La Guerra y Nosotros
La Guerra y Nosotros
La Guerra y Nosotros
La Guerra
y Nosotros
Cnl VGM Guillermo Horacio Eduardo Lafferriere
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La guerra y nosotros
Cnl VGM Guillermo Horacio Eduardo Lafferriere
Resumen
El trabajo analiza la relacin de la guerra con la sociedad en general y con la Argentina
en particular. Se hace una bsqueda de una definicin de la guerra que abarque sus
mltiples facetas; focalizndose en lo que ella significa para polticos, especialmente
aquellos que deben conducirla; los militares que deben ejecutarla y como los afecta
tanto en tiempo de paz como de guerra. Finalmente explora al pacifismo a la luz
de sus posibilidades en el mundo actual. Para ello se analizan distintas fuentes
nacionales y extranjeras, as como se realiza una apelacin a casos aportados por
la historia para ayudar a encontrar conclusiones de inters en nuestra realidad.
Palabras Clave:
Guerra Conflicto Conduccin poltica Preparacin militar Pacifismo Enseanzas.
Abstract:
This paper analyzes the relationship between war and society in general and the
Argentine society in particular. This is a search for a definition of war that could
be comprehensive in its multiple facets, focusing especially on what it means for
politicians, especially those who must conduct it, the military personnel who conduct
operational activities in war; and war affects both groups. Finally explores pacifism
and its possibility in actual world. This analyzes various domestic and foreign sources,
and even appeals to cases brought by history to help find conclusions for our reality.
Keywords: War - Conflict - Political leadership - military training - Pacifism - Teachings
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Introduccin1
Al comenzar a escribir sobre este tema, no puedo dejar de pensar en los condicionantes que
implcitamente estn presentes en cada palabra que escribir. Durante dcadas me he preparado
para hacer la guerra. No solamente lo hice desde lo personal, capacitndome, estudiando sobre
el tema, publicando profusamente sobre distintos aspectos relacionados mayoritariamente con
ella, sino que he sido el responsable de la formacin de otras personas, para que puedan actuar
en medio de una guerra y esto palpablemente se manifest en las organizaciones que a lo largo
de mi vida pude conducir. Pertenezco adems, a un grupo minoritario de la sociedad, uno que
tuvo la rara oportunidad de hacer la guerra, y me refiero a la participacin en las acciones blicas
contra el Reino Unido por la posesin de las Islas Malvinas, y adems tuve la oportunidad de
compartir una guerra ajena, cuando como integrante de un batalln argentino, serv seis meses
en Croacia, en el lmite de la zona que ese pas disputaba con los Serbios. Todo ello sucedi
inmerso adems en una sociedad, que por distintas razones, ha decidido colocar a la guerra, a su
idea misma, escondida detrs de un velo, el cual en su pertinaz ocultamiento, da visos de tab
al tema entre nosotros.
No existe en nuestra sociedad discusin alguna sobre la guerra. La guerra para nosotros es
muchas veces un recuerdo evocativo como de leyenda, cuando en el sistema educativo formal
se hace referencia casi con exclusividad a las luchas por la Independencia en el Siglo XIX, o
bien un instrumento del debate crtico sobre lo actuado dentro del ltimo rgimen militar, mas
precisamente en relacin con la Guerra de Malvinas. Y cualquiera sea la consideracin que pueda
hacerse sobre la forma en que se discuten los temas mencionados, a los que se podran agregar
otros, ya generalmente para eruditos como las confrontaciones internas de los Siglos XIX y XX o
la Guerra de la Triple Alianza; por lo general, no dejan de ser discusiones que pueden catalogarse
de debates circunscriptos a consideraciones exclusivamente polticas o para el caso de los eruditos,
de la bsqueda de zanjar tal o cual carencia en el conocimiento integral de un hecho.
Pero ms all de lo mencionado, la guerra como fenmeno no est presente como una
eventualidad posible de ser sufrida por nosotros. Por supuesto, esa falta de discusin no
es notable solamente entre el gran pblico, aspecto que surge claramente de la lectura de
cualquier encuesta de opinin de los ltimas dcadas, donde todo lo relacionado a los temas
de la Defensa directamente no aparece; sino que salvo los mbitos especficos del estado, tales
como el Ministerio de Defensa donde el tema es tratado, la guerra es ignorada absolutamente,
y casi podr aventurarse que nombrarla sera casi un hecho extico, alejado completamente
de nuestro horizonte.
Mencion al principio los condicionantes que me rodean a cada paso. Tengo miedo de ellos.
Tengo temor que ellos puedan hacer pensar al que esto lea que tratar de darle una visin
1 Este trabajo nunca podra haber sido escrito si no hubiera tenido la oportunidad de conocer al Doctor
Germn Soprano. El es un profundo conocedor de la historia y un antroplogo de amplsima experiencia.
Desde el principio me llam la atencin su predisposicin para aproximarse a los temas militares desde
la ms pura prescindencia de sus propias ideas, dejando siempre que los hechos se impusieran por sobre
los preconceptos. No pienso igual que l en muchas cosas. Sin embargo cada vez que hemos conversado
he encontrado en l a un hombre preocupado por la bsqueda de la verdad. Este trabajo es el producto de
algunas de nuestras charlas. Me honro en considerarme uno de sus amigos.
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optimista de la guerra. Que crea que estoy tratando de hacer que piense diferente en su
rechazo a la muerte violenta de seres humanos por una actividad consciente y muy eficiente
llevada a cabo por los militares.
