78 301 1 PB
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SEJ-059 ProfesioLab
Laboratorio de Investigacin en Formacin y Profesionalizacin
Universidad de Granada.
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Secretary: Jos Gijn Puerta, University of Granada
Technical secretary: Francisco Daz Rosas, University of Granada
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Translation: Yasmine Leulmi, University of Granada
EDITORIAL
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ProfesioLab
ISSN 1989-9572
CONTENTS
PRESENTATION
Special Issue Gender and Citizenship. Presenting
6-9
EDITORIAL
Gender studies and research networks
Francisco Daz Rosas (special issue coordinator)
10-15
ARTICLES
16-25
26-42
43-53
Giovanna Campani
54-67
68 -78
Alejandra Ciriza
79-92
93-104
Marzia Grassi
105-114
115-128
129-140
141-155
156-175
176-190
Tatiana Ferreira
191-203
204-216
217-229
230-242
243-254
255-268
269-280
281
283
Journal for Educators, Teachers and Trainers JETT, Vol. 5 (3); ISSN: 1989-9572
Este monogrfico de la revista JETT, dedicado a los estudios de Gnero y Ciudadana, recoge
una serie de trabajos realizados en el marco del proyecto europeo GENDERCIT. Gnero y
ciudadana (FP7-PEOPLE-2012-IRSES) del que soy coordinadora.
Este proyecto surge con el propsito de crear una red permanente de conocimiento cuyo eje
sea el gnero, de forma que nos permita estudiar y analizar las diferentes facetas en las que
se presentan las relaciones de gnero en distintos escenarios. Pensamos que el ncleo que
unifica las diversas aspiraciones de las mujeres hacia la igualdad es la ciudadana que a su
vez se vincula con los derechos humanos. La consecucin de los derechos de ciudadana ha
ocupado a las mujeres desde hace ms de dos siglos pero an estamos lejos de conseguir la
ansiada igualdad en las relaciones de hombres y mujeres y, aunque cada vez son ms los
pases que plasman en su legislacin la igualdad de derechos polticos, civiles, econmicos,
etc, no dejamos de comprobar como la realidad se manifiesta con una cara diferente a la
legal.
Estas consideraciones nos llevaron a un grupo de profesoras de Europa y Latinoamrica que
ya habamos entrado en contacto a travs de Doctorados y Masteres de Gnero en la
Universidad Pablo de Olavide, a pensar en la importancia de establecer una transferencia
constante de investigaciones, cursos etc.., para que este intercambio estimulara nuevas
percepciones y avances en el conocimiento. Como ya hemos indicado los intercambios ya
existan parcialmente a travs de tesis doctorales, trabajos, publicaciones aisladas con los
que ya habamos comenzado a vincularnos pero necesitbamos un espacio y actuaciones
que nos mantuvieran permanentemente en contacto. De ah la idea de este proyecto que nos
servira de espacio y red de comunicacin.
Las Universidades participantes son desde Europa: Pablo de Olavide (Sevilla, Espaa),
Universidad de Florencia (Italia), Paris 8 (Francia), Universidad de Lisboa (Portugal). Desde
Latinoamrica: Uncuyo (Mendoza, Argentina), Salta (Argentina) y El Colef Frontera Norte
(Mjico). Adems, desde el comienzo consideramos la importancia de incorporar a la red, el
Centro UNESCO de Ceuta, cuyos miembros son investigadores/as de la Universidad de
Granada. La participacin del centro UNESCO supone una garanta institucional de que se
estn velando y respetando los derechos humanos en las investigaciones y estudios que se
van a realizar. Adems este Centro est inmerso en problemas de migracin dada su
ubicacin en frica.
Journal for Educators, Teachers and Trainers JETT, Vol. 5 (3); ISSN: 1989-9572
Para que puedan ser entendidas la motivacin e intereses de nuestro proyecto, vamos a
detenernos un poco ms en su explicacin. El objetivo esencial del mismo consiste en:
Analizar crticamente desde la perspectiva de Norte Sur la condicin de la mujer, sus
estrategias de emancipacin, sus derechos de ciudadana, para lo cual pretendemos revisar
el concepto de ciudadana, su conexin con el estado nacional, Unin Europea. Derechos y
participacin ciudadana lo que justifica la mencionada revisin del concepto de ciudadana.
Otro mbito de estudio importante para el proyecto es Gnero y participacin poltica,
confrontando los ltimos hechos acaecidos en Europa con los ocurridos en otros pases:
Cuotas, derechos formales que se van perdiendo, gnero y violencia en diferentes contextos
(diferencia entre la ley y la realidad), homofobia, derechos formales e interpretaciones de los
mismos. Mujeres y oligarquas etc... Estos son, entre otros, algunos temas que pretendemos
analizar e investigar.
Por otro lado, como ya hemos indicado, existan una serie de aspectos en los que ya
estbamos trabajando las investigadoras del proyecto y cremos que podramos mantenerlos
como temas clave para, a partir de ellos, estructurar las investigaciones que se constituiran
en ejes de las mismas. En definitiva, pretendemos sobre una base de intercambio de
conocimientos ya existente, estructurar nuevos conocimientos basados en nuevas relaciones
pero manteniendo ejes comunes con investigadoras de una universidad europea y otra
latinoamericana como coordinadoras de las investigaciones y estudios que surjan, referidos a
esa temtica. El hecho de que el proyecto parta de unas relaciones previas permite conocer
qu investigadoras estn ms interesadas en unos temas frente a otros, aunque como ya
sabemos existen muchas vinculaciones entre ellos.
As, los temas escogidos por la red del proyecto como ejes para trabajar en diversos
aspectos, investigaciones, anlisis, realizacin de cursos etc..., son:
En la primera reunin mantenida por las investigadoras acordamos que cada eje comenzara
con un debate terico sobre los conceptos clave del mismo, en este caso:
-
Violencias
Debate terico: polticas pblicas, marco jurdico de las diversas violencias incluido el
trfico y trata de personas.
Intervencin con mujeres que sufren violencia: salud, jurdica.
Prevencin y educacin en violencia de Gnero
Violencia meditica
Educacin y gnero
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Emigracin:
Este eje estara coordinado por la Universidad Pablo de Olavide, Colef Frontera Norte de
Mjico y Paris.
Como punto de partida de nuestro trabajo se decidi poner en comn las investigaciones de las
Universidades participantes. Este es el sentido de esta publicacin, presentar una parte de los
trabajos realizados por las investigadoras vinculadas al proyecto que estuvieran relacionados
con los diferentes ejes del mismo. Con ello pretendemos que sirva de fundamento para
consolidar un futuro trabajo en comn que avance en el conocimiento y se plasme en acciones
orientadas a la igualdad en las relaciones entre hombres y mujeres.
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EDITORIAL
Los estudios
investigacin
de
gnero
las
redes
de
Daz, F. (2014). Los estudios de gnero y las redes de investigacin. Journal for
Educators, Teachers and Trainers, Vol. 5(3), pp. 10 15.
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1. Introduccin
Conseguir una igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres constituye uno de los grandes
retos de la humanidad en el siglo XXI. Aunque son muchos los avances y los logros alcanzados
en este campo, todava nos encontramos con mltiples contextos donde, a pesar de
establecerse a nivel formal la no discriminacin por razones de gnero, la realidad social nos
pone de manifiesto lo contrario. Mencin aparte merecen aquellos territorios en los que, so
pretexto de determinados preceptos religiosos, se sigue discriminando a la mujer y relegndola
(en el mejor de los casos) a un papel secundario en la sociedad. Este nmero especial de la
revista JETT presenta una amplia muestra de los trabajos que se vienen realizando dentro de
lo que se ha dado en llamar Estudios de Gnero.
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En el plano de las polticas pblicas son muchos los pases que ha optado por practicar una
discriminacin positiva a favor de la mujer para tratar de paliar la situacin de desventaja que
ha venido padeciendo secularmente. Algunas de las medidas adoptadas se relacionan con la
fijacin de cuotas o una especial proteccin en casos de violencia domstica. Para ello se han
debido elaborar los correspondientes instrumentos legales y habilitar los recursos materiales y
humanos correspondientes.
En el terreno acadmico, son mltiples las investigaciones realizadas, los estudios ofertados
por diferentes universidades y las asociaciones, institutos, departamentos, grupos y ctedras
especializadas en Estudios de Gnero que, dependientes de ellas, han propiciado la existencia
de una masa crtica dedicada a trabajar por lograr la igualdad efectiva de mujeres y hombres.
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intercultural que defienden puede orientar medidas y actuaciones para intervenir desde la
perspectiva de gnero, determinando la necesidad existente en la sociedad actual de formar en
una convivencia intercultural para conseguir la integracin de todas las personas (inmigrantes y
autctonos).
El artculo centrado en la educacin intercultural bilnge se cuestiona si sta no representa
una nueva estrategia de control poltico que reproduce una ciudadana de segunda clase. Las
profesoras Bazn, Tejerina y Sacchi (Universidad Nacional de Salta) aportan en su artculo
sobre las mujeres sueltas (grupo de monjas que han abandonado sus conventos para vivir en
comunidades indgenas) una mirada que reconoce mltiples encrucijadas entre colonialidad,
etnofagia e identidades de gnero.
Las profesoras de Anqun, Burgos y Soria (Universidad Nacional de Salta) reflexionan
crticamente sobre la experiencia vivida en su trabajo como formadoras de formadores/as
(entendido tambin como preparacin de profesorado o capacitacin docente) en el Centro de
Investigaciones Sociales y Educativas del Norte argentino. Desvelar las opresiones de gnero,
en su interseccin con raza, sexualidad y clase puede convertirse en un analizador de las
relaciones de dominacin. El artculo pretende destacar las aportaciones que, desde los
estudios de gnero, profundizan en una lnea de estudio y trabajo en la formacin con otros/as.
Esta mirada ha permitido remozar aos de docencia neutra, de formaciones cmplices donde,
casi sin darnos cuenta, se integra parte de esa invisible cadena de transmisin de un orden
simblico que nos subordina y cuya sujecin no se suele reconocer. Se trata de interrogar
sobre las propias prcticas formativas para interrumpir la transmisin de una violencia que
puede continuar siendo ejercida sobre las mujeres docentes.
El artculo de las profesoras Cuevas, Garca Carmona y Leulmi (Centro UNESCO de Ceuta y
Universidad de Granada) analiza una de las variables consideradas esenciales para hacer
efectivas las polticas de igualdad entre hombres y mujeres: el acceso de la mujer a cargos
directivos y de gestin en el mbito educativo y, ms concretamente, en la Universidad. Sus
reflexiones intentan profundizar en las barreras que han dificultado el camino para igualar las
estadsticas y, por otro lado, pretenden indagar en el estilo de liderazgo femenino
considerndolo un valor aadido para las organizaciones, en nuestro caso educativas, para
promover importantes cambios sociales. Finalmente, trasladan estas cuestiones al mbito
universitario, tratando de conocer la problemtica a la que se enfrentan las profesoras
universitarias para acceder a la gestin dentro de una cultura que todava hoy est bastante
masculinizada.
Otro de los grandes ejes sobre los que versan los artculos de este monogrfico es el que hace
referencia a las relaciones entre los movimientos migratorios y el gnero. El grupo de
investigacin vidas transnacionales, movilidad y gnero est presente a travs del artculo de
la profesora Grassi (Instituto de Cincias Sociais da Universidade de Lisboa) en el que se
discuten las implicaciones epistemolgicas y las opciones involucradas en los mtodos de
recogida de datos en los estudios de movilidad transnacional. Con l se pretende explorar el
impacto de la movilidad en la vida de las personas, teniendo en cuenta las relaciones familiares
y domsticas, y teniendo en cuenta cmo las experiencias de integracin se ven afectados por
las representaciones de gnero y autopercepcin.
Se completa este elenco de firmas invitadas con otra serie de aportaciones procedentes
distintos centros universitarios de Espaa y Portugal.
En ellas se presentan otros anlisis en los que se examina la reproduccin generacional de la
condicin jurdica entre las madres y sus hijos, la igualdad de gnero en la prctica deportiva,
el ejercicio de una ciudadana activa en el contexto de la Sociedad de la Informacin, adems
de ofrecer una reflexin crtica sobre las polticas relativas a la migracin y la familia en dos
contextos europeos contemporneos aporta.
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La importancia de la educacin como factor de primer orden para acabar con las desigualdades
asociadas al gnero queda patente a travs de los artculos dedicados al estudio de aquellas
experiencia formativas que contribuyen a la superar la marginacin a la que est sometida
mujer, las necesidades formativas demandadas por mujeres, el anlisis de sus
autoexpectativas, la presencia de las acadmicas en la Educacin Superior o las medidas
desarrolladas para favorecer su permanencia en el sistema educativo.
Finaliza este monogrfico con un artculo dedicado a reflexionar crticamente sobre las polticas
relativas a la migracin y la familia en dos contextos europeos contemporneos.
5. Referencias
De Torres Ramrez, I. y Muoz Muoz, A.M. (2006). Sitios webs de centros universitarios de
estudios de las mujeres en Espaa. Seleccin y evaluacin. Enc. Bibli: R. Eletr.
Bibliotecon. Ci. Inf., Florianpolis, n. esp., 2 sem. 2006. Disponible en:
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=14720596004
Gomariz, E. (1992). Los estudios de gnero y sus fuentes epistemolgicas. Periodizacin y
perspectivas, en ISIS Internacional N 17, Santiago de Chile.
NACIONES UNIDAS (1948). Declaracin Universal de Derechos Humanos [En lnea]:
http://www.un.org/es/documents/udhr/
Gendercit. European Unions Seventh Framework Programme (FP7/2007-2013/). Disponible
en: http://gendercit.eu/
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Resumen
Este escrito se propone reflexionar crticamente la experiencia vivida en nuestro trabajo como formadoras
de formadores/as (entendido tambin como preparacin de profesorado o capacitacin docente) en el
Centro de Investigaciones Sociales y Educativas del Norte argentino (CISEN) de la Facultad de
Humanidades de la Universidad Nacional de Salta. Se trata de una elaboracin compartida que pone en
anlisis las relaciones formativas desde la perspectiva de gnero. El proceso vivido entre quienes se
relacionan con esta intencionalidad formativa asume las condiciones y formas de un dispositivo grupal.
Partimos de no dar por sabido qu le conviene al otro/a que est en formacin, a sabiendas que es parte
de un continuo que nunca termina y del cual formamos parte. Tal proceso se parece ms a una
deformacin, a una de-construccin que a una nueva imposicin. En particular, desocultar las opresiones
de gnero, en su interseccin con raza, sexualidad y clase puede convertirse en un analizador de las
relaciones de dominacin. Se trata de interrogar nuestras propias prcticas formativas para interrumpir la
transmisin de una violencia que puede continuar ejercida sobre las mujeres docentes.
Abstract
This writing intends to critically reflect the experience lived in our work as trainers of trainers (also
understood as preparation of teaching staff or educational qualification) in the Center of Social and
Educational Research of the North Argentine (CISEN) in the Faculty of Humanities of the National
University of Salta. It deals with one elaboration shared that puts in analysis the formative relations from
the Gender perspective. The lived process between who they relate to this formative intentionality,
assumes the conditions and forms of a group device. We left from not giving by known what is best for the
other, who is in formation, knowingly that is part of a continuous one which never it finishes and of which
we are part of. Such process is looked more like a deformation, an of-construction that to a new
imposition. In individual, uncover gender oppressions, in its intersection with race, sexuality and class can
become an analyzer of the domination relations. One is to interrogate our own formatives practices to
interrupt the transmission of a violence that can continue exerted on women teachers.
Palabras clave
Relaciones formativas; Gnero; Dispositivo; Deformacin
Keywords
Formative relations; Gender; Device; Deformation
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1. Pretextos
Este escrito se propone reflexionar crticamente la experiencia vivida en nuestro trabajo, en
tanto formadoras de formadores/as, como parte de las actividades de docencia e
investigacin que desarrollamos en el CISEN (Centro de Investigaciones Sociales y Educativas
del Norte argentino) de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Salta. Las
reflexiones que compartimos son deudoras de dilogos con otros y con otras, cercanos/as o
distantes, mediados por la escritura o hablados, de todos/as los cuales vamos aprendiendo.
Con la expresin plural, relaciones formativas, tratamos de llamar la atencin sobre los
procesos vinculares que sostienen la capacitacin, preparacin o actualizacin del
1
profesorado , campo relacional donde se van a graduar futuros/as educadores/as en Ciencias
2
de la Educacin o en Pedagoga . Gracias a Ferry (1997) entendemos que la formacin es una
dinmica de desarrollo personal.
Entendemos que el concepto formacin apela a la autonoma del sujeto desde lo psquico
y lo social La formacin se integra al trayecto de vida y de trabajo y es sta la que le da
sentido como desarrollo de la persona en el contexto social en el que se desenvuelve (Souto,
1.999, p.41). Esta perspectiva se desarroll en Argentina a travs del Programa de Postgrado
en Formacin de Formadores dirigido por Marta Souto en la Universidad de Buenos Aires,
3
entre otras ofertas de especializacin .
Qu es lo que est en juego en la formacin/educacin de otros/as?, sobre qu marcas o
aconteceres se visualiza/comprende el camino donde nos formamos con otras/os? Expresando
con dificultad algo que nos acontece, diremos que nuestras relaciones se vuelven formativas
cuando irrumpe la experiencia, lo cual no tiene que ver con un clculo racional ni con el
calendario acadmico. Sin embargo, estamos ah, anticipando aunque no sea ms que una
expectativa, un silencio incmodo en espera de otras voces, tratando de respetar la ajenidad
de otros argumentos.
En la actividad de formacin de otros/as, de cuyos aspectos vinculares nos ocuparemos,
operan tradiciones demarcatorias de conocimientos, prcticas y personas que tienden a la
simplificacin, al distanciamiento y a objetivar resultados en plazos perentorios. Si bien,
quienes ensayamos esta reflexin hemos sido socializadas en esas tradiciones, sentimos que
tales propuestas no acompaan la complejidad de la formacin con otro/a, con la dificultad
inherente de tener que pensar crticamente sobre nuestras propias prcticas formativas y sobre
nosotras mismas.
Proponemos ensayar el estar atentos/as no tanto al programa establecido, sino a aquellas
cuestiones que lo interrumpen, lo ponen en duda. Sin nimos de tipificar ni de obligar,
llamamos la atencin sobre dominaciones que en forma oculta pueden obturar la autonoma
formativa.
En esta direccin, el ttulo que asumen estas reflexiones Contribuciones de la perspectiva de
gnero en la formacin de profesoras/es, pretende destacar las aportaciones que, desde los
estudios de gnero, profundizan nuestra lnea de estudio y trabajo en la formacin con otros/as.
1
Suele denominarse capacitacin, preparacin y/o actualizacin del profesorado, a la accin heternoma
normada que acontece en centros o establecimientos habilitados y por los cuales se obtiene un ttulo de
grado y certificaciones posteriores, dentro de la educacin reglada. Las comillas utilizadas previenen al
lector que no nos ocuparemos de esos aspectos, sino de la dimensin relacional que subyace a todas
estas prcticas de formacin docente.
2
Profesorado en Ciencias de la Educacin es la titulacin de grado que compartimos quienes suscribimos
este artculo.
3
Nos referimos, entre otras acciones, al Posttulo en Anlisis y animacin socioinstitucional dirigido por
Lidia Fernndez y a numerosos cursos ofrecidos por Marta Souto y Mara Jos Acevedo, donde hemos
tenido oportunidad de participar.
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Esta mirada nos ha permitido remozar aos de docencia neutra, de formaciones cmplices
donde, casi sin darnos cuenta, integramos parte de esa invisible cadena de transmisin de un
orden simblico que nos subordina y cuya sujecin no reconocamos.
Sin embargo, consideramos que est abierto un camino posible e inmediato, cuyos hitos son
las categoras que desocultan aspectos inadvertidos, aquellos que suelen ignorar diferencias y
desigualdades en la formacin de otros/as quienes, a su vez, continuarn la tarea de
formacin.
2. Contextos
Existen en Argentina antecedentes valiosos de reuniones y actividades de capacitacin sobre
gnero y sexualidad, organizadas por distintas instituciones gubernamentales y no
gubernamentales, activadas a partir del reingreso al sistema democrtico en 1983. Sin
embargo, estas aportaciones todava no han llegado a transformar las prcticas educativas,
quizs por la dificultad mayscula que espera a cualquier intento por romper un orden social
injusto pero que se percibe como natural.
Las desigualdades de gnero atraviesan los espacios educativos, las prcticas institucionales y
pueden observarse en:
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3. Relaciones formativas
A los fines de este trabajo, llamaremos relaciones de formacin a toda relacin de influencia,
donde uno de los polos intenta modelizar al otro, autorizado por el dominio de un saber y
circunscrito a un mbito especfico (incluye una definicin amplia de saber y conocimiento);
esta categora atraviesa distintos mbitos, no solo las enseanzas escolares sino tambin la
capacitacin, extensin o transferencia, la promocin y asistencia social, en salud pblica,
justicia, medios de comunicacin etc.
En estas relaciones de formacin, en el amplio sentido que estamos considerando, pueden
cambiar la forma y el contenido, pero siempre hay implicado un particular vnculo entre alguien
que sabe o cree saber, sobre otro/a que no sabe o se lo/a posiciona o cree no saber. Al
ahondar el anlisis, identificaramos ese vnculo en la base de la dominacin, desde la relacin
de dependencia propia del ser humano recin nacido, hasta las formas de gobierno
autoritarias, de all el inters social que implica su estudio (Bernstein, 1989; Lapassade, 1977).
4
5
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Dentro del campo educativo, pensamos la formacin docente como un espacio-tiempo singular
donde las relaciones entre quienes interactan se vuelven objeto de enseanza y de
investigacin grupal y personal, al mismo tiempo. De all que en esta propuesta, hablemos de
relaciones formativas, enfatizando la intersubjetividad, el encuentro singular entre persona y
persona, en un momento de exteriorizacin de un devenir que constituye intrnsecamente a
cada uno/a de los/as que intervienen en la relacin.
Desde Larrosa, entendemos la experiencia - lo que me pasa diferenciandolo de lo que
acontece como realidad objetiva. Se trata de reivindicar la experiencia de cada uno/a,
dignificando todo aquello que tanto la filosofa como la ciencia tradicionalmente
menospreciaron y rechazaron: la subjetividad, la incertidumbre, la provisionalidad, el cuerpo, la
fugacidad, la finitud, la vida... (Skliar y Larrosa, 2009).
La nocin de experiencia permite pensar la educacin desde otra perspectiva... Aunque la
experiencia sea definida siempre como algo que nos pasa de manera puramente individual,
singular, se inscribe, tiene lugar en el territorio pblico, que es a la vez adentro y fuera de
nosotros/as mismos/as (de Anqun y Bazn, 2011, p. 157).
Cuando forma y contenido buscan coincidir desocultando efectos subjetivados y objetivados,
emergen emociones y sentimientos por muchos aos reprimidos. Lo libidinal est ah,
atravesando todo vnculo humano, por lo que no podemos ignorarlo, aunque su abordaje
requiera una intervencin especializada. Sobre esas huellas no del todo conscientes, se
configura nuestra matriz vincular para con otros/as, los conocimientos y el mundo. Con Pichn
Riviere entendemos que toda estructura vincular es compleja y conflictiva, que conlleva
contradicciones, ambivalencias y que el encuentro con un otro/a supondr siempre efectos
sobre nuestra subjetividad y las del otro/a. Como la relacin con el saber est ntimamente
asociada a las relaciones con esos/as otros/as docentes o mediadores, proponemos abordar
su complejidad asumiendo la movilizacin que necesariamente acompaa lo vncular, ya sea
placentera o sufriente, desvalorizante o indiferentes, de atraccin o rechazo. (Pichn Rivire,
1980).
Adems, entre los supuestos fuertes con los que confrontamos reflexin y trabajo en formacin,
destacamos la explicitacin y el anlisis crtico de las relaciones en educacin que sirven a una
estructura de dominacin, an sin conciencia de sus agentes transmisores. En las relaciones
estructurales, dentro y fuera del campo educativo, son incuestionables las divisiones que
oponen y jerarquizan, de all la oportunidad de visiblizar las que identifican y subordinan
femenino y mujer, de masculino y varn.
Creemos oportuno enfatizar que las relaciones formativas a las que aludimos, tienen que estar
situadas y contextuadas para visibilizar la historia del poder que las sostiene. Tales relaciones
refieren a un proceso comn que se oculta, conduciendo a una probable naturalizacin de las
desigualdades socioeconmicas.
Las prcticas regladas, las acciones impuestas y/o habituales, son dominantes en los sistemas
educativos y suelen ser el ncleo duro de los programas de formacin docente. Presentamos
nuestra prctica como un posible dispositivo de formacin, donde las relaciones entre
formadores/as tienen que poner en duda lo normal y examinar la constructividad subjetiva de
lo social objetivado.
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dispositivo . Los dispositivos son instrumentos que se crean o se aprovechan para resolver
problemticas contextuadamente y tienen un alto grado de maleabilidad que permiten
adecuarlos permanentemente. Adems, persiguen el objetivo de promover en otros/as la
disposicin, abre el juego de potencialidades creativas y tiene la intencionalidad de provocar
cambios.
En nuestra propuesta formativa adoptamos un dispositivo grupal que posibilita la observacin,
expresin y anlisis reflexivo de los vnculos que sostienen el complejo proceso de transformarnos en educadores/as. En la ebullicin de relaciones dinmicas entre personas y con el grupo,
cada uno/a tiene oportunidad de explorar aspectos subjetivos, al tiempo que se analizan
prcticas concretas en espacios socioeducativos y formativos.
El qu del dispositivo grupal es el cmo de la formacin, cuyo ncleo fundamental se abre a la
experiencia de habitar otros lugares/momentos donde se procesa un sustrato formativo similar
(relaciones formativas). En otras palabras, cada participante en formacin emprende, en sus
prcticas institucionales y de campo, una travesa hacia la otra posicin del vnculo formador;
su vivencia es el contenido que se observa, expresa y analiza reflexivamente en las reuniones
grupales, las que en s mismas se vuelven tambin parte del contenido en anlisis.
En el entramado vincular, en otras instituciones y contextos, estn en juego dimensiones de
identidad reflejas, mltiples, de-formantes; las estructuras de poder suelen visibilizarse ante la
presencia de extraos/as y en este hiato el/la novato/a en formacin puede mirar, sentir y
pensar, todava en trnsito hacia su nueva posicin e identidad docente, como formador/a.
En este sentido, el dispositivo grupal proporciona una instancia donde mirar-nos y
desnaturalizar las violencias que se ejercen sobre todo en nuestra condicin de mujeres,
cuando las consentimos sin darnos cuenta porque estn al servicio de un orden social que las
oculta. No podemos ignorar que llegamos a las instancias formativas con un habitus inculcado
en nuestro paso por las instituciones educativas y reforzado por sentido comn (Bourdieu,
1994). De all que una hiptesis de trabajo emprenda la de-formacin como tctica para la
autoformacin, por lo cual atendemos ms a las situaciones disruptivas, dispuestas a la
contencin grupal.
Esta pedagoga de la formacin se empea en encontrar para cada formando/a, una
oportunidad de accin y de reflexin, donde situaciones y contextos son parte del contenido
formativo que atraviesa singularmente a cada uno/a. Acompaamos a otros/as en su proceso
autnomo de formacin, en un pequeo grupo continente, disponindolos/nos a poner en
anlisis las relaciones formativas desde ambos extremos y en su multiplicacin grupal. Desde
esta perspectiva, arribar a situaciones formativas donde advengan experiencias con efectos
de subjetividad, no es una cuestin que dependa solo del formador/a, tampoco es
consecuencia automtica de un programa. De difcil emergencia en la clase tpica, las
ocasiones de experiencia pueden ocurrir fuera de lo habitual y estereotipado, quizs
recuperando lo vivido fuera de espacios reglados o como un acontecimiento casual suscitado
por expresiones artsticas, un acto solidario o hallazgos en el camino
Como afirma Meireu (1998), la pedagoga es praxis por lo que la formacin docente y en
particular, la preparacin de los/as pedagogos/as, requiere actos que sorprendan para
reflexionarse, desde teoras disruptivas. La irrupcin del afuera, de la vida cotidiana e
institucional, desestabiliza competencias fraguadas solo en teoras y textos, ya que las
circunstancias prcticas exigen inmediatez, presencia y exposicin. Las prcticas docentes o
comunicativas en mbitos educativos suelen poner en duda visiones lineales, organizadas solo
disciplinariamente, imponiendo un nuevo texto desordenado, confuso, discontinuo, azaroso, a
veces lleno de voces y otras, sordo y mudo.
Entendemos por dispositivo, desde los aportes de Michel Foucault; un entramado de relaciones de
poder y saber, de naturaleza esencialmente estratgica.
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5. Intertextualidades
Desde hace cinco dcadas aproximadamente el concepto de gnero se viene discutiendo,
interpretando y -en la actualidad- re significando y posicionando en el anlisis de lo social. Esta
perspectiva nos est posibilitando dejar de ver y de actuar en complicidad con la dominacin
material y simblica, en particular en mbitos poblados por mujeres jvenes y adultas, donde
las relaciones diferentes y desiguales no eran - ni son visibilizadas. En nuestra prctica, las
categoras de gnero ponen en cuestin lo reificado, producen un efecto de lupa o ampliacin
del horizonte analtico.
Al comienzo del debate feminista, el gnero fue pensado exclusivamente como cuestin de
mujeres. Si bien esta etapa ha sido polticamente til en la larga lucha en contra de la
dominacin masculina, puede considerarse superada. Desde Simone de Beauvoir el feminismo
defiende la tesis: mujer se hace no se nace en una clara argumentacin sobre la produccin
social de las imgenes de mujer. Distingue entre sexo y gnero, este ltimo como categora de
representacin social y auto-representacin, que subordina a la mujer y pretende legitimar su
dependencia con respecto al varn (citado en Palacios, 2008, p.410).
A lo largo de la historia, la crtica feminista argument contra el ideal patriarcal de la
domesticidad sexista y misgina. En particular, el feminismo ilustrado cuestiona las bases
epistemolgicas que excluyen a la mujer de su posibilidad de pensar en un pie de igualdad con
el hombre (Amors, 2005). Este debate enfrenta una tradicin que, desde la antigedad griega,
concibi al varn como el representante del pensamiento y a la mujer como solo materia y
emocin. Al respecto, Celia Amors, desenmascara al sujeto de la tradicin filosfica como
masculino y polo jerrquico de una relacin de dominio/sumisin sobre lo femenino, perceptible
an en las prcticas sociales.
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Gloria Bonder afirma que las nuevas perspectivas de gnero se preocupan ms por la
construccin de subjetividad de cada mujer: Estos recorridos necesitan construir, aceptar,
disfrutar de una nocin de subjetividad mucho ms fluida, ms permeable a la escucha de las
diversas voces que nos han interpelado en el pasado (citado en Palacios, 2008, p. 427). Por
su parte, Judith Butler, denuncia la construccin discursiva del cuerpo de la mujer. Investiga
sobre las categoras e intersecciones entre mujer, sexo, gnero y deseo en las cuales visibiliza
la matriz binaria y heterosexual del patriarcado.
En nuestra actualidad latinoamericana, intentamos profundizar construcciones conceptuales
derivadas del feminismo post-colonial. En particular, nos interesa la obra de Marta Lamas,
quien considera que una perspectiva de gnero hoy, analiza a los seres humanos sexuados y
con una determinada identidad, pero cruzados por otros imprescindibles marcadores como la
clase social, edad, pertenencia tnica y otras.
Para Marta Lamas (1998) el feminismo ha tratado de conocer las redes de significados del
sexo y el gnero, para comprender las estructuras de poder que dan forma al modelo
dominante de sexualidad. La hegemona heterosexual resulta una normatividad opresiva y
limitante, que no da cuenta de la multiplicidad de posiciones, de identidades, de asunciones
posibles de la sexualidad.
Entendemos las identidades de gnero como invenciones culturales, ficciones necesarias para
construir sentimientos compartidos de pertenencia, de identificacin. Al respeto, Lamas (1998)
pone en evidencia que no es fcil enfrentar las resistencias irracionales, ni tomar distancia
respecto de los siglos de ideologa producida por las instituciones de dominio patriarcal.
En la reflexin acadmica y poltica sobre nuestra praxis formativa, proponemos el debate
sobre la libertad de las personas para decidir y vivir su experiencia humana, en un cuerpo
sexuado y con una identidad de gnero. Esta identidad de gnero autodefinida y experienciada
como ese lugar y espacio subjetivo, configura el cimiento vital, donde puedo ser yo misma/yo
mismo, tal cual me siento-percibo-pienso-sueo. libremente.
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7. Referencias Bibliogrficas
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Educacin
Intercultural
Interseccionalidades
entre
etnofagia e identidades de gnero
Bilinge:
colonialidad,
Intercultural
Bilingual
Intersectionalities
between
etnophagy and genre identities
Education:
colonialism,
Mara Dolores Bazn,
Marcela Tejerina,
Xara Sacchi,
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Resumen
Nuestras reflexiones se enmarcan en las interrogaciones y hallazgos que vamos produciendo en el
Programa de Investigacin CIUNSa N 2010 denominado: Interculturalidad y Formacin: diferencias y
desafos y de modo particular en el Proyecto N 2010/4: Educacin Intercultural Bilinge (EIB) y giro
decolonial, que indaga acerca de la emergencia de la Educacin Intercultural Bilinge, en el
Departamento San Martn de la provincia de Salta, Argentina, en la pretensin de reconocer si estas
prcticas educativas que se suponen nuevas formas de integracin intercultural y como alternativas al
papel homogeneizador de la escuela, no resultan por el contrario nuevos modos de elaboraciones
situadas de disciplinamiento asociados a transformaciones de las formas de gobierno de la sociedad. De
ah que el presente artculo problematiza la interculturalidad y en particular las prcticas de EIB,
preguntndose si estas no constituyen una nueva estrategia estatal de control poltico de la diferencia a la
vez que reproducen una inclusin condicionada, una ciudadana recortada y de segunda clase. Presta
especial atencin a lo que en el marco de este trabajo se denomina "mujeres sueltas", nuevas figuras
misionales, en la configuracin de la EIB en la regin, a partir de una mirada que reconoce mltiples
encrucijadas entre colonialidad, etnofagia e identidades de gnero.
Abstract
Our thoughts are part of the questions and findings that we place in the Research Program CIUNSa No.
2010 entitled: Intercultural and Training: differences and challenges and particularly the Project No.
2010/4: Intercultural Bilingual Education (IBE) and decolonial rotation , which asks about the emergence of
intercultural Bilingual Education in the Department of San Martin Salta Province, Argentina, on the
pretense of recognizing whether these educational practices that new forms of intercultural integration and
pose as alternatives to paper homogenizer school, on the other hand are not new ways of working with
partners located transformations discipline to forms of "government" of society. The aim of this article is to
problematizes the interculturality and the IBE asking if these are not a new political strategy of control of
the difference that reproduces a "conditional inclusion" and a second class citizenship. It pay attention to
what is called here "mujeres sueltas ", a new missionary figures, in the configuration of the IBE in the
region from a point of view that recognizes multiple crossroads between colonialism, etnophagy and genre
identities.
Palabras clave
Educacin Intercultural Bilinge; Colonialismo; Etnofagia; Identidades de gnero
Keywords
Intercultural Bilingual Education; Colonialism; Etnophagy; Genre identities
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1. Introduccin
La prdica de la interculturalidad forma parte del discurso oficial de muchos estados
nacionales. En los ltimos aos las nacionalidades y pueblos indgenas han emergido como
importantes actores sociales y polticos, con reformas constitucionales en varios pases. En la
Argentina el discurso pluralista llega despus de la ltima dictadura militar en 1984. Se
producen a partir de entonces cambios importantes en la relacin del Estado con los pueblos
indgenas a travs de la sancin de varias leyes nacionales y provinciales.
Si bien estas leyes significaron, por lo menos a nivel del discurso jurdico y poltico, el trnsito
de una poltica supuestamente integracionista hacia una poltica de reconocimiento de la
pluralidad y respeto por las identidades tnicas y culturales. Lo primero que se advierte es que
se trata de un extrao contubernio. Los Estados nacionales han requerido para su constitucin
de una clonacin primaria que produjo la fabricacin de individuos nacionales, homogneos,
borrando las diferencias tnicas y sociales de la topografa social. Creacin de una identidad
nacional homognea mediante las llamadas polticas de construccin nacional, entre las que
sobresalen las polticas educativas homogeneizadoras, que se gestionan a travs de la
educacin pblica; materializadas especficamente en el funcionamiento de la escuela como
mquina de educar, escuela para todos, que en realidad ha sido la escuela del UNO, es
decir, de la hegemona de lo homogneo (Derrida, 1997, p. 58).
Estas polticas de construccin nacional han estado desde siempre marcadas por mltiples
interdicciones de la diversidad racial, tnica, sexo-genrica y cultural, fundar un sujeto
legtimo para el Estado siempre ha sido una tarea de intimacin soberana. Como bien lo
expresa Derrida, toda cultura es originariamente colonial (esto no quita por supuesto la
especificidad de la accin de la conquista y sus consecuencias en trminos de exterminio e
imposicin de significantes con sus correlatos traumticos), y por lo tanto sigue, toda cultura se
1
instituye por la imposicin unilateral de alguna poltica de la lengua . La dominacin, es
sabido, comienza por el poder de nombrar, de imponer y de legitimar los apelativos. Esta
intimacin soberana puede ser abierta, legal, armada o bien solapada, disimulada tras las
coartadas del humanismo universal, y a veces de la hospitalidad ms generosa. Siempre
sigue o precede a la cultura, como su sombra (Derrida, 1997, p. 57). Por ello resulta por lo
menos paradjico que se pretenda tramitar la interculturalidad desde los estados nacin y
particularmente desde el campo pedaggico.
Tal vez convenga sospechar de estos mecanismos y preguntarnos si es posible la
interculturalidad en tanto su propia enunciacin pone en tela de juicio al propio Estado. No
constituyen una nueva estrategia de control poltico de la diferencia y la reproduccin de una
inclusin condicionada, una ciudadana recortada y de segunda clase? Las reformas
constitucionales que responsabilizan al Estado en impulsar y promover la interculturalidad y
otorgan una serie de derechos colectivos a los pueblos indgenas parecieran demandar la
construccin de un Estado diferente que transforme las relaciones, estructuras e instituciones
para la sociedad en su conjunto.
Walsh (2000) asevera que reconocer y valorizar la diversidad requiere enfrentarse al hecho de
que la interculturalidad es sumamente conflictiva. Tal vez por ello Tubino (2005, pp. 83-96)
diferencia entre la "interculturalidad funcional" y la "interculturalidad crtica. Y advierte adems
que en el uso cada vez ms amplio de la interculturalidad y particularmente en su uso ya oficial,
encontramos un conflicto de significados, polticas y metas que tiene sus races en asuntos de
poder, en el debate sobre la diferencia cultural y en planteos y proyectos polticos y sociales
muy distintos (2000, pp. 121-133).
