivo me reconforta, y tiene que
hallarse cerca de m.
Ya estoy menos solo; desconocidos hermanos y compaeros de viaje andan vagando a
mi alrededor, su clido aliento llega hasta mi alma.
Mas cuando atisb a su alrededor buscando a los consoladores de su soledad: ocurri
que eran unas vacas que se hallaban reunidas en una altura; su cercana y su olor
haban
caldeado su corazn494. Aquellas vacas parecan escuchar con inters a alguien que les

hablaba y no prestaban atencin al que se acercaba. Y cuando Zaratustra estuvo jun


to a
ellas oy claramente que una voz de hombre sala de en medio de las vacas; y era man
ifiesto que todas ellas haban vuelto sus cabezas hacia quien hablaba.
Entonces Zaratustra se lanz presurosamente en medio de los animales y los apart,
pues tema que le hubiese ocurrido una desgracia a alguien, al cual difcilmente poda
servirle de ayuda la compasin de unas vacas. Pero en esto se haba engaado; pues he
aqu que haba all un hombre sentado en tierra y pareca exhortar a las vacas a que no
tuviesen miedo de l, hombre pacfico y predicador de la montaa495, en cuyos ojos pre
dicaba la bondad misma. Qu buscas t aqu?, exclam Zaratustra con asombro.
Que qu busco yo aqu?, respondi aqul: lo mismo que t, aguafiestas!, a saber, la
felicidad en la tierra.
Mas para lograrlo quisiera aprender de estas vacas. Pues, sin duda lo sabes, hac
e ya
media maana que les estoy hablando, y justo ahora iban ellas a darme una respuest
a.
Por qu las perturbas?
Mientras no nos convirtamos y nos hagamos como vacas no entraremos en el reino d
e
los cielos496. De ellas deberamos aprender, en efecto, una cosa: el rumiar.
Y, en verdad, si el hombre conquistase el mundo entero y no aprendiese esa nica49
7
cosa, el rumiar: de qu le servira! No escapara a su tribulacin,
- a su gran tribulacin: la cual tiene hoy el nombre de nusea. Quin no tiene hoy llenos de nusea el corazn, la boca y los ojos? Tambin t! Tambin t! Contempla, en
cambio, a estas vacas! As habl el predicador de la montaa, y luego volvi su mirada hacia Zaratustra, - pues
hasta ese momento estuvo amorosamente pendiente de las vacas -: mas entonces se
transform. Con quin estoy hablando?, exclam espantado, y se levant de un salto del
suelo.
ste es el hombre sin nusea, ste es Zaratustra en persona, el vencedor de la gran nusea, stos son los ojos, sta es la boca, ste es el corazn de Zaratustra en persona.
Y mientras esto deca besbale las manos a aquel a quien hablaba, con ojos baados en
lgrimas, y se comportaba exactamente como uno a quien de improviso le cae del cie
lo
un precioso regalo y un tesoro. Mas las vacas contemplaban todo esto y se maravi
llaban.
No hables de m, hombre extrao!, hombre encantador!, dijo Zaratustra defendindose de su ternura, hblame primero de ti! No eres t el mendigo voluntario, que en
otro tiempo arroj lejos de s una gran riqueza, - que se avergonz de su riqueza y de los ricos, y huy a los pobres para regalarles
la
abundancia y su corazn? Pero ellos a l no lo aceptaron.
Pero ellos a m no me aceptaron, dijo el mendigo voluntario, lo sabes bien. Por est
o
acab marchndome a los animales y a estas vacas.
Entonces aprendiste, interrumpi Zaratustra al que hablaba, que es ms difcil dar bien
que tomar bien, y que regalar bien es un arte y la ltima y ms refinada maestra de l
a
bondad498.
Especialmente hoy en da, respondi el mendigo voluntario: hoy en que todo lo bajo
se ha vuelto levantisco e intratable, y orgulloso a su manera, a saber: a la man

era de la
plebe.
Pues ha llegado la hora, t lo sabes bien, de la grande, perversa, larga, lenta re
belin de
la plebe y de los esclavos: Rebelin que crece cada vez ms!
Ahora toda beneficencia y todo pequeo regalo indignan a los de abajo; y los demasi
ado ricos, que estn en guardia! Quien hoy, semejante a una botella ventruda, gotea
por
cuellos demasiado estrechos: - a esas botellas la gente gusta hoy de romperles e
l cuello.
Codicia lasciva, envidia biliosa, rencor malhumorado, orgullo plebeyo: todo eso
me ha
saltado a la cara. Ya no es verdad que los pobres sean bienaventurados499. El re
ino de los
cielos est entre las vacas.
Y por qu no est entre los ricos?, pregunt Zaratustra para tentarlo, mientras rechaza
ba a las vacas, que acariciaban familiarmente con su aliento a aquel apacible ho
mbre.
Por qu me tientas?, respondi ste. T mismo lo sabes mejor que yo. Pues qu fue
lo que me empuj a irme con los ms pobres, oh Zaratustra? No fue la nusea que me
causaban los ms ricos de entre nosotros?
- los forzados de la riqueza, que recogen su ganancia de todas las barreduras, co
n ojos
fros, con pensamientos codiciosos, esa chusma cuyo hedor llega al cielo,
- esa plebe dorada, falsificada, cuyos padres fueron rateros, o pjaros de carroa,
o traperos, esa plebe complaciente con las mujeres, lasciva, olvidadiza: - todos ello
s no se
diferencian apenas, en efecto, de una puta plebe arriba, plebe abajo! Qu significan ya hoy los pobres y los ricos! Esa diferencia la he olvidado, - por ello me escap lejos, cada vez ms lejos, hasta llegar
a estas
vacas.
As habl el pacfico, y resoplaba y sudaba con sus palabras: de modo que las vacas se
maravillaron de nuevo. Mas Zaratustra le estuvo mirando todo el tiempo a la cara
, sonriendo, mientras aqul hablaba tan duramente, y movi la cabeza en silencio.
Te haces violencia a ti mismo, predicador de la montaa, al emplear palabras tan du
ras. Para tal dureza no estn hechos ni tu boca ni tus ojos.
Tampoco, segn me parece, tu estmago: a l le repugna todo ese encolerizarse y odiar
y enfurecerse. Tu estmago reclama cosas ms suaves: t no eres un carnicero.
Me pareces, antes bien, alguien que se alimenta de plantas y de races. Tal vez mu
eles
grano. Y, con toda certeza, eres contrario a las alegras de la carne y amas la mi
el.
Me has adivinado bien, respondi el mendigo voluntario, con el corazn aliviado. Yo
amo la miel, tambin muelo grano, pues he buscado lo que agrada al paladar y hace
puro
el aliento:
- tambin lo que necesita largo tiempo, un trabajo que ocupe da y hocico de afables
ociosos y haraganes.
Estas vacas, ciertamente, han llegado ms lejos que nadie: se han inventado el rum
iar y
el estar echadas al sol. Tambin se abstienen de todos los pensamientos pesados, q
ue hin-

chan el corazn.
- Bien!, dijo Zaratustra: t deberas ver tambin mis animales, mi guila y mi serpiente, - hoy no tienen igual en la tierra.
Mira, por ah va el camino que conduce a mi caverna: s husped de ella esta noche. Y
habla con mis animales acerca de la felicidad de los animales, - hasta que yo tambin vuelva a casa. Pues ahora me llama un grito de socorro que
me
obliga a alejarme de ti a toda prisa500. Asimismo encontrars miel nueva en mi cas
a, miel
dorada de panales, fresca como el hielo: cmela!
Mas ahora despdete en seguida de tus vacas, hombre extrao!, hombre encantador!,
aunque te resulte difcil. Pues son tus amigos y maestros ms clidos! - Excepto uno, al cual yo amo todava ms, respondi el mendigo voluntario. T
mismo eres bueno, y mejor incluso que una vaca, oh Zaratustra!
Vete, vete!, vil adulador!, grit Zaratustra con malignidad, por qu me corrompes
con esa alabanza y con miel de adulaciones?
Vete, vete!, volvi a gritar, y blandi el bastn hacia el tierno mendigo: pero ste
escap a toda prisa.
494
En Ecce homo Nietzsche describe un hecho similar, que le ocurri a l mismo: Hallndom
e en un estado semejante, yo advert en una ocasin la proximidad de un reba o de vacas, antes
de haberlo visto, por
el retorno de pensamientos ms suaves, ms humanitarios: aquello tena en s calor...
495
Alusin a Jess, quien predic el sermn de la montaa.
496
Cita irnica del Evangelio de Mateo, 18, 3: En verdad os digo, si no os convirtier
ais e hicierais como
nios no entraris en el reino de los cielos.
497
Parfrasis de Evangelio de Mateo, 16, 26: Si el hombre conquistase el mundo entero
, pero malograse
su alma, de qu le servira? Sobre el significado del rumiar en Nietzsche puede verse La
genealoga de
la moral.
498
Vase la nota 188. Vase tambin, en la segunda parte, La cancin de la noche, y en la
tercera parte,
El retorno a casa; y la nota 188.
499
Parfrasis de Evangelio de Lucas, 6,20: Bienaventurados vosotros los pobres, porqu
e vuestro es el
reino de Dios.
500
Vase antes La sanguijuela, y Jubilado.
La sombras501
Mas apenas acababa de
consigo mismo cuando oy
Aguarda! Soy yo, oh
fastidio repentino se

irse el mendigo voluntario y volva Zaratustra a estar solo


a su espalda una nueva voz: sta gritaba Alto! Zaratustra!
Zaratustra, yo, tu sombra! Pero Zaratustra no aguard, pues un
apoder de l a causa de la gran muchedumbre y gento que en sus

montaas haba. Dnde se ha ido mi soledad?, dijo.


Me estoy hartando, en verdad; estas montaas pululan de gente, mi reino no es ya d
e
este mundo502, necesito nuevas montaas.

Mi sombra me llama? Qu importa mi sombra! Que corra detrs de m!, yo - escapo


de ella.
As habl Zaratustra a su corazn y escap de all. Mas aquel que se encontraba detrs
de l lo segua: de modo que muy pronto hubo tres que corran uno detrs de otro, a saber, delante el mendigo voluntario, luego Zaratustra y en tercero y ltimo lugar s
u sombra. Pero no haca mucho que corran de ese modo cuando Zaratustra cay en la cuenta
de su tontera y con una sacudida arroj de s su fastidio y su disgusto.
Cmo!, dijo, no han ocurrido desde siempre las cosas ms ridculas entre nosotros
los viejos eremitas y santos? En verdad, mi tontera ha crecido mucho en las montaas
!
Y ahora oigo tabletear, una detrs de otra, seis viejas piernas de necios!
Le es lcito a Zaratustra tener miedo de una sombra? Tambin me parece, a fin de
cuentas, que ella tiene piernas ms largas que yo.
As habl Zaratustra, riendo con los ojos y con las entraas, se detuvo y volvise con
rapidez - y he aqu que al hacerlo casi arroj al suelo a su seguidor y sombra: tan
pegada
iba sta a sus talones, y tan dbil era. Mas cuando la examin con los ojos se espant
como si se le apareciese de repente un fantasma: tan flaco, negruzco, hueco y an
ticuado
era el aspecto de su seguidor.
Quin eres?, pregunt Zaratustra con vehemencia, qu haces aqu? Y por qu te
llamas a ti mismo mi sombra? No me gustas.
Perdname, respondi la sombra, que sea yo; y si no te gusto, bien, oh Zaratustra!, en
eso te alabo a ti y a tu buen gusto.
Un caminante soy que ha andado ya mucho detrs de tus talones: siempre en camino,
pero sin una meta, tambin sin un hogar: de modo que, en verdad, poco me falta par
a ser
el judo eterno, excepto que no soy eterno ni tampoco judo.
Cmo? Tengo que continuar caminando siempre? Agitado, errante, arrastrado lejos
por todos los vientos? Oh tierra, para m te has vuelto demasiado redonda!
En todas las superficies he estado ya sentado, en espejos y cristales de ventana
s me he
dormido, semejante a polvo cansado: todas las cosas toman algo de m, ninguna me d
a
nada, yo adelgazo, - casi me parezco a una sombra.
Pero a ti, oh Zaratustra, es a quien ms tiempo he seguido volando y corriendo, y
aunque de ti me ocultase he sido, sin embargo, tu mejor sombra: en todos los lugare
s en que
has estado sentado t, all estaba tambin sentado yo.
Contigo he andado errante por los mundos ms lejanos, ms fros, semejante a un fantasma que corre voluntariamente sobre tejados invernales y sobre nieve.
Contigo he aspirado a todo lo prohibido503, a lo peor, a lo ms remoto: y si hay e
n m
algo que sea virtud, eso es el no haber tenido miedo de ninguna prohibicin.
Contigo he quebrantado aquello que en otro tiempo mi corazn vener, he derribado
todos los mojones y todas las imgenes, he perseguido los deseos ms peligrosos, - e
n
verdad, por encima de todos los crmenes he pasado corriendo alguna vez.
Contigo perd la fe en palabras y valores y en grandes nombres. Cuando el diablo c
ambia de piel, no se despoja tambin de su nombre? El nombre es, en efecto, tambin pie
l.
El diablo mismo es tal vez - piel.
Nada es verdadero, todo est permitido504: as me deca yo para animarme. En las
aguas ms fras me arroj de cabeza y de corazn. Ay, cuntas veces me he encontrado,
por esta causa, desnudo como un rojo cangrejo!
Ay, dnde se me han ido todo el bien y toda la vergenza y toda la fe en los buenos!

