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Porque Soy Un Pueblo Celoso

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PORQUE SOY UN PUEBLO CELOSO!

LESTER DEL REY


Este relato es probablemente el ms famoso de su autor en los Estados Unidos, y
tambin uno de los ms discutidos, ya que su tema no puede ser ms polmico: la posicin
del hombre ante Dios, y la posicin de Dios ante el hombre y todas las dems razas del
universo. El planteamiento que del Rey hace de este problema lo es ciertamente todo menos
ortodoxo, lo cual le mereci, a su publicacin, una slida fama de iconoclasta, cosa en cierto
modo muy discutible, ya que en toda su extensa obra solamente dos relatos (este y
Evensong, aparecido en las "Dangerous Visions" de Ellison) tocan directamente el tema
religioso. Sin embargo, en el parco panorama mundial de la SF religiosa, al que ya nos
hemos referido en otras ocasiones, este relato brilla resplandecientemente con luz propia,
como uno de los mejores, tanto por su profundidad temtica como por su alcance.

I
... en el da en que tiemblen los guardianes de la casa y se encorven los hombres fuertes...
y se cierren las puertas a la calle, debilitndose el ruido del molino... se tendr miedo de las
alturas y de los sobresaltos en el camino, y la almendra ser desdeada... pues marcha el hombre
hacia la casa de su eternidad y los plaideros recorren las calles...
ECLESIASTES, XII, 35.
El constante y ensordecedor rugido de una nave extraterrestre retumbaba por
encima de sus cabezas cuando el reverendo Amos Strong subi al plpito. Cuadr un
poco sus delgados hombros, y sus descarnadas mejillas se hundieron an un poco ms.
Vacil un instante, mientras sus oscuros ojos se levantaban bajo sus hirsutas cejas
grisceas. Coloc el sobre rasgado y el telegrama sobre el atril, al lado de sus notas. Su
mano de azuladas venas y su huesuda mueca, surgiendo de su manga de sarga de un
color negro reluciente, apenas temblaban.
Su mirada se dirigi al banco donde acostumbraba a sentarse su esposa. Ruth no
vendra esta vez. Ahora ya no hacia falta seguir esperndola. Ella haba ledo el
mensaje antes de hacrselo llegar a l. Pero no dejaba de parecerle extrao: nunca haba
faltado a un servicio desde el nacimiento de Richard, hacia casi treinta aos.
El silbante sonido se perdi mas all del horizonte, y Amos se inclin hacia
adelante para sujetarse con las dos manos al desgastado pupitre. Se envar y se esforz
en dar a su voz la potencia y la calma que necesitaba.
Acabo de recibir hace un momento la noticia de que mi hijo ha resultado muerto
durante la batalla de la Luna dijo a sus intrigados fieles. Alz el tono de su voz, y el
volumen se amplific . Haba rezado para que, s fuera posible, se me evitara el tener
que beber de esta copa. Sin embargo, Seor, que sea tu voluntad y no la ma.
Apart los ojos de los consternados rostros, prohibindose a s mismo or las
voces de conmiseracin de los otros que haban pasado por lo mismo. La iglesia haba
sido construida cuando Wesley estaba dos veces mas poblado que ahora, pero las
catstrofes que haban azotado a sus fieles los haban reunido en la vieja iglesia
1

deteriorada hasta tal punto que pese a todo estaba casi llena. Atrajo hacia s sus notas,
apartando de su espritu su dolor para dedicarse a la misin que haba llenado toda su
vida.
Nuestro texto de hoy es tomado del Gnesis anunci . Captulo diecisiete,
versculo siete, y captulo veintisis, versculo cuatro. Los ley en la Biblia que tena
delante, encontrando las pginas al momento, sin ningn error.
Establecer, pues, mi alianza entre t y yo, y con tu descendencia despus de ti,
en la serie de sus generaciones, a modo de alianza eterna, a fin de que venga a ser yo tu
Dios y el de tu descendencia.
Y multiplicar tu posteridad como las estrellas del cielo y dar a tu
descendencia todos esos pases, y sern benditos en tu descendencia todos los pueblos
de la Tierra.
Se haba aprendido de memoria la mayor parte de su sermn, ya no contaba con
su inspiracin para que le guiara como acostumbraba a hacer antes. Empez con una
voz calmada, oyendo a ratos sus propias palabras mientras aportaba a las
incertidumbres de sus feligreses la solucin evidente y reconfortante. Dios haba
prometido la Tierra a los hombres en una alianza eterna. Por que pues los hombres
deberan tener miedo y perder su confianza? Porque monstruos procedentes de otro
planeta haban surgido en enjambre del vaco interestelar para poner su fe a prueba?
Como durante los das de esclavitud en Egipto o de cautividad en Babilonia, siempre
tendran que enfrentarse a pruebas, y habra das en que los dbiles se tambalearan,
pero el triunfo final era una promesa firme.
Haba hecho un sermn sobre el mismo texto en su antigua parroquia de Clyde,
cuando el gobierno acababa de emprender la construccin de su base en la Luna, y
aquella vez se haba apoyado ampliamente en la alusin a las estrellas de los cielos
para apaciguar las inquietudes de aquellos que estimaban que el hombre no tenia nada
que hacer en el espacio. Fue entonces cuando Richard anunci a sus padres que haba
presentado su solicitud para la colonia lunar, tomando las propias palabras de Amos
para legitimar su negativa a entrar en las rdenes. Aquella haba sido la ltima vez que
haba visto a su hijo.
Haba utilizado el mismo texto an otra vez, haca ms de cuarenta aos, pero
haba olvidado los motivos, del mismo modo que se haba disipado la pasin que lo
haba animado antiguamente, creando su reputacin de evangelista precoz. No
recordaba de aquel sermn ms que la expresin escandalizada en el rostro barbudo de
su padre cuando cometi un error en una cita. Era uno de los pocos recuerdos precisos
que tenia del perodo anterior al cambio de su voz y al brutal fin de su entusiasmo
evanglico.
Se haba esforzado en volver a encontrar su inspiracin despus de su
ordenacin, y haba sentido una gran amargura ante los asaltos que libraban contra sus
fuerzas espirituales las obligaciones del matrimonio y la paternidad. Pero finalmente
haba admitido que Dios no quera que l fuera un moderno Pedro el Ermitao, de
modo que se haba resignado a la tarea que estaba en condiciones de realizar. Ahora
volva a encontrarse en la parroquia de sus principios; y si no era capaz ya de inflamar
el alma de sus feligreses, al menos poda compensar un poco el horror de la invasin
extraterrestre bebiendo en las fuentes de los aforismos que se saba de memoria.
Una segunda nave rugi sobre sus cabezas, casi cubriendo su voz. Haca seis
meses que las enormes naves haban surgido del espacio para posarse delicadamente
en la Luna y atacar a las fuerzas estacionadas all. Un mes ms tarde haban comenzado
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las incursiones contra la propia Tierra. Y ahora, mientras el mundo discuta y se


esforzaba en unirse contra ellos, los invasores establecan sus bases un poco en todas
partes para conquistar el mundo kilmetro tras kilmetro.
Amos vio que los rostros bajo l se levantaban, llenos de clera y de temor. Elev
ms su voz para dominar el rugido, y termin apresuradamente su sermn a fin de
cumplir con los ltimos ritos del servicio divino.
Vacil cuando su auditorio se agit. El servicio estaba finalizando v l haba
hablado, pero no haba sido en realidad un autntico oficio. Lentamente, como
movidos por voluntad propia, sus labios se abrieron y oy su propia voz recitando el
Salmo veintisiete:
EI Seor es mi luz y mi fortaleza; a quien puedo temer? Hablaba en voz baja,
pero capt la reaccin de su auditorio cuando comprendi lo oportunas que eran
aquellas palabras . Aunque todo un ejrcito se levantara contra mi, el miedo no
anidara en mi corazn; aunque la guerra se desencadenara contra m, estara seguro
de ello. El aire pareca estremecerse como antes, cuando Dios pareca estar en
comunicacin directa con el, y cuando termin ni un rumor brot de los bancos . Ten
confianza en el Seor; ten nimo, y El dar fortaleza a lo corazn; cuenta, te lo digo,
con el Seor.
El calor de aquella aura mstica flotaba an cuando descendi lentamente del
plpito. Luego se produjo un rumor de motos fuera, y alguien golpe en el batiente de
la gran puerta de entrada. Su impresin se disip.
Alguien se levant y acudi a abrir, y la luz del exterior inund repentinamente
la iglesia. El ardiente y seco soplo del mundo material penetr, precursor de una nueva
tempestad de polvo. En los peldaos de acceso y en el csped circundante haba unas
cuantas langostas, recordando a la gente los daos que haban sufrido ya sus cosechas.
Amos pudo ver la amargura invadirles de nuevo literalmente en sensibles oleadas,
antes incluso de identificar la silueta baja y rechoncha del doctor Alan Miller.
Amos! Has odo la noticia? Jadeaba coma si hubiera venido corriendo . La
han dado por la radio mientras t estabas aqu parloteando!
El petardeo de las motos cubri sus palabras. Bajaron rpidamente por la nica
calle de Wesley, en direccin al oeste. Todos los motoristas llevaban uniforme, iban
armados y bajaban a todo gas. Una nube de polvo se elev tras ellos, y Doc Miller
empez a toser mientras maldeca. Desde haba algunos aos cada vez expona mas
abiertamente su ateismo; cuando Amos le haba conocido, durante su primer
ministerio, al menos haba mostrado un cierto respeto hacia las creencias de los dems.
Ya basta dijo secamente Amos . Ests en la casa de Dios, Doc. Que es lo que
dice la radio?
Doc ahog su acceso de tos.
Perdona dijo . Pero es que, muchacho, los extraterrestres han desembarcado
en Clyde. Imagina, apenas a ochenta kilmetros de nosotros! Han organizado una base
all. Por eso han pasado tantos cohetes por encima de nuestras cabezas.
Un suspiro de desnimo brot del grupo que le haba escuchado, luego un
murmullo, a medida que la noticia iba pasando de boca en boca.
Amos apenas se dio cuenta de la sensacin que causaba la noticia. Era en Clyde
donde haba ejercido su ministerio antes de venir aqu. Intent representarse las naves
enemigas posndose, luego arrasando la ciudad con ayuda de gases y proyectiles. El
tendero de la esquina con sus nueve hijos. El dicono cojo que lo haba sustituido. Las
dos hermanas Ames, con sus hordas de perros y gatos, con su sempiterna cruzada
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contra la juventud pecadora. Intent imaginar a los humanoides de piel verde andando
por las calles de la ciudad, invadiendo la iglesia, profanando el altar. Y estaba tambin
Anne Seyton, que haba sido la novia de Richard, aunque perteneciera a otra religin...
Y que ha ocurrido con la guarnicin? grit un fornido granjero. Tena un hijo
all, me dijo que tenan los medios para neutralizar cualquier nave que se posara en
aquel lugar. Que bastaba con bombardear sus toberas durante el aterrizaje...
Doc inclin la cabeza.
Media hora antes del desembarco se produjo un cicln que arranc el techo del
acuartelamiento e inutiliz todas las instalaciones.
Jim! grit el fornido campesino, arrastrando a su delicada mujer hacia su
coche. Si han matado a Jim...
Otros asistentes se dirigan tambin hacia sus coches, pero una nueva columna de
motoristas se lo impidi. Esta vez avanzaban ms lentamente, seguidos por un grupo
de blindados. El ltimo carro de combate lleg, fren su marcha y se detuvo. Un
hombre de rostro sucio que llevaba un uniforme de mayor bastante estropeado sac la
cabeza por la torreta.
Hey, ustedes, mtanse a cubierto! No han odo las noticias? Vuelvan a sus
casas y qudense escuchando sus radios, antes de que un avin serpiente se dedique a
cazarlos por el simple placer de hacerlo! Los serpientes van a avanzar directo hacia
aqu, si avanzan hacia Topeka, como parece ser! Volvi a meter la cabeza y se puso a
maldecir contra uno de los hombres del interior. El carro de combate arranc
bruscamente en direccin a Clyde.
Los peridicos haban hablado hasta la saciedad del deporte al que se dedicaban
los aviones enemigos. La multitud se dispers por los alrededores de la iglesia. Amos
intent retenerlos para una ltima oracin, para que tomaran el tiempo necesario para
reordenar sus ideas, pero abandon su idea cuando la primera oleada lo ech a un
lado. Un minuto mas tarde estaba solo con Doc Miller en el atrio.
Ser mejor que vuelvas a casa, Amos sugiri Doc. Tengo mi coche aqu al
lado. Te importa si lo llevo?
Amos, descorazonado, hizo una seal negativa con la cabeza. Senta como si sus
huesos estuvieran secos y crujientes, y en su boca haba un polvo mas espeso que el de
la atmsfera. Se senta viejo y, por primera vez en su vida, casi intil. Sigui
calmadamente al mdico, aliviado ante la idea de recorrer en coche las pocas calles que
le separaban de la pequea casa que le haba proporcionado la parroquia.
Llegaron junto al coche de Doc en el momento en que un cacharro vetusto y
herrumbroso se detena ante ellos. Un hombre llevando un mono sucio y manchado
asom la cabeza por la ventanilla, el rostro agitado por los tics.
Estis preparados, hermanos? Estis en paz con vuestras conciencias? El da
del Armagedn ha llegado, como anunciaba el Libro. Poned vuestras conciencias en
orden con Dios, hermanos! El fin del mundo est cerca, como fue predicho! Amn!
Dnde anuncia la Biblia otras razas distintas de la nuestra alrededor de otros
soles? le espet Doc.
El hombre parpade. Frunci el ceo, y aull algo acerca de los pecadores que
arderan por toda la eternidad en las llamas del infierno, antes de arrancar de nuevo en
su viejo cacharro. Amos suspir. Ahora que las dificultades aumentaban, los fanticos
estaban apareciendo por todos lados para predecir la condena del mundo y difundir
falsas palabras, ahora en mayor nmero que nunca, con gran prejuicio de todas las
religiones sinceras. Nunca haba podido llegar a la conclusin de si estos seres tenan
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para la causa de Dios alguna utilidad, o si no estaran inspirados mas bien por las
fuerzas satnicas.
La casa de mi Padre tiene muchas moradas cit a Doc, cuando el coche de
este se puso en marcha. Puede que aqu hay una alusin alegrica a otros mundos en
los cielos.
Doc hizo una mueca y se alz de hombros. Luego suspir y apoy una mano en
la rodilla de Amos.
Me han dicho lo de Dick, Amos. Lo siento. El primer beb que ayud a traer al
mundo! Y el ms hermoso de todos! Suspir de nuevo, con el rostro vuelto en
direccin a Clyde, y Amos no hall nada que pudiera responder. No lo comprendo.
No podramos soltar sobre ellos unas cuantas bombas atmicas? Qu ha ocurrido con
los artefactos de la base lunar?
Amos baj ante la casa sin pintar donde viva, estrech la mano de Doc e inclin
la cabeza en seal de agradecimiento, sin decir nada.
Tendra que poner en orden sus pensamientos aquella tarde. Cuando llegara la
noche, lo cual permitira a las gentes circular sin hacerse cazar por cualquier avin
enemigo que pasara, la campana de la iglesia les llamara, y necesitaran un gua
espiritual. Si consiguiera simplemente impedirles que pretendieran comprender a Dios,
si consiguiera hacerles simplemente aceptarle...
Haba habido aquel momento en la iglesia, en el que Dios haba parecido
envolverles, tanto a l como a sus ovejas, en un clido abrazo, dndoles un nuevo
sentimiento de autntica plenitud. Quiz ahora, en este momento de agobiante
necesidad, hubiera encontrado una cierta medida de inspiracin...
Ruth estaba poniendo la mesa. Su cuerpo menudo y tranquilo se mova siempre
con la misma eficacia, aunque su rostro estaba hinchado y sus ojos enrojecidos.
Lamento no haber podido asistir al oficio, Amos. Pero poco despus de irte t
vino Anne Seyton. Haba sido informada antes que nosotros, y...
La televisin estaba encendida, mostrando los enormes titulares del Kansas City
Star; se dio cuenta de que era intil comunicarle las nuevas noticias. Tom su mano.
Dios no nos toma ms de lo que nos haba dado, Ruth. Hemos tenido la felicidad
de conservar a Richard durante treinta aos.
No te preocupes por m. Se apart hacia la cocina, la espalda envarada bajo los
efectos de una profunda tristeza. No has odo lo que te he dicho? Anne est aqu. La
mujer de Dick! Se casaron en secreto antes de que l se fuera, justo despus de la
conversacin con l acerca de su diferencia de religiones. Haras bien en verla, Amos.
Est al corriente por su familia, en Clyde.
El la sigui con la mirada cuando ella sali. El chasquear de la puerta exterior tras
ella marc su partida. El nunca haba prohibido aquel matrimonio; simplemente haba
hecho una advertencia a su hijo, que se pareca tanto a Ruth. Vacil, luego termin por
dirigirse hacia la minscula habitacin de huspedes. Una voz ahogada respondi a su
llamada, luego la cerradura interior gir.
Anne? dijo. La habitacin estaba casi a oscuras, pero pudo distinguir el color
dorado de sus cabellos y la silueta de su poco femenino cuerpo. Tendi la mano y
sinti unos dedos afilados en su palma. Cuando ella se giro hacia la dbil luz, no vio
ninguna huella de lagrimas, pero su cuerpo estaba sacudido por secos sollozos.
Anne, Ruth acaba de anunciarme que Dios nos ha dado una hija...
Dios! ella lanz la palabra con dureza, y su mano se retir bruscamente.
Dios, reverendo Strong? El Dios de quien? El que ha enviado meteoritos contra la
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base de Dick, legiones devastadoras de insectos y sequa contra nuestros cultivos? El