Del mismo modo no deja de ser interesante como afirma Cavalcanti-Schiel, R. (2007) - que
en Sudamrica el debate contemporneo acerca de la interculturalidad haya encontrado su
1
Es importante sealar que el Estado Argentino no reconoce ninguna lengua oficial, incluido el castellano,
aunque sta es la nica que se requiere obligatoriamente en todos los estratos educativos y la que
habilita a la ciudadana.
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Lo que hace evidente este enfoque es que la nueva poltica es cada vez menos la suma de las
acciones persecutorias y de los ataques directos a la diferencia y cada vez ms el conjunto de
los imanes socioculturales y econmicos desplegados para atraer, desarticular y disolver a los
grupos diferentes. En sntesis, la etnofagia es una lgica de integracin y absorcin que
corresponde a una fase especfica de las relaciones intertnicas [...] y que, en su globalidad,
supone un mtodo cualitativamente diferente para asimilar y devorar a las otras identidades
tnicas. Se gestiona la diversidad a favor de la consolidacin del sistema capitalista y
especficamente, de los grandes negocios corporativos.
Resulta significativo sealar como expresa Daz Polanco que la etnofagia implica dos cambios
importantes. En primer lugar, el proyecto etnfago se lleva adelante mientras el poder
manifiesta respeto a la diversidad y cuando el Estado se presenta como garante y defensor
de los derechos tnicos, especialmente cuando su poltica debe atenuar los efectos de los
brutales procedimientos del capitalismo salvaje. En segundo trmino, se alienta la
"participacin" (las polticas "participativas" tan de moda a partir de los ochenta) de los
miembros de los grupos tnicos, procurando que un nmero cada vez mayor de stos se
conviertan en promotores de la integracin "por propia voluntad".
Los procesos que estn transformando la regin Norte de la Provincia de Salta pueden
pensarse como resultado de los cambios asociados a los actuales tiempos de globalizacin y
ponen al descubierto conflictos, tensiones y paradojas entre la prdica oficial del Estado
acerca de la interculturalidad y la efectiva accin estatal en defensa de los derechos indgenas.
Por un lado, se impulsan enmiendas legales para reconocer la preexistencia tnica y cultural de
los pueblos indgenas, garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educacin
bilinge e intercultural y la posesin y propiedad comunitarias de las tierras que
tradicionalmente ocupan, as como asegurar su participacin en la gestin referida a sus
recursos naturales; y por otro se adoptan modelos socioeconmicos que minan la identidad
tnica de los pueblos indios. Al quitarles su territorio se los condena al exterminio. Es lo que
puede llamarse la estrategia del indigenismo etnfago, esto es, mientras se reconoce la
vigencia de las identidades, se busca engullirlas, socavarlas desde sus cimientos: desde la
misma comunidad.
As mismo este proceso de Etnofagia se vuelve un catalizador de la naturalizacin por parte de
la cultura hegemnica de posiciones de clase, de racializacin, de construccin de identidades
sexo-genricas, en el sentido de que reproduce en sus prcticas discursivas una codificacin
monoltica de lo que se entiende como comunidades tnicas. Una de las principales
consecuencias es la invisibilizacin de todo tipo de conflicto tanto en un sentido general de lo
que se entiende por comunidades tnicas, originarias o indgenas frente al Estado (que en esta
relacin aparece como un gestor de legitimacin del orden racial y/o tnico del territorio frente a
este sujeta/o originalmente extranjero) como de las mltiples tensiones que existen dentro de
las mismas comunidades en relacin a identidades, representacin, relaciones inter- genricas,
posturas religiosas o polticas, expresiones de disidencia, etc.
Magdalene Ang-Lygate reflexionando sobre el lugar problemtico en el que nos encontramos
las/os sujeta/os (post)coloniales destaca que es crucial entender lo que en realidad est en
juego cuando no s es capaz de ver las implicaciones de una posible complicidad con una
lucha ni problematizada ni localizada (Ang-Lygate, 2012, pp. 298). Y expresa que lo que la
preocupa es que cuando se entra en los juegos de las polticas de la identidad en realidad
estamos siendo cmplices de una estructura que se ha construido sobre la base del principio
del dualismo binario que deshace inevitablemente la posibilidad de la diferencia. Por lo tanto, la
posibilidad de teorizar la diferencia se reduce a la diferencia como oposicin ms que a la
diferencia como diversidad. Por ejemplo traducido al discurso antirracista, en este esquema
concreto no hay cabida para personas de origen mixto, ni permite a admitir la posibilidad de
racismo de personas negras a negras, o de blancas a blancas, por ejemplo entre
surasiticos y afrocaribeas o entre ingleses e irlandeses (Ang-Lygate, 2012, p.298).
En este sentido este juego de identidades monolticas donde las dadas indgena- criollo
(blanco), mujer- hombre, heterosexual- No heterosexual, alfabetizado/a en lengua castellana/
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no alfabetizao/a en lengua castellana son las bases discursivas sobre las que se piensan las
polticas sociales y educativas del Estado y con las cuales se elaboran proyectos o se
reconocen agentes sociales o se realizan agendas polticas y se pretende hacer/reconocer la
pluralidad, son justamente lo que impiden ese mentado proyecto de construccin nacional
4
plural .
Esto significa que la interculturalidad no puede ser pensada como una categora esencial sino
como un campo de cuestionamiento inscrito en procesos y prcticas discursivas y materiales
en un terreno global. Puede por tanto representar una lucha por los marcos polticos del
anlisis, los significados de los conceptos tericos, la relacin entre teora, prctica y
experiencia subjetiva; representa igualmente una lucha por las prioridades polticas y las
formas de movilizacin.
Es muy comn que se asocie estrictamente la idea de alfabetizacin con la idea de persona alfabetizada
en la lengua castellana, dando por sentado que las personas alfabetizadas en otras lenguas (incluso por
otras vas de acceso al conocimiento que no han sido las del Estado moderno o la religin monotesta
cristiana occidental ) son analfabetas. Es fcil constatar esto si recurrimos a los estudios censales del s.
XIX en Argentina y hacemos la simple pregunta de Quines son las personas censadas? Qu se
entiende como analfabeto? Si bien como ya sabemos, el analfabetismo en la lengua hegemnica de un
territorio-nacin es inhabilitante, tambin es radicalmente inhabilitante que slo se consideren personas
con saberes, capaces de elaborar conocimientos y producir mundos simblicos y culturales con valor de
verdad a las personas que pertenecen a las configuraciones hegemnicas de las mltiples intersecciones
de raza, etnia, clase, identidades sexo genricas, sexualidad.
4
En el ltimo discurso presidencial de conmemoracin del aniversario de la Revolucin de Mayo de 1810
aparece plasmada esta prctica discursiva con la frase que da inicio no slo al discurso sino que enarbola
el proyecto de nacin para los siguientes aos La patria es el otro. Un sintagma monoltico de fundacin
expresado en masculino singular cuyo sujeto de la oracin es femenino singular y que por ecos propios
del uso de las simbologas de la cultura popular podramos sumarle una serie de adjetivaciones como la
bandera celeste y BLANCA, los cabecitas, esos otros, NEGROS, la madre patria, el ese otro argentino,
etc.
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Es recin a mediados del siglo XIX, que el Chaco, considerado desierto y frontera con el
6
indio fue objeto de dominacin . En el largo proceso que implic la Conquista del Chaco
siempre estuvo presente la intencin de establecer misiones religiosas o reducciones que
contuvieran a los/las indgenas, preocupacin que alcanzaba por igual a religiosos y
gobernantes (Teruel, 2005, pp.83-123). La idea central de estos emprendimientos era la
educacin del indgena, para integrarlo al status de cristiano, o sea, de un ser civilizado y
redimible: una conversin total para transformarlo en un ser til a la sociedad. Y bsicamente
este concepto de utilidad giraba en torno a la capacidad de trabajo que podan generar estas
poblaciones (Wright, 2003).
Wright (2003, pp.137-151) menciona algunas de las caractersticas principales de la praxis
franciscana misional, basada en una concepcin evangelizadora que supone primero la
humanizacin de los/las indgenas para luego introducir a los nuevos hombres en la
dimensin de la condicin cristiana. Humanizacin y luego cristianizacin. Ensearles primero
a ser hombres y despus cristianos. Transito que requera que los/las indgenas aprendieran
los hbitos propios del trabajo disciplinado -sometindose a la estricta vigilancia sobre sus
cuerpos y mentes-, as como bajo el orden de los papeles (escritura), lo que produca la
7
colonizacin de la palabra y la supremaca de la razn grfica (Neuman, 2011, pp.99-130) .
Algunas investigaciones recientes enfatizan la formacin de las misiones como un proceso de
etnognesis orientado a la homogeneizacin cultural que dej huellas despus de la remocin
de los jesuitas. La misin define nuevas formas de organizacin social que, ms tarde o ms
temprano, se desprenden de sus precursores, los sacerdotes jesuitas, para ser plenamente
adoptadas por las mismas poblaciones locales, a veces en contra de sus promotores iniciales
(Wilde, 2011, p.24). La misin era el mbito al que se confiaba el cambio cultural de los
indgenas inicindolos en el proceso civilizatorio, entendido como el abandono de las prcticas
culturales propias y la consiguiente adopcin de las de la sociedad europea-criolla.
Haba frontera all donde existan aborgenes sin someter y por ende tierras sobre las que el Estado no
ejerca un efectivo control, esto permite desocultar la lgica de comprender al Desierto como un
espacio vaco de hombres y de sociedad poltica que alimenta siempre el sentimiento de aislamiento, que
deshumaniza y salvajiza. Lgica de despolitizacin de un espacio y de los sujetos que lo habitan, que
abona la deshumanizacin de su contenido, y todo proceso de deshumanizacin lleva lamentablemente a
la legitimacin de cualquier eliminacin total.
6
La ocupacin del Chaco ser obra de los gobiernos de la llamada generacin del ochenta, quienes
condujeron la guerra contra el indio en dos regiones del interior de Argentina: la Patagonia y el Chaco. La
ocupacin y sometimiento de esta ltima regin fue obra de la expedicin del ministro Victoria en 1884,
culminando las tareas a principios del siglo XX, en 1917.
7
La razn grfica es una expresin acuada por el antroplogo ingls Jack Goody, que dedic su
atencin a los efectos producidos por la introduccin de la escritura alfabtica en las sociedades
tradicionales. La escritura es considerada como una herramienta para el desarrollo del intelecto, una
experiencia individual que transforma los procesos cognitivos, resultando en la domesticacin del
pensamiento salvaje (Goody 1987a, 1988) Citado por R. Neuman (2011)
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(1872) Primera edicin en espaol, (1995) Copyright, introduccin y notas by Centro de Estudios
Indigenas y Coloniales.
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Sabemos que los documentos pueden ser ledos tanto en lo relacin a lo que dicen como en relacin a
lo que silencian.
10
Citado por Teruel, Ana (2005) Pg. 85
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11
Entendemos el dispositivo escolar retomando a Foucault (1983), como los significados, normas,
distribuciones temporales y espaciales que dan forma a la escolaridad en un determinado tiempo y
espacio histrico. As la nocin de dispositivo pedaggico refiere a la organizacin y uso del espacio, la
disposicin del mobiliario, la racionalidad en el uso del tiempo para alumnos y docentes, la organizacin
del horario escolar, la distribucin de los cuerpos en el espacio, la organizacin y secuenciacin de las
tareas escolares, la vestimenta apropiada para la escuela, el uso de la palabra y las formas de
comunicacin, los textos escolares, los contenidos curriculares, el reglamento escolar y las medidas de
sancin, el control de asistencia, el sistema de calificaciones, las rutinas y rituales escolares.
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12
El sobremarcado es nuestro
Es interesante notar la estrecha relacin que existe entre la religin y la lengua y sus menciones
oficiales, la lengua castellana no aparece como lengua oficial pero por el contrario aparece oficialmente la
mencin a la religin Catlica en la Constitucin Nacional, Art. 2.- El Gobierno federal sostiene el culto
catlico apostlico romano. http://www.senado.gov.ar/web/interes/constitucion/
14
Es decir la implantacin en la currcula normal de alfabetizacin del plurilingismo en vez de la
organizacin de escuelas especiales.
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15
La mayora de ellas hijas de inmigrantes italianas, francesas y efectivamente de cabellos claros y piel blanca,
pertenecientes a la hegemona cultural y racial: familias europeas o criollas, urbanas, heterosexuales.
16
En el marco del primer juicio oral y pblico por delitos de lesa humanidad que se realiz en Salta por la desaparicin
y muerte del escribano Aldo Meliton Bustos, el Regimiento del Monte 28 de Tartagal ha sido reconocido como lugar de
detencin y tortura durante la dictadura y tambin como campo de entrenamiento de represores exista un grupo de
comandos conocidos como rodillas negras (porque tenan rodilleras de ese color) cuyos miembros conformaban
grupos de tareas que operaban en todo el norte. All fue visto, entre otros, el militante peronista Jorge Rene Santillan,
cuyos restos despedazados por una explosin fueron encontrados en el camino a Acambuco.
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El sobremarcado es nuestro.
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bell hooks cuenta que su libro Aint I a Woman: Black Women and Feminism es un libro de
re-encuentro, recuperacin, liberacin de s misma, en el sentido de encontrarse a s misma
bajo las categoras que la han aprisionado y que a su vez la han constituido, e incluso le han
traducido a las narrativas del discurso dominante y que a la vez, este encuentro en la
negacin, en la exclusin permiti el desamblaje de las categoras mismas que la codifican en
la exclusin, y ms adelante claro est la apropiacin de algunas de esas narrativas como
discursos de empoderamiento. Este complejo proceso dice hooks no la devuelve a un Yo, en
donde la afirmacin es un Yo misma(o) unvoco sino a un comn encarnado, el yo como la
21
encarnacin de la realidad colectiva pasada y presente .
Acaso/No / Soy /Yo /un/ a/ciudadano/a/ Argentino/a? Es una pregunta que cuestiona la
negacin de la pertenencia a una categora, es una pregunta que establece las condiciones de
posibilidad de realizar un camino de desconstruccin de la misma categora que nombra la
exclusin y la pertenencia, y las condiciones de verdad sobre la que se establece la misma
categora. Quizs sera la pregunta inicial para un desmontaje de las narrativas de la razn
18
Catalina Huenan es la primera persona perteneciente a la comunidad chane que obtuvo el ttulo oficial
de maestra y prximamente defender su Tesis de Licenciatura en Ciencias de la Educacin.
19
Para esa poca novicia perteneciente a la comunidad chane.
20
Gloria Jean Watkins (nacida el 25 de Septiembre de 1952 en Hopkinsville, Kentucky, Estados Unidos),
conocida como bell hooks (escrito en minsculas).
21
En 1851 Soujuner Truth pregunta: Acaso no soy yo una mujer? Mrame!, Mira mi brazo! And raising
herself to her full height, and her voice to a pitch like rolling thunder, she asked, "And ar'n't I a woman?
Look at me! Look at my arm! [And here she bared her right arm to the shoulder, showing her tremendous
muscular power] Discurso de Soujuner Truth en la Convencin de Derechos de las Mujeres en Akron,
Ohio, EE UU. Editado en 1863 por Frances Dana Gage en el Anti-Slavery Standard (Mayo 2, 1863).
Fuente: The Soujuner Truth Institute http://www.sojournertruth.org/Default.htm ]
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22
como
En este sentido nuestro inters es poder dar cuenta de la complejidad de los dispositivos
(pos)coloniales que interactan en nuestra realidad, su conflictividad, su especificidad local,
tratando de evitar quedar atrapadas en lgicas en donde el des-amblaje de categoras
monolticas codificadas y reproducidas por los discursos hegemnicos de la razn (pos)colonial
puedan convertirse en una sumatoria de nuevas categoras petrificadas de lo otro, las otras
de la Otra en una serie de poses y construcciones melodramticas acadmicas de el/la en
subalterno/a en donde no se tiene en cuenta las maneras en las que las subjetividades de los
y las propias acadmicas estn/estamos ligados/as a la posicin de sujeto que asignamos a
23
ese Otros /Otras (Puwar, 2008) .
4. Referencias bibliogrfcas
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Tacaagl del Territorio Nacional de Formosa. Estanislao Zeballos y los nios tobas del
22
Decimos visuales para referirnos en un sentido amplio tanto al imaginario que aparece en las diferentes
construcciones discursivas socio-culturales sobre lo que se considera indgena, rasgos indgenas,
prcticas indgenas como a las representaciones de estos imaginarios en las artes visuales, la literatura,
los medios grficos artsticos, las expresiones musicales, los medios masivos, el folklore, etc.
23
Ese lugar incomodo y de extraamiento radical que produce la relacin entre sujetos/as poscoloniales
en posicin de investigadores/as, terico/as, acadmicos/as y sus sujetos/as de estudio est
problematizada elocuentemente en la reflexin audiovisual que desarrolla Trinh T. Minh-ha cuando realiza
en 1989 el film Surname Viet Given Name Nam en dnde utilizando las formas narrativas y visuales
propias del cine documental etnogrfico pone en escena las entrevistas a cinco mujeres vietnamitas. En
un principio podemos pensar que estas mujeres estn en Vietnam y que desde all nos hablan, poco a
poco vemos que en realidad estn situadas en EE.UU, luego entendemos que estas mujeres que relatan
sus experiencias no son las mismas que describieron sus vivencias de esas experiencias, en realidad
estas entrevistas son textos de entrevistas realizadas en Vietnam, publicadas en francs, traducidas por
Trinh T. Minh-ha al ingls, y que estn recitando las actrices ahora frente a cmara. La disrupcin es
radical, no slo respecto al contenido sino tambin a la forma y al concepto mismo de lo que entendemos
como memoria, traduccin, registro, y subjetividad. Por ejemplo en un fotograma del film aparece impreso
el siguiente texto en ingls: Estoy dispuesta a hablar pero no debes dudar de mis palabras. Existe la
imagen de la mujer y existe su realidad. A veces las dos no funcionan muy bien juntas! Mientras el
parlamento de la mujer contina en el fondo. Muchas veces como espectadoras tenemos que elegir entre
escuchar y leer. Ese extraamiento que acontece mientras vemos el film es el que escenifica la
inadecuacin de asumir el/la otro/otra como sujeto unvoco de las narrativas, ya sean stas desde los
discursos epistmicos de la cultura hegemnica occidental como desde los estudios desde la alteridad o
post- coloniales o de fronteras o del tercer mundo.
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Resumen
La Plataforma de Accin de Beijing y la CEDAW representa un paso importante en la afirmacin de los
valores comunes y de una opinin compartida sobre la igualdad de gnero para todas las sociedades
humanas, independientemente de sus tradiciones culturales y religiosas. Sin embargo, las fuertes
desigualdades de gnero persisten en prcticamente todo el mundo, como los cuatro parmetros el
trabajo, la educacin, la poltica y la salud, que se utilizan para el Gender Gap indican. El artculo analiza
la cuestin de la igualdad de gnero frente a la persistencia de las desigualdades sociales y econmicas,
teniendo en cuenta el punto de vista histrico, y enfocando los problemas actuales. El documento plantea
una pregunta crucial: es la persistencia del sexismo, la discriminacin, la violencia contra las mujeres, la
culminacin de las resistencias de las instituciones religiosas y las fuerzas conservadoras,
antidemocrticas y autoritarias, o es una consecuencia del actual sistema mundial, formado por la
dominante los pases occidentales y sus ideologas (ideologas saber mercado centrado) con su
aceptacin formal de la democracia y de los derechos humanos?
Abstract
The Beijing Platform for Action and the CEDAW represent an important step in the affirmation of common
values and of a shared opinion about gender equality for all human societies, regardless of their cultural
and religious traditions. However, strong gender inequalities persist practically all over the world, as the
four basic parameters -work, education, politics and health, which are used for the measurement of
Gender Gap, the gender imbalance- indicate. The paper analyses the issue of gender equality versus
persisting social and economic inequalities, taking into account an historical perspective, and focusing
present problems. The paper raises a crucial question: is the persistence of sexism, discrimination,
violence against women, the culmination of the resistances of religious institutions and conservative
forces, undemocratic and authoritarian, or is it a consequence of the present World system, shaped by the
dominating Western countries and their ideologies (namely market-centered ideologies) with their formal
acceptation of democracy and of human rights?
Palabras clave
Gnero; Desigualdades; Derechos; Feminismo; Emancipation; Globalizacion; Sexismo
Keywords
Gender; Inequalities; Rights; Feminism; Emancipation; Globalization; Sexism
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1. Introduction
During the 1990s, the debate on human rights within the United Nations and other international
organizations has opened new perspectives for womens citizenship in an increasingly
globalized world (Berkovitch, 1999).
The Second World Conference on Human Rights (Vienna, 1993) has argued forcefully that "the
human rights of women and girls are an inalienable, integral and indivisible part of universal
human rights" and that "the human rights of women should form an integral part of the activities
of the United Nations for human rights. The Beijing Platform for Action, adopted at the Fourth
World Conference on Women (1995), and the ECOSOC agreed conclusions (1997/2), have
asked the United Nations, Member States, international organizations and NGOs to
systematically integrate a gender perspective in all their political actions. The strategy of gender
mainstreaming recognizes the need to take into account the social and economic differences
between men and women, assessing the implications of every action, program or policy, in
order to ensure further steps towards the ultimate goal: the elimination of gender inequalities
enshrined in the Convention on the Elimination of All Forms of Discrimination against Women
(CEDAW), adopted in 1979 by the UN General Assembly and ratified by several Member
States.
The Beijing Platform for Action and the CEDAW represent an important step in the affirmation of
common values and of a shared opinion about gender equality for all human societies,
regardless of their cultural and religious traditions. With these documents, gender equality has
become a key element of human rights and has been established as an essential pillar for the
implementation of the aim of development- as defined by the UN. In fact, according to the
United Nations studies, analysis and indicators, policies that promote development, equal
opportunities and the participation of women have a positive impact on productivity and
economic growth.
However, in front of these declarations and programs, strong inequalities persist for female
gender in practically all world societies, as the four basic parameters -work, education, politics
and health, which are used for the measurement of Gender Gap, the gender imbalanceindicate. This doesnt concern only poor or developing countries, but also rich countries of the
Western world. As far as the social representation is concerned, gender inequality is still
present in the majority of the cultures, religions, nations and groups in the world. Catholic and
Muslim delegates at the Bejing Congress joined together in opposition to reproductive rights,
1
sexuality and womens health . Political conservatism has also an impact on womens rights. In
the United States, where feminist movements have a long history, since the Republican
presidency of Ronald Reagan in the early eighties, womens rights have not much advanced: it
2
is even question of backlash a sort of counter-attack against womens rights.
Moreover, gender equality is challenged by a recent trend that sees inequalities in class, race
and rights grow: after a time when modern societies were fighting inequality, now all indicators
show that inequality is growing worldwide (Rodota, 2013). The trend is clear, if even the
1
Italy is, unfortunately, a clear example of how gender inequalities persist over the years and how the
social representation of the woman in media and mainstream culture is negatively stereotyped (Campani,
2009), in spite of the pressure of international organisations (including the European Union).
2
The concept of "backlash" was introduced by Susan Faludi in 1991 with "Backlash: The Undeclared War
on American Women." Backlash (counterattack) is the title of a 1947 Hollywod movie in which a husband
is accusing the wife of a murder that he has committed. Similarly, Faludi writes, the speech of the backlash
accuses feminismo of all evil, when in fact it is precisely the instigators of the backlash that cause the
deterioration of the status of women, cutting welfare, fighting against equal pay, blocking funding for the
'assistance to children and kindergartens. Faludi explains that the backlash is not a coordinated
movement, much less a conspiracy run by some small secret group who pulls the strings. It is, however, a
"mix" of representations, ideas, doctrines, pseudo-scientific (psychological, sociological or demographic)
values. Moreover, the mix is seemingly contradictory: the backlash is "at the same time sophisticated and
banal, falsely modernizer and proudly backward. Use the results of an alleged "scientific research" and the
moralism of yesterday ... ". (p. xviii). What holds it together is the desire to limit the freedom of women.
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President of the United States Barack Obama has recently denounced that inequalities in the
rights, in the respect of the race and in income are putting in danger social cohesion and
democracy. It is in fact estimated that in the USA 10% of the population owns between 50% and
85% of the national wealth, while in 1980, this same 10% possessed the 35% (Rodota, 2013).
European data are similar. Various factors produce growing inequality: the economic crisis, the
austerity approach that reduces resources for the welfare, the high unemploymentIn fact,
behind all these phenomena, there is the affirmation of the market as a natural law whose rules
are the competition and the indifference to the universalism of the rights.
The question is then: how can gender equality, aimed by the Bejing Platform, be implemented,
when social, economic and even racial inequalities are growing? In a time when the awareness
on gender equality as basic human right is spreading, the production of inequalities challenges
womens movements as two hundred years ago...
2. Womens rights, universal rights
The paper starts the idea that the challenges womens movements face today, in a world of
growing inequalities, have been there since the beginning of the feminist battle. It analyses the
complex issue of gender/equality/inequality both in the historical perspective and in the present
context, in order to find some instruments of understanding of the present difficulties: divisions
in womens movements; claims for formal equalities (i.e. the pink quota in political
representation), while the rights of the workers (both male and female) are vanishing;
development of anti-feminist and conservative womens movements; debate about
multiculturalism and womens rights developed by some feminists, as Moller Okin (2007),
questioning the position of minoritiesThese are just some of the issues womens movements
face.
Since the Eighteenth century, the issue of equality between men and women was intermingled
with the fight for overcoming other inequalities as the abolition of the slavery for blacks and the
class conflict. Moreover, since the Nineteenth century, the national battles with their promises
of equality (and citizenship) at least for or just for the nation members- citizenship is still today
bound to a precise nationality- have seduced many women who were at the same time engaged
in the feminist battle both in the Western and non-Western world (namely in the decolonization
fight). National battles may have represented new rights for the women, but they may have also
induced the sacrifice of womens rights in the name of the tradition, basis of the social cohesion
of the nation.
These two historical facts remind that, on one side, women engaged in the feminist battle were
aware that the fight against gender inequality wasnt possible unless other inequalities were
abolished: this was the universalistic perspective. However, on the other side, women
movements accepted to fight for their belonging group (as their own nation), in order to reach
some specific aims and, in some cases, they even lost rights.
These processes are the consequence of a basic fact: women represent at the same time a
specific component of the society (which has experienced/suffered thousands of years the male
domination) and an integral part of the societies main divisions- as members of the oligarchical
classes (aristocracy, bourgeoisie, etc), militants of political movements fighting for the power
and crucial components of ethnic groups, of which they guarantee the reproduction.
Since around twenty years, as a result of the critics addressed by black and post-colonial
feminism to mainstream feminism, scholars in gender studies have agreed that the status of
women cannot be defined if the articulation between gender, ethnicity and class is ignored. The
intersectionality -gender-class-ethnicity- approach reveals a double theoretical urgency: to
revise the concept of sisterhood that considered all women as the oppressed half of the world,
and to take into account the tensions between the universalism of rights and women's
difference, deepening the same concept of equality. The intersectionality questions the same
UN approach to gender, if it doesnt consider sufficiently the specific contexts and uses a
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The term feminism has appeared for the first time at the end of the Nineteenth Century in the USA.
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represents an interesting dimension that indicates the complexity of the relationships between
womens rights and religion. Therefore, the first figures of a movement fighting for women's
rights were also important figures of abolitionism, like the sisters Angelina and Sarah Grimk,
Lucretia Mott (who was also a Quaker minister) and Elizabeth Cady Stanton. Mott and Stanton
organized in 1848 a Convention on the Rights of Women in Seneca Falls, in upstate New York.
The final text of the Convention-the Declaration of Sentiments- based on the Declaration of
Independence of the United States, constituted the founding act of the American feminism. The
Declaration lists the grounds for censure against men, as the American colonists had done
against King George in the Declaration of Independence: "The history of mankind is a history of
repeated injuries and usurpations on the part of man towards Women. It denounces the denial
of several rights such as the right to vote (and thus participating in the creation of laws), the
access to higher education, and the ministry of the Church in most churches (with the
exception- precisely- of the Quaker); child custody practically always granted to the father. The
Declaration states that "men and women are created equal" and that the signatories would use
4
all the means at their disposal to correct the existing inequalities .
The Seneca Falls Convention is a crucial stage in the history of feminism, a term that will
appear in the United States, some decades later, when the claims of the Declaration of
Sentiments began to be translated into real rights, in respect to participation in civil life (access
to University, to the exercise of professions) and in politics (the right to vote and to be
elected). The first signs that the battle for the right to vote would have been won by the women
appeared in the late nineteenth century: in 1890, the State of Wyoming and, in 1893, the State
of Colorado conceded women the right to vote. It took then thirty years before the right to be
5
generalized all over the United States (1920) . British suffragettes obtained it before their
American sisters, in 1919. German women got it too, as a result of the progressive Constitution
of the Weimar Republic. In fact, the first women on the earth who got the right of vote were the
ones from New Zealand (1893), but the specific context of the country (low presence of women;
colonial domination of the whites over the indigenous Maori), reinforces the idea that, even
when women win some battles, the articulation between gender/ethnicity and class interferes
with the general processes of emancipation. In New Zealand, the improvement in the equality
between white men and white women was counter-balanced by the inequality among whites
and indigenous people. That was certainly not the outcome Olympe de Gouges supporter of
6
an universalistic cosmopolitanism would have wishedThe case of New Zealand may have
brought arguments to the critics that the Marxists brought to the suffragettes movement as
petty bourgeois
http://www.url.it/donnestoria/testi/percorso_900/seneca.htm
The territory of Wyoming was the first one to give women the right to vote in 1869. It was admitted as
state in 1890 with the vote to women (in 1893 it was Colorado and in1895 Utah followed).
6
We have borrowed the definition from Habermas (1996 ).
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5. Inequalities among peoples and the national question. Strange parallels between Italy
and China.
Nineteenth century Europe is characterized by the consolidation of nation-states with their
promise of citizenship, as a moment of peoples emancipation, and with the risk of developing
exclusionary nationalism as an aggressive ideology. The century was also characterized
European colonial expansion, which was made in the name of the accepted inequality between
peoples and the mission of "the white man" to civilize other cultures. The battle for equality
between sexes was deeply marked by these processes, carriers of deep divisions among
7
Flora Tristan, Ncessit de faire bon accueil aux femmes trangres, Delauny, Palais Royal, Paris,
1835, quoted by Leprohon, 1979, pp. 234-235.
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groups.
The nationalist issue is extremely important to understand the difficulties women's movements
met at the time when the "patriotic" pressure is exerted on them. The Italian case is exemplary
from this point of view: during the Risorgimento- the nation-building process-, Italian women-asCristina of Belgioioso- participated in priority to the struggle for national liberation, putting aside
their claims.
After the National Unification, early feminists, like Anna Maria Mozzoni, founded the League to
promote women's interests in 1878, engaging in the struggle for suffrage. With the founding of
the Socialist Party in 1892, the demand for womens civil and political rights intertwined-in Italywith the question of the protection of the working class: in the socialist vision, the prospects of
emancipation of women coincided with those of the subaltern groups.
The process towards womens emancipation, which was moving on a double track, between
feminism and socialism, was blocked by the nationalist backlash of the First World War, which
caused a "strange" alliance between nationalist groups and some feminists. The interesting
collection of essays by Laura Guidi, Experiencing War Trails: biographical and gender roles
8
between the Risorgimento and the First World War, published in 2007 , shows how the First
World War was preceded by an ideological female nationalism that abandoned the pacifist
positions of the beginning of the century. Among those who glorify war in 1915 there is Anna
Maria Mozzoni, which in 1885 had strongly denounced the class character of militarism: "If your
son died in the war and the king has won you are not allowed to cry - you would be a bad patriot
and a cowardly sissy [...] For you, or woman of the people, what is home? It is the policeman
who comes to take your son to do soldier - is the tax collector... - is the guard duty-free
treatment... [...] Of the glories of this country, its joys, its assets, its favors, not even one arrives
up to you "(Guidi, 2007, p. 100). Yet, thirty years later, the same Mozzoni supported the
paradigm of the inevitable antagonism between the races: among the Germans, "rough and
hard, whose imagination is made sad and gruesome by rigorous climates and darkened by
endless forests" and "gentle race, and genius "of the Latins," no peaceful relationship is
9
possible". (Guidi, p. 7) .
Guidi analyzes the role of female nationalism that took as a point of reference two journals, The
Unification of Italy and Italian mother. Nationalist women were members of an area
numerically restricted, but very visible; having strong links to the political, economic and military
establishment, they saw in the war an opportunity to build a new society in which a female elite
would have found a leader role. On the occasion of the first World War, these women chose the
nationalist front, offering their contribution of educators of masses of women potentially
dangerous, easy prey of the socialist influence. Laura Guidi highlights the differences between
the interventionist nationalism of these women's movements and the Risorgimento, pointing out
at this stage the predominance of racist discourse (in this case, the Latin race against dark
Germanic race). "For the nationalist enemy does not become such because of his actions, on
the contrary, for the intrinsic essence of race: it is an innate instinct that drove the Teutonic
imperialism to invade the land of others, which instigates to pursue the criminal objective to gain
hegemony over the Latin races and the world, renewing the glories of the Holy German Empire.
The "German" is an enemy by essence" (Guidi, p. 100). If the nationalist women expected a
reward at the end of the war, in terms of greater women's rights, they created a rift with the
socialist ones, who remained faithful to the choice pacifist and internationalist perspective.
Moreover, the conquest of some civil rights in 1919, as the legal emancipation, the recognition
of the right of trade and the managing of their belongings, the abolition of the husbands
authorization to testify in court, could not be extended to the political sphere because of the
authoritarian turn of the fascist regime. In 1922 Italian women won the right to vote in local
8
Vivere la guerra Percorsi biografici e ruoli di genere tra Risorgimento e primo conflitto mondiale,
pubblicato nel 2007 da Clio Press, Naples
9
A. M. Mozzoni,, Le razze, in Lunit dItalia, 15 agosto 1915.
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elections, but they could never exercise it, because fascism abolished the election.
The complex interplay between vindication of womens rights and national battle is not just
about Europe. The birth of feminism can be located mainly in the West, however, both individual
women and groups engaged in the battle for gender equality in non-Western countries, such as
Japan and China.
First feminists in Japan appear in the phase of modernization of the country, after the 1868 Meiji
Restoration, which abolished the feudal system and introduced some changes in the status of
women, such as the possibility to divorce and the right to primary education. An interesting
figure of the time was Utako Shimoda, who lived between 1854 and 1936, poet and educator.
Utako travelled to Europe to learn about the educational methods used in girls' schools and, on
her return, she founded the Jissen Women's University, where she tried to combine the
methods of European and Japanese tradition (for example enhancing the educational practices
that develop the grace of Japanese women).
Utako played a central role in the formation of Chinese women, founding in Shanghai in 1901
both a school and a publishing house "Society for the Renewal", which published the magazine
"The Continent", widely read by the Chinese elite. In the magazine, Utako advocated her
educational philosophy, "based on the need of education and employment of women," to
improve not only themselves but also the country. (Carpinelli, 2007). The woman question was
connected well with that of the re-founding of the Chinese nation, carried out by the nationalists
of the first Kuomintang, fighting against the imperial dynasty and the attempt of Western
colonization. If "the first steps of empowerment of women in China are connected to the
uprisings of the Taiping (1851-1864) against the Empire and Manchu Boxer (1899-1901)
against the Western colonizers" (Carpinelli, 2007), is in the nationalist struggle that figures such
as Qiu Jin, formed in Japan, under the guidance of Utako Shimoda, became active. Qiu Jin
fought at the same time for a Republican China freed from colonialism and for women's
emancipation. Qiu Jin, who kept a school for girls, was beheaded in 1907, thirty-one years old,
on charges of participating in an insurrectional project. The importance of womens
emancipation to transform China, based on the progressive Western ideas, was also supported
by political leaders who fought for the renewal of China and against the imperial power, such as
Sun Yat-Sen, the father of the Chinese Republic. The advent of the Republic in 1911 did not
mean, however, the realization of womens rights as the elite Chinese women had dreamed of,
such as the right to vote. Chinese women who fought for the emancipation of women were
forced to leave aside their claims in a context in which China was threatened by Western
economic colonization through unfair treaties and Japanese expansionism. As the Italian
women during the Risorgimento, the Chinese women had to adhere to the national cause
10
carried out by the Kuomintang avanti dal Guomindang , putting aside their claims.
The question of the relationship between feminism and the national question is also crucial to
understand the processes that took place in the first half of the twentieth century, devastated by
two World Wars fought in the name of a violent Fascist nationalism in Germany and Italy and
triggered by racist and totalitarian forces. During the Second World War, the battle for women's
rights coincided necessarily with the battle against fascism (and therefore with the Resistances
in the occupied countries).
National Chinese Party o Zhongguo Guomindang is the name given to the revolutionary Chinese party
in 1919. It was the main actor of the reunification of China in 1926-27 and ruled the Chinese Republic
until 1949. It opposed the Communist party in the political-military fight between 1946 and 1949.
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nation-states in the Arab world, sub-Saharan Africa and Asia. During these processes of
decolonization, womens claims have often been viewed with suspicion with respect to the battle
for the nation. The national question-often intertwined with religious and ethnic identity - it is not
a phenomenon of the past, it continues to be present, with his efforts to defend the borders-real
or symbolic-of nations.
Class conflict and ethnic/national conflicts have continued to interfere with the new feminism
that developed during the Sixties, first in the United States, then in Europe, bringing new
analytical instruments an a new project for the comprehensive transformation of society,
overcoming patriarchy in all its aspects and looking for a worldwide sisterhood. Feminist
thought has contributed to the overall analysis of social relations, through the concept of
gender, focusing attention on the social construction of masculinity and femininity, presented as
a set of meanings reified set of stereotypes, roles of internalized, in the family, in society, in
politics, in a continuum that eliminates the separation between the private and the public (Scott,
1988a, 1988b). The concept of gender, revealing the social construction that justifies the
relations of domination, is an important contribution to social sciences.
However, the first generation of post-war feminists - mainly from Western countries have
focused their critics on the middle-class society, white, patriarchal, sometimes neglecting the
problems of ethnic minorities or groups colonized. This has induced the critics by the black
feminism and, finally produced the intersectionality theory. For their part, the women of the
countries struggling for decolonization or recently decolonized have conducted their battles
especially in the context of national elites, with the primary objective of building new countriesoften in opposition to Western imperialism.
In the present global world, the encounters between Western women and women from the postcolonial world are not simple, although the gender theory-as an analytical category to
deconstruct all the realities of male domination- has represented a basic instrument on which it
has been possible to build the United Nations common agenda, up to the Beijing Platform. Still
the growth of inequalities inside the countries, the growing differences between countries, the
comparison between the U.S., Europe, emerging markets, are undermining the possibility of
cross-countries battles. European women are often stuck in purely formal battles for the rights,
while women non-Westerners are often attracted by movements proposing strong anti-Western
identities.
Moreover, the increase in inequalities raises a crucial question: is the persistence of sexism,
discrimination, violence against women, the culmination of the resistances of religious
institutions and conservative forces, undemocratic and authoritarian, or is it a consequence of
the present World system, shaped by the dominating Western countries and their ideologies
(namely market-centered ideologies) (Gallino, 2007) with their formal acceptation of democracy
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diversity.