A pesar de mis temores, y seguramente de las prevenciones del lector, me propongo algo
distinto. Tengo la idea que puedo hacer que juntos comprendamos mejor un fenmeno
terrible, brutal. Uno tan peligroso, que an en su teora ms abstracta, tiene un potencial
enorme de constituirse de medio en fin, y como tal buscar perpetuarse en el accionar, para
satisfacer exclusivamente su propia lgica destructiva. Abrigo tambin la esperanza que
pueda tener la habilidad de proponer que entienda la naturaleza profundamente humana
que la guerra como fenmeno posee, y que al mismo tiempo valore, en su justa dimensin
el tremendo esfuerzo que significa poder prevalecer en una guerra. Finalmente, apelo a
que la lectura de estas palabras sirva para poder entender, que en definitiva, la guerra es
una calamidad que podemos sufrir en alguna generacin. En nuestra historia como nacin,
nos ha visitado no pocas veces en los casi dos siglos de existencia. Algunas veces durante
largos perodos consecutivos, en otras, luego de aos de paz, turbulenta seguramente, pero
de paz. Nadie, y esto es quizs muy inquietante, puede asegurarnos firmemente, que no
vuelva a visitarnos.
Qu es la guerra?
Paradjicamente, es terriblemente complejo definir a la guerra, objeto mismo de nuestra
atencin aqu y ahora. Y no es precisamente porque hayan faltado analistas que trataran
de definirla. Sino mas bien porque ella misma, adquiere caractersticas que dificultan su
identificacin. Permtaseme un par de ejemplos. Durante la guerra civil espaola, Portugal,
Italia y Alemania aportaron contingentes de fuerzas para apoyar al sector denominado
Nacional; mientras que la Unin Sovitica haca lo propio con el sector conocido como
Republicanos. Esas naciones, en todo momento, evitaron que les fuera reconocido el
adjetivo de beligerante en la contienda. Y al menos tcnicamente, ninguna de ellas intervino
en la guerra.2 Otro ejemplo ms cercano a nosotros, la Guerra de Malvinas. Desde que con
la creacin de la Organizacin de las Naciones Unidas, se renuncia a la guerra como medio
para dirimir controversias,3 ha caducado la declaracin que antes se haca de un estado a
otro, en el cual se le notificaba del estado de guerra que existira entre ambos a partir de
un momento dado. Todos los estados miembros de la ONU han rechazado el recurso de la
guerra, y se acepta que la misma puede llevarse a cabo solamente con carcter defensivo.4
2 El libro The battle for Spain (Penguin London. 2005) escrito por el eminente historiador britnico
Antony BEEVOR es un muy equilibrado estudio de la contienda, y expone claramente sobre lo que aqu se
expuso respecto a las naciones que apoyaron a cada bando en conflicto.
3 El Apartado 4 del Artculo 2 de la Carta de la ONU dice: Los Miembros de la Organizacin, en sus
relaciones internacionales, se abstendrn de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad
territorial o la independencia poltica de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los
Propsitos de las Naciones Unidas (http://www.un.org/es/documents/charter/chapter1.shtml - Consultado el
07 May 2010).
4 No estoy calificado para discutir este hecho. Pero quizs valga entender que las relaciones entre estados
responden a parmetros que son en general diferentes de los que se aplican a las relaciones interpersonales.
Muchas veces, los errores que cometen analistas al evaluar el escenario internacional provienen de aplicar
categoras que son totalmente ajenas al mbito de las relaciones externas de los estados.
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Todas las acciones que evidentemente fueron de guerra entre nuestro pas y el Reino Unido,
no estuvieron enmarcadas en declaracin formal de guerra alguna.
Parece ser que sin que la hayamos definido, la guerra aparece desde el vamos como un
asunto donde pareciera que las cosas no son tan sencillas como a primera vista podran
parecer.5 Ensayemos de definirla. La guerra es desde siempre sinnimo de violencia.
Esto es indiscutible. Las herramientas de las cuales se sirve son unas que estn diseadas
especficamente para causar destruccin sobre seres humanos y las obras fsicas por ellos
levantadas. Esas herramientas pueden ir desde instrumentos que afectan de manera muy
precisa a sus vctimas, como otros que no discriminan a las mismas. Entonces tenemos que
la guerra es un mbito donde se ejerce la violencia, de una manera muy significativa, pero
cabe que nos interroguemos acerca de Quines son los que ejercen esa violencia? Aqu
comienzan otros problemas para nosotros. Determinar quienes ejercen la violencia en la
guerra parece fcil desde una perspectiva reciente y me animara a agregar, occidental, de
pensar. La respuesta ms comn ser aquella que diga que son los militares los que ejercen
la violencia en una guerra. Mencionamos la palabra reciente, pues hasta hace no muchos
aos, en trminos histricos por supuesto, no haba un estamento social que dedicara su
vida a la actividad militar, sino que eran convocados personas del pueblo para una vez
armadas ser conducidas en la batalla por los nobles del lugar.
La aparicin masiva de las armas de fuego, la complejidad que su correcto empleo aparejaba,
dio un impulso decisivo a la necesidad de contar con un estamento profesional dedicado
exclusivamente a la preparacin para la guerra. Tambin nos referimos a occidente, en
funcin que es el lugar donde con mayor fuerza se concibi la idea de la guerra como una
actividad llevada a cabo por especialistas en todo lo atinente a la guerra. En el Este
europeo, y en otros pueblos de Asia, frica y Oceana, la guerra fue desde siempre, una
actividad donde intervenan todos los hombres, sin distincin de estamentos especializados.
Ms adelante volveremos a este tema, cuando tratemos la cuestin de la finalidad con que
se lleva adelante una guerra.
Lo que me gustara dejar claramente establecido aqu, antes de avanzar en el entendimiento
del trmino guerra, es que esa actividad que hemos definido como violenta y a cargo de
especialistas es per se sumamente costosa. Esto se mide tanto en los recursos que son
necesarios para mantener en activo a ese grupo de profesionales, como a todos los equipos
necesarios para que ellos se entrenen, desplacen, combatan y mantengan aquello por lo que
se hace la guerra. Esto es muy importante, para tener una dimensin de quienes estn en
condiciones de poder solventar estas erogaciones.
