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Espiritualidad en Aparecida y Partnerschaft

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Espiritualidad en Aparecida, para pensar la Partnerschaft

P. Felipe Zegarra, Callao – mayo 2008

Si la hemos vivido o la estamos viviendo en serio –y con alegría- la Partnerschaft es para


nosotros una experiencia fundamental, gracias a la cual tomamos conciencia del misterio de la
comunión en la Iglesia y de la unidad de la Iglesia. Aunque en diferentes idiomas, y con
distintos rasgos culturales, alemanes y peruanos de diferentes regiones rezamos el mismo Padre
Nuestro, participamos en la Eucaristía, creemos en el Señor Jesucristo y en el mismo Dios,
Padre de todas y todos. Y así nos vamos abriendo a la catolicidad –universalidad en la
diversidad- y aún a otros mundos, como el de los países africanos que tanto preocupa a muchos
de nuestros “partners”.

Estas páginas intentan ayudar a reflexionar sobre una dimensión fundamental de la


Partnerschaft, que ya trabajamos en el 2007, la espiritualidad. Ahora nos proponemos ese
enfoque gracias a una lectura de textos de la Conferencia de los Obispos de América Latina y el
Caribe en Aparecida, en mayo del año pasado. Sólo necesitamos dedicar algún tiempo, para
apropiarnos de estos textos. Sugerimos ir sin apuro, leyéndolos y ahondándolos parte por parte.

1. Lo que no es una espiritualidad: Encontramos en Aparecida algunas menciones


negativas que debemos tener en cuenta, para no caer en actitudes equivocadas: ns. 100b
(sea algunos intentos de volver a un cierto tipo de eclesiología y espiritualidad
contrarias a la renovación del Concilio Vaticano II, sea algunas lecturas y aplicaciones
reduccionistas de la renovación conciliar), 100c (nos preocupa una espiritualidad
individualista) y 148 (la santidad no es una fuga hacia el intimismo o hacia el
individualismo religioso, tampoco un abandono de la realidad urgente de los grandes
problemas económicos, sociales y políticos de América Latina y del mundo y, mucho
menos, una fuga de la realidad hacia un mundo exclusivamente espiritual).

2. Tono de urgencia: lo primero es que debemos salir de la rutina

12: Nuestra mayor amenaza “es el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia
en el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va
desgastando y degenerando en mezquindad”. A todos nos toca recomenzar desde
Cristo, reconociendo que “no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una
gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un
nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”.

11: La Iglesia está llamada a repensar profundamente y relanzar con fidelidad y


audacia su misión en las nuevas circunstancias latinoamericanas y mundiales.

362: La Iglesia necesita una fuerte conmoción que le impida instalarse en la


comodidad, el estancamiento y en la tibieza, al margen del sufrimiento de los pobres
del continente. Necesitamos que cada comunidad cristiana se convierta en un poderoso
centro de irradiación de la vida en Cristo. Esperamos un nuevo Pentecostés que nos
libre de la fatiga, la desilusión, la acomodación al ambiente, una venida del Espíritu
que renueve nuestra alegría y nuestra esperanza (véase también el n. 548).

1
3. Hoy y aquí, en el contexto de una globalización que excluye:

60: El Papa…ve la globalización como un fenómeno “de relaciones de nivel


planetario”, considerándolo “un logro de la familia humana”, porque favorece el
acceso a nuevas tecnologías, mercados y finanzas… No obstante estos avances, el Papa
también señala que la globalización “comporta el riesgo de los grandes monopolios y
de convertir el lucro en valor supremo”… La globalización debe regirse también por la
ética, poniendo todo al servicio de la persona humana, creada a imagen y semejanza de
Dios”.

61: En la globalización, la dinámica del mercado absolutiza con facilidad la eficacia y


la productividad como valores reguladores de todas las relaciones humanas, lo que
hace de la globalización un proceso promotor de inequidades e injusticias múltiples.

62: Conducida por una tendencia que privilegia el lucro y estimula la competencia, la
globalización sigue una dinámica de concentración de poder y de riquezas en manos de
pocos, no sólo de los recursos físicos y monetarios, sino sobre todo de la información y
de los recursos humanos.

