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La Guerra y Nosotros

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La Guerra
y Nosotros
Cnl VGM Guillermo Horacio Eduardo Lafferriere

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ESGN N 60 l Diciembre 2014

Guillermo Horacio E. Lafferriere. Magister en Geopoltica


por la Universidad Maimnides (Tesis: La relacin ambigua
de Pakistn con los grupos talibanes que operan en ese
pas). Oficial de Estado Mayor y Licenciado en Estrategia y
Organizacin. Egresado en el ao 1982 del Colegio Militar
de la Nacin como Subteniente de Infantera. Es Veterano
de la Guerra de Malvinas, sirviendo con el Regimiento de
Infantera 25 en Monte Low y la defensa del Aeropuerto de
Puerto Argentino. Ha participado en Croacia con el Batalln
Argentino IV en el ao 1993. Secretario Acadmico del
Instituto de Enseanza Superior del Ejrcito y profesor en la
Universidad Kennedy en la Licenciatura en RRII (Materia
Conflicto y Seguridad Internacional).Investigador invitado en
la Universidad Nacional de Quilmes. Es miembro del comit
de carrera posgrado en la Escuela de Defensa Nacional.
Autor de artculos y ponencias sobre temas de Defensa y
Geopoltica en distintas publicaciones de Argentina, Espaa
y Estados Unidos, siendo uno de sus trabajos ms relevantes
el libro Ensayos militares de la Guerra del Golfo Prsico del
ao 2003, editado por el Centro de Estudios Nueva Mayora.
Colabor en la columna de Defensa del site NuevaMayoria.
com con ms de un centenar de trabajos. Ha sido expositor
sobre la temtica Defensa y Geopoltica en distintos mbitos
acadmicos como la Universidad Torcuato Di Tella, la
Universidad Nacional de La Plata, La Escuela Superior de
Guerra Conjunta y la Escuela Superior de Guerra del Ejrcito.

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La guerra y nosotros
Cnl VGM Guillermo Horacio Eduardo Lafferriere

Resumen
El trabajo analiza la relacin de la guerra con la sociedad en general y con la Argentina
en particular. Se hace una bsqueda de una definicin de la guerra que abarque sus
mltiples facetas; focalizndose en lo que ella significa para polticos, especialmente
aquellos que deben conducirla; los militares que deben ejecutarla y como los afecta
tanto en tiempo de paz como de guerra. Finalmente explora al pacifismo a la luz
de sus posibilidades en el mundo actual. Para ello se analizan distintas fuentes
nacionales y extranjeras, as como se realiza una apelacin a casos aportados por
la historia para ayudar a encontrar conclusiones de inters en nuestra realidad.
Palabras Clave:
Guerra Conflicto Conduccin poltica Preparacin militar Pacifismo Enseanzas.

Abstract:
This paper analyzes the relationship between war and society in general and the
Argentine society in particular. This is a search for a definition of war that could
be comprehensive in its multiple facets, focusing especially on what it means for
politicians, especially those who must conduct it, the military personnel who conduct
operational activities in war; and war affects both groups. Finally explores pacifism
and its possibility in actual world. This analyzes various domestic and foreign sources,
and even appeals to cases brought by history to help find conclusions for our reality.
Keywords: War - Conflict - Political leadership - military training - Pacifism - Teachings

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ESGN N 60 l Diciembre 2014

Introduccin1
Al comenzar a escribir sobre este tema, no puedo dejar de pensar en los condicionantes que
implcitamente estn presentes en cada palabra que escribir. Durante dcadas me he preparado
para hacer la guerra. No solamente lo hice desde lo personal, capacitndome, estudiando sobre
el tema, publicando profusamente sobre distintos aspectos relacionados mayoritariamente con
ella, sino que he sido el responsable de la formacin de otras personas, para que puedan actuar
en medio de una guerra y esto palpablemente se manifest en las organizaciones que a lo largo
de mi vida pude conducir. Pertenezco adems, a un grupo minoritario de la sociedad, uno que
tuvo la rara oportunidad de hacer la guerra, y me refiero a la participacin en las acciones blicas
contra el Reino Unido por la posesin de las Islas Malvinas, y adems tuve la oportunidad de
compartir una guerra ajena, cuando como integrante de un batalln argentino, serv seis meses
en Croacia, en el lmite de la zona que ese pas disputaba con los Serbios. Todo ello sucedi
inmerso adems en una sociedad, que por distintas razones, ha decidido colocar a la guerra, a su
idea misma, escondida detrs de un velo, el cual en su pertinaz ocultamiento, da visos de tab
al tema entre nosotros.
No existe en nuestra sociedad discusin alguna sobre la guerra. La guerra para nosotros es
muchas veces un recuerdo evocativo como de leyenda, cuando en el sistema educativo formal
se hace referencia casi con exclusividad a las luchas por la Independencia en el Siglo XIX, o
bien un instrumento del debate crtico sobre lo actuado dentro del ltimo rgimen militar, mas
precisamente en relacin con la Guerra de Malvinas. Y cualquiera sea la consideracin que pueda
hacerse sobre la forma en que se discuten los temas mencionados, a los que se podran agregar
otros, ya generalmente para eruditos como las confrontaciones internas de los Siglos XIX y XX o
la Guerra de la Triple Alianza; por lo general, no dejan de ser discusiones que pueden catalogarse
de debates circunscriptos a consideraciones exclusivamente polticas o para el caso de los eruditos,
de la bsqueda de zanjar tal o cual carencia en el conocimiento integral de un hecho.
Pero ms all de lo mencionado, la guerra como fenmeno no est presente como una
eventualidad posible de ser sufrida por nosotros. Por supuesto, esa falta de discusin no
es notable solamente entre el gran pblico, aspecto que surge claramente de la lectura de
cualquier encuesta de opinin de los ltimas dcadas, donde todo lo relacionado a los temas
de la Defensa directamente no aparece; sino que salvo los mbitos especficos del estado, tales
como el Ministerio de Defensa donde el tema es tratado, la guerra es ignorada absolutamente,
y casi podr aventurarse que nombrarla sera casi un hecho extico, alejado completamente
de nuestro horizonte.
Mencion al principio los condicionantes que me rodean a cada paso. Tengo miedo de ellos.
Tengo temor que ellos puedan hacer pensar al que esto lea que tratar de darle una visin
1 Este trabajo nunca podra haber sido escrito si no hubiera tenido la oportunidad de conocer al Doctor
Germn Soprano. El es un profundo conocedor de la historia y un antroplogo de amplsima experiencia.
Desde el principio me llam la atencin su predisposicin para aproximarse a los temas militares desde
la ms pura prescindencia de sus propias ideas, dejando siempre que los hechos se impusieran por sobre
los preconceptos. No pienso igual que l en muchas cosas. Sin embargo cada vez que hemos conversado
he encontrado en l a un hombre preocupado por la bsqueda de la verdad. Este trabajo es el producto de
algunas de nuestras charlas. Me honro en considerarme uno de sus amigos.

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optimista de la guerra. Que crea que estoy tratando de hacer que piense diferente en su
rechazo a la muerte violenta de seres humanos por una actividad consciente y muy eficiente
llevada a cabo por los militares.
A pesar de mis temores, y seguramente de las prevenciones del lector, me propongo algo
distinto. Tengo la idea que puedo hacer que juntos comprendamos mejor un fenmeno
terrible, brutal. Uno tan peligroso, que an en su teora ms abstracta, tiene un potencial
enorme de constituirse de medio en fin, y como tal buscar perpetuarse en el accionar, para
satisfacer exclusivamente su propia lgica destructiva. Abrigo tambin la esperanza que
pueda tener la habilidad de proponer que entienda la naturaleza profundamente humana
que la guerra como fenmeno posee, y que al mismo tiempo valore, en su justa dimensin
el tremendo esfuerzo que significa poder prevalecer en una guerra. Finalmente, apelo a
que la lectura de estas palabras sirva para poder entender, que en definitiva, la guerra es
una calamidad que podemos sufrir en alguna generacin. En nuestra historia como nacin,
nos ha visitado no pocas veces en los casi dos siglos de existencia. Algunas veces durante
largos perodos consecutivos, en otras, luego de aos de paz, turbulenta seguramente, pero
de paz. Nadie, y esto es quizs muy inquietante, puede asegurarnos firmemente, que no
vuelva a visitarnos.

Qu es la guerra?
Paradjicamente, es terriblemente complejo definir a la guerra, objeto mismo de nuestra
atencin aqu y ahora. Y no es precisamente porque hayan faltado analistas que trataran
de definirla. Sino mas bien porque ella misma, adquiere caractersticas que dificultan su
identificacin. Permtaseme un par de ejemplos. Durante la guerra civil espaola, Portugal,
Italia y Alemania aportaron contingentes de fuerzas para apoyar al sector denominado
Nacional; mientras que la Unin Sovitica haca lo propio con el sector conocido como
Republicanos. Esas naciones, en todo momento, evitaron que les fuera reconocido el
adjetivo de beligerante en la contienda. Y al menos tcnicamente, ninguna de ellas intervino
en la guerra.2 Otro ejemplo ms cercano a nosotros, la Guerra de Malvinas. Desde que con
la creacin de la Organizacin de las Naciones Unidas, se renuncia a la guerra como medio
para dirimir controversias,3 ha caducado la declaracin que antes se haca de un estado a
otro, en el cual se le notificaba del estado de guerra que existira entre ambos a partir de
un momento dado. Todos los estados miembros de la ONU han rechazado el recurso de la
guerra, y se acepta que la misma puede llevarse a cabo solamente con carcter defensivo.4
2 El libro The battle for Spain (Penguin London. 2005) escrito por el eminente historiador britnico
Antony BEEVOR es un muy equilibrado estudio de la contienda, y expone claramente sobre lo que aqu se
expuso respecto a las naciones que apoyaron a cada bando en conflicto.
3 El Apartado 4 del Artculo 2 de la Carta de la ONU dice: Los Miembros de la Organizacin, en sus
relaciones internacionales, se abstendrn de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad
territorial o la independencia poltica de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los
Propsitos de las Naciones Unidas (http://www.un.org/es/documents/charter/chapter1.shtml - Consultado el
07 May 2010).
4 No estoy calificado para discutir este hecho. Pero quizs valga entender que las relaciones entre estados
responden a parmetros que son en general diferentes de los que se aplican a las relaciones interpersonales.
Muchas veces, los errores que cometen analistas al evaluar el escenario internacional provienen de aplicar
categoras que son totalmente ajenas al mbito de las relaciones externas de los estados.

