Los Falsos Profetas
Los Falsos Profetas
Los Falsos Profetas
Crenshaw
LOS FALSOS
PROFETAS
JAMES L. CRENSHAW
DESCLEE DE BROUWER
BILBAO - 1986
PRESENTACIN
Qu nos mueve a presentar hoy a los lectores de lengua
castellana un libro escrito en 1971 ? El autor no es muy conocido entre nosotros, aunque ocupa un lugar de primera fila
entre los exegetas de lengua inglesa. La obra tampoco ha
sido un best-seller que haya convocado masas ante las libreras; y, sin embargo, ha inspirado y alimentado el trabajo de
quienes se dedican a estudiar el profetismo de Israel.
Por qu, pues la traduccin? En el fondo, hay que confesarlo, late el deseo de compartir con un crculo ms amplio de
personas la experiencia de la lectura de este libro. No ha sido
una experiencia vulgar. En primer lugar por el tema. El mundo
de la profeca es muy interesante; el fenmeno de la profeca
falsa sencillamente apasionante. En segundo lugar por el modo
de tratar/o. Todos, al tomar en nuestras manos un libro de
Biblia, hemos experimentado
lo difcil que resulta
conjugar
lo cientfico con lo sencillo. El autor lo logra plenamente.
Pero no pretendo subrayar va/ores pedaggicos
innegables;
prefiero comentar su fuerza existencia/.
Cuando todava tenamos el Concilio a flor de piel se produjo entre nosotros una fuerte atraccin por la Biblia. Simultneamente (quizs por esa razn) se descubri el enorme dinamismo de nuestra fe. Se nos llenaba la boca de profetismo y
tenamos razn, porque habamos experimentado el anquilosamiento hasta la saciedad. Con el paso del tiempo la sorpresa
ha sido descubir que existe el falso profetismo. Bueno, nos
PRESENTACIN
PRESENTACIN
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PRESENTACIN
PRESENTACIN
traductor
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ABREVIATURAS
AJSL
AndNQ
ANET
BEvTh
Bib
BiOr
BibSt
BJRL
CBQ
Ene
EstudEcles
EvTh
Exp
ExposT
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14
JQR
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LXX
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VTS
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ZAS
ZAW
ZDPV
ZSystTh
ZThK
ABREVIATURAS
INTRODUCCIN
Profeta contra
Profeta
16
INTRODUCCIN
INTRODUCCIN
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18
INTRODUCCIN
INTRODUCCIN
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CAPTULO I
EL DRAMA ABIERTO DE LA INVESTIGACIN
A.
PROFECA EN GENERAL
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profeca en los siguientes trminos: 1) relacin entre la profeca de Israel y la del cercano Oriente; 2) xtasis; 3) las tradiciones sagradas conservadas por los profetas; 4) el culto; 5)
el papel poltico de los profetas; y 6) la profeca falsa. El
cambio radical se observa en el artculo de FOHRER, aunque
de estilo ligeramente diferente, y en el de Schmid, ms directamente comparable con los de Eissfeldt y Wolff. La mayor
preocupacin de FOHRER es la de corregir presupuestos y
conclusiones errneas, como las de las tradiciones empleadas
por los profetas, y la de prevenir contra descubrimientos
demasiado rpidos de nuevos tipos literarios. Para SCHMID
los temas bsicos son: 1) profeta y ley; 2) profeta y oficio; y 3)
Profeta y sabidura. Todos ellos pertenecen a los amplios
captulos de tradiciones empleadas por los profetas.
En estos trabajos se refleja con claridad el paso del h o m bre al mensaje. Y este paso se debe a que un estudio cuidadoso de la personalidad del profeta exige un ntimo conocimiento de su orculos y, al revs, su mensaje total revela algo del
carcter del profeta mismo. Ms an, hay momentos en que
resulta difcil determinar si es la persona o su mensaje la que
domina el inters de un autor, si se est esclareciendo la
funcin proftica o su esencia. Esta ambigedad descansa en
el hecho de que para algunos profetas es casi imposible
diferenciar entre su papel y su persona (Jeremas es particularmente culpable de esta confusin).
Existe, sin embargo, un tercer factor al que no se ha
prestado hasta ahora la suficiente atencin en la investigacin proftica: el auditorio al que se dirige el profeta. La
historia de la investigacin, tanto en el rea de la profeca en
general, como en el estudio ms particular de la profeca
falsa, parece justificar un deslizamiento hacia el pueblo al que
el profeta era enviado. Con sentido realista, la ms reciente
investigacin ha estudiado el pensamiento popular, ya que las
tradiciones preservadas por el pueblo eran asumidas por los
profetas y usadas en la formacin de orculos. Pero es necesario dar un paso ms y analizar la vox populi en el antiguo
Israel 6 . Volvemos ahora a trazar los rasgos de la historia de la
23
El hombre
Antes de J . WELLHAUSEN se pensaba que el profeta era
el predicador de la ley promulgada por Moiss, un sistema
legislativo entregado a Israel por Dios que les llam a la
existencia como nacin. Pero la revolucionaria tesis, popularizada y defendida con conviccin por Welhausen, de que la ley
era posterior a los profetas, exigi una revisin radical en la
comprensin de la funcin proftica. A partir de entonces se
comprendi a los profetas como los grandes originadores de
lo ms noble de la religin israelita. Ms an, se deca que
ellos haba introducido en la fe de Israel una visin universal
de la historia. Wellhausen estaba convencido de que los grandes hombres viven nicamente en las corrientes de la historia
mundial. En ningn otro sitio aparece esta creencia con formulacin ms aguda que en el discurso que pronunci en
conmemoracin de su maestro H. Ewald: Muri el 4 de mayo
de 1 8 7 5 , en conflicto con el mundo, pero en paz con Dios.
Para B. DUHM los profetas eran tambin figuras creadoras,
incluso reformadores que colocaron la relacin entre Dios y
el pueblo sobre una base puramente moral 7 .
Este nfasis tan insistente en la experiencia personal y la
individualidad del profeta llevaba a estudiar aquella experiencia religiosa peculiar en la que el profeta reciba su mensaje.
En 1 9 1 4 G. HOELSCHER publicaba su obra Los Profetas, un
examen de los aspectos sicolgicos de la experiencia proftica. Hlscher defenda que toda la profeca era esttica, y que
el xtasis tena origen cananeo. Sin embargo, defenda que
los profetas clsicos de Israel transformaron la religin cltica
en religin moral, una religin naturista en otra de historia.
24
8. A. ALLWOHN, Die Ehe des Propheten Hosea in psychoanalytischer Beleuchtung y K. JASPERS, Der Prophet Ezechiel: Eine pathographische Studie en
Arbeiten zur Psychiatrie (Hom. a K. SCHNEIDER), 1947, 77 ss. La radicalidad de
este trabajo es patente en los artculos de O.R. SELLERS sobre los motivos de
Oseas en AJSL 41 (1925) 243-247 y en el de EC. BROOME sobre la anormal
personalidad de Ezequiel en JBL 65 (1946) 277-292.
9. The spirit and the Word in the Pre-exilic Reforming Prophets, JBL
53 (1934) 199-227.
10. Einige Gundfragen der alttestamentlichen Wissenschaft en el Homenaje a A. BERTHOLET (ed. por W. BAUMGARTNER y O. EISSFELDT) 1 950, 325-337; y
25
WIDENGREN, o c passim
26
Si se entiende al profeta como funcionario cltico es necesario esclarecer el oficio profetice As ha surgido recientemente un vivo debate. H.J. KRAUS 2 2 y S. M O W I N C K E L "
sugirieron la dea de que exista un oficio del predicador de la
ley, y que Moiss est presentado como tal; un punto de
vista que ha merecido la atencin de J . MUILENBURG 24 . E.
WUERTHWEIN intent mostrar que Amos era un oficial del
culto y que proclamaba la ley anfictinica 2 5 hasta que pas
a ser un profeta de juicio 26 . R. BASCH pretende que en todo
caso A m o s basaba su mensaje en leyes apodcticas, a la vez
que cuestionaba en ocasiones la casustica 27 . WUERTHWEIN
intent entonces mostrar que no slo las exigencias ticas,
sino que tambin la predicacin de juicio provena del culto.
Para ello descubri el origen de los orculos de juicio en
el culto 2 8 ; pero se le opuso con razn F. HESSE, poniendo
objeciones al uso de los Salmos y a la hipottica reconstruccin de un juicio ritual, estatuido en el culto 2 9 . El ms extenso
anlisis del oficio proftico proviene de la investigacin de
H. Graf REWENTLOW, quien ha estudiado a Amos, Jeremas y
crimen de una nacin extranjera contra otra, un mismo perodo para las
cuatro visiones y la actividad intercesora de profetas no clticos (Introduction
to the Od Testament, 432)
27 Gottesrecht und weltliches Genschtsrede m der Verkundigung des Propheten Amos en Hom. a G Dehn, 1957, 23-34.
28 Der Ursprung der prophetischen Gerwhtsrede ZThK 49 (1 952) 1 -1 5
29 Wu/ze/t die prophetische Genchtsrede im israelitischen Kult? ZAW 65
(1953)45-53.
27
30 Das Amt des Propheten bei Amos, 1962, turgie und prophetisches
Ich bei Jerema, 1963, Wachter uber Israel, Ezechiel und seine Tradition,
1962 Cfr tambin Das Amt des Mazkir ThZ 1 5 (1959) 161-175, Prophetenamt und Mittleramt ZThK 58 (1961) 269-284 J BRIGHT rechaza con firmeza
la tesis de REWENTLOW sobre las Confesiones y el yo proftico en general, en
su artculo Jeremiah's Complaints - Liturgy or Expression or Personal Distress?
publicado en Proclamation and Presence (Hom a G HENTON DAVIES) 1970,
189-214
31 Die politischen Voraussage der Propheten, 1965; Prophet und Politik,
ZAW 53 (1935) 3 ss, Prophetie und Politik Theologische Existenz Heute 36
(1952) 41 ss, All the Kmgdoms of the Earth, 1964, y Isaiah and the Assynan
Crisis, 1967, respectivamente Tambin podemos mencionar H DONNER Israel
unter den Volkern, 1964.
28
El mensaje
Las formas del discurso cuyo origen est en el campo
legal han sido examinadas por WUERTHWEIN, H.J. BOECKER, E. v o n W A L D O W y W . ZIMMERLI 3 4 . Mientras que
WUERTHWEIN piensa que los orculos de juicio provienen
del culto, BOECKER le contradice. Este ltimo llama la atencin sobre las frmulas absolutamente seculares que provienen de la vida forense cotidiana, por lo que pretende que la
corte legal civil es el origen del juicio proftico. V o n W A L DOW corta el nudo gordiano, pretendiendo que la forma proviene del dominio civil, pero el contenido (particularmente la
idea de que el Seor es juez y fiscal, que, segn l, proviene
de la fe en la alianza, en la que el Seor es a la vez socio
y garante de la misma) del culto. J . HARVEY estaba convencido de que el juicio debe su origen a los tratados internacionales 35 ; D.R. HILLERS, por su parte, argumenta que los profetas
34. Amos-Studien; Redeformen des Rechtlebens, 1959; Der Traditionsgeschichtliche Hintegrund der prophetischen Gerishtsreden, 1 963; Ich bin Jahwe
en Geschichte des Altes Testament, 1 953, 1 79-209, respectivamente.
35. Le Rib-Pattern, Rquisitoire prophtique sur la rupture de l'alliance,
Bb43 (1962) 172-196.
29
ANDERSON y W
HARRELSON)
1962
98 107
42 C WESTERMANN Basic Forms of Prophetic Speech 215 n 10 ofrcela
bibliografa mas importante juntamente con A MALAMAT VTS 15(1966)210
30
31
PROFECA FALSA
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Israel
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suficiente la mera falta de cumplimiento de una palabra proftica para identificar al que la dice como profeta falso? El que
un profeta sea funcionario cltico, convierte ya en falso al
profeta de salvacin? En relacin con esto, la posesin del
Espritu en contraposicin a la Palabra crea una especie de
profeca de segunda clase? Un juicio falso sobre la situacin
histrica y, por lo tanto, pronunciar una palabra equivocada
sobre la hora presente convierte en falso al profeta verdadero? En otras palabras, es la profeca falsa un estado permanente y su opuesto tambin duradero, o puede el profeta
verdadero convertirse en falso y ste en verdadero? Es posible determinar quin es profeta falso? Es decir, Se dispone
de algn medio -bien sea otro profeta o bien la poblacinpara identificar a los mensajeros falsos, para negar que un
profeta haya asistido al consejo divino? Estaba el verdadero
profeta seguro de su condicin, o se encontraba siempre en
la lnea de separacin entre la certeza y la duda? Cules eran
los obstculos con que topaba para realizar fielmente el ministerio proftico? Poda un mensaje adecuado convertirse
un da en inapropiado, por el cambio de las circunstancias?
Tenan los profetas acceso directo a Dios, de modo que la
profeca falsa era una actividad que no se basaba en el trato
directo con Dios? Se han conservado en la literatura proftica los puntos de vista de los falsos profetas? Estos eran los
captulos que trataban los investigadores del siglo XX sobre
la profeca falsa y, aunque los problemas no han sido resueltos definitivamente, se ha llegado a alguna solucin parcial.
El problema creado por el no cumplimiento de las predicciones ocup la atencin de J. HEMPEL 55 , quien reconoci el
carcter contingente de toda profeca y neg que el criterio
del cumplimiento fuera vlido para distinguir entre la profeca
verdadera y la falsa. La tesis fundamental de Hempel era que
la profeca que no se materializaba era ocasin de una nueva
fe por parte del profeta y de sus oyentes, cosa clarsima para
el segundo Isaas. El doble problema del profeta frente al
curso de la historia y de una profeca frente a otra constituye
la gran crisis que acompa la cada de Jerusaln y el asesi-
33
34
35
sus estadios primitivos. S. MOWINCKEL se pronunci rpidamente sobre esta materia 5 8 . Sugiere que los profetas reformadores preexlicos usaban conceptos en torno a la Palabra
del Seor, y no tanto a la posesin del Espritu, que haba sido
central para los primitivos nebffm. Pasando por alto la escena
de IRe 2 2 y algunos pasajes de los libros profticos posteriores que Mowinckel considera glosas redaccionales, sostiene
que Ezequiel era una figura de transicin, alguien para quien el
Espritu es medio de inspiracin y principio motor que lleva al
profeta de un lugar a otro; al mismo tiempo subraya la afinidad del segundo Isaas con los profetas reformadores y la
aceptacin por parte del tercer Isaas del Espritu como cualidad proftica.
