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Derrida

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LA ESTRUCTURA, EL SIGNO Y EL JUEGO EN EL DISCURSO DE LAS CIENCIAS HUMANAS

Jacques Derrida
Conferencia pronunciada en el College international de la Universidad Johns Hopkins (Baltimore) sobre Los lenguajes cr ticos ! las ciencias del hombre"# el $% de octubre de %&''( )raducci*n de +atricio +e,alver en La escritura y la diferencia# -nthropos# Barcelona# %&.&( /dici*n digital de Derrida en castellano( )e0to en franc1s

Presenta ms problema interpretar las interpretaciones que interpretar las cosas. MONTAIGNE Quizs se ha producido en la historia del concepto de estructura al o que se podr!a llamar un "acontecimiento# si esta palabra no lle$ase consi o una car a de sentido que la e%i encia estructural &o estructuralista& tiene precisamente como 'unci(n reducir o someter a sospecha. )i amos no obstante un "acontecimiento# * tomemos esa palabra con precauciones entre comillas. +,ul ser!a- pues- ese acontecimiento. Tendr!a la 'orma e%terior de una ruptura * de un redoblamiento. /er!a 'cil mostrar que el concepto de estructura e incluso la palabra estructura tienen la edad de la episteme, es decir- al mismo tiempo de la ciencia * de la 'iloso'!a occidentales- * que hunden sus ra!ces en el suelo del len ua0e ordinario- al 'ondo del cual $a la episteme a reco erlas para traerlas hacia s! en un desplazamiento meta'(rico. /in embar o- hasta el acontecimiento al que quisiera re'erirme- la estructura- o ms bien la estructuralidad de la estructura- aunque siempre ha*a estado 'uncionando- se ha encontrado siempre neutralizada- reducida1 mediante un esto consistente en darle un centro- en re'erirla a un punto de presencia- a un ori en 'i0o. Este centro ten!a como 'unci(n no s(lo la de orientar * equilibrar- or anizar la estructura &e'ecti$amente- no se puede pensar una estructura desor anizada& sino- sobre todo- la de hacer que el principio de or anizaci(n de la estructura limitase lo que podr!amos llamar el juego de la estructura. Indudablemente el centro de una estructura- al orientar * or anizar la coherencia del sistema- permite el 0ue o de los elementos en el interior de la 'orma total. 2 toda$!a ho* una estructura pri$ada de todo centro representa lo impensable mismo. /in embar o el centro cierra tambi3n el 0ue o que 3l mismo abre * hace posible. En cuanto centro- es el punto donde *a no es posible la sustituci(n de los contenidos- de los elementos- de los t3rminos. En el centro- la permutaci(n o la trans'ormaci(n de los elementos 4que pueden ser- por otra parte- estructuras comprendidas en una estructura5 est prohibida. Por lo menos ha

permanecido siempre prohibida 4* empleo esta e%presi(n a prop(sito5. As!- pues- siempre se ha pensado que el centro- que por de'inici(n es 6nico- constitu!a dentro de una estructura 0usto aquello que- ri iendo la estructura- escapa a la estructuralidad. 7usto por eso- para un pensamiento clsico de la estructura- del centro puede decirse- parad(0icamente- que est dentro de la estructura y fuera de la estructura. Est en el centro de la totalidad * sin embar o- como el centro no 'orma parte de ella- la totalidad tiene su centro en otro lugar. El centro no es el centro. El concepto de estructura centrada &aunque representa la coherencia misma- la condici(n de la episteme como 'iloso'!a o como ciencia& es contradictoriamente coherente. 2 como siempre- la coherencia en la contradicci(n e%presa la 'uerza de un deseo. El concepto de estructura centrada es- e'ecti$amente- el concepto de un 0ue o fundado, constituido a partir de una inmo$ilidad 'undadora * de una certeza tranquilizadora- que por su parte se sustrae al 0ue o. A partir de esa certidumbre se puede dominar la an ustia- que sur e siempre de una determinada manera de estar implicado en el 0ue o- de estar co ido en el 0ue o- de e%istir como estando desde el principio dentro del 0ue o. A partir- pues- de lo que llamamos centro- * que- como puede estar i ualmente dentro que 'uera- recibe indi'erentemente los nombres de ori en o de 'in- de arkh o de telos, las repeticiones- las sustituciones- las trans'ormaciones- las permutaciones quedan siempre cogidas en una historia del sentido &es deciruna historia sin ms& cu*o ori en siempre puede despertarse- o anticipar su 'in- en la 'orma de la presencia. Por esta raz(n- podr!a decirse quizs que el mo$imiento de toda arqueolo !a- como el de toda escatolo !a- es c(mplice de esa reducci(n de la estructuralidad de la estructura e intenta siempre pensar esta 6ltima a partir de una presencia plena * 'uera de 0ue o. /i esto es as!- toda la historia del concepto de estructura- antes de la ruptura de la que hablbamos- debe pensarse como una serie de sustituciones de centro a centro- un encadenamiento de determinaciones del centro. El centro recibe- sucesi$amente * de una manera re ulada- 'ormas o nombres di'erentes. 8a historia de la meta'!sica- como la historia de Occidente- ser!a la historia de esas met'oras * de esas metonimias. /u 'orma matriz ser!a &* se me perdonar aqu! que sea tan poco demostrati$o * tan el!ptico- pero es para lle ar ms rpidamente a mi tema principal& la determinaci(n del ser como presencia en todos los sentidos de esa palabra. /e podr!a mostrar que todos los nombres del 'undamento- del principio o del centro han desi nado siempre lo in$ariante de una presencia (eidos, arch, telos, energeia, ousa 9esencia- e%istencia- sustancia- su0eto:aletheia, trascendentalidad- consciencia- )ios- hombre- etc.5. El acontecimiento de ruptura- la irrupci(n a la que alud!a *o al principio- se habr!a producido- quizs- en que la estructuralidad de la estructura ha tenido que empezar a ser pensada- es decir- repetida- * por eso dec!a *o que esta irrupci(n era repetici(n- en todos los sentidos de la palabra. )esde ese momento ha tenido que pensarse la le* que re !a de al una manera el deseo del centro en la constituci(n de la estructura- * el proceso de la si ni'icaci(n que dispon!a sus desplazamientos * sus sustituciones ba0o