El Trabajo Con Adolescentes en Un Contexto de Pluralismo
El Trabajo Con Adolescentes en Un Contexto de Pluralismo
El Trabajo Con Adolescentes en Un Contexto de Pluralismo
Los padres de los adolescentes actuales fuimos educados en una sociedad en la que no exista una pluralidad de cosmovisiones o formas de ver la vida. La cultura judeocristiana era el eje alrededor del cual los valores pblicos y privados se estructuraban. Bien es cierto que aquella sociedad estaba recibiendo los primeros y potentes embates del secularismo y estaba en camino de perder su monopolio, era no obstante la dominante y en ese contexto fuimos educados y crecimos. Raramente entrbamos en contacto con personas que tuvieran una forma de vida o de entender sta que fuera radicalmente diferente de la nuestra. Cierto que los catlicos diferan de la manera evanglica de ver la fe, sin embargo, eran variaciones sobre una misma cosmovisin. Hoy en da, es mucho ms evidente, que hay ms similitudes en la forma de entender la vida de un catlico que las que hay con una persona que no participa de los valores culturales del cristianismo. Todo esto ha cambiado drsticamente con la llegada de la postmodernidad. El pluralismo, la variedad, la heterogeneidad, la distincin, la diferencia, son algunas de las divisas de los tiempos en que vivimos. Al contrario del tiempo que hemos descrito anteriormente, hoy en da, carecemos de un centro unificador y estructurador que de coherencia y sentido a la totalidad de la vida. A este respecto, Antonio Jimenez Ortiz en un artculo titulado Cmo comunicar la fe a la juventud actual escriba:
Los jvenes padecen una aguda fragmentacin interna, sin una columna vertebral que sostenga a la persona. La desestructuracin interna genera inseguridad personal, y con frecuencia, una baja autoestima.
La pluralidad nos deja a merced de la eleccin, de la necesidad de escoger los valores que creamos ms adecuados y correctos para estructurar alrededor de ellos nuestra cosmovisin. Pero al encontrarnos en un contexto de pluralismo sociocultural, vemos que se presentan ante nosotros, mltiples sistemas de valores en abierta competencia por conseguir nuestra lealtad y compromiso. El pensador cristiano Os Guiness afirma que el pluralismo lleva a una relativizacin de todas las opciones. Todo, afirma este escritor, acaba convirtindose en una cuestin de opciones o elecciones personales. Efectivamente, cuando mltiples visiones del mundo se enfrentan y reclaman nuestro afecto y atencin, todas quedan relativizadas, y las personas ante tal avalancha de opciones empiezan a dudar y cuestionar el propio marco de referencia, su propia cosmovisin personal. En este contexto de variedad y pluralismo la postmodernidad encuentra el terreno ideal para llevar a cabo su proceso de deconstruccin. La deconstruccin es la negacin de la capacidad del ser humano para interpretar la realidad o hacer declaraciones de verdad desde un punto de vista objetivo. Si la realidad objetiva no existe, entonces todo queda relativizado, cualquier opcin o cosmovisin es tan vlida como cualquier otra, cualquier religin es vlida como cualquier otra. Estos conceptos de pensamiento pueden parecernos demasiado abstractos o simples divertimentos intelectuales, sin embargo, han llegado al hombre de la calle y forman parte de nuestra vida cotidiana y nuestra forma de pensar y afrontar la realidad. Hoy en da no hay nada incorrecto con ser cristiano, homosexual, budista, musulmn o practicar la quiromancia. Nada est bien o est mal, todo es cuestin de elecciones personales. La tolerancia nos lleva a afirmar que aunque nosotros nunca vayamos a practicar una determinada opcin no vamos a negar que puede ser buena y vlida para otras personas. II. ADOLESCENTES Y PLURALISMO
Este es el contexto, el caldo de cultivo cultural y social en el que los adolescentes del 2000 estn creciendo, y nos guste o no, es el mismo en el que nuestros hijos se estn formando. Por tanto, no debemos engaarnos, todo lo que aplica a los adolescentes de esta generacin aplica a nuestros hijos, ellos no son diferentes, son hijos de su cultura y su tiempo. Los adolescentes de nuestros das estn acostumbrados y han mamado el pluralismo y la diversidad desde siempre. En sus escuelas
