La Luz de La Mujer
La Luz de La Mujer
La Luz de La Mujer
Voy a empezar con una cita de la famosa santa Rbia, que muri en algn momento del siglo VIII, es decir, en el siglo II del Islam. Ha sido generalmente reconocida como una de las figuras ms significativas del primer sufismo y han aparecido varios libros sobre ella en lenguas occidentales. Los sufes posteriores citan a menudo sus dichos y se la respeta universalmente como una de las mayores maestras espirituales de la tradicin. Se le atribuyen muchos ms dichos y ancdotas que a cualquier otra mujer de la tradicin suf. ste es uno de sus dichos ms concisos: Todo tiene un fruto, y el fruto del reconocimiento es acercarse a Al-lh. Esta breve frase resume la sabidura del sufismo. Tambin alude a lo que voy a llamar aqu la luz de la mujer. Sin embargo, para ver cunta enseanza hay en estas pocas palabras debemos observar de cerca la frase y reflexionar sobre las diversas referencias que hace al Corn y a los dichos del Profeta. La palabra que requiere ms explicacin aqu es r econocimiento. Qu quiere decir Rbia cuando emplea esta palabra en la frase el fruto del reconocimiento es acercarse a Al-lh ? El trmino rabe para reconocimiento es marifa. Esta palabra suele traducirse como gnosis o, con frecuencia, como c onocimiento. Gnosis sugiere un conocimiento suprarracional de Al-lh. Los investigadores del sufismo emplean a menudo esta palabra para indicar que los sufes estn interesados en conocer a Al-lh directamente sin mediacin de la mente racional. Sin embargo, el trmino marifa no siempre tiene esta connotacin. Con mayor frecuencia, especialmente en el uso ms antiguo de la palabra, significa simplemente conocer , o bien reconocer, es decir, conocer algo y saber que se lo est conociendo. A veces se la contrasta con ilm, el trmino ms general para el conocimiento. En ese caso hay que entender que ilm significa s aber y que marifa tiene el sentido de verdadera comprensin de algo. El uso temprano ms importante del trmino marifa para ayudarnos a entender lo que Rbia tena en la mente se halla en un hadiz del Profeta que los sufes citan constantemente en sus obras. En este dicho la palabra marifa suele traducirse como conocer. A menudo el hadiz se traduce as: El que se conoce a s mismo conoce a su Seor. Por supuesto, empleo los masculinos e l y mismo por la larga costumbre de utilizarlos tanto en castellano como en rabe, no porque impliquen en absoluto que el dicho se refiera slo a los varones y no a las mujeres. Ms bien, cualquiera que se conozca a s mismo o a s misma ha conocido a su Seor. El verbo de ese dicho es marifa, de modo que tambin podemos traducirlo usando la palabra reconocer en lugar de c onocer. Entonces se convierte en El que se reconoce a s mismo reconoce a su Seor.
En otras palabras: cuando realmente lleguemos a conocemos y sepamos que nos conocemos, entonces conoceremos y reconoceremos realmente a Al-lh. Indudablemente, cuando Rbia dijo el fruto del reconocimiento es acercarse a Al-lh tena este dicho proftico en la mente. Es evidente que r econocimiento significa para ella el conocimiento que se produce cuando realmente conocemos qu es lo que conoce y qu es lo que conocemos. El trmino que emplea para a cercarse es iqbal, que es el opuesto de idbr, irse. Probablemente la mejor manera de entender a qu se refera Rbia con esta palabra es recurrir al Corn. En la historia de Moiss y el arbusto ardiente Moiss se asusta cuando su bculo se transforma en serpiente. Al-lh le dice: Oh Moiss, acrcate y no temas. Sin duda ests entre los seguros (28: 31). Utilizando esta palabra acrcate Rbia sugiere que los que reconozcan a Al-lh se le acercarn y sern aceptados por l y liberados del miedo. Cuando ya no tengan miedo, estarn seguros. Entonces se contarn entre aquellos que el Corn llama los awliy o amigos de Al-lh. Sin duda los amigos de Al-lh no padecern ningn temor ni se entristecern (10: 62). Un segundo hadiz nos permite contextualizar ms el dicho de Rbia. De hecho, estoy razonablemente segura de que ella simplemente est reformulando este hadiz con otras palabras. El Profeta dijo que si queremos que nuestro ilm nuestro conocimiento o saber tenga algn valor, debemos ponerlo en prctica (amal). Dijo: el conocimiento sin