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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID

FACULTAD DE FILOLOGA Departamento de Filologa Espaola II

EL PERSONAJE DEL LOCO EN LA NARRATIVA ESPAOLA CONTEMPORNEA.


MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR PRESENTADA POR

Alain-Richard Sappi
Bajo la direccin de los doctores Epicteto Daz Navarro Emilio Peral Vega

Madrid, 2010 ISBN: 978-84-693-2418-9


Alain-Richard Sappi, 2009

UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID


FACULTAD DE FILOLOGA DEPARTAMENTO DE FILOLOGA ESPAOLA II

EL PERSONAJE DEL LOCO EN LA NARRATIVA ESPAOLA CONTEMPORNEA

TESIS DOCTORAL

Alain-Richard SAPPI
DIRECTORES: EPICTETO DAZ NAVARRO EMILIO PERAL VEGA

2009

AGRADECIMIENTOS
Con estas lneas, quiero dejar constancia de mi profundo reconocimiento y agradecimiento a: La Agencia Espaola de Cooperacin Internacional para el Desarrollo (AECID) por haberme concedido la beca cuya culminacin es la presente Tesis Doctoral, Mis directores, Epicteto Daz Navarro y Emilio Peral Vega por su constante disponibilidad, sus expertas sugerencias, su paciencia, sus incansables correcciones y su apoyo permanente. La armoniosa colaboracin entre ambos me propici una apacibilidad psicolgica a lo largo de la redaccin de esta Tesis, Padre Juan Ignacio Jimnez Frisuelos, de la Parroqua Santa Cristina de Madrid, por su apoyo espiritual, los catedrticos Ana Vin Herrerro, Andrs Amorrs Guadiola, y los profesores Soledad Arredondo Sirodey, Antonio Cid, lvaro Alonso Miguel, por sus consejos, sugerencias bibliogrficas y apoyo, y a todos los profesores del Departamento de Filologa Espaola II de la Universidad Complutense de Madrid por sus enriquecedoras enseanzas sobre la literatura y la cultura espaolas, Julia Cereceda, la secretaria del Departamento de Filologa espaola II, por su amabilidad y su disponibilidad, Miguel ngel Alonso Rodrguez, amigo del Nuevo Centro de Psicoanlisis de Madrid, por sus especficas aportaciones en el campo del psicoanlisis y por su asistencia diaria, Mnica Unterberger, Responsable del Grupo de Investigacin Psicoanlisis del arte del Nuevo Centro de Psicoanlisis de Madrid, por su amabilidad y por sus diestras aclaraciones sobre algunos conceptos del psicoanlisis; a George Alemn y a Sergio Larriera, del Departamento Lacan y el Pensamiento Contemporneo del mismo centro, por cuanto me han enseado sobre Jacques Lacan, Pablo Acevedo por su apoyo permanente, a RAGNAR Kruusla, a mis compaeros de Mster de Literatura espaola de la Universidad Complutense, y a los del Centro de Psicoanlisis de Madrid, por su colaboracin, Isabel de Armas Ranero, por su constante y permanente asistencia en la bsqueda de datos bibliogrficos, Todos los responsables del Colegio Mayor Nuestra Seora de frica por el espacio que me concedieron para realizar mis investigaciones, Por fin, a los profesores Sosthne Onomo Abena, Paul Kouamou, JeanClaude Mbarga, Jean Kenmogne y Ebnzer Bill, as como a todos los profesores del Departamento de Estudios Ibricos de la Universidad de Yande I, por el gusto de las investigaciones que con agrado depositaron en mis manos.

A mis padres,

A todos los miembros de mi familia.

S BREVE EN TUS RAZONAMIENTOS, QUE NINGUNO HAY GUSTOSO SI ES LARGO

(CERVANTES, EL QUIJOTE, PRIMERA PARTE, CAPTULO XXI, p. 193).

NDICE
INTRODUCCIN ................................................................................................................................ 7 I. PRIMERA PARTE: DEL CONCEPTO AL ESTATUTO SEMIOLGICO DEL PERSONAJE DEL LOCO ............................................................................................................ 15 1 El concepto de personaje y la locura .............................................................................................. 16 1.1 El personaje .................................................................................................................................... 16 1.2 El personaje del loco ....................................................................................................................... 26 2. Estudio del estatuto semiolgico del personaje del loco............................................................... 43 2.1 Estudio del estatuto semiolgico del personaje del loco en la triloga policaca de Eduardo Mendoza: El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas, La aventura del tocador de seoras ........................................................................................................................... 49 2.1.1 Estudio de los apellidos y de los nombres ................................................................................... 49 2.1.2 El estudio de los apodos y de otras denominaciones peyorativas ............................................... 56 2.1.3 La representacin y la funcin dramtica del personaje en la triloga policaca .......................... 60 2.2 Estudio del estatuto semiolgico del personaje del loco en Lejos de Veracruz, de Enrique Vila-Matas ...................................................................................................................................... 69 2.2.1 El anlisis onomstico en Lejos de Veracruz ............................................................................... 69 2.2.2 Anlisis de los nombres ............................................................................................................... 70 2.2.3 Anlisis del apellido Tenorio ....................................................................................................... 72 2.2.4 La representacin del loco en Lejos de Veracruz......................................................................... 82 2.2.4.1 AntonioTenorio ......................................................................................................................... 82 2.2.4.2 Mximo Tenorio ....................................................................................................................... 86 2.2.4.3 Enrique Tenorio ........................................................................................................................ 90 2.2.5 La funcin dramtica ................................................................................................................... 98 2.3 Estudio del estatuto semiolgico del personaje del loco en Napolen VII, de Javier Tomeo 101 2.3.1 La denominacin........................................................................................................................ 101 2.3.2 La representacin del personaje del loco en Napolen VII ........................................................ 104 2.3.3 La funcin dramtica del personaje del loco en Napolen VII .................................................. 113 2.4 Estudio semiolgico del personaje del loco en Un mundo exasperado, de Gonzlez Sainz ... 118 2.4.1 La denominacin en Un mundo exasperado .............................................................................. 118 2.4.2 La representacin ....................................................................................................................... 122 2.4.2.1 El retrato fsico y moral .......................................................................................................... 122 2.4.2.2 La construccin del rasgo agorafbico ................................................................................... 127 2.4.3 La funcin dramtica del personaje del loco en Un mundo exasperado .................................... 136 2.5 Estatuto semiolgico del personaje del loco en Historia de un idiota contada por l mismo o el contenido de la felicidad, de Flix de Aza ................................................................................. 145 2.5.1 La representacin del personaje: historia de un filsofo o de un idiota?.................................. 145 2.5.2 De la ruta de la dialctica del Amo y del Esclavo a la funcin dramtica del personaje del loco ....................................................................................................................................................... 154 2.6 Estatuto semiolgico del personaje del loco en Diario de un hombre humillado, de Flix de Aza............................................................................................................................................... 164 2.6.1 La representacin del personaje del loco ................................................................................... 164 2.6.2 La funcin dramtica del personaje en Diario de un hombre humillado ................................... 173 2.7 La figura del loco en el conjunto de las obras estudiadas........................................................ 178

II. SEGUNDA PARTE: ESTUDIO DE LA VOZ NARRATIVA EN LAS OBRAS ESTUDIADAS Y DEL ESQUEMA ACTANCIAL DE LA TRILOGA POLICACA DE EDUARDO MENDOZA.............................................................................................................. 187 1. Voz narrativa y reproduccin del pensamiento en la narrativa personal (Un mundo exasperado, Lejos de Veracruz, Historia de un idiota y Diario de un hombre humillado)................................ 191 1.1 La voz narrativa en Un mundo exasperado................................................................................... 191 2. El discurso directo regido (DDR) y el dilogo en Lejos de Veracruz ............................................. 195 3. La reproduccin del pensamiento en la narrativa personal ............................................................. 201

3.1 El monlogo autocitado y el monlogo autnomo en Un mundo exasperado.............................. 201 3.1.1 El monlogo autocitado en Un mundo exasperado ................................................................... 201 3.1.2 El monlogo autnomo autonomous monologue- en Un mundo exasperado .......................... 203 3.1.2.1 El monlogo autobiogrfico ................................................................................................... 203 3.1.2.2 El monlogo autobiogrfico en Lejos de Veracruz ................................................................. 209 3.1.2.3 El monlogo autorreflexivo en Un mundo exasperado .......................................................... 215 3.1.2.4 El monlogo autorreflexivo en Lejos de Veracruz.................................................................. 220 4. De la focalizacin narrativa ......................................................................................................... 221 4.1 la tcnica cinematogrfica en Un mundo exasperado .................................................................. 221 4.2 La focalizacin narrativa en Lejos de Veracruz ............................................................................ 228 5. La voz narrativa en Historia de un idiota contada por l mismo o El contenido de la felicidad y Diario de un hombre humillado, de Flix de Aza ..................................................................... 231 5.1 La voz narrativa en Historia de un idiota contada por l mismo .................................................. 231 5.2 La voz narrativa en Diario de un hombre humillado .................................................................... 240 6. Voz narrativa, pensamiento y focalizacin en Napolen VII..................................................... 248 7. Mirada sinptica de la voz narrativa en las obras estudiadas .................................................. 258

8. LA VOZ NARRATIVA Y EL ESQUEMA ACTANCIAL DE LA TRILOGA POLICACA DE EDUARDO MENDOZA ....................................................................................................... 264 8.1 La voz narrativa en El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas y La aventura del tocador de seoras. ................................................................................................... 264 8.2 ANLISIS ACTANCIAL DE LA TRILOGA POLICACA DE EDUARDO MENDOZA296 8.2.1 Breve historia del modelo actancial ........................................................................................... 296 8.2.2 Estudio del esquema actancial de El misterio de la cripta embrujada: ..................................... 302 8.2.2.1 El sujeto de la accin y la frase actancial ................................................................................ 302 8.2.2.2 Esquema actancial de El misterio de la cripta embrujada: ..................................................... 304 8.2.2.3 Anlisis de las parejas actanciales: La pareja Sujeto / Objeto; la pareja Ayudante / Oponente y la pareja Destinador / Destinatario ................................................................................................. 305 8.2.3 Estudio del esquema actancial de El laberinto de las aceitunas ................................................ 315 8.2.3.1 La frase actancial y el esquema actancial ............................................................................... 315 8.2.3.2 El esquema actancial de El laberinto de las aceitunas ........................................................... 316 8.2.3.3 Anlisis de las parejas actanciales: la pareja Sujeto / Objeto; la pareja Ayudante / Oponente y la pareja Destinador / Destinatario ................................................................................................. 317 8.2.4 Estudio del esquema actancial de La aventura del tocador de seoras ..................................... 324 8.2.4.1 La frase actancial y el esquema actancial ............................................................................... 324 8.2.4.2 Anlisis de las parejas actanciales: la pareja Sujeto / Objeto; la pareja Ayudante / Oponente; la pareja Destinador / Destinatario. .................................................................................................... 326 8.2.5 Interpretacin de los esquemas actanciales: Evaluacin crtica del funcionamiento actancial ........................................................................................................................................ 335 8.2.5.1 Anlisis del triangulo activo o conflictivo de la triloga policaca ..................................... 338

III. TERCERA PARTE: DEL PSICOANLISIS A LA PSICOCRTICA ................................. 343 1. La construccin edpica en Un mundo exasperado, de Gonzlez Sainz. ........................................ 344 2. Lectura psicoanaltica de Un mundo exasperado, Lejos de Veracruz, Historia de un idiota contada por l mismo, Diario de un hombre humillado y Napolen VII ..................................................... 357 3. Estudio psicocrtico de El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas y La aventura del tocador de seoras, de Eduardo Mendoza. ............................................................... 371 CONCLUSIONES ............................................................................................................................ 387 BIBLIOGRAFA .............................................................................................................................. 395

INTRODUCCIN

INTRODUCCIN

Se disimula detrs de esta Tesis Doctoral el relato de un sueo. Aunque los factores socio-econmicos apenas me permitan soar con el nivel ms alto de los estudios universitarios, me propuse, desde mis primeros pasos en la facultad, alcanzar el grado de doctor en los estudios hispnicos que eleg una vez finalizados los estudios de bachillerato. En principio, esta empresa pareca un tanto quimrica, puesto que la joven Seccin de Estudios Ibricos e Iberoamericanos de la Universidad de Yande I de Camern contaba tan slo con el ttulo de Matrise como grado ms alto, equivalente a la Licenciatura de las universidades espaolas. Obtuve dicho ttulo en el ao 1999 y aqu empez mi saudade. Era un momento de profundo tormento psicolgico, de angustia, de falta de sosiego por parte de un estudiante atrapado en una encrucijada. Tres aos de espera, empapados con muchos acontecimientos descorazonadores, quisieron esfumar el entusiasmo con el que inici los estudios universitarios. Con paciencia esperaba yo la apertura del ciclo de Doctorado de los estudios hispnicos en la Universidad de Yand I, estrenado en el ao 2001. Aquello representaba no slo la tan esperada emergencia de los estudios hispnicos en mi pas, sino tambin el momento en que yo deba aprovechar la oportunidad que, por fin, se me ofreca para continuar mis estudios. Siete estudiantes formamos la primera promocin de los estudios doctorales. Una vez realizados los mdulos enlazados con el nuevo programa, tenamos que redactar un trabajo monogrfico cuyo tema podra considerarse la antesala de la Tesis Doctoral. La figura del loco, que estudi en el

contexto de la literatura africana durante mi etapa all en el instituto, an permaneca impresa en mi espritu, y segua ejerciendo en m la misma fascinacin. Movido por el poder sobrenatural del que se vale a veces el personaje del loco en nuestra cosmovisin, no resist a la tentacin de satisfacer una nueva empresa: detectar y cuestionar los rasgos de este tipo de personaje en la produccin novelesca de ciertos autores de la literatura espaola actual. No result fcil conseguir las primeras fuentes. Tuve que esperar a que un lector del Centro Cultural Espaol de Yande saliera de vacaciones a Espaa para que una amiga ma me enviara, a su regreso, una copia de la triloga policiaca de Eduardo Mendoza. As pude enfocar la atencin en la figura del personaje del loco en dicho corpus y conseguir, en julio del 2004, lo que quedar en los archivos de la mencionada Seccin (hoy Departamento de Estudios Ibricos, Iberoamericanos e Italianos) como el primer DEA en estudios hispnicos presentado en una Universidad camerunesa. La presentacin del Diploma de Estudios Avanzados abri las puertas a mis ilusiones. Tan slo unos das despus, me solicitaron como profesor asociado de literatura y civilizacin espaolas en la Universidad de Duala, la capital econmica del pas. Acept con mucho gusto la propuesta, dado el prestigio que rodea la carrera y las oportunidades que se me ofrecan. Con pasin y absoluta entrega, con entusiasmo y abnegacin, realizaba el trabajo encomendado, no sin cierta angustia e inseguridad, debido al carcter revocable de mi situacin dentro del claustro. Saba que no era posible redactar una Tesis Doctoral en mi pas sin trasladarme a Espaa, dada la escasez de material y bibliotecas que puedan proveer a un doctorando de la bibliografa oportuna. Por eso, estuve a punto de ir a doctorarme a Francia en la Universidad PaulValry Montpellier III, donde iba a redactar la Tesis en lengua francesa, cuando, para

mi fortuna, la Agencia Espaola de Cooperacin Internacional para el Desarrollo (AECID) me otorg la Beca de Doctorado para realizar los presentes estudios en el Departamento de Filologa Espaola II, de la Universidad Complutense de Madrid. Por fin, tena a mano las llaves de las puertas del universo hispnico y un inequvoco motivo de esperanza para el porvenir de mis estudios universitarios. Me posea el anhelo de conocer sobre el terreno la autntica cultura espaola; de ver, escuchar y leer a tantos autores, profesores y crticos espaoles cuyos conocimientos llegaban a nuestros odos merced a la admiracin de mis profesores de la Universidad, antiguos alumnos marcados por el talento de sus maestros. En efecto, mi llegada a Espaa en septiembre del 2006 coincide con el momento de reformas de programas universitarios adoptadas por algunos Departamentos de la Universidad Complutense. El programa LMD (Licenciatura, Mster, Doctorado), innovacin que traduce el deseo de las autoridades educativas de adoptar los estudios a la nueva normativa europea y norteamericana, sustituye al antiguo programa de Doctorado. As pues, me incorpor al Mster de Lenguas Espaolas y sus Literaturas del curso acadmico 2006-2007. Los cursos intensivos, orientados hacia autores y pocas medulares de la literatura espaola, me permitieron profundizar en la cuestin, si bien, tambin me suscitaron la tentacin de definir otro campo de investigacin distinto al que, en principio, dio origen al proyecto de Tesis Doctoral. Con todo, decid retomar y proseguir el trabajo inicial y, para ello, una vez salvado el escollo de las primeras vacilaciones, deba buscar, entre los profesores que nos impartan las clases del Mster, a aquellos que mejor podran dirigir y orientar mis investigaciones durante la redaccin de la Tesis.

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Al finalizar el curso, y por razones personales, decid presentarles mi propuesta a los profesores Epicteto Daz Navarro y Emilio Peral Vega, quienes, tras nuestro primer encuentro, y despus de entregarles el estudio que realic a propsito de la triloga policiaca de Eduardo Mendoza, aceptaron codirigir la presente Tesis Doctoral, proporcionndome asimismo una relacin de obras de autores de la literatura espaola contempornea cuyos personajes presentaban ms o menos aspectos de esquizofrenia. Antes de delimitar el campo de mi estudio, era imprescindible, adems de la lectura de todas las novelas, la consulta de las Tesis Doctorales depositadas en el Pabelln de Gobierno de la UCM y en la Biblioteca Nacional. Las exigencias de algunos aspectos metodolgicos me obligaron a matricularme en el Nuevo Centro de Estudios Psicoanalticos de Madrid (NUCEP), espacio donde me present como un nefito en busca de instrumentos de anlisis de la psych de los personajes literarios. A la hora de especificar el campo de mi estudio, se me ocurri pensar en la corta duracin de la beca que estaba disfrutando. As exclu del corpus preseleccionado La fuente de la edad, de Luis Mateo Diez, y Ventajas del viaje en tren, de Antonio Orejudo, fijando como tema definitivo: El personaje del loco en la narrativa espaola contempornea. Se trata de un estudio centrado en un conjunto de ocho obras, pertenecientes a autores de la literatura espaola nacidos en un intervalo de no ms de veinte aos, a saber: El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas y La aventura del tocador de seoras, de Eduardo Mendoza; Historia de un idiota contada por l mismo o el contenido de la felicidad y Diario de un hombre humillado, de Flix de Aza; Lejos de Veracruz, de Enrique Vila-Matas; Un mundo exasperado, de Jos ngel Gonzlez Sainz, y Napolen VII, de Javier Tomeo.

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Me propongo evidenciar en estas lneas la manera cmo se construyen los personajes en el tejido textual de las obras mencionadas. Procurar compararles con los personajes decimonnicos criticados por los mentores del Nouveau Roman francs, a saber, Alain Robbe-Grillet, Jean Ricardou, Nathalie Sarraute, y otras figuras como Marcel Proust o Samuel Beckett, defensores de personajes libres e inasequibles. Las funciones del personaje surgirn de su grado de implicacin en la enunciacin y, considerndolo un elemento activo de mediacin literaria, realizar una lectura ideolgica a partir del estudio de la voz narrativa y la aplicacin del esquema actancial greimassiano a las novelas de enigmas. Tambin resultar imprescindible demostrar las influencias de fuerzas inconscientes en la caracterizacin de algn personaje, como en Un mundo exasperado, o la presencia de la personalidad de Eduardo Mendoza en su triloga policiaca. Estos objetivos me han obligado a invocar una serie de mtodos como la narratologa, la semitica, la sociocrtica, el psicoanlisis y la psicocrtica. Un conjunto de herramientas que me permite realizar el estudio del personaje del loco desde muchos enfoques, pues, segn opina Dominique Maingueneau: Dchiffrer un texte, cest mobiliser un ensemble diversifi de comptences pour parcourir de manire cohrente une surface discursive oriente temporellement (Maingueneau, 1990: 36). De ah la presentacin de la Tesis en tres apartados. En la primera, que reza Del concepto al estatuto semiolgico del personaje del loco, presento las diferentes concepciones que crticos y crculos literarios atribuyeron a las palabras personaje y locura, as como un comentario del estatuto semiolgico de cada personaje, estudiado sobre una base tridimensional: el estudio onomstico, la caracterizacin y,

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por ltimo, la funcin dramtica del personaje (en el caso de los personajes annimos, me limitar nicamente a estos dos ltimos aspectos). En la segunda parte, que lleva por ttulo Estudio de la voz narrativa en las obras estudiadas y del esquema actancial de la triloga policaca de Eduardo Mendoza, enfoco, en primer lugar, la atencin hacia la modalidad discursiva de cada obra. Especifico la tipologa de monlogo que ofrece la narrativa personal, la impersonal, as como la exposicin de la focalizacin narrativa. Siendo la novela policiaca una obra estructurada de manera diferente a la novela ordinaria, se precisa conocer el lugar que ocupa el lector en el conjunto de la narracin, el reparto de la funcin narrativa a lo largo de la trama novelesca entre todos los personajes, y la fuerte impregnacin de la influencia cinematogrfica en la escritura mendocina. En este nivel, hago especial hincapi en los propuestos metodolgicos de narratlogos tales como Grard Genette, Dorrit Cohn, Luis Beltrn Almera, Antonio Garrido Domnguez, Alain Rabatel, etc. Respecto al esquema actancial, el personaje del loco se presenta como sujeto de la accin que emprende, en este caso, la bsqueda de un ideal o de un objeto de deseo. Las diferentes fuerzas centrpetas y centrfugas que influyen ms o menos en la evolucin del sujeto de la accin (S) me permiten establecer, finalmente, un tringulo activo o conflictivo de toda la triloga, inspirado en los procedimientos metodolgicos de Anne Ubersfield, lo cual me aporta la clave del alcance sociolgico de El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas y La aventura del tocador de seoras. La tercera y ltima parte trata Del psicoanlisis a la psicocrtica. Aqu centro la atencin en la obra de Gonzlez Sainz para demostrar cmo Un mundo exasperado yace en una arquitectura edpica. Los anlisis de Sigmund Freud

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respecto al complejo de Edipo, y las aportaciones posteriores del psicoanalista francs Jacques Lacan, brindan argumentos pertinentes para localizar los grmenes de la situacin actual del protagonista en su tierna infancia. En el segundo captulo de este apartado, encajo el estudio sobre una lectura psicoanaltica de Historia de un idiota contada por el mismo, Diario de un hombre humillado, Lejos de Veracruz, Un mundo exasperado y Napolen VII. Me apoyo, principalmente, en El malestar en la cultura, de Sigmund Freud, para establecer cmo cada uno de los protagonistas de estas obras se asoma a una muleta para encarar su malestar vital. Relacionando el duelo con la melancola, se ve cmo los protagonistas de Lejos de Veracruz caen bajo las consecuencias de los duelos no elaborados. El ltimo punto de este apartado incluye, last but no the least, un estudio psicocrtico de la triloga policiaca de Eduardo Mendoza. Se trata de precisar, llegado a este nivel, y a partir de una lectura atenta de las obras, lo que el maestro de la psicocrtica, Charles Mauron, denomina metfora obsesiva o mito personal, indicios textuales que se contrastan con la biografa del autor para detectar la presencia textual de su personalidad inconsciente.

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I. PRIMERA PARTE: DEL CONCEPTO AL ESTATUTO SEMIOLGICO DEL PERSONAJE DEL LOCO

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1 EL CONCEPTO DE PERSONAJE Y LA LOCURA

Los ms grandes escritores se han pasado su vida repitiendo unas cuantas cosas, siempre las mismas, pulindolas y repulindolas (Unamuno, 1981: 35).

1.1 El personaje

Antes que nada, nos parece imprescindible dilucidar los conceptos personaje, loco y personaje del loco que han hecho correr mucha tinta en la historia de la literatura. Los distintos significados atribuidos a cada concepto durante periodos precisos nos permitirn concretar, en primer lugar, sus respectivos ejes semnticos y, en segundo lugar, el sitio que ocupan en las fuentes primarias que hemos elegido. El universo novelesco es un mundo ficticio creado a imagen de la vida real y organizado alrededor de unas instancias y de unas coordenadas que proporcionan al conjunto del texto una cierta verosimilitud. Entre estos elementos ineludibles que constituyen el esqueleto de la narracin, el personaje es la entidad que desde el origen de la novela hasta hoy sigue siendo un verdadero rompecabezas para los tericos de la literatura. Desde el punto de vista semntico, la palabra personaje, como precisa Robert Abirached citando el Diccionario Littr, ha sido utilizada para nombrar a seres humanos antes de ser aplicada a la vida artstica. En sus orgenes designaba una dignidad o un beneficio eclesistico; luego, una persona importante y famosa; en tercer lugar a una persona ficticia, hombre o mujer, que acta en una obra dramtica. Antes de ser aplicada al poema narrativo y a la novela, se usar en pintura o en tapicera para remitir a las figuras de las historias representadas en ellas (Abirached, 1994: 15). 16

Sin embargo, el sentido de esta palabra en el universo novelstico no ha sido idntico en todas las pocas y las escuelas literarias; por eso creemos necesario hacer un recorrido a travs de los juicios de algunas destacadas figuras y crculos literarios como Aristteles, los formalistas y los estructuralistas, los partidarios de la nueva novela francesa, la influencia del progreso cinematogrfico, etc. En la Potica, Aristteles considera la literatura como una mimesis, o sea, una representacin del mundo real. El personaje, desde esta perspectiva, es el reflejo exacto de una persona de carne y hueso que se puede localizar en el mundo. Cuando sentencia que

Los que imitan mimetizan a los que actan, y stos necesariamente son gente de mucha o de poca vala (los caracteres casi siempre se acomodan exclusivamente a estos dos tipos, pues todos difieren, en cuanto a su carcter, por el vicio o por la virtud) (Aristteles, 1984: 61-62),

enuncia explcitamente la idea segn la cual la obra artstica est hecha a imagen del mundo. Dicho de otro modo, lo que Aristteles llama actantes, actores, dicentes o locutores encarnados por el hroe, son los elementos textuales que constituyen el calco de referentes o figuras extra-textuales y, por ende, convierte la obra en un espejo de la sociedad. Esta es la idea que se atribua al hroe clsico y que ha estado vigente hasta la creacin de la novela decimonnica. En cuanto a los formalistas, ellos se oponen a la visin aristotlica y valoran menos al personaje en la trama que a la accin en s misma. El personaje es un ingrediente secundario que sirve slo de apoyo al desarrollo de la accin sin ser, por lo tanto, un elemento sine qua non. Tienen un estatuto puramente funcional, pues, son participantes o actants y no personnages (Chatman, 1990: 119). En efecto,

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Boris Tomachevski, al que Roman Jakobson presenta como lun des plus fins et des plus fermes reprsentants (Jakobson, 1990: 119), del formalismo ruso, afirma en su Teora de la literatura (1928):

El hroe no es un elemento necesario de la fbula, que, como sistema de motivos, puede prescindir totalmente del hroe y de su caracterizacin. El hroe nace de la organizacin material en una trama, y es por una parte un medio para enlazar los motivos, y por otra una especie de motivacin de carne y hueso del nexo entre los motivos (Tomachevski, 1982: 206).

Una gran mayora de los estructuralistas a partir del ao 1960, es decir, cuarenta aos despus de los formalistas, en general aceptan la misma definicin al personaje. Greimas clasifica los personajes del relato, no segn lo que son, sino segn lo que hacen. Los partidarios de la teora greimasiana consideran al personaje como un concepto vaco, inconcebible e intil. En efecto, esta palabra no existe en semitica narrativa; desaparece en beneficio de palabras como actante, actor, papel y figura. Pedro Crdoba llama la atencin sobre ello citando el Dictionnaire raisonn de la thorie du langage:

Employ, entre autres en littrature et rserv aux personnes humaines, le terme de personnage a t progressivement remplac par deux concepts plus rigoureusement definis en smiotique dactant et dacteur (Crdoba, 1984: 35).

As, se visualiza la discrepancia semntica entre, por un lado, la concepcin aristotlica que establece una relacin ntida entre personaje-persona y, por otro lado, los formalistas, y algunos estructuralistas, que coinciden en que la accin tiene

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un predominio sobre el personaje; una opinin en torno a la cual otros estructuralistas, como Roland Barthes y Todorov, enfocarn la atencin para demostrar sus lmites. Es importante, sin embargo, subrayar que el mismo Tomachevsky matiz su postura aadiendo que Todo esto resulta evidente en una forma narrativa elemental: la ancdota cmica (Tomachevsky, 1982: 206). En el mismo ngulo, Todorov recuerda la dimensin afuncional del personaje en la novela moderna, pues sta ofrece una estructura ms compleja. Desde este punto de vista, haba que distinguir entre las novelas enfocadas en el personaje o psicolgicas, y las novelas centradas en la trama o apsicolgicas. El sitio preponderante e ineludible del personaje, que Chatman Seymour considera como existente, viene claramente evocado con estas palabras:

Las historias slo existen cuando se dan sucesos y existentes a la vez. No puede haber sucesos sin existentes y aunque es cierto que un texto puede tener existentes sin sucesos (un retrato, un ensayo descriptivo) a nadie se le ocurrir decir que es una narracin (Chatman, 1990: 121).

El papel que desempea el personaje en la creacin artstica resulta, pues, imprescindible, pero el problema medular estriba en la espinosa cuestin de la referencialidad: mera construccin verbal sin ninguna relacin con una figura extratextual, el famoso novelista ingls Forster consideraba el personaje como wordmasses, es decir, masa de palabra:

The novelist, unlike many of his colleagues, makes up a number of word-masses roughly describing himself (roughly: niceties shall come later), gives them names and sex, assigns them plausible gestures, and causes them to speak by the use of inverted commas, and perhaps to

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behave consistently. These word-masses are his characters (Forster, 1978: 54-55)1.

No pretendemos, en este captulo, abarcar la variadsima bibliografa que trata del significado del concepto personaje, sino buscar un camino que nos oriente hacia la concepcin del personaje en la novelstica actual. Como veremos a continuacin, el problema del personaje ya no volver a enfocarse desde la perspectiva de Aristteles, de los formalistas y los estructuralistas. En efecto, los partidarios de la escuela del Nouveau Roman francs y los escritores ingleses del principio del siglo XX se empearn ms bien en independizar al personaje de la tutela de la omnisciencia del narrador. Esta es la razn por la cual una ardua polmica surge a partir de la segunda mitad del siglo XX en torno a la figura del personaje de la novela decimonnica cuya imagen merece ser destacada en unas lneas. Los escritores espaoles del siglo XIX, como Galds, Clarn y Valera, fueron profundamente influenciados por los escritores ingleses Dickens- y franceses Honor de Balzac y Emile Zola-, a la cabeza del realismo-naturalismo. En la llamada novela tradicional vigente en Espaa en aquel momento, el personaje fue asimilado a un ser humano; era el retrato fiel de un hombre pudiente o la representacin de la sociedad burguesa. Pierre Georges Catex, el prologuista de La comdie humaine, novela que figura en la cima del realismo europeo, afirma:

Conviene valorar la opinin de Rafael Azuar Carmen, quien, al criticar esta postura considera el personaje como centro vital capaz de liberarse de la fuerza centrpeta que hace converger todos los elementos de la novela en la mente del escritor y desarrollar, por s mismo, mil vivencias contrarias, actos e ideas que escapan a cualquier control, otra existencia que, precisamente al resistirse a toda induccin mental, provoca el efecto mismo -el efecto vario y pintoresco- de la realidad. Si el personaje no respondiese ms que al concepto de una construccin verbal, la novela no sera una novela, en la acepcin que todos admitimos, sino un largo pronunciamiento o discurso, ms o menos elegante y ordenado (Rafael Azuar Carmen, 1987: 13).

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Le personnage exprime la volont dune poque et cest sur cette vrit densemble, non sur des individus, que ce romancier a voulu porter tmoignage en se donnant comme lhistorien des murs de son temps (Balzac, 1965: 9).

De hecho, el personaje es una entidad que los escritores abanderados del movimiento realista del siglo XIX manejan a su antojo para que acten casi como autmatas. Este ser estereotipado est tambin en el origen de la novela experimental (1880) en la que el padre del Naturalismo, mile Zola, inscribindose de una manera coherente en un momento marcado por el positivismo de Auguste Compte, los trabajos de Claude Bernard y de Hippolyte Taine2, asienta las normas que tenan que orientar la creacin artstica de la poca. Estas son sus palabras:

Ainsi plus de personnages abstraits dans les uvres, plus dinventions mensongres, plus dabsolu, mais des personnages rels, lhistoire vraie de chacun, le relatif de la vie quotidienne (mile Zola, Le naturalisme au thtre, 1972: 143).

Ms adelante, en su artculo De la description, insistir en la concepcin cientfica del personaje como ser determinado y completado por el medio, declarando que le personnage y est devenu un produit de lair et du sol, comme la plante; cest la conception scientifique (Zola, 1972: 232). Sin embargo, esta postura no dej indiferente a los partidarios del Nouveau Roman francs; expresin pronunciada por primera vez el 22 de Mayo de 1957 en el peridico Le Monde por mile Henriot. Todos los escritores adscritos a esta escuela,

A modo de aclaracin, conviene sealar que el padre del naturalismo parte del discurso de Auguste Compte, que pone la ciencia por encima de todo y se inspira tambin en la Introduccin al estudio de la medicina experimental (1865), de Claude Bernard y de la Filosofa del arte (1865), de Hippolyte Taine, para abogar por una concepcin cientfica del personaje y de la literatura en general.

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como Michel Butor, Nathalie Sarraute, Claude Ollier, Claude Simon, Jean Ricardou, Alain Robbe-Grillet, destruyen las bases de la novela tradicional y proclaman la muerte del personaje, dando as la espalda a un planteamiento antropomrfico del mundo en el universo novelesco. Alain Robbe-Grillet, hace un retrato minucioso y despectivo de aquel personaje con estas palabras:

Un personnage, tout le monde sait ce que le mot signifie. Ce nest pas un il quelconque, anonyme et translucide, simple sujet de laction exprimente par le verbe. Un personnage doit avoir un nom propre, double si possible: nom de famille et prnom. Il doit avoir des parents, une hrdit. Il doit avoir une profession. Sil a des biens cela nen vaudra que mieux. En fin, il doit possder un caractre, un visage qui le reflte, un pass qui a model celui-ci et celui-l. Son caractre dicte ses actions, le fait ragir de faon determine chaque vnement (Robbe-Grillet, 1963: 31; los subrayados son nuestros).

En el prrafo se puede destacar estos elementos: nombre y apellido, la profesin, el carcter y el determinismo, reveladores de la imagen de lo que E. M. Forster denomina flat character (Forster, 1978: 73), de un personaje lineal, amorfo cuya conducta en la novela depende de algunos factores extra-textuales que lo estigmatizan. En la ptica de la nueva novela francesa, resulta inadmisible la descripcin de los personajes mediatizados por los prejuicios ideolgicos. Este es el proyecto que presenta Nathalie Sarraute cuando dice:

Les critiques ont beau prfrer en bons pdagogues faire semblant de ne rien remarquer, et par contre ne jamais manquer une occasion de proclamer sur le ton qui sied aux vrits que le roman, que je sache, est et restera toujours, avant tout, une histoire o lon voit agir et vivre des personnages, quun romancier nest digne de ce nom que

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sil est capable de croire ses personnages, ce qui lui permet de les rendre vivant et de leur donner une paisseur romanesque (Sarraute, 1956: 59).

Desde esta perspectiva, Alain Robbe-Grillet vuelve a subrayar, ahora, de una manera tajante y sin tapujos, que le roman des personnages appartient bel et bien au pass, il caractrise une poque: celle qui marque lapoge de lindividu (RobbeGrillet, 1963: 33). Esta crisis del personaje hace surgir un planteamiento novedoso en cuanto a la forma de narrar; por lo que se valora la exploracin de los flujos de conciencia antes que el retrato de los personajes. No estar de ms recordar que la irrupcin de la nueva novela se produce simultneamente al advenimiento de nuevas tcnicas cinematogrficas

proporcionadas por una nueva oleada de cineastas a partir de la segunda mitad del siglo XX. Las pelculas de stos ofrecan, entre otras novedades, una banda sonora en la que ya no haba una estratificacin entre las voces. El resultado es que el espectador no poda escuchar ni determinar a los actores principales en presencia, pues, todo estaba desorganizado. La consecuencia directa de este fenmeno en el marco de la creacin novelstica europea, y espaola en particular, se nota en el realismo social o neorrealismo de los aos cincuenta. En efecto, en ciertas novelas, entre las ms representativas El Jarama (1955), de Rafael Snchez Ferlosio; Central elctrica (1958), de Jess Lpez Pacheco, o La mina (1960) de Armando Lpez Salinas, la narracin no deja emerger la figura de un determinado protagonista, sino que la diluyen en el conjunto de los personajes de la obra, de tal modo que no se puede hablar de un personaje preciso que se distinga de

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los dems por el papel que desempea en la obra, sino de personaje colectivo o personaje masa, segn la denominacin de Santos Sanz Villanueva3. Adems, urge puntualizar que no slo los partidarios de la nueva novela francesa manifestaron abiertamente el deseo de sustituir el modelo pantommico del personaje decimonnico por un personaje dinmico y autnomo; los escritores ingleses y norteamericanos, como en el caso de Virginia Woolf, James Joyce y Forster, ya haban desarrollado esa concepcin elaborando sus obras con personajes que se perfilan a lo largo de la novela. En efecto, Edward Morgan Forster piensa que la teora de la relatividad de Albert Einstein (1879-1955) debi de tener un impacto decisivo en la narrativa contempornea, pues el personaje literario tambin tiene que ser cuestionado, parangonado, o relativizado. Es la razn por la cual plantea esta pregunta retrica:

Can literary men understand Einstein? Of course, they cannot even less than can understand Freud. But the idea of relativity has got into the air and has favoured certain tendencies in novels. Absolute good and evil, as in Dickens, are seldom presented. A character becomes good or evil in relation to some other character or to a situation which may itself change (Forster, 1970: 281).

La teora de la relatividad (1905) del fsico alemn, que l mismo aplic desde el principio en el espacio y en el tiempo, abarcaba as otro aspecto fundamental en la creacin novelstica. Esta teora inaugur una nueva poca y una nueva manera de ver y de dominar el universo, y apareci cuando ya haca ms de dos dcadas que

Santos Sanz Villanueva, al hablar de este tipo de personaje en El Jarama, saca a colacin la peculiaridad de la novela de Rafael Snchez Ferlosio. Frente a la novela del hroe, y a la novela de la individualidad burguesa, Ferlosio ha hecho que ninguno de sus personajes sobresalga, que el hroe sea el hombre masa, y para ello ha empleado una tcnica objetiva que permite, en palabras de Jos Mara Castellet, el acceso de un grupo social determinado a la categora de protagonista de la novela (Santos Sanz Villanueva, 1980: 355-356).

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algunos literatos se preocupaban de cmo devolver su plenitud de poderes al personaje, cuando sus referencias tradicionales a la realidad se embarullan cada vez ms irremediablemente? (Abirached, 1994: 17). La verdadera revolucin, en cuanto a la creacin de la figura del personaje moderno, ha sido materializada por The Turn of Screw (1898) de Henry James, y Le temps retrouv (1927), de Marcel Proust; dos obras maestras que han roto la imagen de un personaje que estaba bajo el yugo de las prerrogativas de un narrador omnisciente, portavoz del Autor y representante de Dios en la novela, para dejar el sitio a personajes que aparecen in media res, al principio de la novela, pero que van ganando espesor hasta el final. Rafael Azuar Carmen corrobora esta nueva ascensin al afirmar que el personaje no ha de ser una figura dibujada en papel milimetrado ni tampoco programada de manera que no ofrezca resquicio alguno de espontaneidad (Azuar Carmen, 1987: 17). El personaje, nos dice, consiste ms bien en un ir siendo. Franco Brioschi y Constanzo di Girolamo, recuerdan la lnea evolutiva del personaje novelesco hasta la actualidad:

Al hroe clsico, cuyas acciones no son otra cosa que la manifestacin externa de lo que es de manera inmutable, ha sucedido el hroe de la novela, que desprovisto de una esencia, evoluciona, se transforma, se construye. En fin, el personaje hombre ha cedido el puesto al personaje partcula: una suma de percepciones, de eventos y de actos que ya no se saldan con un destino reconocible, en un acontecimiento portador de sentido (Brioschi, 1988: 228).

Juicios todos ellos, en suma, que ponen de manifiesto el proceso de emancipacin del personaje novelesco. Se ha liberado de la tutela del autor, del

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narrador omnisciente, y se ha deshecho del clich preestablecido para convertirse en un verdadero tejedor del texto. Sigue siendo, claro que s, un ser ficticio que est en el centro de la accin novelesca y puede, adems, partiendo de lo dicho por l y sobre l, tener una referencia extra textual que no se lee a simple vista, sino a partir de la identificacin y de la lectura de los signos lingsticos, y no lingsticos, que afloran en el contenido de la obra.

1.2 El personaje del loco La palabra loco remite a una persona que padece de locura. La locura es una patologa que le lleva a adoptar un comportamiento irregular y a desviarse de las normas sociales establecidas. Deriva del latn vulgar delirare, de/lira/re, que originalmente significa desviado del surco recto. As, el loco es alguien que ha perdido la conciencia y el contacto con la realidad. En el medio social, presenta una conducta extraa y cree ver cosas que no existen u or voces imaginarias. Se trata de un desequilibrado mental cuya conducta ya no es fruto de la ley. Segn el diccionario de la RAE, un loco es alguien que ha perdido la razn. De poco juicio, disparado e imprudente (1992: 1268). En el campo de la medicina, es a partir de los siglos XVIII y XIX cuando la locura es asimilada a una enfermedad mental, ya que nuevas ciencias como la psiquiatra empiezan a dedicarse al estudio de las causas sociales de la enfermedad. La locura es analizada y dividida segn la taxonoma psiquitrica tradicional en dos principales ramas: la neurosis y la psicosis (Corraze, 1981: 5). El primer trmino, que incorpora tambin la esquizofrenia, se caracteriza por afecciones de escasa gravedad, el empobrecimiento de los contactos con el medio y, en consecuencia, el paciente es vctima de un estado de angustia que explica en parte

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su lucidez relativa. La psicosis, por su parte, integra la histeria, lo que redunda en la prdida de la conciencia y del contacto perceptivo con la realidad. Las causas de estos dos principales aspectos de la enfermedad mental estn mencionadas en las siguientes afirmaciones de Freud (1924), el padre del psicoanlisis:

La neurosis es el resultado de un conflicto entre el yo y su ello, en tanto que la psicosis es el desenlace anlogo de una similar perturbacin en los vnculos entre el yo y el mundo exterior [] Tanto neurosis como psicosis expresan la rebelin del ello contra el mundo exterior; expresan su displacer o, si se quiere, su incapacidad para adaptarse al apremio de la realidad (Freud, 1976: 155 y 195).

En cuanto tema literario, la locura ofrece una avalancha de significados y ocupa un lugar preponderante en la tradicin literaria europea y africana. Martine Bigeard en su estudio, La folie et les fous littraires en Espagne 1500-1650 (1972: 73-105), presenta las diferentes facetas de la locura que figuran en las obras literarias de excelsos escritores espaoles de este periodo. Antes que nada, el crtico francs certifica que la locura tiene el don de la ubicuidad. Reina en todas partes y ninguna empresa humana la puede eludir:

Dans lexprience pratique, les visages de la folie sont nombreux et ses avatars multiples: la folie est dans les rues et les hospices, sur le Glgotha et dans les antres des sorcires, aux pieds des trnes et des trteaux; elle est au coeur de la sagesse et du vice, de la raison et de la foi, au coeur des passions et au coeur du desengao, au coeur de lamour enfin (Bigeard, 1972: 13).

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En cuanto a la tipologa, cinco tipos de locuras llaman la atencin en el excelente trabajo de Martina Bigeard: la locura simulada, las manas, la locura caballeresca, la locura de amor, y la locura universal o Chascun. El primer caso tiene su origen en la tradicin bblica o greco-latina, se trata de una artimaa, de un chantaje que el falso loco utiliza para alcanzar un objetivo, o simplemente, alcanzar un fin ldico. En la sociedad de aquel entonces, el presunto loco simulaba la locura para pedir limosna, ganarse el pan cotidiano, y para poder vivir sin trabajar. En el campo literario, la locura simulada le sirve al falso loco, tambin, para salvaguardar su propia seguridad como en las comedias Los locos de Valencia y El amigo por fuerza, de Lope de Vega- o bien para soslayar una conspiracin, como ocurre en El cuerdo loco, del mismo autor, incluso para alcanzar un objetivo, como bien ilustra Los trabajos de Persiles y Segismunda, de Miguel de Cervantes. Se debe considerar tambin al manitico que es esclavo de un deseo o de un sueo. Estos focos de atencin orientan su pensamiento y su conducta de tal modo que le vuelve ciego ante otras realidades. Por causa de una pasin excesiva, es vctima de su propia degradacin mental, cuya consecuencia es la ruptura con la realidad y la evasin en el interior de un universo impenetrable. Cada loco con su tema, de Hurtado de Mendoza y, El coloquio de los perros, de Miguel de Cervantes, presentan unos personajes frustrados que buscan refugio en el mundo de la utopa. En tercer lugar, tenemos la locura caballeresca, en la que el hroe, gran lector y admirador del caballero andante en la novela de caballera, se identifica con ellos y emprende sus propias aventuras ilusorias. En este verdadero transfert de personnalit, el loco caballeresco se cierra en un espacio y en un tiempo imaginarios que imponen una barrera infranqueable respecto a la vida real. Bartolo, el hroe del

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Entrems de los Romances, el don Quijote, de Cervantes y de Avellaneda, son las figuras que encarnan al loco caballeresco, segn se sabe, en la literatura espaola. En cuanto a la locura de amor, se manifiesta a travs de una enfermedad amorosa llamada rotes. El amante es vctima de ofuscamiento. El loco amor empieza con una pasin y se convierte en un movimiento irracional. El personaje de Calisto, en La Celestina de Fernando de Rojas, y el protagonista del Roland Furieux, traducida por primera vez al espaol por Jernimo de Urrea en 1549, representan los prototipos del enamorado loco en la literatura renacentista. Las quejas de Pleberio, personaje de La Celestina, testifican las consecuencias dramticas provocadas por el loco amor:

O amor, amor! Que no pens que tenas fuera ni poder de matar a tus subjetos! Herida fue de ti mi juventud. Por medio de tus brasas pass. Cmo me soltaste, para me dar la paga de la huyda en mi vegez? Bien pens que de tus lazos me ava librado quando los quarenta aos toqu, quando fui contento con mi conjugal compaera, quando me vi con el fruto que me cortaste el da de oy. [...] Quin te dio tanto poder? Quin te puso nombre que no te conviene? [Sic] (Rojas, 2001: 615-616).

En su obra, Guzmn de Alfarache (1599-1604), Mateo Alemn, partiendo de su experiencia en la sociedad espaola renacentista, nos certifica que Es amor una pasin de locura, nacida de ocio, criada con voluntad y dineros y curada con torpeza. Es un exceso de codicia bestial, sutilsima y penetrante (Alemn, 1983: 823). A esta locura se debe aadir la locura denominada chascun o la locura universal, que es la brizna de locura que existe en cada ser humano. Ya desde la Edad Media, el alemn Sebastin Brant haba afirmado que el mundo entero est compuesto de locos. Erasmo de Rtterdam en su Elogio de la locura (1511), reitera 29

esta idea de la omnipresencia de la locura y su importancia en la vida humana. La Locura, que habla de ella misma en el libro, afirma:

nicamente yo, la locura, soy la que, con generosidad sin lmites, abre sus brazos a todos los mortales sin escoger a unos cuantos de entre la infinita multitud (Rtterdam, 1987: 79).

En el marco de la literatura africana, y precisamente en el mbito francfono, el tema de la locura ocupa hoy en da un lugar significativo en la produccin novelstica de algunos escritores. Inaugurada por Laventure ambigue, obra del escritor senegals Cheikh Hamidou Kane publicada en 1961, el personaje del loco aparece en la obra para dar a conocer y combatir las lacras de la sociedad en la que vive. Por eso, Hamidou Kane nos presenta un loco que desempea una funcin protectora de los valores ancestrales de los Dialob. Samba Diallo, el protagonista principal de la obra, es el hijo en quien toda la comunidad orienta sus esperanzas al inviarle a Francia para aprender la civilizacin occidental pero sin desviarse en ningn momento de la cultura musulmana adquirida desde la tierna infancia. El fracaso de esta aventura es garrafal. Despistado en Francia, se instala en el hibridismo, el desasosiego, la angustia y la desesperanza. Cuando vuelve a su pas, el loco es quien le asesina, ya que Samba Diallo se niega rotundamente a prometerle que har sus oraciones cotidianas como manda el Corn. A continuacin, presentamos el dialogo de los dos personajes que desemboca en el desenlace trgico de la obra:

Le fou tait devant lui. -Promets-moi que tu prieras demain. -Nonje naccepte pas

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Sans y prendre garde, il avait prononc ces mots haute voix. Cest alors que le fou brandit son arme, et soudain, tout devint obscur autour de Samba Diallo (Hamidou Kane, 1961: 187).

Adems, partiendo de este ejemplo del escritor senegals, puede decirse que el personaje del loco, en la novela del escritor marroqu Tahar Ben Jelloun, reconociendo que es provisto de un poder sobrenatural que le confiere el papel de viga de la sociedad, se enorgullece y se burla de la variedad de pastillas que hoy en da ofrece la medicina moderna para sanar a los locos. De ah el desprecio del loco respecto al diagnstico que presenta el psiquiatra:

Je regarde ton dossier: tout a te fait; lectro-chocs et le reste -Ah, tu veux parler de llectricit dans la tte? Tu perds ton temps. a ne sert rien! Je suis immunis contre llectricit et tes poisonsPar contre jai une allergie profonde la mdiocritl, vous ne pouvez rienvous pouvez faire toutes les tudes du monde en Europe et en Amrique vous ne comprendrez rien ce que je dis Le psychiatre crit, en bas du dossier, le diagnostic suivant: Poursuit sa bouffe dlirante; agressif; trouble vident de la personnalit; perte didentit; continuer llectrochoc et le Droleptan Largactil Haldol; injection matin et soir; surveiller de prs (Ben Jelloun, 1978: 149-150).

Se trata de una especie de mesas que interviene en una sociedad oscurecida, desfasada, la croise des chemins, es decir, cuando atraviesa un periodo crucial de su historia. El personaje del loco tiene como propsito liberar a la sociedad de sus imperfecciones. Algunas afirmaciones del narrador en la obra del escritor guineano William Sassine demuestran la importancia de su papel en la cosmovisin africana en general: 31

Je suis une voix que les gouvernements traquent tout le temps: on massomme, on me bastonne, on me tire dessus, mais je ne meurs jamais; on mappelle dsespoir, folie, ennui, mais je ne me dcourage jamais [] Moi, je narrive que quand quelque chose de trs grave menace un peuple. Alors je viens, je minstalle bord dans un corps, puis dans dautres corps, et ensemble on entreprend de dbarrasser toutes les pourrures (Sassine, 1979: 183).

Las diferentes caras de la locura que acabamos de presentar en el marco de la literatura espaola, y africana, se oponen diametralmente al significado que algunos crculos de investigaciones y algunos crticos han concedido a esta palabra. A modo de ilustracin tenemos, a partir del ao 1835, la publicacin de una bibliografa establecida por Charles Nodier que reuna a algunos autores tildados de fous littraires. Esta denominacin atae a los autores que fueron desconocidos tanto por la comunidad intelectual, como por el pblico, la crtica o los editores. Esta idea fue desarrollada por Raymond Queneau, en la dcada 1920-1930 y rematada en 1982 por una obra de Andr Blavier, cuyo ttulo reza: Les fous littraires. En esta obra, Queneau se preocupa por presentar:

Des extravagances publies avec une bonne foi nave et srieuse jusquaux productions hors de toutes les rgles communes de la composition et du style; dautre part, des crits en gnral autobiographiques, et qui paraissent luvre de perscuts ou de revendiquants, une classe homogne qui garde un sens psychiatrique prcis (Queneau, 2002: 12).

La creacin en el 2007 del Institut international de recherches et dexploitation sur les fous littraires (IIREFL) por Marc Ways y Andr Stars en

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Fontenoy-la-joute en Francia, confiere una notoriedad internacional y cientfica a esta nocin de locos literarios. Adems, Le Collge de Pataphysique, encabezado por Alfred Jerry, en 1898 se preocupa por demostrar el carcter impreciso de la razn y del lenguaje que deriva de ella. Se ponen nfasis en textos que no tienen ningn referente gramatical, sintctico o semntico conservados en asilos psiquitricos y los que infringen las normas discursivas como los escritos de Stephane Mallarm, Raymond Roussel, Nietzsche, las obras de Artaud o de Hlderlin. Desde esta misma ptica adjuntamos la llamada locura creativa que ha sido patologizada y despatologizada por algunos investigadores a principios del siglo
XX. Rudolf y Margot Wittkower, en Nacidos bajo el signo de Saturno, enfocan la

atencin en la relacin existente entre el genio y la locura, tema desarrollado por primera vez en Grecia durante la Antigedad. El filsofo Platn, por ejemplo, estableca una discrepancia entre la locura clnica, o sea, la locura considerada como una negatividad, y la locura creativa, es decir, la locura inspirada que poseen los profetas y los poetas; opinin que Sneca corrobor con este aforismo: nullum magnum ingenium sine mixtura dementiae fuit-jams ha habido un gran talento sin algn toque de locura (Rudolf y Margot Wittkower, 1982: 101). El siglo XIX vuelve a subrayar el parentesco entre el genio y la locura. Una escuela de psiclogos profesionales representada por el francs Moreau (1804-1884), el Italiano Lombroso (1836-1909) y el alemn Moebius (1853-1907) queran demostrar el lazo que existe entre la psicosis y la actividad artstica. Un escritor como Proust sostuvo que todo lo grande que hay en el mundo proviene de neurticos. Slo ellos han fundado religiones y han creado nuestras obras maestras (Rudolf y Margot Wittkower, 1982: 101). Teniendo en cuenta las

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afirmaciones de los precedentes pensadores, psiclogos y escritores, podemos dar por sentado que la locura creativa es el motor de la innovacin artstica y de todas las destacadas invenciones humanas. Para que la obra de un artista tenga un eco significativo en el concierto de obras maestras, ste debe, de buenas a primeras, cortar todo ligamento con el mundo real y entrar en una fase propiciatoria que ser la fuente de su inspiracin. As pues, teniendo en cuenta esta literatura plural y diversa sobre la locura, puede decirse que nos enfrentamos con un entramado de significados. Un entramado de significado susceptible de complicar los criterios de eleccin de los personajes que consideramos como locos, sobre todo si nos apoyamos, por un lado, en las declaraciones de David Cooper segn la cual:

la locura sobre la que escribo es la que se encuentra ms o menos presente en cada uno de nosotros y no aquella que recibe el bautismo psiquitrico con el diagnstico de esquizofrenia o alguna otra etiqueta [...] (Cooper, 1981: 17),

y, por otro lado, si enfocamos la obra literaria como un microcosmos humano, como mondes possibles o com-possibles, es decir, un universo poblado con personajes sometidos a la ineludible locura humana. No obstante, cuando pasamos por la criba a todos los personajes que consideramos como vctimas de una enfermedad mental, podemos sacar las siguientes conclusiones: En la triloga policaca de Eduardo Mendoza (El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas, La aventura del tocador de seoras) y en Un mundo exasperado, de Gonzlez Sainz, todos los personajes, en algn momento de su existencia, fueron a parar a un sanatorio, excepto Mndez Tebar, el maestro de la escuela primaria y profesor de historia y caligrafa cuya 34

locura se ve a partir de sus enseanzas antipedaggicas en la obra del escritor soriano. Las obras de Mendoza nos ofrecen un personaje que comparte algunos rasgos con los dems clientes del manicomio. Al nivel del tejido textual, se perciben algunos sntomas o comportamientos anormales que traducen el desequilibrio mental del que es vctima; aunque a pesar de esta desventaja, el protagonista loco, como veremos, nos sorprende con la perspicacia y la agudeza de su juicio en el ejercicio de su papel de detective. Dichos problemas psicolgicos estn revelados en estas palabras del doctor Sugraes, el psicoterapeuta en El misterio de la cripta embrujada:

Supongo que recuerdas -dijo el doctor Sugraes dirigindose a m- al Comisario Flores, el cual te detena, interrogaba y a veces pona la mano encima cada vez que tu, ejem ejem, desarreglo squico te llevaba a cometer actos antisociales (p. 12).

Por eso es por lo que las autoridades tomaron la resolucin de enviarle a un sanatorio. Este manicomio tiene una virtud teraputica, pues all, el doctor Sugraes se ocupa del demente entrevistndole trimestralmente. Se trata tambin de un lugar idneo y necesario para la nueva orientacin del comportamiento del enfermo, cuya situacin representa una amenaza y un peligro para la sociedad en general. As, en Un mundo exasperado, el protagonista fue trasladado a la seccin de trastornos mentales del Hospital (p. 122) y Antonio valos Gil al Instituto de Salud Mental de nuestra ciudad (p. 109). En la historia de la sinrazn, nos dice Michel Foucault, sobre el encerramiento en un manicomio:

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Seala un acontecimiento decisivo: el momento en que la locura es percibida en el horizonte social de la pobreza, de la incapacidad de trabajar, de la imposibilidad de integrarse al grupo; el momento en que comienza a asimilarse a los problemas de la ciudad (Foucault, 1997: 122)4.

As, se trata de una medida saludable, pues consiste en poner el entorno del loco a salvo de sus comportamientos involuntarios y peligrosos. Es en este sentido que Pierre Jacerme recuerda :

Ne pouvant grer son bien, on linterdit, ne pouvant avoir des ides convenables la socit, on len exclut, sil est dangereux, on lenferme, sil est furieux, on le lie (Jacerme, 1985: 87).

Por lo que se refiere a Lejos de Veracruz (1995), de Enrique Vila-Matas, la locura se manifiesta de diferentes modos en comparacin con los casos precedentes. Antonio Tenorio, Mximo Tenorio y Enrique Tenorio (el protagonista principal) son hermanos de una misma familia y vctimas, cada uno, de una forma peculiar de locura. A ellos se puede sumar la locura senil que padecen los personajes secundarios, el to Arturo, y la madre loca de Carmen. Antonio Tenorio es la encarnacin del autntico melanclico pues, el hecho de pensar en el envejecimiento, punto culminante de la juventud, influye en su estado de nimo. En efecto, el escritor Antonio Tenorio se suicid porque le asustaba la idea de envejecer (p. 26).

No es superfluo precisar que en la Espaa del siglo XVI, se conduca a todos los locos ante el juez antes que llevarles al mdico. Pero ya que durante la Edad Media las leyes estipulaban que la responsabilidad de los delitos cometidos por un loco incumba a miembros de su familia, aparecieron en aquel momento los primeros edificios exclusivamente dedicados a la reclusin y al tratamiento de los alienados (Martine Bigeard, 1972: 13 y 29).

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Por lo que se refiere a Mximo Tenorio, es un personaje frustrado, alienado y melanclico igual que sus hermanos. Calificado por su padre de solitaria rada en ruinas (p. 33), llevaba una rara existencia puesto que se encerraba toda la vida en su torre de marfil y no perciba la realidad de los mortales (p. 34). Se trata de una ruptura tangible con el mundo real pero que era provechosa para el artista Mximo, que hallaba en este encerramiento una fuente de inspiracin por la pintura. Puede decirse que esta situacin se entronca tambin con la llamada locura creativa, esto es, un potencial vector de creatividad. En efecto, el narrador sentencia que Mximo:

Continuaba con su punto de locura, eso era evidente. Pero pareca una locura ms contenida. Como si la incorporacin de cierto sentido del humor hubiera aireado por fin su lgubre tico (p. 53).

Enrique Tonorio, ltimo sobreviviente de esta familia de los Tenorio, arruinado y envejecido tras una vida de infortunios, intenta encontrar una escapatoria en la escritura. Qu otra cosa poda -se pregunta- hacer un hombre que est arruinado y es un viejo prematuro y un triste manco? (p. 123). La negacin o la huida de la vida real con su comitiva de desengaos representa la alternativa a la que se agarra el personaje: irse lejos de Veracruz. Sin embargo, se debe precisar que no se trata de un viaje hacia un espacio real, sino hacia la fantasa, o sea, una especie de viaje ilusorio que le permite evadirse. Por eso se inspira en la aventura de la cueva de Montesinos de El Quijote (II, 19), de Miguel de Cervantes: Del Quijote, afirma, me queda, sobre todo el recuerdo del episodio del descenso de Alonso Quijano a la cueva de Montesinos (p. 198).

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No estar de ms recordar, respecto a la obra de Miguel de Cervantes, que en dicha aventura, don Quijote y Sancho Panza, guiados por el Primo (un licenciado erudito) visitan la cueva de Montesinos prxima a una de las lagunas de Ruidera, donde nace el Guadiana. Luego, el hidalgo manchego, mediante una soga, se introduce en la cueva y, media hora despus, sus acompaantes tiraron de ella y le sacaron completamente dormido. Cuando don Quijote despert, les explic lo que haba visto en la cueva. Lo ocurrido era nada ms que el resultante del sueo que tuvo dentro, sueo relacionado con sus fantasas caballerescas, aunque ni Sancho ni el Primo lo reconocieron como tal. El maravilloso palacio en el que se encontr durante dicho sueo, la idea de tener que desencantar a las doncellas encantadas y enlutadas por la muerte de Durandarte, y la presencia de tres labradores que resultan ser Dulcinea del Toboso y sus acompaantes, convirtieron este descenso a la cueva de Montesinos en un descenso hacia un locus amoenus para don Quijote. As, no resulta curioso que un sentimiento de tristeza le invadiese cuando despert. El paralelismo que se establece entre esta aventura quijotesca y la de Enrique Tenorio en Lejos de Veracruz, viene subrayado en las siguientes aseveraciones por el propio narrador: yo baj a la cueva de m mismo y soy alguien a quien escribir sin culpa no le proporciona placer, y estoy muerto y me visita el fantasma que me ha condenado al insomnio (p. 201). Aunque Enrique no consigue desligarse enteramente de la vida terrena, se trata de un caso que podemos clasificar en la rbrica de la locura positiva erasmiana que

Se manifiesta como un alegre extravo de la razn y, al mismo tiempo que aleja del espritu angustias y dolores, le lleva la impresin del

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goce, el perfume de la vida y, en suma, cuanto verdaderamente produce en el hombre su mayor bienestar (Rtterdam, 1987: 62).

La escritura, que es la profesin a la que se dedicaba su hermano Antonio Tenorio antes de suicidarse, es un refugio, un lugar de recogimiento donde intenta ampararse de la angustia existencial. Por eso dice:

Est claro que no me equivoqu: el mundo de mi hermano era el lugar ms apropiado para alguien que, como yo, estuviera buscando donde caerse muerto (p. 190).

Enrique se dedicaba a la literatura a la par que aceptaba valientemente esa idea tan vulgar como socorrida de que lo ms sensato que un hombre puede hacer en la vida es aceptar que ha llegado la hora del descenso y dedicarse noblemente a envejecer (p. 26). En efecto, su hermano ya haba subrayado la relacin tan ntida que existe entre la literatura y la vejez. Los dos facilitan la evasin del ser humano de un universo agobiante e inaguantable. Esto viene materializado en la obra de VilaMatas, por las siguientes declaraciones:

El propio Antonio cuando en su primer libro, Cuando Cuba era un gran cabaret, escribi que literatura y senilidad se parecan mucho, pues ambas tenan la ventaja de situarse fuera del obsceno juego de la llamada realidad eso que, por ejemplo, llamamos la lucha por la vida- y eran, adems, el refugio ideal para protegerse de las heridas insensatas y de los golpes absurdos que la horrenda vida autntica as la calific entonces l- nos propina cruelmente en el momento de su transcurrir (p. 27).

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Algo semejante ocurre en las obras de Flix de Aza. En Historia de un idiota contada por el mismo (1986), vctima de la insensatez zoolgica de la segunda guerra europea, el personaje se atarea en una investigacin sobre el contenido de la felicidad:

Decid entonces, a los cinco aos de edad, ser el perfecto simulador de la felicidad, un profesional de la dicha, y simultneamente comenc mi clebre investigacin acerca del contenido de la misma (p. 11).

El desenlace es amargo, pues estas investigaciones le conducen a la ruina. Por eso afirma: Yo mismo me haba expulsado de la vida que me perteneca. No haba querido vivirla, sino reducirla a un puro instante de superacin que la anulara. Bah, no vale la pena...!, esto haba querido yo decirle a la vida que me corresponda,... (p. 121). Diario de un hombre humillado (1987), del mismo autor, es una prolongacin de la investigacin iniciada en la obra precedente. Rodeado por una detestable banalidad de orden zoolgico, el hombre humillado opta por una banalidad asumida, militante, guerrerra, y vive con la aoranza de cierto mundo perdido:

Vuelvo sin cerebro a mi cuerpo, movido por la substancia que de la tierra aspiran los hidrocarburos con intencin de ser quemados sobre la atmsfera del mundo, regresando as a los vastos campos en donde, siglos atrs, fueron bosques de helechos o inmerso ocano orgnico, como si ambos, cuerpo y cerebro, hubiramos pasado una temporada en el subsuelo y ahora aspiramos a diluirnos en el aire con gran desprendimiento de luz y calor, [...] (p. 264).

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En lo tocante a la ltima obra de nuestro corpus, Napolen VII, Javier Tomeo nos hace revivir un caso semejante a la locura caballeresca propia de Don Quijote, y del hroe del Entrems de los Romances, Bartolo. En estas obras, mediante la tcnica del desdoblamiento de la personalidad, el personaje se metamorfosea, renuncia a su verdadera identidad con el fin de huir del medio que le rodea y emprender unas aventuras, ahora identificndose con su dolo, que por lo general es una figura emblemtica. El parecido con la obra de Javier Tomeo es la siguiente: Hilario es un jubilado solitario que un da, al levantarse, empez a creerse Napolen Bonaparte, el militar y poltico que desempe un papel relevante en el derrumbamiento del Antiguo Rgimen con su golpe de estado en 1799. Para vivir este sueo, busca las informaciones relativas a la vida del emperador francs, estudia sus discursos y se viste tambin a su estilo. He aqu cmo el narrador presenta, desde el ncipit, las perturbaciones psicolgicas del protagonista:

Hace quince das Hilario se contempl en el espejo oval del recibidor de su casa y se descubri convertido en Napolen. Soy Napolen Bonaparte, se dijo (p. 11).

Igual que don Quijote de la Mancha, a medida que evoluciona la novela, Hilario ir inventndose soldados, batallas y ocupando territorios en sus ensoaciones, hasta el momento en que se da cuenta de haberse sumergido en un mundo imaginario. El narrador sentencia:

Todo le parece un poco ms triste que antes. No ha regresado nadie, ni los soldados, ni la gaviota. 41

Por lo que se refiere a la gaviota, puede que vuelva maana, pero a estas alturas Hilario est convencido de que sus soldados no volvern nunca. -Creo que esos granujas me han abandonado definitivamente- susurra (pp. 136-137).

En fin, hemos notado que en nuestro corpus, la locura presenta rostros diferentes. Por un lado, la triloga policaca de Eduardo Mendoza y Un mundo exasperado de Gonzlez Sanz presentan personajes alienados vctimas de una locura clnica que les obliga a transitar por un sanatorio. Por otro lado, Lejos de Veracruz, de Enrique Vila-Matas, Historia de un idiota contada por el mismo y Diario de un hombre humillado, de Fliz de Aza, nos presentan, al contrario, personajes que ostentan, adems de la melancola, una locura positiva que Erasmo de Rotterdam considera como alegre extravo de la razn en la medida en que permite al espritu evadirse en un mundo ilusorio que proporciona goce, alegra, y estabilidad. En cuanto a Napolen VII, de Javier Tomeo, Hilario se suma a los personajes como Bartolo en El entrems de Los Romances y don Quijote de la Mancha que son las figuras representativas de la locura caballeresca. En las pginas siguientes, nos dedicaremos al estudio del estatuto semiolgico de estos personajes con el fin de mostrar cmo vienen representados en cada obra.

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2. ESTUDIO DEL ESTATUTO SEMIOLGICO DEL PERSONAJE DEL LOCO En este apartado nos dedicaremos al estudio de los signos identificadores del personaje del loco, con el propsito de desembocar en el establecimiento de lo que Philippe Hamon (1983) denomina su etiqueta. Haremos especial hincapi en el estudio onomstico, la representacin y la funcin dramtica. Como se puede constatar, aqu no creemos oportuno hacer caso de la funcin ftica y de la funcin actancial. Esta derogacin se debe al hecho de que no todos los crticos estn de acuerdo con estos dos elementos como factores identificadores del personaje. Milagros Ezquerro (1983), por ejemplo, estudia el estatuto semiolgico del personaje en algunas obras afiliadas a la nueva novela hispanoamericana, e incluye adems del nombre, la representacin y la funcin dramtica, la funcin ftica y actancial, mientras que Philippe Hamon (1983) elude la funcin ftica para interesarse ms bien en la tricotoma: el deseo del personaje, el poder del personaje, y el saber del personaje. Es decir, el personaje como actante provisto de competencias personales que le permitan actuar o desempear un papel informativo relevante. Al contrario, Pierre Emanuel Crdoba, despus de un estudio sobre la reconstitucin de la teora greimassiana, piensa que el modelo actancial no es necesario para un estudio semiolgico del personaje, pues la distribucin actancial y la organizacin de los actores hacen diluir el personaje en el conjunto de las fuerzas presentes; razn por la cual apostilla:

Le modle greimassien ne pourra pas servir une analyse du personnage pour la simple raison quil conteste la pertinence meme de

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la notion et que le personnge se trouve cartel entre deux concepts abstraits: role actanciel et role thmatique (Crdoba, 1984: 36-37).

Estas aseveraciones nos parecen pertinentes en la medida en que, tanto el discurso del personaje (la funcin phatique), como la funcin actancial, dependen muy a menudo de la influencia de los dems personajes (actantes) que intervienen en el relato. Lo cual puede constituir un obstculo para una identificacin exacta. Sin embargo, como no cabe estudiarlos aqu, lo haremos en el prximo apartado, pues pensamos que pueden brindar algunas informaciones imprescindibles para la lectura global de nuestro corpus. Hablando especficamente del estudio onomstico, ste consiste en enfocar la atencin hacia el anlisis de los nombres y apellidos de una persona con vista a poner de manifiesto los lazos que existen entre los contenidos latentes que los nombres llevan implicitos, y los comportamientos del personaje en la novela. Esto significa que los nombres y los apellidos del personaje no constituyen un vide semntique, es decir, algo ex nihilo que surge de la nada. A lo largo de una obra, el nombre y el apellido de un personaje, a veces, reflejan de una manera ntida su conducta, su idiosincrasia, y el sitio que ocupa en el mundo ficticio. Por eso se puede decir que son unidades sintomticas, pues, revisten una connotacin profunda. Conforme dice Maurice Mohlo:

La nomination du personnage nest rien dautre, au vrai, quun acte donomantomancie. Lonomantomancie tait, on le sait, lart de prdire travers le nom, la qualit de ltre. Dans lancienne Europe, lonomatomancie se conjuguait lastrologie en vue de produire par pronostication le thme astral et onomatomantique par lequel se

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rvleraient la nature et les latences profondes de chaque individu (Mohlo, 1984: 88).

El nombre representa para cualquier ser humano y para cualquier personaje su signo distintivo y una especie de preludio de su personalidad intrnseca. El nombre, dice Milagros Ezquerro :

Ne sert pas seulement dsigner le personnage, il le caractrise, rvle certaines de ses qualits et parfois mme il constitue lui seul une sorte damblme du personaje (Ezquerro, 1983: 121).

As, el estudio del nombre se presenta como un elemento importantsimo para dominar el hecho-personaje en una obra. En el caso del estudio onomstico de los locos de nuestro corpus literario, unos son annimos, como ocurre en la triloga policaca de Eduardo Mendoza, Un mundo exasperado de Gonzlez Sainz, Historia de un idiota contada por l mismo y Diario de un hombre humillado de Flix de Aza, y otros llevan nombres y apellidos como en Napolen VII de Javier Tomeo y Lejos de Veracruz de Enrique Vila-Matas. Por lo que se refiere al estudio onomstico del personaje del loco en la triloga policaca de Eduardo Mendoza, tenemos un personaje annimo que es la piedra angular de toda la narracin. En La aventura del tocador de seoras el personaje del loco revela las razones de su anonimato diciendo:

El trajn de los ltimos aos me haba impedido hasta la fecha solicitar el Documento Nacional de Identidad e incluso regularizar mi situacin legal, ya que al venir yo al mundo, mi padre o mi madre o quien quiera que me trajo a l, no se tom la molestia de inscribirme en el

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registro civil, por lo que no qued de mi existencia otra constancia que lo que yo fui dando, con ms tesn que acierto, por medio de mis actos [] (pp. 38-39).

Su propio creador en el universo ficticio, Eduardo Mendoza, reconoce los hechos. En el mes de septiembre del ao 1999 en Barcelona, dice que, al contrario de los mltiples personajes nominados que habitan en su primera novela, La verdad sobre el caso Savolta [1975], el personaje del loco de las obras que nos interesan, guarda el anonimato: Nunca le puse nombre -afirma-. Dej que l mismo inventara sus imposturas (Mendoza, 1999: 9). Se trata de un indicio que demuestra el deseo, por parte del autor, de otorgar a su protagonista la libertad de crearse un nombre en el universo novelstico. Pero, pese a estas aseveraciones, tenemos que buscar y establecer la relacin y el significado latentes en los nombres y apellidos enunciados por el loco en las obras de Eduardo Mendoza y en las dems obras de nuestro corpus. Adems, no sera superfluo precisar que, aunque sea el personaje literario una creacin del propio escritor, muy a menudo ocurre, como acabamos de ver en el caso de Mendoza, que ste no asume la paternidad de los nombres y apellidos, pues, tienen un origen variado. A este propsito, Philippe Hamon precisa:

Limposition du nom au personnage peut passer par des instances et par des procdures narratives diffrentes, auto-baptme, baptme par le narrateur, baptme par un autre personnage, etc., et donner lieu des explications tymologiques, actualises ou non sur la scne du texte, donc des personnages dhermneutes, commentateurs ou quteurs de savoir onomastique, qui introduisent un mtalangage dans le langage de la fiction (Hamon, 1983: 110).

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Esa es la postura que comparte Fracis Berthelot [1997] cuando dice que adems del apellido o el nombre, el personaje puede ser designado por un apodo que remite a su ocupacin (el mdico), a su origen geogrfico (el parisino), a su situacin social (el hurfano), a su relacin paterna (el to), a su relacin con otro personaje (el confidente), etc. Por esta razn, es preciso que de antemano registremos los nombres y apellidos, apodos o auto-bautizos derivados sea del mismo protagonista, sea de los dems personajes o del ncleo social en que se encuentra. En el caso de la triloga policaca de Eduardo Mendoza, notamos una diversidad de denominaciones enunciadas por el personaje del loco: En El misterio de la cripta embrujada, tenemos: don Ceferino Sugraes (p. 63); don Arborio Sugraes (p. 71); Toribio Sugraes (P. 87). En La aventura del tocador de seoras, figuran: Sugraes. Onn Sugraes (p. 38), Sugraes (p. 84), Sugraes, agente de seguros (p. 84), El peluquero (p. 93). Por lo que a los apodos se refiere, el demente afirma en El misterio de la cripta embrujada que fue comnmente llamado chorizo, rata, mierda, cagalln de tu padre y otros eptetos cuya variedad y abundancia demuestran la incomensurabilidad de la inventiva humana y el tesoro inagotable de nuestra lengua (p. 77). A stos, cabe aadir el que le atribuy el da de su bautizo: Loquelvientosellev (p. 76). Respecto a Un mundo exasperado de Gonzlez Sainz, aparecen en la obra tres personajes sicopticos. Los dos primeros, que tienen nombres y apellidos -Antonio valos Gil, Mndez Tebar- aparecen en los recuerdos del personaje narrador desprovisto l mismo de una identificacin normativa. En efecto, a este ltimo se le niega una denominacin digna desde el ncleo familiar. El protagonista nos dice que, repetidas veces, su padre confes que No har nunca nada de provecho este

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chiquillo, no har nunca nada ms que hacer el bobo (p. 59; El subrayado es nuestro). Esta voluntad paterna de dirigirse al protagonista como si fuera un chico cualquiera tiene un impacto considerable a lo largo de toda la obra en la medida en que pone a la luz un nmero importante de palabras y expresiones peyorativas como: chaval, seorito (p. 44); un don nadie (p. 76); imbcil, idiota, cretino, El muy sin vergenza (p. 145). A diferencia de las obras mendocinas y la de Gonzlez Sainz, en las que los protagonistas se inventan nombres o reciben apodos por parte del mundo exterior, Enrique Vila-Matas, en Lejos de Veracruz, nos presenta una familia de tres chiflados unidos por un apellido que recibieron de sus padres: Antonio Tenorio, Mximo Tenorio y Enrique Tenorio, el manco y nico sobreviviente de la familia que cumple la doble funcin de narrador-personaje. Tras esta presentacin sinptica de la nominacin de los personajes objeto de nuestro estudio, nos dedicaremos a continuacin, al estudio semiolgico de los mismos en las distintas obras que constituyen nuestro corpus. Como ya dejamos sealado, dicho estudio se centrar en tres puntos esenciales: la denominacin o el estudio onomstico, la representacin y la funcin dramtica.

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2.1 Estudio del estatuto semiolgico del personaje del loco en la triloga policaca de Eduardo Mendoza: El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas, La aventura del tocador de seoras

The simplest form of characterization is naming. Each appellation is a king of vivifying, animizing, individualizing (Ren Wellek and Austin Warren, 1963: 219).

2.1.1 Estudio de los apellidos y de los nombres Como ya queda dicho, tenemos en la triloga cinco apellidos con rasgos diferenciadores propios. En El misterio de la cripta embrujada, el personaje del loco se presenta ante un inspector como Don Ceferino Sugraes, Concejal de ayuntamiento y propietario de bancos, inmobiliarias, aseguradoras, financieras, constructoras (p. 63), y tambin se presenta ante el primer jardinero del colegio San Lazarista, como don Aborio Sugraes, profesor de lo verde en la Universidad de Francia (p. 71). Y finalmente se presenta en casa de Peraplana como Don Toribio Sugraes, compaero de mili del seor Peraplana (p. 87). Cabe notar el empleo repetitivo del tratamiento Don, utilizado en su sentido etimolgico como signo diferenciador de nobleza, de grandeza y de respeto. Se trata de una voluntad por parte del personaje del loco de demostrar a sus interlocutores que pertenece a una clase social elevada. En este sentido, Philippe Hamon subraya:

Le nom, avant dtre un signe (plus ou moins arbitraire plus ou moins motiv, plus ou moins charg de sens) peut donc tre une enseigne, cest dire inscription publique qui signale, indique, souligne et denote un notable (Hamon, 1983: 139).