Ay, dnde se ha ido aquella mentida inocencia que en otro tiempo yo posea, la inocen
cia de los buenos y de sus nobles mentiras!505
Con demasiada frecuencia, en verdad, he seguido de cerca a la verdad, pegado a s
us
pies: entonces ella me pisaba la cabeza. A veces yo crea mentir, y, mira!, slo ento
nces
acertaba - con la verdad.
Demasiadas cosas se me han aclarado: y ahora nada me importa ya. Nada vive ya qu
e
yo ame, - cmo iba a continuar amndome a m mismo?
Vivir como me plazca, o no vivir en absoluto: eso es lo que quiero yo, eso es lo q
ue
quiere tambin el ms santo. Mas ay!, tengo yo ya - placer en algo?
Tengo yo - todava una meta? Un puerto hacia el que naveguen mis velas?
Un buen viento? Ay, slo quien sabe hacia dnde navega sabe tambin qu viento es
bueno y cul es el favorable para su navegacin.
Qu me ha quedado ya? Un corazn cansado y desvergonzado; una voluntad inestable;
alas para revolotear; un espinazo roto.
Esta bsqueda de mi hogar: oh Zaratustra, lo sabes bien, esta bsqueda ha sido mi af
liccin506, que me devora.
Dnde est - mi hogar? Por l pregunto y busco y he buscado, y no lo he encontrado. Oh eterno estar en todas partes, oh eterno estar en ningn sitio, oh eterno - e
n vano!
As habl la sombra, y el rostro de Zaratustra se fue alargando al escuchar sus pala
bras.
T eres mi sombra!, dijo por fin con tristeza.
Tu peligro no es pequeo, t espritu libre yviajero! Has tenido un mal da: procura
que no te toque un atardecer an peor!
A los errantes como t, incluso una crcel acaba parecindoles la bienaventuranza.
Has visto alguna vez cmo duermen los criminales encarcelados? Duermen tranquilamente, disfrutan su nueva seguridad.
Ten cuidado de no caer, al final, prisionero de una fe ms estrecha todava, de una i
lusin dura, rigurosa! A ti, en efecto, ahora te tienta y te seduce todo lo que es r
iguroso y
slido.
Has perdido la meta: ay, cmo podrs librarte de esa prdida y consolarte de ella? Al
perder la meta - has perdido tambin el camino!
T pobre vagabundo, soador, t mariposa cansada!, quieres tener este atardecer un
respiro y una morada? Sube entonces a mi caverna!
Por ah va el camino que lleva a mi caverna. Y ahora quiero volver a escapar rpidamente de ti. Ya pesa sobre m algo parecido a una sombra.
Quiero correr solo, para que de nuevo vuelva a haber claridad a mi alrededor. Pa
ra ello
tengo que estar todava mucho tiempo alegremente sobre las piernas. Mas este atard
ecer
en mi casa - habr baile! - As habl Zaratustra.
501
La sombra de Zaratustra ha aparecido ya en la segunda parte, De grandes acontecimi
entos.
502
Cita del Evangelio de Juan, 18, 36: Mi reino no es de este mundo.
503

Contigo he aspirado a todo lo prohibido: la sombra de Zaratustra se aplica a s misma


la frmula
de Ovidio (3 Amores, 4,17): nitimur ni vetitum, que Nietzsche utiliza tambin en Ms
all del bien y del
mal y en La genealoga de la moral. En Ecce homo dice de ella: Bajo este signo venc
er un da mi filosofa, pues hasta ahora lo nico que se ha prohibido siempre, por principio, ha sido l
a verdad.
504
Vase la nota 104.
505
Vase el 180 de Ms all del bien y del mal: Hay una inocencia en la mentira que es sea
l de que se
cree con buena fe en una cosa.
506
Nietzsche juega en alemn con las palabreas suchen (buscar), Heim (hogar) y Heims
uchung (afliccin).
A medioda
Y Zaratustra corri y corri y ya no volvi a encontrar a nadie y estuvo solo y se enc
ontr continuamente a s mismo y disfrut y sabore su soledad y pens en cosas buenas, durante horas. Mas hacia la hora del medioda, cuando el sol se hallaba exactament
e encima de su cabeza, Zaratustra pas al lado de un viejo rbol, torcido y nudoso, el c
ual
estaba abrazado y envuelto por el gran amor de una via, quedando oculto a s mismo:
de
l pendan, ofrecindose al viajero, racimos amarillos en gran nmero. Entonces se le
antoj calmar una pequea sed y cortar un racimo; pero cuando ya extenda el brazo par
a
hacerlo se le antoj todava otra cosa, a saber: echarse junto al rbol, a la hora del
pleno
medioda, y dormir.
Esto hizo Zaratustra; y tan pronto como estuvo tendido en el suelo, en medio del
silencio y de los secretos de la hierba multicolor, olvid su pequea sed y se durmi. Pues
,
como dice el proverbio de Zaratustra: una cosa es ms necesaria que la otra507. Ah
ora
bien, sus ojos permanecan abiertos: - no se cansaban, en efecto, de ver y de alab
ar el
rbol y el amor de la via. Y mientras se dorma, Zaratustra habl as a su corazn.
Silencio! Silencio! No se ha vuelto perfecto el mundo en este instante?508 Qu es lo
que me ocurre?
As como un viento delicioso, no visto, danza sobre artesonado mar, baila ligero,
ligero
cual una pluma: as - baila el sueo sobre m.
No me cierra los ojos, me deja despierta el alma. Ligero es, en verdad!, ligero c
ual una
pluma.
Me persuade no s cmo, toca ligeramente mi interior con mano zalamera, me fuerza.
S, me fuerza a que mi alma se estire: - cmo se me vuelve larga y cansada mi extraa alma! Le ha llegado el atardecer de
un sptimo da justamente al medioda?509 Ha caminado ya durante demasiado tiempo,
bienaventurada, entre cosas buenas y maduras?
Mi alma se estira alargndose, alargndose - cada vez ms!, yace callada, mi extraa
alma. Demasiadas cosas buenas ha saboreado ya, esa urea tristeza la oprime, ella

tuerce
la boca.
- Como un barco que ha entrado en su baha ms tranquila: - y entonces se adosa a la
tierra, cansado de los largos viajes y de los inseguros mares. No es ms fiel la ti
erra?
Como un barco de sos se adosa, se estrecha a la tierra: - basta entonces que una
araa
teja sus hilos desde la tierra hasta l. No se necesita aqu cable ms fuerte.
Como uno de esos barcos cansados, en la ms tranquila de todas las bahas: as descanso yo tambin ahora, cerca de la tierra, fiel, confiado, aguardando, atado a ella
con los
hilos ms tenues.
Oh felicidad! Oh felicidad! Quieres acaso cantar510, alma ma? Yaces en la hierba.
Pero sta es la hora secreta, solemne, en que ningn pastor toca su flauta.
Ten cuidado! Un ardiente medioda duerme sobre los campos. No cantes! Silencio!
El mundo es perfecto.
No cantes, ave de los prados, oh alma ma! No susurres siquiera! Mira - silencio!, el
viejo medioda duerme, mueve la boca: no bebe en este momento una gota de felicidad
- una vieja, dorada gota de urea felicidad, de ureo vino? Algo se desliza sobre l,
su
felicidad re. As - re un Dios. Silencio! - Para ser feliz, con qu poco basta para ser feliz! As dije yo en otro tiempo, y me
cre sabio. Pero era una blasfemia: esto lo he aprendido ahora. Los necios intelig
entes
hablan mejor.
Justamente la menor cosa, la ms tenue, la ms ligera, el crujido de un lagarto, un
soplo, un roce, un pestaeo - lo poco constituye la especie de la mejor felicidad. Si
lencio!
- Qu me ha sucedido: escucha! Es que el tiempo ha huido volando? No estoy cayendo? No he cado - escucha! - en el pozo de la eternidad?
- Qu me sucede? Silencio! Me han punzado - ay - en el corazn? El corazn! Oh,
hazte pedazos, hazte pedazos, corazn, despus de tal felicidad, despus de tal punzad
a!
- Cmo? No se haba vuelto perfecto el mundo hace un instante? Redondo y maduro? Oh ureo y redondo aro - adnde se escapa volando? Sgale yo a la carrera! Sus!
Silencio - - (y aqu Zaratustra se estir y sinti que dorma).
Arriba!, se dijo a s mismo, t dormiln!, t dormiln en pleno medioda! Vamos,
arriba, viejas piernas! Es tiempo y ms que tiempo, an os queda una buena parte del
camino Ahora habis dormido bastante, cunto tiempo? Media eternidad! Vamos, arriba
ahora, viejo corazn mo! Cunto tiempo necesitars despus de tal sueo - para despertarte?
(Pero entonces se adormeci de nuevo, y su alma habl contra l y se defendi y se
acost de nuevo.) - Djame! Silencio! No se haba vuelto perfecto el mundo en este
instante? Oh urea y redonda bola! Levntate, dijo Zaratustra, pequea ladrona, perezosa! Cmo? Seguir extendida,
bostezando, suspirando, cayendo dentro de pozos profundos?
Quin eres t! Oh alma ma! (y entonces Zaratustra se asust, pues un rayo de sol
cay del cielo sobre su rostro).
Oh cielo por encima de m, dijo suspirando y se sent derecho, t me contemplas?
T escuchas a mi extraa alma?
Cundo vas a beber esta gota de roco que cay sobre todas las cosas de la tierra, cundo vas a beber esta extraa alma - cundo, pozo de la eternidad!, sereno y horrible abismo del medioda!, cundo vas a

beber, reincorporndola as a ti, mi alma?


As habl Zaratustra, y se levant de su lecho junto al rbol como si saliese de una extraa borrachera: y he aqu que el sol an continuaba estando encima exactamente de su
cabeza. De esto podra alguien deducir con razn que Zaratustra, entonces, no estuvo
dormido mucho tiempo.
507
Reminiscencia del Evangelio de Lucas, 10, 42: Slo una cosa es necesaria.
508
En la primera parte, De viejecillas y jovencillas, dice Zaratustra que la mujer
piensa as cuando obedece desde la plenitud del amor.
509
Alusin a Gnesis, 2, 2-3, donde se dice que Dios descans de la creacin el sptimo da.
510
A que el alma de Zaratustra debe cantar se ha aludido ya antes en varias ocasione
s; vase, en la tercera parte, El convaleciente, 2, Del gran anhelo, y Los siete sellos, 7.
El saludo
Hasta el final de la tarde no volvi Zaratustra a su caverna, despus de haber busca
do y
errado largo tiempo en vano. Mas cuando estuvo frente a ella, a no ms de veinte p
asos
de distancia, ocurri lo que l menos aguardaba entonces: de nuevo oy el gran grito d
e
socorro. Y, cosa sorprendente!, esta vez aquel grito proceda de su propia caverna.
Era
un grito prolongado, mltiple, extrao, y Zaratustra distingua con claridad que se ha
llaba
compuesto de muchas voces: aunque, odo de lejos, sonase igual que un grito salido
de
una sola boca.
Entonces Zaratustra se lanz de un salto hacia su caverna, y, mira!, qu espectculo
aguardaba a sus ojos despus del que se haba ofrecido ya a sus odos! All estaban sent
ados juntos todos aquellos con quienes l se haba encontrado por el camino durante e
l da:
el rey de la derecha y el rey de la izquierda, el viejo mago, el papa, el mendig
o voluntario, la sombra, el concienzudo del espritu, el triste adivino y el asno; y el ms f
eo de los
hombres se haba colocado una corona en la cabeza y se haba ceido dos cinturones de
prpura, - pues le gustaba, como a todos los feos, disfrazarse y embellecerse. En
medio
de esta atribulada reunin se hallaba el guila de Zaratustra, con las plumas erizad
as e
inquieta, pues deba responder a demasiadas cosas para las que su orgullo no tena n
inguna respuesta; y la astuta serpiente colgaba enrollada a su cuello.
Todo esto lo contempl Zaratustra con gran admiracin; luego fue examinando a cada
uno de sus huspedes con afable curiosidad, ley en sus almas y de nuevo qued admirado. Entretanto los reunidos se haban levantado de sus asientos y aguardaban con r
espeto

a que Zaratustra hablase. Y Zaratustra habl as:


Vosotros hombres desesperados! Vosotros hombres extraos! Es, pues, vuestro grito de socorro el que he odo? Y ahora s tambin dnde hay que buscar a aquel a quien en
vano he buscado hoy: el hombre superior - en mi propia caverna se halla sentado el hombre superior! Mas de qu me admiro!
No lo he atrado yo mismo hacia m con ofrendas de miel y con astutos reclamos de mi
felicidad?
Sin embargo, me engao si pienso que sois poco aptos para estar en compaa, que os
malhumoris el corazn unos a otros, vosotros los que dais gritos de socorro, al est
ar sentados juntos aqu? Tiene que venir antes uno,
- uno que os vuelva a hacer rer, un buen payaso alegre, un bailarn y viento y fier
abrs,
algn viejo necio: - qu os parece?
Perdonadme, hombres desesperados, que yo hable ante vosotros con estas sencillas
palabras, indignas, en verdad, de tales huspedes! Pero vosotros no adivinis qu es lo
que
vuelve petulante mi corazn: - vosotros mismos y vuestra visin, perdondmelo! En efecto, todo aquel que contempla a un desesperado cobra nimos. Para consolar a un desesperado - sintese bastant
e
fuerte cualquiera.
A m mismo me habis dado vosotros esa fuerza, - un buen don, mis nobles huspedes!
Un adecuado regalo de huspedes ! Bien, no os irritis, pues, porque tambin yo os
ofrezca de lo mo.
ste es mi reino y mi dominio: pero lo que es mo, por esta tarde y esta noche debe
ser
vuestro. Mis animales deben serviros a vosotros: sea mi caverna vuestro lugar de
reposo!
En mi casa, aqu en mi hogar, nadie debe desesperar, en mi coto de caza yo defiend
o a
todos contra sus animales salvajes. Y esto es lo primero que yo os ofrezco: segur
idad!
Y lo segundo es: mi dedo meique. Y una vez que tengis ese dedo, tomaos la mano
entera!, y adems, el corazn! Bienvenidos aqu, bienvenidos, huspedes mos!
As habl Zaratustra, y ri de amor y de maldad. Tras este saludo sus huspedes volvieron a hacer una inclinacin y callaron respetuosamente; mas el rey de la derecha l
e contest en nombre de ellos.
Por el modo, oh Zaratustra, como nos has ofrecido mano y saludo reconocemos que
eres Zaratustra. Te has rebajado ante nosotros; casi has hecho dao a nuestro resp
eto-.
- mas quin sera capaz de rebajarse, como t, con tal orgullo? Esto nos levanta a nosotros, es un consuelo para nuestros ojos y nuestros corazones.
Slo por contemplar esto subiramos con gusto a montaas ms altas que sta. vidos
de espectculos hemos venido, en efecto, queramos ver qu es lo que aclara ojos turbi
os.
Y he aqu que ya ha pasado todo nuestro gritar pidiendo socorro. Ya nuestra mente
y
nuestro corazn se encuentran abiertos y estn extasiados. Poco falta: y nuestro val
or se
har petulante.
Nada ms alentador, oh Zaratustra, crece en la tierra que una voluntad elevada y f
uerte:
sa es la planta ms hermosa de la tierra. Todo un paisaje entero se reconforta con
uno
solo de tales rboles.
Al pino comparo yo al que crece como t, oh Zaratustra: largo, silencioso, duro, s

olo,
hecho de la mejor y ms flexible lea, soberano, - y, en fin, extendiendo sus fuertes y verdes ramas hacia su dominio, dirigiendo
fuertes
preguntas a vientos y temporales y a cuanto tiene siempre su domicilio en las al
turas,
- dando respuestas an ms fuertes, uno que imparte rdenes, un victorioso: oh, quin
no subira, por contemplar tales plantas, a elevadas montaas?
Con tu rbol de aqu, oh Zaratustra, se reconforta incluso el hombre sombro, el fraca
sado, con tu visin se vuelve seguro incluso el inestable, y cura su corazn.
Y, en verdad, hacia esta montaa y este rbol se dirigen hoy muchos ojos; un gran an
helo se ha puesto en marcha, y muchos han aprendido a preguntar: quin es Zaratustr
a?
Y, aquel en cuyo odo has derramado t alguna vez las gotas de tu cancin y de tu miel
:
todos los escondidos, los eremitas solitarios, los eremitas en pareja, han dicho
de pronto a
su corazn:
Vive an Zaratustra? Ya no merece la pena vivir, todo es idntico, todo es en vanos511: o - tenemos que vivir con Zaratustra!
Por qu no viene l, que se anunci hace ya tanto tiempo?, as preguntan muchos; se
lo ha tragado la soledad? O acaso somos nosotros los que debemos ir a l?
Ahora ocurre que la propia soledad se ablanda y rompe como una tumba que se resq
uebraja y no puede seguir conteniendo a sus muertos. Por todas partes se ven resuc
itados512.
Ahora suben y suben las olas alrededor de tu montaa, oh Zaratustra. Y aunque tu a
ltura es muy elevada, muchos tienen que subir hasta ti; tu barca no debe permanecer
ya mucho tiempo en seco.
Y el hecho de que nosotros, hombres desesperados, hayamos venido ahora a tu cave
rna
y ya no desesperemos: una premonicin y un presagio es tan slo de que otros mejores
estn en camino hacia ti, - pues tambin l est en camino hacia ti, el ltimo resto de Dios entre los hombres, es
decir: todos los hombres del gran anhelo, de la gran nusea, del gran hasto,
- todos los que no quieren vivir a no ser que aprendan de nuevo a tener esperanz
as - a
no ser que aprendan de ti, oh Zaratustra, la gran esperanza!
As habl el rey de la derecha, y agarr la mano de Zaratustra para besarla; mas Zaratustra rechaz su homenaje y se ech hacia atrs espantado, silencioso y como huyendo
de repente a remotas lejanas. Tras un breve intervalo, sin embargo, volvi a estar
junto a
sus huspedes, los mir con ojos claros y escrutadores, y dijo:
Huspedes mos, vosotros hombres superiores, quiero hablar con vosotros en alemn y
con claridad513. No era a vosotros a quien yo aguardaba aqu en estas montaas.
(En alemn y con claridad? Que Dios tenga piedad!, dijo entonces aparte el rey de la
izquierda; se nota que este sabio de Oriente no conoce a los queridos alemanes!
Pero querr decir, en alemn y con rudeza - bien! No es ste hoy el peor de los gustos!)
Es posible, en verdad, que todos vosotros seis hombres superiores, continu Zaratustra: mas para m - no sois bastante altos ni bastante fuertes.
Para m, es decir: para lo inexorable que dentro de m calla, pero que no siempre ca

llar. Y si pertenecis a m, no es como mi brazo derecho.


