20 Fabulas
20 Fabulas
20 Fabulas
Haba una vez una zorra que llevaba casi una semana sin
comer, haba tenido muy mala suerte, le robaban las presas y el
gallinero que encontr tena un perro guardin muy atento y un
amo rpido en acudir con la escopeta.
Ciertamente estaba muertecita de hambre cuando encontr unas
parras silvestres de las que colgaban unos suculentos racimos
de doradas uvas, debajo de la parra haba unas piedras, como
protegindolas.Al fin va a cambiar mi suerte, pens
relamindose, parecen muy dulces. Se puso a brincar,
intentando alcanzarlos, pero se senta muy dbil, sus saltos se
quedaban cortos los racimos estaban muy altos y no llegaba. As que se dijo: Para que
perder el tiempo y esforzarme, no las quiero, no estn maduras.
Pero resulta que si la zorra hubiese trepado por las piedras parndose en dos patas
hubiese alcanzado los racimos, esta vez le falt algo de astucia a doa zorra, parece ser
que el hambre no la deja pensar.
MORALEJA:
Hay que esforzarse para conseguir lo que se desea pero pensando primero que es lo que
queremos y como conseguirlo, no sea que nos pongamos a dar brincos cuando lo que
necesitamos es estirarnos, y perdamos el tiempo y el esfuerzo.
EL BURRO FLAUTISTA
Esta fabulilla, salga bien o mal, me ha ocurrido ahora por casualidad.
Cerca de unos prados que hay en mi lugar, pasaba un borrico por
casualidad. Una flauta en ellos hall, que un zagal se dej olvidada
por casualidad. Acercse a olerla el dicho animal y dio un resoplido
por casualidad.
En la flauta el aire se hubo de colar, y son la flauta por casualidad.
Oh!, dijo el borrico. Qu bien s tocar! Y dirn que es mala la
msica asnal! Sin reglas del arte borriquitos hay que una vez aciertan por casualidad.
MORALEJA:
Sin reglas del arte, el que en algo acierta, acierta por casualidad.
EL PASTOR MENTIROSO
Apacentando un joven su ganado, grit desde la cima de un collado:
Favor! que viene el lobo, labradores. stos, abandonando sus
labores, acuden prontamente, y hallan que es una chanza solamente.
Vuelve a clamar, y temen la desgracia; segunda vez la burla. Linda
gracia!
Pero qu sucedi la vez tercera? que vino en realidad la hambrienta fiera. Entonces el
zagal se desgaita, y por ms que patea, llora y grita, no se mueve la gente,
escarmentada; y el lobo se devora la manada.
MORALEJA:
Cuntas veces resulta de un engao contra el engaador el mayor dao!
EL LEN Y EL RATN
Unos ratoncitos, jugando sin cuidado en un prado,
despertaron a un len que dorma plcidamente al pie de
un rbol. La fiera, levantndose de pronto, atrap entre
sus garras al ms atrevido de la pandilla.
El ratoncillo, preso de terror, prometi al len que si le
perdonaba la vida la empleara en servirlo; y aunque esta
promesa lo hizo rer, el len termin por soltarlo. Tiempo
despus, la fiera cay en las redes que un cazador le
haba tendido y como, a pesar de su fuerza, no poda
librarse, atron la selva con sus furiosos rugidos. El ratoncillo, al orlo, acudi presuroso y
rompi las redes con sus afilados dientes. De esta manera el pequeo exprisionero
cumpli su promesa, y salv la vida del rey de los animales. El len medit seriamente en
el favor que acababa de recibir y prometi ser en adelante ms generoso.
MORALEJA:
En los cambios de fortuna, los poderosos necesitan la ayuda de los dbiles.
LA CIGARRA Y LA HORMIGA
EL ZORRO Y EL CUERVO
Cierto cuervo, de los feos el primero, rob un queso y, llevando su botn fue
a saborearlo en la copa de un rbol. En estas circunstancias lo vio un zorro
muy astuto, y comenz a adularlo con la intencin de arrebatrselo. Ciertamente, hermosa ave, no existe entre todos los pjaros quien tenga la
brillantez de tus plumas, ni tu gallarda y belleza.
Si tu voz tan melodiosa como deslumbrante tu plumaje, creo, y con razn,
que no habr entre las aves quien te iguale en perfeccin. Envanecido el
cuervo por este elogio, quiso demostrar al galante zorro la armona de su
voz. Al comenzar a graznar, dej caer el queso de su negro pico. El astuto
zorro, que no deseaba otra cosa, cogi entre sus dientes la suculenta
presa y, dejando burlado al cuervo, se puso a devorarla bajo la sombra de
un rbol.
MORALEJA:
Quien a los aduladores oye nada bueno espere de ellos.
EL HOMBRE Y LA CULEBRA
Un hombre, pasando por un monte, encontr una culebra que
ciertos pastores haban atado al tronco de un rbol, y,
compadecindose de ella, la solt y calent. Recobrada su
fuerza y libertad, la culebra se volvi contra el hombre y se
enrosc fuertemente en su cuello.