64: Por ello, frente a esta forma de globalización, sentimos un fuerte llamado para
promover una globalización diferente que esté marcada por la solidaridad, por la
justicia y por el respeto a los derechos humanos.

65: Esto nos debería llevar a contemplar los rostros de quienes sufren… Una
globalización sin solidaridad afecta negativamente a los sectores más pobres… Los
excluidos no son solamente “explotados”, sino “sobrantes” y “desechables” (ver 402).

¿Qué estamos haciendo para promover una globalización diferente?

El Cardenal Landázuri, que inició en el Perú la Partnerschaft, dijo: “Nadie es tan pobre, que no
pueda dar, ni tan rico, que no pueda recibir”. Pensemos en el interés creciente de nuestros
amigos de Friburgo por la pobreza y la violencia que hay en muchos países del África; al enviar
cada vez más apoyo a nuestros hermanos africanos, las Partnerparroquias no nos quitan nada, al
contrario, nos invitan a abrirnos más y más, a ubicarnos “del otro lado” de la solidaridad:
nosotros también podemos y debemos dar.

4. Una espiritualidad trinitaria del encuentro con Jesucristo

240: La experiencia bautismal es el punto de inicio de toda espiritualidad cristiana que


se funda en la Trinidad.

En el documento del 2007 sobre Espiritualidad de la Partnerschaft se decía que “una


espiritualidad cristiana es toda forma de vivir con firmeza nuestra relación con el Padre,
el Hijo y el Espíritu Santo, pero es ante todo un gran don de su amor por nosotros”; se
trata de vivir como hijas o hijos bienamados del Padre (filiación); como hermanas o
hermanos de Jesús y seguidores suyos (fraternidad y seguimiento); y en docilidad a la
acción del Espíritu Santo que vive, ama y actúa en nosotros.

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4.1. Aparecida subraya un enfoque centrado en el encuentro con Jesús-Cristo
(apartado 6.1.1)

Jesús es el que nos presenta en su palabra y su acción al Dios Trino: “Yo soy el Camino,
la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí” (Juan 14,6). En el prólogo de san
Juan leemos: “A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del
Padre, él lo ha contado” (1,18), texto capital, por el que comprendemos que Dios no es
definible por ideas o conceptos, sino que nos es presentado por sus obras, sus acciones o
“maravillas” en la historia humana, en particular en la vida y la persona de Jesús el
Cristo. Asimismo el Señor afirma que, tras su muerte y resurrección, será enviado el
Espíritu que conforta y consuela (Juan 14,16.26; 15,26; y 16,7).

29: La historia de la humanidad, a la que Dios nunca abandona, transcurre bajo su


mirada compasiva. Dios ha amado tanto nuestro mundo que nos ha dado a su Hijo…
Los cristianos somos portadores de buenas noticias para la humanidad y no profetas de
desventuras.

549: Para convertirnos en una Iglesia llena de ímpetu y audacia evangelizadora,


tenemos que ser de nuevo evangelizados y fieles discípulos…Sólo gracias a ese
encuentro y seguimiento, que se convierte en familiaridad y comunión, por desborde de
gratitud y alegría, somos rescatados de nuestra conciencia aislada y salimos a
comunicar a todos la vida verdadera, la felicidad y esperanza que nos ha sido dado
experimentar y gozar.

135: La respuesta a su llamada exige entrar en la dinámica del Buen Samaritano (cf.
Lc 10, 29-37), que nos da el imperativo de hacernos prójimos, especialmente con el que
sufre, y generar una sociedad sin excluidos siguiendo la práctica de Jesús que come
con publicanos y pecadores (cf. Lc 5, 29-32), que acoge a los pequeños y a los niños
(cf. Mc 10, 13-16), que sana a los leprosos (cf. Mc 1, 40-45), que perdona y libera a la
mujer pecadora (cf. Lc 7, 36-49; Jn 8, 1-11), que habla con la Samaritana (cf. Jn 4, 1-
26).

145: La misión no se limita a un programa o un proyecto, sino que es compartir la


experiencia del acontecimiento del encuentro con Cristo, testimoniarlo y anunciarlo de
persona a persona, de comunidad a comunidad, y de la Iglesia a todos los confines del
mundo (cf. Hch 1,8).

