Formaciones Espaciales
Formaciones Espaciales
Formaciones Espaciales
APORTE METODOLOGICO
Horacio A. Sormani
1.-- PRESENTACION.
Este trabajo intenta sintetizar el resultado de una
reflexin terica que fuera decantndose durante los ltimos aos de mi labor acadmica en
el mbito de la universidad argentina. Ella reconoce distintas vertientes: por un lado, una
creciente insatisfaccin hacia algunas teoras que han prevalecido en los medios
universitarios, frecuentemente importadas y difundidas a-crticamente, para salir del paso o,
lo que es an peor, que pasaron a ser sacralizadas en el terreno ideolgico y difundidas por
todos los sectores de la sociedad, inclusive a travs de los medios de comunicacin. En
segundo lugar, el reconocimiento de que en el presente estadio del desarrollo capitalista, la
influencia de sus determinaciones sobre las formaciones sociales perifricas no solo se
expresa en particulares relaciones econmicas, sociales o polticas, sino que trae aparejada
una exacerbacin del carcter desigual y combinado que se manifiesta en formas de
organizacin del espacio muy peculiares que difieren frecuentemente de los modelos
tradicionales.
Este tipo de desarrollo se extiende y ahonda,
generalizndose, no solo entre los pases sino en el interior de cada pas dentro de los
sectores productivos, entre la agricultura y la industria, entre los diferentes asentamientos
humanos, entre las regiones y en el seno de las clases sociales, limitando desde el interior
de las formaciones sociales perifricas las posibilidades de su crecimiento dentro del marco
impuesto por el modo de produccin capitalista. A este respecto, las evidencias que
proporcionan casi todos los pases latinoamericanos, la Argentina entre ellos, son indudable
y necesariamente el principal estmulo para emprender una reflexin como
eventualmente la presente que pueda servir de instrumento para la interpretacin de esta
realidad.
Resulta cada vez ms evidente la necesidad de contar
con una teora de las estructuras territoriales que supere las limitaciones propias de las
ciencias particulares que, tangencialmente, han incorporado a su terreno especfico
elementos espaciales. Creemos que es preciso revitalizar la ciencia geogrfica, embretada
en su propio dualismo, que la ha mantenido apartada de la familia de las ciencias sociales, y
contribuir a recuperar para ella su objeto propio de anlisis: el espacio.
Sin pretender ahora abocarnos a una arqueologa del
saber espacial, lejos de nuestras pretensiones y de nuestra capacidad, trataremos de pasar
revista a algunas nociones tradicionales de espacio, principalmente geogrficas, as como
de otros conceptos vinculados a l, a los efectos de plantear nuestra propia perspectiva
para tratar de justificar, finalmente, la utilizacin del concepto de formacin
espacial como una totalidad que exprese la forma en que, en cada momento histrico, la
sociedad humana ha logrado transformar la naturaleza.
entorno, perceptibles sobre todo en aquellas reas en las cuales el medio natural juega un
papel destacado: el mbito agrario. Posteriormente, la influencia de los fenmenos de
metropolizacin y los bruscos cambios que se produjeron en el proceso de
desenvolvimiento de las fuerzas productivas, acentuando el desarrollo desigual de las
ciudades y del campo, trajo como consecuencia un cierto deterioro de algunas ideas
subyacentes en esta disciplina, como la de inercia geogrfica y la importancia de la
divisin del espacio en regiones ms o menos estables.
Si dejamos de lado las concepciones todava
tradicionales de la geografa econmica entendida como el estudio de la accin recproca
entre el aspecto fsico terrestre y su contenido con el hombre economizante (5) para
asumir que su objeto es la accin estructuradora del hombre sobre la superficie terrestre
para adecuarla a sus finalidades econmicas (6) lo cierto es que el estudio de los flujos de
mercancas, de personas y de comunicaciones ha llevado a otorgar al concepto de espacio
un significado diferente al geonmico, para integrarse en anlisis llevados a niveles de
abstraccin superiores (escuelas francesa, alemana y norteamericana de economa
espacial). De este modo, el concepto de espacio pierde su cualidad concreta para asumir
los caracteres de un concepto abstracto y universal, asociado al de conjunto. Se trata de
algo que componemos, puesto que relacionamos cierto nmero de localizaciones que
reconocen un carcter funcional con un mismo sujeto social (econmico).
