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Sentencia 1984 114

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STC 114/1984, de 29 de noviembre de 1984

La Sala Segunda del Tribunal Constitucional, compuesta por don Jernimo Arozamena Sierra, Presidente, y don Francisco Rubio Llorente, don Luis Dez-Picazo y Ponce de Len, don Francisco Toms y Valiente, don Antonio Truyol Serra y don Francisco Pera Verdaguer, Magistrados, ha pronunciado

EN NOMBRE DEL REY la siguiente SENTENCIA

En el recurso de amparo nm. 167/1984 promovido por don Francisco Poveda Navarro contra la Sentencia de la Magistratura de Trabajo nm. 4 de Alicante, de 10 de mayo de 1983, que declar procedente el despido del actor, as como contra la Sentencia dictada en recurso de casacin por la Sala Sexta del Tribunal Supremo con fecha de 15 de febrero de 1984, que declar no haber lugar al recurso de casacin contra la anterior. En dicho asunto han sido parte el recurrente, don Francisco Poveda Navarro, representado por el Procurador de los Tribunales don Juan Luis Prez-Mulet y Surez y asistido por el Abogado don Manuel Jimnez de Parga y Cabrera, el Ministerio Fiscal y el Abogado del Estado. Ha sido Ponente el Magistrado don Luis Dez-Picazo y Ponce de Len, quien expresa el parecer de la Sala.

I. Antecedentes

1. El 14 de marzo de 1984 el Procurador de los Tribunales don Juan Luis Prez-Mulet y Surez interpuso recurso de amparo constitucional ante este Tribunal en nombre de don Francisco Poveda Navarro, contra las precitadas Sentencias de la Magistratura de Trabajo nm. 4 de Alicante y de la Sala Sexta del Tribunal Supremo. Afirmaba el actor que tales resoluciones judiciales vulneraron sus derechos fundamentales al secreto de las comunicaciones (art. 18.3 de la Constitucin) y a un proceso judicial con todas las garantas (art. 24.2 de la Norma fundamental). La violacin del derecho reconocido en el art. 18.3 de la
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Constitucin la imputa el recurrente a una y a otra de las Sentencias impugnadas, conculcacin que se extendera tambin, en la Sentencia de la Magistratura de Trabajo, al derecho fundamental a un proceso con todas las garantas, reconocido en el art. 24.2 de la Constitucin. La fundamentacin jurdica que se hace en la demanda de amparo de esta queja constitucional puede resumirse del modo que sigue: a) Por lo que se refiere a la afirmada conculcacin del derecho al secreto de las comunicaciones, entiende el actor que la misma se produjo en la Sentencia de la Magistratura de Trabajo que consider procedente su despido por infraccin de las obligaciones de lealtad y buena fe en sus relaciones para con la Empresa [arts. 5 a) y 20.2 del Estatuto de los Trabajadores, de 10 de marzo de 1980, en relacin con los apartados c) y d) del art. 54.2 del mismo Cuerpo legal], que era a la sazn la editora del peridico Informacin de la ciudad de Alicante, integrado en el Organismo Autnomo Medios de Comunicacin Social del Estado, peridico en el que el recurrente trabajaba con la categora de Redactor. Tal violacin de su derecho fundamental se habra producido porque en el proceso laboral seguido a su instancia contra el despido de que fuera objeto se consider como prueba de sus faltas laborales, de modo exclusivo, un instrumento ilegtimamente obtenido, a juicio del seor Poveda, como fue la grabacin fonogrfica de la conversacin por l mantenida, el 14 de septiembre de 1982, con quien ocupaba entonces el cargo de Consejero Tcnico del Gabinete del Ministerio de Transportes y Comunicaciones. Dicha grabacin se obtuvo, segn consta en las actas del proceso ante la Magistratura, por el interlocutor del seor Poveda sin conocimiento de ste, circunstancia invocada por el recurrente en amparo para calificar dicha grabacin como atentatoria de los derechos fundamentales reconocidos en el art. 18.3 de la Constitucin. En nueva violacin de idntico derecho fundamental habran incurrido la Magistratura de Trabajo nm. 4 de Alicante, que fall a partir de un documento antijurdicamente obtenido, y la Sala Sexta del Tribunal Supremo que, segn el recurrente, realiz una interpretacin errnea del mencionado precepto constitucional. Esta ltima interpretacin, como se desprende de la propia Sentencia del Tribunal Supremo, de 15 de febrero de 1984, consisti, en sntesis, en afirmar (considerando 3) que la invocada infraccin del art. 18.3 de la Constitucin no poda imputarse a la Sentencia de instancia, en la que el juzgador se limit a declarar probado que en una conversacin telefnica el demandante hizo las manifestaciones que motivaron su despido, hecho ste que tuvo acceso a los Autos no slo a travs de la transcripcin escrita de aquella conversacin, sino tambin mediante otras pruebas y, entre ellas, la declaracin de quien fue interlocutor en la misma. Por lo dems,
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consider la Sala Sexta del Tribunal Supremo que el derecho reconocido en el art. 18.3 de la Norma fundamental garantiza el que entre remitentes y destinatarios de cualquier comunicacin no se interponga un tercero, sin contemplar para nada el uso que puedan hacer los destinatarios de lo que les sea comunicado. Esta interpretacin es discutida por el recurrente en amparo, quien afirma en su demanda que el art. 18.3 de la Constitucin protege la intimidad de la conversacin no slo frente a terceros, sino tambin frente a cualquiera de los comunicantes, impidiendo, en consecuencia, la colocacin por uno de ellos, sin conocimiento del otro, de un instrumento de grabacin que recoja el contenido de la conversacin. Tal conducta -se dice en la demanda- constituira, adems, una de las intromisiones ilegtimas que describe y sanciona el art. 7 de la Ley Orgnica 1/1982, de 5 de mayo, puesto que en el nmero 1 de este precepto se considera tal el emplazamiento en cualquier lugar de aparatos de escucha. Por ltimo, la antijuridicidad de este proceder se agravara cuando lo as retenido se transcribiese -con alteraciones, se dice- y se presentase como documento ante un Tribunal de Justicia. b) En lo relativo a la presunta conculcacin del derecho a un proceso con todas las garantas (art. 24.2 de la Constitucin), entiende el recurrente que incurri en ella el Magistrado de Trabajo, al apoyarse, como nica prueba, en la mencionada grabacin fonogrfica, acogiendo as un instrumento probatorio, que, segn el actor, ha sido descalificado como prueba por el Tribunal Supremo e ignorando, adems, la mxima de que el dolo no debe aprovechar a la persona que lo comete, principio general del Derecho, segn se pretende en la demanda de amparo. Por ltimo, seala el recurrente como otra irregularidad procesal el no habrsele requerido a efectos de que reconociera la transcripcin fonogrfica de la conversacin en la que fue parte. Por todo ello solicita que, otorgndose el amparo solicitado, se declare la nulidad del despido de que fue objeto por parte de la empresa Medios de Comunicacin Social del Estado, reconociendo su derecho a no sufrir discriminacin alguna y restablecindole, por tanto, en la integridad de sus derechos, con readmisin en la Empresa de la que fuera despedido.

