Asi Habló Zaratustra - F. Nietzsche
Asi Habló Zaratustra - F. Nietzsche
Asi Habló Zaratustra - F. Nietzsche
cccooommm
Friedrich Nietzsche
As habl Zaratustra
ndice
Prlogo de Zaratustra
Los discursos de Zaratustra
De las tres transformaciones
De las ctedras de la virtud
De los trasmundanos
De los despreciadores del cuerpo
De las alegras y de las pasiones
Del plido delincuente
Del leer y el escribir
Del rbol de la montaa
De los predicadores de la muerte
De la guerra y el pueblo guerrero
Del nuevo dolo
De las moscas del mercado
De la castidad
Del amigo
De las mil metas y de la nica meta
Del amor al prjimo
Del camino del creador
De viejecillas y de jovencillas
De la picadura de la vbora
Del hijo y del matrimonio
De la muerte libre
De la virtud que hace regalos
Segunda parte
El nio del espejo
En las islas afortunadas
De los compasivos
De los sacerdotes
De los virtuosos
De la chusma
De las tarntulas
De los sabios famosos
La cancin de la noche
La cancin del baile
La cancin de los sepulcros
De la superacin de s mismo
De los sublimes
Del pas de la cultura
Del inmaculado conocimiento
De los doctos
De los poetas
De grandes acontecimientos
El adivino
De la redencin
De la cordura respecto a los hombres
La ms silenciosa de todas las horas
Tercera parte
El caminante
De la visin y enigma
De la bienaventuranza no querida
Antes de la salida del sol
De la virtud empequeecedora
En el monte de los olivos
Del pasar de largo
De los apstatas
El retorno a casa
De los tres males
Del espritu de la pesadez
De tablas viejas y nuevas
El convaleciente
Del gran anhelo
La otra cancin del baile
Los siete sellos (O: La cancin S y Amn)
Cuarta y ltima parte
La ofrenda de la miel
El grito de socorro
Coloquio con los reyes
La sanguijuela
El mago
Jubilado
El ms feo de los hombres
El mendigo voluntario
La sombra
A medioda
El saludo
La Cena
Del hombre superior
La cancin de la melancola
De la ciencia
Entre hijas del desierto
El despertar
La fiesta del asno
La cancin del noctmbulo
El signo
Prlogo de Zaratustra
11
Cuando Zaratustra tena treinta aos2 abandon su patria y el lago de su patria y marc
h
a las montaas. All goz de su espritu y de su soledad y durante diez aos no se cans
de hacerlo. Pero al fin su corazn se transform, - y una maana, levantndose con la
aurora, se coloc delante del sol y le habl as:
T gran astro! Qu sera de tu felicidad si no tuvieras a aquellos a quienes iluminas!3.
Durante diez aos has venido subiendo hasta mi caverna: sin m, mi guila y mi serpiente4 te habras hartado de tu luz y de este camino.
Pero nosotros te aguardbamos cada maana, te liberbamos de tu sobreabundancia y te
bendecamos por ello. Mira! Estoy hastiado de mi sabidura como la abeja que ha recogido demasiada miel, tengo necesidad de manos que se extiendan.
Me gustara regalar y repartir hasta que los sabios entre los hombres hayan vuelto
a regocijarse con su locura, y los pobres, con su riqueza.
Para ello tengo que bajar a la profundidad: como haces t al atardecer, cuando tra
spones el mar llevando luz incluso al submundo, astro inmensamente rico!
Yo, lo mismo que t, tengo que hundirme en mi ocaso5, como dicen los hombres a
quienes quiero bajar. Bendceme, pues, ojo tranquilo, capaz de mirar sin envidia in
cluso
una felicidad demasiado grande!
Bendice la copa que quiere desbordarse para que de ella fluya el agua de oro llev
ando
a todas partes el resplandor de tus delicias!
Mira! Esta copa quiere vaciarse de nuevo, y Zaratustra quiere volver a hacerse ho
mbre.
- As comenz el ocaso de Zaratustra6.
1
Hacia el final de la obra el papa jubilado vendr en busca de este anciano eremit
a y encontrar que ha
muerto; vase, en la cuarta parte, Jubilado.
8
Vase, en esta primera parte, De los trasmundanos, y Del camino del creador, y en
la segunda parte, El
adivino, donde vuelve a aparecer la referencia a las cenizas. La ceniza es smbolo
de la cremacin y el
rechazo de los falsos ideales juveniles.
9
La pureza de los ojos y la ausencia de asco en la boca son atributos de Zaratus
tra a los que se hace referencia en numerosas ocasiones; vase, por ejemplo, en la segunda parte, De los sub
limes, y en la cuarta, El
mendigo voluntario.
10
El despierto es un calificativo usual de Buda, que aqu se aplica a Zaratustra.
11
Alusin a 1 Tesalonicenses, 5, 2: Pues sabis perfectamente que el da del Seor llegar c
omo un ladrn de noche.
12
La idea de la muerte de Dios, que recorre la obra entera, y su ignorancia por p
arte del santo eremita,
ser tema de conversacin entre Zaratustra y el papa jubilado cuando ambos hablen de
l eremita ya fallecido. Vase, en la cuarta parte, Jubilado.
3
Cuando Zaratustra lleg a la primera ciudad, situada al borde de los bosques, enco
ntr
reunida en el mercado13 una gran muchedumbre: pues estaba prometida la exhibicin
de
un volatinero. Y Zaratustra habl as al pueblo:
Yo os enseo el superhombre14. El hombre es algo que debe ser superado. Qu habis
hecho para superarlo?
Todos los seres han creado hasta ahora algo por encima de s mismos: y queris ser
vosotros el reflujo de ese gran flujo y retroceder al animal ms bien que superar
al hombre?
Qu es el mono para el hombre? Una irrisin o una vergenza dolorosa. Y justo eso es
lo que el hombre debe ser para el superhombre: una irrisin o una vergenza dolorosa
15.
Habis recorrido el camino que lleva desde el gusano hasta el hombre, y muchas cos
as
en vosotros continan siendo gusano. En otro tiempo fuisteis monos, y tambin ahora
es
el hombre ms mono que cualquier mono.
Y el ms sabio de vosotros es tan slo un ser escindido, hbrido de planta y fantasma.
Pero os mando yo que os convirtis en fantasmas o en plantas?
Mirad, yo os enseo el superhombre!
El superhombre es el sentido de la tierra. Diga vuestra voluntad: sea el superhom
bre el
sentido de la tierra!
Yo os conjuro, hermanos mos, permaneced fieles a la tierra y no creis a quienes os
hablan de esperanzas sobreterrenales! Son envenenadores, lo sepan o no.
Son despreciadores de la vida, son moribundos y estn, ellos tambin, envenenados, l
a
tierra est cansada de ellos: ojal desaparezcan!
En otro tiempo el delito contra Dios era el mximo delito, pero Dios ha muerto y c
on l
han muerto tambin esos delincuentes. Ahora lo ms horrible es delinquir contra la ti
erra
y apreciar las entraas de lo inescrutable ms que el sentido de la tierra!
En otro tiempo el alma miraba al cuerpo con desprecio: y ese desprecio era enton
ces lo
ms alto: - el alma quera el cuerpo flaco, feo, famlico. As pensaba escabullirse del
cuerpo y de la tierra.
Oh, tambin esa alma era flaca, fea y famlica: y la crueldad era la voluptuosidad de
esa alma!
Mas vosotros tambin, hermanos mos, decidme: qu anuncia vuestro cuerpo de vuestra alma? No es vuestra alma acaso pobreza y suciedad y un lamentable bienestar?
En verdad, una sucia corriente es el hombre. Es necesario ser un mar para poder
recibir
una sucia corriente sin volverse impuro.
Mirad, yo os enseo el superhombre: l es ese mar, en l puede sumergirse vuestro gran
desprecio.
Cul es la mxima vivencia que vosotros podis tener? La hora del gran desprecio. La
hora en que incluso vuestra felicidad se os convierta en nusea y eso mismo ocurra
con
vuestra razn y con vuestra virtud.
La hora en que digis: Qu importa mi felicidad! Es pobreza y suciedad y un lamentable bienestar. Sin embargo, mi felicidad debera justificar incluso la existencia
!
La hora en que digis: Qu importa mi razn! Ansa ella el saber lo mismo que el
len su alimento? Es pobreza y suciedad y un lamentable bienestar!
La hora en que digis: Qu importa mi virtud! Todava no me ha puesto furioso. Qu
cansado estoy de mi bien y de mi mal! Todo esto es pobreza y suciedad y un lament
able
bienestar!
La hora en que digis: Qu importa mi justicia! No veo que yo sea un carbn ardiente. Mas el justo es un carbn ardiente! La hora en que digis: Qu importa mi compasin! No es la compasin acaso la cruz en la que es clavado quien ama a los hombres?
Pero mi compasin no es una crucifixin.
Habis hablado ya as? Habis gritado ya as? Ah, ojal os hubiese yo odo ya gritar
as!
No vuestro pecado - vuestra moderacin es lo que clama al cielo, vuestra mezquindad
hasta en vuestro pecado es lo que clama al cielo!16.
Dnde est el rayo que os lama con su lengua? Dnde la demencia que habra que
inocularos?
Mirad, yo os enseo el superhombre: l es ese rayo, l es esa demencia! Cuando Zaratustra hubo hablado as, uno del pueblo grit: Ya hemos odo hablar bastante del volatinero; ahora, vemoslo tambin! Y todo el pueblo se ri de Zaratustra.
Mas el volatinero, que crey que aquello iba dicho por l, se puso a trabajar.
13
Markt es la palabra empleada por Nietzsche, que aqu se traduce literalmente por
mercado. No se refiere slo al lugar de compra y venta de mercancas, sino, en general, a lugar amplio d
onde se rene la gente, a
plaza pblica. Todava hoy la plaza central de muchas ciudades alemanas se denomina
Marktplatz.
14
Sobre el superhombre, expresin que ha dado lugar a tantos malentendidos, dice el p
ropio Nietzsche
en Ecce homo: La palabra superhombre, que designa un tipo de ptima constitucin, en co
ntraste con
los hombres modernos, con los hombres buenos, con los cristianos y dems nihilistas, u
na palabra que,
en boca de Zaratustra, el aniquilador de la moral, se convierte en una palabra m
uy digna de reflexin, ha
sido entendida, casi en todas partes, con total inocencia, en el sentido de aque
llos valores cuya anttesis se
ha manifestado en la figura de Zaratustra, es decir, ha sido entendida como tipo
idealista de una especie
superior de hombre, mitad santo, mitad genio.
15
Eco de los fragmentos 82 y 83 de Heraclito (Diels-Kranz): El ms bello de los mono
s es feo al compararlo con la raza de los humanos. El ms sabio de entre los hombres parece, respec
to de Dios, mono en
sabidura, en belleza y en todo lo dems.
16
Clamar al cielo es expresin bblica. Vase Gnesis, 4, 10: La voz de la sangre de tu her
ano est
clamando a m desde la tierra (palabras de Yahv a Can). Corno hace casi siempre con e
stas citas bblicas, Zaratustra confiere a sta un sentido antittico del que tiene en el original.
4
Mas Zaratustra contempl al pueblo y se maravill. Luego habl as:
El hombre es una cuerda tendida entre el animal y el superhombre, - una cuerda s
obre
un abismo.
Un peligroso pasar al otro lado, un peligroso caminar, un peligroso mirar atrs, u
n peligroso estremecerse y pararse. La grandeza del hombre est en ser un puente y no un
a
meta: lo que en el hombre se puede amar es que es un trnsito y un ocaso17.
Yo amo a quienes no saben vivir de otro modo que hundindose en su ocaso, pues ell
os
son los que pasan al otro lado.
Yo amo a los grandes despreciadores, pues ellos son los grandes veneradores, y f
lechas
del anhelo hacia la otra orilla. Yo amo a quienes, para hundirse en su ocaso y s
acrificarse,
no buscan una razn detrs de las estrellas: sino que se sacrifican a la tierra para
que sta
llegue alguna vez a ser del superhombre. Yo amo a quien vive para conocer, y qui
ere
conocer para que alguna vez viva el superhombre. Y quiere as su propio ocaso.
Yo amo a quien trabaja e inventa para construirle la casa al superhombre y prepa
ra para
l la tierra, el animal y la planta: pues quiere as su propio ocaso.
Yo amo a quien ama su virtud: pues la virtud es voluntad de ocaso y una flecha d
el anhelo.
Yo amo a quien no reserva para s ni una gota de espritu, sino que quiere ser ntegra
mente el espritu de su virtud: avanza as en forma de espritu sobre el puente.
Yo amo a quien de su virtud hace su inclinacin y su fatalidad: quiere as, por amor
a su
virtud, seguir viviendo y no seguir viviendo.
Yo amo a quien no quiere tener demasiadas virtudes. Una virtud es ms virtud que d
os,
porque es un nudo ms fuerte del que se cuelga la fatalidad.
Yo amo a aquel cuya alma se prodiga, y no quiere recibir agradecimiento ni devue
lve
nada: pues l regala siempre y no quiere conservarse a s mismo18.
Yo amo a quien se avergenza cuando el dado, al caer, le da suerte, y entonces se
pregunta: acaso soy yo un jugador que hace trampas? - pues quiere perecer.
Yo amo a quien delante de sus acciones arroja palabras de oro y cumple siempre ms
de lo que promete: pues quiere su ocaso.
Yo amo a quien justifica a los hombres del futuro y redime a los del pasado: pue
s quiere perecer a causa d los hombres del presente.
Yo amo a quien castiga a su dios porque ama a su dios19: pues tiene que perecer
por la
clera de su dios.
Yo amo a aquel cuya alma es profunda incluso cuando se la hiere, y que puede per
ecer
a causa de una pequea vivencia: pasa as de buen grado por el puente.
Yo amo a aquel cuya alma est tan llena que se olvida de s mismo, y todas las cosas
estn dentro de l: todas las cosas se transforman as en su ocaso.
Yo amo a quien es de espritu libre y de corazn libre: su cabeza no es as ms que las
entraas de su corazn, pero su corazn lo empuja al ocaso.
Yo amo a todos aquellos que son como gotas pesadas que caen una a una de la oscu
ra
nube suspendida sobre el hombre: ellos anuncian que el rayo viene, y perecen com
o
anunciadores.
Mirad, yo soy un anunciador del rayo y una pesada gota que cae de la nube: mas e
se rayo se llama superhombre. 17
Vase lo dicho en la nota 5.
18
Parfrasis del Evangelio de Lucas, 17, 33: Quien busca conservar su alma la perder;
6
Pero entonces ocurri algo que hizo callar todas las bocas y quedar fijos todos lo
s ojos.
Entretanto, en efecto, el volatinero haba comenzado su tarea: haba salido de una p
equea puerta y caminaba sobre la cuerda, la cual estaba tendida entre dos torres, col
gando
sobre el mercado y el pueblo. Mas cuando se encontraba justo en la mitad de su c
amino,
la pequea puerta volvi a abrirse y un compaero de oficio vestido de muchos colores,
igual que un bufn, salt fuera y march con rpidos pasos detrs del primero. Sigue
adelante, cojitranco, grit su terrible voz, sigue adelante, holgazn, impostor, cara
de
tsico! Que no te haga yo cosquillas con mi taln! Qu haces aqu entre torres? Dentro
de la torre est tu sitio, en ella se te debera encerrar, cierras el camino a uno me
jor que
t! - Y a cada palabra se le acercaba ms y ms: y cuando estaba ya a un solo paso detrs de l ocurri aquella cosa horrible que hizo callar todas las bocas y quedar fijo
s todos
los ojos: - lanz un grito como si fuese un demonio y salt por encima de quien le o
bstaculizaba el camino. Mas ste, cuando vio que su rival lo venca, perdi la cabeza y el
equilibrio; arroj su balancn y, ms rpido que ste, se precipit hacia abajo como un
remolino de brazos y de piernas. El mercado y el pueblo parecan el mar cuando la
tempestad avanza: todos huyeron apartndose y atropellndose, sobre todo all donde el
cuerpo tena que estrellarse.
Zaratustra, en cambio, permaneci inmvil, y justo a su lado cay el cuerpo, maltrecho
y quebrantado, pero no muerto todava. Al poco tiempo el destrozado recobr la consciencia y vio a Zaratustra arrodillarse junto a l. Qu haces aqu?, dijo por fin, desde
hace mucho saba yo que el diablo me echara la zancadilla. Ahora me arrastra al inf
ierno: quieres t impedrselo?
Por mi honor, amigo, respondi Zaratustra, todo eso de que hablas no existe: no hay
ni
diablo ni infierno. Tu alma estar muerta an ms pronto que tu cuerpo26: as, pues, no
temas ya nada!
El hombre alz su mirada con desconfianza. Si t dices la verdad, aadi luego, nada
pierdo perdiendo la vida. No soy mucho ms que un animal al que, con golpes y esca
sa
comida, se le ha enseado a bailar.
No hables as, dijo Zaratustra, t has hecho del peligro tu profesin, en ello no hay n
ada despreciable. Ahora pereces a causa de tu profesin: por ello voy a enterrarte
con mis
propias manos.
Cuando Zaratustra hubo dicho esto, el moribundo ya no respondi; pero movi la mano
como si buscase la mano de Zaratustra para darle las gracias. 26
Un desarrollo de esta idea puede verse en esta primera parte, De los despreciado
res del cuerpo, y, en la
tercera parte, El convaleciente: Las almas son tan mortales como los cuerpos.
7
Entretanto iba llegando el atardecer, y el mercado se ocultaba en la oscuridad:
el pueblo
se dispers entonces, pues hasta la curiosidad y el horror acaban por cansarse. Ma
s Zaratustra estaba sentado en el suelo junto al muerto, hundido en sus pensamientos:
as olvid
el tiempo. Por fin se hizo de noche, y un viento fro sopl sobre el solitario. Zara
tustra se
levant entonces y dijo a su corazn:
En verdad, una hermosa pesca ha cobrado hoy Zaratustra! No ha pescado ni un solo
hombre27, pero s, en cambio, un cadver.
Siniestra es la existencia humana, y carente an de sentido: un bufn puede converti
rse
para ella en la fatalidad.
Yo quiero ensear a los hombres el sentido de su ser: ese sentido es el superhombr
e, el
rayo que brota de la oscura nube que es el hombre.
Mas todava estoy muy lejos de ellos, y mi sentido no habla a sus sentidos. Para l
os
hombres yo soy todava algo intermedio entre un necio y un cadver.
Oscura es la noche, oscuros son los caminos de Zaratustra28. Ven, compaero fro y rgido! Te llevar adonde voy a enterrarte con mis manos.
27
La expresin pescador de hombres es evanglica. Vase el Evangelio de Mateo, 4, 19, Veni
d en
pos de m y os har pescadores de hombres (Jess a Pedro y a Andrs). Vase tambin, en la c
arta parte,
La ofrenda de la miel.
28
Cita ligeramente modificada de Proverbios, 4,19: Oscuros son los caminos del ate
o (traduccin de
Lutero). Lutero emplea el trmino gottlos (literalmente: sin-dios), expresin que lu
ego va a ser epteto
constante de Zaratustra. Pero son los buenos y justos los que se lo aplican; vase,
en la tercera parte, De
la virtud empequeecedora. Pero luego Zaratustra se apropiar con orgullo de esa cal
ificacin. Los buenos
y justos son tambin los que llaman a Zaratustra el aniquilador de la moral; vase, ms
adelante, De la
picadura de la vbora.
8
Cuando Zaratustra hubo dicho esto a su corazn, carg el cadver sobre sus espaldas y
se puso en camino. Y no haba recorrido an cien pasos cuando se le acerc furtivament
e
un hombre y comenz a susurrarle al odo - y he aqu que quien hablaba era el bufn de
la torre. Vete fuera de esta ciudad, Zaratustra, dijo; aqu son demasiados los que
te
odian. Te odian los buenos y justos29 y te llaman su enemigo y su despreciador;
te odian
los creyentes de la fe ortodoxa, y stos te llaman el peligro de la muchedumbre. T
u suerte
ha estado en que la gente se ri de ti: y, en verdad, hablabas igual que un bufn. T
u suerte
ha estado en asociarte al perro muerto; al humillarte de ese modo te has salvado
a ti mis-
mo por hoy. Pero vete lejos de esta ciudad - o maana saltar por encima de ti, un v
ivo
por encima de un muerto. Y cuando hubo dicho esto, el hombre desapareci; pero Zaratustra continu caminando por las oscuras callejas.
A la puerta de la ciudad encontr a los sepultureros: stos iluminaron el rostro de
Zaratustra con la antorcha, lo reconocieron y comenzaron a burlarse de l. Zaratustra s
e lleva
al perro muerto: bravo, Zaratustra se ha hecho sepulturero! Nuestras manos son de
masiado limpias para ese asado. Es que Zaratustra quiere acaso robarle al diablo su
bocado? Vaya! Suerte, y que aproveche! A no ser que el diablo sea mejor ladrn que Zaratustra! - y robe a los dos, y a los dos se los trague! Y se rean entre s, cuchichean
do.
Zaratustra no dijo ni una palabra y sigui su camino. Pero cuando llevaba andando
ya
dos horas, al borde de bosques y de cinagas, haba odo demasiado el hambriento aulli
do
de los lobos, y el hambre se apoder tambin de l. Por ello se detuvo junto a una cas
a
solitaria dentro de la cual arda una luz.
El hambre me asalta, dijo Zaratustra, como un ladrn. En medio de bosques y de cina
gas me asalta mi hambre, y en plena noche.
Extraos caprichos tiene mi hambre. A menudo no me viene sino despus de la comida,
y hoy no me vino en todo el da: dnde se entretuvo, pues?
Y mientras deca esto, Zaratustra llam a la puerta de la casa. Un hombre viejo apar
eci; traa la luz y pregunt: Quin viene a m y a mi mal dormir?
Un vivo y un muerto, dijo Zaratustra. Dame de comer y de beber, he olvidado hacer
lo
durante el da. Quien da de comer al hambriento reconforta su propia alma: as habla
la
sabidura30.
El viejo se fue y al poco volvi y ofreci a Zaratustra pan y vino. Mal sitio es ste p
ara
hambrientos, dijo. Por eso habito yo aqu. Animales y hombres acuden a m, el eremit
a.
Mas da de comer y de beber tambin a tu compaero, l est ms cansado que t. Zaratustra respondi: Mi compaero est muerto, difcilmente le persuadir a que coma y
beba. Eso a m no me importa, dijo el viejo con hosquedad; quien llama a mi casa tie
ne
que tomar tambin lo que le ofrezco. Comed y que os vaya bien! A continuacin Zaratustra volvi a caminar durante dos horas, confiando en el camino
y en la luz de las estrellas: pues estaba habituado a andar por la noche y le gu
staba mirar
a la cara a todas las cosas que duermen31. Mas cuando la maana comenz a despuntar,
Zaratustra se encontr en lo profundo del bosque, y ningn camino se abra ya ante l.
Entonces coloc al muerto en un rbol hueco, a la altura de su cabeza - pues quera pr
otegerlo de los lobos - y se acost en el suelo de musgo. Enseguida se durmi, cansado
el
cuerpo, pero inmvil el alma.
29
La pareja verbal los buenos y justos, que aqu aparece por primera vez, se repetir n
umerossimas
veces en toda esta obra. Probablemente es imitacin de otra pareja verbal, los hipcr
itas y fariseos, que
tambin aparece con mucha frecuencia en los Evangelios, y tiene el mismo significa
do que ella. Vase, por
ejemplo, en la tercera parte, De tablas viejas y nuevas: Oh hermanos mos! En quin res
ide el mayor
peligro para todo futuro de los hombres? No es en los buenos y justos, que dicen
y sienten en su corazn:
nosotros sabemos ya lo que es bueno y justo, y hasta lo tenemos.
30
Cita del Salmo 146, 5-7: Bienaventurado aquel... que da de comer a los hambrient
os.
31
Sobre esta costumbre de Zaratustra de mirar a la cara a todas las cosas que duer
men vase tambin,
en esta misma parte, Del amigo; y en la cuarta parte, La sombra.
9
Largo tiempo durmi Zaratustra, y no slo la aurora pas sobre su rostro, sino tambin
la maana entera. Mas por fin sus ojos se abrieron: asombrado mir Zaratustra el bos
que
y el silencio, asombrado mir dentro de s. Entonces se levant con rapidez, como un
marinero que de pronto ve tierra, y lanz gritos de jbilo: pues haba visto una verda
d
nueva32, y habl as a su corazn:
Una luz ha aparecido en mi horizonte: compaeros de viaje necesito, compaeros vivos, - no compaeros muertos ni cadveres, a los cuales llevo conmigo adonde quiero.
Compaeros de viaje vivos es lo que yo necesito, que me sigan porque quieren segui
rse
a s mismos - e ir adonde yo quiero ir.
Una luz ha aparecido en mi horizonte: no hable al pueblo Zaratustra, sino a compae
ros de viaje! Zaratustra no debe convertirse en pastor y perro de un rebao!
Para incitar a muchos a apartarse del rebao - para eso he venido. Pueblo y rebao s
e
irritarn contra m: ladrn va a ser llamado por los pastores Zaratustra.
Digo pastores, pero ellos se llaman a s mismos los buenos y justos. Digo pastores
: pero
ellos se llaman a s mismos los creyentes de la fe ortodoxa.
Ved los buenos y justos! A quin es al que ms odian? Al que rompe sus tablas de valores, al quebrantador, al infractor: - pero se es el creador.
Ved los creyentes de todas las creencias! A quin es al que ms odian? Al que rompe
sus tablas de valores, al quebrantador, al infractor33: - pero se es el creador.
Compaeros para su camino busca el creador, y no cadveres, ni tampoco rebaos y
creyentes. Compaeros en la creacin busca el creador, que escriban nuevos valores e
n
tablas nuevas.
Compaeros busca el creador, y colaboradores en la recoleccin: pues todo est en l
maduro para la cosecha. Pero le faltan las cien hoces34: por ello arranca las es
pigas y est
enojado.
Compaeros busca el creador, que sepan afilar sus hoces. Aniquiladores se los llam
ar,
y despreciadores del bien y del mal. Pero son los cosechadores y los que celebra
n fiestas.
Compaeros en la creacin busca Zaratustra, compaeros en la recoleccin y en las
fiestas busca Zaratustra: qu tiene l que ver con rebaos y pastores y cadveres!
Y t, primer compaero mo, descansa en paz! Bien te he enterrado en tu rbol hueco,
mi
orgullo contine volando junto con mi tontera!
- As comenz el ocaso de Zaratustra.
36
Los amplios crculos que traza el guila y el enroscamiento de la serpiente en torn
o al cuello del guila
son ya aqu una premonicin del eterno retorno, que es una de las doctrinas capitales
de esta obra.
Los discursos de Zaratustra
De las tres transformaciones
Tres transformaciones del espritu os menciono: cmo el espritu se convierte en camello, y el camello en len, y el len, por fin, en nio.
Hay muchas cosas pesadas para el espritu, para el espritu fuerte, de carga, en el
que
habita la veneracin: su fortaleza demanda cosas pesadas, e incluso las ms pesadas
de
todas.
Qu es pesado?, as pregunta el espritu de carga, y se arrodilla, igual que el camello
, y
quiere que lo carguen bien. Qu es lo ms pesado, hroes?, as pregunta el espritu de
carga, para que yo cargue con ello y mi fortaleza se regocije. Acaso no es: humil
larse
para hacer dao a la propia soberbia? Hacer brillar la propia tontera para burlarse
de la
propia sabidura?
O acaso es: apartarnos de nuestra causa cuando ella celebra su victoria? Subir a a
ltas
montaas para tentar al tentador?37.
O acaso es: alimentarse de las bellotas y de la hierba del conocimiento y sufrir
hambre
en el alma por amor a la verdad? O acaso es: estar enfermo y enviar a paseo a los
consoladores, y hacer amistad con sordos, que nunca oyen lo que t quieres?
O acaso es: sumergirse en agua sucia cuando ella es el agua de la verdad, y no ap
artar
de s las fras ranas y los calientes sapos?
O acaso es: amar a quienes nos desprecian38 y tender la mano al fantasma cuando
quiere causarnos miedo?
Con todas estas cosas, las ms pesadas de todas, carga el espritu de carga: semejan
te al
camello que corre al desierto con su carga, as corre l a su desierto.
Pero en lo ms solitario del desierto tiene lugar la segunda transformacin: en len s
e
transforma aqu el espritu, quiere conquistar su libertad como se conquista una pre
sa y
ser seor en su propio desierto.
Aqu busca a su ltimo seor: quiere convertirse en enemigo de l y de su ltimo dios,
con el gran dragn quiere pelear para conseguir la victoria.
Quin es el gran dragn, al que el espritu no quiere seguir llamando seor ni dios?
T debes se llama el gran dragn. Pero el espritu del len dice yo quiero.
T debes le cierra el paso, brilla como el oro, es un animal escamoso, y en cada una
de sus escamas brilla ureamente T debes!.
Valores milenarios brillan en esas escamas, y el ms poderoso de todos los dragone
s
habla as: todos los valores de las cosas - brillan en m.
Todos los valores han sido ya creados, y yo soy - todos los valores creados. En ve
rdad, no debe seguir habiendo ningn Yo quiero! As habla el dragn.
Hermanos mos, para qu se precisa que haya el len en el espritu? Por qu no basta
la bestia de carga, que renuncia a todo y es respetuosa?
Crear valores nuevos - tampoco el len es an capaz de hacerlo: mas crearse libertad
para un nuevo crear - eso s es capaz de hacerlo el poder del len.
Crearse libertad y un no santo incluso frente al deber: para ello, hermanos mos,
es preciso el len.
Tomarse el derecho de nuevos valores - se es el tomar ms horrible para un espritu d
e
carga y respetuoso. En verdad, eso es para l robar, y cosa propia de un animal de
rapia.
En otro tiempo el espritu am el T debes como su cosa ms santa: ahora tiene que
encontrar ilusin y capricho incluso en lo ms santo, de modo que robe el quedar lib
re de
su amor: para ese robo se precisa el len.
Pero decidme, hermanos mos, qu es capaz de hacer el nio que ni siquiera el len ha
podido hacer? Por qu el len rapaz tiene que convertirse todava en nio?
Inocencia es el nio, y olvido, un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se muev
e
por s misma, un primer movimiento, un santo decir s.
S, hermanos mos, para el juego del crear se precisa un santo decir s: el espritu qui
ere
ahora su voluntad, el retirado del mundo conquista ahora su mundo.
Tres transformaciones del espritu os he mencionado: cmo el espritu se convirti en
camello, y el camello en len, y el len, por fin, en nio. - As habl Zaratustra. Y entonces resida en la ciudad que es llamada: La Vaca Multicolor39.
37
Reminiscencia, modificando su sentido, del Evangelio de Mateo, 4, 1. En el evan
gelio es el Tentador el
que sube a la montaa para inducir a Jess a pecar.
38
Vase el Evangelio de Mateo, 5, 44: Amad a vuestros enemigos.
39
La expresin La Vaca Multicolor (die bunte Kuh) es traduccin literal del nombre de l
a ciudad Kalmasadalmyra (en pali: Kammasuddaman), visitada por Buda en sus peregrinaciones.
De las ctedras de la virtud
Le haban alabado a Zaratustra un sabio que saba hablar bien del dormr40 y de la vi
rtud: por ello, se deca, era muy honrado y recompensado, y todos los jvenes se sent
aban
ante su ctedra. A l acudi Zaratustra, y junto con todos los jvenes se sent ante su
ctedra. Y as habl el sabio:
Sentid respeto y pudor ante el dormir! Eso es lo primero! Y evitad a todos los que
duermen mal y estn desvelados por la noche!
Incluso el ladrn siente pudor ante el dormir: siempre roba a hurtadillas y en sil
encio
por la noche. En cambio el vigilante nocturno carece de pudor, sin pudor alguno
dra.
Pero no estoy as durante mucho tiempo: en seguida me acuesto. Mientras Zaratustra oa hablar as a aquel sabio se rea en su corazn: pues una luz
haba aparecido entretanto en su horizonte. Y habl as a su corazn:
Un necio es para m este sabio con sus cuarenta pensamientos: pero yo creo que ent
iende bien de dormir.
Feliz quien habite en la cercana de este sabio! Semejante dormir se contagia, aun
a
travs de un espeso muro se contagia. Un hechizo mora tambin en su ctedra. Y no en
vano se han sentado los jvenes ante el predicador de la virtud.
Su sabidura dice: velar para dormir bien. Y en verdad, si la vida careciese de se
ntido y
yo tuviera que elegir un sinsentido, ste sera para m el sinsentido ms digno de que s
e lo
eligiese.
Ahora comprendo claramente lo que en otro tiempo se buscaba ante todo cuando se
buscaban maestros de virtud. Buen dormir es lo que se buscaba, y, para ello, virt
udes
que fueran como adormideras!
Para todos estos alabados sabios de las ctedras era sabidura el dormir sin soar46:
no
conocan mejor sentido de la vida.
Y todava hoy hay algunos como este predicador de la virtud, y no siempre tan hone
stos: pero su tiempo ha pasado. Y no hace mucho que estn en pie: y ya se tienden.
Bienaventurados son estos somnolientos: pues no tardarn en quedar dormidos. As habl Zaratustra.
40
La alabanza del sueo del justo es tema que aparece con frecuencia en los libros sa
pienciales de la
Biblia; contra esa alabanza va principalmente dirigido este captulo.
41
Vase xodo, 20, 16: No dirs falso testimonio; xodo, 20, 14: No cometers adulterio;
20, 17: No desears... la sierva de tu prjimo. Zaratustra cita textualmente estos tre
s preceptos bblicos.
42
En los libros sapienciales de la Biblia la paz con Dios figura entre los requisit
os del sueo del justo.
43
Sobre la obediencia a la autoridad vase Romanos, 13, 1: Todos debis estar sometido
s a la autoridad.
44
Cita del Salmo 23,1-2: Mi pastor... me pone en verdes pastos y me lleva a fresca
s aguas.
45
Parodia del Evangelio de Mateo, 5, 3: Bienaventurados los pobres de espritu, porq
ue de ellos es el
reino de los cielos.
46
Alusin a Proverbios, 3, 24: Te acostars y dormirs dulce sueo. No tendrs temor de repe
ntinos
temores... Tambin de Buda se dice que dorma sin soar, como un nio o un gran sabio.
De los trasmundanos47
En otro tiempo tambin Zaratustra proyect su ilusin ms all del hombre, lo mismo
que todos los trasmundanos. Obra de un dios sufriente y atormentado me pareca ent
onces el mundo.
Sueo me pareca entonces el mundo, e invencin potica de un dios; humo coloreado
ante los ojos de un ser divinamente insatisfecho.
Bien y mal, y placer y dolor, y yo y t - humo coloreado me pareca todo eso ante oj
os
creadores. El creador quiso apartar la vista de s mismo, - entonces cre el mundo.
Ebrio placer es, para quien sufre, apartar la vista de su sufrimiento y perderse
a s mismo. Ebrio placer y un perdersea-s-mismo me pareci en otro tiempo el mundo.
Este mundo, eternamente imperfecto, imagen, e imagen imperfecta, de una contradi
ccin eterna - un ebrio placer para su imperfecto creador: - as me pareci en otro tie
mpo
el mundo48.
Y as tambin yo proyect en otro tiempo mi ilusin ms all del hombre, lo mismo que
todos los trasmundanos. Ms all del hombre, en verdad?
Ay, hermanos, ese dios que yo cre era obra humana y demencia humana, como todos
los dioses!
Hombre era, y nada ms que un pobre fragmento de hombre y de yo: de mi propia ceni
za y de mi propia brasa surgi ese fantasma, y, en verdad!, no vino a m desde el ms
all!
Qu ocurri, hermanos mos? Yo me super a m mismo, al ser que sufra, yo llev mi
ceniza a la montaa49, invent para m una llama ms luminosa. Y he aqu que el fantasma se me desvaneci!
Sufrimiento sera ahora para m, y tormento para el curado, creer en tales fantasmas
: sufrimiento sera ahora para m, y humillacin. As hablo yo a los trasmundanos.
Sufrimiento fue, e impotencia, - lo que cre todos los trasmundos; y aquella breve
demencia de la felicidad que slo experimenta el que ms sufre de todos.
Fatiga, que de un solo salto quiere llegar al final, de un salto mortal, una pob
re fatiga
ignorante, que ya no quiere ni querer: ella fue la que cre todos los dioses y tod
os los
trasmundos.
Creedme, hermanos mos! Fue el cuerpo el que desesper del cuerpo, - con los dedos
del espritu trastornado palpaba las ltimas paredes.
Creedme, hermanos mos! Fue el cuerpo el que desesper de la tierra, - oy que el
vientre del ser le hablaba.
Y entonces quiso meter la cabeza a travs de las ltimas paredes, y no slo la cabeza5
0,
- quiso pasar a aquel mundo. Pero aquel mundo est bien oculto a los ojos del hombre, aquel inhumano mundo deshumanizado, que es una nada celeste; y el vientre d
el ser
no habla en modo alguno al hombre, a no ser en forma de hombre.
En verdad, todo ser es difcil de demostrar, y difcil resulta hacerlo hablar. Decidme
,
hermanos mos, no es acaso la ms extravagante de todas las cosas la mejor demostrada
?
S, este yo y la contradiccin y confusin del yo continan hablando acerca de su ser
del modo ms honesto, este yo que crea, que quiere, que valora, y que es la medida
y el
valor de las cosas.
Y este ser honestsimo, el yo - habla del cuerpo, y contina queriendo el cuerpo, au
n
cuando poetice y fantasee y revolotee de un lado para otro con rotas alas.
El yo aprende a hablar con mayor honestidad cada vez: y cuanto ms aprende, tantas
ms palabras y honores encuentra para el cuerpo y la tierra.
Mi yo me ha enseado un nuevo orgullo, y yo se lo enseo a los hombres: a dejar de
esconder la cabeza en la arena de las cosas celestes, y a llevarla libremente, u
na cabeza
terrena, la cual es la que crea el sentido de la tierra!
Una nueva voluntad enseo yo a los hombres: querer ese camino que el hombre ha recorrido a ciegas, y llamarlo bueno y no volver a salirse a hurtadillas de l, como
hacen los
enfermos y moribundos!
Enfermos y moribundos eran los que despreciaron el cuerpo y la tierra y los que
inventaron las cosas celestes y las gotas de sangre redentoras51: pero incluso estos d
ulces y
sombros venenos los tomaron del cuerpo y de la tierra!
De su miseria queran escapar, y las estrellas les parecan demasiado lejanas. Enton
ces
suspiraron: Oh, si hubiese caminos celestes para deslizarse furtivamente en otro s
er y
en otra felicidad! - entonces se inventaron sus caminos furtivos y sus pequeos breb
ajes
de sangre!52.
Entonces estos ingratos se imaginaron estar sustrados a su cuerpo y a esta tierra
. Sin
embargo, a quin deban las convulsiones y delicias de su xtasis? A su cuerpo y a esta
tierra.
Indulgente es Zaratustra con los enfermos. En verdad, no se enoja con sus especi
es de
consuelo y de ingratitud. Que se transformen en convalecientes y en superadores,
y que
se creen un cuerpo superior!
Tampoco se enoja Zaratustra con el convaleciente si ste mira con delicadeza hacia
su
ilusin y a medianoche se desliza furtivamente en torno a la tumba de su dios: mas
enfermedad y cuerpo enfermo continan siendo para m tambin sus lgrimas.
Mucho pueblo enfermo ha habido siempre entre quienes poetizan y tienen la mana de
los dioses; odian con furia al hombre del conocimiento y a aquella virtud, la ms
joven de
todas, que se llama: honestidad.
Vuelven siempre la vista hacia tiempos oscuros: entonces, ciertamente, ilusin y f
e eran
cosas distintas; el delirio de la razn era semejanza con Dios, y la duda era peca
do.
Demasiado bien conozco a estos hombres semejantes a Dios: quieren que se crea en
ellos, y que la duda sea pecado. Demasiado bien s igualmente qu es aquello en lo q
ue
ms creen ellos mismos.
En verdad, no en trasmundos ni en gotas de sangre redentora: sino que es en el c
uerpo
en lo que ms creen, y su propio cuerpo es para ellos su cosa en s53.
Pero cosa enfermiza es para ellos el cuerpo: y con gusto escaparan de l. Por eso e
scuchan a los predicadores de la muerte, y ellos mismos predican trasmundos.
Es mejor que oigis, hermanos mos, la voz del cuerpo sano: es sta una voz ms
honesta y ms pura.
Con ms honestidad y con ms pureza habla el cuerpo sano, el cuerpo perfecto y cuadrado54: y habla del sentido de la tierra.
As habl Zaratustra.
47
Hinterweltler. Trmino forjado por Nietzsche y que ya haba empleado una vez en Hum
ano, demasiado humano, II, Opiniones y sentencias varias. Aqu se traduce literalmente por trasmu
ndanos, pues
parecen innecesarias y artificiales las traducciones que ordinariamente se han d
ado: De los creyentes en
ultramundos, De los alucinados de un mundo pretrito, De los visionarios del ms all, e
Nietzsche
form esta palabra por analoga con Hinterwldler, de uso corriente, que significa: el
que habita en el
Hinterwald (la parte de detrs del bosque), pero tambin: troglodita, provinciano, hombr
inculto.
El trasmundano es, evidentemente, el metafsico.
48
Zaratustra describe aqu las ideas de Nietzsche en su primera poca (vase sobre todo
El nacimiento de
la tragedia), que estuvo muy influida por Schopenhauer y Wagner.
49
Vase antes el Prlogo de Zaratustra, y la nota 8.
50
Mit dem Kopf durch die Wand (gehen) es una frase hecha alemana que significa li
teralmente (querer
atravesar) la pared con la cabeza, pero que alude a las personas muy tercas, cabez
otas (tanto, que se
empean en algo imposible, a saber: atravesar la pared con la cabeza). Al variar lig
eramente la frase,
mediante la adicin del adjetivo letzte (ltimas paredes, es decir, los lmites de este
mundo), Nietzsche
ironiza sobre los trasmundanos.
51
La sangre redentora es expresin bblica. Vase 1 Pedro, 1, 19. En La genealoga de la mo
ral
Nietzsche reprocha a Wagner el que se dejase seducir por la sangre redentora. Vase
la nota 72 de La
genealoga de la moral.
52
Alusin al cliz y a la Ultima Cena. Vase el Evangelio de Mateo, 26, 27: Bebed de l to
dos, que sta
es mi sangre.
53
La cosa en s es trmino procedente de Kant y contra el polemiza Nietzsche en numeros
as ocasiones.
De l se deriva la expresin propia del idealismo alemn en s y para s (an sich und fr s
). Ms adelante, en la cuarta parte, La ofrenda de la miel, Zaratustra se burlar de esta lti
ma expresin, hablando de
en m y para m.
54
El poeta griego Simnides dice en uno de sus trenos (el 542 en la numeracin de D. L.
Page): Es
difcil llegar a ser un hombre excelente, cuadrado de manos, de pies, de inteligen
cia, terminado sin reproche... Tanto Platn en el Protgoras (339 b) como Aristteles en su Retrica (1411 b 26)
citan esta met-
fora de Simnides. De cualquiera de ellos pudo tomar Nietzsche esta imagen, que ta
mbin repite ms tarde;
vase, en esta primera parte, Del hijo y del matrimonio, y en la cuarta parte, El
saludo.
De los despreciadores del cuerpo
A los despreciadores del cuerpo quiero decirles mi palabra. No deben aprender ni
ensear otras doctrinas, sino tan slo decir adis a su propio cuerpo - y as enmudecer.
Cuerpo soy yo y alma - as habla el nio. Y por qu no hablar como los nios?
Pero el despierto, el sapiente, dice: cuerpo soy yo ntegramente, y ninguna otra c
osa; y
alma es slo una palabra para designar algo en el cuerpo.
El cuerpo es una gran razn, una pluralidad dotada de un nico sentido, una guerra y
una paz, un rebao y un pastor55.
Instrumento de tu cuerpo es tambin tu pequea razn, hermano mo, a la que llamas
espritu, un pequeo instrumento y un pequeo juguete de tu gran razn.
Dices yo y ests orgulloso de esa palabra. Pero esa cosa an ms grande, en la que t
no quieres creer, - tu cuerpo y su gran razn: sa no dice yo, pero hace yo.
Lo que el sentido siente, lo que el espritu conoce, eso nunca tiene dentro de s su
final.
Pero sentido y espritu querran persuadirte de que ellos son el final de todas las
cosas:
tan vanidosos son.
Instrumentos y juguetes son el sentido y el espritu: tras ellos se encuentra toda
va el smismo56. El s-mismo busca tambin con los ojos de los sentidos, escucha tambin con
los odos del espritu.
El s-mismo escucha siempre y busca siempre: compara, subyuga, conquista, destruye
.
El s-mismo domina y es el dominador tambin del yo.
Detrs de tus pensamientos y sentimientos, hermano mo, se encuentra un soberano poderoso, un sabio desconocido - llmase s-mismo. En tu cuerpo habita, es tu cuerpo.
Hay ms razn en tu cuerpo que en tu mejor sabidura. Y quin sabe para qu necesita
tu cuerpo precisamente tu mejor sabidura?
Tu s-mismo se re de tu yo y de sus orgullosos saltos. Qu son para m esos saltos y
esos vuelos del pensamiento?, se dice. Un rodeo hacia mi meta. Yo soy las andade
ras del
yo y el apuntador de sus conceptos.
El s-mismo dice al yo: siente dolor aqu! Y el yo sufre y reflexiona sobre cmo dejar de sufrir - y justo para ello debe pensar.
El s-mismo dice al yo: siente placer aqu! Y el yo se alegra yreflexiona sobre cmo
seguir gozando a menudo - y justo para ello debe pensar.
A los despreciadores del cuerpo quiero decirles una palabra. Su despreciar const
ituye su
apreciar57. Qu es lo que cre el apreciar y el despreciar y el valor y la voluntad?
El s-mismo creador se cre para s el apreciar y el despreciar, se cre para s el placer
y
el dolor. El cuerpo creador se cre para s el espritu como una mano de su voluntad.
Incluso en vuestra tontera y en vuestro desprecio, despreciadores del cuerpo, ser
vs a
vuestro s-mismo. Yo os digo: tambin vuestro s-mismo quiere morir y se aparta de la
vida. Ya no es capaz de hacer lo que ms quiere: - crear por encima de s. Eso es lo
que
ms quiere, se es todo su ardiente deseo.
Para hacer esto, sin embargo, es ya demasiado tarde para l: - por ello vuestro s-m
ismo
55
Vase la nota 23.
56
Selbst. Se traduce aqu, no por yo, como a veces se hace, sino por s-mismo. Nietzs
che contrapone Ich
(yo) y Selbst (s-mismo), como puede verse en el prrafo siguiente y, en general, en
todo este captulo.
57
Vase Ms all del bien y del mal 78: Quien as mismo se desprecia contina aprecindose, s
n embargo, a s mismo en cuanto despreciador.
De las alegras y de las pasiones58
Hermano mo, si tienes una virtud, y esa virtud es la tuya, entonces no la tienes
en comn con nadie. Ciertamente, t quieres llamarla por su nombre y acariciarla; quieres
tirarle de la oreja y divertirte con ella.
Y he aqu que tienes su nombre en comn con el pueblo y que, con tu virtud, te has
convertido en pueblo y en rebao! Haras mejor en decir: inexpresable y sin nombre es
aquello que constituye el tormento y la dulzura de mi alma, y que es incluso el
hambre de
mis entraas.
Sea tu virtud demasiado alta para la familiaridad de los nombres: y si tienes qu
e hablar
de ella, no te avergences de balbucear al hacerlo.
Habla y balbucea as: ste es mi bien, esto es lo que yo amo, as me agrada del todo,
nicamente as quiero yo el bien. No lo quiero como ley de un Dios, no lo quiero com
o
precepto y forzosidad de los hombres: no sea para m una gua hacia super-tierras y
hacia
parasos.
Una virtud terrena es la que yo amo: en ella hay poca inteligencia, y lo que men
os hay
es la razn de todos.
Pero ese pjaro ha construido en m su nido: por ello lo amo y lo aprieto contra mi
pecho, - ahora incuba en m sus ureos huevos.
As debes balbucir y alabar tu virtud.
En otro tiempo tenas pasiones y las llamabas malvadas. Pero ahora no tienes ms que
tus virtudes: han surgido de tus pasiones.
Pusiste tu meta suprema en el corazn de aquellas pasiones: entonces se convirtier
on en
tus virtudes y alegras.
recaiga en su bajeza!
No hay redencin alguna para quien sufre tanto de s mismo, excepto la muerte rpida.
Vuestro matar, jueces, debe ser compasin y no venganza. Y mientras matis, cuidad
de que vosotros mismos justifiquis la vida!
No basta con que os reconciliis con aquel a quien matis. Vuestra tristeza sea amor
al
superhombre: as justificis vuestro seguir viviendo!
Enemigo debis decir, pero no bellaco; enfermo debis decir, pero no bribn;
tonto debis decir, pero no pecador.
Y t, rojo juez, si alguna vez dijeses en voz alta todo lo que has hecho con el pe
nsamiento: todo el mundo gritara: Fuera esa inmundicia y ese gusano venenoso!
Pero una cosa es el pensamiento, otra la accin, y otra la imagen de la accin. La r
ueda
del motivo no gira entre ellas. Una imagen puso plido a ese plido hombre. Cuando r
ealiz su accin l estaba a la altura de ella: mas no soport la imagen de su accin, una v
ez
cometida sta.
Desde aquel momento, pues, se vio siempre como autor de una sola accin. Demencia
llamo yo a eso: la excepcin se invirti, convirtindose para l en la esencia.
La raya trazada sobre el suelo hechiza a la gallina; el golpe dado por el delinc
uente
hechiz su pobre razn - demencia despus de la accin llamo yo a eso.
Od, jueces! Existe todava otra demencia: la de antes de la accin. Ay, no me habis
penetrado bastante profundamente en esa alma!
As habla el rojo juez: por qu este delincuente asesin? Quera robar. Mas yo os
digo: su alma quera sangre, no robo: l estaba sediento de la felicidad del cuchillo
!
Pero su pobre razn no comprenda esa demencia y le persuadi. Qu importa la sangre!, dijo; no quieres al menos cometer tambin un robo? Tomarte una venganza?
Y l escuch a su pobre razn: como plomo pesaba el discurso de ella sobre l, - entonces rob, al asesinar. No quera avergonzarse de su demencia.
Y ahora el plomo de su culpa vuelve a pesar sobre l, y de nuevo su pobre razn est
igual de rgida, igual de paralizada, igual de pesada.
Con slo que pudiera sacudir su cabeza, su peso rodara al suelo: mas quin sacude esa
cabeza?
Qu es ese hombre? Un montn de enfermedades, que a travs del espritu se extienden por el mundo: all quieren hacer su botn.
Qu es ese hombre? Una maraa de serpientes salvajes, que rara vez tienen paz entre
s, - y entonces cada una se va por su lado, buscando botn en el mundo.
Mirad ese pobre cuerpo! Lo que l sufra y codiciaba, esa pobre alma lo interpretaba
para s, - lo interpretaba como placer asesino y como ansia de la felicidad del cu
chillo.
A quien ahora se pone enfermo asltalo el mal, lo que ahora es mal: el enfermo qui
ere
causar dao con aquello que a l le causa dao. Pero ha habido otros tiempos, y otros
males y bienes.
En otro tiempo eran un mal la duda y la voluntad de smismo. Entonces el enfermo s
e
converta en hereje y en bruja: como hereje y como bruja sufra y quera hacer sufrir.
Pero esto no quiere entrar en vuestros odos: perjudica a vuestros buenos, me decs.
Mas qu me importan a m vuestros buenos!
Muchas cosas de vuestros buenos me producen nuseas, y, en verdad, no su mal. Pues
yo quisiera que tuvieran una demencia a causa de la cual pereciesen, como ese pli
do
delincuente!
En verdad, yo quisiera que su demencia se llamase verdad o fidelidad o justicia:
pero
ellos tienen su virtud para vivir largo tiempo y en un lamentable bienestar.
Yo soy un pretil junto a la corriente59: agrreme el que pueda agarrarme! Pero yo n
o
soy vuestra muleta. As habl Zaratustra.
59
Sobre los pretiles junto a la corriente puede verse luego, en la tercera parte, D
e tablas viejas y nuevas, 8, y la nota 375.
Del leer y el escribir
De todo lo escrito yo amo slo aquello que alguien escribe con su sangre. Escribe
t
con sangre: y te dars cuenta de que la sangre es espritu.
No es cosa fcil el comprender la sangre ajena: yo odio a los ociosos que leen.
Quien conoce al lector no hace ya nada por el lector. Un siglo de lectores todava
- y
hasta el espritu oler mal.
El que a todo el mundo le sea lcito aprender a leer corrompe a la larga no slo el
escribir, sino tambin el pensar.
En otro tiempo el espritu era Dios60, luego se convirti en hombre, y ahora se conv
ierte
incluso en plebe.
Quien escribe con sangre y en forma de sentencias, se no quiere ser ledo, sino apr
endido de memoria.
En las montaas el camino ms corto es el que va de cumbre a cumbre: mas para ello
tienes que tener piernas largas. Cumbres deben ser las sentencias: y aquellos a
quienes se
habla, hombres altos y robustos.
El aire ligero y puro, el peligro cercano y el espritu lleno de una alegre maldad
: estas
cosas se avienen bien.
Quiero tener duendes a mi alrededor, pues soy valeroso. El valor que ahuyenta lo
s fantasmas se crea sus propios duendes,- el valor quiere rer.
Yo ya no tengo sentimientos en comn con vosotros: esa nube que veo por debajo de
m, esa negrura y pesadez de que me ro, - cabalmente sa es vuestra nube tempestuosa.
Vosotros miris hacia arriba cuando deseis elevacin. Y yo miro hacia abajo, porque
estoy elevado.
Quin de vosotros puede a la vez rer y estar elevado? Quien asciende a las montaas
ms altas se re de todas las tragedias, de las del teatro y de las de la vida61.
Valerosos, despreocupados, irnicos, violentos - as nos quiere la sabidura: es una m
ujer y ama siempre nicamente a un guerrero62.
Vosotros me decs: la vida es difcil de llevar. Mas para qu tendrais vuestro orgullo por las maanas y vuestra resignacin por las tardes?
La vida es difcil de llevar: no me os pongis tan delicados! Todos nosotros somos
guapos, borricos y pollinas de carga63.
Qu tenemos nosotros en comn con el capullo de la rosa, que tiembla porque tiene
encima de su cuerpo una gota de roco?
Es verdad: nosotros amamos la vida no porque estemos habituados a vivir, sino po
rque
estamos habituados a amar64.
Siempre hay algo de demencia en el amor. Pero siempre hay tambin algo de razn en
la demencia65.
Y tambin a m, que soy bueno con la vida, parceme que quienes ms saben de felicidad son las mariposas y las burbujas de jabn, y todo lo que entre los hombres es
de su
misma especie.
Ver revolotear esas almitas ligeras, locas, encantadoras, volubles - eso hace ll
orar y
cantar a Zaratustra.
Yo no creera ms que en un dios que supiese bailar.
Y cuando vi a mi demonio lo encontr serio, grave, profundo, solemne: era el esprit
u
de la pesadez66 - l hace caer a todas las cosas.
No con la clera, sino con la risa se mata 67. Adelante, matemos el espritu de la pe
sadez!
He aprendido a andar: desde entonces me dedico a correr. He aprendido a volar: d
esde
entonces no quiero ser empujado para moverme de un sitio.
Ahora soy ligero, ahora vuelo, ahora me veo a m mismo por debajo de m, ahora un
dios baila por medio de m.
As habl Zaratustra.
60
Vase el Evangelio de Juan, 4, 24: Dios es espritu. En la cuarta parte, La fiesta de
l asno, 1, el papa
jubilado criticar la frase Dios es espritu.
61
Los tres prrafos que van desde Vosotros miris... hasta aqu fueron colocados por Niet
zsche como
motto al frente de la tercera parte de esta obra (vase p. 221).
62
El tercer tratado de La genealoga de la moral lleva a su frente, como motto, est
a frase. Nietzsche dice
en el prlogo que ese tercer tratado, titulado Qu significan los ideales ascticos?, es
todo l un comentario del citado prrafo.
63
Reminiscencia irnica del Evangelio de Mateo, 21, 5: Y los discpulos... trajeron la
borrica y el pollino (preparativos para la entrada de Jess en Jerusaln).
64
Juego de palabras, en alemn, entre vivir (leben) y amar (lieben).
65
Parfrasis de Hamlet, acto II, escena 2: Ocurrencias felices que suele tener la de
mencia, y que ni la
ms sana razn y lucidez podran soltar con tanta fortuna (palabras de Polonio a Hamlet
).
66
Vase, en la tercera parte, De la visin y del enigma, as como Del espritu de la pesa
dez, donde
Nietzsche desarrolla con detalle el significado del espritu de la pesadez.
67
En la cuarta parte, La fiesta del asno, el ms feo de los hombres recordar a Zarat
ustra esta enseanza.
