Isidro Luna. Teatro Político. El Último Presidente
Isidro Luna. Teatro Político. El Último Presidente
Isidro Luna. Teatro Político. El Último Presidente
TEATRO POLTICO
ISIDRO LUNA
TEATRO POLTICO
ISIDRO LUNA
CUENCA ECUADOR
2011 2012
EL GRAN ANIMAL
Obra en tres actos y doce escenas. Personajes:
Sr. Ruiz. Hombre de mediana edad, entre 30 y 35 aos. Vestido de manera elegante, aunque con una cierta informalidad. Sus maneras y su forma de expresarse muestran que es una persona con una formacin especial, muy elaborada. Fernanda. Mujer de mediana edad, tambin entre 30 y 35 aos, aunque aparenta ms. Se ve que ha vivido, sufrido y que se ha decepcionado mucho de la vida y esto es evidente en su aspecto. Juana. Mujer joven, alrededor de 25 aos. Se siente en ella el mpetu de la juventud. Viste informalmente y no se preocupa por las formalidades. Pedro. Es un tpico burcrata, de ms o menos 30 aos. Bastante seguro de s mismo. Se viste informalmente aunque no se le ve descuidado. Sra. Antonia. Mujer de ms o menos 50 aos. Se viste de forma tradicional. Se le siente cansada y como si hiciera todo a regaadientes. Hombre de Negro. Es una figura alta, irreconocible, con el rostro cubierto, en donde apenas si se ven unos ojos con una expresin terrible. Viste de negro entero.
Escenario. La obra se desarrolla en una ambiente oscuro, casi neogtico, aunque sin exageraciones. Hay un ambiente sucio, con las nubes bajas y las luces que no alcanzan a iluminar de verdad. Este ambiente se aclarar hacia el final, cuando las escenas se tornan luminosas. Se le puede dar, adems, un cierto toque futurista, sin llegar a una esttica post-catastrfica. 2
ACTO I.
Juana. Es aqu. Creo que es aqu. Pedro. Hemos seguido las instrucciones paso a paso. Tiene que ser aqu. Sra. Antonia. Si no es aqu, continuaremos buscando. Siempre pasa lo mismo. Sr. Ruiz. (Sacndose los audfonos) De qu hablan? Fernanda. Parece que llegamos. Juana. Parece. Djame ver esa foto. All estn las puertas. Pedro. Se ve gente dentro. Sra. Antonia. Puede ser cualquier lugar: puertas, gente, ruido. Sr. Ruiz. (Con los audfonos puestos) Ah! El cuarteto del fin de los tiempos. Qu ritmo, qu pasin! Fernanda. Alguien quiere preguntar. Juana. Creo que reconozco a ese que pasa. Pedro. Para que preguntar, yo estoy seguro de que es aqu. Sra. Antonia. Al fin podr sentarme y descansar un rato. Estoy mareada de tanto bus, tanto tren, tanta caminata. Sr. Ruiz. Tome. Oiga. Sra. Antonia. (Ponindose los audfonos) Qu es este ruido? No tiene msica? Sr. Ruiz. Un poquito de Berio. Sra. Antonia. Y eso, qu es? Suena a remedio para los pies. Fernanda. Por favor, que alguien pregunte. No aguanto ms la duda. Juana. Vaya usted misma. Fernanda. Es que yo no me atrevo. Se ve peligroso. Pedro. Insisto en que hemos llegado. Carece de sentido preguntar. Sra. Antonia. Un por si acaso. Sr. Ruiz. Siempre cabe la posibilidad de equivocarse. Juana. Ir yo. Pedro. Espere. Ir yo. Sra. Antonia. Vayan, vayan. Sr. Ruiz. Soy el ms autorizado. Fernanda. Y eso? Sr. Ruiz. Tengo ms experiencia, formacin, presencia. 3
Juana. No se nota. Sr. Ruiz. Cmo se atreve? Pedro. Ir yo. (Comienza caminar hacia una de las puertas) Sra. Antonia. Le dirn que no es el lugar que buscamos, que hemos caminado en la direccin equivocada. A m, djenme descansar. Sr. Ruiz. (Con el reproductor) Qu or en este momento? Quizs algo serialista. Sra. Antonia. Pngase serio. Sr. Ruiz. Quiero decir, mejor no, no lo entendera. Sra. Antonia. Claro, yo nunca entiendo lo que dicen. Fernanda. Ya vuelve. Juana. Ser nuestro destino. Pedro. Pregunt y no saben qu responderme. Muchos extraos llegan a estar puertas. Ellos trabajan y su tiempo es precioso. Sra. Antonia. Les deseo buen viaje. Llamen cuando entren. Sr. Ruiz. Si yo les interrogo, me dirn lo que queremos saber. Fernanda. A ver, haga la prueba. Sr. Ruiz. Ahora voy. Juana. Creo que no es aqu. Otra vez equivocada. Qu va a ser de m? Pedro. Para eso estoy yo. Juana. Para estar equivocado? Sra. Antonia. Pueden parar de discutir? Todo el camino, bla, bla, bla Fernanda. Tengo la sensacin de que hemos encontrado el lugar esperado. Hay seales por todas partes. Juana. Cules, dnde? Fernanda. El cansancio que sentimos, el brillo de ilusin en nuestros ojos, la exactitud del paisaje que nos describieron y esta sensacin que tengo muy dentro que me dice que es el final del camino. Pedro. Prefiero guiarme por los hechos, por los mapas, por las indicaciones precisas que reunimos. Sra. Antonia. Me quedo. Si se van, cuntenme cmo les recibieron. Fernanda. Yo tambin me quedo. Juana. Y yo. Pedro. No puedo dejarles solas. Sr. Ruiz. (Que ha regresado) Por todo lo que me han dicho, estas son las coordenadas exactas. Fernanda. Y qu le han dicho? Sr. Ruiz. Es difcil de explicar. Juana. Intntelo. Sr. Ruiz. Estamos atrasados. Pedro. Cierto, tenamos que haber llegado hace semanas. Sra. Antonia. Meses. Sr. Ruiz. Aos. Fernanda. Cmo pesa esta maleta? Juana. Siempre viajo ligera de equipaje. 4
Pedro. Con lo mnimo. Sra. Antonia. Dej en el vagn de carga varios paquetes. Sr. Ruiz. Me basto con mi msica y mis libros. Fernanda. (Tratando de abrir la maleta) Qu habr metido aqu? Esta porquera que ni siquiera se abre. Juana. Te ayudo. Fernanda. Deja. La abrir ms tarde. Pedro. Quin viene conmigo? Sra. Antonia. A dnde? Pedro. Dentro. Sr. Ruiz. Aqu se est bien. Fernanda. Me da miedo. Juana. Podemos esperar un poco para recuperar las fuerzas. Pedro. Si vinimos, no ser para quedarnos fuera. Sra. Antonia. A mi gusta la calle. Sr. Ruiz. La carretera era de primera. Fernanda. Qu nos pasar all dentro? Juana. Le mandamos como nuestro delegado y usted despus nos cuenta. Pedro. Por qu no? (Comienza a alejarse del grupo, llega a una de las puertas y desaparece dentro.) Sra. Antonia. Lo hizo. Sr. Ruiz. Era un chico decidido. Fernanda. Era? Pronto volver. Juana. Y si desaparece dentro? Sra. Antonia. El solo se preocupaba por l mismo. Nos quedaremos aqu abandonados. Sr. Ruiz. Nosotros tambin podramos entrar. Fernanda. Se est despejando la tarde. Juana. Sopla un viento clido. Sra. Antonia. Ser que lleg el verano? Sr. Ruiz. Qu msica se oye en verano? Me vendra bien la Cantata del caf. Fernanda. (Irnica) Nos vendra bien una tacita. Juana. (Decidida) Me voy adentro. Alguien me acompaa? Sra. Antonia. Mejor le espero. Usted es joven. Sr. Ruiz. Tambin yo. Fernanda. Tambin qu? Sr. Ruiz. Tambin espero. Juana. Me dejarn ir sola? Sra. Antonia. Pedro ya se fue. Juana. Ser difcil encontrarlo. Sr. Ruiz. Vaya, vaya. Despus nos contar. Juana. Prefiero que Pedro vuelva y nos cuente. Sra. Antonia. Bien dicho. 5
Sr. Ruiz. Si ese es su deseo. Fernanda. Est en su derecho. (Se quedan quietos, mirando hacia las puertas, esperando que Pedro regrese.)
Escena 2. Sr. Ruiz. (Mirando hacia las puertas) Cunto tiempo ha pasado? Juana. Acaba de irse. Fernanda. A m me parece que ya son horas. Sra. Antonia. S que no volver. Sr. Ruiz. En un momento ms asomar. La espera hace que el tiempo se alargue. Apenas si son unos minutos. Juana. Creo que es l. Fernanda. El mismo en persona. Sr. Ruiz. Saba que iba a volver. Pedro. Hola! Sr. Ruiz. Cuntanos! Qu hay all dentro? Juana. Qu encontraste? Fernanda. Es el lugar que esperbamos? Sra. Antonia. Hay sitios hermosos para descansar largamente? Pedro. Nada especial. Sr. Ruiz. Habla, habla. Juana. Brilla el sol, el clima es suave, la gente amable. Fernanda. Hallar all lo que busco, lo que necesito. Sra. Antonia. Caminar hasta llegar a la colina ms alta y mirar desde all el paisaje verde, los ros caudalosos, el aullar de los pjaros. Pedro. Aullar? Ahora recuerdo. A los lejos se oan unos aullidos indescriptibles. Quizs algn animal moribundo. No s. Sr. Ruiz. Tienes que estar equivocado. La mente nos engaa con facilidad, especialmente cuando se tiene miedo. Juana. Por qu habra de tener miedo? Fernanda. Presiento que es mi hora, mi lugar, mi momento. Presiento que es mi oportunidad. Sra. Antonia. La de todos. Fernanda. Sobre todo para m. Sr. Ruiz. (A Pedro) Habla, habla! Juana. Qu viste? Fernanda. Con quin hablaste? Sra. Antonia. Te aseguraron que es el lugar que hemos estado buscando tanto tiempo?
Pedro. No s. Me cruce con muchas personas. No hable con ellas. Pasaban muy rpido. Iban de prisa. Camin unas cuadras. Se ve como una gran ciudad, que se extiende ms all de la mirada. Sr. Ruiz. Eso es, la gran ciudad. Pedro. Se ve como una gran ciudad. Pero no lo es. Es distinta. En todo, no se parece a ninguna de las que conozco. Ahora no estoy seguro de que sea el lugar. Juana. Tiene que serlo. Fernanda. Mi cuerpo entero me lo dice. Sra. Antonia. Me da igual, con tal de que nos quedemos. Pedro. Le cubre una bruma oscura, un gris sucio en las calles. Hace fro y cae un pramo constante. Sr. Ruiz. Habremos llegado en invierno. Juana. El verano ser fabuloso. Fernanda. El clima est alterado de un extremo a otro. Sra. Antonia. Me envolver en mi abrigo grueso. Un lugar gris tena que tocarme a m. Pedro. Al cruzarme conmigo, ni siquiera me miraban. Era como uno ms de ellos. Excepto por un seor que me mir por unos segundos, porque yo estaba desorientado en una esquina sin saber en qu direccin tomar. Sr. Ruiz. Le hubieras preguntado. Pedro. Qu podra haberle dicho? Juana. Que hemos viajado tanto. Fernanda. Que es tal como nos describieron. Sra. Antonia. Que nos estaban esperando. Pedro. Pas muy rpido. Juana. Y ahora, qu hacemos? Fernanda. Entramos. Sra. Antonia. Esperemos hasta maana. Pedro. Para qu? Sra. Antonia. A lo mejor vienen a buscarnos. Pedro. Se vean completamente indiferentes. Sr. Ruiz. Qu perdemos esperando hasta maana? As nos damos tiempo y ponemos en orden nuestras cosas, nuestras ideas. Juana. Mi vida pasada ha quedado atrs para siempre. Fernanda. Ciertas cosas se quedaron irresueltas. No importa, no tenan solucin. Sra. Antonia. Camino con mi existencia a cuestas. Es hora de que me detenga. Yo me quedo aqu a esperar. Pedro. Quin me acompaa? Sr. Ruiz. Volvers a entrar? Pedro. Lo hice una vez y lo har de nuevo. Juana. No sera bueno que vayas solo. Fernanda. Que vayan otros, para tener ms opiniones. Sra. Antonia. S, otros; yo, no. Pedro. Quin viene conmigo? 7
Sr. Ruiz. No queremos que regreses; que vayan otros. Juana. (A Fernanda) Tal vez t, Fernanda. Fernanda. Y yo, por qu? Sra. Antonia. Y por qu no? Finalmente todos entraremos tarde o temprano. Pedro. Quin ir? Sr. Ruiz. Por ahora, prefiero estar aqu afuera. Juana. Yo tambin. Fernanda. Yo si entro. Pedro. Como nadie ms quiere, me ir con ella. Sra. Antonia. Estamos de acuerdo. Sr. Ruiz. Plenamente. Juana. Si no pueden volver, al menos llamen. Fernanda. Por qu no vamos a regresar si solo es una ciudad grande? Pedro. No, solo es como una ciudad grande. Fernanda. Da lo mismo. Pedro. Creo que no da lo mismo. Fernanda. Entramos? (Pedro y Fernanda se dirigen a una de las puertas y entrar, mientras los dems miran con una cierta ansiedad. Comienzan a hablar cada uno para s mismo, aunque de rato en rato miran a los dems.) Sr. Ruiz. (Ponindose los audfonos y buscando algo en el reproductor.) Un aire de nostalgia? Piazzolla? Un poco ms clsico. Un cuarteto de cuerdas. Muy denso para el momento. Bach que viene bien en cualquier circunstancia. Qu ubicuo! Sra. Antonia. Cada loco con su tema. Juana. No le haga caso. Est en su mundo. El mo se deshizo, estall como una pompa de jabn. Si me hubiera dado cuenta, si hubiera sabido lo que me iba a pasar no s, tal vez vuelvo a cometer la misma locura, con lo necia que soy. Me alegro de haber venido. Era una vida insoportable. Nos dijeron que aqu hallaramos las respuestas. Para m es suficiente haberlo dejado todo bien lejos, tanto que ni los fantasmas se atreven a recorrer una distancia tan grande. Sr. Ruiz. (Embebido es su msica, sigue el ritmo con su cuerpo) Me conmueve de pies a cabeza! Con esta msica, me dan ganas de ponerme a recordar. No s de qu acordarme. Siento cmo vibra dentro de m, mientras hurgo en mi cabeza. Ningn rostro, ninguna voz. Solo el incesante deseo de acordarme de algo, de alguien, de unas manos, de unas voces, del leve grito de las mariposas quemndose en los faros. Sra. Antonia. Viv lo que tena que vivir. Tuve mis muertes. Me un a ellos porque eran extraos, porque apenas si saban mi nombre y desconocan cualquier detalle de mi historia. Yo vine desde tan lejos nicamente para dejar de escapar y detenerme en la primera puerta que se abriera. Aceptar la primera oferta que me hagan, le creer a la primera voz que me hable. Ya no estoy para dudas. Basta de incertidumbres. 8
Juana. All tambin llova sin parar, all siempre fue invierno. All tambin el mundo era gris sucio. All era una tierra de puales y sangre. Si no, por qu habramos venido? All nos conocamos unos a otros, cada uno saba el nombre de los dems. Los secretos corran por las alcantarillas. El vecino te vea y saba lo que estabas pensando. Y el carnicero que se senta t ntimo. Cunteme doa Juana cmo van sus deseos? Sangrientos como su carne. Sra. Antonia. Se estn demorando demasiado. Sr. Ruiz. Vendrn en cualquier momento. Juana. Paciencia. Sra. Antonia. S, paciencia.
Escena 3. Fernanda y Pedro que entraron por la segunda puerta, regresan vestidos con unos trajes formales, rgidos, templados y de un color gris. Se ve con claridad que son funcionarios de algn ministerio indefinido. Se coloca una mesa y dos sillas. Frente a ellos Juana, Sra. Antonia y Sr. Ruiz, de pie. Durante toda la escena, Fernanda se dirigir exclusivamente a Pedro y este a los dems. Fernanda. Tiene listos los cuestionarios? Pedro. S. Aqu estn. Fernanda. Reuni la informacin necesaria? Pedro. La estoy preparando desde hace varios meses. Fernanda. Sabra que iban a venir? Pedro. Fuimos informados oportunamente. Fernanda. Fue una fuente calificada o un chisme cualquiera? (Pedro le dice algo en voz muy baja.) Ah! Bueno. Pedro. Puedo comenzar? Fernanda. Cuando usted quiera. Pedro. (A los de pie) En fila, por favor. Fernanda. Primero sus nombres. Pedro. Lo s, lo s. A ver, sus nombres. Sra. Antonia. Antonia. Sr. Ruiz. Me dicen Sr. Ruiz. Hasta yo he olvidado cmo me llamo. Comenz como una broma Pedro. Solo su nombre. Juana. Juana. Pedro. Reconocen la autoridad de este comit? Fernanda. Eso est fuera de toda duda. Pedro. Una vez que reconocen la autoridad de este comit, espero que respondan a las preguntas que hemos preparado. Sra. Antonia. Yo present mi solicitud hace tres meses. 9
Sr. Ruiz. Yo la enve por correo electrnico. Juana. Yo la tengo aqu, guardada. Pedro. Todava no se les pregunt. Limtense a hablar nicamente para responder. Comencemos: cumplen ustedes las rdenes? Sra. Antonia. Cules? Sr. Ruiz. Ordenes? Juana. No s de qu me habla. Fernanda. Ponte enrgico, sino ser incontrolable. Pedro. Les ruego responder a mis preguntas. Fernanda. Exgeles! Amenzales! Pedro. De lo contrario, me ver obligado a aplicar sanciones drsticas. Les repito: cumplen ustedes con las rdenes que se les dan? Fernanda. En mi caso Pedro. (Cortndole) En el mismo orden que al inicio. Sra. Antonia. La mayora de veces. Sr. Ruiz. Claro, siempre cumplo las rdenes. Fernanda. No entiendo. Pedro. (A Fernanda) Ultima advertencia. Fernanda. S, s, todas las rdenes. Pedro. Avancemos. Cundo cumplen las rdenes, lo hacen de buenas maneras o forzados? Sra. Antonia. Forzados. Sr. Ruiz. De buenas maneras. Juana. (Se demora) De corazn, con entrega. Pedro. Seora usted ha respondido que lo hace forzada. Quiere decirnos que no est convencida de las rdenes que le damos? Sra. Antonia. No me gusta que me manden. Pedro. Eso significa que cuestiona la lnea de mando y que pone en duda a la autoridad. Sra. Antonia. No es mi intencin. Simplemente, no me gusta que manden. Pedro. Sin embargo, obedece? Sra. Antonia. Obedezco. Pedro. Y usted? Sr. Ruiz. Ya le dije, de buenas maneras. Pedro. Lo dice por decir o realmente es sincero? Sr. Ruiz. Sinceramente lo digo por decir. Pedro. Se burla de m. Fernanda. Merece una sancin, un castigo ejemplar. Pedro. Se coloca usted en peligro de ser expedientado. Sr. Ruiz. Obedezco. Pedro. (A Juana) Por favor, repita su respuesta. Juana. Dije que en realidad no tuve tiempo de responder. Pedro. Me pareci haber odo Fernanda: De corazn, con entrega. 10
Pedro. De corazn, con entrega. Juana. Estaba pensando en un amigo mo que no quiso venir conmigo y al que tuve que dejar. Pedro. Sus historia personales no son de nuestra incumbencia. Fernanda. S son de nuestra incumbencia, ms tarde, ms tarde. Pedro. Obedece las rdenes que se le dan? Juana. Depende. Pedro. De qu depende? Juana. De quin de la orden, del genio con el que me levante, de las ganas que tenga ese da, de si llueve o hace sol, de si he dormido bien o mal Pedro. As que si le faltan ganas, entonces no cumple las rdenes. Juana. Usted lo ha dicho. Pedro. Grave, muy grave! (A Fernanda) Procedemos a levantarles un juicio sumario administrativo? Fernanda. Ms tarde. Primero reunamos las pruebas. Sra. Antonia. Por qu nos van a enjuiciar? Sr. Ruiz. Vinimos porque creemos que este es el lugar que buscamos. Juana. Abandonamos muchas cosas para llegar hasta aqu, atravesamos muchos territorios, vagamos perdidos. Pedro. En eso no se equivocan. Les esperbamos desde hace bastante tiempo. Hace poco recibimos la confirmacin de su llegada. Esta es su tierra prometida. Sr. Ruiz. Y los juicios? Pedro. No hay que darle tanta importancia. Todos tenemos juicios sumarios administrativos. Yo mismo tengo ocho en curso y quince que he resuelto. Me queda uno que se est complicando. Fernanda. Sigamos con el cuestionario. Pedro. Discuten las rdenes que reciben? Sra. Antonia. Nunca. Sr. Ruiz. A veces pregunto, para estar ms claro. Juana. En mi interior, a cada rato. Pedro. (A Juana) Hace pblico su desacuerdo? Juana. Cuando estoy harta y no puedo ms, cuando me dan ganas de marcharme y no volver, cuando parece que el mundo entero est en contra ma, cuando Pedro. Hemos entendido perfectamente. Fernanda. Un caso preocupante. Pedro. Ejecutan las rdenes fielmente? Sra. Antonia. Fiel? Nunca he sido muy fiel que digamos. Sr. Ruiz. Afino las cuerdas, reviso la partitura y entonces la ejecucin es perfecta. Le gusta Mahler, tal vez Brahms? Juana. Divido las rdenes en partes y veo cul conviene y cul no. Y cuando me preguntan, simplemente digo que fueron cumplidas a cabalidad. Fernanda. Esto se pone cada vez peor.
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Pedro. Por el da de hoy es suficiente. Ahora mismo estoy enviando sus respuestas al comit de admisin. Espero que en unos das tengamos las respuestas. Mientras tanto, pueden entrar en el momento en que quieran aunque sus derechos todava son limitados. Debo insistir que la aceptacin es provisional y que habr muchos ms procedimientos que permitan asegurarnos de que son merecedores a pertenecer nuestra sociedad. (Fernanda y Pedro se van por una de las puertas.)
Escena 4. (Fernanda y Pedro regresan con su vestimenta normal y se reintegran al grupo.) Sr. Ruiz. (Les increpa) Cmo se les ocurre tratarnos as! Juana. Eran ustedes, tena mis dudas. Sra. Antonia. Me mor de miedo! Con esos trajes horribles y ese tono de voz tan agresivo. Sr. Ruiz. Y t, Fernanda, detrs l incitndole a que nos castigue, como si furamos criminales. Pedro. No ramos nosotros. Fernanda. ramos nosotros y no ramos nosotros. All dentro nos dieron rdenes, sin explicarnos, sin preguntarnos. Solo nos dijeron que tenamos que hacerlo. Sr. Ruiz. Y claro, lo hicieron sin siquiera pensarlo dos veces. Juana. A nosotros Sra. Antonia. que vinimos juntos, que recorridos medio mundo hasta llegar ac. Pedro. No tuvimos alternativa. Fernanda. Se vean peligrosos. Nos dijeron que Sr. Ruiz. No me importa lo que dijeron, debieron negarse. Fernanda. Estuvimos en peligro. Juana. En peligro de qu? Fernanda. Tenamos que pasar un cierto nmero de pruebas. Sra. Antonia. Para qu? Pedro. Solo sabemos que tenamos que pasarlas. Sr. Ruiz. Alguna explicacin les daran. Pedro. Ninguna. Fernanda. Ninguna. Juana. Y t, la peor. Quin hubiera credo que tienes un lado salvaje! Sra. Antonia. Espero que siquiera hayan preguntado si este es nuestro destino. Pedro. De eso estamos seguros. Fernanda. Segursimos. Sr. Ruiz. No entiendo, acaban de contarnos que no les dieron explicaciones. Pedro. Ninguna. Fernanda. Ninguna. 12
Juana. Y entonces? Sra. Antonia. Y entonces? Pedro. Nos reconocieron, nos llamaron por nuestros nombres. Fernanda. Y se refirieron a ustedes como: sus antiguos compaeros de viaje. Sr. Ruiz. El colmo. Juana. Insoportable. Sra. Antonia. Indigno. Pedro. Qu habran hecho ustedes en nuestro lugar? Fernanda. Hubieran sido peores. Sr. Ruiz. No estoy dispuesto a soportar estas agresiones. Juana. Peor yo. Sra. Antonia. Terminar por aceptar lo que venga. Sr. Ruiz. Me voy. Juana. Y yo con usted. Sra. Antonia. Yo me quedo. Hace tanto tiempo no hago otra cosa que estar detenida. Pedro. Por favor! Fernanda. Comprendan. Sr. Ruiz. Si prometen no hacerlo otra vez. Juana. Que juren! Sra. Antonia. Que lo hagan por lo que ms quieren! Pedro. Basta mi palabra. Fernanda. Yo doy la ma. Sr. Ruiz. A pesar de todo, me voy. Juana. A dnde irs? Sra. Antonia. De regreso al lugar del cual venimos. Pedro. Ser imposible que encuentren como regresar. Fernanda. Los caminos se habrn perdido, las huellas estarn borradas. Sr. Ruiz. Yo tambin entrar. Tengo ms carcter y podr resistir. Juana. No estara tan seguro. Sra. Antonia. Y si le convencen? Sr. Ruiz. Imposible. Pedro. Haga la prueba. Fernanda. Vaya. Sr. Ruiz. Ahora me empujan. Denme tiempo para reflexionar. Juana. Como estaba tan seguro de hacerlo. Sra. Antonia. Terminar por entrar yo. Pedro. Qu dice? Fernanda. Si usted es la que ms se ha resistido. Sra. Antonia. S tomar mis decisiones. Sr. Ruiz. En ese caso somos dos para entrar. Sra. Antonia. Lo har por otra puerta.
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Juana. Por la ltima. Quizs al entrar se encuentra que all es verano, que la gente sonre y que le dicen que se quede. Sra. Antonia. Vendrn a buscarme si no regreso pronto? Sr. Ruiz. Entrar por la segunda. Pedro. Se corre mucho riesgo. Fernanda. Mejor por la primera; por lo menos sabr con qu va a encontrarse. Sr. Ruiz. Quizs tengan razn. Por la primera. Juana. Estaremos atentos a su regreso. Pedro. Manden un mensaje cuando recorran las calles. Fernanda. Me di cuenta que desde adentro una no se puede comunicar con los que estn afuera. (Cuando se disponen a entrar por las puertas, un hombre con una figura alta, vestido de negro, con una capucha sobre la cabeza, emerge de la puerta tres. No se le puede ver el rostro con claridad. Se limita a caminar despacio por el escenario, sin acercarse al ellos y sin alejarse de las puertas. Lleva en su mano derecha una especie de enorme cuaderno forrado de cuero, con unas inscripciones irreconocibles. Se desliza sin hacer ruido. Los dems se quedan paralizados. El hombre entra tan sorpresivamente como sali.) Sr. Ruiz. Qu fue eso? Juana. Quin es? Sr. Ruiz. Qu quiere? Sra. Antonia. Ni siquiera nos mir. Pedro. Saba muy bien que estbamos aqu. Fernanda. Sali por nosotros. Sr. Ruiz. Se hubiera dirigido hasta ac. Juana. Era difcil de verle el rostro. Sra. Antonia. Se ocultaba a propsito. Pedro. Y ahora qu hacemos? Fernanda. Mejor nos quedamos todos ac afuera. Sr. Ruiz. S, parece peligroso entrar. Juana. Ni se les ocurra. Sra. Antonia. Y yo que, por primera vez en mi vida, estaba tan decidida. Pedro. Tendr su oportunidad. Fernanda. Ms adelante. Sr. Ruiz. Qu ha dicho? Juana. Ha dicho: ms adelante. Sr. Ruiz. Se ha repetido como la persona que estaba en el interrogatorio. Fernanda. Pura coincidencia. Sra. Antonia. No me lo creo. Pedro. Nos estamos poniendo paranoicos. Si empezamos a sospechar de nosotros, ser nuestro fin. Sr. Ruiz. Habr exagerado un poco. 14
Juana. Me disculpo. Sra. Antonia. No s qu pensar Pedro. No se ponga difcil. Fernanda. S, hagamos que pase el mal rato. Sr. Ruiz. Vuelvo a mi msica. Juana. Y yo jams regresar a ninguna msica. Sra. Antonia. Cort a tiempo lo que tuve que cortar. Me desped y me vine sin volver la vista atrs. Simplemente ech a caminar. Juana. Quin no, quin no? Es la historia de cada uno de nosotros.
(Sr. Ruiz y Sra. Antonia entran por la tercera puerta y luego de un momento salen completamente transformados, especialmente ella que ha cambiado su apariencia, se la ve impecablemente vestida, tiene una medalla y que pertenece a alguna rama militar.
Sra. Antonia. Ajstese la corbata. Sr. Ruiz. Lo siento, seora. Sra. Antonia. Capitn, para usted. Sr. Ruiz. Sra. Capitana. Sra. Antonia. Prefiero Capitn. Sr. Ruiz. Pero Sra. Antonia. Sin peros. Haga que se acerquen. Sr. Ruiz. Inmediatamente. (A los dems) A ver, ustedes vengan ac! Sra. Antonia. Rpido, rpido. (Los tres se ponen frente a ellos) Sr. Ruiz. Listo. Sra. Antonia. Empiece. Sr. Ruiz. No s qu decir. Sra. Antonia. Qu torpe! (A Pedro) Por qu trae esa ropa? Pedro. Es la nica que tena. Sra. Antonia. Se le dio un uniforme. Pedro. Odio los uniformes. Sra. Antonia. Tena que ponrselo. (A Fernanda) Qu hace con ese pauelo en la cabeza y esa blusa azul? Fernanda. As me visto yo. 15
Sra. Antonia. (A Juana) Y ahora me dir que se le pega la gana vestir de esa manera? Juana. Se me pega la gana. Sr. Ruiz. Sus respuestas han sido debidamente registradas. Sra. Antonia. Nadie se lo pidi. Sr. Ruiz. Es mi deber. Sra. Antonia. Me dar lecciones de lo que debo hacer? Pngales los uniformes. Sr. Ruiz. (Saca de una caja tres sacos y se los da. Ellos se los ponen lentamente) Les queda bien. Sra. Antonia. Todava se les ve diferentes. Sr. Ruiz. Son diferentes. Sra. Antonia. Aqu no se toleran las diferencias. Aqu somos iguales. Aqu somos democrticos. Si toleramos estos atropellos, qu vendr despus? Seguro empezarn a decirnos que hablan diferente, que piensan diferente, que caminan diferente, que son diferentes. Sr. Ruiz. Son diferentes. Sra. Antonia. Ah! Usted tambin es diferente. Sr. Ruiz. No, seora. Yo pertenezco a los iguales. Jams se me ocurrira dejar de ser como los dems. Sra. Antonia. Sera una injusticia extrema. Y aqu somos justos. Qu haremos con estos? Sr. Ruiz. Pedro. Yo dira Fernanda. Me parece Juana. Por mi parte Sra. Antonia. Silencio. Nadie les pidi su opinin. Quteles los sacos! Sr. Ruiz. (Obedeciendo la orden) Listo. Sra. Antonia. An se les ve distintos. Sr. Ruiz. Vienen de lugares remotos. Sra. Antonia. Mayor razn para que se sometan a nuestras leyes. No queremos que nos contaminen costumbres brbaras. Desvstalos. Sr. Ruiz. (Batallando con ellos que se resisten) Fuera la ropa! Rpido, rpido. Aqu carecemos de paciencia. (Ellos se desvisten lenta, amargamente, tratando de taparse con las manos, llenos de vergenza.) Sr. Ruiz. Ahora s estn como queremos. Sra. Antonia. No me parece. Sigo vindoles distintos. Este es macho, estas son hembras. Y cada una con un cuerpo diferente. Qu hacer? Qu hacer? Sr. Ruiz. Les ponemos el uniforme? Sra. Antonia. Su efecto es nulo. Djeme revisar! (Saca un pequeo manual. Leyendo) En casos extremos bla, bla, bla Sr. Ruiz. Y entonces? Sra. Antonia. Solucin ingeniosa, aunque se necesitar de un cierto esfuerzo. Sr. Ruiz. Qu haremos? 16
Sra. Antonia. Hay que quitarles la piel. Solo as sern todos iguales, los mismos cuerpos, la misma carne. Hay que sacarles los ojos para que no vean diferente. Hay que cortarles el cerebro para que no piensen distinto, hay que cortarles las piernas para que no se vayan en direcciones opuestas. Sr. Ruiz. No vine preparado para tal cosa. Sra. Antonia. Hoy no ser, en otra ocasin. Sr. Ruiz. Vamos. (El Sr. Ruiz y la Sra. Antonia entran por la tercera puerta. Los tres se visten lentamente. Juana a punto de llorar. Pedro sorprendido. Fernanda casi sin fuerzas. Evitan mirarse. Dejan pasar los minutos. Un aire de inmovilidad invade la escena. Una msica minimalista le otorga un aire de tristeza. Las voces de ellos suenan lejanas, irreales, dichas para ellos mismos. El hombre de negro se pasea al fondo del escenario, lejano y amenezante.)
Pedro. Cmo pude haberme equivocado tanto, yo, que jams me equivoco? Yo, que soy la seguridad de los dems. Yo que los conduje, que los gue. Qu ahora con mis dudas si estaba lleno de certezas? Qu hago con mis palabras si ya no quieren decir nada? Qu hago con mis odos si no entiendo lo que dicen? El mundo se ha vuelto incomprensible. El mundo se ha vuelto invivible. Si el pasado era insoportable, el futuro incierto me destroza a cada paso. Tendr que admitir que no era lo que esperaba? Tendr que renunciar de una vez y por todas? Tendr que alejarme y dejarles con lo inesperado? Y si las puertas estn cerradas, las vas de escape clausuradas, las llaves inservibles? Yo que antes de venir, saba todo. Yo que antes de llegar, dije que conoca este lugar. Y este lugar es otro lugar. No es el que estaba en mi mente. No es lo que imagin. No es lo que quiero. Es como despertarse y encontrarse en el estmago de un gran animal. No tendremos la suerte de que nos vomit. Seremos carcomidos, devorados, triturados por una mquina salvaje. (Se dice a s mismo) Sin embargo no, no, no te dejes llevar de nuevo. No empieces otra vez a decir: tal vez, tal vez a lo mejor sucede lo imprevisto, sale el sol, suena la msica y las cosas vuelven a ser lo que eran. Y quin me dice que fueron tal como yo creo que fueron? Iluso, ciego. Torpe, mil veces torpe, has llegado a un lugar del cual no podrs escapar. Fernanda. A qu habr venido? Por qu no pude quedarme en donde estaba? All yo era un tortuga de tierra, muda, inofensiva. Caminaba lentamente entre los cuerpos ausentes de los que me rodeaban. Si alguien se chocaba conmigo, se retiraba amablemente y segua su camino, antes de que yo pudiera articular una palabra. Quin me mand a salir, a emprender el camino, a preocuparme por lo que no debera haberme preocupado? Quiero volverme ahora mismo, en este preciso instante. Quiero regresar y encuentro que los caminos fueron cerrados, las huellas borradas, las direcciones confundidas. Qu ser de m? Me caigo a pedazos, me rompo en mil fragmentos, me deshago, me disuelvo. Cmo soportar lo que viene? Larga incertidumbre, puales innumerables de sombras que cortan mi carne magra. Tuve un presentimiento y no le hice caso. Tuve una sospecha y la dej pasar. 17
Me hablaron y tap mis odos a sus splicas. Y, s, s, me vine con desconocidos. Qu va a ser de m? En dnde encontrar descanso? Ay! Esta enorme fatiga que pesa sobre mi cuerpo y me aplasta contra el pavimento. Que alguien me tome de la mano y me conduzca! Quin se conmueve, quin se apiada!... Y mis palabras se estrellan contra un muro de silencio. Juana. Los seres humanos estn fabricados de nostalgias. Yo no. Yo no miro atrs, no regreso a mirar. Tampoco me dedico a darles vueltas al pasado. Aqu est el presente, esto es lo que toca vivir. Hay que tomarlo o dejarlo. A qu tanta queja? A qu tanta protesta? Yo no esper esto. Tampoco esper algo diferente. Me fugu de la esperanza. Para m era una prisin de alta seguridad. Y si volviera, qu encontrara? Miradas interrogantes dicindome: para qu has vuelto? Ya me olvidaron. Qu sentido tiene que me acuerde de ellos? Mejor ser que nos dediquemos a pensar en qu est pasando aqu, que averigemos qu nos pasa cuando entramos all, por qu salimos convertidos, trastornados, irreconocibles. No, yo no me echo atrs. Aqu estoy, aqu lo enfrento, aqu lo vivo, sea lo que sea. Si la vida se va en este gesto, quizs valga la pena. Tengo que ser fuerte para entrar y para salir yo misma. En dnde puse mi juego de espejos? En dnde est mi diario, mi cmara para registrarlo todo? Me asegurar que mi celular funcione y que no pierda la seal.
(El hombre de negro que camina al fondo se detiene y los mira. Se esconde detrs de una puerta y luego vuelve a salir.)
Escena 2.
Sra. Antonia. All dentro me dijeron Pedro. Tambin a m. Fernanda. Y a m Sr. Ruiz. De qu hablan? Juana. Haba que registrarse. Sr. Ruiz. Lo hice apenas llegu. Sra. Antonia. Llen esa lista interminable de formularios en lnea? Sr. Ruiz. Ni siquiera los vi. Pedro. Me qued a medio camino. Fernanda. Hay cosas que no quiero responder. Sr. Ruiz. Qu le preguntan? Juana. Los nmeros Sr. Ruiz. Los nmeros?
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Juana. El conjunto de nmeros que permiten que sepamos quin es usted y qu ha hecho en su vida. Su nmero de cdula, de pasaporte, de cada una de las tarjetas de crditos, las claves de su cuenta corriente, de su correo electrnico. El nmero de hijos, de parejas, cuntos autos tuvo, de qu marca. Sra. Antonia. Hasta el nmero en que compra la lotera, el de su nacimiento, los que le dan miedo y lo que cree que le dan suerte. Sr. Ruiz. Acaso no basta con el nombre? Pedro. Su nombre no importa. No hay un casillero que diga nombre. Simplemente: introduzca su nmero de pasaporte o si ya tiene, el nmero de su clasificacin. Fernanda. Estamos clasificados. Juana. Ordenadas debidamente. Sra. Antonia. Por talla, peso, ingreso, gusto, nivel de gasto, cantidad de opiniones vertidas, veces que ha aparecido en pblico, exposicin en la televisin, respuestas dadas en el Facebook, grado de integracin a las redes sociales. Fernanda. Hay preguntas que no quiero responder. Sr. Ruiz. Cmo cules? Fernanda. No las quiero decir. Juana. Frecuencia de relaciones sexuales, cuntas posiciones prctica. Fernanda. Eso sera lo de menos. Sra. Antonia. Y entonces? Pedro. Quieren que digamos lo que sentimos, por quin sentimos lo que sentimos, de qu manera sentimos lo que sentimos y si carecemos de sentimientos, por qu dejamos de tenerlos. Se trata de saber a quin queremos, a quin odiamos, a quin deseamos. Fernanda. Y eso es la vida privada. Sr. Ruiz. La ma es estrictamente privada. Juana. No se lo permitirn. Sra. Antonia. Aqu la vida privada se ha vuelto completamente pblica. Pedro. Todos pueden saber de todos. Fernanda. No les preocupa. Juana. No les importa. Sra. Antonia. Nadie le da la ms mnima importancia. Pedro. Yo s todo de ti. Fernanda. Y yo hasta tu ltimo pensamiento. Sr. Ruiz. Es difcil de creer. Juana. Pronto te tocar. Sr. Ruiz. Hay que resistirse. Sra. Antonia. Es intil. Pedro. Se limitan a decirte que ellos carecen de culpa. Es el sistema; si usted no procesa los datos solicitados, no podemos atenderle. Srvase esperar a un lado, es el sistema Fernanda. Yo misma entr a un restaurante y ped un caf, un simple caf; y como tena que pagar primero, la seorita me pregunt: nmero? Y yo me qued muda, petrificada. No supe que
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decirle. Y ella insistente: por favor, su nmero que tengo muchas cosas que hacer. Ah! No tiene o se olvid. Por esta vez le doy uno provisional que le servir por un par de horas. Sr. Ruiz. Me quedo ac afuera. Juana. Yo tambin. Sra. Antonia. Y yo, ni se diga. Pedro. Me pregunto, qu haremos si nos quedamos fuera? Fernanda. Ya veremos. Juana. S, ya veremos. Sr. Ruiz. Yo me quedo ac afuera. Sra. Antonia. Y yo. Pedro. Y yo. Fernanda. Y yo. Sr. Ruiz. Armar una carpa suficientemente grande. Tengo mi msica conmigo, mis libros en mi lector electrnico. Suficiente comida enlatada para un buen tiempo. Podr sobrevivir sin mayores preocupaciones. Juana. Me har un lugar en un rincn. Aqu hay suficientes materiales botados. Cuatro paredes y basta. Para mi sola, porque para eso vine: para estar sola, definitivamente sola. Sra. Antonia. Har una gran olla de comida para todos. Qu ilusin volver a cocinar, con lo que me encanta! Pedro. Nos dejarn quedarnos? Ser este sitio propiedad de no sabemos quin? Fernanda. Hasta ahora nadie lo ha reclamado. Sr. Ruiz. Me tiene sin cuidado. Tendrn que desalojarme a la fuerza. Yo me quedo. Juana. Y yo. Sra. Antonia. Y yo. Pedro. Tengo mis dudas. Fernanda. Tienes tus dudas. Sr. Ruiz. Qudate con ellas. Juana. Aceptar visitas de vez en cuando. Quizs los domingos por las tardes cuando baja el tedio por las persianas. Sra. Antonia. Haremos una mesa grande. Cada uno en su lugar. Pedro. Yo tambin quiero quedarme. Pero s que no podr hacerlo. Tarde o temprano me ver forzado a entrar otra vez. Y no s qu suceder, qu ser de m, en qu me convertir. Fernanda. Deja esas preocupaciones. Sr. Ruiz. Entrgate al momento. Juana. Vive el presente. Sra. Antonia. Que viva el presente! Pedro. Y maana? Fernanda. Gritaremos de nuevo: qu viva el presente! Sr. Ruiz. El presente es eterno. Es el nico que existe. Juana. Tendremos que poner algunas reglas. (Los dems le miran sorprendidos, angustiados.) Sra. Antonia. Reglas? Pedro. Normas? 20
Fernanda. Leyes? Sr. Ruiz. Y habr quin mande y quin obedezca? Juana. Quera decir. Sra. Antonia. Lo entendimos perfectamente. Pedro. Sabemos lo que queras decir. Juana. Djenme cambiar las palabras. Hagamos unos acuerdos mnimos. Fernanda. Bsicos. Sr. Ruiz. Elementales. Sra. Antonia. Sin que haya quien mande y quien obedezca. Sr. Ruiz. Sin leyes. Juana. Sin normas. Sra. Antonia. Sin imposiciones de unos sobre otros. Pedro. Ay! Ilusos, ciegos. Qu ser de nosotros? Ms nos hubiera valido no haber nacido.