Pues quien tiene piernas enfermas y delicadas, como vosotros, se quiere, lo sepa
o se
lo oculte, que se sea indulgente con l.
Mas con mis brazos y mis piernas yo no soy indulgente, yo no soy indulgente con
mis
guerreros: cmo podrais vosotros servir para mi guerra?
Con vosotros yo me echara a perder incluso las victorias. Y muchos de vosotros se
desplomaran ya con slo or el sonoro retumbar de mis tambores.
Tampoco sois vosotros para m ni bastante bellos ni bastante bien nacidos. Yo nece
sito
espejos puros y lisos para mis doctrinas; sobre vuestra superficie se deforma in
cluso mi
propia efigie.
Vuestros hombros estn oprimidos por muchas cargas, por muchos recuerdos; ms de
un enano perverso est acurrucado en vuestros rincones. Tambin dentro de vosotros h
ay
plebe oculta.
Y aunque seis altos y de especie superior: mucho en vosotros es torcido y deforme
. No
hay herrero en el mundo que pueda arreglaros y enderezaros como yo quiero.
Vosotros sois nicamente puentes: que hombres ms altos puedan pasar sobre vosotros
a la otra orilla! Vosotros representis escalones: no os irritis, pues, contra el qu
e sube
por encima de vosotros hacia su propia altura!
Es posible que de vuestra simiente me brote alguna vez un hijo autntico y un here
dero
perfecto: pero eso est lejos. Vosotros mismos no sois aquellos a quienes pertenec
en mi
herencia y mi nombre.
No es a vosotros a quienes aguardo yo aqu en estas montaas, no es con vosotros con
quienes me es lcito descender por ltima vez. Habis venido aqu tan slo como presagio
de que hombres ms altos se encuentran ya en camino hacia m, - no los hombres del gran anhelo, de la gran nusea, del gran hasto, y lo que habis
llamado el ltimo residuo de Dios.
- No! No! Tres veces no! Es a otros a quienes aguardo yo aqu en estas montaas, y
mi pie no se mover de aqu sin ellos,
- a otros ms altos, ms fuertes, ms victoriosos, ms alegres, cuadrados514 de cuerpo y
de alma: leones rientes tienen que venir!515
Oh, huspedes mos, vosotros hombres extraos, no habis odo nada an de mis
hijos?516 Y de que se encuentran en camino hacia m?
Habladme, pues, de mis jardines, de mis islas afortunadas, de mi nueva y bella e
specie,
- por qu no me hablis de esto?
ste es el regalo de huspedes que yo reclamo de vuestro amor, el que me hablis de
mis hijos. Yo soy rico para esto, yo me he vuelto pobre para esto: qu no he dado,
- qu no dara por tener una sola cosa: esos hijos, ese viviente vivero, esos rboles d
e
la vida de mi voluntad y de mi suprema esperanza!
As habl Zaratustra, y de repente se interrumpi en su discurso: pues lo acometi su
anhelo, y cerr los ojos y la boca a causa del movimiento de su corazn517. Y tambin
todos sus huspedes callaron y permanecieron silenciosos y consternados: excepto e
l viejo adivino, que comenz a hacer signos con manos y gestos.

511
Vase la nota 248.
512
Nietzsche alude aqu al episodio evanglico segn el cual, tras la muerte de Jess, vean
se por todas
partes resucitados. Vase el Evangelio de Mateo, 27, 50-53: Jess dio otro fuerte gri
to y exha l el espritu. Entonces la cortina del santuario se rasg en dos, de arriba abajo, la tierra
tembl, las piedras se rajaron,
las tumbas se abrieron y muchos cuerpos de santos que haban muerto resucitaron; d
espus que l resucit,
salieron de las tumbas, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos.
513
Deutsch und deutlich: frase hecha alemana similar a la espaola al pan pan, y al v
ino vino. Se base
en que deutsch y deutlich tienen la misma raz, diot, pueblo. El rey de la izquierda
replicar inme diatamente a Zaratustra que deutsch estara mejor emparentado con derb, tosco. Deutsch un
d derb, la expresin usada por el rey, podra traducirse por a lo bestia.
514
Vase la nota 54.
515
Vase luego, El signo.
516
Vase luego, El signo.
517
Vase, en la segunda parte, De la redencin, donde tambin Zaratustra interrumpe de r
epente el discurso que est pronunciando.
La Cena518
En este punto, en efecto, el adivino interrumpi el saludo entre Zaratustra y sus
huspedes: se adelant como alguien que no tiene tiempo que perder, cogi la mano de Zarat
ustra y exclam: Pero Zaratustra!
Una cosa es ms necesaria que la otra, as dices t mismo519: bien, una cosa es ahora
para m ms necesaria que todas las otras.
Una palabra a tiempo: no me has invitado a comer? Y aqu hay muchos que han recorrido largos caminos. No querrs alimentarnos con discursos?
Tambin os habis referido todos vosotros, demasiado a mi parecer, al congelarse, ah
ogarse, asfixiarse y otras calamidades del cuerpo: pero nadie se ha acordado de m
i calamidad, a saber: la de estar hambriento -
(As habl el adivino; y cuando los animales de Zaratustra oyeron tales palabras se
fueron de all corriendo, asustados. Pues vean que ni siquiera lo que ellos haban trado
durante el da sera suficiente para llenar el estmago de aquel solo adivino.)
Incluyendo tambin el estar sediento, prosigui el adivino. Y aunque oigo ya al agua
chapotear aqu, semejante a discursos de la sabidura, es decir, abundante e incansa
ble: yo
- quiero vino!
No todos son, como Zaratustra, bebedores natos de agua. Adems, el agua no les con
viene a los cansados y mustios: a nosotros nos corresponde el vino, - slo l proporc

iona
curacin instantnea y salud repentina!
En este punto, cuando el adivino peda vino, ocurri que tambin el rey de la izquierd
a,
el taciturno, tom a su vez la palabra. Del vino, dijo, nos hemos preocupado nosotr
os,
yo y mi hermano el rey de la derecha: tenemos vino suficiente, - todo un asno ca
rgado.
As, pues, no falta ms que pan520.
Pan?, replic Zaratustra y se ri. Justamente pan es lo que no tienen los eremitas. Pe
ro el hombre no vive slo de pan, sino tambin de la carne de buenos corderos521, y
yo
tengo dos522:
- a stos debemos descuartizarlos523 enseguida y prepararlos con especias, con sal
via:
as es como a m me gustan. Y tampoco faltan races y frutos, suficientemente buenos
incluso para golosos y degustadores; ni nueces y otros enigmas para cascar.
Vamos, pues, a preparar rpidamente un buen festn. Quien quiera comer tiene que intervenir asimismo en la preparacin, incluso los reyes. En casa de Zaratustra, en
efecto, le
es lcito ser cocinero incluso a un rey.
Esta propuesta encontr la aprobacin de todos: slo el mendigo voluntario se opona a
la carne y al vino y a las especias.
Pero od a este comiln de Zaratustra!, deca bromeando: acude la gente a las cavernas y a las altas montaas para hacer tales comidas?
Ahora entiendo, ciertamente, lo que l nos ense en otro tiempo: Alabada sea la pequea pobreza!524. Y por qu quiere suprimir a los mendigos525.
Procura estar de buen humor, le respondi Zaratustra, como lo estoy yo. Permanece
fiel a tu costumbre, hombre excelente, muele tu grano, bebe tu agua, alaba tu co
cina: si
sta es la que te pone alegre!
Yo soy una ley nicamente para los mos, no soy una ley para todos. Mas quien me per
tenece tiene que tener huesos fuertes y tambin pies ligeros, - deben gustarle las guerras y las fiestas, no ser un hombre sombro, ni un soador,
debe
estar dispuesto a lo ms difcil como a una fiesta suya, hallarse sano y salvo.
Lo mejor pertenece a los mos y a m; y si no nos lo dan, lo tomamos: - el mejor alimento, el cielo ms puro, los pensamientos ms fuertes, las mujeres ms hermosas! As habl Zaratustra; mas el rey de la derecha replic: Qu raro! Se han escuchado
alguna vez tales cosas inteligentes de boca de un sabio?
Y, en verdad, lo ms raro en un sabio es que, adems, hable con inteligencia y no se
a
un asno.
As habl el rey de la derecha, y se extra; pero el asno, con malvada voluntad, dijo I
A a su discurso. ste fue el comienzo de aquel largo festn que en los libros de his
toria se
llama la Cena. Durante ella no se habl de otra cosa que del hombre superior.
518
El ttulo de este apartado es una clara referencia a la Ultima Cena de Jess, narrada
por los Evangelios. La palabra alemana empleada, Abendmahl, subraya an ms que la castellana la c
itada alusin.
519
Vase antes, A medioda, la nota 507.

520
Esta alusin al pan y al vino vuelve a subrayar lo indicado en la nota 518, es decir,
el intencionado paralelismo entre esta Cena y la narrada en los Evangelios.
521
Cita pardica del Evangelio de Mateo, 4, 4: El hombre no vive slo de pan, sino de t
oda palabra que
sale de la boca de Dios.
522
Sobre la procedencia de estos dos corderos vase, en la tercera parte, El convale
ciente, 2.
523
Si se tiene en cuenta que Jess es llamado tambin el Cordero, se ver que el antagonis
mo entre esta Cena y la evanglica alcanza aqu su cumbre.
524
Vase, en la primera parte, Del nuevo dolo, p. 89.
525
Vase, en la primera parte, De los compasivos, p. 140.
Del hombre superior
1
Cuando por primera vez fui a los hombres comet la tontera propia de los eremitas,
la
gran tontera: me instal en el mercado.
Y cuando hablaba a todos no hablaba a nadie526. Y por la noche tuve como compaero
s
a volatineros y cadveres; y yo mismo era casi un cadver.
Mas a la maana siguiente lleg a m una nueva verdad: entonces aprend a decir Qu
me importan el mercado y la plebe y el ruido de la plebe y las largas orejas de
la plebe!
Vosotros hombres superiores, aprended esto de m: en el mercado nadie cree en hombres superiores. Y si queris hablar all, bien! Pero la plebe dir parpadeando todos
somos iguales.
Vosotros hombres superiores, - as dice la plebe parpadeando - no existen hombres
superiores, todos somos iguales, el hombre no es ms que hombre, ante Dios - todos
somos iguales!
Ante Dios! - Mas ahora ese Dios ha muerto. Y ante la plebe nosotros no queremos s
er
iguales. Vosotros hombres superiores, marchaos del mercado!
2
Ante Dios! - Mas ahora ese Dios ha muerto! Vosotros hombres superiores, ese Dios
era vuestro mximo peligro.
Slo desde que l yace en la tumba habis vuelto vosotros a resucitar. Slo ahora llega
el gran medioda527, slo ahora se convierte el hombre superior - en seor!
Habis entendido esta palabra, oh hermanos mos? Estis asustados: sienten vrtigo
vuestros corazones? Veis abrirse aqu para vosotros el abismo? Os ladra aqu el perro
infernal?
Bien! Adelante! Vosotros hombres superiores! Ahora es cuando gira la montaa del
futuro humano. Dios ha muerto: ahora nosotros queremos - que viva el superhombre
.
3

Los ms preocupados preguntan hoy: Cmo se conserva el hombre? Pero Zaratustra


pregunta, siendo el nico y el primero en hacerlo: Cmo se supera al hombre?
El superhombre es lo que yo amo, l es para m lo primero y lo nico, - y no el hombre
:
no el prjimo, no el ms pobre, no el que ms sufre, no el mejor Oh hermanos mos, lo que yo puedo amar en el hombre es que es un trnsito y un ocaso528. Y tambin en vosotros hay muchas cosas que me hacen amar y tener esperanzas
.
Vosotros habis despreciado, hombres superiores, esto me hace tener esperanzas. Pu
es
los grandes despreciadores son los grandes veneradores.
En el hecho de que hayis desesperado hay mucho que honrar. Porque no habis aprendido cmo resignaros, no habis aprendido las pequeas corduras.
Hoy, en efecto, las gentes pequeas se han convertido en los seores: todas ellas pr
edican resignacin y modestia y cordura y laboriosidad y miramientos y el largo etcter
a de
las pequeas virtudes.
Lo que es de especie femenina, lo que procede de especie servil y, en especial,
la mezcolanza plebeya: eso quiere ahora enseorearse de todo destino del hombre - oh nusea
!,
nusea!, nusea!
Eso pregunta y pregunta y no se cansa: Cmo se conserva el hombre, del modo mejor, ms prolongado, ms agradable? Con esto - ellos son los seores de hoy.
Superadme a estos seores de hoy, oh hermanos mos, - a estas gentes pequeas: ellas
son el mximo peligro del superhombre!
Superadme, hombres superiores, las pequeas virtudes, las pequeas corduras, los miramientos minsculos, el bullicio de hormigas, el msero bienestar, la felicidad de l
os
ms-!
Y antes desesperar que resignarse. Y, en verdad, yo os amo porque no sabis vivir
hoy,
vosotros hombres superiores! Ya que as es como vosotros vivs - del modo mejor!
4
Tenis valor, oh hermanos mos? Sois gente de corazn? No valor ante testigos, sino
el valor del eremita y del guila, del cual no es ya espectador ningn Dios?
A las almas fras, a las acmilas, a los ciegos, a los borrachos, a sos yo no los lla
mo
gente de corazn. Corazn tiene el que conoce el miedo, pero domea el miedo, el que v
e
el abismo, pero con orgullo.
El que ve el abismo, pero con ojos de guila, el que aferra el abismo con garras d
e
guila: se tiene valor. - 5
El hombre es malvado - as me dijeron, para consolarme, los ms sabios. Ay, si eso
fuera hoy verdad! Pues el mal es la mejor fuerza del hombre 529.
El hombre tiene que mejorar y que empeorar - esto es lo que yo enseo. Lo peor es
necesario para lo mejor del superhombre.
Para aquel predicador de las pequeas gentes acaso fuera bueno que l sufriese y pad
eciese por el pecado del hombre530. Pero yo me alegro del gran pecado como de mi
gran
consuelo. Esto no est dicho, sin embargo, para orejas largas. No toda palabra conviene tamp

oco
a todo hocico. stas son cosas delicadas y remotas: hacia ellas no deben alargarse
pezuas de ovejas!
6
Vosotros hombres superiores, creis acaso que yo estoy aqu para arreglar lo que voso
tros habis estropeado?
O que quiero prepararos para lo sucesivo un lecho ms cmodo a vosotros los que sufrs? O mostraros senderos nuevos y ms fciles a vosotros los errantes, extraviados,
perdidos en vuestras escaladas?
No! No! Tres veces no! Deben perecer cada vez ms, cada vez mejores de vuestra
especie, - pues vosotros debis tener una vida siempre peor y ms dura. Slo as - slo as crece el hombre hasta aquella altura en que el rayo cae sobre l y lo hace
pedazos: suficientemente alto para el rayo!
Hacia lo poco, hacia lo prolongado, hacia lo lejano tienden mi mente y mi anhelo
: qu
podra importarme vuestra mucha, corta, pequea miseria!
Para m no sufrs an bastante! Pues sufrs por vosotros, no habis sufrido an por el
hombre. Mentirais si dijeseis otra cosa! Ninguno de vosotros sufre por aquello por
lo
que yo he sufrido. - 7
No me basta con que el rayo ya no cause dao. Yo no quiero desviarlo: debe aprende
r a trabajar para m. Hace ya mucho tiempo que mi sabidura se acumula como una nube, se vuelve ms silenciosa y oscura. As hace toda sabidura que alguna vez debe parir rayos.
Para estos hombres de hoy no quiero yo ser luz ni llamarme luz. A stos - quiero c
egarlos: rayo de mi sabidura! Scales los ojos!
8
No queris nada por encima de vuestra capacidad: hay una falsedad perversa en quie
nes
quieren por encima de su capacidad. Especialmente cuando quieren cosas grandes! P
ues
despiertan desconfianza contra las cosas grandes, esos refinados falsarios y com
ediantes:
- hasta que finalmente son falsos ante s mismos, gente de ojos bizcos, madera car
comida y blanqueada, cubiertos con un manto de palabras fuertes, de virtudes apara
tosas, de
obras falsas y relumbrantes.
Tened en esto mucha cautela, vosotros hombres superiores! Pues nada me parece hoy
ms precioso y raro que la honestidad.
Este hoy, no es de la plebe? Mas la plebe no sabe lo que es grande, lo que es peq
ueo,
lo que es recto y honesto: ella es inocentemente torcida, ella miente siempre.
9

