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B\zaxriox Nia Hiiis N : - :o1, 1:-1


Correspondencia: Roniiro Quiioz Pizaiio. a|fanamaste@hotmai|.com
Licenciado y Magister en Filosofa - Universidad de Chile.
Doctor Universidad de Chile - Doctor Universitat Jaume I - Valenci
EN EL CAMINAR DE LOS ESTOICOS
1
Roniiro Quiioz Pizaiio
Universidad de Chile. Chile
Resumen: A menudo en el quehacer losco ha predominado la idea de que
es una actividad absolutamente desinteresada y que no se profaniza en asuntos
mundanos. Sin embargo, existe un legado socrtico de una razn en accin tica
y antropolgica que ha perdurado a travs de las escuelas helensticas, en donde
la actitud y el temple vital va de la mano con el elemento rector intelectual. Esta
manera de asumir la losofa como una indagacin teraputica puede mirarse
en la escuela estoica, y Epicteto, es un representante de la examinacin para un
mejoramiento de la vida humana. En su pequeo tratado se nos advierte de los
errores cognitivos o de los adversarios emboscados que opacan la libertad, la
ataraxia o paz personal, la autarqua.
Pa|abras c|ave: Epicteto, estoicismo, losofa, sufrimiento, libertad, ataraxia,
autarqua, vida humana.
IN THE JOURNEY OF THE STOICS
Abstract: Often in the philosophical work has dominated the idea that it is
an activity absolutely disinterested and not profaniza in worldly aairs. However,
there is a legacy Socratic reason and anthropological ethical action that has
endured through the Hellenistic schools, where the attitude and temper life
goes hand in hand with the intellectual guiding factor. Tis way of taking the
philosophy as a therapeutic inquiry can look in the Stoic school, and Epictetus,
is a representative of the examination for improvement of human life. In his little
treatise we are warned of cognitive errors or "ambush adversaries" that obscure
freedom, peace ataraxia or personal autarky.
Key words: Epictetus, Stoic, philosophy, suering, freedom, ataraxia, autarky,
human life.
Recibido: 28.01.13 - Aceptado: 10.04.13
1
El presente texto es parte de una lnea de investigacin mayor y en curso, cuya unidad de sentido
son los diversos aspectos de la cultura griega antigua en torno al pensamiento y la losofa.
126
M
arcas en e| contexto histrico-vita|
Una idea de base de cuando se mira a los lsofos helenistas
2

es preguntarse si su pensamiento fue una puesta en marcha bajo
presin, por as decirlo, o bien si fue un esfuerzo que fue siendo entretejido
segn las bras del contexto histrico-social -en donde todo contexto supone
ya amenazas, riesgos o dicultades en lo inmediato-, y que por lo tanto, sus
afanes tericos seran una especie de respuesta a las necesidades del momento
imperante pero a la vez manteniendo un cierto orden y vigor histrico del
propio pensamiento. Desde la Carta VII, o desde la Poltica aristotlica, se ven
los intentos loscos por resguardar la vida de la polis, por salvaguardar la vida
ciudadana, lo cual pone como en evidencia que hay una crisis de la ciudad. El
movimiento de los sostas por el siglo V, tambin esparci una contribucin
de escepticismo y relativismo cultural que de alguna manera tena que afectar
al ciudadano ateniense. Con el paso del tiempo hay imperios que surgen y
que caen, y esto lo ejemplica el propio Alejandro Magno, quien despert una
nueva conciencia, el cosmopolitismo cultural. El sueo del estratega macedonio
golpe la seguridad misma que tenan las ciudades griegas locales por una visin
de mundo universal -el mundo se expandi increblemente para el ciudadano
griego-, lo cual puso en un primer plano de atencin tanto la dimensin
Correspondencia: arobledorodriguez@gmail.com Licenciado en Cien-
cias Jurdicas, Universidad Catlica del Norte, Coquimbo. Miembro de
la Sociedad Chilena de Filosofa Jurdica y Social y dela Asociacin Chi-
lena de Filosofa. Doctor en Universidad de Los Andes.
Roniiro Quiioz Pizaiio: En el caminar de los estoicos
2
Una escuela histrica dira que Grecia en el tiempo son sus hroes, sus grandes hombres o sus
estrategas visionarios, y otros intentaran retratar el color local, la poca, las obras de la cultura,
las particularidades, la identidad propia o mirar las individualidades del pueblo sin formular
juicios de valor culturales, es decir, ni superior ni inferior, sino grupos humanos diferentes. En sus
comentarios de Alejandro Magno, el historiador Droysen es de los que ponen el acento no en el
mundo clsico como tal sino en los siglos postclsicos, pero tambin asume una postura intermedia
nalmente, aludiendo a que cada perodo posee su propio principio histrico. En tal sentido,
despus de la Gracia clsica Drysen recuper la palabra Hellenismus. Su uso tcnico del trmino
indicaba el modo de ser y de pensar de todas aquellas poblaciones que habran sido conquistadas
por Alejandro. Para Droysen el helenismo es un perodo de transicin y conuencia entre la Grecia
clsica y el cristianismo, una etapa de evolucin y crisis del paganismo que gracias al contacto
de la cultura griega con culturas orientales, movi al cristianismo. Segn Droysen estaramos en
presencia de una nueva cultura y no frente a una supuesta decadencia de la cultura clsica.