Escena 3. (Pedro y el Sr. Ruiz entran por la tercera puerta y salen en un momento. Vienen vestidos con un cierto aire judicial, quizs unas tocas tipo ingls. Pedro hace de superior mientras el Sr. Ruiz recibe rdenes. El hombre de negro detrs de ellos.) Pedro. Hoy es un da muy especial. Sr. Ruiz. Si usted lo afirma. Pedro. Lo suscribo y lo ratifico. Sr. Ruiz. Da 27 de octubre declarado da especial. Y qu celebramos? Pedro. Celebramos que acabo de declarar que este es un da especial y que mi voluntad as lo ha decidido. Sr. Ruiz. Ah! El da de la voluntad del juez. Pedro. Mejor: El da de la voluntad suprema. Sr. Ruiz. (Anotando) El da de la suprema voluntad. Pedro. Qu afn de cambiar las cosas! Usted es un amanuense, tiene que limitarse a decir y escribir lo que yo le ordene. Oigamos los casos que tenemos para hoy. Sr. Ruiz. Caso 2094. Diga en voz alta su nmero. Juana. 547934244. Sr. Ruiz. (Comprobando en su computadora) Reclamacin de derechos por compromisos incumplidos. Pedro. Qu exige ante esta corte? Juana. Cuando llegue me prometieron que tendra lo que esperaba: un trabajo aceptable, la libertad de movilizarme a dnde yo quisiera, la capacidad de renunciar cuando ya no quisiera estar aqu. Sr. Ruiz. Qu alega?
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Juana. Es un trabajo de lo peor. De saberlo, me hubiera quedado en mi tierra. No me dejan circular sino por mi barrio del que no puedo salir y ayer me dijeron que mi solicitud de renuncia era improcedente. Pedro. Y las bases para su reclamo constan en algn cuerpo legal? Juana. Firmamos una carta de compromiso. Sr. Ruiz. Nada ms? Juana. Me dijeron que era suficiente. Pedro. (A Ruiz) Tenemos que darle una solucin gil, eficiente, que sirva de ejemplo. Sr. Ruiz. Aceptar su reclamo? Pedro. Cmo se le ocurre! Ha dicho que ningn cuerpo legal le respalda? Sr. Ruiz. Hay una ley que obliga a cumplir los compromisos pactados. Pedro. (A Juana) Creemos que le ley est de su lado. Juana. Entonces, podr marcharme lo ms pronto posible. Pedro. No tan pronto. Todava tenemos que deliberar sobre varios aspectos. (Pedro y el Sr. Ruiz se alejan hacia el fondo del escenario mientras Juana espera sin saber qu hacer.) Sr. Ruiz. Acrquese por favor. Pedro. (Dictndole al Sr. Ruiz) Cmbiese el artculo 27, literal c, por otro que diga: Cuando la reclamante sea una mujer joven que quiere renunciar a su trabajo y que alega que los compromisos no han sido cumplidos, se desechar el caso por no ser pertinente. Juana. No puede hacer eso. Sr. Ruiz. No se la pedido su opinin. Pedro. Caso nmero 547934244, la sentencia ha sido dictada. Como ver aqu nos apegamos al mximo a la ley. No se nos ocurrira infringirlas. Nos sometemos a ellas al pie de la letra. Juana. Le ley me protege, tienen que cumplir con lo acordado en el contrato. Pedro. La ignorancia de la ley no exime de su aplicacin. Juana. Cul ley? Pedro. Artculo 27, literal c, por otro que diga: Cuando la reclamante sea una mujer joven que quiere renunciar a su trabajo y que alega que los compromisos no han sido cumplidos, se desechar el caso por no ser pertinente. Juana. Si acaba de escribirla despus de mi reclamo. Pedro. Segn esta ley y revisando su caso, su reclamo se desestima y no lo podr presentar de nuevo ante este tribunal ni ante ninguno. Juana. Cmo puede ser? Pedro. Muy simple. A ver escriba: Considerando el grado de saturacin de los juicios que rebasan la capacidad de los tribunales, en aquellas situaciones en las que un juez supremo haya rechazado un reclamo, este no podr presentarse de nuevo ante el mismo tribunal ni ante otro cualquiera. Sr. Ruiz. Muy bien dicho. Me encanta su comprensin de la justicia. Pedro. Gurdese sus comentarios para otra ocasin. 22
Juana. No sirve, no es justo, acaba de escribirlo para aplicarlo a mi caso. Pedro. Mire, es de lo ms sencillo: ya que puedo desechar su caso, como estoy hacindolo, seguramente estoy autorizado para ello. Juana. Es inadmisible, ilegal. Pedro. De dnde cree que viene mi capacidad para actuar? Juana. De alguna ley. Pedro. Usted no entiende. De mi parte est la ley y si se niega a cumplirla puede ir presa. La polica cumplir mis rdenes sin rechistar. Adems, puedo tenerla el tiempo que quiera. Y si est de mi parte la ley, las decisiones que tome sern legales. Juana. Quiere confundirme. No puede crear una ley despus de los hechos. Pedro. Si acabo de hacerlo Saque a esta mujer de aqu y veamos el siguiente caso. Juana. No es justo, no es justo. Sr. Ruiz. Mrchese antes de que llame a las fuerzas del orden. Siguiente caso. (Espera un momento) Nadie se presenta. Creo que por hoy ha sido suficiente. Pedro. Qu agotador esto de impartir justicia! Es la tarea ms ingrata e incomprendida que conozco. Solo la majestad de la ley me retiene aqu. Y usted? Sr. Ruiz. Y yo, qu? Pedro. Est de acuerdo conmigo? Sr. Ruiz. En qu? Pedro. En lo que hago, en lo que digo. Espero, no responda. Escriba: El amanuense estar siempre se acuerdo con el Juez, sin importar de lo que se trate. Sr. Ruiz. (Leyendo) El amanuense estar de acuerdo con el juez. Pedro. Cmo se atreve a cambiar el texto de la ley? Es un acto considerado de alta traicin. Sr. Ruiz. (Leyendo) El amanuense estar siempre se acuerdo con el Juez, sin importar de lo que se trate. Pedro. As est mejor. Nos vamos. (Se retiran por la puerta tres.) Juana. Me voy, ahora mismo me voy. Sra. Antonia. Lo hemos odo todo. Fernanda. A dnde hemos venido a parar? Juana. Tonta de m, tuve que dejarlo todo, sin pensarlo, sin considerarlo dos veces. Tantas promesas incumplidas, tanto propsitos intiles, tanto esfuerzo en vano. Sra. Antonia. Me result increble cmo se comportaron. Juana. Un poco ms y me llevan presa. Fernanda. Hay que buscar una salida. Juana. Una solucin. Sra. Antonia. Para m la suerte est echada. Sera imposible desandar lo andado. Detrs de m hasta la ms mnima huella se borr. Yo les olvid y ellos me olvidaron. A dnde regresara, a qu volvera? Ya pasar, ya pasar. Fernanda. No pasar. 23
Juana. Se pondr peor. Sra. Antonia. Tenemos que aceptarlo, es nuestra nica opcin. Fernanda. Me niego. Juana. Rotundamente. Sra. Antonia. All ustedes. Lo nico que hay que hacer es darles la razn. Fernanda. A ningn precio. Juana. Qu haremos? Fernanda. Qu haremos?
Escena 4. (Todos juntos en el escenario. Durante toda la escena el hombre de negro va y viene, aparece y desaparece.) Juana. Los barcos en la baha, hundidos. Sr. Ruiz. Nosotros los nufragos. Sra. Antonia. Ellos hundidos en el agua como lagartos medio sumergidos. Fernanda. Al acecho. Pedro. Nosotros, inocentes, nos aproximamos a sus fauces. Juana. Las naves en el fondo del mar. Sr. Ruiz. Y nosotros dentro sin poder salir. Sra. Antonia. Gritos convertidos en burbujas. Fernanda. Manos que buscan una salida que no existe. Pedro. Sometidos. Juana. Inclinados. Sr. Ruiz. Nosotros. Sra. Antonia. S, nosotros que cremos que aqu encontraramos un mundo mejor. Fernanda. Una vida cualquiera, siquiera una vida cualquiera. Pedro. Y solo nos encontramos Juana. S, nosotros nos encontramos con Sr. Ruiz. un mar sin barcos, un mar sin peces, un mar sin playas, un mar sin mar.1 Juana. Dejo de buscar y me entrego. Pedro. Dejo de resistirme y obedezco. Sra. Antonia. Hago lo que me dicen. Fernanda. Hago lo que me piden. (Todos como si hablaran con un jefe.)
Frase de Buuel.
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Sr. Ruiz. Usted ordena. Sra. Antonia. Usted manda. Fernanda. Dgame qu tengo que hacer. Pedro. Borro mis pensamientos. Juana. Oculto mis deseos. Sr. Ruiz. Qu rostro quiere que tenga hoy? Sra. Antonia. Le gusta el tono de mi voz? Fernanda. Quiere que camine en puntillas? Juana. Le paso la lengua por la frente? Sr. Ruiz. Le sacudo el polvo? Sra. Antonia. Abro la puerta para que entre? Fernanda. Acerco la silla para que se siente? Pedro. Prendo la luz. Juana. Corro las cortinas. Sr. Ruiz. Un caf? Sra. Antonia. Seor su llamada de las diez est lista. Fernanda. Los oficios solo necesitan de su firma. Pedro. Aqu est la lista de los que tiene que recibir en este da. Juana. Puse sobre su escritorio la agenda de la semana. Sr. Ruiz. Me mira con malos ojos? Sra. Antonia. Es una seal de reproche? Fernanda. El caf est amargo? Pedro. Le falta azcar? Juana. Le sobra dulce? Sr. Ruiz. Quiere que lleve a su perro de paseo? Sra. Antonia. Le limpio el trasero al gato? Fernanda. Acab de planchar sus camisas. Pedro. Su carro est reluciente. Juana. Adivino lo que quiere. Sr. Ruiz. Hay que darle gusto. Sra. Antonia. Pronto, pronto. Fernanda. As est bien? Juana. Satisfecho? Pedro. Djeme encenderlo el cigarrillo. Sr. Ruiz. Pruebo su sopa. Podra estar envenenada. Sra. Antonia. Hice lo que me pidi. Fernanda. Lo siento no me di cuenta de que cambio de parecer. Juana. Claro, usted jams cambia de opinin. Sr. Ruiz. Fuimos nosotros los que no entendimos. Sra. Antonia. No somos tan lcidos. Fernanda. No tenemos su inteligencia. Pedro. Su presencia. 25
Juana. Su porte. Sr. Ruiz. Su don de mando. Sra. Antonia. Tqueme, es un honor. Fernanda. Tmeme, no es nada. Pedro. Quiere que agache la cabeza? Juana. As est bien? Sr. Ruiz. Mejor as. Sra. Antonia. Yo lo hago perfecto. (Se separan asustados de su propia parodia.) Fernanda. un mar sin barcos Pedro. un mar sin peces Juana. un mar sin playas Sr. Ruiz. un mar sin mar Sra. Antonia. Nada ms esta monotona. Fernanda. Este gris sucio de las tardes. Pedro. Este sabor amargo de los alimentos. Juana. Este no saber qu ser de nosotros. Sr. Ruiz. Demasiado tarde. Sra. Antonia. Demasiado. Fernanda. No hubo manera de escapar. Pedro. Las salidas clausuradas. Juana. Y la rutina de los das devorndonos por dentro. Sr. Ruiz. Nos dejamos caer. Sra. Antonia. Rodamos por la pendiente. Fernanda. Hasta el fondo. Juana. Solo para volver a subir hasta el tope. Sr. Ruiz. Y caer de nuevo. Sra. Antonia. Hasta el fondo. Fernanda. De qu estamos hechos? Pedro. No somos de carne y hueso. Juana. Sangre verde corre por nuestras venas. Sr. Ruiz. Soy un interruptor: prendido, apagado, prendido, apagado. Sra. Antonia. Soy un disco duro: giro y me detengo, encuentro y me detengo. Fernanda. Soy una central telefnica: hola, s, bueno, le paso, maana, hasta las cinco, vuelva a llamar, ocupado, ocupado, ocupado. Pedro. Soy un ascensor: subo, bajo, subo, bajo y entonces desciendo hasta el infierno. (Se detienen, se miran incrdulos.) Juana. Algo que tendremos que hacer. 26
Sr. Ruiz. Nos decimos a cada momento: algo tendremos que hacer! Sra. Antonia. No hay solucin. Fernanda. No hay escapatoria. Pedro. Un incidente inesperado. Juana. Un suceso imprevisto. Sr. Ruiz. Se me ocurre no, no. Sra. Antonia. Y si intentamos no, no. (Cada uno se dirige a un rincn y se queda all pensando, inmviles mientras el tiempo pasa sin pasar. La luz sigue al hombre de negro, mientras los dems se hunden en la oscuridad.)
ACTO III. (Todos en escena.) Escena 1. Juana. Cosas que jams entender. Sr. Ruiz. De nosotros? Juana. De ustedes. Sr. Ruiz. Cmo cules? Juana. No quiero acordarme. Sr. Ruiz. Acabas de hacerlo. Juana. Estn a la vista. Sra. Antonia. No entiendo. Fernanda. Yo peor. Pedro. Explcate. Juana. Saben a lo que me refiero. Cada vez que entraban salan convertidos en unos monstruos irreconocibles. Sr. Ruiz. Nosotros? Sra. Antonia. Cundo? Fernanda. Cmo? Pedro. S, as nos pasaba. Juana. Al fin uno que lo reconoce. Sr. Ruiz. No ramos nosotros mismos. Sra. Antonia. Fuimos otros. Juana. Era imposible hablarles. Actuaban como si jams nos hubieran conocido. Fernanda. Dentro de m, en lo ms profundo, recordaba tu cara. Pedro. Inevitable. Juana. Les habrn drogado. Sr. Ruiz. Fue simple. 27
Sra. Antonia. Y al mismo tiempo complicado. Fernanda. Llegabas. Te trataban con mucha amabilidad. Respondas a cientos de preguntas, Llenabas un formulario tras otro. Te quedabas esperando en una sala desierta largas horas, a veces das enteros. De pronto se encendan las luces, voces, pasos, el flash de las cmaras que se disparaban. La ceremonia tena lugar. Te investan con una toga, un uniforme, te colocan medallas en la solapa. Te entregaban un paquete de rdenes. Pedro. Las luces se apagaban. Y nos encontrbamos convertidos en otros. Queramos ser nosotros mismos. No era posible. Dentro de nosotros, sobre nuestras ideas, otros pensamientos; contra nuestra voluntad, otra voluntad; en vez de nuestros deseos, otros mordiendo los nuestros. Juana. As salan. Sr. Ruiz. Afuera el papel otorgado era ms fuerte que los recuerdos. Cierto que yo les vea. Tena claro dentro de m quines eran ustedes. Sin embargo, qu poda hacer? Es ms fuerte que uno, que nadie puede resistirse. Poco a poco la mscara se convierte en carne y se confunde con uno mismo. Hasta que lo que se era antes comienza a desaparecer. Queda apenas un destello fugaz, un cierto malestar que desaparece pronto. Juana. No comprendo, no quiero comprender. Pedro. Qu quieres entender? Sra. Antonia. Funciona de esa manera o no funciona. Fernanda. A cada quin le toca ser juez, verdugo, jefe, supervisor o lo que fuere. Juana. Y eso qu tiene que ver? Yo vea al Sr. Ruiz, a Antonia, a Pedro, a Fernanda. Sr. Ruiz. Fuimos otros. Sra. Antonia. No podamos ser nosotros mismos. Fernanda. Ustedes tampoco eran ustedes mismos. Yo solo vea gente que tena que cumplir, a la que haba que ordenar, someter, imponer. Sr. Ruiz. Es el sistema. Sra. Antonia. La gran mquina que digiere el mundo. Fernanda. All dentro no hay opciones. Juana. Estn aqu y son otra vez los de siempre. Pedro. Entras a la sala grande. Las luces indirectas provocan sueo. Dormitas por un tiempo indefinido. Luces, ruidos, cmaras, periodistas. Me veo de pie frente a ellos. Sus rostros son tan parecidos que se hace difcil distinguirlos. Se acercan, te quitan el uniforme, la toga, las medallas. Te desnudan y te ponen la ropa con la que llegaste. Tu firma se borra de los registros. Tu nombre se elimina de la memoria de las mquinas. Hasta el ltimo de los respaldos se elimina. Jams has pasado por all. Sr. Ruiz. Inmediatamente regresas a tu antigua forma. Una extraa metamorfosis. Uno se toca para ver si de verdad est sucediendo. Buscamos un espejo para mirarnos y en el vidrio nuestros rostros regresan. Nos reconocemos. Salimos y les encontramos. Sra. Antonia. Dejas de ser juez, verdugo, alcalde, conserje o lo que fuere. Quedas reducido a tu memoria. Fernanda. Hasta eso te quitan. No recuerdo bien qu hice. Juana. Eso no te quita la responsabilidad. 28
Sra. Antonia. Yo no me siento culpable. Fernanda. Yo peor. Pedro. Yo creo que Juana. Tienen que dar la cara. Sr. Ruiz. Nos convertimos en otros. Juana. Pudieron oponerse. Sra. Antonia. Nos volvimos seres extraos. Juana. Pudieron resistirse. Fernanda. Son fuerzas poderosas. Pedro. Corramos peligro. Juana. Se hubieran juntado. Sr. Ruiz. Los dems estaban lejos. Sra. Antonia. Tan transformados como nosotros. Fernanda. Con la mirada perdida. Sr. Ruiz. Me desgarran las culpas. Sra. Antonia. Tengo tantos remordimientos. Fernanda. Me siento mal. Juana. A m me tiene sin cuidado. Se trata, nada ms, nada menos, de enfrentar las consecuencias de lo que hacemos. Sr. Ruiz. Quieres decir que an lo llevamos encima? Sra. Antonia. Que nos perseguir por el resto de nuestras vidas. Fernanda. Que nos lo recordarn cada vez que tengan la oportunidad. Pedro. Otra vez atrapados. Juana. Tuvo consecuencias, tendr consecuencias. Sr. Ruiz. Hasta cundo? Sra. Antonia. No nos podrn perdonar? Fernanda. S, s, que nos perdonen. Juana. Aquellos a quienes se perdona, se sienten autorizados a repetirlo por el solo gusto de hacerlo de nuevo, para ser perdonados otra vez y as interminablemente. Sr. Ruiz. Entonces qu haremos? Sra. Antonia. Yo no quiero regresar adentro. Fernanda. A ningn precio. Pedro. Cualquier cosa menos volver. Juana. Me siento cansada. Estoy harta. Hace tanto que sal de mi casa. En mi mente los rostros se desdibujan. Si volviera, sera difcil reconocerlos. Habrn crecido, engordado, parido. Otros se habrn muerto. Dios mo, qu lejos est todo! Me invade esta sensacin de distancia. Ellos se alejan de m a una velocidad incontrolable. Queda el espacio vaco, negro de la existencia intil. Tengo en mis ojos un lente que desenfoca, en mis odos un zumbido permanente, en mi memoria una interferencia que no cesa.
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Escena 2. (Esta primera parte de la escena se la representa entre el miedo y la alegra. A momentos exaltados y en otros instantes, escondindose unos detrs de otros, apilndose y disgregndose, sin saber exactamente qu hacer, qu decir, qu esperar.) Sr. Ruiz. Huimos por la pendiente. Sra. Antonia. Por las calles vacas. Fernanda. Entre la gente. Juana. Perseguidos sin tregua. Pedro. Escapamos entre los matorrales. Sr. Ruiz. Confundimos a los perros salvajes. Sra. Antonia. Borramos nuestras huellas. Fernanda. Cortamos las amarras. Pedro. Y el viento voraz nos empuj lejos de la costa. Juana. Y el mar nos arroj a una playa lejana. Sr. Ruiz. Huimos por los senderos estrechos. Sra. Antonia. Por las callejuelas amargas. Fernanda. Por lo laberintos de la tarde. Pedro. Por los meandros de la noche. Juana. Por los tneles llenos de sombras. (Comienza una batalla amarga al inicio, ldica al final, de esconderse unos detrs de otros para no ser vistos, para no ser descubiertos.) Sr. Ruiz. Cbreme. Sra. Antonia. Escndeme. Fernanda. Yo detrs de ti. Pedro. Yo detrs de ti. Juana. Qu hago aqu delante? Sr. Ruiz. Se me ve el pie. Sra. Antonia. Asoman mis brazos. Fernanda. Mi rostro se asoma. Pedro. Tpame. Juana. Cbreme. Sr. Ruiz. Cobjame. Sra. Antonia. No quiero que me vean. Fernanda. No quiero que me encuentren. Pedro. Qu hago aqu a la vista de todos? Juana. Se me ve la nariz. Sr. Ruiz. Se oyen mis murmullos. Sra. Antonia. Se escuchan mis canciones. 30
Fernanda. Estallan mis ladridos. Juana. Baja las persianas. Sr. Ruiz. Cierras las ventanas. Sra. Antonia. Clausura las puertas. Fernanda. Yo detrs de ti. Pedro. Yo detrs de ti. Juana. Yo detrs de ti. Sr. Ruiz. Y yo qu hago aqu delante, desnudo? Sra. Antonia. Yo te tapo. Fernanda. Yo te cubro. Pedro. Yo te envuelvo. Juana. Yo te abrazo. Sr. Ruiz. Shhhh! Hagan silencio. Sra. Antonia. Podra decir. Sr. Ruiz. Shhhhhh! Fernanda. Quera expresar que Sr. Ruiz. No hagan bulla. (Cambia el tono de la escena. Ahora optimistas.) Pedro. Me permite que me ponga delante suyo. Sr. Ruiz. Siga por favor. Juana. Y yo delante suyo. Sr. Ruiz. Y yo delante suyo. Sra. Antonia. Qu hago aqu detrs? Fernanda. Aqu nadie me ve. Pedro. Quin podra reconocerme? Juana. Saco las manos. Sr. Ruiz. Muevo los pies. Sra. Antonia. Muestro mi rostro. Fernanda. (Gritando) Me oyen! Estoy aqu! Pedro. Yo llegu primero. Juana. Yo llegu segunda. Sr. Ruiz. Huimos por el filo del horizonte. Sra. Antonia. Descendimos por la curva del arcoris. Fernanda. Y aqu estamos. Juana. Y la jirafa? Sr. Ruiz. Quin trae la jirafa? Traen entre todos una jirafa de madera que arman amorosamente. Para poder hacerlo utilizan una serie de cajones que se superponen hasta alcanzar la cabeza de la jirafa. Estos servirn adems para que los actores se suban y se coloquen en diversos niveles mientras 31
dicen sus parlamentos. En caso de que sea posible dependiendo del tipo de actores- se subirn en los hombros de otro actor para representar la jirafa. As que puede haber muchas jirafas en el escenario, adems de la de madera. La escena comienza en un gris oscuro, en el que apenas se ven los actores y poco a poco se ilumina hasta volverse brillante. La msica sigue la misma evolucin. Juana. Coloca aqu este pedazo. Sr. Ruiz. Ac las patas. Sra. Antonia. Te equivocas. Esas son las delanteras. No ves que son ms altas? Fernanda. Ah no va la cabeza. Pedro. Djame subir. Juana. Yo primera. Sr. Ruiz. Yo segundo. Sra. Antonia. Espero hasta el final. Fernanda. (Subida en el ltimo nivel) Hola, hola! Pedro. (Un nivel debajo de Fernanda) Hola, hola! Juana. Una foto con la jirafa! Sr. Ruiz. Se te ve tan pequea. Sra. Antonia. Ella es diminuta. Fernanda. Minscula. Pedro. Breve. Juana. Suficiente. Sr. Ruiz. (Ha subido hasta el tope en reemplazo de Fernanda) Se divisa el valle entero. Alguien hace seas. Sra. Antonia. Ser tu imaginacin. Sr. Ruiz. Hay mucha gente all aunque solo uno hace seas. Fernanda. Entiendes qu quiere? Sr. Ruiz. Parece que me llaman. Pedro. (En el siguiente escaln.) Es una plaza y sobre ella cae el sol. Juana. (En el siguiente escaln.) Creo que dicen Juana. Sr. Ruiz. Cmo van a saber tu nombre? Sra. Antonia. Ser mejor esconderse. Fernanda. Oigo msica. Es una fiesta. Pedro. Se han despreocupado de nosotros. La gente llena la plaza. Deberamos reunirnos con ellos. Juana. (Que ha subido al nivel ms alto y se abraza al cuello de la jirafa) Querida jirafa, qu nos aconsejas? T que miras tan lejos, crees que debamos ir? Qu dices? Que no quieres que te dejemos sola. No te preocupes. Te llevaremos con nosotros. De pedazo en pedazo, all te armamos de nuevo. No te doler. (A los dems) Ella tambin quiere irse. (Comienzan a desarmarla hasta dejarla en pedazos.)
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Escena 3. Juana. Me dijeron Sra. Antonia. Me hablaron para que vaya. Fernanda. Me invitaron. Pedro. De qu se trata? Sr. Ruiz. A dnde tenemos que ir? Sra. Antonia. Dicen que estn reunidos desde hace varios das. Fernanda. Y que al principio eran unos pocos y ahora hay miles. Pedro. Las concentraciones estn prohibidas. Nadie puede reunirse en grupos ms de cinco en un lugar pblico. Juana. Me dijeron que Sra. Antonia. La noticia corri de mensaje en mensaje. Fernanda. Y que nadie la pudo parar. Sr. Ruiz. Para qu iremos all? Ser otra promesa vana. Pedro. Nos sentiremos decepcionados. Juana. Yo voy. Fernanda. Yo voy. Sra. Antonia. Yo les sigo. Sr. Ruiz. A dnde, a dnde? Pedro. Los oscuros agentes del orden estarn all y no quiero enfrentarlos de nuevo. Sr. Ruiz. Seremos filmados, perseguidos. No habr lugar en dnde esconderse. Pedro. Despus vendrn los interminables interrogatorios y terminaremos declarando lo que ellos quieran. Juana. No me importa. Yo voy a la plaza. Sra. Antonia. Yo me voy contigo. Fernanda. Hay que escapar de aqu, hay que salir. Pedro. No hay a dnde ir. Sr. Ruiz. Todos los lugares son peligrosos. Las cmaras de vigilancia nos encuentran hasta en el ltimo rincn. Juana. Hay algo dentro de m que me dice que tengo que ir. Sra. Antonia. Si t dices que hay que ir, nos vamos. Fernanda. Aqu estamos atrapadas. Vamos, vamos. Pedro. No saben a qu van, no conocen qu les espera, ignoran a quin encontrarn. Juana. A otros como nosotros. Sr. Ruiz. Y quines somos nosotros? Juana. All veremos, all sabremos. Sr. Ruiz. Otra ilusin, otra decepcin. Juana. S que ser un inicio, s que ser un comienzo, s que todo estar por hacerse y eso es lo que quiero. Sra. Antonia. Har lo que s hacer, dar lo que puedo dar.
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Fernanda. Caminar entre la gente buscando un rostro conocido y si no lo encuentro, me pondr a hablar con un desconocido. Pedro. Desvaran. Sr. Ruiz. Nos impedirn reunirnos. No nos permitirn llegar hasta la plaza. Juana. Dicen que all la gente habla, dicen que all cada quin cuenta su historia, dicen que hay tantos lugares para estar de pie sin inclinar la cabeza. Sra. Antonia. Yo me quiero ir a la plaza. Fernanda. Es hora de que salga de este lugar, de m misma, de mis propios enredos, de mi cabeza, de mis tormentos. Es hora de que me vaya. S que cuando llegue me encontrar conmigo misma y sin embargo ser diferente. Me mirar a los ojos y habr otros a mi lado viendo cmo me miro a los ojos. Me hablar lenta y detenidamente y habr otros oyendo cmo me hablo lenta y detenidamente. Me subir a la tarima y gritar con fuerza y otros conmigo gritarn con fuerza. Juana. Vamos, s, vamos, de prisa. Sra. Antonia. Me sentar en un rincn y esperar. Y cuando me pregunten qu espero, solamente dir que espero. Se sentarn junto a m, en una esquina de la plaza, aquellos que solamente esperan sin saber qu esperan. Pedro. No saben lo que dicen. Sr. Ruiz. Ser peor que aqu. Juana. Jams. Sr. Ruiz. Les perderemos para siempre. Sra. Antonia. Acaso podemos estar ms perdidas que en este lugar? Pedro. Nos veremos obligados a acompaarlas. Sr. Ruiz. Ir por mi propia voluntad. Qu ms queda? Fernanda. Qu fatalismo! Juana. Qu resignacin! Sr. Ruiz. Cmo se les ocurre salir a una plaza porque los dems lo hacen? Sra. Antonia. Estaban llamando a los que no pueden ms. Fernanda. A las que no soportan ni un segundo ms. Juana. A los que estamos hartos. Sra. Antonia. A los que hemos llegado al lmite. Fernanda. A las que nada tenemos que perder. Juana. All estn los que se indignan. Fernanda. Las que dicen basta. Sra. Antonia. Me sentar en un rincn y sacar de mi bolso el nico libro que leo una y otra vez: Los Alimentos Terrestres. Y junto a m sentarn aquellos que leen su propio libro una y otra vez. Pedro. Tengo mis dudas. Sr. Ruiz. Tengo tus dudas y las mas propias. Sra. Antonia. Estoy hecha de incertidumbres. Fernanda. Mi voz suena insegura. Pedro. Jams supe lo que es tener una certeza. 34
Sr. Ruiz. Quizs si reflexionamos un momento. Pedro. Si ponemos en una balanza los pros y los contras. Sr. Ruiz. Si nos tomamos un tiempo para decidir. Pedro. Si cada uno coloca sus argumentos. Juana. Demasiado tarde. Sra. Antonia. Las decisiones estn tomadas. Fernanda. La suerte est echada. Juana. Qu suerte de la suerte! Sr. Ruiz. Qu dicen? Sra. Antonia. Andando, andando. Fernanda. Para qu sirven tantas palabras? Juana. Vienen o no vienen? Pedro. Qu dices t? Sr. Ruiz. Y por qu tengo que decir yo? Pedro. Te pregunto qu vas a hacer. Sr. Ruiz. Ah! No s. Seguramente me ir con ustedes. Pedro. Por qu te irs con nosotros? Sr. Ruiz. No lo s. Me es suficiente pensar que llegar a la plaza, sacar mi mp3, me pondr los audfonos y oir embelesado Ionizacin. Despus de un rato, a mi lado estarn aquellos que oyen lo que yo oigo. Pedro. As que te irs por el puro gusto de estar con otros que escuchan la misma msica. Yo en cambio exijo ms. Sra. Antonia. Qu quieres t? Fernanda. Qu esperas encontrar? Pedro. Gente que reflexione, que piense, que discuta, que se pregunte por qu estamos todos all, qu queremos, hacia dnde vamos. Gente que hable de estrategia, tctica, movimiento, gente que se pregunte por el significado de las palabras y de las acciones. Juana. Fcil. Sra. Antonia. Simple. Fernanda. Bastar que pongas un cartel que diga: Aqu se discute y vers cmo se arremolinan las personas que quieren opinar, las que quieren interrogar, las que buscan respuestas y las que solo tienen preguntas. Pedro. Vamos. Sr. Ruiz. Vamos. Juana. Vamos. Sra. Antonia. Por fin. Fernanda. Ya era hora.
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Escena 4. (Los cinco personajes entran indistintamente por cualquiera de las puertas y salen con algn elemento que representan a otras personas. Se pueden usar sombreros, pauelos, objetos de uso diario, peridicos, cintas de colores. Lo importante es trasmitir la idea de que hay una masa, encarnada en esos cinco personajes, que logra huir del gran animal, aunque fuera provisionalmente. Toda la escena est construida como una mquina incesante, con un ritmo feroz, excepto por los parlamentos extensos en donde se produce un gran contraste porque la escena se vuelve lenta y morosa, solo para acelerarse inmediatamente). Pedro. Hablo y hablo sin que nada me detenga. Digo y digo sin que nadie me lo prohba. Fernanda. Entro y salgo cuando quiero, salgo y entro cuando quiero. Sr. Ruiz. Voy y vengo. No hay barreras, no hay lmites. Juana. Corro y me detengo, avanzo y retrocedo, rpida y lenta. Sra. Antonia. Me lavo, me peino, me miro en el espejo y nadie me mira cmo me miro en el espejo y nadie me dice por qu me miro en el espejo. Pedro. Me persiguen y no me dan alcance. Escape de su crcel, hui de sus calles, sal de sus edificios. Fernanda. Me dicen lo que tengo que hacer y no oigo. Me llaman y no respondo. Para ellos, me volv invisible. Sr. Ruiz. Le gusta Brahms? Yo lo oigo tarde, maana y noche. Y cuando me canso pongo el Cuarteto del Fin de los Tiempos y tarareo el Cuarteto del Principio de los Tiempos. Juana. Inclino la cabeza, subo la cabeza, cierro los ojos, abro los ojos, me abrazo, me empujo, me beso, me lamo. Sra. Antonia. Me vestir de verde, me teir de azul, me paso la cara con pintura morada. Me envuelvo en las sbanas, me duermo, me sueo, me extrao. Pedro. Cruzo la puerta. Fernanda. Yo tambin. Pedro. Sin que nadie me detenga. Sr. Ruiz. Yo tambin. Pedro. Avanzo siguiendo mis propias huellas. Juana. Yo tambin. Pedro. Sigo el camino que me he trazado. Sra. Antonia. Yo tambin. (El movimiento se acelera an ms, entran y salen a una velocidad salvaje mientras gritan.) Fernanda. Yo tambin. Pedro. Yo tambin. Sr. Ruiz. Yo tambin. Juana. Yo tambin. Sra. Antonia. Yo tambin. 36
(Y de pronto un aire de lentitud, reflexivo, invade la escena. En cada parlamento algn detalle cambia y cada uno se convierte en otro, con otra historia. Ellos son todos, aunque annimos.) Sra. Antonia. Yo era ya no s quin era. Qu lindo esto de no saber quin es una! Oiga, mucho gusto, soy una desconocida, no tengo nombre. Juana. Yo tengo muchos nombres, tantos que no alcanzara a decirle. Pedro. Yo me llamaba y ahora no me llamo. Fernanda. Silencio, caminen despacio que pueden despertarme. Sr. Ruiz. Quiere usted un caf? Prefiere un t? Una torta, un pastel, una sopa de zarzamoras? Pedro. Tena ojos y no vea, tena odos y no escuchaba, tena piel y no senta. Las palabras se enredaban y confundan. Las voces alteradas me gritaban a cada paso. Los rostros adustos me perseguan. Lo recuerdo por ltima vez, lo digo para callarlo de una vez para siempre. Era otro mundo y no volver. Fernanda. Atencin nios, en la clase de hoy le echaremos una mirada al pasado. O no, mejor al presente. No, no, mejor al futuro. Alguien quiere decirme qu es el futuro? Tal vez me conformar con que exista, quizs para m sea suficiente con que est all y no desaparezca en el momento en que llegue. Sr. Ruiz. Tres barras de chocolate, cinco tazas de leche, dos cucharadas de azcar, el horno a cien grados, a doscientos, a trescientos, a quinientos s, s, que arda, que se queme, que se vuelva ceniza y la ceniza que vuelva a la playa y la arena que se disuelva en el mar y que el mar se evapore y que llueva una lluvia dulce mientras camino por la calle ancha, vaca, que no me lleva a ninguna parte. Juana. Me visto, me desvisto. Me saco los ojos, me pongo los ojos. Me quito la cabeza y me pongo la cabeza. Estoy de pie, estoy echada, me recuesto, me levanto, giro, me detengo, salto, corro, me detengo, un paso, dos pasos, tres pasos, me detengo. Quin me lleva el ritmo, quin agita mi corazn, quin cubre las tinieblas con una bofetada de sol? Sra. Antonia. Hago y deshago este traje interminable. Yo a usted le conozco de alguna parte. Me parece que le vi en el zoolgico. en la cafetera, en la biblioteca, en la iglesia. Yo a usted no le recuerdo y jams me cruc con usted en la calle, en el circo, en el teatro, en el barco, en el avin. Si usted fuera nube, le habra mirado. Si usted fuera polvo, le habra soplado, si usted fuera agua le habra bebido. Pero usted es usted y solo a usted se le ocurre ser usted. (Vuelven otra vez al ritmo acelerado, a entrar y salir violentamente por las puertas. Apenas si se detienen para decir sus parlamentos y marcharse a la carrera.) Pedro. Nadie me detiene y yo no detengo a nadie. Fernanda. Nadie me teme y yo no temo a nadie. Sr. Ruiz. No tengo miedo. Juana. No tengo miedo. Sra. Antonia. No tengo miedo. Pedro. Abro las ventanas. 37
Fernanda. Cierro las ventanas. Sr. Ruiz. Entro. Juana. Salgo. Sra. Antonia. Hablo y me responden. Pedro. Me llaman y voy. Fernanda. Me llamo Teresa! Antes me llamaba Fernanda. Y maana me llamar Francisca. Sr. Ruiz. De prisa. Juana. Rpido. Sra. Antonia. Ligeros. Pedro. Voltiles. Fernanda. Etreos. Sr. Ruiz. Raudos. Juana. Entro cuando quiero. Sra. Antonia. Salgo cuando quiero. Pedro. Brinco cuando quiero. Fernanda. Me pongo de cabeza cuando quiero. Sr. Ruiz. Y cuando quiero me voy y vuelvo. Juana. S, yo tambin. Sra. Antonia. S, s, yo tambin. Pedro. S, s, s, yo tambin. Fernanda. Casi se choca conmigo! Sr. Ruiz. Mire por dnde anda! Juana. Tenga ms cuidado! Sra. Antonia. Fjese en lo que hace! Pedro. Cuide su lengua! Fernanda. Queran tenerme para siempre all dentro. Sr. Ruiz. A m tambin. Fernanda. Queran hacerme como ellos. Juana. A m tambin. Fernanda. Queran obligarme a mirar con sus ojos. Sra. Antonia. A m tambin. Pedro. Yo ya no soy yo. Fernanda. Yo ya soy otra. Sr. Ruiz. Y soy el otro de otro. Juana. Y yo soy tantas que soy interminable. Sra. Antonia. Y yo tardara una eternidad en recorrerme. Pedro. Yo soy instantneo. Fernanda. Yo soy automtica. (Juntos frente al pblico.) Fernanda. Yo ya no soy yo. Pedro. Yo hace unos minutos deje de ser yo. Sr. Ruiz. Hace tanto tiempo que no s quin soy yo. 38
Juana. Yo s s quin soy pero no me da la gana de decirlo. Sra. Antonia. Y yo, qu? No dejaron nada para m. (Todos a una sola voz.) Todos. Ahora somos nosotros. S, nosotros mismos. O quizs, los nosotros de los otros. Nosotros somos sustantivo colectivo. Manada, bandada, multitud. Y desde adentro (Cada uno) Te miro con mis ojos y con los de todos los dems. Te muerdo con mi boca y con la de todos los dems. Te abrazo con mis brazos y con los de todos los dems. Te sueo en mis sueos y en el de todos los dems. Te nombro con mis palabras y con las de todos los dems.
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LA SILLA VACIA
Personajes. Jaime Juan En el escenario dos personajes y dos cubos. Uno de ellos, jams podr ser ocupado. Se alternan para sentarse en el cubo blanco; el otro, negro, ser inaccesible, aunque se disputen violentamente por sentarse.