Dios que se sirve de tornados para favorecer el aterrizaje de los serpientes? Ese Dios,
reverendo Strong? Dick le ha dado una hija, y ahora est muerto! Muerto!
Amos abandon la habitacin, retrocediendo. Haba aprendido a soportar la
sombra de burla en la voz de Doc cuando pronunciaba el nombre del Seor, pero esto
era algo distinto, el tono de esta voz le produca carne de gallina y pona una opresin
en su garganta. Anne haba pertenecido a una fe distinta, pero hasta entonces haba
parecido bastante religiosa.
Seguro que era tan solo cosa de sus nervios. Se giro hacia la puerta de la cocina
para llamar a Ruth y enviarla junto a la joven.
Por encima de su cabeza, el intermitente sonido de un reactor desgarr el aire con
un sonido que nunca hasta entonces haba odo. Pero las descripciones de la radio eran
muy precisas. No poda tratarse de una nave terrestre.
Luego vino un segundo rugido, y luego otro ms, y el sonido se confundi con un
retumbar regular.
Entonces todos los sonidos fueron dominados por el tabletear repentino de un
arma de gran calibre, mientras una rpida sucesin de deflagraciones le llegaba desde
el jardn trasero de la casa.
Amos avanz titubeando hacia la puerta trasera.
Ruth! grit.
Se produjo una segunda rfaga de detonaciones. Ruth se derrumb al suelo antes
de que l hubiera podido alcanzar el umbral de la puerta.

II
Dios mo, Dios mo, por que me has abandonado?... Como agua me derramo y
se han dislocado todos mis huesos. Mi corazn se ha vuelto como cera y se derrite
dentro de mis entraas. Est seca cual teja mi garganta y mi lengua pegada al
paladar, y en el polvo de la muerte me sumes.
SALMOS, XXII, l, l5, l6.

Las detonaciones haban cesado cuando corri a levantarla entre sus brazos. El
ltimo de los aviones enemigos haba desaparecido en direccin a Topeka o a cualquier
otra ciudad donde proseguir su caza.
Ruth viva aun. Una de las horribles balas la haba alcanzado en el abdomen,
desgarrndole una parte del costado, y sangraba abundantemente. De todos modos, el
corazn aun lata, y ella gema dbilmente. Cuando la deposit sobre el divn, abri los
ojos un breve instante, le reconoci, y se esforz en sonrer. Agit los labios, y l se
inclin para escucharla.
Lo siento, Amos. Una tonta. Una carga. Lo siento. Cerr los ojos, pero sonri de
nuevo cuando l se acerc para besarla en los labios. Ahora soy feliz. He esperado
tanto tiempo.
Anne permaneca en el umbral, los ojos desorbitados, negndose a creer aquello.
Cuando Amos se levant, ella sali de su estupor para precipitarse haba el botiqun,
luego corri para hacer jirones de un trozo de ropa e intentar detener el flujo de sangre.
6

Amos, como ciego, tom el telfono. Murmur algo a la operadora y luego, al


cabo de un minuto, Doc Miller estaba al otro lado del hilo. Haba temido que el medico
no estuviera en su casa. Tuvo la impresin de que Doc le haba prometido acudir, pero
no recordaba las palabras exactas que haba pronunciado. La hemorragia se haba
detenido finalmente, pero Ruth estaba lvida, incluso sus labios haban perdido todo
color. Anne lo condujo par la fuerza hasta un silln, empujndole suavemente con sus
manos apoyadas en los brazos de l.
Lo siento, padre Strong. Yo... Yo...
El volvi a levantarse para ocupar de nuevo su lugar junto a Ruth, mirando con el
rabillo del ojo la mesa a medio poner. Haba en el aire un olor a quemado. Se dirigi a
la vieja cocina de lea para retirar las cacerolas y meterlas en la fregadera. Anne le
sigui, pero apenas si la vea, hasta el momento en que la oy echarse a llorar. Esta vez,
las lgrimas fluan abundantemente.
Los caminos de Dios no son los mismos que los de los hombres, Anne dijo l, y
sus palabras liberaron la corriente de sus propias emociones. Cansado, se dej caer en
un silln, con las manos blandamente apoyadas en sus rodillas. Su cabeza se derrumb
contra la mesa, abrumada por la debilidad y la incertidumbre propias de su edad.
Amamos nuestra envoltura carnal, y nuestros corazones se rompen cuando est
desaparece. Solo Dios puede conocernos a todos y desentraar la compleja red de todas
nuestras existencias. No es bueno detestar a Dios.
Ella se dej caer, abatida, cerca de el.
Yo no le detesto, padre Strong. Nunca he sentido odio hacia El. Amos no poda
tener la certeza de que ella fuera sincera, pero se abstuvo de preguntarle. Ella suspir.
Madre Ruth aun no est muerta!
La necesidad de responder le fue ahorrada por la puerta abrindose bruscamente
para dejar paso a Doc Miller, que llegaba corriendo. El hombre bajo y regordete echo
una breve mirada a Ruth, luego se acerc rpidamente, mientras abra su maletn y
tomaba una botella de plasma, que tendi a Anne. Se puso a trabajar meticulosamente.
Hay una posibilidad declar finalmente. Si ella fuera ms joven o ms fuerte,
dira que hay muchas posibilidades. Pero en el presente caso, y puesto que es usted
creyente, creo que hara bien en rezar algunas plegarias especiales.
En ningn momento he dejado de rezar respondi Amos, dndose cuenta de
que era la verdad. Las plegarias se haban ido sucediendo en su cabeza desde la
primera detonacin, y no se haban interrumpido en ningn momento.
Transportaron con precaucin a la herida del divn al dormitorio, donde era
posible cerrar las contraventanas y donde no le llegaran los diversos ruidos de la casa.
Doc le administr a Anne un calmante y la envi a la otra habitacin. Se gir hacia
Amos, pero no insisti cuando el pastor le hizo un gesto negativo.
Voy a quedarme aqu, Amos dijo el medico. Con ella. Hasta que veamos como
marchan las cosas, o hasta que me llamen a otro lado. La telefonista sabe donde
encontrarme.
Entr en el dormitorio, cerrando la puerta tras l. Amos se qued de pie en medio
del saln, con la cabeza inclinada, durante un largo momento.
El sonido de la televisin le devolvi a la realidad. Topeka haba dejado de emitir,
pero otra estacin estaba dando imgenes de los desastres.
Los hospitales y escuelas parecan ser los objetivos predilectos de los aliengenas.
Los gases haban ocasionado una enorme cantidad de muertes, que hubieran podido

ser evitadas si se hubieran seguido las instrucciones. Pero ahora eran las bombas incendiarias las que causaban los daos ms graves.
De todos modos, el enemigo haba encajado golpes tan duros como los que haba
dado. De las cuarenta naves enemigas que haban sido contabilizadas, veintinueve
haban sido abatidas sin lugar a dudas.
Al ruido de la televisin, Doc regres al saln.
Me pregunto si ellos tambin dirigen a Dios las plegarias por sus muertos
murmur. O acaso la compasin de tu Dios no se extiende a ms razas que la
nuestra?
Amos agit lentamente la cabeza. La pregunta era nueva para l. Pero no poda
tener ms que una sola respuesta.
Es Dios quien gobierna todo el universo, Doc. Pero estoy seguro de que esos
seres demonacos no le consagran a El su adoracin!
Estas seguro? Se parecen demasiado a los humanos!
Amos giro sus ojos hacia la pantalla, que durante un breve instante mostr uno
de los cadveres del enemigo. Eran en efecto muy parecidos a los seres humanos,
aunque mas achaparrados y muy musculados. Su piel era verde, y no llevaban ropas.
No tenan nariz sino tan solo dos orificios, bajo sus orejas curiosamente aplastadas, que
se estremecan como para respirar. Pero eran lo suficientemente humanos como para
pasar por hombres deformes, si unos buenos maquilladores se haban cargo del trabajo.
Eran criaturas de Dios, como lo era l mismo! Y, como tales, poda el renegar de
ellas? Entonces su espritu se estremeci de horror ante el recuerdo de las atrocidades
de que eran culpables, de las torturas de que se hablaba, de su increble salvajismo tan
poco conciliable con el sofisticado perfeccionamiento de sus naves. Eran seres
diablicos que haban renunciado a su pertenencia original al reino de Dios. Hacia el
mal, uno no poda experimentar ms que odio. De modo que poda el mal
experimentar adoracin hacia cualquier cosa que no fueran las potencias de las
tinieblas?
Ante este pensamiento, su espritu se despert a la necesidad de preparar un
sermn para aquella misma noche. Iba a ser necesario que el tema y el texto fueran
sencillos; ni l ni sus fieles estaban en condiciones de un raciocinio profundo. Aquella
noche debera servir a Dios a travs de las emociones. Aquella idea lo aterraba. Para
recobrar fuerzas, intent aferrarse al breve instante de exaltacin que haba conocido
aquella maana, pero era algo que pareca estar muy lejos.
El lamento de una sirena son en el exterior, en un crescendo que pareca querer
romper los tmpanos, seguido por el ahogado sonido de un altavoz llevado mucho ms
all de su volumen mximo.
Finalmente, se levant para salir al csped delantero en el momento en que el
vehiculo blindado llegaba delante de su casa. El tanque pareca estremecerse sobre sus
orugas a punto de caer en pedazos. El amplificador y los altavoces estaban
precariamente sujetos a la parte superior de la torreta. Segua avanzando por la calle,
repitiendo una y otra vez el mismo aviso:
Abandonen la ciudad! Todo el mundo debe marcharse! Las fuerzas humanas
se han visto obligadas a replegarse para efectuar un reagrupamiento! Los serpientes se
dirigen hacia nosotros, camino a Topeka! Saquean y matan a su paso! Abandonen la
ciudad! Todo el mundo debe marcharse!
Hubo un silencio, y luego son otra voz distinta; se pareca a la del mayor que ya
una vez se haba detenido en el pueblo.
8

