Chouraqui J.M. - Reflexiones de Un Judio Sobre Jesus (SelecTeol 168)
Chouraqui J.M. - Reflexiones de Un Judio Sobre Jesus (SelecTeol 168)
Chouraqui J.M. - Reflexiones de Un Judio Sobre Jesus (SelecTeol 168)
EL JUDO ANTE JESS: ACTITUD DE RECHAZO El judo puede interpelar a Jess hasta en su ltimo suspiro, lo respete o lo discuta. El hombre Yeshou grita, y luego nace Jesucristo, el Hombre-Dios resucitado para la fe cristiana. El judo, solidario de la historia de su pueblo, no lo reconoce. Rechazar la conversin es, tanto para el judo creyente como para el ateo, participar de la identidad colectiva de Israel. Esa conducta quizs est (inconscientemente?) relacionada con Rm 10,25: el rechazo de Israel es parte de un destino providencial, pues la conversin de ese pueblo al que pertenece (siempre) la eleccin (...) don irrevocable, se realizar el da que el conjunto de las Naciones ya sea cristiano. A algunos judos (como a Bergson), la persecucin de su pueblo en tierra cristiana les ha retenido de convertirse. Primaca de la compasin sobre la conversin. La opresin de un judo, o de cualquier otra persona, en tierra cristiana testifica que esa tierra no ha recibido verdaderamente el Evangelio. Mientras la Buena Nueva de unos sea experimentada como un mal para otros, los no cristianos o herejes, los judos se sentirn autorizados a re261
husar el cristianismo. Las obras de la Iglesia institucional y de muchos de sus fieles han justificado la fe de Israel la fidelidad a la concepcin del monotesmo y de la salvacin de la humanidad que Israel recibi en el Sina. A muchos judos, en efecto, les cuesta hacer abstraccin de todo ello y hablar slo de Jess. Como si el rostro de Jess estuviera tapado por el de la Iglesia (cuerpo mstico de Cristo), que con su conducta histrica ha traumatizado Israel. Para ellos (tanto laicos como religiosos), Jess es aqul por cuya causa tantas desgracias se han abatido sobre Israel. Ello explica que, en los guetos, apareciera una cierta literatura popular antigua denigrativa del hecho cristiano, como reaccin de consolacin. Y que el nombre mismo de Jess fuera tab. No se poda nombrar a Jess ni se poda
leer el Evangelio. En el siglo XVII, por ejemplo, un rabino, Itshak Lopes, se excusa de haber tenido que citar el NT en una obra en refutacin del cristianismo. Ms recientemente, aos 70, se sancion a un profesor de filosofa de la Universidad israel de Bar Ilan (con fuerte componente religiosa) por haber citado los Evangelios. Pero las cosas evolucionan y hace decenios que Israel cuenta con eminentes especialistas sobre el cristianismo, sean o no religiosos. La revista Kountrass (1999) precis en un trabajo sobre el cristianismo que, desde el punto de vista religioso, se tiene el derecho a mencionar el nombre de Jess, y cita ampliamente el parecer de un Maestro de la tradicin, el Rachbatz, autor hispanoargelino del siglo XIV, segn el cual Jess se mantuvo fiel a la Tora.
EL OBSTCULO HISTRICO: EL ANTIJUDASMO CRISTIANO Aunque actualmente la actitud de la Iglesia haya cambiado sobre todo con los gestos espectaculares de Juan Pablo II, el hecho histrico es que ha sido el antijudaismo cristiano el que ha provocado que el rechazo de Jess, considerado falso mesas, tenga un radical carcter de tab que los judos no han aplicado a otros falsos mesas como Bar Kohbah cuya rebelin fue aplastada por Roma el ao 135, o Sabbatai Zvi, obligado a convertirse al Islam por el Sultn, que a pesar de ser duramente criticados no provocaron ningn traumatismo semejante.
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Cmo explicar, si no, tal rechazo? Slo cabe entender que algo ha herido profundamente la conciencia popular juda: Jess parece haber roto con su pueblo. Se le ha arrancado de sus orgenes y de su lengua, se le ha convertido en el Dios helenizado, gentil (en lo esencial), de una nueva religin con la pretensin de suplantar a Israel. Adems, los textos fundacionales de la nueva religin han recuperado la Biblia hebrea, pero usndola como instrumento polmico contra los judos. Se dira que el cristianismo naci situndose contra el judasmo, con-
siderndose el Nuevo Israel. Habra habido, pues, una usurpacin de identidad por parte de la Iglesia. Como si Roma que, segn la tipologa talmdica sera la reencarnacin de Edom - posteridad de Esa -, hubiera querido recuperar el derecho de progenitura cedido a su hermano Jacob. Israel sera el hermano elegido pero ahora cado en desgracia, excluido de sus textos, de su ttulo antes de formar parte de la Ciudad. Israel, perdida su identidad, quedaba desposedo de su vocacin hacia los Gentiles convertidos, y constitua un fenmeno singular en la historia religiosa de aquella poca. Hasta entonces, en efecto, las creencias coexistan en el espacio, sin que una pretendiera suplantar a la otra desposeyndola precisamente de sus textos y de su identidad. Porque el monotesmo hebreo, mediante una concepcin ms tica que metafsica de la salvacin, evitaba el riesgo que la idea de un Dios nico y universal desembocara en la hegemona de una salvacin exclusivista: en efecto, el derecho al mundo futuro pertenece por igual a cualquier hombre justo sea pagano, proslito o judo, sin que tenga que renunciar a su fe (Talmud, Sanedrn). Los judos no olvidarn jams que de la negacin teolgica a su negacin o discriminacin poltica, no hay ms que un paso. Paso que pronto dio Constantino, el emperador que, todava no bautizado, emple la presin y el destierro contra los arrianos, mientras el concilio de Nicea elaboraba la teologa del dogma trinita-