ACTO UNICO. Escena 1. Jaime. (Leyendo) Una mujer joven, acosada por una sed excesiva, bebe, creyendo que era limonada, 2 onzas de sulfato de zinc disuelto en 250 gramos de agua. Inmediatamente despus comienza a notar un sabor muy acre, con sensacin de estrangulacin, calor ardiente en la regin epigstrica, palidez en la cara, abatimiento, vista apagada, pulso convulsivo, extremidades fras. Juan. Una mujer joven acosada, siente una sed excesiva, bebe, creyendo que era limonada dos onzas de sulfato de zinc. Jaime. Una mujer joven acostada, siente una sed excesiva. Juan. Bebe, bebe, bebe. Jaime. Me gusta la limonada. Juan. Te traigo una limonada? Jaime. (Se sienta en el cubo blanco) Qu bien se est aqu! Juan. Me tocaba a m. Jaime. T estuviste todo el maana sentado sin hacer nada. Juan. Sin hacer nada? Jaime. Cruzado de brazos. Juan. Bastante trabajo es quedarse toda la maana cruzado de brazos, cruzado de piernas. Amo ir a las cruzadas! Jaime. Y matar unos cuantos herejes. Juan. Ahora ya no se dice herejes. Se dice disidentes, terroristas, musulmanes, radicales, ecologistas, pacifistas. 40
Jaime. Herejes, herejes! Juan. Levntate! Jaime. No quiero. (Se acomoda en el cubo) Aqu se est bien. Juan. Por favor, deja que me siente! Estoy tan cansado. Jaime. Lo siento, lo siento. Juan. (Ella saca un celular y marca un nmero) Hola! Qu tal!... s, s, todo bien. El, en dnde est? No s, no lo he visto. Como miente tanto, uno nunca sabe. Jaime. (l se lanza sobre Juan y le quita el telfono) No le creas, estuve todo el tiempo aqu esperando. Juan. (Se sienta en el cubo blanco) Qu bien se est aqu! Jaime. (Ha dejado el celular) No s qu voy a hacer contigo. Juan. Revisemos las posibilidades. Jaime. Podra invitarte a comer. Juan. Si me traes ac la comida. Jaime. Ver una pelcula. Juan. Desde aqu se la ver perfectamente. Jaime. Un regalo, un regalo. Juan. Depende de qu regalo. Jaime. Uno grande. Juan. Caro? Jaime. Bien caro. Juan. No quiero. Jaime. Maldito, bruto, perro. Juan. (Masticando) Maldito perro bruto. Jaime. Lo siento. Juan. (Hace el gesto de levantarse) Si tanto la quieres Jaime. (Se lanza pero ella sigue all) Te sacar a la fuerza. Juan. (Ella toma el telfono) Veamos Jaime. Te prohbo que la llames de nuevo. Juan. Aljate. Jaime. Est bien, t ganas. Juan. Me duele la espalda, este cubo es incmodo. (Se levanta) Jaime. Ah! Ya era hora (Se sienta en el cubo blanco) Cierto, algo le pasa a la cubo. (Se acercan los dos, lo levantan, lo examinan, le dan vueltas, lo hacen rodar y lo colocan en posicin normal) Juan. Sigue no ms. Jaime. No sirve. Qu pena! Juan. (Ambos parados frente al cubo negro, se miran, se interrogan, se acercan y retroceden asustados) Hay que arreglarlo. Jaime. Traer un almohadn. Juan. Buena idea. Jaime. (Colocando el almohadn sobre el cubo) Sigue por favor. 41
Juan. Perfecto. Qu vas a hacer? Jaime. (Leyendo) Prdida del conocimiento, insensibilidad general, msculos de la cara agitados de movimientos convulsivos, mandbulas fuertemente contradas, pulso lleno, 70 pulsaciones. Juan. Ah! Es las 9 de la noche del sbado.
Escena 2. (Ambos en torno el cubo negro) Jaime. Se oye algo. Juan. Como si fuera un susurro. Jaime. No entiendo lo que dice. Juan. Cllate, djame or. Jaime. Qu dice, qu dice? Juan. Est demasiado lejos. Jaime. Parece ms de una voz. Juan. Dos voces. Jaime. Tres. Juan. No puede ser: cuatro voces. Jaime. Cinco. Juan. (Tapndose los odos) Demasiadas. Jaime. Miles. Juan. Millones. Jaime. Una masa. Juan. Una turba. Jaime. Una manada. Juan. Una epidemia. Jaime. (Alejndose) Se callaron. Juan. Acrcate. All estn. Jaime. Querrn decirnos algo? Juan. Parece que conversan entre ellos. Jaime. Ahora alguien alza la voz. Juan. Ahora alguien murmura. Jaime. Alguien grita. Juan. Alguien tose. Jaime. Alguien muere. Juan. Qu dicen los dems? Jaime. Los dems los dems son tantos. Juan. Vienen por nosotros. Jaime. Aceleran el paso. 42
Juan. Trotan. Jaime. Corren. Juan. Corren desesperados. Jaime. Ruedan. Juan. Es una avalancha. Jaime. Una jaura incontrolable. Juan. Creo que no nos vieron. Jaime. No ests tan seguro. Juan. Otra vez se calmaron. Jaime. Solo susurros. Juan. Todos hablan en voz baja. Jaime. Qu voz tan ronca! Juan. Qu timbre tan dulce! Jaime. Palabras cristalinas! Juan. Obsceno. Jaime. Grosero. Juan. Salvaje. Jaime. Hiriente. Juan. Seductor. Jaime. Qu hacen? Juan. Se quieren. Jaime. Se hieren. Juan. Se abrazan. Jaime. Se marchan. Juan. Las voces ya no estn. Jaime. Qu silencio? Juan. Quieres sentarte? Jaime. Despus de un rato. Primero t. Juan. T primero, t siempre ests primero. Jaime. Esta vez no. Juan. No me quiero sentar. (Espiando sobre el cubo) Y si alguien se ha quedado all a vigilar? Jaime. Parece vaca. Juan. Parece. Jaime. Haz el intento. Juan. (Abrazndole por atrs) As? Jaime. (Dndose la vuelta) As. Juan. No puedo. Jaime. Qu pasa? Juan. Oigo voces. Jaime. Ests alucinando. Juan. Voces que vienen del cubo. Jaime. Si est vaco. 43
Juan. Alguien dej sus voces all. Jaime. Hablan. Juan. Y hablan. Jaime. Y hablan. Juan. Sin parar. Jaime. Sin detenerse. Juan. Sin hallar reposo. Jaime. Atormentados. Juan. Lloran. Jaime. Sufren. Juan. Se torturan. Jaime. Espera Juan. Qu es? Jaime. Oigo Juan. Oyes Jaime. Como una risa Juan. Distante. Jaime. Se acerca. Juan. Es un nio. Jaime. Un nio que se re. Juan. Dijeron su nombre? Jaime. Tienen nombre? Juan. Por qu no? Jaime. Djame or. Juan. Le estn llamando. Jaime. S, s, le estn diciendo que regrese. Juan. Alguien le toma de la mano. Jaime. Alguien le alza. Juan. Y en al aire Jaime. dicen su nombre Juan. ...su nombre Jaime. No entiendo bien Juan. Algo as como Neil Jaime. No, parecido, pero no Juan. Nil Jaime. Nil Juan. Y se re a carcajadas. Jaime. Ya se van. Juan. Las ruedas que chirran. Jaime. Me sentar. Juan. Qu miedo! Jaime. Qu puede pasar! (Se detiene sin saber por qu no puede sentarse) 44
Escena 3. Jaime. (Sentado en el cubo blanco) Esto de manejar venenos me asusta un poco. Juan. Lo hacemos desde hace tanto. Jaime. Podramos descuidarnos y quedaramos los dos muertos, tendidos el uno al lado del otro. Juan. Yo a tu lado. Jaime. Yo en el otro extremo. Juan. Yo una hora y t la siguiente. Jaime. Si estamos muertos Juan. Pedimos a alguien que nos mueva. Jaime. Nos buscamos otro mtodo? Juan. Los venenos son ms limpios, ms simples, uno para ocasin. Jaime. Sera mejor un balazo? Juan. Qu ruido, tanta sangre! Jaime. Colgarles de lo ms alto. Juan. Con lo difcil que sera amarrarlos y subirlos en una cubo. Jaime. Te dejo el trabajo. Juan. T eres el experto en venenos. Jaime. Si quieres te enseo. Juan. Prefiero no tocarlos. Jaime. Si me pasa algo Juan. Si te pasa algo Jaime. Si de pronto me sumerjo en el lago y no vuelvo a salir. Juan. Me quedara mirando largamente como el agua se estremece y me marchara. Jaime. Volveras todos los das? Juan. Nunca ms. Y si yo me ahogo? Jaime. Envenenara el lago para que nunca nadie ms pudiera entrar. Juan. Si me pasara algo Jaime. Si te pasara algo Juan. No me lo imagino. Qu podra ser? Jaime. Que accidentalmente derrame encima de ti un veneno que penetra por la piel. Juan. Y yo accidentalmente tendra en ese momento una pistola en mis manos y una fuerza involuntaria me obligara a apretar el gatillo. Jaime. Y mientras yo me desangro, el veneno entra a tu sangre, llega al cerebro y lo despedaza. Juan. Y los dos nos morimos de Jaime. A dnde hemos llegado. Juan. Ya ni sabemos lo que decimos. 45
Jaime. Haberse atrevido a decir esa frase. Juan. Absolutamente incompatible con lo que soy y siento. Jaime. Imposible para los dos. Juan. Entonces, de qu nos moriramos? Jaime. Cambiemos de profesin. Juan. Qu haramos? Jaime. T seras modisto y yo empleado pblico. Juan. Qu obsceno! Jaime. Sintate all. (Indicando el cubo negro) Juan. Un modisto en el cubo negro. No queda bien. Jaime. Qu quedara bien? Juan. Un burcrata. Sera perfecto. Te toca. Jaime. Prefiero quedarme aqu. Juan. Ya has estado bastante tiempo sentado, cdeme el cubo, me siento cansado. Jaime. Te doy un puesto a mi lado. Juan. (Se sienta en una esquina del cubo blanco junto a l) (Empieza una larga batalla, sutil a ratos, brutal en otros por el control del cubo blanco)
Escena 4. Jaime. Envenenamiento por dos cucharaditas de cido ntrico. Muerte en veinte horas. Un joven de diez y seis aos, aficionado al arte dramtico, lo cual no era del gusto de los padres. Un da que fue maltratado por ellos, en su impaciencia, ingiere por dos veces, cerca de una cucharada de cido ntrico. Juan. Es decir casi dos cucharadas o una cucharada y algo ms. Jaime. El pulso era frecuente, pequeo, duro, casi imperceptible. Tena la cara de color aplomado, los labios plidos y los vmitos se repetan a menudo. El vientre muy distendido resuena como un tambor. Juan. Tengo los labios plidos. Jaime. Resisti cerca de 20 horas. Juan. Cunto tiempo me queda? Jaime. Se te est hinchando el vientre. Juan. Ya me quisiera, pero nada. Jaime. (Empujndola fuera del cubo blanco) Qutate! Odio el cido ntrico. Juan. Me voy, me voy. Jaime. As se est mejor. Juan. Siento que el corazn se me quiere salir. Jaime. (Acostndose en el cubo blanco) Hummmmmmm! Juan. Disculpe usted. Jaime. Qu quiere? Juan. No tendra algo para el dolor de estmago. 46
Jaime. Tenga. Juan. Cmo se toma? Jaime. Con treinta litros de agua oxigenada. Juan. Y despus? Jaime. Si todava est all, venga a verme. Juan. Oiga, ya estoy aqu. Jaime. Qu quiere? Juan. Sentarme un momentito. Jaime. Y se tom el remedio? Juan. Un poquito. Jaime. Le presto mi sitio solo por unos instantes. Juan. Es todo lo que necesito. No tiene que irse a alguna parte? Jaime. Djeme ver. Ah, s, me tengo que ir. (Avanza pero se detiene ante el cubo negro) Juan. Qu le pasa? Vyase. Jaime. Me acompaara? Juan. Djese de cosas y mrchese. Jaime. Otra vez Juan. Otra vez qu? Jaime. Se oyen las voces. Juan. Es tu imaginacin. Jaime. Ponga atencin. Juan. Se oyen como si fueran dos voces. Jaime. A dnde se habrn ido los dems? Juan. Tal vez estn all callados. Jaime. Imposible, son tan ruidosos. Juan. Se habrn dado cuenta de nuestra presencia? Jaime. Qu s yo! Juan. Precisamente, qu sabe usted? Acaso no fue usted quin trajo el cubo negro. Jaime. Me encargaron hacerlo. Juan. Creo que todo fue una trampa suya. Jaime. Trampa? Para qu, para quin? Juan. Para que yo no me diera cuenta. Jaime. No s de qu habla. Juan. Algo me quiere hacer usted. Jaime. Yo me quiero ir. Juan. Y el rato que se vaya, saldrn esas alimaas y me devorarn. Jaime. Clmese. Las voces ya no se escuchan. Juan. Se calmaron. Jaime. Termin su tiempo. Juan. Un ratito ms. Jaime. Largo de aqu. Juan. No quiero. 47
Jaime. Dije que largo de aqu. (Ella se levanta y l se sienta en el cubo blanco) Juan. (Aproximndose al cubo negro) Ahora me habla a m, nicamente a m. (Dirigindose a alguien dentro del cubo negro) Qu cosas dice usted? Si yo me lo creyera Jaime. (Se lanza fuera del cubo blanco y acerca el odo al cubo negro) No oigo nada. Juan. (Acomodndose en el cubo blanco) Qu bien se est aqu! Qu clido! Qu dulce! Jaime. (Va hacia el fondo y regresa con una vara con la que toca el cubo negro) Hay alguien all? Juan. Qu haces? Vas a despertarlos. Jaime. Eso quiero. Juan. Querrn cambiar todo, pondrn las cosas de cabeza, colocarn a los abajo arriba. Jaime. (Gritando) En dnde estn? Juan. Se oye el murmullo. Jaime. Las voces se acercan. Juan. Gritan. Jaime. Dios mo, cmo gritan. Juan. Me enloquecen. Jaime. Cllense, cllense! Juan. Uf! Volvi la calma. Jaime. Me acomodar bien, tengo sueo. (Se envuelven entre ellos subidos en el cubo blanco. Por primera vez el pblico escucha un tropel de voces que hablan aunque no se entiende lo que dicen.)
Escena 5. Jaime. Quines sern? Juan. No reconozco sus voces. Jaime. Hablan con un acento extrao. Juan. Ser otro idioma? Jaime. Es espaol, aunque a momentos parece cualquier cosa. Juan. Ah! Ya s. Jaime. Son negros. Juan. Y ellos hablan as? Jaime. Son maricones. Juan. No me parece. Jaime. Putas, montones de putas chillando. Juan. Exageras. Jaime. Ah, ya s. Juan. Ya sabes, qu? Jaime. Quines son y de dnde vienen. Juan. Y qu quieren. Jaime. Son diferentes de nosotros. 48
Juan. Quines son? Jaime. Son distintos de nosotros. Juan. Quines son? Jaime. Extraos. Juan. Qu quieren? Jaime. Extranjeros. Juan. Qu quieren de nosotros? Jaime. Mancos. Juan. Qu quieren con nosotros? Jaime. Sordos. Juan. Que se vayan! Jaime. Ciegos. Juan. Que se vayan lo antes posible! Jaime. Sordomudos. Juan. Hay que denunciarles. Jaime. Idiotas. Juan. Que los echen! Jaime. Cabrones. Juan. Que los despachen! Jaime. Hijos de puta. Juan. Espera, escucha. Jaime. Qu es? Juan. Cllate. He reconocido una voz. Jaime. De quin? No puede ser, no son como nosotros. Juan. S, s, es l. Jaime. Quin, quin? Juan. Es mi amigo. Jaime. Qu hace? Juan. Hace teatro. Jaime. Qu hace all? Juan. Estaba un poco loco. Jaime. Creo que es ella. Juan. T tambin has reconocido al alguien. Jaime. Es mi prima. Juan. Es mi vecina. Jaime. Es mi compaera. Juan. Es el tipo del frente. Jaime. Qu hacen todos all? Juan. Creo que se estn juntando. Jaime. Para qu haran eso? Juan. Vienen hacia ac. Jaime. Vienen por nosotros. 49
Juan. No quiero que me toquen. Jaime. No quiero ser como ellos. Juan. Escondmonos. (Se colocan detrs del cubo blanco) Jaime. Quizs pasen sin vernos. Juan. Quizs estn buscando a otras personas. Jaime. Se les oye furiosos. Juan. Como si quisieran venganza. Jaime. Con una ira que no se sabe de dnde viene. Juan. Acumulada de tantos siglos. Jaime. Agchate. Juan. Mejor cierro los ojos. Jaime. Me tapo los odos. Juan. Me cubro la cabeza. Jaime. As pasarn sin tomarnos en cuenta. Juan. Se darn cuenta que no queremos meternos con ellos. Jaime. Que los ignoramos. Juan. Porque no somos como ellos. Jaime. Porque no queremos ser como ellos. Juan. Queremos ser nosotros mismos. Jaime. Yo quiero ser yo. Juan. Yo quiero ser yo mismo y nadie ms. Jaime. Que no me toquen. Juan. No quiero contagiarme. Jaime. Traen la peste. Juan. Traen los virus. Jaime. Tiene sida. Juan. Gripe porcina. Jaime. Son cancerosos. Juan. Cuerpos moribundos. Jaime. Deshilachados. Juan. Se caen a pedazos. Jaime. Estn muertos en vida. Juan. Son distintos. Jaime. No son como t. Juan. Ni como t. Jaime. Y si t te convirtieras en uno de ellos? Juan. Y si t te fueras con la manada? Jaime. Ay, no, no, no! Juan. Cbrete. Jaime. Tpate. Juan. Envulveme. Jaime. Mtete aqu. 50
Juan. Cllate. Jaime. Cllate. (La msica sube y la multitud de voces inunda todo para irse apagando lentamente)
Escena 6. Jaime. (Subido en el cubo blanco en actitud de candidato) Es hora de que esto termine. Juan. Bravo, bravo. Jaime. Tenemos que tomar medidas urgentes. Juan. Bravo, bravo. Jaime. La sociedad est en peligro, el Estado est en peligro, la familia est en peligro. Juan. Qu peligroso! Jaime. Hay que acabar con ellos de una vez y por todas antes de que se fortalezcan, antes de salgan a la luz, antes de que Juan. Antes de qu? Jaime. Antes, antes, antes Juan. Hurra, hurra, hurra. Jaime. Han ido muy lejos, a pesar de nuestras advertencias, salieron a las calles, confundieron la fiesta con la algaraba, la celebracin con el motn. Es hora de pasar a la accin. Juan. Luces, cmara, accin. Jaime. Llame al gobernador y ordnele que no quede ni uno solo de ellos, que les saque de la calle, que los encierre definitivamente y si alguno de resiste, ya saben qu hacer. Juan. Ya saben qu hacer, ya saben qu hacer. Jaime. Nos toca a nosotros en esta hora oscura de la patria actuar con decisin, es nuestra responsabilidad salvarla. Juan. (Cantando) Patria tierra sagrada Jaime. Los smbolos han sido mancillados. Juan. El honor perdido. Jaime. El respeto para la madre patria, perdido. Juan. Cundo perd mi honor? Ya no me acuerdo. Jaime. (Bajndose del cubo blanco y dirigindose al cubo negro) A ver los cidos, los venenos. Hay que exterminarlos. Juan. Hazme el honor, comienza t. Jaime. (Derramando cido sobre el cubo negro) Acido sulfrico. Juan. Cmo se retuercen! Jaime. cido ntrico. Juan. Cmo chillan! Jaime. Plomo hirviente. Juan. La piel se les deshace. Jaime. Mercurio. 51
Juan. Se han puesto brillantes. Jaime. Fsforo. Jaime. Resplandecen en la noche. Jaime. Nitrato de bismuto. Juan. Qu es eso? Jaime. cido clorhdrico. Juan. Se les sale los ojos, les crece la lengua. Jaime. Se oy con toda claridad. Juan. Qu pas? Jaime. El primer balazo. Juan. Su cuerpo se inclina con un rbol bajo el viento y se despedaza contra el pavimento. Jaime. El segundo balazo. Juan. Agujero en el vientre por el que se derraman las vsceras. Jaime. El tercer balazo. Juan. Estalla el crneo y los pensamientos subversivos quedan desparramados por el suelo. Jaime. Retrate. Juan. Djame, estoy divirtindome. Jaime. Aljate. Juan. No fastidies. Jaime. Aprate, vamos antes de que sea demasiado tarde. Juan. Me falta uno ms. Jaime. No hay tiempo. Mira ese hombre al fondo. Juan. Parece que nos apuntara a nosotros. Jaime. Est a punto de disparar. Juan. Por qu lo hace? Nosotros estamos de su lado. Jaime. All hay otro. Juan. Y otro. Jaime. Y otro. Juan. Los hombres armados vienen por nosotros. Jaime. Corre. Juan. Corramos. Jaime. Huye. Juan. Escapa. Jaime. (Ambos otra vez refugiados en el cubo blanco) Qu susto! Juan. Qu angustia! Jaime. T tienes la culpa. Juan. Y ahora qu hice? Jaime. Yo estaba tranquilo. Juan. Solo te suger. Jaime. Que me subiera a la tarima, que empezara a hablar. Juan. Cmo iba a adivinar que te creeras lo que estabas diciendo?
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Jaime. Al principio lo deca por decir y despus me fui convenciendo. Mis palabras sonaban tan bien, mi figura resaltaba y se vea en los ojos de la gente, esa pasin por el lder, esa fascinacin por el poder. Juan. Estaremos seguros aqu? Jaime. Creo que s. Juan. De todas maneras, podemos espiar. Jaime. Ya se han ido. Juan. La plaza est vaca. Jaime. No quedan cuerpos tendidos el pavimento. Juan. Han limpiado todo. Jaime. Maana las noticias dirn Juan. Se esperan vientos fuertes que traern nubes del oriente aunque no sern suficientes para que llueva. Jaime. Nuestro equipo nacional de ftbol tuvo una actuacin decorosa. Juan. Sper ofertas de fin de ao, de principios de ao, de la mitad del mes, del fin de semana!
Escena 7. Jaime. Qu hacen? Juan. Estn levantando una tarima. Jaime. Ponen banderas y flores. Juan. Habr una celebracin. Jaime. Llegan los buses. Juan. Se baja la gente con sus banderas y sus camisetas de colores. Jaime. Es la misma gente, la misma plaza de ayer. Juan. Ya nadie recuerda. Jaime. Ya nadie tiene memoria. Juan. Levantamos nuestras casas sobre el olvido. Jaime. Lleg el nuevo jefe. Juan. Y dice lo mismo. Jaime. Cmo grita la gente! Juan. Cmo aplauden! Jaime. Tratan de tocarlo. Juan. Cmo se agitan, cmo babean! Jaime. Qu dice? Djame or. Juan. Hay que perseguir a los enemigos Jaime. A los que estn en contra nuestra Juan. A los infames Jaime. A los canallas Juan. A eso que ya fueron derrotados una y otra vez y no aprenden. Jaime. Hay que callarles la boca 53
Juan. Para siempre Jaime. A ellos y a los suyos Juan. Que no quede rastro alguno Jaime. Hay que desaparecerlos Juan. A quines se refiere? Jaime. No te enteras de nada. Juan. A sus compaeros de partido. Jaime. Y qu pas? Juan. Se pelearon y fueron echados del partido. Jaime. Y ahora? Juan. Son culpables de todo. Jaime. Y a dnde han ido? Juan. Al exilio. Jaime. Y la gente? Juan. Es la misma de ayer. Jaime. No puede ser. Juan. S puede ser. Jaime. Si ayer estaban en contra, marchando contra todo y contra todos. Juan. Ahora lo apoyan de nuevo. Jaime. Vamos a decirles. Juan. Y nosotros por qu? Jaime. Es nuestro deber. Juan. Yo no quiero correr ningn riesgo. Te espero aqu. Jaime. (Acercndose al cubo negro) Ms vale esperar, se ven furiosos. Juan. Hay algunos que estn armados. Jaime. Escndete, podran mirar hacia ac. Juan. No me importa que me vean. Jaime. Djate de tonteras. Aljate. Juan. (Retrocediendo) En fin Jaime. Qu? Juan. Nosotros tambin. Jaime. Tambin qu. Juan. Estuvimos de su lado. Jaime. Cremos. Juan. Cremos. Jaime. Nos dejamos llevar por sus palabras. Juan. Mientras ms gritaba e insultaba, nosotros ms emocionados estbamos. Jaime. Fuimos invitados a los cinco minutos del odio. Juan. A la media hora de la furia. Jaime. Yo nunca quise salir. Juan. Y sin embargo tantas veces estuviste all. Jaime. Los vecinos podan denunciarme. 54
Juan. Todos nos vigilbamos a todos. Jaime. Yo te miraba de reojo. Juan. Yo no saba en dnde estabas. Jaime. No poda dejar de mirar la pantalla Juan. cuando el enemigo del Estado apareca. Jaime. La gente enloquecida quera romper la pantalla colocada en el parque. Juan. Llovan piedras y palos. Jaime. Y el rostro del enemigo del Estado se iba deformando Juan. hasta convertirse en una bestia Jaime. en un monstruo. Juan. Cmo pude dejarme llevar as? Jaime. Nadie se resista. Juan. Luego, lentamente el Gran Lder reemplazaba a la imagen del Enemigo del Estado. Jaime. La gente se apaciguaba. Juan. Se calmaba el gritero. Jaime. Cada uno marchaba para su casa. Juan. Con la cabeza baja. Jaime. Con la mirada perdida. Juan. Sin revirarse a ver. Jaime. Cualquier da podra tocarle a uno. Juan. Cualquier da alguien te denunciaba. Jaime. Cualquier da el Gran Lder descubra que eras el enemigo, que conspirabas. Juan. Cualquier da alguien llamara a tu puerta Jaime. y sera demasiado tarde Juan. para huir Jaime. para escapar. Juan. Deja que me siente. Jaime. Acomdate. Juan. Ya est.
Escena 8. (Los dos sentados en el cubo blanco, espalda contra espalda, con la mirada perdida, incmodos por lo limitado del espacio.) Jaime. No me dejas espacio. Juan. Me empujas. Jaime. Ests gordo. Juan. Eres un pesado. Jaime. No damos aqu. 55
Juan. Deberamos conseguirnos otro sitio para estar. Jaime. All est. (Sealando al cubo negro) Juan. No perdemos nada con intentarlo. Te dejo. Jaime. Al fin. Me quedar aqu, todo para m. Juan. Primero ver si hay alguien. Parece vaco. Jaime. Y las voces? Juan. Solo el silencio. Jaime. Sintate. Juan. No tan rpido. Y si regresan? Jaime. (Espiando) Se ve desolado. Juan. Ves? All a lo lejos como si una sombra se insinuara. Jaime. Hay otra sombra detrs de la primera, ligeramente inclinada hacia la izquierda. Juan. Estn demasiado lejos para reconocerlos. Jaime. Podra ser las columnas. Juan. Se han movido. Jaime. Siguen all. Me inquietan. Juan. S, s, se han movido. Ahora se ve con claridad, son dos personas. Jaime. Estn tapadas las cabezas y vienen envueltos en una tela. Juan. No se puede saber quines sern. Jaime. Se han separado. Juan. El uno se ha quedado atrs. Jaime. Y el otro avanza a prisa. Juan. Viene hacia ac. Jaime. Se est descubriendo. Juan. El rostro se dibuja a lo lejos. Jaime. Me parece alguien conocido. Juan. Es tu impresin. A quin vas a conocer en ese lugar tan extrao? Jaime. Puede ser. Juan. Casi alcanzo a mirarle de lleno. La luz no ayuda. Jaime. Sale de las sombras. Ah! Le conozco perfectamente. Juan. Es una mujer. Jaime. (Describe exactamente al actor, incluyendo el rostro y la vestidura que lleve) l es un hombre joven Juan. Igual que yo. Jaime. Idntica. Juan. No puede ser. Yo estoy aqu. Jaime. Pero te estoy viendo caminar por la plaza y acercarte. Juan. Dirige su mirada hacia nosotros. Jaime. No sabe que estemos observndole. Juan. Para l somos invisibles. Jaime. Eres t, eres t. Juan. La otra figura corre. 56
Jaime. Se aproxima. Juan. Se destapa. Jaime. Le habla a l. Juan. Discuten. Jaime. Se empujan. Juan. Creo que l grita. Jaime. l est inmvil. Juan. Algo pasa. Jaime. Es un ambiente tenso. Juan. Sabes quin es l? Jaime. Es como yo. Juan. Eres t. Jaime. Qu hacemos nosotros all? Juan. No quiero estar en ese lugar. Jaime. No quiero ser otro. Juan. Quiero ser yo mismo. Jaime. Se oye el tropel. Juan. La masa. Jaime. La multitud alocada que invade la plaza. Juan. Qu algaraba! Jaime. Qu ruido! Juan. Los gritos, las carreras, Jaime. Nos envuelven. Juan. Nos rodean. Jaime. Nos hablan. Juan. Nos tocan. Jaime. Nos toman de las manos. Juan. Nos abrazan. Jaime. Nos besan. Juan. Nos vamos con ellos. Jaime. Me voy con ellos. Juan. Somos como ellos. Jaime. Somos ellos. Juan. Indistinguibles.
Escena 9. Jaime. Maana vienen. Juan. Es inevitable? Jaime. Te lo dije desde el inicio. Estaban encargadas porque no saban dnde ponerlas. 57
Juan. No podrn dejarnos al menos el cubo blanco? Jaime. Hacen pareja y no se pueden separar. Juan. Escondamos el cubo negro. Jaime. Para qu? Para torturarnos Juan. Podramos espiar a ver qu pasa. Jaime. Quisiera por una vez siquiera sentarme en el cubo negro. Juan. Lo he intentado tantas veces que creo que es imposible. Jaime. Se quedar vaca para siempre? Juan. En todo caso, estoy seguro que ni t ni yo podemos sentarnos en ella. Jaime. Quin puede sentarse? Tal vez nadie. Juan. Le pertenece a ellos. Jaime. A quines? Juan. A ellos, a ellos Jaime. No s quines son. Juan. A la multitud. Jaime. A la masa. Juan. A la jaura. Jaime. A la banda. Juan. A los lobos. Jaime. Solo para aquellos que pueden con el poder. Juan. Cmo as? Jaime. Los que pueden acabar con todos los poderosos, sin que quede uno solo. Juan. A aquellos que lo revuelven todo. Jaime. Que colocan el mundo de pie. Juan. Porque se encuentra cabeza abajo. Jaime. Si, a los de abajo. Juan. Y nosotros? Qu ser de nosotros? Jaime. Sabemos lo que tenemos qu hacer. Juan. Yo no lo s. Jaime. Lo sabes perfectamente. Lo hemos hablado una y otra vez. Juan. Nos atrevemos? Jaime. Nos atrevemos. Juan. Tengo miedo. Jaime. A pesar del miedo. Juan. Qu nos ir pasar? Jaime. Lo que tenga que pasarnos. Juan. Qu suceder? Cunta incertidumbre! Jaime. Lo que tenga que suceder. Juan. Sales t primero. Jaime. No, t primero. Juan. Nos aceptarn? Jaime. Si, s, nosotros tambin somos la multitud. 58
Juan. Nosotros tambin somos la manada de lobos. Jaime. Nosotros tambin pertenecemos a la masa. Juan. La multitud de voces que gritan. Jaime. El aullido de las voces que claman al cielo. Juan. Hasta que la historia sea contada por los vencidos Jaime. y no por los vencedores. Juan. Hasta que no quede ni uno solo que hable ms fuerte que nosotros. Jaime. Ni uno solo que nos mire desde arriba. Juan. Nosotros somos la voluntad Jaime. aquella que puede cambiar el mundo. Juan. Desde sus races Jaime. Hasta lo ms elevado. Juan. Nosotros somos aquellos que no tenamos esperanza Jaime. y por aquellos que no tenan esperanza, ha sido dada la esperanza.
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El ltimo presidente
Obra en cuatro actos y veinte escenas.
Personajes.
La Multitud: habrn como mnimo veinte actores. Se tendr cuidado de contar con una presencia equilibrada de hombres y mujeres. Se incluirn unos pocos nios. Ser bueno contar con personas de todas las edades y si es posible de diversas etnias. Mientras ms diversidad, mucho mejor. La multitud como tal es el actor principal. De la multitud se desprendern diversos actores individualizados por un tramo de la obra; sobre todo cinco personajes que actan en varias escenas: Jugador de Ftbol. Hombre joven, alrededor de los 28 aos; no ha logrado ser un futbolista profesional y est alcanzando la edad de retirarse. De todas maneras, no abandona la ilusin de pertenecer a un equipo grande. Nio Lustrabotas. Nio de ms o menos 10 aos; asisti a la escuela un tiempo y luego la dej. Vive en la calle, que es su mundo, el que conoce y maneja. Seora Embarazada. Mujer joven, casada, embarazada de 8 meses, que siempre est a punto de dar a luz y no le llega la hora. Se ve arrastrada por la multitud sin saber exactamente por qu. Seora Gorda. Es una tpica seora de edad indefinida, que probablemente tiene un saln de comida rpida o popular y que siempre est a la cacera de una pareja, que nunca llega. Profesor Universitario. Hombre de 40 aos, todava no est cansado de su profesin pero ya ha perdido la ilusin. Recuerda mejores tiempos que jams regresarn. Los dems actores se individualizan espordicamente. 60
El testigo. Hombre joven de profesin y aspecto de lo ms indefinido. Los ministros: actores completamente independientes de la multitud. Antes que personajes completamente individualizados son la caricatura de los ministros. Forman una especie de banda que va detrs del buitre principal. Ministro de Gobierno. Ministro de Seguridad. Ministro del Clima. Ministro de la Paz. Sobre la escenografa. Todo sucede en un futuro lejano. La sociedad se descompone sin hallar salida. Un cierto ambiente neogtico que no llega a ser decadente ni post-apocalptico. El vestuario recuerda de alguna manera una pelcula de ciencia ficcin, aunque no se har referencia a una tecnologa ms avanzada.
Todos los movimientos son lentos, como si los pies pesaran demasiado bajo un sol abrazador en esos das en donde ni una hoja de los rboles se mueve. La Multitud. (Voces dentro de la multitud) Me faltan cinco kilmetros. A mi dos. A mi cuatro. Yo ya llegu pero no tengo nimo. Me quedo en la siguiente parada. Me bajo en el puente. (Todos) Vamos, vamos, un poco de aliento. Busquemos una sombra. (Personas annimas saliendo de la masa.) Hombre 1. Qu quieto est todo! Hombre 2. No sopla de ni una pizca de viento. Mujer 1. Y el calor que aplasta. Mujer 2. Me sofoco. Mujer 3. Agua, agua! Hombre 1. Muvase. Hombre 2. A dnde? Mujer 1. Vyase ms all. Mujer 2. No ve que estoy quemando. Mujer 3. Ay cmo ardo! Mujer 1. Retrese. No me toco. Mujer 2. Aire, aire! Mujer 3. Agua, agua! Hombre 1. Qu quieto est todo! Hombre 2. No sopla ni una pizca de viento. (Se reincorporan a la masa) La multitud. (Halando una cuerda entre todos) A la una, a la dos y a las A la una, a las dos y a las Otra vez, otra vez a la una, a las dos y a las (Voces separadas) Quin no hala? Quin se hace el vivo? As no llegaremos nunca. Yo tengo la culpa. Yo no tengo la culpa. 62
Quieren callarse de una vez! (Un grupo de personas se separa de uno en uno. Pueden ser los mismos u otros respecto de los anteriores.) Mujer 1. Shhhh! Djame or. Mujer 2. Si no dije nada. Mujer 3. Qu silencio! Hombre 1. Cunta calma! Hombre 2. El polvo de las veredas, quieto. Mujer 1. Los perros en las calles, quietos. Mujer 2. Los ojos de los transentes, cerrados. Mujer 3. Las bocas de los nios, cerradas. Hombre 1. El gritero innumerable del mercado, mudo. Hombre 2. Todos los semforos en rojo. Mujer 1. El agua de los ros ha dejado de correr. Mujer 2. Los trenes demorados. Mujer 3. Se quedan dormidos los vigilantes. Hombre 1. Los guardias se recuestan en sus motos. Hombre 2. Ni una maldita pizca de viento en el horizonte. Mujer 1. El cielo desnudo. Mujer 2. Sin nubes. Mujer 3. Y el sol dormido sobre nuestras cabezas. Hombre 1. Son las doce. Hombre 2. Hace cinco minutos dieron las doce. Mujer 1. Sigue siendo las doce. Mujer 2. Los relojes quebrados. Mujer 3. Agua, agua! (Regresan a la masa) La multitud. (Voces que salen de la multitud) Estamos atrasados. As no llegaremos nunca. Ya mismo cierran. (Todos) Jalen, jalen, jalen. (Un grupo de personas se separa de uno en uno. Pueden ser los mismos u otros respecto de los anteriores) Hombre 1. Hay una quietud que no s de dnde viene. Hombre 2. Es la poca. 63
Hombre 1. Una lentitud in fi ni ta Hombre 2. Es el tiempo. Mujer 1. Veinte aos. Mujer 2. Veinte aos que se cumplen en unos das. Mujer 3. El mismo gobierno. Mujer 1. El mismo alcalde. Mujer 2. Y el gobernador, el mismo. Mujer 3. La justicia, congelada. Hombre 1. Sigo en mi trabajo. Hombre 2. No cambi de amigos. Mujer 1. Con el mismo hombre. Mujer 2. Con el mismo hombre. Mujer 3. Con el mismo hombre. Hombre 1. Los cantantes pasan de moda. Hombre 2. Y la moda no pasa. Mujer 1. Nuevas novelas Mujer 2. que dicen lo mismo de siempre. Mujer 3. Otras series en la televisin Hombre 1. Que cuentan historias conocidas. Hombre 2. Pelculas previsibles. Mujer 1. Ya se sabe quin ser el asesino. Mujer 2. Y el final feliz Mujer 3. El mismo de siempre. Hombre 1. Todo pasa para no pasar. Hombre 2. Todo sigue igual. Mujer 1. Damos vuelta en crculos. Mujer 2. Creemos que avanzamos y terminamos por llegar al punto de partida. Mujer 3. Agua, agua! Hombre 1. Me sofoco. Hombre 2. Me quemo. Mujer 1. Ardo. Mujer 2. Y no sopla ni una maldita pizca de viento. Mujer 3. Qu pas con el viento que vena del sur? Hombre 1. Qu es el sur? Hombre 2. Seores, el sur no existe. Mujer 1. Yo sent el viento que vena del sur. Mujer 2. No digas sandeces. Mujer 3. Cmo se te ocurre? Hombre 1. Aqu el viento siempre sopla desde el norte. Hombre 2. El aire caliente entra mis pulmones. Hombre 1. Se hace difcil respirar. Hombre 2. Exhalamos fuego como dragones. 64
(Regresan a la masa.) La multitud. (Voces que salen de la masa.) Maldita cuerda. Est atorada. A la una A las dos Qu pasa all atrs? Los de adelante no jalan. (Todos) Ahora s de una sola Ahora Ahora (Y sin embargo nada ni nadie se mueve.)
Escena 2. Desistir. (Durante toda la escena la multitud hala una cuerda hacia adelante, hacia atrs, sin decidirse; parece que se apresurarn sin embargo no logran hacerlo. Una sensacin de indecisin en el ambiente. Diversas personas salen de la multitud y todava son annimos.) Hombre 1. Con este calor tan terrible, me olvid de realizar los trmites de traspaso. Hombre 2. Tena que ir al mdico y lo he postergado tantas veces. Mujer 1. El carro chocado, el telfono que dej de funcionar, las llaves que no abren: cundo me voy a dar tiempo? Mujer 2. Djalo para maana. Mujer 3. Si hoy el mundo sigui su curso tal como est, djalo para maana. Mujer 2. Para qu afanarse? Mujer 3. Para qu preocuparse? Mujer 2. Maana ser otro da. Mujer 3. Y despus de maana, habr otro da. Multitud. (Todos a una sola voz como un coro.) No insistas. No insistas. No insistas. Deja todo como estaba. No lo toques. Deja el mundo en paz. No tiene arreglo. No insistas. No insistas. No insistas. Mujer 1. Mi jefe me grita todos los das. Mujer 2. No soporto ms. Mujer 3. Y yo con l no s a dnde voy. Hombre 1. El gritero constante de los nios. Hombre 2. Las colas interminables. El trfico insoportable. 65
Mujer 1. Esta ya no es vida. Mujer 2. Maldito clima. Mujer 3. Maldito barrio. Hombre 1. Gente bruta. Hombre 2. Insolente. Mujer 1. Insoportable. Multitud. (Todos a una sola voz como un coro.) A qu vienen estas quejas interminables? Sabes que nada cambiar. Hagas lo que hagas, ni un pelo de tu cabeza caer ms lejos de dnde deba caer. Agacha la cabeza. Baja la mirada. Cierra los ojos. No hagas caso porque no hay caso. Est escrito desde siempre. A qu vienen esas quejas interminables? Mujer 2. Me despierto. Abro los ojos. Miro el reloj. Todava tengo cinco minutos. Y luego: solo unos minutos ms. Me estiro. Me extiendo. Me pongo a divagar. Dan las ocho. Estoy atrasada. Qu dir, que excusa inventar? Ver, mi madre se enferm, mi hijo pequeo no peg los ojos en toda la noche con una tos terrible. Tuve que salir a comprar remedios y volver a la casa. Regreso por la tarde. Qu cansancio! Prendo la televisin. Cambio los canales. Nada que ver. Tengo que comer algo. No s qu hacer. No quiero pensar, no quiero hablar, no quiero dormir. No quiero. Suena el telfono: quin puede ser? No contestar. Nadie tiene que decirme nada. Se hace noche. Me quedar aqu un rato recostada. Me duelen las piernas, los hombros, las manos. Estoy harta. Y estoy harta de estar harta. Mujer 3. Estoy en la cola en el banco. De tan larga llega hasta la calle. Hago como si rellenara una papeleta. De rato en rato, cuando se aproxima mi turno, le digo al de atrs: siga no ms, pase usted, yo espero. Yo siempre espero. Me quedo esperando. Me paro en la ventana a espiar y me pregunto sin cesar: cundo llegar? Es una pregunta sinsentido porque no espero a nadie. Hago como si esperara. Hasta derramo unas lgrimas por la persona desconocida que quiero que llegue y no llegar. Salgo a las paradas de los buses, me pongo en la fila de los cajeros en el supermercado, hago cola para comprar medicinas que no necesito. Llevo una novela que leo en el registro civil. All la espera es eterna. Porque yo espero desde siempre. Mujer 1. Hoy es mi da de NO. Volvers pronto? No. Quieres comer? No. Te acompao hasta la parada? No. Voy sola. Iremos de compras? No. Me abrazas que hace tiempo que no lo haces? No. Hoy es mi da de negacin. Maana es mi da de quizs. Pasado maana regreso a mi estado normal: dejo de responder. As se cierra el crculo: no, quizs, silencio. Y si no hay alternativa? Entonces la mejor opcin es: decide t. Qu quieres comer? Decide t. Qu te vas a poner hoy? Decide t. Compramos la tele? Como t quieras. Y si an te presionan ms y te colocan contra la pared, quedamos opciones: Djame pensarlo. Regresars a tu trabajo? Djame pensarlo. Cundo vamos a hablar? Tengo que pensar en lo que te voy a decir. Cul es tu opinin sobre los anuncios del gobierno? Merecen ms reflexin. No se puede tomar una posicin apresurada. Tal vez tenga razn, tal vez no. Quin tiene la verdad?