Maldita sea, lrguese de una vez, todos ustedes! Lrguense ahora que aun
tienen la piel intacta! Hemos sido vencidos! Maldita sea, Blake, cllese y djeme
hablar! Hemos sufrido una derrota aplastante, y no nos queda ms que retroceder e ir
a llorar en las faldas de mama! Lrguense, no sean estpidos, abandonen esto! Los
serpientes estn llegando! Apresrense!
El blindado oscilaba en medio de la calle, rugiendo su mensaje, y ahora le seguan
refugiados de todas clases. Hombres metidos como ganado en coches y camiones,
hombres en carros de todas clases, tirados por caballos. Luego se dej or un segundo
altavoz, procedente de uno de los camiones:
Qudense a cubierto hasta la noche! Entonces vyanse! Los serpientes tardarn
an un poco en llegar! Mantengan la calma! Procedan a la evacuacin con orden,
aprovechando la noche! Nosotros mismos vamos a ocultarnos desde el momento
mismo en que encontremos un lugar favorable! Este es nuestro ltimo aviso!
Qudense a cubierto por el momento, y efecten la evacuacin cuando sea de noche!
Hubo una vibracin sonora en el cielo, y los aviones enemigos iniciaron un
picado. Doc arrastr a Amos al interior de la casa, pero de todos modos tuvo tiempo de
ver a los hombres saltar en pedazos bajo los efectos de los proyectiles, que daban la
impresin de desprender una densa humareda e inflamarse desde el momento mismo
del impacto. Algunos de los hombres que se batan en retirada consiguieron ponerse a
cubierto. Una vez se hubieron ido los aviones, volvieron a salir y se reagruparon,
dejando tras ellos a los muertos pero llevndose a los heridos.
Estos hombres tienen necesidad de mi! protest Amos.
Y Ruth tambin respondi Doc. Adems, somos demasiado viejos, Amos. No
haramos ms que entorpecerlos. Sin duda tienen sus propios mdicos y salvadores de
almas. Se estn jugando la piel por nosotros, maldita sea! Han agrupado a sus heridos
graves y nos los dejan como advertencia, as como para atraer a los aviones sobre ellos
y proteger a los dems, que deben estar desparramndose por los bosques y por los
campos. He escuchado una de nuestras estaciones regionales, y la situacin es ms bien
mala.
Se gir sobre sus talones para volver al dormitorio. Un poco demasiado tarde, la
televisin estaba empezando a dar rdenes de evacuacin a todos los ciudadanos a lo
largo de la carretera de Clyde a Topeka, as como instrucciones detalladas. Por alguna
razn ignorada, pareca que los extraterrestres no podan localizar de noche a los
objetos pequeos en movimiento. Todas las rdenes repetan que deba aguardarse la
oscuridad.
Doc volvi a salir y Amos levant la mirada hacia l, sintiendo que su crneo
estaba a punto de estallar, pero conservando una idea clara y fija.
No se puede mover a Ruth, verdad, Doc?
No, Amos murmur l mdico. Pero no tiene tanta importancia. Tendras que
ir con ella. Tengo la impresin de que esta volviendo en si. Voy a reanimar a la chica
para que se prepare.
Amos entr en la habitacin lo ms silenciosamente que le fue posible, pero no
vala la pena tomar tantas precauciones. Ruth haba recuperado ya l sentido, como si
alguna consciencia de su prxima muerte la obligara a emplear de la mejor manera
posible sus ltimos minutos de vida. Tendi hacia l una mano tmida. Su voz era dbil
pero clara.
Amos, lo se. Y ahora ya no me importa, salvo por ti. Pero necesito preguntarte
una cosa, Amos. T...?
9

El se dej caer cerca de la cama cuando su voz se hizo vacilante, deseoso de


hundir su cabeza contra l pecho de ella, pero sin atreverse a sacrificar aquellos pocos
momentos que le quedaban en contemplarla. Se esforz en arrancar las palabras de las
profundidades de su cerebro, pero se daba cuenta de que hacia falta algo ms que
palabras. Se inclin sobre ella para besarla, como la haba besado al principio, hacia
tantos aos.
Siempre te he querido, Ruth dijo. Y te sigo queriendo. Ella pareci relajarse.
Suspir.
En este caso, Amos, ya no me sentir ms celosa de Dios. Necesitaba tener la
certeza.
Tendi una debilitada mano para hundir los dedos en los cabellos de l. Sonri, y
las arrugas de su rostro se atenuaron. Su voz era ahora suave, casi joven.
Y abandonar todo y a todos para no ligarme ms que a ti...
la ultima silaba fue apenas un soplo, y la mano cay.
Amos dej al fin que su cabeza se derrumbara, y un nico sollozo ahogado
escap de su pecho. Junt las manos de ella con ternura, colocando encima la gastada
alianza de metal barato, luego se levanto lentamente, con la cabeza inclinada.
Y el polvo volver al polvo, tal como haba sido antes, y el espritu regresar a
Dios, que se lo haba dado. Padre mo, te doy las gracias por todos los instantes que
he pasado con ella. Bendcela, Seor, y gurdamela.
Hizo un signo con la cabeza a Doc y a Anne. La joven pareca enferma y
permaneca sentada, mirndole fijamente con unos ojos en los que se mezclaban el
dolor y la compasin.
Necesitars dinero, Anne le dijo, mientras Doc entraba en el dormitorio. No
dispongo de mucho, pero hay...
Ella retrocedi, agitando la cabeza.
Tengo el suficiente, reverendo Strong. Me las arreglar. El doctor Miller me ha
dicho que coja su coche. Pero y usted? Tengo todava un trabajo que cumplir dijo
l. Aun no he redactado mi sermn. Todos aquellos que van a abandonar sus
hogares necesitan ser reconfortados. Y en tales horas todos necesitamos la ayuda
divina.
Ella se levanto, con paso vacilante, para seguir a Miller a la habitacin. Amos
abri su viejo escritorio y tom papel y lpiz.

III
Desenvainan su espada los malvados, tensan su arco, para derribar al pobre y
desvalido, para matar a los rectos de conducta.
He visto al malvado tirnico, expandindose en todo su poder como cedro
frondoso.
SALMOS, XXXVII, l4, 35

Las tinieblas apenas empezaban a insinuarse cuando ayudaron a Anne a subir al


coche del medico, tras comprobar que el depsito de combustible estaba lleno. Se
10

mostraba calmada y haba recuperado toda su lucidez, pero evitaba tanto como le era
posible acercarse a Amos. Termin dirigindose al doctor Miller.
Que piensa usted hacer? Hubiera debido preguntrselo antes, pero...
No se preocupe por mi, hija ma le dijo el, con un tono tan jovial como si le
estuviera contando a un viejo que le quedaban aun ms de cuarenta aos de vida. Me
las arreglar. La telefonista ser una de las ltimas en irse, y la conducir en su propio
coche. Vaya delante, segn como planeamos. Y recoja a todos aquellos que encuentre
por el camino. No hay peligro; aun es demasiado pronto para que los hombres se
dediquen al pillaje, a la violacin y al robo. No pensarn hasta ms tarde en todo esto.
Ella le tendi la mano antes de instalarse. En l ultimo instante, apret
brevemente los dedos de Amos. Luego apret l acelerador, y l coche enfil la calle a
gran velocidad.
Me detesta murmur Amos . Ama demasiado a los hombres y demasiado
poco a Dios para comprender.
Y quizs t ames demasiado a tu Dios como para comprender que amas tambin
a los hombres, Amos. No te preocupes, ella terminar por aparselas. La prxima vez
que la vea, sus sentimientos habrn cambiado. Bueno, hasta luego.
Doc se fue hacia la centralita de telfonos, con su maletn en la mano. Amos lo
sigui con la mirada, intrigado como siempre ante alguien que poda negar con tanto
fervor la Divinidad y sin embargo observar religiosamente todos los mandamientos del
Seor, excepto la adoracin. Hacia mucho tiempo que eran amigos, hasta tal punto que
todos los feligreses haban dejado de sorprenderse ante ello y aceptaban esa amistad
como algo natural, aunque el enigma estuviera cada vez ms lejos de su solucin.
Un sonido aument de intensidad: una enorme nave estaba aterrizando. Luego
fueron los balbuceos ms tenues de los curiosos reactores enemigos. Los aviones
pasaron directamente sobre su cabeza, pero esta vez no hubo ametrallamiento.
Amos permaneci un cierto tiempo frente a la ventana del dormitorio, luego se
dirigi hacia la iglesia. Abri las puertas de par en par. El sacristn no se vea por
ninguna parte, pero Amos haba hecho sonar ya las campanas muchas otras veces. Se
quit la gastada chaqueta y agarr la cuerda.
Era un duro trabajo, y sus manos estaban blandas. Hubo un tiempo en que
aquello haba constituido para l un placer, pero ahora su sangre pareca demasiado
pobre como para absorber todo l oxigeno necesario. La camisa se pegaba a su espalda
y, cuando hubo terminado, se sinti completamente embotado.
Casi inmediatamente l telfono empez a sonar en tono imperativo en su
pequeo despacho. Fue a tomar l auricular, vacilando y jadeando. Era la voz de
Nellie, cargada de terror.
Reverendo, que ocurre? Por que suena la campana?
Para las oraciones, por supuesto! explic l. Por que otra cosa podra sonar?
Esta noche? Entonces, voy a... colg.
Encendi algunos cirios y los dispuso en el altar, de modo que su claridad fuera
visible desde la oscura calle, pero que ninguno de sus rayos pudiera traicionarles a los
ojos enemigos que los espiaban desde el cielo. Luego se sent y aguard,
preguntndose que era lo que poda retrasar al organista.
De la calle le llegaban llamadas ahogadas y gritos de inquietud. Un coche se puso
en marcha, seguido de un segundo. Luego todo un grupo parti a la vez. Fue hasta la
puerta, en parte para gozar del relativo frescor de fuera. A todo lo largo de la calle, la
gente cargaba sus bienes en los coches, mientras otros se marchaban ya. Le hacan
11

seales con la mano a su paso pero ninguno frenaba su velocidad. Oy telfonos


sonando un poco por todas partes, pero si Nellie estaba comunicando alguna noticia
urgente a l lo haba olvidado.
Regres al pie del altar y se arrodill. Su espritu no formulaba ninguna plegaria
determinada. Se contentaba con unir sus huesudos dedos que reposaban sobre sus
rodillas y levantar la vista hacia el smbolo aparente de su vida. Afuera, los ruidos
continuaban, entremezclados. Importaba poco que nadie sintiera deseos de entrar en la
iglesia esta noche. Estaba abierta, como debe estarlo la casa de Dios en perodos de
dificultad. Hacia ya mucho tiempo que no intentaba imponer la religin a aquellos que
no estaban dispuestos a adoptarla.
Y poco a poco las pruebas del da empezaron a integrarse al bosquejo general de
toda su existencia. Haba aprendido a aceptar: desde la muerte de su hija cuando aun
era pequea, no haba descubierto ningn medio de poner fin al dolor que pareca
ocupar una parte tan grande de su vida. Pero poda rechazarlo hasta la parte trasera
del mundo de su devocin y afrontar su suerte, fuera cual fuese, sin clera ante la
voluntad del Seor. Tambin esta vez reciba los acontecimientos tal como se
producan.
Sonaron pasos tras l. Gir la cabeza, sin preocuparse de levantarse. Era la
modista, Angela Anduccini, vacilando en el umbral de la puerta. Nunca haba entrado
en la iglesia, aunque viva en Wesley desde los dieciocho aos. Esboz una torpe seal
de la Cruz y aguard.
Amos se levant.
Entre, Angela. Est usted en la casa de Dios, y toda persona es bienvenida.
Ella tena en sus ojos una expresin de sombro terror, de tensin, cuando mir
atrs, hacia la calle.
Pens... que quiz el rgano...
El lo abri para ella y accion el interruptor. Empez a explicarle el mecanismo,
pero la sonrisa que esboz ella le indic que era innecesario. Ella pase sus curtidos
dedos por las teclas, luego empez a tocar, suavemente, como para si misma. El se
sent en uno, de los bancos, escuchando. Desde haca dos aos culpaba al instrumento
de su mal sonido, pero ahora se daba cuenta de que la mecnica era perfecta, la culpa
era de la persona que lo haba manipulado hasta entonces. Esta nueva msica era
bastante extraa para su iglesia, pero le gustaba.
Una pareja que se haba instalado en la vieja granja de los Surrey, en las afueras
del pueblo, entr cogida de la mano, como si los dos cnyuges desearan sostenerse
mutuamente. Y, un minuto mas tarde, era Buzz Williams el que entraba, trastabillando
y esforzndose en ocupar de puntillas un asiento cercano al de Amos. Desde la muerte
de sus padres, Buzz era para el pueblo una carga difcil. De momento estaba medio
borracho, aunque sin alcanzar su exuberancia habitual.
No tengo coche y estoy borracho murmur. Puedo quedarme aqu hasta que
pase alguien... o pase alguna otra cosa?
Amos suspir y le seal a Buzz el asiento sobre el que tenia clavados los ojos. En
algn lugar deba haber un vehiculo para los cuatro miserables que se haban acordado
de Dios cuando todo lo dems les haba fallado. Si uno de los dos jvenes esposos sabia
conducir y conseguan encontrar algn coche era deber de Amos el asegurarse de que
obtuvieran una seguridad.
Bruscamente, el atrio de la iglesia y la msica dejaron de existir, para devolverle
al mundo de las realidades... que ahora se haba vuelto curiosamente irreal.
12

Descendi los peldaos delanteros, esforzndose en recordar si Jameson hijo


habra tomado su cacharro, cuando una camioneta se detuvo delante del templo. Doc
Miller descendi de ella, resoplando al pasar por la portezuela.
Capt la situacin a la primera ojeada.
Solo cuatro ovejas descarriadas, Amos? Cre que tendramos que amontonarlos
los unos encima de los otros. Se dirigi a Buzz. Tengo un trasto delante de la puerta,
Buzz. Rene al resto del ganado, y en marcha.
He bebido dijo Buzz, con el rostro enrojeciendo repentinamente.
Bueno, has bebido. Al menos t lo sabes, y no habr problemas de circulacin.
Toma la direccin de Salina, no rebases la sesenta y dos, y todo ir bien. Doc apart a
la menuda Angela Anduccini del rgano y la condujo afuera, mientras Buzz arrastraba
consigo a la pareja. Vamos, apresrense.
Se fueron, con Buzz aferrndose al volante y Angela sentada a su lado. El pueblo
estaba como muerto. Amos cerr el instrumento y comenz a empujar las puertas de la
iglesia.
Tengo un tractor agrcola en la calle, un poco ms lejos, para nosotros, Amos
dijo finalmente Doc. Por un momento tem que iba a quedarme corto de ideas. Haba
muchos ms imbciles de los que podras imaginar que crean que podan acomodarse
todos en un mismo vehiculo. Estoy seguro de que algunos incluso se me han escapado
y estarn tirados por ah por las inmediaciones del pueblo. Bueno, al tractor le va a
faltar sin duda algo de elegancia, pero resultar prctico por las carreteras pequeas.
Hemos de irnos.
Amos agit la cabeza. En ningn momento haba reflexionado sobre ello, pero la
decisin estaba tomada en su cerebro desde el principio. Ruth segua aguardando una
sepultura decente. No poda abandonarla ahora, como tampoco haba podido
abandonarla en vida.
Tendrs que irte solo, Doc.
Me lo tema. El medico suspir, secndose la frente. Hasta el ltimo da,
debera recordar que los creyentes son ms valerosos que los ateos. De acuerdo, Amos;
no hay nada que hacer, me quedo. No es muy inteligente, pero as lo siento. Imagino
que lo mejor que podras hacer es apagar las velas.
Amos apag a regaadientes los cirios, preguntndose como conseguira
persuadir a su amigo de que se fuera. Sus odos haban percibido ya dbiles ruidos de
metralla; el enemigo estaba en camino.
Las inciertas explosiones de un motor agobiado se dejaron or en medio de la
calle, luego el petardeo ces. Se oy una exclamacin, un silencio, y el motor volvi a
ponerse en marcha. Giro durante una decena de segundos, rate, y se par de nuevo.
Doc abri una de las ventanas. En medio de la calzada, un hombre empujaba un
coche antiguo mientras su mujer sujetaba el volante. Pero el motor se negaba a ponerse
en marcha. El hombre tom sus herramientas, abri el cap y empez una desordenada
bsqueda de la avera.
Si es usted capaz de conducir un tractor, hay uno a una calle de distancia! le
grit Doc.
El otro levant la cabeza, ech una breve mirada por encima del hombro, luego
tir apresuradamente de su mujer para hacerla salir del coche. En un segundo se oy el
pesado rugir del tractor. El hombre lo lanz a toda velocidad calle adelante, dejando a
Doc y Amos plantados all. Los ruidos del enemigo acercndose eran claros ahora. De
detrs de la esquina de la calle empezaba a verse una luz.
13