Del rbol de la montaa68
El ojo de Zaratustra haba visto que un joven lo evitaba. Y cuando una tarde camin
aba
solo por los montes que rodean la ciudad llamada La Vaca Multicolor: he aqu que encontr en su camino a aquel joven, sentado junto a un rbol en el que se apoyaba y m
irando al valle con mirada cansada. Zaratustra agarr el rbol junto al cual estaba s
entado
el joven y dijo:
Si yo quisiera sacudir este rbol con mis manos, no podra. Pero el viento, que noso
tros
no vemos, lo maltrata y lo dobla hacia donde quiere. Manos invisibles son las qu
e peor
nos doblan y maltratan69.
Entonces el joven se levant consternado y dijo: Oigo a Zaratustra, y en l estaba pr
ecisamente pensando. Zaratustra replic:
Y por eso te has asustado? - Al hombre le ocurre lo mismo que al rbol.
Cuanto ms quiere elevarse hacia la altura y hacia la luz, tanto ms fuertemente tie
nden
sus races hacia la tierra, hacia abajo, hacia lo oscuro, lo profundo, - hacia el
mal.
S, hacia el mal!, exclam el joven. Cmo es posible que t hayas descubierto mi
alma?
Zaratustra sonri y dijo: A ciertas almas no se las descubrir nunca a no ser que ant
es
se las invente.
S, hacia el mall, volvi a exclamar el joven.
T has dicho la verdad, Zaratustra. Desde que quiero elevarme hacia la altura ya n
o
tengo confianza en m mismo, y ya nadie tiene confianza en m, - cmo ocurri esto?
Me transformo demasiado rpidamente: mi hoy refuta a mi ayer. A menudo salto los
escalones cuando subo, - esto no me lo perdona ningn escaln.
Cuando estoy arriba, siempre me encuentro solo. Nadie habla conmigo, el fro de la
soledad me hace estremecer. Qu es lo que quiero yo en la altura?
Mi desprecio y mi anhelo crecen juntos; cuanto ms alto subo, tanto ms desprecio al
que sube. Qu es lo que quiere ste en la altura?
Cmo me avergenzo de mi subir y tropezar! Cmo me burlo de mi violento jadear!
Cmo odio al que vuela! Qu cansado estoy en la altura!
Aqu el joven call. Y Zaratustra mir detenidamente el rbol junto al que se hallaban y
dijo:
Este rbol se encuentra solitario aqu en la montaa; ha crecido muy por encima del
hombre y del animal.
Y si quisiera hablar, no tendra a nadie que lo comprendiese: tan alto ha crecido.
Ahora l aguarda y aguarda, - a qu aguarda, pues? Habita demasiado cerca del asiento de las nubes: acaso aguarda el primer rayo?70.
Cuando Zaratustra hubo dicho esto el joven exclam con ademanes violentos: S, Zaratustra, t dices verdad. Cuando yo quera ascender a la altura, anhelaba mi cada, y
t
eres el rayo que yo aguardaba! Mira, qu soy yo desde que t nos has aparecido? La
envidia de ti es lo que me ha destruido! - As dijo el joven, y llor amargamente71.
Mas Zaratustra lo rode con su brazo y se lo llev consigo. Y cuando haban caminado
un rato juntos, Zaratustra comenz a hablar as:
Mi corazn est desgarrado. An mejor que tus palabras es tu ojo el que me dice todo e
l
peligro que corres.
Todava no eres libre, todava buscas la libertad. Tu bsqueda te ha vuelto insomne y
te
ha desvelado demasiado. Quieres subir a la altura libre, tu alma tiene sed de es
trellas.
Pero tambin tus malos instintos tienen sed de libertad.
Tus perros salvajes quieren libertad; ladran de placer en su cueva cuando tu espr
itu se
propone abrir todas las prisiones72.
Para m eres todava un prisionero que se imagina la libertad: ay, el alma de tales
prisioneros se torna inteligente, pero tambin astuta y mala.
El liberado del espritu tiene que purificarse todava. Muchos restos de crcel y de
moho quedan an en l: su ojo tiene que volverse todava puro.
S, yo conozco tu peligro. Mas por mi amor y mi esperanza te conjuro: no arrojes de
ti
tu amor y tu esperanza!
Todava te sientes noble, y noble te sienten todava tambin los otros, que te detesta
n y
te lanzan miradas malvadas. Sabe que un noble les es a todos un obstculo en su ca
mino.
Tambin a los buenos un noble les es un obstculo en su camino: y aunque lo llamen
bueno, con ello lo que quieren es apartarlo a un lado.
El noble quiere crear cosas nuevas y una nueva virtud. El bueno quiere las cosas
viejas,
y que se conserven.
Pero el peligro del noble no es volverse bueno, sino insolente, burln, destructor
.
Ay, yo he conocido nobles que perdieron su ms alta esperanza. Y desde entonces ca
lumniaron todas las esperanzas elevadas.
Desde entonces han vivido insolentemente en medio de breves placeres, y apenas s
e
trazaron metas de ms de un da.
El espritu es tambin voluptuosidad - as dijeron. Y entonces se le quebraron las alas
a su espritu: ste se arrastra ahora de un sitio para otro y mancha todo lo que roe
.
En otro tiempo pensaron convertirse en hroes: ahora son libertinos. Pesadumbre y
horror es para ellos el hroe.
Mas por mi amor y mi esperanza te conjuro: no arrojes al hroe que hay en tu alma!
Conserva santa tu ms alta esperanza! As habl Zaratustra.
68
ste es uno de los captulos de mayor impregnacin evanglica en su ambientacin. Recuerd
a sobre
todo la conversacin de Jess con el joven rico (vase el Evangelio de Mateo, 19, 16 y
ss.), pero tambin el
hecho de que Jess encontrase a algunos de sus primeros discpulos debajo de un rbol;
vase el Evangelio
de Juan, 1, 48: Contest Jess, y le dijo: Antes de que Felipe te llamase, te vi cuan
do estabas debajo de la
higuera. Natanael le contest: Rabb, t eres el Hijo de Dios, t eres el Rey de Israel.
Contest Jess y le
dijo: Porque te he dicho que te vi debajo de la higuera crees? Cosas mayores has
de ver.
69
Reminiscencia del Evangelio de Juan, 3, 8: El viento sopla donde quiere; oyes el
ruido, pero no sabes
de dnde viene ni adnde va.
70
palabras.
79
El propio Zaratustra cita ms adelante esta enseanza suya; vase, en la tercera part
e, De las tablas viejas y nuevas, 21.
80
La contraposicin entre t debes y yo quiero ha sido desarrollada antes en esta misma p
arte, De
las tres transformaciones, Zaratustra volver a mencionarla en la parte tercera, D
e tablas viejas y nuevas, 9.
Del nuevo dolo
En algn lugar existen todava pueblos y rebaos, pero no entre nosotros, hermanos mos: aqu hay Estados.
Estado? Qu es eso? Bien! Abridme ahora los odos, pues voy a deciros mi palabra
sobre la muerte de los pueblos. Estado se llama el ms fro de todos los monstruos f
ros81.
Es fro incluso cuando miente; y sta es la mentira que se desliza de su boca: Yo, el
Estado, soy el pueblo.
Es mentira! Creadores fueron quienes crearon los pueblos y suspendieron encima de
ellos una fe y un amor: as sirvieron a la vida.
Aniquiladores son quienes ponen trampas para muchos y las llaman Estado: stos sus
penden encima de ellos una espada y cien concupiscencias.
Donde todava hay pueblo, ste no comprende al Estado y lo odia, considerndolo mal
de ojo y pecado contra las costumbres y los derechos.
Esta seal os doy82: cada pueblo habla su lengua propia del bien y del mal: el vec
ino no
la entiende. Cada pueblo se ha inventado su lenguaje propio en costumbres y dere
chos.
Pero el Estado miente en todas las lenguas del bien y del mal; y diga lo que dig
a, miente - y posea lo que posea, lo ha robado.
Falso es todo en l; con dientes robados muerde, ese mordedor. Falsas son incluso
sus
entraas.
Confusin de lenguas del bien y del mal: esta seal os doy como seal del Estado. En
verdad, voluntad de muerte es lo que esa seal indica! En verdad, hace seas a los pr
edicadores de la muerte!
Nacen demasiados: para los superfluos fue inventado el Estado!
Mirad cmo atrae a los demasiados! Cmo los devora y los masca y los rumia!
En la tierra no hay ninguna cosa ms grande que yo: yo soy el dedo ordenador de
Dios - as ruge el monstruo. Y no slo quienes tienen orejas largas yvista corta se po
stran de rodillas!
Ay, tambin en vosotros, los de alma grande, susurra l sus sombras mentiras! Ay, l
adivina cules son los corazones ricos, que con gusto se prodigan!
S, tambin os adivina a vosotros, los vencedores del viejo Dios! Os habis fatigado
en la lucha, y ahora vuestra fatiga contina prestando culto al nuevo dolo!
Hroes y hombres de honor quisiera colocar en torno a s el nuevo dolo! Ese fro
monstruo - gusta de calentarse al sol de buenas conciencias!
Todo quiere droslo a vosotros el nuevo dolo, si vosotros lo adoris83: se compra as e
l
brillo de vuestra virtud y la mirada de vuestros ojos orgullosos.
Quiere que vosotros le sirvis de cebo para pescar a los demasiados! S, un artificio
infernal ha sido inventado aqu, un caballo de la muerte, que tintinea con el atavo
de
honores divinos!
S, aqu ha sido inventada una muerte para muchos, la cual se precia a s misma de ser
vida: en verdad, un servicio ntimo para todos los predicadores de la muerte!
Estado llamo yo al lugar donde todos, buenos y malos, son bebedores de venenos:
Estado, al lugar en que todos, buenos y malos, se pierden a s mismos: Estado, al lu
gar donde el lento suicidio de todos - se llama la vida.
Ved, pues, a esos superfluos! Roban para s las obras de los inventores y los tesor
os de
los sabios: cultura llaman a su latrocinio - y todo se convierte para ellos en en
fermedad y
molestia!
Ved, pues, a esos superfluos! Enfermos estn siempre, vomitan su bilis y lo llaman
peridico84. Se devoran unos a otros y ni siquiera pueden digerirse.
Ved, pues, a esos superfluos! Adquieren riquezas y con ello se vuelven ms pobres.
Quieren poder y, en primer lugar, la palanqueta del poder, mucho dinero, - esos i
nsolventes!
Vedlos trepar, esos giles monos! Trepan unos por encima de otros, y as se arrastran
al fango y a la profundidad.
Todos quieren llegar al trono: su demencia consiste en creer - que la felicidad s
e sienta
en el trono! Con frecuencia es el fango el que se sienta en el trono - y tambin a
menudo
el trono se sienta en el fango.
Dementes son para m todos ellos, y monos trepadores y fanticos. Su dolo, el fro
monstruo, me huele mal: mal me huelen todos ellos juntos, esos idlatras.
Hermanos mos, es que queris asfixiaros con el aliento de sus hocicos y de sus concupiscencias? Es mejor que rompis las ventanas y saltis al aire libre!
Apartaos del mal olor! Alejaos de la idolatra de los superfluos!
Apartaos del mal olor! Alejaos del humo de esos sacrificios humanos!
An est la tierra a disposicin de las almas grandes. Vacos se encuentran an muchos
lugares para eremitas solitarios o en pareja, en torno a los cuales sopla el per
fume de mares silenciosos.
An hay una vida libre a disposicin de las almas grandes.
En verdad, quien poco posee, tanto menos es posedo: alabada sea la pequea pobreza!85.
All donde el Estado acaba comienza el hombre que no es superfluo: all comienza la
cancin del necesario, la meloda nica e insustituible.
All donde el Estado acaba, - miradme all, hermanos mos! No veis el arco iris y los
puentes del superhombre?
As habl Zaratustra.
81
Sobre la caracterizacin del Estado como monstruo puede verse tambin, ms adelante,
la conversacin de Zaratustra con el perro de fuego: segunda parte, De grandes acontecimientos.
82
Esta seal os doy es frase bblica que aparece en Isaas, 7, 14: Pues bien, el Seor mism
os dar
una seal: He aqu que la virgen concebir y parir un hijo. Tambin los Evangelios utiliza
n repetidas
desde
siempre los inventores de nuevos valores.
Huye, amigo mo, a tu soledad: te veo acribillado por moscas venenosas. Huye all
donde sopla un viento spero, fuerte! Huye a tu soledad! Has vivido demasiado cerca
de
los pequeos y mezquinos. Huye de su venganza invisible! Contra ti no son otra cosa
que venganza.
Deja de levantar tu brazo contra ellos! Son innumerables, y no es tu destino el s
er espantamoscas.
Innumerables son esos pequeos y mezquinos; y a ms de un edificio orgulloso han
conseguido derribarlo ya las gotas de lluvia y los yerbajos.
T no eres una piedra, pero has sido ya excavado por muchas gotas. Acabars por resquebrjarteme y por romprteme en pedazos bajo tantas gotas.
Fatigado te veo por moscas venenosas, lleno de sangrientos rasguos te veo en cien
sitios; y tu orgullo no quiere ni siquiera encolerizarse.
Sangre quisieran ellas de ti con toda inocencia, sangre es lo que sus almas exan
ges codician - y por ello pican con toda inocencia.
Mas t, profundo, t sufres demasiado profundamente incluso por pequeas heridas; y
antes de que te curases, ya se arrastraba el mismo gusano venenoso por tu mano.
Demasiado orgulloso me pareces para matar a esos golosos. Pero procura que no se
convierta en tu fatalidad el soportar toda su venenosa injusticia!
Ellos zumban a tu alrededor tambin con su alabanza: impertinencia es su alabanza8
7.
Quieren la cercana de tu piel y de tu sangre.
Te adulan como a un dios o a un demonio; lloriquean delante de ti como delante d
e un
dios o de un demonio. Qu importa! Son aduladores y llorones, y nada ms.
Tambin suelen hacerse los amables contigo. Pero sa fue siempre la astucia de los c
obardes. S, los cobardes son astutos!
Ellos reflexionan mucho sobre ti con su alma estrecha, - para ellos eres siempre
preocupante! Todo aquello sobre lo que se reflexiona mucho se vuelve preocupante.
Ellos te castigan por todas tus virtudes. Slo te perdonan de verdad - tus fallos.
Como t eres suave y de sentir justo, dices: No tienen ellos la culpa de su mezquin
a
existencia. Mas su estrecha alma piensa: Culpable es toda gran existencia.
Aunque eres suave con ellos, se sienten, sin embargo, despreciados por ti; y te
pagan
tus bondades con daos encubiertos.
Tu orgullo sin palabras repugna siempre a su gusto; se regocijan mucho cuando al
guna
vez eres bastante modesto para ser vanidoso.
Lo que nosotros reconocemos en un hombre, eso lo hacemos arder tambin en l. Por
ello gurdate de los pequeos!
Ante ti ellos se sienten pequeos, y su bajeza arde y se pone al rojo contra ti en
invisible venganza.
No has notado cmo solan enmudecer cuando t te acercabas a ellos, y cmo su fuerza los abandonaba, cual humo de fuego que se extingue?
S, amigo mo, para tus prjimos eres t la conciencia malvada: pues ellos son indignos
de ti. Por eso te odian y quisieran chuparte la sangre.
Tus prjimos sern siempre moscas venenosas; lo que en ti es grande - eso cabalmente
ella.
Hemos ofrecido albergue y corazn a ese husped: ahora habita en nosotros, - que se
quede todo el tiempo que quiera!
As habl Zaratustra.
88
Alusin al Evangelio de Mateo, 9,28-32: Lleg l a la orilla de enfrente, a la regin de
los gadarenos.
Desde el cementerio salieron a su encuentro dos endemoniados; eran tan peligroso
s que nadie se atreva a
transitar por aquel camino. De pronto empezaron a gritar: Quin te mete a ti en esto
, Hijo de Dios? Has
venido aqu a atormentarnos antes de tiempo? Una gran piara de cerdos estaba hozand
o a distancia. Los
demonios le dijeron: Si nos echas, mndanos a la piara. Jess les dijo: Id. Salieron y s
e fueron a los
cerdos. De pronto la piara se abalanz al lago, acantilado abajo, y muri ahogada.
89
Parfrasis de 1 Corintios, 7, 1-2: Bueno es al hombre no tocar mujer: mas, por evi
tar la fornicacin,
tenga cada uno su mujer y cada una tenga su marido.
Del amigo
Uno siempre a mi alrededor es demasiado - as piensa el eremita. Siempre uno por
uno - da a la larga dos!
Yo y m estn siempre dialogando con demasiada vehemencia: cmo soportarlo si no
hubiese un amigo?
Para el eremita el amigo es siempre el tercero: el tercero es el corcho que impi
de que el
dilogo de los dos se hunda en la profundidad.
Ay, existen demasiadas profundidades para todos los eremitas. Por ello desean ar
dientemente un amigo y su altura. Nuestra fe en otros delata lo que nosotros quisiram
os creer
de nosotros mismos. Nuestro anhelo de un amigo es nuestro delator.
Y a menudo no se quiere, con el amor, ms que saltar por encima de la envidia. Y a
menudo atacamos y nos creamos un enemigo para ocultar que somos vulnerables.
S al menos mi enemigo! - as habla el verdadero respeto, que no se atreve a solicitar amistad.
Si se quiere tener un amigo hay que querer tambin hacer la guerra por l: y para ha
cer
la guerra hay que poder ser enemigo.
En el propio amigo debemos honrar incluso al enemigo. Puedes t acercarte mucho a
tu amigo sin pasarte a su bando?
En nuestro amigo debemos tener nuestro mejor enemigo. Con tu corazn debes estarle
mximamente cercano cuando le opones resistencia.
No quieres llevar vestido alguno delante de tu amigo? Debe ser un honor para tu
amigo el que te ofrezcas a l tal como eres? Pero l te mandar al diablo por esto!
El que no se recata provoca indignacin: tanta razn tenis para temer la desnudez!
S, si fueseis dioses, entonces os sera lcito avergonzaros de vuestros vestidos!90
Nunca te adornars bastante bien para tu amigo: pues debes ser para l una flecha y
un
anhelo hacia el superhombre.
Has visto ya dormir a tu amigo - para conocer cul es su aspecto?91 Pues qu es, por
lo dems, el rostro de tu amigo? Es tu propio rostro, en un espejo grosero e imper
fecto.
Has visto ya dormir a tu amigo? No te horrorizaste de que tu amigo tuviese tal asp
ecto? Oh, amigo mo, el hombre es algo que tiene que ser superado.
Un el adivinar y en el permanecer callado debe ser maestro el amigo: t no tienes
que
querer ver todo. Tu sueo debe descubrirte lo que tu amigo hace en la vigilia.
Un adivinar sea tu compasin: para que sepas primero si tu amigo quiere compasin.
Tal vez l ame en ti los ojos firmes y la mirada de la eternidad.
Ocltese bajo una dura cscara la compasin por el amigo, debes dejarte un diente en
sta. As tendr la delicadeza y la dulzura que le corresponden.
Eres t aire puro, y soledad, y pan, y medicina para tu amigo? Ms de uno no puede
librarse a s mismo de sus propias cadenas y es, sin embargo, un redentor para el
amigo.
Eres un esclavo? Entonces no puedes ser amigo. Eres un tirano? Entonces no puedes
tener amigos92.
Durante demasiado tiempo se ha ocultado en la mujer un esclavo y un tirano. Por
ello la
mujer no es todava capaz de amistad: slo conoce el amor.
En el amor de la mujer hay injusticia y ceguera frente a todo lo que ella no ama
. Y hasta en el amor sapiente de la mujer contina habiendo agresin inesperada y rayo y no
che
al lado de la luz.
La mujer no es todava capaz de amistad: gatas continan siendo siempre las mujeres,
y
pjaros. O, en el mejor de los casos, vacas.
La mujer no es todava capaz de amistad. Pero decidme, varones, quin de vosotros es
capaz de amistad?
Cunta pobreza, varones, y cunta avaricia hay en vuestra alma! Lo que vosotros dais
al amigo, eso quiero darlo yo hasta a mi enemigo, y no por eso me habr vuelto ms p
obre.
Existe la camaradera: ojal exista la amistad!
As habl Zaratustra.
90
Reminiscencia de la frase de Sneca (carta 31): Deus nudus est (Dios est desnudo).
91
Vase la nota 31.
92
Zaratustra condensa en este prrafo la doctrina griega sobre la amistad expuesta
por Platn en La repblica (576 a) y por Aristteles en la Etica a Nicmaco (1161 a 30 - b 10).
De las mil metas y de la nica meta93
Muchos pases ha visto Zaratustra, y muchos pueblos: as ha descubierto el bien y el
mal de muchos pueblos. Ningn poder mayor ha encontrado Zaratustra en la tierra qu
e
las palabras bueno y malvado.
Ningn pueblo podra vivir sin antes realizar valoraciones; mas si quiere conservars
e,
no le es lcito valorar como valora el vecino.
Muchas cosas que este pueblo llam buenas son para aquel otro afrenta y vergenza:
esto es lo que yo he encontrado. Muchas cosas que eran llamadas aqu malvadas las
encontr all adornadas con honores de prpura.
que quiere dominar y el amor que quiere obedecer crearon juntos para s tales tabl
as.
El placer de ser rebao es ms antiguo que el placer de ser un yo: y mientras la bue
na
conciencia se llame rebao, slo la mala conciencia dice: yo.
En verdad, el yo astuto, carente de amor, el que quiere su propia utilidad en la
utilidad
de muchos: se no es el origen del rebao, sino su ocaso.
Amantes fueron siempre, y creadores, los que crearon el bien y el mal. Fuego de
amor
arde en los nombres de todas las virtudes, y fuego de clera.
Muchos pases ha visto Zaratustra, y muchos pueblos: ningn poder mayor ha encontrado Zaratustra en la tierra que las obras de los amantes: bueno y malvado es el
nombre de tales obras.
En verdad, un monstruo es el poder de ese alabar y censurar. Decidme, hermanos mo
s,
quin me domea ese monstruo? Decidme, quin pone en cadenas las mil cervices de
ese animal?
Mil metas ha habido hasta ahora, pues mil pueblos ha habido. Slo falta la cadena
que
ate las mil cervices, falta la nica meta. Todava no tiene la humanidad meta alguna
.
Mas decidme, hermanos: si a la humanidad le falta todava la meta, no falta todava
tambin - ella misma? As habl Zaratustra.
93
Suele traducirse este ttulo por: De las mil y una metas. Como se ver por el desarro
llo de todo el
captulo y sobre todo por los prrafos finales, Nietzsche no se ha querido dejar lle
var por la expresin popular en todos los idiomas: las mil y una, sino que, como l mismo dice: Mil metas ha h
abido hasta ahora,
pues mil pueblos ha habido. Slo falta la cadena de las mil cervices, falta la nica
meta. La versin aqu
dada, De las mil metas y de la nica meta, se apoya en el hecho de haber escrito Nie
tzsche: Von tausend
und Einem Ziele, en lugar de: Von tausend und einem Ziele, como habra escrito si
hubiera querido decir:
De las mil y una metas.
94
Primera aparicin de la expresin voluntad de poder; a este concepto se le dedicar sob
re todo, en la
segunda parte, el captulo titulado De la superacin de s mismo.
95
Esta divisa del honor de la sociedad aristocrtica griega tiene su expresin clsica
en el verso 208 del
libro VI de La Ilada: Siempre ser el mejor y estar por encima de los dems. Idnticas p
alabras se repiten
en el verso 784 del libro XI, donde aparecen como consejo del anciano Peleo a su
hijo Aquiles.
96
El pueblo persa. Vase tambin Ecce homo: Decir la verdad y disparar bien con flecha
s, sa es la virtud persa.
97
El pueblo judo. Vase xodo, 20,12: Honra a tu padre y a tu madre, para que vivas lar
gos aos en la
l
bien, - el amigo creador, que siempre tiene un mundo acabado que regalar.
Y as como el mundo se despleg para l, as volver a plegrsele en anillos, como el
devenir del bien por el mal, como el devenir de las finalidades surgiendo del az
ar.
El futuro y lo lejano sean para ti la causa de tu hoy: en tu amigo debes amar al
superhombre como causa de ti.
Hermanos mos, yo no os aconsejo el amor al prjimo: yo os aconsejo el amor al lejan
o.
As habl Zaratustra.
100
Nchste, Fernste. La circunstancia de que derNchste (el prjimo) sea en alemn un super
lativo
(nahe, cerca: Nachbar, vecino; Nchste, prjimo, o, si se quiere, el ms prximo de todos)
permite a
Nietzsche ampliar verbalmente la distancia entre los dos extremos y decir: der F
ernste (el ms lejano de
todos), en lugar de der Ferne (el lejano), que sera, en castellano, lo contrario
del prjimo (prximo). El
amor al prjimo es un precepto bblico: Levtico, 19, 18; Evangelio de Mateo, 22, 39; Ev
angelio de Marcos, 12, 31: Ama a tu prjimo como a ti mismo.
101
Vasela nota anterior.
102
Vase Ams, 5, 21: Yo, odio y aborrezco vuestras fiestas (palabras de Yahv a los hebreo
s).
Del camino del creador
Quieres marchar, hermano mo, a la soledad? Quieres buscar el camino que lleva a ti
mismo? Detnte un poco y escchame.
El que busca, fcilmente se pierde a s mismo. Todo irse a la soledad es culpa: as
habla el rebao. Y t has formado parte del rebao durante mucho tiempo.
La voz del rebao continuar resonando dentro de ti. Y cuando digas yo ya no tengo la
misma conciencia que vosotros, eso ser un lamento y un dolor.
Mira, aquella conciencia nica dio a luz tambin ese dolor: y el ltimo resplandor de
aquella conciencia contina brillando sobre tu tribulacin.
Pero t quieres recorrer el camino de tu tribulacin, que es el camino hacia ti mismo
?
Mustrame entonces tu derecho y tu fuerza para hacerlo!
Eres t una nueva fuerza y un nuevo derecho? Un primer movimiento? Una rueda
que se mueve por s misma?103 Puedes forzar incluso a las estrellas a que giren a t
u
alrededor?
Ay, existe tanta ansia de elevarse! Existen tantas convulsiones de los ambiciosos!
Mustrame que t no eres un ansioso ni un ambicioso!
Ay, existen tantos grandes pensamientos que no hacen ms que lo que el fuelle: inf
lan y
producen un vaco an mayor. Libre te llamas a ti mismo? Quiero or tu pensamiento
dominante, y no que has escapado de un yugo.
Eres t alguien al que le sea lcito escapar de un yugo? Ms de uno hay que arroj de
s su ltimo valor al arrojar su servidumbre.
Libre de qu? Qu importa eso a Zaratustra! Tus ojos deben anunciarme con claridad:
ti un Dios!
Solitario, t recorres el camino del amante: te amas a ti mismo
recias
como slo los amantes saben despreciar.
El amante quiere crear porque desprecia! Qu sabe del amor el
preciar precisamente aquello que amaba!
Vete a tu soledad con tu amor y con tu crear, hermano mo; slo
justicia cojeando.
Vete con tus lgrimas a tu soledad, hermano mo. Yo amo a quien
Una parfrasis y ampliacin de las ideas sobre la mujer expuestas aqu por Zaratustra
pueden verse en
Ecce homo.
108
Parfrasis irnica del Evangelio de Lucas, 1, 37: Para Dios nada es imposible. Son pa
labras del ngel Gabriel a Mara al anunciarle que su pariente Isabel ha concebido un hijo en s
u vejez.
109
En la tercera parte, La otra cancin del baile, Zaratustra usar este ltigo para hace
r que la vida -una
mujer- baile.
De la picadura de la vbora
Un da habase quedado Zaratustra dormido debajo de una higuera, pues haca calor, y
haba colocado sus brazos sobre el rostro. Entonces vino una vbora y le pic en el cu
ello,
de modo que Zaratustra se despert gritando de dolor110. Al retirar el brazo del r
ostro vio
a la serpiente: sta reconoci entonces los ojos de Zaratustra, dio la vuelta torpem
ente y
quiso marcharse. No, dijo Zaratustra; todava no has recibido mi agradecimiento! Me
has despertado a tiempo, mi camino es todava largo. Tu camino es ya corto, dijo la
vbora con tristeza; mi veneno mata. Zaratustra sonri. En alguna ocasin ha muerto
un dragn por el veneno de una serpiente? - dijo. Pero toma de nuevo tu veneno! No
eres
bastante rica para regalrmelo. Entonces la vbora se lanz otra vez alrededor de su cu
ello y le lami la herida.
En una ocasin en que Zaratustra cont esto a sus discpulos, stos preguntaron: Y
cul es, Zaratustra, la moraleja de tu historia? Zaratustra respondi as:
Los buenos y justos me llaman el aniquilador de la moral111: mi historia es inmo
ral.
Si vosotros tenis un enemigo, no le devolvis bien por mal: pues eso lo avergonzara.
Sino demostrad que os ha hecho un bien.
Y es preferible que os encolericis a que avergoncis a otro! Y si os maldicen, no me
agrada que queris bendecir112. Es mejor que tambin vosotros maldigis un poco!
Y si se ha cometido una gran injusticia con vosotros, cometed vosotros enseguida
cinco pequeas! Es horrible ver a alguien a quien la injusticia lo oprime slo a l.
Sabais ya esto? Injusticia dividida es justicia a medias. Y slo debe cargar con la i
njusticia aquel que sea capaz de llevarla!
Una pequea venganza es ms humana que ninguna. Y si el castigo no es tambin un
derecho y un honor para el prevaricador, entonces tampoco me gusta vuestro casti
go.
Es ms noble quitarse a s mismo la razn que mantenerla, sobre todo si se la tiene. Slo que hay que ser bastante rico para hacerlo.
No me gusta vuestra fra justicia; y desde los ojos de vuestros jueces me miran si
empre
el verdugo y su fra cuchilla113. Decidme, dnde se encuentra la justicia que sea amo
r
con ojos clarividentes?
Inventad, pues, el amor que soporta no slo todos los castigos, sino tambin todas la
s
culpas!
Inventad, pues, la justicia que absuelve a todos, excepto a los que juzgan!
Queris or todava otra cosa? En quien quiere ser radicalmente justo, en se incluso la
mentira se convierte en afabilidad con los hombres.
Mas cmo voy yo a querer ser radicalmente justo! Cmo puedo dar a cada uno lo suyo! Bsteme esto: yo doy a cada uno lo mo.
En fin, hermanos, cuidad de no ser injustos con ningn eremita! Cmo podra olvidar
un eremita! Cmo podra l resarcirse!
Cual un pozo profundo es un eremita. Es fcil arrojar dentro una piedra; mas una v
ez
que ha llegado al fondo, decidme, quin quiere sacarla de nuevo?
Guardaos de ofender al eremita! Pero si lo habis hecho, entonces matadlo adems!
As habl Zaratustra.
110
Posible reminiscencia de Hamlet, I, 5. La Sombra (el alma del padre de Hamlet)
le cuenta a ste: Ha
corrido la voz de que, estando yo dormido en mi jardn, me pic una serpiente...
111
Vase la nota 28.
112
Anttesis de lo que dice el Evangelio de Mateo, 5, 44: Bendecid a quienes os maldi
cen.
113
Vase antes, Del plido delincuente.
Del hijo y del matrimonio
Tengo una pregunta para ti solo, hermano mo: como una sonda lanzo esta pregunta a
tu
alma, para saber lo profunda que es.
T eres joven y deseas para ti hijos y matrimonio. Pero yo te pregunto: eres un hom
bre
al que le sea lcito desear para s un hijo?
Eres t el victorioso, el domeador de ti mismo, el soberano de los sentidos, el seor
de tus virtudes? As te pregunto. O hablan en tu deseo el animal y la necesidad? O l
a
soledad? O la insatisfaccin contigo mismo?
Yo quiero que tu victoria y tu libertad anhelen un hijo. Monumentos vivientes de
bes
erigir a tu victoria y a tu liberacin Por encima de ti debes construir. Pero ante
s tienes que
estar construido t mismo, cuadrado114 de cuerpo y de alma.
No debes propagarte slo al mismo nivel, sino hacia arriba! Aydete para ello el jardn del matrimonio!115
Un cuerpo ms elevado debes crear, un primer movimiento, una rueda que gire por s
misma, - un creador debes t crear.
Matrimonio: as llamo yo la voluntad de dos de crear uno que sea ms que quienes lo
crearon. Respeto recproco llamo yo al matrimonio, entre quienes desean eso.
Sea se el sentido y la verdad de tu matrimonio. Pero lo que llaman matrimonio los
demasiados, esos superfluos, - ay, cmo lo llamo yo?
Ay, esa pobreza de alma entre dos! Ay, esa suciedad de alma entre dos! Ay, ese lamentable bienestar entre dos!116
Matrimonio llaman ellos a todo eso; y dicen que sus matrimonios han sido contrado
s
en el cielo.
No, a m no me gusta ese cielo de los superfluos! No, a m no me gustan esos animales trabados en la red celestial!
Permanezca lejos de m tambin el dios que se acerca cojeando a bendecir lo que l no
ha unido!117
No me os riis de tales matrimonios! Qu hijo no tendra motivo para llorar sobre sus
padres?
Digno me pareca a m ese varn, y maduro para el sentido de la tierra: mas cuando vi
a
su mujer, la tierra me pareci una casa de insensatos.
S, yo quisiera que la tierra temblase en convulsiones cuando un santo y una gansa
se
aparean.
ste march como un hroe a buscar verdades, y acab trayendo como botn una pequea mentira engalanada118. Su matrimonio lo llama.
Aqul era esquivo en sus relaciones con otros, y seleccionaba al elegir. Pero de u
na sola vez se estrope su compaa para siempre: su matrimonio lo llama.
Aqul otro buscaba una criada que tuviese las virtudes de un ngel. Pero de una sola
vez se convirti l en criada de una mujer, y ahora sera necesario que, adems, se tran
sformase en ngel119.
He encontrado que ahora todos los compradores andan con cuidado y que todos tien
en
ojos astutos. Pero incluso el ms astuto se compra su mujer a ciegas.
Muchas breves tonteras - eso se llama entre vosotros amor. Y vuestro matrimonio p
one
fin a muchas breves tonteras en la forma de una sola y prolongada estupidez.
Vuestro amor a la mujer, y el amor de la mujer al varn: ay, ojal fuera compasin por
dioses sufrientes y encubiertos! Pero casi siempre dos animales se adivinan recpr
ocamente.
E incluso vuestro mejor amor no es ms que un smbolo exttico y un dolorido ardor.
Es una antorcha que debe iluminaros hacia caminos ms elevados.
Por encima de vosotros mismos debis amar alguna vez! Por ello, aprended primero a
amar! Y para ello tenis que beber el amargo cliz de vuestro amor120.
Amargura hay en el cliz incluso del mejor amor: por eso produce anhelo del superhombre, por eso te da sed a ti, creador!
Sed para el creador, flecha y anhelo hacia el superhombre: di, hermano mo, es sta t
u
voluntad de matrimonio? Santos son entonces para m tal voluntad y tal matrimonio.
As habl Zaratustra.
114
Vase la nota 54.
115
En la tercera parte, De tablas viejas y nuevas, 24, repetir Zaratustra este cons
ejo con las mismas palabras.
116
Zaratustra aplica ahora al matrimonio el mismo estribillo pobreza, suciedad y un
lamentable bienestar que antes haba aplicado al alma, la felicidad, la razn y la virtud. Vase el Prlog
o de Zaratustra, 3.
117
Anttesis de lo que dice el Evangelio de Mateo, 19, 6: ... lo que Dios ha unido. El
dios cojo es
una alusin al dios griego Hefesto, que, como se dice en el prrafo anterior, traba e
n una red celestial a
su esposa Afrodita y a Ares, al sorprenderlos en adulterio.
118
Cita irnica de una conocida frase de Goethe al final de Los aos de aprendizaje de
Wilhelm Meister.
Sal, hijo de Quis, sali a buscar las pollinas de su padre y encontr un reino. La fras
e de Goethe es una
sntesis de lo narrado en la Biblia, captulos 9 y 10 de 1 Samuel.
119
Algunos comentaristas han querido ver en estas cuatro sarcsticas vietas otras tan
tas alusiones a cuatro matrimonios amigos de Nietzsche. La identificacin es peligrosa e insegura. Es
posible que las vivencias de Nietzsche al contemplar ciertos matrimonios se expresasen en esos mismos
enunciados. Mas,
como ocurre en toda esta obra, Nietzsche transpone sus vivencias a un plano gene
ral.
120
Beber el cliz es expresin bblica. Vase el Evangelio de Mateo, 26,27-29.
De la muerte libre
Muchos mueren demasiado tarde, y algunos mueren demasiado pronto. Todava suena
extraa esta doctrina: Muere a tiempo!
Morir a tiempo: eso es lo que Zaratustra ensea.
En verdad, quien no vive nunca a tiempo, cmo va a morir a tiempo? Ojal no hubiera nacido jams! - Esto es lo que aconsejo a los superfluos.
Pero tambin los superfluos se dan importancia con su muerte, y tambin la nuez ms
vaca de todas quiere ser cascada.
Todos dan importancia al morir: pero la muerte no es todava una fiesta. Los hombr
es
no han aprendido an cmo se celebran las fiestas ms bellas.
Yo os muestro la muerte consumadora, que es para los vivos un aguijn121 y una pro
mesa.
El consumador muere su muerte victoriosamente, rodeado de personas que esperan y
prometen.
As se debera aprender a morir; y no debera haber fiesta alguna en que uno de esos
moribundos no santificase los juramentos de los vivos!
Morir as es lo mejor; pero lo segundo es: morir en la lucha y prodigar un alma gr
ande.
Tanto al combatiente como al victorioso les resulta odiosa esa vuestra gesticula
dora
muerte que se acerca furtiva como un ladrn - y que, sin embargo, viene como seor12
2.
Yo os elogio mi muerte, la muerte libre, que viene a m porque yo quiero.
Y cundo querr? - Quien tiene una meta y un heredero quiere la muerte en el momento justo para la meta y para el heredero.
Y por respeto a la meta y al heredero ya no colgar coronas marchitas en el santua
rio de
la vida.
En verdad, yo no quiero parecerme a los cordeleros: estiran sus cuerdas y, al ha
cerlo,
van siempre hacia atrs.
Ms de uno se vuelve demasiado viejo incluso para sus verdades y sus victorias; un
a
boca desdentada no tiene ya derecho a todas las verdades.
Y todo el que quiera tener fama tiene que despedirse a tiempo del honor y ejerce
r el difcil arte de - irse a tiempo.
Hay que poner fin al dejarse comer en el momento en que mejor sabemos: esto lo c
ono-
As habl Zaratustra.
121
El aguijn de la muerte es expresin bblica. Vase 1 Corintios, 15, 55: Muerte, dnde e
aguijn? Por contraposicin a l, Zaratustra hablar en la tercera parte del aguijn de la
ibertad; vase
De tablas viejas, y nuevas.
122
Vase la nota 11.
123
La alusin a el hebreo Jess como un personaje ya fallecido y, por lo tanto, anterior
a Zaratustra, es
un anacronismo voluntario. No es el nico en esta obra.
124
Alusin a lo que se dice en el Evangelio de Lucas, 6, 25: Ay de los que ahora res, p
orque vais a lamentaron y llorar. En la cuarta parte, Del hombre superior, 16, vuelve Zaratustra
a tratar este tema.
125
La pelota de oro es aqu smbolo de la doctrina de Zaratustra. Zaratustra la lanza a
sus discpulos
para que stos la recojan y continen.
De la virtud que hace regalos
Cuando Zaratustra se hubo despedido de la ciudad que su corazn amaba y cuyo nombre es: La Vaca Multicolor - le siguieron muchos que se llamaban sus discpulos y le
hacan compaa126. Llegaron as a una encrucijada: all Zaratustra les dijo que desde
aquel momento quera marchar solo, pues era amigo de caminar en soledad. Y sus dis
cpulos le entregaron como despedida un bastn en cuyo puo de oro se enroscaba en tor
no
al sol una serpiente127. Zaratustra se alegr del bastn y se apoy en l; luego habl as a
sus discpulos.
Decidme: cmo lleg el oro a ser el valor supremo? Porque es raro, e intil, y resplandeciente, y suave en su brillo; siempre hace don de s mismo.
Slo en cuanto efigie de la virtud ms alta lleg el oro a ser el valor supremo. Semej
ante al oro resplandece la mirada del que hace regalos. Brillo de oro sella paz en
tre luna y
sol.
Rara es la virtud ms alta, e intil, y resplandeciente, y suave en su brillo: una v
irtud
que hace regalos es la virtud ms alta.
En verdad, yo os adivino, discpulos mos: vosotros aspiris, como yo, a la virtud que
hace regalos. Qu tendrais vosotros en comn con gatos y lobos?
sta es vuestra sed, el llegar vosotros mismos a ser ofrendas y regalos: y por ell
o tenis
sed de acumular todas las riquezas en vuestra alma.
Insaciable anhela vuestra alma tesoros y joyas, porque vuestra virtud es insacia
ble en su
voluntad de hacer regalos. Forzis a todas las cosas a acudir a vosotros y a entra
r en vosotros, para que vuelvan a fluir de vuestro manantial como los dones de vuestro
amor.
En verdad, semejante amor que hace regalos tiene que convertirse en ladrn de todo
s
los valores; pero yo llamo sano y sagrado a ese egosmo128.
Existe otro egosmo, demasiado pobre, un egosmo hambriento que siempre quiere hurtar, el egosmo de los enfermos, el egosmo enfermo.
Con ojos de ladrn mira se egosmo todo lo que brilla; con la avidez del hambre mira
hacia quien tiene de comer en abundancia; y siempre se desliza a hurtadillas en
torno a la
mesa de quienes hacen regalos.
Enfermedad habla en tal codicia, y degeneracin invisible; desde el cuerpo enfermo
habla la ladrona codicia de ese egosmo. Decidme, hermanos mos: qu es para nosotros
lo malo y lo peor? No es la degeneracin? - Y siempre adivinamos degeneracin all
donde falta el alma que hace regalos.
Hacia arriba va nuestro camino, desde la especie asciende a la super-especie. Pe
ro un
horror es para nosotros el sentido degenerante que dice: Todo para m.
Hacia arriba vuela nuestro sentido: de este modo es un smbolo de nuestro cuerpo,
smbolo de una elevacin. Smbolos de tales elevaciones son los nombres de las virtudes
.
As atraviesa el cuerpo la historia, como algo que deviene y lucha. Y el espritu - q
u
es el espritu para el cuerpo? Heraldo de sus luchas y victorias, compaero y eco.
Smbolos son todos los nombres del bien y del mal: no declaran, slo hacen seas.
Tonto es quien de ellos quiere sacar saber!
Prestad atencin, hermanos mos, a todas las horas en que vuestro espritu quiere habl
ar
por smbolos: all est el origen de vuestra virtud.
Elevado est entonces vuestro cuerpo, y resucitado; con sus delicias cautiva al es
pritu,
para que ste se convierta en creador y en apreciador y en amante y en benefactor
de todas las cosas.
Cuando vuestro corazn hierve, ancho y lleno, igual que el ro, siendo una bendicin y
un peligro para quienes habitan a su orilla: all est el origen de vuestra virtud.
Cuando estis por encima de la alabanza y de la censura, y vuestra voluntad quiere
dar
rdenes a todas las cosas, como voluntad que es de un amante: all est el origen de v
uestra virtud.
Cuando despreciis lo agradable y la cama blanda, y no podis acostaros a suficiente
distancia de los comodones: all est el origen de vuestra virtud.
Cuando no tenis ms que una sola voluntad, y ese viraje de toda necesidad se llama
para vosotros necesidad129: all est el origen de vuestra virtud.
En verdad, ella es un nuevo bien y un nuevo mal! En verdad, es un nuevo y profundo
murmullo, y la voz de un nuevo manantial!
Poder es sa nueva virtud; un pensamiento dominante es, y, en torno a l, un alma in
teligente: un sol de oro y, en torno a l, la serpiente del conocimiento.
2
Aqu Zaratustra call un rato y contempl con amor a sus discpulos. Despus continu
hablando as: - y su voz se haba cambiado.
Permanecedme fieles a la tierra, hermanos mos, con el poder de vuestra virtud! Vues
tro amor que hace regalos y vuestro conocimiento sirvan al sentido de la tierra!
Esto os
ruego y a ello os conjuro.
No dejis que vuestra virtud huya de las cosas terrenas y bata las alas hacia pared
es
eternas! Ay, ha habido siempre tanta virtud que se ha perdido volando!
Conducid de nuevo a la tierra, como hago yo, a la virtud que se ha perdido volan
do - s,
conducidla de nuevo al cuerpo y a la vida: para que d a la tierra su sentido, un s
entido
humano!
De cien maneras se han perdido volando y se han extraviado hasta ahora tanto el
espritu como la virtud. Ay, en nuestro cuerpo habita ahora todo ese delirio y error:
en cuerpo y
voluntad se han convertido.
De cien maneras han hecho ensayos y se han extraviado hasta ahora tanto el esprit
u
como la virtud. S, un ensayo ha sido el hombre. Ay, mucha ignorancia y mucho error
se
han vuelto cuerpo en nosotros!
No slo la razn de milenios - tambin su demencia hace erupcin en nosotros. Peligroso es ser heredero.
Todava combatimos paso a paso con el gigante Azar, y sobre la humanidad entera ha
dominado hasta ahora el absurdo, el sinsentido.
Vuestro espritu y vuestra virtud sirvan al sentido de la tierra, hermanos mos: y el
valor de todas las cosas sea establecido de nuevo por vosotros! Por eso debis ser lu
chadores! Por eso debis ser creadores!
Por el saber se purifica el cuerpo; haciendo ensayos con el saber se eleva; al h
ombre del
conocimiento todos los instintos se le santifican; al hombre elevado su alma se
le vuelve
alegre.
Mdico, aydate a ti mismo130: as ayudas tambin a tu enfermo. Sea tu mejor ayuda
que l vea con sus ojos a quien se sana a s mismo.
Mil senderos existen que an no han sido nunca recorridos; mil formas de salud y m
il
ocultas islas de la vida. Inagotados y no descubiertos continan siendo siempre pa
ra m el
hombre y la tierra del hombre.
Vigilad y escuchad, solitarios! Del futuro llegan vientos con secretos aleteos; y
a odos
delicados se dirige la buena nueva.
Vosotros los solitarios de hoy, vosotros los apartados, un da debis ser un pueblo:
de
vosotros, que os habis elegido a vosotros mismos, debe surgir un da un pueblo eleg
ido131: - y de l, el superhombre.
En verdad, en un lugar de curacin debe transformarse todava la tierra! Y ya la envuelve un nuevo aroma, que trae salud, - y una nueva esperanza!
3
Cuando Zaratustra hubo dicho estas palabras call como quien no ha dicho an su ltima palabra; largo tiempo sopes, dudando, el bastn en su mano. Por fin habl as: - y s
u
voz se haba cambiado.
Ahora yo me voy solo, discpulos mos! Tambin vosotros os vais ahora solos! As lo
quiero yo.
En verdad, ste es mi consejo: Alejaos de m y guardaos de Zaratustra! Y aun mejor:
avergonzaos de l! Tal vez os ha engaado.
El hombre del conocimiento no slo tiene que poder amar a sus enemigos, tiene tambin que poder odiar a sus amigos132.
Se recompensa mal a un maestro si se permanece siempre discpulo. Y por qu no vais
a deshojar vosotros mi corona?
Vosotros me veneris: pero qu ocurrir si un da vuestra veneracin se derrumba?
Cuidad de que no os aplaste una estatua!133
Decs que creis en Zaratustra? Mas qu importa Zaratustra! Vosotros sois mis creyentes, mas qu importan todos los creyentes!
No os habais buscado an a vosotros: entonces me encontrasteis. As hacen todos los
creyentes: por eso vale tan poco toda fe.
Ahora os ordeno que me perdis a m y que os encontris a vosotros; y slo cuando todos hayis renegado de m134 volver entre vosotros135.
En verdad, con otros ojos, hermanos mos, buscar yo entonces a mis perdidos; con un
amor distinto os amar entonces 136.
Y todava una vez debis llegar a ser para m amigos e hijos de una sola esperanza: en
tonces quiero estar con vosotros por tercera vez, para celebrar con vosotros el
gran medioda137.
Y el gran medioda es la hora en que el hombre se encuentra a mitad de su camino e
ntre
el animal y el superhombre y celebra su camino hacia el atardecer como su ms alta
esperanza: pues es el camino hacia una nueva maana.
Entonces el que se hunde en su ocaso se bendecir a s mismo por ser uno que pasa al
otro lado; y el sol de su conocimiento estar para l en el medioda.
Muertos estn todos los dioses: ahora queremos que viva el superhombre.138 - sea
sta alguna vez, en el gran medioda, nuestra ltima voluntad! As habl Zaratustra.
126
Nietzsche presenta aqu a Zaratustra seguido por sus discpulos en una situacin pare
cida a la que los
Evangelios narran de Jess. Vase, por ejemplo, el Evangelio de Lucas, 8, 1: Jess iba
recorriendo una
tras otra las ciudades y aldeas, predicando y anunciando la buena nueva del rein
o de Dios; y con l iban los
Doce y algunas mujeres que haban sido curadas de espritus malos y enfermedades.
127
Este bastn, con su simbolismo de la serpiente, alude al cetro de Esculapio, dios
de la medicina en la
Antigedad griega. Zaratustra es el mdico de las enfermedades de este mundo. Todo e
ste, 1 es un comentario del smbolo del bastn, como puede verse en el prrafo final: Poder es esa nueva
virtud; un pensamiento dominante es, y, en torno a l, un alma inteligente: un sol de oro y, en to
rno a l, la serpiente del
conocimiento. La serpiente del conocimiento es concepto que deriva de la Biblia. Vas
e Gnesis, 3, 5.
128
En la tercera parte, De los tres males, 2 se alude directamente a esta enseanza.
129
tra lo describe a grandes rasgos en el prrafo siguiente. Vase tambin, en la tercera parte, De la
virtud empequeecedora, 3, Del pasar de largo, De los tres males, 2, De tablas viejas y nuev
as, 3, y 30; y en la cuarta
parte, Del hombre superior, 2, y El signo.
138
En la cuarta parte, Del hombre superior, 2, se repite esta frase.
Segunda parte de
As habl Zaratustra
- y slo cuando todos hayis renegado de m
volver entre vosotros.
En verdad, con otros ojos, hermanos mos,
buscar yo entonces a mis perdidos; con un
amor distinto os amar entonces.
Zaratustra, De la virtud que hace
regalos
El nio del espejo139
Zaratustra volvi a continuacin a las montaas y a la soledad de su caverna y se apar
t
de los hombres: aguardando como un sembrador que ha lanzado su semilla140. Mas s
u
alma se llen de impaciencia y de deseos de aquellos a quienes amaba: pues an tena
muchas cosas que darles. Esto es, en efecto, lo ms difcil, el cerrar por amor la m
ano
abierta y el conservar el pudor al hacer regalos141.
As transcurrieron para el solitario meses y aos; mas su sabidura creca y le causaba
dolores por su abundancia.
Una maana se despert antes de la aurora, estuvo meditando largo tiempo en su lecho
y dijo por fin a su corazn:
De qu me he asustado tanto en mis sueos, que me he despertado? No se acerc a
m un nio que llevaba un espejo?
Oh Zaratustra - me dijo el nio -, mrate en el espejo!
Y al mirar yo al espejo lanc un grito, y mi corazn qued aterrado: pues no era a m a
quien vea en l, sino la mueca y la risa burlona de un demonio.
En verdad, demasiado bien comprendo el signo y la advertencia del sueo: mi doctrin
a
est en peligro, la cizaa quiere llamarse trigo!142
Mis enemigos se han vuelto poderosos y han deformado la imagen de mi doctrina, d
e
modo que los ms queridos por m tuvieron que avergonzarse de los dones que yo les
haba entregado.
He perdido a mis amigos; me ha llegado la hora de buscar a los que he perdido! 143
Al decir estas palabras Zaratustra se levant de un salto, pero no como un angusti
ado
que busca aire, sino ms bien como un vidente y cantor de quien se apodera el espri
tu.
Extraados miraron hacia l su guila y su serpiente: pues, semejante a la aurora, sob
re su
rostro yaca una felicidad cercana.
Qu me ha sucedido, pues, animales mos? - dijo Zaratustra. No estoy transformado?
No vino a m la bienaventuranza como un viento tempestuoso?
Loca es mi felicidad, y cosas locas dir: es demasiado joven todava - tened, pues, p
139
En los borradores Nietzsche haba previsto para este captulo el ttulo de La segunda
aurora.
140
El sembrador es imagen evanglica. Vase Evangelio de Mateo, 13, 3 ss.
141
Nietzsche desarrolla con detalle esta idea en esta misma segunda parte, La canc
in de la noche.
142
Sobre la cizaa y el trigo vase el Evangelio de mateo, 13, 24 y ss. (parbola de la
cizaa). Tambin
aqu son los enemigos del sembrador los que plantan cizaa entre el trigo.
143
La imagen de salir en busca de los perdidos es asimismo reminiscencia evanglica. Va
se Evangelio de Lucas, 15,4 y ss. (parbola de la oveja perdida).
144
Esta frase es, incluso por su estructura verbal (verwundet bin ich von meinem G
lcke), reminiscencia
de las muy conocidas, entre wagnerianos, palabras de Brunilda en el tercer acto
del Sigfrido:
Herido me ha quien me despert (verwundet hat mich der mich erweckt). Nietzsche cuen
ta que, cuando fue a visitar por vez primera a Wagner en Tribschen, estuvo largo tiempo en si
lencio ante la casa y
escuchaba un acorde doloroso, continuamente repetido. Ese acorde corresponda al te
ma del despertar de
Brunilda.
145
Expresin bblica. Vase el Salmo 50, 1: Desde el poniente hasta el levante...
146
Anticipacin del ttulo del apartado siguiente. Vase la nota 149.
147
Expresin bblica para designar al demonio.
148
El tema de la sabidura salvaje tiene gran importancia como caracterizacin del saber
propio de Zaratustra. Vase, en el prrafo siguiente, leona Sabidura. Vase tambin, en esta misma se
unda parte,
De los sabios famosos, donde Zaratustra contrapone esta sabidura suya al saber de
los sabios famosos
que aparecen como animales de carga. Vase asimismo, en la tercer parte, De tablas v
iejas y nuevas, 2.
En las islas afortunadas149
Los higos caen de los rboles, son buenos y dulces; y, conforme caen, su roja piel
se
abre. Un viento del norte soy yo para higos maduros.
As, cual higos, caen estas enseanzas hasta vosotros, amigos mos: bebed su jugo y su
dulce carne! Nos rodea el otoo, y el cielo puro, y la tarde150.
Ved qu plenitud hay en torno a nosotros! Y es bello mirar, desde la sobreabundanci
a,
hacia mares lejanos.
En otro tiempo decase Dios cuando se miraba hacia mares lejanos; pero ahora yo os
he
enseado a decir: superhombre.
Dios es una suposicin; pero yo quiero que vuestro suponer no vaya ms lejos que
vuestra voluntad creadora.
Podrais vosotros crear un Dios? - Pues entonces no me hablis de dioses! Mas el su-
perhombre s podrais crearlo. Acaso no vosotros mismos, hermanos mos! Pero podrais
transformaros en padres y antepasados del superhombre: y sea ste vuestro mejor cre
ar!Dios es una suposicin: mas yo quiero que vuestro suponer se mantenga dentro de lo
s
lmites de lo pensable.
Podrais vosotros pensar un Dios? - Mas la voluntad de verdad signifique para vosotros esto, que todo sea transformado en algo pensable para el hombre, visible par
a el
hombre, sensible para el hombre! Vuestros propios sentidos debis pensarlos hasta e
l
final!
Y eso a lo que habis dado el nombre de mundo, eso debe ser creado primero por vos
otros: vuestra razn, vuestra imagen, vuestra voluntad, vuestro amor deben devenir e
se
mundo! Y, en verdad, para vuestra bienaventuranza, hombres del conocimiento!
Y cmo ibais a soportar la vida sin esta esperanza, vosotros los que conocis? No os
ha sido lcito estableceros por nacimiento en lo incomprensible, ni tampoco en lo
irracional.
Mas para revelaros totalmente mi corazn a vosotros, amigos: si hubiera dioses, cmo
soportara yo el no ser Dios! Por lo tanto, no hay dioses.
Es cierto que yo he sacado esa conclusin; pero ahora ella me saca a m151. Dios es una suposicin: mas quin bebera todo el tormento de esa suposicin sin morir? Su fe le debe ser quitada al creador, y al guila su cernerse en lejanas aquili
nas?
Dios es un pensamiento que vuelve torcido todo lo derecho y que hace voltearse a
todo
lo que est de pie. Cmo? Estara abolido el tiempo, y todo lo perecedero sera nicamente mentira?
Pensar esto es remolino y vrtigo para osamentas humanas, y hasta un vmito para el
estmago: en verdad, la enfermedad mareante llamo yo a suponer tal cosa.
Malvadas llamo, y enemigas del hombre, a todas esas doctrinas de lo Uno y lo Llen
o y
lo Inmvil y lo Saciado y lo Imperecedero!
Todo lo imperecedero - no es ms que un smbolo!152 Y los poetas mienten demasiado153. De tiempo y de devenir es de lo que deben hablar los mejores smbolos; una alabanza
deben ser y una justificacin de todo lo perecedero!
Crear - sa es la gran redencin del sufrimiento, as es como se vuelve ligera la vida
.