Tened hoy una sana desconfianza, vosotros hombres superiores, hombres valientes!
Hombres de corazn abierto! Y mantened secretas vuestras razones! Pues este hoy es d
e
la plebe.
Lo que la plebe aprendi en otro tiempo a creer sin razones, quin podra - destrurselo
mediante razones?
Y en el mercado se convence con gestos. Las razones, en cambio, vuelven desconfi
ada
a la plebe.
Y si alguna vez la verdad venci all, preguntaos con sana desconfianza: Qu fuerte
error ha luchado por ella?
Guardaos tambin de los doctos! Os odian: pues ellos son estriles! Tienen ojos fros
y secos, ante ellos todo pjaro yace desplumado.
Ellos se jactan de no mentir, mas incapacidad para la mentira no es ya, ni de le
jos, amor
a la verdad. Estad en guardia!
Falta de fiebre no es ya, ni de lejos, conocimiento! A los espritus resfriados yo
no les
creo. Quien no puede mentir no sabe qu es la verdad.
10
Si queris subir a lo alto, emplead vuestras propias piernas! No dejis que os lleven
hasta arriba, no os sentis sobre espaldas y cabezas de otros!
T has montado a caballo? Y ahora cabalgas velozmente hacia tu meta? Bien, amigo
mo! Pero tambin tu pie tullido va montado sobre el caballo!
Cuando ests en la meta, cuando saltes de tu caballo: precisamente en tu altura, h
ombre
superior - dars un traspi!
11
Vosotros creadores, vosotros hombres superiores! No se est grvido ms que del propio hijo.
No os dejis persuadir, adoctrinar! Quin es vuestro prjimo? Y aunque obris por
el prjimo, - no creis, sin embargo, por l!
Olvidadme ese por, creadores: precisamente vuestra virtud quiere que no hagis ninguna cosa por y a causa de y porque. A estas pequeas palabras falsas debis cerrar vuestros odos.
El por el prjimo es la virtud tan slo de las gentes pequeas: entre ellas se dice tal
para cual y una mano lava la otra: - no tienen ni derecho ni fuerza de exigir vuestr
o
egosmo!
En vuestro egosmo, creadores, hay la cautela y la previsin de la embarazada! Lo que
nadie ha visto an con sus ojos, el fruto: eso es lo que vuestro amor entero prote
ge y cuida y alimenta.
All donde est todo vuestro amor, en vuestro hijo, all est tambin toda vuestra virtud! Vuestra obra, vuestra voluntad es vuestro prjimo: no os dejis inducir a admitir
falsos valores!
12
Vosotros creadores, vosotros hombres superiores! Quien tiene que dar a luz est enfermo; y quien ha dado a luz est impuro.
Preguntad a las mujeres: no se da a luz porque ello divierta. El dolor hace caca
rear a las
gallinas y a los poetas.

Vosotros creadores, en vosotros hay muchas cosas impuras. Esto se debe a que tuv
isteis
que ser madres.
Un nuevo hijo: oh, cunta nueva suciedad ha venido tambin con l al mundo! Apartaos! Y quien ha dado a luz debe lavarse el alma hasta limpiarla!
13
No seis virtuosos por encima de vuestras fuerzas! Y no queris de vosotros nada que
vaya contra la verosimilitud!
Caminad por las sendas por las que ya camin la virtud de vuestros padres! Cmo
querrais subir alto si no sube con vosotros la voluntad de vuestros padres?
Mas quien quiera ser el primero vea de no convertirse tambin en el ltimo!531 Y all
donde estn los vicios de vuestros padres no debis querer pasar vosotros por santos
!
Si los padres de alguien fueron aficionados a las mujeres y a los vinos fuertes
y a la
carne de jabal: qu ocurrira si ese alguien pretendiese de s la castidad?
Una necedad sera eso! Mucho, en verdad, me parece para se el que se contente con
ser marido de una o de dos o de tres mujeres.
Y si fundase conventos y escribiese encima de la puerta: el camino hacia la santi
dad,
- yo dira: para qu!, eso es una nueva necedad!
Ha fundado para s mismo un correccional y un asilo: buen provecho! Pero yo no creo
en eso.
En la soledad crece lo que uno ha llevado a ella, tambin el animal interior532. P
or ello
resulta desaconsejable para muchos la soledad.
Ha habido hasta ahora en la tierra algo ms sucio que los santos del desierto? En t
orno
a ellos no andaba suelto tan slo el demonio, - sino tambin el cerdo533
14
Tmidos, avergonzados, torpes, como un tigre al que le ha salido mal el salto: as,
hombres superiores, os he visto a menudo apartaros furtivamente a un lado. Os haba s
alido
mal una tirada de dados.
Pero vosotros, jugadores de dados, qu importa eso! No habais aprendido a jugar y a
hacer burlas como se debe! No estamos siempre sentados a una gran mesa de burlas
y de
juegos?
Y aunque se os hayan malogrado grandes cosas, es que por ello vosotros mismos - o
s
habis malogrado? Y aunque vosotros mismos os hayis malogrado, se malogr por ello
- el hombre? Y si el hombre se malogr: bien!, adelante!
15
Cuanto ms elevada es la especie de una cosa, tanto ms raramente se logra sta. Vosotros hombres superiores, no sois todos vosotros - malogrados?
Tened valor, qu importa! Cuntas cosas son an posibles! Aprended a reros de vosotros mismos como hay que rer! Por qu extraarse, por lo dems, de que os hayis
malogrado y os hayis logrado a medias, vosotros semidespedazados! Es que no se
agolpa y empuja en vosotros - el futuro del hombre?
Lo ms remoto, profundo, estelarmente alto del hombre, su fuerza inmensa: no hierve

todo eso, chocando lo uno con lo otro, en vuestro puchero?


Por qu extraarse de que ms de un puchero se rompa! Aprended a reros de vosotros
mismos como hay que rer! Vosotros hombres superiores, oh, cuntas cosas son an posibles!
Y, en verdad, cuntas cosas se han logrado ya! Qu abundante es esta tierra en pequeas cosas buenas y perfectas, en cosas bien logradas!
Colocad pequeas cosas buenas y perfectas a vuestro alrededor, hombres superiores!
Su urea madurez sana el corazn. Lo perfecto ensea a tener esperanzas.
16
Cul ha sido hasta ahora en la tierra el pecado ms grande? No lo ha sido la palabra
de quien dijo: Ay de aquellos que ren aqu!534?
Es que l no encontr en la tierra motivos para rer? Lo que ocurri es que busc mal.
Incluso un nio encuentra aqu motivos.
l - no amaba bastante: de lo contrario nos habra amado tambin a nosotros los que
remos! Pero nos odi y nos insult, nos prometi llanto y rechinar de dientes535.
Es que hay que maldecir cuando no se ama? Esto - me parece un mal gusto. Pero as e
s
como actu aquel incondicional. Proceda de la plebe.
Y l mismo no am bastante: de lo contrario se habra enojado menos porque no se lo
amase. Todo gran amor no quiere amor: - quiere ms.
Evitad a todos los incondicionales de esa especie ! Es una pobre especie enferma,
una
especie plebeya: contemplan malignamente esta vida, tienen mal de ojo para esta
tierra.
Evitad a todos los incondicionales de esa especie! Tienen pies y corazones pesado
s: no saben bailar. Cmo iba a ser ligera la tierra para ellos!536.
17
Por caminos torcidos se aproximan todas las cosas buenas a su meta. Semejantes a
los
gatos, ellas arquean el lomo, ronronean interiormente ante su felicidad cercana,
- todas las
cosas buenas ren.
El modo de andar revela si alguien camina ya por su propia senda: por ello, vedme
andar a m! Mas quien se aproxima a su meta, se baila.
Y, en verdad, yo no me he convertido en una estatua, ni estoy ah plantado, rgido,
insensible, ptreo, cual una columna: me gusta correr velozmente.
Y aunque en la tierra hay tambin cieno y densa tribulacin: quien tiene pies ligero
s corre incluso por encima del fango y baila sobre l como sobre hielo pulido.
Levantad vuestros corazones537, hermanos mos, arriba!, ms arriba! Y no me olvidis tampoco las piernas! Levantad tambin vuestras piernas, vosotros buenos bailari
nes
y an mejor: sosteneos incluso sobre la cabeza!
18
Esta corona del que re, esta corona de rosas538 : yo mismo me he puesto sobre mi
cabeza esta corona, yo mismo he santificado mis risas. A ningn otro he encontrado suf
icientemente fuerte hoy para hacer esto.
Zaratustra el bailarn, Zaratustra el ligero, el que hace seas con las alas, uno di
spuesto

a volar, haciendo seas a todos los pjaros, preparado y listo, bienaventurado en su


ligereza: Zaratustra el que dice verdad, Zaratustra el que re verdad539, no un impaciente,
no un
incondicional, s uno que ama los saltos y las piruetas; yo mismo me he puesto esa
corona sobre mi cabeza!
19
Levantad vuestros corazones, hermanos mos, arriba!, ms arriba!, y no me olvidis
tampoco las piernas! Levantad tambin vuestras piernas, vosotros buenos bailarines
, y
an mejor: sosteneos incluso sobre la cabeza!
Tambin en la felicidad hay animales pesados, hay cojitrancos de nacimiento. Extraa
mente se afanan, como un elefante que se esforzase en sostenerse sobre la cabeza
.
Pero es mejor estar loco de felicidad que estarlo de infelicidad, es mejor baila
r torpemente que caminar cojeando. Aprended, pues, de m mi sabidura: incluso la peor de l
as
cosas tiene dos reversos buenos, -incluso la peor de las cosas tiene buenas piernas para bailar: aprended, pues, d
e m,
hombres superiores, a teneros sobre vuestras piernas derechas!
Olvidad, pues, el poner cara de atribulados y toda tristeza plebeya! Oh, qu tristes
me
parecen hoy incluso los payasos de la plebe! Pero este hoy es de la plebe.
20
Haced como el viento cuando se precipita desde sus cavernas de la montaa: quiere
bailar al son de su propio silbar, los mares tiemblan y dan saltos bajo sus pasos.
El que proporciona alas a los asnos, el que ordea a las leonas, bendito sea ese bu
en
espritu indmito, que viene cual viento tempestuoso para todo hoy y toda plebe, - que es enemigo de las cabezas espinosas y cavilosas, y de todas las mustias ho
jas y
yerbajos: alabado sea ese salvaje, bueno, libre espritu de tempestad, que baila s
obre las
cinagas y las tribulaciones como si fueran prados!
El que odia los tsicos perros plebeyos y toda cra sombra y malograda: bendito sea
ese espritu de todos los espritus libres, la tormenta que re, que sopla polvo a los
ojos de
todos los pesimistas, purulentos!
Vosotros hombres superiores, esto es lo peor de vosotros: ninguno habis aprendido
a
bailar como hay que bailar - a bailar por encima de vosotros mismos! Qu importa que
os hayis malogrado!
Cuntas cosas son posibles an! Aprended, pues, a reros de vosotros sin preocuparos
de vosotros! Levantad vuestros corazones, vosotros buenos bailarines, arriba!, ms a
rriba! Y no me olvidis tampoco el buen rer!
Esta corona del que re, esta corona de rosas: a vosotros, hermanos mos, os arrojo e
sta
corona! Yo he santificado el rer; vosotros hombres superiores, aprendedme - a rer!

526
Nueva referencia al subttulo de esta obra: Un libro para todos y para nadie.
527
Vase, en la primera parte, De la virtud que hace regalos, 3.
528
Tambin en la primera parte, De la virtud que hace regalos, 3, aparece esta mism
a frase.
529
El hombre tiene que mejorar y que empeorar es enseanza repetida a lo largo de toda
esta obra;
vase, en la segunda parte, De la cordura respecto a los hombres, y en la tercera
parte, De tablas viejas y
nuevas, 2, y El convaleciente.
530
Alusin a Jess. Vase el Evangelio de Mateo, 8,17: El tom nuestras flaquezas y carg con
nuestras
enfermedades.
531
Parfrasis del Evangelio de Mateo, 19, 30: Los primeros sern los ltimos, y los ltimos
sern los
primeros.
532
Ms tarde el concienzudo del espritu aludir a este animal interior mencionado aqu por
Zaratustra.
Vase De la ciencia. Nietzsche utiliza el mismo trmino, inwendig, empleado por Lute
ro en su traduccin
de Romanos, 7, 22. En ese pasaje Pablo alude a el hombre interior (der inwendige M
ensch). ste animal
interior (das inwendige Gethier) es, pues, clara anttesis del hombre paulino.
533
Irnica alusin realista a que san Antonio Abad, padre de los eremitas y protector
de los animales,
suele ser representado en compaa de un cerdo. El cerdo acta aqu como metfora de la su
dad en
todos los sentidos.
534
Cita del Evangelio de Lucas, 6, 25: Ay de los que res ahora, porque vais a lamentar
os y a llorar!
535
Vase el Evangelio de Mateo, 8, 12: Los hijos del reino sern echados a las tiniebla
s exteriores; all
ser el llanto y el rechinar de dientes.
536
Vase, en la tercera parte, Del espritu de la pesadez, donde Zaratustra rebautiza
a la tierra con el
nombre de La Ligera.
537
Cita del prefacio de la misa: Sursum corda (levantad los corazones).
538
Esta corona de rosas aparece como anttesis de la corona de espinas de que hablan l
os Evangelios.
Vase el Evangelio de Mateo, 27, 27-29: Los soldados... trenzaron una corona de esp
inas y se la pusieron
en la cabeza.
539
Wahrsager, Wahrlacher. Wahrsager significa, por su composicin, el que dice (sage
n) verdad
(Wahr), y asimismo el adivino; Wahrlacher es palabra creada por Nietzsche por an
aloga con la anterior. El

significado de este juego de palabras sera, pues: Zaratustra es el que vaticina (


o dice verdad) tanto con sus
palabras como con sus risas.
La cancin de la melancola
1
Mientras Zaratustra pronunciaba estos discursos se encontraba cerca de la entrad
a de su
caverna; y al decir las ltimas palabras se escabull de sus huspedes y huy por breve
espacio de tiempo al aire libre.
Oh puros aromas en torno a m, exclam, oh bienaventurado silencio en torno a m!
Mas dnde estn mis animales? Acercaos, acercaos, guila ma y serpiente ma!
Decidme, animales mos: esos hombres superiores, todos ellos - es que acaso no huelen bien? Oh puros aromas en torno a m! Slo ahora s y siento cunto os amo, animales mos.
-Y Zaratustra repiti: Yo os amo, animales mos! El guila y la serpiente se arrimaron a l cuando dijo estas palabras, y levantaron hacia l su mirada. De este modo e
stuvieron juntos los tres en silencio, y olfatearon y saborearon juntos el aire pur
o. Pues el
aire era all fuera mejor que junto a los hombres superiores.
2