cada vez es ms normal la presencia de chicos y chicas de otras razas, culturas y religiones. Cuando llegan a la secundaria y an ms en la universidad, no es nada raro para ellos encontrarse con compaeros y compaeras que tiene valores y cosmovisiones de lo ms variado y variopinto. Tener amigos homosexuales, budistas, que creen en las abducciones, que son ateos o que practican activamente la nueva era es algo asumido por nuestros hijos. Es cierto que muchos de ellos no practicarn el estilo de vida de sus amigos y compaeros, pero lo encuentran aceptable y vlido para ellos y, por tanto, lo toleran y respetan. Los medios de comunicacin y la creciente importancia e influencia de Internet hace que nuestros hijos tengan una visin global, y decir global, significa decir plural, como nunca antes ninguna generacin la tuvo. Los medios masivos de comunicacin, de los que son vidos consumidores, ponen a su disposicin una multiplicidad de formas y maneras diferentes de vivir la vida. Las producciones que consumen no son mero entretenimiento, son transmisores de la amplia variedad de opciones vitales que nuestra sociedad brinda a sus miembros. Desde pequeos estn acostumbrados a ver con naturalidad parejas de hecho, monogamias sucesivas, parejas homosexuales, parejas monoparentales, madres que acuden a bancos de semen para poder tener hijos sin necesidad de tener que casarse o convivir en pareja, familias mezcladas aquellas que se forman con hijos procedentes de matrimonios anteriores de los cnyuges, adems de los propiosInternet les permite acceso directo e inmediato a fuentes de informacin y a posibilidades de conocimiento que hace simplemente cinco o seis aos eran un sueo para la mayora de nosotros. Todo esto les permite vivir directa o vicariamente experiencias que antes estaban reservadas a los adultos o a los miembros de diferentes culturas o contextos sociales. Nuestros hijos, crecen pues, en un ambiente en que se ven confrontados con una gran variedad de opciones definidoras de la realidad. Todas estas opciones compiten por su atencin y lealtad. Entre todas estas opciones el cristianismo, nuestra fe, la fe de sus padres es simplemente para ellos una opcin ms en competencia con muchas otras opciones. Adems, en este supermercado de cosmovisiones tan propio de la postmodernidad, el cristianismo no necesariamente es a sus ojos ni la mejor, ni la ms novedosa, gratificante o atractiva de las opciones a las que dar su lealtad.
Creo que nuestra generacin creci alrededor de una verdad nica. Una verdad que podas aceptar o rechazar. A la que podas dar tu lealtad o negrsela, pero al fin y al cabo era la VERDAD y como tal la reconocamos. Contrariamente, nuestros hijos crecen alrededor de muchas verdades, todas con minsculas, todas reclamando su atencin y lealtad y compitiendo por ser las mejores, las ms gratificantes y atractivas. III. EL DESAFO DE LLEVAR LA FE A NUESTROS HIJOS
Todo lo anteriormente expuesto plantea un gran reto a los padres y educadores Cmo podemos ayudar a nuestros adolescentes a entender y aceptar el cristianismo como la VERDAD nica y definitiva? Cmo podemos hacer creble el evangelio entre tantas opciones que compiten por convertirse en la cosmovisin que domine sus vidas? Hemos de notar que no estamos hablando de hacer el evangelio atractivo en el sentido esttico, ldico o polticamente correcto del trmino. Estamos planteando hacer el evangelio creble y digno de convertirse en la estructura alrededor de la cual los chicos y las chicas pueden organizar su vida. Se trata, dicho en otras palabras, de ayudarles a ver y experimentar que entre todas las opciones slo una relacin personal con el Seor satisfacer su necesidad de sentido, propsito y realizacin. En el anterior prrafo hay dos palabras que han sido resaltadas: ver y experimentar. Nuestra generacin es una generacin predominantemente intelectual y racional. No debemos olvidar que hemos sido educados en la modernidad, bajo el imperio del intelecto y la razn. Nuestros hijos son fruto de la postmodernidad, y para ellos el sentimiento y la experiencia son los elementos dominantes. Para nosotros, la