No haba ningn lugar donde ocultarse. Encontraron una ventana cuya cristalera
artificial estaba rota por un ngulo. Se situaron all de modo que pudieran vigilar la
calle. La avanzada enemiga estaba ya a la vista. Progresaban de casa en casa. Tras ellos
dejaban algo que formaba nubes de un humo brillante, sin que se produjeran de todos
modos llamas ni fuego aparente. En todo caso, no haba ningn edificio incendiado.
En el preciso instante en que el grueso del enemigo hacia su aparicin, la puerta
de una de las casas se abri bruscamente. Un hombre delgado surgi por ella, seguido
de su mujer gorda y de su hija aun ms gorda. Echaron a correr calle arriba,
desgarrando sus ropas y rascando con frenes su enrojecida piel.
Sonaron varias detonaciones. Los tres fugitivos se estremecieron pero siguieron
corriendo. Una nueva descarga. Al principio Amos pens que eran muy malos
tiradores, lo cual resultaba increble. Luego se dio cuenta de que eran de una habilidad
mucho ms increble aun. Los extraterrestres apuntaban primero a las manos, luego
suban metdicamente a lo largo de los brazos, no desperdiciando un centmetro de
lenta tortura.
Por primera vez desde hacia aos. Amos sinti que el miedo y la clera se
amasaban en una dura bola en su vientre. Se irgui, echo los hombros hacia atrs, con
la barbilla levantada, y avanz hacia la puerta. Sus labios murmuraban una plegaria
cuyas palabras apenas deca a medias:
Ven, Seor. Oh Dios, levanta lo mano, no olvides a los humildes. Por que los
malvados condenan a Dios? El dijo desde lo ms profundo de su corazn: no lo
vengars. T has visto, puesto que contemplas el mal y el rencor para castigarlos con
Tu mano. Los pobres se encomiendan a Ti; T eres el sostn de aquellos que no tienen
padre. Rompe los brazos del malvado y del inicuo; purifica su maldad hasta que no
quede nada de ella...
Quieto, Amos! chirri la dura voz de Doc en su odo. No hagas el idiota!
Adems, cometes un error de citacin en el ltimo versculo!
Aquello consigui atravesar la nube de su clera. Saba que Doc le haba
recordado conscientemente a su padre, pero el truco haba funcionado, y el recuerdo de
las cleras paternas cuando cometa errores de citacin reemplaz a su fro furor.
No podemos tolerar que esto prosiga!
Pero se dio cuenta de que ya todo haba terminado. Haban abatido a sus tres
blancos. Sin embargo, una visin subsista, la de una desgraciada criatura, medio
despellejada...
La voz de Doc expres el desnimo que senta.
No podemos hacer absolutamente nada, Amos. No llego a comprender que una
raza sea lo suficientemente evolucionada como para construir naves interplanetarias y
sin embargo se dedique a cometer tales horrores. Pero a la larga esto representar una
ventaja para nosotros. Mientras nuestros ejrcitos se organizan, el enemigo malgasta as
su tiempo. Y, adems, esto endurece nuestra voluntad de resistencia.
El enemigo no limitaba sus ejercicios deportivos a destruir a los humanos. Se
tomaron casi las mismas molestias para matar a un viejo gato gordo apenas lo
descubrieron. Y todos los cadveres eran amontonados en un enorme furgn arrastrado
por una veintena de seres aliengenas.
Era evidente que posean un cierto conocimiento del comportamiento humano.
Desde un principio haban dejado a un lado los comercios y concentrado todos sus
esfuerzos en las casas de habitacin. La avanzada haba pasado por delante de la iglesia
sin concederle la menor atencin. Pero inmediatamente despus penetraron en una
14

carnicera y salieron de ella cargados con grandes trozos de carne que echaron al furgn
junto con los cadveres.
Luego un grupo se reuni ante la iglesia, sealando con el dedo el campanario y su
campana. Dos de ellos prepararon una especie de mortero, que fue rpidamente
apuntado. Deslizaron el obs en el tubo. Hubo una sorda explosin, y la campana reson
secamente y sus fragmentos cayeron crepitando sobre el techo y el patio de abajo.
Uno de los seres desplaz el mortero, apuntndolo directamente hacia la puerta de
la iglesia. Doc arrastr a Amos y le hizo tenderse entre dos bancos.
Maldita sea, parece que no les gustan las iglesias! Han elegido el punto ideal!
Cuidado con las astillas de madera!
La puerta fue reventada, y un objeto pesado fue a golpear contra el altar,
derrumbndolo y siguiendo su camino hacia el rgano. Amos dej escapar un gruido al
or el ruido.
Toda actividad haba cesado cuando volvieron a su puesto de observacin junto a
la ventana. El enemigo haba continuado su camino, avanzando lentamente. Si bien
tenan aviones, no parecan poseer vehculos de superficie motorizados, y el furgn
progresaba tan solo gracias al esfuerzo de los veinte extraterrestres de piel verde.
Avanzaba directamente hacia la iglesia.
Amos lo contempl a la vacilante luz de las grandes antorchas que mantenan
encendidas algunos de los aliengenas. La mayor parte de los cadveres le eran
desconocidos, pero reconoci a varios. Y sus ojos percibieron entonces en lo alto el
cuerpo de Ruth, retorcido, deformado, y su rostro, inexpresivo en el reposo de la muerte.
Se levant, agotado, y esta vez Doc no hizo ningn gesto para retenerlo. Sigui la
hilera de bancos y rodeo los restos de una de las puertas. Fuera de la iglesia, el aire era
aun ardiente y seco; inspir profundamente. La fachada de la iglesia estaba en sombras,
y no pareca haber extraterrestres para observarle:
Descendi los escalones de piedra. Ahora se senta firme sobre sus piernas. Su
corazn lata muy fuerte, pero entre los mltiples sentimientos que pesaban como
plomo en su estomago no quedaba el menor temor. Como tampoco experimentaba la
menor clera.
Observ que el enemigo se detena para mirarle fijamente, mientras algunos
intercambiaban animadas palabras.
Avanz con el mismo paso comedido que lo haba conducido hasta su
matrimonio, haba tantos aos. Lleg junto al furgn y tendi la mano para levantar
uno de los colgantes brazos de Ruth y colocarlo atravesado encima de su pecho.
Es mi mujer dijo calmadamente a los extraterrestres, que fruncan el ceo. Me
la llevo conmigo a la casa.
Levant los brazos y empez a apartar los otros cuerpos que le molestaban. No
experiment ninguna sorpresa cuando vio los brazos de Doc que se levantaban para
ayudarle, mientras el medico dejaba escapar una retahla de obscenas maldiciones.
En ningn momento haba tenido la menor esperanza de conseguir su objetivo.
En absoluto.
Bruscamente, una docena de aliengenas se precipitaron sobre los dos hombres.
Amos se dej abatir sin resistir. Doc se debati un segundo, luego tambin cedi. Los
extraterrestres los ataron y los echaron desapasionadamente al furgn.

15

IV
Ha tensado su arco como enemigo, ha elevado su diestra cual un adversario, y
ha matado todos los encantos de los ojos; en la tienda de la hija de Sin, ha
derramado su indignacin como fuego.
Se ha comportado el Seor como enemigo, ha aniquilado a Israel, ha aniquilado
todos sus palacios, ha demolido todas sus fortalezas, ha multiplicado en la hija de
Judd llanto y plaido.
Ha repudiado el Seor su Altar, ha desdeado su Santuario, ha entregado en
manos del enemigo los muros de sus palacios; se han dado gritos en la Casa del Seor
como en un da solemne.
LAMENTACIONES, II, 4, S, 7.

La primera reaccin de Amos fue la sorpresa de ver completamente manchado su


nico traje decente. Se agit por un momento sobre los cadveres amontonados,
esforzndose por encontrar una posicin ms confortable. Un pastor puede llevar un
traje ajado, pero nunca profanara el altar con manchas de esta naturaleza. Luego una
parte de lo ridculo de esta preocupacin termin por imponerse en su mente. Se relaj
todo lo que pudo.
Haba realizado todo lo que tenia que realizar, y ahora ya era demasiado tarde
para las lamentaciones. Ya no poda hacer otra cosa ms que aceptar las consecuencias
de sus actos, al igual que haba aprendido a aceptar todo lo que Dios haba juzgado
bien enviarle. Nunca haba sido un hombre de gran valor, pero la fuerza divina lo
haba sostenido en la mayor parte de las duras pruebas que cualquier hombre debe
sufrir. La misma fuerza seguira sostenindolo ahora.
Doc estaba frente a el, mirndole directamente despus de haberse girado sobre
su barriga. Por un momento, los labios del medico se curvaron en una sonrisa torva.
Imagino que estamos en una buena situacin. Quiz seamos demasiado viejos
para morir rpidamente, y preparen algo especial para nosotros. De todos modos, una
vez muertos, ya no lo sabremos, de modo que es idiota tener miedo a reventar.
Si haba hablado con la intencin de iniciar una discusin, fracas. Amos
estimaba que aquella era una filosofa totalmente desprovista de esperanza; de todos
modos, sin duda vala ms que nada. Su propia fe en la existencia de otro mundo
dejaba tambin bastante que desear: tena la certeza tanto de la inmortalidad como de
la existencia de un cielo y de un infierno, y sin embargo jams haba conseguido
hacerse una idea satisfactoria ni del uno ni del otro. El furgn haba dado media vuelta
y estaba recorriendo ahora la calle en sentido inverso, en direccin a Clyde. Amos se
esforz en no pensar ms en la incomodidad material de aquel medio de transporte
mirando las casas para contar cuantas faltaban antes de llegar a la suya. Terminaron
aproximndose a ella, pero fue Doc quien primero se dio cuenta del hecho. Gru:
Mi coche!

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Amos entrecerr los ojos para escudriar las sombras a travs de la vacilante luz
de las antorchas. El coche del medico estaba aparcado a un lado de la casa, y la
portezuela estaba abierta. Alguien deba haber avisado a Anne que l no se haba ido,
y ella haba debido volver rodeando la horda de extraterrestres!
Comenz a rezar para que el convoy pasara sin darse cuenta del vehiculo, y al
principio pareci que su plegaria era oda. Luego le lleg un grito procedente de la
casa, y por un breve instante vio el rostro de Anne tras una de las ventanas delanteras.
Sin duda les haba visto, a Doc y a l mismo, tendidos en el furgn. Abri la boca para
intentar darle la alarma, pero era demasiado tarde. La puerta de la casa se abri. Ella
estaba ya de pie en el umbral, llevando al hombro el fusil de Richard. El corazn de
Amos pareci inmovilizarse cuando sus nervios se tensaron al mximo. El enemigo aun
no se haba dado cuenta de nada. Si ella tan solo se mantena tranquila...
El fusil ladr. Ya fuera por suerte, ya fuera por habilidad quien poda saberlo?
, uno de los extraterrestres se derrumb. Ella echo a correr hacia ellos, mientras
recargaba el arma. El fusil ladr una segunda vez, y un segundo enemigo se derrumb
lanzando horribles balidos.
Al menos esta vez no hubo la menor tentativa de tortura. El jefe del grupo extrajo
de un estuche que colgaba de su cintura un instrumento tubular, y son una sola
detonacin. Anne fue empujada hacia atrs cuando el pesado proyectil le golpe en la
frente, y el fusil escap de sus manos muertas.
El enemigo herido se esforzaba desesperadamente en alejarse arrastrndose. Dos
de sus compaeros se ocuparon de l, sin piedad, sin ms emocin que si hubiera sido
un ser humano. Su cuerpo sigui al cadver de Anne en la parte delantera del furgn,
justo fuera del alcance de la vista de Amos.
Esta vez Anne no haba parecido sufrir una crisis de nervios, pens con
melancola. Era debido precisamente a que ella manifestaba tendencias hacia la histeria
que le haba aconsejado a su hijo Richard que aguardara, y no porque sus religiones
fueran distintas. Ahora, lamentaba no haber tenido nunca la ocasin de conocerla
mejor.
Doc lanz un suspiro, y cuando habl fue con un orgullo subyacente, pese al tono
ronco de su voz.
El hombre posee una virtud nica que no puede alcanzar una fuerza
todopoderosa como tu Dios dijo. Puede ser valiente. Puede llevar su valenta hasta
ms all de toda razn, por uno de sus semejantes o simplemente por una idea. Amos,
compadezco a lo Dios si alguna vez el hombre decide declararle la guerra.
Amos acus el golpe, pero la blasfemia no despert ms que una sombra de sus
reacciones habituales. Su mente pareca adormecida. Estaba tendido de espaldas,
observando las negras nubes que pasaban casi demasiado rpidamente a travs del cielo.
Pareca anormal, y record cmo a menudo los informes citaban el detalle de que
furiosas tormentas haban aniquilado o al menos impedido las operaciones de las tropas
humanas. Quizs se estaba preparando un contraataque, y esto formaba parte de la
defensa de los extraterrestres. Si disponan de medios de controlar la meteorologa, era
muy probable. El claro de luna haba quedado ya oscurecido por los nubarrones.
A unos ochocientos metros ms lejos, el enemigo lanz un clamor. Apareci un
enorme tractor, mal conducido por uno de los extraterrestres, que visiblemente haba
captado tan solo parcialmente el mecanismo de la maquina. Con grandes errores y
rectificaciones, el vehiculo se coloc en posicin y el furgn fue amarrado a l. El tractor
se puso en marcha a casi cincuenta kilmetros por hora, y el furgn salt y se tambale
17

