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Emociones Capitalismo

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LAS EMOCIONES Y EL NUEVO ESPRITU DEL CAPITALISMO

El autor advierte que, tras el boom emocional, con su proclama salvadora y su promesa de paz interior y autocontrol, se esconde el peligro de la huida individual. La educacin es una cuestin social que exige respuestas colectivas y esta huida favorece los intereses del nuevo capitalismo.

FERNANDO HERNNDEZ
Profesor de la Universitat de Barcelona. Correo-e: fdohernandez2ub.edu

94 CUADERNOS DE PEDAGOGA. N360 SEPTIEMBRE 2006 } N IDENTIFICADOR: 360.021

ALBERT CAMPILLO

opinin
En mi trayectoria en el campo de la educacin, una de mis preocupaciones ha sido explorar e interrogar los discursos como maneras de producir y naturalizar la realidad que acompaan a las emergencias en la cultura y la educacin. Esta preocupacin me ha llevado a preguntarme, por ejemplo, por qu en un determinado periodo se trata (y se muestra) algo con insistente frecuencia y, un tiempo despus, casi nadie le presta atencin. A ttulo de muestra, esta actitud la dirig en su da hacia el constructivismo, hacia los discursos sobre el sujeto en la Escuela Primaria y, recientemente, hacia la enseanza del pensar crtico. La intencin de este propsito indagador se deriva de mi conviccin de que una de las funciones de la educacin, y de los educadores, es como apunta Bell Hooks (1994) que todas las concepciones y prcticas pedaggicas pueden y deben ser interrogadas. Que no hay nada que deba ser as y no pueda ser de otra manera, pues todo tiene un sentido del que pueden sealarse su origen y su finalidad. en diferentes momentos de mi itinerario. En el ao 2001, antes de que tuvieran la divulgacin y acogida de que hoy disfrutan, organizamos un curso de doctorado con Andy Hargreaves sobre La comprensin emocional. Entonces tuve la oportunidad de estudiar cinco perspectivas sobre las emociones: en el trabajo, la interrelacional, la crtica, la feminista y la postmoderna (Hargreaves, 1998). Adems, este curso me permiti conocer dos trabajos fundamentales: el de Denzin (1984), que me abri la puerta hacia la recuperacin de la perspectiva fenomenolgica para la investigacin sobre la experiencia vivida, y el de Hoschchild (1983) sobre el trabajo emocional en las sociedades de servicios. Como se puede apreciar, el camino por el que discurren las emociones no comienza con la conocida obra de Goleman, Inteligencia emocional (editada en ingls en 1995, y en castellano en 1996), sino que tienen un recorrido ms amplio. A raz de lo aprendido en este seminario organic, el curso 2001-02, la asignatura Psicologa del Arte, en torno al discurso de las emociones, lo que me permiti hacer un recorrido casi genealgico por los meandros y guadianas por los que esta nocin ha circulado en Occidente. Recientemente hemos finalizado la tesis doctoral de Inez Maria Maral sobre la comprensin emocional en la formacin inicial del profesorado. Acompaar esta investigacin me sirvi para situar contextos, fijar autores y comprobar las perspectivas de investigacin que podran abrirse para la formacin inicial y permanente del profesorado. ste sera el bagaje que me autoriza a esbozar este ensayo, para el que tomo como base las notas recogidas para la presentacin en la Escuela de Verano, y el dilogo de varios autores, especialmente de Denzin, Hargreaves, Lacroix, Zembylas y Braidotti. castellano, 6.250 en cataln y doce millones en ingls! Lo que significa que estamos ante un tema relevante, que va ms all de la bsqueda (oferta) de bienestar personal, o de algo que puede ayudar a tener una mejor relacin con los alumnos y con los colegas en los centros de enseanza.

Si las emociones son un producto a consumir: cundo, cmo y por qu ha surgido de un forma tan vigorosa su necesidad?