argumentacin y el razonamiento son importantes a la hora de tomar compromisos. Para ellos, la experiencia y la evidencia son determinantes. El autor Peter Berger, al hablar de la pluralidad que la sociedad postmoderna impone, indica que cada cosmovisin, es decir, cada forma de entender y explicar la vida, necesita y requiere de una base social para justificar su existencia continuada y real como cosmovisin. A esta base social, este autor la denomina, estructura de plausibilidad. Vamos a tratar de explicar el prrafo anterior en trminos ms coloquiales y llanos. Hay muchas formas de ver la vida en competencia, todas clamando ser la verdad y pidiendo la fidelidad de
la gente. Para que las personas puedan confiar en una de esas formas de ver la vida necesitan verla puesta en prctica y funcionando en un grupo humano. Cuando existe un grupo de gente que practica los valores de esa cosmovisin, los observadores ajenos a la misma pueden observar la coherencia o no de dicha forma de vida y pueden valorar la credibilidad o no de la misma. Eso es una estructura de plausibilidad, un grupo de gente que vive lo que predica. Dennis Hollinger, un estudioso cristiano del tema, afirma que cuanto ms coherente sea una estructura de plausibilidad ms credibilidad tendr la cosmovisin que este grupo represente. Dicho de nuevo en lenguaje coloquial, cuanto ms coherente es la vivencia de un grupo ms credibilidad tiene su forma de ver la vida. Cuando la cultura judeocristiana era la estructura bsica que proporcionaba la cosmovisin de la mayora de las personas en la sociedad, todo era ms fcil. En estos momentos, al ser minoritaria y tener que vivir en abierta y despiadada competencia con otras cosmovisiones, la estructura de plausibilidad se hace ms necesaria y su papel ms vital. Las implicaciones son claras de cara a un ministerio con jvenes y adolescentes. Nuestros hijos necesitan no nicamente que les transmitamos la verdad, necesitan ver y experimentar esa verdad funcionando en una estructura de plausibilidad coherente y creble. Hemos de asumir la realidad que para nuestros hijos el cristianismo ya no es la VERDAD, es una verdad ms en competencia, y, por tanto, hemos de luchar por mostrarles que es la mejor opcin alrededor de la cual pueden estructurar toda su vida, su presente y su futuro eterno. Pero no olvidemos que esta generacin no se mueve por razonamientos sino por experiencias. No basta explicarles la verdad, compartirla, trasmitirla, ellos deben ver la verdad actuando, encarnada y viviendo en un grupo humano. Slo entonces esa verdad tendr credibilidad para ellos. Esto, nos introduce en el siguiente punto. IV. LA COMUNIDAD PLAUSIBILIDAD CRISTIANA COMO ESTRUCTURA DE
Nuestro acercamiento tradicional a la transmisin de la fe procede de la modernidad. Siempre hemos credo y asumido que un adolescente puede ser convencido por argumentos racionales acerca de la validez del cristianismo. Suponemos que si usamos mtodos ms creativos, ms didcticos y ms pedaggicos podremos hacerles entender que la cosmovisin cristiana es la VERDAD.
De ser cierto todo lo expuesto hasta este punto, este acercamiento no funcionar y la prctica lo demuestra- con nuestros hijos. Nuestros adolescentes no slo necesitan argumentaciones, necesitan ver el evangelio actuando y encarnado en una comunidad real que vive y practica lo que proclama, y acta de ese modo como una estructura de plausibilidad a los ojos de estos chicos y estas chicas. Jess afirm: Yo soy el camino, y la VERDAD, y la vida (Juan 14:6). En el mismo evangelio, Juan al describir a Jess afirma: Y aquel Verbo fue hecho carne, y habit entre nosotros lleno de gracia y de VERDAD. (Juan 1:14). En la Biblia la VERDAD no es un concepto terico o filosfico, la VERDAD es el Cristo encarnado. La VERDAD no existe por s sola, existe cuando es encarnada y practicada por la comunidad de los creyentes. La VERDAD del evangelio no existe en el reino abstracto y metafsico de las ideas, existe hecha carne y sangre en la vida de hombres y mujeres que la viven y hacen, por tanto, que el evangelio sea real, creble y plausible. En un mundo de pluralismo, la comunidad cristiana no slo ha de creer lo correcto, ha