Algunos textos que presentan dificultades a su tesis los
interpreta Mowinckel de modo brillante, aunque no convincente: Segn l, Os 9, 7 es un puntazo contra los nebnm y no
la cita de una crtica contra Oseas; Miq 3, 3-8 sera una
censura de quienes se jactan de poseer el Espritu; Jer 5, 13
un golpe contra quienes no tiene palabra, nebnm que se
convertirn en aire (ruah); interpreta Is 2 8 , 9-10 no como una
mofa popular contra Isaas, sino como caricatura que hace el
profeta de los nebnm; de igual manera, en Is 8, 11 y Miq 2, 6
encuentra un vocabulario pneumtico de bajo tono, y afirma
que los reformadores han cambiado la antigua frmula de los
videntes: El Espritu vino sobre m, en El Seor me mostr,
yo vi al Seor, escuchadle, la Palabra del Seor vino sobre
m. Pero Mowinckel reconoce que la palabra de Dios puede
no coincidir con la del profeta, que la ha podido recibir de
demonios; por eso considera que el contenido moral y religioso de la Palabra es prueba de autenticidad. Hay que notar que
Mowinckel comprendi a Ezequiel como un autntico exttico de viejo cuo, pero que participaba en las ideas religiosas
y morales de los reformadores; as mismo defenda que los
profetas postexlicos haban vuelto a los antiguos nebnm
para su inspiracin, aunque en su lenguaje usaban frmulas
meramente tradicionales.
La hiptesis de Mowinckel llam la atencin sobre un
punto que von Rad haba suscitado de pasada, es decir, sobre
58. The spirit and the Word in the Pre-Exilic feforming Prophets.
36
59. Falsche Propheten, Die Wandlung 2 (1946/47) 277-283. T.W. OVERHOLT, Jeremiah 27-29: The Question of False Prophecy, JAAR 35 (1967)
241-249, escribe: El contexto histrico es el que convierte en falso un
mensaje, que en otras circunstancias sera incensurable (245). OOVERHOLT
hace notar que el pueblo son quienes necesitan discernir si un profeta es
verdadero o falso (241).
60. Die falschen Propheten: Eine biblische Untersuchung, 1947.
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64. Quelques remarques sur les faux prophtes, ThZ 13 (1 957) 479-486.
40
enviado por el Seor a sus mensajeros. La revelacin autntica, segn Kraus, viene directamente del Seor a Miqueas,
mientras que para los 4 0 0 la falsedad est mediatizada por el
Espritu. Esto mismo se encuentra en el trasfondo de Nm 1 2,
6-8: Moiss habl con Dios cara a cara, ntidamente y no con
frases oscuras, incluso contemplando la forma de Dios, mientras que los profetas normales se limitan a visiones y sueos.
Miq 3, 5 s. es el tercer pasaje a partir del cual intenta Kraus
comprender la profeca falsa. Aqu los oponentes de Miqueas
estn ntimamente motivados por la antigua fe en la eleccin
y las promesas de la alianza. En consecuencia, Kraus concluye
que en ninguno de estos casos nos es posible encontrar
figuras profticas a las que se pueda aplicar el insultante
ttulo de falsos profetas 6 8 . Con todo, admite la existencia de
diferencias reales entre los verdaderos y los falsos profetas,
especialmente en el no poder proclamar la culpabilidad del
pueblo, en denunciar la iniquidad (Miq 3, 8; Jer 2 3 , 1 7; Lam 2,
14). Esta imposibilidad, pretende Kraus, identifica al falso
profeta.
La atencin al contexto bblico ha suscitado la pregunta
de si en la literatura proftica se han conservado los puntos
de vista de los falsos profetas. A.S. VAN DER WOUDE 6 9 ha
buscado informacin adicional, repasando las discusiones
que existen en el libro de Miqueas. Se detiene en tres pasajes:
1) 2, 6 - 1 1 ; 2) 4, 9-14; 5, 4-5; 3) 2, 1 2-1 3; 3, 1 ss. A partir de
estos textos, van der Woude concluye que los falsos profetas
estaban imbuidos por el concepto de alianza (tanto la de Sin
como la del Sina); aplicaban al Seor el ttulo de Rey (Melek),
es decir, lo vean como al Dios El de Ugarit; y vean la amenaza a Jerusaln como la ocasin de una gran victoria sobre sus
enemigos que osaban amenazar al pueblo de la alianza del
Seor. Por eso, van der Woude sostiene que la literatura
proftica ha conservado fielmente orculos de los falsos profetas, a menudo sin indicar que son cita, de modo que se
42
puede aprender mucho sobre los oponentes de los autnticos profetas, aplicando esta hiptesis a otros libros profticos 7 0 .
Ya que el estudio de los conflictos entre profetas ha sido
tan productivo en orden a clarificar la situacin en la que
surgi la profeca falsa, debemos ahora dar un paso ms y
asumir la visin de H.W. WOLFF, recientemente defendida
por van der Woude, segn la cual las citas profticas son una
autntica mena de informacin sobre el mensaje proftico y
su impacto. Ms an, el estudio de este material ofrece datos
fundamentales sobre las dificultades que encontraban los
profetas, e ilumina el mundo mental de las masas a las que
stos se dirigan. Aqu se descubren de repente las razones de
las crisis por las que pasaron los antiguos israelitas en el
perodo del exilio y postexilio: la duda del pueblo sobre la
justicia de Dios, problema que exige al profeta una respuesta
que va ms all de una promesa grandiosa o una amenaza de
juicio para el futuro. Hoy en da esta tarea es la que marca la
perspectiva al fenmeno de la profeca falsa, pues hace que
se estudie con el trasfondo de la desaparicin de la profeca
en el antiguo Israel, producida por la crisis de fe que se
produjo al negar la justicia de Dios. Esta es la meta del
presente estudio: contemplar el fenmeno de la profeca falsa
a la luz de la crisis teolgica de la religin popular, que
condujo al parcial desplazamiento de la profeca por el pensamiento sapiencial y apocalptico.
70. Este breve resumen no pretende ser exhaustivo. Ms bien ha intentado trazar las lneas ms importantes de la profeca falsa. Hay que recordar
tambin la Vanderbilt Ph. D. Dissertation de E. TILSON sobre los Profetas falsos
en el Antiguo Testamento (1951) y el artculo de A.H. EDELKOORT sobre Profeta y Profeta publicado en OTS 5 (1948) 179-189.
CAPTULO II
LA CRISIS DE FE
71. VAN DER WOUDE, O.C, 246. R. GORDIS, Quotations in Wisdom Literature,
JQR 30 (1939) 123-147; Quotations in Oriental Literature, HUCA 22 (1949)
157-219; y The Book of God and Man, 1965, 169-189, encuentra muchas
citas en la literatura antigua, aunque hayan desaparecido las equivalencias de
las comillas.
72. Amos' Conception of God and the Popular Theology of his Time en
Studies on the Book of Hosea and Amos, 1964/1 965, 122-1 33. LABUSCHAGNE
sigue la misma lnea del precedente artculo en su obra Schriftprofetie en
volksideologie, 1968 (obra no accesible para nosotros, pero cfr. el resumen de
A.S. VAN DER WOUDE en ZAW 81 (1969) 136).
73. Amos' Conception of God and the Popular Theology of his Time' 1 23.
44
74. Id.
75. Id. Contempla el mensaje de Amos como un reto al alivio de Sin,
pues el rugido del len no era un sonido reconfortante y en Amos no hay
Pathos.
76. Schriftprofetie en volksideologie.
77. VAN DER WOUDE, O.C, 255-260.
LA CRISIS DE FE
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LA CRISIS DE FE
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Oposicin a profetas
La voz del pueblo es tambin de oposicin. Esta actitud de
respuesta al profeta y a Dios, que habla en el profeta, es
evidente en los libros de Miqueas, Isaas y Jeremas. El profeta Miqueas objeto de la ira del pueblo, por la aparente inactividad de Dios.
Mi enemiga al verlo se cubrir de vergenza, la
que me deca: "dnde est tu Dios?" (7, 10).
El sentimiento de oposicin alcanza su cnit en los contemporneos de Isaas, Efraimitas que con arrogante orgullo haban dicho:
Si han cado los ladrillos, contruiremos con sillares; si han derribado el sicmoro, lo sustituiremos
con cedro (9, 9),
y los habitantes de Jud, que preguntaban:
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A quin viene a adoctrinar, a quin viene a ensear la leccin? A recin destetados, a nios apartados del pecho? Cuando dice: " ce con ce, ce con
ce, pe con pe, pe con pe, chico aqu, chico all"
(28,9-10).
La burla est en forma de balbuceo infantil; Isaas se ha
convertido para ellos en un repetidor de jerga de nios, as
como de Ezequiel pensaban que hablaba el lenguaje hermoso
de los cantos de amor (33, 3 2 ; cfr. 2 0 , 49). La conducta de
los oyentes de Isaas intenta deliberadamente impedir los
planes del Santsimo:
Dicen a los videntes: "no veis"; y a los profetas:
"no profeticis sinceramente. Decidnos cosas halageas, profetizad ilusiones. Apartaos del camino, retiraos de la senda, dejad de poneros delante
al Santo de Israel" (30, 10-11).
El profeta de Anatot encontr tambin este mismo espritu de
desafo, cuando hablaba por el Seor:
Me he vuelto desierto para Israel , o tierra tenebrosa? Por qu dice mi pueblo: "Humos, ya no
volvemos a ti"? (Jer 2, 3 1 ; cfr. 6, 1 6.1 7; 2 2 , 21).
Al mensajero del Seor se le ataca tambin porque la palabra
del Seor no logra encontrar un efecto real en las vidas de la
gente. Se mofan diciendo:
Dnde queda la palabra del Seor? Que se cumpla! (17, 15).
Desesperacin
Adems, la voz del pueblo es desesperada. Jeremas era
consciente de este elemento en el corazn del pueblo, al que
comparaba con un camello o una burra en celo, que no puede
contener su deseo de macho 8 0 . As, quienes haban adorado a
otros dioses, decan con resignacin:
Ni por pienso! A m o a los extranjeros y me ir
tras ellos (2, 25b).
LA CRISIS DE FE
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LA CRISIS DE FE
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Pragmatismo histrico
Finalmente, la voz del pueblo revela un pragmatismo histrico. Isaas 5, 1 9 cita la ndole de este tipo de respuesta a
Dios y a su modo de actuar:
Que se d prisa, que apresure su obra, para que la
veamos; que se cumpla en seguida el plan del
Santo de Israel, para que lo comprobemos.
Sin embargo, el locus classicus de tal pragmatismo es Jer
4 4 , 16-19:
No queremos escuchar esa palabra que nos dices
en nombre del Seor, sino que haremos lo que
hemos prometido: quemaremos incienso a la reina
del cielo y le ofreceremos libaciones; igual que
h i c i m o s n o s o t r o s y nuestros padres, nuestros
reyes y jefes en las ciudades de Jud y en las
calles de Jerusaln. Entonces nos hartbamos de
pan, nos iba bien, y no conocamos la desgracia.
Pero desde que dejamos de quemar incienso a la
reina del cielo y de ofrecerle libaciones, carecemos
de todo, y morimos a espada y de hambre. Cuando
nosotras quemamos incienso y ofrecemos libaciones a la reina del cielo, acaso hacemos tortas con
su imagen y le ofrecemos libaciones sin el consentimiento de nuestros maridos?
Por el contrario, el profeta Ageo us el argumento pragmtico para hacer ver que las dificultades econmicas se
deban atribuir directamente al pecado ( 1 , 5-11), mostrando
54
LA CRISIS DE FE
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Jer 1 8, 1 2 el pueblo confirma la perversidad de sus corazones y en Dt 2 9 , 19 un rebelde reafirma su terquedad 8 6 . Sin
embargo la mayora de las citas tienen un halo de autenticidad que justifica su aceptacin como autnticas respuestas
del pueblo a la fe de los profetas. Esto es verdad an en el
caso de que las palabras citadas sean de profetas de oposicin, pues en tal caso la vox populi no se diferencia de la de
su portavoz favorito (Cfr. Jer 14, 1 3b Miq 2, 6).
No hay que olvidar el factor positivo de la voz populi, ya
que cada uno de los seis factores descritos conserva un
puesto autntico de la teologa de Israel. La confianza en la
fidelidad de Dios, a pesar de que las apariencias indiquen lo
contrario, es una de las caractersticas ms nobles de la fe de
Israel, especialmente en el majestuoso himno teofnico de
Hab 3 y en la leyenda proftica en la que jvenes hebreos
hacen voto de morir por su fe, aunque su Dios, si quisiera,
podra salvarlos (Dan 3, 16-18). A menudo era difcil mantener tal fe en la bondad divina; de modo que no hay que
desacreditar esa conviccin, cuando se basa en la naturaleza
compasiva de Dios (Dt) o en la eleccin de Israel (Is-ll). Despus de todo, la antigua palabra de consuelo: no temas,
porque estoy contigo, ha tenido que producir de hecho ms
consternacin que alivio, pues la historia de Israel raramente
ofrece un testimonio de dicha presencia divina 8 7 .
De igual manera hay un grano de verdad en la satisfaccin
del pueblo con el status quo, en cuanto que representa una
instancia conservadora que reconoce el valor de las antiguas
tradiciones mosaicas y exige que se justifique cualquier cambio. La aparente insensibilidad e incapacidad del pueblo para
reconocer las ms sencillas realidades espirituales es, en parte, fallo de los mismos profetas, que no se ven libres de
58
suspiros de envidia 8 8 o de carcter vengativo, ni eran maestros en el arte de la pedagoga o de la comunicacin, pues la
auto-estima estaba a la orden del da. Tampoco debemos
desprestigiar el espritu de oposicin, pues en ocasiones tanto el profeta como quien le enva son culpables de actitudes
indignas de ellos (la intercesin de Moiss en favor de Israel y
la de Abraham por Sodoma y Gomorra son ejemplos de
oposiciones prometeicas que pocos condenaran).
Se puede probar que la desesperacin jug un papel
positivo en la religin de Israel? Si uno, como creo que debe,
rehusa hace valer el argumento de que la desesperacin oblig a Israel a ampliar los horizontes de la gracia de Dios
(revelados ahora en la Nueva Alianza), puede alabar la honestidad de quienes desahogan su desesperacin y, tal vez, admirarlos por no haber aceptado una palabra de autoridad, que
no se certificaba de modo convincente (una vida de amor!).