rio. Otra ofensa a la conciencia juda cuya tradicin se preocupaba por la separacin de poderes (el poder poltico no poda intervenir en una controversia entre sabios) y por integrar en lo esencial sus diferencias de interpretacin. Cuando un judo inicia el proceso de buscar e interpelar a Yeshou, su memoria tropieza dolorosamente con la Iglesia de Cristo que ya desde el principio se interpone en su camino. Como la Iglesia pretende inspirarse en Jess, muchos judos ven razonable hacer de Jess el responsable de sus males, inducidos por unos textos de los que la tradicin de la Iglesia ha valorado sobre todo la dimensin polmica antijuda: la doctrina del menosprecio. Resumiendo: en contra de lo que se suele creer, la razn del trauma judo original no es que Jess, no reconocido como Machiah (Mesas) por ellos, lo haya sido como Christos por los paganos. En efecto, cuando en los Hechos, Gamaliel interviene a favor de los Apstoles, no le ofusca la eventual pretensin mesinica de Jess. El traumatismo de los judos tiene otras causas. Unas, teolgicas: la recuperacin paganizante del monotesmo hebreo, desnaturalizado a sus ojos por el dogma trinitario, la concepcin de una salvacin a la que todos los hombres deban acceder a travs de una nica fe, una va nica Cristo, la verdad dogmtica con primaca sobre la bondad de las acciones. Otras, polticas: la negacin de la identidad de Israel que ir acompaada de la negacin de dereReflexiones de un judo sobre Jess 263
chos polticos o religiosos o hasta de la eliminacin fsica. Todo esto har de Jess un nombre tab, ignorado, provocador de clera o de amargura, por razn del hiato entre las pretensiones del mensaje de Amor y los suplicios de la Inquisicin. Y otra cosa finalmente hiere a Israel: la desvalorizacin e ignorancia por parte de los cristianos, y en especial de los catlicos, de lo que han denominado AT. Marcin radicaliz , en una deriva gnstica, algunos rasgos del Evangelio de manera que pareca que los opona a los de la Tora (se os ha dicho, pero yo os digo) y sobre todo el discurso de Pablo sobre la Ley. Hay que reconocer que la Iglesia conden la hereja de Marcin. Sin embargo, en ciertos perodos una cierta inspiracin marcionita ha seguido actuando en las mentalidades, la predicacin y la enseanza de la Iglesia: la Tora se
presentaba como el libro de un Dios celoso, vengador, cuyo pueblo era un pueblo sometido a un legalismo puntilloso y sin alma, por oposicin al Dios de amor, a la fe, a la gracia que caracterizan el NT. Ahora bien, si Marcin rechaza la raz hebrea de Jess, los sinpticos, por el contrario, muestran claramente la inspiracin hebraica de su predicacin de antes de la Resurreccin. Pero, y despus? Hay que reconsiderar el estatuto de esa predicacin? Acaso ha caducado el estricto respeto a la Tora que tal predicacin promova? Al menos, eso es lo que sugiere la oposicin de Pablo a la Iglesia judeocristiana de Jerusaln, la de los testigos directos del ministerio de Jess. Pero, en tal caso, se preguntan algunos, por qu conservar en el canon los pasajes sobre la fidelidad escrupulosa a la Tora?
EL OBSTCULO DOGMTICO: LA AFIRMACIN DEL HOMBRE-DIOS El judo que haya superado el obstculo afectivo y doloroso de la historia de la Iglesia, historia hecha en nombre de Jess, distinguiendo entre ella y Jess, hallar una nueva dificultad en el dogma del resucitado como HombreDios. Por ello, si quiere proseguir su camino para encontrar a Yeshou, deber interpelarle en el ministerio anterior a su muerte, es decir, antes que el hombre Yeshou se convirtiera en dogma. Porque el problema no es ciertamente la idea de resurreccin, juda y farisea. La Biblia hebrea y
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la tradicin mencionan la resurreccin de un nio por Eliseo (2R 4,34-36), la subida al cielo de Elas y de Henoc; y afirman la creencia en la resurreccin de los cuerpos. Para los cristianos, la resurreccin de Cristo da testimonio de que la muerte ha sido vencida y de que el hombre puede resucitar, cosa que hace creble y reafirma su esperanza. Para el judo, la superacin de la muerte ya es una realidad en la Biblia. A sus ojos, pues, la experiencia de la Resurreccin de Cristo no sirve como fuente de esperanza para
el simple mortal puesto que Cristo no es un mortal cualquiera, sino Dios (encarnado). La radicalidad, la fuerza de la experiencia queda atenuada hasta desaparecer porque se trata de un Hombre-Dios. Es inaccesible a los simplemente hombres. Cristo-Dios inaccesible [a los judos], como la Ley era inaccesible a Pablo. En efecto, precisamente para el Dt (30,11-14) la Tora no est en el cielo, est en (tu) boca, en el hombre es donde reside. Slo concierne a los hombres hasta tal punto que, segn dice un famoso texto del Talmud, unos rabinos tuvieron la au-
dacia de echar a Dios de una controversia en la que quera intervenir a favor de uno de ellos (Baba Metdia 35 b). Y Dios se alegr de ello! Uno es el mundo de los hombres regido por la Tora, a travs de la cual Dios se ha revelado en la Tierra, y otro el mundo de Dios cuyas caractersticas estn fuera del alcance de los humanos. Para el judo Dios no se encarna en un hombre, sino que participa de todo hombre creado a su imagen.Y as puede interpretar las respuestas que Jess da a los fariseos que le acusan de pretensiones divinas (Jn 10,34-35).
