Primero deseara dejar firmemente establecido, que no acepto bajo ningn concepto la

palabra holocausto para referirme al asesinato de judos en los campos de concentracin

alemanes durante la segunda guerra mundial.
Es precisamente por ello que la he colocado entre comillas. Una explicacin verdaderamente exhaustiva exigira
una cantidad tal de texto, que la mayora de mis lectores, seguramente, abandonaran la lectura por resultarles un
esfuerzo excesivo.
Por tanto, resumir.
Primero debemos aclarar que muchos eruditos y religiosos judos no aceptan tampoco la palabra holocausto, si
bien por diferentes razones a las de quien esto escribe.Holocausto es palabra de origen griego
holokauston que se refiere al sacrificio por fuego. Prctica usual en tiempos antiguos. Ellos prefieren la
palabra Shoah, que significa calamidad o catstrofe, palabra que sin duda se adapta mejor a la situacin
histrica de marras. Las razones que en general han llevado a estos eruditos al rechazo de la palabra holocausto es
esencialmente su etnocentrismo profundamente discriminatorio hacia todo lo no-judo, que rechaza una
denominacin griega es decir, gentil o goy- para representar algo que para ellos tiene connotaciones que incluyen
hasta lo religioso.
Desde la Edad Media en adelante, se utiliz la palabra holocausto para describir masacres masivas de diversa
ndole (no exclusivas, por supuesto, a la matanza de judos). A partir de la dcada del cincuenta la palabra
holocausto pas a ser la definicin prcticamente exclusiva de la matanza de judos durante la segunda guerra
mundial.
Rechazo pues la palabra holocausto porque ha sido absorbida y monopolizada por un grupo tnico en particular
cuando debera si es que va a ser utilizada- aplicarse en general.
La palabra shoah, por su parte, es de origen bblico, propia por lo tanto del pueblo judo e igualmente no apta para
que yo la utilice en este contexto.
Los que no comprendan el fundamento de estas disquisiciones preliminares en las que me entretengo, irn
descubrindolo a medida que avance, ya que, en la no-aceptacin de la palabra holocausto como propia ni
exclusiva para la masacre de judas durante la segunda guerra mundial , comienza la desmitificacin a la que aspiro.
En los campos de concentracin murieron no slo judos, sino gente de la ms diversas etnias y condiciones
gitanos, cristianos, alemanes disidentes, invlidos y homosexuales, entre otros, por no decir TODO tipo de gente-.
Hemos expuesto, pues, nuestra primera desmitificacin, prcticamente fundacional de lo que sigue.
Sistemticamente se han ido produciendo y acumulando artesanal y premeditadamente- una serie de
malversaciones de los hechos, consistentes en proponer y terminar asegurando que la masacre de judos en los
campos concentracin fue parte de un plan deliberadamente urdido desde el principio por la cpula nacional
socialista. Lo que es:
Falso
La verdadera y original Solucin Final al llamado problema judo que Hitler dise, era la de trasladar a los
judos fuera de Europa. No discutir aqu los derechos o la falta de ellos- para concretar semejante medida, pero
debe quedar claro para cualquiera que se tome el trabajo de investigar la documentacin histrica disponible (y me
he pasado 35 aos hacindolo) que este es un hecho incontrovertible.
De all que el desafortunado Adolf Eichmann ( y digo desafortunado en un sentido afn con la concepcin de
Hannah Arendt en su clebre y controvertido libro sobre Eichmann y la banalidad del mal) haya estado haciendo
gestiones oficiales viajando a Palestina en 1937 para evaluar la posibilidad de una emigracin en masa de los judos
hacia Palestina.
Esta era la voluntad original de Hitler, que se vio no slo frustrada, sino concretamente impedida por el pas a
quien yo en este acto acuso como co-responsable y virtual instigador de la masacre de los judos europeos.
Eichmann no pudo llegar Palestina, slo se le permiti llegar hasta El Cairo. All se encontr con uno (en particular,
Feival Polkes) o ms agentes sionistas con quien/es discuti la viabilidad de poner en marcha este plan.