Lo mismo podemos decir de quienes pusieron en duda la
justicia de Dios - s o b r e todo, por motivos histricos- y de
quienes se lamentaban porque no se tena en cuenta su virtud. Este es precisamente el tipo de herosmo que emana el
libro de Job, puesto que el dogma de la retribucin individual
resultaba positivamente criminal en sus efectos, aunque estuviera fundado en la creencia de que el Creador ha configurado
el universo teniendo en cuenta el principio de justicia.
Finalmente hay que notar que el antropocentrismo est
lejos de la maldad que le atribuye Labuschagne. Al contrario,
la orientacin de la literatura sapiencial es bsicamente antropocntrica, como lo ha demostrado Zimmerli 8 9 , y la mayora
de la literatura proftica es en sus cotas ms elevadas casi
exclusivamente antropocntrica (Miq 3, 6-8; A m 5, 24s). Incluso el etnocentrismo hay que considerarlo dentro de la
misin de Israel a ser bendicin de la humanidad y luz de las
88. NORTH, Angel-Prophet or Satan-Prophet?, 53, usa esta frase para distinguir las quejas de Jeremas de las suaves discusiones de Malaquas. C.
WESTERMANN, Propheten en Biblisch-Historisches Handwrterbuch III, 1966,
1511, observa que las discusiones de Malaquas indican una transicin de la
profeca a la enseanza, en cuanto que se asume en la palabra proftica la
oposicin al profeta. Segn esto, tales discusiones constituyen una autntica
enseanza, ms que una auto-justificacin del profeta.
89. Zur Struktur der alttestamentlichen Weisheit, ZAW 51 (1933)
177-204 (Qu es bueno/provechoso para el hombre?).
LA CRISIS DE FE
59
60
LA CRISIS DE FE
61
94 PRITCHARD ANET 405-410 434 440 G W LAMBERT Babyloman Wisdom Literature 1960, 21-91 139 149 S N KRAMER Man and his God A
62
CAPTULO III
LA INCAPACIDAD PROFETICA
PARA AFRONTAR EL DESAFIO
1. Exposicin de I Re 13
K. BARTH ha dicho que IRe 13 es quizs la historia
proftica ms expresiva y ciertamente la ms rica y amplia del
Antiguo Testamento 9 6 . Podemos resumir brevemente la narracin como sigue: Jerobon, tras haber establecido santuarios reales en Betel y Dan y haber convocado una fiesta
especial para sacrificar en los altares, subi a Betel para
ofrecer incienso; un hombre de Dios de Jud, obediente a la
Palabra de Dios, profetiz contra el altar, prediciendo su desecracin. El airado rey estir la mano y orden el arresto del
profeta, logrando nicamente ser herido de lepra y provocar
una seal por parte del hombre de Dios: la ruptura del altar y
el anuncio de que las cenizas sern desparramadas. Jerobon
pide la curacin, recupera la salud de su mano y muestra su
gratitud invitando al hombre de Dios a su casa para que
descanse y reciba recompensa. Este rechaza la invitacin,
porque el Seor le ha prohibido expresamente comer pan y
96 Church Dogmatics II, 2, 1957, 409; la exgesis de IRe 13 fue reimpresa en BibSt 10 (1955) 12-56.
64
La interpretacin
clsica de BARTH
97.
LA INCAPACIDAD PROFETICA
65
profeta profesional, la nacin de Jud versus Israel La cuestin principal es la posibilidad de convivencia entre Betel y
Jerusaln Barth llama la atencin sobre 3 crisis en la narracin (1) una Palabra de Dios contra otra palabra de Dios
(1 1-19), (2) la proclamacin de una autntica palabra de Dios
por boca de un mentiroso, en el mensaje de condena (20-26);
y (3) el anciano nabf, buscando refugio junto a los huesos del
hombre muerto Dos personajes resplandecen de modo especial, el hombre de Dios, tras el que se encuentra el descendiente de David Josas, y el profeta profesional, bajo el padrinazgo del pro-canaanita Jerobon El primero proclama que la
causa de Dios es irresistible, llevada adelante por un nabT
profesional, cuando el hombre de Dios resulta infiel Reconoce, adems, la narracin que incluso los elegidos, Jerusaln y
la monarqua davdica, sern infieles a Dios La segunda escena dibuja a Samara como la tentacin responsable de la
canaanizacin de Jud y da a entender que el Seor es muy
paciente con Israel a pesar de todo, envindole incluso profetas y permitiendo al culpable profesional marcharse libre,
mientras castiga al hombre de Dios por una nica transgresin, inducido por factores secundarios La yuxtaposicin de
los dos cuadros indica que Jud e Israel no pueden vivir
aisladas, sino que deben permanecer en dilogo, hablando el
elegido con el rechazado El eplogo autntico est en 2Re 2 3 ,
1 5 - 2 0 la historia de la destruccin de los santuarios, llevada
a cabo por Josas, a la vez que dejaba intactos los huesos del
hombre de Dios y del anciano nabT, por otra parte, el ncleo y
la sustancia de IRe 1 3 es el mensaje de Is 4 0 , 8 La palabra
de nuestro Dios permanece para siempre 9 8
A partir de este breve recorrido por el anlisis que hace
Barth de la narracin, se puede ver fcilmente que el JUICIO
que da KLOPFENSTEIN de la misma, aunque algo exagerado,
es esencialmente correcto Con todo, y como bien lo ha visto
Klopfenstein, la interpretacin de Barth es slo una indicacin
en el camino, pues la narracin no trata realmente de eleccin
y rechazo. Por consiguiente, an queda mucho por decir sobre esta narracin, y es lo que ahora vamos a intentar.
66
Clarificaciones
posteriores
99. 0. EISSFELDT, The Od Testament, an Introduction, 1 965, 290; A. WEISER, The Od Testament: Its Formation and Development, 1961, 178 (probables apndices post-deuteronmicos).
100. M. NOTH, Knige, 291. J. GRAY, / and II Kings, A. Commentary, 1963,
LA INCAPACIDAD PROFETICA
67
105. WURTHWEIN, Amos-Studien, ha defendido que Amasias estaba en buena disposicin respecto a Amos, pero eso no se desprende de la respuesta
que le dio.
106. QUELL, Wahre un falsche Propheten: Versuch einer Interpretation, 70
nota 2, piensa que Sanda puede tener razn al considerar y le minti como
glosa.
68
Una serie de factores hacen que los especialistas consideren tarda la narracin. Entre stos se mencionan: 1) el anonimato del hombre de Dios y del nab; 2) la mencin de un
ngel como mediador de revelacin (no el ngel del Seor);
3) la intencin didctica; 4) los restos mgicos; 5) la presencia
del hombre sagrado, que incluso muerto hace milagros; 6) la
conducta folklrica del len; 7) la mencin de Josas por su
nombre; 8) la referencia a ciudades de Samara, imposible
antes del 7 3 4 a.C; y 9) la imagen mecnica de la profeca y
de su acreditacin.
De estos argumentos pocos son concluyentes. El anonimato no prueba una datacin posterior; ms an, podra indicar precisamente todo lo contrario. Tampoco es tpico de la
literatura posterior la intencin didctica, pues ya se empleaba dicho estilo en tiempos de Amos (3, 3-8). Lo mismo podemos decir de los elementos mgicos, dado que el simbolismo
proftico hunde sus raices en la magia y las narraciones de
Eliseo contienen ya el elemento del hombre sagrado que
realiza milagros tras su muerte (cfr. tambin las narraciones
de Balan). Estas mismas narraciones hablan de osos que
castigan a los nios de Betel, porque se burlan (2Re 2,
23-25). Finalmente la comprensin mecnica de la profeca
es bsica para el Deuteronomio (1 3). Con todo, todava nos
queda la mencin de Josas, que es decisiva y que no elimina
el intento de C. F. KEIL de interpretarla como un apelativo (a
quien el Seor sostiene) 107 . Quedan, adems, la alusin al
ngel como mediador de la Palabra de Dios (aunque cfr. IRe
19, 5 y notar que la segunda palabra del Seor al nab sucede
sin mediacin anglica) y la referencia a las ciudades de
Samara.
Estos factores indican que el recopilador deuteronomstico (o quizs un editor posterior) aadi tras la reforma de
Josas una antigua tradicin oral sobre un hombre de Dios
que se opuso a Jerobon con profecas sobre la desecracin
del altar y que rechaz la hospitalidad del rey, al descubrirse
casualmente y preservarse conscientemente la tumba a la
que hace referencia dicha tradicin.
LA INCAPACIDAD PROFETICA
69
120
70
MONTGOMERY a n d
II
Kings, 1 22.
11 5. GRAY, / and II Kings, 297, conjetura que la invitacin de Jeroboan es
a un banquete en el comedor del santuario.
116. Church Dogmatics, 397. Pero cfr. las anotaciones de NOTH, Knige,
302, precaviendo contra la espiritualizacin del incidente.
LA INCAPACIDAD PROFETICA
71
que le pegue, pero ste se niega. Entonces anuncia al desobediente hijo de profeta que un len lo matar en cuanto se
ponga en camino, profeca que rpidamente se convierte en
realidad. Al momento siguiente el nabf logr encontrar un
compaero que le pegara y con la cara vendada se encontr
con Ajab engaando al rey para que pronunciara su propia
sentencia de muerte.
Es conocido el estudio de H. GRESSMANN sobre IRe 13,
bajo el epgrafe: el desobediente hombre de Dios y el animal
obediente 1 1 7 . Tambin es conocida la afirmacin de W. VISCHER de que aqu hay una sombra del len que Amos oye
rugir desde Sin 1 1 8 . KLOPFENSTEIN ha observado correctamente que el len es smbolo del rey y custodia el santuario
por ser siervo del rey 119 . Hace tiempo que se ha notado el uso
de esta metfora aplicada al Seor (Am 1, 2; Jer 2 5 , 3 0 ; Joel
4, 16; Os 5, 14; 13, 7 s.) 12 .
Los cuatro contrastes de la narracin aparecen con innegable claridad. Vemos oponerse recprocamente un solitario
hombre de Dios con un nabf profesional, Jud e Israel, Josas
y Jerobon, Dios y hombre. La irona de la historia consiste en
que cada uno exige su contrapartida; ninguno puede dar la
espalda a su oponente. El hombre de Dios debe atestiguar al
rechazado, pues slo yendo al Norte puede con su palabra
confirmar y justificar su propia eleccin. El verdadero Israel
debe dialogar con el falso Israel, precisamente porque no es
ajeno a la culpa de este ltimo... 121 . As tambin el nabf debe
117 Die Heilige Schrift des Alten Testaments II, 1923, 243
118 Das Christuszeugms del Alten Testaments I, 326 Sobre el len en
Egipto, cfr Emma BRUNNER TRAUT Altagyptische Tiergescgchte und Fabel Gestalt und Strhlkraft, Saeculum I (1959) 124-185
119 / Konige 13, 663 El papel del len en la ideologa Asina es demasiado conocido como para exigir explicaciones adicionales, excepto para subrayar lo adecuado del lenguaje de Nahum.
1 20 Sobre las metforas aplicadas a Yahweh, cfr HEMPEL Jahwegleichmsse der israelitischen Propheten, ZAW 42 (1 924) 74-104, y sobre la relacin
entre Dios, el hombre y los animales, cfr Gott, Mensch und Tier im Alten
Jestament, ZSysTh 9 (1931) 211 -249, ambos reimpresos en Apoxysmata No
por casualidad se evita en Israel la descripcin del Seor como buey, especialmente dado el prominente lugar que acupa esta imagen en la literatura
cananea (pero recurdese 'abtr ya'"gob que equivale a Campen de Jacob o
buey de Jacob, cfr Gen 49, 24)
121 BARTH Church Dogmatics, 404 La culpabilidad de ambos reinos la
dibuja Ezequiel con vivacidad, comparando a Jerusalen y Samara con dos
hermanas prostitutas, que compiten en el libertinaje (23, 1-49)
72
divino
El Texto Masortico
profeta
LA INCAPACIDAD PROFETICA
73
123 Zac 13, 2 Jer 6, 13, 33, 7 8 11 16, 34, 9, 35, 1, 36, 1 8 (que
corresponden en el TM a 26,7 8 11 16, 27, 9, 28, 1, 29, 1-8) G von RAD Die
faische Propheten, 109, ha reconocido el significado de la ausencia en hebreo
de un trmino para el concepto de falso profeta y ha indicado la adicional
dificultad que esta ausencia supone para la comprensin del fenmeno
124 Quelques remarques sur les faux prophtes, 479 Hace ya tiempo
que se han reconocido retoques redaccionales en los discursos contra los
profetas de Jer 23, 9-40 y Ez 13, 1-23 (S MOWINCKEL Prophecy and Tradition,
1946, 50, von RAD Teologa del Antiguo Testamento II, 64, y LINDBLON Prophecy m Ancient Israel, 153, en donde se llega a afirmar que el discurso de
Ezequiel es ficticio) Los trminos hebreos bsicos que encontramos en tales
discursos son &aw', eqer, qesem, 'awen, aldm y sd Los dos primeros
se refieren al carcter engaoso del mensaje proclamado por tales profetas,
que resulta vano, falso y no vlido Los dos siguientes, qesem y 'awen, aluden
al carcter adivinatorio y mgico de los mensajes y asemejan al profeta con el
sacerdote y el antiguo vidente Al usar alm para describir el mensaje
proftico se identifica al profeta con el culto y con su finalidad de promover
el binestar del pueblo de Dios, negando la presencia del falso profeta en el
consejo (sd) del Seor, se le acusa de falta de relacin inmediata con Dios,
que es prerrequisito de toda profeca Un tratamiento interesante de Salm se
puede encontrar en el artculo de von RAD publicado en TWNT II, 402-406
Sobre el Consejo de Yahweh, cfr E C KINGSBURY The Prophets and the
Council of Yahweh, JBL 83 (1 964) 279-286, y WHEDBEE Isaiah and Wisdom,
captulo IV (cfr tambin la nota 1 de la Introduccin)
125 LINDBLOM Prophecy m Ancient Israel, 6 1 , subraya el hecho de que 'is
Yhwh (hombre del Seor) no aparece nunca Para el tema del hombre de Dios
en el Antiguo Testamento, especialmente de su poder taumatrgico y su
inters por la naturaleza ms que por la historia, cfr C WESTERMANN Propheten 1499s
126 HARMS Die faische Propheten Eme biblische Untersuchung, 10, y
SIEGMAN The False Prophets of the Od Testament, 1939, 2 En contra, sin
embargo, se encuentran las narraciones de Balan, que dividen la tradicin
bblica respecto a si hay que considerar a este profeta entre los mensajeros
de Dios autnticosa o falsos
74
Carencia de criterio
vlido
Ya desde el comienzo hay que decir que este pasaje apunt i l l a todo intento de encontrar un criterio absoluto de diferenciacin entre el verdadero y el falso profeta, pues el ltimo
criterio que mencionan los exegetas contemporneos, a saber, la intuicin carismtica de un verdadero profeta 1 2 7 , no
funciona en este caso.
profeca
IRe 13 no slo sirve de escenario para la presente temtica por proporcionar un ejemplo de dos palabras contradictorias que reclaman origen divino o presentar un incidente en el
que no se usa ningn vocablo especfico para el falso profeta
y en el que no existe un criterio vlido para distinguir la
profeca falsa de la verdadera, sino que adems dibuja con
trminos muy grficos la escasa separacin que existe entre
ambas. En palabra de K. BARTH, el hombre de Dios muestra
el abismo... sobre cuyo borde camina todo hombre de Dios y
todo autntico profeta 1 2 8 . Se ve al profeta genuino convirtindose en falso en el transcurso de su misin, y al falso
profeta recibir una verdadera palabra de Dios y arrojarla con
fuerza aplastante sobre el engaado hombre de Dios.