tras l. A partir de aquel momento, el trayecto se convirti en un autntico infierno. El


propio Doc no poda evitar el gruir y maldecir cuando los tumbos eran demasiado
violentos, aunque tuviera sobre sus huesos el triple de relleno que Amos.
Afortunadamente, la velocidad disminuy cuando llegaron a Clyde. Amos se
limpi la sangre del labio que se haba mordido, y consigui retorcerse hasta adoptar
una posicin en la que sus contusiones no le dolan demasiado. Tras el pueblo, all
donde se hallaban las naves enemigas, una capa de luz emitida por poderosos
proyectores le permiti ver un conjunto de maquinas extraterrestres atareadas en la
descarga de las grandes naves. De todos modos, los mecnicos de aquellas maquinas
eran completamente distintos de los dems extraterrestres.
Uno de los camiones enemigos gir para dar un rodeo al furgn, y Amos pudo ver
claramente al ser que lo manejaba. No tenia nada de humano. Tena un tronco en forma
de cono cubierto de un fino vello blanco, que se seccionaba en cuatro miembros gruesos
que le servan de piernas. De la parte ms fina del cono surgan otros cuatro miembros
tentaculares, que eran los que manipulaban los mandos del vehiculo. No haba ninguna
cabeza aparente, sino tan solo ocho pequeos tentculos que ondulaban en la cima del
cono.
Vio otros cuatro de ellos, siempre a los mandos de las maquinas, ninguna de las
cuales estaba conducida por los seres de piel verde. El furgn estaba atravesando ahora
la ciudad fantasma que haba sido Clyde. Pareca pues que haba dos razas distintas
aliadas contra la humanidad, lo cual explicaba que tales brbaros hubieran llegado a
bordo de astronaves. Los verdes no eran probablemente ms que combatientes,
mientras que los conos aterciopelados eran los tcnicos. Sin embargo, segn su
comportamiento, los pilotos de los aviones serpientes deban reclutarse entre los
combatientes.
Clyde haba aumentado de extensin desde que Amos se haba ido, como la
mayor parte de las poblaciones de los alrededores. Haba un nuevo supermercado en la
calle misma que pasaba por delante de la antigua iglesia de Amos, y fue delante de este
almacn donde se detuvo el tractor, con una tremenda sacudida. Los extraterrestres
aparecieron de todas partes, para transportar los despojos del furgn a las enormes
cmaras frigorficas de la tienda; dos de ellos se llevaron a Doc y Amos.
Sin embargo, no les destinaban a una muerte relativamente dulce por congelacin
en los grandes frigorficos. Los extraterrestres los arrojaron a una pequea celda
rodeada de barrotes que iban desde el suelo hasta el techo, probablemente el lugar de
trabajo del antiguo cajero. Resultaba una prisin bastante eficaz, y la cerradura que
chasque cuando la cerraron por fuera era demasiado slida como para esperar
forzarla.
La celda tena ya un ocupante, un hombre joven, de estatura mediana, en quien
Amos termin por reconocer a Smithton, el dentista de Clyde. Sus hombros se agitaban
en espordicos sollozos, y permaneca acurrucado en un rincn. Contempl a los recin
llegados sin verles.
Pero me he librado murmur. Soy prisionero de guerra. No pueden hacerme
esto. Me rend...
Un extraterrestre, ms voluminoso que la mayora y llevando las nicas ropas
que Amos haba visto hasta entonces sobre uno de ellos, lleg bambolendose hasta
delante de la jaula y se detuvo, contemplndoles fijamente. El dentista dej de
lamentarse y permaneci silencioso. El desconocido se levant las ropas hasta el pecho
y se rasc la espalda contra un mostrador, sin quitarles los ojos de encima.
18

Los humanos dijo con una voz spera, pero sin ningn acento son criaturas
extraas. No normalizacin.
Que me cuelguen gru Doc. Habla nuestro idioma! El extraterrestre les
examinaba con una expresin que poda interpretarse como de sorpresa, con las orejas
enhiestas.
El don de lenguas es tan inusitado? La mayor parte de los sacerdotes de
Nuestro Seor Dios Todopoderoso hablan todas las lenguas humanas. Es un milagro de
los ms comunes, al contrario de la levitacin.
Muy bien sugiri Doc. En este caso, puede decirnos con que finalidad nos
tienen aqu?
El sacerdote se alz de hombros.
Para alimento, naturalmente. Los grethis comen carne de todo tipo, como los
seres de mi propio pueblo... pero debemos estudiar las leyes para ver si vosotros os
contis entre los alimentos autorizados. En caso afirmativo, vamos a necesitar algunos
especimenes recin muertos para probarlos. As que aguardamos a que llegue el
momento para utilizaros.
Pretendis que nos estis atacando para alimentaros? No! gru con dureza
el sacerdote. Nos hallamos en guerra santa, de exterminio. El Seor nos ha ordenado
descender sobre la Tierra, donde se estn perpetrando cosas abominables, y no dejar
ninguna criatura viva bajo vuestro sol.
Dio media vuelta y sali pesadamente del almacn, llevndose consigo la ultima
antorcha, y no dejando ms luz que la dbil claridad lunar y algunos reflejos de lejanas
luces.
Amos se dej caer sobre un taburete dentro de la jaula. Han tenido que ir a
encerrarnos en un edificio nuevo y no en uno de los que conozco dijo. Si hubiera sido
en la iglesia, hubiramos podido tener alguna posibilidad.
Cmo? dijo Doc en tono seco.
Amos intent describirle un pasadizo practicado en el enorme stano inacabado
del edificio, al cual se acceda por una trampilla. Aos antes, una pandilla de jvenes
haban cavado un tnel hasta l, utilizndolo como club privado hasta el da en que el
pasadizo fue descubierto y se haba tapiado la parte exterior. Pero la tierra haba
quedado blanda alrededor de los ladrillos. El tnel desembocaba en una zona boscosa
que conduca a una zanja de drenaje, la cual a su vez iba a parar a un ro. Desde la
iglesia, hubieran tenido la posibilidad de alcanzar el curso de agua y de deslizarse en l
sin ser vistos, cosa que no podan hacer desde otras partes del pueblo.
Los dedos de Doc temblaban sobre la cerradura cuando Amos hubo terminado su
relato.
Si consiguiramos franquear los setenta y cinco metros que nos separan de la
iglesia... No saben mucho de nosotros, Amos, para encerrarnos en un local donde los
tornillos de la cerradura se hallan en la parte interior! De todos modos, creo que
estamos obligados a correr el riesgo!
Los dedos de Amos temblaron tambin cuando toc las cabezas de los tornillos.
Distingua una puerta que deba dar a la parte trasera de la tienda. Si conseguan salir a
la callejuela que se encontraba all antes, podran seguirla casi hasta la iglesia... y desde
all los rboles que rodeaban el lugar santo impediran que la luz llegara hasta ellos.
Era una dbil posibilidad. Pero era solamente suerte? A sus ojos, era ms bien una
intervencin divina.

19

Para mi, simplemente es una negligencia de los extraterrestres gru Doc.


Probablemente seria menos complicado todava en la mayor parte de los otros
edificios, vista su forma de hacer las cosas. Arranca el fondo del cajn de la caja
registradora, y separa dos tablillas. Tengo una moneda que se adapta a las cabezas de
estos tornillos.
Fue Smithton quien la emprendi con la caja, mientras rogaba como un nio que
le llegara el sueo. Consigui de todos modos arrancar dos trozos de madera, entre los
cuales Doc pudo sostener la moneda.
Era un trabajo duro, y la moneda se deslizaba mas veces de las que hacia girar el
tornillo, pero la cerradura haba tenido como finalidad impedir que los intrusos
penetraran en la caja y no aprisionar a los cajeros. Tres de los tornillos cedieron. La
cerradura gir en torno al cuarto y, con un pequeo esfuerzo, pudieron abrir su jaula.
Doc se inmoviliz y atrajo a Smithton hacia l.
Sgame y haga como yo. Ni una palabra. Ninguna tentativa individual de
evasin. Si intenta algo que no me guste, le parto el cuello, ha entendido? Adelante.
La puerta trasera estaba cerrada y asegurada, pero desde el interior. La abrieron a
un patinillo repleto de inmundicias. La callejuela no estaba tan oscura como hubiera
sido preciso, puesto que la luz penetraba en ella a travs de los huecos de algunos
solares entre las edificaciones. Se ocultaron lo mejor que pudieron en las zonas de
sombra, hasta que se hallaron ante la valla que rodeaba la iglesia. All, empezaron a
tantear la pared en busca de la puerta lateral. No haba ningn extraterrestre a la vista.
Amos avanzaba el primero, ya que conoca mejor el lugar. Solamente cuando
llegaron ante la puerta se le ocurri el pensamiento de que poda estar cerrada con
llave. En sus tiempos, l la mantena cerrada la mayor parte del tiempo. Empu el
picaporte y tir... Estaba abierta!
Se detuvo un segundo para darle gracias a Dios por aquella suerte suplementaria
que les conceda. Luego, los tres hombres se encontraron en la pequea cocina donde
se preparaban los refrigerios en las reuniones de feligreses de la parroquia. Siempre
haba detestado estas celebraciones informales, pero ahora las bendeca, ya que les
proporcionaban un escondrijo que les permitira tomar todo el tiempo que necesitaran
para descubrir su salida.
El edificio estaba lleno de ruidos y de olores, pero ninguno de ellos familiar a
Amos. Algo hizo que los pelos de su nuca se erizaran. Se quit los zapatos y anud los
cordones entre s para colgrselos del cuello. Los otros dos hicieron lo mismo.
La puerta corredera se abra a un pequeo corredor que se abra delante del altar
y desembocaba en el despacho privado, al otro lado.
Estaban ms seguros si permanecan agrupados, sobre todo con un irresponsable
como Smithton. Amos se apoy en la pared de la cocina para recuperar el aliento.
Senta su corazn como si estuviera estrujado por una cuerda de la que tiraran
fuertemente, y tena la garganta tan seca que deba hacer verdaderos esfuerzos para no
ahogarse. Haba agua all, pero no se atreva a correr el riesgo de tropezar contra algn
objeto cualquiera en su intento de alcanzar la fregadera.
Rog a Dios que le diera fuerza, menos para si mismo que para ayudar a los
otros. Desde hacia tiempo se haba resignado a la muerte. Si Dios quera que el
muriera, estaba preparado; todo lo que le quedaba eran muertos. Y sus cadveres
estaban sin duda mutilados! Adems, no haba conseguido otra cosa ms que colocar
en un peligro mortal a aquellos que haban intentado socorrerle. Era viejo ya, y su
organismo avanzaba hacia la muerte. Probablemente le quedaban aun otra veintena de
20

aos de vida, pero ms all de su ministerio ya no tenia ninguna otra razn real para
vivir... E incluso en su ministerio no haba sido ms que un mediocre, un fracasado. Sin
embargo, ahora era responsable de Doc Miller, as como de Smithton.
Cerr apretadamente los prpados, luego los volvi a abrir para echar una ojeada
por una rendija de la puerta. Haba un poco de claridad en el camino que conduca al
altar, pero no vio a nadie, y haba una serie de paneles que formaban como una
pantalla. Tras aquel precario abrigo, podran estudiar el camino que tenan que
recorrer. Avanz de puntillas, y adivin que sus compaeros le seguan.
Se inclin hacia adelante para desplazar ligeramente uno de los paneles. Se
hallaban a unos seis metros del altar, del lado derecho. Amos contempl los restos de
lo que haba sido en otro tiempo el altar. Luego frunci el ceo al percibir delante de l
un montn de tierra dispuesto de tal modo que formaba un montculo de extraas
proporciones.
Retir un poco ms uno de los paneles, sorprendido por la curiosidad que lo
animaba, como se haba sorprendido ya de las incesantes modificaciones de su actitud
mental.
Haba dos sacerdotes con ropas muy adornadas, arrodillados en el centro de la
iglesia. Pero sus ojos apenas los apercibieron, atrados por algo que se ergua delante
del nuevo altar.
Era una caja de madera, colocada sobre una plataforma de barro cocido. Llevaba
cuatro signos que sus ojos no identificaron, pero que su mente tradujo en una sucesin
de letras extradas de los alfabetos que haba; estudiado, imposibles de pronunciar y
sin embargo cargadas de sentido. Y sobre la caja haba un velo, tras el cual Algo
radiaba sin emitir luz.
En su cerebro, una onda de fuerza se propag, formando sensaciones que
hubieran podido ser casi palabras atravesando sus pensamientos... palabras parecidas a
las odas hacia tanto tiempo por Moiss... palabras que Amos, con la muerte en el alma,
no poda por menos que reconocer...
S O Y EL QUE S O Y , yo que los arranqu de la esclavitud en Egipto, y que
escrib en la pared delante de Baltasar MANE, THECEL, PHARES, como quedar
escrito en toda la Tierra a partir de ahora. Puesto que he dicho a la descendencia de
Mikhtchah: t eres mi pueblo elegido, y yo lo elevar por encima de todas las razas que
viven bajo los cielos.