Mas para que el creador exista son necesarios sufrimiento y muchas transformacio
nes.
S, muchos amargos morires tiene que haber en nuestra vida, creadores! De ese modo
sois defensores y justificadores de todo lo perecedero.
Para ser el hijo que vuelve a nacer, para ser eso el creador mismo tiene que que
rer ser
tambin la parturienta y los dolores de la parturienta.
En verdad, a travs de cien almas he recorrido mi camino, y a travs de cien cunas y
dolores de parto. Muchas son las veces que me he despedido, conozco las horas fi
nales
que desgarran el corazn.
Pero as lo quiere mi voluntad creadora, mi destino. O, para decroslo con mayor hon
estidad: justo tal destino - es el que mi voluntad quiere.
Todo lo sensible en m sufre y se encuentra en prisiones: pero mi querer viene sie
mpre
a m como mi liberador y portador de alegra.
El querer hace libres154: sta es la verdadera doctrina acerca de la voluntad y la
libertad
- as os lo ensea Zaratustra.
No-querer-ya y no-estimar-ya y no-crear-ya! Ay, que ese gran cansancio permanezca
siempre alejado de m!
Tambin en el conocer yo siento nicamente el placer de mi voluntad de engendrar y
devenir; y si hay inocencia en mi conocimiento, esto ocurre porque en l hay volun
tad de
engendrar.
Lejos de Dios y de los dioses me ha atrado esa voluntad; qu habra que crear si los
dioses - existiesen!
Pero hacia el hombre vuelve siempre a empujarme mi ardiente voluntad de crear; a
s se
siente impulsado el martillo hacia la piedra.
Ay, hombres, en la piedra dormita para m una imagen, la imagen de mis imgenes!
Ay, que ella tenga que dormir en la piedra ms dura, ms fea!
Ahora mi martillo se enfurece cruelmente contra su prisin. De la piedra saltan pe
dazos: qu me importa?
Quiero acabarlo: pues una sombra155 ha llegado hasta m -la ms silenciosa y ms ligera de todas las cosas vino una vez a m!
La belleza del superhombre lleg hasta m como una sombra. Ay, hermanos mos!
Qu me importan ya - los dioses!
As habl Zaratustra.
149
En los borradores Nietzsche haba previsto para este captulo el ttulo De los dioses
. A pesar de la designacin de afortunadas, Nietzsche no se refiere ciertamente a las islas Canarias n
i a unas islas afortunadas concretas. Si acaso, Nietzsche las situaba junto a Npoles y aludira a Ischia
y Capri, muy conocidas
y amadas por l desde su estancia en Sorrento. En una carta a Peter Gast (12 de ag
osto de 1883) dice
Nietzsche lo siguiente: Esta isla (Ischia) me obsesiona; cuando usted haya ledo As
habl Zaratustra II
hasta el final comprender con claridad dnde he situado yo mis islas afortunadas.
150
Palabras citadas por Nietzsche en Ecce homo para subrayar lo que l llama el tempo
delicadamente
lento de estos discursos.
151
El verbo alemn ziehen, que significa sacar (una conclusin, por ejemplo), extraer, arr
strar,
permite a Nietzsche este juego de palabras, que, desarrollado, dira lo siguiente:
Es cierto que yo he sacado la conclusin de la inexistencia de Dios; pero a la vez esa inexistencia de Dios
me saca, como conclusin suya, a m. O lo que es lo mismo: Yo slo existo en cuanto conclusin de la inex
istencia de Dios.
152
Inversin de la frase de Goethe, que dice exactamente lo contrario: Todo lo perece
dero no es ms
que un smbolo (Fausto, final, verso 12104). Vase, en esta misma parte, De los poeta
s, as como la nota
223.
153
En La gaya ciencia, aforismo 84, al final, dice Nietzsche: Para una verdad es ms p
eligroso que un
poeta est de acuerdo con ella que no que la contradiga! Pues como dice Homero: Muc
ho mienten los
poetas. Aristteles, que cita esta misma frase, afirma que se trata de un proverbio (M
etafsica, 983 a
3). Vase Soln, fragmento 26 (Hiller). Vase tambin, en esta misma parte, De los poeta
s, donde, en dilogo con uno de sus discpulos, Zaratustra desarrolla este proverbio.
154
Esta misma frase se repite y amplifica en la tercera parte, De tablas viejas y
nuevas, 16. Es antittica
de la frase evanglica: La verdad os har libres (Evangelio de Juan, 8, 32).
155
A esta sombra, llamada ms tarde la sombra de Zaratustra, le estar dedicado en la pa
rte tercera, todo un captulo.
De los compasivos
Amigos mos, han llegado unas palabras de mofa hasta vuestro amigo: Ved a Zaratustra! No camina entre nosotros como si fusemos animales?
Pero est mejor dicho as: El que conoce camina entre los hombres como entre animales que son!.
Mas, para el que conoce, el hombre mismo se llama: el animal que tiene mejillas
rojas.
Cmo le ha ocurrido eso? No es porque ha tenido que avergonzarse con demasiada
frecuencia?
Oh, amigos mos! As habla el que conoce: Vergenza, vergenza, vergenza - sa es
la historia del hombre!
Y por ello el noble se ordena a s mismo no causar vergenza: se exige a s mismo tene
r
pudor ante todo lo que sufre.
En verdad, yo no soporto a sos, a los misericordiosos que son bienaventurados en
su
compasin156: les falta demasiado el pudor.
Si tengo que ser compasivo, no quiero, sin embargo, ser llamado as; y si lo soy,
entonces prefiero serlo desde lejos.
Con gusto escondo tambin la cabeza y me marcho de all antes de ser reconocido: y
as os mando obrar a vosotros, amigos mos!
Quiera mi destino poner siempre en mi senda a gentes sin sufrimiento, como vosotr
os,
y a gentes con quienes me sea lcito tener en comn la esperanza y la comida y la mi
el!
En verdad, yo he hecho sin duda esto y aquello en favor de los que sufren: pero
siempre
me pareca que yo obraba mejor cuando aprenda a alegrarme mejor.
Desde que hay hombres el hombre se ha alegrado demasiado poco: tan slo esto, hermanos mos, es nuestro pecado original!
Y aprendiendo a alegrarnos mejor es como mejor nos olvidamos de hacer dao a otros
y de imaginar daos.
Por eso yo me lavo la mano que ha ayudado al que sufre, por eso me limpio inclus
o el
alma.
Pues me he avergonzado de haber visto sufrir al que sufre, a causa de la vergenza
de
l157; y cuando le ayud, ofend duramente su orgullo.
Los grandes favores no vuelven agradecidos a los hombres, sino vengativos; y si
encima de ella.
Oh, contemplad esas tiendas que esos sacerdotes se han construido! Iglesias llama
n
ellos a sus cavernas de dulzona fragancia.
Oh, esa luz falsa, ese aire que huele a moho! Aqu donde al alma no le es lcito - ele
varse volando hacia su altura!
Su fe, por el contrario, ordena esto: De rodillas subid la escalera, pecadores!164
En verdad, prefiero ver incluso al hombre carente de pudor que los torcidos ojos
de su
pudor y devocin!
Quin cre para s tales cavernas y escaleras de penitencia? No fueron aquellos que
queran esconderse y se avergonzaban del cielo puro?
Y slo cuando el cielo puro vuelva a mirar a travs de techos derruidos y llegue has
ta la
hierba y la roja amapola crecidas junto a muros derruidos165, - slo entonces quie
ro yo
volver a dirigir mi corazn hacia los lugares de ese Dios.
Ellos llamaron Dios a lo que les contradeca y causaba dolor: y en verdad, mucho
herosmo haba en su adoracin! Y no supieron amar a su Dios de otro modo que clavando al hombre en la cruz!
Como cadveres pensaron vivir, de negro vistieron su cadver; tambin en sus discursos huelo yo todava el desagradable aroma de cmaras mortuorias.
Y quien vive cerca de ellos, cerca de negros estanques vive, desde los cuales ca
nta el
sapo su cancin con dulce melancola.
Mejores canciones tendran que cantarme para que yo aprendiese a creer en su reden
tor:
ms redimidos tendran que parecerme los discpulos de ese redentor!
Desnudos quisiera verlos: pues nicamente la belleza debiera predicar penitencia. M
as
a quin persuade esa tribulacin embozada!166
En verdad, sus mismos redentores no vinieron de la libertad y del sptimo cielo de
la
libertad! En verdad, ellos mismos no caminaron nunca sobre las alfombras del cono
cimiento!
De huecos se compona el espritu de esos redentores; mas en cada hueco haban colocado su ilusin, su tapahuecos, al que ellos llamaban Dios.
En su compasin se haba ahogado su espritu, y cuando se hinchaban y desbordaban de
compasin, siempre nadaba en la superficie una gran tontera.
Celosamente y a gritos conducan su rebao por su vereda: como si hacia el futuro no
hubiera ms que una sola vereda! En verdad, tambin estos pastores continuaban formando parte de las ovejasl167
Espritus pequeos y almas voluminosas tenan estos pastores: pero, hermanos mos,
qu comarcas tan pequeas han sido hasta ahora incluso las almas ms voluminosas!
Signos de sangre escribieron en el camino que ellos recorrieron, y su tontera ens
eaba
que con sangre se demuestra la verdad168.
Mas la sangre es el peor testigo de la verdad; la sangre envenena incluso la doc
trina
ms pura, convirtindola en ilusin y odio de los corazones.
Y si alguien atraviesa una hoguera por defender su doctrina, - qu demuestra eso!
Mayor cosa es, en verdad, que del propio incendio salga la propia doctrina!
Corazn trrido y cabeza fra: cuando estas cosas coinciden surge el viento impetuoso,
el redentor.
Ha habido, en verdad, hombres ms grandes y de nacimiento ms elevado que aquellos
a quienes el pueblo llama redentores, esos arrebatadores vientos impetuosos!
Y vosotros, hermanos mos, tenis que ser redimidos por hombres an ms grandes
que todos los redentores, si queris encontrar el camino que lleva a la libertad!
Nunca ha habido todava un superhombre. Desnudos he visto yo a ambos, al hombre
ms grande y al ms pequeo: Demasiado semejantes son todava entre s. En verdad, tambin al ms grande lo he encontrado - demasiado humano! As habl Zaratustra.
161
La espada dormida es imagen que Nietzsche vuelve a usar en la tercera parte, De t
ablas viejas y
nuevas, 21.
162
Alusin irnica al ltimo verso de la pera Parsifal: Erlsung dem Erlser (redencin para
edentor).
163
Reminiscencia de lo que, en Las mil y una noches, le ocurre a Sindbad el marino
en su primer viaje:
desembarca sobre el lomo de un pez enorme, creyendo que se trata de una isla.
164
Estos tres ltimos prrafos transparentan la vivencia nietzscheana de las iglesias
catlicas de Italia y,
en general, de todo templo. Nietzsche haba visto en Roma cmo los peregrinos suban d
e rodillas la Santa
Scala; vase carta escrita desde Roma, en mayo de 1883, a F. Overbeck, donde cuent
a esto. A este subir
de rodillas contrapone Zaratustra el subir volando.
165
Vase, en la tercera parte, Los siete sellos, 2, donde Zaratustra repite esta mis
ma descripcin.
166
Tribulacin embozada es calificacin que Zaratustra volver a aplicar al sacerdote en l
a cuarta parte, Jubilado.
167
Sobre el sacerdote como pastor vase la explicacin de Nietzsche en La genealoga de
la moral.
168
Sobre la sangre como demostracin de la verdad puede verse el 53 de El Anticristo
.
De los virtuosos
Con truenos y con celestes fuegos artificiales hay que hablar a los sentidos flo
jos y
dormidos.
Pero la voz de la belleza habla quedo: slo se desliza en las almas ms despiertas.
Suavemente vibr y ri hoy mi escudo; ste es el sagrado rer y vibrar de la belleza.
De vosotros, virtuosos, se ri hoy mi belleza. Y as lleg la voz de sta hasta m:
Ellos quieren adems - ser pagados!
Vosotros queris ser pagados adems, virtuosos! Queris tener una recompensa a
cambio de la virtud, y el cielo a cambio de la tierra, y la eternidad a cambio d
e vuestro
hoy?
Y os irritis conmigo porque enseo que no existe ni remunerador ni pagador? Y en
verdad, ni siquiera enseo que la virtud sea su propia recompensa.
Ay, esto es lo que me aflige: mentirosamente se ha situado en el fondo de las co
sas recompensa y castigo - y ahora tambin en el fondo de vuestras almas, virtuosos!
Mas, semejante al hocico del jabal, mi palabra debe desgarrar el fondo de vuestra
s almas; reja de arado169 quiero ser para vosotros.
Todos los secretos de vuestro fondo deben salir a luz; y cuando vosotros yazgis a
l sol
hozados y destrozados, entonces tambin vuestra mentira estar separada de vuestra v
erdad.
Pues sta es vuestra verdad: sois demasiado limpios para la suciedad de estas pala
bras:
venganza, castigo, recompensa, retribucin.
Vosotros amis vuestra virtud como la madre a su hijo; pero cundo se ha odo decir
que una madre quisiera ser pagada por su amor?
Vuestro s-mismo ms querido es vuestra virtud. Sed de anillo hay en vosotros: para
volver a alcanzarse a s mismo lucha y gira todo anillo.
Y semejante a la estrella que se extingue es toda obra de vuestra virtud: su luz
contina
estando siempre en camino y en marcha - y cundo dejar de estar en camino?
As la luz de vuestra virtud contina estando en camino aunque ya la obra est hecha.
sta puede estar olvidada y muerta: su rayo de luz vive todava y camina.
Que vuestra virtud sea vuestro s-mismo, y no algo extrao, una piel, un manto: sa es
la verdad que brota del fondo de vuestra alma, virtuosos! Mas recientemente hay algunos para quienes la virtud significa convulsiones bajo
un ltigo: y, para m, vosotros habis escuchado demasiado los gritos de ellos!
Y hay otros que llaman virtud al hecho de que sus vicios se vuelvan perezosos; y
cuando su odio y sus celos estiran alguna vez los miembros, entonces su justicia se de
spabila y se restriega los adormilados ojos.
Y hay otros que son arrastrados hacia abajo: sus demonios los arrastran. Pero cu
anto
ms se hunden, tanto ms ardientes relucen sus ojos y el ansia de su Dios.
Ay, tambin los gritos de stos llegaron hasta vuestros odos, virtuosos: lo que yo no
soy, eso, eso son para m Dios y virtud!
Y hay otros que llevan mucho peso y por ello rechinan, igual que carros que cond
ucen
piedras cuesta abajo: hablan mucho de dignidad y de virtud - a su freno llmanlo vi
rtud!
Y hay otros que son semejantes a relojes a los que se les ha dado cuerda; produc
en su
tic-tac, y quieren que al tic-tac - se lo llame virtud.
En verdad, con stos me divierto: cuando yo encuentre tales relojes les dar cuerda
con
mi mofa; y ellos debern encima ronronear!170
Y otros estn orgullosos de su puado de justicia y a causa de ella cometen crmenes
contra todas las cosas: de tal manera que el mundo se ahoga en su injusticia.
Ay, qu desagradablemente les sale de la boca la palabra virtud! Y cuando dicen:
Yo soy justo, esto suena siempre igual que: yo estoy vengado!171
Con su virtud quieren sacar los ojos a sus enemigos; y se elevan tan slo para hum
illar
a otros172.
Y tambin hay quienes se sientan en su charca y hablan as desde el caaveral: Virtud
- es sentarse en silencio en la charca.
Nosotros no mordemos a nadie y nos apartamos del camino de quien quiere morder;
y
en todo tenemos la opinin que se nos da.
Y tambin hay quienes aman los gestos y piensan: la virtud es una especie de gesto
.
Sus rodillas adoran siempre, y sus manos son alabanzas de la virtud, pero su cor
azn
nada sabe de ello.
Y tambin hay quienes consideran virtud el decir: La virtud es necesaria; pero en el
fondo creen nicamente que la polica es necesaria.
Y muchos que son incapaces de ver lo elevado en los hombres llaman virtud a ver
ellos
muy de cerca su bajeza: as llaman virtud a su malvada mirada173.
Y algunos quieren ser edificados y elevados, y llaman a eso virtud; y otros quie
ren ser
derribados - y tambin lo llaman virtud.
Y de este modo casi todos creen participar de la virtud; y al menos quiere cada
uno ser
experto en bien y mal174.
Mas Zaratustra no ha venido para decir a todos estos mentirosos y necios: Qu sabis
vosotros de virtud! Qu podrais vosotros saber de virtud!
Sino para que vosotros, amigos mos, os cansis de las viejas palabras que habis
aprendido de los necios y mentirosos: Os cansis de las palabras recompensa, retribucin, castigo, venganza en la justicia Os cansis de decir: Una accin es buena si es desinteresada.
Ay, amigos mos! Que vuestro s-mismo est en la accin como la madre est en el
hijo: sea sa vuestra palabra acerca de la virtud!
En verdad, os he quitado sin duda cien palabras y los juguetes ms queridos a vues
tra
virtud; y ahora os enfadis conmigo como se enfadan los nios.
Estaban ellos jugando a orillas del mar, - entonces vino la ola y arrastr su jugu
ete al
fondo: ahora lloran.
Pero la misma ola debe traerles nuevos juguetes y arrojar ante ellos nuevas conch
as
multicolores!
As sern consolados; e igual que ellos, tambin vosotros, amigos mos, tendris vuestros consuelos - y nuevas conchas multicolores! As habl Zaratustra.
169
La reja del arado es el ttulo que Nietzsche pens dar en un principio a su obra Au
rora.
170
En esta misma segunda parte, De los doctos, repetir Zaratustra esta irnica metfora
de los relojes,
aplicndola all a los doctos.
171
Nietzsche puede afirmar que, en alemn, yo soy justo suena igual que yo soy vengado,
valindose de la semejanza fontica existente en aquella lengua entre ambas expresiones: i
ch bin gerecht (yo soy
justo), ich bin gercht (yo estoy vengado).
172
Parfrasis del Evangelio de Mateo, 23, 12: Pues el que se ensalce ser humillado; y
el que se humille
ser ensalzado.
173
En Ms all del bien y del mal hace Nietzsche la siguiente variacin sobre este pensa
miento: Quien
no quiere ver lo elevado de un hombre fija su vista de un modo tanto ms penetrant
e en aquello que en l es
bajo y superficial -traicionndose a s mismo con ello. La variacin fundamental est en
el paso de no ser
capaz de ver (aqu) a no querer ver (all).
174
Vase, en la parte tercera, De tablas viejas y nuevas, 2, donde Zaratustra volver
a reprobar la vieja
presuncin de los hombres de saber ya hace mucho tiempo qu es el bien y el mal para
ellos.
De la chusma
La vida es un manantial de placer; pero donde la chusma va a beber con los dems,
all
todos los pozos quedan envenenados.
Por todo lo limpio siento inclinacin; pero no soporto ver los hocicos de mofa y l
a sed
de los impuros.
Han lanzado sus ojos al fondo del pozo: ahora me sube del pozo el reflejo de su
repugnante sonrisa.
El agua santa la han envenenado con su lascivia; y como llamaron placer a sus su
cios
sueos, han envenenado incluso las palabras.
Se enfada la llama cuando ellos ponen al fuego sus hmedos corazones; tambin el espritu borbotea y humea cuando la chusma se acerca al fuego.
Dulzona y excesivamente blanda se pone en su mano la fruta: al rbol frutal su mir
ada
lo vuelve fcil de desgajar por el viento y le seca el ramaje.
Y ms de uno que se apart de la vida, se apart tan slo de la chusma: no quera compartir pozo y llama y fruta con la chusma.
Y ms de uno que se march al desierto y padeci sed con los animales rapaces, nicamente quera no sentarse con camelleros sucios en torno a la cisterna.
Y ms de uno que vino como aniquilador y como granizada para todos los campos de
frutos, slo quera meter su pie en la boca de la chusma y as tapar su gaznate.
Y el bocado que ms se me ha atragantado no es saber que la vida misma necesita en
emistad y muerte y cruces de tortura: Sino que una vez pregunt, y casi me asfixi con mi pregunta: Cmo? La vida tiene
necesidad tambin de la chusma? Se necesitan pozos envenenados, y fuegos malolientes, y sueos ensuciados, y gusanos en el pan de la vida?
No mi odio, sino mi nusea es la que se ha cebado insaciablemente en mi vida! Ay, a
menudo me cans del espritu cuando encontr que tambin la chusma es rica de espritu!
Y a los que dominan les di la espalda cuando vi lo que ellos llaman ahora domina
r: chalanear y regatear por el poder - con la chusma!
Entre pueblos de lengua extraa he habitado con los odos cerrados: para que la leng
ua
de su chalaneo permaneciese extraa a m, y su regatear por el poder.
Y tapndome la nariz he pasado con disgusto a travs de todo ayer y todo hoy: en verdad, todo ayer y todo hoy hiede a chusma que escribe!
Igual que un lisiado que se hubiera quedado sordo y ciego y mudo: as viv yo largo
tiempo, para no vivir con la chusma del poder, de la pluma y de los placeres.
Fatigosamente suba escaleras mi espritu, y con cautela; limosnas de placer fueron
su
alivio; apoyada en el bastn se arrastraba la vida para el ciego.
Qu me ocurri, sin embargo? Cmo me redim de la nusea? Quin rejuveneci
mis ojos? Cmo vol hasta la altura en la que ninguna chusma se sienta ya junto al po
zo?
Mi propia nusea me proporcion alas y me dio fuerzas que presienten las fuentes?
En verdad, hasta lo ms alto tuve que volar para reencontrar el manantial del place
r!
Oh, lo encontr, hermanos mos! Aqu en lo ms alto brota para m el manantial del
placer! Y hay una vida de la cual no bebe la chusma con los dems!
Casi demasiado violenta resulta tu corriente para m, fuente del placer! Y a menudo
has vaciado de nuevo la copa queriendo llenarla!
Y todava tengo que aprender a acercarme a ti con mayor modestia: con demasiada vi
olencia corre an mi corazn a tu encuentro: Mi corazn, sobre el que arde mi verano, el breve, ardiente, melanclico, sobrebienaventurado: cmo apetece mi corazn estival tu frescura!
Disipada se halla la titubeante tribulacin de mi primavera! Pasada est la maldad de
mis copos de nieve de junio! En verano me he transformado enteramente y en medioda
de verano!
Un verano en lo ms alto, con fuentes fras y silencio bienaventurado: oh, venid, ami
gos mos, para que el silencio resulte an ms bienaventurado!
Pues sta es nuestra altura y nuestra patria: en un lugar demasiado alto y abrupto
habitamos nosotros aqu para todos los impuros y para su sed.
Lanzad vuestros ojos puros en el manantial de mi placer, amigos mos! Cmo habra
l de enturbiarse por ello! En respuesta os reir con su pureza!
En el rbol Futuro construimos nosotros nuestro nido; guilas deben traernos en sus
picos alimento a nosotros los solitarios!175
En verdad, no un alimento del que tambin a los impuros les est permitido comer!
Fuego creeran devorar y se abrasaran los hocicos!
En verdad, aqu no tenemos preparadas moradas para impuros! Una caverna de hielo
significara para sus cuerpos nuestra felicidad, y para sus espritus!
Y cual vientos fuertes queremos vivir por encima de ellos, vecinos de las guilas,
vecinos de la nieve, vecinos del sol: as es como viven los vientos fuertes.
E igual que un viento quiero yo soplar todava alguna vez entre ellos, y con mi es
pritu
cortar la respiracin a su espritu: aslo quiere mi futuro.
En verdad, un viento fuerte es Zaratustra para todas las hondonadas; y este cons
ejo da a
sus enemigos y a todo lo que esputa y escupe: Guardaos de escupir contra el viento!176
As habl Zaratustra.
175
Reminiscencia de 1 Reyes, 17, 6: Los cuervos le llevaban [a Elas] pan por la maana
y carne por la
tarde. Aqu son guilas las que llevan la comida a los solitarios.
176
En Ecce homo cita Nietzsche un largo fragmento de este captulo (desde Pero qu me ha
sucedido?... hasta aqu) como ejemplo de la manera de hablar Zaratustra sobre la redencin d
e la nusea.
De las tarntulas177
Mira, sa es la caverna de la tarntula! Quieres verla a ella misma? Aqu cuelga su tela; tcala, para que tiemble. Ah viene dcilmente: bien venida, tarntula! Negro se
asienta sobre tu espalda tu tringulo y emblema; y yo conozco tambin lo que se asie
nta
en tu alma.
Venganza se asienta en tu alma: all donde t muerdes, se forma una costra negra; con
la venganza produce tu veneno vrtigos al alma!
As os hablo en parbola a vosotros los que causis vrtigos a las almas, vosotros los
predicadores de la igualdad! Tarntulas sois vosotros para m, y vengativos escondido
s!
Pero yo voy a sacar a luz vuestros escondrijos: por eso me ro en vuestra cara con
mi
carcajada de la altura.
Por eso desgarro vuestra tela, para que vuestra rabia os induzca a salir de vues
tras cavernas de mentiras, y vuestra venganza destaque detrs de vuestra palabra justicia.
Pues que el hombre sea redimido de la venganza: se es para m el puente hacia la su
prema esperanza y un arco iris despus de prolongadas tempestades.
Mas cosa distinta es, sin duda, lo que las tarntulas quieren. Llmese para nosotras
justicia precisamente esto, que el mundo se llene de las tempestades de nuestra
venganza - as hablan ellas entre s.
Venganza queremos ejercer, y burla de todos los que no son iguales a nosotros - es
to
se juran a s mismos los corazones de tarntulas.
Y voluntad de igualdad - ste debe llegar a ser en adelante el nombre de la virtud; y
contra todo lo que tiene poder queremos nosotros elevar nuestros gritos!
Vosotros predicadores de la igualdad, la demencia tirnica de la impotencia es lo
que en
vosotros reclama a gritos igualdad: vuestras ms secretas ansias tirnicas se disfrazan
,
pues, con palabras de virtud!
Presuncin amargada, envidia reprimida, tal vez presuncin y envidia de vuestros padres: de vosotros brota eso en forma de llama y de demencia de la venganza.
Lo que el padre call, eso habla en el hijo; y a menudo he encontrado que el hijo
era el
desvelado secreto del padre.
A los entusiastas se asemejan: pero no es el corazn lo que los entusiasma, - sino
la
venganza. Y cuando se vuelven sutiles y fros, no es el espritu, sino lo envidia lo
que los
hace sutiles y fros.
Sus celos los conducen tambin a los senderos de los pensadores; y ste es el signo
caracterstico de sus celos - van siempre demasiado lejos: hasta el punto de que su
cansancio tiene finalmente que echarse a dormir incluso sobre nieve.
En cada una de sus quejas resuena la venganza, en cada uno de sus elogios hay un
agravio; y ser jueces les parece la bienaventuranza.
Mas yo os aconsejo as a vosotros, amigos mos: desconfiad de todos aquellos en quienes es poderosa la tendencia a imponer castigos!
se es pueblo de ndole y origen malos; desde sus rostros miran el verdugo y el sabu
eso.
Desconfiad de todos aquellos que hablan mucho de su justicia! En verdad, a sus al
mas
no es miel nicamente lo que les falta.
Y si se llaman a s mismos los buenos y justos, no olvidis que a ellos, para ser fari
ailarn,
nunca ser un bailarn picado por la tarntula!181 As habl Zaratustra.
177
Este apartado es un ejemplo ms de la atmsfera italiana de esta segunda parte de As h
abl Zaratustra. De ese modo se entiende igualmente la alusin final a la tarantela.
178
Vase, en esta segunda parte, De los doctos.
179
Variacin sobre el fragmento 51 (Diels-Kranz) de Heraclito: No entienden cmo, al di
verger, se
converge consigo mismo: armona propia del tender en direcciones opuestas, como la
del arco y la de la
lira.
180
Reminiscencia clsica: tambin Ulises pide a sus compaeros que lo aten al mstil de la
nave para no
ser arrastrado por los cantos de las sirenas. Vase Odisea, canto XII.
181
La traduccin castellana manifiesta slo uno de los dos sentidos que tiene simultnea
mente la expresin alemana Tarantel-Tnzer: el que baila la tarantela y el que gira bailando por h
aber sido picado por una
tarntula. A la picadura de la tarntula se le atribuan antiguamente extraos efectos n
erviosos; y tambin a
la danza llamada tarantela se le atribuan poderes curativos contra esa picadura.
De los sabios famosos
Al pueblo habis servido, y a la supersticin del pueblo, todos vosotros, sabios fam
osos! - y no a la verdad! Y precisamente por esto se os tributaba veneracin.
Y tambin por esto se soportaba vuestra incredulidad, ya que sta era un ardid y un
camino indirecto para llegar al pueblo. As deja el seor plena libertad a sus esclavo
s y se
divierte adems con la petulancia de stos.
Mas quien al pueblo le resulta odioso, como se lo resulta un lobo a los perros: s
e es el
espritu libre, el enemigo de las cadenas, el que no adora, el que habita en los b
osques.
Arrojarlo de su cobijo - eso es lo que ha significado siempre para el pueblo el s
entido
de lo justo: contra l contina azuzando a sus perros de ms afilados dientes.
Pues la verdad est aqu: ya que aqu est el pueblo! Ay, ay de los que buscan! - as
se viene diciendo desde siempre.
A vuestro pueblo querais darle razn en su veneracin: a eso lo llamasteis voluntad
de verdad vosotros, sabios famosos! Y vuestro corazn se deca siempre a s mismo:
del pueblo he venido: de all me ha venido tambin la voz de Dios182.
Duros de cerviz y prudentes, como el asno, habis sido siempre vosotros en cuanto
abogados del pueblo.
Y ms de un poderoso que quera marchar bien con el pueblo enganch delante de sus
corceles - un asnillo, un sabio famoso.
Y ahora yo quisiera, sabios famosos, que por fin arrojaseis totalmente de vosotro
s la
piel de len!
La piel del animal de presa, de manchas multicolores, y las melenas del que inves
tiga,
busca, conquista!
Ay, para que yo aprendiera a creer en vuestra veracidad tendrais primero que hacer
pedazos vuestra voluntad veneradora!
Veraz - as llamo yo a quien se marcha a desiertos sin dioses y ha hecho pedazos s
u corazn venerador.
En medio de la arena amarilla, y quemado por el sol, ciertamente mira a hurtadil
las, sediento, hacia los oasis abundantes en fuentes, en donde seres vivos reposan bajo
oscuros
rboles.
Pero su sed no le persuade a hacerse igual a aquellos comodones: pues donde hay
oasis,
all hay tambin imgenes de dolos.
Hambrienta, violenta, solitaria, sin dios: as es como se quiere a s misma la volun
tad
leonina.
Emancipada de la felicidad de los siervos, redimida de dioses y adoraciones, impv
ida
y pavorosa, grande y solitaria: as es la voluntad del veraz.
En el desierto han habitado desde siempre los veraces, los espritus libres, como
seores
del desierto; pero en las ciudades habitan los bien alimentados y famosos sabios
, - los
animales de tiro.
Siempre, en efecto, tiran ellos, como asnos, - del carro del pueblo!
No es que yo me enfade por esto con ellos: mas para m siguen siendo servidores, y
uncidos, aunque brillen con arreos de oro.
Y a menudo han sido servidores buenos y dignos de alabanza. Pues as habla la virt
ud:
Si tienes que ser servidor, busca a aquel a quien ms aprovechen tus servicios!
El espritu y la virtud de tu seor deben crecer por el hecho de ser t su servidor: as
creces t mismo junto con el espritu y con la virtud de aqul!
Y en verdad, vosotros sabios famosos, vosotros servidores del pueblo! Vosotros mi
smos habis crecido junto con el espritu y con la virtud del pueblo - y el pueblo med
iante
vosotros! En vuestro honor digo yo esto!
Mas pueblo segus siendo vosotros para m, incluso en vuestras virtudes, pueblo de o
jos
miopes, - pueblo que no sabe qu es espritu!
Espritu es la vida que se saja a s misma en vivo183: con el propio tormento aument
a su
propio saber - sabais ya esto?
Y la felicidad del espritu es sta: ser ungido y ser consagrado con lgrimas para vcti
ma del sacrificio - sabais ya esto? Y la ceguera del ciego y su buscar y tantear d
eben
seguir dando testimonio del poder del sol al que mir - sabais ya esto?
Y el hombre que conoce debe aprender a edificar con montaas! Es poco que el espritu traslade montaas184 - sabais ya esto?
Vosotros conocis slo chispas del espritu: pero no veis el yunque que l es, ni la
crueldad de su martillo!
En verdad, no conocis el orgullo del espritu! Pero an menos soportarais la modestia del espritu, si alguna vez ella quisiera hablar!
Y nunca todava os ha sido lcito arrojar vuestro espritu a una fosa de nieve; no sois
bastante ardientes para ello! Por esto tampoco conocis los xtasis de su frialdad.
182
Alusin a la conocida frase vox populi, vox Dei (la voz del pueblo es la voz de D
ios).
183
El concienzudo del espritu dir ms tarde a Zaratustra, en la conversacin que mantendr
on l,
que fue precisamente esa enseanza la que lo indujo a seguirlo. Vase, en la cuarta
parte, La sanguijuela.
Vase tambin, en la tercera parte, De tablas viejas y nuevas, 7.
184
Trasladar montaas es expresin bblica. Vase el Evangelio de Mateo, 17, 20: Tenis poca
. Os
aseguro que si tuvierais fe como un grano de mostaza le dirais a aquella montaa de
all que viniera y
vendra.
185
Alusin ala frase del Apocalipsis, 3,15-16: Ojal fueras fro o caliente! Mas como eres
tibio, y ni
fro ni caliente, voy a vomitarte de mi boca.
La cancin de la noche186
Es de noche: ahora hablan ms fuerte todos los surtidores. Y tambin mi alma es un
surtidor187.
Es de noche: slo ahora se despiertan todas las canciones de los amantes. Y tambin
mi
alma es la cancin de un amante.
En m hay algo insaciado, insaciable, que quiere hablar. En m hay un ansia de amor,
que habla asimismo el lenguaje del amor.
Luz soy yo: ay, si fuera noche! Pero sta es mi soledad, el estar circundado de luz
.
Ay, si yo fuese oscuro y nocturno! Cmo iba a sorber los pechos de la luz!
Y aun a vosotras iba a bendeciros, vosotras pequeas estrellas centelleantes y gusa
nos
relucientes all arriba! - y a ser dichoso por vuestros regalos de luz.
Pero yo vivo dentro de mi propia luz, yo reabsorbo en m todas las llamas que de m
sa-
len.
No conozco la felicidad del que toma; y a menudo he soado que robar tiene que ser
an ms dichoso que tornar188.
sta es mi pobreza, el que mi mano no descansa nunca de dar; sta es mi envidia, el
ver
ojos expectantes y las despejadas noches del anhelo.
Oh desventura de todos los que regalan! Oh eclipse de mi sol! Oh ansia de ansiar!
Oh hambre ardiente en la saciedad!
Ellos toman de m: pero toco yo siquiera su alma? Un abismo hay entre tomar y dar;
el
abismo ms pequeo es el ms difcil de salvar189.
Un hambre brota de mi belleza: dao quisiera causar a quienes ilumino, saquear qui
siera a quienes colmo de regalos: - tanta es mi hambre de maldad.
Retirar la mano cuando ya otra mano se extiende hacia ella; semejante a la casca
da, que
sigue vacilando en su cada: - tanta es mi hambre de maldad.
Tal venganza se imagina mi plenitud; tal perfidia mana de mi soledad.
Mi felicidad en regalar ha muerto a fuerza de regalar, mi virtud se ha cansado de
s
misma por su sobreabundancia!
Quien siempre regala corre peligro de perder el pudor; a quien siempre distribuy
e frmansele, a fuerza de distribuir, callos en las manos y en el corazn.
Mis ojos no se llenan ya de lgrimas ante la vergenza de los que piden; mi mano se
ha
vuelto demasiado dura para el temblar de manos llenas.
Adnde se fueron la lgrima de mi ojo y el plumn de mi corazn? Oh soledad de todos los que regalan! Oh taciturnidad de todos los que brillan!
Muchos soles giran en el espacio desierto: a todo lo que es oscuro hblanle con su
luz, para m callan.
Oh, sta es la enemistad de la luz contra lo que brilla, el recorrer despiadada su
s rbitas.
Injusto en lo ms hondo de su corazn contra lo que brilla: fro para con los soles, as
camina cada sol.
Semejantes a una tempestad recorren los soles sus rbitas, se es su caminar. Siguen
su
voluntad inexorable, sa es su frialdad.
Oh, slo vosotros los oscuros, los nocturnos, sacis calor de lo que brilla! Oh, slo
vosotros bebis leche y consuelo de las ubres de la luz!
Ay, hielo hay a mi alrededor, mi mano se abrasa al tocar lo helado!190 Ay, en m hay
sed, que desfallece por vuestra sed!
Es de noche: ay, que yo tenga que ser luz! Y sed de lo nocturno! Y soledad!
Es de noche: ahora, cual una fuente, brota de m mi deseo, - hablar es lo que dese
o.
Es de noche: ahora hablan ms fuerte todos los surtidores. Y tambin mi alma es un
surtidor
Es de noche: ahora se despiertan todas las canciones de los amantes. Y tambin mi
alma es la cancin de un amante.
As cant Zaratustra.
186
Ttulos anteriores previstos por Nietzsche para este apartado fueron: Luz soy yo
y La cancin de la so-
chachas: junto al pozo est tendido, quieto, con los ojos cerrados.
En verdad, se me qued dormido en pleno da, el haragn! Es que acaso corri demasiado tras las mariposas?
No os enfadis conmigo, bellas bailarinas, si castigo un poco al pequeo dios! Gritar
ciertamente y llorar, - mas a risa mueve l incluso cuando llora!
Y con lgrimas en los ojos debe pediros un baile; y yo mismo quiero cantar una can
cin
para su baile:
Una cancin de baile y de mofa contra el espritu de la pesadez, mi supremo y ms poderoso diablo, del que ellos dicen que es el seor de este mundo191. Y sta es la cancin que Zaratustra cant mientras Cupido y las muchachas bailaban
juntos:
En tus ojos he mirado hace un momento, oh vida!192 Y en lo insondable me pareci
hundirme.
Pero t me sacaste fuera con un anzuelo de oro; burlonamente te reste cuando te lla
m
insondable.
se es el lenguaje de todos los peces, dijiste; lo que ellos no pueden sondar, es i
nsondable.
Pero yo soy tan slo mudable, y salvaje, y una mujer en todo, y no virtuosa:
Aunque para vosotros los varones me llame la profunda, o la fiel, la eterna, la llena de misterio.
Vosotros los varones, sin embargo, me otorgis siempre como regalo vuestras propia
s
virtudes - ay, vosotros virtuosos!
As rea la increble; mas yo nunca la creo, ni a ella ni a su risa, cuando habla mal
de s
misma.
Y cuando habl a solas con mi sabidura salvaje, me dijo encolerizada: T quieres, t
deseas, t amas, slo por eso alabas t la vida!
A punto estuve de contestarle mal y de decirle la verdad a la encolerizada; y no
se puede contestar peor que diciendo la verdad a nuestra propia sabidura.
As estn, en efecto, las cosas entre nosotros tres. A fondo yo no amo ms que a la vi
da
- y, en verdad, sobre todo cuando la odio!
Y el que yo sea bueno con la sabidura, y a menudo demasiado bueno: esto se debe a
que ella me recuerda totalmente a la vida!
Tiene los ojos de ella, su risa, e incluso su urea caa de pescar: qu puedo yo hacer
si
las dos se asemejan tanto?
Y una vez, cuando la vida me pregunt: Quin es, pues, sa, la sabidura? - yo me
apresur a responder: Ah s!, la sabidura!
Tenemos sed de ella y no nos saciamos, la miramos a travs de velos, la intentamos
apresar con redes.
Es hermosa? Qu se yo! Pero hasta las carpas ms viejas continan picando en. su cebo.
Mudable y terca es; a menudo la he visto morderse los labios y peinarse a contra
pelo.
Acaso es malvada y falsa, y una mujer en todo; pero cabalmente cuando habla mal
de s
es cuando ms seduce.
Cuando dije esto a la vida ella ri malignamente y cerr los ojos. De quin ests
hablando?, dijo, sin duda de m?
Y aunque tuvieras razn, - decirme eso as a la cara! Pero ahora habla tambin de tu
sabidura.
Ay, y entonces volviste a abrir tus ojos, oh vida amada! Y en lo insondable me pa
reci
hundirme all de nuevo. As cant Zaratustra. Mas cuando el baile acab y las muchachas se hubieron ido de all
sintise triste.
Hace ya mucho que se puso el sol, dijo por fin; el prado est hmedo, de los bosques
llega fro.
Algo desconocido est a mi alrededor y mira pensativo. Cmo! T vives todava, Zaratustra?
Por qu? Para qu? Con qu? Hacia dnde? Dnde? Cmo? No es tontera vivir
todava? Ay, amigos mios, el atardecer es quien as pregunta desde m. Perdonadme mi tristeza!
El atardecer ha llegado: perdonadme que el atardecer haya llegado!
As habl Zaratustra.
191
As llama el Evangelio de Juan, 12, 31, al demonio (palabras de Jess a Andrs y Feli
pe, anunciando
su glorificacin por la muerte): Ahora comienza un juicio contra el orden presente,
y ahora el seor de
este mundo ser arrojado fuera. Pero yo, cuando me levanten de la tierra, tirar de
todos hacia m.
192
Con estas mismas palabras comenzar tambin La otra cancin del baile, en la tercera
parte de esta
obra.
La cancin de los sepulcros193
All est la isla de los sepulcros, la silenciosa; all estn tambin los sepulcros de mi
juventud. A ella quiero llevar una corona siempre verde de vida.
Con este propsito en el corazn atraves el mar. Oh vosotras, visiones y apariciones de mi juventud! Oh vosotras, miradas todas del
amor, vosotros instantes divinos! Qu aprisa habis muerto para m! Me acuerdo de vosotros hoy como de mis muertos.
De vosotros, muertos queridsimos, llega hasta m un dulce aroma que desata el corazn
y las lgrimas. En verdad, ese aroma conmueve y alivia el corazn al navegante solit
ario.
An contino siendo el ms rico y el ms digno de envidia - yo el ms solitario! Pues
yo os tuve a vosotros, y vosotros me tuvisteis a m: decid, La quin le cayeron del r
bol,
como a m, tales manzanas de rosa?194
An contino siendo heredero de vuestro amor, y tierra que en recuerdo vuestro flore
ce
con multicolores virtudes silvestres, oh vosotros amadsimos!
Ay, estbamos hechos para permanecer prximos unos a otros, oh propicios y extraos
prodigios; y vinisteis a m y a mi deseo no como tmidos pjaros - no, sino como confia
dos al confiado!
S, hechos para la fidelidad, como yo, y para delicadas eternidades: y ahora tengo
que
denominaros por vuestra infidelidad, oh miradas e instantes divinos: ningn otro n
ombre
he aprendido todava.
En verdad, demasiado aprisa habis muerto para m, vosotros fugitivos. Pero no huist
eis
de m, tampoco yo hu de vosotros: inocentes somos unos para otros en nuestra infide
lidad.
Para matarme a m os estrangularon a vosotros, pjaros cantores de mis esperanzas! S,
contra vosotros, queridsimos, dispar la maldad siempre sus flechas - para dar en mi
corazn!
Y acert! Porque vosotros erais lo ms querido a mi corazn, mi posesin y mi serposedo: por eso tuvisteis que morir jvenes y demasiado pronto!
Contra lo ms vulnerable que yo posea dispararon ellos la flecha: lo erais vosotros,
cuya piel es semejante a una suave pelusa, y, ms todava, a la sonrisa que fenece a
causa
de una mirada!
Pero estas palabras quiero decir a mis enemigos: qu son todos los homicidios al la
do
de lo que me habis hecho!
Algo peor me habis hecho que todos los homicidios; algo irrecuperable me habis qui
tado: - as os hablo a vosotros, enemigos mos!
Pues habis asesinado las visiones y los amadsimos prodigios de mi juventud! Me
habis quitado mis compaeros de juego, los espritus bienaventurados! En recuerdo suy
o
deposito esta corona y esta maldicin.
Esta maldicin contra vosotros, enemigos mos! Pues acortasteis mi eternidad, as
como un sonido se quiebra en noche fra! Casi tan slo como un relampagueo de ojos
divinos lleg hasta m, - como un instante!
As dijo una vez en hora favorable mi pureza: Divinos deben ser para m todos los seres.
Entonces casteis sobre m con sucios fantasmas, ay, adnde huy aquella hora favorable!
Todos los das deben ser santos para m - as habl en otro tiempo la sabidura de mi
juventud195: en verdad, palabras de una sabidura gaya!
Pero entonces vosotros los enemigos me robasteis mis noches y las vendisteis a u
n tormento insomne: ay, adnde huy aquella sabidura gaya?
En otro tiempo yo estaba ansioso de auspicios felices: entonces hicisteis que se
me cruzase en el camino un bho monstruoso, repugnante. Ay, adnde huy entonces mi tierna
ansia?
A toda nusea promet yo en otro tiempo renunciar: entonces transformasteis a mis
allegados y prjimos en llagas purulentas. Ay, adnde huy entonces mi ms noble
promesa?
Como un ciego recorr en otro tiempo caminos bienaventurados: entonces arrojasteis
inmundicias al camino del ciego: y l sinti nuseas del viejo sendero de ciegos.
Y cuando realic mi empresa ms dificil y celebraba la victoria de mis superaciones:
entonces hicisteis gritar a quienes me amaban que yo era quien ms dao les haca.
En verdad, se fue siempre vuestro obrar: transformasteis en hiel mi mejor miel y
la laboriosidad de mis mejores abejas.
A mi benevolencia enviasteis siempre los mendigos ms insolentes; en torno a mi co
mpasin amontonasteis siempre a aquellos cuya desvergenza no tena curacin. As heristeis a mi virtud en su fe.
Y si yo llevaba al sacrificio lo ms santo de m: al instante vuestra piedad aada sus
dones ms grasientos: de tal manera que en el vaho de vuestra grasa quedaba sofoca
do
hasta lo ms santo de m.
Y en otro tiempo quise bailar como jams haba bailado yo hasta entonces: ms all de
todos los cielos quise bailar. Entonces persuadisteis a mi cantor ms amado.
Y ste enton una horrenda y pesada meloda; ay, la toc a mis odos como un ttrico
cuerno!
Cantor asesino, instrumento de la maldad, inocentsimo! Ya estaba yo dispuesto para
el mejor baile: entonces asesinaste con tus sones mi xtasis!
Slo en el baile s yo decir el smbolo de las cosas supremas: - y ahora mi smbolo supremo se me ha quedado inexpreso en mis miembros!
Inexpresa y no liberada qued en m la suprema esperanza! Y se me murieron todas
las visiones y consuelos de mi juventud!
Cmo soport aquello? Cmo venc y super tales heridas?196 Cmo volvi mi alma
a resurgir de esos sepulcros?
S, algo invulnerable, insepultable hay en m, algo que hace saltar las rocas: se ll
ama mi
voluntad. Silenciosa e incambiada avanza a travs de los aos.
Su camino quiere recorrerlo con mis pies mi vieja voluntad; duro de corazn e invu
lnerable es para ella el sentido.
Invulnerable soy nicamente en mi taln197. Todava sigues viviendo ah y eres idntica a ti misma, pacientsima! Siempre conseguiste atravesar todos los sepulcros!
En ti vive todava lo irredento de mi juventud; y como vida y juventud ests t ah sentada, llena de esperanzas, sobre amarillas ruinas de sepulcros.
S, todava eres t para m la que reduce a escombros todos los sepulcros: salud a ti,
voluntad ma! Y slo donde hay sepulcros hay resurrecciones. As cant Zaratustra.
193
Otro ttulo previsto por Nietzsche para este apartado en sus manuscritos era La fi
esta de los muertos.
Ciertos comentaristas han querido ver en La cancin de los sepulcros una sumaria e
numeracin de las
diversas desilusiones y afrentas, reales o imaginarias, sufridas por Nietzsche e
n su vida. El propio ttulo es
sin duda una reminiscencia de la isla de San Michele, cementerio de Venecia, lla
mada tambin isla de los
muertos, y que ciertamente Nietzsche vea desde su ventana cuando en Venecia resida
en Fundamenta
Nuove. El buho monstruoso y repugnante representara al fillogo (Wilamowitz von Mllend
orff) que se
atraves en su carrera de catedrtico universitario. El cantor ms amado, que, sin embar
go, le entona una
horrenda y pesada meloda, sera Wagner, que le haba insultado en su artculo Pblico y po
ularidad,
publicado en los Bayreuther Bltter (Hojas de Bayreuth); y as sucesivamente.
194
Sobre las manzanas de rosa vase luego la nota 416.
195
La primera edicin de La gaya ciencia llevaba como motto esta cita de Emerson: El
poeta y el sabio
consideran amigas y sagradas todas las cosas, tiles todas las vivencias, santos t
odos los das, divinos todos
los hombres. En la segunda edicin sustituy esta cita por los cuatro versos siguient
es:
Yo habito en mi propia casa,
Pero en todo lugar en que encontr seres vivientes o hablar tambin de obediencia. To
do ser viviente es un ser obediente.
Y esto es lo segundo: Se le dan rdenes al que no sabe obedecerse a s mismo. As es l
a
ndole de los vivientes.
Pero esto es lo tercero que o: que mandar es ms difcil que obedecer. Y no slo porque el que manda lleva el peso de todos los que obedecen, y ese peso fcilmente lo
aplasta: Un ensayo y un riesgo advert en todo mandar; y siempre que el ser vivo manda se
arriesga a s mismo al hacerlo.
An ms, tambin cuando se manda a s mismo tiene que expiar su mandar. Tiene que
ser juez y vengador y vctima de su propia ley.
Cmo ocurre esto!, me preguntaba. Qu es lo que persuade a lo viviente a obedecer y
a mandar y a ejercer obediencia incluso cuando manda?
Escuchad, pues, mi palabra, sapientsimos! Examinad seriamente si yo me he deslizado hasta el corazn de la vida y hasta las races de su corazn!
En todos los lugares donde encontr seres vivos encontr voluntad de poder; e inclus
o
en la voluntad del que sirve encontr voluntad de ser seor.
A servir al ms fuerte, a eso persudele al ms dbil su voluntad, la cual quiere ser du
ea de lo que es ms dbil todava: a ese solo placer no le gusta renunciar.
Y as como lo ms pequeo se entrega a lo ms grande, para disfrutar de placer y poder
sobre lo mnimo: as tambin lo mximo se entrega y por amor al poder - expone la vida.
sta es la entrega de lo mximo, el ser riesgo y peligro y un juego de dados con la
muerte.
Y donde hay inmolacin y servicios y miradas de amor: all hay tambin voluntad de
ser seor. Por caminos tortuosos se desliza lo ms dbil hasta el castillo y hasta el
corazn del ms poderoso - y le roba poder.
Y este misterio me ha confiado la vida misma. Mira, dijo, yo soy lo que tiene que
superarse siempre a s mismo.
En verdad, vosotros llamis a esto voluntad de engendrar o instinto de finalidad,
de algo ms alto, ms lejano, ms vario: pero todo eso es una nica cosa y un nico misterio.
Prefiero hundirme en mi ocaso antes que renunciar a esa nica cosa; y, en verdad,
donde hay ocaso y caer de hojas, mira, all la vida se inmola a s misma - por el poder!
Pues yo tengo que ser lucha y devenir y finalidad y contradiccin de las finalidad
es:
ay, quien adivina mi voluntad, se adivina sin duda tambin por qu caminos torcidos
tiene l que caminar!
Sea cual sea lo que yo crea, y el modo como lo ame, - pronto tengo que ser adver
sario
de ello y de mi amor: as lo quiere mi voluntad.
Y tambin t, hombre del conocimiento, eras tan slo un sendero y una huella de mi
voluntad: en verdad, mi voluntad de poder camina tambin con los pies de tu volunta
d
de verdad!
No ha dado ciertamente en el blanco de la verdad quien dispar hacia ella la frase
de la
voluntad de existir201: esa voluntad - no existe!
Pues: lo que no es, eso no puede querer; mas lo que est en la existencia, cmo podra
seguir queriendo la existencia!
Slo donde hay vida hay tambin voluntad: pero no voluntad de vida, sino - as te lo
enseo yo - voluntad de poder!
Muchas cosas tiene el viviente en ms alto aprecio que la vida misma; pero en el a
preciar mismo habla - la voluntad de poder! Esto fue lo que en otro tiempo me ense la vida: y con ello os resuelvo yo, sapients
imos, incluso el enigma de vuestro corazn.
En verdad, yo os digo: Un bien y un mal que sean imperecederos - no existen! Por
s
mismos deben una y otra vez superarse a s mismos.
Con vuestros valores y vuestras palabras del bien y del mal ejercis violencia, va
loradores: y se es vuestro oculto amor, y el brillo, el temblor y el desbordamiento de
vuestra
propia alma.
Pero una violencia ms fuerte surge de vuestros valores, y una nueva superacin: al
chocar con ella se rompen el huevo y la cscara.
Y quien tiene que ser un creador en el bien y en el mal202: en verdad, se tiene q
ue ser
antes un aniquilador y quebrantar valores.
Por eso el mal sumo forma parte de la bondad suma: mas sta es la bondad creadora.
Hablemos de esto, sapientsimos, aunque sea desagradable. Callar es peor; todas la
s
verdades silenciadas se vuelven venenosas.
Y que caiga hecho pedazos todo lo que en nuestras verdades - pueda caer hecho ped
azos! Hay muchas casas que construir todava!
As habl Zaratustra.
198
En sus manuscritos Nietzsche haba previsto para este captulo tambin el ttulo: Del b
ien y del mal.
En l desarrolla ampliamente Nietzsche el tema de la voluntad de poder, ya aparecido
an tes; vase, en
Los discursos de Zaratustra, el titulado De las mil metas y de la nica meta; y la
nota 94.
199
Posible alusin irnica a La nave de los locos, el poema alegrico y satrico de Sebast
ian Brant.
200
Recurdese lo dicho en la nota 198 sobre el primitivo ttulo de este apartado.
201
La expresin voluntad de existir es de Schopenhauer.
202
En Ecce homo, Por qu soy un destino?, 2, cita Nietzsche esta frase, con una signifi
cativa variacin: donde aqu dice: tiene que (muss), all dice: quiere (will).
De los sublimes
Silencioso es el fondo de mi mar: quin adivinara que esconde monstruos juguetones!
Imperturbable es mi profundidad: mas resplandece de enigmas y risas flotantes.
Hoy he visto un sublime, un solemne, un penitente del espritu203: oh, cmo se ri mi
alma de su fealdad!
Con el pecho levantado, y semejante a quienes estn aspirando aire: as estaba l, el
sublime, y callaba:
Guarnecido de feas verdades, su botn de caza, y con muchos vestidos desgarrados;
dad tu
ltima superacin de ti mismo.
De todo mal te creo capaz: por ello quiero yo de ti el bien. En verdad, a menudo
me he
redo de los debiluchos que se creen buenos porque tienen zarpas tullidas!
A la virtud de la columna debes aspirar: ms bella y ms delicada se va tornando, pe
ro
en lo interior ms dura y ms robusta, cuanto ms asciende.
S, sublime, alguna vez tambin t debes ser bello y presentar el espejo a tu propia b
elleza.
Entonces tu alma se estremecer de ardientes deseos divinos; y habr adoracin incluso en tu vanidad!
ste es, en efecto, el misterio del alma: slo cuando el hroe la ha abandonado acrcase
a ella, en sueos, - el super-hroe.
As habl Zaratustra.
203
El penitente del espritu alude irnicamente, entre otros, a Wagner. Es un concepto i
mportante en
esta obra, que aqu aparece por vez primera. Se lo vuelve a citar ms adelante, en D
e los poetas, y alcanza
su pleno desarrollo en la cuarta parte, El mago.
204
Vase Humano, demasiado humano, II, Opiniones y sentencias mezcladas, el 170, titu
lado Los
alemanes en el teatro, al final: Bienaventurados los que tienen un gusto, aunque se
a un mal gusto! - y no
slo bienaventurado, sino tambin sabio es cosa que slo se puede llegar a ser en virt
ud de esa cualidad:
por eso los griegos, que en tales cuestiones eran muy finos, designaron al sabio
con una palabra que significa el hombre de gusto, y llamaron a la sabidura, tanto artstica como cognoscitiva,
gusto (Sophia).
205
Vase la nota 9.
Del pas de la cultura206
Demasiado me haba adentrado yo volando en el futuro: un estremecimiento de horror
se apoder de m.
Y cuando mir a mi alrededor, he aqu que el tiempo era mi nico contemporneo.
Entonces hu hacia atrs, hacia el hogar - y cada vez ms aprisa: as llegu a vosotros,
hombres del presente, y al pas de la cultura.
Por vez primera llevaba yo conmigo unos ojos para veros, y buenos deseos: en ver
dad,
con anhelo en el corazn llegu.
Mas, qu me ocurri? A pesar de mi angustia - tuve que echarme a rer! Nunca haban visto mis ojos algo tan abigarrado!
Yo rea y rea mientras el pie an me temblaba, as como el corazn: sta es sin duda
la patria de todos los tarros de colores! - dije.
