Catequesis Cristologicas Pagola.
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INTRODUCCIN
Para un cristiano, Cristo es la verdad ltima de la vida, el criterio supremo de actuacin y la nica esperanza de salvacin y liberacin definitiva.
experiencia nica: aquel Jess, crucificado por los hombres, ha sido resucitado por ese Dios al que Jess invocaba con toda su confianza como Padre. A la luz de la resurreccin, estos hombres volvieron a recordar la actuacin y el mensaje de Jess, reflexionaron sobre su vida y su muerte, y trataron de ahondar cada vez ms en la personalidad de este hombre sorprendentemente resucitado por Dios. Recogieron su palabra no como el recuerdo de un difunto que ya pas, sino como un mensaje liberador confirmado por el mismo Dios y pronunciado ahora por alguien que vive en medio de los suyos. Reflexionaron sobre su actuacin, no para escribir una biografa destinada a satisfacer la curiosidad de las gentes sobre un gran personaje judo, sino para descubrir todo el misterio encerrado en este hombre liberado de la muerte por Dios. Empleando lenguajes diversos y conceptos procedentes de ambientes culturales diferentes, fueron expresando toda su fe en Jess de Nazaret. En las comunidades de origen judo reconocieron en Jess al Mesas (el Cristo), tan esperado por el pueblo, pero en un sentido nuevo que rebasara todas las esperanzas de Israel. Reinterpretaron su vida y su muerte desde las promesas mesinicas que alentaban la historia de Israel. Y fueron expresando su fe en Jess como Cristo atribuyndole ttulos de sabor judo (Hijo de David, Hijo de Dios, Siervo de Yahveh, Sumo Sacerdote_) En las comunidades de cultura griega, naturalmente, se expresaron de manera diferente. vieron en Jess al nico Seor de la vida y de la muerte, reconocieron en l al nico Salvador posible para el hombre y le atribuyeron ttulos de sabor griego (Imagen del Dios invisible, Primognito de toda la creacin, Cabeza de todo_) De maneras diferentes, todos proclamaban una misma fe: en este hombre Dios nos ha hablado. No se le puede considerar como a un profeta ms, portavoz de algn mensaje de Dios. Este es la misma Palabra de Dios hecha carne (Jn 1, 14). En este hombre Dios ha querido compartir nuestra vida, vivir nuestros problemas, experimentar nuestra muerte y abrir una salida a la humanidad. Este hombre no es uno ms. En Jess, Dios se ha hecho hombre para nuestra salvacin.
1) Trataremos de recoger algunos aspectos fundamentales de Jess de Nazaret que nos ayuden a revivir de alguna manera la imagen de aquel hombre que tanto impresion a sus contemporneos. 2) Trataremos de penetrar en la experiencia pascual de los primeros cristianos para comprender mejor qu es creer en Cristo resucitado. 3) Trataremos de conocer mejor la fe de los cristianos que se atreven a afirmar algo tan original como escandaloso: en Jess de Nazaret Dios se ha hecho hombre por nuestra salvacin.
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Jess de Nazaret
Trataremos de trazar la imagen de Jess de Nazaret recorriendo los siguientes puntos: 1) 2) 3) 4) Algunos datos histricos. Jess, personaje inclasificable. Rasgos fundamentales de la actuacin de Jess. El enigma de Jess.
Jess no es un sacerdote judo. No pertenece a la alta clase sacerdotal de Jerusaln ni a las modestas familias de la tribu de Lev que se ocupan del culto judo. Jess es un laico, un seglar dentro de la sociedad juda (Hb 7, 13-14). Sin embargo, se atreve a criticar la actuacin de los sacerdotes que han convertido la liturgia del templo en un medio de explotacin a los peregrinos (Mc 11, 15-19) y su despreocupacin a la hora de acercarse a los hombres verdaderamente necesitados de ayuda (Lc 10, 30 - 37 ). Jess no es un saduceo. No pertenece a esos grupos representantes de la alta aristocracia juda que adoptaban una postura conservadora tanto en el campo poltico como religioso. Por una parte, colaboraban con las autoridades romanas para mantener el orden establecido por Roma que, de alguna manera, favoreca sus intereses. Por otra parte, rechazaban cualquier renovacin en la tradicin religiosa y cultural del pueblo. Jess es un hombre de origen modesto, que camina por Palestina sin un denario en su bolsa, y que ha vivido muy alejado de los ambientes saduceos. Su libertad frente a las autoridades romanas y su enfrentamiento cuando se oponen a su misin (Lc 13, 31-33) no recuerda la diplomacia saducea. Por otra parte, Jess ha rechazado la teologa tradicional saducea (Mt 22, 23-33). Jess no es un fariseo. Los fariseos constituan un grupo no muy numeroso(quizs unos 6.000) pero muy influyente en el pueblo. Muchos de ellos pertenecan a la clase media y vivan formando pequeas comunidades, evitando el trato con gente pecadora. Se caracterizaban por su dedicacin al estudio de la Tor, su obediencia rigurosa a la Ley (sobre todo el sbado), la observancia de prescripciones rituales, ayunos, purificaciones, limosnas, oraciones, etc. Jess ha vivido enfrentando a la clase farisea adoptando un estilo claramente antifariseo. Se mueve libremente en ambientes de pecadores, dejndose rodear de publicanos, ladrones y gente de mala fama. Condena con firmeza la teologa farisea del mrito, de aquellos hombres que se sienten seguros ante Dios y superiores a los dems (Lc 18, 9-14). Critica su visin legalista de la vida y coloca al hombre no ante una Ley que hay que observar, sino ante un Padre al que debemos obedecer de corazn (Mt 5, 20-48). Rechaza violentamente la hipocresa de aquellos hombres que reducen la religin a un conjunto de prcticas externas a las que no responde una vida de justicia y amor (Mt 23). Jess no es un