UNA LECTURA JUDA DE LOS EVANGELIOS Una vez superados los obstculos afectivos y dogmticos, el judo dispuesto a acceder a los Evangelios, se encontrar con Jess precisamente en textos que, como el anterior, recogen las discusiones de Jess con su pueblo. Mas una vez enfrentado al texto, tendr ante s, otra vez, un Jess de rasgos y episodios de vida tan contradictorios como las relaciones que mantiene con los miembros de su pueblo, ya criticados como fariseos ya simplemente aludidos como judos (cf. Juan), como si el narrador se refiriese a un pueblo extrao (y hostil) a Jess. Una vez ms el trabajo de descubrir a Jess detrs de la representacin que de l han dado la Iglesia, sus dogmas y sus Evangelios. Porque, stos, en efecto, son tributarios de una lengua en la que l jams predic, y de un contexto poltico polmico, posterior al suyo, que consideraba necesario que la Iglesia que entonces reclutaba miembros entre los paganos, se desmarcase de la Sinagoga. se es el contexto que reconocen las Notas romanas para una correcta presentacin de los judos y del judasmo (1985):Los Evangelios son fruto de un trabajo de redaccin largo y complicado (...) No se excluye, pues, que determinadas referencias hostiles a los judos tengan como contexto histrico los conflictos entre la naciente Iglesia y la comunidad juda. Ciertas polmicas reflejan las caractersticas de las relaciones entre judos y cristianos de tiempos muy posteriores a Jess. Tener esto presente es bsico (subrayamos) cuando se quiere extraer el sentido que determinados textos evanglicos tienen para los cristianos de hoy. En consecuencia, para comprender los textos hay que tener presente por una parte y primeReflexiones de un judo sobre Jess 265
ro, su distancia respecto del ministerio de Jess: distancia en la lengua (paso del hebreo, del arameo al griego), y lejana en el tiempo, un tiempo que vio el aumento de la tensin entre la Iglesia y la Sinagoga. Los Sinpticos mantienen a Jess dentro de su pueblo y casi no usan el trmino genrico judo; mientras que Juan contrapone Jess y sus discpulos (que son judos) a los judos y a la Ley, diferencindolos:La ley, referencia de Jess en los Sinpticos, pasa a ser vuestra ley. La influencia paulina, el desarrollo de la misin entre los paganos y la ruptura entre la Sinagoga y la Iglesia iniciada a finales del siglo primero explicaran tal mutacin, paralela a la divinizacin creciente de Jess, casi ausente del Evangelio de Marcos. En segundo lugar, el NT no es en modo alguno una biografa de Jess, sino un conjunto de catequesis, cartas, etc. que hay que situar en un contexto que evoluciona con rapidez. Los Evangelios se inscriben en un proyecto a la vez espiritual y poltico y despliegan estrategias redaccionales diferentes, cosa que implica la mencin o la omisin de tal o cual episodio, diferencias de tono y de contenido, mayor o menor grado de entente con los interlocutores judos de Jess, acentuando o no su distanciamiento respecto de la Ley. Por otra parte, parece claro que en los Evangelios (en particular en los sinpticos) hay la paradoja de un doble movimiento a la vez de apropiacin de la Tora, instrumentalizada a fin de justificar la misin de Jess, y de distancia266 Jean-Marc Chouraqui
miento respecto de la Ley. Apropiacin de la Tora como justificacin de Jess.A Jess se le compara con Moiss: infancia en Egipto, muerte de nios por parte del Faran y de Herodes, acciones milagrosas. De la larga lista de citas de la Biblia hebrea, aludidas para ilustrar la vocacin providencial de Jess, algunas no parecen corresponderse con la versin de la Massora (masortica) que conocemos, que las omite. Los Hechos (1,16) remiten a una prediccin explcita de David relativa a la traicin de Judas, que desconocemos o que es una referencia no muy clara a un Salmo (41,10). Distanciamiento: Por otra parte, parece que los Evangelios cuando evocan el seder pascual o los Diez Mandamientos no mencionan nunca la experiencia fundacional de Israel, la salida de Egipto, que preside y introduce la revelacin sinatica (Mt 19,18; Mc 10,19; Lc 18,20). Pero evidentemente Jess no la ignoraba. El rabino J. Grunewald sugiere que los evangelistas no queran mencionar un acontecimiento en el que los paganos conversos no se hubieran podido reconocer, como no se reconocan en la circuncisin. Otra omisin significativa a juicio del rabino Grunewald: cuando el Evangelio evoca el hecho que el hombre es el dueo del shabbat (Mc 2,27-28), no menciona que ese principio est avalado por la misma Tora. Por ejemplo, el Rab Jonathan, contemporneo de Jess, declara segn el Talmud (Yoma 85 b): Se os ha dado el sbado, pero vosotros no habis sido dados al sbado porque se dice el
sbado es para vosotros (Ex 16,29; Ez 20,12). Por qu el evangelio no cita tales referencias? Quizs, se pregunta Grunewald, para no indicar que la justicia viene de la Ley, lo que significara, segn Pablo, que Cristo habra muerto para nada (Ga 2,21)? Determinadas ausencias de referencias escriturarias importantes y conocidas por Jess, versiones o formulaciones diferentes, por no decir contradictorias, de los mismos hechos de un Evangelio a otro sugieren preocupaciones polticas ligadas a acontecimientos muy posteriores a la predicacin de Jess (destruccin del Templo, triunfo de Roma, conflicto con la Sinagoga). El conjunto de todos esos datos conduce al judo deseoso de saber quin es Jess a ser pruden-
te y lcido: el NT, al no ser un proyecto biogrfico sino apologtico y catequtico, recompone en funcin de las necesidades del momento las propuestas del Maestro. Jess quizs no sea todo lo que dice el texto de l. El Evangelio es testimonio, no reportaje. Lo cual no empece para que, a pesar de las incertidumbres provocadas por los elementos evocados ms arriba, el judo pueda encontrar a Jess y afirmar que, en el orden de lo real y no en el de la fe, a sus ojos no es tanto Hijo de Dios, cuanto hijo de su pueblo y de su tiempo. Si Israel quiere mirar la cristiandad de forma nueva y si sta quiere dar testimonio de su arrepentimiento ante Israel, en tal caso uno y otra deben hacer marcha atrs por lo que respecta a determinadas conductas y a prioris.
