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Formas de Pensar A Roberto Arlt

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Roberto Arlt

Por Javier Piccolo



Phillip Marlowe le pregunt a Soriano, en la ltima pgina de Triste, Solitario y Final por qu
quera escribir sobre el Gordo y el Flaco. Soriano le respondi simplemente: Porque los quiero
mucho. Nunca he escuchado mejor razn para escribir sobre alguien, y es posiblemente la nica
que tenga para escribir este garabato sobre Arlt. As, simplemente motivado por la querencia y por
la admiracin. No pretendo con esto componer una hermtica leccin de literatura para ser leda
desde algn empolvado atril y mucho menos imprimirle el rigor tcnico de una biografa hecha y
derecha.

Formas de encontrar a Arlt

No me acuerdo de dnde saqu el nombre de Arlt. Me acuerdo ms o menos cundo: fue
alrededor de mis 15 aos. Compr una edicin barata de El Juguete Rabioso que rpidamente
fue a parar a un toquito de libros destinados a un enero aburrido. Volte la ltima pgina a los 5
minutos de haber abierto el libro. Despus de hojearlo empec a leerlo para terminarlo en unos
dos o tres das. Al tiempo, ya cursando el secundario, la profesora de literatura nos dio a leer La
isla desierta. Y ca en la cuenta de dos cosas: a) la escuela destruye la literatura y b) lo bien que le
hizo a Arlt (y a sus lectores) no terminar siquiera la primaria. Me tom un relajo de Arlt hasta que
agarr, ms cerca en el tiempo y casi al unsono, Los siete locos y una de tantas antologas de las
famosas Aguafuertes Porteas. Ya para esta altura la genialidad de este tipo me resultaba
suficientemente abusiva como para leer ms, sobretodo Los lanzallamas, libro que me tortur el
pensamiento a partir de haber ledo la una nota al pie de la pgina final de Los siete locos que
deca que el resto de la trama se desarrollara ah. Y en cuanto apareci la posibilidad de escribir
sobre alguien para la revista no se me ocurri otro ms que l.