As es, Adolf Eichmann estuvo en cooperacin con los judos sionistas para efectivizar el retorno a la Tierra
Prometida de los judos. Al punto tal, de que a su retorno a Alemania hubo fuertes sospechas en los sectores ms
recalcitrantes de las SS de que Eichmann mismo era en realidad un cripto-sionista.
Pero Eichmann no pudo llegar jams a Palestina.
Porque las autoridades que detentaban el poder en esa regin le negaron terminantemente la visa.
Las autoridades del mismo pas que se opuso terminantemente al segundo y ya casi desesperado- plan de Hitler de
trasladar a los judos alternativamente- a una suerte de nueva tierra prometida en la isla de Madagascar. El pas
que en un oscuro y enterrado por toda la prensa actual- incidente del ao 1938 y para dejar terminante y
definitivamente sentada su posicin torpede y hundi frente a las costas de Ciudad del Cabo el primer barco con
un par de miles de judos que iba camino a Madagascar.
El mismo pas que una vez terminada la guerra, impidi por todos los medios a su alcance y hasta donde no pudo
ms, que los judos volviesen a Palestina. Situacin que ha quedado incluso en parte documentada por el cine de ese

otro pas profundamente ligado a los intereses de Israel y gran Padre y protector armado de la Nacin Sionista- que
es Estados Unidos en la clebre pelcula Exodo (protagonizada por Paul Newman, entre otros clebres actores)
El mismo pas que encarcel durante seis meses a mi padre en la isla de Chipre-en un campo de concentracin con
condiciones infrahumanas- cuando a la sazn era tripulante de uno de los barcos reales a los que se refiere la
pelcula Exodo, cual fue el Pan Crescent, e intentaba llegar a Palestina con cientos de refugiados judos.
Se trata, por supuesto, del artero Imperio Britnico, cuyas astucias y maldades a lo largo de la historia hacen
quedar a Hitler como un inocente escolar. Porque, como he escrito en otras ocasiones, se podr culpar a Hitler de
muchas cosas, pero jams de no haber sido un hombre que abierta y directamente cumpli con todo lo que
tcitamente prometi en Mein Kampf . Desafo a cualquiera a que me presente un poltico de dimensin
semejante,que haya sido tan honesto con todo lo que dijo que iba a hacer.
El Imperio Britnico, pues, ha sido el principal instigador y cmplice de la masacre juda europea. Crmenes
por los que Gran Bretaa jams ha sido juzgada y acerca de los que jams se habla.
Pero hay an ms, si Hitler pudo imponer en los aos anteriores a la guerra todas las sanciones sociales y
econmicas que impuso contra los judos en Alemania, fue porque el resto de los pases fuertes de la comunidad
europea, de una u otra manera, hicieron la vista gorda y miraron hacia otro lado, por la sencilla razn de que Hitler
fue el ejecutor material de las fantasas que en realidad primaban y mandaban en el espritu de las grandes
naciones europeas de la poca: un profundo y larvado antijudasmo.
De hecho, Roosevelt hizo un llamado para resolver el problema de acoger a los refugiados judos, lo que se
concret en la famosa -pero convenientemente olvidada- Conferencia de Evian, que se realiz del

6 al 15 de Junio de 1938, y a la que concurrieron 32 naciones capitalistas, incluyendo a

los lderes Sionistas. La conferencia result en un completo fracaso, ya que todas las
naciones se negaron a recibir a los refugiados. Los lderes Sionistas no insistieron, por
cuanto la nica posibilidad que les interesaba era que los judos fueran transportados
directamente a Palestina.En ese sentido, al principio de la conferencia, propusieron
que se embarcaran 1.200.00o judos con ese destino. Cuando esto no se acept -bajo la
influencia otra vez de la todopoderosa Inglaterra, que tena sus propios intereses en
Medio oriente- los lderes Sionistas dejaron a sus paisanos librados a su suerte, as
como lo hicieron el resto de las naciones.