Roco Crdenas-Rodrguez,
Teresa Terrn-Caro,
Victoria Prez-de-Guzmn,
Universidad Pablo de Olavide, Espaa
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Resumen
La diversidad cultural es una caracterstica de las sociedades plurales, el modo de concebir esa
diversidad cultural hace que las sociedades evolucionen o se vuelvan estancas, hacen que los grupos
culturales permanezcan segregados o integrados. En ese sentido, es importante analizar qu modelo de
gestin de la diversidad cultural gua nuestras intervenciones ya que de l depende que grupos culturales
permanezcan aislados, integrados e incluso aniquilados. El presente artculo analiza y defiende el modelo
intercultural como modelo integrador y cohesionador, estableciendo postulados y directrices para
intervenir desde este modelo. Por otro lado, el gnero ha sido siempre un factor de exclusin, siendo para
la mujer inmigrante un elemento ms de discriminacin. Desde un modelo intercultural se pretende
orientar medidas y actuaciones para intervenir desde la perspectiva de gnero, determinando la
necesidad que existe en la sociedad actual de formar en una convivencia intercultural para conseguir la
integracin de todas las personas (inmigrantes y autctonos). Somos conscientes de la importancia de la
lucha por el respeto a la libertad de ideas y la integracin de las diferencias como elementos esenciales
en la dignificacin humana, y la cultura y el gnero son elementos claves en este proceso.
Abstract
Cultural diversity is a characteristic of plural societies, the way we think that cultural diversity makes
societies evolve or become tight, make cultural groups remain segregated or integrated. It is important to
analyze the management model of cultural diversity guide our interventions because it determines which
cultural groups remain isolated, integrated and even annihilated. This paper examines and defends the
intercultural model inclusive and cohesive model, establishing principles and guidelines for intervention
from this model. The gender has always been a factor of exclusion, being for immigrant women an
element of discrimination. From an intercultural model is to guide measures and actions to intervene from
a gender perspective, determining the need in society to form an intercultural coexistence to achieve
integration of all people (immigrant and native). We are all aware of the importance of the struggle for
respect for freedom of ideas and integration of differences as essential elements in human dignity, and
culture and gender are elements of this process.
Palabras clave
Cultura; Diversidad Cultural; Multiculturalismo; Educacin Intercultural; Gnero
Keywords
Culture; Cultural Diversity; Multiculturlism; Intercultural Education; Gender
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1. Introduccin
La diversidad cultural en los ltimos aos ha provocado que la sociedad espaola haya
experimentado un cambio en su composicin demogrfica y cultural, siendo cada vez ms
plural y diversa. Los movimientos poblacionales, tanto personas de origen extranjeras que
llegan a Espaa como ciudadanos/as espaoles que emigran hacia nuevos contextos,
caracteriza el siglo XXI. Las migraciones se han producido a lo largo de la historia de la
humanidad; si bien, es cada vez es ms normal y predecible que una persona viva en distintos
contextos y sociedades a lo largo de su vida. Este elemento de la globalizacin hace que
realicemos y mantengamos ms contactos culturales y estemos expuestos/as a un mayor
mestizaje cultural.
Ante esta realidad, la educacin intercultural se hace necesaria, siendo una exigencia de la
sociedad receptora as como de aquellas personas que migran buscando mejores condiciones
de vida.
Por otro lado, las personas que emigran no se incorporan, exclusivamente, a un mercado
laboral. Se incorporan a una sociedad, para formar parte de la situacin econmica y cultural.
Es, adems, un grupo especialmente vulnerable a los mecanismos de exclusin social, porque
no participa de muchos de los intercambios, prcticas y derechos sociales que configuran la
integracin social, como pueden ser el acceso a la sanidad, la educacin y la justicia.
Asimismo, las migraciones reproducen los roles femeninos. Las mujeres emigran para superar
la pobreza y garantizar la seguridad econmica de sus familias. En la mayora de los casos,
suelen incorporarse a trabajos de baja cualificacin, en particular, al sector servicios, como
trabajadoras del hogar o cuidadoras de enfermos y personas mayores. De este modo,
reproducen el rol tradicional en los pases receptores.
En este contexto nos preguntamos qu podemos hacer desde nuestra realidad cotidiana para
contribuir a la superacin de las desigualdades que afectan a las personas inmigrantes en
Espaa? Incidiendo especialmente en la realidad de las mujeres, al estar, muchas de ellas,
sujetas a una triple discriminacin: por ser mujeres, por ser pobres y por ser inmigrantes.
La base que fundamenta una sociedad democrtica es la igualdad de derechos. La convivencia
intercultural exige equiparar al mximo los derechos entre las personas sin tener en cuenta su
origen ni su gnero.
En el presente artculo se pretende analizar qu podemos hacer desde la interculturalidad para
fomentar la cohesin social, desde la perspectiva de gnero. Con la finalidad de buscar
alternativas que promuevan una sociedad que respete la diversidad y a la vez se enriquezca la
convivencia entre personas de diferentes culturas. Para ello comenzamos reflexionando sobre
las implicaciones de la diversidad cultural y la importancia de valorar la diversidad cultural, para
posteriormente detenernos a analizar qu modelos de gestin de la diversidad cultural existen,
cindonos slo a aquellos que valoran la diversidad cultural. Finalmente, desde la perspectiva
intercultural se muestran directrices para trabajar la interculturalidad desde la perspectiva de
gnero.
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Tabla n 1.
Funciones de la cultura
Funcin de la cultura
Concepto de cultura
Lgica de la cultura
Objetivo de la cultura
Modelos de gestin
de
la
diversidad
cultural
Funcin Ontolgica
Estructuras y cdigos
Lgica de la pertenencia
Permite
al
ser
humano
identificarse ante los dems
Funcin Instrumental
Proceso dinmico
Lgica de la adaptacin
Permite al ser humano la
adaptacin a los nuevo contextos
Multiculturalismo
Interculturalismo
Fuente: Elaboracin propia a partir de Bauman (2001): El enigma multicultural. Un replanteamiento de las
identidades nacionales, tnicas y religiosas. Barcelona: Paids Studio.
Si hacemos referencia al trmino diversidad nos surgen algunos interrogantes como: Siempre
ha existido la diversidad? Alguno de nosotros no es diverso a los dems? Lo normal es la
homogeneidad? Para responder a estas cuestiones podemos hacer alusin a la definicin de
Jimnez Martnez y Vil Su (1999, p.84), segn la cual la diversidad es una caracterstica
inherente a la naturaleza humana y una posibilidad para la mejora y el enriquecimiento de las
condiciones y relaciones sociales y culturales entre las personas y entre los grupos sociales.
Tradicionalmente el termino diversidad se haba utilizado como sinnimo de diferencia; si bien,
en la actualidad ambos trminos estn delimitados conceptualmente con connotaciones
distintas. El trmino diversidad hace alusin a una cualidad objetiva, es un hecho, la diversidad
concibe la heterogeneidad como norma. No obstante, el trmino diferencia es una apreciacin
subjetiva de la diversidad, es una valoracin de la diversidad, y plantea connotaciones morales,
por ello el trmino diferencia puede derivar en actitudes de rechazo y de exclusin si
realizamos una jerarquizacin de las diferencias concebidas desde nuestra subjetividad.
Segn el Informe Diversidad y cohesin: nuevos retos para la integracin de los inmigrantes y
las minoras presentado en el Consejo de Europa de Estrasburgo el 12 de julio de 2000, el
trmino diversidad se utiliza para tratar la variedad de valores, estilos de vida, culturas,
religiones e idiomas que caracteriza a las sociedades, y se refiere a:
a) La diversidad de la cultura, en general, y no exclusivamente como la consecuencia de
los movimientos migratorios y de las comunidades minoritarias asentadas.
b) Cuando la diversidad se aplica a los/as inmigrantes y a las minoras se acenta el valor
y no los problemas que van asociados con ser diferente.
c) La diversidad reconoce una cultura global y, a su vez, reconoce a las culturas
nacionales y locales.
d) El trmino diversidad subraya el hecho de que las personas normalmente poseen
mltiples identidades, son miembros de mltiples grupos y tienen mltiples afiliaciones
culturales.
e) La diversidad trata sobre las afiliaciones voluntarias y menos sobre las afiliaciones
culturales.
f) La diversidad trata de resolver de una manera creativa la dicotoma de los valores
universales y particulares de sociedades diversas y multiculturales.
El ms estricto acatamiento y cumplimiento de los Derechos Humanos nos obliga a respetar e
incluso potenciar la diversidad de todo tipo (de lengua, de cultura, de religin, de
costumbres). Adems, lo que realmente nos enriquece en nuestro proceso de desarrollo
como seres humanos es el dilogo, la relacin, el contraste, el compromiso, el nivel de
conformidad segn nuestros deseos y expectativas con la diversidad que los dems
representan siempre para nosotros/as.
Uno/a puede sentirse atrado/a por la diversidad que otro ser humano encarna, o puede sentir
sentimientos de desagrado y repulsin por razones no siempre objetivables. La diversidad nos
despierta sentimientos de simpata o de antipata que pueden condicionar fuertemente nuestra
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IDAD
Plano Fctico
Lo que s
Multiculturalidad
Diversidad cultural
ISMO
Plano Normativo
Lo que debe ser
Multiculturalismo
Reconocimiento de la diferencia.
Principios y postulados
Interculturalidad
Relaciones
Intertnicas
Interculturalismo
Convivencia en la
diferencia.
Principios
y
postulados
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La primera diferencia que podemos encontrar entre ambos es de tipo geogrfica. En el mundo
anglosajn se ha desarrollado y extendido ms un concepto multicultural, pero no slo para
referirse a la existencia de varias culturas en un mismo contexto, sino tambin en relacin a
propuestas educativas que tienen por objeto fomentar el encuentro entre las diferentes
culturas. Mientras que en Europa occidental, la mayor parte de los/as autores/as han
desarrollado ms el trmino interculturalidad.
En el mbito americano, el multiculturalismo se ha dirigido a grupos no slo en funcin de su
cultura o etnia, sino tambin atendiendo al gnero, a la clase social y a las personas
discapacitadas, mientras que en Europa se ha delimitado ms hacia los inmigrantes que
conformaban grupos tnicos y culturales.
Tal y como se muestra en la tabla n 3, cada modelo tiene una serie de principios y postulados
que reflejan sociedades distintas y formas de intervenir especficas.
Tabla n 3.
Multiculturalismo/Interculturalismo
MULTICULTURALISMO
De origen americano
Descriptivo
Sociolgico
Coexistencia
INTERCULTURALISMO
De origen europeo
Prescriptivo
Pedaggico
Convivencia
Fuente. Snchez Fernndez, Amador Muoz, Crdenas Rodrguez y Rodrguez Izquierdo (2011)
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Poltico
Pedaggico
Equidad
Igualdad legal y social
Educacin Intercultural
Medidas pedaggicas
para aprender a
convivir todos juntos
4. Interculturalidad y gnero
La mayor presencia y visibilidad de la mujer en los procesos migratorios contemporneos es un
fenmeno de gran importancia, no slo desde una perspectiva cuantitativa, sino tambin en lo
referente a las nuevas significaciones que la mujer aporta en el plano familiar, en su rol de
madre, en su pertenencia al mundo laboral, en su autonoma personal, en las situaciones de
abuso que sufre y en la reivindicacin de su sexualidad.
Es por ello que la variable gnero ha creado una nueva perspectiva de investigacin en los
ltimos aos, llegando incluso a enmarcarse como un campo de estudio especfico. Sin lugar a
dudas, existe, cada vez ms, una mayor relevancia de la mujer como protagonista en los flujos
migratorios, antes invisibilizada. Hoy en da an no se ha conseguido visibilizar a la mujer
inmigrante como le corresponde, por ello debemos seguir trabajando en este propsito pues no
podemos ignorar una realidad tan crucial para el desarrollo de los pases, tanto emisores como
receptores de la inmigracin.
Prueba de ello es que, segn la Organizacin Internacional del Trabajo (OIT), ya en 1960 el
46,6% de los migrantes que vivan fuera de su pas eran mujeres, siendo desde entonces la
proporcin de mujeres migrantes casi tan numerosa como la de los hombres. En 1970 el
porcentaje asciende al 47,2%, en 1980 es de 47,4%, en 1990 es de 47,9% y en el 2000 es de
48,8%, llegando a ascender la inmigracin femenina en las regiones ms desarrolladas al
50,9% en el ao 2000 (OIT, 2010, pp. 15).
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Sin embargo la literatura sobre los movimientos migratorios no empez a tratar el gnero como
una variable independiente y autnoma hasta la dcada de los aos ochenta. Siendo en los
aos noventa cuando se produce un aumento considerable de investigaciones y monografas
que toman como sujeto de estudio a las mujeres inmigrantes no comunitarias, al menos en
Espaa.
Segn Gemma Aurabell (2004) tradicionalmente el papel activo de la mujer en los movimientos
migratorios se ha obviado, ya que ha estado vinculado, generalmente, a la figura masculina.
Esta circunstancia ha cambiado drsticamente. El estudio realizado por Llorent Bedmar y
Terrn Caro (2013) en Alemania, Espaa y Francia, pone de manifiesto como una de las
medidas especficas, implementadas por los respectivos gobiernos, tendentes a la promocin
de la integracin, estn dirigidas a la mujer extranjera. Actualmente la mujer, y en especial la
procedente de determinadas culturas, se convierte en pieza clave del proceso migratorio y de
integracin social de la unidad familiar en la sociedad de acogida.
Las mujeres son protagonistas de corrientes migratorias muy importantes, en las que ellas
inician y mantienen sus proyectos migratorios; a veces solas, otras veces manteniendo
estrechas vinculaciones con sus familias en los pases de origen a las que envan
peridicamente dinero. Cada vez con ms frecuencia, deciden emigrar con sus esposos e hijos
o reagruparse posteriormente. As, en muy pocos aos, las mujeres se han convertido en
agentes directos de los procesos migratorios, abandonando sus pases de origen para
insertarse en el mercado laboral e iniciar una nueva vida.
Esto no es casual, en la medida en que las mujeres sufren en primera persona el huracn de
pobreza que sacude sus pases: la falta de oportunidades afecta en mayor medida a las
mujeres, que ven en la emigracin una salida a situaciones dramticas sufridas por familias
enteras. Nuestra sociedad debe avanzar en la eliminacin de todo tipo de agresiones,
discriminaciones y situaciones de explotacin contra las mujeres y eliminar as el sufrimiento de
tantas personas. Sin olvidar que las personas inmigrantes tienen que compartir tambin estos
criterios.
Todo esto demuestra cmo los procesos migratorios no son ajenos a la discriminacin de
gnero vigente en la sociedad actual, que adjudica un papel pasivo a las mujeres, un papel
estereotipado que nada tiene que ver con su realidad; es decir, un rol reproductivo a la mujer y
un rol productivo al hombre. Esta discriminacin, sustentada nicamente en el hecho de haber
nacido hombre o mujer, va ms all de las categoras sociales como el nivel socioeconmico, la
edad o la etnia a la que se pertenezca, as como al pas de origen o de residencia.
Es una discriminacin inherente al gnero femenino por ser mujer, que comienza con la
socializacin primaria que se transmite a nias y nios desde la familia, la escuela o los medios
de comunicacin y se traduce, entre otras cuestiones, en una escasa representacin de las
mujeres en determinados mbitos laborales, en una baja participacin de stas en las esferas
de poder y toma de decisiones y en el no reconocimiento de muchos de sus derechos.
Por otro lado, el proceso migratorio constituye un factor de cambio cultural, implica cambios
tanto para la propia comunidad inmigrante, como para las sociedades de acogida y las
sociedades de origen. La mujer inmigrante se ve obligada a adaptar su experiencia cultural al
nuevo contexto social, sirviendo de puente entre las dos culturas, la de origen y la de acogida;
a la vez que sume nuevos elementos de la cultura de llegada.
Tal y como indican Crdenas-Rodrguez, Terrn-Caro y Prez de Guzmn (2011), la mujer
migrante se ve sometida a una mltiple discriminacin por el hecho de ser mujer, ser
inmigrante y por el racismo al que se pueden ver sometidas si pertenecen a determinadas
etnias. Circunstancia que puede ser considerada como peligro potencial de exclusin social en
la sociedad de llegada.
No podemos olvidar que la exclusin social es un fenmeno caracterizado por ser dinmico,
multidimensional y heterogneo. De ah la gran complejidad para encontrar una nica definicin
y unos indicadores de exclusin estndares. No obstante, segn Laparra Navarro y Prez
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Eransus (2008) parece existir cierta coincidencia al afirmar los tres mbitos a tenerse en cuenta
para analizar una situacin de exclusin social, dependiendo de la intensidad de la misma. A
saber: eje poltico de la ciudadana -derechos polticos, educacin, salud y vivienda-; eje
econmico -empleo, ingresos- y el eje de las relaciones sociales -aislamiento, ausencia de
redes sociales o con problemticas en ellas- (Terrn, 2010). Vivimos en una sociedad
cambiante, lo que hace que los ejes de la vulnerabilidad y desigualdades sociales tambin se
vean modificados. Algunos de los cambios que propician nuevas desigualdades son: las
diferencias en el mercado laboral -trabajos estables y precarios-, variaciones en las familias difcil conciliacin de la vida familiar y laboral, incremento de las rupturas familiares-, as
como la situacin de precariedad que viven determinados colectivos que con cortas
trayectorias laborales o intermitentes no pueden beneficiarse de un sistema de pensiones
adecuado (Observatorio de la Inclusin Social, 2008).
La mujer inmigrante, por el hecho de ser mujer, puede llegar a tener un papel an ms
complicado que el hombre en todo el proceso de integracin en la sociedad a la que llega.
Siendo muchas mujeres inmigrantes las ms vulnerables por mltiples motivos, entre los que
se destacamos: condicin de ser mujer, desconocimiento del idioma, analfabetismo o baja
escolarizacin, condicin de inmigrante sin documentacin en regla, pertenecer a una
determinada cultura con la correspondiente carga asociada a los estereotipos existentes,
responsabilidad familiar que tienen en muchos casos, replanteamiento de valores tradicionales,
dependencia -en algunos casos- del hombre, invisibilidad a la que pueden verse sometidas en
el mercado laboral por el tipo de trabajo que desempean, etc. Segn la Federacin Mujeres
Progresistas (FMP) (2013, pp. 3): Ellas son las ms pobres de los pobres, las ms trabajadoras
de los trabajadores, las peor pagadas de los peor pagados, las ignoradas de los ignorados. Las
excluidas de los excluidos.
La integracin de las mujeres inmigrantes puede considerarse como un reto particular dentro
del objetivo ms amplio de integracin de la poblacin inmigrante en general. Su situacin
respecto a las desigualdades que les afectan tampoco se puede marginar de las estrategias
para alcanzar la igualdad de gnero.
La Ley Orgnica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva entre hombres y mujeres,
reconoce en su prembulo que la igualdad formal, propugnada por la Constitucin Espaola de
1978, ha sido decisiva, aunque no suficiente, para combatir todas las manifestaciones de
discriminacin directa e indirecta que an existen en nuestra sociedad. De modo particular,
contempla -entre los colectivos de mujeres que sufren una doble discriminacin- a las mujeres
inmigrantes, considerando que se encuentran en una situacin de especial vulnerabilidad.
El papel de las mujeres en los procesos de integracin sociocultural es crucial, ya que se
posicionan como puentes entre las dos culturas. Se manifiestan como responsables del
mantenimiento de su propia cultura, a la vez que tienen que facilitar el proceso de insercin de
sus familias en la sociedad de acogida. Tienen que mantener las tradiciones, a la vez que
desarrollan todo tipo de estrategias de adaptacin y mecanismos para asumir lo nuevo sin
romper con lo propio.
El reconocimiento normativo de la existencia de la situacin de mltiple discriminacin que
sufren las mujeres inmigrantes refuerza y reconoce la necesidad de realizar intervenciones que
favorezcan su integracin. Pero una integracin basada en el enfoque poltico pedaggico del
interculturalismo, no es la segregacin del modelo multicultural o la anulacin de su identidad
cultural del modelo asimilacionista.
Para trabajar desde el modelo intercultural las polticas pblicas deben velar para que en la
adaptacin de la mujer inmigrante se establezca o refuerce el respeto y observacin de los
derechos y deberes, as como para que no existan impedimentos en el acceso a la informacin
y otros servicios que garantizan una integracin plena.
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No se trata slo de la insercin de las mujeres inmigrantes en el tejido productivo del pas;
estamos hablando de una verdadera integracin, y esta no se puede producir si no se da la
oportunidad de proporcionarles un entorno en el cual se sientan ciudadanas de pleno derecho.
Por otro lado, el modelo intercultural exige medidas a nivel pedaggico basadas en una
educacin intercultural e igualitaria que debe propiciar las condiciones para que las personas
sean conscientes de la multiplicidad cultural que les rodea y la igualdad de derechos de todas
las personas. Esta educacin intercultural es una formacin que se debe desarrollar en la
sociedad como un proceso de produccin y crtica cultural caracterizado por los siguientes
objetivos:
Tabla 5:
Objetivos de la educacin intercultural desde la perspectiva de gnero
Promover el encuentro y la comunicacin entre las personas de las diferentes culturas y
sexos.
Trabajar activamente contra las visiones estereotipadas y las discriminaciones consiguientes.
Visiones que se transmiten mediante la socializacin y que conducen a la discriminacin de
las personas de otra cultura o sexo.
Descubrir otros valores culturales. La educacin debe utilizarse para promover el orgullo
hacia nuestra cultura y la apertura hacia las cosas que nos pueden aportar otras culturas,
siempre bajo el paradigma de la no violacin de los derechos humanos.
Tomar conciencia de un mundo diferente y desigual y actuar de forma responsable ante esta
realidad. La presencia de personas inmigrantes en nuestra sociedad nos hace conscientes
de la existencia de un mundo cultural y econmicamente diverso y desigual. La educacin
intercultural no se queda en una reivindicacin de los aspectos culturales, sino que incide en
averiguar las causas de las discriminaciones, de las migraciones, conocer las relaciones de
interdependencia mutua que establecemos entre los diferentes pases, incidir en las
condiciones de vida de los inmigrantes, etc. Se trata de plantear un modelo de sociedad ms
justo, en el que se puedan reducir las desigualdades.
Aprender a afrontar los conflictos de forma positiva. Al aumentar la diversidad cultural en
nuestra sociedad, aumentar tambin los conflictos. Desde la Educacin Intercultural, no se
conciben los conflictos culturales como negativos, sino como una oportunidad para crecer,
para llegar a situaciones ms justas e igualitarias.
Planificar los cambios necesarios para avanzar hacia la interculturalidad y la igualdad entre
mujeres y hombres. Para cambiar es necesario que antes pensemos que queremos cambiar
y como lo vamos ha hacer, pensar en estrategias, logros a corto, medio y largo plazo, es
decir, planificar una estrategia de lucha, donde se recojan nuestras prioridades, los
recursos disponibles y el tiempo o el esfuerzo que vamos a dedicar a esta lucha.
Sensibilizar, dentro del contexto educativo, sobre las discriminaciones que sufren las mujeres
inmigrantes en la sociedad, y promover, en el mbito de la educacin, la construccin de
valores y actitudes no sexistas y de respeto hacia otras culturas y pueblos, al considerarse la
educacin como un importante instrumento de transmisin de valores.
Fuente: Elaboracin propia basada en Voces de mujeres inmigrantes: educacin intercultural desde una
perspectiva de gnero. Centro de Acogida a Inmigrantes (CENAI), 2013.
4. A modo de reflexin
La mujer inmigrante, a pesar de ser protagonista de los flujos migratorios, sigue soportando en
pleno siglo XXI mltiple discriminacin por el hecho de ser mujer, ser inmigrante, ser
trabajadora y por el racismo al que se pueden ver sometidas. Realidad que nos exige repensar
el fenmeno de la inmigracin atendiendo a la variable gnero. Segn Ninna Nyberg (2010, pp.
129): La globalizacin es asimtrica y la migracin no solamente tiene sus races en niveles de
desarrollo distinto entre pases, sino tambin en desigualdades locales que muchas veces son
ignoradas en discursos sobre desarrollo.
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Por ello debemos tener en cuenta que el fenmeno de la inmigracin es un proceso bilateral en
el que influyen tanto la sociedad de origen como la de llegada. Perspectiva que no debemos
olvidar al abordar las migraciones internacionales, pues se trata de procesos globales cuyos
impactos, tanto positivos como negativos, tienen bastante repercusin en los distintos
contextos que participan.
Desde nuestro punto de vista, esta visin no ha sido la ms defendida por los pases
desarrollados econmicamente, pues los beneficios de la inmigracin se han centrado,
fundamentalmente, en el mayor desarrollo econmico de los pases de acogida de la
inmigracin.
Mientras que entender el fenmeno de la inmigracin como un proceso bilateral, exige
gestionar las polticas migratorias de una forma distinta, desde el modelo de Codesarrollo
planteado por Sami Nar (2010, pp. 690): El codesarrollo no significa ayuda, ni caridad, ni
trueque, sino el aprovechamiento de la interdependencia para impulsar el desarrollo y no para
aumentar el subdesarrollo, donde la persona inmigrante es considerada () vector de
codesarrollo. No solo implica permitirle venir () a Europa para formarse o trabajar, sino
tambin favorecer su regreso y su reinsercin (Sami Nar, 2010, pp.624).
Desde este planteamiento, entendemos que la mujer inmigrante juega un papel fundamental en
el desarrollo -en el sentido ms amplio del trmino- de las sociedades en las que participa. Por
lo que debemos realizar todos los esfuerzos necesarios para conseguir eliminar los prejuicios,
discriminaciones, desigualdades a las que se ven sometidas y plantear conjuntamente
propuestas de intervencin socioeducativas donde se le otorgue la relevancia que merecen y
donde la inmigracin sea entendida como una oportunidad de desarrollo tanto para los pases
de origen como de llegada.
Con la educacin intercultural fomentaremos una actitud intercultural entre las personas,
permitindonos analizar otras culturas desde sus propios patrones culturales; buscar el
encuentro, y por tanto, no caer en el riesgo de guetizacin, ni temer el cambio que puede
producir el contacto; promover un encuentro en igualdad a todos los niveles; contribuir a
construir una visin crtica de las culturas, en la que se acepte la cultura pero pudiendo
rechazar y luchar contra algunas de sus instituciones (infanticidio, violencia contra las mujeres,
marginacin de ancianas/os, etc.), bajo el precepto, de que todas las culturas tienen rasgos
aceptables y deseables y otros que no pueden ser defendibles desde la perspectiva de los
derechos humanos.
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Resumen
En este trabajo se apunta a conceptualizar las tensiones contenidas en la nocin de ciudadana,
explorando en sus contenidos emancipatorios y hurgando en sus ambigedades, preguntando por sus
lmites e indagando en las razones por las cuales a menudo, cuando se piensa en la ciudadana, se
tiende a hacerlo en los trminos de la tradicin liberal. En general se concibe la ciudadana como si
hubiera una escisin entre el ciudadano abstracto y el ser humano real, marcado por su clase, su color de
piel, su gnero y su sexo. Una de las maneras posibles de iluminar las significaciones de la nocin de
ciudadana, es remitiendo a sus genealogas histricas, pues ellas permiten comprender matices,
restricciones y ampliaciones que no son slo un asunto de ideas, sino de condiciones histricas y
sociales, determinaciones geogrficas y tradiciones polticas. El recorrido trazado recupera, por una parte,
la crtica marxista del ciudadano abstracto a la luz de las encrucijadas del presente y por la otra hace
referencia al denominado dilema Wollstonecraft.
Abstract
This paper aims to conceptualize the tensions in the notion of citizenship exploring its emancipatory
contents and inquiring into its ambiguities, asking for its limits and for the reasons why, when we think
about citizenship, we do it in the terms of the liberal tradition. Generally speaking, citizenship is conceived
as if there was a break between the citizen and the real human being -marked by class, race, gender and
sex. One of the ways to illuminate the meaning of citizenship is by searching into its historical genealogies
as they enable the understanding that its nuances, restrictions and expansions are not only a matter of
ideas, but the result of historical and social conditions, geographical determinations and political traditions.
The trajectory proposed revisits, on the one hand, the Marxist interpretation of the abstract citizen under
the light of current crossroads; and, on the other hand, it makes reference to the so-called Wollstonecraft
dilemma.
Palabras clave
Ciudadana; Genealogas; Clase; Gnero sexual
Keywords
Citizenship; Genealogies; Class; Gender
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1. Introduccin
En este trabajo se apunta a conceptualizar las tensiones contenidas en la nocin de
ciudadana, a explorar en sus contenidos emancipatorios y hurgar en sus ambigedades
preguntando por sus lmites y precisando las razones por las cuales a menudo, cuando se
piensa en la ciudadana, se tiende a restringir la nocin a una perspectiva particular, hasta tal
punto naturalizada y generalizada que ni siquiera es advertida como tal: me refiero a aquella
que concibe la ciudadana como producto de la escisin entre el ciudadano abstracto portador
de derechos, despojado de toda marca de clase, color de piel y sexo, y el burgus egosta
(Marx, 1958/1843), las mujeres, las gentes de color, los y las colonizados.
La ciudadana tiende a ser considerada, en la mayor parte de los casos, como un estatus que
se dirime en el espacio autonomizado de lo poltico sin tener en cuenta su articulacin con las
relaciones sociales que los sujetos encarnados sostienen entre s bajo condiciones histricas
con las que se hallan, que no han elegido y determinan, a la manera de lmites y presiones, sus
prcticas y los procesos efectivos de su ciudadanizacin (Williams, 1980).
Sostendr en este trabajo la tesis de que la nocin de ciudadana actualmente en uso hunde
sus races en los procesos histricos tanto econmicos como polticos de fines del siglo XVIII,
inicios del XIX y se ha ido construyendo sobre la base de una tradicin selectiva que se halla
ligada a las ambivalencias de la idea de contrato social, una nocin compleja a travs de la
cual se elabor un relato contra-intuitivo acerca de la constitucin del orden social y poltico
como producto del acuerdo entre individuos libres e iguales.
La idea de que los sujetos son, en cuanto integrantes de la sociedad poltica, ciudadanos, se
halla ligada a las transformaciones econmicas y sociales del perodo de predominio del capital
comercial que ira conduciendo a la organizacin capitalista de la produccin a nivel mundial en
el marco de una profunda reorganizacin de la vida social. El largo proceso histrico a travs
del cual la burguesa devino clase dominante desemboc, hacia fines del siglo XVIII, inicios del
XIX en una aceleracin del desarrollo de las fuerzas productivas y en profundas
transformaciones en las relaciones entre explotadores y explotados, entre los seres humanos
en cuanto sujetos sexuados, entre colonizadores y colonizados. Una fuga hacia adelante en el
espacio y una suerte de mutacin en la velocidad del tiempo generaba una expectativa de
progreso social infinitamente abierto hacia el futuro. Esos aos fueron tambin tiempos de
revoluciones polticas, de procesos que, en algunas sociedades, desembocaron en la intentona
de construccin de un orden basado en una legitimacin secular del ejercicio del poder poltico
que implic la transformacin del sbdito en ciudadano y desnaturaliz las desigualdades entre
los sujetos en orden al derecho de ciudad (Bobbio, 1991; Bobbio y Bovero, 1984).
El mundo haba experimentado, como gusta decir Silvia Federici (2010), una gran sacudida.
Sin embargo de la sacudida de las revoluciones burguesas, no surgira la emancipacin de la
humanidad, sino apenas la emancipacin del citoyen abstracto. Al cabo de los procesos
revolucionarios tanto en la Amrica denominada espaola como en Francia, y ello sin
mencionar las 13 colonias, donde los esclavos continuaran siendo considerados como
mercancas transables, los derechos ciudadanos lo seran slo para los varones propietarios,
blancos, letrados. Aun cuando a lo largo de las conmociones revolucionarias el viejo orden se
hubiese transformado, al cabo de ellas las mujeres de todas las clases sociales, proletarios y
proletarias, negros y negras, indios e indias permaneceran sujetados poltica, econmica,
sexualmente, al arbitrio de algn otro, patrn, colonialista o marido, aun cuando se hubiese
proclamado que todos los hombres han nacido iguales en derechos.
Las profundas transformaciones en las condiciones de vida que la emergencia del capitalismo
produjo gener la ruptura de los lazos propios de las sociedades tradicionales, someti a los
sujetos a la intemperie dondequiera que se instaur, desgarr implacablemente el velo de
encantamiento que santificaba algunos lazos. Marx y Engels sealan, en El manifiesto
comunista, que la burguesa no dej en pie ms vnculo que el del inters escueto, el del dinero
contante y sonante, que no tiene entraas (Marx y Engels, 1848). Todo lo slido se desvaneca
en el aire: estamentos y privilegios monrquicos y aristocrticos propios del ancien rgime. La
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disolucin contena, a la vez que la destruccin del viejo orden, la promesa de construccin de
un orden nuevo que se edificara sobre la base de la libertad, la igualdad, la fraternidad. Nada
de extrao tiene pues que las insurrecciones fueran protagonizadas, en los pases europeos
por campesinos, plebe urbana y burgueses, y en la Amrica entonces espaola no slo por
criollos. Las demandas por derechos incluyeron levantamientos de las poblaciones queshwa y
aymara en los Andes centrales y diversos alzamientos de esclavos, entre los cuales ocupa un
lugar destacado la revolucin negra de Hait (Ciriza, 2013).
La promesa de igualacin se cumpli escasamente para ellos y ellas. Los proletarios devinieron
mquinas de trabajo, las mujeres, cuyo trabajo se haba devaluado, se vieron profundamente
vulnerabilizadas, los indgenas y africanos continuaron siendo considerados seres intermedios
entre los humanos y las bestias (Federici, 2010, p. 273).
Entre ese pasado, en el que Kant haba sealado que El magno problema de la especie
humana, a cuya solucin la naturaleza constrie al hombre, es el establecimiento de una
sociedad civil que administre el derecho de modo universal (Kant, 1964/1784, p. 45) y este
presente, en el que los derechos han devenido derechos positivos universales, la cuestin de la
ciudadana retorna. Mientras tanto la empresa capitalista de dominio planetario de colonizados,
mujeres y naturaleza ha hallado un lmite: lmite real a las posibilidades de expansin territorial
y agotamiento de los llamados recursos naturales que no ha hecho sino profundizar el carcter
predatorio del capitalismo. La imposibilidad de expansin de la especie hacia otras tierras, tal
como sucedi en el siglo XVI, e incluso en los albores del siglo XX, el agotamiento de una
naturaleza cuyas fuentes de riqueza alguna vez se pensaron inacabables y la imposibilidad de
fuga hacia adelante en el tiempo tiene efectos no slo sobre la humanidad, sino incluso sobre
la tierra y el agua. (Federici, 2010; Mies y Shiva, 1998).
En los ltimos aos se debate apasionadamente sobre este singular momento, que algunos
intelectuales, como Edgardo Lander, consideran de crisis civilizatoria, pues se han conmovido
las bases mismas de nuestra relacin con la naturaleza que somos y en la cual vivimos pues lo
que se halla en cuestin, bajo las actuales condiciones histricas, son las posibilidades y
lmites de la reproduccin de la vida en un sentido que incluye seres humanos y naturaleza
(Lander, 2010).
La actual crisis capitalista obliga a preguntarse si es posible continuar sosteniendo la
reproduccin de la vida sin poner en riesgo la existencia del planeta y de la especie, es decir, si
se puede sostener un sistema de relaciones basado en la explotacin de los seres humanos,
en la extorsin de la naturaleza, en la acumulacin de ganancias, en la mercantilizacin de
todos los aspectos de la vida. No slo se trata de la explotacin hacia los /las trabajadoras en
sus formas clsicas, sino de la constante amenaza de desocupacin que sobre ellos pende hoy
ms que nunca; de la expansin de la agroindustria y su cortejo de control biotecnolgico de
las semillas y uso de agro txicos, nocivos para la tierra, para otras especies, para los seres
humanos; de la megaminera para extraer un oro que se lleva litros de agua indispensables
para la vida en zonas ridas como San Juan o Mendoza en la Argentina; del alquiler de
vientres y la venta de rganos, de la penetracin de la lgica mercantil en nuestros cuerpos, en
nuestras clulas, en las semillas, en el agua
Es bajo estas condiciones que, hacia fines del siglo pasado, emerge un escenario internacional
de ciudadanizacin para las mujeres al calor del impulso que Naciones Unidas ha dado a la
cuestin de sus derechos. Un nuevo escenario, se dice, ha de alumbrar una nueva ciudadana
unida a la expectativa de derechos para sujetos que han sido sistemticamente excluidos,
hasta el punto que tambin se habla de los derechos de la naturaleza, como ha sucedido en las
constituciones de Ecuador de 2008 y en la de Bolivia de 2009.
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Sin embargo la cuestin de la ciudadana permanece tensada. Sus dilemas pueden pensarse,
en el terreno inestable de las luchas del presente, a la luz de los rastros de nuestras
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genealogas histricas, tan dispersas y fragmentarias como son .
La apelacin al pasado y al presente permite comprender matices, restricciones y ampliaciones
que no son slo un asunto de ideas, sino de condiciones histricas y sociales, de la ubicacin
geogrfica y de las tradiciones polticas bajo las cuales esas ideas fueron gestadas, pueden ser
modificadas, fueron borradas del horizonte poltico e histrico y sin embargo retornan y son
puestas en debate al calor de las iluminaciones que se abren desde el presente. Si
Wollstonecraft, de Gouges, Azurduy, Senz y no pocas de las mujeres que combatieron por la
independencia de las colonias espaolas en Amrica vean en el acceso a la ciudadana,
entendida en el sentido del acceso a derechos habilitantes para conducir de forma autnoma la
propia vida en el marco de regulaciones sociales justas una promesa emancipatoria, la
cuestin ha vuelto a ponerse en debate en un escenario marcado por la internacionalizacin y
el aumento de las desigualdades, a la vez que por el reclamo, una vez ms protagonizado por
las mujeres, los trabajadores, los pueblos de nuestra Amrica, de una ampliacin de sujetos y
derechos en un tiempo en el que se ha ido produciendo y expandiendo un paradigma que
incluye a las humanas y a la naturaleza. Tal expansin, sin embargo, se ha dado al mismo
ritmo y tiempo que la globalizacin capitalista.
La crtica a los lmites de la ciudadana abstracta, los agudos sealamientos de Marx respecto
de la necesaria articulacin entre economa y poltica, las advertencias de Wollstonecraft
respecto de las consecuencias polticas de la sexuacin humana constituyen un mirador
posible y fecundo desde el cual atender hoy al retorno de la ciudadana. Algo as como la
afirmacin de que, bajo la iluminacin de este presente no cualquier pasado, sino aquel que es
del caso, puede advenir, algo as como la idea de que subalternos y subalternas no nos
erguimos en el presente sobre tierra arrasada, sino sobre nuestros antepasados muertos, cuya
memoria echa luz sobre estos das. Si ellos y ellas son olvidados el enemigo no habr dejado
de vencer (Benjamin, 1982)
Una dispersin que, en el caso de las mujeres es mltiple, dispersin vinculada, como supo verlo
Gramsci, a la fragmentacin de la cultura y la historia de las clases populares debido a la intervencin
sistemtica que sobre ella operan las clases dominantes, dispersin de clase entonces, pero tambin de
raza y de cultura, pues las mujeres, como sealara Simone de Beauvoir, se hallan dispersas entre los
hombres (Beauvoir, S. de, 1949). Dispersin que opera sobre las experiencias mujeriles, pues aunque
nos hallemos universalmente subalternizadas, nuestras experiencias son desiguales en razn de la clase,
el color de la piel, la lengua que hablamos, la orientacin del deseo, la corporalidad con sus
determinaciones tanto biolgicas como experienciales, tecnolgicas, etarias y culturales.