2. En el trmite de alegaciones la representacin de la parte actora se ratific en el escrito de demanda, sin introducir rectificacin alguna. Como ampliacin de la fundamentacin del recurso, reprodujo una serie de preceptos jurdicos, que, a su juicio, apoyan la interpretacin por l defendida del art. 18.3 de la Constitucin. Tales disposiciones son, en primer lugar, los art. 368 y 369 del Cdigo Penal francs, as como los arts. 179 bis y
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179 ter del Cdigo Penal suizo, en los que, segn el recurrente, se sancionan conductas prximas o idnticas a la grabacin magnetofnica de la conversacin en la que fue parte. Reproduce tambin en sus alegaciones el recurrente los arts. 192 bis y 497 bis de lo que era, al tiempo de redactarse su escrito, Proyecto de Ley Orgnica sobre tipificacin penal de la colocacin ilegal de escuchas telefnicas, texto incorporado hoy al Cdigo Penal por la vigente Ley Orgnica 7/1984, de 15 de octubre. Entiende el recurrente que los preceptos incluidos por esta Ley en el Cdigo Penal no distinguen, en la sancin que imponen frente a las escuchas ilegales, entre la grabacin de la conversacin por uno de los participantes en la misma o por un tercero, coincidiendo as la norma con los preceptos forneos antes transcritos y con la interpretacin del art. 18.3 de la Norma fundamental sostenida por el actor. Las alegaciones del Abogado del Estado pueden resumirse del modo que sigue: a) La invocada violacin del art. 24.2 de la Constitucin, por haberse dictado Sentencia a partir de una nica prueba, consistente en la transcripcin de una cinta magnetofnica, y por no haberse aplicado el principio general del Derecho, segn el cual el dolo no debe aprovechar a la persona que lo comete, constituyen afirmaciones, que denotan una simple discrepancia del actor con el fallo dictado, lo que supone plantear una cuestin de mera legalidad ordinaria, ajena al mbito propio del recurso de amparo. b) En la queja por la presunta conculcacin de los derechos reconocidos en el art. 18.3 de la Norma fundamental, debe dejarse de lado, ante todo, la tacha de inexactitud en la transcripcin, por ser problema relativo a la valoracin de la prueba por los rganos de la jurisdiccin ordinaria; y entrando en la interpretacin del art. 18.3 de la Constitucin, debe destacarse que, aunque sus distintos apartados tienen una indiscutible trabazn, cada uno de ellos posee su propia funcin protectora, siendo la de su nmero 3 la de garantizar que nadie ajeno al emisor y al receptor de la comunicacin entre en conocimiento del contenido de la misma sin la autorizacin de los comunicantes. Se trata, pues, de un derecho que obliga a terceros, pero jams a los propios partcipes en la comunicacin. Una vez que el contenido de sta ha llegado a su destinatario deviene imposible la infraccin del precepto constitucional que se considera. El uso que de ella pueda hacer el destinatario -o un tercero- podr, acaso, afectar a otro derecho fundamental, pero nunca al reconocido en el art. 18.3 de la Constitucin, lo que significa que la garanta del secreto de las comunicaciones es coextensa con el proceso mismo de comunicacin. Por todo ello es improcedente, en el presente caso, la invocacin del derecho al secreto de las comunicaciones. c) El art. 18.3 de la Constitucin protege las comunicaciones frente a la inmisin de terceros que tengan la condicin de Poderes Pblicos, siendo stos los nicos sujetos
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potenciales capaces de lesionar este derecho fundamental. En el presente caso no ha habido tal intervencin pblica, tratndose de una conversacin mantenida en trminos particulares y resultando a estos efectos intrascendente el que fuera el Ministerio de Transportes uno de los lugares desde los que se mantuviera aqulla y el que el interlocutor del seor Poveda fuera o no colaborador del Ministro. Esta ltima cualidad -no demostrada- sera irrelevante para poder imputar un acto al Poder Pblico. Esta misma limitacin -por la que se requiere la existencia de un acto de autoridad para entender conculcado el derecho- cabe extenderla al nm. 1 del mismo art. 18 (proteccin de la intimidad personal), lo que no significa que esta garanta no se proyecte sobre el conjunto del ordenamiento sino, ms estrictamente, que slo cabr la especial proteccin del amparo constitucional frente a las agresiones que puedan provenir de la accin de los Poderes Pblicos. d) Aunque por las consideraciones anteriores sera ya descartable la existencia de una violacin del derecho reconocido en el art. 18.3 de la Constitucin, conviene examinar, a ttulo aclaratorio y complementario, si ha podido haber -por la grabacin o por la difusin de la misma- un atentado al derecho a la intimidad personal. Tal lesin es igualmente inexistente. La Ley Orgnica 1/1982, de 5 de mayo, invocada por el actor, protege la vida ntima de las personas, pero tal garanta no es aplicable en el caso presente porque la grabacin no lo fue de nada que pudiera estimarse inserto en dicho mbito, sino de una conversacin que vers sobre la accin poltica o profesional del hoy recurrente en amparo. No resulta aplicable, especficamente, el apartado 2 del art. 7 de la Ley Orgnica citada porque