Un punto de partida
Fue desde esta actitud con la que acept impartir la conferencia inaugural de la Escuela de Verano de Granollers, en julio de 2005. Como el tema de la escuela era la educacin emocional, los organizadores me sugirieron pensar en torno a esta cuestin. Intu entonces que la invitacin era una oportunidad para indagar sobre lo que poda acompaar a la irrupcin de lo emocional en la escuela (y en la sociedad), para explorar qu prcticas discursivas articula, de qu saberes se nutre y, sobre todo, qu tipo de sujetos y qu escuela est conformando. Curiosamente, el ttulo de la conferencia era El compromiso en la educacin ha muerto, vivan las emociones!, pero alguien, en la web del departamento de educacin, decidi que el profesorado no entendera eso del compromiso y lo sustituy por la concepcin social de la educacin. Todo un sntoma que confirmaba la importancia de revisar la cuestin de las emociones desde una posicin que fuera ms all de su reivindicacin. He de sealar que si respond con inters a tal desafiante demanda no fue por mera curiosidad intelectual, sino porque las emociones han estado presentes

La sobreabundancia emocional
Algo que de entrada sorprende al escribir sobre las emociones es cmo han inundado el espacio virtual. As, si uno busca el trmino emociones en Internet se puede encontrar con casi un milln de sitios en castellano, treinta mil en cataln y trece millones! en ingls. Algo similar sucede con educacin emocional: encontr en su da 400.000 entradas en

Esta sobreabundante presencia de lo emocional no es una moda o una casualidad, sino que las emociones son en la actualidad una parte de un discurso hegemnico, que se ha ido conformando desde principios de los aos ochenta, y que se superpone, sustituyndolas, a otras narrativas sobre el poder, la exclusin, la subordinacin, la justicia social, etc. en la comprensin de las relaciones sociales. Un discurso que se inscribe en la necesidad de encontrar asideros frente a la complejidad y la diversidad, que supone la desaparicin de las certidumbres ideolgicas del pasado, los fundamentos morales aparentemente firmes sobre los que se asentaba la educacin y, conforme a los cuales la gente construa sus vidas y mantena sus deberes y obligaciones (Hargreaves, 1998, p. 13). Esta nueva narrativa sobre lo emocional, que se nutre de una sobreoferta de publicaciones, cursos, grupos y terapias, nos est diciendo que autores, editoriales, proveedores de servicios y de ocio han descubierto que las emociones son un producto a consumir, junto a la sesin de vinos y de cocina. Si las emociones son un producto a consumir: cundo, cmo y por qu ha surgido de una forma tan vigorosa su necesidad?, a quin favorece que se nos diga que la educacin emocional es una alternativa a los problemas actuales de la escuela?, qu repercusiones tiene el repliegue en lo individual y en la gestin de las propias emociones? Antes de afrontar este recorrido quiero aclarar que el propsito de esta revisin no es cuestionar a quienes construyen su saber en torno a las emociones y

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la formacin emocional de los educadores. Estoy a favor de prestar atencin a los discursos, a las micropolticas y a las apropiaciones que el profesorado hace y vive en relacin con las emociones (Zembylas, 2005); considero necesario que la performatividad de los cuerpos entre en la escuela y que la capacidad para ponerse en el lugar del otro lo que Hume consideraba la virtud de la empata se rescate en tiempos de aislamiento y malos entendidos. Lo que pretendo es interrogar, ponindola en contexto, la emergencia de lo emocional y su consideracin como dispositivo discursivo que lleva a introducir en la escuela una nueva necesidad y una nueva narrativa salvadora (Postman, 1999). Y hacerlo desde tres ejes: el nuevo espritu del capitalismo, la desaparicin de proyectos utpicos colectivos y las emociones como referente de la sociedad del espectculo.