Tenemos entonces a la guerra como un acto violento, llevado a cabo por especialistas, los
que obviamente actan contra un enemigo que podr o no tener caractersticas similares de
organizacin, pero que se opone tambin violentamente a los primeros. Ahora bien, para
qu se hace la guerra? El pensador ms conocido sobre los asuntos de la teora de la guerra
5 Clausewitz trata profundamente esta contradiccin entre la aparente simpleza de los asuntos de la guerra y
la complejidad inmensa que toman en la prctica de esa actividad. Existe una versin de la obra del prusiano
bastante accesible al pblico alejado de lo militar. La misma fue publicada por Labor Barcelona 1992.
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decidieran emprender una empresa tan colosal, solamente para vengar el corazn herido de
un monarca griego.
Posiblemente el control de una ex colonia griega situada del otro lado del mar, poda ser la
causa real que impuls a la guerra a los reyes griegos. Este sencillo ejemplo, nos habla bien
a las claras de las complicaciones que existirn para determinar con precisin las causas
por las que se recurre a la guerra. Cabe s que mencionemos, que normalmente parecieran
estar presentes causas aparentes, unas que sirvan para lograr la cohesin necesaria para
la lucha; y otras reales, que sin que sean difundidas ms all de lo necesario, son tan
poderosas que motivan el recurso de la guerra. No podemos tampoco dejar de mencionar
que otras veces existen causas para la guerra que son pblicas y no requieren de otras que
las velen del conocimiento de la poblacin; pero que sin embargo con el correr de los
acontecimientos, surgen aspectos nuevos, o no debidamente ponderados, que hacen que las
mismas causas que dieron origen a la guerra se vayan diluyendo y aparezcan otras razones
para la lucha. Djennos dar un ejemplo. Durante la Segunda Guerra Mundial, los Aliados
en 1943 estaban firmemente comprometidos en dursimos combates en la pennsula itlica.
Los mismos, estaban bajo la causa original de la guerra: Eliminar el rgimen nazi que
asolaba a la Europa de esos aos. Sin embargo, con el resurgir de la capacidad militar de
la Unin Sovitica, el Primer Ministro britnico Sir Winston Churchill,7 con la lucidez que
lo caracterizaba, breg muchsimo ante Franklin Delano Roosevelt, a la sazn Presidente
de los EE.UU., para que desataran una accin militar en el mar Adritico, la que debera
dirigirse sobre la lnea Lujbiana Viena.8 Esta concepcin de Churchill, buscaba que los
ejrcitos del Reino Unido y los EE.UU. se interpusieran al avance de los soviticos sobre
Europa Central. La idea de Churchill no pudo llevarse a cabo, el desembarco se llev a
cabo en Normanda y los soviticos controlaron Europa Central hasta que la propia URSS
hizo implosin a fines del Siglo XX.
Creemos que a esta altura del trabajo, surge con claridad esa idea que ha hecho a Clausewitz
tan famoso, y que se puede parafrasear en que la guerra es la continuacin de la poltica
por otros medios. Esta frase, tan sencilla, clara y comprensible, result en la culminacin
del entendimiento del fenmeno de la guerra para Occidente. Y decimos que result en
una verdadera revolucin, pues hizo que al menos desde el punto de vista conceptual, se
encontrara un lmite para la guerra. Explaymonos un poco sobre esto.
En la antigedad, y por lo menos hasta la paz de Westfalia en 1648, la guerra era llevada
a cabo para obtener una finalidad que quien detentaba el poder determinaba. Esta poda
ser como expresramos sumamente variada en sus razones, pero los costos de la misma,
an para la propia poblacin, poco o nada contaban. Se consideraba que el territorio, sus
habitantes, todo perteneca al monarca, no haba un concepto de nacin tal como hoy lo
7 Winston Churchill fue uno de los polticos que mejor entendi las complejidades de la guerra. Leer sus
obras nos revelan a una persona profundamente conocedora de la historia humana y de la manera en que
la guerra dio forma al mundo desde siempre. Hay muchos bigrafos de Churchill, me permito recomendar
a los siguientes: Martin GILBERT, en su clsico Churchill a life (Owl Books New York 1992) y ms
recientemente, la de Franois KERSAUDY Winston Churchill: un luchador incansable (El Ateneo
Buenos Aires 2006).
8 Winston CHURCHILL,The Second World war. Penguin London 1959.P 730 y subsiguientes.
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que se transform al menos a los ojos de buena parte de la propia poblacin de EE.UU. en
una intil matanza.11
Ms atrs en el tiempo, un hecho similar ocurri con la 1ra Guerra Mundial. Una serie de
situaciones harto confusas en los Balcanes, una poltica de movilizacin europea atada a
mecanismos de relojera prcticamente imposibles de detener; as como una ignorancia
supina sobre la revolucin que haba producido en las tecnologas blicas desde mediados
del Siglo XIX, llevaron a que durante cuatro aos casi toda Europa y una parte considerable
del Oriente Medio se desangrara sin que al da de hoy puedan precisarse las razones por
las que no se pudo terminar antes con la matanza.12 Echemos una mirada a un ejemplo
contrario. Durante la famossima Crisis de los Misiles, acontecida en 1962, en ocasin
que los soviticos instalan misiles de alcance medio en territorio cubano. El mundo nunca
estuvo tan cerca de un intercambio nuclear como en aquellos crticos das. Sin embargo,
Kennedy del lado de los EE.UU. y Krushev del sovitico jugaron con fra racionalidad en
medio de las pasiones que se estaban desatando, y encontraron las formas de desescalar el
conflicto.13 Es tiempo que analicemos la relacin de los polticos con la guerra.