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Hombre 1. Dicen que yo miento. Nunca miento. Me niego a decir la verdad, que es algo muy diferente. Trajo los encargos que le hicimos? Termin el proyecto? Hablo con el delegado? Negoci con los acreedores? Yo no les miento. Digo: los encargos estn por llegar, al proyecto le faltan unos pequeos ajustes, el delegado no estaba, los acreedores no llegaron. Dejo todo para ms tarde. Enciendo la computadora. Abro los archivos para trabajar. Varios al mismo tiempo. Mi jefe pasa y pregunta qu hago. Y yo le muestro. Abro un solitario y me pongo a jugar. De rato en rato, regreso a los archivos: aado una coma, quito una cifra, borro una entrada, grabo, cierro, vuelvo a abrir y as se pasa la tarde, los das, las semanas. Cunto durar as? No s. No me interesa. Hombre 2. Yo planifico. Yo soy un planificador. Plan uno, plan dos, plan tres. Me dedico a cada uno de ellos minuciosamente. Aado una cifra, borro una frmula, rehago la pgina, le doy otro formato. Pego dos objetivos. Multiplico las actividades. Divido a los responsables. Plan cinco: hago un marco lgico, grabo la versin uno, la versin dos, la versin diez. Comparo las versiones, superpongo las versiones. Y ahora cuadro el presupuesto, descuadro el presupuesto, recuadro el presupuesto y lo cuelgo en la pared, solo para romperlo y volver a hacerlo. Cuando est listo, le dejo all en el escritorio, ante mis ojos, tiene que reposar unos das como el buen vino, para que de todo su sabor. Podra ser que me olvid algo. No lo puedo enviar as. Revisemos el target, el flujo de caja. Multitud. (Todos a una sola voz como un coro.) Todos los afanes son intiles. Todas las pasiones son intiles. Ningn esfuerzo vale la pena. Posterga las decisiones. Aleja el futuro. Solo existe el presente. Olvida el pasado. Que la vida pase sin ti! Que se vaya! Prefiere no saber a saber, no conocer a conocer, no pensar a pensar. Todos los afanes son intiles. Todas las pasiones, tambin.
Hombre 1. El aire est pesado. Hombre 2. Seguramente llover despus de este calor tan terrible. Mujer 1. Una tempestad de verano. Mujer 2. Sobre todo porque no hay brisa. Mujer 3. Me parece que algo se movi all al fondo. Hombre 1. Pura ilusin, nunca las cosas han estado tan quietas. Hombre 2. Podemos cambiarnos de nombre y empezar a llamarnos: el pueblo de quietud perpetua. Mujer 1. En donde nada pasa. Mujer 2. Y lo que sucede, no deja huella, ni el menor rastro. Mujer 3. Esa lmpara estaba quieta hace un minuto y ahora se bambolea. Esperen. No. Se detuvo. Ah va, comienza otra vez. Hombre 1. No entiendo. Todo lo dems est inmvil. 67
Hombre 2. Es el preludio de la lluvia. Mujer 1. Miren! Esa rueda gira. Ella sola sin que el carro avance. Ahora acelera, gira. Chocar contra la vereda. Se detuvo! Qu pena! Mujer 2. Qu bochorno! Mujer 3. Seguramente estamos a cuarenta grados a la sombra. Hombre 1. El reporte del clima en la televisin deca que tendramos un largo perodo de estabilidad. Hombre 2. Caen unas gotas o es mi impresin? Mujer 1. S, s, una acaba de aterrizar en mi cabeza. Mujer 2. Yo no siento nada. Mujer 3. Maana el noticiario dir: Cay una gota de lluvia. Hombre 1. No dir ni media palabra. Hombre 2. Por qu? Mujer 1. Porque est prohibido. O simplemente se autocensuran. El jefe de noticias preguntar: Est comprobado? Ser seguro? No es una calumnia de los sectores de la oposicin? Mujer 2. Si solo fue una gota de agua. Mujer 3. Es que hubo una orden de palacio que deca: No llover. No hay cmo contradecir. Hombre 1. Ayer me llamaron del Ministerio del Clima. Hombre 2. Irs? Hombre 1. Todava no lo s. Me ofrecieron trabajo. Y con lo difcil que es conseguirlo, tal vez vaya. Hombre 2. En qu puesto te pondrn? T que eres tan preparado seguro que vas de jefe. Hombre 1. Tendr que dar las noticias del clima. Todos los das abriendo bien la boca, con una voz profunda, como si fuera una buena noticia, un anuncio magnfico: Tengo el placer de anunciarles que el clima no cambiar durante el da. Hombre 2. No se bambolea el letrero de esa tienda? Mujer 1. Cul? No veo que se mueva. Mujer 2. Ese que dice: Doa Rosita. Mujer 3. Ah, s, como si tuviera un ligero temblor. Hombre 1. Esa seora gorda debe ser ella. Tiene la boca abierta y no sabe qu pasa con su letrero. Hombre 2. Fjense al final de la calle. Mujer 1. (Atisbando) Qu? Qu es? Mujer 2. Una pequea nube de polvo. Mujer 3. Ni siquiera hay una pizca de viento. Hombre 1. Avanza por sus propios medios. Hombre 2. Viene hacia nosotros sin que nadie le empuje. Mujer 1. S, s. Es una redonda nube de polvo. Mujer 2. Con unas manchas blancas. Parecen pedacitos de papel que forman un remolino. Mujer 3. Un remolino? Imposible. Hombre 1. Un torbellino minsculo que apenas se eleva unos centmetros del suelo. Hombre 2. No puede ser. En nuestra ciudad no hay remolinos peor torbellinos. Mujer 1. Estn prohibidos. Mujer 2. Desde que 68
Mujer 3. Calla. Pueden orte. Hombre 1. Se deshizo. Hombre 2. Desapareci. Mujer 1. Qu pena! Con lo que me hubiera gustado pescar esos pedazos de papel que flotan dentro y leer sus mensajes secretos. Qu dirn, qu contaran? Mujer 2. Hubiera querido morder el polvo. Mujer 3. Nunca lo sabremos. Hombre 1. Y si se vuelve a formar? Hombre 2. Se deshar tan rpido que no podremos alcanzarlo. Mujer 1. Qu pesimista! Mujer 2. Qu oscuro! Mujer 3. Qu negativo! Hombre 2. Qu les importa! Mujer 1. (A la Mujer 2) Oye. Mujer 2. Qu quieres? No molestes. Mujer 1. (A la mujer 3) Ves ese gato gris cruzando la esquina? Mujer 3. Dnde, dnde? Mujer 1. En la esquina, a tu derecha. Mujer 3. Qu lento que avanza! Hombre 1. En buena hora que los autos estn parados. Hombre 2. Qu delicados sus pasos! Mujer 1. Qu suave su andar! Mujer 2. No camina, se desliza sobre el asfalto. Mujer 3. Un paso y luego, casi despus de una eternidad, otro paso. Hombre 1. Y, sin embargo, se mueve. Hombre 2. All al fondo una gaviota suspendida contra el horizonte. Mujer 1. Desciende en cmara lenta. Mujer 2. Parece un planeador aprovechando las corrientes clidas de aire que suben hasta el cielo. Mujer 3. Pero Hombre 1. No, no, ya no lo digas ms. Hombre 2. Pero Mujer 1. Ni una pizca de aire sopla. Mujer 2. No creo. Mujer 1. Qu no crees? Mujer 2. Siento en este lado de la cabeza una ligersima brisa. Mujer 3. De qu lado ests? Hombre 1. Veamos. Hombre 2. Sugiero que viene del sur. Mujer 1. (Sealando con el dedo) All, a la izquierda, junto al carro verde. Mujer 2. Es un perro canelo. Mujer 3. Tiene abierta la boca. Hombre 1. Ahora la cierra. 69
Hombre 2. La vuelve a abrir. Mujer 1. La vuelve a cerrar. Mujer 2. Ladra. Mujer 3. Alla. Mujer 1. Gime. Mujer 2. Llora. Mujer 3. Malla. Hombre 1. Estornuda. Hombre 2. Rebuzna. Mujer 1. Croa. Mujer 2. Ser que va a llover? Porque cuando las ranas croan es que va a llover. Mujer 3. (Imitando a una rana) Croac, croac. En unos instantes me pondr a llover a mares. (Regresan y se funden a la multitud. La multitud entera se pone a croar, mientras sale del escenario.)
Escena 4. La reunin de los ministros. (Entran los ministros.) Min. de Gobierno. A ver, el orden del da. (Se hace un silencio largo) Seores, el orden del da. Min. del Clima. No hay orden del da. Min. de Gobierno. Cmo puede ser? Quin es el responsable? Es inaudito. Min. de la Paz. Buscamos por todas partes y no aparece. Nadie sabe. No est en los archivos y las secretarias aseguran que no prepararon los borradores. Min. de Seguridad. Me alegro. Min. de Gobierno. Qu le pasa? Cmo puede alegrarse? Cmo va a funcionar este organismo sin un orden del da? Explquese Sr. Ministro de Seguridad, antes de que se le destituya de su cargo por incompetente. Min. de Seguridad. Es que yo s por qu no hay orden del da. (Silencio) Min. del Clima. Terminar por hablar. Min. de la Paz. Le encanta ese aire de suspenso. Min. de Seguridad. No hay orden del da porque este en este pas todo est bien, en orden, en paz, en silencio. Nadie reclama, nadie protesta. Las encuestas nos dan un altsimo porcentaje de aceptacin. No hay orden del da porque no hay desorden del da. Min. de Gobierno. Bien dicho. Y, entonces, para qu nos reunimos? Min. del Clima. Para ratificar lo dicho. En el ministerio que tengo bien en presidir, orgullosamente, el Ministerio del Clima, el ms joven y el ms eficiente, anuncio aqu y ahora que el clima permanece estable y as se quedar.
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Min. de la Paz. Para ratificar lo dicho. En el Ministerio de la Paz hemos llegado con nuestras acciones hasta el ltimo rincn de la patria. Podemos asegurar que los treinta y cinco millones de habitantes que pueblan nuestro glorioso territorio estn contentos. Min. de Gobierno. Qu ms puede decirnos Sr. Ministro de Seguridad? Min. de Seguridad. El pas est asegurado Sr. Ministro de Gobierno. Min. de la Paz. Qu calor que hace! Min. del Clima. Cmo se atreve? Tenemos la temperatura perfecta. Min. de la Paz. Me disculpo. Debe estar descompuesta la ventilacin. Min. de Seguridad. Aqu todo funciona perfectamente. Min. de Gobierno. Aunque las cosas marchan muy bien, siempre es bueno reforzar, profundizar nuestro contacto con el pueblo, garantizarnos su apoyo, mostrarles todo el sacrificio que hacemos por ellos. Min. del Clima. Le gustara un par de grados menos en el clima? Min. de Seguridad. Quizs si mandamos a prisin a unos diez para que no se nos confen demasiado. Min. de Gobierno. Por ahora no, sera dar muestras de temor y debilidad. Cmo va nuestro programa favorito? Min. del Clima. De qu habla? Min. de la Paz. Marcha de maravilla. Cada da, a la misma hora, a las 8:30 el pas entero se detiene. La imagen del enemigo de turno aparece en las pantallas de las grandes avenidas, en los computadores, en el Facebook y tweeter, en los celulares. Durante cinco minutos insultamos a gritos al enemigo de turno. Y volvemos al trabajo, aliviados, satisfechos, con deseos de trabajar y amar al prjimo. Min. de Seguridad. Qu bien Sr. Ministro de la Paz! Min. del Clima. Felicitaciones. Sera bueno subir en esos minutos, la temperatura unos grados? Min. de la Paz. Ya hace bastante calor. Min. de Seguridad. Qu dice? Min. del Clima. Le aseguro que el clima funciona sin una falla. Min. de Gobierno. Quisiera beber algo. Min. del Clima. Acaso tiene sed? Min. de Gobierno. De ninguna manera. Era por decir cualquier cosa, ya que no hay de qu hablar Se me ocurre que necesitamos un nuevo ministerio. Min. de Seguridad. Hay algo que est fallando en la seguridad? Min. de la Paz. Aumentamos el volumen de los gritos de odio? Mejoramos los insultos? Min. del Clima. Quiere un verano especial? Min. de Gobierno. (Abanicndose por el calor insoportable) Es hora de un nuevo ministerio. Uno que se ocupe de la paz. Min. de la Paz. Me deja perplejo. Estoy sorprendido. No me esperaba esto. Min. de Gobierno. Clmese. No tiene que ver con su ministerio. El gobierno quiere crear el Ministerio la Paz Interior. Min. del Clima. Un clima interior Min. de Seguridad. Una seguridad interna 71
Min. de la Paz. Genial idea. Min. del Clima. Tiene que estar adjunto a mi despacho. Min. de Seguridad. Tengo el aparato de seguridad para garantizar que se cumplan los decretos. Min. de la Paz. Se trata, nada ms, de pasar de la paz externa a la paz interior. Min. de Gobierno. Ya est decidido. Ninguno de ustedes intervendr. Estar directamente a mi cargo. Desde ahora se llamar Ministerio de Gobierno y de la Paz Interior. Min. del Clima. Con todo el respeto, me permito disentir. Min. de Seguridad. No cuente conmigo para ninguno de sus operativos. Min. de la Paz. Sera una ofensa para la institucin entera que dirijo. Min. de Gobierno. Digan lo que quieran. Est decidido. Ayer el Presidente firm el decreto. Y los puso a ustedes a mi disposicin. Min. del Clima. Sr. Ministro! Min. de Seguridad. Sr. Ministro! Min. de la Paz. Sr. Ministro! Min. de Gobierno. (Echa sobre ellos una mirada feroz) Decan? (Los ministros bajan la cabeza) Min. del Clima. Pongo a su disposicin los satlites y las estaciones. Min. de Seguridad. Abrir los archivos de 35 millones de habitantes proporcionado por Ooogl. Min. de la Paz. No les parece que hace demasiado calor? (Los dems hacen como si no hubieran escuchado) Min. de Gobierno. Estamos muy preocupados por el desarrollo personal de nuestros ciudadanos. Tenemos que ir ms a fondo. Enterarnos de lo qu estn pensando y sintiendo. Conocer hasta el ms mnimo de los deseos. Constituirnos en la voz de su conciencia. Porque nuestro Presidente est aqu para salvarnos, para conducirnos por el camino adecuado, para iluminar nuestro camino y guiar nuestros pasos. Lo que l hace, lo hace en nuestro nombre. Sus deseos son nuestros deseos. Sus sentimientos nuestros sentimientos. El representa el futuro de la patria. Me equivoco: l es el futuro de la patria. El encarna la perfeccin. Min. del Clima. Inclino mi cabeza respetuosamente. Min. de Seguridad. Repito sus palabras antes de dormirme. Min. de la Paz. Odio lo que l odia. (En voz baja) Me sofoco. Estoy que no aguanto. Min. de Seguridad. Dijo algo? Min. de la Paz. Recordaba la paz que nos da cada maana. Min. de Seguridad. En todos los hogares, su retrato preside la mesa. Las madres quieren poner a sus hijos su nombre. Min. de Gobierno. Y cuntas solicitudes de clonacin he tenido que negarles. Min. del Clima. El pueblo le ama. Min. de la Paz. El pueblo le venera. Min. de Seguridad. El pueblo le adora. Min. de la Paz. El pueblo (Se corta y los dems le miran con curiosidad) Me preguntaba por el pueblo. Min. de Seguridad. En l se ha depositado la voluntad popular. Min. de Gobierno. Sin l no hay pueblo. 72
Min. de la Paz. Yo deca que el pueblo (No puede avanzar) Min. del Clima. Le pasa algo? Se ha puesto a sudar. Min. de la Paz. Ser el clima? Min. del Clima. Ahora me convertir en el culpable de lo que pasa aqu. Min. de Seguridad. Aqu nada sucede. Aqu las cosas estn tranquilas. No se reportan incidentes. Una paz que ya dura largos aos imperturbable. Min. de Gobierno. Abriremos las ventanas. Miremos el horizonte hacia dnde vamos. Min. de Seguridad. Prendamos los ventiladores. Min. de Gobierno. Dejemos que entre el aire. Min. de la Paz. Ya deca yo: qu calor que hace! Min. del Clima. Tengo que denunciarlos ante el mismsimo Presidente. l me orden que pusiera a 38 grados. Min. de Seguridad. Yo lo llamara. Min. de Gobierno. Es una buena idea. Min. del Clima. Jams me atrevera a contradecirle. El rige el clima. Yo solo ejecuto rdenes. Min. de la Paz. Llame. Aprese. Min. de Seguridad. Me ahogo! Min. de Gobierno. Prendan ese maldito aire acondicionado. Min. del Clima. (Llamando por el celular) Reciba mis saludos respetuosos Quera informarle que reina la inmovilidad. S, s, la paz interior. Respetuosamente Respetuosamente ejecut sus rdenes al pie de la letra aunque los ministros insisten en que cabe la remota posibilidad de que la temperatura est ligeramente subida unas milsimas de grado y yo quera. cuntos grados? 38 grados como usted ordeno (Suelta el telfono asustado y corre mientras grita) Me equivoqu, error mo, dijo 18 y yo o 38. Qu ser de m? Me convertir en el siguiente enemigo pblico. Min. de la Paz. Ya deca yo que haca calor. Min. de Seguridad. Desde el inicio supe que nuestro Presidente no poda estar equivocado. Min. de Gobierno. Este imbcil del clima. (Salen los ministros.)
(Entra la multitud. Los personajes se desprenden de la masa. El resto juega a preparar la cuerda para halarla. Hay a momentos un murmullo secreto que emerge de la masa, aunque no es plenamente audible. Ms adelante voces aisladas estallan dentro.)
Hombre 1. Las hojas de los rboles se mueven. Hombre 2. Los autos comienzan a rodar. Mujer 1. Un semforo que cambi a verde. 73
Mujer 2. Y el gato gris que corre sobre los tejados. Mujer 3. El ladrido del perro canelo se oye fuerte. Hombre 1. Cmo silba el afilador de cuchillos! Hombre 2. Cmo grita el vendedor de frutas! Mujer 1. Me entran unas ganas terribles de ponerme a hablar y hablar y hablar. Mujer 2. Me dan unos deseos imparables de or, or, or. Mujer 3. Me pican los pies. A dnde ir? A dnde me llevarn? Yo me dejo ir. Hombre 1. Siento algo aqu dentro. Hombre 2. (Aproximndose) Dnde? En el pecho? Hombre 1. Muy dentro. Hombre 2. (Pone la mano) Parece que se te va a salir el corazn. Hombre 1. Siento una inquietud extraa. Hombre 2. Como si alguien fuera a echarle un tarro de pintura a la tarde gris. Mujer 1. Sabes a qu hora pasa el ltimo tren? Mujer 2. No estoy segura. Mujer 1. Te acuerdas a qu hora dijo que vendra el albail a arreglar la casa? Mujer 2. Ni la menor idea. Mujer 3. No estoy segura de lo que tena que hacer. Mujer 1. No s lo que iba a decir. Mujer 2. Creo que iba al mercado. Mujer 3. Y yo a pagar la luz. Hombre 1. Cerraste la puerta? Hombre 2. Tena que hacerlo? Hombre 1. Hay que tener las puertas cerradas. Hombre 2. Para qu? Hombre 1. Para que nadie entre. Hombre 2. Y para qu queremos que nadie entre? Hombre 1. No lo s. Multitud. (Voces que emergen de la masa) Quisiramos dejar todo como est. Quisiramos que nada se mueva. Y que todo permanezca quieto. Un vaho de inquietud cae sobre la plaza. Una sombra de duda frunce los seos de los pasajeros. La bruma se levanta y comenzamos a ver las cosas. Que todo quede igual! Que nada cambie! Que no lleguen visitantes! Que nadie nazca! Que nadie muera! Ni una brizna de polvo en la calle. Hay una puerta que se abre. 74
Hay unas ventanas que se entornan. Una luz tenue entre las cortinas. Alguien sonre. Alguien murmura. Se ahuecan los silencios. Hombre 2. Dicen que hoy comienza la feria. Mujer 1. O que se presentaba Funes el memorioso. Hombre 1. Es tan prodigioso que se acuerda del ms mnimo detalle de la vida de cada uno de los espectadores. Mujer 2. Entonces yo no voy con lo que me cost olvidar. Hombre 2. Guarda tanto en su memoria que hasta recuerda lo que suceder maana. Mujer 3. A m me impresiona ms el hombre en la jaula. Mujer 1. Qu hace? Mujer 3. Es un artista del hambre. Hombre 2. Qu es eso? Mujer 2. (Al Hombre 1) Qu te gusta de la feria? Hombre 1. La carpa enorme al final de la feria. Hombre 2. La gente tiene miedo solo de verla. Mujer 1. Salen con el rostro desencajado. Hombre 1. Es ms sorpresa que miedo. Mujer 2. Qu hay dentro? Hombre 1. Tampoco entr. Me intriga el letrero que tiene: El jardn de los senderos que se bifurcan. Mujer 2. Ah! Solo es un laberinto. Siempre terminas por encontrar una salida. Hombre 1. Dicen que toda la vida de uno se recorre en uno de los caminos. Mujer 3. Me la s de memoria. Hombre 2. La conozco hasta el menor detalle. Hombre 1. Y dicen que hay otros caminos. Mujer 1. A dnde llevan? Mujer 3. Tal vez otras vidas. Mujer 2. Quizs otras muertes. Hombre 1. Son las vidas que no vivimos y que all se vuelen reales. Hombre 2. Yo entro. Mujer 1. Yo tambin entro. Mujer 2. Me voy a la carrera. Mujer 3. Eso es lo que siempre quise: otra vida, otras vidas en este mismo mundo. Multitud. (Voces que surgen desde dentro de la masa) Yo soy Funes el memorioso. Yo recuerdo todo. Yo soy el artista del hambre. Yo soy el obsceno pjaro de la noche. Yo me llamo La Maga. 75
Yo tengo la boquita pintada. Yo soy la doble y nica mujer. Me pregunto. Te preguntas. Me pregunto. En dnde estar mi jardn de senderos que se bifurcan? Hombre 2. Finalmente se rompi el cristal de la quietud. Mujer 1. Fragmentos de la tierra inmvil en cada uno de los pedazos. Mujer 2. Hay en todos los pies una prisa por caminar. Mujer 3. Hay en todas las bocas un ansa de hablar. Hombre 1. Hay en todo los odos una sed de palabras. Hombre 2. Queremos noticias de verdad. Mujer 1. Quiten el canal del clima! Mujer 2. Abran los peridicos. Mujer 3. Prendan la radio. Multitud. Enciendan el televisor. Hombre 1. Qu dicen los mensajes de texto! Hombre 2. Oigamos los mensajes de voz guardados. Mujer 1. Acabo de recibir un mail. Mujer 2. Suena el celular. Mujer 3. Queremos noticias de verdad. Hombre 1. Que nos digan lo que realmente est pasando. Hombre 2. Omos chismes. Mujer 1. Sospechas. Mujer 2. Comentarios velados. Mujer 3. Noticias del sur. Multitud. Del sur del sur. ACTO II. NOTICIAS DEL SUR. Escena 1. Fantasas en la mente de la multitud. Hombre 2. Ya les contaron? Mujer 1. Estuve toda la tarde ocupada. No s de qu hablas. Hombre 2. Lo o en varios lugares. Me extraa que no sepan lo que est pasando. Mujer 2. A qu te refieres? Hombre 2. A las noticias. Hombre 1. Vi el noticiario de las 9 y no hubo alguna novedad que me llamara la atencin. Hombre 2. No sale en la televisin ni en la radio. Mujer 3. Puros chismes, comentarios sinsentido. Hombre 2. Entonces, t si sabes de qu se trata. 76
Mujer 3. No alcanzaron a contarme todo. Recib una llamada y se cort enseguida. Luego no me pude conectar de nuevo. Mujer 1. Ah! Se trata de eso. Mujer 2. Bueno, yo tambin Hombre 1. As que estn enterados y no quieren decirlo. De qu mismo se trata? Mujer 3. De las noticias Hombre 2. De esas que vienen Mujer 1. Del sur. Mujer 2. S, del sur. Hombre 1. El sur es como el fin del mundo. All jams pasa nada. Mujer 3. Si te contara, no lo creeras. Hombre 2. Tengo dudas de que sea cierto. La gente siempre exagera. Hombre 1. Djense de indirectas. Me marean. Mujer 1. Yo no estoy seguro. Solo puede decir lo que escuch. Mujer 2. (Utopa del centro del mundo) Ellos dicen esto es lo que dicen. El mundo es redondo. S, eso ya lo sabemos desde hace mucho tiempo. Y a pesar de eso tiene un centro. No se refieren al centro de la tierra, a esa masa de hierro ardiente que nos quema por dentro. Quieren decir un centro que est en la superficie. Y todo ese tropel de gente, esa masa incontrolable que avanzaba sin detenerse, de pronto se detiene. Nadie sabe exactamente cmo ni por qu. Y sin saber de dnde comienza a dibujarse, en el suelo, un crculo enorme, tan grande como dos estadios de ftbol. Miran hacia todos partes y no pueden explicarlo. Se miran desconcertados. Seguirn caminando? Las canciones callaron, los bailes cesaron, las bocas acalladas. Un silencio pesado. Una calma inusual en medio de tanta algaraba. Y entonces se levantan unos nios que se abren paso entre la gente. Hacen un ruedo en torno a ellos. Una nia, como si fuera parte del juego en el que estaban, dice: este es el centro, aqu est el centro. Y echa a correr, mientras los nios la persiguen. Entonces la gente sabe: all, en el sur, se encuentra el centro del mundo. Ahora pueden seguir su camino. Suena la msica. Comienza el baile. Revientan los cohetes. Se elevan los globos. Los castillos se queman. Hombre 2. (Utopa del sur profundo.) Al principio, yo no lo quise creer. Ms bien me pareca una invencin loca. Se demoraron tanto en llegar las noticias que se volvieron irreconocibles. Pregunt por qu no haban filmado. Tendramos un documento fiel de los sucesos. Me dijeron que lo intentaron y que, por alguna razn desconocida, la grabacin se borraba, se alteraba, sala cualquier cosa. Un virus muy extrao. Hombre 1. Razn de ms para no creer en lo que estaban diciendo. Hombre 2. Me limito a contar lo que contaron. Cuando la gente se aproximaba a unos kilmetros de la frontera sur, las brjulas enloquecan. Unos metros ms all del lmite, en vez de seguir mostrando que era el sur, comenzaba de nuevo el norte. Y el sur en vez de apuntar hacia la Tierra de Fuego, se meta dentro, se hunda. El sur dejaba la superficie de la tierra y se converta en un sur profundo. Nadie pudo cavar para averiguar en donde se detena el fenmeno. Tampoco es que la gente se preocupara demasiado. Se limitaron a inventar 77
una pequea variante en los puntos cardinales a fin de aadirle otro. As que a ms del sur, ahora exista el sur profundo, que fue llamado desde entonces: el sur del sur. Quizs all terminaba el sur. Tal vez all comenzaba el sur. Mujer 1. (Utopa del pueblo imaginario.) Era una chica flaca a ms no poder, con unos ojos enormes que no le caban en la cara. Tena dos piernas derechas y una pequea joroba. No paraba e hablar. Uno quera preguntar y ella deca: No, no, espero, an hay ms. Y le daba a la lengua. Hombre 1. Qu contaba? Qu noticias traa del sur? Mujer 1. Ella estaba sentada en la vereda, mirando la tarde polvorienta en ese pueblo. Aburrida como siempre. Mir a lo lejos y vio una multitud que se aproximaba. A veces aceleraban el paso, a veces de tan lentos pareca que retrocedan. Ella los ve venir y no los reconoce. Cada uno de los ellos no se distingue en nada de nosotros. La tez morena, curtida por el sol, las manos speras del trabajo, los ojos profundos, el pelo lacio. Y a pesar de que eran ordinarios como cualquiera de nosotros ella dice- qu difcil era reconocerlos. Y nosotros: por qu? Por qu? Ellos dicen que nacieron en una tierra atravesada por una lnea imaginaria, que ellos eran un pueblo imaginario, una masa imaginaria. Y que un da se cansaron y echaron a andar por la carretera. Y nosotros: qu tenan de extraordinario? La chica flaca saca un largo peine, casi del tamao de ella y se peina suave, largamente. Se demora una eternidad en responder. La miro y me sorprende cmo sus ojos cambian de color cada vez que baja y sube la voz. Y ella dice: uno a uno eran cualquiera. Se juntan unos con otros y se vuelven banda, manada, piara, jaura, parvada, enjambre. S, s, eso es: un enjambre de gente zumbando de un lado a otro. A la chica flaca se le secan las palabras. Nos mira con sus ojos que ahora se han vuelto negros. Se marcha sin despedirse antes de que alcancemos a detenerla. Mujer 3. No creo que nada de esto sea cierto. Hombre 2. La gente imagina cosas. Mujer 1. Dejan volar su mente y llegan a cualquier parte. Mujer 2. Desvaros. Hombre 1. Delirios. Mujer 3. Seguramente nada de qu preocuparse. Hombre 2. Mejor me voy. (Se reintegran a la multitud) Mujer 1. Tambin yo. Mujer 2. No s por qu me pongo a or estas cosas Hombre 1. Hora de volver. La Multitud. (La multitud se desordena, adquiere un comportamiento catico. Cada cual sale disparado en cualquier direccin. Se cruzan, se chocan, se empujan, se abraza, se ignoran. Aqu habr un gran espacio para la improvisacin. Voces de personas annimas emergen de la masa, solo para apagarse tan rpido como aparecieron. He aqu algunas de las frases que se oyen.) Le pegaron un tiro y ya. De dnde viene usted? 78
Qu bien! Qu lindo! Se sentir dichosa. Fue una estafa. A las cosas por su nombre. Cobrarme tanto por esa porquera. Ni un gol, dios mo. Seis partidos y ni un gol. Qu va a ser de m! A nadie tiene porque importarle. Estoy gorda y qu. Gorda, gordsima, tanto que no entro en mi misma. Me desbordo. Otra vez llegar tarde a clase. No s si es pereza o no mismo puedo. Qu precioso el nio! Igualito a la mam. Vende el gallo? La gallina? El sapo? La salamandra? El buitre? No. Nunca ms. Esta fue la ltima vez que le perdono. Cmo se va el tiempo? Maana ya es 21. En siete. A ver si por fin me saco la lotera, aunque soy tan salado. Con esta barriga inmensa, parezco de diez meses. Con tal de que no salga tan bruto como el padre. (Mientras la masa gira, se revuelca, juega, grita, alla, algunos de ellos se convierten en personajes definidos, que entrarn como tales en las siguientes escenas. As hay una Seora Gorda que se pone y se saca un delantal a ver si le queda bien, un Profesor Universitario que quizs se pone una corbata o lleva un portafolio, un Nio Lustrabotas con su cajita, un Jugador de Ftbol bien sea con una camiseta de algn equipo o una pelota. Hay la libertad de darles forma a los dems hasta que conformen una tpica masa popular. Es el inicio de la salida del anonimato, aunque este jams desaparecer por completo.)
Escena 2. La versin oficial. (El Mensajero asoma su cabeza y mira a los ministros charlando despreocupadamente, excepto el Ministro de Gobierno que firma unos papeles.) Min. de Seguridad. Qu hace all? Qu mira? Guardias! Mensajero. No, por favor, no. Solo vine a traer noticias urgentes. Min. del Clima. Pudo haber llamado. Enviar un correo electrnico, comunicarse por skype, entrar en el Facebook. Mensajero. Es que son noticias que no deben difundirse. La gente podra inquietarse. Min. de la Paz. Esta gente siempre exagerando para darse importancia. Min. de Seguridad. A ver diga de qu se trata. Mensajero. Hablar nicamente con el Ministro de Gobierno. Fueron las rdenes expresas del Sr. Gobernador. Min. del Clima. Habr hecho una excepcin conmigo, el Ministerio del Clima. Mensajero. Con su perdn, me disculpo, dijo: A ese que no acierta una, ni media palabra. Min. de la Paz. Al fin uno que me da la razn. Min. de Seguridad. No ve que el Ministro est ocupado. Mensajero. No hablar hagan lo que me hagan. Min. del Clima. (Al Ministro de Gobierno) Sr. Ministro si fuera tan amable Min. de la Paz. Si se dignara un momento Mensajero. (Sin saber si puede hablar o no) Sr. Ministro 79
Ministro de Gobierno. (Sin levantar la cabeza de los papeles que firma furiosamente) Diga, diga, no s quede all parado mudo. Mensajero. Acabo de llegar del sur Ministro de Gobierno. (Cortndole) Cul sur? Hay tantos. Sea especfico. No me haga perder el tiempo. Mensajero. De la frontera. Ministro de Gobierno. Y? Mensajero. El fenmeno se extiende Sr. Ministro y parece que no hay manera de frenarlo. Ministro de Gobierno. Espero que el Ministerio de Salud haya tomado cartas en el asunto. Pensndolo bien, en este asunto este ministerio no tiene injerencia. Min. de Seguridad. Me toca a m. Min. de la Paz. Sin lugar a dudas cae dentro del ministerio que me honro en presidir. Min. del Clima. Cualquier cambio, me toca a m resolverlo en primera instancia. Mensajero. Yo creo Min. de Gobierno. No me importa lo que usted crea. Mensajero. Sr. Ministro no se trata de una epidemia. Min. de Gobierno. Explquese, no ve todo lo que tengo que firmar. Min. de Seguridad. Deje que yo le interrogue. En un abrir y cerrar de ojos estar cantando. Mensajero. La gente se rene y (No sabe cmo continuar) Ministro del Clima. La gente siempre se rene. Mensajero. Caminan por las calles, se miran unos a otros. A veces intercambian unas palabras. Nada importante. Hola Qu haces? Cmo ests? Y enseguida se suman a la marcha. Nadie pregunta de qu se trata ni a dnde van. Ministro de Seguridad. Est loco, de qu habla? (Gritando) Alguien que saque a este majadero de aqu! Mensajero. La masa crece. Salen las bandas del pueblo y comienza la algaraba. Ministro de Gobierno. Por qu me cuenta todo esto? No ve que tengo que preparar un informe para la sesin del gabinete. No se imagina todo el esfuerzo que significa. No puedo decir lo que quiero decir. Tengo que decir lo que el presidente quiere or. Y yo, cmo carajo voy a saber qu quiere or? Sr. Presidente, la campaa de educacin para transentes mal estacionados marcha de maravilla. La implantacin de fresas salvajes en los pramos altos est teniendo dificultades. El alcalde maldito al fin agach la cabeza. Mensajero. Y entonces sin que nadie les dirija, sin que haya cabecillas, alguno, cualquiera, se detiene y todos se detienen. Este hombre mira hacia un letrero desvencijado que cuelga: Registro Civil. Vuelve la mirada ansioso. Le invaden pensamientos que no sabe expresar. Una mujer gorda a su lado le mira y ella le entiende. Sabe lo que quiere, lo que tiene que hacer Ministro del Clima. (Ha cobrado un inters repentino) Siga, siga, no se detenga Mensajero. Entra un grupo a las oficinas. Los que se quedan fuera hacen un silencio sepulcral. Adentro el primer hombre y la mujer gorda con tres o cuatro ms avanzan sigilosos. Abren las puertas, se acercan a los escritorios, miran fijamente a los empleados. Las personas en las ventanillas urgen ser atendidos aunque se calman pronto y ellos tambin se ponen a la expectativa. Un momento de silencio, un aire denso. Se aproxima un guardia. Retroceden. Se siente el miedo en los cuerpos. El guardia se sienta en un rincn. Comienzan las conversaciones. Ah! Yo le conozco, es mi vecino. Qu bien le sienta esa corbata! Qu ojos tan dulces! Qu mirada tan sabrosa! Ministro de la Paz. Y entonces, qu pasa? Siga, siga, no se quede en los detalles.
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Mensajero. El primer hombre y la mujer gorda se dan la vuelta y caminan hacia la salida. Detrs de ellos, el resto de la multitud. Y ms atrs, uno a uno, alegres, fervorosos, animados, los oficinistas que han cerrado las ventanillas y despedido a la gente salen y se unen al tropel. Ponen los candados, bajan el letrero. Y alguien con un tarro de pintura escribe: clausurado. Y siguen su marcha. Ministro de Seguridad. Y el guardia, qu hizo? Mensajero. Se sac el uniforme, dej su arma dentro y se fue con ellos. Ministro de Gobierno. Tenan que llamar a la polica, amenazarlos con el despido si dejaban sus puestos de trabajo, conminarlos a regresar. Mensajero. Sr. Ministro Ministro de Gobierno. Y ahora qu quiere? Usted no puede irse. Mensajero. Tengo que volver. Tenemos que saber qu pasa. Ministro de Seguridad. Se le nota que la voz le tiembla. No estara usted con ellos y ha venido a mentirle al gobierno? Mensajero. Es la pura verdad. Ministro del Clima. Es usted un testigo presencial? Mensajero. Lo vi de lejos y luego los amigos me contaron los detalles. Tom el primer bus para salir del pueblo antes de que se dieran cuenta. Ministro de la Paz. Y qu espera usted? Mensajero. Yo? Solo quera que lo supiesen. Ministro de Gobierno. Ha venido a pedirme un cargo para usted, para sus familiares? Quiere dinero? Algo tiene que querer. No se viene sin motivo al ministerio. Mensajero. Le juro que vine porque me naci hacerlo, porque me dije tengo que avisarle al ministro, porque desde las elecciones yo les apoye sin esperar nada, por la buena voluntad, porque creo en lo que hacen Ministro de Gobierno. Ya, ya no vaya tan lejos, que tambin parece mentira. Mensajero. Y ahora qu haremos? Ministro de Gobierno. Usted se me regresa ahora mismo y me tiene informado minuto a minuto. Mensajero. Gracias Sres. Ministros, gracias, muchas gracias. (Sale) Min. de Gobierno. Nunca te enteras de nada. Deberamos suprimir el Ministerio de Seguridad. Tengo que controlarlo yo mismo. Min. de Seguridad. Ser una noticia falsa. Min. del Clima. Quieren alarmarnos. Min. de la Paz. Maniobras de la oposicin que tanto terreno ha perdido y se encuentra desesperada. Min. de Gobierno. Y si es cierto? Qu va a hacer si es cierto? Se imaginan. El Presidente me decapita. Min. de Seguridad. Pondr en marcha inmediatamente el aparato de seguridad, la polica militar, la polica poltica, los agentes secretos, las gobernaciones, los subsecretarios. Min. de Gobierno. Nada de medidas escandalosas. Sigilo. Cautela. Evitemos que la noticia, de ser cierta, se riegue. Hay que mantener a toda costa el control. Min. de Seguridad. En nuestro pas reina la calma. Min. del Clima. Ni una sola nube en el horizonte. Min. de la Paz. Parecemos el ocano Pacfico. Min. de Gobierno. En realidad no entend bien de lo que hablaba ese mensajero. Min. de Seguridad. Sus palabras fueron confusas. Min. del Clima. Yo entend Min. de la Paz. Yo creo que dijo 81
Min. de Gobierno. Algo as como una masa de inadaptados que dejaban el trabajo con el menor pretexto y que iban de oficina en oficina metiendo el caos. Min. de Seguridad. Seguramente son terroristas. Min. del Clima. En un pas en donde reina la calma, terroristas? Min. de la Paz. Gente que pretende destruir la nacin. Min. de Gobierno. Socavar las bases del Estado. Min. de Seguridad. Remover nuestras slidas instituciones. Min. del Clima. No podemos permitirlo. Min. de la Paz. No podemos permitirlo. Min. de Gobierno. A ningn precio. Sr. Ministro de Seguridad: me tiene listo para maana un plan de contingencia, una valoracin de los riesgos, me arma un cuarto de guerra, una sala de situacin, me rene al alto mando, al mando mediano, me convoca a la tropa, me moviliza hasta el ltimo agente. Min. de Seguridad. A sus rdenes! Min. del Clima. Saldr en los peridicos, en las noticias, se difundir en las redes sociales. Min. de la Paz. Y tendremos decir que no hay terrorismo. Min. de Gobierno. Cierto. Cambiemos de estrategia. Viaja usted en persona al lugar de los hechos y nos trae informacin de primera mano. Min. de Seguridad. No ser peligroso que yo viaje? Min. del Clima. Puedo ir yo. Min. de la Paz. Con lo impopular que es. Mejor yo. Min. de Gobierno. S, usted Ministro de la Paz. Toma el primer avin y apenas llegue me llama. Min. de Seguridad. (Respirando profundo) Estamos exagerando. Ser un incidente aislado. Min. del Clima. La gente se confunde con mucha frecuencia. Min. de la Paz. Habr sido la gente saliendo de un concierto. Min. de Seguridad. O de un partido de ftbol. Min. de Gobierno. Me tranquilizan. Dormir ms calmado. (Salen.) Escena 3. Los personajes se presentan.