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En efecto, consciente de que su oficio de detective necesita ciertas cualidades de las que no dispone, el protagonista recurre tambin a la usurpacin de ttulos sociales, astucias que le permiten eludir algunos escollos, plantear el problema que le ocupa, y sonsacar algunas informaciones necesarias para la realizacin de sus pesquisas. El triple uso de Don y las usurpaciones de las funciones sociales, denotan el deseo de disimular su vida humilde. Conviene sealar que se trata de un elemento estrechamente ligado a la misin del protagonista narrador, encargado de conducir pesquisas, por consiguiente, necesita, mostrar una personalidad imponente para dominar psicolgicamente a los personajes sospechosos con los que se enfrenta. Tenemos aqu, puesto de relieve, lo que Marcel Bataillon llama respetabilidad externa, uno de los temas ms recurrentes en la novela picaresca. A semejanza del personaje del loco, Pablo de Segovia, protagonista de El Buscn, usurpa los nombres cuando llega a la corte. En un primer momento dice que se llama don lvaro, luego don Ramiro y por fin, Felipe Tristn. En La aventura del tocador de seoras, se presenta dos veces con apellidos casi idnticos: Sugraes. Onn Sugraes (p. 38); Sugraes, agente de Seguros (p. 84). Un elemento importante nos llama la atencin: la ausencia del tratamiento Don. Definindolo, Julio Casares dice que es:

Un tratamiento honorfico y de dignidad, que antepuesto al nombre propio y no al apellido, se daba antiguamente a contadas personas de la primera nobleza. Actualmente se da este ttulo y tratamiento a toda persona bien portada (Casares, 1977: 306).

La desaparicin de Don es la manifestacin de la estabilidad y de la rehabilitacin social del protagonista. Ya no es cliente del manicomio donde pas su infancia y su adolescencia; es peluquero y afirma: 50

De este modo obtuve el primer trabajo honrado de mi vida. Huelga decir que puse en el empeo toda la energa acumulada en tantos aos de ociosidad, toda la ilusin que me infunda la perspectiva de verme finalmente integrado en la sociedad de los hombres [] (p. 30).

Esta obra, por oposicin a El misterio de la cripta embrujada y El laberinto de las aceitunas, revela la segunda etapa de evolucin del personaje. Se puede considerar La aventura del tocador de seoras como una etapa de gloria, de euforia, de realizacin de sus sueos, de aceptacin de su estatuto de peluquero. La supresin del tratamiento Don es reveladora de esta evolucin psicolgica y social. Aqu, estamos a mediados de los aos noventa y la palabra ha sido vctima de una desemantizacin. Ya no significa hoy en da un ttulo de hidalgua como advierte Joan Corominas (1980: 516). El personaje sabe que a todo hombre o personajillo se le puede anteponer el tratamiento de Don, y lo quita por orgullo. Hablando de la importancia del nombre en la sociedad, Milagros Ezquerro dictamina:

Le nom est donc le signe dun pouvoir social qui sexerce sur lindividu, souvent contre lui, avec plus ou moins de violence, mais cest aussi un signe de reconnaissance, une marque dintgration sociale (Ezquerro, 1983: 122).

Adems, la pluralidad del uso del apellido Sugraes (cinco veces), merece una atencin particular. En efecto, tanto Philippe Hamon como Milagros Ezquerro consideran su uso frecuente en un relato como un elemento semntico muy importante. Es la revelacin de la presencia de la herencia y del apoyo del protagonista a su familia.

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Esto queda reflejado en El misterio de la cripta embrajada. Vemos que, aunque el leit-motiv del protagonista detective es aclarar la desaparicin de una nia en el colegio San Gervasio, tambin le preocupa mucho demostrar la inocencia de su hermana Cndida, acusada de ser responsable de la muerte de un sueco. Por eso afirma que del xito de mis pesquisas dependen mi libertad y la de mi pobre hermana (p. 92). En efecto, Cndida, consciente de los esfuerzos que su hermano despliega en su favor, recuerda esta profeca de su madre: Mam siempre deca que t [...] me protegeras cuando pap y ella faltaran (p. 186). La triloga policaca presenta la estrechez del lazo que existe entre el protagonista y su hermana, lo que traducira, por ende, el afecto que tiene a su familia. Adems, el apellido puede ser una seal a la vez anafrica y catafrica. En cuanto al aspecto anafrico, el apellido Sugraes nos remite al pasado del personaje, pues su padre se llam Sugraes. Se trata de un pasado caracterizado por una ascendencia indigente. Aunque nos dice en El misterio de la cripta embrujada que su padre era hombre bueno e industrioso que mantena a la familia fabricando lavativas con unas latas viejas de combustible muy en boga en aquel entonces (p. 137), y que sali mutilado de la cruzada fratricida del 36-39, cremos que era, de veras, un ocioso. Una vez ms, puntualiza en El laberinto de las aceitunas:

Mi padre liaba cabizbajo sus pitillos de estircol seco, incapaz de hablar despus de haber pasado ocho horas cantando el Cara al Sol a la puerta de la Delegacin de Obras Pblicas en un vano intento de conseguir empleo (p. 200).

En cuanto a su madre, ama de casa, fue a parar a la crcel de mujeres de Montjuich. Puede decirse que se trata de una situacin triste y misrrima que tuvo 52

una influencia negativa en la educacin del protagonista y de su hermana Cndida. Dado que se encontraba en un callejn sin salida, en una vida sin esperanza, la nica solucin que le quedaba era lanzarse a la calle con su hermana. Estas son sus palabras en la primera obra de la triloga:

El hecho de que faltara mam y de que pap nos hubiera abandonado hizo que tanto mi hermana como yo tuviramos que espabilarnos a muy temprana edad. [...] aunque ella ya contaba por entonces nueve aos de edad y yo slo cuatro (p. 139).

As, se puede decir que caen en el pobre protagonista del loco las fuerzas apremiantes de un determinismo fisiolgico y social. Por lo que reza con lo fisiolgico, sus padres llevan una vida no muy decorosa, lo que le impide aprovechar una educacin adecuada: Nunca me he sentado en un pupitre, siendo mis estudios, por decirlo as, deficitarios (p. 103). En cuanto a la seal catafrica, es decir, por lo que atae a una accin futurista, el contexto social en que se encuentra el protagonista tiene un impacto significativo en su evolucin. En El misterio de la cripta embrujada afirma: Nac en una poca que a posteriori juzgo triste (p. 137), o sea, durante la Espaa franquista, razn por la cual en El laberinto de las aceitunas se plantea la siguiente pregunta:

Cmo poda uno encarar el futuro con confianza y rectitud de miras si el pasado era una madeja entreverada de grietas y sombras, valga el smil, y el presente una incgnita tan poco esperanzadora [...] (p. 313).

De ah la imagen de un personaje errante, un detective que no se cruza de brazos, un inquisidor que no slo analiza su propia vida, sino tambin los casos que le encargan las autoridades. 53

De estos detalles vemos, desde una perspectiva hipertextual, que la triloga est entroncada con la ms genuina tradicin picaresca de Espaa. El personaje del loco es el heredero de Lzaro, de El Lazarillo de Tormes, de Pablo de Segovia, de El Buscn y, de Guzmn, protagonista de Guzmn de Alfarache, de Mateo Alemn. Comparte con stos pcaros los mismos rasgos, sobre todo a nivel social con un inmovilismo aparente. Antonio Rey Hazas hablando de esta figura en la narrativa espaola afirma que Todo pcaro est en gran medida predeterminado [...] socialmente a permanecer en la misma clase (Rey Hazas, 1990: 74). Lo que da a conocer, pues, la estrecha relacin que existe entre la escritura mendocina y la literatura clsica espaola:

Soy bastante tradicional en mis concepciones y gustos literarios, creo que hay que ir innovando, experimentando, a la vez que utilizando formas que por el mero hecho de estar aqu tienen un claro arraigo cultural. La gran novela espaola picaresca, de caballera, existe y la gente la tiene olvidada, dejada (Alzueta, 1979: 53).

En resumidas cuentas, tenemos aqu algunos de los rasgos del detective privado y esto demuestra el apego de Eduardo Mendoza al personaje clsico de la novela picaresca. Respecto al estudio de los nombres, puede decirse que igual que el apellido, el nombre es un elemento importantsimo para caracterizar al personaje. Segn Philippe Hamon,

Le prnom est au nom ce que le fminin est au masculin, introduisant dans la fiction une accentuation de leffet de personne, une caracterisation et une particularisation plus affirme du personnage romanesque (Hamon, 1983: 120). 54

En cuanto al nombre Arborio, que se parece a las palabras arbreo y arbolar, esto es, izar, levantar o subir, traduce pertinentemente el carcter del demente en su lucha por lograr la grandeza, imponerse en la sociedad, y de rebote cambiar de estatuto social y medrar. Se pueden averiguar estos rasgos en La aventura del tocador de seoras, cuando el personaje del loco sale del manicomio y se vuelve una figura representativa en la ciudad barcelonesa. Es por eso que confiesa:

Huelga decir que con mi diligencia y mi honradez, mis prendas y mi donaire, encaj sin el menor problema en este sano ambiente. Era conocido, respetado y muy apreciado en el barrio (p. 34).

Sin embargo, estos nombres contrastan con Toribio que puede significar tonto o mentecato. En efecto, con gran frecuencia, el cliente del manicomio acta de forma insensata. En la ltima obra de la triloga, al hablar de su actitud frente a la clientela de la peluquera, dice: Escuchando la conversacin de los clientes simulaba entrar en trance y rea sus bromas hasta dar de cabezazos contra el suelo (p. 32). Hablando del valor del nombre, Roland Barthes dice que, en cuanto signo, el nombre:

Soffre une exploitation, un dchiffrement. Cest un signe volumineux, un signe toujours gros, dune paisseur touffue de sens quaucun usage ne vient rduire, aplatir (Barthes, 1964: 38).

As, el nombre es un lexema cargado de sentido. Los nombres Ceferino, Arborio y Toribio ilustran dos ideas antagnicas que caracterizan al demente.

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Los dos primeros traducen sus rasgos positivos mientras que el ltimo simbolizara la negatividad. A continuacin, volveremos a hablar de esta dualidad.

2.1.2 El estudio de los apodos y de otras denominaciones peyorativas Cabe decir que los apodos chorizo, rata, mierda, cargalln de tu padre tienen un sentido negativo, peyorativo, y muestran la imagen sucia del personaje del loco. Revelan una falta de personalidad que desemboca en la cosificacin y en la deshumanizacin del individuo. Estos rasgos, que mancillan la imagen del demente, son tambin una consecuencia inmediata de su ascendencia humilde. En este sentido, los apodos tienen un mismo denominador: el exdelincuente que sola cometer actos antisociales debido a su demencia, es ladrn. El robo y la fullera son para l un oficio. Como una rata, vive merced al robo y lo hace con destreza y habilidad. Nunca lo han cogido con las manos en la masa. Los apodos borran la denominacin que presenta el personaje del loco y hace olvidar la jerarquizacin social vinculada a los nombres. En El misterio de la cripta embrujada, podemos ver nuevamente la relacin entre el apodo y los aspectos peyorativos de la accin del protagonista. Cuando muere el Sueco (amigo de su hermana Cndida), el personaje del loco saca todo lo que tena en sus bolsillos, una caja de cerillas, un billete de mil pesetas, media entrada de cine descolorida, etc (p. 54). Algo parecido ocurre cuando se fue a la estacin para viajar en pos de Mercedes Negrer. A un nio le desposee de su cartoncito marrn lo que le permiti viajar en la legalidad (p. 100). El protagonista se distingue, adems, por una falta de higiene. La hediondez de su cuerpo llega hasta enojar a los que viven con l. Lo confiesa en El misterio de la cripta embrujada con estas palabras: la fetidez de mis emanaciones pronto

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impregn el interior del coche patrulla (p. 27). Ms adelante, despus de desvelar algunos datos comprometedores al loco, que desempea su labor de detective, Mercedes Negrer traduce su desolacin con estas palabras: Seis aos llevo guardando este secreto y acabo contndoselo a un rufin maloliente cuyo nombre ni siquiera s (p. 136). El misterio de la cripta embrujada nos proporciona otro elemento que justifica el calificativo mierda. Cuando el personaje del loco pierde el conocimiento en una estacin, el doctor Sugraes y el Comisario Flores vienen a socorrerle. Pero despus de haberle restregado un algodn empapado en alcohol por el culo, el Comisario Flores dice a Mercedes, su compaera, que Tocar a este to y pescar el ttanos es todo uno (p. 189). La relacin que existe entre estos apodos y la actitud del demente nos permite pensar como Georges Maurand: Le surnom sattache au personnage comme un stigmate, un caractre au sens de Thophraste ou la Bruyre, la fois classifiant et marginalisant (Maurand, 1984: 83). As, se justifica tambin el hecho de que, aunque encomendndole una empresa de gran envergadura, tanto el doctor Sugraes como el Comisario Flores le nombran despectivamente, cuatro veces con la palabra ejem ejem (pp. 19, 20, 24, 36). Antes de tacharle de miseria (p. 66), imbcil (p. 67), el doctor Sugraes denomina al protagonista de la manera siguiente:

-Ver usted, el caso que nos ocupa arroja una cierta complejidad, estando, valga el smil, a horcajadas entre dos discreciones. Este, ejem ejem, individuo me fue remitido por el poder judicial, quien sabiamente dictamin que poda mejor ser tratado entre los muros de una casa de salud que entre los de una institucin penitenciaria (pp. 20-21; el subrayado es nuestro).

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Desde el punto de vista social, vemos cmo estos apodos confieren al personaje del loco los rasgos de un ser inferior, ruin, un hombre diferente de sus semejantes. El demente es objeto de una especie de explotacin, de menosprecio. A la hora de elegir a alguien para investigar sobre el caso en El misterio de la cripta embrujada, el doctor Sugraes, y una monja del colegio de las Madres de San Lazaristas, donde desapareci una nia, le llegan a decir sin paliativos:

Necesitamos, por ello, una persona conocedora de los ambientes menos gratos de nuestra sociedad, cuyo nombre pueda ensuciarse sin perjuicio de nadie, capaz de realizar por nosotros el trabajo y de la que, llegado el momento, podamos desembarazarnos sin empacho (pp. 35-36).

Con ello, el detective rene las caractersticas de la visin medieval del loco. En efecto, hasta el final de siglo XVI, el loco es una persona ninguna, annima, rechazada por la sociedad. Pierre Jacerme dictamina a ese respecto:

Parce quil est anonyme parce quil nest pas connu comme individu, le fou a besoin dtre reconnu: il lui faut un accoutrement spcial. Et, parce quil a cet accoutrement, il demeure anonyme (Jacerme, 1985: 45).

Este estudio onomstico nos ha permitido ver el vnculo que existe entre los bautizados por el propio protagonista, los que lo son por la sociedad, los apodos, y sus comportamientos con los dems personajes. Adems, estas denominaciones varan a menudo segn el papel que el personaje del loco debe desempear. Se trata, pues, de una identidad fragmentada. Georges Maurand recuerda el impacto de una denominacin mltiple al decir que

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Donner au mme personnage des noms variables dans lespace textuel ou social, en relation avec la variation des rles actoriels quil est appel jouer, cest littralement parlant, aboutir une surnomination et une sur-identification de lindividu. (Maurand, 1984: 78).

Puede decirse que Eduardo Mendoza quisiera, a partir de esta identificacin mltiple, ofrecernos un personaje polifactico, complejo, y que goza tambin de un amplio estatuto semiolgico.

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2.1.3 La representacin y la funcin dramtica del personaje en la triloga policaca En este apartado centraremos la atencin, respecto a la representacin, en los aspectos fsicos, psicolgicos y comportamentales del personaje, y por otro lado, en su funcin dramtica. Las obras que nos interesan no nos proporcionan un retrato fijo y preciso del loco. Incumbe al lector resaltar la representacin del personaje a partir los rasgos esparcidos en el texto. As, frente a esta caracterizacin indirecta del personaje, tenemos que recurrir al uso del emblema y pasar revista a la interrelacin que existe entre el protagonista y el mundo en que vive. A este respecto, Bernard Valette (1992: 38) nos dice que los rasgos constitutivos del personaje de la novela derivan de algunas seales intrnsecas y extrnsecas que dependen de los niveles narrativos, descriptivos, o discursivos. Por lo que se refiere a la caracterizacin fsica, en El laberinto de las aceitunas, el personaje nos habla de su estatura refirindose a la de Suzanna Trash: Aun descalza era tan alta como yo (p. 85), y, respecto a su peso, en La aventura del tocador de seoras seala que no paso de los sesenta y cuatro kilos (p. 59). Estos datos nos permiten representar al loco como un hombre esbelto y delgado. Se trata, no cabe duda, de una delgadez que resulta de una larga y penosa vida encerrada en un sanatorio mental barcelons. Mas, siendo hombre del pblico, es decir, un detective, el personaje del loco es un hombre atractivo. Hablndonos en esta ltima novela de su eleccin para solucionar un caso, nos dice lo siguiente:

Yo haba alimentado la fatua conviccin de haber sido elegido por aquella monada y por su supuesto y pajolero padre (q.e.p.d) por mi reputacin, otrora no insignificante, en los crculos gremiales del latrocinio, la marrullera, la garfia, la impudencia y la cancamusa, e

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incluso, a qu negarlo, por una inclinacin de ella hacia mi apariencia fsica, mi elegancia en el vestir, mi simpata, mis maneras y, en suma, mi capacidad de seduccin (p. 98).

Basta decir que es un personaje que tiene bazas fsicas para cumplir con destreza su papel de detective. Respecto a la indumentaria, es un operador de clasificacin del personaje en el medio socio-profesional donde tiene que cumplir un papel preciso. Cuando debe encontrar a una persona importante a nivel social, el protagonista va vestido con americana. En El laberinto de las aceitunas, cuando tiene que encontrar al director de la Agencia Teatral, pone los vestidos que Don Plutarquete le regal, pero los viste alocadamente. En efecto, ya que le faltaban zapatos, consider que nadie se percatara de ello, pues los calcetines eran negros (p. 147). A veces, hace la caricatura de s mismo. As es cmo para escapar de la polica, se estrella huevos en la cara con el propsito de dar a su cetrina tez un tinte ms acorde con su vestimenta (p. 142). Sin embargo, cabe sealar que, debido a su ascendencia humilde, muy a menudo va vestido con harapos a lo largo de la triloga. Al principio de la ltima obra, nos dice que iba descalzo, vestido en paos menores (p. 20). As, se puede decir que el detective es un personaje miserable pero con predisposiciones fsicas notables. En cuanto a sus rasgos psicolgicos y comportamentales, el protagonista ostenta dos estados diferentes a lo largo de las obras. El rasgo psicolgico que presenta en El misterio de la cripta embrujada y El laberinto de las aceitunas difiere del de La aventura del tocador de seoras. En las dos primeras obras, el personaje est en el manicomio bajo la custodia del Dr. Sugraes, un psicoterapeuta. Pero si de una manera concertada, el Comisario

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Flores y el doctor Sugraes le obligan a salir de all momentneamente para investigar sobre el caso de la cripta, no pasa lo mismo en El laberinto de las aceitunas, donde el Comisario le sac sin que lo supiera el doctor Sugraes. En este nivel, nos enfrentamos con un personaje cuyo equilibrio mental es variable. El protagonista es a veces vctima de las proyecciones de sus propias obsesiones, de los recuerdos infantiles almacenados en el inconsciente y, por ende, presenta a veces crisis de locura. En El misterio de la cripta embrujada, enfrentado con una reaccin semejante, el doctor Sugraes, su terapeuta, subraya:

Todo tiene una explicacin muy sencilla [...] llevas cinco aos de tratamiento psiquitrico, tu mente no es ya una barquichuela a la deriva en el proceloso mar de los delirios, como antes, cuando creas, pedazo de bruto, que las fobias eran esas ventosidades silenciosas [] (p. 121).

As, las dos investigaciones llevadas a cabo por el protagonista en estas obras, son pruebas, test psicolgicos a los que le someten dichas autoridades para averiguar la evolucin de su estado mental. El personaje annimo es un hombre celoso de su libertad, y consciente de que es algo precioso, una riqueza incomensurable. Es la razn por la cual rechaza tajantemente el punto de vista de su hermana Cndida que, teniendo en cuenta las ventajas que le proporciona la vida del manicomio, le pide al principio de El misterio de la cripta embrujada que abandone las investigaciones sobre el caso: Vuelve al manicomio: techo, cama y tres comidas diarias, qu ms quieres? (p. 42). La respuesta lacnica del protagonista respecto a esta pregunta es la siguiente: -La libertad (p. 42). Esto demuestra su espritu quijotesco, pues en la respuesta, recuerda la frase que don Quijote dirige a Sancho Panza:

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La libertad, Sancho, es uno de los ms preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad as como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres (Cervantes, 2004: 984-985).

Invadido por el deseo de salir del manicomio, lleva sus pesquisas con determinacin y, afirma en El laberinto de las aceitunas:

Mi pasado remoto dista mucho de ser ejemplar, y mi pasado reciente ha transcurrido entre los muros de un manicomio [] Llevo aos tratando de demostrar a las autoridades competentes que me he rehabilitado, pero hasta el momento no he tenido suerte, pese al empeo que en ello llevo puesto (pp. 125-126).

Con este estado de nimo, el personaje del loco recurre a todos los medios susceptibles de ayudarle para alcanzar el objetivo. Dado que el oficio que desempea necesita cierto grado de personalidad y de influencia, usurpa los ttulos sociales. En la primera obra de la triloga, se presenta, ora como concejal del Ayuntamiento y propietario de bancos, [] (p. 63); ora como profesor de lo verde en la Universidad de Francia (p. 71), o como un hombre de la secreta (p. 153), y al final, como siquiatra infantil (p. 157). Estos falsos oficios traducen la voluntad del personaje del loco de ocultar su verdadera personalidad. El rechazo de su yo representa un complejo de inferioridad y un deseo de ascensin social. Adems, se trata de un apasionado. Siempre le gusta, como investigador, saber el porqu de las cosas, aclarar enigmas, y nunca se desanima o se deja vencer por alguien. Desde el principio de la triloga, se puede tener una idea del carcter de nuestro personaje. La primera pgina de este libro nos presenta al protagonista 63

discutiendo un partido de ftbol y desempeando dos papeles en el estadio: Por fortuna doblaba yo mis funciones de delantero con las de rbitro y consegu, no sin protestas, anular el gol que acababan de meternos (p. 7). Es ms, el demente es un hombre de carcter, un ambicioso obnubilado por la idea de dominacin que se manifiesta tambin en el mbito del conocimiento y de la sabidura. Esto lo confiesa cuando se pierde en una central nuclear, al final de El laberinto de las aceitunas:

Es triste constatar, al levar anclas, que jams he posedo las virtudes ms excelsas de la hombra: soy egosta, timorato, mudable y embustero [...] Dejo mil cosas por hacer y otras mil por conocer, de entre las que citar, a ttulo de ejemplo, las siguientes: Por qu ponen huevos las gallinas? Por qu el pelo de la cabeza y el de la barba, estando tan juntos, son tan distintos? Por qu nunca he conocido a una mujer tartamuda? Por qu los submarinos no tienen ventanas para ver el fondo del mar? (p. 299).

Al final el protagonista halla la justificacin de lo que precede en su falta de educacin, en su estado psicolgico y su desequilibrio mental. Por eso dice que Como soy un asno, todo es un enigma. No s si me pierdo gran cosa (p. 299). Se trata, pues, de una etapa de inestabilidad, un periodo sombro y angustioso en la existencia del personaje. El largo tiempo pasado en el sanatorio mental desde su infancia hasta ahora- representa para l un momento de desengao, durante el cual pone todo su empeo, sin xito, para convencer a las autoridades de que lo liberen. Non obstante, la figura del loco, en La aventura del tocador de seoras, contrasta con las dos primeras obras de la triloga. Aqu, salido definitivamente del manicomio, el personaje es ahora peluquero integrado en la sociedad barcelonesa con mucha esperanza en el porvenir. Ya con un certificado acreditativo de su curacin, 64

echa una mirada retrospectiva a su propia vida, y considera su estancia en el sanatario mental como un verdadero infierno: Por nada del mundo habra vuelto a franquear motu proprio la malhadada verja (p. 14). Su integracin en esta sociedad se concretar rpidamente y gozar de una gran notoriedad en la misma. El protagonista, ayer confinado en el manicomio, es hoy un hombre libre y abierto a la sociedad entera. Se convierte en una personalidad importante, un consejero, en suma, queda a la escucha de todos. Esta popularidad viene subrayada en las siguientes aseveraciones:

Era conocido, respetado, y muy apreciado en el barrio. Los padres me pedan consejo sobre el futuro de sus hijos, los comerciantes sobre la marcha de sus empresas, los pensionistas sobre la forma de investir sus haberes (p. 34).

Adems, como ya se sabe, el protagonista no tuvo la oportunidad de seguir, ni siquiera, una educacin elemental. Puesto en libertad, se da como primer objetivo acabar con su dficit cultural e intelectual. En la vspera de su salida del manicomio, se considera como un asno, un hombre para quien todo es enigmtico, pero que tiene una sed, un deseo insaciable por todo lo que al campo del conocimiento se refiere. Es la razn por la cual precisa:

Para recuperar tantos aos de atraso, me suscrib a unos cursos de cultura general por correspondencia. Cada mes me enviaban unos apuntes fotocopiados, una lista de preguntas y, por un mdico suplemento, tambin las respuestas. Desprovisto del hbito del estudio, a menudo me desanimaba advertir el escaso rendimiento de mis esfuerzos. En estos casos, una vez ms, mi cuado Viriato me brindaba el sostn de su sabidura (p. 34).

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Adems, a lo largo de la triloga, tenemos dos imgenes antitticas del personaje del loco. El misterio de la cripta embrujada y El laberinto de las aceitunas nos presentan al protagonista sumergido en una situacin catica, mientras que La aventura del tocador de seoras lo presenta en un momento de pleno ascenso social, un momento en que llega al cumplimiento de la plenitud existencial. Ello es tambin una clara demostracin de la imagen de la Espaa post franquista y la Espaa de hoy en da. As, contestando a la pregunta del periodista Grard Cortanze en Marzo de 1995, a propsito de la situacin actual de Espaa, Eduardo Mendoza alude a las obras de la triloga y las considera como reflejo de los cambios que se puede notar en todos los mbitos de la sociedad espaola actual:

Esas dos novelas (El misterio de la cripta embrujada y El laberinto de las aceitunas) son el testimonio de un momento particular, mgico, que pude encontrar en ciertos pases que han tenido, como Espaa, la oportunidad de salir de una situacin para arribar a otra, hecha de una libertad reencontrada. Se trata de un momento donde todo parece posible. La fiebre del cambio puede durar un da, un mes, un ao...Una maana, uno se despierta y el desencanto est all5.

Por lo que se refiere a la funcin dramtica, en El laberinto de las aceitunas tenemos algunas acciones espantosas que conmueven profundamente. La determinacin del protagonista, acompaado por don Plutarquete y la Emilia, de ir hasta el centro de su aventura, esto es, visitar un monasterio, verdadera vorgine y lugar misterioso que traga a los seres humanos, desafa las siguientes advertencias del tabernero:

Reportaje a Eduardo Mendoza por Grard Cortanze en Magazine littraire n330. Marzo de 1995, trad. de Mario Cmara en www.clubcultura.com/clubliteratura/clubescritores/mendoza/artculo4.htm.

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-Mire, seor, []. El verano pasado estuvieron aqu mismo, donde estn ustedes ahora, unos franceses. Tres chicos y dos chicas. Haca una noche parecida a sta. Se empearon en ir al monasterio. A lo mejor en Francia no tienen monasterios. O estarn drogados. Los franceses, ya se sabe. La cuestin es que no hicieron caso de lo que se les dijo. Nunca los volvimos a ver (p. 258).

Que el protagonista consiga llegar a este monasterio e incluso dialogar con los monjes endemoniados, denota su estado de nimo y mantiene al lector en vilo y en suspense. Es ms, muy significativa es la actitud del loco cuando quiere rescatar a Mara Pandora. Cae en una encerrona donde toda escapatoria es imposible y toda resistencia, intil (p. 227). La firmeza del tono que emplea el protagonista para dialogar con una voz invisible y amenazadora, traduce su carcter heroico. La voz le recuerda: Ustedes no me importan, porque no saldrn vivos de aqu (p. 231). Ante esta amenaza, y pese a las emboscadas y al peligro que les asechaba, l muestra su sangre fra. En efecto, desde el principio de El misterio de la cripta embrujada, se vislumbra la fuerza de carcter, la valenta, el espritu de liderazgo y de elevacin del que hemos hablado antes. Huelga decir que este espritu es un ingrediente que permite al protagonista acertar en todas sus indagaciones. Por ejemplo, la resulucin del caso de la cripta embrujada, ante lo cual el Comisario Flores manifest su extraeza: encendi un puro y me mir como si se dirigiera a una persona inteligente, cosa que hasta entonces nunca haba hecho (p. 200).

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La triloga policiaca de Eduardo Mendoza constituye un todo indisociable donde el detective, dotado de una ley de inmunidad, se acerca mucho a los arquetipos de las figuras del guin cinematogrfico, que siempre logran alcanzar su objetivo. El protagoista de la triloga exhibe, ufanamente, en El laberinto de las aceitunas, el poder misterioso del que se vale para acertar en sus indagaciones. Cuando inicia el ascenso por la pared de la AGENCIA TEATRAL. LA PRTESIS (p. 73; nfasis en el original), se autoproclama hombre-mosca en accin (p. 73), y, ms adelante, le dice a don Plutarquete y a la Emilia: Yo tengo, por ms que me avergence confesarlo, una prctica en entrar y salir de las casas sin ser visto de la que usted carece (p. 193), lo cual denota la aptitud y el privilegio del que se beneficia el detective en el ejercicio de sus funciones, convirtindose as en el orientador de toda la dinmica de la triloga.

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2.2 Estudio del estatuto semiolgico del personaje del loco en Lejos de Veracruz, de Enrique Vila-Matas

ESTATUA.

Tu necio orgullo delira, Don Juan: los hierros ms gruesos y los muros ms espesos se abren a mi paso: mira. (Desaparece LA ESTATUA sumindose por la pared.) (ZORILLA, 2005: II, esc.2, vs. 3460-3463).

Este estudio semiolgico sigue el mismo esquema tripartito que hemos aplicado desde el principio de este apartado. Pero, a diferencia de las obras precedentes, Lejos de Veracruz tiene como punto de arranque a la familia Tenorio, profundamente arraigada en la vida artstica. El impulso potico del padre repercute en todos los hijos, cuyos anlisis semiolgicos se dibujarn, tambin, en las pginas que siguen. El escritor Antonio Tenorio, el pintor Mximo Tenorio, y Enrique Tenorio, exponen uno tras otro, casos diferentes de locura.

2.2.1 El anlisis onomstico en Lejos de Veracruz En este caso, dos elementos bsicos constituirn el teln de fondo de nuestro anlisis. En primer lugar, los nombres propios, y en segundo lugar, el apellido. Seguimos un orden decreciente debido a que Antonio y Mximo tienen un impacto significativo en la vida de Enrique, el ltimo sobreviviente, encargado de contar la historia de la familia.

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2.2.2 Anlisis de los nombres En el marco de la familia Tenorio, Antonio es la figura que se caracteriza por el apego a la inteligencia, a la cultura y al arte. Es un defensor encarnizado de la creacin y de la proteccin del patrimonio artstico. Su constante deseo es recordar a su hermano Enrique, el papel determinante de la cultura en la vida. Aunque Tibn Gutierre, en su definicin del nombre Antonio, dice que no es la alteracin del nombre griego Anten, que significa enfrentarse con alguien, oponerse, el que se enfrenta (a los enemigos), o sea defensor (Gutierre, 1986: 36), nosotros pensamos que estas acepciones encajan perfectamente con el papel que Antonio desempea en la obra. La siguiente pregunta que dirige a su hermano Enrique, denota su compromiso, su firmeza, y su voluntad de no permitir a nadie que pisotee todo cuanto se relacione con la cultura: no crees que ya has despreciado lo suficiente la cultura, Barcelona o, por decirlo de otra forma, todo aquello que relacionas conmigo? (p. 61). Vemos as, la relacin antagnica con sus hermanos menores Mximo y Enrique, y su ansia de liderazgo en la familia y en la sociedad. En cuanto a Mximo, las vicisitudes de la vida familiar y social le obligan a recluirse en un espacio propio para practicar su aficin a la pintura. La magnitud de la calidad de sus obras se afianza con su nombre, que significa, segn la perspectiva de Tibn Gutierre, el ms grande el ms fuerte, el ms poderoso, el ms noble (Gutierre, 1986: 165). El personaje narrador corrobora esta postura cuando dice que su genio artstico era una prueba incontestable de que tuvo que estar tantas veces a la altura de su ambicioso nombre (p. 28). Adems, satisfecho consigo mismo por sus consecuciones pictricas, confiesa, refirindose a su padre: A l slo le agradezco el nombre que me puso. Mximo Tenorio. Es un buen nombre para un pintor (p. 53).

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Enrique, por su parte, y aunque es el menor de la familia, desempea el papel de jefe de hogar, director de su morada o prncipe de la casa (Gutierre, 1986: 87); en la medida en que ocupa un lugar preponderante en este dietario, actualiza e inmortaliza la memoria colectiva de la familia. Se inspira en los recuerdos de la vida familiar en Veracruz y en Barcelona para desembocar en sus influencias tanto en la idiosincrasia de sus hermanos como en su propia vida. Es quien tiene que promover la imagen de su familia en Sant Gervasi. En este contexto, los nombres propios tienen una motivacin explcita y una honda funcionalidad narrativa. Anne-Marie Christin lo seala con estas palabras:

Para el antroplogo, el nombre propio asume dos funciones complementarias y contradictorias al mismo tiempo. Por una parte, entre los individuos de una misma sociedad introduce categoras distintivas de tipo sincrnico -su grado de pertenencia a ese grupo- o diacrnico -por ejemplo, la relacin simblica que su nombre puede expresar entre el estado presente de la sociedad y su origen mtico-, de acuerdo con principios de clasificacin muy diversos entre s. Por otra parte, constituye el instrumento que autoriza a estos mismos individuos a afirmarse como sujeto (Christin, 2001: 13).

Antonio, Mximo, y Enrique, son nombres que el escritor atribuy a sus personajes teniendo en cuenta su estatuto social y su papel en el universo de Lejos de Veracruz. As, son nombres parlantes que corresponden con la evolucin psicolgica de cada personaje. Sin embargo, cada nombre va acompaado del apellido Tenorio, cuyo valor semntico viene elucidado en los siguientes prrafos.

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2.2.3 Anlisis del apellido Tenorio De una manera general, el apellido Tenorio remite a la figura de Don Juan, seductor y burlador reconocido por su temperamento rebelde que se traduce en una falta de honor personal y de respeto por las reglas morales y sociales. Es un personaje emblemtico que aparece por vez primera en El burlador de Sevilla y convidado de piedra, publicado en 1630 y atribuido a Tirso de Molina. Esta obra forma, con Don Juan Tenorio -drama fantstico religioso publicado por Jos Zorrilla en 1844- la gran aportacin hispnica a la configuracin del mito de Don Juan. Por eso nos parece interesante la valoracin positiva que del mito de Don Juan realiza Laffont-Bompiani quien, adems, equipara esta figura a Don Quijote:

Le mythe de don Juan, voluptueux et pervers, cration du genie espagnol, est lun des plus grands de la littrature universelle, et sa gloire na pas moins dclat que celle du mlancolique don quichotte (Laffont-Bompiani, 1988: 309).

Segn se sabe, la idea que se tiene de un Tenorio no siempre es positiva. En efecto, se trata de una persona que se caracteriza por una gran capacidad de seduccin y que acierta en la conquista de cualquier mujer. El amor de Don Juan Tenorio por Doa Ins en el drama romntico de Zorrilla, sigue teniendo en la actualidad un eco considerable, particularmente en Espaa, en la medida en que los dos personajes se convirtieron en figuras arquetpicas del amor en la sociedad espaola y, por ende, segn Jos Alberich, constituye:

el ensueo sexual colectivo, de la norma ertica que casi todo espaol lleva dentro de s. [Es la razn por la cual un poco ms adelante

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aade]: Don Juan Tenorio es un smbolo colectivo (Alberich, 1982: 16).

Sin embargo, el lazo semntico que hemos notado entre los nombres propios y la actitud de los personajes en la obra, se rompe a la hora de estudiar el valor funcional del apellido Tenorio en Lejos de Veracruz, de Enrique Vila-Matas. En efecto, Antonio Tenorio, tan apegado a escribir libros de viajes, an sin moverse de casa, no halla ni un instante para sacar a colacin el donjuanismo que posee, como sus hermanos, en las venas de la sangre de su nombre (p. 29). Este rasgo viene silenciado por su propensin a la cultura. Tenorio era sinnimo de escritor viajero (p. 202), por lo cual su vida amorosa con Marta, la mujer con quien tiene dos hijas, nos parece ordinaria. Lo mismo ocurre con Mximo Tenorio. A diferencia de su hermano mayor, intenta, aunque en vano, echarse en brazos de algunas conquistas amorosas. Su nombre de pila Tenorio no le corresponde fsica ni psicolgicamente. Este detalle viene subrayado en su extremo apocamiento o por su ridcula forma de vestir o por su excesiva torpeza de movimientos (p. 29). Por tanto, es el hazmerrer de todas las chicas del barrio de Sant Gervasi que se mofan de su trasnochado y forzado donjuanismo (p. 29). En su caso, las conquistas amorosas se coronan siempre por un fracaso. As, resulta comprensible que esta actitud paradjica constituya un factor de deshonra para la familia Tenorio. Consciente de esta infamia, el padre Tenorio no se queda indiferente. El narrador nos seala que, deseoso de salvaguardar su dignidad:

Nuestro padre decidi tomar cartas en el asunto y contrat a la hija de un empleado de su inmobiliaria -[...]- para que se fingiera enamorada 73

del joven apocado y ocioso y tratara de devolverle la confianza en s mismo, resucitando en l cierta virilidad y donjuanismo totalmente sepultados-en palabras de nuestro padre-, as como cierta seguridad y arrogancia que tanto haban caracterizado a la familia Tenorio (p. 30).

Se trata de una demostracin explcita de la voluntad paterna de despertar los reflejos del donjuanismo que se helaron en las venas de su hijo Mximo Tenorio. Sin embargo, este intento no surte ningn efecto positivo y el Don Juan apcrifo decide apartarse del mundo exterior y de su familia para encerrarse en el tico del inmueble de Sant Gervasi (p. 30), lugar donde concreta, en el universo artstico, lo que no pudo obtener en la sociedad. Su arte pictrico se centra en una excelente serie de retablos muy originales en torno a lo que denomina sus novias inventadas (p. 32). El arte se convierte aqu no slo en la expresin de su verdadera raison dtre, sino tambin en un espacio idneo para asentar sus deseos insatisfechos. Las novias inventadas son una materializacin artstica de las numerosas mujeres codiciadas en el barrio de Sant Gervasi, o sea, de su donjuanismo silenciado y frustrado. Esta primera realizacin artstica es un trampoln que le permite desembocar en otra representacin centrada en los ms alucinantes paisajes caribeos (p. 34). En efecto, los deseos escondidos del personaje se materializan cuando se marcha al Caribe con Maril, apodada Rosita, una famosa cantante que le empobrecer antes de provocar su asesinato. Mximo Tenorio muere tras dejar en toda la isla una imagen errnea y degradante del prototipo Tenorio. En este contexto, el apellido se aparta del sentido comn que se le atribuye al Tenorio prstino para dejar sitio a un significado inadecuado: un Tenorio impotente, ruin y burlesco.

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En cambio, Enrique Tenorio es el personaje que exhibe, mediante una inclinacin ciega hacia el sexo femenino, los rasgos identificadores y propios de un Tenorio, y adems, entronca, como veremos a continuacin, con otras figuras literarias, entre ellas la del Don Juan, cumpliendo as, aunque parcialmente, su denotativa funcin primigenia. Si nos referimos a la figura de los donjuanes literarios, mencionaremos como rasgo fundamental de su personalidad el apetito desenfrenado de sexo, y una concepcin de la vida como juego y disfrute. La aventura amorosa de Enrique Tenorio a largo de la novela, nos permite clasificarle en el mismo registro que el Don Juan de Jos Zorrilla y de Tirso de Molina. As, Enrique Tenorio cuenta con orgullo sus alardes amorosos con sus numerosas novias. Hablando de la chica australiana, Nancy, a la que redujo a la funcin de un juguete sexual, dice lo siguiente:

Nancy, que as se llamaba la australiana, me sedujo casi desde el primer momento. Supongo que por ser esencialmente gorda y tonta, y porque me gustaba correrme de placer entre sus inmensos senos acogedores, y porque nada me diverta tanto como su frescura imbcil y su infinita vulgaridad (p. 57).

El placer que le procuran estos senos acogedores le sumerge en la ceguera y Enrique Tenorio trascende las normas sociales. El desprecio de los valores culturales y el libre albedro le convierten en un inconformista a quien le importa poco violar los valores religiosos e histricos hindes, como la estatua abandonada de Siva Horrfico, lugar sagrado que profana. As es cmo traduce su comportamiento irreverente con las divinidades de la India:

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Eso lo aprend cuando fui a Madrs a ver el templo de Siva Horrfico que es la manifestacin de Siva como traidor- y no me dejaron entrar, pues est prohibido a los que no son hindes, y entonces me encamin a Goha, cerca de Kerala, a un lugar desierto y sobrecogedor, donde me haban dicho que haba un templo de Siva Horrfico abandonado. All quise vengarme de l haciendo el amor no s cuntas veces con Nancy ante su abandonada estatua (pp. 59-60).

Enrique Vila-Matas nos ofrece, pues, un caso similar al de la estatua de Don Gonzalo (el convidado de piedra) en Don Juan Tenorio, y tambin presente en todas las obras que tratan del tema del mito de Don Juan. En estas obras anteriores a Lejos de Veracruz, la estatua aparece para castigar al libertino osado e impo. En la obra de Enrique Vila-Matas, el personaje Enrique Tenorio no escapar a la rabia de este poder misteriosoque estigmatiza la figura de los donjuanes literarios. Afirma:

Lo hice [el amor] con un entusiasmo fuera de lo comn hasta que de pronto, como si nuestro estruendo y seales de vida hubieran hecho temblar a aquellas ruinas, se vino abajo un muro y perd un brazo (p. 60).

La prdida de un brazo no constituir un escollo para Enrique Tenorio en sus conquistas amorosas. En efecto, ms tarde hace muestra de una obsesin sexual desmesurada al trabar una relacin amorosa con Rosita, la mulata caribea que mat a su hermano Mximo. El origen de la mulata representa adems un acicate que aviva el deseo del protagonista:

Y el sexo en el Caribe huele muy bien, como en ninguna otra parte. Y el sudor se abre all siempre un camino fresco. Y est el ron. Y el olor

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inconfundible de las mulatas, un olor que a ms de uno le vuelve loco (p. 155).

Esta postura denota hasta qu punto Enrique Tenorio estaba enamorado de Rosita. La belleza de la mulata le deslumbra y no puede reprimir sus impulsos donjuanescos en detrimento de la memoria de su hermano, por mucho que sea consciente de su miseria moral y del nivel al que haba reducido su propia personalidad:

-Era una mujer [] que pensaba como una mujer, hablaba como una mujer, se comportaba como una mujer []. Era tremendamente seria. Y era una asesina. Haba matado a mi hermano. Y a pesar de eso, a pesar de que yo vea que haba matado a Mximo, no poda evitar sentirme enfermo por ella, encoado, sin salida. Surgi de mi interior lo peor que hay en nosotros. Apareci en m ese miserable que muchas veces ignaramos que forma parte de nuestro ser. Descubr que careca de toda dignidad y moral, que era una rata, que era un ser ruin y miserable, capaz de vender mi alma al diablo por el amor de una mulata (pp. 155-156).

Los moradores de la isla hacen el mismo atestado tomndole por un hazmerrer, pues afirma que, despectivamente, me llamaban Tenorito, como a Mximo (p. 156). Es ms; acudir a una gitana, una echadora de cartas para preguntarle sobre su futuro amoroso cuando la mulata le abandon la primera vez en Beranda. Va a regresar una mujer que te vuelve loco, me dijo (p. 161). Estas previsiones se concretan cuando el protagonista reanuda la relacin en Montecarlo. En efecto, Enrique se echa de nuevo en sus brazos, aun sabiendo que contribuir a su destruccin: Arruname, pero no me abandones ya nunca ms (p. 162).

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A esto se tiene que sumar la mirada codiciosa respecto a su prima Carmen, el placer que le invade al pensar en la desnudez de una mujer. Un ejemplo de esta actitud se produce en La Parroquia de Veracruz donde, nada ms ver las faldas de una fmina su apetito sexual se despierta espontneamente. Haciendo de esta manera referencia al fetichismo, es decir, a las caractersticas sexuales que ha de tener el objeto sexual para provocar su deseo:

En mi creciente euforia, recuerdo que llegu a pensar que estaba tan lleno de podero que, como si fuera ya nada menos que el mismsimo Viento, poda, en el caso de as quererlo, levantar con mi imaginacin aquella falda y verle las bragas que esconda y que estaba convencido de que olan a mango y albaricoque (p. 222).

Todo ello hace del protagonista el prototipo del libertino sexual y constituye la gran aportacin de Enrique Vila-Matas en el registro de los donjuanes literarios. Sin embargo, pensamos que el escritor barcelons quiso ms bien presentar una imagen decadente e inusual del Tenorio. El hecho de que Enrique Tenorio siga a Rosita desde el Caribe hasta Montecarlo, es un aspecto incontestable de la figura de un don Juan ridculo, cuyo balance resulta negativo en toda la trayectoria de su aventura amorosa. Puede decirse que el autor quiso, al presentar las distintas actitudes de los tres Tenorios, romper las barreras del ncleo semntico de este apellido y abogar por una consideracin polisemica del apellido Tenorio, o una nueva consideracin del mismo. Pierre Brunel, partiendo de los casos atpicos de los donjuanes de Byron y de Max Frisch, concluye : Lpoque moderne serait celle de la dmystification, ou

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plutt dune tentative de dmystification (Brunel, 2000: 490). Cuatro aos despus, Jos Lasaga Medina hace la misma observacin que Pierre Brunel:

Podra resumirse el ncleo de esta lenta cada sealando que Don Juan pierde su aura mtica convirtindose, en un lado, en un tipo sociolgico o un caso psicolgico (donjuanismo); de otro, en un tema cuyas variantes sern tratadas por pintores, poetas, dramaturgos o ensayistas (Lasaga Medina, 2004: 13).

Como prueba del intento de desmitificacin del que habla Pierre Brunel, o de la prdida de su aura mtica, como resalta Jos Lasaga Medina, en la obra de VilaMatas encontramos el deshonor que los hermanos Mximo y Enrique Tenorio sufren en sus relaciones amorosas con Rosita. El primero muere asesinado por ella, en tanto que Enrique, convertido en una piltrafa humana (p. 61), se encuentra solo, abandonado por la cantante, cuyo retrato en la obra aparece en una perspectiva oscura:

Mujer fatal en versin mulata, la tpica tentadora que arruina con sus ojos negros, [...] la tpica hembra deslumbrante y venenosa, de clavel en el pecho y pual en la cintura, la eterna serpiente, mujer tan bella como desprovista siempre de dinero a causa de su enfermiza aficin al juego, y, lo que es peor, desprovista de sentimientos y del menor escrpulo. La tentacin, la perdicin de los hombres. Para echarse a temblar, vamos. El diablo hecho mujer (p. 86).

Rosita se presenta, segn los detalles precedentes, como una figura antittica de las mujeres seducidas por el Don Juan autntico. Su rasgo diablico contrasta con la ternura, la candidez, y la bondad de sus precursoras, como Isabella, Tisbea, doa

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Ana, Aminta en El burlador de Sevilla de Tirso de Molina, doa Elvira en el Dom Juan de Molire, o de Ins en Don Juan Tenorio de Zorrilla. Basta con recordar cmo expresa su alegra nada ms ver a Enrique Tenorio, por vez primera:

Cielos, el Tenorio que me faltaba! [] Cielos! -grit con guasa mulata-. El Tenorio que me faltaba! (pp. 132-133).

Asistimos, pues, en la obra de Enrique Vila-Matas, a una inversin completa de la imagen del Don Juan primitivo. Aqu, Rosita arrebata a la familia Tenorio el poder diablico del Don Juan genuino y mtico, para que nos contentemos con una figura tambaleante, empobrecida, que se inclina ante la fuerza dominadora de una mujer. Nuestros Tenoritos aparecen ridiculizados y no pueden enorgullecerse, como lo haca el Don Juan de Tirso de Molina, por su popularidad en Sevilla: Sevilla a veces me llama// el Burlador, y el mayor// gusto que en m puede haber es burlar una mujer (Molina, 2005: 71). Habr que buscar el ncleo de esta transformacin, en el Don Juan de Tirso de Molina, que se neg a desvelar su identidad a Isabela al contestar ms bien irnicamente con estas palabras: Quin soy? Un hombre sin hombre (Tirso de Molina, 2005: 20). Una ocultacin de la identidad que el fraile espaol del siglo XVII present como sntoma de una figura cosmopolita cuya evolucin se entroncar con los cambios de los tiempos y de las costumbres. Es en este sentido que Jean Rousset afirma: Pues no existe un yo propio, sino una infinidad de yoes de recambio (Rousset, 1968: 137). El fracaso garrafal de los Tenoritos de Enrique Vila-Matas, es uno de los casos aislados, en la historia literaria, de la figura del Don Juan, y es tambin uno de los elementos que singularizan su obra.

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Pero no se debe olvidar que, pese a esta incongruencia con el personaje mtico, el personaje Enrique Tenorio lleva un apellido que, aunque no se puede considerar strictu sensu, tiene un valor emblemtico en la medida en que existe una relacin tan ntida entre el signo y su referente. En el personaje se puede ver la encarnacin de la valenta y la fuerza dinmica, elementos propios a los Tenorios. Don Luis, en Don Juan Tenorio de Zorrilla, corrobora esta asercin cuando afirma: que el valor es primordial // en la raza de Tenorio.// Y porque conozco bien // de su valor el extremo, // de sus ardides me temo // que en tierra con mi honra den (Zorrilla, 2005: 111, vs. 946-951). Enrique Tenorio se suma a esta etapa de inversin que marca la Edad de Plomo6 de Don Juan, pues, aunque si comparte con el Don Juan prstino rasgos como la profanacin y la irreverencia de los valores sociales, no es burlador ni vencedor de corazones de mujeres.

Segn Jos Lasaga Medina (2004: 12), Don Juan vive dos edades: una Edad de oro constituida por autores como Tirso de Molina, Molire y Da -Ponte- Mozart que crean los perfiles ms puros, y una Edad de Plomo caracterizada por la delicuescencia de su figura.

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2.2.4 La representacin del loco en Lejos de Veracruz

Se dice que los novelistas, al describir con demasiada meticulosidad a sus personajes, ms bien traban a la imaginacin que la ayudan, cuando lo que debieran hacer es dejar a cada lector que se los figurase como quisiese. Piensa en la novela que tiene entre manos, que no ha de parecerse en nada a la que hasta ahora ha escrito. (Gide, 2003: 88). Con referencia al importante tema del aspecto fsico de Mr. Knott, Watt, por desgracia, tena muy poco o nada que decir. Y as era por cuanto Mr. Knott, un da, era alto, gordo, plido y de cabello negro, y el da siguiente era delgado, pequeo, sonrosado y de cabello rubio, y el siguiente, corpulento de estatura media, amarillo y de cabello rojizo, y el siguiente, pequeo, gordo, plido y rubio, y el siguiente, de estatura media, sonrosado, delgado y de cabello rojo, [...] (Beckett, 1994: 186).

Despus de escudriar la obra de Enrique Vila-Matas, el elemento ms llamativo que atae a la caracterizacin del personaje es la inexistencia de detalles referentes a su aspecto fsico. Ningn dato textual remite a la pintura de Antonio Tenorio, Mximo Tenorio, o de Enrique Tenorio. El libro necesita nuestra colaboracin como lectores a la hora de elaborar el estatuto semiolgico de estos personajes.

2.2.4.1 AntonioTenorio Nace en Veracruz en 1954, antes del traslado de la familia a Barcelona. Apasionado de la cultura, se dedica exclusivamente a la redaccin de libros de viajes. Considera al arte como un tesoro de su familia y un elemento que la singulariza en la sociedad barcelonesa. Dicho apasionamiento explica su oposicin a su hermano Enrique Tenorio, que al principio menospreciaba todo cuanto se refiriese a la cultura.

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A su parecer, apartarse del camino de la cultura significaba echarse a perder y contribuir a su propia ruina. El narrador afirma:

[...] me advirti del peligro que estaba yo corriendo de acabar muy mal si segua empeado en diferenciarme de mis hermanos por el camino de huir de la cultura para convertirme en un obrero de la construccin o un beduino del desierto (p. 40).

Estas premoniciones de Antonio se concretarn en Sidney, cuando Enrique Tenorio pierde el brazo al burlarse de los valores culturales hindes. Su lucidez es un elemento caracterstico que se suma a su autoridad en el marco familiar, en cuyo seno, Antonio pretende ser el nico responsable despus de la muerte de su padre, para dejar paso al dominio de un ambiente antagnico en la familia. En efecto, se autoproclama el len de la tercera planta (p. 41) despus de la muerte de su padre, y considera a sus hermanos como personas con las que puede enfrentarse para hacer gala de su superioridad artstica. Ante Enrique Tenorio se apoya en sus tpicas maniobras verbales (p. 41) para demostrarle que goza de una cierta facilidad expresiva, mientras que se vuelve celoso de Mximo cuando ste haba decidido convertirse en un genio (p. 32). A pesar de todo, Antonio se preocupa por el bienestar de los suyos, e incluso se inquieta por la situacin financiera precaria de su hermano Enrique. As, el proyecto de montar una tienda en la que se venderan nicamente libros de viajes, era menos para sus propios intereses que para los de su hermano.

Si montaba la tienda era, segn no se cans Antonio de repetirme muchas veces, para ayudarme a rehacer mi vida, pues le daba apuro y mucha pena saber que de noche trabajaba de camarero gracias a la

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caridad cristiana de un amigo comn que haba sido nuestro director espiritual en el colegio y ahora regentaba una discoteca (p. 202).

A un tiempo, estos detalles dejan transparentar la imagen de Antonio como un personaje autoritario y humano. Ello no es bice para apuntar que sus actuaciones se sitan, a veces, fuera de las orillas del buen sentido. En efecto, oscilan entre la sensatez y la sinrazn. As es cmo deja visualizar la indubidable existencia de unos fallos en su equilibrio mental cuando desempea el papel de su difunto padre. Siguiendo al narrador, nos enteramos de lo siguiente:

Se haba convertido en una rata militante de lo sedentario, en un manitico tan engredo como autoritario, que se vesta con la bata de seda de pap y fumaba en lugar sagrado con la pipa, sin darse cuenta, bien apagado. Eso deduje de su actitud y de sus ridculas palabras (p. 41).

Se trata, pues, de un personaje que se traza un espacio, a la vez concreto e imaginario, en el que cree gozar de un estatuto peculiar. En ningn momento de la obra le encontramos fuera de su piso en la tercera planta en Barcelona, donde se dedicaba exclusivamente a la escritura de libros de viajes sin haber realizado ni un solo viaje concreto. Es la razn por la cual busca una artimaa para apartarse sutilmente de la nica oportunidad que se le ofrece cuando result elegido finalista de un premio literario en Teruel, enviando a su hermano Enrique para que le representara. El narrador lo retratra como el ser ms sedentario y de vida ms montona que he visto en mi vida, el hombre de la pipa apagada y el batn de seda de pap (p. 203). Pero pensamos que es la soledad, el momento de expresin de sus fantasmas, el marco en el que halla la inspiracin necesaria para la creatividad. Cuando Cuba 84

era un gran cabaret, Entre beduinos, Por la alta Mongolia, Espiando a la reina Pele en Hawai, El viaje a taca y Por el camino de Santiago, son los ttulos que ponen de relieve su compromiso con la literatura de viajes, cuya finalidad era proporcionarle una vida diferente de la realidad tangible que viva en Barcelona. Desafortunadamente, se quita la vida al darse cuenta de que se estaba haciendo viejo, pues, a fin de cuentas, descubre que Los viajes no curan el espritu (p. 202), ltima frase que pronuncia antes de arrojarse por la ventana del tercer piso de Sant Gervasi. Sin embargo, Antonio Tenorio se presenta como un personaje a quien no se pueden atribuir unos rasgos fijos o estables. De ah su acercamiento al personaje Mr. Knott en Watt, de Samuel Beckett. En efecto, los aspectos dispersos de su etiqueta semiolgica, que el narrador intenta esquematizar a lo largo de los siete das de la semana, ofrecen, pese al hecho de que habla de costumbre, la imagen de un personaje imprevisible, irrepresentable y complejo:

Tena la costumbre -todo en l eran costumbres- de mostrarse los lunes hiperactivo, como si el peor de los das laborables le diera una energa suplementaria; los martes se volva muy cabezn, y era recomendable no discutir nada con l; los mircoles se mostraba familiar (con exageracin) y los jueves muy generoso; los viernes un ser hurao, como si le aterrara ver acercarse el fin de semana; los sbados sola caer en depresiones de diferente hondura; para los domingos, siempre tan peligrosos para casi todo el mundo, tena una estrategia infalible para escapar de la angustia: escuchar en la radio el Carrusel Deportivo (pp. 203-204).

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La imprecisin del narrador en esta pintura semanal de Antonio Tenorio, es semejante a la incapacidad de Watt para presentar, con exactitud, los rasgos del personaje Mr. Knott en la novela del escritor irlands. Es tambin anloga a la caracterizacin despistada de los distintos objetos que Alain Robbe-Grillet representa en La jalousie. Con ello, Enrique Vila-Matas desafa no slo la forma de caracterizacin literaria, sino tambin nuestra definicin habitual de la personalidad. Nos da a conocer su desafecto por el personaje de la novela tradicional, y se adhiere, as, a los principios metodolgicos que rigen la configuracin del personaje en la novela actual.

2.2.4.2 Mximo Tenorio La llegada al mundo de este personaje en Barcelona del 62, se produce en un momento particularmente arduo para su familia. Sus padres, que acaban de trasladarse de Veracruz a Barcelona, inician su vida en Espaa con peleas constantes que contrastan con la armona y la felicidad veracruzanas. Estas discordias paternas alcanzaron al joven Mximo, el cual tuvo, entre otras cosas, que aguantar el rigor y la severidad de su padre. Este ambiente y esta hostilidad hicieron de Mximo un nio timorato, torpe, sucio, y amujerado. Dentro de este marco convulso, cabe sumar el castigo corporal y todo tipo de frustraciones:

Mximo se pas toda la infancia castigado. Y slo en das concretos, como el de los Reyes Magos, se le permita ser algo feliz, aunque siempre con la perversa idea de aumentar la desdicha del nio en cuanto despertara la luz el da siguiente, destrozndole entonces el alma al pequeo genio privndole de cualquier juguete y envindole de nuevo a la soledad de los cuartos de castigo (p. 115).

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Los malos tratos de los que Mximo es vctima por parte de su padre y el sentimiento antiptico del mundo exterior, son factores que influyen

considerablemente en el desarrollo afectivo, cognoscitivo, y social del nio. El temperamento del personaje, y la inadecuacin que se evidencian entre su personalidad, su nombre y su apellido, resultan del universo spero en el que vive. La consecuencia inmediata es la ciclotimia o la psicosis maniaco depresiva que, segn Pierre Debray, es un trastorno de humor que puede ser un rasgo caracterial (Debray, 1986: 95). El narrador precisa que Mximo era confundido con un mal imitador del Burlador de Sevilla (p. 29). Es probable que su desequilibrio mental est provocado en parte por este ambiente agresivo, pues en casa se comportaba de una forma muy rara que suscitaba las represalias del padre. Veamos cmo el narrador lo expresa en la obra:

[] bajaba a cenar con la cabeza coronada por extraos tocados hechos de algas que, al parecer, le suministraba el chico del colmado. [...] Mi padre despus gritaba, le llamaba afeminado. Mximo entonces lloraba. Y haba que consolarle, porque daba pena verle tan frgil, tan falto de defensas ante la hostilidad de nuestro padre y del mundo (p. 33).

Adems, se le notaban algunas dificultades en el habla, pues el narrador afirma que a veces exhiba un lenguaje sumamente crptico, slo puntuado por silbidos que no hacan ms que mostrarnos que no perciba la realidad de los mortales (p. 34). Estos detalles ponen de relieve las manifestaciones del desarreglo psicolgico de Mximo que, a fin de cuentas, tom la resolucin de dar sentido a su vida ya que ni su padre, ni el mundo, le aceptaban:

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Destrozado, convertido en un tmido sumamente raro y en un trgico muy apocado, el pobre Mximo, al descubrir que no poda ser feliz, decidi probar a ser un genio encerrndose en el tico del inmueble de Sant Gervasi (p. 30).

Desde luego, se nota que el padre, con respecto a Mximo, no cumple la funcin de darle a Mximo el estatuto simblico necesario para asentarse como sujeto en la vida, de tal manera que es el propio Mximo el que tiene que crearlo. Su comportamiento estrafalario deriva de lo que el narrador denomina su afn de reforzar su conquista de la genialidad (p. 33). Pero puede decirse que las consecuencias fueron positivas, puesto que consigui sacar de su imaginacin excelentes retablos que convertan su casa, no en una tumba etrusca, sino en una interesante parodia de las salas de exposiciones (p. 53), construyendo de esta forma su delirio, es decir, el delirio como estatuto simblico que le permite situarse en el mundo. Pues bien, nuestro personaje constituira un ejemplo innegable de la locura creativa de la que hablan Ruldolf y Margot Wittkower. El personaje narrador de Lejos de Veracruz sostiene esta postura aadiendo que cuanto ms loco y fuera del mundo estaba, ms genial se le vea (p. 34), lo que viene a decir que la soledad, o sea, la ruptura con el mundo tangible, constituye una especie de fuente de inspiracin determinante para la originalidad de su arte. Sin embargo, el personaje cobra ms envergadura en la narracin cuando nos permite establecer una analoga entre la concepcin que tena del mundo en la adolescencia, y su propia vida. Esto nos demuestra cmo Mximo escapa de una dimensin humana, para llevar otro abrigo que le confiere la imagen de una figura simblica. Segn el narrador,

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la visin del mundo de Mximo era profundamente teatral, pues l estaba convencido, creo que tanto como lo estoy yo ahora, de que el hombre est vivo slo en sus momentos de extremo goce o de pena, y lo dems son tan slo tediosos entreactos de la puesta en escena, lo dems no importa (p. 117).

En efecto, en la adolescencia se dedic al teatro porttil y luego al teatro de marionetas, con la firme preocupacin de presentar la vida como un valle de lgrimas en el que los personajes cristianos desempeaban un papel relevante. Se trataban de

Escenas de lo ms siniestro y muy truculentas, casi siempre todas sobre tristes mrtires cristianos -le encantaban, le fascinaron hasta el final de sus das todos esos hroes de medio pelo que, surgidos de las catacumbas, inmolaban sus vidas por una creencia-, a los que fieros leones devoraban espectacularmente, entre los ms fieros rugidos, en las arenas de su circo imaginario (p. 116).

Apoyndonos en una de sus fotografas infantiles en la que Mximo viene vestido de cura ante el altar (p. 115), y considerando el trgico final de su vida en la isla de Beranda, podemos decir que el personaje es el reflejo de estos tristes mrtires cristianos, pues, pese a la vida ordinaria que llevaba, contra toda previsin, es asesinado en el Caribe. Maril, la artista apodada Rosita que conspira con el chulo de Badajoz para su asesinato, representan a estos fieros leones que incorporaba imaginariamente en sus breves representaciones escnicas. El personaje

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goza as de un estatuto semiolgico particular en virtud de su ambivalencia y de su complejidad.

2.2.4.3 Enrique Tenorio Para poner de relieve la representacin de este personaje centraremos la atencin en las dos principales fases de su vida: la primera atae a una etapa que podemos considerar como viajera, y la segunda a los dos ltimos aos durante los cuales se interesa por la literatura, suplantando a Antonio, el mtico viajero inmvil de Sant Gervasi (p. 181). En lo tocante a la primera etapa, que ocupa un cuarto de siglo, Enrique Tenorio mantiene una postura antagnica respecto a sus hermanos. La visin del mundo de Antonio y de Mximo contrasta tajantemente con la suya. Por eso opina: siempre he tenido la impresin de que los obreros, los camareros, los camioneros, los mecnicos viven existencias ms intensas (p. 36). Por el contrario, el mundo de los artistas le parece el ms difcil:

No. No me interesaban nada sus angustiosas torres de marfil. Me pareca que ya haba suficientes destinos artsticos en la familia y que ante m se abran derroteros mejores, ms vitales. Viajar, por ejemplo. Ver mundo, huir del enfermizo arte familiar (p. 36).

Se trata de una fase de oscurantismo durante la cual el protagonista manifiesta su ignorancia y su pobreza intelectual, recelosas de cualquier tendencia artstica. Este dficit se nota en sus conversaciones con algunos interlocutores. Desconoce a autores como Graham Greene, Canetti y los libros como Auto de fe. La pregunta No ha ido a la universidad? (p. 163) que le plantea un hombre en Montecarlo, extraado

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al darse cuenta de que Enrique no conoce una novela de Graham Greene, es reveladora de esta falta de formacin intelectual. El rechazo de lo que l considera como el enfermizo arte familiar le lleva a visitar algunos paises africanos como el Camern, a viajar a las Indias, a Montecarlo y a la Costa Azul. Todos estos viajes destruyen el estado de nimo del protagonista que, por fin, descubre la cara oculta del mundo. Cabe recordar que, despus de viajar a frica, regresa a Barcelona con las manos manchadas de sangre por haber matado a un bandido en Dahomey; el viaje a las Indias le convierte en un manco y las aventuras amorosas de Montecarlo con Rosita, arruinan todo lo que le quedaba de la herencia de su padre. Enrique Tenorio cumple los veinticinco aos con un sentimiento de amargura. El balance negativo de esta vida viajera se condensa en las palabras siguientes:

Hoy mi persona ms bien recuerda a uno de esos trapos de limpiar cosas sucias que se ponen a secar en las ventanas, pero se olvidan, enrollados, en los pretiles que se van manchando lentamente. Hoy mi persona slo es la sombra de la sombra de una persona que, con toda la razn del mundo, se ha distanciado mucho de la vida y de sus heridas insensatas, y el premionatural a esto ha sido la fiesta de la escritura secreta de este cuaderno de los tres Tenorios, pero tambin esa incapacidad, que he creado en los dems, de sentir conmigo (p. 91).

En la segunda etapa de su vida, toma la resolucin de prolongar la obra literaria de su hermano Antonio Tenorio, y empieza tambin a tener una valoracin positiva de la literatura. Me digo esto y sonro si pienso que hasta hace tan slo dos aos ser escritor me pareca la ocupacin ms ridcula y polvorienta del mundo (p.

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27). La literatura en general, y los libros en particular, le sirven de lugar de recogimiento y de refugio respecto de su horrenda vida viajera. Pero Enrique Tenorio se interesar, sobre todo, por una categora de libro que constituye una especie de catalizador o fuerza que estar en el origen de la brizna de locura que se nota en un momento determinado de su vida. La intertextualidad respecto de Don Quijote de la Mancha resulta evidente. El personaje narrador de Lejos de Veracruz ser, asimismo, vctima de problemas psquicos debidos a una transferencia involuntaria de las aventuras imaginarias de los diferentes personajes que ir descubriendo en sus lecturas. En su repertorio ocupan un lugar predilecto El Quijote de Miguel de Cervantes, Pedro Pramo de Juan Rulfo, Robinson Crussoe de Daniel Defoe, Las metamorfosis de Kafka y Peas arriba de Jos Mara de Pereda, lo cual supone una seleccin irregular. Al recordar el reto que l mismo se haba establecido afirma: Decid leer todas las novelas importantes que se hubiesen escrito desde el comienzo de la humanidad (p. 196). Un conjunto de obras que influyen ms o menos en la escritura del autor y permite considerar, segn opina Pozuelo Yvancos, el discurso de la novela de Vila-Matas como un tejido de Links, de vnculos que nos permite navegar (Yvancos, 2007: 38). Durante esta navegacin, notamos que el parecido de estas obras estriba en su trasfondo inverosmil, utpico, y en sus visiones irreales. El episodio del descenso de Alonso Quijano a la cueva de Montesinos, que Enrique Tenorio considera como lo que le queda del Quijote (p. 198), ocupa desde Miguel de Cervantes un lugar preponderante en la narrativa espaola. Segn Lszl Vasas:

La cueva es una imagen arquetpica: es el lugar del encuentro de las fuerzas de este mundo y del averno. Los hroes de nuestra cultura

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descienden a una cueva, al averno y vuelven de all como si hubieran muerto y resucitado (Lszl Vasas, 2006: 351).

Adems, podemos subrayar, en el caso de Enrique Tenorio, una similitud con el viaje efectuado por Juan Preciado a Comala, pueblo mtico donde piensa encontrar a su padre Pedro Pramo (Rulfo, 1955: 67). Las aventuras de Robinson Crusoe salpicadas de ensueos y el personaje de La metamorfosis de Kafka, Gregor Samsa, que al despertarse una maana se encuentra metamorfoseado en la cama en un monstruso insecto, constituyen con la obra de Jos Mara Pereda y la Odisea, una dosis importante de droga literaria. Esto es lo que ocurre con el amigo del humillado, de Flix de Aza, que ley un libro:

[] con tal intensidad que ha logrado sustituir sus engranajes cerebrales de nacimiento por los del autor del mencionado libro, como quien cambia los dientes de leche por otros ms adecuados a la vida de un carnvoro adulto (Aza, 1989: 79).

Al personaje narrador de Lejos de Veracruz se le notan las repercusiones de las lecturas de los libros mencionados. En efecto, aunque desde el principio de la novela nos habla de su desequilibrio mental, cuya causa, segn le confesaron los huspedes de su librera, reside en el suicidio de su hermano Antonio Tenorio: dado mi estado de locura por la muerte de mi hermano (p. 11), pensamos que aqu la muerte representa tan slo una porcin del germen de la enfermedad mental, puesto que el ltimo Tenorio no tiene ms opciones que seguir los pasos de Antonio, lo que implica una cierta familiaridad con los libros:

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Est claro que no me equivoqu: el mundo de mi hermano era el lugar ms apropiado para alguien que, como yo, estuviera buscando dnde caerse muerto (p. 190).

El ttulo de la obra, Lejos de Veracruz, es un indicio que nos remite a un viaje. Por el contrario, en la obra no asistimos a viajes concretos que culminan en espacios reales, sino a espacios geogrficos que nacen de la imaginacin del protagonista. Xalapa, el lugar donde se fue a buscar a Sergio Pitol, el amigo de su hermano Antonio, y Veracruz, aquel nombre que por s solo embrujaba todos mis sentidos (p. 14), son semejantes a la cueva de Montesinos, a Comala y a tantos otros espacios imaginarios que existen en los libros mencionados. Fui a Xalapa como quien va a Comala (p. 12), afirma Enrique para demostrar su simpata por el protagonista de Pedro Pramo de Juan Rulfo. Ms adelante, el protagonista vuelve a proporcionar unos detalles espaciales que nos permiten ver la degradacin de su estado psquico y el carcter fabuloso de su origen:

Y es que ningn sitio me atrae especialmente, ningn lugar me fascina al mximo porque no ignoro si existiera en esta vida un colosal y extraordinario encanto, ste para m consistira en estar donde no estoy para desde all poder desear dnde estar, que sera en ninguna parte. De modo que soy de Veracruz, y punto. Y si lo soy es porque no me queda otro remedio que ser de algn lugar y, como escritor, tener cierta nostalgia de l (p. 45).

Veracruz, sentencia Masoliver Rdenas, representa el viaje infinito y el rechazo de los espacios reales, para convertir al protagonista (a los protagonistas) en un aptrida (Rdenas, 2007: 132). Enrique Tenorio huye de su Barcelona natal para ir hacia una patria fantasmagrica, mera concepcin mental. Representa, tambin, 94

un elemento probatorio irrefutable de la admiracin de Enrique Vila- Matas por Italo Calvino7, que escribe sobre ciudades invisibles o espacios csmicos. Sin embargo, cabe sealar que no es Veracruz el nico destino de las aventuras del protagonista. Obnubilado por la sustancia onrica de la vieja coleccin de clsicos (p. 196) que se puso a leer, se presenta como el calco de los hroes que descubre en sus lecturas. Por eso es por lo que alude a Robinson Crusoe, obra en la que, despus de superar muchos obstculos en sus aventuras, Robinsn descubre la huella de un pie humano en la arena de Beranda y afirma: Despus de tantos aos de infortunios, sent vivos deseos de relacionarme con aquella tribu (p. 189). Esta frase sacada de la obra de Daniel Defoe, y que el protagonista de la obra de Enrique Vila-Matas reproduce in extenso, le sirve de apoyo para seguir los pasos de Antonio Tenorio:

Lo mismo me sucedi a m. Despus de tantos aos de infortunios, sent vivos deseos de saber algo ms del mundo de mi hermano, del Club de los literatos. Y por qu? En realidad porque no tena dnde caerme muerto. Mi caso no es, por supuesto nico. He podido saber, por ejemplo, que la mayora de los escritores lo son porque no les queda otro remedio, es decir, porque no estn a su alcance mejores cosas que hacer (p. 189).

Es importante sealar que el personaje, desde esta perspectiva, se acerca a Hilario en Napolen VII al buscar una alternativa que consiste en infiltrarse en el alma de otra persona. La metamorfosis representa, a priori, una va salvadora. As es cmo representa al dentista, como una parte de s mismo:

Vase Las ciudades invisibles, trad. Aurora Bernrdez, Madrid, Siruela, 2008.

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Y hasta me he atrevido a mirar al dentista y he visto que es la parte ms profunda de m, ah quieto y bien camuflado entre las sombras de la noche, mi parte oscura. Por eso es mi vecino (p. 85).

Lo mismo ocurre con la escritura. Ella constituye, a su parecer, la nica forma de emprender un viaje verdadero (p. 137), y tambin una escapatoria y un instrumento del que se sirve el protagonista para desdoblarse. Al escribir, inicia un proceso mimtico, o sea, un desdoblamiento que le permite cambiar de identidad y de personalidad, por lo cual le invade un sentimiento de miedo pensando en un posible fracaso personal durante una noche insomne:

Me mantiene despierto mientras me digo que tal vez el insomnio cuadre mucho con mi carcter, con esa forma de ser ma por la que atiendo a todo soando siempre y vivo con la pena de ser otro -slo puedo serlo si escribo, entonces soy Antonio- y la aoranza de lo que jams ha existido (p. 90).

Otro elemento que demuestra el deseo del protagonista de evadirse del mundo autntico, es su introduccin en el mundo del sueo, el mundo de sus fantasas. He aqu cmo anuncia su entrada en una aventura quimrica:

A veces imagino que me voy. A veces me voy demasiado. Viajo entonces en una especie de ensueo. Imagino, por ejemplo, que me visita la nia Berta en plena noche. Salta sigilosamente de su terraza a la ma, iluminada por una luna de plata. Me ordena con una caa de bamb que le cuente historias de mariachis. Me digo entonces que la otra realidad, la de los dems, la

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dimensin secreta del sueo de mis vecinos, me ha visitado (pp. 192193).

En efecto, lo que nos parece interesante en los sueos del personaje es que viene mencionado un aspecto importante de su retrato. Iba interiorizando todos los acontecimientos que le afectaron durante la vida. Pero es el sueo el lugar donde el personaje demuestra su rencor y se ceba contra todos los que considera como responsables de sus desgracias. Aqu Dios, es a quien Enrique Tenorio considera como el Hacedor de todos mis males (p. 194), y lo asesina asimilndole a una persona de carne y hueso que es un triste chulo de Badajoz. Aunque este odio contra Dios viene expresado en los sueos, concreta su asesinato al final de la obra tras someterle a unas preguntas enlazadas con su propia vida. El personaje sera, por tanto, un ateo, un nihilista. Es ms, en esta aventura onrica, recibe la visita de un fantasma, manco como yo, un fantasma de verdad (p. 194) con quien dialoga. La conversacin, centrada en el asesinato de Dios, funciona como elemento premonitorio del crimen de Enrique Tenorio al final de la obra. As, viajes imaginarios, desdoblamiento y sueos, constituyen el esquema del delirio de Enrique Tenorio. El protagonista se sita a caballo entre la realidad y la ficcin. Por un lado, entre Barcelona, la ciudad en la que naci, Xalapa y Veracruz (espacios imaginarios), y por otro lado Enrique Tenorio se desdobla en Antonio Tenorio, y los sueos.

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2.2.5 La funcin dramtica Lejos de Veracruz nos centra en el proceso de destruccin de la familia Tenorio. Una familia que, ante todo, resulta un ncleo de referencia tan poco eficaz para entender al individuo como otros vnculos o instituciones sociales (Daz Navarro, 2007: 64). La muerte de la madre de los hermanos Tenorio, la muerte del padre unos aos despus, el asesinato de Mximo Tenorio, el suicidio de Antonio Tenorio y la psima situacin en la que se encuentra el ltimo Tenorio, confieren un tono melanclico y pesimista a la obra. Por cierto, Enrique Vila-Matas quiso partir de la situacin de los hermanos Tenorios para desembocar en la pintura amarga de la condicin humana. Los tres hermanos, distintos por su manera de ver y de concebir el mundo, fracasan a lo largo de sus itinerarios. Puede decirse que es la bsqueda de la felicidad lo que obliga a Mximo a marcharse con Rosita al Caribe, donde ser asesinado. Antonio Tenorio, el sabio, que se dedicaba a escribir los libros de viajes, se quit la vida por miedo al envejecimiento. Los viajes no curan el espritu (p. 202), es una frase de Antonio pero que puede aplicarse en los casos de Mximo y de Enrique. Enrique Tenorio se queda manco por su falta de respeto a la cultura indiana. Empujado por su valor de ndole donjuanesca, provoca el furor de la estatua de Siva Horrfico, al hacer el amor en este lugar sagrado de Kerala con Nancy, su novia india. La estatua, elemento representativo de la cultura indu, castiga a Tenorio irreverente dejando caer misteriosamente el muro en su brazo, y se queda manco para el resto de la vida. En este contexto, como en la tradicin donjuanesca, la estatua representa, segn Pierre Brunel, llment sacr, ce qui constitue lhistoire de Don Juan comme

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mythe (Brunel, 2000: 490), y, nos permite tambin reafirmar su dimensin sublime y su papel determinante en la configuracin literaria de la figura de Don Juan. A diferencia de los donjuanes de Tirso y de Zorrilla, que procuran arrepentirse por la salvacin de su alma, el escepticismo de Enrique Tenorio transciende incluso el del Don Juan de Molire. Este ltimo se niega rotundamente a aceptar el poder misericordioso de la estatua que pronuncia la irreversible sentencia final:

Dom Juan, lendurcissement au pch trane une mort funeste, et les grces du Ciel que lon renvoie ouvrent un chemin sa foudre (Molire, 2006: 129).