Por lo que toda la historia de este asunto que tratamos est plagada de mentiras,
maldades solapadas e inconcebibles hipocresas, que slo han podido seguir
imponindose como verdades gracias a la facilidad con que la poblacin mundial
puede ser hipnotizada a travs de la propaganda sostenida de los poderes
involucrados. Desafo a cualquiera, en cualquier lugar del mundo, a que me pruebe
errado en esto que acabo de relatar.
Ya avanzada la guerra, y como un ltimo intento desesperado de sacarse de encima el peso de los judos, Hitler hizo
gestiones para entregar a los judos a varias naciones europeas a cambio de una cuota de dinero. Las naciones en
cuestin se negaron tajantemente a aceptar esa negociacin.
La triste realidad es que en esa poca y para ese entonces, a los judos no los quera realmente nadie, es decir, no los
queran lo suficiente como para arriesgar nada. Incluyendo en este desamor a la cpula de la Iglesia Catlica, de
cuya figura mxima Pio XII no queda duda histrica alguna en este sentido.
Por qu ocurri lo que ocurri, finalmente, en los campos de concentracin de la Alemania Nazi?
Se ha inventado toda una fantasiosa historia de horror acerca de la maldad demonaca de los nazis, nutrida y
amplificada por la prensa, la literatura y muy especialmente por la irreversible falsedad interesada y canalla de
la cinematografa de Hollywood. En realidad los soldados nazis fueron seres humanos tan llenos de oscuridad y
de luz como los soldados aliados. Capaces de grandes crueldades y de grandes gestos de bondad y herosmo
como otros seres humanos sometidos a sostenidas presiones inconcebibles en la relativa tranquilidad de la vida en
tiempos de paz. He recibido, personalmente y de primera mano, testimonios de fuentes de intachable
fidedignidad, cuales son relatos de ex-partisanos italianos (guerrilleros anti-fascistas y por supuesto anti-nazis) en
tiempo de la segunda guerra mundial. Puedo compartir dos episodios, ambos ocurridos en la regin media-sur de la
Italia ocupada por los nazis. En una ocasin ocurri una violacin de una joven italiana por parte de un soldado
alemn, su oficial a cargo, una vez confirmada la veracidad de la acusacin, procedi a ordenar su fusilamiento, que
fue concretado en el acto.El segundo relato siempre de fuentes presenciales de intachable imparcialidad- se trata
de un soldado que, durante la requisa en una casa, hurt dinero mientras revisaba. Al ser denunciado por los
habitantes de la casa, y una vez confirmado que as haba sido, fue degradado y enviado de inmediato al frente ruso
(lo que representaba un castigo casi igual o peor, por las penurias implcitas- que la muerte).

Por lo que, sera ya tiempo de que nos saquemos de encima la propaganda absurda que han impuesto sobre la
humanidad los circunstanciales vencedores.
Hubo desmanes por parte del ejrcito alemn?
Muchos.
Crmenes y torturas?
Tambin.
Pero as como se recuerdan esas barbaridades sera bueno no olvidar lo que hicieron los soldados soviticos cuanto
entraron a Berln. Las violaciones y asesinatos (incluso de nias frente a sus desesperadas madres) se dieron por
miles ( s, por miles) y slo pudieron atenuarse cuando a los das entraron el resto de los aliados y pusieron un poco
de equilibrio a semejante brbaro estado de cosas.
De esto nunca se habla.
De las gloriosas mujeres alemanas que lo perdieron todo y que jams hasta hoy han tenido su peliculita de
Hollywood para que el grueso de la humanidad ignorante que se engulle todo lo que los poderes de turno desean
hacerles engullir, se entere tambin un poco de la otra cara de la historia.
Pero ahora voy a explicar lo que, a las luces de la documentacin existente estudiada sin prejuicios,
realmente ocurri.