prctica es un rbol sin fruto. As que cuando Rbia dijo Todo tiene un fruto y el fruto del reconocimiento es acercarse a Al-lh, estaba hablando en el contexto de la prctica del islam delineada por el Profeta y sus compaeros. La prctica es la actividad que lleva al buscador a la meta, y la meta es ser aceptado por Al-lh como amigo suyo o que Al-lh le diga que se le acerque. En la perspectiva islmica habitual el conocimiento que hay que encontrar es el conocimiento de Al-lh y su gua. La prctica se entiende como imitacin del Profeta cumpliendo la Shara (la ley revelada) y observando la Sunna, el modelo ejemplar establecido por la actividad del Profeta. En resumen, Rbia ha cogido este dicho proftico y lo ha convertido en un dicho suf. Al emplear los trminos reconocimiento en lugar de conocimiento y acercarse en lugar de prctica se ha concentrado en el significado interior de lo dicho por el Profeta. Conocer realmente a Al-lh es reconocerlo en todas partes y saber que se lo reconoce, y practicar realmente es acercarse a Al-lh y apartarse de las distracciones de este mundo. Tras esta breve introduccin voy a entrar a analizar el tema de este volumen: Mujeres de luz . Es evidente que el nfasis del ttulo no recae sobre la luz sino sobre las mujeres; pero, si queremos comprender cmo se habra entendido la expresin mujeres de luz en el contexto de la tradicin suf, necesitamos un modo de conceptualizar a las mujeres que no violente los principios de esa tradicin. Por eso quiero hablar de la luz de la mujer. Esa luz es el principio desde el cual puede tener sentido hablar sobre las mujeres en el contexto de las enseanzas sufes.
En la tradicin islmica, y an ms en el sufismo, no se puede entender nada si no se lo sita en relacin con Al-lh. Al-lh es la realidad que da origen al universo. Si no entendemos cmo algo est relacionado con esta Realidad ltima, no lo habremos entendido. O ms bien no lo habremos reconocido como lo que es. R econocer una cosa exige acercarse a Al-lh , como dice Rbia. Si el fruto de conocer algo no es acercarse a Al-lh, no lo hemos conocido. Desde el punto de vista islmico, hay dos maneras bsicas de entender o dos clases bsicas de conocimiento. Como se dice que observ el Profeta: Hay dos conocimientos: conocimiento del cuerpo y conocimiento de la religin. En otras palabras, existe la clase corriente de conocimiento, que adquirimos por nuestros propios medios (es un conocimiento que nos permite orientarnos respecto al mundo en trminos del mundo) y hay otra clase de conocimiento que nos permite orientamos respecto a Al-lh. La primera clase de conocimiento posee una utilidad temporal, pero despus de la muerte no produce ningn beneficio en absoluto. El Profeta oraba as: Busco refugio en Al-lh de un conocimiento que carezca de provecho. Se refiere a un provecho real, permanente. Del mismo modo, cuando dijo que el conocimiento exige el fruto de la prctica se refera al conocimiento real de la naturaleza de las cosas y de la prctica que beneficia al alma de manera permanente. El provecho real y el fruto real slo se encuentran mediante el conocimiento de la religin. El conocimiento del cuerpo carece de utilidad duradera, as que no tiene verdadera importancia. Cuando los sufes contraponen ilm y marifa o saber y reconocimiento, suelen tener en cuenta la diferencia entre aquellas dos clases de conocimiento. Uno es til temporalmente; el otro, permanentemente. Uno lleva a la preocupacin por los asuntos del mundo y el otro nos permite acercarnos a Al-lh. Uno nos hace olvidar nuestra verdadera tarea en el mundo. El otro nos permite reconocer quines somos y, en consecuencia, reconocer a Al-lh en nosotros y en la creacin. Si preguntramos a Rbia o a cualquier otro suf sobre las mujeres de luz empezaran hablando sobre la luz. Nos diran que no nos preocupramos tanto acerca del conocimiento del cuerpo que nos mantiene enredados en nuestros prejuicios sobre la sociedad y la psicologa y nuestros conceptos de justicia o igualdad. Nos diran que si queremos entender a las mujeres o a los hombres tenemos que pedirle a Al-lh que nos permita reconocernos a nosotros mismos y a nuestro Seor. Debemos orar a Al-lh con las palabras del Profeta: Oh Al-lh, mustranos las cosas tal como