Causalidad
divina
Finalmente, IRe 13 cita la causalidad divina como explicacin del fenmeno conocido por profeca falsa. En este
LA INCAPACIDAD PROFETICA
75
76
estos criterios en dos categoras: los que se refieren al mensaje y los que se fijan en el hombre 1 3 0 .
Cumplimiento
o no
cumplimiento
sino que quien es profeta habla como profeta. Notar tambin la observacin
de M. NOTH Todo fenmeno histrico debe ser ambiguo, si tiene que formar
parte de la historia humana; no resulta fcil distinguir la verdadera profeca de
la falsa, aplicando slo criterios superficiales (History and the Word of God in
the Od Testament,, en The Laws in the Pentateuch and Other Essays, 1966,
192).
130. SCOTT, The Relevance of the Prophets, 93-99, distingue criterios
1) sicolgicos, 2) racionales y 3) morales. Bajo el primero incluye la necesidad
interior, la claridad y la fuerza de formulacin; bajo el segundo, la coherencia
con el encargo original y con la voluntad del Seor formulada en antiguos
mensajes profticos; la importancia inmediata se encuentra bajo el tercero.
R.E. CLEMENTS, Prophecy and Covenant, 1965, 127, escribe que la falsedad de
un orculo proftico es detectable por su disconformidad con los sucesos
histricos, con la tradicin yahwista, o con un orculo proftico genuino.
LA INCAPACIDAD PROFETICA
77
1 31 JACOB Quelques remarques sur les faux Prophtes, 479; TILSON False
Prophets in the Od Testament 177-181, y OSSWALD Falsche Prophetie im
Alten Testament, 23-26
1 32 OSSWALD Falsche Prophetie im Alten Testament, 24, tiene razn en
este punto
1 33 N W PORTEUS Actuahzation and the Prophetic Cnticism of the Cult,
en Tradtion und Situation, 93-105, y P R ACKROYD The Vitality ofthe Word
of God in the Od Testament A Contribution to the Study of the Transmission
of OT Material Annual of the Swedish Theological Institute 1 (1962) 7-23.
Un ejemplo clsico de reinterpretacin de una palabra proftica es la promesa
de Natn a David en 2 Sam 7 Cfr un modelo de anlisis con el mtodo de la
historia de la tradicin en L ROST Die Uberheferung von der Thronnachfolge
Davids, 1 926, reeditado en Das Kleine Credo und andere Studien zum Alten
Testament, 1965, 11 9-253.
78
134. Sobre el incumplimiento de predicciones profticas, cfr. la bibliografa citada por LINDBLOM, Prophecy in Ancient Israel, 1 99 nota 1 4 9 , y por A.
KUENEN, The Prophets and Prophecy in Israel, 1 8 7 7 (reimpreso en 1969),
9 8 - 2 7 5 , quien recoge una lista de predicciones profticas que no llegaron a
materializarse en la historia. Algunos de los casos ms llamativos de palabras
de Isaas y de Jeremas que no se cumplieron son los orculos de Isaas sobre
Sin, las predicciones de que Damasco se convertir en un m o n t n de ruinas
(Is 1 7, 1 s.), de que Israel y Siria seran saqueados antes de que el nio
Pronto-al-saqueo, Presto-al-botn supiera decir pap o mam (Is 8, 4),
de que Jud e Israel se reunificaran (Jer 3, 15 ss.), de que Hofra de Egipto
sera entregado en manos de sus enemigos (Jer 4 4 , 30), de que Jud volvera
a Palestina despus de 7 0 aos (Jer 2 9 , 19). En otros libros profticos se
contienen numerosas predicciones no cumplidas, p. ej. Ez 4 , 6; 5, 2 . 1 2 ; 17,
20; 2 6 - 2 8 ; 2 9 , 8ss. 2 1 ; 4 0 - 4 8 ; A g 2, 1-9.19-23; Zac 4 , 1-14; 6, 9 - 1 5 , etc.
Hay que mencionar tambin la promesa de Huida a Josas de que se reunira
con sus padres en paz (2Re 2 2 , 18-20), especialmente por ser ella la nica
que dictamin sobre la revelacin del libro de la ley descubierto en tiempos
de Josas. Pero el caso ms llamativo de prediccin incumplida es el mismo
Isaas segundo; su imponente obra potica est repleta de tales casos (Ciro no
rindi culto al Seor; Babilonia no fue destruida; el desierto no floreci como
un jardn, etc.). Sobre este asunto ha observado KUHL, The Prophets of Israel,
1960, 1 4 4 , que si hubiera que medir a Isaas segundo con el patrn de
Jeremas, quedara ciertamente muy bajo a causa de sus muchos anuncios de
salvacin, si bien Isaas segundo se diferencia de los profetas de salvacin,
pues no representa ni chauvinismo, ni sincofancia, sino consuelo y alivio del
deseperado, despreciado y de corazn compungido. Dada la abundancia de
predicciones profticas incumplidas, es bastante acertada la observacin de
E. OSSWALD, su fe era una fe errante/errnea (Falsche Prophetie m Alten
Testament, 2 6 ; cfr. tambin HEMPEL, Von irrenden Glauben). A pesar de que no
toda la palabra proftica se cumpla en la historia, los apocalpticos usaron la
profeca anterior c o m o criterio para calcular el curso de la historia sagrada
(FOHRER, Introduction to the Od Testament, 483).
LA INCAPACIDAD PROFETICA
79
80
LA INCAPACIDAD PROFETICA
81
Formas de revelacin
Un tercer criterio que encontramos en el Antiguo Testamento es el modo como se recibe la revelacin. Son evidentes tres facetas de este modelo: 1) la presencia o ausencia de
xtasis; 2) la revelacin por medio de sueos; 3) el nfasis en
la palabra o en el espritu.
Parece cierto que los autnticos profetas experimentaron
un xtasis de concentracin (por contraposicin al de absorcin), de modo que no se puede negar una conducta exttica
a la genuina profeca. De hecho, no parece que. exista una
distincin neta en esta lnea entre la profeca verdadera y la
falsa. Esto no implica que haya que olvidar la conducta anor-
82
141. W. ZIMMERLI, Das Wort und die Trume, Schweizerische Reformations-Monatsschrift (1939) 197-203; E.L. EHRLICH, Der Traum im Alten Testament, 1953! I. MENDELSOHN, Dream, IDB I, 868 s.; A. CAQUOT, Les songes et leur
interprtation, 1959; A. RESCH, Der Traum im Heilsplan Gottes, 1959; y J.A.
SANDFORD, Dreams, God's Forgotten Language, 1968.
142. LINDBLOM, Prophety in Ancient Israel, 125, nota que existe gran
afinidad entre una visin exttica y un sueo. Si esto es as las cosas se
complican ms, pues las visiones son muy importantes en los grandes libros
profticos. De hecho, puede que VON RAD tenga razn al afirmar que las
narraciones de vocacin, que fundamentalmente son visiones, pretenden justificar el mensaje proftico (Teologa del Antiguo Testamento, II, 77). LINDBLOM incluso se aventura a afirmar que la preocupacin de Jeremas ante una
posible comprobacin de estar equivocado provoca la visin del almendro
(saqed), imagen simblica de la actitud vigilante (soqed) del Seor para llevar
su palabra a cumplimiento (Prophecy in Ancient Israel, 139).
143. S. MOWINCKEL, La connaissance de Dieu chez les Prophtes de /'Ancient Testament RHPR 22 (1942) 80-81, escribe que en la posesin de la
palabra reside la diferencia decisiva entre el verdadero y el falso profeta.
MOWINCKEL afirma tambin que la conciencia de ser llamado es seal distintiva
del verdadero profeta (76-77). Sobre el contraste entre Espritu y Palabra,
cfr. su artculo The Spirit and the Word in the Pre-Exilic Reforming Prophets.
LA INCAPACIDAD PROFETICA
83
144. VON RAD, Teologa del Antiguo Testamento II, 80 nota 10, apoya su
idea en Os 9, 7.
145. E. SACHSSE, Die Propheten des Alten Testament und ihre Gegner,
1 919, 3 ss. 13 ss. Sin embargo, si un profeta promueve la apostasa a Baal, ya
no es -por eso mismo- un verdadero profeta.
146. Es clarificador el estudio de la relacin de los profetas de Israel con
los de otros pases, realizado por H.H. WOLFF, Hauptprobleme alttestamentlicher Prophetie, 206-231, especialmente 207-21 3, donde afirma que la forma
y la conducta son antiguas, pero el contenido nuevo.
84
Oficio
proftico
Conducta
inmoral
LA INCAPACIDAD PROFETICA
85
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LA INCAPACIDAD PROFETICA
87
88
LA INCAPACIDAD PROFETICA
89
3. El criterio cronolgico
En resumen, ni los criterios referidos al mensaje, ni los
referidos a la persona sirven para distinguir satisfactoriamente entre la profeca verdadera y la falsa. Pero existe otro
criterio que merece discusin, pues ha sido aplicado a los
profetas en el judaismo (y en el Islam, donde Mahoma es el
ltimo profeta). Este modelo es cronolgico. Tiene su origen
en la limitacin de la inspiracin al tiempo que va de Moiss a
Esdras. En pocas palabras, a todo profeta que no pertenece a
este perodo se le considera automticamente falso 1 6 1 . Sin
embargo, se vislumbra una edad escatolgica en la que recomenzara la verdadera profeca (Joel 3, 1 s.; IMac 14, 41).
Pero este criterio no resuelve el problema de la profeca falsa
en el Antiguo Testamento.
As pues, qu podemos decir de los criterios que hemos
discutido? Todos son insuficientes como medios para iluminar la profeca falsa, pues sta no es es un fenmeno unificado. En consecuencia, hay que buscar la solucin caso a caso
y ningn criterio o conjunto de criterios vale para todos los
160 S H. BLANK, Of a Truth the Lord Hath Sent Me: An Inquiry into the
Source of the Prophet's Authonty CLEMENTS, Prophecy and Covenant, 38,
admite que la mayora de los profetas dieron comienzo a su actividad tras una
llamada especial, y distingue a Amos de los otros mensajeros por la intensidad de su conviccin de enviado, pero tal decisin es un JUICIO de valor, sin
que exista modo de valorar la intensidad de la conviccin de ningn profeta
1 61 Esta no es la nica opinin del judaismo, como se ve en la comunidad de Qumran y en los escritos de Josefo Cfr W FOERSTER, From the Exile
to Christ, 1 964, 4-5, y ms abajo el excursus A sobre la falsa profeca en
tiempos del Nuevo Testamento
90
CAPTULO
IV
1 . El testimonio bblico
Leyenda
proftica
92
93
como un hroe vencido en das aciagos, alguien que se malgasta en autocompasin y de quien puede prescindir el nico
a quien en tiempos difciles ha defendido con tanto coraje.
Aunque puede estar fuera de lugar considerar a Elias en este
episodio como falso profeta, la verdad es que su conducta se
encuentra en la lnea de infidelidad a Dios y se ver sometido
a la correccin divina 1 6 6 . Este es el sentido de la majestuosa
teofana, en la que el suave murmullo llega al profeta tras la
elaborada fanfarria del huracn, el terremoto y el fuego 1 6 7 ,
transmitiendo a Elias la promesa de que el celo del defensor
del Seor no ha sido en vano, sino que ser recompensado
con la supervivencia de 7.000 israelitas que no doblarn la
rodilla ante Baal, ni besarn la imagen de Dios; pero al mismo
tiempo, le ordena que unja a un sucesor.
Nove/a
proftica
94
168. Entre los recientes estudios debemos mencionar tres aqu: E. BICKERMAN, Les deux erreurs du Prophte Joas RHPR 45 (1965) 232-264; P.L
TRIBLE, Studies in the Book of Jonah (tesis doctoral no publicada) Columbia,
1964; y H.W. WOLFF, Studien zum Jonabuch, 1965.
169. VON RAD, Teologa del Antiguo Testamento II, 252, observa correctamente cmo en este pasaje se refleja que Jeremas haba faltado a su vocacin.
95
170. JACOB, Quelques remarques sur les faux prophtes 484-486, llama la
atencin sobre 4 obstculos de la autntica profeca: 1) la monarqua; 2) la
tradicin; 3) la multitud; y 4) el deseo de xito. Para el lector avisado ser clara
la aportacin del mencionado trabajo en el presente apartado.
96
tismo y la voluntad divina, pues la teologa de eleccin c o n t r i bua desmesuradamente a la conviccin de que nicamente
los judos eran los elegidos de Dios 1 7 1 .
La tarea de un profeta era difcil y el aparente fracaso que
supona la suerte de la mayora de los profetas la haca cada
vez ms insoportable. Jeremas fue capaz de encontrar cierto
descanso dando voz a sus angustias internas, pero a otros
pudo resultar menos gravoso el fuego en sus huesos que la
alternativa de hablar en nombre de un Dios que pareca indigno de sus servicios. Pero ni aun Jeremas, aunque reconociera
que el oficio proftico implica martirio 1 7 2 , nunca trascendi
su situacin hasta el punto de atribuir a sus sufrimientos valor
redentor. En consencuencia, en los orculos de Jeremas la
lamentacin se convierte en el sentimiento dominante, y en
las Confesiones no hay nada en otra direccin, ni ocasin
por ejemplo de agradecer al Seor una intuicin salvadora o
un mnimo xito. Qu lejos estamos de la desbordante alabanza de Miqueas!' 7 3 .