En coherencia con la Buena Noticia (evangelio) Aparecida acentúa una actitud de gozo:

32: La alegría que hemos recibido en el encuentro con Jesucristo, a quien reconocemos
como el Hijo de Dios encarnado y redentor, deseamos que llegue a todos los hombres y
mujeres heridos por las adversidades; deseamos que la alegría de la buena noticia del
Reino de Dios, de Jesucristo vencedor del pecado y de la muerte, llegue a todos cuantos
yacen al borde del camino pidiendo limosna y compasión (cf. Lc 10, 29-37; 18, 25-43).
La alegría del discípulo... es una certeza que brota de la fe, que serena el corazón y
capacita para anunciar la buena noticia del amor de Dios. Conocer a Jesús es el mejor
regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor
que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras es
nuestro gozo.

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Desde una mirada centrada en Cristo, la sección 6.2.1.indica los diferentes aspectos del
proceso de formación de los discípulos misioneros:

278: En el proceso de formación de discípulos misioneros destacamos cinco aspectos


fundamentales que aparecen de diversa manera en cada etapa del camino, pero que se
compenetran íntimamente y se alimentan entre sí:
a) El Encuentro con Jesucristo. Quienes serán sus discípulos ya lo buscan (cf. Jn 1,
38), pero es el Señor quien los llama: “Sígueme” (Mc 1, 14; Mt 9, 9). Se ha de
descubrir el sentido más hondo de la búsqueda, y se ha de propiciar el encuentro
con Cristo que da origen a la iniciación cristiana. Este encuentro debe renovarse
constantemente por el testimonio personal, el anuncio del kerygma y la acción
misionera de la comunidad.
b) La Conversión: Es la respuesta inicial de quien ha escuchado al Señor con
admiración, cree en Él por la acción del Espíritu, se decide a ser su amigo e ir tras
de Él, cambiando su forma de pensar y de vivir, aceptando la cruz de Cristo,
consciente de que morir al pecado es alcanzar la vida. En el Bautismo y en el
sacramento de la Reconciliación se actualiza para nosotros la redención de Cristo.
c) El Discipulado: La persona madura constantemente en el conocimiento, amor y
seguimiento de Jesús maestro, profundiza en el misterio de su persona, de su
ejemplo y de su doctrina…La catequesis permanente y la vida sacramental…
fortalecen la conversión inicial y permiten que los discípulos misioneros puedan
perseverar en la vida cristiana y en la misión en medio del mundo que los desafía.
d) La Comunión: No puede haber vida cristiana sino en comunidad: en las familias,
las parroquias, las comunidades de vida consagrada, las comunidades de base,
otras pequeñas comunidades y movimientos. Como los primeros cristianos, que se
reunían en comunidad, el discípulo participa en la vida de la Iglesia y en el
encuentro con los hermanos, viviendo el amor de Cristo en la vida fraterna
solidaria.
e) La Misión: El discípulo, a medida que conoce y ama a su Señor, experimenta la
necesidad de compartir con otros su alegría de ser enviado, de ir al mundo a
anunciar a Jesucristo, muerto y resucitado, a hacer realidad el amor y el servicio
en la persona de los más necesitados, en una palabra, a construir el Reino de Dios.
Lo que sigue es muy esclarecedor: La misión es inseparable del discipulado, por lo
cual no debe entenderse como una etapa posterior a la formación, aunque se la
realice de diversas maneras de acuerdo a la propia vocación y al momento de la
maduración humana y cristiana en que se encuentre la persona.

¿Cómo estamos viviendo nosotros y en nuestros equipos estos aspectos?

4.2. En el “hoy” de la Historia de Salvación, es el don del Espíritu de Dios el que


comunica la auténtica vida espiritual y misionera

284: Una espiritualidad de la acción misionera… se basa en la docilidad al impulso del


Espíritu…El discípulo y misionero, movido por el impulso y el ardor que proviene del
Espíritu, aprende a expresarlo en el trabajo, el diálogo, el servicio, la misión cotidiana.