(En una calle cualquiera, polvorienta, desordenada. Al inicio cada uno se encuentra en una esquina, en sus propios asuntos. Luego comienzan a mirarse, a aproximarse. Se juntan.)
Seora Gorda. Creo que todos me miran. Mujer Embarazada. Uf! Qu calor. En esta poca tiene que hacer fro. Qu cambiado est el clima! Nio lustrabotas. (Al Jugador) Le limpio los zapatos? Jugador de Ftbol. No ves que son de ftbol? Transente indefinido. Y? Tambin tienen que limpiarse. Jugador de Ftbol. Con una tinta especial. Nio Lustrabotas. Con esa con la que se hace goles. Jugador de Ftbol. Ya, ya. Esa seora nos est mirando. Seora Gorda. Ahora s que todos me estn viendo. 82
Mujer Embarazada. (A la Seora Gorda) Qu calor que hace! Seora Gorda. Qu me quiere decir? Mujer Embarazada. que el sol quema. Seora Gorda. Ah! Yo cre que insinuaba algo. Mujer Embarazada. Creo que nos observan a nosotros. Seora Gorda. (A los dems) Qu miran? Profesor Universitario. Nosotros? Seora Gorda. S, ustedes. Profesor Universitario. Los que estamos aqu? Seora Gorda. Ustedes, s, ustedes. Nio Lustrabotas. (Al profesor) Le lustro? Profesor Universitario. Soy un hombre ilustrado. Nio Lustrabotas. Los zapatos, seor, los zapatos. Profesor Universitario. Tambin. Nio Lustrabotas. Tambin? Mujer Embarazada. Qu tenemos que nos miran fijamente? Jugador de Ftbol. Nada. Profesor Universitario. Solo que Seora Gorda. (Amenazndola con una cartera) Atrvase. Jugador de Ftbol. Que se va la vista. Profesor Universitario. Sin que la podemos detener. Nio Lustrabotas. Alguien me hala la cabeza hacia arriba y no puedo lustrar. Seora Gorda. Me pican los pies. Mujer Embarazada. La lengua se me mueve sin que yo quiera. Profesor Universitario. El clido aire de una tarde dichosa, como dira el filsofo. Seora Gorda. Filosa la madre que le pari. Profesor Universitario. Dije filsofo. Seora Gorda. Ah! Lo siento. Nio Lustrabotas. (A la Seora Gorda) Le lustro la lengua? Profesor Universitario. (A la mujer embarazada) Sabe qu hace esta gente aqu? Mujer Embarazada. Ni la menor idea. Yo estaba camino de mi casa cuando me encontr con ellos y me qued de la pura curiosidad. Nio Lustrabotas. Yo trabajo aqu. Los oficinistas necesitan que sus zapatos brillen y que puedan verse la cara cuando agachan la cabeza. Seora Gorda. (Al futbolista) Usted no conoce qu pasa? Pareciera que esperan alguna noticia que no llega. Jugador de Ftbol. Vi desde el bus a la gente reunindose en la plaza y tuve el impulso de bajarme inmediatamente. Y aqu estoy. An no pregunt de qu se trataba. Mujer Embarazada. Escuch que alguien con un micrfono peda calma. Nio Lustrabotas. No alcanzo a ver. Seora Gorda. Mejor cada uno se va para su casita. Yo les cuento luego. Jugador de Ftbol. Ni se le ocurra. Jugador de Ftbol. Yo me quedo hasta el final. Mujer Embarazada. Me voy solo si este muchacho empieza a patearme la panza. Seora Gorda. Tanto alboroto para nada. Jugador de Ftbol. Cmo sabe? Mujer Embarazada. Puede que empiecen a hablar en un momento. 83
Nio Lustrabotas. Me da igual. Yo trabajo aqu. (A la seora Gorda) Le lustro las botas? Seora Gorda. Son botines de marca, elegantes. As que ni te atrevas. Jugador de Ftbol. Me presta para hacer un par de goles. Seora Gorda. Insolente. Mujer Embarazada. (Sentndose) Yo mejor me acomodo. Nio Lustrabotas. (Junto a ella) Yo tambin. Jugador de Ftbol. (Haciendo ejercicios) Entrar en calor. Lo peor es empezar el entrenamiento con los msculos fros. Seora Gorda. (Al futbolista, con una sonrisa pcara) Lo hacemos juntos? Jugador de Ftbol. S. Usted all y yo aqu. Seora Gorda. Cmo me va a indicar desde lejos? Jugador de Ftbol. No se preocupe. Le digo lo que tiene que hacer. Mujer Embarazada. Habr una tienda por aqu cerca? Me muero de sed. Nio Lustrabotas. Le traigo una botella de agua. Mujer Embarazada. Qu buen muchacho! Seora Gorda. Interesado. Todos son as. Mujer Embarazada. Me parece que hicieron un anuncio. Jugador de Ftbol. Creo que dijeron que ya mismo llega. Seora Gorda. Quin llega? Nio Lustrabotas. (Llegando con el agua) Aqu tiene. Mujer Embarazada. Gracias. Seora Gorda. Ser el que todos esperan? Jugador de Ftbol. Quin espera? Mujer Embarazada. Yo espero. Nio Lustrabotas. La gente se mueve all delante. Seora Gorda. Seguramente est entrando en la plaza en medio de la comitiva. Jugador de Ftbol. Qu manera de inventarse! Mujer Embarazada. As comienzan los chismes. Seora Gorda. Deca Jugador de Ftbol. Se est haciendo tarde para mi entrenamiento. Mujer Embarazada. En casa estarn preocupados. Nio Lustrabotas. Apenas lustro dos pares. Seora Gorda. (Al futbolista) Viene con nosotros? Jugador de Ftbol. A dnde? Seora Gorda. A contarle a los dems. Vamos? Jugador de Ftbol. Empezamos por el Municipio. Mujer Embarazada. Mejor por el mercado, tengo un hambre terrible. Profesor Universitario. Qu les diremos? Jugador de Ftbol. Cierto, para qu vamos? No sabemos qu tenemos que decirles. Seora Gorda. Ya se nos ocurrir. Nio Lustrabotas. Que hable el profe. Jugador de Ftbol. Buena idea. Profesor Universitario. Mejor usted haga una demostracin. Mujer Embarazada. Yo? Seora Gorda. El futbolista. Nio Lustrabotas. Que hable la Seora. (A la Seora Gorda) Seora Gorda. Quieres que todos me vean? 84
Nio Lustrabotas. Por eso mismo. Jugador de Ftbol. Vamos, vamos, dejmonos de tanta palabrera. Mujer Embarazada. Que les vaya bien! Profesor Universitario. No viene con nosotros? Mujer Embarazada. Me esperan en casa. Seora Gorda. A m tambin y no me importa. Que esperen alguna vez! Profesor Universitario. Que esperen alguna vez! Mujer Embarazada. Vamos, no se diga ms. Seora Gorda. Y qu les diremos? Jugador de Ftbol. El profesor sabr. Profesor Universitario. (Como si diera un discurso) Conciudadanos, queridos compatriotas, gente de mi tierra Qu ms digo? Seora Gorda. Qu s yo! Ah veremos. (En el momento en el que empiezan a reintegrarse a la masa, entra el Testigo.) Escena 4. El testigo. La Multitud. (Voces desde la multitud) Lleg, lleg. Viene hacia nosotros. Profesor Universitario. Es alto. Se le ve por encima de la multitud. Seora Gorda. Es gordo. Se abre paso entre la gente. Jugador de Ftbol. Es gil. Salta por encima de los dems. Seora Embarazada. No est embarazado. Nio Lustrabotas. No alcanzo a ver. Quin es, quin es? La Multitud. (Voces desde la multitud) Abran paso, djenlo pasar. (El Testigo desemboca en la plaza y se queda asustado, atnito de ver a tanta gente.) Profesor Universitario. Traigan una botella de agua. Seora Gorda. Llamen una ambulancia. Jugador de Ftbol. Una camilla, aprense. Seora Embarazada. Se le rompi la fuente? Nio Lustrabotas. Usted es el testigo? Testigo. Yo? Yo no s qu hago aqu en medio de tanta gente. Le dije a mi amigo que le iba a contar lo que estaba sucediendo en el sur y se puso a chismearle a todo el barrio. Y ahora qu voy a decirles? Profesor Universitario. Lo que ha visto. Seora Gorda. Lo que pas ante sus ojos. Jugador de Ftbol. Sin omitir ni un solo detalle. Seora Embarazada. Que nazca un nio precioso! Nio Lustrabotas. (Al testigo) Le lustro las botas? Primer Testigo. Son zapatos de caa alta. Nio Lustrabotas. Parecen botas. Son de cuero? Primer Testigo. Cuero de las mejores vacas. Mira, son de marca. Profesor Universitario. Holstein? Rotweiller? 85
Seora Gorda. Qu nos importan sus malditas botas! Que suelte el cuento! Jugador de Ftbol. Contrlese. Seora Gorda. Ay! Usted siempre tan considerado. Seora Embarazada. Hablar de una buena vez. Primer Testigo. Quisiera comenzar aclarando que soy un testigo, que mi participacin en los hechos que relatar fue nula, que me limit a estar all parado en una esquina primero y luego en un balcn, los acontecimiento y que, por sorprendente que parezca Seora Gorda. (Le interrumpe) Basta! Por Dios, parece poltico! Queremos saber qu pas. La Multitud. (Voces desde la multitud) Ya habla! Te quedaste mudo? Mentira ha de ser. Suelta la lengua. Que hable, que hable! Primer Testigo. Dicen que comenz como un juego. Esa parte no me consta. Cuentan que empezaron a conversar en una mesa del fondo del bar de la esquina. A uno de ellos se le ocurri llamar a otros amigos. Y estos, a otros. Como es un pueblo pequeo, salieron a la plaza central los convocados. Dicen que eran pocos, que ni pasaban de diez. Como era de suponerse, la noticia se reg. Los primeros curiosos miraban desde lejos. Los que fueron llegando no saban qu pasaba, hasta que se form una masa. Cuentan que lleg el Intendente y les orden irse a la casa. No le escucharon. La gente segua llegando. Unos preguntaban a otros. Nadie saba nada. Miraban en todas direcciones. Alzaban la vista al cielo. A veces alguien haca un movimiento brusco y los dems se ponan nerviosos. Pareca que se iba a desatar una estampida. Una voz en un extremo de la plaza dijo a los que estaban cerca. Me muero de sed. Vamos a la tienda. Y se dirigieron a la tienda. La masa se qued inmvil por un instante y luego sin entender por qu empezaron a seguirlos. Los jvenes llegaron a la tienda y pidieron agua. Los que estaban dentro se miraban asustados. Sacaron todas las botellas de agua que haba y las repartieron a los que queran y a los que no queran. Los chicos giraron para regresar a la plaza. Los dueos de la tienda entendieron -quin sabe por qu!- que tenan que cerrar y sumarse a la masa. Y as lo hicieron. Yo estaba en una esquina. En realidad unos pocos nos quedamos en la esquina. No quisimos participar. (Se calla) La Multitud. (Voces desde la multitud) Eso es todo? Mentiroso. Embustero. Squenle de aqu a patadas! Nos est tomando el pelo. Primer Testigo. Por favor! Por favor! Solo estoy tomando aliento y un poco de agua. La Multitud. (Voces desde la multitud) Cllense! Dejen or! No empujen! 86
Cierra la boca! Cierra la trompa! Te caigo a patadas! Basta! Basta! Empez a hablar Dejen or! Primer Testigo. La gente comenz a aburrirse. Hablaban por los celulares. Se pusieron a jugar a la pelota. Por all son una guitarra destemplada que tuve que callarse porque le silbaron. Una muchacha se levant y se dirigi a la oficina de telecomunicaciones que queda frente a la iglesia. Todos detrs de ella a unos pasos de distancia. Los oficinistas de telecomunicaciones la ven aproximarse. Cierran de prisa las puertas antes de que llegue. Y se unen a la masa. La muchacha desconcertada no sabe a dnde ir. Busca en las calles aledaas un locutorio. Cada vez que encuentra uno, pasa lo mismo: se cierra rpidamente y la masa crece. Deambulan por el pueblo. Casi no queda nadie en casa. Vuelve a la plaza. Se marchan a casa. La Multitud. (Voces desde la multitud) Nada ms? Y despus, qu pas? Tanto susto por tan poco. Qu deca la gente? Qu comentaron las noticias? Qu dijo el alcalde? Qu dijo el Intendente? Qu pas despus? Jugador de Ftbol. (Dirigindose al Primer Testigo) Me parece que le he visto antes. Testigo. Imposible. Nunca vengo a la capital. Seora Embarazada. Tiene un aire conocido. Profesor Universitario. Hay tantos parecidos. Seora Gorda. S, s, yo tambin le recuerdo, no s de dnde. No era usted un admirador mo? Nio Lustrabotas. Le vi entrando en el Palacio de Gobierno. Jugador de Ftbol. Ah! S, claro, era l. Seora Embarazada. Entr por la puerta lateral. Nio Lustrabotas. Quise lustrarle las botas y me respondi que Testigo. Habr sido otro. Si acabo de llegar. Profesor Universitario. Era usted, ahora yo tambin me acuerdo. Primer Testigo. Cllense! Les van a or. (Comienza a salir) Seora Gorda. Detngalo. Jugador de Ftbol. Por qu yo? Seora Embarazada. No dejen que se vaya! Profesor Universitario. Cirrenle el paso! Seora Gorda. Me pongo en la mitad. Jugador de Ftbol. Con eso es suficiente. Seora Embarazada. Creo que me empezaron los dolores. 87
Nio Lustrabotas. Le acompao a su casa. Profesor Universitario. Una ambulancia. Seora Gorda. Un mdico. Jugador de Ftbol. Una enfermera. Seora Embarazada. Es una falsa alarma. Fue un susto. Nio Lustrabotas. (Dndose cuenta que el testigo ha desaparecido) Se fue, se fue. Profesor Universitario. Persgalo. Jugador de Ftbol. Por qu? Seora Gorda. Es que usted es tan fuerte, un atleta. Seora Embarazada. Me ayuda, por favor. Profesor Universitario. Desde luego. A dnde va? Seora Embarazada. Me sentar por aqu a descansar un rato. La Multitud. (Voces desde la multitud) Se fue. Se fue. A dnde? Vamos tras l. Se escap. Qu ser de nosotros? Se fue. Se fue. Ser una epidemia? No quiero contagiarme. Me siento mal. No empuje. A m tambin me empujan. (Todos se reintegran a la masa)
Escena 5. Las dudas iniciales. (La multitud se desparrama por el escenario. Cada uno busca su espacio, su rincn propio. Luego se juntan en parejas, en tros, en grupos ms grandes. La masa se hace y se deshace. Finalmente se forman dos grupos que actan cada uno como si fuera un personaje. As que dicen sus textos colectivamente y se desarrolla un dilogo entre esas dos partes de la multitud. A cada parte le llamamos Fragmento de Multitud: 1, 2.) Fragmento 1. Las noticias llegan. Las noticias pasan. Nada es permanente. Mejor lo olvidamos. Maana estar en la pgina ocho del peridico. Maana ser noticia vieja. Las noticias llegan. Las noticias pasan. Se van raudas. Fluyen sin que se las pueda detener. Mejor
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cerramos los ojos, tapamos los odos. Mejor caminamos de prisa. Cada uno a su casa. Cada uno a su agujero. Fragmento 2. Compartimos tu anhelo. Nos penetra la misma ansiedad. El sbado se juega el clsico. El domingo nos vamos de paseo. El lunes empieza una nueva semana. Todo habr quedado atrs. Este fin de semana no prendemos la televisin. Este fin de semana no abrimos los peridicos. Compartimos tu anhelo. No prestes atencin a lo que dicen. Apaga el telfono. Echa a la basura los correos electrnicos. Fragmento 1. Vamos a la playa. chate en la arena. Deja que las horas pasen. Una cerveza bien helada! Un cono doble! El viento clido en la cara. El viento clido en los cuerpos. Ven. Scame a bailar. Gira, gira, as, rpido. Quin est cansado! Despiertos hasta el amanecer. Apaga la radio. No oigas esa conversacin. No es de tu incumbencia. No es contigo. No. No. No. Fragmento 2. La carretera se alarga. El aire fresco penetra por las ventanas. Sube el volumen. Acelera. Acelera. Cambia de disco. Ese no. Otro. Otro. La carretera se extienda sobre la montaa. Pequeos lagos que brotan a cada paso. No te detengas. Sigue. Este pueblo est muy pequeo. Sigamos hasta el prximo. Y luego hasta el prximo. Y despus, hasta el siguiente. Fragmento 1. Y si llegamos al sur? Fragmento 2. Tomamos la carretera que nos lleva al norte. Fragmento 1. Y si nos hemos equivocado? Fragmento 2. Para. Detente. Djame ver hacia dnde vamos. El GPS seala al sur. Volvamos. Da la vuelta. Fragmento 1. Las noticias llegan. Las noticias no quieren irse. Noticias del sur. Dicen Fragmento 2. Calla! Por favor, calla. Fragmento 1. Cuentan que Fragmento 2. La duda me asalta. Quiero saber y no quiero saber. Haz una llamada. Solo una. Breve. Lo ms breve posible. Apenas unos segundos. Las dudas me asaltan. Si es verdad, qu haremos? Si es cierto, qu haremos? Si se acercan a nosotros, qu haremos? La duda es un pual en el vientre. La duda es un cido que quema. Quiero saber y no quiero saber. Quiero or y no quiero or. Fragmento 1. Dicen que se dirigen hacia ac. Dicen que avanzan por la sierra, por la costa, por el oriente. Dicen que nada queda a su paso. Dicen que arrasan con todo. Dicen, dicen, dicen. La tierra tiembla. Los vientos huracanados azotan las ciudades. Ni los pueblos ms lejanos se escapan. Es una plaga. Una catstrofe. Un terremoto. Un tsunami. A su paso los nevados se derriten. A su paso los ros se salen de su cauce. A su paso las bestias paren criaturas prematuras. Fragmento 2. Arden las iglesias. Se queman las casas. Fuego en los establos. Los animales huyen despavoridos. Los pjaros se chocan en el aire. Los perros no cesan de aullar. Y esa masa que no se detiene. Enorme mancha negra que ensombrece el da. Tenemos miedo. S, mucho miedo. Qu ser de nosotros! Qu haremos cuando lleguen! Que alguien venga en nuestra ayuda! Arden las iglesias. Se queman las casas. Fuego en los establos.
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Fragmento 1. (Leyendo un peridico, hablando por los celulares) Atencin! Qu dicen? Las noticias vienen y van. (Saltando de alegra) Viva! Viva! Era una falsa noticia. Est en el internet: el gobierno desmiente. El gobierno afirma que la paz nunca ha sido tan perfecta en el sur. El gobierno apunta a los sediciosos, a los conspiradores, a los traidores. Ellos se inventan. Ellos crean el caos. Fragmento 2. Qu alivio! Qu suerte! Nada de lo que dijo el testigo era verdad. Los chismes eran solo eso: chismes. El pas dormir tranquilo est noche. Maana amanecer un da claro, azul transparente. Ni una sombra. Ni una duda. Ni un solo temor. El gobierno nos ha dado su palabra. El gobierno nos ha prometido. S, el gobierno. Nuestro gobierno. Nuestro primer ministro. Nuestro presidente. Fragmento 1. Se prepara una rueda de prensa. Ellos nos hablarn en todos los canales. Cada uno recibiremos un mensaje. Qu alivio! Qu suerte! Nada de lo que dijo el testigo era verdad. No tenemos miedo. Las dudas se fueron. Da luminoso. Tmame de la mano. Cada uno para su casa. Cada bestia a su agujero. Las flores se abren. Los perros dormitan. Las cosas recobran su ritmo habitual. Todo es como siempre. Aqu nada ha cambiado. Todo es como siempre. Aqu nada cambia. Fragmento 2. Desde el principio lo supimos. Desde el inicio estaba claro. Solo la marcha inexorable del progreso, del bienestar. Cada da un kilmetro ms de carretera. Cada da menos pobres. Cada da ms sanos. Cada da ms felices. Desde el principio lo supimos. Desde el inicio estaba claro. (Los fragmentos se juntan)
La Multitud. Las noticias pasan. Las noticias corren y desaparecen. Nada es permanente. Maana lo habremos olvidado. Maana se habr borrado de nuestras mentes. Palabras vanas. Calumnias. Palabras vanas. Calumnias. (Se quedan un momento sorprendidos de sus propias palabras. En voz baja primero y luego en voz alta) Si, por un acaso S, por una caso Por alguna extraa coincidencia una sorpresa inesperada si las cosas no fueran como dicen que son si las palabras que omos a pesar nuestro si no alcanzamos a taparnos los odos si no alcanzamos a cerrar los ojos si el testigo, a lo mejor, de pronto, inevitablemente si el testigo, a lo mejor, de pronto, inevitablemente
ACTO III. LA INQUIETUD DEL SUR. Escena 1. Se confirman las noticias del sur.
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(Se desprenden los personajes desde la multitud.) Profesor Universitario. Le acompao hasta la esquina. Seora Gorda. Un par de cuadras si quiere. Profesor Universitario. Este barrio es peligroso. Seora Gorda. Con usted estoy segura. Profesor Universitario. Segura de qu? Mujer Embarazada. Espero llegar al fin de semana. Cada da patea ms. Nio Lustrabotas. Tiene que ponerle mi nombre. Profesor Universitario. No te metas en asuntos ajenos. Seora Gorda. Bien dicho. Ella ver qu nombre le pone. Mujer Embarazada. Cmo te llamas? Nio Lustrabotas. Juan. me dicen Juanito. Mujer Embarazada. El padre querr que se llame como l: Anselmo. Jugador de Ftbol. Dios me libre! Profesor Universitario. Suena terrible. Seora Gorda. Anselmo! Jugador de Ftbol. De grande le dirn: Selmi, Selmi Nio Lustrabotas. Parece nombre de perro. Seora Gorda. A ustedes qu les importa. Mujer Embarazada. No s preocupe. Estoy acostumbrada. Yo misma le llamo: Anse Anse Anse. Seora Gorda. (Al futbolista) Mejor nos vamos. Jugador de Ftbol. No se habr enterado? Nio Lustrabotas. De qu? Profesor Universitario. La noticia corre por todos lados. Mujer Embarazada. Es un reguero de plvora. Profesor Universitario. Ha roto los diques y se desborda incontrolable. Seora Gorda. Cmo pas sin que yo me entere? Nio Lustrabotas. Si est de lo ms entera. Mujer Embarazada. Me duele. Profesor Universitario. Ya le pasar. Jugador de Ftbol. No le pasar. Seora Gorda. De qu hablan? Profesor Universitario. Una multitud avanza por las carreteras, por los pramos, por la selva. En cada pueblo, la gente se le suma. Los cuarteles se cierran. Los soldados se paralizan. Los empleados clausuran las oficinas y salen a las calles. Las iglesias se vacan. Se organizan bailes, tarimas para discursos improvisados, ollas de comida, tiendas de campaa. La gente que no puede irse con ellos, coloca comida y agua en el borde de los caminos. Las radios suspenden su programacin regular y transmiten las simples conversaciones de la masa que camina. Por todos lados altavoces. Es un barullo que nadie entiende y sin embargo caminan en la misma direccin. Un espritu comn e invisible los une.
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La multitud. (Voces que salen de la multitud) Nada hay que les detenga. Nada que pueda detenerlos. Avanzan sin tropiezo. Murallas derribadas. Puertas abiertas de par en par. Caminos anchos. Caminos estrechos. Vienen uno tras de otro. Manada. Banda. Tropel. Aparecen entre los rboles. Asoman por las montaas. Innumerables hormigas devorando las distancias. Seora Gorda. Qu hambre! Mujer Embarazada. S, qu hambre. Jugador de Ftbol. Debe ser tardsimo. Nio Lustrabotas. Tengo que irme a la casa. Profesor Universitario. Vives lejos? Nio Lustrabotas. A dos buses de distancia. Seora Gorda. (Al nio) Qu lindo, que cachetes tan preciosos! Qu hambre! Nio Lustrabotas. (Alejndose de la Seora Gorda) Quin me presta para el bus? Mujer Embarazada. No me alcanza ni para m. Jugador de Ftbol. Hace rato que se habr terminado el entrenamiento. Mejor me quedo. Profesor Universitario. Si me atraso diez minutos, mis alumnos desaparecen. Seora Gorda. Me quedo con ustedes. Mujer Embarazada. Yo tambin. Adems casi no puedo caminar. Jugador de Ftbol. Les oiremos llegar? Profesor Universitario. Ser como una estampida. Seora Gorda. Como un terremoto. Mujer Embarazada. Como una avalancha. Jugador de Ftbol. Me pondr a practicar aqu. (Hace ejercicios con una pelota) Nio Lustrabotas. Yo le acompao. Seora Gorda. Qu bien que juega! Ha de ser de la seleccin. Profesor Universitario. Nadie me espera en casa. Lleg, prendo las luces, las habitaciones vacas. Un largo corredor oscuro que cruzo con los ojos cerrados. Mujer Embarazada. Todos me esperan en casa. Tengo esta extraa sensacin de no querer irme. Jugador de Ftbol. Jams falto a las prcticas y aqu estoy sin saber por qu. Nio Lustrabotas. Lustre tan pocos zapatos que no me alcanza para volver. Profesor Universitario. Quiero estar aqu cuando lleguen. 92
Seora Gorda. Yo les doy la bienvenida. Mujer Embarazada. Yo solo estar presente. Jugador de Ftbol. Valdra una demostracin? Nio Lustrabotas. Habr lustrabotas entre los que vienen? Profesor Universitario. No s para qu vienen. Desconozco sus motivos. Tampoco s a dnde van. Seora Gorda. Prepar un discurso. Mujer Embarazada. Me duele cada vez ms. Jugador de Ftbol. Ser que ya es la hora? Mujer Embarazada. No todava. Nio Lustrabotas. Sern muchos? Profesor Universitario. Muchsimos, tantos que no los podremos contar. Jugador de Ftbol. que no los podremos detener. Seora Gorda. (A la embarazada) Venga, djeme que le abrigue. Mujer Embarazada. Gracias, se siente bien. Jugador de Ftbol. Prender fuego para calentarnos. La Multitud. (Voces que salen de la multitud.) Suben. Bajan. Ruedan. Caen. Se levantan. Avanzan. En carros, en trenes. En motos, en bicicletas. A pie. De prisa. Lentamente. A la carrera. Paso a paso. Suben. Bajan. Rueda. Caen. Se levantan. Avanzan.
Escena 2. Una inquietud que no cesa. (Todos reintegrados en la masa, que deambula por el escenario como si estuviera perdida, como si buscar algo sin saber lo que exactamente es. Entre ellos se miran, se interrogan, se ignoran, se tropiezan, se chocan. Corren, se detienen, vuelven a correr, como si les hubiera entrada una inquietud que no cesa.)
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(De la masa se separan dos hombres, que se visten de militares; ser suficiente una casaca y quizs un gorro. Cada uno lleva un rifle en la mano. El resto permanece unido. Ser al azar que las voces salen de entre la multitud, como si no quisieran dar la cara.) Primer Soldado. La situacin se pone cada vez peor. Segundo Soldado. S que hay cinco soldados heridos. Primer Soldado. Contaban que mucha gente caa atropellada por sus propios compaeros. Segundo Soldado. No s a dnde iremos a parar. Primer Soldado. Nos limitaremos a obedecer las rdenes. Segundo Soldado. Ordenes que para nada son claras. Primer Soldado. Vayan, ya saben qu hacer, tantas veces que les enseamos cmo enfrentar estas situaciones, el caos no puede ganarnos. Segundo Soldado. Se escudan detrs de las rdenes ambiguas. Despus dirn: Nosotros jams dijimos eso, fuimos malentendidos. Primer Soldado. Qu alternativa nos queda? Habr que hacer lo que nos dijeron. Segundo Soldado. Y qu nos dijeron? Primer Soldado. Hay que detenerlos a cualquier precio. Segundo Soldado. Tendremos que disparar? Primer Soldado. (En voz baja) Yo estoy preparado. Segundo Soldado. Qu dices? Primer Soldado. Que yo estoy preparado. Sabes que soy un buen tirador. Segundo Soldado. No creo que sea suficiente. Primer Soldado. Aqu no se discute. Se cumple lo que te ordenan. Segundo Soldado. No discuto. Solo digo que Primer Soldado. Eso es discutir. Limpia tu arma. No sea que se te vaya a trabar en el momento preciso. Segundo Soldado. Est limpia. No crees que Primer Soldado. No creo nada. Djame tranquilo. (Los soldados se aproximan a la multitud. La multitud retrocede unos pasos y se detiene. Hay entre ellos unos tres o cuatro metros de distancia. A veces la masa se atreve y se dirige hacia los soldados. A veces son los soldados los que caminan amenazantes contra la multitud, aunque tampoco van tan lejos. Mientras salen las frases desde la multitud, los soldados no saben qu hacer. Se miran dubitativos. Se interrogan. Se repliegan y regresan desconcertados.) La Multitud. (Voces que emergen de la masa) Oye Juan! No, no es el Juan. Es un parecido. Tengo miedo. Vamos a casa. Por ahora es suficiente. Yo me quedo. 94
Yo no me muevo. De aqu no me sacan. Muvete. Acrcate a ellos. Por qu no lo haces t? A esos dos les conozco. Imposible. Siempre los traen de otra ciudad. Yo me quedo. Quin dijo que quera irse? (Alzan las manos. Hacen gestos dirigidos hacia los soldados. Se desplazan lateralmente y se quedan inmviles cuando los soldados les apuntan. Cuando ellos bajan las armas, se sueltan, respiran aliviados. Y as la secuencia de miedo y desafo se prolonga y se repite una y otra vez.) Primer Soldado. Estamos solos. Segundo Soldado. Contra toda esa gente. Primer Soldado. Estamos armados. Dispara al primero que se acerque. Segundo Soldado. Dispara t primero. Primer Soldado. Ser de llamar al resto del batalln? Segundo Soldado. Nos encargaron a los dos esta calle y dijeron que era suficiente. Primer Soldado. Yo me pongo delante. T me cubres. Segundo Soldado. Entiendes lo que dicen? Primer Soldado. Gritan por gritar, hablan por hablar. Segundo Soldado. Tengo ganas de orinar. Primer Soldado. Tendrs que aguantarte. No me puedes dejar solo. Segundo Soldado. Mejor vmonos. Primer Soldado. Y qu diremos? Qu historia contaremos? Segundo Soldado. Diremos que se fueron sin oponer resistencia. Primer Soldado. Quin nos va a creer? Con lo belicosos que estn. Segundo Soldado. Vuelvo enseguida. (Se va antes que el Primer Soldado pueda detenerlo) Primer Soldado. (Levanta el arma y apunta a la gente. Se nota el temblor de su brazo.) Qu hago? Qu hago? (Retrocede unos pasos y se detiene. La gente avanza dos pasos y tambin se detiene. Se miran desafiantes, se retan) Segundo Soldado. (Entrando) Qu alivio! Primer Soldado. Cmo se te ocurre dejarme solo! Y si me atacaban. Segundo Soldado. Deja de quejarte. Hablaste con ellos? Primer Soldado. Cmo se te ocurre? Qu les iba a decir? Segundo Soldado. Que esta situacin no la hemos provocado nosotros, que si ellos se van, nosotros tambin nos vamos. Primer Soldado. Ni de broma me acerco a hablar con ellos. Segundo Soldado. (Moviendo el rifle como si hiciera seales.) Hola! Hola!
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La Multitud. (Voces que emergen de la masa) Nos estn llamando. No ser a nosotros. A lo mejor llegan ms soldados. Es a nosotros. Tiene que ser una trampa. S, s, es una trampa. Y si nos acercamos? Y si les respondemos? Y si omos lo que dicen? (Voces que se dirigen a los soldados) Qu quieren? No les tenemos miedo. Aqu nos quedamos. Ni un paso atrs. (Salen algunos de entre la multitud. Llevan peridicos y maderas. Las renen y simulan que prenden fuego.) Qu fro que hace! Este maldito pramo en el que vivimos. Estn locos. Qu hacen all! Solo nos abrigamos. Y los soldados? Qu fro que hace! Hazte un lado. Quiero abrigarme. Primer Soldado. Qu hacen? Tiene que ser un truco para desarmarnos. Segundo Soldado. Yo tambin tengo fro. Primer Soldado. No es hora de sentir fro. Segundo Soldado. Es que hay una hora para sentir fro y otra no? Primer Soldado. Te pones insolente. Vers que aqu mando yo. Segundo Soldado. Solo dije que tengo fro. (Da unos pasos hacia el fuego. La gente le mira con temor, con extraeza, aunque no reacciona. El soldado deja el arma en el suelo y se aproxima para calentarse.) Primer Soldado. Qu haces? Qu te pasa? Segundo Soldado. Ven t tambin. Aqu estaremos mejor. Primer Soldado. Y nuestras rdenes? Segundo Soldado. A quin lo importa? Primer Soldado. (Dejando el arma en el suelo y acercndose a la gente. Alguien de entre la masa saca un cigarrillo y le invita. Otro sirve una copa de trago y le pasa al soldado, que no tiene otra alternativa que aceptar.) Haca mucho fro. Segundo Soldado. Es la poca. 96
(Los soldados se sacan sus casacas. Retiran las armas. Y se reincorporan a la masa.)
Escena 3. El delirio incontrolable. Min. de Seguridad. Siento informales que las noticias estn confirmadas. Diversas fuentes, informantes, mails, videos muestran lo que est pasando en el sur. Min. de Gobierno. Espero que esta reunin sea para comunicarnos que el movimiento sedicioso est controlado. Min. de Seguridad. No, Sr. Ministro, no ha sido controlado. Min. de Gobierno. Es usted un inepto. Min. de Seguridad. Estamos esperando sus rdenes. Le recuerdo que usted dijo que nos demos tiempo para analizar, para juzgar, para mirar con detalle y que no tenamos que actuar con precipitacin. Min. de la Paz. Pausadamente, Min. del Clima. Calmadamente como si fuera una tarde de verano. Min. de la Paz. Sin alocarse. Min. de Gobierno. Hay que tener iniciativa en circunstancias como estas en donde la patria est en peligro. Min. del Clima. (Gritando) La patria est en peligro! Min. de la Paz. (Aullando) La patria est en peligro! Min. del Clima. La patria! La patria! Min. de la Paz. Saquen los tanques. Min. del Clima. Movilicen a la tropa. Min. de la Paz. Que los aviones sobrevuelen la zona de conflicto. Min. del Clima. Una rueda de prensa del presidente llamando a defender la patria, si es necesario a entregar la sangre por ella. Min. de Gobierno. Al menos se sabr quin o quines estn detrs de esta sedicin. Min. de Seguridad. Tenemos nuestras sospechas. Min. de la Paz. Torpe! Min. del Clima. Intil! Min. de Gobierno. Y cules son sus demandas, qu quieren? Min. de Seguridad. No hay reclamos. No hay demandas. No hay lderes visibles. Ni proclamas ni manifiestos ni declaraciones en la radio o en la prensa. Min. de la Paz. Est clarsimo. Min. del Clima. Si es evidente. Min. de Gobierno. Ah! Ustedes estn bien informados. Min. de la Paz. Tenemos nuestros medios. Min. de Seguridad. (Irnico) Por favor, seores ministros, estamos listos para escucharlos.