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Nacida unos aos antes que Marx, Flora Tristn iniciaba su libro, La Unin obrera, con las
siguientes palabras: Hoy en da el trabajador lo crea todo, lo hace todo, lo produce todo y, sin
embargo, no tiene ningn derecho, no posee nada, absolutamente nada (Tristn, 1977/1843,
p. 51). De all la desconfianza ante los trminos del relato contractualista, pues en la
experiencia que trabajadores y trabajadoras tuvieron tras las intentonas revolucionarias, el
ingreso al cuerpo poltico no supuso, para la clase formada por quienes Marx denominaba el
burgus egosta, la renuncia a sus miras particulares ni la moderacin de sus impulsos y
deseos, sino ms bien la defensa a ultranza de sus ntereses privados en el terreno econmico
a la vez que la paulatina restriccin de los derechos polticos para el pueblo llano (Marx,
1958/1843, p. 16-45). La supresin abstracta de las condiciones materiales de vida haba
desembocado en la perpetuacin de las desigualdades para la clase obrera, en la
neutralizacin del cuerpo real y en la reclusin domstica de las mujeres, expulsadas del
espacio pblico tras su participacin en las revueltas y revoluciones de aquellos tiempos. Slo
algunos haban obtenido propiedad y libertad.
Desde la perspectiva de Marx la emancipacin poltica, cuando sta es puramente formal, deja
intactas las condiciones de explotacin y dominacin sobre las cuales se ha construido el orden
social, produce una separacin entre economa y poltica, entre la vida diaria y la vida poltica,
pues la tradicin liberal concibe al ciudadano como un individuo abstracto que habita en una
esfera separada (la poltica) respecto del orden corporal, social, cultural y econmico, que es el
reino del burgus egosta y competitivo y de quienes tuvieron menor fortuna en el mercado: los
y las proletarias y proletarios, las mujeres, excluidas slo por serlo y las gentes de color.
La igualacin abstracta, la sustitucin del privilegio por el derecho, constituye una paradoja que
permanecer durante siglos y en torno de la cual se producirn toda clase de combates
tericos y polticos. Algunas mujeres en tanto mujeres, los proletarios en su conjunto, los
colonizados y subalternos de todo tipo combatirn en el borde de la contradiccin de un orden
que se proclama igualitario a la vez que realiza exclusiones, desiguales distribuciones del
poder y organiza inequitativas posibilidades de satisfaccin de las necesidades. Como Marx
seala, los sujetos tienen como citoyens derechos que, en su condicin de mujeres y hombres
reales, el orden establecido niega a la mayora. Los seres humanos llevan, dice Marx, una
doble vida, una celestial y otra terrenal, la vida en la comunidad poltica, en la que se considera
como ser colectivo y la vida en la sociedad civil donde acta como particular, y considera a los
otros hombres como medios, se degrada a s mismo como medio y se convierte en juguete de
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poderes extraos (Marx, 1958/1843, p. 23) .
Contra esta perspectiva Marx asocia la plena ciudadana a la colectivizacin de la sociedad
convertida en vida genrica y total del ser humano corpreo. Para ello es preciso historizar y
politizar el conjunto de las relaciones sociales, revolucionar las bases materiales mismas de la
existencia, poner en cuestin lo que ha sido considerado como dado e inmodificable a partir de
la asuncin de los lmites de la perspectiva burguesa: la propiedad privada, la escisin entre
economa y poltica, el individuo aislado, las relaciones familiares en las que asienta la
reproduccin de la propiedad privada, basadas en la desposesin de las mujeres y en la
construccin, para ellas, de un destino de prostitutas pblicas o privadas (Engels, 2007/1883).
Contra la concepcin de la sociedad como un conjunto de individuos aislados, propietarios de
mercancas intercambiables, sean estas cosas o fuerza de trabajo, contra la mercantilizacin
de los vnculos entre los/las sujetos, contra la escisin entre emancipacin real y emancipacin
puramente poltica, Marx pugna por la edificacin de una sociedad en la que todos los/las
sujetos tengan derecho a la satisfaccin de sus demandas segn su necesidad, pero tambin
Es interesante considerar que no es Marx el nico que pugna contra el individualismo. Ya los jacobinos
haban sealado en el artculo 1 de la Constitucin del ao 1793 que: El fin de la sociedad es la felicidad
comn. El gobierno se ha instituido para garantizar al hombre la potestad sobre sus derechos naturales e
imprescriptibles, que son, segn precisa el artculo 2, la igualdad, la libertad, la seguridad y la propiedad
(Constitution du 24 juin 1793)
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segn su capacidad, es decir, un derecho que mantenga la idea normativa de igualdad a la vez
que considere que los sujetos son entre s desiguales y diferentes.
Desde luego el horizonte de Marx, tal como se expresa con claridad en la Crtica del Programa
de Gotha (2000/1875) supona un tiempo abierto hacia un futuro que se imaginaba como de
emancipacin respecto de la divisin entre trabajo manual y trabajo intelectual a la vez que
como de expansin de las fuerzas productivas. En un texto inolvidable seala: En una fase
superior de la sociedad comunista, cuando haya desaparecido la subordinacin esclavizadora
de los individuos a la divisin del trabajo, y con ella, el contraste entre el trabajo intelectual y el
trabajo manual; cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera
necesidad vital; cuando, con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan
tambin las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva,
slo entonces podr rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgus y la
sociedad podr escribir en sus banderas: De cada cual, segn sus capacidades; a cada cual
segn sus necesidades! (Marx, 2000/1875).
Bajo las actuales condiciones el horizonte se ha transformado. No es esperable ya un espaciotiempo de expansin indefinida de crecimiento de las fuerzas productivas, pues uno de los
lmites con los cuales nos hemos hallado es el que la naturaleza ha puesto. La lgica de
produccin acelerada y destruccin de excedentes propia del capitalismo se revela cada vez
ms incompatible con la vida humana y con la supervivencia de la naturaleza. Como ha
sealado David Harvey el capitalismo busca la compensacin a la tendencia al descenso de la
tasa de ganancia a travs de nuevos ciclos de acumulacin originaria de los que emerge, cada
vez ms, chorreando sangre y lodo (Harvey, 2003). Las desigualdades se profundizan a la vez
que el horizonte parece abrirse a la promesa de emancipacin abstracta, de derechos
expandidos y extendidos incluso a la consideracin de las diferencias que, en tiempos de la
modernidad, no se haban podido tramitar. De all que autoras como Ellen Meiksins Wood,
consideren que el capitalismo es profundamente indiferente a las identidades de los sujetos
que explota (Meiksins Wood, 1992, p.26).
Sin embargo, si los derechos formales avanzan, no lo hacen las garantas. Los sujetos cuentan
con un cielo de derechos que en la tierra son inaccesibles para amplias mayoras en las
sociedades capitalistas. Curiosamente mujeres, que siguen teniendo el 1% de la propiedad de
la tierra, curiosamente pueblos originarios, expulsados y perseguidos en sus propias tierras.
La tensin manifiesta en este tiempo hace particularmente interesante la advertencia de Marx:
tales derechos han sido proclamados bajo el estrecho horizonte del derecho burgus, bajo una
lgica de individualizacin y mercantilizacin, bajo el predominio de la idea de que los derechos
lo son de individuos habitados por la devoradora idea de la libertad negativa.
3. El dilema Wollstonecraft como clave del debate sobre la ciudadana de las mujeres
La paradoja de las revoluciones burguesas se convertira en roca viva en el caso de las
mujeres. Si ellas no podan sino ser consideradas como humanas, puesto que se trata de la
mitad del gnero humano, por lo cual, desde el punto de vista normativo era legtimo inferir que
tambin a ellas tocaba ser tenidas por iguales, tanto que no faltaron los argumentos y debates
pblicos, la operacin de exclusin se cumpli a travs de la idea de que la corporalidad, las
peculiaridades de su anatoma, asignaba a las mujeres un destino diferencial marcado por
embarazos y domesticidades.
La separacin entre los sujetos encarnados y el ciudadano abstracto se producira en este caso
a travs de la neutralizacin de los cuerpos de los varones, considerados como equivalentes a
los cuerpos ejemplares de la humanidad. Las mujeres transmutaron en sexo (el sexo) y su
presencia en el espacio pblico fue considerada una anomala que era preciso suprimir por
diversas vas: el encierro, como ocurrira con Throigne de Mricourt, la guillotina, como
sucedera con Olympe de Gouges; el exilio, como acontecera con Manuela Senz (Ciriza,
2000 a.).
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Pateman argumenta, a partir de una lectura en clave feminista de Ttem y tab, que el
contrato social se ha producido sobre la base de la represin del contrato sexual, y es producto
de un pacto fraternal por el cual los varones de la especie establecieron la exclusin de las
mujeres y la imposicin de relaciones de dominacin que se perpetan hasta hoy. De mi parte
coincido con Antoni Domnech, quien seala que en modo alguno se trat de un pacto
fraternal, pues la fraternidad es un ideal poltico nacido al calor del ciclo ascendente de la
revolucin francesa, portado por plebeyos, que buscaba establecer entre los y las nadies un
vnculo de hermandad capaz de dotarlos de la fuerza poltica para romper las relaciones de
dominacin existentes (Domnech, 2004). Tal ideal ha sido heredado por las feministas como
un horizonte utpico que inspira sus luchas emancipatorias (Beauvoir, 1949; Bertomeu, 2013).
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signos de su tiempo: reclamar ser considerada como un cerebro sin sexo y morir de la muerte
ms mujeril en aquel entonces: la vinculada a los avatares de la vida reproductiva.
El asunto que Wollstonecraft plantea, el de la relacin entre cuerpo y poltica, permanece como
un tema recurrente en el debate por la ciudadana de las mujeres. Para la filsofa inglesa, si
bien las mujeres somos sujetos encarnadas diferentes de los varones de la especie, esa
diferencia corporal no debe acarrear desiguales consecuencias polticas ni cognoscitivas en lo
relativo al acceso y goce de derechos (Wollstonecraft, 1993/1792).
Desde su punto de vista el nuevo orden deba incluir a las mujeres como sujetos de derecho,
pues la exclusin basada en el sexo hera de muerte el proyecto de una sociedad de
ciudadanos/as libres e iguales al conservar el privilegio de unos en perjuicio de la mitad de la
humanidad.
La encrucijada planteada por el dilema Wollstonecraft, ubica a las autoras que han intervenido
en el debate contemporneo ante el desafo de desarrollar una teora poltica capaz de incluir
una reflexin acerca del carcter sexuado de los cuerpos humanos y sus consecuencias
polticas y sostener una reflexin tensada entre la consideracin de la corporalidad y la
aspiracin normativa a la igualdad.
Arrojar ahora una mirada hacia aquel 1792 de escritura de la Vindicacin es interrogar ese
pasado desde un conjunto de coordenadas: retorno de la cuestin de los derechos en un
tiempo en el que se halla polticamente correcto celebrar su expansin, pero no se tiene pudor
en proclamar la plena compatibilidad entre derechos humanos, y mucho ms derechos de las
mujeres y diferentes y capitalismo; retorno de la pregunta por la significacin de la diferencia
sexual para la construccin del orden poltico en un tiempo de exaltacin de diferencias,
siempre y cuando puedan despolitizarse, reducirse a la dimensin individual, articularse a la
lgica del mercado, como las florecientes empresas de turismo que conducen a ciudades gay
friendly, o la mercantilizacin de vulos y gestaciones, para las cuales, desde luego, cuentan
los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.
4. Consideraciones finales
Si la cuestin de la ciudadana retorna bajo las determinaciones establecidas por el recurso a
una tradicin selectiva que hizo del contrato social el modelo de emancipacin poltica y el
signo bajo el cual fue posible la remocin del antiguo orden de privilegio, y lo hace repitiendo
las escisiones entre economa y poltica, entre cuerpo y poltica, es porque se ha perpetuado la
idea de que es posible el acceso a derechos sin modificar las bases sobre las cuales tales
derechos se obtienen.
Se podra objetar que los cuerpos se hallan considerados de manera incluso exacerbada en el
plexo actual de derechos ciudadanos: las mujeres somos, se dice, ciudadanas de pleno
derecho a la vez que, tras nuestros pasos, se ha abierto el amplio abanico de la diversidad.
Sin embargo, desde mi punto de vista, las crticas de Wollstonecraft y Marx an proporcionan
herramientas para pensar el horizonte actual. La incorporacin de los derechos sobre los
cuerpos humanos, la asuncin poltica de la diferencia sexual en el orden del derecho oscila
entre la emancipacin puramente mercantil, que hace del cuerpo un objeto del cual las/los
sujetos pueden disponer a la manera de una cosa y la emancipacin puramente abstracta, que
considera que la simple sustitucin de la idea de hombre por la de humanidad elimina toda
forma de discriminacin contra las mujeres.
Si ha habido avances legales para las mujeres estos han sido abstractos, se han producido
sobre el terreno de las desigualdades reales de color, clase, cultura, orientacin sexual,
desplazando fronteras de exclusin que dejan fuera, en un mundo violentamente desigual
donde las mujeres continuamos teniendo escasas posibilidades de acceso a la propiedad, a
miles de seres humanos desplazados de sus pases, en su mayora mujeres. Las causas son la
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guerra, como sucede con las colombianas; el hambre y la desocupacin, como sucede con las
africanas; el odio misgino, como sucede con muchas mujeres rabes.
El retorno del relato contractualista obedece a que el contrato, como ha sealado Bidet, no es
sino el espejo invertido de un mundo que est invertido. A partir del advenimiento del capital
comercial la relacin de intercambio de mercancas ha sido proyectada sobre las relaciones de
los sujetos entre s en el espacio de la sociedad civil y poltica (Bidet, 1993). El contrato se
organiza sobre la proyeccin de relaciones econmicas al mbito de la poltica a la vez que
excluye la economa de las regulaciones polticas, garantiza el derecho de propiedad y
escamotea su relevancia en lo que al ejercicio de derechos civiles y polticos se refiere. A la
vez que la economa proporciona el modelo y la matriz de las relaciones polticas, queda por
fuera de la capacidad regulatoria del orden poltico por ella engendrado. A la vez que se
postula la disolucin de las jerarquas, se las reinstala de un modo ms sutil, pero no por ello
menos firme. La desigual suerte ya no se basa en la brutal diferencia establecida por la sangre
y la herencia, sino en la transformacin de algunas diferencias en desigualdades que afectan a
los sujetos de manera individual. Desprovistos de lazos los individuos consienten en ingresar a
un orden poltico que los considera como si fueran iguales.
El derecho burgus despoja a los/las sujetos de determinaciones: iguales ante la ley,
desiguales en la sociedad civil, donde se comportan como meros particulares. La lgica de la
individualizacin, la abstraccin y la mercantilizacin preside el proceso de ciudadanizacin en
nuestras sociedades. La riesgosa perspectiva que ve en la individualizacin creciente la
condicin de emancipacin no advierte hasta qu punto la trama que articula individuos
abstractos como sujetos contratantes se liga a la escisin entre economa y poltica que a la
vez que construye el contrato sobre la base de los contratos econmicos lo proyecta hacia el
cielo del ideal, un ideal que exige a menudo el desarraigo, la negacin de la propia historia y
cultura, el rechazo y el ocultamiento de la propia lengua, la consideracin del cuerpo como
mera propiedad.
A la manera de Marx es preciso recordar que los derechos tienen la forma de las sociedades
que los producen, que es preciso conservar la idea normativa de igual derecho, sabiendo
siempre que el rasero de la equivalencia y la abstraccin condenar a la exclusin la
singularidad de los sujetos, sus determinaciones de clase, raza, sexo, orientacin sexual. De
all que no baste con la mera expansin de derechos si sta se hace sin poner en cuestin las
profundas desigualdades que engendra el actual orden socio- sexual, que no ha cesado de ser
capitalista y patriarcal.
Si contamos con las herramientas para advertir los lmites de la concepcin burguesa del
derecho, si las esquizias del contrato son claramente perceptibles, las duras condiciones de
vida establecidas en tiempos de capitalismo tardo hacen que an fulgure en el contratualismo
la promesa de pacificacin de las relaciones de los sujetos entre s. La sombra de Rousseau
an proyecta sobre nosotros y nosotras la promesa de, al menos, regular el abuso. Las crticas
de Marx y Wollstonecraft en cambio nos devuelven una idea de ciudadana que slo podr
arraigar en una sociedad diferente.
De all que crea importante traerlo/traerla a colacin, heredera como soy de tradiciones en
tensin, continuar insistiendo en que es preciso construir una trama de mltiples colores que
nos permita tejer esas hebras diferentes en procura de una nueva sociedad en la que quepan
todos y donde no haya una sola acepcin posible de ciudadana.
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Resumen
En el camino hacia polticas de igualdad entre hombres y mujeres nos detenemos en una de las variables
que consideramos esencial: El acceso de la mujer a cargos directivos y de gestin en el mbito educativo
y ms en concreto en la Universidad. Intentamos profundizar en las barreras que han dificultado el camino
para igualar las estadsticas y por otro lado, pretendemos indagar en el estilo de liderazgo femenino
considerndolo un valor aadido para las organizaciones, en nuestro caso educativas, para promover
importantes cambios sociales. Las investigaciones en el campo de la organizacin educativa, durante esta
ltima dcada, han avanzado en la bsqueda de buenas prcticas sobre la direccin y el liderazgo en
contextos educativos; al mismo tiempo los estudios tratan de profundizar en las dificultades de las
mujeres para el ejercicio de la direccin y si su estilo de liderazgo incide en el xito escolar considerando
que en el mbito educativo el porcentaje de profesoras es muy representativo.Tambin stos estudios en
estos ltimos aos trasladan todas estas cuestiones al mbito universitario, tratando de conocer la
problemtica de las profesoras universitarias para acceder a la gestin dentro de una cultura que todava
hoy est bastante masculinizada.
Abstract
On the road to political equality between men and women we stop at one of the variables that we consider
essential: women's access to leadership and management positions in education and more specifically in
the University. We try to focus on the barriers that have hindered the path to match statistics and, on the
other hand, we seek to investigate the female leadership style considering it an added value for
organizations in education to promote important social changes. Research in the field of educational
organization, over the past decade, have made a progress in the search for good practices in
management and leadership in educational contexts. At the same time, the studies try to go deeper in the
difficulties for women for management. They also try to find if their leadership style affects school success,
considering that in education the percentage of female teachers is very representative. Also these studies
in recent years moved all these issues to the University field, trying to meet the problems of female
University professors to access management positions within a culture that is still very masculine today.
Palabras clave
Gnero; Educacin; Liderazgo; Direccin de centros educativos; Universidad; Sociedad del conocimiento
Keywords
Gender; Education; Leadership; Educational Schools Management; University; knowledge Society.
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1. Introduccin
Para nosotras el tema que nos ocupa es primordial por estar convencidas que la forma de
liderar de las mujeres conlleva un modelo diferente al masculino, que no tiene necesariamente
que ser ni mejor ni peor, aunque en muchas ocasiones es ste ltimo el que impera; aunque
sean las mujeres quienes lo ejecuten ya que durante muchos siglos ha sido el nico a imitar:
Consideramos que es el contexto y las personas quienes hacen las organizaciones.
En esta ocasin, fijamos nuestra atencin en un reportaje televisivo donde una directora
general de una multinacional norteamericana relataba su forma personal de gestionar su
empresa; en el mismo insista en la importancia que tena para ella la atencin personalizada a
sus empleados que repercuta directamente en el buen hacer de la empresa. Para ella si los
empleados trabajaban felices y sus problemas personales y familiares eran atendidos por los
directivos, la repercusin en la productividad de estas personas beneficiaba sobre todo a los
clientes. Pero lo que ms nos llam la atencin era la manera de proceder de la directiva que
s camufl entre el personal con el objetivo de conocer, in situ, los pensamientos, problemas
personales, intereses, dificultades diarias de sus empleados. En definitiva esta experiencia
confirma lo que llevamos aos investigando, en nuestro caso en el mbito educativo, sobre la
forma de proceder y el modelo que ejercen los cargos directivos femeninos.
En el correo de la Unesco de abril-junio de 2011 (publicacin trimestral de la UNESCO) la
autora Michael Genovese se pregunta: Ejercen las mujeres el liderazgo de manera diferente a
cmo lo ejercen los hombres? Est extendida la opinin de que los hombres asumen ms
personalmente las funciones de mando, mientras que las mujeres suelen optar por un mtodo
de direccin ms bien colegial, dice Michael Genovese, que es toda una autoridad en materia
de liderazgo, un tema sobre el que lleva escritos ya veintiocho libros. Las excepciones a esta
opinin generalizada aade Genovese son abundantes, pero ese punto de vista tiene un
gran fondo de verdad. Los hombres dictan y las mujeres discuten. Los hombres monologan y
las mujeres entablan el dilogo. En cuanto a los temas que preocupan a las mujeres en
posiciones de poder, quizs sorprenda a algunos el hecho de que actualmente stas no
defienden con ms vigor que los hombres las cuestiones femeninas. Aqu, las diferencias de
tipo ideolgico o partidista son los mejores indicadores del apoyo que pueda prestarse a lo que
se suele considerar temas especficamente femeninos, como la educacin y la salud, por
ejemplo.
No pretendemos radicalizar nuestra posicin con respecto a la temtica, pero s insistimos en
las recomedacin llevadas a cabo por la UNESCO en los ltimos aos, en cuanto a hacer
visibles buenas prcticas en el liderazgo femenino como motor de cambios sociales.
En este sentido nuestro inters es centrar la atencin en las escasas cifras de directivas en el
mbito universitario espaol, y profundizar en las dificultades que tienen las profesoras para no
implicarse directamente en los rganos directivos de la universidad.
Como miembros del equipo Gendercit, pretendemos a lo largo de los cuatro aos del proyecto
contrastar nuestras percepciones con las de otras colegas e investigar el tema en los otros
pases con los que compartimos nuestro proyecto.
2. Hacia la igualdad
A pesar de todos los esfuerzos llevados a cabo para conseguir la igualdad entre hombres y
mujeres, el camino se est haciendo ms largo y tortuoso de lo esperado en un principio. Las
estadsticas confirman que todava ms de un 30% de las mujeres de nuestro pas, en las
mismas condiciones laborales que los compaeros de trabajo, cobran menos salario. Estas
desigualdades son todava ms notorias en los pases subdesarrollados, donde la
discriminacin de la mujer es ms evidente. En el mundo entero, la vida de las mujeres va
cambiando: Viven ms aos, tienen menos nios y ejercen cada vez ms empleos
remunerados, aunque muchas de ellas siguen viviendo en la pobreza. Estos cambios han sido
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muy rpidos, y sin embargo los cdigos culturales en torno a las vidas de las mujeres apenas
empiezan a cambiar. La cultura, como dice la UNESCO es en efecto el mejor instrumento para
salvar a la humanidad de la esclavitud y de la violencia. Por eso tenemos que reajustar los
cdigos culturales para que reflejen los cambios introducidos en la vida de las mujeres, y en
todas las etapas de su existencia.
En nuestro pas el 22 de marzo de 2007 se aprob la Ley de Igualdad, con sus principios y
planes estratgicos pretende el pleno reconocimiento de la igualdad formal, pues resultaban
insuficientes las medidas anteriores: La violencia de gnero, la discriminacin salarial, la
discriminacin en las pensiones de viudedad, el mayor desempleo femenino, la todava escasa
presencia de las mujeres en puestos de responsabilidad poltica, social, cultural y econmica, o
los problemas de conciliacin entre la vida personal, laboral y familiar muestran la desigualdad
plena y efectiva, entre mujeres y hombres.
Resulta necesaria, en efecto, una accin normativa dirigida a combatir todas las
manifestaciones an subsistentes de discriminacin, directa o indirecta, por razn de
sexo y a promover la igualdad real entre mujeres y hombres, con remocin de los
obstculos y estereotipos sociales que impiden alcanzarla. Esta exigencia se deriva
de nuestro ordenamiento constitucional e integra un genuino derecho de las mujeres,
pero es a la vez un elemento de enriquecimiento de la propia sociedad espaola, que
contribuir al desarrollo econmico y al aumento del empleo. (Ley de Igualdad,
prembulo).
El Ttulo V de la Ley de Igualdad (2007), en su Captulo I regula el principio de igualdad en el
empleo pblico, establecindose los criterios generales de actuacin a favor de la igualdad
para el conjunto de las Administraciones pblicas y, en su Captulo II, la presencia equilibrada
de mujeres y hombres en los nombramientos de rganos directivos de la Administracin
General del Estado, que se aplica tambin a los rganos de seleccin y valoracin del personal
y en las designaciones de miembros de rganos colegiados, comits y consejos de
administracin de empresas en cuyo capital participe dicha Administracin. El Captulo III de
este Ttulo se dedica a las medidas de igualdad en el empleo en el mbito de la Administracin
General del Estado, en sentido anlogo a lo previsto para las relaciones de trabajo en el sector
privado, y con la previsin especfica del mandato de aprobacin de un protocolo de actuacin
frente al acoso sexual y por razn de sexo.
Esperamos que estos esfuerzos legislativos consigan nuevas conquistas de igualdad para las
mujeres, entre otras la participacin en esferas de poder tanto econmico como poltico; y el
acceso a puestos de mxima responsabilidad que hasta ahora han estado vetados para
nosotras. Aunque no compartimos que la propia Ley inste a la paridad en los consejos de
administracin incorporando un 40% al menos de presencia femenina y la presencia
equilibrada de sexos en los puestos decisorios en las empresas, entendemos que s hay que
facilitar esta presencia pero de forma meritoria y no obligada.
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El techo de cristal configurado por el conjunto de normas no escritas o invisibles que estn en
la cultura de las empresas y que impiden el acceso de la mujer a puestos de responsabilidad
(Segerman-Peck, 1991), son mecanismos a modo de barreras implcitas derivadas de
prejuicios psicolgicos y organizativos que dificultan el desarrollo profesional de las mujeres,
pero tambin perjudican a las organizaciones al impedir el aprovechamiento mximo del
potencial laboral que ellas ofrecen y que para la profesora Amparo Ramos(2005) es lo que ha
llevado a que para acceder a un puesto de alta direccin o un cargo de toma de decisiones las
mujeres se han encontrado con que el estilo de direccin que las caracterizaba resultaba ser
un problema aadido a los prejuicios y valores organizacionales tradicionales, patriarcales y
androcntricos y que en la mayora de los casos han tenido que adoptar un estilo de direccin
dominante ejercido por el hombre y considerado masculino. Y sin embargo cuando han
adoptado un estilo de liderazgo diferente asociado mayoritariamente a las mujeres y
considerado femenino, les ha resultado mucho ms costoso, si no imposible, conseguir
acceder y mantenerse en esa posicin, o en el mejor de los casos, han sido cuestionadas y
evaluadas constantemente por el hecho de adoptar un estilo diferente al que estableca la
norma.
En pleno S.XXI, cabe preguntarse si la agravacin de las desigualdades entre hombres y
mujeres es transitoria, o si las sociedades del conocimiento crean condiciones poco propicias
para la igualdad entre los sexos por lo que los hombres tambin tendrn que participar en la
reflexin comn acerca del lugar que les corresponde a ellos mismos y a las mujeres en
sociedades del conocimiento basadas en el rechazo de la ignorancia y los prejuicios sexistas.
El tratamiento de las discriminaciones subsistentes no ser una cuestin fcil en el plano de
las polticas. Ser necesario recurrir a medidas que fomenten, cada vez que sea necesario,
formas de paridad, o habr que adoptar medidas de discriminacin positiva (affirmative action)?
Cabe sealar que el lugar cada vez ms importante que ocupa el saber en la vida de las
mujeres les ofrece nuevas posibilidades para reforzar su autonoma en las sociedades del
conocimiento (UNESCO, 2005)
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para conseguir el xito. En este sentido, Coronel (1996) sostiene que una mujer firme, franca y
directa se la considera agresiva o con demasiadas aspiraciones, lo cual no se aplica a los
hombres que muestran el mismo comportamiento. Por todo ello vemos que las mujeres,
cuando ejercen cargos de responsabilidad, tienen no slo que distanciarse de las otras
mujeres, sino que tienen que aislar su yo emocional de los hombres.
Schein (2001) ha analizado durante ms de 30 aos la evolucin de las barreras psicolgicas
en el progreso de las mujeres hacia los puestos de direccin. En sus primeros hallazgos
(Shein, 1973 -1975) mostraron que, tanto las mujeres como los hombres en puestos directivos
medios en empresas norteamericanas, perciban que las caractersticas asociadas al xito en
el ejercicio directivo se encontraban ms prximas a las caractersticas asociadas a los
hombres que a las mujeres. Esto le llev a plantear su famoso lema think manager-think male
(piensa en direccin - piensa en masculino) indicando que este fenmeno poda apuntalar los
sesgos que tienden a desfavorecer a las mujeres en la seleccin a los puestos para los cargos
directivos.
De todo ello, podemos extraer que los puestos directivos se han asociado con el estereotipo
masculino y siguen siendo ms valorados si los realizan hombres, por lo que las mujeres se
han encontrado al intentar acceder a un puesto de direccin que el estilo que las caracteriza
resulta ser un problema aadido a los prejuicios y valores organizacionales tradicionales,
patriarcales y androcntricos. (Ramos Lpez, 2005).
Ya en los aos 80 Loden (1987) identificaba ocho reas donde se podan observar las
diferencias entre el estilo de gestin masculina y femenina:
a. Uso del poder: tienden ms a dar poder a los otros/as que a acumular poder
personal;
b. resolucin de problemas: son multimentales, mezclando adecuadamente intuicin y
racionalidad;
c. habilidades interpersonales: saben escuchar, tienen empata;
d. grupos de trabajo: utilizan habilidades de los miembros del grupo en la direccin;
e. direccin participativa: estn centradas en el grupo y no slo organizativamente;
f. asuncin de riesgos: asumen riesgos para perfeccionar la actividad;
g. atencin a la diversidad: su primera consideracin es el personal;
h. resolucin de conflictos: buscan soluciones que permitan ganar a todos;
i. desarrollo profesional: participan en un trabajo aunque no sea parte de su funcin,
pues estn implicadas en la bsqueda del desarrollo grupal.
Grimwood y Popplestone (1993) definen el estilo de direccin de las mujeres como abierto, no
competitivo, innovador, con un firme sentido de la calidad, centrado en la persona, flexible,
comunicativo y persuasivo.
Los cambios producidos en la cultura organizacional en estos ltimos aos han determinado
cambios en las creencias, valores y actitudes .de las organizaciones y en los estilos de
liderazgo. Las caractersticas requeridas al personal directivo para responder a las demandas
organizacionales actuales son la innovacin, la creatividad, la visin de futuro y la adaptacin a
los cambios constantes del entorno, adems nos aade la profesora Ramos Lpez (2005).que
tiene que tener capacidad para dirigir personas, motivndolas e integrndolas en un proyecto
comn, y tener capacidad de trabajo en equipo. Precisamente es el liderazgo transformacional
el que concentra todas estas caractersticas y es definido por Bass (1985) como el conjunto de
capacidades que permiten al lder identificar los cambios y disear acciones para afrontarlo de
forma efectiva. Permite tanto el desarrollo individual, como el trabajo en equipo, cualidades
muy valoradas en las estructuras organizacionales actuales donde los cambios tan vertiginosos
exigen respuestas y adaptaciones continuas.
Durante estas tres ltimas dcadas son muchas las investigaciones que han pretendido buscar
las diferencias entre los estilos de liderazgo en funcin de los estereotipos de gnero. Pero
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realmente, son estas diferencias, las que marcan el hecho de que todava sean pocas las
mujeres que ocupan cargos directivos?
Entre estas investigaciones queremos resaltar las que se han llevado a cabo en el mbito
educativo, porque la educacin es una profesin donde la mayora son mujeres. Sin embargo,
las estadsticas confirman que la direccin de los centros educativos estn ocupados por
hombres mayormente. Es significativo ver en Centros de Infantil y Primaria donde la plantilla
est configurada por mujeres mayoritariamente y en el equipo directivo se sita la
representacin masculina. Como indica Dez y otras (2006) el patriarcado pervive, en gran
parte, debido a la falta de conocimiento del proceso histrico de la desigualdad, de la
discriminacin, de las estrategias que el propio patriarcado ha utilizado a lo largo de la historia
para someter a la mujer. La historia oficial, las producciones culturales y cientficas slo
muestran una parte de la realidad, y sta est vinculada a la visin patriarcal.
Tambin la investigacin del CIDE dirigida por Mercedes Muoz-Repiso y citada por Dez y
otras (2006) ofrece datos reveladores. El estudio realizado en el mbito educativo europeo
concluye que la educacin europea, en lo poltico y gestin comunitaria se refiere, est
prioritariamente en manos masculinas. Y contina explicando que entre el profesorado
europeo, en preescolar son mujeres el 95%; en educacin primaria, las tres cuartas partes; en
secundaria algo ms de la mitad y en el nivel universitario la proporcin es de
aproximadamente 30% de mujeres frente a un 70% de varones [], aproximadamente estn
ocupadas por mujeres la mitad de las direcciones de primaria y el 30% de las de secundaria.
Por tanto la proporcin es inferior a lo que cabra esperar por la distribucin del profesorado
[]. Todo ello parece sugerir que hay razones ms relacionadas con cuestiones culturales y
sociales de tipo general que con el tema estricto de la direccin escolar. Y, en todo caso, se
confirma que, salvo excepciones, las mujeres estn menos presentes de lo previsible en los
puestos de responsabilidad del sistema educativo (Muoz-Repiso y Murillo: 2003, 26-28).
Hay diversas razones para estas conclusiones, que podemos argumentar desde las muchas
investigaciones que se han llevado a cabo durante estos treinta ltimos aos. Entre ellas los
estudios llevados a cabo en el mbito nacional por las Universidades de Valencia, Sevilla y
Len. Todas ellas, coinciden en que las barreras se contemplan desde factores internos (como
la autoestima, las percepciones que tienen las dirigentes femeninas sobre el ejercicio de su
cargo, etc.) y de factores externos, todos ellos relacionados con la tradicin y la cultura de los
modelos masculinos imperantes (jerarquizados e individualistas), que han sido imitados por las
directivas noveles
Como decamos anteriormente, las caractersticas del liderazgo transformacional se ajustan
ms al estilo de liderazgo femenino es un estilo colaborativo, abierto, democrtico,
consensuador, de trabajo en equipo y de compartir responsabilidades y trabajo. La mujer no se
identifica, por tanto, con la palabra lder. La mujer no busca tanto el xito social que parece
proporcionar el poder o liderazgo. S sera ms fcil que se planteara acceder a un cargo de
direccin cuyo desempeo conllevara fundamentalmente una dinmica de dilogo, de
negociacin, de trabajo en equipo, de cuidado de las relaciones, de desarrollo la inteligencia
emocional, etc. Por eso no es deseable para las mujeres acceder a un cargo que
habitualmente lo que supone es asumir un rol de autoridad jerrquica (ms en sintona con el
estilo masculino), que tiende a deteriorar el clima de entendimiento con sus compaeros y
compaeras profesionales, y que muchas veces llega a crear distancia y enfrentamiento
afectivo.
A continuacin presentamos, de manera resumida, algunos de los conceptos clave y
expresiones que han influido e influyen actualmente en el liderazgo femenino y que son
utilizados en la literatura de gnero. Sus significados engloban en su mayora las ideas tratadas
en este artculo. stos son (Cceres et al. 2012, p. 82):
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Tabla 1.
Conceptos clave en los estudios de gnero (Cceres et al. 2012, p. 82)
Conceptos
1. Sndrome del
desequilibrio en la
cumbre
2. Sndrome de la
abeja reina
3. Techo de cristal
4. Poltica de tierra
quemada
5. El mito de la
excepcin
6. Prolongacin del
mito maternal
7. Sndrome de la
mala madre
8. Think manager,
think male
9. Harn
pedaggico
Significacin
Conjunto de dificultades o limitaciones a las que se enfrenta la mujer
que se encuentra en el poder para desarrollar experiencias
personales y profesionales gratificantes, por razn de gnero
Tendencia de algunas mujeres de atribuir su xito profesional a sus
propios mritos y rechazar, por tanto, las acciones de discriminacin
contra personas de su mismo gnero
Se refiere a una serie de obstculos internos a los propios
mecanismos de actuacin de la sociedad (valores, etc.) que
encuentran las mujeres para aspirar a algn tipo de promocin
profesional y que no son perceptibles directamente
Las mujeres van ocupando aquellos lugares que el hombre va
desechando, puestos que han perdido su reconocimiento y prestigio
social
Est muy relacionado con el sndrome de la abeja reina. Hace
referencia al carcter meritocrtico e individual a travs del cual se
explica el posible xito de cualquier mujer y con ello se rechaza la
presencia de cualquier tipo de discriminacin
La mujer ocupa mayoritariamente profesiones propias del rol
maternal asignado como constructo sociocultural a su condicin de
mujer, como por ejemplo en la enseanza y ms concretamente en
Educacin Infantil, que puede decirse es una profesional feminizada
prcticamente al cien por cien
Presin psicosocial ejercida sobre la mujer y su rol maternal que
genera una gran inestabilidad emocional en el caso de romper con
las tareas que tradicionalmente le han sido propias, por lo que
contribuye a mantener la persistencia de este sistema y la anulacin
del acceso de esta a posiciones de mayor poder y participacin
Expresin inglesa que representa la asociacin tradicional existente
entre la direccin y el gobierno de los centros con un perfil
propiamente masculino que ha sido el imperante de la cultura
organizacional
Determinacin de las relaciones de poder, en las que los hombres
ocupan las posiciones de mayor prestigio y estatus profesional,
mientras que las mujeres desarrollan cargos pertenecientes a un
segundo plano de importancia
Redes de apoyo interno entre los hombres para posibilitar directa o
indirectamente el acceso de estos a la participacin en el gobierno y
gestin de la comunidad educativa en detrimento de la presencia
femenina
Recoge la idea de que cuanto ms poder y prestigio tiene una
posicin menos posibilidad existe de encontrar a una mujer en el
cargo
Desde una perspectiva jerrquica, las mujeres se encuentran
desplazadas a favor de los hombres de los cargos o posiciones de
mayor poder e influencia en determinadas profesiones
Masificacin femenina en reas de conocimiento o mbitos
profesionales que carecen de poder y prestigio social en relacin con
otros campos de trabajo de mayor raigambre social en los que se
sita el hombre
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han podido servir de referencia. En este sentido podemos constatar que el contexto de los
centros, el profesorado y su alumnado son variables que condicionan los estilos de direccin.
Con esto queremos decir que no es posible establecer un estilo ideal de liderazgo o director/a,
ya que la actuacin ha de adaptarse a muchas variables y contigencias. En la prctica no
existen estilos directivos puros, as como tampoco existen estilos de direccin buenos o malos
por antonomasia (Cuevas, 2002).