Los lugares econmicos de Johann Heinrich von Thnen (1783-1850) y de los
economistas posteriores, son dominios dotados de condiciones de homogeneidad especfica
sobre los cuales ciertas relaciones humanas se ven condicionadas por la distancia,
susceptible de medicin o valorizacin econmica. Al segregarlos de los lugares
naturales se consagra una nueva forma de dualismo que desdea considerar a estos pares
antinmicos como una manifestacin concreta de las condiciones objetivas en que se
desarrolla la prctica humana en el espacio. Esto es vlido tambin para aquellas disciplinas
sociales de fuerte tendencia mecanicista como la llamada fsica social derivada de los
trabajos de H.C. Carey y que se contina con E.G. Ravenstein, E.C. Young y, sobre todo de
J.Q. Stewart y de G.K. Zipf.(7). En estos casos el espacio, considerado como distancia, se
presenta afectando ciertos comportamientos masivos como los de interaccinentre
asentamientos humanos.
La ecologa, sobre todo la llamada ecologa humana,
parece haberse apropiado del campo especfico de la geografa humana, atribuyendo las
expresiones espaciales de la prctica social al resultado de la evolucin y constante
adaptacin del hombre a su habitat. Creo posible coincidir con Manuel Castells cuando
reacciona contra esas tendencias sosteniendo que el organicismo evolucionista heredado
de Spencer, es lo que est en la base de la ecologa humana, y la psicosociologa encubierta
por Parsons como sociologa de los valores, lo que influencia directamente los anlisis
culturalistas, y es el historicismo de fuente weberiana, lo que influencia los temas
voluntaristas de la creacin del espacio(8).
Si dejamos de lado algunos autores y algunas
tendencias francamente progresistas en este campo, lo cierto es que se muestra lbil a la
penetracin de ciertas nociones ideolgicas. As, cuando se bate el parche acerca de la
crisis ambiental resulta que se estn encubriendo aspectos relevantes de la realidad, como
el hecho de quines generan esa supuesta crisis o quines la toleran o legitiman: los
consorcios monoplicos y el poder poltico de algunos estados nacionales. Cuando se
seala que los problemas de polucin urbana o de congestin del trnsito poseen un origen
casi natural y, por lo tanto, de difcil cuando no de imposible solucin, solo debe
entenderse, en un discurso de este tipo, el supuesto implcito de en las actuales
condiciones de distribucin del poder y la riqueza, ya que toda descentralizacin de las
actividades productivas ocasionaran un perjuicio para determinados grupos o clases
sociales. La abundancia de espacio que puede alegarse como condicin para la solucin de
estos problemas es solo aparente en este contexto pues el espacio nacional no es espacio a
secas, no es espacio de la Nacin, sino del capital (9).
Las mltiples nociones de espacio propuestas por
aquellas disciplinas que, de uno u otro modo, se concentran sobre los aspectos
fundamentales derivados de la prctica humana productiva no agotan el repertorio. Quedan
an algunas otras como el espacio de la geopoltica o de la geografa poltica que van desde
el determinismo del medio natural sobre el proceso de formacin y desarrollo de los estados
nacionales hasta las vertientes ms voluntaristas de la corriente suelo y sangre y del
espacio vital que privilegia el papel del hombre ( o de la raza ?) sobre la expansin nacional
y la apropiacin del espacio universal (10). De un modo u otro, estas corrientes ponen sobre
el tapete el hecho de que la geografa se desarroll a la sombra del ejrcito y de que entre el
discurso grogrfico y el discurso estratgico hubo una permanente circulacin de nociones,
en la medida en que detrs de la investigacin geogrfica se escondan intenciones de
conquista, de implantacin de un poder, de administracin de los territorios conquistados
por el empleo violento de ese poder, es decir, por la guerra. Deliberadamente, tambin,
dejaremos de lado toda mencin a las nociones de espacio como mbito de nuestra propia
existencia humana, al espacio vivencial, y a sus mltiples concepciones, que solo
agregaran nuevas dificultades a nuestra ya ceida e incompleta sntesis.