Formas de buscar a Arlt

As que empec a buscar datos sobre Arlt. El camino inicial fue la Biblioteca General San Martn, no
tanto porque la tuviera muy a mano sino ms bien porque es una biblioteca de esas clsicas,
donde uno supone puede encontrar el libro que se le antoje. Pregunt por una biografa de
Roberto Arlt y me decepcion cuando me dieron dos libros con el mismo nombre: Enciclopedia de
Literatura Argentina. En ambos los datos que figuraban de Arlt eran escuetos como de
enciclopedia. Resignado en mi intento de tomar libros en mis manos fui a buscar a las otras
bibliotecas que s tena ms a mano. Digamos que el resultado fue ms o menos el mismo. Prend
la computadora, met en el famoso buscador Google las palabras adecuadas y slo aparecieron
algunos informes, ms o menos como los referidos en anteriormente. Siguiendo a mi obsesin de
conseguir un libro biogrfico enterito, busqu por libreras, reales y electrnicas, y me encontr
con la decepcin por tercera o cuarta vez (por favor lleven ustedes la cuenta); no haba ms de
cuatro. Desesperado me fui a tomar algo, como para bajar la angustia. Curiosamente el bar donde
termin se llama Juguete Rabioso. Las paredes estn decoradas con fotocopias de las tapas de la
primera edicin de dicho libro y hojas de libro. Le, pero entre ellas no apareci ninguna que
siquiera por asomo se pareciera a aquellas donde sucede la vida de Silvio Astier. Pero por lo
menos en el bar pude hacer algo mucho mejor que en la biblioteca: emborracharme.
Tanta frustracin no dej de parecerme, al menos, curiosa. Es decir, estamos hablando de Roberto
Arlt, uno de los mejores escritores argentinos, no slo para un grupo pequeo de especialistas,
sino que es un grande ms all de diferencias y gustos literarios. Adems de esto su vida misma es,
prcticamente, la novela que a l le falt publicar. As de atrapante es su biografa. Por eso no deja
de sorprender que exista tan poco material a alcance de la mano sobre l. Cuntos escritores
desearan escribir como Arlt? Cuntos dinero y tiempo se malgasta en las universidades para
saber de literatura y ningn universitario puede siquiera arrimarse en calidad de un tipo que
sacaron a patadas de la primaria? Cuntos periodistas se aburren en sus cubculos de redactor
haciendo artculos con este estilo tan pulidito y corts que abunda y no aspiran a acercarse a la
genialidad de cualquiera de las aguafuertes? Cuntos literatos de excelente ortografa no pueden
escribir nada salido desde la tripa, que siempre sale con errores ortogrficos?
Cuando uno se entera que Onetti dijo hace sesenta aos que Arlt fue el ltimo tipo que escribi
novela contempornea en el Ro de la Plata se sorprende. Cuando uno lo analiza dos veces le da la
razn. Tal vez por esa contemporaneidad es que hay tanta ausencia; porque Arlt escribi en aquel
mundo que se caa a pedazos y este mundo es el mismo que se sigue deshaciendo tanto o ms
brutalmente; porque Silvio Astier estara fumando paco; porque todava te ven la cara y te dicen
Raj, turrito, raj. As de contemporneo es un tipo que naci con el siglo XX (el 26 de abril de
1900 segn su madre, el 2 de abril segn el registro civil, pero cremosle a quien lo pari) y que
muri sin entrar en la mitad del siglo pasado (el mismo 26, pero de julio del 42). Lo que lo hace a
Arlt ser Arlt es posiblemente su forma de analizar aquella realidad, no a travs de paradigmas
estructurados sino ms bien metindose por las groseras ranuras que dejan dichas estructuras. Es
el escritor cuyo estilo no es ms que el que tienen las cosas como le salen, es el tipo que se escapa
a los suburbios porteos para cubrir una nota policial, el que camina las calles de noche para leerle
casi de prepo sus obras a los vagabundos y borrachos de paso, el que se sentaba a la misma mesa
de las putas y los fishos. Es quien nos dice: "Creo que a nosotros nos ha tocado la horrible misin
de asistir al crepsculo de la piedad y que no nos queda otro remedio que escribir desechos de
pena, para no salir a la calle a poner bombas o a instalar prostbulos". Sobre todo, aquella
capacidad de escribir de su alrededor y no caer el panfletarismo o la denuncia. Estas formas de
meterse por donde pocos grandes escritores se haban metido supo trasmitirlas siempre, ya sea
en Crdoba mientras escriba el Juguete o bien ya como periodista en los prestigiosas diarios
Crtica y El Mundo. Siempre tuvo esa tendencia a moverse por los lmites, como si fuera un
equilibrista en un pioln sin saber lo frgil que era, porque esa ha sido su manera de manejarse
desde que tuvo memoria. Algo similar sucede con su relacin en una de las tantas polmicas
argentinas, la de los grupos literarios de Florida y Boedo, en la cual algunas veces es incluido en el
primero, por su cercana a, por ejemplo Ricardo Giraldes (quin adems le edit el primer
captulo del Juguete) y otras es acercado al segundo (por cercanas ms ideolgicas que fsicas).
Con el teatro pasa algo parecido, donde si bien su relacin con el Teatro del Pueblo es marcada, al
punto de ser uno de sus ms notorios referentes, no dej de probar suerte con los escenarios ms
comerciales de la poca. Hoy por hoy, sigue siendo uno de los pocos escritores que cuentan con la
aprobacin de los claustros y el guio del pblico lector.