En cuanto a Enrique Tenorio, ahora manco, va ms all reduciendo a Dios a una persona de carne y en hueso, el chulo de Badajoz, que mata por venganza. T eres la mano invisible que lleva aos jodindome la vida (p. 230). Considera a esta figura divina como el responsable de todas sus desgracias amorosas, de la prdida de su brazo en India, el que mat a Carmen y a Mximo y empuj a Antonio al suicidio, etc. El largo interrogatorio al que Enrique Tenorio le somete, toca todos los puntos oscuros que marcaron su vida, y Dios, o sea, el chulo de Badajoz, va reconociendo su responsabilidad en cada hecho. El asesinato de Dios, -Dispar y cay al agua como si fuera un saco de patatas. Unas tristes burbujas insignificantes fueron lo ltimo que vi de l-, considerado como la mano invisible que oscurece la vida de la familia Tenorio, permite al asesino desvalorizarlo aun ms: Me ha sorprendido descubrir que Dios era tan poca cosa (p. 233). El personaje narrador se presenta como partidario del

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nihilismo nietzscheano, esto es, no en la primera asercin del nihilismo que desprecia la vida, sino en la segunda, en la perspectiva de Gilles Deleuze:

El nihilismo tiene un segundo sentido, ms corriente. Ya no significa una voluntad, sino una reaccin. Se reacciona contra el mundo suprasensible, se le niega toda validez. Ya no desvalorizacin de la vida en nombre de valores superiores, sino desvalorizacin de los propios valores superiores. Desvalorizacin ya no significa valor de la nada tomado por la vida, sino la nada de los valores, de los valores superiores (Deleuze, 1992: 208).

Lejos de Veracruz es una obra pesimista en la que los personajes se encuentran en un mundo sin esperanza, abandonados a ellos mismos. Despus de la muerte del entorno inmediato de Enrique, el ltimo Tenorio, se ensaa con Dios, la mano invisible, responsable de todas sus desgracias. La situacin de Enrique denota la miseria de la humanidad sobre la que cae el peso de fuerzas sobrenaturales.

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2.3 Estudio del estatuto semiolgico del personaje del loco en Napolen VII, de Javier Tomeo

2.3.1 La denominacin Entre los tres componentes bsicos que hemos escogido para el estudio del estatuto semiolgico del personaje del loco, no es una mera casualidad que el nombre, o el estudio onomtico, sea el punto de partida del anlisis. El nombre es un elemento emblemtico que influye en la tensin narrativa de la novela. Respecto al papel primordial que desempea el nombre en las novelas, excelsas figuras de la literatura espaola actual como, Francisco Gonzlez Ledesma, Ignacio Martnez de Pisn, lvaro Pombo, Soledad Purtolas, entre otros, apostillan que el significado del nombre es una de las recetas ineludibles en la creacin novelstica (Aldecoa Josefina, 2003). De hecho, Soledad Purtolas apunta que aunque parezca mentira, dado que no son fruto de elaboracin sintctica ni gramatical, los nombres propios son importantsimos en la ficcin. Si una seora se llama Luisa es porque no puede llamarse otra cosa (Purtolas, 2003: 17). Napolen VII, de Javier Tomeo es un ttulo que encierra un profundo valor metonmico en la medida en que nos remite a una etiqueta semntica cultural o histrica. Roland Barthes afirma que

Ce qui se passe dans le rcit nest du point de vue rfrentiel (rel), la lettre: rien, ce qui arrive, cest le langage tout seul, laventure du langage, dont la venue ne cesse jamais dtre fete ([sic] Barthes, 1977: 52).

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Excluye as cualquier relacin entre el mundo ficticio y el mundo real. Pensamos que esta postura debe ser matizada cuando nos enfrentamos con una creacin literaria con tintes de realistas. En efecto, en las corrientes realistasnaturalistas, muy a menudo los nombres estn motivados. Esta motivacin puede ser extratextual o interna. El primer caso remite a lo que Philippe Hamon denomina personnages refrentiels (Hamon, 1977: 122), es decir, los personajes histricos. La obra de Javier Tomeo no se centra en la pintura de un Napolen imaginario, sino en la figura del emperador francs Napolen Bonaparte, de ah el impacto decisivo que estampa en el conjunto del relato. Hablando otra vez de este tipo de personaje, Philippe Hamon precisa:

Lapparition dun personnage historique (Napolon) ou mythique (Phdre definie comme fille de Minos et de Pasipha) viendra certainement rendre minemment previsible leur rle dans le rcit, dans la mesure o ce rle est dj prdtermin dans ses grandes lignes par une Histoire pralable dj crite et fixe [sic] (Hamon, 1977: 126-127).

Napolen VII, de Javier Tomeo, presenta la vida del emperador francs considerado por Michaud Jeune como le plus grand personnage des temps modernes (Michaud, 1844: 7). La metamorfosis de Hilario H en Napolen borra completamente el pasado del jubilado solitario para iluminar toda la trayectoria vital del emperador. A partir del discurso de Hilario-Napolen y del narrador omnisciente, nos enteramos de la fecha de nacimiento del emperador Napolen Bonaparte (15 de agosto de 1769), de las referencias a su padre Carlos Bonaparte y su madre Leticia

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Remolino (p. 65), y de su entrada en la escuela militar de Brienne en 1778 y luego a la escuela militar de Pars, seis aos ms tarde. Es ms, se recuerda que Napolen fue coronado Emperador en diciembre del ao 1804 y que tena una relacin amistosa muy estrecha con Fauvelet Bourraine, Murat y Soult. Ocupa un lugar predilecto la emperatriz Josefina Beauharnais de quien se divorci el 17 de diciembre de 1809, sin olvidar la segunda emperatriz, Mara Luisa con quien se cas el primero de abril de 1810. Los momentos clave de la vida de Napolen Bonaparte, que culminan el da 15 de abril de 1821 con la presentacin de su Testamento en Longwood, en Santa Elena, aparecen transcritos en Napolen VII. Estos datos puntualizados por Javier Tomeo en su obra, y que algunos destacados bigrafos del emperador francs, como Michaud Jeune (1844) y J. M. Thompson (1990), corroboran en sus respectivas obras, nos permiten deducir que Javier Tomeo se inspira en un texto preexistente, la historia de Napolen Bonaparte (1769-1821), para construir al personaje de su obra. Desde el punto de vista semntico-histrico, consideramos a Napolen como un hombre valeroso, obstinado, una figura emblemtica de la historia europea de los tiempos modernos. Su valenta en las batallas de Marengo (p. 79), de Austerlitz (p. 81), de Mosc (p. 109), la campaa en Italia (p. 133), a lo que se suma su llegada a Egipto el da uno de julio de 1798 (p. 81), hacen que Napolen Bonaparte se convierta, segn precisa el narrador, otra vez en el hombre que tena amedrentados a todos los emperadores y reyes de Europa (p. 58). Cabe mencionar, sin embargo, que esta dimensin histrica del nombre del emperador arreboza el nombre Hilario H, que se neutraliza en la narracin por causa de la metamorfosis. Ya no es posible visualizar el significado que Gutierre Tibn concede al nombre Hilario: alegre, jovial, contento (Gutierre, 1986: 126). An

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ms, acaso Javier Tomeo quisiera demostrar su aversin hacia la novela considerada como imitacin de la vida, aandiendo al nombre Hilario, la letra H (Hilario H), una letra que denotara algo alegrico, como la K de Joseph K, protagonista de El proceso de Franz Kafka (lvaro Pombo, 2003: 15). No obstante, eso no puede ser elucidado antes del estudio de la representacin y de la funcin dramtica.

2.3.2 La representacin del personaje del loco en Napolen VII Javier Tomeo, unos meses despus de publicar la obra objeto de nuestro inters, dice en La rebelin de los rbanos por medio del personaje la Camarada Patata: La tristeza brinda a todos los hombres, incluso a los ms pusilnimes, la posibilidad de convertirse en hroes (Tomeo, 1999: 96). Estas declaraciones nos sirven de trampoln para configurar el retrato del personaje del loco en la obra del escritor oscense. Hilario H, nacido en una familia con escasos medios econmicos, es ahora un jubilado soltero, sin hijos, con una salud frgil, pues padece de una peribronquitis. Este hombre atormentado por la soledad busca un antdoto para poner fin a una vida miserable. As, en su malestar, es tomado por un delirio causante de la metamorfosis que se produce en su personalidad, nica va salvadora que lo convierte en una figura emblemtica de la Historia francesa: Napolen Bonaparte. Es la razn por la cual el relato no es el reflejo de la personalidad de Hilario H, sino el resultado del desdoblamiento del personaje inspirado por las lecturas de libros sobre la vida del emperador francs, y un relato de misterio llamado Los seis Napoleones. Estamos, pues, en presencia de un caso similar a lo que Martine Bigeard (1972) denomina la folie chevaleresque, en boga en Espaa durante los siglos XVI y XVII, y encabezado por obras como el annimo Entrems de los romances, El

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Entrems de los poetas locos de Villaviciosa, El Quijote, de Miguel de Cervantes y El Quijote de Avellaneda. La relacin existente entre las obras citadas, as como entre los personajes respectivos, Bartolo, el poeta loco, Alonso Quijano y el personaje en Napolen VII, nos parece muy estrecha en la medida en que, segn la investigadora francesa:

Il semble que la folie chevaleresque corresponde au refus global du monde et des Autres ou, plus exactement, au refus de la ralit temporelle. Comme tous les maniaques, en effet, le fou chevaleresque vit lcart du temps normal et lui en substitue un autre; avec cette particularit cependant que, non content de senfermer dans sa temporalit imaginaire, il met tout en oeuvre pour limposer aux siens [Sic] (Bigeard, 1972: 99-100).

Sin embargo, aunque estemos frente a una identidad transmutada y apcrifa, no debemos pasar por alto algunos detalles que remiten al aspecto fsico de Hilario H. En este relato dominado por un narrador omnisciente, notamos que el protagonista es un hombrecito menudo, con el tabique nasal desviado hacia la derecha y un ojo algo mayor que el otro, lo que da a su rostro una expresin ligeramente inquietante (p. 11). En seguida, se subraya que es casi calvo y, ms adelante, menciona que tiene una ua torcida y negra (p. 71), lo cual proporciona al dedo una imagen desagradable. O sea, muy pocos elementos permiten dibujarle fsicamente, pero dan pie a un retrato esperpntico y grotesco del personaje. El protagonista se presenta en la novela a partir de unos clichs: Hilario H, tras haber trabajado durante tres dcadas en un banco, traga el anzuelo de unos delirios napolenicos y, a partir de ahora, es el viejo Hilario, el nuevo Hilario, Fauvet Bourraine, Murat, e Hilario-Napolen.

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Este ltimo representa la cara onrica del personaje que encarna al emperador francs Napolen Bonaparte. Esta transferencia de personalidad implica el ensamblaje de un cierto nmero de viticos que darn a su entorno la figura del Emperador en carne y hueso. Sin embargo, es importante sealar que las compras realizadas en una tienda de disfraces, distan mucho de satisfacer sus deseos personales y dar una impresin fidedigna y convincente del emperador francs. Segn el narrador:

Compr en la tienda de disfraces del barrio una levita azul muy simple, casi sin bordados, con una ancha faja tricolor y un calzn de gamuza blanca. [...] Fue una pena que no pudiese encontrar en ninguna parte un tricornio y la pluma blanca. Tampoco encontr unos botines con vueltas de tafilete. Tuvo que conformarse con unas zapatillas de fieltro azul turquesa que compr en la zapatera de la esquina (p. 12).

Las faltas que se notan en lo indumentario, como la ausencia del tricornio, la pluma blanca y los botines con vueltas de tafilete, aunque constituyen signos premonitorios de una aventura infructfera, no desanimarn al protagonista, que ya est resuelto a dejarse llevar por los senderos de los delirios napolenicos. stos se manifiestan a travs de unas alucinaciones y la prdida del sentido del discernimiento. A veces pasa la noche soando batallas, hasta tal punto es as, que por la maana le duele la cabeza. Son sueos, por lo general, lgubres, que no ofrecen o auguran ninguna existencia maravillosa. En sus sueos, se ve tambin a s mismo levantando la mirada hacia un cielo tan plido como la faz de un muerto (p. 14), precisa el narrador.

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La prdida del sentido del discernimiento es un elemento importante que traduce el horizonte oscuro de la psicologa del pseudo emperador. As es cmo, mirando la televisin, espera en vano que hagan referencia a su persona. Por eso, sin cortapisas, manifiesta su disgusto: Ese estpido presentador no quiere contar a la gente que en esta ciudad ha renacido Napolen (p. 17). La prdida de la razn ir avanzando a medida que progresa el relato. La mujer que realiza una presentacin en la televisin, suelta una carcajada relacionada con el tema que le interesa, pero Hilario lo analizar a su modo:

De qu se re esa mala puta? [...] Se re, como otros personajes de esta Corte, de la gordura impropia de mi sexo, que critican algunos de mis enemigos? Muy bien, que se ra todo lo que le apetezca. A cada cerdo le llega su San Martn. Seguro que esa mujer no reir tan a gusto el da en que se vea arrodillada ante un pelotn de fusilamiento. No vale la pena tomar venganza de quienes se ren de nosotros. Esas risas son expresin de una debilidad que encubre rabia. Soy aficionado a friccionar mi cuerpo con agua de colonia, es cierto, pero no debo avergonzarme por ello (p. 37).

Puede decirse que este desarreglo psquico de Hilario es semejante a la postura de don Quijote en la aventura de los molinos de vientos (Cervantes, 2004, I, 8). Don Quijote, montado en Rocinante, y su escudero Sancho Panza en su jumento, llegan ante treinta o cuarenta molinos de viento. Don Quijote, movido por sus lecturas, iba desfigurando la realidad para acomodarla a sus fantasas caballerescas, y cree estar frente unos desaforados gigantes que movan, de forma amenazante, los brazos. Sancho intenta en vano disuadir a su amo, pero ste se pone a acometer los molinos con su lanza y su caballo.

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-La aventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertramos a desear; porque ves all, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos ms, desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer, que sta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra. [...]. -Mire vuestra merced respondi Sancho que aquellos que all se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino [...]. -Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete. Levantse en esto un poco de viento, y las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto por don Quijote, dijo: -pues aunque movis ms brazos que los del gigante Briareo, me lo habis de pagar (Cervantes, 2004: 75-76).

Al igual que Don Quijote, Hilario, en este proceso de transfiguracin de la personalidad, considera a la que unos minutos antes designaba: estpido presentador, mala puta, y que ahora est presentando una receta culinaria como Josefina, la primera esposa del emperador que literalmente se llamaba Josephine de Beauharnais. Esta presentadora es, a su parecer, la emperatriz disfrazada de cocinera; de ah el dilogo que entabla con ella: Djate de cebollas y de cangrejos rusos, que a m no me engaas -le dice Hilario, acercndose un poco ms al televisor (p. 108). El personaje de la obra de Javier Tomeo patentiza el estado psquico de don Quijote, pues, segn nos dice el narrador en la novela de Miguel de Cervantes: [] todas las cosas que vea, con mucha facilidad las acomodaba a sus

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desvariadas caballeras y malandantes pensamientos (Cervantes, I, XXI, p. 189). Hilario, en su condicin de Napolen, considera que la nacionalidad del cangrejo mencionada por Josefina, no es algo gratuito: quiere recordarle la campaa militar en Rusia. Por eso se pone a elucidar lo que ocurri durante aquella poca:

-La vspera de la batalla de Mosc recuerda en voz alta, para que pueda orle la cocinera de la televisin- el General Rapp entr en mi tienda y me encontr con la frente entre las manos. Esperis la victoria?, le pregunt. Rapp baj la mirada al suelo. En todo caso, me contest, ser sangrienta. Ya lo s, le dije, pero tengo ochenta mil hombres. S que perder mil, pero me quedarn todava sesenta mil. Con ellos entrar en Mosc y all se nos unirn los rezagados y seremos ms fuertes que antes de la batalla (p. 109).

A Hilario-Napolen no le cabe duda alguna, en esta comunicacin, de que est en presencia de su esposa Josefina, hasta la llegada de Miguel, su vecino, con quien se haba citado en su casa a las diez de la noche para organizar una fiesta de disfraces para ellos dos solos. En esta ocasin, Miguel tiene que desempear el papel de Josefina, la emperatriz, e Hilario el de Napolen Bonaparte. Por haber ledo los libros sobre la vida del Emperador francs, Miguel, disfrazado de Josefina, hace una imitacin tan perfecta que siembra la sombra de la duda en la memoria del protagonista:

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Hilario se siente perplejo. -Quin es la verdadera Josefina? pregunta, sealando alternativamente con el ndice a Miguel y a la cocinera del televisor. -Yo, por supuesto responde Miguel. -Nada de eso, soy yo afirma por su parte la falsa cocinera (p. 133).

Se trata de una situacin confusa que degenera, por una parte, una rivalidad entre esas dos mujeres y, por otra parte, una brizna de lucidez en Hilario, cebndose en su vecino Miguel, que no logra convencerle y salvarse el pellejo. Sin embargo, cabe decir que la evolucin de Hilario, el enfermo patolgico, a lo largo de esta aventura napolenica, ha estado bajo el control del viejo Hilario, la voz interior del protagonista que le interpela siempre, cuando hay algn fallo en los hechos histricos, con la pretensin de insuflarle un poco de sensatez y demostrarle su delirio. Hilario nos ofrece una personalidad obstinada, pues, le importa [...] un pito que de vez en cuando, esa voz insidiosa se levanta en su interior para decirle que la lectura le ha llenado la cabeza de fantasas (p. 95). En efecto, todos los anacronismos subrayados por el viejo Hilario, a los que alude, o de los que se sirve Hilario-Napolen como la televisin, el telfono, los aviones, los electrodomsticos incluso las elecciones etc, (que no existan en la poca de Napolen Bonaparte), traducen la figura de un hombre que no consigue, pese a sus delirios, negar su verdadero espacio y tiempo vitales, o sea, su casa y el tiempo contemporneo. Pero puede decirse que el viejo Hilario, en este contexto, desempea el mismo papel que Sancho Panza al principio de las aventuras quijotescas. No se debe pasar por alto el hecho de que, muy a menudo, deja la impresin de un personaje maravilloso, con poderes mgicos. El hecho de que el demente hable

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con el dedo gordo de su pie, proporciona a la obra de Javier Tomeo una dosis importante de lo inslito y lo asombroso. En ese dedo estn mis otras voces (p. 69) declara al viejo Hilario. Adems del viejo Hilario y del nuevo Hilario, esto es, el personaje con su nueva gorra de Hilario-Napolen, el General Murat (p. 33), Fauvet Bourraine (p. 55), (el secretario personal de Napolen) y el Mariscal Soult (p. 78), son los tres personajes fantasmagricos que intervienen uno tras otro en el relato a partir del dedo gordo, sacando y escondiendo, de vez en cuando, la cabeza por el agujero del calcetn. Conviene mencionar que los tres personajes no tienen el mismo nivel de conocimiento de los hechos histricos que marcaron la vida del Emperador francs, ni la misma capacidad de no hacer creer a Napolen-Hilario que le estn contando cosas ledas en los libros. Si el General Murat supera todas las pruebas que le presenta Hilario contndole hechos que coinciden con lo que ha ledo en sus libros, Fauvet Bourraine, amigo del Emperador desde la infancia, aunque en un primer momento evoluciona en la misma perspectiva psicolgica que Hilario-Napolen, pronto suscitar la duda en su espritu. En efecto, Fauvet Bourraine tiene una opinin antagnica a la del nuevo Hilario en la medida en que, a su parecer, se equivocan quienes suponen que lo que puede hacer un hombre, puede hacerlo otro (p. 64). Adems, algunas respuestas incoherentes e ilgicas formuladas por Bourraine respecto a la sucesin de los hechos histricos desde la coronacin de Napolen, en diciembre del ao 1804, ahondan las sospechas de Hilario-Napolen. En cuanto al Mariscal Jean de Dieu Soult, Duque de Dalmacia, que a veces se le materializa en dedo para responder a algunas preguntas, Hilario le interroga sobre las batallas en Austerliz o de Marengo, y sobre el tema de la masturbacin

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militar. Este montaje empieza a trastornarse cuando el protagonista ya no permanece maestro del juego y recibe, verbigracia, una respuesta de Bourraine mientras espera la de Soult. Sus interlocutores van y vienen, movidos por fuerzas misteriosas que escapan a su control (p. 81). En efecto, la obra de Javier Tomeo nos presenta un personaje guiado por sus delirios y deja despegar del texto un dilogo aparente. Los personajes como el viejo Hilario, el nuevo Hilario, Murat, Bourraine y Soult, son las distintas figuras de Hilario en las que se desdobla para poder vivir ilusoriamente como Napolen Bonaparte. Las siguientes preguntas planteadas, respectivamente, por el otro Hilario y Fauvet Bourraine: Cmo es posible que Bourraine conozca el refrn preferido de tu abuela? (p. 74); Por qu hablis de todas esas cosas como si las acabaseis de leer en un libro? (p. 75), denotan la toma de conciencia de su verdadera situacin y un retorno momentneo a la sensatez. Javier Tomeo deja transparentar en Napolen VII, un elemento capital en la teora de la comunicacin. En efecto, en este proceso comunicativo entablado por Hilario, experimenta lo que Jean Baudrillard y Marc Guillaume en su Figures de laltrit (1994) denominan communication spectrale. Francisco Javier Higuero, opina que, segn estos pensadores:

Se producira este tipo de comunicacin

cuando se llegar a

prescindir, en parte, de los recursos de control y de identificacin habituales, utilizando mscaras y disfraces en cierto tipo de fiestas o en juegos de identidad simulada (Higuero, 2000: 826-827).

Puede decirse que Hilario es un personaje al que se le impone una identidad en forma de delirio, lo cual le brinda una cierta felicidad o apariencia de dignidad. Esta es una de las funciones del delirio, detener, al menos momentneamente, la 112

deriva de la locura. Una de sus numerosas preguntas retricas: Soy otro de esos falsos napoleones que quieren compensar con sus delirios la mezquindad de sus vidas? (p. 83), es la demostracin tangible del estado de nimo de un hombre carente de una verdadera personalidad.

2.3.3 La funcin dramtica del personaje del loco en Napolen VII Javier Tomeo, escritor considerado en Alemania como una delicatessen literaria, nos ofrece en Napolen VII, el drama existencial de un hombre arruinado psicolgicamente por la soledad. Hilario H se inventa otra figura que le permite vivir quimricamente una vida en la que sus honras militares y el estatuto social le brindan todos los placeres relacionados con su rango. Hilario-Napolen es la invencin que usa para enfrentar a su antiguo y deshonrado abrigo, pues, a su parecer:

le parece ridculo que alguien que tiene en su vida tan pocas cosas de las que sentirse orgulloso no quiera renunciar para siempre a sus mediocridades y frustraciones y prefiera continuar siendo el mismo hombrecito que ha sido siempre (p. 95).

En efecto, si excluimos a los protagonistas fantasmagricos como el viejo Hilario, el otro Hilario, el nuevo Hilario, Murat, Bourraine, Josefina, Maria Luisa, notamos que el protagonista vive solo en su piso y compensa esta soledad cuando sale al balcn, cierra los ojos y se imagina en presencia de miles de soldados. Miguel, el dueo de la tienda donde Hilario compr el disfraz de Napolen, constituye la nica presencia humana que interviene en el escenario y que aparece como un elemento perturbador, aunque su propsito era tan slo llevar el agua a su molino (p. 24). Miguel representa un intruso en el mundo de Hilario-Napolen y

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sufre al final las consecuencias de una intrusin ciega en un escenario poblado con seres transfigurados. No se debe considerar como algo anodino la presencia de la gaviota, ave acutica que huye de su medio ambiente para posarse sobre una antena enfrente del balcn de Hilario-Napolen. Sus distintas posturas son sincrnicas respecto a la evolucin del relato hacia el drama. En primer lugar, resulta curioso que la gaviota afila las garras porque sabe que cerca se esconden un par de palomas incautas (p. 86. Adems, ni le asusta el intento de Hilario de espantarle cuando le descubre despierta a deshoras y, como si fuera poco, se nota el extrao cloquear de la gaviota (p. 98). Por fin, esta vez, la gaviota suelta otra risotada (p. 125), y los efectos se repercuten inmediatamente en Hilario, a quien se le pone la carne de gallina (p. 125). Importa poco que Hilario est tan disgustado que proyecte ordenar a todos sus soldados que acaben con todos los pjaros. En este contexto, la gaviota es una especie de mensajera, y tiene un papel funcional en el eje dramtico del relato. Javier Tomeo lo dice sin cortapisas: Lo repetir una vez ms. Dios puso a los animales en este mundo para instruir a los hombres. Lo dijo un famoso fabulista francs8. Aqu, la gaviota es un signo prodrmico, igual que el loro amarillo y azul, ave que el vecino del piso de arriba tiene encerrado en una jaula dorada desde hace quince o veinte aos (p. 99), y que muere en el transcurso de La rebelin de los rbanos. Es un signo prodrmico que anuncia, a partir de sus diferentes presencias en la antena, el acercamiento progresivo y paulatino del protagonista a la catstrofe, a

www.el-mundo.es/encuentros/invitados/2001/08/196/

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la tragedia, y al retorno a su verdadera condicin: un ente soltero, sin hijos y solitario. Puede parangonarse este regreso del protagonista con la figura del loco en la obra de Batalsar Gracin, que fue sanado por un mdico pero no le quiso pagar sino citarle ante el juez, puesto que aquel mdico le haba sacado del mundo maravilloso en el que se imaginaba rey, papa, rico etc. stas son las palabras del narrador de El criticn:

Responda que ni con l se haba hecho el concierto, ni le haba hecho buena obra, sino muy mala, en haberle vuelto a su juicio, diciendo que no haba tenido mejor vida que cuando estaba loco, pues no senta los agravios ni adverta los desprecios, de nada se pudra. Un da se imaginaba rey, otro, papa; ya rico, ya valiente y vitorioso, ya en el mundo, ya en el paraso, y siempre en gloria; pero ahora sano, de todo se consuma, de todo se pudra, viendo cul anda todo. Intimle que pagase o volviese a ser loco, y l escogo esto ltimo (Gracin, 1985: 381).

Mas, si el loco de Gracin prefiere la locura a la sensatez, el protagonista de Napolen VII evidencia su firme voluntad de volver a su condicin inicial rechazando el deseo de Miguel de reafirmar en l la persona de Napolen Bonaparte, es decir, mantenerle fuera de las orillas de la razn. Por eso es por lo que Francisco Javier Higuero considera al protagonista como verdadero misntropo. Napolen VII, nos dice:

Evidencia una indeleble incapacidad para relacionarse socialmente y de forma aceptable con nadie que transcienda los lmites estrechos de su calenturienta imaginacin (Higuero, 2000: 826).

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El asesinato de Miguel traduce la insatisfaccin de Hilario-Napolen en su nuevo universo, manchado por la presencia del vecino, el intruso, quien desgraciadamente:

Comprende por fin que la ira de Hilario es autntica y se le hiela la sangre en las venas. Aqu no hay teatro [...]. Hilario no le permite levantarse. Le coge por el cuello y aprieta con todas sus fuerzas. Las falsas perlas ruedan en todas direcciones. Auxilio, auxilio! -grita Miguel, que acaba de ver la muerte reflejada en los ojos de su Napolen (pp. 135-136).

Este acto cruento pone de relieve, no slo el hecho de que Mala cosa es la megalomana (p. 139), como precisa el rbano desertor en La rebelin de los rbanos, sino tambin un problema existencial y filosfico. El ser humano es una creacin incompleta y, tambin, un eterno insatisfecho de su propia condicin. Los delirios napolenicos representan la elevacin de Hilario hacia una dimensin sublime, punto culminante de su verdadera razn de ser. Paradjicamente, an en esta metamorfosis, da a conocer su insatisfaccin quitndole la vida a la persona que le proporciona un apoyo sustancial. Este desenlace traduce, en cuanto a la perspectiva de Javier Tomeo, una preferencia por el humor absurdo (Molina, 2002: 311). En efecto, el Kafka aragons quiere demostrar su filiacin a la visin de su maestro Franz Kafka para quien lo ms difcil es ser. Por eso es por lo que Bernard Groethuyen, en un prlogo a Le Procs, de Franz Kafka apostilla:

To be or not to be. Ce quil y a de difficile, cest dtre. Quand on nest pas encore n, tout est simple, de mme quand on est mort. 116

Personne alors ne vous demande: quest-ce que vous faites l? Mais vivre, cest faire, cest commettre quelque chose, cest se commettre (Kafka, 1957: 21).

Todas las interrogaciones retricas de Hilario que cierran la novela: Quin soy yo? [...] Soy Napolen? No lo soy? Soy un ser divino o un demonio? Adnde voy? De dnde vengo? Qu mgico fluido me envuelve y me oculta las cosas que ms me interesan? (p. 137), traducen la angustia existencial del protagonista y permiten que Napolen VII se convierta en una obra que toma como pretexto los delirios napolenicos de Hilario para desembocar en el problema de la condicin humana. Basndonos en esta experiencia de Hilario-Napolen, podemos decir que Javier Tomeo se adhiere a la perspectiva de David Cooper (1981) quien alude a una locura que est ms o menos presente en cada uno de nosotros, y no slo de la locura que recibe el bautizo psiquitrico. Cada uno de nosotros tiene sus propias locuras, sus propios caminos, afirma (Cooper, 1981: 14). El deseo de subir los escalones en la vida, de denegar nuestra condicin propia para ansiar algo ms elevado, es un rasgo que caracteriza a cualquier ser humano. Pero la insaciabilidad del Hombre hace que nunca se contenta con lo que es. La evolucin del personaje Hilario-Napolen traduce, entre otros detalles, esta eterna avidez. Desde el punto de vista de la creacin artstica de Javier Tomeo, esta obra le sita a caballo entre una inclinacin hacia la novela histrica y la ficcin, ya que la obra nos hace revivir, con tintes de utopa, un momento importante de la vida del emperador francs Napolen Bonaparte. Napolen VII, de Javier Tomeo, ofrece, a partir de los delirios napolenicos de Hilario, los dos elementos ineludibles para la creacin de la novela histrica cuyas bases se sientan, segn Felicidad Buenda (1963: 21) en el abrazo de la Historia y de la imaginacin.

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2.4 Estudio semiolgico del personaje del loco en Un mundo exasperado, de Gonzlez Sainz

2.4.1 La denominacin en Un mundo exasperado El personaje del loco es un ser singular en el universo ficticio de Un mundo exasperado. Esta singularidad se materializa, sobre todo, por la falta de una denominacin digna reconocida por el cdigo social. As es cmo, tanto en el recinto familiar, entre los amigos, como en un lugar pblico, al protagonista se le llama por sustantivos o adjetivos con una profunda connotacin negativa y despreciativa. En primer lugar, palabras como chiquillo, bobo (p. 59), sentenciadas por su padre, son una prueba material del deseo de no atribuirle a su hijo un nombre o un apellido. Eso afectar al protagonista a lo largo de toda su vida, marcndose en su piel como algo indeleble. Los llantos de su madre, que reacciona ante la actitud de su marido, dan a conocer su angustia y su pena, pues, dichas palabras funcionarn como preludio de una larga e incurable degradacin psquica. En efecto, algunas actitudes del protagonista llaman la atencin por resultar anormales y grotescas. Cabe subrayar, a modo de ilustracin, los das de su infancia, prcticamente encerrado, casi sin poder salir del cuarto de bao, y lavndose una y mil veces (p. 59-60). Algo parecido ocurre en la Escuela cuando decidi encerrarse en un armario mientras los docentes se sucedan para impartir clases, hecho que acarre su expulsin de la Escuela. l mismo deja sentado que su carcter raro es perceptible por todo el mundo: porque ni siquiera logro persuadir a nadie a mi alrededor ni evitar que me miren con reparo -de reojo, con ojeriza-, como barruntando mi trampa, mi truco pattico y apremiante (p. 97).

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Otro elemento que justifica la denominacin bobo, es el hecho de que todo le asombra, an cuando se trate de la actitud anodina de una persona. Por ejemplo, interviene juzgando anormal que un conductor se preocupe de una raya que aparece en la carrocera de su coche, hasta humedecerse de saliva el dedo para aplicar, apurada y amorosamente, esa saliva a la chapa de su coche (p. 121). De ah esta pregunta que dirige al conductor y que origina un enfrentamiento verbal que ser zanjado por la intervencin de las autoridades competentes:

Es verdad que se ha llevado usted el dedo ndice de su mano izquierda a la boca y, una vez mojado de salivilla, ha aplicado usted esa salivilla suya con todo cario y preocupacin a esa raya, a ese cosque o desportilladura de su coche en la parte baja de la carrocera junto a la rueda? (p. 121).

Sin embargo, toda la temporada que pasa en el sanatorio, no ha sido, a nuestro parecer, provechosa para l, pues, aunque reconocer que se asombra menos, o le asombran menos cosas (p. 123), su conducta en la vida social seguir siendo el reflejo de alguien que vive todava en las nubes. Como prueba de ello, tenemos el episodio de la avera del coche de un desconocido. Una oportunidad que le permite demostrar su generosidad y su afn de ayudar por contribuir en lo que era justo y echar una mano en la adversidad para que llegaran a su destino (p. 195); pero, una oportunidad en la cual da a conocer que es un gracioso, un desarreglado mental en la medida en que se empecin en empujar el coche, pese a las peticiones de los viajeros que le pedan dejarlo. Por eso afirma:

Yo segua empujando ahora con los tres dentro, con la carga al completo de su coche repleto hasta los topes que yo empujaba y

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empujaba con todo mi corazn y todas las fuerzas a mi alcance que ya slo sacaba de flaqueza, que eran prcticamente inexistentes quiz no tanto por el esfuerzo mprobo y agotador, como ms bien ahora por su desconfianza y el desentendimiento de todos ellos (p. 194).

La falta de dominio de s mismo y de sus emociones, llega a su paroxismo cuando encuentra a Sara, la vendedora de una panadera. La sonrisa de sta le sume en un alborozo incontenible que le lleva a perderse el juicio y la sensatez. En efecto, cuando llega ante las frutas expuestas por el tendero, dice:

me dej caer a peso muerto sobre los cestos de manzanas y las cajas rebosantes de naranjas, sobre las peras y los melones y las uvas para abrazar el mundo en mi cada e impregnarme de sus formas, de sus gustos y aromas y colores (p. 297).

Por lo dems, la primera llegada de Sara a su casa, le ofrece otra oportunidad de demostrar el mismo estado de nimo y, por ende, otros sntomas de insania. Ante el rechazo de todo lo que le propona a su huspeda, confiesa que ya haba vaciado todo el contenido de la nevera producto a producto sobre la mesa que rebosaba, y continuaba ahora haciendo la misma operacin con los armarios (p. 300). No se puede echar un velo en el momento en el que el protagonista se convierte en un hazmerrer pblico, incorporndose al escenario del mimo de la calle. Imita todos los gestos del otro, ora estirando un esmoquin imaginario (p. 384), su imitacin de sonrisa (p. 384) o bin parodiando con el brazo tendido tambin hacia un perro imaginario y sujetando con la otra mano con el mimo un sombrero imaginario ante una velocidad y un viento tambin imaginario (p. 385). He aqu cmo representa el esquema de ese escenario:

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Eran tres los brazos derechos extendidos sucesivamente hacia delante, y eran tres las voluntades que luchaban y dominaban otras fuerzas dominables -el perro y la imitacin del perro y la imitacin de la imitacin, etc. (pp. 385-386).

Todos estos detalles sirven para demostrar las conductas de alguien que ha perdido el buen sentido y vive en un mundo extrao que Gwenhael Ponnau denomina le pays illimit de la fantaisie (Gwenhael, 1997: 299). Es tambin importante para justificar la avalancha de denominaciones cargadas de una ntida voluntad de desestimacin, de desprecio y de encono. Cabe recordar que un da, cuando estaba en un bar, con motivo de un partido, uno de los televidentes se dirige a l: T con quin vas, chaval? (p. 43) y luego con un tono humorstico aade: O sea que el chaval no es de ninguno. El seorito no es de nadie. No juega, dicho en otras palabras (p. 44). Durante un viaje en tren, es vctima de la misma impresin de exclusin. Un viajero le regaa con estas palabras: y no se le ocurra otra vez volver a tocarme!. Son todos iguales prosigui-, a la que se descuida una ya la estn acosando y manoseando; en cuanto se despierta, o a saber si incluso dormida. Qu asco me da (p. 142). La animosidad es an ms palpable cuando se le llaman imbcil, idiota, cretino, Hombre ridculo y El muy sin vergenza (p. 145). A todo esto, sumamos las reprobaciones del pblico en la calle, que le tildan de traidor, vendido, confidente de la polica (p. 253), y burgus de mierda (p. 254), aunque el protagonista quiso tan slo defender a un inocente portero, agredido por un hombre que le ensangrent la cara rompindole encima la luna de cristal (p. 257). En resumen, un nmero importante de sustantivos, de significantes indelebles marcados en el alma del protagonista, corroboran lo que sola decirle Ana, una de sus amigas. Ella le abandon dicindole: porque siempre sers un don nadie (p. 76). 121

Puede decirse que el anonimato del personaje del loco en la obra de Gonzlez Sainz, es meramente aparente, porque los apodos, aun con tinte negativo, le sirven tanto a sus padres, como a su entorno social, para identificarle. Desde el punto de vista semntico, como hemos comprobado, existe un lazo estrecho entre dichas denominaciones y las actuaciones del protagonista.

2.4.2 La representacin Dos principales aspectos nos parecen relevantes para la representacin del personaje del loco en Un mundo exasperado: por una parte el retrato fsico y moral y, por otra, el encierro como intento de salvacin.

2.4.2.1 El retrato fsico y moral La obra de Gonzlez Sainz presenta pocos datos referentes al retrato fsico del personaje. Algunos detalles de sus rasgos fsicos se funden en un verdadero caleidoscopio de su pintura moral y psicolgica, puesto de relieve por un relato resaltado del flujo de la conciencia del narrador-personaje, y del discurso de los dems personajes restituido por el mismo. As, no se trata de un retrato esttico a modelo del que ofrece la novela realista decimonnica, sino de un retrato que tiene que ser reconstruido por un lector cooperante, cuyas competencias le permitan ser coparticipe del acto creador de la novela. En efecto, la obra nos presenta la figura de un hombre que frisa los cuarenta aos, o un poco ms, con una cara no muy atractiva. Lo podemos ver en el tren, cuando una viajera exclama: si tiene cara de tortas! (p. 142). Margarita Martnez Frau, al regalarle una lechuza, le dice: Toma [...] es igual que t con sus

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grandes ojos fijos, [...] (p. 197). El ltimo elemento que alude a su rasgo fsico aparece casi al final de la novela cuando el protagonista afirma: en la carrocera del coche se reflejaban mis ojos y mi barba en una distorsin diablica (pp. 391-392). Adems, puede decirse que dispone de una fuerza fsica innegable que le permite salir siempre victorioso cuando se compromete a socorrer a alguien; como en el caso del delincuente que agredi a un portero (p. 253) o, el acrrimo recuerdo del chfer que mat a una nia, y a quien el protagonista le quit la vida: le estrangulaba con todas mis fuerzas y l boqueaba y se ahogaba amoratado, [...]. Deb dejar su cuello lnguido e innime sobre el asfalto (p. 392). Es evidente que Gonzlez Sainz se niega a hacer hincapi en los rasgos fsicos de su personaje, cuya escasez en el libro contrasta con la abundante pintura moral resultante, principalmente, de un determinismo atvico o fisiolgico. Igual que su hermana Amalia, cuya idiosincrasia resulta de la neutralizacin y la compensacin del carcter de su madre, contrapuesto al de su padre. El protagonista hacer referencia a estos caracteres:

Lejos de anularse entre s o hacer el contrapeso, los dos temperamentos de mis padres persisten en oponerse con una contumacia empedernida y una tensin permanente, exacerbadas adems por la tenacidad y el amor propio que les distingue a cada uno a su modo por separado y por su mutua beliciosidad, de ah que hayan generado este temperamento mo acuciante y peliagudo, dual y contradictorio y exasperado como es quiz por otra parte el mundo (p. 336).

Estas aserciones nos deparan una orientacin para dibujar la figura del protagonista, cuyos rasgos vienen esparcidos en la novela. Se trata de un personaje

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vengativo que est siempre listo para defender al dbil, al oprimido, para corregir una injusticia o establecer el orden. Margarita, personaje de aparicin frecuente en la novela, le dijo un da: No tienes ojos ms que para el horror [...] para lo errneo y lo deforme e imperfecto (p. 381). Este rasgo le ha sido muy provechoso para desempear con esmero su funcin de corrector en la Compaa en la que trabajaba. La manera con la que se empeaba en cambiar las cosas, en rectificar o remediar una falta de ortografa, pruebas de imprenta, galeradas, compaginadas, etc. hacan de l una figura importante en la empresa. Por ello, afirma:

Solan lloverme las felicitaciones y los gestos de apoyo al mismo tiempo que las recusaciones o las muestras de temor por otra parte, con lo que yo cada da estaba ms pagado de mi cometido, ms satisfecho y orgulloso (p. 261).

Esta inclinacin hacia el perfeccionamiento tiene sus races en la infancia del protagonista, cuando se dedicaba a admirar al albail ngel Garca Huelves, un vecino suyo (pp. 217-219), cmo construa rigurosa y metdicamente las paredes de una casa. No es superfluo mencionar que la infancia es el momento idneo para asentar las bases de la vida futura de un nio. ngel Garca Huelves se convirti desde entonces para l en un modelo ideal, en un ejemplo digno de ser imitado. A este respeto afirma: As imaginaba yo construir o reconstruir el mundo (p. 218). Este albail es un artista, pues, la maestra con la que elabora los muros en construccin hace que tenga algn seguidor en la posteridad que se nutre y se inspira de su arte. En efecto, en la perspectiva de Andr Malraux:

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Lhistoire de lart est faite de la succession des premires et non de celle des seconds: car les premires donnent aux matres des successeurs et les seconds des imitateurs, sauf lorsque llve rompt avec lart du matre (Malraux, 1956: 362).

El protagonista corrobora esta visin del novelista y poltico francs cuando afirma: Tambin hice mo el empeo en corregir una y mil veces cualquier cosa hasta que no me dejara satisfecho, como a l aquella pared de su casa, y de calibrar y volver a calibrar cualquier opcin sino con la misma calma, s por lo menos con aquel empecinamiento con que le haba visto evaluar a l un problema hasta no dar con una solucin que fuera de su grado (p. 219).

Es por eso que su amigo Jorge le califica diciendo que Eres un ingenio y un simple (p. 218). Un deseo ardiente de corregir que deja transparentar en la novela su espritu filantrpico. Suea con el advenimiento de un mundo equitativo en el que el hombre viva en la paz y la felicidad.

A m en cambio lo que de veras me ha fascinado siempre han sido causas abnegadas y excelentes como la felicidad y la justicia Universales, la belleza y la armona de la Ciudad o el paso del reino de la necesidad al reino de la libertad, como he repetido tantas veces la bondad de la humanidad, la paz mundial, el fin de las contradicciones? afirma acertadamente (pp. 185-186).

Se trata, pues, de una misin semejante a la de don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes (2004, I, 2, p. 34), que se autoproclamaba liberador, justiciero, deshacedor de entuertos, que se propona deshacer los agravios, enderezar los tuertos, enmendar los sinrazones y abolir los abusos.

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El protagonista siempre ha demostrado piedad y compasin por todas las vctimas de la injusticia, los dbiles y los menesterosos, aunque siempre le ha trado dificultades. Sin embargo, se trata de un personaje tenso, peliagudo, exasperado, virulento, temperamental y enrevesado; es decir, unos rasgos negativos que, segn Margarita, se justifica a partir del siguiente hecho:

Los nacidos de noche segn ella- somos consecuentemente soadores, improbables y minuciosos, y por ello mismo insatisfechos, melanclicos o maniticos o bien una y otra cosa algunas veces tambin al mismo tiempo (p. 19).

Este juicio de Margarita se quedar de una manera inolvidable en la mente del protagonista hasta convertirle en un ser cargado de prejuicios y que tiene ojeriza a medio mundo (p. 65), como sola decirle su amiga Blanca. El recuerdo permanente del hecho de haber nacido de noche, y el paralelismo que establece con las lechuzas, que siempre le obsequian sus amigos y que amontona en su casa, acreditan la opinin de Blanca. En efecto, se debe subrayar que la lechuza es un ave de mal augurio que siempre sale de noche igual que los nacidos de noche. Segn su amigo scar, en la antigua China [...] es el contraste negativo del ave fnix y anuncia calamidades (p. 199). Su vida amorosa est llena de fracasos, pues, es el prototipo de una persona indecisa que, segn Margarita, buscar siempre una coartada para no vivir (p. 155). Aunque el protagonista afirma (pp. 319-320) que a l le gusta la vivacidad y el desprendimiento de Blanca, que le subyuga la inteligencia de Ana, su soltura y su sentido prctico, y que Clara le llena la vida de ternura, concretamente no pudo casarse con nadie pese a que no le causaban ningn agobio. El que sus padres, desde pequeo, y la mayor parte de las mujeres que conoci, le haban llamado culo de 126

mal asiento, incierto, refunfun, No le da gusto ni su sombra (p. 230), nos permite aprehender su carcter y podr ser til para comprender la postura que adopta a continuacin.

2.4.2.2 La construccin del rasgo agorafbico Adems del retrato fsico y moral, pensamos que la agorafobia es un elemento de imprescindible anlisis para la caracterizacin del personaje del loco en Un mundo exasperado. El relato que hace aquella noche en la que se presenta como el espejo en el que se mirara el da de ayer o se mirara en el fondo toda mi vida (p. 167), recuerda la trayectoria de una vida entera transcurrida en El Valle y en la Ciudad, jalonada de injusticias y de desgracias. El protagonista va subrayando, pormenorizadamente, los obstculos con los que se encontr. La casa familiar tiene, una vez ms, una responsabilidad importante en la oscura pintura de su vida. La frustracin y la ingratitud demostrada por su madre en su tierna infancia, desencadenaron una existencia repleta de contradicciones. Muchas veces he pensado que algo debe haber de herencia u originario en mi conducta, algn estigma, algn signo o impresin inicial que yo he debido recibir desde el principio o tal vez alguna condena, una mancha? (p. 242), afirma con un tono melanclico, sospechando la existencia de algn determinismo que influye su comportamiento. En efecto, cabe sealar que esta sospecha se vuelve pertinente cuando escudriamos el ambiente que reina en el recinto familiar durante la niez del protagonista. Algn da en primavera cuando empezaba los estudios primarios, al regresar una tarde, pasa al lado de un jardn y, emocionado ante la belleza y el perfume de las ramas, las hojas y las flores del membrillo, pens inocentemente que

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sera necesario que llevara unas flores a su madre para que disfrutara. De hecho, cort una rama pequea (p. 243) y se la entreg cuando lleg a casa. Pero ella las rechaz con desdn, pues las consider como cosa robada arguyendo que nosotros no tenemos membrillos en el jardn [] y estas flores no crecen espontneamente sin dueo (p. 244). El rechazo del regalo por parte de la madre, y de una manera despreciativa, representa para el protagonista el acto inaugural, catalizador de una vida en la que siempre encontrar ingratitudes y contrariedades. A su parecer, aquella correccin era otra frmula de impartirle la orden del mandamiento original:

Ahora vete, ahora vete y pecha con tu confusin y tu pesar porque no has de hallar en adelante ni gratitud ni reconocimiento siquiera en ti mismo, sino que despuntar en ti, lo mismo que despuntar en todos, la espada de los tiempos. [...] Vete pues y pecha con tu desazn y tu condena, porque ests destinado a hacer convulsivamente por el solo amor de tu venganza y la sola, razn de tu humillacin, pues no reparar en otra cosa que en la lucha la espada de los tiempos y llamar verdad a la victoria y victoria a la consecucin [...] (pp. 245247).

Pronunciamiento que, aunque fantaseado por el protagonista, en realidad se nos muestra proveniente del otro materno, como palabras encerradas en la memoria de su madre. Y de tan grande intensidad afectiva, que este pronunciamiento le muestra su vida como un sinfn de desazones y de desengaos. El recuerdo de aquella reaccin materna se plasmar para siempre en su mente y representar, en el momento de la produccin del discurso, el elemento medular de sus desgracias. Por eso concluye ms tarde:

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La casa de los padres es el lquido amnitico en el que se eterniza la deformacin humana [...]. Las manas y las melancolas y tambin la falta de humor, la falta de perspectiva y generosidad [...] (pp. 333334).

El recorrido de la obra pone de relieve algunos hechos que tienen una relacin muy estrecha con la opinin del protagonista. Basta con apuntar, en primer lugar, la situacin que se desarrolla durante un viaje en tren. Una nia que jugaba en el vagn, se entretena suspendindose entre los asientos y dando volteretas. Al contrario que los dems viajeros que la admiraban y la animaban con sus clamores, el protagonista se inquietaba por la peligrosidad de los ejercicios que realizaba. Luego, a causa de un ligero tambaleo del tren, la nia perdi el equilibrio y l se esforz en vano para cogerla, pero se dio de bruces contra el suelo (p. 144). La cada de la nia, no provocada por el protagonista, quien, adems, fue el nico que intent socorrerla, acarre, paradjicamente, castigos e insultos. Se nos dice con estas palabras: me sacudi dos manotazos en la cara que poco ms me hacen saltar las gafas. Malo, malo, malo y malo (p. 144), un calificativo que choca con la sensibilidad del personaje y su carcter intrnseco, que l mismo demuestra a travs de sus actos y lo subraya cuando dice: yo soy un hombre de natural amable, bondadoso, soy un hombre cordial en el fondo (p. 165). Una situacin anloga a la que precede ocurre cuando se topa con el hombre de los guantes (pp. 164-167). Al darse cuenta de que el peridico que tena se cay por el suelo, lo recuper para entregrselo. El hombre lo tom con menosprecio y se fue sin decir nada. Como no recibi ningn agradecimiento por su parte, exclam: Graciaaas! (p. 166). Un grito agudo que traduce la decepcin y la rebelin de una

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persona que acaba de experimentar una falta de delicadeza hacia l, y pronuncia con rabia las palabras que esperaba del hombre de los guantes. Otro suceso de parecidas caractersticas se desarrolla cuando acude en socorro de un portero (p. 253) que fue agredido por un hombre. Paradjicamente, su noble accin lo conduce a la crcel, donde permanece seis meses mientras que el culpable queda impune. De ah surge una reflexin profunda y madura acerca del objetivo que se haba establecido, y una meditacin sobre su propia condicin. Entre los muros de la crcel, algunas palabras y frases pronunciadas por el pblico en el momento en que se desarrollaba la accin, le repiqueteban y martilleban obsesivamente el cerebro: t no entiendes nada o t qu vas a entender, traidor, t eres un burgus de mierda (p. 255). A partir de ah empieza a darse cuenta del carcter absurdo de la conducta humana y, adems, de lo irrealizable de su proyecto en un mundo exasperado. Por eso dice:

Cambiar -empec a intuir-, ilusin de modificar, de corregir y reemplazar el texto del mundo, cuando tal vez lo nico que nos sea dado es enmendar su ortografa, corregir sus deslices tipogrficos o incluso tal vez como mucho sus deficiencias de estilo si estamos atentos (p. 257).

Cabe mencionar que todos los desagrados mencionados no constituyen los nicos hechos negativos que preocupan al protagonista. Desde su casa, espacio que le sirve para recordar su vida, y desde el balcn, punto estratgico desde dnde contempla la ciudad, el protagonista hace una pintura de la deshumanizacin del hombre moderno, al que denomina hombre virtual por causa de la disgregacin de los valores tpicamente humanos, por ejemplo, el amor al prjimo.

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En efecto, nota con desazn el desmoronamiento de las relaciones humanas. El hombre, habiendo perdido el calor y el amor que antes le ofrecan sus semejantes, ha buscado un paliativo cerca de los animales. As, lo que llama hombre virtual atae principalmente a las gentes sin entraas, incapaces de mantener relaciones afectivas maduras con sus semejantes y que han dado en suplantarlas por las que traban con los perros, ms dciles, y manejables (p. 46). El perro, animal domstico por antonomasia, cumple la funcin de compaero e, incluso, la de confidente del hombre moderno, cuya conducta en la calle es semejante a la de un autmata. El escritor Javier Tomeo afirma: Nunca ha sido tan difcil como hoy amar al prjimo9. Una idea que Flix de Aza corrobora en Diario del hombre humillado cuando el diarista-narrador nos informa de que la madre de Diego vive sola y sostiene conversaciones con su perro, un viejsimo pequins; el animal tiene una enfermedad nerviosa que le tuerce el hocico con un temblor parkinsoniano, como si hablara. La vieja le comprende leyendo en sus labios (pp. 169-170). Puede que la madre de Diego encontrase tambin la decepcin en las relaciones humanas, igual que el protagonista de Gonzlez Sainz, que presenta con nfasis la soledad del Hombre actual:

Van por las calles, y no pueden soportar las calles ni la gente ni la vecindad de la gente. Las calles son slo distancia, tiempo, obstculos; las gentes son numerosos, volmenes, son sombras o bultos o unidades o bien estorbos u objetos de consecucin (p. 273).

Se trata, pues, de la imagen del hombre desprovisto de valores como la hermandad, el amor del prjimo, la hospitalidad, etc., valores que, sin lugar a dudas,

http://www.elmundo.es/magazine/num139/textos/tomeo1.html

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han sido disueltos en el engranaje de la civilizacin moderna. La consecuencia palpable que deriva de este mundo en ruinas es que un hombre sufrido y corts, un hombre de otra poca (p. 199), como lo es el protagonista, nada ms que un extraviado, un desterrado, un despistado que no sabe a que santo encomendarse. Esta situacin es anloga a la de Samba Diallo, el joven estudiante africano que por los aos sesenta se va a Pars para continuar los estudios, y que, nada ms llegar, toma conciencia de su desfase en una ciudad moderna en la que nadie demuestra ningn sentimiento humano para con su semejante. En el Boulevard SaintMichel de Pars, el protagonista de LAventure Ambigue, de Cheikh Hamidou Kane, hace el mismo diagnstico que el protagonista de Un mundo exasperado, de Gonzlez Sainz. Samba Diallo se sentir envuelto y contaminado. Lo vemos tomando conciencia de la devaluacin del hombre en el interior mismo de la civilizacin industrial:

Ces rues sont nues, percevait-il. Non, elles ne sont pas vides. On y rencontre des objets de chair, ainsi que des objets de fer. [...] Je marche. Un pied devant, un pied derrire, un pied devant, un pied derrire, un... deux... un... deux... Non! Il ne faut pas que je pense: un... deux... un... deux... Il faut que je pense autre chose. Un... deux... un... deux... un... Malte Laurids Brigge... Tiens! Oui... je suis Malte Laurids Brigge. Comme lui, je descends le boulevard SaintMichel [...] (Hamidou Kane, 1961: 140-141).

Adems, no se puede esconder el hecho de que el aborrecimiento del mundo exterior se explica tambin por el individualismo de los que denomina los polticos de profesin. En efecto, con motivo de la presentacin de la candidatura a la alcalda de la Ciudad, que dio la oportunidad de presentar sus proyectos a todos los candidatos adscritos a la campaa electoral, excepto Rodolfo, que se singulariza por 132

una poltica reformista, todos los dems, Jorge, Manolo, u Honorio, no realizaron propuestas que abogasen por el inters general o el devenir de todos los ciudadanos. Rodolfo, decepcionado, dice: Nadie, en diez das de campaa, nadie, lo que se dice nadie, me ha hecho una sola propuesta de carcter general; ni una sola persona me ha hablado un instante de nada comn (p. 361). El protagonista encarece esta observacin repitindose: cada uno con su msera locura que es la locura de todos; Ha desaparecido el demos y todos somos ya Todo y cada uno [sic] (p. 361). Ahora bien, siendo as las cosas cmo sentirse cmodo en un mundo de adversidades, de ingratitudes y de desgracias? Cmo sentirse cmodo en un mundo en el que ni siquiera se puede hallar refugio en la casa familiar? Cmo seguir viviendo en un lugar donde no se est cmodo? Segn la postura del protagonista, la solucin idnea es el encierro provocado por el miedo agudo a los espacios abiertos del mundo exterior, o sea, la agorafobia. La escritora franco-canadiense France Daigle elucida las causas del encierro y de la agorafobia diciendo:

Toute peur de lenvironnement mne inexorablement une forme de dprissement ou denfermement, quand ce nest pas carrment une sorte desclavage (Daigle, 1998: 68).

Frente a un mundo tan agresivo y perverso, al protagonista le apetece encerrarse en su torre de marfil, en una burbuja, como un caracol en su concha, con el propsito de tener un dominio del pequeito mundo interior delimitado a su antojo. Es la razn por la cual durante la infancia sola desaparecer para ocultarse en:

Un espacio minsculo y exiguo en el que convena mis lmites y trazaba mis reglas de juego [...]. Eran unas reglas y unos lmites 133

cercanos y modestos que me permitan acabar minuciosamente todo el mundo interior que deslindaban y dominarlo con mi quietud y mi silencio (p. 349).

El segundo encierro ocurrido en la infancia se materializa durante la clase de Historia en la Escuela. En efecto, al darse cuenta de que se estaba ahogando porque haca mucho calor, se fue a abrir la ventana, lo cual suscit reproches por parte del profesor de Historia: cuntas veces te tengo que decir que dejes las ventanas en paz, que te ests quieto!, que te ests quieto de una vez! (p. 341). Este es el motivo por el cual se encerr, durante las clases, en un armario situado en el fondo del aula, sin salir de l porque estaba a gusto, resguardado, quieto, y se senta cada vez ms a sus anchas con el trascurrir de los das. El mundo del armario se convierte pronto en un universo paradisaco donde el protagonista traza una lnea divisoria e invisible que le separaba del aula, del profesor, y de los dems alumnos. El armario representa para l un locus amenus, un mundo perfecto enfatizado por la presencia de una araa que construye su tela. Se trata, pues, de una especie de escapatoria, es una va salvadora que le sumerge en un mundo onrico simbolizado por la presencia de la araa, cuya accin como artesana hace del insecto la figura soada por el propio protagonista, es decir, cambiar, corregir, reconstruir el mundo. Puede decirse que Un mundo exasperado, elaborado entorno al monlogo de su protagonista, es la oscura representacin de un mundo en el que vive, pero que le infunde un perpetuo disgusto, pues no corresponde con sus ideales. La soledad, el encierro, constituyen su ltimo amparo. Ni los amigos, ni los Hombres, ni la calle, ni la Escuela, y tampoco los padres, le han proporcionado una mnima seguridad. En cuanto a estos ltimos, se pregunta:

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Para que me voy a llegar pues a visitarles [...] a verles aunque slo sea un momento para interesarme por su salud o acerca de lo que han hecho o dejado de hacer, si s que me detestan igual que yo les detesto a ellos, que les molesto apenas pongo un pie en la casa porque llego a deshora o les desordeno las cosas [...] (p. 332).

Una vez ms, este prrafo pone de relieve cmo la casa de los padres ha sido un lugar de reprobaciones, donde estaba condenado a aguantar amonestaciones, igual que las ha aguantado la vida entera. Por eso seala ahora con vehemencia el motivo de su postura: Esa pura imagen de la desolacin que a m me basta evocar un momento para no querer salir de casa en una semana por mi propio pie cuando menos en un fin de semana! (p. 114). Un fin de semana que le permite desgranar los eslabones de una cadena que constituyen la causa de un drama existencial. Un fin de semana durante el cual se niega a salir y prefiere aislarse como misntropo, al igual que sola hacer durante la infancia, ante una situacin, a su parecer, aborrecible.

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2.4.3 La funcin dramtica del personaje del loco en Un mundo exasperado Despus del estudio de la denominacin y de la representacin del personaje en Un mundo exasperado, conviene ahora enfocar la atencin en la funcin dramtica que es otro elemento imprescindible para definir y construir al personaje. Este ltimo aspecto, unido a los dos elementos precedentes, permite establecer su identidad. Pone nfasis en cmo acta en la narracin, en sus diferentes peripecias y su impacto en el desenlace del relato. Adems, el estudio de la funcin dramtica permite entrar en el meollo de la obra en la medida en que nos proporciona una conclusin simblica de la misma. El momento en que se desarrolla la accin, que nos parece necesario sealar, viene explcitamente subrayado por el protagonista cuando habla de:

Esta noche fra y simtrica en que me mantengo en vela para tratar de recomponer y justificar, para intentar hacerme cargo siguiera de lo que ha sucedido hace unas horas y sucedi ayer todo el da o me ha sucedido quizs igualmente durante toda la vida (p. 25).

Estas aclaraciones nos permiten tener una idea del marco temporal de la narracin. Se trata, de un relato que abarca los cuarenta aos de existencia del protagonista, y contribuye a conferir al conjunto de la obra un tono trgico, pues rompe con su deseo de quedarse encerrado en su casa como hemos mostrado en el apartado anterior. La estructura externa de la obra, que consta de setenta captulos, nos ayuda a poner de relieve su esquema dramtico sobre todo cuando tenemos en cuenta los espacios recorridos por el protagonista en el momento de la narracin. Por un lado su casa o el balcn y, por otro lado, el Caf de la Esquina o la calle cuando sale a defender al hombre borracho y aprovecha para imitar al imitador.

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El relato que nos cuenta aislado en su casa, ocupa los sesenta y seis primeros captulos. Es un relato pretrito que empieza a partir del da de su nacimiento, transita por la infancia, la adolescencia, la vida profesional como corrector homologado, sus relaciones con las mujeres, etc. Pero es desde la infancia que se visualiza uno de los componentes de lo que Greimas denomina la dimention pragmatique, es decir, las acciones que lleva a cabo y que son determinantes para dibujar su etiqueta. Apuntemos, primero, que las conductas del protagonista

durante la infancia nos permiten encasillarle en la rbrica de lo que Carlos Castilla del Pino (1989: 27) denomina protosujeto, pues, an siendo nio, da a conocer comportamientos que se atribuye a una figura adulta. La manera con la que sola revelarse en la casa de los padres, o en la Escuela, denota su espritu de firmeza y la condena de un mundo que le comprime y le asfixia. Basta con recordar, una vez ms, el episodio del encierro en el armario, que dio lugar a su segunda expulsin de la escuela (p. 342), y que le convirti en una figura singular que atraa la curiosidad de todos. A este respeto afirma:

Todava congregaba mayor pblico a la salida, pues se haba corrido la voz y concurran los alumnos de otros cursos, el personal no docente. Queran ver cmo estaba instalado, qu posicin tomaba, [], y se maravillaban con mis circunferencias, con mis trazos continuos o discontinuos en el fondo del armario y tambin con mi dominio y mi recogimiento, con todo lo que daba de s aquella angostura (pp. 345-346).

A lo que precede habr que sumar la escena del jarrn, cuando el protagonista lo hizo caer descomponindose en pedazos minsculos y, de repente, el protagonista sale del mundo quimrico en el que se haba aislado (pp. 232-234). En

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efecto, la escena que ocurre en la casa familiar de El Valle, es un recuerdo infantil muy semejante a una aventura quijotesca. Habindose empezado a acariciar el caballo blanco de porcelana con el que el Gobernador de la Provincia les obsequi el da de su nacimiento, y que hasta entonces serva de adorno en la habitacin, el protagonista menciona:

En seguida comenc a imaginarme montado en su grupa, enhiesto, recorriendo al paso itinerarios inslitos y atravesando pramos y bosque al trote -resolviendo encrucijadas-, cabalgando das y noches al galope sobre aquel animal potente y hermoso cuyas riendas sin embargo manejaba a mi antojo (p. 233).

Cuando sale de este mundo onrico y nota los daos causados por l mismo, el nio toma conciencia de el intento extraviado e imposible de recomponer lo descompuesto (p. 234). Se trata de un relato que muestra las acciones desencadenados por el protagonista en la infancia y que le hacen ganar amplitud en el campo de esta dimensin dramtica y adquirir una identidad precoz. As, se le puede atribuir el calificativo de nio precoz segn la perspectiva de Carlos Castilla del Pino (1989: 27). Sin embargo, no existe ninguna frontera entre la riqueza de estas peripecias infantiles y las acciones enlazadas con la adolescencia del protagonista, pues seguir con el mismo mpetu. No estar de ms sealar que se caracteriza por un espritu vengativo que le permite socorrer a una persona vctima de una injusticia. El castigo que inflige al hombre que agredi al portero, traduce ntidamente su porfa, y realza la tensin dramtica en la medida en que lo sucedido le conduce a la crcel, espacio que se convierte en un lugar de meditacin sobre el mundo que pretenda corregir.

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La vida amorosa del protagonista desempea un papel importante a la hora de presentar su funcin dramtica. Cabe decir que su conducta con las mujeres le acerca al personaje de don Juan Tenorio. Lo que ms le interesaba no era casarse con una de ellas, sino ir cambindolas segn sus fantasas. Adems, tena una libido que nos parece extraa, y que nos permite calificarle de manitico sexual en la medida en que atestigua:

No pasaba da sin que hiciese todo lo que estuviera a mi alcance para hacer el amor o para echar un palo, como he odo -iba a decir para joder-, para ayuntarme; pero no joder o ayuntarme de una forma prudencial, una vez o un par o dos veces cada da, sino hasta seis y hasta diecisis veces cada da o ms bien cada fin de semana si mal no recuerdo. No viva entonces ms que para eso [...] (p. 203).

Por lo que atae a los cuatro ltimos captulos de la obra, que tienen como espacio ficticio el Caf de la Esquina, la calle y su habitacin, puede decirse que representan el clmax de la obra. Su salida de la habitacin es una especie de disparador que aligera el relato hacia un desenlace trgico y le confiere, adems, un hondo valor simblico. Se puede decir que sale, primero, empujado por la voluntad de socorrer al hombre borracho que fue golpeado por el dueo del Caf de la Esquina y, luego, vctima de una ecopraxia, el protagonista toma la resolucin de unirse al espectculo del imitador que ya tena un pblico bastante importante. Mientras que el segundo imitador se preocupa por atraer la mirada de las gentes, poda entonces ver muy de cerca a la anciana de caballo cano y su nieta que llevaba muchas horas observando desde el balcn. Sin embargo, dentro de este regocijo del pblico que aplaude sin

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parar a los dos imitadores, un coche atropella a la nieta de la anciana. Ante esta escena macabra, el pblico del Caf se queda indiferente y slo se oye:

El llanto agrio y disonante del nio de pocos meses [...] Ahora sus lloros resonaban ms fuertes y destemplados entre el pblico del Caf que haba seguido paso a paso el espectculo e imitacin tras imitacin y asista de nuevo ahora a un definitivo e inimitable espectculo (p. 389).

Enfatiza el narrador-personaje para dejar sentado el carcter pattico e irremediable de la situacin. Fiel a su propsito de corregir todo tipo de injusticia, el protagonista se ech sobre aquel hombre y le estrangul con todas sus fuerzas hasta dejar su cuello lnguido e inanimado sobre el asfalto (p. 392). Lironie du sort que deriva de este asesinato es que aquel hombre es Gonzlez Arrieta, el Gobernador de la Provincia que, cuarenta aos antes, propici su nacimiento en El Valle. Se puede ver, en este ltimo acto macabro del protagonista, la concrecin de los dichos de Ismael, el Escultor de El Valle. En efecto, hablando de aquella noche en la que el protagonista naci y que se caracterizaba particularmente por una oscuridad y un fro inditos dice: En das como stos nacen los grandes constructores, los grandes capitanes de ejrcitos y los grandes hacedores (p. 15); pero matiza estas observaciones aadiendo lo que sigue: Y en las noches de das como stos nacen tambin los grandes solitarios, los grandes despechados y los asesinos (p. 15). Esta ltima opinin de Ismael supone un aspecto importante del estatuto semiolgico del personaje del loco en Un mundo exasperado: un hombre solitario, despechado, como hemos mostrado, y ahora asesino. El asesinato de Gonzlez Arrieta, que ya era mayor de edad, asociado con la muerte de la nia, confieren a la

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obra de Gonzlez Sainz un alcance dramtico y existencial. Aunque el protagonista hace un juicio de conciencia tras la muerte de la nia, y confiesa que Me preguntaba asimismo acucindome en qu medida habra colaborado a aquello con mi imitacin (p. 391), creemos que a l le incumbe la responsabilidad del lgubre colofn de la obra. Se trata de una burla al hombre que pretenda dar un toque particular al mundo, corrigindolo y perfeccionndolo. De ah las frases que el protagonista piensa que hubiera pronunciado Margarita Martnez Frau despus de la tragedia:

Ahora ya has corregido por fin [...] ahora ya has completado y has realizado tu obra y puesto en prctica tu voluntad de correccin y tu ansia de enmienda. Y es que las tensiones nunca se deshacen, se alivian o acentan, pero no se deshacen, se dilatan o contraen y se tienden o distienden, pero jams se deshacen para que justamente pueda haber alegra y tristeza, vida y muerte [...] (p. 393).

Estas frases materializan no slo el carcter ilusorio del proyecto que pretenda llevar a cabo, sino tambin una toma de conciencia de la dualidad de la vida, que no es nada ms que una simbiosis de lo bueno y lo malo, de lo feo y lo bello, etc. As, Un mundo exasperado es el smbolo de la vida con sus lacras, y tambin smbolo del Hombre virtual que presta ms atencin al juego, a cosas irrisorias, como presenciar el espectculo de los mimos antes que sentirse preocupado por el dolor del prjimo, como aquella nia de pocos meses que lloraba pero que nadie le atenda y cuyos llantos representan los gritos de angustia de una inocente en un mundo exasperado. La muerte de la nia y el asesinato del anciano, explayan la sombra lgubre de la tragedia de la existencia humana

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situando a la muerte en las dos extremidades de la vida, infancia y vejez, como un destino implacable que atosiga a cualquier ser humano. Ms all de este final trgico, nuestro anlisis nos permite desembocar en lo que Grard Genette llama transtextualit, esto es, tout ce qui met le texte en relation, manifeste ou secrte, avec dautres textes (Genette, 1979: 87). El autor de Volver al mundo parte de la experiencia vital del protagonista para poner nfasis en la absurdidad de la vida, una idea filosfica cultivada por escritores como Albert Camus, Jean-Paul Sartre, Samuel Beckett y Franz Kafka. Un mundo exasperado es la pintura de una existencia absurda, angustiosa y oscura. El pesimismo, los sentimientos melanclicos por causa del non sens de la vida, nos permiten considerar al protagonista de la obra como el alter ego de Josef K. en El proceso de Kafka. En efecto, en la maana de su trigsimo cumpleaos, este empleado ejemplar de un banco es arrestado por dos hombres sin saber el crimen que cometi. Ante ellos afirmar ingenuamente:

[...] el asunto no puede tener mucha importancia. Esto lo deduzco por el hecho de que estoy acusado, pero que no puedo hallar la ms mnima culpa por la que se me pudiera acusar. Pero esto tambin es secundario, la pregunta principal es: Por quin he sido acusado?, qu autoridad instruye la causa?, son ustedes funcionarios? Ninguno lleva uniforme, [...] (Kafka, 2006: 74-75).

Hasta su asesinato, no tendr ninguna respuesta a estas preguntas y permanecer como un hombre cndido en un mundo insondable, aunque como dice el narrador: K. viva en un estado de derecho, la paz reinaba por todas partes, todas las leyes se mantenan vigentes (Kafka, 2006: 68). El universo de El proceso que

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ahora relacionamos con Un mundo exasperado, viene claramente expresado por Bernard Groethuysen, el prologuista de Le procs, cuando dice:

Dans le monde de Kafka, il ny a pas de vide o lon puisse se refugier. La ligne est trace. Vous la suivez. Et mesure que vous la suivez, elle se raccourcit dautant. droite et gauche, il ny a rien, pour vous du moins, car vous ne sauriez atteindre les lignes des autres. Tout se passe more geomtrico, et tout ce qui est, est dune gomtrie infiniment complexe. Sachez voir sans comprendre. Le non-moi est avant le moi. La gomtrie prcde lesprit (Kafka, 1957: 13; el subrayado es nuestro).

Tanto Josef K. como el ltimo hombre moral de Gonzlez Sainz, son vctimas de un mundo incomprensible hecho con leyes preestablecidas e inquebrantables. La nica conducta que tienen que adoptar es la resignacin. El imperativo de la antepenltima frase de la cita arriba mencionada, Sachez voir sans comprendre, constituye la quintaesencia del mensaje filosfico del pensamiento de Kafka que el escritor soriano transmite tambin en su obra. Hablando de su proyecto artstico, Gonzlez Sainz testifica que opta por:

una literatura que se enfrenta a los grandes temas de la condicin humana y que intente decir algo relevante sobre nuestro mundo de hoy, sobre este mundo que est dando vueltas de tuerca epocales y donde las viejas visiones del mundo, incluidas las progresistas, hacen ya aguas por muchas partes []. Me interesan poco las historias de xito, la literatura bisutera, que sin embargo no desdeo cada cosa tiene su momento-, y la literatura resultona que tiene ms de telefilm ruidoso lleno de efectos especiales que de literatura. Como referentes intento tener a los grandes escritores del siglo XIX y XX: Faulkner,

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Proust, Kafka, Bernhard, Benet, Galds, Musil, Dostoievskicon ellos, y con muchos otros, creo que es con quien hay que entablar un dilogo continuo porque ellos acertaron a ver y expresar de forma admirable algunos de los misterios y los problemas de la vida y la ndole del hombre y del mundo []10

El final siniestro de la obra pone en entredicho el inmenso proyecto humanitario del protagonista, cuya preocupacin durante toda su vida ha sido defender lo que l mismo considera: Causas abnegadas y excelentes como la felicidad y la justicia universales, la belleza y la armona de la Ciudad o [...] la paz mundial, el fin de las contradicciones? [Sic] (p. 186). El hecho de no haber alcanzado estos excelsos objetivos, sera un llamamiento a aceptar el mundo tal como se presenta, sin la mnima intencin de hacer una correccin absoluta del mundo, tal como lo ha intentado el personaje del loco en un mundo exasperado.

Vase Javier Narbaiza, entrevista a Gonzlez Sainz, en www.soria-going.com/Biblioteca/autores/au_10.htm

10

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2.5 Estatuto semiolgico del personaje del loco en Historia de un idiota contada por l mosmo o el contenido de la felicidad, de Flix de Aza

2.5.1 La representacin del personaje: historia de un filsofo o de un idiota? El deseo de Flix de Aza de ofrecernos un personaje iconoclasta se nota a partir de la escasez de los detalles que puedan permitir retratarle fsicamente y una gran propensin hacia su aspecto cognoscitivo. As, los tres detalles fsicos de la ltima pgina de la obra que el protagonista narrador presenta cuando se acerca al espejo: un hombre de escaso cabello, de mejillas hinchadas, con una sonrisa

infantil (p. 133), demuestran que en las pginas anteriores lo prioritario ha sido, ms bien, la puesta de relieve de la evolucin de su pensamiento. En efecto, el idiota de Flix de Aza nos seduce por su manera de poner en prctica el procedimiento de la duda metdica del filsofo Ren Descartes. En la filosofa cartesiana, no es cuestin de dudar por dudar como hacen los escpticos sino considerar la duda como punto de arranque o etapa fundamental y transitoria que nos gua hacia el conocimiento sensible e indudable del mundo. As, el escepticismo existe en la metodologa cartesiana como mediadora para alcanzar la verdad. Pero, conforme afirma Laura Bentez, Entre las formulaciones escpticas de Descartes dos han llamado la atencin de los autores contemporneos: la del dios engaador y la del sueo (Bentez, 1993: 80). Estas aseveraciones nos sirven de trampoln para presentar cmo el protagonista de la obra pone de relieve los dos principales ncleos del escepticismo cartesiano. Sin embargo, conviene, en primer lugar, que reproduzcamos, in extenso, la primera idea tal como viene enunciada en las Meditaciones metafsicas:

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Supondr, pues, que existe, no por cierto un verdadero Dios, que es la soberana fuente de verdad, sino cierto genio maligno, tan astuto y engaador como poderoso, que ha empleado toda su habilidad en engaarme (Descartes, 1998: 25).

En la obra objeto de nuestro estudio, el narrador annimo despus de establecer que la casualidad ocupa un lugar importante en la historia de la educacin en cuanto verdadero formador de la personalidad plantea unas interrogaciones que giran, entre otras, entorno al azar y a la extraa paradoja que suele existir entre el potencial natural de algunas naciones y sus necesidades vitales antes de subrayar la idea de un Dios engaador:

Qu azar condujo a Hlderlin hasta la casa del banquero Gonttard, o sea, hasta la locura? Podemos seguir llamando suerte o casualidad a la coincidencia de neoplatnicos florentinos y momias egipcias embalsamadas con papiros cubiertos de dilogos socrticos? Es irrelevante que los mayores yacimientos de petrleo se encuentren en naciones, no slo incapaces de utilizarlo, sino carentes de agua, en respuesta a la esponja empapada de vinagre que se alza ante el Sediento? Estas cosas hacen pensar en un Dieu trompeur, y por consiguiente en un Dieu (p. 47).

Estas declaraciones nos hacen pensar en un personaje muy alejado del conocimiento por causa de la imposibilidad de afirmar tajantemente si est o no engaado por un Dieu trompeur. En la ltima oracin gramatical que remata la cita arriba mencionada: y por consiguiente en un Dios, el idiota trepa la idea de la existencia de un posible genio maligno que engaa para confesar de manera indudable, la influencia divina.

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Sin embargo, aunque aqu el procedimiento se presenta bajo una frmula sinttica, puede decirse que el parecido con las conclusiones de Ren Descartes respecto a la idea del dios engaador es evidente. En efecto, en su quinta meditacin, que representa el colofn de la duda metdica cartesiana, el filsofo llega a la conclusin segn la cual, Dios existe, pues, no puede dejar de ser verdadero lo que concibe clara y distintamente:

Pero despus que reconoc que existe un Dios, porque al mismo tiempo he reconocido tambin que todo depende de l y que no es engaoso, y que como consecuencia de ello he juzgado que todo lo que concibo clara y distintamente no puede dejar de ser verdadero; aunque no pienso ms en las razones por las que he juzgado que aquello era verdadero, siempre que me acuerdo de haberlo comprendido clara y distintamente, no se me puede aducir ninguna razn contraria que me haga ponerlo jams en duda, y de este modo tengo una ciencia verdadera y cierta (Descartes, 1993: 108-109).

En la perspectiva cartesiana, tener claro la existencia de Dios es un elemento capital para establecer la simbiosis Dios-ciencia perfecta11; igual que el protagonista halla respuestas a sus preguntas despus de admitir la existencia divina. En cuanto al sueo, que representa la segunda formulacin escptica, es el lugar donde viene presentado de una manera ilusoria el mundo externo, lo que implica un obstculo para el acercamiento a la verdad. Se trata, pues, de un estadio inconsciente durante el cual nuestras percepciones del mundo vienen falseadas. Descartes estima que, a diferencia de lo que se da en la vigilia, lo que se presenta en

Juan de Dios Vial Larran (1998: 108) subraya que Descartes parte de la existencia de Dios para desembocar en lo que llama ciencia perfecta. Menciona que hoy en da sera lugar comn ver en esta asociacin entre Dios y la ciencia una modalidad de pensamiento pre-cientfica, esto es, propia de un estadio teolgico-metafsico anterior a la ciencia moderna.

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el sueo no parece en ningn modo tan claro ni tan distinto (p.16), aunque un poco ms adelante, afirma la inexistencia de indicio cierto que permita distinguir la vigilia del sueo:

Pero pensando en ello cuidadosamente, recuerdo haberme engaado a menudo con parecidas ilusiones, mientras dorma. Y detenindome en este pensamiento, veo tan manifiestamente que no existen indicios concluyentes ni seales lo bastante ciertas por medio de las cuales pueda distinguir con nitidez la vigilia del sueo, que me siento realmente asombrado; y mi asombro es tal que casi llega a convencerme de que duermo (Descartes, 1993: 16-17).