Con cincuenta chafarrinones tenais pintados el rostro y los miembros: as estabais s
entados, para mi asombro, hombres del presente!
Y con cincuenta espejos a vuestro alrededor, que halagaban el juego de vuestros c
olores y lo reproducan!
En verdad, no podrais llevar mejor mscara, hombres del presente, que vuestro propio
rostro! Quin podra - reconoceros!
Emborronados con los signos del pasado, los cuales estaban a su vez embadurnados
con
otros signos: as os habis escondido bien de todos los intrpretes de signos!
Y aun cuando se sea un escrutador de riones207: quin creer que vosotros tenis riones! De colores parecis estar amasados, y de papeles encolados.
Todas las pocas y todos los pueblos miran abigarradamente desde vuestros velos; t
odas las costumbres y todas las creencias hablan abigarradamente desde vuestros g
estos208.
Quien os quitase velos y aderezos y colores y gestos: todava tendra bastante para
espantar a los pjaros con el resto.
En verdad, yo mismo soy el pjaro espantado que una vez os vio desnudos y sin colo
res; y me escap volando de all cuando el esqueleto me hizo seas amorosas.
Preferira ser jornalero en el submundo y entre las sombras del pasado!209 - ms gruesos y rellenos que vosotros son ciertamente los habitantes del submundo!
Esto, s, esto es amargura para mis intestinos, el no soportaros ni desnudos ni ves
tidos
a vosotros, los hombres del presente!
Todas las cosas siniestras del futuro, y todas las que alguna vez espantaron a pj
aros
extraviados, ms confortables son, en verdad, y ms familiares que vuestra realidad.
Pues hablis as: Nosotros somos enteramente reales, y ajenos a la fe y a la supersti
cin: as hinchis el pecho - ay, aunque ni siquiera tenis pechos!
S, cmo ibais a poder creer vosotros, gentes salpicadas de mltiples colores! - si sois
estampas de todo lo que alguna vez fue credo!
Refutaciones ambulantes sois de la fe misma, y una dislocacin de todos los pensamientos. Indignos de fe: as os llamo yo a vosotros, reales!
Todas las pocas han parloteado unas contra otras en vuestros espirtus; y los sueos y
parloteos de todas las pocas eran ms reales incluso que vuestra vigilia!
Estriles sois: por eso os falta a vosotros la fe. Pero el que tuvo que crear, se t
uvo
siempre tambin sus sueos profticos y sus signos estelares - y crea en la fe! Puertas entreabiertas sois vosotros, junto a las cuales aguardan sepultureros. Y
sta es
vuestra realidad: Todo es digno de perecer210.
Ay, cmo aparecis ante m, estriles, con qu costillas tan flacas! Y algunos de vosotros se han dado sin duda cuenta de ello.
Y dijeron: Es que un dios nos ha sustrado secretamente algo mientras dormamos?
En verdad, bastante para formarse con ello una mujercilla!211
Asombrosa es la pobreza de nuestras costillas!, as han hablado ya algunos de los
hombres del presente.
S, risa me causis, hombres del presente! Y especialmente cuando os asombris de
vosotros mismos!
Y ay de m si no pudiera yo rerme de vuestro asombro y tuviera que tragarme todas
las repugnantes cosas de vuestras escudillas!
Pero quiero tomaros a la ligera, pues yo tengo que llevar cosas pesadas; y qu me i
mporta el que escarabajos y gusanos voladores se posen sobre mi carga!
En verdad, no por ello me ha de pesar ms! Y no de vosotros, hombres del presente,
debe llegarme a m la gran fatiga. -
Ay, adnde debo ascender yo todava con mi anhelo! Desde todas las altas montaas
busco con la vista el pas de mis padres y de mis madres212.
Pero no he encontrado hogar en ningn sitio: un nmada soy yo en todas las ciudades,
y
una despedida junto a todas las puertas.
Ajenos me son, y una burla, los hombres del presente, hacia quienes no hace much
o me
empujaba el corazn; y desterrado estoy del pas de mis padres y de mis madres.
Por ello amo yo ya tan slo el pas de mis hijos213, el no descubierto, en el mar re
moto:
que lo busquen incesantemente ordeno yo a mis velas.
En mis hijos quiero reparar el ser hijo de mis padres: y en todo futuro - este pr
esente!
As habl Zaratustra.
206
Otro ttulo previsto por Nietzsche en sus manuscritos para este apartado era: De
los hombres del presente.
207
Expresin bblica; vase el Salmo 7,10: Dios, justo, escrutador del corazn y de los rion
es. Aqu es
una parbola del psiclogo, entendido en el sentido de Nietzsche. Vase Ecce homo.
208
Nietzsche se burla aqu del historicismo, tal como lo haba atacado ya en la segunda
de sus Consideraciones intempestivas, titulada Sobre la utilidad y la desventaja de la cienc
ia histrica para la vida.
209
Parfrasis de las palabras de Aquiles a Ulises en la Odisea, canto XI, versos 489
-491: No intentes
consolarme de la muerte, ilustre Ulises; preferira ser labrador y servir a otro,
a un hombre indigente que
tuviera pocos caudales para mantenerse, a reinar sobre los muertos, que ya no so
n nada.
210
Palabras de Mefistfeles en el Fausto, versos 1339-1340. Vase, en esta segunda par
te, De la redencin, y la nota 259.
211
Alusin a Gnesis, 2, 21: Entonces Yahv Dios hizo caer un profundo sueo sobre el hombr
e, el cual
se durmi. Y le quit una de las costillas... y con ella form una mujer.
212
Vaterland, Mutterland: patria y matria sera tambin otra traduccin posible de esas dos
palabras
alemanas. Mas este intento de lograr en castellano el mismo juego verbal que en
alemn queda roto por el
Kinderland que aparece a continuacin. De ah la traduccin: pas de los padres, pas de l
madres y
pas de los hijos.
213
Vase la nota anterior. Al pas de los hijos vuelve Nietzsche a aludir en la tercera p
arte, De tablas
viejas y nuevas, 12, y 28. En La pedagoga social como programa politico Ortega al
ude a esta idea (vase
Obras Completas, 1): Hay, empero, otra nocin de patria. No la tierra de los padres
, deca Nietzsche, sino
la tierra de los hijos. Patria no es el pasado y el presente... Es algo que toda
va no existe...
Del inmaculado conocimiento214
Cuando ayer sala la luna me pareci que iba a dar a luz un sol: tan abultada y grvid
a
yaca en el horizonte.
Pero me minti con su preez; y antes creera yo en el hombre de la luna que en la mujerz 215.
Ciertamente, poco hombre es tambin ese tmido noctmbulo. En verdad, con mala
conciencia deambula sobre los tejados. Pues es lascivo y celoso el monje que hay
en la
luna, lascivo de la tierra y de todas las alegras de los amantes.
No, no me gusta ese gato sobre los tejados! Me repugnan todos los que rondan furti
vamente las ventanas entornadas! Piadosa y silente camina sobre alfombras de est
rellas: mas no me gustan, en el varn, esos pies sigilosos, en los que ni siquiera una esp
uela mete ruido.
El paso de todo hombre honesto habla; pero el gato se escurre furtivo por el sue
lo. Mira, gatuna y deshonesta avanza la luna. Esta parbola os ofrezco a vosotros los sensibles hipcritas, a vosotros los hombres
del
puro conocimiento! A vosotros yo os llamo - lascivos!
Tambin vosotros amis la tierra y las cosas terrenas: os he adivinado bien! - pero v
ergenza hay en vuestro amor, y mala conciencia, - os parecis a la luna!
A que despreciis a la tierra ha persuadido alguien a vuestro espritu, pero no a vu
estras
entraas: mas stas son lo ms fuerte en vosotros!
Y ahora vuestro espritu se avergenza de estar a merced de vuestras entraas, y a cau
sa
de su propia vergenza recorre caminos tortuosos y embusteros.
Para m sera lo ms elevado - as se dice a s mismo vuestro mendaz espritu - mirar a
la tierra sin codicia y sin tener la lengua colgando, como el perro:
Ser feliz en el contemplar, con una voluntad ya muerta, ajeno a la rapacidad y a
la avaricia del egosmo - fro y gris en todo el cuerpo, mas con ebrios ojos de luna!
Lo ms querido sera para m - as se seduce a s mismo el seducido - amar la tierra tal
como la ama la luna, y slo con los ojos palpar su belleza.
Y el conocimiento inmaculado de todas las cosas sea para m el no querer nada de l
as
cosas: excepto el que me sea lcito yacer ante ellas como un espejo de cien ojos.2
16 Oh, sensibles hipcritas, lascivos! A vosotros os falta la inocencia en el deseo: y
por
eso ahora calumniis el desear! En verdad, no como creadores, engendradores, gozoso
s
de devenir amis vosotros la tierra!
Dnde hay inocencia? All donde hay voluntad de engendrar. Y el que quiere crear por
encima de s mismo, se tiene para m la voluntad ms pura.
Dnde hay belleza? All donde yo tengo que querer con toda mi voluntad; all donde
yo quiero amar y hundirme en mi ocaso, para que la imagen no se quede slo en imag
en.
Amar y hundirse en su ocaso: estas cosas van juntas desde la eternidad. Voluntad
de
amor: esto es aceptar de buen grado incluso la muerte. Esto es lo que yo os digo,
cobardes!
Pero ahora vuestro castrado bizquear quiere llamarse contemplacin! Y lo que se
deja palpar con ojos cobardes debe ser bautizado con el nombre de bello! Oh, mancilladores de nombres nobles!
Mas sta debe ser vuestra maldicin, inmaculados, hombres del puro conocimiento, el
que jams daris a luz: y ello aunque yazcis abultados y grvidos en el horizonte!
En verdad, vosotros os llenis la boca con palabras nobles: iy nosotros debemos cr
eer
que el corazn os rebosa, embusteros?217
Pero mis palabras son palabras pequeas, despreciadas, torcidas: me gusta recoger
lo
que en vuestros banquetes cae debajo de la mesa218.
Con ellas puedo siempre todava - decir la verdad a los hipcritas! S, mis espinas de
pescado, mis conchas y mis cardos deben - cosquillear las narices a los hipcritas
!
Aire viciado hay siempre en torno a vosotros y a vuestros banquetes: vuestros las
civos
pensamientos, vuestras mentiras y disimulos estn, en efecto, en el aire!
Osad primero creeros a vosotros mismos - a vosotros y a vuestras entraas! El que n
o
se cree a s mismo miente siempre.
Una mscara de un dios habis colgado delante de vosotros mismos, puros: en una
mscara de un dios se ha introducido, arrastrndose, vuestra asquerosa lombriz.
En verdad, vosotros engais, contemplativos! Tambin Zaratustra fue en otro tiempo el chiflado de vuestras pieles divinas; no adivin las enroscadas serpientes de
que estaban llenas esas pieles.
En otro tiempo me imagin ver jugar el alma de un dios en vuestros juegos, hombres
del puro conocimiento! En otro tiempo me imagin que no haba mejor arte que vuestras
artes!
La distancia me ocultaba la inmundicia de serpientes y su mal olor: y que aqu ron
daba,
lasciva, la astucia de un lagarto.
Pero me aproxim a vosotros: entonces lleg a m el da - y ahora l viene a vosotros, se acabaron los amores con la luna!
Mirad! Atrapada y plida se encuentra ah la luna - antela aurora!
Pues ya llega ella, la incandescente, - llega su amor a la tierra! Inocencia y des
eo propio de creador es todo amor solar!
Mirad cmo se eleva impaciente sobre el mar! No sents la sed y la ardiente respiracin de su amor?
Del mar quiere sorber, y beber su profundidad llevndosela a lo alto: entonces el
deseo
del mar se eleva con mil pechos.
Besado y sorbido quiere ser ste por la sed del sol; en luz quiere convertirse, y e
n altura y en huella de luz, y en luz misma!
En verdad, igual que el sol amo yo la vida y todos los mares profundos.
Y esto significa para m conocimiento: todo lo profundo debe ser elevado - hasta mi
altura!
As habl Zaratustra.
214
El ttulo alemn, Von der unbefleckten Erkenntnis, es, por su semejanza fontica, una
parodia de Von
der unbefleckten Empfngnis (De la Inmaculada Concepcin). Otro ttulo pensado por Nie
tzsche en sus
manuscritos para este apartado deca: A los contemplativos.
215
Juego de palabras en alemn, basado en que en este idioma Mond (luna) es de gnero
masculino. Por
otro lado, la creencia de que hay un hombre en la luna, cuyo rostro puede percibir
se en ella, es leyenda
popular e infantil comn a varios pueblos.
216
Un amplio desarrollo del conocimiento objetivo como espejo puede verse en el 207
de Ms all del
bien y del mal.
217
Parfrasis del Evangelio de Mateo, 12, 34: De lo que rebosa el corazn habla la boca
.
218
Alusin al Evangelio de Lucas, 16, 21 (parbola del hombre rico y el mendigo Lzaro):
Lzaro deseaba hartarse de lo que caa debajo de la mesa del rico.
De los doctos
M entras yo yaca dormido en el suelo vino una oveja a pacer de la corona de hiedra
de
mi cabeza, - paci y dijo: Zaratustra ha dejado de ser un docto.
As dijo, y se march hinchada y orgullosa219. Me lo ha contado un nio.
Me gusta estar echado aqu donde los nios juegan, junto al muro agrietado, entre ca
rdos y rojas amapolas.
Todava soy un docto para los nios, y tambin para los cardos y las rojas amapolas.
Son inocentes, incluso en su maldad.
Mas para las ovejas he dejado de serlo: as lo quiere mi destino - bendito sea!
Pues sta es la verdad: he salido de la casa de los doctos: y adems he dado un port
azo
a mis espaldas.
Durante demasiado tiempo mi alma estuvo sentada hambrienta a su mesa; yo no esto
y
adiestrado al conocer como ellos, que lo consideran un cascar nueces.
Amo la libertad, y el aire sobre la tierra fresca; prefiero dormir sobre pieles
de buey que
sobre sus dignidades y respetabilidades.
Yo soy demasiado ardiente y estoy demasiado quemado por pensamientos propios: a
menudo me quedo sin aliento. Entonces tengo que salir al aire libre y alejarme d
e los
cuartos llenos de polvo.
Pero ellos estn sentados, fros, en la fra sombra: en todo quieren ser nicamente espectadores, y se guardan de sentarse all donde el sol abrasa los escalones.
Semejantes a quienes se paran en la calle y miran boquiabiertos a la gente que p
asa: as
aguardan tambin ellos y miran boquiabiertos a los pensamientos que otros han pens
ado.
Si se los toca con las manos, levantan, sin quererlo, polvo a su alrededor, como
si fueran sacos de harina; pero quin adivinara que su polvo procede del grano y de la ama
rilla delicia de los campos de esto?
Cuando se las dan de sabios, sus pequeas sentencias yverdades me hacen tiritar de
fro: en su sabidura hay a menudo un olor como si procediese de la cinaga: y en verd
ad,
yo he odo croar en ella a la rana!
Son hbiles, tienen dedos expertos: qu quiere mi sencillez en medio de su complicacin! De hilar y de anudar y de tejer entienden sus dedos: as hacen los calcetines d
el
espritu!
Son buenos relojes: con tal de que se tenga cuidado de darles cuerda a tiempo! En
tonces sealan la hora sin fallo y, al hacerlo, producen un discreto ruido220.
Trabajan igual que molinos y morteros: basta con echarles nuestros cereales! - el
los
saben moler bien el grano y convertirlo en polvo blanco.
Se miran unos a otros los dedos y no se fan del mejor. Son hbiles en inventar astu
cias
pequeas, aguardan a aquellos cuya ciencia anda con pies tullidos, - aguardan igua
l que
araas.
Siempre les he visto preparar veneno con cautela; y siempre, al hacerlo, se cubra
n los
dedos con guantes de cristal.
Tambin saben jugar con dados falsos; y los he encontrado jugando con tanto ardor
que
al hacerlo sudaban.
Somos recprocamente extraos, y sus virtudes repugnan a mi gusto an ms que sus
falsedades y sus dados engaosos.
Y cuando yo habitaba entre ellos habitaba por encima de ellos. Por esto se enoja
ron
conmigo.
No quieren siquiera or decir que alguien camina por, encima de sus cabezas; y por
ello
colocaron maderas y tierra e inmundicias entre m y sus cabezas.
As amortiguaron el sonido de mis pasos: y, hasta hoy, quienes peor me han odo han
sido los ms doctos de todos221.
Entre ellos y yo han colocado las faltas y debilidades de todos los hombres: - te
cho
falso llaman a esto en sus casas.
Mas, a pesar de todo, con mis pensamientos camino por encima de sus cabezas; y a
un
cuando yo quisiera caminar sobre mis propios errores, continuara estando por enci
ma de
ellos y de sus cabezas.
Pues los hombres no son iguales: as habla la justicia 222 , y lo que yo quiero, es
o a
ellos no les ha sido lcito quererlo!
As habl Zaratustra.
219
Esta diatriba contra los doctos es, sin duda, transposicin de las vivencias teni
das por Nietzsche durante sus aos de catedrtico universitario. En la oveja que pace de la corona de hie
dra de la cabeza de
Zaratustra se ha querido ver a Wilamowitz von Mllendorff y a los otros profesores
que, tras la aparicin
de El nacimiento de la tragedia, decretaron que Nietzsche no era un docto. La coron
a de hiedra con la
que se adorna Zaratustra y con la que se adornaban tambin Dioniso y sus acompaante
s es anttesis de la
corona de laurel que suelen llevar en su cabeza los doctos.
220
Y si a ellos llegan delicados movimientos, los poetas opinan siempre que la natu
raleza
misma se ha enamorado de ellos: Y que se desliza en sus odos para decirles cosas
secretas y enamoradas lisonjas: de ello se gloran y se envanecen ante todos los mortale
s!
Ay, existen demasiadas cosas entre el cielo y la tierra con las cuales slo los poe
tas se
han permitido soar!229
Y, sobre todo, por encima del cielo: pues todos los dioses son un smbolo de poetas
, un
amao de poetas!230.
En verdad, siempre somos arrastrados hacia lo alto231 - es decir, hacia el reino
de las
nubes: sobre stas plantamos nuestros multicolores peleles y los llamamos dioses y
superhombres: Pues son justamente bastante ligeros para tales sillas! -todos esos dioses y supe
rhombres.
Ay, qu cansado estoy de todo lo insuficiente, que debe ser de todos modos aconteci
miento!232 Ay, qu cansado estoy de los poetas!
Cuando Zaratustra dijo esto, su discpulo se enoj con l, pero call. Tambin Zaratustra call; y sus ojos se haban vuelto hacia dentro, como si mirasen hacia remotas l
ejanas. Finalmente suspir y tom aliento.
Yo soy de hoy y de antes233, dijo luego; pero hay algo dentro de m que es de maana
y
de pasado maana y del futuro.
Me he cansado de los poetas, de los viejos y de los nuevos: superficiales me par
ecen
todos, y mares poco profundos.
No han pensado con suficiente profundidad: por ello su sentimiento no se sumergi
hasta llegar a las razones profundas.
Un poco de voluptuosidad y un poco de aburrimiento: eso ha sido la mejor incluso
de
sus reflexiones.
Un soplo y un deslizarse de fantasmas me parecen a m todos sus arpegios; qu han
sabido ellos hasta ahora del ardor de los sonidos! No son tampoco para m bastante limpios: todos ellos ensucian sus aguas para hacer
las
parecer profundas.
Con gusto representan el papel de conciliadores: mas para m no pasan de ser mediadores y enredadores, y mitad de esto y mitad de aquello, y gente sucia! Ay, yo lanc ciertamente mi red en sus mares y quise pescar buenos peces; pero sie
mpre saqu la cabeza de un viejo dios.
El mar proporcion as una piedra al hambriento234. Y ellos mismos proceden sin duda
del mar.
Es cierto que en ellos se encuentran perlas: pero tanto ms se parecen ellos mismo
s a
crustceos duros. Y en vez de alma he encontrado a menudo en ellos lgamo salado.
Tambin del mar han aprendido su vanidad: no es el mar el pavo real de los pavos re
ales?235.
Incluso ante el ms feo de todos los bfalos despliega l su cola, y jams se cansa de s
u
abanico de encaje hecho de plata
Ceudo contempla esto el bfalo,
za, y ms que ninguna otra cosa,
Qu le importan a l la belleza
y seda.
pues su alma prefiere la arena, y ms todava la malela cinaga.
y el mar y los adornos del pavo real! sta es la parbola
mente). Nietzsche haba empleado ya este mismo juego verbal en la poesa A Goethe, d
e las Canciones del
Prncipe Vogelfrei (apndice de La gaya ciencia):
Lo imperecedero
no es ms que smbolo tuyo!
Dios, el capcioso,
es amao de poetas...
231
Vase la nota 223.
232
Vase la nota 223. Aqu termina la parodia del Chorus mysticus del Fausto. Como se
ve, Nietzsche ha
citado en su integridad los ochos versos del Fausto.
233
Cita y a la vez anttesis de Job, 8, 9: Nosotros somos de ayer, no sabemos nada; p
ues nuestros das
son una sombra sobre el suelo. Zaratustra reivindica para s el ser tambin del maana
y del futuro.
234
Reminiscencia de Evangelio de Mateo, 7, 9: O hay acaso alguno entre vosotros que
al hijo que le
pide pan le da una piedra?
235
Vase, en la cuarta parte, El mago, 2, donde Zaratustra vuelve a emplear la misma
imagen para referirse al mar.
236
Vase la nota 203.
237
Un primer ttulo pensado por Nietzsche para este captulo era Del perro de fuego. E
l ttulo definitivo,
De grandes acontecimientos, encierra un matiz irnico.
De grandes acontecimientos237
Hay una isla en el mar - no lejos de las islas afortunadas de Zaratustra - en la
cual
humea constantemente una montaa de fuego; de aquella isla dice el pueblo, y espec
ialmente las viejecillas del pueblo, que est colocada como un peasco delante de la pu
erta
del submundo: y que a travs de la montaa misma de fuego desciende el estrecho send
ero que conduce hasta esa puerta del submundo238.
Por el tiempo en que Zaratustra habitaba en las islas afortunadas ocurri que un b
arco
ech el ancla junto a la isla en que se encuentra la montaa humeante; y su tripulac
in
baj a tierra para cazar conejos. Hacia la hora del medioda, cuando el capitn y su g
ente
estuvieron reunidos de nuevo, vieron de pronto que por el aire vena hacia ellos u
n hombre, y que una voz deca con claridad: Ya es tiempo! Ya ha llegado la hora! Y cuando
ms cerca de ellos estuvo la figura - pas volando a su lado igual que una sombra, e
n
direccin a la montaa de fuego - reconocieron, con gran consternacin, que era Zaratu
stra; pues todos ellos lo haban visto ya, excepto el capitn, y lo amaban a la maner
a como
el pueblo ama, es decir: con un sentimiento en que amor y temor estn mezclados a
partes
iguales.
Mirad!, dijo el viejo timonel, ah va Zaratustra al infierno!239Por los mismos das en que estos marineros haban desembarcado en la isla de fuego s
e
difundi el rumor de que Zaratustra haba desaparecido; y cuando se preguntaba a sus
amigos, stos contaban que se haba embarcado de noche sin decir adnde iba240.
Se produjo as cierta intranquilidad; al cabo de tres das se aadi a ella el relato de
los
marineros - y entonces todo el pueblo se puso a decir que el diablo se haba lleva
do a
Zaratustra. Sus discpulos se rean ciertamente de tales habladuras; y uno de ellos l
leg a
decir: Yo creo ms bien que es Zaratustra el que se ha llevado al diablo. Pero en el
fondo de su alma todos ellos estaban llenos de preocupacin y de anhelo: por ello
grande
fue su alegra cuando al quinto da Zaratustra apareci entre ellos.241
Y ste es el relato de la conversacin de Zaratustra con el perro de fuego242.
La tierra, dijo l, tiene una piel; y esa piel tiene enfermedades. Una de ellas se
llama,
por ejemplo: hombre.
Y otra de esas enfermedades se llama perro de fuego: acerca de ste los hombres han
dicho y han dejado que les digan muchas mentiras.
Para sondear ese misterio atraves el mar: y he visto desnuda la verdad, creedme!,
desnuda de pies a cabeza.
En cuanto al perro de fuego, ahora s de qu se trata; y asimismo s qu son todos esos
demonios de las erupciones y conmociones, de los que no slo las viejecillas sient
en
miedo.
Sal de ah, perro de fuego, sal de tu profundidad!, exclam, y confiesa lo profunda qu
e
es tu profundidad! De dnde sacas lo que expulsas por la nariz?
T bebes en abundancia del mar: eso es lo que tu salada elocuencia delata! Verdaderamente, para ser un perro de la profundidad, tomas tu alimento en demasa de la s
uperficie!
A lo sumo te considero el ventrlocuo de la tierra: y siempre que he odo hablar a l
os
demonios de las erupciones y las conmociones los encontr idnticos a ti: salados, e
mbusteros y poco profundos243.
Vosotros entendis de aullar y de oscurecer todo con ceniza! Sois los mejores bocaz
as
que existen y habis aprendido hasta la saciedad el arte de hacer hervir el fango.
Donde vosotros estis, all tiene que haber siempre fango en las cercanas, y muchas
cosas porosas, cavernosas, comprimidas: quieren salir a la libertad.
Libertad es lo que ms os gusta aullar: pero yo he dejado de creer en grandes acontecimientos tan pronto como se presentan rodeados de muchos aullidos y mucho humo
.
Y creme, amigo ruido infernal! Los acontecimientos ms grandes - no son nuestras
horas ms estruendosas, sino las ms silenciosas.
No en torno a los inventores de un ruido nuevo: en torno a los inventores de nue
vos valores gira el mundo; de modo inaudible gira244.
Y confisalo! Pocas eran las cosas que haban ocurrido cuando tu ruido y tu humo se
retiraban. Qu importa que una ciudad se convierta en una momia y que una estatua y
az-
ca en el fango!245.
Y sta es la palabra que digo todava a los derribadores de estatuas. Sin duda la to
ntera
ms grande es arrojar sal al mar y estatuas al fango.
En el fango de vuestro desprecio yaca la estatua: pero su ley es precisamente que
el
desprecio haga renacer en ella vida y viviente belleza!
Con rasgos divinos se yergue ahora, y con la seduccin propia de los que sufren; y
en
verdad!, incluso os dar las gracias por haberla derribado, derribadores!
ste es el consejo que doy a los reyes y a las Iglesias y a todo lo que es dbil por
edad y
por virtud - dejaos derribar! Para que vosotros volvis a la vida, y para que vuelva
a
vosotros - la virtud! As habl yo ante el perro de fuego: entonces l me interrumpi gruendo y pregunt:
Iglesia? Qu es eso?
Iglesia?, respond yo, eso es una especie de Estado, y, ciertamente, la especie ms e
mbustera de todas. Mas cllate, perro hipcrita! T conoces perfectamente sin duda tu
especie!
Lo mismo que t, es el Estado un perro hipcrita; lo mismo que a ti, gstale a l hablar
con humo y aullidos, - para hacer creer, como t, que habla desde el vientre de la
s cosas.
Pues l, el Estado, quiere ser a toda costa el animal ms importante en la tierra; y
tambin esto se lo cree a l la gente.
Cuando hube dicho esto, el perro de fuego hizo gestos como si se hubiera vuelto
loco
de envidia. Cmo?, grit, el animal ms importante en la tierra? Y tambin esto se lo
cree a l la gente? Y tanto fue el vapor y tantas las horribles voces que de su gar
ganta
salieron que yo pens que iba a asfixiarse de rabia y de envidia.
Por fin se calm, y su jadeo fue disminuyendo; pero tan pronto como estuvo callado
, dije yo riendo:
Te enojas, perro de fuego: as, pues, tengo razn en lo que he dicho sobre ti!
Y para seguir tenindola, oye algo de otro perro de fuego: ste habla verdaderamente
desde el corazn de la tierra.
Oro sale de su boca al respirar, y lluvia de oro: as lo quiere su corazn. Qu le impo
rtan a l la ceniza y el humo y el lgamo caliente!
La risa sale revoloteando de l como una nube multicolor; desdea el gargareo y los
escupitajos y el retortijn de tus entraas!
Pero el oro y la risa - los toma del corazn de la tierra: pues, para que lo sepas
, - el corazn de la tierra es de oro.
Cuando el perro de fuego oy esto, no soport el seguir escuchndome. Avergonzado
escondi el rabo entre las piernas, dijo guau!, guau! con voz abatida y se sumergi,
arrastrndose, en su caverna. Esto es lo que Zaratustra cont. Mas sus discpulos apenas le escuchaban: tan grande
era su deseo de contarle la historia de los marineros, los conejos y el hombre v
olador.
Qu debo pensar de todo esto!, dijo Zaratustra. Soy yo acaso un fantasma?
Habr sido mi sombra. Habis odo ya algo del caminante y su sombra?246
Una cosa es segura: tengo que atarla corta, - pues de lo contrario perjudicar mi
reputa-
cin.
Y de nuevo movi Zaratustra la cabeza y se maravill: Qu debo pensar de todo esto!, volvi a decir.
Por qu grit el fantasma: Ya es tiempo! Ya ha llegado la hora!
De qu - ha llegado la hora? As habl Zaratustra.
238
Nietzsche recogi sin duda del folklore italiano estas ideas, las cuales se remon
tan probablemente a la
Antigedad. En sus viajes haba visto el Vesubio, durante su estancia en Sorrento, y
tambin el Etna, cuando estuvo en Mesina (1882). En Sicilia se llama al Etna casa del diavolo.
239
En la descripcin de este extrao vuelo de Zaratustra, el narrador utiliza como marco
la descripcin
de un suceso parecido que Nietzsche haba ledo en su juventud. El texto ledo por Nie
tzsche fue publicado
en 1833 en los Bltter von Prevorst, de Justinus Kerner, y se basaba en el diario
de a bordo de un navo
ingls durante su singladura por el Mediterrneo en 1686. Sobre este aparente plagio
llam ya la atencin
en 1902 el psiclogo C.G. Jung, que lo calific de criptomnesia. Es posible que tambin
sean ejemplos
de criptomnesia las reminiscencias de Las mil y una noches que aparecen en esta
obra; vanse las notas
281, 285 y 486.
240
Nietzsche hace realizar aqu a Zaratustra una accin parecida a la que Jess realiz al
guna vez en los
Evangelios: apartarse de sus discpulos y dejarlos solos. Vase, por ejemplo, el Eva
ngelio de Juan, 6, 15:
Jess... se retir otra vez al monte, l solo.
241
Reminiscencia evanglica. Tambin los discpulos se alegran cuando Jess se les aparece
despus de
muerto. Vase el Evangelio de Juan, 20, 20: Dicho esto, les mostr las manos y el cos
tado. Los discpulos
se alegraron de ver al Seor. Todo este captulo describe una especie de bajada de Zar
atustra a los infiernos y su posterior resurreccin.
242
El perro de fuego, adems de aludir al can Cerbero, vigilante del Hades, es smbolo d
e la plebe; y
las explosiones y erupciones de ese perro, smbolo de las revoluciones sociales.
243
En La genealoga de la moral, Nietzsche, hablando de Buckle, se expresa en forma
similar: El plebeyismo del espritu moderno, que es de procedencia inglesa, explot aqu una vez ms en
su suelo natal
con la violencia de un volcn enlodado y con la elocuencia demasiado salada, chill
ona, vulgar, con que han
hablado hasta ahora todos los volcanes.
244
Cita de una frase ya aparecida antes. Vase, en la primera parte, De las moscas del
mercado.
245
Quizs alusiones a Pompeya, la ciudad convertida en momia por la erupcin del Vesubio
el ao 79
despus de Cristo,
de mayo de 1871.
246
El caminante y su
nte al segundo
volumen de Humano,
ortante en
la cuarta parte de
El adivino
Y vi venir247 una gran tristeza sobre los hombres. Los mejores se cansaron de su
s obras.
Una doctrina se difundi, y junto a ella corra una fe: Todo est vaco, todo es idntico, todo fue!248.
Y desde todos los cerros el eco repeta: Todo est vaco, todo es idntico, todo fue!
Sin duda nosotros hemos cosechado: mas por qu se nos han podrido todos los frutos
y
se nos han ennegrecido? Qu cay de la malvada luna la ltima noche?
Intil ha sido todo el trabajo, en veneno se ha transformado nuestro vino, el mal
de ojo
ha quemado nuestros campos y nuestros corazones, ponindolos amarillos.
Todos nosotros nos hemos vuelto ridos; y si cae fuego sobre nosotros, nos reducir
emos a polvo, como la ceniza: - an ms, nosotros hemos cansado hasta al mismo fuego.
Todos los pozos se nos han secado, tambin el mar se ha retirado. Todos los suelos
quieren abrirse, mas la profundidad no quiere tragarnos!
Ay, dnde queda todava un mar en que poder ahogarse: as resuena nuestro lamento
- alejndose sobre cinagas planas.
En verdad, estamos demasiado cansados incluso para morir; ahora continuamos esta
ndo
en vela y sobrevivimos - en cmaras sepulcrales! As oy Zaratustra hablar a un adivino249; y su vaticinio le lleg al corazn y se lo
transform. Triste y cansado iba de un sitio para otro; y acab parecindose a aquello
s de
quienes el adivino haba hablado.
En verdad, dijo a sus discpulos, de aqu a poco250 llegar ese largo crepsculo. Ay,
cmo salvar mi luz llevndola al otro lado!
Que no se me apague en medio de esta tristeza! Debe ser luz para mundos remotos e
incluso para noches remotsimas!
Contristado de este modo en su corazn iba Zaratustra de un lado para otro; y dura
nte
tres das no tom bebida ni comida, estuvo intranquilo y perdi el habla. Por fin ocur
ri
que cay en un profundo sueo. Mas sus discpulos estaban sentados a su alrededor, en
largas velas nocturnas, y aguardaban preocupados a ver si se despertaba y recobr
aba el
habla y se curaba de su tribulacin.
Y ste es el discurso que Zaratustra pronunci al despertar; su voz llegaba a sus di
scpulos como desde una remota lejana. Odme el sueo que he soado, amigos, y ayudadme a adivinar su sentido!
Un enigma contina siendo para m este sueo; su sentido est oculto dentro de l, aprisionado all, y an no vuela por encima de l con alas libres.
Yo haba renunciado a toda vida, as soaba. En un vigilante nocturno y en un guardin
de tumbas me haba convertido yo all arriba en el solitario castillo montaoso de la
muerte.
All arriba guardaba yo sus atades: llenas estaban las lbregas bvedas de tales trofeo
s
de victoria. Desde atades de cristal me miraba la vida vencida.
Yo respiraba el olor de eternidades reducidas a polvo: sofocada y llena de polvo
yaca
mi alma por el suelo. Y quin habra podido airear all su alma!
Una claridad de medianoche me rodeaba constantemente, la soledad se haba acurruca
do junto a ella; y, como tercera cosa, un mortal silencio lleno de resuellos, el
peor de mis
amigos.
Yo llevaba llaves, las ms herrumbrosas de las llaves; y entenda de abrir con ellas
la
ms chirriante de todas las puertas.
Semejante a irritado graznido de cornejas corra el sonido por los largos corredor
es
cuando las hojas de la puerta se abran: hostilmente chillaba aquel pjaro, no le gu
staba
ser despertado.
Pero ms espantoso era todava y ms oprima el corazn cuando de nuevo se haca el
silencio y alrededor enmudeca todo y yo estaba sentado solo en medio de aquel prfi
do
callar.
As se me iba y se me escapaba el tiempo, si es que tiempo haba todava: qu s yo de
ello! Pero finalmente ocurri algo que me despert.
Por tres veces resonaron en la puerta golpes como truenos, y por tres veces las
bvedas
repitieron el eco aullando: yo march entonces hacia la puerta.
Alpa!, exclam, quin trae su ceniza a la montaa? Alpa! Alpa! Quin trae su ceniza a la montaa?
Y met la llave y empuj la puerta y forceje. Pero no se abri ni lo ancho de un dedo:
Entonces un viento rugiente abri con violencia sus hojas: y entre agudos silbidos
y
chirridos arroj hacia m un negro atad:
Y en medio del rugir, silbar y chirriar, el atad se hizo pedazos y escupi miles de
carcajadas diferentes.
Y desde mil grotescas figuras de nios, ngeles, lechuzas, necios y mariposas grande
s
como nios algo se ri y se burl de m y rugi contra m.
Un espanto horroroso se apoder de m: me arroj al suelo. Y yo grit de horror como
jams haba gritado.
Pero mi propio grito me despert: - y volv en m. As cont Zaratustra su sueo251, y luego call: pues an no saba la interpretacin de
su sueo. Pero el discpulo al que l ms amaba252 se levant con presteza, tom la mano
de Zaratustra y dijo:
Tu vida misma nos da la interpretacin de ese sueo, Zaratustra!
No eres t mismo el viento de chirriantes silbidos que arranca las puertas de los c
astillos de la muerte?
No eres t mismo el atad lleno de maldades multicolores y de grotescas figuras angelicales de la vida?
En verdad, semejante a mil infantiles carcajadas diferentes penetra Zaratustra e
n todas
las cmaras mortuorias, rindose de esos guardianes nocturnos y vigilantes de tumbas
, y
de todos los que hacen ruido con sombras llaves.
T los espantars y derribars con tus carcajadas; su desmayarse y su volver en s demostrarn tu poder sobre ellos.
Y aunque vengan el largo crepsculo y la fatiga mortal, en nuestro cielo t no te hu
excepto una cosa de la que tienen demasiado - seres humanos que no son ms que un
gran ojo, o un gran hocico, o un gran estmago, o alguna otra cosa grande, - lisia
dos al
revs los llamo yo.
Y cuando yo vena de mi soledad y por vez primera atravesaba este puente: no quera
dar crdito a mis ojos, miraba y miraba una y otra vez y acab por decir: Esto es una
oreja!, una sola oreja, tan grande como un hombre!. Mir mejor: y, realmente, debajo
de la oreja se mova an algo que era pequeo y msero y dbil hasta el punto de dar lstima. Y verdaderamente la monstruosa oreja se asentaba sobre una pequea varilla d
elgada - y la varilla era un hombre! Quien mirase con una lente podra haber reconocido
an
un pequeo rostro envidioso; y tambin que en la varilla se balanceaba una hinchada
almita. Y el pueblo me deca que la gran oreja era no slo un hombre, sino un gran hom
bre,
un genio. Mas yo jams he credo al pueblo cuando ha hablado de grandes hombres - y
mantuve mi creencia de que era un lisiado al revs, que tena muy poco de todo, y de
masiado de una cosa.
Cuando Zaratustra hubo dicho esto al jorobado y a aquellos de quienes ste era por
tavoz y abogado volvise con profundo mal humor hacia sus discpulos y dijo:
En verdad, amigos mos, yo camino entre los hombres como entre fragmentos y
miembros de hombres!
Para mis ojos lo ms terrible es encontrar al hombre destrozado y esparcido como s
obre
un campo de batalla y de matanza.
Y si mis ojos huyen desde el ahora hacia el pasado: siempre encuentran lo mismo:
fragmentos y miembros y espantosos azares - pero no hombres!
El ahora y el pasado en la tierra - ay!, amigos mos - son para m lo ms insoportable;
y no sabra vivir si no fuera yo adems un vidente de lo que tiene que venir.
Un vidente, un volente, un creador, un futuro tambin, y un puente hacia el futuro
- y,
ay, incluso, por as decirlo, un lisiado junto a ese puente: todo eso es Zaratustr
a.
Y tambin vosotros os habis preguntado con frecuencia: Quin es para nosotros Zaratustra? Cmo lo llamaremos? Y lo mismo que yo, vosotros os habis dado preguntas
por respuesta.
Es uno que hace promesas? O uno que las cumple? Un conquistador? O un heredero? Un otoo? O la reja de un arado? Un mdico? O un convaleciente?
Es un poeta? O un hombre veraz? Un libertador? O un domeador? Un bueno? O
un malvado?256
Yo camino entre los hombres como entre los fragmentos del futuro: de aquel futur
o que
yo contemplo.
Y todos mis pensamientos y deseos257 tienden a pensar y reunir en unidad lo que
es
fragmento y enigma y espantoso azar.
Y cmo soportara yo ser hombre si el hombre no fuese tambin poeta y adivinador de
enigmas y el redentor del azar! Redimir a los que han pasado, y transformar todo
Fue
en un As lo quise - slo eso sera para m redencin!258.
Voluntad - as se llama el libertador y el portador de alegra: esto es lo que yo os
he
enseado, amigos mios! Y ahora aprended tambin esto: la voluntad misma es todava un
prisionero.
El querer hace libres: pero cmo se llama aquello que mantiene todava encadenado al
libertador?
Fue: as se llama el rechinar de dientes y la ms solitaria tribulacin de la voluntad.
Impotente contra lo que est hecho - es la voluntad un malvado espectador para tod
o lo
pasado.
La voluntad no puede querer hacia atrs; el que no pueda quebrantar el tiempo ni l
a voracidad del tiempo - sa es la ms solitaria tribulacin de la voluntad.
El querer hace libres: qu imagina el querer mismo para liberarse de su tribulacin y
burlarse de su prisin?
Ay, todo prisionero se convierte en un necio! Neciamente se redime tambin a s misma la voluntad prisionera.
Que el tiempo no camine hacia atrs es su secreta rabia. Lo que fue, fue - as se llam
a
la piedra que ella no puede remover.
Y as ella remueve piedras, por rabia y por mal humor, y se venga en aquello que n
o
siente, igual que ella, rabia y mal humor.
As la voluntad, el libertador, se ha convertido en un causante de dolor: y en tod
o lo que
puede sufrir vngase de no poder ella querer hacia atrs.
Esto, s, esto solo es la venganza misma: la aversin de la voluntad contra el tiemp
o y
su Fue.
En verdad, una gran necedad habita en nuestra voluntad; y el que esa necedad apre
ndiese a tener espritu se ha convertido en maldicin para todo lo humano!
El espritu de la venganza: amigos mos, sobre esto es sobre lo que mejor han reflex
ionado los hombres hasta ahora; y donde haba sufrimiento, all deba haber siempre cast
igo.
Castigo se llama a s misma, en efecto, la venganza: con una palabra embustera se
finge hipcritamente una buena conciencia.
Y como en el volente hay el sufrimiento de no poder querer hacia atrs, - por ello
el
querer mismo y toda vida deban - ser castigo!
Y ahora se ha acumulado nube tras nube sobre el espritu: hasta que por fin la dem
encia
predic: Todo perece, por ello todo es digno de perecer!259
Y la justicia misma consiste en aquella ley del tiempo segn la cual tiene ste que d
evorar a sus propios hijos260: as predic la demencia.
Las cosas estn reguladas ticamente sobre la base del derecho y el castigo. Oh, dnde est la redencin del ro de las cosas y del castigo llamado Existencia? As predic
la demencia.
Puede haber redencin si existe un derecho eterno? Ay, irremovible es la piedra
Fue : eternos tienen que ser tambin todos los castigos! As predic la demencia.
Ninguna accin puede ser aniquilada: cmo podra ser anulada por el castigo! Lo
eterno en el castigo llamado Existencia consiste en esto, en que tambin la existenci
a
tiene que volver a ser eternamente accin y culpa!
A no ser que la voluntad se redima al fin a s misma y el querer se convierta en n
oquerer-: pero vosotros conocis, hermanos mos, esta cancin de fbula de la demencia!
Yo os apart de todas esas canciones de fbula cuando os ense: La voluntad es un
creador261.
Todo Fue es un fragmento, un enigma, un espantoso azar - hasta que la voluntad cre
ana de Gnesis, 8,
21.
258
En Ecce homo cita Nietzsche estas palabras y afirma que con ellas define su tare
a con tal rigor que
no es posible equivocarse sobre el sentido: dice s hasta llegar a la justificacin,
hasta llegar incluso a la
redencin de todo lo pasado.
259
Tambin Mefistfeles dice en el Fausto (versos 1338-1340): Yo soy el espritu que siemp
re niega!
Y con razn: pues todo lo que nace es digno de perecer. Nietzsche ha citado estas lt
imas palabras ya
antes, en el captulo Del pas de la cultura.
260
Reminiscencia de la Antigedad clsica: el tiempo (Cronos) devora a sus hijos. El p
rincipio de la frase
contiene una alusin al fragmento de Anaximandro: De donde las cosas tienen su orig
en, hacia all tiene
lugar tambin su perecer, segn la necesidad: pues dan justicia y pago unas a otras
de la injusticia segn el
orden del tiempo.
261
Vase luego, en la tercera parte, De tablas viejas y nuevas, 16. Las canciones de
fbula son sin duda
las doctrinas expuestas por Schopenhauer en el libro cuarto de su obra El mundo
como voluntad y representacin.
262
Vase, en esta segunda parte, De los compasivos.
263
La frase alemana aqu empleada por Nietzsche, aus der Schule schwtzen, significa e
n realidad: no
poder callar la boca, divulgar un secreto. El jorobado acusa a Zaratustra de no
manifestar a sus discpulos
sus efectivos pensamientos.
De la cordura respecto a los hombres
No la altura: la pendiente es lo horrible!
La pendiente, donde la mirada se precipita hacia abajo y la mano se agarra hacia
arriba. Aqu se apodera del corazn el vrtigo de su doble voluntad.
Ay, amigos, adivinis tambin la doble voluntad de mi corazn?
Esto, esto es mi pendiente y mi peligro, el que mi mirada se precipite hacia la
altura y
mi mano quiera sostenerse y apoyarse - en la profundidad!
Al hombre se aferra mi voluntad, con cadenas me ato a m mismo al hombre, pues me
siento arrastrado hacia arriba, hacia el superhombre: hacia all tiende mi otra vo
luntad264.
Y para esto vivo ciego entre los hombres; como si no los conociese: para que mi
mano
no pierda del todo su fe en algo estable.
Yo no os conozco a vosotros, hombres: sta es la tiniebla y ste es el consuelo que
me
han rodeado a menudo.
Estoy sentado junto a la puerta de la ciudad, expuesto a todos los bribones, y p
regunto:
quin quiere engaarme?
sta es mi primera cordura respecto a los hombres, el dejarme engaar, a fin de no t
l: para ello muchos soles ardientes tienen an que abrasar la hmeda selva virgen!
Vuestros gatos salvajes tienen primero que convertirse en tigres, y vuestros sap
os venenosos, en cocodrilos: pues el buen cazador debe tener una buena caza!
Y en verdad, oh buenos y justos! Muchas cosas hay en vosotros que causan risa, y a
nte todo vuestro miedo de lo que hasta ahora se ha llamado demonio!
Tan extraos sois a lo grande en vuestra alma que el superhombre os resultar temible
en su bondad!
Y vosotros, sabios y sapientes, huirais de la quemadura de sol que produce la sabi
dura, quemadura en la que el superhombre baa con placer su desnudez!
Vosotros, los hombres supremos con que mis ojos tropezaron! sta es mi duda respecto a vosotros y mi secreto rer: apuesto a que a mi superhombre lo llamarais demonio!267.
Ay, me he cansado de estos hombres, los ms elevados y los mejores de todos: desde
su
altura senta yo deseos de marchar hacia arriba, lejos, fuera, hacia el superhombre!
Un espanto se apoder de m cuando vi desnudos a estos hombres, los mejores de todos268: entonces me brotaron las alas para alejarme volando hacia futuros remoto
s.
Hacia futuros ms remotos, hacia sures ms meridionales que los que artista alguno
haya soado jams: hacia all donde los dioses se avergenzan de todos los vestidos!
Mas a vosotros, prjimos y semejantes, yo os quiero ver disfrazados y bien adornad
os,
y vanidosos, y dignos, como los buenos y justos. Y disfrazado quiero yo mismo sentarme entre vosotros, -para conoceros mal a voso
tros
y a m: sta es, en efecto, mi ltima cordura respecto a los hombres.
As habl Zaratustra.
264
Reminiscencia clsica: para no escapar hacia el superhombre, la voluntad de Zarat
ustra se aferra al
hombre, como Ulises se ata al mstil de la nave para no sucumbir a los cantos de l
as sirenas.
265
Zaratustra aludir a esta primera cordura respecto a los hombres en la cuarta parte,
El mago, 2.
266
Zaratustra repite este reproche en varias otras ocasiones. Vase, por ejemplo, en
la tercera parte, De
tablas viejas y nuevas, 2, El convaleciente, 2; y en la cuarta parte, Del hombre
superior, 5.
267
Nietzsche cita estas palabras en Ecce homo y aade: De este pasaje, y no de otro,
hay que partir para
comprender lo que Zaratustra quiere: esa especie de hombre que l concibe, concibe
la realidad tal como
ella es: es suficientemente fuerte para hacerlo, no es una especie de hombre ext
raada, alejada de la realidad, es la realidad misma, encierra todava en s todo lo terrible y problemtico de st
a, slo as puede el
hombre tener grandeza.
268
Vase antes, De los sacerdotes, y, en la tercera parte, El convaleciente, 2.
en este instante recorres tu camino de grandeza! Cumbre y abismo - ahora eso est f
undido en una sola cosa!
Recorres tu camino de grandeza: ahora se ha convertido en tu ltimo refugio lo que
hasta el momento se llam tu ltimo peligro!
Recorres tu camino de grandeza: ahora es necesario que tu mejor valor consista en
que
no quede ya ningn camino a tus espaldas!
Recorres el camino de tu grandeza: nadie debe seguirte aqu a escondidas! Tu mismo
pie ha borrado detrs de ti el camino, y sobre l est escrito: Imposibilidad.
Y si en adelante te faltan todas las escaleras, tienes que saber subir incluso p
or encima
de tu propia cabeza: cmo querras, de otro modo, caminar hacia arriba?
Por encima de tu propia cabeza y ms all de tu propio corazn! Ahora lo ms suave
de ti tiene an que convertirse en lo ms duro.
Quien siempre se ha tratado a s mismo con mucha indulgencia acaba por enfermar a
causa de ello. Alabado sea lo que endurece! Yo no alabo el pas donde corren - mante
ca
y miel278
Es necesario aprender a apartar la mirada de s para ver muchas cosas: - esa durez
a
necestala todo aquel que escala montaas.
Mas quien tiene ojos importunos como hombre del conocimiento, cmo iba a ver se
en todas las cosas algo ms que los motivos superficiales de ellas!
T, sin embargo, oh Zaratustra, has querido ver el fondo y el trasfondo de todas l
as cosas: por ello tienes que subir por encima de ti mismo, - arriba, cada vez ms alto,
hasta
que incluso tus estrellas las veas por debajo de ti!
S! Bajar la vista hacia m mismo e incluso hacia mis estrellas: slo esto significara
mi cumbre, esto es lo que me ha quedado an como mi ltima cumbre! As iba dicindose Zaratustra a s mismo al ascender, consolando su corazn con duras
sentenzuelas: pues tena el corazn herido como nunca antes. Y cuando lleg a la cima
de
la cresta de la montaa, he aqu que el otro mar yaca all extendido ante su vista: ent
onces se detuvo y call largo rato. La noche era fra en aquella cumbre, y clara y est
rellada.
Conozco mi suerte, se dijo por fin con pesadumbre. Bien! Estoy dispuesto. Acaba d
e
empezar mi ltima soledad.
Ay, ese mar triste y negro a mis pies! Ay, esa grvida desazn nocturna! Ay, destino
y mar! Hacia vosotros tengo ahora que descender!
Me encuentro ante mi montaa ms alta y ante mi ms larga caminata: por eso tengo
primero que descender ms bajo de lo que nunca descend:
- Descender al dolor ms de lo que nunca descend, hasta su ms negro oleaje! As lo
quiere mi destino: Bien! Estoy dispuesto.
De dnde vienen las montaas ms altas?, pregunt en otro tiempo. Entonces aprend
que vienen del mar.
Este testimonio est escrito en sus rocas y en las paredes de sus cumbres. Lo ms al
to
tiene que llegar a su altura desde lo ms profundo. - As dijo Zaratustra en la cima
del
monte, donde haca fro; mas cuando se acerc al mar y se encontr por fin nicamente
entre los escollos, el camino lo haba cansado y vuelto an ms anheloso que antes.
Todo contina an dormido, dijo; tambin el mar duerme. Ebrios de sueo y extraos
miran sus ojos hacia m.
Pero su aliento es clido, lo siento. Y siento tambin que suea. Y soando se retuerce
sobre duras almohadas.
Escucha! Escucha! Cmo gime el mar a causa de recuerdos malvados! O tal vez a
causa de expectativas malvadas?
Ay, triste estoy contigo, oscuro monstruo, y enojado conmigo mismo por tu causa.
Ay, por qu no tendr mi mano bastante fortaleza! En verdad, me gustara redimirte
de sueos malvados!
Y mientras Zaratustra hablaba as, se rea de s mismo con melancola y amargura.
Cmo! Zaratustra!, dijo, quieres consolar todava al mar cantando?
Ay, Zaratustra, necio rico en amor, sobrebienaventurado de confianza! Pero as has
sido siempre: siempre te has acercado confiado a todo lo horrible.
Has querido incluso acariciar a todos los monstruos. Un vaho de clida respiracin,
un
poco de suave vello en las garras -: y enseguida estabas dispuesto a amar y a at
raer.
El amor es el peligro del ms solitario, el amor a todas las cosas, con tal de que
vivan!
De risa son, en verdad, mi necedad y mi modestia en el amor! As habl Zaratustra, y ri por segunda vez: entonces pens en sus amigos abandonados
-, y como si los hubiera ofendido con sus pensamientos, enojse consigo mismo a ca
usa
de stos. Y pronto ocurri que el que rea se puso a llorar: - de clera y de anhelo llo
r
Zaratustra amargamente279.
277
Vase Ms all del bien y del mal, aforismo 70: Si uno tiene carcter, tiene tambin una v
ivencia tpica y propia, que retorna siempre.
278
Cita de xodo, 3, 8, donde de la Tierra Prometida se dice que en ella corren leche
y miel.
279
Vase la nota 71.
De la visin y enigma 280
Cuando se corri entre los marineros la voz de que Zaratustra se encontraba en el
barco,
- pues al mismo tiempo que l haba subido a bordo un hombre que vena de las islas
afortunadas - prodjose una gran curiosidad y expectacin. Mas Zaratustra estuvo cal
lado
durante dos das, fro y sordo de tristeza, de modo que no responda ni a las miradas
ni a
las preguntas. Al atardecer del segundo da, sin embargo, aunque todava guardaba si
lencio, volvi a abrir sus odos: pues haba muchas cosas extraas y peligrosas que or en
aquel barco, que vena de lejos y que quera ir an ms lejos. Zaratustra era amigo, en
efecto, de todos aquellos que realizan largos viajes y no les gusta vivir sin pe
ligro. Y he
aqu que, por fin, a fuerza de escuchar, su propia lengua se solt y el hielo de su
corazn
se rompi: - entonces comenz a hablar as:
A vosotros los audaces buscadores e indagadores, y a quienquiera que alguna vez
se
haya lanzado con astutas velas a mares terribles, a vosotros los ebrios de enigmas, que gozis con la luz del crepsculo, cuyas almas
son
atradas con flautas a todos los abismos labernticos:
- pues no queris, con mano cobarde, seguir a tientas un hilo; y all donde podis adi
vinar, odiis el deducir a vosotros solos os cuento el enigma que he visto, - la visin del ms solitario Sombro281 caminaba yo hace poco a travs del crepsculo de color de cadver, - sombro y duro, con los labios apretados. Pues ms de un sol se haba hundido en su ocaso
para m.
Un sendero que ascenda obstinado a travs de pedregales, un sendero maligno, solita
rio, al que ya no alentaban ni hierbas ni matorrales: un sendero de montaa cruja b
ajo la
obstinacin de mi pie.
Avanzando mudo sobre el burln crujido de los guijarros, aplastando la piedra que
lo
haca resbalar: as se abra paso mi pie hacia arriba.
Hacia arriba: - a pesar del espritu que de l tiraba hacia abajo, hacia el abismo,
el espritu de la pesadez, mi demonio y enemigo capital.
Hacia arriba: - aunque sobre m iba sentado ese espritu, mitad enano, mitad topo; p
araltico; paralizante; dejando caer plomo en mi odo282, pensamientos-gotas de plomo e
n mi
cerebro.
Oh Zaratustra, me susurraba burlonamente, silabeando las palabras, t piedra de la
sabidura! Te has arrojado a ti mismo hacia arriba, mas toda piedra arrojada - tien
e que
caer!
Oh Zaratustra, t piedra de la sabidura, t piedra de honda, t destructor de estrellas!
A ti mismo te has arrojado muy alto, - mas toda piedra arrojada - tiene que caer!
Condenado a ti mismo, y a tu propia lapidacin: oh Zaratustra, s, lejos has lanzado
la
piedra, - mas sobre ti caer de nuevo!
Call aqu el enano; y esto dur largo tiempo. Mas su silencio me oprima; y cuando se
est as entre dos, se est, en verdad, ms solitario que cuando se est solo!
Yo suba, suba, soaba, pensaba, - mas todo me oprima. Me asemejaba a un enfermo
al que su terrible tormento lo deja rendido, y a quien un sueo ms terrible todava v
uelve
a despertarlo cuando acaba de dormirse. Pero hay algo en m que yo llamo valor: hasta ahora ste ha matado en m todo desaliento. Ese valor me hizo al fin detenerme y decir: Enano! T! O yo! El valor es, en efecto, el mejor matador, - el valor que ataca: pues todo ataque
se hace a
tambor batiente.