A medida que la guerra avanzaba, todos los recursos de Alemania iban hacia el frente de batalla, y lo poco que
quedaba, iba hacia los hogares de la poblacin civil. Cada vez se haca ms duro y ms difcil hacerse cargo de los
presos en los campos de concentracin.
Por otra parte, y como suele ocurrir histricamente en condiciones semejantes, los campos de concentracin
se convierten en compartimentos estancos, suerte macabra de calabozos de las profundidades alejados de
las leyes de la vida real donde en medio de un ambiente oscuro y srdido se van elaborando nuevos cdigos
de conducta al margen de la moral establecida.
Terminan convirtindose en reductos donde lo peor tanto de las personalidades definidamente psicopticas como
de las tenidas como normales- comienza a desarrollarse sin control alguno por las mismas reglas de la
clandestinidad y la exclusin con el mundo exterior.
Los seres humanos vuelven a los estratos ms primitivos de la consciencia, en la atmsfera tenebrosa que
desarrolla la proclividad a la emergencia de lo ms oscuro de la consciencia, tanto en los que ejercen el poder como
en de los que lo sufren. Del lado ms dbil de la balanza aparecieron los Kapos, que eran en general presos judos
que trabajaban sirviendo a las rdenes de sus captores y que a veces daban muestras de tanta o mayor crueldad que
los mismos soldados u oficiales de los campos.
La guerra avanzaba, y poco a poco nadie tuvo ms tiempo de ocuparse ni de interesarse de lo que pasaba en
los campos de concentracin, que quedaron librados a la suerte de todas esas maldades que crecen, como
hemos dicho, alimentadas pr la atmsfera rarificada y srdida de esos espacios virtuales sin reglas y fuera de
la moralidad que reina en la sociedad abierta.
Tenemos mltiples ejemplos actuales de este tipo. Por ejemplo, las crceles, donde presos y carceleros terminan
fusionndose en una macabra relacin en que ya el bien y el mal quedan desdibujados y confundidos en una
atmosfera de moralidad amorfa que, creo, asusta a la mayora de nosotros de slo imaginarlo.
Tenemos los ejemplos de los desmanes cometidos durante la guerra de Vietnam, nios y mujeres masacrados por
soldados que en condiciones normales ni siquiera pensaran en algo semejante.
Tenemos el caso reciente de las torturas infligidas -y oficialmente denunciadas-sobre hombres y mujeres iraquies
por parte de soldados estadounidenses.
Dondequiera se busque en la historia se hallaran casos semejantes.
Qu poda esperarse de la mayor guerra de la historia?
Y Cul fue la responsabilidad directa de Hitler en este asunto?
La respuesta, a la luz de todo lo que sabe tanto de fuentes escritas como de testigos presenciales, es
incontrovertible:
NINGUNA DIRECTA.
Ms an, Hitler, hasta donde pudo, se neg sistemticamente a cualquier solucin final basada en el exterminio
fsico de los judos. Por muchas razones, pero slo expondr una que no molestar, seguramente, a ninguno de sus
innumerables detractores: era demasiado astuto como para crear "motu proprio" un chivo expiatorio semejante.
La solucin final qued definitivamente fuera de las manos y del inters de Hitler -que tena problemas ms
acuciantes- y fue pergeada en su delineacin inicial, primero por Heydrich (asesinado en 1942) quedando luego en
manos de Himmler.
Todava hoy se encuentra material que involucra a Hitler en la orden explcita del "exterminio fsico masivo" (por
ejemplo, wikipedia) cuando no hay un solo historiador serio que haya podido asegurar algo semejante. Hitler,
sencillamente, como Pilatos, se desentendi del tema para atender sus verdaderas urgencias.

Los campos de concentracin quedaron definitivamente al margen de la vida, abandonados por completo del curso
de los acontecimientos. Sin recursos, sin alimentos ni suministros, y en manos de marginales y gente en camino de
convertirse rpidamente en lo mismo.