Mas apenas haba abandonado Zaratustra su caverna cuando el viejo mago se levant,
mir sagazmente a su alrededor y dijo: Ha salido!
Y ya, hombres superiores - permitidme cosquillearos con este nombre de alabanza
y de
lisonja, como l mismo - ya me acomete mi perverso espritu de engao y de magia, mi
demonio melanclico,
- el cual es un adversario540 a fondo de este Zaratustra: perdonadle! Ahora quier
e mostrar su magia ante vosotros, justo en este instante tiene su hora; en vano lucho
con este espritu malvado.
A todos vosotros, cualesquiera sean los honores que os atribuyis con palabras, ya
os
llamis los espritus libres o los veraces, o los penitentes del espritu, o los liber
dos de las cadenas, o los hombres del gran anhelo, - a todos vosotros que sufrs de la gran nusea como yo, a quienes el viejo Dios se
les
ha muerto sin que todava ningn nuevo Dios yazga en la cuna entre paales541, - a tod
os
vosotros os es propicio mi espritu y mi demonio-mago.
Yo os conozco a vosotros, hombres superiores, yo lo conozco a l, - yo conozco tam
bin a ese espritu maligno, al cual amo a mi pesar, a ese Zaratustra: l mismo me par
ece,
con mucha frecuencia, semejante a la bella mscara de un santo,
- semejante a una nueva y extraa mscara, en la que se complace mi espritu malvado,
el demonio melanclico: - yo amo a Zaratustra, as me parece a menudo, a causa de mi
espritu malvado. Pero ya me acomete y me subyuga este espritu de la melancola, este demonio del cre
psculo vespertino: y, en verdad, hombres superiores, se le antoja - abrid los ojos! - se le antoja venir desnudo, si como hombre o como mujer, an no

lo
s: pero llega, me subyuga, ay!, abrid vuestros sentidos!
El da se extingue, para todas las cosas llega ahora el atardecer, incluso para la
s cosas
mejores; od y ved, hombres superiores, qu demonio es, ya hombre, ya mujer, este espritu de la melancola vespertina!
As habl el viejo mago, mir sagazmente a su alrededor y luego cogi su arpa.
3542
Cuando el aire va perdiendo luminosidad,
Cuando ya el consuelo del roco
Cae gota a gota sobre la tierra,
No visible, tampoco odo: Pues delicado calzado lleva
El consolador roco, como todos los suaves consoladores
Entonces t te acuerdas, te acuerdas, ardiente corazn,
De cmo en otro tiempo tenas sed,
De cmo, achicharrado y cansado, tenas sed
De lgrimas celestes y gotas de roco,
Mientras en los amarillos senderos de hierba
Miradas del sol vespertino malignamente
Corran a tu alrededor a travs de negros rboles,
Ardientes y cegadoras miradas del sol, contentas de causar dao.
El pretendiente de la verdad? T? - as se burlaban ellas
No! Slo un poeta!
Un animal, un animal astuto, rapaz, furtivo,
Que tiene que mentir,
Que, sabindolo, querindolo, tiene que mentir:
vido de presa,
Enmascarado bajo muchos colores,
Para s mismo mscara,
Para s mismo presa -
Eso - el pretendiente de la verdad?
No! Slo necio! Slo poeta!
Slo alguien que pronuncia discursos abigarrados,
Que abigarradamente grita desde mscaras de necio,
Que anda dando vueltas por engaosos puentes de palabras.
Por multicolores arcos iris,
Entre falsos cielos
Y falsas tierras,
Vagando, flotando, Slo necio! Slo poeta!
Eso - el pretendiente de la verdad?
No silencioso, rgido, liso, fro,
Convertido en imagen,
En columna de Dios,
No colocado delante de templos,
Como guardin de un Dios:
No! Hostil a tales estatuas de la verdad,
Ms familiarizado con las selvas que con los templos,
Lleno de petulancia gatuna,
Saltando por toda ventana,
Sus!, a todo azar,
Olfateando todo bosque virgen,
Olfateando anhelante y deseoso
De correr pecadoramente sano, y policromo, y bello,

En selvas vrgenes,
Entre animales rapaces de abigarrado pelaje,
De correr robando, deslizndose, mintiendo,
Con belfos lascivos,
Bienaventuradamente burln, bienaventuradamente infernal,
Bienaventuradamente sediento de sangre: O, semejante al guila que largo tiempo,
Largo tiempo mira fijamente los abismos,
Sus abismos: - Oh, cmo stos se enroscan hacia abajo,
Hacia abajo, hacia dentro,
Hacia profundidades cada vez ms hondas!
Luego,
De repente, derechamente,
Con extasiado vuelo,
Lanzarse sobre corderos,
Caer de golpe, voraz,
vido de corderos
Enojado contra todas las almas de cordero,
Furiosamente enojado contra todo lo que tiene
Miradas de cordero, ojos de cordero, lana rizada,
Aspecto gris, corderil benevolencia de borrego!
As,
De guila, de pantera
Son los anhelos del poeta,
Son tus anhelos bajo miles de mscaras,
T necio! T poeta!
T que en el hombre has visto
Tanto un Dios como un cordero
Despedazar al Dios que hay en el hombre
Y despedazar al cordero que hay en el hombre,
Y rer al despedazar
sa, sa es tu bienaventuranza!
Bienaventuranza de una pantera y de un guila!
Bienaventuranza de un poeta y de un necio! - Cuando el aire va perdiendo luminosidad,
Cuando ya la hoz de la luna
Entre rojos purpreos:
- Hostil al da,
A cada paso secretamente
Segando inclinadas praderas de rosas,
Hasta que stas caen,
Se hunden plidas hacia la noche: As ca yo mismo en otro tiempo
Desde la demencia de mis verdades,
Desde mis anhelos del da,
Cansado del da, enfermo de luz,
- Me hund hacia abajo, hacia la noche, hacia la sombra:
Por una sola verdad
Abrasado y sediento:
- Te acuerdas an, te acuerdas, ardiente corazn,
De cmo entonces sentas sed? Sea yo desterrado
De toda verdad,

Slo necio!
Slo poeta!
540
La palabra alemana utilizada aqu por Nietzsche (Widersacher) es el trmino emplead
o en la traduccin de la Biblia de Lutero para designar al demonio.
541
Alusin al portal de Beln; vase el Evangelio de Lucas, 2, 12: El ngel les dijo: ... os
doy esta seal: encontraris un nio envuelto en paales y acostado en un pesebre.
542
Al igual que ocurre con la cancin anterior (vase la nota 470), tambin este poema f
ue compuesto
por Nietzsche en el otoo de 1884 y no estaba destinado originariamente a As habl Za
ratustra. Con algunas variantes, Nietzsche lo insert entre los Ditirambos de Dioniso con el ttulo de
Slo necio! Slo poeta!
De la ciencia
As cant el mago; y todos los que se hallaban reunidos cayeron como pjaros, sin darse cuenta, en la red de su astuta y melanclica voluptuosidad. Slo el concienzudo d
el
espritu no haba quedado preso en ella: l le arrebat aprisa el arpa al mago y exclam:
Aire! Dejad entrar aire puro! Haced entrar a Zaratustra! T vuelves sofocante y venenosa esta caverna, t, perverso mago viejo!
Con tu seduccin llevas, falso, refinado, a deseos y selvas desconocidos. Y ay cuan
do
gentes como t hablan de la verdad y la encarecen!
Ay de todos los espritus libres que no se hallan en guardia contra tales magos! Pe
rdida
est su libertad: t enseas e induces a volver a prisiones, - t viejo demonio melanclico, en tu lamento resuena un atractivo reclamo, te parece
s
a aquellos que con su alabanza de la castidad invitan secretamente a entregarse
a voluptuosidades!
As habl el concienzudo; y el viejo mago mir a su alrededor, disfrut de su victoria y
se trag, en razn de ella, el disgusto que el concienzudo le causaba. Cllate!, dijo co
n
voz modesta, las buenas canciones quieren tener buenos ecos; despus de canciones
buenas se debe callar durante largo tiempo.
As hacen todos stos, los hombres superiores. Mas sin duda t has entendido poco de
mi cancin. Hay en ti poco de espritu de magia.
Me alabas, replic el escrupuloso, al segregarme de ti, bien! Pero vosotros, qu veo?
Todos vosotros segus ah sentados con ojos lascivos Vosotros, almas libres, dnde ha ido a parar vuestra libertad! Casi os asemejis, me
parece, a aquellos que han contemplado durante largo tiempo a muchachas perversas
bailar
desnudas: tambin vuestras almas bailan!
En vosotros, hombres superiores, tiene que haber ms que en m de eso que el mago
llama su malvado espritu de magia y de engao: - sin duda tenemos que ser distintos
.
Y, en verdad, juntos hemos hablado y pensado bastante, antes de que Zaratustra v

olviese a su caverna, como para que yo no supiese: nosotros somos distintos.


Buscamos tambin cosas distintas aqu arriba, vosotros y yo. Yo busco, en efecto, ms
seguridad, por ello he venido a Zaratustra. l es an, en efecto, la torre y la volu
ntad ms
firme - hoy, cuando todo vacila, cuando la tierra entera tiembla. Pero vosotros, cuand
o miro
los ojos que ponis, casi me parece que lo que buscis es ms inseguridad,
- ms horrores, ms peligro, ms terremotos. Vosotros apetecis, casi me lo parece,
perdonad mi presuncin, vosotros hombres superiores - vosotros apetecis la peor y ms peligrosa de las vidas, la cual es la que ms temo
yo,
la vida de animales salvajes, vosotros apetecis bosques, cavernas, montaas abrupta
s y
abismos labernticos.
Y no los guas que sacan del peligro son los que ms os agradan, sino los que sacan
fuera de todos los caminos, los seductores. Pero si tales apetencias son reales
en vosotros,
tambin me parecen, a pesar de ello, imposibles.
El miedo, en efecto, - se es el sentimiento bsico y hereditario del hombre; por el
miedo se explican todas las cosas, el pecado original y la virtud original. Del mie
do brot
tambin mi virtud, la cual se llama: ciencia.
El miedo, en efecto, a los animales salvajes - fue lo que durante ms largo tiempo
se inculc al hombre, y asimismo al animal que el hombre oculta y teme dentro de s mismo
: Zaratustra llama a ste el animal interior543,
Ese prolongado y viejo miedo, finalmente refinado, espiritualizado, intelectuali
zado: hoy, me parece, llmase: ciencia. As habl el concienzudo; mas Zaratustra, que justo en ese momento volva a su caverna y haba odo y adivinado las ltimas palabras, arroj al concienzudo un puado de
rosas y se ri de sus verdades. Cmo!, exclam, qu acabo de or? En verdad, me
parece que t eres un necio o que lo soy yo mismo: y tu verdad voy a ponerla inmed
iatamente cabeza abajo.
El miedo, en efecto, - es nuestra excepcin. Pero el valor y la aventura y el gust
o por lo
incierto, por lo no osado, - el valor me parece ser la entera prehistoria del ho
mbre.
A los animales ms salvajes y valerosos el hombre les ha envidiado y arrebatado to
das
sus virtudes: slo as se convirti - en hombre.
Ese valor, finalmente refinado, espiritualizado, intelectualizado, ese valor hum
ano con
alas de guila y astucia de serpiente: se, me parece, llmase hoy -
Zaratustra!, gritaron como con una sola boca todos los que se hallaban sentados
juntos, y lanzaron una gran carcajada; y de ellos se levant como una pesada nube.
Tambin el mago ri y dijo con tono astuto: Bien! Se ha ido, mi espritu malvado!
Y no os puse yo mismo en guardia contra l al decir que es un embustero, un espritu
de mentira y de engao?
Especialmente, en efecto, cuando se muestra desnudo. Mas qu puedo yo contra sus
perfidias! He creado yo a l y al mundo?
Bien! Seamos otra vez buenos y tengamos buen humor! Y aunque Zaratustra mire con
malos ojos - vedlo!, est enojado conmigo -antes de que la noche llegue aprender de nuevo a amarme y a alabarme, pues no pu

ede vivir mucho tiempo sin cometer tales tonteras.


l - ama a sus enemigos544: de ese arte entiende mejor que ninguno de los que yo h
e
visto. Pero de ello se venga - en sus amigos!
As habl el viejo mago, y los hombres superiores le aplaudieron: de modo que Zaratu
stra dio una vuelta y fue estrechando, con maldad y amor, la mano a sus amigos, como
uno que tiene que reparar algo y excusarse con todos. Y cuando, haciendo esto, l
leg a la
puerta de su caverna, he aqu que tuvo deseos de salir de nuevo al aire puro de fu
era y a
sus animales, - y se escabull fuera.
543
Vase antes, Del hombre superior, 13, y la nota 532.
544
Vase el Evangelio de Mateo, 5, 44: Amad a vuestros enemigos.
Entre hijas del desierto
1
No te vayas!, dijo entonces el caminante que se llamaba a s mismo la sombra de Zaratustra, qudate con nosotros545, de lo contrario podra volver a acometernos la vi
eja y
sorda tribulacin.
Ya el viejo mago nos ha prodigado sus peores cosas, y mira, el buen papa piadoso
tiene
lgrimas en los ojos y ha vuelto a embarcarse totalmente en el mar de la melancola.
Estos reyes, sin duda, siguen poniendo ante nosotros buena cara: esto es lo que e
llos,
en efecto, mejor han aprendido hoy de todos nosotros! Mas si no tuvieran testigo
s, apuesto a que tambin en ellos recomenzara el juego malvado - el juego malvado de las nubes errantes, de la hmeda melancola, de los cielos cubiertos, de los soles robados, de los rugientes vientos de otoo!
- el juego malvado de nuestro rugir y gritar pidiendo socorro: qudate con nosotros
, oh
Zaratustra! Aqu hay mucha miseria oculta que quiere hablar, mucho atardecer, mucha
nube, mucho aire enrarecido!
T nos has alimentado con fuertes alimentos para hombres546 y con sentencias vigor
osas: no permitas que, para postre, nos acometan de nuevo los espritus blandos y fe
meninos!
T eres el nico que vuelves fuerte y claro el aire a tu alrededor! He encontrado yo
nunca en la tierra un aire tan puro como junto a ti, en tu caverna?
Muchos pases he visto, mi nariz ha aprendido a examinar y enjuiciar aires de much
as
clases: mas en tu casa es donde mis narices saborean su mximo placer!
A no ser que, - a no ser que -, oh, perdname un viejo recuerdo! Perdname una vieja
cancin de sobremesa que compuse una vez hallndome entre hijas del desierto: - junto a las cuales, en efecto, haba un aire igualmente puro, luminoso, oriental
; all
fue donde ms alejado estuve yo de la nubosa, hmeda, melanclica Europa vieja!
Entonces amaba yo a tales muchachas de Oriente y otros azules reinos celestiales

, sobre
los que no penden nubes ni pensamientos.
No podris creer de qu modo tan gracioso se estaban sentadas, cuando no bailaban,
profundas, pero sin pensamientos, como pequeos misterios, como enigmas engalanado
s
con cintas, como nueces de sobremesa multicolores y extraas, en verdad!, pero sin nubes: enigmas que se dejan adivinar:
por
amor a tales muchachas compuse yo entonces un salmo de sobremesa.
As habl el viajero y sombra; y antes de que alguien le respondiese haba tomado ya e
l
arpa del viejo mago - y cruzado las piernas; entonces mir, tranquilo y sabio, a s
u alrededor: - y con las narices aspir lenta e inquisitivamente el aire, como alguien que
en pases
nuevos gusta un aire nuevo y extrao. Luego comenz a cantar con una especie de rugi
dos547.
2
El desierto crece: ay de aquel que dentro de s cobija desiertos!
- Ah! Qu solemne!
Qu efectivamente solemne!
Qu digno comienzo!
Qu fricamente solemne!
Digno de un len
O de un moral mono aullador
- Pero nada para vosotras,
Encantadoras amigas,
A cuyos pies por vez primera
A m, a un europeo,
Entre palmeras
Se le concede sentarse. Sela548.
Maravilloso, en verdad!
Ahora estoy aqu sentado,
Cerca del desierto y ya
Tan lejos otra vez de l,
Y tampoco en absoluto convertido en desierto todava:
Sino engullido
Por este pequesimo oasis -:
- Hace un instante abri con un bostezo
Su amable hocico,
El ms perfumado de todos los hociquitos:
Yyo ca dentro de l,
Hacia abajo, a travs - entre vosotras,
Encantadoras amigas! Sela.
Gloria, gloria a aquella ballena si a su husped
Tan bien trat! - entendis
Mi docta alusin? 549
Gloria a su vientre
Si fue as
Un vientre-oasis tan agradable
Como ste: cosa que, sin embargo, dudo,
- Pues yo vengo de Europa,
La cual es ms incrdula que todas
Las esposas algo viejas.
Quiera Dios mejorarla!