A fin de extraer alguna conclusin provisional de esta
rpida revisin podramos detacar, en primer lugar, la evidencia de procesos de inversin
del anlisis en el desarrollo de algunas disciplinas cientficas que tratan de incorporar el
espacio al estudio de las relaciones humanas. En casi todos los casos, la resultante est
caracterizada por un sesgo en favor del campo originario de la tentativa, una propensin a
privilegiar, sea la influencia del medio fsico sobre los procesos sociales, sea la
importancia de las modificaciones que se producen en el universo social al margen de las
determinaciones de la naturaleza. De este modo, la sociedad en un caso y la naturaleza en el
otro, aparecen como un mero referente. Inevitablemente el anlisis llevar hacia el
determinismo del desarrollo social o caer en expresiones voluntaristas.
El discurso geogrfico tradicional solo percibi la
relacin hombre-medio sin entender que los hombres no se relacionan unilateralmente
con la naturaleza, sino socialmente y que, al concentrarse en el anlisis de esta relacin, se
forjaba una dicotoma que perdura hasta nuestros das, confundiendo el carcter cualitativo
del elemento hombre de la relacin con su carcter cuantitativo. Esta dicotoma sirvi
para extraviarla de su objeto natural de anlisis: el espacio entendido como espacio social y,
adems, encubrir bajo el inocente manto de las descripciones geogrficas su aspecto
utilitario en la conduccin de la guerra y el ejercicio del poder en todas sus formas (11).
sino, bsicamente y al mismo tiempo, una relacin entre hombres. De tal modo, ya no
puede suponerse que la naturaleza, o el ambiente natural, constituye el presupuesto de toda
actividad humana, ya que aquella aparece siempre como materia social, apropiada como
objeto de la produccin material, mediada y transformada por la actividad humana social y,
por lo tanto, tambien mudable y transformable presentemente y en el futuro. Los factores
naturales no llegan a ser esenciales en tanto elementos constituyentes del mundo social, a
menos que el hombre los incorpore al mbito de su prctica productiva. Y es esta actividad
humana la que les da ese carcter.
El hecho de haber desconocido esta segunda ronda de
relaciones de carcter social y el hecho de que las relaciones entre los individuos y la
naturaleza solo constituyen un aspecto de la totalidad que es la produccin material, es lo
que hizo perder a la geografa en un laberinto de cuestiones ftiles e irrelevantes. Su
explcito reconocimiento es lo que permite considerarla como a una ciencia social cuyo
verdadero objeto es este espacio social.
Sin embargo, el entorno material que rodea (al
hombre) no es algo directamente dado desde toda una eternidad y constantemente igual a s
mismo sino el producto de la industria y del estado social, en el sentido de que es un
producto histrico, el resultado de la actividad de toda una serie de generaciones, cada una
de las cuales se encarama sobre los hombros de la anterior, sigue desarrollando su industria
y su intercambio y modifica su organizacin social con arreglo a las nuevas
necesidades(13). As, por ejemplo, determinados elementos naturales como los mares o las
tierras bajas, han representado serios obstculos para el ejercicio de la prctica humana en
una poca de temprano desarrollo de las fuerzas productivas, mientras que en la actualidad
adquieren una significacin totalmente diferente: se han convertido en vas de
comunicacin y en tierras de apropiacin agropecuaria, industrial o residencial.
