El Banquete de Los Dioses - Volumen 1 Nro. 1
El Banquete de Los Dioses - Volumen 1 Nro. 1
El Banquete de Los Dioses - Volumen 1 Nro. 1
se
de
de
la
Sumario
Cuerpo Editorial ......
Editorial ...
Dossier:
La biopoltica como problema:
alcances y potencialidades de una nocin
Ciencias humanas, biopoltica y gubernamentalidad. Consideraciones
foucaulteanas en torno al discurso eugensico argentino (1932-1943).
Human Sciences, Biopolitics and Governmentality. Foucauldean
Considerations about the Eugenic Discourse in Argentina (1932-1943).
Ivn Gabriel Dalmau ......
10 45
46 64
65 88
89 110
111 137
138 167
168 193
Platn y la biopoltica.
Plato and Biopolitics.
Nicols Mathov .....
194 225
Ismos
Los sin-comunidad. Sobre parias y nmades.
The Without-Community. On Pariahs and Nomads
Miriam Lucero ......
226 259
Convergencias y tensiones
Althusser y Derrida: entrecruzamientos y convergencias de un
pensamiento amigo.
Althusser and Derrida: cross-linking and convergence of a friend
thought
Agustn Mndez .......
260 289
Reseas
Giorgio Agamben. "El misterio del mal. Benedicto XVI y el fin de los
tiempos".
Graciela Pozzi ......
290 292
293 297
298 301
Equipo Editorial
Director
Marcelo Raffin
Comit editorial
Paula Biglieri
Paula Fleisner
Adrin Melo
Gabriela Rodrguez
Senda Sferco
Comit de Redaccin
Luis Blengino
Omar Heffes
Alejandra Pagotto
Graciela Pozzi
Ramiro Riera
Natalia Taccetta
Diseo
Daniel Sbampato
Comit acadmico
Cecilia Abdo Ferez, Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas
(CONICET) Instituto de Investigaciones Gino Germani (IIGG) - Universidad de
Buenos Aires, Argentina.
Irma Julienne Angue-Medoux, Universidad Omar Bongo, Gabn.
Ccero Araujo, Conselho Nacional de Desenvolvimento Cientfico e Tecnolgico
(CONPq) - Centro de Estudos de Cultura Contempornea (CEDEC) - Universidade
de So Paulo, Brasil.
Mariela Avila Gutirrez, Instituto de Estudios Avanzados (IDEA) - Universidad de
Santiago de Chile, Chile.
Bencherki Benmeziane, Universidad de Orn, Argelia.
Atilio Boron, Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas
(CONICET) - Instituto de Investigaciones Gino Germani (IIGG) - Universidad de
Buenos Aires, Argentina.
Carlos Contreras Guala, Universidad de Chile - Instituto de Filosofa, Universidad de
Valparaso, Chile.
Mnica Cragnolini, Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas
(CONICET) - Instituto de Investigaciones Filosficas Alejandro Korn - Universidad
de Buenos Aires, Argentina.
Editorial
La Revista El banquete de los dioses. Revista de Filosofa y Teora Poltica
contemporneas se orienta a temticas propias de la Filosofa y la Teora Poltica
contemporneas, con el objetivo de difundir y debatir ampliamente resultados de
investigacin y aportes recientes a estas reas del conocimiento. Evoca en su nombre
uno de los ms bellos dilogos platnicos y lugares clsicos de la Filosofa al tiempo
que, con ese gesto, recupera la celebracin del pensamiento, del intercambio de ideas,
del dilogo, del encuentro, de la amistad, del placer y de la vida. Pero se trata tambin
de una celebracin de la teora en el sentido griego antiguo de la palabra, es decir,
como intermediacin entre los dioses y los mortales, como aquello que se contiende
entre quienes pretenden el conocimiento y que puede acercarnos ms a alguna idea de
verdad, discutida, cuestionada pero que no deja de disputar un valor de predicacin y
constitucin sobre la vida y el mundo, nunca definitivo, siempre en pugna, parcial y
creador de sentido.
El dossier de este nmero inaugural est dedicado a La biopoltica como
problema: alcances y potencialidades de una nocin. La eleccin de esta
problemtica responde a retomar uno de los ejes centrales que signa el debate de la
Filosofa y la Teora Poltica contemporneas. Desde que Michel Foucault presentara
formalmente la categora en el captulo final de La voluntad de saber. Historia de la
sexualidad tomo I (1976), y que se abocara a su desarrollo en los cursos que dictara en
el Collge de France ese ao lectivo y los siguientes hasta fines de la dcada de 1970,
la biopoltica se transform en una pieza clave de la conformacin de la subjetividad
moderna y contempornea en su vnculo con las relaciones de poder-saber y los
juegos de verdad. Foucault seala a la biopoltica como el acontecimiento decisivo de
la modernidad que hace entrar a la vida y sus mecanismos en el mbito de los clculos
explcitos y hace del poder-saber un agente de transformacin de la vida humana. Aun
cuando el filsofo expresa el concepto en primer lugar en el texto, con el trmino de
bio-poder o poder sobre la vida y reserva a la biopoltica para designar uno de los
dos polos en tensin con los que se desarrolla el biopoder como poder sobre las
poblaciones, rpidamente la biopoltica deviene la palabra genrica para dar cuenta de
la forma en que el poder se hace cargo de la vida tanto en su polo poblacional (el
cuerpo-especie) como individual (el cuerpo como mquina) y produce la operacin
fundamental de captura y gestin de la animalidad en la politicidad humana. De ah el
clebre umbral de la biopoltica como acontecimiento decisivo de la modernidad, que
Foucault presenta a modo de corolario de las transformaciones producidas en la era
del biopoder: Durante milenios el hombres sigui siendo lo que era para Aristteles:
un animal viviente y adems capaz de una existencia poltica; el hombre moderno es
un animal en cuya poltica est en cuestin su vida de ser viviente.1.
Pero la cuestin de la biopoltica no se limit solo a la produccin de ideas y
teorizaciones por parte del propio Foucault y nicamente al campo de la Filosofa; fue
y es seguida por un nmero considerable de pensadores que siguieron sus huellas en
el campo propio de la ontologa como definicin en tensin entre la metafsica y la
poltica sobre el viviente humano y desbord esos lmites para transformarse en una
herramienta que permite pensar e intervenir en otros campos de saber y en otros
contextos espacio-temporales. Es en esta lnea que se inscribe buena parte de las
propuestas de filsofos como Giorgio Agamben, Roberto Esposito y Antonio Negri o
que se pueden confrontar algunas de las ideas de Gilles Deleuze, que se relee el
legado nietzscheano o heideggeriano y toda la filosofa occidental en general, que se
comprenden algunos desarrollos sobre la animalidad, la comunidad o las formas de
vida, o planteos en los campos de la seguridad, la educacin, la gestin de
poblaciones, el espacio urbano, las prcticas genocidas, totalitarias o dictatoriales, la
salud pblica o privada, la ingeniera social, las migraciones, las nuevas
configuraciones del trabajo, la exclusin social o los desarrollos cientficos solo para
mencionar algunos de los nombres y problemas en los que resuenan los ecos de la
biopoltica como problema de investigacin.
1
Foucault, Michel, La volont de savoir, Histoire de la sexualit, t. 1, Gallimard, Paris, 1976, p. 188.
Traduccin propia.
Marcelo Raffin
Buenos Aires, noviembre de 2013
10
Resumen:
Palabras
clave:
Abstract:
Keywords:
A modo de introduccin
El pensamiento de Michel Foucault parte de la crisis del papel
fundamentador de la filosofa. Un cambio de rumbo definitivo vendra dado por la
crtica de Nietzsche a la filosofa cartesiana. La filosofa dej de ser un proyecto
fundador del pensamiento y actividad reflexiva sobre la totalidad para afrontar una
tarea parcial. Nietzsche y Foucault conciben la filosofa como un diagnstico del
subsuelo de nuestro presente: qu somos hoy?, en qu consiste este tiempo que
estamos viviendo? La matriz de este tipo de reflexin es kantiana, pero, para
Foucault, su expresin ms radical es nietzscheana.3
3 Sauquillo, Julin, Para leer a Foucault, Madrid, Alianza Editorial, 2001, p. 17.
11
12
6 Al respecto, ver: Miranda, Marisa; Vallejo, Gustavo, (Editores), Darwinismo social y eugenesia en el
mundo latino, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2005.
7 Vanse: -Palma, Hctor, Gobernar es seleccionar. Historia y reflexiones sobre el mejoramiento
gentico en seres humanos, Buenos Aires, Jorge Baudino Ediciones, 2005. - Miranda, Marisa; Vallejo,
Gustavo, (Editores), op. cit. -Vallejo, Gustavo, Miranda, Marisa, (Editores), Polticas del cuerpo.
Estrategias modernas de normalizacin del individuo y la sociedad, Buenos Aires / Madrid, Siglo XXI
Editores, 2008. - Miranda, Marisa; Girn Serra, lvaro, (coordinadores), Cuerpo, Biopoltica y Control
Social. Amrica Latina y Europa en los siglos XIX y XX, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2009.
8 Foucault, Michel, Seguridad, territorio, poblacin, Buenos Aires, Fondo de Cultura Econmica, 2006.
9 Foucault, Michel, Nacimiento de la Biopoltica, Buenos Aires, Fondo de Cultura Econmica, 2007.
13
14
opera como disparadora de este apartado. A su vez, sera pertinente destacar que con
el dictado de este curso se inicia la trada de lo que la historiografa de la filosofa
contempornea denomina cursos sobre biopoltca, la cual justamente se completa
con los cursos dictados por Foucault en 1978 bajo el ttulo Scurit, Territoire,
Population y en 1979 titulado Naissance de la Biopolitique. Como hemos
sealado previamente, si bien resulta una tarea sumamente relevante, no nos
ocuparemos de abordar las declinaciones que conceptos tales como biopoltica,
disciplina, soberana, y sus relaciones recprocas, tuvieron a lo largo del dictado de
dichos cursos.
En la clase del 17 de marzo de 1976, Michel Foucault se ocupa de desentraar
la discontinuidad existente entre el ejercicio del poder segn el modo de la soberana,
caracterizado por medio de la frmula hacer morir dejar vivir, y el ejercicio del
poder sobre la vida, el cual se caracterizara por hacer vivir dejar morir. En
primer lugar, en funcin de las frmulas presentadas, parecera tratarse de una mera
inversin en los trminos. Se pasara entonces de un modo de ejercicio del poder en
el cual habra una suerte de desbalance, en donde el poder se ejercera por medio de
la espada, a una forma en la cual se producira el desequilibrio inverso: el poder se
ejerce sobre la vida y su lmite es la muerte. Sin embargo, si se prosigue con cierto
detenimiento la lectura de esta leccin, estas evidencias parecen desdibujarse.
Acaso Foucault estara considerando, en franca contradiccin con su mtodo
genealgico, a la vida y a la muerte como trminos universales?
Detenindonos en una serie de distinciones realizadas por Foucault entre dos
modos de ejercicio del poder propios de la modernidad (a diferencia de la soberana),
los cuales sern los dos polos que constituyen al biopoder, podremos detectar, en la
especificidad que define a cada uno, claves para matizar la tesis segn la cual
estaramos frente a una mera inversin en los trminos. En dicha leccin, sostuvo
Foucault que:
15
Es decir que nos encontramos frente a dos tecnologas de poder diferentes, las
cuales poseen sus propias lgicas y sus propios objetos, no se trata de la vida (como
una suerte de universal transhistrico) sino del cuerpo humano y de la especie
humana; objetos de saber y blancos de intervencin poltica cuya emergencia se
remite a momentos histricos particulares, y se encuentran ligadas a problemas,
saberes y modalidades de ejercicio del poder especficos14. En lo que respecta a la
biopoltica, agregar Foucault que:
13 Foucault, Michel, Defender la sociedad, Buenos Aires, Fondo de Cultura Econmica, 2000, p. 220.
14 Recordamos nuevamente que ocuparnos de la distincin entre ambas tecnologas de poder y, en
particular, las declinaciones que dicha distincin tendr a lo largo de los cursos de Foucault excede las
posibilidades de este trabajo. Sin embargo, en lo que respecta a dicha problemtica, no podemos dejar
de remitir al lector a las primeras lecciones del citado curso Scurit, Territoire, Population. Por otro
lado, en tanto escapa tambin a nuestro foco de anlisis, hemos reproducido implcitamente la tensin
que circula en la clase del 17 de marzo de 1976 en torno a la vinculacin, y la diferenciacin, de
trminos tales como poder sobre la vida, biopoder, biopoltica y disciplina.
15 Foucault, Michel, op. cit., p. 220
16
17
frente a la emergencia del objeto, esa masa global de seres vivientes que es la
denominada especie humana. Consideraciones que resultan fundamentales para el
problema que estamos tratando de abordar, ya que frente al modo de ejercicio del
poder soberano, el cual se manifiesta dando muerte al sbdito (sujeto jurdico), nos
encontramos con una nueva modalidad de ejercicio del poder que toma por blanco de
intervencin a esa nuevo objeto que es la vida biolgica de poblacin. Como
sostuvo Foucault, nuevamente distinguiendo no slo a la biopoltica de la soberana
sino tambin de la anatomopoltica:
18
Por otra parte, no deja de ser sugerente, la distincin introducida por Foucault
entre la muerte, de la que la soberana se ocupa por medio del hacer morir al / a
los sbditos, y la mortalidad como problema del que se ocupa la biopoltica en el
marco de su regulacin de la vida de la poblacin. En trminos del propio Foucault
la muerte:
19
20
21
No one, I think, can doubt, from the facts and analogies I have brought
forward, that, if talented men were mated with women, of the same mental and
physical characters as themselves, generation after generation, we might produce a
highly bred human race (...). If everybody were to agree on the improvement of the
race of man being a matter of the utmost importance, and if the theory of the
hereditary transmission of qualities in men was as thoroughly understood as it is in
the case of our domestic animals, I see no absurdity in supposing that, in some way or
other, the improvement would be carried into effect27
22
en qu condiciones y con qu efectos se ejerce una veridiccin, es decir, una vez ms,
un tipo de formulacin dependiente de ciertas reglas de verificacin y falseamiento.28
De lo que se trata, entonces, es de indagar respecto de las condiciones que hicieron
posible que se produjese una articulacin entre una serie de prcticas y un rgimen de
verdad, cuyos efectos seran que algo que no exista, el capital humano, siguiese
sin existir pero, sin embargo se inscribiese en lo real.
En este sentido, en tanto pretendemos realizar una crtica poltica del saber
eugnico - biotipolgico, consideramos fundamental alejarnos de un lugar comn que
atraviesa el discurso de los estudios sobre eugenesia; nos referimos al cientificismo
implcito que circula a travs de la caracterizacin de la eugenesia como el uso
poltico de una teora cientfica29, caracterizacin por medio de la cual artificialmente
se separa a la ciencia darwiniana de su supuesta deformacin ideolgica.
Estrategia de lectura que se sostiene sobre una invisibilizacin de la imbricacin entre
el discurso de la economa poltica malthusiana, la filosofa spenceriana y la biologa
darwiniana en la constitucin del objeto poblacin. Es decir, que se desconoce que
los trabajos de Malthus respecto de la desajustada relacin entre crecimiento de la
poblacin y disponibilidad de recursos y la nocin spenciariana de lucha por la
existencia, operaron como condicin de posibilidad para la constitucin del discurso
darwiniano30. Discurso en el cual justamente lo biolgico es analizado construido
en trminos poblacionales, es decir colectivos, en cuyo contexto el hombre
puede ser inscripto como especie humana. Justamente para que pueda operar un
28 Foucault, Michel, Nacimiento de la Biopoltica, Buenos Aires, Fondo de Cultura Econmica, 2007,
p. 54.
29 Sin desconocer el aporte fundamental que han realizado en el estudio de estas problemticas y su
rigurosidad en el trabajo historiogrfico con las fuentes, consideramos que trabajos como los de Raquel
lvarez Pelez, Marisa Miranda y Gustavo Vallejo, por citar slo unos ejemplos, se encuentran
atravesados por dicho discurso.
Vanse: lvarez Pelez, Raquel, Sir. Francis Galton. Padre de la Eugenesia, Madrid, Oficina de
Publicaciones del CSIC, 1985. Miranda, Marisa; Vallejo, Gustavo (Editores), op. cit. Vallejo, Gustavo;
Miranda, Marisa (Editores), op. cit.
30 Ver: Darwin, Charles, On the Origin of Species by Means of Natural Selection, or the Preservation
of Favoured Races in the Struggle for Life, disponible en: The complete works of Charles Darwin
online, Cambridge University Press (http://darwin-online.org.uk), 1859. Darwin, Charles, The Descent
of Man and Selection in relation to Sex, disponible en The complete works of Charles Darwin online,
Cambridge University Press (http://darwin-online.org.uk), 1871.
23
31 Para una puesta en cuestin a dicha nocin realizada desde el mbito de la filosofa e historia de la
biologa resultan una referencia ineludible los trabajos del filsofo argentino Hctor Palma. Por otra
parte, si bien realizada desde una perspectiva divergente a la nuestra no podemos dejar de mencionar la
crtica realizada a esta categora por el historiador lvaro Girn Sierra.
Ver: Palma, Hctor, Darwin en Argentina, Buenos Aires, UNSAM Edita, 2009. Palma, Hctor, El
problema Darwin, en: Palma, Hctor (Compilador), Darwin y el darwinismo / 150 aos despus,
Buenos Aires, UNSAM Edita, 2012. Girn Sierra, lvaro, Darwinismo, darwinismo social e izquierda
poltica (1859 1914). Reflexiones de carcter general, en: Miranda, Marisa; Vallejo, Gustavo,
(Editores), Darwinismo social y eugenesia en el mundo latino, Buenos Aires, Siglo XXI Editores,
2005.
32 Otro investigador cuyos trabajos resultan fundamentales pero queda preso de este modo de abordaje
es el paleontlogo Stephen Jay Gould, quien hizo de la categora de determinismo biolgico el eje de
la propuesta de revisin crtica de su propia disciplina. Referimos al lector a la lectura del clsico:
Gould, Stephen Jay, La falsa medida del hombre, Barcelona, Editorial Crtica, 2003.
24
33 Ver: Foucault, Michel, Defender la sociedad, Buenos Aires, Fondo de Cultura Econmica, 2000.
34 Como sostuviera el propio Galton: What is true for the entire race is equally true for its varieties. If
we were to select persons who were born with a type of character that we desired to intensify,- suppose
it was one that approached to some ideal standard of perfection and if we compelled marriage within
the limits of the society so selected, generation after generation; there can be no doubt that the
offspring would ultimately be born with the qualities we sought, as surely as if we had been breeding
for physical features, and not for intellect or disposition. Fragmento citado de: Galton, Francis,
Hereditary Talent and Character. Part one, en: Macmillan`s Magazine, N 12, London, 1865, p. 321.
35 La Asociacin Argentina de Biotipologa, Eugenesia y Medicina Social (AABEMS), fue fundada en
el ao1932 bajo el auspicio del Estado nacional, por el cual finalmente fue absorbida en 1943. A su
vez, no podemos dejar de mencionar que en 1930 los mdicos Arturo Rossi y Octavio Lpez viajaron
a Italia para que estudiar Biotipologa con el renombrado mdico endocrinlogo Nicola Pende;
justamente tras la realizacin de dicha estancia, ambos fundaran la AABEMS, la cual se encontrara
fuertemente atravesada por el discurso pendeano, en torno a lo cual resultan una referencia ineludible
los trabajos del filsofo Hctor Palma. En lo que atae a la procedencia de la Biotipologa pendeana, y
el modo en la que misma se erige como disciplina auxiliar de la Eugenesia a partir de la reformulacin
en clave endocrinolgica de la medicina constitucional y la criminologa italianas se recomiendan los
trabajos de los investigadores Andrs Galera y Jos Gmez Di Vincenzo. Vanse: Palma, Hctor,
Gobernar es seleccionar. Historia y reflexiones sobre el mejoramiento gentico en seres humanos,
Buenos Aires, Jorge Baudino Editores, 2005. Galera, Andrs, Hacia una fisiologa del delito. El
modelo biotipolgico de Nicola Pende, en: -Miranda, Marisa; Vallejo, Gustavo, (Editores),
Darwinismo social y eugenesia en el mundo latino, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2005. Gmez di
Vincenzo, Jos Antonio, Biotipificar al soberano. Biotipologa, psciotecnia, educacin y prescripcin
de roles sociales en Argentina (1930 1943), Buenos Aires, Editorial Rhesis, 2013.
36 Len Lpez, A., (1933), Eugenesia, en: Anales de Biotipologa, Eugenesia y Medicina Social,
Ao 1, N 4, Buenos Aires, 1933, p. 17.
25
26
matriz
38 Las negritas y maysculas se encuentran en el texto original. Escobar Senz, Julio, Biotipologa y
Eugenesia en la organizacin del Estado, en: Anales de Biotipologa, Eugenesia y Medicina Social,
Ao 1, N 8 Buenos Aires, 1933, p. 15.
27
28
29
40 Pende, Nicola; citado en: Escobar Senz, Julio, op. cit., p. 15.
41 Se sugiere al lector la consulta del trabajo realizado por la investigadora argentina Marisa Miranda:
-Miranda, Marisa, Controlar lo incontrolable. Una historia de la sexualidad en la Argentina, Buenos
Aires, Editorial Biblos, 2011.
42 Conferencia cuya transcripcin sera publicada en el N 67 de los Anales.
30
materiales
disminuyen
en
razn
de
la
de
trascendentales.
43
las
determinaciones
eugnicas
ms
31
32
la que viven ()
45 Discurso cuya procedencia galtoniana no puede ser soslayada, ya que el mismo se encuentra
atravesado por el modo de problematizacin que caracteriza a la discurisividad eugensica desde los
fundacionales trabajos de Galton publicados en 1865, en los cuales por ejemplo, introdujo la siguiente
exclamacin: If a twentieth part of the cost and pains were spent in measures of the improvement of
the human race that is spent on the improvement of the breed of horses and cattle, what a galaxy of
genius might we not create! (Galton, 1865b, p. 167).
46 Gregorio Aroz Alfaron, citado en: Vallejo, Gustavo, La coercin disimulada: la propaganda radial
de la eugenesia de la Argentina de entre guerras; en: Miranda, Marisa; Girn Sierra, lvaro
(coordinadores), Cuerpo, Biopoltica y Control Social. Amrica Latina y Europa en los siglo XIX y
XX, Buenos Aires, 2009.
47 En negrita en el original.
33
34
50 A modo de ejemplo, remitimos al lector a los siguientes trabajos: Beltrn, Juan Ramn, El delito
del contagio venreo en la legislacin argentina, Anales de Biotipologa, Eugenesia y Medicina
Social, Ao 2, N 22, Buenos Aires, 1934. Bernaldo de Quirs, Carlos, Delincuencia venrea. Estudio
eugnico jurdico, s/e, Buenos Aires, 1934. Bernaldo de Quirs, Carlos, El delito del contagio
venreo, Anales de Biotipologa, Eugenesia y Medicina Social, Ao 2, N 21, Buenos Aires, 1934.
35
36
que
debern
expedirse
gratuitamente,
sern
37
38
homosexualidad proliferase entre los miembros del cuerpo viril de la Nacin. Por
medio del decreto 10.638 se busc que dichos soldados tuviesen a su disposicin
cuerpos de mujeres con los cuales satisfacer sus necesidades biolgicas, por medio
de la apertura de casas de tolerancia en determinados contextos (previa aprobacin
del Ministerio del Interior), evitando as el riesgo de su desviacin.