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Todas las acciones que evidentemente fueron de guerra entre nuestro pas y el Reino Unido,
no estuvieron enmarcadas en declaracin formal de guerra alguna.
Parece ser que sin que la hayamos definido, la guerra aparece desde el vamos como un
asunto donde pareciera que las cosas no son tan sencillas como a primera vista podran
parecer.5 Ensayemos de definirla. La guerra es desde siempre sinnimo de violencia.
Esto es indiscutible. Las herramientas de las cuales se sirve son unas que estn diseadas
especficamente para causar destruccin sobre seres humanos y las obras fsicas por ellos
levantadas. Esas herramientas pueden ir desde instrumentos que afectan de manera muy
precisa a sus vctimas, como otros que no discriminan a las mismas. Entonces tenemos que
la guerra es un mbito donde se ejerce la violencia, de una manera muy significativa, pero
cabe que nos interroguemos acerca de Quines son los que ejercen esa violencia? Aqu
comienzan otros problemas para nosotros. Determinar quienes ejercen la violencia en la
guerra parece fcil desde una perspectiva reciente y me animara a agregar, occidental, de
pensar. La respuesta ms comn ser aquella que diga que son los militares los que ejercen
la violencia en una guerra. Mencionamos la palabra reciente, pues hasta hace no muchos
aos, en trminos histricos por supuesto, no haba un estamento social que dedicara su
vida a la actividad militar, sino que eran convocados personas del pueblo para una vez
armadas ser conducidas en la batalla por los nobles del lugar.
La aparicin masiva de las armas de fuego, la complejidad que su correcto empleo aparejaba,
dio un impulso decisivo a la necesidad de contar con un estamento profesional dedicado
exclusivamente a la preparacin para la guerra. Tambin nos referimos a occidente, en
funcin que es el lugar donde con mayor fuerza se concibi la idea de la guerra como una
actividad llevada a cabo por especialistas en todo lo atinente a la guerra. En el Este
europeo, y en otros pueblos de Asia, frica y Oceana, la guerra fue desde siempre, una
actividad donde intervenan todos los hombres, sin distincin de estamentos especializados.
Ms adelante volveremos a este tema, cuando tratemos la cuestin de la finalidad con que
se lleva adelante una guerra.
Lo que me gustara dejar claramente establecido aqu, antes de avanzar en el entendimiento
del trmino guerra, es que esa actividad que hemos definido como violenta y a cargo de
especialistas es per se sumamente costosa. Esto se mide tanto en los recursos que son
necesarios para mantener en activo a ese grupo de profesionales, como a todos los equipos
necesarios para que ellos se entrenen, desplacen, combatan y mantengan aquello por lo que
se hace la guerra. Esto es muy importante, para tener una dimensin de quienes estn en
condiciones de poder solventar estas erogaciones.
Tenemos entonces a la guerra como un acto violento, llevado a cabo por especialistas, los
que obviamente actan contra un enemigo que podr o no tener caractersticas similares de
organizacin, pero que se opone tambin violentamente a los primeros. Ahora bien, para
qu se hace la guerra? El pensador ms conocido sobre los asuntos de la teora de la guerra
5 Clausewitz trata profundamente esta contradiccin entre la aparente simpleza de los asuntos de la guerra y
la complejidad inmensa que toman en la prctica de esa actividad. Existe una versin de la obra del prusiano
bastante accesible al pblico alejado de lo militar. La misma fue publicada por Labor Barcelona 1992.

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es el prusiano Carl Von Clausewitz, a quien en no pocas oportunidades recurriremos en este


trabajo. En su monumental, inconclusa, controvertida y poco leda obra De la Guerra, nos
dice que en la guerra como mnimo uno de los bandos en pugna busca imponer su voluntad
al enemigo. Esta frase, concretamente nos dice que el deseo de uno de los oponentes al
menos, es tan poderoso, que lo lleva a aplicar el recurso de la guerra para obtenerlo. Por
supuesto recurre a la guerra, porque hay otra voluntad, que no est dispuesta a aceptar
que esa intencin le sea impuesta, y juzga por ende necesario oponerse a la misma con
los recursos que la guerra ofrece. De esto surge con claridad que la guerra sirve como un
medio, herramienta o causa para lograr un resultado, una finalidad especfica. Este medio, la
guerra, ejecutado por profesionales, que busca imponer los deseos o voluntad propia sobre
otro, al que se denomina enemigo, es en definitiva pergeada al menos por una voluntad.
Una tan poderosa que puede reunir los recursos ingentes en medios humanos, materiales y
econmicos para ser llevada a cabo. Esa voluntad, fue cambiando de nombre con el devenir
de la historia humana. Fuese esta el monarca de la antigedad o de los tiempos modernos, el
seor feudal de la Europa medieval, el Cacique Azteca o el Gran Inca, un Primer Ministro
o los actuales Presidentes, y en su tiempo el mismo Papa. Siempre ha sido la mxima
autoridad que ejerce el poder efectivo de una sociedad, cualquiera sea la forma en que la
misma arrib a ese puesto.
Si la guerra es un medio empleado por la mxima autoridad poltica para obtener un fin,
que es ni mas ni menos que imponer su voluntad sobre otro, cabe que nos preguntemos
Contra quin dirige ese medio esa mxima autoridad de una sociedad? Es nuestra opinin
que el recurso de la guerra se lleva a cabo por lo general contra otra poblacin que no es
la propia. Cuando se hace dentro del propio pas, generalmente se puede hablar de una
pugna de voluntades inmersas en lo que se conoce como guerra civil. Esta ltima no debe
confundirse con el empleo abusivo de la fuerza para imponer un rgimen, lo que no es en
nuestra consideracin una guerra, sino que entra dentro de lo que podra conocerse como
despotismo, y por lo tanto cae fuera de la mirada de este trabajo.
Las causas por las cuales se decide recurrir a la guerra, dan para un trabajo especfico
sobre el tema. Baste decir que desde siempre se ha discutido esta cuestin. Abrumaramos
al lector sobre razones que llevaron a la guerra. Pero aqu tambin la guerra muestra las
dificultades que permanentemente ensaya para confundir nuestro anlisis del fenmeno.
Remontmonos a la conocida obra de Homero, La Ilada. En la obra, el autor nos refiere
que la hermosa Elena, esposa del Menalo rey de Esparta, es raptada por Paris, hijo de
Pramo, el rey de Troya. Los reyes de las ciudades griegas, bajo el mando de Agamenn,
rey de Mecenas y hermano de Menelao, se coaligan y cruzan el mar para desembarcar en la
actual costa turca, donde se asentaba Troya.6 El resto de la historia es conocida, pero ms
all de la belleza de la historia, resultara poco creble que los reyes de las ciudades estado
6 La Iliada es tambin un ejemplo de cmo en la guerra se conjugan las actitudes ms sublimes de los
hombres con las ms ruines. As aparecen personajes como Agamenon, un hombre desptico, cruel e
insensible. Aquiles, el guerrero que se lanza a un combate pico con el hroe troyano Hctor, luego de la
muerte de su amado Patroclo. Ullises. Rey de Itaca ingenioso y audaz. Ellos y otros personajes actuando
todos como meras piezas de un juego disputado por los propios dioses del Olimpo, quienes dirimen entre s
sus propias diferencias.