EL REDESCUBRIMIENTO COMN DE LA JUDEIDAD DE JESS Lo dicho comporta que tanto los cristianos como los judos tienen que redescubrir y profundizar en la judeidad de Jess ,y releer de manera contextualizada los pasajes evanglicos que resultan polmicos para los judos. As como el testimonio pecador de una cierta Iglesia a lo largo de siglos ha desfigurado el mensaje de Jess, lo ha convertido en tab y en un nombre hostil en la conciencia popular juda, del mismo modo ser el testimonio concreto y renovado de las comunidades cristianas de una Iglesia, madurada por el arrepentimiento, lo que revelar a los judos el rostro desconocido o menospreciado de Jess en el que reconocern rasgos de su propia judeidad. Sera importante que los cristianos en la catequesis, en la predicacin, en la seleccin litrgica de pasajes de la Escritura, realzaran aquellos textos que presentan de forma positiva a los judos y la relacin privilegiada de Jess con su pueblo, su fidelidad a la Tora y la casi total conformidad de su mensaje moral con el del judasmo. El descubrimiento de la judeidad profunda de Jess, es corroborable no slo en la Biblia hebrea, sino en partes enteras de los Evangelios y del Talmud, en el que se halla lo esencial de las ideas y formulaciones del Sermn de la Montaa,
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casi al pie de la letra. Ilustremos cada uno de estos puntos: 1) Los interlocutores privilegiados de Jess son sus hermanos judos: cf. Mt 15,21-28; 10,5; Jn 4,22. Jess puede mostrarse muy crtico ante los no-judos en general (Mt 6,32-34; Mt 6,7; Mt 5,47). Incluso a veces puede parecer humillante: como cuando se dirige a la mujer sirofenicia que ha acudido a pedirle que cure a su hija (Mt 15,21-28). Si cura a la hija y al siervo del centurin romano (Mt 8,5-13; Lc 7,1-10), ello slo ocurre despus que hayan acudido a l y que l se haya sentido conmovido por sus palabras.Adems, los judos acogan por entonces muchos proslitos, algunos de cuyos descendientes se convertiran en maestros del Talmud (que no pone inconveniente alguno a la curacin de un no-judo). As pues, el cristianismo o de manera ms precisa el ministerio de Jess es, ante todo, un asunto judo... Yeshou se dirige ante todo al judo que soy, en mi idioma y con mi lenguaje. 2) Jess un miembro de mi familia (Israel), incluso por las disputas, porque stas nunca han faltado entre nosotros. La tradicin llega a afirmar que el segundo Templo fue destruido por Roma precisamente a causa del odio gratuito entre judos. Destruccin anunciada no slo por Jess, sino tambin por algunos de sus contemporneos: el rabino Yochanan ben Zaccai (gracias al cual la tradicin juda ha podido ser preservada y su transmisin asegurada), Jeshoua ben Hanania (que tambin ser entregado por las autorida268 Jean-Marc Chouraqui
des al gobernador romano) o en el 62, un campesino, Yeshoua ben Ananas, que profetiz con violencia durante la fiesta del Souccot. Dadas las tensiones intracomunitarias de la poca, Jess y sus discpulos tendrn amigos fariseos, y tambin adversarios, igualmente fariseos (el Talmud, fariseo, distinguir a este respecto, siete tipos de fariseos, entre los cuales el de los hipcritas que cargan el peso de los mandamientos sobre las espaldas ajenas, o cuando lo llevan ellos, es para hacerse ver). Los fariseos, de todas formas, estn sentados en la ctedra de Moiss y su enseanza (aunque no siempre su prctica) es justa (Mt 23,1-2). Por ello, algunos estn cerca del Reino, como el escriba que cita con acierto la Tora (Mc 12,28-34). Son fariseos los que avisan a Jess de la persecucin (Lc 13,31). En cambio, brillan por su ausencia en el relato de su proceso, salvan a los apstoles ante el Sanedrn (como Gamaliel, su jefe,Ac 5,3435). Cf. tambin su defensa de Pablo (Ac 23,1-10), etc. Una tal actitud de los fariseos da claro testimonio de que, a Jess y a sus discpulos, no se les tena por personas que se hubieran marginado de la Ley, sino que queran permanecer fieles a ella (a pesar de Pablo, llamado al orden por la Iglesia de Jerusaln). 3) Respeto por la Tora (cf. Lc 16,17; Mt 5,18-19). Los discpulos testigos del Jess terrestre no podan comportarse de otra manera que mantenindose unidos a la Ley antes y despus de la Resurreccin (sta, para Pablo, hace ca-
duca la observancia de la Ley, convertida en fuente de maldicin). Para los judeocristianos dirigidos por Santiago en Jerusaln, como el cielo y la tierra no haban pasado, ni los tiempos mesinicos haban llegado a la plena realizacin (con la parusia), la ley juda predicada, practicada y enriquecida por Jess no poda ser superada.Textos como los citados ms arriba, presentes y reconocidos en el canon del NT, presuponen tanto la validez eterna de la Ley mosaica y de su observancia minuciosa y detallada y como la prohibicin de cualquier discurso que la minusvalore (cf. Mt 23,23). Perfecta formulacin de la pedagoga juda de la Tora, fiel a la de los profetas e incluso a la de aquellos fariseos que el Talmud alaba, contraponindolos a los ritualistas formalistas o hipcritas. No hay que confundir, pues, el farisasmo, o doctrina que da pie a una dialctica fecunda entre el detalle de la ley y su principio (Phrat/Kelal), letra y espritu, con el farisesmo, beatera ritualista que puede aparecer en cualquier grupo religioso. Es oportuno subrayar que las transgresiones de la Ley por parte de Jess o de sus discpulos, probablemente no fueron tales. Conviene, en efecto, recordar un punto esencial: en la poca de Jess, la ley juda, oral (Halakha), est en curso de elaboracin y es objeto de vivas controversias relatadas por el Talmud.Algunos ritos o criterios de legalidad, reconocidos en Jerusaln, no lo son en Galilea, de donde proviene Jess. Lo que en un sitio es percibido como transgresin, no lo era en otro.