son. Las veremos bajo la Luz divina, que es la luz tanto de las mujeres como de los varones. Todos los seres humanos, las mujeres y los hombres, deben tener la misma meta en esta vida. Esa meta es conocer la Luz suprema y ser iluminados por ella. Para reconocer la Luz suprema tenemos que reconocemos a nosotros mismos. El que se reconoce a s mismo reconoce a su Seor. Para reconocemos como luz tenemos que volvemos luz. En una famosa oracin el Profeta dijo: Oh Al-lh, pon una luz en mi corazn, una luz en mi odo, una luz en mi vista, una luz en mi mano derecha, una luz en mi mano izquierda, una luz delante de m, una luz detrs de m, una luz encima de m y una luz debajo de m. Convirteme en luz. En el contexto islmico las mujeres de luz son las mujeres que Al-lh ha transformado en
luces. Y la luz de la mujer es la luz de Al-lh, que es, segn el Corn, la luz de los cielos y de la tierra. Pero la luz de las mujeres tambin es la luz de los varones. Las mujeres no tienen un acceso especial a la luz y tampoco los varones. El acceso especial a la luz se les da a los seres humanos y las distinciones de gnero no desempean ningn papel en la esencia de nuestra humanidad, la esencia que est abierta a la luz. No creo que a Rbia y a los otros santos del Islam les preocupasen en absoluto los papeles de gnero impuestos sobre ellos por las convenciones sociales y religiosas. No les interesara ni la feminidad ni la masculinidad en la sociedad porque el conocimiento de esas cosas carece de utilidad permanente para nosotros. Carece de utilidad porque es conocimiento del cuerpo, no conocimiento de la religin. Por eso quiero pasar a un asunto que les interesara mucho ms a los sufes, y la prueba de su mayor inters es que a menudo tratan sobre l en sus libros. Era infrecuente, por el contrario, que los sufes escribieran sobre los papeles sociales. Los que estudiaban este tema eran otras clases de intelectuales musulmanes, como los expertos en Shara, derecho y poltica. La cuestin en la que estoy pensando es la siguiente: dejando aparte las consideraciones biolgicas y sociales, qu es una mujer?, cmo habran entendido los sufes la expresin la luz de la mujer ? La luz es, ciertamente, Al-lh, porque Al-lh es la luz de todas las cosas. Pero qu es una mujer prescindiendo de la biologa y la sociedad? Es caracterstico del pensamiento islmico en general, y en especial de su formulacin por los sufes, que las cosas se entiendan por medio de sus cualidades opuestas. Las cualidades que se manifiestan en las cosas no son lo mismo que las propias cosas, pero la nica manera de hablar de stas es hacerlo sobre cmo se nos aparecen de modo comparativo. Hay numerosos opuestos que forman parte de nuestra experiencia diaria y que se explican mutuamente. Si miramos el mundo que nos rodea y a nosotros mismos, podemos hablar del cielo y la tierra, la noche y el da, la luz y la oscuridad, arriba y abajo, derecha e izquierda, pasado y futuro, sutil y denso, unidad y multiplicidad, espritu y cuerpo, varones y mujeres, grande y pequeo, etc. Cindonos al ejemplo del espritu y el cuerpo, actualmente la mayor parte de la gente piensa que el cuerpo es una cosa real y concreta y que el espritu es otra cosa distinta, inefable y etrea; pero los textos islmicos no conceptualizan el espritu y el cuerpo como cosas distintas y concretas. Ms bien entienden el espritu y el cuerpo como conjuntos de atributos que hay que describir en reciprocidad. Cuando los textos clsicos dicen cuerpo estn implicando el e spritu, aunque no mencionen la palabra. El cuerpo no tiene ser real sin el espritu, igual que ste no puede entrar en nuestra conciencia sin aqul. Slo puede entenderse el cuerpo como el opuesto o el complemento del espritu, no como algo independiente. Del mismo modo, cuando el pensamiento islmico conceptualiza a Al-lh, con frecuencia lo trata en trminos de opuestos. Se lo entiende como dotado de muchos pares de opuestos que se complementan mutuamente: es misericordioso y colrico, bello y majestuoso, amable y
