Este documento describe la vida y obra del escritor argentino Roberto Arlt. Explica cómo el autor descubrió a Arlt de adolescente y quedó fascinado por su estilo único y contemporáneo. Luego detalla las dificultades que tuvo para encontrar información biográfica sobre Arlt, ya que había pocos libros disponibles. Finalmente, celebra cómo Arlt retrató la realidad de su época a través de sus novelas y cuentos, a pesar de haber tenido una vida difícil como perdedor y soñador frustrado.
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Este documento describe la vida y obra del escritor argentino Roberto Arlt. Explica cómo el autor descubrió a Arlt de adolescente y quedó fascinado por su estilo único y contemporáneo. Luego detalla las dificultades que tuvo para encontrar información biográfica sobre Arlt, ya que había pocos libros disponibles. Finalmente, celebra cómo Arlt retrató la realidad de su época a través de sus novelas y cuentos, a pesar de haber tenido una vida difícil como perdedor y soñador frustrado.
Este documento describe la vida y obra del escritor argentino Roberto Arlt. Explica cómo el autor descubrió a Arlt de adolescente y quedó fascinado por su estilo único y contemporáneo. Luego detalla las dificultades que tuvo para encontrar información biográfica sobre Arlt, ya que había pocos libros disponibles. Finalmente, celebra cómo Arlt retrató la realidad de su época a través de sus novelas y cuentos, a pesar de haber tenido una vida difícil como perdedor y soñador frustrado.
Este documento describe la vida y obra del escritor argentino Roberto Arlt. Explica cómo el autor descubrió a Arlt de adolescente y quedó fascinado por su estilo único y contemporáneo. Luego detalla las dificultades que tuvo para encontrar información biográfica sobre Arlt, ya que había pocos libros disponibles. Finalmente, celebra cómo Arlt retrató la realidad de su época a través de sus novelas y cuentos, a pesar de haber tenido una vida difícil como perdedor y soñador frustrado.
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Roberto Arlt
Por Javier Piccolo
Phillip Marlowe le pregunt a Soriano, en la ltima pgina de Triste, Solitario y Final por qu quera escribir sobre el Gordo y el Flaco. Soriano le respondi simplemente: Porque los quiero mucho. Nunca he escuchado mejor razn para escribir sobre alguien, y es posiblemente la nica que tenga para escribir este garabato sobre Arlt. As, simplemente motivado por la querencia y por la admiracin. No pretendo con esto componer una hermtica leccin de literatura para ser leda desde algn empolvado atril y mucho menos imprimirle el rigor tcnico de una biografa hecha y derecha.
Formas de encontrar a Arlt
No me acuerdo de dnde saqu el nombre de Arlt. Me acuerdo ms o menos cundo: fue alrededor de mis 15 aos. Compr una edicin barata de El Juguete Rabioso que rpidamente fue a parar a un toquito de libros destinados a un enero aburrido. Volte la ltima pgina a los 5 minutos de haber abierto el libro. Despus de hojearlo empec a leerlo para terminarlo en unos dos o tres das. Al tiempo, ya cursando el secundario, la profesora de literatura nos dio a leer La isla desierta. Y ca en la cuenta de dos cosas: a) la escuela destruye la literatura y b) lo bien que le hizo a Arlt (y a sus lectores) no terminar siquiera la primaria. Me tom un relajo de Arlt hasta que agarr, ms cerca en el tiempo y casi al unsono, Los siete locos y una de tantas antologas de las famosas Aguafuertes Porteas. Ya para esta altura la genialidad de este tipo me resultaba suficientemente abusiva como para leer ms, sobretodo Los lanzallamas, libro que me tortur el pensamiento a partir de haber ledo la una nota al pie de la pgina final de Los siete locos que deca que el resto de la trama se desarrollara ah. Y en cuanto apareci la posibilidad de escribir sobre alguien para la revista no se me ocurri otro ms que l.