Jess pudo haber tenido que enfrentarse a ignorantes, a cierto tipo de fariseos denunciados por el Talmud, o a personas beatas. Jess se conforma a la ley juda cuando justifica que los discpulos hayan cogido espigas de trigo en shabbat, invocando el ejemplo de David que hambriento consumi los panes de proposicin del Templo, y sugiere que sus amigos se hallaban en la misma situacin (Mc 2,23-28; Lc 6,1-6). La ley juda estipula claramente que uno tiene la obligacin de transgredir el shabbat cuando la salud y la vida se ven amenazadas. Es el principio de Pikuah nefesh (salvamento de una vida), el shabbat ha sido hecho para el hombre y no el hombre para el shabbat, frmula talmdica, que hallamos en boca de Jess. Para Jess, pues, la ley de Moiss, tanto en el detalle de su prctica como en el proyecto tico y espiritual, sigue siendo la referencia fundacional. Sus discusiones sobre la aplicacin de la ley se inscriben dentro del marco rabnico de la controversia que en el Talmud llega a adquirir a veces una cierta violencia. Jess arguye como los maestros de su tiempo: invocando la Escritura. Yeshou est en familia, discute con ella, a favor de ella. Distinguir entre Jess y los judos, sacarlo de su pueblo, es algo que corresponde a un proyecto poltico (y polmico), posterior a su predicacin, en vistas a constituir la Iglesia contra la Sinagoga. Porque, en el terreno de sus enseanzas, a menudo el judo puede coincidir con Yeshou, que hablaba su misma lengua, y puede discutir con
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l, como hace con otros rabinos. Yeshou, como l, practicaba la Tora: experiencia y complicidad que no conoce el cristiano (de origen Gentil). 4) El Talmud de la Montaa: finalmente, Yeshou comparte las mismas palabras para expresar el mundo de la tica y de la espiritualidad. Como escribe el historiador David Flusser: se podra redactar un evangelio a partir de la literatura juda contempornea sin tomar prestada palabra alguna de Jess, tarea que evidentemente slo se puede realizar a partir de los evangelios existentes. Unos ejemplos:Si alguien te dice quita la paja de tu ojo, contstale quita la viga del tuyo (Talmud, B. Bathra 15b; cf. Mt 7,3); S antes el perseguido que el perseguidor (Sanedrn, 49a, Shabbat 29b, cf. Mt 9,10); Los mansos heredarn la tierra (Succah 29b; cf. tambin Ps 37,11 y Mt 5,5); Presenta la mejilla al que te abofetea (Lamentaciones 3,30; cf. tambin el Talmud que elogia a aquellos que aceptan gozosamente las reprensiones, Shabbat 88b), a comparar con Lc 6,29 y Mt 5,39. Por otra parte, cuando Jess declara: Habis odo que se dijo: amars a tu prjimo y odiars a tu enemigo, en esto segundo, se refiere probablemente no a la Tora hebrea que estipula lo contrario, sino a una prescripcin esenia. El aprecio por los pobres en el espritu sera tambin tradicin esenia, pues los Manuscritos de Qumran hablan de unos anyi haruah, pobres del espritu, que viven el ideal de pobreza. Y cuando Jess ordena amar
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a los enemigos y orar por los perseguidores (Mt 5,43-44), se hace eco de la tradicin bblica y, por tanto, rabnica: Si encuentras el asno de tu enemigo cado bajo el peso de la carga, (...) esfurzate y aydale (Ex 23,5; cf. tambin Ex 23,4; Pr 23,17; 16,7; 25,21-22). Ayudad a vuestro enemigo antes que a vuestro amigo (Talmud Baba Metzia 32b). Quin es el hombre fuerte? Aqul que de su enemigo hace un amigo (Aboth de Rabbi Nathan XXIII). La idea de orar por sus perseguidores, la formula Berouria, esposa de un rabino clebre del Talmud, Rabbi Meir, perseguido por los minim, trmino que designa a los herejes o a los Nazarenos (!) (Talmud, Berakhot, 10a; cf. tambin Taanit 23b). En la Edad Media, el Rabbi Eleazar de Worms afirmaba que lo ms noble que puede hacer el hombre es perdonar la injusticia (su familia fue asesinada por los cruzados en 1214). Toda una literatura tanto juda como no juda, considera que Jess era discpulo de las enseanzas ticas de Hillel el Viejo que haba devuelto su sensibilidad a la tradicin juda y que era de la generacin anterior. Jess, por ejemplo, habra reformulado la famosa regla de oro de Hillel No hagas a otro lo que t no quisieras que te hiciera (Talmud Shabbat 31a) en estos trminos:Haced a los dems lo que quisierais que os hicieran a vosotros (Mt 7,12; Lc 6,31). Este precepto resume para el primero toda la Tora, y, para el segundo la ley de Moiss y los libros de los Profetas (Mt 7,12).
