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Comentario Crítico A La Obra de Burckhardt

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Cmo Titus Burckhardt reinvent al-Andalus

Jess M. Sez Universidad de Alicante Diciembre 2009

ndice
LAS CRNICAS MUSULMANAS ...........................................................................................................................................................1 EXAGERACIONES Y OMISIONES .........................................................................................................................................................3 IDEALIZACIONES ..................................................................................................................................................................................7 PROCEDIMIENTOS RETRICOS .........................................................................................................................................................8 INCONGRUENCIAS ...............................................................................................................................................................................9 EL FACTOR NOVELESCO ....................................................................................................................................................................10 PRO CAUSA ISLMICA .........................................................................................................................................................................10 APRIORISMOS .....................................................................................................................................................................................13 DESATENCIN A LA HISTORIOGRAFA ...............................................................................................................................................15 CONCLUSIONES ..................................................................................................................................................................................18 BIBLIOGRAFA ......................................................................................................................................................................................20 NOTAS..................................................................................................................................................................................................25

Este artculo, resumen de mi tesis doctoral Anlisis crtico de La civilizacin hispano-rabe de Titus Burckhardt1 , se ocupa principalmente de la obra de Burckhardt La civilizacin hispano-rabe, aunque teniendo en cuenta ocasionalmente sus libros Esoterismo islmico, Ensayos sobre el conocimiento sagrado y Espejo del Intelecto. La civilizacin hispano-rabe ofrece un idlico panorama de la cultura andalus, que presenta como un modelo de lo que el islam era capaz de crear; intenta responder a las crticas al islam a la par que enaltece sus logros, reuniendo un cumplido repertorio de tpicos idealizadores de al-Andalus. En una somera bsqueda por Internet se descubre que el libro es citado en la bibliografa de programas de asignaturas de rango universitario impartidas en facultades espaolasa. Asimismo, es citado, a veces incluyendo captulos completos, en artculos "colgados" en la redb; recibe elogios como ste: "Este es un profundo y hermoso estudio de la importancia de la civilizacin de Al-Andalus, la Espaa musulmana, muy recomendable"c. En el horizonte de la historiografa espaola resulta paradjico que La civilizacin hispano-rabe haya sido varias veces reimpresa y sin embargo apenas haya traducciones de Ignaz Goldziher, C. Snouck Hurgronje, Henri Lammens, Joseph Schacht, S. D. Goitein, P. Crone, Bat Ye'or y otros notables investigadores. El libro fue publicado por primera vez en alemn en 1970, con el ttulo Die maurische Kultur in Spaniend y en ingls en 1972 como Moorish Culture in Spaine. Sin embargo, no nos consta que se haya realizado edicin francesaf. La condicin de musulmn de Burckhardt se refleja en el enfoque general, en sus presupuestos y valoraciones, en la seleccin de contenidos y en las conclusiones de La civilizacin hispano-rabe. Titus Burckhardt, suizo-alemn, naci en Florencia en 1908 y muri en Lausana en 1984; fue sobrino-nieto del famoso historiador Jacob Burckhardt . En la dcada de 1930 pas algunos aos en Marruecos. Destac como uno de los exponentes de la "sabidura perenne" o "verdad universal" de la metafsica, la cosmologa y el arte tradicional"g. Fue miembro eminente de la "escuela tradicionalista" del siglo XX, que inclua en sus filas a F. Schuon, M. Lings, S. H. Nasr, A. Coomaraswamy y R. Gunon. Estos dos ltimos, de una generacin anterior, pueden ser considerados los maestros del grupo. A imitacin de Gunon, destacado masn, Burckhardt se convirti al islam, aprendi rabe y entr en contacto con el sufismo.

LAS CRNICAS MUSULMANAS Burckhardt da por buenos, sin el pertinente examen crtico, los datos procedentes de las crnicas musulmanas. stas fueron escritas por historiadores al servicio del poder y contienen exageraciones, relatos legendarios y fantsticos, inexactitudes, falsedades y no pocas incongruencias.
Las crnicas rabes de los primeros siglos de al-Andalus estn escritas desde una perspectiva deformada favorable a los omeyas2; "la mayora de los cronistas omeyas son clientes de los omeyas, paniaguados suyos, que no podan ser imparciales"3. "Esta historiografa cortesana procur ocultar las horas negras de aquella dinasta"4. Burckhardt recoge

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Leda en la Universidad de Alicante en octubre de 2008. cf. Collins (1992). La conquista rabe, p.118. 3 Viguera (1988). Cronistas de al-Andalus, p.90.

los pormenores de la batalla de Zalaca de las crnicas, probablemente por intermediacin de Menndez Pidal, que los entreteji "sin aquilatar su veracidad"5; de las crnicas de este periodo haba escrito Dozy: que "contenan verdades mezcladas con fbulas" y que "casi toda la historia musulmana, al avanzar el tiempo, se convirti en una leyenda", "los hechos estn mezclados con leyendas, las verdades con comentarios y lo genuino con lo espreo. Contienen narraciones maravillosas, ensueos, milagros, epstolas fingidas, versos adulterados, discursos y dilogos supuestos, que ofrecen todo el aparato de la antigua sabidura oriental y se apoyan en la autoridad de testigos, que se dicen oculares y cuyos nombres se citan, pero que nunca han existido. Estos libros, cuyo estilo es psimo y prolijo hasta el tedio, fueron compuestos con la misma idea que los Pseudo-Waqidis, esto es, para excitar el ardor blico de los musulmanes y para azuzar su odio contra los cristianos; por lo cual las derrotas de stos y las victorias de aqullos se exageran ridculamente6.

En lugar de las exposiciones y comentarios histrico-crticos, introduce ancdotas y relatos de las crnicas y otras fuentes musulmanas, algunos de ellos manifiestamente fantsticos y otros cuya inexactitud ya haba sido demostrada por la historiografa mucho antes de la publicacin de La civilizacin hispano-rabe.
Algunos ejemplos. La invencin de los oficios por los profetas, leyenda que Burckhardt expone, dando la impresin de que comparte el crdito que tal leyenda tena para los musulmanes corrientes; tal relato fue fabricado con intencin de ennoblecer las tareas juzgadas en la sociedad musulmana como menos honrosas7, pues "es notorio el desprecio generalizado del mundo islmico hacia artistas y artesanos"8. La civilizacin hispano-rabe ignora el desdn de la sociedad islmica hacia el trabajo manual; nada dice de las discriminaciones legales que sufra el artesano (un tejedor no poda dar su testimonio en juicio, no poda contraer matrimonio con mujeres de condicin superior o de estirpe rabe...).
La artesana. Dice Burckhardt: Comentario:

Contrastando con la tcnica moderna, que ha desarrollado sobre todo las herramientas para llegar al extremo de que una mquina reproduce con triste monotona una y otra vez el mismo objeto desprovisto de alma, la artesana hispano-rabe tenda a refinar el modo de trabajar para conseguir con los medios ms sencillos los efectos ms nobles. Esto requiere un dominio perfecto tanto de la herramienta como del material que se trabajaba y de aqu se deriva un autodominio sui gneris, como si el artesano o el artista ambas cosas no podan ser separadas una de otra formara simultneamente su obra y su propia persona; la maestra profesional era ms que una habilidad externa. Reciba su trascendencia espiritual por el hecho de que con ciertos procedimientos profesionales se transmitan a un tiempo los puntos de partida de una sabidura contemplativa. (Burckhardt 1992: 64-65)
Sobre la incursin de Almanzor a Santiago, dice Burckhardt:

En tiempos de los omeyas perdur la mentalidad de la sociedad nmada rabe que despreciaba al herrero, al campesino, al platero y al fabricante de espadas. "Tres ocupaciones son practicadas siempre por la clase inferior de los hombres: tejer, escarificar y curtir pieles"; algunos autores aadan a la lista el domador de monos9 El tejedor, que Burckhardt toma como ejemplo de la artesana, era tenido desde la poca preislmica, junto con el flebotomista, como uno de los dos oficios viles por excelencia10. La costumbre de despreciar el trabajo era corriente en los crculos sufes11, lo que resulta sorprendente en el caso de Burckhardt, que adopt la va suf.

Comentario:

Almanzor, en su incursin contra Santiago de Composte- La noticia de que el Victorioso respet el sepulcro de la, respet la tumba del apstol. (cf. Burckhardt 1992: 18) Santiago ha quedado desmentida por las investigaciones arqueolgicas. El hecho habitual era que los musulmanes, que conocan la devocin de los cristianos, destruan los santuarios donde se guardaban las reliquias, y el mismo

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Viguera (1988). Cronistas de al-Andalus, p.90. Huici Miranda (1956). Las grandes batallas de la Reconquista, p. 48. 6 Huici Miranda (1956). Las grandes batallas de la Reconquista, p. 49. 7 cf. Brunschvig (1976). tudes d'Islamologie (t. I), p. 148. 8 Gmez de Avellaneda Sabio (2002). Patio de los naranjos: el sahn como imagen del paraso, p.683. 9 cf. Shatzmiller (1994). Labour in the Medieval Islamic World, p.371. 10 cf. Schacht (1995). Law and Justice, p. 563. 11 cf. Shatzmiller (1994). Labour in the Medieval Islamic World, p.376.

santuarios donde se guardaban las reliquias, y el mismo Almanzor combati, saque o destruy sistemticamente los ms famosos y venerados monasterios cristianos del Norte. Almanzor "slo destruy la abada, ya que sta era un foco de concentracin para los cruzados". (Burckhardt 1992: 18) No hay ninguna constancia histrica de que, a finales del siglo X, Santiago de Compostela fuera un "foco de concentracin de cruzados"; esta afirmacin implica la suposicin de que los monjes cristianos eran guerreros y de que su belicismo emulaba el ejemplo de los guerreros musulmanes, que solan asociar la guerra contra los infieles con el monacato. La tesis de que fueron primeramente los monjes de Cluny quienes convirtieron la reconquista en una cruzada ibrica merece poco crdito.

Las crnicas musulmanas, al relatar un mismo episodio histrico, difieren corrientemente en muchos de los pormenores, discrepando tambin en las cifras que brindan al lector, mostrndose siempre favorables a los intereses del soberano de turno o ensalzando a la comunidad musulmana frente al enemigo cristiano. Cuanto ms alejados en el tiempo estn los cronistas de los sucesos que narran, ms libres se sienten para incluir en el relato detalles novelescos e inventados. Burckhardt, ante datos dispares de las fuentes que utiliza, opta por algunos de ellos sin fundamentar su eleccin; no tiene en cuenta, por ejemplo, la mayor credibilidad de los cronistas testigos presenciales o participantes en el evento y no aplica sistemticamente el criterio de reducir las cifras por diez las cifras de las crnicas musulmanas.
Respecto a los motivos que llevaron al emir almorvide Yusuf al-Tachufin a al-Andalus, Burckhardt ha optado por exponer la versin del Rawd al-qirtas, posterior en dos siglos a los hechos, sin alegar ningn porqu de la eleccin de sta en lugar de otras ms cercanas. Burckhardt se complace en describir la interesante imagen de los hombres velados del desierto; los andaluses, sin embargo, vean en ellos una amenaza para su seguridad y sus pertenencias, ms que un pintoresco motivo de gozo; Burckhardt subraya el carcter religioso del movimiento almorvide, sin mencionar las importantes razones polticas y econmicas que lo originaron; en el relato de la batalla de Zalaca incluye todos los detalles fantsticos, incluyendo el de los tambores almorvides y de su efecto desastroso sobre los cristianos, "clich falso y desorbitado" que "ya conviene irlo olvidando"12. Aporta Burckhardt cifras de muertos y heridos "segn las crnicas musulmanas"[sic]; sin embargo, las crnicas discrepan entre s en las cifras, y las tradas a colacin por Burckhardt corresponden, multiplicando algunas por diez y dejando otras como las encontr, al Rawd al-qirtas, obra poco digna de crdito. Collins advierte de las dificultades que acechan al historiador que se ve en la circunstancia de tener que utilizar la historiografa musulmana: "Sera metodolgicamente poco razonable recurrir a textos tan claramente hbridos como el Ajbar Machmu'a, el Fath al-Andalus o los presuntos apuntes de clase de Ibn al-Qutiyya en busca de buena informacin sobre la historia de la Espaa islmica (al-Andalus) en los siglos VIII o IX. Aun libros generalmente homogneos, como los de Ibn al-Atir e Ibn Jaldn, pueden estar igualmente viciados. Esto deja al posible historiador de la Espaa del siglo VIII en una dificultad no pequea en lo que concierne a la confianza que puede asignarse a sus fuentes, si es que se les puede asignar alguna". "La hipercrtica, como gustan llamarla sus adversarios, es preferible a escribir un libro de aventuras"13.