97
El rey
Otro obstculo para el fiel cumplimiento de la misin proftica lo constituye el rey, especialmente en Israel, aunque
tambin a menudo en Jud 1 7 5 . Los intereses reales se oponen
frecuentemente a los divinos, y se espera que todo culto
instituido por el rey promueva los intereses de su fundador.
Es el tema de la discusin entre Amos y Amasias en Betel
(Am 7, 10-17). El doble mensaje de Amos de que Jerobon
morir e Israel ir al destierro son a odos del sacerdote
como una conspiracin e inmediatamente inform al rey. La
reaccin de Jerobon fue la de expulsar a Amos de su reino,
una decisin que Amasias transmiti con varios insultos, en
primer lugar por el trmino vidente (hozeh), en vez de profeta (nabj, y adems por la acusacin implcita de profesionalismo. Amos reacciona con fuerza contra ambos y responde que l no es nabP7e, sino que fue llamado por el Seor
98
debatidos en esta controversia. En esa lista habra que aadir H. SCHMID, Nicht
Prophet bin ich, noch bin ich Prophetensihn: Zur Erkirung von Amos 7, 14a
Jud 23 (1967) 68-75.
177. Amos-Studien, 19-24.
178. El deseo por concluir sus das en el territorio familiar, es decir, en el
pas nativo, aparece con fuerza en La historia de Sinuhe, ANET 18-22, as
como en el incidente recordado en 2Sam 19, 31-40, cuando el anciano
Barzilay declina la invitacin de David para vivir en Jerusaln, y pide permiso
para permanecer en su propia ciudad hasta su muerte.
179. Ms abajo se discutir con mayor profundidad.
180. Segn VON RAD, Teologa del Antiguo Testamento II, 46. El episodio
recordado en 2Re 13, 14-19 describe as a Eliseo, y el rey Jons en persona
utiliza tal expresin con motivo de una enfermedad del profeta. Los profetas
del rey, como Eliseo en esta ocasin, aparecen como apoyo de la poltica real,
aunque como Eliseo tambin se encuentran en la avanzadilla de las crticas a
la conducta del rey. Esto es verdad especialmente con Natn y Gad que
ayudaban a David al tiempo que lo reprendan, pues al lograr que reconociera
su desatino estos profetas hicieron posible la continuidad de la dinasta. Otro
99
100
Teologa popular
Una tercera explicacin de la transformacin de la profeca
verdadera en falsa es la teologa popular de los fieles a los que
eran enviados los profetas. Esta religin de Israel (descrita
ms arriba como caracterizada por su confianza en la fidelidad de Dios, la satisfaccin con el statu quo, oposicin, desesperacin, duda de la justicia de Dios y pragmatismo histrico) ejerci en los profetas una influencia positiva y negativa.
Positiva, en cuanto que ellos participaron tambin en esa
lucha interna causada por la diferencia entre promesa y cumplimiento real, sintieron la misma confianza en que la maldad
debera ser castigada si Dios es justo, reconocieron con clari-
183. C. WESTERMAN, Propheten, 1 500 ss. percibe correctamente el significado de (a monarqua para una comprensin adecuada de la profeca israelita. R.B.Y. SCOTT, Solomon at the Beginnings of Wisdom In Israel en Wisdom in
Israel and the Ancient Near East, 262-279, cuestiona el papel de Salomn en
la sabidura.
101
184. Ya haba elementos mgicos en los crculos sacerdotales y profticos, de modo que el paso subsiguiente hacia una teologa popular fue pequeo.
185. Quizs sea ms correcto seguir a Y. KAUFMANN, The Religin of Israel,
138-147, cuando defiende que la religin de Israel no es autnticamente
sincretista, pues los otros dioses no eran considerados como iguales al Seor.
186. N.C. HABEL, Yahweh versus Baal, 1964; A.S. KAPELRUD, The Ras Shamra Discoveris and the Od Testament, 1965; R. JACOB, Ras Shamra-Ugarit et
l'Ancient Testament, 1 960; G. STBORN, Yahweh and Baal, 1956; J. GRAY, The
Legacy of Canaan, 1965; S. SEGERT, Survival of Canaanite Elements in Israelite
Religin en Studi su/I' Oriente e la Biblia (Hom. a P. Giovanni RINALDI), 1967,
155-161; W. HARRELSON, Prophecy and Syncretism, AndNQ 4 (1 964) 6-19; y
W. AHLSTROM, Aspets of Syncretism in Israelite Religin, 1963.
187. HARRELSON, Calf, Go/den IDB I, 489. Cfr. tambin M. ABERBACH y L.
SMOLAR, Aaron, Jereboam, and the Golden Calves JBL 86 (1 967) 129-140, en
donde subraya la similitud tan llamativa entre Aarn y Jerobon.
188. Un estudio reciente sobre la serpiente de bronce en K.R. JOINES, The
Brome Serpent in the Israelite Cult JBL 87 (1 968) 245-256. Defiende que la
1 02
haban practicado esta clase de culto, los israelitas que huyeron a Egipto sucumbieron con toda naturalidad a la tentacin
de dedicar sus vidas a la reina del cielo, especialmente porque
era un culto provechoso. Su ardor en besar calvas y el celo
por realizar ritos clticos causaron profunda impresin en los
profetas, y el cautiverio en Egipto no iba a introducir nada
especial bajo este aspecto (cfr. Os 13, 2).
En la mayora de estos campos el abismo entre la profeca
y el pueblo era casi insalvable, y contituia una nueva barrera a
la comunicacin. Pero tambin la religin popular tena puntos de contacto con la profeca autntica, especialmente en
las tradiciones de la guerra santa y el consiguiente nacionalismo. La memoria viva de los xitos iniciales de la poca de la
conquista, y el recuerdo siempre presente de la grandeza de
la era davdica marcaron indeleblemente la fe israelita y proporcionaron la conviccin de que el Seor estara con su
pueblo para darle la victoria sobre sus enemigos. El aviso: no
temas, junto a la promesa: porque yo estar contigo 1 8 9 ,
aparece en contextos muy diversos tanto por naturaleza
como por poca, y en este hecho se testimonia la pervivencia
de la conviccin de que la suerte del Seor estaba de alguna
manera ligada a la de Israel. Y aunque los grandes profetas
fueron capaces de prescindir de tal asociacin, encontraron,
sin embargo, muy difcil que pudiera concluir la especial relacin entre Israel y su Dios.
Poder de la
tradicin
103
(arca y templo), el conjunto de las cuales completan el concepto de pueblo elegido 1 9 0 . Cada uno de estos complejos de
tradicin colaboraron de alguna manera con el yahvismo,
pero al mismo tiempo constituan un peligro omnipresente: el
de permitir al pueblo creer que esta relacin especial con Dios
no dependa de la respuesta de Israel al designio global de
Dios, a saber, la bendicin de todos los pueblos de la tierra.
Incluso algunos profetas tendan a pensar que, como el Dios
que haba hecho las promesas contenidas en las tradiciones
de eleccin era fiel, las cumplira a pesar de la conducta
rebelde de Israel. En esta lnea se aducan razones de amor
incondicional, especialmente bajo el smbolo del matrimonio,
o se referan a la hesed del Seor 1 9 1 , a la reputacin del Dios
de Israel entre los pueblos y al resto, un tizn sacado de entre
las brasas.
En este contexto, y slo en l, hay que entender el conflicto entre Jeremas y Ananas, puesto que ste ltimo era un
fiel celador de las antiguas tradiciones sobre Jerusaln, tan
preciosas para Isaas (Jer28). Ananas pronuncia ante los
sacerdotes y el pueblo un orculo para Jeremas, declarando
la intencin de Dios de romper el yugo del rey de Babilonia y
de hacer volver a Jerusaln los utensilios del templo (robados
por Nabucodonosor) y a los exiliados. La respuesta de Jeremas es: Amn, as lo haga el Seor; sin embargo, los
profetas que nos precedieron desde tiempo inmemorial profetizaron guerras, calamidades y epidemias a muchos pases y
a reinos dilatados (v. 8), mientras que el profeta que predica
prosperidad ser reconocido como tal slo al cumplirse su
profeca. La reaccin de Ananas fue la de romper el yugo que
por orden del Seor llevaba Jeremas, y declarar que el poder
de Nabucodonosor sobre otros pueblos se rompera antes de
dos aos. A este mensaje Jeremas no tiene respuesta y se
va; sin embargo, ms tarde, el Seor le da una respuesta para
Ananas: T has roto el yugo de madera, yo lo sustituir con
un yugo de hierro (v. 13), pues a Nabucodonosor le ha sido
dada la soberana sobre todos los pueblos y bestias salvajes;
en cuanto a t, Dios te echar de la superficie de la tierra,
190. VON RAD, Teologa del Antiguo Testamento II, ha estudiado con profundidad las transformaciones que han sufrido las tradiciones.
191. N. GLUECK, Hesed in the Bible, 1967, publicado en Alemania en 1927.
104
porque induces a este pueblo a una falsa confianza. La historia termina con la noticia de la muerte de Ananas en ese
mismo ao.
QUELL tiene razn al avisar que la exgesis bblica tiene el
peligro de un juicio demasiado negativo respecto de Ananas
y demasiado positivo para Jeremas 1 9 2 , puesto que la narracin no deja lugar a dudas de que Ananas proclam su
mensaje, convencido de que Dios era la fuente de su inspiracin. Adems usa la frmula oracular proftica y el perfecto
proftico (28, 2.11), y est tan seguro de que su prediccin es
verdadera que se atreve a ponerle un lmite de tiempo (dos
aos como mximo, frente a tres generaciones sugeridas por
Jeremas) 193 . La ausencia de a m en la frmula oracular no
afecta en modo alguno la exigencia de autenticidad, y no hay
absolutamente ninguna base para afirmar que Ananas era un
profeta insincero y mentiroso, o que perteneciera a los profetas inmorales, condenados por Jeremas en otros lugares 194 .
Por el contrario, KRAUS tiene razn al afirmar que en Ananas nos encontramos con un exponente proftico de una
teologa de salvacin de Israel, fundada en la eleccin y en la
alianza 195 .
La primera respuesta de Jeremas a la profeca de Ananas
revela que tambin l se ha alimentado en la fe de la eleccin
y que mantiene unos deseos humanos para Israel, a pesar de
un oficio proftico que le ha exigido la sublimacin de tales
sentimientos. W. RUDOLPH ofrece un comentario clsico a
este punto: En l alienta el mismo patriotismo, el mismo
amor a su pueblo esclavizado; qu ms quisiera l, sino que
se cumpliera la promesa salvfica! 196 . Al mismo tiempo, Rudolph reconoce que la vocacin ha enseado a Jeremas a
trascender tales deseos humanos 1 9 7 . El criterio que invoca
Jeremas, de que antiguos profetas han predicado juicio, no
se puede usar como norma de crtica literaria, pues resulta
problemtico e incluso media verdad 1 9 8 . Ni siquiera su propio
192.
105
106
Aparicin
del
individualismo
107
108
'
205. VON RAD, Teologa del Antiguo Testamento II, 241; cfr. tambin O.
KAISER, Wort des Propheten und Wort Gottes en Tradition und Situation,
75-92, donde se afirma que la palabra de Dios nace del dilogo entre la
tradicin y la situacin presente. Cfr. WOLFF, Das Zitat m Prophetenspruch,
passim.
206. VON RAD, Teologa del Antiguo Testamento II, 290-91.
207. Id. 330
208. Id
209. Id. 344. Este sentimiento tiene un eco frecuente en los Salmos.
109
110
1. Lo demonaco en el Seor 2 1 4
El factor humano es slo la mitad de la explicacin de la
profeca falsa, pues sea cual fuere el papel jugado por el
hombre al comunicar un mensaje que no tiene un origen ext
extrnseco al portavoz, o al interpretarlo de modo distinto,
siempre est empequeecido por la responsabilidad divina
en este fenmeno. La creencia de que todo, bueno o malo 2 1 5 ,
proviene de Dios, proporciona el aspecto racional a este punto de vista y exige considerar el elemento demonaco.
Desde siempre se ha reconocido que en el Seor existe
algo de insondable o siniestro 2 1 6 ; en cada encuentro est
presente un elemento imprevisible. Esta parte oscura del Se-
213.
JUNG, Answer to Job, 1 954; y por P. VOLZ, Das Dmonische in Jahwe, 1924.
214. A falta de mejor palabra usamos aqu el adjetivo demonaco, prescindiendo de las comillas. El contexto, sin embargo, evidenciar que dicho trmino se refiere a un aspecto de la accin salvfica de Dios.
215. Is45, 6 s. Dt 32, 39.
216. H. RINGGREN, Israelite Religin, 1966, 73. Incluso la revelacin del
nombre de Dios est envuelta en el misterio f'ehyeh 'aer 'ehyeh. Ex 3, 14),
pues Dios rehusa ser esclavo del hombre. En ningn sitio aparece esto
ms claro que en el libro de JOB La idea de lo sagrado ofrece la base para este
misterio; cfr. R. OTTO, The idea of the Holy, 1958, passim, que llama la
atencin sobre el mysterium tremendum et fascinans.
111
or es observable en numerosas incidencias del Antiguo Testamento, cada una de las cuales muestra una faceta diversa
de lo demonaco. R. S. KLUGER puede tener parte de razn al
afirmar que en el Antiguo Testamento Dios, mediante su
parte oscura, trabaja sobre el hombre como "el poder que
siempre quiere lo malo y siempre crea lo bueno" 2 1 7 ; al menos el testimonio bblico coincidir en que los elementos
demonacos estn bajo control y se usan con fines redentores. W. EICHRODT observa que la soberana libertad de Dios
para castigar el pecado con el pecado y entregarlo as al
juicio, es cosa muy distinta de las prcticas inmorales de los
dioses de Babilonia y Grecia, que hacan falsas revelaciones a
los hombres para engaarlos y, as, llevarlos a la ruina 2 1 8 ; as
establece el correctivo necesario a la tesis de Kluger, aunque
Eichrodt tiene que admitir que las narraciones de Miqueas,
hijo de Yiml, Sal, David y Moissf IRe 2 2 , 1 9 - 2 3 ; 16, 14;
1 9, 9-10; 2Sam 2 4 , 1 -1 7; Ex 4, 24) y otros pasajes similares
ponen al Seor en estrecha relacin con los dioses paganos.