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decidieran emprender una empresa tan colosal, solamente para vengar el corazn herido de
un monarca griego.
Posiblemente el control de una ex colonia griega situada del otro lado del mar, poda ser la
causa real que impuls a la guerra a los reyes griegos. Este sencillo ejemplo, nos habla bien
a las claras de las complicaciones que existirn para determinar con precisin las causas
por las que se recurre a la guerra. Cabe s que mencionemos, que normalmente parecieran
estar presentes causas aparentes, unas que sirvan para lograr la cohesin necesaria para
la lucha; y otras reales, que sin que sean difundidas ms all de lo necesario, son tan
poderosas que motivan el recurso de la guerra. No podemos tampoco dejar de mencionar
que otras veces existen causas para la guerra que son pblicas y no requieren de otras que
las velen del conocimiento de la poblacin; pero que sin embargo con el correr de los
acontecimientos, surgen aspectos nuevos, o no debidamente ponderados, que hacen que las
mismas causas que dieron origen a la guerra se vayan diluyendo y aparezcan otras razones
para la lucha. Djennos dar un ejemplo. Durante la Segunda Guerra Mundial, los Aliados
en 1943 estaban firmemente comprometidos en dursimos combates en la pennsula itlica.
Los mismos, estaban bajo la causa original de la guerra: Eliminar el rgimen nazi que
asolaba a la Europa de esos aos. Sin embargo, con el resurgir de la capacidad militar de
la Unin Sovitica, el Primer Ministro britnico Sir Winston Churchill,7 con la lucidez que
lo caracterizaba, breg muchsimo ante Franklin Delano Roosevelt, a la sazn Presidente
de los EE.UU., para que desataran una accin militar en el mar Adritico, la que debera
dirigirse sobre la lnea Lujbiana Viena.8 Esta concepcin de Churchill, buscaba que los
ejrcitos del Reino Unido y los EE.UU. se interpusieran al avance de los soviticos sobre
Europa Central. La idea de Churchill no pudo llevarse a cabo, el desembarco se llev a
cabo en Normanda y los soviticos controlaron Europa Central hasta que la propia URSS
hizo implosin a fines del Siglo XX.
Creemos que a esta altura del trabajo, surge con claridad esa idea que ha hecho a Clausewitz
tan famoso, y que se puede parafrasear en que la guerra es la continuacin de la poltica
por otros medios. Esta frase, tan sencilla, clara y comprensible, result en la culminacin
del entendimiento del fenmeno de la guerra para Occidente. Y decimos que result en
una verdadera revolucin, pues hizo que al menos desde el punto de vista conceptual, se
encontrara un lmite para la guerra. Explaymonos un poco sobre esto.
En la antigedad, y por lo menos hasta la paz de Westfalia en 1648, la guerra era llevada
a cabo para obtener una finalidad que quien detentaba el poder determinaba. Esta poda
ser como expresramos sumamente variada en sus razones, pero los costos de la misma,
an para la propia poblacin, poco o nada contaban. Se consideraba que el territorio, sus
habitantes, todo perteneca al monarca, no haba un concepto de nacin tal como hoy lo
7 Winston Churchill fue uno de los polticos que mejor entendi las complejidades de la guerra. Leer sus
obras nos revelan a una persona profundamente conocedora de la historia humana y de la manera en que
la guerra dio forma al mundo desde siempre. Hay muchos bigrafos de Churchill, me permito recomendar
a los siguientes: Martin GILBERT, en su clsico Churchill a life (Owl Books New York 1992) y ms
recientemente, la de Franois KERSAUDY Winston Churchill: un luchador incansable (El Ateneo
Buenos Aires 2006).
8 Winston CHURCHILL,The Second World war. Penguin London 1959.P 730 y subsiguientes.

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conocemos. Desde el fin de la Guerra de los Treinta Aos,9 y ms especficamente con


la Revolucin francesa y la cada del viejo rgimen, los distintos regmenes, an los
monrquicos que sobrevivieron a Napolen, tuvieron que responder de alguna manera
de sus actos ante sus pueblos. La guerra no podra ya librarse ms por la sola voluntad
del monarca, ignorando completamente lo que los pueblos pudieran llegar a considerar.
Los pueblos se convirtieron en un actor decisivo a la hora de la guerra, y lograr su apoyo
comprometido en la lucha, constituy un objetivo primario de todo lder nacional. Aqu se
entiende el criterio de limitacin que lo poltico impone a la guerra. Al ser esta una mera
herramienta de la poltica, al alcanzarse los fines que ella buscaba, caduca la necesidad de
continuar con las acciones de guerra.
Todo lo que hemos escrito hasta aqu, hace a la fra teora de la guerra, a su concepcin
como una herramienta empleada por la autoridad de un estado para imponer su voluntad
sobre otro que se niega a aceptarla. En esta visin terica, y como expresramos muy poco
atrs, alcanzado el fin buscado con la guerra, cesan las acciones. Lo que a continuacin
trataremos, nos mostrar que la guerra puede convertirse en un fin en s mismo. Quienes
deciden usar a la guerra como herramienta poltica y quienes la ejecutarn son hombres, y
como tales, en ellos conviven en todo momento lo racional y las pasiones que caracterizan
desde siempre a la humanidad. Ninguna de ellas, puede ser alabada o condenada por si
mismas, sino bajo el parmetro de la moralidad con que la misma es aplicada. Esa dualidad
de la condicin humana, hace que la fra concepcin de herramienta de la guerra pueda
convertirse en una frgil idea, sin apego alguno a la realidad. Ese juego entre lo racional y
las pasiones, se ve potenciado explosivamente en el marco que la guerra genera. Es que en
ella, impulsos vitales de una nacin son exacerbados para lograr el supremo esfuerzo en la
contienda. En no pocas ocasiones, aflorarn situaciones que hagan que resulte, a cualquier
nivel de responsabilidad, muy difcil distinguir acabadamente lo racional de lo que proviene
de las pasiones en danza. Cuando ello sucede, la guerra olvida su carcter de medio, y cual
un insaciable Moloch, devorar lo que sea por mantenerse activa.
Veamos un ejemplo. A principio de los sesenta, la administracin Kennedy decide
intervenir en Vietnam del Sur para impedir que el rgimen comunista de Vietnam del Norte
se expandiera y dominara la totalidad del pas. Desde el vamos, la decisin poltica de
Washington no fue claramente establecida, y con las sucesivas administraciones, la del
tambin Demcrata Johnson y el Republicano Nixon, esa falencia no fue subsanada. Para
empeorar las cosas, el gobierno de Saign era en no pocos sentidos tan desptico como el
que se buscaba impedir, a lo que se sum un hecho nada menor. El gobierno de Hani apel
masivamente a una guerra de carcter insurgente, mientras que los EE.UU. y sus aliados,10
apelaron a una respuesta clsica, como la que emplearon en la Segunda Guerra Mundial.
El resultado fue una guerra sangrienta, extensa en el tiempo, indefinida en sus resultados y
9 La obra The thirty years war escrita en 1938 por Cicely WEDGWOOD (BMC New York 1995) es
clave para poder entender la formacin de la Europa moderna. Los estragos y atrocidades cometidos en la
Guerra de los Treinta Aos (1618-1648), calaron hondo en las sociedades de la poca, y puede rastrearse
an hoy la influencia que ejercen sobre actitudes polticas europeas.
10 Australia, Nueva Zelandia, Corea del Sur, Filipinas y Thailandia desplegaron contingentes de tropas
de combate en Vietnam. Al respecto, se puede consultar la obra Armies of the Vietnm war 1962 1975
(Osprey Oxford. 1980), escrito por Philip KATCHER.

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que se transform al menos a los ojos de buena parte de la propia poblacin de EE.UU. en
una intil matanza.11
Ms atrs en el tiempo, un hecho similar ocurri con la 1ra Guerra Mundial. Una serie de
situaciones harto confusas en los Balcanes, una poltica de movilizacin europea atada a
mecanismos de relojera prcticamente imposibles de detener; as como una ignorancia
supina sobre la revolucin que haba producido en las tecnologas blicas desde mediados
del Siglo XIX, llevaron a que durante cuatro aos casi toda Europa y una parte considerable
del Oriente Medio se desangrara sin que al da de hoy puedan precisarse las razones por
las que no se pudo terminar antes con la matanza.12 Echemos una mirada a un ejemplo
contrario. Durante la famossima Crisis de los Misiles, acontecida en 1962, en ocasin
que los soviticos instalan misiles de alcance medio en territorio cubano. El mundo nunca
estuvo tan cerca de un intercambio nuclear como en aquellos crticos das. Sin embargo,
Kennedy del lado de los EE.UU. y Krushev del sovitico jugaron con fra racionalidad en
medio de las pasiones que se estaban desatando, y encontraron las formas de desescalar el
conflicto.13 Es tiempo que analicemos la relacin de los polticos con la guerra.

La guerra y la mxima autoridad poltica


Esta parte del trabajo la dedicaremos a efectuar consideraciones sobre la compleja relacin
entre el lder poltico y la guerra. Al respecto quiero adelantar que el tipo de lder sobre el
que efectuar los comentarios, es uno que alcanza el poder de acuerdo a los procedimientos
constitucionales de un estado, y que en su carcter, no retiene un poder autocrtico, sino que el
suyo est limitado por la legislacin constitucional, y que por lo tanto la capacidad de legislar
y de juzgar le son totalmente ajenas.
Se ha dicho que la decisin de recurrir a la guerra es la ms grave que cualquier lder puede
tomar. Y esto es porque la guerra, herramienta de la poltica, no se comporta de una manera
mecnica a la hora de producir resultados. Ella tiene una dinmica propia, afectada en primer
lugar por la voluntad que se opone a la propia. Esto hace que aquellos a quienes se enfrente,
apelen a todos los recursos a su disposicin para que no se pueda concretar la finalidad que se
busca con la guerra. Por otro lado, y tal como Clausewitz lo identificara claramente, en la guerra
la incertidumbre y la friccin actan desde el inicio de la contienda, afectando a unos y otros
de maneras diversas, pero sin dejar de hacerse notar en todos los niveles que la guerra abarque.
11 Creo que las siguientes obras, proporcionan una perspectiva importante de la guerra de Vietnam. La
primera In Restrospect (Times Books New York 1995), escrito por Robert McNAMARA, quien fuera
Secretario de Defensa de Kennedy y posteriormente de Lyndon Johnson. Asimismo, el ensayo de Charles
TOWNSHEND Peoples war (aparecido en The Oxford illustrated history of modern war. Oxford
university press New York 1997. Pag 155 y subsiguientes) proporciona una idea de la evolucin de este
tipo de guerra.
12 Se ha escrito muchsimo sobre la Ira Guerra Mundial. Me permito recomendar, por su claridad las obras
de Matin GILBERT y la del eminente historiador militar Sir John KEEGAN. Ambas tienen el mismo ttulo
The first World War. La primera fue publicada por Henry Holt New York 1994, y la ltima por Knopf
New York 1999.
13 He tratado con algn detalle este tema, as como el de la racionalidad en las operaciones en el artculo
Racionalidad en el empleo del recurso militar, publicado por la Revista Ejrcito (Espaa Nov 2009) y
Revista Digital Universitaria (Argentina-Nro 19 Ao 2009).