EXAGERACIONES Y OMISIONES Sobrevalora Burckhardt el factor esttico, el componente artstico y literario, el pintoresquismo y lo "romntico", a la vez que minusvalora la dimensin jurdica y concede poca importancia a los factores social y econmico. Burckhardt apenas tiene en cuenta el elemento jurdico el contenido de la ley o las respuestas jurdicas (fatwas), aunque el derecho islmico sea una de las fuentes ms importantes para la investigacin de la sociedad

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cf. De las Cagigas (1948). Los mudjares (t. I), p.221. Collins (1992). La conquista rabe, 710-797, p.11.

islmica. Ignora hechos tan fundamentales como que, a diferencia del cristianismo, el islam desconoce el concepto antropolgico-jurdico de "persona", por encima de las diferencias de religin, de sexo y de condicin libre o esclava.
Dice Burckhardt: Comentario:

No hay mejor medio para entrar en comunicacin directa con una civilizacin del pasado que la contemplacin de una obra de arte, siempre que sta represente, dentro de esa civilizacin algo as como un ncleo espiritual. (Burckhardt 1992: 11) En ella [la obra de arte] suele manifestarse siempre algo esencial, algo que no sabemos captar a travs de la historia, con sus rasgos ms o menos externos, algo que se escapa al anlisis de las circunstancias socioeconmicas. (Burckhardt 1992: 11)

Minusvalorar la dimensin jurdica es una seria carencia pues "es en la historia del derecho donde hay que buscar los hechos y su significacin"14. El derecho islmico es una de las fuentes ms importantes para la investigacin de la sociedad islmica15. Las fuentes jurdicas tienen una calidad mayor que las literarias16.

Generaliza exageradamente al remitir las causas y los motivos profundos de los episodios histricos a la revelacin cornica, al Hadiz, o a los rabes, o al carcter rabe. Su punto de vista providencialista incurre, a veces, en el fatalismo.
Dice Burckhardt: Es imposible imaginarse la fuerza combativa de los ejrcitos musulmanes sin ese celo religioso, estmulo de un pueblo que sabe que Dios est de su parte. Tanto ms sorprendente es el hecho de que, una vez depuestas las armas, los musulmanes tratasen a cristianos y judos con una tolerancia como no la solan practicar ni los judos ni los cristianos dentro de sus propios dominios. (Burckhardt 1992: 29)
Sobre el predominio racial rabe, dice Burckhardt: Comentario:

La sangre rabe qued muy pronto diluida, pero segn la conocida ley de herencia, que en parte contrarresta estas mezclas sigui apareciendo como rasgo dominante una y otra vez hasta nuestros das, de modo que el puro tipo rabe no lleg nunca a desaparecer. En eso desempea un papel no desdeable el hecho de que la lengua y la cultura eran rabes: una cultura que abarca a todo el hombre, favorece siempre el desarrollo de determinados tipos, que se distinguen tanto fsica como psquicamente . (Burckhardt 1992: 40)

Realmente quiere suponer Burckhardt que la lengua y la cultura se reflejaban en el dominio gentico o conformaban el mestizaje resultante? La realidad es que se dio una "hispanizacin racial" de los omeyas de al-Andalus: los retratos de los soberanos cordobeses dicen que la mayora de ellos no tenan apariencia rabe, eran rubios o pelirrojos; algunos tenan la tez clara y sonrosada17 y los ojos azules18,. Eran rubios y de ojos azules, asimismo, Muhammad al-Mahdi y 'Abd al-Rahman al-Murtada, como sus hijos, hermanos y todos sus allegados. Los monarcas 'Abd Allah y 'Abd al-Rahman III se tean de negro19,

Pernoud (1998). Para acabar con la Edad Media, p. 89. "El mismo derecho islmico es una de nuestras fuentes ms importantes para la investigacin de la sociedad islmica, y explicar el derecho islmico en trminos de sociedad islmica corre el riesgo de convertirse en un argumento circular". (cf. Schacht (1995). Law and Justice, p. 539) 16 El estudio de los procesos (tribunales reales, eclesisticos e incluso audiencias seoriales) y de los indultos aporta toda una serie de informaciones ms autnticas y de alcance mucho ms diverso sobre los diferentes aspectos de la vida cotidiana y de las reacciones psicolgicas. (Heers (1978). El clan familiar en la Edad Media, p. 8) 17 Hixam I, Muhammad, 'Abd Allah, 'Abd al-Rahman III. 18 Seas personales de Abd al-Rahman III: Era de tez blanca, ojos azul oscuro algo rojizos, rostro atractivo, corpulento. Sus piernas eran cortas, hasta el punto de que su estribo, por esta razn, bajaba apenas un palmo de la silla. Cuando montaba a caballo pareca de talla aventajada; pero, a pie, resultaba bastante bajo. (Una crnica annima de Abd al-Rahman III al-Nsir (1950). p.89) 19 Retratos de los emires cordobeses: Abd al-Rahman I. Era alto, rubio, tuerto, de mejillas enjutas y tena un lunar en el rostro. Hixam I. Este prncipe tena la tez muy blanca, el pelo rojizo y una excelente vista. Al-Hakam I. Era alto y delgado, de nariz muy correcta y no empleaba afeites; tena la tez muy morena. Abd al-Rahman II era alto, moreno, de ojos grandes y negros, la nariz aquilina, los prpados morenos y larga barba; haca mucho uso del henn (alhea) y del ketem. Muhammad. Tena la tez clara y sonrosada: era bajo, con la cabeza pequea y barba abundante. Al-Mundir. Moreno, de cabello ensortijado; empleaba el henn y el ketem; tena el rostro marcado de viruelas. Abd Allah. Tena la tez clara y subida de color, los ojos azules y nariz aquilina, era rubio, de estatura regular y se tea de negro. Abd al-Rahman III. Tena la piel blanca y los ojos azul oscuro; era de estatura mediana, hermoso de cuerpo y elegante; se tea de negro. Al-Hakam II. Era de un rubio rojizo, tena grandes ojos negros, la nariz aquilina, la voz gruesa, las piernas cortas, corpulento, los brazos largos y la mandbula superior muy saliente. Hixam II. Rubio, de ojos azul oscuro muy grandes, enjuto de rostro, barba rojiza, el cuerpo bien formado y las piernas cortas. (Ben Idhari) Snchez-Albornoz (1974). La
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quiz para parecer rabes. En cuanto a la eleccin de esposas, preferan las rubias: "lo que no s es si su gusto por las rubias era una preferencia connatural en todos ellos o una tradicin que tenan de sus mayores y que ellos siguieron", dice Ibn Hazm; "eran todos rubios, por herencia de sus madres, y este color vino a ser en ellos congnito, quitado Sulayman al-Zafir"20.

Burckhardt no es ecunime al valorar la deuda del islam con las grandes civilizaciones que le precedieron romana, griega, bizantina, persa... A veces minusvalora tal deuda y otras veces, espordicamente, en sentido inverso, destaca la importancia o demuestra la pertinencia cultural de un motivo islmico porque se encuentra en otras civilizaciones tradicionales ms antiguas; si algo ha sido tomado por el islam, es porque tena un valor universal. La historia demuestra que el islam en general y la cultura andalus en particular son deudores de otras culturas por lo que respecta al culto21, a la ley musulmana22, al arte, a la artesana...
La artesana de la seda proceda de los imperios bizantino y sasnida. El origen del papel hay que buscarlo en China. El tiraz era una institucin bizantina, que lleg a al-Andalus procedente de Egipto y Bagdad y fue suprimido por los sultanes almohades. "En al-Andalus se ha documentado la intervencin masiva de marmolistas cristianos en la Aljama cordobesa del siglo X". Tcnicas y formas prevalecientes en el Bajo Imperio romano lo fueron por el islam en Egipto y Siria. Variadas tcnicas arquitectnicas romanas fueron adoptadas en al-Andalus23; ciudades como Toledo rabe no se pueden explicar sin el legado premusulmn24. El arte es la nica rama de la civilizacin islmica de la que poseemos documentacin de los primeros cien aos: por una vez podemos ver realmente, frente a slo la esperanza de ver, lo que sucedi en la formacin de un modo de expresin islmico diferenciado. Qu es lo que vemos? Escultura antigua tarda, pinturas de desnudos, alegoras griegas con letras griegas, mosaicos bizantinos... para mencionar slo algunas de las ms asombrosas sorpresas... Quin se hubiera atrevido a sugerir que las monedas anicnicas, datadas en cincuenta aos despus de las conquistas, fueron precedidas por acuaciones genuinamente bizantinas y sasnidas con efigies imperiales, cruces y altares de fuego? Ciertamente, la sugestin de que las creencias familiares del islam fueron precedidas por un repertorio comparable de las creencias de otros pueblos ha sorprendido a la mayora de los estudiosos como algo completamente increble25. Las caractersticas cruciales de la institucin de wala' derivan del derecho romano y provincial26.

La civilizacin hispano-rabe no ha destacado suficientemente la persistente influencia del mundo romano en el Imperio islmico. Burckhardt no tiene en cuenta que el islam adopt elementos del derecho y de las instituciones romanos; atribuye la agricultura de regado del sur peninsular a la aportacin rabe, por encima de la romana. El popular hamman fue un elemento tomado en prstamo de las termas romanas y cuya decoracin deriv

Espaa musulmana (t. I), p. 139. Ibn Hazm (2005). El collar de la paloma, p.138. 21 Tom muchos elementos del culto judo. cf. A. J. Wensinck: La influencia juda en los orgenes del culto musulmn. Traduccin de J. M. Sez de la versin de G.-H. Bousquet y G.-W. Bousquet-Mirandolle. Internet. 22 Los conversos al islam cultos introdujeron sus ideas familiares, incluidos conceptos legales y mximas, en su nueva religin. Paralelismos como los existentes entre el derecho islmico y el romano frecuentemente tratan de doctrinas encontradas en el derecho romano clsico y el bizantino. (cf. Schacht (1982). An introduction to Islamic Law, p.20) Conceptos y mximas originadas en el derecho romano y bizantino, desde el derecho cannico de las iglesias orientales, del derecho talmdico y rabnico, y del derecho sasnida, se infiltraron en el derecho religioso naciente del islam en su periodo de incubacin, y aparecieron en las doctrinas del siglo II de la Hgira. (cf. Schacht (1982). An introduction to Islamic Law, p.21) 23 cf. Pavn (1992). Ciudades Hispanomusulmanas, p.17. 24 La Toledo rabe y mudjar [...] no se puede explicar sin el legado romano y godo. Por esta lnea cabe poner en tela de juicio el origen rabe va Crdoba de los arcos de herradura y lobulados toledanos para hacerlos arrancar de la etapa goda de la ciudad. (Pavn (1992). Ciudades Hispanomusulmanas, p.19) 25 cf. Crone (1987). Roman, provincial and Islamic law, p.17. 26 cf. Crone (1987). Roman, provincial and Islamic law, p.41.
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durante mucho tiempo de convenciones de la poca preislmica27.