esta le* de la presencia central; pero de una presencia central que no ha sido nunca ella misma- que *a desde siempre ha estado deportada 'uera de s! en su sustituto. El sustituto no sustitu*e a nada que de al una manera le ha*a pre&e%istido. A partir de ah!indudablemente se ha tenido que empezar a pensar que no hab!a centro- que el centro no pod!a pensarse en la 'orma de un ente&presente- que el centro no ten!a lu ar natural- que no era un lu ar 'i0o sino una 'unci(n- una especie de no&lu ar en el que se representaban sustituciones de si nos hasta el in'inito. Este es entonces el momento en que el len ua0e in$ade el campo problemtico uni$ersal; este es entonces el momento en que- en ausencia de centro o de ori en- todo se con$ierte en discurso &a condici(n de entenderse acerca de esta palabra&- es decir- un sistema en el que el si ni'icado central- ori inario o trascendental no est nunca absolutamente presente 'uera de un sistema de di'erencias. 8a ausencia de si ni'icado trascendental e%tiende hasta el in'inito el campo * el 0ue o de la si ni'icaci(n. +)(nde * c(mo se produce este descentramiento como pensamiento de la estructuralidad de la estructura. Para desi nar esta producci(n- ser!a al o in enuo re'erirse a un acontecimiento- a una doctrina o al nombre de un autor. Esta producci(n 'orma parte- sin duda- de la totalidad de una 3poca- la nuestra- pero *a desde siempre empez( a anunciarse * a trabajar. /i se quisiera- sin

embar o- a t!tulo indicati$o- esco er al unos "nombres propios# * e$ocar a los autores de los discursos en los que se ha lle ado ms cerca de la 'ormulaci(n ms radical de esa producci(n- sin duda habr!a que citar la cr!tica nietzscheana de la meta'!sica- de los conceptos de ser * de $erdadque $ienen a ser sustituidos por los conceptos de 0ue o- de interpretaci(n * de si no 4de si no sin $erdad presente5; la cr!tica 'reudiana de la presencia a s!- es decir- de la consciencia- del su0eto- de la identidad consi o- de la pro%imidad o de la propiedad de s!; *- ms radicalmente- la destrucci(n heide eriana de la meta'!sica- de la onto&teolo !a- de la determinaci(n del ser como presencia. Ahora bien- todos estos discursos destructores * todos sus anlo os estn atrapados en una especie de c!rculo. Este c!rculo es completamente peculiar- * describe la 'orma de la relaci(n entre la historia de la meta'!sica * la destrucci(n de la historia de la meta'!sica1 no tiene ningn sentido prescindir de los conceptos de la meta'!sica para hacer estremecer a la meta'!sica; no disponemos de nin 6n len ua0e &de nin una sinta%is * de nin 6n l3%ico& que sea a0eno a esta historia; no podemos enunciar nin una proposici(n destructi$a que no ha*a tenido *a que deslizarse en la 'orma- en la l( ica * los postulados impl!citos de aquello mismo que aqu3lla querr!a cuestionar. Por tomar un e0emplo entre tantos otros1 es con la a*uda del concepto de signo como se hace estremecer la meta'!sica de la presencia. Pero a partir del momento en que lo que se pretende mostrar as! es- como acabo de su erir- que no hab!a si ni'icado trascendental o pri$ile iado- * que el campo o el 0ue o de si ni'icaci(n no ten!a *a- a partir de ah!- l!mite al uno- habr!a que &pero es 0usto eso lo que no se puede hacer& rechazar incluso el concepto * la palabra si no. Pues la si ni'icaci(n "si no# se ha comprendido * determinado siempre- en su sentido- como si no&de- si ni'icante que remite a un si ni'icado- si ni'icante di'erente de su si ni'icado. /i se borra la di'erencia radical entre si ni'icante * si ni'icado- es la palabra misma "si ni'icante# la que habr!a que abandonar como concepto meta'!sico. ,uando 83$i&/trauss dice en el pre'acio a Lo crudo y lo cocido que ha "pretendido trascender la oposici(n de lo sensible * lo inteli ible situndose de entrada en el plano de los si nos#- la necesidad- la 'uerza * la le itimidad de su esto no pueden hacernos ol$idar que el concepto de si no no puede por s! mismo superar esa oposici(n de lo sensible * lo inteli ible. Est determinado por esa oposici(n1 de parte a parte * a tra$3s de la totalidad de su historia. El concepto de si no s(lo ha podido $i$ir de esa oposici(n * de su sistema. Pero no podemos deshacernos del concepto de si no- no podemos renunciar a esta complicidad meta'!sica sin renunciar al mismo tiempo al traba0o cr!tico que diri imos contra ella- sin correr el ries o de borrar la di'erencia dentro de la identidad consi o mismo de un si ni'icado que reduce en s! su si ni'icante o- lo que es lo mismo- e%pulsando a 3ste simplemente 'uera de s!. Pues ha* dos maneras hetero 3neas de borrar la di'erencia entre el si ni'icante * el si ni'icado1 una- la clsica- consiste en reducir o en deri$ar el si ni'icante- es decir- 'inalmente en someter el si no al pensamiento; otra- la que diri imos aqu! contra la anterior- consiste en poner en cuesti(n el sistema en el que 'uncionaba la reducci(n anterior1 * en primer lu ar- la oposici(n de lo sensible * lo inteli ible. Pues la paradoja est en que la reducci(n meta'!sica del si no ten!a necesidad de la oposici(n que ella misma reduc!a. 8a oposici(n 'orma sistema con la reducci(n. 2 lo que decimos aqu! sobre el si no puede e%tenderse a todos los conceptos * a todas las 'rases de la meta'!sica- en particular al discurso sobre la "estructura#. Pero ha* muchas maneras de estar atrapados en este c!rculo. /on todas ms o menos in enuas- ms o menos emp!ricas- ms o menos sistemticas- estn ms o menos cerca de la 'ormulaci(n o incluso la 'ormalizaci(n de ese c!rculo. /on esas di'erencias las que e%plican la multiplicidad de los discursos destructores * el desacuerdo entre quienes los sostienen. Es en los conceptos heredados de la meta'!sica donde- por e0emplo- han operado Nietzsche- <reud * =eide er. Ahora bien- como estos conceptos no son elementos- no son tomos- como estn co idos en una sinta%is * un sistema- cada pr3stamo concreto arrastra hacia 3l toda la meta'!sica. Es eso lo que permite- entonces- a esos destructores destruirse rec!procamente- por e0emplo- a =eide erconsiderar a Nietzsche- con tanta lucidez * ri or como mala 'e * desconocimiento- como el 6ltimo meta'!sico- el 6ltimo "plat(nico#. Podr!a uno dedicarse a ese tipo de e0ercicio a prop(sito del propio =eide er- de <reud o de al unos otros. 2 actualmente nin 6n e0ercicio est ms di'undido. +Qu3 pasa ahora con ese esquema 'ormal- cuando nos $ol$emos hacia lo que se llama las "ciencias humanas#. >na entre ellas ocupa quizs aqu! un lu ar pri$ile iado. Es la etnolo !a. Puede