Desde este punto de vista, el mbito de la sociedad
humana, el espacio y el modo en que se organiza, denotan el carcter histrico que asume la
naturaleza mediatizada por la actividad prctica del hombre y, como tal, constituye el
fundamento obvio de esa actividad, pero tambin es su producto, producto material
elaborado, modelado y organizado en funcin de esa actividad estructurada a partir de un
conjunto de relaciones sociales dentro de las cuales se inserta, adquiriendo una forma, una
funcin, una significacin social (14). Es decir, el espacio social es tambien una
segunda naturaleza integrada por todos aquellos objetos espaciales producidos por la
sociedad para servir de soporte, mbito, auxilio a sus actividades, como los talleres y
oficinas, los caminos y los puentes. El espacio social es tambien un espacio producido en el
mismo proceso que aquel destinado a generar la corriente de medios de subsistencia que la
sociedad humana requiere para reproducirse como tal.
En definitiva, puede afirmarse que el fundamento
ltimo de toda teora de la sociedad no consiste en ningn momento natural extra-histrico
o extra-social, como el clima, la raza, la lucha por la existencia, las fuerzas humanas
somticas y squicas, sino en una naturaleza histricamente modificada ya, o para decirlo
con ms precisin, en los desarrollos histrica y socialmente caracterizados de la
produccin material (15). Pero esta produccin material requiere un cierto fundamento, un
mbito en el cual explayarse, condiciones que permitan asegurar su reproduccin. Para ello
la sociedad humana ha logrado transformar la naturaleza primigenia, socializarla y
complementarla con nuevos elementos para configurar un determinado arreglo espacial que
adquiere, en cada etapa histrica, un carcter diferente en el que se refleja el propio carcter
de la sociedad que lo molde.
4.- EL ESPACIO Y LA PRODUCCION.
Ahora bien, si el espacio no es ms que el producto de
la actividad prctica del hombre enderezada hacia la produccin material y representa las
condiciones de insercin de la naturaleza en ese proceso, resulta que, para entender cmo se
estructura histricamente, es preciso analizar, en cada caso, el carcter que asumen las
relaciones de produccin y, particularmente el estadio de desarrollo alcanzado por las
fuerzas productivas que, en buena medida, tienen un origen natural. Si bien las relaciones
de produccin son, esencialmente sociales, el carcter natural de las fuerzas productivas
puede hacernos pensar que la naturaleza reaparece determinando un modo de organizacin
de las relaciones humanas cuando no hacen ms que evidenciar el carcter dual de la
produccin material: en tantorelacin tcnico-natural entre el hombre y la naturaleza y
como relacin histrica planteada entre los propios hombres. Las fuerzas naturales solo
llegan a ser fuerzas productivas cuando se integran en el marco de las relaciones sociales,
cuando utilizadas por la sociedad organizada sirven a la produccin y a la reproduccin de
la vida humana misma. El desenvolvimiento de las relaciones de produccin acenta
crecientemente el carcter social de las fuerzas productivas, y a la explotacin y utilizacin
de las fuerzas puramente naturales se agregan condiciones esencialmente sociales como las
inherentes a la organizacin del trabajo social.
El desarrollo de las fuerzas productivas impulsa, a su
vez, la divisin del trabajo en el seno de la sociedad y constituye un buen indicador del
grado de adelanto de aquellas. La divisin del trabajo ha sufrido variaciones y
diferenciaciones a partir de las formas primitivas de adscripcin de diversos individuos a
determinadas rbitas profesionales derivadas de razones puramente fisiolgicas. Pero, de la
misma manera que dentro de la sociedad se evidencian formas de divisin del trabajo cada
vez ms complejas, se producen desarrollos diferenciados en funcin del medio natural y
del tipo y grado de adelanto de las diversas comunidades localizadas en un dado territorio.
En general, la espontnea diversidad de las condiciones
naturales opera del mismo modo que las distintas capacidades fisiolgicas de los individuos
para promover e impulsar, en un primer momento, la divisin del trabajo y representan un
estmulo adicional para el desarrollo de las fuerzas productivas. Estas disparidades
naturales fueron las determinantes del intercambio primitivo y tuvieron la virtud de ampliar
los lmites del espacio social al favorecer, consiguientemente, el aumento de sus
necesidades y su nivel de satisfaccin.