de vivir lo correcto para poder ser una estructura de plausibilidad para los adolescentes. Lo que cuenta no es lo que creemos sino lo que vivimos. Jess afirm que seramos identificados como discpulos suyos no por nuestra declaracin de fe (creencias) sino por nuestro amor (estilo de vida) Cuando vivimos de una forma coherente no perfecta- la vida cristiana hacemos que el evangelio sea la VERDAD a los ojos de los adolescentes, damos credibilidad y damos realidad al mensaje. Ya no sirve el argumento, que a menudo hemos dado a los jvenes y adolescentes, que han mirar al Seor y no mirar a los hombres. Ese es un escapismo fcil de nuestra responsabilidad de proveer credibilidad para el mensaje cristiano. Pone la responsabilidad en el adolescente y nos libera de encarnar y vivir la verdad. Pero podemos afirmar que toda la enseanza bblica va en contra nuestra. El xito y el impacto de la iglesia primitiva consistieron en que la comunidad de los creyentes proporcionaba total credibilidad y plausibilidad al mensaje que predicaban. Un inconverso poda acercarse a sus reuniones y comprobar que el perdn, la humildad, la generosidad, el servicio, el amor, la solidaridad, la simplicidad de vida, la preocupacin de los unos por los otros era una realidad. Podan comprobar que judos y gentiles, ricos y pobres, esclavos y amos, opresores y oprimidos, hombres y mujeres
podan convivir como hermanos gracias al amor de Jesucristo. La iglesia fue la apologtica del siglo I. La Biblia pone un claro acento en la importancia de encarnar la verdad para dar la credibilidad necesaria al mensaje ante los ojos de los no creyentes: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orar por los que os ultrajan y os persiguen; para que seis hijos de vuestro Padre que est en los cielos (Mateo 5:44-45a) Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que estn en casa. As alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que est en los cielos (Mateo 5:14-16) Para que seis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generacin maligna y perversa, en medio de la cual resplandecis como luminares en el mundo (Filipenses 2:15) Jess fue nuestra estructura de plausibilidad. l hizo creble para nosotros el amor, perdn y aceptacin de Dios. Nosotros sabemos cmo es Dios y cules son sus propsitos para nosotros gracias a Cristo. l, con su muerte en la cruz, ha dado credibilidad a las buenas noticias del deseo de Dios de reconciliarse con la humanidad. Hemos tratado de explicar que en un contexto de pluralismo las estructuras de plausibilidad son bsicas para dar credibilidad a las diferentes opciones que compiten por convertirse en nuestra cosmovisin. Nuestros hijos estn creciendo en este ambiente. Para ellos, el cristianismo, es una opcin entre muchas otras. Para que puedan creer no basta con transmitir conceptos y contenidos intelectuales, necesitamos dar credibilidad al mensaje del evangelio encarnndolo, vivindolo, hacindolo real y creble en la vida familiar y comunitaria del adolescente. Nuestros hijos no van a creer a menos que les proveamos de comunidades que coherente y honestamente viven y encarnan la realidad de Cristo.
No hemos de poner el nfasis en que comprendan, antes bien, hemos de ponerlo en mostrarles un modelo real de vida cristiana. Cuando vean un modelo comprendern con mucha ms facilidad. Si fallamos al hacer de la familia y la comunidad una estructura donde el evangelio se viva de una forma real y sustancial, demostrando que ste puede ser verdad y realidad, entonces como dice Hollinger, la fe es imposible. Contrariamente, es nuestra conviccin que cuando proveamos esto, nuestros hijos van a abrazar la fe de sus padres. Es posible que tarden, de hecho, el ministerio con adolescentes debe plantearse como un reto y una inversin a largo plazo, pero creern porque vern y experimentarn que el evangelio es la VERDAD. Concluir con la frase de C. Suhard, un pensador cristiano que afirma que:
Ser un testigo no consiste en involucrarse en propaganda, ni siquiera en confrontar a la gente, sino ms bien en ser un misterio vivo. Significa vivir de tal manera que nuestra vida no tenga ninguna explicacin posible si Dios no existe.