V
Y le fue dado el poder de hacer la guerra a los santos y de vencerles; y le fue
dado poder sobre todos sus semejantes, de todas las lenguas y todas las naciones.
Aquel que someta a otro a cautividad se ver sometido l mismo a cautividad;
aquel que mate con la espada perecer tambin por la espada.
REVELACIONES, XIII, 7, 10

21

La descendencia de Mikhtchah. La raza de los invasores... Amos se senta fuera


del tiempo, y el tiempo se distenda a su alrededor. Senta que su corazn dejaba de
latir, pero la sangre pulsaba en sus arterias con un vigor que hacia decenas de aos que
no conoca. Senta en su mano la mano de Ruth, que se agitaba vuelta a la vida, y saba
que jams haba existido. Cerca de el vea los cabellos de Doc Miller adquirir un blanco
de nieve, y sabia que as era, aunque le fuera absolutamente imposible ver a Doc desde
el lugar donde estaba.
Senta la clera de la Presencia suspendida sobre l, para pesar el menor
pensamiento desde su nacimiento hasta su inevitable muerte, cuando dejara
completamente de ser para continuar en la eternidad, y sin embargo saba que la Luz
que haba detrs del velo ignoraba que l estaba all, que no reciba ms que los pensamientos de los dos sacerdotes extraterrestres arrodillados en su plegaria.
Todo aquello ocurra en una parte de su mente tan reducida que no poda
situarla, aunque el conjunto de su intelecto englobaba todo el tiempo y todo el espacio
y tambin todo lo que no era ni una cosa ni la otra. Sin embargo, cada parcela de sus
percepciones ocupaba toda su mente, todo lo que su mente haba contenido y podra
contener a partir de entonces. Lo perciba todo, salvo el presente, que era de algn
modo un concepto respecto al cual el Ser ante l aun no haba encontrado la solucin.
Vio a un hombre desconocido sobre una montaa poco elevada, que reciba unas
tablas de piedra casi imponderables y grabadas con una escritura que todo el mundo
poda leer. Y conoca a aquel hombre pero se negaba a creer en l, porque las ropas que
llevaba no eran las mismas que figuraban en su imagen mental.
Vio alineadas todas las plegarias que haba formulado en su vida. Pero por
ningn lado se manifestaba el abrigo de calor divino que lo haba envuelto cuando era
nio y cuya presencia haba vuelto a sentir de nuevo o casi la maana anterior. Y
haba una cierta inquietud en su pensamiento, mezclada con clera; sin embargo,
mientras este pensamiento estuviera en su consciencia, nada podra alcanzarlo.
Cada uno de aquellos aspectos era falso, ya que no consegua formular ninguna
estimacin de lo que era la verdad.
Todo aquello termin tan bruscamente como haba empezado, fuera un
microsegundo, fuera un milln de aos subjetivos ms tarde. Permaneci como
abotagado, pero animado por una nueva vida. Y aquello lo dej muerto, con una
muerte ms desesperada que cualquiera hubiera experimentado antes de l.
Sabia tan solo que ante l se encontraba el Seor Dios Todopoderoso, Aquel que
haba sellado una alianza con Abraham, Isaac, Jacob y su descendencia. Y saba que la
alianza haba terminado. La humanidad haba sido rechazada; Dios se haba pasado
ahora al lado de los enemigos de la descendencia de Abraham, al lado de los enemigos
de todas las naciones de la Tierra.
Incluso el concepto era demasiado para una mente humana que ya no estaba en
contacto con la Presencia, tan solo una sombra tenue quedaba de l.
Cerca suyo, Amos oy de nuevo la respiracin de Doc Miller, que apartaba de su
frente los blancos mechones, con aire alucinado, mientras murmuraba una sola palabra:
Dios!
Uno de los sacerdotes levant la cabeza, y sus ojos dirigieron una mirada circular
a su alrededor; su rostro tenia un aire como de trance, pero su expresin estaba
cambiando.

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Fue entonces cuando Smithton grit. De su boca abierta se escapaba un grito


continuo, sin modulaciones, y sus pulmones se hinchaban y contraan. Tena los ojos
desorbitados, fijos, horribles. Como una marioneta de madera suspendida por sus
hilos, se levanto y avanz. Rodeo los paneles y se dirigi hacia la Luz bajo el velo.
Bruscamente, ya no hubo ms Luz, pero Smithton sigui en la misma direccin. Se
inmoviliz ante el velo, y su grito se cort de golpe.
Doc se haba puesto en pie en silencio, arrastrando a Amos tras de si. El pastor se
levant, pero saba que no haba ningn lugar donde ir. Ahora todo dependa de la
voluntad de Dios... O bien...
Smithton gir con precisin sobre uno de sus talones. Su rostro careca de
expresin, y sin embargo daba la impresin de estar completamente loco. Avanz con
paso de autmata hacia los dos sacerdotes. Estos se echaron a uno y otro lado en el
ltimo segundo, extrayendo dos pistolas automticas de origen visiblemente terrestre,
pero sin tomarse la molestia de servirse de ellas. Smithton prosigui su camino hacia la
puerta abierta de la iglesia.
Alcanz el exterior, siempre seguido por las miradas de los dos sacerdotes. Puso
el pie en el primer peldao, luego en el segundo, estuvo sobre la acera.
Los dos sacerdotes dispararon!
Smithton se estremeci, se detuvo, y de pronto se puso a gritar de nuevo, pero
con una voz conocida, normal, la de una persona que sufre atrozmente. Sus piernas se
agitaron frenticamente bajo l, y desapareci de la vista, y sus vacilantes pasos se
hicieron cada vez menos sonoros. Estaba muerto la puntera de los mikhtchahs era tan
notable como siempre pero segua movindose, cada vez ms lentamente, como si una
reserva de vida en su interior fuera disminuyendo como un acumulador que se descarga.
Los sacerdotes intercambiaron una mirada, luego se precipitaron en su
persecucin, lanzando sus llamadas en el momento en que cruzaban la puerta para
hundirse en la noche. De repente, una cabeza y una mano reaparecieron, y una bala
parti en direccin a los paneles de donde haba surgido Smithton. Amos se oblig a
permanecer inmvil, mientras su imaginacin evocaba el impacto del plomo en su
vientre. El proyectil golpe contra el panel y rebot a lo lejos.
El sacerdote vacil, luego desapareci de nuevo.
Amos echo a correr para atravesar la iglesia y alcanzar el corredor al otro lado del
altar. Poda or el dbil ruido de los pasos de Doc tras l.
La trampilla aun exista, aunque oculta bajo una alfombra dejada
inadvertidamente all. La levant con esfuerzo y se dej caer por la abertura, sabiendo
que el inacabado subsuelo no estaba a ms de un metro veinte de profundidad. Se
apart para dejar paso inmediatamente a Doc, que descenda a su vez. Agachados lado
contra lado, volvieron a bajar la tapa y avanzaron en la oscuridad, a tiendas, haba el
otro lado del stano. Hacia cinco aos que Amos no haba puesto los pies all, y no lo
haba hecho ms que una sola vez, para una breve inspeccin del trabajo que haban
efectuado los jvenes que haban horadado el tnel.
Crey que lo haba pasado y empez a buscar a tientas la pequea entrada,
palpando con la mano. Era probable que todo el conjunto se hubiera derrumbado. Pero
de repente, a dos pasos de distancia, su mano tropez con la abertura. Arrastr al medico en su seguimiento.
Era ms bien estrecho, y en algunos lugares se haban producido pequeos
derrumbes que haba que apartar para pasar. Tuvieron que recorrer una parte del
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trayecto arrastrndose. Tropezaron finalmente con la pared de ladrillos, y empezaron a


escarbar el suelo a su alrededor, con las manos desnudas. Necesitaron una decena de
minutos, durante los cuales les llegaron los clamores lejanos pero intensos de los
mikhtchahs. Terminaron por emerger al aire libre, con las palmas y los dedos de sus
manos ensangrentados, sin preocuparse de examinar los alrededores para asegurarse
de que no haba extraterrestres en las inmediaciones. Una vez adentrados lo suficiente
en el bosquecillo, hicieron una pausa para recuperar el aliento y luego prosiguieron su
marcha.
El principal peligro estaba en la zanja de drenaje, que en algunos lugares tena
muy poca profundidad. Pero la suerte estaba con ellos, y los lugares ms expuestos se
hallaban sumidos en las sombras.
Luego vieron el ro discurrir ante ellos. No muy lejos se hallaba amarrada una
barca de fondo plano.
Unos instantes ms tarde flotaban, arrastrados por la corriente, lo cual les
permita dejar reposar sus doloridos pulmones. Gobernar el esquife no exiga de ellos
ms que un esfuerzo mnimo. Era aun de noche, y la nica claridad era la de la luna.
Las probabilidades de una persecucin por parte de los aviones enemigos eran bastante
escasas. Amos distingua apenas el rostro de Doc cuando este rebusc entre sus
bolsillos para tomar un cigarrillo. Lo encendi, y expuls voluptuosamente el humo.
De acuerdo, Amos, tenias razn: Dios existe... Pero infiernos, no me siento
reconfortado de saberlo! No llego a concebir en que me socorre Dios... ni siquiera en
que est ayudando a los mikhtchahs. Que obtienen ellos de todo esto, excepto algunos
pequeos milagros meteorolgicos? Simplemente estn hacindole a Dios el trabajo
sucio.
Ellos poseern la Tierra, imagino... si la desean dijo Amos con voz insegura. No
estaba convencido de que los invasores desearan este imperio. Y tampoco llegaba a
captar el papel representado por la segunda raza extraterrestre. Si en algn instante
haba llegado a entrever las respuestas a estas cuestiones, ya no lo recordaba. Doc,
sigues siendo ateo, aunque ahora ests convencido de la existencia de Dios!
El hombre gordezuelo dej escapar una risita cargada de amargura.
Me temo que t tambin lo seas en el fondo, Amos. Yo, al menos, sigo siendo fiel
a mi mismo. Pero no t. Tu habas fundado toda lo vida en la hiptesis de que Dios
tena razn y tu debas servirle... y la nica forma de servirle era acudir en ayuda de la
humanidad. Que vas a hacer a partir de ahora? Se supone que Dios sigue teniendo
razn, automticamente... pero todo aquello en lo que siempre has credo demuestra
que se halla totalmente equivocado, y no puedes seguir sirvindole ms que
traicionando a tu pueblo. Cul es ahora la moral que puede adaptarse a lo ideal?
Amos, agotado, agit la cabeza y ocult su rostro entre las manos. El mismo
problema se haba ido precisando poco a poco en su pensamiento. Su primera reaccin
haba sido aceptar su servidumbre a Dios, sin preguntas; tras esta tendencia haba sesenta aos de pensamiento condicionado. Sin embargo, ahora ya no poda
conformarse a esta actitud. En tanto que hombre, se negaba a inclinarse ante lo que
consideraba como el mal bajo su forma ms absoluta; y los mikhtchahs eran malvados,
segn todas las definiciones de la maldad que haba aprendido.
Poda exponer a las gentes la verdad y quitarles las creencias que en muchas
ocasiones representaban la nica finalidad de sus vidas? Poda pasarse al enemigo,
que no tenia ninguna necesidad de el, excepto como alimento experimental? O poda
animar a los hombres a combatir repitindoles la vieja cantinela Dios est con
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nosotros... cuando sabia que las palabras eran falsas y que su resistencia poda
conducirles a su condena al fuego eterno por haberse opuesto a los designios de Dios?
La idea de que no recordaba claramente nada relativo a la vida futura, al otro
mundo, le golpe. Ni los argumentos en pro, ni los argumentos en contra. Que le
ocurra a un pueblo cuando Dios le abandonaba? Acaso haban sido abandonados tan
solo bajo su apariencia fsica, mientras que tenan aun la libertad de ganar su salud
espiritual? O estaban completamente perdidos? Haban dejado de poseer almas
capaces de sobrevivir? O estaban estas almas destinadas automticamente al infierno,
por nobles que pudieran ser?
Para l, ninguna pregunta tenia aun respuesta. Sabia con toda certeza que Dios
exista, pero esto ya lo haba sabido antes. Ahora no saba nada ms. Ignoraba incluso
cuando Dios haba decidido dar a los mikhtchahs preferencia sobre la humanidad.
Pareca poco probable que fuera algo tan reciente como su propia juventud. Y sin
embargo, si no era as, como explicar la extraa luz espiritual que lo haba animado
cuando era evangelista?
No hay ms que una sola posicin racional declar finalmente. No importa lo
que decida! No soy ms que un hombre entre los hombres!
Cristbal Colon no era tampoco ms que un hombre, cuando jur que la Tierra
era redonda. Y su rostro no tena la expresin que tiene el tuyo desde que has visto a
Dios, Amos. Ahora se lo que quiere decir la Biblia cuando cuenta que el rostro de
Moiss radiaba cuando descendi de la montaa, hasta tal punto que hubo que cubrirlo
con un velo. Si no me equivoco, Dios acude en ayuda de la humanidad si t tomas la
mala decisin!
Doc echo su cigarrillo por la borda y encendi otro. Amos experiment un shock
al observar que las manos del medico temblaban. Este se alz de hombros, y el tono de
su voz se hizo normal.
Me gustara que supiramos ms. Siempre has pensado en funcin del Antiguo
Testamente y de algunos pasajes de las Revelaciones, casi exclusivamente, como otros
tantos evangelistas. Yo nunca he reflexionado realmente en Dios. Me negaba a
aceptarlo, de modo que lo ech de mi pensamiento. Quizs haya sido por esto que
ambos hemos tenido esta visin de El. Pero me gustara por ejemplo saber el lugar
exacto que ocupa Jesucristo en todo esto. Faltan demasiados elementos. Hay
demasiados imponderables e hiatos. No disponemos ms que de dos hechos, y somos
incapaces de comprender ni el uno ni el otro. Existe una manifestacin de Dios que ha
tocado a la vez a los mikhtchahs y a la humanidad; y ahora Dios ha declarado sus
intenciones de aniquilar a la humanidad. Debemos atenernos a estos hechos.
Amos intent una vez ms negar el problema que se le planteaba.
Supongamos que Dios tan solo est sometiendo al hombre a una nueva prueba,
como lo ha hecho muchas veces en el pasado. Una prueba? Doc dej que la palabra
se enredara en su lengua. Luego pareci escupirla. Sus inslitos cabellos blancos le
conferan un aire de viejo, y la ausencia de toda burla en su voz hacia de l casi un
desconocido. Amos, los hebreos se dieron un trabajo de perros para alcanzar Canaan;
despus de cuarenta aos consagrados a vagar en torno a unos pocos kilmetros
cuadrados, Dios les afirm de repente que aquella era la Tierra Prometida. Y entonces
tuvieron que apoderarse de ella por los medios tradicionales que emplean
regularmente los hombres para conquistar un pas. Salieron de Babilonia porque los
antiguos profetas se empearon da y noche en mantenerlos unidos en tanto que
pueblo nico, y porque consiguieron soportar las desventuras hasta el da en que la
25