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La incertidumbre, tiene relacin bsicamente con la voluntad que se confronta. Esta actuar en
todo momento de manera de ocultar sus intenciones, movimientos, las fuerzas que emplear y
as podramos enumerar otros aspectos que se tratar de ocultar tras una niebla misteriosa, con el
afn de dificultar al mximo la propia conduccin de la guerra. En cuanto a la friccin, debemos
tener en cuenta que, independientemente de la magnitud de la guerra que podamos considerar,
en ella intervienen normalmente cantidades de hombres, agrupados en diversas organizaciones
especiales, empleando distintos tipos de ingenios, tanto en la superficie, en el mar, el aire y
tambin en el espacio. Ese conjunto, tan someramente mencionado, como todo lo que realiza el
hombre, es proclive de cometer fallas. Esas fallas, que podran ser hasta de menor significacin
en otras actividades humanas, se potencian geomtricamente en el ambiente sombro de la guerra;
generando a su vez mayor incertidumbre y nuevas fricciones, en un ciclo que puede escalar casi
sin lmites. Permtasenos ejemplificar esto con el caso de la reciente Guerra del Golfo Prsico del
ao 2003. El gobierno de EE.UU. haba previsto la campaa en Irak con la intencin de atacar este
pas desde dos direcciones. Desde el norte, empleando para ello el territorio de Turqua y desde el
sur, empleando para ello los territorios de Arabia Saudita y Kuwait. Se descartaba el apoyo de las
naciones mencionadas para permitir que en sus territorios se concentraran las fuerzas de EE.UU
y sus aliados. Sin embargo, pocas semanas antes de que la guerra se iniciara, tanto Turqua como
Arabia Saudita se negaron a franquear sus respectivos territorios. Cada pas tuvo distintas razones.
El primero, la cuestin de los Kurdos y el apoyo que estos reciban de EE.UU. Por el lado de
Arabia Saudita, el poco apoyo del mundo rabe a las operaciones que estaban por desarrollarse,
hicieron que el tradicional aliado de Washington en esa regin retirara su apoyo en esta ocasin.14
Estos dos hechos, crearon una friccin enorme para los planificadores militares del Pentgono,
quienes tuvieron no solamente que repensar la forma en que concentraran sus fuerzas, sino que
una parte significativa de las mismas, no estara en tiempo de incidir desde el inicio de la campaa
contra las fuerzas iraques. Como hemos podido apreciar en este ejemplo, incertidumbre y friccin
operan al unsono y complican hasta lo indecible la guerra.
Tenemos entonces que el lder poltico conoce, o al menos quienes lo asesoran deben conocer
bien, la forma en que la incertidumbre y la friccin interactan en la guerra. Sin embargo, este
lder tambin sabe que ms all de su voluntad de no recurrir a la guerra como un medio para
obtener objetivos polticos, al ser la guerra un intercambio entre al menos dos contendientes,
uno de ellos podr si tener la intencin de recurrir a la violencia para alcanzar sus objetivos,
independientemente de la postura que su oponente pueda tener respecto a esto. Esta posibilidad,
constituye una incertidumbre que podramos decir que es previa a la guerra y que la historia se
encarga de tanto en tanto de recordarnos que all se encuentra.15 Por lo tanto, mantiene siempre
14 En el ao 2003, publiqu Ensayos militares de la guerra del Golfo Prsico (Nueva Mayora Buenos
Aires), donde trat con mayor detalle los acontecimientos que acabo de mencionar.
15 Al escribir este prrafo, viene a la memoria casi automticamente, la conocida actitud de Neviell
Chamberlain en los largos meses previos a la iniciacin de la Segunda Guerra Mundial. Los horrores de la
hasta entonces conocida como Gran Guerra estaban ms que frescos en la mente del lder britnico. Su
obsesin por evitar otra conflagracin lo llevaron a una sistemtica poltica de acercamiento a los regmenes
totalitarios de Italia en primer lugar y de Alemania posteriormente. Su poltica result en un gigantesco
fracaso, dio a Hitler la idea que el Reino Unido era un pas dbil y sin intencin de pelear. Ese sentimiento,
lo llev a redoblar cada vez ms sus apuestas polticas, interviniendo desembozadamente en la Guerra Civil
Espaola, anexando a Austria y poco despus a Checoslovaquia. Cuando en la Cmara de los Comunes
se debati el acuerdo de Munich de 1938, por el cual Checoslovaquia era obligada a escindir parte d su
territorio para cederlo a Alemania, una sola voz se alz en contra del mismo. Churchill dijo, mientras una
multitud lo abucheaba: Nosotros hemos sufrido una total derrota. Hitler alcanz el lmite que hasta
Chamberlain tena, cuando atac Polonia. En honor a la verdad, hay que decir que Chamberlain reconoci
su grosero error y colabor firmemente con su sucesor en la derrota del nazismo.
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una proporcin de los habitantes de su pas dedicada totalmente a la preparacin para la guerra.
Esa organizacin, que conocemos como Fuerzas Armadas, tendr una dimensin y capacidades
que ese lder poltico dispondr de acuerdo a la apreciacin que se tenga sobre la posibilidad de
recurrir a ellos. Ese ser el nivel de riesgo que el lder considerar como aceptable, y variar en
funcin de las particulares circunstancia de su tiempo histrico.
Pero el lder poltico es a la vez el comandante supremo de todas las fuerzas de su pas, y
como tal, tiene la ltima palabra en el empeamiento que las mismas puedan tener en el
caso de una guerra. Y aqu es donde el sistema republicano tiene una ventaja comparativa
mayor sobre los regmenes autoritarios o totalitarios. Tienen menor propensin a que la
potencialidad de la guerra de transformarse de un medio a un fin en si misma. Y esto
es debido a que la divisin de poderes, el sistema de contrapesos que evita el ejercicio
del gobierno autoritario, sirve para que una vez que la sinrazn se declare, se encuentren
medios para volver las cosas a su lugar. Puede argirse que para el caso de Vietnam esto
tard casi diez aos. Esta es en si una aseveracin discutible, ya que puede por otra parte
argumentarse que hubo una larga etapa, al menos hasta la ofensiva del Tet de 1968, en que
la opinin pblica estaba mayoritariamente a favor de la guerra. Recin con la ofensiva
finalizada, y a pesar de la rotunda derrota que sobre el campo sufrieran las tropas regulares
e irregulares de Vietnam del Norte, la poblacin estadounidense tom consciencia que a
travs del recurso militar no habra una salida al conflicto, y se volc a presionar a sus
diferentes gobiernos, hasta que ellos alcanzaron la paz.