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Min. del Clima. Desde hace un par de aos hemos recogido informacin. Las cosas empezaron con un simple seguimiento del clima, con el registro de las variaciones de la lluvia y la temperatura. All uno de mis asistentes encontr ligeras desviaciones de las normas establecidas por nuestro sabio presidente. Los datos poco a poco no coincidan con los establecidos en el Decreto 6 28 que garantiza la estabilidad del clima. Otros informantes a lo largo y ancho del pas observaron extraos sucesos. Resplandores en el cielo, estelas inusuales, nubes que se retorcan sin que nadie supiera cul era el origen de esos fenmenos. Hasta que dimos con los responsables: Sr. Ministro de Gobierno, son extraterrestres. Y esta avalancha humana que se ha desencadenado en el sur, son nuestros pobres compatriotas que han cado bajo la influencia hipntica de los habitantes de Alfa Centauro. Nosotros Min. de la Paz. (Interrumpindole) Ms le valdra haber cerrado la boca. Min. de Gobierno. Suena creble. Min. de la Paz. Perdneme usted, pero el Sr. Ministro del Clima no tiene la menor idea. Yo s s lo que pasa. Cuando los masones y las sectas de iluminados fueron perseguidos en Europa, muchos de ellos huyeron a Amrica Latina. Permanecieron ocultos por siglos. Y sabemos que hace algunos aos se reactivaron. Comenzaron a reclutar gente. Atrajeron a ciertas sectas evanglicas, a ciertos indios milenaristas y formaron una gran orden. Se preparan para el fin del mundo que, como todos sabemos, es inminente. Ellos estn detrs de esta algaraba, de este caos. Ellos son los que ponen en riesgo a la patria. Min. de Seguridad. A qu extremos se puede llegar! Min. de Gobierno. Ninguna hiptesis puede desecharse. (Al Ministro de Seguridad) Y usted qu dice? Min. de Seguridad. Por el momento prefiero callarme. Quiero tener el panorama completo, los nombres de los cabecillas y la lista de los cmplices y encubridores. Min. de Gobierno. Quiero esa informacin ahora! Min. de Seguridad. Pondra en riesgo el operativo. Min. de Gobierno. Dije, ahora! Min. de Seguridad. No tenemos la suficiente seguridad. (Mirando a los otros dos ministros) Podra haber cmplices aqu en palacio. Min. de la Paz. Se refiere a nosotros? Min. del Clima. A m que he sido tan leal. Min. de Seguridad. Nunca se sabe. Min. de Gobierno. Dganos lo fundamental. Min. de Seguridad. Pusimos a funcionar los aparatos de seguridad. Localizamos a los posibles cabecillas y varios agentes se encargaron de averiguar hasta el ltimo detalle de su vida. As que descubrimos que los traidores que dejaron hace un tiempo el gobierno, los que echamos por que empezaron a mostrar dudas, la eterna oposicin que jams se resign a perder las elecciones una y otra vez, los terroristas de siempre, los nuevos terroristas, los indios rebeldes, uno que otro estudiante que todava queda, alguna feminista enloquecida todos ellos se juntaron y preparan una gran conspiracin. Se apoyan en la
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ingenuidad de la gente, se infiltran entre la masa que antes estaba con nosotros ciegamente, y ahora marchan desde el sur hacia la capital. Min. de la Paz. Y qu quiere? Min. de Seguridad. Derrocar al gobierno. Acabar con el Estado. Destruir la patria. Min. de Gobierno. Anarquistas! Min. de la Paz. Siempre lo dije: sectarios anarquistas. Min. del Clima. Yo tambin lo dije: extraterrestres anarquistas. Min. de Gobierno. (Al Ministro de Seguridad) Ya sabe lo que tiene que hacer. Min. de Seguridad. Qu tengo que hacer? Min. de Gobierno. Lo que tenga que hacer. Min. de Seguridad. Los meto en la crcel, disuelvo las manifestaciones, pongo controles para que no avancen, les obligo a declarar sin importar los medios que use. Eso quiere decir? Min. de Gobierno. Usted lo sabe mejor que nadie. Estoy seguro que me entiende. Min. de Seguridad. Quisiera rdenes precisas, ms concretas. Min. de la Paz. Ms, a dnde? Min. del Clima. Qu se cree? Min. de Gobierno. Haga lo que tenga que hacer. Eso tiene que ser suficiente. Min. de Seguridad. Pero Min. de la Paz. Sin pero. Min. del Clima. Sin chistar. Min. de la Paz. Se obedece sin reclamar. Min. del Clima. En esta hora negra de peligro de la patria. Min. de Gobierno. Patria, tierra sagrada. Min. de Seguridad. Puedo contar con Min. de Gobierno. Con lo que quiera: ejrcito, polica, aviacin, grupos especiales, comandos. Estn a su disposicin desde este momento. Min. de Seguridad. Qu hago con los mandos que se resisten a las rdenes? Min. de Gobierno. Usted sabe lo que tiene que hacer con ellos. Min. de Seguridad. Habr que eliminarlos. Min. de la Paz. Sin compasin. Min. del Clima. Sin consideracin. Min. de Gobierno. Veo en usted un signo de duda? Min. de Seguridad. Cmo se le ocurre? Min. de la Paz. (Irnico) Si es tan fiel Min. del Clima. Si le duelen las rodillas de tanto vivir inclinado. Min. de la Paz. Me duele aqu. (Sealndose en el estmago) Min. del Clima. En dnde? Min. de la Paz. Aqu, en la patria. Min. del Clima. Te estar carcomiendo una duda? Min. de la Paz. Yo, una duda? Imposible (Salen los ministros) 99
Escena 4. La masa se parte en dos. (La masa se parte en dos fragmentos que no se reconocen.) Fragmento 1. (Uno de ellos ligeramente delante de la masa) Se han dicho tantas cosas que cuesta creer que sean ciertas. Noticias contradictorias. Unos dicen, otros desdicen. Gente que se deja llevar por el rumor. Nosotros nos ocupamos de nuestras cosas. Cada uno a lo suyo. Al final veremos, como siempre, que estamos a dispuestos a dejarnos convencer. Somos fciles, rpidos. Aunque parezca increble, ah el pueblo se agolpa y alguno dir: Podra ser a lo mejor y si resulta cierto Se dicen que vienen en oleadas. Se dice que buses repletos de gente ruedan veloces por las carreteras. Se dice que las vas solo se pueden transitar de sur a norte. Se dice, se dice, se dice. Se dice tanto y se sabe tan poco. Fragmento 2. (Uno de ellos ligeramente delante de la masa) A qu viene tanta incredulidad? Ser el miedo? Temores ocultos que nos invaden. Ser la propaganda incesante del gobierno? Ellos son los que dicen y dicen: El pas est en calma. Hemos emprendido la ruta del progreso . El futuro est aqu y ahora. Cadenas y cadenas de televisin. Cadenas que nos mantienen presos, atrapados, que nos dejan saber lo que realmente pasa. Innegable, ya es innegable: vienen desde el sur; y s, aunque parezca increble, oleadas de gente de todos los lugares, de todas las procedencias, de todas las regiones, se unen, se juntan se suman, se mezclan. Nadie manda. Nadie obedece. Solo un mismo espritu, una misma emocin, un mismo brillo en los ojos, una fuerza en las manos, una prisa en las pies. Atrados por la capital como si fuera un gigantesco imn, nada alcanza a detenerlos. Fragmento 1. (Otro de ellos ligeramente delante de la masa) A qu viene tanto afn intil? A qu tanto discurso vaco? Vinieron los polticos y nos prometieron hasta el cielo: casas, crdito, empleo, diversin. A qu viene tanta bulla? Silencio por favor. Hay gente trabajando. Nosotros queremos dedicarnos a nuestras actividades. Tenemos que entregar los pedidos lo ms pronto posible. Hay que despachar la correspondencia. Es urgente dar respuesta a tanto mail acumulado. Necesitamos trabajar. Hay familias que mantener. Quines son estos desocupados que vienen desde el sur? Quines son estos que dejaron sus casas, sus tierras, sus trabajos para lanzarse en una aventura sin sentido? A dnde iremos a parar si nadie manda y si nadie obedece? No nos gusta pero tiene que haber autoridad. No nos gusta pero en algunas manos tiene que estar el poder. Fragmento 2. (Otro de ellos ligeramente delante de la masa)
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Nosotros nos reuniremos en la Plaza de los Prceres. Ironas de la vida. All esperaremos. Les invitamos a juntarse. Vengan. Hay espacio para todos. Cualquier contribucin es bienvenida: ropa, comida, agua, transporte. Nosotros estamos decididos. Dejamos de or las cadenas, los discursos. No entramos en los cines. Ya no queremos nuestros cinco minutos de odio diario. Descubrimos que cada semana el gobierno inventa un enemigo al que hay que odiar. Apagamos los televisores. Nos comunicamos de boca en boca, de mensaje en mensaje, de chat en chat, de foro en foro, de red en red. Llevamos retraso. Es momento de actuar. Es hora de acompaar las palabras con acciones. Fragmento 1. (Otro de ellos ligeramente delante de la masa) Nos quedaremos en nuestros lugares. Nosotros somos responsables. Evitaremos correr la suerte de otros. El dirigente de la cooperativa fue acusado de terrorista solo porque organiz una marcha. Lleva un ao en la crcel y all se quedar. Al periodista que hizo un reportaje del presidente le pusieron un juicio terrible y le cerraron la radio. Un vecino perdi el trabajo por comentar en contra del gobierno. Nosotros nos quedamos en nuestro sitio. Tenemos familias que mantener, hijos que proteger. Al peridico que public una foto del presidente, esa misma noche le apedrearon. El carro del gerente volc en circunstancia extraas. Y al pobre tendero de la esquina le llevaron a rastras porque con ese peridico con la foto envolva las compras. Fragmento 2. (Otro de ellos ligeramente delante de la masa) El miedo lleva al miedo. El miedo hace crecer el miedo. Nos juntamos, nos estrechamos, nos abrazamos. Nos negamos a retroceder. Nos negamos a irnos a casa. Qu nos espera? Nadie lo sabe. Es demasiado tarde para deshacer lo hecho. Los dados estn lanzados. Estamos ms all de la buena o mala suerte. Ahora depende de nosotros. Es nuestra hora. Estamos cansados de este gobierno. Estamos hartos de todos los gobiernos. Basta de jefes. Basta de cumplir rdenes absurdas. Basta de cumplir rdenes racionales. Queremos gobernarnos por nosotros mismos, sin caudillos, sin padres de la patria. Ya veremos qu hacemos con el miedo. El viento que sopla desde el sur comienza a llegar a la plaza. Todava es una simple brisa. Fragmento 1. (Otro de ellos ligeramente delante de la masa) Quin pudiera creer en lo que dicen? Palabras locas que salen alocadas de bocas ingenuas. Qu no diramos para confiar y entregarnos como ustedes? Desvaros. Delirios fugaces. Pronto todo pasar. Ser como una tempestad furiosa sobre las calles. Y luego el mundo seguir siendo como es, como siempre ha sido. Los que gobiernan continuarn gobernando. Y los que obedecemos nos mantendremos callados. Los de arriba, arriba; los de abajo, abajo. Los del sur en el sur. Los del norte en el norte. Hemos fracasado demasiadas veces. Para qu hacer la prueba una vez ms? Llevamos veinte aos con este gobierno. Quin no est cansado? Jams lo vemos ni en la prensa, ni en la televisin. Solo aparecen sus mensajeros que hablan en su nombre. Dicen que ha muerto. Dicen que est
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embalsamado. Dicen que se siente un dios y que no quiere que lo vean. Quin pudiera creer en lo que dicen? Fragmento 2. (Otro de ellos ligeramente delante de la masa) Entendemos sus razones. Han sido dichas tantas veces, repetidas hasta el hartazgo. Suenan a frases hechas. Se oyen como frases huecas. No son sus palabras. Son las de los otros. Han penetrado en nosotros con tal fuerza que las decimos como propias. Somos mquinas ventrlocuas. Quin carece de dudas? En dnde estn los que ven el futuro y adivinan lo que pasar? Es una poca de incertidumbre. Y lo que pase no ser lo que tenga que pasar, lo que el destino haya escrito para nosotros. Lo que pase ser lo que logremos que pase. Ni ms ni menos. Si tenemos que fracasar, hagmoslo nosotros, que se nuestro fracaso. Nos decimos en lo ms ntimo de nosotros, en voz baja, temerosos: Si, por alguna casualidad, esta vez fuera diferente? Si, sorpresivamente, un ro de gente incontenible, incontrolable, estuviera a punto de llegar y no dejara nada en pie a su paso? Esa pequea luz nos detiene, ese reflejo breve en el horizonte, ese susurro, ese pequeo temblor de la tierra anuncios de lo venidero. (Los fragmentos se unen. La masa vuelve a ser una sola.)
Escena 5. La llegada de la multitud que viene del sur. Una parte de la masa sale y vuelve a entrar por el otro lado del escenario. Otros salen y entran una y otra vez. Se trata de dar la impresin de una oleada de gente que desemboca en que una plaza y la va llenando. Despus se reparten en el escenario tratando de ocuparlo plenamente, en grupos menores. Suena una msica alegre, ruidosa. La gente canta lo que quiera. Aqu los actores improvisan: se oyen diversas canciones que se superponen, algunos grupos alzan la voz y luego se callan; y as el ruido de las canciones recorre el escenario. Otros en parejas o en grupos conversan animadamente. Hay momentos de silencio inesperado. Todos miran hacia una misma direccin, todos inclinan sus cuerpos en esa misma direccin. Luego, se sueltan, dejan el miedo, las tensiones y regresa la algaraba. Otra vez el silencio, otra vez los cuerpos inclinados hacia la direccin opuesta a la anterior y una calma tensa. Solo para regresar a la bulla, al desorden. Hay parejas que se abrazan. Otros caminan dados la mano. Uno cualquier se coloca delante de la masa que se agrupa en un solo cuerpo. Juegan a hacer lo que el que est delante hace se llama en nuestra cultura: el juego del capitn manda. Despus de varios giros improvisados, el supuesto capitn se reintegra en la masa y es reemplazado por otro, que es ahora el que gua a la gente. Y as la secuencia se repite varias veces.
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Las luces se desvanecen lentamente; el escenario se oscurece aunque nunca del todo. Algunas luces dispersas se mantienen despiertas a lo largo del escenario. La gente tambin lentamente se sienta, se reclina, se apoyan unos en otros. La masa descansa. Algunos duermen. Las canciones se vuelven suaves, lejanas, apenas murmullos que no interrumpan a la multitud en la plaza.
Acto IV. En la capital. Escena 1. La huida de los ministros. (Entran los ministros con la ropa desarreglada, con unas maletas que parecen que van a reventar. Se agrupan, miran para todos los lados temerosos, descontrolados.) Min. del Clima. Est seguro que nadie le vio? Min. de Seguridad. Completamente. Abr la caja fuerte y tom lo que pude. Min. de la Paz. Ser suficiente para vivir en el exilio? Min. de Seguridad. Primero tenemos que salir de aqu. Tengo la va de escape precisa y un avin no espera en el aeropuerto. Min. de la Paz. Nos recibirn como exiliados polticos? Min. del Clima. En qu invertiremos nuestro dinero? Min. de Seguridad. Arrglense la ropa. Tenemos que parecer ciudadanos decentes, espectadores inofensivos que cruzan entre la multitud. Min. de la Paz. Y si alguien le reconoce? Min. del Clima. Yo soy la que apareca en la televisin. Cada da para garantizar la estabilidad del clima, la cantidad de lluvia exacta, la velocidad justa del viento, el resplandor del sol que no hiera. Min. de Seguridad. No podemos arriesgarnos. Creo que tendr que buscarse otra forma de huir. Min. del Clima. No pueden dejarme aqu en manos de esa masa furiosa. Min. de Gobierno. (Hasta este momento se ha mantenido alejado de la discusin y dice desde lejos.) Yo me quedo. Min. de la Paz. Ya tiene con quien quedarse. Min. del Clima. Me quiero ir. No me dejen. Min. de Gobierno. Yo me quedo aqu en mi sitio. Este es mi lugar, este es mi destino. Min. de la Paz. Qu le harn? Min. del Clima. Le destriparn, le colgarn de lo ms alto de una viga, le sacarn los ojos, le perforarn los odos. Min. de Seguridad. Usted sabe demasiado, nos pondra en peligro. Min. de Gobierno. Lo siento por ustedes. Yo me quedo. Min. de Seguridad. Por favor, Sr. Ministro de Gobierno, se lo ruego por ltima vez. Min. de la Paz. Vamos con nosotros. Min. del Clima. Vamos con nosotros. 103
Min. de Gobierno. Yo me quedo. Min. de Seguridad. Qu necio! All usted, no somos responsables de su suerte. Min. de Gobierno. Alguien tiene que dar la cara. Adems, esta patria necesita mrtires. Cuando pase la avalancha, empezarn a recordarme, habr historiadores que comiencen este parte de nuestro historia diciendo: En medio de la trifulca, cuando la gigantesca oleada desemboc en la capital y cerc el Palacio, l fue el nico, el especial, al que la patria le debe su futuro, porque solo l Min. de la Paz. Dicen que van a olvidarnos. Min. del Clima. Que su estrategia es borrarnos de la memoria de la colectiva. Min. de Seguridad. Se dir apenas una lnea: hubo una vez una parte oscura de nuestra historia, en donde haba presidente y ministros. Felizmente es un momento superado y contarn otra cosa. Min. de Gobierno. Quiero que me recuerden. Quiero que sepan lo que hice por ellos. Min. de la Paz. Mejor que no se enteren. Min. del Clima. Los presos, los desaparecidos, las inversiones, los desvos de fondos. Min. de Seguridad. Las rdenes de disparar, de torturar. Min. de Gobierno. Jams hice tal cosa. Min. de la Paz. Nos consta. Min. del Clima. Usted estaba detrs y conoca hasta el ms mnimo detalle. Min. de Seguridad. Nada se haca sin su autorizacin. Min. de Gobierno. Fui malentendido. La responsabilidad entera est en sus manos. Me limit a decirles: Hagan lo que tienen que hacer y ustedes me malinterpretaron. Contar lo que s de ustedes, lo que este gobierno hizo y que yo siempre trat de detener. Min. de la Paz. No puede ser. Min. del Clima. No puede traicionarnos. Min. de Seguridad. Yo, de ustedes, no me preocupara. Min. de la Paz. Qu quiere decirnos? Min. de Gobierno. Yo me quedo. Ahora mismo me dirijo a hablar con la gente. (Sale) Min. de Seguridad. (Haciendo un gesto al Ministro del Clima para que le siga) Est en su pleno derecho. Min. de la Paz. Qu ser de nosotros? Min. de Seguridad. Confe en mi capacidad de resolver los problemas. Yo s lo que hago. Siempre s lo que hago. (Salen el Ministro de Gobierno y detrs el Ministro del Clima.) Min. de la Paz. Vamos, el tiempo se acaba. Min. de Seguridad. Deme un momento. (Se pone atento esperando una seal. Se oye un disparo.) Est hecho. Podemos irnos. Min. de la Paz. Esperamos a que el Ministro del Clima vuelva? Min. de Seguridad. Es nuestro regalo para la gente se entretenga mientras nosotros huimos. (Salen el Ministro de Seguridad y el Ministro de la Paz. Entre el Ministro del Clima.)
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Min. del Clima. Tarea cumplida. Hubiera podido delatarnos. En dnde estn? Qu me importa? Tengo mi propio plan de escape. (Toma una maleta que ha quedado tirada en el piso y la abre. Solo encuentro peridicos viejos. Abre una bolsa grande de tela con igual resultado.) Infelices. Se llevaron el dinero. Tendr que acudir a mi ltima reserva. (Busca en el escenario y al no encontrar lo que busca, comienza a sacudirse de la risa) Se llevaron hasta el ltimo centavo. Y la maleta que haba preparado para una ocasin como esta, como una salida desesperada. Ingenuos! No saben que en una de ellas puse una bomba. Demasiado tarde. (Sale a la carrera)
Escena 2. La multitud los acoge. Jugador de Ftbol. Quieres la pelota? Nio Lustrabotas. Me presta? Jugador de Ftbol. Te la regalo. Nio Lustrabotas. Yo le doy mi caja para lustrar zapatos. Profesor Universitario. Piensa, piensa, piensa. Seora Gorda. Creo que le hizo mal tanto sol. Jugador de Ftbol. Se siente mal? Aqu hay agua. Beba. Profesor Universitario. Gracias. Estoy bien. Le doy vueltas y vueltas en mi cabeza Mujer Embarazada. como este nio en mi panza. Profesor Universitario. y no s cmo lo voy a resolver. Llego el primer da de clase, me paro delante y digo: jvenes la historia ha cambiado. No me gusta. Mejor: de ahora en adelante todo ser diferente. Me mirarn con un tono de compasin y pensarn en sus cabezas: siempre dice lo mismo. Cmo les explico lo que sucedido? Cmo les digo: jvenes, ya no hay patria? Y ellos: entonces, en dnde vivimos? Patria ya no hay; queda la nacin hecha de naciones. Y ellos: estar borracho? Profe, qu le pasa? Y despus, cuando se enteren, el Director me llamar a su despacho y me echar a patadas por corromper a la juventud y hablar mal de la patria. Qu har, qu har? Mujer Embarazada. Es que usted no se da cuenta que ser diferente. No tiene por qu preocuparse. Cuando llegue no habr director. Nunca ms habr directores. Ni siquiera maestros y alumnos. Todos sern alumnos, todos sern maestros. No los podremos distinguir. Seora Gorda. Se cumplirn nuestros deseos? Mujer Embarazada. Sera demasiado. Seora Gorda. (Al futbolista) Me deja apoyarme en su brazo? Hace tanto calor y me siento cansada. Jugador de Ftbol. (Dndole el brazo) Por favor, estoy a su disposicin. Mujer Embarazada. Quiero que salga y nada. Se est acostumbrando ah dentro. Cuando nazca, ser un vago, querr pasarse la vida durmiendo en un lugar clido. (Tocndose la barriga) Hasta cundo, a ver: hasta cundo? Profesor Universitario. De un rato al otro. Seora Gorda. Haga las cuentas de nuevo. Mujer Embarazada. De la emocin de ese momento, me olvid de anotar la fecha. Estaba con mi cabeza en otra parte. Jugador de Ftbol. Me imagino, me imagino. 105
Seora Gorda. Qu dice? Qu es lo que se imagina? Jugador de Ftbol. La situacin. Seora Gorda. (Al futbolista) Seguramente le dar mucha pena dejar el ftbol. Jugador de Ftbol. Por una parte, s. Es lo nico que hago. Por otra, no. Uno no es dueo de uno mismo. El pase, como decir la cdula de identidad que nos permite jugar, no nos pertenece. Es una esclavitud. Nio Lustrabotas. Ya tiene la caja de lustrar. Seora Gorda. Tengo una pequea tienda de abarrotes. Si quiere, puede venir a ayudarme. Jugador de Ftbol. Qu amable de su parte! Me encantara hacerlo. Nio Lustrabotas. Me voy con ustedes. Y est embarazada? Mujer Embarazada. Otra embarazada? Basta conmigo por ahora. Profesor Universitario. (Como si diera la clase) Vean en este cuadro. En trescientos aos de patria hemos tenido: 60 presidentes, 70 dictadores, 14 interinos, 8 triunviratos. Llegamos hasta el da de hoy. Tienen la suerte de conocer al ltimo presidente. Es imposible. No van a creerme. Nio Lustrabotas. Podemos ir con usted. Mujer Embarazada. S, s, antes que nazca el perezoso. Profesor Universitario. Seran tan amables en acompaarme? Jugador de Ftbol. Por m, cuando usted diga. Seora Gorda. Yo voy con usted a donde vaya. Profesor Universitario. Qu alivio! Puedo irme con ustedes? Quizs haya un espacio para m en su casa. Seora Gorda. Ah nos acomodamos. Siempre hay espacio para uno ms. Nio Lustrabotas. En su casa se come todos los das? Seora Gorda. De lunes a domingo. Cuando llega alguien ms, repartimos lo que hay. Mujer Embarazada. A este paso no alcanzo a llegar a mi hogar. Seora Gorda. Venga con nosotros. Mujer Embarazada. En unos das ms seremos dos. Y con nio pequeo. Seora Gorda. Nos turnaremos para cuidarlo. Profesor Universitario. Creo que estamos muchos. Seora Gorda. Tiene que dar clases a este nio y al que viene. Me gusta tener la casa llena. Voces que llenen los rincones; y que nadie pueda llorar solo ni rer solo. Vamos. Nio Lustrabotas. Voy primero. Mujer Embarazada. Me toca al ltimo. Jugador de Ftbol. Prstame la pelota. Profesor Universitario. De prisa, de prisa. Seora Gorda. Esprenme. Jugador de Ftbol. Estoy a su lado. (La multitud se abre para acogerlos. Ellos se despojan de sus vestuarios que les identifican y se funden en la masa.)
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(Por todos lados, la masa entra en el escenario. Gritan, cantan, saltan, ruedan, comen, gozan. De rato en rato, algunos de ellos se lanzan hacia adelante y dicen su texto de cara al pblico. Para el efecto habr una tarima pequea desde donde hablan.) Cualquiera 1. Ciudadanos y ciudadanas, compaeros y compaeras, seoras y seores (Se traba. No sabe cmo continuar y se baja.) Cualquiera 2. Yo vengo desde el sur, desde el sur del sur, desde extremo occidente. Yo vengo desde abajo. Yo vengo desde donde Occidente termina y comienza otro mundo. La Multitud. Venimos desde el sur, desde el sur del sur. Venimos desde abajo. Cualquiera 3. Saludos a todos! Yo me encontraba en mi taller. Da y noche soldando fierros viejos, fierros nuevos, cadenas, aros, puertas, escaparates, letreros. Me asom a la ventana para ver de qu se trataba ese enorme gritero ensordecedor. Tuve miedo. Cerr las puertas. Y segu espiando. Cuando el tropel atravesaba frente a mi ventana, uno de ellos me mir. Me qued paralizado. Abrieron las puertas, las ventanas. Entraron como hormigas que no dejan un rincn sin explorar. Una seora gorda me mir. Un nio con su caja para lustrar zapatos me mir. Un futbolista se puso hacer malabares frente a m. Una seora a punto de dar a luz se recost en el sof. Y aqu estoy. Me vine con ellos. Saludos a todos! Cualquiera 4. Ser o no ser la suerte est echada hasta cundo abusarn de nuestra paciencia?... desde esta altura, diez mil aos de historia nos contemplan La Multitud. (Silban y abuchean) Abajo. Fuera. Fuera, cerdo, fuera. Otro, otro! Cualquiera 5. Quiero protestar. Imagnense diez horas de viaje, en un bus maltrecho y no nos dieron ni agua ni un snduche. Me muero de hambre! La Multitud. (Silbidos y protestas) Fuera, fuera! Abajo, abajo! Cualquiera 6. Compaeras y compaeros. Por ms esfuerzos que hemos hecho, no hemos encontrado al ltimo presidente. Noticias contradictorias se riegan en las cadenas de radio y televisin. Hay testigos que afirman que sali del pas. Hay otros que dicen que est escondido aqu en la capital. Ms de uno afirma que est muerto porque hace mucho que nadie le vea. Solo aparecan los ministros. Buscaremos sin cansancio hasta dar con l. Cualquiera 7. Yo estaba en clase en el cuarto grado. Entraron de golpe, sin pedir permiso. Como haba nios entre ellos, enseguida se pusieron a jugar con los dems. A m me invitaron a conocer al ltimo presidente de la repblica. Y dije: Qu de nuevo hay? Este es el ltimo, despus elegiremos otro y otro, hasta la eternidad. Ellos me miraron sorprendidos. Les devolv la mirada. Me explicaron que este era el ltimo presidente, que despus de este no habra otro, que jams elegiramos ni presidente, ni diputados, ni alcaldes, ni concejales, que no habra ministros. Me vine con ellos para conocer al ltimo presidente. Cualquiera 8. (Sacando una hoja arrugada y mostrndola al pblico.) Mi lista de peticiones. Balones de ftbol con dos centmetros ms de dimetro. Un carro automtico. Cerveza negra hecha en el pas. Doce litros de agua tnica. Tres platos de comida tpica. Un colegio sin muros ni guardias. Cinco canchas de racquet. Quince canchas de cricket. La Multitud. Bjenlo de all! Squenlo! Basta! Cualquiera 9. Yo era guardia en unos condominios lujosos. Cuando la multitud desemboc en mi calle, tuve la tentacin de coger el telfono y llamar al 911, a la polica, al ejrcito, a los 107
bomberos. Contuve la respiracin. Sin saber por qu ni como, me encontr me vi a mi mismo abriendo los portones. La gente se detuvo en la entrada. Las miradas curiosas se adivinaban a travs de las cortinas. Los habitantes del condominio se quedaron en sus casas. Yo me vine ac. Cualquiera 10. Yo estaba dormido. Me sacaron dormido. Me trajeron dormido. Qu sueo tengo! La Multitud. (Voces que salen desde la masa) Que hable mi vecino! Est pidiendo la palabra desde hace horas! Que hable mi comadre! Pase, pase, no tenga vergenza! Yo? No empujen. Agua de coco! Agua de coco! Fresquita! Entradas a mitad de precio. Ultimas noticias! Ultimas noticias! Cierre la boca! Cuidado con la trompa! Bruto! Basta! Basta! Cllense! Cualquiera 1. Llevo horas esperando. Se termina el da y nadie nos ha dicho lo que tena que decirnos. Quin dar el gran discurso? Quin nos enardecer? Quin nos har vibrar? Quin tocar nuestras mentes y nuestros corazones? En dnde est aquel que nos hablar? Quiero saber, s, quiero saber. Cualquiera 2. Llevo das esperando. No s qu espero. Si no fuera por la gente que quiso mantenerse en la plaza, me habra ido. Queremos alguien que nos diga qu esperamos. Est a punto de pasar algo? El anuncio se encuentra listo? Ven aproximarse un mensajero? En dnde estn las noticias? Queremos saber, s, queremos saber. Cualquiera 3. Alguien tiene un radio? Quin tiene un radio? El partido tiene que haber comenzado. Estar dos a cero, tres a cero. Ser una goleada y por estar aqu no me enter. Tiene usted un radio? Y usted? Viene su celular con radio? Djeme or! Se suspendi el partido. No puede ser. Y encima de eso los futbolistas se vinieron para ac y solo quedaron los rbitros en la cancha. Cualquiera 4. Estar prohibido fumar? Alguien tiene un cigarrillo? Gracias. Alguien tiene fsforos? Gracias seora. Quiero una pitadita? No tanto. Es el nico que tengo. Cualquiera 5. Mensajes y mensajes que dicen lo mismo. Ni los vemos. Preguntan y preguntan: Qu est pasando? Alguien sabe algo? Qu ir a pasar? Miramos hacia los cuatro puntos cardinales y no llega la respuesta. Me siento confundido. Me siento perdido. Me quedo, me voy? Y si me voy, a dnde ira? La Multitud. Nosotros somos el mensaje y el mensajero. Quieren saber qu est pasando? Quieren conocer qu suceder? El acontecimiento es que estamos aqu. La noticia es que hemos llegado para quedarnos aqu en la capital. Nosotros somos la noticia. Nosotros somos el mensaje y el mensajero. 108
Cualquiera 6. Las preguntas van y vienen. Las preguntas circulan. Grandes interrogantes. Dudas monstruosas. Hay alguien que se ha ido. Otros escaparon de la plaza en silencio, con la cabeza baja. Las preguntas van y vienen. No sabemos de dnde vienen. No sabemos a dnde van. Cualquiera 7. Y por uno que se marcha, llegan cientos. Y por aquellos que agachan la cabeza, hay miles que la alzan. Y por aquellos que se callan, estamos aqu para tomar la palabra. Cualquiera 8. Yo me pregunto. Yo me digo. Yo me interrogo. Me digo y me contradigo. Me acuso y me perdono. Comprendo y dejo de comprender. A ratos parece que entiendo la que est pasando. Y a ratos es un caos completo. Yo me pregunto. Yo me digo. Yo me interrogo. Cualquiera 9. Quin sabe en dnde comenz esta algaraba? Quin estuvo en el inicio? Quines dieron los primeros pasos y comenzaron a marchar desde el sur? Cules fueron los primeros ojos que se miraron de manera cmplice? Cualquiera 10. Las preguntas se vuelven tan numerosas como la gente. Queremos saber. Queremos que alguien nos diga cundo comenz y cundo se terminar. Queremos saber. La Multitud. (Voces desde la multitud) Nosotros somos la pregunta. Nosotros somos la respuesta. Nosotros, la pregunta. Nosotros, la respuesta. Nosotros el inicio, nosotros el final. (Juntos todos a una sola voz) Nosotros somos la pregunta. Nosotros somos la respuesta. Nosotros, la pregunta. Nosotros, la respuesta. Nosotros el inicio, nosotros el final.
Escena 4. El ltimo presidente. (La masa, luego de la ltima escena, se detiene. Se traen dos sillones grandes presidenciales; unos panales posteriores, de donde se cuelga una foto irreconocible porque el vidrio est roto. A cada lado de los sillones, dos banderas que simulan a las de cualquier pas, aunque no se identifique uno en concreto. La masa se hace y se deshace. Recorren todo el saln presidencial en medio de los gritos y la algaraba. Se abrazan, se sueltan, hacen malabarismos, lanzan fuego, como si la esquina de una calle cualquiera se hubiera trasladado dentro. De todas maneras, nadie se atreve a sentarse en las sillas; a lo mucho, juegan a empujarlas de un lado para otro. Finalmente, un hombre y una mujer al principio con miedo y luego decididamente se sientan en las sillas presidenciales.) Una mujer. Seor Presidente. Un hombre. Seora Ministra. Una mujer. Seor Presidente. Un hombre. Seora Ministra. Una mujer. Seor Presidente de la Patria. 109
Un hombre. Seora Ministra del Ramo. Una mujer. Seor Presidente del Ramo. Un hombre. Seora Ministra de la Patria. Una mujer. As estuvo mejor. Un hombre. Qu bien le queda el silln! Como si lo hubieran hecha a su medida. Una mujer. Con que me tiene bien medida. Un hombre. Las cosas que dice usted Sra. Ministra del Ramo. Una mujer. Por favor, Ministra de la Patria. Un hombre. Cambiamos? Una mujer. (Cambindose de silla) Cambiamos. Un hombre. Seora Presidenta. Una mujer. Seor Ministro. Un hombre. Seora Presidente del Ramo. Una mujer. Seor Ministro de la Patria. Un hombre. (Haciendo un gesto imaginario) Srvase, por favor. Una mujer. Delicioso! Qu es? Un hombre. Jugo de arndanos en pimienta fresca. Una mujer. Que elegante! Un hombre. (Hace el movimiento de pasarle una hoja) Dgnese en firmar su primer decreto. Una mujer. Y qu decreto? Un hombre. Lo que quiera su soberana voluntad. Una mujer. Como quien dice: hago lo que de mi harta gana. Un hombre. Y tiene harta gana? Una mujer. Lo que dice usted Seor Ministro, no se anda por las ramas. Un hombre. Ni que fuera mono. Una mujer. (Firma el decreto) Ya est. Desde el da de hoy los nios de las escuelas a lo largo y ancho del pas, tomarn de desayuno jugo de arndanos morados. Un hombre. Me disculpa si le corrijo: jugo de arndanos en pimienta fresca. Una mujer. Estar prohibido corregirle a la Presidenta. Adems, el decreto ya est firmado. Un hombre. Se le subi el poder a la cabeza. Una mujer. Inmediatamente. Mejor nos vamos. Un hombre. Mejor nos vamos. (Se levantan y se reintegran a la masa. Los dems, en grupos de cuatro o cinco, los rodean y los miran con mucha atencin.) Otra mujer. (Sentndose en la silla) Ahora me toca a m. Otro hombre. Y a m. Otra mujer. Y ahora qu hacemos? Otro hombre. Gobernamos. Otra mujer. Ah! Gobernamos. (Aplausos de la multitud.) 110
La Multitud. S, s, que gobiernen. Ordenes, queremos rdenes. Otro hombre. Les ordeno que griten. (Todos gritan) Otra mujer. Salten en un pie. (Todos saltan en un pie) Otro hombre. Marchan en su propio terreno. (Todos marchan en su propio terreno) Otra mujer. Una cancin a la patria. (Todos cantan una cancin a la patria) Otro hombre. Saldeme inclinando la cabeza. Otra mujer. Saldeme haciendo una venia. (La multitud se queda inmvil) Otro hombre. Empjele al de al lado. Otra mujer. Pongo el pie para que se tropiece. (La multitud se queda inmvil) Otro hombre. No obedecen. Otra mujer. Qu hacemos? Otro hombre. Obligarlos a que hagan lo que queremos. Otra mujer. Eso sera volver al pasado. Otro hombre. Mejor no volver al pasado. Ser un caos incontrolable? Otra mujer. Mejor el caos de ahora que el caos de antes. Otro hombre. Esto est difcil. Otra mujer. Mejor nos vamos. (Se reintegran a la masa. Juegan a quin se sienta primero. Luego, otros dos ocupan sus lugares.) Otro hombre. Qu difcil esto de gobernar! Otra mujer. Imposible. Otro hombre. Adems, qu intil esto de estar todo el tiempo dando rdenes a los dems! Otra mujer. De tanto dar rdenes, se llegan a sentir superiores. Otro hombre. Todo el que gobierna pierde poco a poco su alma. Otra mujer. El gobierno le penetra hasta las entraas, les confunde, les vuelve otros irreconocibles. Otro hombre. Ideas extraas les carcomen el cerebro. Otro hombre. Creen que tienen que salvar al mundo y que solo ellos pueden hacerlos. Otra mujer. Qu hacemos aqu? Otro hombre. Qu hacemos aqu? Este no es sitio para nosotros. Otra mujer. Que vengan otros! Otro hombre. Que vengan otros! Otra mujer. Se me ocurre algo. Otro hombre. Diga, diga. 111
La multitud. Que diga, que diga, que no se calle! Otro hombre. Sultelo de una vez. Otra mujer. (Se levanta. Algunos le ayudan a retirar la silla. Alguien la saca del escenario) Ya est! Otro hombre. (Se levanta. Algunos le ayudan a retirar la silla. Alguien la saca del escenario) Ya est. Otra mujer. As estamos mejor. Otro hombre. Sin nadie que nos gobierne. Otra mujer. Sin nadie que nos gobierne. La multitud. Sin nadie que nos gobierne. Otro hombre. Nosotros haremos las cosas por nosotros mismos. Otro hombre. As me gusta ms. Otra mujer. Sin presidente. Otro hombre. Sin ministros. Otra mujer. (Cogiendo la foto) Este era el ltimo presidente. Otro hombre. El ltimo. Otra mujer. Y despus jams habr otro. La multitud. El rey ha muerto! El rey ha muerto! Y de ahora en adelante, nosotros por nosotros mismos, nosotros con nosotros mismos.
Escena 5. La masa toma forma. En esta escena final lo importante es mostrar una secuencia inacabada e inacabable de orden y caos; lo que quiere decir que a momentos los miembros caminan, corren, ruedan sin orden ni concierto. Se chocan, se entrecruzan, dialogan en parejas, en grupos, hablan, hablan para ellos mismos. Imperceptiblemente primero, luego de modo evidente se auto organizan, haciendo movimientos coordinados. La parte del caos se dejar a la improvisacin de los actores. Se escogern varios actores para dar la seal mediante un movimiento poco significativo para el pblico, a fin de que comience la fase de las acciones coordinadas. Secuencias de movimientos coordinados que se sugieren: 1. La masa que hasta ese momento haba estado desorganizada, se rene en grupos que forman figuras geomtricas: tringulos, cuadrados, rombos. Alguien espontneamente ayuda a que la figura se forma correctamente y otra vez regresa a la masa. Las figuras duran un breve lapso y se disuelven. Inmediatamente se forman otras. Para definir con claridad la forma de las figuras se pueden usar cintas de colores.
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2. La multitud se rene en un lugar del escenario y desde all se dirigen pausadamente en varias direcciones, en filas ordenadas, con movimiento rtmicos e incluso pueden entrelazarse los brazos o sostener una cuerda que les sirve de gua. 3. Un movimiento es domin: en una larga fila, de tal manera que cuando el uno cae, lo hacen todos los dems. 4. Una secuencia ms robtica: una persona de frente, junto a esta una de perfil, una de frente, una de perfil luego giran para invertir las posiciones; este movimiento se traslada a la o las cadenas que se hayan formado para el efecto. 5. Cierre: finalmente cada uno va hacia el fondo del escenario y retorna con un cartel que dice: Adis al ltimo presidente. Se cierra el teln
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Acto I. Escena 1. Esta, mi ltima muerte. Escena 2. El hombre del censo. Escena 3. El nutricionista. Acto II. Escena 1. Esta, mi ltima muerte. Escena 2. El quera quedarse. Escena 3. Me imagino que cierro los ojos. Escena 4. Inquietud e incertidumbre. Acto III. Escena 1. Todos se han ido. Escena 2. El salubrista. Escena 3. General, soldado. Acto IV. Escena nica. Yo tambin asesin al sueo.
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ACTO I.
Escena 1. (Esta, mi ltima muerte.) Hombre 1. Esta, mi ltima muerte, fue por puales. Cortaste mi alma en pedazos minsculos y despus en partes an ms pequeas. Terminada la tarea, entregaste mi cuerpo al trabajo devorador del fuego. La carne eterna de regreso a su origen. Cada molcula buscando su inicio, cada tomo fundindose con otros. Solo el alma es mortal, solo el alma es efmera. Los pensamientos, pasajeros. Los sentimientos, inconstantes. Y estoy aqu, apenas unos minutos antes del final definitivo. Te miro. No ests aqu. Contemplo tu ausencia. Esta, mi ltima muerte, fue por tus puales. Cmo cortaste los recuerdos! Con qu precisin separaste el cuerpo del alma! Qu diseccin tan soberbia! No ests aqu. Has dejado de saber que exista. Te queda, quizs, una leve sensacin. Te das vuelta como si hubieras dejado algo atrs. No, no! Detrs queda la oscuridad, el silencio, el pasado irredimible. Lejos quedo yo, apenas. En el suelo una sombra sucia demasiado pisoteada. Me abrazas tiernamente, por ltima vez. Creo haber escapado. Estoy a salvo! De ninguna manera. Los fieros puales flotando en el aire se lanzan contra m, manejados por una fuerza invisible hieren la sustancia, se hunden hasta la mdula de mi espritu. Mi boca se queja, levemente. Ningn dios me dio la posibilidad de decir mi dolor. Esta, mi ltima muerte, de la que no hay evasin posible. Quin quiere huir! Penetras por la nuca hasta el cerebro. Cada imagen es partida en dos. Las formas se deshacen. Ante mis ojos la realidad desaparece. Para qu quiero ver si el mundo est ciego? Escribes mensajes que no respondo. Cmo podra hacerlo si he dejado de pensar? Mi mano, mi propia mano, se levanta y se entretiene en mi cabeza. Los prpados pesan toneladas. Qu hora ser? He llegado al fin de la noche, al origen de la oscuridad. Te aprietas contra mi cuerpo. Sientes cmo rueda la sangre tibia? Es tuya, es ma? Me das la espalda. Yo permanezco all, inmvil, con el tiempo detenido, con la mirada fija, mientras la sangre coagulada se agolpa en el piso. Una carcajada de caballos desbocados me golpea el rostro. El aire enloquecido gira formando un torbellino. Me quedo, soy de aqu, para siempre. S, para siempre. Aqu? Dnde es aqu? Este lugar se llama desesperacin. A la entrada del pueblo est colocado un enorme letrero en el que se lee: Bienvenido a Desesperacin. Piso el freno bruscamente. Me estaciono en el borde derecho. Desciendo del auto. El aire caliente del verano reverbera. El polvo se arremolina. La gente se cubre la cara. Golpea la puerta y antes de que pueda decir algo una voz dice: Por qu se ha demorado tanto? Y yo no s qu decir. A dnde he llegado? Y el otro me ve sin saber si digo en serio o me burlo de l. Disclpeme, a dnde he llegado? Y el otro: Ac nadie llega; simplemente ha olvidado que jams sali de aqu. Y dnde es aqu? Aqu es Desesperacin, acaso no ha ledo el letrero? Mujer 1. Yo? Yo no hice nada. Por qu me mira as? Pasaba por ah y usted se atraves en mi camino. A usted yo no le conozco ni quiero hacerlo. Estoy atrasada, puedo irme? Claro que no responder a sus preguntas, desde luego que no prestar odo a sus splicas. No alce la voz, no es necesario. Se puede hablar calmadamente. Se ha dado cuenta de que ruedan unas lgrimas? Usted no tiene la culpa. Tampoco es su incumbencia lo que me pasa. Dios mo, qu me pasa? 115
Siento que me deshago. Mi cuerpo se cae a pedazos. Los brazos se separan, la cabeza rueda por el suelo, los pies se marchan sin m. Mi sangre flota liberada de la gravedad. Cada ojo mira al otro ojo, sorprendidos. Mi alma entera no sabe qu hacerse con tantos fragmentos. Solo mi espritu queda. La carne se pudre, los huesos se corrompen, la piel termina hecha jirones. Hay unas heridas de la carne y unas heridas del espritu. Si pudiera reunirme conmigo misma, si pudiera otra vez ser una y solo una. Tantos cuerpos que habito: deseos insomnes, tardes quebradas en dos, calles interminables que camino nicamente para llegar al punto de partida, gritos de gargantas annimas. Qu tarde se ha hecho! Por qu siempre es tarde? Qu le pasa al tiempo? Hace horas que me esperan y yo sin ganas de andar. Me cuesta tanto dar un paso y luego otro y otro y otro. Siento que las calles se han vuelto verticales infinitas que no alcanzo a subir. Tomo el primer autobs que pasa y se estrella contra el muro de enfrente. Cubierta de vidrios desciendo. El asfalto se abre y yo desciendo. Viene conmigo? A dnde? Acaso no sabe a dnde? Levante la mirada y lea ese gigantesco anuncio puesto a la entrada del pueblo. Hombre 1. Desesperacin queda cerca del mar, muy cerca. Si se camina a buen paso, se harn unos cinco minutos. Yo voy siempre a paso lento, no importa cunto me tome. Tendr unos cien habitantes. Ha llegado a tener menos, nunca ms. La mayora son pescadores. Otros pueblos dicen estar en el centro del universo. Aqu es el fin del mundo. Todas las carreteras terminan aqu y ninguna comienza. Las seales de la nica calle se repiten: Permitido el giro en U. Encontraron en la playa un cuerpo tendido que el mar haba arrojado. No se sabe cmo todava est vivo. Lo han llevado a una pequea capilla que queda al final de la nica calle principal. No hay vas secundarias. La gente va y viene de un extremo a otro. Respira! Est vivo. Tiene una incisin en medio de las costillas de unos cinco centmetros. Alguien se abri paso y le extrajo el alma. Ahora le vemos sentado en una silla mirando al mar. Sin hablar. Sin saber siquiera quin es l mismo, quines son los dems. Se olvidaron de llevarse la piedra de la locura. Desesperacin es un pueblo de pescadores. Se levantan muy temprano y regresan cuando amanece. No hay algaraba. Nadie espera en la playa. Lavan los peces en el mar y los cargan en pequeos canastos. Yo vivo en Desesperacin. Llegu hace muchos aos, tantos que nadie se acuerdo. Hasta yo me imagino que he vivido en esta casa de un piso, con un patio en el centro. Est en un pequeo montculo que me permite ver el mar. La arena repta por los rincones. Me acostumbr a ella. Hace tiempo que deje de limpiar. Las noches me saco las sandalias, la camisa frgil, los pantalones, la ropa interior y me echo en un camastro desnudo. All, mientras muere el da, me dejo ir. Porque esta, mi ltima muerte, fue por puales. Cada noche aparecen de la nada y cercenan mi alma. Innumerables pedazos que las hormigas transportan a sus guaridas. Negras araas sorben la sustancia que queda. En medio de la oscuridad se oye una voz que llama. No es a m. Jams es a m. Quin podra venir por m? De vez en cuando asoma un extrao. Nos apresuramos en decirle que est perdido. Gira en U y desaparece. A veces insisten en preguntar: a dnde va esta carretera? Este es el final. Por favor, gire al final de la calle y regrese por donde vino. Se puede tomar una cerveza? No hay bares. Tal vez comer algo, comprar? No tenemos ni tiendas ni restaurantes. Si insisten, nos quedamos callados mirndolos fijamente. Dejamos de hablar, dejamos de movernos. Entonces se marchan.