Para el escritor bblico el hombre era como barro en mano del
alfarero y est muy clara la doble naturaleza del artesano
en Is 4 5 , 7 (Yo soy... artfice de la luz, creador de las tinieblas, autor de la paz, creador de la desgracia; Yo, el Seor,
hago todo esto), en Dt 3 2 , 39(Pero ahora mirad: yo soy yo,
y no hay otro fuera de m; yo doy la muerte y la vida, yo
desgarro y curo, y no hay quien cure de mi mano) y en ISam
2, 6 (El Seor da la muerte y la vida, hunde en el abismo y
levanta).
La parte siniestra del Seor aparece en la narracin de la
cada del hombre (Gen 3): como la serpiente ha sido creada
por Dios, el Creador resulta en cierto modo responsable de la
tentacin y de convertir el veredicto era muy bueno en
burla ramplona. Las narraciones de Jacob nos relatan t a m bin el ataque demonaco que sufri cuando hua (Gen 3 2 ,
24-30), aunque el incidente ha sido transformado para que
sirva como experiencia de conversin de grandsima importancia 2 1 9 . Tambin en las narraciones sobre Moiss hay una
112
Literatura
histrica
Literatura
113
proftica
El factor demonaco no slo aparece en la literatura histrica; se encuentra tambin en la proftica y sapiencial. En A m
3, 6b se pregunta: Sucede una desgracia en la ciudad que
no la mande el Seor?. Pertenece a una serie de preguntas,
en las que se espera un rotundo no como respuesta 221 .
Todava resulta ms llamativa la afirmacin de Is 2 9 , 10: El
Seor derrama sobre vosotros un soplo de letargo que tapar
vuestros ojos (=los profetas) y cubrir vuestras cabezas (=los
videntes), o la queja de Is 6 3 , 17: Seor, Por qu nos
extravas lejos de tus caminos y endureces nuestro corazn
para que no te respete? El mismo profeta Jeremas se siente
vctima del engao del Seor (15, 18b: Te me has vuelto
arroyo engaoso de agua inconstante, y 2 0 , 7: me sedujiste, Seor, y me dej seducir 222 ; me forzaste, me violaste. Yo
era el hazmerrer todo el da, todos se burlaban de m). Sin
embargo, los pasos cruciales de la literatura proftica son A m
4, 6-12; Is 6, 9 - 1 3 ; Ez 14, 1 - 1 1 ; 2 0 , 25 s., que discutiremos
ms abajo.
Literatura
sapiencia/
221. Se ha insistido recientemente en el uso que hace Amos de la pregunta retrica como prueba de la influencia sapiencial, aunque los argumentos
estn muy lejos de ser convincentes. Cfr. nuestro artculo The Influence ofthe
Wise upon Amos ZAW 79 (1967) 46 s:
222. As se traduce tambin HESCHEL, The Prophets, 113
223. Amen-em-opet 19, 16 dice Una cosa son las palabras que los hombres dicen, y otra lo que el dios hace (ANET 423) que se puede comparar con
Prov 19, 2 1 ; 20, 24; 2 1 , 30 ss. Este tema lo ha tratado K. SETHE, Der Mensch
denkt, Gott lenkt, bei den alten Agyptern; Nachrichten von der Gesellschaft
der Wissenschaften zu Gttingen, 1925, 141 ss.; y G. GESE, Lehre und Wirklinchkeit in der alten Weisheit, 1858, 29-50.
114
11 5
116
235. Cfr. nuestra obra Amos and the Theophanic Tradition 204.208.
236. R. S. CRIPPS, A Critica! and Exegetical Commentary on the Book of
Amos, 1905, 103.
237. Das Buen der zwlf Kleinen Propheten, 156
238. G. FOHRER, Prophetie und Geschichte en Studien zur alttestamentlichen Prophetie, 265-293, especialmente 270 (publicado originalmente en
ThLZ 89 (1964) 481-500); B. ALBEKTSON, History and the Gods, 1967; y W.
ZIMMERLI, Ort und Grenze der Weisheit im Rahmen der alttestamentlichen
Theologie en Les Sagesses du Proche-Orient anden, 121-137. El interesante
artculo de Albrektson merece una palabra especial, pues hace un completo
anlisis de la literatura del cercano Oriente antiguo y muestra que la idea de
un Dios que acta y controla la historia no diferencia a Israel de sus vecinos,
sino que lo relaciona con ellos.
I Re 22,
117
1-40
En ningn sitio se expresa tan inequvocamente la responsabilidad divina de la profeca falsa, como en la historia de Miqueas, hijo de Yiml. Deseoso de recuperar Ramot-Galaad de
manos sirias, Ajab llama a su vasallo Josafat, pero accede a
consultar a los profetas sobre la Palabra del Seor antes de
embarcarse en la tarea, costumbre normal en el Medio Oriente (cfr. Zamir de Jamat). El mensaje de estos profetas, unos
4 0 0 , es positivo: Vete, el Seor la entrega al rey (v. 6). No
satisfecho Josafat con tal unanimidad, pregunta si no hay
otro profeta al que se pueda consultar, y se le responde que
Miqueas, hijo de Yiml, un hombre al que sus malos mensajes para Ajab han terminado por enemistarlo con el rey. Con
todo, se llama a Miqueas y mientras el rey se sienta con sus
mejores ropas en la puerta de Samara, los profetas estn
profetizando; uno de ellos con unos cuernos de hierro en la
mano afirma que con ellos los israelitas destruirn a los sirios
(Cfr. Dt 3 3 , 17). Amonestado por el mensajero que ha ido a
buscarle para que hable bien al rey, y tras responder que l
slo puede decir lo que Dios le comunique, Miqueas se encara
con Ajab y le aconseja subir y vencer. El rey reconoce la irona
de sus palabras (Cuntas veces tendr que tomarte juramento de que me dices nicamente la verdad en nombre del
Seor? v. 16); entonces se le comunica la autntica palabra
de Dios: Miqueas ha visto a Israel desparramado por los
montes, como ovejas sin pastor. La respuesta de Ajab a
Josafat es del tono de Ya te lo deca yo, y Miqueas contina describiendo la visin: el Seor, sentado en su trono con
el ejrcito celeste, pregunta quin engaar a Ajab para destruirlo y un espritu se ofrece a convertirse en espritu de
mentira en la boca de todos los profetas del rey. Dentro de
este drama entre Miqueas y el rey tiene lugar otro: la confrontacin entre Sedelas y Miqueas. Este que antes tocaba el
cuerno, da una bofetada a Miqueas al tiempo que le pregunta
por dnde se le ha escapado el espritu para hablarle a M i queas; como respuesta recibe unas terribles palabras. A continuacin Ajab ordena el arresto y encarcelamiento de Miqueas
y que se tase el alimento en una racin de pan y agua, hasta
que vuelva el rey en paz. Miqueas no puede por menos de
replicar: si el rey vuelve en paz, Dios no ha hablado por su
118
119
Isaas 6, 9-12
La vocacin de Isaas merece una mencin en este contexto, pues formula la misin del profeta en trminos de embotar
el corazn del pueblo, endurecer el odo y cegar sus ojos, no
sea que vean, oigan, comprendan y se conviertan y sanen
(cfr.63, 1 7). Con razn pone objecciones Isaas a esta clase de
funcin, preguntando: Hasta cundo, Seor?, y se le responde que tiene que profetizar as hasta que queden las
ciudades sin habitantes, las casas sin vecinos y los campos
deshabitados (6, 9-11).
La incapacidad del israelita para distinguir entre causa y
efecto suaviza de algn modo la dureza de semejante encargo
245. A menos que tengan razn quienes colocan el comienzo del ministerio de Jeremas considerablemente ms tarde que la reforma. Sobre esta
opinin cfr. J. P. HYATT, The Beginning of Jeremiah's Ministry ZAW 78 (1966)
204-214; y C. F. WHITLEY, Carchemish and Jeremiah ZAW 80 (1968) 38-49.
120
246.
kungsproblem im Alten Testament, 1955, 70, considera este pasaje como una
excepcin en Ezequiel, pero no parece probable.
2 5 1 . G. FOHRER, Ezechiel, 1955, 76.
121
252. Die Eigenart der prophetischen Rede des Ezechiel ZAW 66 (1954)
1-26 (reimpreso en Gottes Offenbarung, Gesammelte Aufstze 148-177).
253. FOHRER, Ezechiel 76. Es igualmente convincente la comprensin de
la frase yiss 'awn como trmino legal (Gottes Offen barung, Gesammelte
Aufastze, 158-161).
254. ZIMMERLI, Ezechiel, 1965,313.
255. Id.
122
3. Observaciones teolgicas
Tres observaciones interesantes hay que hacer sobre la
importancia teolgica de dicha mentalidad. En primer lugar es
necesario comprender el nfasis que se pone en lo demonaco en el Seor como el precio que Israel debe pagar por haber
rechazado el dualismo 2 5 8 . Mientras caracteriz a los israelitas
una orientacin monstica, al Seor se atribua el honor o la
123
124
125
CAPTULO V
128
cia de las fuerzas de oposicin dentro del movimiento proftiy subraya la pretensin de los profetas posteriores de
pertenecer a una corriente tradicional antigua, diferente de la
representada por Samuel, Elias, Gad, Natn y Ajas. Esta reminiscencia histrica es clara en Jer 2 8 , 8, donde se habla de
profetas anteriores que han profetizado guerras, hambre y
peste contra muchas ciudades y reinos dilatados; Dt 18,
1 5 ss ve a los profetas como sucesores de Moiss en; Os 6, 4
s; 9, 7-9;12, 14, se describe a los profetas como asesinos del
pueblo con sus palabras, por lo que se les observa con atencin y se les considera locos; aqu se dice tambin que un
profeta (Moiss) sac a Israel de Egipto.
co 27o
129
130
ment, 1 961. Este ltimo ha intentado, sin xito, resolver las aparentes contradicciones que se encuentran en la descripcin de Samuel, en base a un
fragmento de Qumran que en 1Sam 1,22 lee: Llegar a ser un nazr para
siempre, con la ayuda de los tratados de sifr en donde Nagd significa el jefe
de una federacin o el comandante militar, y presuponiendo que las tradiciones contenidas en los libros de Samuel pertenecen a perodos distintos de la
vida de Samuel. Consecuentemente Albright defiende que Samuel era al
mismo tiempo un laico efraimita y un levita; un juez de todo Israel y un adivino
poco conocido, segn tiempos y lugares; el vencedor de los Filisteos, aunque
slo parcialmente; y promonrquico (en el sentido de un nagd) y antimonrquico cuando se estableci la monarqua en Israel. Se considera el
poema de Dt 32 como un monumento literario de los tiempos de Samuel, el
primer gran reformador religioso despus de Moiss.
131
remas, a quien le vemos afirmar que sus 23 aos de ministerio han sido en vano (25, 3-7). Una respuesta parecida dio
Ezequiel: describe las ganas del pueblo por escuchar su mensaje, ms an, la disposicin a venir a escuchar de su boca la
Palabra del Seor, pero lamenta que su religin sea meramente de boquilla (33, 30-33). El profeta se ha convertido para
ellos en un buen entretenimiento, como uno que canta cantos de amor con voz admirable y toca bien un instrumento;
ellos oyen lo que dice, pero no quieren hacerlo. Estas breves
afirmaciones sobre la respuesta popular a los mensajes profticos se confirman plenamente en la literatura proftica e
histrica.
Historia de martirio
Desde el comienzo de la nacin israelita hasta el final, la
historia de la profeca es una historia de martirio 2 7 5 . La antigua narracin de Balan, el vidente extranjero, muestra el
poder del Seor sobre todo lo mgico, y habla del profeta en
trminos favorables; sin embargo, la tradicin cuenta su posterior martirio (Nm 3 1 , 8). La persecucin estaba al orden del
da durante el ministerio de Elias, que se vio obligado a huir
para salvar la vida amenazada por la mujer de Ajab. Se cuenta
cmo el celo de esta reina por predicar su religin nativa, la
adoracin de Melqart de Tiro, condujo a una persecucin en
gran escala de los profetas del Seor, un centenar de los
cuales fueron escondidos y alimentados por el mayordomo
Obdas, hasta que Elias pudo afrontar el peligro del baalismo
creciente. Pero hasta este temerario profeta, que segn la
tradicin no temi enfrentarse a 4 0 0 profetas de Baal, huy al
desierto cuando supo que Jezabel buscaba su muerte. Malos
tratos y posible martirio fue tambin la paga que recibi el
valiente Miqueas; en alguna ocasin el profeta fue golpeado
en la mejilla por otro profeta, Sedecas; fue encarcelado y
sometido a dieta de pan y agua hasta que Ajab volviera en
275. LINDBLOM, Prophecy in Ancient Israel, 203, observa con razn que la
historia de los profetas de Israel es una historia de martirio, sobresaliendo el
caso de Jeremas.
132
paz, cosa que nunca sucedi -el Seor dirigi una flecha
perdida contra el desobediente rey- (IRe 22).
Amasias, sacerdote de Betel, dijo al profeta Amos que
deba escapar a Jud y comer all su pan (continuar viviendo
all, o ganarse su pan como profeta), porque el santuario real
no poda consentir semejantes palabras de desgracia (Am 7,
10-17). Como en el caso de Miqueas, no se nos cuenta la
suerte del profeta, porque la literatura proftica no estaba
interesada en biografas. Con todo, tenemos alguna mencin
de profetas que murieron por su mensaje. Jeremas salv la
vida tras su famoso sermn del templo, porque se record
un precedente de palabras tan calamitosas en tiempos de
Miqueas; sin embargo, el texto tal y como hoy est, recuerda
tambin un precedente de la muerte de un profeta tras haber
anunciado un mensaje parecido: se trata del incidente de un
profeta llamado Uras, que huy a Egipto y al que Joaqun
logr la extradicin y la muerte (Jer 2 6 , 20-23) 2 7 6 . Otro texto
de Jeremas narra cmo dos profetas en Babilonia, Ajab y
Sedecas, cuyos mensajes eran de salvacin, fueron quemados por el rey de Babilonia (19, 21-23), aunque en parte
justificaba la ejecucin por su conducta inmoral. Finalmente,
2Cr 2 4 , 2 0 - 2 2 conserva una tradicin sobre un profeta llamado Azaras, hijo de Sacerdote Yehoyad, que por acusar al
pueblo de abandonar al Seor, se encontr con una conspiracin y lapidacin en el atrio del templo (cfr. tambin la oracin de Elias en IRe 19, 14, con la mencin de profetas
muertos a espada).