considerarse- e'ecti$amente- que la etnolo !a s(lo ha podido nacer como ciencia en el momento en que ha podido e'ectuarse un descentramiento1 en el momento en que la cultura europea &* por consi uiente la historia de la meta'!sica * de sus conceptos& ha sido dislocada, e%pulsada de su lu ar- teniendo entonces que de0ar de considerarse como cultura de re'erencia. Ese momento no es en primer lu ar un momento del discurso 'ilos('ico o cient!'ico- es tambi3n un momento pol!ticoecon(mico- t3cnico- etc. /e puede decir con toda se uridad que no ha* nada 'ortuito en el hecho de que la cr!tica del etnocentrismo- condici(n de la etnolo !a- sea sistemticamente e hist(ricamente contempornea de la destrucci(n de la historia de la meta'!sica. Ambas pertenecen a una sola * misma 3poca. Ahora bien- la etnolo !a &como toda ciencia& se produce en el elemento del discurso. 2 aqu3lla es en primer lu ar una ciencia europea- que utiliza- aunque sea a re a?adientes- los conceptos de la tradici(n. Por consi uiente- lo quiera o no- * eso no depende de una decisi(n del etn(lo o- 3ste aco e en su discurso las premisas del etnocentrismo en el momento mismo en que lo denuncia. Esta necesidad es irreductible- no es una contin encia hist(rica; habr!a que meditar sobre todas sus implicaciones. Pero si nadie puede escapar a esa necesidad- si nadie es- pues- responsable de ceder a ella- por poco que sea- eso no quiere decir que todas las maneras de ceder a ella ten an la misma pertinencia. 8a cualidad * la 'ecundidad de un discurso se miden quizs por el ri or cr!tico con el que se piense esa relaci(n con la historia de la meta'!sica * con los conceptos heredados. )e lo que ah! se trata es de una relaci(n cr!tica con el len ua0e de las ciencias humanas * de una responsabilidad cr!tica del discurso. /e trata de plantear e%presamente * sistemticamente el problema del estatuto de un discurso que toma de una herencia los recursos necesarios para la desconstrucci(n de esa herencia misma. Problemas de economa * de estrategia. /i ahora consideramos a t!tulo de e0emplo los te%tos de ,laude 83$i&/trauss- no es s(lo por el pri$ile io que actualmente se le atribu*e a la etnolo !a entre las ciencias humanas- ni siquiera porque se trate de un pensamiento que pesa 'uertemente en la co*untura te(rica contempornea. Es sobre todo porque en el traba0o de 83$i&/trauss se ha declarado una cierta elecci(n- * se ha elaborado una cierta doctrina de manera- precisamente- ms o menos explcita, en cuanto a esa cr!tica del len ua0e * en cuanto a ese len ua0e cr!tico en las ciencias humanas. Para se uir ese mo$imiento en el te%to de 83$i&/trauss- esco emos- como un hilo conductor entre otros- la oposici(n naturaleza&cultura. Pese a todas sus reno$aciones * sus dis'races- esa oposici(n es con 3nita de la 'iloso'!a. Es incluso ms anti ua que Plat(n. Tiene por lo menos la edad de la so'!stica. A partir de la oposici(n physis/nomos, physis/tchne , aqu3lla ha sido tra!da hasta nosotros a tra$3s de toda una cadena hist(rica que opone la "naturaleza# a la le*- a la instituci(n- al arte- a la t3cnica- pero tambi3n a la libertad- a lo arbitrario- a la historia- a la sociedadal esp!ritu- etc. Ahora bien- desde el inicio de su in$esti aci(n * desde su primer libro (Las estructuras elementales del parentesco) 83$i&/trauss ha e%perimentado al mismo tiempo la necesidad de utilizar esa oposici(n * la imposibilidad de prestarle cr3dito. En Las estructuras... parte de este a%ioma o de esta de'inici(n1 pertenece a la naturaleza lo que es universal * espontneo- * que no depende de nin una cultura particular ni de nin una norma determinada. Pertenece en cambio a la cultura lo que depende de un sistema de normas que re ulan la sociedad * que pueden- en consecuencia- variar de una estructura social a otra. Estas dos de'iniciones son de tipo tradicional. Ahora bien- desde las primeras p inas de Las estructuras, 83$i&/trauss- que ha empezado prestando cr3dito a esos conceptos- se encuentra con lo que llama un escndalo, es deciral o que no tolera *a la oposici(n naturaleza&cultura tal como ha sido recibida- * que parece requerir a la vez los predicados de la naturaleza * los de la cultura. Este escndalo es la prohibici n del incesto. 8a prohibici(n del incesto es uni$ersal; en ese sentido se la podr!a llamar natural; &pero es tambi3n una prohibici(n- un sistema de normas * de proscripciones& * en ese sentido se la podr!a llamar cultural. "/upon amos- pues- que todo lo que es uni$ersal en el hombre depende del orden de la naturaleza * se caracteriza por la espontaneidad- que todo lo que est sometido a una norma pertenece a la cultura * presenta los atributos de lo relati$o * lo particular. Nos $emos entonces con'rontados con un hecho o ms bien con un con0unto de hechos que- a la luz de las de'iniciones