terrorista zelota ni ha tomado parte activa en el movimiento de resistencia armada que ha ido cobrando fuerza en el pueblo judo en su intento de expulsar del pas a los romanos y establecer con la fuerza armada el reino mesinico. Jess ha vivido en ambientes en donde se respiraba esta esperanza. Adems su libertad y su actitud crtica ante las autoridades (Lc 13, 32; 20,25; 22, 25-26), ante los ricos y poderosos (Lc 6, 24-25; 16, 19-31), y sobre todo, el anuncio del Reinado de Dios hizo posible que fuera acusado de revolucionario. Pero, Jess no ha participado en la resistencia armada contra Roma. No ha pretendido nunca un poder poltico-militar. Su objetivo no era la restauracin de la monarqua davdica y la constitucin de un nacin juda libre bajo el nico imperio de la Ley de Moiss. Su mensaje rebasa profundamente los ideales del zelotismo. Jess no es monje de Qumrn. No pertenece a esta comunidad religiosa que vive en el desierto, a orillas del Mar Muerto, separada del resto del pueblo, esperando la llegada del reino mesinico con una vida de observancia rigurosa de la Ley, ayunos y purificaciones rituales. Jess no vive
retirado en el desierto como Juan el Bautista. Sus discpulos no ayunan (Mc 2,18). Jess participa en banquetes con gente de mala fama (Mt 9, 10-13). No ha querido organizar una comunidad de gente selecta, separada de los dems. Su mensaje est dirigido a todo el pueblo, sin distinciones. Incluso, se siente enviado a llamar especialmente a los pecadores (Lc 5, 32). Aunque el hallazgo de los manuscritos de Qumran en 1947 nos ha descubierto grandes semejanzas entre esta comunidad juda y las primeras comunidades cristianas, debemos decir que la postura de Jess ante la Ley, la primaca que concede al amor y al perdn, su predicacin del Reino de Dios y su cercana a los pecadores lo distancian profundamente del ambiente que se respiraba en Qumran. Jess no es un rabino aunque algunos contemporneos lo hayan llamado as. Jess, sin una sede doctrinal fija, rodeado de gente sencilla, pecadores, mujeres, nios_ no ofrece la imagen tpica del rabino de aquella poca. Ciertamente Jess no es un rabino dedicado a interpretar fielmente la Ley de Moiss para aplicarla a las diversas circunstancias de la vida. Por otra parte, Jess habla con una autoridad desconocida, sin necesidad de citar a ningn maestro anterior a l, e, incluso, sin apelar a la autoridad de Moiss. La gente era consciente de que enseaba como quien tiene autoridad y no como los escribas (Mc 1, 22). Jess no es un profeta ms en la historia de Israel. Es cierto que fue considerado por sus contemporneos como un profeta de Dios (Mt 21, 11; 21, 46; Lc 7 16). Es cierto que Jess adopt en su actuacin un estilo proftico como aquellos hombres portadores del Espritu de Yahveh y portavoces de la Palabra de Dios para el pueblo. Pero Jess no es un profeta ms dentro del pueblo judo. Jess no siente la necesidad de legitimar su predicacin aludiendo a una llamada recibida de Yahveh, como hacen los profetas judos (Am 7, 15; Is 6, 8-13; Jr 1, 4-10). Tampoco emplea el lenguaje propio de los profetas que se sienten meros portavoces de la palabra de Yahveh: (As habla Yahveh, Escuchad lo que dice Yahveh, Es orculo de Yahveh); Jess emplea una frmula tpica suya, totalmente desconocida en la literatura proftica y que manifiesta una autoridad plena y sorprendente: En verdad, en verdad yo os digo_ (Amn, amn). Adems, Jess no se mueve, como los profetas, en el marco de la alianza entre Yav e Israel para hablar al pueblo de las exigencias de la Ley, de las promesas del Dios aliado con el pueblo o de los castigos que les amenazan como consecuencia de la inobservancia de la alianza. Jess anuncia algo totalmente nuevo: el Reinado de Dios empieza ya a ser realidad.
Jess se mantiene libre frente al crculo de sus amigos que quieren dictarle cmo debe ser su conducta, en contra de la voluntad ltima del Padre (Mc 8, 31-33). Jess, salido de los ambientes rurales de Galilea, se atreve a enfrentarse y criticar libremente a los escribas, especialistas de la Ley, las clases cultas de la sociedad juda (Mt 23). Jess manifiesta una libertad total frente a la presin social ejercida por las clases dominantes y, de manera especial, por los grupos fariseos que retienen indebidamente el poder de interpretar la Ley. Jess es libre frente al poder poltico de las autoridades romanas sin entrar en clculos polticos y juegos diplomticos (Lc 13, 31-32; Mt 20, 25-28). De la misma manera, se enfrenta con entera libertad a los dirigentes religiosos del Sanedrn judo (Mc 14, 53-60). Jess no se deja arrastrar tampoco por la estrategia de las fuerzas de resistencia a los ocupantes romanos (Mc 4, 26-29; Jn 6, 15) defraudando as ilusiones de muchos que esperaban un reino judo mesinico dominador del mundo entero. Jess no se deja esclavizar por las tradiciones de los antiguos que alejaban a los judos de la verdadera voluntad de Dios (Mc 7, 1-12). Tampoco se ata a las ltimas corrientes rabnicas que circulan en la sociedad juda (Mt 19, 1-9). Jess se manifiesta libre frente a ritos, prescripciones y leyes litrgicas que quedan vacas de sentido si se olvida que deben estar al servicio del hombre (Mc 3, 1-6; 2, 23-28) y orientadas hacia un Dios que quiere amor y no sacrificios (Mt 12, 1-8). Esta libertad total de Jess tanto en su palabra como en su actuacin, irrita a los defensores del sistema legal judo que desean asegurar su interpretacin de la Tor, despierta las esperanzas del pueblo que comienza a descubrir un sentido nuevo a la vida y logra la adhesin de algunos seguidores. Dnde est el origen y la explicacin de esta libertad de Jess?