Amn!
Ahora estoy aqu sentado,
En este pequesimo oasis,
Semejante a un dtil,
Moreno, lleno de dulzura, chorreando oro, vido
De una redonda boca de muchacha,
Y, an ms, de helados
Nveos cortantes incisivos dientes
De muchacha: por los que languidece
El corazn de todos los ardientes dtiles. Sela.
Semejante, demasiado semejante
A dichos frutos meridionales,
Estoy aqu tendido, mientras pequeos
Insectos alados
Me rodean danzando y jugando,
Y asimismo deseos y ocurrencias
An ms pequeos,
Ms locos, ms malignos, Rodeado por vosotras,
Mudas, llenas de presentimientos
Muchachas-gatos,
Dud y Suleica550,
-Circumesfingeado551, para en una palabra
Amontonar muchos sentimientos:
(Dios me perdone
Este pecado de lengua!)
- Aqu estoy yo sentado, olfateando el mejor aire de todos,
Aire de paraso en verdad,
Ligero aire luminoso, estriado de oro,
Todo el aire puro que alguna vez
Cay de la luna Se debi esto al azar
U ocurri por petulancia?
Como cuentan los viejos poetas.
Pero yo, escptico, en duda
Lo pongo, pues vengo
De Europa,
La cual es ms incrdula que todas
Las esposas algo viejas.
Quiera Dios mejorarla!
Amn!
Sorbiendo este aire bellsimo,
Hinchadas las narices como clices,
Sin futuro, sin recuerdos,
As estoy aqu sentado,
Encantadoras amigas,
Y contemplo cmo la palmera,
Igual que una bailarina,
Se arquea y pliega y las caderas mece,
- Uno la imita si la contempla largo tiempo!
Igual que una bailarina, que, a mi parecer,
Durante largo tiempo ya, durante peligrosamente largo tiempo,
Siempre, siempre se sostuvo nicamente sobre una sola pierna?
- Y que por ello olvid, a mi parecer,
La otra pierna?
En vano, al menos, he buscado la alhaja gemela
Echada de menos

- Es decir, la otra pierna


En la santa cercana
De su encantadora, graciosa
Faldita de encajes, ondulante como un abanico.,
S, hermosas amigas,
Si del todo queris creerme:
La ha perdido!
Ha desaparecido!
Desaparecido para siempre!
La otra pierna!
Oh, lstima de esa otra amable pierna!
Dnde - estar y se lamentar abandonada?
La pierna solitaria?
Llena de miedo acaso a un
Feroz monstruo-len amarillo
De rubios rizos? O incluso ya
Roda, devorada Lamentable, ay , ay! Devorada! Sela.
Oh, no lloris
Tiernos corazones!
No lloris,
Corazones de dtil! Senos de leche!
Corazones-saquitos
De regaliz!
No llores ms,
Plida Dud!
S hombre532, Suleica! nimo! nimo!
-O acaso vendra bien
Un tnico,
Un tnico para el corazn?
Una sentencia ungida?
Una exhortacin solemne?
Ah! Levntate, dignidad!
Dignidad de la virtud! Dignidad del europeo!
Sopla, vuelve a soplar,
Fuelle de la virtud!
Ah!
Rugir una vez ms an,
Rugir moralmente!
Como len moral
Rugir ante las hijas del desierto!
- Pues el aullido de la virtud,
Encantadoras muchachas,
Es, ms que ninguna otra cosa,
El ardiente deseo, el hambre voraz del europeo!
De nuevo estoy en pie,
Como europeo,
No puede hacer otra cosa, Dios me ayude553
Amn!
El desierto crece: ay de aquel que dentro de s cobija desiertos!
545
Remedo de las palabras que los discpulos dicen a Jess tras la resurreccin, durante
la cena en Emas. Vase el Evangelio de Lucas, 24, 19: Qudate con nosotros, pues atardece y el da ya
declin.

546
Ms adelante, en El despertar, 1, repetir Zaratustra que sus alimentos son para hom
bres.
547
Tambin este poema, compuesto en el otoo de 1884, se halla recogido en los Ditiram
bos de Dioniso
con el ttulo de Entre hijas del desierto. En realidad Nietzsche inserta en los Di
tirambos todo este captulo,
incluida la parte inicial en prosa; en el poema introduce algunos ligeros cambio
s y. sobre todo, le aade
unos versos finales.
548
Nietzsche toma la palabra Sela de los salmos bblicos, en los que aparece con muc
ha frecuencia. Aunque el significado de esta palabra es discutido, parece que era una indicacin mus
ical y marcaba una pausa.
549
La docta alusin se refiere, evidentemente, al episodio bblico de Jons, tragado por u
na ballena.
Vase Jons, 2, 1.
550
Estos dos nombres los tom Nietzsche, sin duda, el primero del canto sexto del Do
n Juan de Byron, y
el segundo del Divn oriental-occidental, de Goethe.
551
Se traduce aqu literalmente esta palabra inventada por Nietzsche: umsphinxt, es
decir, rodeado de
esfinges.
552
Expresin bblica. Vase 1 Reyes, 2, 2 (palabras de David, al morir, a su hijo Salomn)
: Yo me voy
por el camino de todos; esfurzate, pues, y s hombre.
553
Expresin muy difundida en Alemania y que se atribuye a Lutero, quien la habra pro
nunciado el 18
de abril de 1521 en la Dieta de Worms. Con ella parece haber acabado su respuest
a a la pregunta de si quera retractarse. Nietzsche la emplea varias veces; por ejemplo, en La genealoga de
la moral, tratado tercero, Qu significan los ideales ascticos?, 22.
El despertar
1
Tras la cancin del viajero y sombra la caverna se llen de repente de ruidos y risa
s; y
como los huspedes reunidos hablaban todos a la vez, y tampoco el asno, animado po
r
ello, continu callado, se apoder de Zaratustra una pequea aversin y una pequea burla contra sus visitantes: aunque al mismo tiempo se alegrase de su regocijo. Pue
s le pareca un signo de curacin. As, se escabull afuera, al aire libre, y habl a sus animales.
Dnde ha ido ahora su afliccin?, dijo, y ya se haba recobrado de su pequeo hasto,
- junto a m han olvidado, segn me parece, el gritar pidiendo socorro!
- si bien, por desgracia, todava no el gritar. Y Zaratustra se tap los odos, pues en
aquel momento el I-A del asno se mezclaba extraamente con los ruidos jubilosos de

aquellos hombres superiores.


Estn alegres, comenz de nuevo a hablar, y, quin sabe?, tal vez lo estn a costa de
quien los hospeda; y si han aprendido de m a rer, no es, sin embargo, mi risa la q
ue han
aprendido554.
Mas qu importa ello! Son gente vieja: se curan a su manera, ren a su manera; mis odos han soportado ya cosas peores y no se enojaron.
Este da es una victoria: ya cede, ya huye el espritu de la pesadez, mi viejo archie
nemigo! Qu bien quiere acabar este da que de modo tan malo y difcil comenz!
Y quiere acabar. Ya llega el atardecer: sobre el mar cabalga l, el buen jinete! Cmo
se mece, el bienaventurado, el que torna a casa, sobre la purprea silla de su cab
allo!
El cielo mira luminoso, el mundo yace profundo: oh, todos vosotros, gente extraa q
ue
habis venido a m, merece la pena ciertamente vivir a mi lado!
As habl Zaratustra. Y de nuevo llegaron desde la caverna los gritos y risas555 de
los
hombres superiores: entonces l comenz de nuevo.
Pican, mi cebo acta, tambin de ellos se aleja su enemigo, el espritu de la pesadez.
Ya aprenden a rerse de s mismos: oigo bien?
Mi alimento para hombres556 causa efecto, mi sentencia sabrosa y fuerte: y, en v
erdad,
no los he alimentado con legumbres flatulentas! Sino con alimento para guerreros,
con
alimento para conquistadores: nuevos apetitos he despertado.
Nuevas esperanzas hay en sus brazos y en sus piernas, su corazn se estira. Encuen
tran
nuevas palabras, pronto su espritu respirar petulancia.
Tal alimento no es desde luego para nios, ni tampoco para viejecillas y jovencill
as anhelantes. A stas se les convencen las entraas de otra manera; no soy yo su mdico y
maestro.
La nusea se retira de esos hombres superiores: bien!, sta es mi victoria. En mi rei
no
se vuelven seguros, toda estpida vergenza huye, ellos se desahogan.
Desahogan su corazn, retornan a ellos las horas buenas, de nuevo se huelgan y rum
ian,
- se vuelven agradecidos.
Esto lo considero como el mejor de los signos: el que se vuelvan agradecidos. De
ntro
de poco inventarn fiestas y levantarn monumentos en recuerdo de sus viejas alegras.
Son convalecientes! As habl Zaratustra alegremente a su corazn, y miraba a lo lejos; mas sus animales se arrimaron a l y honraron su felicidad y su silencios557.
2
Mas de repente el odo de Zaratustra se asust 558: en efecto, la caverna, que hasta
entonces estuvo llena de ruidos y de risas, qued sbitamente envuelta en un silencio
de
muerte; - y su nariz oli un humo perfumado y un efluvio de incienso, como de pias
al
arder.
Qu ocurre? Qu hacen?, se pregunt, y deslizse a escondidas hasta la entrada para poder observar, sin ser visto, a sus huspedes. Pero, maravilla sobre maravilla!
, qu

cosas tuvo que ver entonces con sus propios ojos!


Todos ellos se han vuelto otra vez piadosos, rezan, estn locos! - dijo, en el colmo
del asombro. Y, en verdad!, todos aquellos hombres superiores, los dos reyes, el
papa
jubilado, el mago perverso, el mendigo voluntario, el caminante y sombra, el vie
jo adivino, el concienzudo del espritu y el ms feo de los hombres: todos ellos estaban arr
odillados, como nios y como viejecillas crdulas, y adoraban al asno. Y justo en aquel mo
mento el ms feo de los hombres comenzaba a gorgotear y a resoplar, como si de l qu
isiera salir algo inexpresable; y cuando realmente consigui hablar, he aqu que se t
rataba
de una piadosa y extraa letana en loor del asno adorado e incensado. Y esta letana
sonaba as:
Amn! Y alabanza y honor y sabidura y gratitud y gloria y fortaleza a nuestro Dios
ponlos siglos de los siglos!559
- Y el asno rebuzn I-A560
l lleva nuestra carga, l tom figura de siervo, l es paciente de corazn y no dice
nunca no; y quien ama a su Dios, lo castiga561.
- Y el asno rebuzn I-A.
l no habla: excepto para decir siempre s al mundo que l cre: as alaba a su mundo
562
. Su astucia es la que no habla: de este modo rara vez se equivoca.
- Y el asno rebuzn I-A.
Camina por el mundo sin ser notado. Gris es el color de su cuerpo563, en ese col
or oculta su virtud. Si tiene espritu, lo esconde; pero todos creen en sus largas orejas
.
- Y el asno rebuzn I-A.
Qu oculta sabidura es sta, tener orejas largas y decir nicamente s y nunca no! No
ha creado el mundo a su imagen 564, es decir, lo ms estpido posible?
- Y el asno rebuzn I-A.
T recorres caminos derechos y torcidos; te preocupas poco de lo que nos parece de
recho o torcido a nosotros los hombres. Ms all del bien y del mal est tu reino. Tu in
ocencia est en no saber lo que es inocencia.
- Y el asno rebuzn I-A.
Mira cmo t no rechazas a nadie de tu lado, ni a los mendigos ni a los reyes. Los n
ios
pequeos los dejas venir a ti565 y cuando los muchachos malvados te seducen566, di
ces t
con toda sencillez I-A.
- Y el asno rebuzn I-A.
T amas las asnas y los higos frescos, no eres un remilgado. Un cardo te cosquille
a el
corazn cuando sientes hambre. En esto est la sabidura de un Dios.
-Y el asno rebuzn I-A.
554
Vase antes, Del hombre superior, 15, y 20.
555
Estos gritos y risas de los hombres superiores le parecen a Zaratustra una buena
seal, al contrario
que los gritos y bailes del pueblo, que enfurecen a Moiss hasta el punto de llevarl
o a romper las tablas

de la ley (vase xodo, 32, 15-20).


556
Vase antes, Entre hijos del desierto, 1.
557
Vase antes, La cancin de la melancola, 1, donde los animales de Zaratustra adoptan
la misma actitud que aqu.
558
Aunque la fiesta del asno es el ttulo del captulo que sigue a ste, la citada fiesta
comienza propiamente ahora.
559
Todo este prrafo es cita literal, segn la traduccin de Lutero, de Apocalipsis, 7,1
2.
560
Vase la nota 359.
561
Zaratustra acumula en esta sola frase hasta cuatro citas literales de la Biblia
, a saber: Salmo, 68, 20:
Dios lleva nuestra carga; Filipenses, 2, 7: Dios tom figura de siervo; Nmeros, 14, 18:
Dios es paciente y misericordioso; y (cambiando el sentido) Hebreos, 12, 5: El Seor, a quien
ama, lo castiga. Por
otra parte, como el rebuzno del asno es siempre I-A (que en alemn significa tambin
s; vase la nota
359), Zaratustra puede afirmar que el Seor (=asno) no dice nunca no.562
Parfrasis de Gnesis, 1, 31: Y vio Dios todo lo que haba hecho: y era muy bueno.
563
Leibfarbe: literalmente, color del cuerpo; pero tambin, en el uso ordinario, color
favorito. El color favorito de los asnos suele ser el gris.
564
Vase Gnesis, l, 26: Dios cre el hombre a su imagen y semejanza.
565
Vase el Evangelio de Mateo, 19, 14: Dejad que los nios vengan a m y no se lo impidis
; pues de
ellos es el reino de los cielos.
566
Vase Proverbios, 1, 10: Hijo mo, si intentan engaarte los pervertidos, no cedas. Nie
tzsche utiliza
la traduccin luterana, que aqu dice bse Buben (muchachos malvados).
La fiesta del asno567
1
En este punto de la letana no pudo Zaratustra seguir dominndose, grit tambin l IA, ms fuerte que el propio asno, y se lanz de un salto en medio de sus enloquecido
s
huspedes. Qu es lo que estis haciendo, hijos de hombres?, exclam mientras arrancaba del suelo a los que rezaban. Ay, si os contemplase alguien distinto de Zara
tustra:
Todo el mundo juzgara que vosotros, con vuestra nueva fe568, sois los peores blasf
emos o las ms tontas de todas las viejecillas!
Y t mismo, t viejo papa, cmo cuadra contigo el que adores de tal modo aqu a un
asno como si fuese Dios? - Oh Zaratustra, respondi el papa, perdname, pero en asuntos de Dios yo soy ms ilustrado que t569. Y ello es justo. Es preferible adorar a D
ios