Cuando utilizamos el trmino liderazgo, nos referimos a un proceso por el que las personas son
capaces de construir con otras algo en lo que creen o en la capacidad de convencimiento para
que los profesores se entusiasmen con su trabajo de profesores (Greenfield, 1987) en este
caso se est insistiendo en una visin dinmica de la escuela, en cuanto posibilidad de
creacin cultural frente a una visin esttica, dada y en cierto modo irreal (Cuevas, 2002).
Actualmente, parece que el estilo de liderazgo transformacional est ms acorde con el modelo
de escuela del futuro; en palabras de Murillo et al (1999) implica una cualidad personal, una
habilidad para inspirar a los miembros de una organizacin para mirar ms all de los intereses
propios y centrarse en las metas de toda la institucin. En la investigacin llevada a cabo por
Bass y Avolio en 1992 y donde trabajaron con 256 escuelas durante cinco aos, sealaron las
caractersticas del liderazgo transformacional:
-
Todas estas caractersticas, casi son ms propias de las mujeres que de los hombres; si
adems aadimos las cualidades propias de la inteligencia emocional como asertividad,
empata, etc. Podemos estar definiendo los rasgos tpicos de un perfil femenino.
El nuevo liderazgo parece que es menos masculino y como hemos dicho est ms en la lnea
de los rasgos femeninos. En este sentido consideramos que las directoras estn ahora en
mejores condiciones para ejercer realmente su liderazgo sin necesidad de imitar modelos ms
androcntricos.
Utilizando sus capacidades especficas ms potentes, incluyendo el liderazgo colaborativo y el
transformaciona, y centrndose en el currculo y la instruccin, en la inclusin de todos los
grupos en la toma de decisiones, en la potenciacin del profesorado, estudiantes, padres y
madres, y en la articulacin de nuevas visiones sobre lo que han de ser los centros educativos,
las directoras estn obligadas a marcar esa diferencia que acabe con la discriminacin de
gnero en las escuelas, institutos y universidades (Martn- Moreno Cerrillo, 2008).
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Los motivos que pueden explicar esta menor presencia de la mujer en la gestin
universitaria son mltiples y se relacionan tanto con factores estructurales como
culturales. La categora profesional y la edad, la experiencia en gestin, las
responsabilidades familiares o atencin a terceras personas son algunas de las
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7. A modo de conclusin.
Aunque realmente como apunta Wood (1992), puede que no se den muchas diferencias en el
modo en que hombres y mujeres ejerzan el liderazgo, gestionen el conflicto, o que trabajen en
equipo, pero vivimos en una sociedad marcada por el gnero, y las diferencias biolgicas que
resultan cruciales para el modo en que somos entendidas, vistas por los dems y sobre el
modo en que nos entendemos a nosotras mismas.
Munduate (2003) afirma que en la medida en que mujeres y hombres podamos ir definindonos
en trminos de nuestra profesin, de nuestros planteamientos ideolgicos, de nuestras
preocupaciones como madres, padres, o ciudadanos, en definitiva, cuando podamos definirnos
simplemente como personas, estaremos dando pasos decisivos para evitar que masculinidad y
feminidad marquen tantas diferencias.
A las palabras de la profesora Munduate, podemos aadir que en esta nueva sociedad donde
el conocimiento prima por encima de las diferencias de gnero, donde las nuevas tecnologas
de la informacin y de la comunicacin estn invadiendo todos los espacios. Lo que va a
marcar sin duda alguna el futuro de las organizaciones es precisamente el Capital Intelectual
tanto de los hombres como de las mujeres, es decir, las capacidades de sus empleados y
siguiendo a Jos Antonio Marina esto incluye toda la creatividad que pueda surgir de los
esfuerzos combinados. Se trata de conseguir que un grupo de personas no extraordinarias
produzcan efectos extraordinarios.
En los pases en desarrollo, una mayor participacin de la mujer en la economa del
conocimiento acelerara el ritmo de recuperacin del retraso y reducira ms
rpidamente la brecha cognitiva mundial. En los pases industrializados, una mejor
integracin de la mujer permitira resolver diversos problemas en los prximos
decenios, por ejemplo la falta de personal cualificado o la armonizacin entre la vida
laboral y la familiar (UNESCO, 2005).
A estas reflexiones nosotras nos preguntamos si el acceso a los cargos directivos en igualdad
de condiciones tanto para hombres como para mujeres tambin es un recurso para garantizar
el aprovechamiento del conocimiento compartido.
Compartimos totalmente las palabras finales del informe UNESCO (2005) dedicado a la mujer y
a la sociedad del conocimiento que ponen de manifiesto que El grado de participacin de las
mujeres en las sociedades del conocimiento ser un indicador esencial, que permitir
determinar si hay posibilidades de que se cumplan efectivamente las promesas que dichas
sociedades entraan.
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Desde 2008 o grupo de investigao sob a minha coordenao no ICS-UL inclue uma equipe de doutorandos e ps-docs. Em
2010, sob os auspcios da ESF (Fundao Social Europeu) que financiou um workshop internacional em Lisboa, foi formalizada
uma rede internacional, que tem agora cerca de 60 pesquisadores de pases de todo o mundo (ver www.tlnetwork.ics.ul.pt).
2
Beginning in 2008 the research group coalesced under my coordination at ICS-UL. Researchers include teams, doctoral
candidates, and post-docs. In 2010 under the auspices of ESF (European Social Foundation) which funded an international
workshop in Lisbon, an international network has been formalized which now has about 60 researchers from countries around
the world, (see www.tlnetwork.ics.ul.pt).
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1. Introduction
In the context of contemporary studies of families and transnational lives (Bryceson & Vuorela,
2002), we study the emergence of new forms of conjugality, parenthood, and caregiving
amongst individuals living in different countries. Considering the importance of gender
stratification when the domestic space is transnational rather than shared (Lubkemann, 2008),
the researchers of the group seek to understand how the construction of gender is reformulated
in the family when one of the members migrates to another country. Collecting data in this
space seeks to capture the repercussions of mobility on conjugality, on parental relationships,
and on the organization of caring, self-perception, and representations of those involved in the
domestic space here understood in its physical, affective, and social dimensions (Parreas,
2005; Collignon & Staszak, 2004).
This theoretical framework establishes an important comparative dimension to discuss gender
as an operational transversal category of analysis to study the organization of contemporary
society. In this area International-scale collaboration is crucial to discuss the effect of movement
of people in the different countries in its own specificities.
Gender and transnationalism result in an operational and transversal approach that enhances
the capacity to understand how societies and institutions are changing, taking into consideration
how the contemporary society works in terms of classes and access to resources and
opportunities.
When family member separates as a result of the migration of one, fluid forms of conjugality and
parenthood arise, demanding a realignment of gender roles.
Until now gender studies have focused mostly on female dynamics. We consider it necessary to
move away from the stereotype of African women and their relationship with the institution of
marriage and family, as well as from the stereotype of nuclear European family. Furthermore,
few studies have addressed masculinity and migrations between Africa and Europe. There are
even fewer studies (Arnfred, 2009) about migration between Portugal and its former colonies.
Our research group intends to fill a gap in the investigation into historic, identity, and symbolic
relationships, which since the 16th century have characterized the migrations between these
countries, focusing also on male-gender dynamics. The forms of conjugality and family
relationship that are emerging today can also be studied from the point of view of the Postcolonial Theory seen in the continuities and ruptures in Portugals colonial imagination, the
gender-role building, and the migrations between Portugal and its former colonies (Castelo,
2007; Abrahamsen, 2003). It is crucial to emphasize the importance of examining notions of
family, sexuality, and gender relations in a transnational context stressing the importance of
taking into consideration the organization and culture of migrant people, as well as the
imaginary that Europeans built on African people in this area.
All of these issues are closely linked to reconstruction of place or locality of the sense of
home in the minds of those involved. Feeling at home can be constructed at several levels:
domestic, neighbourhood, city, and country. Besides habitation, which is the first home sphere
the most intimate and private, where one actually lives with ones partner and family feeling
at home is something constructed through daily practices in ones city, through the knowledge
of and sense of belonging to the urban space, through the building of social networks, and
through ones feeling of identification with other groups that exist in the city (Gervais-Lambony
et al., 2003). Studies regarding the connection between home and migrations mostly address
the relationship of the migrant to the home of origin (Levitt & Waters, 2002). It becomes crucial
to investigate the process of (re)constructing the home in both city of origin and city of
destination of the migrant family members, as well as the repercussions on the conjugal and
parenthood relationship, on its representations and experiences.
Theories and political principles normally do not deal with gender differences in the process of
immigrant inclusion and also rarely explore the relationship between inclusion and transnational
participation. At the same time, literature on gender and migration shows that men and women
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practice their contacts with societies in different ways (Zontini, 2008). Some studies indicate that
migration produces effects on gender relations mediated by class, ethnicity, and gender
ideologies (Korac, 2009).
Earliers findings (Grassi 2003, 2007, 2009, 2010) point to the necessity to discuss how both
men and women feel commitment to their countries of origin and are engaged in transnational
relationships that constitute part of their social and cultural participation in contemporary society
(Eckes &Trautner, 2000). This is particularly true for transnational families. In our previous work
we could identify some familiar patterns on the general grounds of transnational participation
between women and men in society. The ethnographic results expected in our research group
will teach us about the future of immigrant inclusion and participation, providing analyses about
how social sharing (family) practices maintain norms and identities, or how individual
trajectories connect to group determinants (agency).
Considering the movement of people across countries from Africa, we admit that this is also
related with laws (Sassen, 2010) and its gender implications. Furthermore, the importance of
social capital for African migrants in Europe and the main characteristics of translocal projects
that African countries undertake play an important role in the interface with European
institutions, as well as being crucial in maintaining connections with the homeland. The
transversality of the transnational approach becomes clear when the discussion on
transnational family, lives, and gender impact on the individual is studied in the context of
internal migrations in European or African countries. Is it movement that makes the difference?
Or is it culture? Or well-being? Migration, gender, and transnationalism may be interpreted in a
clearly political way stressing the importance of distinguishing between political and scientific
concepts. The discussion of this approach is crucial in order to question European and African
politics in the international space.
Portuguese speaking African Countries : Angola, Mozambique, Guin Bissau, Cape Verde and So
Tom e Principe
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Based on empirical evidence substantiating the persistence of migration flows between Africa
and Europe, the ongoing projects challenge the use and utility of sociological categories
connected to the nation-state, and provides support for an alternative, transnational approach
(Glick Schiller, Basch & Szanton-Blanc, 1994; Guarnizo, 1998) that is considered more
appropriate in understanding the changes imposed on conjugal/partner relationships,
parenthood, and caregiving in migrants lives as well as in the family institution. The
transnational approach is interpreted in a gender perspective moving from a culturalistic
approach on gender to an approach that underlines the social circumstances of people as part
of the contemporary globalized world.
Our projects seek to highlight the discussion on efforts that have been made to overcome the
dominant perspective of migration as an expression of vulnerability. This has been done by
shifting the focus on capability and the enabling socio-political structures which play a role for
mobility/immobility in times of crisis. Empirical examples resulting from earlier work of our team
in the last years covered countries of the African and European continent (Portugal, Italy, and
France; Cape Verde, Angola, and Mozambique), as well as different modes of mobility and
migration. In order to allow the discussion of the necessity to refine the understanding of
mobilitys consequences for individual family members living apart together (Levin & Trost,
1999, pp. 280-281) in all of its complexity, an appropriate multidisciplinary approach is required.
It is expected that such an approach will demand a specific and challenging methodology for the
collection of data that will allow an epistemological shift in migration, family, and development
studies.
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theoretical creativity (Donato et al., 2006, p. 14). This space does not, however, see disciplinary
boundaries simply fading away as broad variations in the practice and acceptance of
transversal gender analysis remain with regards to their respective prevailing epistemological,
theoretical, and methodological characteristics.
According to the above-mentioned authors, it was within the scope of each particular field that
social scientists have picked up gender as an intellectual strategy to overcome the
marginalization of the work of women in society as detailed in the papers collected together in
the special edition of International Migration Review (IMR), edited by Mirjana Morokvasic.
The majority of studies on migrations and development seem to reflect the conceptual point of
view that attributes to women the status of subject following male patterns of behavior (Carlings,
2005). Engendering development processes require more than a focus on women, however.
Correspondingly, when men decide to emigrate alone, they rarely depart without first gaining
the consent of the conjugal partner that they leave behind. In their memories and wishes, such
feelings remain present to a greater or lesser extent depending on the reproductive role that
the respective culture attributes to women and men concerning the life plans for the person
behind. Portuguese speaking African countries are specific in terms of gender role organization
in the family and in society, as demonstrated in earlier works (Grassi, 2003, 2007), and this
constitutes crucial theoretical baggage in the research on transnational lives and conjugality
between Portuguese speaking African countries and Portugal (Bryceson & Vuorela, 2002). In
Portuguese- African studies, patriarchalizing interpretations of African societies prevail and
gender power relations normally are taken for granted. At the same time hierarchies of age
(seniority; relational) are, often mentioned as more important than hierarchies of gender.
Furthermore, when the focus is on marriage, the woman of feminist theory is a wife
(Oyeronke, 2001). At the same time, as this author stresses, the hierarchies of insiders /
outsiders to given lineage are also often more important than hierarchies of gender (Arnfred,
2009).
In Portuguese - African studies, gender studies have focused mostly on women (Andrade Silva,
1983; Grassi, 2003, 2006, 2007; Andall, 1999) with some interesting exceptions (Arnfred, 2005).
Studies on men in and from African countries reflect mostly power questions about black men
with a concern in politics (Marriott, 2000).
Our approach seeks to show how the constructions of masculinity are fluid and changing and
have to be renegotiated and redefined in transnational family relationships. The migratory
process is not neutral but highly gendered, meaning that gender constitutes a core
organizational principle for social relations. In male-gender studies, masculinity norms differ
according to the contexts as well as within each context, depending on negotiations about those
definitions between individuals or groups (Amadiume, 1987). It is crucial to look at the changes
inside the family relationships to understand how the construction process of masculinity is
renegotiated between man and woman in transnational migration and how the social
reproduction in motion (Koser, 2003) works in the context. Critical studies of men (Kimmel,
2005) stress that it is impossible to fully understand masculinity without considering its
connection with family change and women's change. This research places men and
masculinities within the realm of family life, examining men's practices and discourses in their
relationships with women and their changing femininities.
The importance and increase of economic migrations point to the emergence of important
changes in the organization of family relationships, lives of individuals, and gender roles. (BabyCollin et al, 2009). Recent case studies have generated an interesting body of literature on the
structural factors, both family and individual, in this process (Kofman et al., 2000). Gender
maintains its relevance to understanding an individuals culture in that it is tied to the position
that the woman and man take in a family structure in one or another culture deriving from the
greater or lesser extent of responsibility attributed to the man and woman for sustaining and
reproducing the household.
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To capture this complexity in motion the methodological option of this research group is to
embrace the belief that an adaptation of the methodological tools is crucial especially
considering the theoretical gap in the Portuguese academic world in this research area
(Mazzucato, 2008, Grassi, 2011). Therefore, from an analytical point of view, the position of the
actors serves to explain the normative challenge posed in restoring ethnographic techniques to
contemporary sociology. As a recent study showed, this restoration may be achieved through
references to theories posed by the Chicago School (Vianello, 2006).
Migrant experiences in destination countries also derive from differentiation revolving around
the gender function, producing differing propensities to migration as well as different results
between men and women (Boyd, 2004). Hence, stating that migratory flows diversify according
to the variable of migrants gender implies the existence of inequalities stretching over the entire
migratory experience, right from departure from ones own country through to arrival in the host
community and the experiences encountered therein. Asymmetries in power between men and
women produce differences in the organization of migrant lives and permeate through social
institutions, the family, economy, and politics. Gender inequalities translating into disadvantages
for both women and men in the destination countries of these migratory trajectories may be
linked to exploitation and recruitment into illegal trafficking networks. Studies on migrant women
carried out thus far in Portugal (Grassi, 2003, 2007; Hellerman, 2005; Peixoto et al., 2006)
found that women bring with them the responsibility with which they self-identify for
maintaining bonds with the country of origin, influencing the ways in which they process their
social relationships in Portugal.
The origins of migration lie in an experience that in the majority of cases emerges out of a family
history context that approaches geographic relocation as a vital possible recourse, already tried
by others, discussed and held up as a cause for celebration. Correspondingly, there are an
increasing number of women deciding to emigrate alone but who rarely depart without first
gaining the consent of the family that they leave behind. In their memories and wishes, such
feelings remain present to a greater or lesser extent depending on the reproductive role that
the respective culture attributes to women in concerns with the life plans for the children left
behind. Recent case studies have generated an interesting body of literature on the structural
factors, both family and individual, in this process (Grieco & Boyd, 1998; Kofman et al., 2000;
Piper, 2005). Thus, and in accordance with some authors, the feminisation of migration
(Castles & Miller, 2009) is associated with the feminisation of poverty and suggest that
growing levels of insecurity is caused by rising exploitation by states, families and individuals of
informal subsistence level female labour that Saskia Sassen refers to as the feminisation of
survival (Sassen, 2001). If the latter is related to the feminisation of migration, at what cost
does this happen? And what forms does this process take in transnational families between
Africa and Europe? The dynamics resulting from cultures encountering each other change when
the site of observation alters and we engage in a comparison of different ethnicities (Pires,
2000).
Saying that the migratory process is not neutral but highly gendered also means that gender
constitutes a core organizational principle for social relations and gendered individual
perspectives may improve the level of understanding and clarify social processes observed in
contemporary society in movement and consequently the path of development.
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rethinking and reformulating the concept of society such that it is no longer automatically
equated with the boundaries of a single nation-state (Levitt & Schiller, 1995; Stoller, 1998).
Following this approach, our research programme gives a central importance to the necessity of
contextualizing analyses and methodologies in transnational mobility studies in a globalized
view (Burawoy, 2000) considering what happened in both migrants origin countries and in
Europeans ones, giving to this double sited approach a special significance when the migratory
flow is between countries with different levels of development, as is the case of economic
migrations between Africa and Europe.
Concentrating on epistemological implications in researching mobility, we defend appropriate
methodological and theoretical choices able to provide transnational and intergenerational
perceptions giving a gendered and multicultural angle (Baldassar et al., 2000).
The TLM&G research group will question, from different disciplinary perspectives, how the focus
on transnational living, gender relationships, and integration experience allows for
understanding the individuals concrete lives (in terms of identities, culture, political affiliation,
appropriation of material resources, and development). This approach reinforces the research
at the level of both European and African developing countries.
The theoretical approach (about which we summarized only a small part of the literature), needs
the design of a specific methodological approach. At the same time, team members have
recently developed advanced expertise in quantitative methodology in coordinating and
organizing surveys in African and European countries in the context of previous and ongoing
projects (see http://www.tlnetwork.ics.ul.pt).
All of the projects designed in the scope of our research groups work have a strong
comparative potential, giving central importance to the data collection based on three different
paths: multiple locations; multiple types of migrants (low and high skilled); combination of
qualitative and quantitative techniques.
The specific aim is to collect consistent and contextualized transnational data based on gender,
family, and household dynamics (conjugality, parenthood, care, and education) in the
transnational spaces between Africa and Europe. As has been stressed before, data are
collected in the migrants countries of origin, countries of transit, and countries of arrival, that is,
in all of the contexts that can influence the mobility of individuals and family members. This
approach allows for the reformulation of gender relations within families and households to
capture the different ways in which individuals identify and negotiate gender processes across
power relations, when family members live in different geographical contexts. Reinforcing the
contributions with scholars coming from African and European countries, our ongoing projects
planned the collection of data according to a multisided methodology. This approach can also
be explored in other contexts as the extensive literature on Asian and American transnational
families suggests.
We consider that the networks already established with national institutions and civil society
organizations in all the countries involved in the movement of people (in origin countries (Cape
Verde, Angola, Mozambique, Morocco, and Senegal), and in host or transit countries (France,
Spain, Portugal and Italy) is crucial for the epistemological implications mentioned above.
This methodology has resulted in extremely important information for the identification of core
dimensions to gender and family dynamics and their impact on both migration access conditions
and resource-access in Europe and Africa. Qualitative methodology has been crucial in
interpreting how the indicators resulting from this analysis may subsequently be applied as
points of reference for the definition of core variables for broader quantitative studies. The
relevance of ethnographic collection of contextualized data, in all the countries involved in
migration flows, has to be stressed and identified as a crucial methodological framework
carrying epistemological consequences. This methodology reveals specificities on the
construction and negotiation of individuals sharing space, resources and affectivities in the
globalized contemporary world. Stressing the lack of relevant ethnographic and contextualized
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case studies on migrants dynamics between European and African countries, this research
group shows interesting results from the collection of ethnographic data in different European
and African countries and different immigrant groups in highlighting new forms of practices and
contextualized dynamics of family relationships at distance.
Paying attention to migrant adaptation strategies to the new contexts and societies, through the
comparison of ethnographic information of immigrant dynamics of integration and transnational
participation as gendered experiences in the European multicultural society and in immigrants
home countries, improves the understanding of the organization of quantitative data in this area.
This helps to fill the lack of a deep seated indicator capable of capturing the complexity of
transnational family relationships (Bernardi 2011), a research opportunity of an uncovered area
considering gender in a life-span perspective: children/youth and parenting practices;
intergenerational issues; conjugality in the case of family members living apart together
(Bannon & Correia, 2006); caregiving at distances; laws; class determinants and the invisible
upper class migration; memories and emotions. The comparison of ethnographic information on
immigrant dynamics of integration and transnational participation as gendered experiences is
central in the European multicultural society and in immigrants home countries and helps to
understand the multiple aspects of this complex area.
The proposed methodology aims to contribute to an epistemological shift in migration,
development, and family studies. Earlier research on transnationalism and migrations from
African regions (Grassi, 2003, 2007, 2010; Vivet, 2010; Lubkemann, 2008) points to gender
differences affecting migration in the source societies. The collection of transnational data in the
countries involved in the migratory flows considered by this research group seeks to fill the gap
in qualitative information in the countries of origin. When social changes emerge and affect
institutions and behaviour of individuals, as occurs in contemporary transnational families, we
need to be able to capture the reality with well identified and well defined new specific
indicators. This methodology allows for marking visible specificities of the construction and
negotiation of individuals sharing space, resources and affectivities in the globalized
contemporary world. Furthermore, as we emphasized before, data can be used as points of
reference for the definition of core variables for broader quantitative studies. Stressing the lack
of relevant ethnographic and contextualized case studies on migrants dynamics in European
and African countries, the research group reveals the necessity to collect relevant information
on differences through the collection of ethnographic data in different European countries and
immigrant groups focusing on migrant strategies to adapt to new contexts and societies.
The selection of the countries of origin studied by this research group (Portugal, Italy, Angola,
Cape Verde, Mozambique, Senegal, and Morocco) draws upon the expertise of the principal
investigator and of the other nuclear members of the research team, Post Doc researchers. The
PI and other team members have, in earlier projects, obtained interesting results on the issues
of migration, cities, multicultural settings, and gender relations in Portuguese-speaking contexts,
with specific concentration on history, identity, culture, and development (Vivet, 2010; Grassi,
2007, 2010; Ferreira, 2011, Ferreira & Grassi, 2012).
We intend to highlight the discussion on the efforts to overcome the dominant perspective of
migration as an expression of vulnerability by shifting the focus on capability and the enabling
socio-political structures which play a role in mobility/immobility in times of crisis. Empirical
examples resulting from previous work of our team in recent years come from countries of the
African and European continent as well as different modes of mobility and migration. The teams
future work will examine and refine the understanding of mobilitys consequences on individual
family members living apart together in all its complexity (Levin & Trost, 1999).
With the theoretical and epistemological common bases mentioned the following main research
questions on transnational lives, mobility, and gender:
How does transnational mobility change the individual and shape group relationships
(family and social networks) between Africa and Europe?
How are individuals affected by migration laws in Europe and in Africa?
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5. Closing
Firstly, the relevance of the complexity of our framework in academic research is linked not only
with migration and development studies but also, and in a significant way, with sociological
family studies. In the globalized world new family forms already exist and are characterized by
emerging dynamics for managing parenting, conjugality, caring, and gender roles at distance.
We can find new forms which differ from the sociological definitions grounded in the national
states approach, the so called European family or African family. Questioning theory and
methodologies in family studies is very important in the search for a new paradigm on the family
institution in the globalized world in movement. Taking into consideration the difference in the
development level of the countries involved in contemporary economic migratory movement
reinforces the importance of the analysis at global level to avoid ethnocentric approaches and
interpretation based on any kind of "cultural superiority" of societies. The European economic
crisis and the reverse flow migration between Angola and Portugal is presently a good example
of a reason this.
The second consideration is related with methodology and its epistemological potential
considering the framework and thematic scope of different objects of studies involved in our
projects. All these projects (see www.tlnetwork.ics.ul.pt) adopt their methodology on common
bases with the aim of capturing contextualized social, cultural, and historical information
characterizing European and African countries involved in the movement of people. Both the
countries of origin and the country of immigration influence the process of reconstruction of
relationships between the family members of transnational families. Researchers need to avoid
the temptation to look for generalizing definitions of family at macro level (European family or
African one). The influence of the context for individuals living at distance shows its importance
at the transnational and micro levels. The fact that both Africa and Europe are continents and
not countries is often insufficiently translated in development, migration, and family studies and
at the same time the national level is normally used to compare family dynamics and economic
and social welfare of the countries. In our research group we realized that if the analysis is on
transnational families, using the national level is not the most efficient choice for perceiving the
emerging dynamics of adaptation of institutions such as the family.
There is a sophisticated literature on developing world as well as the so called occidental
context related with human economic life of men and women and their gender dynamics.
However, the lives of men and women inside family relationships have remained either vaguely
drawn or invisible. Adapting methods and theory to the different contexts, balancing between
the global and the micro levels of perception and social representations is what we are
exploring in our research group.
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1. Introduccin
El abuso infantil y juvenil ha sido ampliamente estudiado con el objetivo de mejorar y prevenir
el maltrato a los menores. Tambin, es un rea de inters por parte de los investigadores/as
desde hace algunos aos, el maltrato que tiene lugar en el contexto de una relacin de pareja,
especialmente la violencia que ocurre en el mbito de las relaciones maritales (Alberdi y Matas,
2002). Sin embargo, a pesar de que ambas reas de investigacin son ciertamente necesarias
e importantes, la investigacin que analiza la violencia que se presenta en las relaciones de
pareja en la juventud ha sido histricamente escasa.
Afortunadamente, distintos autores/as comenzaron a sealar a partir de la dcada de los 90
que la frecuencia de casos de la violencia en las relaciones de noviazgo puede ser ms
elevada que la marital, aunque sus consecuencias fueran menos graves o nefastas, y que la
violencia se manifiesta incluso en parejas muy jvenes (Barnett, Miller-Perrin y Perrin, 1997).
En consecuencia, en las dos ltimas dcadas se ha incrementado notablemente el nmero de
investigaciones que han analizado diferentes facetas de la violencia en las parejas jvenes
como: la frecuencia de casos, las consecuencias para las vctimas, los posibles factores de
riesgo y tambin la efectividad de programas de intervencin y prevencin de la violencia de
gnero en las relaciones afectivas durante la adolescencia (Cornelius y Resseguie, 2007; DazAguado y Carvajal, 2010; Muoz-Rivas y cols., 2007; Ortega, Ortega-Rivera y Snchez, 2008).
Uno de los resultados ms sugerentes encontrados en estas investigaciones es que la
violencia en pareja comienza, generalmente, en las primeras relaciones sentimentales durante
la adolescencia, y que estos patrones violentos de comportamiento se mantienen en la etapa
adulta (Billingham, Bland y Leary, 1999; Lewis y Fremouw, 2001).
Este hecho se explica porque la agresin hacia las mujeres, no es similar a cualquier agresin,
se dirige hacia ellas por el hecho de ser mujeres, como destacaron las feministas a principios
de los aos 70. Son resultado de unos estereotipos, que no han desaparecido del todo, segn
los cuales la mujer es considerada como un objeto que est al servicio del hombre por lo que
ste puede imponer su voluntad incluso utilizando la fuerza. De ah que en pequeo grado sea
consentida socialmente (Monreal, 2008).
Los resultados de estas investigaciones en el rea son un paso fundamental en la direccin
correcta y es el momento de plantear estudios que se enmarquen dentro de modelos tericos
explicativos que examinen los mecanismos a travs de los cuales se manifiesta la VPA. En
este sentido, el propsito de este artculo es, en primer lugar, delimitar conceptualmente la
violencia de gnero y sus tipologas, atendiendo a las particularidades de la VPA y ofreciendo
algunas cifras de casos. El segundo objetivo es ofrecer el marco terico ms adecuado para
estudiar la VPA: El modelo ecolgico de los factores asociados con la violencia de gnero en
parejas adolescentes. En tercer lugar se analizan los factores, tanto individuales como
contextuales, asociados con la VPA. Por ltimo, se ofrecen unas conclusiones en las que se
discuten los aspectos fundamentales planteados en el artculo.
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mi pareja, frente a un 26.2% de las chicas entrevistadas. Por otra parte, hasta hace
relativamente poco tiempo no se contaba con informacin fidedigna proveniente de una
investigacin rigurosa acerca de la incidencia y la prevalencia de la violencia en la pareja. Esto
implica que en el imaginario colectivo aparece una creencia que relaciona la invisibilidad con la
inexistencia. Sin embargo, la realidad dista mucho de esta creencia colectiva.
En Espaa, en los estudios con muestra adolescente espaola se indica que, por ejemplo, un
7.5% de chicos y un 7.1% de chicas admiten haber empujado o golpeado a su pareja en una o
ms ocasiones (Gonzlez y Santana, 2001). Muoz-Rivas y sus colaboradores (2007) indican
en su trabajo que aproximadamente en el 90% de las relaciones de parejas adolescentes
estudiadas existan agresiones verbales y en el 40% agresiones fsicas. En un reciente estudio,
un 19% de chicas justifican la violencia como reaccin a una agresin, reducindose a un 5%
las chicas que admiten haber vivido situaciones de maltrato en la pareja con cierta frecuencia
(Daz-Aguado y Carvajal, 2010). Como vemos, las cifras pueden variar considerablemente en
funcin del tipo de instrumento de medida utilizado y la edad de los adolescentes pero lo cierto
es que los estudios reflejan cifras muy elevadas.
De hecho, no existe un factor que explique por s solo por qu un adolescente se comporta de
manera violenta contra su pareja y otro no lo hace. La violencia es un fenmeno sumamente
complejo que hunde sus races en la interaccin de muchos factores individuales, sociales,
culturales, econmicos y polticos. Consideramos por tanto que, para un anlisis riguroso de los
factores explicativos de la VPA, es necesario abarcar una perspectiva del individuo en
desarrollo (el adolescente) y en permanente interaccin con un ambiente social especfico. En
los siguientes apartados se ofrece una revisin de los factores explicativos ms relevantes y
que se enmarcan en el modelo ecolgico del desarrollo humano.
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VPA con la presencia de sntomas depresivos, ideacin suicida, desrdenes alimentarios, baja
autoestima y baja satisfaccin con la vida, abuso de sustancias (alcohol y drogas), problemas
conductuales y acadmicos en la escuela y un deterioro general de las condiciones fsicas y
mentales tanto en las vctimas como en los agresores adolescentes (Cleveland, Herrera y
Stuewig, 2003). En otras palabras, las relaciones de pareja violentas en la adolescencia tienen
graves consecuencias psicosociales tanto para las vctimas como para los jvenes agresores.
Un aspecto muy importante a destacar es que haber ejercido violencia contra una pareja
anterior o tener contacto cercano con un adolescente agresor parece ser el predictor ms
potente de violencia en una relacin futura (Vzina y Hrbert, 2007). En el mismo sentido,
haber sido vctima de violencia por parte de su pareja o tener contacto cercano con una
vctima, incrementa la posibilidad de implicarse en una nueva relacin abusiva (Arriaga y
Foshee, 2004). En general, los motivos que chicos y chicas exponen para justificar la VPA son
muy diferentes. Los chicos agreden a su pareja principalmente con objeto de dominarla, es
decir, para ejercer un control sobre ella; en el caso de las chicas, por el contrario, la violencia
suele ser un acto de autodefensa, un desahogo en un momento emocional de intensa ira o una
respuesta ante una accin inadecuada por parte del chico (por ejemplo, una conducta de
infidelidad) (Foshee y cols., 2007). Ahora bien, los hombres, a diferencia de las mujeres,
tienden a infravalorar su propia agresin, mientras que las mujeres suelen sobrevalorar lo
ocurrido y sentirse, por ello, culpables (Jackson, 1999). Estas diferencias en las reacciones
posteriores a la agresin por parte de los chicos o chicas refleja bien las creencias y patrones
culturales de referencia y transmitidos en el proceso de socializacin.
4.2 Factores contextuales
Los mitos y creencias sobre el amor romntico son estructuras cognitivas fuertemente
arraigadas y configuran en buena parte las ideas sobre las relaciones de pareja que los
adolescentes asumen como normales. Todas ellas se enrazan profundamente en un modelo
cultural basado en la desigualdad y el desequilibrio en las relaciones entre hombres y mujeres,
modelo que se transmite de generacin en generacin mediante el proceso de socializacin de
gnero. La socializacin es el proceso de transmisin de los valores, creencias, normas,
actitudes y formas de conducta apropiados para la sociedad de pertenencia, de tal forma que la
persona socializada asume como principios-gua de su conducta personal los objetivos
socialmente valorados.
Especficamente, la socializacin de gnero hace referencia al proceso por el cual las personas
llegan a pensar y actuar de forma diferente segn sean hombres o mujeres; cada mujer y cada
hombre se construye mediante modelos, a travs de imgenes compartidas socialmente con
las que cada quien se identifica. Se espera que cada uno y cada una ejerzan el rol de gnero
asignado de manera adecuada. Si integrarse en una cultura significa asumir los roles que la
definen, no hacerlo implica romper, enfrentarse, cambiar normas fuertemente arraigadas con
los consecuentes costes emocionales que esto implica (Meras, 2003).
La violencia tambin se socializa y se aprende. De esta forma algunos autores han identificado
que la mayor implicacin de los chicos en formas de agresin fsica podra deberse al
aprendizaje de patrones de violencia diferenciados por gnero (White, 2002). El proceso de
socializacin a travs del cual las personas asumen reglas y normas de comportamiento tiene
lugar, fundamentalmente en el contexto de la familia. Pero debemos considerar que, en la
adolescencia, existen otros microsistemas o contextos inmediatos del desarrollo tan
importantes o ms que la familia para los jvenes como son los iguales o la escuela. A estos
agentes socializadores fundamentales se aaden en la actualidad los medios de comunicacin
de masas que se ubican en el mbito macrosocial de influencia desde los que se transmiten
muchos de los mitos, creencias y representaciones del amor y la violencia.
4.2.1 Los iguales
La relacin con los iguales juega un papel fundamental en el desarrollo de la VPA.
Especficamente, se ha constatado que implicarse con grupos de amigos violentos en la
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escuela aumenta el riesgo de los adolescentes de ejercer violencia en las relaciones de pareja
(Capaldi y cols., 2001). Mantener una estrecha vinculacin con un grupo de iguales violentos
en la escuela puede provocar un cierto contagio social de actitudes negativas hacia las
relaciones entre hombres y mujeres y reforzar las creencias y actitudes que justifican las
agresiones como aceptables y normales en las relaciones afectivas de pareja. De hecho,
durante la adolescencia, la conducta violenta puede ser una forma habitual de relacionarse con
los iguales y esta tendencia en el comportamiento de los adolescentes puede afectar a las
relaciones afectivas y de pareja que se establecen en esta etapa (Muoz-Riva y cols., 2007).
Como se indic anteriormente, tener contacto cercano con un adolescente agresor parece ser
el predictor ms potente de violencia en una relacin futura (Vzina y Hrbert, 2007).
Adems, la investigacin tambin ha mostrado que los/as adolescentes que son vctimas de
violencia escolar tienen un alto riesgo de sufrir VPA, (Arriaga y Foshee, 2004; Vzina y Hrbert,
2007) amplindose de este modo la victimizacin y sus consecuencias a distintas esferas de la
vida de los/as adolescentes. Consideramos que esta confluencia de abusos en distintas
relaciones importantes para los/as adolescentes victimizados/as configura una situacin de
grave riesgo que puede cursar con una baja autoestima y fuerte minusvaloracin, una profunda
insatisfaccin con la propia vida y posible ideacin suicida. Por tanto, desde todos los agentes
socializadores, y, especialmente desde el mbito educativo, es necesario facilitar pautas de
deteccin de estas situaciones y prestar una atencin especial al seguimiento de estos casos.
4.2.2 La familia
La familia es, quizs, una de las reas que ms se ha investigado cuando se trata de explicar
la VPA. La relacin de pareja que tienen padre y madre es la primera relacin amorosa de la
que son testigos los nios. Por ejemplo, Foshee y sus colaboradores (2005) encontraron en su
investigacin una relacin entre el ejercicio de VPA y haber presenciado o haber sido objeto de
violencia en su familia de origen, mediada, independientemente del gnero, por la aceptacin
de dicha violencia y un estilo agresivo de resolucin de conflictos.
Segn un trabajo de revisin de artculos publicados en este mbito desde 1986 hasta 2006
por Vzina y Hrbert (2007), los principales factores familiares de riesgo que se relacionan con
la VPA son: las prcticas parentales punitivas, la falta de cohesin afectiva, los frecuentes
conflictos, los patrones inadecuados de comunicacin familiar, las relaciones maritales
violentas y los malos tratos y el abuso sexual de los hijos por parte de los padres.
As, el valor de estas experiencias iniciales de aprendizaje por observacin es de suma
importancia. A veces, se puede observar que adolescentes procedentes de hogares fros y
distantes se implican en relaciones amorosas desbordantes (controladoras, celosas, intensas)
en una especie de accin compensatoria. Sin embargo, un estilo parental que establece
lmites claros a los jvenes, combinado con unas relaciones entre padres e hijos marcadas por
la cercana afectiva y la comunicacin abierta y positiva parece tener una funcin protectora
para los adolescentes ante la VPA (Vzina y Hrbert, 2007)
4.2.3 El profesorado
En relacin con el contexto escolar de los adolescentes es importante destacar que slo muy
recientemente, a partir de los aos 90 en Espaa, se ha comenzado a contemplar la necesidad
de superar la socializacin de gnero entre los objetivos educativos a partir de la inclusin en el
currculo escolar de reas transversales relacionadas. El propio centro, adems, por sus
caractersticas de convivencia y por su funcin educativa, se convierte en un lugar idneo para
llevar a cabo un anlisis crtico de la realidad cotidiana del alumnado, as como de los
mensajes educativos no formales que llegan a travs de los medios de comunicacin o los
iguales. El objetivo de este tipo de educacin debe ser transformar las bases sociales y
culturales que generan en la actualidad la discriminacin entre sexos. De este modo, dentro de
los planes nacionales de erradicacin de la violencia contra las mujeres, se han venido
elaborando intervenciones dirigidas a prevenir la violencia de gnero potenciando
comportamientos igualitarios en los colegios (por ejemplo, Gorrotxategi y de Haro, 1999).