anteriores- no distan mucho de aparecer como un escndalo1 pues la prohibici(n del incesto presenta- sin el menor equ!$oco- e indisolublemente reunidos- los dos caracteres en los que hemos reconocido los atributos contradictorios de dos (rdenes e%clu*entes1 aquella prohibici(n constitu*e una re la- pero una re la que- caso 6nico entre todas las re las sociales- posee al mismo tiempo un carcter de uni$ersalidad# 4p. @5. E$identemente s(lo ha* escndalo en el interior de un sistema de conceptos que preste cr3dito a la di'erencia entre naturaleza * cultura. Al iniciar su obra con el factum de la prohibici(n del incesto- 83$i&/trauss se instala- pues- en el punto en que esa di'erencia- que se ha dado siempre por ob$ia- se encuentra borrada o puesta en cuesti(n. Pues desde el momento en que la prohibici(n del incesto no se de0a *a pensar dentro de la oposici(n naturalezaAcultura- *a no se puede decir que sea un hecho escandaloso- un n6cleo de opacidad en el interior de una red de si ni'icaciones transparentes; no es un escndalo con que uno se encuentre- o en el que se cai a dentro del campo de los conceptos tradicionales; es lo que escapa a esos conceptos * ciertamente los precede * probablemente como su condici(n de posibilidad. /e podr!a decir quizs que toda la conceptualidad 'ilos('ica que 'orma sistema con la oposici(n naturalezaAcultura se ha hecho para de0ar en lo impensado lo que la hace posible- a saber- el ori en de la prohibici(n del incesto. E$oco demasiado rpidamente este e0emplo- que es s(lo un e0emplo entre tantos otros- pero que permite *a poner de mani'iesto que el len ua0e lle$a en s! mismo la necesidad de su propia cr!tica. Ahora bien- esta cr!tica puede lle$arse a cabo de acuerdo con dos $!as * dos "estilos#. En el momento en que se hacen sentir los l!mites de la oposici(n naturalezaAcultura- se puede querer someter a cuesti(n sistemtica * ri urosamente la historia de estos conceptos. Es un primer esto. >n cuestionamiento de ese tipo- sistemtico e hist(rico- no ser!a ni un esto 'ilol( ico ni un esto 'ilos('ico en el sentido clsico de estas palabras. Inquietarse por los conceptos 'undadores de toda la historia de Ba 'iloso'!a- des&constituirlos- no es hacer pro'esi(n de 'il(lo o o de historiador clsico de la 'iloso'!a. Es- sin duda- * a pesar de las apariencias- la manera ms audaz de esbozar un paso 'uera de la 'iloso'!a. 8a salida "'uera de la 'iloso'!a# es mucho ms di'!cil de pensar de lo que eneralmente ima inan aquellos que creen haberla lle$ado a cabo desde hace tiempo con una ele ante desen$oltura- * que en eneral estn hundidos en la meta'!sica por todo el cuerpo del discurso que pretenden haber desprendido de ella. 8a otra elecci(n &* creo que es la que corresponde ms al estilo de 83$i&/trauss& consistir!apara e$itar lo que pudiera tener de esterilizante el primer esto- dentro del orden del descubrimiento emp!rico- en conser$ar- denunciando aqu! * all sus l!mites- todos esos $ie0os conceptos1 como instrumentos que pueden ser$ir toda$!a. No se les presta *a nin 6n $alor de $erdad- ni nin una si ni'icaci(n ri urosa- se estar!a dispuesto a abandonarlos ocasionalmente si parecen ms c(modos otros instrumentos. Mientras tanto- se e%plota su e'icacia relati$a * se los utiliza para destruir la anti ua mquina a la que aquellos pertenecen * de la que ellos mismos son piezas. Es as! como se critica el len ua0e de las ciencias humanas. 83$i&/trauss piensa as! poder separar el mtodo de la verdad, los instrumentos del m3todo * las si ni'icaciones ob0eti$as en'ocadas por medio de 3ste. ,asi se podr!a decir que esa es la primera a'irmaci(n de 83$i&/trauss; en todo caso- son las primeras palabras de Las estructuras...1 "/e empieza a comprender que la distinci(n entre estado de naturaleza * estado de sociedad 4ho* pre'erir!amos decir1 estado de naturaleza * estado de cultura5a 'alta de una si ni'icaci(n hist(rica aceptable- presenta un $alor que 0usti'ica plenamente su utilizaci(n por parte de la sociolo !a moderna- como un instrumento de m3todo#. 83$i&/trauss se mantendr siempre 'iel a esa doble intenci(n1 conser$ar como instrumento aquello cu*o $alor de $erdad critica. !or una parte, e'ecti$amente- se uir discutiendo el $alor de la oposici(n naturalezaAcultura. Ms de trece a?os despu3s de Las estructuras..., "l pensamiento salvaje se hace eco 'ielmente del te%to que acabo de leer1 "8a oposici(n entre naturaleza * cultura- en la que hemos insistido en otro tiempo- nos parece ho* que o'rece sobre todo un $alor metodol( ico#. 2 este $alor metodol( ico no est a'ectado por el no&$alor ontol( ico- cabr!a decir si no se descon'iase aqu! de

esa noci(n1 "No bastar!a con haber reabsorbido unas humanidades particulares en una humanidad eneral; esta primera empresa es el punto de partida de otras... que incumben a las ciencias e%actas * naturales1 reinte rar la cultura en la naturaleza- * 'inalmente- la $ida en el con0unto de sus condiciones '!sico&qu!micas# 4p. CDE5. !or otra parte, siempre en "l pensamiento salvaje, presenta 83$i&/trauss ba0o el nombre de bricolage lo que se podr!a llamar el discurso de este m3todo. El "bricoleur# es aquel que utiliza "los medios de a bordo#- es decir- los instrumentos que encuentra a su disposici(n alrededor su*oque estn *a ah!- que no hab!an sido concebidos especialmente con $istas a la operaci(n para la que se hace que sir$an- * a la que se los intenta adaptar por medio de tanteos- no dudando en cambiarlos cada $ez que parezca necesario hacerlo- o en ensa*ar con $arios a la $ez- incluso si su ori en * su 'orma son hetero 3neos- etc. =a*- pues- una cr!tica del len ua0e en la 'orma del "bricola e# e incluso se ha podido decir que el "bricola e# era el len ua0e cr!tico mismo- sin ularmente el de la cr!tica literaria1 pienso aqu! en el te%to de G. Genette- "structuralismo y crtica literaria, publicado en homena0e a 83$i&/trauss en L#$rc, * donde se dice que el anlisis del "bricola e# pod!a "ser aplicado casi palabra por palabra# a la cr!tica- * ms especialmente a "la cr!tica literaria# 4Feco ido en %igures, ed. du /euil- p. BGH5. /i se llama "bricola e# a la necesidad de tomar prestados los propios conceptos del te%to de una herencia ms o menos coherente o arruinada- se debe decir que todo discurso es "bricoleur#. EB in eniero- que 83$i&/trauss opone al "bricoleur#- tendr!a- por su parte- que construir la totalidad de su len ua0e- sinta%is * l3%ico. En ese sentido el in eniero es un mito1 un su0eto que ser!a el ori en absoluto de su propio discurso * que lo construir!a "en todas sus piezas# ser!a el creador del $erboel $erbo mismo. 8a idea de un in eniero que hubiese roto con todo "bricola e# es- pues- una idea teol( ica; * como 83$i&/trauss nos dice en otro lu ar que el "bricola e# es mitopo3tico- todo permite apostar que el in eniero es un mito producido por el "bricoleur#. )esde el momento en que se de0a de creer en un in eniero de ese tipo * en un discurso que rompa con la recepci(n hist(ricadesde el momento en que se admite que todo discurso 'inito est su0eto a un cierto "bricola e#entonces- es la idea misma de "bricola e# la que se $e amenazada- se descompone la di'erencia dentro de la que aqu3lla adquir!a sentido. 