riguroso, vivificador y mortificador, exaltador y humillador, etc. Cuando se trata sobre Al-lh en relacin con la creacin, se describe a ambos por cualidades opuestas. As, se opone a Al-lh y el mundo como creador y creado, conocedor y conocido, proveedor y mantenido, eterno y temporal, rey y reino, etc. Muchos de los pares de opuestos establecidos por el Corn afectan directamente a los seres humanos, que son objeto de especial atencin por parte de Al-lh entre todas sus criaturas. Al-lh cre a los seres humanos para que lo sirvieran, fueran sus representantes en la tierra e hicieran su obra. Por eso, Al-lh es el Seor (rabb) y los verdaderos seres humanos son sus servidores (abd), los que aceptan libremente a Al-lh como su Seor. Son los que aceptan voluntariamente ajustarse al mandato divino. El mandamiento que cumplen los servidores de Al-lh no es slo el mandato legal estipulado en la Shara. Tambin es el mandato creativo que surge cuando Al-lh dice a todos los seres: s. El mandamiento creativo se manifiesta en la organizacin ordenada del mundo natural. La tierra puede florecer porque cumple el mandato del cielo. Cuando llega la primavera, todas las cosas disfrutan de la frescura de las flores y el soplo del suave viento. Cuando llega el otoo, se preparan para la muerte mientras disfrutan de la belleza de las hojas rojas que danzan con el viento del Norte. A propsito de los servidores que se conforman al mandato de Al-lh, quiero subrayar la importancia de este nombre, rabb o Seor. Ya lo hemos encontrado en el dicho El que se reconoce a s mismo reconoce a su Seor. Segn los diccionarios el trmino rabb tiene diversos significados, a saber: poseedor, dueo, amo, gobernante, gobernador, nutridor, criador, completador y ejecutor. El opuesto de rabb es abd, que significa siervo o servidor. Cuando el Corn llama S eor a Al-lh quiere decir que es el creador, el amo, el gobernante y el nutridor de todas las cosas del universo. En este sentido, todo lo que hay en el universo es abd de Al-lh. El Corn dice: No hay nada en los cielos y en la tierra que no sea un abd del Todomisericordioso (19: 93). Aqu sera muy adecuado traducir abd como s iervo, porque todas las cosas son creadas y controladas por Al-lh, de modo que todas las cosas son servidoras de Al-lh. Todas las cosas obedecen el mandato creativo de Al-lh. No obstante, el Corn se dirige especficamente a los seres humanos. Aunque les dice que son esclavos de Al-lh, tambin les pide que se acerquen. Es decir, les dice que acepten ser abd de Al-lh voluntariamente. En este caso parece ms correcto traducir la palabra abd como servidor, porque los seres humanos ya son esclavos de Al-lh antes de que se le acerquen. Cuando aceptan y reconocen libremente que son siervos de Al-lh, aceptan servir a Al-lh por propia voluntad, no slo por la constriccin de su naturaleza creada. Cuando tenemos en cuenta el contraste cornico entre el Seor y el servidor, podemos ver que ste es uno de los primeros significados del dicho El que se reconoce a s mismo reconoce a su Seor. Los que reconocen que son criaturas sin poder sobre su propia existencia o su propio destino tambin reconoce que Al-lh es su Seor, su amo y su nutridor. Esas personas reconocen el estado de todos los seres humanos y todas las criaturas. Han reconocido que Al-lh es real y que las criaturas no tienen ningn derecho sobre la realidad. Toda la realidad que las criaturas parecen poseer les ha llegado en prstamo de su
Creador. En palabras sufes, el reconocimiento de la nada de las criaturas se llama pobreza (faqr). Raras veces los sufes se han llamado a s mismos sufes antes de los tiempos modernos. Mucho ms a menudo se autodenominaban los pobres fuqar ( ), es decir, los que reconocen que Al-lh es el rico y la fuente de todo bien, generosidad, existencia y realidad. Entendan el hadiz del reconocimiento as: El que se reconoce como pobre reconoce a su Seor como rico. La aleya del Corn que se cita ms a menudo en este contexto es sta: Oh gente, vosotros sois los pobres con respecto a Al-lh y Al-lh es el Rico, el Digno de Alabanza (35: 15). Volvamos a la cuestin de la mujer. Qu es una mujer de luz ? Una mujer as es alguien que se ha transformado tanto que Al-lh le ha dado una luz en el corazn, en el odo, en la vista, etc. En pocas palabras, Al-lh la ha convertido en una luz. Ya he dicho que en el pensamiento suf las cosas se conceptualizan con frecuencia por medio de sus opuestos. Si esto es as, las mujeres