la grabacin impedida en este precepto opera slo frente a quienes no fueron los destinatarios de la manifestacin as captada, supuesto del todo distinto al presente, en el que es el propio interlocutor quien procede a la grabacin misma. e) No existi tampoco violacin alguna de derecho fundamental en el acto de comunicacin de la conversacin a la Direccin del organismo donde trabajaba el hoy demandante, ni tampoco en su ulterior utilizacin procesal. Los hechos divulgados no tienen encaje en ninguna de las prohibiciones que, en defensa de la intimidad, incorporan los nms. 3, 4, 6 y 7 del art. 7 de la citada Ley Orgnica 1/1982. Por lo dems, en su conversacin el seor Poveda no se limitaba a depositar una confidencia personal en su interlocutor, sino que tenda a instigar la accin de este ltimo cerca de la Direccin del peridico Informacin de Alicante, para la obtencin de un beneficio profesional propio; y el medio para conseguir dicho resultado haba de pasar forzosamente por el conocimiento del Director del peridico, o de quien tuviera en su mano la concesin de aquel beneficio. En definitiva, la comunicacin no tena otro objeto que la de hacer del interlocutor del seor Poveda un medio de transmisin
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de dicha informacin a otra persona. En el tenor de la conversacin no slo estaba implcita la autorizacin para divulgarla, sino que tal divulgacin era la finalidad misma de la conversacin. Cuestin distinta es que, producida tal comunicacin a tercero, el efecto no fuese el pretendido por el seor Poveda, de tal modo que no sirvieron sus medios de presin para conseguir el empleo exigido en el peridico sino, ms bien, para hacer procedente el despido. f) Por ltimo, es cierto que, aun sin tipificacin jurdica, la grabacin de la conversacin por uno de los interlocutores puede plantear dudas, en abstracto, sobre su licitud civil, por poder implicar abuso en la fe o confianza de quien habla, al margen de la argumentacin doctrinal en favor del derecho a la voz o a la palabra. Todo ello, sin embargo, no es relevante en el presente caso, porque el actor se situ en el mbito de una causa torpe: alterar sus condiciones de trabajo en beneficio propio, presionando para ello con medios extraprofesionales e impulsando a su interlocutor para coadyuvar a sus propsitos; la divulgacin de la comunicacin fue, por ello, un lcito medio de defensa en el interlocutor para excluirse de dicha causa torpe y para proteger un lcito inters ajeno. Por todo ello, la utilizacin por la Magistratura de Trabajo de la prueba controvertida fue perfectamente regular y lcita, debiendo juzgar los Tribunales sobre las pruebas que son puestas a su disposicin. Las alegaciones del Ministerio Fiscal pueden resumirse como sigue: a) La invocada violacin del art. 18.3 de la Constitucin, no presenta las condiciones para reconocerla existente. La conversacin telefnica tiene un contenido de intimidad slo frente a terceros; si los interlocutores no divulgan su contenido, ello no ser en obediencia a una obligacin jurdica de silencio, sino en atencin a motivos ticos o estticos. El interlocutor slo estar obligado a tal reserva, en su caso, por motivos profesionales. Por otra parte, la comunicacin a un tercero fue requerida por el demandante de amparo, quien solicit que lo dicho a su interlocutor llegase a conocimiento del Ministro, de quien se exiga ser nombrado redactor-jefe de la seccin poltica del peridico Informacin a cambio de no publicar, el mismo recurrente, una noticia que afirmaba sera perjudicial para el propio Ministro. La grabacin en s misma de la conversacin tampoco afecta a derecho alguno de los reconocidos en el art. 18. El actor invoca el nm. 1 del artculo 7 de la Ley Orgnica 1/1982, de 5 de mayo, pero debe tenerse en cuenta que el nm. 2 del mismo artculo refiere la prohibicin de emplear medios de escucha y otros que permitan el conocimiento de la vida ntima de las personas, o de sus manifestaciones o cartas privadas, a quienes no fueran sus
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destinatarios. El destinatario de la conversacin puede grabarla y con mayor motivo cuando haba de transmitirla a un tercero, a quien se le exiga determinada conducta en trminos tales que podran constituir un ilcito penal (art. 494, en relacin con el art. 493, ambos del Cdigo Penal). b) La denunciada violacin del art. 24.2 de la Constitucin adolece de falta de precisin. No cabe en el recurso de amparo reproducir argumentos contra los instrumentos probatorios considerados por el Juez que ya se plantearon en el recurso de casacin, porque la interpretacin de la legalidad ordinaria corresponde nicamente a la jurisdiccin ordinaria. El recurrente ha tenido acceso al proceso y en l han aportado pruebas ambas partes. No ha sido la documental la nica de las pruebas aportadas, sino que han tenido lugar, tambin, declaraciones testificales y, por lo dems, la cinta magnetofnica no ha sido, en cuanto tal, tenida en cuenta por el Magistrado. Que el recurrente reconozca o no la conversacin no conculca ningn requisito procesal que afecte a la prueba. Por otra parte, el demandante no impugn la autenticidad de la prueba ni la veracidad de la misma en el acto del juicio.