Formas de ser Arlt

Esto es lo que lo hace admirable a Arlt. Sin embargo lo que lo hace querible, al menos para m, no
son sus mritos literarios, sino ms bien que Arlt es un perdedor. Un perdedor nato. Despreciado
por su padre casi hasta el odio, expulsado del colegio militar, acogido por las bibliotecas de barrio
y de calle. Raj, turrito, raj es un paradigma. Criado entre exclusiones asume que la vida no
tiene otro sentido ms que ser trgica.
Y un perdedor es un soador en esencia, un soador que fracasa. Hay bastante de fracaso en Arlt;
en su vida, claro, no en las vanaglorias que pstumamente lo envolvieron. Ms all de las eternas
broncas con su padre, que lo termina echando de la casa a los diecisis aos, ya haba encontrado
en la calle su lugar. Acosado por la urgencia econmica, la necesidad lo hara pintor de brocha
gorda, ayudante en una librera, aprendiz de hojalatero, pen en una fbrica de ladrillos; hasta
llegar al periodismo de la mano de Natalio Botana, a la seccin policial del diario Crtica. Poco
importaban sus groseros errores de ortografa; estamos hablando de un tipo que llegaba a llorar
redactando la nota policial (imagnense a este gringo grandote, gesto duro, llorando). Luego, el
casamiento con Carmen Antonucci, enferma de tuberculosis, hecho ocultado en un principio a Arlt
que le fue develado al poco tiempo, lo que lo lleva a Crdoba alejndolo brevemente del
periodismo pero logrando un gran acercamiento a la literatura: es all donde escribe El Juguete
Rabioso. Cuando vuelve a Buenos Aires no lo recibe precisamente el xito, pero logra un trabajo
en el diario El Mundo y vive en pensiones. En una de ellas, al leer los poemas de un pensionista,
exclama Usted es el prximo Lugones. No lo fue. Pero existen las ansias de triunfar, el triunfo
como forma de zafar un poco y al mismo tiempo no alejarse de su realidad. Una forma que tuvo de
buscar el triunfo fue inventando, junto a Naccaratti, las medias reforzadas con caucho, confiado
como Erdosain en el xito comercial de su invento. Cuando se acerca al triunfo ganando el tercer
premio municipal de novela agradece el premio sencillamente porque la guita le viene de primera.
Esto fue gracias a Los siete locos, ya escribiendo a dos manos: con una las Aguasfuertes en El
Mundo y con la otra su novela. Fue el mtodo de trabajo que us hasta su muerte. Nunca pudo
vivir slo de la escritura y tal vez nunca quiso, como vern en el prlogo a Los Lanzallamas.

Formas de escribir a Arlt

As se fue construyendo Arlt, desde el parto de una patada en el culo hasta su muerte, formndose
sobre los cimientos de los derrumbes, sus propios derrumbes y los de la ciudad que lo rodeaba.
Con fantasas inconclusas y hasta inconducentes, a tal punto que Silvia Satta (quizs su principal
bigrafa) expresa lo complicado que le result construir la biografa de Arlt porque,
efectivamente, el testimonio ms engaoso de abordar en la investigacin de su vida es el del
propio Arlt. Quiz les duela a los estudiosos el mito. Pero es lo literario, seores, el hecho literario
en Arlt es tambin su propia vida, y ah no tiene sentido separar realidad de ficcin, verdad de
mentira. Por ejemplo, Piglia dice que en su velorio no pudieron sacar el cajn por la puerta del
departamento, teniendo que sacarlo con poleas por la ventana de un piso alto, quedando
suspendido el fretro por unos minutos sobre Buenos Aires. Eso es mitolgico. Y por all es por
donde viene la idolatra, lo que me lleva a admirar y a querer a Arlt, como se construyen los
amores, sin mucho anlisis. Desde ese lugar le escrib.
Disfruten lo que viene, lo escribi Arlt como prlogo a Los lanzallamas y seguro que es mejor
que cualquier cosa que podamos decir al respecto.