Sobre la agricultura andalus, el parecer de Burckhardt: Comentario:

En el captulo dedicado a la agricultura, presentando en primer lugar la imagen de la noria, Burckhardt pretende establecer que la agricultura andalus no era deudora del pasado preislmico sino que deba sus progresos a los rabes; stos habran llegado a la pennsula acompaados de expertos que traan, desde las tierras de Siria y el norte de frica, el arte del regado mediante canales, aljibes, pozos de garrucha y fosos de filtracin. Seala Burckhardt, sin dar las oportunas referencias, que "algunos investigadores espaoles afirman que los mtodos de riego, tal como se siguen empleando en el sur de Espaa, y el derecho de las aguas, estrechamente relacionado con ellos, son de origen romano"
Dice Burckhardt, del Calendario de Crdoba:

Los romanos practicaban la agricultura de regado; la mayora de los cultivos del regado en la pennsula son de origen romano28. Los romanos conocan la noria de corriente y el principio de la noria de tiro (principio que se utiliza en los molinos de agua). Exista un gran mercado agrcola que pona en relacin la pennsula italiana, la pennsula ibrica y el norte de frica. Tcnicas y formas prevalecientes en el Bajo Imperio romano lo fueron por el islam en Egipto y Siria29. Variadas tcnicas arquitectnicas romanas fueron adoptadas en alAndalus30.

Comentario

"Seguramente Rabi b. Zayd o Recemundo aprovechara muchas cosas de las costumbres espaolas que existan ya antes del dominio musulmn. Sin embargo, muchas plantas mencionadas por l, como los albaricoques (albarquq), los melocotones y la caa de azcar slo haban sido introducidas por los rabes. Sobre todo, el fondo astronmico del calendario, tanto en lo referente a su contenido como a los trminos empleados, corresponde a la sabidura oriental". (Burckhardt 1992: 80)
Dice Burckhardt:

El Calendario de Crdoba atestigua la intensificacin del modelo romano y registra por primera vez la seda y otros cultivos nuevos. De las 134 plantas agrcolas enumeradas por los agrnomos islmicos andaluses, se ha afirmado que 41 de ellas fueron introducidas por los musulmanes; sin embargo, tras un examen ms detenido de esta muestra, slo puede aceptarse la introduccin de 19 de ellas.

Comentario:

Al-Hakam II solicita al emperador de Bizancio que le enviara un maestro mosasta. "Con ello qued tendido un puente hacia el arte bizantino, aunque esto no significara ms que un trasplante de procedimientos tcnicos. Las formas decorativas que aparecen en los mosaicos del mihrab de Crdoba estn totalmente ancladas en el estilo geomtrico del arte islmico occidental; los atauriques de las dovelas del nicho han perdido el carcter imitativo de la naturaleza que todava se observa en sus modelos bizantinos; no dan una impresin de profundidad, sino estn convertidos en un meldico juego de lneas sobre el abanico de pavo real, a que se compara el arco de entrada al mihrab con mucha propiedad. (Burckhardt 1992: 18)

En los trabajos de mosaico se mencionan siempre artistas bizantinos; para la decoracin de Madinat al-Zahra' fueron llamados artesanos bizantinos quienes ensearon a los andaluses las tcnicas propias. "De esta suerte, el policromo mosaico, adorno insigne de las iglesias bizantinas, iba a ser pronto la gloria de la mezquita mayor cordobesa, ampliada y renovada por el califa al-Hakam II".

La civilizacin hispano-rabe minusvalora, cuando no ignora, las aportaciones de la civiliza-

cf. Extract from the Encyclopaedia of Islam (1999). Hammam. Qosair Amra [...] es propiamente un bao, muy comparable a las termas romanas, de las que ha surgido evidentemente el hamman musulmn. (Marais (1983). El arte musulmn, p.38) 28 El papel "innovador" de la civilizacin islmica en este campo ha tendido a sobrevalorarse en ocasiones. La mayor parte de las tcnicas de regado conocidas en al-Andalus durante la poca medieval [...] son ampliamente conocidas en periodos anteriores. (Manzano Moreno (1986). El regado en al-Andalus, Internet, p. 622) 29 "Botellas de vidrio y platos pintados del siglo VIII hallados en Egipto y Siria mostraban que ambos pases utilizaban las mismas tcnicas de elaboracin y usaban las formas y las tcnicas comunes en el Bajo Imperio romano". (cf. Shatzmiller (1994). Labour in the Medieval Islamic World, p.36) 30 cf. Pavn (1992). Ciudades Hispanomusulmanas, p.17.

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cin visigoda a la civilizacin hispano-rabe.


De la artesana del cuero, dice Burckhardt: Comentario:

Crdoba tena fama por su marroquinera; no en vano la "Sabemos a lo menos que el trabajo del cuero en Crdoba, palabra francesa cordonnier, zapatero, se deriva del nombre de gran crdito a travs de la historia islmica de Espaa, de esta ciudad. (Burckhardt 1992: 64) es anterior a la conquista sarracena".

Minimiza el papel creativo as como el papel transmisor de un patrimonio de la poblacin autctona hispana en la formacin de la cultura hispano-rabe. Es evidente que el islam fue mucho ms brillante en la pennsula ibrica que en el norte de frica: la herencia cultural hispanorromana-visigoda y la singularidad de la poblacin autctona son factores de los que no se puede prescindir para explicar el "esplendor de al-Andalus". IDEALIZACIONES Burckhardt idealiza el grado de cultura de la poblacin de Qurtuba, el trato de las mujeres andaluses, la "tolerancia" con los dimmis y otros aspectos de la sociedad cordobesa. Idealiza tambin la esclavitud islmica, comparndola positivamente con la norteamericana, pero olvidando que en el islam la institucin tiene la sancin de la revelacin cornica, por lo que no era posible su abolicin desde dentro del islam sin oponerse al Corn.
Sobre la esclavitud andalus, dice Burckhardt: Comentario:

No debemos comparar la esclavitud, tal como se conoce dentro de la civilizacin islmica, con la esclavitud romana o con la norteamericana del siglo XIX: en el Islam, el esclavo nunca lleg a ser considerado como una mera cosa. Si su dueo le trataba mal, poda acudir al juez y conseguir su manumisin. Su dignidad de musulmn era intocable. (Burckhardt 1992: 42) Burckhardt no menciona las lacras de las concubinas esclavas, los eunucos ni los soldados esclavos

En tanto que musulmn, el esclavo gozaba de un reconocimiento de derechos. Pero la mayora de los esclavos procedan de pases no musulmanes por capturas o compra en mercado de esclavos, y no eran musulmanes. Cules eran sus derechos y dignidad en ese caso? La esclavitud fue una causa de que muchos de ellos islamizaran, para mejorar su estatus. En EE.UU. no existieron tales lacras; la esclavitud dur poco, conoci acerbas crticas y fue abolida por una guerra civil, porque nunca se reconoci su legitimidad moral.
Comentario:

Sobre los nmadas:

Burckhardt idealiza al nmada, recurriendo a textos de Ibn Jaldn, quien consideraba a los beduinos una fuerza regeneradora de la decadencia a la que inexorablemente desembocaba la vida sedentaria, los nicos capaces de regir eficazmente el Estado islmico.

Ibn Jaldn dio de los beduinos una imagen ferozmente negativa, que Burckhardt ignora: "Todo pas conquistado por los rabes muy pronto es arruinado. La inveteracin de los hbitos agrestes de la vida nmada ha hecho de los rabes un pueblo rudo y montaraz. La tosquedad de sus costumbres ha devenido en ellos una segunda naturaleza, Estima el modelo de Ibn Jaldn de la dialctica entre el un estado en el que se complacen, porque les libera de la nomadismo y el sedentarismo una teora vlida para sujecin y les depara un vivir independiente. Tal explicar "todas las culturas del continente asitico, incluso disposicin se opone al progreso social"31. la Europa pre-medieval", sin tener en cuenta las crticas que haba hecho Lvi-Provenal veinte aos antes de la
31 Contina el texto: "Es antinmica a la propia civilizacin. Su mxima preocupacin es deambular de un sitio a otro, recorriendo el desierto, y arrebatar a los dems sus bienes. Estado contrario a todo progreso... Tales son los rabes nmadas en general; adase que, por su propia disposicin, estn siempre prestos a pillar los bienes ajenos, a buscar los suyos con el arma al brazo y a saquear sin medida ni lmite. Cada vez que su vista alcanza un rebao, un mueble o un utensilio cualquiera, apodranse de ello indefectiblemente. Si, en su carrera tal llegan a conquistar el poder en alguna comarca o a fundar una dinasta, se dedican ntegramente a saciar su rapacidad, anulan todos los reglamentos que sirven para proteger las propiedades y riquezas de los habitantes. Bajo su dominacin, la ruina invade todo. Imponen a las gentes de oficio y a los artesanos prestaciones por las cuales no juzgan conveniente ofrecer alguna retribucin, siendo que el ejercicio de toda actividad es la verdadera fuente del lucro... Si las labores de toda ndole tropiezan con dificultades y cesan de ser provechosas, desaparecen la esperanza en el beneficio y se suspenden las actividades; la poblacin recela, el orden

que haba hecho Lvi-Provenal veinte aos antes de la publicacin de La civilizacin hispano-rabe.

PROCEDIMIENTOS RETRICOS Una obra con el sello de la utopa y la apologtica como La civilizacin hispano-rabe apela a menudo a medios de corte sofstico para producir la apariencia de verosimilitud en la ficcin a la par que se separa de la realidad. En algn momento el autor expone a la vez varias objeciones, que han sido planteadas por "un historiador moderno" a la civilizacin musulmana o hispano-rabe, y responde slo a una de ellas, ignorando las otras, con intencin de desacreditar el argumento en conjunto. Por otra parte, las objeciones son ms que eso, son hechos, no meras opiniones.
Dice Burckhardt: Comentario:

Un historiador moderno observa que la cultura rabe de los siglos IX y X, a pesar del altsimo grado de su desarrollo, no presenta ningn indicio de un orden comunal incipiente en manos del pueblo, lo que contrasta con la cultura latino-cristiana de la Edad Media; la vida en la Espaa musulmana, segn l, estaba totalmente a merced de los funcionarios de la realeza absoluta y de las, en cierto modo, rgidas donaciones de mano muerta, que quedaban al margen del progreso. Contra esto hay que sealar que la rigidez de las citadas donaciones no era considerada como contraria a la vida, sino como una proteccin y seguridad. (Burckhardt 1992: 57)
Sobre la destruccin de Medina Azahara, dice Burckhardt:

La cultura hispano-rabe careca de un orden comunal en manos del pueblo, el gobierno de la ciudad estaba completamente a merced del sultn, y ciertamente conoca un gran desarrollo de la propiedad amortizada. Burckhardt nicamente responde a esta ltima afirmacin.

