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Procesos Sociohistóricos - Trabajo Integrador

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TECNICATURA SUPERIOR EN INFANCIA, ADOLESCENCIA Y

FAMILIA
ISFD “JOSÉ MANUEL ESTRADA”

“PROCESOS SOCIOHISTÓRICOS Y SOCIOLÓGICOS DE LA


NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y FAMILIA.
PERSPECTIVAS DE GÉNERO, DIVERSIDAD E INCLUSIÓN
SOCIAL”

TRABAJO INTEGRADOR N° 1

ALUMNA: GIMENEZ, DIANA CAROLINA

AÑO: 2020
DESARROLLO DE CONSIGNAS
1) Cuando pensamos en infancia, la gran mayoría de nosotros lo hace evocando
momentos de nuestra vida, recuerdos y otras épocas. En efecto, considero que a los
niños de hoy, les toca definitivamente eso: vivir la infancia del siglo del siglo XXI,
quizá ya no entendiendo a la niñez como una etapa del desarrollo que hay que
transcurrir solamente, sino también, como un nuevo espacio social.

Cristina Corea (1999) en su ensayo sostiene la hipótesis de que debido a las


mutaciones socioculturales, la producción institucional de la infancia en los términos
tradicionales es hoy prácticamente imposible. Cada niño vive su infancia desde un
espacio en el que se define su forma de ser, en un momento histórico y en un contexto
geográfico, socioeconómico y cultural determinado. Es por eso que estimo que la
infancia se inscribe hoy en un nuevo paradigma, en donde la situación histórica
determina, como lo afirma la autora mencionada, la concepción y el modo en que se
es infante-adolescente.

En la actualidad nos cabe la pregunta de ¿qué es ser niño hoy? ante la


vorágine de encontrarnos con frases o lugares comunes que naturalizan a los chicos
de hoy como más adelantados, estimulados, incluso más capaces que los de otro
momento histórico. Sin embargo, la infancia hoy se encuentra dividida entre una
imagen tradicional que enfatiza su dependencia y necesidad de protección y otra más
moderna que ofrece posibilidades y exige responsabilidades.

Ciertamente, estos rasgos, marcados a diario desde el sentido común, no


denotan un cambio en los modos de “ser niño”, sino un conglomerado de
transformaciones con historia, tanto a nivel social y político como económico y
tecnológico como he mencionado; transformaciones tan profundas, que habilitan a que
debamos concebir la categoría de “niños modernos”.

Por todo esto y sobre la consideración de los conceptos planteados por los
autores leídos en este espacio, es que pude comprender que, la idea o el concepto
infancia es una construcción histórica y, por lo tanto, cambiante que nació en la
modernidad, cuando el niño dejó de ser considerado un “adulto pequeño” y comenzó a
ser percibido como un ser inacabado, carente, y se reconoció la necesidad de su
resguardo y protección.

No obstante, en el contexto actual tampoco podemos dejar de observar que a


partir del consumo generalizado, del cual surgen distintas subjetividades y por el que
muchas veces la línea que diferencia simbólicamente niños y adultos, casi no puede
establecerse, sitúan al niño como consumidor, por consiguiente, también como sujeto
de la actualidad. La modernidad definitivamente ha marcado un antes y un después en
lo que se consideraba la infancia, se está cambiando a una nueva era de la niñez,
donde lo tradicional está desapareciendo, y el niño adquiere un nuevo espacio de
socialización.

Me resulta importante remarcar el hecho de que la cuestión de las relaciones


entre las generaciones infantil y adulta es uno de los puntos clave en la concepción de
la infancia. Ambas generaciones se necesitan, aunque más la primera a la segunda.
Como adultos responsables tenemos la tarea de enseñar a los nuevos miembros de
la sociedad las pautas y normas que hacen a los seres humanos en seres sociales. A
este respecto, pienso que, la otra contribución importante a la construcción de la
infancia ha venido de la mano de la idea y la puesta en práctica de los derechos
humanos universales, lo que ha llevado a extender el ámbito de estos derechos a los
colectivos que se consideran más necesitados de protección por su especial
vulnerabilidad, entre ellos, el conformado por los niños, niñas y adolescentes. La
actual Convención de los Derechos del Niño, de las Naciones Unidas, cuenta con
antecedentes situados ya en el primer cuarto del siglo XX. El interés responsable hacia
la infancia, desde distintos ámbitos, lleva a una nueva infancia que contiene en su
definición y en su práctica muchos de los rasgos de la modernidad, como no podría
ser de otra manera. Entre estos rasgos se cuenta la autonomía y emancipación con
respecto a cualquier tipo de autoridad.