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cosmopolita como la esfera individual, pues cuando la vida de la Ciudad-estado,
compacta y omniabarcadora tal como Platn y Aristteles la haban concebido,
vino a romperse y los ciudadanos se vieron inmersos en un todo mucho ms
vasto, el individuo se encontr inevitablemente lanzado a la deriva, sin las
trabas o amarras que le haban sujetado a la Ciudad-estado. La amplitud de
ese nuevo mundo lo retratan unas palabras de Droysen: la gradual desaparicin
de los prejuicios nacionales, costumbres e ideas, todo ello contribuy a que
fuera desarrollndose una poca completamente nueva; ciertas ideas, premisas y
conveniencias, descendiendo hasta las mismas modas, atestiguan la unidad del
mundo civilizado, en aquella poca helenstica y bien podemos suponer que bajo
formas anlogas fue abrindose paso un mundo nuevo y homogno que impona
lo mismo en las riberas del Nilo que en las del Jaxartes
3
. Con posterioridad a
esto, seremos testigos de otra expansin o resurgimiento religioso, y que es la
irrupcin del cristianismo en la historia. Quiz todos estos elementos dispares
en escena, desde lo sociolgico, poltico, losco, religioso, cultural, perlados
en diferentes momentos van a promover una sensacin extraa, provocarn un
cambio de arraigamiento antropolgico y psicolgico, y se tendr la percepcin
del mundo como algo hostil e inseguro, amenazante, a un punto en que el
individuo-ciudadano parece estar simplemente superado por un sentimiento
de no pertenencia a nada. En consecuencia, desde este punto de partida que
considera un conjunto de elementos y no a un solo factor de cambio, y adems,
si se articula dentro de un panorama temporal complejo, entonces, se justicara
ver a estas escuelas helensticas como vendedores de recetas para tiempos de
crisis, o ver a estos hombres desesperados que buscan lo mismo que otros, pues,
las losofas del tiempo, se caracterizan por armarse como saberes de salvacin,
y como sistemas de creencias y de prcticas
4
. Precisamente, muy cercanos a esa
fecha de corte y de surgimiento de la gura proftica de Cristo -esto es, a contar
del siglo I a.C.-, encontramos a varios de estos lsofos estoicos, Sneca, Epicteto,
Marco Aurelio, los que a su manera entregan un mensaje que puede ser visto sin
quererlo, como una propuesta de salvacin para el individuo, fenmeno tal que
para los primeros cristianos en ciernes se expresara como un discurso salvco,
un discurso abierto universalmente, que entrega unas creencias y normas que
prometeran un bienestar humano, aqu, o en el ms all.
Hay factores menores que pudieron contribuir a esa crisis personal de seguridad
en el mundo, tal como pudo ser el hecho de que en aquellos primeros siglos, I,
3
Dio\six G. J.: (2004) Alejandro Magno, Madrid: FCE, pp. 217.
4
Ixz, M. - Guai, C.: (2007). La losofa helenstica, Madrid: Sntesis, p. 24.
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II, comenzaron los espectculos romanos del coliseo, donde hombres y eras se
enfrentaban por igual, haciendo de la muerte un espectculo cotidiano, llevando
la banalizacin de la muerte a otros contextos de exterminio, mostrando que la
vida humana no vala nada. A su vez, el crisol religioso empezaba a demarcar
tendencias y movimientos cuya fuerza ideolgica se entrecruzara a ratos con una
intencin de dilogo, pero tambin fue provocando una polarizacin entre fe y
razn, entre monotesmo y paganismo, entre cristianos y lsofos. En cuanto
a estos contactos de fe y losofa, seala Rivaud que en relacin al naciente
cristianismo, el estoicismo se mantiene como una de las ltimas fortalezas de
la sabidura antigua, del paganismo en trance de muerte. Junto a los escpticos
y epicreos, lucha desesperadamente contra la nueva fe. Pero hay frecuentes
interferencias entre el estoicismo y el cristianismo, que debe ms de un prstamo
a la tradicin estoica
5
.
Como se ha sealado, quiz sea esa sensacin de amenaza oculta en el mundo,
o ese sentimiento de no pertenencia a nada, acompaado de la sensacin de que
el individuo se ve lanzado a un cosmopolitismo universal y desconocido, lo que
no dejar a nadie indiferente, y esto pudo permitirle a la losofa ganar terreno,
ganar adeptos. As debi ser en el caso del estoicismo que pas a ser una escuela de
pensamiento y de vida que pudo atraer a personajes tan dispares como lo pueden
ser un emperador, Marco Aurelio, un intelectual, Sneca y un esclavo liberado,
Epicteto. Esto hace pensar que la losofa de la Stoa se presentaba como una
enseanza vlida para todo el mundo, y que la crisis espiritual abarcaba a todos
los estratos de la sociedad. Pero tampoco puede circunscribirse la orientacin de
la losofa helenstica exclusivamente a ser la resultante de los factores y fuerzas
que pudieron actuar en ella, sino que ya en la temprana sensibilidad losca
se decantaron esos alcances teraputicos propios y legtimos de un pensamiento
original y crtico ante la sociedad. En efecto, tanto al Scrates ateniense como
a los estudiantes de la Stoa, por ejemplo, les parecer que para vivir ms
humanamente o sanamente, se pueden aplicar unos criterios que combinan
aspectos conjuntivos del ser humano, tal como la virtud, la felicidad y la idea de
una naturaleza en armona con la racionalidad, y por todo eso es que la losofa
ser vista bajo un alcance medicinal, y en cierto sentido, como un horizonte
teraputico no menor al soteriolgico.
Dentro de esa trayectoria expansiva que se incorpora al movimiento
cultural del helenismo naciente, resulta pertinente tomar en cuenta el rico
5
Rivauo, A. (1962): Historia de la losofa. Argentina: Kapelusz, p. 313.
Roniiro Quiioz Pizaiio: En el caminar de los estoicos
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comportamiento de los siglos III y II que evidencian una coagulacin y vitalidad
intelectual no despreciable. El hombre griego no solo tiene la posibilidad de
elegir entre la Atenas platnica o aristotlica, sino que ahora tambin la leyenda
socrtica tiene atraccin discipular, y se podra especular que el socratismo lleg
a ser un sntoma de una actitud losca parametral que se har presente a lo
menos en tres lneas intelectuales y que formarn alguna especie de escuela o de
corriente, vale decir, el epicuresmo, el estoicismo y el escepticismo. Tales matices
ideolgicos van a cruzar los horizontes histricos de un imperio helenstico,
romano, cristiano, y encarnarn arquetipos loscos y humanos, modos de
enfrentarse a la vida que los lsofos de todo tiempo irn haciendo suyos. Tras
el condenado a la cicuta, vendr un ejrcito de hombres cuya conciencia era
iluminar la vida humana tal como lo llegara a ser el mtico faro de Alejandra
en su tiempo. Hombres incomprendidos y a veces al margen de la ley o de las
costumbres, pasarn a ocupar el papel de adversarios de los lineamientos sociales,
simplemente repetidos o no cuestionados, persiguiendo con su gesto intelectual
y vital un extrao llamado que se deca losco.
Una escritura en primera persona
Uno podra argumentar que estos textos loscos adquieren una labor
pedaggica y estimulante a partir del lenguaje utilizado, o mediante su estilo
directo y simple, intimista y confesional, como queda de maniesto en las
meditaciones aurelianas. Sin embargo, otros opinan que la losofa adquiri de
pronto un repentino valor de saber aplicado que fue tambin lo que acab por
estructurar los gneros que se practican en aquel momento: epstolas, poemas
didcticos, manuales, compendios, exhortaciones, consolaciones, discursos,
diatribas, stiras...
