El Juego de Pelota Fuentes Escritas - Arqueologia Mexicana
El Juego de Pelota Fuentes Escritas - Arqueologia Mexicana
El Juego de Pelota Fuentes Escritas - Arqueologia Mexicana
I
Los aros de este juego de pelota fueron adornados
con chalchihuites. C6dice Maglibechiono, C. SOr.
El nombre de Tlaxiaco, pueblo mixteco, se representaba con
una cancha para el juego de pelota. C6dice Vaticano A, C. SOr.
Dignatarios sentados en una cancha de juego de pelota.
C6dice Nuttall, p. 3.
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ello, as como la ubicacin de los campos de juego en los espa
cios ceremoniales de las ciudades, expresa que la prctica del
juego tuvo un sentido ritual fundamental, asociado al sacrifi
cio por decapitacin, tal como se representa en El Tajn, Vera
cruz. La decapitacin de Coyolxaubqui y los centzonhuiznahua
por parte de Huitzilopocbtli imboliza claramente este tipo de
sacrificio; la cabeza cortada representa tanto al astro como a la
pelota, vinculados los tres por su forma esfrica. Asimismo, el
sacrificio por decapitacin tena un sentido de fertilidad, ya que
la cabeza se asociaba con la mazorca de maz cortada, como se
expresa en la lpida del Templo de la Cruz
Foliada en Palenque, Chiapas, en donde las
mazorcas se representan como cabezas bu
manas, y en los relieves de Chicbn Itz, en
donde del cuello de la vctima surgen seis ser-
pientes y una planta, que simbolizan la san-
O
gre y la fertilidad de la tierra.
tados con smbolos asociados a la guerra y a los astros, y esta
ban colocados exactamente a los lados de la lnea transversal.
Fray Diego Durn (1967, vol. I, p. 207) describe un tlachco de
la capital mexica, cuyos anillos se enlazaban con una imagen
del dios del juego, que tena cara de mono animal asociado por
lo general a los seres astrales. Adems de las canchas situadas
en los recintos ceremoniales, las haba tambin en los mercados
y en los distintos barrios. El juego debi ser muy frecuente en
Tenocbtitlan, ya que en el Cdice Mendocino (1964-1967, lm.
XL VIII) se registra que cada seis meses se reciba como tributo
"diez y seis mil pellas de ule", aunque este
material se adquira tambin para otros usos.
Los .JUGADORES
Estos relieves, cuyo significado obvia-
mente se relaciona con el simbolismo men-
cionado, se han utilizado para afirinar que la
vctima de dicho acrificio era un jugador, e
incluso se ha discutido i se sacrificaba al que
ganaba o al que perda. Sin embargo, en las
Entre los nabuas el juego parece haber sido
exclusivamente masculino, aunque fray Bar
tolom de las Casas vio partidos entre muje
res, tal vez en La Espaola (De las Casas,
1967, vol. II, p. 350). En el siglo XVI, segn
las fuentes, el juego ya tena un carcter pro
fano y popular, pues no hay mencin de que
los sacerdotes realizaran encuentros con ca
rcter ritual. En los juegos participaban tan
to pipiltin como macehualtin, ya sea jugan
do o mirando. Quienes jugaban aprendan la
prctica en el calmcac, ya fueran pipiltin o
fuentes escritas, que describen claramente la
prctica del juego, nunca se dice que se sa
crificara a un jugador; ms bien se refiere que
en algunos de los campos ubicados en las
La cancha del juego de pelota con
las divisiones y colores rituales.
Cdice Vaticano B, p. 31.
reas ceremoniales se efectuaban ritos asociados con la guerra.
LAS CANCHAS
Entre los nabuas la cancha de juego era llamada tlachco, en tan
to que el acto de jugar se denominaba tlachtli o ullamaliztli
(Sabagn, 1969, vol. II, p. 229). Las fuentes nos dan a conocer
la forma de los campos de juego y el hecho de que todas las
ciudades tenan sus canchas, por lo general en forma de 1, es
decir, cerradas por los cuatro lados. Las estructuras estaban
encaladas y pintadas, y sobre el piso haba una lnea transversal
de color negro o verde llamada tlcotl, pintada con una hier
ba de carcter mgico, que divida la cancha en dos partes. Los
anillos o tlachtemlcatl estaban decorados con relieves o pin-
algunos macehualtin que por sus virtudes eran admitidos en ese
centro de enseanza (Pomar, 1964-1968, p. 179). Al igual que
en el Clsico maya, los gobemantes nabuas jugaban a la pelota
para hacer alarde de su poder. Es famoso el juego entre Xihuilt
moc, seor de Xochimilco, y el huey tlatoani Axaycatl, quien al
perder el juego lomandmatar (Ixtlilxcbitl, 1975, voi.I, p.14).
Muchos de los soberanos eran tan aficionados al juego que, ade
ms de entrenar fecuentemente y controlar el uso de las canchas,
tenan sus propios jugadores profesionales, los que eran solicita
dos por otros seores para organizar grandes espectculos, que
terminaban con msica y danza (Cdice Florentino, 1950-1969,
vol. IX, p. 299; Durn, vol. I, p. 206). Sin embargo, la mayora
de los jugadores profesionales, que jugaban en los mercados, eran
mal vistos, pues se consideraba un vicio el dedicarse al tlachtli.
Hunahp e Ixbalanqu, hroes mticos mayas, aparecen a la izquierda antes de empezar el juego de pelota contra los seores del Xibalb.
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El seor 10 Lagartija y la seora 11 Serpiente se encuentran en un pueblo en donde hay dos canchas para el juego de pelota. C6dice Selde11, p. 3.
TCNICAS
En las fuentes escritas tambin se describen los elementos uti
lizados en el juego y las tcnicas, as como los ritos propiciato
rios que los jugadores realizaban antes del partido y que esta
ban dedicados a los dioses del juego. Al comienzo de ste se
acordaba el nmero de jugadores, cul sera la pelota con la que
se iniciara la competencia, a cuntos tantos finalizara el juego
y cmo se le pegara a la pelota. Por eso hay diversas versiones
acerca de la prctica del juego. Lo esencial era que la pelota cru
zara la raya central, y en las muchas variantes en la forma de pe
garle a la pelota, siempre estaba prohibido hacerlo con los pies
o las manos, salvo en el servicio, que se haca con la mano. Ha
ba distintos modos de anotar tantos; como era excepcional pa
sar la pelota por el aro, cuando esto se lograba se ganaba el jue
go, y los espectadores deban dar sus capas al ganador, pero ellos
lo evitaban huyendo del campo de juego con gran algaraba.
Adems, se apostaban joyas, esclavos, piedras preciosas, man
tas, aderezos de guerra, mujeres y hasta las esposas y los hijos
(Durn, vol. I, pp. 208-209). No haba fechas determinadas para
la realizacin de los juegos; a veces se llevaban a cabo en las
festividades religiosas.
Todo ello nos muestra un espectculo profano, lleno de ale
gra y emocin, lo cual contrasta notablemente con el Iico sim
bolismo religioso del juego de pelota expresado en los mitos y
en los cdices. Hay, as, un "juego de los dioses" y un "juego
de los hombres": el primero, una recreacin terrenal de la di
nmica csmica, y el segundo, una actividad profana.
Mercedes de la Garza. Dotora en historia por la UNAM. Miembro del Sistema
Nacional de [nvestigadores. Recibi el Premio Universidad Nacional en 1995
y actualmente es directora del Museo Nacional de Antropologa.
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