suerte les sonri. En nuestra poca han hecho casi exactamente lo mismo para obtener
Israel, pero sin milagros! Aparentemente, Dios se haba retirado de ellos, de modo que
tuvieron que hacerlo por si mismos. En el presente caso, no tengo una muy buena
opinin de una prueba de este tipo!
Amos senta que todos sus valores espirituales se estaban escapando en un
torbellino. Se daba cuenta de que no mantena su cordura ms que aferrndose a la
presencia de Dios; de otro modo, su mente hubiera buscado la demencia, como toda
inteligencia que se ve obligada a resolver lo insoluble. Ya no se senta con fuerzas para
comprenderse a si mismo. Cmo poda intentar comprender a Dios? Y en su
pensamiento se estaba deslizando la idea de que ni siquiera Dios era capaz de
comprenderse completamente a si mismo.
Una creacin puede desafiar a lo que es lo suficientemente grande como para
crearla, Doc? Y debe hacerlo, si es que puede? La mayora de los nios se ven
obligados a ello respondi Doc. Agit la cabeza. El problema es enteramente tuyo.
Todo lo que yo puedo hacer es sealarte algunos aspectos interesantes. Y de todos
modos, esto no tendr importancia. Estamos aun muy dentro del territorio de los
mikhtchahs, y no tardar mucho en hacerse de da.
El bote segua su deriva, mientras Amos se esforzaba en poner orden en sus
ideas, y se enmaraaba cada vez ms en la red de sus incoherencias. En que poda
convertirse un hombre que haba pasado toda su vida en una adoracin ferviente,
cuando descubra que su Dios era lo opuesto a lo que este mismo hombre haba estimado bueno, a lo que siempre haba credo sinceramente bueno? Una interpretacin
del imperativo categrico de Kant se desliz en su pensamiento; alguien se la haba
citado en una ocasin. Quizs hubiera sido el propio Doc. Haz de modo que trates a la
humanidad en todos sus casos, ya sea a travs de tu propia persona o de la de
cualquier otro, como un fin en s y no como un simple medio. Estaba tratando Dios
en este momento al hombre como un fin, o simplemente como el medio de alcanzar un
fin cualquiera, empresa en la cual el hombre haba fracasado? Y el, hombre, haba
alguna vez considerado seriamente a Dios como un fin, ms que como un medio de
acceder a la inmortalidad del espritu y una tranquilidad ante el miedo a morir?
Nos estn persiguiendo! murmur Doc. Seal con el dedo tras ellos, y Amos
distingui una dbil luminosidad al otro lado de un recodo del ro. Mira... ah abajo
hay una casa. En el momento en que el bote toque fondo, saltemos a toda velocidad!
Tom los remos y, al cabo de unos instantes, tocaban fondo. Saltaron por la borda
y lanzaron de nuevo el bote a la deriva. La casa estaba a unos treinta metros de la
orilla, y corrieron hacia ella como locos. Incluso a la dbil claridad de la luna, podan
ver que la construccin no era ms que una ruina, abandonada desde hacia mucho
tiempo. Doc penetr en ella por una de las ventanas abiertas, arrastrando a Amos tras
l.
Por una rendija de la pared vieron a otro bote descendiendo la corriente,
iluminado por una antorcha y manejado por dos mikhtchahs. Uno de ellos remaba,
mientras que el segundo se mantena en la proa, con un arma, escrutando las aguas.
Pasaron ante el edificio.
Vamos a vernos obligados a quedarnos aqu decidi Doc. Amanecer dentro
de media hora. Quizs no se les ocurra la idea de registrar una ruina como esta.
Descubrieron una maltrecha escalera y subieron a tenderse en el suelo de un
enorme desvn. Amos gimi buscando una posicin que no le hiciera sufrir demasiado.
Y luego, de golpe, se durmi.
26

Se despert cuando el da se filtraba por las mil rendijas de paredes y techo. Oy


casi inmediatamente ruido de caoneo bastante cerca. Comenzaba a dormirse de nuevo
cuando la cada de una granizada crepit furiosamente en el techo. Cuando termin, el
caoneo ces tambin.
Doc se despert al anochecer. No tenan nada que comer, y el estomago de Amos
estaba atormentado por el hambre. Le dolan todas las articulaciones, y el solo hecho de
andar le resultaba una tortura. Doc levant la vista para examinar las estrellas, pareci
elegir una direccin, y parti a grandes pasos. Sus jadeos y sus gruidos indicaban que
comparta los sufrimientos de Amos. Sin embargo, encontr la suficiente energa como
para proseguir la discusin de la vspera.
No dejo de preguntarme que es lo que vio Smithton, Amos. No fue lo mismo
que nosotros. Qu es lo que piensas de las leyendas de grandes guerras en el cielo?
No hubo acaso all una gran batalla, hace tiempo, cuando Lucifer estuvo a punto de
ganar? Tal vez Lucifer represente tan solo alguna otra raza rechazada por Dios?
Lucifer era Satn, el espritu del mal. Intent apoderarse del reino de Dios.
Hummm... Le en alguna parte que conocemos tan solo el relato del vencedor, el
cual tiende a dar naturalmente una cierta parcialidad a la historia. Que sabemos
realmente de las autnticas diferencias? O del verdadero resultado? En cualquier caso,
Lucifer pens tener su oportunidad, y parece que saba bien a quien atacaba.
Los esfuerzos necesarios para la marcha hacan difcil la conversacin. Amos se
alz de hombros y abandon la discusin. De todos modos, sigui reflexionando en
silencio.
Si Dios era todopoderoso y omnisciente, por que les haba permitido espiarle?
O bien ya no era todopoderoso ante una rata a la que haba rechazado? Qu poda
cambiar para Dios lo que el hombre intentara, ahora que lo haba condenado? Acaso la
Presencia que haban visto era la totalidad de Dios... o no era ms que una forma de
manifestacin?
Sus piernas se movan rgidamente, entumecidas por la fatiga y frenadas por el
hambre, mientras aquel problema fundamental daba vueltas en su cabeza. Cul era
ahora su deber? Estaba con Dios o contra El?
Encontraron algo de comida en una casa abandonada, y la prepararon a la
camuflada luz de un hornillo, mientras escuchaban las noticias gracias a un transistor
abandonado por sus habitantes. Era el relato desesperado de los desembarcos de los
extraterrestres y de los repliegues del hombre, y sin embargo el comentarista no tena
el tono apagado y triste que seria de esperar. Estaban a la mitad de su comida cuando
supieron la razn.
Nuevas noticias! anunci la radio. Nos llegan en esta ocasin de la regin de
Denver. Un segundo misil atmico, pilotado por una tripulacin suicida, ha llegado
con xito a su destino! La base enemiga ha sido aniquilada, todas sus naves destruidas!
Ahora resulta evidente que el fracaso de las anteriores tentativas de bombardeo
atmico fue debido al mal funcionamiento de los detonadores. Se est realizando una
investigacin al respecto, mientras nuevos voluntarios se estn entrenando para
reemplazar a este elemento de la bomba con el cual ya no podemos contar. Los dos
artefactos portadores de tripulaciones suicidas han tenido xito en sus bombardeos.
Prisioneros de las dos razas extraterrestres estn siendo actualmente interrogados en
Denver, pero el mismo fanatismo religioso con el que se enfrentaron antes en Portland
parece hacer difcil toda comunicacin.

27

El comentarista volvi a enumerar los puntos de aterrizaje de los invasores,


mientras Doc y Amos se miraban mutuamente. Era demasiado para digerirlo de una
sola vez.
Amos estaba intentando precisar algo en su pensamiento; algo que tenia relacin
con el xito de los bombarderos humanos all donde los mecanismos automticos
haban sido bloqueados por un milagro, as como a la reaccin de Dios ante su
recuerdo del calor que haba sentido en su juventud. Algo que tena relacin con el
hombre...
Podemos vencerles murmur duramente Doc.
Amos lanz un suspiro cuando tuvieron que levantarse para continuar su
imposible viaje.
Quiz. Sabemos que Dios estaba en Clyde. Podemos tener la certeza de que
estaba tambin en los otros lugares para detener las bombas con sus milagros?
Avanzaron lentamente en la noche, acortando a travs de los campos a la dbil
claridad, lo cual hacia cada uno de sus pasos aun ms penoso. Amos daba vueltas al
problema en todos sentidos, esforzndose en utilizar las recientes noticias para llegar a
una decisin cualquiera. Si los hombres conseguan vencer a sus adversarios, aunque
fuera tan solo por un tiempo...
La respuesta no se hacia ms precisa por ello.
Las primeras luces del alba los hallaron en medio de un bosque. Doc consigui
izar a Amos hasta un rbol desde donde tena la posibilidad de examinar los
alrededores. Haba una casa no lejos del linde del bosque, pero habra que correr unos
minutos de peligro constante para llegar hasta all. Discutieron las posibilidades antes
de partir de nuevo.
Apenas acababan de salir del bosque cuando un avin enemigo dej or su
rtmico aullido. Doc dio media vuelta para volver al lugar donde se haba detenido
Amos. Luego se inmoviliz.
Demasiado tarde murmur. Ha visto algo. Ahora necesita un blanco.
Sus brazos se tendieron hacia adelante, empujando violentamente a Amos bajo el
rbol ms cercano. Se gir y ech a correr a travs del claro, con sus gruesas piernas
agitndose lentamente para propulsarlo a saltos. Amos quiso levantarse del lugar
donde haba cado, pero ya era demasiado tarde.
La metralla tamborile sobre el suelo, levantando surtidores de tierra alrededor
de Doc. Este se derrumb, se agit un par de veces, luego qued inmvil.
El avin pas rpidamente mientras Amos se soltaba de una raz que lo retena.
Cuando consigui liberarse, el aparato haba desaparecido. Doc le haba proporcionado
un objetivo y, aparentemente, el piloto se consideraba satisfecho.
El medico viva aun cuando Amos se arrodill a su lado. Dos de los proyectiles lo
haban alcanzado, pero consigui sonrer mientras se enderezaba parcialmente sobre
un codo. Sin embargo, era solo cosa de minutos, no haba ninguna forma de ayudarle.
Amos encontr uno de los cigarrillos de Doc y lo encendi con manos temblorosas.
Gracias murmur Doc, tras inspirar profundamente el humo. Empez a toser
pero se contuvo, con el rostro convulsionado por el sufrimiento. Sus palabras brotaban
a un ritmo irregular, y sin embargo su voz era calmada. Imagino que estoy ya camino
del infierno, Amos, puesto que nunca me he arrepentido... si es que hay un infierno!
Espero que exista. Y espero que est lleno con todas las almas de todos los pobres
desgraciados que no han tenido la fortuna de morir en estado de gracia. Porque estoy
seguro de que encontrar el medio...
28

Se reclin de pronto, tosiendo y luchando por recuperar el aliento. Luego


encontr una ultima reserva de fuerzas para cruzar su mirada con la de Amos,
esbozando en sus labios un asomo de su habitual sonrisa cnica.
...el medio de organizar una oficina de reclutamiento! acab. Ech la cabeza
hacia atrs, dejando que su cuerpo se vaciara de toda energa. Unos segundos despus
estaba muerto.

VI
... No situars a otros pueblos antes que a mi...no les consentirs ninguna alianza
contra mi... no te comprometers con ellos ni les servirs... porque soy un Dios celoso...
EXULTACIONES, XIII, 24.
Amos permaneci todo l da en la casa hasta donde haba arrastrado l cuerpo de
Doc. Ni siquiera busc comida. Por primera vez en su vida desde la muerte de su madre,
ocurrida cuando l tenia cinco aos, no tenia ningn paliativo a su pena. Ya no aceptaba
la idea de que la voluntad de Dios era que sufriera tambin la prdida de Doc. Y, cuando
se dio claramente cuenta de ello, todas sus prdidas anteriores le asaltaron a la vez, como
si no hubieran sido ms antiguas que la muerte de Doc.
Permaneci sentado, sumergido en su dolor y en el odio recientemente despertado
en l, mirando fijamente hacia Clyde. Una vez, en l transcurso del da, se adormeci. Se
despert bajo la impresin de un fantstico estruendo y de un temblor de tierras, pero
cuando recuper enteramente la conciencia todo estaba de nuevo tranquilo. Era casi de
noche, l momento de partir de nuevo.
Vacil por un momento. Seria tan fcil quedarse all, escondido con l recuerdo de
sus muertos, y dejar que los acontecimientos, fueran cuales fuesen, vinieran a l Pero en
su fuero interno haba un sentado del deber que lo empujaba hacia adelante. En lo ms
profundo de su espritu apuntaba un escrpulo, afirmndole que tenan aun una obra
que cumplir.
Descubri un trozo de pan seco y un poco de queso viejo. Sigui su camino,
masticando aquel parco alimento. Era aun demasiado de da para desplazarse con toda
seguridad, pero iba de nuevo a travs de zona boscosa y no oa aviones enemigos.
Cuando lleg la oscuridad, se aventur por las carreteras secundarias en direccin a
Wesley.
Saba en lo ms secreto de su alma que deba volver all. Era all donde se
levantaba su iglesia; si los combatientes humanos haban conseguido rechazar a los
extraterrestres, tal vez su congregacin hubiera vuelto al redil. Si no, tendra que reunir a
sus ovejas a partir de aquel punto de reunin.
Sus pensamientos eran demasiado ntimos como para que pudiera expresarlos
claramente, y adems el agotamiento embotaba su cerebro. Sus piernas lo sostenan por
pura constancia. Uno de sus zapatos tenia ahora un agujero en la suela, y sus pies
estaban cubiertos de ampollas, pero segua su camino con una sombra determinacin.
Era su deber conducir a sus feligreses, ahora que el enemigo estaba a sus talones, como
los haba conducido en tiempos ms apacibles. Sus ideas no haban progresado ms all
de este punto.
29