Seor que llama a una gran fiesta a todos los hombres por muy pobres, desgraciados y perdidos que se encuentren (Mt 22, 1-14). Marcos recoge bien esta misin a la que dedic Jess toda su vida: Anunciaba la Buena Noticia de Dios: El tiempo se ha cumplido y el Reinado de Dios est cerca; cambiad de mentalidad y creed en esta Buena Noticia (Mc 1,15).
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Jess se preocupa del pueblo humilde, la masa, las gentes desorientadas de Israel (Mc 6, 34; Mt 9, 36), el pueblo agobiado por las prescripciones de los rabinos (Mt 23, 4).
e. Servicio liberador
Jess no ofrece dinero, cultura, poder, armas, seguridad_ pero su vida es una Buena Noticia para todo el que busca liberacin. Jess es un hombre que cura, que sana, que reconstruye a los hombres y los libera del poder inexplicable del mal. Jess trae salud y vida (Mt 9, 35). Jess garantiza el perdn a los que se encuentran dominados por el pecado y les ofrece posibilidad de rehabilitacin (Mc 2, 1-12; Lc 7, 36-50; Jn 8, 2-10). Jess contagia su esperanza a los pobres, los perdidos, los desalentados, los ltimos, porque estn llamados a disfrutar la fiesta final de Dios (Mt 5, 3-11; Lc 14, 15-24). Jess descubre al pueblo desorientado el rostro humano de Dios (Mt 11, 25-27) y ayuda a los hombres a vivir con una fe total en el futuro que est en manos de un Dios que nos ama como Padre (Mt 6, 25-34). Jess ayuda a los hombres a descubrir su propia verdad (Lc 6, 39-45; Mt 18, 2-4), una verdad que los puede ir liberando (Jn 8, 31-32). Jess invita a los hombres a buscar una justicia mayor que la de los escribas y fariseos, la justicia de Dios que pide la liberacin de todo hombre deshumanizado (Mt 6, 33; Lc 4, 17-22). Jess busca incansablemente crear verdadera fraternidad entre los hombres aboliendo todas las barreras raciales, jurdicas y sociales (Mt 5, 38-48; Lc 6, 27-38). Si quisiramos resumir, de alguna manera, la actuacin liberadora de Jess, podramos decir que desde su fe total en un Dios que busca la liberacin del hombre, Jess ofrece a los hombres esperanza para enfrentarse al problema de la vida y al misterio de la muerte.
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La ejecucin iba a poner a prueba toda la trayectoria de Jess de Nazaret. El rechazo de todos pareca desmentir, invalidar y reducir al fracaso todo su mensaje de amor y fraternidad humana. Pero, Jess, abandonado por todos, grita hasta el final: Padre, perdnales, porque no saben lo que hacen (Lc 22, 34). Adems, la crucifixin pareca el signo ms evidente del abandono de Dios a su falso profeta, equivocado lamentablemente y condenado justamente en nombre de la Ley. Sin embargo, Jess an vindose abandonado por Dios (Mc 15, 34) grita al morir: Padre, en tus manos pongo mi vida (Lc 23, 46). Jess muri creyendo hasta el final en el amor del Padre y en el perdn para los hombres. Sin embargo, su muerte en una cruz sellaba el fracaso de un hombre libre y justo, y dejaba en total ambigedad su mensaje de la venida del Reino de Dios, que con tanta fe haba anunciado.
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4. El enigma de Jess
Jess no se ha detenido mucho en hablarnos de s mismo. Ms bien, nos ha hablado con hechos, actuando de una manera tan sorprendente, enigmtica y original, que la comunidad cristiana posterior se ver obligada, a la luz de la resurreccin, a utilizar diversos ttulos que expresen lo mejor posible el misterio encerrado en Jess. Ciertamente, Jess no se ha designado nunca con ciertos ttulos que ms tarde le atribuirn con razn las comunidades creyentes (Seor Salvador, Hijo de Dios, Palabra de Dios, Imagen del Padre, Dios_). Tampoco es fcil saber si Jess se ha definido a s mismo con el ttulo de Hijo del Hombre, aunque muchos piensen as, apoyados en buenas razones. Ms interesante es ver la actitud de Jess ante el ttulo de Mesas (Cristo). Bastantes de sus contemporneos han credo ver en Jess el Mesas esperado en Israel, es decir, el Enviado por Yav para establecer el reino davdico, liberando al pueblo judo de la dominacin romana. Sin embargo, Jess no se designa a s mismo con el nombre de Mesas y adopta una postura de reserva cuando otros lo consideran como tal. No niega nunca ser el Mesas pero tampoco acepta este ttulo indiscriminadamente (Mc 8, 29-33). Indudablemente, este ttulo es ambiguo y ambivalente. Jess no rechaza para s abiertamente este ttulo que encerraba tantas esperanzas de liberacin para el pueblo. Pero, tampoco lo acepta sin ms, ya que para muchos evocaba la figura de un liberador poltico-militar que Jess no intenta ser. Ms tarde, la comunidad cristiana, sin peligro ya de caer en malentendidos o falsas interpretaciones lo llamar as, y precisamente este nombre de Cristo se convertir en el ms importante para recoger la fe de los creyentes que ven en Jess el verdadero liberador del hombre, el nico que puede responder a las esperanzas y aspiraciones de la humanidad. El testimonio de Jess sobre s mismo no debemos pues buscarlo tanto en los nombres que haya podido usar para definirse a s mismo, sino en la actitud sorprendente y enigmtica que ha adoptado durante su vida.