Se ha intentado por todo los medios de imponer la idea y el concepto de un proyecto deliberado y demonaco de
exterminio y de tortura sin antecedentes, cuando de lo que se trat realmente, es de un espantoso accidente,
sustentado por una serie de intereses espurios y de desencuentro de intereses, y por elementales problemas de
manutencin econmica y de falta de recursos humanos especializados (el grueso de lo mejores hombres de
Alemania terminaron en el frente, quedando en los campos de concentracin lo peor de la sociedad, soldados de
segunda y la escoria de oficiales ineptos o fracasados). Muchos de los prisioneros no murieron ejecutados, y
muchsimo menos "gaseados". La gran mayora muri de las enfermedades propias de la inanicin sostenida y de
las psimas condiciones sanitarias que se fueron intensificando con el correr de la guerra. La peste, el Tifus y otras
enfermedades infecciosas fueron una de las causas principales de decesos, y obviamente, haba crematorios para
poder disponer de los cuerpos de una manera que no perjudicara epidemiolgicamente al resto de la poblacin de
los campos. Dentro de los porcentajes, no pueden descartarse eventuales crueldades a consciencia incluyendo
experimentos y torturas, pero de ninguna manera hay pruebas de que esa fuera "la norma" global y colectiva en los
campos de concentracin. El mismo clebre y feroz perseguidor de nazis Simon Wiesenthal dice haber estado preso
en varios campos de concentracin, escapando siempre y salvndose de manera increblemente "milagrosa",
incurriendo en una cantidad de incongruencias que ni an sus mismos secuaces y admiradores han podido defender
ya que varios de sus relatos no han podido ser corroborados -al contrario, han sido negados- por gente que estuvo en
los mismos campos(invito a cualquier lector a que me refute, nuevamente, en este punto) Si los campos eran tan
"letales", cmo es que el Sr. Wiesenthal -y otros muchos miles-lograron sobrevivir?
Ocurri lo que ocurri, porque el contexto se fue convirtiendo en extremadamente desfavorable y por la
combinacin azarosa de diversos factores que por s solos no hubiesen causado tal estrago, pero que en
concurrencia simultnea, lo causaron.
Algo tan trivial, tan banal en el sentido de la Arendt, asusta horrorosamente, porque llena a los humanos de
una sensacin tremenda de inseguridad. Es ms cmodo pensar en algo nico, en una maldad especialsima,
algo sin precedentes, que nos deja con la falsa seguridad de que no va a volver a ocurrir.
Hubo decenas de miles de muertos, aunque todava quedara mucho que discutir -fcticamente- acerca de las
supuestas cmaras de gas y del nmero de vctimas, cifra que ha sido sistemticamente manipulada por cuanto
investigador se ha acercado al tema. Basta asomarse a la cronologa de las investigaciones para descubrir
fluctuaciones que van de los 300.000 a los 8 millones!
He negado como vlido y aceptable el trmino "holocausto", y en el sentido en que lo he explicado, declaro el
holocausto tal cual se lo ha terminado diseando y construyendo por la media mundial, como un invento del
sionismo organizado a la medida de sus particulares intereses de vandalismo financiero y dominacin mundial (lo
que ya, obviamente, ha conseguido con largura) para dejar a los "gentiles" con una sensacin sempiterna de culpa y
de prosternacin ante el sufrido pueblo judo. Sufrido pueblo que luego y hasta la actualidad, ha impuesto la ley
de sangre y fuego sobre el pueblo palestino sin que ninguna nacin poderosa de la tierra haga nada al respecto.
Para conocer y reconocer la idea primordial que manda en el espritu judo en su trato hacia otros pueblos, basta ir
al viejo testamento, y ver la manera en la que habla el Sublime Jehova de los pueblos no-judos y del trato que
sugiere dar a los mismos.