Finalmente, restar decir que esta puesta en disposicin de los cuerpos de
mujeres trajo aparejada la necesidad de vigilancia sanitaria peridica sobre los
mismos como modo de evitar que reapareciese el peligro que haba motivado
previamente la sancin de la mencionada ley 12.331. Razn por la cual, sostenemos
que ambas disposiciones legales pueden ser consideradas como dos tcticas cuya
emergencia trajo aparejado el esbozo de una estrategia de gestin de los riesgos que
amenazaban a la poblacin; prctica clave para el cuidado del capital humano.
Consideraciones finales
A lo largo de las lneas que constituyen el primer pargrafo del artculo al que
estamos intentando dar un cierre, hemos circunscripto nuestro abordaje de cierta
problemtica en la discursividad foucaulteana a los anlisis realizados por Foucault
en la clase dictada en el Collge de France el da 17 de marzo de 1976. Puede decirse
entonces, que hemos dejado de lado no slo una importante cantidad de textos en los
cuales Foucault se ocupa de la biopoltica, sino que incluso no hemos abordado
muchas aristas que atraviesan a dicha leccin. Sin embargo, no pretendimos llevar a
cabo un abordaje de todas y cada una de las lneas desde las cuales puede ser
55 Foucault, Michel, El sujeto y el poder, en: Revista Mexicana de Sociologa, Mxico, Volumen 50,
Nmero 3, 1988, p. 11.
39
40
encuentra atravesado por una estrategia por medio de la cual el ser mismo de
dichos objetos requiere el establecimiento de tcnicas de gobierno.
Sin embargo, habiendo partido metodolgicamente de una puesta en cuestin
de los universales, no pretendemos haber abordado un caso particular de ese
universal que sera la relacin entre ciencias humanas y biopoltica, sino que por
el contrario, a travs del abordaje especfico del objeto de estudio que hemos
construido, pretendemos simplemente haber aportado a la formulacin de meras
hiptesis de trabajo.
Por lo tanto, no podemos dejar de enunciar los siguientes interrogantes:
puede plantearse la existencia de prcticas de carcter biopoltico ms all de la
modernidad? Es decir, podemos hablar de biopoltica prescindiendo de la
emergencia de las ciencias humanas y de las tcnicas mdico sanitarias modernas?
Dicho de otra manera, puede haber biopoltica al margen de la existencia de su
blanco de intervencin, es decir la poblacin? Virando el eje de interrogacin, puede
plantearse la existencia de una biopoltica afirmativa como un modo de resistencia?
Es susceptible de ser pensada la vida en s misma? Podemos encontrar en ella una
potencialidad resistente? En cuyo caso, no estaramos tomando como punto de
partida justamente aquello que hay que desanudar?
41
Bibliografa
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en
el
mundo
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Press,
1991.
45
Resumen:
46
Palabras
clave:
Abstract:
Keywords:
Los
enigmas
que
nuestro
siglo
ha
47
Se trata de una tecnologa de doble faz que opera sobre la vida a travs de dos
mecanismos, los cuales trazan un arco de relaciones en el que el poder se materializa.
Por un lado, la anatomopoltica, mecanismo que se centra en el cuerpo en tanto
mquina, esto es, un poder de disciplinamiento y adoctrinamiento del individuo como
cuerpo dcil. El otro mecanismos es el biopoder que acta sobre el cuerpo colectivo, es
decir, se trata del conjunto de polticas que regulan la vida de la especie, definida como
poblacin, segn una economa de control y gestin de lo viviente en escala superlativa.
La conjuncin de estas dos instancias la anatomopoltica del cuerpo-uno y el biopoder
del cuerpo-especie se refleja en el dispositivo biopoltico de sexualidad al que Michel
Foucault considera la gran tecnologa del poder en el siglo XIX. Pero tambin lo es el
racismo, que es la forma moderna, estatal y biologizante que, como el dispositivo de la
sexualidad, se encuentra simultneamente pendiente del cuerpo y de sus fenmenos. Si
el primer dispositivo descrito, el dispositivo de la sexualidad, tiende a hacer vivir, el
otro, el de racismo, llevado a sus extremos, puede hacer morir. Por lo tanto, sexualidad
y racismo describen los dos efectos o anversos posibles, en algn punto adversos y
extremos pero irreductiblemente complementarios, de la biopoltica.
Ahora bien, cules son los efectos de la biopoltica? Siguiendo la propuesta de
Roberto Esposito, podemos afirmar que el planteo de Foucault describe dos trayectorias
divergentes en las que, como origen y destino de toda prctica biopoltica, se inscriben
las definiciones posibles del concepto de bos, esto es, o subjetivacin o muerte. Qu
significa, pues, que la vida quede ceida por la racionalidad biopoltica, vale decir, que
sea politizada? Lo viviente es un exceso que desborda lo biolgico y tambin lo
histrico, en todo caso, es el margen mvil, nuevamente segn Esposito, donde
naturaleza e historia se acercan y se alejan, se cruzan y se atraviesan, sin dejarse atrapar
completamente, en el violento juego de alternancias que al mismo tiempo hace de cada
una matriz y resultado provisional de la otra y, a la vez, una mirada sagital que hiende y
destituye la pretendida plenitud de la otra2. La vida es el presupuesto y destino de toda
prctica biopoltica; es aquello sobre lo que se ejerce un poder que insiste en gobernarla,
formarla, conjurarla. Entonces, cmo se apropia la poltica de la vida? En y a travs del
cuerpo: slo se puede hacer vivir o morir al cuerpo. El cuerpo es la geografa de la
2
48
49
aluvional que comenz a llegar a nuestro pas. La novedad que este movimiento
inaugura en la etapa iniciada en 1880 refiere tanto sus aspectos cuanti como cualitativos.
La urgencia por crear nacionalidad, esto es, homogeneidad ante la disparidad
heterognea que inaugura la presencia extranjera (muchas veces acusada de portar
ideologas y prcticas disruptivas con el ordenamiento deseable), demandar de la lite
en el gobierno numerosos y diversos esfuerzos, no necesariamente coherentes entre s,
que intentaran (re)asignar los sentidos de lo nacional, pero cuya interpretacin no puede
agotarse en los esfuerzos de integracin por medios jurdicos-institucionales.
Por lo tanto, el problema de la inmigracin y la cuestin de la nacionalidad es
decir, la cuestin del Otros que no es Nosotros son indiscernibles en este perodo: el
proyecto del 80 necesita crear una poblacin nacional argentina que encarne, en el
cuerpo individual y colectivo, esas formas de identidad, esas ficciones narrativas que
definieron los modos que el ser argentino deba asumir no slo material e
institucionalmente, sino tambin como prcticas y modalidades, corpreamente
ancladas, que llenaran territorial y simblicamente el vaco (espacial y poblacional) que,
como principio axiomtico, defina el rumbo de las polticas gubernamentales. Dentro
de este proceso, la escuela pblica, gratuita, laica e higinica, segn lo establecido por la
ley 1420 promulgada en 1884, ocupar un lugar central.
50
administrar y regular, sino tambin producir y producir como si fuera la primera vez.
Esta posibilidad es la que ubica a la escuela en un lugar privilegiado dentro del proyecto
biopoltico de produccin de la nacin. Era necesario, pues:
() Conquistar al extranjero por sus hijos, por la escuela. Conmover,
en una palabra, toda la masa espiritual del pueblo para robustecer la Nacin
por la unidad de sentimiento de sus hijos, y realizar la amalgama necesaria,
para la verdadera argentinizacin de un pas esencialmente cosmopolita
como el nuestro.3
Ramos Meja, J. M. La Educacin Comn en la Repblica Argentina. Aos 1909-1910, presidencia del
doctor don Jos Mara Ramos. Consejo Nacional de Educacin. Buenos Aires: Penitenciara Nacional,
1913.
4
de Vedia, Agustn. Carta en Los nios. Buenos Aires: Patronato de la infancia, 1892.
El banquete de los Dioses
La biopoltica como problema: alcances y potencialidades de una nocin
ISSN 2346-9935 - Volumen 1 N 1 - Noviembre 2013 a Mayo 2014 pp 46-64
51
segn las cuales se despleg la propuesta biopoltica. Veamos, pues, algunos aspectos
que definen las modalidades en que esto tuvo lugar.
52
53
De la Vega, Mara Mercedes. Carta dirigida al Seor C.N.Vergara, presidente de las conferencias de
maestros del 10 distrito escolar. 9 de agosto de 1900 en El Monitor de la Educacin Comn, Ao XIX,
Tomo XVII, Nmero 321-340 (1899-1901). Buenos Aires: Consejo Nacional de Educacin, diciembre
1899.
7
Ramos Meja, J. M., La multitud en los tiempos modernos en Las multitudes argentinas Buenos
Aires: Editorial Rosso, 1934.
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54
55
Ramos Meja, J.M.,. Biologa de la multitud en Las multitudes argentinas. Argentina: Secretara de
Cultura de la Nacin y Marymar Ediciones, s.d
9
Lpez Cabanillas, Vicente. Sobre la higiene corporal del escolar. Conferencia dada por el Dr. Vicente
Lpez Cabanillas. 25 de agosto de 1894 en El Monitor de la Educacin Comn, Ao 31, n 341-360,
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Batallada, Felisa A. Hogar y patria. Libro de lectura para grados elementales y superiores. Buenos
Aires: Editor Alberto Vidueiro, 1916.
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Beltrn, Juan G. Patria y nacionalidad. Dos conferencias los conscriptos militares. Consejo Nacional
de Educacin, presidencia del Dr. Jos M. Ramos Meja. Buenos Aires: Talleres de la Casa Jaboco
Peuser, s/d.
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59
virtualidad
en
las
corporeidades
que
eran
apresadas
biopoltica
Bunge, C.O. La tradicin y la historia del pueblo argentino en Nuestra Patria. Libro de lectura para
la educacin nacional. Lecturas para 5 y 6 grados de las escuelas primarias. Temas para los cursos de
maestros normales. Buenos Aires: ngel Estrada Editores, 1910.
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60
Conclusin
Figueira, Jos Henriques. Un buen amigo- Nuevo mtodo directo de lectura escritura corriente y
ortografa corriente- Libro tercero. Observar, sentir, pensar, hablar, escribir, leer. Libertad, autoridad,
inters, accin, originalidad, poder. Lecciones y ejercicios de lectura corriente. Buenos Aires: Cabaut &
Ca. Editores, 1917.
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La biopoltica como problema: alcances y potencialidades de una nocin
ISSN 2346-9935 - Volumen 1 N 1 - Noviembre 2013 a Mayo 2014 pp 46-64
61
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_______La vida de los hombres infames, La Plata: Editorial Altamira, 1996.
62
Corpus de anlisis
63
64
Resumen:
Este artculo intenta mostrar las diferencias entre los desarrollos sobre el
capitalismo tardo desde los anlisis biopolticos de Michel Foucault y
Giorgio Agamben. Ambos tratan de explicar la problemtica desde el
liberalismo. Giorgio Agamben parte de las conceptualizaciones de Walter
Benjamin y Guy Debord sobre la cuestin de la representacin y del
espectculo. Por el contrario, Michel Foucault toma como punto de partida
la construccin de la subjetividad a partir del neoliberalismo comprendido
como gubernamentalidad, lo que implica dejar de lado el problema de la
representacin. De esta manera es posible entender las diferencias entre
ambos pensadores en el campo de la biopoltica.
Palabras
clave:
Abstract:
This article attempts to show the differences between the developments about
late capitalism from the biopolitical analysis of Michel Foucault and Giorgio
Agamben. Both philosophers try to explain the problem from the perspective
of liberalism. Giorgio Agamben follows the conceptualizations of Walter
Benjamin and Guy Debord on the issue of representation and spectacle. By
contrast, Michel Foucault takes as starting point, the construction of
subjectivity from neoliberalism understood as governmentality, which
involves setting aside the problem of representation. Therefore it is possible
to understand the differences between the two thinkers in the field of
biopolitics..
Keywords:
* Doctor en Filosofa del Derecho (Facultad de Derecho UBA). Doctorando en Ciencias Sociales,
rea Filosofa (Facultad de Ciencias Sociales UBA). Investigador (UNLa y UBA). Profesor de
Derecho Penal e Investigador del Departamento de Planificacin y Polticas Pblicas (DPPP-UNLa),
Docente en Filosofa e Investigador (Facultad de Ciencias Sociales/IIGG UBA). Correo electrnico:
omarheffes@gmail.com
65
1. Introduccin
y del primer
66
67
Agamben, G., Il regno e la gloria. Per una genealogia teologica dell'economia e del governo. Homo
sacer, II, 2, Vicenza: Neri Pozza Editore, 2007.
8
Hobbes, Th., Leviatn: la materia, forma y poder de un Estado ecleciastico y civil, Barcelona: Altaya,
1994, 134.
9
Rosanvallon, P., El capitalismo utpico. Historia de la idea de mercado, Buenos Aires: Editorial
Nueva Visin, 2006, p. 23.
68
10
Ibidem, p. 40.
Smith, A., Teora de los sentimientos morales, Madrid: Alianza Editorial, 2004, p.50.
12
Rosanvallon, P., El capitalismo utpico. Historia de la idea de mercado, cit., p. 45.
13
Smith, A., Investigacin sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, Mxico: FCE,
2006, p. 15.
11
69
14
Ibidem, p. 17.
Cfr. Idem, p. 143.
16
Kant, I., Fundamentacin metafsica de las costumbres, Barcelona: Ariel, 1999, p. 173.
15
70
3. La crtica de la representacin
En La obra de arte en la poca de su reproductibilidad tcnica, Walter
Benjamin sostiene que la humanidad, que antao, en Homero, era un objeto de
espectculo para los dioses olmpicos, se ha convertido ahora en espectculo de s
misma. Su autoalienacin ha alcanzado un grado que le permite vivir su propia
destruccin como un goce esttico de primer orden17.
Por otro lado, en Para una crtica de la violencia, Benjamin sostiene la
distincin entre la violencia fundadora y la violencia conservadora del derecho. En
esta distincin, lo que se juega es la representacin de la violencia fundadora por la
violencia conservadora, es as que la violencia fundadora no tiene por qu estar
inmediatamente presente en el momento de su formulacin, est representada ()
bajo forma del poder que lo garantiza y que es su origen violento18.
El anlisis de Benjamin sobre la cuestin del derecho se podra resumir como
una crtica al espectculo, y ms precisamente a la representacin. Representacin que
17
Benjamin, W., Ensayos (Tomo I), Madrid: Editora Nacional, 2002, p. 68.
Benjamin, W., Para una crtica de la violencia y otros ensayos. Iluminaciones IV, Madrid: Taurus,
2001, p. 33. Derrida desarrolla esta lectura en Nombre de pila de Benjamin, en donde argumenta que
la violencia llamada fundadora est a veces representada, y necesariamente repetida por la violencia
conservadora (Derrida, J., Fuerza de ley. El fundamento mstico de la autoridad, Madrid: Tecnos
2002, p. 72).
18
71
Ibidem, p. 78-79. Valgan los parlamentos como ejemplos de ello en nuestros das. Ofrecen el
lamentable espectculo que todos conocemos porque no han sabido conservar la conciencia de las
fuerzas revolucionarias a que deben su existencia (Benjamin, W., Para una crtica de la violencia y
otros ensayos. Iluminaciones IV, op. cit., p. 33).
20
Debord, G., Comentarios sobre la sociedad del espectculo seguido de Prlogo a la cuarta edicin
italiana de "La sociedad del espectculo", Barcelona: Anagrama, 1999, p. 14.
21
Debord, G., La sociedad del espectculo, Madrid: Editora Nacional, 2002, p. 15.
22
Cfr. Ibidem, p. 29.
23
Idem, p. 21.
24
Agamben, G., Estancias. La palabra y el fantasma en la cultura occidental, Madrid: Editora Nacional,
2002, p. 63.
25
Cfr. Ibidem, p. 65.
72
26
Agamben, G., Medios sin fin. Notas sobre la poltica, Valencia: Pre-Textos, 2001, p. 65.
Agamben, G., Il regno e la gloria. Per una genealogia teologica dell'economia e del governo. Homo
sacer, II, 2, Vicenza: Neri Pozza Editore, 2007, p. 9, traduccin propia.
27
73
28
74
5. El nacimiento de la biopoltica
Esta afirmacin puede servir para establecer una crtica al intento agambeniano, no
slo a su genealoga sobre el gobierno, sino tambin al primer volumen de Homo
sacer33 cuestin, esta ltima, que excede al presente trabajo.
Foucault sigue argumentando
el neoliberalismo es, justamente, otra cosa. Gran cosa o no, no s, pero sin
duda es algo. Y lo que querra tratar de aprehender es ese algo en su
singularidad (). Esa transferencia de los efectos polticos de un anlisis
histrico bajo la forma de una simple repeticin es sin duda lo que hay que
31
75
evitar a cualquier precio, y por eso insisto en ese problema del neoliberalismo
para intentar desembarazarlo de las crticas que se plantearon a partir de
matrices histricas lisa y llanamente traspuestas. El neoliberalismo no es
Adam Smith; el neoliberalismo no es la sociedad mercantil; el neoliberalismo
no es el gulag en la escala insidiosa del capitalismo34.
La nocin que sirve de soporte comn a los estudios que he realizado despus
de la Historia de la locura es la de problematizacin, pese a que yo no haba
entonces aislado suficientemente esta nocin. () En la Historia de la locura
la cuestin consistira en saber cmo y por qu la locura, en un momento dado,
ha sido problematizada a travs de una determinada prctica institucional y de
un peculiar aparato conceptual. De igual modo en Vigilar y castigar se trataba
34
76
de
finales
del
XVIII
principios
del
XIX
().
6. Homo conomicus
38
Foucault, M., Saber y verdad, Madrid: Las Ediciones de la Piqueta, 1991, p. 231-232.
77
en la teora liberal, fue concebido de la misma manera. Es por ello que Foucault
rastrea, de manera directa, las diferencias que existen en cada una de sus
formulaciones. En forma concreta, adems, toma al liberalismo, como ya se dijo, no
simplemente como una ideologa o una forma en la que la sociedad se representa a s
misma, sino como una prctica, como una manera de actuar, como una forma de
ejercer una racionalidad en el gobierno de la sociedad y de los individuos. El
liberalismo surge, segn esta inteleccin, como una gubernamentalidad, en el sentido
en el que Foucault acu este trmino a lo largo de su obra. Por ello, y a fin de
clarificar, se desarrollaran los conceptos de homo conomicus en su variante liberal y
en su variante neoliberal para poder facilitar la comprensin de sus diferencias.
I - La teora liberal clsica sostiene que el homo conomicus es el hombre del
intercambio y est relacionado con la utilidad en pos de la satisfaccin de sus
necesidades39. El homo conomicus est definido por su propio inters, es un sujeto
de inters40, en tanto y en cuanto, sea un socio del intercambio41.
Este individuo, sin embargo, importa por s mismo.
En esta sociedad de libre competencia cada individuo aparece como
desprendido de sus lazos naturales (). A los profetas del siglo XVIII, sobre
cuyos hombros an se apoyan totalmente Smith y Ricardo, este individuo ()
se les aparece como un ideal (). Al llegar al siglo XVIII, con la sociedad
civil, las diferentes formas de conexin social aparecen ante el individuo
como un simple medio para lograr sus fines privados42.
O para decirlo con palabras de Smith:
39
Cfr. Foucault, M., Nacimiento de la biopoltica. Curso en el Collge de France (1978-1979), cit., p.
264.
40
Cfr. Mandeville, B., La fbula de las abejas o los vicios privados hacen la prosperidad pblica,
Mxico: FCE, 2001, p. 605.
41
Cfr. Foucault, M., Nacimiento de la biopoltica. Curso en el Collge de France (1978-1979), cit., p.
264.
42
Marx, C., Contribucin a la crtica de la economa poltica, Mxico: Siglo XXI Editores, 2003, pp.
282-283.
78
43
Smith, A., Investigacin sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, cit., p. 402.
Ibidem, p. 17.
45
Locke, J., Segundo ensayo sobre el gobierno civil, Buenos Aires: Losada, 2002, p. 222.
46
Mandeville, B., La fbula de las abejas o los vicios privados hacen la prosperidad pblica, cit., p.
605. Pierre Rosanvallon cita a Mandeville de esta manera: las bases de la sociedad civil residen en el
hecho de que cada cual est obligado a beber y a comer (Rosanvallon, El capitalismo utpico. Historia
de la idea de mercado, Buenos Aires: Editorial Nueva Visin 2006, p. 53).
47
Foucault, M., Nacimiento de la biopoltica. Curso en el Collge de France (1978-1979), cit., p. 360.
44
79
economa es la propia economa poltica que reflexiona sobre las mismas prcticas
gubernamentales48.
En este punto, el liberalismo clsico necesita una sociedad construida en base
a la mercanca para poder formar un intercambio, vale decir, la sociedad mercantil
necesita para su desarrollo de esa potencia externa que crea el trabajador y lo
objetualiza. Extendiendo estos anlisis, nos damos cuenta que el trabajador es un
productor de espectculos que invaden absolutamente todo el arco de lo social, pero, a
su vez, la representacin econmica de este tipo social est dada por el espectculo, el
espectculo que es el quiebre de la representacin es tambin su afirmacin.
II- La teora neoliberal trabaja con el concepto homo conomicus pero de
manera diferente al liberalismo clsico.
El neoliberalismo parte de una nocin de la economa ms amplia que aumenta
el espacio en donde puede ser aplicada.
Como afirma Milton Friedman, es una mirada extensiva que alcanza fenmenos que
no son econmicos propiamente dichos.
La mirada econmica se traslada a todas las actividades humanas. Por
ejemplo, se
Ibidem, p. 32.
Friedman, M., Teora de los precios, Barcelona: Altaya, 1993, pp. 15-16.
80
Pero adems, la actuacin estatal no sirve para dirimir y evitar estos abusos.
Como afirma Alvaro Alsogaray:
Friedman, M., Friedman, R., Libertad de elegir, Madrid: Orbis, 1983, p. 10.
Martinez De Hoz, J. A., Bases para una Argentina moderna. 1976-80, Buenos Aires: Edicin del
autor, 1981, p. 19.
52
Friedman, M., Friedman, R., Libertad de elegir, cit., pp. 265-266.
51
81
53
Alsogaray, A. C., Bases liberales para un programa de gobierno (1989-1995), Buenos Aires: Planeta,
1989, p. 14.
54
Mises, L. von, Liberalismo, Madrid: Unin Editorial, 1982, p. 19.
55
Friedman, M., Friedman, R., Libertad de elegir, cit., p. 308.
56
Foucault, M., Nacimiento de la biopoltica. Curso en el Collge de France (1978-1979), cit., p. 182.
82
57
Martinez De Hoz, J. A., Bases para una Argentina moderna. 1976-80, cit., p. 121.
Foucault, M., Nacimiento de la biopoltica. Curso en el Collge de France (1978-1979), cit., p. 265n.
59
Cfr. Castel, R., Las metamorfosis de la cuestin social. Una crnica del salariado, Buenos Aires:
Paidos, 2004, p. 23.
60
Castel, R., Haroche, C., Propiedad privada, propiedad social, propiedad de s mismo. Conversaciones
sobre la construccin del individuo moderno, Rosario: Homo Sapiens Ediciones, 2003, p. 53.
61
Bauman, Z., Vida de consumo, Buenos Aires: FCE, 2007, p. 79.
58
83
Ibidem, p. 78.
Foucault, M., Nacimiento de la biopoltica. Curso en el Collge de France (1978-1979), cit., p. 265.
64
Ibidem, p. 292. En cierta forma, el auge y el avance de formas inclusivas dentro de la sociedad
(reconocimiento de derechos, etc.) deben ser entendidas como la inclusin dentro del mercado
econmico y slo por reflejo dentro del mercado poltico/jurdico. Por consiguiente, el disciplinamiento
de estos nuevos consumidores debe llevarse a cabo y cada uno es productor de su propio
disciplinamiento porque est interpelado de esa manera.