UNA RELECTURA COMN DEL MENSAJE TICO DE JESS La enseanza de Jess resulta, al parecer de muchos, representativa de la cultura bblica hebrea y de las sensibilidades judas contemporneas evocadas, en lo esencial, en el Talmud o el Midrash. Un judo siente, pues, que pisa terreno conocido cuando escucha los contenidos de la enseanza tica del rabino de Nazaret, aunque luego no todos sus aspectos hayan sido recogidos en lo que constituira finalmente la tradicin juda (por ejemplo, algunas de las formulaciones de la escuela rigorista de Shammai opuesta a la de Hillel en la cuestin del divorcio, o de tipo esenio). El tono de autoridad En verdad, yo os digo... parece que es propio de Jess, lo mismo que la actitud filial que Jess adopta ante Dios, que no se formula ni se presenta en los mismos trminos que la de ciertos rabinos taumaturgos fautores de milagros mencionados en el Talmud y denominados Hijo mo por una voz celeste (como en el caso del rabino Hannina Dossa). Para Jess la cualidad de Hijo es la consecuencia de su eleccin por la voz celeste en su bautismo: Todo me ha sido entregado por mi Padre (Mt 11,25-27). Pero el grito de gozo de Jess esta calcado del de los Himnos esenios. Esa conciencia de s (Flusser) especfica explica sin duda la radicalidad de determinadas propuestas de Jess que revelan a veces un rigor o una dureza aparentes que contrastan con la dulzura (mejor conocida) de otras palabras. Se trate de la Tora o del NT, el rigor, la violencia de Dios o de Jess participan tambin de la exigencia de amor, de responsabilidad y de justicia (aunque ciertas formulaciones de Jess puedan parecer sorprendentes por su dureza, especialmente en relacin con los padres y parientes en general, hallamos seales de algo parcialmente semejante en la Tora cuando enfoca el caso de ciertas familias que se entregaron a la idolatra). A pesar de las inflexiones propias de Jess y aunque un judo no acepte su tono de autoridad y relativice, por su cultura talmdica, la importancia de los milagros (incapaces de fundamentar una legitimidad) de los hombres de Dios, nada le impide reconocer el clima tico y espiritual de muchas de las propuestas de Jess. Nos parece importante insistir en la necesidad que tiene la catequesis cristiana de devolver su valor a determinados textos evanglicos, dando relieve a aquellos textos que demuestran unas relaciones no polmicas entre Jess y sus interlocutores, o que ponen de manifiesto el anclaje en el judasmo de su inspiracin si atendemos a textos judos contemporneos, y relativizando los pasajes ms hostiles a los judos mediante la contextualizacin de los mismos, etc. Este proceso de revisin del NT y de descubrimiento de la judeidad no slo del nacimiento de
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Jess sino de la esencia de su mensaje tico presupone la humildad de volver la vista atrs (cosa que en hebreo equivale a arrepentimiento, etimolgicamente Techouvah) y revisar una cierta tradicin de la Iglesia. No es una casualidad que el texto conciliar Nostra Aetate 4, que se refiere a los judos, sea el nico que no se inscribe en la continuidad de la tradicin de los Padres de la Iglesia, significativamente ausentes del documento. La prctica del arrepentimiento supone el coraje de hacer tabula rasa de algunos textos de la tradicin eclesial, releerlos o relativizarlos. Para muchos cristianos, descubrir que lo esencial del mensaje tico de Jess se halla frecuentemente palabra por palabra en el texto fariseo por
excelencia, el Talmud, no resulta fcil de aceptar; ello, a sus ojos, puede relativizar la novedad radical del mensaje. Pero ese descubrimiento turbar igualmente a muchos judos que durante mucho tiempo han visto a Jess como un apstata extrao al judasmo. Talmud y Evangelios constituyen dos preciosas fuentes que esclarecen tanto la elaboracin de la tradicin oral juda como el contexto espiritual de la predicacin de Jess. Pero esa aproximacin comparatista hace tambalear la comodidad de las ideas recibidas tanto de algunos cristianos como algunos judos. Cosa que debiera inspirar en unos y en otros una cierta humildad al reconocerse ignorantes de los textos de la religin pareja.