Reivindico al gobierno dans, que dando muestras de un nivel moral ABSOLUTAMENTE
INCOMPARABLE con ninguna otra nacin europea, ha premiado al periodista y escritor Erik Haaest, a
pesar de que ste, en varias ocasiones, ha negado el holocausto, razn por la cual diversas naciones e
instituciones le exigieron a Dinamarca que retirara ese premio. La respuesta del gobierno dans, y de la
mayora de sus intelectuales todos ellos contarios al nazismo-ha sido tajante:
De ninguna manera, tal acto representa un peligro insostenible para nosotros, los daneses: coartar la libertad
de expresin aunque esa expresin se demuestre eventualmente falsa o contraria a los hechos. La libertad de
expresin es sagrada, y el mismo peso de la veracidad o falsedad de lo que una persona afirma o dice debe
hablar por s misma.
En el resto de la Europa culta y liberal, cualquiera que ose negar en pblico, verbalmente o por escrito el
holocausto, se expone a prisin (incluso varios aos de prisin!) Y de hecho hay varios hombres y mujeres
que cumplen ya aos de prisin por este hecho.
Si el holocausto fuera un hecho tan real e incontrovertible, qu necesidad habra de castigar a quien lo
niegue? Acaso se castigara a alguien que niegue que la segunda guerra haya ocurrido? Se lo tendra,
simplemente, por un demente.
Por qu tanto celo y ferocidad aplicado a los negadores del holocausto?
Porque es necesario seguir imponiendo la mentira hasta que no quede sobre la tierra una sola persona viva
que pueda recordar ninguna realidad fctica con respecto a lo que verdaderamente ocurri en este asunto
histrico.

Tal es el poder que el sionismo ha obtenido sobre la humanidad.

Y para terminar, por si algn despistado cree poder malinterpretar mi posicin, la aclarar por completo, de manera
directa y definitiva.
Algn incauto puede creer, por la forma en la que escribo, que soy nazi o simpatizante de Adolfo Hitler.
Y no soy ninguna de ambas cosas.
No puedo ser nazi, porque no acepto la superioridad racial colectiva ni el linaje de la sangre.
Estoy, s, convencido como cualquier esoterista de raigambre Tradicionalista- de la superioridad espiritual y de la
aristocracia espiritual, que puede darse en cualquier individuo sea de la raza que fuere (negra, blanca, juda,
rabe, amarilla,roja).
Soy como el universo biolgico-inalienablemente jerrquico, y por tanto, elitista, y como biologista, estoy
asimismo a favor de la eugenesia racional aplicada de acuerdo con las necesidades sociales particulares
existentes, pero de ninguna manera dirigida masivamente a una etnia en particular.
Obviamente, por las razones expuestas, no puedo ser democrtico, y no creo que la democracia exista
verdaderamente en ninguna parte, salvo, como he escrito en otras ocasiones, en los pases nrdicos, que con todos
sus errores, han demostrado ser socialmente superiores a cualquier otro pueblo actual del planeta tierra.
Y considero, como Jos Ingenieros que: "Hasta ahora, no ha existido una democracia efectiva.Los regmenes que
adoptaron al nombre fueron ficciones. Las pretendidas democracias han sido confabulaciones de profesionales para
aprovecharse de las masas y excluir a los hombres eminentes.Han sido siempre mediocracias.la premisa de su
mentira fue la existencia de un pueblocapaz de asumir la soberana del estado.No hay tal. Las masas de pobres e
ignorantes no han tenido, hasta hoy, aptitud para gobernarse:cambiaron de pastores."
Dejo aclarado, pues, por qu no podra haber sido o ser considerado nazi, si bien reivindico de manera categrica
el derecho del pueblo alemn de no haber admitido bajo ningn concepto ser aplastado por la plutocracia
internacional y los intereses financieros de turno. Reivindico, asimismo, el impulso heroico del pueblo
alemn en todos los momentos de su historia, y en particular, en los momentos claves en que debi
defenderse de la implantacin del comunismo (por cuanto eran los intereses de los bolcheviques soviticos
que deseaban instaurar su degenerado sistema en Alemania durante la Repblica de Weimar)
Y ahora me resta explicar por qu no simpatizo con Adolf Hitler.