3. Por providencia de 26 de septiembre de 1984 se seal para deliberacin y votacin del recurso el da 21 de noviembre siguiente.

II. Fundamentos jurdicos

1. En el petitum de su demanda dice el actor que la Sentencia de la Magistratura de Trabajo de Alicante y la dictada por la Sala Sexta del Tribunal Supremo han incurrido en violacin de su derecho fundamental al secreto de las comunicaciones (art. 18.3 de la C. E.) y esta alegada vulneracin se concreta en la fundamentacin jurdica del escrito de interposicin del recurso de amparo afirmndose que se habra producido por obra de la admisin como prueba (por la Magistratura de Trabajo) de un instrumento ilegtimamente adquirido y a causa, tambin, de lo que llama una interpretacin errnea del art. 18.3 de la Constitucin (por parte de la Sala Sexta del Tribunal Supremo). Este razonamiento del actor no puede compartirse. El recurso de amparo frente a violaciones de derechos fundamentales por obra de decisiones jurisdiccionales halla su sentido institucional, de modo exclusivo, en la depuracin de las actuaciones de estos rganos que de modo inmediato y directo [art. 44.1 b) de la LOTC] hayan incurrido en dichas vulneraciones, no siendo este proceso constitucional instrumento apto para revisar
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genricamente lo resuelto por la jurisdiccin ordinaria. En el presente caso la hipottica lesin de los derechos reconocidos en el art. 18.3 de la Constitucin Espaola no podra imputarse con carcter directo e inmediato- a las resoluciones judiciales, sino, segn reconoce el recurrente, a los actos extraprocesales que estuvieron en el origen de la decisin de despido. Estas ltimas conductas podran, en su caso, haber incurrido en antijuridicidad y, si as hubiera sido, tal comportamiento contrario a Derecho podra haber afectado a la plena validez de las actuaciones procesales, que, en el juicio de instancia, reconocieron fuerza probatoria al objeto que se supone ilegtimamente adquirido, ms, aun en tal caso, la lesin no podra referirse directa e inmediatamente a la actuacin judicial. Ello es tanto ms cierto cuanto que en ninguno de los procesos judiciales que han precedido al presente recurso de amparo se ha planteado como objeto de los mismos la peticin de tutela de los derechos reconocidos en el art. 18.3 de la Constitucin. En ellos no ha buscado directamente el actor una reaccin judicial frente a la violacin que contra l afirma haberse cometido, ni tal proteccin podra, en rigor, haberse dispensado en la va procesal por la que se ha discurrido. Al no haberse demandado ante la jurisdiccin el amparo de los derechos reconocidos en el art. 18.3 de la Constitucin, sino la anulacin del despido, no puede sostenerse, que la valoracin de la prueba por el juzgador o que la interpretacin dada por el Tribunal Supremo al citado precepto de la norma fundamental constituyan una lesin autnoma de los derechos en l reconocidos. En realidad, el razonamiento del actor parece descansar en la equivocada tesis de que existe una consecutividad lgica y jurdica entre la posible lesin extraprocesal de su derecho fundamental y la pretendida irregularidad procesal de admitir la prueba obtenida a partir de aquella lesin. Sin embargo, el acto procesal podr haber sido o no conforme a Derecho, pero no cabe considerarlo como atentatorio, de modo directo, de los derechos reconocidos en el art. 18.3 de la Constitucin. Ello es claro si se tiene en cuenta que pueden no coincidir la persona cuyo derecho se conculca extraprocesalmente para obtener la prueba y aqulla otra frente a la cual la prueba pretende hacerse valer en el proceso. Si se acogiese la tesis del recurrente, habra que concluir que el contenido esencial de todos y cada uno de los derechos fundamentales abarcara no ya slo la esfera de libertad o la pretensin vital en que los mismos se concretan, sino tambin la exigencia, con alcance de derecho subjetivo, de no reconocer eficacia jurdica a las consecuencias de cualquier acto atentatorio de tales derechos. Esta regla podr reconocerse como existente en los distintos supuestos, pero no por integrarse en el ncleo esencial del derecho, sino en virtud de fundamentaciones diversas y a la vista de los intereses tutelados en cada caso por el ordenamiento.

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2. En el caso aqu planteado, lo que en realidad reprocha el actor a las actuaciones judiciales es haber decidido a partir de una prueba ilcitamente obtenida. Haya ocurrido as o no, lo cierto es que no existe un derecho fundamental autnomo a la no recepcin jurisdiccional de las pruebas de posible origen antijurdico. La imposibilidad de estimacin procesal puede existir en algunos casos, pero no en virtud de un derecho fundamental que pueda considerarse originariamente afectado, sino como expresin de una garanta objetiva e implcita en el sistema de los derechos fundamentales, cuya vigencia y posicin preferente en el ordenamiento puede requerir desestimar toda prueba obtenida con lesin de los mismos. Conviene por ello dejar en claro que la hipottica recepcin de una prueba antijurdicamente lograda, no implica necesariamente lesin de un derecho fundamental. Con ello no quiere decirse que la admisin de la prueba ilcitamente obtenida -y la decisin en ella fundamentada- hayan de resultar siempre indiferentes al mbito de los derechos fundamentales garantizados por el recurso de amparo constitucional. Tal afectacin -y la consiguiente posible lesin no pueden en abstracto descartarse, pero se producirn slo por referencia a los derechos que cobran existencia en el mbito del proceso (art. 24.2 de la Constitucin). En suma, puede traerse a colacin la doctrina establecida por la Corte Suprema de los Estados Unidos respecto de la evidence wrongfully obtained y de la exclusionary rule, en cuya virtud, en trminos generales, no puede admitirse judicialmente el material probatorio obtenido con violacin de la IV Enmienda a la Constitucin. As, en United States v. Janis (1976), la Corte declar que ... la regla por la que se excluye la prueba obtenida en violacin de la IV Enmienda tiende a garantizar los derechos generalmente reconocidos en dicha enmienda a travs de un efecto disuasorio (de la violacin misma) y no tanto como expresin de un derecho constitucional subjetivo de la parte agraviada.... Hay, pues, que ponderar en cada caso, los intereses en tensin para dar acogida preferente en su decisin a uno u otro de ellos (inters pblico en la obtencin de la verdad procesal e inters, tambin, en el reconocimiento de plena eficacia a los derechos constitucionales). No existe, por tanto, un derecho constitucional a la desestimacin de la prueba ilcita. Deriva de lo anterior una primera correccin del planteamiento procesal del actor en el presente recurso de amparo. La pretendida lesin jurisdiccional de los derechos reconocidos en el art. 18.3 de la Constitucin carece de fundamento en este caso y no es posible imputar a las resoluciones impugnadas una conculcacin directa e inmediata del derecho del recurrente al secreto de sus comunicaciones.
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3. Un problema distinto es el que suscita el recurso a propsito del artculo 24.2 de la Constitucin, puesto que en este punto posee una consistencia inicial el reproche dirigido a las actuaciones del juzgador y, especficamente, a la admisin por ste de una prueba tachada por la parte -en casacin y ante este Tribunal- de ilegtima, por atentatoria a los derechos reconocidos en el art. 18.3 de la Constitucin, pues si la ilicitud en la obtencin de la prueba fuese cierta y si fuese posible inferir de nuestro ordenamiento una regla que imponga su ineficacia procesal, habra que concluir que la decisin jurisdiccional basada en tal material probatorio pudo afectar a los derechos fundamentales del recurrente a un proceso con todas las garantas (art. 24.2 de la Constitucin) y, en relacin con ello, al derecho a la igualdad de las partes en el proceso (art. 14 de la Constitucin). Este planteamiento obliga a varias indagaciones sucesivas. Es necesario, en primer lugar, determinar la procedencia o improcedencia del empleo, en nuestro Derecho, de instrumentos probatorios con causa ilcita. Hay que precisar, a continuacin, si, admitida tal improcedencia en algn caso, su desconocimiento por el juzgador adquiere relevancia en el proceso de amparo por afectar a derechos fundamentales de los ciudadanos. Y debe tenerse en cuenta por ltimo, si en el caso concreto aqu suscitado se produjo en la consecucin de la prueba, la lesin extraprocesal de los derechos reconocidos en el art. 18.3 de la Constitucin. No existe en nuestro ordenamiento una norma expresa que imponga la no consideracin como prueba de aquellas propuestas por las partes y obtenidas antijurdicamente. Se ha destacado doctrinalmente que siempre podr el Juez no admitir la prueba obtenida en tales condiciones, pero la inadmisin no vendra determinada, en ningn caso, por expresa determinacin legal, sino por consideracin puramente subjetiva del juzgador, sobre la base del art. 566 de la L. E. C., por impertinencia o inutilidad de la prueba, y ello con base en su contenido y no por las circunstancias que hayan podido presidir la forma de su obtencin. A este respecto, son divergentes las opiniones doctrinales y las soluciones acogidas en los distintos ordenamientos. No existen tampoco lneas jurisprudenciales uniformes en el Derecho comparado. Por lo general, los pases de common law hacen prevalecer el inters pblico en la obtencin de la verdad procesal sobre la posible causa ilcita de la prueba, con la muy notable excepcin del Derecho norteamericano, en el que se rechaza la prueba ilegalmente obtenida, si bien slo cuando la actuacin irregular y contraria a un derecho constitucional se realiz por un agente pblico. Una solucin parcialmente anloga ha prevalecido en el Derecho francs, en el que al menos parte de la jurisprudencia se inclina a considerar como nula toda prueba obtenida
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mediante registro ilegtimo de conversaciones telefnicas (as, en este sentido, Sentencia del Tribunal de Casacin de 18 de marzo de 1955). En el ordenamiento italiano, el debate doctrinal acerca de la procedencia de las pruebas ilegalmente obtenidas ha quedado parcialmente zanjado -por lo que se refiere a las pruebas especficamente