En la obra de Flix de Aza, el personaje cae en un pretendido sueo cuando empieza a preocuparse por la cuestin de la identidad o relacin. La triple referencia al sueo: me qued absurdamente dormido [...] En ese preciso momento me dorm. No so, pero tuve una revelacin (P. 90), es un indicio que demuestra que el personaje titubea en su pensamiento respecto al sueo. Ahora bien, segn Laura Bentez, no saber si se est dormido o despierto es incompatible con el conocimiento del mundo exterior (Bentez, 1993: 82). En esta fase de la investigacin sobre el contenido de la felicidad filosfica, el personaje queda preso en los lmites de su propio pensamiento porque no consigue revelar con certeza la frontera entre lo que ve en el mundo onrico y lo que es en la realidad. Es ms, en el personaje se nota una fuerte impregnacin del pensamiento filosfico de Immanuel Kant y de Spinoza. En efecto, se va al campamento provisto de libros como Las Meditaciones de Descartes, La crtica del juicio de Kant y El tratado teolgico-filosfico de Spinoza, libros que tienen en comn el afn de anlisis, del entendimiento y del conocimiento. Por eso afirma que su instancia en el

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parlamento Fueron tres meses de intenssima actividad intelectual, en el mbito adecuado para toda autntica reflexin (p. 77). As nos parece lleno de significado las revelaciones del filsofo austriaco Ludwig Wittgenstein cuyo consejo: Basta con prestar atencin (p. 91), se afianza con la preocupacin analtica de los mencionados filsofos. En efecto, para Ludwig Wittgenstein la filosofa es una praxis analtica crtica:

El objetivo de la filosofa es la clarificacin lgica de los pensamientos. La filosofa no es una doctrina, sino una actividad. Una obra filosfica consta esencialmente de aclaraciones (Wittgenstein, 2002: 65).

En este camino de la bsqueda del contenido de la felicidad, se puede notar que, segn va evolucionando la obra, el protagonista se esfuerza en llegar a conclusiones irrevocables, a un conocimiento que se desprende de un procedimiento riguroso, vlido para avalar la nulidad del contenido de la felicidad. Adems, cumple con una funcin prometeica, pues, la investigacin acerca del contenido de la felicidad nace del deseo de aportar un significado novedoso de la palabra y, por consiguiente, cambiar la visin de los miembros de su generacin que, en aquel entonces, tenan una idea ilusoria de la felicidad; ofreciendo as un interesante anlisis de la historia inmediata de los que fueron jvenes en mala poca (Adolfo Garca Ortega, 1988: 74). Eso es lo que Platn considera como papel del filsofo, quien tiene que liberar a los suyos del mundo de las tinieblas, del oscurantismo y de la ignorancia. Hablando de Platn, Antonio Alegre Gorri precisa:

Platn haba buscado afanosamente el principio an-hipottico de todas las cosas, el bien, que era el objeto mximo de conocimiento, el que

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confera, por lo tanto, la felicidad. Se haba percatado de que los hombres generalmente se extravan por errados caminos; as nunca pueden dar en el blanco del mximo conocimiento y no pueden, por consiguiente, ser felices. Es decir, se hallan prisioneros en una cavernosa morada, y toman por real, verdadero y bueno slo las sombras de lo real, verdadero y bueno. La misin del filsofo consiste en ayudarles a encontrar el camino ascendente de la salida de la caverna, de la liberacin. Liberados, vern el Sol-Bien, es decir, conocern con perfeccin y sern felices (Gorri, 2002: 12-13).

La opinin de Alegre Gorri apunta perfectamente a los contextos espacial y espiritual que favorecen el inicio de las investigaciones sobre el contenido de la felicidad. El protagonista se destaca de la muchedumbre para emprender una misin salvadora, prueba incontestable de su espritu filosfico y de un subyacente enfrentamiento con la contemporaneidad. Sin embargo, es no cabe duda que este papel pueda suscitar algunas preguntas relativas al estado de la salud mental del protagonista: En qu medida se le toma por idiota, pese a sus destacables reflexiones sobre un tema filosfico y existencialista? o cules son los elementos que traducen algunas deficiencias psquicas? There is often something radically strange in the language of others afirma un crtico norteamericano12. Ahora bien, pensamos que el aspecto ms llamativo de un lenguaje extrao, es no slo el hecho de apartarse del cdigo lingstico establecido sino tambin del pudor. As pues, se notar que el idiota quiebra todas las barreras, deroga las normas del buen sentido, para dejar filtrar en sus actuaciones los rasgos de un desequilibrado. En plena experimentacin del contenido de la felicidad amorosa, por ejemplo, cuenta cmo a los dieciocho aos cumplidos, se echa al mundo de la fornicacin. En
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Vase Michel Foucault en Historia de la locura en la poca clsica, Mxico, FCE, 1991.

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efecto, Victoria, la mujer casada con un notorio y amante de su to, es tambin la mujer con quien mantiene una relacin sexual en pblico ante su madre y sus dos amigas, aunque stas estaban presenciando un programa en la televisin:

A pesar de todo, lo esencial fue que, sin yo saber cmo, me encontr con una de sus vulvas inexplicablemente situada en el lugar adecuado, estando ambos con las piernas recogidas sobre el sof y, por decirlo as, como dos cuatros, uno detrs del otro, quedando mis rodillas ocultas bajo su amplia falda (p. 42).

El protagonista nos parece an ms extrao cuando la monotona sexual con Victoria durante algunos meses le hace aorar el hecho de tener un solo pene:

Pero lleg un momento en que nos repetimos. Era inevitable, a pesar de sus pechos y sus vulvas. Y lo ms probable es que fuera culpa ma, pues en todo aquel tiempo, yo, la verdad, no consegu tener ms que un pene (p. 43).

Cabe precisar, sin embargo, que la imbecilidad del protagonista parece estar ligada, curiosamente, al hecho de caminar a menudo sobre una alfombra de calamares. En efecto, para muchos personajes de la obra, es su rasgo definitorio ms destacado. A modo de ilustracin es menester recordar que Victoria interrumpe sus excentricidades sexuales diciendo ahora, idiota!. Un poco ms adelante, la madre de Pedrito le dice ya deca Susana que parecas tonto; y cuando intenta saber quien es Susana; la madre replica Todava no sabes ni su nombre? Mi hermana, imbcil (p. 59). El protagonista revela este rasgo de su personalidad diciendo que saba que se llamaba Susana, que me tomaba por tonto, y que pronto se iba a enterar de lo mal que suelo comportarme cuando piso calamares (p. 59).

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A estos detalles cabe aadir el estado de nimo del personaje cuando est a punto de concluir su historia. Llegado a un momento en que estaba desprovisto de su propio Yo, afirma que lo nico que le quedaba era su capacidad retentiva, es decir, su memoria. Yo no formaba parte ni de la compaa de actores, ni del pblico. Yo era una memoria sin dueo (p. 127). Esta memoria sin dueo es la que surge de un sujeto muerto y que carece en aquel momento preciso de sensatez, de orden riguroso en la reconstruccin del mundo en que vive. Lo que nos ofrece es, segn sus propias palabras, la visin de un idiota:

Haba suprimido la angustia, s, pero como esos locos frenticos a quienes se les extirpa un trozo de cerebro y quedan en un estado vegetativo o mineral. Ahora, desde mi muerte a medio hacer, recuperaba los fragmentos de la tragedia. Fragmentos de cuerpos, de objetos, de pensamientos. Un mundo hecho pedazos, de imposible recomposicin, esparcidos sin orden en el teatro ruinoso de mi memoria. La visin de un idiota (p. 130).

Pese a stos detalles que ponen de relieve las idioteces del protagonista, pensamos que es de un grado bastante diferente al de Pedrito, un muchacho totalmente imbcil cuya madre le pidi vigilar a cambio de cinco mil pesetas mensuales. A este se le ocurre, a veces, romper los cristales de los coches o cometer todo tipo de incidentes. Habr que presentar al lado de Pedrito, su pariente, en cuya casa descansa cuando sale del campamento, prototipo misntropo y megalmano que cree que slo l en el mundo era una persona SENSATA aunque estaba perfectamente desequilibrado (p. 104, nfasis en el original).

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A contrario, el protagonista annimo es ms bien, una persona que pone en valor los resultados de una reflexin madura e impregnada de un profundo sentido filosfico. Hablando de Flix de Aza, Fernando Savater afirma:

Su protagonista es idiota, pero un idiota del tipo autorreferente, es decir, un idiota intelectual. Es el nico personaje que permite desarrollar todos los virtuosismos del pastiche (introspectivo, ideolgico, filosfico, hermenutico [...] (p. 14).

En este contexto, la locura y la reflexin filosfica se presentan como dos entidades compatibles. Esta idea constituye una parte interesante de los trabajos de Felman Shoshana sobre el tema de la locura y de la filosofa. En efecto, se apoya en filsofos como Hegel y Nietzsche13, quienes consideran la locura como parte integrante del pensamiento, para presentar sus lazos indefectibles. La investigadora de la Universidad de Yale apostilla: la folie nest possible que dans un monde en conflit de penses. La question de la folie nest donc autre que la question de la pense (Shoshana, 1977: 37). Por su parte, el idiota de Flix de Aza no slo hace gala de una maestra de la metodologa cartesiana como hemos mencionado ms arriba, sino que incorpora tambin la concepcin que tiene del tema de la locura. El cogito ergo sum no excluye la locura, pues, en la ptica de Descartes, siendo loco o no el pensamiento es un elemento determinante de nuestra existencia. Estas declaraciones de Foucault y de Ren Descartes, que prestamos a Felman Shoshana, pueden atribuirse al idiota de Aza:

Hegel, Encyclopdie (Philosophie de lEsprit), Pars, Germer Baillre, 1867. (Traduccin francesa de Vra), p. 383 ; F. Nietzsche, Ainsi parlait Zarathoustra, Pars, Le livre de poche, 1968, p. 193.

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Le sens de la demarche cartsienne nest pas comme laffirmait Foucault, Moi qui pense, je ne peux pas etre fou, mais bien plutot : Que je sois fou ou non, Cogito, sum; Meme si la totalit de ce que je pense est affecte de fausset ou de folie [], je pense, je suis pendant que je pense (Shoshana, 1977: 87).

As, se puede decir que la obra de Flix de Aza es, a la vez, la historia de un idiota pero tambin de un filsofo que camina en el sendero del pensamiento apisonado por los maestros de la filosofa.

2.5.2 De la ruta de la dialctica del Amo y del Esclavo a la funcin dramtica del personaje del loco El protagonista nace en un contexto socio-histrico particularmente rgido caracterizado por la aniquilacin de las libertades fundamentales del individuo. As, crece bajo el peso de las injusticias que derivan del rgimen franquista y de los que forman parte de su ambiente ms inmediato. La infancia se convierte en una etapa durante la cual tuvo enfrentarse a muchas adversidades y a un mundo incomprensible. El recuerdo incisivo del primer tortazo que recibe por haber pronunciado la palabra coo, el error profesional de su primer Mdico que le dictamina cncer de huesos en donde slo haba un dolor anodino, y la intransigente educacin que recibe en el colegio religioso, calificado por el protagonista narrador como reserva de antropoides, le convierten en uno de los ciudadanos ms abofetados durante su infancia y juventud que ha producido la as llamada burguesa catalana (pp. 22-23). Centrndonos en los once aos transcurridos en el colegio, considerado por el protagonista como un verdadero centro de destruccin (p. 25), se nota que tuvo que

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aguantar los castigos corporales que le administr todo el estamento profesoral que, por encima de todo, no tena cuentas que rendir a nadie. Se trata de un universo infernal en el que el rigor y el castigo desproporcionados traumatizan e incluso animalizan al nio, pues se halla en presencia de fuerzas dominadoras que le someten a un tratamiento inhumano anulando, por supuesto, su valor intrnseco:

En realidad no les interesaba nada de nada que FURAMOS nios, lo que exigan era que ASUMIRAMOS esa condicin con el fin de eliminarnos de este mundo sin incurrir en ninguna responsabilidad penal. A un supuesto nio se le puede pegar, torturar, idiotizar, comprar y vender sin que nadie proteste, y menos en una dictadura fascista y catlica, que es la ms rastrera y ruin de las dictaduras (pp. 25-26, nfasis en el original).

Ahora bien, siguiendo el razonamiento de Alexandre Kojve, que destaca el hilo conductor que vertebra el contenido de la Fenomenologa14, constituido por la dialctica, notamos que las relaciones interhumanas siempre estn regidas por la ley de la potencia que implica, necesariamente, la existencia de un ser dbil que se somete a la voluntad del ms fuerte. Esta dialctica viene subrayada de manera lacnica y sentenciosa con las siguientes palabras: el mundo pertenece a un amo, divino o humano, del cual l [el hombre] es esclavo (Kojve, 1982: 8; el subrayado es nuestro). Historia de un idiota contada por l mismo o el contenido de la felicidad se inscribe en la lgica de la dialctica hegeliana en la que el protagonista, consciente de la servidumbre de la que es vctima, optar por una va que le permita romper la

Pierre-Jean Labarrire, La phnomnologie de lesprit de Hegel : introduction une lecture, Pars, Aubier-Montaigne, 1979 ; G.W.F.Hegel, Fenomenologa del espritu [trad.de Wenceslao Roces, con la colaboracin de Ricardo Guerra], Madrid, Fondo de Cultura Econmica, 2004.

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relacin establecida, o sea, la supresin dialctica del mundo para liberarse. Sin embargo, no asistimos en la obra a una rebelda contra los que constituyen la factora de brutalidades, es decir, los religiosos del colegio, ni mucho menos contra una persona de carne y hueso, sino contra s mismo, esto es, por un lado su cuerpo, y por otro la felicidad, que representa el blanco de sus investigaciones. Hablando de su Cuerpo, el protagonista lo considera como paradigma del Amo que somete al alma a la Esclavitud. Por causa de esta dependencia, opina que es intil conservar la vida del cuerpo en la medida en que representa, en plena investigacin sobre el contenido de la felicidad filosfica, un verdadero escollo para llegar a conclusiones IMPORTANTES (P. 90, nfasis en el original). Por eso es por lo que cuando est a punto de acabar con el campamento se suicida. Un acto sangriento que consiste, segn sus propias palabras, en:

Demostrarle a mi cuerpo que yo no estaba dispuesto a conducirlo en cualquier circunstancia, sino slo en aquellas condiciones que a m me satisfacieran, era una necesidad perentoria para la investigacin del contenido de la felicidad. Mantener la vida a toda costa es algo propio de Esclavos, los cuales tienen un Amo fuera de s, cuyo nombre es instinto y tambin conservacin y tambin instinto de conservacin, pero cuyo verdadero nombre es VOLUNTAD DE
SUMISIN (p. 89, nfasis en el original).

Al matar el cuerpo, el personaje quisiera ponerse al abrigo de las inevitables exigencias fisiolgicas como el hambre, la apreciacin de lo bello o el dolor, principales frenos para una reflexin profunda. Se destaca de este suicidio el coraje, la valenta, y el espritu perentorio del personaje que se rebela contra una situacin que estorba su plena evolucin.

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Por lo que reza con su rebelda contra la felicidad, empieza al final de su investigacin, cuando se da cuenta de que slo es un sistema que perpeta la Historia de los Esclavos. Se deshace de la felicidad al igual que lo hizo con su cuerpo, por lo que condena al hombre al presidio de la sumisin. Basta con ilustrar esta idea con la conclusin sacada de la investigacin artstica. En efecto, el protagonista llega al axioma segn el cual el artista nunca puede, por antelacin, tener una idea precisa de la acogida reservada a su obra. No resulta, entonces, importante, empearse en cualquier creacin puesto que su xito no depende del sujeto productor sino que es tributario del juicio ajeno. El artista y su obra estn condenados a la sumisin, pues, segn el narrador:

Desde el momento en que no es una decisin propia sino VENIDA DE


FUERA, es perfectamente intil para la investigacin del contenido de

la felicidad, pues, estamos una vez ms, en la esclavitud de la sumisin (p. 112, nfasis en el original).

Esta voluntad de negarse al orden establecido, materializado aqu por el rechazo del cuerpo y de la felicidad, principales Amos que nos someten a la esclavitud, atesta del Deseo antropgeno15 inherente a la personalidad del protagonista y a la naturaleza humana en general. La libertad se adquiere mediante la accin, siendo sta el nico medio para alcanzar nuestros deseos. Segn Kojve, el espritu revolucionario resulta necesario para separarse del el Mundo dado, esto es, el mundo de la esclavitud. Por eso afirma el protagonista cuando vuelve a la vida despus del suicidio personal:

Alexandre Kojve denomina Deseo antropgeno, por oposicin al deseo animal, el Deseo humano que constituye un individuo libre e histrico consciente de su individualidad, su libertad, de su historia, y, finalmente de su historicidad (Alexandre Kojve, 1982: 12).

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Yo era AHORA un hombre libre que slo acepta vivir bajo sus propias condiciones. As que tom mi renacimiento con naturalidad, seguro de no haber cometido un suicidio FRUSTRADO, sino ms bien una guerra de liberacin VICTORIOSA. El triunfo sobre la muerte es una de las ms intensas sensaciones que se puedan experimentar (p. 93, nfasis en el original).

Se trata de una negatividad-negatriz que hace del personaje un hombre de accin y es adems un elemento que nos proporciona razones suficientes para considerarle como uno de los alumnos de Alexandre Kojve y de Hegel. En efecto, para estos maestros, el riesgo es algo fundamental en la satisfaccin del deseo humano:

El hombre se reconoce humano al arriesgar su vida para satisfacer su Deseo humano, es decir, su Deseo que se dirige sobre otro Deseo (p. 15) [...] El hombre que no ha experimentado la angustia de la muerte no sabe que el Mundo natural dado le es hostil, que tiende a matarlo, a destruirlo, que no se dan all las condiciones esenciales que puedan satisfacerlo realmente (Kojve, 1982: 37; nfasis en el original).

A partir de lo que precede, se visualiza cmo Flix de Aza se pone en la lnea del pensamiento hegeliano a travs del suicidio voluntario del protagonista de su obra. El triunfo sobre la muerte es una de las ms intensas sensaciones que se puedan experimentar (p. 93), afirma el protagonista como si estuviese parafraseando a Alexandre Kojve. Sin embargo, la muerte representa el elemento que aporta una coloracin trgica al relato y coloca al personaje en el epicentro de la funcin dramtica. Resulta, adems, llamativo el espantoso giro que toma el relato cuando el

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personaje anuncia su propia muerte. En efecto, nos enteramos de los hechos por el propio narrador personaje:

Al da siguiente me mat. Dicho as parece algo irreparable, pero no lo es tanto. Como ya he relatado, yo haba superado la creencia en mi individualidad, elevndome al mbito del pensamiento que se piensa a s mismo. Lgico era que suprimiese la ltima atadura que mantena con MI MENTIRA, es decir, el deseo irracional de conservar la vida del cuerpo cuando ya es innecesaria (p. 89, nfasis en el original).

Hasta la resurreccin anunciada unas pginas despus: Volv a la vida en el Hospital Militar de Barcelona y cuando abr los ojos no haba nadie. Slo tres enfermos, aparte de m, ocupaban la inmensa sala de luz griscea y espeso olor a formol (p. 93), no asistimos a ninguna interrupcin de la historia contada desde el principio por el protagonista, ni a un personaje que le releva, sino al mismo

personaje muerto y que contina con sus investigaciones sobre el contenido de la felicidad. Se puede notar que el personaje inicia una nueva vida en la que le hallamos sumergido en un universo fantasmagrico. Entra en su sueo una luz carnal y femenina dotada con capacidades de comunicacin verbal, rosados dedos, rosados dedos (p. 90). Adems, el narrador afirma:

Tales dedos -Restos de la abominable digitalidad de Judas-

me

rozaban la frente y transformaban mi crneo en una caja de cristal en cuyo interior me encontraba yo mismo, en forma de mosca, buscando una salida. Pero no poda encontrarla (pp. 90-91).

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As, el espacio textual nos lleva fuera de las orillas de lo verosmil para introducirnos en lo maravilloso, en lo fantstico, en un universo en el que el protagonista se metamorfosea, al igual que su entorno, como el filsofo austriaco Ludwig Wittgenstein que aparece bajo forma de un perro y adems guarnecido de un rabo entre las piernas que es la Diana cazadora de ultratumba. La revelacin de lo ininteligible es an ms palpable cuando el personaje bebe, come, sigue cumpliendo con su cometido en el campamento y confiesa haber negado a matarse porque era inoportuno. Pero, cuidado, si no me mat fue porque NO ERA NECESARIO (p. 92, nfasis en el original). Se trata, pues, de un fragmento de vida despus de un suicidio pronunciado que trae la sombra de lo misterioso al conjunto de la obra y, confiere al protagonista su indubitable dimensin trgica, polifactica y compleja. Esta complejidad se enfatiza an ms cuando anuncia su resurreccin: Volv a la vida en el Hospital Militar de Barcelona y cuando abr los ojos no haba nadie (p. 93). Pero se trata ahora de un sujeto disminuido fsicamente, pues, haba perdido una oreja, estaba sordo de la otra y, despus de conseguir un empleo en la editorial Barras y Estrellas como corrector de pruebas, su condicin deviene aun ms dramtica porque pierde, por fin, la vista. Este personaje sobreviviente escapa as de la dimensin humana en la medida en que es consciente de su situacin:

Me encontraba como al comienzo, antes del primer tortazo, enteramente vaco, abierto y sonriente, pero YA NO ERA YO. Aquel que haba hecho el recorrido haba quedado atrs. En el presente, lo nico que me daba unidad era el recuerdo del camino recorrido, pero no el sujeto que lo haba recorrido. Me senta depositario de una experiencia sin sentido ni contenido, pero comprensible en tanto que pasado. Era el depsito de un conjunto infinito de datos singulares que

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slo yo posea, gracias a que yo no era yo, sino el recuerdo de un yo que se haba concluido. Me estaba sobreviviendo a m mismo, pero no poda VOLVERME a matar, porque ya estaba muerto (p. 126, nfasis en el original).

El personaje reconoce, sin embargo, haber dado un paso adelante en su propia vida, por lo que no se trata de una muerte clnica sino de una especie de purgatorio que elimina de su cuerpo los grmenes de las vicisitudes.

No estaba muerto de un modo COMPLETO, pero haba logrado matar la dependencia, la angustia que durante tantos aos me haba destruido interiormente como un cncer invisible (p. 129, nfasis en el original).

Eugenia Afinogunova estudia el fundamento de

esta muerte parcial y

apostilla que el proyecto del idiota de Flix de Aza est relacionado con el mundo oriental y con el pensamiento de Alexandre Kojve:

La versin de la existencia humana post mortem que se le abre al narrador est basada en la filosofa oriental, en la que Kojve vea una gran esperanza para aquella parte de la humanidad que no quisiera contentarse con el vil fin de la Historia de los Esclavos (Afinogunova, 2004: 25).

El personaje goza ahora del privilegio de seguir con vida en la muerte, como los samurai en la cultura japonesa16, cuyo cdigo de conducta filosfica y moral ya venan claramente subrados por Jocho Yamamoto entre 1710 y 1717 en Hagakure:

Conviene precisar que Eugenia Afinogunova dilucida esta idea arguyendo que El concepto de la vida en la muerte constituye la parte esencial del cdigo de los samuris, formulada en Hagakure de Tsunetomo Yamamoto. Hagakure requiere que el Samuri repita cada maana la frmula de su propia muerte, similar a la que pronuncia el narrador de Historia de un idiota. Shadia B. Drury analiza los rituales relacionados con la muerte en trminos de la dialctica del Amo y del Esclavo: Como el amo en la dialctica del amo y del esclavo, el samuri tiene que preferir la muerte a la desgracia, la

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He descubierto que la va del samuray reside en la muerte. En el momento crtico, cuando existen tantas posibilidades de vida como de muerte, es necesario escoger la muerte de forma inmediata (Yamamoto, 2002: 21).

Es ms, tiene como preocupacin fundamental llegar al final de sus investigaciones sobre el contenido de la felicidad y dejar un legado a la posteridad.

Yo tena una tarea, a mi regreso a la sociedad civil: la de dar orden y sentido a mi experiencia de modo que pudiera ser la experiencia de todo el mundo, aquella en la que todo el mundo se reconociera y dijera al unsono, s, la vida de los hombres es de esta manera que aqu vemos (p. 103).

De una manera global, la mirada que Flix de Aza tiene del mundo dista de ser halaguea. La investigacin del personaje acerca del contenido le lleva a anular la existencia de cualquier felicidad. El ser humano slo puede simularla y no vivirla concretamente. Esta actitud justifica su falsa sonrisa durante la infancia, nico velo para esconder la horrible realidad de la vida de entonces. La obra de Flix de Aza presenta un atestado de la oscuridad de la vida humana. No existe felicidad alguna y el hombre slo puede simular una pretendida felicidad. Este tono pesimista reunido con la muerte son los elementos que infunden un carcter dramtico a toda la obra. El narrador afirma:

sta era la conclusin a la que haba llegado en mi investigacin del contenido de la felicidad. A los hombres slo nos interesa LO
humillacin a la esclavitud. El Samuri, de esta forma debe acostumbrar su corazn cada maana y cada noche para pensar en su cuerpo como ya muerto, lo cual se supone que le dar la libertad del camino (Drury54, trad. E. Afinogunova, 25).

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NEGATIVO; nuestra historia, nuestro significado, est construido

sobre lo negativo, sobre lo horrible, sobre lo insoportable. Y ESE


JUSTAMENTE ES EL CONTENIDO DE LA FELICIDAD. Por que aqu

no se habla ni del goce ni del placer, sino de la felicidad COMO


DESTINO de los hombres (p. 125, nfasis en el original).

En efecto, despus de escudriar el contenido de la felicidad en la infancia, la religin, el sexo, el amor, la filosofa y el arte, llega a la conclusin de que es intil que siga viviendo en una pretendida felicidad, y se considera, a fin de cuentas, como un DESDICHADO. Se trata de la desdicha de un hombre en cuyas espaldas descansa el peso de la desesperacin de todos los Hombres que no consiguen encontrar un men de la felicidad que satisfaga los deseos de cada uno. La felicidad debe desenterrarse a s misma dice Fernando Savater tras recordar con toda razn al filsofo Ernst Tugenhadt quien dice que De la felicidad slo la felicidad misma puede decidir (p. 15). Por fin, la angustia, la desesperacin y la trgica situacin del protagonista dejan planear en la obra el sndrome de Kafka, es decir, la figura del ser humano condenado en un mundo donde nunca consigue dominar o explicar los fenmenos enlazados con su existencia.

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2.6 Estatuto semiolgico del personaje del loco en Diario de un hombre humillado, de Flix de Aza

Las obras sucesivas resultan as como las ciudades que se levantan sobre las ruinas de las anteriores: aunque nuevas, materializan cierta inmortalidad, asegurada por antiguas leyendas, por hombres de la misma raza, por crepsculos y amaneceres semejantes, por ojos y rostros que retornan, ancestralmente. (Ernesto Sbato, Abaddn el exterminador, Barcelona, Editorial Seix Barral, 1991, p. 115).

2.6.1 La representacin del personaje del loco Desde el punto de vista fsico, Diario de un hombre humillado difiere de la historia del idiota en la medida en que se nota una profunda inclinacin al detallismo; lo que permite tener una idea ms clara del retrato del humillado. En efecto, el diario que nos brinda este hombre de cuarenta y siete aos, morador de una ciudad capital portuaria, pone nfasis tanto en la presentacin fsica, moral como psicolgica del innominado personaje. As, piensa el diarista desde sus primeras lneas que su propia representacin es algo imprescindible a la hora de esquematizar los ocho meses que dura el diario: Me creo en la obligacin de ofrecer una imagen de m mismo (p. 16). Se trata, cabe precisar, de una imagen que toma en cuenta todas las partes de su cuerpo, sus rasgos ms destacados huesos, las costillas, sus muecas y tobillos, el cabello, sus pestaas, incluso su temperamento soy de naturaleza cerrada, etc (p. 16). Esta pintura fsica constituye la antecmara que nos orientar hacia su situacin social en el momento en que redacta el diario. El personaje es un hombre solitario detestado de la presencia de los principales representantes de la vida poltica

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y familiar: Se me acababa de morir Franco; y an andaba yo sin saber cmo llenar el hueco, y se me mueren los padres. Y ambos. Todos (p. 23). Sin embargo, aunque lamenta la desaparicin de sus padres, cabe decir que esta muerte constituye asimismo la desaparicin fsica de las primeras personas que le complicaron la vida. Cururella, su amigo del colegio durante la infancia, condensa l mismo los recuerdos negativos de sus propios padres. Los dos amigos fueron vctimas de maltratos por parte de sus padres respectivos:

Ambos escapbamos del aplastamiento sistemtico a que nos haban sometido nuestros respectivos padres, y eso nos uni. En nuestro origen no haba sino desprecio, zafiedad y rencor; hombres embrutecidos por una victoria nefasta, empachados de traicin y asesinato, violentos explotadores de sus servientes y de sus propios hijos (p. 270).

Estos padres, ilustran pues, una categora de la poblacin de aquella poca que perdieron el amor del prjimo y cuyo espritu codicioso e inhumano repercuti en sus propios hijos. As, descuidado por sus padres biolgicos que mueren tempranamente en un accidente, el humillado como otros nios de su poca ofrece, desde la postura fsica, la miseria y el aspecto de los despreciados. Escribir el diario representa entonces, para el humillado, una especie de catarsis, es decir, una manera de exteriorizar las marcas de una vida desagradable. Por eso nos dice: Poseo en la actualidad un autntico arsenal de NECESIDADES que slo puedo satisfacer escribiendo este diario (p. 54, nfasis en el original). Una de dichas necesidades viene claramente enfatizada por una de las fotos infantiles celosamente guardada por Marta, su amiga. La foto refleja la triste imagen que se transparenta en la obra:

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Mira, en estas fotos estoy tan cursi como en el diario, verdad? Marta da por supuesto que puedo imaginar exactamente el diario slo con ver las fotos, y que al mirar las fotos es como si leyera el diario, qu diferencia va a haber? No son ambas cosas ella misma (p. 268).

A partir de esta comparacin, se puede notar que adems de la figura del humillado annimo y de Cucurella, personajes que se singularizan por una infancia destrozada, se suma ahora la de Marta. En efecto, segn el narrador:

Todas las fotos de nios son iguales. Producen una inquietante impresin de Causa General. Los nios de esas fotografas todava viven, pero nadie sabe dnde estn, ni quin los lleva incorporados. Esta nia muerta de la imagen vive recluida en la pirmide adulta de Marta, embalsamada y a la espera de la inmortalidad (pp. 268-269).

El prrafo nos proporciona una pista que nos permite considerar que el humillado escribe no slo su propio diario, sino que recrea tambin un momento determinante de la vida de una generacin. La impresin de Causa General del que habla el narrador constituye el rasgo destacado que surge del anlisis y del aspecto fsico de todos los nios de la foto. Todas estas desgracias no le dejarn inclume al protagonista que padece de locura cuya especificidad viene mencionada en sus propias palabras: Mi complexin coincide con un tipo muy ordinario al que la medicina clsica denomina melanclico, de modo que no llamo la atencin (p. 17). Las causas de esta enfermedad mental que Michel Foucault, en su Historia de la locura en la poca clsica (1997: 408-432), apunta a la hora de presentar los rastros de la locura residen, en cierta medida, en la desagradable situacin poltica, social, como familiar

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del momento en que empieza la redaccin de su diario. An reconociendo que la melancola se representa siempre acompaada por la tristeza y el miedo, Michel Foucault, menciona la postura de Willis quien establece una diferencia entre melancola y mana sentenciando:

El espritu del melanclico est completamente ocupado por la reflexin, de tal manera que la imaginacin permanece en ociosidad y reposo; en el maniaco, al contrario, la fantasa y la imaginacin estn ocupadas por un flujo perpetuo de pensamientos impetuosos (Foucault, 1997: 419).

El diarista, ya consciente de su estado mental, expone unos detalles que, a contrario, asimilan melancola y mana17:

Los melanclicos sudamos mucho, pero no nos cansamos. Somos giles, nerviosos. Pasamos horas quietos como piedras y de pronto, sin que nada exterior intervenga, saltamos como un muelle. El prncipe Hamlet, a pesar de su aspecto gordinfln y fofo, era un espadachn muy competente. Estoy casi tan gordo como Hamlet (p. 38).

Es ms, el personaje se sentir desde luego frustrado en su fuero interior y en la Ciudad en la que vive ya que su aspecto fsico no le permita suplantar esta deficiencia mental. Menciona sin rodeos que Al verme en el espejo siento una profunda repulsin a m mismo, de mi cuerpo, de mi suciedad (p. 150). Por eso es por lo que intenta hallar en la indumentaria un instrumento susceptible de velar su

Nos parece atinado sealar que el caso del nuestro personaje corrobora el juicio de James en su Diccionario, pues, nos dice, Es absolutamente necesario reducir la melancola y la mana a una sola especie de enfermedad, y consecuentemente examinarlas conjuntamente, pues hemos encontrado, por medio de nuestras experiencias y observaciones diarios, que la una y la otra tienen el mismo origen y la misma causa [...] (Michel Foucault, 1997: 431).

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raro aspecto fsico. As, tras llamarle la atencin en el estilo de sus pantalones que se pasaron de moda, Marta suscita una profunda preocupacin por parte del humillado:

Comprendo su disgusto por mis pantalones, y aun su irritacin; los rasgos de estilo, cuando pasan de moda, dejan emerger a la luz sus ridculas pretensiones. Es necesario seguir la moda para OCULTAR la petulancia. La moda es un sistema de disimulo. Tengo que comprarme ropa hasta que me confundan con un cretino elegante. Debo tenerlo presente a la hora de escribir (p. 269, nfasis en el original).

En efecto, la ropa desempear una gran importancia tanto en el fortalecimiento de su propio orgullo como en la redefinicin de su personalidad, pues, la humillacin constituye su rasgo caracterial ms destacado:

Las gentes humilladas son reconocibles al primer golpe de vista; tenemos la mirada hastiada y ciceroniana de quienes han visto hundirse el universo sin que suene un solo disparo (p. 161).

El protagonista aparece, a primera vista, como un calco del modelo del personaje decimonnico, pormenorizadamente retratado desde el punto de vista fsico y vctima de la influencia del medio. Hablando de su estado mental, huelga decir que el hecho de ser melanclico no le exime de ideas delirantes. A veces, se comporta de manera desenfrenada y rara en su propia habitacin en la calle Ovidi:

Oigo por la ventana: malaits siguin els sacraments! Camino hasta el bidet; me lavo la cara; me pongo la ropa de ayer, de antes de ayer, de antes de antes de ayer y as hasta siete (p. 51).

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Adems, sumido en sus alucinaciones, hace una pintura perversa del acto sexual con Marta, la novia de el Chino el hombre de negocio: Estas son las palabras del humillado:

Reventar si no meto mi lengua en su boca empapada de saliva, si no chupo sus pechos, si no muerdo sus nalgas, si no introduzco mi pie derecho en su sexo caliente y viscoso antes de enterrarle este msculo hinchado de sangre que es que no s qu hacer con l todo el da! [...] Me consuelo lamiendo sus sandalias robadas y hundiendo la cabeza hasta el fondo de la taza del retrete en busca de huellas olfativas (pp. 245-246).

As pues, tenemos un desequilibrado que se ahoga espiritualmente en un desayuno, pues, su estado psicolgico no le permite discernir lo concreto simbolizado aqu por las sandalias robadas, la taza de retrete y lo imaginario representado aqu por el acto sexual. Sin embargo, huelga sealar que est rodeado con otros personajes con desarreglos mentales como Cucurella, especie de manaco brillante, agresivo, predador, que a veces, bajo el impulso de la locura, disparaba contra todo lo que se mova. El narrador precisa que con un punto de locura contenida, como de epilptico ruso, era una cabecilla ecunime y duro [...]. Mat incluso cucarachas, con aquellas cartuchos de nuser. Creo que estaba completamente loco (p. 84). En el ncleo familiar del diarista, alude aunque implcitamente al ta Braulio presentndole como un desequilibrado que firm ms de cien fusilamientos en 1939 (pp. 68-69) pero considera a su primo Toni como nuestro nico retrasado mental de la familia (p. 173).

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En cuanto al humillado de Flix de Aza, pese a su desequilibrio mental, se encarga de hacer la radiografa de esta ciudad en la que vive ceindose, adems, a los aspectos literarios y filosficos que constituyeron el meollo de su formacin intelectual. En el marco literario, el protagonista afirma haberse entregado a la banalidad huyendo de la poesa. Pero sigue demostrndonos su filiacin a una corriente literaria dejando brotar en su diario rasgos vanguardistas propios del telquelianismo. Este viene claramente destacado en las siguientes lneas:

No: lo asombroso, lo fenomenal, es que escribamos que estbamos escribiendo que escribamos. Como dijo un clebre crtico francs, mantenamos el motor del lenguaje al ralenti: le moteur, la langue, la parole, el sursum corda! [Sic] (p. 35).

La primera oracin saca a la luz un agramatismo que da lugar a una ensalada de palabras caracterstica del movimiento Tel Quel, como bien indica a continuacin con la expresin: mantenamos el motor del lenguaje al ralenti. En este contexto, el discurso pierde su principal funcin, pues, se aleja del contrato social para producir el efecto de agujero. Jean-Edern Hallier, una de las figuras destacadas del movimiento Tel Quel, dictamina:

Lartiste est l comme le mollusque lintrieur de son coquillage: le problme de la littrature pourra alors tre pos dans sa simplicit vritable. Il ne sagira plus de bien crire, ni de mal crire : il sagira dcrire (Hallier, 1960: 42; el subrayado es nuestro).

Desde este mismo ngulo, cabe mencionar palabras inusitadas que emplea el humillado como el secreto del uniferso, del universo (p. 229), el uso recurrente de juegos de palabras como littterattttttura!, litttttteratttttura (p. 192), Mira, la

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verdad, yo frepiero, prefiero mi egosmo (p. 230), una cantidad y una kantidad (p. 240). Tenemos as unos detalles lingsticos que dejan planear la sombra de la incomunicacin en algunos fragmentos de la obra y nos permiten considerar al humillado, no slo como partidario de las corrientes Tel Quel o el Nouveau Roman, que se distinguieron por su estilo vanguardista y experimentalista, sino tambin como una manifestacin del libre albedro, pues, transgrede las normas de la estructura sintctica. En efecto, al preguntarse por qu escribe su diario, responde: escribo este diario porque escribo para m mismo en perfecta libertad (p. 54). Una perfecta libertad que le convierte en un personaje inconformista que emplea los elementos de la lengua de manera arbitraria muchas veces. Por lo que se refiere a la reflexin filosfica, el diarista parte de una pintura negativa de la ciudad para desembocar en una puesta de relieve del sustrato de la dialctica hegeliana. En efecto, la ciudad en la que vive se caracteriza por una injusticia notable acarreada por la dominacin de unos dueos poseedores de la gran parte de las riquezas en detrimento de una horda de miserables (p. 30) que se estanca en la pobreza, la desesperanza y la desgracia.

La ciudad es, desde hace siglos, una colonia de antiguos forajidos castellanos. Tal condicin favorece mi proyecto, ya que el espritu de la ciudad es un espritu de fracaso, desunin y prdida. La tragedia de ser una colonia no ha hecho, en absoluto, ms compasivos a los amos respecto de sus siervos, sus compatriotas (p. 30).

Se trata de una ciudad gangrenada por la busca desenfrenada de la satisfaccin inmediata, la codicia de gentes adineradas; factores que contribuyeron en

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ahondar la separacin entre pobres y ricos; lo que obliga a los jvenes a ganarse la vida desde la infancia.

En los largusimos aos de derrota, las mujeres ganan su primer dinero a las doce o trece aos [...] los hombres conquistan su primer cadver comercial antes de afeitarse la pelusa de la adolescencia (p. 31).

Estos detalles nos permiten glosar la estructura social de la Ciudad que descansa en las leyes del capitalismo que propician la dominacin y la explotacin de la clase baja por un puado de ricos. El protagonista subraya a este propsito que

Al fin y al cabo una ciudad es un pedazo de tierra, y todo pedazo de tierra tiene amo, incluido el desierto. Los amos de esta ciudad decidieron poner a los pobres abajo y a los ricos arriba. La proximidad del puerto creaba un semicrculo insalubre, difcil de controlar, muy til para los negocios ilegales dada su condicin laberntica y semiexplorada (p. 29).

Aqu, se desprende subrepticiamente el pensamiento de Hegel que descansa en la dialctica del amo y del esclavo. Desde esta dialctica, el narrador asienta otra idea maestra en la filosofa hegeliana aunque citando ms bien a Montaigne: meditar la muerte con antelacin es meditar la libertad; quien aprende a morir, no sabe ser esclavo (p. 265). Por su parte, hablando de Hegel, Alexandre Kojve afirma:

Ser Hombre, para Hegel, es poder y saber morir. El ser verdadero del Hombre es pues en ltima instancia, su muerte en tanto que fenmeno consciente (Kojve, 1982: 103).

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El humillado de Flix de Aza integra este pensamiento pero prefiere ms bien aludir al filsofo francs.

2.6.2 La funcin dramtica del personaje en Diario de un hombre humillado Un diario es un gnero literario caracterizado, esencialmente, por la presentacin de la vida personal en un tiempo y en un espacio definidos, bajo una estructuracin quebrantada que deja translucir un conjunto de acontecimientos ilgicos, embalsamados a lo largo de los das. Expresndolo con palabras de Kurt Spang, se puede decir que

El diario es un gnero ntimo como las memorias y versa sobre una persona y sus vivencias. Quiz la diferencia ms llamativa sea su ordenacin ms detalladamente cronolgica que se realiza a travs de apuntes, en principio, diarios, y su notable carcter monolgico. De ah tambin su estructuracin menos coherente, ms fragmentaria y acumulativa, destaca recopilan a priori sino de modo simultneo y progresivo (Spang, 1998: 53).

Podemos destacar en esta definicin de Kurt Spang, en cuanto a la estructuracin, el carcter incoherente y fragmentario pero que Flix de Aza consigue eludir con maestra al presentar la vida del humillado. La estructura tripartita de la obra objeto de nuestro inters -un hombre banal, los peligros de la banalidad, matar al dragn, forman un tringulo indisociable que desemboca en la tragedia, elemento que le proporciona al personaje una imagen densa, polimorfa y un sitio contundente en la funcin dramtica de la obra.

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Desde la primera parte de Diario de un hobre humillado, se nota una cierta voluntad por parte del protagonista de andar cautelosamente en la Ciudad aunque siempre tenga la necesidad de estar atento con todo lo que le rodea. Es la razn por la cual no disimula su recelo respecto a el Chino cuando le encuentra por vez primera, y que slo consideraba despectivamente como el desconocido o el falso asitico.

Evidentemente, es el Chino. Y evidentemente no debo acercarme por all ni una noche ms. Sin embargo, una parte importante de mi actual trabajo consiste en no aserrar rama ninguna del rbol de la ciencia, pues en cualquiera de ellas puede madurar el fruto, o el ahorcado. Y de otra parte insist demasiado en pagar la consumicin, insistencia que slo consigui poner de manifiesto la debilidad de mi carcter (p. 86).

Este primer contacto con el Chino, quien afirma conocer a Cucurella en ms de un continente (p. 86), constituye el sedimento de una relacin amistosa que ir consolidndose hasta el final de la obra. En efecto, el Chino, Cucurella y el diarista constituyen un mecanismo giratoria de la funcin dramtica aunque a los dos primeros se les considera respectivamente como hombre paleontolgico y hombre clsico superviviente de la Edad de Oro, dos hombres pertenecientes a un pasado lejano que el humillado, hombre contemporneo y verdadera encarnacin de su propio tiempo, tiene que cotejar (p. 160). Sin embargo, urge sealar que esta temporalidad del personaje es nada ms que un rasgo que aparece en primer plano. El humillado encarna una imagen fluctuante que se metamorfosea cobrando, a veces, la dimensin de un personaje sobrenatural e imperceptible:

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Dios mo, qu bien se est tranquilo!, hace un siglo que no estoy tranquilo!, ya no s ni qu decirme, agarrado a la mesa, al papel, porque si me suelto ya no me vuelvo a encontrar, la alfombra voladora, ay que ya vuelve, me estoy quedando sin cabeza, pero Quin? [...] (p. 195).

Igual que Gregor Samsa en Las metamorfosis de Kafka, el humillado se metamorfosea infiltrandose en el alma de el Chino: del mismo modo que he acabado siendo el Chino (p. 239):

mi cuerpo, es decir, mi alma, no es de esta vida, se ha convertido en un mero RECEPTCULO donde slo cabe, hasta ocuparlo por entero, otro cuerpo, es decir, otra alma, cuya caracterstica ms sobresaliente es QUE NO EST (p. 252, nfasis en el original).

As, el personaje est consciente de su transfiguracin y de su impacto en la evolucin del resto del diario. De ah la aoranza, prueba de su voluntad de deshacerse de su imagen trastornada y de volver a su verdadera identidad. Estas son sus palabras ocho meses despus de comenzar el diario:

Que inmensa distancia con mis apuntes de enero, y cmo ya entonces adivinaba la ruptura de m con migo mismo! Ser esto la literatura? Leer el comienzo una y otra vez? Multiplicarlo? Han pasado nueve meses? Voy a dar a luz? (p. 262).

La salida del universo fantamagrico, es decir, el paso del otro yo a la vida real: regreso a m mismo SIN CEREBRO, empujado por el ltimo vestigio de amor propio (p. 264), constituye una vuelta de tuerca para la tensin dramtica en la 175

medida en que le permite limpiar su entorno, eliminando sistemticamente todos los implicados en negocios sucios, concretamente, el comercio ilcito de momias. El asesinato del teniente y de Cucurella por el Chino, traduce la condena de dicho negocio y tambin una manera de vengar al moro asesinado por Cucurella en frica:

Al teniente le di en la nuca y cay como un saco, sin un grito, desinflado; pero a Cucurella no le acert. Gir el cuerpo sin soltar la momia, y me mir con gran serenidad. Dio un paso hacia m. Yo entonces todava conoca la compasin. Luego otro. Yo mantena el arma, con el brazo alzado, apuntando a su cabeza. Cuando dio el tercer paso, dispar y le atraves el cuello. La sangre mezclada al aire de los pulmones, brotaba con un burbujeo alegre, jovial (p. 275).

Adems, puede decirse que la transfiguracin del humillado en el Chino es la materializacin de su adhesin a su modo de pensar y de ver el universo. Acordmonos de estos consejos del Chino al humillado:

Que nos vamos como vinimos y que por lo tanto SOLO HAY UNA
VIDA POSIBLE, la de ser uno mismo el mundo entero; prescindir de

todo lo que nos rodea, porque ES UNA FANTASA; no hay ms voz que la tuya, no hay ms universo y mundo que t mismo; todo lo dems es una pesadilla; as que coge la pesadilla y dale la forma que te guste, coges el globo terrqueo y lo conviertes en tu propio retrato, las personas, las madres, las novias, los guardias civiles, todo es un invento de tu imaginacin y por lo tanto DE TU EXCLUSIVA
RESPONSABILIDAD; que no te gustan las madres de tu pesadilla,

mtalas; que te encantan los guardias civiles, pues haz para que todo el mundo use tricornio y mostacho; yo soy el mundo que me doy, y se acab el carbn (pp. 229-230, nfasis en el original).

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As pues, el humillado se presenta como un personaje que forja el mundo de sus aspiraciones, de sus sueos. Vuelve la espalda a la sociedad en la que vive para soar con otro mundo que nazca de sus propios deseos purificado y modelado segn sus conveniencias. Al asesinar al teniente y a Cucurella, cuya misin en frica consista en desposeer fraudulentamente a los emigrantes ilegales y sobretodo implicarse en la venta de momias a museos americanos y europeos (p. 275), el Chino, figura mimtica del humillado, demuestra el deseo de enfrentarse a las madres de sus pesadillas que mancha su universo. Hablando de la influencia de otros escritores en la elaboracin de su personaje, Flix de Aza nos dice que el humillado nace:

Fundamentalmente de Dostoievski. Es ese tipo de personaje que no vive en el mundo, sino en la reflexin del mundo. Es de estirpe nietzscheano, de la tradicin de la voluntad de poder, para el que el mundo no es algo que est ah fuera sino un producto de su reflexin. Es de esa clase de hroe que considera que sus declaraciones no transforman su vida, sino que transforma el mundo. Por eso, en el comienzo, cuando el protagonista decide iniciar una vida nueva, en realidad lo que hace es inaugurar un mundo, an cuando l como protagonista literario no se lo pueda decir a s mismo porque yo no quera que quedara plasmada la figura de un filsofo; de un filsofo o de un criminal, que no se diferencian demasiado, un poltico-criminal, es decir; un dictador (Miguel Riera, en Quimera, 1988: 22).

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2.7 La figura del loco en el conjunto de las obras estudiadas

Para que pueda ser he de ser otro, Salir de m, buscarme entre los otros, Los otros que me dan plena existencia, No soy, no hay yo, siempre somos nosotros, La vida es otra, siempre all, ms lejos, Fuera de ti, de m, siempre horizonte... Octavio Paz

Es conveniente, a la hora de concluir el presente apartado, que hagamos una sntesis de los puntos esenciales y de los principales rasgos identificadores de los personajes en las obras estudiadas. En primer lugar, hemos notado que la locura es una palabra polismica. Esta polisemia se debe a la inmensa variedad de sus rostros, lo cual convierte a la locura en una entidad que engloba distintas facetas en lo que a las perturbaciones de la vida psquica se refiere. Ponneau Gwenhael en su estudio de la locura en la literatura fantstica, la define sirvindose de la metfora del rbol a partir de la cual gravitan ramas que dan lugar a un sinnmero de ramificaciones: la folie forme le tronc communc do partent de multiples branches qui donnent naissance une infinit de rameaux (Gwenhael, 1997: 10). En las ocho obras que constituyen la fuente de este estudio, puede decirse que el substrato comn es la psicosis y la melancola, provocadas por la angustia existencial, a las que se suman otras diferentes formas de locura. As, es menester sealar, respecto a Napolen VII, que los delirios napolenicos de Hilario H son causados por la angustiosa y solitaria vida del protagonista. No est de ms mencionar que tenemos aqu una idea que Javier Tomeo reitera unos meses despus en La rebelin de los rbanos, con la figura del vecino del piso de arriba, quien vive con la nica compaa de un ave y est obstinado en crear su cuento de la

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lechera particular. La denominada locura caballeresca de Hilario H resulta, pues, de su existencia miserable y del deseo de suplantarla por una vida ms agradable. En la triloga policaca de Eduardo Mendoza, y en Un mundo exasperado de Gonzlez Sainz, tenemos unos maniticos cuyos desarreglos mentales obligan a las autoridades a internarles en sanatorios mentales. En tanto que Mximo Tenorio en Lejos de Veracruz, se distingue de sus hermanos por una locura creativa, verdadera fuente para la produccin de obras artsticas. Historia de un idiota contada por l mismo y Diario de un hombre humillado, de Fliz de Aza, nos proporcionan personajes que padecen momentneos delirios mentales, pero en ellos, la locura y el pensamiento filosfico se unen para que emerjan las figuras cartesianas, hegelianas y nietzscheanas. Desde el punto de vista de la construccin textual de los personajes, hemos notado una explcita preocupacin por parte de los autores de las obras estudiadas, por volver la espalda a la imagen anticuada del personaje de la novela tradicional, es decir, aqul representado por un narrador omnisciente y que confiere al protagonista un carcter inmovilista. Ahora bien, en nuestro corpus literario, los personajes del loco se presentan, desde el principio de la obra, in media res, pero se construyen progresivamente a lo largo del tejido textual como una espiral. Podemos decir, con Mara del Carmen Bobes Naves, que el personaje va haciendo la etiqueta semntica con signos del discurso que pueden agruparse en tres categoras fundamentales: signos de ser, signos de accin, signos de relacin (Bobes Naves, 1993: 60-61). Nuestros personajes son, pues, seres complejos, personajes bobinas que se sitan en el epicentro de los relatos manteniendo relaciones, aunque frgiles, con los dems personajes que traen informaciones indispensables para la elaboracin global de su estatuto semiolgico.

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Por lo que se refiere a su situacin en el medio vital y a las relaciones con sus semejantes, se trata de seres solitarios y desligados sociales que no tienen ningn aliado, ni encuentran soluciones permanentes capaces de desarrollar una identidad precisa. Jacques Dubois, al analizar el cambio del hroe decadente en personajes proustianos en los jvenes novelistas franceses de los aos 80, afirma algo que nos parece aplicable a los autores que aqu nos interesan:

Pour eux, tout ce qui voque la socialit nest pas haissable? Ils vont donc par avance se refuser de mettre en place un personnel nombreux. Ils restreignent, ils laguent, ils optent rsolument pour une pratique rarefie du personnage. Ce pourquoi il leur suffira de poser le nouveau hros en dandy solitaire et retranch, tel que lest demble des Esseintes. Le personnage dcadent choisit de vivre dans leur isolement o se complat son narcissisme. Il rduit au besoin des autres trs peu. Sa seule perplexit a trait au partenaire amoureux ou sexuel. Il ne peut faire fi du dsir mais, par ailleurs, les relations bauches sont frquemment lobjet datermoiement, dhsitations et finissent par tourner rien par une manire dimpuissance, tout au moins morale. Moyennant ce contournement, lindividualit prcieuse est maintenue in extenso (Dubois, 1991: 110).

El prrafo manifiesta cmo los narradores al estilo proustiano, es decir, el que substituye al narrador omnisciente decimonnico, son personajes solitarios que se singularizan adems por el individualismo. Los personajes del loco estudiados son hurfanos que buscan en vano un paliativo para su vida solitaria. El que an tiene sus padres, como el protagonista de Un mundo exasperado, mantiene con ellos una relacin ms bien antagnica y peliaguda. Echados en el camino de la busqueda del bienestar, unos presentan al pblico una falsa identidad, mientras que otros escogen la va del desdoblamiento. Otto

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Rank, al estudiar el tema del doble, cita a Richard M. Meyer quien, a principio del siglo pasado, consideraba el uso del tema del doble en E.T.A. Hoffman como nacido de su ansia de una existencia ms elevada (Rank, 1976: 15). Juan Bargall Carrat, por su parte, habiendo considerado como doble propiamente dicho al que segn Dolezel, se produce cuando dos encarnaciones alternativas de un solo y mismo individuo coexisten en un solo y mismo mundo de ficcin18 (1994: 15), destaca adems tres modos diferentes de construccin del desdoblamiento: por fusin, por fisin y por metamorfosis (Bargall Carrat, 1994: 17)19. Siguiendo estas lneas, puede decirse que Napolen VII, de Javier Tomeo saca a colacin los dos ltimos tipos de desdoblamiento: por fisin y por metamorfosis. Conviene recordar que Hilario H, deseoso de buscarse un refugio donde pueda llevar una existencia feliz, se inspira en un misterioso relato titulado Los seis Napoleones para autoproclamarse Napolen Bonaparte. Yo puedo convertirme en el sptimo Napolen que est esperando el mundo (p. 11). De ah la necesidad de desdoblarse; que se puntualiza, en primer lugar, en el estallido del protagonista en dos Hilario: el nuevo Hilario -que vive los delirios napolenicos- y el viejo Hilario, esto es, la voz interior que surge de vez en cuando

Vese L.Dolezel, Le triangle du double. Un champ thmatique , en Revue Potique, 64 (1985), pp. 463-472. 19 Segn Juan Bargall, existe el desdoblamiento: a) Por fusin, en un individuo, de dos individuos originariamente diferentes; dicha fusin puede ser el resultado de un proceso lento de mutua aproximacin hasta alcanzar la identificacin como en el relato de William Wilson, de Poe- o puede producirse de manera imprevista y repentina, como si se tratara de una aparicin -como sucede en la obra de Dostoievski, en la de Oscar Wilde y en Le Horla de Maupassant; b) por fisin de un individuo en dos personificaciones del que originariamente no exista ms que una as ocurre en los relatos de La nariz, de Gogol, y La sombra, de Andersen; c) por metamorfosis de un individuo, bajo diferentes formas aparentes que pueden ser reversibles como en la obra de Stevenson-, o irreversibles- como en la de Wolf y como ocurre tambin en La Metamorfosis, de Kafka (Juan Bargall, 1994: 17).

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para arrojar luz sobre los anacronismos del nuevo Hilario, rompiendo as, espordicamente, sus delirantes aventuras napolenicas. Estas distintas formas ilustran las metamorfosis del protagonista, algo diferente a lo que sera el desdoblamiento por fisin, materializado en la obra de Javier Tomeo por el dedo gordo del pie izquierdo de Hilario, que desempea el papel de secretario. En este dedo estn mis otras voces (p. 69), afirma el protagonista. Esta fisin se expresa por la personificacin de este dedo bajo las figuras de Fauvelet Bourraine y del Mariscal Soult, interlocutores del nuevo Hilario. Hablando de Lejos de Veracruz, de Enrique Vila-Matas, la obra nos suministra un caso semejante al desdoblamiento por fusin a partir del personaje Enrique Tenorio, nico superviviente de la familia, quien considera al dentista, su vecino, como parte integrante de l mismo. Por eso, cuando mira al dentista, afirma con poca lgica: he visto que es la parte ms profunda de m, ah quieto y bien camuflado entre las sombras de la noche, mi parte oscura. Por eso es mi vecino (p. 85). Sin embargo, se trata, adems, de un personaje en busca de otros cielos. Despus del balance negativo de sus viajes, de su deseo de Ver mundo, huir del enfermizo arte familiar (p. 36), vuelve por fin a SEstanyol con el propsito de introducirse en la cultura, elemento caracterstico y distintivo de los Tenorio. El universo novelesco representa para l un lugar de retiro, puesto que le separa del mundo perceptible: tal vez porque necesitaba un perodo de cierto recogimiento dentro de mi maltratada existencia, me he refugiado en los libros (p. 70). La profesin de su hermano mayor Antonio Tenorio, que le servir de amparo, le fascina hasta tal punto, que vive: con la pena de no ser otro -slo puedo serlo si escribo, entonces soy Antonio- y la aoranza de lo que jams ha existido (p. 90).

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El poeta portugus Fernando Pessoa, en una de sus principales obra en prosa, deca que Escribir es olvidar. La literatura es la manera ms agradable de ignorar la vida (Pessoa, 1985: 352). En este contexto, para Enrique Tenorio, el libro simboliza una herramienta que le sirve para hacer perenne la memoria de su hermano y permanecer al abrigo de las vicisitudes angustiosas de la vida cotidiana:

En parte estoy escribiendo por eso, pero en parte tambin por el placer secreto de prolongar la obra viajera de don Antonio Tenorio y as al mismo tiempo protegerme de la horrenda vida verdadera, que es en realidad lo nico que me interesa o, mejor dicho -ya volvi a aparecer el otro-, la nica forma de emprender un viaje verdadero (p. 137).

Es ms, no es la escritura el nico medio que le sirve a Enrique Tenorio para apartarse de la vida real. Los espacios imaginarios, o sea, la aventura hacia ciudades invisibles, forma, con el acto de escribir, las dos caras de una misma moneda, la que le permite alejarse de sus semejantes. Por eso considera a Barcelona, la ciudad en que viva, como una etapa transitoria de su vida viajera, en la que: me senta como un pasajero en trnsito hacia ciudades lejanas (p. 85). El protagonista se dirige hacia estas ciudades lejanas como Alonso Quijano desciende a la cueva de Montesinos, lo que traduce la expresin de su deseo de evadirse, de cortar todo ligamento con el espacio real -el barrio de Sant Gervasi- y de sumergirse en el mundo fantasmagrico y sobrenatural. Historia de un idiota contada por l mismo y Diario de un hombre humillado, de Flix de Aza, no van a la zaga. Los dos protagonistas presentan dos formas opuestas de desdoblamiento. En la primera obra, el idiota, mediante el rechazo de su naturaleza innata y la muerte parcial, se convierte en un hombre histrico que, en la perspectiva de Hegel, ha superado la prueba de la supresin dialctica (Kojve, 183

1982: 86), negndose como entidad estable y acabada, ha llegado a convertirse en un actante de su propia creacin. La muerte del protagonista es un proceso de

autocreacin que consiste, segn Hegel, en crear la Historia. En la segunda obra, la narracin nos da a conocer la evolucin ambivalente del hombre humillado que se mueve entre el mundo tangible y el ilusorio. La salida de las fronteras de la realidad le causa la ceguera y se metamorfosea en otro personaje. Ahora mismo, casi no veo lo que escribo [...] del mismo modo que he acabado siendo el Chino (p. 239). No obstante, siendo el Doble, es decir, el otro yo o la doble identidad, una palabra que Albert Gurard considera desprovista de significado preciso, The word double is embarrasingly vague, as used in literary criticism. It need not imply autoscopic hallucination or even close physical resemblance [] (Gurard, 1967: 3), pensamos que las obras mendocinas, en las cuales el protagonista oculta perpetuamente su verdadera personalidad, adems de la filiacin a la novela picaresca, traducen otro modo de desdoblamiento, ya que el detective vive con la obsesin de lograr otra identidad. Las distintas etiquetas que utiliza en El misterio de la cripta embrujada: concejal del ayuntamiento y propietario de bancos (p. 50), profesor de lo verde de la Universidad de Francia (p. 57), compaero de mili del seor Peraplana (p. 71), un hombre de la secreta (p. 134), y por fin siquiatra infantil (p. 137), son estrategias que le sirven para velar su existencia miserable. Esto ilustra la voluntad del sujeto por encontrar otra identidad, lo que culmina en el oficio de peluquero en La aventura del tocador de seoras. Pero, por cunto tiempo? El protagonista de Un mundo exasperado, el nico hombre moral, vive como un insociable, un solitario que suea con un mundo perfecto, y para quien los

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espacios cerrados se convierten en una va salvadora, una huida hacia un lugar que suplantar al insoportable mundo exasperado. Esta actitud tiene una justificacin en las siguientes palabras: yo ya no estaba seguro de nadie, nadie me daba gusto ni en nadie depositaba la menor confianza (p. 367). As, su dimisin del mundo, la alteridad, y la bsqueda del otro yo, se constituyen como viajes hacia ese mundo utpico, una panacea para salir de la atraccin fatal que supone su angustia. En fin, el personaje del loco en la narrativa espaola contempornea, es una vctima de la sociedad y de la crisis eterna de la felicidad, lo que le obliga a buscar otras alternativas para experimentar el placer de vivir. El carcter complejo de su estatuto semiolgico traduce una ley inflexible e ineludible, inherente a toda la naturaleza humana: vivir es buscar perpetuamente la identidad. La tarea de cada uno es la superacin de la total incertidumbre, es decir, del vaco que inevitablemente nos resiste, de la falta de sentido propio de nuestras vidas. Por muy halaguea que parezca la situacin social de un ser humano, siempre se inclinar ante esta ley, viviendo con una obsesin insaciable de buscar otro yo, de conquistar nuevos territorios y espacios lejanos. Desde el punto de vista de la tradicin literaria a la que pertenecen nuestros personajes, en otras palabras, lo que Henry Wells denomina literary genetics, puede decirse que el sndrome de Kafka estigmatiza la creacin artstica de todos los escritores objeto de nuestro inters al que se agregan la figura del pcaro y la novela negra en la triloga policaca de Eduardo Mendoza, la figura mtica de Don Juan Tenorio en Lejos de Veracruz, la filosofa cartesiana y el pensamiento hegeliano en Historia de un Idiota contada por l mismo, y la fuerte impregnacin de Nietzsche y de Dostoivski, en Diario de un hombre Humillado, de Fliz de Aza. Se trata, pues, de personajes construidos a partir de lo que Andr Gide denomina truchements successifs, angles divers, es decir, personajes cuyo

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estatuto semiolgico no surge de la voz de un narrador omnisciente, sino que son producto de un conjunto de mediaciones que se desprenden del tejido textual, dando lugar a una caracterizacin axiolgica directa e indirecta20 que invita al lector a ser l mismo quien saque sus conclusiones.

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Jean-Marie Schaeffer en su artculo Personaje, nos dice que la caracterizacin del personaje en una obra puede seguir dos vas: directa-cuando los rasgos del personaje vienen subrayados sea por un narrador, sea por otro personaje, o por el mismo protagonista. E indirecta -cuando incumbe al lector sacar sus propias conclusiones- (1995: 626).

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II. SEGUNDA PARTE: ESTUDIO DE LA VOZ NARRATIVA EN LAS OBRAS ESTUDIADAS Y DEL ESQUEMA ACTANCIAL EN LA TRILOGA POLICACA DE EDUARDO MENDOZA

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Tout le monde, dit le prince, ne faisait plus que monologuer. Nous vivons lpoque des monologues. Lart du monologue est, il est vrai, un art infiniment suprieur lart du dialogue, dit-il. Mais quoiquinfiniment moins absurde que le dialogue, le monologue nest pas moins une absurdit []. Toujours, quand les hommes parlent ensemble, ils se diffament les uns les autres. Lart de la conversation est un art de la diffamation, lart de la conversation avec soi-mme est lart de la diffamation le plus atroce qui soit. Thomas Bernhard21, Perturbation.

El estudio de la voz narrativa es imprescindible para cualquier investigacin centrada en la instancia narradora de una obra literaria. Si el estatuto semiolgico del personaje ofrece su tabla taxonmica, la voz narrativa simbolizada por la produccin discursiva, presenta el papel que desempea en la construccin de la arquitectura del relato. En efecto, tanto en el marco social como en el universo ficticio, la voz se manifiesta por la toma de la palabra, la expresin por medio del lenguaje, lo que da pie a la materializacin de una opinin, de una visin del mundo y tambin a una contrasea en la identidad del enunciador. En el universo artstico, la enunciacin se concreta a partir de una figura ficcional que suplanta al autor real para encargarse de la produccin del discurso. Aproximndose a algunos aspectos de la voz narrativa en la ficcin contempornea, Patricia Martnez Garca presenta el significado de la voz narrativa con estas palabras:

En trminos generales, podramos definir la voz narrativa como el dispositivo retrico que el autor habilita para desplegar la narracin. En l se asienta la fuente enunciativa u origo del discurso narrativo mediante la figura del narrador, proyeccin ficcional del autor real en el texto, que se erige como locutor de la voz narrativa, como autor ficticio del discurso y, dirigindose al lector, le presenta el mundo narrado (Martnez Garca, 2002: 198).
stas palabras pertenecen al prncipe Saurau, el personaje principal de la novela de Thomas Bernhard titulada Perturbation, traduccin de B. Kreiss, Gallimard lImaginaire, 1990, p. 157.
21

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Este mundo narrado puede desplegarse a partir de una sola voz, la de un narrador omnisciente fuente enunciativa que genera todo el discurso del relato, o de un personaje que nos sumerge en el flujo de su conciencia, incluso a partir de un conjunto de personajes que se valen de numerosas modalidades discursivas para elaborar el discurso. Las fuentes primarias en las que descansan nuestro estudio presentan una estructura narrativa abigarrada que nos obligan adoptar, en este apartado, un esquema que tiene en cuenta los criterios genricos, la singularidad y las peculiaridades narrativas de cada novela. Por eso pensamos en primer lugar enfocar la atencin en la narrativa personal22, del yo (Ich-Erzhlung), es decir, en obras en las que la fuente enunciadora procede de un solo locutor quien, adems de llevar las riendas de la trama novelesca, la ofrece como resultante y espejo de sus propias peripecias vitales. Convendr incluir en esta categora, Un mundo exasperado, de Gonzlez Sainz; Lejos de Veracruz, de Enrique Vila-Matas; Historia de un idiota contada por l mismo y Diario de un hombre humillado, de Flix de Aza; siendo la viabilizacin de la corriente del pensamiento del personaje del loco el ncleo de la narracin. Adems, dedicaremos un apartado a Napolen VII, de Javier Tomeo, narrativa impersonal que se origina de un narrador omnisciente en tercera persona; todo ello sin descuidar de la focalizacin narrativa considerada por Mieke Bal como la relacin entre la visin, el agente que ve, y lo que se ve (Bal, 1990: 110)23.

Nuestro estudio narratolgico se enfocar principalmente en las pautas metodolgicas de Transparent Minds. Narrative Modes for Presenting Consciousness in Fiction (1983), de Dorrit Cohn; Palabras transparentes (1992), de Luis Beltrn Almera y El texto narrativo (2008), de Antonio Garrido Domnguez. 23 Es conveniente precisar que Mieke Bal sigue los pasos de Percy Lubbock quien opina que Toda la cuestin de mtodo en el terreno narrativo, debe ser presidida por la cuestin del punto de vista, de la relacin en la que se coloca el narrador ante su historia. [Vase Percy Lubbock, The craft of Fiction, New York, The Viking Press, 1957: 18].

22

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El ltimo captulo de este segundo apartado versar sobre la voz narrativa y el esquema actancial en El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas y La aventura del tocador de seoras, de Eduardo Mendoza; una serie policaca que goza de una estructura narrativa y un esquema literario diferentes de las novelas citadas anteriormente. Por lo tanto, puesto que el personaje de la ficcin narrativa tiene dos medios de expresarse: la voz y el pensamiento24 (Beltrn Almera, 1992: 50), dptico que el crtico espaol denomina en otros trminos voz silente, nos apoyaremos en stas dos entidades para estudiar las fuentes discursivas en las novelas objeto de nuestro estudio.

Luis Beltrn Almera precisa adems que Tambin cabe una tercera va para la expresin del personaje: sus escritos cartas, diario, notas, etc.- Esta va de expresin slo es utilizada excepcionalmente en algunas novelas (Beltrn Almera, 1992: 50). Nos interesaremos a esta a la hora de estudiar las voces heterogneas de las obras que nos interesan.

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1. VOZ NARRATIVA Y REPRODUCCIN DEL PENSAMIENTO EN LA NARRATIVA PERSONAL (Un mundo exasperado, Lejos de Veracruz, Historia de un idiota y Diario de un hombre humillado).

1.1 La voz narrativa en Un mundo exasperado Un mundo exasperado de Gonzlez Sainz nos introduce en el relato de la vida de un personaje dueo imperturbable de la narracin. Su voz es la que cubre y domina los setenta captulos de la novela y deja traslucir la incontestable capacidad de retencin del monologuista, puesto que pasa la cuenta de su consabida trayectoria vital durante una sola noche, dejando visualizar los discursos de todos los que formaron parte de su ambiente familiar, escolar, profesional, sentimental, o de algunas personas desconocidas encontradas en circunstancias puntuales o espordicas. El hombre de otra poca, nico narrador-personaje de la novela hace intervenir en este narrating/experiencing self, a otros personajes en el texto a travs del discurso directo regido (DDR). Se trata de la tcnica de la voz citada carente de rplicas y estrictamente aislada. Desde el punto de vista formal, siempre viene entrecomillada; lo que traduce el carcter intangible y fiel del contenido del mensaje. Por lo tanto, aparecen a veces en la novela la trascripcin al estilo directo de sus propias palabras que dirigi a una persona en un pasado no muy lejano:

Se odian, hemos llegado a odiarnos todos y a menospreciarnos todos los unos a los otros como tal vez l haya llegado a odiarnos y a despreciarnos, a no tolerarnos ms. Hemos llegado a detestarnos por cualquier detalle y a detestar cualquier detalle porque es un detalle del otro, y estamos empezando a perder la paciencia y a perder quiz completamente otra vez la indulgencia; ya no hay ms que uno cada 191

uno y nada asoma ms abajo ni al lado ni ms ac de ese cada uno de nosotros mismos, le digo ms o menos a veces a Antonio, Antonio valos Gil (p. 151).

De la misma manera, dispersa en la novela lo que dijeron sus padres, su hermano scar, sus maestros de la escuela primaria, Ismael el sepulturero de El Valle, sus amigas Margarita Martnez Frau, Blanca, Clara, Ana; sus amigos de El Valle como Jorge, de la Ciudad como Honorio, Manolo, Jorge Gmez Maula, Antonio valos Gil, Marta Rodrguez Sanz, etc. Voces que intervienen en el relato pero que el annimo personaje narrador recuerda, siempre sirvindose cada vez de verbum dicendi o sentiendi. Mirando detenidamente todos los discursos directos que el narrador siempre entrecomilla en cada momento que juzga necesario recordar los dichos de alguna persona, vemos un total de trescientos sesenta y cuatro discursos directos que van desde la mnima unidad morfosintctica, pasando por frases interrogativas hasta la reproduccin integral de un prrafo. Una observacin minuciosa de los discursos directos regidos de la novela nos permite deducir que desempean un papel funcional en la medida en que permiten dibujar, en su gran mayora, una marcada idea peyorativa e inequvoca del juicio despectivo de una sociedad que ningunea al monologuista aunque apunta furtivamente un rasgo positivo al hablar de las imgenes de los otros -es una persona interesante, he llegado a escuchar de m- (p. 281). Las pginas del libro estn repletas de palabras, siempre presentadas al estilo directo, con marcadas raigambres despectivas como las que se le suelen lanzar a la cara: finolis o repipi (p. 37), cretino, idiota (p. 145), antiprogresista (p. 343). Estas palabras se injertan en el frecuente juicio de su padre: No har nunca nada de provecho este chiquillo, no har nunca nada ms que hacer el bobo, exclam

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repetidas veces mi padre (p. 59). Discursos directos que permiten que el lector se d cuenta de los principales mviles que le llevan a permanecer desglosado del mundo exterior. Es ms; este rasgo negativo siempre resalta de las observaciones de sus amigas que trae a colacin a travs del mismo discurso directo:

Eres como una carcoma o una polilla, sola reprocharme Blanca, todo lo corroes con tus incertidumbres; siempre sers el eterno negativo, el eterno descontento, se desesperaba Clara, eres el vivo espritu de la contradiccin, remachaba en ocasiones como haban remachado desde siempre mis padres muchas discusiones. Buscas la luz, pero no ests bien ms que en la oscuridad que desprecias pero de la que no sabes prescindir porque es tu elemento, me dijo Margarita (p. 302).

Eso potenciar en el personaje del loco una fobia de la persecucin y una tendencia habitual a imaginarse lo que alguien dira en determinadas ocasiones. Por lo cual, notamos adems, una clase de discursos directos que puede calificarse de hipotticos, es decir, que no hayan sido anteriormente expresados por ningn personaje pero que el protagonista los emite por mera suposicin en el momento en que decide meditar interrumpidamente en su propia vida, durante esta noche en que me he mirado a m mismo como cuando alguien se mira a su propio espejo con los ojos del espejo (p. 393). En efecto, se comporta a veces durante aquella noche como si leyera en la mente de los altos cargos de la Compaa, puesto que sus reprobaciones y desdenes le inducen a plasmar que -este hombre es grotesco, s que decan- (p. 276). Margarita Martnez Frau, su amiga a la que concede ms discursos citados en la novela, con respecto a los dems personajes, se beneficia de otros fragmentos 193

formulados por el propio narrador bien en el pretrito pluscuamperfecto del modo subjuntivo, bien en el condicional simple. Cuando empieza a hablar de la manera con que percibe la ruina y el desorden del sentido de las cosas, aade:

Una percepcin inmoderada, nocturna, que no se ha hecho a las lindes de la noche ni acierta con los lmites del sueo, con su irona o azar o paradoja hubiera dicho seguramente Margarita, Margarita Martnez Frau (p. 48).

Ms tarde, tras darse cuenta de que asesin inconscientemente a Alberto Gonzlez Arrieta, el que facilit su nacimiento en El Valle, vuelve a atribuirle otras palabras: Ahora ya has corregido por fin, s que me hubiera dicho Margarita de llegar a saberlo, la Margarita Martnez Frau que tanto he echado en falta y tal vez he amado de veras como a nadie porque es como la luz y yo he nacido de noche, ahora ya has completado y has realizado tu obra y puesto en prctica tu voluntad de correccin y tu ansia de enmienda. Y es que las tensiones nunca se deshacen, tal vez aadira, (p. 393).

Digamos que en Un mundo exasperado, el discurso directo aparece transcrito por el propio narrador a lo largo de su monlogo interior como recuerdos de lo que alguien dijo o pudiera haber dicho sostenido aqu por expresiones o formas verbales como s que decan, me hubiera dicho, aadir- de presenciar este momento en que decide vivir solitariamente y echar una mirada retrospectiva en su propia vida.

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2. El discurso directo regido (DDR) y el dilogo en Lejos de Veracruz

Si el narrador de la novela de Gonzlez Sainz utiliza solamente la voz citada como modo de reproduccin directa del discurso ajeno en su monlogo, excluyendo la menor sombra del dilogo, el narrador de la obra de Enrique Vila-Matas adopta los dos aunque de manera desigual. La primera observacin que se puede destacar es la escasez del empleo del discurso directo en la obra. Encontramos veintisis ocurrencias que aparecen a veces entre dos guiones o entrecomilladas, precedidos o seguidos del verbo introductorio. Cindose en el medio en el que se barajan la fluctuacin del lenguaje de los personajes en la obra, se puede decir que estos discursos directos estn dotados de una evidente preocupacin de producir el efecto de lo real. Ello se ve, de entrada, en el habla de las cuatro jovencitas de aire isleo que encuentra cuando se dirige rumbo al mercado de Sineu. El narrador nos dice cmo contestaron a la pregunta de saber adnde iban, recalcando sus propias palabras en las que se nota la influencia del cataln: -Al mercat de Sineu! nos han gritado (p. 21). Igual se puede subrayar el mismo deseo en el habla de Pascual, el taxista, cuando se fue a Beranda para celebrar el funeral de su hermano: Todo esto tiene un nombre me dijo Pascual, cada vez ms escudero-. Aqu lo llamamos bailongo portuario. Ver muchos, seor. Es algo muy tpico de aqu (p. 129). Aqu, se nos permite destacar, a partir de la palabra mercat, y la expresin bailongo portuario, el elevado valor mimtico puesto de manifiesto por los giros lingsticos y por el dialecto, propios de un espacio preciso. Sin embargo, por el afn de garantizar el dinamismo de la novela, Enrique Vila-Matas asocia el discurso

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directo al dilogo, abriendo as las puertas a un intercambio discursivo entre el narrador Enrique Tenorio con distintos personajes como Antonio Tenorio, Mximo Tenorio, el padre de la familia de Felanitx, Pascual el taxista, Ramn Guerrero, la nia Berta en los sueos, el fantasma y con el chulo de Badajoz. La construccin sintctica de los dilogos de la obra permite organizarlos en dos categoras: por un lado tenemos algunos dilogos que surgen en la mente pensativa del narrador como mero recuerdos, por lo cual siempre van acompaados por verbos declaratorios: le repet, respondi, precis, etc. estigma del discurso directo regido:

-Digo le repet- que cmo van las cosas por el inmueble. -Qu tengo que ver? -Con mi boda espero que nada. -Te casas con Marta? -Y dime, crees que merece le pena? -T sabrs. -Me refiero al frica precis (pp. 39-40).

La peculiaridad de este primer tipo de dilogo es su marcada propensin a la reproduccin exacta tanto de la ideologa como del lenguaje de los personajes. La conversacin entre el taxista Pascual y el narrador pone respectivamente de relieve, la exteriorizacin del inconsciente colectivo y el habla propia a los moradores de Beranda:

-Espaol? pregunt enseguida. -Cataln le dije por pura precaucin [...]. -Cataln? pregunt slo unos segundos despus.