63
84
7. Pequeas conclusiones
Se debe recordar el desarrollo de Giorgio Agamben sobre Pablo en donde argumenta que el como
no es fundamental como ejemplo de la violencia divina benjaminiana, es decir, como una suspensin
de la ley que permitira, en cierto sentido, el estado de excepcin verdadero. Claramente, se debe tener
en cuenta que si el signo del neoliberalismo es el como no el estado de excepcin verdadero se ha
transformado en lo nico existente (Cfr. Agamben, G., El tiempo que resta. Comentario a la Carta a los
Romanos, Madrid: Trotta, 2006).
85
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88
Resumen:
Palabras
clave:
Abstract:
Keywords:
Carrera de Sociologa. Instituto de Investigaciones Gino Germani - Facultad de Ciencias Sociales Universidad de Buens Aires (UBA). Correo electrnico: abiusofederico@yahoo.com.ar
89
90
91
Tal es el caso, por ejemplo, de la sexualidad: La sexualidad esta exactamente en la encrucijada del
cuerpo y la poblacin. Compete, por tanto, a la disciplina pero tambin a la regularizacin (Foucault,
op. cit., p. 227).
12
Foucault, Michel, op. cit., p. 219.
13
Foucault, Michel. Seguridad, territorio, poblacin, cit. p.76.
14
Foucault, Michel, op. cit., p.75-76.
15
Foucault, Michel, op. cit., p. 83.
92
16
Determinados comportamientos suponen ms riesgo que otros (De Giorgi, op. cit., p. 61).
93
grandes espacios de encierro, cada uno con sus leyes. En estas sociedades el individuo
va transitando de un espacio cerrado a otro: la familia, la escuela, el cuartel, la fbrica,
el hospital, y eventualmente la prisin, siendo esta ltima la que le sirve de modelo
analgico. Ser la fbrica, sin embargo, la que le permitir analizar y visibilizar el
proyecto ideal de los lugares de encierro: concentrar, repartir en el espacio, ordenar en
el tiempo, componer en el espacio-tiempo una fuerza productiva cuyo efecto debe ser
superior a la suma de las fuerzas tomadas estas individualmente. Diferentes eran las
funciones de las sociedades de soberana que la precedan y que tenan como objetivo
recaudar y decidir sobre la muerte, antes que organizar la produccin y administrar la
vida. Sin embargo, tambin las disciplinas, luego de la segunda guerra mundial,
evidenciaran una crisis generalizada de los espacios de clausura en beneficio de
nuevas fuerzas, operando una conversin hacia otro tipo de sociedad. Las sociedades
de control reemplazan a las disciplinarias. Cada uno de los lugares de encierro es un
interior en crisis: prisin, hospital, fbrica, escuela, familia. El control al aire
libre o control a cielo abierto son el reemplazo de las viejas disciplinas que operan
en la duracin de un sistema cerrado17.
En esta sociedad de control los controles constituyen, ya no un molde, sino
una modulacin que va mutando continuamente, lo que lo hace ms difcil de percibir.
Esto significa que la crcel ya no puede proveer el modelo de las instituciones propias
de las sociedades de control, pues la vigilancia se desprende de la necesidad del
encierro. De modo que si los cuerpos ya no son la sede de un moldeado, la crcel
tampoco puede ofrecer un modelo de tecnologas corporales. Vale decir, que si el
encierro pretenda que el sujeto fuera una masa inerte dispuesta a adquirir forma, una
sustancia maleable a la que un molde le da su consistencia final, la modulacin propia
de las sociedades de control, en cambio, es una suerte de molde que va cambiando de
forma y va dando a la sustancia nuevas configuraciones, con frecuencia variable. Esta
diferencia que Deleuze toma de Simondon es acentuada por Hardt y Negri. En
Imperio (Hardt, M. y Negri, A., 2000), estos ltimos hablarn de subjetividades
17
94
95
96
97
98
mediantes las cuales se ejerce el poder, cambian las definiciones de los sujetos: la
nocin de individuo peligroso es desplazada por la del grupo productor de riesgo,
aquel que es institucionalmente tratado como tal.
Una vez realizado este recorrido terico por la nocin de biopolitica, el
objetivo del presente artculo es utilizarlo como una grilla de interpretacin, como una
manera de interpelar a la realidad en lo tocante al accionar del Ministerio Pblico
Fiscal, considerando que esta, en tanto constituye una institucin biopoltica, o un
mecanismo o dispositivo de seguridad, regula a la poblacin; o mejor an, a los
grupos que all existen. En este sentido, engloba las siguientes preguntas-problemas:
Cmo regula? A partir de que tcnicas regula? Quines son los grupos regulados?
Son los denominados por De Giorgi, grupos productores de riesgo? Estos y otros
interrogantes son hacia los cuales nos aproximaremos en el siguiente apartado.
99
100
Nos referimos al material emprico producido dentro del marco del Proyecto UBACyT S007
Programacin Cientfica 2008-2010, titulado Exclusin, control social y diversidad articulando la
relacin entre el migrante externo y las instituciones educativa y judicial. Se trata de entrevistas
individuales cualitativas semiestructuradas, que nos posibilitan acceder a las representaciones,
percepciones y actitudes hacia el sujeto migrante. Si bien en el proyecto UBACyT se trabaj con dos
universos de estudio bien delimitados: la institucin educativa y la institucin judicial, en el presente
artculo trabajamos con los datos producidos sobre este ltimo universo.
29
Cohen, Nstor. Representaciones de la diversidad: trabajo, escuela y juventud. Buenos Aires:
Ediciones Cooperativas, 2009, p. 20.
101
30
102
Por otra parte, cuando se le pidi a uno de los entrevistados que justifique la
razn por la que crea que existe asociacin entre delito y grupo migratorio, vemos
que su respuesta apela a la condicin social por la cual estos ltimos estn
atravesando:
Y pienso que se da esa asociacin porque es gente que est mal
econmicamente, que viene ac y ellos s, seguramente, en su pas, tambin haran lo
mismo, no se vendrn, como factor que los determina porque vienen huyendo porque
los agarren all, pero vienen ac, roban, hacen lo que estaban haciendo all, la falta
de cultura y de medios, no tienen plata y bueno, es lo que pueden hacer, por eso te
digo tampoco cometen delitos mayores, me parece que es eso. (Auxiliar 4, GBA)
103
migratorios
vinculndolos
con
los
diferentes
tipos
de
delitos
contravenciones.
Por medio de estos mecanismos vemos surgir, por ejemplo, la construccin de
la figura del boliviano como vendedor ambulante o como un sujeto que se asocia a las
peleas entre vecinos en las cuales termina habiendo amenazas. De acuerdo a lo que
aparece en el Segundo Informe de Conflictividad, el boliviano se asocia a una especie
de contravencin y a un tipo de delito. Tomamos este ejemplo como figura
paradigmtica del proceso por el cual se define a un grupo migrante como
peligroso. Ms an, la conflictividad a la que seran proclives estos grupos
migrantes est asociada a una condicin de vulnerabilidad por la que atraviesan los
sujetos (cuyas caractersticas pueden ser desigualdad, desempleo, subempleo, dficit
en materia de educacin, entre otras). Ya hemos dado cuenta de esta idea a partir de
algunos fragmentos de entrevistas; en ellas emergen nociones tales como que el
migrante limtrofe es gente que est mal econmicamente, que vienen en condiciones
bastante precarias, etc.
Podramos entonces, a partir de analizar conjuntamente los documentos y las
entrevistas, afirmar que los sujetos pertenecientes a las comunidades de migrantes
limtrofes son representados en trminos de aquellos grupos que tienen ms
probabilidad de delinquir que otros sujetos, puesto que esto sera una consecuencia de
su posicin social.
En la medida en que la geo-referenciacin, como tcnica biopoltica o de los
dispositivos de seguridad, define una zona como peligrosa, constituye asimismo una
definicin de los delitos que en esa zona se cometen y, por tanto, de los sujetos que
los cometen. Si las tcnicas disciplinarias mediantes las cuales se ejerca el poder
104
involucraban una definicin de los sujetos como dciles; las tcnicas biopolticas
involucran una definicin de los grupos sealndolos como peligrosos o desviados.
El segundo eje o dimensin que creemos necesario abordar refiere a dar cuenta
del uso de las nociones que surgen en el marco del Ministerio Pblico Fiscal, las
cuales coinciden con aquellas desarrolladas por Foucault en Seguridad, territorio y
poblacin (Foucault, 2011), lo que viene a reforzar la idea de que el Ministerio
Pblico Fiscal opera con la lgica de un mecanismo biopoltico. Ya habamos hecho
mencin de ellas en la primera parte del presente trabajo. As, la tcnica
emitentemente biopoltica, aquella que se utiliza para regular la poblacin, es la
estadstica, tal como lo demuestra Foucault a partir de la distincin que realiza entre
normacin disciplinaria y normalizacin de los dispositivos de seguridad. En la
normacin disciplinaria el punto de partida es la norma que permite el sealamiento
de lo normal y lo anormal33. La operacin de normacin consiste en intentar que los
individuos, los gestos y los actos se ajusten a esa norma o modelo: lo normal es,
precisamente, lo que es capaz de adecuarse a esa norma, y lo anormal, lo que es
incapaz de hacerlo34. Pero la secuencia que sigue la normalizacin de los dispositivos
de seguridad es diferente: se parte de un sealamiento de lo normal y lo anormal, de
una distribucin de las normalidades para luego hacer interactuar esas diferentes
atribuciones de normalidad y procurar que las ms desfavorables se asimilen a las ms
favorables35. El ejemplo fundamental de esta operacin es la tcnica estadstica de la
curva normal, con cada una de sus desviaciones estndar a sus costados. Es esta
misma operacin, tcnica eminentemente biopoltica, la que podemos ver en los
documentos a partir de la geo-referenciacin del conflicto.
Dicho esto, una de las ideas que aparece como centrales en los documentos
que analizamos es aquella que da cuenta de que vivimos en un mbito (la ciudad) en
el que cada vez hay mayor conflictividad36. Una de las recetas que se sigue para
33
105
Consideramos que la utilizacin de tal nocin no es azarosa, pues remite al mismo proceso que
vislumbra Foucault al referirse a normalizacin de los dispositivos de seguridad. Es decir, a partir de
unir los casos (los delitos y contravenciones), se construye una curva normal en la que algunas zonas se
desvan ms que otras. De ah que sea una distribucin territorial de casos.
38
Foucault, Michel. Seguridad, territorio, poblacin, cit. p. 80.
106
107
Wacquant, Loic. Las crceles de la miseria. Buenos Aires, Manantial, 2010, p. 97.
Wacquant, Loic, op. cit., p. 98.
108
libremente. Pero por otro lado, en la medida en que la vigilancia pasa a ser, con las
nuevas tecnologas, propiamente informtica, al aire libre, podra dar a pensar que se
est ms libre ante esos controles. Creemos que deberamos encender una luz de
alarma ante esta situacin, puesto que el hecho de que el control sea al aire libre no lo
hace mejor que el control en contexto de encierro, sino simplemente se basa en otra
superficie de sustentacin. Asistimos a un momento en que las sociedades no
funcionan ya mediante el encierro sino mediante un control continuo y de
comunicacin instantnea. Frente a esto, vemos distribuirse entre los ciudadanos la
responsabilidad de la garanta de la seguridad y lucha contra el crimen. Una dinmica
que De Giorgi vislumbrara como privatizacin de la gestin de la seguridad frente al
delito, y que consistira, a grandes rasgos, en el desarrollo de la industria de la
seguridad privada, y por el otro, en una cierta comunitarizacin de la gestin de la
seguridad, una autogestin, en donde los individuos son llamados a velar por la
seguridad en la lucha contra la criminalidad.
Bibliografa
109
110
Resumen:
Palabras
clave:
Abstract:
Keywords:
111
Cristina Lpez
La biopoltica segn la ptica de Michel Foucault.
Alcances, potencialidades y limitaciones de una perspectiva de anlisis.
Introduccin
Esposito, Roberto, El enigma de la biopoltica en Bos. Biopoltica y filosofa, Bs. As., Amorrortu,
2006, p. 28.
3
Cutro, Antonella; Bio-politique. Histoire dun mot en Technique et vie. Biopolitique et philosophie
du du bios dans la pense de Michel Foucault, Paris, LHarmattan, 2010, pp. 59-66.
4
Esposito, R.; op. cit. p. 37.
112
Cristina Lpez
La biopoltica segn la ptica de Michel Foucault.
Alcances, potencialidades y limitaciones de una perspectiva de anlisis.
113
Cristina Lpez
La biopoltica segn la ptica de Michel Foucault.
Alcances, potencialidades y limitaciones de una perspectiva de anlisis.
Foucault, Michel; La naissance de la mdecine sociale , segunda conferencia del ciclo publicada en
Revista centroamericana de Ciencias de la Salud Nro. 6, enero/abril 1977, pp. 89-108. Ahora en Dits et
crits, Vol. III, Paris, Gallimard, p. 210: Pour la socit capitaliste, cest le bio-politique qui importait
avant tout, la biologique, le somatique, le corporal.
8
Ibd. p. 207 : lhistoire de lespce humaine ne reste pas indiffrente la mdicalisation.
9
Me refiero a Foucault, Michel; Cours du 17 mars 1976 en Il faut dfendre la socit Cours au
Collge de France. 1976, Paris, Gallimard, 1997, pp. 213-235 y Droit de mort et pouvoir sur la vie
en Histoire de la sexualit 1. La volont du savoir, Paris, Gallimard, 1976, pp. 177-211.
10
Me refiero al prrafo de Il faut dfendre la socit, op. cit. p. 214, en el que el autor afirm que Et
je crois que, justement, une des plus massives transformations du droit politique au XIX sicle a
consist, je ne dis pas exactement substituer, mais complter, ce vieux droit de souverainet- faire
mourir ou laisser vivre par un autre droit nouveau, qui ne va pas effacer le premier, mais qui va le
pntrer, le traverser, le modifier et qui va tre un droit, ou plutt un pouvoir exactement inverse
114
Cristina Lpez
La biopoltica segn la ptica de Michel Foucault.
Alcances, potencialidades y limitaciones de una perspectiva de anlisis.
sino,
por
el
contrario,
hacindola
consistir,
dndole
entidad,
Ibd. : Le droit de vie et de mort ne sexerce que dune faon dsquilibre, et toujours du ct de
la mort.
12
Ibd.: la vie et la mort ne sont pas ces phnomnes naturels, immdiats, en quelque sorte
originaires ou radicaux, qui tomberaient hors du champ du pouvoir politique.
115
Cristina Lpez
La biopoltica segn la ptica de Michel Foucault.
Alcances, potencialidades y limitaciones de una perspectiva de anlisis.
continuo cuya direccin, por complicada que sea, permanece constante, al igual que la
especie de molculas que son arrastradas all, pero no las molculas individuales
mismas; al contrario la materia actual del cuerpo viviente pronto no estar ms, y no
13
Al respecto Cfr. Foucault, M. ; Les mots et les choses, Paris, Gallimard, 1966, pp.275-292.
Ibd. p. 250 : lois purement biologiques
15
Cfr. Foucault, M. ; La situation de Cuvier dans lhistoire de la biologie conferencia leda en las
Journes Cuvier, Institut dhistoire des sciences, 30-31 de mayo 1969. Ahora en Dits et crits, op. cit.,
Vol. II, pp. 30-66.
16
Foucault, M. ; Scurit, Territoire, Population. Cours au Collge de France 1977-1978, Paris,
Gallimard, 2004, p. 77 : partir du moment o le genre humain apparat comme espce, dans le
champ de dtermination de toutes les espces vivantes, du coup on peut dire que lhomme apparatra
dans son insertion biologique premire
14
116
Cristina Lpez
La biopoltica segn la ptica de Michel Foucault.
Alcances, potencialidades y limitaciones de una perspectiva de anlisis.
17
Cuvier, G., Histoire des progrs des sciences naturelles depuis 1789 jusqu' ce jour, citado por
Canguilhem, G. en el artculo Vie en Encyclopaedie Universalis : La vie est un tourbillon
continuel dont la direction, toute complique qu'elle est, demeure constante, ainsi que l'espce des
molcules qui y sont entranes, mais non les molcules individuelles elles-mmes ; au contraire la
matire actuelle du corps vivant n'y sera bientt plus, et cependant elle est dpositaire de la force qui
contraindra la matire future marcher dans le mme sens qu'elle. Ainsi la forme de ces corps leur est
plus essentielle que leur matire, puisque celle-ci change sans cesse tandis que l'autre se conserve
18
Foucault, M., Il faut dfendre la socit op. cit. p. 221 : Le pouvoir ne connat plus la mort. Au
sens strict, le pouvoir laisse tomber la mort
117
Cristina Lpez
La biopoltica segn la ptica de Michel Foucault.
Alcances, potencialidades y limitaciones de una perspectiva de anlisis.
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Cristina Lpez
La biopoltica segn la ptica de Michel Foucault.
Alcances, potencialidades y limitaciones de una perspectiva de anlisis.
absoluto y privilegiado, a partir del cual los tiempos se detienen para invertirse, ella
tiene como la enfermedad misma una presencia hormigueante23 De all que sea a
ella a la que se interrogue en bsqueda de una respuesta sobre el devenir de la
enfermedad en la vida. Incluso ms, a partir de Bichat, la muerte se volvi la
referencia obligada para obtener un conocimiento positivo sobre la vida. En palabras
de Foucault, Con Bichat, la mirada mdica gira sobre s misma y le pide a la muerte
que d cuenta de la vida y de la enfermedad, a su inmovilidad definitiva de su tiempo
y de sus movimientos24 En rigor de verdad, si Bichat le atribua a la muerte esta
potestad era porque conceba a la vida como un conjunto de funciones que se le
resistan. Con esta definicin, Bichat estaba invirtiendo la relacin entre la vida y la
muerte convirtiendo a esta ltima en la referencia ineludible de la primera. Segn
esto, no es que la muerte alcance en un determinado momento a la vida, es que sta
est continuamente expuesta a los rigores de aquella. As las cosas, como bien advirti
Foucault en Naissanceel naciente vitalismo biopoltico apareci sobre el fondo
de este mortalismo25
En suma, a pesar de la ambigedad de la frmula que acu, desde sus
primeras exposiciones nuestro autor tuvo en claro que la biopoltica se ocupa tanto de
la vida como de la muerte tal como se las concibe a partir del siglo XVIII. En efecto,
como intentaremos mostrar, de la vida porque al hacer de su naturaleza biolgica el
objeto de sus estrategias polticas aspira a gestionar a la poblacin; de la muerte,
puesto que es gracias al mortalismo que, paradjicamente el dispositivo ha
impulsado tan lejos sus propios lmites.26
23
Ibd. p. 144: La mort est donc multiple et disperse dans le temps ; elle nest pas ce point absolu et
privilgi, partir duquel les temps sarrtent pour se renverser, elle a comme la maladie elle-mme
une prsence fourmillante
24
Ibd. p. 149: Avec Bichat, le regard mdical pivote sur lui-mme et demande la mort compte de la
vie et de la maladie, son immobilit dfinitive de leur temps et de leurs mouvements.
25
Ibd. p. 148: Le vitalisme apparat sur fond de ce mortalisme
26
Foucault, M.; Droit de mort et pouvoir sur la vie en Histoire de la sexualit 1. La volont de
savoir, Paris, Gallimard, 1976, p. 179 : il a repouss si loin ses propres limites
119
Cristina Lpez
La biopoltica segn la ptica de Michel Foucault.
Alcances, potencialidades y limitaciones de una perspectiva de anlisis.
27
Cfr. Fassin, Didier; Otra poltica de la vida es posible: crtica antropolgica del biopoder en Lemm,
Vanessa; Michel Foucault: neoliberalismo y biopoltica, Santiago de Chile, Ediciones Universidad
Diego Portales, 2010, pp 21-49.
28
Cfr. Foucault, M.; Quest-ce que les Lumires ? en Rabinow, Paul ; The Foucault Reader, New
York, Pantheon Books, 1984, pp. 32-50. Ahora en Dits et crits, op. cit. Vol. IV, pp. 562-578.
29
De hecho, fue lo que nuestro autor hizo incluso en un texto como Histoire de la folie lge
classique en dnde, an sin contar con una perspectiva genealgica ni con las herramientas
metodolgicas que le permitieran explicar la interaccin entre ellas, supo identificar la las prcticas
discursivas y las tecnologas de poder operantes en cada poca y, por ende, condicionantes de la
concepcin y del tratamiento de la locura en un cada momento histrico. El captulo sobre Le grand
renfermement -que se inicia con un anlisis de la Primera Meditacin Metafsica cuyo objetivo es
poner en evidencia que, para Descartes, Ratio y locura no pueden convivir en el sujeto pensante y
contina con la descripcin de las prcticas a travs de las cuales durante la poca clsica se excluy al
loco recluyndolo en el hospital general29 - resulta ilustrativo de esta posicin terica.
120
Cristina Lpez
La biopoltica segn la ptica de Michel Foucault.
Alcances, potencialidades y limitaciones de una perspectiva de anlisis.
La expresin tatisation du biologique aparece en Il faut dfendre la socit op. cit. p. 213.
Ibd. p. 218 : La biopolitique a affaire la population, et la population comme problme politique,
comme problme la fois scientifique et politique, comme problme biologique et comme problme de
pouvoir, [] apparat ce moment-la.
32
Ibd. p. 225: .va tre une technique politique dintervention avec des effets de pouvoir propres.
31
121
Cristina Lpez
La biopoltica segn la ptica de Michel Foucault.
Alcances, potencialidades y limitaciones de una perspectiva de anlisis.
bajar la morbilidad; habr que alargar la vida; habr que estimular la natalidad. [.]
optimizar, si ustedes quieren un estado de vida33 En el mismo sentido, se refiri a
otros campos de intervencin biopoltica que indudablemente ataen a la vida de la
poblacin como los problemas de la vejez, la invalidez, los accidentes. En suma, lejos
de ser una excusa para obviar el tratamiento de la vida, las referencias a la poblacin
no hacen sino precisar el modo en que la biopoltica la regula. Por lo dems, durante
la clase, aunque en forma esquemtica, el pensador anticip las que seran las lneas
de investigacin a desplegar en su siguiente curso. En efecto, hizo consideraciones
acerca de la relacin de los seres vivientes con el medio, aludi al problema del
diseo de las ciudades, mencion el tratamiento de lo aleatorio y encuadr todos estos
tpicos bajo la denominacin de tecnologa de seguridad34, precisamente el nombre
que comenzara a darle al dispositivo en el curso del 78. De hecho, nuestro autor
destin las primeras clases del curso de aquel ao a explicitar los rasgos generales de
los dispositivos de seguridad a travs de una exposicin desarrollada y sistemtica de
la incidencia del medio sobre la vida de la poblacin35; de una descripcin
pormenorizada del trazado de las ciudades en vistas a favorecer la higiene, la
ventilacin, la eliminacin de los miasmas, la circulacin de mercancas y personas36;
de un abordaje detallado de lo aleatorio sirvindose del ejemplo de la escasez37,
consideraciones todas ellas que conciernen a la poblacin pero en la medida en que
afectan a sus condiciones vitales y, a la inversa, que ataen a la vida de la especie
humana pero en cuanto sta conforma una masa annima con relevancia poltica.
Basta con referir una de las tantas definiciones de Foucault sobre poblacin segn la
cual sta es un conjunto de elementos que, por un lado, se inscriben en el rgimen
general de los seres vivos, y por otro, ofrecen una superficie de amarre a
33
Ibd. p. 219: Il va falloir modifier, baisser la morbidit ; il va falloir allonger la vie ; il va falloir
stimuler la natalit. [] doptimaliser, si vous voulez, un tat de vie
34
Ibd. pp. 221-225.
35
Cfr. Foucault, M.; Scurit, Territoire, Population, op. cit. pp. 22-25.
36
Ibd. pp. 19-21.
37
Ibd. pp. 31-43.