Formas de buscar a Arlt
As que empec a buscar datos sobre Arlt. El camino inicial fue la Biblioteca General San Martn, no tanto porque la tuviera muy a mano sino ms bien porque es una biblioteca de esas clsicas, donde uno supone puede encontrar el libro que se le antoje. Pregunt por una biografa de Roberto Arlt y me decepcion cuando me dieron dos libros con el mismo nombre: Enciclopedia de Literatura Argentina. En ambos los datos que figuraban de Arlt eran escuetos como de enciclopedia. Resignado en mi intento de tomar libros en mis manos fui a buscar a las otras bibliotecas que s tena ms a mano. Digamos que el resultado fue ms o menos el mismo. Prend la computadora, met en el famoso buscador Google las palabras adecuadas y slo aparecieron algunos informes, ms o menos como los referidos en anteriormente. Siguiendo a mi obsesin de conseguir un libro biogrfico enterito, busqu por libreras, reales y electrnicas, y me encontr con la decepcin por tercera o cuarta vez (por favor lleven ustedes la cuenta); no haba ms de cuatro. Desesperado me fui a tomar algo, como para bajar la angustia. Curiosamente el bar donde termin se llama Juguete Rabioso. Las paredes estn decoradas con fotocopias de las tapas de la primera edicin de dicho libro y hojas de libro. Le, pero entre ellas no apareci ninguna que siquiera por asomo se pareciera a aquellas donde sucede la vida de Silvio Astier. Pero por lo menos en el bar pude hacer algo mucho mejor que en la biblioteca: emborracharme. Tanta frustracin no dej de parecerme, al menos, curiosa. Es decir, estamos hablando de Roberto Arlt, uno de los mejores escritores argentinos, no slo para un grupo pequeo de especialistas, sino que es un grande ms all de diferencias y gustos literarios. Adems de esto su vida misma es, prcticamente, la novela que a l le falt publicar. As de atrapante es su biografa. Por eso no deja de sorprender que exista tan poco material a alcance de la mano sobre l. Cuntos escritores desearan escribir como Arlt? Cuntos dinero y tiempo se malgasta en las universidades para saber de literatura y ningn universitario puede siquiera arrimarse en calidad de un tipo que sacaron a patadas de la primaria? Cuntos periodistas se aburren en sus cubculos de redactor haciendo artculos con este estilo tan pulidito y corts que abunda y no aspiran a acercarse a la genialidad de cualquiera de las aguafuertes? Cuntos literatos de excelente ortografa no pueden escribir nada salido desde la tripa, que siempre sale con errores ortogrficos? Cuando uno se entera que Onetti dijo hace sesenta aos que Arlt fue el ltimo tipo que escribi novela contempornea en el Ro de la Plata se sorprende. Cuando uno lo analiza dos veces le da la razn. Tal vez por esa contemporaneidad es que hay tanta ausencia; porque Arlt escribi en aquel mundo que se caa a pedazos y este mundo es el mismo que se sigue deshaciendo tanto o ms brutalmente; porque Silvio Astier estara fumando paco; porque todava te ven la cara y te dicen Raj, turrito, raj. As de contemporneo es un tipo que naci con el siglo XX (el 26 de abril de 1900 segn su madre, el 2 de abril segn el registro civil, pero cremosle a quien lo pari) y que muri sin entrar en la mitad del siglo pasado (el mismo 26, pero de julio del 42). Lo que lo hace a Arlt ser Arlt es posiblemente su forma de analizar aquella realidad, no a travs de paradigmas estructurados sino ms bien metindose por las groseras ranuras que dejan dichas estructuras. Es el escritor cuyo estilo no es ms que el que tienen las cosas como le salen, es el tipo que se escapa a los suburbios porteos para cubrir una nota policial, el que camina las calles de noche para leerle casi de prepo sus obras a los vagabundos y borrachos de paso, el que se sentaba a la misma mesa de las putas y los fishos. Es quien nos dice: "Creo que a nosotros nos ha tocado la horrible misin de asistir al crepsculo de la piedad y que no nos queda otro remedio que escribir desechos de pena, para no salir a la calle a poner bombas o a instalar prostbulos". Sobre todo, aquella capacidad de escribir de su alrededor y no caer el panfletarismo o la denuncia. Estas formas de meterse por donde pocos grandes escritores se haban metido supo trasmitirlas siempre, ya sea en Crdoba mientras escriba el Juguete o bien ya como periodista en los prestigiosas diarios Crtica y El Mundo. Siempre tuvo esa tendencia a moverse por los lmites, como si fuera un equilibrista en un pioln sin saber lo frgil que era, porque esa ha sido su manera de manejarse desde que tuvo memoria. Algo similar sucede con su relacin en una de las tantas polmicas argentinas, la de los grupos literarios de Florida y Boedo, en la cual algunas veces es incluido en el primero, por su cercana a, por ejemplo Ricardo Giraldes (quin adems le edit el primer captulo del Juguete) y otras es acercado al segundo (por cercanas ms ideolgicas que fsicas). Con el teatro pasa algo parecido, donde si bien su relacin con el Teatro del Pueblo es marcada, al punto de ser uno de sus ms notorios referentes, no dej de probar suerte con los escenarios ms comerciales de la poca. Hoy por hoy, sigue siendo uno de los pocos escritores que cuentan con la aprobacin de los claustros y el guio del pblico lector.