pueden entenderse en relacin con los varones y tambin los varones pueden entenderse en relacin con las mujeres. Y he dicho que esta comprensin desde los opuestos es un reconocimiento de las cualidades de la cosa manifiesta. Qu cualidades y atributos portan las mujeres y cules los varones? Por regla general, para el pensamiento islmico la masculinidad es una cualidad de actividad, control, autoridad, dominacin, fuerza, poder, grandeza. La feminidad muestra las cualidades complementarias: receptividad, asentimiento, sumisin, entrega, debilidad, cesin, tolerancia, humillacin. Se ve en ello un paralelismo con los conceptos chinos de yang y yin. Como he intentado mostrar en mi libro The Tao of Islam, la concepcin de las cosas desde una complementariedad de tipo yin?yang es natural para los pensadores musulmanes, en especial los sufes. Cuando se entiende a Al-lh en contraste con el mundo, lo caracterstico es representarlo con atributos masculinos, porque es omnipotente y posee un completo control sobre todas las cosas. Recprocamente, cuando se representa el mundo en su relacin con Al-lh, se lo entiende mediante cualidades femeninas, ya que lo nico que posee es receptividad. No puede tener actividad propia. Slo puede recibir de Al-lh. Esto no quiere decir que no tenga actividad, sino que la logra ganndose las actividades del Seor, que es el nico Autor verdadero. Las criaturas de Al-lh pueden, recibiendo la actividad del Seor y siendo conscientes de su recepcin, ser sus servidores perfectos actuando como Al-lh quiere que acten. Como la receptividad perfecta es la caracterstica especfica de los atributos femeninos, Ibn Arab dice que la actividad de Al-lh se observa ms claramente en las mujeres.
Por supuesto, Al-lh mismo tiene tanto cualidades masculinas como femeninas. Como ya hemos dicho, cuando se lo representa mediante sus nombres a menudo se lo describe por medio de cualidades complementarias. Algunas de stas se entienden primariamente como masculinas y otras como femeninas. Al-lh es masculino en cuanto que es el Colrico, el Riguroso, el Poderoso, el Mortificador, el Humillador. Es femenino como el Misericordioso, el Amable, el Receptivo, el Vivificador, el Exaltador. Ms importante an es esto: Al-lh es femenino en su propio ser, en lo que la teologa islmica llama su e sencia (dzt). El Profeta dijo que Al-lh haba dicho: Mi misericordia se antepone a mi ira. Muchos sufes entendieron que esto significaba que la propia esencia de Al-lh era femenina. En otras palabras: en su mismo ser, Al-lh es fundamentalmente receptivo, aceptador, misericordioso y compasivo. Esta naturaleza maternal de Al-lh es la que dice la ltima palabra sobre sus criaturas. Igual que se describe a Al-lh segn una polaridad de atributos masculinos y femeninos, tambin se representa el universo en trminos masculinos/femeninos. El cielo est arriba y es dominante, controlador y masculino. La tierra est abajo y supeditada y es aceptadora y femenina. Como dice Rm: Para el intelecto, el cielo es el hombre y la tierra la mujer. / Todo lo que uno derriba la otra lo nutre (1). Se podran citar muchos pasajes de obras sufes que describen el universo como una serie de pares en oposicin organizados en una jerarqua que desciende desde Al-lh hasta el mundo. En estas representaciones los atributos ms elevados y controladores se presentan como masculinos y los ms bajos y receptivos se presentan como femeninos. Por ejemplo, el Primer Intelecto que es la primera cosa creada por Al-lh es una criatura y, por tanto, femenino en relacin con Al-lh. Pero el Primer Intelecto tambin es masculino en relacin con el Alma Universal, que es el aspecto inferior del mundo espiritual. Por eso al Intelecto se le llama a menudo el Clamo Supremo y al alma la Tabla Oculta. El Alma es la esposa del Intelecto, lo que quiere decir que el Clamo inscribe todas las criaturas en la Tabla. Las criaturas del universo son, pues, los hijos del Clamo y de la Tabla. A menudo la Tabla no slo se entiende como femenina en relacin con el Intelecto sino tambin como masculina en relacin con el siguiente nivel inferior del universo. Cada nivel sucesivo de descenso desde Al-lh hacia el mundo es femenino en relacin con lo que lo precede y masculino en relacin