Texto aparecido a modo de prlogo a la novela Los lanzallamas
Roberto Arlt

Con Los lanzallamas finaliza la novela Los siete locos.
Estoy contento de haber tenido la voluntad de trabajar, en condiciones bastante desfavorables,
para dar fin a una obra que exiga soledad y recogimiento. Escrib siempre en redacciones
estrepitosas, acosado por la obligacin de la columna cotidiana.
Digo esto para estimular a los principiantes en la vocacin, a quienes siempre les interesa el
procedimiento tcnico del novelista. Cuando se tiene algo que decir se escribe en cualquier parte.
Sobre una bobina de papel o en un cuarto infernal. Dios o el Diablo estn junto a uno dictndole
inefables palabras.
Orgullosamente afirmo que escribir, para m, constituye un lujo. No dispongo, como otros
escritores, de rentas, tiempo o sedantes empleos nacionales. Ganarse la vida escribiendo es
penoso y rudo. Mxime si cuando se trabaja se piensa que existe gente a quien la preocupacin de
buscarse distracciones les produce surmenage.
Pasando a otra cosa: se dice de m que escribo mal. Es posible. De cualquier manera no tendra
dificultad en citar a numerosa gente que escribe bien y a quienes nicamente leen correctos
miembros de sus familias.
Para hacer estilo son necesarias comodidades, rentas, vida holgada. Pero por lo general la gente
que disfruta tales beneficios se evita siempre la molestia de la literatura. O la encara como un
excelente procedimiento para singularizarse en los salones de sociedad.
Me atrae ardientemente la belleza. Cuntas veces he deseado trabajar una novela que, como las
de Flaubert, se compusiera de panormicos lienzos...! Mas hoy, entre los ruidos de un edificio
social que se desmorona inevitablemente, no es posible pensar en bordados. El estilo requiere
tiempo, y si yo escuchara los consejos de mis camaradas me ocurrira lo que les sucede a algunos
de ellos: escribira un libro cada diez aos, para tomarme despus unas vacaciones de diez aos
por haber tardado diez aos en escribir cien razonables pginas discretas.
Variando, otras personas se escandalizan de la brutalidad con que expreso ciertas situaciones
perfectamente naturales a las relaciones entre ambos sexos. Despus, estas mismas columnas de
la sociedad me han hablado de James Joyce, poniendo los ojos en blanco. Ello provena del deleite
espiritual que les ocasionaba cierto personaje Ulises, un seor que se desayuna ms o menos
aromticamente aspirando con la nariz, en un inodoro, el hedor de los excrementos que ha
defecado un minuto antes.
Pero James Joyce es ingls, James Joyce no ha sido traducido al castellano, y es de buen gusto
llenarse la boca hablando de l. El da que James Joyce est al alcance de todos los bolsillos, las
columnas de la sociedad se inventarn un nuevo dolo a quien no leern sino media docena de
iniciados.
En realidad, uno no sabe qu pensar de la gente. Si son idiotas en serio o si se toman a pecho la
burda comedia que representan en todas las horas de sus das y sus noches.
De cualquier manera, como primera providencia he resuelto no enviar ninguna obra ma a la
seccin de crtica literaria de los peridicos. Con qu objeto? Para que un seor enftico entre el
estorbo de dos llamadas telefnicas escriba para satisfaccin de las personas honorables: El seor
Roberto Arlt persiste aferrado a un realismo de psimo gusto, etc., etc.
No, no y no.
Han pasado esos tiempos. El futuro es nuestro por prepotencia de trabajo. Crearemos nuestra
literatura no conversando continuamente de literatura sino escribiendo en orgullosa soledad
libros que encierren la violencia de un cross a la mandbula. S, un libro tras otro, y que los
eunucos bufen.
El porvenir es triunfalmente nuestro.
Nos lo hemos ganado con sudor de tinta y rechinar de dientes, frente a la Underwood, que
golpeamos con manos fatigados, hora tras hora, hora tras hora. A veces se le caa a uno la cabeza
de fatiga, pero... mientras escribo estas lneas pienso en mi prxima novela. Se titular El amor
brujo y aparecer en agosto del ao 1932.
Y que el futuro diga.

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