Ley antigua su nuevo mensaje que contiene, segn l, la verdadera voluntad de Dios. (Se dijo a los antepasados_ pero yo os digo en Mt 5, 21-48). Jess no invita a sus contemporneos a que obedezcan a la Ley de Moiss, sino les pide que escuchen sus palabras (Mt 7, 24-27). Esta actitud de Jess es nueva, sorprendente, sin paralelismos en la tradicin juda. Al atribuirse una autoridad que rivaliza y desafa a la de Moiss, Jess se est colocando por encima de Moiss y est pretendiendo conocer, con certeza suprema e inmediata la voluntad verdadera del mismo Dios (Mt 11, 27). Quin pretende ser Jess? Cmo puede estar seguro de conocer la verdadera voluntad de Dios? De dnde le viene esta autoridad y libertad para adoptar esta actitud inaudita?
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Ms concretamente, Jess vive convencido de que con su actuacin y su mensaje, l mismo est ya haciendo realidad la accin salvadora de Dios en medio de los hombres. Los que conviven con l estn siendo testigos de algo nico (Lc 10, 23-24; 14, 31-32). Jess cree en la victoria salvadora de Dios no solo como una realidad futura final, sino como algo que comienza con l, con sus gestos, con su mensaje. Con l se ha asegurado ya la liberacin del hombre pues Dios est actuando ya en medio de la vida (Lc 11, 20; Mt 12, 28). Esto significa que Jess se considera un factor decisivo para la salvacin del hombre. La suerte final de los hombres depende de la postura que adopten ante l (Lc 12, 8). Pero, por qu? Cmo puede Jess decir: Quien quiera salvar su vida, la perder. Pero, quien pierda su vida por m y por esta Buena Noticia, la salvar? (Mc 8, 35). Cmo puede asegurar Jess que Dios ha comenzado de manera decisiva a liberar al hombre precisamente con l, a partir de l?
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1. Lectura
Se puede leer de manera seguida un evangelio ntegro: v. g. el de Lucas, para tratar de obtener una visin de conjunto de la imagen que ofrece de Jess uno de los primeros cristianos. Es conveniente leer tratando de recoger los rasgos fundamentales de la actuacin de Jess y las ideas centrales que se repiten en su mensaje. Se pueden tambin leer atentamente las citas que se ofrecen en esta catequesis, con el fin de descubrir cada uno personalmente la figura de Jess a partir de los escritos evanglicos.
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3. Bibliografa
Entre las muchas obras existentes sobre Jess, sealamos algunas de especial inters para lograr una visin ms completa sobre Jess. G.H. DODD, El fundador del Cristianismo. (Barcelona 1974). Ed. Herder. Obra sencilla donde se recoge con claridad lo que fundamentalmente podemos saber sobre Jess. J. BLANK, Jess de Nazaret: Historia y mensaje. (Madrid, 1973). Ed. Cristiandad. Estudio que recoge con sencillez y precisin los resultados de la investigacin actual sobre Jess. Ch. DUQUOC, Jess, hombre libre. (Salamanca, 1976). Ed. Sgueme. Sntesis sencilla de cristologa. Una obra extraordinaria para conocer el origen de la fe en Cristo. W. TRILLING, Jess y los problemas de su historicidad. (Barcelona, 1970). Ed. Herder. La mejor obra histrica de Jess. Se trata de un estudio ms tcnico aunque de lectura no demasiado difcil. A. NOLAN, Quin es este hombre? (Santander, 1981). Ed. Sal Terrae. Sugestiva obra sobre la personalidad humana de Jess y la buena noticia que l proclam. J.A.PAGOLA, Jess de Nazaret. El hombre y su mensaje. (San Sebastin, 1984). Ed. Idatz. Estudio que recoge el trabajo de los investigadores y presenta de manera clara la personalidad de Jess en su contexto socio-poltico y la alternativa que l ofrece con su vida y su mensaje.
La muerte de Cristo
1. La Ejecucin de Jess de Nazaret
Jess no muri de muerte natural. Fue ejecutado como consecuencia de los conflictos que provoc con su actuacin. Pero qu ha podido suceder para que haya sido tan rpidamente denunciado, detenido por las autoridades civiles y religiosas? Como ha podido provocar una accin tan violenta? Por una parte, la actitud de Jess ante la Ley de Moiss pona en crisis toda la institucin legal sobre la que se apoyaba la autoridad religiosa y social de los dirigentes de Israel. Con la libertad propia de un hombre que viene de Dios, Jess se coloca por encima de la Ley y da la ltima palabra al amor por encima de todas las tradiciones fariseas, rabnicas, profticas y apocalpticas que se justifican en ltimo trmino en el valor absoluto de la Tor. Por otra parte, Jess anuncia a un Dios Padre, abierto a todos los hombres, incluso a los extranjeros y pecadores, con lo cual est rechazando el carcter privilegiado del pueblo judo y su alianza con Yav. Jess predica que se acerca el Reinado de Dios pero no como un juicio para paganos y pecadores sino como una Buena Noticia de perdn y de gracia. Este Dios que anuncia Jess no es el Dios de la religin oficial juda que ofrece su premio a los que obedecen a la Tor. Jess se presenta como un blasfemo que destruye la alianza y contradice todas las esperanzas judas basadas en la pertenencia al pueblo judo y en la obediencia a la Ley mosaica. Adems, la actuacin libre de Jess frente a toda autoridad, su obediencia radical a Dios por encima de cualquier seor o csar, su anuncio decidido del Reinado de Dios, pona en peligro la paz romana. Jess se converta en un perturbador del orden socio-poltico establecido por Roma. Y sin embargo, tampoco el pueblo le defiende. Jess ha decepcionado profundamente la expectacin poltica que su aparicin ha podido despertar en grandes sectores de la poblacin. El pueblo esperaba algo ms concreto, eficaz y espectacular. Algo que condujera a Israel a la destruccin del imperialismo romano y su sustitucin por el Reino mesinico judo.