122
Cristina Lpez
La biopoltica segn la ptica de Michel Foucault.
Alcances, potencialidades y limitaciones de una perspectiva de anlisis.
Ibd. pp. 77 : un ensemble dlments qui, dun ct, senfoncent dans le rgime gnral des
tres vivants et, dun autre ct, offrent une surface de prise des transformations autoritaires, mais
rflchies et calcules.
39
Ibd. : La dimension par laquelle la population senfonce parmi les autres tres vivants, cest celle
qui va apparatre et que lon sanctionnera lorsque, pour la premire fois, on cessera dappeler les
hommes le genre humain et on commencera les appeler lespce humaine
40
Ibd. p. 80 : un jeu incessant entre les techniques de pouvoir et leur objet qui a petit petit
dcoup dans le rel et comme champ de ralit la population et ses phnomnes spcifiques.
41
Ibd. p. 80 : cest parce que ces savoirs dcoupaient sans cesse de nouveaux objets que la
population a pu se constituer .
123
Cristina Lpez
La biopoltica segn la ptica de Michel Foucault.
Alcances, potencialidades y limitaciones de una perspectiva de anlisis.
Ibd. p. 73: . des agents et des techniques de transformation, []clairs, rflchis, analytiques,
calculs, calculateurs.
124
Cristina Lpez
La biopoltica segn la ptica de Michel Foucault.
Alcances, potencialidades y limitaciones de una perspectiva de anlisis.
temores, prejuicios se podr incidir. Como ya avizoraba Foucault, los medios juegan a
este respecto un rol fundamental y, a veces, hasta controversial al promover tantos y
tan dispersos intereses que acaban por generar apata del pblico. En todo caso, lo que
buscamos al referir estos ejemplos es ilustrar esa tcnica de poder denominada
gobierno cuyo ejercicio toma en cuenta las variables, las constantes, el deseo, en suma
las conductas de la poblacin sin procurar inhibirla sino estableciendo una dinmica
entre espontaneidad y regulacin. En ese sentido, el gobierno es una tcnica cuyo
ejercicio requiere de la puesta en juego de la libertad. Es evidente que no es cuestin
aqu de la libertad resultante de la atribucin de derechos jurdicos sino de la que se
patentiza en aquel principio del liberalismo que insta a dejar hacer, dejar pasar.
Conforme a esto, se la puede caracterizar entonces como, libertad de circulacin, de
consumo, de opinin pero no como expresin de la autonoma, la emancipacin o en
trminos foucaultianos de la de-sujecin. De all que el autor se haya encargado de
sealar que Esa libertad, a la vez ideologa y tcnica de gobierno, debe comprenderse
en el interior de las mutaciones y transformaciones de las tecnologas de poder. Y de
una manera ms precisa y particular, la libertad no es otra cosa que el correlato de la
introduccin de los dispositivos de seguridad.43
Ahora bien, desde la primera clase del curso del 78, Foucault se preguntaba
por la economa general del poder en la que se inscribiran los dispositivos de
seguridad puestos en prctica por el gobierno. No era una pregunta trivial. Por el
contrario, estaba orientada a precisar el marco de racionalidad poltica en el cual pudo
gestarse y ponerse en prctica una forma de ejercicio del poder como la llevada a cabo
a travs de los dispositivos de seguridad, cuestin que lo conducira tambin a
establecer con mayor claridad el umbral de aparicin, conformacin y preponderancia
del rgimen biopoltico. La respuesta empez a delinearse recin en la clase del 1 de
febrero despus de haber puesto en evidencia la incidencia de la economa poltica en
el gobierno de la poblacin. En rigor de verdad, si gran parte de la clase de aquel da
43
Ibd. p. 50: Cest quen fait cette libert, la fois idologique et technique du gouvernement, cette
libert doit tre comprise lintrieur des mutations et transformations des technologies du pouvoir. Et,
dune faon plus prcise et particulire, la libert nest pas autre chose que le corrlatif de la mise en
place des dispositifs de scurit
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La biopoltica segn la ptica de Michel Foucault.
Alcances, potencialidades y limitaciones de una perspectiva de anlisis.
Ibd. p. 98: Lintroduction de lconomie lintrieur de lexercice politique, cest cela, je crois, qui
sera lenjeu essentiel du gouvernement.
45
Ibd. : lart de gouverner, cest lart prcisment dexercer le pouvoir dans la forme et selon le
modle de lconomie.
46
Ibd. p. 109: La constitution dun savoir de gouvernement est absolument indissociable de la
constitution dun savoir de tous les processus qui tournent autour de la population au sens large, ce
quon appelle prcisment l conomie
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Alcances, potencialidades y limitaciones de una perspectiva de anlisis.
procedimientos, anlisis y reflexiones, los clculos y las tcticas que permiten ejercer
esa forma bien especfica, aunque muy compleja, de poder que tiene por blanco
principal la poblacin, por forma mayor de saber la economa poltica y por
instrumento tcnico esencial los dispositivos de seguridad.47 Y aunque el propio
Foucault por momentos era ambiguo como cuando confesaba que Lo que querra
hacer ahora, si tuviera verdadero inters en hacerlo, es algo que llamara una historia
de la gubernamentalidad48, como si se tratara de llevar a cabo una tarea diferente, lo
cierto es que el desenvolvimiento de esa tarea termin conducindolo a la genealoga
del liberalismo y del neoliberalismo expuesta precisamente en el curso titulado
Naissance de la biopolitique. De hecho, en el transcurso de la primera clase de aquel
curso, Foucault sostuvo Me parece que el anlisis de la biopoltica no puede hacerse
sino cuando se ha comprendido el rgimen general de esta razn gubernamental de la
cual hablo49 La razn gubernamental que comenzaba a estudiar en aquel momento
era la del liberalismo y para que no hubiera dudas de su cometido, en este caso fue lo
suficientemente claro como para precisar que solo cuando se haya comprendido en
qu consista ese rgimen gubernamental llamado liberalismo se podr, me parece,
captar qu es la biopoltica.50.
Ibd. p. 111: lensemble constitu par les institutions, les procdures, analyses et rflexions, les
calculs et les tactiques qui permettent dexercer cette forme bien spcifique, quoique trs complexe, de
pouvoir qui a pour cible principale la population, pour forme majeure de savoir lconomie politique,
pour instrument technique essentiel les dispositifs de scurit.
48
Ibd.: Ce que je voudrais faire maintenant, si vraiment je voulais le faire, ce serait quelque chose que
jappellerais une histoire de la gouvernementalit
49
Foucault, M.; Naissance de la biopolitique. Cours au Collge de France 1978-1979, Paris,
Gallimard, 2004, p. 24 : Mais il me semble que lanalyse de la biopolitique ne peut se faire que
lorsque lon a compris le rgime gnral de cette raison gouvernementale dont je vous parle
50
Ibd. cest une fois quon aura su ce que ctait que ce rgime gouvernemental appel libralisme
quon pourra, me semble-t-il, saisir ce quest la biopolitique.
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Alcances, potencialidades y limitaciones de una perspectiva de anlisis.
y el rol de la economa en las estrategias de las que se sirve el gobierno para regular la
vida de la poblacin son efectos de los postulados de ambas corrientes de la economa
poltica. En otras palabras, lejos de representar proyectos diferentes, el anlisis de la
gubernamentalidad y la investigacin de la biopoltica se complementan.
comentario crtico y relativizar las afirmaciones del propio autor respecto de los
alcances de sus investigaciones sobre biopoltica. En efecto, no falta a la verdad
Fassin cuando sostiene que, debido a su posicin metodolgica, Foucault no poda
ocuparse de las cuestiones que concerniran a la vida misma. En la perspectiva
historicizante de nuestro autor, no hay tal cosa como la vida misma, como si se
tratara de una entidad transhistrica. La vida, como cualquier otro objeto
epistemolgico y poltico es resultado de un determinado dispositivo de saber/poder,
en este caso, la biopoltica vigente a partir del siglo XVIII. Ello no implica que, en el
despliegue de sus investigaciones, no haya estudiado al menos parcialmente- los
problemas especficos que afectan a la vida de la poblacin y tambin a su muerte
pero en el contexto en que, en tanto fenmenos naturales, se convierten en
51
Ibd. p. 329: Ce qui devrait tre tudie maintenant, cest la manire dont les problmes spcifiques
de la vie et de la population ont t poss lintrieur dune technologie de gouvernement qui, sans
avoir, loin de l toujours t librale, na pas cess dtre hante depuis la fin du XVIII sicle par la
question du libralisme.
52
Fassin, Didier; op. cit. p. 25.
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Alcances, potencialidades y limitaciones de una perspectiva de anlisis.
Foucault, M.; Scurit, Territoire, Population, op. cit. p. 112 : Nous vivons dans lre de la
gouvernementalit, celle qui a t dcouverte au XVIII sicle.
54
Foucault, M.; Il faut dfendre la socit, op. cit. p. 219 : il sagit surtout dtablir des
mcanismes rgulateurs qui, dans cette population globale avec son champ alatoire, vont pouvoir fixer
un quilibre, maintenir une moyenne, tablir une sorte dhomostasie, assurer des compensations ; bref,
dinstaller des mcanismes de scurit autour de cet alatoire qui est inhrent une population dtre
vivants, doptimaliser, si vous voulez, un tat de vie
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Alcances, potencialidades y limitaciones de una perspectiva de anlisis.
es 12/8, por encima o por debajo de ese parmetro es necesario tomar medidas. Esas
medidas comprenden desde la recomendacin de un rgimen alimentario hasta la
prescripcin de una medicacin especfica. Lo importante es obtener por una u otra
va, la regulacin, en este ejemplo de la presin. Fcilmente se advierte que en
procura de esta regulacin, el dispositivo biopoltico se sirve de la medicina que no
slo va a tener como funcin mayor la higiene pblica sino que va a comportarse
tambin como una tcnica poltica de intervencin, con efectos de poder
propios.55 Medicalizacin denomina el autor a esta tendencia a abordar con criterio
teraputico problemas que bien podran ser considerados como de carcter social.
Ante cualquier atisbo de desregulacin en materia biolgica, las ciencias de la vida
interponen sus respectivos arsenales qumicos y tecnolgicos. Algo similar ocurre en
relacin con el comportamiento del pblico en sus mltiples aspectos. Se denomina
opinin pblica al pensamiento que se supone expresa las ideas del pblico en
general. Como sabemos, hoy en da esas convicciones son promovidas por campaas
mediticas de alta incidencia. De suerte que, corremos el riesgo en muchos casos, de
pensar como otros quieren que pensemos. Ciertamente, nadie nos impone nada y no
obstante todo el tiempo estamos instados a desear, a pensar, a consumir, como
determinados
medios
masivos
de
comunicacin
promueven.
En
trminos
55
Ibd. p. 225 : une technique politique dintervention, avec des effets de pouvoir propres.
130
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56
Ibd. p. 221: Le pouvoir ne connat plus la mort. Au sens strict, le pouvoir laisse tomber la mort.
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diferente y preocupante puesto que puso sobre el tapete no slo el poder sino la
voluntad mortfera del dispositivo. En efecto, despus de detallar que, a pesar de la
vigencia de un dispositivo cuyo sesgo fundamental es hacer vivir, las guerras son
cada vez ms sangrientas, los holocaustos siguen vigentes, las masacres son vitales,
Foucault sostuvo que ese formidable poder de muerte y es quizs lo que le da una
parte de su fuerza y del cinismo con el cual ha ampliado tanto sus propio lmites- se
da ahora como el complemento de un poder que se ejerce positivamente sobre la
57
Ibd. p. 226: Comment dans ces conditions, est-il possible, pour un pouvoir politique, de tuer, de
rclamer la mort, de demander la mort, de faire tuer, de donner lordre de tuer, dexposer la mort non
seulement ses ennemis mais mme ses propres citoyens ?
58
Ibd. p. 228: La mise mort, limpratif de mort, nest recevable, dans le systme de bio-pouvoir,
que sil tend non pas la victoire sur les adversaires politiques, mais llimination du danger
biologique et au renforcement, directement li cette limination, de lespce elle-mme ou de la
race.
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Alcances, potencialidades y limitaciones de una perspectiva de anlisis.
59
Foucault, M.; Droit de mort et pouvoir sur la vie en Histoire de la sexualit 1. La volont de
savoir, Paris, Gallimard, 1976, p. 179 : ce formidable pouvoir de mort et cest peut-tre ce qui lui
donne une part de sa force et du cynisme avec lequel il a repouss si loin ses propres limites se donne
maintenant comme le complmentaire dun pouvoir qui sexerce positivement sur la vie
60
Ibd. p. 180: Si le gnocide est bien le rve des pouvoirs modernes, ce nest pas par un retour
aujourdhui du vieux droit de tuer ; cest parce que le pouvoir se situe et sexerce au niveau de la vie,
de lespce, de la race et des phnomnes de population.
61
Cfr. Rosanvallon, Pierre; La nueva cuestin social. Repensar el Estado providencia, Buenos Aires,
Manantial, 2004.
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Conclusin
62
63
Cfr. Agamben, Giorgio, Homo Sacer. El poder soberano y la nuda vida, Valencia, Pre-textos, 2003.
Esposito, R.; op. cit. p. 17.
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64
Cfr. Adorno, Francesco Paolo, Poder sobre la vida, poltica de la muerte: sobre las formas de
resistencia al biopoder en Foucault en Lemm, Vanessa, op. cit. pp. 433-452.
65
Foucault, M. Droit de mort, op. cit. p. 190 : Et contre ce pouvoir encore nouveau au XIXe
sicle, les forces qui rsistent ont pris appui sur cela mme quil investit, -cest--dire sur la vie et
lhomme en tant quil est vivant. [] Cest la vie beaucoup plus que le droit qui est devenue alors
lenjeu des luttes politiques, mme si celles-ci se formulent travers des affirmations de droit. Le
droit la vie, au corps, la sant, au bonheur, la satisfaction des besoins, le droit, par-del toutes
les oppressions ou alinations, retrouver ce quon est et tout ce quon peut tre
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Bibliografa
Adorno, Francesco Paolo, Poder sobre la vida, poltica de la muerte: sobre las formas
de resistencia al biopoder en Foucault en Lemm, Vanessa, op. cit. pp. 433-452.
Agamben, Giorgio; Homo Sacer. El poder soberano y la nuda vida, Valencia, Pretextos, 2003.
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Foucault, Michel; Il faut dfendre la socit. Cours au Collge de France. 1976,
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Foucault, Michel ; Droit de mort et pouvoir sur la vie en Histoire de la sexualit 1.
La volont de savoir, Paris, Gallimard, 1976.
Foucault, Michel ; Scurit, Territoire, Population. Cours au Collge de France
1977-1978, Paris, Gallimard, 2004.
136
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Resumen:
Palabras
clave:
138
Abstract:
Keywords:
139
De esta forma, el eje central del artculo es intentar establecer la relacin entre
el Estado de Excepcin, tcnicas de poder y conflicto armado. Para desarrollar ese
objetivo se intentar analizar la responsabilidad del Estado en relacin al
cumplimiento efectivo del D.I.H. en contexto de Conflicto Armado, estudiar algunas
caractersticas conceptuales y prcticas que componen la nocin de dispositivos de
seguridad y establecer si el contexto de Conflicto Armado puede considerarse como
una situacin de Estado de Excepcin.
I Parte
140
la Declaracin Universal de
Derechos Humanos en el Art. 28 reza que Toda persona tiene derecho a que se
5 Foucault, Michel. Seguridad, territorio y poblacin. Argentina: Fondo de Cultura Econmica, 2006,
p. 100
141
142
9 El ncleo duro de derechos humanos es: 1. Derecho a la vida, 2. Derecho a la integridad personal, 3.
La prohibicin de la esclavitud o servidumbre, 4. La prohibicin de discriminacin, 5. Derecho a la
personalidad jurdica, 6. Derecho a la nacionalidad, 7. Los derechos polticos, 8. Prohibicin de prisin
por deuda contractual, 9. Principio de legalidad y no retroactividad, 10. Libertades de conciencia y
religin, 11. Proteccin a la familia, 12. Los derechos del nio y 13. Garantas judiciales indispensables
para la proteccin de esos derechos. OEA op.cit. art. 27 y ONU op.cit. art. 4.
10 Agamben, Giorgio. Homo Sacer. cit. Pg, 39.
143
proteccin a los civiles y a las personas que deciden no participar en las hostilidades,
y se complementa de igual forma con el Protocolo Adicional II a los Convenios de
Ginebra, ingresando a la lista de estas herramientas jurdicas excepcionales que se
aplican en casos particulares. Sin embargo, las dificultades en cuanto a la aplicacin
de las normas del D.I.H radican en establecer primero, si existe un Conflicto Armado
teniendo en cuenta que ni los Convenios de Ginebra, ni sus Protocolos adicionales
dan una definicin y segundo, en la forma cmo los Estados pueden intervenir en una
situacin de conflicto no convencional sin alterar la soberana estatal, lo que implica
el desafo de evaluar la situacin de conflicto armado a partir de los hechos y de las
acciones que se llevan a cabo en ese territorio.
Para el caso colombiano permanece la discusin acerca de si se puede
caracterizar o no como un Conflicto Armado No Internacional (en adelante CANI).
Para el desarrollo de este trabajo vamos a argumentar que s se puede considerar la
situacin de Colombia como un caso de CANI. Siguiendo a Daniel Cahen11 se
requieren dos condiciones mnimas: () por un lado, las partes deben contar con un
nivel mnimo de organizacin y, por otro, las hostilidades en que las partes estn
implicadas deben tener un mnimo de intensidad. En definitiva, un CA se da por la
persistencia de la accin violenta entre dos o ms partes en el conflicto con intencin
hostil. Adems se pueden incluir otras caractersticas, generalmente en los CANI se
enfrentan grupos de oposicin con un gobierno consolidado que tengan diferentes
motivaciones,
es
decir,
no
es
condicin
que
sus
reivindicaciones
sean
gobierno colombiano, sin contar las guerrillas del ELN, EPL, entre otras
que tambin han hecho parte de las confrontaciones.
-
144
145
relacin entre el CANI y la aplicacin del D.I.H. nos permitir apreciar ms adelante
si el Conflicto Armado en Colombia es una situacin de Estado de Excepcin como
la caracteriza Agamben, pues es a partir de esta figura que se puede analizar el control
biopoltico que el gobierno realiza sobre la poblacin, justificando sus actuaciones en
la necesidad de proteger a la nacin y evitar la permanencia del conflicto. Siendo el
D.I.H. el derecho aplicable en estas situaciones, comprendemos que es este el marco
jurdico en el que debemos analizar las prcticas biopolticas que se presentan.
II Parte
Conflicto Armado Interno y divisin de la soberana
En esta segunda parte nos vamos a adentrar en las caractersticas del CANI en
Colombia, esto nos permitir dilucidar cmo funciona el Estado de Derecho en el pas
y comenzar a observar las diferentes prcticas biopolticas que se presentan en un
contexto complejo como el de la guerra.
En materia de DD.HH. y D.I.H. Colombia ha suscrito los cuatro Convenios de
Ginebra y sus dos Protocolos adicionales estos, junto a la Declaracin Universal de
Derechos Humanos, tienen carcter constitucional gracias a la Constitucin de 1991
que incluy estas normas dentro del bloque de constitucionalidad. Esto significa
que tienen plena vigencia en el pas y que la responsabilidad frente a la violacin de
los DD.HH. y el D.I.H. le compete al Estado como sujeto de Derecho Internacional.
Sin embargo, en el caso de Conflicto Armado o de alguna situacin que ponga en
peligro el orden jurdico existente, el Estado de Derecho se altera y la soberana
estatal entra en disputa por lo que se pone en riesgo la garanta de los DD.HH.
Como se dijo anteriormente el caso colombiano es un conflicto armado interno
generalizado en el que un grupo disidente se enfrenta al Estado. La evolucin del
conflicto ha hecho que entren al juego otros actores armados como las bandas de
narcotrfico o los grupos paramilitares que tambin tienen inters en controlar un
territorio. Al analizar las caractersticas de la guerra es importante tener en cuenta las
146
dinmicas regionales de violencia13 pues cada regin del pas tiene particularidades
polticas, geogrficas, econmicas y sociales que transforman el ejercicio de la
violencia por lo que es fundamental, para el estudio de la violencia en Colombia,
establecer las caractersticas de cada regin y los actores violentos que estn
asentados en cada zona. Esto tambin significa que el control territorial que ejercen
las estructuras armadas de la guerrilla y el narcotrfico, varan en todo el pas y
permite manejar la hiptesis de una soberana escindida que cambia a partir del grado
de violencia en las regiones. Esto implica tener en cuenta tanto a los actores armados
como a la poblacin civil, ya que el conflicto envuelve una interaccin constante entre
ambas partes en un territorio determinado y, segn como se desarrolle esta relacin,
los actores armados tendrn diferentes grados de soberana sobre las zonas del
conflicto.
Para Agamben la soberana en la modernidad est en cabeza del EstadoNacin, este es el orden jurdico-poltico que controla la vida. Cuando se observa que
en un Conflicto Armado la soberana est en disputa se puede pensar que, as mismo,
las prcticas biopolticas no las lidera un nico soberano (el Estado) sino que, otros
grupos organizados empiezan a tener poder sobre la vida. Este es el punto que se
quiere desarrollar cuando se habla de las formas de control que ejercen los diferentes
actores del conflicto en el territorio. Para desarrollar esta idea ser necesario
adentrarnos en la divisin de la soberana del Estado colombiano en medio del
conflicto armado.
En la actualidad el conflicto armado en Colombia se puede caracterizar como
una guerra multipolar en donde se mezclan las reivindicaciones polticas de los
grupos insurgentes con el boom de las drogas ilcitas que alimentan la guerra14. Es
multipolar tambin porque en ella intervienen diferentes actores por un lado las
guerrillas caracterizadas por ser movimientos predominantemente poltico y militares,
13 Uribe, Mara Teresa. Violencia regional en Colombia, Debats Edicions Alfons El Magnanim,
Espaa v.60, (1997): 38-44
14 Chernick, Mark. Economic Resources and internal armed conflicts: lessons from the Colombian
case. Rethinking the economics of war. Comp. Arnson, Cynthia. Y Zartman, William. Washington:
JHU Press, Woodrow Wilson Center Press, 2005. 40-68.
147
con races profundas en las condiciones econmicas y polticas del pas. Por el otro
lado, los paramilitares relacionados directamente con la lucha antisubversiva y el
control del narcotrfico. Tambin se podra incluir a las llamadas bandas
emergentes definidas por las NNUU como () grupos armados ilegales surgidos
de la desmovilizacin de organizaciones paramilitares, cuyo principal mvil es la
obtencin del lucro econmico, principalmente de actividades ilcitas15 y, por ltimo
el Estado representado por las Fuerzas Armadas quien es el que tiene el legtimo uso
de la fuerza. Segn la distribucin territorial del conflicto, se dan distintas relaciones
entre el Estado y los grupos al margen de la ley, en algunos casos existen menos
garantas de cumplimiento del Estado de Derecho y en otras zonas las autoridades
locales tienen plena soberana sobre el territorio.
La caracterstica fundamental de un conflicto irregular en medio de una guerra
civil, segn Kalyvas16 es que la naturaleza de la soberana se altera, en este sentido el
Estado no es el nico actor que ejerce soberana por lo que el cumplimiento del
Estado de Derecho se ve afectado por la competencia de este con actores armados
irregulares. Entonces, la poblacin civil es el eje de la competencia por el poder
porque, a partir del dominio de las comunidades se ejerce soberana en el territorio.