6
. Ms all del estilo lo que uno encuentra en estos textos es
su vocacin ecumnica, un sentido universalista, su apertura a todo el mundo,
y aunque algunos textos en el estilo de las cartas van dirigidos a un personaje en
concreto, como Herdoto, Meneceo, Lucilio, esto ms bien es un mecanismo
didctico, un recurso retrico para acercar el texto a todo posible lector, una
individualizacin para el aqu y el ahora, para que no haya una distancia
insoslayable entre el hombre terico y el hombre que necesita ordenar su vida
real. No se presentan como tratados al estilo aristotlico, los cuales ya requieren
de un tipo de lector muy competente, un lsofo profesional. A lo menos, en
los textos estoicos aludidos salta a la vista la intencin protrptica y propedetica
6
Guiii, M.: (1998). Slo s que nada s, Barcelona: Ariel, p.88.
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con la que tales escrituras hablan a sus destinatarios o discpulos
7
. Asimismo, los
textos de Epicteto deambulan en una prosa libre y de lenguaje directo con escenas
cotidianas, sin caer en deniciones conceptuales o demostraciones silogsticas
tan propias de los lsofos ms tradicionales. Sin embargo, no por ello vaya a
creerse que su mensaje o contenido es menos racional, menos estructurado. A
pesar de ese ropaje de lenguaje simple, ms coloquial y de las palabras en uso
comn, las reexiones narrativas o de estilo ms sentencial no signican que
para Epicteto las cosas mismas sean tan evidentes, o que las verdades mismas
caminen con los mismos pies del sentido comn, porque precisamente estas
escuelas helensticas quisieron expresarse libremente para desestructurar varias
cosas a la vez, comenzando por la atenuacin de la severidad del propio discurso
losco, de los valores de la convencionalidad y las voces de la autoridad civil
y cultural. Entre los estoicos, Epicteto, Marco Aurelio, son de los autores que
ejemplican esta actitud intimista de la losofa, donde hay una desmiticacin
en el modo de hacer losofa, y una especie de acuerdo en que su propio texto no
tiene otra autoridad ms que s mismo, lo cual concuerda perfectamente con el
ttulo original de las Meditaciones, A s mismo.
Entre estos autores del estoicismo se percibe una especie de giro esotrico en el
sentido de que ya no buscan legitimar su discurso en funcin de una fuente en el
lenguaje de otra autoridad o maestro, ms bien buscan otra estructura alternativa
a la del maestro-discpulo en donde el discpulo iniciado recibe pasivamente
desde fuera de s un criterio o una gua, y que sea la propia existencia de esa
gura mentora, la del maestro, la que le otorga validez y valor a su conocimiento
o ejercicio personal. A esto nos referimos en las palabras de Andrea Lozano,
contrariamente a lo planteado sobre el epicuresmo, Marco Aurelio postula un
ejercicio autnomo, individual en el que no hay ms mdico que l mismo,
sin ms maestro que su propia razn
8
. Hay un requisito de autonoma que se
plantea, y no un sometimiento a otra fuente de autoridad, y se busca que salga
a relucir la individualidad, la iniciativa de cada sujeto, y eso le otorga mayor
responsabilidad al sabio estoico, porque es el despliegue de la razn misma la
7
Las escuelas helensticas heredan ese universalismo de Alejandro Magno, y su mejor ejemplo es el
caso de otra escuela rival, los epicreos, donde esta literatura pas a ser pblicamente exhibida,
en la famosa estela de Eonanda.
8
Lozaxo Vsquiz, A.: (2011) Sobre la filosofa como ejercicio espiritual en Marco Aurelio,
Studia Philologica Columbiana I, Universidad de los Andes y otras, Bogot: Universidad de
La Sabana, p. 291.
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que dirige el ejercicio, por lo que la autoridad del maestro pierde todo sentido
9
.
No busca el sabio estoico un saber enciclopdico, erudito, como al estilo de hacer
losofa de los platnicos o aristotlicos, no requiere de un maestro experto en
saberes dispersos, sino que ms bien el discurso estoico preere la sencillez y la
evidencia del propio lenguaje y la de sus imgenes concretas, realistas, tal como
lo hacen Epicteto y Marco Aurelio.
Un antdoto para todo tiempo
Aunque median unos 300 aos entre el fundador del epicureismo y Epicteto,
el perlamiento de la losofa como ejercicio teraputico o losofa prctica o
sabidura del buen vivir, se ha mantenido como un camino propio, antrolgico,
experiencial y en primera persona, y ese es el valor imperecedero que van
teniendo estos autores, quienes veran en la losofa ya no slo un quehacer
terico estrictamente cerrado, sino que parecen coincidir en que el papel de la
reexin losca es medicinal, que sta tiene el propsito de mejorar la vida de
los que la acogen [], puesto que adems la mayora de los enfermos del alma
no son conscientes de que sus creencias son la causa de su malestar
10
.
En denitiva, lo que hacen estos autores, personajes, hombres de la palabra,
escuelas de reexin, es mostrar a los enfermos del alma y a los precipitados
del pensamiento que sus creencias, ideas, estereotipos sociales, valores de fe,
costumbres, ideologas de grupo pueden ser la causa de sus malestares loscos
y humanos. Eso es lo que dentro del espritu de estas escuelas o corrientes se
ha venido dando a su modo, ya sea que el escptico, el epicureista o el estoico
armen, hagan una advertencia, dejen un consejo, muestren una contradiccin,
critiquen el sentido comn o callen como ejemplicacin de una actitud vital.
Es una losofa crtica, en donde sus maestros se atreven a radicalizar esa
dimensin, y lo van diciendo de muchas maneras, desde el ejercicio terico que
no deja de lado las dimensiones de lo absurdo, o desde la propia actitud vital
y modus vivendi, hasta la multiplicidad del lenguaje humano. Por ejemplo y
concretamente no es poco frecuente que entre estos lsofos helenistas se haga
hincapi en que el dinero o el reconocimiento social o la vida disoluta ms bien
condicionen o impidan la felicidad ms plena del ser humano. El mismo efecto
teraputico ocurre en los ejemplos y narraciones que Epicteto nos presenta en su
9
Idem.
10
Lozaxo, V. A.: Epicuresmo, Philosophical, Enciclopdia losca on line, versin de archivo 2011.