inconstitucionales- en la Sentencia nm. 34, de 1973, de la Corte Constitucional, y en la Ley nm. 98/1974, por la que se reform el Cdigo de Procedimiento Penal en el sentido establecido en la citada decisin jurisdiccional. La Sentencia de la Corte declar que ... el principio enunciado en el apartado primero de la norma constitucional (art. 15: libertad y secreto de las comunicaciones) quedara gravemente comprometido si, por parte del interesado, pudieran valer como indicios o pruebas interceptaciones telefnicas obtenidas ilegalmente, sin previa resolucin judicial motivada. En este caso, por lo dems, la Corte italiana no se limit a esta advertencia, sino que enunci un principio de carcter general del mayor inters, segn el cual las conductas realizadas en contravencin de los derechos fundamentales del ciudadano no pueden servir de presupuesto ni de fundamento para actos procesales a instancia de aqul a quien se deban tales actuaciones constitucionalmente ilegtimas. Esta doctrina fue sustancialmente recogida en 1974 por el legislador, adicionndose un nuevo art. 226 al Cdigo de Procedimiento Penal por el que se estableci la inefectividad procesal de las interceptaciones realizadas al margen de los casos permitidos por la Ley. En el Derecho espaol el problema de la prueba ilcitamente obtenida sigue abierto, por la carencia de disposicin expresa. El recurso a la va interpretativa impuesta por el art. 10.2 de la C. E. no resulta concluyente, por no existir pronunciamiento al respecto por parte del Tribunal Europeo de Derechos del Hombre. Existe, sin embargo, una resolucin en este mbito que debe mencionarse, por ms que su sentido no resulte de necesaria consideracin en nuestro Derecho sobre la base del citado art. 10.2 de la Constitucin. Se trata de la resolucin adoptada por el Comit de Ministros del Consejo de Europa el 12 de noviembre de 1971, resolviendo el caso Scheichelbauer, a partir de demanda formulada contra el Estado austriaco. En esta decisin se acord que no haba implicado violacin del art. 6.1 de la Convencin (derecho a la jurisdiccin) la utilizacin por un Tribunal nacional de un registro fonogrfico como medio de prueba, que fue tachado en cuanto a su procedimiento de obtencin por el recurrente. Con independencia de que la interpretacin relevante, de acuerdo con el art. 10.2 de la Constitucin, es slo la jurisdiccional del Tribunal Europeo, y no la del Comit de Ministros, lo cierto es que, en el presente caso, este rgano no entr a conocer, en
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su breve resolucin, acerca de si la grabacin controvertida constituy o no un atentado a la intimidad (art. 8 de la Convencin), sino que, considerndose slo llamado a decidir sobre la vulneracin o no del art. 6 del mismo texto, limit a este objeto especfico su acuerdo.