con lo que lo sigue. El resultado final de este modo de ver las cosas es que se ven todas las criaturas simultneamente como masculinas y como femeninas, segn los atributos y relaciones que tengamos en cuenta al hablar de ellas. Las enseanzas psicolgicas del Islam, que son descripciones del microcosmos o ser humano en correcto funcionamiento, tambin emplean imgenes masculinas y femeninas para describir la naturaleza del ser humano. Se entiende que el ser o alma consta de varios niveles cada uno de los cuales tiene una relacin adecuada con los dems. Se la suele describir como una estructura vertical que refleja la estructura vertical del macrocosmos. El nivel ms elevado del alma es el intelecto humano, que es la imagen reflejada del Primer Intelecto. Lo primero que Al-lh cre en los seres humanos fue el intelecto, y cuando lo hizo, lo cre con atributos anglicos, que le estn sometidos por naturaleza. En el islam se dice a menudo que el intelecto es una luz. El Profeta dijo: Lo primero que Allh cre fue mi luz.
Por eso se entiende que la Luz de Muhammad es lo mismo que el Primer Intelecto, que es el prototipo tanto del universo como del alma individual. Cuando el Profeta le peda a Al-lh que le convirtiera en una luz, le estaba pidiendo que hiciera que la luz de su intelecto dominase todos los niveles inferiores de su ser. Cuando le peda a Al-lh que pusiera una luz en su corazn, en su vista, en su odo y en todos los miembros de su cuerpo, le estaba pidiendo que le revelara la luz esencial de su propio ser, que es la primera cosa creada por Al-lh. El Profeta est mostrando a los otros seres humanos, creados a partir de la misma luz esencial que l, que slo pueden alcanzar su propia perfeccin y reconocerse verdaderamente a s mismos si la oculta luz de su propia esencia fluye desde el centro y vence a su oscuridad. La luz es, en resumen, la naturaleza esencial del intelecto o del corazn humano. Esta luz es consciente y despierta. Es la misma luz de la cual, segn el Profeta, fueron creados los ngeles. Nuestra verdadera i luminacin consiste en reconocer que la luz est brillando en nuestro interior. Tenemos que llegar a saber que la luz que nos permite conocer no es otra que la luz de Al-lh. Slo entonces podemos reconocer a nuestro Seor, que no es slo la fuente de esa luz brillante, sino que es idntico a esa luz. Otro famoso dicho proftico puede aclarar la naturaleza de la luz que el Profeta pidi al Seflor que brillara sobre l. Es el dicho que explica lo que sucede cuando el servidor de nuevo el servidor del Seor cumple todos los deberes de la servidumbre reconociendo su propia servitud respecto a Al-lh. Cuando el servidor se acerca a Al-lh practicando como Al-lh le ha pedido que practique, esto llama el amor de Al-lh. En ese hadiz el Profeta dice que Al-lh dice: Cuando amo a mi servidor, Yo soy el odo con el que oye, soy la vista con la que ve, soy la mano con la que prende y soy el pie con el que camina. Recordemos que el que pronuncia estas palabras es la Luz de los cielos y de la tierra. Cuando Al-lh ama a su servidor, el servidor est infundido de la luz de Al-lh. Cuando Allh infunde a su servidor con su amorosa luz, el servidor oye con la luz de Al-lh, ve con la luz de Al-lh, camina en la luz de Al-lh y prende con la luz de Al-lh. No hay que imaginar que la luz slo es eso que ilumina los ojos, la mente y el corazn. La luz es una conciencia viva que infunde el ser entero del servidor produciendo una transformacin total. Como nos recuerda Ibn Arab: Si no fuera por la luz no se percibira nada en absoluto ... Los nombres de la luz son diversos porque estn vinculados a los nombres establecidos para las facultades. La gente comn los ve como si fueran los nombres de las facultades, pero los que reconocen las cosas los ven como nombres de la luz por la cual se produce la percepcin. Cuando se perciben sonidos se llama a esa luz o r. Cuando se perciben visiones se llama a esa luz v er. Cuando se perciben objetos del tacto se llama a esa luz tacto (2). Ya he dicho que en el Islam las cosas se entienden mediante sus opuestos. Dije algo sobre el opuesto del principio femenino para explicar que la feminidad se conceptualiza como el principio de receptividad y consentimiento.