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La incertidumbre, tiene relacin bsicamente con la voluntad que se confronta. Esta actuar en
todo momento de manera de ocultar sus intenciones, movimientos, las fuerzas que emplear y
as podramos enumerar otros aspectos que se tratar de ocultar tras una niebla misteriosa, con el
afn de dificultar al mximo la propia conduccin de la guerra. En cuanto a la friccin, debemos
tener en cuenta que, independientemente de la magnitud de la guerra que podamos considerar,
en ella intervienen normalmente cantidades de hombres, agrupados en diversas organizaciones
especiales, empleando distintos tipos de ingenios, tanto en la superficie, en el mar, el aire y
tambin en el espacio. Ese conjunto, tan someramente mencionado, como todo lo que realiza el
hombre, es proclive de cometer fallas. Esas fallas, que podran ser hasta de menor significacin
en otras actividades humanas, se potencian geomtricamente en el ambiente sombro de la guerra;
generando a su vez mayor incertidumbre y nuevas fricciones, en un ciclo que puede escalar casi
sin lmites. Permtasenos ejemplificar esto con el caso de la reciente Guerra del Golfo Prsico del
ao 2003. El gobierno de EE.UU. haba previsto la campaa en Irak con la intencin de atacar este
pas desde dos direcciones. Desde el norte, empleando para ello el territorio de Turqua y desde el
sur, empleando para ello los territorios de Arabia Saudita y Kuwait. Se descartaba el apoyo de las
naciones mencionadas para permitir que en sus territorios se concentraran las fuerzas de EE.UU
y sus aliados. Sin embargo, pocas semanas antes de que la guerra se iniciara, tanto Turqua como
Arabia Saudita se negaron a franquear sus respectivos territorios. Cada pas tuvo distintas razones.
El primero, la cuestin de los Kurdos y el apoyo que estos reciban de EE.UU. Por el lado de
Arabia Saudita, el poco apoyo del mundo rabe a las operaciones que estaban por desarrollarse,
hicieron que el tradicional aliado de Washington en esa regin retirara su apoyo en esta ocasin.14
Estos dos hechos, crearon una friccin enorme para los planificadores militares del Pentgono,
quienes tuvieron no solamente que repensar la forma en que concentraran sus fuerzas, sino que
una parte significativa de las mismas, no estara en tiempo de incidir desde el inicio de la campaa
contra las fuerzas iraques. Como hemos podido apreciar en este ejemplo, incertidumbre y friccin
operan al unsono y complican hasta lo indecible la guerra.
Tenemos entonces que el lder poltico conoce, o al menos quienes lo asesoran deben conocer
bien, la forma en que la incertidumbre y la friccin interactan en la guerra. Sin embargo, este
lder tambin sabe que ms all de su voluntad de no recurrir a la guerra como un medio para
obtener objetivos polticos, al ser la guerra un intercambio entre al menos dos contendientes,
uno de ellos podr si tener la intencin de recurrir a la violencia para alcanzar sus objetivos,
independientemente de la postura que su oponente pueda tener respecto a esto. Esta posibilidad,
constituye una incertidumbre que podramos decir que es previa a la guerra y que la historia se
encarga de tanto en tanto de recordarnos que all se encuentra.15 Por lo tanto, mantiene siempre
14 En el ao 2003, publiqu Ensayos militares de la guerra del Golfo Prsico (Nueva Mayora Buenos
Aires), donde trat con mayor detalle los acontecimientos que acabo de mencionar.
15 Al escribir este prrafo, viene a la memoria casi automticamente, la conocida actitud de Neviell
Chamberlain en los largos meses previos a la iniciacin de la Segunda Guerra Mundial. Los horrores de la
hasta entonces conocida como Gran Guerra estaban ms que frescos en la mente del lder britnico. Su
obsesin por evitar otra conflagracin lo llevaron a una sistemtica poltica de acercamiento a los regmenes
totalitarios de Italia en primer lugar y de Alemania posteriormente. Su poltica result en un gigantesco
fracaso, dio a Hitler la idea que el Reino Unido era un pas dbil y sin intencin de pelear. Ese sentimiento,
lo llev a redoblar cada vez ms sus apuestas polticas, interviniendo desembozadamente en la Guerra Civil
Espaola, anexando a Austria y poco despus a Checoslovaquia. Cuando en la Cmara de los Comunes
se debati el acuerdo de Munich de 1938, por el cual Checoslovaquia era obligada a escindir parte d su
territorio para cederlo a Alemania, una sola voz se alz en contra del mismo. Churchill dijo, mientras una
multitud lo abucheaba: Nosotros hemos sufrido una total derrota. Hitler alcanz el lmite que hasta
Chamberlain tena, cuando atac Polonia. En honor a la verdad, hay que decir que Chamberlain reconoci
su grosero error y colabor firmemente con su sucesor en la derrota del nazismo.

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una proporcin de los habitantes de su pas dedicada totalmente a la preparacin para la guerra.
Esa organizacin, que conocemos como Fuerzas Armadas, tendr una dimensin y capacidades
que ese lder poltico dispondr de acuerdo a la apreciacin que se tenga sobre la posibilidad de
recurrir a ellos. Ese ser el nivel de riesgo que el lder considerar como aceptable, y variar en
funcin de las particulares circunstancia de su tiempo histrico.
Pero el lder poltico es a la vez el comandante supremo de todas las fuerzas de su pas, y
como tal, tiene la ltima palabra en el empeamiento que las mismas puedan tener en el
caso de una guerra. Y aqu es donde el sistema republicano tiene una ventaja comparativa
mayor sobre los regmenes autoritarios o totalitarios. Tienen menor propensin a que la
potencialidad de la guerra de transformarse de un medio a un fin en si misma. Y esto
es debido a que la divisin de poderes, el sistema de contrapesos que evita el ejercicio
del gobierno autoritario, sirve para que una vez que la sinrazn se declare, se encuentren
medios para volver las cosas a su lugar. Puede argirse que para el caso de Vietnam esto
tard casi diez aos. Esta es en si una aseveracin discutible, ya que puede por otra parte
argumentarse que hubo una larga etapa, al menos hasta la ofensiva del Tet de 1968, en que
la opinin pblica estaba mayoritariamente a favor de la guerra. Recin con la ofensiva
finalizada, y a pesar de la rotunda derrota que sobre el campo sufrieran las tropas regulares
e irregulares de Vietnam del Norte, la poblacin estadounidense tom consciencia que a
travs del recurso militar no habra una salida al conflicto, y se volc a presionar a sus
diferentes gobiernos, hasta que ellos alcanzaron la paz.
En su carcter de comandante de las fuerzas, tambin existen peligros para el lder
poltico. El mismo se encuentra en el grado de involucramiento que l tenga en las
decisiones especficamente militares. Con respecto a esto, hemos tenido a lo largo de la
historia diferentes casos. Nosotros mismos, durante la Guerra de la Triple Alianza, vimos
al Presidente de la Repblica delegar el control de los temas diarios del gobierno en su
vicepresidente, y marchar el mismo al teatro de operaciones para asumir el mando como
generalsimo de las fuerzas aliadas implicadas en la guerra. Creo que coincidiremos
con el lector, en que se trat de un caso muy particular, hasta extremo, ya que el general
Bartolom Mitre era obviamente un hombre de armas, y probablemente la impopularidad de
la guerra en muchas provincias del interior, hiciera que se viera en la obligacin de asumir
el comando efectivo de las acciones militares. Quizs la comparacin la deberamos hacer
recurriendo a un ejemplo que resulta hoy clsico entre los analistas de la Historia Militar. El
mismo muestra la forma en que se relacionaban con la guerra Franklin Roosevelt, Presidente
de los EE.UU. y por su lado Winston Churchill, Primer Ministro del Reino Unido durante
la pasada guerra mundial. Pero antes de abordar esa cuestin, resultar de importancia que
mencionemos la manera en que se toman decisiones en una guerra. Lo que explicaremos,
es una cuestin que es ampliamente aceptada en el marco de la comunidad de Defensa.
El criterio es que existen niveles de conduccin, donde de acuerdo a las incumbencias, se
toman decisiones para la direccin de la guerra. A continuacin los nombraremos e iremos
efectuando pequeos comentarios para poder entenderlos mejor.
El nivel ms alto de conduccin, es el denominado Estratgico Nacional o tambin es
conocido como Gran Estrategia. Este es el mbito por antonomasia del lder poltico.