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Al igual que en el caso de los padres, los profesores son personas significativas y cercanas a
los adolescentes y, por ende, importantes modelos de comportamiento en las relaciones intergnero y en los modos de resolucin de conflictos. Por ejemplo, el profesorado debe tener un
cuidado especial en que no se premien en el aula aquellas prcticas violentas que socialmente
se asocian a la masculinidad. As, los profesores tienen la posibilidad de utilizar herramientas
como la educacin en igualdad o co-educacin y el desarrollo de actividades en el aula que
permitan a los jvenes identificar y cuestionar los mitos y creencias que sustentan la VPA.
Por ello, tambin es necesario que los profesores y centros educativos en general asuman
pautas igualitarias de relacin y de prevencin a todos los niveles: detectando y ayudando a
buscar soluciones y alternativas en los casos ya establecidos, incorporando en el currculo el
anlisis crtico de los mitos y creencias sociales que sustentan la violencia asociada al gnero,
y haciendo un hincapi especial en los estereotipos de gnero que estn manejando tanto los
profesores y profesoras como los chicos y las chicas.
Es cierto que la reflexin sobre los estereotipos de gnero junto con el debate crtico acerca de
su plasmacin social, puede ser una actividad educativa efectiva, aplicable en cualquier
materia y ms cuando se produce algn comportamiento agresivo que denota creencias que
suponen desigualdad de gnero. Pero tambin lo es que una transformacin significativa con
respecto a la igualdad de trato slo es posible con la implicacin de todo el profesorado del
centro (Monreal, 2008).
4.2.4 Los Medios de comunicacin
Una caracterstica esencial del mundo contemporneo es su carcter meditico: los medios de
comunicacin son fcilmente accesibles e inmediatos en un mundo globalizado. Frente a otros
periodos de la historia, las parejas contemporneas ya no se limitan a construirse al amparo de
la nica exposicin a modelos familiares y comunitarios cercanos sino que tambin se
construyen bajo el importante modelado de los medios. As, los adolescentes de hoy
encuentran en la televisin, Internet y los videojuegos una fuente importante y fundamental de
modelos con los que construirse una representacin social del amor que gua su conducta
amorosa.
Concretamente, las teleseries parecen ser un gnero de especial importancia en la
adolescencia y muchas de ellas estn construidas especialmente para este pblico. Se
considera que el serial televisivo es un gnero idneo para el estudio de la transmisin de
valores porque representa historias cercanas a la vida cotidiana y por la funcin de construir
modelos ya que ofrece variedad de personajes que pueden funcionar a modo de ejemplos
(Montero, 2006, p. 26). A travs de stas, los adolescentes ven reflejados temas sumamente
relevantes para la etapa vital que atraviesan (la amistad, los romances, las relaciones con los
padres), evalan su propia situacin personal y aprenden de los referentes que tienen ante sus
ojos para resolver conflictos o para desenvolverse en distintas situaciones.
Por tanto, los medios de comunicacin no son neutros sino que transmiten ideas acerca de las
normas, estructura y conducta social (Teora del cultivo, Gerbner, y cols., 1994). Pero en este
proceso median otros factores y de forma importante las interacciones y estilos parentales, de
tal modo que cada adolescente percibe los contenidos televisivos con sus propias gafas. Las
preferencias televisivas, si bien proceden de elecciones personales, reflejan los valores y
actitudes familiares. As, por un lado, es importante tener en cuenta el contenido que los
adolescentes estn viendo (qu valores, roles sociales, etc. se manejan) y, por otro lado, el
contexto en el que lo estn viendo, es decir la mediacin que estn realizando los agentes de
socializacin ms directos (padres y profesores) y que conforman las gafas ms o menos
protectoras que utiliza el o la adolescente para ver la televisin o utilizar Internet.
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5. Discusin
Como hemos visto a lo largo de este artculo, las cifras sobre violencia de pareja en adultos a
nivel mundial son alarmantes. La visibilizacin de esta realidad ha fomentado el inters y la
preocupacin de la comunidad social, educativa y acadmica sobre un problema que afecta a
millones de mujeres en todo el mundo. De hecho, en las ltimas dcadas se ha desarrollado un
creciente nmero de investigaciones que ayuda a comprender las causas y las consecuencias
de este problema social y una parte de esta investigacin ha centrado su inters en el origen
de la violencia en las primeras relaciones de pareja que ocurre durante adolescencia.
Las dinmicas de relacin violentas que se establecen entre parejas de jvenes adolescentes
parecen tener races explicativas multicausales. De esta forma, analizar este problema desde
el marco terico explicativo del modelo ecolgico de los factores asociados con la violencia de
gnero en parejas adolescentes, implica estudiar los diferentes factores individuales, familiares,
escolares y sociales que nos permitan comprenderlo de una forma multidisciplinar y sistmica.
La implicacin de padres y madres, profesorado y de la comunidad en los programas de
prevencin y la intervencin multidisciplicar en todo el proceso ayudara a los/as adolescentes
que comienzan una relacin de pareja violenta a salir de la espiral. Por otra parte, una mayor
sensibilidad de los medios de comunicacin hacia esta realidad fomentara un cambio hacia
una mayor igualdad y no discriminacin en los roles, creencias y mitos que se establecen entre
chicos y chicas cuando comienzan sus primeras relaciones de pareja.
Por ltimo, cada vez son ms las voces que desde todos los mbitos, sobre todo desde el
judicial, llaman la atencin sobre la importancia de cuidar el proceso educativo y de formacin
de los/as jvenes para erradicar esa terrible lacra social que constituye la violencia de gnero.
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on
bodily
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Resumen
El cuerpo, es elsoporte de nuestras prcticas, moldeado por ellas, es real, material, dado y a la vez sujeto
a mltiples representaciones que varan con el tiempo, los lugares, las formas de simbolizacin, los
lenguajes, las culturas. El cuerpo constituye una interseccin entre lo social y lo individual, entre la
naturaleza y la cultura, lo psicolgico y lo simblico, lo econmico y lo poltico. En l interseccionan la
clase, el gnero, la raza, la etnia, pero es tambin el lugar donde se desatan diversas estrategias de
resistencia. La cuestin del cuerpo, ha sido leda por las feministas en clave poltica desde hace siglos.
Ha implicado una historia marcada por los esfuerzos reiterados de expulsin del cuerpo a la vez que por
la identificacin entre mujeres y sexo. Despojo, apropiacin, objetualizacin, enajenacin, represin,
negacin y sexualizacin de las mujeres, operaciones de neutralizacin y biologicismoesencialista que
han hallado en nuestros cuerpos las races de nuestra sujecin, constituyen asuntos recurrentes. Por eso
la insistencia por las consecuencias polticas de la encarnacin a contrapelo de la insistencia por borrar la
corporalidad, neutralizar la sexuacin humana, transformarla en un dato por as decir indiferente. La
crtica a la norma binarista y heterosexista como organizadora de sentido y productora de sujetos
moldeados, al mismo tiempo que expulsa otras maneras de encarnar hacia el espacio de la abyeccin, ha
complejizado el debate en los ltimos aos.
Abstract
The body is the support of our practices, it is shaped by them, it is real, material, given and, at the same
time, it is restrained to multiple representations that change over time, places and ways of symbolizing,
languages and cultures. The body is an intersection between the social and the individual, between nature
and culture, the psychological and symbolic, the economic and the political. Body is where class, gender,
race, ethnic group intersect, but it is also where strategies of resistance are unleashed. The question of
body has been read by feminists in a political key for centuries. This subject has implied a history marked
by the repeated efforts of expelling the body out of the spotlight, or by the identification between women
and sex. There were some operations of neutralization and reduction to biology, such as hiding,
objectifying and sexualisation of women that had found in our bodies the roots of our restraint. This is the
reason why we insist on the political consequences of incarnation against the insistence for removing
corporality, for neutralizing human sexuality and transform it in an irrelevant piece of information. The critic
to the rule of binary sex and heterosexuality as sense organizer and producer of shaped individuals made
the discussions of the last years more complex.
Palabras clave
Experiencia corporal; Pensamiento encarnado; Significaciones corporales; Feminismos; Poderes
patriarcales.
Keywords
Bodily experience; Incarnated thinking; Bodily significations; Feminisms; Patriarchal power
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1. Introduccin
Todo comienza con el cuerpo...
Todo es cuerpo. Nada es fuera del cuerpo.
Ivone Gebara, 2002
Nadie, hasta ahora, ha podido determinar lo que puede el cuerpo como lo expresara Spinoza
(1999), menos an lo que pueden los cuerpos de las mujeres. Dice Natividad Corral (2005),
que el cuerpo dice la verdad, a veces se resiste, otras la oculta, pero al final es el cuerpo el que
la dice. Es precisamente por ello, que los mecanismos de produccin/ dominacin/ control/
regulacin se asientan, acechando y perforando la carnalidad. La demarcacin corporal es un
recurso de transformacin creativa, una fuente de elaboracin subjetiva y de poder, y por ello
mismo es en el cuerpo donde se elaboran las estrategias que cuestionan, desafan y
desmantelan el poder patriarcal y su orden normativo, heterosexual, colonial, blanco y
capitalista.
El cuerpo de las mujeres ha sido histricamente territorio de ocupacin para el patriarcado.
Somos nuestro cuerpo y nuestro cuerpo es lo nico que nos pertenece: sin embargo sobre
nuestros cuerpos se impone un especial control patriarcal que durante siglos ha mantenido a
muchas mujeres disociadas de su experiencia fsica e inmediata. El cuerpo es un territorio
limitado, del cual no podemos sustraernos, a diferencia de otros territorios habitables o vividos,
este nuestro cuerpo es inabandonable. Terreno de controversias, tambin de goce, de marcas
y culpas, de deleites y alegras, de dudas. Objetivado, mapa de jerarquas y diferencias, de
experimentacin tecnolgica, centro de todos los poderes, pero tambin de vivencia y
emociones. Materia de lucro y trfico, reductos de explotacin, tortura y dominio. Colonizado,
privatizado, capturado, asediado, expropiado, criminalizado. Espacio/lugar de malestares,
desequilibrios, quejas, dolores, envejecimiento y finitud. Cuerpo marca, indicador, seal, pauta,
semitico, sntoma. Reflexivo, atento, sentido, sintiente. Ajeno, extrao, extraterritorial, otro.
Cuerpo, vivido, vivencial, cercano, prximo. Simultneo, paradjico, simblico, imaginario,
ficticio. Cuerpo inalcanzable, proyeccin inapropiable. Inaprensible en su representacin plena.
Intrincacin radical de dimensiones diversas. Cuerpo accin, poltico, insurrecto,
contrahegemnico.
En el terreno de nuestros cuerpos se despliegan una serie de mecanismos de regulacin,
control, supresin y ocupacin de todos los aspectos fsicos y subjetivos. Producciones
materiales de tecnologas de poder normalizadoras de sexo, gnero, etarias, sexualidad, raza,
etnia, clase, procedencia geogrfica norte/sur, entre otras. Dispositivos de dominacin que
tienen implicaciones en los fluidos, los rganos, los pensamientos, los estados de nimo y las
prcticas corporales de las mujeres, similares a los que producen una guerra, esto es
sufrimiento, caos, hambruna, mutilacin, devastacin e incluso muerte.
Nuestros cuerpos son territorios ocupados y nuestra existencia est en juego
(Colectivo Ma Colre, Mi clera, 2009).
La crtica de la biologa como destino, que las feministas hemos realizado de modo sistemtico
y preciso nos induce necesariamente al entrampamiento de no comprender que, como ha
planteado Adrienne Rich (1986), nuestros cuerpos son tambin un recurso para la
transformacin. El control de nuestros cuerpos implica reconocer su unidad y resonancia, el
fundamento fsico de nuestro pensamiento. Podremos, las mujeres, pensar con el cuerpo,
convertirnos en nuestro cuerpo, descolonizarlos, presidirlos desobedeciendo y subvirtiendo los
decires y poderes patriarcales?
Con el correr de los siglos, las construcciones negativas del cuerpo han dominado nuestras
vidas sin poder ser desafiadas muchas veces, prevaleciendo una nica forma del cuerpo, an
cuando la forma de la imagen del cuerpo ha sido histricamente variable. Sin embargo, lo que
se mantiene como el elemento constante a lo largo de la variacin histrica es la construccin
del cuerpo como algo separado del verdadero ser: ya sea denominado alma, mente, espritu,
voluntad, creatividad, libertad, etc. el cuerpo es lo que realmente socava los mejores esfuerzos
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del ser. Lo valorado es lo que no es inmanente, lo que no es cuerpo, lo alto, lo noble, lo que
parece estar ms cerca de Dios, lo masculino. El cuerpo se define como el lastre, el peso que
impide la autorrealizacin, la carne que cubre la sublime, la pesadumbre de pasiva y densa
materialidad, lo femenino.
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La tarea feminista de hacer visible la experiencia de las mujeres como evidencia frente al poder
falogocntrico tuvo su punto de fuga a partir de los aos 80 cuando las teoras postestructuralistas las suprimieron y las reubicaron en el lugar de una ideologa por as decir
esencialista. Pensar en la teora feminista, nos moviliza en el sentido de la experiencia
subjetiva de la corporalidad, en el valor que esta desempea en el conocimiento. Sin embargo,
es preciso sealar que desde los 80 la autoridad epistemolgica que el feminismo otorgaba a
la experiencia corporal fue decayendo, e incluso podramos afirmar que durante algn tiempo
fue decididamente descartada, sin embargo en los ltimos aos resurge su inters y se
produce un rescate de la importancia cognoscitiva de la experiencia corporal (Alcoff, 1999).
Bajo las actuales condiciones, en un contexto econmico poltico, cultural y tecnolgico
caracterizado por la disolucin de lo real, el aumento de la abstraccin, la fetichizacin y la
mercantilizacin de la vida, el capitalismo apuesta cada vez ms por considerar el mundo como
una pura abstraccin sin anclaje real. Como ha sealado Hinkelammert el capitalismo se
sostiene hoy en la negacin del sujeto real, de sus necesidades, de sus goces y deseos
(Hinkelammert, 1978, p. 261). El problema reside entonces para (nosotras) las feministas en
determinar hasta qu punto lo real, el cuerpo vivido (viviente), ha devenido una vez ms para la
filosofa poltica, la economa, la historia, la sociologa y las ciencias en general en cuerpo
abstracto, ficticio, ilusorio, impalpable, sin rostro, sin sexo, sin marca, sin experiencia, sin vida.
De ah la propuesta de recuperacin de una teorizacin atenta a la corporalidad y la
experiencia.
De modo que la exclusin del cuerpo domina la cultura moderna, ha quedado ausente de las
teoras sociales y de la filosofa occidental, que se han centrado en la razn como fuente
exclusiva de verdad.
Es este orden logocntrico el que cuestionar -entre otros/as filsofos/as- Merleau-Ponty
(1994), en su Fenomenologa de la Percepcin, sostiene que en la oposicin sujeto/objeto, la
soberana del sujeto basada en el centralidad de la razn es falsa. El autor pone en cuestin la
escisin cartesiana: sujeto/objeto y propone una relacin de no oposicin entre estos trminos
con el propsito de trascender el dualismo mente/cuerpo, de manera que el sujeto sea el
resultado de la relacin con el mundo que vive. El cuerpo, es el vehculo de ser-en-el-mundo, y
un cuerpo constituye un medio definido que involucra y compromete determinados proyectos
de vida.
Merleau-Ponty establece la centralidad del cuerpo y el sujeto es definido como conciencia
encarnada. La experiencia perceptiva es el encuentro entre la intencionalidad de esa
conciencia encarnada y el mundo que se presenta abierto e inacabado, en un saber noreflexivo.
La experiencia del cuerpo como vivida, permite conectar con un medio definido, confundirse
con ciertos proyectos y comprometerse continuamente, pues:
Tengo conciencia de mi cuerpo a travs del mundo tengo conciencia de este
mundo por medio de mi cuerpo (Merleau-Ponty, M 1994, p.101).
La propuesta Merleau-pontyana de la teora corporeizada se halla presente en las
conceptualizaciones de Simone de Beauvoir, adems de aportar algunas claves de lectura para
comprender la relacin entre experiencia y discurso.Este intento de comprender la subjetividad
y al mundo, lleva consigo la constitucin de sentido, pues no se puede pensar en una
conciencia sin cuerpo y sin historia.
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3. Cuerpos sexuados
Por lo general se ha definido la corporalidad o el cuerpo como algo tangible, incuestionable. Sin
embargo autores como Le Breton que ha profundizado en el tema, sostiene que ms all de la
aparente evidencia del cuerpo, no hay nada ms inaprensible que l. El cuerpo es una
construccin social ya sea por las representaciones populares o los paradigmas tericos
cientficos que lo explican, el cuerpo no es un dato certero, es ms bien una falsa evidencia, es
el efecto de una elaboracin social y cultural (Le Breton, David, 2008a: 27- 28).
La problematizacin de las consecuencias polticas de la sexuacin de los cuerpos est
anclado al surgimiento mismo del feminismo. Si slo tomamos como parmetros temporales los
feminismos de finales del siglo XX, y la consigna que ha recorrido la llamada segunda ola, lo
personal es poltico, mucho es lo que se ha debatido y escrito sobre los lmites de lo personal
y sus relaciones con lo poltico, sobre el cuerpo y la poltica.
Qu puede ser ms personal que el propio cuerpo? Sobre todo para las mujeres, que en su
mayora han sido confinadas a una vida centrada en l, ya sea para cumplir con el estereotipo
de belleza, o por su funcin reproductora, en el cuidado y mantenimiento de los cuerpos de
otros/as, entre los que se incluye la crianza de los/as hijos/as y la atencin de ancianos/as,
enfermos/as, etc. Qu puede ser ms poltico que el propio cuerpo para las mujeres,
1
expropiadas del derecho a decidir sobre sus cuerpos y s mismas? Podremos las mujeres ,
reclamar nuestro cuerpo como un espacio poltico de resistencia contra-hegemnica
descolonial y despatriarcal, de desarticulaciones y trasgresiones?
Las mujeres paradojamente, estamos alienadas de nuestros cuerpos al mismo tiempo que
amarradas a l. Encarceladas al cuerpo, al destino ineludible de la biologa, al trabajo forzado
2
de la maternidad, al terrorismo de la violacin y el miedo que la misma genera son la base del
control y la dominacin segn lo expresara Adrienne Rich. Respecto de los significados
asignados a nuestros cuerpos y las potenciales resistencias, la autora sostiene que:
Es la primera vez que se presenta la oportunidad de convertir nuestro organismo en
conocimiento y poder. ()No somos interiores ni exteriores. Nuestra piel est viva
de seales. Nuestra vida y muerte son inseparables de la liberacin o del bloqueo de
nuestros cuerpos pensantes (Rich, 1986, p. 401)
A mediados del siglo XX, para algunas feministas, la fuente de opresin de las mujeres
radicaba en su funcin reproductora. Sin embargo Rich, prefiere considerar a la biologa como
un recurso y reclamar su potencial creador, el poder transformador del cuerpo de las mujeres,
tan temido, rechazado, prohibido, reprimido, arrebatado, expropiado, colonizado, domesticado,
adiestrado, escindido de las propias mujeres y convertido en responsabilidad impotente.
Las feministas negras, lesbianas, mestizas, anticapitalistas y descoloniales han cuestionado el uso de la
categora mujeres, autoras como Sojourner Truth, Monique Wittig, bell hooks, Gloria Anzalda, Teresa
de Lauretis han puesto de manifiesto su duda Son/somos acaso mujeres las del sur, las negras, las
condenadas de la tierra? Son/somos acaso mujeres las lesbianas? Los feminismos interpelan un sujetx
que no puede definirse como nico y constituido slo por la opresin intergenrica o la negacin de la
diferencia sexual, sino que se trata de un sujetx que, para decirlo en trminos de Lauretis: ocupa
posiciones mltiples, distribuido en varios ejes de la diferencia, atravesado por discursos y prcticas
recprocamente contradictorias (de Lauretis, Teresa, 2000, p.113). Si para Wittig el sujeto del feminismo
es la lesbiana, y para Anzalda, la mestiza, capaz de hablar en lenguas y articular varias culturas, para
Teresa de Lauretis ser el sujeto excntrico. Si bien el uso de la categora mujeres implica riesgos, pues
el afn de afirmacin puede conducir a concepciones esencialistas, algunos aportes me han orientado en
direccin al uso de la categora.
2
Adrienne Rich define en 1976 a la maternidad como trabajo forzado y a la violacin como terrorismo.
Concepto que desarrollar Carole Sheffield en 1992, como terrorismo sexual a las caractersticas
comunes de la violacin como lo es la agresin a la esposa, el incesto, el acoso y toda las formas de
violencia sexual. Sistema por el cual los varones atemorizan y por medio del miedo controlan y dominan a
las mujeres.
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Para Simone de Beauvoir las mujeres no son una realidad inmutable, sino un devenir, y por ello
habra que confrontarla con otras posibilidades de devenir en el mundo. El cuerpo no es una
cosa, es una situacin, la forma de aprehender el mundo y el esbozo de nuestro proyecto (De
Beauvoir, Simone, 1999 Vol. I: 96-97). A partir de esta definicin, no cabe ninguna explicacin
biolgica que sostenga la afirmacin de que la anatoma es destino.
Por qu la mujer es Alteridad? Se trata de saber cmo se ha encarnado en ella la
naturaleza en el transcurso de la historia; se trata de saber lo que la humanidad ha
hecho con la hembra humana (De Beauvoir, Simone 1999 Vol. I, p.99)
3
En Estados Unidos las feministas provenan de movimientos sociales de protesta contra la guerra (antiVietnam), del pacifismo, de lucha contra las convenciones sociales y el tradicionalismo conservador (el
hippismo), de la lucha contra el racismo, de las resistencias sociales contra el orden capitalista.
4
En Europa, tambin surgen y coexisten diferentes feminismos, el feminismo de la Diferencia, el
feminismo Radical con base en el populismo, el anarquismo y el socialismo utpico, el feminismo de la
Igualdad de raz socialista-marxista o de procedencia liberal reformista. Diferentes posiciones que se
reflejarn en las estrategias de lucha y resistencia que cada una de estas corrientes formular.
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Para Haraway, es el protagonismo de las mujeres el que transforma el proyecto mismo de produccin
de una teora feminista, por lo tanto hay que reconocer la accin de los objetos estudiados. Slo la poltica
y la tica son la base de la objetividad de la ciencia, como conjunto heterogneo. Las feministas, no
buscan saberes dominados por una visin parcial y una voz limitada, sino saberes que se interesen por
las comunidades. Sin embargo, paradojalmente la manera de buscar una mirada amplia es situndose en
un lugar especfico y determinado. Para el feminismo el problema de la ciencia es el de la objetividad
como racionalidad ubicada (Haraway, Donna, 1993, pp. 115-144).
6
Ha sido inspirada en autores como Bourdieu, Giddens, y en las nociones gramscianas de hegemona.
7
Desde la antropologa, Thomas Csordas sigue una explicacin de la corporalidad segn la influencia de
dos tradiciones diferentes, el estructuralismo y la fenomenologa. La primera, brinda el potencial para
comprender el cuerpo como un objeto socialmente constituido y contextualizado, mientras que la
fenomenologa ofrece el potencial para comprender la experiencia corprea como una experiencia vivida.
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Se trata de una propuesta que hable desde el cuerpo no sobre el cuerpo, ahora bien que
significa para las mujeres hablar desde el cuerpo. Nuestros cuerpos no slo son el lugar/objeto
de y para el control/dominacin/explotacin, sino que constituyen una fuente de desobediencia
del que emergen prcticas contrahegemnicas y emancipatorias.
Somos cuerpo, materialidad, carnalidad, en apariencia, esttica, gestual, en movimiento,
sensorial, ertica, perceptiva, intuitiva, emocional, sentimental, cognitiva, intelectual, sexual.
8
Convertirnos en mujer/es, envuelve un trabajo corporal , en el que se imprimen posturas,
rutinas, movimientos y estados subjetivos, emocionales y cognitivos concretos de generizacin
a lo largo de nuestra vida. Devenir mujeres implica un posicionamiento genrico y poltico, una
modelizacin de la subjetividad que vara segn el momento histrico, el contexto poltico y
cultural. Beatriz Preciado, define a este proceso programacin de gnero (2008, pp.90-91).
La discusin respecto de lo natural - biolgico y lo cultural, los atravesamientos por el cuerpo,
sus implicaciones bio-socio-culturales y los significados sociales asignados histricamente a los
cuerpos de las mujeres, las contiendas feministas contra la lgica patriarcal basada en
categoras identitarias binarias, la norma heterosexual, y la violencia patriarcal ponen en juego
cuerpos-resistencias, insurrectos, movilizados.
El feminismo de finales del siglo XX puso el cuerpo en el centro de la lucha por sus derechos.
El cuerpo poltico de ese feminismo era el cuerpo reproductivo y las mujeres preconizaron el
control de sus cuerpos como eje clave para su liberacin, entre los que se destacan la
separacin sexualidad de la reproduccin, y la legalizacin del aborto en los pases centrales,
como el reconocimiento del derecho al placer sexual de las mujeres. Poco a poco, el cuerpo e
las mujeres se fue convirtiendo cada vez ms en un objeto de la economa, mercanca de
consumo, objeto de exposicin. El cuerpo esttico es el modelo social que se impone en la
actualidad, es un cuerpo-imagen, cuerpo-visible, cuerpo-trasparente. (Reforzado por el papel
que la tcnica mdica tiene sobre los procesos de embarazo).
Regulacin que alcanza su perfeccin a travs de una contradiccin por un lado la potenciacin
del consumo en muchos niveles y por otro y al mismo tiempo el autocontrol y la disciplina.
Consumo y control que se establece en torno de grandes reas: alimentacin, ejercicio fsico,
deporte, cuidado esttico, sexualidad. (Esteban, 2004).
El culto al cuerpo, se impone como estatus de juventud, salud, energa, xito y movilidad,
disciplinado por las dietas y los ejercicios fsicos. Los procesos de aprendizajes y
entrenamiento corporal, y sus usos difieren para los sujetxs segn el gnero, la edad, la clase
social, la cultura, la raza. En el caso de las mujeres, la exhibicin de cuerpo se lo ha
equiparado con la sexualizacin y por ello mismo en objetualizacin.
Las concepciones acerca de nuestros cuerpos han variado, a partir de las aportaciones del
feminismo post-estructuralista, y las teoras queer que han subrayado la heterogeneidad y la
complejidad de los cuerpos y se han propuesto desestabilizar y desafiar el sistema de
sexo/gnero binario y la hetersexualidad obligatoria.
El yo es el cuerpo, un modo concreto de encarnacin y lo que se encarna son diferentes
posibilidades histricas. El cuerpo es una materialidad organizada intencionalmente, una
Csordas elabora el concepto de embodiment /encarnacin que es usado para definir lo corporal como un
autntico campo de cultura, como proceso material de interaccin social en el que se conjugan la
dimensin intencional, intersubjetiva, activa y relacional. Ms adelante prefiere el concepto de bodilyness
/, corporalidad (Csordas, Thomas [1994], 2003).
8
Loc Wacquant desarrolla el concepto de trabajo corporal en relacin a los esfuerzos que realizan los
boxeadores, concepto que tiene similitud con el de trabajo emocional de Arlie Hochschild. El trabajo
corporal, es una manipulacin intensiva del organismo, que se propone modelar y regular las posturas,
los movimientos, el estado emocional y subjetivo, se trata de una prctica laboral que reorganiza los
rganos y las capacidades del cuerpo. De este modo, se adquiere sentido del cuerpo, conciencia sobre el
propio organismo y de este modo respecto al mundo (Wacquant, Loc, 1995, p.73).
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4. Cuerpo y poltica
La cuestin del cuerpo, de la sexuacin, ha sido leda por las feministas en clave poltica desde
hace siglos .La experiencia del cuerpo cambia con el tiempo, y es el resultado del desarrollo de
la cultura y de los procesos histricos. Nuestros cuerpos se construyen de manera sexuada.
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La autora Anne Fausto Sterling sostiene respecto de los dualismo propios del pensamiento occidental
tales como: sexo / gnero; Naturaleza / crianza; real / construido que invisibilizan las relaciones de
interdependencia que existe entre cada polo del par.
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halla sujeto a mltiples representaciones que varan con el tiempo, los lugares, las formas de
simbolizacin, los lenguajes, las culturas.
Las feministas enfrentamos, al abordar la cuestin del cuerpo, una historia marcada por los
esfuerzos reiterados de expulsin del cuerpo a la vez que por la identificacin entre mujeres y
sexo. Pareciera que slo las mujeres tenemos /somos un sexo. Escamoteo y sexualizacin de
las mujeres, operaciones de neutralizacin y biologicismo esencialista que ha hallado en
nuestros cuerpos las races de nuestra sujecin constituyen asuntos recurrentes. Una larga
genealoga de pensadoras feministas ha insistido en la pregunta por las consecuencias
polticas de la sexuacin a contrapelo de la insistencia con que se ha intentado borrar la
corporalidad, neutralizar la sexuacin humana, transformarla en un dato por as decir
indiferente.
En los ltimos aos, bajo el predominio de las matrices post-estructuralistas de pensamiento se
ha insistido en la crtica del binarismo. La atencin al sexo habra derivado, se dice, en la
produccin de matrices binarias, esencialismos, biologicismos de nuevo cuo en suma. Desde
la perspectiva sostenida por autoras como Judith Butler (2007) es preciso por ello arremeter
contra tales matrices binarias produciendo una crtica de la norma de la performatividad
heterosexista que funciona como organizadora de sentido produciendo en el campo de la
sexualidad sujetos moldeados por una norma que no slo repite la binarizacin y el
heterosexismo, sino que impide otras maneras de encarnar expulsndolas hacia el espacio de
la abyeccin.
La crtica postestructuralista de la sexuacin produce un deslizamiento en los intereses tanto
tericos como polticos: se trata de una labor de desestabilizacin de las fronteras entre los
sexos, de desdibujamiento de los binarismos que finaliza en muchos casos en la pretensin de
desechar la categora mujeres, y en la crtica de la distincin entre real/ imaginario y
simblico.
Nuestros cuerpos reales se inscriben en un orden social y poltico que permanece
profundamente misgino encarnizndose con los cuerpos de las mujeres, extorsionndolas y
explotndolas en cuanto trabajadoras, asedindolas como migrantes, acentuando la
explotacin en razn de la raza y la clase social. Por fuera de la dimensin histrica, social y
poltica, por fuera del terreno de la historia, tal vez el binarismo puro tenga algn sentido, en el
terreno de las prcticas y las experiencias las sujetxs son algo ms que sus imgenes
performticas, son sus historias corporales, que incluyen aquello que no puede ser
simbolizado, ese resto que excede el fantasma y las ilusiones que rodean nuestra imagen de
corporalidad.
Es en el reconocimiento de la experiencia de las mujeres, esa experiencia humana vivida como
ser corpreo, experiencia que siempre es fragmentada, abierta, multifactica y cambiante,
podemos encontrar claves para comprender un mundo y un modo de conocimiento que es
irreductible al lenguaje. El lenguaje no agota el mundo significante y la experiencia debe ser
considerada.
Del mismo modo que la prctica social y la experiencia no son un resultado del discurso sino el
lugar donde el significado se produce, la experiencia corporal excede al lenguaje, an cuando
accedemos a ella a travs del lenguaje. La respuesta implica un esfuerzo de articulacin en el
que el conocimiento emerge en la interseccin entre el gesto, la experiencia corporal y la
prctica lingstica.
La idea de que el cuerpo es una manera de captar el mundo, no una mera cosa, sino parte
inherente a nuestro ser en situacin, un cuerpo de sensaciones y percepciones, marcado por
la formacin y los cambios corporales a travs de las cuales se deviene cuerpos sexuales.
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Resumen
El reconocimiento de los derechos polticos de la mujer en Mxico puede identificarse como el primer
ejercicio de ciudadana de las mujeres en el espacio pblico; de entonces a la fecha ha habido necesidad
de defender otros derechos que la hagan plena ciudadana del pas. El propsito de este artculo es
documentar una experiencia de violencia institucional ejercida a parir de la omisin -o decisin explicitade la autoridad pblica municipal sobre sus responsabilidades de procurar el adelanto de las mujeres en
materia de igualdad de gnero. Esta experiencia refleja las limitaciones o barreras an existentes para el
ejercicio de la ciudadana de las mujeres en Mxico. El caso particular de anlisis se presenta, sobre el
cual se desarrolla la argumentacin, se presenta en una localidad fronteriza en el norte de Mxico. La
evidencia del caso reafirma los hallazgos de otros estudios donde se ha mostrado que es en materia de
participacin en los procesos de adopcin de decisiones donde se encuentran los mayores dficits de
participacin de mujeres. Queda claro que dentro de las esferas polticas, dominadas por hombres, no se
comprende que el ejercicio de ciudadana de mujeres y hombres es requisito indispensable de derecho y
no un acto de desafo al esquema de poder en el espacio pblico.
Abstract
The recognition of the political rights of women in Mexico can be identified as the first exercise of
citizenship of women in the public space. From then to date, is need to defend other rights as full citizens
of the country. The aim of this paper is to document an experience of institutional violence by omission -or
explicit decision- of the municipal public authority, it given that its responsibilities is to seek the
advancement of women in the field of gender equality. This experience reflects the limitations or barriers
still exist for the citizenship of women in Mexico. The case analysis is presented in a border town in
northern Mexico. The case confirms the findings of other studies in Mexico, where it has been shown that
larger deficits are women's participation in decision-making processes. It is clear that within the political
sphere, dominated by men, it is not understood that the exercise of citizenship of women and men is an
essential requirement of law, and not an act of defiance to the power scheme in the public sphere.
Palabras clave
Violencia de gnero; Violencia institucional; Ciudadana
Keywords
Gender violence; Institutional violence; Citizenship
130
1. Introduccin
En Mxico el reconocimiento del derecho de las mujeres a votar y ser votadas es relativamente
reciente; apenas en 1953. El ejercicio de su derecho poltico ciudadano se dio hasta su
participacin en las elecciones federales de 1958, cuando votaron por primera vez. El
reconocimiento de los derechos polticos de la mujer en Mxico puede identificarse como el
primer ejercicio de ciudadana de las mujeres en el espacio pblico; de entonces a la fecha ha
habido necesidad de defender otros derechos que la hagan plena ciudadana del pas.
La alternancia poltica que vivi Mxico en el ao 2000, luego de 70 aos de hegemona
poltica de un solo partido poltico, impuls la lucha de aos para lograr el reconocimiento
formal y explcito de la participacin de la mujer en los distintos mbitos de la vida del pas y la
sociedad. Un lenguaje y discurso no sexista eran muestra del reconocimiento de las mujeres
como ciudadanas plenas de derecho. En este periodo se crea el Instituto Nacional de las
Mujeres, una instancia para el adelanto de las mujeres mexicanas [y] un organismo pblico
descentralizado de la administracin pblica federal, con personalidad jurdica, patrimonio
propio y autonoma tcnica y de gestin para el cumplimiento de sus atribuciones, objetivos y
2
fines [de la ley].
Sin embargo, las acciones de poltica pblica en el mbito federal muchas veces no
corresponden con lo que sucede en niveles de gobierno locales o regionales, tal como el
mbito de los gobiernos estatales y municipales (Fernndez, 2008). En esa medida la poltica
pblica nacional de igualdad entre hombres y mujeres no se corresponde con las experiencias
de inclusin y participacin de mujeres ciudadanas dentro de las instancias locales que buscan
igualdad de gnero. Al contrario, en estos niveles es posible encontrar aberraciones discursivas
que chocan con el propsito de impulsar el adelanto de las mujeres mexicanas en trminos de
equidad e igualdad de oportunidades y participacin.
As las cosas, el no cumplimiento de la ley o la no implementacin de polticas pblicas con
perspectiva de gnero, o incluso la inaccin frente a la violencia contra las mujeres, en el
mbito privado y pblico, reproducen y perpetan el problema del no reconocimiento pleno de
la ciudadana de las mujeres en Mxico.
La violencia institucional se ejerce a partir de la obstaculizacin explcita o implcita de la
autoridad o funcionario pblico sobre las responsabilidades de procurar para las mujeres una
vida libre de violencia; y de la misma manera por no procurar su participacin, en condiciones
de igualdad, en los mbitos econmicos, sociales, polticos, culturales etc.
El propsito de este artculo es documentar una experiencia de violencia institucional ejercida a
parir de la omisin o decisin explicita de la autoridad pblica municipal sobre sus
responsabilidades de procurar una vida libre de violencia y el adelanto de las mujeres en
3
materia de equidad de gnero. Esta experiencia refleja las limitaciones o barreras an
existentes para el ejercicio de la ciudadana de las mujeres en Mxico. El caso particular de
anlisis, sobre el cual se desarrolla la argumentacin, se presenta en una localidad fronteriza
en el norte de Mxico: Nuevo Laredo, en el estado norteo de Tamaulipas, limtrofe con la
frontera internacional entre Mxico y Estados Unidos.
El caso particular del Instituto Municipal de la Mujer (IMM) de Nuevo Laredo y el grupo de
consejeras ciudadanas que integran su rgano rector son muestra del parcial reconocimiento
del derecho ciudadano de las mujeres a participar en los problemas de la comunidad, y en los
temas que le son significativos. El intento de desconocer un Consejo Consultivo Ciudadano
(CCC), primero, y la propuesta de derogar su validez jurdica, luego, desde el Gobierno
municipal corresponde con acciones de violencia institucional ejercida por la autoridad pblica
municipal.
2
3
Se refiere a la Ley del Instituto Nacional de las Mujeres, DOF: 12 de enero de 2001.
Ver Ley para una vida libre de violencia de las mujeres. y Ley de igualdad de oportunidades
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Con este estudio de caso, argumento que dentro de las esferas polticas, dominadas por
hombres, no se ha comprendido el ejercicio de la ciudadana como la participacin equitativa
de las mujeres y los hombres en los temas y asuntos de inters de la sociedad en general, y de
las mujeres en particular. Sino al contrario, en esa esfera se concibe el ejercicio de la
ciudadana de las mujeres como un acto de desafo al esquema patriarcal de poder, que rega por otra parte- las relaciones sociales entre los miembros de la comunidad.
El documento se estructura de la siguiente manera: en el primer apartado presento una
discusin no exhaustiva sobre la ciudadana, cmo se asume su ejercicio y de qu manera las
mujeres la ejercen; en el segundo apartado se muestra el contexto de violencia de gnero en
Mxico y los recursos existentes para la participacin de las mujeres, a travs de los cuales es
posible ejercer ciudadana. El tercer apartado presenta el estudio de caso, sus antecedentes,
desarrollo y punto de conflicto. Finalmente se presentan conclusiones y reflexiones finales
sobre el propsito del documento.
2. Ciudadana y ciudadanas
Aunque el pensamiento aristotlico no parte del reconocimiento de derecho de la mujer a
participar en los asuntos polticos, s reflexiona sobre el concepto de ciudadana en trminos de
la aspiracin de los miembros de una sociedad a ser iguales y a no diferir en nada de tal
forma que [la ciudadana] pueda gobernar y ser gobernada para obtener una buena vida,
porque cuando los seres humanos actan como ciudadanos, ellos mismos [] tienen el poder
de determinar las condiciones de sus propias vidas. (citado por Dietz, Mary G. 1994, p.11).