Comentario:

...la fabulosa ciudad real Madinat al-Zahra, al oeste de Crdoba, es un campo en ruinas donde se estn realizando actualmente trabajosas excavaciones. (Burckhardt 1992: 12)

En un contexto en que est sugiriendo la desaparicin de la Crdoba omeya por causa de los cristianos, Burckhardt menciona la desaparicin de la ciudad califal de Medina Azahara, sin mencionar que sus destructores fueron musulmanes.
Comentario:

Dice Burckhardt sobre la esclavitud:

Los traficantes de esclavos, en su mayora judos, traan a prisioneros de guerra hechos por los alemanes en Rusia o por los bizantinos en los pases del Danubio, a travs de Alemania y Francia, o bien por el Mediterrneo, a Espa-

Burckhardt hace partcipes en la responsabilidad de la trata de esclavos en al-Andalus a los comerciantes judos, cuando la demanda de esclavos provena de la sociedad musulmana. No se refiere a la produccin de eunucos, que

establecido se trastorna y altera el progreso social. Adems, los rabes son omisos, desentendidos de los asuntos gubernamentales, poco o nada se preocupan por impedir los delitos; la vigilancia por la seguridad pblica les tiene sin cuidado; su nico inters es extraer de sus sbditos los dineros, sea por la violencia, sea por ominosos gravmenes. Con tal de conseguir esta finalidad, descuidan de todo lo dems. La regularizacin de la administracin del Estado, la procuracin del bienestar del pueblo sometido, y la coercin a los malhechores son negocios que no les incumben. Conformndose a sus tradiciones, reemplazan las penas corporales por las pecuniarias, a efecto de acrecentar las exacciones a favor de sus ingresos. Ahora bien, las simples multas no bastan para impedir los crmenes y reprimir los atentados; por el contrario, alientan a los delincuentes, que ven la pena pecuniaria bien sencilla, con tal de realizar sus proyectos criminales; de suerte, los sbditos de esos beduinos vienen a quedar en un estado anrquico que slo conduce a la destruccin social y a su prosperidad... Los beduinos son vidos del poder y apenas habr entre ellos quien consintiera en entregar la autoridad en manos de otro; el uno de ellos, ejerciendo el mando, no lo cedera a su propio padre, ni a su hermano, ni al principal de la familia... En el Yemen, su asiento, todos los centros de poblacin estn abandonados, excepto algunas ciudades; en el Iraq rabe, la misma suerte ha operado; todas las valiosas culturas que los persas haban protegido, han cesado de existir. En nuestros das, la Siria est desolada... En el Yemen todos los centros de poblacin estn abandonados, excepto algunas ciudades; en el Iraq rabe, la misma suerte ha operado; todas las valiosas culturas que los persas haban protegido, han cesado de existir. En nuestros das [siglo XIV], la Siria est desolada". (Ibn Jaldn (1977). Introduccin a la Historia Universal, Libro Segundo, cap. XXVI, p. 313 y ss.)

a, donde eran muy buscados como sirvientes y guardia personal de los sultanes. Segn al-Makkari, haba en tiempos de 'Abd al-Rahman II, mediado el siglo IX, en Crdoba hasta catorce mil eslavos, que eran todos musulmanes y en su mayor parte libertos, ya que la manumisin de esclavos se consideraba en el Islam como una de las acciones ms meritorias. No todos los saqaliba eran eslavos de raza, ms de uno era prisionero de guerra procedente del norte de Espaa o haba sido trado de Italia por piratas. Los eslavos libertos formaban entre la gente ms ambiciosa del pas. (Burckhardt 1992: 40)

era el destino de muchos de tales esclavos, por su importante funcin en la vigilancia del harn, debido a la existencia de la poligamia, de los serrallos de concubinas y a la necesidad de proteger el honor de sus dueos. Otros historiadores conscientes de la deuda del islam en la produccin de eunucos, han repartido su responsabilidad entre los no musulmanes, mencionando que algunas ciudades de la Europa cristiana estuvieron implicadas en su "manufactura"32.

INCONGRUENCIAS La civilizacin hispano-rabe propone valoraciones incongruentes: elogia la artesana hispano-rabe, a la que considera un patrimonio muy importantecontra la falta de artesana de la sociedad industrial- moderna y elogia como un importante patrimonio cultural la carencia de artesana de los beduinos un testimonio de la riqueza espiritual del nomadismo es la carencia de imgenes, construcciones, escritura y artesana33, o sea que si era muy importante el patrimonio artesanal, era ms valioso no tenerlo; elogia el terico igualitarismo islmico y elogia la falta de igualitarismo real de las sociedades estructuradas en castas, algunos de cuyos rasgos caractersticos posee el islam; critica a Cisneros por haber destruido algunos libros rabes e ignora la responsabilidad de los propios musulmanes por la destruccin de la gran biblioteca de Al-Hakam II, etctera.
La mujer igual y desigual al varn.- Burckhardt intenta demostrar que la corriente del amor corts de la poesa provenzal tiene su origen en la cultura islmica. Admite que la tarea es difcil, pero "a pesar de eso es as". El quid de su argumentacin reside en afirmar que la mujer es al mismo tiempo igual y desigual al varn; igual en su dimensin espiritual e inferior en su dimensin "animal" ("como hembra, sin embargo, queda sujeta al hombre, debe obedecer al hombre"); pero a la mujer le agradara renunciar a su libertad y someterse al varn ("la naturaleza femenina encuentra su realizacin en la obediencia") mientras que el mando sera la "carga" del hombre ("el hombre tiene que hacerse cargo del deber de mandar"). La unidad personal de cuerpo y alma, la libertad y la dignidad, atributos esenciales de la persona, incluso la femenina, son puestos en suspenso por Burckhardt.
Privilegios de los rabes; dice Burckhardt: Comentario:

Los rabes se consideraban a s mismos como miembros de la nobleza que gozaba de privilegios no slo frente a los bereberes, sino tambin frente a los indgenas convertidos al Islam. Contra ellos, los bereberes y los nuevos musulmanes espaoles reclamaban con razones fundadas la igualdad de derechos. (Burckhardt 1992: 46)

Burckhardt en otra de sus obras justifica la desigualdad diciendo que "toda cultura teocntrica reconoce una jerarqua ms o menos explcita de clases o "castas" sociales"; "esto no se explica por la pasividad de los pueblos ni por el poder de los soberanos, sino por el hecho de que ese orden social corresponda a la naturaleza humana"34. As pues, la desigualdad pertenece a la naturaleza humana

Mercaderes judos, que tenan en Francia, y particularmente en Verdn, importantes "manufacturas de eunucos", estaban especializados en la venta de los destinados a guardar el harn. Cuando se les traa a Espaa, eran todava jvenes; rpidamente aprendan las lenguas dominantes en Al-ndalus, el rabe y el romance, y se hacan musulmanes... (Aguado Bleye (1947). Manual de H. de Espaa (t. I). p.412) Al-Muktasar al-kabr [...] sugiere la existencia de "factoras de eunucos" en el territorio musulmn. Adems, una esclava puede recibir un contrato de emancipacin a cambio de la produccin de hijos (que son entonces esclavos), pero slo si esto no la atormenta. [...] Esto es al menos un reconocimiento de que tal contrato poda ser oneroso para una mujer. (cf. Brockopp (2000). Early Mlik Law, footnote, p.152) 33 cf. Burckhardt (1992). Fez, city of islam, p. 113. 34 cf. Burckhardt (2000). Espejo del Intelecto, p. 40. Classification of mankind in different branches is endorsed both by reason and revelation. Not only the the Holy Qur'an alludes to this segregation rather it hints towards the basic widom of the phenomenon. It says: "O mankind! We have created you from a male and a female, and have made you nations and tribes that you may know one another. Lo! the noblest of you, in the sight of Allah, is the best in conduct. Lo! Allah is all-knowing, all-aware". [49:13] (Tariq Hashmi from PAKISTAN (September 19, 2003). Recuperado en: http://studying-islam.org/forum/topic.aspx?topicid=161&lang=&forumid=1 [18 mayo 2008])

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y en consecuencia la cultura islam mica, al reconocerla, estara ms cerca de lo natural. Cules son entonces esas "razones fundadas" por las que bereberes y mulades reclamaban la "igualdad de derechos" frente a los rabes? Burckhardt "comprende" un orden fundado en la jerarqua de castas y por otro lado "comprende" tambin a los que se rebelan contra los privilegios de casta; le parece natural que los dimmis formen castas inferiores a la casta superior arabo-musulmana, pero no que haya castas dentro de la umma musulmana.

EL FACTOR NOVELESCO La civilizacin hispano-rabe incluye, improcedentemente, relatos novelescos dudosamente histricos por ejemplo, el rey al-Mu'tamid enamorado de la lavandera Rumaikiyya, como si fueran hechos histricos. Se recrea en lo anecdtico de corte literario, frente al anlisis y la fundamentacin histrica, especialmente aquello que puede ser "adornado" o glosado con una frase.
Burckhardt compone la imagen de una sociedad en la que la poesa ocupaba un puesto destacado en la consideracin social, en la que el talento potico poda nivelar distancias jerrquicas y salvar diferencias de condicin. Un rapto potico en el momento oportuno sera motivo de que el inspirado por la musa fuera nombrado visir y un verso elevara a una esclava a la condicin de esposa de un rey, que tal es la historia de Rumaykiyya y el monarca sevillano alMu'tamid. Cuenta la leyenda que ste paseaba acompaado de Ibn 'Ammar por la orilla del Guadalquivir, dedicados al juego potico, cuando una esclava que lavaba en la orilla35 supo completarle el verso que el monarca haba comenzado36. No es verosmil que una mujer de clase baja fuera capaz de dominar la lengua y la poesa rabes, que "no se consegua ni se consigue sino con un adiestramiento arduo y trabajoso"37. La ancdota de la esclava casada con un rey no era nueva, pues 'Abd al-Rahman III haba tomado como esposa, segn Ibn Hazm, a una zurradora de pieles a la que encontr junto a un ro38. Entre los autores rabes circulaba esta clase de patraas con absoluta naturalidad, de manera que un autor oriental como Qazwini, en el siglo XIV (cuando ya Silves se hallaba desde haca tiempo en poder de los cristianos) afirma "es raro que entre los habitantes de Silves se encuentre alguien que no sepa hacer poesa, o que no sepa de literatura"39. Cuando el hijo mayor de al-Mu'tamid aconsej a su padre que sera preferible ceder ante Alfonso que llamar a los brbaros e intolerantes almorvides, ste le contest: No quiero que se me acuse de haber entregado al-Andalus a los cristianos... no quiero que se me maldiga desde todos los almimbares del Islam; si he de elegir, prefiero apacentar los camellos de los almorvides a cuidar los cerdos de los cristianos. (Burckhardt 1992: 152)

PRO CAUSA ISLMICA Admite Burckhardt, sin el pertinente examen crtico, explicaciones o relatos en beneficio