Pero el hombre es el animal ms valeroso: por ello ha vencido a todos los animales
. A
tambor batiente ha vencido incluso todos los dolores; pero el dolor por el hombr
e es el
dolor ms profundo.
El valor mata incluso el vrtigo junto a los abismos: y en qu lugar no estara el hombre junto a abismos! El simple mirar no es - mirar abismos?
El valor es el mejor matador: el valor mata incluso la compasin. Pero la compasin
es
el abismo ms profundo: cuanto el hombre hunde su mirada en la vida, otro tanto la
hun-
de en el sufrimiento.
Pero el valor es el mejor matador, el valor que ataca: ste mata la muerte misma,
pues
dice: Era esto la vida? Bien! Otra vez! 283.
En estas palabras, sin embargo, hay mucho sonido de tambor batiente. Quien tenga
odos, oiga. 2
Alto! Enano!, dije. Yo! O t! Pero yo soy el ms fuerte de los dos -: t no conoces
mi pensamiento abismal! se - no podras soportarlo! Entonces ocurri algo que me dej ms ligero: pues el enano salt de mi hombro, el
curioso! Y se puso en cuclillas sobre una piedra delante de m. Cabalmente all dond
e nos
habamos detenido haba un portn.
Mira ese portn! Enano!, segu diciendo: tiene dos caras. Dos caminos convergen
aqu: nadie los ha recorrido an hasta su final.
Esa larga calle hacia atrs: dura una eternidad. Y esa larga calle hacia adelante
- es otra
eternidad.
Se contraponen esos caminos; chocan derechamente de cabeza: -y aqu, en este portn,
es donde convergen. El nombre del portn est escrito arriba: Instante.
Pero si alguien recorriese uno de ellos - cada vez y cada vez ms lejos: crees t, en
ano,
que esos caminos se contradicen eternamente?
Todas las cosas derechas mienten, murmur con desprecio el enano. Toda verdad es
curva, el tiempo mismo es un crculo. T, espritu de la pesadez, dije encolerizndome,
no tomes las cosas tan a la ligera! O te dejo en cuclillas ah donde te encuentras,
cojitranco, - y yo te he subido hasta aqu!
Mira, continu diciendo, este instante! Desde este portn llamado Instante corre haci
a
atrs una calle larga, eterna: a nuestras espaldas yace una eternidad.
Cada una de las cosas que pueden correr, no tendr que haber recorrido ya alguna ve
z
esa calle? Cada una de las cosas que pueden ocurrir, no tendr que haber ocurrido,
haber
sido hecha, haber transcurrido ya alguna vez?
Y si todo ha existido ya: qu piensas t, enano, de este instante? No tendr tambin
este portn que - haber existido ya?
Y no estn todas las cosas anudadas con fuerza, de modo que este instante arrastra
tras
s todas las cosas venideras? Por lo tanto - - incluso a s mismo?
Pues cada una de las cosas que pueden correr: tambin por esa larga calle hacia ade
lante - tiene que volver a correr una vez ms! Y esa araa que se arrastra con lentitud a la luz de la luna, y esa misma luz de l
a luna, y
yo y t, cuchicheando ambos junto a este portn, cuchicheando de cosas eternas - no
tenemos todos nosotros que haber existido ya?
- y venir de nuevo y correr por aquella otra calle, hacia adelante, delante de n
osotros,
por esa larga, horrenda calle - no tenemos que retornar eternamente? As dije, con voz cada vez ms queda: pues tena miedo de mis propios pensamientos y
de sus trasfondos. Entonces, de repente, o aullar a un perro cerca.
Haba odo yo alguna vez aullar as a un perro? Mi pensamiento corri hacia atrs. S!
Cuando era nio, en remota infancia284:
- entonces o aullar as a un perro. Y tambin lo vi con el pelo erizado, la cabeza le
Otro ttulo para este apartado, anotado por Nietzsche en sus manuscritos, fue La
visin del ms solitario de los hombres. Es la primera exposicin de la idea del eterno retorno.
281
La descripcin del ascenso de Zaratustra por el sendero pedregoso, llevando sobre
sus hombros el
espritu de la pesadez, guarda un extraordinario parecido con lo que, segn Las mil y
una noches, le ocurri a Sindbad el marino en el quinto de sus viajes: tambin Sindbad carga sobre sus
hombros a un anciano
que luego se niega a bajar de all y martiriza a su portador. Sindbad se libera de
l emborrachndolo.
282
Reminiscencia de Hamlet, I, 5 (palabras de la Sombra a Hamlet): Durmiendo, pues,
en mi jardn segn mi costumbre, despus del medioda, en esa hora de quietud, entr tu to furtiva mente
con un pomo de
maldito veneno en las manos y lo verti en mi odo.
283
En la cuarta parte, La cancin del noctmbulo, 1, el ms feo de los hombres repitir esta
frase. Ortega puso estas palabras como motto al frente del apartado VII (titulado Las valo
raciones de la vida) de
su obra El tema de nuestro tiempo (Obras Completas, volumen III).
284
Una vivencia profundamente grabada en Nietzsche fue la del traslado de su famil
ia, tras la muerte de
su padre, desde Rcken, donde Nietzsche haba nacido, a Naumburgo. El traslado se hi
zo un da de abril de
1850, mucho antes del amanecer. Mientras los carros cargados esperaban en el pat
io, un perro empez a
ladrar tristemente a la luna. Vase la descripcin de esta escena en los escritos au
tobiogrficos recogidos
por K. Schlechta en el tomo III de su edicin de las Obras de Nietzsche.
285
Una escena similar aparece en Las mil y una noches en el sptimo viaje de Sindbad
el marino. En Las
mil y una noches es la serpiente la que llevaba en la boca a un hombre, al que se
haba tragado hasta el
ombligo. Sindbad golpea la cabeza de la serpiente con su vara de oro y la serpien
te vomita al hombre.
286
Recurdese lo dicho en la nota 280 sobre el proyectado ttulo de este captulo.
287
El que ha de venir, el que viene detrs de m es expresin evanglica aplicada por Juan
Bautista a Jess; vase Evangelio de Mateo, 3, 11: El que viene detrs de m es ms fuerte que yo
, y yo no merezco ni quitarle las sandalias.
288
Vase, en esta tercera parte, El convaleciente, 2.
De la bienaventuranza no querida 289
Con tales enigmas y amarguras en el corazn cruz Zaratustra el mar. Mas cuando estuvo a cuatro das de viaje de las islas afortunadas y de sus amigos, haba superado
todo
su dolor -: victorioso y con pies firmes se hallaba erguido de nuevo sobre su de
stino. Y
entonces Zaratustra habl as a su conciencia jubilosa:
Solo estoy de nuevo, y quiero estarlo, solo con el cielo puro y el mar libre; y
de nuevo
me rodea la tarde.
En una tarde encontr por vez primera en otro tiempo a mis amigos, en una tarde ta
mbin la vez segunda290: - en la hora en que toda luz se vuelve ms silenciosa.
Pues lo que de felicidad se encuentra an en camino entre el cielo y la tierra, es
o bscase como asilo un alma luminosa: a causa de la felicidad se ha vuelto toda luz ms
silenciosa ahora.
Oh tarde de mi vida! En otro tiempo tambin mi felicidad descendi al valle para buscarse un asilo: all encontr esas almas abiertas y hospitalarias
Oh tarde de mi vida! Qu no he entregado yo a cambio de tener una sola cosa: este
viviente plantel de mis pensamientos y esta luz matinal de mi ms alta esperanza!
Compaeros de viaje busc en otro tiempo el creador, e hijos de su esperanza: y ocur
ri
que no pudo encontrarlos, a no ser que l mismo los crease.
As estoy en medio de mi obra, yendo hacia mis hijos y volviendo de ellos: por amo
r a
sus hijos tiene Zaratustra que consumarse a s mismo.
Pues radicalmente se ama tan slo al propio hijo291 y a la propia obra; y donde ex
iste
gran amor a s mismo, all hay seal de embarazo: esto es lo que he encontrado.
Todava verdean mis hijos en su primera primavera, unos junto a otros y agitados p
or
vientos comunes, rboles de mi jardn y de mi mejor tierra.
Y en verdad!, donde se apian tales rboles, all existen islas afortunadas!
Pero alguna vez quiero trasplantarlos y ponerlos separados unos de otros: para q
ue cada
uno aprenda soledad, y tenacidad, y cautela.
Nudoso y retorcido y con flexible dureza deber estar entonces para m junto al mar,
faro viviente de vida invencible.
All donde las tempestades se precipitan en el mar y la trompa de las montaas bebe
agua, all debe realizar cada uno alguna vez sus guardias de da y de noche, para su
examen y conocimiento.
Conocido y examinado debe ser, para que se sepa si es de mi especie y de mi proc
edencia, - si es seor de una voluntad larga, callado aun cuando habla, y de tal modo
dispuesto
a dar, que al dar tome. - para que algn da llegue a ser mi compaero de viaje y concree y concelebre las fie
stas junto con Zaratustra292 -: alguien que me escriba mi voluntad en mis tablas:
para ms
plena consumacin de todas las cosas.
Y por amor a l y a su igual tengo yo mismo que consumarme a m: por ello me aparto
ahora de mi felicidad y me ofrezco a toda infelicidad - para mi ltimo examen y mi
ltimo conocimiento.
Y en verdad era llegado el tiempo de irme; y la sombra del caminante y el instan
te ms
largo y la hora ms silenciosa - todos me decan: Ya ha llegado la hora!293
El viento me soplaba por el agujero de la cerradura y deca: Ven! La puerta se me
abra arteramente y deca: Ve!
Mas yo yaca encadenado al amor de mis hijos: el ansia me tenda esos lazos, el ansi
a
de amor, de llegar a ser presa de mis hijos y perderme en ellos.
Ansiar - esto significa ya para m: haberme perdido. Yo os tengo, hijos mos! En este
tener, todo tiene que ser seguridad y nada tiene que ser ansiar.
Pero encobndome yaca sobre m el sol de mi amor, en su propio jugo cocase Zaratustra, - entonces sombras y dudas se alejaron volando por encima de m.
De fro e invierno senta yo ya deseos: Oh, que el fro y el invierno vuelvan a hacerme crujir y chirriar!, suspiraba yo: - entonces se levantaron de m nieblas glacial
es.
Mi pasado rompi sus sepulcros, ms de un dolor enterrado vivo se despert -: tan slo
se haba adormecido, oculto en sudarios.
As me gritaron todas las cosas por signos: Ya es tiempo! Mas yo - no oa: hasta que
por fin mi abismo se movi y mi pensamiento me mordi.
Ay, pensamiento abismal, que eres mi pensamiento! Cundo encontrar la fuerza para
orte cavar, y no temblar yo ya?
Hasta el cuello me suben los latidos del corazn cuando te oigo cavar! Tu silencio
quiere estrangularme, t abismalmente silencioso!
Todava no me he atrevido nunca a llamarte arriba: ya es bastante que conmigo - te
haya yo llevado! An no era yo bastante fuerte para la ltima arrogancia y petulanci
a del
len.
Bastante terrible ha sida ya siempre para m tu pesadez: mas alguna vez debo encont
rar
la fuerza y la voz del len, que te llame arriba!
Cuando yo haya superado esto, entonces quiero superar algo todava mayor; y una vic
toria ser el sello de mi consumacin! Entretanto vago todava por mares inciertos; el azar me adula, el azar de lengua l
isa;
hacia adelante y hacia atrs miro -, an no veo final alguno.
Todava no me ha llegado la hora de mi ltima lucha -, o acaso me llega en este momento? En verdad, con prfida belleza me contemplan el mar y la vida que me rodean!
Oh tarde de mi vida! Oh felicidad antes del anochecer! Oh puerto en alta mar! Oh
paz en la incertidumbre! Cmo desconfo de todos vosotros!
En verdad, desconfo de vuestra prfida belleza! Me parezco al amante, que desconfa
de la sonrisa demasiado aterciopelada.
As como el celoso rechaza lejos de s a la ms amada, siendo tierno incluso en su dur
eza -, as rechazo yo lejos de m esta hora bienaventurada.
Aljate, hora bienaventurada! Contigo me lleg una bienaventuranza no querida! Dispuesto a mi dolor ms profundo me encuentro aqu: - a destiempo has venido!
Aljate, hora bienaventurada! Es mejor que busques asilo all -entre mis hijos! Apresrate!, y bendcelos con mi felicidad antes del anochecer!
Ya se aproxima el anochecer: el sol se pone. Vete - felicidad ma! As habl Zaratustra, y aguard a su infelicidad durante toda la noche: mas aguard en
vano. La noche permaneci clara y silenciosa, y la felicidad misma se le fue acerc
ando
cada vez ms. Hacia la maana Zaratustra ri a su corazn y dijo burlonamente: La felicidad corre detrs de m. Esto se debe a que yo no corro detrs de las mujeres. Pero l
a
felicidad es una mujer.
289
Otro ttulo previsto por Nietzsche, en sus manuscritos para este apartado era Hac
ia alta mar.
290
Vase, en la primera parte, Del arbol de la montaa, y De la virtud que hace regalo
s.
291
Primera alusin a los que Zaratustra llama sus hijos y que sern el objeto de su gran
anhelo en la
cuarta parte. Vase El saludo.
292
En el Prlogo de Zaratustra, 9, aparecen idnticas calificaciones aplicadas a los h
ombres deseados
por Zaratustra como compaeros.
293
Esta expresin ya ha aparecido en la segunda parte, De grandes acontecimientos, y
volver a aparecer
en la cuarta parte, El grito de socorro, y A medioda.
Antes de la salida del sol294
Oh cielo por encima de m, t puro! Profundo! Abismo de luz! Contemplndote me
estremezco de ansias divinas.
Arrojarme a tu altura - sa es mi profundidad! Cobijarme en tu pureza - sa es mi inocencia!
Al dios su belleza lo encubre: as me ocultas t tus estrellas No hablas: as me anunc
ias
tu sabidura.
Mudo sobre el mar rugiente has salido hoy para m, tu amor y tu pudor dicen revela
cin
a mi rugiente alma.
El que hayas venido bello a m, encubierto en tu belleza, el que mudo me hables, m
anifiesto en tu sabidura:
Oh, cmo no iba yo a adivinar todos los pudores de tu alma! Antes del sol has venido
a m t, el ms solitario de todos!
Somos amigos desde el comienzo: comunes nos son la tristura y la pavura y la hon
dura295; hasta el sol nos es comn.
No hablamos entre nosotros, pues sabemos demasiadas cosas -: callamos juntos, so
nremos juntos a nuestro saber.
No eres t acaso la luz para mi fuego? No tienes t el alma gemela de mi conocimiento?
Juntos aprendimos todo; juntos aprendimos a ascender por encima de nosotros haci
a
nosotros mismos, y a sonrer sin nubes: - a sonrer sin nubes hacia abajo, desde ojos luminosos y desde una remota lejana,
mientras debajo de nosotros la coaccin y la finalidad y la culpa exhalan vapores
como si
fuesen lluvia.
Y cuando yo caminaba solo: de quin tena hambre mi alma por las noches y en los
senderos errados? Y cuando yo suba montaas, a quin buscaba siempre en las montaas sino a ti?
Y todo mi caminar y subir montaas: una necesidad era tan slo, y un recurso del des
valido: - volar es lo nico que mi entera voluntad quiere, volar dentro de ti!
Y a quin odiaba yo ms que a las nubes pasajeras y a todas las cosas que te manchan?
Y hasta a mi propio odio odiaba yo, porque te manchaba!
Estoy enojado con las nubes pasajeras, con esos gatos de presa que furtivamente
se deslizan: nos quitan a ti y a m lo que nos es comn, - el inmenso e ilimitado decir s y
amn.
Estamos enojados con esas mediadoras y entrometidas, las nubes pasajeras: mitad
de
esto mitad de aquello, que no han aprendido a bendecir ni a maldecir a fondo.
Prefiero estar sentado en el tonel bajo un cielo cubierto, prefiero estar sentado
sin cielo
en el abismo, que verte a ti, cielo de luz, manchado con nubes pasajeras!
Y a menudo he sentido deseos de sujetarlas con los dentados alambres ureos del ra
yo,
y golpear los timbales, como el trueno, sobre su panza de caldera: - ser un encolerizado timbalero, porque me roban tu s! y amn!, cielo por encima de
m, t puro! Luminoso! Abismo de luz! - porque te roban mi s! y amn!
Pues prefiero el ruido y el trueno y las maldiciones del mal tiempo a esta circu
nspecta y
dubitante quietud gatuna; y tambin entre los hombres, a los que ms odio es a todos
los
que andan sin ruido, y a todos los medias tintas, y a los que son como dubitante
s e indecisas nubes pasajeras.
Y el que no pueda bendecir, debe aprender a maldecir!296. - esta luminosa enseanza me cay de un cielo luminoso, esta estrella brilla en mi cielo hasta en las noc
hes negras.
Mas yo soy uno que bendice y que dice s, con tal de que t ests a mi alrededor, t puro!, luminoso!, t abismo de luz! - a todos los abismos llevo yo entonces, como una
bendicin, mi decir s.
Me he convertido en uno que bendice y que dice s, y he luchado durante largo tiem
po,
y fui un luchador, a fin de tener un da las manos libres para bendecir.
Pero sta es mi bendicin: estar yo sobre cada cosa como su cielo propio, como su te
cho redondo, su campana azur y su eterna seguridad: bienaventurado quien as bendic
e!
Pues todas las cosas estn bautizadas en el manantial de la eternidad y ms all del b
ien
y del mal; el bien y el mal mismos no son ms que sombras intermedias y hmedas trib
ulaciones y nubes pasajeras.
En verdad, una bendicin es, y no una blasfemia, el que yo ensee: Sobre todas las co
sas est el cielo Azar, el cielo Inocencia, el cielo Casualidad y el cielo Arrogan
cia.
De casualidad - sta es la ms vieja aristocracia del mundo297, yo se la he restituido
a
todas las cosas, yo la he redimido de la servidumbre a la finalidad.
Esta libertad y esta celestial serenidad yo las he puesto como campana azur sobr
e todas
las cosas al ensear que por encima de ellas y a travs de ellas no hay ninguna volun
tad
eterna que - quiera.
Esta arrogancia y esta necedad pselas yo en lugar de aquella voluntad cuando ense:
En todas las cosas slo una es imposible - racionalidad!
Un poco de razn, ciertamente, una semilla de sabidura, esparcida entre estrella y
estrella, - esa levadura est mezclada en todas las cosas298: por amor a la necedad h
ay
mezclada sabidura en todas las cosas!
Un poco de sabidura s es posible; mas sta fue la bienaventurada seguridad que encontr en todas las cosas: que prefieren - bailar sobre los pies del azar.
Oh cielo por encima de m, t puro!, elevado! sta es para m tu pureza, que no exis-
te ninguna eterna araa y ninguna eterna telaraa de la razn: - que t eres para m una pista de baile para azares divinos, que t eres para m una me
sa de dioses para dados y jugadores divinos!299 Pero te sonrojas? He dicho tal vez cosas que no pueden decirse? He blasfemado
queriendo bendecirte?
O acaso es el pudor compartido el que te ha hecho enrojecer? - Acaso me ordenas ir
me y callar porque ahora - viene el da?
El mundo es profundo -: y ms profundo de lo que nunca ha pensado el da300. No a to
das las cosas les es lcito tener palabras antes del da. Pero el da viene: por eso ah
ora
nos separamos!
Oh cielo por encima de m, t pudoroso!, ardiente! Oh t felicidad ma antes de la salida del sol! El da viene: por eso ahora nos separamos! As habl Zaratustra.
294
Respecto a este captulo quiz tenga inters citar el siguiente texto de Freud: No pue
de hacrseme
responsable de la monotona de las soluciones psicoanalticas si ahora afirmo que el
sol no es, nuevamente,
ms que un smbolo sublimado del padre. El simbolismo se sobrepone aqu al gnero gramat
ical, por lo
menos en alemn, pues en la mayora de los dems idiomas el sol es de gnero masculino.
Su compaera en
este reflejo de la pareja parental es la generalmente llamada madre tierra. En la
solucin psicoanaltica de
las fantasas patgenas de sujetos neurticos hallamos constantemente comprobada esta
interpretacin.
Slo una observacin dedicaremos a su relacin con los mitos csmicos. Uno de mis pacien
tes, que haba
perdido tempranamente a su padre e intentaba volver a encontrarlo en todos los e
lementos grandes y sublimes de la naturaleza, me hizo vislumbrar que el himno de Nietzsche Antes de la s
alida del sol daba expresin a igual nostalgia. Y Freud aade en nota: Tampoco Nietzsche conoci de nio a su padr
e. Vase
Freud, Observaciones psicoanalticas sobre un caso de paranoia (dementia paranoides
) autobiogrficamente descrito, en Obras Completas (Biblioteca Nueva, Madrid, 1968, 11, p. 772).
295
La traduccin la tristura y la pavura y la hondura pretende reflejar de alguna mane
ra la aliteracin
existente en el original alemn: Gram und Grauen und Grund.
296
Vase el aforismo 181 de Ms all del bien y del mal: Es inhumano bendecir cuando se n
os ha maldecido.
297
De casualidad: Von Ohngefhr, en alemn. La partcula von, significativa de ascendenc
ia aristocrtica
cuando precede al apellido, permite a Nietzsche decir que sta (la casualidad, el
azar) es la ms vieja aristocracia del mundo.
298
El tema de la levadura es de procedencia evanglica. Vase el Evangelio de Mateo, 1
3, 33 (parbola
Meten ruido entre ellos: Qu quiere de nosotros esa nube sombra? Cuidemos de que
no nos traiga una peste!
Y hace poco una mujer atrajo a s violentamente a su hijo, que quera venir a m: Llevaos los nios!, grit; esos ojos chamuscan las almas infantiles302.
Tosen cuando yo hablo: creen que toser es un argumento contra vientos poderosos
- no
adivinan nada del rugir de mi felicidad!
Todava no tenemos tiempo para Zaratustra - esto es lo que objetan; pero qu importa un tiempo que no tiene tiempo para Zaratustra?
Y hasta cuando me alaban: cmo podra yo adormecerme sobre su alabanza? Un cinturn de espinas es para m su alabanza: me araa todava despus de haberlo apartado de
m.
Y tambin he aprendido esto entre ellos: el que alaba se imagina que restituye alg
o, pero en verdad quiere recibir ms regalos!
Preguntad a mi pie si le agrada la forma de alabar y de atraer de ellos! En verda
d, a ese
ritmo y a ese tictac no le gusta a mi pie ni bailar ni estar quieto.
Hacia la virtud pequea quisieran atraerme y elogirmela; hacia el tictac de la feli
cidad
pequea quisieran persuadir a mi pie.
Camino a travs de este pueblo y mantengo abiertos los ojos: se han vuelto ms peque
os y se vuelven cada vez ms pequeos: - y esto se debe a su doctrina acerca de la fe
licidad y la virtud.
En efecto, tambin en la virtud son modestos - pues quieren comodidad. Pero con la
comodidad no se aviene ms que la virtud modesta.
Sin duda ellos aprenden tambin, a su manera, a caminar y a marchar hacia adelante
: a
esto lo llamo yo su renquear -. Con ello se convierten en obstculos para todo el
que tiene prisa.
Y algunos de ellos marchan hacia adelante y, al hacerlo, miran hacia atrs, con la
nuca
rgida303: a stos me gusta atropellarlos.
Pies y ojos no deben mentirse ni desmentirse mutuamente. Pero hay demasiada ment
ira
entre las gentes pequeas. Algunos de ellos quieren, pero la mayor parte nicamente
son
queridos304. Algunos de ellos son autnticos, pero la mayora son malos comediantes.
Hay entre ellos comediantes sin saberlo y comediantes sin quererlo -, los autntic
os son
siempre raros, y en especial los comediantes autnticos.
Hay aqu pocos varones: por ello se masculinizan sus mujeres. Pues slo quien es bas
tante varn - redimir en la mujer - a la mujer.
Y la hipocresa que peor me pareci entre ellos fue sta: que tambin los que mandan
fingen hipcritamente tener las virtudes de quienes sirven.
Yo sirvo, t sirves, nosotros servimos - as reza aqu tambin la hipocresa de los que
dominan, - y ay cuando el primer seor es tan slo el primer servidorl305
Ay, tambin en sus hipocresas se extravi volando la curiosidad de mis ojos; y bien
adivin yo toda su felicidad de moscas y su zumbar en torno a soleados cristales d
e ventanas.
Cuanta bondad veo, esa misma debilidad veo. Cuanta justicia y compasin veo, esa
misma debilidad veo.
Redondos, justos y bondadosos son unos con otros, as como son redondos, justos y
306
Yo no he venido a... es frase empleada por Jess y repetida numerosas veces en los
Evangelios.
307
Vase, en esta tercera parte, De los apstatas, 2.
308
Vase la nota 28.
309
En la cuarta parte, Jubilado, Zaratustra discutir con el papa jubilado sobre cua
l de ellos dos es ms
ateo.
310
Parfrasis, con inversin del sentido, del Evangelio de Mateo, 12, 50: Pues todo el
que cumple la voluntad de mi Padre celestial, se es mi hermano, mi hermana y mi madre.
311
Parfrasis de Evangelio de Mateo, 22, 39: Amars a tu prjimo como a ti mismo. Segn la B
blia,
ste es el segundo mandamiento. Y el primero es: Amars al Seor, tu Dios, con todo co r
con
toda tu alma y con toda su mente. Zaratustra, conservando el segundo mandamiento, i
nvierte el primero, que para l dice: Te amars a ti mismo.
312
Reminiscencia bblica: vase Isaas, 5,24: Por eso, como la lengua de fuego devora un
rastrojo, y la
hierba seca inflamada se desploma...
313
Vase la nota 137.
En el monte de los olivos314
El invierno, mal husped, se ha asentado en mi casa; azuladas se han puesto mis ma
nos
del apretn de manos de su amistad.
Yo honro a este mal husped, pero me gusta dejarlo solo. Me gusta alejarme de l; y s
i
uno corre bien, consigue escaparse de l!
Con pies calientes y pensamientos calientes corro yo hacia donde el viento est tr
anquilo, - hacia el rincn soleado de mi monte de los olivos.
All me ro de mi severo husped, y hasta le estoy agradecido porque me expulsa de casa las moscas y hace callar muchos pequeos ruidos.
l no soporta, en efecto, que se ponga a cantar un solo mosquito, y mucho menos do
s;
incluso a la calleja la deja tan solitaria que la luna tiene miedo de penetrar e
n ella por la
noche.
Es un husped duro, - pero yo lo honro, y no rezo, como los delicados, al panzudo d
olo
del fuego.
Es preferible dar un poco diente con diente que adorar dolos! - as lo quiere mi mod
o
de ser. Y soy especialmente hostil a todos los ardorosos, humeantes y enmohecido
s dolos del fuego.
A quien yo amo, lo amo mejor en el invierno que en el verano; y ahora me burlo d
e mis
enemigos, y lo hago ms cordialmente desde que el invierno se ha asentado en mi ca
sa.
Cordialmente en verdad, incluso cuando me arrastro a la cama -: all contina riendo
y
gallardeando mi encogida felicidad; incluso mis sueos embusteros se ren.
Yo uno - que se arrastra? Jams me he arrastrado en mi vida ante los poderosos; y s
i
alguna vez ment, ment por amor. Por ello estoy contento incluso en la cama de invi
erno.
Una cama sencilla me calienta ms que una cama rica, pues estoy celoso de mi pobre
za.
Y en invierno es cuando ella ms fiel me es.
Con una maldad comienzo cada da, con un bao fro me burlo del invierno: eso hace
gruir a mi severo amigo de casa. Tambin me gusta hacerle cosquillas con una velita
de
cera: para que permita por fin que el cielo salga de un crepsculo ceniciento.
Especialmente maligno soy, ciertamente, por la maana: a una hora temprana, cuando
el cubo rechina en el pozo y los caballos relinchan por las grises callejas: aguardo impaciente a que acabe de levantarse el cielo luminoso, el cielo inverna
l de
barbas de nieve, el anciano de blanca cabeza, - el cielo invernal, callado, que a menudo guarda en secreto incluso su sol!
Acaso de l he aprendido yo el prolongado y luminoso callar? O lo ha aprendido l
de m? O acaso cada uno de nosotros lo ha inventado por s solo?
El origen de todas las cosas buenas es de mil formas diferentes, - todas las cos
as buenas
y petulantes saltan de placer a la existencia: cmo iban a hacerlo tan slo - una sol
a vez!
Una cosa buena y petulante es tambin el largo silencio y el mirar, lo mismo que e
l cielo invernal, desde un rostro luminoso de ojos redondos: - como l, guardar en secreto el propio sol y la propia indmita voluntad solar: en v
erdad, ese arte y esa invernal petulancia los he aprendido bien!
Mi maldad y mi arte ms queridos estn en que mi silencio haya aprendido a no delatarse por el callar.
Haciendo ruido con palabras y con dados consigo yo engaar a mis solemnes guardianes: a todos esos severos espas deben escabullrseles mi voluntad y mi finalidad.
Para que nadie hunda su mirada en mi fondo y en mi voluntad ltima, - para ello me
he
inventado el prolongado y luminoso callar.
As he encontrado a ms de una persona inteligente: se cubra el rostro con velos y en
turbiaba su agua para que nadie pudiera verla a travs de aqullos y hacia abajo de s
ta.
Pero cabalmente a l acudan hombres desconfiados y cascanueces an ms inteligentes: cabalmente a l le pescaban su pez ms escondido!
Pero los luminosos, los bravos, los transparentes - sos son para m los ms inteligen
tes
de todos los que callan: su fondo es tan profundo que ni siquiera el agua ms clar
a - lo
traiciona. T silencioso cielo invernal de barbas de nieve, t cabeza blanca de redondos ojos po
r
encima de m! Oh t smbolo celeste de mi alma y de su petulancia!
Y no tengo que esconderme, como alguien que ha tragado oro, - para que no me abra
n
con un cuchillo el alma?
No tengo que llevar zancos, para que no vean mis largas piernas, - todos esos env
hacia l con las manos extendidas y le cerr el paso. Y ste era el mismo necio que el
pueblo llamaba el mono de Zaratustra: pues haba copiado algo de la construccin y
del tono de sus discursos y le gustaba tambin tomar en prstamo ciertas cosas del t
esoro
de su sabidura. Y el necio dijo as a Zaratustra:
Oh, Zaratustra, aqu est la gran ciudad: aqu t no tienes nada que buscar y todo que
perder.
Por qu querras vadear este fango? Ten compasin de tu piel! Es preferible que escupas a la puerta de la ciudad - y te des la vuelta!316.
Aqu est el infierno para los pensamientos de eremitas: aqu a los grandes pensamientos se los cuece vivos y se los reduce a papilla.
Aqu se pudren todos los grandes sentimientos: aqu slo a los pequeos sentimientos
muy flacos les es lcito crujir!
No percibes ya el olor de los mataderos y de los figones del espritu? No exhala est
a
ciudad el vaho del espritu muerto en el matadero?
No ves pender las almas como pingajos desmadejados y sucios? - Y hacen hasta peridicos de esos pingajos!317.
No oyes cmo aqu el espritu se ha transformado en un juego de palabras? Una repugnante enjuagadura de palabras vomita el espritu! - Y hacen hasta peridicos con e
sa
enjuagadura de palabras!
Se provocan unos a otros, y no saben a qu. Se acaloran unos con otros, y no saben
para
qu. Cencerrean con su hojalata, tintinean con su oro.
Son fros y buscan calor en los aguardientes; estn acalorados y buscan frescura en
espritus congelados; todos ellos estn enfermizos y calenturientos de opiniones pblica
s.
Todos los placeres y todos los vicios tienen aqu su casa; pero tambin hay virtuoso
s
aqu, hay mucha virtud obsequiosa y asalariada: Mucha virtud obsequiosa, con dedos de escribano y con un trasero duro a fuerza d
e
aguardar, bendecida con pequeas estrellas para el pecho y con hijitas rellenadas
de paja
y carentes de culo.
Tambin hay aqu mucha piedad, y mucho crdulo servilismo, y mucho adulador pasteleo ante el dios de los ejrcitos 318.
De arriba es de donde gotean, en efecto, la estrella y el esputo benigno; hacia ar
riba
se levanta anheloso todo pecho sin estrellas319.
La luna tiene su corte, y la corte tiene sus imbciles: mas a todo lo que viene de
la corte
le imploran el pueblo de mendigos y toda obsequiosa virtud de pordioseros.
Yo sirvo, t sirves, nosotros servimos320 - as eleva sus plegarias al prncipe toda vir
tud obsequiosa: para que la merecida estrella se prenda por fin al estrecho trax!
Mas la luna contina girando en torno a todo lo terreno: as contina girando tambin el
prncipe en torno a lo ms terreno de todo -: y eso es el oro de los tenderos.
El dios de los ejrcitos no es el dios de las barras de oro; el prncipe propone pero
el
tendero - dispone!
Por todo lo que en ti es luminoso, y fuerte, y bueno, oh Zaratustra! Escupe a esta
ciudad de tenderos y date la vuelta!
Aqu toda sangre corre perezosa y floja y espumosa por todas las venas: escupe a la
gran ciudad, que es el gran vertedero donde espumea junta toda la escoria!
Escupe a la ciudad de las almas aplastadas y de los pechos estrechos, de los ojo
s afilados, de los dedos viscosos - a la ciudad de los importunos, de los desvergonzados, de los escritorzuelos y
vocingleros, de los ambiciosos sobrerecalentados: - en donde todo lo podrido, desacreditado, lascivo, sombro, superputrefacto, ulce
rado,
conjurado supura todo junto: - escupe a la gran ciudad y date la vuelta! - Pero aqu Zaratustra interrumpi al necio cubierto de espumarajos y le tap la boca.
Acaba de una vez!, grit Zaratustra, hace ya tiempo que tus palabras y tus modales
me producen nuseas!
Por qu has habitado durante tanto tiempo en la cinaga, hasta el punto de que t mismo tuviste que convertirte en rana y en sapo?
No corre incluso por tus venas una perezosa y espumosa sangre de cinaga, de modo
que tambin t has aprendido a croar y a blasfemar as?
Por qu no te has marchado t al bosque? O has arado la tierra? No est acaso el
mar lleno de verdes islas?
Yo desprecio tu despreciar; y puesto que me has advertido a m, - por qu no te adver
tiste a ti?
Slo del amor deben salir volando mi despreciar y mi pjaro amonestador: pero no de
la cinaga! Te llaman mi mono, necio cubierto de espumarajos: mas yo te llamo mi cerdo grun, con tu gruido me estropeas incluso mi elogio de la necedad.
Qu fue, pues, lo que te llev a gruir? El que nadie te haya adulado bastante: - por
eso te pusiste junto a esta inmundicia, para tener motivo de gruir mucho, - para tener motivo de vengarte mucho! Venganza, en efecto, necio vanidoso, es tod
o
tu echar espumarajos, yo te he adivinado bien!
Pero tu palabra de necio me perjudica incluso all donde tienes razn! Y si la palabr
a
de Zaratustra tuviese incluso cien veces razn: con mi palabra t siempre haras - la s
inrazn!
Asi habl Zaratustra; y contempl la gran ciudad; suspir y call durante largo tiempo321. Finalmente, dijo as:
Me produce nuseas tambin esta gran ciudad, y no slo este necio. Ni en una ni en otr
o
hay nada que mejorar, nada que empeorar.
Ay de esta gran ciudad!322. - Yo quisiera ver ya la columna de fuego que ha de con
sumirla!
Pues tales columnas de fuego deben preceder al gran medioda323. Mas ste tiene su
tiempo y su propio destino.
Esta enseanza te doy a ti, necio, como despedida: donde no se puede continuar ama
ndo se debe - pasar de largo!
As habl Zaratustra y pas de largo junto al necio y la gran ciudad.
316
Remedo del Evangelio de Mateo, 10, 14-15: Si alguno no os recibe o no os escucha
, al salir de su ca-
sa o del pueblo sacudos el polvo de los pies. Os aseguro que el da del juicio les
ser ms llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquel pueblo.
317
Vase, en la primera parte, Del nuevo dolo, donde Zaratustra emplea una expresin si
milar para referirse a los peridicos.
318
Expresin de origen bblico. Vase el Salmo 103, 21: Bendecid al Seor, ejrcitos suyos, s
ervidores
que cumpls sus deseos.
319
Un desarrollo de estas ideas puede verse en el 199 de Ms all del bien y del mal. A
rriba significa
aqu el soberano, pero tambin el cielo; y el pecho sin estrellas es aquel en el que n
o lucen todava las
condecoraciones.
320
Zaratustra repite aqu lo mismo que ya ha dicho poco antes en De la virtud empequ
eecedora, 2.
321
En el Evangelio de Lucas, 19, 41, aparece una escena parecida, en la entrada tr
iunfal de Jess en Jerusaln sobre un pollino: As que Jess estuvo cerca de Jerusaln, al ver la ciudad, llor so
bre ella y dijo: Si
tambin t comprendieras en este da lo que lleva a la paz! Pero no, no tienes ojos pa
ra verlo.
322
Cita de Apocalipsis, 18,16: Ay, ay de la gran ciudad!
323
Las columnas de fuego son imagen bblica; vase xodo, 13, 21: Iba Jahv delante de ellos
de da
en una columna de nube, para guiarlos, de noche en una columna de fuego, para al
umbrarlos.
De los apstatas
1
Ay, ya est marchito y gris todo lo que hace un momento estaba an verde y multicolor en este prado? Y cunta miel de esperanza he extrado yo de ah para llevarla a mis
colmenas!
Todos estos corazones jvenes se han vuelto ya viejos, - y ni siquiera viejos!, slo
cansados, vulgares, cmodos: - dicen hemos vuelto a hacernos piadosos324.
Hace todava un momento los vea yo salir afuera a hora temprana para correr con pie
s
valientes: pero sus pies del conocimiento se han cansado, y ahora calumnian inclu
so su
valenta matinal!
En verdad, algunos de ellos levantaron en otro tiempo las piernas como un bailarn
, a
ellos hzoles seas la risa que hay en mi sabidura: - entonces se pusieron a reflexio
nar. Y
acabo de verlos curvados - arrastrndose hacia la cruz325.
En torno a la luz y a la libertad revoloteaban en otro tiempo como mosquitos y jv
enes
poetas. Un poco ms viejos, un poco ms fros: y ya son hombres oscuros, y refunfuadores y trashogueros.
Se acobard acaso su corazn porque la soledad, como una ballena, me trag?326 Tal
vez sus odos, anhelosos, estuvieran esperndome en vano largo tiempo a m y a mis toques de trompeta y a mis gritos de heraldo?
- Ay! Pocos son siempre aquellos cuyo corazn tiene un largo valor y una larga arro
gancia; y en stos tampoco el espritu deja de ser paciente. Pero el resto es cobard
e.
El resto: son siempre los ms, los triviales, los sobrantes, los demasiados - todos
ellos
son cobardes!
A quien es de mi especie le saldrn tambin al encuentro las vivencias de mi especie
:
de modo que sus primeros compaeros tienen que ser cadveres y bufones327.
Pero sus segundos compaeros - se llamarn sus creyentes: un enjambre animado, mucho amor, mucha tontera, mucha veneracin imberbe.
A estos creyentes no debe ligar su corazn el que entre los hombres sea de mi espec
ie;
en estas primaveras y en estos multicolores prados no debe creer quien conoce la
huidiza
y cobarde especie humana!
Si pudiesen de otro modo, entonces querran tambin de otro modo. Las gentes de medias tintas corrompen todo el conjunto. El que las hojas se marchiten, - qu hay qu
e lamentar en ello!
Djalas ir y caer, oh Zaratustra, y no te lamentes! Es preferible que soples entre
ellas
con vientos veloces, - que soples entre las hojas, oh Zaratustra: para que todo lo marchito se aleje d
e ti an
ms rpidamente! 2
Hemos vuelto a hacernos piadosos - as confiesan estos apstatas; y algunos de ellos
son incluso demasiado cobardes para confesarlo.
A stos los miro a los ojos, - a stos les digo a la cara y al rubor de sus mejillas
: vosotros sois los que vuelven a rezar!
Pero rezar es una vergenza! No para todos, pero s para ti y para m y para quien tien
e
su conciencia tambin en la cabeza. Para ti es una vergenza rezar!
Lo sabes bien: el demonio cobarde que hay dentro de ti, a quien le gustara juntar
las
manos y cruzarse de brazos y sentirse ms cmodo: - ese demonio cobarde te dice:
Existe Dios!
Pero con ello formas parte de la oscurantista especie de aquellos a quienes la l
uz no les
deja nunca reposo; ahora tienes que esconder cada da ms hondo tu cabeza en la noche
y en la bruma!
Y en verdad, has escogido bien
evo
las aves nocturnas. Ha llegado
ado la
hora vespertina y de fiesta en
Lo oigo y lo huelo: ha llegado
te, la
hora de una caza salvaje, sino
gentes
que andan sin ruido y rezan sin ruido, - de una caza para cazar gentes mojigatas y de mucha alma: todas las ratoneras de
corazones estn ahora apostadas de nuevo! Y si levanto una cortina, all se precipita
fuera
una mariposita nocturna.
Es que acaso estaba acurrucada all con otra mariposita nocturna? Pues por todas pa
rtes siento el olor de pequeas comunidades agazapadas; y donde existen conventculos
,
all dentro hay nuevos rezadores y vaho de rezadores.
Durante largas noches se sientan unos junto a otros y dicen: Hagmonos de nuevo
como nios pequeos328 y digamos Dios mo! - con la cabeza y el estmago estropeados por los piadosos confiteros.
O contemplan durante largas noches una astuta y acechante araa crucera329, que pr
edica tambin astucia a las araas y ensea as: Bajo las cruces es bueno tejer la tela!
O se sientan durante el da, con caas de pescar, junto a cinagas, y con ello se cree
n
profundos; mas a quien pesca all donde no hay peces, yo ni siquiera lo llamo super
ficial!
O aprenden a tocar el arpa, con piadosa alegra, de un coplero que de muy buena ga
na
se insinuara con el arpa en el corazn de las jovencillas: - pues se ha cansado de
las viejecillas y de sus alabanzas.
O aprenden a estremecerse de horror con un semiloco docto que aguarda en oscuras
habitaciones a que los espritus se le aparezcan - y el espritu escapa de all complet
amente!330.
O escuchan con atencin a un ronroneante y gruidor msico viejo y vagabundo que
aprendi de los vientos sombros el tono sombro de sus sonidos; ahora silba a la mane
ra
del viento y predica tribulacin con tonos atribulados.
Y algunos de ellos se han convertido incluso en vigilantes nocturnos: stos entien
den
ahora de soplar en cuernos y de rondar por la noche y de desvelar cosas viejas,
que hace
ya mucho tiempo que se adormecieron.
Cinco frases sobre cosas viejas o yo ayer por la noche junto al muro del jardn: ve
nan
de tales viejos, atribulados y secos vigilantes nocturnos.
Para ser un padre, no se preocupa bastante de sus hijos: los padres-hombres lo hac
en
mejor! Es demasiado viejo! Ya no se preocupa en absoluto de sus hijos - respondi el otro
vigilante nocturno.
Pero tiene hijos? Nadie puede demostrarlo si l mismo no lo demuestra! Hace ya
mucho tiempo que yo quisiera que lo demostrase alguna vez de verdad.
Demostrar? Como si l hubiera demostrado alguna vez algo! El demostrar le resulta
difcil; da mucha importancia a que se le crea.
S! S! La fe le hace bienaventurado331, la fe en l. Tal es el modo de ser de los viejos! As nos va tambin a nosotros! - De este modo hablaron entre s los dos viejos vigilantes nocturnos y los dos tem
erosos
de la luz, y despus se pusieron, atribulados, a soplar en sus cuernos: esto ocurr
i ayer
por la noche junto al muro del jardn.
escribi esta obra. El propio Nietzsche asisti a una sesin de espiritismo en Leipzig
. Vase su carta de
octubre de 1882 a P Gast, en la que le habla de ella.
331
Vase la nota 226.
332
Sarcstica alusin a la pera de Wagner Crepsculo de los dioses, ttulo que luego el mis
mo Nietzsche
remedara con su obra Crepsculo de los dolos.
333
Cita de las palabras de Yahv en xodo, 20, 3-4: No tendrs otro Dios que a m. No te ha
rs escultura ni imagen alguna de lo que hay en lo alto de los cielos, ni lo que hay abajo
sobre la tierra, ni lo que hay
en las aguas debajo de la tierra.
334
En esta tercera parte, De tablas viejas y nuevas, 11, se repite esta misma fras
e.
El retorno a casa335
Oh soledad! T patria ma, soledad! Ha sido demasiado el tiempo que he vivido de
modo salvaje en salvajes pases extraos como para que no retorne a ti con lgrimas en
los ojos!
Pero ahora amenzame tan slo con el dedo, como amenazan las madres, ahora sonreme como sonren las madres, ahora di nicamente: iY quin fue el que, en otro tiempo,
como un viento tempestuoso se alej de m? - que al despedirse exclam: demasiado tiempo he estado sentado junto a la soledad,
all he desaprendido a callar! Esto - lo has aprendido ahora acaso?
Oh Zaratustra, yo lo s todo: y que t has estado ms abandonado entre los muchos, t
uno solo, que jams lo estuviste a mi lado!
Una cosa es abandono, y otra cosa distinta, soledad: Esto - lo has aprendido ahor
a! Y
que entre los hombres sers t siempre salvaje y extrao:
- salvaje y extrao aun cuando te amen: pues lo que ellos quieren ante todo es que
se
los trate con indulgencia!
Mas aqu, en tu casa, aqu te hallas en tu patria y en tu hogar; aqu puedes decirlo t
odo y
manifestar con franqueza todas tus razones, nada se avergenza aqu de sentimientos
escondidos, empedernidos.
Aqu todas las cosas acuden acariciadoras a tu discurso y te halagan: pues quieren
cabalgar sobre tu espalda. Sobre todos los simbolos cabalgas t aqu hacia todas las v
erdades336.
Con franqueza y sinceridad te es lcito hablar aqu a todas las cosas: y, en verdad,
como
un elogio suena a sus odos el que alguien hable con todas las cosas - derechamente
!
Pero otra cosa distinta es el estar abandonado. Pues lo sabes an, Zaratustra? Cuan
do
en otro tiempo tu pjaro lanz un grito por encima de ti, hallndote t en el bosque, si
n
saber adnde ir, inexperto, cerca de un cadver: - y t dijiste: que mis animales me guen! He encontrado ms peligros entre los hombres que entre los animales337 - aquello era abandono!
Y lo sabes an, oh Zaratustra? Cuando estabas sentado en tu isla, siendo una fuente
de
vino entre cntaros vacos, dando y repartiendo, regalando y escanciando entre sedie
ntos:
- hasta que por fin fuiste t el nico que all se hallaba sediento entre borrachos, y
por
las noches te lamentabas tomar no es una cosa ms dichosa que dar? Y robar, una cosa
ms dichosa que tornar?338 - aquello era abandono!
Y lo sabes todava, oh Zaratustra? Cuando lleg tu hora ms silenciosa y te arrastr lejos de ti mismo, cuando ella dijo con un susurro malvado: habla y hazte pedazos!339
- cuando ella te hizo penoso todo tu aguardar y todo tu callar, y desalent tu hum
ilde
valor: aquello era abandono! - Oh soledad! T patria ma, soledad! De qu modo tan
bienaventurado y delicado me habla tu voz!
No nos hacemos mutuas preguntas, no nos recriminamos el uno al otro, nosotros at
ravesamos, abiertos uno para el otro, puertas abiertas.
Porque en ti todo es abierto y claro; y tambin las horas corren aqu con pies ms lig
eros. En la oscuridad, en efecto, se hace ms pesado el tiempo que en la luz.
Aqu se me abren de golpe las palabras y los armarios de palabras de todo ser: tod
o ser
quiere hacerse aqu palabra, todo devenir quiere aqu aprender a hablar de m.
Pero all abajo - all es vano todo hablar! All, olvidar y pasar de largo es la mejor
sabidura: esto - lo he aprendido ahora!
Quien quisiera comprender todo entre los hombres, tendra que atacar todo340. Mas
yo
tengo manos demasiado limpias para eso.
No me gusta respirar su aliento; ay, que yo haya vivido tanto tiempo en medio de
su
ruido y de su mal aliento!
Oh bienaventurado silencio a mi alrededor! Oh puros aromas en torno a m!341. Oh
cmo estos silencios aspiran un aire puro desde un pecho profundo! Oh cmo escucha
este bienaventurado silencio!
Pero all abajo - all todo habla, nada es escuchado. Aunque alguien anuncie su sabi
dura con taidos de campanas: los tenderos del mercado ahogarn su sonido con peniques!
Todo habla entre ellos, nadie sabe ya entender. Todo cae al agua, nada cae ya en
pozos
profundos.
Todo habla entre ellos, nada se logra ya ni llega a su final. Todo cacarea, mas q
uin
quiere an sentarse callado en el nido y encobar huevos?
Todo habla entre ellos, todo queda triturado a fuerza de palabras. Y lo que toda
va ayer
resultaba demasiado duro para el tiempo mismo y para su diente: hoy cuelga, rado
y rodo, de los hocicos de los hombres de hoy.
Todo habla entre ellos, todo es divulgado. Y lo que en otro tiempo se llam mister
io y
secreto de almas profundas, hoy pertenece a los pregoneros de las callejas y a o
tras mariposas.
Oh ser del hombre, extrao ser! T ruido en callejas oscuras! Ahora vuelves a yacer
por debajo de m: - mi mximo peligro yace a mis espaldas!
En ser indulgente y compasivo estuvo siempre mi mximo peligro342; y todo ser huma
no quiere que se sea indulgente con l y se le sufra.
Reteniendo las verdades, garabateando cosas con mano de necio, con un corazn chiflado, y echando numerosas mentirillas de compasin343: - as he vivido yo siempre e
ntre
los hombres.
Disfrazado me sentaba entre ellos, dispuesto a conocerme mal a m para soportarlos
a
ellos, y dicindome gustoso: t, necio, t no conoces a los hombres!
Se desaprende a conocer a los hombres cuando se vive entre ellos: demasiado prim
er
plano hay en todos los hombres, - qu tienen que hacer all los ojos que ven lejos, q
ue
buscan lejanas!
Y cuando ellos me conocan mal: yo, necio, los trataba por esto con ms indulgencia
que a m mismo: habituado a la dureza conmigo y a menudo vengando en m mismo
aquella indulgencia.
Acribillado por moscas venenosas y excavado, cual la piedra, por la maldad de mu
chas
gotas, as me hallaba yo sentado entre ellos y me deca adems a m mismo: inocente
de su pequeez es todo lo pequeo!
Especialmente aquellos que se llaman los buenos, encontr que ellos eran las moscas
ms venenosas de todas: clavan el aguijn con toda inocencia, mienten con toda inoce
ncia; cmo seran capaces - de ser justos conmigo!
A quien vive entre los buenos la compasin le ensea a mentir. La compasin vicia el
aire a todas las almas libres. La estupidez de los buenos es, en efecto, insonda
ble344.
A ocultarme a m mismo y a ocultar mi riqueza - esto aprend all abajo: pues a todos
los encontr todava pobres de espritu. sta fue la mentira de mi compasin, el saber
acerca de todos,
- el ver y el oler en todos qu cantidad de espritu les bastaba y qu cantidad de espr
itu
les resultaba demasiada!
A sus envarados sabios: yo los llamaba sabios, no envarados, - as aprend a tragar
palabras. A sus sepultureros: yo los llamaba investigadores y escrutadores, - as ap
rend a
sustituir unas palabras por otras.
Los sepultureros contraen enfermedades a fuerza de cavar. Bajo viejos escombros
descansan vapores malsanos. No se debe remover el lodo. Se debe vivir sobre las mon
taas.
Con bienaventuradas narices vuelvo a respirar libertad de montaa! Redimida se halla
por fin mi nariz del olor de todo ser humano!
Cosquilleada por agudos vientos, como por vinos espumeantes, mi alma estornuda,
estornuda y grita jubilosa: He sanado!
As habl Zaratustra.
335
Un primer ttulo pensado por Nietzsche para este captulo era De la soledad.
336
En Ecce homo, Nietzsche cita este prrafo dentro de su famosa descripcin de la insp
iracin.
337
Vase el Prlogo de Zaratustra, 10.
338
Vase, en la segunda parte, La cancin de la noche, as como la nota 188.
339
Vase, en la segunda parte, La ms silenciosa de todas las horas.
340
Juego de palabras, en alemn, entre begreifen (comprender) y angreifen (atacar).
341
Ms adelante, en la cuarta parte, La cancin de la melancola, repite Zaratustra esta
s mismas expresiones cuando, tras la Cena y los discursos sobre el hombre superior, sale un mo
mento al aire libre.
342
Vase, en esta tercera parte, De tablas viejas y nuevas, 11, y en la cuarta parte
, El grito de socorro, El
ms feo de los hombres, y El signo.
343
Vase antes, En el monte de los olivos: Si alguna vez ment, fue por amor.
344
Vase luego, De tablas viejas y nuevas, 26.
De los tres males
1
En el sueo, en el ltimo sueo matinal, yo me encontraba hoy sobre un promontorio, ms all del mundo, sostena una balanza y pesaba el mundo.
Oh, qu pronto me lleg la aurora: me despert con su ardor, la celosa! Celosa est ella
siempre de los ardores de mi sueo matinal.
Mensurable para quien tiene tiempo, sopesable para un buen pesador, sobrevolable
para
alas fuertes, adivinable para divinos cascanueces: as encontr mi sueo el mundo: Mi sueo, un navegante audaz, a medias barco, a medias borrasca, callado como las
mariposas, impaciente cual los halcones de cetrera: cmo tena hoy, sin embargo, paciencia y tiempo para pesar el mundo!
Acaso le alentaba secretamente a ello mi sabidura, mi riente y despierta sabidura d
el
da, que se burla de todos los mundos infinitos? Pues ella dice: donde hay fuerza, al
l
tambin el nmero se convierte en dueo: pues tiene ms fuerza.
Qu seguro contemplaba mi sueo este mundo finito, lo contemplaba no curioso, no indiscreto, no temeroso, no suplicante: - como si una gran manzana se ofreciese a mi mano, una madura manzana de oro, de
piel aterciopelada, fresca y suave: - as se me ofreca el mundo: - como si un rbol me hiciera seas, un rbol de amplio ramaje, de voluntad fuerte, to
rcido como para ofrecer respaldo e incluso escabel al cansado del camino: as se er
gua el
mundo sobre mi promontorio: - como si manos grciles me tendiesen un cofre, - un cofre abierto, para xtasis de
ojos
pudorosos y reverentes: as se me tenda hoy el mundo: - no bastante enigma para espantar de l el amor de los hombres, no bastante soluc
in
para adormecer la sabidura de los hombres: - una cosa humanamente buena era hoy pa
ra
m el mundo, al que tantas cosas malas se le atribuyen!
Cunto agradec a mi sueo matinal el que yo pesase as hoy, al amanecer, el mundo!
Como una cosa humanamente buena vino a m ese sueo y consolador del corazn!
Y para proceder durante el da como l, y para seguirlo e imitarlo en lo mejor de l:
quiero yo ahora poner en la balanza las tres cosas ms malvadas que existen y sope
sarlas
de un modo humanamente bueno. Quien aprendi aqu a bendecir aprendi tambin a maldecir: cules son en el mundo
las tres cosas ms maldecidas? sas son las que voy a poner en la balanza.
Voluptuosidad, ambicin de dominio, egosmo: estas tres cosas han sido hasta ahora l
as
ms maldecidas y de ellas se han dicho las peores calumnias y mentiras, - a estas
tres voy
a sopesarlas de un modo humanamente bueno.
Adelante! Aqu est mi promontorio y ah, el mar: ste se me acerca arrollndose velludo, adulador, viejo y fiel monstruo canino de cien cabezas que yo amo.
Adelante! Aqu quiero yo sostener la balanza sobre el arrollado mar: y tambin elijo
un
testigo para que mire, - a ti, rbol solitario, de fuerte aroma, de ancha bveda, que
yo
amo! Por qu puente pasa el ahora hacia el futuro? Cul es la coaccin que compele a lo alto a descender a lo bajo? Y qu es lo que manda tambin a lo ms alto - que siga ascendiendo?345 Ahora la balanza est equilibrada y quieta: tres difciles preguntas he echado en el
la,
tres difciles respuestas lleva el otro platillo de la balanza.
2
Voluptuosidad: para todos los despreciadores del cuerpo vestidos con cilicios es
ella su
aguijn y estaca, y, entre todos los trasmundanos, algo maldecido como mundo346:
pues ella se burla y se mofa de todos los maestros de la confusin y del error.
Voluptuosidad: para la chusma, el fuego lento en que se abrasa; para toda la mad
era
carcomida, para todos los pingajos hediondos, el preparado horno ardiente y llam
eante.
Voluptuosidad: para los corazones libres, algo inocente y libre, la felicidad de
l jardn
terrenal, el desborde de gratitud de todo futuro al ahora.
Voluptuosidad: slo para el marchito es un veneno dulzn, para los de voluntad leoni
na, en cambio, es el gran estimulante cordial, y el vino de los vinos respetuosa
mente tratado.