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Enquiridion, y eso da a entender que para los lsofos helenistas su orientacin
estaba muy clara, que lo que haba en ellos era una vocacin antropolgica de
mitigar las perturbaciones mentales, emocionales, existenciales, ticas, ocultas en
el individuo, quien no logra descubrirlas en su inmediatez de vida. Este individuo
es quien necesita examinarse, meditar, distinguir cul es su naturaleza humana y
actuar en coherencia a esa naturaleza que al nal lo enlaza con el orden superior
del universo o con la dimensin natural del cosmos.
A modo general la propuesta del estoicismo puede ser vista como un discurso
que puede funcionar como una terapia losca, o un ejercicio espiritual o
una gua de primeros auxilios para el vivir humano. A la luz de esa posibilidad
de relectura losca y de ese criterio conductual es como se plantea una primera
aproximacin a estos textos en el pensamiento de Epicteto
11
.
A pesar de esa atencin y centralidad que sufre el individuo con su vida
contingente, estas escuelas marcan su propio territorio, y a veces el contraste nos
permite ver lo que cada autor siente como ms propio de su camino losco. La
formulacin epicuresta de que el placer es el principio y el n de una vida feliz,
congrega una visin losca que hoy en da se entendera como la apoteosis del
hedonismo contemporneo. Sin embargo, el contraste con los estoicos queda en
evidencia total cuando leemos eso de que no hay otro bien ms que la belleza
moral. Sin embargo, hay que hacer notar que se ha dado una mala propaganda
respecto de esa vehemencia epicrea por el placer extremo, como se lo tiende a
imaginar contemporneamente. Aclaremos en palabras del mismo Epicuro el
malentendido losco: Entonces, cuando decimos que el placer es el n, no
hablamos de los placeres de los disolutos ni a los que residen en el goce relajado,
como creen algunos que ignoran o no estn de acuerdo o que interpretan mal la
doctrina sino de no padecer dolor en el cuerpo ni turbacin en el alma. Pues ni
las bebidas ni los banquetes continuos, ni el goce de muchachos y mujeres, ni de
los pescados ni de todas las otras cosas que trae una mesa suntuosa, engendran
11
Eiicriro (~45 Hierpolis ~130 Nicpolis). A pocos aos de la crucufixin cristiana se sita la
figura de Epicteto que predic como filsofo. Sus lineamientos y sensibilidad doctrinaria tuvo buena
acogida en otro tipo de crculo como el del cristianismo emergente, a tal punto que se lo tuvo como
por un criptocristiano. Sus enseanzas y mximas corrieron por la va oral, y fue uno de sus discpulos,
Arriano -se le llamaba el nuevo Jenofonte por la semejanza con el discpulo de Scrates-, a quien le
debemos es conocer la obra epicteana. Hay autores que se han preguntado si hubo en Epicteto una
propagacin misional, y esa observacin surge de la grandeza que demostr el deambular de su vida.
La observacin de su vida, la trayectoria vital, es ya una imagen de lo que puede encontrarse en su
pensamiento: de la esclavitud a la liberacin.
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la vita grata, sino el sobrio razonamiento que indaga las causas de toda eleccin
y rechazo, y expulsa las opiniones por las cuales se posesiona de las almas la
agitacin ms grande
12
. Al mismo tiempo, curiosamente, es el mismo Epicuro
quien hace alusin a que su doctrina ha sido malentendida, y por lo tanto, tal
efecto no parece ser un caso aislado en la lectura que se hace de su losofa.
En apariencia y a partir de estos fragmentos, la eleccin de vida estoica se ve
muy lejana de la de la va anunciada por Epicuro. Pero a veces nuestra anacin
actual de las palabras puede ser la que ve menos caminos de los que hay, y as
puede ser en el caso del concepto de felicidad entre los antiguos. Epicuro busca
esa felicidad dorada pero en ella se percibe un cierto antdoto para las penurias
humanas, un calmante si se quiere, y entonces, ya no es el placer en bruto. En otras
palabras, el sabio epicreo le interesa que esa tal felicidad tenga una dimensin
losca, le ayude a lidiar con los embates del mundo, y esta es una actitud que
irradia a los otros sabios, estoicos, cnicos, socrticos en general. Seala Epicuro
que vana es la palabra del lsofo que no remedia ningn sufrimiento humano.
Porque as como no es til la medicina si no suprime las enfermedades del cuerpo,
as tampoco la losofa, si no suprime las enfermedades del alma
13
, y ante tal
declaracin de principios esas crticas contemporneas del hedonismo a ultranza,
del placer por el placer, pierden un tanto su asidero. Hay otro enfocamiento
de fondo. Es como si hubiera una dimensin de la felicidad que pudiera dar
esa tranquilidad de nimo, aquello que buscan las diferentes escuelas helenistas.
Asimismo, sabemos que el placer existe, es una experiencia humana ms, y es
parte de las posibilidades que el hombre posee. Al placer hay que elegirlo, no
depende del hombre, y entonces, Epicteto, encuentra que ah est el valor de
la belleza moral estoica, en donde el hombre puede ser protagonista y tener
contacto con ese ujo de libertades que colisiona con las necesidades y los azares
que no dependen de la voluntad humana. En cambio, esa belleza moral s que se
alimenta de las acciones elegidas por el ser humano, y esto le parece a Epicteto
que dene mejor lo que es bueno para el hombre, aquello que si depende de su
voluntad, que sea fruto de una decisin. Esto implicara que aquello que depende
del destino o del azar no es bueno para el hombre, sino que lo realmente valioso
para el hombre es su acto inteligente y visionario, su actuar hacia un n de
contenido propio y que sea controlado y no un fruto de la casualidad. Porque del
gesto humano s cabe decir que puede ser bueno o malo, mejor o peor, liberador
12
Eiicuio, Carta a Meneceo, Santiago: Centro de Estudios Griegos-Ediciones Tcitas, p. 21.
13
Epicurea, frag. 221.