35 Maravillosa vida la de Mutamid! De joven, cuando prncipe, gobierna en el Algarve portugus, entre suaves placeres, en compaa de su apasionado amigo Ben Ammar, torcedor de su vida. Elevado al trono de su padre, siembra de luces el Guadalquivir y llena de msica los blancos palacios entre los olivos del Aljarafe. Se casa con una esclava Rumaykiyya, que supo completarle un verso cuando ella lavaba en el ro, junto a la "Pradera de Plata". Para satisfacer su capricho de amasar adobes, le llena las albercas de alcanfor y de mbar. (Garca Gmez (1980). Poemas arabigoandaluces, p.33) 36 Su matrimonio con una muchacha de origen humilde que posea dotes de poetisa, se ha hecho famoso. Una tarde, cuando paseaba, acompaado por su amigo insustituible Ibn 'Ammar, por la orilla del Guadalquivir le propuso a ste el comienzo de un verso: La brisa transforma al ro | en una cota de malla... Pero antes de que Ibn 'Ammar tuviera ocasin de recoger y continuar el verso, una muchacha del pueblo que paseaba en este momento, lo continu en el metro exacto: En efecto qu armadura ms bella | Si el hielo lo dejara slido! Admirado se volvi al-Mu'tamid hacia la poetisa y, como era sumamente bella, envi tras ella a uno de sus servidores para que se la trajera. Dijo la muchacha que su nombre era I'timad, pero que generalmente era llamada Rumaykiyya, por ser esclava de un tal Rumayk, cuyas mulas conduca. Al-Mu'tamid pregunt si estaba casada; ella repuso que no. "Bien", dijo l, "pagar el rescate por ti y me casar contigo". Tena talento y belleza y estaba llena de ocurrencias y caprichos. Al-Mu'tamid le fue leal durante toda su vida e hizo por ella lo imposible, accediendo a todo lo que se le antojaba para hacerla feliz. Su propio nombre de soberano, al-Mu'tamid 'ala-llah (el que pone su confianza en Dios), lo deriv del nombre de su mujer I'timad (confianza) (Burckhardt 1992: 139) 37 Fanjul (2004b). La quimera de al-Andalus, p.210. 38 cf. Fanjul (2004b). La quimera de al-Andalus, p.210. 39 Fanjul (2004b). La quimera de al-Andalus, p.210.

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del islam, as como admite aquellos que puedan resultar en detrimento de la civilizacin occidental moderna y, en menor medida, tambin del cristianismo, que sera una "revelacin" superada por la revelacin mahometana.
Lo que la caballera cristiana debe al islam andalus, segn Burckhardt: Comentario:

El ideal caballeresco con todo lo que encierra de virtudes varoniles y culto a la mujer, tiene en el Islam un carcter mucho ms amplio que en el cristianismo; tiene antecedentes ms antiguos, pues se deriva del ejemplo preislmico del caballero del desierto y posee una raz ms profunda, porque la espiritualizacin del oficio de las armas, la guerra santa, desempea un papel esencial dentro del Islam, mientras que en el Cristianismo es de derivacin secundaria. Aunque haya habido guerreros santos dentro del cristianismo, ninguno de los apstoles era guerrero, siendo as que el Islam naci, como quien dice, en la guerra. Puede ser que fuera precisamente este carcter ms generalizado de la caballera en el Islam la causa de que all, dentro del marco de la cultura islmica, no haya adoptado nunca un estilo tan pronunciado y exclusivo, como lo desarroll la caballera cristianoeuropea con su herldica, sus torneos y sus cortes de amor. Sin embargo, han existido periodos durante los cuales los elementos correspondientes de la cultura islmica, existentes ya desde siempre, se unieron de un modo ms claro, formando una forma de vida caballeresca. En la Espaa musulmana, sta floreci lo ms tarde en el siglo XI y no cabe duda de que desde all habra de estimular fuertemente a los vecinos pases cristianos. (Burckhardt 1992: 115)
La superioridad del islam. Dice Burckhardt:

La afirmacin de que la caballera medieval cristiana tiene su fuente en al-Andalus carece de pruebas histricas slidas y se funda en discutibles generalizaciones, tales como que el islam ha espiritualizado la guerra, el florecimiento temprano de la vida caballeresca en al-Andalus y la existencia de "caballeros del desierto" de Arabia.

Comentario:

No debemos pasar por alto el hecho de que el carcter propio del Islam consiste en haber dado una forma activa, capaz de transformar al hombre, a una verdad general que no pasa de ser una premisa esttica para el Cristianismo. (Burckhardt 1992: 30)

Burckhardt trata de conciliar dos tendencias antitticas de la historia islmica: la expansin militar inicial y la relativa tolerancia posterior con los vencidos; cuando expone la tolerancia hacia los cristianos y judos tambin menciona, con aprobacin, la previa expansin blica. Las primeras conquistas y guerras imperialistas del islam son justificadas Para comprender esta actitud a la vez blica y pacfica, sugiriendo que Dios estaba de parte de los musulmanes y intentemos ponernos en el lugar de los musulmanes. Para la conciencia que tenan de ello avivaba su nimo combaellos el Judasmo y el Cristianismo no eran simplemente tivo40. Justificar la guerra no resulta convincente si no se religiones extraas, que haban irrumpido inesperadamentrata de una guerra defensiva y evidentemente, las campate a perturbar su mundo religioso, como resultaba el islam as militares de los primeros siglos no lo fueron. Sugiere para judos y cristianos: un simple escndalo, algo que en Burckhardt que los musulmanes eran objeto de agresiones. realidad no debera existir. En el pensamiento islmico, La indeterminacin histrica y el carcter abstracto de sus basado en el Corn, Judasmo y Cristianismo ocupaban afirmaciones pueden inducir a creer que las guerras muun lugar bien definido. El Islam se presenta a s mismo sulmanas han sido bsicamente guerras defensivas. Burccomo renuevo o restauracin de la religin de Abraham khardt no indica ningn episodio en que los judos o los en su forma original, que, en cierto modo, constituye el cristianos "hostigaran" al islam; en el contexto en que la tronco ramificado en Judasmo y Cristianismo. (Burcutiliza, refirindose a aspectos de doctrina, se puede enkhardt 1992: 29) tender que cuando los judos o cristianos refutaban o discutan la teologa islmica, los musulmanes respondan, El Islam reconoce bsicamente el Judasmo y el Cristianismo, aunque eche en cara a judos y a cristianos el haber con todo derecho, con la espada; la realidad es que el islam lanz la yihad a pueblos que no haban agredido a los olvidado en parte, o "cubierto de un velo", los mensajes

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"Es imposible imaginarse la fuerza combativa de los ejrcitos musulmanes sin ese celo religioso, estmulo de un pueblo que sabe que Dios est de su parte". (Burckhardt 1992: 29)

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olvidado en parte, o "cubierto de un velo", los mensajes recibidos de Dios. Si esto no fuera as, concluye, tendran que haber reconocido en l la doctrina prstina de Abraham. (Burckhardt 1992: 30).

lanz la yihad a pueblos que no haban agredido a los musulmanes, de los que ni siquiera haban odo hablar (es el caso de la Espaa visigoda), y que las campaas de yihad ofensiva duraron siglos. Burckhardt razona como musulmn: los cristianos y los judos, para evitar la guerra, tenan que haberse convertido al islam o haberse sometido plena y voluntariamente a su dominio.

Burckhardt justifica instituciones o costumbres que desde el punto de vista de la dignidad de la persona suponen un dao por ejemplo, la poligamia para la mujer.
Burckhardt, a diferencia de la opinin de muchos musulmanes contemporneos, no pone objeciones a la poligamia, derecho exclusivo del varn41; considera la poligamia como algo natural y la justifica con razones metafsicas, psicolgicas, histricas y sociolgicas. Escribe que la mujer, por simbolizar la sustancia, se caracteriza por su exclusividad psquica y por ello debe tener un solo marido; el hombre simboliza la forma, ergo le estn permitidas varias mujeres42 (esposas legales ms concubinas). El nmero de mujeres permitidas a un musulmn ha sido comparado tradicionalmente con el de temperamentos, camisas o monturas que puede poseer el marido43. Comparar a las mujeres con las camisas significa convertirlas en objetos, despojarlas de su dignidad. Snouck Hurgronje observa irnicamente que no se hace el planteamiento de si las mujeres no tendran tambin cuatro temperamentos para equilibrar el suyo propio44. Burckhardt acude reiteradamente al simbolismo como argumento justificador ("el varn simboliza la forma"), pero el ser humano es ms que un smbolo, es persona, objeto de estudio por su valor intrnseco, no slo por lo que representa45. Burckhardt defiende la poligamia con argumentos contradictorios o circulares: como necesidad de pueblos guerreros, debera ser abandonada cuando stos pueblos perdan su carcter belicoso; si "sirve de incentivo para una transfiguracin amante de la mujer", ocasiona celos y sufrimiento sin cuento a las mujeres; si est en la naturaleza del varn, no es justo que haya sido exclusivamente la opcin de la minora privilegiada. En qu apoya su afirmacin de que la poligamia es resultado del carcter guerrero de un pueblo y no, por el contrario, que el carcter guerrero puede resultar, entre otros factores, de la poligamia?

La civilizacin hispano-rabe ignora la imagen negativa de la mujer que es incuestionable en el Hadiz o en la mentalidad de las masas musulmanas, y expone en cambio una imagen positiva que apenas se encuentra en Ibn 'Arabi o quiz algn otro escritor de la lite. No da cuenta que el islam espaol cre una verdadera sociedad de castas, en la que los dimmis (la poblacin autctona) fueron convertidos en una casta inferior de sbditos de segunda categora, de parias. Justifica el cesaropapismo de los emires con la Iglesia hispana basndose en que los reyes visigodos se inmiscuyeron en sus asuntos, sin tener en cuenta que los visigodos fueron cristianos primero y luego catlicos aceptando la religin de la mayora hispanorromana sometida, que compartieron las mismas creencias que sus sbditos.
Dice Burckhardt: Comentario:

Si un gobernante musulmn intervena en la eleccin de un obispo, slo se arrogaba el mismo derecho que, en los pases cristianos, ejercan el rey o el emperador, basndose en el hecho de que el obispo ostentaba siempre tambin un poder temporal. (Burckhardt 1992: 32)

La intromisin de los emires en los asuntos de la Iglesia ocasion a sta indudables daos, como la elevacin de obispos simonacos (Sal) o corruptos (Hostegesis), el nombramiento por el califa de personas que ni siquiera eran sacerdotes (Recemundo), el veto de los ms capaces y nombrados cannicamente (Muhammad a Eulogio para la sede de Toledo), o la celebracin de concilios por motivos polticos (el de 852)... Proliferaron en aquellos siglos las

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cf. Labaca (2005). El matrimonio polgamo islmico, Internet. El hombre puede casarse con varias mujeres, mientras que una mujer, a causa de su exclusividad psquica, debida a su papel de substancia, no debe tener ms que un solo marido. (Burckhardt (1999). Ensayos sobre el conocimiento sagrado, p.78-79) 43 cf. Bercher et Bousquet (1989) Notes. En Le Livre des Bons Usages en Matire de Mariage, p. 120, note 52. 44 cf. Bercher et Bousquet (1989) Notes. En Le Livre des Bons Usages en Matire de Mariage, p. 120, note 52. 45 cf. Caro Baroja (2003). Los moriscos..., p.43.

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herejas, los escndalos y las apostasas...