bajo esta forma que bajo ninguna! Medita sobre esta sentencia, noble amigo: ense
guida
adivinars que en tal sentencia se esconde sabidura.
Aquel que dijo Dios es espritu570 - fue el que dio hasta ahora en la tierra el paso
y el
salto ms grandes hacia la incredulidad: no es fcil reparar el mal que esa frase ha
hecho
en la tierra!
Mi viejo corazn salta y retoza al ver que en la tierra hay todava algo que adorar.
Perdnale esto, oh Zaratustra, a un viejo y piadoso corazn de papa! - Y t, dijo Zaratustra al caminante y sombra. T te denominas y te crees un espritu
libre? Y te entregas aqu a tales actos de idolatra y comedias de curas?
Peor, en verdad, te comportas t aqu que con tus perversas muchachas morenas, t
perverso creyente nuevo!571
Bastante mal, respondi el caminante y sombra, tienes razn: mas qu puedo hacer!
El viejo Dios vive de nuevo, oh Zaratustra, digas lo que digas.
El ms feo de los hombres es culpable de todo: l es quien ha vuelto a resucitarlo.
Y
aunque dice que en otro tiempo lo mat: la muerte no es nunca, entre los dioses, ms
que
un prejuicio.
Y t, dijo Zaratustra, t perverso mago viejo, qu has hecho! Quin va a creer en ti
en lo sucesivo, en esta poca libre, si t crees en tales asnadas divinas?
Ha sido una estupidez lo que has hecho: cmo has podido cometer, t inteligente, tal
estupidez!
Oh, Zaratustra, respondi el mago inteligente, tienes razn, ha sido una estupidez, y
me ha costado bastante cara.
- Y t sobre todo, dijo Zaratustra al concienzudo del espritu; reflexiona un poco y
ponte el dedo en la nariz!572 No hay aqu nada que repugne a tu conciencia? No es tu
espritu demasiado puro para estas oraciones y para el tufo de estos hermanos de o
racin?
Algo hay en ello, respondi el concienzudo del espritu y se puso el dedo en la nariz
,
algo hay en este espectculo que incluso hace bien a mi conciencia.
Tal vez a m no me sea lcito creer en Dios: pero lo cierto es que en esta figura es
en la
que Dios me parece mximamente creble.
Dios debe ser eterno, segn el testimonio de los ms piadosos573: quien tanto tiempo
tiene se toma tiempo. Del modo ms lento y estpido posible: de ese modo alguien as
puede llegar muy lejos.
Y quien tiene demasiado espritu querra sin duda estar loco por la estupidez y la n
ecedad mismas. Reflexiona sobre ti mismo, oh Zaratustra!
T mismo - en verdad!, tambin t podras sin duda convertirte en asno a fuerza de riqueza y sabidura.
No le gusta a un sabio perfecto caminar por los caminos ms torcidos? La evidencia
lo
ensea, oh Zaratustra, - tu evidencias574!
- Y tambin t, por fin, dijo Zaratustra y se volvi hacia el ms feo de los hombres, el
cual continuaba tendido en el suelo, elevando el brazo hacia el asno (le daba, e
n efecto,
vino de beber). Di, inexpresable, qu has hecho!
Me pareces transformado, tus ojos arden, el manto de lo sublime rodea tu fealdad
: qu
has hecho?

Es verdad lo que stos dicen, que t has vuelto a resucitarlo? Y para qu? No estaba
muerto y liquidado con razn?
T mismo me pareces resucitado: qu has hecho?, por qu t te has dado la vuelta?
Por qu t te has convertido? Habla t, el inexpresable!
Oh Zaratustra, respondi el ms feo de los hombres, eres un bribn!
Si l vive an, o si vive de nuevo, o si est muerto del todo, - quin de nosotros dos lo
sabe mejor? Te lo pregunto.
Pero yo s una cosa, - de ti mismo la aprend en otro tiempo, oh Zaratustra: quien ms
a
fondo quiere matar, re.
No con la clera, sino con la risa se mata- as dijiste t en otro tiempo575, Oh Zaratus
tra, t el oculto, t el aniquilador sin clera, t santo peligroso, - eres un bribn!
2
Y entonces sucedi que Zaratustra, asombrado de tales respuestas de bribones, dio
un
salto atrs hacia la puerta de su caverna, y, vuelto hacia todos sus huspedes, grit
con
fuerte voz:
Oh vosotros todos, vosotros pcaros, payasos! Por qu os desfiguris y os escondis
delante de m!
Cmo se os agitaba, sin embargo, el corazn a cada uno de vosotros de placer y de
maldad por haberos vuelto por fin otra vez como nios pequeos, es decir, piadosos,
- por obrar por fin otra vez como nios, es decir, por rezar, juntar las manos y d
ecir
Dios mo!
Mas ahora abandonad este cuarto de nios, mi propia caverna, en la que hoy estn como en su casa todas las nieras. Refrescad ah fuera vuestra ardiente petulancia de nio
s
y el ruido de vuestros corazones!
Ciertamente: mientras no os hagis como nios pequeos no entraris en aquel reino de
los cielos576. (Y Zaratustra seal con las manos hacia arriba.)
Mas nosotros no queremos entrar en modo alguno en el reino de los cielos: nos he
mos
hecho hombres, - y por eso queremos el reino de la tierra.
3
Y de nuevo comenz Zaratustra a hablar. Oh, mis nuevos amigos, dijo, - vosotros
gente extraa, hombres superiores, cmo me gustis ahora, - desde que os habis vuelto alegres otra vez! Todos vosotros, en verdad, habis flo
recido: parceme que flores tales como vosotros tienen necesidad de nuevas fiestas57
7,
- de un pequeo y valiente disparate, de algn culto divino y alguna fiesta del asno
, de
algn viejo y alegre necio-Zaratustra, de un vendaval que os despeje las almas con
su
soplo.
No olvidis esta noche y esta fiesta del asno, hombres superiores! Esto lo habis inv
entado vosotros en mi casa, y yo lo tomo como un buen presagio, - tales cosas slo la
s inventan los convalecientes!
Y cuando volvis a celebrarla, esta fiesta del asno, hacedlo por amor a vosotros, h

acedlo tambin por amor a m! Y en memoria ma!578


As habl Zaratustra.
567
Un ttulo anterior para este apartado era La vieja y la nueva fe. Este es el ttulo
de la obra de D.F.
Strauss contra la cual public Nietzsche en 18731a primera de sus Consideraciones
Intempesti vas. Como
se ha sealado antes en la nota 558, la fiesta del asno se relata propiamente en el
apartado anterior.
568
Vase la nota anterior.
569
Vase antes, Jubilado.
570
Vase la nota 60.
571
Es decir, creyente de la nueva fe.
572
En alemn, frase para indicar un gesto pensativo y de atencin.
573
Afirmacin constantemente repetida en la Biblia. Vase, por ejemplo, xodo, 15, 18. Y
Salmo 43, 2:
T eres eterno.
574
Expresin con que Zaratustra se haba burlado anteriormente del concienzudo del espr
itu; vase La
sanguijuela. Ahora el concienzudo del espritu se la aplica a Zaratustra.
575
Vase, en la primera parte, Del leer y el escribir.
576
Cita literal del Evangelio de Mateo, 18, 3.
577
Vase antes, El despertar, 1.
578
Remedo de 1 Corintios, 11, 24: El Seor Jess, la noche en que iban a entregarlo, co
gi un pan, dio
gracias, lo parti y dijo: Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced lo
mismo en me moria
ma. Despus de cenar, hizo igual con la copa, diciendo: Esta copa es la nueva alianza
sellada con mi
sangre; cada vez que bebis, haced lo mismo en memoria ma.
La cancin del noctmbulo579
1
Entretanto todos, uno detrs de otro, haban ido saliendo fuera, al aire libre y a l
a fresca
y pensativa noche; Zaratustra mismo llev de la mano al ms feo de los hombres para
mostrarle su mundo nocturno y la gran luna redonda y las plateadas cascadas que
haba
junto a su caverna. Al fin se detuvieron unos junto a otros, todos ellos gente v
ieja, mas
con un corazn valiente y consolado, y admirados en su interior de sentirse tan bi
en en la
tierra; y la quietud de la noche se adentraba cada vez ms en su corazn. Y de nuevo
pen-

s Zaratustra dentro de s: Oh, cmo me agradan ahora estos hombres superiores! pero no lo expres, pues honraba su felicidad y su silencio.
Mas entonces ocurri la cosa ms asombrosa de aquel asombroso y largo da: el ms
feo de los hombres comenz de nuevo, y por ltima vez, a gorgotear y a resoplar580,
y
cuando consigui hablar, una pregunta salt, redonda y pura, de su boca, una pregunt
a
buena, profunda, clara, que hizo agitarse dentro del cuerpo el corazn de todos lo
s que le
escuchaban.
Amigos mos todos, dijo el ms feo de los hombres, qu os parece? Gracias a este da
- yo estoy por primera vez contento de haber vivido mi vida entera.
Y no me basta con atestiguar esto. Merece la pena vivir en la tierra: un solo da,
una sola fiesta con Zaratustra me ha enseado a amar la tierra.
Esto era - la vida? quiero decirle yo a la muerte. Bien! Otra vez!581
Amigos mos, qu os parece? No queris vosotros decirle a la muerte, como yo: Esto era - la vida? Gracias a Zaratustra, bien! Otra vez! - As habl el ms feo de los hombres; y no faltaba mucho para la medianoche. Y qu
creis que ocurri entonces? Tan pronto como los hombres superiores oyeron su pregun
ta
cobraron sbitamente consciencia de su transformacin y curacin, y de quin se la haba
proporcionado: entonces se precipitaron hacia Zaratustra, dndole gracias, rindindo
le
veneracin, acaricindolo, besndole las manos, cada cual a su manera propia: de modo
que unos rean, otros lloraban. El viejo adivino bailaba de placer; y aunque, segn
piensan algunos narradores, entonces se hallaba lleno de dulce vino582, ciertamente
se hallaba
an ms lleno de dulce vida y haba alejado de s toda fatiga. Hay incluso quienes cuentan que el asno bail en aquella ocasin: pues no en vano el ms feo de los hombres le
haba dado antes a beber vino. Esto puede ser as, o tambin de otra manera; y si en v
erdad el asno no bail aquella noche, ocurrieron entonces, sin embargo, prodigios ma
yores
y ms extraos que el baile de un asno. En resumen, como dice el proverbio de Zaratu
stra: qu importa ello!
2
Mas Zaratustra, mientras esto ocurra con el ms feo de los hombres, estaba all como
un borracho: su mirada se apagaba, su lengua balbuca, sus pies vacilaban. Y quin ad
ivinara los pensamientos que entonces cruzaban por el alma de Zaratustra? Mas fue
evidente que su espritu se apart de l y huy hacia adelante y estuvo en remotas lejanas,
por as decirlo sobre una elevada cresta, como est escrito, entre dos mares,
- entre lo pasado y lo futuro, caminando como una pesada nube583. Poco a poco, si
n
embargo, mientras los hombres superiores lo sostenan con sus brazos, volvi un poco
en
s y apart con las manos la aglomeracin de los veneradores y preocupados; mas no
habl. De repente volvi con rapidez la cabeza, pues pareca or algo: entonces se llev e
l
dedo a la boca y dijo: Venid!
Y al punto se hizo el silencio y la calma en derredor; de la profundidad, en cam
bio, su-

ba lentamente el sonido de una campana. Zaratustra se puso a escuchar, lo mismo q


ue
los hombres superiores; luego volvi a llevarse el dedo a la boca y volvi a decir: Ve
nid! Venid! Se acerca la medianoche! - y su voz estaba cambiada. Pero continuaba si
n
moverse del sitio: entonces se hizo un silencio ms grande y una mayor calma, y to
dos
escucharon, tambin el asno, y los dos animales herldicos de Zaratustra, el guila y
la
serpiente, y asimismo la caverna de Zaratustra y la luna redonda y fra y hasta la
propia
noche. Zaratustra se llev por tercera vez el dedo a la boca y dijo:
Venid!iVenid!Caminemos ya!Es la hora: caminemos en la noche!
3
Vosotros hombres superiores, la medianoche se aproxima: ahora quiero deciros alg
o al
odo, como me lo dice a m al odo esa vieja campana, - de modo tan ntimo, tan terrible, tan cordial como me habla a m esa campana de me
dianoche, que ha tenido mayor nmero de vivencias que un solo hombre:
- que ya cont los latidos de dolor del corazn de vuestros padres - ay!, ay!, cmo
suspira!, cmo re en sueos!, la vieja, profunda, profunda medianoche!
Silencio! Silencio! Ahora se oyen muchas cosas alas que por el da no les es lcito
hablar alto; pero ahora, en el aire fresco, cuando tambin el ruido de vuestros co
razones
ha callado, - ahora hablan, ahora se dejan or, ahora se deslizan en las almas nocturnas y des
veladas: ay!, ay!, cmo suspira!, cmo re en sueos!
-no oyes cmo de manera ntima, terrible, cordial te habla a ti la vieja, profunda, p
rofunda medianoche!
Oh hombre, presta atencin!584
4
Ay de m! Dnde se ha ido el tiempo? No se ha hundido en pozos profundos? El
mundo duerme Ay! Ay! El perro alla585, la luna brilla. Prefiero morir, morir, a deciros lo que e
n este
momento piensa mi corazn de medianoche.
Ya he muerto. Todo ha terminado. Araa, por qu tejes tu tela a mi alrededor? Quieres sangre? Ay! Ay!, el roco cae, la hora llega - la hora en que tirito y me hielo, la hora que pregunta y pregunta y pregunta: Qu
in
tiene corazn suficiente para esto?
- quin debe ser seor de la tierra? El que quiera decir: as debis correr vosotras, corrientes grandes y pequeas!
- la hora se acerca: oh hombre, t hombre superior, presta atencin!, este discurso e
s
para odos delicados, para tus odos - qu dice la profunda medianoche?
5
Algo me arrastra, mi alma baila. Obra del da! Obra del da! Quin debe ser seor de
la tierra?
La luna es fra, el viento calla. Ay! Ay! Habis volado ya bastante alto? Habis bai-

lado: pero una pierna no es un ala.