Sin embargo, para explicar la naturaleza de las mujeres de luz debemos pensar en el opuesto de la luz, que es la oscuridad. La Luz es Al-lh, la inteligencia, la conciencia y la fuente de toda percepcin y comprensin. Se sigue de ello que la oscuridad es la ausencia de Al-lh, la ausencia de inteligencia y la ausencia de percepcin y comprensin. No obstante, nada puede carecer completamente de estas cualidades, ya que en ese caso no existira. Esto significa que el nico opuesto de Al-lh es el propio no ser, que no existe. Por tanto, Al-lh no tiene opuesto. En otras palabras: no hay oscuridad absoluta ; pero s hay luz absoluta, que es Al-lh. Aunque no haya oscuridad absoluta, sigue habiendo mucha oscuridad relativa. Todos nosotros experimentamos oscuridad relativa la mayor parte del tiempo. Se trata de la ignorancia, la inadvertencia, la inconsciencia, la estupidez, la fealdad y el mal, que son tan obvios en el mundo. Qu puede significar entonces hablar de mujeres de la oscuridad ? En trminos islmicos consistira en hablar sobre el principio de receptividad y consentimiento no aplicado a su lugar adecuado. La receptividad a la luz es buena, pero la receptividad a la oscuridad es la fuente de toda ignorancia y fealdad. No quiero insinuar que el pensamiento islmico entiende el principio femenino como necesariamente luminoso. Es luminoso en esencia, pero puede pervertirse y oscurecerse. Del mismo modo, el principio masculino tambin es esencialmente luminoso, pero tambin puede pervertirse y distorsionarse. Si observamos lo femenino y lo masculino segn los criterios usuales, es decir, desde la ciencia del cuerpo, vemos que tanto lo masculino como lo femenino pueden ser buenos o malos segn las pautas que empleemos para realizar nuestros juicios. En el nivel de la ciencia del cuerpo todo es una turbia mezcla de luz y oscuridad, sin criterios que permitan distinguir la verdadera luz y la verdadera oscuridad. Pero si observamos lo femenino y lo masculino desde la ciencia de la religin , en trminos de verdadero reconocimiento, podemos hablar realmente de bien y mal, de luz y oscuridad. Desde este punto de vista, la expresin mujeres de luz puede referirse a todas aquellas cosas del universo en las que se manifiesta la luz de Al-lh por su sumisin a la actividad creativa de Al-lh. En este sentido, todas las cosas son mujeres de luz, porque todas las cosas se han sometido a Al-lh y le sirven como siervos. Ser siervo de Al-lh es ser una mujer ante Al-lh. Cuando se entiende el mundo como creacin de Al-lh, no hay mujeres de la oscuridad, porque todo es signo de Al-lh, todo es manifestacin del poder creativo de Allh. Sin embargo, en el nivel humano necesitamos distinguir entre las mujeres de luz y las mujeres de la oscuridad. Las mujeres de luz son los seres humanos, sean masculinos o femeninos, que se someten libremente a los modos de obrar de Al-lh. Las mujeres de la oscuridad son los seres humanos, masculinos o femeninos, que se someten libremente a cualquier cosa que los aleje de Al-lh. Al utilizar la palabra s umisin tengo en la mente el trmino rabe islm. En el Corn hay