EL MAGISTERIO CATLICO ALIENTA EL DILOGO Un doble problema podra frenar el mutuo compromiso en el dilogo: el hecho de que al complejo de superioridad moral que la condicin histrica de vctimas puede engendrar en ciertos judos, le hiciera eco el complejo de superioridad teolgica de ciertos cristianos, a los que se ha enseado durante siglos que el cristianismo es una superacin del judasmo. Para evitarlo, convendra que la predicacin cristiana insistiera en textos como los de Pablo (cf. Rm 11,18). El mismo Pablo reafirma, como hemos dicho, el don irrevocable de la eleccin de Israel. Al referirnos, pues, a la Iglesia catlica, vista su actual orientacin, debiramos dejar de usar
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trminos como una superacin ligada a una descalificacin de Israel. Pasado el tiempo fundacional de la toma de conciencia de la necesidad de un arrepentimiento, espectacularmente afirmado durante el Jubileo y que se inscribe en un movimiento que arranca del Vaticano II, tras la repetida condena del antisemitismo, conviene ahora desarrollar una educacin de la estima para con su fe (la fe de los judos), dejando de presentar el cristianismo por comparacin y a veces por contraposicin con el judasmo. El arrepentimiento supone dotarse de los medios para corregirse y reparar el dao hecho. Convendra, pues, hacer que repercutieran en la base las ad-
quisiciones tericas del dilogo formuladas por especialistas catlicos en documentos que permanecen ignorados de la masa de los clrigos y fieles, en particular las Orientaciones y sugerencias para la aplicacin de la declaracin conciliar Nostra Aetate, de 1975, y las Notas romanas para una correcta presentacin de los judos y del judasmo de 1985. stas deploran sobre todo la penosa ignorancia de la historia y de las tradiciones del judasmo de los que slo los aspectos negativos, a menudo caricaturizados, parecen formar parte del bagaje comn de muchos cristianos. Las Orientaciones invitan tambin a los cristianos a comprender mejor todo aquello que en el AT sigue teniendo un valor propio y perpetuo que la ulterior interpretacin del NT no elimina en modo alguno, sino que le da un sentido ms pleno. Se insiste tambin en el hecho que no hay que oponer el AT y la tradicin juda al NT de manera que aquellos parezcan ofrecer una religin de la justicia, el temor y el legalismo sin referencia alguna al amor de Dios y del prjimo (cf. Dt 6,5; Lv 19,18...). Se reconoce que la tradicin juda, tras la destruccin del Templo, se ha seguido desarrollando rica en valores religiosos. Las Notas romanas de 1985 hablan de continuada creatividad espiritual, citan el Talmud, rehabilitan a los fariseos, denuncian el mito de la maldicin de Israel, pueblo cuya permanencia es un signo providencial, condenan un cierto proselitismo deplorable del pasado... Asimismo,se estimular la in-
vestigacin de los especialistas sobre los problemas que referentes al judasmo y a las relaciones judeocristianas, especialmente en el campo de la exgesis, la teologa, la historia y la sociologa. Se invita a los institutos superiores de investigacin catlica, a ser posible conjuntamente con otros institutos cristianos anlogos, lo mismo que a los especialistas individuales a aportar su contribucin a la solucin de tales problemas. All donde ello sea posible, se crearn ctedras de estudios judos y se alentar la colaboracin con los especialistas judos Cuando se pone de manifiesto que muchas veces el mensaje de Jess hunde sus races en los textos de la tradicin juda, no se relativiza la importancia del mismo, sino que se da testimonio de un autntico acto de reparacin y arrepentimiento por los siglos de predicacin en los que se opona cristianismo y judasmo. Es un acto de humildad en relacin con un discurso que durante mucho tiempo ha humillado y que se ha presentado como detentando el monopolio del Amor. Tambin aparece como un acto de paz: cmo no alegrarse al descubrir que Jess e Israel (Jules Isaac) beben de la misma inspiracin, del mismo Espritu (santo?). A partir del momento en que una creencia se engre a costa de la raz... que la sustenta (Pablo) o de otras creencias, y le cuesta reconocer que sus valores fundacionales pueden existir en otros, le falta fe en la capacidad de Dios de atraer a otros muchos. Una tal creencia que desconoce la humilReflexiones de un judo sobre Jess 273
dad y antepone el orgullo humano a la fidelidad a Dios, se convierte en fuente de conflictos y no de amor. En cambio, Jess proclama que hay muchas moradas en casa de mi Padre. Que el Talmud transcribir, a propsito de la controversia entre Sabios: Palabras de uno, palabras de otro, palabra son del Dios Vivo. Los que consideraron que el Papa haba ido demasiado lejos al recapitular todas las faltas que exigan el arrepentimiento de los cristianos, y recalcaron que as se expona a manchar la imagen de la Iglesia, relegando a un segundo plano sus momentos de luz, o que la dejaba en situacin de inferioridad en relacin con las otras religiones, oponan una lgica humana poltica a una exigencia trascendente teolgica. Calcular la oportunidad de un arrepentimiento es destruir su misma idea. A la inversa, reconocer que la propia fe no tiene la exclusiva de
los valores del amor, el perdn, es reconocer que la revelacin divina no se est limitada a una morada, sino que ha sembrado por el mundo semillas de santidad (Talmud) sin alterar en nada la originalidad de cada creencia (para el cristiano, la fe en la resurreccin de Jess. Cuando se conoce la particular atencin que Juan Pablo II dedica en sus discursos a las relaciones privilegiadas con los judos, hermanos mayores en la fe, extraa la casi total ignorancia de tales textos tanto en sacerdotes y catequetas como en los fieles. Habra que releer la plegaria por el pueblo judo que hizo el Papa en Varsovia en junio de 1999: Seor, asstele para se mantenga en su gran misin de revelar al mundo Tu bendicin (...) Que sus hijos persistan en su fidelidad hacia Ti, en eso que constituye el excepcional misterio de su vocacin.