Una historia para comenzar


En los ltimos das de agosto de 2004 fui invitado a asistir a un acto, que se celebraba en el Paraninfo de la Universitat de Barcelona, en torno a los Seekers After Truth (SAT) o buscadores de la verdad y que contaba con la presencia de su fundador: Claudio Naranjo. Al llegar a la universidad me encontr con ms de 500 educadores, venidos de diferentes comunidades autnomas, en buen nmero de Educacin Secundaria, y que compartan un casi religioso entusiasmo colectivo. Despus de asistir a la conferencia de Claudio Naranjo vino la copa de confraternizacin. All salud a colegas de otros tiempos, y fui preguntndoles qu les haba llevado a asistir de una manera fervorosa a este evento en plenas vacaciones. Con diferentes matices la respuesta fue unnime: en la poca que estamos viviendo en la Educacin Secundaria son necesarias alternativas que permitan estar bien con uno mismo para realizar el trabajo cotidiano. No es que me sorprendiera lo que me decan, pero me interes en gran manera lo que revelaba. Entrar en la esfera del bienestar personal como alternativa a lo que se consideran problemas de la Educacin Secundaria, se me apareca como aceptar que no era posible considerar que la educacin escolar fuera un proyecto social, por lo que habra de ser en la esfera de lo no social donde se
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encuentren respuestas y alternativas. De aqu que no dejara de inquietarme que se presentara una respuesta individual como el nico camino para salvarse. De lo que se quejaban mis interlocutores era de que la Escuela Secundaria, al quebrar su narrativa tradicional, basada en la modalidad de enseanza elitista y selectiva y en la alianza entre el Estado, la familia y la escuela y pasar a ser un proyecto de educacin inclusiva para todos, haba producido tal tsunami, que la nica posibilidad de sobrevivir era refugiarse en el equilibrio personal que protegiera de todos los nuevos males. Aparecen as las emociones relacionadas con el bienestar como una clave para responder, de una forma individual, a lo que es una crisis de posicionalidad del profesorado. Crisis que autores como Goodson consideran que forma parte integral del proceso de reposicionamiento y reestratificacin del nuevo orden global del trabajo en el nuevo espritu de capitalismo. Una crisis que se hace presente tambin en otras profesiones, y que es fruto de que los factores que constituyen el sistema de trabajo han cambiado, pero no lo han hecho las formas de abordar la nueva situacin.

El espritu del capitalismo en la dcada de los noventa se encarna, de una manera especial, en el desarrollo personal

Uno, que tiende por principio a desconfiar de las alternativas salvadoras, ha asumido desde hace tiempo que es necesario someterlas a un pensar crtico. Si la educacin emocional y la bsqueda del bienestar emocional de los educadores es lo que se ofrece como alternativa salvadora a lo que es una crisis mundial de la Educacin Secundaria, es necesario ponerla a revisin para tratar de esbozar hiptesis sobre el contexto y las consecuencias de su emergencia.

El nuevo espritu del capitalismo


Boltanski y Chiapello (2002), en un libro fundamental para entender la dinmica

de los cambios que hoy vivimos como parte de los reajustes que de una forma peridica efecta el sistema capitalista, sealan que a partir de los aos setenta el capitalismo penetr en mbitos (turismo, actividades culturales, ocio, etc.) que haban permanecido apartados de su influjo. En esta entrada en nuevas esferas de lo que hasta entonces era el espacio privado, el espritu del capitalismo en la dcada de los noventa se encarna, de una manera especial, en el desarrollo personal. La tesis de Boltanski y Chiapello es que, en un mundo conexionista, la distincin entre vida privada y vida profesional tiende a difuminarse bajo el efecto de una doble confusin: por un lado, entre las cualidades de las personas y las de su fuerza de trabajo (indisociablemente mezcladas en la nocin de competencia); por otro, entre la posesin de uno mismo y la propiedad social depositada en una organizacin. Resulta as difcil distinguir entre el tiempo de la vida privada y el de la vida profesional, entre las cenas con los amigos y las comidas de negocios, entre los vnculos afectivos y las relaciones tiles, entre el trabajo en la escuela y la implicacin personal en el mismo. Esta tesis, enunciada de una forma breve, tiene una explicacin ms detenida en el libro de Hochschild (1983), donde por vez primera se plantea que las emociones se rescatan frente a la tradicin racionalista y burguesa, que las desdeaba porque comienzan a ser apreciadas como un valor en la sociedad de servicios. De esta manera, a finales de los aos setenta comienza a hablarse de que el estilo emocional de la oferta de servicio es parte del servicio mismo. En este sentido, el amor al trabajo comienza a formar parte del trabajo, y en la actualidad ese amor se vincula a la satisfaccin de los clientes, que es lo que a la postre ha de motivar al trabajador en sus esfuerzos de implicacin. El efecto de esta forma de relacin es convertir el producto en un estilo mental. Esto implica que no slo hay que poner el cuerpo en el trabajo, sino la mente, las emociones, lo ntimo, produciendo lo que Hochschild denomina el trabajo emocional, que no es otra cosa que la gestin del sentimiento para crear una manifestacin facial y corporal pblicamente observable. De esta manera el trabajo emocional se vende y, por tanto,