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All, con el asesoramiento bsicamente de sus ministros, y algunos oficiales de alto rango,
toma las grandes decisiones relativas a la guerra. Aspectos como la fijacin de la finalidad
de la guerra, la determinacin de los lugares donde se luchar, el grado de involucramiento
del potencial de la nacin toda, las alianzas que habr que realizar, as como todo el
despliegue econmico, diplomtico y poltico en apoyo a la guerra, entra en este marco para
la adopcin de las decisiones. Una de sus funciones ms importantes es la de mencionar
los comandantes militares de los lugares donde se luchar. Estos, como veremos ms
adelante responden de sus acciones directamente al lder poltico. Inmediatamente debajo
de este nivel, aparece el conocido como Estratgico Militar. Este es el primero donde
los militares comienzan a desarrollar sus actividades. En este nivel, cuando de una guerra
se trata, lo que se realiza es todo lo relativo al sostenimiento necesario para que lo que el
poder poltico haya decidido pueda llevarse a cabo. Entre otras cosas, el desplazamiento de
los medios militares a las zonas donde se combatir, el sostenimiento logstico de ellos, la
proteccin de las instalaciones crticas en el propio territorio. Este nivel, vale aclararlo, no
conduce operaciones militares, solamente gerencia que otros puedan pelear.
Dijimos antes que el lder poltico designa a los comandantes militares que estarn a cargo
de los sectores donde se luchar. Esos sectores reciben la denominacin de Teatro de
Operaciones, y el comandante a cargo del mismo se encuentra en el nivel que se conoce
como Estratgico Operacional. A este comandante, el lder poltico le asigna fuerzas
militares de todas las Fuerzas Armadas, as como si fuera el caso los contingentes de
otros pases aliados. Recibe del lder poltico una orden de obtener determinados objetivo
polticos en el sector que se le ha asignado. Este comandante, asesorado por un estado
mayor, determina que situacin militar deber crear para poder concretar los objetivos
polticos que se le impusiera desde la estrategia nacional. Este nivel estratgico operacional
es el que realmente acta como una suerte de bisagra entre la finalidad poltica que se busca
obtener en la guerra y la consecucin de aquellos objetivos militares que permitirn que los
primeros se alcancen.
Finalmente, est el nivel que se denomina Tctico. Este es en el que las fuerzas militares
hacen sus tareas especficas para operar contra las correspondientes del enemigo. En este
nivel, se desarrollan las acciones de combate de diferente envergadura, en prosecucin de
esos objetivos que la estrategia operacional determin. Es hora que volvamos al ejemplo de
Roosevelt y Churchill para poder entender mejor el nivel de injerencia que el lder poltico
puede tener. Franklin Roosevelt no tena experiencia militar directa en su pasado, aunque
si en la ms alta gestin de la Armada de EE.UU., ya que desempe el caro de Secretario
de la Armada de la Administracin de Woodrow Wilson. Tuvo una total dedicacin a la
expansin de la Armada y entenda muy bien la problemtica relacionada con el empleo
del poder militar en el mar. Sin embargo, era un hombre que durante la Segunda Guerra
Mundial tena poco inters en los detalles de las grandes operaciones que la contienda
impona. Sola descansar en sus principales asesores, donde la figura del general Marshall
sobresala ampliamente. Por otro lado, el caso de Churchill era diametralmente opuesto. El
Primer Ministro britnico haba sido cadete en Sandhurst, donde alcanz su comisin como
segundo teniente de Caballera. Sirvi en combate en Cuba, India, Afganistn, Sudfrica

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y en Sudan, donde particip de la ltima carga de la caballera britnica en la batalla de


Omdurman. Ms tarde, ocupara el puesto de Primer Lord del Almirantazgo durante la
Primera Guerra Mundial. Este puesto era, y an contina sindolo, el equivalente del
que ocupara Roosevelt en la Armada de EE.UU. A raz del fracaso en la campaa de los
Dardanelos, Churchill renuncia, y durante un ao entero, presta servicios como jefe de
un batalln de infantera escocs en el Frente Occidental. Este background, sumado
al profundo conocimiento que de la historia militar tena, haca que Churchill no tuviera
ni por asomo el criterio de mantenerse alejado de los aspectos militares especficos de
la guerra. Constituyen legin las ancdotas que muestran la forma en que no solamente
intervena en decisiones menores, sino que redactaba permanentemente directivas que iban
desde la necesidad de desarrollar tal o cual arma, pasando por la determinacin de objetivos
concretos para la Real Fuerza Area.16
Someramente, hemos podido interiorizarnos sobre estilos de liderazgo civil en el transcurso
de una guerra que eran muy distintos. Ambos, fueron en su medida exitosos, aunque cabe
mencionar que los militares que estaban cerca de ellos, solan ponderar ms el de Roosevelt,
pues pensaban que les dejaba mayor libertad de accin para desarrollar su tarea.17
Esto que hasta aqu hemos visto, se refiere preponderantemente con la relacin de los polticos
con la guerra, pero Cul es su responsabilidad cuando, como viene sucediendo desde hace
muchos aos, cada vez ms se hace necesario enviar contingentes militares a lejanos puntos
del planeta para apoyar operaciones de Paz? Si en toda guerra el logro del apoyo del propio
pueblo como sustento a la misma, resulta siempre crtico para cualquier lder poltico, no
resulta menos difcil de lograr cuando lo que se pretende es que las tropas tomen riesgos en
beneficio de obtener la paz en lugares que estn lejanos de las vivencias del gran pblico.
Cada pas, en funcin de sus intereses y posibilidades, determinar su participacin en este
tipo de operaciones, en las que principalmente se logra un reconocimiento entre los miembros
de la comunidad internacional por la misma, ms cuando ellas alcanzan resultados que son
palpablemente exitosos para el gran pblico. Nuestro pas, ofrece un ejemplo que bien vale
en este aspecto. Participa actualmente en una misin de mantenimiento de la Paz en Chipre
desde hace ya dcadas, similar en sus parmetros a la que se llev a cabo antes en Croacia.
Sin embargo, acta en una de imposicin de la paz en Hait desde prcticamente el inicio
de la ltima crisis en el pas caribeo. En este actual caso, probablemente las imgenes de
16 En ocasin del desembarco en Normanda, dispuso embarcar en un destructor de la Armada Real, para
hacer acto de presencia en el lugar. El Rey le hizo llegar una nota personal en la cual de manera amistosa
le ordenaba no ir. Churchill cumpli la orden, pero poco tiempo despus, pudo encontrar una excusa para
escabullirse a Francia. Es clebre una fotografa de l un da de lluvia viendo el efecto de los fuegos de
la artillera aliada sobre los alemanes. La imagen est tomada en un puesto observatorio de la artillera
britnica, un lugar que obviamente revesta un intrnseco peligro para todo aquel que en el mismo estuviera.
17 A manera de ejemplo de una tpica intervencin de Churchill va este telegrama que enva al general
Eisenhower en Argel, previo a que se inicien operaciones en la pennsula itlica: Como he estado
presionando para que se acte en diversas direcciones, creo que debo sealar a usted las prioridades que
yo asigno en mi mente a varios objetivos deseables. Cuatro quintas partes de nuestros esfuerzos deben
dedicarse a Italia. Un dcimo debe destinarse a asegurarse Crcega y al Adritico. El dcimo restante
habra de concentrarse sobe Rodas. Y finaliza as: Le envo esta estrictamente a ttulo de gua sobre lo que
pienso y porque no quiero que usted se figure que insisto en todo y en todas las direcciones sin comprender
cuales son sus limitaciones. Citado por el Dr Rosendo FRAGA, en su libro Churchill: su actualidad en el
conflicto del Siglo XXI. Nueva Mayora Bueno Aires 2001. Pag 161.

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la anarqua en ese pas, sus secuelas de matanzas y el desamparo de la poblacin obraron


para que una intervencin de unas caractersticas tan particulares no fuera opuesta por la
posicin mayoritaria de la opinin pblica. La inestabilidad de muchas partes del mundo
actual, algunas de las cuales tienen lugar en zonas de inters no solamente para el pas sino
para organizaciones internacionales en las que participa, hace que este tipo de despliegues
militares, puedan en un futuro no muy lejano, ocupar un lugar importante en la agenda de los
lderes polticos. Este aspecto, si bien no revestir las altas exigencias que la guerra impone,
su potencial peligro impondr que se apliquen procedimientos de tomas de decisiones
muy semejantes a los que antes describimos, y por lo tanto potencian la necesidad de un
entendimiento claro de la aplicacin del instrumento militar por parte del lder poltico.

La guerra y los militares


Si una caracterstica poseen los militares de cualquier pas del mundo, y bajo cualquier
rgimen poltico, es que son tremendamente conservadores en sus ideas.18 Y esto tiene su
fundamento en el costo que histricamente ha tenido el aprendizaje de la forma de hacer
la guerra. Los militares denominan doctrina a las ideas sobres las que basan su accionar en
el desarrollo de operaciones militares. Esa doctrina se obtiene del estudio de la experiencia
propia, cuando la misma est disponible, o de la ajena. Siempre, esa experiencia ha sido
producto de lo que se aprende, fundamentalmente, del anlisis de las acciones del pasado y
de la observacin detallada de las del presente; y como el lector perfectamente entender su
costo ha sido no menor en vidas y bienes perdidos.
De tal manera, tenemos que estamos en presencia de un grupo de especialistas que son
tremendamente cautos a la hora de conducirse, y por otro lado, deben ellos actuar en un
medio donde a la incertidumbre y friccin de la guerra, a las cuales nos hemos referido,
debe agregrsele, las sutilezas, prioridades y particular lenguaje que la poltica emplea en
su praxis. Los militares, y me refiero a las ms altas responsabilidades, tienen dos misiones
en tiempo de paz y una en la guerra. En la paz deben bregar por mantener un ncleo de
las fuerzas en condiciones de ser empleado operativamente ante cualquier requerimiento
del lder poltico, y al mismo tiempo, organizar la estructura educativa que permita a la
fuerza militar aprender y transmitir experiencias a lo largo de prolongados perodos de paz.
Volveremos sobre esto. La segunda responsabilidad en tiempo de paz es la de mantener
permanentemente informado al lder poltico de la real aptitud de sus medios para ser
empeados. Esto ltimo es vital, y aqu tambin regresaremos. Por ltimo, en la guerra
tienen una sola misin: prevalecer en la lucha.
Todas estas misiones que hemos mencionado, descansan en un atributo que los
militares, cualquiera sea el pas al que sirven, deben siempre ejercer. El honor No
pretendo aqu en modo alguno, expresar que el honor sea algo propio de los militares,
es una condicin en definitiva de cualquier persona de bien. Lo que intento decir, es
18 En un interesantsimo trabajo, John ARQUILLA (Las nuevas reglas de la Guerra, Foreign Policy en
espaol, abril-mayo, 2010 Pag (s). 52-59) explica de que manera ese conservadurismo se manifest en
diversas oportunidades en Occidente en el Siglo XX.