APRIORISMOS 1. Postula Burckhardt una interpretacin apriorstica de la historia, en la que valora automticamente todo aquello que es tradicional, simblico, oriental, antiguo, esttico, "romntico"..., y desdea lo moderno, utilitario, occidental, racional... Ignora, por oponerse a sus ideas preconcebidas, que la decadencia del islam tena causas internas, como son el peso de la tradicin, la falta de innovacin, el menosprecio del trabajo...
Anquilosis de la civilizacin islmica. El paso del clasicismo a la decadencia en el curso de unos pocos siglos se explica por muchas razones "en un mundo cerrado, tantas veces esclavo de la sacrosanta tradicin como el islmico"46. Frmulas, tcnicas, procedimientos de composicin arquitectnica y decorativa son alcanzados por la anquilosis y el declive. A veces es el empobrecimiento y la sequedad, ms a menudo la abundancia profusa, una complicacin intil, una falsa riqueza, un falso virtuosismo que abren la va del mal gusto. El gusto de lo nuevo, la inquietud fecunda que animaban las pocas de creacin, han desaparecido casi del todo. Todo el esfuerzo de los artistas se limita al perfecto conocimiento y al uso fcil de una tradicin de la que no podran librarse47. Parece ms relevante considerar que el declive islmico fue debido al colapso de las industrias de Oriente Medio que suponer que fue resultado del estancamiento del comercio48. En relacin con el declive de la industria fabril, H. Gibb culp a los musulmanes de tener una actitud negativa, casi un bloqueo mental, hacia la innovacin tcnica49. En el mundo rabe contemporneo, las tareas tcnicas y toda clase de trabajos connotan una baja condicin y la deshonra50. La baja estima del trabajo manual, la deshonra asociada a muchas profesiones artesanales en el mundo rabe, la asimilacin de las tcnicas, procedimientos y mano de obra de los imperios conquistados, la rutina y la parlisis sobrevinieron a los pocos siglos de dominio islmico: los datos histricos ofrecen un cuadro nada idlico.

2. Simplifica y tergiversa los hechos para acomodarlos a sus nociones y valoraciones previas.
Afirma, con evidente intencin de exaltar el valor de la artesana musulmana, que el artista y el artesano eran una misma cosa ("ambos no podan ser separados"), pero la posicin social del artista en el islam era manifiestamente inferior a la del escritor, el letrado y el sabio. Burckhardt opone la industria moderna, donde la mquina fabrica el producto, a la artesana tradicional, en la que el artesano consegua "con los medios ms sencillos los efectos ms nobles", mediante un dominio del oficio que transmutaba alqumicamente al propio trabajador desarrollando su autodominio. Pero en el mundo artesanal la especializacin y la divisin del trabajo se daba en alto grado, lo que afectaba a la vida de los artesanos de muchas maneras. Al reducirse en algunas actividades la habilidad y el conocimiento tcnico a un mnimo, la labor del artesano no estaba muy lejos de lo que se exige al moderno obrero industrial y la perfeccin se lograba "reproduciendo con triste monotona una y otra vez el mismo objeto", como ha dicho Burckhardt de la mquina.

3. Desdea la explicacin histrica, postulando explicaciones abstractas, "filosficas", "metafsicas", simblicas, esotricas...
Burckhardt analiza y valora la artesana no tanto desde las circunstancias histricas que rodean la vida del artesano como desde una perspectiva "filosfica", desde consideraciones y valoraciones abstractas, simblicas. No se preocupa del artesano como individuo que sufre discriminaciones jurdicas y sociales, as como dificultades econmicas, sino del valor simblico del objeto artesano y del mtodo productivo. Tambin Burckhardt representa el mundo artesanal como si constituyera un todo nico; en realidad haba variadas artesanas, tantas como oficios y cuyas diferencias en

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Dans ce monde isol dans ses traditions, les courants internes qui, aux belles poques, avaient fait la vie de l'art musulman, avaient peu prs cess. Dans l'Empire ottoman on ne vit que l'expansion ingale et toujours limite d'un art officiel. Dans ce monde clos, maintes fois esclave de la sacro-sainte tradition, bien des raisons expliquent le rapide et constant passage du classicisme la dcadence. (Terrasse (1977). Classicisme et dcadence dans les arts musulmans, p. 77) 47 cf. Terrasse (1977). Classicisme et dcadence dans les arts musulmans, p. 79. 48 cf. Shatzmiller (1994). Labour in the Medieval Islamic World, p.52. 49 Sir H. Gibb added another dimension to the decline of manufacturing by blaming the Muslims for having a negative attitude, almost a mental block, towards technical innovation. According to Gibb, the difference between the Islamic society and Europe, lay in their respective attitudes to practicality in cultural borrowing. Arab scientists experimented with empirical science but they operated on the margin of society, where empirical science never entered the educational curriculum. In Europe, science was viewed as a practical matter. (Shatzmiller (1994). Labour in the Medieval Islamic World, p.53) 50 cf. Pryce-Jones (2000). The closed circle, p. 268.

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cuanto al valor de la materia prima, el refinamiento de la tcnica, la honra o dignidad de los artesanos, por lo que la generalizacin supone un oscurecimiento de la realidad histrica.

4. Utiliza cualquier argumento a mano para postular la verdad de la revelacin mahometana, y utiliza el Corn y el Hadiz para dar valor a cualquier motivo o episodio histricos de la civilizacin hispano-rabe. Burckhardt se vale a menudo de las comparaciones con otras culturas y religiones con el fin de respaldar o justificar tal institucin o tal aspecto de la cultura andalus frente a las crticas y para demostrar que el islam es la sntesis y el coronamiento el "sello" de las civilizaciones precedentes.
Los musulmanes reprochaban a los judos haber difamado a Cristo y a la Virgen; a los cristianos, haber convertido a Cristo en un Dios. Segn la interpretacin de cada uno, los pasajes del Corn que contienen estos reproches representan una condena total o slo parcial de la fe ajena. Los juristas islmicos en el Islam, la teologa y la jurisprudencia son inseparables eran severos en su juicio: para ellos los judos eran malditos por haber difamado a un enviado de Dios, y los cristianos eran vctimas del grave error de creer en tres dioses. (Burckhardt 1992: 33) En el pensamiento islmico, basado en el Corn, Judasmo y Cristianismo ocupaban un lugar bien definido. El Islam se presenta a s mismo como renuevo o restauracin de la religin de Abraham en su forma original, que, en cierto modo, constituye el tronco ramificado en Judasmo y Cristianismo. No quiere proclamar otra cosa que lo que podramos llamar la doctrina primitiva de Abraham, el fundador de todas las religiones monotestas: la fe en un Dios nico incondicionado, que, por una parte, es incomparable en su esencia y excelso sobre todas las cosas y, por otra, se manifiesta continuamente tanto en el mundo creado por l, como por medio de sus mensajes sagrados, que, desde los comienzos de la humanidad, ha ido comunicando a los pueblos por boca de sus enviados o profetas. Abraham, Moiss, Cristo y Mahoma cuentan entre tales enviados y profetas; ste ltimo rubrica la serie, casi infinita, de mensajeros divinos al anunciar la esencia del profetismo, como tal, en su validez atemporal. De ah resulta que el Islam reconoce bsicamente el Judasmo y el Cristianismo, aunque eche en cara a judos y a cristianos el haber olvidado en parte, o cubierto de un velo, los mensajes recibidos de Dios. Si esto no fuera as, concluye, tendran que haber reconocido en l la doctrina prstina de Abraham. (Burckhardt 1992: 30) Este destino del califa recuerda al de los merovingios con sus mayordomos y a otras estampas paralelas en la historia del Japn, cuando en lugar del emperador, que continuaba entronizado en su palacio, recibiendo homenajes, el Shogun detentaba el poder real. Al igual que el Shogunato cre su propia ciudad administrativa, que era independiente de la ciudad imperial, tambin Almanzor habra de construir, al este de Crdoba, la ciudad administrativa de Madinat alZahira. (Burckhardt 1992: 52) Como en el Japn cortesano de la poca Heyan, en la Bagdad de la alta Edad Media, influenciada por el ambiente asitico, no se sola elegir determinado color para un traje de corte, o una meloda para una cancin, sin relacionarlos con las leyes csmicas. (Burckhardt 1992: 88)

5. Rechaza enrgicamente la crtica occidental en cuanto ha puesto en duda interpretaciones admitidas oficialmente por la comunidad musulmana.
Historicidad del Hadiz.- Burckhardt recurre al argumento de autoridad, afirmando que no se puede desdear la validez de los trece siglos de erudicin musulmana que avalan la autenticidad del hadiz; que algunos "especialistas modernos" han establecido criterios "diablicos" para negar su validez, ignorando la buena fe de innumerables sabios musulmanes, "hombres que teman a Dios y al infierno". Burckhardt llama "criterios" a lo que en realidad son conclusiones: los verdaderos criterios de la crtica consisten en la fidelidad a una metodologa rigurosa, que conduce a demostrar la cronologa tarda del hadiz, la accidentalidad de algunos hadices, los hadices contradictorios, los prstamos bblicos y evanglicos apenas disimulados, etc. El disfraz del hadiz ha servido tambin para ocultar sistemticamente el origen de muchos fragmentos culturales procedentes de la Antigedad clsica. El Hadiz fue una de las ficciones literarias ms completa y lograda, que surgi para "vestir" doctrinas y opiniones contemporneas como si fueran tradiciones del Profeta (hadices) transmitidas por una cadena de informadores cualificados."Los hadices que buscan apoyo en la autoridad de Mahoma o de los ashab, compaeros de ste, no contienen informacin ms o menos correcta de los primitivos tiempos del islam; son slo reflejo de las opiniones de sus autores".

6. Ignora las crticas que desde dentro del islam se han producido respecto a algunas de sus leyes o costumbres discriminatorias: nada dice del movimiento antirabe de la shu'ubiyya, ni de las crticas que espordicamente (desde Averroes) han tratado de la condicin de la mujer en el islam.
Averroes ya escribi en el siglo XII: "Nuestro estado social no deja ver lo que de s pueden dar las mujeres. Parecen destinadas exclusivamente a dar a luz y amamantar a los hijos, y ese estado de servidumbre ha destruido en ellas la facultad de las grandes cosas. He aqu por qu no se ve entre nosotros mujer alguna dotada de virtudes morales: su

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vida transcurre como la de las plantas, al cuidado de sus propios maridos. De aqu proviene la miseria que devora nuestras ciudades porque el nmero de mujeres es doble que el de hombres"51. Ziya Gk Alp (fallecido en 1924) reclamaba que se reconociera la igualdad jurdica de las mujeres. El poeta iraqu Jamil Sidqi al-Zahawi, por ejemplo, fue uno de los primeros en criticar, con gran audacia, la sujecin social de las mujeres. En varios pases las mujeres de clase media han iniciado, en el siglo XX, la lucha por la emancipacin52. Es sorprendente que Burckhardt justifique la discriminacin de la mujer en el islam, es decir, la superioridad legal del varn, la poligamia, la reclusin de la mujer, el matrimonio impuesto, etc., en una poca en que han surgido voces musulmanas crticas contra algunas de estas costumbres.

7. Minusvalora la importancia del factor humano, llevado por una sensibilidad esteticista, individualista y "romntica".
El captulo V ("Cielo y Tierra") dedicado a la agricultura se inicia con un poema andalus que comienza con el verso "el hombro curvado inclinado hacia la tierra", que no se refiere al sacrificado esfuerzo del campesino, sino al "esfuerzo" impersonal de un aparato mecnico, la noria; no alude Burckhardt a los hombres que cultivaban los campos, que todava en el siglo X eran en buena parte cristianos, sino que se recrea en describir un paisaje cruzado por ros en los que, "aqu y all, giraban norias de gran tamao", que elevaban el agua canalizndola hacia las huertas y campos colindantes, norias que solan ser comparadas por los poetas rabes con las esferas celestes o con las nubes.