En medio del conflicto, las personas se ven desprovistas de su existencia poltica y
comunitaria en este sentido, la vida es nicamente zo 17 y la preocupacin primera de
los habitantes de estas zonas en conflicto es la supervivencia. Ac entra a jugar la
lucha por la soberana, las poblaciones son manejadas para mantener el control
territorial y as la vida queda desnuda mostrando solo su lado biolgico, desprovista
de sentido poltico y de comunidad.18
15 BBC noticias. Las Bacrim, nuevas responsables de las masacres en Colombia, [En lnea], En:
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2011/02/110224_colombia_informe_onu_en.sht (febrero 2011)
16 Kalyvas, Stathis.
The logic of violence in civil war. [En Lnea] En:
http://www.yale.edu/macmillan/ocvprogram/licep/1/kalyvas/kalyvaspaper.pdf, 1-41 (marzo 2000)
17 Zo: en trminos de Agamben sera la mera existencia fsica, la vida expuesta a la muerte. Para l
este es el elemento poltico originario de la soberana del Estado moderno. En esta figura estatal la vida
es solo zoe, nuda vida.
18 En este sentido valdra la pena analizar las comunidades de paz organizadas para mantener su vida
poltica y social en comunidad, en medio del conflicto armado. Estos casos seran son un reto para el
control biopoltico que ejercen los diferentes actores del conflicto en un territorio. Por ejemplo, ver la
Comunidad de paz de San Jos de Apartad, ACIN Asociacin de Cabildos Indgenas del Norte del
148
149
150
biopoltico que en otros contextos no se daran, prcticas que se salen del orden
jurdico existente pero al mismo tiempo existen gracias a que el sistema jurdico lo
permite.
III Parte
Estado de Excepcin y control de la poblacin.
Como se deca anteriormente, la soberana del Estado colombiano est
escindida y esto implica que las Fuerzas Armadas y dems representantes del poder
estatal deben emplear diferentes estrategias para recuperar o mantener el control
territorial en las regiones. Estas estrategias cambian segn: a) el grado de control
sobre la poblacin b) la cantidad de actores que se disputan el territorio c) las
herramientas jurdicas con las que dispone el gobierno para enfrentar a los grupos al
margen de la ley.
En este punto del escrito se intentarn cruzar estas tres variables que ayudan a
explicar cmo se pueden presentar las estrategias de biopoder en el conflicto armado.
Ya adelantaba en los puntos anteriores que el Estado tiene diferente grados de control
sobre la poblacin del pas, as por ejemplo en algunas zonas como el Valle del
Cauca, Antioquia y el Magdalena Medio el Estado comparte (comparte porque
justamente al ser grupos paramilitares los que estn en la zona se presume que hay
colaboracin entre las Fuerzas Armadas estatales y estos grupos al margen de la ley,
aunque en algunos casos tambin hay disputa de soberana) la soberana con actores
no estatales como las BACRIM y los paramilitares; y en otras regiones como Cauca y
Norte de Santander los representantes estatales disputan el control con la insurgencia,
en este caso lo disputan porque es sabido que el inters de las guerrillas es obtener el
control militar y poltico en un territorio como oposicin al Estado.
En cuanto a la cantidad de grupos que disputan el territorio, un CANI se
caracteriza porque estn en permanente interaccin la poblacin civil, el Estado y la
insurgencia, los ltimos buscando controlar a la poblacin. En el caso colombiano se
afirm anteriormente que se trataba de un CANI ya que se vienen presentando durante
151
152
aunque esta potestad es limitada y sometida a las normas jurdicas. Esta precisin no
significa que el derecho a la vida sea absoluto segn los DDHH pero el uso de la
fuerza letal est estrictamente limitado por la prohibicin de la privacin arbitraria
de la vida. (Villasante, p. 143: 2009)
Esto es claro para casos de CAI, pero los lmites son difusos en los conflictos
internos debido al carcter clandestino de las organizaciones que participan en este.
En Colombia, las estrategias estatales para enfrentar a los grupos al margen de la ley
han variado segn cada gobierno, algunos han intentado terminar el conflicto por va
de negociacin, otros lo intentaron declarando la guerra directa y otros han mezclado
ambas opciones. En cualquiera de los casos es permanente la existencia de zonas de
indiferencia que en trminos de Agamben es el lugar en donde se encuentran las
tcnicas de individualizacin y los procedimientos totalizantes22 para el caso que se
est tratando estas zonas seran aquellas regiones en donde el conflicto armado es
permanente y la vida de las personas est en constante riesgo por lo que es difusa la
diferencia entre zo y bos. Estos son lugares en donde la vida es nuda vida23, el
soberano o los grupos que se disputan la soberana ejercen poder sobre la existencia
para mantener el control y la seguridad sobre el territorio. Lo anterior es ms claro
cuando analizamos el rol de las Fuerzas Armadas en las regiones de conflicto, este
actor es el representante del Estado y como tal, tiene el uso legtimo de la fuerza, por
lo tanto puede usarla para mantener el control. La poblacin que est en medio del
conflicto es al mismo tiempo vctima y victimaria y, aunque tiene los mismos
derechos que las dems personas bajo el territorio de un Estado, la garanta de estos se
desdibuja por el hecho de estar en una zona de enfrentamientos o zona de indiferencia
para ponerlo en el lenguaje de Agamben.
El Estado justifica sus actuaciones, muchas veces desbordadas, con el discurso
del control y la seguridad. Sacrifica una parte de sus ciudadanos y ciudadanas para
153
satisfacer las demandas de otro sector de la poblacin, aunque este sacrificio no sea
explcito. Lo que muestra la indiferencia del Estado por lo que le suceda a una parte
de la poblacin en medio de un sistema democrtico se puede explicar comprendiendo
la forma en que funciona el estado de excepcin pues, este ...no es una dictadura
(constitucional o inconstitucional, comisarial o soberana), sino un espacio vaco de
derecho, una zona de anoma en la cual todas las determinaciones jurdicas- y, sobre
todo, la distincin misma entre lo pblico y lo privado- son desactivadas. () Este
espacio vaco de derecho parece ser, por alguna razn, tan esencial al orden jurdico
que ste debe tratar por todos los medios de asegurarse una relacin con quel; casi
como si para fundarse, debiera mantenerse necesariamente en relacin con una
anomia. Por un lado, el vaco jurdico que est en cuestin en el estado de excepcin
parece absolutamente impensable para el derecho; por el otro, este impensable
reviste sin embargo para el orden jurdico una importancia estratgica tan decisiva
que se trata a cualquier costo de no dejarlo escapar.24
La forma de hacer la guerra implica administrar la vida, experimentar con una
poblacin para controlar un territorio. El control se logra y se mantiene, segn
Kalyvas, por medio de las estrategias de terror estas, adems de sembrar miedo,
ayudan a crear lealtades que permitirn mantener la soberana en la regin. Cada actor
del conflicto tiene mecanismos de terror que lo caracterizan, por ejemplo la
insurgencia tiene como modo de operacin el secuestro o los atentados con
explosivos, los paramilitares (maestros en terror segn las estrategias que utilizan) son
conocidos por actos de genocidio, masacres y torturas. Las Bandas emergentes, as
como otros grupos de narcotrfico utilizan tambin la tortura, la exposicin de los
cadveres en lugares pblicos para que sirva de escarmiento, entre otros. Y por su
parte, las Fuerzas Armadas que, si bien deberan ser quienes ms respetaran las
normas del D.I.H. y protegieran a la poblacin civil, tambin utilizan estrategias para
dar una leccin. En este sentido, son conocidos los casos de ejecuciones
extrajudiciales (conocidos como falsos positivos), torturas, capturas ilegales,
154
155
27 El programa soldados campesinos fue implementado por el gobierno de Uribe Vlez con la idea de
que jvenes entre los 18 y 24 aos cumplan su servicio militar obligatorio en sus zonas de residencia.
Se ha criticado mucho el programa pues involucra de manera directa a jvenes de comunidades
campesinas en el conflicto armado y pone en riesgo la vida de estos en sus zonas de origen.
28 Agamben, Giorgio. Estado. Cit. Pg. 59.
156
157
Estos ejemplos solo nos dan una idea de lo contradictorias que parecen las
polticas para combatir el conflicto armado y la inseguridad pues, se quiere
salvaguardar la vida de la nacin pero sacrificando a las personas que se encuentran
en medio de las zonas ms conflictivas. Para comprender cmo funciona en Colombia
la figura de Estado de Excepcin, que permite ejercer determinados controles sobre
una parte de la poblacin, tenemos que ir a la Ley 137 de 1994 que regula los Estados
de Excepcin. En el texto de la ley encontramos la paradoja propia del Estado de
Excepcin explicada ya por Carl Schmitt y estudiada luego por Agamben esto es, la
contradiccin de que la excepcin en s misma es un rgimen de legalidad
31
Para
158
159
37
EFE. El 'estado de conmocin interior' decretado en Colombia implica la supresin de
algunos
derechos,
[En
lnea]
En:http://www.elmundo.es/elmundo/2002/08/12/internacional/1029120997.html (agosto 2002)
38
Foucault, Michel. Seguridad, Territorio y Poblacin. Curso en el Collge de France (19771978) Argentina: Fondo de Cultura Econmica, 2006.
160
los adversarios polticos sino de categoras enteras de ciudadanos que por cualquier
razn resultan no integrables en el sistema poltico. Desde entonces, la creacin
voluntaria de un estado de emergencia permanente (aunque eventualmente no
declarado en sentido tcnico) devino en una de las prcticas esenciales de los Estados
contemporneos, an en aquellos as llamados democrticos.39
La figura de la conmocin interior en Colombia ha servido muchas veces para
cubrir y justificar acciones desbordadas de las Fuerzas Armadas en el desarrollo del
CANI. Con la intencin de evitar los excesos en el uso de la fuerza se aplica el D.I.H.
en casos de guerra interna, por eso se sostiene a lo largo del texto que el D.I.H. es el
sistema jurdico que se aplica en casos donde el Estado de Derecho se ve sobrepasado,
lo cual implica que funciona como un rgimen jurdico excepcional. Es claro, segn
las normas de la guerra, que an bajo la figura de Estado de Excepcin la violencia
dirigida haca objetivos militares no est prohibida independientemente de si es
ejercida por el Estado o por la parte no estatal en un conflicto armado. Sin embargo,
los actos de violencia contra las personas civiles y los bienes de carcter civil son, en
cambio, ilcitos, porque una de las finalidades del D.I.H. es preservarlas de los efectos
de las hostilidades.
Las normas fundamentales sobre la conduccin de las hostilidades
fueron elaboradas cuidadosamente para que reflejaran la realidad de un conflicto
armado. La primera es el principio de distincin, segn el cual las partes en un
conflicto armado deben hacer distincin, en todo momento, entre poblacin civil y
bienes de carcter civil y objetivos militares y dirigir los ataques nicamente contra
estos ltimos. Basndose en el principio de distincin, el D.I.H. tambin prohbe,
entre otros, los ataques indiscriminados, as como los ataques desproporcionados, y
obliga a las partes a observar una serie de normas de precaucin en el ataque para
evitar o reducir todo lo posible las lesiones y los daos a las personas civiles y los
bienes de carcter civil.
39
161
40
Agamben, Giorgio. Homo sacer. cit. Pg. 29
41
Esto muestra las contradicciones en el discurso y el accionar del actual gobierno de J. M.
Santos pues, a pesar de que en trminos militares continua la guerra y mantiene la situacin
excepcional en algunas regiones del pas, al mismo tiempo adelanta conversaciones de paz con la
guerrilla de las FARC en Cuba desde febrero de 2012.
162
Conclusiones
42
163
de
desplazamiento
forzado,
de
ejecuciones
extrajudiciales,
de
encarcelaciones masivas y sin juicio, de desaparicin forzada, entre otras, son grupos
marginales que le permiten al estado mantener la unidad social y proteger a los dems
de la amenaza insurgente. Los expulsa a un afuera del sistema pero siempre dentro de
los parmetros legales, de tal forma que estn siendo abandonados aun perteneciendo
al Estado- Nacin, en esto consiste la relacin de excepcin, en el abandono: El que
ha sido puesto en bando no queda sencillamente fuera de la ley ni es indiferente a sta,
sino que es abandonado por ella, es decir que queda expuesto y en peligro en el
umbral en que vida y derecho, exterior e interior se confunden.43
Segn Agamben el modelo jurdico- institucional no se puede separar del
modelo biopoltico de poder, porque en el control de la nuda vida radica el poder del
soberano. El modelo jurdico en este caso sera la figura de estado de excepcin
(D.I.H.) a travs de la cual el estado moderno implementa diferentes estrategias de
control sobre la poblacin, este poder estatal que controla los cuerpos relaciona
ntimamente la zo y el bos, () las implicaciones de la nuda vida en la esfera
poltica constituyen el ncleo originario aunque oculto- del poder soberano.44
43
44
164
Las personas excluidas por el estigma de vivir en una zona de conflicto son
sobre quienes recae el aparato estatal con sus estrategias de lucha contra la
subversin, ellas hacen parte de un segmento de la poblacin que hay que sacrificar
aunque eso implique violar las normas del D.I. DD.HH. y del D.I.H. El aparato de
control emplea diferentes tcnicas polticas para controlar y normalizar a esta
poblacin para que estas puedan estar as dentro del marco jurdico institucional
existente. Esta es la naturaleza del Estado moderno, administrar la nuda vida.
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Comp. Plataforma Justicia por Colombia. Madrid: Ediciones GPS, 2009. 133-162
167
La legibilidad de la biopoltica
en Rodolfo Walsh.
The Readability of Biopolitics in Rodolfo Walsh.
Davidson de Oliveira Diniz *
Fecha de Recepcin: 30 de septiembre de 2013
Fecha de Aceptacin: 20 de noviembre de 2013
Resumen:
Palabras
clave:
Abstract:
Keywords:
168
2
3
169
moderno el seminario dictado en el Collge de France entre los aos 1978 y 1979: la
decisin o al menos la pretensin de decidir respecto la totalidad de la vida de la
poblacin.
recupera la tesis
4
5
170
Walsh. Hoy es imposible en la Argentina hacer literatura desvinculada de la poltica, pp. 62-63.
171
walshiana.
7
8
172
cuerpo de Eva. Pero la identidad precisa del cuerpo importa menos aqu que el
significado de su bsqueda:
Yo busco una muerta, un lugar en el mapa. An no es
una bsqueda, es apenas una fantasa, la clase de fantasa
perversa que algunos sospechan que podra ocurrrseme.
Algn da (pienso en momentos de ira) ir a buscarla.
Ella no significa nada para m, y sin embargo ir tras el
misterio de su muerte, detrs de sus restos que se pudren
lentamente en algn remoto cementerio. Si la encuentro,
frescas altas olas de clera, miedo y frustrado amor se alzarn,
poderosas vengativas olas, y por un momento ya no me sentir
solo, ya no me sentir como una arrastrada, amarga, olvidada
sombra. 9
Ausente, el cuerpo de Eva Pern ha desencadenado el vaciamiento del escenario
poltico argentino compuesto por Estado y sociedad civil. Esto pasa en razn de la ya
mencionada operacin simblica del cuerpo de Eva con el fin de sostener una
particular relacin entre Estado y deseos colectivos de la esfera civil argentina, sobre
todo los deseos originarios de las clases obreras. El periodista, a pesar de simular su
indiferencia, es afligido por la falta del cuerpo que, ms bien, es un corpus poltico,
declarndose un hombre solo a pesar de la indiferencia inicial, una sombra olvidada a
partir de la desaparicin de ese corpus. No obstante muerta, segn John Kraniauskas,
quedaba claro que Eva Pern todava constitua un organizador de deseos polticos,
una poderosa fuente de produccin simblica peronista.
10
que la disputa acerca del cuerpo de Eva tiene amplia repercusin en la escena poltica
argentina de aquellos aos apenas iniciada la segunda mitad del siglo pasado.
Son millones los argentinos y argentinas que dan adis al cadver de Eva en el
ao 1952. El Estado (cuyo poder en dicho momento es todava ejercido por el
peronismo) haba planeado exponerla en pblico a manera de un monumento histrico
9
10
173
en su cripta, situndola delante de una estatua del dirigente mayor del partido
peronista. Sin embargo, el golpe de 1955 ha obligado a Pern irse de Argentina. De
suerte que no tuvo xito el proyecto de exhibir pblicamente el cuerpo de Eva como
un smbolo eterno del nacionalismo peronista. El cuerpo de la seora de Pern (lo
mismo debera suceder al cuerpo del estadista segn sus deseos post mortem) haba
sido embalsamado por un anatomista espaol, Pedro Ara, mediante una tcnica que le
concedera al cuerpo la apariencia de los vivos y el frescor de un rostro disfrutando de
su reposo eterno. Aquel mismo ao de 1955 una Junta Militar desbanc el peronismo
y, por ende, se apoder del cuerpo de Eva, anteriormente escondido por Ara en el
antiguo edificio del sindicato de los trabajadores. Tras distintas tentativas de
esconderlo en la Central de Servicios Secretos, la Junta Militar decidi enviarlo a
Europa, continente donde el cuerpo quedara perdido ms de dos dcadas hasta por
fin ganar un mausoleo definitivo a lado de Pern en el elegante cementerio de la
Recoleta en 1976.
En Esa mujer asoma una serie seales que revelan lo que verdaderamente
est detrs la disputa del cadver secuestrado: la produccin simblica de un
imaginario poltico encarnado en ese cuerpo que debe ser eliminado o mantenido de
acuerdo con las partes involucradas en la disputa. Profundamente operado con los
signos del nacionalismo, el cuerpo en cuestin aloja las claves de una disputa poltica
en curso entre los peronistas y la Junta Militar que, en dicha ocasin, posea el
cadver:
- Esa mujer le oigo murmurar . Estaba desnuda en
el atad y pareca una virgen. La piel se le haba vuelto
transparente. Se vean las metstasis del cncer como esos
dibujitos que uno hace en una ventanilla mojada.
(...)
- Desnuda dice . ramos cuatro o cinco y no
queramos mirarnos. Estaba ese capitn de navo, y el gallego
que la embalsam, y no me acuerdo quin ms. Y cuando la
174
Este pasaje del cuento permite una lectura respecto del proceso de
santificacin de lo humano, de la circularidad de lo profano hacia lo sagrado, es decir,
del retoque de todo aquello que revela la vida pretrita de una mujer que, entre otras
cosas, ha actuado en el cabaret, ha sido musa de la radio, etc. histrico, por lo
pronto, altamente condenable en una estadista, en un cuerpo santo. Se trata ms bien
de un maquillaje de los rasgos subjetivos que sobrescriben en aquel cuerpo la vida
mundana y representativa de las subjetividades de Evita antes de que ella viniera a ser
la mujer del gobernante Juan Domingo Pern. Evita (ahora en su condicin nominal
de Eva Duarte Pern) es convertida en una virgen. Dado el carcter no laico del
Estado argentino, o ms grave, cristiano, llevndose en consideracin que la
Constitucin argentina prescribe que todo gobernante deber reconocer su fe en la
religin de Cristo, tornase imprescindible santificar ese cuerpo durante el proceso de
modernizacin conservadora llevado a cabo por el peronismo.
Ese pasaje ha suscitado una suerte de lecturas orientadas por el entretejimiento
de Plis y Eros, 12 es decir, las infiltraciones comunicantes entre el deseo ertico y el
deseo poltico de los partidarios y no partidarios del peronismo, a juzgar por el relato
del coronel. De mi parte, empero, quisiera leerlo desde otro punto de vista. Importa
aqu discutir la transformacin de Evita en una mujer de Estado no exactamente
en el sentido de un cargo poltico que, histricamente, es algo explcito, sino ms bien
11
12
175
13
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15
ha
sido una prctica nicamente caracterstica del Estado militarizado que asciende al
poder primeramente el 1955 y regresa con pretensiones declaradamente totalitarias en
1976. Lo que permite una lnea de indistincin, por lo pronto, es solo el proceso de
15
178
16
16
179
violencia que excede la esfera del derecho y la esfera del sacrificio a la vez. De ah
podemos concluir que una cosa tal como la vida no existe por s. La vida es como
ha propuesto William Watkin,17 un comentador de la teora agambeniana no ms
que un constructo discursivo permitido y legitimado por las estructuras de poder con
el fin de sancionar diferentes formas de comportamiento. La vida, por lo tanto, no
pasa de una signatura inteligible, y no es ms una cosa como tal.
La desconstruccin de la vida y la construccin de la muerte es uno de los
pilares de edificacin del estado de excepcin. ste suspende la ley para rescribirla
(aunque no alterando la esencia de la escritura de la ley, pero s su aplicabilidad) ya
otra y, de ese modo, situase afuera de los alcances de la ley rescrita. Se trata de un
blindaje legal, legitimado por el derecho, de modo a convertirse en un estado de
reglamento que ya no tiene nada ms que ver con la lgica de excepcin pretendida
falsamente con el trmino calificativo.
Se arma as una tctica tcita de inscripcin de la vida desnuda lo que
Agamben ha definido como zo, instancia de la vida natural, no exclusivamente la
vida animal o vegetal, sino lo que designa la vida privada de la mujer en algunas
ciudades griegas, tambin del esclavo y de todo lo que en la poca clsica haba sido
excluido de los dominios de la polis, espacio ste que, a su vez, seria habitado
nicamente por la bos, la vida en estado de cultura y productora del regimiento
social, del grupo de los ciudadanos en el orden estatal. La estrategia que inscribe la
vida natural en la vida social permite al poder soberano entrar en simbiosis cada
vez ms ntima no solo con el jurista, sino con el mdico, con el cientfico, con el
perito, con el sacerdote. 18
Este mismo desplazamiento, esta misma progresiva dilatacin que nos lleva
ms all de los lmites del estado de excepcin, eliminando la frontera y la distincin
entre la vida natural y la vida social con el fin de instaurar una franja de
indistincin, atrapando ambas, nosotros los encontramos revelados en la ficcin de
Walsh. Qu otra cosa ms podramos decir respecto de esto que ocurre cuando el
17
18
180
poder ejercido por el Estado argentino convoca una reciprocidad mutua entre
ideologa y discurso mdico, el discurso del embalsamador y, posteriormente, el
discurso del perito que toma la digital del cadver? La convocatoria de los discursos
de expertos viene a dar legibilidad a la conversin de la muerte en sobrevida, o sea, la
inscripcin de la vida natural (de marcada mudez ideolgica) en la vida social (la
elocuencia y la extensin simblica del Estado sobre los individuos en su totalidad).
La decisin de Pern en el sentido de embalsamar el cuerpo de Eva ha desencadenado
el curso de ese movimiento de la biopoltica hacia la tanatopoltica que, discutiremos
a continuacin, resultar potenciada con el cierre democrtico desencadenado ya en
1955.
Desnuda, Eva su cuerpo y su vida es depuesta de la condicin de muerte.
Mediante intervencin directa del poder soberano la vida se reimprime en el cuerpo
muerto. La muerte debera ser un retorno a la condicin de zo, de un afuera del
grupo. No obstante, no es lo que sucede. Es negada al cuerpo de Eva la dimensin de
la desnudez, espesura productora de subjetividades a parte de la res publica. Tras la
muerte (el retorno de la zo) ella es reincorporada a la bos, de modo que aquella otra
dimensin, antes destinada a la singularidad, a la individualidad del sujeto, de la
mujer, ahora se encuentra obligatoriamente poseda por el Estado y sociedad civil.
Adems, la condicin de la desnudez del femenino en Esa mujer viene a ser
elaborada de modo a sugerir una problemtica analoga entre la condicin de vida
desnuda del cuerpo de la mujer y la muerte masculina:
- Pero esa mujer estaba desnuda dice, argumenta
contra un invisible contradictor . Tuve que taparle el monte
de Venus, le puse una mortaja y el cinturn franciscano.
()
- La vieron as?
- S, ya le dije que esa mujer estaba desnuda. Una
diosa, y desnuda, y muerta. Con toda la muerte al aire,
sabe?, Con todo, con todo.