Ezequiel andaba entre un pueblo, cuyas palabras le hacan
imaginar que habitaba entre espinas o se sentaba sobre
alacranes (2, 6). Pero el autntico mrtir de entre los profetas
fue Jeremas; sus amargas confesiones expresan su dolor.
Este profeta fue considerado como Quisling, traidor a su pueblo, y fue objeto de atentado mortal por parte de sus familiares. Arrestado por desercin durante el asedio de la ciudad,
Jeremas fue encarcelado, golpeado, metido en un pozo, encerrado en el cepo y finalmente obligado a acompaar a
276. Esta percopa parece una glosa posterior y quizs debiera no ser muy
tenida en cuenta. De hecho Jeremas se salv por el apoyo del poderoso
Ajicn, hijo de Safan (26, 24), teniendo poca importancia un posible precedente histrico.
133
277. Cfr. C. C. TORREY, The Uves ofthe Prophets, 1 946, y 0. H. STECK, Israel
und das gewaltsame Geschihk der Propheten, 1967, quien piensa que la
tradicin de Neh 9, 26 trata de un juicio teolgico ms que de un juicio
histrico.
278. Israel 1 -IV, 1926 (1940). D. J. Me CARTHY, Creation Motifs in Ancent Hebrew Poetry CBQ 29 (1967) 393-406, es consciente de la dificultad
de distinguir en qu momento los elementos mticos pierden su realismo y se
convierten en meras metforas. Por ejemplo, es difcil decidir hasta qu punto
Is 55, 6- 11 es una metfora.
134
(
ISRAEL BUSCA SOLUCIN
135
136
137
no hicieron caso, me dieron la espalda rebelndose, se taparon los odos para no or. Empedernidos, no escucharon la ley
ni las palabras que el Seor de los ejrcitos inspiraba a los
antiguos profetas (7, 7-12).
138
'
necesario puntualizar que el arrepentimiento no anula c o m pletamente la amenaza de invasin; Sisac saquea el pas. Su
indicacin de que el arrepentimiento hace la devastacin menos completa y que hubo cierto bienestar en Jud (1 2, 1 2),
muestra qu forzada era realmente su interpretacin del incidente. Tambin en 2Cr 15, 1-9 se narra el xito de una
llamada de un profeta por nombre Azaras, hijo de Oded, y la
consiguiente supresin ordenada por As de todos los abominables dolos del pas de Jud y Benjamn, la restauracin del
altar del Seor que estaba ante el vestbulo y el compromiso
contrado por el pueblo de matar a todo el que no sirva al
Dios de Israel. Pero a continuacin se admite que las cosas no
siempre fueron tan favorables para los profetas: As se irrit
contra el vidente Janan y lo meti en la crcel (1 6, 7-10). En
2Cr 2 8 , 8-15 un profeta llamado Oded se enfrenta al ejrcito
que ha tomado cautivos y llevado a Samara un respetable
grupo de parientes. Oded amonesta a los vencedores que ya
han pecado suficientemente, sin tener que aadir a la lista la
esclavizacin de los pueblos de Jerusaln y Jud. Una serie
de jefes ayudan en este caso al profeta; visten, alimentan,
ungen a los cautivos y los llevan a Jeric. Sin embargo, el
cronista es consciente de que a menudo el testimonio proftico se ve frustrado y, como ejemplo, cuenta la provocativa
historia de un profeta desconocido que denuncia a Amasias
por adorar al Dios de los Edomitas. El rey no quiere escucharle y avisa al profeta que el silencio le salvar la vida: Quin
te ha hecho consejero del Rey? 287 Calla de una vez, si no
quieres que te maten (2Cr 2 5 , 14-16).
Oraciones cultuales
El estudio del impacto proftico en la sociedad de Israel
no estara completo sin una mirada al papel que desempe
139
la profeca, segn las recientes oraciones cultuales, especialmente Dan 9, Esd 9 y Neh 9. Estas plegarias manifiestan una
similitud de lenguaje y contenido realmente llamativa; contemplan la profeca desde idntico ngulo. En cada uno de los
casos se trata de exaltar al Seor, justo y misericordioso, y de
confesar el pecado de desobediencia y la falta de atencin a
los mandamientos proclamados por los profetas.
La oracin de Dan 9 confiesa: No hicimos caso a tus
siervos los profetas, que hablaban en tu nombre a tus siervos
nuestros reyes, a nuestros prncipes, padres y terratenientes
(9, 6); y admite no haber seguido las leyes de Dios que nos
daba por sus siervos los profetas (9, 10). Por consiguiente,
reconoce que al Seor conviene la gracia y el perdn, y al
pecador Israel la confusin, segn los trminos de la maldicin y el juramento escrito en la ley de Moiss, que el Seor
ha confirmado enviando una gran calamidad (cfr. Jer 3 2 , 24).
Esdras 9 confiesa tambin que Israel se ha rebelado contra los siervos de Dios, los profetas, aunque identifica los
mandamientos divinos que transmitieron con las objeciones a
matrimonios con extranjeros, ofensa que se repite en los das
de Esdras. En esta oracin queda un eco de la teologa proftica, particularmente de la nocin de resto que dej el Seor,
ante quien nadie puede presentarse a causa de la culpa.
Sin embargo, Neh 9 es mucho ms importante; con fuertes rasgos se menciona el trato reservado a los profetas. En
esta oracin hay una larga narracin de la Historia de salvacin, junto con el reconocimiento de que el pueblo de Dios se
ha rebelado contra su bondad y ha matado a los profetas que
les invitaban a volverse al Seor; por este pecado Israel ha
sido entregado en manos de sus enemigos, pero ha sido
liberado despus de pedir a gritos la asistencia del Seor.
Durante muchos aos, se dice, Dios tuvo paciencia con su
pueblo rebelde, avisndoles mediante su espritu por medio
de los profetas pero no prestaron atencin (9, 30). El exilio,
por tanto, era de esperar; pero con todo, Dios dej un resto.
La opresin ha sobrevenido a reyes, prncipes, sacerdotes,
profetas, padres y a todo el pueblo, pero la culpa, se dice,recaa sobre reyes, prncipes, sacerdotes y antepasados. Es
llamativa la ausencia de los profetas en la lista de culpables
(en contraste con Lam 4, 13), especialmente si recordamos
los numerosos ataques a los profetas en Jeremas y Ezequiel.
140
La presencia de lenguaje deuteronmico en los libros profticos, especialmente en A m o s y Jeremas 2 9 1 , ofrece la posibilidad de una influencia proftica en el Deuteronomio y en
los responsables de su promulgacin. A pesar de que comnmente se admite que la tica social que impregna ese libro
debe su origen a crculos profticos 2 9 2 , recientementee alguien ha defendido un trasfondo sapiencial por el inters
humanitario 2 9 3 . Dado el puesto relevante de la preocupacin
por el pobre, la viuda y los hurfanos en la literatura sapiencial de Egipto y Mesopotamia, es imposible aceptar el argumento de HAMMERSHAIMB, de acuerdo con el cual la profeca israelita tiene origen cananeo, porque comparte con los
textos ugarticos un inters por el bienestar de las viudas,
hurfanos y pobres 2 9 4 . En una palabra, esta preocupacin la
tenan tanto los profetas como los sabios.
La influencia proftica sobre el Deuteronomio la podemos
considerar desusual, como reconoce von RAD. Si no se comparte su tesis de que el Deuteronomio es el producto de los
llamados profetas falsos, hay que admitir, al menos, que la
actitud ante la conducta proftica es en el Deuteronomio ms
bien extraa. Es evidente en varios puntos; el libro insiste en
el criterio de cumplimiento para aplicarlo al orculo de condena, mientras que Jeremas lo aplica al mensaje de salvacin;
tambin en el tratamiento tan duro que espera al profeta que
yerra o apostata (13, 1 ss; 18, 19-22). Por otra parte, el
conocido pasaje de Dt 18,15s implica que no ha habido
ningn profeta como Moiss hasta el tiempo de la composicin del Deuteronomio, a no ser que se defienda una lectura
del texto hebreo en el sentido de que el Seor suscitara de
cuando en cuando profetas como Moiss 2 9 5 . Finalmente cabe
142
143
estas ltimas recurso didctico 2 9 6 . De los orculos de Ezequiel uno saca la impresin de que hasta Dios estaba preocupado por la ausencia de credenciales para su palabra, as que
escuchamos hasta cansarnos el estribillo: as conoceris que
yo soy el Seor. El contexto de dicha frase indica que tal
conocimiento ser el resultado de una accin espectacular por
parte de Dios, poniendo as de relieve la dificultad con la que
un profeta tropezaba, al no poder depender de una experiencia ambigua para convencer a su auditorio.
En ningn sitio es tan visible esta falta de confirmacin
c o m o en la interpretacin proftica de la historia. Ms an, la
opinin de FROST de que el peso que la religin proftica
pone sobre la historia era mayor que el que sta poda soportar, explica satisfactoriamente el retorno a la mitologa que
supone la apocalptica 2 9 7 . Difcilmente se equivoca cuando
presenta los problemas bsicos suscitados por la interpretacin proftica de la historia c o m o desacuerdo entre profetas
con puntos de vista diferentes sobre la situacin histrica,
prolongacin de la opresin del pueblo de Dios y un marco
histrico excesivamente amplio 2 9 8 . Por otra parte, las c o m -
296 Estas controversias constan generalmente de una introduccin mitolgica, a la que sigue el debate entre dos y la resolucin que se encuentra en
un JUICIO divino Las discusiones profticas tienen muy poco en comn con
estas obras literarias, pues ni se da el comienzo mitolgico, personificacin de
la naturaleza o de animales, ni una escena de JUICIO divino Por el contrario, las
discusiones profticas se dan entre personas reales y reflejan una situacin
de autntico conflicto Adems, las disputas sapienciales pretenden discutir el
relativo valor de cosas, animales o profesiones, mientras que el inters proftico es teolgico, ms an, un tema de vida o muerte Por ello el tono de la
discusin sapiencial es desenfadado, mientras que una nota sombra se cierne
sobre las disputas profticas El gnero sapiencial lo usan peritos o escribas
que poseen inicialmente un acuerdo comn bsico, mientras que los oponentes en las discusiones profticas estn situados en polos extremos, por lo que
se genera un cierto grado de acaloramiento en la discusin, que milita en
contra del xito del profeta -a menos que quizs utilice el gnero con la nica
finalidad de defender su ministerio ms que para persuadir al oponente- Cfr
especialmente LAMBERT Babyloman Wisdom Literature, 151-211, y E I GOR
DON A New Look at the Wisdom of Summer and Akkad BiOr 17 (1960)
144-147
297 S B FROST Apocalyptic and History en The Bible in Modern Scholarship, 98-113
298 Id 112 {Podemos concluir que, lejos de ser los primeros filsofos de
la historia, los apocalpticos son de hecho una escuela de escritores bblicos
que han reconocido que el peso arrojado sobre la historia por la religin hebrea
era mayor que el que ella poda soportar) Ms tarde haremos notar una
situacin parecida en la teologa bblica corriente, en la que el peso sobre la
historia ha sido otra vez demasiado fuerte
144
posiciones litrgicas desparramadas entre los orculos profticos 2 9 9 y entre los salmos, y constituidas por visiones retrospectivas de la historia en tono negativo, indican que la
recitacin de la historia salvfica ha tenido su contrapartida
en la historia retributiva, aunque algo de la odiosidad de estos
textos se diluya al considerar el castigo como disciplinar.
El segundo punto de FROST, prolongada opresin del pueblo de Dios, es otro modo de tocar el problema de la justicia
divina, un tema que ha sido central en nuestro anlisis precedente. Al confrontarse con la aparente injusticia de Dios,
Israel responde de cuatro maneras: 1) Confiesa la presensia
salvfica de Dios ante cualquier circunstancia; 2) se consuela
con la promesa proftica de una inmediata accin de Dios;
3) alaba la grandeza de la creacin y confiesa que es preceptivo el silencio de la creatura 3 0 0 , o 4) lanza un grito escptico
de desesperacin (Qohelet). Notemos que estas respuestas
estn tomadas de la literatura apocalptica y sapiencial (y de
los salmos); volveremos sobre este punto.
Otra explicacin del fracaso de la profeca puede encontrarse en la naturaleza de la comunidad religiosa tras el retorno del exilio babilnico. En la sociedad teocrtica no hay
necesidad ni espacio para el oficio proftico, pues se cree que
la voluntad de Dios es ya operante en la realidad. Este papel
de guardin atribuido a la profeca explica bastante bien las
narraciones profticas de las Crnicas (e incidentalmente la
carencia de profeca en la era salomnica), ofrece alguna de
las razones para la veneracin de profetas antiguos.
As como la nueva situacin religiosa afect negativamente al curso de la profeca, lo mismo ocurri con la transformacin sociolgica del perodo exlico y postexlico. Ya hemos
comentado la influencia negativa del naciente individualismo;
baste ahora con decir que el resultado fue la identificacin del
profeta y su oficio, de modo que un ataque a uno era un
choque con el otro. Hay que mencionar de nuevo el fuerte
espritu nacionalista, caracterstico del judaismo postexlico
145
Hemos advertido ms arriba que las respuestas al problema de la injusticia divina provienen de la literatura apocalptica y sapiencial. Toda vez que la profeca se mostr incapaz de
soportar el peso de la historia, de hacerse vlida a s misma
en el presente e impotente para confrontarse con el problema
del mal, salvo de modo apodctico, aparece un vaco en el
alma israelita. Ni la apocalptica, ni la sabidura sufrieron esta
debilidad y ambas se apresuraron a llenar el espacio.
El peso de la historia lo evita la apocalptica retornando a
la mitologa y colocndose a la expectativa. Poniendo el acento en el mundo transcendental con su acompaamiento de
seres intermedios anglicos, evita la atencin a los reinos de
este mundo, que son todos bestias, menos uno (el asmoneo).
Al mismo tiempo, el tono escatolgico del mensaje evita el
301. M BURROWS, The Literary Category of the Book ofJonah en Translating and Understanding the Od Testament (Hom. a H G MAY), 1970, 80-107,
prefiere contemplar el libro como una stira.
146
embarazo de la historia durante un perodo al menos202. Prescindiendo de la circunstancias histricas se poda argumentar
que Dios estaba preparndose a actuar, algo incuestionable y
mucho ms realstico que el dogma proftico de que Dios
gobierna la historia para la consecucin de su fin. El progresivo deterioro de la sociedad, que se muestra en la prosperidad
del mal y en la pobreza del justo, confirmaba la tesis apocalptica de la retirada divina de la arena de la historia, un tema no
del todo ajeno a la profeca 3 0 3 .