Sin preocuparse por averiguar la autntica historia y sin ninguna perspectiva crtica, el resultado es que poco puede elucidar de hechos tan decisivos como la desintegracin del califato, ya preanunciada por la fitna de finales del siglo IX. Desdea la importancia de revueltas como la de Ibn Hafsn, y despacha el episodio de los mrtires de Crdoba expeditiva y sesgadamente. Ignora la dura existencia de la 'amma y de los dimmis; el sufrimiento de los eunucos; las indignidades que padecan las esclavas cantoras; los celos de las esposas polgamas; los temores que causaba a las nias el matrimonio impuesto con hombres mayores; las decisiones despticas y crueles de los emires; las amenazas que pendan sobre las propiedades de los sbditos al albur de la codicia de los poderosos... Ignora la divisin tnica del trabajo, que privilegiaba a los rabes y castigaba a la poblacin indgena, as como la importancia de las diferencias sociales y econmicas.
La poligamia, justificada y hasta elogiada por Burckhardt, era privilegio de unos pocos. De la opulencia del grupo privilegiado de los dignatarios, a quienes el califa agasajaba con telas lujosas del tiraz, puede dar una idea el regalo que Ahmad ibn Shuhayd hizo a 'Abd al-Rahman III, cuando en 929 recibi el "doble visirato", compuesto de maderas preciosas, piezas de seda y oro, pieles preciosas, etc. El pueblo, la 'amma, utilizaba para su uso personal objetos ordinarios, de materiales sencillos o bastos y resultado de tcnicas simples. Los objetos sofisticados y lujosos, por sus materiales, elaboracin y ornamentacin, eran producidos para el disfrute de la casta dirigente en el entorno del monarca.

DESATENCIN A LA HISTORIOGRAFA Otorga una gran importancia a la reconstruccin subjetiva del pasado, frente al anlisis documentado y crtico.
Una obra de arte se ve, nos proporciona una vivencia y sta nos hace comprender intuitivamente, sin necesidad de rodeos intelectuales, un determinado modo de ser y de querer. Con esa vivencia podemos relacionar despus toda clase de conocimientos intuitivos en relacin con la cultura que nos ocupa. (Burckhardt 1992: 11)

Realiza valoraciones e interpretaciones no confirmadas por la historiografa.


Los rabes no eran originariamente agricultores, sino pastores y comerciantes; sin embargo, dice Burckhardt, "supieron adaptar todas sus empresas a un mtodo"; el argumento se enfrenta a la evidencia histrica: no siempre dieron

51 52

Fanjul (2004b). La quimera de al-Andalus, p.10. En Persia, ni los crticos extranjeros ni los liberales y reformistas musulmanes mostraron mucho inters por los derechos de la mujer, pero las propias mujeres persas iniciaron la lucha por la emancipacin. Una figura notable fue Qurrat al-Ayn (1814-1852), la hija mayor de un eminente telogo musulmn shi. [...] Predic sin velo y denunci la poligamia. Fue martirizada, con al menos otras 27 babis, y torturada hasta la muerte. (Lewis (2002b). Qu ha fallado?, p.117)

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con el mtodo oportuno, pues no lo aplicaron, entre otras, a la fundamental empresa de la transmisin del poder ni a la articulacin racional de las relaciones de los sbditos con el soberano.

Incluye errores e inexactitudes puestos de manifiesto por la historiografa incluso mucho antes de publicar su libro.
Burckhardt incurre en la nada excepcional identificacin errnea de Recemundo con el autor del Calendario de Crdoba: "Rabi b. Zayd o Recemundo aprovechara muchas cosas de las costumbres espaolas que existan ya antes del dominio musulmn". Seala Ann Christys que tal identificacin es consecuencia de dos errores caractersticos de la moderna historiografa sobre al-Andalus. Burckhardt acepta como histrico el discutido relato acerca de la primitiva catedral cristiana cordobesa, compartida durante una poca por fieles de ambas religiones, que rezaban separados por un muro, hasta que 'Abd al-Rahman I mand derribarla y edificar la mezquita53; no tiene en cuenta las reflexiones planteadas treinta aos antes de su publicacin por Manuel Ocaa Jimnez, que afirma que el origen del edificio de la mezquita de Crdoba es uno de los muchos episodios cuyos detalles han sido "oscurecidos por el tiempo" y "sustituidos por conjeturas"54: el templo nunca fue compartido, pues si lo hubiera sido, cuando los musulmanes tomaron posesin de la segunda mitad, hubieran encontrado, al menos temporalmente, el espacio adicional que buscaban, sin que fuera necesaria la demolicin del edificio. Y concluye afirmando que, "dada la ausencia de toda prueba de que la iglesia era compartida por las dos religiones, me inclino a creer que esto era una invencin de los historiadores"55.

Acepta dos versiones diferentes de una misma realidad, sin que le importe la incongruencia entre ambas, a la manera de un "movimiento pendular".
Burckhardt resume la relacin de Juan de Gorz cuando es recibido por 'Abd al-Rahman III: el califa aparece sentado en un divn en un marco de lujo y ostentacin. En la narracin de Juan de Gorz, el califa se encontraba en una cmara solo, "como una divinidad, para nadie o para muy pocos visible, las suntuosas telas de que estaba cubierto, confundan a la vista las paredes con el pavimento. All, y en medio del lujo ms esplndido, se hallaba el monarca recostado en un cojn", "cruzando una pierna sobre la otra, para comer o para conversar. Cuando Juan se present ante l, le dio a besar la palma de su mano, favor que no dispensa a ninguno de sus vasallos ni de los extranjeros, as como tampoco a los inferiores o personas de poco viso, presentndola tan slo a los grandes personajes o a los que recibe con la mayor pompa". Poco despus, en la pgina 49 de La civilizacin hispano-rabe, reproduce la recepcin de 'Abd al-Rahman a los embajadores francos. Segn Ibn al-'Arabi, los embajadores "llegaron a un patio sembrado de arena, en cuyo centro estaba sentado el Califa, con vestidos rados y que le quedaban pequeos: todo lo que llevaba puesto no valdra cuatro dirhemes. Permaneca sentado en el suelo". Burckhardt reproduce correctamente la primera parte del relato de Juan de Gorz sobre la partida del monje de la corte cordobesa: "De all a algn tiempo volvi el rey a llamar a Juan, con el que convers larga y familiarmente, e informndose del poder y dotes de nuestro emperador, del nmero y valor de sus tropas, de su esplendor y riquezas, de su tctica de guerra y de sus triunfos y de otras muchas cosas de este gnero". Hasta aqu, la versin de Burckhardt se atiene al relato original. Pero a continuacin, la adaptacin se aleja sustancialmente de ste.
Relato de Burckhardt:: Relato de Juan de Gorz:

['Abd al-Rahman] censur la poltica de Otn I por no haber sometido totalmente a la nobleza, y mostr tener tal conocimiento de la naturaleza humana, que Juan de Gorze volvi a su tierra sintiendo el mximo respeto ante su sabidura y cultura. (Burckhardt 1992: 51)

Jactndose ['Abd al-Rahman], por su parte, de sus propios recursos y haciendo notar cun superiores eran sus ejrcitos a los de los dems reyes de la tierra. Pocas palabras contest a esto Juan, limitndose a satisfacer en algn modo los deseos del rey, y, por ltimo, aadi: "Lo que s puedo decir es que no conozco monarca alguno de este mundo que pueda competir con el nuestro en extensin de territorio, en armas o el caballos".

Burckhardt destaca la personalidad de 'Abd al-Rahman III y pone en su boca palabras que slo el posterior juicio de la historia poda proferir, que el monje alemn no menciona. Burckhardt omite que Juan de Gorz ensalza los recursos del imperio alemn en detrimento de los que posea el califa cordobs y no demuestra sentir "el mximo respeto" por la sabidura de 'Abd al-Rahman que Burckhardt le atribuye.

53 54

cf. Burckhardt 1992: 17. cf. Ocaa Jimnez (1998). The Basilica of San Vicente, p. 257. 55 Given the absence of any evidence that the church was shared by the two religions, I am inclined to believe that this was a fantasy on the part of the historians. (Ocaa Jimnez (1998). The Basilica of San Vicente, p. 267)

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Exagera aspectos positivos de la historia islmica y omite otros negativos, encubre las verdaderas razones de un acontecimiento; por ejemplo, no explica las verdaderas causas del estrechamiento y sinuosidad de las calles de las ciudades musulmanas y de la prdida del plano ortogonal romano que por otra parte, no considera una prdida sino una ganancia; atribuye un origen rabe a la agricultura de regado peninsular
La ciudad islmica segn Burckhardt: Comentario:

Los barrios residenciales ... estaban construidos sin un plano rgido, conforme se iban formando y uniendo bloques de viviendas segn la voluntad de las familias o clanes, y los caminos que conducan a cada portal se reducan frecuentemente a pasadizos estrechos y angulosos. [...] La ciudad islmica careca de aquellos rasgos que el urbanismo romano haba legado al cristianismo medieval, es decir el cruce de las calles axiales orientadas hacia los puntos cardinales, con una plaza pblica en el centro, que serva de mercado y lugar para celebrar actos oficiales. Lo tpicamente rabe es la presencia primaria de un mercado al abrigo de un santuario, alrededor del cual se agrupan las viviendas con la libertad de un campamento beduino, es decir segn la voluntad de las familias y de los individuos. Esta disposicin tiene su lgica. La mezquita en el centro es el corazn de todo el cuerpo urbano, el mercado con sus vas de acceso corresponde a los rganos de asimilacin, mientras que los patios interiores y jardines de los barrios residenciales desempean el papel de los pulmones. (Burckhardt 1992: 59)

La irregularidad de las calles se origina porque los particulares expropian el espacio pblico, sin encontrar obstculos legales. El plano ortogonal de las ciudades romanas es destruido por los intereses individuales. El poder poltico no se inmiscua en este proceso. nicamente se respeta la norma de no abrir las puertas frente a frente y no elevar las casas por encima de las del vecino, porque eran normas cuyo cumplimiento era impuesto por los propios ciudadanos.

Sobre la agricultura andalus, Burckhardt participa de la tendencia a exagerar la importancia de los topnimos rabes, de los nombres de las plantas procedentes del rabe y de las vivaces descripciones de la horticultura medieval de autores rabes; desde este punto de vista, las tradiciones ms antiguas de Iberia son pospuestas o atenuadas a favor de una interpretacin que destaca la importancia de la emigracin y los fenmenos de difusin o incluso la plena sustitucin cultural; se llega as a la conclusin de que la agricultura islmica difera notablemente, en productos y tcnicas, de la anterior agricultura del mundo romano-mediterrneo. Burckhardt da por buena la tpica cifra del milln de habitantes para la poblacin de Crdoba; los datos de los cronistas musulmanes son muy exagerados.
La biblioteca de Al-Hakam II. Dice Burckhardt: Comentario:

Alhaquem II [...] posee una biblioteca de 400.000 volmenes, todos pasados por sus manos (Burckhardt 1992: 52) Tuvo tiempo libre para fomentar, siguiendo su inclinacin natural, las artes y las ciencias. Se dice que conservaba en su biblioteca 400.000 volmenes, gran parte de ellos anotados por el propio califa con datos relativos a su procedencia y sus autores. (Burckhardt 1992: 18)

"La cifra oscilara entre 20.000 y 40.000 volmenes"56; es una leyenda la noticia de que el califa haba ledo y anotado todos los libros de su biblioteca57. "Debe rechazarse la cifra tpica de 400.000 volmenes", que las fuentes rabes atribuyen a la biblioteca de Alejandra y a alguna biblioteca privada de las que "aparecieron, durante los siglos X y XI, en Crdoba, Sevilla, Almera, Badajoz, Toledo, Zaragoza, etc."58 Burckhardt no menciona la quema de libros de Almanzor ni la destruccin de la biblioteca califal pocos aos despus, ni otras destrucciones y quemas de libros habidas en al-Andalus, pero no olvida mencionar la llevada a cabo por Cisneros de libros rabes en 1499.