En su carcter de comandante de las fuerzas, tambin existen peligros para el lder
poltico. El mismo se encuentra en el grado de involucramiento que l tenga en las
decisiones especficamente militares. Con respecto a esto, hemos tenido a lo largo de la
historia diferentes casos. Nosotros mismos, durante la Guerra de la Triple Alianza, vimos
al Presidente de la Repblica delegar el control de los temas diarios del gobierno en su
vicepresidente, y marchar el mismo al teatro de operaciones para asumir el mando como
generalsimo de las fuerzas aliadas implicadas en la guerra. Creo que coincidiremos
con el lector, en que se trat de un caso muy particular, hasta extremo, ya que el general
Bartolom Mitre era obviamente un hombre de armas, y probablemente la impopularidad de
la guerra en muchas provincias del interior, hiciera que se viera en la obligacin de asumir
el comando efectivo de las acciones militares. Quizs la comparacin la deberamos hacer
recurriendo a un ejemplo que resulta hoy clsico entre los analistas de la Historia Militar. El
mismo muestra la forma en que se relacionaban con la guerra Franklin Roosevelt, Presidente
de los EE.UU. y por su lado Winston Churchill, Primer Ministro del Reino Unido durante
la pasada guerra mundial. Pero antes de abordar esa cuestin, resultar de importancia que
mencionemos la manera en que se toman decisiones en una guerra. Lo que explicaremos,
es una cuestin que es ampliamente aceptada en el marco de la comunidad de Defensa.
El criterio es que existen niveles de conduccin, donde de acuerdo a las incumbencias, se
toman decisiones para la direccin de la guerra. A continuacin los nombraremos e iremos
efectuando pequeos comentarios para poder entenderlos mejor.
El nivel ms alto de conduccin, es el denominado Estratgico Nacional o tambin es
conocido como Gran Estrategia. Este es el mbito por antonomasia del lder poltico.
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All, con el asesoramiento bsicamente de sus ministros, y algunos oficiales de alto rango,
toma las grandes decisiones relativas a la guerra. Aspectos como la fijacin de la finalidad
de la guerra, la determinacin de los lugares donde se luchar, el grado de involucramiento
del potencial de la nacin toda, las alianzas que habr que realizar, as como todo el
despliegue econmico, diplomtico y poltico en apoyo a la guerra, entra en este marco para
la adopcin de las decisiones. Una de sus funciones ms importantes es la de mencionar
los comandantes militares de los lugares donde se luchar. Estos, como veremos ms
adelante responden de sus acciones directamente al lder poltico. Inmediatamente debajo
de este nivel, aparece el conocido como Estratgico Militar. Este es el primero donde
los militares comienzan a desarrollar sus actividades. En este nivel, cuando de una guerra
se trata, lo que se realiza es todo lo relativo al sostenimiento necesario para que lo que el
poder poltico haya decidido pueda llevarse a cabo. Entre otras cosas, el desplazamiento de
los medios militares a las zonas donde se combatir, el sostenimiento logstico de ellos, la
proteccin de las instalaciones crticas en el propio territorio. Este nivel, vale aclararlo, no
conduce operaciones militares, solamente gerencia que otros puedan pelear.
Dijimos antes que el lder poltico designa a los comandantes militares que estarn a cargo
de los sectores donde se luchar. Esos sectores reciben la denominacin de Teatro de
Operaciones, y el comandante a cargo del mismo se encuentra en el nivel que se conoce
como Estratgico Operacional. A este comandante, el lder poltico le asigna fuerzas
militares de todas las Fuerzas Armadas, as como si fuera el caso los contingentes de
otros pases aliados. Recibe del lder poltico una orden de obtener determinados objetivo
polticos en el sector que se le ha asignado. Este comandante, asesorado por un estado
mayor, determina que situacin militar deber crear para poder concretar los objetivos
polticos que se le impusiera desde la estrategia nacional. Este nivel estratgico operacional
es el que realmente acta como una suerte de bisagra entre la finalidad poltica que se busca
obtener en la guerra y la consecucin de aquellos objetivos militares que permitirn que los
primeros se alcancen.
Finalmente, est el nivel que se denomina Tctico. Este es en el que las fuerzas militares
hacen sus tareas especficas para operar contra las correspondientes del enemigo. En este
nivel, se desarrollan las acciones de combate de diferente envergadura, en prosecucin de
esos objetivos que la estrategia operacional determin. Es hora que volvamos al ejemplo de
Roosevelt y Churchill para poder entender mejor el nivel de injerencia que el lder poltico
puede tener. Franklin Roosevelt no tena experiencia militar directa en su pasado, aunque
si en la ms alta gestin de la Armada de EE.UU., ya que desempe el caro de Secretario
de la Armada de la Administracin de Woodrow Wilson. Tuvo una total dedicacin a la
expansin de la Armada y entenda muy bien la problemtica relacionada con el empleo
del poder militar en el mar. Sin embargo, era un hombre que durante la Segunda Guerra
Mundial tena poco inters en los detalles de las grandes operaciones que la contienda
impona. Sola descansar en sus principales asesores, donde la figura del general Marshall
sobresala ampliamente. Por otro lado, el caso de Churchill era diametralmente opuesto. El
Primer Ministro britnico haba sido cadete en Sandhurst, donde alcanz su comisin como
segundo teniente de Caballera. Sirvi en combate en Cuba, India, Afganistn, Sudfrica
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que dada la tremenda responsabilidad que la aplicacin del poder militar representa,19
se requiere de personas que sepan dar apreciaciones certeras, oportunas, y que carguen
con la difcil tarea de asesorar prudentemente sobre aquello que es esperable obtener
de la aplicacin del poder militar.