Formas de ser Arlt
Esto es lo que lo hace admirable a Arlt. Sin embargo lo que lo hace querible, al menos para m, no son sus mritos literarios, sino ms bien que Arlt es un perdedor. Un perdedor nato. Despreciado por su padre casi hasta el odio, expulsado del colegio militar, acogido por las bibliotecas de barrio y de calle. Raj, turrito, raj es un paradigma. Criado entre exclusiones asume que la vida no tiene otro sentido ms que ser trgica. Y un perdedor es un soador en esencia, un soador que fracasa. Hay bastante de fracaso en Arlt; en su vida, claro, no en las vanaglorias que pstumamente lo envolvieron. Ms all de las eternas broncas con su padre, que lo termina echando de la casa a los diecisis aos, ya haba encontrado en la calle su lugar. Acosado por la urgencia econmica, la necesidad lo hara pintor de brocha gorda, ayudante en una librera, aprendiz de hojalatero, pen en una fbrica de ladrillos; hasta llegar al periodismo de la mano de Natalio Botana, a la seccin policial del diario Crtica. Poco importaban sus groseros errores de ortografa; estamos hablando de un tipo que llegaba a llorar redactando la nota policial (imagnense a este gringo grandote, gesto duro, llorando). Luego, el casamiento con Carmen Antonucci, enferma de tuberculosis, hecho ocultado en un principio a Arlt que le fue develado al poco tiempo, lo que lo lleva a Crdoba alejndolo brevemente del periodismo pero logrando un gran acercamiento a la literatura: es all donde escribe El Juguete Rabioso. Cuando vuelve a Buenos Aires no lo recibe precisamente el xito, pero logra un trabajo en el diario El Mundo y vive en pensiones. En una de ellas, al leer los poemas de un pensionista, exclama Usted es el prximo Lugones. No lo fue. Pero existen las ansias de triunfar, el triunfo como forma de zafar un poco y al mismo tiempo no alejarse de su realidad. Una forma que tuvo de buscar el triunfo fue inventando, junto a Naccaratti, las medias reforzadas con caucho, confiado como Erdosain en el xito comercial de su invento. Cuando se acerca al triunfo ganando el tercer premio municipal de novela agradece el premio sencillamente porque la guita le viene de primera. Esto fue gracias a Los siete locos, ya escribiendo a dos manos: con una las Aguasfuertes en El Mundo y con la otra su novela. Fue el mtodo de trabajo que us hasta su muerte. Nunca pudo vivir slo de la escritura y tal vez nunca quiso, como vern en el prlogo a Los Lanzallamas.
Formas de escribir a Arlt
As se fue construyendo Arlt, desde el parto de una patada en el culo hasta su muerte, formndose sobre los cimientos de los derrumbes, sus propios derrumbes y los de la ciudad que lo rodeaba. Con fantasas inconclusas y hasta inconducentes, a tal punto que Silvia Satta (quizs su principal bigrafa) expresa lo complicado que le result construir la biografa de Arlt porque, efectivamente, el testimonio ms engaoso de abordar en la investigacin de su vida es el del propio Arlt. Quiz les duela a los estudiosos el mito. Pero es lo literario, seores, el hecho literario en Arlt es tambin su propia vida, y ah no tiene sentido separar realidad de ficcin, verdad de mentira. Por ejemplo, Piglia dice que en su velorio no pudieron sacar el cajn por la puerta del departamento, teniendo que sacarlo con poleas por la ventana de un piso alto, quedando suspendido el fretro por unos minutos sobre Buenos Aires. Eso es mitolgico. Y por all es por donde viene la idolatra, lo que me lleva a admirar y a querer a Arlt, como se construyen los amores, sin mucho anlisis. Desde ese lugar le escrib. Disfruten lo que viene, lo escribi Arlt como prlogo a Los lanzallamas y seguro que es mejor que cualquier cosa que podamos decir al respecto.