134
o esclavizante, digno o perturbador, etc. As es como el sabio estoico se aleja o
marca su distancia de la felicidad epicrea, en que para uno la tal felicidad no
cabe dentro de las causalidades del azar o del destino, sino de la eleccin que
se haga. La felicidad puede llegar, puede ocurrir, pero hay otra sustentacin de
anlisis en la que cree el sabio estoico: el hombre es una especie de prolongacin
de un orden o cosmos racional, con una fuerza inteligible que va en lneas de
desarrollo como un impulso racional que lo atraviesa todo. Ese es el camino
que se impone el estoico, y no el de la felicidad epicrea como tal. Lo que en la
naturaleza se muestra al hombre como instinto, como reacciones de un calibre
animal, pasan a manifestarse en el hombre como una tendencia intelectual que
preserva las armonas pitagricas de las esferas, metafricamente dicho. Dnde
est ese ordenamiento, esa tendencia, ese instinto natural? Desde su nacimiento,
el ser vivo, unido a s mismo y conado a s mismo, se inclina a conservarse, a
amar su propia constitucin como a todo aquello que puede conservarla; pero
detesta su destruccin como a todo lo que a ella puede conducirlo
14
. A partir
del nacimiento la naturaleza ensea que el ser vivo tiende a seguir la lnea de su
conservacin, ya sea bajo los instintos que se le atribuyen al reino animal o ya
sea bajo el reinado de la razn, y hacia eso apuntan los sabios del estoicismo. La
racionalidad ms que la felicidad del sabio epicreo es lo que mejor representa
para ellos la fuerza vital de la conservacin, y tal proceder se pone en marcha cada
vez que el sabio estoico elije esa belleza moral.
La pretensin o promesa teraputica queda congurada en este caso del
modo siguiente: que el ser humano pueda someter su pensar/actuar a ciertos
elementos rectores y as dejar de sufrir ante un cmulo de circunstancias o
factores que suceden sin el concierto humano factores que otros griegos antiguos
posiblemente llamaran fatalidad, destino o naturaleza humana.
Dentro del camino estoico, entonces, vamos a resaltar algunos elementos que
permiten congurar una especie de gua que el sabio intenta no perder de vista
para su vivir, unos parmetros actitudinales y conductuales que le orientan. El
caminar de los estoicos debera considerar en su accin teraputica a lo menos,
estos parmetros
15
:
1. que la accin permita ser vista como libre, liberadora, catrtica, disolvente
ante lo contingente y negativo.
14
Carx, De nibus, III, 16.
15
De los cuatro puntos propuestos solamente vamos a desarrollar, apretadamente, los correspondientes
a los nmeros 1 y 4, por razones de espacio.
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2. que la disposicin sea una accin con conocimiento de causa o de
circunstancias. Una accin con conciencia, incluso, a un punto tal que el temor
no sea connatural a la accin. Es preferible un dolor con conciencia que no un
estado de temor sin actuar conscientemente.
3. que la conducta y proceder anmico-psicolgico posea una dimensin
inteligible, o que las acciones conlleven hacia una apertura de lo racional.
4. la posibilidad de dar respuesta al miedo, a la emocin de peligro sobre el
mundo, y liberarse de esa corrosiva y asxiante presencia o posibilidad.
La accin |iberadora
Desde la primera reexin con que comienza el Enquiridion
16
se da a entender el matiz predominante de la accin humana misma, puesto que
se nos habla del control y no control de las cosas (n1)
17
: Hay cosas que estn
bajo nuestro control y otras que no lo estn. Bajo nuestro control se hallan las
opiniones, las preferencias, los deseos, las aversiones y, en una palabra, todo lo
que es inherente a nuestras acciones. Fuera de nuestro control est el cuerpo,
las riquezas, la reputacin, las autoridades y, en una palabra, todo lo que no
es inherente a nuestras acciones [] Recuerda, pues, que te perjudicars si
consideras libre y tuyo lo que por naturaleza es servil y ajeno. Esta es una idea
rectora fundamental, la cual divide toda la accin o acontecer de las cosas en
dos variantes: una accin propiamente humana, y otro campo de acciones del
cual el hombre es un testigo, no un actor, como cuando se dice que son cosas
que le suceden al hombre, que las recibe o padece. Desde su primer pargrafo
(n 1), Epicteto advierte que el hombre puede daarse, que provocarse un mal o
desviarse de lo correcto en la vida, y esta sola referencia a esa negatividad adversa
pone de maniesto que hay en su discurso una preocupacin por el bienestar
humano, una teraputica en camino.
Otra forma de expresar lo sealado por Epicteto es decir que hay cosas
que dependen de nosotros, y otras que no dependen. En tal sentido habra
16
Eiicriro, Enquirion. Para nuestro comentario usaremos la traduccin de Dennes Marthos, en
versin electrnica.
17
Esta numeracin indica la ordenacin cannica de los fragmentos y pensamientos que componen el
Enquiridion o Pequeo manual que sabemos que pertenece a Epicteto pero que no fue escrito por l
mismo. Es el mismo fenmeno de la agrafa socrtica, en donde un discpulo o alumno, en este caso
Arriano, es quien deja un registro escrito de la obra.
136
libertad y esclavitud respecto de cada movimiento/mbito en el que estemos o
en el que pensemos actuar. Esto plantea una distincin crucial, esencial. Si se
desconocen esos dos mbitos o se confunden -cosas que dependen de m y las
que no-, entonces, nunca podremos alcanzar la felicidad o la tranquilidad de
espritu si vivimos preocupamos de aquello que no dependen de nosotros, ya sea
temindolo o desendolo.
Epicteto nos advierte que hay que poner atencin en aquello que no depende
de uno mismo (como la pobreza, enfermedad, muerte, n2), y por eso estar atento
a la idea o representacin (phantasa) de creer que tales fenmenos dependen
de nosotros. Su enseanza es que se debe adoptar ante esas representaciones o
creencias subjetivas una aptitud de indiferencia o distancia, pues tales fenmenos
no son nada bueno ni malo para nosotros. Por eso el sabio estoico puede decir
ante los fenmenos T eres una representacin, y no lo que representas, y es lo
que Epicteto nos recomienda de hacer ante cada adversidad.
En n, dependen de nosotros todas las acciones del libre albedro -prohairesis-,
o de la voluntad. As el hombre debe aprender a ordenar sus deseos segn la recta
razn, puede elegir lo que desea, pues de esa manera no se dejar llevar por
desear lo que no est dentro de su propio dominio, como sera la inmortalidad
y en consecuencia, sufrir durante toda tu vida por una creencia transformada en
absurdo deseo. Es un saber desear aquello que pertenece a su capacidad de accin,
conocer en el fondo su libertad para saber actuar, para saber desear, para elegir
y tener conciencia del lmite de su propia libertad: puede ejercer correctamente
esa libertad y no sufrir si tiene en claro esa diferencia de naturaleza entre las cosas
que dependen de su accin/libertad y las otras cosas que est fuera de ese mbito.