Pero la posibilidad del intercambio, cuando ste implica
un desplazamiento de personas y bienes por la superficie terrestre tambin est
condicionado por los elementos naturales que aparecen entorpeciendo o facilitanto tales
movimientos, pero siempre exigiendo la utilizacin de diferentes dosis de energa humana y
de medios materiales para llevarlos a cabo. El grado de adelanto de las fuerzas productivas
determinar, finalmente, si un accidente geogrfico o el simple desplazamiento por el
territorio es o no viable y en qu condiciones.
Si la divisin del trabajo dentro de la sociedad tiende a
asignar roles a diversos individuos dentro del proceso productivo, lo mismo ocurre en el
plano territorial entre las diversas reas y regiones, de modo que la produccin material
tambin se va diferenciando espacialmente. As, la divisin social territorial del
trabajo, constituye una forma especfica, un momento de la divisin del trabajo dentro de
la sociedad humana en su conjunto, acarreando no solo una especializacin del proceso
productivo sino una contradiccin de intereses y, a veces, un antagonismo entre diversos
grupos y clases sociales y entre diferentes reas y regiones.
Pero ste es solo un primer momento del proceso de
diferenciacin espacial de la sociedad ya que la divisin social territorial del trabajo lleva
implcitas nuevas formas de diferenciacin basadas en el intercambio y en la circulacin de
mercancas, includo el capital, condicionadas por las caractersticas del desarrollo desigual
de las fuerzas productivas, por el tipo de relaciones de produccin dominantes y tambin
por la naturaleza de los sistemas de dominacin impuestos en la sociedad. Finalmente, el
tipo de instituciones polticas, jurdicas e ideolgicas imperantes, refuerzan, mantienen y
convalidan el tipo de organizacin del espacio que emerge como resultado de ella.
Las cualidades del medio natural aportan tambin la
base de sustentacin para el proceso de sedentarizacin humana. Cuando diversas
comunidades encuentran condiciones apropiadas para fijar su residencia de una manera ms
o menos permanente, ya que la existencia de alimentos y de otros medios aptos para
satisfacer sus necesidades no obliga a sus miembros a desplazarse demasiado para
procurrselos, se inicia el proceso de sedentarizacin. Estas condiciones apropiadas
estarn dadas, tanto por los caracteres cualitativos o cuantitativos de los recursos naturales
existentes en un sitio dado, como por el grado de desarrollo que la comunidad haya
logrado para poder utilizarlos en su provecho, circunstancia que permitir la expansin y
desarrollo de la comunidad misma.
En definitiva, sern las condiciones naturales
originarias junto con las condiciones sociales histricamente logradas y apropiadas, las que
permitirn a la comunidad asentarse, es decir, adaptar y recrear una cierta porcin del
territorio y organizar en l su habitat o asentamiento, que no es otra cosas que la forma
bajo la cual se cristaliza la vida sedentaria del hombre(16).
El asentamiento humano es el producto del proceso de
sedentarizacin del ser humano y se vincula estrechamente con su actividad productiva
pero, al mismo tiempo, es tambin el resultado de la divisin social territorial del trabajo.
Constituye una unidad dialctica de relaciones humanas y naturales en la cual las
condiciones generales del desarrollo social han dejado provisoriamente fijados ciertos
caracteres especficos que pueden evidenciarse, en parte, por sus rasgos espaciales y, en
parte, por la naturaleza de las relaciones sociales imperantes en el mismo.
condicionadas por el ambiente natural, son relativamente indiferenciadas (17) mientras que
la produccin material, a medida que la divisin social del trabajo en el espacio se expande
y ahonda, se especializa cada vez ms. Por lo tanto, el cambio en general y el cambio a
travs del espacio, en particular, constituye el nexo necesario que vincula a uno y otro
proceso.
Ahora bien, tanto la produccin (y la distribucin)
como el cambio, cuyo objetivo final es la satisfaccin de las necesidades, no constituyen
procesos determinados autnomamente. Representan articulaciones de una totalidad,
diferenciaciones dentro de la unidad, y poseen un momento espacial cuyo carcter estar
determinado por el carcter de conjunto del modo de produccin dominante. Nuevamente
aqu, ciertos procesos naturales y sociales se presentan estrechamente imbricados para
caracterizar otro aspecto de la prctica humana.