4. Aun careciendo de regla legal expresa que establezca la interdiccin procesal de la prueba ilcitamente adquirida, hay que reconocer que deriva de la posicin preferente de los derechos fundamentales en el ordenamiento y de su afirmada condicin de inviolables (art. 10.1 de la Constitucin) la imposibilidad de admitir en el proceso una prueba obtenida violentando un derecho fundamental o una libertad fundamental. Para nosotros, en este caso, no se trata de decidir en general la problemtica procesal de la prueba con causa ilcita, sino, ms limitadamente, de constatar la resistencia frente a la misma de los derechos fundamentales, que presentan la doble dimensin de derechos subjetivos de los ciudadanos y de elementos esenciales de un ordenamiento objetivo de la comunidad nacional, en cuanto sta se configura como marco de una convivencia humana, justa y pacfica... (Sentencia de este Tribunal 25/1981, de 14 de julio, fundamento jurdico 5). Esta garanta deriva, pues, de la nulidad radical de todo acto -pblico o, en su caso, privado- violatorio de las situaciones jurdicas reconocidas en la seccin primera del captulo segundo del Ttulo I de la Constitucin y de la necesidad institucional por no confirmar, reconocindolas efectivas, las contravenciones de los mismos derechos fundamentales (el deterrent effect propugnado por la jurisprudencia de la Corte Suprema de los Estados Unidos). Estamos, as, ante una garanta objetiva del orden de libertad, articulado en los derechos fundamentales, aunque no -segn se dijo- ante un principio del ordenamiento que puede concretarse en el reconocimiento a la parte del correspondiente derecho subjetivo con la condicin de derecho fundamental. En realidad el problema de la admisibilidad de la prueba ilcitamente obtenida se perfila siempre en una encrucijada de intereses, debindose as optar por la necesaria procuracin de la verdad en el proceso o por la garanta -por el ordenamiento en su conjuntode las situaciones jurdicas subjetivas de los ciudadanos. Estas ltimas acaso puedan ceder ante la primera exigencia cuando su base sea estrictamente infraconstitucional, pero no cuando se trate de derechos fundamentales que traen su causa, directa e inmediata, de la norma primera del ordenamiento. En tal supuesto puede afirmarse la exigencia prioritaria de atender a su plena efectividad, relegando a un segundo trmino los intereses pblicos ligados a la fase probatoria del proceso. Esta conclusin no contrara la doctrina establecida ya por este Tribunal en los Autos de 21 de marzo y de 16 de mayo de 1984, por los que se declararon inadmisibles las
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demandas de amparo constitucional 764/1983 y 766/1983. Es cierto que, en estas resoluciones, el Tribunal no admiti las invocaciones de las partes fundamentadas en que el Auto de procesamiento recurrido se dict sobre la base de elementos probatorios ilcitamente obtenidos, pero no lo es menos que el problema entonces suscitado difera cualitativamente del que se plantea en el presente recurso. En aquellas demandas el actor se limit a invocar abstractamente una doctrina, sin especfica apoyatura constitucional, y a declarar, no menos genricamente, graves infracciones jurdicas producidas en la obtencin de los instrumentos probatorios cuya utilizacin atac. Este defecto abstractamente alegado -como destaca el Auto de 16 de mayo en su fundamento jurdico 3 in fine- no poda, en verdad, ser objeto de atencin por el Tribunal, mxime cuando, como tambin se indic, la ilicitud invocada en la creacin de la prueba hubiera requerido la declaracin en tal sentido del Tribunal competente. Por lo dems, en aquel supuesto el recurrente -como advierte el Tribunal poda haber suscitado tal queja frente al Auto de procesamiento en la fase plenaria del juicio penal, momento en el cual habra habido ocasin de apreciar la fundamentacin de esta pretensin. Por ello -y porque, segn se dijo, el actor no enlaz en modo alguno la alegada ilicitud en la obtencin de la prueba con la defensa de derecho fundamental alguno violado por tal formacin irregular- el Tribunal hubo de declarar entonces que el problema planteado era de mera legalidad y ajeno, en cuanto tal, al mbito del amparo constitucional.

5. Todo lo que se ha dicho en el apartado anterior permite centrar la dimensin constitucional que puede mostrar el problema planteado en el presente recurso de amparo. Puede sostenerse la inadmisibilidad en el proceso de las pruebas obtenidas con violacin de derechos fundamentales, pero ello no basta para apreciar la relevancia constitucional del problema, a no ser que se aprecie una ligazn entre la posible ignorancia jurisdiccional de tal principio y un derecho o libertad de los que resultan amparables en va constitucional. Si tal afectacin de un derecho fundamental no se produce (y no cabe, segn se dijo, entender que el derecho violado por la recepcin jurisdiccional de la prueba es el que ya lo fue extraprocesalmente con ocasin de la obtencin de sta) habr que concluir en que la cuestin carece de trascendencia constitucional a efectos del proceso de amparo. Tal afectacin se da, sin embargo, y consiste, precisamente, en que, constatada la inadmisibilidad de las pruebas obtenidas con violacin de derechos fundamentales, su recepcin procesal implica una ignorancia de las garantas propias al proceso (art. 24.2 de la Constitucin) implicando tambin una inaceptable confirmacin institucional de la desigualdad entre las partes en el juicio (art. 14 de la Constitucin), desigualdad que se ha
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procurado antijurdicamente en su provecho quien ha recabado instrumentos probatorios en desprecio a los derechos fundamentales de otro. El concepto de medios de prueba pertinentes que aparece en el mismo art. 24.2 de la Constitucin pasa, as, a incorporar, sobre su contenido esencialmente tcnico-procesal, un alcance tambin sustantivo, en mrito del cual nunca podr considerarse pertinente un instrumento probatorio as obtenido. La lesin hipottica que aqu se considera no se puede descartar -en este planteamiento preliminar- por el hecho, que subrayan la Sentencia del Tribunal Supremo y el Ministerio Fiscal, de que la prueba tachada de ilegtima no hubiera sido la nica llevada al juicio, ni el solo instrumento, por lo tanto, a partir del cual form su conviccin y posterior decisin el juzgador. No se trata ya slo de que, en el presente recurso, estemos, ms que ante dos pruebas distintas, ante lo que en rigor cabe llamar un concurso instrumental (prueba documental y, sobre ella, pruebas testificales) en el que resulta discutible la independencia de cada instrumento respectivo. Se trata, sobre todo, de que la valoracin de estos instrumentos se producir siempre por el Juez de modo sinttico, una vez admitidos, con la consecuencia de que la garanta aqu considerada seguira estando lesionada desde el momento en el que pasase a formar parte de este elenco de medios probatorios el que aparece viciado de inconstitucionalidad en su formacin misma.

6. Con estas precisiones, es necesario ya pasar al examen de la cuestin de fondo suscitada en el caso presente, analizando si, como aduce el recurrente, la Magistratura de Trabajo fall considerando procedente su despido a la vista de pruebas obtenidas en violacin de su derecho fundamental al secreto de las comunicaciones (art. 18.3 de la Constitucin). Esta indagacin no afecta para nada a la exclusiva competencia de la jurisdiccin ordinaria para valorar las pruebas presentadas en el juicio y tampoco extravasa el lmite negativo sealado en el art. 44.1 b) de la LOTC, en orden a la imposibilidad de conocer los hechos que dieron lugar al proceso al resolver el amparo constitucional. En cuanto al primer aspecto, porque tal potestad exclusiva (recordada, entre otras, por la Sentencia 105/1983, de 23 de noviembre, de esta Sala, fundamento jurdico 9) no queda menoscabada cuando lo que se hace, a efectos de la resolucin del recurso de amparo, es slo apreciar la posibilidad constitucional de que determinado instrumento probatorio pueda llevarse a juicio, sin entrar para nada en el proceso de formacin de la voluntad del juzgador. Y en cuanto al segundo aspecto porque el examen acerca de la efectiva produccin de la invocada invasin de un derecho fundamental no se realizar aqu, obviamente, para conocer, en su acepcin

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procesal rigurosa, de tales hechos, y s slo a efectos de constatar la legitimidad o ilegitimidad de la prueba as obtenida. El actor ha afirmado en su demanda y en sus alegaciones que el hecho ilcito que da fundamento a su queja constitucional fue la inicial violacin del secreto de sus comunicaciones por su interlocutor, al proceder ste a grabar la conversacin con l mantenida sin su conocimiento. Esta conculcacin de su derecho la argumenta el recurrente aduciendo que el artculo 18.3 no slo protege la intimidad de la conversacin prohibiendo que un tercero emplee aparatos para interceptarla..., sino que la intimidad de la conversacin telefnica, como derecho fundamental, puede ser violada mediante la colocacin por uno de los comunicantes de una grabadora, sin consentimiento de la otra parte... . La supuesta infraccin se agravara, en fin, cuando lo as aprehendido se comunicara a terceros y se presentara como prueba ante un Tribunal.