Este pensamiento propuesto de que hay cosas que estn bajo nuestro control
y otras que no lo estn, puede tener el efecto teraputico de que la libertad
personal no se confunda con el simple apego o desapego a las cosas y los objetos:
cunto ms libre es una persona no materialista por ejemplo, usando el lenguaje
contemporneo, es cuando ms conciencia tiene de que entre las cosas y su
propio mbito de ser, hay una separacin, y que su campo de accin ms propio
es su libertad, ese libre arbitrio o su manera de pensar o desear respecto de las
cosas. Posee una relacin con las cosa pero no posee a las cosas mismas, y esa
relacin est dada por sus representaciones o por lo que cree que las cosas son.
No ve Epicteto ms libertad en el hecho de tener cosas, como seran las copas de
cermica (n 3), sino que considera que podemos ser ms libres si el deseo o las
Cfsan Ganca ivanrz: El concepto de deidad en las antiguas cosmogonas
Roniiro Quiioz Pizaiio: En el caminar de los estoicos
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creencias que nos mueven tienen una ponderacin prudencial, una racionalidad
hegemnica, y que las acciones que realizamos o no, sean localizadas en uno de
esos dos mbitos, cosas/acciones que se controlan y las que no se controlan como
la enfermedad. Nuestra libertad propiamente real slo est en el mbito de nu
estoico hay un acuerdo tcito, a priori, entre lo que sucede universalmente y las
acciones que realiza el sujeto humano concreto. La naturaleza csmica tiene la
ltima palabra respecto a los resultados de una accin humana, pero el individuo
se queda satisfecho luego de que ha puesto todo su empeo, toda su voluntad,
toda su libertad para conseguir algo, y lo que sucede es que el sabio estoico confa
en los dictmenes de la naturaleza, a un punto tal en que los resultados del xito
o de la derrota, le son indiferentes. El sabio estoico es un atleta de la virtud, y
eso se reeja en la buena voluntad que alienta todo su actuar moral. Tambin la
pequea libertad humana, an cuando no logre su cometido ante un objetivo o
ante un deseo puntual, tiene la posibilidad de pensar que desde una perspectiva
macro el universo ha actuado rectamente, y que su visin de los hechos es una
visin limitada, acorde a su posicin dentro del universo.
Esa libertad de lo humano puede aposentarse ya sea en la actitud que el
individuo asume ante los eventos, ante el desapego de algo, ante las cosas que
lo atraen, y tambin en ese destino de las cosas que el hombre no domina, y eso
sera lo que nos transmite Sneca, tomando una frase latina de Cleantes: Fata
volenten ducunt, nolentent trahunt. As, para Epicteto como para sus otros
aliados de escuela, resulta intil rebelarse o protestar contra lo inevitable, pero
an as, el hombre posee su libre albedro que lo seala como un ser que es parte
de un orden racional superior. Quiz sea una mezcla de esto, de libre arbitrio con
amor fati a la vez.
Dar respuesta a |a emocin de| temor
En el sabio estoico no se busca una confrontacin violenta con los hechos
del mundo, hay una especie de limpieza emotiva que empieza con una actitud
de entereza y a la vez, distanciamiento, un poner entre parntesis lo que se cree
de las cosas, liberarse de algunos contenidos y costumbres. Y qu se le puede
oponer al miedo, a esa emocin ancestral? Para los estoicos la racionalidad es
lo que permite llegar a un juicio integrador en donde el individuo no pierda
totalmente el control de s mismo, ms que de las situaciones del medio. Ante
el caos de las emociones oscuras, ante la hybris, la temperancia de la razn, el
sosiego de la contemplacin y la toma de conciencia.
Cfsan Ganca ivanrz: El concepto de deidad en las antiguas cosmogonas
138
En medio del camino estoico aparece la virtud del sabio, la cual es la nica cosa
buena a conseguir de esta vida, la cual proporciona paz espiritual, buen nimo
y una entrega consciente al transcurrir de la vida, tal como sera un andar con la
liviandad de vestimentas que no oprimen, como cuando tenemos la sensacin
de lo contrario. Un hombre lleno del caos emocional es ms bien su esclavo, usa
vestimentas que lo desgastan, no tiene un equilibro de las propias vivencias sino
que est cerca de la anarqua, sujeto al temor. La virtuosidad va a ser entonces,
un vivir conforme a la naturaleza, a la racionalidad misma. Esto le permite al
sabio estoico aceptar con resignacin y con visin de cuidar de s mismo, lo que
ha de suceder en el mundo y que no puede cambiar o intervenir. Sabe que ante
el temor, ante el peligro de algo inevitable como la muerte nada ms puede sino
volver sobre su actitud y experimentar un cambio, un aprendizaje, aceptar que
nada ms puede cambiar su actitud interior y en ello cifra sus esfuerzos de todo
tipo. Epicteto nos ensea al respecto:
Debo morir. Pero he de morir lamentndome? Debo estar encarcelado. Pero
tengo que gemir tambin? Puede alguien impedirme entonces que vaya con una
sonrisa y con buen nimo y en paz? Dime el secreto, Me niego a decirlo, es mo.
Pues te encadenar. Qu hablas compaero? Encadenarme? S, encadenars mi
pierna, pero no mi voluntad. Ni siquiera Zeus lo puede hacer.
Si comprendemos que la virtud es el nico verdadero bien veremos que
ningn mal real puede sobrevivirnos. Piensa que te has de conducir en tu vida
como en un convite. Sabes que has de hacer ah? Te llega a ti algo de lo que se
reparte? Extiende la mano y tmalo modestamente. Pas de largo? No quieras
arrebatarlo.
El sabio estoico alguna vez ha debido experimentar el miedo, fue un
aprendizaje lo que lo ha llevado a desaarlo. Epicteto nos dice que tenemos una
libertad incluso ante el miedo, que se puede elegir el vivir una vida sin miedos,
pero que es un camino de mucha presencia de nimo y de vigilancia sobre s.
Uno podra incluso sostener que con Scrates se nos da uno de los primeros
ejemplos para superar el miedo humano, y que todas estas escuelas helensticas
de alguna manera no pueden dejar de lado semejante acto de valor. Llega el
estoico a convencerse de su postura de superar el miedo? Unos dicen que no
hay valientes y que lo que hace el hombre es disimular su miedo. Pero si el sabio
estoico modica su idea acerca de lo que le causa un miedo, por ejemplo, de
la muerte, entonces, si se convence como el viejo Scrates de que en su punto
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crtico no sabemos lo que sea la muerte, sera un tanto absurdo, irracional, dejarse
llevar por el temor ante algo que se desconoce. Queda el argumento de los que
dan validez al miedo a lo desconocido, y que sera una emocin tan humana que
se naturaliza en toda persona. Hay una aversin a lo desconocido, pero esa es
otra idea cultural o instalada por la irracionalidad misma que lleva a creer que lo
desconocido como tal es motivo de miedo, pero ms bien el sabio sabe que no es
ms que una reaccin, un movimiento de nimo.