Ser ciudadana o ciudadano, en este sentido, y ejercer ciudadana se encaminan hacia mejorar
las condiciones de vida a partir de participar en lo que concierne a la vida de uno.
Bojrquez (2005) comenta que la definicin liberal de ciudadana se basa en una construccin
conceptual donde ser ciudadano o ciudadana no est supeditado a diferencias de clase, etnia o
gnero, sino que se es bsicamente igual. Sin embrago, la autora tambin nos plantea la
crtica feminista al enfoque liberal de ciudadana y derechos, la cual alude a que se es
ciudadano varn y ciudadana mujer de distinta manera, y por ello es necesario incluir un
anlisis de la autonoma individual permitida a los ciudadanos de distinto gnero (a las mujeres
particularmente). Por ello, es importante tambin reflexionar sobre la ciudadana en relacin
con mltiples ciudadanas (Bojrquez, 2005, pp.88-89).
Por otra parte, Dietz tambin comenta que desde la perspectiva de la sociedad liberal la
ciudadana democrtica es colectiva, incluyente y generalizada. Puesto que se trata de una
condicin en la que las personas buscan ser iguales [as] la ciudadana es una condicin
activa en la que [las] personas comparten la responsabilidad de gobernar y se encargan no
solamente de asuntos de poltica pblica general, sino adems de mantener la propia condicin
de ciudadana (Dietz, Mary G. 1994, p.15). Es decir el vnculo es poltico.
La crtica feminista argumenta que las sociedades capitalistas generan una amplia gama de
desigualdades entre las cuales estn las diferencias de capacidades y oportunidades de la
ciudadana para participar como agentes polticos iguales. En el caso de las mujeres, esta
situacin se acenta [por] las limitaciones de su socializacin poltica, de las desigualdades que
las margina o excluye de la vida pblica (Bojrquez, 2005, p.94). Bajo esta perspectiva la
ciudadana corresponde al espacio pblico y no al privado, y en particular a quien tiene el
control de esos espacios. Por ello, en la medida que las mujeres no son pensadas en principio
como sujetos polticos con proyecto propio, su participacin en el ejercicio y exigencia de sus
derechos no es totalmente reconocido, no como actoras protagonistas en la esfera pblica. De
nueva cuenta, como opina Dietz (1994), en el ejercicio de la ciudadana activa los hombres y
mujeres por igual [debieran compartir] la esfera pblica sobre una base equitativa de dignidad e
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igualdad participativa. La realidad es que en ese contexto las mujeres ejercen efectivamente
su ciudadana de distinta manera.
2.1 Cmo ejercen su ciudadana las mujeres?
El elemento ms inmediato asociado al ejercicio de la ciudadana corresponde al ejercicio
poltico del derecho de mujeres y hombres; sin embargo no es el nico. Ejercer derecho a
decidir a travs del voto es uno de las muchas formas de ejercer ciudadana. Bojrquez, cita a
Arendt (1974) cuando dice que la construccin social de la ciudadana se basa en la
construccin de un sujeto poltico que tiene el derecho a tener derechos, a representar y ser
representado. En esta lgica, en sociedades como la mexicana, la construccin social de
ciudadana mujer, como sujeto poltico, no ha sido tal pese a que la Constitucin poltica de
Mxico dicta como ciudadanos libres a mujeres y hombres de este pas (Art.34); porque como
la misma autora nos dice: la construccin de un sujeto poltico femenino necesita de una
dinmica de individuacin. Y ms an, la ciudadana no se define por la titularidad de
derechos sino tambin por mecanismos de pertenencia, por la capacidad de interlocucin en el
dialogo pblico y cada vez ms, por las prcticas de consumo simblico, es decir informacin,
conocimiento y comunicacin (Hopenhayn, 2001). En esa medida, las prcticas de consumo
simblico dictan como y donde deben las mujeres participar y ejercer su ciudadana, a la vez
que muestran como no debe ejercerse ese derecho.
Tal como Carrillo et al (2009) lo evidenciaron en su estudio de anlisis sobre la participacin de
mujeres en el movimiento social de los pueblos de defensa de la tierra, en el centro de Mxico;
cuando las mujeres entran en este espacio pblico:
primeramente confrontan a la familia entendida como una de las principales
instituciones patriarcales donde se reafirma la idea de que el espacio para las
mujeres es el espacio domstico, o bien, el espacio privado, donde cumplen con
sus roles asignados tradicionalmente por la sociedad. El espacio pblico ha
sido aceptado para los hombres solamente. El espacio pblico es el sitio visible,
reconocido, donde se compite con otros para ver quin es el mejor. Es el lugar
donde se encuentra la poltica, tambin la lucha por el poder y por lo tanto es la
esfera eminentemente masculina, en la cual la mujer no debe entrar. Cuando ella
entra en el espacio pblico es rechazada, cuestionada, y en los ltimos tiempos,
en Mxico, tambin violentada, pues no se reconoce que su lugar natural sea el
espacio pblico. (Carrillo et al, 2009, p.134)
En otras palabras, en la prctica las mujeres ejercen su ciudadana en los espacios y mbitos
que la sociedad le permite. Por ello la exigencia de ciudadana por parte de las mujeres ha
llevado a su intervencin y participacin en la poltica institucional [para] influir en las
decisiones pblicas y del Estado, al tiempo que ha generado la necesidad de construir una
capacidad autnoma de la sociedad civil de mujeres, para proponer, controlar y evaluar las
acciones que desde la poltica institucional se elaboran (Bojrquez, 2005, p.93).
Sin embargo, en la visin de la misma autora se debe superar la relacin tutelar con el Estado
y dejar atrs su tratamiento como beneficiarias de servicios y prestadoras de todos aquellos
que ste no asume (su derecho) si es que se quiere construir ciudadana. Se trata de una
revalorizacin de las actividades en el mbito de la reproduccin social y de las dificultades
existentes para armonizar la esfera pblica y privada (Idem, p.90).
Esta es una reconstruccin de Dietz, 1994:6, o esbozo de Elshatain en el captulo final de Public Man,
Private Woman, esp. pp. 349-353.
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Los distintos grupos y movimientos que claman justifica, investigaciones no viciadas y acciones de
poltica pblica para proteger a las mujeres han sido movimientos encabezados por mujeres. Ejemplo
como los OSC Nuestras Hijas de Regreso a Casa, Casa Amiga, Justicia para nuestras hijas y Red Mesa
de Mujeres de Ciudad Jurez muestran a mujeres activistas interesadas en el ejercicio de su derecho
ciudadano por la defensa de sus hijas, su amigas y compaeras de gnero. De manera absurda algunas
de las mujeres participantes en estos ejercicios han sido vctimas de la violencia contra la que se
expresan. Marisela Escobedo Ortiz, madre de una joven asesinada en 2008, recibi durante su
manifestacin un disparo en la cabeza el 16 de diciembre de 2010. En 2011, Susana Chvez, quien
acu la frase Ni una muerta ms, fue encontrada asesinada y mutilada el 6 de enero de 2011 en
Ciudad Jurez.
6
Gerda Lerner, La creacin del patriarcado, citado por Carrillo et al, 2009.
7
Ley para prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia contra las Mujeres en el Estado de
Tamaulipas - Publicacin inicial: 22/08/2007, (Vigente al 25/Abr/2013). Decreto No. LIX-959. Fecha de
expedicin 29 de junio de 2007. Fecha de promulgacin 04 de julio de 2007. Fecha de publicacin
Peridico Oficial nmero 101 de fecha 22 de agosto de 2007).
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riesgos y los efectos de la violencia contra las mujeres. En su investigacin la autora encontr
un trato diferenciado dependiendo de la clase social, etnia, recursos que posea o preferencia
sexual. La autora dice que la mxima expresin de esa violencia se da en la no contemplacin
de sus condiciones, situacin o problemtica en el diseo y desarrollo de programas y
proyectos en todas las esferas gubernamentales, siendo afectadas por falta de acceso a los
servicios de salud (Conavim, 2012, pp.45-46), por ejemplo.
La investigacin de Tuon et al denuncia que una de las formas de violencia institucional ms
relevantes es lo referente a los obstculos y deficiencias del acceso a la justicia, as como la
ausencia de una base jurdica slida, conceptual e instrumentalmente hablando, para
documentar y enfrentar el problema de todas las violencias contra las mujeres (Tuon et al,
2012, p.144); se da cuenta del carcter sistmico de la poltica de la desinformacin como un
componente del orden social de gnero y un elemento central de la violencia institucional.
Y es precisamente en este mbito, el del acceso a la justicia, donde se inscribe el caso de
estudio de este trabajo. Se trata de la demanda de reconocimiento jurdico del Consejo
Ciudadano (CC) del Instituto Municipal de la Mujer (IMM) de Nuevo Laredo, incluso de la
legalidad de la propia instancia, por parte de mujeres de la comunidad en su condicin de
consejeras ciudadanas. Un espacio de participacin para el ejercicio efectivo de las mujeres
integrantes de ese CC, de su derecho ciudadano a participar en los temas que le son
sensibles.
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10
10
(2 de junio del ao 2008) Decreto No. LX-36, se crea el Instituto Municipal de la Mujer de Nuevo
Laredo, Tamaulipas. Vase Captulo I, artculo 1.
11
Vase propuesta de modificacin al Decreto enviado por el cabildo de Nuevo Laredo al Secretario de
Gobierno del Estado de Tamaulipas, para que el asunto sea turnado al Congreso Local (mimegrafo).
POE.
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12
Direccin General del IMM y un rgano de Vigilancia. En particular el CCC se integra ahora
bajo un esquema de mayora ciudadana, con la figura del Presidente Municipal como
13
presidente del CCC y con voto de calidad en la toma de decisiones. Bajo este esquema el
IMM trabaj durante el ltimo ao y medio del periodo de la administracin municipal vigente en
ese momento.
Con el inicio de una nueva administracin pblica municipal en Nuevo Laredo, el CcC y sus
consejeras mujeres tuvieron que enfrentar un conflicto que es claro ejemplo del empeo por
limitar el ejercicio del derecho ciudadano de las mujeres a participar en los asuntos que le
competen; a la vez que hubo explcitamente una omisin en la atencin de las problemticas
vinculadas a la mujeres del municipio, al dejar sin presupuesto y personal a la instancia
14
municipal.
4.1 El conflicto
Tal como lo menciona Dietz las prcticas familiares, el control sobre la propiedad familiar, los
derechos de los nios, la naturaleza de las leyes educativas y laborales para los nios, los
beneficios para madres solteras, as como la regulacin y control natales todas estas cosas,
nos guste o no, estn potencialmente abiertas a control poltico y pueden ser determinadas
polticamente. lo que nos es permitido ser y los derechos que nos son permitidos ejercer, aun
en la supuesta santidad de la familia, han sido siempre, y continuarn siendo, cuestiones
gobernadas por determinaciones polticas (Dietz, 1994, p.11).
En este sentido el derecho de participacin de las mujeres consejeras en el CCC, para dar
continuidad al trabajo del IMM fue obstaculizado por el control poltico de la administracin
municipal en el periodo 2010-2013. El control poltico en el espacio pblico del Presidente
Municipal y los miembros del Cabildo, quienes apoyaron una iniciativa de reforma -votada por
mayora- para solicitar la derogacin de la instancia y sus rganos rectores, violentaron no solo
la validez jurdica del CCC, sino lo que es fundamental: coartaron la participacin de las
mujeres en el CCC, y el ejercicio de su derecho ciudadano.
Como respuesta, las mujeres miembros del CCC llevan al mbito pblico su demanda de
participacin, como un reflejo tambin de su desacuerdo a ser excluidas del espacio pblico y
relegadas al espacio privado. Su presencia en la demanda de reconocimiento del CCC como
rgano rector del IMM evidencia tambin las razones que las hacen incursionar en el mbito
pblico; ahora hay la exigencia de las mujeres de hacer poltico lo personal. Posicin
novedosa de parte de las mujeres que va ms all de los patrones culturales de gnero
(Carrillo et al, 2009, p.139).
Por su parte, el intento de exclusin de las mujeres del ejercicio de sus derechos y ciudadana
evidencia efectivamente que la violencia institucional tiene y adquiere formas sutiles que se
enmascaran en los prejuicios y valores sociales de un Estado y un gobierno patriarcal. Tal
como lo evidencia los estudio regionales de Conavi sobre fuentes, orgenes y factores que
producen y reproducen la violencia contra las mujeres, en la violencia institucional surge la
tesis de que las mujeres se salen de su lugar (el privado, su espacio vital) e invaden otros
lugares que no les corresponden (el pblico) cuando abanderan demandas o la defensa de
derechos en el mbito pblico. Por ello se les castiga, asla, excluye, encierra, estigmatiza y/o
no se le reconoce como sujeto de derechos (Conavi, 2012:79; Mora, 2012; Zuoga, 2012;
Ramos et al., 2012; y Tuon et al., 2012). En esa medida el grupo de mujeres integrantes del
12
Vase Artculo 7 del decreto No. LX-1489, No 140, TOMO CXXXV Cd. Victoria, Tamaulipas, mircoles
24 de noviembre de 2010.
13
Segn el artculo 8, el Consejo Consultivo estar integrado de la siguiente forma: un Presidente, que
ser el Presidente Municipal, y quien tendr voto de calidad en el Consejo; una Secretaria Tcnica, que
ser la Directora General del Instituto; y 12 Consejeros (2 funcionarios y 10 ciudadanos). Decreto LX1489.
14
Vase Mayoritea el Cabildo. Intentan desaparecer a consejo ciudadano. Ediles votan a favor de pedir
al Congreso Estatal que invalide el decreto que permite la participacin ciudadana del Instituto Municipal
de la Mujer. EL Maana de Nuevo Laredo, Seccin B; local; martes 11 de octubre de 2011.
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5. Conclusiones
El inters de este artculo es documentar un caso de violencia institucional contra las mujeres
de la comunidad fronteriza en el norte de Mxico; y particularmente contra un grupo de
consejeras ciudadanas mujeres de una instancia publica que tiene como propsito promover y
ejecutar acciones de poltica pblica con perspectiva de gnero para el adelanto de las mujeres
de la comunidad.
El caso de estudio mostr la omisin y abiertamente el desinters de la autoridad pblica
municipal sobre su responsabilidad legal de procurar una vida libre de violencia para las
mujeres, y refleja tambin las limitaciones an existentes para el ejercicio de la ciudadana de
las mujeres en Mxico.
La violencia institucional de Estado hacia las mujeres del CCC del IMM de Nuevo Laredo
ocurri en el marco de su actividad y participacin ciudadana dentro de un rgano de
representacin de los intereses de las mujeres de la comunidad. La violencia institucional
ejercida pretendi frenar su participacin en el espacio pblico, en temas que le son propios. Lo
que implcitamente muestra la negacin de la ciudadana a las mujeres.
El intento de desconocer un Consejo Consultivo Ciudadano y la propuesta de derogar la
validez jurdica del IMM, corresponde con acciones de violencia institucional ejercida por la
autoridad pblica municipal en contra de las mujeres de la comunidad en general, y de las
consejeras en particular. La evidencia del caso reafirma los hallazgos de otros estudios en
15
Guillermo Almeyra, 2004; citado en Damin G. Camacho Guzmn, Atenco arma su historia, op. cit.,
2008, p. 34. Citado por Carrillo et al.
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[http://www.conavim.gob.mx/work/models/CONAVIM/Resource/103/1/images/EstudiosRe
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140
Bacci, M. (2014). Security, protection and family norms: Gendered and selective
regulations of marriage and migration in Italy and Portugal. Journal for Educators,
Teachers and Trainers, Vol. 5(3), pp. 141 155.
Journal for Educators, Teachers and Trainers JETT, Vol. 5 (3); ISSN: 1989-9572
141
selective
Such reflections are rooted in a PhD research at the University of Lisbon under the supervision of Marzia Grassi, and
benefited from a grant from the Portuguese Foundation for Science- FCT, grant SFRH/BD/72765/2010. The
development of the gender perspective owes to the interaction with the Transnational Lives, Mobility and Gender
network, as well as to the opportunities for knowledge exchange in the GENDERCIT project, as part of Marie Curie
Actions (7th Framework Programme of the European Commission).
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142
Authors such as Anderson and Ruhs indicate the genesis of illegal migratory processes in the efforts of
states to control human mobility and regulate citizenship (Anderson and Ruhs 2010a). Moreover, as
underlined by Sciortino the adjective illegal should therefore not pertain to the description of migration
flows, but to their interaction with political regulations (Sciortino 2004).
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143
include migrant members may be discussed as potentially misleading and discriminatory, as they
tend to use a normative definition of family to determine access to residence rights. In this context,
the family models implicitly promoted in migration policies in Italy and Portugal and their
application interact with the construction of illegality and produce gendered discourses and
3
practices .
Such notions are grounded in Ralph Grillos perspective on the migratory context, seen as a
catalyst for the changing perceptions of self, forcing (re) interpretation of beliefs and practices,
and the conceptualization of the family as one site where matters may come to a head (Grillo
2010). The type of marriage chosen as a focus for the case study may be considered as such a
catalyst, and constitutes a challenge to the rigid analytical tools and categorizations, which prevail
in European policies in this regard. The project hence traces how discourse and practice
regarding regulation of migration and the construction of illegality may constitute selective
processes that operate inclusively along gender and nationality lines, as well as those of
socioeconomic status.
As a growing body of literature attests, such mechanisms may be seen as an embodiment of
global power imbalances, producing an articulation of hierarchies of power and opportunities.
Namely, the construction and reproduction of migrant illegality has been interpreted by authors
such as Nicholas De Genova and Igor Machado as an instrument of Foucaultian governmentality,
allowing states to take advantage of a subordinate labour force without having to commit to
obligations deriving from citizenship status (De Genova 2002, Machado 2011). In this framework,
the regulation of intimate relations fits into the picture by restricting access to one of the forms of
residency status regularization.
In fact, some literature already considers family life as a battleground of immigration struggles,
as it became a key mode of legal entry and stay in contemporary Europe (Bledsoe and Sow,
2008). As has been described regarding the United Kingdom, transnational marriages have
become an increasingly focal issue for immigration regimes, for whom these border-crossing
family formations represent a significant challenge (Charsley 2012). This recent restrictive turn in
both countries migration policies relating to family can be interpreted as an indirectly selective tool
for the regulation of migration flows as a whole. Some authors observed similar dynamics in
Portugal (Grassi and Giuffr 2013), and other countries such as the United States of America
(Abrams 2007), United Kingdom (Wray 2006, Charsley 2012), or Denmark (Schmidt 2011).
According to Helena Wray, the aim of these policies is not only to prevent convenience, but
marriage migration in general, and its exclusionary impact should not be overlooked (Wray
2006:305). A growing body of literature has disclosed how the concept of marriage of convenience
has been constructed by the state and supranational institutions such as the European Union (De
Hart 2006), how it is being transposed to legislation and practice, as in the Finnish experience
studied by Leilonen and Pellander (2013), and to what extent this appears to have different
repercussions for men and women.
As will be analysed, the rhetoric underpinning restrictive policies evokes justifications mainly
grounded in the security of the state, the safeguard of women and other potentially vulnerable
subjects, as will be discussed in the following sections. The arguments that are called upon to
justify restriction and control of certain types of human mobility may be deconstructed to expose
on one side how the motives of such policies are related to a restriction and control of migration
flows, and how on the contrary the intended effects of protection are not likely to be reached
4
through the proposed policies, based on state priorities of securitization and policing .
Notwithstanding the distinct migration regimes of the two countries, the fieldwork conducted between
2010 and 2013, as well as a previous research project based on interviews with undocumented migrants in
Italy and Portugal (Grassi and Giuffr 2013, Bacci Tamburlini 2013), reveal similar mechanisms in the
management of illegality in the two contexts.
4
For an account of the situation in Portugal, see Grassi (2006), and the final report of the Heirat II project
(Blaschke 2003:27).
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144
For instance, the last reform of immigration law in Italy, in 2009, was integrated in a legislative initiative
dubbed security package, conveying an implicit securitarian connotation in its title as well as in the
restrictive measures contained in it.
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145
conducive to regularization, rather than from the unwillingness of single third country nationals to
legalize their residence status.
For a discussion of the Portuguese case, see Bacci Tamburlini (2013) and Grassi e Giuffr (2013),
Machado (2011), and for a broader analysis De Genova (2002) and Sciortino (2004).
7
For an analysis of such subordination processes, see Grassi and Giuffr (2013).
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146
marriage and trafficking discourses in particular are often gendered, and extensively used as
justifications for restrictive legislation on family and immigration, as observed by Collet (Collet et
al. 2008). More in general, as shown by empirical data collected in some European countries,
women marrying undocumented migrants may be seen as naive, vulnerable, and potential victims
of fraud (Wray 2006: 320). A similar protective process defines the representation of
undocumented women as being by default easy prey of criminal networks, due to a supposed
8
inherent weakness .
The aforementioned representation issues are closely interrelated with the ambiguous nature of
human rights and gender discourses, frequently used by governments to justify restrictive policies.
Some authors argue that such discourses, when appropriated by states, may be double-edged,
since they can justify restrictive policies and may reproduce what Bridget Anderson describes as a
victims versus abusers dichotomy (Anderson 2008). Additionally, some literature points out the
ambiguous process mixing compassion and stigmatization (Bennafla and Peraldi 2008), which
affects migrants and interacts with processes of inclusion/exclusion (Meeteren 2012). Some
authors underline how such processes of symbolic construction of the other fit into the
construction of the nation state (Westwood and Phizacklea 2000:9), and add that in the context of
the imposition of categories on migrants, the role of the woman is often used as a tool for othering
(Kofman, 2014). Nevertheless, as noted by Helena Wray, gender disadvantage should not be
taken as being synonymous with female disadvantage. Men, particularly non-white men, have
frequently been the victims of gender-based beliefs about marriage migration (Wray 2011:16).
The exemplification of marriage of convenience in the media fits into the picture of victimization of women,
epitomised by the choice to regularly report cases in which women are ascribed subordinate positions and
men - often non-western men of specific national origins object of stereotyped visions - are attributed all the
criminal responsibilities. The trend is to present the Portuguese/Italian spouse as a semi-conscious victim of
transnational criminal networks, or of individual migrants aiming to regularize their papers.
9
The 2009 law established that a foreign national who wants to contract a marriage in Italy must show to the
Registrar a valid Italian residence permit.
10
th
The Italian Constitutional Court with Decision n. 245 of July 25 , 2011, established the opportunity to marry
as an inviolable fundamental right, which cannot be restricted in a general, unreasonable and disproportionate
way.
11
Art. 29 par. 9 of the Consolidated Act on Immigration
12
Par. 1-bis of art. 30 of Legislative Decree no. 286/1998
13
With regard to marriages contracted in Italy, the Consolidated Act on Immigration grants the residence
permit for family reasons to a third-country national only if he/she has held a valid residence permit for
different purposes for at least one year. Additionally, Italian citizenship can be granted following marriage,
after two years if the couple reside and cohabitate in Italy. The same law specifies also that the above
mentioned periods are reduced by half if the spouses have natural or adopted children. (European
Migration Network 2012:6).
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In Portugal, public and political attention regarding these policies started in the first decade of
2000, in the context of a more general process of securitization of migration and adaptation to
European standards. Since 2007 enacting marriages of convenience has been introduced into
the legislation as a distinct crime, under article 186 of the National Immigration Law. Namely,
whoever marries with the sole purpose of earning a visa or a residence permit or defrauds the
legislation on the subject of nationality acquisition is punishable with a prison penalty from 1 up
to 4 years, and if it is done in a repeated or organized way up to 5 years (EMN 2011, 2012). In
case of a suspected marriage of convenience, the registrar is under the legal obligation to
communicate the suspicion to the Public Prosecution Service, as well as to the Immigration and
Borders Service, which is requested to conduct an investigation. In this case, the marriage
proceedings are suspended until the outcome of the investigation is released. In case the
couple is not investigated, after formalizing the wedlock the foreign spouse gains the right to the
same residency rights as his/her spouse and may gain nationality in case the partner is a
Portuguese national after 3 years.
6. Institutional practices: determining genuine love?
As public norms, the aforementioned laws are not operating in a social vacuum and are thus
challenged, reinterpreted and reproduced in a process involving state institutions, civil society
14
and individuals with their families . Understanding the standard procedures and individual
cases enables us to determine what features are rewarded in the state control of marriage
practices. In the framework of the PhD case studies, a set of interviews with institutional actors
such as immigration police and civil society entities, aimed at understanding what kind of
controls are in place, and what are the criteria of institutional selection determining suspect
versus absolution on behalf of the authorities.
The views imposed by institutional actors regarding what is an acceptable form of marriage
15
expose moral understandings of migrant family choices , as well as normative attitudes on family
16
that are not equally applied to the general population, which contribute to creating a double
17
standard regarding family opportunities . Some of the indicators that are considered by state
authorities as a reason for additional investigation -such as spouses that do not share a common
language or have significant gaps in age- derive from European directives, while others vary
depending on the single officer in charge and his/her perception of what a true marriage is. In
both Italy and Portugal, the procedures include an analysis of the curriculum vitae of the spouses,
considering the past legal status and professional and economic background. Subsequently, a
selection of suspect cases that have to undergo further investigations is carried out: these
investigations may include separate interviews, home visits, and in the Portuguese case, also
further scrutiny, such as interrogations of neighbours on the couples relationship. As observed
before, factors that may be considered indicators of a genuine marriage, apart from bureaucratic
requirements, economic requirements and consistent answers in the interview, may be proofs of
love. These include cohabitation, letters and pictures that show a romantic liaison of the couple,
the existence of children, as well as the behaviour of the couple, which are all inevitably biased
18
by assumptions on what may be established as formal evidence of a love relationship .
14
For an analysis of the Portuguese context, see Bacci Tamburlini (2013), and for the Italian, Grassi and
Giuffr (2013).
15
Several authors provided some insights into these themes from different national perspectives (Grillo
2010 and 2011, Schmidt 2011, Friedman 2010, Shah 2010, van Walsum 2011).
16
For an analysis of the transformation of intimacy in modern societies, see Giddens 1993
17
For a discussion of constructions regarding the migrant family, see Strasser et al. 2009
18
In Italy, the investigation takes place only a posteriori, that is, when the marriage has already been
celebrated and the spouse with a precarious legal status makes an application for regularization of his/her
legal status as the Italian citizens spouse. In addition to the examination of the certificate of marriage,
before issuing a residence permit for family reasons, the police office often carries out domiciliary
investigations at the applicants home to verify the effective cohabitation and marriage relationship. The
main officially recognized indicator of fraudulent marriage is that the spouse did not set up residence in
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148
In Portugal, the SEF authorities Foreigners and Border Police- indicated during the fieldwork
interviews that they base their investigations also on statistics of abuse records discriminated
by national origin. This leads, for example, to a closer scrutiny if at least one of the spouses is of
Hindustanic (intending India and Pakistan) origin, or has an irregular legal status record. Such
practices reveal a selection mechanism based on geographic origin, which needs to be further
studied as an additional form of discrimination in the practice of migration law, intersecting with
gender and social class. According to the preliminary data, both Italian and Portuguese
authorities seem to be defining standardized risk profiles and at the same time producing
subjective frameworks on which to base the definition of what is a genuine couple. In this
context, individuals mobility rights are jeopardized because of the vision that officers have of
their moral and family customs, as opposed to what they think is the local standard. Such
selective scrutiny, linked to what may be called a presumption of inherent immorality of some
groups of migrants, forces them to constantly produce justifications of their practices, as
Abdelmalek Sayad observed effectively in La double absence, (Sayad, 1999).
The imagined genuine relationship is weighed against idealized family representations, with a
marked gendered character, similarly to what Leilonen and Pellander observed (Leilonen and
Pellander 2013). In this framework, highly traditional gendered patterns of relationship may be
rewarded as signs of authenticity, as shown by Helena Wray for the United Kingdom (Wray
2006). Moreover, these mostly rigid, eurocentric and nostalgic archetypes of family that are
being used as a model for transnational couples do not appear to correspond to the constantly
changing contemporary family practices. Both in Italian and Portuguese societies, sociologists
observed the emergence (and/or recognition) of a growing array of family models, such as living
together apart arrangements (Levin 2004), and increasingly flexible family models (as show Wall
and Amncio 2007, for Portugal, and Barbagli et al. 2004, for Italy).
Conversely, specific family norms imposed on migrants and their partners may indeed be
instrumental in including or excluding particular groups of residents (Schmidt 2011: 258), due to
gender, nationality or socioeconomic situation, or to non-standard family practices. As enumerated
by Wray in the case of the United Kingdom, factors for refusal of regularization through marriage
in Italy and Portugal may include discrepancies in the answers given by the partners to
questioning, or deviations from a stereotyped view of customary practices (Wray 2006:306).
These normative practices make it hard for what are seen as unusual or inappropriate couple
behaviours to be accepted by institutions as a basis of document regularization. For instance, in
an interview conducted in Lisbon a man originally from Guin Bissau, married to a Portuguese
woman, reported having been refused residency papers because of an inaccurate answer in the
interview with the immigration police. Amongst an extensive list of details concerning their
relationship, the man at one point said that for their marriage he had offered his wife a necklace,
while she answered that the present was a wedding ring. This discrepancy, together with a home
visit, which occurred in a weekday during working hours, when the police didnt find the husband
at home, were adduced as sufficient reasons for refusal of residency on the basis that there was
no proof of a genuine marriage.
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For instance, an Italian policeman interviewed for the Italian case study cited a marriage between
a much older woman and a young African man as unlikely, whereas in Portugal, an NGO activist
reported cases of Brazilian women being refused the celebration of marriage, or having it
indefinitely delayed, because of the stereotypes about their nationality and moral customs, which
20
has, once again, heavily gendered connotations .
Adding to the moral expectations of officers, and the appreciation of the socioeconomic situation
of the two partners, the physical appearance of the spouses, especially of women, seems to
influence the judgement regarding the genuiness of their nuptial intentions. In fact, social class,
according to the interviews with civil society observers in Portugal and Italy, seems to play an
important role in the stratification of couples, which undergo less scrutiny if they find themselves in
privileged social positions. In Italy, a policewoman reported such a case, describing her surprise
and unease in entering the huge luxurious apartment where an investigated couple lived. The
officer recalled feeling that the investigation was inappropriate, explaining inclusively in her
account that before her stood a really beautiful young Russian woman. The physical aspect of
the woman involved in the marriage, combined with the social class of the couple, appeared to
make the policewoman believe in the truthful intentions of the marriage. Interestingly, these
characteristics of the investigated subjects made her intrusion in their private life, and her position
as representative of a disciplining body, apparently less acceptable and legitimate in her own
eyes. Conversely, institutional actors report low socio-economic status of one of the spouses as a
factor leading to suspicion, due to the supposed necessity of earning a living in less transparent
and lawful ways.
The picture that emerges from the case studies corroborates, at least for the least privileged social
class, Rianos statement regarding the ethnically biased state discourse, which is by default
interpreting marriage migrants as potential abusers, legitimating restriction of their civil rights and
the policing of family relations (Riano, 2011). Riano argues that this process may be considered a
form of structural violence in Galtungs (1969) perspective, since it involves an institution or social
structure systematically harming people by preventing them from fully satisfying their rights and
needs. The higher social class couples interviewed in the fieldwork, conversely, tend to report less
administrative and policing obstacles to their marriage procedures.
8. Studying marriage of convenience policies as a tool for selection and control
Either we can come to grips with the postmodern family condition by accepting the end
of a singular ideal family and begin to promote better living and spiritual conditions for
the diverse array of real families we actually inhabit and desire. Or we can continue to
engage in denial, resistance, displacement, and bad faith, by cleaving to a moralistic
ideology of the family at the same time that we fail to provide social and economic
conditions that make life for the modern family or any other kind of family viable, let
alone dignified and secure Judith Stacey (1996: 11)
Several authors examine government investigations on the nature of relationships, underlining
how the control of what are considered deviant family norms may serve to legitimate the policing
of family relations in general and be ultimately used to control immigration and settlement (Abrams
2007, van Walsum 2004, Schmidt 2011, Bcker et al. 2004). As stated by Sarah van Walsum (van
Walsum 2008), while in family law the freedom to arrange family life according to individual
preferences has become larger, in immigration law this freedom has remained much more limited,
on objective indicators (see Wray 2006 and Eggeb 2012). In one occasion, in Italy, an officer stated that
she and her colleague had already tried to persuade soon-to-be spouses to take care because they
suspected the partners of intending to marry for the sake of documents. Although they presented this
intervention as a form of protection of the unaware (Italian) citizen, by doing this they appointed
themselves as unsolicited and illegitimate advisors, a function beyond their public mandate.
20
As several authors oberved, Brazilian women living in Portugal have to face consistent social stigma, as
their nationality is associated in mainstream representations with prostitution or permissive moral
customs regarding morality and sexuality. Apparently, Brazilian men face less prejudice in this respect
(Machado 2007 in ACIDI, Gomes 2013).
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150
and constitutes part of inclusion and exclusion processes. A sort of double standard is being
introduced, which limits the freedom to choose family practices to a group of members of society
exclusively because of the legal status that they are being attributed.
The way in which third country nationals are being represented by state regulations and
institutions and in which this process may be gendered, influences the opportunities and
constraints to which this part of the population is exposed. Indeed, as observed by Saskia Bonjour
and Betty De Hart, migration policy is a product and producer of identities and values (Bonjour
and De Hart 2013). Additionally, as underlined by Wray assumptions about marriage are closely
linked to assumptions about gender (Wray 2011:9). As described by Anita Bcker in the
Netherlands, the position of women in particular is central in the debate on immigration and
national identity and values (Bcker et al. 2004). Scholars from different disciplines contributed to
this perspective with an analysis of gendered norms related to the concepts of nation and culture.
In this framework, some noted how gender relations often are considered the essence of cultures,
and codes regarding marriage are crucial in defining who belongs and who does not (Bonjour and
De Hart 2013). Bonjour and de Hart observe that intimate domains play a crucial role in the
construction of ethic and national identities and women carry the burden of the representation of
21
the nation (Bonjour and De Hart 2012:3) , as the data collected in the PhD case studies appear
to confirm. The opinions collected together with civil society members, namely NGO employees
dealing with legal and social support to migrants, seem to indicate that women undergo a kind of
moral evaluation, whereas mens value as immigrants (and spouses) is appraised with an
economistic perspective.
The observation of such processes exposes the functioning of the states migration system in
interaction with what Ralph Grillo calls moral order (Grillo 2010), and its consequent
hierarchization of opportunities and costs of migration and family constitution (Riano 2011,
Machado 2011), including its gendered aspects. Furthermore, the protection of family as a
gendered structure reproduces gender imbalances or may be an incentive for the spouses to
stress the hegemonic gender roles as a means to prove their relationship (Leilonen and
Pellander 2013). Gender norms and perceptions in particular are an important factor in
contemporary debates about migration in Europe, and in justifying restrictive measures (see van
Walsum 2004 and Leilonen and Pellander 2013). As observed by Wray, these discourses may be
deconstructed to expose how it must be acknowledged that concern over oppressive family
relations may be manipulated (Wray 2006:13).
A related school of thought explores family norms and moral gate-keeping processes (Wray
2006), and how the marriage of undocumented migrants may be perceived by states as a risk for
the European family model, albeit an artificial or imaginary one in contemporary European
societies (van Walsum 2004). The moral order imposed on the migrant family may thus constitute
selective practices based on the construction of us and them in the public sphere (Fernandez
and Jensen 2013). In fact, as underlined by Beck Gernsheim, marriage as a gate for immigration
awakens indignation because its instrumentality breaches the cultural taboo of the western ideal
of love, which is described as our secular religion (Beck and Beck-Gernsheim 1995). In this
context, the incentives that migrants, and especially women, receive to join a spouse in the terms
established by law, which inevitably cause a form of dependency from the legal spouse, are
contradicting the claims for protection of vulnerable subjects, as discussed above. As observed
before, the idea of the marriage of convenience has served as a political argument for general
restrictions on marriage migration, resulting in an infringement of rights of migrants and their
partners, constituting inclusively an indirect source of illegality.
21
As determined in previous studies in Portugal and Italy, (Grassi 2013), often the level of illegality
attributed to women is linked to perceptions of femininity. The illegality of women appears to be perceived
as more invisible, less threatening and more tolerable than the mens association with illegality, which is
conversely considered potentially dangerous in the public sphere.
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9. Conclusions
The analysis proposed in this paper engages from a theoretical point of view with a
problematization of the roots of contemporary issues regarding the undocumented condition and
its repercussion on human rights. This perspective inserts itself in broader processes of
securitization and criminalization of migration, which are, to various degrees, common to most
European countries. The theoretical reflection proceeds against the backdrop of a critical reading
of the processes of social and state construction of illegality. In such an approach, it considers the
subordination of migrant rights as a form of structural violence, based on gendered processes of
moral and social othering and economic exploitation (Dauvergne 2008, Machado 2011, Ambrosini
2013, Galliano 2008, Grassi and Giuffr 2013).
The choice of the specific case study regarding couples that underwent policing processes allows
the close study of how the migrant family model is represented and imposed, and may thus
expose social mechanisms leading to migrants social inclusion and exclusion. In light of the
current European academic debate regarding marriage and migration, the comparative case
studies of Italian and Portuguese institutional approaches expose similar efforts of state control of
the conjugality of undocumented migrants, notwithstanding the different migration regimes and
socioeconomic contexts. The analysis of the modalities with which state control is taking place,
provides a picture of the actual mandate and intention of local authorities in the control of marriage
practices of migrants and how they put it into place, investigating whether implicit or explicit
selective mechanisms are in place.
The paper exposed first of all the problematic assumptions regarding security and protection, on
which institutions base the discourses and policies regarding family regulation in a migratory
context. It has been suggested how such policies, in their application, may reinforce the same
vulnerabilities and issues of insecurity and illegality they claim to be addressing. In this context,
the gender lens enables a deeper analysis, by exposing the mechanisms by which such
discourses may be instrumental to the states objectives regarding policing and disciplining
migrants. This mechanism should be seen in broader contexts of subordination, which need to be
further explored in future research, including the gendered processes of inclusion/exclusion visible
in specific sectors of the analysed societies, such as the sexual (and racialized) division of labour
markets.
Regarding the contemporary institutional practices underpinned by the above mentioned
conceptions of security and control, the case studies in Italy and Portugal underlined similar
regimes of control over couples in which one of the two partners had a precarious residence
status before marriage. The preliminary analysis of the data collected in the context of the PhD
project indicates that restrictive apparatuses potentially produce and reproduce the stratification of
subjects along socioeconomic and ethnic or national origin lines, and do not efficiently serve their
stated objectives. Goals of security protection and family values, so often recalled as main drivers
for the policing of couples, do not emerge as actual outcomes of current policies. Rather, the
policing of mobility and intimate lives may be seen as a reproducer of inequalities, by intervening
in the opportunities and constraints faced by some specific categories of the population, stratified
along lines of gender, socio-economic status and national origin.
Moreover, the imaginary of the genuine relationship adopted by state institutions appears to be
constantly marked by an association with western normative conceptions of family, as is visible in
the way that officers value the truthfulness of the visible markers of the spouses attachment.