ALGUNAS PROPUESTAS PARA CONCRETAR Y DESARROLLAR EL DILOGO a) Desde el lado cristiano. La imagen que la opinin tiene del judasmo religioso es la que proponen los medios de comunicacin social cuando se refieren sobre todo a Israel: colonos extremistas o hombres de negro ultraortodoxos, frecuentemente caricaturizados para servir a una tesis como ocurre en el film militante Kadosh inscrito en una Kulturkampf concreta que se da en Israel entre ortodoxos y laicos. Acudir a los textos fundacionales. Recomendamos que, para evi274 Jean-Marc Chouraqui
tar opiniones sesgadas, el judasmo sea presentado a partir de sus textos fundacionales originales. En el marco ms especfico del acercamiento entre judos y cristianos, habra que emparejarlos con los de la tradicin cristiana. Difundir informacin. Por qu no aprovechar para ello la ocasin de las fiestas comunes, cuyas fechas pueden adems coincidir para dar informacin sobre ellas? Difundir desplegables que presenten oportunamente la Pascua o la fiesta de Pentecosts judas; o cier-
tos ritos, como la circuncisin con motivo de la conmemoracin de la de Jess (que curiosamente ha desaparecido de los calendarios el primero de enero) u otros, comparando Evangelios y tradicin juda. Sera tambin conveniente aprovechar la lectura del Evangelio (el Sermn de la Montaa, por ejemplo) para dar a conocer a la masa de los fieles la referencia equivalente o prxima en los textos judos. Se podra asimismo pensar en una jornada de apertura al judasmo o a las fuentes del cristianismo, como se hace en Italia. Finalmente, los medios cristianos podran proponer reportajes para presentar el judasmo en los que se contase con la intervencin de judos. Tambin se podran establecer relaciones puntuales con los medios judos.Y se debiera favorecer la edicin de obras o de documentos comunes interconfesionales que reunieran textos de referencia y anlisis cristianos y judos sobre temas de inters de la sociedad. Actuar localmente. El arrepentimiento, habra de pasar de ser una declaracin oficial a ser una actuacin en el terreno parroquial. Las reservas que muchos catlicos sienten ante las declaraciones de arrepentimiento de Drancy o de Roma expresan claramente que la jerarqua catlica no ha podido o no ha sabido repercutir suficientemente en la base la nueva situacin espiritual de la Iglesia, ni ha tomado suficientes medidas para llevarla a la prctica. En esta lnea, pienso que merecera la pena hacer un informe
de la situacin local sobre la aplicacin de dichas orientaciones en la Iglesia en las parroquias o en las instituciones dedicadas a la formacin de sacerdotes y catequistas. Esto podra llevara luego a disponer de estudios en el mbito diocesano sobre el modo cmo se habla del AT, de los judos o del judasmo en general. Evitar incoherencias. El arrepentimiento es ms que el simple estadio de remordimientos. Implica un proceso de reparacin, concreto y costoso. En hebreo un mismo trmino sirve para designar la palabra, el trmino y la cosa: Dabar. Si la palabra de arrepentimiento no tiene resonancias significativas entre los fieles a los que va dirigida, resulta intil para la mayora. Y se refuerzan las reticencias de determinados judos, que mantienen una vigilancia desconfiada hacia las iniciativas de la Iglesia. Fue lo que ocurri con la beatificacin de Po IX cuya actitud ante los judos (mantenidos en el gueto, y tener en cuenta tambin el caso del nio Mortara) recuerda conductas por las que Juan Pablo II habra pedido perdn... Para clarificar, pues, las cosas ante algunos judos y dar credibilidad al proceso de arrepentimiento convendra que los documentos del Vaticano (como las Orientaciones o las Notas citadas) y las grandes declaraciones y gestos simblicos fuertes encontraran una traduccin sin ambigedades en documentos indiscutibles tanto en lo que se refiere a la poltica interna de la Iglesia (caso de las beatificaciones, por ejemplo)
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como a la doctrina, tipo catecismo universal, encclicas (que siguen empleando a veces la expresin ambigua de la Iglesia, Nuevo Israel), etc. En ese nuevo contexto, los judos podrn cambiar su punto de vista con mucha mayor facilidad. Ya es significativo que, en Israel como en otros lugares, un nmero no despreciable de eruditos judos lleven bastante tiempo interesndose por Jess y las fuentes judas de su predicacin. b) Desde el lado judo, es importante que la informacin sobre los progresos del dilogo entre judos y cristianos y sobre los documentos fundacionales de ambos sea ampliamente difundida para que se derrumben los a priori de algunos que siguen traumatizados por siglos de antijudasmo. En el mismo sentido, se podran revisar algunas ideas recibidas y dar a conocer el enraizamiento de ciertas propuestas de Jess en la tradicin oral juda, y la opinin de algunos maestros como Maimnides para quien el cristianismo (como el Islam) al universalizar el mensaje de base de la Tora, prepara el camino a la venida del Mesas. Tambin se podra evocar el recuerdo de otros maestro, tanto sefardes (el Rachatz, del siglo XIV) como asquenazis (como el Gran Rabino Jacob Emden, del siglo XVIII) que han reconocido que Jess permaneci fiel a la observancia de la ley, aunque sin ser por
ello el Mesas o un Profeta (si lo fuera, la Biblia hebrea le hubiera integrado en su canon con los otros profetas). Los judos, el pueblo cuya eleccin perenne como bendicin para las naciones es afirmada por Pablo y luego recientemente por Juan Pablo II, han de saber estar a la escucha de esos cristianos que quieren conocer el judasmo del que estaba impregnado Jess. Sobre este punto, la salvacin viene de los judos, recuperando la frase de Juan. Zacaras, antes que l, anunciaba ese tiempo en que diez hombres de las naciones vendrn y agarrarn los flecos del Taleth (chal de oracin) de un judo y le pedirn poder ir con l pues sabemos que Dios est a vuestro lado. Eco de la Palabra divina dirigida a Abraham: por ti sern benditas todas las familias de la Tierra. Para los cristianos, la bendicin de las naciones pasa por Jess, hijo de Israel. Ese Jess, figura emblemtica de Israel, cuya Ley encarnar y recapitular, no es para los judos sino un rostro: el rostro de un judo cuyo sufrimiento habla del sufrimiento judo y al sufrimiento judo. Como escribe Chalom BenChorin: si la fe de Jess nos une, la fe en Jess nos separa. Porque aunque las manos de los hombres no se puedan superponer, como tampoco coinciden la mano derecha y la izquierda, s que pueden estrecharse (Len Askenazi).
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