Expresamos que en tiempo de paz son responsables de la preparacin para la guerra y de la
transmisin de conocimientos que permita a las fuerzas operar en el futuro. Esto desde el vamos
representa un tremendo desafo, ms en tiempos como los actuales, donde a nivel global hay
un enorme replanteo de los aspectos relativos a la Defensa. Mencionamos que los militares
son profundamente conservadores, y atribuimos esa condicin a los costes que la experiencia
profesional tiene. Esto, hace que por lo general tiendan a organizarse y prepararse para hacer
la guerra en funcin de las experiencias ms o menos recientes y que hayan sido exitosas.
Esto siempre ha sido peligroso, pues como toda actividad humana, y mxime una donde los
intereses en juego son tan dramticamente importantes, los cambios tanto en los medios como
en los procedimientos son muchas veces tan veloces, que los militares, suelen no pocas veces
ni siquiera tenerlos en cuenta, y esto ltimo a pesar que pudieran haber pasado dcadas desde
que se produjeron.20 Es por ello que resultar siempre muy til que los militares cuenten en
sus estructuras de planeamiento con una proporcin de personas dedicadas al seguimiento de
los conflictos, tanto los vigentes como los del pasado; y que a la vez esa estructura tenga vasos
comunicantes a todos los niveles de la organizacin, para que las diferentes y muy variadas
19 En el ao 2009, en el marco del Curso de Instructores Militares, organizado por la Subsecretara de Formacin
del Ministerio de Defensa, durante una de las jornadas desarrolladas en el Colegio Militar de la Nacin, disert entre
los all presentes sobre cuales eran las razones por las cuales se exigan tantas cosas de los militares, y entre otras
cosas dije: Ese hombre que queremos formar, ese futuro oficial, debe combinar, algo que siempre es muy difcil
de hacer, que es el cumplimiento de la misin, con el cuidado de su personal y de los medios que pone a nuestra
disposicin el Estado para cumplir con nuestro cometido. Y este lleva siempre una tensin importante, ms aun
si estamos en una situacin de guerra Cul es el limite entre el cumplimiento de la misin, la cuestin primordial
para nosotros? Cul es el limite al cual podemos llevar a nuestros hombres? () Nosotros trasmitimos a
nuestros cadetes algo ms que conocimientos tcnicos especficos sobre la conduccin. Nosotros intentamos
inculcar en ellos virtudes y una tica. Qu entendemos por virtud? () Una virtud tiene varias acepciones.
Hay una que me gust a m y dice: una disposicin del alma para accionar de acuerdo a una regla moral. Una
disposicin del alma para accionar de acuerdo a una ley moral. Y qu virtudes son las que tratamos de inculcar en
nuestros cadetes: el desinters, la abnegacin, el valor, la humildad, el honor Y una tica. La tica es la conducta
de las personas. Y nosotros la tica que le tenemos que inculcar a nuestros cadetes, es lo que esperamos y espera el
pas del cuerpo de oficiales del Ejercito. Espera una conducta que tenga un elevado nivel con respecto a lo que es
esperado en otras personas en otras organizaciones, porque cualquier hecho negativo que nosotros produzcamos
tiene una repercusin diferente a la de otros estamentos de la sociedad. Y por qu el tema este de los valores y la
tica es particular entre nosotros?. Por una situacin muy sencilla: cuando nosotros tenemos la oportunidad
de desarrollar nuestra profesin en la realidad de la guerra, nuestra profesin tiene la capacidad de desatar el
infierno sobre la tierra. Tan sencillo como eso. El infierno sobre la tierra. Una vez que se desata la guerra Una
vez que se desata la guerra, la capacidad de destruir, de matar, de trastocar las cosas, vuelve tan importante el
hecho de que cada uno de los que participan ah tengan o no una tica, unos valores, y una actitud bien acendrada,
pues puede desarrollar sus acciones fuera del marco de lo que se espera de l.
20 En esto hay al menos dos casos paradigmticos. La Guerra Civil Norteamericana (1861-1865) y la de la Triple
Alianza (1864-1870) dieron muestras del poder abrumador que los nuevos fusiles y la artillera tenan sobre
cualquier agrupamiento de tropas que empleara las formaciones cerradas propias de las guerras napolenicas.
Sin embargo, todo ello no fue tenido en cuenta por los mandos de las fuerzas enfrentadas en el frente occidental
durante la Ira Guerra Mundial (1914-1918). Durante la mayor parte del tiempo, y a pesar de las monstruosas bajas
que se acumulaban, se mantenan formaciones densas y cerradas en acciones frontales contra tropas protegidas y
que disponan de un abrumador poder de fuego. Solamente en la denominada Batalla del Kaiser, hubo acciones
concretas que evidenciaron haber aprendido correctamente la leccin del pasado. El segundo ejemplo, fue dado
por la propia Ira Guerra, donde aparecen los blindados por vez primera. El tremendo potencial que esos ingenios
tenan, sumado a la mayor aptitud de los medios radioelctricos y a la posibilidad de contar con un apoyo areo
preciso, fue despreciado por la mayora de los lderes militares. Solamente un grupo muy reducido de militares
y analistas, entre los que se encontraban, Fuller, Martel, Lidell Hart, De Gaulle; vieron en la combinacin de
los medios mencionados la posibilidad de producir una revolucin en la batalla. La idea fue correctamente
comprendida por los alemanes, para horror de un mundo perplejo ante la amenaza que se cerna.
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experiencias que se acumulen, puedan ser correctamente valoradas y producir as los ajustes
necesarios que permitan a las fuerzas ser eficientes ante un hipottico conflicto. Esto ltimo no
siempre derivar en la necesidad de costosas adquisiciones, sino que en no pocas circunstancias,
requerir de ajustes estructurales, que posibiliten a la propia organizacin adecuarse a la
naturaleza siempre cambiante de la guerra. Existe adems, incluso entre los militares, la creencia
que la falta de una experiencia permanente en la ejecucin de operaciones de guerra es de por
si un factor que atenta contra la eficiencia operativa de la organizacin militar. Como tantas
cosas, esta es cuando menos una idea no necesariamente verdadera y no son pocos los ejemplos
de fuerzas militares con una continua experiencia de combate cometen errores y por el contrario
otras que carecen de esa prctica saben sin embargo, operar con eficiencia cuando deben hacerlo.