El hombre, sorprendido, le dijo: - Qu haces? Por qu me
pagas tan mal? Y ella respondi: - No hago sino obedecer las
leyes de mi instinto. Entretanto pas una raposa, a la que los
litigantes eligieron por juez de la contienda. - Mal podra juzgar
- exclam la zorra -, lo que mis ojos no vieron desde el comienzo. Hay que reconstruir los
hechos. Entonces el hombre at a la serpiente, y la zorra, despus de comprobar lo
LA TORTUGA Y EL GUILA
Una tortuga, cansada de arrastrar siempre su concha por la
tierra, suplic al guila la levantase por los aires lo ms alto
que pudiera. As lo hizo la reina de las aves, remontando a
la tortuga por encima de las nubes.
Al verse a tal altura, la tortuga exclam: - Qu envidia me
tendrn ahora los animales que por el suelo se mueven, al
verme encumbrada entre las nubes! Al or esto el guila fue
incapaz de soportar tanta vanidad y solt a la ilusa que, al
caer sobre peascos, se deshizo en mil pedazos.
MORALEJA:
Nunca mires demasiado alto, que no hay brillantes en el cielo.
EL LEN Y EL PASTOR
EL LEN Y LA ZORRA
Un len, en otro tiempo poderoso, ya viejo y achacoso, en vano
persegua hambriento y fiero al mamn becerrillo y al cordero, que,
trepando por la spera montaa, huan libremente de su saa.
Afligido del hambre a par de muerte, discurri su remedio de esta
suerte: Hace correr la voz de que se hallaba enfermo en su palacio
y deseaba ser de los animales visitado.
Acudieron algunos de contado: mas como el grave mal que le
postraba era un hambre voraz, tan slo usaba la receta exquisita
de engullirse al Monsieur de la visita. Acrcase la zorra, de
callada, y a la puerta asomada atisba muy despacio la entrada de
aquel cncavo palacio. El len la divisa, y al momento le dice:
"Ven ac; pues que me siento en el ltimo instante de mi vida! Vistame, como otros, mi
querida." "Cmo otro? Ah, seor! He conocido que entraron s, pero que no han salido.
Mirad, mirad la huella, bien claro lo dice ella! Y no es bien el entrar do no se sale."
MORALEJA:
La prudente cautela mucho vale.
EL CAZADOR Y LA PERDIZ
Una rana, posada al borde de un estanque, contemplaba a dos
toros que se embestan mutuamente en un prado cercano. - Mirad
que ria tan tremenda! - dijo a una compaera -. Qu sera de
nosotras si animales tan corpulentos vinieran por aqu? - No os
asustis -respondi la otra -.
Qu nos importan las rias de esas bestias? Adems, esos
animales no son de nuestra clase. - Cierto es - replic la primera -,
pero yo pienso que el vencedor buscar refugio por estos lugares,
y entonces podra aplastarnos con su enorme peso si no tomamos las debidas
precauciones. Ya ves, amiga ma, que no sin razn me preocupa la contienda.
MORALEJA:
Cuando los poderosos rien entre s, los dbiles sufren las consecuencias.
EL AVARIENTO
Cierto hombre varo vendi cuanto posea y convirti su precio en oro, el
cual enterr en un lugar oculto; y teniendo todo su nimo y su
pensamiento puesto puesto en el tesoro, iba diariamente a visitarlo, lo
que observado por otro hombre fue a aquel sitio, desenterr el oro y se lo
llev.
Cuando el varo vino segn costumbre a visitar su tesoro, vi
desenvuelta la tierra, y que lo haban robado, se puso a llorar y a
arrancarse los cabellos. Uno que pasaba viendo los extremos que haca
aquel hombre, se lleg a l, y despus de informarse de la causa de su
dolor, le dijo: Por qu te entristeces tanto por haber perddo un oro que tenas como si
no lo poseyeras? Toma una piedra y entirrala, figurandote que es oro, una vez que tanto
te servir ella como te serva ese oro que nunca hacas uso.
MORALEJA:
De nada sirve poseer una cosa, si no se disfruta.
LAS MOSCAS
A un panal de rica miel dos mil moscas acudieron, que por
golosas murieron presas de patas en l. Otra dentro de un
pastel enterr su golosina.
MORALEJA:
As, si bien se examina, los humanos corazones perecen en
las prisiones del vicio que los domina.
LA LECHERA
No nos dejemos llevar por lo que dice la gente. Seamos autnticos, sino toda la
vida vamos a estar pendientes de lo que las personas digan. Si tenemos errores
aciertos uno mismo se va a dar cuenta y lo va a resolver, no se necesita que otras
personas nos lo digan ni hacer caso de sus soluciones. No intentemos complacer a
toda la gente, porque as nunca podrs complacer a nadie.
La persona que realiza una buena accin debe sentirse feliz ya que tarde o
temprano su ayuda ser devuelta de igual forma. Acurdate quin te ayud en
algn mal momento en tu vida, y si esa persona que te ayud en ese momento
necesita ayuda no dudes en tenderle la mano. Haz el bien, sin mirar a quien y sin
esperar recompensa.