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Según 366, ello implica escuchar con atención y discernir “lo que el Espíritu está
diciendo a las Iglesias” (Ap 2, 29) a través de los signos de los tiempos en los que Dios
se manifiesta, es decir, descubrir la voluntad del Señor en la realidad concreta en la que
vivimos y actuamos.

4.3. Es una espiritualidad vivida en Iglesia, la con-vocación que hizo Jesús

El n. 368 afirma que es una espiritualidad de comunión y participación, términos que


son típicos de la eclesiología desde el Concilio Vaticano II.

Como la Iglesia está al servicio del Reino, y por tanto de la humanidad y del “mundo”,
el n. 501 dice: los discípulos y misioneros de Cristo deben iluminar con la luz del
Evangelio todos los ámbitos de la vida social.

En el n. 148 hay una afirmación de gran valor: Al participar de esta misión, el discípulo
camina hacia la santidad. Vivirla en la misión lo lleva al corazón del mundo.

Así llegamos a los ns. 209 -211, que se refieren a la gran mayoría de quienes forman la
Iglesia e integran los equipos de la Partnerschaft: Los fieles laicos son los cristianos que
están incorporados a Cristo por el bautismo, que forman el pueblo de Dios y participan
de las funciones de Cristo… Ellos realizan, según su condición, la misión de todo el
pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo… (se cita Puebla 786:) Son «hombres de la
Iglesia en el corazón del mundo, y hombres del mundo en el corazón de la Iglesia» (n.
209). Su misión propia y específica se realiza en el mundo, de tal modo que con su
testimonio y su actividad contribuyan a la transformación de las realidades y la
creación de estructuras justas según los criterios del Evangelio (…) Además, tienen el
deber de hacer creíble la fe que profesan mostrando autenticidad y coherencia en su
conducta (n. 210). Los laicos también están llamados a participar en la acción pastoral
de la Iglesia, primero con el testimonio de su vida y, en segundo lugar, con acciones en
el campo de la evangelización, la vida litúrgica y otras formas de apostolado (n. 211).

La vida en el mundo –“secularidad”1- es central en la espiritualidad cristiana.

La Iglesia y la Partnerschaft se viven en concreto: desde nuestros lugares y en relación


con nuestros “partners”. Las parroquias son fundamentales, dice Aparecida, y hoy se las
entiende en forma dinámica, como “comunidad de comunidades”:

309: La parroquia…, como desde hace años nos lo hemos propuesto en América
Latina, llegará a ser «comunidad de comunidades».

179: Las comunidades eclesiales de base, en el seguimiento misionero de Jesús, tienen


la Palabra de Dios como fuente de su espiritualidad y la orientación de sus Pastores
como guía que asegura la comunión eclesial. Despliegan su compromiso evangelizador
y misionero entre los más sencillos y alejados, y son expresión visible de la opción
preferencial por los pobres. Son fuente y semilla de variados servicios y ministerios a
1
Ver Christifideles Laici n. 15: “La Iglesia tiene una auténtica dimensión secular, inherente a su íntima
naturaleza y a su misión, que hunde su raíz en el misterio del Verbo Encarnado, y se realiza de formas
diversas en todos sus miembros”, y especialmente en los laicos.

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favor de la vida en la sociedad y en la Iglesia. Manteniéndose en comunión con su
obispo e insertándose al proyecto de pastoral diocesana, las CEBs se convierten en un
signo de vitalidad en la Iglesia particular.

¿Estamos impulsando desde la Partnerschaft esta manera de ser Iglesia?

La eclesialidad de la vida en el Espíritu no desatiende los aspectos más personales de la


vocación, al contrario. 281: Llegar a la estatura de la vida nueva en Cristo,
identificándose profundamente con Él y su misión, es un camino largo, que requiere
itinerarios diversificados, respetuosos de los procesos personales y de los ritmos
comunitarios, continuos y graduales. 285: Cada una de las vocaciones tiene un modo
concreto y distintivo de vivir la espiritualidad… que nos convierte en personas
generosas y creativas, felices en el servicio…

5. Rasgos más específicos de la espiritualidad:

Por cierto, hay que vivir y comunicar la experiencia del amor (n. 138) y de las
bienaventuranzas:

En el seguimiento de Jesucristo, aprendemos y practicamos las bienaventuranzas del