La apocalptica afirmaba la autoridad de un modo extrao,
por medio de seudnimo. Mediante este artificio literario la
apocalptica fue capaz de hacer progresar nuevas concepciones religiosas con la autoridad de antiguos nombres (Enoc,
Adam, Elias, Moiss, Daniel,etc.) contra lo que nadie aventurara nada. Incluso la trascendencia de Dios contribuy a la
autoridad de la apocalptica, pues la mediacin anglica asumi un lugar de importancia primordial. Consiguientemente el
sueo, tan debatido en crculos profticos durante el siglo
sexto, se convirti en el principal vehculo de revelacin para
la apocalptica.
La apocalptica no rehuy el problema del mal; la creencia
en poderes demonacos operantes en el presente, as como la
innata tendencia al pecado ofrecan una explicacin adecuada
al sufrimiento humano, especialmente cuando se les una a la
conviccin de que las adversidades eran castigos y las situaciones duras una purificacin del carcter de cada uno. Fue
especialmente afortunada la habilidad apocalptica en trasla-
147
148
de s mismos. Los argumentos de la literatura sapiencial llamaban la atencin sobre el carcter de autoridad del sabio,
cuya funcin era instruir al rey y al subdito. Finalmente, la
frmula escucha, hijo mo, el consejo de tu padre implica la
autoridad del padre. Esta autoridad, sin embargo, no se muestra con todo su peso, pues en la sabidura hay espacio para
yuxtaponer afirmaciones contradictorias 3 0 8 .
Nunca se podr acusar a la sabidura de arrinconar el
problema del mal, pues su dogma de retribucin individual
intensifica el problema del dolor del inocente. Por lo tanto, no
nos debe sorprender el descubrir entre sus filas a quienes
alienten el escepticismo de las masas, pensadores profundos
que experimentan los abismos de la realidad (Job y Qohelet).
La maravilla es la coexistencia de visiones tan opuestas para
solucionar el problema del mal: el escape mstico a la presencia de Dios en Job y el suave escepticismo de Qohelet.
Hay que notar que Job no est exento de influjo proftico 3 0 9 ,
tanto estilsto como teolgico, por lo que no se puede negar
la continuidad entre Job y la profeca, al menos en la resolucin del problema del sufrimiento humano. Por otra parte, su
carcter experiencial ms que apodctico ofrece a la sabidura
un punto de contacto con el pueblo, algo que raramente se
encuentra en la profeca.
Para concluir, los conflictos entre profetas degradaron de
tal manera el movimiento proftico que su testimonio se
debilit y la teologa proftica result demasiado pesada para
salvar tal debilidad. No es extrao que los profetas fueran
respetados y silenciados. Pero no se apag del todo la voz de
la profeca; sus puntos importantes penetraron en la apocalptica y en la sabidura. En ambas existe la voluntad de afrontar
33.
149
CONCLUSIN
1 52
CONCLUSIN
153
EXCURSUS A:
Falsa profeca en el perodo del Nuevo Testamento
Segn K. HARMS, el fenmeno de la profeca falsa confiere una cierta unidad a la Biblia, al ser comn a ambos Testamentos 3 1 4 . Algo de esto poda suponerse, pues la literatura
cristiana es tambin producto de seres humanos, limitados
por su visin del mundo, sus compromisos ticos, localizacin geogrfica y capacidad mental.
En algunos crculos se crea que el Espritu Santo haba
cesado de inspirar a los hombres en tiempos de Esdras, lo
que equivale al fin de la profeca. B. Sotah 4 8 b afirma que
despus de Ageo, Zacaras y Malaquas el Espritu Santo haba dejado de estar activo en Israel; por su parte, B. Ber, 3 4 b
dice que tras la destruccin del templo la profeca fue arrebatada a los profetas y entregada a los sabios. Este ltimo
punto se encuentra tambin en B. Bath. 1 2a y en J . Ber. 3b,
26; en ambos se dice que el espritu proftico ha pasado a los
escribas. Josefo, con tono ligeramente distinto,, escribe que
los tres carismas del antiguo Israel (profeca, monarqua y
sacerdocio) reposan ahora sobre los Asmoneos, bajo Juan
Hircano 3 1 5 . Hace tiempo que se ha hecho notar el aspecto
156
EXCURSUS A
157
317 Cfr R BOWLIN, The Christian Prophets in the New Testament tesis
indita de la Vanderbilt University, 1958, H A. GUY, New Testament Prophecy,
1947, y la bilbiografa citada en J MANEK Biblisch-Histonsches Handwrterbuch, 1512.
318 Cfr los interesantes estudios de P Votz.Die Eschatologie der jdischen Gemeinde im neutestamentlichen Zeitalter, 1966 (original de 1934),
193-203, 0. CULLMANN, 777e Christologie of the New Testament, 14-23; y J.
GIBLET Prophtisme et atiente d'un Messie prophte dans l'ancien Judatsme en
L'Attente du Messie (Hom a Coppens) 1954, 85-130. Hay que aadir que los
samantanos esperaban una figura escatolgica, ta'eb, claramente un Moiss
redivivus
158
EXCURSUS A
159
EXCURSUS B:
Consejo ('esah) y Palabra (oabar): El problema
Autoridad/Certeza en la literatura proftica y Sapiencial.
162
322. 0. KAISER, Wort des Proheten und Wort Gottes en Tradition und
Situation, 75-92. Para el estudio de la crisis que sufre la teologa bblica cfr.
CHILDS, Biblical Theology in Crisis.
323. Zur Struktur der alttestamentlichen Weisheit, 177-204.
324. Id. especialmente 181 -189. 194-203 {No se puede hablar de mandamiento sapiencial en sentido estricto. La advertencia sapiencial carece de
EXCURSUS B
163
1 64
RYLAARSDAM OC passim
333
334
335
336
EXCURSUS B
165
166
EXCURSUS B
167
348.
349.
SKLADNY, o.c.
91.
350. Id.
351. Id. 92 (El Seor es tambin para la antigua sabidura la nica fuente
absoluta de autoridad, el Creador y Seor del mundo y del hombre (cfr.
especialmente la coleccin B), con lo que la Sabidura se acerca al mundo
imaginativo proftico).
352. Prphets and Wise Men.
353. Id. 48 y passim.
354. Id.
355. NOTH, Die Bewhrung von Salomos "Gttlicher Weisheit" SVT 3
(1960) 236 ss. Segn NOTH, se ha pensado que la palabra de Salomn era
mayor que un orculo (232), con lo que la pretensin de que Salomn fuera
el autor de la literatura sapiencial es en esencia una bsqueda de autoridad
adicional. La narracin sobre Ajitofel en 2Sam 1 6, 23 es muy importante para
la opinin de MCKANE sobre la autoridad del consejo.
356.
1 68
8 s. como un autntico cambio en la funcin del sabio; McKane ve a ste como un apologista de la ley, siendo el nuevo
elemento la aceptacin por parte del sabio de la adecuacin
entre torah y ley 357 .
La ltima palabra de McKane, un comentario masivo a
Proverbios 3 5 8 , sigue acentuando la naturaleza autoritaria de la
sabidura antigua, especialmente en Egipto. Observa que la
mano de la autoridad pesa, pero no mata, siendo necesaria la
sabidura para aplicar los consejos de sabio 3 5 9 . El carcter
autoritario de las colecciones de proverbios crece, afirma
McKane, por el lenguaje y el estilo, en particular por el uso
de imperativos y frases condicionales que definen las circunstancias en las que se aplican los imperativos, as como
en los motivos que recomiendan los imperativos y demuestran su racionabilidad, y en las frases consecutivas que muestran el efecto de los imperativos. McKane descubre en la
literatura sapiencial egipcia un creciente nfasis en la autoridad; los consejos de los sabios reflejan un mayor influjo del
elemento mandato que del de argumento 3 6 0 .
Recientemente C. BAUER-KAYATZ 3 6 1 ha probado una penetrante influencia egipcia sobre la sabidura israelita, especialmente en Prov. 8. Observa que la funcin del temor del
Seor y la voluntad de Dios muestra claramente que la instruccin sapiencial no pretenda ser considerada como un
consejo no obligatorio, sino como una forma preada de la
autoridad de la voluntad del Seor 3 6 2 . Bauer-Kayatz pretende,
adems, que la base experiencial de la sabidura est dotada
de mxima autoridad, pues el orden descubierto resale a Dios,
comunica su voluntad y comparte su autoridad 3 6 3 . Este volumen de conocimientos es el resultado de muchas generaciones y no se puede adquirir sin sumisin a los antepasados, a
los padres, maestros y sabios y, finalmente, a Dios 3 6 4 . Bauer-
357.
358.
359
360.
361.
362
363.
364.
Id. 106
Proverbs, 1970.
Id. 59.
Id. 75-78. 119-121. 155.
Einfhrung in die alttestamentliche Weisheit, 1969.
Id. 33.
Id. 34.
Id. 40 s.
EXCURSUS B
169
Kayatz recalca que Prov.1, 2 0 - 3 3 ; 3, 1 3 - 2 0 ; 8, son una reflexin teolgica, egipcia por su orientacin, en la que la Sabidura habla como un medio de revelacin, legitima su exigencia
en la pre-existencia (presencia junto a Dios antes de la creacin) y avisa que la vida y la muerte estn en juego, resultando el camino de la sabidura otra opcin de obediencia a la
ley. La autora conluye as: La finalidad de toda esta reflexin
teolgica sapiencial es, en el fondo, la de legitimar las exigencias y promesas de la sabidura; coloca al hombre en situacin de decidir sobre su mandamiento de salvacin 3 6 5 .
Este breve repaso al progreso de la investigacin en el
campo de la literatura sapiencial muestra que la huida a la
Sabidura como ms gustosa al paladar del hombre contemporneo, puede ser tan intil como el intento de Jons por
rehuir al Inevitable 3 6 6 . Si la sabidura difiere poco de la profeca en cuanto a autoridad, quizs debamos echar una segunda
ojeada al tipo de autoridad de los portavoces de Dios profticos.
Parece claro que la profeca en sus primeras manifestaciones conocidas por el hombre posea menos autoridad que la
adivinacin, dominio del sabio; al menos, si es correcta la
interpretacin de W . MORAN de las alusiones en los documentos de Mari a realizar un ornen para comprobar si el
sueo haba sido visto 3 6 7 . La palabra proftica se somete a
veces al juicio de un arspice, dejando a ste la ltima palabra.
La profeca bblica parece ser diferente por el carcter
apodctico de su lenguaje. Pero una mirada ms atenta a las
respuestas que daban a los profetas quienes eran los receptores de las autoritativas palabras muestra qu desprovisto
de autoridad estaba el mensajero proftico, prescindiendo de
la pretensin de su origen divino. Hemos visto que el profeta,
365. Id. 58 ss., especialmente 95. Sobre la frmula antes de... como
legitimacin de autoridad, cfr. GRAPOW, Die Welt der Schpfung ZAS 67
(1931).
366. Un intento, legitimado a su modo, para comprender la actual importancia de la Sabidura en el curriculum teolgico en W. BRUEGGEMANN, Happenings in Scripture Study and the Mood of Theological Education Events Eight
(Edn Theological Seminary Bulletin) 1968 (sin paginacin).
367. New Evidence from Mari on the History of Prophecy Bib 50 (1 969)
21-24, especialmente 24 nota 2.
1 70
368.
EXCURSUSB
171
1 72
luntad de Dios y temor de Dios, caractersticos de los Proverbios (y, al menos, de la redaccin final de Qohelet). El sabio
estaba convencido de que el designio de Dios se ha manifestado en la creacin y que la obligacin del hombre era descubrir su voluntad, sometindose a la disciplina de la sabidura.
El xito de esta tarea slo poda asegurarse, si uno era consciente de la libertad de Dios, es decir, si posea el temor de
Dios. Tras esta concepcin est la nocin de la incomprensibilidad de Dios, el misterio tras el que se oculta el Creador.
La hipstasis de la Sabidura en Prov 8 (y el uso del modo
proftico de hablar en Prov 2) prescindiendo del prototipo
ertico, funciona siempre como autoafirmacin de Dios. La
sabidura puede invitar a los hombres a su banquete, pero el
contexto deja en claro que rechazar su invitacin es llamar a
la muerte. El eco de la autoridad se escucha en cada slaba
que pronuncia la seora Sabidura, pues ella no es un caminante ordinario y su alimento es mejor que el pan y el agua.
La suprema autoridad de la sabidura se expresa de un modo
distinto en Isaas: el Seor es un Consejero, aunque se aplica
irnicamente. Pero sea el mdium la seora Sabidura o el
Consejero, siempre se piensa que el mensaje viene de Dios
mismo y lleva, por consiguiente, la autoridad del Soberano del
Universo.
El carcter autoritario de las exigencias sapienciales es
tambin evidente por los motivos, con los que intenta persuadir. Es cuestin de vida o muerte, por lo que sencillamente no
se pueden olvidar sus palabras. Este hecho es tanto ms
decisivo, si se notan los presupuestos individualistas de la
Sabidura. Como se poda recibir poco consuelo de la unidad
corporativa, la Sabidura exiga que cada hombre determinara su suerte, aunque admitiendo al final que hasta los planes
mejor trazados estaban sujetos a modificaciones por parte de
Dios. As como el individualismo de la Sabidura impeda
alcanzar consuelo en totalidad, as su universalismo eliminaba
a la historia de salvacin como contenido de sus motivaciones. No hay que minimizar el papel de la fe en la creacin a
este respecto, pues se fundamenta en presuposiciones bsicas sobre la naturaleza del universo y de la meta de la Sabidura. En resumen. Dios da a conocer s voluntad en la creacin
y por medio de instituciones especiales en cada perodo, por
EXCURSUS B
173
BIBLIOGRAFA SELECTA
I. Obras sobre la profeca falsa
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BIBLIOGRAFA
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1963.
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Heilserwartungen
im
Alten
1962.
BIBLIOGRAFA
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NDICE
Introduccin
16
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A. Profeca en general
El hombre
El mensaje
B. Profeca falsa
Cap. 2
La Crisis de Fe
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NDICE
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Conclusin
Excursus A: La profeca falsa en tiempos del Nuevo Testamento
Excursus B: 'Consejo' ('esah) y 'Palabra' (dabar): El problema Autoridad/Certeza en la literatura proftica y Sapiencial
Bibliografa selecta
I. Obras sobre la profeca falsa
II. Obras generales sobre la profeca
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