opinin
tiene un valor de cambio. Mientras que cuando lo manifestamos en un contexto privado tiene, sobre todo, un valor de uso. Se supone que este cambio en la consideracin de las competencias necesarias para el trabajo en el sector de los servicios tambin afecta a la escuela y al profesorado? Supone el reclamo a la educacin emocional que el profesorado tambin ofrece un servicio no olvidemos que algunos enfoques neoliberales de la escuela hablan de padres y alumnos como clientes y que, por tanto, se requiere ms trabajo emocional para desempear esta nueva labor? Qu implica que la escuela nos pida tambin que pongamos en juego nuestras emociones, nuestro mundo interior, y que, como nos seala Hochschild, se soliciten todas las capacidades de la persona, con la promesa de que as podremos desarrollarnos plenamente? se dirigen la mayora de las revistas y libros de autoayuda. Pero cuando el mensaje que se repite es que slo te has de preocupar de ti mismo, surge otro elemento del que nos habla Lacroix: vivir la vida de una forma intensa, para no aburrirte, para tener el tiempo ocupado. Y en esa intensidad se encuentra el consumo de emociones fuertes; de la vida considerada como un parque de atracciones o una excursin turstica. De esta manera se logra vivir en una juventud permanente: haciendo punting, rafting, parapente, etc., descargando adrenalina y... pagando por ello. Por eso experimentamos un nuevo romanticismo de la emocin. Como a finales del siglo XIX, hoy vivimos en un mundo que no nos gusta y que no es posible cambiar. La alternativa que queda parece ser la evasin, sumergindonos en la emocin interior o en vivir sensaciones fuertes. Por eso la emergencia de lo emocional est vinculada a la desesperanza, al repliegue interior como nueva estrategia romntica que nos permite huir de una realidad. Lo que nos lleva a aceptar la educacin emocional solucionar los problemas de la escuela y del mundo. En lugar de plantearnos que a lo mejor es posible y necesario un proyecto colectivo que plantee otro contrato social y lleve a cabo otra narrativa para la educacin. trol de la produccin (Poster, 1997, p. 2). Por eso en la actualidad la gente no se clasifica slo en trminos de raza, gnero o clase social, sino tambin por los objetos que posee. Esos objetos son significativos del patrn social y sustituyen a otras formas de divisin social. Hoy cada deseo, plan, necesidad; cada pasin y relacin es abstrada como signo y es objeto para ser vendido y consumido (Poster, 1997, p. 23). Con la muerte de las ideologas tradicionales, toda realidad es absorbida por la hiperrealidad del cdigo y la simulacin.

Qu implica que la escuela nos pida tambin que pongamos en juego nuestras emociones, nuestro mundo interior?

La desaparicin de proyectos utpicos colectivos


Hay un segundo hilo conductor para comprender la emergencia de las emociones. Lacroix (2005) lo plantea vinculado a la desaparicin de proyectos colectivos de cambio social. En esta ausencia, las emociones aparecen como un refugio frente a un encefalograma revolucionario plano. Algo similar pasa con la escuela. Cuando ha dejado de estar vinculada a un proyecto de cambio social, cuando ya el profesor no se siente que ejerce una profesin moral, cuando ensear se reduce a adiestrar en competencias a los alumnos y no a ofrecerles miradas sobre ellos mismos y el mundo que los apasionen, cuando surgen problemas nuevos a los que no se puede responder con retricas y estrategias del pasado; cuando todo eso sucede, se produce un repliegue hacia el interior, hacia lo individual. Aparecen entonces con fuerza las emociones, la educacin emocional, como un sustituto de la ausencia de proyectos colectivos, como una alternativa al desamparo y al aislamiento. Es por eso que una buena parte de la entrada de las emociones en la vida cotidiana est relacionada con una retrica individualista: ya que no puedes hacer nada, te has de centrar en tu bienestar personal o con tu pareja heterosexual, que es hacia donde