Voluptuosidad: la gran felicidad que sirve de smbolo a toda felicidad ms alta y a
la
suprema esperanza. A muchas cosas, en efecto, les est prometido el matrimonio y ms
que el matrimonio, - a muchas cosas que son entre s ms extraas que hombre y mujer: - y quin ha comprendido del todo cun extraos son entre s hombre y mujer!
Voluptuosidad: - mas basta, quiero tener vallas alrededor de mis pensamientos, t
ambin
de mis palabras: para que no entren en mis jardines los cerdos y los exaltados! Ambicin de dominio: el ltigo de fuego para los ms duros entre los duros de corazn;
el espantoso martirio reservado al ms cruel; la sombra llama de piras encendidas.
Ambicin de dominio: la maligna traba impuesta a los pueblos ms vanidosos; algo que
se burla de toda virtud incierta; algo que cabalga sobre todos los corceles y so
bre todos
los orgullos.
Pero an ms desdea al que se apresura a complacer a otros, al perruno, que en seguida se echa panza arriba, al humilde; y hay tambin una sabidura que es humilde y pe
rruna y piadosa y que se apresura a complacer.
Odioso es para el egosmo, y nauseabundo, quien no quiere defenderse, quien se tra
ga
salivazos venenosos y miradas malvadas, el demasiado paciente, el que todo lo to
lera y
con todo se contenta: sta es, en efecto, la especie servil.
Sobre quien es servil frente a los dioses y los puntapis divinos, o frente a los
hombres
y las estpidas opiniones humanas: sobre toda esa especie de siervos escupe l, ese b
ienaventurado egosmo!
Malo: as llama l a todo lo que dobla las rodillas y es servil y tacao, a los ojos q
ue
parpadean sin libertad, a los corazones oprimidos, y a aquella falsa especie ind
ulgente
que besa con anchos labios cobardes.
Y pseudosabidura: as llama l a todos los alardes de ingenio de los siervos y de los
ancianos y de los cansados; y en especial, a toda la perversa, desatinada, demasi
ado ingeniosa necedad de los sacerdotes!
Mas tanto la pseudosabidura, como todos los sacerdotes, y los cansados del mundo,
y
aquellos cuya alma es de la especie de las mujeres y de los siervos, - oh, cmo su
juego
ha jugado desde siempre malas partidas al egosmo!
Y cabalmente deba ser virtud y llamarse virtud esto, el que se jugasen malas parti
das
al egosmo! Y no egostas - as deseaban ser ellos mismos, con buenas razones, todos
estos cobardes y araas cruceras cansados del mundo!
Mas para todos ellos llega ahora el da, la transformacin, la espada del juicio, el
gran
medioda: entonces se pondrn de manifiesto muchas cosas!352.
Y quien llama sano y santo al yo, y bienaventurado al egosmo, en verdad se dice ta
mbin lo que sabe, es un profeta: He aqu que viene, que est cerca el gran medioda!
As habl Zaratustra.
345
Estas tres preguntas aluden, respectivamente, a los tres males citados: voluptuos
idad, ambicin de
dominio, egosmo.
346
Alusin al concepto cristiano de mundo, considerado como uno de los tres enemigos d
el hombre:
mundo, demonio y carne.
347
Sepulcros blanqueados es expresin evanglica; vase el Evangelio de San Mateo, 232, 27
: Ay de
vosotros, escribas y fariseos hipcritas, que os parecis a los sepulcros blanqueado
s! Por fuera tienen buena
apariencia, pero por dentro estn llenos de huesos muertos y de podredumbre; lo mi
smo vosotros: por fuera
parecis honrados, pero por dentro estis repletos de hipocresa y crmenes.
348
mojones355; para l los propios mojones volarn por el aire y l bautizar de nuevo a la
tierra, llamndola - La Ligera.
El avestruz corre ms rpido que el ms rpido caballo, pero tambin esconde pesadamente la cabeza en la pesada tierra: as hace tambin el hombre que an no puede volar
.
Pesadas son para l la tierra y la vida; y as lo quiere el espritu de la pesadez! Mas
quien quiera hacerse ligero y transformarse en un pjaro tiene que amarse a s mismo
: as enseo yo.
No, ciertamente, con el amor de los enfermos y calenturientos: pues en ellos hast
a el
amor propio exhala mal olor!
Hay que aprender a amarse a s mismo - as enseo yo - con un amor saludable y sano:
a soportar estar consigo mismo y a no andar vagabundeando de un sitio para otro.
Semejante vagabundeo se bautiza a s mismo con el nombre de amor al prjimo: con
esta expresin se han dicho hasta ahora las mayores mentiras y se han cometido las
mayores hipocresas, y en especial lo han hecho quienes caan pesados a todo el mundo.
Y en verdad, no es un mandamiento para hoy y para maana el de aprender a amarse a
s mismo. Antes bien, de todas las artes es sta la ms delicada, la ms sagaz, la ltima
y
la ms paciente:
A quien tiene algo, en efecto, todo lo que l tiene suele estarle bien oculto; y d
e todos
los tesoros es el propio el ltimo que se desentierra, - as lo procura el espritu de
la pesadez.
Ya casi en la cuna se nos dota de palabras y de valores pesados: bueno y malvado as se llama esa dote. Y en razn de ella se nos perdona que vivamos.
Y dejamos que los nios pequeos vengan a nosotros356 para impedirles a tiempo que
se amen a s mismos: as lo procura el espritu de la pesadez
Y nosotros - nosotros llevamos fielmente cargada la dote que nos dan, sobre duros
hombros y por speras montaas! Y si sudamos, se nos dice: S, la vida es una carga
pesada!
Pero slo el hombre es para s mismo una carga pesada! Y esto porque lleva cargadas
sobre sus hombros demasiadas cosas ajenas. Semejante al camello, se arrodilla y
se deja
cargar bien357.
Sobre todo el hombre fuerte, de carga, en el que habita la veneracin: demasiadas
pesadas palabras ajenas y demasiados pesados valores ajenos carga sobre s, - entonces
la
vida le parece un desierto!
Y en verdad! Tambin algunas cosas propias son una carga pesada! Y muchas de las
cosas que residen en el interior del hombre son semejantes a la ostra, es decir,
nauseabundas y viscosas y difciles de agarrar -,
- de tal modo que tiene que intervenir en su favor una concha noble, con nobles
adornos. Y tambin hay que aprender este arte: el de tener una concha, y una hermosa ap
ariencia, y una inteligente ceguera!
Una y otra vez nos engaamos acerca de algunas cosas humanas por el hecho de que
ms de una concha es mezquina y triste y demasiado concha. Mucha bondad y mucha
- flamear como llamas pequeas sobre elevados mstiles: siendo, ciertamente, una luz
pequea, pero un gran consuelo, sin embargo, para navegantes y nufragos extraviados!
Por muchos caminos diferentes y de mltiples modos llegu yo a mi verdad; no por una
nica escala ascend hasta la altura desde donde mis ojos recorren el mundo.
Y nunca me ha gustado preguntar por caminos, - esto repugna siempre a mi gusto! P
refera preguntar y someter a prueba a los caminos mismos.
Un ensayar y un preguntar fue todo mi caminar: - y en verdad, tambin hay que apren
der a responder a tal preguntar! ste - es mi gusto:
- no un buen gusto, no un mal gusto, pero s mi gusto, del cual ya no me avergenzo
ni
lo oculto.
ste - es mi camino, - dnde est el vuestro?, as responda yo a quienes me preguntaban por el camino. El camino, en efecto, - no existe!
As habl Zaratustra.
353
Juego de palabras en alemn con dos trminos de sonido parecido: Tinten-Fische (pec
es de tinta, calamares); acaso, en castellano, chupatintas (para seguir el juego verbal), y Feder
-Fchse (zorros de pluma). La palabra alemana usual para decir plumfero, escritorzuelo, es Federfuchser; po
r semejanza de
sonido Nietzsche la transforma en Feder-Fuchs (plural, Feder-Fchse).
354
En la cuarta parte, La Cena, y La cancin de la melancola, 2, volver a aludirse al
gusto del estmago de Zaratustra por la carne de cordero.
355
Cambiar de sitio los mojones es frase clsica y muy antigua. Ya Soln dice (fragmento
24) que en
una ocasin yo remov los mojones de la negra Tierra, fijos en muchas partes; antes
ella era esclava, mas
ahora es libre. Teniendo en cuenta la inmediata alusin de Zaratustra a la tierra,
es posible que Nietzsche
recordara aqu el citado fragmento de Soln.
356
Parfrasis del Evangelio de Mateo, 19, 14: Dejad que los nios vengan a m. Sin embargo
, segn
Nietzsche, esto lo hacemos para impedir que se amen a s mismos. Vase tambin antes,
De la virtud empequeecedora, 2, y la nota 302.
357
Vase, en la primera parte, De las tres transformaciones.
358
El mejor de los mundos: alusin a Leibniz.
359
El rebuzno se expresa grficamente en alemn con las letras I-A, que tambin signific
an s (Ja). De
ah la frase de Nietzsche. En la cuarta parte, El despertar, se har amplio uso de e
sta posibilidad lingstica
alemana.
360
Vase la nota 347.
361
Ms adelante, De tablas viejas y nuevas, 19, volver Zaratustra a la figura del parsi
to.
362
Alusin a la frase de Pedro cuando en el Tabor quiere levantar tres tiendas; vase Eva
ngelio de Mateo, 17, 4.
De tablas viejas y nuevas363
1
Aqu estoy sentado y aguardo, teniendo a mi alrededor viejas tablas rotas y tambin
tablas nuevas a medio escribir. Cundo llegar mi hora?
- la hora de mi descenso, de mi ocaso: una vez ms todava quiero ir a los hombres.
Esto es lo que ahora aguardo: antes tienen que llegarme, en efecto, los signos d
e que es
mi hora, - a saber, el len riente con la bandada de palomas364.
Entretanto, como uno que tiene tiempo, me hablo a m mismo. Nadie me cuenta cosas
nuevas: por eso yo me cuento a m mismo365. 2
Cuando fui a los hombres los encontr sentados sobre una vieja presuncin: todos pre
suman saber desde haca ya mucho tiempo qu es lo bueno y lo malvado para el hombre.
Una cosa vieja y cansada les pareca a ellos todo hablar acerca de la virtud; y qu
ien
quera dormir bien hablaba todava, antes de irse a dormir, acerca del bien y del mal
366
.
Esta somnolencia la sobresalt yo cuando ense: lo que es bueno y lo que es malvado,
eso no lo sabe todava nadie: - excepto el creador!
- Mas ste es el que crea la meta del hombre y el que da a la tierra su sentido y
su futuro: slo ste crea el hecho de que algo sea bueno y malvado.
Y les mand derribar sus viejas ctedras y todos los lugares en que aquella vieja pr
esuncin se haba asentado; les mand rerse de sus grandes maestros de virtud y de sus
santos y poetas y redentores del mundo.
De sus sombros sabios les mand rerse, y de todo el que alguna vez se hubiera posado
,
para hacer advertencias, sobre el rbol de la vida como un negro espantajo.
Me coloqu al lado de su gran calle de los sepulcros e incluso junto a la carroa y
los
buitres367 - y me re de todo su pasado y del mustio y arruinado esplendor de ese
pasado.
En verdad, semejante a los predicadores penitenciales y a los necios grit yo pidi
endo
clera y justicia sobre todas sus cosas grandes y pequeas, - es tan pequeo incluso lo
mejor de ellos!, es tan pequeo incluso lo peor de ellos! - as me rea.
As gritaba y se rea en m mi sabio anhelo, el cual ha nacido en las montaas y es, en
verdad!, una sabidura salvaje - mi gran anhelo de ruidoso vuelo.
Y a menudo en medio de la risa ese anhelo me arrastraba lejos y hacia arriba y h
acia
fuera: yo volaba, estremecindome ciertamente de espanto, como una flecha, a travs
de
un xtasis embriagado de sol:
- hacia futuros remotos, que ningn sueo haba visto an, hacia sures ms ardientes
que los que los artistas soaron jams: hacia all donde los dioses, al bailar, se ave
rgenzan de todos sus vestidos368: - yo hablo, en efecto, en parbolas, e, igual que los poetas, cojeo y balbuceo; y e
n verdad, me avergenzo de tener que ser todava poeta! Hacia all donde todo devenir me pareci un baile de dioses y una petulancia de dios
es,
y el mundo, algo suelto y travieso y que huye a cobijarse en s mismo: - como un eterno huir-de-s-mismos y volver-a-buscarse-as-mismos de muchos dioses,
como el bienaventurado contradecirse, orse de nuevo, relacionarse de nuevo de muc
hos
dioses: hacia all donde todo tiempo me pareci una bienaventurada burla de los instantes,
donde la necesidad era la libertad misma, que jugaba bienaventuradamente con el
aguijn
de la libertad369: donde tambin yo volv a encontrar a mi antiguo demonio y archienemigo, el espritu
de la pesadez y todo lo que l ha creado: coaccin, ley, necesidad y consecuencia y
finalidad y voluntad y bien y mal: pues no tiene que haber cosas sobre las cuales y ms all de las cuales se pueda bail
ar?
No tiene que haber, para que existan los ligeros, los ms ligeros de todos - topos
y pesados enanos? - 3
All fue tambin donde yo recog del camino la palabra superhombre370, y que el
hombre es algo que tiene que ser superado, - que el hombre es un puente y no una
meta:
llamndose bienaventurado a s mismo a causa de su medioda y de su atardecer, como
camino hacia nuevas auroras:
- la palabra de Zaratustra acerca del gran medioda, y todo lo dems que yo he suspe
ndido sobre los hombres, como segundas auroras purpreas.
En verdad, tambin les he hecho ver nuevas estrellas junto con nuevas noches; y po
r
encima de las nubes y el da y la noche extend yo adems la risa como una tienda mult
icolor.
Les he enseado todos mis pensamientos y deseos: pensar y reunir en unidad lo que
en
el hombre es fragmento y enigma y horrendo azar, - como poeta, adivinador de enigmas y redentor del azar les he enseado a trabajar
creadoramente en el porvenir y a redimir creadoramente - todo lo que fue.
A redimir lo pasado en el hombre y a transformar mediante su creacin todo Fue,
hasta que la voluntad diga: Mas as lo quise yo! As lo querr - esto es lo que yo llam redencin para ellos, nicamente a esto les ense a llamar redencin. - Ahora aguardo mi redencin, - el ir a ellos por ltima vez.
Pues todava una vez quiero ir a los hombres: entre ellos quiero hundirme en mi oca
so,
al morir quiero darles el ms rico de mis dones!
Del sol he aprendido esto, cuando se hunde l, el inmensamente rico: entonces es c
uando derrama oro sobre el mar, sacndolo de riquezas inagotables, -
- de tal manera que hasta el ms pobre de los pescadores rema con remos de oro! Est
o
fue, en efecto, lo que yo vi en otro tiempo, y no me saci de llorar contemplndolo.
Igual que el sol quiere tambin Zaratustra hundirse en su ocaso: mas ahora est sent
ado
aqu y aguarda, teniendo a su alrededor viejas tablas rotas, y tambin tablas nuevas
, - a
medio escribir.
4
Mira, aqu hay una tabla nueva: pero dnde estn mis hermanos, que la lleven conmigo al valle y la graben en corazones de carne?371.
Esto es lo que mi gran amor exige a los lejanos: no seas indulgente con tu prjimo!
El
hombre es algo que tiene que ser superado.
Existen muchos caminos y muchos modos distintos de superacin: mira t ah! Mas
slo un bufn piensa: el hombre es algo sobre lo que tambin se puede saltar.
Suprate a ti mismo incluso en tu prjimo: y un derecho que puedas robar no debes
permitir que te lo den!
Lo que t haces, eso nadie puede hacrtelo de nuevo a ti. Mira, no existe retribucin.
El que no puede mandarse a s mismo debe obedecer. Y ms de uno pueda mandarse a
s mismo, pero falta todava mucho para que tambin se obedezca a s mismo!
5
As lo quiere la especie de las almas nobles: no quieren tener nada de balde, y me
nos
que nada, la vida372.
Quien es de la plebe quiere vivir de balde; pero nosotros, distintos de ellos, a
quienes la
vida se nos entreg a s misma, - nosotros reflexionamos siempre sobre qu es lo mejor
que daremos a cambio!
Y en verdad, es un lenguaje aristocrtico el que dice: lo que la vida nos promete a
nosotros, eso queremos nosotros - cumplrselo a la vida!
No debemos querer gozar all donde no damos a gozar. Y - no debemos querer gozar!
Goce e inocencia son, en efecto, las cosas ms pdicas que existen: ninguna de las d
os
quiere ser buscada. Debemos tenerlas -, pero debemos buscar ms bien culpa y dolore
s!
6
Oh hermanos mos, quien es una primicia es siempre sacrificado. Ahora bien, nosotr
os
somos primicias373.
Todos nosotros derramamos nuestra sangre en altares secretos, todos nosotros nos
quemamos y nos asamos en honor de viejas imgenes de dolos.
Lo mejor de nosotros es todava joven: esto excita los viejos paladares. Nuestra c
arne es
tierna, nuestra piel es piel de cordero: - cmo no bamos nosotros a excitar a viejos
sacerdotes de dolos!
Dentro de nosotros mismos habita todava l, el viejo sacerdote de dolos, que asa, pa
ra
prepararse un banquete, lo mejor de nosotros. Ay, hermanos mos, cmo no iban las
No el que vuestra estirpe se haya hecho cortesana en las cortes, y vosotros hayis
aprendido a estar de pie, vestidos con ropajes multicolores, como un flamenco380
, durante
largas horas, dentro de estanques poco profundos.
- Pues poder estar de pie es un mrito entre los cortesanos: y todos los cortesano
s creen
que de la bienaventuranza despus de la muerte forma parte - el que se permita esta
r
sentado! Ni tampoco el que un espritu, que ellos llaman santo, condujese a vuestros antepa
sados
a tierras prometidas381, que yo no alabo: pues nada hay que alabar en la tierra
donde creci el ms funesto de todos los rboles, - la cruz! - y en verdad, a todos los sitios a que ese espritu santo condujo sus caballeros, s
iempre esas expediciones iban precedidas - de cabras y gansos y de cruzados mentecat
os!382
Oh hermanos mos, no hacia atrs debe dirigir la mirada vuestra nobleza, sino hacia
adelante! Expulsados debis estar vosotros de todos los pases de los padres y de los
antepasados!
El pas de vuestros hijos es el que debis amar: sea ese amor vuestra nueva nobleza,
el pas no descubierto, situado en el mar ms remoto! A vuestras velas ordeno que partan una y otra vez en su busca!
En vuestros hijos debis reparar el ser vosotros hijos de vuestros padres: as debis
redimir todo lo pasado!383. Esta nueva tabla coloco yo sobre vosotros!
13
Para qu vivir? Todo es vanidad!384. Vivir es trillar paja385; vivir - es quemarse a
s
mismo y, sin embargo, no calentarse. Tales anticuados parloteos continan siendo considerados como sabidura; y por ser
viejos y oler a rancio, por eso se los respeta ms. Tambin el moho otorga nobleza.
As les era lcito hablar a los nios: ellos rehyen el fuego porque ste los ha quemado!
Hay mucho infantilismo en los viejos libros sapienciales.
Y a todo el que siempre trilla paja, cmo iba a serle lcito blasfemar del trillar! A
tales necios habra que ponerles el bozal !386.
stos se sientan a la mesa y no traen nada consigo, ni siquiera el buen hambre: y ahora
blasfeman diciendo todo es vanidad!
Pero comer y beber bien, oh hermanos mos, no es en verdad un arte vano! Romped,
rompedme las tablas de los eternos descontentos!
14
Para el puro todo es puro387 - as habla el pueblo. Pero yo os digo: para los cerdos
todo se convierte en cerdo!
Por ello los fanticos y los beatos de cabeza colgante, que tambin llevan colgando
hacia abajo el corazn, predican: el mundo mismo es un monstruo merdoso.
Pues todos ellos son de espritu sucio; y en especial aquellos que no tienen desca
nso ni
reposo si no ven el mundo por detrs, - los trasmundanos!
A stos les digo a la cara, aunque ello no suene de modo agradable: el mundo se as
Dejadle yacer hasta que se despierte por s mismo, - hasta que se retracte por s mis
mo
de toda fatiga y de lo que en l enseaba fatiga!
Slo, hermanos mos, ahuyentad de l a los perros, a los hipcritas perezosos y a todo e
l
enjambre de sabandijas: - a todo el enjambre de sabandijas de los cultos, que con el sudor de todo hroe - se
regala! 19
Yo trazo en torno a m crculos y fronteras sagradas; cada vez es menor el nmero de
quienes conmigo suben hacia montaas cada vez ms altas, - yo construyo una cordille
ra
con montaas ms santas cada vez. Pero adondequiera que conmigo subis, oh hermanos mos: cuidad de que no suba con
vosotros un parsito!393.
Parsito: es un gusano, un gusano que se arrastra, que se doblega, que quiere engo
rdar a
costa de vuestros rincones enfermos y heridos.
Y su arte consiste en esto, en adivinar cul es en las almas ascendentes el lugar
en que
estn cansadas: en vuestro disgusto y en vuestro mal humor, en vuestro delicado pu
dor
construye el parsito su nauseabundo nido.
En el lugar en que el fuerte es dbil, y el noble, demasiado benigno, - all dentro
construy l su nauseabundo nido: el parsito habita all donde el grande tiene pequeos rincones heridos.
Cul es la especie ms alta de todo ser, y cul la ms baja? El parsito es la especie
ms baja; pero quien forma parte de la especie ms alta, se alimenta a la mayor parte
de
los parsitos.
El alma, en efecto, que posee la escala ms larga y que ms profundo puede descender
:
cmo no iban a asentarse en ella la mayor parte de los parsitos? - el alma ms vasta, la que ms lejos puede correr y errar y vagar dentro de s; la ms
necesaria, que por placer se precipita en el azar: - el alma que es, y se sumerge en el devenir; la que posee, y quiere sumergirse
en el
querer y desear: - la que huye de s misma, que a s misma se da alcance en los crculos ms amplios; el
alma ms sabia, a quien ms dulcemente habla la necedad: - la que ms se ama a s misma, en la que todas las cosas tienen su corriente y su c
ontracorriente, su flujo y su reflujo394: - oh, cmo no iba el alma ms elevada a tener
los
peores parsitos?
20
Oh hermanos mos, acaso soy cruel? Pero yo digo: a lo que est cayendo se le debe
incluso dar un empujn!
Todas estas cosas de hoy - estn cayendo, decayendo: quin querra sostenerlas! Pero
yo - yo quiero darles adems un empujn!
Conocis vosotros la voluptuosidad que hace rodar las piedras en profundidades cort
adas a pico? - Estos hombres de hoy: mirad cmo ruedan a mis profundidades!
Un preludio de jugadores mejores soy yo, oh hermanos mos! Un ejemplo! Obrad
Vuestro enlace matrimonial: Tened cuidado de que no sea una mala conclusin!
Habis soldado con demasiada rapidez: por eso de ah se sigue - el quebrantamiento de
l
matrimonio!
Y es mejor quebrantar el matrimonio que torcer el matrimonio, que mentir el matri
monio! - As me dijo una mujer: Es verdad que yo he quebrantado el matrimonio, pero
antes el matrimonio me haba quebrantado a m!399.
Siempre he encontrado que los mal apareados eran los peores vengativos: hacen pa
gar a
todo el mundo el que ellos no puedan ya correr por separado.
Por ello quiero yo que los honestos se digan uno a otro: Nosotros nos amamos: veamos si podemos continuar amndonos! O debe ser una equivocacin nuestra promesa?400.
- Dadnos un plazo y un pequeo matrimonio, para que veamos si somos capaces del
gran matrimonio! Es una gran cosa estar dos siempre juntos!
As aconsejo yo a todos los honestos; y qu sera mi amor al superhombre y a todo lo
que debe venir si yo aconsejase y hablase de otro modo!
No slo a propagaros al mismo nivel, sino a propagaros hacia arriba - a eso, oh her
manos mos, aydeos el jardn del matrimonio!
25
El que ha llegado a conocer los viejos orgenes acabar por buscar manantiales del f
uturo y nuevos orgenes. Oh hermanos mos, de aqu a poco401, nuevos pueblos surgirn y nuevos manantiales se
precipitarn ruidosamente en nuevas profundidades.
El terremoto, en efecto, - ciega muchos pozos y provoca mucho desfallecimiento:
y
tambin saca a luz energas y secretos ocultos.
El terremoto pone de manifiesto nuevos manantiales. En el terremoto de viejos pu
eblos
emergen manantiales nuevos.
Y en torno a quien entonces grita: He ah un pozo para muchos sedientos, un corazn
para muchos anhelosos, una voluntad para muchos instrumentos: - en torno a se se r
ene un pueblo, es decir: muchos experimentadores.
Quin puede mandar, quin tiene que obedecer - eso es lo que aqu se experimenta!
Ay, con qu bsquedas y adivinaciones y fallos y aprendizajes y reexperimentos tan
prolongados!
La sociedad de los hombres: es un experimento, as lo enseo yo, una prolongada bsqueda: y busca al hombre de mando! - un experimento, oh hermanos mos! Y no un contrato402. Romped, rompedme tales palabras de los corazones dbiles y de los amigos de componendas!
26
Oh hermanos mos! En quines reside el mayor peligro para todo futuro de los hombres? No es en los buenos y justos? - que dicen y sienten en su corazn: nosotros sabemos ya lo que es bueno y justo, y
hasta lo tenemos; ay de aquellos que continan buscando aqu!
Y sean cuales sean los daos que los malvados ocasionen: el dao de los buenos es el
dao ms daino de todos!
Y sean cuales sean los daos que los calumniadores del mundo ocasionen: el dao de
Por qu tan blandos, tan poco resistentes y tan dispuestos a ceder? Por qu hay tanta
negacin, tanta renegacin en vuestro corazn? Y tan poco destino en vuestra mirada?
Y si no queris ser destinos ni inexorables: cmo podrais - vencer conmigo?
Y si vuestra dureza no quiere levantar chispas y cortar y sajar: cmo podrais algn da
- crear conmigo?
Los creadores son duros, en efecto. Y bienaventuranza tiene que pareceros el imp
rimir
vuestra mano sobre milenios como si fuesen cera, - bienaventuranza, escribir sobre la voluntad de milenios como sobre bronce, - ms
duros que el bronce, ms nobles que el bronce. Slo lo totalmente duro es lo ms noble d
e
todo.
Esta nueva tabla, oh hermanos mos, coloco yo sobre vosotros: endureceos! - 410
30
Oh t voluntad ma! T viraje de toda necesidad, t necesidad ma!411 Presrvame de
todas las victorias pequeas!
T providencia de mi alma, que yo llamo destino! T que ests dentro de m! T que
ests encima de m! Presrvame y resrvame para un gran destino!412
Y tu ltima grandeza, voluntad ma, resrvatela para tu ltimo instante, - para ser inexorable en tu victoria! Ay, quin no ha sucumbido a su victoria!
Ay, a quin no se le oscurecieron los ojos en ese crepsculo ebrio! Ay, a quin no le
vacil el pie y desaprendi, en la victoria, - a estar de pie! - Que yo est preparado y maduro alguna vez en el gran medioda: preparado y maduro
como bronce ardiente, como nube grvida de rayos y como ubre hinchada de leche: - preparado para m mismo y para mi voluntad ms oculta: un arco ansioso de su flech
a,
una flecha ansiosa de su estrella: - una estrella preparada y madura en su medioda, ardiente, perforada, bienaventur
ada
gracias a las aniquiladoras flechas solares: - un sol y una inexorable voluntad solar, dispuesto a aniquilar en la victoria!
Oh voluntad, viraje de toda necesidad, t necesidad ma! Resrvame para una gran
victoria! - As habl Zaratustra.
363
Todo este largo captulo alude antitticamente a las tablas de la ley del Antiguo Tes
tamento. Vase
xodo, 24. El propio Moiss rompe las tablas ms tarde: xodo, 32, 19. En Ecce homo dice
Nietzsche:
Muchos escondidos rincones y alturas del paisaje de Nizza se hallan santificados
para m por instantes
inolvidables: aquel pasaje decisivo que lleva el ttulo De tablas viejas y nuevas fu
e compuesto durante
una fatigossima subida desde la estacin al maravilloso y morisco nido de guilas que
es Eza -la agilidad
muscular era siempre mxima en m cuando la fuerza creadora flua de manera ms abundant
e.
364
En la cuarta parte, El signo, llegarn hasta Zaratustra la bandada de palomas y e
l len riente.
365
En Ecce homo Nietzsche emplea casi idntica expresin: Y as me cuento mi vida a m mism
o.
366
Vase, en la primera parte, De las ctedras de la virtud.
367
Reminiscencia del Evangelio de Mateo, 24,28: Donde quiera est el cadver, all se jun
tarn los buitres.
368
Vase antes, en la segunda parte, De la cordura respecto a los hombres, y la nota
76. Esta imagen
aparece por vez primera en el captulo Del amigo, de la primera parte.
369
Vase la nota 121.
370
Vase la nota 14.
371
Corazones de carne es expresin bblica que aparece en Ezequiel, 11, 19-20: Les arranc
ar el corazn de piedra y les dar un corazn de carne, para que sigan mis leyes y pongan por ob
ra mis mandatos.
Tambin aparece en 2 Corintios, 3, 3: Vosotros sois mi carta, escrita en vuestros c
orazones, carta abierta y
leda por todo el mundo. Se os nota que sois carta de Cristo y que yo fui el amanu
ense no est escrita con
tinta, sino con Espritu de Dios vivo, no entablas de piedra, sino en tablas que s
on corazones de carne.
Aqu Zaratustra rememora probablemente el segundo de los pasajes citados.
372
Negacin de lo que se dice en el Apocalipsis, 22,17: Quien tenga sed, que se acerq
ue; el que quiera,
que tome de balde el agua de la vida.
373
El sacrificio de las primicias es de origen bblico. Vase xodo, 23, 19: Llevars a la
casa del Seor,
tu Dios, las primicias de tus frutos.
374
Juego de palabras, en alemn, entre los verbos gehorchen (obedecer) -en el que ap
arece horchen (or,
escuchar)- y hren (or).
375
Frase de Heraclito. En este 8 hace Nietzsche un uso muy peculiar de la contrapo
sicin entre Heraclito
y Parmnides, segn los viejos textos griegos. Por otra parte, todo el decorado figu
rativo se apoya en dos
frases populares alemanas que aparecen aqu textualmente: das Wasser hat keine Bal
ken (literal: el agua
no tiene maderos, pero que corresponde aproximadamente a la expresin castellana el
mar es muy traidor), e ins Wasser fallen (literal: caer al agua, pero en el sentido de irse al agua,
malograrse algo).
376
Remedo de Jeremas, 16, 6: El Seor me dijo: Predica estas palabras en los pueblos d
e Jud y en las
callejas de Jerusaln.
377
Cita de xodo, 20. Estas dos prohibiciones aparecen en las tablas viejas.
378
Vase antes, De los apstatas, 2.
379
En la cuarta parte, Coloquio con los reyes, el or cmo uno de los reyes repite est
a frase suya har salir
a Zaratustra de su escondite.
380
Flamencos: este mordaz calificativo que Zaratustra da aqu a los cortesanos lo apli
car a los reyes
en la cuarta parte, Coloquio con los reyes.
381
Alusin a la tierra prometida de los hebreos. Vase la nota 278.
382
Alusin a las cruzadas.
383
Vase, en la segunda parte, Del pas de la cultura, y la nota 218. La frase siguie
nte es perfrasis, con
cambio de sentido, de xodo, 20, 5: Yo Yahv... castigo la iniquidad de los padres en
los hijos hasta en la
tercera y la cuarta generacin.
384
Vase la nota 248.
385
Stroh dreschen (trillar paja) tiene un significado obvio: trabajar y no sacar nad
a. En alemn tiene
adems el significado de decir trivialidades. As se entiende mejor la referencia a lo
s parloteos.
386
Das Maul verbinden (amordazar el hocico, poner el bozal) es frase empleada por
Lutero, en su traduccin de la Biblia; vase Deuteronomio, 25, 4: No le pondrs bozal al buey que trilla.
387
Cita literal de Tito, 1, 15: Para el puro todo es puro; en cambio, para el sucio
y falto de fe no hay nada puro: hasta la mente y la conciencia las tiene sucias.
388
Con esta misma frase comienza tambin el captulo de la segunda parte titulado De la
chusma.
389
Vase la nota 304.
390
La barca de la muerte es expresin que viene de la Antigedad clsica: Caronte llevaba
en su barca
los muertos al Hades.
391
Remedo del Evangelio de Lucas, 16, 21: Hasta los perros venan y laman sus lceras (ap
licado al
mendigo Lzaro).
392
Parfrasis irnica de lo narrado en el Antiguo Testamento, Ezequiel, 8, 3: Y Yahv ala
rg una a manera de mano y me cogi por los cabellos y el espritu me elev entre la tierra y el c
ielo y me condujo a
Jerusaln en xtasis.
393
Vase, en esta tercera parte, Del espritu de la pesadez.
394
En Ecce homo cita Nietzsche el prrafo que va desde el alma, en efecto, que posee l
a escala ms alta... hasta aqu, y aade: pero esto es el concepto mismo de Dioniso.
395
Cita del Evangelio de Juan, 13, 14: Si yo, pues, os he lavado los pies, siendo v
uestro Seor y Maestro, tambin habis de lavaros los pies unos a otros. Porque yo os he dado ejemplo v
osotros obris segn mi
ejemplo.
396
407
Vase el Prlogo de Zaratustra, 5, y la nota 22.
408
Nacer en la mentira (en el pecado) es expresin bblica. Vase el Salmo 51,7: Mira, en c
ulpa nac
y en pecado me engendr mi madre.
409
El texto de este 29 es reproducido por Nietzsche al final de su obra Crepsculo d
e los dolos, como
eplogo de ella, con el ttulo de Habla el martillo.
410
Nietzsche comenta este precepto en Ecce homo con las siguientes palabras: El imp
erativo endureceos!, la ms honda certeza de que todos los creadores son duros, es el autntico ind
icio de una naturaleza
dionisiaca.
411
Vase la nota 129.
412
Juego de palabras, en alemn, entre Schickung (providencia) y Schicksal (destino)
, de idntica raz.
El convaleciente413
1
Una maana, no mucho tiempo despus de su regreso a la caverna, Zaratustra salt de
su lecho como un loco, grit con voz terrible e hizo gestos como si en el lecho ya
ciese
todava alguien que no quisiera levantarse de all; y tanto reson la voz de Zaratustr
a que
sus animales acudieron asustados, y de todas las cavernas y escondrijos que esta
ban
prximos a la caverna de Zaratustra escaparon todos los animales, - volando, revol
oteando, arrastrndose, saltando, segn que les hubiesen tocado en suerte patas o ala
s. Y
Zaratustra dijo estas palabras:
Sube, pensamiento abismal, de mi profundidad! Yo soy tu gallo y tu crepsculo matutino, gusano adormilado: arriba!, arriba! Mi voz debe desvelarte ya con su canto de
gallo!
Destate las ataduras de tus odos: escucha! Pues yo quiero orte! Arriba! Arriba!
Aqu hay truenos bastantes para que tambin los sepulcros aprendan a escuchar!
Y borra de tus ojos el sueo y toda imbecilidad, toda ceguera! yeme tambin con tus
ojos: mi voz es una medicina incluso para ciegos de nacimiento.
Y una vez que te hayas despertado debers permanecer eternamente despierto. No es
mi
hbito despertar del sueo a tatarabuelas para decirles - que sigan durmiendo!414
Te mueves, te desperezas, ronroneas? Arriba! Arriba! No roncar - hablarme es lo
que debes! Te llama Zaratustra el ateo!
Yo Zaratustra, el abogado de la vida, el abogado del sufrimiento, el abogado del
crculo415 - te llamo a ti, al ms abismal de mis pensamientos!
Dichoso de m! Vienes - te oigo! Mi abismo habla, he hecho girar a mi ltima profundidad para que mire hacia la luz!
Dichoso de m! Ven! Dame la mano - - ay! deja!, ay, ay! - - nusea, nusea, nusea
- - - ay de m!
2
Y apenas haba dicho Zaratustra estas palabras cay al suelo como un muerto y permaneci largo tiempo como un muerto. Mas cuando volvi en s estaba plido y temblaba y
permaneci tendido y durante largo tiempo no quiso comer ni beber. Esto dur en l sie
te
das; mas sus animales no lo abandonaron ni de da ni de noche, excepto que el guila
volaba fuera a recoger comida. Y lo que recoga y robaba colocbalo en el lecho de Z
aratustra: de modo que ste acab por yacer entre amarillas y rojas bayas, racimos de u
vas,
manzanas de rosa416, hierbas aromticas y pias. Y a sus pies estaban extendidos dos
corderos417 que el guila haba arrebatado con gran esfuerzo a sus pastores.
Por fin, al cabo de siete das, Zaratustra se irgui en su lecho, tom en la mano una
manzana de rosa, la oli y encontr agradable su olor. Entonces creyeron sus animale
s
que haba llegado el tiempo de hablar con l.
Oh Zaratustra, dijeron, hace ya siete das que ests as tendido, con pesadez en los
ojos: no quieres por fin ponerte otra vez de pie?
Sal de tu caverna: el mundo te aguarda como un jardn. El viento juega con densos
aromas que quieren venir hasta ti; y todos los arroyos quisieran correr detrs de
ti.
Todas las cosas sienten anhelo de ti, porque has permanecido solo siete das, - sal
fuera
de tu caverna! Todas las cosas quieren ser tus mdicos!
Es que ha venido a ti un nuevo conocimiento, un conocimiento cido, pesado? Como
masa acedada yacas t ah, tu alma se hinchaba y rebosaba por todos sus bordes. - Oh animales mos, respondi Zaratustra, seguid parloteando as y dejad que os escuche! Me reconforta que parloteis: donde se parlotea, all el mundo se extiende ante
m
como un jardn.
Qu agradable es que existan palabras y sonidos: palabras y sonidos no son acaso ar
cos iris y puentes ilusorios tendidos entre lo eternamente separado?
A cada alma le pertenece un mundo distinto; para cada alma es toda otra alma un
trasmundo.
Entre las cosas ms semejantes es precisamente donde la ilusin miente del modo ms
hermoso; pues el abismo ms pequeo es el ms difcil de salvar418.
Para m - cmo podra haber un fuera-de-m? No existe ningn fuera! Mas esto lo olvidamos tan pronto como vibran los sonidos; qu agradable es olvidar esto!
No se les han regalado acaso a las cosas nombres y sonidos para que el hombre se
reconforte en las cosas? Una hermosa necedad es el hablar: al hablar, el hombre ba
ila sobre
todas las cosas.
Qu agradables son todo hablar y todas las mentiras de los sonidos! Con sonidos bai
la
nuestro amor sobre multicolores arcos iris. - Oh Zaratustra, dijeron a esto los animales, todas las cosas mismas bailan para
quienes piensan como nosotros: vienen y se tienden la mano, y ren, y huyen - y vuelve
n.
Todo va, todo vuelve; eternamente rueda la rueda del ser. Todo muere, todo vuelv
e a
florecer, eternamente corre el ao del ser.
Todo se rompe, todo se recompone; eternamente se construye a s misma la misma cas
a
del ser. Todo se despide, todo vuelve a saludarse; eternamente permanece fiel a
s el anillo del ser.
En cada instante comienza el ser; en torno a todo Aqu gira la esfera All. El centro
est en todas partes. Curvo es el sendero de la eternidad. - Oh truhanes y organillos de manubrio!, respondi Zaratustra y de nuevo sonri, qu
bien sabis lo que tuvo que cumplirse durante siete das: - 419
- Y cmo aquel monstruo se desliz en mi garganta y me estrangul! Pero yo le mord
la cabeza y la escup lejos de m. Y vosotros, - vosotros habis hecho ya de ello una c
ancin de organillo? Mas ahora yo estoy aqu tendido, fatigado an de ese morder y escup
ir
lejos, enfermo todava de la propia redencin.
Y vosotros habis sido espectadores de todo esto? Oh animales mos, tambin vosotros sois crueles? Habis querido contemplar mi gran dolor, como hacen los hombres?
El hombre es, en efecto, el ms cruel de todos los animales.
Como ms a gusto se ha sentido hasta ahora el hombre en la tierra ha sido asistien
do a
tragedias, corridas de toros y crucifixiones; y cuando invent el infierno, he aqu
que ste
fue su cielo en la tierra.
Cuando el gran hombre grita- : apresrase el pequeo a acudir; y de avidez le cuelga
la
lengua fuera del cuello. Mas l a esto lo llama su compasin.
El hombre pequeo, sobre todo el poeta, - con qu vehemencia acusa l a la vida con
palabras! Escuchadle, pero no dejis de or el placer qu hay en todo acusar!
A esos acusadores de la vida: la vida los supera con un simple parpadeo. Me amas?,
dice la descarada; espera un poco, an no tengo tiempo para ti.
El hombre es consigo el ms cruel de los animales; y en todo lo que a s mismo se ll
ama
pecador y dice que lleva la cruz y que es un penitente, no dejis de or la voluptuosidad que hay en ese lamentarse y acusar!
Yo mismo - quiero ser con esto el acusador del hombre? Ay, animales mos, esto es l
o
nico que he aprendido hasta ahora, que el hombre necesita, para sus mejores cosas
, de lo
peor que hay en l, - que todo lo peor es su mejor fuerza y la piedra ms dura para el supremo creador
; y
que el hombre tiene que hacerse ms bueno y ms malvado: El leo de martirio a que yo estaba sujeto no era el que yo supiese: el hombre es
malvado, - sino el que yo gritase como nadie ha gritado an:
Ay, qu pequeas son incluso sus peores cosas! Ay, qu pequeas son incluso sus
mejores cosas!
El gran hasto del hombre - l era el que me estrangulaba y el que se me haba desliza
do
en la garganta: y lo que el adivino haba profetizado: Todo es igual, nada merece l
a pena, el saber estrangula420.
Un gran crepsculo iba cojeando delante de m, una tristeza mortalmente cansada, ebr
ia
de muerte, que hablaba con una boca bostezante.
Eternamente retorna l, el hombre del que t ests cansado, el hombre pequeo - as
bostezaba mi tristeza y arrastraba el pie y no poda adormecerse.
En una oquedad se transform para m la tierra de los hombres, su pecho se hundi, to-
entonces a ti, mismo: - mas tus animales te ruegan que no mueras todava!
Hablaras sin temblar, antes bien dando un aliviador suspiro de bienaventuranza: pu
es
una gran pesadez y un gran sofoco se te quitaran de encima a ti, el ms paciente de
todos
los hombres! Ahora muero y desaparezco, diras, y dentro de un instante ser nada. Las almas son
tan mortales como los cuerpos423.
Pero el nudo de las causas, en el cual yo estoy entrelazado, retorna, - l me crear
de
nuevo! Yo mismo formo parte de las causas del eterno retorno.
Vendr otra vez, con este sol, con esta tierra, con este guila, con esta serpiente
- no a
una vida nueva o a una vida mejor o a una vida semejante:
- vendr eternamente de nuevo a esta misma e idntica vida, en lo ms grande y tambin en lo ms pequeo, para ensear de nuevo el eterno retorno de todas las cosas, - para decir de nuevo la palabra del gran medioda de la tierra y de los hombres,
para
volver a anunciar el superhombre a los hombres.
He dicho mi palabra, quedo hecho pedazos a causa de ella: as lo quiere mi suerte
eterna - , perezco como anunciador!
Ha llegado la hora de que el que se hunde en su ocaso se bendiga a s mismo. As acaba el ocaso de Zaratustrd.424
Cuando los animales hubieron dicho estas palabras callaron y aguardaron a que Za
ratustra les dijese algo: mas Zaratustra no oy que ellos callaban. Antes bien, yaca
en silencio, con los ojos cerrados, semejante a un durmiente, aunque ya no dorma: pues
se
hallaba en conversacin con su alma. Pero la serpiente y el guila, al encontrarlo t
an silencioso, honraron el gran silencio que lo rodeaba y se alejaron con cuidado.
413
Otro ttulo pensado por Nietzsche para este captulo fue La evocacin. El presente ap
artado desarrolla
la idea del eterno retorno de lo idntico, ya aparecida en De la visin y enigma.
414
Alusin irnica al comienzo del acto tercero de la pera Sigfrido, de Wagner, en que
el dios Wotan
saca de su sueo a Erda, la Madre Primigenia, la cual vuelve a quedar dormida tras
un breve coloquio.
415
La ms completa autodefinicin de Zaratustra y uno de los textos capitales de esta
obra.
416
La manzana de rosa es fruto que aparece varias veces en As habl Zaratustra. Quiz sea
un smbolo del mundo. Esto puede quedar corroborado por el paralelismo entre la frase qu
e viene poco despus:
Zaratustra... tom en la mano una manzana de rosa, la oli y encontr agradable su olor,
y la frase del
Gnesis, 1, 31: Entonces vio Dios todo cuanto haba hecho, y encontr que estaba bien.
417
Estos dos corderos son los que ms tarde sern sacrificados para que Zaratustra y l
os hombres superiores que han acudido a su caverna celebren la Cena. Vase, en la cuarta parte, La
Cena.
418
Vase, en la segunda parte, La cancin de la noche.
419
Vase, en la tercera parte, De la visin y enigma, 2.
420
Vase la nota 248.
421
Vase, en la segunda parte, De los sacerdotes, 146.
422
Remedo de la confesin de Pedro a Jess: Simn Pedro respondi: T eres el Mesas, el Hijo
el
Dios viviente; vase el Evangelio de Mateo, 16, 16.
423
Vase lo que Zaratustra dice al volatinero al comienzo de la obra, Prlogo de Zarat
ustra, 6, y la nota
26.
424
Vase la nota 6.
Del gran anhelo425
Oh alma ma426, yo te he enseado a decir Hoy como se dice Alguna vez y En
otro tiempo y a bailar tu ronda por encima de todo Aqu y Ah y All.
Oh alma ma, yo te he redimido de todos los rincones, yo he apartado de ti el polv
o, las
araas y la penumbra.
Oh alma ma, yo te he lavado del pequeo pudor y de la virtud de los rincones y te p
ersuad a estar desnuda ante los ojos del sol.
Con la tempestad llamada Espritu sopl sobre tu mar agitado; todas las nubes las expuls de l soplando, estrangul incluso al estrangulador llamado Pecado.
Oh alma ma, te he dado el derecho de decir no como la tempestad y de decir s como
dice s el cielo abierto: silenciosa como la luz te encuentras ahora, y caminas a
travs de
tempestades de negacin.
Oh alma ma, te he devuelto la libertad sobre lo creado y lo increado: y quin conoce
la voluptuosidad de lo futuro como t la conoces?
Oh alma ma, te he enseado el despreciar que no viene como una carcoma, el grande,
amoroso despreciar, que ama mximamente all donde mximamente desprecia.
Oh alma ma, te he enseado a persuadir de tal modo que persuades a venir a ti a los
argumentos mismos: semejante al sol, que persuade al mar a subir hasta su altura.
Oh alma ma, he apartado de ti todo obedecer, todo doblar la rodilla y todo llamar
seor a otro, te he dado a ti misma el nombre Viraje de la necesidad427 y Destino.
Oh alma ma, te he dado nuevos nombres y juguetes multicolores, te he llamado Destino y Contorno de los contornos y Ombligo del tiempo y Campana azur.
Oh alma ma, a tu terruo le he dado a beber toda sabidura, todos los vinos nuevos y
tambin todos los vinos fuertes, inmemorialmente viejos, de la sabidura.
Oh alma ma, todo sol lo he derramado sobre ti, y toda noche y todo callar y todo
anhelo: - as has crecido para m cual una via.
Oh alma ma, inmensamente rica y pesada te encuentras ahora, como una via, con hinchadas ubres y densos y dorados racimos de oro: - apretada y oprimida por tu felicidad, aguardando a causa de tu sobreabundancia
, y
avergonzada incluso de tu aguardar.
Oh alma ma, en ninguna parte hay ahora un alma que sea ms amorosa y ms com-
426
Oh alma ma es invocacin bblica que aparece en los salmos. Vase, por ejemplo, el Salmo
, 103, 1.
427
Sobre viraje de la necesidad vase la nota 129.
428
De manera encubierta hay en estas palabras una alusin a Dioniso. Este, en efecto
, es representado en
ocasiones como un viador que viene en barco con una podadera en la mano para poda
r sus vides (as est
representado en la copa de Exekias, del siglo VI, que se conserva en Munich). La
vid, cargada de racimos,
que anhela la llegada del viador, es Ariadna (alma de Zaratustra). El viador con l
a podadera es imagen
que aparece tambin en el Apocalipsis. Vase Apocalipsis, 14, 18: Echa tu afilada poda
dera y vendimia
los racimos de la via de la tierra, pues llegaron a sazn sus uvas! Es posible que e
n el nimo de Nietzsche
se fundiesen ambas evocaciones.
La otra cancin del baile
1
En tus ojos he mirado hace un momento, oh vida429: oro he visto centellear en tus
nocturnos ojos, - mi corazn se qued paralizado ante esa voluptuosidad:
- una barca de oro he visto centellear sobre aguas nocturnas, una balanceante bar
ca de
oro que se hunda, beba agua, tornaba a hacer seas!
A mi pie, furioso de bailar, lanzaste una mirada, una balanceante mirada que rea,
preguntaba, derreta:
Slo dos veces agitaste tus castauelas con pequeas manos - entonces se balance ya
mi pie con furia de bailar.
Mis talones se irguieron, los dedos de mis pies escuchaban para comprenderte: ll
eva, en
efecto, quien baila sus odos - en los dedos de sus pies!
Hacia ti di un salto: t retrocediste huyendo de l; y hacia m lanz llamas la lengua de
tus flotantes cabellos fugitivos!
Di un salto apartndome de ti y de tus serpientes: entonces t te detuviste, medio v
uelta,
los ojos llenos de deseo.
Con miradas sinuosas - me enseas senderos sinuosos; en ellos mi pie aprende - astu
cias!
Te temo cercana, te amo lejana; tu huida me atrae, tu buscar me hace detenerme:
- yo
sufro, mas qu no he sufrido con gusto por ti!
Cuya frialdad inflama, cuyo odio seduce, cuya huida ata, cuya burla - conmueve:
- quin no te odiara a ti, gran atadora, envolvedora, tentadora, buscadora, encontra
dora! Quin no te amara a ti, pecadora inocente, impaciente, rpida como el viento, de
ojos infantiles!
Hacia dnde me arrastras ahora, criatura prodigiosa y nia traviesa? Y ahora vuelves
a huir de m, dulce presa y nia ingrata!
Te sigo bailando, te sigo incluso sobre una pequea huella. Dnde ests? Dame la
mano! O un dedo tan slo!
Aqu hay cavernas y espesas malezas: nos extraviaremos! - Alto! Prate! No ves revolotear bhos y murcilagos?
431
Esta campana de medianoche reaparecer en la cuarta parte, La cancin del noctmbulo.
432
Dos de los versos de esta poesa (el quinto y el sexto) han aparecido ya con ante
rioridad, aisladamente, en Antes de la salida del sol. En la cuarta parte, La cancin del noctmbulo, Za
ratustra ofrecer un amplio glosario, verso por verso, de esta poesa y al final invitar a su acompaante a
cantarla con l. All la
califica de canto de ronda, le da el ttulo de Otra vez y dice que su sentido es Por t
oda la eternidad!
Los siete sellos (O: La cancin S y Amn )433
1
Si yo soy un adivino y estoy lleno de aquel espritu vaticinador que camina sobre
una
elevada cresta entre dos mares, que camina como una pesada nube entre lo pasado y lo futuro 434, - hostil a las
hondonadas sofocantes y a todo lo que est cansado y no es capaz ni de vivir ni de mori
r:
dispuesta en su oscuro seno a lanzar el rayo y el redentor resplandor, grvida de
rayos
que dicen s!, ren s!, dispuesta a lanzar vaticinadores resplandores fulgurantes: - bienaventurado el que est grvido de tales cosas! Y, en verdad, mucho tiempo tiene
que estar suspendido de la montaa, cual una mala borrasca, quien alguna vez debe
encender la luz del futuro! Oh, cmo no iba yo a anhelar la eternidad y el nupcial anillo de los anillos, - el
anillo
del retorno!
Nunca encontr todava la mujer de quien quisiera tener hijos, a no ser esta mujer a
quien yo amo: pues yo te amo, oh eternidad!
Pues yo te amo, oh eternidad!
2
Si alguna vez mi clera destroz sepulcros, desplaz mojones e hizo rodar viejas tabla
s,
ya rotas, a profundidades cortadas a pico:
Si alguna vez mi escarnio avent palabras enmohecidas y yo vine como una escoba pa
ra araas cruceras y como viento que limpia viejas y sofocantes criptas funerarias
:
Si alguna vez me sent jubiloso all donde yacen enterrados viejos dioses, bendicien
do
al mundo, amando al mundo, junto a los monumentos de los viejos calumniadores de
l
mundo: - pues yo amo incluso las iglesias y los sepulcros de dioses, a condicin de que e
l cielo
mire con su ojo puro a travs de sus derruidos techos; me gusta sentarme, como hie
rba y
roja amapola, sobre derruidas iglesias - 435
Oh, cmo no iba yo a anhelar la eternidad y el nupcial anillo de los anillos, - el
anillo
del retorno?
Nunca encontr todava la mujer de quien quisiera tener hijos, a no ser esta mujer a
quien yo amo: pues yo te amo, oh eternidad!
Pues yo te amo, oh eternidad!
3
Si alguna vez lleg hasta m un soplo del soplo creador y de aquella celeste necesid
ad
que incluso a los azares obliga a bailar ronda de estrellas:
Si alguna vez re con la risa del rayo creador, al que gruendo, pero obediente, sig
ue el
prolongado trueno de la accin: Si alguna vez jugu a los dados con los dioses sobre
la
divina mesa de la tierra, de tal manera que la tierra tembl y se resquebraj y arro
j resoplando ros de fuego: pues una mesa de dioses es la tierra, que tiembla con nuevas palabras creadoras
y con
divinas tiradas de dados: - Oh, cmo no iba yo a anhelar la eternidad y el nupcial
anillo
de los anillos, - el anillo del retorno?
Nunca encontr todava la mujer de quien quisiera tener hijos, a no ser esta mujer a
quien yo amo: pues yo te amo, oh eternidad!
Pues yo te amo, oh eternidad!
4
Si alguna vez beb a grandes tragos de aquella espumeante y especiada jarra de mez
clar
en la que se hallan bien mezcladas todas las cosas:
Si alguna vez mi mano derram las cosas ms remotas sobre las ms prximas, y fuego
sobre el espritu, y placer sobre el sufrimiento, y lo ms inicuo sobre lo ms bondado
so:
Si yo mismo soy un grano de aquella sal redentora que hace que todas las cosas s
e mezclen bien en aquel jarro: - pues hay una sal que liga lo bueno con lo malvado; y hasta lo ms malvado es dig
no
de servir de condimento y de ltima efusin: Oh, cmo no iba yo a anhelar la eternidad y el nupcial anillo de los anillos, - el
anillo
del retorno?
Nunca encontr todava la mujer de quien quisiera tener hijos, a no ser esta mujer a
quien yo amo: pues yo te amo, oh eternidad!
Pues yo te amo, oh eternidad!
5
Si yo soy amigo del mar y de todo cuanto es de especie marina, y cuando ms amigo
suyo soy es cuando, colrico, l me contradice:
Si en m hay aquel placer indagador que empuja las velas hacia lo no descubierto,
si en
mi placer hay un placer de navegante:
Si alguna vez mi jbilo grit: La costa ha desaparecido, - ahora ha cado mi ltima cadena -
433
Tanto Los siete sellos como S y amn son expresiones tomadas del Apocalipsis. Vase Apo
alipsis, 5, 1 y 1, 7, respectivamente.
434
Las cuatro lneas anteriores son parfrasis de Apocalipsis, 10, 1-2: Y vi otro ngel f
uerte, que bajaba
del cielo, envuelto en una nube, y el arco iris por encima de su cabeza, y su se
mblante como el sol, y sus
piernas como columnas de fuego, y tena en su mano un librito abierto; y puso su p
ie derecho sobre el mar,
y el izquierdo sobre la tierra, y clam con voz potente, como cuando ruge el len. Es
tas cuatro lneas se
repetirn luego en La cancin del noctmbulo, 2.
435
Vase, en la segunda parte, De los sacerdotes.
436
Expresin del Apocalipsis, 1, 8: Yo soy el alfa y la omega, dice el Seor Dios, el q
ue es y era y ha de
venir, el soberano de todo.
Cuarta y ltima parte de
As habl Zaratustra
Ay, den qu lugar del mundo se han cometido
tonteras mayores que entre los compasivos? zY qu
cosa en el mundo ha provocado ms sufrimiento que
las tonteras de los compasivos?
Ay de todos aquellos que aman y no tienen todava
una altura que est por encima de su compasin!
As me dijo el demonio una vez: Tambin Dios
tiene su infierno: es su amor a los hombres.
Y hace poco le o decir esta frase: Dios ha muerto;
a causa de su compasin por los hombres ha muerto
Dios.
As habl Zaratustra (II).