Reino, el estilo de vida del mismo Jesucristo: su amor y obediencia filial al Padre, su
compasión entrañable ante el dolor humano, su cercanía a los pobres y a los pequeños,
su fidelidad a la misión encomendada, su amor servicial hasta el don de su vida. Hoy
contemplamos a Jesucristo tal como nos lo transmiten los Evangelios para conocer lo
que Él hizo y para discernir lo que nosotros debemos hacer en las actuales
circunstancias (n. 139; véase también el n. 335).- Hay que “trabajar” mucho más fondo
Lucas 6,20-23 y Mateo 5,3-10, a la luz del reconocimiento de Jesús como “manso y
humilde” en Mateo 11,29 y Mateo 21,5.

Sin embargo, la V Conferencia insiste en el don de la vida:

348: La gran novedad que la Iglesia anuncia al mundo es que Jesucristo, el Hijo de
Dios hecho hombre, la Palabra y la Vida, vino al mundo a hacernos “partícipes de la
naturaleza divina” (2Pe 1, 4), a participarnos de su propia vida.

350: Nuestros pueblos no quieren andar por sombras de muerte; tienen sed de vida y
felicidad en Cristo. Lo buscan como fuente de vida…Quieren vivir la plenitud del amor.

356: La vida nueva de Jesucristo toca al ser humano entero y desarrolla en plenitud la
existencia humana “en su dimensión personal, familiar, social y cultural”. Para ello
hace falta entrar en un proceso de cambio que transfigure los variados aspectos de la
propia vida... El texto señala modos cotidianos de la vida en Cristo que incluye la
alegría de comer juntos, el entusiasmo por progresar, el gusto de trabajar y de
aprender, el gozo de servir a quien nos necesite, el contacto con la naturaleza, el
entusiasmo de los proyectos comunitarios, el placer de una sexualidad vivida según el
Evangelio, y todas las cosas que el Padre nos regala como signos de su amor sincero.

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¿No es lo que muchos hacen con gran sencillez, constantemente?

Jesús invita a encontrarnos con Él, para asumir su mismo estilo de vida y sus mismas
motivaciones (…), correr su misma suerte y hacerse cargo de su misión de hacer
nuevas todas las cosas (n. 131)

Esta disponibilidad a vivir como Jesús y movidos por su Espíritu nos pone, ante el
imperativo de hacernos prójimos, especialmente con el que sufre, y generar una
sociedad sin excluidos (n. 135). Esta es la tarea esencial de la evangelización, que
incluye la opción preferencial por los pobres, la promoción humana integral y la
auténtica liberación cristiana (n. 146).

Aparecida acentúa una espiritualidad vivida en el día a día:

398: La opción por los pobres debe conducirnos a la amistad con los pobres. Día a día
los pobres se hacen sujetos de la evangelización y de la promoción humana integral:
educan a sus hijos en la fe, viven una constante solidaridad entre parientes y vecinos,
buscan constantemente a Dios y dan vida al peregrinar de la Iglesia. A la luz del
Evangelio reconocemos su inmensa dignidad y su valor sagrado a los ojos de Cristo,
pobre como ellos y excluido entre ellos. Desde esta experiencia creyente compartiremos
con ellos la defensa de sus derechos.

363: La fuerza de este anuncio de vida será fecunda si lo hacemos con el estilo
adecuado, con las actitudes del Maestro, teniendo siempre a la Eucaristía como fuente
y cumbre de toda actividad misionera. Invocamos al Espíritu Santo para poder dar un
testimonio de proximidad que entraña cercanía afectuosa, escucha, humildad,
solidaridad, compasión, diálogo, reconciliación, compromiso con la justicia social y
capacidad de compartir, como Jesús lo hizo. Él sigue convocando, sigue invitando,
sigue ofreciendo incesantemente una vida digna y plena para todos… Se trata de salir
de nuestra conciencia aislada y de lanzarnos con valentía y confianza (parresía) a la
misión de toda la Iglesia.

6. ¿Cómo encontrar a Jesucristo?

El apartado 6.1.2 responde a esta pregunta con algún detalle:

247: Encontramos a Jesús en la Sagrada Escritura, leída en la Iglesia.