Pensemos en el caso de Japn. Hasta bien entrado el Siglo XIX, ese pas contaba solamente
con una organizacin militar que poda asociarse con las que podan observarse en el apogeo
del feudalismo medieval europeo. Sin embargo, la renovacin poltica que observ ese pas en
la segunda mitad del siglo antes mencionado, junto con la correcta lectura hecha de los avances
en los temas militares, permiti a ese pas enfrentar a una potencia como Rusia en la guerra que
los enfrent entre 1904 y 1905, y derrotar al Imperio Zarista estrepitosamente, tanto en tierra
como en el mar.21 En el mismo sentido, el Estado de Israel es otro ejemplo. Cuando logra su
independencia, careca de experiencia de guerra, ms all de las organizaciones guerrilleras
con las que combati a los britnicos y rabes antes de la independencia. Sin embargo, supo
entender con gran precisin lo que la guerra de movimientos implicaba, y an con medios
vetustos e improvisados, derrot a sus enemigos.22
Cabe mencionar que tanto en el caso de Japn como el de Israel, no se dio en ellos
una mera copia de lo que se haca bien en otros lugares, sino un verdadero sincretismo
entre procedimientos aptos y la cultura de sus respectivas naciones. As el espritu del
Bushido del Japn milenario y en el caso del pueblo de Israel, el ingenio, astucia y el
invencible deseo de superar cuanta tribulacin el destino le impuso, se amalgamaron con
los procedimientos ms eficientes para hacer la guerra.
Un ejemplo contrario lo ofrecen los EE.UU. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial,
vienen desarrollando de manera peridica campaas en distintos lugares del globo.
Detengmonos un poco en las ms significativas. En la Guerra de Corea (1950-1953),
participaron conduciendo una fuerza de las Naciones Unidas, y no lograron derrotar a
Corea del Norte, sino un alto el fuego que se mantiene hasta el da de hoy. En Vietnam
(1958-1975), desde que ingresaron a principios de los sesenta, no consiguieron la decisin
en el campo de batalla y terminaron retirndose. Solamente en la que hoy conocemos
como 1ra Guerra del Golfo del ao 1991, consiguieron una victoria decisiva contra un
enemigo relevante. Actualmente, se encuentran masivamente operando en Irak, donde
derrotaron a las fuerzas de Saddam Hussein pero estn inmersos hoy en un proceso de
peace building, mientras que en Afganistn el resultado de la campaa es una verdadera
incgnita. Nadie puede negar la experiencia que han obtenido las fuerzas de este pas. Sin
embargo si est en permanente discusin, si realmente han sabido aprender la mejor forma
KEEGAN, John. A history of warfare. Knopf New York 1993. Pag 333.
22 Resulta muy interesante lo que sobre el sistema militar de Israel escribe el muy conocido analista militar
Martin VAN CREVELD en Command in war. Harvard-Cambridge 1985. Pag 194 y subsiguientes.
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de operar contra sus enemigos o se limitaron a aplicar variantes del exitoso sistema de hacer
la guerra que aplicaron durante la Segunda Guerra Mundial.23 Estos ejemplos nos advierten
que es ms importante hacer un esfuerzo serio por entender la evolucin de la guerra y
adaptarse a la misma que creer que la sola experiencia operativa permitir aprender las
sutilezas del ajuste que la guerra permanentemente realiza.
Hemos tambin mencionado sobre la responsabilidad de los militares de asesorar
con absoluto apego a la realidad, y esto tanto en la paz como durante la guerra. La
falta de apego a este aspecto puede ser causa de verdaderas tragedias, as como llevar
lisa y llanamente a la derrota a cualquier nacin. Hay muchos ejemplos sobre esta
temtica, pero creo que dos son paradigmticos por las claras enseanzas que dejan.
El rgimen de Stalin tuvo en los aos treinta una verdadera escuela de pensamiento
militar, una que entenda claramente la necesidad de conjugar los blindados con la
aviacin, que propenda en definitiva a que primara la calidad por sobre el peso que
la masa per se puede lograr. La figura emblemtica de esa corriente de pensamiento
estaba personificada en la figura del Mariscal Mijail Tujachevski. Este oficial,
junto a otros, repens el modo de operar de los soviticos, buscando que se actuara
sobre la profundidad del enemigo, destruyendo sus instalaciones logsticas en la
retaguardia, lo que obviamente facilitara su posterior derrota. Por razones polticas,
Tujachevski cae en desgracia frente a Stalin, y es una de las vctimas ms destacadas
de las famossimas purgas desatadas por el rgimen y que acabaran con miles de
personas. A partir de ese hecho, sus ideas fueron silenciadas en la Unin Sovitica,
y los militares, que saban bien que las mismas eran correctas, tuvieron frente a
Stalin un discurso contrario a las mismas. La invasin Nazi del 22 de junio de
1941, enfrent a los soviticos contra una fuerza operativa que aplicaba al mximo
los conceptos que Tujachevski promova desde mucho tiempo atrs, y a pesar de las
derrotas, los lderes soviticos seguan negndola, hasta que sobre 1943, el peso de
la realidad hizo que definitivamente se impusieran.24 El otro ejemplo es el de los
altos mando alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. En ella, no solamente
convalidaron las atrocidades cometidas por el rgimen en prcticamente todos los
teatros donde oper, sino que con rarsimas excepciones, 25 ni tan siquiera discutan
las elucubraciones estratgicas y operativas de un lder cuanto menos luntico
como Hitler. Qu llev en esos casos a los militares a actuar de una manera tan
irresponsable? Es una respuesta difcil, que incluso pareciera contradictoria, ante
lo que se espera de hombres que se preparan para el desafo de la guerra, y en los
23 PETERS, Ralph es un muy conocido analista de temas de Defensa en los EE.UU. Ha publicado
muchos libros sobre temas militares y de ficcin. En uno de ellos Fighting for the future (StackpoleMechanicsburg 2001), presenta su idea sobre la forma en que su pas debera enfocar el diseo de sus
FF.AA. para hacer frente a los desafos de la lucha contra el terrorismo internacional.