Por un lado, cuanto ms amplia sea la extensin y
profundidad que haya logrado el proceso de divisin del trabajo en el plano territorial,
mayor ser el volumen de los desplazamientos necesarios. Sin embargo, esta circunstancia
puede verse compensada parcialmente por la concentracin del capital y de las actividades
productivas en ciertos lugares del espacio ya que, al crearse mercados ms amplios e
igualmente concentrados, se tendern a reducir los desplazamientos. Al aumentar la
importancia de la rama de los transportes y de las comunicaciones, debido a estos hechos,
se convierten en un proceso productivo, en un nuevo sector de la produccin dentro del
proceso de circulacin y para servir a sta. Es evidente que el desarrollo de las fuerzas
productivas en estos sectores permite ahorrar fuerza humana de trabajo, an cuando la
expansin de la divisin social territorial del trabajo dentro de los lmites nacionales y en el
plano internacional, acta en sentido contrario.
Por otra parte, no importa si los cambios corresponden a
un estadio histrico caracterizado por el cambio simple de mercancas o a uno generalizado,
en el cual la circulacin de stas se corresponde a una circulacin de dinero en sentido
inverso, aspecto particular de la circulacin en general. Lo cierto es que, en menor o mayor
medida, tendr una expresin espacial: el hecho del desplazamiento sobre una porcin del
territorio, an cuando estos movimientos se operen dentro de un asentamiento
relativamente concentrado, sea una ciudad o complejo fabril.
En este proceso de circulacin de bienes y personas
sobre la superficie terrestre, reaparece la naturaleza mediatizada y reconstruda como
espacio, adaptada para servir a estos propsitos, pero de una manera distinta de como
aparece en el momento de la produccin. Se trata de un nuevo momento: el del cambio
y circulacin en el espacio, en el cual ste juega como soporte, pero tambin como
lejana, como distancia, imponiendo a los desplazamientos lo que en trminos
contemporneos se designa como unafriccin. Este obstculo puede asumir distintas
caractersticas concretas en la medida en que no se trata simplemente de un espacio
homogneo, sino de un aspecto del medio natural sometido a las exigencias de la
circulacin que preserva algunas de sus propiedades originales de tipo topogrfico,
hidrogrfico o geo-morfolgico.
que en nuestro anlisis partimos del modo de produccin como referencial obligatorio en la
medida en que ste establece una serie de relaciones bsicas que transferir a la sociedad
concreta en la cual impera. Pero luego alteramos el nivel de abstraccin para tratar de
aprehender tanto las relaciones econmicas de base como aquellas que operan a nivel de la
superestructura, asocindola con el espacio en que se desarrollan y que, al hacerlo,
contribuyen a fijar sus caracteres.
Tanto la base econmica de una sociedad como su
superestructura no interactan en abstracto sino que se hallan delimitadas histrica y
territorialmente, configurando una formacin social histrica, producto del desarrollo de
un dado modo de produccin, pero que tambin denota las entretejidas relaciones de
clases
segn
el
desarrollo
heredado
y
desigual
de
las
fuerzas
productivas. Actualmente, estas formaciones sociales histricas asumen, en su mayor
parte, la forma de estados nacionales y su estructura interna nos habla tanto de su presente
como de las especiales condiciones presentes en su gnesis. En este sentido, siendo el modo
de produccin la esencia o razn de la historia real o teora general de la estructura social,
la formacin social resulta la teora de la particularidad de esa dada estructura social y, es
pecisamente en sta donde se pone de manifiesto lo especfico de su organizacin social y
donde resulta perceptible el reflejo espacial de la misma.
En cuanto al concepto de dominio territorial, su
significado es an ms simple y limitado: con un criterio superficial o extenso da cuenta de
los lmites efectivos dentro de los cuales una dada formacin social ha establecido su
asiento y ha organizado la vida colectiva, procediendo, eventualmente, a defenderlo. El
estudio de sus modificaciones en el curso de la historia puede resultar interesante para
precisar las distintas etapas de evolucin de una formacin social hasta el presente.