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Mujer 1. Hemos comprendido que los afanes son intiles. No nos queremos, no nos odiamos. Vivimos uno en una cosa, otra en la siguiente. Al caer la tarde, alguien prende la radio. Solo se oye interferencia. No hay telfonos. No hay celulares porque no llega la seal. Aqu termina la realidad. A veces no lo soporta. Soy de las pocas que sale hasta la carretera principal que queda a varias horas de camino y me marcho. Me enredo. Me lo. Vomito sobre cuerpos calientes. Una jaura que arrancha pedazos de mi carne. Uno quiere mis ojos, otro mi espalda, otro mis brazos, alguien mi sexo. Yo no tengo sexo. Parezco mujer. Hace tiempo que lo dej abandonado ni siquiera se en dnde. Soy una planta asexuada. Y sin sexo, cmo una puede querer? Cuando regreso a Desesperacin, nadie ha notado mi ausencia. Aqu no se pregunta. Aqu nadie dice: de dnde viene o a dnde va? Aqu nadie dice: Se le ve tan plida, qu le pasa? Creo que estoy preada. Deshago un armador. Cubro la punta de metal con tela para no hacerme demasiado dao. Espero que pasen las horas y anochezca. Bajo hasta el mar. Hundo el alambre en el tero. Lo remuevo hasta que la sangre espesa empieza a chorrear. Me bajan unas lgrimas por el rostro. Es el dolor del cuerpo. No pienso en nada, no siento nada. Por qu habra de hacerlo? Sentimientos de culpa? Djese de bromas. Los tendra si hubiera parido. Qu hara un nio en un pueblo como estos? Aqu se envejece. Aqu los caminos terminan. Aqu apenas si es lugar en el borde del gran plato del mundo a punto de caer al abismo. Regreso a casa. Me recuesto y me duermo. Pasan los das. Apenas si tomo agua. Un buen da me levanto temprano. Voy a la playa en el momento en que regresan los pescadores. Me dan algunos pescados que los devoro crudos. Guardo algunos para despus. Regreso con ellos hasta el pueblo, paso a paso. Sin palabras. Si pudieran adivinar cmo me duele el vientre! Sin preguntas. Sin prisa. Paso a paso llegamos a Desesperacin. Entran cada uno en su casa. Recogen las redes. Cosen las que estn rotas. La radio con el ruido de la interferencia inunda la calle principal. Alguien desde una ventana espa. Los gallinazos en lo ms alto de los rboles espan. Todava no, todava no. Me duele la barriga. Ya pasar. Hombre 1. Me digo: qu ser de m! Me digo y no puedo dejar de decirme: qu ser de m! No s qu pas conmigo. Comenc a caminar por el lmite preciso de las olas que rompen con la playa. Llegu hasta el final en donde un enorme faralln impide el paso. Le llama la montaa de los suicidas. No es que la gente se lance desde all. Pjaros enloquecidos se estrellan contra las rocas. Y al volver me pierdo. El pueblo est all, muy cerca. Los pescadores avanzan a mi lado. Me perd a m mismo. No s quin soy. No s qu soy. Quizs una piedra que rueda por el acantilado. Un pedazo de madera que las olas llevan y traen. El barco medio hundido que se deshace devorado por el moho. Miro el rostro cansado de las mujeres. Un poco ms lejos, medio-hombres semidesnudos cargando pescados amargos sobre sus hombros endurecidos. Tambin yo, como ellos, soy medio-real, como si la mitad de mi mismo se hubiera desvanecido. Me veo en el espejo y el rostro que asoma est vaco, los pensamientos se han marchado, las voces que parloteaban en su interior se han callado. Fragmentos de conversaciones inentendibles se repiten sin cesar: baja la cabeza, inclnate baja la cabeza, inclnatebaja la cabeza, inclnate baja la cabeza, inclnatebaja la cabeza, inclnate baja la cabeza, inclnatebaja la cabeza, inclnate baja la cabeza, inclnatebaja la cabeza, inclnate baja la cabeza, inclnatebaja la cabeza, inclnate baja la cabeza, inclnatebaja la cabeza, inclnate baja la cabeza, inclnatebaja la cabeza, inclnate baja la cabeza, inclnate Basta! Basta! Alguien calle el gritero! Alguien que me 117
corte la cabeza! Alguien que me reviente los ojos! Alguien que me cosa la boca! Djame! Djame! Djame! Quiero estar solo. No, no quiero estar solo. Estoy solo. Ha dejado de ser una eleccin. Es un destino. Una fatalidad. Marca indeleble que los dioses brutales dejaron en mi mente. Mi cuerpo entero, ya sin alma, sube penosamente hasta el pueblo. Me aproximo al letreo que dice: Permitido girar en U y regreso hasta el final de la calle. As, interminablemente. As, desde el inicio, desde el primer da de mi existencia. Sin descanso. Sin prisa. Como si un sacabocados gigantesco hubiera arrancado pedazos de realidad. Agujeros por los que desciendo. Mujer 1. Aqu, en Desesperacin, no se hace, se deshace. La seora que vive al final de la calle, desteje incansable un saco de lana. Doa Juana ha dejado de sorprenderse de que sus hijos vayan perdiendo das en vez envejecer. La gente saca los alimentos de las ollas antes de que se cocinen. Las mujeres meten la arena en las casas. Los hombres arrancan la pintura de las paredes. Nadie quiere, todos nos des-queremos. Ah! Desde luego, yo senta un profundo afecto por usted. Ahora ha desaparecido hasta el recuerdo de cmo era. Sr. Pedro vengo a decirle que le des-quiero, que le quito mi querer. No es que haya otros sentimientos en vez de los que desaparecen. Aqu, en Desesperacin, la maleza invade hasta el ltimo rincn. Las hormigas corretean por los pasillos. Las vboras han hecho sus madrigueras debajo del piso y por la noche las omos reptar. S que es hora de bajar al mar. No s cmo es que lo s. Me penetra un deseo, una urgencia y mis piernas se levantan sin mi consentimiento. Siempre es tarde cuando lo hago. No s por qu siempre es tarde, demasiado tarde. Es Desesperacin nunca nada ni nadie ha llegado a tiempo. Des-tiempo. Desazn. El mundo mismo se desle como el caucho en el fuego. Chorrea la existencia hasta convertirse en un plasma inaprensible. Esta vida gelatinosa que llevamos todos. Me arrodillo y beso la arena hmeda. Las primeras olas tmidas me alcanzan. Me inclino y dejo que mi cabeza haga un hueco en la arena. Estoy desnuda. Y poco a poco miles de pulpos salen del agua y se suben a mi cuerpo. Pegan fuertemente sus ventosas y sus bocas comienzan a succionar. Aqu, en Desesperacin, todos somos moluscos, todos tenemos tentculos, valvas, lquidos negros en vez de sangre. Cangrejos danzantes baja la luz de la luna. Pangoras minsculas que nos perdemos en los huecos de la arena. Y aun as, nos parece demasiado. S, demasiado. Esto de ser moluscos, de ser insectos, de ser parsitos, bacterias, sombras. Quisiramos no ser moluscos, insectos, parsitos, bacterias, sombras. Quisiramos no ser. Simplemente no ser. Hombre 1. Esta, mi ltima muerte, fue por puales. S, la ltima, la definitiva, de aquella que no se regresa, fue por puales. Oyen? Es el mar hay otro ruido detrs? Shhhhhhhhh Ah! Los pelcanos que golpean contra el agua. El golpeteos de la araas en el piso de madera. Las ratas rumiando su destino. Oyen? No escuchan a las serpientes reptando sobre la hierba? Estn sordos? Ese sonido no. Ese es el mar. Demasiado bulla. Tendra que calmarse un poco. Ah estn los gritos de las chicharras corriendo por los desages. Yo tambin hablo, como las cosas, por hablar. Yo tambin grito. Sonidos que me extraen de la garganta. Se haban quedado atorados. Oigan ahora mi voz clara, el timbre alto, la tesitura, el color, el fraseo. Esta, mi ltima No quiero decirlo. Esta Cierra la boca, aprieta el pico.
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Escena 2. (El hombre del censo) Hombre 1, Mujer 1, Hombre 2. Hombre 2. Por favor, la Casa Parroquial. Hombre 1. No tenemos. Hombre 2. El Presidente de la Junta? Mujer 1. Jams lo elegimos. Hombre 2. En dnde queda la iglesia? Mujer 1. Dioses por aqu hace tanto tiempo que no los hemos visto. Hombre 2. Comencemos con usted: le nombro representante de Hombre 1. Y eso qu es? Hombre 2. Actuar en nombre de otros. Hombre 1. Y para qu quiero yo actuar en nombre de otros? Hombre 2. Porque es necesario. A ver, su nombre. Mujer 1. Nadie lo llama. No necesita nombre. Hombre 2. De alguna manera tiene que llamarse. Mujer 1. Nos basta con mirarlo y entiende. Caminamos y l viene detrs de nosotros. Para qu darle un nombre? Con lo que pesa, con el fastidio de tener que llamarse de alguna manera. Hombre 1. No se preocupe por nosotros, puede marcharse ahora mismo. Hombre 2. Represento al gobierno y tengo una tarea que cumplir. Estoy aqu para censarlos. Mujer 1. Censarnos? Hombre. S, censarles. Usted se llama? Mujer 1. Antes me decan Elvira. Hombre 2. Edad. Mujer 1. Indefinida. Hombre 2. Cmo no va a saber su edad? Mujer 1. (Pensativa) Ochenta y dos. Hombre 2. Imposible. Es mucho ms joven. Mujer 1. Si supiera lo que he vivido. Hombre 2. Profesin? Mujer 1. La ms antigua del mundo. Hombre 1. Puta? Mujer 1. Solo alcance a madre fracasada. Adems aqu no habra con quin. Hombre 2. En qu trabaja? Mujer 1. En nada. Hombre 2. De qu vive? Mujer 1. Quin ha dicho que vivo? En dnde est el infeliz que se atrevi a decir semejante barbaridad? Hombre 2. Veamos, con usted. 119
Hombre 1. Ya le dije todo acerca de m. Hombre 2. Nombre? Hombre 1. Desconocido. Hombre 2. Edad? Hombre 1. Media. Hombre 2. Procedencia? Hombre 1. Latitud 45 grados, longitud 25. Hombre 2. En dnde queda eso? Hombre 1. La Mongolia Exterior. Hombre 2. Residencia. Hombre1. Desesperacin. Hombre 2. Desde cundo? Hombre 1. Desde siempre. Hombre 2. (Perdiendo la paciencia) As no se puede! Cundo fue la ltima vez que los empadronaron? Mujer 1. Nunca nadie vino. Hombre 2. Qu dijo? Mujer 1. Nunca. Nadie. Vino. Hombre 2. Las sanciones por no responder al censo son gravsimas. Perdern sus derechos de ciudadana. (Los dos se ren a carcajadas) Mujer 1. Debo reconocerlo, tiene sentido del humor. Hombre 1. Hace tanto tiempo que no me haba redo. Mujer 1. Gracias. Hombre 1. Gracias. Hombre 2. Volver con la fuerza pblica. Mujer 1. Pierde su tiempo. Hombre 1. Somos tan pocos en este pueblo, que no se notar. Mujer 1. Por qu no se marcha? Hombre 1. Camina hasta el fondo de la calle y gira en U. As en unos minutos estar en la carretera principal. Mujer 1. Adis. Hombre 1. Buen viaje. Hombre 2. No me puedo ir con las fichas en blanco. Hombre 1. Diga que se perdi. Mujer 1. Que jams encontr un pueblo con ese nombre. Hombre 1. Que es un error de la cartografa. Hombre 1. Seguramente fue un pueblo borrado por el mar. Mujer 1. Para qu tomarse tanta molestia? Hombre 1. (Empujando al Hombre 2) S, vyase. Mujer 1. Vyase, vyase. Hombre 2. Qu les pasa? Djenme! 120
Hombre 1. Tiene que irse. Mujer 1. Ahora mismo. Hombre 1. Aprese antes de que vengan los dems. Mujer 1. Ellos no son como nosotros. Hombre 1. No se arriesgue. Mujer 1. Aprese que ya asoman por las puertas. Hombre 2. Les prometo que esto no se quedar as! Qu falta de espritu cvico! Hombre 1. Espritu cvico? (Rindose) Espritu cvico! Mujer 1. Soy una zombi cvica. Hombre 2. Y yo soy desesperadamente cvico. Hombre 1. Que viva el espritu cnico! Mujer 1. Cvico! Hombre 1. Cnico! Mujer 1. Qu cosas dice! Hombre 1. Qu cosas digo! Escena 3. (El nutricionista) Hombre 1. Qu es esto? Mujer 1. Qu contiene este frasco? Hombre 1. Y estas cpsulas? Mujer 1. Un jarabe rosado. Nutricionista. Dejen eso. Ya les explicar. Primero necesitamos una charla educativa. La nutricin es el alma de los pueblos. Hombre 1. Ser el cuerpo. Nutricionista. El alma, el cuerpo, qu ms da. Tenemos que alimentarnos bien. Comer de manera equilibrada. Hombre 1. Para comer, yo me inclino a la derecha. Mujer 1. Y yo hacia atrs. Aunque a veces como hacia adelante. Hombre 1. Yo como los peones, solo de lado. Mujer 1. Y yo como la torre, de una extremo a otro. Nutricionista. Los nutrientes esenciales y los complementarios. Las vitaminas, los minerales, los carbohidratos Ah! Me olvida, los antioxidantes. Mujer 1. Justo lo que necesitas. Tus huesos chirran cuando caminas. Seor, para l un antioxidante. Hombre 1. (A ella) Abre la boca, ms, ms, casi, un poquito ms Mujer 1. Me duele! Hombre 1. Si supiera lo que ella tiene por dentro. Mujer 1. Lo que tenemos todos. Nutricionista. Como ustedes saben bien tenemos tres tipos de grasas: las saturadas, las no saturadas y Hombre 1. Y? 121
Mujer 1. Y? Nutricionista. Hay otra, pero esto rato no importa. Hombre 1. Por favor, dganos el nombre de la tercera. Mujer 1. Quiero la tercera, quiero la tercera, quiero la tercera. Nutricionista. Las grasas que se deshacen en el fuego. Hombre 1. Todas lo hacen. Nutricionista. Aquellas que permanecen calladas en el fondo del refrigerador. Mujer 1. No puede ser, acabo de limpiarla. Nutricionista. Las que brincan felices en el sartn. Hombre 1. Esas son las saturadas. Nutricionista. Las que vienen en frascos de medio litro. Mujer 1. De 250 centmetros cubos. Nutricionista. S, s, esas. Me parece que tienen unos kilos dems. Un exceso de masa corporal, un desbalance entre el ancho y la altura, entre la mirada y la forma de asentar los pies. Mustreme la suela de los zapatos. (Ella lo hace) Usted pisa mal, tuerce los pies. Hombre 1. Siempre vas por el camino equivocado. Mujer 1. No me haba dado cuenta. Hombre 1. Dejas unas huellas terribles que nadie las puede seguir. Mujer 1. A ver si yo quiero que alguien sepa a dnde voy. Nutricionista. No importa. Si tiene que caminar muchas horas bajo este sol abrasador, tiene que hidratarse. Sabe cunto sodio se pierde por el sudor? Mujer 1. Yo lloro bastante. Hombre 1. Te has quedado sin potasio. Nutricionista. Sin mercurio, sin cromo, sin nquel, sin Hombre 1. sin grasa. Nutricionista. Aqu tiene este lquido hidrante. Ha sido probado en las olimpadas, la toman nuestros mejores atletas. En la ltima reunin de ministerios, nuestro presidente suspendi cualquier otra bebida que no fuera esta. Regenera, restaura y sobre Hombre 1. Le da alas. Mujer 1. Y yo que quera volar, elevarme como un cometa, girar alocada en las corrientes de aire clido, lanzarme en picado para atrapar peces. Nutricionista. Ahora voy a presentarles a nuestro producto estrella, mejor que el noni, que el birm, que el wasabi, que la leche condensada, que el caviar, que la yuca frita. Un verdadero descubrimiento de nuestros cientficos. No tendrn que preocuparse por los virus, bacterias Hombre 1. y dems funcionarios. Mujer 1. A m me encanta la leche de cabra. Hombre 1. Hay tantas que las ordeamos una vez al ao y an as no sabemos qu hacer con ellas. Nutricionista. Deberan patentar el producto. Con leche de cabra pueden hacer protector solar, aceite para carros, detergente para las lavadoras, brea para el asfalto. Hombre 1. Imposible. Mujer 1. Nos toma del pelo.
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Nutricionista. Est en escrito en el ltimo folleto del Ministerio de Salud y si lo dice nuestro ministro, tiene que ser verdad. Cmo podra equivocarse? Dicen que se le present el mismsimo Seor de Aruba y le dio estas recetas. Pasemos revista a lo que comen. Hombre 1. Pescado. Mujer 1. Pltano verde y maduro. Hombre 1. Arroz. Mujer 1. Pescado. Hombre 1. Pltano verde y maduro. Mujer 1. Caf pasado. Nutricionista. (Tocndole el prpado a l) Est amarillo. Ser una cirrosis, una insuficiente heptica. Rpido, un protector heptico, un diurtico, un antipirtico, un lavado gstrico. (A ella) Se ha puesto plida, lvida, le ha bajado la presin, un brusco desbalance hormonal, un quejido anormal del vientre. Mujer 1. Qu sabio este hombre! Y no tendr de colores? Ya sabe Nutricionista. S, qu? De qu colores? Multivitaminas? Mujer 1. S, puede alimentar, aunque no creo que sea su principal uso. Hombre 1. Sera algo extrao. Mujer 1. Podra hacer yogurt. Hombre 1. Helados. Mujer 1. (Al nutricionista) A lo mejor tiene en el maletn. Nutricionista. De qu habla? Mujer 1. Vamos, no se haga. Ya sabe de sabores, ustedes lo habr usado. Nutricionista. Me imagino a qu se refiere. Hombre 1. Al fin. Mujer 1. Ya era hora. Nutricionista. Esa no es la solucin. Ustedes necesitan de una verdadera educacin sexual. Hombre 1. Kamasutra para despiadados. Mujer 1. Tantra para despiadadas. Hombre 1. Masaje ertico para infelices. Mujer 1. Porno para delirantes. Nutricionista. Nada de eso. Una autntica educacin sexual que una sus centros energticos en un solo movimiento, que combine el alineamiento de Venus con la luna llena. Hombre 1. A m solo me interesa Mujer 1. Yo en cambio quera Nutricionista. No me interesa. No he venido hasta ac para or sus historias. Estas son las disposiciones que traigo y las har cumplir. Hombre 1. De pronto se aloc. Mujer 1. Le pasa algo? Hombre 1. Se siente mal? Un poco mareado? Mujer 1. Una alteracin de la matriz, un flujo excesivo, un clico intenso Nutricionista. (Mirando un folleto.) Ah! Las vacunas. Mustreme su brazo. Hombre 1. Recin me vacun. 123
Mujer 1. A m me dieron una sobredosis, estoy vacunadsima, una mujer pegada a una vacuna, con una vacuna muy prolongada, el colmo de las mujeres vacunadas. Hombre 1. Le digo la lista de inyecciones que me pusieron: veinte poemas de amor y una cancin desesperada, mara de jorge isaacs, las mujeres nos prefieren imbciles, mi recinto, quiere ser millonario Mujer 1. Ya ve, para qu ms vacunas? Nutricionista. Qu har con todo esto? Hombre 1. A diez kilmetros hay otro pueblo, quizs all. Mujer 1. Les encanta el hierro Hombre 1. La leche deslactosada. Mujer 1. El caf descafeinado. Hombre 1. Cero colesterol. Mujer 1. Tienen unas jaquecas horribles. Nutricionista. Me voy. All me necesitan. Aqu todo parece ir bien. Hombre 1. S, aqu, en Desesperacin todo est bien.
ACTO II.
Escena 1.
Hombre 1. Esta, mi ltima muerte, fue por puales. Largos, curvos, cortos, rectos, con un filo, con doble filo: puales, navajas, dagas, cimitarras, espadas, descendiendo en picada como pelcanos furiosos. Las casas cortadas en dos, el asfalto cosido a pualadas, los rboles arrancados de raz. Nada a salvo, nadie a salvo. Desesperacin despedazada, irreconocible, hasta la playa comienza a borrarse. Los peces se lanzan a tierra en busca de una salvacin que no existe. Qu nos pas? Qu culpa estamos pagando? Somos un chivo expiatorio? Desesperacin ha estado aqu desde siempre. Es siempre. Por ms que retrocedamos no podemos encontrar la fecha de su origen, el lugar de su inicio. Desesperacin es el origen, es el lugar; el principio de todos los comienzos; el lugar por el cual hay lugar. Hasta que un buen vimos aparece al borde del camino, entre la maleza, un cuchillo y luego otro y otro y otro, reptando por el suelo, penetrando en los cuerpos, hundindose en las paredes. Y as es como todos y cada uno nos convertimos en herida que no cierra. Mujer 1. Nosotras llegamos desde el mar. Somos las primeras en atravesar la calle principal. Todava sentimos el huracn de navajas que arras con todo. Hablamos en secreto. Levantamos las paredes, sembramos los rboles, resucitamos a los pjaros, lanzamos al mar los peces que agonizan en la orilla, rehacemos la calzada, ponemos en su lugar las bancas de piedra, abrimos las ventanas, cerramos los prpados para que Desesperacin pueda dormir. Y nos quedamos vigilantes a la entrada del pueblo, en el borde del ro, al inicio del puente. Testigos no sabemos de 124
qu. A la espera como si nuestro destino fuera esperar. Nada ms esperar. Sin saber qu esperar, cmo hacerlo, en qu ocupar la mente, sin poder aquietar las manos, curvar los cuerpos bajo el peso del deseo. De pie la noche entera en medio de esta intensa oscuridad. Hombre 1. Fue un sueo. S, debi ser un sueo. Las cosas estn quietas, los rboles se resisten a la brisa, el leve sobrevolar de las gaviotas, los pelcanos locos entrando y saliendo del agua con pedazos de alma de no sabemos quin. Fue un sueo de cuchillos devorando los cuerpos. Aqu estamos enteros, ignorantes de los sucesos. Mejor no saber la verdad. Preferible darle la espalda al pasado. Si lo nombramos, tal vez regresa. Fue una larga noche poblada de pesadillas. Me pareci or los pasos de las mujeres regresando del mar, con su carga de pescados en la cesta. Escuche su murmullo, las pequeas risas contenidas, sus pisadas que aplastan las hojas secas. Volv a dormirme y ahora en la maana sus rostros impasibles no se dejan preguntar. Silencio tras silencio pasan las horas. Tengo miedo de la penumbra que anuncia que se muere el da. Hagan algo! Oigo voces, alguien se acerca. Son muchos, incontables. Ya atraviesan el puente
Mujer 1. Toma mi mano, aprieta fuerte. Hala de ese extremo. No, as no. La red est rota. Csela o los peces se escaparn por ella. Suelta las amarras. Aprate que se nos vendr el da y no habremos pescado nada. Qu haces con esa caa de pescar? Viniste de paseo? A qu tanto gritero? Se despertarn los nios y los hombres. Rpido que siento en la cara el viento del sur. Oigo el chillido de las breves diosas del mar. Nos llaman. De prisa, de prisa! Nosotras, seres de agua. Animales bivalvos. Habitantes de las profundidades. Las redes se hunden en el mar. Las olas que van y vienen. Cabecean los barcos somnolientos. Vamos! Apresrate! El sol asoma a los lejos y las redes estn flojas. En dnde estn las otras? Me siento inquieta. No dejo de pensar en Desesperacin. Me digo: todo estar bien, en paz. Y no me lo creo. Me ataca un presentimiento. Hay que regresar! Aunque no hayamos terminado, hay que regresar. Hombre 1. Sigilosos. No los o venir, no los o llegar. Mir en sus ojos cuando su brazo lanz la primera pualada. Imposible esquivarla. Cortaron la piel de la carne, picaron la carne del da. Uno a uno quedamos tendidos en el piso, inertes. Ellas salieron de pesca temprano. Ellos aprovecharon su ausencia. Qu solos nos sentimos! Qu vacos estamos! Cun efmeros, cuan inconstantes! Nosotros que creamos que aqu estbamos a salvo. Nosotros que decamos que nada nos importaba. Nadie est para consolarnos. Nosotros no lloramos porque no queremos que nos consuelen. Sombras de sombras vagando enloquecidas por el monte. Qu ser este dolor que me oprime el pecho! No puedo respirar este aire enrarecido. Me ahogo. Me sofoco. Mujer 1. Qu panorama tan triste verlos tendidos a lo largo de la calle nica y sin salida! Ni uno solo de ellos alcanz a escapar. Nos sorprende que sus rostros miren hacia el mar. Quizs esperaban que llegramos a tiempo. Nunca se llega tiempo. Aqu en Desesperacin los relojes se atrasan, van a la cola del tiempo al que jams alcanzan. Ponemos nuestros cuerpos sobre sus cuerpos. Los llevamos dentro de las casas, al menos de aquellas que se mantienen en pie. Qu hicieron para merecer este destino! Qu historias del pasado terminaron por encontrarlos! 125
Adivinaron lo que haran en el futuro y terminaron con ellos! Me siento a la vereda a mirar el mar por largas horas. S que no me calmar. Solo atonta mis sentidos mientras las horas pasan. Hombre 1. Sin ojos para ver, sin odos para or, sin boca para hablar, sin pies para caminar, yacen los cuerpos en las veredas tibias. Quin hubiera presentido el peligro! Estaba ante nosotros y no lo vimos. Desfilaron ante nuestros ojos y no los vimos venir. Creamos haberlos ahuyentado. Supusimos que se iran para no volver. Ingenuos, torpes, ciegos, doblemente ciegos. Hubiera bastado caminar hasta la carretera en donde hacan los preparativos. Ruidos que no quisimos escuchar. Advertencias que ignoramos. Sordos, mudos, idiotas. Lo tenemos merecido. Mujer 1. Qu necesidad tan grande de quedarme aqu frente al mar quieta! Las olas se mueven por m. Ellas van y vienen: qu sentido tendra que yo me mueva? Corretean los cangrejos por la playa, el viento mueve los rboles, los peces saltan, los caracoles se hunden en la arena. Yo me quedo inmvil, cosida a la tierra. Los prpados abiertos, la mirada perdida. Qu hay en el horizonte sino el horizonte! Qu queda ms all de donde el sol se hunde! Tierras lejanas a las que nunca llegar. Viajes que no har. Distancias que sern siempre distancias. Irreductibles. Y si me pudiera ir, a dnde ira? Hombre 1. Tanto tiempo en Desesperacin! Cada da me deca: Tienes que irte, es la hora, tienes que marcharte. Cada da la partida se postergaba para el siguiente. Maana es jams. Maana es el nombre de lo que no llegar. Se hizo demasiado tarde. Yo tambin qued atrapado. Junto con ellos, sometido. A su lado, con la cara vuelta hacia el mar, no s por qu sigo pensando, por qu sigo hablando, por qu me invaden estos pensamientos y hablo estas palabras. Quin me habla por dentro! Quin sube por mi sangre! Quin endereza mis huesos! Quin cose mi carne! Una y otra vez, en una repeticin insaciable: Tienes que irte, tienes que irte, tienes que irte. Y aqu estoy. Mujer 1. Y entonces vi lo que no me estaba permitido. Los peces saliendo del mar. Los cangrejos avanzando hasta la calle principal. Lo caracoles en fila, los moluscos en bandada, los pjaros descendiendo en picada. Y el mar aproximndose al pueblo, insensiblemente. S, el mar, no la marea. Digo bien, el mar negndose a retroceder. Paso a paso, levemente, sin grande olas, apenas la espuma sobresale de la arena. Llegan hasta la calle nica, barren la arena, limpian las casas, sumergen en los cuerpos en el agua tibia de los mares tropicales. No s que hacen sobre los cuerpos. Dicen secretos que no alcanzo a escuchar. Entonces, solo entonces, el mar y sus habitantes regresan a su rutina: las olas van y vienen. Y el mundo comienza otra vez. Hay un inicio interminable, un origen presente, un principio que est despus de que el universo ha terminado. Hombre 1. Camino por Desesperacin. Qu hermoso ver su calle limpia y desierta! Las voces de la gente en la prisa de la vida diaria se dejan or a travs de las paredes. La radio que solo capta interferencia suena distante. Las mujeres entran y salen. Los hombres arreglan los ltimos detalles. Otra vez el silencio cae pesado sobre la tarde. El sol del medioda paraliza la vida. Solo el mar, s el mar, va y viene, ignorante de lo que ha pasado. El mar con su memoria frgil no sabe que hace un momento estuvo aqu con nosotros. Los pelcanos desahogan su furia lanzndose al mar. 126
Yo tambin me quedo mirando el horizonte y no s qu hay ms all si, de alguna manera, hay ms all.
Escena 2. (El que quera quedarse) Hombre 3. Se hizo tarde. Hombre 1. Bastante. Mujer 1. Muchsimo. Hombre 1. Debera marcharse inmediatamente. Mujer 1. Por esta carretera solo pasan los buses hasta las seis. Hombre 3. Casi con las seis. No alcanzo. Hombre 1. Tiene que irse. Mujer 1. Ahora mismo. Hombre 3. Habr un lugar en donde dormir. Hombre 1. Ninguno. Hombre 3. Un sitio para comer. Hombre 1. Tampoco. Mujer 1. Le acompaamos hasta la salida del pueblo. Hombre 3. No puedo quedarme la noche entera al borde del camino. Hombre 1. Lo sentimos. Mujer 1. Conste que le avisamos. Hombre 3. Creo que en el fondo de mi mente lata Hombre 1. No aceptamos argumentos. Mujer 1. Preferimos no orle. Mrchese! Hombre 3. Creo que en el fondo de mi mente lata el deseo de quedarme. Podra recostarme en una de esas bancas? Hombre 1. Le pertenece a las iguanas. Hombre 3. Aquella que est al fondo. Hombre 1. Es un nido de tortugas. Hombre 3. Bajar hasta la playa. Mujer 1. La marea la cubre entera. Hombre 3. Subir hasta el acantilado. Hombre 1. Es solo para pjaros suicidas. Hombre 3. Veo una puerta abierta. Unos ojos me observan. Podran alojarme. Hombre 1. Est prohibido. Mujer 1. Mejor vyase. Yo se lo aconsejo. S por qu le digo. Hombre 3. Qu sucede en este pueblo? Hombre 1. No se lo podemos decir. Mujer 1. Nuestra boca est sellada. Hombre 1. No existen palabras para describirlo. Mujer 1. Ni pensamiento para pensarlo. 127
Hombre 3. No importa. Quiero quedarme. Tendrn que echarme por la fuerza. Hombre 1. Por la fuerza? Mujer 1. Por la fuerza? Hombre 3. S, a las malas. De aqu no me muevo. Hombre 1. Has usado alguna vez la fuerza? Mujer 1. Nunca. Y t? Hombre 1. Djame ver, creo que no. Mujer 1. Alguna vez yo pero, no. Hombre 1. Siempre hay una primera vez. Mujer 1. Me siento incapaz de hacerlo. Hombre 1. Yo tampoco podra. Qu hacemos? A quin avisamos? Mujer 1. Si usted se queda en Desesperacin queremos decirle que Hombre 3. Dgalo, dgalo. No conseguir asustarme. Hombre 1. Si usted se atreve a permanecer aqu Hombre 3. Si me atrevo a quedarme aqu Mujer 1. Recuerdo cuando llegu por primera vez. Hombre 1. Fue hace tanto tiempo. Mujer 1. Los primeros das nadie me miraba. Hombre 1. Pasaron muchos meses hasta que uno de ellos me dirigiera la palabra. Mujer 1. Siempre con monoslabos. Hombre 3. No me importa. Aqu me acomodo. Con el cansancio que tengo me dormir pronto. Hombre 1. Tiene que estar despierto. Mujer 1. Quedarse en vigilia. Hombre 1. Estar alerta. Mujer 1. Or los ruidos leves. Hombre 1. Los pasos delicados que caminarn hasta usted. Mujer 1. El reptar de los culebras. Hombre 1. El golpeteo de los cangrejos. Mujer 1. La algaraba de las gaviotas. Hombre 1. Y el mar Mujer 1. Ah! S, el mar, el mar Hombre 3. Qu sueo! Hombre 1. Pensndolo bien Mujer 1. Tiene que irse. Hombre 1. Lo que podra pasar si usted se queda. Mujer 1. Ay lo que podra pasar! Hombre 3. Y qu pasara si de aqu no me muevo? Hombre 1. Es que no se da cuenta Mujer 1. No tiene la menor idea. Hombre 1. Dile t. Mujer 1. No, t. Por qu habra de hacerlo? No sabes que matan al mensajero? 128
Hombre 1. Si usted se queda Mujer 1. Si, finalmente, es la decisin que ha tomado y ha cerrado otras posibilidades si, en ltima instancia, es lo que har independientemente de nuestra voluntad, de nuestra opinin si, por ltima vez, su decisin se ha vuelto inflexible Hombre 1. Si no le detiene lo incierto, si la voracidad de lo que viene no le asusta, si cree estar preparado sin saber para qu est preparado Mujer 1. Entonces no nos queda otra alternativa que permitir que se recueste sobre esta banca, que cierre los ojos e intente dormir. Hombre 3. Que venga lo tenga que venir, que suceda lo que tenga que suceder. Qu podra ser lo peor que me puede pasar? Hombre 1. Si maana despierta y se da cuenta Mujer 1. Si abre los ojos y percibe lo que estamos tratando de advertirle Hombre 1. Si maana usted Mujer 1. quiere marcharse Hombre 3. Y? Hombre 1. Y se da cuenta de que no puede hacerlo. Mujer 1. Que de aqu nadie se marcha. Hombre 1. Que una vez que ha decidido ocupar esa banca y rechazar nuestra cordial peticin de que se fuera, tendr que permanecer en donde est. Hombre 3. Puede que se me pegue la gana de irme. Hombre 1. Qu extrao! Sigue sin darse cuenta. Mujer 1. Estar en libertad de levantarse y caminar hasta la carretera. Hombre 3. Es lo que har a primera hora. Hombre 1. Pobre de l. Mujer 1. Miserable. Hombre 1. Inepto. Mujer 1. Ingenuo. Hombre 1. Ignorante. Hombre 3. Qu es lo que me ocultan? Hombre 1. Demasiado simple para comprenderse. Mujer 1. Es evidente. Hombre 3. Qu es evidente? Hombre 1. No podr marcharse. Hombre 3. Acaban de decir que ser libre de marcharme el rato que yo quiera. Hombre 1. Efectivamente. Mujer 1. Solo que no tendr el deseo de hacerlo. Hombre 1. Nunca ms tendr el deseo de irse. Mujer 1. Se quedar aqu, con nosotros, en Desesperacin por su propia voluntad. Hombre 1. Una voluntad tan frrea que jams se ha quebrado.
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Escena 3. (Me imagino que cierro los ojos.) Mujer 1. As que no se fue. Hombre 1. Debi hacerlo. Sus actos tendrn consecuencias imprevisibles. Mujer 1. Qu haremos con usted! Hombre 3. Cundo es la poca de lluvias? Mujer 1. Jams llueve. Hombre 1. Apenas un leve roco por las maanas. Hombre 3. Se ve todo tan verde. Mujer 1. Nadie sabe cmo. Hombre 1. Ni por qu. Lo cierto es que nunca cae una gota de agua. Hombre 3. Junto a este inmenso mar salado del que no se puede beber. Mujer 1. Aqu cada cual atiende a su sed. Hombre 1. Cada uno bebe lo que tiene que beber. Hombre 3. Perlas de lluvia de un pueblo en donde nunca llueve. Mujer 1. Qu dice? Hombre 3. Me acordaba de una cancin. Tengo que presentarme ante la autoridad del pueblo? Mujer 1. Nadie gobierna. Hombre 3. Siguen las leyes que conocemos o tienen las suyas propias? Hombre 1. Ni lo uno ni lo otro. Hombre 3. Podra pasar por la iglesia. Mujer 1. Hace tanto tiempo que est cerrada. Hombre 3. Quizs hay una capilla evanglica. Mujer 1. Vinieron y cuando ellos empezaron a des-convertirse se marcharon. Hombre 3. Sin leyes sin dioses. La crcel estar llena. Mujer 1. No tenemos crcel. Hombre 1. Si tuviramos leyes, podramos quebrarlas. Si tuviramos dioses, tal vez nos llenaramos de pecados. Hombre 3. El desorden completo. Creo que me equivoqu de lugar. Solo quera un refugio, un momento de paz, un instante de reposo. Tendr que cuidarme constantemente. Mujer 1. De qu? Hombre 1. De quin? Hombre 3. De todos. Cada uno haciendo lo que le da la gana. Mujer 1. Cmo es eso? Hombre 3. Sin tener quin mande. Mujer 1. Sin tener quin obedezca. Hombre 1. Me muero de hambre. Mujer 1. Se me pas la hora de comer. Hombre 1. Prueba al menos un poco. Mujer 1. Huele bien. Hombre 1. Es pescado a la sal en el horno con una salsa de mamey borracho. Mujer 1. Ver si me sobr postre. Quedaron unos pltanos fritos. 130
Hombre 1. Ser suficiente. Mujer 1. Ha sido un da tan largo. Hombre 1. De esos que tienen treinta horas. Mujer 1. Cien horas. Hombre 1. Quiere comer con nosotros? Sintese. Tal vez un vaso de jugo. Hombre 3. De qu es? Mujer 1. Tamarindo. Hombre 3. Prefiero no comer. Mujer 1. Qu pena! Hombre 1. Qu mala suerte! Te dije que no sera un buen da. Hombre 3. Coman ustedes. Mujer 1. No podemos. Hombre 1. Romperamos nuestra regla. Hombre 3. Si dijeron que no haba leyes. Mujer 1. Tenemos reglas. Hombre 1. Nos ponemos de acuerdo, todos voluntariamente. Mujer 1. Acordamos cumplir con lo que acordamos. Esto es lo primero. Hombre 1. Si los dems no comen, tampoco nosotros. Hombre 3. No tengo hambre. Mujer 1. Le presto la ma. Hombre 1. La ma est mejor cuidada. Mujer 1. Saboree, pruebe. Hombre 1. Se ve delicioso. Hombre 3. Un bocado. Mujer 1. Yo tambin, un bocado. Hombre 3. (Al hombre 1) Y usted, no come? (El hombre 1 baja la cabeza y se queda en silencio) Qu hace? Reza? Si es un pueblo sin dioses, a quin dirige sus plegarias? Mujer 1. Aqu cada uno cree en lo que le da la gana. Hombre 1. Inclino mi cabeza en seal de respeto a los alimentos terrestres. Hombre 3. No entiendo. Mujer 1. No tiene por qu hacerlo. Yo tampoco le comprendo. Hombre 3. Cul es la principal creencia del pueblo? Me gusta estar del lado de la mayora. Mujer 1. No sabra decirle. Hombre 1. Mi vecino cree que fue llevado por los extraterrestres y luego le abandonaron en este lugar. Mujer 1. Mi amiga dice que las mujeres descendemos directamente de los caracoles y no de los monos. Hombre 1. El seor de le esquina suea todas las noches que se convierte en un vampiro. Mujer 1. Otros hablan lenguas que no entendemos. Hombre 1. Alguno se levanta todas las maanas diciendo que est cerca el fin del mundo. Mujer 1. Yo creo en el jardn de los senderos que se bifurcan. Hombre 1. Y yo los fines de semana viajo a Ganimedes. 131
Mujer 1. Qu tema con eso! Hombre 3. Cmo puede creer que cada sbado vienen a llevarle en una nave gigantesca y el lunes a primera hora le devuelve? Mujer 1. Por qu dice eso? Hombre 3. Ganimedes est en otra galaxia. Mujer 1. Qu va! Hombre 1. De ninguna manera. As se llama el bar que queda al final de la playa. Cuando regreso, les digo orgulloso: yo visit Ganimedes. Mujer 1. Y usted, en qu cree? Hombre 3. Hace tanto tiempo que dudo. Mujer 1. Yo creo que por las noches me visto de pulpos que sorben el alma. Si quiero le regalo Hombre 3. No me gustan los cefalpodos. Mujer 1. Ni siquiera en su tinta? Hombre 1. Vaya usted al bar. Hombre 3. No bebo. Mujer 1. Se nos pone difcil. Hombre 1. Cuesta arriba. Hombre 3. Me imagino que cierro los ojos, mi cabeza se vaca de pensamientos, los odos se llenan del ruido de las olas contra las rocas, de los graznidos de los pjaros, del reptar de las serpientes. El tiempo pasa tan lento que veo cmo crecen las hojas de los rboles y registro cada aleteo de las gaviotas. Mujer 1. Me parece bien. Hombre 1. A m tambin. Mujer 1. Mi imagino que cierro los ojos Hombre 1. Y mi cabeza se vaca de pensamiento Mujer 1. Los odos se llenan del ruido de las olas contra las rocas Hombre 3. de los graznidos de los pjaros, del reptar de las serpientes, del aletear de las gaviotas, de la inocencia de los pjaros globo, la irona infinita de los tiburones. Soy un mantarraya: me sumerjo, giro, asciendo, avanzo veloz, mi presa no tiene oportunidad alguna Hombre 1. Me imagino que cierro los ojos.