Dicho de otro modo, en ser una estructura de plausibilidad. V. IMPLICACIONES PRCTICAS PARA EL MINISTERIO
Primera, los marcos tradicionales de referencia deben ser fortalecidos. La iglesia y las familias han de colaborar estrechamente para ayudar a los adolescentes a abrazar el cristianismo como la VERDAD alrededor de la cual estructuren sus vidas. Ambas instituciones han de asumir que ya no basta con creer la verdad, con tener declaraciones o confesiones de fe ortodoxas, es totalmente necesario que en ambas instituciones la fe sea encarnada de una manera honesta y coherente. Los padres han de asumir que ser imposible que sus hijos acepten la verdad si ellos no la viven y practican en el hogar, y si no ayudan a sus hijos a ver cmo la fe se aplica y tiene sentido en la vida cotidiana. Los padres han de entender que sus vidas son apologticas para bien o para mal, y que su estilo de vida desmiente o da credibilidad al mensaje que confiesan creer. Es cierto que no existen padres perfectos y que los hijos no pueden exigirles perfeccin, sin embargo, si que existen padres coherentes y los hijos tienen todo el derecho a exigir a sus padres un estilo de vida acorde con los valores que proclaman creer.
La iglesia no puede eludir su responsabilidad apologtica. Si el evangelio no puede palparse y verse en la vida de la comunidad, no deberamos de escandalizarnos de que los chicos y las chicas se muestren escpticos y bastante reticentes a adoptar un estilo de vida que ellos catalogan con toda razn de hipcrita. Insistimos, como ya hemos dicho anteriormente, que no basta con decirles a los adolescentes que miren al Seor y no hagan caso a los hombres, nfasis equivocado! Tal vez hemos de empezar a decirnos a nosotros mismos que hemos de mirar al Seor porque los hombres nos miran. Siempre ha habido hipcritas en la iglesia, afirman tajantemente algunos hermanos y hermanas en la fe. Cierto! Siempre los ha habido y sin duda son culpables de que muchas personas hayan abandonado la fe y hayan visto imposible el acercarse al Seor. Como iglesia no podemos ni debemos dejar de lado nuestra responsabilidad de modelar el evangelio para nuestros hijos e hijas en primer lugar, y para el resto de la humanidad en segundo trmino. En la prctica eso significa que el liderato de la iglesia debe hacer un esfuerzo en motivar, concienciar e instruir a la congregacin en el importante papel apologtico que juega de cara a los adolescentes. As mismo, los lderes son responsables de cultivar un estilo de vida que de credibilidad al evangelio, y potenciarlo en la comunidad por todos los medios. Tambin la iglesia debe ayudar a las familias proporcionando visin, motivacin, capacitacin, apoyo y consuelo. No olvidemos que nadie nace enseado acerca de cmo transmitir la fe a la siguiente generacin. Segunda, las iglesias han de desarrollar fuertes ministerios para adolescentes. Es nuestra conviccin que a fin de que estos ministerios puedan tener un impacto deberan de tener ciertas caractersticas 1. Estar compuestos por monitores que sientan autntica pasin y amor por los adolescentes. Cmo entendern estos muchachos y muchachas que Dios les ama y tiene inters en sus vidas si no es por medio del amor, la aceptacin y el inters genuino que les expresen sus monitores? El amor, el perdn y la aceptacin del Seor no son conceptos abstractos, son experiencias vitales que se perciben por medio de creyentes que nos lo muestran y expresan. 2. Estar formados por monitores dispuestos a un compromiso a largo plazo con los adolescentes. Hoy en da, ms que nunca, los muchachos y las muchachas necesitan adultos que de forma continuada incidan positivamente en sus vidas. Ni los profesores en los institutos, ni los maestros en la escuela
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dominical, ni en ocasiones los padres a causa de sus ocupaciones pueden dedicarle a los hijos el tiempo continuado que precisan. La falta de adultos en sus vidas hace que carezcan de modelos vlidos a los que imitar y seguir. Este es el papel de los monitores de adolescentes. Esto no puede conseguirse simplemente por medio de una actividad semanal, quincenal o mensual. Son precisos monitores que quieran y estn dispuestos a invertir tiempo en la vida de los adolescentes durante todo el periodo de la adolescencia. Los monitores deberan plantearse un compromiso mnimo de cinco aos en su trabajo o ministerio. 