A este respecto, la familia y la escuela, instituciones que tradicionalmente han


educado a la infancia, no pueden utilizar la experiencia de tiempos pasados como
modelo frente a los cambios que se han producido en la sociedad y en la propia
infancia; por el contrario, para apoyar los procesos de socialización de los nuevos
miembros de la sociedad tienen que aprender a funcionar en contextos de
incertidumbre, de un modo desconocido y que tiene además efectos impredecibles, ya
que, los niños y niñas posmodernos ya no quedan excluidos de la exigencia de ser
reflexivamente responsables de sus vidas y en consecuencia tomar ciertas decisiones.

Es en el diario relacionarse con los otros en que aprenden a tomar


determinaciones que afectan a sus intereses y a sus vidas, y de hecho se muestran
capaces de hacer ajustes continuos y flexibles, desplegando continuamente
habilidades para relacionarse con otros; de integrar distintas experiencias en un todo
coherente y comprensible; de comunicar deseos y opiniones de forma eficaz; de
autocontrolarse; de tomar iniciativas y de tener confianza en sí mismos (Gaitán, 2010).

Ahora bien, esa relativa independencia no significa plena autonomía, todo se


considera parte de un horizonte en el que conviven elementos de la tradición y otros
más abiertos, con los que la infancia moderna debe interactuar y pujar, entre el
imaginario adulto, muchas veces intacto y con deseos de una “vuelta al orden”,
(Gaitán, 2006) y el “niño nuevo” cuya identidad no es aceptada porque contrasta con
estas formas tradicionales de ser.

Como menciona Gaitán, es necesario entonces, negociar nuevos espacios de


convivencia, ya que, la actualidad desafía la visión convencional de la infancia.

Personalmente, me ha costado poder aceptarlo, ya que mis vivencias y mi


formación han sido muy tradicionales y fundamentadas en percepciones idealizadas
de mi propia infancia. Sin embargo, cuán importante resulta abrirse a la idea de que
en lo tradicional tal vez tampoco se encuentre un camino lleno de certezas.

Para concluir, entiendo que esta nueva infancia como construcción social
necesita de adultos que estén dispuestos a negociar alternativas y estrategias que
incluyan a estos nuevos niños, niñas y adolescentes en un camino renovado, que les
permita erradicar incertidumbres en un entorno de relaciones que es abierto y muy
complejo, pero en un mundo que es de todos y para todos o que al menos debería
serlo.

2) Considero a la niñez, adolescencia y familia como un “constructo” o “artificio”


porque son concepciones que surgen desde un contexto histórico determinado y
geopolíticamente situado, es decir, construcciones culturales que las personas van
elaborando de acuerdo con época que viven, desde sus valores, percepciones y
pensamientos. Estas representaciones son propias de una forma de normalidad, y se
fundamentan en un constructo social, es decir, que van a ir cambiando de acuerdo con
el contexto histórico en el que surjan y del lugar en que se encuentran radicados. 

En efecto, entiendo que la niñez, la adolescencia y la familia, tal como las


conocemos hoy son fruto de un proceso de construcción, en el que se implican
diversos acontecimientos sociales, históricos, políticos, económicos, como mencioné
anteriormente.

La normalidad, en consecuencia, la consideramos desde nuestras vivencias,


del presente en el que vivimos y en relación con nuestra percepción, por lo tanto no
existe una manera única, natural, y ahistórica de ser niño, niña, adolescente o familia.

Existe y es latente en la actualidad la diversidad de nuevos modos de


conformar una familia, de vivir y transcurrir la infancia y la adolescencia, ya que, los
“modos tradicionales” han ido mutando y se han ido reconstruyendo como también la
concepción de lo que se consideraba “natural” o “normal” a lo largo de la historia,
cuestión que ha cobrado vigencia en este tiempo y que en realidad, puede ser puesto
en tela de juicio ya que, lo que uno percibe de cierta forma, el “otro” lo podría ver de
modo distinto.

Es verdad que también la hegemonía persiste y está vigente en muchos


aspectos, pero pienso que cada uno decide desde sus percepciones, desde su
idiosincrasia y sus valores, el lugar y el nombre que quiere asignarle a cada cosa, si
quiere dar cabida a una normalidad conocida y en cierta forma estructurada desde sus
valores y convicciones o haciendo esa metanoia que nos permite abrirnos y
adaptarnos a formas nuevas de familia y de relación, que nos permita además,
desnaturalizar la idea de infancia, y poder pensarla como artificio socio histórico.

3) Aporte extraído del Foro n° 1

Para responder a esta pregunta es necesario recurrir a a la historia de los mismo, es decir, durante  cada
etapa de la vida, estos tres conceptos se fueron transformando o surgiendo como construcción social. En
épocas pasadas la "normalidad" no tenía en vista la infancia, que como la vemos no existía, la
adolescencia no tenía nombre y la familia se daba de acuerdo a costumbres religiosas, como también, a
la vez, la realidad de estos conceptos estaba condicionado por lo político, social, económico, cultural y
hasta lo cotidiano.