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que dada la tremenda responsabilidad que la aplicacin del poder militar representa,19
se requiere de personas que sepan dar apreciaciones certeras, oportunas, y que carguen
con la difcil tarea de asesorar prudentemente sobre aquello que es esperable obtener
de la aplicacin del poder militar.
Expresamos que en tiempo de paz son responsables de la preparacin para la guerra y de la
transmisin de conocimientos que permita a las fuerzas operar en el futuro. Esto desde el vamos
representa un tremendo desafo, ms en tiempos como los actuales, donde a nivel global hay
un enorme replanteo de los aspectos relativos a la Defensa. Mencionamos que los militares
son profundamente conservadores, y atribuimos esa condicin a los costes que la experiencia
profesional tiene. Esto, hace que por lo general tiendan a organizarse y prepararse para hacer
la guerra en funcin de las experiencias ms o menos recientes y que hayan sido exitosas.
Esto siempre ha sido peligroso, pues como toda actividad humana, y mxime una donde los
intereses en juego son tan dramticamente importantes, los cambios tanto en los medios como
en los procedimientos son muchas veces tan veloces, que los militares, suelen no pocas veces
ni siquiera tenerlos en cuenta, y esto ltimo a pesar que pudieran haber pasado dcadas desde
que se produjeron.20 Es por ello que resultar siempre muy til que los militares cuenten en
sus estructuras de planeamiento con una proporcin de personas dedicadas al seguimiento de
los conflictos, tanto los vigentes como los del pasado; y que a la vez esa estructura tenga vasos
comunicantes a todos los niveles de la organizacin, para que las diferentes y muy variadas
19 En el ao 2009, en el marco del Curso de Instructores Militares, organizado por la Subsecretara de Formacin
del Ministerio de Defensa, durante una de las jornadas desarrolladas en el Colegio Militar de la Nacin, disert entre
los all presentes sobre cuales eran las razones por las cuales se exigan tantas cosas de los militares, y entre otras
cosas dije: Ese hombre que queremos formar, ese futuro oficial, debe combinar, algo que siempre es muy difcil
de hacer, que es el cumplimiento de la misin, con el cuidado de su personal y de los medios que pone a nuestra
disposicin el Estado para cumplir con nuestro cometido. Y este lleva siempre una tensin importante, ms aun
si estamos en una situacin de guerra Cul es el limite entre el cumplimiento de la misin, la cuestin primordial
para nosotros? Cul es el limite al cual podemos llevar a nuestros hombres? () Nosotros trasmitimos a
nuestros cadetes algo ms que conocimientos tcnicos especficos sobre la conduccin. Nosotros intentamos
inculcar en ellos virtudes y una tica. Qu entendemos por virtud? () Una virtud tiene varias acepciones.
Hay una que me gust a m y dice: una disposicin del alma para accionar de acuerdo a una regla moral. Una
disposicin del alma para accionar de acuerdo a una ley moral. Y qu virtudes son las que tratamos de inculcar en
nuestros cadetes: el desinters, la abnegacin, el valor, la humildad, el honor Y una tica. La tica es la conducta
de las personas. Y nosotros la tica que le tenemos que inculcar a nuestros cadetes, es lo que esperamos y espera el
pas del cuerpo de oficiales del Ejercito. Espera una conducta que tenga un elevado nivel con respecto a lo que es
esperado en otras personas en otras organizaciones, porque cualquier hecho negativo que nosotros produzcamos
tiene una repercusin diferente a la de otros estamentos de la sociedad. Y por qu el tema este de los valores y la
tica es particular entre nosotros?. Por una situacin muy sencilla: cuando nosotros tenemos la oportunidad
de desarrollar nuestra profesin en la realidad de la guerra, nuestra profesin tiene la capacidad de desatar el
infierno sobre la tierra. Tan sencillo como eso. El infierno sobre la tierra. Una vez que se desata la guerra Una
vez que se desata la guerra, la capacidad de destruir, de matar, de trastocar las cosas, vuelve tan importante el
hecho de que cada uno de los que participan ah tengan o no una tica, unos valores, y una actitud bien acendrada,
pues puede desarrollar sus acciones fuera del marco de lo que se espera de l.
20 En esto hay al menos dos casos paradigmticos. La Guerra Civil Norteamericana (1861-1865) y la de la Triple
Alianza (1864-1870) dieron muestras del poder abrumador que los nuevos fusiles y la artillera tenan sobre
cualquier agrupamiento de tropas que empleara las formaciones cerradas propias de las guerras napolenicas.
Sin embargo, todo ello no fue tenido en cuenta por los mandos de las fuerzas enfrentadas en el frente occidental
durante la Ira Guerra Mundial (1914-1918). Durante la mayor parte del tiempo, y a pesar de las monstruosas bajas
que se acumulaban, se mantenan formaciones densas y cerradas en acciones frontales contra tropas protegidas y
que disponan de un abrumador poder de fuego. Solamente en la denominada Batalla del Kaiser, hubo acciones
concretas que evidenciaron haber aprendido correctamente la leccin del pasado. El segundo ejemplo, fue dado
por la propia Ira Guerra, donde aparecen los blindados por vez primera. El tremendo potencial que esos ingenios
tenan, sumado a la mayor aptitud de los medios radioelctricos y a la posibilidad de contar con un apoyo areo
preciso, fue despreciado por la mayora de los lderes militares. Solamente un grupo muy reducido de militares
y analistas, entre los que se encontraban, Fuller, Martel, Lidell Hart, De Gaulle; vieron en la combinacin de
los medios mencionados la posibilidad de producir una revolucin en la batalla. La idea fue correctamente
comprendida por los alemanes, para horror de un mundo perplejo ante la amenaza que se cerna.

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experiencias que se acumulen, puedan ser correctamente valoradas y producir as los ajustes
necesarios que permitan a las fuerzas ser eficientes ante un hipottico conflicto. Esto ltimo no
siempre derivar en la necesidad de costosas adquisiciones, sino que en no pocas circunstancias,
requerir de ajustes estructurales, que posibiliten a la propia organizacin adecuarse a la
naturaleza siempre cambiante de la guerra. Existe adems, incluso entre los militares, la creencia
que la falta de una experiencia permanente en la ejecucin de operaciones de guerra es de por
si un factor que atenta contra la eficiencia operativa de la organizacin militar. Como tantas
cosas, esta es cuando menos una idea no necesariamente verdadera y no son pocos los ejemplos
de fuerzas militares con una continua experiencia de combate cometen errores y por el contrario
otras que carecen de esa prctica saben sin embargo, operar con eficiencia cuando deben hacerlo.
Pensemos en el caso de Japn. Hasta bien entrado el Siglo XIX, ese pas contaba solamente
con una organizacin militar que poda asociarse con las que podan observarse en el apogeo
del feudalismo medieval europeo. Sin embargo, la renovacin poltica que observ ese pas en
la segunda mitad del siglo antes mencionado, junto con la correcta lectura hecha de los avances
en los temas militares, permiti a ese pas enfrentar a una potencia como Rusia en la guerra que
los enfrent entre 1904 y 1905, y derrotar al Imperio Zarista estrepitosamente, tanto en tierra
como en el mar.21 En el mismo sentido, el Estado de Israel es otro ejemplo. Cuando logra su
independencia, careca de experiencia de guerra, ms all de las organizaciones guerrilleras
con las que combati a los britnicos y rabes antes de la independencia. Sin embargo, supo
entender con gran precisin lo que la guerra de movimientos implicaba, y an con medios
vetustos e improvisados, derrot a sus enemigos.22
Cabe mencionar que tanto en el caso de Japn como el de Israel, no se dio en ellos
una mera copia de lo que se haca bien en otros lugares, sino un verdadero sincretismo
entre procedimientos aptos y la cultura de sus respectivas naciones. As el espritu del
Bushido del Japn milenario y en el caso del pueblo de Israel, el ingenio, astucia y el
invencible deseo de superar cuanta tribulacin el destino le impuso, se amalgamaron con
los procedimientos ms eficientes para hacer la guerra.
Un ejemplo contrario lo ofrecen los EE.UU. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial,
vienen desarrollando de manera peridica campaas en distintos lugares del globo.
Detengmonos un poco en las ms significativas. En la Guerra de Corea (1950-1953),
participaron conduciendo una fuerza de las Naciones Unidas, y no lograron derrotar a
Corea del Norte, sino un alto el fuego que se mantiene hasta el da de hoy. En Vietnam
(1958-1975), desde que ingresaron a principios de los sesenta, no consiguieron la decisin
en el campo de batalla y terminaron retirndose. Solamente en la que hoy conocemos
como 1ra Guerra del Golfo del ao 1991, consiguieron una victoria decisiva contra un
enemigo relevante. Actualmente, se encuentran masivamente operando en Irak, donde
derrotaron a las fuerzas de Saddam Hussein pero estn inmersos hoy en un proceso de
peace building, mientras que en Afganistn el resultado de la campaa es una verdadera
incgnita. Nadie puede negar la experiencia que han obtenido las fuerzas de este pas. Sin
embargo si est en permanente discusin, si realmente han sabido aprender la mejor forma

KEEGAN, John. A history of warfare. Knopf New York 1993. Pag 333.
22 Resulta muy interesante lo que sobre el sistema militar de Israel escribe el muy conocido analista militar
Martin VAN CREVELD en Command in war. Harvard-Cambridge 1985. Pag 194 y subsiguientes.