249: La Lectio divina o ejercicio de lectura orante de la Sagrada Escritura.

251: La Eucaristía es el lugar privilegiado del encuentro del discípulo con Jesucristo.

254: El sacramento de la reconciliación es el lugar donde el pecador experimenta de


manera singular el encuentro con Jesucristo, quien se compadece de nosotros y nos da
el don de su perdón misericordioso.

255: La oración personal y comunitaria.

256: En medio de una comunidad viva en la fe y en el amor fraterno.

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257: También lo encontramos de un modo especial en los pobres, afligidos y enfermos
(cf. Mt 25, 37-40), que reclaman nuestro compromiso y nos dan testimonio de fe,
paciencia en el sufrimiento y constante lucha para seguir viviendo.

Una mención especial mereció a nuestros Obispos, que se reunieron en el Santuario de


Aparecida, la piedad popular como espacio de encuentro con Jesucristo:

259: Entre las expresiones de esta espiritualidad se cuentan: las fiestas patronales, las
novenas, los rosarios y via crucis, las procesiones, las danzas y los cánticos del folclore
religioso, el cariño a los santos y a los ángeles, las promesas, las oraciones en familia.
Destacamos las peregrinaciones, donde se puede reconocer al Pueblo de Dios en
camino. Allí el creyente celebra el gozo de sentirse inmerso en medio de tantos
hermanos, caminando juntos hacia Dios que los espera. Cristo mismo se hace
peregrino, y camina resucitado entre los pobres. La decisión de partir hacia el
santuario ya es una confesión de fe, el caminar es un verdadero canto de esperanza, y
la llegada es un encuentro de amor. La mirada del peregrino se deposita sobre una
imagen que simboliza la ternura y la cercanía de Dios. El amor se detiene, contempla el
misterio, lo disfruta en silencio. También se conmueve, derramando toda la carga de su
dolor y de sus sueños. La súplica sincera, que fluye confiadamente, es la mejor
expresión de un corazón que ha renunciado a la autosuficiencia, reconociendo que solo
nada puede. Un breve instante condensa una viva experiencia espiritual.

261: No es una “espiritualidad de masas”… Muchos recurren a algún pequeño signo


del amor de Dios: un crucifijo, un rosario, una vela que se enciende para acompañar a
un hijo en su enfermedad, un Padrenuestro musitado entre lágrimas, una mirada
entrañable a una imagen querida de María, una sonrisa dirigida al Cielo en medio de
una sencilla alegría.

263: No podemos devaluar la espiritualidad popular, o considerarla un modo


secundario de la vida cristiana, porque sería olvidar el primado de la acción del
Espíritu y la iniciativa gratuita del amor de Dios. En la piedad popular se contiene y
expresa un intenso sentido de la trascendencia, una capacidad espontánea de apoyarse
en Dios y una verdadera experiencia de amor teologal. Es también una expresión de
sabiduría sobrenatural, porque la sabiduría del amor no depende directamente de la
ilustración de la mente sino de la acción interna de la gracia. Por eso, la llamamos
espiritualidad popular. Es decir, una espiritualidad cristiana que, siendo un encuentro
personal con el Señor, integra mucho lo corpóreo, lo sensible, lo simbólico, y las
necesidades más concretas de las personas. Es una espiritualidad encarnada en la
cultura de los sencillos, que no por eso es menos espiritual, sino que lo es de otra
manera.

Así nos encontramos con la urgencia de prestar real atención a las diversas culturas
que hay en el Perú, como vemos que hacen nuestros amigos de Friburgo. Debemos
alabar al Señor porque ha hecho de este continente un espacio de comunión y
comunicación de pueblos y culturas indígenas (n. 128), reconociendo la presencia de
los valores del Reino de Dios en las culturas (n. 374a). Como discípulos de Jesucristo,
encarnado en la vida de todos los pueblos, descubrimos y reconocemos desde la fe las
“semillas del Verbo”, presentes en las tradiciones y culturas de los pueblos indígenas
de América Latina. De ellos valoramos su profundo aprecio comunitario por la vida,
presente en toda la creación, en la existencia cotidiana y en la milenaria experiencia
religiosa, que dinamiza sus culturas (n. 529).

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