Vosotros bailarines buenos, todo placer ha acabado ahora, el vino se ha converti
do en
heces, todas las copas se han vuelto blandas, los sepulcros balbucean.
No habis volado bastante alto: ahora los sepulcros balbucean: redimid a los muertos
!
Por qu dura tanto la noche? No nos vuelve ebrios la luna? ,
Vosotros hombres superiores, redimid los sepulcros, despertad a los cadveres! Ay,
por qu el gusano contina royendo? Se acerca, se acerca la hora, - retumba la campana, contina chirriando el corazn, sigue royendo el gusano de la
madera, el gusano del corazn Ay! Ay! El mundo es profundo!
6
Dulce lira! Dulce lira! Yo alabo tu sonido, tu ebrio sonido de sapo! - desde cunto
tiempo, desde qu lejos viene hasta m tu sonido, desde lejos, desde los estanques d
el
amor!
Vieja campana, dulce lira! Todo dolor te ha desgarrado el corazn, el dolor del pad
re,
el dolor de los padres, el dolor de los abuelos, tu discurso est ya maduro, - maduro como ureo otoo y urea tarde, como mi corazn de eremita - ahora hablas:
tambin el mundo se ha vuelto maduro, el racimo negrea,
- ahora quiere morir, morir de felicidad. Vosotros hombres superiores, no olis alg
o?
Misteriosamente gotea hacia arriba un aroma,
- un perfume y aroma de eternidad, un rosceo, oscuro aroma, como de vino ureo, de
vieja felicidad,
- de ebria felicidad de morir a medianoche, que canta: el mundo es profundo,y ms
profundo de lo que el da ha pensado!
7
Djame! Djame! Yo soy demasiado puro para ti. No me toques!586 No se ha vuelto
perfecto en este instante mi mundo?
Mi piel es demasiado pura para tus manos. Djame, t da estpido, grosero, torpe!
No es ms luminosa la medianoche?
Los ms puros deben ser seores de la tierra, los ms desconocidos, los ms fuertes, las
almas de medianoche, que son ms luminosas y profundas que todo da.
Oh da, andas a tientas detrs de m? Extiendes a tientas tu mano hacia mi felicidad?
Soy yo para ti rico, solitario, un tesoro escondido, un depsito de oro?
Oh mundo, me quieres a m? Soy para ti mundano? Soy para ti espiritual? Soy para
ti divino? Pero, da y mundo, vosotros sois demasiado torpes, - tened manos ms inteligentes, tendedlas hacia una felicidad ms profunda, hacia un
a
infelicidad ms profunda, tendedlas hacia algn dios, no hacia m:
- mi infelicidad, mi felicidad son profundas, oh da extrao, pero yo no soy un Dios
, un
infierno divino: profundo es su dolor.
8
El dolor de Dios es ms profundo, oh mundo extrao! Tiende tus manos hacia el dolor
de Dios, no hacia m! Qu soy yo! Una dulce lira ebria, una lira de medianoche, una campana-sapo que nadie entiende, pero que tiene que
hablar delante de sordos, oh hombres superiores! Pues vosotros no me comprendis!
Todo acab! Todo acab! Oh juventud! Oh medioda! Oh tarde! Ahora han venido
el atardecer y la noche y la medianoche, - el perro alla, el viento:
- no es el viento un perro? Gimotea, gae, alla. Ay!, ay!, cmo suspira!, cmo re,

cmo resuella y jadea la medianoche!


Cmo habla sobria en este momento, esa ebria poetisa!, acaso ha ahogado en ms vino su embriaguez?, se ha vuelto superdespierta?, rumia?
- su dolor es lo que ella rumia, en sueos, la vieja y profunda medianoche, y, an ms
,
su placer. El placer, en efecto, aunque el dolor sea profundo: el placer es an ms
profundo que el sufrimiento.
9
T vid! Por qu me alabas? Yo te cort, sin embargo! Yo soy cruel, t sangras: qu quiere esa alabanza tuya de mi crueldad ebria?
Lo que lleg a ser perfecto, todo lo maduro - quiere morir!, as hablas t. Bendita,
bendita sea la podadera del viador!587 Mas todo lo inmaduro quiere vivir: ay!
El dolor dice: Pasa! Fuera t, dolor! Mas todo lo que sufre quiere vivir, para volverse maduro y alegre y anhelante,
- anhelante de cosas ms lejanas, ms elevadas, ms luminosas. Yo quiero herederos,
as dice todo lo que sufre, yo quiero hijos, no me quiero a m, mas el placer no quiere herederos, ni hijos, - el placer se quiere a s mismo, qui
ere eternidad, quiere retorno, quiere todo-idntico-a-s-mismo-eternamente.
El dolor dice: Rmpete, sangra, corazn! Camina, pier
na! Ala, vuela! Arriba! Arriba! Dolor! Bien! Adelante! Oh viejo corazn mo: el
dolor dice: pasa!
10
Vosotros hombres superiores, qu os parece? Soy yo un adivino? Un soador? Un
borracho? Un intrprete de sueos? Una campana de medianoche?
Una gota de roco? Un vapor y perfume de la eternidad? No lo os? No lo olis? En
este instante se ha vuelto perfecto mi mundo, la medianoche es tambin medioda, el dolor es tambin placer, la maldicin es tambin bendicin, la noche es tambin sol, idos o aprenderis: un sabio es tambin un necio.
Habis dicho s alguna vez a un solo placer? Oh amigos mos, entonces dijisteis s
tambin a todo dolor. Todas las cosas estn encadenadas, trabadas, enamoradas, -habis querido en alguna ocasin dos veces una sola vez, habis dicho en alguna ocasin t me agradas, felicidad! Sus! Instante!588 Entonces quisisteis que todo vuelva!
- todo de nuevo, todo eterno, todo encadenado, trabado, enamorado, oh, entonces
amasteis el mundo, - vosotros eternos, amadlo eternamente y para siempre: y tambin al dolor decidle:
pasa, pero vuelve! Pues todo placer quiere - eternidad!
11
Todo placer quiere la eternidad de todas las cosas, quiere miel, quiere heces, q
uiere
medianoche ebria, quiere sepulcros, quiere consuelo de lgrimas sobre los sepulcro
s,
quiere dorada luz de atardecer - qu no quiere el placer!, es ms sediento, ms cordial,
ms hambriento, ms terrible, ms misterioso que todo sufrimiento, se quiere a s mismo, muerde el cebo de s mismo, la voluntad de anillo lucha en l, - quiere amor, quiere odio, es sumamente rico, regala, disipa, mendiga que uno l
o tome,
da gracias al que lo toma, quisiera incluso ser odiado, - es tan rico el placer, que tiene sed de dolor, de infierno, de odio, de oprobi
o, de lo li-

siado, de mundo, - pues este mundo, oh, vosotros lo conocis bien!


Vosotros hombres superiores, de vosotros siente anhelo el placer, el indmito, bie
naventurado, - de vuestro dolor, oh fracasados! De lo fracasado siente anhelo todo
placer
eterno.
Pues todo placer se quiere a s mismo, por eso quiere tambin sufrimiento! Oh felicidad, oh dolor! Oh, rmpete, corazn! Vosotros hombres superiores, aprendedlo, el plac
er
quiere eternidad,
- el placer quiere eternidad de todas las cosas, quiere profunda, profunda eterni
dad!
12
Habis aprendido mi cancin? Habis adivinado lo que quiere decir? Bien! Adelante! Vosotros hombres superiores, cantadme ahora, pues, mi canto de ronda!
Cantadme ahora vosotros la cancin cuyo ttulo es Otra vez, cuyo sentido es Por toda
la eternidad!, cantadme vosotros, hombres superiores, el canto de ronda de Zaratu
stra!
Oh hombre! Presta atencin!
Qu dice la profunda medianoche?
Yo dorma, dorma, De un profundo soar me he despertado: El mundo es profundo,
Y ms profundo de lo que el da ha pensado.
Profundo es su dolor. El placer - es an ms profundo que el sufrimiento:
El dolor dice: Pasa!
Mas todo placer quiere eternidad -,
-Quiere profunda, profunda eternidad!
579
En todas las ediciones de As habl Zaratustra posteriores a la realizada por Nietz
sche mismo, este
apartado ha llevado el ttulo de La cancin ebria. Tal cambio se basaba en que, en s
u ejemplar per sonal
impreso, Nietzsche haba escrito ese otro ttulo sobre el ttulo La cancin del noctmbulo
. Aqu se restituye
el ttulo original; es posible que Nietzsche hubiera modificado el ttulo si l mismo
hubiera hecho ulteriores
ediciones. Pero eso no lleg a ocurrir.
580
Vase antes, El ms feo de los hombres, la nota 487.
581
Vase, en la tercera parte, De la visin y enigma.
582
Expresin bblica (traduccin luterana) tomada de Hechos, 2, 13: Otros, burlndose, decan
: Estn
llenos de dulce vino (palabras de los gentiles al contemplar los efectos de Pente
costs sobre los apstoles).
583
Las palabras entre comillas estn tomadas del captulo de la tercera parte titulado
Los siete sellos, 1.
Zaratustra aade aqu la expresin como est escrito, usada habitualmente en los evangelio
s para referirse a las profecas.
584
Vase la nota 432.

585
Vase, en la tercera parte, De la visin y enigma, 2, y la nota 284.
586
No me toques. Palabras dichas por Jess a Mara Magdalena tras la resurreccin. Nietzsc
he emplea
exactamente la traduccin luterana de Evangelio de Juan, 20, 17: Rhre mich nicht an
.
587
Vase, en la tercera parte, Del gran anhelo, la nota 428.
588
Variacin de la frase de Fausto en la obra homnima de Goethe: Y le dir al instante: D
etente, eres
tan bello.
El signo
A la maana despus de aquella noche Zaratustra se levant de su lecho, se ci los riones589 y sali de su caverna, ardiente y fuerte como un sol matinal que viene de o
scuras
montaas.
T gran astro, dijo, como haba dicho en otro tiempo590, profundo ojo de felicidad,
qu sera de toda tu felicidad si no tuvieras a aquellos a quienes iluminas!
Y si ellos permaneciesen en sus aposentos mientras t ests ya despierto y vienes y
regalas y repartes: cmo se irritara contra esto tu orgulloso pudor!
Bien!, ellos duermen todava591, esos hombres superiores, mientras que yo estoy des
pierto: sos no son mis adecuados compaeros de viaje! No es a ellos a quienes yo
aguardo aqu en mis montaas.
A mi obra quiero ir, a mi da: mas ellos no comprenden cules son los signos de mi m
aana, mis pasos - no son para ellos un toque de diana.
Ellos duermen todava en mi caverna, sus sueos siguen rumiando mis mediasnoches.
El odo que me escuche a m, - el odo obediente592 falta en sus miembros.
- Esto haba dicho Zaratustra a su corazn mientras el sol se elevaba: entonces se p
uso a
mirar inquisitivamente hacia la altura, pues haba odo por encima de s el agudo grit
o de
su guila. Bien!, exclam mirando hacia arriba, as me gusta y me conviene. Mis animales estn despiertos, pues yo estoy despierto.
Mi guila est despierta y honra, igual que yo, al sol. Con garras de guila aferra la
nueva luz. Vosotros sois mis animales adecuados; yo os amo.
Pero todava me faltan mis hombres adecuados! As habl Zaratustra; y entonces ocurri que de repente se sinti como rodeado por
bandadas y revoloteos de innumerables pjaros, - el rumor de tantas alas y el trop
el en
torno a su cabeza eran tan grandes que cerr los ojos. Y, en verdad, sobre l haba cad
o
algo semejante a una nube, semejante a una nube de flechas que descargase sobre
un
nuevo enemigo. Pero he aqu que se trataba de una nube de amor, y caa sobre un nuev
o
amigo.
Qu me ocurre?, pens Zaratustra en su asombrado corazn, y lentamente dejse
caer sobre la gran piedra que se hallaba junto a la salida de su caverna. Mientr
as mova
las manos a su alrededor y encima y debajo de s, y se defenda de los cariosos pjaros
,

he aqu que le ocurri algo an ms raro: su mano se pos, en efecto de manera imprevista sobre una espesa y clida melena y al mismo tiempo reson delante de l un rugido,
un suave y prolongado rugido de len.
El signo llega593, dijo Zaratustra, y su corazn se transform. Y, en verdad, cuando
se hizo claridad delante de l vio que a sus pies yaca un amarillo y poderoso anima
l, el
cual estrechaba su cabeza entre sus rodillas y no quera apartarse de l a causa de
su
amor, y actuaba igual que un perro que vuelve a encontrar a su viejo dueo. Mas la
s palomas no eran menos vehementes en su amor que el len; y cada vez que una paloma s
e
deslizaba sobre la nariz del len ste sacuda la cabeza y se maravillaba y rea de ello
.
A todos ellos Zaratustra les dijo tan slo una nica frase: mis hijos estn cerca, mis
hijos594, - entonces enmudeci del todo. Mas su corazn estaba aliviado y de sus ojos
goteaban lgrimas y caan en sus manos. Y no prestaba ya atencin a ninguna cosa, y
estaba all sentado, inmvil y sin defenderse ya de los animales. Entonces las palom
as se
pusieron a volar de un lado para otro y se le posaban sobre los hombros y acaric
iaban su
blanco cabello y no se cansaban de manifestar su cario y su jbilo. El fuerte len, e
n
cambio, lama siempre las lgrimas que caan sobre las manos de Zaratustra y ruga y
grua tmidamente. As se comportaban aquellos animales. Todo esto dur mucho tiempo, o poco tiempo: pues, hablando propiamente, para tales
cosas no existe en la tierra tiempo alguno. - Mas entretanto los hombres superio
res que
estaban dentro de la caverna de Zaratustra se haban despertado y estaban disponind
ose
para salir en procesin a su encuentro y ofrecerle el saludo matinal: haban encontr
ado,
en efecto, cuando se despertaron, que l no se hallaba ya entre ellos. Mas cuando
llegaron
a la puerta de la caverna, y el ruido de sus pasos los preceda, el len enderez las
orejas
con violencia, se apart sbitamente de Zaratustra y lanzse, rugiendo salvajemente,
hacia la caverna; los hombres superiores, cuando le oyeron rugir, gritaron todos
como
con una sola boca y retrocedieron huyendo y en un instante desaparecieron.
Mas Zaratustra, aturdido y distrado, se levant de su asiento, mir a su alrededor, p
ermaneci de pie sorprendido, interrog a su corazn, volvi en s, y estuvo solo. Qu es
lo que he odo?, dijo por fin lentamente, qu es lo que me acaba de ocurrir?
Y ya el recuerdo volva a l, y comprendi con una sola mirada todo lo que haba acontecido entre ayer y hoy. Aqu est, en efecto, la piedra595, dijo y se acarici la barb
a, en
ella me encontraba sentado ayer por la maana; y aqu se me acerc el adivino, y aqu o
por vez primera el grito que acabo de or, el gran grito de socorro.
Oh vosotros hombres superiores, vuestra necesidad fue la que aquel viejo adivino
me
vaticin ayer por la maana, - a acudir a vuestra necesidad quera seducirme y tentarme: oh Zaratustra, me dijo
, yo
vengo para seducirte a tu ltimo pecado596.
A mi ltimo pecado?, exclam Zaratustra y furioso se ri de sus ltimas palabras:
qu se me haba reservado como mi ltimo pecado?

- Y una vez ms Zaratustra se abism dentro de s y volvi a sentarse sobre la gran piedra y reflexion. De repente se levant de un salto, Compasin! La compasin por el hombre superior!, grit, y su rostro se endureci
como el bronce. Bien! Eso - tuvo su tiempo!
Mi sufrimiento y mi compasin - qu importan! Aspiro yo acaso a la felicidad? Yo
aspiro a mi obra!597
Bien! El len ha llegado, mis hijos estn cerca, Zaratustra est ya maduro, mi hora ha
llegado: sta es mi maana, mi da comienza: asciende, pues, asciende t, gran medioda! - As habl Zaratustra, y abandon su caverna, ardiente y fuerte como un sol matinal que
viene de oscuras montaas.
589
Ceirse los riones es expresin bblica. Vase 1 Reyes, 18, 46: Fue sobre Elas la mano
hv,
que ci sus riones, yvino corriendo a Jezrael delante de Ajab.
590
Zaratustra reproduce aqu la misma invocacin al sol que pronunci al comienzo de la
obra; vase el
Prlogo de Zaratustra, 1.
591
Como los discpulos de Jess en el monte de los Olivos; vase el Evangelio de Mateo,
26,40: Se
acerc a sus discpulos y los encontr dormidos.
592
Zaratustra reclama aqu para s el odo obediente (das gehorchende Ohr). Antes, sin emb
argo, ha
dicho, en la tercera parte, De tablas viejas y nuevas, 7, que quien obedece, no
se oye a s mismo (wergehorcht, der hrt sich selbst nicht).
593
Vase, en la tercera parte, De tablas viejas y nuevas, 1, y en esta cuarta parte,
El saludo.
594
Vase la nota 316.
595
Vase la nota 451.
596
Vase, en la tercera parte, De tablas viejas y nuevas, y en esta cuarta parte, E
l grito de socorro, El
ms feo de los hombres, y El signo.
597
Son palabras que ya han aparecido en La ofrenda de la miel.
Fin de AS HABL ZARATUSTRA

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