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de operar contra sus enemigos o se limitaron a aplicar variantes del exitoso sistema de hacer
la guerra que aplicaron durante la Segunda Guerra Mundial.23 Estos ejemplos nos advierten
que es ms importante hacer un esfuerzo serio por entender la evolucin de la guerra y
adaptarse a la misma que creer que la sola experiencia operativa permitir aprender las
sutilezas del ajuste que la guerra permanentemente realiza.
Hemos tambin mencionado sobre la responsabilidad de los militares de asesorar
con absoluto apego a la realidad, y esto tanto en la paz como durante la guerra. La
falta de apego a este aspecto puede ser causa de verdaderas tragedias, as como llevar
lisa y llanamente a la derrota a cualquier nacin. Hay muchos ejemplos sobre esta
temtica, pero creo que dos son paradigmticos por las claras enseanzas que dejan.
El rgimen de Stalin tuvo en los aos treinta una verdadera escuela de pensamiento
militar, una que entenda claramente la necesidad de conjugar los blindados con la
aviacin, que propenda en definitiva a que primara la calidad por sobre el peso que
la masa per se puede lograr. La figura emblemtica de esa corriente de pensamiento
estaba personificada en la figura del Mariscal Mijail Tujachevski. Este oficial,
junto a otros, repens el modo de operar de los soviticos, buscando que se actuara
sobre la profundidad del enemigo, destruyendo sus instalaciones logsticas en la
retaguardia, lo que obviamente facilitara su posterior derrota. Por razones polticas,
Tujachevski cae en desgracia frente a Stalin, y es una de las vctimas ms destacadas
de las famossimas purgas desatadas por el rgimen y que acabaran con miles de
personas. A partir de ese hecho, sus ideas fueron silenciadas en la Unin Sovitica,
y los militares, que saban bien que las mismas eran correctas, tuvieron frente a
Stalin un discurso contrario a las mismas. La invasin Nazi del 22 de junio de
1941, enfrent a los soviticos contra una fuerza operativa que aplicaba al mximo
los conceptos que Tujachevski promova desde mucho tiempo atrs, y a pesar de las
derrotas, los lderes soviticos seguan negndola, hasta que sobre 1943, el peso de
la realidad hizo que definitivamente se impusieran.24 El otro ejemplo es el de los
altos mando alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. En ella, no solamente
convalidaron las atrocidades cometidas por el rgimen en prcticamente todos los
teatros donde oper, sino que con rarsimas excepciones, 25 ni tan siquiera discutan
las elucubraciones estratgicas y operativas de un lder cuanto menos luntico
como Hitler. Qu llev en esos casos a los militares a actuar de una manera tan
irresponsable? Es una respuesta difcil, que incluso pareciera contradictoria, ante
lo que se espera de hombres que se preparan para el desafo de la guerra, y en los
23 PETERS, Ralph es un muy conocido analista de temas de Defensa en los EE.UU. Ha publicado
muchos libros sobre temas militares y de ficcin. En uno de ellos Fighting for the future (StackpoleMechanicsburg 2001), presenta su idea sobre la forma en que su pas debera enfocar el diseo de sus
FF.AA. para hacer frente a los desafos de la lucha contra el terrorismo internacional.
24 En relacin al Mariscal Tujachevski es muy interesante lo que mencionan John KEEGAN y Andrew
WHEATCROFT en Who is who in military history. PRCL-Hong Kong 1987. Respecto a los combates en
Rusia, a la manera en que los mandos rusos conducan es muy interesante el captulo escrito por el General
Erhard RAUS, titulado: Russian combat methods in World War II, aparecido en el libro Fighting in hell,
editado por Peter TSOURAS. Ivy-New York 1995. Pag 11 y subsiguientes.
25 Para poder comprender en profundidad el grado de insana con que Hitler se conduca, as como la
relacin con los altos mandos militares alemanes, es muy interesante el estudio que dedica John KEEGAN,
en el captulo False heroic: Hitler as supreme commander, aparecido en The mask of command.
Penguin-London 1987. Pag 235 y subsiguientes.

Cnl VGM Mg. Guillermo Horacio Eduardo Lafferriere

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ejemplos que mencionramos, la mayora de ellos haban tenido sobrada experiencia


operativa. En el caso alemn, son conocidos los datos que indican que Hitler sola
dar fuertes sumas de dinero a ciertos mandos, como una forma de comprar lealtades.26
En otros casos, probablemente haya sido el temor tanto de las posesiones familiares
como a represalias sobre sus propias familias. Pero es muy posible que un enfermizo
concepto de la obediencia los llevara no solamente a cumplir con las disposiciones
ms absurdas, sino a negarse a si mismos en su condicin de especialistas en el
tema militar, y por lo tanto responsables de proporcionar un cuadro real de las
situacin y no meramente uno distorsionado que satisficiera las veleidades de un
lder convencido del carcter providencial de sus juicios. Para el caso sovitico son
de aplicacin muchas de las consideraciones realizadas con respecto a los mandos
alemanes, sin embargo, creo que tienen un atenuante. Mientras los alemanes eran
militares profesionales, con una larga etapa de formacin y perfeccionamiento a sus
espaldas, los soviticos, en su mayora provenan de un eclctico origen, producto
del proceso revolucionario que casi barri con el cuerpo de oficiales zarista, y que
adems sufra de las purgas del rgimen, inspiradas ms en necesidades polticas que
en la preservacin de un cuerpo de oficiales profesional, apto para la conduccin de
fuerzas en la guerra.
Un prrafo final para los militares y la poltica. Los militares no tienen que tener ninguna
relacin con la poltica partidaria, pero si deben entender las necesidades y el lenguaje
que ella emplea. En los ms altos niveles de la conduccin militar, en aquellos donde se
asesora al lder poltico, esto debe estar bien comprendido.
Los militares no pueden pretender que en esos niveles se les den precisiones del mismo
tenor que las que habitualmente se brindan en las operaciones militares. Salvo que
tengan a un Winston Churchill a cargo, no recibirn indicaciones del tipo Conquisten
los puentes sobre el ro Chico antes del da 22 de abril a las 0900, y mantengan los
mismos hasta ser sobrepasados por fuerzas blindadas a orden. Lo ms probable
es que el lder poltico diga que querr que se impida todo lo posible que el
enemigo cause demasiadas bajas entre nuestras tropas, y que espero que la campaa
no se extienda ms all del prximo verano; ya que necesitamos que contingentes
importantes de nuestros hombres puedan comenzar a regresar al pas. Caso contrario,
probablemente perdamos el apoyo a la guerra que tenemos en el Congreso. Este
ltimo ejemplo, a pesar de su vaguedad, indica muchas cosas a los militares. En
principio que las operaciones que se planifiquen deben tener muy en cuenta el evitar
empeamientos prolongados con el enemigo, de forma de evitar las bajas, implican
adems que la velocidad ser un factor decisivo en las operaciones para poder concretar
los objetivos antes que consideraciones polticas relevantes aconsejen el comienzo del
retiro de nuestras fuerzas. Los lderes militares no estn en condiciones de modificar
las consideraciones polticas que influyen en una campaa. Podrn si asesorar sobre
las posibilidades concretas de realizar lo que aspira el lder poltico, y llegado el caso,
26 BEEVOR, Antonny, hace mencin al tema de las ddivas hitlerianas, en El da D: La batalla de
Normanda . Crtica-Barcelona 2009. Pag 298 y subsiguientes.

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tienen el derecho de resignar a su puesto si ven que su buen entender les impide poder
concretar lo que de ellos se requiere.27
En definitiva, los militares son en si mismos, la herramienta de la que se sirve el lder
poltico para concretar en los hechos esa voluntad que debe imponer sobre el enemigo.
Tener esto presente ser fundamental para que la guerra no se transforme en un fin.

La guerra y los pacifistas


Ya advert en la introduccin del trabajo que no pretendo hacer una suerte de apologa de
la guerra, sino una descripcin de un fenmeno complejo y que requiere una aproximacin
multidisciplinaria para su comprensin. En ese espritu, es que tratar de hacer una breve
incursin en un tema que, dada la condicin militar de quien esto escribe, pareciera que a
priori me estuviera vedado. El pacifismo es una idea en modo alguno nueva,28 aunque
para el gran pblico pueda asociarse a los movimientos universitarios contrarios a la guerra
de Vietnam, tan comunes en los EE.UU. a partir de la segunda mitad de la dcada del sesenta
del pasado Siglo XX. El mismo, se opone al ejercicio de la violencia en todas sus formas, y
propugna el empleo de medios pacficos como forma de obtener cambios sustanciales ante
distintos regmenes que en ciertas maneras restringen algn tipo de derecho. Tambin, es
una corriente que aspira a oponerse a la guerra como un recurso para resolver problemas
polticos. Trataremos en primer lugar la idea del pacifismo como herramienta para alcanzar
fines polticos. Quizs el arquetipo exitoso de este ideal, sea el Mahatma Gandhi, uno de
los lderes de la India ms populares, y responsable en gran medida del inmenso logro
de obtener la independencia de su pas del Imperio Britnico en 1947. Su liderazgo, su
rechazo a todo tipo de recurso a la violencia, lo llevaron en no pocas ocasiones a dursimas
disidencias con otros polticos partidarios de la independencia, que crean en la apelacin
a recursos ms drsticos para su obtencin. Creo sin embargo, que cuando se reconoce su
aporte a la independencia de la India, se olvida un detalle que creo resulta clave si es que un
grupo social pretende a imponer su voluntad sobre otro por medio de la no violencia. Aquel
a quien se enfrenta debe tener lderes en los ms altos niveles de decisin que tengan un no
menor nivel de escrpulos en sus conductas polticas. Hagamos una reflexin sobre esto.
Cualquiera sea la consideracin que sobre la manera en que se conduca el Imperio Britnico
en la India de la primera mitad del Siglo XX, y ms all de los excesos que ocurrieron, en
ltima instancia, no era previsible esperar que pensaran sostenerse en el poder hacindolo
sobre la base de matar miles de sbditos hindes que pacficamente reclamaran su derecho
27 Resulta imposible no hacer una breve referencia a otro ejemplo clsico. Y nos referimos al que
protagonizaron el entonces Presidente Truman y quien fuera su comandante en Corea del Sur, el general
Douglas Mac Arthur. Durante la la guerra de Corea, en ocasin de la masiva intervencin de voluntarios
de la Repblica Popular China en la guerra, el general era partidario de una masiva accin area sobre la
retaguardia coreana e incluso de la apelacin a las armas nucleares para impedir las operaciones chinas.
Truman no deseaba escalar en el conflicto, arriesgando un mayor agravamiento del mismo, teniendo en
cuenta que, en aquellos aos China era un firme aliado de la URSS. El general Mac Arthur fue relevado,
pese al bien ganado prestigio que se haba ganado entre sus conciudadanos como lder militar.
28 Ya en los Evangelios pueden encontrarse indicios de pacifismo. Para una profundizacin sobre este
tema, sugerimos la lectura del ensayo Against war, escrito por Adam ROBERTS, y aparecido en The
Oxford illustrated history of modern war, editado por Charles TOWNSHEND. Oxford-New York 1997.
Pag278 y subsiguientes.