()
181
19
La vida all est desvestida; el cuerpo desabrigado. Por ello, es una vida que
debe ser vestida en el caso, un ropaje especialmente alegrico, la mortaja y el
cinturn franciscano para entonces ser desnudada. Dicho proceso describe no
exactamente que la bos precede la zo, sino que sta est fundida por aquella, es
decir, que la invencin de la primera es lo que permite postular la segunda y, aun,
firmar la superioridad de la bos sobre la zo.
Para que la vida se nos presente su desnudez es necesario retirar los derechos
de los ciudadanos. As, resulta anulada toda la economa de la vida natural, esto es, la
vida como produccin de alteridad constitutiva. Bajo la condicin de desnudez, el
cuerpo de Esa mujer pierde incluso la identidad de un cuerpo femenino: -Est
parada! grita el coronel . La enterrar parada, como Facundo, porque era un
macho!
20
21
Si
19
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22
183
24
desde la muerte. Posee algo de la persona, aunque dicho retorno viene desde ms all
de cadver, de modo que es un discurso que no encarna una individualidad, es la
palabra sin cuerpo.
Esto nos sirve para entender el peronismo desde punto de vista de la
encarnacin del grupo en vez de comunidad, esto es, de una propiedad o de una
pertenencia de sus miembros, del empeo donativo del uno al otro, pero sin exonerar,
como propone Roberto Espsito, ese peso que, a la vez, salvaguarda el cuerpo
individual, social, poltico, e impide su desarrollo. 25 Pero la tesis del crtico alemn
23
184
debe ser revisada a propsito de lo que plantea como falta de compromiso semntico
y de la interrupcin teleolgica. Dichas caractersticas no son una prctica exclusiva
del peronismo. Sern tambin practicadas y agudizadas, cabe decir por el Estado
dictatorial instaurado durante la dcada de 1970. Sin dudas es la diacrona lo que rige
la explicacin del finado dictador Jorge Rafael Videla: Los desaparecidos, son eso,
desaparecidos. No estn. El dictador no solo recurre a una semntica sin
responsabilidad sino a la ausencia o, ms bien, a la esencia de la ausencia con vistas a
legitimar la eliminacin de toda forma de produccin identitaria futura, presente o
pretrita. Es una forma de cinismo desganado, una forma de declarar la suspensin de
la sincrona de la memoria. No solo pretende un borramiento del terror, sino que
inscribe una derrota irreversible (la imposibilidad de identidad, de transformacin de
la memoria del pasado en una forma de memoria del presente) en los cuerpos
desaparecidos. Los desaparecidos son reducidos a una insignificancia no solo social
sino ontolgica. Otro ejemplo posible seria eso que Walsh ha denunciado en la Carta
abierta de un escritor a la Junta Militar cuando designa una tortura absoluta,
intemporal, metafsica a propsito de la argumentacin del teniente coronel Hugo
Ildebrando Pascarelli: "La lucha que libramos no reconoce lmites morales ni
naturales, se realiza ms all del bien y del mal".
sobre la vida. El filsofo italiano entiende que en el mundo post-genocidio, en el mundo despus de la
Guerra Fra, no ha cesado de producir la violencia tanatopoltica. Sin embargo, la vida vuelve a ser
capturada, segundo Esposito, mediante una lgica muy distinta. De ah la urgencia de una biopolitica
afirmativa que, segn Espsito, viene a inscribirse donde es cada vez mayor la indistincin entre lo
pblico y lo privado, donde la nica base de legitimacin poltica parece ser la conservacin y la
implementacin de la vida, con vistas a discutir el hecho de que la vida no sera ya objeto sino, de
algn modo, sujeto de la poltica. Espsito concluye que la biopoltica afirmativa y la comunidad
inmunizada seran paradigmas eficaces con el fin de resolver la fractura que Foucault, oscilado entre
las dos semnticas una biolgica y otra poltica , no ha llegado nunca a una resolucin definitiva.
Vase: ESPOSITO. Comunidad, inmunidad y biopoltica, pp. 102-104-105-106-107-109. No
obstante esta aclaracin, el contexto de que hablamos aqu es todava el contexto del terrorismo de
estado, ms de la violencia tanatopoltica que de la transformacin de la vida en sujeto de la poltica. La
proposicin de una biopoltica afirmativa, adems de los casos que Esposito identifica, presenta,
desde mi punto de vista, ms coherencia para la discusin de los temas de debatidos en las ltimas
dcadas, a saber, el proyecto Muerte digna y la actuales discusiones con respecto a la legalizacin del
aborto en la Argentina.
185
26
186
organizadas las angustias polticas del peronismo y los deseos del estado militarizado.
Esa lgica nos ayuda a entender aun el rechazo y las tentativas de eliminar ese cuerpo
simblico por parte de algunos montoneros: el cuerpo irradia tanto el ejercicio del
poder peronista como del estado militarizado antiperonista. De modo que algunos
radicales de la izquierda guerrillera prefieren la eliminacin del cuerpo de Eva. La
eliminacin del cuerpo, entendieron ellos, quiz pondra fin al simbolismo, as
favoreciendo la lucha montonera contra el estado instaurado mediante golpe.
Muerta, pero sin el retorno de su vida natural, la vida de las subjetividades,
Eva Pern empieza a manifestarse en la sociedad argentina mediante una produccin
fantasmagrica. Entiendo por fantasmagrico esa reserva de expresin a travs de la
cual Jacques Derrida ha definido aquello que precisamente nos remonta a lo que no
est ni en la vida, ni en la muerte solo, o sea:
O que se passa entre dois, e entre todos os dois que se
queiram, como entre vida e morte, s se h-de valer de algum
fantasma. Seria preciso, ento, dar lio aos espritos. Mesmo
e antes de tudo se isto, o espectral, no existe. Mesmo e antes
de tudo se isto, sem substncia nem essncia nem existncia,
no est jamais presente enquanto tal. O tempo do apreender
a viver, um tempo sem presente tutor, consistiria nisto (...):
aprender a viver com os fantasmas, no encontro, na companhia
ou no corporativismo, no comrcio sem comrcio dos
fantasmas. A viver de outro modo, e melhor. No melhor,
mais justamente. Mas com eles. No h estar-com o outro, no
h socius sem este com que, para ns, torna o estar-com em
187
31
29
188
32
Estratgico porque lo
33
Amar Snchez. La propuesta de una escritura. (En homenaje a Rodolfo Walsh), p. 438.
189
34
es ni presencia del objeto ni tampoco una fuerza que constituye objetos. Pero la
legibilidad est presente en el origen del objeto vislumbrado por el concepto no
exactamente como substancia sino como inscripcin del sujeto , de modo que ella, la
legibilidad, participa de la inminencia de la revelacin de la Verdad conceptual a
pesar de no constituir ninguna totalidad. En este sentido, por lo tanto, podemos hablar
de una legibilidad del trnsito de la biopoltica hacia la violencia tanatopoltica en la
Argentina a partir de la escritura walshiana.
34
190
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Nicols Mathov *
Fecha de Recepcin: 10 de octubre de 2013
Fecha de Aceptacin: 20 de noviembre de 2013
Resumen:
Palabras
clave:
El presente trabajo intenta comprender y analizar el programa biozoo-poltico concebido por Platn a lo largo de su obra. Para ello
resulta fundamental entender la compleja nocin de paidea y sus
implicancias biolgico-polticas, en la medida que ella viene a
funcionar, sencillamente, como una tcnica (poltica, pedaggica,
educativa, cultural, filosfica) de fabricacin y cultivo de "animales
virtuosos".
Abstract:
Keywords:
* Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde se desempea como
docente de Filosofa. Becario posdoctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y
Tcnicas (CONICET) en el Instituto de Filosofa de la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ).,
Argentina. Correo electrnico: nicolasmathov@yahoo.com.ar
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Platn y la biopoltica
I.
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Platn y la biopoltica
Ante este problema el Extranjero plantear que hay que dar marcha atrs,
tomar otro punto de partida y encaminarnos por alguna otra va (268d). Esa nueva
va que el Extranjero reclama la abre, como tantas otras veces en la obra platnica, la
apelacin al mito. Presta, entonces, toda tu atencin a mi mito, como los nios. Al
fin de cuentas, dada tu edad, tan lejos no ests de los juegos infantiles (268e), le dice
el Extranjero al jven Scrates. E incluso habra que hacer notar cmo ese breve
pasaje es un caso ejemplar de lo que es la filosofa platnica, en un doble sentido: por
la necesidad pedaggica de apelar al mito como forma de educacin y domesticacin
de infantes, pero, tambin, por el hecho de que infante no es slo el infante
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girar dos dioses con designios entre s opuestos; lo que debe afirmarse,
por el contrario, es precisamente lo que ha poco se dijo y que es lo nico
que resta, a saber, que en ciertos momentos es guiado en su marcha por
una causa divina diferente de l, recuperando la vida y recibiendo de su
artfice una inmortalidad renovada, mientras que en otros momentos,
cuando ha sido librado a s mismo, sigue andando por su propio impulso,
porque ha sido abandonado a s mismo en un momento tal que le permite
marchar hacia atrs durante muchas miradas de revoluciones (269c270b).
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inevitablemente
acontecen
entonces
cuantiosas
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particular poco es, por cierto, lo que sobrevive. A estos fenmenos se les
aaden otros, maravillosos y nuevos, pero hay uno que es el ms
importante y que es consecuencia del retroceso del curso del universo, en
el momento en que se produce la reversin en sentido opuesto a la
direccin actualmente establecida. () La edad, cualquiera que fuese, que
tena cada ser vivo comenz en todos ellos por detenerse, y todo cuanto
era mortal ces de presentar rasgos de paulatino envejecimiento, y al
cambiar su direccin en sentido opuesto, comenz a volverse ms joven y
tierno; los cabellos canos de los ancianos se iban oscureciendo; las
mejillas de quienes ya tenan barba poco a poco se suavizaban,
restituyendo a cada uno a su pasada edad florida; los cuerpos de los
jvenes an imberbes, por su parte, hacindose ms suaves y menudos da
a da y noche a noche, retornaban al estado natural del nio recin nacido,
asimilndose a l tanto en el alma como en el cuerpo. Y, como
consecuencia de ello, acababan al fin por desaparecer totalmente. Adems,
los cadveres de quienes por aquel tiempo moran de muerte violenta, al
sufrir todas estas mismas transformaciones, desaparecan por completo en
pocos das sin dejar traza (270c-271a).
los hijos de la tierra esa raza que, segn se cuenta, existi una vez- eran
los que por aquel tiempo resurgan de la tierra; () En efecto, la
consecuencia de que los ancianos fueran tornndose nios es que de los
que estaban muertos, yacentes en la tierra, otros, all mismo, se
reconstituyeran y renacieran, siguiendo la reversin del universo porque
el proceso de nacimiento estaba invertido- y, por esa razn, brotaran
necesariamente nacidos de la tierra (271a-c).
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Con el mito, es decir, con el relato, el Extranjero puede detectar algunos grandes
errores que haban cometido anteriormente al intentar caracterizar al poltico (274e).
Dir el extranjero sobre el error cometido: cuando nos preguntamos por el rey y el
poltico del ciclo actual (), hablamos del que corresponda al ciclo opuesto, pastor
del rebao humano de otrora y, por eso mismo, de un dios en lugar de un mortal y, en
tal sentido, nos desviamos por completo de nuestra ruta (275a). As, el ncleo de la
teologa poltica platnica, para construirse, debe establecer un juego ambiguo de
conexin y desconexin de trascendencia e inmanencia, pues es preciso que haya un
cielo de modelos perfectos y una tierra imperfecta para que se pueda constituir una
mediacin propiamente poltica que venga a conjugar de manera siempre ms o
menos mstica o mgica los dos mbitos (por eso liquidan el platonismo los que
pretenden resolver el problema platnico de la participacin, pues es
precisamente de la separacin-imposible-de-superar que el platonismo mismo
sobrevive como mquina poltica de gestin de lo ente). Slo porque el juego por
turnos de la inmanencia y la trascendencia permite liberar un espacio anmico de
caos, es que entonces puede aparecer una mediacin soberana que se aduee del caos
o lo controle- en tanto que gobierno. Agamben escribe:
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perfectamente como si fuese el propio dios el que estuviera presente (slo ex post
podra dirimirse la cuestin acerca de si efectivamente tuvo lugar la reversin o se
trata de un simple impostor). Podra ser el caso que estuviese producindose, con ese
Cristo, con ese Fhrer, la reversin que estuviera marcando el pasaje catico del
movimiento malo (la decadencia) al movimiento bueno comandado por el dios (la
bienaventuranza). Un esquema de produccin y uncin de un Hombre-Dios funciona
en la medida que se vuelve una incgnita para el presente, porque no es posible saber,
sino diferidamente, si no habr sido este el caso en que la reversin siempre
inminente ha tenido efectivamente lugar. Slo despus, al descubrir que se haba
tratado de un falso Mesas de un falso Fhrer- (a partir de la uncin de algn otro
que volver a plantear la cuestin acerca de si es ahora el caso de que haya tenido
lugar efectivamente la reversin) es posible renovar la promesa escatolgica que
habr de investir libidinalmente, otra vez, a un otro Hombre-Dios por venir. Y as
sucesivamente. Por eso sera lcito decir que este notable esquema teopoltico
platnico triunfa fracasando. El suplente era ya desde el comienzo malo, no-bueno,
porque verdaderamente bueno slo podra ser el dios que estuviese en posesin del
arte-saber (as, el dios humano sera siempre el farsante que se arrogara un saber que
slo sera propio de un dios). Y entonces el suplente, mientras suplanta, es posible que
no sea ya el suplente, puesto que la reversin podra ya haber tenido lugar y ser, su
saber, en verdad, el verdadero arte o saber. Con la sucesin de suplentes el esquema
teopoltico platnico cumple su misin produciendo suplentes siempre malos pero
siempre, tambin, provisionalmente buenos, divinos-. El dios ido permanece a salvo,
apareciendo en el suplente slo mientras el suplente no hubiese demostrado ser un
farsante (falsacionismo: no es posible saber la verdad, slo puede saberse que no lo
era, falsndolo). Ah el dios se retraera, pero para haberse ya siempre retrado. El
movimiento mgico-legitimatorio de uncin de mediaciones funciona a partir de ese
vaivn transinmanente que pone siempre en suspenso el momento de la reversin e
imposibilita para todo presente saber si, efectivamente, la reversin ya ha tenido lugar
(slo la mirada retrospectiva puede permanecer azorada ante el modo en que un
suplente-malo, un falso dios, conduce a una comunidad hacia el delirio y los
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crmenes: porque conoce el final y tiene la certeza de que ninguna reversin haba
tenido lugar, y que, por lo tanto, se trataba de una verdadera comedia; para el actorinversor que tiene un capital psquico depositado en dicha espera es sumamente fcil
creer que el ciclo de la felicidad ha comenzado).
Platn deca, entonces, que la diferencia entre regmenes mundanos estaba
dada no ya por la oposicin entre una imitacin forzosamente mala o ilcita y lo
verdadero en s mismo (como en 300e), sino por buenas y malas imitaciones (301a).
Pero en definitiva los regmenes polticos posibles, enumerados en 302d (a partir del
gobierno de uno, de pocos y de muchos, y de su respeto o no por las leyes), son todos
regmenes imperfectos que debern imitar, de la mejor manera posible, el nico
rgimen perfecto que es el del poltico-filsofo (el dios venidero) que est por encima
de la ley. Hasta tanto ste no comparezca, todo deber quedar sometido al mal menor
de la legalidad.
Ya sobre el final del dilogo se torna posible efectuar la discriminacin que se
anhelaba: la que separa al verdadero poltico de los falsos pretendientes. Naturalmente
es una cuestin atravesada por una insuperable paradoja, dada por el hecho de que
este encontrar al verdadero poltico es siempre ya un buscar al suplente, es decir, al
segundo, al siempre-ya-malo, porque hasta tanto la reversin no tuviese lugar, slo
habran simuladores. Entonces la pureza que se quera encontrar en el poltico es
una pureza dentro de lo no-puro, pero una pureza absolutamente necesaria, desde el
momento que sin esa semi-pureza no hay mediacin legtima posible y, por lo tanto,
no habra posibilidad alguna de erigir una Repblica que no fuera al mismo tiempo un
gran circo o un carnaval pulsional. La uncin sera entonces la estrategia que
provisoriamente sacara al ungido de la impureza para plantear la pregunta acerca de
s no sera ese el caso en que la reversin hubiese efectivamente tenido lugar, y el
dios, por su parte, hubiese vuelto a comandar el movimiento csmico (cuando un
discurso plantea la exigencia de lo nuevo se trate del hombre nuevo, de un
mundo nuevo, o de lo que fuere- no hace sino captar para s el poder mgicoprovisional de una nueva era). Y es entonces que la poltica ser el saber coordinador
del resto de los saberes:
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Platn y la biopoltica
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Platn y la biopoltica
ejercitar a sus pupilos sino en aquellos con cuya realizacin se logre algn
carcter que sea conveniente para la mezcla que es su obra, slo en eso les
recomendar impartir educacin; y a quienes son incapaces de participar
de un carcter valiente y sensato y de todo cuanto tienda a la virtud, y que,
por el contrario, debido a la fuerza de su mala naturaleza son arrastrados a
la impiedad, a la desmesura y a la injusticia, los elimina con la muerte o el
exilio o los castiga con las penas ms infamantes. () Los que restan
cuyas naturalezas, gracias a la educacin recibida, son capaces de elevarse
a la nobleza y prestarse a una mezcla mutua operada con arte- de tales
naturalezas, las que tienden ms a la valenta y que por su carcter duro
pueden considerarse semejantes a la urdimbre, y aquellas que, por el
contrario, tienden a la mesura y que para continuar la imagen- son
blandas y suaves como las hebras de la trama, a esas naturalezas digoque tienen tendencias opuestas entre s, el arte real trata de combinarlas y
entrelazarlas (308d-309c).
productos-efectos
de
una
configuracin
de
saber-poder
maniobrada
polticamente. En 311a:
En efecto, es sta la nica y entera obra del entretejido real: jams permitir
que los caracteres sensatos se alejen de los valientes, sino, por el
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El anlisis del poder pastoral es uno de los grandes temas del curso Seguridad,
territorio, poblacin, dictado por Foucault en 1978. All, Foucault intentar
diferenciar la tarea del pastor de la del poltico. Si, tal como se mostr anteriormente,
el poltico es el que posee el saber de los saberes, es decir, el que coordina o entreteje
al resto de los conocimientos, ser preciso comprender esa suerte de desdoblamiento
que se produce entre el poltico y aquellos que por un momento pretendieron ocupar
su posicin (el panadero, el mdico, el agricultor, etc.). Comprender la distincin
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Nicols Mathov
Platn y la biopoltica
Para Platn, la cuestin no pasa en absoluto por decir que ese tema debe
ser eliminado o abolido por completo [el pastorado]. Se trata en cambio de
mostrar justamente que, si hay pastorado, ste slo puede darse, a su
juicio, en actividades menores, sin duda necesarias para la ciudad, pero
subordinadas al orden de lo poltico; dichas actividades son, por ejemplo,
la del mdico, el agricultor, el gimnasta, el pedagogo. Todos ellos pueden,
en efecto compararse a un pastor, pero el poltico, con sus tareas
particulares y especficas, no es un pastor. En el Poltico hay un texto muy
claro al respecto, el prrafo 295a, que dice: cabe imaginar, por ejemplo,
que el poltico se rebaje, tenga tiempo simplemente como el pastor, o
como el mdico, el pedagogo o el gimnasta, para ir a sentarse con cada
uno de los ciudadanos a fin de aconsejarlo, alimentarlo y atenderlo? Las
actividades pastorales existen y son necesarias. Dejmoslas donde estn,
donde tienen su valor y eficacia, en manos del mdico, el gimnasta y el
pedagogo. Y cuidmonos sobre todo de decir que el poltico es un pastor.
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Nicols Mathov
Platn y la biopoltica
El punto es que ese pastorado que, segn Foucault, debe darse en actividades
menores es ya el pastorado imperfecto y defectuoso que tiene lugar en este, nuestro
ciclo de decadencia. El pastorado menor al que estn dedicados los asistentes del
poltico el mdico, el gimnasta, el pedagogo, etc.- es tal slo porque el pastorado
verdadero que es siempre el del dios- es por el momento imposible. Pero la
actividad pastoral propiamente dicha, la verdadera, es, para Platn, siempre la del
dios. Es cierto que el poltico no es pastor, pero de manera paradjica, puesto que se
halla en una zona intermedia entre la sacralidad del dios ausente y la bajeza material
del pastor-gimnasta, del pastor-mdico, del pastor-agricultor, del pastor-pedagogo,
etc. Por eso pastor toma una doble valencia: una buena, que es la del dios por el
momento ausente (nico verdadero pastor, cfr. 275a), y otra mala, a partir de la
funcin vil, tan cercana a la materialidad y a los cuerpos, de la asistencia pastoral de
los saberes que estn al servicio de la poltica y que operan sobre una multiplicidad8.
Con respecto al primer sentido de pastor est claro que el poltico no lo es, pero
debera serlo; con respecto al segundo sentido y este es el sentido que Foucault est
resaltando al subrayar el hecho de que el poltico no es pastor- el poltico debe
elevarse por sobre esa tarea pastoril centrada sobre la multiplicidad con que lidian el
resto de los saberes, para dedicarse a la tarea propiamente real-poltica de coordinar y
tejer (el poltico sera pastor de pastores, el encargado del gran pastoreo, del pastoreo
ltimo de aquella multiplicidad de pequeos pastores y hombres). Dice Foucault:
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Platn y la biopoltica
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Platn y la biopoltica
Sloterdijk, P., Normas para el parque humano, Madrid, Siruela, 2008, p. 74.
Ibidem, p. 66.
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14
15
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2.
En su dilogo Leyes Platn esboza un minucioso proyecto socio-poltico de
ordenacin de la vida. Habra que preguntarse, hoy, ms de dos milenios despus de
Platn, cul es el influjo que este aristcrata, admirador de la disciplina espartana, ha
tenido sobre la cultura y el pensamiento de Occidente: o bien, cul es su legado sociofilosfico-poltico. Para ello, para medir la influencia o la vigencia del
pensamiento platnico, tal vez resulte til retomar algunos pasajes de Repblica y
Leyes para, a partir de all, comprender los alcances del proyecto platnico, como as
tambin, naturalmente, la estrecha conexin existente entre algo as como la esttica
y la poltica. As las cosas, la presente exposicin pretende resaltar, del pensamiento
platnico, la siguiente cuestin: la estrecha ligazn entre vida y poder en su
pensamiento socio-poltico, haciendo especial hincapi en el hecho de que, para
Platn, la filosofa no es sino el gran arte del paidagogeo (es decir, de conduccin de
infantes, de infantes adultos), y donde la pedagoga filosfica, retomando a Werner
Jaeger, es una actividad antropoplstica16. A partir de esta nocin que Jaeger aplica a
los griegos calificndolo de pueblo antropoplstico-, toda la cuestin filosfica,
socio-poltica, esttica, adquiere una nueva profundidad. Y se trata, en definitiva, de
poder comprender, a partir de Platn o en Platn, esta cuestin: el alcance de la
nocin de ley, del imperio de la ley, del imperio del nmos. Es desplazando la
pregunta hacia una antropoplstica, y partiendo de una adecuada comprensin del
trmino nmos, que el proyecto socio-poltico platnico puede llegar a ser
comprendido como un verdadero proyecto biopoltico o zoopoltico de organizacin e
institucin de animales urbanos. La antropolstica es sencillamente eso: la acuacin
de hombres a partir de ciertos modelos eidticos que han de inducir una serie de
identificaciones mimticas. Que la nocin de nmos, para Platn, excede
ampliamente eso que hoy en da alguien podra entender como una mera ley formal,
es algo a todas luces evidente: el nmos platnico slo puede ser comprendido en
tanto que actividad artstico-plstica de produccin de lo humano (de un cierto hbitat
y, junto a l, de ciertas formas de vida).