Las emociones como referente de la sociedad del espectculo


En 1987, el libro de Lipovetsky La era del vaco, el individualismo contemporneo tuvo un gran xito y, revisado desde la actualidad, lo que all se proclamaba como un individualismo de la externalidad, la apariencia y lo efmero, ahora se combinara con el bienestar interior, el equilibrio y la gestin emocional, lo zen, el feng shui y las terapias energticas. En este marco el consumidor ha comenzado a ser funcionalizado. Las necesidades individuales han comenzado a ser controladas y monopolizadas, formando un deseo unnime que aparece como el objetivo ltimo de la sociedad de consumo. Los bienes materiales se transforman en objetos de necesidad y satisfaccin, no de consumo prctico. El consumidor se convierte en una funcin de la sociedad en la cual este deseo unnime al final conformar de manera armoniosa la completa consolidacin y con-

Por eso las emociones no son slo un recurso para salir de uno mismo, sino tambin la bsqueda de un medio para ser uno mismo. Y se es el producto que se nos vende con las emociones: ser uno mismo. El camino hacia una permanente bsqueda para responder a un ideal de vida que tiene como centro el culto al yo. Por eso los gimnasios estn llenos, las terapias alternativas y los seminarios de educacin emocional de uno y otro signo estn repletos. Todos favorecen el culto al yo. Y como nos recuerda Braidotti (2000), en las sociedades contemporneas una de las narrativas dominantes es que no hay sociedad (ni vida) posible fuera de la economa de mercado. En este contexto, el culto al yo es el producto ideal para la economa de mercado. Porque el culto al yo es un consumidor de bienestar. Ya no necesitamos productos, que era la preocupacin de la sociedad de consumo. Ahora que ya tenemos lo que necesitamos, lo que hemos de consumir es bienestar, la propia idea de bienestar. Y esto es fundamental para la economa de mercado, porque la base de su funcionamiento no es el consumo, sino la insatisfaccin, que es el bien ms preciado. Por eso cuando me siento insatisfecho con las condiciones del trabajo en la escuela o en el instituto, lo que hago es buscar un producto de consumo (por el que

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he de pagar) que me calme esa insatisfaccin. En ningn caso decidimos pararnos, mirarnos a los ojos y ver qu podemos hacer juntos. Por eso el libro de Toni Sala (2002) tuvo tanto xito. Porque era el lamento solitario de quien es incapaz de mirar a su alrededor. Una loa a la insatisfaccin y al individualismo. Era una concepcin de la docencia como una tarea aislada y sin relaciones. Sin compromiso con los otros. Sin alternativas colectivas a favor de la justicia social. Considerando que se va al instituto para ganarse la vida, o para darse a conocer como escritor, como ha sido el caso. El tema de las emociones nos seduce porque nos ofrece una expansin personal. Nos proporciona el acceso a una vida rica, autntica, plenamente humana. Lo que llegar si nos preocupamos de nuestro yo. Si cambiamos nuestra mirada interior, si transformamos nuestra energa (un rescoldo de la New Age). Por eso se nos dice: Si ests bien contigo mismo, si cambias tu mirada interior, cambiars la mirada sobre tus alumnos, y al verlos de otra manera, todo mejorar, ser distinto. No nos dicen tenemos que transformar la escuela en un proyecto colectivo apasionante, para lo que se necesita transgredir normas, quebrar rutinas. No, lo que hemos de hacer es estar bien cada uno con nosotros mismos, en una especie de nirvana espiritual. Como no nos podemos expandir para el exterior, nos concentramos en el recinto de la interioridad, y lo hacemos fermentar, y el resultado de esta fermentacin es la emocin. De esta manera la emocin ocupa el lugar del compromiso con la cosa social, pues nuestra participacin en la cosa pblica ha quedado reducida a votar cada cierto tiempo y a mostrar en la vida diaria nuestra pura y simple indignacin por la accin de los polticos.