7. La primera precisin que hay que hacer es que no todas las irregularidades denunciadas por el actor son relevantes en este momento a efectos constitucionales. Tiene trascendencia a considerar la calificacin jurdica de la grabacin subrepticia, pero no la tiene, en el presente proceso, determinar si fue o no antijurdica la ulterior comunicacin a terceros de la grabacin misma. El problema planteado es el de la hipottica obtencin inconstitucional de una prueba, que en este caso es exclusivamente el registro fonogrfico, y carece de relevancia la determinacin adicional de si tuvo tambin causa ilcita, originariamente, el proceso de formacin de la voluntad empresarial que llev al despido del actor. Que las informaciones llegaran a la Empresa por medio de un comportamiento que pudiera constituir, en s, quebrantamiento de un deber jurdicamente garantizado (por ejemplo, el de guardar reserva de lo conocido como confidencia) es algo irrelevante en este momento, cuando no se trata de apreciar la legitimidad del despido, sino la regularidad procesal en la admisin de una prueba tachada de ilcita, que se agota en el objeto mismo de la grabacin, en lo que aqu interesa. Con estas advertencias, es necesario determinar si, efectivamente, la grabacin de la conversacin, en la que fuera parte el actor, constituy, como se pretende, una infraccin del derecho al secreto de las comunicaciones. La tesis del actor no puede compartirse. Su razonamiento descansa en una errnea interpretacin del contenido normativo del art. 18.3 de la Constitucin. Y en un equivocado entendimiento de la relacin que media entre este precepto y el recogido en el nm. 1 del mismo artculo.

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El derecho al secreto de las comunicaciones... salvo resolucin judicial no puede oponerse, sin quebrar su sentido constitucional, frente a quien tom parte en la comunicacin misma as protegida. Rectamente entendido, el derecho fundamental consagra la libertad de las comunicaciones, implcitamente, y, de modo expreso, su secreto, estableciendo en este ltimo sentido la interdiccin de la interceptacin o del conocimiento antijurdicos de las comunicaciones ajenas. El bien constitucionalmente protegido es as -a travs de la imposicin a todos del secreto- la libertad de las comunicaciones, siendo cierto que el derecho puede conculcarse tanto por la interceptacin en sentido estricto (que suponga aprehensin fsica del soporte del mensaje -con conocimiento o no del mismo- o captacin, de otra forma, del proceso de comunicacin) como por el simple conocimiento antijurdico de lo comunicado (apertura de la correspondencia ajena guardada por su destinatario, por ejemplo). Por ello, no resulta aceptable lo sostenido por el Abogado del Estado en sus alegaciones en el sentido de que el artculo 18.3 de la Constitucin protege slo el proceso de comunicacin y no el mensaje, en el caso de que ste se materialice en algn objeto fsico. Y puede tambin decirse que el concepto de secreto, que aparece en el artculo 18.3, no cubre slo el contenido de la comunicacin, sino tambin, en su caso, otros aspectos de la misma, como, por ejemplo, la identidad subjetiva de los interlocutores o de los corresponsales. La muy reciente Sentencia del Tribunal Europeo de Derechos del Hombre de 2 de agosto de 1984 caso Malone- reconoce expresamente la posibilidad de que el art. 8 de la Convencin pueda resultar violado por el empleo de un artificio tcnico que, como el llamado comptage, permite registrar cules hayan sido los nmero telefnicos marcados sobre un determinado aparato, aunque no el contenido de la comunicacin misma. Sea cual sea el mbito objetivo del concepto de comunicacin, la norma constitucional se dirige inequvocamente a garantizar su impenetrabilidad por terceros (pblicos o privados: el derecho posee eficacia erga omnes) ajenos a la comunicacin misma. La presencia de un elemento ajeno a aqullos entre los que media el proceso de comunicacin, es indispensable para configurar el ilcito constitucional aqu perfilado. No hay secreto para aqul a quien la comunicacin se dirige, ni implica contravencin de lo dispuesto en el art. 18.3 de la Constitucin la retencin, por cualquier medio, del contenido del mensaje. Dicha retencin (la grabacin, en el presente caso) podr ser, en muchos casos, el presupuesto fctico para la comunicacin a terceros, pero ni aun considerando el problema desde este punto de vista puede apreciarse la conducta del interlocutor como preparatoria del ilcito constitucional, que es el quebrantamiento del secreto de las comunicaciones. Ocurre, en efecto, que el concepto de secreto en el art. 18.3 tiene
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un carcter formal, en el sentido de que se predica de lo comunicado, sea cual sea su contenido y pertenezca o no el objeto de la comunicacin misma al mbito de lo personal, lo ntimo o lo reservado. Esta condicin formal del secreto de las comunicaciones (la presuncin iuris et de iure de que lo comunicado es secreto, en un sentido sustancial) ilumina sobre la identidad del sujeto genrico sobre el que pesa el deber impuesto por la norma constitucional. Y es que tal imposicin absoluta e indiferenciada del secreto no puede valer, siempre y en todo caso, para los comunicantes, de modo que pudieran considerarse actos previos a su contravencin (previos al quebrantamiento de dicho secreto) los encaminados a la retencin del mensaje. Sobre los comunicantes no pesa tal deber, sino, en todo caso, y ya en virtud de norma distinta a la recogida en el art. 18.3 de la Constitucin, un posible deber de reserva que -de existir- tendra un contenido estrictamente material, en razn del cual fuese el contenido mismo de lo comunicado (un deber que derivara, as del derecho a la intimidad reconocido en el art. 18.1 de la Norma fundamental). Quien entrega a otro la carta recibida o quien emplea durante su conversacin telefnica un aparato amplificador de la voz que permite captar aquella conversacin a otras personas presentes no est violando el secreto de las comunicaciones, sin perjuicio de que estas mismas conductas, en el caso de que lo as transmitido a otros entrase en la esfera ntima del interlocutor, pudiesen constituir atentados al derecho garantizado en el artculo 18.1 de la Constitucin. Otro tanto cabe decir, en el presente caso, respecto de la grabacin por uno de los interlocutores de la conversacin telefnica. Este acto no conculca secreto alguno impuesto por el art. 18.3 y tan slo, acaso, podra concebirse como conducta preparatoria para la ulterior difusin de lo grabado. Por lo que a esta ltima dimensin del comportamiento considerado se refiere, es tambin claro que la contravencin constitucional slo podra entenderse materializada por el hecho mismo de la difusin (art. 18.1 de la Constitucin). Quien graba una conversacin de otros atenta, independientemente de toda otra consideracin, al derecho reconocido en el art. 18.3 de la Constitucin; por el contrario, quien graba una conversacin con otro no incurre, por este solo hecho, en conducta contraria al precepto constitucional citado. Si se impusiera un genrico deber de secreto a cada uno de los interlocutores o de los corresponsables ex art. 18.3, se terminara vaciando de sentido, en buena parte de su alcance normativo, a la proteccin de la esfera ntima personal ex art. 18.1, garanta sta que, a contrario, no universaliza el deber de secreto, permitiendo reconocerlo slo al objeto de preservar dicha intimidad (dimensin material del secreto, segn se dijo). Los resultados prcticos a que podra llevar tal imposicin indiscriminada de una obligacin