Escena 4. (Inquietud e incertidumbre) Mujer 1. Las hojas de los rboles se inclinan demasiado. Hombre 1. Peces muertos en la playa. Hombre 3. Pjaros ahorcados en la entrada de la casa. Mujer 1. Presagios. Hombre 1. Las palmeras estriles. Hombre 3. Cangrejos que marchan hacia adelante. Mujer 1. La marea quieta que no sube ni baja. 132
Hombre 1. Una masa de aire caliente me golpea en la cara. Hombre 3. Figuras que asoman a los lejos. Mujer 1. Rostros desconocidos. Hombre 1. Pasos apresurados. Hombre 3. Gritos. Mujer 1. Y luego todo se apacigua. Hombre 1. Vuelve el silencio. Hombre 3. La brisa del mar refresca. Mujer 1. Se oye la orquesta de las chicharras. Hombre 1. Iba a decirte que Hombre 3. Ayer justo a las seis de la tarde se me cruz Mujer 1. Despus de or el chirrido de las ruedas Hombre 1. Se me traba la voz. Hombre 3. Se me corta el aliento. Mujer 1. Se me enredan las cuerdas vocales. Hombre 1. Me parece que vi una figura avanzando por la carretera. Hombre 3. Y detrs de ella otros cuerpos. Mujer 1. No pude distinguir sus rostros. Hombre 1. Se disolvieron en el bochorno de la tarde. Hombre 3. Se deshicieron en el horizonte. Mujer 1. Otros vendrn. Hombre 1. Otros que no queremos ver. Hombre 3. De los que no queremos saber. Mujer 1. Siento como si me hubieran dado un plazo y en este preciso momento se hubiera cumplido. Hombre 1. El mensaje esperado termin por llegar. Hombre 3. Sucedi lo que tena que suceder. Mujer 1. Como si puertas y ventanas se abrieran de golpe y miles de caras desconocidas estuvieran all mirndome. Hombre 1. Atravieso desnudo en medio de una fila de soldados. Hombre 3. Se abre el mar, se corta en dos: peces de los abismos con sus ojos desorbitados mirndonos. Mujer 1. Te cubro. Hombre 1. Te tapo. Hombre 3. Te escondo. Mujer 1. Aqu hay una cueva. Hombre 1. All un refugio. Hombre 3. Conozco un lugar en el que nunca nos encontrarn. Mujer 1. Sbitamente las cosas vuelven a su sitio. Hombre 1. Resucitan los peces y se echan al mar. Hombre 3. Los pjaros colgados se liberan y emprenden el vuelo. Mujer 1. La marea sube, la marea baja. 133
Hombre 1. Las palmeras preadas se inclinan sobre el agua. Hombre 3. El sol se pierde se hunde a lo lejos. Mujer 1. Cierro los ojos y duermo sin sobresaltos. Hombre 1. Me toca limpiar el polvo. Hombre 3. Yo barro la arena. Mujer 1. Yo me encargo de los vidrios. Hombre 1. Lavar los pescados. Hombre 3. Cortar las verduras. Mujer 1. Prender el fuego. Hombre 1. Mueve esa olla. Hombre 3. Retira ese mueble. Mujer 1. Patea al perro. Hombre 1. Acaricia al gato. Hombre 3. No persigas a la tortuga. Mujer 1. Ne me gusta cmo queda este cuadro en la pared. Hombre 1. Prefiriera un paisaje montaoso con mucha nieve. Hombre 3. Con este calor, se derretira. Mujer 1. Y esta lmpara que no ilumina. Hombre 1. Qu horas son? Hombre 3. Las tres de la tarde. Mujer 1. Las tres y cinco. Hombre 1. Las tres y seis. Hombre 3. Mi reloj se atrasa. Mujer 1. Mi reloj se adelanta. Hombre 1. Mi reloj se hunde. Hombre 3. Mi reloj se levanta. Mujer 1. Es digital, no se oye el tic tac. Hombre 1. Es fluorescente, se ve en la oscuridad. Hombre 3. Da la hora de Ganimedes. Mujer 1. Y qu hora es en Ganimedes? Hombre 1. Hora de beber un trago. Hombre 3. Con hielo. Mujer 1. En un vaso bien grande. Hombre 1. Que me enfre por dentro hasta los huesos. Hombre 3. Que se me suba a la cabeza. Mujer 1. Puedo subirme a su cabeza? Hombre 1. Puedo rodearla con mis brazos? Hombre 3. Estrecharla a mi espalda. Mujer 1. Puede seguir sus pasos? Hombre 1. Caminar junto a usted? Hombre 3. Ir un poquito ms de prisa? Mujer 1. Tengo tres nombres: Beatriz Mara Jos. 134
Hombre 1. Alberto Pedro de la Zarzamora. Hombre 3. Juan Enrique de la Desesperacin. Mujer 1. Nac muy lejos de aqu. Hombre 1. Nac muy cerca de aqu. Hombre 3. Me vine caminando hasta ac. Mujer 1. Shhhh Oyeron? Hombre 1. Pasos. Hombre 3. Muchos pasos. Mujer 1. De botas pesadas. Hombre 1. Motores feroces que se acercan. Hombre 3. Ruido de metrallas. Mujer 1. Tiros al aire. Hombre 1. Cortan la maleza. Hombre 3. Se abren camino. Mujer 1. Shhh Oyen? Hombre 1. No, no hay ruidos. Hombre 3. Los pjaros que cantan. Mujer 1. El viento en los rboles. Hombre 1. El mar contra las rocas.
ACTO III. Escena 1. (Todos se han ido.) Mujer 1. Todos se han ido. Quedan sus huellas regadas por el piso. Jams hice un gesto para detenerlos. Tambin yo hubiera querido irme en direccin contraria a la de ellos. Un buen da deb levantarme temprano, espiar que estuvieran dormidos, hacer un pequea maleta y salir. Yo soy de las que no vuelta la vista atrs. Yo me qued. Yo me quedo. Yo permanezco. He dejado de pasar. He dejado de moverme. De cuando en cuando tuve noticias de ellos. Uno se gradu de boxeador, otro pele por ser ingeniero. Una creo que era una cualquiera. Y el otro un imbcil. Ah! Tambin estn los que emigraron. Yo me qued. Yo me quedo. Me equivoco. Miento. Tantos aos que no s lo que digo. No me qued. Me detuvieron. La maleza invadi el prtico, el patio, las paredes. Bichos minsculos en cada agujero. Cuando me quise dar cuenta estaba poblada de Desesperacin. Cmo hubiera podido irme! Hombre 1. Yo soy de aquellos que jams olvidan. Cierro los ojos y veo el primer da, el segundo das, cada instante, cada momento, cada gesto. Yo soy de aquellos que se olvidan. Me borro pronto de la memoria de los otros. Mi nombre se torna impronunciable. Mis facciones se desdibujan. Y con el pasar de los aos, mi rastro se borra completamente. Yo los recuerdo, uno a uno. S de ellos mismos cosas que ellos ignoran. En la ltima casa de la calle nica, me parece que 135
los de este pueblo no saben que existo. Tampoco yo s acerca de mi existencia. As est bien. Para qu querra saber acerca de mi mismo? Hay tan poco que decir, tan poco que contar. A m jams me sucedi algo importante. Vague por el mundo con ese aire de anonimato con la vocacin de desconocido. Repaso las historias de los dems y las escribo lentamente: una lnea cada da, qu temor tengo de que se acaben las palabras, de que vayan a desaparece del mundo y me quede sin tener qu decir. Mujer 1. Yo no quise llegar ac. No tuve la intencin de rodar y estacionarme en este lugar. Fue pura casualidad. Sal del puerto y tom la carretera de la Costa del Sol. Fui pasando un pueblo tras otro. Cansada me desvi del camino para aproximarme al mar. All, escondido tras arbusto y dunas, estaba Desesperacin. Camin hasta la playa y me sent por largas horas con la mirada perdida, en ese dilogo secreto que entablamos las mujeres con el mar. No fue un pensamiento ni un acto de clarividencia. Ms bien una sensacin indefinida. Estaba en casa. Haba llegado. Sub hasta el pueblo. No hubo palabras. Me sent a la mesa. Sin mirarme, una nia minscula me tendi un plato de comida. Mientras tragaba el arroz blanco, supe que me quedara, porque yo soy de las que se quedan. Hombre 1. Hubo un tiempo en que Desesperacin estaba llena de gente. Era un pueblo en auge. Hasta llegaron a poner una fbrica de procesamiento de pescado. Eso era antes de que las mujeres se convirtieran en pescadoras. Un buen da, sin saber por qu, los sucesos se desencadenaron, como si un dios hubiera cortado los vnculos entre las personas y las cosas. Se enter Doa Angustias lo que le pas al cura? Estaba bajando las escaleras y pis un pulpo. Se vino abajo cun grande era y se rompi la nuca. Supo lo que le sucedi al Teniente de la polica? Yo no me lo creo. Era muy hbil con las armas. Su diversin era matar pelcanos en pleno vuelo. Dicen que se dispar en la sien. Nadie lo hace de accidente. Venga doa Mara, djeme que le cuente lo que le pas a la directora de la escuela. Fue de lo ms extrao. Inesperado. Todava no salgo de mi asombro. Ella no se fue del pueblo. Se convirti en esa enredadera que se ve en la casa del medio. Ah! Me falta el Presidente de la Junta. Ese s que dio pelea. Nos levantbamos y siempre estaba en su oficina, completamente limpia, desinfectada, con ese horrible olor a creso. De l no quedo ni una pizca. Las hormigas le arrancaron la piel. Los cangrejos rompieron sus huesos. Los gavilanes rasgaron su carne. Las sanguijuelas sorbieron su sangre. Los ltimos restos fueron barridos por el viento y llevados muy lejos. Mujer 1. Oyeron? Llaman a la puerta. Es el viento. Qu calor! Hace tanto tiempo que no llueve. Ver de nuevo si alguien viene. Por qu no puedo quitar esta tonta idea de esperar? S que nadie vendr. Si hubiera una nota, una seal, un singo en el cielo el cielo est vaco de augurios. Y las vboras que se pasean en mi jardn han dejado de adivinar la suerte. Me bebo la tarde sorbo a sorbo. Me pregunto en dnde ests y no s por quin pregunto. Siento que te quiero tanto y no s a quin quiero tanto. Se han quedado vagando los sentimientos despus de que las personas se han marchado. Se han quedado solas, sin recuerdos, con la memoria deshecha. Dios mo, cmo te extrao! Y no s a quin extrao. Cmo amanezco cada da esperando encontrarte a mi lado! Y si sucediera me espantara porque no podra reconocerte. Esta cancin me recuerda tu cuerpo, tu 136
voz, tu boca. Y no alcanza tu imagen a formarse en mi mente. Te quedas como un ente vaporoso flotando, como el vaho que asciendo del asfalto, como la espuma que las olas hacen y deshacen. Qu calor tan sofocante! Si cayera la lluvia Hombre 1. Leyes? Cmo se imagina que no tenemos leyes? Podra mostrarle los cdigos, reglamentos, estatutos. Los tenemos perfectamente ordenados, clasificados. Cualquiera de nosotros, puede abrirlos y leerlos el rato que quiera. Yo mismo una vez al mes me paso por la biblioteca, tomo uno al azar y lo leo en voz alta. Cunta solemnidad en las leyes! Me encanta. Quin aplica la ley, quin administra justicia? No entiendo su pregunta. Para nosotros la mejor ley es la que no se ejecuta, la que no se aplica, la que est all. No se confunda. No estoy diciendo que somos un pueblo sin ley, sino que nos basta con la existencia de la ley. Sabemos que si alguien intenta aplicarla, inmediatamente otro la quebrantar; que si alguien administra justicia, siempre lo har de modo injusto. A m me encanta el Cdigo de Procedimiento Penal, tan litrgico, tan mgico, tan detallado. Me parece una iglesia barroca. Al igual que cuando entro en una, me quedo con la boca abierta de la admiracin. No veo por qu tendra que decir una oracin o convertirme a una religin. Mujer 1. Estoy desnuda. Hasta cuando llevo la ropa puesta, estoy desnuda. As nac, as me qued. No hay caricia que alcance a cubrirme. No hay deseo suficiente para mi piel. Soy solo carne que se toca como carne. Ven abrzame! Y l no alcanza a hacerlo! Me escapo como una gelatina inaprensible. Mrenme. Estoy frente a ustedes, desnuda. Tanto que seguramente observan la sangre fluyendo por las venas, la bilis chorreando hasta el intestino, el estallido luminoso de las neuronas, el cardias galopando en la playa. Tan desnuda que su mirada me atraviesa, como si fuera transparente. Miren a travs de m. La pared del fondo y la pared lateral. Carezco de sombra, mis huellas se borran apenas inscritas en el polvo. Mis palabras se pierden al llegar a sus odos. No estoy aqu para ser entendida, no estoy aqu para ser comprendida. Estoy desnuda, sin ms; as simplemente desnuda en compaa de nadie. Sin ojos ni espejos. Hombre 1. Quin nos gobierna? Somos un pueblo en donde el mejor gobierno es ningn gobierno. No elegimos no somos elegidos. Hay una ley escrita, una ley hablada. Jams ha sido necesario administrar un castigo. Aqu todos somos iguales y todos somos diferentes. Todos comemos y somos comidos. Preguntas, cmo funciona? No s exactamente cmo. Tengo derecho a estar de acuerdo. Tengo derecho a no estar de acuerdo. A veces me sumo, a veces me resto. Me integro y me desintegro. Ni me consuelan ni consuelo. Aqu la religin est dems. Y si hubiera dioses, seran todos iguales, todos diferentes. Y se puede creer en lo que a uno le d la gana. Yo, por ejemplo, creo que nac en Ganimedes. Y mi vecino suea con el infierno. Cada uno con su locura, cada uno con su cordura. A quin le importa? Aqu no hay tolerancia. Tantas cosas que no tolero y no me toleran. Aqu puedes ser imbcil pero todo tiene su lmite. Aqu puedes ser inteligente aunque no sirve de mucho: igual tienes que inclinarte y lavar los pescados mientras hablas de Platn y de su cueva de ladrones. Igual tienes que partirte el lomo mientras divagas sobre la existencia medio real de lo medio virtual. Para qu necesitamos gobierno? Hace mucho que sabemos que todo Estado es canalla, para qu sumarnos a uno? Y que el concepto de patria 137
solo sirve para asesinar al de la patria ajena. Aqu las cosas son de quien las necesita. Los pensamientos de quin pueda pensarlos y las palabras de quin tiene ganas de hablar. Mujer 1. Huelen? Un olor a tierra amarga, a pjaros chamuscados. Quin quema nuestra tierra, quin arrasa con nosotros? No saben que yo soy de las que se quedan. Y que no me ir simplemente porque no tengo a dnde irme y no sabra cmo llegar a alguna parte. Me veo descendiendo de un bus, caminando hasta encontrar la direccin correcta, tocando el timbre y diciendo: aqu estoy. Y quin es usted? Qu quiere, a quin busca? Y yo me pregunto y no obtengo de m, mis propias respuestas: Quin soy, qu quiero, a quin busco? Escena 2. (El salubrista) Salubrista. (Como si se dirigiera a una multitud) Reciban un fraterno saludo de aquellos que hacemos este gobierno que, como ustedes conocen, se ha preocupado desde hace muchos aos de su salud. Nuestro Ministro lamenta no haber podido venir en personas, porque ocupaciones inherentes a su alto rango le han impedido hacerlo. Reitera su compromiso con este pueblo (Busca agitado el nombre del pueblo hasta que alcanza a ver el letrero al fondo) llamado Desesperacin y se compromete a iniciar y continuar de manera sostenida con los esfuerzos que sean necesarios en bien de la salud fsica, social y mental de todos sus habitantes. Hombre 1. Estamos plenamente agradecidos. Mujer 1. De corazn. Hombre 1. Tenemos la tasa ms alta de infartos. Salubrista. Seguramente problemas de alimentacin, exceso de colesterol, comida chatarra, programas prohibidos por este gobierno, estrs por las actividades pesadas que realizan especialmente los pescadores. Hombre 1. Nosotros no salimos a pescar. Salubrista. Si son un pueblo de pescadores. Hombre 1. Est equivocado. Mujer 1. Somos nosotras las que nos levantamos muy de madrugada y emprendemos el viaje mar adentro. Volvemos cuando el sol comienza a aparecer y en la orilla nos esperan los hombres y los nios. Salubrista. Eso est mal. Tendremos que arreglarlo. La ley es muy clara y seala con claridad la asistencia mdica que se dar a los hombres que realizan la tarea de la pesca. Tengo anotado aqu, en alguna parte Hombre 1. Nos sentimos mal. Mujer 1. Cada da empeoramos. Salubrista. Hay una epidemia? Hombre 1. Muchas epidemias. Mujer 1. Tantas enfermedades. Una tras otra se niegan a abandonarnos. Ayer noms descubrimos un nuevo caso de lepra. Salubrista. Imposible, nuestro gobierno aboli la lepra hace una dcada. Hombre 1. Aqu hay sida. 138
Mujer 1. Sfilis. Hombre 1. Mal de Chagas. Mujer 1. Dengue. Hombre 1. Tuberculosis. Mujer 1. Peste bubnica. Salubrista. Este es un pas sano, vacunamos cada seis meses, los controles de salud estn por doquier. Me temo que ustedes pertenecen a la oposicin. Hombre 1. Y qu es eso? Mujer 1. Una enfermedad incurable? Hombre 1. Vers cmo me ataca a mi primero. Tengo una suerte! Mujer 1. Cmo se trasmite? Hombre 1. No me hables, aljate, tal vez ya ests contaminada. Mujer 1. Se te ve en los ojos, tienes el virus. Mrele seor Salubrista, se ha contagiado! Se ha pasado a la oposicin. Hombre 1. Razn que me lagrimean los ojos y siento un movimiento incontrolable en las manos. Me arde el estmago, me dan nuseas. Qu tos tengo! Estoy plido, me siento morir. Mujer 1. El virus, el virus! Oiga, con qu se cura? Salubrista. (En voz baja) Muerto el perro, muerta la sarna. Hombre 1. Qu dijo? Mujer 1. Sarna, creo. Salubrista. No hay de qu preocuparse. Las medidas que est tomando mi gobierno resolvern los problemas que tienen. Construiremos un hospital con mil camas, un centro de resonancia magntica, un acelerador de partculas, un ciclotrn, un telescopio de alta resolucin. Traeremos mdicos especializados. Yo les recomendara empezar por un oftalmlogo, son de lo ms graciosos. Adems ahora se los consigue muy baratos. Hasta que uno pueda darse cuenta, ya te han mirado el fondo del ojo. O quizs prefieren un proctlogo. Estoy convencido de que despus de la primera cita, lo amarn profundamente. S, profundamente. Hombre 1. Nuestros males son demasiado antiguos como para tener cura. Mujer 1. Nuestras enfermedades pasan de boca en boca y recorren el pueblo de arriba abajo. Hombre 1. Don Juan tiene osteoporosis. Mujer 1. Doa Isabel tiene podrido el vientre. Hombre 1. A mi vecino le supura el cerebro. Mujer 1. A la seora de arriba le ha crecido un enorme tumor en el dedo meique del pie izquierdo. Hombre 1. Hay un virus especialmente maligno. Mujer 1. No le digas. Salubrista. Qu estn tratando de ocultarme? Hombre 1. No queremos causarle una preocupacin. Salubrista. Estoy aqu para enfrentar los problemas, para indagar por las causas y los efectos, para determinar las cadenas causales de los procesos complejos y holsticos que ligan a la enfermedad con la condiciones de vida, con especial nfasis en la homeostasis, en la cicatrizacin instantnea, en la pulverizacin automtica, en la limpieza radical. Qu decan del virus? 139
Hombre 1. Siento mucho tener que decirle que Mujer 1. Es por su entero bienestar, por su salud, para ayude a mantener las estadsticas en buen estado. Salubrista. Que dicen si mejor comenzamos por las vacunas. Ha tenido fiebre amarilla, hepatitis? Hombre 1. Ese virus terrible. Mujer 1. Se ha cobrado tantas vidas. Salubrista. Qu virus? Hombre 1. Uno que mata en 48 horas. Mujer 1. Los cuerpos comienzan a descomponerse desde dentro afuera mientras una fiebre altsima les produce escalofros violentos. Los ojos se desorbitan, la lengua se hincha, los odos estallan y comienzan a sangrar. Salubrista. De qu hablan? Hombre 1. No tiene un nombre especfico. Mujer 1. Porque nosotros no lo padecemos. Solo ataca a los extraos. Salubrista. Yo no soy un extrao, provengo de la patria profunda, de las races de la tierra. Hombre 1. Aqu en nuestro pueblo, usted es un extrao. Mujer 1. Un completo desconocido. Hombre 1. Sera un caso tpico. Mujer 1. El virus se dara un banquete con usted. No siente un hormigueo subindole por las piernas? Hombre 1. Tienes los prpados hinchados. Mujer 1. La lengua comienza salirse de la boca. Hombre 1. Cmo suda! Mujer 1. Cunta agitacin! Hombre 1. Y ese temblor del brazo derecho. Mujer 1. Se est poniendo rojo. Salubrista. No me pasa nada! Me siento completamente bien. Hombre 1. Tiene que irse. Mujer 1. Solo pensamos en hacer lo mejor. Hombre 1. Nos preocupamos por usted, por sus hijos, su esposa, sus compaeros, su jefe. Ah! Desde luego por nuestro amado gobernante. Sera usted responsable de contagiarle este terrible virus? Quin nos gobernar, quin ver por nosotros, quin resolver nuestros problemas quin nos salvar? Mujer 1. Tiene que irse. Salubrista. Quizs tienes razn. Har las averiguaciones pertinentes, los estudios completos, el perfil epidemiolgico, la biometra, los encefalogramas. Y ya veremos. Volveremos. Hombre 1. McArthur. Mujer 1. S, en la guerra del Pacfico. Hombre 1. Me pica la nariz. Mujer 1. Me duele la pierna. Hombre 1. Qu mareo! Mujer 1. He perdido el hambre. 140
Hombre 1. Hace das que no duermo. Mujer 1. Me late la cabeza. Hombre 1. El pulso acelerado. Mujer 1. Tengo el diagnstico. Hombre 1. Tan rpido? Y qu me pasa? Mujer 1. Sufres de oposicin. Hombre 1. Qu grave! Mujer 1. Habr que operar lo ms pronto posible.
Escena 3. (General y soldado.) Hombre 1. Estamos gustosos de recibirle. Mujer 1. Encantados de tenerle entre nosotros. Hombre 1. Le ofrecemos una bebida. Mujer 1. Quizs quiere descansar un momento. General. He venido por rdenes directas del presidente. Me ha llamado temprano esta maana y me ha pedido que resuelva esta situacin. Sus instrucciones, como siempre, han sido muy precisas: Hombre, haga lo necesario; insisto: lo necesario! Hombre 1. Te lo dije, tenemos un presidente. Mujer 1. Que se preocupa por nosotros. Hombre 1. Y qu le trae por aqu? General. Estamos seguros, el presidente y yo, que ustedes estn confundidos, que estn siendo manipulados por agentes externos. Conocemos de su espritu patritico, de su sentido cvico. Hombre 1. La patria primero. Mujer 1. Viva la patria! General. Les invito a deponer su actitud, a integrarse de lleno en el desarrollo de la nacin, a sumarse al proceso de cambio histrico que vivimos. Nunca un gobierno hizo tanto en tan poco tiempo por el pas. Hombre 1. No podran simplemente olvidarnos? Al fin de cuentas, qu importa un pequeo pueblo de pescadores llamado Desesperacin y perdido en medio de la nada? General. En realidad nos importara muy poco si no fuera por las posibilidades de contagio. No queremos que otros pueblos se les ocurra tamaa barbaridad. Hay que cortar de raz. Eliminar el mal completamente. Mujer 1. Usted es un hombre inteligente. Haga como si no existiramos. Ponga a la salida del pueblo un letrero: Prohibida la entrada. General. Inteligente pero no ingenuo. Hemos reunido la informacin necesaria. Nos hemos sentado largas horas con nuestros mejores analistas. La conclusin ha sido unnime: es parte de una conspiracin, es el inicio de un golpe de estado. Es un nido de la oposicin. Hombre 1. Aqu nadie se oculta. Mujer 1. Puede recorrer el pueblo entero. Interrogarnos de uno en uno. Diremos lo mismo 141
General. Porque se han puesto de acuerdo, porque se han preparado muy bien. Sin embargo, hay una alternativa que evitara una intervencin radical de las fuerzas que he trado conmigo. Hombre 1. Lo que usted quiera. Queremos colaborar completamente. General. Tienen que entregarnos a los cabecillas, a los principales dirigentes. El resto quedar libre y retiraremos los cargos que pesan sobre ustedes. Mujer 1. Cargos? General. Por terrorismo, desde luego. Hombre 1. Hablemos con los dems. Mujer 1. Rpido, rpido. General. Muy bien. Triganme al jefe. Hombre 1. se nos presenta un problema. General. Dganme en dnde est y yo voy por l. Hombre 1. Aqu no hay jefes, no hay cabecillas, no hay dirigentes. Mujer 1. Somos todos, somos ninguno. Nadie manda, nadie obedece. Solamente nos ponemos de acuerdo. General. Horror! Qu atentado contra el principio de autoridad! Cmo podra funcionar la sociedad? El ejrcito, que es el pilar de la nacin, se disolvera. Hombre 1. No lo haba pensado. Mujer 1. Me parece una magnfica idea. No quiere quedarse en Desesperacin? General. El deber es sagrado y tengo que cumplirlo. Las rdenes son discrecionales, as que tomar una decisin. Bastar una llamada para que las tropas entren y desembarquen los marinos. Los aviones estn listos a despegar. Me estn empujando, obligando contra mi voluntad. Les dar 24 horas para que acepten nuestros trminos. Despus de eso, tendrn que atenerse a las consecuencias. (Sale) Hombre 1. Ser mejor rendirnos. Mujer 1. De qu servira? Hombre 1. Estamos perdidos. Mujer 1. Yo me marcho. Aunque, a dnde ira? Hombre 1. Estamos rodeados. Es el final. Soldado. Le hicieron enojar a mi General. Hombre 1. No fue nuestra intencin. Mujer 1. Estbamos dispuestos a cumplir con sus rdenes. Hombre 1. Nos pidi que entregramos a los infiltrados. Mujer 1. A los conspiradores. Soldado. Tenan que haberlo hecho. Hombre 1. Hubiramos tenido que entregar al pueblo entero. Mujer 1. La mayora ni siquiera entiende el significado de esas palabras: conspiracin, infiltrados Soldado. Yo, por mi parte, ya saben cumplo rdenes. Hombre 1. Y por qu lo hace? Soldado. Se cumple rdenes porque hay que cumplir rdenes. Esa es la cadena de mando. Otros piensan y deciden. A m simplemente me dicen: Soldado muvase y yo me muevo. Soldado qudese quieto y yo me quedo quieto. Soldado no mire y yo cierro los ojos. 142
Hombre 1. Podra moverse cuando quiera Mujer 1. Y quedarse quieto cuando le diera la gana. Soldado. Se viniera abajo el sistema entero. Adems, los castigos son terribles. Hombre 1. Si yo fuera usted me animara. Soldado. Tiene que respetar a la autoridad. Mujer 1. La respetamos profundamente. Hombre 1. Insinubamos que Mujer 1. Usted y sus compaeros Soldado. Quieren que hable con los dems? Hombre 1. Si fuera posible Mujer 1. Qu pierde con intentarlo! Soldado. Imposible. Aljense. Quieren confundirme. Soy un soldado y cumplo con mi deber. Hombre 1. Este pueblo tambin es su deber. Soldado. Vyase, vyase! Hombre 1. Es intil. Mujer 1. Estamos perdidos. Acabados. Hombre 1. El final lleg ms pronto de lo esperado. Mujer 1. En la playa los peces muertos fueron un anuncio. Hombre 1. Una advertencia que no la entendimos. Mujer 1. El mar quieto, las palmeras inclinadas sobre la playa y ese silencio tan denso. Hombre 1.Sin ruido de chicharas, sin canto de los pjaros, sin el viento cruzando por las ramas. Mujer 1. Era la hora, era el destino. Soldado. Yo tambin Hombre 1. Tambin? Soldado. Nac en un pueblo de pescadores. Tenamos un bote pequeito en el que salamos a pescar. Cuando mi padre muri, salimos a la ciudad. Hombre 1. De qu nos sirve eso ahora? Mujer 1. Para qu los recuerdos? Es demasiado tarde. Las horas pasan y el plazo pronto se cumplir. Hombre 1. Mejor vyase. Mujer 1. Queremos estar solos. Soldado. Tengo que quedarme. Este es mi lugar. Era experto en subirme en las palmeras y echar las redes al mar. Corra incansable por la espuma, me siento veloz huyendo de las olas Hombre 1. Cunto falta? Mujer 1. Poco, muy poco. Hombre 1. Se oye a lo lejos el ruido de las botas contra el asfalto. Mujer 1. Se preparan. Hombre 1. Se alistan. Mujer 1. Rastrillan sus fusiles. Hombre 1. Cargan los morteros. Soldado. Yo, a lo mejor, podra si lo intento, qu pasar? Y si no obedezco? Y si hablo con los otros? Me echarn del ejrcito, puede ir preso por muchos aos. Y si me escondo en este pueblo, 143
en alguna cabaa perdida en el monte? Qu pasar? Qu har, qu haremos? Yo, a lo mejor, me atrevera Y si todo se viene abajo? Y si deja de haber quin mande y quin obedezca? Soy un soldado. Los generales tienen que decirnos qu hacer. Y si yo fuera mi propio general? Ideas absurdas, pensamientos insensatos.
ACTO IV. Escena nica. (Yo tambin asesin al sueo.) Hombre 1. Yo tambin asesin al sueo. Vago insomne por los matorrales. Yo tambin sufr la mordedura de las sombras. En la mitad de la noche te recuerdo como una cancin pegajosa que no se quiere ir: No hay nadie como t. Yo soy nadie. Yo soy ninguno. No quiero dormir. No quiero cerrar los ojos. Temo que tu imagen vaya a desaparecer. Te veo caminar a lo lejos. Nosotros que siempre fuimos distancia. Caminas hacia m y jams me alcanzas. Yo que digo a tus odos palabras que no te llegan. Yo que lamo tus heridas como un perro rabioso. No te vayas. Desciende conmigo. Por ltima vez, baja las escaleras. El infierno est a la vuelta de la esquina. Mujer 1. Todas somos zparas. Todas estamos en peligro de extincin. La mejor generacin es la que no existe. Insiste en su voluntad de desaparecer. Camino por el mundo con los ojos reventados, con la boca cosida, con los pies mutilados, con el sexo partido. La luz se deshace en sombras. El brillo de tus ojos se extingue. Quin me hubiera dicho, quin me hubiera advertido? Hombre 1. Un lmite que no se puede cruzar. Un cuerpo que no se puede tocar. Desciendo. Nunca dej de hacerlo. Caigo en el vaco. Deja que me quede despierto. Pega mis prpados con cemento. Corta mi lengua para que no vuelva a hablarte. Deja que me vaya. Sultame. Librame. Pirdeme. Tanto ir, tanto venir, tanto afn intil, tanta fiebre, tanta pasin, tanta banalidad. Mujer. Y l habla y habla y habla y yo no oigo. Estoy sorda, ciega, muda, Estoy desnuda. Y l no puede mirar mi carne magra, mi vientre plano. Lame mi vulva amarga. Sorbe el vinagre que me rueda por las piernas. Y mis labios aletean queriendo volar. Su sexo hinchado me somete, me inclina, me hurga por dentro y no encuentra el alma. Entra ms adentro, ms profundo, ms ntimo que mi intimidad, solo para darse cuenta de que est solo. Hombre 1. Cualquier dira que yo pienso. No lo hago. Mis huesos piensan. Mi sangre se alimenta de teoras. Los golpes de mi corazn son pura lgica. Mis ojos son los que suean. Mi boca que inventa discursos que yo no comprendo. En el hmero duermen las pasiones. Y el astrgalo es toda una metafsica. Cualquier dira que yo estoy aqu. Yo no estoy aqu. Yo me fui contigo.
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Mujer 1. Todo es sbito, inesperado. Todo sucede de repente. Y luego pasa, simplemente pasa. Aprieto con todas mis fuerzas tu sexo. No quiero que te vayas. Siento el latido de tus arterias. Te hundo en m. No s para qu. Tal vez porque ests all y despus no estars ms. Quizs solo para sentir ese cuerpo extrao que me dilata, que me interroga. Me pregunto, s, me pregunto, de muchas maneras, de formas inesperadas, qu haces dentro de m y no tengo explicacin. Los cidos de mi sexo te diluyen y quedas tirado en el suelo como una masa sanguinolenta que nadie puede reconocer. Y pensar que alguna vez sent algo por ti. Hombre 1. Hrgame el ano con tu dedo ms largo. Ms, ms. breme con un espculo. Siempre te preguntaste qu tengo dentro: como todos, como cualquiera pura mierda. Ms adentro todava: vsceras demacradas, bilis verde. Y ms adentro an: nada. No sabas que tengo en mi interior un gigantesco agujero negro? Por eso caigo hacia adentro, atrado por una fuerza que no puedo detener. Mujer 1. Separas mis piernas, desplazas mis labios mayores, halas los labios menores. Llegas hasta el cuello del tero. Invades la matriz. Por un breve instante me siento preada. Luego te escupo. Mi cuerpo se rene consigo mismo. Mis labios se cierran hermticamente. Cortas mi vientre con un cuchillo curvo, largo, de doble filo. Retiras los msculos del abdomen. Desparramas los intestinos. Yo me quedo abierta para ti: Qu ms quieres, qu ms esperas? Hombre 1. Te acurrucas en mi cuerpo. Buscas mi calor. Te abrazo. Quieres saber cmo me llamo. Jams se me ocurrira tener un nombre. No te basta con la carne? No es suficiente tu piel contra mi piel? Los cuerpos se quedan uno junto al otro, mientras el universo se expande, mientras las cucarachas reptan por las paredes, mientras suena el chirrido de los frenos de un carro, mientras cae la tarde, mientras los pasajeros abren sus maletas y desparraman la ropa por el piso. Mujer 1. Pon tu boca sobre mi vulva. Pgate como una ventosa. Mueve la lengua como si fueras una serpiente. Muerde mi cltoris. Bbeme sorbo a sorbo. Prende un cigarrillo y exhala el humo dentro de m. Quiero sentirme vaporosa, etrea. Quiero ascender a los cielos, hoy me siento tan virginal. Introdceme el hielo y mira cmo se derrite. Quiero sentirme mar, laguna, ro. Cubre mi sexo con tu mano para que yo sepa que eres la exacta medida de mi deseo. Hombre 1. Esta es la ltima vez que nos vemos, la ocasin final para hablarnos. Para nosotros no hay futuro. Esta es una despedida. T por esa vereda, yo por esta. Abrzame por vez postrera. Envulveme en ti, inndame de olvido. Si quieres, puedes besarme. Un beso largo, sostenido, en do mayor. Frtate contra m. Si quieres, desndate. chate en la cama. Quiero mirarte, nada ms, solo verte. Separa un poco las piernas. As es suficiente. Dime cualquier cosa. Habla, no importa de qu. Me gusta el timbre de tu voz. Esta es la ltima vez. Se oye tan extrao como si todo a m alrededor se disolviera y regresara donde pertenece: a la nada. Mujer 1. Toma un bocado de coac. Entbialo en la boca. Devulvelo sobre mi Monte de Venus. Quiero sentir ese ligero escozor. No te alejes. Emborrchate de m. Ahora me pega tu boca al 145
introito. Sopla como si fueras el espritu santo dndome vida. Fjate en cada detalle de mi sexo. Las alas de mis labios mayores parecen de un murcilago. Qu extraa degradacin de los colores: del rojo intenso al blanco ms transparente! Mrame, mrame. Ahora cierra los ojos y recurdame. Imagnate mi cuerpo. No quiero que pienses en otra cosa que no sea mi carne dividida. Hombre 1. Dentro de un momento, apenas en un instante, cuando pasen unos minutos, te habrs ido. Me revuelvo a mirar cmo te alejas. No vuelves la cabeza, no regresas a ver. Cruzas el parque, viras una esquina. Y ya eres sombra, olvido, nada. Arena que el mar barre una y otra vez sin que quede huella alguna. Espera, solo un segundo. No me atrevo a decir que te quedes. Tu figura se deshace en la llovizna de la tarde. Un gris sucio pinta las calles. De dnde vienen esos aullidos de perros furiosos? De dnde vienen esos graznidos violentos? Oyes? Alguien grita. Ser yo? Mujer 1. Acustate. Levanta las piernas. brete bien. Ahora yo soy tu macho. Ahora yo te penetro. Ahora te tomo. Y t eres mi hembra. Te gusta as? Sientes cmo clavo estas largas agujas en tu vientre? Quieres saber por qu me detengo. Me molesta el pelo en la cara. Espera que me recoja con un lazo. Ay! Se me corri el rmel antes de hora. Qu desarreglada estoy! Qudate quieto por un momento! De cualquier manera ya mismo es hora de irse. Mujer 1. Cierro los ojos, siento sus dedos recorrindome, hundindose en mi espalda, su aliento que me sube por las piernas mientras me hacer el amor l encuentra mis labios cerrados, mi boca cosida, no sabe si desatar los nudos y entrar, o quedarse fuera mientras me haces el amor... y siento que te quiero mucho, que estoy para ti abierta, entregada sin reservas me dejo ir en tu deseo y en su deseo, ms all de mi amor por ti, mi amor por l quizs mi amor por l y antes mi amor por ti qu difcil se me hace olvidarle! mientras me haces el amor
Hombre 1. Yo ya no pienso en ti. Yo ya no pienso. Ests lejos. Estoy lejos. Sola or tu voz y ponerme hmedo. Yo tambin quiero abrirme las piernas para ti, abrir los brazos para ti, partirme el vientre para ti, cruzarme el rostro a bofetadas para ti, arrancarme los brazos para ti, reventarme el crneo para ti Mujer 1. Recostada en la cama junto a l s que es lo que quiero. Me siento bien. Le digo poquito a poquito lo que s, como si l fuera inventando en m esas caricias que tanto conozco, esos juegos que tanto he jugado. Apaga la luz. Queda la penumbra del faro de la calle. En el cielo raso de madera aparece una figura dibujada por la humedad. Sers t? Quiero marcharme de ti, quiero irme de todo. Sultame. Cae tu solo, sin m. Rueda hasta tu infierno. No me arrastres. Se revuelve medio dormido y pone su mano en mi cuerpo. Qu clido, qu dulce! Esta es mi felicidad, desesperadamente. Hombre 1. Yo tambin abro los ojos en la oscuridad. Y solo encuentro oscuridad. Yo tambin grito y ni un solo sonido sale de mi boca. Comprendo tus razones. Por otra parte, qu me importan tus
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razones? S lo que haces y por qu lo haces. A quin le interesa? Es tu vida. No la ma. Mi propia vida me tiene sin cuidado. Mujer 1. Camino junto a ti. Me abrazas y me pego a ti. Dejas constancia pblica de que te pertenezco y yo hago el gesto de corresponderte. Con l apenas, a veces, ocasionalmente, extenda mi mano y la colocaba sobre su brazo por un instante, por un fragmento imperceptible de tiempo. Luego cada cual caminaba con la inconsciencia del otro a su lado. Hoy noche me hars el amor. Te lo tengo prometido. Me digo para mis adentros: te deseo. Quiero obligar al deseo a salir, a volcarse sobre ti. Contigo el deseo estaba antes de saberlo, antes de quererlo, antes de que ninguno supiera que iba a pasar. Bastaba extender la mano, inclinar la cabeza, derrumbarse en el sof o simplemente aproximarse. Hombre 1. No me digas de qu me morir. No me cuentes lo bien que ests. Cierra la boca. Es lo que quieres. Jams fui lo que quisiste. Me arranco los pelos, me desprendo las pestaas, levanto mis uas con el cuchillo, separo la piel de la carne. Me roco gasolina y me prendo fuego. Mira cmo ardo, cmo me quemo, cmo me vuelvo ceniza. Y despus, me levanto, prendo el carro, voy al trabajo, sonro a los transentes. Mujer 1. Hubo das en que solo fui sexo para ti. No tuve rostro ni nombre. Hubo das en que solo fuiste sexo para m, duro, firme. Los dos sexos existiendo sin nosotros, a la deriva, perdidos en un mircoles gris. Cmo llova afuera! Una tempestad brutal que nos llamaba y cada uno aferrado a la carne del otro, para no responder. Ahora es otro ahora.
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