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condenado justamente en nombre de la Ley, Jess grita con fe: Padre, en tus manos pongo mi vida (Lc 22, 46). Ahora podemos descubrir mejor la radicalidad de Jess y su libertad total para entregarse al servicio del Reino de Dios, Jess es libre no solo para enfrentarse a los que se oponen a su misin, sino incluso, para entregar generosamente lo que ms quiere todo hombre: su propia vida. Ahora podemos comprender mejor la solidaridad de Jess con los hombres y su actitud de servicio. Jess ha entendido su muerte como el servicio ltimo y supremo que l poda hacer a la causa de Dios y a la salvacin de los hombres. Ahora podemos entender mejor la fuerza con que Jess denunciaba el odio, el egosmo, la injusticia, la mentira humana y su fe total en que solo el amor puede conducir a los hombres a su liberacin definitiva. Abandonado por todos, Jess muere creyendo hasta el final en el amor del Padre y en el perdn para los hombres: Padre, perdnalos porque no saben lo que hacen (Lc 23, 34).
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En una sociedad injusta, el hombre justo resulta insoportable y su actuacin es condenada y perseguida incluso en nombre de la ley y de la religin. Pero Dios no puede permitir que la justicia no triunfe y el sufrimiento del justo se pierda intilmente. Ahora los cristianos descubren que en la cruz ha muerto el Hijo santo de Dios, aquel que no conoci pecado (2 Co 5, 21). No era Jess el pecador. Somos nosotros los pecadores. Pero la muerte de Jess no ha sido intil. La resurreccin nos descubre que la injusticia, el mal y la muerte no tienen la ltima palabra. La resurreccin del crucificado nos abre un camino de redencin. Desde ahora podemos esperar liberacin si sabemos decir no a la injusticia con el mismo espritu de Jess.
con los hombres, se ha convertido en fuente de vida para todos nosotros. Nuestro Salvador Cristo Jess ha destruido la muerte y ha hecho irradiar luz de vida e inmortalidad (2 Tm 1, 10). A lo largo de los siglos, los cristianos han empleado diversos lenguajes para formular el valor salvador de la muerte de Cristo. Se ha visto la cruz como un rito de sangre que ha apaciguado la ira de Dios, como el sacrificio de la nica vctima agradable al Padre, la pena con la que ha sido expiado el castigo infinito merecido por nuestros pecados, el rescate ofrecido por nuestra redencin, la reparacin necesaria para satisfacer a Dios, etc. Es indudable el valor y la verdad que se encierran en estas interpretaciones si son bien entendidas. Sin embargo, nos pueden conducir a deformaciones ms o menos graves sobre la muerte de Cristo. Partiendo de estas interpretaciones fcilmente podemos llegar a concebir a Dios como un Seor que exige previamente una reparacin y el pago de una deuda para poder luego perdonar al hombre. Los primeros creyentes no pensaron as. Ha sido Dios el que por propia iniciativa y movido por un amor totalmente gratuito ha intervenido en la historia humana para salvarnos. La muerte de Jesucristo es el gesto supremo en el que se nos revela el amor reconciliador de Dios a los hombres. En Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo y no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres (2 Co 5, 10).
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La muerte cristiana
La muerte, sin perder su carcter trgico, ha cambiado de signo para el creyente. La muerte ya no es el final de todo. El cristiano no muere para quedar muerto sino para resucitar. La muerte ya no tiene la ltima palabra. El cristiano afronta la muerte y la asume libremente como un acontecimiento que puede ser vivido en comunin con Cristo muerto y resucitado y en la misma actitud que El adopt. El cristiano, ms que prepararse para una buena muerte, debe aprender a morir bien en cada momento. Es decir, viviendo la vida diaria como Jess, desvivindose por la construccin del Reino de Dios y su justicia. Desde aqu el Bautismo cobra un sentido nuevo como el gesto sacramental en el que nos comprometemos a vivir la vida muriendo en Cristo, y la Eucarista nos va ayudando a asimilar el morir de Jess para participar tambin un da de su resurreccin. Los cristianos vemos desde Cristo con una esperanza nueva no solo nuestra muerte sino tambin la muerte de los dems, las muertes grandes y las pequeas, las muertes valientes y las cobardes, las muertes significativas y las ridculas. Desde esta misma esperanza aprendemos a afrontar con
otro sentido el envejecimiento y la muerte de las culturas, de las ideas, de la creacin entera_ Todo lo que vive, camina de alguna manera hacia la muerte. Pero Cristo ha vencido a la muerte.
1. Lectura
Estudiar los relatos evanglicos de la pasin de Jess, tratando de descubrir la enseanza de los evangelistas (Mt 26-27; Mc 14-15; Lc 22-23; Jn 18-19).
3. Bibliografa
H. COUSIN, Los textos evanglicos de la pasin. (Estella, 1981). Ed. Verbo Divino. Sugestivo estudio sobre los relatos de la crucifixin, la muerte de Jess y el sepulcro abierto. X. LEON-DUFOUR, Jess y Pablo ante la muerte. (Madrid, 1982). Ed. Cristiandad. En la primera parte de la obra se nos ofrece un estudio lleno de inters sobre la postura de Jess ante su muerte inminente y su actuacin en la cruz. L. BOFF, Pasin de Cristo. Pasin del mundo. (Santander, 1981). Ed. Sal Terrae. Interesante obra donde se nos ofrece un buen resumen sobre la muerte violenta de Jess, las interpretaciones de esa muerte en las primeras comunidades cristianas y el desarrollo posterior de la teologa de la redencin.