En primer lugar, porque fracas en el mandato jerrquico que la Naturaleza y el Orden impusieron sobre su
persona. Y porque el resultado de su flagrante fracaso represent la destruccin fsica y moral del pueblo
ms eficiente, ms productivo y socialmente ms inteligente de la tierra, cual es el pueblo alemn.
Porque en camino a esa devastacin, cometi otros errores imperdonables, como intentar la absurda invasin a
Rusia (cegado por su correcto, pero completamente extemporneo rechazo al comunismo) en lugar de concretar la
invasin contra el solapado y bestial enemigo (a quien equivocadamente consider casi como a su hermano) que era
Inglaterra. Invasin que podra haber representado el virtual fin de la guerra, dejando el tema Stalin para luego (algo
que hubiera hecho las delicias del sovitico-el ms grande criminal de la historia conocida-quien admiraba
profundamente a Hitler)
Y finalmente, porque como consecuencia de todos sus errores, nos dej definitivamente en manos de la feroz bestia
apocalptica-cual es el capitalismo avanzado- y se convirti, asimismo, en el creador indirecto del estado
sionista de Israel. De hecho, la aparicin del material por mucho tiempo secreto de las extensas e intensas
conexiones entre la SS y otras agencias Nazis y los lderes Sionistas durante los aos 30 no deja lugar alguno a
dudas que Hitler y los Sionistas estaban completamente de acuerdo en la migracin de todos los judos europeos a
Palestina, tenan pues un objetivo comn, pero se enfrentaron no slo con la oposicin de Inglaterra y otras
naciones, sino asimismo con la resistencia de muchos judos que no queran abandonar Europa. Por lo tanto, el
"misterio" del Proyecto Original de Adolf Hitler denominado "Solucin Final", no era el exterminio, sino la
recuperacin de Israel para los judos. De all, que Hitler haya contado con el apoyo econmico de importantes
banqueros judos Sionistas para alcanzar el poder.
La pregunta final que les dejo a mis lectores es:
Si los que perdieron eran realmente "los malos" y los que ganaron eran realmente "los buenos", como puede
ser que 60 aos despus tengamos un mundo semejante?
PD: En el llamado "Escndalo Faurisson"
(ver http://es.wikipedia.org/wiki/Esc%C3%A1ndalo_Faurisson)

relacionado con la tremenda persecucin y violencia fsica sobre la persona del Profesor
Robert Faurisson, quien publicara un extenso estudio "negacionista" del holocausto, Noam
Chomsky escribi su ensayo "Comentarios elementales sobre el derecho a la libertad de expresin", donde discute el derecho a realizar y
publicar investigaciones impopulares. Tambin expresa en ese ensayo no haber encontrado evidencia de antisemitismo en las partes del trabajo de Faurisson que
revis. Chomsky escribe:

Las conclusiones de Faurisson son diametralmente opuestas a mis puntos de vista y que he expresado en publicaciones (por ejemplo, en mi libro Paz
en el Oriente Medio, donde describo el Holocausto como la peor muestra de locura colectiva en la historia de la humanidad). Pero es elemental que la
libertad de expresin (incluyendo la libertad acadmica) no sea restringida a los puntos de vista que uno aprueba, y es precisamente en el caso de
puntos de vista que son casi universalmente descartados o condenados que este derecho debe ser defendido con mayor fuerza. Resulta sencillo
defender aquellos que no necesitan defensa o unirse a una condena unnime (y frecuentemente justificada) de la violacin de l os derechos civiles
cometida por un oficial enemigo.
Como respuesta a esta expresin de madurez cvica y de respeto a la inalienable libertad de expresin, el Profesor emrito de Sociologa de la
Universidad de British Columbia, Werner Cohn ,tan judo como el mismo Chomsky, acus a este de "ser antisemita" (SIC) y de "tener vinculaciones con
los neo-nazis franceses que iban ms all del tema Faurisson". Que el lector saque sus propias conclusiones al respecto.