Al analizar las relaciones entre los conceptos de
formacin social y formacin espacial, que denotan realidades distintas, es necesario evitar
a toda costa caer en las trampas puestas por el determinismo, sea fsico o social. Las fuerzas
productivas y, por lo tanto, su desarrollo, no resultan de modificaciones autnomas del
medio natural, en la medida en que no llegan a ser lo que son sino como consecuencia de la
transformacin y de la utilizacin de las fuerzas naturales que el hombre realiza o que, en
suma, realiza la sociedad humana organizada. Al mismo tiempo, sta tampoco consigue
nunca desembarazarse de las limitaciones que le impone el medio natural, a pesar de que la
historia parezca ser el teatro en el cual el ser humano va obteniendo progresivamente un
mayor grado de libertad. Todas las reas de poblamiento humano reflejan, a travs de su
formacin espacial, esta contradiccin entre su carcter natural e histrico; ambos planos de
la realidad deben captarse en forma conjunta.
En definitiva, la actual estructura espacial de la
sociedad o, dicho en otros trminos, su formacin espacial, no resulta espontneamente del
modo en que se organizan las relaciones sociales en trminos del medio geogrfico. Lo
mismo que ocurre en el plano de las relaciones humanas, la formacin espacial hereda
formas y elementos del pasado que la comunidad adopta y recrea para adecuarlos a sus
nuevas necesidades, o bien construye nuevos elementos que se integran funcionalmente con
los existentes. Las formaciones espaciales asociadas a formaciones sociales dadas entran
puramente formal, adoleciendo tambin del defecto tpico de la economa poltica: el de ser
a-histrica.
En el mbito del pensamiento burgus el abandono del
principio de homogeneidad como nico criterio de delimitacin regional, signific un
acercamiento entre las proposiciones de la geografa y de la economa espacial, pero, al
mismo tiempo, una cada en el subjetivismo. Es decir, la prdida de homogeneidad -de
hecho y hasta cierto punto, del espacio natural- conlleva la prdida de la regin como
hecho objetivo. Sin embargo, es preciso reconocer que algunas contribuciones han
permitido hacer resaltar la importancia de las relaciones, no solo econmicas, sino tambien
polticas, que constituyen otra de las claves para lograr entender el proceso de formacin
regional como un proceso objetivo (22).
La tendencia hacia el subjetivismo es particularmente
notoria en el campo de la geografa oficial norteamericana: la regin debe ser considerada
como un artificio para seleccionar y estudiar los agrupamientos superficiales de los
complejos fenmenos que aparecen sobre la tierra (23); ella constituye una construccin
intelectual designada para facilitar el trabajo del investigador o del docente ya que una
regin no es un objeto, sea autodeterminado o dado naturalmente(24). Es un concepto
intelectual, una entidad a los propsitos del pensamiento, creado mediante la seleccin de
ciertos caracteres que resultan relevantes para el inters del investigador a los efectos del
problema regional y soslayando todos los otros rasgos que son considerados irrelevantes
(25). Asumir esta postura implica negar la existencia objetiva de la regin, su existencia
como entidad ajena a nuestra conciencia y a nuestra voluntad y, por otra parte, considerar
que la delimitacin territorial en regiones constituye un procedimiento geogrfico
utilizado ad usum Delphini, solo a los efectos de definir un rea para estudiar
su contenido, para establecer el patrn de organizacin espacial del rea elejida. En tal
sentido, la regin queda cuicunscripta a una hiptesis de trabajo.
Debe aceptarse la simple evidencia que los fenmenos
de polarizacin ocurren en la prctica, pero lo que parece menos pertinente es sostener que
este principio se erija en el nico elemento definitorio de la regin, ya que no es menos
cierto que los factores de homogeneidad -diferencias y similitudes de los gegrafos
humanos- an perduran, sobre todo en las reas rurales y an en las urbanas. Por lo tanto,
en tren de establecer sobre bases ms firmes el concepto de regin parece prudente, en
principio, no rechazar las particularidades de homogeneidad y nodalidad, elementos
constituyentes, sino lograr una sntesis superior, similar a la que propusimos para el caso
del espacio.