La resurreccin de Jesucristo
Si Cristo no resucit, vana es nuestra predicacin, vana tambin vuestra fe. As escriba Pablo de Tarso hacia el ao 55 a un grupo de cristianos de Corinto. Si Cristo realmente no ha resucitado, la Iglesia se debe callar porque no puede anunciar ninguna Buena Noticia de salvacin para nadie. Toda nuestra fe queda vaca de sentido. No tenemos ninguna esperanza verdaderamente definitiva para aportar a ningn hombre. Solo la resurreccin de Jess fundamenta y da sentido a nuestra fe cristiana. Vamos a tratar de acercarnos a la experiencia que vivieron los primeros creyentes para descubrir su fe convencida en la resurreccin de Jess y para comprender mejor qu significa para nosotros, los cristianos, creer en Cristo resucitado.
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1. Los documentos
Tendramos que estudiar todos los escritos que nos han dejado los primeros creyentes, pues en todos ellos se refleja la fe de estos hombres que de diversas maneras y con lenguajes diferentes confiesan el acontecimiento decisivo para los cristianos: Jess, el Crucificado, ha sido resucitado por Dios. Sin embargo, esta fe en la resurreccin de Jess aparece expresada de manera especial en:
La predicacin misionera
Estos textos nos ofrecen una visin ms completa de la fe de los primeros cristianos, pues recogen la primera predicacin de los discpulos que proclaman a las gentes lo esencial de la fe cristiana. Estos primeros predicadores anuncian una Buena Noticia: Dios ha cumplido sus promesas de liberacin, salvando a Jess de la muerte y confirmndolo como Mesas y liberador de los hombres. Este acontecimiento nos debe hacer pensar a todos y nos debe empujar a tomar una postura nueva ante la vida poniendo toda nuestra esperanza en Jesucristo (Hch 2, 22-40; 3, 12-26; 4, 8-12; 5, 29-32; 10, 34-43; 13, 15-41).
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Acontecimiento transformador
Se trata de un acontecimiento que ha transformado totalmente a los discpulos. Aquellos hombres que se resistan a aceptar el mensaje de Jess, comienzan ahora a anunciar el Evangelio con una conviccin total. Aquellos hombres cobardes que no haban sido capaces de mantenerse junto a Jess en el momento de la crucifixin, comienzan ahora a arriesgar su vida por defender la causa del Crucificado. Es particularmente significativo el caso de Pablo de Tarso. El encuentro con Cristo resucitado lo ha convertido de perseguidor de las comunidades cristianas en testigo y predicador de la Buena Noticia de Cristo (Ga 1, 23; Filp 3, 5-14; Co 15, 9-10).
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3. La resurreccin de Jess
Los primeros cristianos viven convencidos de que Jess ha sido resucitado por Dios. Pero, qu significa esto para aquellos hombres? Qu entendan por resurreccin de Jess? Qu queran decir al hablar de Cristo resucitado?
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que los hombres somos capaces de crucificar al mejor hombre que ha pisado nuestra tierra. Dios es Alguien empeado en salvar al hombre por encima de todo, incluso, por encima de la muerte. Ya el mal, la injusticia y la muerte no tienen la ltima palabra. La vida no es un enigma sin meta ni salida. Conocemos ya de alguna manera el final. A esta vida crucificada vivida con el espritu de Jess, solo le espera la resurreccin (Rm 8, 11). Todos aquellos que luchen por ser cada da ms hombres, un da lo sern. Todos aquellos que trabajen por construir un mundo ms humano y justo, un da lo conocern. Todos los que, de alguna manera hayan credo en Cristo y hayan vivido con su espritu, un da sabrn lo que es VIVIR. Yo soy la resurreccin y la vida. El que cree en m, aunque muera, vivir. Y todo el que vive y cree en m, no morir jams. Crees t esto? (Jn 11, 25).
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1. Lectura
Estudiar los relatos evanglicos de la resurreccin de Jess, tratando de descubrir las enseanzas para nuestra fe (Mc 16; Mt 28; Lc 24; Jn 20-21).
3. Bibliografa
H. SCHLIER, De la resurreccin de Jesucristo. (Bilbao, 1970). Ed. Descle de Brower. Pequeo estudio que recoge bien lo ms esencial de nuestra fe en Cristo resucitado. X. LEON-DUFOUR, Resurreccin de Jess y mensaje pascual. (Salamanca, 1973). Ed. Sgueme. El estudio ms completo y reciente realizado por un exgeta catlico. Obra de carcter tcnico, escrita por un especialista. L. BOFF, La resurreccin de Cristo. Nuestra resurreccin en la muerte. (Santander, 1981). Ed. Sal Terrae. Una relectura de la resurreccin de Jess y de sus implicaciones para nuestra propia resurreccin.
La fe en Cristo resucitado
La ejecucin en una cruz puso en entredicho todas las pretensiones de Jess. La cruz pareca dejar las cosas claras: Jess haba sido un hombre bueno y justo quizs, pero un hombre iluso totalmente equivocado. Si de verdad Jess tena razn al anunciar un mensaje de salvacin a los hombres, al garantizar el perdn a los pecadores y al invocar a Dios como Padre, solo Dios lo poda decir. Si en Jess se encerraba algo nico, solo Dios lo poda confirmar. Y lo ha hecho resucitando a Jess de la muerte. La resurreccin de Jess es la mejor noticia que podamos recibir los hombres. Es la resurreccin de Jess la que sostiene y da sentido a nuestra fe. Si Cristo no resucit, vana es nuestra predicacin, vana tambin vuestra fe_ Si solamente para esta vida tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo, somos los ms desgraciados de todos los hombres. Pero no, Cristo resucit de entre los muertos! (1 Co 15, 14-20). La resurreccin de Jess ha sido el acontecimiento decisivo para la fe cristiana. A partir de la resurreccin, los cristianos creemos en Dios con una luz nueva, vivimos nuestra fe en Jess con una profundidad nueva, comprendemos nuestra existencia y nos enfrentamos a ella con una esperanza nueva. Vamos a tratar de comprender un poco la novedad que nos aporta la resurreccin de Jesucristo.