De alguna manera el miedo se ha hecho parte de las religiones, del ancestral
temor a los dioses, lo cual ha pasado a ser visto como algo natural. Pero quin
quiere dioses para temerles, para sentirse esclavo de la voluntad divina. Slo basta
recordar lo que Epicteto nos dice sobre que ni Zeus tiene el poder de poder
arrebatarnos nuestro ltimo libre albedro, y esa es la losofa teraputica del
estoicismo, que procura impedir que el miedo se convierta en una forma de
percibir el mundo. Las palabras de Epicteto en su pequeo texto nos permiten
meditar sobre la losofa estoica en su grado ms humano ante el temor, pues
quien se atreve a gritarlo a los cuatro rincones es un hombre que lleg a nacer
bajo la esclavitud misma, sin ninguna posibilidad de eleccin ante eso. Hay una
valenta de vivir que se difunde en las lneas epicteteas, como si el cautiverio
que sufri le hubiera hecho comprender que el miedo es como la esclavitud:
no permite vivir. Quiz cuando era un ser humano hecho esclavo por voluntad
de otros, lo que Epicteto ms quera sera vivir por encima de toda esclavitud,
incluida una de las peores, el miedo.
Con esta libertad rectora de lo humano y eje central, uno podra pensar en
el oriente, en la literatura religiosa que muestra una aspiracin de la liberacin
ante todo lo terrenal, pero cayendo en un sesgo despreciativo, calumniador del
mundo como dira Nietzsche. El sabio estoico con su ataraxia, imperturbabilidad,
quiere llegar a tanto? Para algunos la bsqueda estoica de la serenidad a como d
lugar, les parece un poco a falsa modestia. Esto sucede cuando Sneca le dice a
su discpulo Lucilio que el sabio deber considerar que el cautiverio, los azotes,
los grilletes, la miseria, los miembros desgarrados, sea por la enfermedad, sea
por la crueldad de los hombres y todas las calamidades que quieras, son terrores
imaginarios. Son los medrosos los que han de temer esas cosas. Como dice
Marina
18
, tomarse en serio la negacin del yo es harina de otro costal, y no es
que el sabio estoico pretende un nihilismo del yo.
18
Maiixa, J.: (2006): Anatoma del miedo, Barcelona: Anagrama, p. 230.
140
De sabio estoico a ser mi propio terapeuta
Como se comenta en las aulas y fuera de ellas, existe en la actualidad una
popularidad del tipo best seller en mirar ms de cerca a ciertos lsofos de
la antigedad, puesto que al parecer hay en ellos, un xito inesperado en la
teraputica del vivir que el pensamiento contemporneo ha descubierto. Asimismo
es un tpico callejero cuando se dice que losofas como el estoicismo sirven para
tiempos de crisis. Uno se hace la pregunta de si tales autores de los primeros aos
pre y postcristianos, estaran muy de acuerdo o no en tal aseveracin, de que
su losofa es oportuna en tales condiciones adversas de la vida humana. Quiz
uno de estos lsofos antiguos al ser interpelado desde el perl de la seccin de
la autoayuda contempornea, respondera con otra pregunta, si acaso la salud es
algo que solamente busca o interesa al hombre cuando est en tiempos difciles
o cuando solo hay crisis. La respuesta rebasa la lgica del sentido comn y traspasa
el mbito natural, pues lo que el lsofo antiguo quisiera es que todos aceptaran
en principio, que su losofa no es una receta para algo puntual, no es una simple
receta para lidiar con el sufrimiento humano, sino que es un ungento terico-
prctico para la vida misma, para la accin, para la construccin tica de s mismo
y para usarla cada vez que se tenga que actuar. Es un alcance de mltiples efectos, y
en paralelo uno puede pensar que se trata tambin de una receta puntual.
A pesar de las diferencias propias o de los matices personales en estos discpulos
de la stoa, hay zonas de contacto ideolgico que los emparentan. Todos ellos
piensan en el bienestar o felicidad del individuo, lo que se entender como la
mejor forma de conducir la vida.
El psiclogo-terapeuta actual dira: estoicismo para todo el mundo. Y uno
pregunta por qu no?
Si acaso los estoicos no prometen la felicidad para todo tiempo y para todo
individuo!
En diferentes secciones de su Enquiridion, Epicteto nos aconseja iniciar
un trabajo, una disciplina, un experimento consigo mismo: poner atencin,
atencionarnos de nuestros actos pero tambin de aquello que provocan nuestras
acciones, es decir, nuestra carga subjetiva de creencias, pensamientos, prejuicios,
ideas, deseos. Mirarnos hacia dentro, tomar conciencia del contenido mental y
evaluarlo crticamente con el auxilio de la razn, pues se trata de una razn crtica.
Y de hacerle caso a Epicteto, qu consecuencia obtenemos de este ejercicio?
Roniiro Quiioz Pizaiio: En el caminar de los estoicos
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Es un trabajo al estilo del examen propuesto por Marco Aurelio, una forma
de ver la vida y de poner distancia con las cosas, una forma de fortalecimiento y
de autoarmacin en la libertad personal, y ver que las cosas hasta cierto punto
no son determinantes.
En tal sentido, el Enquiridion nos da advertencias, propone ejercicios
espirituales para orientar la propia accin y fortalecer a la persona ante los
aconteceres de la vida, promete un grado de libertad personal que es la nica
felicidad que el sabio siente al sentirse dueo de s mismo mediante su fuerza
racional y volitiva. Ese ejercicio de autoexperimentacin es un ponerse a prueba
ante la vida y todo el movimiento impredecible de las cosas que pasan. El
estoico desarrolla una especie de conanza de acero en s mismo, cree que puede
neutralizar lo que el factor psicolgico o mental le pueden causar de dao o error.
Epicteto en toda esa larga lista de recomendaciones y ejemplos, pone de
maniesto la ignorancia socrtica con que viven los hombres, porque si no fuera
as no sufriran de todo lo que sucede, seran ms libres. Su mensaje es cmo
valorar las cosas y cmo comportarse ante ellas de modo positivo y liberador.
Uno recuerda ya en esa metfora del drama universal (n17) la condicin del
hombre como actor, y por lo tanto, su Enquiridion es un conjunto de imgenes
que invitan al hombre a actuar ticamente consigo mismo, a desempear bien su
papel impuesto pero aceptado.