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de silencio al interlocutor son, como se comprende, del todo irrazonables y contradictorios, en definitiva, con la misma posibilidad de los procesos de libre comunicacin humana.

8. Si a esta solucin se debe llegar examinando nuestra Norma Fundamental, otro tanto cabe decir a propsito de las disposiciones ordinarias que garantizan, desarrollando aqulla, el derecho a la intimidad y a la integridad y libertad de las comunicaciones. El actor invoca, en primer lugar, en apoyo de sus tesis el art. 7.1 de la Ley Orgnica 1/1982, de 5 de mayo, a tenor del cual tendrn la consideracin de intromisiones ilegtimas... el emplazamiento en cualquier lugar de aparatos de escucha, de filmacin, de dispositivos pticos o de cualquier otro medio apto para grabar o reproducir la vida ntima de las personas y pone en relacin este precepto con el art. 18.3 de la Constitucin. Esta ltima conexin internormativa no es exacta (el citado art. 7.1 dispone, ms bien, la proteccin civil del derecho a la intimidad ex art. 18.1 de la Constitucin), y adems el precepto legal citado no puede entenderse fuera de su contexto y finalidad. En la conversacin telefnica grabada por el interlocutor del hoy demandante de amparo no hubo, por razn de su contenido, nada que pudiere entenderse como concerniente a su vida ntima (art. 7.1 de la Ley Orgnica 1/1982) o a su intimidad personal (art. 18.1 de la C. E.) de tal forma que falta el supuesto normativo para poder configurar como grabacin ilegtima la obtenida de la conversacin que aqu se considera. En su escrito de alegaciones invoca el recurrente ciertos preceptos de lo que en aquel momento era proyecto de Ley y hoy ya texto legal vigente (Ley Orgnica 7/1984, de 15 de octubre, sobre tipificacin penal de la colocacin ilegal de escuchas telefnicas) por el que se adicionan sendos artculos -192 bis y 497 bis- al Cdigo Penal. La alegacin en este punto del actor se encaminaba a persuadir al Tribunal de que la Ley entonces in itinere protegera su derecho en los trminos defendidos en la demanda, de tal modo que cabra interpretar que tal proteccin estaba ya, in nuce, en el art. 18.3 de la Constitucin. No hay tal, sin embargo. Tanto el proyecto como el texto finalmente aprobado por las Cortes contemplan la violacin del secreto de las comunicaciones telefnicas, pero dentro de los lmites antes expuestos. Lo que se sanciona es la interceptacin o el empleo de artificios para la escucha, transmisin, grabacin o reproduccin, pero siempre sobre la base de que tales conductas, como es claro, impliquen una injerencia exterior, de tercero, en la comunicacin de que se trate. Que esto es as resulta de los prrafos segundos de uno y otro precepto (artculos 192 bis y 497 bis) que aluden, respectivamente, a que la pena correspondiente por la realizacin de aquellos actos se agravar si se divulgare o revelare la informacin obtenida o lo descubierto por cualquiera
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de los precitados medios. Ello no significa otra cosa sino que la sancin penal por el empleo de estos instrumentos se proyecta, exclusivamente, en la medida en que los mismos se usen para obtener una informacin o para descubrir un dato que, sin ellos, no se habra alcanzado, dejando, pues, al margen la posible utilizacin de estos mismos artificios por aqul que accedi legtimamente a la comunicacin grabada o registrada. Como conclusin, pues, debe afirmarse que no constituye contravencin alguna del secreto de las comunicaciones la conducta del interlocutor en la conversacin que graba sta (que graba tambin, por lo tanto, sus propias manifestaciones personales, como advierte el Ministerio Fiscal en su escrito de alegaciones). La grabacin en s -al margen su empleo ulterior- slo podra constituir un ilcito sobre la base del reconocimiento de un hipottico derecho a la voz que no cabe identificar en nuestro ordenamiento, por ms que s pueda existir en algn Derecho extranjero. Tal proteccin de la propia voz existe slo, en el Derecho espaol, como concrecin del derecho a la intimidad y, por ello mismo, slo en la medida en que la voz ajena sea utilizada ad extra y no meramente registrada, y aun en este caso cuando dicha utilizacin lo sea con determinada finalidad (art. 7.6 de la citada Ley Orgnica 1/1982: utilizacin de la voz de una persona para fines publicitarios, comerciales o de naturaleza anloga).

FALLO En atencin a todo lo expuesto, el Tribunal Constitucional, POR LA AUTORIDAD QUE LE CONFIERE LA CONSTITUCION DE LA NACION ESPAOLA,

Ha decidido

Denegar el amparo solicitado por don Francisco Poveda Navarro.

Publquese esta Sentencia en el Boletn Oficial del Estado. Dada en Madrid, a veintinueve de noviembre de mil novecientos ochenta y cuatro.

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