8o cual hace que se pon a de mani'iesto el se undo hilo que tendr!a que uiarnos dentro de lo que aqu! se est tramando. 8a acti$idad del "bricola e#- 83$i&/trauss la describe no s(lo como acti$idad intelectual sino como acti$idad mitopo3tica. /e puede leer en "l pensamiento salvaje 4p. DI51 ")el mismo modo que el Jbricola eK en el orden t3cnico- la re'le%i(n m!tica puede alcanzar- en el orden intelectual- resultados brillantes e impre$istos. Fec!procamente- se ha ad$ertido con 'recuencia el carcter mitopo3tico del Jbricola eK#. Ahora bien- el notable es'uerzo de 83$i&/trauss no est s(lo en proponer- especialmente en sus in$esti aciones ms actuales- una ciencia estructural de los mitos * de la acti$idad mitol( ica. /u es'uerzo se mani'iesta tambi3n- * *o dir!a casi que en primer lu ar- en el estatuto que le atribu*e entonces a su propio discurso sobre los mitos- a lo que llama 3l sus "mitol( icas#. Es el momento en que el mito re'le%iona sobre s! * se critica a s! mismo. 2 ese momento- ese per!odo cr!tico interesa e$identemente a todos los len ua0es que se distribu*en el campo de las ciencias humanas. +Qu3 dice 83$i&/trauss de sus "mitol( icas#. Aqu! es donde $uel$e a encontrarse la $irtud mitopo3tica del "bricola e#. En e'ecto- lo que se muestra ms seductor en esta b6squeda cr!tica de un nue$o estatuto del discurso es el abandono declarado de toda re'erencia a un centro, a un sujeto, a una referencia pri$ile iada- a un ori en o a una arqu!a absoluta. /e podr!a se uir el tema de ese descentramiento a tra$3s de toda la &bertura de su 6ltimo libro sobre Lo crudo y lo cocido. Me limito a se?alar ah! al unos puntos. B. En primer lu ar- 83$i&/trauss reconoce que el mito bororo que utiliza aqu! como "mito de re'erencia# no merece ese nombre ni ese tratamiento- que esa es una apelaci(n en a?osa * una prctica abusi$a. Ese mito no merece- al i ual que nin 6n otro- su pri$ile io re'erencial1 ")e hecho-

el mito bororo- que de ahora en adelante ser desi nado con el nombre de Jmito de re'erenciaK- no es- como $amos a intentar mostrar- nada ms que una trans'ormaci(n- impulsada con ms o menos 'uerza- de otros mitos que pro$ienen o de la misma sociedad o de sociedades pr(%imas o ale0adas. En consecuencia- hubiera sido le !timo esco er como punto de partida cualquier otro representante del rupo. El inter3s del mito de re'erencia no depende- desde este punto de $ista- de su carcter t!pico- sino ms bien de su posici(n irre ular en el seno de un rupo# 4p ina BL5. D. No ha* unidad o 'uente absoluta del mito. El 'oco o la 'uente son siempre sombras o $irtualidades inaprehensibles- inactualizables *- en primer t3rmino- ine%istentes. Todo empieza con la estructura- la con'i uraci(n o la relaci(n. El discurso sobre esa estructura a&c3ntrica que es el mito no puede tener a su $ez 3l mismo ni su0eto ni centro absolutos. Para no de0ar escapar la 'orma * el mo$imiento del mito- tiene que e$itar esa $iolencia que consistir!a en centrar un len ua0e que describe una estructura a&c3ntrica. As! pues- ha* que renunciar aqu! al discurso cient!'ico o 'ilos('ico- a la episteme, que tiene como e%i encia absoluta- que es la e%i encia absoluta de remontarse a la 'uente- al centro- al 'undamento- al principio- etc. En contraposici(n al discurso epistmico, el discurso estructural sobre los mitos- el discurso mito'l gico debe ser 3l mismo mitomorfo. )ebe tener la 'orma de aquello de lo que habla. Es eso lo que dice 83$i&/trauss en Lo crudo y lo cocido, del que quisiera ahora leer una e%tensa * hermosa p ina1 "E'ecti$amente- el estudio de los mitos plantea un problema metodol( ico por la circunstancia de no poder con'ormarse al principio cartesiano de di$idir la di'icultad en tantas partes cuantas se requiera para resol$erla. No e%iste- en el anlisis m!tico- un $erdadero t3rmino- no e%iste unidad secreta al una que se pueda aprehender al cabo del traba0o de descomposici(n. 8os temas se desdoblan hasta el in'inito. ,uando cree uno que los ha desenredado unos de otros * que los mantiene separados- es s(lo para constatar que $uel$en a soldarse- en respuesta a solicitaciones de a'inidades impre$istas. Por consi uiente- la unidad del mito es s(lo tendencial * pro*ecti$a- no re'le0a nunca un estado o un momento del mito. <en(meno ima inario implicado por el es'uerzo de interpretaci(n- su papel es el de dar una 'orma sint3tica al mito- e impedir que se disuel$a en la con'usi(n de los contrarios. /e podr!a decir- pues- que la ciencia de los mitos es una anaclstica, tomando este anti uo t3rmino en el sentido amplio autorizado por la etimolo !a- * que admite en su de'inici(n el estudio de los ra*os re'le0ados 0unto con el de los ra*os rotos. Pero- a di'erencia de la re'le%i(n 'ilos('ica- que pretende remontarse hasta su 'uente- las re'le%iones de las que se trata aqu! conciernen a ra*os pri$ados de cualquier 'oco que no sea $irtual... Al querer imitar el mo$imiento espontneo del pensamiento m!tico- nuestra empresa- tambi3n ella demasiado bre$e * demasiado lar a- ha debido ple arse a sus e%i encias * respetar su ritmo. As!- este libro sobre los mitos es- a su manera- un mito.# A'irmaci(n que se repite un poco ms adelante 4p. DL51 ",omo los mitos mismospor su parte descansan en c(di os de se undo orden 4dado que los c(di os de primer orden son aquellos en los que consiste el len ua0e5- este libro o'recer!a entonces el esbozo de un c(di o de tercer orden- destinado a ase urar la traducibilidad rec!proca de $arios mitos. Por ese moti$o no ser!a equi$ocado considerarlo un mito1 de al una manera- el mito de la mitolo !a#. Es por medio de esa ausencia de todo centro real * 'i0o del discurso m!tico o mitol( ico como se 0usti'icar!a el modelo musical que ha esco ido 83$i&/trauss para la composici(n de su libro. 