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Se entiende la fe de los primeros creyentes que mantienen su esperanza en medio de esta vida en que todo camina, de alguna manera, hacia la muerte. No pongamos nuestra confianza en nosotros mismos sino en Dios que resucita a los muertos (2 Co 1, 9).
Si Dios ha resucitado a Jess, quiere decir que Dios no es un Dios de muertos sino de vivos. Dios no quiere la muerte sino la vida de los hombres. Al resucitar a Jess, Dios se nos descubre como Alguien que no permitir que una vida humana vivida en el amor termine en el fracaso de la muerte. Dios es el futuro que le espera al hombre que sabe amar. Los primeros cristianos han vivido convencidos de que Dios no permitir jams que un hombre que ha vivido como Jess, desde el amor y para el amor, entregado al Padre y a los hermanos, termine su vida en la muerte. As escribe uno de ellos: Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos (1 Jn 3,14)
En la resurreccin de Cristo hemos descubierto que nuestra vida tiene salida. Hay un mensaje, hay un estilo de vivir, hay una manera de morir, hay Alguien que nos puede llevar hasta la vida eterna: Jesucristo. A ste le ha exaltado Dios con su derecha como jefe y Salvador (Hch 5, 31).
La resurreccin nos ha descubierto que la muerte de Jess no ha sido una muerte cualquiera. Su muerte ha sido el paso a la vida de Dios. La resurreccin nos ha descubierto que Jess no era un hombre cualquiera. Dios, realmente es su Padre. Un Padre del que Jess recibe toda su vida. Por eso, Jess no ha quedado abandonado en la muerte. A partir de la resurreccin, los cristianos creemos en Jess, el Hijo de Dios vivo, lleno de fuerza y creatividad, que vive ahora junto al Padre, intercediendo por los hombres e impulsando la vida hacia su ltimo destino (Hb 7, 25; Rm 8, 34).
tambin reservada a nosotros. Su resurreccin es el fundamento y la garanta de la nuestra (1 Co 15, 20-23). No podemos creer en la resurreccin de Jess sin creer en nuestra propia resurreccin. Dios que resucit al Seor, tambin nos resucitar a nosotros por su fuerza (1 Co 6, 14). En Cristo resucitado se inicia nuestra propia resurreccin porque en El se nos abre definitivamente la posibilidad de alcanzar la vida eterna.
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Realismo
Los creyentes han sido acusados con frecuencia de irrealismo La nica postura vlida y realista ser enfrentarse a la realidad presente sin soar con un futuro que todava no existe y que no sabemos si existir alguna vez. Los cristianos creemos que la nica manera realista de acercarnos a la vida es tomando en serio todas las posibilidades que se hallan encerradas en la historia de los hombres. El creyente se acerca a la realidad como algo inacabado, algo que est en camino de realizarse, algo que est en construccin. El que se aferra a la realidad tal como es, el que se instala y se establece en esta vida tal como actualmente es, no es realista pues excluye el futuro, niega el porvenir y, por lo tanto, niega las posibilidades que encierra la historia de los hombres. Solo desde la esperanza cristiana buscamos nosotros un significado pleno a la vida.
Inconformismo
El que de verdad cree, espera y ama el futuro ltimo de Dios para los hombres no puede conformarse con el mundo actual tal como est. La esperanza no tranquiliza al creyente sino que le inquieta, ya que nos descubre la distancia enorme que todava nos separa del futuro ltimo de Dios que nos est reservado. El cristiano, precisamente porque cree en un mundo nuevo, no puede tolerar la situacin actual llena de odio, mentira, inquietud, injusticia, opresin, dolor y muerte. Su esperanza le obliga a cambiar, renovar, transformar, dejar atrs todo esto. La esperanza cristiana, bien entendida, desinstala e impulsa al creyente a adoptar una actitud de inconformismo, protesta, lucha,
transformacin y renovacin. El que no hace nada por cambiar la tierra es que no cree en el cielo, pues acepta el presente como algo definitivo (Ef 5, 8-11).
Compromiso
La esperanza cristiana debe impulsar al creyente a configurar la realidad actual a la luz del futuro que se nos promete en Cristo, para crear ya, en lo posible y lo mejor posible, lo que estamos llamados a vivir definitivamente. Los creyentes deben luchar ahora contra toda injusticia, esclavitud, odio, deshumanizacin, pecado_ que est en contradiccin con lo que esperamos para el hombre. La esperanza cristiana debe destruir en nosotros toda falsa resignacin ante el mal instaurado en nuestra sociedad o en nuestras personas.
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En comunidad
La esperanza cristiana no se puede vivir aisladamente sino en comunidad. Todos los creyentes formamos un solo cuerpo y un solo Espritu como una es la esperanza a la que hemos sido llamados (Ef 4, 4). Por encima de nuestros conflictos, divergencias y enfrentamientos, los cristianos deberamos exigirnos mutuamente una cosa: esperar contra toda esperanza en Jesucristo.
1. Lectura
Estudiar el relato de los discpulos de Emas (Lc 24, 13-35) tratando de ver cmo el descubrimiento del Resucitado se realiza escuchando su palabra y participando en su cena.