3. Acompaar espiritualmente al adolescente. Acompaar al adolescente en su viaje desde la incredulidad a la fe es la responsabilidad del monitor. Esta es la razn por la cual los compromisos a largo plazo son necesarios. En los tiempos que corren los adolescentes estn demorando durante aos su compromiso vital con el evangelio. Durante todo ese tiempo precisan de alguien que los acompae espiritualmente, que sea un punto de referencia constante, que mantenga el tema de la fe abierto, que les recuerde la necesidad de un compromiso con Dios, que les mantenga despierta la necesidad de la conversin, que est a su lado mostrando y encarnando el amor y la aceptacin incondicional del Seor. Todo lo anteriormente dicho es imposible si no existe un compromiso de lealtad por parte del monitor hacia los adolescentes, un compromiso que ha de ser forzosamente a largo plazo. 4. Actuar como estructura de plausibilidad. Los monitores que trabajen con adolescentes han de constituir una autntica estructura de plausibilidad para la verdad cristiana. Su estilo de vida y su coherencia espiritual han de hacer creble el mensaje del evangelio. Los adolescentes han de poder ver que las buenas noticias funcionan y son reales en las vidas de las personas que trabajan con ellos. De este modo, por medio de la interaccin con cristianos que viven lo que predican ellos podrn ver que vale la pena la opcin cristiana. Esto no exime a padres y el resto de la comunidad. Los monitores tan slo deberan complementar el trabajo de ambas instituciones. Lamentablemente, la experiencia nos ensea que muchas veces no slo han de cubrir el vaco que ambas han dejado, sino que han de luchar contra la mala influencia que en ocasiones producen en los adolescentes. 5. Oportunidades para que monitores y adolescentes interacten. Todo lo anteriormente dicho es posible cuando
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monitores y muchachos y muchachas pueden estar juntos. Es entonces cuando los primeros pueden actuar como una genuina y eficaz estructura de plausibilidad, es entonces cuando los adolescentes pueden ver a Jess encarnado en la vida de aquellos que estn a su alrededor 6. Capacitacin para los monitores. Hoy en da la buena voluntad es de agradecer pero no es suficiente. Es preciso tener personas que a su buena voluntad unan la capacitan y la visin y comprensin de lo qu significa trabajar con adolescentes. Tercera, los padres han de unirse para apoyarse mutuamente, orar unos por otros, compartir su situacin e interceder de forma continuada por sus hijos e hijas adolescentes. La intercesin es una de las herramientas que el Seor ha puesto a nuestra disposicin para poder ayudar espiritualmente a nuestros hijos y fortalecernos durante este tiempo de lucha. Personas con visin han de tomar la iniciativa de organizar reuniones de oracin, grupos de apoyo para padres, grupos de apoyo para los monitores de adolescentes, y todo tipo de iniciativas que puedan tener una incidencia espiritual sobre sus hijos e hijas. Los padres no pueden ser espectadores pasivos Cuarta, comprensin que el ministerio con adolescentes es una inversin a largo plazo. En el pasado las cosas fueron diferentes, hoy en da tenemos una realidad y es sta la que hemos de afrontar. Es importante que no slo los monitores sino tambin los padres y los lderes comprendan y asuman que el trabajo con sus hijos es a largo plazo. Existen muchas posibilidades que no veamos frutos hasta que los adolescentes hayan llegado a los 18 20 aos de edad. Es preciso, por tanto, armarse de paciencia que es un don del Espritu Santo- confiar en el Seor, interceder, fortalecerse en su gracia, apoyarse en otros padres y saber que nuestro Dios tiene ms inters en nuestros hijos que nosotros mismos. Quinta, la necesidad de la colaboracin entre iglesias. Los adolescentes precisan un contexto y gente capacitada que trabaje con ellos. No todas las iglesias locales, debido a su tamao, estn en condiciones de proveer ambas cosas. El trabajo comn entre diferentes comunidades locales se ha imperioso a fin de poder unir recursos humanos y materiales para mejor ministrar a los adolescentes. Iglesias pequeas, con pocos recursos y pocos adolescentes no pueden permitirse el lujo de continuar batallando en solitario. Iglesias de tamao medio y grande no pueden cerrarse en un mal entendida independencia de la iglesia local para no compartir los recursos y dones que el Seor ha dado al cuerpo para bendicin de todo. Una actitud de este tipo no slo sera de gran beneficio para
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