8a ausencia de centro es aqu! la ausencia de su0eto * la ausencia de autor1 "El mito * la obra musical aparecen as! como directores de orquesta cu*os o*entes son los silenciosos e0ecutantes. /i se pre unta d(nde se encuentra el 'oco real de la obra- habr que responder que su determinaci(n es imposible. 8a m6sica * la mitolo !a con'rontan al hombre con ob0etos $irtuales- de los que tan s(lo su sombra es actual... los mitos no tienen autores... # 4p. DH5. Es- pues- aqu! donde el "bricola e# etno r'ico asume deliberadamente su 'unci(n mitopo3tica. Pero al mismo tiempo- aqu3l hace aparecer como mitol( ico- es decir- como una ilusi(n hist(rica- la e%i encia 'ilos('ica o epistemol( ica del centro. /in embar o- aunque se admita la necesidad del esto de 83$i&/trauss- sus ries os no pueden i norarse. /i la mito&l( ica es mito&m(r'ica- +$ienen a resultar lo mismo todos los discursos sobre los mitos. +=abr que abandonar toda e%i encia epistemol( ica que permita distin uir entre

di$ersas calidades de discursos acerca del mito. ,uesti(n clsica- pero ine$itable. A eso no se puede responder &* creo que 83$i&/trauss no responde a eso& hasta que no se ha*a planteado e%presamente el problema de las relaciones entre el 'iloso'ema o el teorema por una parte- * el mitema o el mito& poema por otra. 8o cual no es un asunto menor. /i no se plantea e%presamente ese problema- nos condenamos a trans'ormar la pretendida trans resi(n de la 'iloso'!a en una 'alta desapercibida en el interior del campo 'ilos('ico. El empirismo ser!a el 3nero del que estas 'altas continuar!an siendo las especies. 8os conceptos trans&'ilos('icos se trans'ormar!an en in enuidades 'ilos('icas. Podr!a mostrarse este ries o en muchos e0emplos- en los conceptos de si no- de historia- de $erdad- etc. 8o que quiero subra*ar es s(lo que el paso ms all de la 'iloso'!a no consiste en pasar la p ina de la 'iloso'!a 4lo cual equi$ale en casi todos los casos a 'iloso'ar mal5- sino en continuar le*endo de una cierta manera a los 'il(so'os. El ries o del que hablo lo asume siempre 83$i&/trauss- * es ese el precio mismo de su es'uerzo. =e dicho que el empirismo era la 'orma matricial de todas las 'altas que amenazan a un discurso que si ue pretendi3ndose cient!'ico- particularmente en 83$i&/trauss. Ahora bien- si se quisiese plantear a 'ondo el problema del empirismo * del "bricola e#- se abocar!a sin duda mu* rpidamente a proposiciones absolutamente contradictorias en cuanto al estatuto del discurso en la etnolo !a estructural. Por una parte- el estructuralismo se o'rece- 0usti'icadamentecomo la cr!tica misma del empirismo. Pero al mismo tiempo no ha* libro o estudio de 83$i&/trauss que no se propon a como un ensa*o emp!rico que otras in'ormaciones podrn en cualquier caso lle ar a completar o a re'utar. 8os esquemas estructurales se proponen siempre como hip(tesis que proceden de una cantidad 'inita de in'ormaci(n * a las que se somete a la prueba de la e%periencia. Numerosos te%tos podr!an demostrar este doble postulado. Mol$monos de nue$o hacia la &bertura en Lo crudo y lo cocido, donde aparece realmente que si ese postulado es doble es porque se trata aqu! de un len ua0e sobre el len ua0e. "8as cr!ticas que nos reprochasen no haber procedido a un in$entario e%hausti$o de los mitos sudamericanos antes de analizarlos- cometer!an un ra$e contrasentido acerca de la naturaleza * el papel de estos documentos. El con0unto de los mitos de una poblaci(n pertenece al orden del discurso. A menos que la poblaci(n se e%tin a '!sicamente o moralmente- este con0unto no es nunca un con0unto cerrado. Maldr!a lo mismo- pues- reprocharle a un lin Nista que escriba la ramtica de una len ua sin haber re istrado la totalidad de los actos de habla que se han pronunciado desde que e%iste esa len ua- * sin conocer los intercambios $erbales que tendrn lu ar durante el tiempo en que aqu3lla e%ista. 8a e%periencia prueba que un n6mero irrisorio de 'rases... le permite al lin Nista elaborar una ramtica de la len ua que estudia. E incluso una ramtica parcial- o un esbozo de ramtica- representan adquisiciones preciosas si se trata de len uas desconocidas. 8a sinta%is- para mani'estarse- no espera a que ha*a podido in$entariarse una serie te(ricamente ilimitada de acontecimientos- puesto que aqu3lla consiste en el cuerpo de re las que presiden el en endramiento de esos acontecimientos. Ahora bien- es realmente de una sinta%is de la mitolo !a sudamericana de lo que hemos pretendido hacer el esbozo. /i nue$os te%tos lle an a enriquecer el discurso m!tico- esa ser la ocasi(n para controlar o modi'icar la manera como se han 'ormulado ciertas le*es ramaticales- para renunciar a al unas de ellas- * para descubrir otras nue$as. Pero en nin 6n caso se nos podr oponer la e%i encia de un discurso m!tico total. Pues se acaba de $er que esa e%i encia no tiene sentido# 4pp. BH * BI5. A la totalizaci(n se la de'ine- pues- tan pronto como intil, tan pronto como imposible. Eso depende- sin duda- de que ha* dos maneras de pensar el l!mite de la totalizaci(n. 2- una $ez ms- *o dir!a que esas dos determinaciones coe%isten de manera no&e%presa en el discurso de 83$i&/trauss. 8a totalizaci(n puede 0uz arse imposible en el sentido clsico1 se e$oca entonces el es'uerzo emp!rico de un su0eto o de un discurso 'inito que se so'oca en $ano en pos de una riqueza in'inita que no podr dominar 0ams. =a* demasiadas cosas- * ms de lo que puede decirse. Pero se puede determinar de otra manera la no&totalizaci(n1 no *a ba0o el concepto de 'initud como asi naci(n a la empiricidad sino ba0o el concepto de juego. /i la totalizaci(n *a no tiene entonces sentido- no es porque la in'initud de un campo no pueda cubrirse por medio de una mirada o de un discurso 'initos- sino porque la naturaleza del campo &a saber- el len ua0e- * un len ua0e 'inito& e%clu*e la totalizaci(n1 este campo es- en e'ecto- el de un juego, es decir- de sustituciones in'initas en la clausura de un con0unto 'inito. Ese campo tan s(lo permite tales sustituciones in'initas porque