56 57

Snchez-Molin (1999). Las bibliotecas y al-Andalus, p.87. cf. Snchez-Molin (1999). Las bibliotecas y al-Andalus, p.87. 58 Sams (1985). Ciencia musulmana en Espaa, p.8.

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Propone frgiles interpretaciones basadas en argumentos filolgicos.


Fundndose en un topnimo suizo ("bisse des Sarrasins", canal de los sarracenos), Burckhardt sugiere que los musulmanes que recorrieron el sur de Francia, de mediados del siglo IX a mediados del X, llevaron a cabo una labor civilizadora difundiendo mtodos y tcnicas agrcolas. Sin embargo, es una afirmacin inaceptable porque los rabes no fueron all como colonos sino como piratas y bandidos que ocuparon algunos enclaves fortificados en la costa, desde donde se dedicaban a lanzar incursiones contra una extensa regin del sur de Francia y norte de Italia59. "Desde al-Andalus salieron los musulmanes que, entre 891 y 894 se establecieron en Fraxinetum, donde fundaron un estado pirata que dur 80 aos"60. Arls fue saqueada en 842 y en 850 los piratas fracasaron en un nuevo ataque; en 869 es capturado su obispo, que muere al poco tiempo, por los sarracenos establecidos en la Camarga; en 891-894 los bandidos ocupan Fraxinetum, en Saint-Tropez; los invasores saquean el condado de Frjus y la capital; arruinan el monasterio de San Vctor, remontan el Rdano, depredando el Valentinois y el Viennois. A principios del X, llegan hasta los Alpes, incendian el monasterio de Novalaise y ocupan los puertos del macizo montaoso. Se internan por los valles italianos, destruyendo el monasterio de Oulx y penetrando por el Piamonte; en 933, columnas ligeras mantenan en dichas comarcas un rgimen de terror, mientras que el grueso de las fuerzas sarracenas se atrinchera en el distrito de Fraxinetum, prximos al mar; en 939, los sarracenos atacan la abada de Saint-Gall, cuyas riquezas codiciaban; en 945, una expedicin emprendida por Hugo, rey de Italia, y Romano Lecapene, emperador de Constantinopla, no logr expulsar definitivamente a los moros de Fraxinetum. En 972, Otn el Grande libra la Provenza del peligro sarraceno definitivamente61. El topnimo que menciona Burckhardt, obviamente, no puede indicar ningn episodio civilizador que no existi. El procedimiento que sigue para establecer el significado toponmico es caprichoso: sera ms adecuado el mtodo inverso, intentar descubrir el por qu de tan peculiar nombre a partir de sus antecedentes histricos.

CONCLUSIONES
Burckhardt selecciona algunos aspectos del pasado andalus con el fin de ilustrar "aquellos valores precisos que no tienen slo importancia histrica"62; recurre a la explicacin providencialista63; expone, con la conviccin de un converso, algunas tesis islmicas, bajo el punto de vista del sufismo, subestimando u omitiendo importantes conclusiones de los estudios histricos. La civilizacin hispano-rabe es un libro anacrnico en muchos sentidos, pues ignora las innovadoras tesis de pioneros como Goldziher, Schacht y otros, que haban sido publicadas cuando sali a la luz. Por otra parte es un libro actual, en cuanto refleja la viva aspiracin del hombre moderno a la bsqueda de Utopa, que Burckhardt sita no en una isla remota o en un futuro lejano, sino en el beatificado pasado andalus. El mtodo propuesto por Burckhardt, de sustituir la Historia por el estudio intuitivo de algunas obras artsticas o literarias, resulta a todas luces insuficiente. Burckhardt confiesa que la Historia no puede captar la Verdad o la Esencia de una civilizacin tradicional porque est centrada en las circunstancias socioeconmicas mientras que s es posible por medio del anlisis de obras relevantes de arte o literatura porque superan las limitaciones de lo econmico y lo social: a la vez que descarta la Historia como mtodo idneo para "entrar en comunicacin directa" con una cultura del pasado, propone como alternativa "la contemplacin de una obra de arte", que represente un "ncleo espiritual"; el planteamiento demuestra pronto sus carencias. Burckhardt se vale a menudo de las comparaciones con otras culturas y religiones con el fin de respaldar o justificar tal institucin o tal aspecto de la cultura andalus frente a las crticas.

Un tercer asedio temporal de los musulmanes en Italia fue la colonia sarracena del Garigliano, digna hermana de la de Fraxeneto y Saint-Tropez, cuya vida hasta su destruccin en el 915 fue de absoluta correra y rapia. Lo mismo puede decirse en cuanto a correras y rapias con respecto a toda Italia, donde en las memorias y crnicas locales se podra reconstruir la amplitud del azote sarraceno. (Gabrieli (1967). Mahoma y las conquistas del islam, p. 204) 60 cf. Extract from the Encyclopaedia of Islam (1999). Qursan. 61 cf. Lvi-Provenal (1967). Espaa musulmana, p. 354. 62 cf. Burckhardt 1992: 9. 63 Por ejemplo, al dar cuenta de las primeras conquistas de los musulmanes: "Es imposible imaginarse la fuerza combativa de los ejrcitos musulmanes sin ese celo religioso, estmulo de un pueblo que sabe que Dios est de su parte. Tanto ms sorprendente es el hecho de que, una vez depuestas las armas, los musulmanes tratasen a cristianos y judos con una tolerancia como no la solan practicar ni los judos ni los cristianos dentro de sus propios dominios". (Burckhardt 1992: 29) Un suceso ser histrico cuando entre en juego lo especficamente humano: la libertad, la responsabilidad, la decisin y, con ello, la posibilidad de un error voluntario y la culpa. Esto constituye, por otra parte, el motivo de la singularidad esencial, del carcter irrepetible e inconfundible de lo verdaderamente histrico y, ante todo, de que un suceso histrico nunca pueda calcularse de antemano a base de lo ya sucedido... Pertenece a la esencia de la historia estar basada en la libertad y en la decisin y que, por tanto, puede darse el mal en ella, mientras que carece de sentido utilizar este concepto con relacin a la evolucin... Junto y fuera de las evoluciones de la vida espiritual en la ciencia, en las artes y en la explotacin de las energas naturales... hay otro acontecer histrico, irrevocable e incomparable, completamente distinto, que nace y surge de la libre decisin del hombre y, a su vez, tiene parte en la naturaleza de los actos volitivos humanos, lo que significa, por ejemplo, que no es pronosticable ni calculable a base de leyes evolutivas o histricas y que posee, adems de la mera realidad, la cualidad de tener que responsabilizarse. (Pieper, J. (1968). Esperanza e historia. Salamanca: Sgueme, p. 34-42)

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Los hechos histricos no justifican el intento de Burckhardt de igualar el valor de las culturas tradicionales; la cultura islmica no es equivalente a la cristiana; no son casos particulares de un modelo universal, el "mundo tradicional". Una condena sin matices del mundo moderno cae en la parcialidad de ignorar sus logros; la creencia en los valores de la persona es creacin de la cultura cristiana occidental, sin contrapartida en la islmica. No es casual que no haya surgido en el islam una Declaracin de Derechos de 1948, que sta no haya sido suscrita por muchos Estados musulmanes o que sea incumplida de hecho incluso por los que la han aprobado. La historia no confirma la pretendida superioridad moral del islam frente al cristianismo ni la creencia que el islam ha constituido la mejor comunidad humana. En la alta Edad Media goz de superioridad material sobre Europa, tras haber absorbido y difundido los logros civilizadores de Bizancio, Persia, la India y conservado parte del legado griego. Burckhardt se aparta de la objetividad en su narracin de la historia de al-Andalus por no contrastar ni depurar las fuentes; al identificar la Historia con la Historia materialista; cuando viste la ideologa con indumentaria histrica, cuando dice no a la Historia pero escribe un libro de historia. Ha tendido a exagerar la importancia de algunos hechos o a devaluar otros que contradecan sus opiniones y sus presupuestos ideolgicos; minimiza generalmente la importancia del factor poltico: ignora u omite la inestabilidad y la fragilidad del poder, adorna a Hixam I, empequeece a Ibn Hafsn, no trata de la inexistencia de un orden comunal en al-Andalus o explica superficialmente cuestiones tan cruciales como la desintegracin del califato. Preguntas que La civilizacin hispano-rabe ni siquiera plantea con un mnimo de rigor: el por qu de las innumerables guerras civiles, de las sublevaciones endmicas; de las usurpaciones y deposiciones de los soberanos "legtimos"; de la tendencia a la fragmentacin, que se revela con toda su crudeza en la desintegracin del califato y las diversas oleadas de taifas. Por qu una conjura temprana asesin al segundo gobernante de al-Andalus? Por qu el final del dominio musulmn, en la conquista de Granada, fue facilitado por una guerra fratricida? Burckhardt no menciona el problema de la escasa aceptacin social del poder; no se refiere a la evolucin de los supuestos de legitimidad; no trata del intento o la necesidad, permanentemente renovados, de crear una apariencia de legitimidad. La civilizacin hispano-rabe no describe tanto un fragmento de la historia como la mitificacin de al-Andalus, una de las caras del proteico discurso utopizador.

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NOTAS

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Un texto del mismo libro es incluido en unas pruebas de acceso universitarias. (cf. http://www.cdlibre.org/pau/2000S/PAU_CV_2000S_C_HAr.html [12-2-2008].)
c

Pgina Qu es el Islam? Rec. en: http://www.islam-shia.org/biblioteca/libros/queeselislam/textoqueeselislam.htm [11-2-2008].

cf. Oscar Freire: Dante y la "lengua vulgar", nota 16: "En este sentido consultar el captulo "La visin filosfica del mundo" en "La civilizacin hispano-rabe" por Titus Burckhardt". (Instituto Ren Gunon de Estudios Tradicionais. Rec. en: http://www.reneguenon.net/OscarFreire/OFreireDante.html [11-2-2008]) d Munich: ed. Callwey. e Burckhardt, T. (1972). Moorish Culture in Spain (trans. Alisa Jaffa). London: Allen and Unwin; primera edicin en EE.UU., NY: McGraw-Hill; new edition: (1999). Moorish Culture... (transl. from the German by Alisa Jaffa and William Stoddart). Louisville (Kentucky): Fons Vitae. f cf. Wikipedia (20-enero-2008). Titus Burckhardt. Rec. en: http://en.wikipedia.org/wiki/Titus_Burckhardt [15-febrero2008]. g Los datos biogrficos proceden de World Wisdom (s.f.). Biography of Titus Burckhardt (excerpted from William Stoddart's introduction to The Essential Titus Burckhardt (World Wisdom, 2003). Rec. en: http://www.worldwisdom.com/Public/Authors/Detail.asp?AuthorID=4#comments [13 de febrero de 2008]; Wikipedia (20-enero-2008). Titus Burckhardt. Rec. en: http://en.wikipedia.org/wiki/Titus_Burckhardt [15-febrero-2008]; ARIES 22 (1999). Traditionalist Sufism (pp. 3-24). Rec. en http://www.aucegypt.edu/faculty/sedgwick/tradsuf.htm [17 enero de 2007]

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