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3. Bibliografa
K. LEHMANN, Jesucristo resucitado, nuestra esperanza (Santander, 1982). Ed. Sal Terrae. Obra sencilla donde de forma meditativa, pero profunda, se nos presenta a Cristo resucitado como fundamento de nuestra esperanza. G. LOHFINK, A. VOGTLE, R. SCHNACKENBURG, W. PANNENBERG, Pascua y el hombre nuevo. Diversos artculos de inters sobre el significado de la Pascua y su importancia para el hombre actual.
dems curando sus males y concediendo el perdn del mismo Dios? Cmo puede confrontar a todos directamente con Dios presentndose como factor decisivo de la salvacin de los hombres? Cmo puede invocar a Dios como Padre y vivir con El una relacin nica e incomparable? Qu misterio encierra su persona? Pero adems, este hombre al morir no ha quedado abandonado en la muerte sino que ha sido resucitado por el mismo Dios. Ante este acontecimiento nico y sorprendente, surge obligadamente una pregunta: Quin es este hombre cuya vida, ya desconcertante por s misma, no ha terminado en la muerte como la de los dems hombres sino en resurreccin? La Resurreccin descubre a los cristianos que Dios se hace presente en la vida y en la muerte de este hombre de una manera nica, que supera todo lo que nosotros podemos concebir de otros hombres. No se puede hablar de Jess como de un hombre cualquiera. En ningn otro encontramos una unin parecida con Dios. Ningn otro vive tan inmediatamente desde Dios y para Dios. Desde este hombre, Dios nos habla y se dirige a nosotros de manera tan directa e inmediata que a Jess no se le puede considerar como un mero profeta o enviado de Dios. En la vida de este hombre, la Palabra de Dios y su actuacin salvadora estn tan totalmente presentes que debemos decir que el mismo Dios se nos presenta, se nos descubre y se nos acerca en Jess de Nazaret de una manera nica e irrepetible.
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Seor, con el mismo nombre que se le da a Dios entre los judos de lengua griega. Jess es el Seor, es decir el que vive ahora resucitado realizando toda la actividad salvadora que el pueblo le atribuye a Dios. Quizs el ttulo ms significativo y el que ir adquiriendo una profundidad cada vez mayor es el de Hijo de Dios. Por una parte, nos indica que Jess es Hijo obediente y fiel al Padre. Pero, por otra parte es Hijo de Dios, es decir, alguien que tiene su origen no en s mismo sino en Dios, alguien que habla, acta, vive y existe no desde s mismo sino desde su Padre.
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independiente de nuestra vida. Dios ya no es Alguien que desconoce nuestra vida y no sabe ponerse en nuestro lugar. Dios ha querido ser para siempre hombre, con nosotros y para nosotros. Esto quiere decir que el Creador no ha querido ser solamente fuente y origen de la vida creatural. Ha querido, adems, conocer personalmente cmo es la vida dbil de la criatura. En Jesucristo, Dios se ha acercado al mundo creatural de una manera nica, insuperable, irrepetible. En Jess, Dios vive y se hace presente de una manera tan total, tan inmediata y personal, que de este hombre no podemos decir solamente que es imagen de Dios como nosotros. En este caso, tenemos que confesar que es Hijo de Dios, es decir, Jess es Dios viviendo nuestra vida humana, Dios compartiendo nuestra existencia dbil de criaturas. Para nosotros, ste es el acontecimiento decisivo de toda la historia. No ha sucedido ni podr suceder en el mundo nada ms importante. Dios ha querido, de verdad, ser nuestro hermano, pertenecer a la especie humana Dios ha querido ser uno de los nuestros y ya no puede dejar de amar y de preocuparse por esta humanidad en la que se ha encarnado y a la que El mismo pertenece.
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Excepto en el pecado
En Cristo, Dios ha compartido esta vida nuestra cotidiana y desquiciada por el pecado, pero Cristo no puede ser contado entre los pecadores. En Jess debemos excluir necesariamente todo aquello que pueda suponer desobediencia al Padre o complicidad con el pecado. Y no porque Dios no haya querido solidarizarse con el hombre hasta las ltimas consecuencias sino porque en Dios es inconcebible la experiencia del pecado, ya que pecar es preferirse egostamente a uno mismo ante que a Dios. Lo que necesitbamos los hombres no era un Dios que nos acompaara en el pecado, el egosmo y la injusticia, sino un Dios que se solidarizara con nosotros para liberarnos del mal.
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No es posible creer en un Dios que ha querido compartir nuestra vida para restaurar todo lo humano, y al mismo tiempo, colaborar en la deshumanizacin de nuestra sociedad, atentando de alguna manera contra la dignidad y los derechos de la persona. No es posible creer en un Dios que se ha entregado hasta la muerte por defender y salvar al hombre y al mismo tiempo pasarse la vida sin hacer nada por nadie. No es posible creer en un Dios que se ha hecho solidario de la humanidad y, al mismo tiempo, organizarse la propia vida de manera individualista y egosta, ajeno totalmente a los problemas de los dems. No es posible creer en un Dios que busca para el hombre un futuro de justicia, liberacin y amor, y al mismo tiempo no hacer nada ante la situacin actual tan lejana todava de esa meta final.
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1. Lectura
Leer la 1 Carta de San Juan, tratando de descubrir las exigencias de nuestra fe en un Dios encarnado. En esto hemos conocido lo que es amor: en que El dio su vida por nosotros. Tambin nosotros debemos dar la vida por los hermanos (1 Jn 3, 16).
3. Bibliografa
L. BOFF, Encarnacin. La humanidad y la jovialidad de nuestro Dios. (Santander, 1980). Ed. Sal Terrae. Obra sencilla y sabrosa sobre el proyecto de Dios de hacerse hombre para encontrarse con la humanidad. J.I. GONZALEZ FAUS, Acceso a Jess. (Salamanca, 1979). Ed. Sgueme. Los temas fundamentales de la cristologa presentados de manera clarividente e incisiva para el hombre de hoy.