es 'inito- es decir- porque en lu ar de ser un campo ina otable- como en la hip(tesis clsica- en lu ar de ser demasiado rande- le 'alta al o- a saber- un centro que deten a * 'unde el 0ue o de las sustituciones. /e podr!a decir- sir$i3ndose ri urosamente de esa palabra cu*a si ni'icaci(n escandalosa se borra siempre en 'ranc3s- que ese mo$imiento del 0ue o- permitido por la 'alta- por la ausencia de centro o de ori en- es el mo$imiento de la suplementariedad. No se puede determinar el centro * a otar la totalizaci(n puesto que el si no que reemplaza al centro- que lo suple, que ocupa su lu ar en su ausencia- ese si no se a?ade- $iene por a?adidura- como suplemento. El mo$imiento de la si ni'icaci(n a?ade al o- es lo que hace que ha*a siempre "ms#pero esa adici(n es 'lotante porque $iene a e0ercer una 'unci(n $icaria- a suplir una 'alta por el lado del si ni'icado. Aunque 83$i&/trauss no se sir$e de la palabra suplementario subra*ando como *o ha o aqu! las dos direcciones de sentido que en ella se con0untan de 'orma e%tra?a- no es casual que se sir$a por dos $eces de esa palabra en su (ntroducci n a la obra de )auss, en el momento en que habla de la "sobreabundancia de si ni'icante con respecto a los si ni'icados sobre los que aqu3lla puede establecerse#1 "En su es'uerzo por comprender el mundo- el hombre dispone- pues- siemprede un e%ceso de si ni'icaci(n 4que reparte entre las cosas se 6n le*es del pensamiento simb(lico que corresponde estudiar a los etn(lo os * a los lin Nistas5. Esta distribuci(n de una raci(n suplementaria &si cabe e%presarse as!& es absolutamente necesaria para que- en con0unto- el si ni'icante disponible * el si ni'icado se?alado se manten an entre ellos en la relaci(n de complementariedad que es la condici(n misma del pensamiento simb(lico#. 4/in duda podr!a mostrarse que esta raci n suplementaria de si ni'icaci(n es el ori en de la ratio misma.5 8a palabra reaparece un poco ms adelante- despu3s de que 83$i&/trauss ha*a hablado de "ese si ni'icante 'lotante que es la ser$idumbre de todo pensamiento 'inito#1 "En otros t3rminos- e inspirndonos en el precepto de Mauss de que todos los 'en(menos sociales pueden asimilarse al len ua0e- $emos en el mana, el *akan, el oranda, * otras nociones del mismo tipo- la e%presi(n consciente de una funci n semntica, cu*o papel es permitir el e0ercicio del pensamiento simb(lico a pesar de la contradicci(n propia de 3ste. As! se e%plican las antinomias aparentemente insolublesli adas a esa noci(n... <uerza * acci(n- cualidad * estado- sustanti$o * ad0eti$o * $erbo a la $ez; abstracta * concreta- omnipresente * localizada. 2 e'ecti$amente- el mana es todo eso a la $ez; pero precisamente- +no ser- 0usto porque no es nada de todo eso- una simple 'orma o- ms e%actamentes!mbolo en estado puro- capaz- en consecuencia- de car arse de cualquier contenido simb(lico. En ese sistema de s!mbolos que constitu*e toda cosmolo !a- aqu3l ser!a simplemente un valor simb lico cero, es decir- un si no que marca la necesidad de un contenido simb(lico suplementario 9el subra*ado es nuestro: sobre aquel que soporta *a el si ni'icado- pero que puede ser un $alor cualquiera con la condici(n de que si a 'ormando parte de la reser$a disponible * que no sea- como dicen los 'on(lo os- un t3rmino de rupo#. 4Nota1 "8os lin Nistas han lle ado *a a 'ormular hip(tesis de ese tipo. As!1 J>n 'onema cero se opone a todos los dems 'onemas del 'ranc3s en que no comporta nin 6n carcter di'erencial * nin 6n $alor 'on3tico constante. Pero en cambio el 'onema cero tiene como 'unci(n propia oponerse a la ausencia de 'onemaK 47aOobson * 8otz5. ,asi podr!a decirse de modo seme0ante- * esquematizando la concepci(n que se ha propuesto aqu!- que la 'unci(n de las nociones de tipo mana es oponerse a la ausencia de si ni'icaci(n sin comportar por s! misma nin una si ni'icaci(n particular#.5 8a sobreabundancia del si ni'icante- su carcter suplementario, depende- pues- de una 'initud- es decir- de una 'alta que debe ser suplida. /e comprende entonces por qu3 el concepto de 0ue o es importante en 83$i&/trauss. 8as re'erencias a todo tipo de 0ue o- especialmente en la ruleta- son mu* 'recuentes- en particular en sus +onversaciones, ,aza e historia, "l pensamiento salvaje. Pero esa re'erencia al 0ue o se encuentra siempre condicionada por una tensi(n. Tensi(n con la historia- en primer lu ar. Problema clsico- * en torno al cual se han e0ercitado las ob0eciones. Indicar3 s(lo lo que me parece que es la 'ormalidad del problema1 al reducir la historia- 83$i&/trauss ha hecho 0usticia con un concepto que ha sido siempre c(mplice de una meta'!sica teleol( ica * escatol( ica- es decir- parad(0icamente- de esa 'iloso'!a de la presencia

a la que se ha cre!do poder oponer la historia. 8a temtica de la historicidad- aunque parece que se ha introducido bastante tarde en la 'iloso'!a- ha sido requerida en 3sta siempre por medio de la determinaci(n del ser como presencia. ,on o sin etimolo !a- * a pesar del anta onismo clsico que opone esas si ni'icaciones en todo el pensamiento clsico- se podr!a mostrar que el concepto de episteme ha reclamado siempre el de istoria, en la medida en que la historia es siempre la unidad de un de$enir- como tradici(n de la $erdad o desarrollo de la ciencia orientado hacia la apropiaci(n de la $erdad en la presencia * en la presencia a s!- hacia el saber en la consciencia de s!. 8a historia se ha pensado siempre como el mo$imiento de una reasunci(n de la historia- como deri$aci(n entre dos presencias. Pero si bien es le !timo sospechar de ese concepto de historia- al reducirlo sin plantear e%presamente el problema que esto* se?alando aqu!- se corre el ries o de recaer en un ahistoricismo de 'orma clsica- es decir- en un momento determinado de la historia de la meta'!sica. Tal me parece que es la 'ormalidad al ebraica del problema. Ms concretamente- en el traba0o de 83$i&/trauss- ha* que reconocer que el respeto de la estructuralidad- de la ori inalidad interna de la estructura- obli a a neutralizar el tiempo * la historia. Por e0emplo- la aparici(n de una nue$a estructura- de un sistema ori inal- se produce siempre &* es esa la condici(n misma de su especi'icidad estructural& por medio de una ruptura con su pasado- su ori en * su causa. As!