Geografía Ambiental Primer Texto
Geografía Ambiental Primer Texto
Geografía Ambiental Primer Texto
institucional
Gerardo Bocco y Pedro S. Urquijo
Resumen
Abstract
This article analyzes crucial patterns of current research on geography and its
relationship to environmental issues. Our key question addresses the institutional
presence of a field that is presumed to be emerging: environmental geography. We
also review the basic concepts of geography and its historical relationship to the
notion of environment, as well as the associated academic practice. The origins and
development of environmental geography are examined, based on a thorough
historiographical literature review with emphasis on material published online. We
conclude with some ideas about the potential contribution of geography to the
study of environmental issues, with emphasis on the situation in Mexico.
Introducción
Entonces, resulta más que pertinente fomentar una reflexión retrospectiva sobre la
relación geografía y ambiente, lo que permitirá asentar planteamientos teóricos y
operacionales con bases geográficas sólidas. El retorno recurrente a las ideas o
propuestas fundacionales, que le dan sentido al pensamiento geográfico y su
relación con la noción de ambiente, permite marcar distancia con el abuso de
conceptualizaciones en las llamadas ciencias ambientales, muchas de ellas
formuladas de manera superficial o mediante una visión pragmática, y establecer
así un ciclo permanente de debate y cuestionamiento. Una geografía reflexiva,
crítica de sí misma, requiere de precisiones conceptuales para evitar confusiones
epistemológicas.
Para la tradición francesa, enfática en la reflexión y abierta a los "giros" hacia otras
ciencias sociales, los geógrafos contemporáneos, en términos generales, cuestionan
sobre los siguientes tópicos: a) el quién, se refiere a que las sociedades ocupan
espacios o territorios, que opera sobre ellos con sus valores y modos de vida; b) el
impacto que estas sociedades ejercen sobre su medio; c) el sitio o lugar donde
ocurren estas actividades y d) la dimensión temporal, a lo largo de la cual las
sociedades producen espacios que se "montan" sobre los que les antecedieron.
En los primeros años de la llamada geografía moderna, finales del siglo XIX y
principios del XX, los geógrafos perfilaban la formulación de los objetivos de su
disciplina, con el fin de dotarla de una esfera de trabajo específica. El marco teórico
de las relaciones hombre-terreno le otorgaba un campo de acción propio, que
adquiría a la vez una marcada orientación ambiental (Ortega 2000, 337-347). Se
presentaron entonces dos tendencias sobre lo que tenía que ser el objeto de
estudio: la que sostenía que era el análisis y explicación de los hechos
geográficos o hechos de la superficie terrestre y la que consideraba que el
fundamento radicaba en el espacio en sí mismo. La primera vertiente, cimentada en
el positivismo, desembocó en el determinismo geográfico. La segunda cuestionaba
los planteamientos de la primera, al considerar que el objeto geográfico eran los
lugares, cuyos rasgos eran consecuencia de la capacidad de transformación
humana. La tendencia dominante fue, sin embargo, la que privilegiaba el análisis de
los hechos geográficos. Se trató de una "perspectiva fisicalista"; es decir, "como un
enfoque que atribuye a los fenómenos naturales la causalidad de los desastres, sin
aportar contenido ni hacer referencias a las causales de orden social y que entiende
a la sociedad solamente como receptora del impacto de un fenómeno" (Castro y
Zusman 2009, 139). Debido a que para esa geografía el objeto de su conocimiento
era como un dato, algo que existe en sí y no en su relación indisoluble con el sujeto
que lo percibe y transforma, sacrificó parte de sus posibilidades relacionales,
capaces de establecer vínculos orgánicos ecuménicos entre el objeto y el sujeto de
sus conocimientos (Bocco y Urquijo 2010, 261).
Asimismo, Eden (2001, 79) sugiere que la geografía humana está tomando con
seriedad el tema ambiente y, en particular, el de la naturaleza desde el punto de
vista conceptual, y señala que un camino sólido para este derrotero es el enfoque
cultural (Fernández 2006, 220), postulado que también sostienen Zimmerer y
Basset (2003, 1; Zimmerer 2004, 795), aunque desde las ecologías cultural y
política. De manera adicional, la meta de la investigación geográfico-ambiental
debe ser la producción de conocimiento y el compromiso con la negociación de la
política ambiental, tal como lo postulan la sociología y la ciencia política (Eden
1998, 425; Demeritt 2009, 127).