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-S. Cataln. De Barcelona respond con fastidio al ver que no me haba salido bien la estrategia. -Aqu en la isla vive un cataln, seor. Su casa est por ese kilmetro de la Jaj al que vamos. S, vive ah, si no me equivoco. Aqu todos le conocemos por Tenorito. Nos conocemos todos aqu en la isla. Es pintor. Lo conoce, seor? De Beranda lo pinta todo, hasta las botes de nuit, seor (p. 126).

A medida que avanzar la conversacin entre Enrique Tenorio y el isleo, se acenta la emisin en trminos tpicamente regionalistas como el Chole: -En un cabaret de la Carretera de la Costa. En el Chole, seor (p. 127). Por supuesto, en la respuesta del narrador Enrique Tenorio a Pascual, se nota la influencia de las reivindicaciones regionalistas tan propias de la poca actual; si bien el ltimo Tenorio precisa que afirma ser Cataln por pura precaucin, pues tal vez ese hombre odiaba a los espaoles, y tambin por puras ganas de confundirle y tenerle callado, entretenido un rato preguntndose qu le haba contestado (p. 126). As, el dilogo, en cuanto discurso objetivado, con predominancia de rasgos de tipificacin social [y] con predominancia de rasgos de caracterizacin individual (Bajtn, 1986: 278), traiciona la visin antagnica y la ideologa del narrador ya que habla como si Catalua ya no formara parte del territorio espaol. Considerando el vocabulario de Pascual impregnado por el uso de palabras propias a la isla de Beranda y, en cierta medida, el discurso del narrador con el taxista, [en el marco de la reproduccin directa del discurso ajeno], corroboramos el punto de vista de Carlos Reis ya que el dilogo desempea aqu una doble funcin en el texto narrativo:

Es la forma ms mimtica de representacin de la voz de los personajes. Por otra parte, si el dilogo se funda en el mimetismo 197

formal, contiene una serie de indicios sociolectales e idiolectales que permiten una caracterizacin indirecta de los propios personajes e incluso del escenario social en que se mueven (Reis, 2002: 62).

Por otro lado, otra categora de dilogo se desgaja del mundo concreto en el momento en que el narrador se deja llevar por su frecuente ensueo (cinco en total), que siempre comienza con una misma frase que se repite a lo largo de la novela como un estribillo: A veces imagino que me voy (p. 111). Por consiguiente, imagina que le visita la hija de su vecina, la nia Berta en plena noche. El dilogo que nos ofrece es un mero producto de sus aventuras onricas en su habitacin en SEstanyol de Minjorn:

-No sabes ms cuentos? me pregunta la nia. [...] -Ms. Quiero ms cuentos me exige. -No hay ms le digo. Y calla un rato. -Qu te pasa? pregunta. -No lo ves? Pienso. Pienso en el marino que mat en Veracruz. Ahora es ella quien calla. -Anda, Berta le digo-. Por qu no vuelves con tus padres dormidos? Vuelve con ellos y pdeles que tengan tantita lstima de m. Noms eso diles. (El subrayado es nuestro). Le digo esto y, como me da por pensar que ya estoy despierto, entonces imagino que me voy (p. 112).

La misma situacin ocurrir cuando vuelve a dialogar con Berta (p. 193), con un fantasma, comprendo que estoy recibiendo la visita de un fantasma, manco como yo (p. 194), con Dios (pp. 230-233). La irregularidad lxica que aparece en la penltima frase del dilogo arriba mencionado: Noms eso diles (p. 112), es la consecuencia de un lenguaje enunciado inconscientemente por el narrador cuando 198

suea con Berta, la hija del dentista. A partir de este instante, el dilogo pierde su credibilidad y su fiabilidad. Cesa de ser el modo objetivo de reproduccin de la voz ajena para convertirse en una tcnica poco fiable, por ser violado por las aventuras quimricas del narrador. Tambin resulta que el dilogo pierde el aroma de la autenticidad cuando el discurso del locutorio se enfrenta con un alocutario disfrazado o que releva a otra persona. Este caso se produce cuando Enrique Tenorio sustituye a su hermano Antonio Tenorio con motivo de un concurso literario en Teruel. Aqu, el dilogo entre Enrique y Ramn Guerrero, que ignora la presencia fraudulenta del hermano de Antonio Tenorio en aquella ceremonia, acarrea una fractura narrativa, y, el texto se queda sin sabor, cortado, pues, el destinatario resulta incompetente para descodificar el discurso del emisor, o, por mera precaucin prefiere contestar lacnicamente en vistas a proteger su verdadera identidad.

-Ramn Guerrero dijo alargando su mano-. Cmo andas maestro? -Cunto tiempo sin vernos! coment tmidamente, confiando en que no me hubieran tendido una trampa y aquel hombre no fuera Guerrero. -Desde entonces has progresado mucho me coment-. Yo, en cambio, ya ves. Sigo aqu en el fango, en la mierda esta de Teruel. -No la llamara yo mierda dije, ya un poco ms seguro de m mismo. -De modo que tienes otro nombre para ella? Me puso en un verdadero aprieto, del que no sal demasiado airoso, ya que slo acert a decirle, con una mueca que pienso que fue incluso estpida: -La llamara Teruel. Vi que haba arruinado todas sus expectativas de tropezar con una frase ingeniosa de mi parte, me miraba con aire de decepcin profunda, [...] (pp. 178-179).

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En la novela de Enrique Vila-Matas, el dilogo coloca la obra narrativa en las dos extremidades de la ficcin narrativa. Tenemos por un lado el que opta por la mimesis de la realidad y por otro el que mantiene su discurso fuera de los mrgenes de lo concreto dando riendas sueltas a lo imaginario, a lo inverosmil y a un discurso ininteligible.

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3. LA REPRODUCCIN DEL PENSAMIENTO EN LA NARRATIVA PERSONAL

3.1 El monlogo autocitado y el monlogo autnomo en Un mundo exasperado 3.1.1 El monlogo autocitado en Un mundo exasperado El autor se vale de la tcnica del monlogo autocitado (Self-Quoted Monologue en Dorrit Cohn) para demostrar una parte del debate interior al que est sometido el protagonista y para demostrar cmo en este influye su pasado. En la novela el monlogo autocitado se presenta estructuralmente en dos formas distintas: a veces aparece en su forma convencional mediante el uso de las comillas con los verbos introductorios me dije, como en Desde luego que no voy a salir justamente en estos momentos, me dije (p. 98); otras veces con la omisin de las comillas en el texto citado y la insercin del verbo introductor entre parntesis:

Yo pas das enteros en mi infancia -record- encerrado por ejemplo en aquel paraso que era para m la leera de nuestra casa de El Valle, das enteros contemplado el hacha y las sierras y contemplado el orden de los troncos perfectamente apilados en montones segn sus medidas y dimetros, las astillas con las artillas, las teas con las teas y la hornija con la hornija, (p. 350).

La novela de Gonzlez Sainz es, desde luego, el relato de una crisis interior que el solitario protagonista exterioriza a travs de verbos de pensamiento que ocupan un sitio destacado en todas las pginas del libro. Los verbos introductorios: dije, pens, me dije, corrobor, record que aparecen bajo otras expresiones como corrobor esta maana (p. 87), me dije por la maana (p. 98), pens ayer (p. 169), pens a continuacin (p. 302), llegu a pensar (p. 333),

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slo por citar algunos traducidos en la fuerte presencia de discursos retrospectivos, en el flujo de la conciencia y de la lucidez del protagonista. El monlogo autocitado del narrador hace casi abstraccin total del momento presente del monlogo, pues, slo contamos con tres ocurrencias sealadas por el verbo decir en la forma presente me digo y una vez con el verbo repetir en la forma del presente, me repito, puestos de relieve en las siguientes frases: Tan triste como la velocidad, me digo muchas veces (p. 116), Componen geometras las estrellas sin embargo tan slo en la noche me digo-, y en torno a la claridad ms poderosa es donde en realidad se cierne la ms profunda oscuridad (p. 310), Es veraz el protagonista o es slo ficticio? me digo-, es solamente convencional?; es evitable la vctima o slo es posible escoger un dios o una forma de inmolacin?, estamos tan lejos?, tan separados?, tan separados de las cosas y de nosotros como junta est la indiferencia? (p. 326) y Lo llamamos carnalidad, materialismo, y en el fondo o ms bien en realidad no es ms que pura metafsica, mera imaginera, me repito muchas veces (p. 314). Todo ello sita el ahora del protagonista mucho ms en el pasado que en el presente.

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3.1.2 El monlogo autnomo autonomous monologue- en Un mundo exasperado Para estudiar el monlogo autnomo seguiremos las orientaciones de Dorrit Cohn (1983) y enfocaremos en primer lugar la atencin en el monlogo autobiogrfico considerando al mismo tiempo los dems componentes del monlogo autnomo y el tratamiento del tiempo, los distintos movimientos fsicos del monologuista durante el tiempo de la historia y el monlogo autorreflexivo.

3.1.2.1 El monlogo autobiogrfico Es reconocible por la ausencia de narratario y por la exposicin de una experiencia vital por un solo locutor que recuerda su propio pasado. He aqu la definicin del monlogo autorreflexivo que propone la crtica norteamericana, despus de sus estudios de Notes from Underground, La Douce de Fedor Dostoievski, La chute, de Albert Camus, As I Lay Dying, de William Faulkner, slo por nombrar algunas obras en que lo estudia:

In all these works a lone speaker recalls his own past, and tells it to himself -in chronological order. Autobiografical monologues, as I will call texts of this type, create a highly stylised rhetorical effect, since reciting ones own biography to oneself does not appear psychologically plausible. Or rather, it appears plausible only if the speaker pursues a definite aim of public confession, of selfjustification. Despite the absence of listeners, the autobiographical monologue thus retains the meaning of communication, or at least of rehearsal for communication (Cohn, 1983: 181-182).

El monlogo autnomo es el discurso reflexivo de un personaje aislado que hace una confesin pblica o ntima que, aunque privado de auditorio, permanece en el marco de la comunicacin, pues, l mismo desempea el doble papel de emisor y

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de destinatario. Pese a la normativa de recordar su propio pasado en un orden cronolgico, Cohn reconoce el carcter aleatorio de la estructura temporal en el libre discurrir de los pensamientos del personaje por falta de la presencia del narrador (Cohn, 1983: 219-220). En este sentido, el tiempo tiene un tratamiento diferente al de un relato ordinario. Por lo general, se caracteriza por su carcter lineal, inflexible, desprovisto de digresiones, de prolepsis o de analepsis. El monlogo autnomo nos introduce en la vida psquica del personaje sin ofrecer, por lo menos explcitamente, referencias que remitan al tiempo de la historia, a no ser que el protagonista d algunos indicios para calcular su duracin. La preocupacin por parte del annimo personaje de Un mundo exasperado de proporcionar informaciones respecto a la referencia temporal es sin duda uno de los elementos que nos atrae en las pginas de la novela. El monlogo del protagonista se centra en su vida relatada con un extremo rigor en la cronologa de la rememoracin de su existencia, elemento que da al texto el carcter del monlogo autnomo. El principio de la novela, aparentemente in medias res, marcado por la conjuncin temporal cuando, nos sita en el da de su nacimiento:
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Cuando yo nac era de noche y haca fro, el agua de las caeras se haba congelado en buena parte de la Ciudad y una costra de hielo y nieve atenazaba las calles y las carreteras (p. 13).

El monologuista nos ofrece as, mediante el flasback, los detalles sobre el da de su nacimiento, informacin que tiene valor sintomtico de un relato que nos orientar en los senderos de una trayectoria vital. El resto de la obra avanza de
Dorrit Cohn llega a la conclusin de que el monlogo autnomo corresponde a lo que Gerard Genette (1972: 122-123) denomina rcit isochronique, caso peculiar de la estructura temporal que el narratlogo francs considera como estrictamente terico.
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manera ordenada, (aunque sus captulos oscilen a veces entre un pasado lejano e inmediato), sigue una lnea recta y gira en torno a las etapas significativas y decisivas de la vida del melanclico. Partimos entonces desde la niez marcada por la presencia de sus padres, de la presencia del Seor Gobernador, sus primeros pasos a la escuela en El Valle, y, luego el traslado de su familia a la Ciudad. La adolescencia, periodo en que el protagonista empieza a forjar su personalidad y su identidad propias a travs de la admiracin del profesionalismo de algn vecino, su vida sentimental, su insercin en la vida profesional y, paralelamente, nos informa de todo cuanto se le ocurre en sus reflexiones actuales y lo que aparece en su entorno en el momento en que produce su monlogo. Despus de presentar todos los episodios que marcaron su vida, desemboca en los dos ltimos captulos centrados fundamentalmente en el momento presente de su vida. Pero esta verbalizacin del pensamiento que nos permite observar los acontecimientos que ocurrieron en su vida, no nos proporciona ningn detalle que sirva de orientacin para fecharlos en una poca histrica precisa. Prefiere ms bien recurrir a la concrecin de algn acontecimiento en su propia vida como los comienzos de una relacin amistosa Fue hace ya muchos aos, en una poca ahora para m remota en que no slo haba conocido an a Margarita, sino ni siquiera a Blanca ni a Ana, por no decir ya a Clara (p. 38), o el cambio de domicilio familiar An no nos habamos trasladado a la Ciudad y yo era todava un nio (p. 57), o tambin a algn acontecimiento familiar, no creo que hubiera nacido siquiera mi hermana Amalia (p. 242). Slo en la ltima pgina de la novela alude implcitamente a su edad al hablar de los hijos del Seor Gobernador: El mayor de

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ellos tendr ahora casi mi edad, cuarenta o ya ms de cuarenta o tal vez todava treinta y tantos (p. 394). El tiempo de la historia, es decir, la duracin del monlogo queda muy reducida. Los detalles que nos sirven para calcular el tiempo aparecen diseminados en toda la novela. En efecto, en el segundo captulo del monlogo interior nos informa de que Ayer fue domingo -o hace tan slo un rato, no hace siquiera una hora- (p. 26); lo que nos permite observar el tiempo del inicio del monlogo. Mucho ms adelante dice, aunque dubitativamente, Abr el balcn-seran ms de las seis? (p. 338), y las ltimas palabras de la novela nos informan aproximadamente sobre el tiempo de la clausura del monlogo -la pareja de policas monta guardia junto a la marquesina- y las luces del alba empiezan a rivalizar con xito contra las farolas del alumbrado pblico (p. 394). As, todo el discurso se desarrolla tan slo en una noche invernal, tiempo que le basta para dar un repaso a su vida:

[] entreverada por esa inconstancia de la conducta y esos caprichos del afn o la apetencia, por esa irona del tesn, y as fue tambin por ejemplo ayer y es esta noche fra y simtrica en que me mantengo en vela para tratar de recomponer y justificar, para intentar hacerme cargo siquiera de lo que ha sucedido hace unas horas y sucedi ayer todo el da o me ha sucedido quizs igualmente durante toda la vida (p. 25).

Se trata, pues, de un tiempo rigurosamente condensado, semejante al modelo joyceano, y que ocupa todas las primeras horas de un lunes, da en que vela solitariamente el narrador para recomponer la imagen de su propia existencia. El volumen del discurso producido durante tan slo unas ocho horas traducen, a juicio

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de Dorrit Cohn, the common view that thoughts move faster than speech (Cohn, 1983: 220). Sin embargo, conviene comparar el monlogo del personaje de Un mundo exasperado con el monlogo de Molly Bloom26. El personaje del escritor irlands se singulariza por su escasa movilidad corporal durante el tiempo del monlogo, lo que traduce la capacidad de James Joyce por eludir una de las principales dificultades del monlogo autnomo que estriba en presentar mediante el discurso interior, las actividades fsicas que efecta el personaje en el tiempo del monlogo (Cohn, 1983: 222). El de Un mundo exasperado se mueve de vez en cuando en el piso en que monologa y observa, al mismo tiempo, a travs de la ventana, todo lo que ocurre en la acera de enfrente. Adems, se le ocurre cambiar de espacio cuando sale del piso, se echa a la calle para imitar al imitador y, comienza a comentar personalmente los distintos movimientos a los que iba sometindose. He aqu un fragmento que, a la par que ilustra el estado mental del narrador y muestra sus gesticulaciones en la calle:

Me situaba tambin ora tras la imitacin de la madre ora tras la de la hija, intentando duplicar o ms bien triplicar sus gestos y sus actividades ante la hilaridad de un pblico cuyos aplausos hicieron darse media vuelta a las imitadas [...]. El mimo, que no haba dado an por concluida la imitacin de la madre [...], no dud un segundo en cambiar de objetivo y ponerse a espaldas del dueo del perro con el brazo derecho estirado hacia delante simulando tirones e inercias, simulando resistencias y presiones, y simulando sobre todo el ejercicio de su potestad que yo imitaba tras l, que yo parodiaba con el brazo tendido tambin hacia un perro imaginario y sujetando con la otra

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En Ulises, de James Joyce, se nos ofrece en las ltimas cuarenta y cinco pginas del libro el flujo del pensamiento de Molly Bloom mientras est en la cama.

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mano como el mimo un sombrero imaginario ante una velocidad y un viento tambin imaginarios (p. 385).

Estos ejercicios fsicos a los que se somete el narrador le convierten no slo en un profesor de gimnasia, sino que genera un incidente en la esencia misma del monlogo interior en la medida en que, desde la perspectiva dorritiana, el monologuista tiene que ser menos activo para que su mind thinking resulte ms convincente. La narratloga lo seala de modo concluyente:

When monologists become much more enterprising they begin to sound much less convincing; forced to describe the actions they perform while they perform them, they tend to sound like gymnastics teachers vocally demonstrating an exercise (Cohn, 1983: 222).

En mi opinin, Gonzlez Sainz nos presenta un personaje psicolgicamente atormentado cuyo flujo de la conciencia resulta postreramente ineficaz para iluminar el resto de la vida. Se dejar llevar por una gimnasia fsica coordinada por l mismo y que acarrear, como hemos visto anteriormente, el tono tragicmico de la novela.

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3.1.2.2 El monlogo autobiogrfico en Lejos de Veracruz Considerando el monlogo autobiogrfico como una narracin en la que un hablante solitario recuerda su propio pasado para s mismo en un orden cronolgico, puede decirse que la obra de Enrique Vila-Matas se coloca en la periferia de esta categora, dada las irregularidades que surgen al nivel de la organizacin temporal y la implicacin voluntaria de un narratario en un momento definido del espacio del monlogo. El inicio in medias mentem nos introduce de lleno en la conciencia del personaje narrador:

No todo el mundo sabe que a Veracruz y a sus playas lejanas no pienso en la vida nunca volver. Fui feliz all, el mes pasado, en noche de luna llena, en Los Portales, ni antes ni despus de esa noche, en el ltimo mes de julio de mi juventud (p. 11).

Enrique Tenorio se centra entonces en su pasado aunque prefiere comenzar a travs de un orden invertido. Empieza por los recuerdos ms recientes como el viaje a Veracruz en julio, un mes antes de empezar su dietario. Luego habla de la visita a Sergio Pitol en Xalapa, la relacin que mantiene con sus vecinos en Mallorca -una familia de Felanitx-, su familia, el recuerdo de sus viajes por frica, Asia, Beranda, Montecarlo, Teruel, y de los diversos viajes que le convirtieron en una persona destrozada y desorientada a la hora de redactar su vida en un cuaderno:

Hoy, mi persona ms bien recuerda a unos de esos trapos de limpiar cosas sucias que se ponen a secar en las ventanas, pero se olvidan, enrollados, en los pretiles que se van manchando lentamente. Hoy mi persona slo es la sombra de la sombra de una persona que, con toda la razn del mundo, se ha distanciado mucho de la vida y de sus heridas insensatas, y el premio natural a esto ha sido la fiesta de la

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escritura secreta de este cuaderno de los tres Tenorio, pero tambin esa incapacidad, que ha creado en los dems, de sentir conmigo (p. 91).

La obra nos presenta el recuerdo de la experiencia vital de Enrique Tenorio que se queda en su cuarto para volver la mirada en el ayer de su familia, de Antonio Tenorio, Mximo Tenorio y de s mismo en un espacio temporal de una semana: un viernes, da del mercado de Sineu (p. 21) y termina el siguiente viernes, Esta maana [...] me han recordado que hoy es viernes (p. 234), afirma Enrique Tenorio al final de la obra. Nos enfrentaremos con una estructura del tiempo que medir personalmente a lo largo de la novela a partir de muchas referencias temporales que nos permiten delimitar la duracin de del monlogo. Los detalles como esta maana (p. 17), el calor y la soledad de este domingo horrible (p. 77), son las cinco y cinco de la madrugada (p. 81), Desde hace tres das, desde que escribo en este cuaderno de los tres tucanes (p. 82), Fue en un mes de agosto como ste (p. 113), Amanece (p. 146), Atardece (p. 159), Bien muerto estoy esta noche de mircoles (p. 190), Maana viernes precisamente har una semana que por fin, aqu en SEstanyol, lo escrib (p. 213), Hoy es viernes (p. 234), demuestran la preocupacin del monologuista de asentar su discurso en un tiempo definido. En efecto, se trata de un tiempo bastante amplio en la ptica del monlogo autobiogrfico si nos adherimos a la idea segn la cual el pensamiento es ms rpido que la palabra (Cohn, 1983) y, si consideramos que Enrique Tenorio vela casi todas las noches de la semana en que redacta este cuaderno de los tres tucanes. Conviene proporcionar unos detalles a este respecto. Al tercer da nos informa de que Hoy slo he conseguido conciliar el sueo unos cinco minutos (p.

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82). Luego en plena noche afirma que tal vez el insomnio cuadre mucho con mi carcter (p. 90). Ms tarde seala el impacto del insomnio en la verbalizacin del flujo de su conciencia: La ausencia del sueo trae como compensacin ver cmo va ocupado cada vez ms tiempo de mi vida el dietario (p. 113), y un poco ms adelante aade que tengo insomnio y escribo (p. 125), slo por citar algunas. Non obstante, si Enrique Tenorio, a pesar del insomnio, ocupa una semana en el relato de su vida, esto se debe al hecho de que la nocin de la temporalidad, en este caso, se inclina ms hacia lo que Erika Hhnisch27 denominaba el tiempo del cuerpo en el monlogo interior, es decir, la experiencia del momento presente y el tiempo del espritu, esto es, el pasado, el presente y el reflejo del porvenir en la conciencia. El tiempo del cuerpo nos orienta, aunque el narrador considere que compone el dietario de su desasosiego, el testimonio de que carezco de presente, de que apenas tengo vida [...] (p. 200), hacia el ahora de su relato para expresar bien su estado de nimo en un instante preciso, bien para definir las diferentes actividades fsicas a las que se dedican cuando cesa de rememorar su vida. La presencia del pretrito perfecto y el presente le permite al narrador presentar, a la puesta del sol, el balance de su jornada:

Una ligera neblina nocturna ha empezado a extenderse por SEstanyol de Migjorn, aqu al sur de la isla de Mallorca. Me he pasado el da celebrando que haya sido capaz a primeras horas de esta maana, de escribir de un solo tirn Es que soy de Veracruz, inaugurando as este cuaderno que contiene tres divertidos

27

Vase Erika Hohnisch en Das gefangene Ich: Studien zum inneren Monolog in Modernen franzosischen Romanen, Heidelberg, 1967, p. 20. (Citado por Alain Bony, traductor de La transparence intrieure, de Cohn).

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tucanes en su portada y que adquir, el mes pasado en Mxico, en el ltimo viaje de mi vida (p. 17).

La experiencia del momento presente versa tambin sobre el propio juicio que hace a este respecto ms tarde cuando ya se percata del contenido del mismo:

Me parece que este dietario es el libro de la soledad. Y me pregunto si en realidad su tema no sera, casi exclusivamente, Rosita. Porque desde que empezara a escribir mis recuerdos de joven viejo y acabado, no he parado de pensar en ella (pp. 209-210).

El dentista, el vecino de Enrique Tenorio con quien mantendra relaciones amistosas, representa la presencia humana con la que dialoga cuando se separa de la intimidad ms secreta de su pensamiento. La conversacin que entabla con el padre de la familia de Felanitx, nos permite saber que narra su propio pasado por s mismo puesto que le dice -Me dedico a contarme a m mismo mi vida. Eso es todo (p. 153). Respecto al inters del dentista en saber por qu la vida se la cuenta usted slo a s mismo? (p. 153); la respuesta del narrador es uno de los elementos que nos permite situar su discurso en el marco del monlogo autobiogrfico en la medida en que se considera como un hombre que tiene una existencia concluida y que slo se dedica a recordar sus distintos momentos incluyendo las conversaciones que mantiene ocasionalmente con la familia de Felanitx:

-Mire, por mucho que usted piense que soy joven, que slo tengo veintisiete aos y tal y cual, lo cierto es que estoy acabado, soy un hombre acabado despus de haber vivido una vida de novela. Mi vida la doy por terminada. Ahora prefiero contrmela. Con sus captulos

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correspondientes, incluidas las conversaciones que tengo con usted (p. 154).

Siempre se considera como un hombre de otra poca. La referencia al instante presente es nada ms que una ilusin puesto que se considera inexistente en carne y hueso en la temporalidad de sus vecinos. Este dietario es la expresin de su desasosiego el testimonio de que carezco de presente, de que apenas tengo vida (p. 200). En cuanto al tiempo del espritu, segn la denominacin de Erica Hohnisch, recoge el contenido de la mirada retrospectiva del protagonista en la vida de la familia Tenorio desde sus races, es decir, desde el exilio de sus padres a Mxico durante la guerra civil, el nacimiento y la vida de los hermanos Tenorio con sus mltiples desengaos. El tiempo presente no es un momento vaco de significado. Presenta al protagonista en su cuarto en SEstanyol de Migjon, al sur de Mallorca, lugar de recogimiento de donde proyecta una visin futurista al final del dietario, en la que planea la publicacin de una novela de ndole puramente imaginaria y ficticia. As es cmo Enrique Tenorio remata su relato:

Despus de todo, no tengo otro sitio mejor donde caerme muerto. Me dedicar a escribir una novela basada en este cuaderno secreto, pero cambindolo todo, para que as sea publicable [...] De l voy a conservar nicamente la primera frase: No todo el mundo sabe que a Veracruz y a sus playas lejanas no pienso en la vida nunca volver. Lo dems, todo lo cambiar, contar la historia de mis aventuras con gran lujo de detalles falsos. Pasar el invierno en esta casa horrible frente al mar, en compaa de mi insomnio y de ese perro que es la muerte misma y me mira. Me aventurar. Escribir, mentir [...] (pp. 235236).

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No estar de ms mencionar los distintos movimientos del protagonista durante el tiempo de su monlogo. El punto de partida est en Mallorca, segn dice casi al principio del dietario: Estoy pasando agosto en una modesta casa alquilada, aqu al sur de esta isla. Buscaba para pasar este mes el ltimo rincn del mundo, y creo que lo he encontrado (p. 17). En primer lugar, el relato de Enrique Tenorio contiene muchos espacios exteriores a lo largo de la narracin. Tenemos la modesta casa mencionada, donde pasa la mayora de su tiempo. Esta le permite tener una mirada al mar y sale a veces a pasear con la familia de Felanitx, o caminar por el Paseo del Mar (p. 157), o sale a la terraza de su casa para mirar el mar (p. 200), e incluso va al supermercado para realizar sus compras. Todo ello en un incesante vaivn entre el presente, el pasado y el futuro. Un incesante vaivn que pone de manifiesto lo que Robert Humphrey (1954) denomina time and space montage. Se concreta aqu la superposicin espacial, cinematic devises, expresin de una dualidad inherente a la vida humana puesto que ofrece simultneamente la vida interior y exterior del monologuista.

The chief function of all of the cimatic devises, particularly of the basic one of montage, is to express movement and coexistence. It is this ready-made device for representing the nonstatic and the nonfocused which the stream-of-conscousness writers have grasped to aid them in accomplishing what is, after all, their fundamental purpose: to represent the dual aspect of human life-the inner life simultaneously with the outer life (Humphrey, 1954: 50).

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3.1.2.3 El monlogo autorreflexivo en Un mundo exasperado Los escritores que propician el nacimiento del Nouveau Roman en Francia durante la segunda mitad del siglo XX, no quisieron slo hacer cara a la crisis del personaje literario provocada por la llamada novela tradicional sino traer a colacin una nueva esttica de la construccin narrativa. As, el bloque formado por el colectivo de los novelistas de Minuit, del cole du regard y Lcole du refus que gravitan en torno a este movimiento se singularizan por un estilo vanguardista, una construccin textual novedosa con una nueva caracterizacin de los objetos, la discontinuidad y la dislocacin de la estructura narrativa, y una alejamiento, en general, de las convenciones de la novela decimonnica. Estigmatizado por este deseo de brindar una nueva orientacin al universo novelesco, Michel Butor publica La Modification en 1957. En esta obra enteramente escrita con el pronombre personal de la segunda persona del francs vous, el protagonista viajero Len Delmont, director parisino de la empresa italiana de mquinas de escribir Scabelli, coge el tren para Roma a la busca de su amante y se sirve del vous para dialogar consigo mismo a largo del viaje:

Car vous laviez dans votre serviette, cet indicateur couverture bleue que vous tenez entre vos mains, que vos yeux regardent toujours mais o il ne distinguent plus rien pour linstant, et aprs le dner, juste avant de vous coucher seul dans le grand lit sans Henriette qui ne vous a rejoint que lorsque vous dormiez dj, vous laviez rang dans votre valise au dessus de ce peu de linge propre que vous avez emport (Butor, 1957: 39).

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Esta obra de Butor constituye, pues, la primera manifestacin del monlogo autorreflexivo en la narrativa moderna, que repercutir en las letras hispnicas, por ejemplo, en la aparicin del monlogo del personaje Cruz en La muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes. Definindolo, Dorrit Cohn dice lo siguiente:

In the grammar of interior monologue the speaker often doubles as listener, and is literally address as one. [...] Here the schizoid split between ego and alter ego that always suggestively attends direct selfaddress is objectified and literally mirrored (Cohn, 1983: 245-246).

Con el monlogo autorreflexivo, el protagonista utiliza el pronombre personal t para entablar una comunicacin reflexiva como el personaje de La modification, de Michel Butor, lo que favorece la apertura de la conciencia del personaje en la medida en que nos la muestra desde dentro (Beltrn Almera, 1992: 185). No cabe duda alguna que, aprisionado en la soledad, el narrador de Un mundo exasperado, recurre al monlogo autorreflexivo, nico recurso estilstico que pueda permitirle desdoblar su propia identidad con el fin de crear un alter ego a quien dirige la palabra durante los momentos psicolgicos particularmente significativos en el desarrollo del relato. Los cuatro casos que llaman la atencin en la obra, y que se presentan siempre en la formula del monlogo autocitado, constituyen una especie de sintaxis de la novela de Gonzlez Sainz ya que la suma de los episodios se entrelazan para formar el hilo de la evolucin psicolgica del personaje. En el primer monlogo autorreflexivo, se destaca la imagen del hombre virtual de la Ciudad en la que vive nuestro monologuista y sus conductas en el mundo exasperado que aborrece. Dado que este tipo de comunicacin ocurre

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cuando El otro se ha instalado en el Yo (Beltrn Almera, 1992: 45), asistimos a esta pintura:

Te adelantan los transentes y te dan la espalda-, [...] y entonces t ya slo puedes ver la opacidad de una nuca o la personalidad homologable de su corte de pelo, el talle posterior de su traje o el dinamismo de su paso; puedes ver el perfil un momento de refiln o ms bien en escorzo, su prisa o su resolucin o incluso su tedio, la velocidad de los vehculos que pasan en uno y otro sentido o sus aceleraciones ante un semforo en mbar. Hombres que te adelantan y te dan la espalda si sigues los flujos espontneos de las aceras o los abigarrados movimientos de las muchedumbres, o bien hombres con quien te das de bruces, que tropiezan contigo [...], he pensado (pp. 75-76).

El annimo solitario parte de esta mera enumeracin del flujo humano para detenerse en lo que les singulariza, sus rasgos propios. El uso del imperativo que viene en el siguiente prrafo es revelador de la voluntad del protagonista de destacar un diagnostico sobre la sociedad:

Pero mralos bien-prosegu-, mralos y vers en ellos al hombre virtual, al hombre ineludible que puebla el mundo que anhela hoy todo el mundo, que seguramente anhelas incluso t tambin aunque de un modo tal vez imperfecto todava [...] que no te deja, reconocer que en el fondo te deslumbra [...] y adors su velocidad, que disfrutas con el chirrido de la eficacia [...] Mralos -me dije- y vers el rostro de las gentes de tu generacin, vers la boca de tu poca, vers en qu ha quedado todo y adnde ha conducido: [...] Mira y vers igualmente en realidad cmo t mismo querras mirar y lo que t mismo querrras hacer sino hubieras cado en la celada [...] Mralos bien porque tal vez

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eso sea ya todo y todo sea ya progresin y omnipotencia, me dije (pp. 275-276).

El esquema de esta conversacin unilateral nos orienta hacia el repliegue del narrador a su yo. El monologuista, por miedo de contaminarse, se separa definitivamente del mundo exterior, es decir, de la acera, donde proyecta la mirada en las gentes de su poca para centrarse en su verdadera personalidad, su yo ntimo:

Por eso cuando vuelves a casa solo cierras tras de ti la puerta de entrada, [...] te empiezan a retumbar las palabras que has dicho o has comprendido, y todo resuena y repercute y t quieres morirte de vergenza. Tratas de espantar el recuerdo, [...] la luz de tu ahogo: te tapas los odos incluso con tu stapones de cera [...] pero sigues oyendo un pitido, un pitido imaginario que te ensordece [...]. No aciertas a distinguirte, no atinas a encontrarte [...] cuando entras por fin en el lavabo y abres el grifo para enjuagarte la cara, te mira en el espejo y ves una cara, una cara que te mira como si se mirara al espejo (p. 282).

Adems, despus de asesinar a Alberto Gonzlez Arrieta, el protagonista recurrir por ltima vez al monlogo autorreflexivo. En efecto, aunque esta vez opina que es el discurso que le hubiera dirigido a su amiga Margarita Martnez Frau, entramos en la clausura de la obra, en el que Gonzlez Sinz brinda al mismo tiempo el alcance didctico de la misma. Ahora, el protagonista toma conciencia del carcter exagerado e inefable de sus ambiciones y de su proyecto de corregir el mundo:

Ahora ya has corregido por fin, s que me hubiera dicho Margarita de llegar a saberlo, ahora ya has completado y has realizado tu obra y puesto en prctica tu voluntad de correccin y tu ansia de enmienda. Y es que las tensiones nunca se deshacen, tal vez aadira, se alivian o acentan, pero no se deshacen para que justamente pueda haber 218

alegra y tristeza, vida y tambin muerte y tambin argumentos, escuetos argumentos literarios que es lo que son un momento las vidas, una msica que interpreta de un modo cada vez distinto una partitura original y tal vez verdaderamente indescifrable hasta el fondo (p. 393).

Un mundo exasperado nos ofrece una muestra de inters del monlogo autorreflexivo. Le sirve a Gonzlez Sainz de espacio y de momento idneo para abrir aun ms la conciencia del personaje narrador, aliviar al mismo tiempo su doliente soledad mediante la creacin del otro yo que tutea con el pronombre personal de la segunda persona del singular. El uso, en el ltimo caso, del pretrito perfecto compuesto has corregido, has completado, has realizado; tiempo verbal que contrasta con el presente y el futuro, tiempos dominantes de las casos anteriores, traduce no slo lo que Paul Ricoeur denomina distentio animi (Ricoeur, 1983: 4381), sino que denota tambin la imagen de un hombre que se percata personalmente del balance final y del fracaso de su intento de corregir el mundo.

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3.1.2.4 El monlogo autorreflexivo en Lejos de Veracruz La obra de Enrique Vila-Matas hace referencia tan slo una vez al monlogo autorreflexivo.

Es relajante me he dicho reduciendo cada vez ms el ritmo de mis pasos- aprender a ver a los hombres aun peores de lo que son. Eso a uno le despeja, le libera y le deja hasta tranquilo, ms all de lo imaginable. Eso te da otro yo, vales por dos. Las acciones de los hombres dejan, a partir de ese instante, de inspirarte ese asqueroso atractivo potico que te debilitaba y te haca perder el tiempo, y entonces su comedia no te resulta ms agradable ni ms til en absoluto para tu progreso ntimo que la del cochino ms vil. Pero cuando ese cerdo eres t mismo, el asunto pierde su gracia. Pero cuando es el mismo que se ha acostado con la asesina de su hermano, uno se ve a s mismo como un perro al que deberan en Beranda haber arrojado al fondo de un barranco. Es muy fcil decir que los otros son el infierno, pero cuando el infierno viaja contigo mismo, lo ms prudente que puedes hacer es retirarte del mundo y dedicarte a escribir un dietario. Pero hasta escribir en mi caso es una manifestacin obscena del ms cochino cinismo (p. 158).

Este atisbo de monlogo autorreflexivo nos sita en el marco de la continuidad del proceso de degradacin del personaje. La busca de un refugio le obliga a refugiarse en un otro yo y vale por dos. El uso metafrico del cerdo y del cochino subraya el retrato de una persona que lleva en s mismo los grmenes de su propia destruccin y que no consigue adaptarse a ningn sitio. La ltima oracin gramatical del prrafo marca el repliegue del personaje en s mismo con el pronombre personal mi caso, como si los pronombres de la segunda persona fueran

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dirigidos a otra persona, y as ilustrara la salida de la ilusin de un discurso dirigido a un destinatario.

4. DE LA FOCALIZACIN NARRATIVA

4.1 la tcnica cinematogrfica en Un mundo exasperado La obra de Gonzlez Sainz, segn se ha sealado, versa sobre la representacin autobiogrfica del protagonista que, a partir del flasback, va desde el da de su nacimiento en El Valle hasta el momento en que toma la iniciativa de recordar los cuarenta aos de su existencia. Una existencia que presenta simultneamente con la pintura de su ambiente vital desde una focalizacin externa similar a la tcnica cinematogrfica, esto es, objetivista. Este mtodo, no estar de ms precisar, recibe un gran impulso en su utilizacin por los escritores norteamericanos a partir de la segunda mitad del siglo XX. Claude-Edmonde Magny, estudiando la produccin novelesca norteamericana de este periodo, apunta sus caractersticas ms destacadas:

Al igual que el director de escena, ahora el novelista se toma la libertad de instalar su cmara donde mejor le parezca, y de variar continuamente su posicin, de manera tal que nos muestre la vida de sus personajes bajo una incidencia imprevista, desde muy cerca o mejor lejos, y nos haga ver tal escena, ora por los ojos de uno de los protagonistas, ora por los de otro; y todo ello, conservando la continuidad esencial a todo relato, sea impreso, sea filmado (Magny, 1972: 46).

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Gonzlez Sainz, en principio, parece haber seguido esas directrices metodolgicas en la medida en que le permite a su personaje grabar todo cuanto se presenta en su ngulo de visin, de manera paralela con el recuerdo de los cuarenta aos de su existencia. El captulo 13 de la novela se presenta como un hiato, por lo que nos ofrece la primera escena que rompe con lo que hasta ahora se podra clasificar en el marco de los recuerdos infantiles, familiares, profesionales, etc. El prrafo siguiente pone hincapi en el ambiente que reina alrededor del protagonista:

En la acera de enfrente unos nios caminaban rayando con tizas las fachadas de las casas -ora con trazos continuos ora punteados- y de pronto uno de ellos se tendi en el suelo bocarriba sobre las baldosas con los brazos y las piernas abiertas en cruz. Como de comn acuerdo, los dems se acuclillaron entorno a l y comenzaron a contornear con yeso blanco su perfil. [...] Una anciana de pelo cano, lacio y perfectamente recogido hacia atrs, pareca mirarlos con ojos fijos desde una de las ventanas del edificio que queda frente por frente de mi casa. Los miraba a ellos y miraba las cosas y las gentes de las calle como quien sabe que algo ha de llagar, o bien como quien ve quiz el monigote que todos somos cuando nos levantamos y miramos atrs, contorneado nuestro perfil sobre la cera pisada y repisada por los transentes de la memoria (p. 78).

Junto a la imparcialidad narrativa que se puede notar en el fragmento, destacan tambin dos principales focos de atencin del protagonista: la acera de enfrente y la viejecita de pelo cano de la que, a continuacin, se nos dice que iba acompaada por su nieta. Esta acera de enfrente constituye el marco espacial en el cual se sitan los objetos y las personas que se presentan en el ngulo de visin del monologuista desde el balcn. All es donde ve al Bar de Enfrente o el Caf de la Plaza (p. 77), al Caf de la Esquina (p. 216), al trfico y a la gente que camina

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(p.271), y tambin a una nueva pareja de policas que da el relevo a quienes se haban guarecido de la lluvia (p. 350), detalles que encuentra en la realidad exterior, fuera de la lupa del sujeto preceptor. El lenguaje que nos ofrece el protagonista se asemeja sobremanera al de un genuino discpulo de la escuela cinematogrfica cuando ms adelante afirma:

Abr el balcn -seran ms de las seis?- y vi a los nios que volvan a jugar en la plazuela; ahora ya no dibujaban siluetas en la acera como por la maana, sino que haban trado un balcn y acotaban un campo de juego entre las acacias y los lamos del jardn de la plaza; [...] La placeta queda a mi izquierda y yo diviso con toda claridad buena parte de ella sobre los pltanos jvenes de la avenida vivo en el cuarto piso. En diagonal a m, y en el ngulo que abre paso a la plazuela, est el Caf de la Esquina con su terraza de veladores, cuatro filas de mesas blancas por el lado de la plaza y dos por el de mi calle (p. 338).

Al precisar la situacin estratgica que ocupa para burilar las imgenes: vivo en el cuarto piso, y al incrustar en su discurso la preponderancia de los sustantivos y expresiones que remiten al campo lxico de las modalidades tcnicas del relato cinematogrfico a mi izquierda, en diagonal a m, en el ngulo que abre paso a la plazuela, el narrador deja plasmar el deseo de resear fidedignamente todo lo que ve y, nos permite saber que es utilizado comme une lentille de camra qui enregistre impartialement tout ce qui arrive (Fitch, 1968: 10). Esta preocupacin viene enfatizada en las siguientes declaraciones: La viejecita se haba detenido con su nieta en uno de los primeros bancos de la plaza ahora las vea de ms cerca- (p. 384). A partir de este momento, el narrador presenta sabia y pormenorizadamente todos los gestos, los movimientos, los pasos de la

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anciana y de su nieta, as como del hombre corpulento, del mimo, del pobre hombre humillado por El Camarero del bar, etc. Por supuesto, Un mundo exasperado se sita, en la perspectiva de la escuela psicolgica denominada behaviorismo, pues, el narrador se cie nicamente en lo que podra percibir un observador puramente exterior, representado en una situacin por el objetivo de un aparato fotogrfico (Magny, 1972: 47). Sin embargo, este esfuerzo por parte del narrador de reflejar la realidad no nos impedir subrayar otro aspecto no menos importante del behaviorismo. En efecto, no se admite ningn detalle que traicione tanto a la subjetividad del narrador como la de la cosa percibida. A este respecto, Claude-Edmond Magny recuerda:

No nos dan los sentimientos o los pensamientos de sus personajes, sino la descripcin objetiva de sus actos, la escenografa de sus discursos; en pocas palabras, el registro de sus comportamientos ante una situacin dada (Magny, 1972: 47).

Se puede ver en lo que precede un grado importante de apego al showing, a la saisie objective, por parte de nuestro narrador. Segn opina Alain Rabatel refirindose a la era de la novela norteamericana:

[] sa rflexion porte sur les procds propres tablir une relation dintensit maximale sur le lecteur ou sur le spectateur, relation qui, dans le roman, se construit sur la base de la discrtion du narrateur, afin dviter tout parasitage entre les personnages et les lecteurs ou les spectateurs (Rabatel, 1997: 41).

El narrador annimo de Gonzlez Sainz no disimular, no obstante, su descontento por ser incapaz de traspasar los velos de las mentes de sus personajes.

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Por eso aora amargamente la imposibilidad de no poder inmiscuirse en la psique de la viejecita de pelo blanco asomada a su ventana del edificio de enfrente y leer lo que piensa:

Cunto hubiese dado por saber lo que pensaba aquella anciana, lo que senta, los recuerdos que la embargaban o el vaco que le iba enfriando como dicen que va enfriando poco a poco la muerte cuando empieza a entrar sigilosa en el cuerpo, lenta, como de medio lado o sin querer molestar! Cunto hubiese dado por saber si miraba en realidad o bien si slo vea como ahora creo-, si slo recordaba o intua, por saber qu vea en los coches que observaba detenidamente ir y venir [...] Cmo me hubiera gustado descifrar, y hasta en sus ms recnditos entresijos, lo que adverta cuando los vea perder el aplomo o la conviccin [...]! (pp. 301-302).

Ntese en el prrafo la abundancia de exclamaciones que traducen la extraa amargura del narrador, lo que da a conocer explcitamente la ruptura con la omnisciencia y la neutralidad, pues, no consigue atravesar las fronteras que le separan del flujo de la conciencia de la anciana. Se trata de una queja semejante al del narrador de Le chat et la souris, de Gnter Grass quien dice a propsito de su amigo Mahlke: Et son me ne ma jamais t prsente. Jamais je nentendis ce quil pensait (Grass, 1962: 39). Esta mera pintura exterior de los personajes se produce tambin cuando el narrador presenta al portero del pabelln, un hombrecillo enteco y reservado, con cara de buena persona (p. 102) y se limita tan slo a estos detalles fsicos pero dejndose llevar ms adelante por una serie de interrogantes que ponen de realce la ausencia de conocimiento absoluto de los personajes: El hombrecillo enteco y reservado -frisara los cincuenta?, le esperara alguien en casa?, una mujer

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delgada tal vez como l y con hijos?- (p. 103). Ejemplos como estos proliferan a lo largo de la novela. Pero, como si Gonzlez Sainz estuviese inconscientemente impregnado por la ley de la objetividad relativa, el narrador del mundo exasperado no conseguir respetar estrictamente las dos principales reglas del la tcnica behaviorista. En efecto, si hasta el final de la obra no consigue instalarse en la mente de ningn personaje, no pasa lo mismo con la expresin de sus sentimientos. Refirindose otra vez a la postura de la anciana y de su nia, nos dice lo siguiente:

Casi inerte o con los movimientos concentrados y tardos de una tortuga, la anciana arrastraba poco a poco su cuerpo por la acera de la avenida frente a mi casa, mientras la nia miraba con sus ojos inquietos y vivarachos (p. 353) [y, ms lejos aade]: La nia a veces daba muestras de impaciencia, de ansiedad y sofoco, y se le vea mirar vida a los lados y no prestar odos a lo que pareca decirle la abuela (p. 368).

Los adjetivos calificativos inerte, concentrados, tardos, inquietos, vivarachos, impaciencia, ansiedad, sofoco, vida, ponen de relieve lo que Alain Rabatel denomina subjectivmes (Rabatel, 1998: 51), esto es, desde su proyeccin, las estampas que denotan tanto la subjetividad de los personajes como la del narrador. En efecto, siguiendo las pistas del narratlogo francs a la hora de analizar el narrador en una seccin de Germinal, de mile Zola, podemos decir que lo arriba subrayado pone de relieve los rasgos del focalizador y del objeto focalizado:

Ce sont l des adjectifs valuatifs (non axiologique), dont la caractristique est de renvoyer une double norme dvaluation, la

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premire, interne lobjet dcrit, et la seconde, interne lnonciateur (Rabatel, 1997: 240).

Por supuesto, Rabatel adopta una postura antagnica respecto a las bases epistemolgicas del objetivismo y de la escuela behaviorista, y seala los lmites de la pretencin objetivista: comme si, dailleurs, les camras taient garantes de lobjectivit! (Rabatel, 1997: 240). El narrador de Un mundo exasperado no se quedar exclusivamente en este primer plano de la doble expresin de la subjetividad. Va ms lejos para estimular la emocin del lector, y suscitar sentimientos de simpata, de conmiseracin por lo que compadece asimismo del dolor de la nia:

Me llenaba de inquietud aquella contencin, de pesadumbre, y una ntima comezn empez a corroerme por dentro. Me pona en su lugar y era un sufrimiento verla tan atada, ver tan sujetos sus vuelos y su afn por desligarse y expansionarse sin dar cuenta de lo que haca, [...]. Sin darme cuenta empec a despreciar a la anciana que horas antes manipulaba nostlgica o mecnicamente pajaritas de papel desde el alfizar de su ventana, comenc a odiarla y a detestarla cada vez con ms fuerza por el suplicio que infliga a la nia y el obstculo callado e inherente que interpona a sus estmulos (p. 368).

Puede decirse, en fin, que el behaviorismo de la obra de Gonzlez Sainz est tachado de las expresiones del sentimiento tanto del personaje como del narrador, lo que le acerca al modelo faulkneriano cuyo estilo difiere del de Dashiel Hammett caracterizado por lo que Claude Magny llama objectividad perfecta, y, como en la utilizacin de otras tcnicas, podemos ver una intencin irnica, que socaba los propios principios y conclusiones del discurso narrativo.

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4.2 La focalizacin narrativa en Lejos de Veracruz A semejanza de Un mundo exasperado de Gonzlez Sainz, el elemento que ms llama la atencin cuando nos dedicamos al estudio de la relacin existente entre el narrador-focalizador y la cosa observada en la novela de Enrique Vila-Matas es la posicin estrictamente externa que adopta el sujeto de la narracin. Se niega a penetrar en la mente del personaje y nos ofrece slo lo que se ve. Durante este recorrido narrativo principalmente enfocado en la intimidad ms secreta del pensamiento de Enrique Tenorio, no se nota en ningn momento la reproduccin del flujo del pensamiento de otro personaje. En los detalles que trae a colacin respecto a la familia de Felanitx que coteja durante el tiempo del monlogo, de Clarita, de to Arturo y de su hija Carmen, slo se limita a reflejar lo que surge del aspecto exterior. As es cmo nos informa de que Clarita tiene ojos verde y mirada serena (p. 21). Arturo Palau, to Arturo, el padre de Carmen les mira frunciendo el ceo y con su ojo slo tena uno- totalmente furioso (p. 94) y, cuando le recuerda a Rosita el telegrama que ella le mand, subraya que se reflej en su rostro la imagen de la perplejidad misma (p. 134). Se trata pues de un narrador que desempea a la vez el papel de reflector puesto que elude el empleo de verbos que traicionen el pensamiento de los personajes, prefiriendo los que denotaran un claro sentido dubitativo como parecer. Esta incertidumbre respecto a lo que piensa la persona o el objeto focalizada aparecen en muchas ocasiones. Ante la discusin surgida en el coche cuando se dirigan al mercado acompaado por la familia de Felanitx, dice que El dentista pareca sufrir ante el rumbo de los acontecimientos (p. 21; el subrayado es nuestro). Un poco ms tarde, se reproducir la misma impresin en el mismo

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personaje: Despus, ha vuelto a hundir su mirada y me ha parecido que dudaba totalmente de que yo conociera la sustancia de la felicidad, (p. 67). Adems, hay que sealar que Carmen, su prima con quien entabla una relacin amorosa, constituye la persona en que el narrador manifiesta el deseo de representar la Belleza fsica y, ms tarde, aora no ir ms lejos que lo que aparezca ante su mirada. En su intento de demostrar que Carmen era la encarnacin de la Belleza (p.89), se centra en su cabello negro, su mejilla, sus largas pestaas y, cuando llega el momento de mencionar un detalle que traducira una honda penetracin en la subjetividad de la chica, vuelve a utilizar el mismo verbo dubitativo: Como todo en ella pareca febril (p. 89). Estos detalles ejemplifican, mediante las formas verbales pareca y me ha parecido, lo que Franois Jost considera como ocularisation modalise
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(Jost,

1989: 123), es decir, la expresin de la incertidumbre de la percepcin de la realidad. Esa incertidumbre en la percepcin se desarrolla a medida que el narrador se acerca a Carmen, con lo que se producira una curiosa coincidencia con la preocupacin del narrador en la obra de Gonzlez Sainz. En efecto, descubre a fin de cuentas que la chica era un ser impermeable, un misterio, algo que no poda dominar ni captar espiritualmente. De ah, la resolucin de casarse con ella para poder entrar, ipso facto, en su jardn secreto, su cerebro, su pensamiento (aunque tambin la palabra jardn, en ese contexto, parece cargada de connotaciones). Las siguientes aseveraciones ponen a luz la ltima opcin del narrador Enrique Tenorio:

Por el contrario, Franois Jost considera como verbos intrnsecamente modalisateurs, a los que nos sitan en la conciencia del personaje como imaginarse, pensar y saber.

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Descubr que haba en Carmen algo muy misterioso, una especie de alejamiento interno, como si, a pesar de su aparente sencillez y naturalidad, en el fondo de su alma guardase no un secreto, pero s una reserva espiritual que ninguna persona iba a ser capaz de conocer algn da. Casarme y tratar, sin embargo, de conocer esa extraa reserva, ese fondo desconocido de la persona amada, me pareci un desafo muy atractivo (p. 103).

El narrador sufre una perturbacin psicolgica causada por la dicotoma entre lo concreto y lo abstracto, la realidad exterior de Carmen la persona amada que puede captar a partir de la mirada y el mundo interior, especie de cueva donde se esconden los pensamientos del personaje. Mieke Bal (1977) habla de lo imperceptible y lo perceptible como los dos principales componentes de la focalizacin narrativa. La muerte de Carmen pone fin al empeo del narrador a extraer lo imperceptible que anida en su mente y traduce tambin la intencin del autor de concederle al narrador de su obra un punto de vista limitado. A lo largo de toda la semana el narrador escarba su mente para escribir lo que l mismo considera como cuaderno de los tres tucanes, pero en ningn momento puede entrar en la conciencia de los dems personajes para leer lo que pensaban. Tenemos pues, un narrador homodiegtico igual que en Un mundo exasperado, que adopta una focalizacin meramente externa ante los hechos que aparecen en su visin.

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5. LA VOZ NARRATIVA EN HISTORIA DE UN IDIOTA CONTADA POR L MISMO O EL CONTENIDO DE LA FELICIDAD Y DIARIO DE UN HOMBRE HUMILLADO, DE FLIX DE AZA

5.1 La voz narrativa en Historia de un idiota contada por l mismo En Historia de un idiota contada por l mismo o El contenido de la felicidad, de Flix de Aza, se utiliza de manera incontestable el monlogo autnomo. La diferencia existente entre Un mundo exasperado y Lejos de Veracruz estriba en que los protagonistas de las dos primeras novelas estudiadas recuerdan su pasado situndose en un marco espacio-temporal explcitamente definido, mientras que el monologuista de la obra de Flix de Aza excluye de la corriente de su pensamiento el menor destello del tiempo y del espacio. Esta eliminacin del lugar de origen del enunciado y de indicios que permitan calcular el tiempo de la historia, fortalece el sitio que ocupa el conjunto del relato dentro del monlogo-memoria, considerado por Dorrit Cohn como muy relacionado con el monlogo autobiogrfico:

Such memory monologues, as I will call them, are typologically an exact cross between autobiographical monologues and memory narratives, combining the monologic presentation of the former with the mnemonic a-chronology of the latter (Cohn, 1983: 183)29.

El monlogo rememorativo se teje en torno al monlogo y a la memoria, lo que implica una proyeccin retrospectiva del protagonista en el pasado. El tiempo
29

Luis Beltrn Almera afirma que dentro de los monlogos autnomos Cohn establece una distincin entre los monlogos autobiogrficos y los monlogos memoria, segn se mantenga un orden cronolgico o no en ellos, que nos parece discutible (Beltrn Almera, 1992: 173). Los ejemplos que ella trae a colacin a partir de obras como La Route des Flandes (1960) e Histoire (1967), de Claude Simon, nos parecen pertinentes para el presente caso.

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pretrito ocupa un lugar predilecto en este caso, puesto que el enunciado del monologuista focaliza nicamente el pasado, privando al relato de referencias espacio-temporales: the monologist exists merely as a disembodied medium, a pure memory without clear location in time and space (Cohn, 1983: 247). En la novela de Flix de Aza, el annimo personaje, en su obstinada investigacin sobre el contenido de la felicidad, nos ofrece un relato rico en episodios con un marcado rigor en la cronologa, semejante a un monlogo autobiogrfico. La trama gira en torno a cuatro etapas principales en la que emerge, in crescendo, la historia del idiota. Los tres primeros captulos se detienen en la infancia, una infancia que nos relata inspirndose en la imagen que le sugieren sus fotos infantiles:

Si alguna vez tropiezo con viejas fotografas de mi infancia, lo que hace mucho que no sucede, siempre me sorprende y molesta el mismo, obsesionante, rasgo. En todas ellas diez, veinte fotografas que me retratan desde la pila bautismal hasta los seis o siete aos de edad- aparezco con la misma e insoportable risa (p. 21).

Se disimulan detrs de esta risa las desgracias de un nio que fue vctima de una infancia tan dura como el servicio militar, lo cual le oblig a ser el perfecto simulador de la felicidad tan slo a los cinco aos de edad y, de esta manera, pudo aguantar la severidad de los maestros del Colegio e incluso, llegar con vida al da de hoy (p. 21). Desde el cuarto hasta el sexto captulo, el relato nos conduce por los recovecos de la vida universitaria, sus primeras relaciones sexuales en el sendero de la guerra de los aos sesenta (p. 40) y su salida a Pamplona, donde contina los estudios de Ciencia. El idiota entrar en la adolescencia (pp. 53-74), periodo

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importante de su vida ya que asienta las bases de una estrecha relacin con Susana y la familia de sta. Es el momento del experimento y del abandono de la felicidad amorosa, el inicio de la felicidad filosfica (p. 80), la estancia en el campamento donde sus indagaciones se centran en la la felicidad guerrera (p. 89). La bsqueda de la felicidad artstica se concreta en plena madurez cuando sale del campamento, regresa a la sociedad civil y trabaja en la editorial Pepe Barras (p. 97). Sin embargo, casi al final de la novela, pese al recuerdo de una escena infantil durante la cual descubri el placer en el carcter invisible del universo a partir de una pelcula titulada El mundo submarino (p. 128), pensamos que el texto presenta, en un orden cronolgico, el recorrido del personaje bajo el prisma de los principales temas que constituyeron el foco de su atencin durante la bsqueda del contenido de la felicidad. Como hemos sealado, no aparecen claramente definidas las referencias espaciales y temporales. Se refiere al tiempo presente utilizando apenas el adverbio hoy, por ejemplo: Hoy tengo su edad de entonces (p. 47). Tampoco precisa el narrador explcitamente el lugar donde se encuentra a la hora de relatar su historia, aunque casi al final de la obra dice: Y como un idiota sigo viviendo en esta habitacin desnuda, estupefacto ante la hoja de papel sobre la que veo aparecer signos diminutos de color negro (p. 130). Esto nos informa nada ms que del microespacio, privando al relato de una indicacin macro-espacial como ocurre en Un mundo exasperado, con el espacio la Ciudad, o en Lejos de Veracruz con Mallorca. En efecto, se podra pensar que el descuido del hic et nunc dentro del monlogo se debe fundamentalmente a que el ahora no desempea un papel relevante en este espejo de su viaje al pasado. De ah el balance del trayecto:

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Aquel que haba hecho el recorrido haba quedado atrs. En el presente, lo nico que me daba unidad era el recuerdo del camino recorrido, pero no el sujeto que lo haba recorrido. Me senta depositario de una experiencia sin sentido ni contenido, pero comprensible en tanto que pasado (p. 126).

Hablando de la tcnica de reproduccin de la voz ajena, Flix de Aza se vale del discurso directo regido (veinticuatro ocurrencias), de dilogos y de discursos indirectos (cinco ocurrencias), para reflejar en la historia del idiota la voz de otros personajes. En cuanto a la voz citada (discurso directo), puede decirse que el protagonista hace un esfuerzo durante su monlogo para plasmar el enunciado de otros personajes sin la menor modificacin. As, al reproducir, por ejemplo, las palabras de Judas (pp. 85-87), nos dice: Slo suprimo de ellas las frecuentes vacilaciones, los carraspeos, las toses nerviosas y el violento agitar de manos y brazos que las acompaan (p. 85). Judas interviene en el relato como una voz sobrenatural que acta como mensajero puesto que, segn afirma el personaje-narrador despus de su parlamento:

No nos dimos la mano, pero an tuvo tiempo de pedirme prestados los pijamas y, es cierto, yo no los necesitaba. Observ cmo se iba haciendo pequeito hasta desaparecer junto a madres, abuelas, novias; la noche era muy fra y yo no tena tabaco (p. 87).

Dicho enunciado viene impregnado por las huellas del narrador. En primer lugar, a partir del verbo introductorio decir: -Querido amigo dijo-, no nos conocemos apenas (p. 85). En segundo lugar, para aclarar algunas expresiones al lector ideal:

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yo recuerdo haberte visto alguna vez en casa de Vicente Malvinas Crunch (era este un secuaz de la banda de los Doce en cuya casa se celebraban seminarios sobre cancin napolitana a los que yo acuda por acompaar a Susana y por ver al clebre castratto Carotenutto) y creo que en una ocasin te o hablar [] (p. 85).

El texto entre parntesis traduce el afn del personaje narrador por esclarecer el significado de la casa de Vicente Malvinas Crunch30, dentro del enunciado de Judas, cuyo contenido nos permite considerarle como uno de los maestros espirituales del idiota, dado que dicho enunciado est empapado de las influencias de los movimientos Nouveau Roman y Tel Quel. En efecto, Judas le informa al idiota de que ha comenzado a escribir un poema con la siguiente intencin:

Darle un tratamiento a la manera de Perceval Derretide, es decir, prestando gran atencin al nivel fnico, y ninguna a la sintaxis. De hecho no me interesa el nivel significativo, sino el nivel de
SIGNIFICONCIA, o sentido del significante loco (p. 86; nfasis en el

original).

A Nasus, ttulo irnico de la obra que dedica a Gogol, le sirve de apoyo para ofrecer al idiota un enunciado desprovisto de significado, un enunciado en el que se confunde la verdadera funcin del lenguaje:

ya se advierte que es una DEDICATORIA, es decir, una dedi (del dedo o de los dedos; de la digitalidad) ca(s)toria (en la casa ca- de la historia storia-, donde la s ha sido forcluida para ocultar un siseo, [] con el fin de alcanzar la liberacin de la lib(era)cin, cuyo trago embriaga slo cuando no es era sino ahora en tanto que

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No alude con este nombre a su amigo, tambin novelista, Vicente Molina Foix?

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lib(aho)racin, o rezo que se alza hacia el ltimo verso, [] (p. 86; nfasis en el original).

Flix de Aza se vale as de la voz de Judas para demostrar, una vez ms, su simpata por autores como Philippe Sollers31, Jean-Eden Hallier, Jean-Ren Huguenin, Jean Ricardou, Denis Roche, Marcelin Pleynet, etc, figuras

representativas del movimiento Tel Quel, singularizadas por su acento vanguardista y preocupadas por romper, a partir de los aos sesenta, con las normas literarias vigentes en el universo artstico francs de aquel entonces (Forest, 1995). Historia de un idiota contada por l mismo es una novela afrancesada en virtud de esta influencia expresiva del aire vanguardista que se respiraba en Francia durante las dcadas sesenta y setenta, teniendo en cuenta que tamibn la influencia germnica es perceptible a lo largo de toda la obra del escritor. Por lo que a la forma dialogada se refiere, encontramos tres variedades. La primera aparece en forma de rplicas cuando el idiota se acuerda de su charla con Susana, la hermana de Pedrito:

YO.-No me cabe la menor duda de que t y yo somos Uno, pero no

tengo la certeza de que t no seas Otro.


ELLA.-Estoy convencida de que t y yo somos Uno, pero me pregunto

si se tratar del mismo Uno [sic] (p. 64).

El segundo tipo viene marcado por la presencia del narrador en la oracin introductoria con tiempos verbales como pregunt, aadi, etc. Aqu, el supuesto afn de objetividad hace presentar distintas oraciones en lengua francesa, como las
En una entrevista que mantiene Philippe Sollers con Jacques Henri, reitera su deseo de abogar por una escritura novedosa y volver la espalda a la ideologa representativa: Pour ce qui est de lcriture, il importe de dnoncer lidologie reprsentative qui est une sorte de ciment pseudothorique pour tout ce qui sannonce aujourdhui comme littratur, en Pour une avant-garde rvolutionnaire, Tel Quel, 40, (1970), p. 62.
31

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siguientes entre Pepe Barras y el idiota: Est-ce-que vous crivez aussi?, me pregunt [] Oui, respond, je viens de commencer un chef doeuvre la manire dAndreiev (pp. 105-106); o en lengua catalana, como figura en alguna en las conversacin de Oriol:

Escolta, que tenim un Eliot? preguntaba Oriol. No, em sembla que no en tenim. Hi ha el Gabril Ferrater, per no es pot dir que sigui un Eliot, contestaba el poeta joven. [] A veure. Tenim un Breton?, preguntaba. Coses semblants s que nhi ha. En Foix, el Trabal, contestaba escurridizo el poeta joven. Ja. B. Y Saint John Perse? Que en tenim de Saint John Perse? No, daquest no en tenim. Per dissabte?, preguntaba con timidez. Que dius dissabte! Per divendres! (pp. 115-116).

En el tercer caso, se abjura la presencia del narrador, lo que origina un dilogo entrelazado o soliloquio (Azuar Carmen, 1987: 69). Este procedimiento consiste, segn este crtico, en ofrecer de modo espontneo y annimo el discurso ajeno, separando as al relato de las intervenciones del narrador. En la obra de Flix de Aza, slo se puede traer a la memoria la relacin que existe entre la madre de Pedrito y el idiota para determinar el enunciado de cada uno de los dos personajes que intervienen en la siguiente comunicacin telefnica:

Esta semana ha tocado la guitarra y se ha mirado al espejo. Nada ms? Slo eso? Slo eso. Muy bien, que siga as, sobre todo que siga as (p. 55).

La novela nos ofrece, adems, tres referencias que remiten a la presencia de algn oyente durante el monlogo del personaje: No se figuran ustedes lo irritante que resulta defender la racionalidad del poder (p. 70), Recurdese que el 237

ms grande artista de todos los tiempos [] (p. 97) y Vean ustedes que, a diferencia de otras pocas, [] (p. 107). Sin embargo, siendo el monlogo autnomo un enunciado en cual el hablante es su propio oyente en el momento de la verbalizacin, Luis Beltrn Almera justifica la existencia de estos decticos aseverando que el monlogo:

Se caracteriza por la fusin entre hablante e interlocutor, hacia el que aparecen dirigidas las frases y que se sita en el interior del mismo personaje enunciador del monlogo. En la narrativa personal no existe ese interlocutor interior, sino que las frases van dirigidas a un interlocutor exterior al texto un lector ideal-, que en la narrativa personal ms antigua la picaresca, por ejemplo-, aparece expreso en el texto el Vuestra Merced del Lazarillo (Beltrn Almera, 1992: 191).

La estructuracin externa del monlogo del annimo personaje ofrece una especie de engarce que Jean Rousset denomina en otras palabras rcit support, rcit satellite (Rousset, 1986: 69), pero que constituye un caso concreto de nonciations doutre-tombe (Rabat, 1999: 55), ya que lo relata el propio idiota despus de su muerte momentnea. Como ya se sabe, se le ocurre al protagonista, en plena superacin de la felicidad filosfica, matar al cuerpo esclavo que vive bajo la dominacin de un Amo, el instinto que distrae cualquier espritu sometido a una meditacin o a una profunda reflexin. As, desde el punto de vista narrativo, el pasaje: Al da siguiente me mat. Dicho as parece algo irreparable, pero no lo es tanto. [] Yo de todo eso me enter ms tarde, porque el tremendo dolor me derrumb desvanecido en tierra (pp. 89-92), en cuanto enunciado aislado, merece una mirada atenta para tener en cuenta sus propias modalidades discursivas. 238

El monologuista, al seguir con la rememoracin de su pasado, presenta en discurso directo la frase de una luz carnal y femenina, rosados dedos, rosados dedos (p. 90); la del cristal invisible, Ests preso en los lmites de tu pensamiento (p. 91), y del filsofo austriaco Ludwig Wittgenstein: Basta con prestar atencin (p.91). Oraciones que se diluyen en la descripcin de un universo constituido por la Diana cazadora de ultratumba, por las hormigas, por una lagartija; todo esto rociado de instintos humanos y del pensamiento que le surge al idiota en un determinado momento monlogo autocitado-: Lo ltimo que pens fue bien, por ah pasa la aorta (p. 92). En fin, se nos ofrece un fragmento que traduce la voz desdoblada del idiota desde los confines de su propia muerte momentnea. Cuando llega la hora de rematar la obra, el idiota rompe definitivamente con el viaje al pasado. Muestra en la ltima pgina del libro su situacin en el marco temporal: el momento en que se propicia la verbalizacin de sus recuerdos: Ahora cierro ese pequeo cuaderno (p. 132). El adverbio temporal ahora y la forma verbal cierro traducen la nica y definitiva pausa que se toma el idiota despus de vislumbrar una vida consagrada desde la infancia hasta la madurez, a la bsqueda del contenido de la felicidad, lo cual constituye una transicin para centrarse en lo que aparecer diariamente en su pensamiento, que establece el texto como un discurso escrito. De ah la siguiente oracin: Quiz maana abra otro (p. 132). Una frase provista de una fuerte carga premonitoria, puesto que anuncia otra novela de Flix de Aza, Diario de un hombre humillado.

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5.2 La voz narrativa en Diario de un hombre humillado

Tampoco parece propicia la lengua espaola para la germinacin del Diario ntimo. No es difcil hacer una relacin de memorias que cuenten con ejemplares estimables, pero este gnero del Diario ntimo, con sus exigencias de regularidad, no ha dado hasta ahora sino pocos cultivadores. Manuel Granell y Antonio Dorta, 1963: XL.

Creado en Francia en el ao 1882, el diario ser considerado como gnero literario cuando los escritores como Andr Gide empiecen a publicar los suyos (Didier, 1976: 139-140). As en su origen, el diario no fue destinado a la divulgacin. El diarista se preocupaba por satisfacer sus deseos personales a travs de una escritura diaria que excluye al destinatario, al lector potencial, dando lugar a un estilo descuidado y desaliado. En este contexto, el diarista no tiene obligatoriamente que ser un escritor provisto de cierta experiencia antes de comenzar la redaccin32. Esto provoca dentro de la obra algunas irregularidades formales debidas a la dejadez en el cuidado estilstico. Peter Boerner saca estas conclusiones tras examinar una serie de diarios antiguos:

Le Journal manque de structure et nexige pas de talent littraire tant donn que la plupart de ses auteurs sintressent au contenu et non pas la forme artistique (Boerner, 1975: 218).

Las observaciones de Peter Boerner nos sirven de punto de partida para proyectar una mirada analtica sobre el diario del hombre humillado de Flix de Aza. El diarista-narrador se dedica desde el 2 de enero hasta finales del mes de

A modo de ilustracin, se puede citar a Ana Frank quien, con tan slo trece aos, escribi un diario entre el 12 de junio de 1942 y el 4 de agosto de 1944, en el que cuenta la triste situacin de su familia y la de otros judos durante la ocupacin nazi de Holanda (Anne Frank, 2001).

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agosto a escribir el contenido de su pensamiento. Se trata de un soliloquio, de un ejercicio literario al que se consagra, segn afirma, para m mismo en perfecta libertad (p. 54), aun cuando no est en condiciones psicolgicas adecuadas para hacerlo: Ahora mismo, casi no veo lo que escribo. (p. 239). Dicha libertad repercute textualmente en muchas incorrecciones que, a primera vista, restaran al conjunto de la obra parte de su valor artstico. En efecto, si el diarista se dedica a la escritura como le venga en gana, saltando algunos das sin escritura, des jours blancs (Girard, 1963: 525), que en su caso llegan a veces a casi dos semanas, -2 de mayo15 de mayo-, muy a menudo, se le ocurre dejar de fecharlos de manera inteligible. As es cmo partimos de fechas concretas como el ya mencionado 2 de enero, hacia referencias como (fecha ilegible) (p. 190), (fecha imposible: 26 de febrero) (p. 194), (en lugar de la fecha figura: 11 de Marta) (p. 247), (fecha ilegible) (p. 250), (sta es la ltima entrada, sin fecha, conservada en el cuaderno) (p. 281, nfasis en el original), al que se puede aadir otro diario no fechado y cuyo contenido se reduce a una pregunta balad: Qu es esto? (p. 196). Se destaca de estos datos una marcada propensin al libre albedro, que se trasluce tambin en el lxico empleado por el diarista, y en la falta de rigor en sus informaciones. Asimismo, ms all de la filiacin del diarista al telquelismo, puede decirse que el diarista usa palabras que traducen la imagen de un diario opaco en la que se aparta de las normas que rigen la escritura de un texto destinado a la comunicacin. Palabras tales como archicomn, pluscuamcomn (p. 37), Mimismos (p. 54), kantidad (p. 128); la descomposicin con fines ldicos de una frase como Lune, Pape abortif Lamiable, Pape en ln-e-papabortif-alamiablepap-e (p. 41), desmembracin, reiterada con sus distintas slabas en Des-mem-

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bra-cin (p. 79), o incluso per-fec-ta-men-te (p. 229), in-ca-paz (p. 262), y los juegos de palabras derivadas de Jules Laforgue, la forca, la horca, los apellidos condenan (p. 71). An ms; el diarista-narrador emplea un lenguaje muy poco acomodado al que esperamos encontrar en un texto literario. Al hablar de los dos principios explicados en la cosmologa filosfica evocados por el seor Daroca, dice: a) la velocidad con que se desplaza la Tierra [] b) la mezcla de sangre e hibridacin de razas [] (p. 56). En lo tocante a los habitantes de la ciudad en la que vive, afirma: permanecieron noventa aos, de 1773 a 1865, sin reloj de horas (p. 63), en vez de noventa y dos aos. Una inexactitud que, asociada a la manera con la que concluye su diario del 3 de marzo: No puedo seguir escribiendo. Me duelen los dedos (p.116), reafirman el estatuto de un texto escrito, no para un pblico, sino para satisfacer un deseo personal. Desde esta perspectiva, se percibe por qu lleg a personificar al diario, a considerarlo como interlocutor, manantial que le suministra una inmensa delectacin:

Aqu estoy otra vez, querido Diario. Encontrarme en el viejo cuaderno es una sensacin espantosamente agradable; vertiginosa, como el encogimiento sexual que produce el descenso acelerado del columpio. Cuando el goce es intenso parece que escapan del cuerpo todos los lquidos: lgrimas, mocos, saliva, orina, semen, sudor, todos escapan del ardor privado y placentero (p. 199).

Este carcter estrictamente individualista del diario como reflejo de une criture qui stricto sensu ntait pas lorigine destine la communication (Corrado, 2000: 11), viene tambin subrayado en estas declaraciones de Marta, amiga del hombre humillado:

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Escriba un diario de pequea, para que no se lo llevara todo el tiempo, digo, el viento, y todava lo guardo, el de los doce aos, cuando lo del Viet-Nam, se dice del Viet Nam? (p. 268).

En cierta medida, se podra considerar las incorrecciones formales presentes en la obra como una manifestacin de la recuperacin de la libertad del escritor iniciada en Espaa a partir del ao 1975. Ao a partir del cual Cada novelista elegir el camino que le resulte ms adecuado a sus aptitudes, pero sin obligaciones ajenas a la literatura y a su propia personalidad (Sanz Villanueva, 1984: 199). Sin embargo, aunque dichos detalles tienden a desacreditar el valor artstico de Diario de un hombre humillado, no se debe olvidar que Flix de Aza opta por una escritura compleja, salpicada de enredos, a caballo entre un estilo aparentemente desechable y amenamente trabajado, con una explcita voluntad de no limitarse a ninguna norma que rige la escritura del diario. Al revs, el hombre humillado brinda en su primer diario un detalle que remite al narratario: Tngase bien presente que un hombre aislado de sus semejantes es, indudablemente, un hombre nuevo a cada momento (p. 15; el subrayado es nuestro). Esto es una seal que augura un diario que se desmarca del modelo clsico, es decir, el que escriba el diarista para que se quedara eternamente en el cajn. Contestando a Jordi Gracia respecto a su obra preferida, Flix de Aza dice lo siguiente:

En Diario de un hombre humillado quise afrontar un problema de temporalidad para m muy difcil, combinado con la dificultad misma que presenta la forma del diario. El diario plantea dificultades muy entretenidas porque tienes que estar informando continuamente al

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lector; se le suele informar echando mano de miles de procedimientos: el personaje recibe cartas, lee un peridico, etc.33

En sus investigaciones sobre el diario ntimo en Espaa, Danielle Corrado, profesor en la Universidad de Provence, aun reconociendo lo difcil que resulta sintetizar los criterios identificadores de los diarios afirma:

La rtrospection est dune amplitude trs faible qui ne peut excder deux ou trois jours, lcriture du Journal est en effet le reflet de lactualit immdiate du rdacteur (Corrado, 2000: 7).

Ahora bien, la obra de Flix de Aza ofrece simultneamente pginas inscritas tanto en la inmediatez del diarista como en su pasado lejano. El tiempo presente, en el que hace un autorretrato fsico y moral, o comenta algn tema, le sirve tan slo de trampoln para centrarse en la poca franquista, (periodo en que naci), en la situacin de su familia, la muerte de sus padres, sus relaciones con su to Enrique, su primo Toni, los recuerdos infantiles, los movimientos literarios de moda durante la juventud, las injusticias sociales, etc. Refirindonos a este ltimo aspecto, huelga decir que el escritor huy de la poesa que practicaba antes de la narrativa, puesto que sta permite soar con un mundo nuevo. Es lo que explica Laura Silvestri cuando se centra en la narrativa de Flix de Aza:

Puesto que ponerse al servicio de los dems supone comunicacin, intersubjetividad, lenguaje compartido, se hace necesario cambiar el tipo discursivo y pasar de la poesa a la prosa narrativa. Considerado desde el punto de vista social, el sujeto no es slo quien es dotado de
Vase Jordi Gracia, Entrevista con Flix www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/.../207389_0025.pdf (p. 95).
33

de

Aza,

en

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una voz particular y del talento de inventar otros mundos por oponer a la realidad, sino tambin alguien capaz de fijarse objetivos comunes para construir el nuevo mundo probable (Silvestri, 1995: 35).

El diario deja de ser ntimo para convertirse en una radiografa de la sociedad en la que el capitalismo imperante convierte la ciudad en el reino de las desigualdades: los amos de esta ciudad decidieron poner a los pobres abajo y a los ricos arriba [] La ciudad slo respeta el oro (pp. 29-30). Asimismo, tenemos unas reflexiones filosficas basadas en temas teolgicos como el pecado (p. 281), la crtica del comercio ilcito de la venta de momias a museos americanos y europeos (p. 275), sostenida por Cucurella y el teniente. Desde este punto de vista, Diario de un hombre humillado descansa armoniosamente entre dos gneros literarios: el diario y el relato -secuencias narrativas-, intercalndose as las dos categoras de diarios, -externos e internos-, que reconoce Georges Gusdorf (1948: 40). Pues bien, notamos que el yo del diarista-narrador se sumerge a veces en la figura de otros personajes, dando rienda suelta a un cruce permanente entre dos pronombres personales nosotros y yo, que desempean el papel productor de la accin. Este cambio se verifica con la muchacha de Mlaga a la que encuentra en el caf La Boa. La primera persona del singular yo del diarista-narrador, yo sirvo dos cervezas (p. 41), se convierte en Terminado el caf tomamos un taxi (p. 41), Estamos de acuerdo y bebemos nuestra cerveza con ginebra (p. 41). En este contexto, el diarista-narrador interviene en tercera persona para ofrecer una descripcin: Ella suda como un caballo y mis manos resbalan sobre su cuerpo, se enredan en las sbanas arrugadas (p. 41). Acta como un aparato de retransmisin encargado de contar los sucesos, deslizndose de su yo ntimo para orientar el relato hacia una persona (caso de su

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madre pp. 32-33, de el Chino y de Cucurrella), o de ms de una persona (como ocurre con la muchacha de Mlaga, Marta, el Chino, Cucurrella); todo eso siempre presentado bajo una perspectiva narrativa casi neutra o limitada (p. 171)34. En otras circunstancias, el diarista-narrador se aparta completamente del relato para dejar que el Chino se convierta en narrador, aunque bajo la forma supuesta de una cinta que reproduce un texto grabado. As es cmo el diarista cede su lugar a el Chino:

De lo que hoy me ha dicho el Chino, ni una palabra, ni un comentario; su voz, nicamente su voz grabada en mi memoria con dedo de fuego. Comenz con aire distrado, como si no supiera lo que iba a arrojar: [] (p. 270).