Texto aparecido a modo de prlogo a la novela Los lanzallamas Roberto Arlt
Con Los lanzallamas finaliza la novela Los siete locos. Estoy contento de haber tenido la voluntad de trabajar, en condiciones bastante desfavorables, para dar fin a una obra que exiga soledad y recogimiento. Escrib siempre en redacciones estrepitosas, acosado por la obligacin de la columna cotidiana. Digo esto para estimular a los principiantes en la vocacin, a quienes siempre les interesa el procedimiento tcnico del novelista. Cuando se tiene algo que decir se escribe en cualquier parte. Sobre una bobina de papel o en un cuarto infernal. Dios o el Diablo estn junto a uno dictndole inefables palabras. Orgullosamente afirmo que escribir, para m, constituye un lujo. No dispongo, como otros escritores, de rentas, tiempo o sedantes empleos nacionales. Ganarse la vida escribiendo es penoso y rudo. Mxime si cuando se trabaja se piensa que existe gente a quien la preocupacin de buscarse distracciones les produce surmenage. Pasando a otra cosa: se dice de m que escribo mal. Es posible. De cualquier manera no tendra dificultad en citar a numerosa gente que escribe bien y a quienes nicamente leen correctos miembros de sus familias. Para hacer estilo son necesarias comodidades, rentas, vida holgada. Pero por lo general la gente que disfruta tales beneficios se evita siempre la molestia de la literatura. O la encara como un excelente procedimiento para singularizarse en los salones de sociedad. Me atrae ardientemente la belleza. Cuntas veces he deseado trabajar una novela que, como las de Flaubert, se compusiera de panormicos lienzos...! Mas hoy, entre los ruidos de un edificio social que se desmorona inevitablemente, no es posible pensar en bordados. El estilo requiere tiempo, y si yo escuchara los consejos de mis camaradas me ocurrira lo que les sucede a algunos de ellos: escribira un libro cada diez aos, para tomarme despus unas vacaciones de diez aos por haber tardado diez aos en escribir cien razonables pginas discretas. Variando, otras personas se escandalizan de la brutalidad con que expreso ciertas situaciones perfectamente naturales a las relaciones entre ambos sexos. Despus, estas mismas columnas de la sociedad me han hablado de James Joyce, poniendo los ojos en blanco. Ello provena del deleite espiritual que les ocasionaba cierto personaje Ulises, un seor que se desayuna ms o menos aromticamente aspirando con la nariz, en un inodoro, el hedor de los excrementos que ha defecado un minuto antes. Pero James Joyce es ingls, James Joyce no ha sido traducido al castellano, y es de buen gusto llenarse la boca hablando de l. El da que James Joyce est al alcance de todos los bolsillos, las columnas de la sociedad se inventarn un nuevo dolo a quien no leern sino media docena de iniciados. En realidad, uno no sabe qu pensar de la gente. Si son idiotas en serio o si se toman a pecho la burda comedia que representan en todas las horas de sus das y sus noches. De cualquier manera, como primera providencia he resuelto no enviar ninguna obra ma a la seccin de crtica literaria de los peridicos. Con qu objeto? Para que un seor enftico entre el estorbo de dos llamadas telefnicas escriba para satisfaccin de las personas honorables: El seor Roberto Arlt persiste aferrado a un realismo de psimo gusto, etc., etc. No, no y no. Han pasado esos tiempos. El futuro es nuestro por prepotencia de trabajo. Crearemos nuestra literatura no conversando continuamente de literatura sino escribiendo en orgullosa soledad libros que encierren la violencia de un cross a la mandbula. S, un libro tras otro, y que los eunucos bufen. El porvenir es triunfalmente nuestro. Nos lo hemos ganado con sudor de tinta y rechinar de dientes, frente a la Underwood, que golpeamos con manos fatigados, hora tras hora, hora tras hora. A veces se le caa a uno la cabeza de fatiga, pero... mientras escribo estas lneas pienso en mi prxima novela. Se titular El amor brujo y aparecer en agosto del ao 1932. Y que el futuro diga.