La ofrenda de la miel
Y de nuevo pasaron lunas y aos sobre el alma de Zaratustra, y l no prestaba atencin
a eso; mas su cabello se volvi blanco. Un da, cuando se hallaba sentado sobre una
piedra437 delante de su caverna y miraba en silencio hacia afuera, - desde all se ve
el mar a
lo lejos, al otro lado de abismos tortuosos - sus animales estuvieron dando vuel
tas, pensativos, a su alrededor y por fin se colocaron delante de l.
Oh Zaratustra, dijeron, es que buscas con la mirada tu felicidad?438 - Qu importa
la felicidad!, respondi l, hace ya mucho tiempo que yo no aspiro a la felicidad, a
spiro a
mi obra. - Oh Zaratustra, hablaron de nuevo los animales, dices eso como quien est
sobrado de bien. No yaces t acaso en un lago de felicidad azul como el cielo? - Pcaros, respondi Zaratustra, y sonri, qu bien habis elegido la imagen! Pero tambin
sabis que mi felicidad es pesada, y no como una fluida ola de agua: me oprime y n
o
quiere despegarse de m y se parece a pez derretida. Entonces los animales se pusieron a dar vueltas de nuevo, pensativos, a su alred
edor, y
otra vez se colocaron delante de l. Oh Zaratustra, dijeron, a eso se debe, pues, el
que
t mismo te ests poniendo cada vez ms amarillo y oscuro, aunque tu cabello aparente
ser blanco y como de lino? Mira, ests sentado en tu pez! - Qu decs, animales mos,
dijo Zaratustra y se ri, en verdad blasfem cuando habl de la pez439. Lo que a m me
ocurre les ocurre a todos los frutos que maduran. La miel que hay en mis venas e
s lo que
vuelve ms espesa mi sangre y, tambin, ms silenciosa mi alma. - As ser, oh Zaratustra, respondieron los animales, y se arrimaron a l; mas no quieres subir hoy a
una
alta montaa? El aire es puro, y hoy se ve una parte del mundo mayor que nunca. - S,
animales mos, respondi l, acertado es vuestro consejo y conforme a mi corazn: hoy
quiero subir a una alta montaa! Pero cuidad de que all tenga a mano miel, miel de
colmena, amarilla, blanca, buena, fresca como el hielo. Pues sabed que all arriba qu
iero
hacer la ofrenda de la miel. Sin embargo, cuando Zaratustra estuvo en la cumbre mand a casa a sus animales, qu
e
lo haban acompaado, y vio que entonces estaba solo: - entonces se ri de todo corazn,
mir a su alrededor y habl as:
El haber hablado de ofrendas, y de ofrendas de miel, fue slo una argucia oratoria
y, en
verdad, una tontera til! Aqu arriba me es lcito hablar con mayor libertad que delant
e
de cavernas de eremitas y de animales domsticos de eremitas.
Por qu hacer una ofrenda! Yo derrocho lo que se me regala, yo derrochador de las m
il
manos: cmo me sera lcito llamar a esto todava - hacer una ofrenda!
Y cuando yo peda miel, lo que peda era tan slo un cebo y un dulce y viscoso almibar
,
al que son aficionados incluso los osos gruones y los pjaros extraos, refunfuadores,
malvados:
- el mejor cebo, cual lo precisan cazadores y pescadores. Pues si el mundo es cu
al un
oscuro bosque lleno de animales, y jardn de delicias de todos los cazadores furti
vos, a m
me parece ms bien, y aun mejor, un mar rico y lleno de abismos, - un mar lleno de
peces
y cangrejos de todos los colores, que hasta los dioses sentiran deseos de hacerse
pescadores en su orilla y echadores de redes: tan abundante es el mundo en rarezas gra
ndes y
pequeas!
Especialmente el mundo de los hombres, el mar de los hombres: - a l lanzo yo ahor
a
mi caa de oro y digo: brete, abismo del hombre!
brete y arrjame tus peces y tus centelleantes cangrejos! Con mi mejor cebo pesco
yo hoy para m los ms raros peces humanos!
- mi propia felicidad arrjola lejos, a todas las latitudes ylejanas, entre el aman
ecer, el
medioda y el atardecer, a ver si muchos peces humanos aprenden a tirar y morder d
e mi
felicidad.
Hasta que, mordiendo mis afilados anzuelos escondidos, tengan que subir a mi alt
ura
los ms multicolores gobios de los abismos, subir hacia el ms maligno de todos los
pescadores de hombres440.
Pues eso soy yo a fondo y desde el comienzo, tirando, atrayendo, levantando, ele
vando,
alguien que tira, que cra y corrige, que no en vano se dijo a s mismo en otro tiem
po:
Llega a ser el que eres!441
As, pues, que los hombres suban ahora hasta m: pues todava aguardo los signos442 de
que ha llegado el tiempo de mi descenso, todava no me hundo yo mismo en mi ocaso
como tengo que hacerlo, entre los hombres.
A esto aguardo aqu, astuto y burln, en las altas montaas, ni impaciente ni paciente
,
sino ms bien como quien ha olvidado hasta la paciencia, - porque ya no padece.
Mi destino me deja tiempo, en efecto: acaso me ha olvidado? O est sentado a la
sombra detrs de una gran piedra y se dedica a cazar moscas?
Y, en verdad, le estoy reconocido, a mi eterno destino, de que no me urja ni me
apremie
y me deje tiempo para bromas y maldades: de modo que hoy he subido a esta alta m
ontaa a pescar peces.
Ha pescado un hombre alguna vez peces sobre altas montaas? Y aunque sea una tontera lo que yo quiero y hago aqu arriba: mejor es esto que no volverme solemne all
abajo, a fuerza de aguardar, y verde y amarillo - uno que resopla afectadamente de clera a fuerza de aguardar, una santa tempesta
d
rugiente que baja de las montaas, un impaciente que grita a los valles: Od, u os azo
to
con el ltigo de Dios!
No es que yo me enoje por esto con tales colricos: me hacen rer bastante! Impacientes tienen que estar esos grandes tambores ruidosos, que o hablan hoy o no habla
n nunca!
Mas yo y mi destino - no hablamos al Hoy, tampoco hablamos al Nunca: para hablar
tenemos paciencia, y tiempo, y ms que tiempo. Pues un da tiene l que venir443, y no
le
ser lcito pasar de largo.
Quin tiene que venir un da, y no le ser lcito pasar de largo? Nuestro gran Hazar, es
decir, nuestro grande y remoto reino del hombre, el reino de Zaratustra de los m
il aos444
- A qu distancia se encuentra ese algo lejano? Qu me importa eso! Mas no por ello
es para m menos firme -, con ambos pies estoy yo seguro sobre ese fundamento,
- sobre un fundamento eterno, sobre una dura roca primitiva445, sobre estas mont
aas
primitivas, las ms elevadas y duras de todas, a las que acuden todos los vientos
como a
una divisoria meteorolgica, preguntando por el dnde? y por el de dnde? y por el
hacia dnde?
Re aqu, re, luminosa y saludable maldad ma! Desde las altas montaas arroja hacia
abajo tu centelleante risotada burlona! Pesca para m con tu centelleo los ms hermos
os
peces humanos!
Y lo que en todos los mares a m me pertenece, mi en-m y para-m446 en todas las cos
as,
- pscame eso y scalo fuera, sube eso hasta m: eso es lo que aguardo yo, el ms malign
o
de todos los pescadores.
Lejos, lejos, anzuelo mo! Dentro, hacia abajo, cebo de mi felicidad! Deja caer gota
a
gota tu ms dulce roco, miel de mi corazn! Muerde, anzuelo mo, en el vientre de toda
negra tribulacin!
Lejos, lejos, ojos mos! Oh, cuntos mares a mi alrededor, cuntos futuros humanos
que alborean! Y por encima de m - qu calma rosada! Qu silencio despejado de nubes!
437
Esta piedra situada junto a la salida de la caverna de Zaratustra volver a ser m
encionada en el ltimo
captulo de esta parte, El signo. All la llama la gran piedra. Quizs encierrre una mal
iciosa alusin a la
piedra sobre la que est asentada la Iglesia. Vase antes, La ofrenda de la miel, not
a 445.
438
Zaratustra repetir estas mismas palabras al final de obra. Vase El signo.
439
La palabra alemana Pech empleada por Zaratustra tiene el doble sentido de pez y d
e mala suerte.
440
Vase la nota 27.
441
Llega a ser el que eres es frase de Pndaro (Pticas, II, 72). Nietzsche la utiliz com
o subttulo de
Ecce homo: Cmo se llega a ser lo que se es.
442
Los signos que Zaratustra aguarda son la bandada de palomas y el len riente. Vase
, en la tercera
parte, De tablas viejas y nuevas, 1, y la nota 364.
443
En La genealoga de la moral describe Nietzsche a ese que ha de venir con las sigui
entes palabras:
Ese hombre del futuro, que nos liberar del ideal existente hasta aho ra y asimismo
de lo que tuvo que
nacer de ese ideal, de la gran nusea, de la voluntad de la nada, del nihilismo, e
se toque de campana del
medioda y de la gran decisin, que de nuevo libera la voluntad, que devuelve a la t
ierra su meta y al hombre su esperanza, ese anticristo y antinihilista, ese vencedor de Dios y de la n
ada -alguna vez tiene que
llegar.
444
Hazar significa perodo de mil aos. Al usar la expresin bblica de reino de los mil ao
pocalipsis, 20) Zaratustra contrapone implcitamente el reino del hombre al reino de Dios,
como en otra
ocasin opuso el reino de la tierra al reino de los cielos.
445
Sigue la contraposicin implcita entre el reino del hombre y el reino de Dios. Tambin
a Iglesia
est edificada sobre una piedra (vase Evangelio de Mateo, 16, 18).
446
Vase la nota 53.
El grito de socorro447
Al da siguiente estaba sentado Zaratustra de nuevo en su piedra delante de la cav
erna
mientras los animales andaban fuera errantes por el mundo para traer nuevo alime
nto, tambin nueva miel: pues Zaratustra haba consumido y derrochado la vieja miel hasta
la
ltima gota. Y mientras se hallaba as sentado, con un bastn en la mano, y dibujaba s
obre la tierra la sombra de su figura, reflexionando, y, en verdad!, no sobre s mis
mo ni
sobre su sombra, - de pronto se asust y se sobresalt: pues junto a su sombra vea ot
ra
sombra distinta. Y al mirar rpidamente a su alrededor y levantarse, he aqu que jun
to a l
estaba el adivino, el mismo a quien en otro tiempo haba dado de comer y de beber
en su
mesa448, el anunciador de la gran fatiga, que enseaba: Todo es idntico, nada vale l
a
pena, el mundo carece de sentido, el saber estrangula449. Pero su rostro haba camb
iado
entretanto; y cuando Zaratustra le mir a los ojos, su corazn volvi a asustarse: tan
tos
eran los malos presagios y los rayos cenicientos que cruzaban por aquella cara.
El adivino, que se haba dado cuenta de lo que ocurra en el alma de Zaratustra, se
pas
la mano por el rostro como si quisiera borrarlo; lo mismo hizo tambin Zaratustra.
Y
cuando ambos de ese modo se hubieron serenado y reanimado en silencio, dironse la
s
manos en seal de que queran reconocerse.
Bienvenido seas, dijo Zaratustra, t adivino de la gran fatiga, no debe ser en vano
el
que en otro tiempo fueras mi comensal y mi husped. Come y bebe tambin hoy en mi
casa, y perdona el que un viejo alegre se siente contigo a la mesa! - Un viejo aleg
re?,
respondi el adivino moviendo la cabeza: quien quiera que seas o quieras ser, oh Z
aratustra, lo has sido ya mucho tiempo aqu arriba, - dentro de poco no estar ya tu barca
en
seco! - Es que yo estoy en seco?450, pregunt Zaratustra riendo. - Las olas en torno
a tu montaa, respondi el adivino, suben cada vez ms, las olas de la gran necesidad
y
tribulacin pronto levantarn tambin tu barca y te llevarn lejos de aqu. - Zaratustra
call al or esto y se maravill. - No oyes todava nada?, continu diciendo el adivino:
no suben de la profundidad un fragor y un rugido? - Zaratustra sigui callado y escu
ch: entonces oy un grito largo, largo, que los abismos se lanzaban unos a otros y
se devolvan, pues ninguno quera retenerlo: tan funestamente resonaba.
T, perverso adivino, dijo finalmente Zaratustra, eso es un grito de socorro y un g
rito
de hombre, y sin duda viene de un negro mar. Mas qu me importan las necesidades de
los hombres! Mi ltimo pecado451, que me ha sido reservado para el final, - sabes t
acaso cmo se llama?
- Compasin!, respondi el adivino con el corazn rebosante, y alz las dos manos oh Zaratustra, yo vengo para seducirte a cometer tu ltimo pecado! Y apenas haban sido dichas estas palabras retumb de nuevo el grito, ms largo y angustioso que antes, tambin mucho ms cercano ya. Oyes? Oyes, Zaratustra?, exclam el adivino, ese grito es para ti, a ti es a quien llama: ven, ven, ven, es tiemp
o, ya ha
llegado la hora! -452
Zaratustra callaba, desconcertado y trastornado; finalmente pregunt, como quien v
acila en su interior: Y quin es el que all me llama?
T lo sabes bien, respondi con violencia el adivino por qu te escondes? El hombre
superior es quien grita llamndote!
El hombre superior?, grit Zaratustra horrorizado: qu quiere se? Qu quiere se?
El hombre superior! Qu quiere aqui se? - y su piel se cubri de sudor.
Pero el adivino no respondi a la angustia de Zaratustra, sino que sigui escuchando
hacia la profundidad. Y cuando se hizo all un largo silencio, volvi su vista atrs y
vio a
Zaratustra de pie y temblando.
Oh Zaratustra, empez a decir con triste voz, no ests ah como alguien a quien su felicidad le hace dar vueltas: tendrs que bailar si no quieres caerte al suelo!
Pero aunque quisieras bailar y ejecutar todas tus piruetas delante de m: a nadie
le sera
lcito decirme: Mira, ah baila el ltimo hombre alegre!453
En vano vendra hasta esta altura uno que buscase aqu a ese hombre: encontrara sin
duda cavernas, y otras cavernas detrs de las primeras, y escondrijos para gente e
scondida, mas no pozos de felicidad ni tesoros ni filones vrgenes del oro de la felicid
ad.
Felicidad - cmo encontrar felicidad entre tales sepultados y tales eremitas! Tengo
que buscar todava la ltima felicidad en islas afortunadas y a lo lejos entre mares
olvidados?
Pero todo es idntico, nada merece la pena, de nada sirve buscar, ya no hay tampoco
islas afortunadas! - As dijo el adivino suspirando; mas al or su ltimo suspiro Zaratustra recobr su lucidez y su seguridad, como uno que sale desde un profundo abismo a la luz. No! No!
Tres veces no!454, exclam con fuerte voz y se acarici la barba - De eso s yo ms que
t! Todava existen islas afortunadas! Calla t de eso, suspirante saco de aflicciones!
Deja de chapotear acerca de eso, t nube de lluvia en la maana! No estoy ya mojado
por tu tribulacin, y empapado como un perro?
Ahora voy a sacudirme y a alejarme de ti, para quedar seco de nuevo: de esto no t
ienes
derecho a asombrarte! Te parezco descorts? Pero aqu est mi corte.
Y en lo que se refiere a tu hombre superior: bien!, voy aprisa a buscarlo en aque
llos
bosques: de all vena su grito. Tal vez lo acosa all un malvado animal.
Est en mis dominios455: en ellos no debe sufrir ningn dao! Y, en verdad, hay muchos animales malvados en mi casa. Dichas estas palabras Zaratustra se dio la vuelta para irse. Entonces dijo el ad
ivino: Oh
Zaratustra, eres un bribn! Lo s bien: quieres librarte de m! Prefieres correr a los
bosques y acechar animales malvados!
Mas de qu te sirve eso? Al atardecer me tendrs de nuevo, en tu propia caverna permanecer sentado, paciente y pesado como un leo - y te aguardar!
As sea!, replic Zaratustra yndose: y lo que en mi caverna es mo, tambin te pertenece a ti, husped mo!
Y si todava encontrases miel ah dentro, bien!, lmetela toda, oso grun, y endulza
tu alma! Pues al atardecer queremos estar los dos de buen humor.
- de buen humor y contentos de que este da haya acabado! Y t mismo debes bailar al
son de mis canciones, como mi oso bailador.
No lo crees? Mueves la cabeza? Bien! Adelante! Viejo oso! Tambin yo - soy un
adivino.
As habl Zaratustra.
447
Sobre este grito de auxilio dice Nietzsche en Ecce homo: Permanecer aqu dueo de la s
ituacin,
lograr aqu que la altura de la tarea propia permanezca limpia de los im pulsos mu
cho ms bajos y mucho
ms miopes que actan en las llamadas acciones desinteresadas, sta es la prueba, acas
o la ltima prueba
que un Zaratustra tiene que rendir -su autntica demostracin de fuerza.
448
Vase, en la segunda parte, El adivino.
449
Vase la nota 248.
450
La expresin alemana ni Trocknen sitzen tiene un doble sentido; uno, literal: estar
(una barca) fuera
del agua (en seco) , y otro, figurado: no tener alguien nada de dinero. Esto le per
mite a Zaratustra dar su
irnica respuesta, pues quiere decir: Es que yo soy un insolvente, sin nada de dine
ro?
451
Vase, en la tercera parte, De tablas viejas y nuevas, 11; y en esta cuarta parte
, El grito de socorro, El
ms feo de los hombres, y El signo.
452
Vase, en la segunda parte, De grandes acontecimientos; en la tercera parte, De l
a bienaventuranza
no querida, y, en esta cuarta parte, A medioda.
453
Posible rplica de Nietzsche a Goethe, quien, a la muerte del prncipe de Ligne, esc
ribi un requiem
por el hombre ms alegre de este siglo.
454
No! No! Tres veces no! Zaratustra repetir varias veces en lo sucesivo esta misma excl
amacin;
vase El ms feo de los hombres, El saludo, y Del hombre superior, 6.
455
Esta afirmacin de Zaratustra de que stos son sus dominios ser contradicha ms tarde por
el concienzudo del espritu. Vase La sanguijuela.
Coloquio con los reyes
1
No haba pasado an una hora desde que Zaratustra andaba caminando por sus montaas y bosques cuando vio de pronto un extrao cortejo. Justo por el camino por el qu
e l
iba bajando venan dos reyes a pie, adornados con coronas y con cinturones de prpur
a,
tan multicolores como dos flamencos456: conducan delante de ellos un asno cargado
.
Qu quieren esos reyes en mi reino?, dijo asombrado Zaratustra a su corazn, y se
escondi rpidamente detrs de unas matas. Y cuando los reyes se acercaban adonde l
estaba, dijo a media voz, como quien se habla a s solo: Qu extrao! Qu extrao!
Cmo se compagina esto? Veo dos reyes - y un solo asno!
Entonces los dos reyes se detuvieron, sonrieron, miraron hacia el lugar de donde
la voz
vena, y luego se miraron ellos mismos cara a cara. Esas cosas se las piensa tambin
ciertamente entre nosotros, dijo el rey de la derecha, pero no se las dice.
El rey de la izquierda se encogi de hombros y respondi:
Sin duda ser un cabrero. O un eremita que ha vivido durante demasiado tiempo entre
rocas y rboles. La falta total de sociedad, en efecto, acaba por echar a perder t
ambin las
buenas costumbres.
Las buenas costumbres?, replic malhumorado y con amargura el otro rey: de qu
vamos nosotros escapando? No es de las buenas costumbres? De nuestra buena sociedad?
Mejor es, en verdad, vivir entre eremitas y cabreros que con nuestra dorada, fal
sa y acicalada plebe - aunque se llame a s misma buena sociedad,
- aunque se llame a s misma nobleza. All todo es falso y podrido, en primer lugar la
cido y
monstruoso.
Y cuando incluso son los ltimos, y ms animales que hombres: entonces la plebe sube
y sube de precio, y al final la virtud de la plebe llega a decir: mirad, virtud so
y yo nicamente! Qu acabo de or?, respondi Zaratustra: Qu sabidura en unos reyes! Estoy encantado y, en verdad, me vienen ganas de hacer unos versos sobre esto: - aunque sean unos versos no aptos para los odos de todos. Hace ya mucho tiempo q
ue
he olvidado el tener consideraciones con orejas largas. Bien! Adelante!
(Pero entonces ocurri que tambin el asno tom la palabra: y dijo clara y malvolamente I-A.460)
En otro tiempo - creo que en el ao primero de la salvacin
Dijo la Sibila, embriagada sin vino:
Ay, las cosas marchan mal!
Ruina!Ruina!Nunca cay tan bajo el mundo!
Roma baj a ser puta y burdel,
El Csar de Roma baj a ser un animal, Dios mismo - se hizo judo!461
2
Los reyes se deleitaron con estos versos de Zaratustra; y el rey de la derecha d
ijo: Oh
Zaratustra, qu bien hemos hecho en habernos puesto en camino para verte!
Pues tus enemigos nos mostraban tu imagen en su espejo: en l t mirabas con la muec
a
de un demonio y con una risa burlona 462: de modo que tenamos miedo de ti.
Mas de qu serva esto! Una y otra vez nos punzabas el odo y el corazn con tus sentencias. Entonces dijimos finalmente: qu importa el aspecto que tenga!
Tenemos que orle a l, a l que ensea debis amar la paz como medio para nuevas
guerras, y la paz corta ms que la larga!
Nadie ha dicho hasta ahora palabras tan belicosas como: Qu es bueno? Ser valiente
es bueno. La buena guerra es la que santifica toda causa463.
Oh Zaratustra, la sangre de nuestros padres se agitaba en nuestro cuerpo al or ta
les palabras: era como el discurso de la primavera a viejos toneles de vino.
Cuando las espadas se cruzaban como serpientes de manchas rojas, entonces nuestr
os
padres encontraban buena la vida; el sol de toda paz les pareca flojo y tibio, y
la larga
paz daba vergenza.
Cmo suspiraban nuestros padres cuando vean en la pared espadas relucientes y secas! Lo mismo que stas, tambin ellos tenan sed de guerra. Pues una espada quiere be
ber sangre y centellea de deseo. - - Mientras los reyes hablaban y parloteaban as, con tanto ardor, de la felicidad
de sus
padres, Zaratustra fue acometido por unas ganas no pequeas de burlarse de su ardo
r:
pues eran visiblemente reyes muy pacficos los que l vea delante de s, reyes con rost
ros
antiguos y delicados. Mas se domin. Bien!, dijo, hacia all sigue el camino, all se
encuentra la caverna de Zaratustra; y este da debe tener una larga noche! Pero aho
ra me
llama un grito de socorro que me obliga a alejarme de vosotros a toda prisa464.
Es un honor para mi caverna el que unos reyes quieran sentarse en ella y aguarda
r: pe-
te
asustados: as nos ha ocurrido a nosotros.
Y sin embargo! Y sin embargo - qu poco ha faltado para que ambos se acariciasen,
ese perro y ese solitario! Pues ambos son - solitarios!
- Quienquiera que seas, dijo, todava furioso, el pisado, tambin con tu parbola me
pisoteas, y no slo con tu pie!
Mira, es que yo soy un perro? - y en ese momento el sentado se levant y sac su
brazo desnudo del pantano. Antes, en efecto, haba estado tendido en el suelo, ocu
lto e
irreconocible, como quienes acechan la caza de los pantanos.
Pero qu ests haciendo!, exclam Zaratustra asustado, pues vea que por el desnudo
brazo corra mucha sangre, - qu te ha ocurrido? Te ha mordido, desgraciado, un perverso animal?
El que sangraba ri, aunque todava estaba encolerizado. Qu te importa!, dijo, y quiso marcharse. Aqu estoy en mi casa y en mis dominios. Pregnteme quien quiera: a un
majadero difcilmente le responder.
Te engaas, dijo Zaratustra compadecido, y lo retuvo, te engaas: aqu no ests en tu
casa, sino en mi reino466, y en l a nadie debe ocurrirle dao alguno.
Llmame como quieras, - yo soy el que tengo que ser. El nombre que me doy a m
mismo es Zaratustra.
Bien! Por ah sube el camino que lleva hasta la caverna de Zaratustra: no est lejos,
no quieres cuidar tus heridas en mi casa?
Mal te ha ido, desgraciado, en esta vida: primero te mordi el animal, y luego - te
pis
el hombre! Pero cuando el pisado oy el nombre de Zaratustra, se transform. Qu me pasa!, exclam, quin me interesa an en esta vida si no ese solo hombre, a saber, Zaratustra, y
ese nico animal que vive de la sangre, la sanguijuela?
A causa de la sanguijuela estaba yo aqu tendido junto a este pantano como un pesc
ador, y ya mi brazo extendido haba sido picado diez veces cuando an me pica, buscan
do
mi sangre, un erizo ms hermoso, Zaratustra mismo!
Oh felicidad! Oh prodigio! Bendito sea este da que me indujo a venir a este pantano!
Bendita sea la mejor y ms viva de las ventosas que hoy viven, bendito sea Zaratust
ra,
gran sanguijuela de conciencias! As habl el pisado; y Zaratustra se alegr de sus palabras y de sus delicados y respe
tuosos modales: Quin eres?, pregunt y le tendi la mano, entre nosotros queda mucho que aclarar y que despejar: pero ya, me parece, se est haciendo de da, un da pu
ro y
luminoso.
Yo soy el concienzudo del espritu, respondi el interrogado, y en las cosas del espri
tu difcilmente hay alguien que las tome con mayor rigor, severidad y dureza que y
o, excepto aquel de quien yo he aprendido eso, Zaratustra mismo.
Es preferible no saber nada que saber mucho a medias! Es preferible ser un necio p
or
propia cuenta que un sabio con arreglo a pareceres ajenos! Yo - voy al fondo:
- qu importa que ste sea grande o pequeo? Que se llame pantano o cielo? Un palmo de fondo me basta: con tal que sea verdaderamente fondo y suelo!
- un palmo de fondo: sobre l puede uno estar de pie. En la verdadera ciencia conc
ienzuda no hay nada grande ni nada pequeo.
Entonces t eres acaso el conocedor de la sanguijuela?, pregunt Zaratustra; y estudias la sanguijuela hasta sus ltimos fondos, t concienzudo?
Oh Zaratustra, respondi el pisado, eso sera una enormidad, cmo iba a serme lcito
atreverme a tal cosa!
En lo que yo soy un maestro y un conocedor es en el cerebro de la sanguijuela: se es
mi mundo!
Tambin se es un mundo! Mas perdona el que aqu tome la palabra mi orgullo, pues
en esto no tengo igual. Por ello dije aqu estoy en mi casa.
Cunto tiempo hace ya que estudio esa nica cosa, el cerebro de la sanguijuela, para
que la escurridiza verdad no se me escurra ya aqu! Aqu est mi reino!
- por esto ech por la borda todo lo dems, por esto se me volvi indiferente todo lo
dems; y justo al lado de mi saber acampa mi negra ignorancia.
Mi conciencia del espritu quiere de m que yo sepa una nica cosa y que no sepa nada
de lo dems: siento nuseas de todas las medianas del espritu, de todos los vaporosos,
fluctuantes, soadores.
Donde mi honestidad acaba, all yo soy ciego y quiero tambin serlo. Pero donde quie
ro
saber, all quiero tambin ser honesto, es decir, duro, riguroso, severo, cruel, imp
lacable.
El que en otro tiempo467 t dijeras, oh Zaratustra: Espritu es la vida que se saja a
s
misma en vivo, eso fue lo que me llev a tu doctrina y me indujo a seguirla. Y, en
verdad, con mi propia sangre he aumentado mi propio saber!
Como la evidencia ensea468, se le ocurri a Zaratustra; pues an segua corriendo la
sangre por el brazo desnudo del concienzudo. Diez sanguijuelas, en efecto, se ha
ban
agarrado a l.
Oh t, extrao compaero, cuntas cosas me ensea esta evidencia, es decir, t mismo! Y tal vez no me sea lcito vaciarlas todas ellas en tus severos odos!
Bien! Separmonos aqu! Pero me gustara volver a encontrarte. Por ah sube el camino que lleva hasta mi caverna: hoy por la noche debes ser mi husped querido!
Tambin me gustara reparar en tu cuerpo el que Zaratustra te haya pisado: sobre eso
reflexiono. Pero ahora me llama un grito de socorro que me obliga a alejarme de
ti a toda
prisa.
As habl Zaratustra.
465
Otro ttulo anotado por Nietzsche para este captulo era El concienzudo del espritu.
466
Vase antes, El grito de socorro, la nota 455.
467
Vase, en la segunda parte, De los sabios famosos.
468
Ms adelante, La fiesta del asno, 1, el concienzudo del espritu emplear esta misma frm
ula para
ironizar sobre Zaratustra.
El mago469
1
Y cuando Zaratustra dio la vuelta a una roca vio no lejos debajo de s, en el mism
o camino, a un hombre que agitaba los miembros como un loco furioso y que, finalment
e,
cay de bruces en tierra. Alto!, dijo entonces Zaratustra a su corazn, se de ah tiene
que ser sin duda el hombre superior, de l vena aquel perverso grito de socorro, voy a
ver si se le puede ayudar. Mas cuando lleg corriendo al lugar donde el hombre yaca
en
el suelo encontr a un viejo tembloroso, con los ojos fijos, y aunque Zaratustra s
e esforz
mucho por levantarlo y ponerlo de nuevo en pie, fue intil. El desgraciado no pare
ca ni
siquiera advertir que alguien estuviese junto a l; antes bien, no haca otra cosa q
ue mirar
a su alrededor, con gestos conmovedores, como quien ha sido abandonado por todo
el
mundo y dejado solo. Pero al fin, tras muchos temblores, convulsiones y contorsi
ones,
comenz a lamentarse de este modo470:
Quin me calienta, quin me ama todava?
Dadme manos ardientes!
Dadme braseros para el corazn!
Postrado en tierra, temblando de horror,
Semejante a un mediomuerto, a quien la gente le calienta los pies
Agitado, ayl, por fiebres desconocidas,
Temblando ante las agudas, glidas flechas del escalofro,
Acosado por ti, pensamiento!
Innombrable! Encubierto! Espantoso!
T, cazador oculto detrs de nubes!
Fulminado a tierra por ti,
Ojo burln que me miras desde lo oscuro:
- As yazgo,
Me encorvo, me retuerzo, atormentado
Por todas las eternas torturas,
Herido
Por ti, el ms cruel de los cazadores,
T desconocido - Dios!471
Hiere ms hondo,
Hiere otra vez!
Taladra, rompe este corazn!
Por qu esta tortura
Con flechas embotadas?
Por qu vuelves a mirar,
No cansado del tormento del hombre,
Con ojos crueles, como rayos divinos?
No quieres matar,
Slo torturar, torturar?
Para qu - torturarme a m,
T cruel, desconocido Dios?
Ay, ay! Te acercas a escondidas?
En esta medianoche
Qu quieres? Habla!
Me acosas, me oprimes
Ay! ya demasiado cerca!
Fuera! Fuera!
Me oyes respirar,
Escuchas mi corazn.
Auscultas mi corazn,
T celoso -
sali disparado de sus ojos contra Zaratustra. Pero inmediatamente despus cambi de
expresin y dijo con tristeza:
Oh Zaratustra, estoy cansado, siento nuseas de mis artes, yo no soy grande por qu
fingir! Pero t sabes bien que - yo he buscado la grandeza!
Yo he querido representar el papel de un gran hombre, y persuad a muchos de que l
o
era: mas esa mentira era superior a mis fuerzas. Contra ella me destrozo:
Oh Zaratustra, todo es mentira en m; mas que yo estoy destrozado - ese estar yo de
strozado es autntico! Te honra, dijo Zaratustra sombro, bajando y desviando la mirada, te honra, pero ta
mbin te traiciona, el haber buscado la grandeza. T no eres grande.
Viejo mago perverso, lo mejor y ms honesto que t tienes, lo que yo honro en ti, es
esto, el que te hayas cansado de ti mismo y hayas dicho: yo no soy grande.
En esto yo te honro como a un penitente del espritu: y si bien slo fue por un mome
nto, en ese nico instante has sido - autntico.
Mas dime, qu buscas t aqu en mis bosques y entre mis rocas? Y cuando te colocaste
en mi camino, qu prueba queras de m? - en qu queras tentarme a m? As habl Zaratustra, y sus ojos centelleaban. El viejo mago call un momento, luego
dijo: Te he tentado yo a ti? Yo - busco nicamente474.
Oh Zaratustra, yo busco a uno que sea autntico, justo, simple, sin equvocos, un ho
mbre de toda honestidad, un vaso de sabidura, un santo del conocimiento, un gran ho
mbre!
No lo sabes acaso, oh Zaratustra? Yo busco a Zaratustra.
- Y en este instante se hizo un prolongado silencio entre ambos; Zaratustra se a
bism
profundamente dentro de s mismo, tanto que cerr los ojos. Mas luego, retornando a
su
interlocutor, tom la mano del mago y dijo, lleno de gentileza y de malicia:
Bien! Por ah sube el camino, all est la caverna de Zaratustra. En ella te es lcito
buscar a aquel que t desearas encontrar. Y pide consejo a mis animales, a mi guila
y a
mi serpiente: ellos te ayudarn a buscar. Pero mi caverna es grande.
Yo mismo, ciertamente, - no he visto an ningn gran hombre. Para lo que es grande e
l
ojo de los ms delicados es hoy grosero. ste es el reino de la plebe.
A ms de uno he encontrado ya que se estiraba y se hinchaba, y el pueblo gritaba: Mi
rad, un gran hombre! Mas de qu sirven todos los fuelles del mundo! Al final lo que
sale es viento.
Al final revienta la rana475 que se haba hinchado durante demasiado tiempo: y lo
que
sale es viento. Pinchar el vientre de un hinchado es lo que yo llamo un buen ent
retenimiento. Escuchad esto, muchachos!
El da de hoy es de la plebe: quin sabe ya qu es grande y qu es pequeo! Quin
buscara con fortuna la grandeza! Un necio nicamente: los necios son afortunados.
T buscas grandes hombres, t extrao necio? Quin te ha enseado eso? Es hoy
tiempo de eso? Oh t, perverso buscador, por qu - me tientas? - As habl Zaratustra, con el corazn consolado, y sigui a pie su camino riendo.
469
Otro ttulo anotado por Nietzsche para este apartado era El penitente del espritu.
470
El largo lamento del mago que viene a continuacin fue compuesto por Nietzsche en
l otoo de
1884 y llevaba entonces el ttulo de El poeta. - El tormento del creador. En otra
copia manus crita le puso
estos dos ttulos: De la sptima soledad, luego borrado, y El pensamiento. De hecho
este poema no se
hallaba destinado originalmente a As habl Zaratustra, pero Nietzsche lo insert en
al componer la
cuarta parte. De la importancia que este poema tena para Nietzsche da idea el hec
ho de que ms tarde lo
incorporase a los Ditirambos de Dioniso, bajo el ttulo de Lamento de Ariadna. All
lleva al final una respuesta de Dioniso, quien, tras un rayo, se hace visible con una belleza de esmeral
da. La citada respuesta
dice as:
S inteligente, Ariadna!...
Tienes odos pequeos, tienes mis odos:
Introduce en ellos una palabra inteligente!
No tenemos que odiarnos primero a nosotros mismos cuando
debemos amarnos a nosotros mismos?...
Yo soy tu laberinto...
471
Ya en su juventud (en el otoo de 1864) haba compuesto Nietzsche una poesa con el
ulo Al dios
desconocido. El dios desconocido alude al Dios encontrado por Pablo en el Arepago
e Atenas (vase
Hechos de los Apstoles, 17, 23).
472
Vase, en la segunda parte, De los sublimes.
473
Vase, en la segunda parte, De la cordura respecto a los hombres.
474
Nietzsche juega en alemn con las palabras versuchen (tentar) y suchen (buscar),
de idntica raz.
475
Alusin a la conocida fbula narrada por Fedro.
tt
d
Jubilado
No mucho despus de haberse librado Zaratustra del mago vio de nuevo a alguien sen
tado junto al camino que l segua, a saber, un hombre alto y negro, de plido y desca
rnado rostro: ste le caus una violenta contrariedad. Ay, dijo a su corazn, all est sentad
a
la tribulacin embozada476, aquello me parece pertenecer a la especie de los sacer
dotes:
qu quieren sos en mi reino?
Cmo! Acabo de escapar de aquel mago: y tiene que atravesrseme de nuevo en mi
camino otro nigromante, - un brujo cualquiera que practica la imposicin de manos, un oscuro taumaturgo po
r
gracia divina, un ungido calumniador del mundo, a quien el diablo se lleve!
Pero el diablo no est nunca donde debera estar: siempre llega demasiado tarde, ese
maldito enano y cojitranco! As maldeca Zaratustra, impaciente en su corazn, y pensaba en cmo pasara rpidamente de largo junto al hombre negro mirando a otra parte: mas he aqu que las cos
as
ocurrieron de otro modo. Pues en aquel mismo instante el hombre sentado le haba v
isto
ya, y semejante a uno a quien le sale al encuentro una suerte imprevista se leva
nt de un
salto y corri hacia Zaratustra.
Quienquiera que seas, caminante, dijo, ayuda a un extraviado, a uno que busca, a u
n
anciano al que con facilidad puede ocurrirle aqu algn dao!
Este mundo de aqu me es extrao y lejano, tambin he odo aullar a animales salvajes;
y el que habra podido ofrecerme ayuda, se no existe ya.
Yo buscaba al ltimo hombre piadoso, un santo y un eremita, que, solo en su bosque
,
no haba odo an nada de lo que todo el mundo sabe hoy477.
Qu sabe hoy todo el mundo?, pregunt Zaratustra. Acaso que no vive ya el viejo
Dios en quien todo el mundo crey en otro tiempo?
T lo has dicho478, respondi el anciano contristado. Y yo he servido a ese viejo Dio
s
hasta su ltima hora.
Mas ahora estoy jubilado, no tengo dueo y, sin embargo, no estoy libre, tampoco e
stoy
alegre ni una sola hora, a no ser cuando me entrego a los recuerdos.
Por ello he subido a estas montaas, para celebrar por fin de nuevo una fiesta par
a m,
cual conviene a un antiguo papa y padre de la Iglesia: pues sbelo, yo soy el ltimo
papa! - una fiesta de piadosos recuerdos y cultos divinos.
Pero ahora tambin l ha muerto, el ms piadoso de los hombres, aquel santo del bosque que alababa constantemente a su Dios cantando y gruendo.
A l no lo encontr ya cuando encontr su choza, - pero s a dos lobos dentro, que aullaban por su muerte - pues todos los animales lo amaban. Entonces me fui de all
corriendo.
Intilmente haba venido yo, por tanto, a estos bosques y montaas? Mi corazn decidi entonces que yo buscase a otro distinto, al ms piadoso de todos aquellos que no
creen en Dios -, que yo buscase a Zaratustra!
As habl el anciano y mir con ojos penetrantes a aquel que se hallaba delante de l;
mas Zaratustra cogi la mano del viejo papa y la contempl largo tiempo con admiracin
.
Mira, venerable, dijo luego, qu mano tan bella y tan larga! sta es la mano de uno qu
e
ha impartido siempre bendiciones. Pero ahora esa mano agarra firmemente a aquel
a
quien t buscas, a m, Zaratustra.
Yo soy Zaratustra el ateo, que dice: quin es ms ateo que yo, para gozarme con sus
enseanzas?479 As habl Zaratustra, y con sus miradas perforaba los pensamientos y las ms recnditas intenciones del viejo papa. Por fin ste comenz a decir:
Quien lo am y lo posey ms que ningn otro, se lo ha perdido tambin ms que
ningn otro -:
- mira, no soy yo ahora, de nosotros dos, el ms ateo? Mas quin podra alegrarse de
eso! - T le has servido hasta el final, pregunt Zaratustra pensativo, despus de un profundo silencio, sabes cmo muri? Es verdad, como se dice, que fue la compasin la
que lo estrangul,
- que vio cmo el hombre penda de la cruz, y no soport que el amor al hombre se
convirtiese en su infierno y finalmente en su muerte? - Mas el viejo papa no respondi, sino que tmidamente, y con una expresin dolorosa y
sombra, desvi la mirada. Djalo que se vaya, dijo Zaratustra tras prolongada reflexin,
mirando siempre al anciano derechamente a los ojos. Djalo que se vaya, ya ha desa
parecido. Y aunque te honra el que no digas ms que cosas buenas de ese muerto, t sabes
tan
bien como yo quin era; y que segua caminos extraos. Hablando entre tres ojos, dijo,
recobrado, el viejo papa (pues era tuerto), en asuntos de Dios yo soy ms ilustrad
o480 que
el propio Zaratustra - y me es lcito serlo.
Mi amor le ha servido durante largos aos, mi voluntad sigui en todo a su voluntad.
Pero un buen servidor sabe todo, incluso muchas cosas que su seor se oculta a s mi
smo.
l era un Dios escondido481, lleno de secretos. En verdad, no supo procurarse un h
ijo
ms que por caminos tortuosos. En la puerta de su fe se encuentra el adulterio482.
Quien le ensalza como a Dios del amor no tiene una idea suficientemente alta del
amor
mismo. No quera este Dios ser tambin juez? Pero el amante ama ms all de la recompensa o la retribucin.
Cuando era joven, este Dios del Oriente, era duro y vengativo y construy un infie
rno
para diversin de sus favoritos483.
Pero al final se volvi viejo y dbil y blando y compasivo, ms parecido a un abuelo
que a un padre, y parecido sobre todo a una vieja abuela vacilante.
Se sentaba all, mustio, en el rincn de su estufa, se afliga a causa de la debilidad
de
sus piernas, cansado del mundo, cansado de querer, y un da se asfixi con su excesi
va
compasin. T viejo papa, le interrumpi aqu Zaratustra, t has visto eso con tus ojos? Pues es
posible que haya ocurrido as: as, y tambin de otra manera. Cuando los dioses mueren
,
mueren siempre de muchas especies de muerte.
Mas bien! As o as, as y as - se ha ido! l contrariaba el gusto de mis odos y de mis
ojos, no quisiera decir nada peor sobre l.
Yo amo todo lo que mira limpiamente y habla con honestidad. Pero l - t lo sabes
bien, viejo sacerdote, en l haba algo de tus maneras, de maneras de sacerdote - l e
ra
ambiguo.
Era tambin oscuro. Cmo se irritaba con nosotros, resoplando clera, porque le entendamos mal! Mas por qu no hablaba con mayor nitidez?
Y si dependa de nuestros odos, por qu nos dio unos odos que le oan mal? Si en
nuestros odos haba barro, bien!, quin lo haba introducido all?
Demasiadas cosas se le malograron a ese alfarero que no haba aprendido del todo su
oficio! Pero el hecho de que se vengase de sus pucheros y criaturas484 porque le
hubiesen
salido mal a l - eso era un pecado contra el buen gusto.
Tambin en la piedad existe un buen gusto: ste acab por decir Fuera tal Dios! Mejor ningn Dios, mejor construirse cada uno su destino a su manera, mejor ser un n
ecio,
mejor ser Dios mismo!
- Qu oigo!, dijo entonces el papa aguzando los odos; oh Zaratustra, con tal incredulidad eres t ms piadoso de lo que crees! Algn Dios presente en ti te ha convertido
a tu
atesmo.
No es tu piedad misma la que no te permite seguir creyendo en Dios? Y tu excesiva
As habl Zaratustra y quiso irse de all; mas el inexpresable agarr una punta de su
vestido y comenz de nuevo a gorgotear y a buscar palabras. Qudate!, dijo por fin - qudate! No pases de largo! He adivinado qu hacha fue la que te derrib: Enhorabuena, Zaratustra, por estar de nuevo en pie!
Has adivinado, lo s bien, qu sentimientos experimenta el que lo mat a l, - el asesino de Dios. Qudate! Toma asiento aqu cerca de m, no ser intil.
A quin quera yo ir si no a ti? Qudate, sintate! Pero no me mires! Honra as - mi
fealdad!
Ellos me persiguen: ahora eres t mi ltimo refugio. No con su odio, no con sus esbi
rros: - oh, de tal persecucin yo me burlara y estara orgulloso y contento!
No estuvo hasta ahora siempre el xito de parte de los bien perseguidos? Y quien pe
rsigue bien, aprende con facilidad a seguir488: - pues marcha - detrs! Pero es de s
u compasin - es de su compasin de lo que yo he huido, buscando refugio en ti. Oh Zaratustra,
protgeme, t mi ltimo refugio, t el nico que me ha adivinado:
- t has adivinado qu sentimientos experimenta el que lo mat a l. Qudate! Y si
quieres irte, impaciente: no vayas por el camino que yo he seguido. Ese camino e
s malo.
Ests irritado conmigo porque hace ya mucho tiempo que hablo y chapurreo? De que
yo te d consejos? Pero t sabes que yo, el ms feo de los hombres,
- yo soy tambin el que tiene asimismo los pies ms grandes y ms pesados. Por donde
yo he pasado, all el camino es malo. Todos los caminos pisados por m quedan muerto
s y
estropeados.
Mas en el hecho de que t pasases a mi lado en silencio; de que te ruborizases, bi
en lo
vi: en eso he reconocido que t eres Zaratustra.
Cualquier otro me habra arrojado su limosna, su compasin, con miradas y palabras.
Mas para esto - no soy yo bastante mendigo, eso t lo has adivinado - para esto soy yo demasiado rico, rico en cosas grandes, terribles, en las cosas
ms
feas, ms inexpresables! Tu vergenza, oh Zaratustra, me ha honrado!
A duras penas logr escapar de la muchedumbre de los compasivos, - para encontrar
al
nico que hoy ensea la compasin es importuna489 - a ti, oh Zaratustra!
- ya sea compasin de un Dios, ya sea compasin de los hombres: la compasin va contra el pudor. Y no querer-ayudar puede ser ms noble que aquella virtud que se ap
resura
solcita.
Mas entre todas las gentes pequeas se da hoy el nombre de virtud a eso, a la comp
asin: - ellas no tienen respeto por la gran desgracia, por la gran fealdad, por el
gran fracaso.
Yo miro por encima de todos stos al modo como el perro mira por encima de los lomos de los pululantes rebaos de ovejas. Son pequeas gentes grises, lanosas, benvola
s.
Como una garza mira despectivamente por encima de los estanques poco profundos,
con la cabeza echada hacia atrs: as miro yo por encima del hormigueo de grises y p
equeas olas y voluntades y almas.
Durante demasiado tiempo se les ha dado la razn a esas gentes pequeas: con ello se
les ha acabado por dar, finalmente, tambin el poder - ahora ensean: Bueno es tan slo
perado. - 485
En El saludo, 1, Zaratustra comprobar que este da que comenz de modo tan malo y di
fcil va a
acabar bien.
486
En Las mil y una noches Sindbad el marino describe con palabras muy parecidas u
n valle que contempl desde una colina durante su segundo viaje: tambin aquel valle est llena de se
rpientes gordas.
487
Zaratustra mencionar otras dos veces este gorgoteo que produce el ms feo de los hom
bres cuando
quiere comenzar a hablar, como si fuera tartamudo; vase El despertar, y La cancin
del sonmbulo, 1.
488
Alusin al Evangelio de Mateo, 5, 10: Bienaventurados los perseguidos por razn de l
a justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Nietzsche juega aqu adems con las palabras
alemanas, de idntica
raz, Erfolg (xito), verfolgen (perseguir) y folgen (seguir). El xito aludido es la bi
enaventuranza.
489
Vase, en la segunda parte, De los compasivos.
490
Vase el Evangelio de Juan, 14,6: Yo soy el camino, la verdad y la vida.
491
Alusin al subttulo de esta obra: Un libro para todos y para nadie.
492
Vase, en la segunda parte, De los compasivos.
493
Vase el 16 de El Anticristo: Ese Dios penetra a rastras en la caverna de toda vir
tud privada.
El mendigo voluntario
Cuando Zaratustra hubo dejado al ms feo de los hombres tuvo fro y se sinti solo: po
r
su nimo cruzaban, en efecto, muchos pensamientos fros y solitarios, de modo que po
r
este motivo tambin sus miembros se enfriaron ms. Pero mientras continuaba su camin
o,
subiendo, bajando, pasando unas veces al lado de verdes prados, pero tambin por b
arrancos salvajes y pedregosos, donde en otro tiempo, sin duda, un impaciente arr
oyo
haba tendido su lecho: de pronto sus pensamientos comenzaron a volverse ms clidos y
cordiales.
Qu me ha sucedido?, se pregunt, algo caliente y vivo me reconforta, y tiene que
hallarse cerca de m.
Ya estoy menos solo; desconocidos hermanos y compaeros de viaje andan vagando a
mi alrededor, su clido aliento llega hasta mi alma.
Mas cuando atisb a su alrededor buscando a los consoladores de su soledad: ocurri
que eran unas vacas que se hallaban reunidas en una altura; su cercana y su olor
haban
caldeado su corazn494. Aquellas vacas parecan escuchar con inters a alguien que les
era de la
plebe.
Pues ha llegado la hora, t lo sabes bien, de la grande, perversa, larga, lenta re
belin de
la plebe y de los esclavos: Rebelin que crece cada vez ms!
Ahora toda beneficencia y todo pequeo regalo indignan a los de abajo; y los demasi
ado ricos, que estn en guardia! Quien hoy, semejante a una botella ventruda, gotea
por
cuellos demasiado estrechos: - a esas botellas la gente gusta hoy de romperles e
l cuello.
Codicia lasciva, envidia biliosa, rencor malhumorado, orgullo plebeyo: todo eso
me ha
saltado a la cara. Ya no es verdad que los pobres sean bienaventurados499. El re
ino de los
cielos est entre las vacas.
Y por qu no est entre los ricos?, pregunt Zaratustra para tentarlo, mientras rechaza
ba a las vacas, que acariciaban familiarmente con su aliento a aquel apacible ho
mbre.
Por qu me tientas?, respondi ste. T mismo lo sabes mejor que yo. Pues qu fue
lo que me empuj a irme con los ms pobres, oh Zaratustra? No fue la nusea que me
causaban los ms ricos de entre nosotros?
- los forzados de la riqueza, que recogen su ganancia de todas las barreduras, co
n ojos
fros, con pensamientos codiciosos, esa chusma cuyo hedor llega al cielo,
- esa plebe dorada, falsificada, cuyos padres fueron rateros, o pjaros de carroa,
o traperos, esa plebe complaciente con las mujeres, lasciva, olvidadiza: - todos ello
s no se
diferencian apenas, en efecto, de una puta plebe arriba, plebe abajo! Qu significan ya hoy los pobres y los ricos! Esa diferencia la he olvidado, - por ello me escap lejos, cada vez ms lejos, hasta llegar
a estas
vacas.
As habl el pacfico, y resoplaba y sudaba con sus palabras: de modo que las vacas se
maravillaron de nuevo. Mas Zaratustra le estuvo mirando todo el tiempo a la cara
, sonriendo, mientras aqul hablaba tan duramente, y movi la cabeza en silencio.
Te haces violencia a ti mismo, predicador de la montaa, al emplear palabras tan du
ras. Para tal dureza no estn hechos ni tu boca ni tus ojos.
Tampoco, segn me parece, tu estmago: a l le repugna todo ese encolerizarse y odiar
y enfurecerse. Tu estmago reclama cosas ms suaves: t no eres un carnicero.
Me pareces, antes bien, alguien que se alimenta de plantas y de races. Tal vez mu
eles
grano. Y, con toda certeza, eres contrario a las alegras de la carne y amas la mi
el.
Me has adivinado bien, respondi el mendigo voluntario, con el corazn aliviado. Yo
amo la miel, tambin muelo grano, pues he buscado lo que agrada al paladar y hace
puro
el aliento:
- tambin lo que necesita largo tiempo, un trabajo que ocupe da y hocico de afables
ociosos y haraganes.
Estas vacas, ciertamente, han llegado ms lejos que nadie: se han inventado el rum
iar y
el estar echadas al sol. Tambin se abstienen de todos los pensamientos pesados, q
ue hin-
chan el corazn.
- Bien!, dijo Zaratustra: t deberas ver tambin mis animales, mi guila y mi serpiente, - hoy no tienen igual en la tierra.
Mira, por ah va el camino que conduce a mi caverna: s husped de ella esta noche. Y
habla con mis animales acerca de la felicidad de los animales, - hasta que yo tambin vuelva a casa. Pues ahora me llama un grito de socorro que
me
obliga a alejarme de ti a toda prisa500. Asimismo encontrars miel nueva en mi cas
a, miel
dorada de panales, fresca como el hielo: cmela!
Mas ahora despdete en seguida de tus vacas, hombre extrao!, hombre encantador!,
aunque te resulte difcil. Pues son tus amigos y maestros ms clidos! - Excepto uno, al cual yo amo todava ms, respondi el mendigo voluntario. T
mismo eres bueno, y mejor incluso que una vaca, oh Zaratustra!
Vete, vete!, vil adulador!, grit Zaratustra con malignidad, por qu me corrompes
con esa alabanza y con miel de adulaciones?
Vete, vete!, volvi a gritar, y blandi el bastn hacia el tierno mendigo: pero ste
escap a toda prisa.
494
En Ecce homo Nietzsche describe un hecho similar, que le ocurri a l mismo: Hallndom
e en un estado semejante, yo advert en una ocasin la proximidad de un reba o de vacas, antes
de haberlo visto, por
el retorno de pensamientos ms suaves, ms humanitarios: aquello tena en s calor...
495
Alusin a Jess, quien predic el sermn de la montaa.
496
Cita irnica del Evangelio de Mateo, 18, 3: En verdad os digo, si no os convirtier
ais e hicierais como
nios no entraris en el reino de los cielos.
497
Parfrasis de Evangelio de Mateo, 16, 26: Si el hombre conquistase el mundo entero
, pero malograse
su alma, de qu le servira? Sobre el significado del rumiar en Nietzsche puede verse La
genealoga de
la moral.
498
Vase la nota 188. Vase tambin, en la segunda parte, La cancin de la noche, y en la
tercera parte,
El retorno a casa; y la nota 188.
499
Parfrasis de Evangelio de Lucas, 6,20: Bienaventurados vosotros los pobres, porqu
e vuestro es el
reino de Dios.
500
Vase antes La sanguijuela, y Jubilado.
La sombras501
Mas apenas acababa de
consigo mismo cuando oy
Aguarda! Soy yo, oh
fastidio repentino se
Ay, dnde se ha ido aquella mentida inocencia que en otro tiempo yo posea, la inocen
cia de los buenos y de sus nobles mentiras!505
Con demasiada frecuencia, en verdad, he seguido de cerca a la verdad, pegado a s
us
pies: entonces ella me pisaba la cabeza. A veces yo crea mentir, y, mira!, slo ento
nces
acertaba - con la verdad.
Demasiadas cosas se me han aclarado: y ahora nada me importa ya. Nada vive ya qu
e
yo ame, - cmo iba a continuar amndome a m mismo?
Vivir como me plazca, o no vivir en absoluto: eso es lo que quiero yo, eso es lo q
ue
quiere tambin el ms santo. Mas ay!, tengo yo ya - placer en algo?
Tengo yo - todava una meta? Un puerto hacia el que naveguen mis velas?
Un buen viento? Ay, slo quien sabe hacia dnde navega sabe tambin qu viento es
bueno y cul es el favorable para su navegacin.
Qu me ha quedado ya? Un corazn cansado y desvergonzado; una voluntad inestable;
alas para revolotear; un espinazo roto.
Esta bsqueda de mi hogar: oh Zaratustra, lo sabes bien, esta bsqueda ha sido mi af
liccin506, que me devora.
Dnde est - mi hogar? Por l pregunto y busco y he buscado, y no lo he encontrado. Oh eterno estar en todas partes, oh eterno estar en ningn sitio, oh eterno - e
n vano!
As habl la sombra, y el rostro de Zaratustra se fue alargando al escuchar sus pala
bras.
T eres mi sombra!, dijo por fin con tristeza.
Tu peligro no es pequeo, t espritu libre yviajero! Has tenido un mal da: procura
que no te toque un atardecer an peor!
A los errantes como t, incluso una crcel acaba parecindoles la bienaventuranza.
Has visto alguna vez cmo duermen los criminales encarcelados? Duermen tranquilamente, disfrutan su nueva seguridad.
Ten cuidado de no caer, al final, prisionero de una fe ms estrecha todava, de una i
lusin dura, rigurosa! A ti, en efecto, ahora te tienta y te seduce todo lo que es r
iguroso y
slido.
Has perdido la meta: ay, cmo podrs librarte de esa prdida y consolarte de ella? Al
perder la meta - has perdido tambin el camino!
T pobre vagabundo, soador, t mariposa cansada!, quieres tener este atardecer un
respiro y una morada? Sube entonces a mi caverna!
Por ah va el camino que lleva a mi caverna. Y ahora quiero volver a escapar rpidamente de ti. Ya pesa sobre m algo parecido a una sombra.
Quiero correr solo, para que de nuevo vuelva a haber claridad a mi alrededor. Pa
ra ello
tengo que estar todava mucho tiempo alegremente sobre las piernas. Mas este atard
ecer
en mi casa - habr baile! - As habl Zaratustra.
501
La sombra de Zaratustra ha aparecido ya en la segunda parte, De grandes acontecimi
entos.