El Chino, convertido en narrador (pp. 270-276) enfoca su relato en Cucurella y el teniente, durante su estancia en frica. En esta historia espantosa, el narrador homodiegtico presenta los diferentes actores del comercio de momias y describe pormenorizadamente el funcionamiento de ese negocio ilcito. Flix de Aza empareja entonces dos formas literarias y dos estilos antitticos: un estilo apropiado al lenguaje del diario ntimo clsico, que antes no estaba destinado a la publicacin, y una serie de secuencias narrativas en las que hace gala de una prosa original elaborada con varias tcnicas narrativas propias de la novela moderna. En esta dualidad estriba, segn Peter Boerner, la gran innovacin del diario contemporneo, un diario ms ambicioso y distanciado del modelo clsico:

Conviene precisar que, aunque con la chica de Mlaga (pp. 40-41) el diarista intenta leer en sus pensamientos: desde que ha adivinado que no soy polica se siente ms a gusto, ms tranquila (p. 41), se trata de un caso aislado puesto que adopta un punto de vista externo al presentar al muchacho en la Cafetera Barcelona Galicia Restaurante (p. 91), Marta (pp. 262/281), etc. Una postura que el Chino elige cuando se convierte en narrador al decir que la docena de moros estaban tumbados por el suelo, con el signo de la resignacin sobre las caras (p. 272; el subrayado es nuestro).

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Limportance majeure du Journal moderne rside dans lalliance de ses fonctions littraires et non littraires. Le journal moderne ne tient pas compte de la ligne de dmarcation qui existait traditionnellement entre lcriture personnelle et lcriture destine au public (Boerner, 1975: 222).

La mezcla de diferentes tcnicas narrativas como dilogos o poliloquios (p. 86), las voces citadas, referidas, el monlogo autorreflexivo (p. 71), la psiconarracin (p. 27), el estilo indirecto libre, los colores de los movimientos Tel Quel, las numerosas referencias histricas, la recreacin a modo surrealista de algunas acciones (p. 58), mltiples voces narrativas y la propia vida del humillado distribuida en forma de pinceladas en el diario, son los factores que, sin lugar a dudas, facilitaron, por un lado, la obtencin del Premio Herralde (1987), y, por otra parte, el juicio positivo de la crtica, como en el caso de Enrique Villagrasa: una de las novelas ms osadas e insultantemente brillante que he ledo, que es original, concisa e intensa, que es un portento de narracin perfecta, cerrada, donde la acidez que destila es admirable [] la gran novela del fin de siglo35.

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www.anagrama-ed.es/PDF/XXV_aniv_premi.pdf

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6. VOZ NARRATIVA, PENSAMIENTO Y FOCALIZACIN EN NAPOLEN VII Napolen VII, de Javier Tomeo se presenta dentro de las obras que estudiamos como un ejemplo de la presencia de una novela decimonnica cuyo discurso proviene de un narrador omnisciente que domina por encima de todos sus personajes. Se trata de una fuente discursiva que se niega a apartarse definitivamente de la escena literaria pese a las consabidas crticas de la era del recelo y a la voluntad de la mayora de los escritores contemporneos de independizar a sus personajes de su control. Los privilegios de los que se beneficia el narrador de Napolen VII le permiten presentar con desparpajo a Hilario H y a Miguel, dos antiguos lectores de libros sobre Napolen y dos autnticos personajes que constituyen la palanca giratoria de la novela de Javier Tomeo. Del primero, nos enteramos a partir del narrador de su pasado especificado en un sutil recuerdo de sus padres que desconoce el propio Hilario. El narrador omnisciente precisa:

Lo que pasa es que Hilario tampoco recuerda a su verdadero padre. Muri antes de que cumpliese los tres aos. De hecho, aquel pobre hombre no tuvo tiempo para darle un tirn de orejas ni para llevarle una tarde al circo. Su madre, sin embargo, le recordaba con frecuencia. De hecho, todo lo que sabe Hilario de su padre, que se llamaba Rafael, lo supo de labios de su madre (p. 55).

Del mismo modo el narrador evoca las actividades deportivas de Hilario H cuando era funcionario del Banco de C antes de jubilarse. Nos demuestra una vez ms que conoce perfectamente a su personaje, diciendo, con seguridad, al hablar del dedo del presunto Napolen:

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La verdad es que ni siquiera es un dedo hermoso. Tiene la ua torcida y negra, seguramente porque en los tiempos en que Hilario jugaba al ftbol en el equipo del banco le daban siempre unas botas demasiado pequeas que acabaron deformndole el pie (p. 71).

Es, merced a este dote que desvela el pseudnimo de Miguel, -los amigos ntimos le llaman Pandora (p. 24)-, el vecino de Hilario H, y se vale del don de la ubicuidad para presentar, simultnea y paralelamente, lo a que se dedica cada uno de stos personajes en un determinado momento. Es la razn por la que se interpone entre ellos y nos suministra la conversacin telefnica que los dos mantienen sentados cada uno en su piso:

-Podemos pasarlo bomba susurra una vez ms, con el telfono muy cerca de los labios. -Audiencia concedida responde Napolen, que en esos momentos no sabe muy bien con quin ha estado hablando (p. 33).

Por aadidura, el narrador expone, en otras circunstancias, los movimientos corporales de los dos personajes durante otra comunicacin telefnica. As, llega a decir que Hilario Aprieta el auricular con tanta fuerza que le duelen los nudillos (p. 101), en tanto que Miguel, el vecino: se encoge de hombros (p. 101). La omnisciencia narratorial en Napolen VII, va ms lejos. Se percibe la aptitud del narrador de dotar el enunciado de verbos como imaginarse, de expresiones como le parece que y tiene la impresin de que [], sellos que traducen la inferioridad cognitiva del personaje.

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Cuando el narrador empieza su ponencia sobre la vida de Hilario H nos informa de que hace tres das se asom al balcn de su casa, contempl la ciudad extendida a sus pies y se imagin que estaba oteando el paisaje desde lo alto de una pirmide de Egipto (p. 12; el subrayado es nuestro). Durante otra intromisin en la conciencia del personaje, el narrador afirma: En estos momentos no le importara, pues, tener un encuentro con aquella encantadora muchacha que Hilario se imagina con el cutis sonrosado y bastante metidita en carnes (p. 54; el subrayado es nuestro). Es desde este mismo ngulo que un poco ms adelante, habla de nuevo, de Hilario diciendo: Vuelve a entrar en la casa y se tumba otra vez sobre la cama. Tiene la impresin de que las manchas de humedad que hay en el techo de su cuarto se han hecho un poco ms grandes (p. 61; el subrayado es nuestro).36 El verbo imaginarse nos sita, claro que s, en el cerebro del personaje Hilario, igual que la expresin tener la impresin de que. Sin embargo, semnticamente hablando, dejan inferir el carcter apcrifo de lo que piensa el personaje Hilario-Napolen, esto es, avistar el paisaje desde lo alto de una pirmide de Egipto, la idea de que la encantadora lleva el cutis sonrosado y la impresin de que las manchas de humedad que hay en el techo de su cuarto engrandecen. Las tres referencias que acabamos de mencionar dejan patente que el narrador sabe ms que Hilario H, el personaje del loco. De ah el lugar preponderante que ocupa la psiconarracin en la obra, evidenciando una vez ms the narrators superior knowledge of the characters inner life and his superior ability to present and assess it (Cohn, 1983: 29). De hecho, esta injerencia se efecta tanto en la conciencia de Hilario H como en la de Miguel. Enfoquemos la atencin en los

Podemos traer a colacin en la misma pgina otro ejemplo que desempea la misma funcin que los tres citados. Y si me comprase unos cuantos?, se pregunta, mientras le parece que las antorchas de la llanura empiezan a apagarse (p. 61; el subrayado es nuestro).

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prrafos siguientes para ver cmo refleja con sus propias palabras el flujo interior de los dos personajes:

No es fcil decidir la mejor maniobra a seguir. Si ataca por la derecha, piensa, los muy cabrones podran contraatacar por la izquierda, pero si ataca por la izquierda podra ocurrir exactamente lo contrario, es decir, que ellos contraatacasen por la derecha. En este ltimo caso lo ms lgico sera realizar una audaz maniobra envolvente, pero esa solucin entraa tambin sus riesgos (p. 51).

En el ejemplo siguiente, tenemos un caso de discurso del personaje disperso en la narracin37 que se empareja con otra psiconarracin centrada, esta vez, en el personaje Miguel:

As son las cosas. En este mundo cada cual juega a lo que puede. Fue una de esas ideas locas que de vez en cuando te caen del cielo. No se lo pens dos veces, as que ayer por la maana se cruz en la escalera con Hilario y le plante seriamente la posibilidad de organizar una fiesta de disfraces. Una fiesta, se entiende, para ellos dos solos (p. 24).

El papel que desempea el narrador en la expresin del pensamiento de los personajes y sobre todo de Hilario H llega a tal punto de que le considera al final como nuestro Napolen (p. 131), puesto que sus prerrogativas le permiten expresar les penses des personnages, nous faisant ainsi partager sa conception de la psychologie (Todorov, 1968: 64).

El discurso del personaje disperso en la narracin -dice Antonio Garrido Domnguez- alude a frases o palabras del personaje que se presentan en el marco del discurso narrativo. Reproduce indistintamente palabras o pensamientos (sobre todo, stos) y puede mezclarse, por esto mismo, con psiconarracin e, incluso, con el estilo indirecto libre (Garrido Domnguez, 2008: 278).

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Una concepcin de la psicologa que representa una seal reveladora de la omnipresencia del narrador en la novela, pero que no desecha el lugar significativo de los dos personajes, que se manifiesta a partir del monlogo citado. En este caso, se nota la ausencia del narrador en los enunciados de los personajes por lo que vienen bien entrecomillados o entre dos guiones y siempre seguidos de formas verbales como se dijo, se pregunta, ha pensado, se dice ahora Hilario, piensa, recuerda, reconoce, se responde a s mismo, susurra, etc. No me gustara ser el general de un ejrcito de desdentados, piensa (p. 47) o, el monlogo citado de Miguel: Los hombres y los relojes, se dice Miguel (p. 106), slo para enumerar algunos. En total, tenemos ochenta y ocho ocurrencias de monlogos citados, de los que doce pertenecen a Miguel, el desgraciado acompaante de Hilario H en sus aventuras napolenicas. Llamemos a estos monlogos citados, en otros trminos, Direct interior monologue (Humphrey, 1963: 25), Quoted monologue (Cohn, 1983: 58). El nmero elevado de monlogos citados en la novela, significa que, an siendo una narracin a cargo de un narrador omnisciente, los personajes gozan de cierta autonoma ya que el monlogo citado

presents consciousness directly to the reader with negligible author interference; that is, there is either a complete or near-complete disappearence of the author from the page (Humphrey, 1954: 25).

Dicha autonoma se verifica sobretodo con el personaje Hilario H que se sirve de otra forma de monlogo propio de la narrativa personal. No estar de ms sealar que, a parte de Hilario H convertido en Hilario-Napolen y de su vecino

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Miguel, la novela cuenta con la presencia de otros personajes, fruto del desdoblamiento de Hilario H. As, los enunciados que emanan del viejo Hilario, de Fauvelet Bourraine, de El Mariscal Soult, representan las voces desdobladas de Hilario-Napolen que salpican la novela de dilogos dirigidos por el narrador al que se tiene que sumar la voz de Josefina, la falsa cocinera de la televisin. Todo ello sita a Napolen VII fuera de las orillas de lo verosmil pero constituye una manera original de presentar el carcter polimorfo del discurso narrativo, fusin, en este contexto, de la voz del narrador omnisciente, de Hilario H, del viejo Hilario, de Miguel, y dems personajes. Sin embargo, entre estos personajes, el viejo Hilario es el que permite a Hilario-Napolen exponer la conciencia, entrar plenamente en una fase reflexiva puesto que:

Ese otro Hilario, que de vez en cuando regresa con la pretensin de insuflarle un poco de sensatez, tiene toda la razn del mundo (p. 21).

Desde esta perspectiva, pueden considerarse los enunciados que el viejo Hilario lleva a cabo desde la segunda persona como casos de monlogo autorreflexivo, exclusividad del monlogo autnomo de la narrativa personal. La otra noche te acostaste siendo Hilario y al da siguiente te despertaste convertido en Napolen (p. 22; el subrayado es nuestro), le dice el viejo Hilario a HilarioNapolen. Ahora bien, puesto que el pronombre personal de la segunda persona del singular te es el yo, es el ego en conversacin con el alterego en un monlogo interior de gran subjetividad y sugestin (Burunat, 1980: 72), puede decirse que es la insignia de una voz responsable que interpela a Hilario desde lo ms profundo de

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su conciencia, en una comunicacin unilateral que se asemeja al discurso de una persona que habla con su imagen en un espejo. La ltima intervencin del viejo Hilario, al final de la obra, despus del asesinato de Miguel por Hilario-Napolen, es la voz de esta conciencia responsable, que habla ltimamente, para marcar el final de la escenificacin e invitar a Hilario H a responsabilizarse del crimen que acaba de cometer: -Es mejor que avises a la polica y le digas lo que ha pasado le sugiere el otro Hilario-. Al fin y al cabo t no queras matarle (p. 137; los subrayados son nuestros). Aunque se visualiza en esta ocasin -como en tantas otras- la omnipresencia del narrador a partir de -le sugiere el otro Hilario-, puede decirse que la obra de Javier Tomeo ofrece, el cambio de una tcnica narrativa a otra. Partimos desde el principio de la novela de la voz retumbante de un narrador omnisciente, cuyos poderes le permiten instalarse en las conciencias de los personajes Hilario H-Miguel, y nos gua hacia unas breves formas dialogadas entre los personajes cuyo fuero interior transluce, una vez ms, a partir del monlogo autorreflexivo -Hilario H- y, un nmero destacado de monlogos citados -Hilario H, Miguel-. Esta utilizacin de tcnicas narrativas ocasiona, dentro del monlogo citado presentado, el nacimiento de lo que Luis Beltrn Almera denomina una variante heterodiscursiva del monlogo citado que se singulariza:

por el trnsito fluido de la narracin al monlogo y del monlogo a la narracin, que forma as una frase que pasa sin rupturas las fronteras de los planos enunciativos (Beltrn Almera, 1992: 143).

La construccin narrativa de Napolen VII brinda algunos ejemplos:

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Deja caer la cabeza sobre la almohada, entorna los prpados, vuelve el rostro hacia la lamparilla de la mesita de noche, que tiene encendida, y entre dulces sombras anaranjadas recuerda los lejanos tiempos de la niez. No pronunci grandes frases ni hizo nada que pudiera hacer pensar en un futuro brillante. -No fui un nio prodigio susurra (pp. 37-38).

El prrafo presenta, conjuntamente, un enunciado impersonal Deja caer la cabeza sobre la almohada [] que tiene encendida-, una psiconarracin -y entre dulces sombras anaranjadas recuerda los lejanos tiempos de la niez-, una narracin omnisciente No pronunci grandes frases [] un futuro brillante- y un monlogo citado -No fui un nio prodigio susurra. Es ms; tenemos otra variante del monlogo citado en el que el protagonista se inventa un interlocutor sobrentendido cuya voz tiene que aparecer en primera persona como la segunda voz del mismo personaje. La consecuencia es el paso de la narracin al dilogo; lo que acarrea el monlogo-dilogo citado (Beltrn Almera, 1992: 138). Ahora bien, teniendo en cuenta el hecho de que Beltrn Almera estipula que este caso no surge en una situacin de soledad fsica, el ejemplo que exponemos a continuacin se sita en la periferia del monlogo-dilogo citado de la narrativa moderna:

-Quin soy? declara Hilario, repitiendo las mismas preguntas que el Emperador se haca en una de sus biografas-. Soy Napolen? No lo soy? Soy un ser divino o un demonio? Adnde voy? De dnde vengo? Qu mgico fluido me envuelve y me oculta las cosas que ms me interesa ver? -Es mejor que avises a la polica y le digas lo que ha pasado le sugiere el otro Hilario-. Al fin y al cabo t no queras matarle. (p.137).

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Aqu, aunque Hilario se encuentra solo despus de cometer el acto criminal, ya se sabe que el otro Hilario seala por su enunciado un monlogo autorreflexivo, lo que traduce la voz de un interlocutor figurado, pues, nos encontramos en un proceso de interiorizacin consciente de la alteridad fuente de la lucha de la conciencia con su yo (Beltrn Almera, 1992: 192). As, siendo el otro Hilario la encarnacin del otro yo de Hilario H, el prrafo representa, pese a unas leves derogaciones, un tipo de monlogo-dilogo citado. Puede decirse que la presencia de monlogos citados, de su variante heterodiscursiva, del monlogo-dilogo citado, de la psiconarracin y del monlogo autorreflexivo muestran la perversa vida interior de Hilario H y enmarcan a Napolen VII a caballo entre la narrativa impersonal38 y personal. No obstante, el captulo no terminara en trminos satisfactorios si excluyramos el concepto de focalizacin narrativa. Gerard Genette, en el marco de la narrativa impersonal construida por un narrador omnisciente decreta la inexistencia del punto de vista del narrador con la expresin: focalisation zro, es decir, un relato no focalizado en el que el narrador omnisciente en sait plus que le personnage, ou plus prcisment en dit plus que nen sait aucun des personnages (Genette, 1972: 206). Esta denegacin del punto de vista al narrador omnisciente se sujetaba a juicios de otros narratlogos como Michel Raimond (1968: 299) y Raymonde Debray-Genette (1971: 47). Las crticas de que fueron vctimas, fechadas desde los aos sesenta hasta hoy en da, han sido expuestas por investigadores como Romberg Bertil (1962: 322), Jaap Lintvelt (1981: 47- 48), Alain Rabatel (1997: 186) y Dorrit

No estar de ms sealar aqu la presencia de la voz del autor implcito: Por algo dirn que los libros son los compaeros de los solitarios y el sostn de los desvalidos (p. 95).

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Cohn (2001: 184). En efecto, piensan unnimemente que el narrador omnisciente est provisto de punto de vista en la narracin. Jaap Lintvelt, por ejemplo, opina que Grard Genette y sus seguidores confunden perspectiva narrativa y profundidad de la perspectiva narrativa. Estas son sus palabras:

Ces critiques mlangent ainsi deux critres narratifs diffrents: la perspective narrative et la profondeur de la perspective narrative. Comme nous rservons le concept de perspective narrative la dtermination du sujet-percepteur, il nous semble parfaitement lgitime de lutiliser pour le narrateur, tout aussi bien que pour un acteur (Lintvelt, 1981: 47).

Inspirndonos de este razonamiento de Jaap Linvelt, y, considerando el hecho de que en Napolen VII el narrador habla nicamente en tercera persona del singular, dejamos por sentado que su perspectiva narrativa, en cuanto sujeto-perceptor, es una focalizacin externa. Por el contrario, en lo tocante a la profundidad de la perspectiva narrativa, dispone de una percepcin interna focalizacin interna- de los objetospercibidos, Hilario H-Miguel, ya que consigue adentrarse en la conciencia de ambos personajes.

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7. MIRADA SINPTICA DE LA VOZ NARRATIVA EN LAS OBRAS ESTUDIADAS Llegado al trmino del estudio de la voz narrativa en esta seccin, pensamos necesario sacar las conclusiones que afectan individual o colectivamente a las obras estudiadas. Puede decirse, en primer lugar, que el lector caer en la cuenta, por lo que se refiere a la narrativa personal, que hemos eludido la presentacin de la voz del autor implcito o segundo yo del autor. Esta elusin no se debe a un desconocimiento del lugar que ocupa el autor implcito implied author- teorizado por Wayne Booth39. Efectivamente, la voz del autor implcito desempea una importancia capital en la medida en que se proyecta, a veces de forma fundamental, sobre el contenido ideolgico y tico de la obra. No obstante, hemos aceptado la visin de Tzvetan Todorov. A su parecer, resultara equvoco establecer una distincin entre un personaje sujeto de la enunciacin del texto el yo narrador-personaje- y el autor implcito. Desde el punto de vista del crtico francs, el narrador homodiegtico es una figura desdoblada del autor, por lo cual afirma:

Il serait aussi erron de dtacher entirement ce narrateur de l auteur implicite [Sic] et de le considrer simplement comme un personnage parmi dautres (Todorov, 1968: 66).

Esta es la razn por la que aludimos al autor implcito nicamente en Napolen VII de Javier Tomeo, una narrativa impersonal y, a continuacin, en la triloga policaca de Eduardo Mendoza.
Even the novel in which no narrator is dramatised creates an implicit picture of an author who stands behind the scenes, whether as stage-manager, as puppeteer, or as an indifferent God, silently paring his fingernails. This implied author is always distinct from the real man Whatever we may take him to be- who creates a superior version of himself, a second self, as he creates his work. (Booth, The Rhethoric of Fiction, 1983, 151).
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Hablando de la focalizacin narrativa, aunque el mismo Todorov (1968: 59) asegura que no existe una perspectiva narrativa estrictamente externa, esto es, la que se contenta con presentar la realidad sin entrar en el pensamiento del protagonista, y hemos visto cmo el nico hombre moral de Gonzlez Sainz aora el hecho de no poder penetrar en la psych de los dems personajes de la obra, aunque la objetividad nunca puede ser del 100%-, igual que el narrador Enrique Tenorio en la novela de Vila-Matas. Las obras de Flix de Aza presentan tanto al idiota como al hombre humillado alejados del pensamiento de los protagonistas de las obras. El grado de implicacin de esos narradores en el cerebro de otros protagonistas es casi nulo. En general, se observa un proceso de subjetivacin de los personajesnarradores en la narrativa personal estudiada. Una subjetivacin que se manifiesta en una gama de monlogos y, en cierta medida, en la proliferacin de monlogos citados en la obra de Javier Tomeo. Como se puede comprobar, con el monlogo autnomo, el protagonista reduce el contacto con el ahora y el mundo exterior, para centrarse celosamente en el relato en su propia vida. Esto propicia, desde el enfoque de la perspectiva narrativa, lo que Patricia Martnez Garca (2002: 197) denomina el principio de la incertidumbre en la novela moderna. Una incertidumbre en la representacin de la realidad que surge de la limitacin de los poderes de esos narradores homodiegticos, quienes se limitan, a su pesar, a presentar superficialmente a los dems protagonistas de la novela. Esto da lugar a una narracin estrictamente reflexiva, narcisista y encerrada en el yo del personaje-narrador quien teme que, al introducirse en la intimidad psquica de sus personajes, se vea su propio equilibrio dentro del relato. Cohn lo dice con estas palabras:

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The more conspicuous and idiosyncratic the narrator, the less apt he is to reveal the depth of his characters psyches or, for that matter, to create psyches that has depth to reveal. It almost seems as though the authorial narrator jealously guards his prerogative as the sole thinking agent within his novel, sensing that his equipoise would be endangered by approaching another mind too closely and staying with it too long; for this other mind, contrary to his own disincarnated mental existence, belongs to an incarnated and therefore distinctly limited being (Cohn, 1983: 25).

En efecto, puesto que en la narrativa personal estudiada el personaje del loco considera el espacio textual como lugar de recapitulacin de la vida, puede decirse que el nico hombre moral de Un mundo exasperado, Enrique Tenorio en Lejos de Veracruz, el idiota de Historia de un idiota contada por l mismo y el humillado de Diario de un hombre humillado establecen, estrechamente, une complicit entre le miroir, lamour-propre et lautobiographie (Rousset, 1986: 106), tres elementos que s inciden en la profundidad de su perspectiva narrativa. En cuanto a las voces heterogneas, no parece necesario volver a repetir las influencias de algunos clsicos literarios en la construccin de los personajes que estudiamos, pues, ya hemos demostrado en la parte anterior cmo las voces intertextuales actan en el estatuto semiolgico del personaje del loco. En efecto, siendo la intertextualidad un procedimiento artstico que permite la presencia de uno o muchos textos ajenos en una obra literaria por medio de citas, plagio o por alusin (Genette, 1982: 7), puede decirse que Un mundo exasperado se nutre, entre otras influencias, del texto bblico. Gonzlez Sainz hace una parodia de la Biblia cuando le permite al protagonista analizar la actitud de su madre despus del rechazo de las flores del membrillo con que le obsequi durante su infancia (p. 241).

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A semejanza del castigo de Yahv Dios a Adn y Eva cuando fueron engaados por la serpiente en el Jardn del Edn, el protagonista piensa que aquella falta de gratitud de su madre estren

de algn modo mi vida impartindome adems la orden y el mandamiento original: Ahora vete, ahora vete y pecha con tu confusin y tu pesar porque no has de hallar en adelante ni gratitud ni reconocimiento siquiera en ti mismo, sino que despuntar en ti, lo mismo que despunta en todos, la espada de los tiempos. Durante toda tu vida la adorars y durante toda tu vida tambin la rechazars, la odiars y la amars a la par o alternativamente con todo el aliento que todava exhale tu alma y todo el afn de tu corazn [] (pp. 245246).

Aqu, la expresin orden y el mandamiento original, el tiempo verbal del imperativo vete, la palabra pecha y el predominio del tiempo verbal del futuro entre las pginas 245-247, se sitan en la misma ptica que las ltimas sentencias de Yahv en el Jardn del Eden:

A la mujer le dijo: Tantas har tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con dolor parirs los hijos. Hacia tu marido ir tu apetencia, y l te dominar. Al hombre le dijo: Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del rbol del que yo te haba prohibido comer, maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga sacars de l el alimento todos los das de tu vida. Espinas y abrojos te producir, y comers la hierba del campo [] (Nueva Biblia de Jerusaln, 2004: Gnesis, p. 14).

En cuanto a Lejos de Veracruz, ofrece un esquema literario que difiere, en cierta medida, del de Un mundo exasperado y de Napolen VII. En efecto, frente a la escritura monolinge que caracteriza estas dos obras, Enrique Vila-Matas opta por el

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plurilinguismo. El cataln, el francs y lenguas portuarias se suman a otras voces heterogneas como canciones, o textos debidamente citados sacados de Fernando Pessoa (p.16), de William Carlos William (p. 25), de Fray Luis de Len (p. 54), de Juan Rulfo (p. 77), de Shakespeare (p. 161), palabras del zar de Rusia (p. 162), de Miguel de Cervantes (p. 198) etc, incluso texto extrado de un epitafio (p. 110) y, el mensaje que figura en el reloj de la casa de Enrique Tenorio y que lee cuatro veces a lo largo del monlogo: Quien demasiado me mira pierde su tiempo (pp. 41; 62; 111; 166). Todo esto constituye la substancia de la que se nutre la psicologa del ltimo Tenorio y hace de Lejos de Veracruz, la encarnacin de una novela abierta, un verdadero mosaico textual. Y todava ms, la obra contiene dos cartas aunque el narrador afirma que la segunda tena muy poco, por no decir nada, de carta- de Mximo Tenorio (pp. 119138), y una de Antonio Tenorio (p. 207). Desde Beranda, donde vive con su novia Rosita, Mxima expresa el estado de inseguridad en que se encuentra, por lo que solicita una rpida intervencin de sus hermanos: Venid a verme, os lo suplico. La visita de alguno de vosotros frenara los planes de los conjurados (p. 119). Mximo tiene la impresin de haber llegado al crepsculo de la vida. El prolegmeno de esta carta se abre con una expresin asombrosa: Voy a morirme (p. 119), sntoma del decaimiento del hombre cuya lucidez se percibe en la nota que tena en el bolsillo y que presenta resonancias estoicas o quiz quevedianas: De expansin en expansin se va pasando la vida y en la postrera ilusin la materia consumida halla fosa y conclusin (p. 138). En efecto, este tono pesimista anuncia la muerte inminente de los hermanos de Enrique Tenorio, puesto que, en la carta que Antonio Tenorio deja en su despacho el da en que decidi quitarse la vida, manifiesta su angustia y la firme voluntad de

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suicidarse. As es cmo se dirige a su esposa Marta: Me voy, cario, porque noto que envejezco y no puedo soportarlo. Creo, adems, que estoy acabado como escritor (p. 207). Enrique Vila-Matas se vale de estas voces heterogneas para demostrar y profundizar de manera irnica en la angustia y el drama de Mximo y de Antonio, los cuales desembocarn en la trgica soledad del ltimo Tenorio, condenado a rememorar la vida de su familia. En cuanto a Flix de Aza, en sus novelas se nota, igual que en Vila-Matas, una amalgama de lenguas como el cataln, el francs y el ingls, que emplea de distintas maneras. Con el francs, por ejemplo, asocia frecuentemente una palabra francesa al espaol para crear una expresin bilinge: En Historia de un idiota contada por l mismo, tenemos la expresin sonaba a dj vu (p. 117) y, en el diario del humillado, otras como: papel couch (p. 61), un habitu (p. 108), el estilo incroyable (p. 144), un montn de foulards (p. 211), mi semblable, mi frre (p. 223), un poco vass (p. 269). A estas expresiones se suman citas textuales y alusiones a Baudelaire, a Faulkner, a Francisco de Quevedo, Azorn, Juan Ramn Jimnez, Montaigne, etc., y, el parnimo de una obra de Aza, Las lecciones de Jena (1972) presentado as: Las erecciones de Jena (p. 109). En fin, puede decirse que la mezcla de estas voces narrativas hace de la novela moderna una verdadera colmena que impide definir con exactitud la influencia hipertextual40 de cada obra.

Grard Genette considera como hypertextualit toute relation unissant un texte B (que jappellerai hypertexte) un texte antrieur A (que jappellerai, bien sr, hypotexte) sur lequel il se greffe dune manire qui nest pas celle du commentaire (Genette, 1982: 11). As, considerando las obras estudiadas -Un mundo exasperado, Lejos de Veracruz, Napolen VII, Historia de un idiota contada por l mismo y Diario de un hombre humillado- como hypertexte, puede decirse que muestran los indicios de autores anteriores que actuaron como precursores, lase Kafka, Nietzches, Kojve, Tirso de Molina este ltimo exclusivamente para Lejos de Veracruz- etc, que representan los hypotextos.

40

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8. LA VOZ NARRATIVA Y EL ESQUEMA ACTANCIAL DE LA TRILOGA POLICACA DE EDUARDO MENDOZA

La novela policiaca pertenece a esa clase de expresiones culturales que constantemente han de estar pidiendo perdn por haber nacido. Se cierne sobre ella o bien la mirada ignorante de los que la reducen a una prolongacin de la novela de aventuras, exigiendo que as se comporte, sin atender otras pretensiones o la de los que le dedican la sonrisa irnica que se ejerce desde las altas torres de las ms altas literaturas o, finalmente, la de los que la denuncian como una conjura de la literatura de gnero contra La Literatura. Manuel Vzquez Montalbn41

8.1 La voz narrativa en El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas y La aventura del tocador de seoras La produccin del mundo novelesco se concreta a merced de la presencia de una instancia narradora, que toma a su cargo el acto productor del discurso cuando inicia el escritor la escritura. Esta instancia narradora puede ser homodiegtica o heterodiegtica segn est, o no, implicada en el relato. Siendo la especificidad de una obra literaria crear una realidad artstica por el medio del lenguaje (Linvelt, 1989: 39), esto puede provenir de la voz de un narrador omnisciente, de un personaje narrador o un conjunto de personajes cuyas voces crean el mundo diegtico destinado a un narratario virtual, receptor que tiene que descodificar el mensaje para extraer el meollo del significado. La obra literaria es, entonces, un mensaje en una botella que el escritor echa a la mar para que cualquier lector lo interprete segn sus competencias cognitivas.

De mme quil y a lintrieur du rcit, une grande fonction dchange (repartie entre le donateur et le bnficiaire), de mme
Manuel Vzquez Montalbn, prologuista de Jos F. Colmeiro, La novela policiaca espaola: teora e historia crtica, p. 9.
41

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homologiquement

le

rcit

comme

objet,

est

lenjeu

dune

communication : il y a un donataire du rcit, il y a un destinateur de rcit. On le voit dans la communication linguistique, je et tu sont absolument prsums lun par lautres ; de la mme faon, il ne peut y avoir de rcit sans narrateur et sans auditeur [ou lecteur] (Barthes, 1977: 8).

Conviene precisar que en un relato ordinario el lector es un sujeto casi inexistente a la hora de configurar el texto y el narrador, en la funcin ftica o conativa, le apela implcitamente sobre un hecho ideolgico o sociolgico, mientras que en el relato policaco se elabora con la colaboracin de un lector activo que se beneficia del privilegio de tener la misma situacin que el detective-narrador por la resolucin del enigma. Le lecteur et le detective doivent avoir des chances gales de rsoudre le problme, subraya S.S. Van Dine (Vanoncini, 1993: 121), como primera regla de las veinte que rigen los cnones de la escritura de la novela policaca, segn proclam en 1928. Este primer precepto de Van Dine hace del lector una figura semejante al detective quien, consciente de las competencias de aqul en las investigaciones, le evoca siempre Porque muchas veces esa alusin surge de la intencin efectiva de ocultar el estatuto ficcional de la narrativa (Reis, 2002: 134). Este tipo de narrativa permite al lector enterarse de la vida privada de los personajes, convirtindole as en un entrometido indiscreto, verdadero cmplice del narrador detective en el universo novelesco. Esta es la razn por la cual Jacques Dubois considera la novela policaca como un gnero literario que puede caer en el chismorreo: Somme toute, cest un genre entier qui fait de lindiscrtion et du commrage son principe narratif (Dubois, 1996: 28).

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En la triloga policaca de Eduardo Mendoza, el detective protagonista es un loco que relata la historia de los diferentes enigmas como si se dirigiera a un lector omnipresente que le ve, le oye y sigue las diferentes etapas de su evolucin. De ah las numerosas referencias al lector: nueve ocurrencias en El misterio de la cripta embrujada, ocho en El laberinto de las aceitunas y catorce en La aventura del tocador de seoras, pormenores que traducen el lugar que ocupa el lector, voz solapada que interviene en la construccin del relato. La estrechez de los lazos existentes entre el detective-narrador y el lector se desprende del tono corts que se adopta con irona desde la primera novela: amable lector (MCE: 22)42, querido lector (MCE: 177) y se prolonga en la segunda novela con un tono ms bien especfico y selectivo: Al lector avisado (LA: 87), solidario lector (LA: 187); una referencia que se acenta mucho ms en la ltima obra: las delicias del lector adulto (ATS: 158), la residencia de Vilassar ya conocida del lector atento (ATS: 278), pero no estar de ms recordar al olvidadizo lector (ATS: 241), slo por nombrar algunas. A este lector atento, el narrador-detective hace todo para no dejarle en la mente la menor confusin ni duda; por lo cual cuando llega al final de las investigaciones, siempre vuelve a llamarle la atencin antes de sacar las ltimas conclusiones de sus pesquisas: Ahora, en cambio, lo veo claro y, para que ustedes tambin lo vean as, empezar por el principio (MCE: 196), o, Y ahora presten mucha atencin porque nos acercamos a la noche del crimen (ATS: 340). El pronombre personal ustedes y el verbo imperativo presten remiten, a la vez, a los dems personajes que escuchan al narrador-detective y tambin al lector, entidad humana extratextual habilitado por una voz subyacente en las historias narradas,
En estas pginas adoptamos las siglas MCE, LA y ATS para designar, respectivamente, El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas y La aventura del tocador de seoras, de Eduardo Mendoza.
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puesto que el relato policiaco no ha de narrar meramente una investigacin sino que debe ser, y presentarse como, un proceso de investigacin para el lector (Colmeiro, 1994: 77-78). Esto es la razn por la cual Francis Lacassin exige, en el marco de la novela policiaca, un narrador honesto que le proporciona todas las informaciones al lector: Il faut tre honnte lgard du lecteur et ne lui cacher aucune donne (Boileau-Narcejac, 1975: 82). Pues bien, Eduardo Mendoza se vale as de la tcnica del Skaz estudiada por los formalistas rusos y que consiste segn Garrido Domnguez en incorporar los procedimientos caractersticos de la lengua y el relato orales (Domnguez, 2008: 125). La narracin policaca es construida por un narrador-detective, especie de cuentista, que hace del lector su copartcipe y voz tcita que ocupa un lugar privilegiado en la configuracin del relato que rene as todos los componentes necesarios en cualquier enunciacin43. Hablando de la organizacin narrativa de la novela policaca propiamente dicha, siempre interviene una pluralidad de voces en el texto. El poder narrador del personaje detective se esconde para dejar aflorar a la superficie textual las palabras de otros personajes que, en este contexto, no son meros figurantes sino que participan en la elaboracin del discurso mediante sus propias perspectivas y puntos de vistas. La combinacin de las voces narrativas o la alternancia de voces productoras del relato es, por antonomasia, la caracterstica de la novela policaca clsica en la que el detective tiene que escuchar, de buenas a primeras, a uno o ms narradores que le

Hablando de la enunciacin, Anscombre y Ducrot proponen una definicin en el ao 1976 que toma en cuenta nada ms que el sujeto de la enunciacin. Ms tarde, Catherine Kerbrat-Orecchioni la considerar incompleta y aadir el sitio ineludible del receptor o oyente en cualquier proceso de comunicacin: Lnonciation sera pour nous lactivit langagire exerce par celui qui parle au moment o il parle [mais aussi, par celui qui coute au moment o il coute] (Kerbrat-Orecchioni, 1997: 28).

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relatan el crimen para que se ponga despus a solucionar el enigma. Frank Evrard lo dice en las siguientes palabras:

Le genre policier a pour caractristique une structure narrative double. La dcouverte ou lanticipation du crime met en place le rcit de lenqute et impose la prsence mme du livre. [...] or, ce rcit, celui du crime mystrieux est, un rcit absent (Evrard, 1996: 15).

Para reconstruir el relato ausente del que habla Evrard, el personaje detective comparte la funcin narradora con otros personajes que le cuentan los antecedentes, de los que se inspira para tejer el resto del libro. Todorov ya haba puntualizado la dialctica que existe entre los dos relatos:

La premire, celle du crime, raconte ce qui sest effectivement pass, alors que la seconde, celle de lenqute, explique, comment le lecteur (ou le narrateur) en a pris connaissance. Or, les dfinitions ne sont plus celles de deux histoires dans le roman policier, mais de deux aspects de toute uvre littraire, que les Formalistes russes avaient dcels dans les annes vingts. Ils distinguaient, en effet, la fable et le sujet dun rcit : la fable, cest ce qui sest pass dans la vie ; le sujet, la manire dont lauteur prsente (Todorov, 1971: 12).

As, segn Todorov, la novela policaca descansa sobre dos historias: la fable y le sujet. Conviene sealar que, en el caso de la triloga de Mendoza, estas dos narrativas no son sucesivas tal como vienen en las aseveraciones de Todorov, sino que se desarrollan de manera simultnea y paralelamente la accin criminal y la actividad investigadora. En El misterio de la cripta embrujada, aunque el narrador loco sea quien inicia el discurso como narrador intra-diegtico: Habamos salido a ganar; podamos

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hacerlo (MCE: 13), tendr despus que escuchar atentamente el relato de cada uno de los representantes de los ms grandes poderes sobre la tierra, esto es, la justicia, la ciencia, la divinidad (p. 24), al Comisario Flores (pp. 25-31), el doctor Sugraes (pp. 20-25), la reverenda o la Madre Superiora (pp. 31-34), que relatan lo ocurrido en el Colegio de las Madres Lazaristas de San Gervasio, seis aos antes (1971), pero que se asemeja con el caso que ocurri hace dos das. As es cmo el Comisario Flores introduce su relato:

No s si recordars -dirigindose a m- el extrao caso que aconteci hace ahora seis aos en el Colegio de las Madres Lazaristas de San Gervasio. Haz un esfuerzo mental (MCE: 25).

El relato de los primeros narradores le sirve al detective de hilo conductor para lanzarse en busca de otros personajes como el primer jardinero, ahora jubilado, Don Cagomelo Purga [sic], con quien mantiene una entrevista (pp. 78-85), Mercedes Negrer, chica con quien dialoga (pp. 110-119), pero que despus se convierte en duea del relato (pp. 125-126). Todos estos personajes realzan lo que los formalistas rusos y ms tarde los tericos estructuralistas narratlogos denominan respectivamente fbula o historia, esto es, lo ocurrido, la historia del crimen que le sirve al detective para eslabonar la historia de la investigacin. Existe, pues, una dualidad basada en un orden lgico y ordenado que Todorov (1978) present como estructura fija y absoluta del relato policaco. El flashback evocado por el Comisario Flores, el extrao caso que aconteci hace ahora seis aos en el Colegio [...] (MCE: 25), recurso utilizado por los dems narradores, desempea una gran importancia pues permite al narrador/personaje del loco enterarse del relato de los testigos oculares

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diseminados en la obra, relato sin el cual no podra asimismo ofrecer el segundo relato que avanza a medida que van relatando lo ocurrido. Pero parece que la gran capacidad imaginativa de Eduardo Mendoza le haya conducido a elaborar las dos ltimas obras de la triloga con un ligero matiz. En efecto, si en la primera obra el narrador-detective es una figura externa a la historia del crimen y slo interviene a la hora de investigar, El laberinto de las aceitunas y La aventura del tocador de seoras nos presentan al detective tanto al centro de la fable como del sujet, es decir, la historia de la narrativa del crimen y de la narrativa de la investigacin. En primer lugar tenemos la voz del piloto que principia la segunda obra de la triloga:

-Seores pasajeros, en nombre del comandante Flippo, que, por cierto, se reincorpora hoy al servicio tras su reciente operacin de cataratas, les damos la bienvenida a bordo del vuelo 404 con destino Madrid y les deseamos un feliz viaje. La duracin aproximada del vuelo ser de cincuenta minutos y volaremos a una altitud etctera, etctera (LA: 15).

Esta voz desaparece definitivamente para ceder el sitio al yo del narrador Ms avezados que yo, los escasos pasajeros [...] (LA: 15), quien se dar la molestia de explicar cmo y por qu se encuentra en un vuelo antes de concluir: Y as fue como vine a dar al avin al que he aludido al principio de este relato (LA: 38). El resto de la novela se centra simultneamente en, por un lado, la historia del crimen, esto es, la muerte del camarero manco en el Hotel de Madrid, la desaparicin del maletn, la verdadera identidad del falso Ministro de Agricultura, narrados por el

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detective y otros personajes como los miembros de la empresa Aceitunas Rellenas El Fandanguillo [sic] y, por otro lado, la historia de la investigacin que viene a cargo del detective-narrador. La aventura del tocador de seoras, sigue este mismo esquema con el detective narrador implicado en el asesinato de Manuel Pardalot relatado por l mismo (un peluquero), los socios de la empresa que tiene como imposible denominacin El Caco Espaol, S.L., en una historia paralela a la historia de las bsquedas del detective. Tenemos entonces, una mezcla de voces narrativas que hace que ningn narrador domine, a priori, la narracin. Sin embargo, el relato de estos personajes-narradores no versa estrictamente sobre la historia del crimen; de vez en cuando, nos deja penetrar de manera entraable en el relato de su propia vida, regando as las obras no slo de pausas sino tambin de relatos engastados inherentes a toda narracin, segn opina Roland Bourneuf y Real Ouellet Il n y a pas dhistoires o du moins naffleurent dans sa narration, dautres histoires (Bourneuf, 1972: 71). Esas historias no enmaraan de ninguna manera la trama novelesca sino que constituyen interrupciones que frenan la velocidad del relato, mantienen el suspense y se aaden a otros procedimientos estilsticos que utiliza Eduardo Mendoza para presentar algunos rasgos de sus personajes, para describir un lugar o centrarse en otros aspectos de la vida, abordar una temtica cualquiera, liberalizando y multiplicando as las fuentes enunciativas. En El misterio de la cripta embrujada, el narrador elude momentneamente el caso de la desaparicin de la chica en el Colegio de las Madres Lazaristas para centrarse en la poca de su nacimiento y hacer un breve recorrido histrico por los miembros de su familia (pp. 137-139), interrumpida por un ruido inoportuno que

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suea por la naturaleza: un silbido lejano cort mi perorata y me hizo volver a la realidad (MCE: 139). Luego, nos introduce en el relato de su primer amor, en El laberinto de las aceitunas (pp. 195-203) con Purtilina Merdalojo [sic], la prima de su madre, que califica acertadamente de herona de este relato intercalado (LA: 198); relatado bajo un ngulo onrico salpicado de otros recuerdos de la vida infantil que no consigue concluir, pues, se despierta de repente:

[...] Mi prima hizo lo que pudo por defenderse... Abr los ojos y me encontr solo en la cama. Antes de que pudiera reaccionar y alarmarme, entr en el cuarto la Emilia envuelta en una toalla (LA: 201-202).

Tambin le toca a Don Plutarquete (pp. 179-187) convertirse en narrador. El detective se aparta del texto y nos deja seguir el relato del viejo historiador centrado en su vida matrimonial con su esposa Clotildita, al que cabe aadir en la misma obra, el relato contado por la voz invisible de El Seor Consejero Delegado (LA: 228-235). Este ltimo relato encarecido de vez en cuando por el personaje Pebrotines, que les sirve de gua a Don Plutarquete y al detective, gira en torno de la vida de la voz. Aqu, se elude el tema del maletn desaparecido para que el nuevo narrador revise enteramente su vida a travs de una serie de fotos que nos conducen en los meandros de una trayectoria vital empezando desde la infancia, sus viajes de negocios por Arabia Saudita, a Venecia hasta la demostracin de sus estrechas relaciones con El Caudillo, Su por entonces Excelencia el Jefe del Estado en el Palacio del Pardo [...] hacia fines del setenta y dos (LA: 231). En la ltima obra de la triloga, se destaca el discurso propagandstico del seor alcalde (ATS: 132-135). Se trata de un discurso con una marcada intencin 272

conativa y ftica, pues, se avecinan las elecciones municipales (ATS: 132). El orador en esta parodia reconoce su debilidad psquica: Dicen que estoy loco, pero no es verdad. A veces se me va el santo al cielo, nada ms. (ATS: 134), atrae la atencin de sus ciudadanos con un discurso sembrado de imgenes y de proyectos para el futuro. Sin embargo, es conveniente sealar que esta superposicin de voces narrativas no es sinnimo de igualdad de poderes entre narradores. En efecto, el detective es quien muy a menudo, elige consciente o inconscientemente el trozo del relato de los dems personajes-narradores que tiene que figurar en el rcit cadre. Provisto de este privilegio, el personaje del loco se deja llevar por un profundo sueo cuando escucha el relato del viejo erudito don Plutarquete, lo que implica el extravo de una parte considerable de su relato y, cuando se despabila, dice lo siguiente:

Cuando despert sobresaltado comprend que me haba perdido una parte sustancial del relato, ya que el atropellado narrador tena los ojos arrasados en lgrimas y deca con vivo sentimiento: ... (LA: 180).

Contribuye tambin a la desaparicin de un fragmento del mismo relato cuando se siente incmodo:

Aunque detesto la descortesa, hube por fuerza de levantarme a orinar y aprovech la incursin para echarme varias almuerzas de agua al rostro con objeto de soportar despierto el resto de aquella tabarra que amenazaba con monopolizar la noche. A mi regreso la historia haba avanzado hasta este punto: ... (LA: 181).

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En este segundo caso, la Emilia, chica que escuchaba asimismo al relato de Don Plutarquete, se queda como la nica receptora del mensaje del improvisado narrador igual que los oyentes del seor alcalde en Casa de la Reinona (ATS: 132), cuando el narrador-detective se retira de su escondite para reunirse con Magnolio con quien registra a fondo el domicilio de Reinona, detrs de ella. El detective nos impide entonces saborear la elocuencia del seor alcalde y se pierde as, voluntaria y estratgicamente, la quintaesencia del discurso de su primer mandatario que antes estaba escuchando con embeleso (ATS: 135), para orientarnos hacia sus diferentes hallazgos antes de pensar en la necesidad de recuperar su sitio:

El alcalde deba de estar finalizando su discurso. No poda seguir all sin que mi ausencia se hiciera notar. Abandon la estancia, sal al pasillo [...] justo cuando el alcalde conclua por cuarta vez su discurso y reciba una salva de aplausos. Recuper mi posicin a espaldas de Reinona y un mis palmas a las del pblico (ATS: 140).

Esta propensin a eliminar el discurso de los dems personajes ocurre, a veces, en pleno dilogo, cuando presta muy poca atencin a lo que dice su hermana Cndida interesada por contrastar la Espaa de los aos 90 y la de los aos 70. El personaje del loco afirma: Y como mientras yo coma Cndida segua hablando, me perd buena parte de su relato, aunque no lo sustancial, que deca as: ... (ATS: 24). No cabe duda que de este modo nos encontramos en una relativizacin cervantina, pues es difcil creer en el concepto de sustancial que maneja el personaje44. No obstante, conviene precisar que si desaprovechamos partes del discurso de otros personajes segn los caprichos y las estrategias del narrador-detective, siempre
Eduardo Mendoza crea una irona, pues, el lector no puede estar seguro de casi nada. Adems, si nos acordamos de que en La aventura del tocador de seoras, afirma que Quiz vomit antes de salir, no recuerdo (ATS: 306), hay que considerarle como un narrador poco digno de confianza, no fidedigno, un unreliable narrator, segn Wayne Booth en The Rethoric of Fiction [1961].
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se produce cuando el relato del nuevo narrador se polariza en sus propios intereses antes que de seguir en torno a la investigacin. En la primera obra de la triloga, no se nos escapa ni un solo detalle del relato del dentista, quien, tras perder el hilo conductor de su relato se remite al detective. Por eso se ve en el dilogo que sigue cmo el personaje del loco empeado en escuchar al dentista, le recuerda en que punto estaba:

De qu le estaba hablando? (Pregunta el dentista) - Del colegio de su hija de usted le record. - Ah, s. Discutimos, pues, como le deca, [...] (MCE: 164).

Tampoco se deja defraudar por el alcalde, en otra circunstancia, cuya deficiencia psquica se manifiesta de improviso y le obliga a saltar, sin transicin, de una idea a otra, de lo que est hablando para repetir una frase que acaba de enunciar un vecino. Fijmonos, una vez ms, en el siguiente dilogo que pone de realce las rectificaciones del detective-narrador y la toma de conciencia del alcalde, que producen muchas veces un efecto humorstico.

Al pasrsela la telefonista a mi secretario y ste a m,-dice el alcaldeo una voz extraa, seguramente desfigurada por un pauelo, que me deca: lo siento, seor alcalde, pero la cafetera no funciona. - No, hombre, esto se lo acaba de decir el camarero le seal. - Ay, s, a menudo se me cruzan las ideas. Es un fenmeno parapsicolgico. Dnde estbamos? El telfono, una voz, un pauelo. - Pues eso: o una voz desfigurada por un pauelo (ATS: 245-246; el subrayado es nuestro).

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Un poco ms adelante, el narrador-detective completa una de las frases del alcalde quien, prefiere interrumpir lo que estaba diciendo al darse cuenta de que iba a expresar el por qu deseara que se supiese el asesino de Manuel Pardalot antes de las elecciones municipales:

Supongo que esperan el resultado de las elecciones. Si soy reelegido, igual se les ocurre dar la campanada. Salvo que... Salvo que antes de esa fecha se descubriera al verdadero culpable apunt yo. -Exactamente-dijo el seor alcalde (ATS: 248, el subrayado es nuestro). El narrador de la serie policiaca goza de un poder superior45 al de los dems personajes-narradores. Es quien pasa sus relatos por tamiz, los borra o los deja emerger en la superficie textual, segn juzga que stos lo desvan o no del rumbo de sus propias expectativas. Es tambin quien, en cuanto narrador-detective atento y perspicaz, completa, cuando le parece oportuno, frases inacabadas de algunos personajes. Es ms; Eduardo Mendoza va ms all de esta alternancia de voces narrativas para hacerse eco de voces heterogneas como las cartas, los anuncios publicitarios, las voces intertextuales, los sonidos, etc. En la novela policaca, las cartas, por ejemplo, le procuran al detective datos e indicios contundentes que traducen un mayor grado de objetividad en las

No se trata, conviene recordar, de una superioridad cognoscitiva del narrador-detective sobre los dems personajes, es decir, una omnisciencia narratorial FZ=N>P. La superioridad a la que nos referimos, se explica por el hecho de que, en este contexto, el narrador-detective es el nico que goza del privilegio de desempear en el conjunto de la serie las funciones subrayadas por Grard Genette (1972: 261-265): la funcin narrativa, la funcin organizadora, la funcin comunicativa y la funcin testimonial. Adems, pensamos oportuno expresar nuestra adhesin al punto de vista de Oscar Tacca, quien opina que La intervencin directa de los personajes en el discurso narrativo, su palabra, es, en realidad, una ilusin: ella tambin pasa por la alquimia del narrador. Aun en el dilogo est tan presente ste como aqullos. La verdad oral de un personaje es una verdad tamizada por el narrador (Tacca, 1989: 137).

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investigaciones. En ellas, el emisor se vale de muchos lenguajes. La menos extensa aparece en La aventura del tocador de seoras cuando Santi quiere que el protagonista asuma la responsabilidad de la muerte de Manuel Pardalot. Se trata de una carta de manifestacin de la culpabilidad, en la que puede verse parodiado el lenguaje jurdico:

Estimado Juez: Por la presente confieso en trminos irrevocables y sin que medie coaccin alguna que fui yo quin mat al Seor Manuel Pardalot a quien Dios tenga en su Santa Gloria con una pistola y en pleno ataque de psicoterapia. Las circunstancias del crimen son las ya sabidas: lo de la puerta del garaje y todo lo dems que omito para no alargarme. Estoy arrepentido pero si lo volviera a hacer, lo hara de la misma manera. Un saludo afectuoso (ATS: 171).

Adems, encontramos una carta administrativa y amistosa firmada por La directiva y el personal de la agencia teatral La Prtasis (LA: 158), la carta familiar de Clotildita que don Plutarquete inserta en su relato engastado (LA: 184-185) y la carta amistosa que Ivet manda al detective desde Nueva York (ATS: 376-378). Sin embargo, nos parece atinado detenernos en las cartas46 de las dos voces femeninas materializadas por Clotildita, antes esposa de Don Plutarquete, y la de Ivet, hija de Reinona y de Augustin Taberner, alias el Gaucho, dos personajes pertenecientes a dos generaciones distintas de la vida espaola, o sea, la Espaa franquista y la Espaa de los aos noventa.
El estudio de la voz narrativa, nos dicen Andre Mercier y Laura Niculae, tiene que centrarse tanto en el presentacin de todas las instancias narradoras como en el estudio de sus discursos: Etudier la voix, ce nest plus ncessairement se limiter lexamen des instances de narration responsables du rcit, mais aux innombrables discours pris en charge par ces instances et aux divers modalits de reprsentation de ces instances et de ces discours (Mercier, 2004: 102).
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La degradante carta-parodia que manda Clotildita a su marido traduce el grito de una mujer decepcionada, de un corazn quebrado y vengativo. La emisora manifiesta su pena y su odio hacia su marido en un texto repleto desde el principio de insultos:

Repugnante albndiga: Desde que me fui de tu lado las cosas me han ido de mal en peor, pero ni un solo da he dejado de bendecir la hora en que te dej. Mamarracho (LA: 184-185).

Es, pues, la expresin de una insatisfactoria vida en comn que parecera una parodia del monlogo de Carmen Sotillo que vela el cadver de Mario, su marido, en Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes. Clotildita considera a su marido responsable del deshonor que ella sufri despus de divorciarse y de los infortunios que tendr que aguantar durante el resto de la vida:

Deshonrada, preada y sin un duro me dediqu a la prostitucin en los retretes de un parador de camioneros hasta que naci mi hija, a la que abandon en un canastillo a la puerta de una ermita. Me he quedado tuerta, se me han cado los dientes, soy alcohlica y morfinmana; he estado seis veces en la crcel y cuatro en el hospital de infecciosos. Y todo por tu culpa. Escupidera, felpudo [...] (LA: 185).

As, Clotildita exterioriza vehementemente su descontento, su ira hacia Don Plutarquete en un periodo histrico de la vida espaola caracterizado por las restricciones de las libertades de la mujer condenada a padecer el peso de la vida conyugal con cualquier tipo de conducta del marido. Es por eso por lo que pensamos que las quejas de la esposa del dentista Plutonio Sobobo Cuadrado [sic], tras las

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indagaciones del detective que ponen a luz su implicacin en el asunto del Colegio de las Madres Lazaristas, son otros datos alusivos del sufrimiento de la mujer en la vida matrimonial:

Ay, Pluto -dijo-, en mala hora me cas contigo. Siempre has sido un ambicioso sin empuje, un tirano sin grandeza y un botarate sin gracia. Has sido vanidoso en tus sueos y apocado ante la realidad. Nunca me has dado nada de lo que yo esperaba, ni siquiera de lo que yo no esperaba, cosa que habra agradecido igual. De mi insondable capacidad de sufrimiento slo has aprovechado mi sumisin. Contigo me ha faltado no ya la pasin, sino la ternura, no ya el amor, sino la seguridad. Si no temiera como temo las miserias de la soledad y la escasez, mil veces te abra abandonado. Pero este asunto es la gota que desborda el vaso. Bscate un abogado y tramitaremos la separacin (MCE: 167).

Desde esta perspectiva, la carta que Ivet enva al detective tras exiliarse a Nueva York despus de la muerte de sus padres (Reinona y Agustn Taberner), quienes, implicados en negocios oscuros involucraron a su hija, es una especie de irnico canto a la libertad y a la independencia. La muerte de los padres que introdujeron involuntariamente a Ivet en sus malversaciones simboliza el principio de una era nueva en su vida: la libertad y la posibilidad de ser duea de su pensamiento. La carta empieza con un tono amistoso, de agradecimiento para desembocar en la expresin del sentimiento de alegra tras la muerte de sus padres, alter ego de los maridos don Plutarquete y de Plutonio Sobobo Cuadrado:

Hace un montn de tiempo que debera haberte escrito para darte las gracias por tu amabilidad y especialmente por haber dicho a la polica

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que me mor aquella noche en el chalet de Castelldefels [...] (ATS: 376). Quedarme hurfana de padre y madre en una sola noche me ha supuesto un gran alivio. Por primera vez soy duea de mis actos y slo responsable de sus consecuencias. Espero que t tambin hayas sacado provecho de las experiencias que vivimos juntos y que te vaya muy bien en la peluquera (ATS: 378).

El mensaje de Ivet, ltima voz femenina de la serie policaca de Eduardo Mendoza, adems de su lado irnico y humorstico, significa el discurso de la mayora de las mujeres espaolas actuales cuyo propsito es alcanzar una habitacin propia en el sentido de Virginia Woolf. As, Ivet es el nuevo tipo de esta mujer moderna que tiene ganas de actuar con las manos libres en una Espaa de los aos noventa, inmersa en la modernidad y deseosa de equiparar su imagen a la de los pases ms desarrollados de la Unin Europea. Una mirada retrospectiva en la novelstica espaola actual indica que la carta de Ivet sigue las andaduras de la de Ena, en Nada (1944), de Carmen Laforet. En efecto, en la carta que Ena enva a Andrea para invitarla a Madrid, puede considerarse algunos detalles que permiten constatar la visin antagnica de la autora respecto a los valores tradicionales de una Espaa conservadora: el trabajo, la independencia y las clases de la Universidad (Laforet, 2001: 293-294). Esos tres elementos constituyen el nervio de las ilusiones emancipadoras de la mujer espaola que Carmen Laforet presenta tambin una dcada despus con La mujer nueva (1955). En esta obra, la separacin de Paulina de su marido, la adquisicin por ella de un nuevo piso en Madrid y su nueva relacin amorosa, es una muestra de la ruptura con un molde de vida que antes reduca a la mujer a las funciones meramente domsticas.

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Eduardo Mendoza se vale de cartas para desarrollar, implcitamente, uno de los temas candentes de la vida espaola actual. As pues, se puede decir que se trata de un deseo de recalcar la realidad por el canal de las voces heterogneas que se concreta tambin mediante la presencia de unos fragmentos de textos periodsticos (LA: 53-54) y de la prensa barcelonesa (ATS: 83), de un nmero importante de anuncios publicitarios destinados a diversos consumidores de Barcelona. En El misterio de la cripta embrujada, el aspecto deteriorado que ofrece los escasos anuncios publicitarios de aquella Barcelona de las postrimeras de los aos setenta es tributario de una economa an frgil. El tugurio apellidado: Leashes American Bar (p. 39), el HOTEL CUPIDO (p. 47), con una de sus habitaciones cuya descripcin peyorativa proporciona el narrador: era una pocilga y ola a meados (p. 48) y los Productos Lcteos Mamasa, la Pobla de lEscop (p. 101) son los nicos anuncios registrados por el narrador cuyos aspectos le permite afirma que

A mis protestas adujo que la inestabilidad poltica haba mermado la avalancha turstica y retrado la inversin privada de capital (p. 47).

Puede decirse que esta inversin privada de capital se despierta, en primer lugar, tmidamente en El laberinto de las aceitunas, con anuncios publicitarios de ndole cultural y educativa, tales como:

AGENCIA TEATRAL. LA PRTESIS CLASES DE DICCIN, DECLAMACIN Y CANTO CURSOS POR CORRESPONDENCIA (p. 73), [] SUSANA TRASH

Dama de Elche, 12, tico 1., nociones de ingls e italiano, rudimentos

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de danza, equitacin y krate, cine, teatro, televisin, mimo, 25% comisin. (p. 76; nfasis en el original).

Tambin tenemos un deseo significativo de estimular la inversin en el sector inmobiliario. El narrador-detective nos dice que: Por doquier se alzaban cartelones que aconsejaban:

INVIERTA EN EL FUTURO PISOS DE SUPER-LUJO A PRECIOS DE SUPER-RISA (p. 80).

En La aventura del tocador de seoras se percibe que la economa de la ciudad barcelonesa se encuentra en pleno auge, dado los ocho anuncios publicitarios que sealan la existencia de grandes empresarios con fama internacional, por ejemplo, como EL Caco Espaol, S.L. [sic] (ATS: 57), cuyo nombre figura grabado en una puerta de cristal, y en pequeos empresarios como restauradores y modistas:

PIZZAS

SUCULENTAS

Al horno de lea Crudas Sin descongelar I.V.A.

400 pesetas 200 pesetas 50 pesetas 6% (p. 31)

RAMACHANDRA SAPASTRA

Tintorera de ropa sursen calcetines SE: echan remiendos

Modifican rotos (p. 117).

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Puede decirse que se trata, por parte del escritor barcelons de un afn de representar ircamente la realidad social por lo cual dota su narrador con la aptitud de reproducir tal cual los hechos de manera que estn en harmonie avec la ralit afilmique (Souriau, 1953: 7), caracterstica del realismo cinematogrfico y profundizado por muchas referencias espaciales-autnticas como la calle Calvo Sotelo y la Diagonal (MCE: 153), las calles de Madrid, la Capital de Espaa (LA: 39), las calles Pelayo y Ramalleras (LA: 106), la va Layetama (LA: 307), la calle residencial Ganduxer (ATS: 233), Jos Luis (ATS: 264), Castelldefels (ATS: 285) etc, todas citadas para reflejar el recorrido del narrador tanto en Barcelona como en Madrid. La triloga policaca de Eduardo Mendoza incluye adems indicios intertextuales que traducen el dialogismo que entabla con otros textos, los cuales resuenan en ellos como signos premonitorios de las distintas influencias que caracterizan la narrativa mendocina. En efecto, muchos tericos de la literatura como Mikhail Bakhtine, Julia Kristeva, Michael Riffaterre, Grard Genette47, entre otros, demostraron la omnipresencia de voces heterogneas en los textos literarios. Siguiendo las tres dimensiones preconizadas por Alberto lvarez Sanagustn (1984), enfocaremos la atencin en la intertextualidad genrica, especfica y pragmtica. Por lo que a la intertextualidad genrica se refiere, se centra en las condiciones estructurales de las obras que presentan segn Alberto lvarez Sanagustn similares condiciones estructurales y que aparecen como realizaciones de un cdigo comn (lvarez Sanagustn, 1984: 45).

Vase Mikhail Bakhtine, Esthtique et thorie du roman, Pars, Gallimard, 1978 ; Julia Kristeva, Recherches pour une smanalyse, Pars, Seuil, 1969 ; Michael Riffaterre, Smiotique de la posie, Pars, Seuil, 1983.

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Como ya queda dicho, las obras que constituyen la serie obedecen a la estructura bsica de la novela policial. Comparten con las obras de los maestros de la novela policaca como Dashiell Hammett y Raymond Chandler una misma configuracin, una dualidad, dos historias, una historia del crimen y una historia de la investigacin. En cuanto a la intertextualidad especfica, se aplica a los contenidos concretos. Las huellas de discursos ajenos se materializan por los textos citados, aludidos o transformados, la parodia o el pastiche. En El laberinto de las aceitunas, el personaje del loco dice cmo fue informado del asesinato del camarero representando un fragmento sacado de un peridico:

Madrid, 14. a primeras horas de la maana de hoy apareci asesinado en un hotel de esta ciudad un individuo que se registr con el nombre de Pilarn Caete [...], segn fuentes oficiales, se haba evadido la noche anterior de un sanatorio mental prximo a Barcelona. [...] Roguemos porque su muerte sirva de escarmiento a los que, lejos de aceptar su condicin con cristiano desenfado, etctera, etctera (LA: 53-54).

Es ms, al describir en La aventura del tocador de seoras lo que es un mastn, el narrador reproduce, ad litteram, la definicin del Diccionario de la Real Academia Espaola:

Perro grande, fornido, de cabeza redonda, orejas pequeas y cadas, ojos encendidos, boca rasgada, dientes fuertes, cuello corto y grueso, pecho ancho y robusto, manos y pies recios y nervudos, y pelo largo, algo lanoso. Es muy valiente y leal, y el mejor para la guardia de los ganados (ATS: 281).

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Resulta tambin importante sumar en este registro los textos alusivos de la misma obra. El protagonista dice cuando se encuentra en la residencia de Vilassar que A nuestros odos llegaron los acordes de una triste meloda (Tombe la neige, u otra de Adamo que siempre confundo con Tombe la neige) (ATS: 285-286), y tambin alude al artista Aznavour con una cancin en espaol Se est muriendo la mam (ATS: 286), y alude a los acordes de Only you, uno de los grandes xitos de los Platters que salan de una habitacin (ATS: 283). El alcalde, para mostrar al detective su empeo desinteresado en la gestin de los asuntos ciudadanos se sirve de una parte del discurso del Presidente norteamericano J.F.Kennedy:

-A m? No, no. Soy yo quien est al servicio de la ciudadana. No te preguntes lo que tu ciudad puede hacer por ti, sino lo que t puedes hacer por tu ciudad, como dijo no s quin (ATS: 152).

La intertextualidad especfica incorpora tambin el pastiche. Se sabe que los clsicos espaoles tienen una influencia significativa en Eduardo Mendoza, en lo que se refiere a la triloga resultan perceptibles diversos rasgos intrnsecos de la novela picaresca espaola. El loco-detective privado como los pcaros clsicos en Lazarillo de Tormes, Guzmn de Alfarache, El buscn, nace en una familia miserable. Su preocupacin mayor es medrar pero desgraciadamente cae por el peso de un determinismo fisiolgico (padre ocioso-madre ladrona) y ambiental que le impiden mejorar su situacin social, por causa del abismo que existe entre pobres y ricos. Adems, podran interpretarse as las falsas ascensiones sociales que aparecen en el tejido textual de la triloga. En una ocasin el loco pcaro afirma que es concejal del ayuntamiento y propietario de bancos, en otra que es profesor de lo

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verde de la Universidad de Francia, hombre de la secreta o siquiatra infantil, etc. La relacin que existe entre el Comisario Flores y el loco tiene algunos puntos en comn a la de amo-mozo de las novelas picarescas. Las aseveraciones de Eduardo Mendoza respecto a la configuracin textual de sus novelas ilustran esta intertextualidad:

Todos somos deudores de la picaresca; slo a partir del descubrimiento de la picaresca fue posible la novela policaca espaola48.

Desde el punto de vista pragmtico, al lector se le impone una orientacin en la recepcin del mensaje textual. En este caso, contextualiza la obra basndose en sus potencialidades culturales e intelectuales. Al nivel del paratexto, los ttulos de las tres obras que nos interesan (El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas, La aventura del tocador de seoras), remiten, de antemano, al universo insondable en el que se encuentra el personaje del loco. Encerrado en las dos primeras obras en una institucin psiquitrica-penitenciaria, se desplaza

perpetuamente para investigar los diferentes casos que tiene que solucionar. Los trminos misterio, laberinto son sintomticos de un espacio que aprisiona al personaje. El laberinto de las aceitunas, adems, presenta la imagen de la Espaa de la transicin democrtica que acaba de salir de la dictadura del General Franco. El relato anecdtico que la voz, asistida por Pebrotines, dirige al detective y a don Plutarquete (LA: 232-233) tiene una importancia significativa. Espaa se encuentra en un periodo socio-histrico decisivo, de transformacin y de renovacin de sus
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Citado por Eduardo Ruiz Tosaus, Sobre algunas fuentes narrativas en la obra de Eduardo Mendoza, en www.ucm.es/info/especulo/enhumor.html

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estructuras. El mensaje que la voz afirma que quiso decirle a Su Excelencia cuando la estrella de nuestro invicto Caudillo haba comenzado a declinar por razones de salud (LA: 231), representa un verdadero consuelo de un colaborador cercano a un Jefe de Estado llegado al crepsculo de la vida:

No llore usted, mi general -dice-, que no es traicin, siempre estuvimos a su lado y lo seguiremos estando mientras el mundo ruede; pero los tiempos cambian, mi general, y hay cosas que no se pueden pedir, nuestra adhesin sigue inclume, pero hay cosas que ni siquiera usted puede controlar; grandes mudanzas se avecinan; para conservar las esencias, a veces, hay que alterar las formas; [...], no nos haga claudicar ahora; no es miedo, no es codicia; es el orden de las cosas lo que est en juego; pase la antorcha, mi general, no se lleve a la tumba la autoridad (LA: 232-233).

Estas declaraciones interiorizadas por la voz en aqul momento preciso pero que nos dice al final Y l entendi (LA: 233), pensamos, que, con matices, tienen un alcance histrico y poltico y seran testimonio de la alternancia poltica y del advenimiento de la democracia en Espaa a partir del ao 1975. La intertextualidad, en resumidas cuentas, tiene dos principales vertientes: nos permite en primer lugar or otras voces textuales y, en palabras de Alberto lvarez Sanagustn ser copartcipe con los autores en la tarea creadora del mundo en que consiste la literatura (lvarez Sanagustn, 1984: 52). En la potica mendocina, se trata de una manera de expandir las fuentes discursivas para que la obra se convierta en un espectculo en que el narradordetective es un maestro de orquestra que coordina las diferentes intervenciones. As, la triloga nos ofrece lo que Baquero Goyanes define como estructura homrica, considerada por Miguel Herrez como:

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Un discurso descoyuntado en el que el autor combina bsicamente, desde la tcnica contrapuntstica, tiempos y espacios, voces narrativas de diversa ndole y presentacin (en concreto, facsmiles, notas de prensa, narracin en primera y tercera persona, affidavits, cartas e instancias, con sus respectivos lenguajes especficos: jurdico, periodstico, politizado, emotivo-literario, etctera), hasta configurar una trama abierta (Herrez, 1998: 47).

Ms all de estas observaciones que determinan uno de los aspectos importantes de la estrategia de la postmodernidad en Mendoza, cabra sealar que la superposicin de diversas voces narrativas se hace teniendo en cuenta las disquisiciones de los niveles intelectuales y sociales de cada personaje, o de un grupo de personajes de mismo tipo. Esto hace que surjan en las obras lenguajes coloquiales, jergas populares un plis-plas, (ATS: 131), acadmica y las peculiaridades lingusticas que se percibe en el habla de la monja: en efezto (MC: 32), en todas las frases de la polica: Policia! Abran o derrumbamos la puerta! (MC: 61), No moversus! Quedis ustedes detenidos! [...] -Identificarse, cabrones! [...]- Esto no cuela. [...] -Hurra, inspector, los haimos trincao con la mano en la massa! (MC: 62); del camarero de un hotel de Madrid Pa la edaz que tengo (LA: 43), tambin del teniente coronel Daz Bombona [sic] (ATS: 148-149), o del propio narrador-detective al decir reguln (ATS: 143). Todo ello demuestra el grado de libertad expresiva de la que gozan los personajes mendocinos a lo largo de la triloga. Una libertad que hace que aparezcan palabras y frases torpes que ilustran la ascendencia humilde de esta franja de la poblacin y la voluntad del escritor de presentarnos a sus personajes con sus defectos lingsticos y con un claro fin humorstico.

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El seor Ministro de Agricultura, Don Ceregumio Lavaca, hace muestra de un lenguaje barriobajero al dialogar con el Comisario Flores. Se dirige tres veces a l llamndole con la primera slaba de su nombre Flo: Infrmale usted, Flo (LA: 27), brala usted, Flo y Flo, usted que es hombre de mundo (LA: 29). Detalles que, sumados a la conducta indigna de un Ministro como su grito y su exclamacin Yeeeeepa!, Carajo, como en la mili! (LA: 29), cuac, cuac, cuac (LA: 36) y el tatuaje que lleva en el antebrazo en el que sobresalen dos palabras llamativas: TODAS PUTAS (LA: 27), traducen la imagen de un impostor, de un delincuente que, pese a la falsa etiqueta de Ministro de Agricultura, pone de relieve a travs del lenguaje su identidad. En efecto, el narrador nos permite visualizar las mismas irregularidades lxicas en el habla del senegals que dice Arbucias! (ATS: 54) por decir Argucias!, Carambwa! (ATS: 75) en lugar de Caramba!; no se debe olvidar que el propsito de Eduardo Mendoza es registrar lo que se dice y lo que se oye. Por eso es por lo que reproduce el sonido como el timbre de una puerta que en vez de hacer ring hizo tin-tan (MCE: 89), o tambin Ay y ay y ay, y, ay (LA: 247), Pssssssssssst (LA: 279) producido por el monje endemoniado, hasta el tictac de un reloj (ATS: 88) y la representacin de la pronunciacin fontica de unas palabras como chorizao (ATS: 150), mhija (ATS: 200), esto es, tal como lo enuncian los personajes. Junto a la apariencia de objetividad, la intencin humorstica le lleva a escritor transcribir, in extenso, los recados dejados en los buzones telefnicos como:

Gracias por llamar a la agencia teatral La prtasis. En estos momentos no hay nadie que pueda atenderle. Pipirip tu-tu (LA: 72) En estos momentos no puedo atenderle. Deje su nombre y su telfono de

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contacto al or la seal y yo le llamar a la mayor brevedad (ATS: 106-107).

Hay tambin en la triloga de mltiples lenguas como el italiano entre el Comisario Flores que se hizo pasar por un productor cinematogrfico y La Emilia (LA: 92-127), germanismos, catalanismos y numerosos usos de ingls y de francs traducen el deseo del autor de mostrar la gran ciudad contempornea como una Babel, y en mltiples ocasiones utilizaciones irnicas, como el escandinavo Ranag somacerem orep odidrep someh (ATS: 40) donde se invierte hemos perdido pero merecamos ganar. As, los personajes modifican a su antojo, de manera inconformista y vanguardista, con vistas a alcanzar un efecto ldico, palabras inexistentes. Centrmonos en ellas: el detective dice un prestigioso centro de boit (ATS: 129), en vez de beaut; en los salones de cuafur (ATS: 189), en vez de coiffure; una tienda de souvenires (ATS: 207), en vez de souvenirs; como se suele decir la franoise (ATS: 375), en vez de la franaise e incluso insensatas palabras y expresiones inglesas con evidentes incorrecciones:

-Me dije -recurriendo a mi ingls algo oxidado por el desuso-, Cndida: sisters. Cndida, me sister, big fart. No, no big fart: big fuck. Strong. Not expensive Eh? (MCE: 44).

Esas expresiones las dirige el narrador-detective a un marinero, el amante de su hermana Cndida, con quien no parece poder comunicarse en castellano. Puede decirse, igualmente, que Eduardo Mendoza se vale del plurilinguismo para dejar transparentar en sus novelas el idiolecto de sus personajes que, si tomamos prestado el juicio de Anne Ubersfeld, respecto al arte escnico, sirve para despertar

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en el espectador una risa de superioridad sobre quien no sabe servirse correctamente de este instrumento lingstico comunitario (Ubersfeld, 1989: 191-192).

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Lectura ideolgica de la serie policaca.

Desde el punto de vista ideolgico se pueden sacar diversas conclusiones, entre ellas vemos que el personaje del loco no monopoliza la palabra en la triloga. A diferencia de las obras unfonas decimonnicas en las que un narrador omnisciente produce slo el mensaje textual y dispose des pouvoirs rservs Dieu et aux dieux (Kayser, 1977: 79), las obras mendocinas estudiadas ponen de relieve el reparto de las fuentes enunciativas entre el narrador-detective personaje del loco, los dems personajes de las obras y las voces heterogneas que traen, cada uno, informaciones suplementarias y diversifican los horizontes informativos. As, la triloga est elaborada sobre las bases del realismo cinematogrfico, de la polifona y de la ruptura de la concentracin narrativa. En el contexto de la novelstica espaola posfranquista, esto tiene una significacin profunda, en contraste con la situacin en la poca de la dictadura. Por eso, la multiplicidad de las voces narrativas en el relato es una astucia para corregir las desilusiones vividas con pasividad durante su infancia. Franois Pierre lo subraya, al hablar de la literatura espaola postfranquista con estas palabras:

Afin de rendre sa libert lactivit littraire et afin de dire en fin ce que la littrature idologique et propagandiste na jamais voulu dire, le travail sur le pass simpose aux auteurs espagnols (Pierre, 2001: 363).