Entonces, la niñez, adolescencia y familia son artificios de una forma de normalidad, porque es de
acuerdo a cada época, cultura o región por como la ven a lo largo del tiempo. Como la vemos hoy, las
nuevas generaciones en conjunto con las nuevas ideas y tecnología (que también influye), van a
condicionar estos conceptos que conocemos.

Con respecto a este aporte, coincido con el compañero en que para abordar los
conceptos de “normalidad” o “artificio” es necesario situarlos históricamente, ya que,
dos premisas elementales que se deben tener en cuenta para comprenderlos son el
contexto y las dinámicas sociales que los han generado, además de todo lo que
involucra al avance tecnológico de la sociedad actual en donde van cobrando sentidos
más amplios.

En el punto que menciona que la familia se daba en base a “costumbres


religiosas”, creo que aún hoy, hay muchas familias que consideran que, por ejemplo,
ser católicos cristianos es un principio sólido, que seguirá permaneciendo y que es una
forma de vida, y esto lo digo desde mi convicción personal.

Considero que es una visión totalmente válida el fundamentar las opciones de


vida de la familia, en los principios que brinda la religión, ya que esto también puede
ser enmarcado como un estilo de vida.

Ante lo que cada uno considere como normalidad, pienso que es posible
entender que, tanto en los fundamentos del catolicismo como los de cualquier otra
religión, también implican vivir en libertad, por el contrario de lo que se cree; y que
esto consiste una decisión de vida basada en los valores y la fe que cada uno profese.

Me interesó, argumentar en este punto del comentario del compañero debido a


que creo que esta forma de nutrir la estructura familiar, también puede formar parte de
esta nueva normalidad, debido a que en esta elección de vida, también se ejerce sin
ninguna restricción, el libre albedrío y de él cada persona puede elegir aquello que
más edifique a su ser.

Aporte extraído del Foro n°3

Respondiendo a la primer pregunta del foro, en ambos fragmentos de las películas se ven vulnerados
derechos de los niños, (mas allá de ubicarlas en contexto de donde y cuando sucedieron) .En el
fragmento the kid (1921) Charles Chaplin, podemos evidenciar primero el derecho  a una vivienda digna,
el derecho a la libertad (ya que entiendo que intentan llevárselo  a la fuerza), derecho a ser escuchado, y
también  se ve como el niño presencia la agresión  hacia su padre.

El fragmento "la vida es bella" (1997) Roberto Benignil, me parece importante resaltar que todos tenemos
derecho a que nuestras costumbres, religión y etnia sean respetados. En este fragmento de una película,
que en su totalidad deja ver la crueldad de lo que se vivió en el mundo durante  esta guerra, se puede
evidenciar los derechos del niño vulnerados: derecho a la libertad, derecho a expresarse libremente,
derecho a tener una identidad (religiosa, sexual, etnia, etc.), derecho a la alimentación, derecho a no ser
discriminado, derecho a vivir en familia, derecho a vivir en condiciones de bienestar y a un  sano
desarrollo integral.

En el caso de este aporte extraído del foro n° 3, me parecieron muy


apropiados los conceptos expuestos por este compañero, ya que, en los extractos del
video podemos observar claramente cuáles son los derechos que, cabe aclarar, hoy
en día recién son considerados como tal, y que, como lo explica en su escrito, en ese
contexto en donde se dieron estas terribles situaciones, no existían.

Creo que para comprender y analizar hechos del pasado, sus influencias y
consecuencias es necesario tener muy presente el concepto de cosmovisión. Esto nos
ayudará a entender de una manera más profunda y significativa estas circunstancias.

Además pienso que es necesario reflexionar teniendo en cuenta que este tipo
de circunstancias responden a un modelo de sociedad y de época, que es necesario
conocerlas e identificar cuál es el legado que estas acciones han dejado a la
humanidad, en este caso, como eventos terribles y desafortunados que han
avasallado la integridad de miles de personas y niños. Sólo siendo sujetos
partícipes de una sociedad comprometida, podremos ser capaces de transformarnos
y avanzar hacia la construcción de una sociedad más igualitaria.

Bibliografía

 Carli, Sandra (2006). “La Cuestión de la infancia entre la escuela, la Calle y el shopping”. Editorial
Paidós, Buenos Aires.
 Corea, Cristina, Lewkowicz, Ignacio (1999). EN: “¿Se acabó la infancia?”. Ensayo sobre la
destitución de la niñez. Pdf.
 Fogar, Mariela (2019) “Neoliberalismo Subjetividades y Democracia en Argentina”. Pdf.
 Gaitán, Lourdes (2006). “Sociología de la infancia”. Síntesis. Recuperado de:
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6724718

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