24 En relacin al Mariscal Tujachevski es muy interesante lo que mencionan John KEEGAN y Andrew
WHEATCROFT en Who is who in military history. PRCL-Hong Kong 1987. Respecto a los combates en
Rusia, a la manera en que los mandos rusos conducan es muy interesante el captulo escrito por el General
Erhard RAUS, titulado: Russian combat methods in World War II, aparecido en el libro Fighting in hell,
editado por Peter TSOURAS. Ivy-New York 1995. Pag 11 y subsiguientes.
25 Para poder comprender en profundidad el grado de insana con que Hitler se conduca, as como la
relacin con los altos mandos militares alemanes, es muy interesante el estudio que dedica John KEEGAN,
en el captulo False heroic: Hitler as supreme commander, aparecido en The mask of command.
Penguin-London 1987. Pag 235 y subsiguientes.
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tienen el derecho de resignar a su puesto si ven que su buen entender les impide poder
concretar lo que de ellos se requiere.27
En definitiva, los militares son en si mismos, la herramienta de la que se sirve el lder
poltico para concretar en los hechos esa voluntad que debe imponer sobre el enemigo.
Tener esto presente ser fundamental para que la guerra no se transforme en un fin.
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que una nacin del Caribe se inmolara sin que intervinisemos para evitar la continuidad de
la matanza?. Y seguramente el lector, en funcin de sus propias creencias podra formular
otras preguntas. Si a cualquiera de ellas, las que le ofrec antes o las suyas, tuviera como
respuesta el pacifismo, en modo alguno invalida a sta forma de pensar. Tan solo, pretendo
expresar que esa actitud tambin tiene un costo. Difcil de medir en la perspectiva histrica,
sin ninguna duda. Ese costo, pudo sin embargo haberse medido en la no posibilidad de una
vida nacional independiente, de terminar con el vasallaje, de dar a muchos la posibilidad
de decidir su vida de acuerdo a sus propias ideas. Obviamente esto, es una visin respecto
a las cosas, que en modo alguno puede pretenderse que sea absolutamente aceptada. Hay
muchos que sostienen que el valor vida est por sobre cualquier otra consideracin, an
sobre aquellas que han posibilitado a muchos hombres vivir en libertad.30
A modo de cierre
El trabajo pretendi aportar una visin algo ms abarcadora sobre la guerra. Se parti
del supuesto que la misma, casi por definicin, est vista en nuestra sociedad desde una
muy acotada perspectiva. Segn este criterio, el fenmeno guerra es asociado casi con
exclusividad a una actividad que desarrollan los militares, fuera de toda participacin
ciudadana. Como lgicamente, la guerra est asociada a las peores calamidades de la
humanidad, si se considera que esta es una problemtica de los militares, con solo ignorarlos
o menospreciar su actividad, estaremos de una manera directa evitando que la guerra pueda
manifestarse entre nosotros.
Quizs, tan solamente quizs, esta actitud nuestra de eludir cualquier referencia a la guerra
tenga su fundamentacin en el hecho que hace poco ms de treinta aos, sufrimos una derrota
militar en la Guerra de Malvinas. Y ms all de todo lo que los analistas podamos mencionar
al respecto de nuestro desempeo,31 el hecho cierto es que para la inmensa mayora de los
habitantes, la guerra est asociada a los tristes recuerdos de ese acontecimiento fundamental
de nuestro pasado inmediato. Adems, nuestra sociedad no puede disociar la guerra de
Malvinas del estrepitoso final del ltimo gobierno de facto de nuestra historia. Esto que
acabo de mencionar seguramente puede ser discutido, pero es al menos mi explicacin
para este tema. Sin embargo, y an creyendo que el ejemplo puede sonar chocante, me
atrevo a preguntarle si acaso Podemos evitar padecer una enfermedad grave simplemente
negando que las mismas existan? Creo que la respuesta se aplica a la guerra tambin. Como
30 No puedo dejar de agregar a este comentario una cita de Churchill que considero es muy til en este
punto, y pone en su perspectiva la disyuntiva que deber guiar el accionar de los responsables finales de
una nacin: El Sermn de la Montaa dice la ltima palabra de la tica cristiana...Pero quienes asumen
una responsabilidad ministerial no lo hacen sobre esas bases. Su deber es tratar con las otras naciones de
manera que se evite la guerra, la pugna y la agresin en todas sus formas, ya sea por fines nacionalistas
o ideolgicos. Ms la seguridad del estado, y las vidas y libertades de los compatriotas de los gobiernos,
exigen imperativamente que no se excluya el uso de la fuerza cuando se llega a la definitiva conviccin de
que es necesaria. Citado por Rosendo FRAGA en Churchill: Su actualidad en el conflicto del Siglo XXI
(ya citado anteriormente).
31 An a riesgo de ser excesivamente autorreferencial, menciono que publiqu el trabajo A 25 aos de
la Guerra de Malvinas: Haciendo frente a los estereotipos, aparecido en la Revista Ejrcito (Espaa Jul
2007), Revista Digital Universitaria (Argentina-Nro 16 Ao 2007 Con referato) y la Revista de la Escuela
Superior de Guerra (Argentina Oct 2008). En este artculo abordo cuestiones que a mi juicio no han sido
debidamente consideraras, tales como la falta de accin conjunta, y las idea acerca de la carencia de aptitud
para el combate del Ejrcito y el presunto abandono de las tropas por parte de sus superiores.
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