As, la literatura tendra una funcin catrtica. A travs de muchas fuentes narrativas, Eduardo Mendoza desvela lo que no se pudo decir durante la poca de Franco y an lo que tiene que decir en pro o en contra de aquella poca; una poca durante la cual los escritores espaoles fueron condenados al silencio. En este 292

periodo de mutismo, algunos escritores intrpidos velaron el verdadero contenido de sus obras por miedo a la represin. El ttulo original de La verdad sobre el caso Savolta, Los soldados de Catalua, publicada tres meses antes de la muerte de Franco, suscit el recelo de la censura franquista. La muerte del General Franco permite la explosin y la resonancia de esta obra en Espaa igual que en los dems pases europeos. La primera novela de la transicin democrtica se presenta como un sntoma, como el comienzo de un desencadenamiento que aparece en la superficie textual de la triloga mediante la polifona narrativa, pues, segn afirma Santos Sainz Villanueva, el ao 1975 marca el momento en que el intelectual recupera su papel de voz crtica, vigilante del resto del acontecer nacional y el artista podr optar por el libre ejercicio de su trabajo (Sainz Villanuava, 1984: 47). El escritor barcelons, conviene recordar, nace el 11 de enero de 1943, es decir, en pleno rgimen verticalista como las grandes figuras de la novela policaca espaola: Jaime Fuster (1945), Juan Madrid (1947), Jorge Martnez Reverte (1948), Andreu Martn (1949) y el decano y cabeza de fila Manuel Vzquez Montalbn (1939). Todos estos escritores crecieron durante la dictadura de Franco y la narrativa policaca les sirvi ms tarde, mediante las voces mltiples, de instrumento para contar todo aquello que se refiere a la Espaa franquista. Una vez ms precisa Franois Pierre:

Avec cette tentative de restauration du dialogue, les auteurs se situent une nouvelle fois contre courant des attitudes mises en place par la politique dendoctrinement de lEspagne franquiste (Pierre, 2001: 366).

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Con el procedimiento narrativo hecho del uso del yo del personaje narrador-loco, el yo de los dems personajes o de los narradores de los relatos enmarcados, la tcnica del collage, esto es, el ensamblaje de materiales fragmentarios y de procedencia diversa (Colmeiro, 1994: 182), el escritor barcelons revisa el pasado. Esta introspeccin permite al escritor distanciarse del referente. El estallido de las voces narrativas permite al escritor dar una visin mltiple de los hechos que, relatados desde diversas fuentes narrativas, versan sobre los temas de la Espaa de Franco y postfranquista como la miseria, la explotacin, la cara oculta de la iglesia, la injusticia, la Mujer, el terror urbano, la inseguridad. Todo eso mediante un desdoblamiento de la teora genettista de la focalizacin narrativa: el punto de vista visual ocularizacin y el punto de escucha auricularizacin (Andr Gaudreault y Franois Jost, 1995). refirindose a la novela policaca en general: Conforme seala Frank Evrard

La dmarche narrative semble inextricablement lie avec les proccupations idologiques de lauteur qui affirme la ncessit de la mmoire. Dans les polars contemporains, le dialogisme correspond au refus de tenir un discours qui se rfrerait un sens; une vrit, une vision du monde. La narration policire veut au contraire se faire lcho de voix multiples sans rduire leur diffrence propre (Evrard, 1996: 21).

Con esta multitud de voces narrativas, Eduardo Mendoza restituye el discurso antes limitado, a todas las capas sociales y se sita en la fila de los innovadores formales de la literatura espaola contempornea. Una narracin profundamente influida por la tcnica behaviourista, salpicndola con elementos de lo sobrenatural y de lo maravilloso (El seor alcalde tambin ha salvado el pellejo. La bala le entr

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por el culo y le sali por la boca ATS: 364). La triloga forma, en fin, un todo original que realza la vala de la novela policaca, menospreciada durante muchos aos por la indelicadeza de unos detractores que la comparan ciegamente con las novelas de consumo.

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8.2 ANLISIS ACTANCIAL DE LA TRILOGA POLICACA DE EDUARDO MENDOZA

8.2.1 Breve historia del modelo actancial El personaje literario, en tanto columna vertebral del relato, tiene que desempear un papel en el encadenamiento de los acontecimientos. El ncipit de la obra debe ser la presentacin de una crisis, de una carencia que no deja indiferente al hroe. El resto de la novela hasta el desenlace debe mostrar un personaje que despliega su energa vital y sus esfuerzos para hacer cara a todo tipo de obstculos que le impiden alcanzar su objetivo convirtindose as en el teln de fondo de toda la narracin. Aristteles, en su Potica, considera la accin como elemento fundamental de un relato, pues construye el nudo del texto, elemento sin el cual, se convertira el relato en una mera presentacin despojada de sentido. Por ello, el personaje es a quien apetece algo pues vive en una situacin confusa. Vincent Jouve precisa que: En terme de modalits, le personnage est donc structurellement le lieu dun pouvoir faire et dun vouloir faire (Jouve, 1992: 142). El precursor de la narratologa, el investigador ruso Vladimir Propp (1928)49, analiz los elementos constituyentes de los cuentos maravillosos. A partir de un corpus homogneo de un centenar de cuentos populares, encuentra las funciones del personaje orientadas en el papel que desempea en el desarrollo de la intriga. El personaje se define no por lo que es -presentacin fsica, moral, intelectual o estatuto social- sino por lo que hace. Por eso llega a decir:
En el marco del modelo actancial, ya en 1895, Polti tuvo el mrito de desarrollar el primer intento para definir el conjunto de las situaciones dramticas que reduce las situaciones de base a treinta y seis, operacin que, segn opina Patrice Pavis (1998: 28), comporta, sin duda, una excesiva simplificacin de la accin teatral; lo mismo se puede decir de la accin narrativa.
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En el estudio del cuento, la nica pregunta importante es saber qu hacen los personajes; quin hace algo y cmo lo hace son preguntas que slo se plantean accesoriamente (Propp, 1971: 32).

Propp llama dramatis personae a los actantes que toman activamente parte en la accin. Su modelo se sintetiza en siete esferas de accin correspondientes a siete actantes: el agresor, el donador, el auxiliar, la princesa, el mandatario, el hroe y el falso hroe. Etienne Souriau en Les deux cent mille situations dramatiques (1950), inspirndose de Vladimir Propp (Greimas, 1966: 175), estudia el lugar del personaje en la construccin de la accin de una obra teatral y hace inventario de seis actantes que considera como funciones por medio de los signos astrales: el Len (Fuerza temtica, es el sujeto deseoso de accin); el Sol (o el Representante del Valor o del Bien Deseado por el sujeto); la Tierra (Receptor o aquel a quien beneficia el bien deseado); Marte (el Oponente, obstaculiza la accin del sujeto); la Balanza (el rbitro de la Situacin, decide cul de los rivales conseguir el bien deseado) y la Luna o el Espejo de la Fuerza (adyuvante). La funcin dramatrgica para Souriau es el sistema de fuerzas implicadas en un momento preciso de la accin y el centro estelar del universo teatral. Esta funcin es:

Le mode spcifique de travail en situation dun personnage : son rle propre en tant que force dans le systme de forces. Et dans une bonne situation, chaque personnage a une force spcifique (Souriau, 1970: 71).

En cambio, el modelo greimasiano profundamente inspirado, mutatis mutandis, en Vladimir Propp y de Etienne Souriau, es un esquema cuyo blanco es 297

asimismo ax sur lobjet de dsir vis par le sujet, et situ, comme objet de communication, entre le destinateur et le destinataire, le dsir du sujet tant, de son ct, modul en projections dadjuvant et doposant (Greimas, 1966: 180). Segn A. J. Greimas, este esquema es un microcosmos que remite a una macroestructura humana pues, a partir de una construccin sintctica, llegamos a una lectura psicolgica, social e ideolgica del relato. Partiendo de las propuestas de Propp y de Souriau, Greimas propone seis actantes en su esquema actancial: Sujeto (S), Objeto (O), Destinador (D1), Destinatario (D2), Ayudante (A) y Oponente (Op). En este esquema actancial imprescindible para el estudio de todo relato, existen tres dobles parejas correspondientes a las modalidades fundamentales de la actividad humana: -Sujeto / Objeto: Es el eje del deseo. El sujeto o el hroe carece de algo y esto da origen a su deseo. Aqu se ubica el elemento fundamental que desencadena la existencia del relato. Estamos en una situacin inicial de carencia y el hroe, estimulado por el deseo de alcanzar su objeto, sale de su situacin. -Destinador / Destinatario: Tambin denominado eje del saber o del poder, nos permite conocer lo que mueve al sujeto hacia el objeto y los principales beneficiarios de la busca. Decide la creacin de los valores y de los deseos, y su distribucin entre los personajes (Pavis, 1998: 29). Se trata de un eje ideolgico y abstracto, pues, no slo pone de relieve la importancia tica y el reparto de los valores entre los participantes, sino que no se tiene que implicarse en figuras. Ayudante / Oponente: Se trata de la pareja oposicional. Aqu, el sujeto auxiliado por el ayudante se enfrenta al oponente. Hablando del significado de la palabra actante, puede decirse que nace de una estrecha relacin entre el personaje y la accin. Es alguien o algo que influye el curso

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de la narracin. Tesnire y Greimas consideran a los actantes como operadores abstratos que participan en el nudo de la accin novelesca; cosa sobre la que Anne Ubersfeld llama la atencin:

Cada actante se identifica pues, con un elemento (lexicalizado o no) que asume en la frase bsica del relato una funcin sintctica (Ubersfeld, 1989: 48-49).

Ya que el actante es fundamentalmente una funcin de la historia dramtica o narrativa (Kurt Spang, 1991: 111), no es sinnimo de una entidad humana como un personaje, un actor o una figura, pues, puede ser un concepto abstracto como Dios, el amor, el estado, la libertad, la ciudad, un colectivo de figuras como la Polica, el Ejrcito, la Iglesia, etc. En cuanto a la importancia del esquema actancial, es un espejo que permite mirar la trabazn inter-personajes. Nos permitir tener una visin global en las relaciones que, en nuestro caso, el personaje del loco mantiene con los dems personajes de la triloga. Ello debe forzosamente conducir al establecimiento de una manera significativa hacia una lectura ideolgica del relato. Adems, segn dice Patricia Trapero (1989), somos capaces de visualizar las fuerzas principales y su funcin en la accin, de dominar la dialctica de caracteres, establecer las situaciones y los conflictos y esclarecer las relaciones fsicas entre personajes ya que el personaje es una entidad perteneciente a un sistema global de acciones. En suma, el modelo actancial es un esquema que permite, a partir de las seis funciones de A. J. Greimas, definir el contenido total de la narracin, trascender el

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microcosmos escnico o textual para desembocar en la idea dominante del relato, pues, segn Anne Ubersfield.

[...] el modelo actancial no es una forma, es una sntesis capaz, en consecuencia, de generar un nmero infinito de posibilidades textuales (Ubersfield, 1989: 48).

La formalizacin geomtrica del modelo actancial greimasiano de la que nos inspiramos en el presente captulo para el anlisis exclusivo de la serie policaca, descansa sobre las siguientes normas establecidas por del propio Greimas:

Pour nous, un actant se construit partir dun faisceau de fonctions, et un modle actantiel est obtenu grce la structuration paradigmatique de linventaire des actants (Greimas, 1966: 189).

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D1: Destinador

D2: estinatario

S: Sujeto

O: Objeto

A: Ayudante

Op: Oponente

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8.2.2 Estudio del esquema actancial de El misterio de la cripta embrujada: 8.2.2.1 El sujeto de la accin y la frase actancial El sujeto es una figura emblemtica que impone su dominacin en el relato por un cierto nmero de criterios. Antonio Tordera (1988) y Kurt Spang (1991), parten de una tricotoma que gira en torno al nmero de las rplicas, las apariciones y del volumen lineal del discurso del personaje en la obra, para definir si es o no sujeto de la accin de la novela. A partir del anlisis del discurso en el captulo anterior, vemos cmo el personaje del loco representa el motor y es la figura principal del conjunto de la triloga. Por eso, se identifica con las aseveraciones de Anne Ubersfield que opina lo siguiente:

Es sujeto de un texto literario aquello o aqul en torno a cuyo deseo se organiza la accin, es decir, el modelo actancial; es sujeto, pues, el actante que puede ser tomado como sujeto de la frase actancial, el actante cuya posibilidad del deseo, al enfrentarse con los obstculos que encuentra a su paso, arrastra en su movimiento a todo texto (Ubersfield, 1989: 56).

En otros trminos, no puede ser sujeto de la accin el que ya tiene lo que desea. El personaje del loco a lo largo de la triloga tiene una preocupacin recurrente: sacar a la luz la verdad, luchar por el triunfo de la justicia y reconquistar la libertad; objetivos que representan para el actante-sujeto de la accin: le Bien dsir, lobjet apprt (Souriau, 1970: 71). Enfocando la atencin en Roland Barthes, dice al hablar de la frase actancial":

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Structurellement, le rcit participe de la phrase, [...] le rcit est une grande phrase, comme toute phrase constative est, dune certaine manire lbauche dun petit rcit (Barthes, 1977: 12).

Desde esta perspectiva, podemos considerar la frase actancial como sntesis de las funciones bsicas desempeadas por todos los actantes de una obra dramtica o narrativa. La frase actancial explicita las seis funciones presentes en el esquema actancial con vistas a ofrecer la quintaesencia semntica del relato. Anne Ubersfield elucida su significado con estas palabras:

Desarrollando la frase implcita en el esquema, nos encontramos con una fuerza (o un ser D1); guiado por l (por su accin), el sujeto S busca un objeto O en direccin o en inters de un ser D2 (concreto o abstracto); en esta bsqueda, el sujeto tiene sus aliados A y sus oponentes Op (Ubersfield, 1989: 49).

Por lo que a la formulacin de la frase actancial de El misterio de la cripta embrujada se refiere, podemos decir que el deseo de socializar empuja al personaje del loco a reconquistar su libertad; arrojado a esta bsqueda, se aprovecha de la ayuda de las autoridades, el segundo jardinero, el primer jardinero (Cagomelo Purga), la seora de la radio (madre de Mercedes Negrer), Mercedes Negrer y el dentista; frente a esta alianza, se erigen otras fuerzas constituidas por el Comisario Flores, Manuel Peraplana, Isabel Peraplana, la polica y el tuerto del hotel que entorpecen la evolucin del actante-personaje del loco durante sus investigaciones, las cuales son tiles para el propio personaje del loco, su hermana Cndida, Mercedes Neger y la sociedad espaola post-franquista.

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8.2.2.2 Esquema actancial de El misterio de la cripta embrujada: D1 El deseo de socializacin D2 - El personaje del loco - Su hermana (Cndida) - Mercedes Negrer La Sociedad espaola post-franquista

S: Sujeto
El personaje del loco

O: Objeto
Bsqueda de su propia libertad

A: Ayudante
- Las autoridades - El segundo jardinero - El primer jardinero (Cagomelo Purga) - La madre de Mercedes Negrer - Mercedes Negrer - El Dentista

Op: Oponente
- Espacio (Barcelona) - El comisario Flores - Manuel Peraplana. - El tuerto del hotel - La polica - Isabel Peraplana.

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8.2.2.3 Anlisis de las parejas actanciales: La pareja Sujeto / Objeto; la pareja Ayudante / Oponente y la pareja Destinador / Destinatario La primera novela de la triloga nos introduce en la sociedad barcelonesa de la postguerra civil espaola. Estamos en 1977, el personaje del loco, encerrado desde cinco aos antes en un sanatorio mental, debe investigar sobre la desaparicin ocurrida anoche de una nia del Colegio de las Madres Lazaristas de San Gervasio. Est en el manicomio, conviene recordar, puesto que all le envi la justicia por el desarreglo psquico que lo llev a cometer actos antisociales. Esas pesquisas representan para l un trampoln para adquirir no slo su libertad sino tambin la de su hermana Cndida, una prostituta implicada en el asesinato de un sueco. Ello justifica el acaloramiento con el que se lanza en la bsqueda del culpable, pues ya est harto de vivir encerrado. El protagonista considera la libertad, o sea, su salida del manicomio mental, como algo que no se puede sustituir por los placeres que le ofrece su estancia en el manicomio. Prueba de ello es que, cuando sale del manicomio para llevar a cabo sus investigaciones, rechaza la propuesta de su hermana Cndida que le aconseja regresar al sanatorio, lugar donde vive al abrigo de las preocupaciones materiales

Qu te va a ti en ello? -La libertad. -Vuelve al manicomio: techo, cama y tres comidas diarias, qu ms quieres? la plasta de maquillaje no impidi que su rostro reflejara inquietud (p. 42).

An enfrentado a la triste realidad de una sociedad diferente a la que l haba conocido con anterioridad, el personaje del loco no est menos decidido a adquirir su libertad:

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Mientras pisoteaba las cucarachas que corran por la cama, no pude por menos de recordar la celda del manicomio, tan higinica, y confieso que me tent la nostalgia. Pero no hay mayor bien, dicen, que la libertad, y no era cuestin de menospreciarla ahora que gozaba de ella (p. 48).

Se lanza en busca de este ideal con todo su nimo. Y merced a su fuerza persuasiva, a la facilidad que tiene para introducirse en distintos medios sociales, logra sacar algunos indicios que le permiten establecer las bases de una conclusin lgica y conveniente. Pierre Jacerme al hablar del carcter del loco dice:

Le fou est ce privilgi qui peut errer et passer, sans avoir gard la hirarchie sociale qui est admis partout, qui peut tout voir et entendre (Jacerme, 1985: 45).

Con estas bazas, el personaje del loco acierta a desvelar el enigma, es decir, declarar al final de sus investigaciones la identidad del responsable de la desaparicin de las nias en el colegio. Pero, desafortunadamente se le niegan la libertad. Se resigna y regresa al manicomio no sin esperanza en el porvenir:

[...], y que por fin podra darme una ducha y, quin?, tomarme una Pepsi-Cola si el doctor Sugraes no estaba enojado conmigo por haberle metido en la aventura del funicular, y que no se acaba el mundo porque una cosa no salga del todo bien, y que ya habra otras oportunidades de demostrar mi cordura y que, si no las haba, yo sabra buscrmelas (p. 204).

En cuanto a la pareja Ayudante / Oponente, las autoridades constituidas por el Comisario Flores, la monja Superiora del colegio y el Doctor Sugraes son los 306

representantes de los ms grandes poderes sobre la tierra (p. 24) conforme dice el loco. Se ponen de acuerdo despus de la desaparicin de las nias para dilucidar el caso. Por ello, eligen al personaje del loco como detective. A partir de un largo relato, el Comisario Flores se dio cuenta de lo que ocurri en dicho colegio seis aos antes para demostrarle la similitud que existe entre el caso ms reciente y aqul. Para las autoridades, el protagonista les servir no slo de auxiliar para solucionar el problema sino que se trata tambin de someterle a un experimento, que representara una prueba fehaciente de su curacin. Durante las investigaciones, el Comisario Flores y el Doctor Sugraes velan por su seguridad. Cuando fue vctima del ter en la cripta, intervinieron para socorrerle y el protagonista les demostr su gratitud con estas palabras: y es posible que su intervencin oportuna, seores, me salvara de algn otro peligro. Y eso es todo (p. 200). En cuanto a los jardineros del colegio, desempean un papel importante en la accin del protagonista. El segundo jardinero, es decir, el que estaba en el colegio durante el caso ms reciente, le orient hacia el primer jardinero, Cagomelo Purga. Hombre muy piadoso y hospitalario, fue jubilado por las monjas a pesar del hecho de que se senta bien de salud y en plenitud de sus fuerzas, sin aviso, sin indemnizacin, ni un duro (p. 81). Pasa con ellas una larga y penosa vida durante ms de treinta aos. Sus informaciones respecto a la situacin del Colegio durante los aos 71 y 72 representan una fuente informativa para el detective. En las revistas Rosas para Mara ofrecidas por el jardinero, el loco se hace una idea precisa de las fisonomas de Isabel (primera hija que desapareci del colegio en 1971) y su compaera Mercedes. El jardinero Cagomelo Purga otorga al protagonista la clave para solucionar el caso.

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Por otra parte, no son menos importantes los papeles que desempean los periodistas en busca del protagonista. Rodrigo Sugraes y la seora de Negrer le proporcionan algunos datos necesarios para la continuacin de sus investigaciones. El primero es director de programacin de Televisin Espaola y la segunda es madre de Mercedes Negrer, amiga de Isabel Peraplana, desaparecida del colegio durante dos das en el ao 1971. La madre de Mercedes lamenta el penoso alejamiento que existe entre su hija y ella, exiliada durante los ltimos seis aos en la pobla de LEscop. Mercedes Negrer es por s sola una fuente de informaciones para el caso que interesa al detective. Descendiente de una familia humilde, mantena una estrecha relacin con la familia Peraplana y viva tambin a costa de ella. Isabel Peraplana dice- era la nia buena y yo la mala influencia. Adems, ella era la tonta y yo la lista; ella la ingenua y yo la precoz. Sus padres eran ricos; los mos no (p. 115). Revela el protagonista que durante su estancia en el internado del colegio, una noche sigui sigilosamente a Isabel hasta la cripta donde la vio al lado de un cadver. Cuando el Comisario Flores, despus de descubrirlo, convoca a las dos familias, Mercedes acepta que le impute el crimen y el exilio propuesto para Peraplana. Ya que no tena todava edad penal, fue exiliada en el pueblo de lEscorp y a Isabel Peraplana la enviaron en Suiza. Muy agradecido para con la familia Peraplana, quiso proteger a su amiga ignorando la astucia de Peraplana para involucrar a su hija en un asesinato cometido por l mismo. En aquella poca, Mercedes Negrer se senta en la obligacin de no desvelar la verdad a nadie, eso con el propsito de salvaguardar la seguridad de su amiga y la suya:

Nada de lo que haba sucedido aquella noche, eso estaba claro, deba saberse, so pena de arruinar la vida de Isabel y la ma (p. 134). 308

En cuanto al dentista, Plutonio Sobobo Cuadrado [sic], mantiene con Manuel Peraplana una relacin sospechosa. En efecto, la hija desaparecida hace dos das del internado era suya. Don Manuel Peraplana quiso servirse de ella como hizo seis aos antes con su propia hija Isabel Peraplana, para quedarse al amparo de cualquier acusacin. Las indagaciones del detective le permiten demostrar, categricamente, la implicacin del dentista en el caso:

La nia no desapareci del colegio, sino que fue sacada de l sin conocimiento de las monjas y trada a esta casa, donde ustedes la ocultaron mientras fingan pasar por secuestro o fuga, no es as? -Tal y como usted lo cuenta dijo la seora (p. 161-162).

El dentista implora el silencio del detective contndole su vida:

Tanto mi seora como yo provenimos de modesta cuna y yo, personalmente, hice todos mis estudios con ayuda de becas de unas clases particulares que me proporcionaron los Jesuitas a travs de la Congregacin (p. 162).

As, la conversacin con el dentista no slo desvela al caso sino que desemboca adems en una mirada de la sociedad espaola de su poca. Partidario de la tradicional enseanza religiosa, el dentista tiene un juicio pesimista respecto a la llegada de la democracia en Espaa. Por lo que se refiere a la educacin, constata con amargura el no respeto de la moral, la ligereza en el sistema educativo que explica la mala formacin de los alumnos:

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No creo, por lo dems, que los cambios que recientemente han sobrevenido a nuestra sociedad sean duraderos. Tarde o temprano, los militares harn que todo vuelva a la normalidad. En las escuelas modernas, por otra parte, impera el libertinaje: los profesores, me consta, se jactan ante el alumnado de sus irregulares enjuagues matrimoniales; las maestras prescinden de ropa interior, y en los recreos se desalienta el deporte y se propicia la concupiscencia; se organizan bailes y excursiones de ms de un da y se proyectan pelculas del cuatro (p. 164).

A partir de lo que precede, podemos decir que estos actantes contribuyen activamente en la resolucin del caso que preocupa al personaje del loco. Sin embargo, cabe subrayar que sus discursos giran en torno a la religin catlica. De buenas a primeras, la desaparicin de las nias del internado se concreta en la cripta del colegio de Las Madres Lazaristas. Luego, el segundo jardinero Cagomelo Purga experiment una explotacin envilecedora por parte de las monjas. El dentista, pese a su apego a la tradicional educacin, cae en negocios sucios con Don Manuel Peraplana. El escritor barcelons seala a la Espaa tradicionalista en la que la iglesia catlica ocupaba un sitio relevante. Con todo, no todos los actantes apoyan al protagonista durante sus bsquedas; los hay que estn encargados de constituir una fuerza antagnica en relacin al sentido de la accin. Como se puede constatar en el esquema, el espacio forma parte de los oponentes. De antemano, cabe decir que el espacio literario es por definicin un fenmeno verbal, textual y de ficcin. Es por excelencia un espacio verosmil, pues se trata, en la mayora de los casos, de una transposicin o una referencia a un espacio existencial o concreto. As, desempea un papel relevante en la novela en cuanto componente de la estructura narrativa en relacin a los dems elementos

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como el personaje, la accin y el tiempo. Por lo que se refiere a nuestro caso, puede decirse que el personaje del loco vive en un ambiente que acta negativamente en su evolucin. La ciudad barcelonesa constituye un obstculo para la conquista del objeto del deseo. Los dems actantes que constituyen esta casilla pertenecen al nivel alto de la jerarqua social. Las autoridades, ahora menguadas en la figura del Comisario Flores, y que prometieron la libertad al personaje del loco, se negaron a concedrsela pese al brillante resultado, segn poda esperarse. El Comisario Flores arguy que quedaron vigentes algunos problemas juridiccionales insolubles y, para deshacerse del personaje al final de sus investigaciones, confes:

Te prometo hacer cuanto est en mi mano. Ya sabes que en estos tiempos que corren no soy influyente como antes. Todo depender, en gran parte, del resultado de las elecciones (p. 202).

Promesas falaces que acreditan las propias declaraciones del Comisario Flores un poco ms tarde: La desconfianza en el poder pblico es el mal endmico del pas (p. 193). A semejanza de este poder pblico, los polticos esperan los acontecimientos electorales para hacer promesas a los ciudadanos:

La esposa de un candidato de Alianza Popular haba prometido regalar una tele en color al manicomio si su marido ganaba las elecciones (p. 204).

La decisin de no otorgarle la libertad al loco se hace ahora de manera arbitraria. Se ve la dislocacin de las tres instituciones: la justicia, la ciencia y la iglesia. Se nota la ausencia de la monja y la divergencia de opiniones entre el

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Comisario Flores y el Doctor Sugraes, por lo que a la liberacin del detective se refiere. La voz del Comisario Flores es dominante; es quien tiene la ltima palabra y se opone tajantemente a la liberacin buscando subterfugios en la prdida de autoridad y en la inminencia de los resultados de las elecciones. En cuanto a Don Manuel Peraplana, hombre influyente y adinerado de la sociedad barcelonesa, sigue los pasos del Comisario Flores para poner trampas en el recorrido del personaje del loco. Se puede decir que este actante nace bajo la influencia del Len, puesto que incarne, reprsente et met en cause la force qui est gnratrice de toute la tensin dramatique prsente (Souriau, 1970: 85). En efecto, el actual colegio de las Madres Lazaristas fue su propiedad entre 1958-1971; lo adquiri a un panameo llamado Vicenzo Hermafrodito Halmann [sic], anticuario residente en Barcelona desde 1917. Dicha finca (actual colegio) posea un pasadizo y una cripta, y hasta ese momento, Don Manuel Peraplana lo haba explotado para cometer sus crmenes, consciente de que las monjas ignoraban su existencia. Ya que estaba al tanto de que el demente investigaba en el caso de la desaparicin de la nia del colegio, y suponiendo que se pondra en contacto con su hermana Cndida, puso al sueco en contacto con sta para que acechara al loco. ste vino ms tarde a morir a su cama del hotel. Su intencin era implicar al loco en la muerte del sueco pero, afortunadamente, lleg la polica cuando ya se haba marchado. Manuel Peraplana y el tuerto del hotel trasladaron el cadver a casa de su hermana Cndida donde el loco le encontr de nuevo. La determinacin del loco le oblig a devolver a la hija del dentista a su cama del internado como hizo con Isabel seis aos antes.

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Este recuerdo histrico traduce el espritu vicioso de Don Manuel Peraplana y demuestra cmo encarna el espritu de toda la clase emergente de la sociedad barcelonesa de aqul entonces. En cuanto a su hija Isabel Peraplana, su pertenencia a la clase aristocrtica de la sociedad hace de ella la anttesis de Mercedes Neger. Por amor filial, no dio ninguna informacin al loco a pesar de sus splicas:

Cuntame usted qu pas. Cuntemelo, por el amor de Dios, y habr contribuido usted a salvar a una nia inocente de una suerte incierta y a obtener la rehabilitacin social de un pobre ser humano que slo persigue el respeto de sus semejantes y una buena ducha (p. 94).

Isabel Peraplana prefiere no levantar la liebre. Lo ocurrido hace seis aos en la cripta del Colegio de las Madres Lazaristas hace que, ms tarde, abandone sus ceremonias nupciales para intentar suicidarse cuando las indagaciones del personajedetective le permiten revelar que sus manos estaban tintas en la sangre de un hombre, tal vez su amante (p. 149). En efecto, don Manuel Peraplana es semejante al Leprince de La verdad sobre el caso Salvota. Este francs exiliado en Barcelona a principios del siglo XX, se vuelve propietario de la empresa Savolta despus de matar a sus miembros ms influyentes. En El misterio de la cripta embrujada, tenemos una alianza constituida por los hombres pudientes. El Comisario Flores y la polica representan el Ejrcito al servicio de los adinerados de la sociedad (don Manuel Peraplana y su hija Isabel Peraplana) que obstaculizan el camino del personaje del loco hacia la verdad. La pareja Destinador / Destinatario nos muestra que la produccin novelesca no se produce ex nihilo. El protagonista se encuentra en una situacin de crisis social, pues la sociedad espaola de la postguerra se caracteriza por una inseguridad notoria 313

y existen todava algunos nubarrones que representan las huellas de la poca franquista. Despus de la segunda desaparicin de una nia interna en el colegio de las Madres Lazaristas de San Gervasio, las autoridades barcelonesas no se cruzaron de brazos. Deseosas de sanear el clima social, utilizan al loco como auxiliar para resolver el caso. El resultado de sus pesquisas beneficia a toda la sociedad espaola. Prueba de ello es que, al final de sus investigaciones, Mercedes Negrer, que viva su exilio en la Puebla de lEscop, se reintegra en la sociedad barcelonesa. El Comisario Flores lo dice con estas palabras:

Esta apetecible seorita est ahora, gracias a ti, libre de toda sospecha [...] Nada le impide dejar atrs para siempre un exilio odioso y un pasado turbio y reintegrarse a la excitante vida barcelonesa, matricularse en Filosofa y Letras, hacerse trotsquista, abortar en Londres y vivir feliz (p. 202).

En efecto, si el personaje del loco no goza del fruto de su labor, es decir, salir definitivamente del manicomio e integrarse en la sociedad barcelonesa, se percibe cmo su accin indagatoria tiene un impacto significativo en toda esa sociedad, puesto que consigue demostrar la inocencia de su hermana Cndida, hacer pblicas las oscuras maniobras de Manuel Peraplana y sus aliados, lo que favorece, en fin, la integracin social de Mercedes Negrer.

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8.2.3 Estudio del esquema actancial de El laberinto de las aceitunas:

8.2.3.1 La frase actancial y el esquema actancial El deseo de desculpabilizacin obliga al personaje del loco a investigar un asesinato cometido en su habitacin del hotel Florinata de Castilla [sic], de Madrid, donde le registraron con el nombre de Pilarn Caete; eso provoca el enfrentamiento de dos fuerzas antagnicas, esto es, por un lado, los ayudantes constituidos por Emilia Corales (la Emilia), Mara Pandora (periodista), Don Plutarquete Pajarell, Don Muscle Power, el album de la agencia teatral El Prtasis, que padecen la dominacin de otras fuerzas (los oponentes) ms numerosas y apremiantes entre los cuales aparecen: la ciudad barcelonesa, el Comisario Flores, el (pseudo) Ministro de Agricultura, Enrique Rodrguez, Hans Frceps (director de la agencia teatral El Prtasis), la polica, etc; una bsqueda beneficiosa para el personaje del loco, el personal de la agencia teatral El Prtasis, la ciudad barcelonesa y la sociedad espaola en general.

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8.2.3.2 El esquema actancial de El laberinto de las aceitunas D1 El deseo de desculpabilizacin D2 - El personaje del loco - El personaje de la agencia teatral El Prtasis - La Sociedad barcelonesa y espaola.

S: Sujeto El personaje del loco

O: Objeto -El asesino -La verdadera identidad del pseudo Ministro de Agricultura

A: Ayudante - Cndida - Emilia Corales (la Emilia) - Muscle Power (el pseudo Ministro) - Mara Pandora (periodista) - Don Plutarquete Pajarell - El album de la agencia Teatral El Prtasis

Op: Oponente - Barcelona. - El comisario Flores - El pseudo Ministro. - Enrique Rodrguez. - Hans Frceps. - La polica. - Coche patrulla. -Monasterio - La voz amenazadora de una tostadora

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8.2.3.3 Anlisis de las parejas actanciales: la pareja Sujeto / Objeto; la pareja Ayudante / Oponente y la pareja Destinador / Destinatario El regreso del personaje del loco al manicomio, como hemos visto anteriormente, no significa que est libre de todos los ataques exteriores. El laberinto de las aceitunas empieza por el secuestro del loco. En efecto, sin que lo sepa el psicoteurapeuta (el doctor Sugraes), dos esbirros innombrados le sacan del manicomio y lo llevan hacia un lugar desconocido donde se encuentra cara a cara con el Comisario Flores y un supuesto Ministro de Agricultura llamado don Cegumio Lavaca. Este ltimo quiere que el personaje del loco le cumpla un cometido pues rene condiciones necesarias para acertar en el asunto:

Lo nico que nos hace falta, como ya habrn supuesto, es un intermediario digno de toda confianza que, por sus circunstancias personales, no tenga contacto alguno con medios de difusin, crculos polticos, corrillos burstiles, cnclaves eclesisticos ni salas de banderas. Por eso he acudido a Barcelona, [...], donde el siempre eficaz Flores me ha sugerido tu nombre, hijo dilecto (p. 30).

El loco tiene que coger un maletn lleno de dinero y llevarlo a Madrid a un hotel. Cabe sealar que el compromiso del personaje del loco en tal asunto es otro medio para buscarse una salida definitiva del manicomio. Es la razn por la cual, de antemano, tuvo que recordrselo al Ministro:

-Excelentsimo seor balbuce-, no s si el Comisario Flores le habr informado de cul es mi situacin. Es el caso, Excelencia, que llevo ya seis aos recluido en un sanatorio mental. [...] Pero me gustara salir, Excelencia. Yo no s si Vuestra Excelencia ha estado encerrado

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alguna vez en un manicomio, pero, de ser as, sabr que los alicientes son pocos (p. 35).

La postura del Ministro respecto a esta preocupacin del personaje es ambigua. Sin embargo, el personaje del loco toma el vuelo rumbo a Madrid, donde junto al Camarero manco, son vctimas de un somnfero. Cuando se despierta el loco, constata la desaparicin del maletn y trueca los vestidos con el manco que segua durmiendo. Ya en el aeropuerto, cuando regresa a Barcelona, lee en prensa el asesinato del camarero (Pilarn Caete...) nombre bajo el cual le reservaron la cama en dicho hotel. Un extracto de aquel peridico seala:

A primeras horas de la maana de hoy apareci asesinado en un hotel de esta ciudad un individuo que se registr con el nombre de Pelarn Caete y que, segn fuentes oficiales, se haba evadido la noche anterior de un sanatorio mental prximo a Barcelona (p. 53).

Mientras tanto, los conocidos del loco, como su hermana Cndida, el Comisario Flores, el Dr. Sugraes, piensan que le haban matado. A partir de este momento, el personaje del loco est atormentado; siente el peso de la responsabilidad de la muerte del camarero. De ah el pesar, la amargura, la auto culpabilidad. Por eso, con un tono monologal y sensiblero confiesa: Un pobre camarero manco que no haba hecho mal a nadie, que yo sepa, y que a lo mejor tena una familia y un hogar... (p. 58). Por eso, resulta para l urgente saber quin era aquel Ministro de Agricultura, a quienes por conducta del falso Ministro le confiaron el dinero (pp. 63-63), la especificidad del negocio en el que lo incluy y, de esta manera, descargarse tambin

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del trauma psicolgico nacido de una implicacin involuntaria en un asunto tan turbio. Hablando de la pareja Ayudante / Oponente, cuando inicia sus bsquedas, el personaje del loco tiene en un primer momento el apoyo de su hermana Cndida a la que considera como una enciclopedia (p. 63). A partir de un dilogo le confiesa de manera explcita:

Busco a un individuo y estoy seguro de que ese individuo y el actor al que me acabo de referir son la misma persona. Al principio no lo reconoc por los aos transcurridos, pero ahora no me cabe la menor duda (p. 63).

sta le proporciona la direccin de Don Muscle Power, actor de profesin. Al llegar a su despacho, el loco lo encuentra agonizante. Pese a su estado, -estaba en los umbrales de la muerte-, a travs de un breve dilogo, el personaje del loco logra tener algunas informaciones:

Quin ha sido, don Muscle? Volv a preguntar. Con esfuerzo logr articular unos sonidos que no pude descifrar. Apliqu la oreja a sus labios. El caballero Rosa...-me pareci entender- busque al caballero Rosa y dgale...dgale que es un cabrn. De mi parte se lo dice...Y si ve a la Emilia, dgale...que me perdone. No confunda los recados, eh? (p. 71).

As, le revel dos nombres importantes para la continuidad de sus investigaciones: el primero, el caballero Rosa es quien le quit la vida; el segundo, la Emilia debera de ser implicada con el difunto en un mismo negocio.

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El detective, partiendo del nmero de telfono que haba visto en la pared de la casa de Muscle Power, localiza el sitio de la Agencia Teatral El Prtasis, lugar donde trabaja Emilia Corrales, llamada Suzana Trash. Esta chica se caracteriza por un espritu abierto y un afecto desinteresado para con el protagonista, lo cual desemboc en una relacin amorosa. sta revela todas las maquinaciones preparadas por Muscle Power. Confiesa haber sido enviada a Madrid para recuperar el maletn, pero abandon la empresa por miedo. Adems, el vecino de Emilia Corales, Don Plutarquete Pajarell, historiador de profesin, hombre solitario y hospitalario, desempea un papel importante al lado del detective. Es quien permite conocer, a partir del lbum robado por el protagonista en la agencia, a los esbirros que siguen al loco, a Emilia, y a los que secuestraron al periodista Mara Pandora. Estos dos ltimos actantes le permitieron ver claramente el quid de la cuestin (p. 161), y esbozar la conclusin segn la cual, el falso Ministro debera de ser Don Muscle Power, y que los destinatarios del dinero no fueron los autores del hurto sino los de la agencia teatral. En efecto, cuando el detective tom el vuelo para Madrid, Muscle Power puso sobre aviso al cojo de la agencia y ste envi a sus esbirros a Madrid; mientras tanto, el caballero Rosa, al notar la desaparicin del maletn, asesin al pobre camarero manco en el hotel de Madrid, pensando que era el loco. Luego, se fue a Barcelona y elimin a Muscle Power. El cojo de la agencia teatral decidi restituir el dinero y lavarse las manos. Pero cabe sealar que esta vez el detective no soluciona por completo su problema; ahogado bajo la presin de unos actantes -que veremos a continuacinnunca dar con el asesino Caballero Rosa; sin embargo vuelve al manicomio menos preocupado por el asunto.

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El Comisario Flores representa el verdadero oponente de la paz psicolgica del loco y su libertad. Como hemos visto ms arriba, se neg a darle la libertad refugindose en pretextos falaces. As se puede decir que esta es la causa de la situacin que padece el detective ahora. Facilit el secuestro del loco del manicomio para ponerle en contacto con el pseudo Ministro de Agricultura. stos consideran al loco como un don nadie, listo para enfrentarse a todos los riesgos. Al darle las ltimas recomendaciones, el Ministro dice: Por supuesto, si hubiera algn accidente, el Ministro negar saber de tu existencia (p. 35). Ello se traduce en el menosprecio para con el detective y las amenazas que le acechan. Un dato no menos importante es la primera reaccin del Comisario Flores cuando el detective regresa a Barcelona. A la pregunta quien era aquel Ministro, le dice ignorar su identidad y, peor an, que slo cont con lo que le dijo aquel fulano. El Comisario Flores se presenta adems como un impostor cuando dice lo siguiente:

Yo no le dara ms importancia de la que tiene eh? Hazme caso y vulvete al manicomio. Le dices al doctor Sugraes que te escapaste para ir al cine y despus gloria (p. 59).

El demente, a partir de ahora, ser vctima de las atrocidades policiacas. Esta fuerza represiva sigue al personaje durante todo su recorrido, dificultndole la investigacin y convirtiendo todo el universo novelesco en un escenario de agresiones y de inseguridad. As es cmo los actores Hans Frceps, director de la Agencia teatral El Prtasis y Enrique Rodrguez secuestraron a Mara Pandora, esposa del difunto Muscle Power, y la polica al viejo Don Plutarquete Pajarell. El personaje del loco vive constantemente con miedo. Tiene, con Emilia, que abandonar

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su casa para dormir en un lugar annimo, desconocido. El Comisario Flores o sea, el conjunto de los que forman el cuerpo policaco, representa todo aquello que impide al loco alcanzar su objetivo, por lo que se siente atormentado, traumatizado y teatraliza sus emociones. As, le dice a Emilia:

A estas horas el comisario Flores y un crecido porcentaje de las fuerzas del orden me deben de andar buscando para volverme a encerrar. Es muy posible que habindome visto contigo en el restaurante chino te vengan a hacer una visita antes de la madrugada (p. 165).

El encuentro del Caballero Rosa resulta un enigma para el loco a causa de la unin de las fuerzas apremiantes: la polica, auxiliar del personal de la empresa Aceitunas Rellenas El fandanguillo, y tambin la Agencia teatral El Prtasis. El ttulo de la obra es revelador de esta imposibilidad para el loco de hallar una solucin al objeto de deseo. Harto de sus investigaciones donde siempre la polica le viene pisando los talones, orienta su mirada fuera de la gran urbe barcelonesa, donde quiere, como turista, buscar algunas informaciones al lado de las monjas de un monasterio. Sin embargo, no slo stos son incapaces de darle alguna informacin respecto del Caballero Rosa, sino que constata con amargura que se trata de un medio antropfago:

No se nos ocultaba la posibilidad de que el monasterio, desviado de sus pos fines, fuera en realidad la guarida del enemigo y sus huestes demonacas y de que, al dar a conocer nuestra presencia no hiciramos sino meternos bobamente en la casa del lobo, ni habamos olvidado tampoco las agoreras palabras del tabernero (p. 264).

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Por si fuera poco, se da cuenta de que en esta congregacin religiosa, de diecinueve padres (el ms joven iba por los ochenta y siete aos [sic]), la moral cristiana no exista; algunos tenan una conducta lejos de ser ejemplar. El protagonista encontr a uno de ellos que se flagelaba a conciencia con su cinturn y le afirm que tena relaciones con el maligno (p. 218). Este lugar puso fin a las peripecias y a la aventura indagatoria del personaje del loco, pues el Comisario Flores y algunos esbirros lo llevaron en el coche patrulla para volverle a encerrar. En fin, la pareja Destinador / Destinatario como eje de las motivaciones y de los impulsos sociales, la pareja D1/D2 nos demuestra que la accin del personaje del loco queda enlazada con la situacin social en la que se encuentra. Surge de una crisis, y el sujeto, que nunca se queda indiferente, se siente obligado a iluminar la situacin. A partir de esta pareja, vemos que la accin del sujeto nace siempre de una situacin particularmente preocupante que viene del fuero interno del mismo protagonista o de la sociedad. El secuestro del personaje del loco y de la periodista Mara Pandora, las agresiones sufridas por muchos personajes en la obra, y la muerte del camarero manco traducen un clima de miedo y de austeridad, tamizado por la irona. El narrador-detective lo dice en estos trminos:

La criminalidad, que de unos aos a esta parte se ha enseoreado de nuestras urbes tanta congoja sembrando, deba de tener muy atareada a la polica esa noche en concreto (p. 177).

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8.2.4 Estudio del esquema actancial de La aventura del tocador de seoras: 8.2.4.1 La frase actancial y el esquema actancial

Movido por el anhelo de justicia y el deseo de probar su inocencia, el personaje del loco, ahora convertido en peluquero circunstancial, toma la resolucin de buscar quin, y para qu, asesin a Manuel Pardalot, un rico hombre de negocios barcelons; la importancia numrica de los ayudantes [el peluquero (Cndida, Viriato, los concesionarios de la librera papelera la lechuza, Purines, el chfer Magnolio (Luis Gonzalo), Ivet Pardalot, Reinona, etc] aplasta las veleidades de unos oponentes tales como, la ciudad barcelonesa, Santi (el guardia nocturno de la empresa), el falso Pardalot, el Comisario Flores, y permite al sujeto alcanzar el objetivo de deseo provechoso al mismo actante-personaje del loco, al alcalde de la ciudad de Barcelona, a la familia Peraplana y a la sociedad espaola.

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D1: Destinador
El deseo de restablecer la justicia

D2: Destinatario
- El personaje del loco (el peluquero) - El alcalde. - El personal de la empresa El Caco Espaol S.L. - La sociedad.

S: Sujeto
El personaje del loco (El peluquero)

O: Objeto
Desvelamiento del asesino de Manuel Pardalot

A: Ayudante
- El peluquero. - Cndida - Viriato. - Purines - Magnolio - El alcalde

Op: Oponente
- Barcelona. - Santi (el guardia de la empresa) - El Comisario Flores.

- El contestador telefnico. - Reinona. - Ivet e Ivet Pardalot

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8.2.4.2 Anlisis de las parejas actanciales: la pareja Sujeto / Objeto; la pareja Ayudante / Oponente; la pareja Destinador / Destinatario.

La aventura del tocador de seoras presenta al personaje del loco con un cambio de estatuto social. La obra marca la realizacin del sueo del protagonista. El psicoterapeuta, el Dr. Sugraes, le concede su expediente. El protagonista adquiere la libertad, sale del manicomio, se integra en la sociedad barcelonesa y considera al largo periodo pasado all como la etapa ms dura de su existencia: Por nada del mundo habra vuelto a franquear motu propio aquella malhadada verja (p. 14). Ello anuncia el advenimiento de una nueva era en la vida del protagonista, pues, ya en la sociedad, se convierte en peluquero y afirma: As, gradualmente y no sin dispendio, me convert en un seor de Barcelona (p. 33). Pero se debe sealar que, aun fuera del manicomio, su vida no tiene tregua. Un hombre escondido bajo la denominacin de Manuel Pardalot (dueo y gerente de una empresa denominada El Caco Espaol, S.A.) le propone sustraer unos documentos que se encuentran depositados en su propia oficina a cambio de un milln de pesetas en billetes pequeos (p. 41). Pero estaba resuelto a conducirse desde ahora como un ciudadano ejemplar y celoso de la libertad que tanto tiempo lleva buscando. Y, dada su supuesta notoriedad de la que gozaba en la sociedad barcelonesa, rechaza la propuesta:

Lo siento. Soy un hombre honrado, un ciudadano ejemplar, y ni siquiera argumentos tan convincentes como los que usted esgrime, muestra e insina lograrn apartarme del recto caminar (p. 46).

Pese a este apego a la tica, es vencido por la insistencia del hombre y acepta su propuesta. Sin embargo, es engaado, pues no le darn el dinero prometido.

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Cuando regresa a su peluquera, lee en un peridico el anuncio del asesinato de Manuel Pardalot, el hombre de negocios. Sus vecinos le consideran como el presunto asesino. El protagonista tiene una vez ms que resolver el enigma. En un primer momento, se percata de que el hombre que le dijo ser Manuel Pardalot no era tal y comienza la busca del asesino del autntico hombre as llamado. Por lo que se refiere a la pareja Ayudante / Oponente, el personaje del loco a lo largo de la triloga se caracteriza por una fuerte voluntad que le permite ir hasta la verdad. El, en la resolucin del presente caso, constituye el eslabn de una cadena. Como ya queda dicho, todo ocurre como si los actantes tuviesen el mismo objetivo. El sujeto de la accin se aprovecha del apoyo de una decena de personajes pertenecientes a todas las capas sociales. En principio, se nota que las mujeres estn en el centro del caso que tenemos en La aventura del tocador de seoras. Cuando inicia sus investigaciones, el protagonista se entera a partir de un contestador telefnico de la existencia de una seora llamada Reinona. En efecto, Reinona, esposa de Arbelardo Arderiu, es una mujer esencialmente infiel y prfida. Antes de casarse con Arderiu, fue novia del difunto Pardalot y, en aquella poca, se enamor de Augustn Taberner, alias el Gaucho, con quien mantuvo una relacin sentimental a espaldas del difunto Pardalot. Luego, qued embarazada de Augustn Taberner y decidi ir a Londres para abortar, cosa que no hizo, pues a la postre naci Ivet, nia a quien meti en un internado de monjas, para acabar casndose con Arderiu al regresar a Barcelona. Anunciar a su hija quin es su verdadero padre a travs de una carta, antes de marchar a Nueva York a perfeccionar su ingls. A la sazn, Ivet Pardalot, hija del difunto Manuel Pardalot, estaba en Amherst, Massachussets, haciendo un Doctorado

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en Bussiness Administration. Por casualidad, las dos chicas mantuvieron una estrecha relacin all pero ignorando los antecedentes. Cuando regresa Ivet Pardalot a Barcelona, dotada con una slida formacin acadmica, dominando seis lenguas y multimillonaria, se integra en el grupo de los socios de la empresa de su difunto padre. Cabe subrayar adems que ella tiene algo que ver en el asesino de su padre an sin pretenderlo. En efecto, es quien encarga a la falsa Ivet encontrar al protagonista y plantearle el problema de la desaparicin de la carpeta azul. La presencia de un presunto Pardalot al principio de la operacin era tambin una astucia suya. Segn las investigaciones del protagonista:

El plan de Ivet Pardalot, por si no lo han entendido an, era sencillo: yo robaba los documentos concernientes al seor alcalde de las oficinas de El Caco Espaol y se los daba a ella, y por ltimo, la polica nos trincaba a Ivet y a m (p. 341).

Pese a todo ello, concede al protagonista todo su apoyo para desvelar quin es el asesino de su padre. Afirma que los negocios de mi padre no eran del todo limpios, pero esto no explica el por qu lo mataron (p. 193). Informado de esta situacin, Augustn Taberner, alias el Gaucho, antiguo socio de El Caco Espaol, S.L., padre legtimo de Ivet, temiendo que dicho documentos podra suponerle otras represalias por parte de Pardalot, que le rompi las piernas por un desfalco, le mat la misma noche y regres a su residencia de Vilassar. Esta evocacin histrica nos permite comprender la pronta reaccin de Reinona, la madre de Ivet, fruto de su relacin amorosa con Agustn Taberner. En efecto, temi que su hija Ivet, por venganza, hubiera matado a Pardalot, razn por la cual hizo desaparecer las huellas dactilares y todo lo que se grab en la 328

cinta de vdeo en el circuito cerrado de televisin. Por eso, durante sus investigaciones, el protagonista ha estado al amparo de las amenazas de la polica ya que no haba ningn indicio para culpabilizarle. Por este motivo, es decir, por haber sido borrada la cinta de vdeo, no vino la polica a buscarle como estaba previsto (p. 323). La frivolidad de Reinona la hubiera llevado a mantener un acto sexual el detective, de no haber sido interrumpido por el sonido del interfono. Un suceso que el protagonista recuerda con aoranza:

Con incredulidad primero y asombro luego me di cuenta de que lo que haba empezado como un zafio intento de seduccin haba acabado por hacer perder la chaveta a aquel ser de espritu impetuoso. Y no siendo yo de los que se hacen de rogar, sin duda se habran producido all escenas cuyo recuento hara las delicias del lector adulto, si el spero sonido del interfono no me hubiera obligado a postergar la satisfactoria consumacin de mis deseos (y mis empeos) y a volverme a poner la camiseta (pp. 157-158).

La hermana del protagonista, Cndida, una vez ms, brinda una ayuda importantsima para resolver el caso. Su marido Viriato es un ejemplo de generosidad y de afabilidad. No slo proporciona al protagonista su peluquera sino que, cuando tiene que resolver el enigma, hace tambin algunas indagaciones acerca de la empresa del difunto Pardalot y, merced al Registro Mercantil, permite al protagonista establecer la relacin de los diferentes socios de las empresas encabezadas por Manuel Pardalot. Los datos recogidos por l, representan para el protagonista verdaderos ndicios para la continuacin de sus investigaciones, por lo cual el detective no deja de transmitirle su sincera gratitud:

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Hasta entonces, muchas gracias. Has sido tan amable como eficaz. Si tuviera dinero, te invitara a comer, pero ya sabes cmo van las cosas ltimamente por la peluquera (p. 186).

En cuanto a Magnolio, es un negro cuyo verdadero nombre es Luis Gonzaga. Es emigrante de origen senegals y reside en Barcelona desde hace tres aos; sus relaciones con el protagonista son muy estrechas, y sirve de correa de transmisin entre el protagonista y ella. Ayuda a menudo al protagonista en la peluquera cuando est ausente y su maestra le permiten granjearse muchas amistades. Junto al protagonista, rescata a Augustn Taberner de su residencia de Villassar. Por lo que se refiere al alcalde de Barcelona, es el nico hombre poltico que participa en la resolucin del enigma. Estamos en la vspera de las elecciones municipales y, por haber sido socio de la empresa del difunto Pardalot, teme que dicho asesinato tenga una influencia negativa en su reeleccin. Por eso revela al protagonista el grado de relacin que exista entre el difunto y l. Resulta importantsimo resolver el caso pues, piensa que si no fuera por la proximidad de las elecciones, ya debera de estar en las manos de la polica, puesto que estaba en el despacho de Pardalot unos segundos despues de su asesinato. Su angustia reside en los adelantos de las encuestas de la polica cuya rama cientfica es capaz de determinar la identidad del culpable a partir de sus huellas.

Lo que importa es que en mi turbacin haba olvidado borrar las huellas dactilares dejadas por m en los pomos de las puertas y otros componentes del mobiliario de oficina que haba en la oficina. De momento, la polica no ha venido a buscarme. Supongo que esperan el resultado de las elecciones. Si soy reelegido, igual se les ocurre dar la campanada (p. 248).

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En

general,

vemos

cmo

todos

estos

actantes,

consciente

inconscientemente, permiten al protagonista alcanzar el objeto de deseo. Sin embargo, se ve que la accin de algunos actantes ha constituido un obstculo para el protagonista. As, la ltima obra de la triloga, por lo que al funcionamiento de la pareja Ayudante / Oponente se refiere, tiene un dato importantsimo que cabe subrayar. Al contrario de lo que ocurre en las dos obras precedentes, donde vemos la omnipresencia de la polica entre los oponentes, se nota aqu su ausencia. Est claro que el detective siente su presencia pero ello no es para dificultarle las investigaciones, ello se debe a la inexistencia de sus huellas dactilares en el lugar del crimen. Sant, el guardan de la empresa El Caco Espaol S.L. est desde el asesinato de Manuel Pardalot en desempleo. Considera al protagonista como el responsable de su pauperrima situacin, pues es el presunto asesino de Pardalot, su antiguo patrono. Por su culpa mi carrera de segurata se ha ido al traste [sic] (pp. 171-172). Por eso, recurre a todos los mtodos para obligarle a firmar un documento que testifique que mat a Pardalot, impidindole as la bsqueda de la homicida. As, al presentarle la carta redactada por l mismo dice:

Es una confesin -dijo-. Lala y ver cmo se ajusta a los hechos punto por punto. Slo falta la firma del causahabiente, o sase, la suya (p. 171).

Adems, se puede sealar la omnipresencia del Comisario Flores, que nunca ayuda al protagonista en sus acciones. Muy a menudo, ha sido el origen de sus disgustos. Ahora est obligado a vivir la jubilacin, pues ya es viejo y por ende incapaz de brindar al protagonista su apoyo para solucionar el caso. El detective, con

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un tono iracundo, traduce su desolacin, su descontento para con un comisario que, durante casi veinte aos se ha quedado indiferente respecto a sus deseos.

Usted ya no vale un pimiento, Comisario. Ni siquiera es comisario. Usted es un viejo pestfero que no sabe de nada (pp. 256-257).

Sin embargo, la fuerza de los ayudantes sobrepasa la de los oponentes y, como consecuencia lgica, el detective logra alcanzar el objeto del deseo. -La pareja Destinador / Destinatario La pareja D1 / D2 nos presenta la necesidad por parte del detective de hacer algo para cambiar la situacin vigente. La resolucin de desvelar el asesinato del hombre de negocios Manuel Pardalot, traduce el deseo de borrar por completo la criminalidad en la ciudad. sta es tambin la preocupacin mayor del alcalde de Barcelona que hace de la seguridad ciudadana un leitmotiv. Demuestra su singular empeo al servicio de los ciudadanos con esta aseveracin:

A m? No no. Soy quien est al servicio de la ciudadana. No te preguntes lo que tu ciudad puede hacer por ti, sino lo que t puedes hacer por tu ciudad, como dijo no s quin (p. 152).

El resultado de esta iniciativa puesta de relieve por el detective, le permite primero salvar su propio pellejo y contribuye luego a aumentar la cota de popularidad del alcalde que est en la vspera de las elecciones municipales y quiere una vez ms ganar la confianza de los barceloneses. Por todo lo expuesto hasta aqu, nos parece importante sealar algunas observaciones: el personaje del loco se caracteriza por una fuerza psicolgica conquistadora que le permite buscar el objeto de deseo y sondear las riendas de la

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urbe barcelonesa, si bien el lector es siempre consciente del abismo que separa sus intenciones y sus posibilidades reales. El modelo greimasiano, inspirado en los modelos de Propp y de Souriau, tienen casi el mismo procedimiento que el psicoanlisis del personaje de Janine Chasseguet Smirgel50. Esta investigadora establece cuatro etapas imprescindibles para un estudio psicoanaltico del personaje: la identificacin del objeto, los esfuerzos del sujeto, la inversin y el balance objetales, que desembocan en los mismos resultados que el modelo elegido en el presente trabajo. Conviene sealar la estrecha relacin que existe, por afinidad, entre los personajes. Se puede ver cmo el personaje del loco se aprovecha durante sus pesquisas del apoyo de una categora definida de actantes. Se trata en general de los pobres, de los viejos jubilados, de los periodistas. La presencia del alcalde al lado del protagonista, en la ltima obra de la serie, no es desinteresada. Sabe que los resultados de las investigaciones constituirn un elemento de propaganda para las elecciones municipales. En cambio, los oponentes estn constituidos por el macro espacio (Barcelona), las gentes pudientes, el gobierno, la Iglesia, la polica que dificultan las bsquedas del protagonista del loco. Es, desde esta perspectiva desde la que Milagros Ezquerro habla de una fuerza de atraccin que rene a los personajes segn algunos factores socio-econmicos, polticos, etc...

Les personnages se construisent solidement et ne prennent de sens que les uns par rapport aux autres. Ils sorganisent, comme un systme plantaire, en constellations ou galaxies qui entretiennent entre elles de subtiles et puissants rapports dattraction (Ezquerro, 1989: 108).

50

Vase Janine Chasseguet Smirguet, Pour une psychanalyse de lart et de la crativit, 1977.

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En la triloga, la lucha por los intereses personales y egostas lleva a algunos personajes a asociarse con otros, con vistas a salvaguardar sus propios intereses o encumbrar su carrera poltica, tal el caso del alcalde. El mundo de la triloga es un mundo centrado en los negocios y en que los actantes no olvidan ninguna estrategia para ponerse a salvo de una posible amenaza.

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8.2.5 Interpretacin de los esquemas actanciales: Evaluacin crtica del funcionamiento actancial El esquema actancial, adems de demostrar las fuerzas presentes de un relato sirve para apuntar a la significacin profunda de una obra. Anne Ubersfield (1989) presenta tres tringulos que pueden ser elegidos distinta o conjuntamente para el anlisis crtico del funcionamiento actancial: el tringulo activo o conflictivo (sujetoobjeto-oponente), el tringulo psicolgico que se caracteriza por la insercin de lo ideolgico (D1) en lo psicolgico, o demuestra cmo la relacin sujeto-objeto est en estrecha dependencia con lo ideolgico, y el tringulo ideolgico (sujeto-objetodestinatario). Sin embargo, slo el tringulo activo o conflictivo nos parece idneo para la lectura ideolgica global de la triloga.

Tringulos activo o Conflictivo: Configuraciones

S Op (1)

O S

Op (2) O

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Anne Ubersfeld (1989) enfoca la atencin en dos tringulos distintos. En el primer tringulo, la lucha no se centra en el objeto sino en el sujeto, que se encuentra amenazado en s mismo por el oponente y su desaparicin es lo nico que puede calmarle; mientras que en el segundo caso, el oponente obstaculiza la marcha del protagonista hacia el objeto del deseo. El oponente en este contexto no es un adversario existencial sino coyuntural. Ahora bien, se plantea la necesidad de un balance en el marco de la serie policaca mendocina. Los oponentes al objeto de deseo del personaje del loco -Sujeto de toda la triloga- nunca desean su desaparicin fsica (aunque en la segunda obra de la triloga se asesina, por torpeza51, al camarero de un Hotel madrileo tomndole por el detective), pero se oponen con ahnco al objeto que desea. Una mirada retrospectiva de los tres esquemas actanciales nos permite presentar el tringulo activo del conjunto de la triloga de la manera siguiente:

51

Recurdese que a la hora de matar al camarero en El laberinto de las aceitunas, se le confunde al detective-personaje del loco, Todorov Tzvetan (1978: 11) dice que nada le puede ocurrir puesto que une rgle du genre postule limmunit du dtective.

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S: Sujeto
El personaje del loco

Op: Oponente
-Espacio (Barcelona) -Manuel Peraplana -Isabel Peraplana -Hans Frceps -La iglesia -La polica -El pseudo Ministro Agricultura -El Caco Espaol S.A.

O: OBJETO
-La libertad

de

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8.2.5.1 Anlisis del tringulo activo o conflictivo de la triloga policaca Toda la accin de estos actantes se ubica en un solo macro espacio (Barcelona), aunque en El laberinto de las aceitunas, el personaje del loco hace un viaje de algunas horas a Madrid. Este macro espacio tiene una importancia para esta lectura ideolgica, pues, conforme dice Jacques Soubeyroux:

[...] lespace [...] nest pas un simple dcor, un circonstant de laction, mais une catgorie smantique charge de sens, qui constitue un vritable actant. Ou, comme le dit Jess Mara Lasagabster propos de Gran Sol adems de una historia dicha en el espacio, hay una historia dicha por el espacio (Soubeyroux, 1994: 84).

Esquemticamente hablando, se trata de un circuito cerrado. Parece como si el personaje del loco estuviese obligado a permanecer all y padecer las atrocidades de una fuerza inmutable. El personaje del loco se ahoga. Enclaustrado en esta ciudad donde reinan las desigualdades sociales, es una vctima impotente pues pertenece a la clase baja y no domina los mecanismos de la sociedad, aunque su locura llene de humor los diferentes momentos del relato. Segn Eduardo Ruiz Tosaus:

Como el modelo del pcaro clsico, aqu el protagonista y narrador que cuenta su historia es un ser en busca de seas de identidad y cae vctima del poder arbitrario de la ciudad sociedad que le castiga por su falta de referencias sociales52.

Eduardo Ruiz Tosaus, Sobre algunas fuentes narrativas en la obra de Eduardo Mendoza en Espculo. www.ucm.es/info/especulo/numero23/enhumor.html.

52

338

Catalua, por encima de todo, era el pulmn de la economa espaola y, claro est, un lugar favorable para los negocios. Los actantes como Manuel Peraplana y su hija, Isabel Peraplana en El misterio de la cripta embrujada; el falso Ministro de Agricultura en El laberinto de las aceitunas; Manuel Pardolot e Ivet Pardalot en La aventura del tocador de seoras, todos estn implicados en negocios turbios, como se ha sealado anteriormente, y traducen la imagen de la gente pudiente de la Espaa franquista y postfranquista. Eduardo Mendoza nos ofrece as la imagen de una sociedad donde slo los ciudadanos privilegiados pueden ascender y mantenerse en las altas esferas de la sociedad. En este contexto, la bsqueda de la riqueza hace perder la humanidad y la hermandad, y todos los medios son buenos para acrecentar las fuentes. El objeto de deseo del protagonista a lo largo de la triloga ha sido buscar la libertad y la justicia a partir de la identificacin de un hombre de negocios, como asesino o secuestrador. La presencia de la Polica y de la Iglesia, llamadas por Louis Althuser, Jacques Dubois, Etienne Balibar y Pierre Macherrey: aparatos ideolgicos del Estado, representan las fuerzas apremiantes que aplastan a las clases sociales ms bajas. La triloga es una irnica denuncia y una condena de aquellas gentes que pisotean las normas sociales y recurren a todos los medios para alcanzar sus objetivos. Al hablar de la Espaa franquista, el escritor barcelons sostiene:

Los que conocimos el largo crepsculo que fue el franquismo sabemos que la mayora de la gente llevaba una vida pasablemente buena y muchos vivan francamente bien. A los que no conocieron esta etapa o ya lo han olvidado, conviene recordarles que ese bienestar implicaba

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vender el alma al diablo, y que el diablo siempre se cobra sus deudas. Y los que s lo recordamos hemos de tomar partido53.

La venta del alma al diablo de la que habla Eduardo Mendoza, se desarrolla activamente en el maestrm urbarno barcelons, dominado por el espritu mafioso de los hombres de negocios que recurren a la polica para amenazar al personaje del loco, sembrando un clima de opresin, de violencia y de inseguridad que impedira el bienestar de todos los ciudadanos. Las siguientes conminaciones del pseudo Ministro de Agricultura al personaje del loco en El laberinto de las aceitunas son reveladoras de un estado que no sera exactemente de derecho: Recuerda que la inquisicin no ha muerto, slo duerme un sueo ligero (p. 34) y, un poco ms lejos, dictamina: Recuerda que el gobierno no tolera errores (p. 37). Eso traduce la razn por la cual, el personaje del loco, harto de vivir en este ambiente, piensa en el exilio como hicieron muchos espaoles durante la Espaa franquista:

An no tengo muy perfilados los planes, pero es probable que me enrole en un barco y me marche en Amrica. All puedo emprender una nueva vida e incluso adquirir, si los hados me son propicios, un cierto barniz de respetabilidad (LA: 165).

La idea de emigrar a Amrica parece ser una de las soluciones frente a un universo catico como la ciudad barcelonesa de la triloga policaca. En la carta que Ivet le manda al detective despus de exiliarse en Nueva York, le asegura que llevo una vida ordenada y tranquila (ATS: 378), por lo que Purines, antiguo cliente del manicomio, le aconseja al detective que se vaya a Amrica no slo para buscarla sino sobre todo para trabajar. Las siguientes rplicas ilustran, respectivamente, las
53

Eduardo Ruiz Tosaus, Sobre algunas fuentes narrativas en la obra de Eduardo Mendoza, en Espculo www.ucm.es/info/especulo/numero23/emhumor.html.

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interrogaciones del detective narrador y el acto perlocutivo54 que surge del lenguaje de Purines:

-A Nueva York? No digas disparates. No s ni dnde cae. Y aunque fuera, qu hara all? -Trabajar. Una amiga que estuvo una semana entera todo pagado me cont que en Amrica se aprecia y se recompensa la iniciativa privada, al revs que aqu. Creme, si no lo haces, te volvers idiota. Y si aceptas mi propuesta y te vienes conmigo, idiota y gordo. Purines tena razn: a pesar de que la peluquera iba mejor (en trminos comparativos) gracias al nuevo secador elctrico y que las fiestas hacan prever un fuerte o al menos un dbil incremento (estacional) del trabajo, el entusiasmo de antao pareca haberme abandonado. Me propuse darme un tiempo para reflexionar y no tomar ninguna decisin hasta fin de ao (ATS: 380).

En efecto, Barcelona, la ciudad de todos los prodigios, no es la tierra prometida para los personajes de origen humilde como el peluquero, Cndida, Purines, Ivet, etc. Sin embargo, asistimos al suicidio de Ivet Pardalot y a la muerte de todos los falsarios de la empresa El Caco Espaol, S.L. durante los ltimos tiroteos ocurridos una noche en el chalet de Castelldefels: -Como nota curiosa, segua diciendo la gacetilla, los bomberos haban encontrado entre las ruinas del chalet los cadveres calcinados de seis personas, cuya identificacin resultaba de todo punto imposible (ATS: 369)-. Eduardo Mendoza pone en tela de juicio las fechoras en los negocios de una franja de la poblacin que convierten la ciudad

Nos referimos aqu en los actos del lenguaje enunciados por Austin, Quand dire, cest faire, Pars, Seuil, p. 140. Distingue tres actos del lenguaje: el acto locutivo, el ilocutivo y el perlocutivo. Retomando estos tres aspectos, Jean Cervoni afirma que el acto perlocutivo se define por la nocin d effet, es decir, del impacto del discurso en el auditorio, la fuerza persuasiva del discurso, pues, Dire quelque chose provoquera souvent le plus souvent- certains effets sur les sentiments, les penses, les actes de lauditoire, ou de celui qui parle, ou dautres personnes encores (Cervoni, 1987: 109).

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barcelonesa en una verdadera jungla en la que impera la ley del ms poderoso; la jungla a la que se enfrentan, a semejanza del personaje del loco, Pepe Carvalho en las obras de Manuel Vzquez Montalbn55 y los personajes de Andreu Martn56; de una manera u otra seran vctimas del terror urbano. La novela policaca espaola, sobre todo la escrita por Eduardo Mendoza, no es un mero ejercicio cientfico, no es la matemtica, es decir, no se reduce a una simple resolucin de una ecuacin en la perspectiva de Thomas Narcejac y Paul Alexandre que la tildaban de falsa literatura (Deleuse, 1991). La serie policaca mendocina, elaborada en gemuetlich, participa en el proceso de renovacin formal de la novela espaola actual mediante una nueva tcnica artstica enfocada a los problemas medulares de la Espaa postfranquista y a la recuperacin de la narratividad que, en palabras de Chung-Ying Yang, tambin acompaa a la dignificacin de gneros literarios considerados menores como el policaco (Yang, 2000: 51).

Vase Manuel Vazquez Montalbn, La soledad de manager (1977); Los mares del sur (1979) y Asesinato en el comit central (1981). 56 Andreu Martn, Aprende y calla (1979), Prtesis (1980). Resulta tambin interesante consultar la entrevista de Andreu Martn con Francisco Arroyo, en La novela es un hecho ldico. Entrevista con Andreu Martn. Ah Andreu Martn afirma: La maldad en las relaciones humanas es el aspecto que ms me interesa. La maldad en la medida en que produce miedo, un miedo que todos damos o padecemos. Por eso prefiero definir mis novelas, ms que como novelas policacas, como terror urbano. El miedo es el elemento esencial. Lo que nos mueve (Arroyo, 1986: 5).

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III. TERCERA PARTE: DEL PSICOANLISIS A LA PSICOCRTICA

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1. LA CONSTRUCCIN EDPICA EN UN MUNDO EXASPERADO, DE GONZLEZ SAINZ

La mort du pre enlve la littrature beaucoup de ses plaisirs. Sil ny a plus de pre, quoi bon raconter des histoires ? Tout rcit ne se ramne-t-il pas ldipe ? Raconter, nest-ce pas toujours chercher son origine, dire ses dmls avec la loi, entrer dans la dialectique de lattendrissement et de la haine ? (Barthes, 1973: 7576). La funcin del padre tiene su lugar, un lugar bastante amplio, en la historia del anlisis. Se encuentra en el corazn de la cuestin del Edipo, y ah es donde la ven ustedes presentificada. Freud la introdujo al principio de todo, porque el complejo de Edipo aparece ya de entrada en La interpretacin de los sueos. Lo que revela el inconsciente al principio es, de entrada y ante todo, el complejo de Edipo (Lacan, 2007: 165).

En la mitologa griega, nos encontramos con la figura de Edipo, rey mtico de Tebas, hijo de Layo y Yocasta. Edipo mata a su propio padre ignorando que lo era y se casa con su madre. Este mito sigue siendo hoy en da uno de los legados ms destacados de la cultura helena a la universal. Desde Sfocles, esta figura mtica resiste al paso del tiempo, atraviesa las representaciones teatrales, la narrativa, la poesa; apareciendo a veces bajo formas atpicas reveladoras de lo que Colette Astier considera como historia dune longue dgnrescence (Astier, 2000: 1085), o, si retomamos las observaciones de Montserrat Morales Peco cuando centra su estudio en obras de autores de la literatura francesa contempornea: [] nos encontramos a un Edipo en busca de su verdad, que tambin resulta ser la del hombre, enfrentado al destino, a s mismo, a su trgica condicin (Morales Peco, 2002: 14). En ningn momento nos debemos extraar de los derroteros que toma la figura mtica de Edipo, como hemos notado con la de Don Juan, siempre aguanta el mito la ardua prueba del tiempo, adaptndose a las realidades humanas de cada poca.

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Al contrario de esta pintura fluctuante, de esta reestructuracin del lenguaje de Edipo que nos brindan hoy en da diversas formas artsticas, desde el punto de vista del psicoanlisis, Sigmund Freud (1856-1939) analiz el tema desde otra perspectiva y lleg a unas conclusiones dignas de tenerse en cuenta para interpretar las conductas humanas. El padre del psicoanlisis se inspira en la tragedia griega para aclarar el sentimiento amoroso que se manifiesta durante la primera infancia en cada nio. En efecto, entre los tres y los seis aos el nio manifiesta una inclinacin hacia su madre y se vuelve celoso de su padre. Esta conducta, inconsciente, despierta la sensibilidad sexual del nio, asienta las bases de su vida afectiva y condiciona sus relaciones sociales en la madurez. Es, adems, uno de los factores ineludibles que forman parte del desarrollo psico-afectivo del nio y es tambin, desde el punto de vista freudiano,

[] une situation que tout enfant57 est appel vivre et qui rsulte invitablement de sa longue dpendance et de sa vie chez ses parents, je veux parler du complexe ddipe58 ainsi nomm parce que son contenu essentiel se retrouve dans la lgende grecque du roi dipe dont le rcit, fait par un grand dramaturge, est heureusement parvenu jusqu nous. Le hros grec tue son pre et pouse sa mre. Certes, il agit sans le savoir puisquil ignore quil sagit de ses parents, mais

Conviene matizar esa postura de Freud. Jacques Lacan dir ms tarde que hay nios que no sufren el complejo de Edipo. Son nios que no entran en la estructura del lenguaje, que no se ven concernidos por la estructura del Nombre del Padre. Es lo que se llama forclusin del Nombre del Padre. Por eso necesitan una suplencia de ese Nombre del Padre. Es lo que ocurre en la psicosis y en el autismo. (Vase Jacques Lacan, Seminario III. Las psicosis). Jean-Paul Sartre, por otra parte, no est de acuerdo con la universalidad del complejo del que habla Freud. A su parecer, Cest la situation de lenfant au milieu de sa famille qui dterminera en lui la naissance du complexe dOEdipe: Dans dautres socits composes de familles dun autre type et, comme on la remarqu, par exemple, chez les primitifs des les de Corail du Pacifique, ce complexe ne saurait se former (Sartre, 1979: 513). 58 Freud considera que existe un complejo de Edipo femenino mientras que el mdico suizo Carl Gustav Jung se inspira en otro mito griego para hablar ms bien del complejo de Electra, que traduce el amor de la nia hacia su padre acompaado de celos hacia la madre.

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cest l une dviation facilement comprhensible et mme invitable du thme analytique (Freud, 1964: 59).

Freud recuerda que su estudio es deudor de la leyenda griega e insiste en el carcter inconsciente del comportamiento del nio. Una inconsciencia que preocupa asimismo a la filogenia y que Juan David Nasio (2007: 143) intenta precisar en su carcter universal. Segn este psiquiatra y psicoanalista, el complejo de Edipo se manifiesta tanto en un nio educado en una familia clsica como en una familia monoparental o reorganizada, en una pareja homosexual e incluso en nios abandonados, hurfanos o adoptados. Durante este periodo, se suceden tres tiempos: el tiempo preedpico, el tiempo del Edipo y la Resolucin del Edipo. En el primer momento, al nio le gusta su propio cuerpo y se siente orgulloso de su rgano genital. Todava no brota en l el deseo de ir hacia el Otro, de ir hacia sus padres, ms exactamente hacia el cuerpo de sus padres para hallar placer en ellos (Nasio, 2007: 29). Esta indolencia cambia de repente en el tiempo del Edipo, tambin llamada fase flica59 de su evolucin libidinosa. A partir de este momento, el nio se vuelve hacia su madre y desea ser posedo por ella. Mientras que en la ltima fase, la resolucin del Edipo, la denegacin de la madre le permite desexualizarla y el nio comienza a desarrollar una vida afectiva normal. Asomndonos a Un mundo exasperado, notamos una ligera variacin del esquema. El narrador no hace caso en el relato del momento preedpico y nos damos

Javier Echegoyen Olleta resume las etapas del desarrollo psicosexual segn Freud: 1- Etapa oral, entre el primer y el segundo ao de vida, caracterizada por la satisfaccin de la libido gracias a la actividad de succin; 2- Etapa anal, entre los dos y tres aos, la libido se dirige hacia el ano y la expulsin o retensin de las heces le procura satisfaccin; 3- Etapa flica se produce entre los cuatro y los seis aos. Se produce el Complejo de Edipo y el Complejo de Electra. 4- Etapa de Latencia o del desarrollo psicosexual situada entre los cinco o seis aos y la pubertad. La aparicin del supery reprime sus sentimientos edpicos. 5- Etapa genital o segunda etapa de inters genital, orientacin del deseo sexual fuera de la familia. (Javier Echegoyen Olleta, en www.e-torredebabel.com/Psicologia/Vocabulario/Desarrollo-Psicosexual.htm).

59

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cuenta de que Gonzlez Sainz sustituye la figura del padre genitor del protagonista por la del Gobernador, un poltico joven para su cargo llamado Arrieta, Gonzlez Arrrieta (p. 16). A lo largo de su monlogo autobiogrfico en el que un analepsis le permite empezar el relato a partir del da de su nacimiento, el lector subraya una explcita voluntad de apartar a su propio padre de la escena para dar mayor relieve a la funcin representativa del Gobernador en su vida. Queda as demostrado que la funcin Nombre de Padre puede ser encarnada por cualquiera y no slo por el padre genitor. El Valle, espacio donde inicia el relato, no contaba en aquella poca con ninguna persona propietaria de un medio de transporte como el coche. Por ser el nico que lo tena, el Gobernador de la Provincia se convierte en uno de los principales protagonistas de la llegada al mundo del personaje narrador:

ya que acab por franquear el ltimo tramo previo antes de asomarme a este mundo en las ms seeras y exclusivas condiciones, esto es, en el vehculo oficial del Sr Gobernador de la Provincia conducido por su chfer particular (p. 14).

A partir de ahora, el protagonista aludir muy poco a su propio padre, relegndole al segundo plano mientras que el Gobernador deviene la persona que desempea el papel de aqul. En los siguientes inventarios de las fotos infantiles, no hace referencia a ninguna en la que aparezcan nicamente su propio padre, su madre y l mismo. Nos dice ms bien, de manera exhaustiva:

En muchas fotografas el Gobernador me tiene en brazos como si fuera efectivamente mi padre, como si fuera l en realidad quien me hubiera engendrado y proporcionado la vida y no slo la hubiese

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auspiciado o consentido. Hay fotos del Gobernador de cuerpo entero junto a la madre, a la cabecera de la cama, fotos junto a los padres y sobre todo fotos conmigo con la madre y conmigo, con el padre y la madre y conmigo, y slo conmigo muchas veces- y su expresin, en la totalidad de ellas, es lmpida y honesta, inocente (pp. 17-18).