La noción de ambiente
Las ciencias ambientales, por su parte, son las disciplinas híbridas encaminadas a la
formulación de respuestas aplicadas a las problemáticas ambientales
contemporáneas, como la economía ecológica, la historia ambiental, la ecología
política o la ingeniería ambiental, por mencionar algunas. En general, el objeto de
las ciencias ambientales es analizar el medio físico y el papel que desempeñan los
humanos en él, desde diferentes perspectivas. Existen, asimismo, diversas
aproximaciones, desde las muy ligadas a la ingeniería, a las más cercanas a la
ecología y, en menor medida, a las ciencias sociales y las humanidades. Si se
reconoce que el fin de estos campos emergentes es estudiar el medio físico en su
relación con los seres humanos, se debe reconocer también la importancia de la
geografía y sus aportaciones a la problematización interdisciplinaria ambiental, a
través de la espacialización o territorialización de los enfoques. La geografía, por
tradición, ha aportado mucho al respecto.
Esta breve lista podría iluminar un camino poco socorrido por los enfoques
emergentes, dentro y fuera de la geografía, que en muchos casos confunden
nuevos rótulos con antiguos conceptos, muy bien establecidos décadas atrás. Por
ejemplo, la obra editada por Thomas se deriva de un simposio en Princeton (Nueva
Jersey), en 1955, dedicado a tópicos como el rol del fuego en el cambio de uso del
suelo, la historia natural de la urbanización, el impacto de la actividad humana
sobre mares y costas, deforestación, erosión y calidad de aguas; todos ellos están
en el centro de la discusión ambiental actual, una vez que se han reconocido
nociones como globalización, cambios planetarios y transiciones supranacionales,
entre otras.
En todas las revistas científicas, sólo hubo 86 menciones sobre geografía ambiental.
Con algo más de detalle se concentró la búsqueda en las publicaciones Progress in
Human Geography y Progress in Physical Geography,6 ya que ambas se
especializan en revisiones temáticas y metodológicas. Sólo nueve referencias
aluden al tema, ocho de las cuales se encontraron en la revista del área de
geografía humana. De igual manera, se revisó Geographical Review, dedicada a la
educación en geografía, en Estados Unidos, y las ocho menciones fueron, en
exclusiva, sobre cursos. La búsqueda en los Annals of the Association of American
Geographers arrojó seis artículos relativos al tema en forma explícita, aunque doce
hablan acerca de geografía y ambiente. En Transactions, de la Asociación de
Geógrafos Británicos, se encontraron nueve artículos, de temáticas diferentes,
donde se incluye la geografía ambiental. Canadian Geographer, publicada en inglés
y francés, ofreció una lista breve de artículos; sin embargo, estas pocas alusiones
reflejan un interés particular en la materia, que en algunos casos se maneja como
geografía ambiental y de los recursos en Canadá (Slocombe 2000, 56). En Applied
Geography, Geoforum, Geojournal,Transactions in GIS y Area se mencionan
cuestiones ambientales, pero en ningún caso aparece la geografía ambiental como
tal. Sin embargo, en todas hay referencias al libro editado por Castree et al.
(2009), A Companion to Environmental Geography.
Resultó difícil examinar todas las tesis doctorales en geografía, por ejemplo, a
partir de los años ochenta; sin embargo, una revisión de The Professional
Geographer, de 1986, indica que no hubo tesis alguna sobre geografía ambiental, al
menos hasta esa fecha. La revista Geograñska Annaler (Serie Geografía Humana)
realizó una revisión de tesis doctorales en universidades nórdicas en la actualidad,
y sólo una se ocupó de la geografía ambiental. Esta es una tarea pendiente.
Análisis de resultados
Algo particular ocurre con Area, catalogada por EBSCO en la sección de ciencias de
la tierra, cuyas únicas cuatro menciones sobre geografía ambiental consisten en
otros tantos editoriales; sin embargo, al revisar los contenidos de la revista, no se
encontraron resultados de investigación sobre el tema en artículos específicos. De
este modo, pareciera que la visión de los editores ha sido más una expresión de
deseos que un reflejo de los contenidos.
Conclusiones
Tal vez habría que olvidar el encorsetamiento de la geografía ambiental como una
subdisciplina, y considerarla más como una visión o mirada a la geografía como
unidad epistémica (Fernández 2006, 220); entonces, de manera complementaria,
habrá que tomar a los espacios institucionales que se generen (revistas,
departamentos y centros, entre otros) como de reflexión, y de reunión de puntos
de vista diferentes y alternos, donde estas "miradas" se vayan renovando al calor
de la práctica concreta y una discusión conceptual fecunda. Una geografía
ambiental tendrá que considerar con mayor insistencia los hechos y discursos por
los cuales se elaboran e imponen las acciones e interpretaciones de políticas
públicas, mediante ejercicios de poder que acentúan las vulnerabilidades e
injusticias ambientales.