- no se puede describir la propiedad de la or anizaci(n estructural a no ser de0ando de tener en cuenta- en el momento mismo de esa descripci(n- sus condiciones pasadas1 omitiendo plantear el problema del paso de una estructura a otra- poniendo entre par3ntesis la historia. En ese momento "estructuralista#- los conceptos de azar * de discontinuidad son indispensables. 2 de hecho 83$i& /trauss apela 'recuentemente a ellos- como por e0emplo para esa estructura de las estructuras que es el len ua0e- del que se dice en la (ntroducci n a la obra de )auss que "s(lo ha podido nacer todo de una $ez#1 ",ualesquiera que ha*an sido el momento * las circunstancias de su aparici(n en la escala de la $ida animal- el len ua0e s(lo ha podido nacer todo de una $ez. 8as cosas no han podido ponerse a si ni'icar pro resi$amente. A continuaci(n de una trans'ormaci(n cu*o estudio no depende de las ciencias sociales- sino de la biolo !a * de la psicolo !a- se ha e'ectuado un paso desde un estado en que nada ten!a un sentido a otro en que todo lo pose!a#. 8o cual no le impide a 83$i&/trauss reconocer la lentitud- la maduraci(n- la labor continua de las trans'ormaciones 'cticas- la historia 4por e0emplo en ,aza e historia). Pero- de acuerdo con un esto que 'ue tambi3n el de Fousseau o de =usserl- debe "apartar todos los hechos# en el momento en que pretende $ol$er a aprehender la especi'icidad esencial de una estructura. Al i ual que Fousseau- tiene que pensar siempre el ori en de una estructura nue$a sobre la base del modelo de la catstro'e &trastorno de la naturaleza en la naturaleza- interrupci(n natural del encadenamiento natural- separaci(n de la naturaleza. Tensi(n del 0ue o con la historia- tensi(n tambi3n del 0ue o con la presencia. El 0ue o es el rompimiento de la presencia. 8a presencia de un elemento es siempre una re'erencia si ni'icante * sustituti$a inscrita en un sistema de di'erencias * el mo$imiento de una cadena. El 0ue o es siempre 0ue o de ausencia * de presencia- pero si se lo quiere pensar radicalmente- ha* que pensarlo antes de la alternati$a de la presencia * de la ausencia; ha* que pensar el ser como presencia o ausencia a partir de la posibilidad del 0ue o- * no a la in$ersa. Pero si bien 83$i&/trauss ha hecho aparecerme0or que nin 6n otro- el 0ue o de la repetici(n * la repetici(n del 0ue o- no menos se percibe en 3l una especie de 3tica de la presencia- de nostal ia del ori en- de la inocencia arcaica * natural- de una pureza de la presencia * de la presencia a s! en la palabra; 3tica- nostal ia e incluso remordimiento- que a menudo presenta como la moti$aci(n del pro*ecto etnol( ico cuando se $uel$e hacia sociedades arcaicas- es decir- a sus o0os, e0emplares. Esos te%tos son mu* conocidos. En cuanto que se en'oca hacia la presencia- perdida o imposible- del ori en ausente- esta temtica estructuralista de la inmediatez rota es- pues- la cara triste- negativa, nostl ica- culpablerousseauniana- del pensamiento del 0ue o- del que la otra cara ser!a la afirmaci n nietzscheana- la a'irmaci(n ozosa del 0ue o del mundo * de la inocencia del de$enir- la a'irmaci(n de un mundo de si nos sin 'alta- sin $erdad- sin ori en- que se o'rece a una interpretaci(n acti$a. "sta afirmaci n determina entonces el no-centro de otra manera -ue como prdida del centro . 2 0ue a sin

se uridad. Pues ha* un 0ue o seguro: el que se limita a la sustituci n de piezas dadas y existentes, presentes. En el azar absoluto- la a'irmaci(n se entre a tambi3n a la indeterminaci(n gentica, a la a$entura seminal de la huella. =a*- pues- dos interpretaciones de la interpretaci(n- de la estructura- del si no * del 0ue o. >na pretende desci'rar- sue?a con desci'rar una $erdad o un ori en que se sustrai an al 0ue o * al orden del si no- * que $i$e como un e%ilio la necesidad de la interpretaci(n. 8a otra- que no est *a $uelta hacia el ori en- a'irma el 0ue o e intenta pasar ms all del hombre * del humanismo- dado que el nombre del hombre es el nombre de ese ser que- a tra$3s de la historia de la meta'!sica o de la onto&teolo !a- es decir- del con0unto de su historia- ha so?ado con la presencia plena- el 'undamento tranquilizador- el ori en * el 'inal del 0ue o. Esta se unda interpretaci(n de la interpretaci(n- cu*o camino nos ha se?alado Nietzsche- no busca en la etno ra'!a- como pretend!a 83$i&/trauss- de quien cito aqu! una $ez ms la (ntroducci n a la obra de )auss , "la inspiraci(n de un nue$o humanismo#. /e podr!a ad$ertir en ms de un si no- actualmente- que esas dos interpretaciones de la interpretaci(n &que son absolutamente inconciliables incluso si las $i$imos simultneamente * las conciliamos en una oscura econom!a& se reparten el campo de lo que se llama- de manera tan problemtica- las ciencias humanas. Por mi parte- * aunque esas dos interpretaciones deben acusar su di'erencia * a udizar su irreductibilidad- no creo que actualmente ha*a que escoger. En primer lu ar porque con todo esto nos situamos en una re i(n &di amos toda$!a- pro$isionalmente- de la historicidad& donde la cate or!a de "elecci(n# parece realmente li era. 2 despu3s- porque ha* que intentar pensar en primer lu ar el suelo com6n- * la diferancia de esta di'erencia irreductible. 2 porque se produce aqu! un tipo de cuesti(n- di amos toda$!a hist(rica- ante la que apenas podemos actualmente hacer otra cosa que entre$er su concepci n. su formaci n. su gestaci n. su trabajo . 2 di o estas palabras con la mirada puesta- por cierto- en las operaciones del parto; pero tambi3n en aquellos que- en una sociedad de la que no me e%clu*o- des$!an sus o0os ante lo toda$!a innombrable- que se anuncia- * que s(lo puede hacerlo- como resulta necesario cada $ez que tiene lu ar un nacimiento- ba0o la especie de la no&especie- ba0o la 'orma in'orme- muda- in'ante * terror!'ica de la monstruosidad. Jacques Derrida

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