dos tipos bsicos de m usulmanes, es decir, dos tipos bsicos de seres que estn sometidos a Al-lh. En un sentido todas las cosas de la creacin son musulmanas, porque todas ellas son sus criaturas. El Corn dice: Todo se ha sometido a Al-lh en los cielos y en la tierra (3: 83). En otro sentido, los nicos seres que merecen llamarse musulmanes son los seres humanos que se han sometido libremente a Al-lh siguiendo a uno de los muchos profetas que Al-lh ha enviado al gnero humano. As pues, segn el Corn ser un verdadero musulmn es someterse libremente a Al-lh y tener receptividad para todo lo que Al-lh da. Lo primero que se pide a alguien que quiere ser un verdadero musulmn es que sea una mujer en el sentido en que estoy usando esta palabra. No se puede ser plenamente humano sin entregarse completamente a Al-lh, es decir, no se puede ser plenamente humano sin actualizar la luz de la feminidad. Al entregarse a Al-lh se a cerca uno a Al-lh y se aparta de toda la oscuridad de la feminidad que se levanta cuando nos acercamos al mundo en lugar de a Al-lh. Contemplados en su naturaleza creada, todos los seres humanos son femeninos antes de tener cualquier otra cualidad, lo que quiere decir que todos estn inicialmente sometidos y entregados al mandato creativo de Al-lh. Como todas las dems cosas, han llegado a Al-lh como siervos y le obedecen incondicionalmente. Las dificultades surgen en nuestra situacin humana cuando no somos capaces de entender que por naturaleza somos mujeres. O nuestros problemas se deben a que intentamos ser varones cuando en realidad somos mujeres. En relacin con Al-lh, todos los seres humanos tienen que elegir ser mujeres. El modo de hacerlo es reconocer nuestra naturaleza femenina, receptiva y creada tal como es. Una vez reconocida nuestra naturaleza femenina, habremos reconocido el dominio y la autoridad de nuestro Seor. Por tanto, podemos entender que el hadiz del reconocimiento significa esto: El que reconoce su propia feminidad reconoce la masculinidad del Seor . El que sabe que l o ella es en realidad una mujer ha entendido que Al-lh es la fuente de todo poder y autoridad y que slo l merece ser llamado s eor y amo (3). Para terminar voy a volver al dicho de Rbia con el que empec. Todo tiene un fruto, deca , y el fruto del reconocimiento es acercarse a Al-lh. Nos est diciendo simplemente que, cuando nos reconocemos tal como somos, nuestra nica opcin es acercamos a Al-lh, porque Al-lh es nuestra fuente y la fuente de todo lo que hay en nosotros. Nuestra nica opcin es someternos voluntariamente a Al-lh. Y, al hacerlo, cada uno de nosotros, sea de gnero masculino o femenino, se convertir en una mujer de luz.
Notas: (1). Citado en The Tao of Islam, Suny, New York, 1992, p. 14. (2). Citado en W. Chittick, The Sufi Path of knowledge, Suny, New York, 1989, p.214. (3). Si no entendemos la completa centralidad del principio femenino en la espiritualidad islmica, no entenderemos lo que lbn Arab dice en este pasaje: El discpulo no debe tener amigas entre las mujeres hasta que l mismo se haya convertido en una mujer en su propia alma. Cuando se vuelva femenino, se una al mundo inferior y vea cmo el mundo superior est enamorado de l, ver constantemente su propia alma en todos los estados, momentos e influencias como una mujer en el acto del matrimonio (mankh). No debe ver su alma en su desvelamiento formal, ni su estado como el de un varn, ni considerar que sea un varn en ningn sentido. Debe verse, por el contrario, enteramente como una
mujer. De ese acto matrimonial debe quedar embarazada y criar hijos. Citado en The Tao of Islam, cit., p. 266. * Publicado en Mujeres de luz, libro colectivo sobre mstica y feminidad. Ed. Trotta 2001, pp. 267-279, edicin de Pablo Beneito. Traduccin del ingls de Javier Ruiz Caldern
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