16
Jaeger, W., Paideia: los ideales de la cultura griega, Mxico, FCE, 2010, p. 11
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Platn y la biopoltica
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Platn y la biopoltica
Leyes 789e
Leyes 784a-c
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Platn y la biopoltica
Poltico 261d
Lisi, F., Dilogos VII, op. cit, p. 70
22
Ibidem, p. 104
23
Ibidem, p. 127
24
Leyes 760a
25
Leyes 779b-c
26
Repblica 367a
21
221
Nicols Mathov
Platn y la biopoltica
27
Ibidem, 367a
Ibidem, 591a
29
Lisi, F., Dilogos VII, op. cit., p. 127
28
222
Nicols Mathov
Platn y la biopoltica
Critn 50d-e
223
Nicols Mathov
Platn y la biopoltica
Y tambin:
31
Ibidem, 53b-c
224
Nicols Mathov
Platn y la biopoltica
Bibliografa
Jaeger, W., Paidea: los ideales de la cultura griega, Mxico, FCE, 2010
225
Los sin-comunidad.
Sobre parias y nmades.
The Without-Community.
On Pariahs and Nomads.
Miriam Lucero 1
Fecha de Recepcin: 11 de octubre de 2013
Fecha de Aceptacin: 20 de noviembre de 2013
Resumen:
Palabras
clave:
226
Miriam Lucero
Los sin-comunidad. Sobre parias y nmades.
Abstract:
Keywords:
A modo de introduccin
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Miriam Lucero
Los sin-comunidad. Sobre parias y nmades.
En las pginas que siguen esbozaremos algunas claves para esclarecer esta
perspectiva. Ms, por el momento, nuestro inters radica no slo en reconstruir los
comienzos de su formulacin terica, sino evaluar la posibilidad terico-fctica del
concepto deleuzeano de nmade. Puesto que constituira un concepto que se
desprende de la crisis de la subjetividad moderna y cuyo derrotero dio lugar a la fisura
de la masa como Sujeto poltico. Situacin que, por otra parte, corri a la par de la
disolucin de los grandes relatos y del general trastocamiento de los territorios
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Miriam Lucero
Los sin-comunidad. Sobre parias y nmades.
polticos y sus espacios de poder. Vale decir que, si bien Deleuze es heredero de los
procesos totalitarios y sus consecuencias2, elabora nociones que parece ubicarse en los
confines de la poltica tradicional, o constituir estrictamente un modo otro de pensar
lo poltico. Asimismo, sus ideas sobre lo poltico imaginan nuevos modos de vida en
sociedad. Decididamente alejado del mandato moderno de autonoma, producidas
histricamente las consecuencias de las legitimaciones que estos discursos han
generado, busca una alternativa a lo imposible. En este sentido, asumimos la
vinculacin de estos pensadores, que en principio pareceran alejados en sus corpus
tericos, pero quienes comparten el deseo de establecer lo colectivo, entendido como
espacios de enunciacin alternativos. Ambos sealaran, entonces, la urgencia de lo
comn no para homologar lo diferente sino para abrir encuentros provisorios-,
habida cuenta de la experiencia fctica del paroxismo de la lgica dicotmica,
situacin experimentada durante el trascurso del siglo XX.
Por otra parte, la idea misma de Filosofa poltica en el francs ha sido objeto
de anlisis por buena parte de las investigaciones contemporneas. Al respecto, desde
sus primeras pginas, un estudio reciente seala que: A pesar de su falta de
compromiso con cuestiones de teora poltica normativa, Deleuze es un filsofo
profundamente poltico. Su obra en colaboracin con Guattari ofrece nuevos
conceptos y un nuevo enfoque para pensar filosficamente acerca de lo poltico3.
Como puede observarse, sin ser un tradicional filosofo poltico, piensa la filosofa en
trminos polticos4, y tal como lo desarrollaremos posteriormente, estticos. Esto
explica que en el marco de su perspectiva el concepto de nmade adquiere una gran
variedad de sentidos, operando en relacin a diversos mbitos: las ciencias, las artes,
lo poltico, entre otros. No obstante, mantiene una regularidad en torno a una cierta
delimitacin material o corporal, en paradjica relacin con su condicin, a saber:
El vnculo entre Deleuze y los procesos totalitarios en lo que respecta a su construccin terica, bien
puede ser analizado desde sus estudio sobre cine, Cfr. Deleuze, Gilles. La imagen-movimiento.
Estudios sobre cine 1. Buenos Aires: Paids, 2008 y Deleuze, Gilles. La imagen-tiempo. Estudios
sobre cine 2. Buenos Aires: Paids, 2005.
3
Patton, Paul. Deleuze y lo poltico, Buenos Aires: Prometeo, 2013. p. 11
4
Deleuze, G y Guattari, F. Qu es la filosofa?, Barcelona: Anagrama, 1993. p. 101
229
Miriam Lucero
Los sin-comunidad. Sobre parias y nmades.
230
Miriam Lucero
Los sin-comunidad. Sobre parias y nmades.
Raffin, Marcelo. La experiencia del horror: subjetividad y derechos humanos en las dictaduras y
posdictaduras del cono sur, Buenos Aires: Del puerto, 2006. p. 1
8
dem, p. 5
231
Miriam Lucero
Los sin-comunidad. Sobre parias y nmades.
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Miriam Lucero
Los sin-comunidad. Sobre parias y nmades.
todo. De all que es a partir de este modo de comprender la razn y el derecho natural,
pensado tericamente por Grocio, que ha sido entendido como orden establecedor de
lo existente. De manera que la idea trascendente de derecho, inscripta en los
existentes, funda la posibilidad de autonoma que se persegua.
Ahora bien, ya entrados en los siglos XVII y XVIII, en su estudio sobre el
modelo iusnaturalista, Bobbio10 pone de manifiesto algunos temas fundamentales de
los autores precedentemente destacados. Interesa en particular revisar la lectura que
realiza del pensamiento de Hobbes. Puesto que tanto como l como Cassirer,
focalizan la atencin en el mtodo geomtrico que lleva adelante para la
reconstruccin racional del origen y del fundamento del Estado11. En efecto, Hobbes
es consecuente con el contexto problemtico de la poca, a saber: ante la crtica
radical de la tradicin y de los poderes que conllevaba, los intelectuales necesitaban
un mtodo capaz de guiarlos en un camino seguro. Cuestin que comparte con
pensadores de tan diferentes objetivos como Spinoza y Descartes. De manera que se
puede ir trazando la cartografa de las apropiaciones polticas que Deleuze seguir, las
cuales estn, ciertamente, al margen de la historia del iusnaturalismo12. Sin embargo,
sera un grave error distanciar sin ms su mirada de esta corriente, por el contrario, la
apuesta terica a Spinoza seguida de Hume es un modo de responder a su incidencia
contempornea.
En la encrucijada de la hiptesis terica del estado de naturaleza frente a la
sociedad civil o estado no natural13, y la bsqueda de legitimidad de la sociedad
poltica mediante la va consensual del contrato, cabe sealar el estudio que realiza
Cassirer14 sobre las bases tericas que estaban circulando y que dan lugar a su terica
poltica. Es decir, a travs del modelo hipottico-deductivo que contribuy a formar
Descartes15 se puede comprender el desenlace poltico de la conformacin del
10
233
Miriam Lucero
Los sin-comunidad. Sobre parias y nmades.
individuo moderno. Puesto que la transformacin lgica que propicia, al pensar el ser
como movimiento, y con ello, entender el conocimiento como un momento de
formacin o produccin, es producto de las ideas de la nueva ciencia. Entonces, al
entender la sociedad como un cuerpo, mediante una teora racional del Estado, aqul
puede ser objeto de aplicacin de los nuevos mtodos, los cuales consisten en la
reduccin del todo a sus ltimos elementos (anlisis) y la recomposicin de los
mismos (sntesis). Vale decir que la conformacin del individuo, en cuanto entidad
separada del todo no es ms que el producto del proceso de la ciencia fsica aplicado a
la poltica. De all tambin que Cassirer recuerde: [Segn Hobbes] Si queremos
comprender verdaderamente las formaciones sociales y estatales, habremos de
desarticularlas16. La consecuencia de este proceso es la separacin de las libertades
individuales mediante el manejo racional de las pasiones inherentes a los hombres,
aqullas, en tanto objeto de clculo, pueden ser reunidas de manera externa a ellas a
travs de la dominacin y del sometimiento. En este sentido, la comunidad poltica
bajo la figura del Estado absoluto en Hobbes, slo comienza a partir del contrato de
sumisin o la renuncia a la libertad individual en pos de la conservacin de la vida17,
individual y colectiva. Sin embargo, como sabemos, el hombre puede pude violar el
pacto en caso que el Estado no sea capaz de asegurar la vida de los ciudadanos.
La individualidad de los hombres, incluso all donde se constituye la figura del
Estado a partir de Hobbes, se expresa jurdicamente a partir del aporte de pensamiento
liberal, en particular a travs de John Locke. Tanto el individualismo, como sus
consecuencias: la propiedad individual y la exaltacin de la libertad, son los
elementos imprescindibles para la aparicin de los derechos del hombre. Libertad que
adquieren mediante el desplazamiento de los atributos monrquicos arrancados al rey
16
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Miriam Lucero
Los sin-comunidad. Sobre parias y nmades.
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Miriam Lucero
Los sin-comunidad. Sobre parias y nmades.
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Los sin-comunidad. Sobre parias y nmades.
As, la construccin del Estado como ente racional por excelencia comienza a
ponerse en discusin cuando algunos tericos advierten que, en la idea de los
derechos inalienables del individuo, se determina su validez bajo la forma de la
voluntad general. Si los derechos de los hombres slo funcionan bajo la esfera del
Estado, la crtica marxiana a la constitucin y funcionamiento del Estado se inscribe
en esta hendidura. Puesto que advertir la apora que supone la formulacin de los
Derechos del Hombre y se preguntar por la condiciones de determinacin del
sentido de lo humano. Si retomamos nuestra perspectiva esbozada al comienzo del
apartado, recordamos que esta escueta reconstruccin de la historia de los Derechos
del Hombre tiene por fin indagar el punto de escisin del Estado respecto a la
racionalidad humana.
Marx sostiene que la anatoma de la sociedad civil hay que buscarla en la
Economa Poltica19, vale decir que para comprender la vida en sociedad, y por lo
tanto la determinacin de la conciencia del hombre, se deben indagar en las relaciones
que ellos establecen. Se trata de las relaciones de produccin, centro de la vida
material de los hombres y que determinar a su vez la crtica a la revisin hegeliana
de su filosofa del derecho. Sin embargo, esta perspectiva es complejizada en su
conocido texto sobre la posibilidad o no de emancipacin poltica de los judos20. All,
a partir del dilogo establecido con Bruno Bauer, Marx reflexiona sobre lo que
considera el desvo en su formulacin. Puesto que la pregunta estara mal formulada,
ya que se debera pensar, no en la emancipacin poltica de los judos, sino en el
problema de la relacin entre la emancipacin poltica y la emancipacin humana, es
decir, el problema del Estado en general. Ms aun cuando en las condiciones sociales
de la modernidad, el Estado es el mediador entre el hombre y la libertad del hombre.
Justamente, el hombre inserto en un Estado que ha alcanzado su desarrollo se
encuentra escindido entre su ser colectivo (citoyen) y su ser particular (bourgeoise).
Ahora bien, el problema de la adquisicin para los judos de los denominados
19
Marx, Karl. Prlogo de la contribucin a la crtica de la economa poltica. Karl Marx y Friedrich
Engels. Biblioteca de Autores Socialistas [On line] en http://www.ucm.es/info/bas/es/marxeng/oe1/mrxoe115.htm (Agosto 2013).p. 516
20
Marx, Karl. Sobre la cuestin juda en Escritos de Juventud, Mxico: FCE, 1982
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ciudadano
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reconocido bajo la forma del individuo egosta; el verdadero hombre, solo bajo
la forma del citoyen abstracto. 21
Densa y precisa critica a la teora jurdica del iunaturalismo, que hace de los
hombres el medio imprescindible para el funcionamiento de las instancias
econmicas. La escisin entre el hombre real y el hombre abstracto, entre la vida
individual del burgus y la vida poltica y abstracta al interior del Estado, es parte del
mecanismo heredado del iusnaturalismo que produjo un sistema de dominacin de la
libertad humana. Luego, la emancipacin posible para Marx se puede producir cuando
el hombre individualizado de la sociedad capitalista recobre en s al ciudadano
abstracto, y haga uso de sus fuerzas sociales. Vale decir, slo cuando el hombre se
recobre a s mismo se podr emancipar.
La crtica elaborada por Marx hacia la constitucin del Estado y su
racionalidad inherente nos conduce a la crtica sobre las versiones sociales que
adoptan los Derechos humanos en la internalizacin que se produce con el creciente
despliegue del capitalismo22. Fue el desarrollo de la Segunda Guerra mundial y sus
nefastas consecuencias lo que impuls la toma de conciencia del valor de la vida
por aparte de los ya denominados Derechos Humanos. Momento en el que el Estado
asume la responsabilidad legal de los derechos subjetivos de los individuos, y asume
adems la responsabilidad internacional como Estado frente a todos por la vida de las
personas inscriptas en su jurisdiccin. Entonces, a partir de los sucesos acaecidos
entre la Primera Guerra y la Segunda Guerra Mundial, se reestructura el orden
jurdico internacional, hasta que en 1948 la Asamblea General de la ONU conforma el
documento que da lugar a la su aparicin legal: la declaracin de los Derechos
Humanos.
21
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pueblos, de manera singular quienes han sido arrojados al destino de aptridas. Por el
contrario, el problema es an ms amplio. Implica el trabajo paciente y detallado de la
paulatina exclusin de la arena poltica de aquellos que no encuadran con los
caracteres de la naturaleza humana, hasta conseguir despojarlos de la comunidad
humana, es decir, inscribirlos en el mbito de la zo y no de la bios24. Sin embargo, la
lectura de la pensadora no se acota en la facticidad de la experiencia, sino que
pretende indagar en los procesos y las lgicas implcitas contenidos en ellos, a travs
de los cuales han logrado que los incipientes sujetos polticos (las masas) adhieran a la
propuesta de exclusin de sus, hasta entonces, conciudadanos. Claro que los
mecanismos mediante los cuales se las ha incitado son de diferente ndole. Ya en la
dcada del 30` Walter Benjamn25 puso de manifiesto la estetizacin de la poltica
propiciada por los fascismos, que hizo que las clases trabajadoras observaran los
procesos ms nefastos e inauditos sobre el gnero humano con la trivialidad ms
corriente. As, el arte poda servir de plataforma til a los fines de las polticas
totalitarias. En este sentido, coincidimos con la perspectiva de Amiel, quien sostiene:
Esa experiencia extrema, que se ha vuelto corriente, pblica, es la desolacin o
el desamparo. Es la continuidad de esta experiencia, preparada y difundida
mucho antes de la cristalizacin totalitaria, la que hace del totalitarismo un
riesgo siempre presente. [] Es una experiencia extrema, que concierne a la
totalidad de la existencia (y no slo a la accin poltica y el pensamiento), y
que, bajo el empuje del imperialismo (en el sentido arendtiano) y por tanto de
la destruccin del Estado-nacin, se ha convertido en una experiencia masiva,
pblica. La desolacin es lo que experimentan las masas privadas a la vez de
races, privadas de mundo y superfluas, tanto de su propio punto de vista como
de aquel de quienes las rodean.26
24
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27
Arendt, Hannah. La tradicin oculta, Buenos Aires.: Paids, 2004, 50. Desde nuestra perspectiva, el
objetivo de la pensadora coincide claramente con la propuesta marxiana en Sobre la cuestin juda,
centrada en la emancipacin de los judos, no en tanto judos, sino en tanto hombres.
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poltica con las ms altas esferas del poder. Ms, lo interesante de la cuestin es el
antecedente terico que le adjudica la pensadora, quien lo expresa en estos trminos:
[] polticamente hablando la visin del mundo que tiene la chusma, tal como
se
refleja
en
tantas
ideologas
imperialistas
contemporneas,
es
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un caldo propicio a las teoras naturalistas que entienden a los pueblos como tribus,
camino seguro hacia la comprensin del mundo humano en trminos raciales. Mas su
teora del Estado, y la previa constitucin del hombre como individuo, conducen
desde la perspectiva de la pensadora a la constitucin de un nuevo nihilismo, el peor
de los nihilismos posibles. Es el mbito de los aniquiladores, aquellos que se han
propuesto producir la nada, y que estn fundamentados filosficamente en el deseo de
posesin y en la igual capacidad de matar de los seres humanos. As, la aniquilacin
es la condicin sine qua non de la posesin, pues: slo tengo definitivamente, y
poseo realmente para siempre, lo que aniquilo31. Es decir, fue gracias a la alianza
entre chusma y capital, teora poltica hobbesiana mediante, que se cristaliz el
antisemitismo. Por lo tanto, aquellos hombres que estaban en la sociedad de manera
tangencial, slo bajo la proteccin del Estado nacional pero manteniendo una
tradicin ajena a ste, una vez que el Estado los abandon, comenz para este pueblo
su destino de paria.
Las claves para comprender el proceso que los llev a esta situacin pueden
reconstruirse a partir del estudio de la decadencia de los Estados-nacin que Arendt
emprende. En verdad, ste es tambin el lugar de convergencia de las teoras
iusnaturalista que estaban funcionando, la prdida de proteccin del Estado sobre los
judos, su exclusin del orden social y la tensin al interior del pueblo judo.
En efecto, las consecuencias de la Primera Guerra Mundial, que produjo una
suerte de explosin del ordenamiento poltico hasta entonces instituido, dio lugar al
fenmeno de masas que Arendt analiza: los aptridas. Este fenmeno sintomtico de
la poltica contempornea, es pensado por ella como efecto de una serie de sucesos
que no podamos sintetizar en estas pginas, pero merece destacarse la especificidad
dentro del grupo de hombres que vivan al margen de la ley. Algunas situaciones,
tales como la inflacin, la destruccin econmica de los pequeos propietarios y de
los trabajadores, cuando sobrevinieron, se extendieron sobre grandes grupos sociales.
Las masas hicieron uso de sus posibilidades de expresin mediante el paro, pero lo
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Las razones que la inducen a esta afirmacin provienen de la evidencia que los
parias pusieron de manifiesto, al mostrar el verdadero alcance excepcional que estos
derechos proporcionaban. Es decir, tanto la abolicin del derecho de asilo38, como las
defectuosas experiencias y los numerosos problemas que implicaron la repatriacin y
la naturalizacin, dependan
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sta es la paradoja que denuncia Arendt en la abstraccin de los Derechos del hombre
y que simplemente implica la revisin de los supuestos tericos que los hicieron
posible, donde tanto Hobbes como Locke tienen un lugar privilegiado.40 De manera
que la autonoma que defendan desde su fundacin se mostr ilusoria cuando las
minoras fueron desplazadas y la inalienabilidad de los derechos qued sin efecto, al
depender de las soberanas nacionales. Insistiendo en esta paradoja, los grupos de
minoras defendieron sus vnculos comunitarios de cualquier intento de asimilarlos a
otras nacionalidades por el hecho de estar en su territorio. Entonces, frente a la
experiencia de desproteccin de los gobiernos y la imposibilidad de hallar un nuevo
hogar, se corrobor la insuficiencia de los derechos del Hombre que no podan
resolver el problema de la desproteccin de quienes eran perseguidos no slo en tanto
ciudadanos, sino en tanto hombres41. Lo cual lleva a Arendt a reflexionar sobre la
irnica situacin del derecho a la libertad, slo posible para aquellos que son
considerados hombres, mas no para los que ya no tienen parte en el espacio comn.
Privados de palabra, privados de un espacio comn donde ella sea
significativa, perdidos de lazos que nos unen a los otros, e imposibilitados de acciones
que hagan efectivas esas palabras, algunos hombres dejaron de ser considerados como
tales. As lo expresa Arendt:
Antes de esto, lo que llamamos hoy un derecho humano habra sido
considerado como una caracterstica general de la condicin humana que
ningn tirano poda arrebatar. Su prdida significa la prdida de la relevancia
de la palabra (y el hombre, desde Aristteles, ha sido definido como un ser que
domina el poder de la palabra y del pensamiento) y la prdida de toda relacin
humana (y el hombre, tambin desde la poca de Aristteles, ha sido
considerado como el animal poltico, el que por definicin vive en una
comunidad), la prdida, en otras palabras, de algunas de las ms esenciales
caractersticas de la vida humana.42
40
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el arte, otros mediante la naturaleza, slo justifican este presupuesto. Precisamente por
habitar en una sociedad de nadies, el paria que propone no le interesa el
reconocimiento burgus, expresin de los asimilados que pretendieron ser protegidos
por el gobierno. Seres que, siguiendo el legado hobbesiano, estaban ms interesados
en la supervivencia de lo propio que en el destino del pueblo judo. Por el contrario, la
apuesta kafkiana es por seres de buena voluntad, aquellos que se queran mantener
indistinguibles ante el poder, pero reclamando sus derechos como simplemente
humanos. Vale decir, que lo nico que reclaman estos hombres era ser considerados
como tales en el seno de una comunidad. All radica la inocencia y la buena voluntad
del paria kafkiano, a quien la misma comunidad de la que quiere formar parte le
expresa lo imposible de la situacin, lo extrao que es para un judo la asimilacin
como nada ms que un hombre. Este es el fin de la inocencia y la comprensin de la
experiencia de excepcin que el pueblo judo vive en tanto humano.
Si bien, posteriormente, Arendt da cuenta del apoyo kafkiano al sionismo, lo
apremiante de la reflexin es la absurda bsqueda de libertad del paria en un mundo
donde las relaciones humanas han perdido progresivamente su carcter como tales.
Entonces, si bien el siglo XX dio muestras acabadas de la precariedad de lo humano,
slo queda para el hombre reconstruir otros modos de pensar su subjetividad en ste,
su mundo construido y compartido.
El nmade en Deleuze
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Estado exista contra la guerra, la guerra existe contra el Estado, y lo hace imposible
[] es el modo de un estado social que impide y conjura la formacin del Estado.60
Precisamente la lectura de Clastres lo conduce, no tanto a analizar la hiptesis del
Urstaat, sino a revisar la estricta vinculacin del Estado con un afuera. En efecto, el
Estado constituira una forma de pensamiento, logos o ley que no puede pensarse
independientemente de la relacin con un nomos o afuera61. La lgica que regira esta
relacin es la tan conocida lgica de las disyunciones exclusivas, caracterstica de
nuestro pensamiento occidental, que marcara la relacin entre interior y exterior.
Siendo la forma del Estado la soberana, ste tendera a la inclusin o interiorizacin,
relegando el afuera al dominio de la poltica exterior, entendida como mquinas
mundiales y como minoras, bandas, o todos aquellos seres marginados por el poder
soberano. Vale decir que, nuevamente nos encontramos con la lgica que haba
pensado Arendt a travs del legado aristotlico. Sin embargo, la diferencia estriba en
que Deleuze denuncia la alianza entre la forma del Estado y el pensamiento. Y lo hace
porque encuentra en esta alianza un principio de la justificacin para el pensamiento,
y para el Estado el conceso de opiniones que le brinda legitimacin. Pues, cuando se
eleva el Estado a lo universal por derecho, cuando se establece como nico principio
rector de lo sensible, ste se constituye como lo nico que puede regir aquellas
singularidades que existan para Spinoza bajo la forma de multitud. Las mismas que
mantenan entre s relaciones, cuyos encuentros y desencuentros producan efectos en
los cuerpos. Muy distante de esta perspectiva es la imagen de pensamiento que se
hace patente en la modernidad, la cual Deleuze se aboca a analizar:
dem, p. 365
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deshaciendo los trazos, marcando cada vez una nueva cartografa de poder. En estas
circunstancias, la mquina de guerra es lo otro del Aparato del Estado y de la lgica
que supone, por ello la funcin poltica del pensamiento es ponerse en relacin con el
afuera y as propiciar una empresa de desactivacin. All se inscribe el pensamiento
nmada, en tanto funciona como acontecimiento, problema y fuerza que se enfrenta a
lo instituido.