502
Cita del Evangelio de Juan, 18, 36: Mi reino no es de este mundo.
503
tuerce
la boca.
- Como un barco que ha entrado en su baha ms tranquila: - y entonces se adosa a la
tierra, cansado de los largos viajes y de los inseguros mares. No es ms fiel la ti
erra?
Como un barco de sos se adosa, se estrecha a la tierra: - basta entonces que una
araa
teja sus hilos desde la tierra hasta l. No se necesita aqu cable ms fuerte.
Como uno de esos barcos cansados, en la ms tranquila de todas las bahas: as descanso yo tambin ahora, cerca de la tierra, fiel, confiado, aguardando, atado a ella
con los
hilos ms tenues.
Oh felicidad! Oh felicidad! Quieres acaso cantar510, alma ma? Yaces en la hierba.
Pero sta es la hora secreta, solemne, en que ningn pastor toca su flauta.
Ten cuidado! Un ardiente medioda duerme sobre los campos. No cantes! Silencio!
El mundo es perfecto.
No cantes, ave de los prados, oh alma ma! No susurres siquiera! Mira - silencio!, el
viejo medioda duerme, mueve la boca: no bebe en este momento una gota de felicidad
- una vieja, dorada gota de urea felicidad, de ureo vino? Algo se desliza sobre l,
su
felicidad re. As - re un Dios. Silencio! - Para ser feliz, con qu poco basta para ser feliz! As dije yo en otro tiempo, y me
cre sabio. Pero era una blasfemia: esto lo he aprendido ahora. Los necios intelig
entes
hablan mejor.
Justamente la menor cosa, la ms tenue, la ms ligera, el crujido de un lagarto, un
soplo, un roce, un pestaeo - lo poco constituye la especie de la mejor felicidad. Si
lencio!
- Qu me ha sucedido: escucha! Es que el tiempo ha huido volando? No estoy cayendo? No he cado - escucha! - en el pozo de la eternidad?
- Qu me sucede? Silencio! Me han punzado - ay - en el corazn? El corazn! Oh,
hazte pedazos, hazte pedazos, corazn, despus de tal felicidad, despus de tal punzad
a!
- Cmo? No se haba vuelto perfecto el mundo hace un instante? Redondo y maduro? Oh ureo y redondo aro - adnde se escapa volando? Sgale yo a la carrera! Sus!
Silencio - - (y aqu Zaratustra se estir y sinti que dorma).
Arriba!, se dijo a s mismo, t dormiln!, t dormiln en pleno medioda! Vamos,
arriba, viejas piernas! Es tiempo y ms que tiempo, an os queda una buena parte del
camino Ahora habis dormido bastante, cunto tiempo? Media eternidad! Vamos, arriba
ahora, viejo corazn mo! Cunto tiempo necesitars despus de tal sueo - para despertarte?
(Pero entonces se adormeci de nuevo, y su alma habl contra l y se defendi y se
acost de nuevo.) - Djame! Silencio! No se haba vuelto perfecto el mundo en este
instante? Oh urea y redonda bola! Levntate, dijo Zaratustra, pequea ladrona, perezosa! Cmo? Seguir extendida,
bostezando, suspirando, cayendo dentro de pozos profundos?
Quin eres t! Oh alma ma! (y entonces Zaratustra se asust, pues un rayo de sol
cay del cielo sobre su rostro).
Oh cielo por encima de m, dijo suspirando y se sent derecho, t me contemplas?
T escuchas a mi extraa alma?
Cundo vas a beber esta gota de roco que cay sobre todas las cosas de la tierra, cundo vas a beber esta extraa alma - cundo, pozo de la eternidad!, sereno y horrible abismo del medioda!, cundo vas a
olo,
hecho de la mejor y ms flexible lea, soberano, - y, en fin, extendiendo sus fuertes y verdes ramas hacia su dominio, dirigiendo
fuertes
preguntas a vientos y temporales y a cuanto tiene siempre su domicilio en las al
turas,
- dando respuestas an ms fuertes, uno que imparte rdenes, un victorioso: oh, quin
no subira, por contemplar tales plantas, a elevadas montaas?
Con tu rbol de aqu, oh Zaratustra, se reconforta incluso el hombre sombro, el fraca
sado, con tu visin se vuelve seguro incluso el inestable, y cura su corazn.
Y, en verdad, hacia esta montaa y este rbol se dirigen hoy muchos ojos; un gran an
helo se ha puesto en marcha, y muchos han aprendido a preguntar: quin es Zaratustr
a?
Y, aquel en cuyo odo has derramado t alguna vez las gotas de tu cancin y de tu miel
:
todos los escondidos, los eremitas solitarios, los eremitas en pareja, han dicho
de pronto a
su corazn:
Vive an Zaratustra? Ya no merece la pena vivir, todo es idntico, todo es en vanos511: o - tenemos que vivir con Zaratustra!
Por qu no viene l, que se anunci hace ya tanto tiempo?, as preguntan muchos; se
lo ha tragado la soledad? O acaso somos nosotros los que debemos ir a l?
Ahora ocurre que la propia soledad se ablanda y rompe como una tumba que se resq
uebraja y no puede seguir conteniendo a sus muertos. Por todas partes se ven resuc
itados512.
Ahora suben y suben las olas alrededor de tu montaa, oh Zaratustra. Y aunque tu a
ltura es muy elevada, muchos tienen que subir hasta ti; tu barca no debe permanecer
ya mucho tiempo en seco.
Y el hecho de que nosotros, hombres desesperados, hayamos venido ahora a tu cave
rna
y ya no desesperemos: una premonicin y un presagio es tan slo de que otros mejores
estn en camino hacia ti, - pues tambin l est en camino hacia ti, el ltimo resto de Dios entre los hombres, es
decir: todos los hombres del gran anhelo, de la gran nusea, del gran hasto,
- todos los que no quieren vivir a no ser que aprendan de nuevo a tener esperanz
as - a
no ser que aprendan de ti, oh Zaratustra, la gran esperanza!
As habl el rey de la derecha, y agarr la mano de Zaratustra para besarla; mas Zaratustra rechaz su homenaje y se ech hacia atrs espantado, silencioso y como huyendo
de repente a remotas lejanas. Tras un breve intervalo, sin embargo, volvi a estar
junto a
sus huspedes, los mir con ojos claros y escrutadores, y dijo:
Huspedes mos, vosotros hombres superiores, quiero hablar con vosotros en alemn y
con claridad513. No era a vosotros a quien yo aguardaba aqu en estas montaas.
(En alemn y con claridad? Que Dios tenga piedad!, dijo entonces aparte el rey de la
izquierda; se nota que este sabio de Oriente no conoce a los queridos alemanes!
Pero querr decir, en alemn y con rudeza - bien! No es ste hoy el peor de los gustos!)
Es posible, en verdad, que todos vosotros seis hombres superiores, continu Zaratustra: mas para m - no sois bastante altos ni bastante fuertes.
Para m, es decir: para lo inexorable que dentro de m calla, pero que no siempre ca
511
Vase la nota 248.
512
Nietzsche alude aqu al episodio evanglico segn el cual, tras la muerte de Jess, vean
se por todas
partes resucitados. Vase el Evangelio de Mateo, 27, 50-53: Jess dio otro fuerte gri
to y exha l el espritu. Entonces la cortina del santuario se rasg en dos, de arriba abajo, la tierra
tembl, las piedras se rajaron,
las tumbas se abrieron y muchos cuerpos de santos que haban muerto resucitaron; d
espus que l resucit,
salieron de las tumbas, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos.
513
Deutsch und deutlich: frase hecha alemana similar a la espaola al pan pan, y al v
ino vino. Se base
en que deutsch y deutlich tienen la misma raz, diot, pueblo. El rey de la izquierda
replicar inme diatamente a Zaratustra que deutsch estara mejor emparentado con derb, tosco. Deutsch un
d derb, la expresin usada por el rey, podra traducirse por a lo bestia.
514
Vase la nota 54.
515
Vase luego, El signo.
516
Vase luego, El signo.
517
Vase, en la segunda parte, De la redencin, donde tambin Zaratustra interrumpe de r
epente el discurso que est pronunciando.
La Cena518
En este punto, en efecto, el adivino interrumpi el saludo entre Zaratustra y sus
huspedes: se adelant como alguien que no tiene tiempo que perder, cogi la mano de Zarat
ustra y exclam: Pero Zaratustra!
Una cosa es ms necesaria que la otra, as dices t mismo519: bien, una cosa es ahora
para m ms necesaria que todas las otras.
Una palabra a tiempo: no me has invitado a comer? Y aqu hay muchos que han recorrido largos caminos. No querrs alimentarnos con discursos?
Tambin os habis referido todos vosotros, demasiado a mi parecer, al congelarse, ah
ogarse, asfixiarse y otras calamidades del cuerpo: pero nadie se ha acordado de m
i calamidad, a saber: la de estar hambriento -
(As habl el adivino; y cuando los animales de Zaratustra oyeron tales palabras se
fueron de all corriendo, asustados. Pues vean que ni siquiera lo que ellos haban trado
durante el da sera suficiente para llenar el estmago de aquel solo adivino.)
Incluyendo tambin el estar sediento, prosigui el adivino. Y aunque oigo ya al agua
chapotear aqu, semejante a discursos de la sabidura, es decir, abundante e incansa
ble: yo
- quiero vino!
No todos son, como Zaratustra, bebedores natos de agua. Adems, el agua no les con
viene a los cansados y mustios: a nosotros nos corresponde el vino, - slo l proporc
iona
curacin instantnea y salud repentina!
En este punto, cuando el adivino peda vino, ocurri que tambin el rey de la izquierd
a,
el taciturno, tom a su vez la palabra. Del vino, dijo, nos hemos preocupado nosotr
os,
yo y mi hermano el rey de la derecha: tenemos vino suficiente, - todo un asno ca
rgado.
As, pues, no falta ms que pan520.
Pan?, replic Zaratustra y se ri. Justamente pan es lo que no tienen los eremitas. Pe
ro el hombre no vive slo de pan, sino tambin de la carne de buenos corderos521, y
yo
tengo dos522:
- a stos debemos descuartizarlos523 enseguida y prepararlos con especias, con sal
via:
as es como a m me gustan. Y tampoco faltan races y frutos, suficientemente buenos
incluso para golosos y degustadores; ni nueces y otros enigmas para cascar.
Vamos, pues, a preparar rpidamente un buen festn. Quien quiera comer tiene que intervenir asimismo en la preparacin, incluso los reyes. En casa de Zaratustra, en
efecto, le
es lcito ser cocinero incluso a un rey.
Esta propuesta encontr la aprobacin de todos: slo el mendigo voluntario se opona a
la carne y al vino y a las especias.
Pero od a este comiln de Zaratustra!, deca bromeando: acude la gente a las cavernas y a las altas montaas para hacer tales comidas?
Ahora entiendo, ciertamente, lo que l nos ense en otro tiempo: Alabada sea la pequea pobreza!524. Y por qu quiere suprimir a los mendigos525.
Procura estar de buen humor, le respondi Zaratustra, como lo estoy yo. Permanece
fiel a tu costumbre, hombre excelente, muele tu grano, bebe tu agua, alaba tu co
cina: si
sta es la que te pone alegre!
Yo soy una ley nicamente para los mos, no soy una ley para todos. Mas quien me per
tenece tiene que tener huesos fuertes y tambin pies ligeros, - deben gustarle las guerras y las fiestas, no ser un hombre sombro, ni un soador,
debe
estar dispuesto a lo ms difcil como a una fiesta suya, hallarse sano y salvo.
Lo mejor pertenece a los mos y a m; y si no nos lo dan, lo tomamos: - el mejor alimento, el cielo ms puro, los pensamientos ms fuertes, las mujeres ms hermosas! As habl Zaratustra; mas el rey de la derecha replic: Qu raro! Se han escuchado
alguna vez tales cosas inteligentes de boca de un sabio?
Y, en verdad, lo ms raro en un sabio es que, adems, hable con inteligencia y no se
a
un asno.
As habl el rey de la derecha, y se extra; pero el asno, con malvada voluntad, dijo I
A a su discurso. ste fue el comienzo de aquel largo festn que en los libros de his
toria se
llama la Cena. Durante ella no se habl de otra cosa que del hombre superior.
518
El ttulo de este apartado es una clara referencia a la Ultima Cena de Jess, narrada
por los Evangelios. La palabra alemana empleada, Abendmahl, subraya an ms que la castellana la c
itada alusin.
519
Vase antes, A medioda, la nota 507.
520
Esta alusin al pan y al vino vuelve a subrayar lo indicado en la nota 518, es decir,
el intencionado paralelismo entre esta Cena y la narrada en los Evangelios.
521
Cita pardica del Evangelio de Mateo, 4, 4: El hombre no vive slo de pan, sino de t
oda palabra que
sale de la boca de Dios.
522
Sobre la procedencia de estos dos corderos vase, en la tercera parte, El convale
ciente, 2.
523
Si se tiene en cuenta que Jess es llamado tambin el Cordero, se ver que el antagonis
mo entre esta Cena y la evanglica alcanza aqu su cumbre.
524
Vase, en la primera parte, Del nuevo dolo, p. 89.
525
Vase, en la primera parte, De los compasivos, p. 140.
Del hombre superior
1
Cuando por primera vez fui a los hombres comet la tontera propia de los eremitas,
la
gran tontera: me instal en el mercado.
Y cuando hablaba a todos no hablaba a nadie526. Y por la noche tuve como compaero
s
a volatineros y cadveres; y yo mismo era casi un cadver.
Mas a la maana siguiente lleg a m una nueva verdad: entonces aprend a decir Qu
me importan el mercado y la plebe y el ruido de la plebe y las largas orejas de
la plebe!
Vosotros hombres superiores, aprended esto de m: en el mercado nadie cree en hombres superiores. Y si queris hablar all, bien! Pero la plebe dir parpadeando todos
somos iguales.
Vosotros hombres superiores, - as dice la plebe parpadeando - no existen hombres
superiores, todos somos iguales, el hombre no es ms que hombre, ante Dios - todos
somos iguales!
Ante Dios! - Mas ahora ese Dios ha muerto. Y ante la plebe nosotros no queremos s
er
iguales. Vosotros hombres superiores, marchaos del mercado!
2
Ante Dios! - Mas ahora ese Dios ha muerto! Vosotros hombres superiores, ese Dios
era vuestro mximo peligro.
Slo desde que l yace en la tumba habis vuelto vosotros a resucitar. Slo ahora llega
el gran medioda527, slo ahora se convierte el hombre superior - en seor!
Habis entendido esta palabra, oh hermanos mos? Estis asustados: sienten vrtigo
vuestros corazones? Veis abrirse aqu para vosotros el abismo? Os ladra aqu el perro
infernal?
Bien! Adelante! Vosotros hombres superiores! Ahora es cuando gira la montaa del
futuro humano. Dios ha muerto: ahora nosotros queremos - que viva el superhombre
.
3
oco
a todo hocico. stas son cosas delicadas y remotas: hacia ellas no deben alargarse
pezuas de ovejas!
6
Vosotros hombres superiores, creis acaso que yo estoy aqu para arreglar lo que voso
tros habis estropeado?
O que quiero prepararos para lo sucesivo un lecho ms cmodo a vosotros los que sufrs? O mostraros senderos nuevos y ms fciles a vosotros los errantes, extraviados,
perdidos en vuestras escaladas?
No! No! Tres veces no! Deben perecer cada vez ms, cada vez mejores de vuestra
especie, - pues vosotros debis tener una vida siempre peor y ms dura. Slo as - slo as crece el hombre hasta aquella altura en que el rayo cae sobre l y lo hace
pedazos: suficientemente alto para el rayo!
Hacia lo poco, hacia lo prolongado, hacia lo lejano tienden mi mente y mi anhelo
: qu
podra importarme vuestra mucha, corta, pequea miseria!
Para m no sufrs an bastante! Pues sufrs por vosotros, no habis sufrido an por el
hombre. Mentirais si dijeseis otra cosa! Ninguno de vosotros sufre por aquello por
lo
que yo he sufrido. - 7
No me basta con que el rayo ya no cause dao. Yo no quiero desviarlo: debe aprende
r a trabajar para m. Hace ya mucho tiempo que mi sabidura se acumula como una nube, se vuelve ms silenciosa y oscura. As hace toda sabidura que alguna vez debe parir rayos.
Para estos hombres de hoy no quiero yo ser luz ni llamarme luz. A stos - quiero c
egarlos: rayo de mi sabidura! Scales los ojos!
8
No queris nada por encima de vuestra capacidad: hay una falsedad perversa en quie
nes
quieren por encima de su capacidad. Especialmente cuando quieren cosas grandes! P
ues
despiertan desconfianza contra las cosas grandes, esos refinados falsarios y com
ediantes:
- hasta que finalmente son falsos ante s mismos, gente de ojos bizcos, madera car
comida y blanqueada, cubiertos con un manto de palabras fuertes, de virtudes apara
tosas, de
obras falsas y relumbrantes.
Tened en esto mucha cautela, vosotros hombres superiores! Pues nada me parece hoy
ms precioso y raro que la honestidad.
Este hoy, no es de la plebe? Mas la plebe no sabe lo que es grande, lo que es peq
ueo,
lo que es recto y honesto: ella es inocentemente torcida, ella miente siempre.
9
Tened hoy una sana desconfianza, vosotros hombres superiores, hombres valientes!
Hombres de corazn abierto! Y mantened secretas vuestras razones! Pues este hoy es d
e
la plebe.
Lo que la plebe aprendi en otro tiempo a creer sin razones, quin podra - destrurselo
mediante razones?
Y en el mercado se convence con gestos. Las razones, en cambio, vuelven desconfi
ada
a la plebe.
Y si alguna vez la verdad venci all, preguntaos con sana desconfianza: Qu fuerte
error ha luchado por ella?
Guardaos tambin de los doctos! Os odian: pues ellos son estriles! Tienen ojos fros
y secos, ante ellos todo pjaro yace desplumado.
Ellos se jactan de no mentir, mas incapacidad para la mentira no es ya, ni de le
jos, amor
a la verdad. Estad en guardia!
Falta de fiebre no es ya, ni de lejos, conocimiento! A los espritus resfriados yo
no les
creo. Quien no puede mentir no sabe qu es la verdad.
10
Si queris subir a lo alto, emplead vuestras propias piernas! No dejis que os lleven
hasta arriba, no os sentis sobre espaldas y cabezas de otros!
T has montado a caballo? Y ahora cabalgas velozmente hacia tu meta? Bien, amigo
mo! Pero tambin tu pie tullido va montado sobre el caballo!
Cuando ests en la meta, cuando saltes de tu caballo: precisamente en tu altura, h
ombre
superior - dars un traspi!
11
Vosotros creadores, vosotros hombres superiores! No se est grvido ms que del propio hijo.
No os dejis persuadir, adoctrinar! Quin es vuestro prjimo? Y aunque obris por
el prjimo, - no creis, sin embargo, por l!
Olvidadme ese por, creadores: precisamente vuestra virtud quiere que no hagis ninguna cosa por y a causa de y porque. A estas pequeas palabras falsas debis cerrar vuestros odos.
El por el prjimo es la virtud tan slo de las gentes pequeas: entre ellas se dice tal
para cual y una mano lava la otra: - no tienen ni derecho ni fuerza de exigir vuestr
o
egosmo!
En vuestro egosmo, creadores, hay la cautela y la previsin de la embarazada! Lo que
nadie ha visto an con sus ojos, el fruto: eso es lo que vuestro amor entero prote
ge y cuida y alimenta.
All donde est todo vuestro amor, en vuestro hijo, all est tambin toda vuestra virtud! Vuestra obra, vuestra voluntad es vuestro prjimo: no os dejis inducir a admitir
falsos valores!
12
Vosotros creadores, vosotros hombres superiores! Quien tiene que dar a luz est enfermo; y quien ha dado a luz est impuro.
Preguntad a las mujeres: no se da a luz porque ello divierta. El dolor hace caca
rear a las
gallinas y a los poetas.
Vosotros creadores, en vosotros hay muchas cosas impuras. Esto se debe a que tuv
isteis
que ser madres.
Un nuevo hijo: oh, cunta nueva suciedad ha venido tambin con l al mundo! Apartaos! Y quien ha dado a luz debe lavarse el alma hasta limpiarla!
13
No seis virtuosos por encima de vuestras fuerzas! Y no queris de vosotros nada que
vaya contra la verosimilitud!
Caminad por las sendas por las que ya camin la virtud de vuestros padres! Cmo
querrais subir alto si no sube con vosotros la voluntad de vuestros padres?
Mas quien quiera ser el primero vea de no convertirse tambin en el ltimo!531 Y all
donde estn los vicios de vuestros padres no debis querer pasar vosotros por santos
!
Si los padres de alguien fueron aficionados a las mujeres y a los vinos fuertes
y a la
carne de jabal: qu ocurrira si ese alguien pretendiese de s la castidad?
Una necedad sera eso! Mucho, en verdad, me parece para se el que se contente con
ser marido de una o de dos o de tres mujeres.
Y si fundase conventos y escribiese encima de la puerta: el camino hacia la santi
dad,
- yo dira: para qu!, eso es una nueva necedad!
Ha fundado para s mismo un correccional y un asilo: buen provecho! Pero yo no creo
en eso.
En la soledad crece lo que uno ha llevado a ella, tambin el animal interior532. P
or ello
resulta desaconsejable para muchos la soledad.
Ha habido hasta ahora en la tierra algo ms sucio que los santos del desierto? En t
orno
a ellos no andaba suelto tan slo el demonio, - sino tambin el cerdo533
14
Tmidos, avergonzados, torpes, como un tigre al que le ha salido mal el salto: as,
hombres superiores, os he visto a menudo apartaros furtivamente a un lado. Os haba s
alido
mal una tirada de dados.
Pero vosotros, jugadores de dados, qu importa eso! No habais aprendido a jugar y a
hacer burlas como se debe! No estamos siempre sentados a una gran mesa de burlas
y de
juegos?
Y aunque se os hayan malogrado grandes cosas, es que por ello vosotros mismos - o
s
habis malogrado? Y aunque vosotros mismos os hayis malogrado, se malogr por ello
- el hombre? Y si el hombre se malogr: bien!, adelante!
15
Cuanto ms elevada es la especie de una cosa, tanto ms raramente se logra sta. Vosotros hombres superiores, no sois todos vosotros - malogrados?
Tened valor, qu importa! Cuntas cosas son an posibles! Aprended a reros de vosotros mismos como hay que rer! Por qu extraarse, por lo dems, de que os hayis
malogrado y os hayis logrado a medias, vosotros semidespedazados! Es que no se
agolpa y empuja en vosotros - el futuro del hombre?
Lo ms remoto, profundo, estelarmente alto del hombre, su fuerza inmensa: no hierve
526
Nueva referencia al subttulo de esta obra: Un libro para todos y para nadie.
527
Vase, en la primera parte, De la virtud que hace regalos, 3.
528
Tambin en la primera parte, De la virtud que hace regalos, 3, aparece esta mism
a frase.
529
El hombre tiene que mejorar y que empeorar es enseanza repetida a lo largo de toda
esta obra;
vase, en la segunda parte, De la cordura respecto a los hombres, y en la tercera
parte, De tablas viejas y
nuevas, 2, y El convaleciente.
530
Alusin a Jess. Vase el Evangelio de Mateo, 8,17: El tom nuestras flaquezas y carg con
nuestras
enfermedades.
531
Parfrasis del Evangelio de Mateo, 19, 30: Los primeros sern los ltimos, y los ltimos
sern los
primeros.
532
Ms tarde el concienzudo del espritu aludir a este animal interior mencionado aqu por
Zaratustra.
Vase De la ciencia. Nietzsche utiliza el mismo trmino, inwendig, empleado por Lute
ro en su traduccin
de Romanos, 7, 22. En ese pasaje Pablo alude a el hombre interior (der inwendige M
ensch). ste animal
interior (das inwendige Gethier) es, pues, clara anttesis del hombre paulino.
533
Irnica alusin realista a que san Antonio Abad, padre de los eremitas y protector
de los animales,
suele ser representado en compaa de un cerdo. El cerdo acta aqu como metfora de la su
dad en
todos los sentidos.
534
Cita del Evangelio de Lucas, 6, 25: Ay de los que res ahora, porque vais a lamentar
os y a llorar!
535
Vase el Evangelio de Mateo, 8, 12: Los hijos del reino sern echados a las tiniebla
s exteriores; all
ser el llanto y el rechinar de dientes.
536
Vase, en la tercera parte, Del espritu de la pesadez, donde Zaratustra rebautiza
a la tierra con el
nombre de La Ligera.
537
Cita del prefacio de la misa: Sursum corda (levantad los corazones).
538
Esta corona de rosas aparece como anttesis de la corona de espinas de que hablan l
os Evangelios.
Vase el Evangelio de Mateo, 27, 27-29: Los soldados... trenzaron una corona de esp
inas y se la pusieron
en la cabeza.
539
Wahrsager, Wahrlacher. Wahrsager significa, por su composicin, el que dice (sage
n) verdad
(Wahr), y asimismo el adivino; Wahrlacher es palabra creada por Nietzsche por an
aloga con la anterior. El
Mas apenas haba abandonado Zaratustra su caverna cuando el viejo mago se levant,
mir sagazmente a su alrededor y dijo: Ha salido!
Y ya, hombres superiores - permitidme cosquillearos con este nombre de alabanza
y de
lisonja, como l mismo - ya me acomete mi perverso espritu de engao y de magia, mi
demonio melanclico,
- el cual es un adversario540 a fondo de este Zaratustra: perdonadle! Ahora quier
e mostrar su magia ante vosotros, justo en este instante tiene su hora; en vano lucho
con este espritu malvado.
A todos vosotros, cualesquiera sean los honores que os atribuyis con palabras, ya
os
llamis los espritus libres o los veraces, o los penitentes del espritu, o los liber
dos de las cadenas, o los hombres del gran anhelo, - a todos vosotros que sufrs de la gran nusea como yo, a quienes el viejo Dios se
les
ha muerto sin que todava ningn nuevo Dios yazga en la cuna entre paales541, - a tod
os
vosotros os es propicio mi espritu y mi demonio-mago.
Yo os conozco a vosotros, hombres superiores, yo lo conozco a l, - yo conozco tam
bin a ese espritu maligno, al cual amo a mi pesar, a ese Zaratustra: l mismo me par
ece,
con mucha frecuencia, semejante a la bella mscara de un santo,
- semejante a una nueva y extraa mscara, en la que se complace mi espritu malvado,
el demonio melanclico: - yo amo a Zaratustra, as me parece a menudo, a causa de mi
espritu malvado. Pero ya me acomete y me subyuga este espritu de la melancola, este demonio del cre
psculo vespertino: y, en verdad, hombres superiores, se le antoja - abrid los ojos! - se le antoja venir desnudo, si como hombre o como mujer, an no
lo
s: pero llega, me subyuga, ay!, abrid vuestros sentidos!
El da se extingue, para todas las cosas llega ahora el atardecer, incluso para la
s cosas
mejores; od y ved, hombres superiores, qu demonio es, ya hombre, ya mujer, este espritu de la melancola vespertina!
As habl el viejo mago, mir sagazmente a su alrededor y luego cogi su arpa.
3542
Cuando el aire va perdiendo luminosidad,
Cuando ya el consuelo del roco
Cae gota a gota sobre la tierra,
No visible, tampoco odo: Pues delicado calzado lleva
El consolador roco, como todos los suaves consoladores
Entonces t te acuerdas, te acuerdas, ardiente corazn,
De cmo en otro tiempo tenas sed,
De cmo, achicharrado y cansado, tenas sed
De lgrimas celestes y gotas de roco,
Mientras en los amarillos senderos de hierba
Miradas del sol vespertino malignamente
Corran a tu alrededor a travs de negros rboles,
Ardientes y cegadoras miradas del sol, contentas de causar dao.
El pretendiente de la verdad? T? - as se burlaban ellas
No! Slo un poeta!
Un animal, un animal astuto, rapaz, furtivo,
Que tiene que mentir,
Que, sabindolo, querindolo, tiene que mentir:
vido de presa,
Enmascarado bajo muchos colores,
Para s mismo mscara,
Para s mismo presa -
Eso - el pretendiente de la verdad?
No! Slo necio! Slo poeta!
Slo alguien que pronuncia discursos abigarrados,
Que abigarradamente grita desde mscaras de necio,
Que anda dando vueltas por engaosos puentes de palabras.
Por multicolores arcos iris,
Entre falsos cielos
Y falsas tierras,
Vagando, flotando, Slo necio! Slo poeta!
Eso - el pretendiente de la verdad?
No silencioso, rgido, liso, fro,
Convertido en imagen,
En columna de Dios,
No colocado delante de templos,
Como guardin de un Dios:
No! Hostil a tales estatuas de la verdad,
Ms familiarizado con las selvas que con los templos,
Lleno de petulancia gatuna,
Saltando por toda ventana,
Sus!, a todo azar,
Olfateando todo bosque virgen,
Olfateando anhelante y deseoso
De correr pecadoramente sano, y policromo, y bello,
En selvas vrgenes,
Entre animales rapaces de abigarrado pelaje,
De correr robando, deslizndose, mintiendo,
Con belfos lascivos,
Bienaventuradamente burln, bienaventuradamente infernal,
Bienaventuradamente sediento de sangre: O, semejante al guila que largo tiempo,
Largo tiempo mira fijamente los abismos,
Sus abismos: - Oh, cmo stos se enroscan hacia abajo,
Hacia abajo, hacia dentro,
Hacia profundidades cada vez ms hondas!
Luego,
De repente, derechamente,
Con extasiado vuelo,
Lanzarse sobre corderos,
Caer de golpe, voraz,
vido de corderos
Enojado contra todas las almas de cordero,
Furiosamente enojado contra todo lo que tiene
Miradas de cordero, ojos de cordero, lana rizada,
Aspecto gris, corderil benevolencia de borrego!
As,
De guila, de pantera
Son los anhelos del poeta,
Son tus anhelos bajo miles de mscaras,
T necio! T poeta!
T que en el hombre has visto
Tanto un Dios como un cordero
Despedazar al Dios que hay en el hombre
Y despedazar al cordero que hay en el hombre,
Y rer al despedazar
sa, sa es tu bienaventuranza!
Bienaventuranza de una pantera y de un guila!
Bienaventuranza de un poeta y de un necio! - Cuando el aire va perdiendo luminosidad,
Cuando ya la hoz de la luna
Entre rojos purpreos:
- Hostil al da,
A cada paso secretamente
Segando inclinadas praderas de rosas,
Hasta que stas caen,
Se hunden plidas hacia la noche: As ca yo mismo en otro tiempo
Desde la demencia de mis verdades,
Desde mis anhelos del da,
Cansado del da, enfermo de luz,
- Me hund hacia abajo, hacia la noche, hacia la sombra:
Por una sola verdad
Abrasado y sediento:
- Te acuerdas an, te acuerdas, ardiente corazn,
De cmo entonces sentas sed? Sea yo desterrado
De toda verdad,
Slo necio!
Slo poeta!
540
La palabra alemana utilizada aqu por Nietzsche (Widersacher) es el trmino emplead
o en la traduccin de la Biblia de Lutero para designar al demonio.
541
Alusin al portal de Beln; vase el Evangelio de Lucas, 2, 12: El ngel les dijo: ... os
doy esta seal: encontraris un nio envuelto en paales y acostado en un pesebre.
542
Al igual que ocurre con la cancin anterior (vase la nota 470), tambin este poema f
ue compuesto
por Nietzsche en el otoo de 1884 y no estaba destinado originariamente a As habl Za
ratustra. Con algunas variantes, Nietzsche lo insert entre los Ditirambos de Dioniso con el ttulo de
Slo necio! Slo poeta!
De la ciencia
As cant el mago; y todos los que se hallaban reunidos cayeron como pjaros, sin darse cuenta, en la red de su astuta y melanclica voluptuosidad. Slo el concienzudo d
el
espritu no haba quedado preso en ella: l le arrebat aprisa el arpa al mago y exclam:
Aire! Dejad entrar aire puro! Haced entrar a Zaratustra! T vuelves sofocante y venenosa esta caverna, t, perverso mago viejo!
Con tu seduccin llevas, falso, refinado, a deseos y selvas desconocidos. Y ay cuan
do
gentes como t hablan de la verdad y la encarecen!
Ay de todos los espritus libres que no se hallan en guardia contra tales magos! Pe
rdida
est su libertad: t enseas e induces a volver a prisiones, - t viejo demonio melanclico, en tu lamento resuena un atractivo reclamo, te parece
s
a aquellos que con su alabanza de la castidad invitan secretamente a entregarse
a voluptuosidades!
As habl el concienzudo; y el viejo mago mir a su alrededor, disfrut de su victoria y
se trag, en razn de ella, el disgusto que el concienzudo le causaba. Cllate!, dijo co
n
voz modesta, las buenas canciones quieren tener buenos ecos; despus de canciones
buenas se debe callar durante largo tiempo.
As hacen todos stos, los hombres superiores. Mas sin duda t has entendido poco de
mi cancin. Hay en ti poco de espritu de magia.
Me alabas, replic el escrupuloso, al segregarme de ti, bien! Pero vosotros, qu veo?
Todos vosotros segus ah sentados con ojos lascivos Vosotros, almas libres, dnde ha ido a parar vuestra libertad! Casi os asemejis, me
parece, a aquellos que han contemplado durante largo tiempo a muchachas perversas
bailar
desnudas: tambin vuestras almas bailan!
En vosotros, hombres superiores, tiene que haber ms que en m de eso que el mago
llama su malvado espritu de magia y de engao: - sin duda tenemos que ser distintos
.
Y, en verdad, juntos hemos hablado y pensado bastante, antes de que Zaratustra v
, sobre
los que no penden nubes ni pensamientos.
No podris creer de qu modo tan gracioso se estaban sentadas, cuando no bailaban,
profundas, pero sin pensamientos, como pequeos misterios, como enigmas engalanado
s
con cintas, como nueces de sobremesa multicolores y extraas, en verdad!, pero sin nubes: enigmas que se dejan adivinar:
por
amor a tales muchachas compuse yo entonces un salmo de sobremesa.
As habl el viajero y sombra; y antes de que alguien le respondiese haba tomado ya e
l
arpa del viejo mago - y cruzado las piernas; entonces mir, tranquilo y sabio, a s
u alrededor: - y con las narices aspir lenta e inquisitivamente el aire, como alguien que
en pases
nuevos gusta un aire nuevo y extrao. Luego comenz a cantar con una especie de rugi
dos547.
2
El desierto crece: ay de aquel que dentro de s cobija desiertos!
- Ah! Qu solemne!
Qu efectivamente solemne!
Qu digno comienzo!
Qu fricamente solemne!
Digno de un len
O de un moral mono aullador
- Pero nada para vosotras,
Encantadoras amigas,
A cuyos pies por vez primera
A m, a un europeo,
Entre palmeras
Se le concede sentarse. Sela548.
Maravilloso, en verdad!
Ahora estoy aqu sentado,
Cerca del desierto y ya
Tan lejos otra vez de l,
Y tampoco en absoluto convertido en desierto todava:
Sino engullido
Por este pequesimo oasis -:
- Hace un instante abri con un bostezo
Su amable hocico,
El ms perfumado de todos los hociquitos:
Yyo ca dentro de l,
Hacia abajo, a travs - entre vosotras,
Encantadoras amigas! Sela.
Gloria, gloria a aquella ballena si a su husped
Tan bien trat! - entendis
Mi docta alusin? 549
Gloria a su vientre
Si fue as
Un vientre-oasis tan agradable
Como ste: cosa que, sin embargo, dudo,
- Pues yo vengo de Europa,
La cual es ms incrdula que todas
Las esposas algo viejas.
Quiera Dios mejorarla!
Amn!
Ahora estoy aqu sentado,
En este pequesimo oasis,
Semejante a un dtil,
Moreno, lleno de dulzura, chorreando oro, vido
De una redonda boca de muchacha,
Y, an ms, de helados
Nveos cortantes incisivos dientes
De muchacha: por los que languidece
El corazn de todos los ardientes dtiles. Sela.
Semejante, demasiado semejante
A dichos frutos meridionales,
Estoy aqu tendido, mientras pequeos
Insectos alados
Me rodean danzando y jugando,
Y asimismo deseos y ocurrencias
An ms pequeos,
Ms locos, ms malignos, Rodeado por vosotras,
Mudas, llenas de presentimientos
Muchachas-gatos,
Dud y Suleica550,
-Circumesfingeado551, para en una palabra
Amontonar muchos sentimientos:
(Dios me perdone
Este pecado de lengua!)
- Aqu estoy yo sentado, olfateando el mejor aire de todos,
Aire de paraso en verdad,
Ligero aire luminoso, estriado de oro,
Todo el aire puro que alguna vez
Cay de la luna Se debi esto al azar
U ocurri por petulancia?
Como cuentan los viejos poetas.
Pero yo, escptico, en duda
Lo pongo, pues vengo
De Europa,
La cual es ms incrdula que todas
Las esposas algo viejas.
Quiera Dios mejorarla!
Amn!
Sorbiendo este aire bellsimo,
Hinchadas las narices como clices,
Sin futuro, sin recuerdos,
As estoy aqu sentado,
Encantadoras amigas,
Y contemplo cmo la palmera,
Igual que una bailarina,
Se arquea y pliega y las caderas mece,
- Uno la imita si la contempla largo tiempo!
Igual que una bailarina, que, a mi parecer,
Durante largo tiempo ya, durante peligrosamente largo tiempo,
Siempre, siempre se sostuvo nicamente sobre una sola pierna?
- Y que por ello olvid, a mi parecer,
La otra pierna?
En vano, al menos, he buscado la alhaja gemela
Echada de menos
546
Ms adelante, en El despertar, 1, repetir Zaratustra que sus alimentos son para hom
bres.
547
Tambin este poema, compuesto en el otoo de 1884, se halla recogido en los Ditiram
bos de Dioniso
con el ttulo de Entre hijas del desierto. En realidad Nietzsche inserta en los Di
tirambos todo este captulo,
incluida la parte inicial en prosa; en el poema introduce algunos ligeros cambio
s y. sobre todo, le aade
unos versos finales.
548
Nietzsche toma la palabra Sela de los salmos bblicos, en los que aparece con muc
ha frecuencia. Aunque el significado de esta palabra es discutido, parece que era una indicacin mus
ical y marcaba una pausa.
549
La docta alusin se refiere, evidentemente, al episodio bblico de Jons, tragado por u
na ballena.
Vase Jons, 2, 1.
550
Estos dos nombres los tom Nietzsche, sin duda, el primero del canto sexto del Do
n Juan de Byron, y
el segundo del Divn oriental-occidental, de Goethe.
551
Se traduce aqu literalmente esta palabra inventada por Nietzsche: umsphinxt, es
decir, rodeado de
esfinges.
552
Expresin bblica. Vase 1 Reyes, 2, 2 (palabras de David, al morir, a su hijo Salomn)
: Yo me voy
por el camino de todos; esfurzate, pues, y s hombre.
553
Expresin muy difundida en Alemania y que se atribuye a Lutero, quien la habra pro
nunciado el 18
de abril de 1521 en la Dieta de Worms. Con ella parece haber acabado su respuest
a a la pregunta de si quera retractarse. Nietzsche la emplea varias veces; por ejemplo, en La genealoga de
la moral, tratado tercero, Qu significan los ideales ascticos?, 22.
El despertar
1
Tras la cancin del viajero y sombra la caverna se llen de repente de ruidos y risa
s; y
como los huspedes reunidos hablaban todos a la vez, y tampoco el asno, animado po
r
ello, continu callado, se apoder de Zaratustra una pequea aversin y una pequea burla contra sus visitantes: aunque al mismo tiempo se alegrase de su regocijo. Pue
s le pareca un signo de curacin. As, se escabull afuera, al aire libre, y habl a sus animales.
Dnde ha ido ahora su afliccin?, dijo, y ya se haba recobrado de su pequeo hasto,
- junto a m han olvidado, segn me parece, el gritar pidiendo socorro!
- si bien, por desgracia, todava no el gritar. Y Zaratustra se tap los odos, pues en
aquel momento el I-A del asno se mezclaba extraamente con los ruidos jubilosos de
bajo esta forma que bajo ninguna! Medita sobre esta sentencia, noble amigo: ense
guida
adivinars que en tal sentencia se esconde sabidura.
Aquel que dijo Dios es espritu570 - fue el que dio hasta ahora en la tierra el paso
y el
salto ms grandes hacia la incredulidad: no es fcil reparar el mal que esa frase ha
hecho
en la tierra!
Mi viejo corazn salta y retoza al ver que en la tierra hay todava algo que adorar.
Perdnale esto, oh Zaratustra, a un viejo y piadoso corazn de papa! - Y t, dijo Zaratustra al caminante y sombra. T te denominas y te crees un espritu
libre? Y te entregas aqu a tales actos de idolatra y comedias de curas?
Peor, en verdad, te comportas t aqu que con tus perversas muchachas morenas, t
perverso creyente nuevo!571
Bastante mal, respondi el caminante y sombra, tienes razn: mas qu puedo hacer!
El viejo Dios vive de nuevo, oh Zaratustra, digas lo que digas.
El ms feo de los hombres es culpable de todo: l es quien ha vuelto a resucitarlo.
Y
aunque dice que en otro tiempo lo mat: la muerte no es nunca, entre los dioses, ms
que
un prejuicio.
Y t, dijo Zaratustra, t perverso mago viejo, qu has hecho! Quin va a creer en ti
en lo sucesivo, en esta poca libre, si t crees en tales asnadas divinas?
Ha sido una estupidez lo que has hecho: cmo has podido cometer, t inteligente, tal
estupidez!
Oh, Zaratustra, respondi el mago inteligente, tienes razn, ha sido una estupidez, y
me ha costado bastante cara.
- Y t sobre todo, dijo Zaratustra al concienzudo del espritu; reflexiona un poco y
ponte el dedo en la nariz!572 No hay aqu nada que repugne a tu conciencia? No es tu
espritu demasiado puro para estas oraciones y para el tufo de estos hermanos de o
racin?
Algo hay en ello, respondi el concienzudo del espritu y se puso el dedo en la nariz
,
algo hay en este espectculo que incluso hace bien a mi conciencia.
Tal vez a m no me sea lcito creer en Dios: pero lo cierto es que en esta figura es
en la
que Dios me parece mximamente creble.
Dios debe ser eterno, segn el testimonio de los ms piadosos573: quien tanto tiempo
tiene se toma tiempo. Del modo ms lento y estpido posible: de ese modo alguien as
puede llegar muy lejos.
Y quien tiene demasiado espritu querra sin duda estar loco por la estupidez y la n
ecedad mismas. Reflexiona sobre ti mismo, oh Zaratustra!
T mismo - en verdad!, tambin t podras sin duda convertirte en asno a fuerza de riqueza y sabidura.
No le gusta a un sabio perfecto caminar por los caminos ms torcidos? La evidencia
lo
ensea, oh Zaratustra, - tu evidencias574!
- Y tambin t, por fin, dijo Zaratustra y se volvi hacia el ms feo de los hombres, el
cual continuaba tendido en el suelo, elevando el brazo hacia el asno (le daba, e
n efecto,
vino de beber). Di, inexpresable, qu has hecho!
Me pareces transformado, tus ojos arden, el manto de lo sublime rodea tu fealdad
: qu
has hecho?
Es verdad lo que stos dicen, que t has vuelto a resucitarlo? Y para qu? No estaba
muerto y liquidado con razn?
T mismo me pareces resucitado: qu has hecho?, por qu t te has dado la vuelta?
Por qu t te has convertido? Habla t, el inexpresable!
Oh Zaratustra, respondi el ms feo de los hombres, eres un bribn!
Si l vive an, o si vive de nuevo, o si est muerto del todo, - quin de nosotros dos lo
sabe mejor? Te lo pregunto.
Pero yo s una cosa, - de ti mismo la aprend en otro tiempo, oh Zaratustra: quien ms
a
fondo quiere matar, re.
No con la clera, sino con la risa se mata- as dijiste t en otro tiempo575, Oh Zaratus
tra, t el oculto, t el aniquilador sin clera, t santo peligroso, - eres un bribn!
2
Y entonces sucedi que Zaratustra, asombrado de tales respuestas de bribones, dio
un
salto atrs hacia la puerta de su caverna, y, vuelto hacia todos sus huspedes, grit
con
fuerte voz:
Oh vosotros todos, vosotros pcaros, payasos! Por qu os desfiguris y os escondis
delante de m!
Cmo se os agitaba, sin embargo, el corazn a cada uno de vosotros de placer y de
maldad por haberos vuelto por fin otra vez como nios pequeos, es decir, piadosos,
- por obrar por fin otra vez como nios, es decir, por rezar, juntar las manos y d
ecir
Dios mo!
Mas ahora abandonad este cuarto de nios, mi propia caverna, en la que hoy estn como en su casa todas las nieras. Refrescad ah fuera vuestra ardiente petulancia de nio
s
y el ruido de vuestros corazones!
Ciertamente: mientras no os hagis como nios pequeos no entraris en aquel reino de
los cielos576. (Y Zaratustra seal con las manos hacia arriba.)
Mas nosotros no queremos entrar en modo alguno en el reino de los cielos: nos he
mos
hecho hombres, - y por eso queremos el reino de la tierra.
3
Y de nuevo comenz Zaratustra a hablar. Oh, mis nuevos amigos, dijo, - vosotros
gente extraa, hombres superiores, cmo me gustis ahora, - desde que os habis vuelto alegres otra vez! Todos vosotros, en verdad, habis flo
recido: parceme que flores tales como vosotros tienen necesidad de nuevas fiestas57
7,
- de un pequeo y valiente disparate, de algn culto divino y alguna fiesta del asno
, de
algn viejo y alegre necio-Zaratustra, de un vendaval que os despeje las almas con
su
soplo.
No olvidis esta noche y esta fiesta del asno, hombres superiores! Esto lo habis inv
entado vosotros en mi casa, y yo lo tomo como un buen presagio, - tales cosas slo la
s inventan los convalecientes!
Y cuando volvis a celebrarla, esta fiesta del asno, hacedlo por amor a vosotros, h
s Zaratustra dentro de s: Oh, cmo me agradan ahora estos hombres superiores! pero no lo expres, pues honraba su felicidad y su silencio.
Mas entonces ocurri la cosa ms asombrosa de aquel asombroso y largo da: el ms
feo de los hombres comenz de nuevo, y por ltima vez, a gorgotear y a resoplar580,
y
cuando consigui hablar, una pregunta salt, redonda y pura, de su boca, una pregunt
a
buena, profunda, clara, que hizo agitarse dentro del cuerpo el corazn de todos lo
s que le
escuchaban.
Amigos mos todos, dijo el ms feo de los hombres, qu os parece? Gracias a este da
- yo estoy por primera vez contento de haber vivido mi vida entera.
Y no me basta con atestiguar esto. Merece la pena vivir en la tierra: un solo da,
una sola fiesta con Zaratustra me ha enseado a amar la tierra.
Esto era - la vida? quiero decirle yo a la muerte. Bien! Otra vez!581
Amigos mos, qu os parece? No queris vosotros decirle a la muerte, como yo: Esto era - la vida? Gracias a Zaratustra, bien! Otra vez! - As habl el ms feo de los hombres; y no faltaba mucho para la medianoche. Y qu
creis que ocurri entonces? Tan pronto como los hombres superiores oyeron su pregun
ta
cobraron sbitamente consciencia de su transformacin y curacin, y de quin se la haba
proporcionado: entonces se precipitaron hacia Zaratustra, dndole gracias, rindindo
le
veneracin, acaricindolo, besndole las manos, cada cual a su manera propia: de modo
que unos rean, otros lloraban. El viejo adivino bailaba de placer; y aunque, segn
piensan algunos narradores, entonces se hallaba lleno de dulce vino582, ciertamente
se hallaba
an ms lleno de dulce vida y haba alejado de s toda fatiga. Hay incluso quienes cuentan que el asno bail en aquella ocasin: pues no en vano el ms feo de los hombres le
haba dado antes a beber vino. Esto puede ser as, o tambin de otra manera; y si en v
erdad el asno no bail aquella noche, ocurrieron entonces, sin embargo, prodigios ma
yores
y ms extraos que el baile de un asno. En resumen, como dice el proverbio de Zaratu
stra: qu importa ello!
2
Mas Zaratustra, mientras esto ocurra con el ms feo de los hombres, estaba all como
un borracho: su mirada se apagaba, su lengua balbuca, sus pies vacilaban. Y quin ad
ivinara los pensamientos que entonces cruzaban por el alma de Zaratustra? Mas fue
evidente que su espritu se apart de l y huy hacia adelante y estuvo en remotas lejanas,
por as decirlo sobre una elevada cresta, como est escrito, entre dos mares,
- entre lo pasado y lo futuro, caminando como una pesada nube583. Poco a poco, si
n
embargo, mientras los hombres superiores lo sostenan con sus brazos, volvi un poco
en
s y apart con las manos la aglomeracin de los veneradores y preocupados; mas no
habl. De repente volvi con rapidez la cabeza, pues pareca or algo: entonces se llev e
l
dedo a la boca y dijo: Venid!
Y al punto se hizo el silencio y la calma en derredor; de la profundidad, en cam
bio, su-
585
Vase, en la tercera parte, De la visin y enigma, 2, y la nota 284.
586
No me toques. Palabras dichas por Jess a Mara Magdalena tras la resurreccin. Nietzsc
he emplea
exactamente la traduccin luterana de Evangelio de Juan, 20, 17: Rhre mich nicht an
.
587
Vase, en la tercera parte, Del gran anhelo, la nota 428.
588
Variacin de la frase de Fausto en la obra homnima de Goethe: Y le dir al instante: D
etente, eres
tan bello.
El signo
A la maana despus de aquella noche Zaratustra se levant de su lecho, se ci los riones589 y sali de su caverna, ardiente y fuerte como un sol matinal que viene de o
scuras
montaas.
T gran astro, dijo, como haba dicho en otro tiempo590, profundo ojo de felicidad,
qu sera de toda tu felicidad si no tuvieras a aquellos a quienes iluminas!
Y si ellos permaneciesen en sus aposentos mientras t ests ya despierto y vienes y
regalas y repartes: cmo se irritara contra esto tu orgulloso pudor!
Bien!, ellos duermen todava591, esos hombres superiores, mientras que yo estoy des
pierto: sos no son mis adecuados compaeros de viaje! No es a ellos a quienes yo
aguardo aqu en mis montaas.
A mi obra quiero ir, a mi da: mas ellos no comprenden cules son los signos de mi m
aana, mis pasos - no son para ellos un toque de diana.
Ellos duermen todava en mi caverna, sus sueos siguen rumiando mis mediasnoches.
El odo que me escuche a m, - el odo obediente592 falta en sus miembros.
- Esto haba dicho Zaratustra a su corazn mientras el sol se elevaba: entonces se p
uso a
mirar inquisitivamente hacia la altura, pues haba odo por encima de s el agudo grit
o de
su guila. Bien!, exclam mirando hacia arriba, as me gusta y me conviene. Mis animales estn despiertos, pues yo estoy despierto.
Mi guila est despierta y honra, igual que yo, al sol. Con garras de guila aferra la
nueva luz. Vosotros sois mis animales adecuados; yo os amo.
Pero todava me faltan mis hombres adecuados! As habl Zaratustra; y entonces ocurri que de repente se sinti como rodeado por
bandadas y revoloteos de innumerables pjaros, - el rumor de tantas alas y el trop
el en
torno a su cabeza eran tan grandes que cerr los ojos. Y, en verdad, sobre l haba cad
o
algo semejante a una nube, semejante a una nube de flechas que descargase sobre
un
nuevo enemigo. Pero he aqu que se trataba de una nube de amor, y caa sobre un nuev
o
amigo.
Qu me ocurre?, pens Zaratustra en su asombrado corazn, y lentamente dejse
caer sobre la gran piedra que se hallaba junto a la salida de su caverna. Mientr
as mova
las manos a su alrededor y encima y debajo de s, y se defenda de los cariosos pjaros
,
he aqu que le ocurri algo an ms raro: su mano se pos, en efecto de manera imprevista sobre una espesa y clida melena y al mismo tiempo reson delante de l un rugido,
un suave y prolongado rugido de len.
El signo llega593, dijo Zaratustra, y su corazn se transform. Y, en verdad, cuando
se hizo claridad delante de l vio que a sus pies yaca un amarillo y poderoso anima
l, el
cual estrechaba su cabeza entre sus rodillas y no quera apartarse de l a causa de
su
amor, y actuaba igual que un perro que vuelve a encontrar a su viejo dueo. Mas la
s palomas no eran menos vehementes en su amor que el len; y cada vez que una paloma s
e
deslizaba sobre la nariz del len ste sacuda la cabeza y se maravillaba y rea de ello
.
A todos ellos Zaratustra les dijo tan slo una nica frase: mis hijos estn cerca, mis
hijos594, - entonces enmudeci del todo. Mas su corazn estaba aliviado y de sus ojos
goteaban lgrimas y caan en sus manos. Y no prestaba ya atencin a ninguna cosa, y
estaba all sentado, inmvil y sin defenderse ya de los animales. Entonces las palom
as se
pusieron a volar de un lado para otro y se le posaban sobre los hombros y acaric
iaban su
blanco cabello y no se cansaban de manifestar su cario y su jbilo. El fuerte len, e
n
cambio, lama siempre las lgrimas que caan sobre las manos de Zaratustra y ruga y
grua tmidamente. As se comportaban aquellos animales. Todo esto dur mucho tiempo, o poco tiempo: pues, hablando propiamente, para tales
cosas no existe en la tierra tiempo alguno. - Mas entretanto los hombres superio
res que
estaban dentro de la caverna de Zaratustra se haban despertado y estaban disponind
ose
para salir en procesin a su encuentro y ofrecerle el saludo matinal: haban encontr
ado,
en efecto, cuando se despertaron, que l no se hallaba ya entre ellos. Mas cuando
llegaron
a la puerta de la caverna, y el ruido de sus pasos los preceda, el len enderez las
orejas
con violencia, se apart sbitamente de Zaratustra y lanzse, rugiendo salvajemente,
hacia la caverna; los hombres superiores, cuando le oyeron rugir, gritaron todos
como
con una sola boca y retrocedieron huyendo y en un instante desaparecieron.
Mas Zaratustra, aturdido y distrado, se levant de su asiento, mir a su alrededor, p
ermaneci de pie sorprendido, interrog a su corazn, volvi en s, y estuvo solo. Qu es
lo que he odo?, dijo por fin lentamente, qu es lo que me acaba de ocurrir?
Y ya el recuerdo volva a l, y comprendi con una sola mirada todo lo que haba acontecido entre ayer y hoy. Aqu est, en efecto, la piedra595, dijo y se acarici la barb
a, en
ella me encontraba sentado ayer por la maana; y aqu se me acerc el adivino, y aqu o
por vez primera el grito que acabo de or, el gran grito de socorro.
Oh vosotros hombres superiores, vuestra necesidad fue la que aquel viejo adivino
me
vaticin ayer por la maana, - a acudir a vuestra necesidad quera seducirme y tentarme: oh Zaratustra, me dijo
, yo
vengo para seducirte a tu ltimo pecado596.
A mi ltimo pecado?, exclam Zaratustra y furioso se ri de sus ltimas palabras:
qu se me haba reservado como mi ltimo pecado?
- Y una vez ms Zaratustra se abism dentro de s y volvi a sentarse sobre la gran piedra y reflexion. De repente se levant de un salto, Compasin! La compasin por el hombre superior!, grit, y su rostro se endureci
como el bronce. Bien! Eso - tuvo su tiempo!
Mi sufrimiento y mi compasin - qu importan! Aspiro yo acaso a la felicidad? Yo
aspiro a mi obra!597
Bien! El len ha llegado, mis hijos estn cerca, Zaratustra est ya maduro, mi hora ha
llegado: sta es mi maana, mi da comienza: asciende, pues, asciende t, gran medioda! - As habl Zaratustra, y abandon su caverna, ardiente y fuerte como un sol matinal que
viene de oscuras montaas.
589
Ceirse los riones es expresin bblica. Vase 1 Reyes, 18, 46: Fue sobre Elas la mano
hv,
que ci sus riones, yvino corriendo a Jezrael delante de Ajab.
590
Zaratustra reproduce aqu la misma invocacin al sol que pronunci al comienzo de la
obra; vase el
Prlogo de Zaratustra, 1.
591
Como los discpulos de Jess en el monte de los Olivos; vase el Evangelio de Mateo,
26,40: Se
acerc a sus discpulos y los encontr dormidos.
592
Zaratustra reclama aqu para s el odo obediente (das gehorchende Ohr). Antes, sin emb
argo, ha
dicho, en la tercera parte, De tablas viejas y nuevas, 7, que quien obedece, no
se oye a s mismo (wergehorcht, der hrt sich selbst nicht).
593
Vase, en la tercera parte, De tablas viejas y nuevas, 1, y en esta cuarta parte,
El saludo.
594
Vase la nota 316.
595
Vase la nota 451.
596
Vase, en la tercera parte, De tablas viejas y nuevas, y en esta cuarta parte, E
l grito de socorro, El
ms feo de los hombres, y El signo.
597
Son palabras que ya han aparecido en La ofrenda de la miel.
Fin de AS HABL ZARATUSTRA