Hay instancias en donde la vida del hombre parece alcanzar una satisfaccin
personal, una ntima felicidad que sera saber que no es un juguete de los dioses
y que puede apoyarse en s mismo para actuar y existir, y ese apoyo es la razn.
Una de sus fuerzas de apoyo es esta razn, una razn que permea en toda la
realidad y que se hace eco en todo el universo. La sabidura estoica busca unir esa
racionalidad personal con todo el acontecer del universo porque en el fondo hay
un continuum de un mismo elemento que se maniesta en la realidad y que es
la razn. Obedecer a su propia racionalidad le permite al sabio estoico ser parte o
entrar a esa armona csmica y reino natural de la razn. Aqu, en esta proeza de
concebir que su razn es la propia razn del universo que acta a travs de l, es
en donde radica su posibilidad de felicidad y de virtud tica. El primer carcter
del sabio es que se deja llevar por esa gran corriente de la vida universal, sin
colocarse en oposicin al orden natural. El transcurso feliz de la vida individual
slo puede provenir de la virtud, idntica a la felicidad. Aunque lleva implcitas
las virtudes tradicionales, sabidura, temperancia, valor y justicia, la virtud del
142
sabio, en su naturaleza profunda, es una sola. Descansa en el acuerdo ntimo
entre el pensamiento individual, en su parte ms elevada, y el orden universal.
Ese acuerdo se maniesta por la rectitud d la intencin. En efecto, se encuentran
en el hombre, como en todos los seres vivientes, dos elementos distintos, pero
inseparables. En primer lugar, un impulso, una tendencia ciega por s misma,
que empuja a todo el ser en el sentido de la corriente general de la vida y, en
segundo lugar, una facultad intelectual capaz de percibir todo o parte del orden
del mundo. En el loco estn disociadas las dos funciones []
19
.
En una palabra, nuestra vida externa, el trajn y contacto que tenemos con
las cosas exteriores, el ocuparnos y acusar los golpes del vivir cotidiano, tal como
nuestra corporalidad desgastada por el tiempo, dependen de otras fuerzas como el
destino, el mundo o los dems. Slo nuestra vida interna, nuestras representaciones
-creencias, valoraciones, opiniones, etc- dependen de nosotros. Todos estamos de
acuerdo en que el bien es deseable y en que hay que evitar el mal. Los desacuerdos no
vienen promovidos por las prenociones o preconceptos en s, sino de la aplicacin
que se hace de ellos mediante las representaciones que nos hacemos de las cosas o
situaciones. Por ejemplo, todos podemos compartir la idea de que tenemos que
buscar lo racional, lo bueno, pero cada cual entiende a su modo lo que sean estas
palabras. Por eso, para evitar esa arbitrariedad y ese caos mental es que los humanos
necesitamos una educacin, una instruccin, una orientacin, una terapia losca
que nos evite sufrir intilmente por elementos que no lo ameritan.
Sabio es reconocer lo que no est en mis manos. Esto no es un llamado al
quietismo, pues podemos luchar por lo que se quiere, siempre y cuando dependa
de uno. Quiz la felicidad sea algo que puede germinar en aquello que s depende
de uno. Con Epcteto vale la pena hacer el intento de ser felices pero dentro
de unos lmites que debemos conocer. Conocer los lmites del deseo mismo.
Conocer los lmites que impone la racionalidad:
8. No exijas que las cosas sucedan tal como lo deseas. Procura desearlas tal
como suceden y todo ocurrir segn tus deseos.
El lsofo se compromete consigo mismo, y ante eso Epcteto pregunta
cundo comenzar a ser sabio o lsofo? No maana, sino ahora, pues qu otro
maestro ests esperando que no seas t mismo? (51).
A partir del Enquiridion, uno cree percibir varios elementos en juego: una
mezcla de carpe diem, amor fati, un estado de vigilancia permanente, una especie
19
Rivauo, A. (1962): Historia de la losofa. Argentina: Kapelusz, p. 320.
Roniiro Quiioz Pizaiio: En el caminar de los estoicos
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de moderacin-autocontrol, un distanciamiento-indiferencia de las cosas. Un
sufre y abstente, soporta, acepta con dignidad. Sobre esto ltimo uno recuerda
las alegoras de la vida como un drama (17) universal y un banquete (15),
que nos propone Epcteto en este texto.
A unos les parece que el estoicismo peca de idealista, que promete mucho ms
de lo que est en condiciones de dar, o de que se tiene una fe ciega en la razn: en
la gura del sabio ideal, modelo de virtudes, carente de todo impulso pasional
y de todo movimiento apasionado, despreciador de las conveniencias mundanas
y conado, soberbiamente, en el poder de su razn para obtenerla vida serena
y feliz, se reeja ese idealismo utpico
20
. A pesar de esa desmesurada conanza,
el estoico sabe que su modelo de sabio es un ideal, pero tiene conanza en su
esfuerzo, en su entrega rectora a los poderes de la razn.
Referencias bib|iogrcas
Carx, De nibus
Eiicriro, Enquiridion,
Discursos
Eiicuio, Carta a Meneceo
Maico Auiiiio, Meditaciones
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Dio\six G. J.: (2004) Alejandro Magno, trad. Wenceslao Roces Surez Madrid:
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Eiicuio, Carta a Meneceo, Santiago: Centro de Estudios Griegos-Ediciones
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Ixz, M. -Gual, C.: (2007) La losofa helenstica, Madrid: Sntesis.
Livi, A.: (1949) Historia de la losofa romana, trad. Hctor Pozzi, Buenos Aires:
Eudeba.
Lozaxo Vsquiz, A.: (2011) Sobre la losofa como ejercicio espiritual en
Marco Aurelio, Studia Philologica Columbiana I, Universidad de los Andes,
VVAA, Bogot: Universidad de La Sabana.
20
Ixz, M. - Guai, C.: op.cit. p. 135.
144
Lozaxo, V. A.: Epicuresmo, Philisophical, Enciclopedia losca online,
versin de archivo 2011
Maiixa, J.: (2006): Anatoma del miedo, Barcelona: Anagrama.
Rivauo, A. (1962): Historia de la losofa. Trad. ngela Romera y Marta Samatan,
Argentina: Kapelusz.
Usixii, H.: (1892): Epicurea. Leipzig.
Gaica G, C.: (1997), Introduccin a Meditaciones de Marco Aurelio, Madrid:
Gredos.
Roniiro Quiioz Pizaiio: En el caminar de los estoicos

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