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a la emancipacin. De hecho la Independencia se logra en no poca medida por la accin


mediadora de quien fuera el ltimo virrey Lord Mountbatten,29 quien en no poca medida,
terci adems en las diferencias profundas que los independentistas tenan entre si, y que
no mucho despus llevaran a la formacin de Pakistn, y a la produccin de una horrible
matanza entre musulmanes e hindes. Y si esta consideracin no bastara, quizs podramos
imaginar, obviamente con la idea de polemizar, que en vez de Lord Mountbatten en el
poder en Nueva Delhi hubiera estado el representante de un poder totalitario, uno donde
no ya la opinin internacional, mucho menos la de su propio pas, tuviera la ms mnima
relevancia. Un poder totalitario, asentado primariamente sobre el ejercicio de la ms dura
fuerza. Ese tipo de rgimen, muy probablemente hubiera estado tentado de al menos,
probar que cantidad de sacrificio estaban dispuestos a sobrellevar aquellos que renunciando
a la violencia se le opusiesen.
Y si bien se puede especular con que tal nivel de conducta, de parte de un gobierno pudo ser
posible en el pasado, cabra recordar que no hace mucho hubo gobiernos que no dudaron
en lanzar ataques masivos con qumicos letales contra su poblacin, o que reprimieron
con blindados a miles de estudiantes universitarios que pedan una mayor posibilidad de
participacin poltica.
En definitiva, lo que pretendemos expresar no es un cuestionamiento al pacifismo, es al
fin de cuentas una manifestacin legtima del espritu humano. Lo que deseamos apuntar
es que en nuestra particular perspectiva, ese movimiento requerir o bien de un oponente
con escrpulos para no sostenerse sobre una masacre, o bien de un espritu de inmolacin
masivo poco comn al menos en Occidente.
Resta que hagamos algunas consideraciones al pacifismo en cuanto rechazo de la guerra
como herramienta poltica. Creo que desde la perspectiva de un militar, ser comprensible
que se presente siempre una dualidad. En primer lugar, como conoce lo que la guerra
representa, debera ser siempre el primero en asesorar caminos de moderacin respecto
a la idea de recurrir a ella. Pero por otro lado, no escapa a un militar que, en ciertas
circunstancias, la guerra es el nico remedio para impedir que un mal mayor pueda
concretarse. Tuvieron en 1816 las Provincias Unidas otra alternativa que hacer la guerra
en Chile y Per para asegurarse la independencia?; Debi Washington rechazar la idea de
la Independencia para evitar un bao de sangre?; Debi Lincoln aceptar que los estados
del Sur se independizaran y formaran una confederacin?; Debieron Francia y el Reino
Unido haber evitado el ultimtum a Hitler para que no tomara Polonia, ya que poco ms de
veinte aos atrs haba finalizado una espantosa guerra?; Debi Franklin Roosevelt aceptar
la accin japonesa en Peral Harbor como un fait acompli?; Debi Vietnam aceptar que
Francia los gobernara indefinidamente?; Deberamos nosotros permanecer ajenos y dejar
29 Lord Mountbatten fue un hombre excepcional en tiempos excepcionales. Las opiniones sobre l van
desde la ms profunda admiracin, hasta quienes creen que no era ms que un diletante. Personalmente,
creo que un hombre que durante la 2da Guerra Mundial se desempeo muy bien comandando buques de
guerra, que luego estuvo a cargo de la creacin de las fuerzas especiales britnicas, para ms tarde comandar
inmensos contingentes en el Extremo Oriente y finalmente asumir el difcil rol de ltimo virrey de un poder
imperial; y ser recordado por aquellos entre los cuales actu con simpata, bien merece al menos, convenir
que se est frente a un hombre bastante peculiar.

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que una nacin del Caribe se inmolara sin que intervinisemos para evitar la continuidad de
la matanza?. Y seguramente el lector, en funcin de sus propias creencias podra formular
otras preguntas. Si a cualquiera de ellas, las que le ofrec antes o las suyas, tuviera como
respuesta el pacifismo, en modo alguno invalida a sta forma de pensar. Tan solo, pretendo
expresar que esa actitud tambin tiene un costo. Difcil de medir en la perspectiva histrica,
sin ninguna duda. Ese costo, pudo sin embargo haberse medido en la no posibilidad de una
vida nacional independiente, de terminar con el vasallaje, de dar a muchos la posibilidad
de decidir su vida de acuerdo a sus propias ideas. Obviamente esto, es una visin respecto
a las cosas, que en modo alguno puede pretenderse que sea absolutamente aceptada. Hay
muchos que sostienen que el valor vida est por sobre cualquier otra consideracin, an
sobre aquellas que han posibilitado a muchos hombres vivir en libertad.30

A modo de cierre
El trabajo pretendi aportar una visin algo ms abarcadora sobre la guerra. Se parti
del supuesto que la misma, casi por definicin, est vista en nuestra sociedad desde una
muy acotada perspectiva. Segn este criterio, el fenmeno guerra es asociado casi con
exclusividad a una actividad que desarrollan los militares, fuera de toda participacin
ciudadana. Como lgicamente, la guerra est asociada a las peores calamidades de la
humanidad, si se considera que esta es una problemtica de los militares, con solo ignorarlos
o menospreciar su actividad, estaremos de una manera directa evitando que la guerra pueda
manifestarse entre nosotros.
Quizs, tan solamente quizs, esta actitud nuestra de eludir cualquier referencia a la guerra
tenga su fundamentacin en el hecho que hace poco ms de treinta aos, sufrimos una derrota
militar en la Guerra de Malvinas. Y ms all de todo lo que los analistas podamos mencionar
al respecto de nuestro desempeo,31 el hecho cierto es que para la inmensa mayora de los
habitantes, la guerra est asociada a los tristes recuerdos de ese acontecimiento fundamental
de nuestro pasado inmediato. Adems, nuestra sociedad no puede disociar la guerra de
Malvinas del estrepitoso final del ltimo gobierno de facto de nuestra historia. Esto que
acabo de mencionar seguramente puede ser discutido, pero es al menos mi explicacin
para este tema. Sin embargo, y an creyendo que el ejemplo puede sonar chocante, me
atrevo a preguntarle si acaso Podemos evitar padecer una enfermedad grave simplemente
negando que las mismas existan? Creo que la respuesta se aplica a la guerra tambin. Como
30 No puedo dejar de agregar a este comentario una cita de Churchill que considero es muy til en este
punto, y pone en su perspectiva la disyuntiva que deber guiar el accionar de los responsables finales de
una nacin: El Sermn de la Montaa dice la ltima palabra de la tica cristiana...Pero quienes asumen
una responsabilidad ministerial no lo hacen sobre esas bases. Su deber es tratar con las otras naciones de
manera que se evite la guerra, la pugna y la agresin en todas sus formas, ya sea por fines nacionalistas
o ideolgicos. Ms la seguridad del estado, y las vidas y libertades de los compatriotas de los gobiernos,
exigen imperativamente que no se excluya el uso de la fuerza cuando se llega a la definitiva conviccin de
que es necesaria. Citado por Rosendo FRAGA en Churchill: Su actualidad en el conflicto del Siglo XXI
(ya citado anteriormente).
31 An a riesgo de ser excesivamente autorreferencial, menciono que publiqu el trabajo A 25 aos de
la Guerra de Malvinas: Haciendo frente a los estereotipos, aparecido en la Revista Ejrcito (Espaa Jul
2007), Revista Digital Universitaria (Argentina-Nro 16 Ao 2007 Con referato) y la Revista de la Escuela
Superior de Guerra (Argentina Oct 2008). En este artculo abordo cuestiones que a mi juicio no han sido
debidamente consideraras, tales como la falta de accin conjunta, y las idea acerca de la carencia de aptitud
para el combate del Ejrcito y el presunto abandono de las tropas por parte de sus superiores.

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mencion en la introduccin, no existe organizacin no gubernamental, ni estatal o multi


estatal que pueda garantizar que el fenmeno guerra no se haga presente en algn momento,
sea durante nuestras vidas o en la de nuestros descendientes. Y aunque optemos por recurrir
a las herramientas que el pacifismo ofrece, el tema debera ser tenido en consideracin,
pues como hemos visto, pareciera ser que la no violencia trae aparejados algunos costos,
que convendra fueran cuidadosamente valorizados.
En definitiva, este trabajo apunt a tratar de comprobar que el fenmeno blico es
muchsimo ms complejo que una lucha violenta entre contendientes, y que por su propia
esencia tiene el potencial de afectar a toda una sociedad, independientemente del rechazo
que la guerra pueda tener entre la opinin pblica.
Quizs, la discusin de este complejo problema, pueda entre nosotros hacernos valorar
debidamente cada instante de paz relativa que vivimos, y en ltima instancia, sin que
reneguemos de nuestras propias visiones, comprendamos la naturaleza cambiante del
fenmeno, su aptitud para prevalecer entre las conductas observadas por las naciones y nos
permita entender de una manera objetiva la plyade de intereses, pasiones y fros clculos
que tras ella existen.

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