vidas por psiclogos (o por pedagogos) psicologizan el espacio escolar intensificando su lgica heredada. Benefician pues, a los grupos sociales ms psicologizados, y entre ellos, a los profesionales que las promueven, que se ven as, a la vez, cientfica y escolarmente legitimados. Pero a partir de un sujeto trascendental, asocial y ahistrico vacan de contenido el campo institucional de la escuela, que es tambin un territorio social. De aqu mi sospecha ante el boom emocional, de que la trampa de su proclama salvadora, de su promesa de paz interior y de autocontrol es proponernos evadirnos en la sensibilidad, que provoca huir de un mundo rgido hacia la vibracin interior y las sensaciones fuertes (Lacroix). Y esta huida es la respuesta esperada por el nuevo espritu del capitalismo y de la sociedad del espectculo.

para saber ms
Boltanski, Luc; Chiapello, ve (2002): El nuevo espritu del capitalismo. Madrid: Akal (1999). Braidotti, Rosi (2000): Sujetos nmadas. Barcelona: Paids. Hargreaves, Andy (1998) The emotional politics of teaching and teacher development: with implications for educational leadership, en International Journal of Leadership in Education, n. 1 (4), pp. 315-336. Hernndez, Fernando (2001): La reforma de 1970 y la tendencia expresionista en la Educacin Artstica, en F. Hernndez, R. Juoanola y L. Morejn (eds.). IV Jornades dHistria de lEducaci Artstica. La perspectiva expressionista i els llibres de text a leducaci artstica, pp. 79-102. Barcelona: Publicacions de Belles Arts. Hochsichild, Arlie Russell (1983): The Managed Heart. Commercialization of Human Feeling. Berkeley: University of California Press. Hooks, Bell (1994): Teaching to Transgress: Education as Practice of Freedom. Nueva York: Routledge. Lacroix, Michel (2005): El culte a lemoci. Atrapats en un mn democions sense sentiments. Barcelona: La Campana (2001). Poster, M. (1997): Jean Baudrillard: Selected Writings. Blackwell Publishers: Oxford. Postman, Neil (1999): El fin de la educacin. Una nueva definicin del valor de la escuela. Barcelona: Octaedro. Sala, Toni (2002): Crnica de un profesor de secundaria. Barcelona: Pennsula. Varela, Julia (2000): El triunfo de las pedagogas psicolgicas, en T.T. Da Silva (coord.): Las pedagogas psicolgicas y el gobierno del yo en tiempos neoliberales, pp. 75-82. Morn-Sevilla: Cooperacin Educativa (1991). Zembylas, Michalinos (2005): Teaching with Emotion. A Postmodern Enactment. Greenwich, CT: Information Age Publishing.

La emocin ocupa el lugar del compromiso con la cosa social, pues nuestra participacin en la cosa pblica ha quedado reducida a votar cada cierto tiempo

Para mantenerse alerta


En su da escrib (Hernndez, 2001) que la entrada de la libre expresin en la escuela form parte de la constitucin de un discurso a favor de las clases medias, que iban a tener un papel destacado en la naciente democracia, pero que excluy a los chicos y chicas que en aquel entonces acudan a la escuela pblica. Las emociones forman parte de lo que Julia Varela (2000, p. 81) ha denominado las pedagogas psicolgicas, que promo98 CUADERNOS DE PEDAGOGA. N360 }

Adems, lo emocional, la propuesta (y la promesa) de autenticidad, es profundamente antiintelectualista. Algo que se encuentra en plena resonancia con el espritu de nuestro tiempo y que tan bien encarna la frase de Carlfried von Drckheim: Sentir, siempre sentir, no reflexionar. Y me pregunto: a quines conviene que slo sintamos y no reflexionemos? Por eso es llamativo que se est naturalizando que lo que se vive en las escuelas no es una cuestin social que exige respuestas sociales y colectivas, en lugar de huidas individuales. Que lo que se necesita es ensayar alternativas transgresoras a los problemas sociales, derivados del modo de vida que los gestores del nuevo espritu del capitalismo han impuesto a los grupos subordinados (y los educadores somos uno de estos grupos). Por eso sorprende que la respuesta que se plantee sea individual, con la idea de que si uno est bien consigo mismo y gestiona sus emociones se va a producir un cambio social. Cuando eso es precisamente lo que conviene que pensemos, para desarticular espacios pblicos de relacin y de respuesta social.

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