De lo que se trata es de recuperar la objetividad de la
regin, considerndola como una porcin territorial concreta de una dada formacin social
histrica, sobre la cual una parte de la sociedad tiene establecido su asiento y ejerce su
prctica. Nuestra propuesta implica rechazar de plano el principio por el cual la
regin constituye una construccin intelectual, arbitraria y formal, una manera sistemtica
de organizar y arreglar el amplio conjunto de datos fcticos dispersos, desarticulados,
relativos a la localizacin de las fuerzas productivas en un dado territorio, solo con miras a
facilitar la prctica docente o la investigacin.
NOTAS
(2)
(3)
(4)
(5)
(6)
Cf. CARROTHERS, G.A.P., An historical review of the gravity and potential concepts of human
interaction, Journal of the American Institute of Planners, 1956.
(8) CASTELLS, Manuel, La Cuestin Urbana, Siglo XXI Argentina, Buenos Aires, 1974.
(9) OLIVEIRA, Francisco de, Acumulaao Monopolista, Estado e Urbanizaao: A Nova Qualidade do
Conflicto de Classes, en: Contradioes e Movimentos Sociais, Ro de Janeiro, CEDEC, Paz e Terra, 1978.
(10) VICENS VIVES, Jaume, Tratado General de Geopoltica, Editorial Vicens-Vives, Barcelona, 1972.
(11) LACOSTE, Yves, La Gographie, a sert, d'abord faire la guerre, Paris, 1976.
(12) MARX, Karl, La Ideologa Alemana, Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo, 1971.
(13) MARX, Karl, op. cit.
(14) CASTELLS, Manuel, op. cit.
(15) KORSCH, Karl, Karl Marx, Editorial Ariel, Barcelona, 1975.
(16) MALISZ, Boleslaw, La Formation des Systmes d'Habitat, Dunod, Paris, 1972
(17) Nos referimos a las necesidades bsicas que hacen a la reproduccin dse la existencia humana, ubicada
histricamente, dado que el desarrollo desigual de las sociedades hace crecer la diferenciacin entre las
necesidades presentes y su satisfaccin.
(18) DUMONT, F. op. cit. p. 110.
(19) KOMAR, J.V. La regionalizacin econmica en pases en desarrollo, Departamento de Planeamiento,
Facultad de Ingeniera, Vivienda y Planeamiento, Universidad Nacional del Nordeste, tomado de:
Regionalization et Dveloppement, Colloques Internationaux du Centre National de la Recherche Cientifique,
Paris, 1968.
(20) ROFMAN, Alejandro B., Dependencia, Estructura de Poder y Formacin Regional en Amrica Latina, Siglo
XXI Argentina Editores, Buenos Aires, 1974.
(21) SORRE, Max, Rencontres de la Gographie et de la Sociologie, Librairie Marcel Rivire, Paris, 1957, p. 33.
(22) BOGUE, D.J. reconoce que la comunidad metropolitana, en tanto regin nodal, se define como una
organizacin de numerosas comunidades subdominantes, influyentes y subinfluyentes, distribdas segn un
modelo definido alrededor de una ciudad dominante, y mantenidas unidas en una divisin territorial del
trabajo a travs de una dependencia de las actividades de la ciudad dominante, en: The Structure of the
Metropolitan Community, Ann Harbor, Michigan, 1949. Tambien McKENZIE, R.D. The Metropolitan
Communit. Recent Social Trends Monographs, New York-London, 1933.
(23) WHITTLESEY, D. en un trabajo colectivo titulado American Geography. Inventory and Prospect, Syracuse,
1954
(24) JAMES, Preston E. op. cit.
(25) ISARD, Walter, Regional Science, the concept of Region and Regional Structure, Papers and Proceedings
of the Regional Science Association, vol II, 1956 pp. 13/21.
(7)
Amsterdam 1986