Aqu, puesto que como dice Jacques Lacan: hablar de Edipo es introducir como aspecto esencial la funcin del padre (Lacan, 2007: 170), vemos cmo las fotos hablan por s solas. El prrafo pone de relieve a partir de las distintas posturas del Gobernador, la imagen de alguien que se apropia el lugar del padre de cuerpo entero junto a la madre, a la cabecera de la cama-, para convertirse, desde luego, en uno de los principales actantes del tringulo freudiano del complejo de Edipo: el Gobernador, la madre y el protagonista. Esta presencia se solidifica an ms cuando nos dice ms adelante: en la foto, el joven gobernador que propici mi nacimiento y me tiene en brazos en alguna instantnea y en otras est junto a la madre (p. 88). Adems, en la casa familiar de El Valle, el Gobernador ocupa simblicamente un espacio con la presencia destacada de un caballo blanco de porcelana. Con nfasis, el personaje narrador nos informa que encima de un mueble, se hallaba como presidindolo todo el caballo blanco de porcelana con el que el Gobernador de la Provincia quiso obsequiarnos para mi nacimiento (p. 232; el subrayado es nuestro). El esquema dibujado por Edipo en la mitologa griega, en el que se inspir Freud, se visualiza en la obra de Gonzlez Sainz cuando el protagonista empieza a manifestar celos respecto a su padre, el Gobernador. De buenas a primeras, lo exterioriza a travs de la destruccin de lo que encarna la figura de ste en su casa. En el prrafo siguiente, se puede destacar el crimen simblico cometido

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inconscientemente por el nio, un parricidio semejante al de Edipo al matar a Layo, su padre:

Yo no creo que tuviera ms de seis aos aquella tarde de mi infancia en El Valle []. De repente me levant, y como embrujado o desconcertado por aquella refulgente blancura, me acerqu a l; lo observ frente a frente con la mayor extraeza [] y en seguida comenc a imaginarme montado en su grupa, enhiesto, recorriendo al paso itinerarios inslitos y atravesando pramos y bosques al trote [] Como lo rompas vas a ver, oa tras cada uno de los roces o golpes, []. El jarrn estaba vaco, cay y se hizo trizas, se descompuso en mil pedazos minsculos que se extendieron en un abrir y cerrar de ojos por toda la sala inundada de sol como las pavesas incandescentes de un fuego de artificio (p. 233).

Con esta destruccin del jarrn, el protagonista se ceba contra su verdadero rival, es decir, la persona que detiene el impulso del nio hacia la madre, su objeto de deseo. Las declaraciones de sta: Como lo rompas vas a ver, ilustran la gravedad del acto cometido por el nio y testifica, a la vez, la demolicin de su compaero, esto es, el que cumple la funcin de padre. La reaccin de la madre denota la prdida de algo importante. El nio acaba de cometer un asesinato60, por lo que ella se puso a vociferar: -mi madre se haba puesto a chillar- con toda la violencia que le permita su estupefaccin en aquel momento y con un temor extrao

A lo largo de la novela, el protagonista asesina dos veces al Sr Gobernador de la Provincia. El primer asesinato se concreta durante la primera infancia con la destruccin del jarrn y la segunda, aproximadamente treinta y cuatro aos despus, es decir, durante esa misma tarde en la que hace recapitulacin de su vida y sale momentneamente a la calle: le estrangulaba con todas mis fuerzas y l boqueaba y se ahogaba amoratado, [] Deb dejar su cuello lnguido e inanimado sobre el asfalto (p. 392) Gonzlez Arrieta [] que fue quien hizo posible literalmente mi venida a este mundo; lo mismo que yo hice posible ayer seguramente su salida de l en esta noche terminal [] (p. 394). Manifestacin inconsciente de un crimen premeditado. Pero, al igual que le ocurri a Edipo en su tragedia, tambin en este caso, el protagonista mata a quien cumpla la funcin de padre ignorando a quien mataba.

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e inaugural en los ojos que todava no ha perdido cuando me mira (p. 234). Desde luego, nos enfrentamos con lo que Jean Laplanche denomina:

Forma positiva [pues] el complejo se presenta como en la historia de Edipo Rey: deseo de muerte del rival que es el personaje del mismo sexo y deseo sexual hacia el personaje del sexo opuesto (Laplanche, 1983: 61)61.

Pues bien, tras esta primera fase, el protagonista, seguro de sus futuros xitos, orientar la mirada hacia el objeto que lleva mucho tiempo codiciando. En efecto, Sigmund Freud seala que, desde el nacimiento del nio, la madre establece un contacto muy profundo con l. Este contacto se teje a partir de los pechos con los que nutre al nio y se constituye en el primer objeto ertico del nio. Un contacto que, a lo largo del tiempo se convertir en el signo de amor. En la ptica del padre del psicoanlisis, todo ello halaga al nio que se enamora de su madre:

Grce aux soins quelle lui prodigue, elle devient sa premire sductrice. [] la mre acquiert une importance unique,

incomparable, inaltrable et permanente et devient pour les deux sexes lobjet du premier et du plus puissant des amours, prototype de toutes les relations amoureuses ultrieures (Freud, 1964: 60).

As pues, ya involucrado en sus primersimas escenas amorosas consideradas por Jacques Lacan como pubertad psicolgica, padece de la influencia de fuerzas inconscientes. El protagonista de Un mundo exasperado se vale del lenguaje de las flores arquetipos espirituales, smbolos del alma, cuya significacin est vinculada
Ntese que, por el contrario, Jean Laplanche dice que en su forma negativa, se presenta a la inversa: amor hacia el progenitor del mismo sexo y odio y celos hacia el progenitor del sexo opuesto. De hecho, estas dos formas se encuentran, en diferentes grados, en el complejo de Edipo (Laplanche, 1983: 61).
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al color (Deneb, 2001: 84), para demostrar a su madre su amor. En este contexto, el tiempo en que ocurre la accin: Recuerdo que era primavera y que los huertos y jardines de El Valle gozaban de todo su esplendor. Yo haba empezado a ir a la escuela (p. 243), es un signo, un momento propicio para alegar el amor que uno siente hacia un ser querido. A pesar de su edad, el nio de la obra de Gonzlez Sainz ya domina la semitica del tiempo. As es cmo, al regresar un da de la escuela, corta una rama pequea de flores de membrillo de color blanco, smbolo de la pureza y de la inocencia, para complacer a su madre. Segn Juan David Nasio, en este tiempo de Edipo, el nio seduce para ser seducido (Nasio, 2007: 36). Pero el inconsciente enamorado chocar con el rechazo tajante de la madre: nosotros no tenemos membrillos en el jardn [] estas flores son muy hermosas y es muy hermoso que t hayas pensado en m al verlas tan bonitas, pero has robado (p. 244). Un fracaso que contrasta ntidamente con el comportamiento especfico del nio durante el periodo sexual de la primera infancia. Freud nos dice con estas palabras:

La niita que quiere considerarse la amada predilecta del padre, forzosamente tendr que vivenciar alguna seria reprimenda de parte de l, y se ver arrojada de los cielos. El varoncito, que considera a la madre como su propiedad, hace la experiencia de que ella le quita amor y cuidados para entregrselos a un recin nacido (Freud, 1976: 181).

Sin embargo, en el caso que nos interesa, el rechazo de la madre del protagonista no es un acto que deriva de la presencia de su hermanita Amalia. La madre manifiesta, lgicamente, la condena del hecho de haberse apropiado de una cosa que no le pertenece. Se trata, pues, de un castigo correctivo por parte de la

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madre pero que, a posteriori, incidir negativamente en la vida afectiva del protagonista, puesto que, segn reconoce Sigmund Freud:

On dit de lenfant quil tait psychologiquement le pre de ladulte et que les vnements de ses premires annes avaient, sur toute son existence, des retentissements dune importance primordiale (Freud, 1964: 58).

Evidentemente, cuando llega el momento de repasar los cuarenta aos de su existencia, el protagonista infiere:

Es [] como si aquella correccin y aquella falta de gratitud hubiera inaugurado de algn modo mi vida impartindome adems la orden y el mandamiento original: Ahora vete, ahora vete y pecha con tu confusin [] (p. 245).

En efecto, resulta insoslayable decir que, a partir del complejo de Edipo, se dibuja al trazo lo que sera el hombre que hoy escribe su autobiografa. La casi inexistencia de la imagen del progenitor, que el narrador reduce a una mera comparsa durante los momentos en que los padres impregnan al nio los valores que le permiten su integracin social, es un detalle alrededor del que pueden multiplicarse pertinentes interpretaciones. Pues, si en detrimento de aqul, el narrador personaje le permite al Sr Gobernador llegar a desempear un papel importante en el eje de las relaciones padres-nio, se podra considerar a su padre legtimo como alguien que no cumpli con sus responsabilidades. Adems, como hemos visto arriba, las distintas posturas del Gobernador en las fotos (aunque se puedan tambin interpretar como el testimonio del reconocimiento de los padres por haber prestado su ayuda al nacimiento del

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protagonista durante aquella noche invernal) nos permiten preguntarnos si era o no el padre legtimo del protagonista-narrador. Es ms, No estara esto en el origen de las actuales relaciones antagnicas con sus padres? No lo sabremos decir con certeza, pero s se puede afirmar sin el menor atisbo de duda que el rechazo de las flores del membrillo por su madre durante la primera infancia es uno de los elementos que influye en la conducta del hombre que, a fin de cuentas, decide vivir en la soledad. Freud mismo, consciente de haber sido el preferido de su madre Amalia desde la tierna infancia apuntar ms tarde:

Las personas que se saben preferidas por su madre dan pruebas en la vida de esta particular confianza en s mismas, de este inconmovible optimismo, que no rara vez parecen hericos y llevan a un xito real62.

As, Freud subraya que el nio es psicolgicamente el padre del adulto. Sin embargo, esta construccin edpica en Un mundo exasperado no podra percibirse con la mxima claridad si eludiramos algunas ideas post-freudianas enunciadas por Jacques Lacan (1901-1981), respecto al complejo de Edipo. En efecto, el psicoanalista francs rompe con el tringulo edpico padre, madre e hijo- e introduce un elemento novedoso propiciatorio de una estructura en cuatro componentes: padre, madre, hijo y falo. En este cuadrado, la relacin se establece en primer lugar entre la madre, el hijo y el falo. Por la va imaginaria, ya que existe una complicidad entre la madre y el hijo, ste desea ser su falo. A partir de ahora, el padre, que es una especie de anillo que hace que todo se mantenga unido, establece la ley para que el nio pueda posicionarse en la norma y separarse de su madre. En este sentido, entra en la escena
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Sigmund Freud, cit. Antonio Hernndez Rodrguez, El pensamiento de Sigmund Freud, Editorial Club Universitario, 2001, p. 13 en www.editorial-club-universitario.es/pdf/230.pdf

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lo que Lacan denomina el padre terrible, que acta como supery. En otros trminos, se trata de un padre que prohbe la madre. Segn Jacques Lacan,

ste es el fundamento, el principio del complejo de Edipo, ah es donde el padre est vinculado con la ley primordial de la interdiccin del incesto. Es el padre, nos recuerdan, el encargado de representar esta interdiccin (Lacan, 2007: 173).

Llammoslo siempre con Lacan la funcin del padre, el Nombre del Padre, portador de la ley, interdictor del objeto que es la madre. (Lacan, 2007: 193). En la obra de Gonzlez Sainz, la madre del protagonista cumple una doble funcin: la de Madre-Padre y de Madre a secas. La denegacin de las flores del membrillo ofrecidas por su hijo, traduce simblicamente la denegacin de su phallus, insignia del Padre, insignia de derecho, insignia de la Ley, imagen fantasmagrica de todo Derecho (Lacan, 1977: 33). Aunque se puede notar cmo la madre acta como el Padre censurador, nos damos tambin cuenta de que el nio, ahora protagonista narrador de Un mundo exasperado, reniega de esta separacin y se queda de por vida apegado al deseo materno. Esta renegacin o Verleugnung, forma parte de la psicosis, de la no aceptacin de la separacin de su madre, lo que conlleva consecuencias desagradables. As pues, se podra comprender el comportamiento antagnico del personaje hacia personas de sexos opuestos, hacia sus amigos, sus colegas y hacia la sociedad en general. Su vida sentimental con Clara, Ana, Sandra, Marta, Blanca, Margarita, etc., nunca fue prolongada. He aqu cmo demuestra suficientemente su incapacidad de entablar una relacin permanente con cada una de ellas:

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De modo que si Blanca era amable y sencilla, sensual y dicharacha, Ana era por consiguiente complicada y difcil, reflexiva y tambin sensual. Ms tarde dejamos a Ana porque a la que queramos en verdad era a Blanca, que ya no nos quiere o es mejor que no nos quisiera, y por lo tanto buscamos a otra Blanca como yo busqu a Clara, que era como Blanca y a la que encontr inmediatamente otra Ana, es decir a Marta, de la que esper y desesper casi todo porque en realidad yo quera a quien no era Marta ni Ana ni era Blanca ni Clara, sino todas las dems justamente (p. 80).

Como si estuviese invadido por lo que Sigmund Freud denomina histeria de angustia, el que se considera en la obra de Gonzlez Sainz como un hombre en realidad de otra poca (p. 201), manifiesta abiertamente un sentimiento de repugnancia respecto a los hombres de la poca en la que vive. Una conducta que resultara, en parte, de las huellas que se grabaron en su mente durante la fase edpica, periodo en que el protagonista no supo vivir y resolver la castracin, ltima etapa del Edipo. Jacques Lacan lo aclara con estos trminos:

Cuando el nio vive y resuelve la situacin trgica y benfica de la castracin, acepta no tener el mismo Derecho (phallus) que su padre, en particular no tener el derecho del padre sobre su madre que se revela entonces dotada del intolerable estatus del doble empleo (madre padre para el nio, mujer para el padre), pero el asumir no tener el mismo derecho que su padre, gana la seguridad de tener un da, ms tarde, cuando llegue a ser adulto, el derecho que le es ahora negado, falto de medios. No tiene sino un pequeo derecho, que llegar a ser grande si sabe l mismo volverse grande, una vez que coma bien su sopa ([sic] Lacan, 1977: 34).

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As pues, la segunda parte de estas observaciones de Jacques Lacan, (pero el asumir no tener el mismo derecho [] coma bien su sopa), es lo que no ocurre en el protagonista. Para l, esta resolucin del Edipo es una resolucin trgica ms que benfica de la castracin porque el mecanismo que emplea es el de denegacin de esa castracin. En su caso, tomando como referencia a Lacan, no llegar a ser grande, porque no sabe volverse grande al no saber comer bien su sopa.

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2. LECTURA PSICOANALTICA DE UN MUNDO EXASPERADO, LEJOS DE VERACRUZ, HISTORIA DE UN IDIOTA CONTADA POR L MISMO O EL CONTENIDO DE LA FELICIDAD, DIARIO DE UN HOMBRE HUMILLADO Y NAPOLEN VII Nos proponemos en este captulo ocuparnos de la modalidad discursiva elegida por la gran mayora de los protagonistas de las obras objeto de nuestro estudio. El monlogo constituye para nosotros un guio para multiplicar interrogantes sobre la situacin del hombre en la sociedad contempornea. El disgusto por la vida comunitaria, el desmoronamiento de los viejos valores que durante muchos siglos haban sostenido las relaciones humanas, el deterioro del amor del prjimo, la prdida de unos ideales que puedan infundir goce y esperanza a la vida, el pesimismo y la angustia existencial son las causas profundas del presente estado mental del annimo personaje de la novela de Gonzlez Sainz, del idiota y del humillado de Flix de Aza, de la familia Tenorio en la novela de Enrique VilaMatas y de Hilario H de Javier Tomeo. Cinco obras literarias en las que cada protagonista expresa y padece un drama y un desencanto amargo por la vida. Estas obras ponen de relieve la degradacin psicolgica del hombre atrapado en el engranaje de la modernidad. Ya desde la segunda mitad del siglo XIX, periodo en que se tiene lugar un exuberante desarrollo industrial, aparece una cantidad de actitudes desacordes con la forma de vida conocida hasta aquella poca, y muchos investigadores empezaron a preocuparse por la situacin mental del hombre. El alienista ingls Henry Maudsley (1835-1918), verbigracia, examinando la sociedad inglesa de la segunda mitad del siglo XIX, llega a la conclusin segn la cual, durante los ltimos diecisiete aos, -probablemente entre los aos 1850/1867-, se haba registrado un incremento de alrededor mil locos al ao en la poblacin de

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Inglaterra y Gales, mientras que la enfermedad mental brillaba por su ausencia entre los pueblos salvajes o brbaros63. A su parecer, no sera ilusorio pensar que la locura es hija de la modernizacin:

Algunos, sin duda, pensarn sencillamente que la superpoblacin es el prolfico padre de ste [aumento de la locura], as como de otros numerosos males de la humanidad. En la feroz y activa lucha por la existencia, donde necesariamente la demanda es mucha y la satisfaccin es limitada, donde la competencia es por eso mismo severa, los ms dbiles sufrirn, y muchos de ellos caern en la locura, quedando fuera del camino (Maudsley, 1991: 72).

Mausley pone as de relieve una de las principales causas del malestar del hombre moderno aunque sabemos que la locura no es patrimonio de la modernidad64. Un malestar que constituir, medio siglo despus, el teln de fondo de los trabajos de Freud, preocupado por la insatisfaccin del hombre en la cultura. En su ensayo El malestar en la cultura (1930), demuestra que el hombre est invadido por un sentimiento de frustracin porque la cultura controla sus impulsos erticos y agresivos. Y, entindase como cultura:

La suma de las producciones e instituciones que distancian nuestra vida de la de nuestros antecesores animales y que sirven a dos fines: proteger al hombre contra la Naturaleza y regular las relaciones de los hombres entre s (Freud, 2003: 35).

Segn Maudsley, resulta imposible que se produzca una tpica locura moral cuando an no ha tenido lugar el desarrollo moral, por lo que deja por sentado que la clase de locura ms comn entre los salvajes es la imbecilidad, o la idiocia (Maudsley, 1991: 69-70). 64 Vase Michel Foucault, Histoire de la folie lge classique, Pars, Gallimard, 1972.

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As, el propsito de la cultura es canalizar las conductas humanas restringiendo su libertad y obligando al hombre actuar segn las leyes establecidas. En efecto, se trata en primer lugar de controlar los impulsos de agresividad innata en cada ser humano con el fin de establecer una sociabilidad humana que descanse en la paz y la concordia. Adems de esta restriccin el hombre tiene que soportar las consecuencias relacionadas con la evolucin cientfica, con su exitoso deseo de sujetar las fuerzas naturales, o los mecanismos inventados por l mismo para mejorar cotidianamente su situacin en el mundo. Segn Freud, el hombre se encuentra privado de la verdadera fuente de placer vital y, por consiguiente:

Cae en la neurosis porque no logra soportar el grado de frustracin que le impone la sociedad en aras de sus ideales de cultura, deducindose de ello que sera posible reconquistar las perspectivas de ser feliz, eliminando o atenuando en grado sumo estas exigencias culturales (Freud, 2003: 32).

Al lado de estas producciones e instituciones, Freud aade otras fuentes de la infelicidad como las catstrofes naturales, la fragilidad y la caducidad de nuestro cuerpo y la insuficiencia de nuestros mtodos para regular las relaciones humanas. Estos tres motivos constituyen las fuentes del displacer de los protagonistas en las obras que nos interesan. A modo de recordatorio, se puede comprobar cmo en Un mundo exasperado, el protagonista est en desacuerdo con la sociedad en la que vive. Una sociedad en la que se derrumban los valores humanitarios tales como la tica, la lealtad, la honestidad, la justicia, etc, y donde, su actitud respecto a los dems habitantes de la Ciudad le convierte en un aptrida. El protagonista de la novela de Gonzlez Sainz considera que vive con gentes sin entraas [], gentes incapaces de mantener relaciones afectivas maduras con sus semejantes y que han dado en

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suplantarlas por las que traban con los perros, ms dciles, ms aquiescentes y manejables [] (p. 46). El idiota y el humillado de Flix de Aza relatan las dificultades que tienen para vivir, respectivamente, en la sociedad espaola de los aos sesenta y ochenta. El decaimiento de los valores socio polticos afecta al idiota como a los dems nios de su generacin y obliga al protagonista, a partir de los cinco aos de edad, a ser el perfecto simulador de la felicidad (p. 23), en tanto que el humillado vive en una Espaa de los aos ochenta, incrdula y dominada por un espritu de fracaso, desunin y prdida (p. 30), a pesar de que fuera aos de gran desarrollo econmico y modernizacin del pas. Enrique Vila-Matas, a travs de los hermanos Tenorio, presenta magistralmente el desasosiego de los tres personajes desde tres distintos enfoques. Mximo Tenorio, viva frustrado tanto en el recinto familiar como en la sociedad en la que vive, en tanto que Antonio Tenorio se suicida por miedo al envejecimiento. Enrique Tenorio, narrador personaje que relata la trgica existencia de su familia, medio por el cual patentiza al mismo tiempo la ilusin de hallar un paliativo digno de proporcionarle el placer por la vida. Una situacin de angustia existencial que Javier Tomeo trae a colacin con Hilario H un hombre jubilado, solitario y miserable, atormentado en la sociedad de su poca. Frente a su psima situacin, cada uno de estos personajes utiliza una panacea para hacer frente a una existencia agobiante, para poder encontrar motivo de esperanza en la vida y soportar de esta manera el aplastante peso de las vicisitudes. Freud seala que es inherente a la naturaleza humana la bsqueda de frmulas susceptibles de devolverle la felicidad o situarle en un estado en que crea vivir felizmente:

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La vida nos resulta demasiado pesada, nos depara excesivos sufrimientos, decepciones, empresas imposibles. Para soportarla, no podemos pasarnos sin lenitivos (No se puede prescindir de las muletas, nos ha dicho Theodor Fontane). Los hay quiz de tres especies: distracciones poderosas que hacen parecer pequea nuestra miseria; satisfacciones sustitutivas que la reducen; narcticos65 que nos tornan insensibles a ella. [] Voltaire alude a las distracciones cuando en Candide formula a manera de envo el mensaje de cultivar nuestro jardn; tambin la actividad cientfica es una diversin semejante. Las satisfacciones sustitutivas como nos las ofrece el arte son, frente a la realidad, ilusiones, pero no por ello menos eficaz psquicamente, gracias al papel que la imaginacin mantiene en la vida anmica [] (Freud, 2003: 19; los subrayados son nuestros).

Las tres pldoras que componen la receta freudiana constituyen las muletas de las que se vale el hombre moderno para hacer frente al displacer o superar su degradante estado psicolgico. A lo largo de las obras que nos interesan, cada uno de nuestros personajes se apoya en una de ellas para reducir su malestar. Apuntando una vez ms al prrafo precedente, puede decirse que el primer elemento subrayado, es decir, lo que Sigmund Freud denomina distracciones poderosas que hacen parecer pequea nuestra miseria, es ms o menos conexo al segundo, satisfacciones sustitutivas. Por supuesto, la indolencia, la desocupacin y la falta de ejercicios recreativos son los factores que agudizan el agobio del hombre, mientras que la actividad artstica, la creatividad o la concentracin del pensamiento en alguna

Vilma Coccoz en su conferencia, titulada Bonjour tristesse, corrobora esta idea diciendo que la idea de que el sufrimiento humano puede ser tratado con una droga, con algn lenitivo que alivie el dolor, est presente desde los griegos. Homero, en un pasaje de La Odisea, hace que Helena coloque en una copa el elixir (nepnthes) con el que poder decir adis a la tristeza porque procura el olvido de las penas y su causa. El mito sobre esta droga ocupar a filsofos, poetas y mdicos porque supone, adems, el perdn, la ausencia de resentimiento y el odio. En www.blogelp.com/index.php?s=alivie

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actividad permiten al personaje ahogar el suplicio. Esta ltima es la solucin elegida por casi todos los personajes de las obras que nos interesan. El monlogo, va de expresin literaria de los autores, nos permite ver desde dentro a los personajes solitarios, arruinados y pesimistas. Este monlogo desempea psicolgicamente un papel importantsimo puesto que les permite exteriorizarse y aliviar entonces la afliccin del alma. Acta, pues, el monlogo como una especie de catarsis puesto que se trata de una manera de sacar las lacras anmicas almacenadas, fuente del malestar en que se encuentra el sujeto66. Desde luego, la mente se vaca y se alivia ya que una concentracin prolongada de las penas vitales no slo agobia al hombre sino que tambin es mortfera. Si se nos permite una mirada en parte simplificadora, al seguir el hilo conductor de destacados crticos, caemos en la cuenta de que la narrativa espaola de los siglos anteriores pone hincapi sobretodo en el papel desempeado por el protagonista en la esfera social67. Ya deca Aristteles que la bsqueda de la explicacin en las acciones orienta la mmesis. Y as, estos testimonios seran marcas de una expresin literaria ms orientada hacia la comparecencia de las acciones, de los acontecimientos o hazaas de uno o ms personajes. Muy a menudo, un narrador, a veces omnisciente, relata la vida aventurera de los personajes. Esto es lo que habr favorecido la adhesin de Luis Beltrn Almera al decir lo siguiente:

Jos Mara Merino opina que una de las funciones del psicoanlisis es intentar reconciliar al paciente, o al sufriente, con esas ficciones que no tiene muy claras, o que se rebelan un poco dentro de s mismo. En mi caso, y en mi condicin de escritor, no necesito psicoanalizarme porque al escribir, al producir estas ficciones, estoy emitiendo y poniendo en orden mis propios fantasmas, reconcilindolos conmigo mismo y con la realidad. Vase Conferencia en Primeras Jornadas Cultura, Medicina y Psicoanlisis. Amor a la Literatura, 20 de noviembre de 2008. 67 ngel del Ro afirmaba que El espaol vive ms hacia fuera que hacia dentro. Es ante todo, un hombre de accin (ngel del Ro, 1953: 2), y, una dcada despus Manuel Granell y Antonio Dorta aseveran: Tampoco parece propia la lengua espaola para la germinacin del Diario ntimo (Granell, 1963: Xl). No obstante, es evidente que las conclusiones a que pueden llevarnos estas afirmaciones pueden resultar muy discutibles.

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El cultivo de las posiciones narrativas personal e impersonal es enormemente desigual en la novela espaola, en la que la posicin impersonal domina muy claramente a la personal (Beltrn Almera, 1992: 75).

Ahora bien, dado que la sociedad actual auspicia la multiplicacin des moyens de communications et accrot lincommunicabilit des tres (Didier, 1978: 254), y ya que en estas circunstancias el hombre se ve obligado a convertirse en un ser intimista mucho ms recluido en la soledad, nos estamos acercando, en el marco narrativo, al momento en que caera la supremaca de la narrativa impersonal para que emerja la personal. Un procedimiento narrativo escogido por Gonzlez Sainz en Un mundo exasperado, Enrique Tenorio en Lejos de Veracruz, Flix de Aza en la Historia de un idiota contada por l mismo, Diario de un hombre humillado y, Javier Tomeo mediante el monlogo autocitado de Hilario H, en Napolen VII. El monlogo es por antonomasia el discurso ajustado a la expresin de la crisis psicolgica. Silvia Burunat lo dice con estas palabras:

Podramos creer que las novelas de stream of consciousness se ocupan, principalmente, de los neurticos y de la vida sexual al estilo de Freud. Esto no es lo que distingue a este tipo de literatura. La condicin neurtica se ha vuelto normal en este siglo; es la condicin general, la condicin humana. El mundo emprico produce la personalidad neurtica. La literatura contempornea trata de investigar la verdadera significacin en la personalidad humana ms que en la accin social y sus reacciones (Burunat, 1980: 25-26).

An ms, despus de un estudio orientado sobre el monlogo en la potica de Dostoevski, Louis-Ren des Forts y Albert Camus, Dominique Rabat corrobora el punto de vista de Silvia Burunat. Segn Rabat, el monlogo es una modalidad

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discursiva eminentemente conectada a nuestra poca, propia al hombre contemporneo aplastado por las consecuencias del progreso cientfico:

Le monologue est indissociable dune socit des grandes villes, de la production de masse, de lge de la reproductivit technique. [] Le monologue est ainsi; tous les sens de lexpression, le procs verbal dune voix. Il emblmatise dramatiquement le pouvoir du langage, le pouvoir qui est en mme temps une vertu et une disgrce (Rabat, 1999: 82 / 92).

Cuando Rabat habla de monlogo a secas, pensamos que se refiere a las diversos tipos de monlogo como el monlogo interior, el monlogo autnomo, autobiogrfico, autorreflexivo, memoria, citado, etc, que hemos identificado en el apartado anterior. Centrmonos, una vez ms, en la ya mencionada solucin freudiana. La bsqueda de distracciones poderosas o satisfacciones sustitutivas es una especie de muralla de la que se rodea el hombre humillado de Flix de Aza. Se aplica a la escritura de su diario para imaginar y aligerar la memoria. El da en que empieza su diario, nos dice lacnicamente: Slo escriben diarios los solitarios y los fatuos. Yo creo poseer ambas virtudes (p. 15). El diarista es en principio, una persona que ansia la paz psicolgica, y considera la escritura cotidiana como manera de ampararse de ella para aguantar el peso de la vida, puesto que, segn dice Batrice Didier, Souvent le diariste est un homme qui pour des raisons diverses, se trouve priv de puissance sociale, politique ou conomique (Didier, 1978: 253). Flix de Aza parece haber ledo no slo a Batrice Didier sino tambin a Alain Girard quien, dentro de las funciones del

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diario68, presenta en primer lugar la funcin psicoterapetica. Al dedicarse a la escritura de su diario, nos dice Girard, el diarista penetra en una fase curativa y se interrumpe la evolucin de la enfermedad:

Ainsi, la nvrose qui semblait preparer la dmarche intimiste, ou les effets dune disposition nvrotique ne se dveloppent pas. Le rdacteur dun journal assume son destin, sil ne parvient pas surmonter toutes ses difficults. Sa personne nest pas aline. Il russit vivre parmi ses semblables, et mme uvrer. Le journal joue dans son existence un rle curatif, le libre de ses phantasmes et exerce une vritable fonction psychothrapique (Girard, 1986: 527).

El hombre humillado de Flix de Aza, al lanzarse en la presentacin cotidiana de los sucesos que le ocurren, o que ocurrieron muchos aos antes, entra indudablemente en una fase curativa de su yo personal conquistado por la depresin. Desde la perspectiva de Alain Girard, el tiempo de la redaccin del diario es el momento del descanso psicolgico del diarista. Hablando de ste ltimo, nos dice:

Il prend plaisir rdiger son journal. Lui qui nest que trop port saccabler, se flageller et sprouver coupable, se repose dans ce plaisir quil se donne. Il accorde ainsi une dtente la tension de son esprit ; il chappe un moment la conscience de ses manques (Girard, 1986: 528).

El intimista se dedica a una actividad que engaa el aburrimiento. La escritura ser su autotratamiento de la locura. De esta panacea se vale Mximo Tenorio, en la novela de Enrique Vila-Matas. Este personaje se encierra en su habitacin para dedicarse a la pintura, nica manera que le permite cortar todo
Segn Alain Girard, el diario tiene cuatro funciones: a)- Una funcin psicoterpica, b)- Una funcin tica, c)- Una funcin esttica, d)- Una funcin religiosa (Girard, 1986: 527-547).
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contacto con el mundo en que vive, adoptando un comportamiento de retiro y de introspeccin. Todo el da lo pasaba encerrado pintando, apenas sala del inmueble ni vea a nadie (p. 31), afirma el narrador. Una conducta que resulta provechosa para concretar sus cuadros que versan sobre una Coleccin de leos sobre el tema fundamental de las esposas perfectas (p. 53). Estos momentos de absoluta dedicacin a la pintura le permiten alejarse de su familia y de la sociedad. La magnitud de sus retablos que salan del tico traduce, por consiguiente, el impacto positivo de la actividad artstica en la vida humana. En efecto, en la familia Tenorio, cada hijo se asoma a una rama de la actividad artstica. Antonio Tenorio escriba libros de viajes aun sin haber realizado ningn viaje concreto. Enrique Tenorio, nico sobreviviente de la familia, tras sus viajes por frica se dedica a la escritura y a la lectura de algunos clsicos que le permitirn recuperar, aunque temporalmente, el placer por la vida. Cuando muere su hermano Antonio, Enrique piensa que lleg el momento oportuno para seguir sus pasos y quedarse a salvo de los golpes de la vida: la muerte de Antonio me concede una ltima oportunidad para encontrar un refugio donde poder protegerme de la maldita y horrenda vida verdadera (p. 27). Esta oportunidad resulta irrefutable, pues, cuando alguien se encuentra en una psima situacin como la suya, [] lo ms prudente que puedes hacer es retirarte del mundo y dedicarte a escribir un dietario (p. 158). Por lo que a la lectura se refiere, afirma: Del Quijote, me queda, sobre todo, el recuerdo del episodio del descenso de Alonso Quijano a la cueva de Montesinos (p. 198). La cueva, en esta novela de Vila-Matas, viene simbolizada por el mundo de las letras, lugar donde Enrique Tenorio empieza una vida nueva, una vida diferente de la que afronta desde hace ms de veinticinco aos. La escritura o la lectura de un libro interesante representan as, un lugar de recogimiento, una va

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saludable para deshacerse de una depresin psicolgica, alejarse en mundos imaginarios. Este es, en efecto, uno de los mtodos que el norteamericano Dale Carnegie aprovecha para librarse de las preocupaciones69:

He descubierto que puedo expulsar la preocupacin de mi mente leyendo un libro absorbente. A los cincuenta y nueve aos tuve una prolongada depresin nerviosa. Por entonces empec a leer la monumental Vida de Carlyle, de David Alec Wilson. Influy mucho sobre mi convalecencia porque la lectura me absorbi a tal punto que olvid mi abatimiento (Carnegie, 1993: 290).

En cuanto a la tercera posibilidad de escapar de las miserias del malestar presentado por Freud, la obra de Javier Tomeo no nos informa si Hilario H recurre a la droga70 para convertirse en Hilario-Napolen. Se puede, por lo menos, decir que entra en un proceso de sublimacin. Hilario H se eleva para ponerse encima de su situacin natural. Ya no es un desgraciado jubilado sino el sptimo Napolen que estaba esperando el mundo. Una situacin que se asemeja al del personaje Pichula Cuella, en Los cachorros del escritor peruano Mario Vargas Llosa. Ese personaje supera su castracin fsica con el enamoramiento de Teresita, chica que le permite reconsiderar su vida. Pero el suicidio del personaje Cuella es el testimonio de la incapacidad de permanecer para siempre en un estado sublimatorio, igual que Hilario H huye al final de sus delirios napolenicos para volver a la situacin inicial, segn ya hizo en su momento el personaje cervantino.

Para librarse de las preocupaciones, Dale Carnegie se vale de cinco mtodos: 1. Vivir con afn y entusiasmo, 2. Leer un libro interesante, 3. Practicar juegos, 4. Descansar durante el trabajo, 5. Tratar de ver los problemas en su verdadera perspectiva (Carnegie, 1993: 290-291). 70 No estar de ms recordar que Andrea, la protagonista de Nada de Carmen Laforet, recurre a los cigarrillos para olvidarse del hambre y de la pobreza. Las virtudes de la nicotina vienen mencionadas en las siguientes declaraciones: [] me acostumbr a comprar cigarrillos, que ahorraba para las pocas de escasez de comida, ya que me aliviaban y me ayudaban soar proyectos deshilvanados (Laforet, 1996: 132).

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Sin embargo, si admitimos con Freud que las distracciones, el arte y los narcticos constituyen los tres principales lenitivos para escapar del malestar, no se debe olvidar que el ser humano no est preparado para vivir permanentemente en la felicidad. Puede que nuestra conducta incongruente en la vida sea una de las fuentes de nuestras desgracias. Es lo que ocurre con los duelos71 no elaborados. Lejos de Veracruz, de Enrique Vila-Matas nos demuestra cmo Mximo Tenorio, Antonio Tenorio y de Enrique Tenorio tienen la costumbre de pasar pgina ante la muerte. En efecto, para Antonio Tenorio, la muerte resulta algo banal, razn por la cual cuando vuelve Enrique de sus viajes por frica, lo recibe con la falsa noticia de la muerte de Mximo Tenorio. Adems, no se nota por su parte ninguna tristeza tras la muerte de su padre. Por el contrario, se enorgullece del liderazgo que desempea dentro de la familia Tenorio y se autoproclama el len de la tercera planta (p. 41). Ante la muerte de su padre, Mximo Tenorio se distingue por la misma indiferencia. En efecto, el nico recuerdo que guarda de su padre es el nombre que le dio. Por eso dice a Enrique: -Pap muri mientras t cazabas leones. A l slo le agradezco el nombre que me puso. Mximo Tenorio. Es un buen nombre para un pintor (p. 53). Lo que resulta curioso es que, ante esta noticia, Enrique Tenorio no manifiesta ningn pensamiento piadoso sobre el difunto. Ms tarde, invadido por el instinto fraternal, Enrique Tenorio coge el vuelo rumbo a la isla de Beranda con el propsito de celebrar los funerales de Mximo (pp. 125-156). La voluntad de investigar la muerte de su hermano en esta isla se ve a partir de la decisin de realizar ese viaje. Este anhelo se profundiza cuando entra en

Vilma Coccoz afirma que Hamlet es el paradigma del drama del hombre moderno, en su incapacidad para actuar a falta de haber resuelto adecuadamente el duelo por su padre y por Ofelia. Partiendo de este caso, Vilma toma la novela de Franoise Sagan, Bonjour tristesse, como un reflejo de la modernidad, sujeta al imperativo que se reduce, fundamentalmente, a pasar pgina, a no ocuparse demasiado tiempo en el duelo. [Conferencia en el Instituto del Campo Freudiano de Madrid, 06 octubre 2008]. Vase www.blogelp.com/index.php?s=alivie

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contacto con el taxista Pascual, el isleo que identifica a Maril, la novia del difunto. Ya que Maril, apodada Rosita Boom Boom Romero, smbolo de la eterna y antigua serpiente (p. 137), quiere aprovecharse de la herencia legada por Mximo a favor del Hospital de San Carlos que atendan las Hijas de la Caridad de Sn Vicente de Pal (p. 149), Enrique acude a la oficina del detective Sivori con el fin de buscar su ayuda en mi intento de que no hereden nunca los asesinos (p. 143), pero tanto el lenguaje que utiliza como los elementos contextuales hacen que el lector tenga indicios de que no debe tomar muy en serio todo el episodio. Desafortunadamente, este entusiasmo se neutraliza en el encanto fsico de la presunta asesina de su hermano. Enrique se olvida del motivo de su viaje a Beranda, ya no le preocupan los funerales de su hermano sino la bella y seductora mulata Maril. Imposible permanecer indiferente a ella, dice (p. 131). El amor por la asesina de su hermano le hace perder la sensatez, descuidar la obligacin de honrar la memoria del difunto:

Pues lo cierto es que para m desapareci todo a su alrededor y por unos instantes hasta casi me olvid del pobre Mximo, incapaz yo de pensar y ver otra cosa que no fuera aquellos ojos obsesivos de Rosita (p. 132).

Por eso llega Enrique Tenorio despus de una noche de sexo duro y sin lmites (p. 148), a prestarle su ayuda sosteniendo ante el detective que Mximo tena desequilibrios mentales. Se visualiza, de manera tangible, dentro de la familia Tenorio la presencia de los duelos no elaborados, no resueltos, que acarrearn una serie de desgracias en la vida de los tres Tenorio. Antonio Tenorio pierde el gusto por la vida y se suicida en tanto que Mximo se ve arruinado y asesinado por una prostituta. Enrique Tenorio no encuentra ningn lenitivo capaz de procurarle placer 369

por la vida: Pero la verdad es que ni escribiendo hallo la pretendida paz de espritu (p. 158). Peor an, cuando ms tarde viaja a Montecarlo para encontrar a Rosita, pierde otro brazo: Volv esta vez desprovisto de lo ms elemental: sin mis dos brazos. Uno estaba escayolado y el otro haca tiempo que estaba amputado (p. 165). He aqu la psima situacin de un hombre fsica y psicolgicamente afectado por no haber resuelto los duelos familiares, un alma en pena suspendido en un perpetuo duelo que no consigue concluir. Las desgracias humanas parecen estar ligadas a su manera de llevar ilgicamente la vida.

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3. ESTUDIO PSICOCRTICO DE EL MISTERIO DE LA CRIPTA EMBRUJADA, EL LABERINTO DE LAS ACEITUNAS Y LA AVENTURA DEL TOCADOR DE SEORAS, DE EDUARDO MENDOZA.

Les potes et romanciers sont de prcieux allis de lhomme de science et leur tmoignage doit tre estim trs haut car ils connaissent entre ciel et terre bien des choses que notre sagesse scolaire ne saurait encore rver. Ils sont dans la connaissance de lme nos matres nous, hommes vulgaires, car ils sabreuvent des sources que nous navons pas encore rendues accessibles la science (Freud, 1971: 111).

Utilizar la psicocrtica como instrumento del anlisis textual requiere, en primer lugar, un breve prembulo sobre los principales mecanismos que rodean su nacimiento. Al principio, el padre del psicoanlisis, Sigmund Freud, se ocupa fundamentalmente de las patologas mentales histeria, neurosis obsesivas, y perversiones-, y se preocupa por buscar en el Hombre la presencia de pensamientos reprimidos en el inconsciente, que se materializan en la vida real, bajo la forma de sntomas, sueos, lapsus, etc, es decir, las llamadas formaciones del inconsciente. En efecto, Freud parte del postulado segn el cual el inconsciente y la conciencia son instancias inherentes al ser humano. A partir de ah, intenta interpretar esas formaciones del inconsciente para desvelar los deseos que en ellas aparecen disfrazados por efecto de la censura que impone el yo. Con este procedimiento, el psicoanalista hace hablar lo inconsciente (Milner, 1984: 117), y permite que los impulsos reprimidos sean perceptibles y surjan en el discurso verbal del sujeto. Destacamos, entonces, que en el campo de la salud mental, el psicoterapeuta establece un dilogo con el paciente, con vistas a vencer las resistencias que impiden el surgimiento de lo inconsciente para, de esa manera, leer en su pasado lejano los

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grmenes de la enfermedad. Este mtodo es llamado por Freud y sus seguidores la cura analtica, una operacin laboriosa:

Qui arrive pniblement faire surgir ces vnements [se refiere a los acontecimientos importantes que originaron las germinaciones inconcientes] la conscience aprs une longue, trs longue, srie dentretiens (Milner, 1984: 120; lo destacado es nuestro).

El personaje del loco en la serie policiaca de Eduardo Mendoza est en un manicomio, pero el texto no nos ofrece la cura analtica del doctor Sugraes, psiquiatra eminente, especialista en rehabilitacin de psicpatas con tendencias delictivas (ATS: 210)-, aunque el doctor alabe la conducta del demente durante su estancia entre los muros del sanatorio. Dicha cura resultara de la perfecta colaboracin que nace entre el mdico y el enfermo. La relacin dialgica establecida entre los dos es un elemento determinante para que el psicoterapeuta alcance su propsito, detalle que el doctor Sugraes recuerda al jefe de la polica, el comisario Flores, desde su primera conversacin:

-Comisario [], est usted en presencia de un hombre nuevo de quien hemos erradicado todo vestigio de insania, logro del cual no debemos vanagloriarnos los mdicos, porque, como usted bien sabe, en nuestra rama profesional la curacin depende en un alto porcentaje de la voluntad del paciente y en el caso que nos ocupa me cabe la satisfaccin de manifestar que el paciente [] ha puesto de su parte un esfuerzo tan notable que puedo calificar su comportamiento, lejos de delictivo, de ejemplar (MCE: 20).

En efecto, si el narrador de Eduardo Mendoza, por motivos no elucidados, prefiere hacer abstraccin del proceso de curacin en el que intervienen los dos

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personajes (el annimo protagonista personaje del loco y el doctor Sugraes), Evelyn Poudi Ngolle, en Sous la cendre le feu, hace una demostracin rigurosa de la cura analtica asentada por Sigmund Freud. En la obra de la escritora camerunesa, la herona, la seora de Mohammadou apodada Mina, se vuelve loca por causa de las atrocidades experimentadas y agazapadas en el inconsciente desde la infancia, la adolescencia, y la actual vida conyugal. Durante la cura analtica, el doctor Lob, psicoterapeuta, alienta al paciente a implicarse en el dilogo o la expresin verbal, va a partir de la cual hablar de todos sus recuerdos. As es cmo esta comunicacin permite, por un lado, que el mdico pueda alcanzar el centro de las causas de sus presentes perturbaciones psicolgicas, y, por otro lado, ayuda al sujeto a liberarse de su sufrimiento:

Dites toujours, Madame Mohammadou. Vous savez, les problmes les plus graves qui secouent le psychisme de ladulte ont souvent leurs racines dans leur enfance. Si nous gardions intacts nos souvenirs denfance, peut-tre serions-nous en mesure de mieux expliquer certains de nos comportements dadultes. Malheureusement, le temps qui passe estompe la plupart de nos souvenirs, ne laissant dans notre subconscient que les reminiscences qui ne sont pas toujours dnues deffets sur notre moi. Pourtant le moindre petit dtail pourrait tre utile, dans votre cas (Mpoudi Ngolle, 1990: 90-91).

Nos situamos aqu en un caso del tratamiento clnico de la enfermedad mental. Un tratamiento que nos conduce al pasado del sujeto para que veamos las circunstancias causantes de la crisis psquica, ya que, segn recuerda Jean-Paul Sartre:

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Pour Freud, comme pour nous, un acte ne saurait se borner luimme: il renvoie immdiatement des structures plus profondes. Et la psychanalyse est la mthode qui permet dexpliciter ces structures (Sartre, 1979: 513).

Pero, para que la bsqueda de estas estructuras no se redujera al campo de la medicina, Freud publica dos obras: La interpretacin de los sueos [1901] y Sobre la enseanza del psicoanlisis en la Universidad [1919]. En estas obras, ensancha el campo de accin del psicoanlisis en el dominio artstico, filosfico, y religioso. As, en Delirio y sueos en la Gradiva de Wilhelm Jensen [1906], se acerca a la crtica literaria aplicando sus teoras sobre la interpretacin de los sueos, y llega a la conclusin segn la cual el psicoanlisis literario intenta detectar y analizar traumas psquicos, complejos diversos, o perturbaciones onricas. Estos trabajos de Freud propiciarn el nacimiento de otros como el Psicoanlisis Existencial72 de Jean-Paul Sartre, el Textanlisis73 de Jean Bellemin-Nol, el Semanlisis74 de Julia Kristeva y, la Psicocrtica de Charles Mauron. Nacida en 1948, la psicocrtica tiene como propsito fundamental, reconstruir la gnesis de una obra literaria, y, sobre todo, buscar la personalidad inconsciente del autor. En Des mtaphores obsdantes au mythe personnel. Introduction la
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Jean-Paul Sartre centra su reflexin en la condicin humana y se cie en la angustiosa situacin del hombre en la sociedad. Critica la psicologa y el psicoanlisis porque investigan obstinadamente causas abstractas antes que considerar al Hombre como un ente hecho de proyectos individuales. Las discrepancias entre lo que considera como psicoanlisis emprico y su Psicoanlisis existencial vienen en las siguientes expresiones: La psychanalyse empirique part, en effet, du postulat de lexistence dun psychisme inconsciente qui se drobe par principe lintuition du sujet. La psychanalyse existentielle rejette le postulat de linconscient: le fait psychique est, pour elle, coextensif la conscience (Sartre, 1979: 630). 73 Con este trmino, Jean Bellemin-Nol se preocupa por la bsqueda del inconsciente del texto. Se trata de un psicoanlisis textual que consiste segn dice Grard Gengembre, de mettre hors jeu lauteur pour se consacrer au texte, dont on suppose quil possde un inconscient (Gengembre, 1996: 20). 74 El semanlisis se relaciona ms o menos con el significado intrnseco del lenguaje. Segn Julia Kristeva, la smanalyse estudia dans le texte la signifiance et ses types, aura donc traverser le signifiant avec le sujet et le signe, de mme que lorganisation grammaticale du discours, pour atteindre cette zone o sassemblent les germes de ce qui signifiera dans la prsence de la langue (Kristeva, 1969: 9).

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psychocritique [1962], obra en la que asienta sus bases metodolgicas, Charles Mauron se apoya en los poemas de Mallarm, Baudelaire, Nerval y Valry para destacar en ellos las caras veladas de cada uno de estos autores. Insiste, en su mtodo, en una concentracin absoluta y en una actitud meditativa del analista sobre todos los componentes del lenguaje textual. La postura del psicocrtico ante un texto ha de ser similar a la del mdico durante el examen clnico de una persona:

Cest bien lhomme et son cas clinique qui intressent le mdecin. Le psychocritique, pour sa part, ne perd pas le texte de vue (Mauron, 1962: 25).

Resulta imprescindible, durante esta mirada atenta del texto, escudriar las palabras aparentemente anodinas para desenterrar sus significados latentes, de ah la consideracin de la psicocrtica como autntico ejercicio intelectual que pretende:

Accrotre notre intelligence des oeuvres littraires simplement en dcouvrant dans les textes des faits et des relations demeurs jusquici inaperus ou insuffisamment peru et dont la personnalit inconsciente de lcrivain serait la source (Mauron, 1962: 13).

Para alcanzar este objetivo, es decir, extraer del texto la personalidad inconsciente del escritor, Mauron se vale de cuatro operaciones: 1- sobrepone los textos de un mismo autor para que den a conocer las imgenes obsesivas y posiblemente involuntarias, 2- estudia las estructuras repetitivas propiciatorias del mito personal del autor, 3- interpreta el mito personal, 4- compara con la biografa del autor (Mauron, 1962: 32).

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Intentar desarrollar ahora este procedimiento mauroniano. Tratndose del primer punto, es decir, la sobreposicin de textos, en el caso de Stephane Mallarm, por ejemplo, -igual que con los dems poetas-, Mauron elige una serie de poemas y los sobrepone, como las fotografas, pero no para dedicarse luego a un estril parangn visual, sino para lanzarse a una especie de excavacin textual que permitir, segn subraya Marcel Marini:

Chercher des concidences de signifiants verbaux ou figuraux dans des textes manifestement diffrents []. Le rseau associatif est donc une structure textuelle commune plusieurs textes et autonome par rapport au thme conscient de chacun: il dessine une figure prsente de faon parse dans chaque texte (Marini, 1990: 72).

Veamos, pues, El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas y La aventura del tocador de seoras, para determinar la temtica recurrente. En primer lugar, el rastreo de la primera obra de la triloga mendocina nos permite presentar los siguientes resultados: -El personaje del loco; -La presencia de la iglesia catlica: la madre superiora, las monjas, el colegio de las Madres lazaristas de San Gervasio, un milagro de la virgen del Carmen (MCE: 33), la inmunda revista Rosas para Mara (MCE: 102); -Antiguos inquilinos o colaboradores de una congregacin religiosa catlica: Don Cagomelo Purga, el primer jardinero del Colegio de las Madres lazaristas de San Gervasio (MCE: 78), -El dentista Plutonio Sobobo Cuadrado (MCE: 162). -La Mujer: -la esposa del dentista, -Mercedes Negrer, -la prostituta Cndida, la madre del protagonista (MCE: 139/200), -Isabel Peraplana. La sociedad: abismo entre pobre y ricos; -El plurilinguismo: francs, el ingls, el cataln y algunos germanismos.

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Respecto a El laberinto de las aceitunas: El personaje del loco, -Una congregacin religiosa: el monasterio, los monjes, el reverendo padre prior (p. 266), Fray Jos Mara, 1472-1541 (p. 284), La mujer: Clotildita (antigua esposa del historiador Don Plutarquete Pajarell), Suzana Trash (la Emilia), Pustilina Mierdalojo (p. 198), Mara Pandora; -El plurilinguismo: el castellano, el francs, el ingls, el italiano; -La sociedad: injusticias sociales, la violencia. La aventura del tocador de seoras repite los mismos detalles pero con una ligera matiz: El personaje del loco, La Mujer: Cndida, Reinona, Ivet Pardalot. El plurilinguismo: el castellano, el francs, el ingls, el escandinavo, etc., La sociedad: la violencia, las injusticias; -La alusin a la iglesia catlica: la presencia de un cura (p. 85). Esta primera fase permite disear la red asociativa o participativa, denominada por Mauron como rseau associatif. Tenemos una red variada, compuesta por la figura del personaje del loco, la omnipresencia de la iglesia catlica, del tema de la mujer, de la sociedad y del plurilinguismo que, aunque traducen los rasgos destacados de la potica mendocina, apareceran a veces inconscientemente cuando redacta sus obras. Estos aspectos simbolizaran las imgenes obsesivas, las ideas maestras que anhelan al escritor. Automticamente los repite en sus obras puesto que anidan sistemticamente en la psych. El mito personal, as lo denomina Charles Mauron, es:

Le phantasme le plus frquent chez un crivain, ou mieux encore limage qui rsiste la superposition de ses textes (Mauron, 1962: 209-210).

El estudio efectuado anteriormente de la voz narrativa y el esquema actancial, reafirman an ms los elementos mencionados, pues cada uno de ellos representa una

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fibra del tejido del fantasma recurrente en la potica mendocina. El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas y La aventura del tocador de seoras, circunscriben dos periodos importantes de Espaa: la Espaa postfranquista y contempornea. En total, veintin aos (1979-2001) durante los cuales, el personaje del loco, ncleo de las tramas novelescas, surca la ciudad barcelonesa presentando la vida social en su globalidad. Se presenta as como portavoz del autor, pues, la obra de arte representa segn Freud,

Un dominio intermedio entre la realidad, que nos niega el cumplimiento de nuestros deseos, y el punto de la fantasa, que nos procura su satisfaccin (Freud, 1986: 1056).

Eduardo Mendoza se ocultara detrs del annimo personaje para caricaturizar la imagen de la iglesia catlica. El escritor desarrolla su intencin crtica y satrica de esta institucin religiosa valindose de la figura de algunos personajes, desacralizando su recinto, poniendo en tela de juicio su espritu pecaminoso. Vayamos ahora al grano para demostrar cmo se ilustra en los textos superpuestos. El autor de La ciudad de los prodigios toma como espacio medular en El misterio de la cripta embrujada, el Colegio de las madres lazaristas de San Gervasio. Al localizar la desaparicin de la nia, Isabelita Peraplana (p. 84), en este centro educativo, se intentara subrayar la incapacidad y la ineficacia de las madres Superioras y de la Iglesia en general, de velar por la seguridad de los alumnos, quitndole as a la Iglesia la banderola de la formacin intelectual y cuestionando al mismo tiempo los valores espirituales de la sociedad espaola. Una idea que corrobora virtualmente el primer jardinero del colegio, Don Cagomelo Purga, explotado durante tres dcadas por los que pretenden encarnar la justicia y la virtud.

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En efecto, en los recuerdos de Don Cagomelo Purga, no se percibe ningn sentimiento de nostalgia. Al mandarle a la jubilacin, las monjas le dieron tan slo una hora para recoger sus cosas y marcharse (MCE: 81). Adems, le dice al personaje del loco:

Las monjas me pagaban por debajo del sueldo mnimo y nunca me afiliaron a la seguridad social ni al montepo de jardineros. Fui feliz porque me gustaba el trabajo y porque me permitan asistir a la capilla cuando no estaban las nias (MCE: 80).

Por otro lado, si despus de realizar sus estudios, merced a la ayuda de la feligresa, [personalmente, hice todos mis estudios con ayuda de becas y de unas clases particulares que me proporcionaron los jesuitas a travs de la congregacin (MCE: 162)], el odontlogo Plutonio Sobobo Cuadrado lleva una vida deshonrada, se podra interpretar su comportamiento como consecuencia de la educacin que le inculcaron. La implicacin de este antiguo alumno de los jesuitas en la desaparicin de la nia en el colegio de las madres lazaristas de San Gervasio es una manera por parte del autor de ridiculizar la educacin adquirida. La figura decadente de la iglesia catlica, o su colapso, se ilustra, una vez ms, en El laberinto de las aceitunas cuando el protagonista y el viejo historiador Don Plutarquete llegan a un monasterio. En este hogar de monjes endemoniados (p. 279), de ochentones (p. 268), donde a uno le coge de repente el deseo de autoflagelarse con un cinturn (p. 277), se refleja la imagen de una cofrada apartada de la ortodoxia. Por eso el loco llega a decir, de manera contundente:

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No se nos ocultaba la posibilidad de que el monasterio, desviado de sus pos fines, fuera en realidad la guarida del enemigo y sus huestes demonacas (p. 264).

En estos textos podra entenderse que se cuestiona la prctica de las instituciones catlicas tambin atravs del personaje Sor Consuelo, la joven Superiora del hospital de San Ubaldo de Bassora, en la provincia de Barcelona. El ao del diluvio presenta cmo, llevada por la fuerza del deseo amoroso, esta religiosa acaba en los brazos del terrateniente Don Augusto Aixel de Collbat, y, aun despus no siente ningn arrepentimiento y afirma con un tono desafiante:

Para obtener el perdn de Dios hay que haberse arrepentido de lo que uno ha hecho y yo de esto no me arrepentir jams, estoy perdida (Mendoza, 1992: 99)75.

Es ms, se despega de la sobreposicin de las obras mendocinas la figura de la mujer. La pintura que ofrece el escritor barcelons de la mujer, no es del todo halagea. La triloga deja visualizar la precariedad de su situacin en el hogar y en la sociedad espaola postfranquista. Es menester recordar que las normas de la sociedad franquista atribuan a la mujer, manantial de virtudes en la vida familiar, un papel esencialmente domstico: casarse, dar a luz y cumplir con todas sus obligaciones en el hogar. Adems, por la ley de mayo de 1939, se restringe la libertad femenina. La educacin que reciben los nios y las nias es diferente desde la infancia. En los
Al final de la obra, Eduardo Mendoza matiza, sin embargo, esta postura de sor Consuelo con una carta autoculpatoria que la protagonista dej en su casa antes de irse al hospital donde pas los ltimos instantes de la vida. En la carta que dirije al doctor Su, confiesa: Hace ya muchos aos, perd primero la cabeza y luego el honor entre los brazos de un hombre por cuyo amor habra abandonado la vida religiosa de no haber interpuesto Dios en mi camino Su inapelable Voluntad. [] Ahora ha llegado al fin el momento de rendir cuentas al Altsimo y lo afronto con miedo; confo en Su Misericordia Infinita, pero temblo al pensar en el rigor de Su Justicia, a la que he pretendido en vano burlar todos estos aos [] (Mendoza, 1992: 169 y 170).
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Usos amorosos de la postguerra espaola Carmen Martn Gaite seala que mientras que a ellos se les prepara para desempear un papel futurista ms exaltado, lo que ellas reciben es una enseanza de invernadero (Martn Gaite, 1988: 98). Estos factores sociales contribuyen a etiquetar la figura femenina como un ente socialmente dbil, condenada a vivir bajo la tutela del hombre. He aqu el atestado de Carmen Martn Gaite:

No puede una mujer sentirse placenteramente feliz sino bajo el cobijo de una sombra ms fuerte. Ms fuerte en todo: en lo sentido y lo imaginario. Precisa nuestra feminidad sentirse frgil y protegida (Medina, Consltame, 13 de junio de 1943 en Carmen Martn Gaite, 1988: 50).

La triloga policiaca de Eduardo Mendoza parece ir a contra corriente de este dogma. La infelicidad es el rasgo dominante que caracteriza a las mujeres de estas obras. La seora del dentista Plutonio Sobobo Cuadrado en El misterio de la cripta embrujada, y, Clotildita, divorciada del historiador Don Plutarquete, en El laberinto de las aceitunas, con todos los matices del tono humorstico de las obras, son entes vulnerables que aoran el hecho de haber sido bajo el cobijo de su marido. Adems, la madre del protagonista tiene que aguantar el peso diario de los trabajos caseros. Al hablar de su madre, el personaje del loco afirma:

Mam, agotada por los interminables quehaceres del hogar y, sobre todo, por las asiduas y fogosas atenciones de que su primo le haca objeto (LA: 200).

Pues bien, una situacin complicada es tambin la de Mercedes Neger, o la de la prostituta Cndida, mientras que surge un rayo de esperanza a travs del exilio

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de Ivet a Estados Unidos, en La aventura del tocador de seoras. Esto traducira, la preocupacin inconsciente del autor de abogar por la emancipacin de la mujer, la que suea con los estudios universitarios como Ivet y, por supuesto, la que suea con desempear un papel relevante en la sociedad, fuera de las degradantes y aplastantes exigencias del hogar. sta es una obsesin que acosa al escritor y figura en La isla inaudita (1989), obra en la que Mara Clara Dolabella ejerce una profunda dominacin sobre Fbregas y motiva el juicio de Jeffrey Oxford, para quien la obra es:

A new paradigma of the female Hispanic psyche. No longer does the female simply fill the role of what Aldaraca calls el ngel del hogar or the tempting seductress, a quiet woman in the background acquiescing to male desires and commands; here, the female becomes central to the narrative, at times often controlling the pace of the narrative and the (male) characters actions (Oxford, 2002: 91).

Este tema nos conduce a la sociedad espaola de la transicin democrtica. Es otra obsesin de Mendoza presentar la opacidad del horizonte social, la penosa e incierta situacin en la que se encontraba la mayora de los espaoles durante la transicin democrtica, mientras que unos pocos se enriquecan fraudulentamente como la familia Peraplana o Manuel Pardalot. Resultaba ilusorio para un joven ser optimista en la vida. Esta situacin viene subrayada por los personajes del loco e Ivet, respectivamente, en las dos ltimas obras de la triloga. En El laberinto de las aceitunas, se preocupa por saber cmo poda uno encarar el futuro con confianza y rectitud de miras si el pasado era una madeja entreverada de grietas y sombras, [], y el presente una incgnita tan poco esperanzadora [] (p. 313). Sumndose a esta observacin del protagonista, Ivet hace el mismo retrato de la Espaa postfranquista:

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el pasado era oneroso, el presente agitado, el futuro incierto. Al amparo de la confusin, en la que ms de un infeliz recibi un mamporro, los audaces hicieron fortuna (ATS: 260). Por lo que se refiere a la ltima etapa del mtodo mauroniano, es decir, la comparacin con la biografa del autor, es de recordar que la crtica biogrfica fue iniciada por Charles Augustin de Sainte Beuve (1804-1869) a partir de la segunda mitad del siglo XIX y desarrollada por el fundador de la crtica gentica Gustave Lanson (1857-1934). Segn estos crticos, la biografa del autor y todo lo que se relaciona con ella, pueden servir para la explicacin de una obra literaria, convirtindola as en un espejo donde el alma del hombre escritor se refleja. Durante el principio del siglo XX, muchos escritores franceses recurren a la biografa para explicar las obras o la vida de sus contemporneos. Es el caso, por ejemplo, de Jean Paul Sartre con Lidiot de la famille dedicada a Gustav Flaubert. Charles Mauron va un poco ms lejos. Considera la obra literaria como palanca giratoria de su praxis psicocrtica y acude a la vida del autor, al final, slo para comprobar los indicios textuales, y ver la relacin que existe entre la interpretacin del mito personal y la personalidad inconsciente del autor. Se trata de intentar ver las relaciones que se establecen entre la vida de Eduardo Mendoza y el mito personal desarrollado, procurando ir, segn puntualiza Carlos Reis:

desde las relaciones de parentesco hasta las condiciones concretas de existencia, desde la formacin intelectual hasta las lecturas, preferencias literarias, situacin profesional, amistades, posicin econmica, etc. (Reis, 1989: 54).

As pues, considerando que lartiste travaille avec son inconscient (Milner, 1980: 117), se trata de demostrar cmo la vida del autor favorece inconscientemente 383

la emergencia del mito personal. El misterio de la cripta embrujada y El laberinto de las aceitunas nos introducen en el medio religioso. La cripta y el misterio enunciados respectivamente en las dos obras, revelan algunas perversidades de la vida de las monjas y de los monjes, y un mundo de aventuras y misterios que se hunde en el inconsciente juvenil, como pudo ser el de Eduardo Mendoza quien estudi en el colegio religioso de los Hermanos Maristas entre 1950 y 1960. Ya que nos centramos nicamente en los datos que nos proporcionan la biografa del escritor barcelons, puede decirse que el modo de vida de estos religiosos debe de haberle afectado psicolgicamente. Tambin resulta importante mencionar que, como hijo de un fiscal y de una ama de casa, la situacin de la sociedad en que creci puede afectar la construccin del mundo literario del adulto. Si durante aquella poca se encontraba en la imposibilidad de opinar sobre la religin catlica o la situacin de la mujer espaola, hoy, la creacin artstica le permite a Eduardo Mendoza dibujar lo sepultado en el inconsciente. Adems, el cliente del manicomio, despus de cinco aos entre los muros del sanatorio, sale con el propsito de llevar a cabo sus pesquisas, y se da cuenta de que nada haba cambiado en la sociedad barcelonesa: Me tranquiliz ver que en cinco aos la ciudad no haba cambiado demasiado (MCE: 47). Un elemento biogrfico seala que el primero de diciembre de 1973, Mendoza abandona Barcelona para irse a Nueva York, donde trabaja como traductor de la ONU hasta 1978. A su parecer, uno de los principales motivos por el que se march de Barcelona es que: Espaa en aquellos aos era triste, amarga y violenta. Un juicio casi idntico al que hace el protagonista en El misterio de la cripta embrujada. An ms, la triloga rebosa de un uso variadsimo de palabras tomadas de diversas lenguas extranjeras utilizadas por el loco y otros personajes de la obra, que podra relacionarse con el hecho de que

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Eduardo Mendoza fuera traductor de la Organizacin de Naciones Unidas (19731978). Durante los aos 80, le toc ser intrprete de Felipe Gonzlez y de Ronald Reagan y, entre 1995-2001, imparte clases de traduccin en la Facultad de Traduccin e Interpretacin de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. As, deja aflorar en el texto, mediante mltiples voces narrativas, lenguas como el francs, el ingls, el cataln, etc. que maneja con soltura. No se debe pasar por alto el tono jurdico que el loco adopta en todas sus pesquisas, es tambin reveladora de la figura del autor, que se familiariz con el lenguaje jurdico y burocrtico trabajando como abogado en el caso de la Barcelona Traction, y en la asesora jurdica del Banco Condal en 197276. Esta interpretacin de las obras mendocinas a travs de los datos biogrficos, sera solo alusiva a una parte o ciertos elementos de la ficcin que han sido literalizados y se han transformado en parte del mundo semitico; es decir, la vida del autor pasa a ser ficcionalizada (Toro, 1995: 84-85). El loco sera la encarnacin del propio Eduardo Mendoza, que se disfraza con este velo para presentar la sociedad espaola post-franquista y contempornea. Con estos datos biogrficos de Eduardo Mendoza, hace falta, una vez ms, puntualizar la opinin de Franois Pierre por lo que a la autobiografa se refiere. En efecto, casi al final del rgimen del general Franco, los escritores espaoles, por haber visto su identidad falsificada durante la dictadura, recurren a la autobiografa para presentar la realidad que vivieron en aquella poca, con la intencin de tener una nueva visin del mundo. Por eso dice:

On assiste, par consquent, ds le dbut des annes 70, une vritable recrudescence du geste autobiographique chez les auteurs espagnols. Leur principal souci, aprs les longues annes de dictature, est la
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Eduardo Mendoza, en www.clubcultura.com/clubliteratura/clubescritores/mendoza/cronologa.htm

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conqute de la lucidit. Il leur faut donc analyser le pass, afin de mieux vivre le prsent (Pierre, 2001: 361).

Siguiendo los procedimientos metodolgicos de la psicocrtica de Charles Mauron, hemos puesto de relieve el mito personal del escritor barcelons. Al poner a prueba dicho mito personal, la personalidad inconsciente del autor, y, teniendo en cuenta su biografa, convalidamos los resultados obtenidos y sealamos que, en cierta medida, habra una influencia de su infancia y de las circunstancias de su entorno familiar y social en El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas y La aventura del tocador de seoras.

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CONCLUSIONES

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CONCLUSIONES

De la misma manera que ignorar la gramtica no es una desdicha para el caballo, tampoco lo es para el hombre ser loco, porque tal cualidad est de acuerdo con su naturaleza (Rotterdam, 1987: 53).

Por todo lo expuesto hasta aqu, puede decirse que el personaje del loco en la narrativa espaola contempornea es una instancia narrativa que se aprovecha de un estatuto semiolgico complejo e imprevisible, resultante del influjo de la era del recelo proclamada por Nathalie Sarraute desde 1956. El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas, La aventura del tocador de seoras, de Eduardo Mendoza; Historia de un idiota contada por l mismo o el contenido de la felicidad, Diario de un hombre humillado, de Flix de Aza; Lejos de Veracruz de Enrique Vila-Matas; Un mundo exasperado de Gonzlez Sainz y Napolen VII de Javier Tomeo; son obras que ofrecen la plurifactica fisonoma de unos desequilibrados mentales que despistan al lector inmaduro y escapan a cualquier intento de precisar una identificacin fija y absoluta. Situados a caballo entre lillusin rfrentielle y las mltiples proyecciones originadas de la metamorfosis, dan a conocer la imagen de seres solitarios vctimas de la sociedad y de la crisis de la felicidad. Esta conducta genera en el contenido del relato, -si se nos permite excluir las novelas de enigmas-, un elevado grado de la expresin del flujo de la conciencia de los personajes. Desde la novela escrita en primera persona, pasando por el diario hasta la narrativa impersonal, los relatos nos orientan hacia el conocimiento de unas conciencias atormentadas y disgustadas con la vida. Ya no queda otra alternativa

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para stos seres afectados psicolgicamente, que dedicarse a la rememoracin de sus propias peripecias vitales. Es, no cabe duda, la conclusin a la que quiso llegar Michel Zraffa al asentar la revolucin novelesca a partir de la segunda mitad del siglo XX : Nous voulions montrer que le roman du courant de conscience est essentiellement la recherche dun sens et dune forme de la personne dans un monde o lindividu ne rencontre que des signes et des aspects: o il ne voit que contingence et dsordre organiss (Zraffa, 1969: 255). Desde el punto de vista transtextual, notamos que muchos clsicos de la literatura espaola y universal desempean un papel importante en el estatuto semiolgico de cada personaje. El protagonista de la triloga policaca de Eduardo Mendoza est profundamente marcado por la figura del pcaro y el pensamiento quijotesco, en tanto que Lejos de Veracruz de Enrique Vila-Matas apunta la figura decadente y apcrifa del Don Juan de El burlador de Sevilla de Tirso de Molina y Don Juan Tenorio de Zorrilla. El pensamiento filosfico de Hegel y de Nietzsche se explayan en Historia de un idiota contada por el mismo o el contenido de la felicidad y Diario de un hombre humillado de Flix de Aza, y el sndrome de Kafka aunque s se manifiesta en las obras mencionadas- y lo absurdo, estigmatizan los personajes de Un mundo exasperado de Gonzlez Sainz y Napolen VII, de Javier Tomeo. Respecto a la locura de la que padecen tenemos, de manera general, el modelo del espritu atormentado, dominado por los sentimientos de aoranza y de amargura, los cuales convierten la superficie textual en un lugar donde impera la atmsfera de un duelo. En efecto, desde la ptica de Sigmund Freud, el duelo es: La reaccin a la prdida de un ser amado o de una abstraccin equivalente: la patria, la libertad, el ideal, etc. Bajo estas mismas influencias surge en algunas personas, a las

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que por lo mismo atribuimos una predisposicin morbosa, la melancola en lugar del duelo (Freud, 1988: 2091). Las obras estudiadas muestran el estado de nimo de seres melanclicos que lamentan la dolorosa prdida de su libertad, tal el caso del detective de la triloga policiaca de Eduardo Mendoza, o la angustiosa vida del protagonista de la obra de Gonzlez Sainz ante un mundo en ruinas, incluso la falta de un ideal o de un asidero para agarrarse a la vida, tales como los de Enrique Vila-Matas, Flix de Aza y de Javier Tomeo. Ms all de este rasgo comn, cada personaje se singulariza por un caso especfico de locura. El de la triloga policaca de Eduardo Mendoza y el de Un mundo exasperado son, a menudo, vctimas de perturbaciones psicolgicas, como la mana, que les llevan a cometer actos antisociales, y a transitar por sanatorios o instituciones psiquitricas. Estos dos casos contrastan con las obras de Flix de Aza, en las que la locura constituye un potencial vector para el pensamiento filosfico, o, refirindonos a Vila-Matas, una fuente de creatividad para los protagonistas. Aqu, los hermanos Tenorio se sirven de la creacin artstica como un suplemento, algo que estabiliza la locura y les permite saber qu hacer con su miseria. Desde esta perspectiva: el loco ya no aparece como un individuo que resiste la normalizacin social, como sujeto rousseauniano diferente de los dems, sino que permanece demasiado ligado a la tierra, su visin es demasiado naturalista para que el lector caiga vctima de la seduccin del abismo (Daz Navarro, 2007: 70). Por el contrario, la locura caballeresca en Napolen VII, nos presenta cmo el delirio de Hilario H le permite vivir unos instantes de su vida con la identidad de Hilario-Napolen. En esta locura desencadenada, el delirio es lo que le permite a Hilario H agarrarse a la vida. Pero al asesinar a Miguel, sale de su delirio

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destruyendo y quitndose personalmente lo que le una al mundo maravilloso. Javier Tomeo parece llamar la atencin acerca de la precariedad de nuestro lazo con el mundo, pues todas las soluciones que encontramos los seres humanos tienen algn signo de precariedad en el sentido de que siempre pueden fallar. Al estudiar la voz narrativa en la segunda parte, hemos constatado que el monlogo autnomo obliga a los protagonistas a centrar la narracin en su yo, lo que incide, por consiguiente, en la profundidad de su perspectiva narrativa. El relato narcisista de los narradores homodiegticos les obliga a salvaguardar su propio equilibrio a lo largo del relato, limitndose a una pintura meramente externa de los objetos que se presentan en su ngulo de visin. As, partimos de Un mundo exasperado, inscrito en la lgica de la era de la novela norteamericana con un estilo faulkneriano, para llegar a la focalizacin externa en Lejos de Veracruz, Historia y Diario de un hombre humillado. Napolen VII, de Javier Tomeo, que empareja sabia y magistralmente tcnicas narrativas propias de la narrativa personal e impersonal, ofreciendo un escenario constituido por el flujo de la consciencia de Hilario H y desarrollado a la vez por un narrador omnisciente y el protagonista Hilario H. La triloga policaca de Eduardo Mendoza, nos ofrece una narracin orientada por el detective-protagonista en la cual el lector desempea un papel relevante en la resolucin del enigma. A la postre, Mendoza construye la triloga sobre la base de la plurivocidad, del plurilinguismo, y mediante una perspectiva narrativa variable, otorgando la palabra a diversas capas de la sociedad. Un procedimiento que nos permite ver, ms all de la escritura postmoderna de Eduardo Mendoza, la manifestacin textual de la recuperacin de la libertad expresiva, antes limitada durante la poca franquista. El modelo actancial greimasiano presenta al detective en el epicentro de la accin. La bsqueda persistente de la libertad y de la

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justicia le lleva a desvelar y enfrentarse a hombres de negocios cuyas malversaciones convierten la ciudad barcelonesa en un ambiente donde imperan la inseguridad y la injusticia. Una ciudad en la que el detective proyecta sus ojos inquisitivos para desenterrar el verdadero mal del que padece. As, cuando el loco consiga el objeto de deseo y asistamos, en la ltima obra de la triloga -La aventura del tocador de seoras- a la muerte de todos los dudosos personajes de la empresa el Caco Espaol S.L, se mostrara la voluntad del escritor barcelons de abogar por el advenimiento de un nuevo orden social. Se visualiza as, segn afirma Robert Deleuse, uno de los elementos que singulariza a la novela negra espaola cuya caracteristique particulire, se situe de faon mtronimique et quasi coutumire dans un contexte de critique socio-historique de lEspagne (Deleuse, 1991: 189). Eduardo Mendoza se vale de sus obras para fustigar y combatir la avidez y la inhumanidad de los hombres de negocios de la sociedad catalana postfranquista. Una sociedad en la que el dinero lo domina todo y en la que el inters es el eslabn que domina en las relaciones humanas. Todo ello traduce el triste panorama de la sociedad barcelonesa de los aos 80 que nos presentan estas obras de Mendoza: Dans cette ambiance dsabuse prospraient les individus sans scrupules qui uvraient la faveur de lombre []. Les finances dominaient tout77. Manuel Peraplana, Hans Frceps y Manuel Pardalot, por slo nombrar algunos descendientes del personaje Paul Andr Lepprince, de La verdad sobre el caso Savolta, son la encarnacin de los prototipos individus sans scrupules de que habla Mendoza, y, en este contexto, el detective loco cobra ms envergadura en virtud de las pesquisas que lleva exitosamente a cabo. Se convierte de esta manera en el portavoz del autor, ya que por lo general, desempea en la triloga, una funcin estrictamente
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Vase Franoise Barthlemy, Littrature du monde. Catalogne postfranquiste. Mauricio ou les lections sentimentales dEduardo Mendoza, en Le Monde diplomatique, Fvrier 2008, p. 26.

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moralizadora: Mi loco, -afirma Eduardo Mendoza-, [] quiere que siempre reinen la paz y el entendimiento. Es un cmulo de buenos sentimientos (Moix, 2006: 106). Por eso deducimos del tringulo activo o conflictivo derivado de los tres esquemas actanciales, el alcance sociocrtico de las obras. Lo cual illumina: la faon dont le roman sy prend pour lire le social, pour inscrire du social tout en produisant par sa pratique, du texte littraire, une production esthtique (Robin, 1993: 3). A partir del estudio psicoanaltico, caemos en la cuenta de que el complejo de Edipo es el lugar por excelencia en el que se organiza la posicin del sujeto respecto al deseo. El protagonista de Un mundo exasperado, introducido en la estructura del complejo de Edipo a travs de su madre y del Sr. Gobernador que cumple la funcin paterna, no consigue responder sin grandes vicisitudes a las necesidades de su partener en la relacin sexual, por no haber podido resolver durante la infancia el trgico y benfico complejo de castracin. La visin de los protagonistas de Un mundo exasperado, Lejos de Veracruz, Historia de un idiota contada por l mismo o el contenido de la felicidad, Diario de un hombre humillado y Napolen VII, desde un punto de vista psicoanaltico, nos hace ver que se valen de la verbalizacin de su conciencia, de la creacin artstica, de la escritura de un diario y de la sublimacin para superar su psima situacin existencial. A nuestro parecer, no cabe duda que el malestar del hombre actual le obliga a monologar a lo largo de la narracin, lo que originara la preponderancia de la produccin de la narracin personal respecto a la impersonal. La psicocrtica de Charles Mauron aplicada a las obras mendocinas, muestra que las experiencias infantiles vividas por Eduardo Mendoza pueden tener cierta influencia, de manera inconsciente, en las pginas de su triloga policaca. La iglesia, la mujer, la situacin

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socio-econmica de Espaa, etc. constituyen el mito personal del escritor barcelons. As pues, la locura de los personajes de las obras estudiadas pone de manifiesto el carcter inherente de la enfermedad mental a la naturaleza humana. Los rasgos fundamentales derivados de nuestro estudio oscilan entre la positividad y la negatividad de la locura, entre la bsqueda de un bienestar individual o del colectivo. Llammosla locura melanclica, locura creativa, chascun, neurosis, psicosis, y, en el caso de Eduardo Mendoza (Moix, 2006: 195), trampoln para solucionar los problemas de una sociedad enloquecida.

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BIBLIOGRAFA

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