Por la maana, se ocult en un granero; prefera no entrar en la casa contigua


debido a los cuerpos mutilados que yacan en l umbral, donde pareca que haban sido
abandonados por el enemigo. Esta vez durmi con un sueo profundo, causado por
una fatiga total, pero cuando se despert observ que tena el puo cerrado blandido
en direccin a Clyde. Haba soado que era Job y que Dios lo haba dejado morir con
sus llagas, sin responderle, mientras los cadveres destrozados geman a su alrededor,
implorndole ser su jefe, cosa a la que l se negaba.
Era casi el alba cuando comprendi que hubiera debido procurarse algn
vehiculo. No haba visto ninguno, pero deba haber algunos aqu y all. Sin duda Doc
hubiera encontrado alguno. Pero era demasiado tarde para preocuparse por ello ahora.
Haba llegado a los lmites de un pueblo y se dispona a rodearlo para proseguir su
camino cuando reflexion que todas las aglomeraciones deban haber sido ya
concienzudamente batidas. Penetr en una estrecha calle, buscando con la mirada una
tienda donde pertrecharse.
Haba una pequea tienda de ultramarinos cuya puerta estaba entreabierta.
Amos empuj el batiente, haciendo sonar una campanilla. Casi inmediatamente, un
perro empez a ladrar, y una voz humana surgi secamente de la trastienda:
Quieto, Shep! Un momento! Ya voy! La puerta del fondo se abri, y un viejo
encorvado surgi por ella, llevando una lmpara de petrleo. Esta maldita
electricidad aun est estropeada. Es bueno que me haya quedado. Ya les dije que deba
ocuparme de la tienda, pero ellos queran llevarme a toda costa. Me vi obligado a
ocultarme en el viejo pozo! Todas estas tonteras a propsito de... Se detuvo,
parpadeando tras sus gruesas gafas, y su boca qued abierta. Trag saliva, y su voz se
hizo repentinamente aguda, dejando brotar su sorpresa: Quien es usted, seor?
Un hombre que acaba de escapar del enemigo explic Amos. No se haba dado
cuenta del lamentable estado de su apariencia. Un hombre que necesita comer algo y a
quien le gustara poder descansar un poco hasta la noche. De todos modos, me temo no
llevar encima nada de dinero.
El viejo desvi lentamente la mirada; pareca temblar. Luego hizo un signo de
asentimiento y seal haba la trastienda.
Nunca he rechazado todava a nadie hambriento dijo, pero esta afirmacin
tenia algo de automtico.
Un perro viejo recul hasta meterse bajo un divn a la entrada de Amos. El
hombre coloc su lmpara sobre una mesa y penetr en una pequea cocina para
preparar algo de comer. Amos tom la lmpara y sopl su llama.
Son realmente extraterrestres... y peores que todo lo que le hayan podido contar
dijo.
El viejo se estremeci, su mirada se cruz con la de Amos, luego asinti
suavemente con la cabeza.
S i u s t e d l o dice... Solo que no me parece lgico que Dios permita que tales
cosas pasen en un estado tan bienpensante como Kansas.
Coloc sobre la mesa un plato de huevos, y Amos l o atrajo hacia s. Trago
impacientemente un bocado. Iba a tomar un segundo cuando se interrumpi. De
repente estaba pasando algo violentamente inslito. Su estomago se revolvi, la
habitacin empez a dar vueltas. Su frente se cubri de un sudor fro. Se agarr al
borde de la mesa para no caer. Luego sinti que l o arrastraban hacia un camastro.
Quiso protestar, pero su cuerpo estaba agitado por dolorosas sacudidas y las palabras

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que consegua pronunciar eran un galimatas carente de sentido. Tuvo consciencia de


un colchn bajo l, luego las tinieblas se lo tragaron.
Fue un olor a comida cocinndose lo que finalmente lo devolvi a la realidad. Se
sent con la sensacin de que hacia transcurrido mucho tiempo. El viejo sali de la
cocina y lo examin.
Realmente estaba usted muy enfermo, seor. No debe estar usted acostumbrado
a pasar mucho tiempo sin comer ni dormir, verdad? Se encuentra mejor?
Amos asinti con la cabeza. Se senta algo aturdido, pero la sensacin se iba
disipando poco a poco. Se puso sus ropas, que haban sido limpiadas durante su sumo,
y consigui alcanzar la mesa.
A que da estamos? pregunt.
Sbado por la tarde respondi su anfitrin. Al menos segn mis clculos.
Tome, cmase esto y beba un poco de caf. Aguard a que Amos la emprendiera con
la comida, luego se dej caer sobre un taburete y empez a limpiar y a cargar un
antiguo fusil. Ha contado usted un montn de cosas. Es todo cierto?
Amos permaneci indeciso un instante. Luego se decidi, incapaz de mentir a su
bienhechor.
Me temo que s.
Si, yo tambin lo cre, visto su estado. El viejo lanz un suspiro. Bien, deseo
que pueda llegar usted a buen puerto. Y usted? dijo Amos.
El viejo suspir de nuevo, acariciando el fusil con la palma de su mano.
No voy a abandonar mi tienda a una pandilla cualquiera de extraterrestres. Y si
el Seor hacia el cual siempre he cumplido con mi deber durante toda mi vida decide
ponerse del lado malo, bueno, quiz l consiga vencer, pero yo habr muerto antes!
Nada de lo que le dijo Amos consigui hacerle cambiar de opinin. Estaba en el
umbral de la tienda de ultramarinos, con el fusil cruzado sobre las rodillas y el viejo
perro a su lado, cuando Amos se fue calle adelante a la claridad de las estrellas.
Tras el primer kilmetro, el pastor se sinti sorprendido de notarse en excelente
forma. El descanso y la comida, as como los elementales cuidados dados a sus
desolladuras y ampollas, lo haban aliviado tremendamente. Pero la voz interior lo
empujaba ahora con una insistencia creciente, y la imagen del viejo pareca darle
nuevas fuerzas. Adopt el paso ms rpido que crey poda mantener, dejando tras l
el pueblo y tomando la carretera que el viejo le haba, indicado conduca a Wesley.
Seria apenas pasada la medianoche cuando distingui los faros de un grupo de
coches o de camiones que avanzaban por otra carretera. No saba si estaban conducidos
por hombres o por enemigos, pero sigui andando. Oy aun otra vez ruidos de
circulacin por otra carretera que cruzaba el camino que estaba siguiendo. Pero saba
que se estaba acercando a Wesley, y apresur el paso.
Cuando las primeras luces del alba iluminaron el cielo, no hizo el menor esfuerzo
por encontrar un abrigo. Contemplaba el paisaje a su alrededor, devastado por las
langostas, que hubieran podido ser exterminadas si los hombres hubieran puesto tanto
ardor en eliminar los insectos como en sus discusiones y sus conflictos particulares. Vio
la tierra rida y seca que se disgregaba en polvo, transformando en pas de pesadilla
una tierra frtil. Los hombres tenan la posibilidad de poner trmino a todo aquello.
No era una accin de Dios lo que haba sembrado aquella desolacin, sino la
propia locura de los hombres. Y, sin la ayuda de Dios, el hombre podra de todos
modos ponerle un remedio, con el tiempo.
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Dios haba abandonado a los hombres. Pero la humanidad no se haba quedado


inactiva. El hombre haba abierto por s mismo el camino del tomo y haba
desencadenado el tomo. A fuerza de valor, haba encontrado el medio de utilizar sus
bombas contra los extraterrestres, mientras que estos tenan que recurrir a los milagros
contra l. Lo haba hecho todo por si mismo salvo conquistarse a si mismo... pero lo
conseguira, si se le daba tiempo.
Amos vio un camin que se detena en el cruce, ante l. Se inmoviliz. Pero el
conductor era un humano. Amos observ la portezuela abierta y apresur el paso hacia
el vehiculo.
Voy a Wesley dijo.
De acuerdo. El conductor lo ayud a subir al asiento. Yo tambin voy all, a
llevar provisiones. Me parece que tiene usted bastante necesidad de los cuidados del
servicio medico que han instalado all. Crea que haban reagrupado ya a todos los
aislados! La mayor parte regresaron inmediatamente despus de que se difundieran las
noticias de lo de Clyde.
Consiguieron vencerles? dijo Amos.
El otro asinti con la cabeza, con un cierto cansancio.
Si, los vencimos. Los aplastamos con una bomba, como patos en medio de un
lago. Y luego procedimos a una buena limpieza. Ya no quedan muchos extraterrestres.
Se acercaban a los alrededores de Wesley, y Amos seal su propia casa.
Si puede dejarme aqu...
Escuche, tengo rdenes de llevar a todos los que encuentre al puesto de socorro
empez el conductor, con tono firme. Luego mir directamente a Amos. Vacil un
instante, pero termin asintiendo con la cabeza. Est bien. Me alegra haber podido
ayudarle.
Amos comprob que el agua aun funcionaba en su casa. Tom un bao,
relajndose largamente en l. Una parte de su espritu saba que ya haba tomado su
decisin, aunque no la conociera aun exactamente. Sali finalmente de la baera y
empez a vestirse. Ya no le quedaba ningn traje apropiado, pero encontr ropa limpia
en el armario. En el espejo, un rostro hurao y barbudo le contempl mientras tomaba
la maquinilla de afeitar.
Se sorprendi cuando su mirada se cruz con la de su propio reflejo en el espejo.
Sinti un shock en todo el cuerpo, y retrocedi un paso. Aquellos eran unos ojos
extraos a todo lo que l siempre haba sostenido. Haba visto ya una vez la sombra de
lo que contemplaba ahora en los ojos de un famoso evangelista; y lo que vea en los
suyos esta vez era cien veces mucho ms potente. Apart bruscamente la mirada,
estremecindose, y evit contemplar su reflejo durante todo el tiempo del afeitado.
Pero, curiosamente, experimentaba una inslita satisfaccin ante lo que haba
percibido. Comenzaba a comprender por que el viejo haba tenido fe en sus palabras, y
por que el conductor del camin le haba obedecido.
La mayor parte de los habitantes de Wesley haban vuelto, y haba soldados por
las calles. Acercndose a la iglesia, vio el primer puesto de socorro, donde todo el
mundo se afanaba frenticamente. Y cerca de l haba un equipo de televisin que
filmaba imgenes de aquellos que haban conseguido escapar del territorio ocupado
por los extraterrestres tras el bombardeo.
Algunas personas lo interpelaron, pero no se detuvo hasta llegar a los escalones
de la entrada de la iglesia. La puerta segua derribada, y la campana haba
desaparecido. Amos permaneci a la espera, calmadamente, y su espritu se fue
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adaptando lentamente mientras contemplaba a las gentes que empezaban apenas a reconocerle y se comunicaban la noticia de boca en boca, apresuradamente. Luego vio a
la diminuta Angela Anduccini y le hizo seas para que acudiera a su lado. Ella dud
brevemente antes de seguirle al interior e instalarse ante el rgano.
El pequeo instrumento elctrico aun funcionaba. Amos subi al plpito,
reconociendo los familiares crujidos de los peldaos. Apoy las manos sobre el atril,
observando la huesuda articulacin de sus muecas y las azuladas venas de la vejez,
luego abri la Biblia y se prepar para recibir a sus ovejas del domingo por la maana.
Cuadr los hombres y se giro hacia las hileras de bancos, mientras la gente iba
entrando.
Primero fueron poco numerosos. Luego fueron llegando ms y ms, algunos por
hbito, otros por curiosidad, y muchos solamente porque sin duda haban odo que l
haba estado prisionero de los extraterrestres. El equipo de la televisin acudi e instal
sus cmaras al fondo de la iglesia, bandole con la claridad de sus proyectores y
ajustando sus teleobjetivos. Sonri a las cmaras, asintiendo con la cabeza.
Conoca finalmente su decisin. Haba llegado a ella fragmentariamente, a
jirones. Le vena de Kant, que haba consagrado toda su vida a buscar un principio
moral fundamental y que haba llegado a la conclusin de que los hombres deben ser
considerados como fines y no como medios. Haba sido destilada a partir del desafo
final lanzado por Doc, y tambin por la visin del viejo sentado en el umbral de su
tienda.
No podan existir palabras para comunicar su mensaje a aquellos que
aguardaban. Ningn predicador haba posedo jams la ciencia del lenguaje necesaria
para ello. Pero hombres de palabra torpe, limitados en el use de sus facultades, haban
inflamado ya precedentemente al mundo. Moiss haba descendido de una montaa
con un rostro que brillaba, y haba triunfado frente a las objeciones de un pueblo
orgulloso. Pedro el Ermitao haba predicado por toda Europa una despiadada
cruzada sin ayuda de la radio ni de la televisin. Era algo que iba ms all de las
palabras y de la voz.
Les mir a todos cuando la iglesia estuvo llena, y el rgano call.
He aqu el texto que he elegido para el da de hoy comenz, y los murmullos se
apagaron bajo l cuando su voz lleg a las hileras de bancos. Conoceris la verdad, y
la verdad dar la libertad a los hombres!
Se interrumpi un momento para estudiarlos, para pesar bien su decisin en su
pensamiento y para confirmarse a si mismo que no poda tomar ninguna otra. Lo
necesitaban a l, todas aquellas gentes a las que siempre se haba esforzado en servir
creyendo as servir a Dios por su mediacin. Los miraba como un fin y no como un
medio, y aquello le pareca bueno.
Ya no poda seguir mintindoles y acunndolos con falsas esperanzas.
Necesitaban ser informados de todos los hechos, para poner fin a sus discusiones y
para unirse en la lucha final que desarrollara por completo su potencial de expansin.
He vuelto de la cautividad entre los extraterrestres comenz. He visto las
hordas que no tienen otro deseo que borrar todo recuerdo del hombre en el polvo de la
Tierra que lo ha llevado. He estado ante el altar de su Dios. He odo la voz de ese Dios
proclamar que era tambin nuestro Dios, y que nos ha abandonado. Y lo he credo,
como lo sigo creyendo ahora.
Senta esta emanacin extraa, intangible, ms hechizante que las palabras o la
elocuencia, que escapaba de l en un flujo que nunca haba conocido en su juventud.
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Capt la ascensin de la duda entre su auditorio, y la vio desaparecer a medida que


hablaba, exponindoles las realidades, sin ocultarles las incertidumbres que aun
experimentaba. Siempre ignorara gran nmero de cosas, ni siquiera sabra si el Dios
que era adorado en el altar de los invasores era realmente el mismo Dios que haba
ocupado el corazn de los hombres desde haca cien generaciones. Ningn hombre
estaba dotado de una comprensin suficiente. Tenan derecho a ser informados de
todas sus dudas, al igual que de todas sus certidumbres.
Termin por hacer una pausa, en el silencio total de la gran nave. Se irgui para
sonrerles, extrayendo aquella sonrisa de alguna reserva jams empleada desde los
lejanos tiempos de su infancia, cuando haba saboreado por primera vez las alegras de
la inspiracin. Vio que algunas sonrisas le respondan, luego otras ms... sonrisas
vacilantes, evasivas, pero que se iban afirmando lentamente, que se iban extendiendo.
Dios ha puesto fin a sus antiguas alianzas y se ha declarado enemigo de toda la
humanidad concluy Amos, y la iglesia devolvi su voz en un sonoro eco. Y yo os
digo esto: Ha encontrado a un adversario de su misma talla!
Nueva dimensin 126, ediciones Nueva dimensin, coleccin Revista , nmero 126 (1980).
- Digitalizado por RJA

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