El problema que ha debido enfrentar Deleuze, el cual analiza en este contexto
es un tipo particular de agenciamiento de poder, que tiene la necesidad de producir
rostro, en tanto modo operatorio de normalizacin. En consecuencia, el anlisis que
elabora est focalizado al estudio del racismo europeo, en cuanto se trata de un
procedimiento de captura de lo otro, propagando las partculas de lo mismo,
excluyendo correlativamente el afuera. Asimismo, el procedimiento de unificacin y
universalizacin del rostro implica la redundancia de expresin, pues es el resultado
del despotismo del significante64. De esta manera, podemos decir que su contracara,
aquello frente a lo cual lucha por deshacer o capturar para s es el torturado y el
excluido. Sin embargo, esta situacin le es ajena a su decisin si no es capaz de
comprender la potencialidad trasformadora que esto implica en el orden poltico.
Puesto que si se sitan como nmadas ms all de las circunstancias que le acaecen,
deshacen las coordenadas semiticas del rostro y no se adecuan a la lgica de
normalizacin. As, son propiamente la expresin de lo minoritario, si lo
comprendemos como posiciones de poder que implican la puesta en cuestin de las
constantes, de los patrones y las sedimentaciones de sentido65. Desde esta lgica, lo
minoritario estara en tensin con la mayora, que en el contexto de la discusin
precedente se expresara mediante el papel de las masas. Ellas, segn el estudio
realizado por Deleuze a travs de Canetti, suponen como lgica de oposicin y
combinacin, la tensin con la manada.
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Bibliografa.
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Resumen:
Palabras
clave:
Abstract:
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Althusser y Derrida: entrecruzamientos y convergencias de un pensamiento amigo.
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Agustn Mndez
Althusser y Derrida: entrecruzamientos y convergencias de un pensamiento amigo.
Althusser, L. y Balibar, E. Para leer el capital. Mxico D.F.: Siglo XXI, 2006, p. 21.
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Agustn Mndez
Althusser y Derrida: entrecruzamientos y convergencias de un pensamiento amigo.
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Agustn Mndez
Althusser y Derrida: entrecruzamientos y convergencias de un pensamiento amigo.
http://www.youkali.net/youkali4d%20Althusser%20launicatradicionmaterialista.pdf,
(diciembre 2007).
10
Derrida, Jacques. La diseminacin. Madrid: Fundamentos, 1975, p. 94.
11
Derrida, Jacques. De la Gramatologa, Mxico: Siglo XXI, 1986, p. 202.
p.
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sea, en
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que nos cae encima verticalmente, es lo que hace sntoma. En todo acontecimiento
hay secreto y sintomatologa.16
La interpretacin que une lo que acontece con lo que cae de improviso,
reaparece en la vertiente del materialismo del encuentro formulada por Althusser y
desarrollada a partir de los enseanzas del atomismo presocrtico, especialmente en
base a los aportes realizados por Demcrito, Epicuro y Lucrecio. Dicho brevemente,
esta teora gira en torno a la siguiente premisa: antes de la formacin del mundo, una
infinidad de tomos caan en forma paralela en el vaco, situacin interrumpida por el
advenimiento del clinamen, nombre dado a ese desvo infinitesimal y aleatorio que, al
hacer colisionar a esos tomos entre s, dota de cierta consistencia y durabilidad a lo
existente: este es producto de ese carambolaje azaroso y no la respuesta a ninguna
verdad a priori.
Si bien concibe a toda formacin social como marcada por una radical
inestabilidad, a diferencia de otras corrientes post-estructuralistas que hipostatizan lo
contingente, el materialismo de Althusser parte siempre del hay, del siempre ha
habido ya, es decir, que la filosofa comienza por la constatacin de la ligazn de los
tomos. Su accionar no es simplemente afirmar la contingencia de lo existente, sino
tambin determinar el modo de su cristalizacin en determinas formaciones, en ubicar
cual es la dominancia del todo social. El antiguo problema de la determinacin en
ltima instancia reaparece aqu bajo la luz de estos nuevos postulados. Que el mundo
est regido por leyes, no significa que las mismas sean un hecho a-histrico, sino que
estn asentadas en la coagulacin o ligazn de lo contingente, de ah que hay que
pensar la necesidad como devenir-necesario del encuentro de contingentes17. Es en
virtud de la ausencia de una determinacin trascendental, producto de una metafsica
fundamentadora que Althusser se permite apropiar la sentencia de Wittgenstein, el
mundo es todo que acontece, para dar cuenta que una tendencia no posee la forma o
figura de una ley lineal sino que puede bifurcarse bajo el efecto de un encuentro con
16
Derrida, Jacques. A Certain Impossible Possibility of Saying the Event, Critical inquiry, Chicago
(USA), Chicago Journals, Volume 33, Issue 2, (2007), p. 457.
17
Althusser, Louis. Para un materialismo aleatorio. Madrid: Arenas Libros, 2002, p. 60.
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22
Derrida, Jacques. A Certain Impossible Possibility of Saying the Event, cit., p. 450-51.
Derrida, Jacques. Canallas. Dos ensayos sobre la razn. Madrid: Trotta, 2005, p. 170.
24
Derrida, Jacques. Papel Mquina. La cinta de mquina de escribir y otras respuestas, Madrid:
Trotta, 2003, p. 272.
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Althusser y Derrida: entrecruzamientos y convergencias de un pensamiento amigo.
Derrida, Jacques. Fuerza de ley. El fundamento mstico de la autoridad. Madrid: Tecnos, 1997, p. 67.
Derrida, Jacques. Dar la muerte. Barcelona: Paids, 2000, pp. 62-63.
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su decisin, su llegada, para poder conformase como una unidad nacional de corte
popular: Maquiavelo no quiere cualquier Prncipe: este terico del poder soberano de
un hombre es el enemigo ms radical de toda tirana [] Tras la apariencia del
Prncipe, es de hecho al pueblo a quien se dirige. Este Manifiesto, que parece tener
como nico interlocutor un individuo por llegar, un individuo que no existe, se dirige
de hecho a la masa de los hombres del pueblo.33
En definitiva, el desajuste entre el lugar de enunciacin y el de prctica, es lo
que permite a la nocin de acontecimiento constituirse como la cua que, al replantear
la relacin teora-praxis, impide toda circularidad escatolgica, donde lo que sucede
coincide con lo anunciado. Sin embargo, esta caracterizacin del acontecimiento
como lo que cae y sobreviene, no debe llevar a confusiones: no es la apelacin a la
trascendencia absoluta, por el contrario, solo puede acontecer algo si previamente se
entiende que el sustrato que le da consistencia a lo existente est constituido por
elementos que son heterogneos los unos a los otros. Tal y como qued retrato por la
vertiente del materialismo del encuentro, la ligadura de lo contingente es lo que le da
duracin a lo sido, de ah que la suya sea una filosofa de la alteridad radical del ser:
se trata de un proceso de articulaciones contingentes, precarias, en donde todo
elemento carece de identidad previa al encuentro, su existencia es dada siempre-ya en
lo que ha-advenido. Pero una vez ah dado, el mundo, insiste contra su propia nada, su
precariedad, y en cada acontecimiento late el infinito de alternativas, la otredad
radicalmente partcipe de la toma de forma.34
Situacin idntica se repite en la nocin derridiana de huella, la cual al ser
entendida como differance, en el sentido de aplazar y ser diferente, se constituye en
un doble movimiento de temporalizacin, es decir, un efecto de retardo de la
presencia a s misma, y de espaciamiento, donde, entre los distintos elementos de una
cadena, se encuentra un intervalo, una distancia que los separa y singulariza a cada
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uno de ellos. De esta manera, el espacio se hace tiempo en un movimiento cooriginario por el cual, a su vez, el tiempo deviene espacio. Con esta idea se quiere dar
cuenta de la alteridad interna de cada elemento, cuestionando los postulados de una
identidad plena y reductible al presente puntual de su inscripcin. Frente al modo
metafsico de pensar el tiempo como sucesin de ahoras puntuales, la nocin de
espaciamiento (devenir espacio del tiempo y tiempo del espacio) sobrepuja la
temporalidad, la hace diferir internamente, en una actividad generadora de diferencias,
de casos singulares e irreductibles unos a otros35.
Esta alteridad interna del sistema consigo mismo es compartida por ambos
autores, tanto que es el propio Althusser el que encarga de poner en relieve la
conmensurabilidad de su propuesta con la desarrollada por Derrida, ya que el
materialismo aleatorio es una filosofa que, al negar el Todo y todo Orden, niega el
Todo y el orden en provecho de la dispersin (diseminacin dira con su lenguaje
Derrida) y del desorden.36
Ahora bien, lo verdaderamente productivo de esta deriva es que permite
reposicionar el lugar de lo excluido y lo sometido: si el acontecimiento hace
referencia al lugar de lo imprevisto, de lo no regulable, de aquello que excede el lugar
asignado dentro de un ordenamiento especfico, esta nocin comulga con aquellos
que, desgajados de sus vnculos con lo existente, han quedado en soledad,
permitiendo su repolitizacin, al demostrar que su posicin no es necesaria sino el
resultado de una formacin histrica dada. Lo subalterno, precisamente, al ubicarse en
los mrgenes de lo social, se torna un ndice de las injusticas acaecidas, revelando la
violencia sobre la que se sostienen las estructuras vigentes. Su irrupcin en la escena
pblica no es para ser incorporados como ellos mismos son, lo cual supondra la
integracin de lo excluido en tanto tal. En tanto imprevista, su emergencia genera una
modificacin absoluta dentro de todo lo existente reconfigurndose en base a su
accionar.
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Althusser y Derrida: entrecruzamientos y convergencias de un pensamiento amigo.
Cfr. Catanzaro, Gisela. Por qu la historia y no ms bien la nada? Notas sobre el problema del
tiempo y la causalidad. Las aventuras del marxismo. Dialctica e inmanencia en la crtica a
la modernidad. Eds. Gisela Catanzaro y Ezequiel Ipar. Buenos Aires: Gorla, 2003, p. 88 y ss.
38
Althusser, L. y Balibar, E., op. cit., p. 32.
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igual, ocultando los padecimientos sobre los que se asienta. Althusser, en base a la
recuperacin del estadio de lo Imaginario conceptualizado por Lacan, ha dado los
lineamientos ms salientes para desentraar la especificidad de su accionar. La
ideologa ya no aparece como un velo que distorsiona una realidad plena que pervive
detrs, por el contrario, es la representacin de la relacin imaginaria de los
individuos con sus condiciones reales de existencia50. Lo que la ideologa oculta son
sus propias reglas de funcionamiento y no a la realidad tal cual es, es decir no su
relacin con sus condiciones de existencia, sino la manera en que viven su relacin
con sus condiciones de existencia: lo cual supone a la vez una relacin real y una
relacin vivida, imaginaria [] En la ideologa, la relacin real est inevitablemente
investida en la relacin imaginaria: relacin que expresa ms una voluntad
(conservadora, conformista, reformista o revolucionaria), una esperanza o una
nostalgia, que la descripcin de una realidad51. La interpelacin ideologa opera en
base a este doble mecanismo de reconocimiento y desconocimiento: reconocimiento
porque la ideologa constituye a los individuos en sujetos al asumir como propio el
lugar que esta les asigna, a la vez que, mediante su desconocimiento, borra, gracias a
una negacin prctica, las huellas de su proceder, ya que la ideologa no dice nunca
soy ideolgica52. Si Lacan demostr que el efecto de lo imaginario es la alienacin
del sujeto debido a que es la imagen del otro la que otorga unidad y constituye al
moi53, se comprende la importancia de lo especular en el mecanismo de interpelacin
ideolgica: Observemos que la estructura de toda ideologa, al interpelar a los
individuos como sujetos en nombre de un Sujeto Unico y Absoluto es especular. Es
decir en forma de espejo, y doblemente especular [] Lo cual significa que toda
ideologa est centrada, que el Sujeto Absoluto ocupa el lugar nico del Centro e
interpela a su alrededor a la infinidad de los individuos como sujetos en una doble
relacin especular tal que somete a los sujetos al Sujeto, al mismo tiempo que les da
50
Althusser, Louis, Ideologa y aparatos ideolgicos de Estado. Freud y Lacan. Buenos Aires: Nueva
Visin, 2008, p. 52.
51
Althusser, Louis. La revolucin terica en Marx, cit., pp. 193-194.
52
Althusser, Louis, Ideologa y aparatos ideolgicos de Estado, cit., p. 70.
53
Lacan, Jaques. Escritos I. Buenos Aires: Paids, 1988, p. 171.
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Para plantear tal relacin es preciso considerar el lugar central que Althusser le
otorga a la pregunta sobre aquella otra guerra, atroz, de la nica guerra sin memorias
ni memoriales, que la humanidad finge no haber jams librado, la que siempre piensa
haber ganado por adelantado, simplemente porque existe slo por haberla
sobrevivido, por vivir y crearse como cultura en la cultura humana: guerra que, a cada
instante, se libra en cada uno de sus retoos, que proyectados, torcidos, rechazados,
cada uno para s mismo, en la soledad y contra la muerte, deben recorrer la larga
marcha forzada que, de larvas mamferas, los hace nios humanos, sujetos57.
Despejando la deriva evolutiva-biolgica que se podra desprender de esta sentencia,
lo que Althusser est situando es el problema acerca del desconocimiento necesario de
la violencia ejercida en los mecanismos que producen al sujeto como tal. Esta
pregunta por la singularidad incalculable de cualquiera, antes de todo sujeto58 es,
precisamente, la pregunta por el lugar atpico del espectro derridiano, esas huellas o
cenizas que, en tanto provenientes de un pasado que nunca fue presente, siempre
queda por venir. El espectro, figura por antonomasia de lo radicalmente otro, al
ponerse por fuera del campo de la presencia, se sustrae al de la visin, ya que lo
propio de los espectros, lo mismo que de los vampiros, es que carecen de imagen
especular59. Derrida, al igual que Althusser, establece una distincin entre, por un
lado, lo invisible como lo no aun no captado por la visibilidad y, por otro, el campo de
lo invisible propiamente dicho60. Los espectros no pueden ser vistos porque actan en
la no contemporaneidad del presente consigo mismo, ya que la deconstruccin se
encuentra dada en prenda tanto con esas generaciones no presentemente vivas, tanto
futuras como pasadas, sin las cuales no habra ningn porvenir y ninguna memoria.
No ontologiza restos, no realiza ningn tipo de duelo sobre las vctimas de la historia,
sino que apunta a rescatar su vida ms all de la vida presente o de su ser-ah
efectivo, de su efectividad emprica u ontolgica: no hacia la muerte sino hacia un
57
Althusser, Louis. Escritos sobre psicoanlisis. Mxico D.F: Siglo XXI, 1996, pp. 36-37.
Derrida, Jacques. La filosofa en una poca de terror. Dilogos con Jurgen Habermas y Jacques
Derrida. Buenos Aires: Taurus, 2004, p. 175.
59
Derrida, Jacques. Espectros de Marx, cit., p. 175.
60
Cfr. Derrida, Jacques. Dar la muerte, cit., pp. 88-89.
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sobre-vivir, a saber, una huella cuya vida y cuya muerte no seran ellas mismas sino
huellas y huellas de huellas, un sobre-vivir cuya posibilidad viene de antemano a
desquiciar o desajustar la identidad consigo del presente vivo as como de toda
efectividad61. En virtud de ello, es necesario entender que los espectros interpelan y
miran desde un lugar inasible: El espectro, como su nombre lo indica, es la
frecuencia de cierta visibilidad. Pero no la visibilidad de lo invisible. Y la visibilidad,
por esencia, no se ve, por eso permanece epekeina tes ousias, ms all del fenmeno o
del ente62. Al mirar sin poder ser vistos ocupan un lugar asimtrico, trasgrediendo
toda reciprocidad posible: aparecen y vigilan, ordenan y mandan: fuera de toda
sincrona, antes incluso y ms all de toda mirada por nuestra parte, conforme a una
anterioridad (que puede ser del orden de la generacin, de ms de una generacin) y a
una disimetra absolutas, conforme a una desproporcin absolutamente indominable.
La anacrona dicta aqu la ley. El efecto visera desde el que heredamos la ley es eso:
el sentirnos vistos por una mirada con la que ser siempre imposible cruzar la
nuestra63. Si este efecto hace referencia al lugar vaco desde el cual el espectro
reclama justicia, su asedio se pone a resguardo de ser capturado por toda variacin
del pensamiento representativo gracias a un efecto yelmo, pues La armadura []
oculta y protege, enmascarando as hasta su identidad64. De esta manera, los
espectros dictan una ley, irreductible al derecho, mantenindose exigentes y
demandantes, demostrando con su reaparicin la imposibilidad de la reconciliacin
del presente: claman desde un pasado que no fue sepultado, y al mismo tiempo,
constituyen la promesa de apertura al porvenir, promesa que demanda la inminencia
de su cumplimiento. La filosofa de Derrida no solo escucha el llamado de los
espectros sino que se responsabiliza por ellos, considerndose su heredera: pues, hay
que decirlo a gritos, en el momento en que algunos se atreven a neoevangelizar en
nombre del ideal de una democracia liberal que, por fin, ha culminado en s misma
como en el ideal de la historia humana: jams la violencia, la desigualdad, la
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exclusin, la hambruna y, por tanto, la opresin econmica han afectado a tantos seres
humanos, en la historia de la tierra y de la humanidad65. La deconstruccin,
buscando saldar ese deuda hiperblica, har causa comn con el marxismo, puesto
que all reside una afirmacin emancipatoria y mesinica, cierta experiencia de la
promesa que se puede intentar liberar de toda dogmtica e, incluso, de toda
determinacin metafsico-religiosa, de todo mesianismo. Y una promesa debe
prometer ser cumplida, es decir, no limitarse slo a ser espiritual o abstracta, sino
producir acontecimientos, nuevas formas de accin, de prctica, de organizacin,
etc.66
De lo antedicho se deprende que la deconstruccin sea un pensamiento de la
justicia, es decir, de una relacin an-econmica con el otro. Esto es as porque la
alteridad con la cual se encuentra comprometida es la encarnada por el espectro. Su
figura, de esta manera, es la del arribante inesperado que, al colocarse por fuera del
campo de la presencia, jaquea el dominio de lo visible, del reconocimiento necesario
para restituir a cada quien lo que le corresponda67.
El cambio de terreno al cual refiere Althusser como necesario para poder leer
sintomticamente la coyuntura, percibiendo que es aquello que la estructura del
presente hace visible y que invisible, constituye un viraje radical en relacin a los
postulados clsicos del pensamientos tradicional ya que estos nuevos objetos y
problemas son necesariamente invisibles en el campo de la teora existente, porque no
son objetos de esa teora, porque son sus objetos prohibidos. --objetos y problemas
necesariamente carentes de relacin necesaria con el campo de lo visible definido por
esa problemtica. Son invisibles porque son rechazados por derecho, relegados fuera
del campo de lo visible, y por eso su presencia fugitiva en el campo, cuando ocurre
(en circunstancias sintomticas muy particulares), pasa inadvertida, se convierte
literalmente en una ausencia imperceptible, puesto que toda la funcin del campo
consiste en no verlos, en impedir su visin. Ni lo invisible aqu, ni lo visible, estn en
funcin de la vista de un sujeto: lo invisible es el no-ver de la problemtica terica
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Bibliografa
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Derrida, Jacques. Polticas de la amistad. Seguido del odo de Heidegger. Madrid: Trotta, 1998, p.
263.
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problema del tiempo y la causalidad. Las aventuras del marxismo. Dialctica
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Derrida, Jacques. Mrgenes de la filosofa. Madrid: Ctedra, 1989.
Derrida, Jacques. Papel Mquina. La cinta de mquina de escribir y otras respuestas,
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Agustn Mndez
Althusser y Derrida: entrecruzamientos y convergencias de un pensamiento amigo.
289
290
Giorgio Agamben.
El misterio del mal. Benedicto XVI y el fin de los tiempos.
Resea bibliogrfica por Graciela Pozzi
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Giorgio Agamben.
El misterio del mal. Benedicto XVI y el fin de los tiempos.
Resea bibliogrfica por Graciela Pozzi
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Natalia Taccetta.
Agamben y lo poltico.
Resea bibliogrfica por Mara Alejandra Pagotto
El articulado de los captulos del libro expone claramente el tratamiento distintivo del
pensamiento poltico agambeniano: el tratamiento metafsico de lo vital y de su deriva
poltica que son analizados a la luz de los horrores de ciertos perodos de la historia de
Occidente. Sobre ese trasfondo se alcanzan cuatro de las proposiciones ms
significativas de la investigacin sobre la lgica de la biopoltica, correspondiente a
los tomos de la serie del Homo Sacer publicada hasta el momento.
La primera proposicin refiere a la nuda vida, la vida sin cualificacin que es
gestionada polticamente por la soberana; la comprensin de la vida ahistorizada,
considerada objeto, y aniquilada sin implicar reproche jurdico. Agamben concibe este
movimiento de lo poltico como la realizacin acabada del proyecto poltico
metafsico de Occidente. La segunda proposicin refiere al campo de concentracin
como el paradigma de lo poltico a partir de la descripcin de la excepcin soberana.
El campo de concentracin -como espacio del estado de excepcin- funciona como
imagen paradigmtica del modo cmo la vida se ve abandonada al mundo del poder
soberano, y expuesta a la muerte. Esta estructura es considerada el nomos biopoltico
de lo moderno: la poltica es biopoltica y la materia que se administra es la nuda vida.
La tercera proposicin establece la reconstruccin genealgica del desarrollo de las
sociedades occidentales a partir del abordaje de dos paradigmas: el teolgico poltico
de la soberana y el teolgico econmico de la oikonoma; ambos deudores de la
teologa cristiana a partir de la que se vuelve inteligible el vnculo entre vida y
gestin. La cuarta proposicin refiere a la teora del sujeto como testimonio, tal como
aparece problematizado en Lo que queda de Auschwitz. El archivo y el testigo. Homo
Sacer III (1998).
Los investigadores aguardan an un ltimo volumen de la serie Homo Sacer
donde el propio Agamben adelant que ofrecer una mirada sobre la posible
transformacin de la biopoltica a partir de una nueva forma de la poltica y de lo
humano, revisando conceptos tales como los de forma- de- vida y uso; y que afrontar
el problema de la posibilidad de una comunidad poltica cuyo objetivo contemple el
goce de la vida.
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Natalia Taccetta.
Agamben y lo poltico.
Resea bibliogrfica por Mara Alejandra Pagotto
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Natalia Taccetta.
Agamben y lo poltico.
Resea bibliogrfica por Mara Alejandra Pagotto
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Natalia Taccetta.
Agamben y lo poltico.
Resea bibliogrfica por Mara Alejandra Pagotto
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orden):
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- palabras clave en el idioma del artculo y en ingls.
- cuerpo del trabajo.
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internacionales de citas:
299
libro. Una obra ya citada se mencionar con el nombre del autor seguido
de op. cit. y la pgina. Si el autor tiene varias obras citadas en el artculo se
abreviar el ttulo, seguido de cit. y la pgina.
Libros
A.
M.
otros, Iniciacin
teolgica. Barcelona:
Herder,
1957.
300
Captulo de un libro
Ejemplo:
Chaui, Marilena. "Spinoza: poder y libertad". La filosofa poltica moderna. Comp.
Atilio Born. Buenos Aires: CLACSO-Eudeba, 2000. 111-142.
301