The set of factors that hinder the recognition of couples appear to be related to factors linked to
geographic origin, gender and social class, causing a selective effect on migrants that may be
granted regularization opportunities. In this regard, the paper was based on the critical position of
a growing number of scholars, who warn that relying on restrictive standards to define genuine
marriage is a way to exclude unwanted migrants, risking also the exclusion of marriages that do
not conform to majority norms (Wray 2006: 311).
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Resumen
El proyecto EQUAL Andaluca en e-Igualdad 1 integr diversas estrategias para el desarrollo de la
Innovacin social a travs del anlisis de la cultura y la investigacin sobre las mujeres. Una de ellas
fueron los Paneles Andaluca Activ@, foros en los que reflexionar y analizar crticamente, y de modo
compartido, los problemas que afectan el desarrollo de una ciudadana en igualdad. El artculo que
presentamos analiza tanto la estructura de esta propuesta metodolgica, como los contenidos
comunicativos vertidos por los participantes en un chat, cuya temtica se cuya temtica se relaciona
directamente con el uso de una ciudadana activa en el contexto de la Sociedad de la Informacin y el
Conocimiento: Ciudadanas del siglo XXI. La originalidad del presente trabajo radica en que pone el
nfasis en el desarrollo de una ciudadana en igualdad ms all de los espacios pblicos tradicionales. Se
estudia el potencial del ciberespacio como lugar donde desarrollarse como ciber-ciudadanas,
aprovechando las oportunidades de la Sociedad de la Informacin y el Conocimiento. Se realiz un
anlisis de contenido siguiendo un sistema de categoras y cdigos, usando como herramienta de anlisis
de datos cualitativos el programa AQUAD. Ello sirvi para determinar los problemas en el uso de las
Tecnologas de la Informacin y la Comunicacin (TIC), que lastran el pleno desarrollo en la red de redes;
as como la aportacin de posibles soluciones que podran mejorar las posibilidades de las mujeres
Abstract
The EQUAL project 'e-Equality in Andalusia' integrated various strategies for developing social innovation
through the analysis of culture and research on women. One of these were the panels Andaluca Activ@,
forums in which to reflect and critically analyze, and share, the problems affecting the development of
equal citizenship. The present article analyzes both the structure of the proposed methodology and the
communicative contents stated by the participants in a chat, whose topics are inserted into the
development of the Knowledge Society: Female citizens of the 21st century. The originality of this
research lies in its emphasis on the development of equal citizenship beyond traditional public spaces. The
potential of cyberspace as a place to develop as female cybercitizens is studied, taking advantage of the
opportunities of the Society of Information and Knowledge. A content analysis following a system of
categories and codes was used employing qualitative data analysis through AQUAD program. This served
to identify problems in the use of ICT, which hinder the full development of the network of networks, as
well as to provide possible solutions that could improve the chances of women in society
Palabras clave
Ciber-ciudadana, igualdad de oportunidades, innovacin social, anlisis de contenido, construccin
cultural, comunicacin online
Keywords
Cyber citizenship, equal opportunities, social innovation, content analysis, cultural construction, online
communication
1 Proyecto Andaluca en e-Igualdad (AD-428), puesto en prctica Convocatoria I de la Iniciativa Comunitaria EQUAL
(2002 y 2004). Proyecto financiado por el Fondo Social Europeo.
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1. Introduccin
Son notables los esfuerzos de la Unin para crear en Europa un espacio social regido por
valores de equidad, igualdad, tolerancia, etc., ms all de los intereses meramente econmicos
que la originaron. Busca integrar culturas, asumiendo un sistema de valores comn, ya que las
identidades colectivas socialmente operantes se han construido invariablemente mediante
lenguajes polticos dotados de una densa estructura narrativa (Colom, 2001, p.96). As la
Unin Europea y su ideologa presenta a Europa como una formacin indiscutiblemente
positiva y humana basada en valores comunes (Emil Tode, 2004). La poltica social ha
integrado esta finalidad desde sus inicios como un objetivo prioritario para su consecucin.
Espaa, y especialmente las regiones ms desfavorecidas de su territorio, como es el caso de
Andaluca, se han beneficiado de esta preocupacin de la poltica europea. En nuestra regin,
que ya registraba antes de la crisis econmica global, altos ndices de paro, falta formacin especialmente en el mbito tecnolgico-, en cuya sociedad, son frecuentes las situaciones de
desigualdad evidente por, entre otras razones, cuestiones de gnero, que han hecho de
nuestra Comunidad Autnoma una de las regiones europeas consideradas Objetivo I de
actuacin en estas polticas de la Unin.
Es necesario desarrollar innovaciones sociales que catalicen la economa del conocimiento
(Estebaranz, 2009) al ser un medio para mejorar los servicios, pudiendo favorecer la igualdad
de oportunidades (Beck-Gernsheim et al., 2001). Innovaciones sociales que busquen la
integracin de los grupos ms desfavorecidos; el desarrollo de la relacin entre diferentes
facetas del mundo del trabajo: educacin, formacin, migracin, conciliacin; la adaptacin de
sectores econmicos especficos como las empresas de economa social, las pequeas
empresas, servicios a las personas; mejora de la calidad del ambiente de trabajo; desarrollo de
nuevas sinergias sociales a nivel local y regional, sobre todo estructuras para favorecer la
transicin al empleo o las transiciones dentro de la carrera, el uso de las Tecnologas de la
Informacin y la Comunicacin en las empresas y la formacin de las personas trabajadoras
con el fin de transformar la gestin diaria de las organizaciones, as como profundizar en el
impacto potencial que las nuevas tecnologas de la informacin pueden suponer en el
desempeo de su misin social (Jouen, 2008). Para ello es necesario desarrollar proyectos que
faciliten a los individuos identificar sus propias necesidades, para que puedan hacer frente a
estas necesidades de manera ms eficaz dentro de la sociedad (Shannon, 2005: 76)
desarrollando sus propias capacidades y potencialidades.
Entre otras estrategias de accin, la Comisin Europea puso en marcha la Iniciativa
Comunitaria2 EQUAL, dirigida a la promocin de nuevas prcticas de lucha contra todo tipo de
discriminacin y de desigualdad en el mercado de trabajo en un contexto de cooperacin
nacional y transnacional, con el objeto de facilitar la insercin social y profesional de diversos
colectivos.
EQUAL ha sido un programa especfico, ejemplo de promocin de innovaciones sociales, para
desarrollar este esfuerzo comunitario por paliar las desigualdades a travs de la apuesta por la
generacin de soluciones innovadoras desarrolladas desde entidades locales (gobiernos
autonmicos, diputaciones, ONGs, empresas, universidades) y dirigidas a la intervencin
sobre colectivos susceptibles de ser discriminados (mujeres, inmigrantes, parados de larga
duracin, etc.), centrando su accin en aquellas zonas de Europa en las situaciones de
desigualdad son ms evidentes (Zonas Objetivo I) de hecho en Andaluca se desarrollaron 32
proyectos dentro de esta Iniciativa Comunitaria, en los que se implicaron 770 municipios, lo que
supuso la participacin de 7.357.558 personas (Ruiz, Lozano y Armio, 2005: 318).
En este sentido, muy en consonancia con la Estrategia Europea del Empleo, habra que incidir
especialmente en tres aspectos en cada uno de los proyectos: en la formacin y el uso de las
TIC, que a su vez facilitarn el acceso al empleo de los beneficiarios y beneficiarias de los
diferentes proyectos promovidos por la Iniciativa. Por consiguiente, los proyectos incluidos en la
2
En adelante IC
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Iniciativa Comunitaria EQUAL han supuesto un beneficio para las personas que participaron en
calidad de usuarias, al igual que para las entidades participantes en este laboratorio de
experiencias. Ha supuesto una oportunidad difcilmente repetible en otro contexto de actuacin,
es decir, la oportunidad de trabajar conjuntamente, aprendiendo unos de otros, tanto personas
como instituciones, desarrollando un modelo de trabajo colaborativo y horizontal en red.
EQUAL se sustent en cuatro pilares fundamentales: Capacidad de insercin profesional;
Espritu de empresa; Adaptabilidad; e Igualdad de oportunidades. La IC EQUAL ha supuesto
una oportunidad para que entidades de muy diversa naturaleza puedan desarrollar redes
profesionales de trabajo denominados en este contexto de intervencin Agrupaciones de
Desarrollo3-. Estas organizaciones reticulares no slo actuaron dentro de cada pas, tambin
generaron redes de carcter transnacional. La importancia de este tipo de proyectos que
buscan mejorar las prcticas; optimizar los recursos disponibles; generar, compartir y transferir
conocimientos valiosos culturalmente hablando; o el desarrollo de los colectivos susceptibles
de padecer situaciones de desigualdad es evidente.
Ejemplos de diferentes innovaciones desarrollados bajo el paraguas de esta iniciativa son, por
ejemplo, el Proyecto EQUAL-Cresol gracias al cual se desarroll un Centro de Intercultural
destinado a la insercin de colectivos inmigrados o minoras tcnicas (Crdenas, 2002), o
medidas de insercin laboral dirigidas a mujeres como las desarrolladas por el EQUAL Atenea
en Mlaga (Garca y Trujillo, 2008), del Proyecto ITUN-EQUAL en el Pas Vasco (Setin y Dez,
2005a), o del Proyecto IMUMEL en Castilla-La Mancha dirigidos a contextos rurales
(Manzanares, 2006). Todos estos proyectos llevaron aparejados estudios previos de las
condiciones socieconmicas y culturales de cada uno de los colectivos a los que se pretenda
atender, lo que supone el desarrollo del conocimiento unido al desarrollo de actividades
creativas de formacin y fomento de la empleabilidad de aquellos colectivos en situacin de
desventaja.
1.1 Andaluca en e-Igualdad: Innovacin social en la prctica
En este trabajo presentamos alguno de los resultados obtenidos durante la primera edicin de
la IC EQUAL, concretamente, en el Proyecto Andaluca en e-Igualdad, donde la Universidad de
Sevilla jug un papel protagonista en el desarrollo de las tareas investigadoras, de generacin
y transferencia de conocimiento y promocin de la formacin. Centr sus acciones en el
desarrollo del eje temtico Igualdad de Oportunidades, concretamente dentro del rea Reducir
desequilibrios entre hombres y mujeres y apoyar la eliminacin de la segregacin en el trabajo.
Andaluca en e-Igualdad, constituy la Agrupacin de Desarrollo nmero 428, agrupando a diez
entidades, pblicas y privadas, de muy diversa tipologa, grandes y pequeas. Estas fueron: El
Servicio Andaluz de Empleo de la Junta de Andaluca, Fundacin Directa, la Universidad de
Sevilla, las Asociaciones de Empresarias de Cdiz y Sevilla, la Asociacin Liderared,
Diputacin de Crdoba, la Sociedad Pblica Sevilla Siglo XXI dependiente de Diputacin de
Sevilla, el Colegio de Psiclogos y la Revista digital Cibersur. Cada una de estas
organizaciones aportaba, en la medida de sus posibilidades, recursos ya fueran materiales o
humanos. De estos profesionales el 80 % fueron mujeres. Esta red de trabajo tuvo tambin su
extensin transnacional con otras AD de Austria e Italia.
Andaluca en e-Igualdad tena un carcter geogrfico, desarrollando sus actuaciones en
Andaluca pero centrndose en las provincias de Cdiz, Crdoba y Sevilla. A travs de este
proyecto, con palabras de la misma web del proyecto (www.eigualdad.org) se pretende
reformular la Sociedad de la Informacin en femenino, potenciar el desarrollo de la carrera
profesional y la presencia de las mujeres, favorecer la creacin de redes de mujeres.
En adelante AD
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los ciudadanos podrn optar a esa tecnologa, sern, por tanto, los nuevos excluidos de la
sociedad. Por ello, esta revolucin tecnolgica tiene que ir acompaada de una revolucin en la
educacin que permita al ciudadano adaptarse a las nuevas exigencias de la sociedad. El
escenario de globalizacin tecnolgica al que asistimos, abre muchas nuevas posibilidades
para la formacin y el desarrollo de oportunidades para la igualdad, al tiempo que posibilita
nuevos espacios para la desigualdad. El aprovechamiento de las TIC para generar nuevas
prcticas y formas de actuacin ha de estar orientada hacia un desarrollo social armnico, ya
que en caso contrario las TIC no dejarn ms que ser fuegos de artificio, si no contribuyen a
una sociedad ms equitativa, ms igualitaria, donde su potencial se haga accesible a todos, y
contribuya a la mejora de los niveles y calidad de vida de los ciudadanos (Snchez Bravo,
2001). En este sentido las TIC optimizan los procesos de transferencia de conocimiento
(Sevillano, 2009).
Si en la sociedad industrial la posesin de los recursos naturales era el elemento que
determinaba el progreso o estancamiento de una sociedad; ahora se suma el elemento
tecnolgico como factor determinante, y ms concretamente, la posesin del conocimiento
sobre cmo usar la tecnologa y los recursos, es lo que condiciona su progreso. Como escribe
Silveira (2002) la apropiacin del conocimiento en la sociedad del saber se asimila a la
tenencia de propiedades y riquezas en la sociedad capitalista. Siendo las desigualdades en la
capacidad de generar conocimientos mayores que las relativos al ingreso: lo que
definitivamente distingue a los pobres de los ricos sean personas o pases- ya no slo es que
tienen menos capitalismo tambin menos conocimientos y de menor calidad. Es necesario
considerar como lo local y regional se relaciona irremisiblemente con lo general, como nos
recuerda Corts (2003, p.12) en paralelo a la globalizacin se refuerza el mbito global como
un espacio para el desarrollo econmico, de identidad colectiva, de participacin poltica y
tambin como espacio para la expresin concentrada de los problemas y desafos de la
humanidad, en consecuencia, se hacen necesarias las intervenciones globales desde lo local
para propiciar la transformacin de la cultura.
La Sociedad del Conocimiento est demandando cada vez ms una nueva alfabetizacin
digital que dote a la ciudadana de e-competencias (Fernndez, 2002), que permitan al
usuario/a, como seala Glister (cit. Vans, 2003), comprender y usar la informacin en mltiples
formatos cuando se presenta a travs de ordenadores, en una gama amplia de recursos; y con
conocimiento de nuevas formas de organizar el conocimiento y la informacin (Coleman y
Laplace, 2002).
El profesor de la universidad finlandesa de Tampere, Tapio Vans (2003) considera necesaria
una nueva alfabetizacin y nuevas competencias para el xito ante las nuevas posibilidades de
aprendizaje, aprovechando los desafos que presentan las TIC. En este sentido, la formacin
en competencias tecnolgicas es una necesidad de cara al ptimo desarrollo de la ciudadana
del siglo XXI, para ser usuarios y no vasallos de las TIC (Gisbert, 2000). El problema en
nuestro contexto occidental del primer mundo, no estara en el acceso a los recursos TIC como
principal factor de exclusin, segn Castells (Prez, 2008) lo que no deja de ser un elemento
de reflexin importante. Es necesario incidir necesariamente en la educacin, el acceso al
trabajo y a la carrera profesional. Sin ellos, la tecnologa no sirve para nada.
Asimismo, Attwell (2010), en su ponencia Personal learning enviroments presentada en
ticEDUCA 2010, seala que ahora existe una nueva forma de alfabetizacin digital, no centrada
tanto en el uso de las herramientas tecnolgicas, ms bien encaminadas a saber cmo
gestionar la informacin.
En relacin con lo anterior, Vans (2003) considera que no existe un nico nivel de
alfabetizacin en el medio digital, antes bien diferencia diversos tipos de alfabetizacin digital
necesarios para profesores, estudiantes, empleados y ciudadanos en general:
-
Alfabetizacin digital: habilidad para usar los medios como Internet para acceder y
comunicar informacin eficazmente.
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Como consecuencia, un nuevo mbito de desarrollo personal se abre ante los educadores y
formadores en un contexto sociopoltico que apuesta por la mejora del capital humano europeo
a travs de la mejora de las competencias personales y profesionales de la ciudadana
europea. Se hace necesario crear los espacios necesarios para la reflexin crtica sobre la
realidad y la gnesis de las respuestas ms adecuadas, atendiendo a los colectivos
susceptibles de situaciones de desigualdad.
La transformacin cultural (Mingorance, 2008) pasa necesariamente por un proceso de
apropiacin e internalizacin del conocimiento (De Pablos, Rebollo y Lebres, 1999; Cols,
Rodrguez y Jimnez, 2005; Merriam, Caffarella y Baumgartner, 2007) del que los participantes
han de ser parte activa.
Estos procesos de aprendizaje adulto en las organizaciones es esencial considerarlos como
procesos dialgicos, ya que como seala De Pablos (2001) los lenguajes sociales y gneros
discursivos son elaboraciones culturales. No debemos olvidar que aprender y comunicar
forman parte de un mismo proceso cognitivo. As el aprendizaje en equipo se concreta a
travs del dilogo, el intercambio transparente de experiencias, la capacidad de negociar de
forma eficaz los modelos mentales de cada uno, y el trabajo en la modificacin y mejora de los
marcos conceptuales de todos los miembros (Ortega Carrillo y Aragn, 2004). Las
posibilidades comunicativas de los recursos TIC aportan un valor aadido a dichos procesos de
interaccin amplificando su impacto (Crook, 1999, Cook-Shather, 2000; De Pablos, 2001).En
consecuencia es necesario desarrollar o promover dilogos creativos en el seno de las
organizaciones (Mas, 2006), como nos recuerda Prez Serrano (1998) para propiciar un
cambio en las formas de concebir la realidad y la cultura de los participantes. Al fin y al cabo,
estamos hablando de aprendizaje, que no deja de ser un proceso sociocultural y de interaccin
social (Vygotsky, 1978; UNESCO, 2004; De Pablos, 2001).
En este sentido, la nueva cultura digital se caracteriza por una transformacin de los procesos
de comunicacin y de gestin del conocimiento, donde la organizacin en red y el trabajo
colectivo, el uso de las herramientas virtuales de comunicacin, etc., se hacen imprescindibles.
Es necesario crear espacios en los que se d oportunidad a la transferencia del conocimiento
(Estebaranz, 2007).
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seis los paneles planificados, con las siguientes temticas: Gnero, empleo sostenible y nueva
sociedad local, La Sociedad de la Informacin en femenino, Pequeas empresas, grandes
empresarias, Mujeres que rompen el techo de cristal, Familia, tiempo, vida cotidiana:
carreras femeninas sin tanto correr y Ciudadanas del siglo XXI.
Fue una actividad dinamizada por las Asociaciones de Empresarias de Sevilla y Cdiz y
Fundacin Directa, pero en la que participaron activamente otros miembros de la red eIgualdad bien como ponentes o como simples participantes. En relacin directa con el
cumplimiento del principio de colaboracin interinstitucional, la participacin tanto en el diseo
de los Paneles como en su ejecucin de todas las entidades miembros de la AD no solo
garantiz una perspectiva novedosa y multidisciplinar de los temas a tratar en los Paneles sino
que hizo posible su desarrollo, facilitando contactos con posibles ponentes, posibles lugares de
celebracin, etc. Los conocimientos puestos en red nuevamente entran en juego (Principio de
Capacitacin).
Estn organizados siguiendo un doble formato: una parte de trabajo virtual preparatoria de la
posterior sesin de trabajo presencial. En la parte virtual o Telepanel, se celebr un chat
temtico previo a la sesin presencial, y en la que una o dos expertas dinamizaban el discurso.
Estos chats solan tener una duracin de una hora. Sirvieron para desatar la reflexin de forma
previa, enriqueciendo sin duda la posterior sesin presencial, ya que en ellas se realizaron
alusiones al debate virtual. En los diversos chats desarrollados en el contexto del portal www.eigualdad.org la valoracin que han hecho las participantes ha sido bastante positiva, tanto por
las temticas desarrolladas como por la dinmica de trabajo implementada.
Han ido jalonando el desarrollo del proyecto Andaluca en e-Igualdad, para lo cual se estableci
una doble dinmica con una parte presencial y otra virtual. Adems de por sus contenidos, el
principio de promocin de la Sociedad de la informacin est profundamente integrado en la
metodologa de trabajo de los Paneles, por la fuerte presencia del componente virtual. La
metodologa desarrollada en los Paneles Andaluca Activ@ aparece representada en la figura
1.
Documentos
Informacin en
el portal
Foro
Ambiente
virtual
Ambiente
real
Acto
pblico
Currculum
Redaccin
Conclusiones
Propuestas de
mejora
Chat
El encuentro presencial tena lugar con posterioridad, siguiendo el formato de jornada o charlacoloquio en el que participaron un total 20 ponentes repartidos entre los distintos paneles. En
estos seminarios participaron diversas ponentes, grupos de expertos/as, personalidades
significativas de la sociedad andaluza relacionadas con los temas que se abordan, o miembros
de la propia Agrupacin de Desarrollo, con el objeto de reflexionar de manera compartida y
sistemtica, tratando de identificar nuevos escenarios para la intervencin poltica y social "en
femenino", con especial atencin al desarrollo de estrategias que mejorasen el empleo y la
realidad profesional de las mujeres. Una vez finalizado cada Panel la coordinacin ofreca una
serie de conclusiones, tanto de la parte presencial como de la virtual, a travs del portal web
del proyecto.
Esta combinacin de estrategias comunicacionales basadas en las TIC con otras ms
tradicionales como los seminarios presenciales, son expresiones del principio horizontal de
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3.3. Resultados
Los participantes en el chat del Telepanel Ciudadanas del siglo XXI fueron mujeres en un
98% de los casos. Este dato nos confirma que son mujeres las que reflexionan sobre los
problemas que les afectan directamente. Hablamos concretamente de 34 participantes en la
totalidad de los Telepaneles.
La tabla 1, que incluimos a continuacin, detalla un anlisis descriptivo de las frecuencias y
porcentajes, una vez clasificados los contenidos comunicativos del chat, siguiendo las
dimensiones y subdimensiones del sistema de categoras antes citado (Ballesteros, 2011).
Tabla 1.
Aparicin de los cdigos por dimensin, subdimensin y foro (f y %).
Ciudadana s.XXI
Dimensin
Subdimensin
la
del TIC para el trabajo en red
Informacin personal
Establ. relaciones
Integracin
discusin
en
Contextualizacin
Didctica
Uso de TIC
Temtica
Dinmica
construccin
conocimiento
de
Exploracin de ideas
Intercambios
Resultados
la
Foro
Cd
SIA
SIU
SIS
SRS
SRR
SRB
SAA
SAP
GXA
GXN
GXR
GDM
GDA
GDS
GDC
GDG
GDE
THE
TEX
TTI
TVT
TMT
TIP
TSU
TSA
TFC
TFT
TFF
COT
CDP
CDV
CDO
CDC
CDM
CDA
CDI
CDE
CDD
0
0
0
14
6
5
1
2
0
0
1
20
0
0
12
2
1
0
0
2
6
3
3
0
0
3
0
0
12
20
2
0
0
2
15
16
12
0
0
0
0
645
276
230
046
092
0
0
046
921
0
0
553
092
046
0
0
092
276
138
138
0
0
138
0
0
553
921
092
0
0
092
691
737
553
0
Journal for Educators, Teachers and Trainers JETT, Vol. 5 (3); ISSN: 1989-9572
165
Ciudadana s.XXI
Dimensin
Foro
Cd
CDS
Subdimensin
Personas
Entidades
Aprendizajes en red
La red social
Valor de la Igualdad en
la red
Identificacin innovacin
APD
AED
ARV
ACC
ARR
ARD
ARI
ART
AVP
AVM
AVA
AVV
AIW
AIF
17
783
1
0
2
1
1
1
0
2
20
1
8
2
0
1
40
046
0
092
046
046
046
0
092
921
046
368
092
0
046
100
Las figuras 3 y 4 muestran la distribucin del uso de los cdigos agrupados por dimensin,
primero en la totalidad de los chats de los telepaneles y en el segundo caso en el chat del
Telepanel Ciudadanas Siglo XXI.
Podemos observar como la distribucin porcentual de las distintas dimensiones es muy similar,
en ambos casos. Es la Dimensin Dinmica de la Construccin del Conocimiento la que
aparece con mayor fuerza en el discurso de los chats en general (47%) y en Ciudadanas del
siglo XXI, objeto de nuestro anlisis, en particular (44%). En este ltimo, el 46% del contenido
se refiere a resultados recogidos a partir del debate (Figura 5) en el que el intercambio de
conocimiento supone el 18% de los mismos.
Journal for Educators, Teachers and Trainers JETT, Vol. 5 (3); ISSN: 1989-9572
166
La siguiente dimensin que domina el debate recoge los Aprendizajes en red (Fig.3 = 20%,
Fig.4 = 18%). Tal y como se aprecia en la figura 6, existe una cierta unanimidad en valorar la
importancia de la Igualdad de oportunidades (77%) para el desarrollo de la idea de ciudadana
para el siglo XXI, poniendo tambin especial nfasis en la valoracin de las redes sociales
(17%).
3.3.1 Contenidos comunicativos en el Panel Ciberciudadana siglo XXI.
Este tipo de charlas virtuales, previas al panel presencial, sirvieron para crear, tanto opinin
cualificada y razonada entre las mujeres participantes, como para levantar la expectacin de
cara a la realizacin del panel presencial. A continuacin, analizamos en profundidad algunos
aspectos importantes considerados en el discurso: los temas de la Igualdad, visibilizacin de
los problemas que afectan a las mujeres e identificacin de las soluciones ms adecuadas para
la promocin del cambio cultural en el desarrollo de un nuevo concepto de ciudadana.
3.3.1.1. Los temas de la igualdad
Los temas trabajados centraron los contenidos de los debates virtuales y presenciales, tratando
cuestiones que fueron desde el papel de las mujeres en la pequea empresa y su funcin en el
tejido econmico actual, el desarrollo de la ciber-ciudadana y de la Sociedad de la Informacin
en femenino, el anlisis de problemticas que afectan directamente a las mujeres como son el
desarrollo de carrera y la ruptura del techo de cristal o la conciliacin entre tiempo laboral y
familia. Todos estos temas inciden directamente en los objetivos del cuarto bloque temtico de
los proyectos EQUAL, esto es, Igualdad de oportunidades para mujeres y hombres - Reduccin
de desequilibrios y de la segregacin en el trabajo.
Tuvieron como eje central la discusin sobre el tratamiento de la cuestin de gnero aplicado a
diferentes mbitos sociales. De este modo, los temas sobre los que se debati fueron los
siguientes:
5
Journal for Educators, Teachers and Trainers JETT, Vol. 5 (3); ISSN: 1989-9572
167
obviamente las mujeres tenemos poco espacio para ejercer la ciudadana (MFD1,
79- 81)
baja representacin de las mujeres en rganos de decisin (MFD5, 83- 86)
b) Participacin y tiempo:
Primer obstculo, la participacin requiere tiempo, yo la llamo la tercera agenda a la
que las mujeres, desde luego no llegamos (MFD1, 107-111)
las mujeres ante la escasez del tiempo (tiempo laboral/tiempo familia/tiempo
pareja/.... termina por sacrificar su tiempo personal, en donde podra estar el tiempo
de la participacin
(MFD5, 114- 120)
la tercera agenda (MES3, 237)
c) Participacin e implicacin.
si participar es un problema 'hacer que se participe' requiere un montn de
energas (MUS9, 386-389)
nos empoderamos, nos legitimamos...y para participar en igualdad y con
protagonismo real no podemos hacerlo con voces prestadas. Creo que, para
comenzar, esa tarea de auto-reconocimiento colectivo es clave para definir una
agenda propia (MFD1, 447-454)
d) Estilos de participacin que condicionan la participacin femenina.
que el estilo de participacin con prestigio es el que se adopta al tiempo masculino:
presencia en todas partes (mas cuantitativa que cualitativa), creo que las mujeres
tendramos que "vender" un estilo de participacin cualitativa (MFD5, 124-131)
El estilo de participacin al igual que el de liderazgo (del que hablbamos el otro da)
est masculinizado (MES2, 133-136)
Hay un problema de contenido. Ahora, por ejemplo, se ha situado en el centro de la
agenda el tema de la violencia domstica y nosotras estamos mucho ms presentes
porque el tema nos convoca... (MFD1, 148-155)
Veo un quinto obstculo, ste interior. No participamos porque... quizs no hemos
descubierto nuestra voz o pensamos que lo que tenemos que decir es poco
importante?... (MFD1, 197-202)
d) La desigualdad existe y se pone de manifiesto fcilmente aunque algo est
cambiando.
Actualmente estamos, el problema es cmo estarnos, porque muchas informaciones
sobre mujeres estn todava impregnadas de sexismo. Pero es verdad que no se
puede compara con nuestra presencia, por ejemplo, de hace 5 anos (MFD5, 215222)
e) Valoracin de la participacin femenina.
hay mujeres que estn intentando, a estas alturas, abrirse camino en el mundo
laboral, otras que luchan por no morir en manos de su marido/pareja quiz el tema de
la participacin se ve un poco lejano (MES2, 229-236)
Journal for Educators, Teachers and Trainers JETT, Vol. 5 (3); ISSN: 1989-9572
168
Pienso que las mujeres no somos conscientes de las ventajas de la participacin para
nuestros intereses, los hombres, en cambio, lo tienen clarsimo y lo priorizan incluso
frente al trabajo (MFD1, 257-263)
f) la barrera tecnolgica es una realidad y cuesta... (MES3, 273- 274)
3.3.1.3 Aportando soluciones.
Se parte de la consideracin de que el problema de la desigualdad de gnero es un problema
complejo que afecta a las mujeres como ciudadanas en la sociedad, en el empleo como
trabajadoras o empresarias, pero sobre todo como persona. De este modo las soluciones
tienen que ser mltiples. Como en todo. Cuestin de opciones objetivas y de capacidad de
decisin y de organizacin (MUS1, 753-757). Un problema que requiera de soluciones
profundas que permitan los cambios en la cultura reinante. A continuacin se muestran
diversas soluciones extradas del discurso crtico:
a) Fomentar el asociacionismo femenino y la participacin.
s participamos, si somos una masa crtica de referencia obtendremos beneficios en
aspectos como el trabajo, las leyes, etc (MFD5, 242-245)
b) Nuevas estrategias de accin
- habra que ensear a participar aunque os pueda parecer raro (MES2, 396-399)
- Crear espacios de participacin en la red:
creando sitios referenciales en la Red para empresarias, deportistas, acadmicas,
etc.... que no sean simples pginas web sino lugares de encuentro y participacin
(MFD5, 361-366)
hay que crear nuestros propios medios de visibilidad en la red; y tener una estrategia
de captacin y de marketing digital para que se vea lo que hacernos (MFD1, 497502)
- Crear espacios de formacin para la gestin de las redes:
deberamos generar espacios de formacin, por ejemplo, para la gestin de redes de
gnero, para el uso eficaz de las NTIC (MFD1, 504-507)
- Visibilizar nuestras reivindicaciones, buenas prcticas, modelos... (MFD1, 492-494)
- Definir la estrategia de accin
una tarea importante de definicin de objetivos, intereses y caminos (BEN16, 457459)
- Reconocer el valor y las competencias de las mujeres:
para comenzar, esa tarea de auto-reconocimiento colectivo es clave para definir una
agenda propia (MFD5, 451-454)
c) Nuevos perfiles
crear agentes de participacin (MFD5, 392-393)
mujeres con aptitudes empticas que dimamizaran expresamente (y estuvieran
pagadas para ello) los entornos de mujeres (MFD5, 242-245)
Journal for Educators, Teachers and Trainers JETT, Vol. 5 (3); ISSN: 1989-9572
169
4. Conclusiones
La apertura de las organizaciones y las nuevas formas de relacin (Snchez y Castrillo, 2005;
Daz, 2006) permiten considerar distintos niveles de desarrollo del capital humano y social.
Como seala Longworth (2005), es el mbito local el que permite una mayor significatividad de
los resultados de los proyectos sobre todo de aquellos de ndole social. Andaluca en eIgualdad ha constituido una autntica comunidad de aprendizaje orientada a la prctica, es
decir, organizado en torno a la solucin de problemas (Louis y Leithwood, 1998), en este caso
la desigualdad de gnero. Este ha sido el caso de Andaluca en e-Igualdad, un proyecto de
transformacin social y cultural, en los que es necesario pensar localmente, porque es ah
donde encontramos lo comn y lo significativo, donde los grupos humanos encontramos un
mayor nmero de elementos a compartir (Estebaranz y Mingorance, 2009).
Los Paneles Andaluca @ctiva han sido un instrumento innovador para el desarrollo del
pensamiento crtico entre los participantes en las charlas virtuales, que de forma horizontal han
descrito los problemas y han propuesto, de manera creativa, soluciones a los mismos.
Compartiendo sus inquietudes y pareceres. Creando una masa crtica de opinin, base social
facilitadora del cambio cultural.
No olvidemos que estos nuevos espacios de conocimiento son a un tiempo oportunidad pero
tambin suponen un peligro de perpetuacin de la desigualdad esta vez en la red. La Sociedad
Red, de la que habla Castells (2001, 2002, 2006) y su lenguaje interactivo no estn exentos del
riesgo de ser colonizados -y de hecho ya lo han sido- por contenidos culturales nada favorables
al desarrollo de la equidad entre hombres y mujeres. En consecuencia es necesario promover
las transformaciones culturales necesarias para que esto no ocurra.
Tal y como recoge la figura 7, el objetivo estara en poder desarrollar un nuevo concepto de
ciudadana en la red, ya que el desarrollo de estos espacios puede suponer una oportunidad de
oro para romper con las desigualdades presentes en la sociedad real, pero tambin en el
espacio virtual. Ocurre que la presencia y el ejercicio de la ciber-ciudadana demanda de
nuevas competencias tecnolgicas (Sevillano, 2007; Vans, 2003; De Pablos, 2004, 2009, 2010)
que han de ser aprendidas para un optimo desarrollo de todo su potencial.
Journal for Educators, Teachers and Trainers JETT, Vol. 5 (3); ISSN: 1989-9572
170
Ciber-ciudadana
Agentes de
participacin
Mujeres
- Auto-reconocimiento
- Definir objetivos e
intereses
- Ensear canales de
participacin
Mujeres con
aptitudes empticas
que dinamicen los
entornos de
mujeres, y
estuvieran pagadas
para ello.
Mujer formada,
con capacidad
para participar
activamente en los
procesos de
construccin y
desarrollo social
usando la red.
Crear espacios de
formacin
Crear espacios de
participacin
Masa crtica
Formacin
Figura 7. Estrategia de accin definida en la sesin de chat del Panel Ciberciudadana siglo
XXI, para fomentar la participacin de las mujeres en el medio virtual.
Para estimular la aparicin de ciber-ciudadanas es necesario crear masa crtica social, que
considere la importancia de desarrollarse en los espacios virtuales (Sevillano, 2008), pero al
mismo tiempo sera necesario que existieran nuevas figuras profesionales que dinamicen
dichos colectivos. Como las participantes en el Telepanel las denominan, son necesarias
mujeres que acten como agentes de participacin, mujeres con aptitudes empticas,
adems de con conocimiento tcnico, que dinamicen grupos de mujeres haca un mejor
aprovechamiento de las oportunidades de la red de redes, y adems stas han de ser
reconocidas profesionalmente. Mujeres que construyan con los distintos colectivos espacios
donde formarse sobre cules son y cmo manejar los distintos canales de participacin.
Espacios formativos en los que se oriente a las mujeres a partir del auto-reconocimiento de sus
competencias y de sus potencialidades para definir su carrera profesional y vital, en los que
puedan definir objetivos e intereses y saber actuar en consecuencia.
Estas agentes de participacin tambin seran las encargadas del desarrollo, diseo y gestin
de los contenidos culturales web ms valiosos que sirvan de referencia a los intereses de las
mujeres.
Si consideramos como objetivo el desarrollo de una sociedad ms justa es necesario crear
contextos educativos abiertos a la participacin de todos en igualdad de condiciones.
Coincidimos con Prez Serrano (2001) que es una condicin para ello la creacin de
sociedades educadoras capaces de estimular ese potencial dormido. Pero no slo de una
parte de la ciudadana, como est ocurriendo, sino del potencial de todas las personas que
conforman la sociedad en su conjunto, hombres y mujeres.
Al mismo tiempo esta forma de trabajo distribuido ayud a crear comunidad a travs de la
comunicacin establecida online. Ha sido tambin una actividad que incide especialmente en el
principio de Igualdad de Oportunidades por cuatro razones:
-
Journal for Educators, Teachers and Trainers JETT, Vol. 5 (3); ISSN: 1989-9572
171
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Pathways
to
citizenship:
Generational
reproduction of mothers legal statu
Nas encruzilhadas da cidadania: Reproduo
geracional do estatuto legal das mes
Tatiana Ferreira,
University of Lisbon, Portugal
Journal for Educators, Teachers and Trainers JETT, Vol. 5 (3); ISSN: 1989-9572
176
Resumo
Este artigo prope analisar a reproduo geracional do estatuto legal entre mes e filhos. A anlise
baseia-se no trabalho de campo realizado em Portugal com mulheres migrantes dos Pases de Lngua
Oficial Portuguesa, onde algus entrevistados, especialmente mulheres, revelaram um interesse particular
com a repercusso que o seu estatuto legal tem na vida dos seus filhos. O principal objetivo deste artigo
explorar a forma como as politicas e as leis configuram as experincias das mes, nomeadamente no
acesso aos direitos de cidadania, destacando os efeitos do seu estauto legal nos seus filhos.
Fundamentada na literatura vamos tambm tentar perceber o impacto que a reproduo geracional de
estatuto legal pode ter nas diferentes fases de deenvolvimento dos jovens, nomeadamente nas transies
para a vida adulta.
Abstract
This article sets out to examine the generational reproduction of legal status between mothers and their
children. The analysis is based on fieldwork carried out in Portugal with migrant women from Portuguese
speaking African countries. Some of the interviewees, especially women, revealed a particular concern
about the repercussions of their legal status in their childrens lives.The overall objective is to explore how
policies and laws shape the mothers experiences and to provide a glimpse on the complex picture of
citizenship rights, focusing on the effects of mothers legal status on their children. As it is stated in the
literature we will also explore how generational reproduction of legal status can unbalance different stages
of the migrants children development, namely the transitions to adulthood.
Palavras-chave
Cidadania; Estatuto legal; Parentalidade; Filhos de migrantes; Jovens; Transio para a vida adult
Keywords
Citizenship; Legal status; Motherhood; Migrant children; Youth; Transition to adulthood
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177
1. Introduction
Globalization and migration poses new challenges for understanding citizenship from a
transnational perspective, making us question the classic framing of citizenship (Walzer, 1983,
1989; Miller, 1995, 2000). Nowadays there is a gap between the lived experience of citizens
and migrant families and nation-state policies that differentiate rights and entitlements on the
1
basis of citizenship status. In the Portuguese case-study of a recent project , some of the
interviewees, especially migrant women from Portuguese speaking African countries, revealed
a particular concern about the repercussions of their legal status in their childrens lives. The
overall objective of this paper is to explore how policies and laws shape mothers experiences
and give a glimpse on the complex picture of citizenship rights, focusing on the effects of
mothers legal status on their children. The analysis starts from the debates around the concept
of citizenship, followed by a discussion about constrains that migrant mothers face to fulfill their
socially prescribed expectations of motherhood and how their legal status marginalizes them.
We should take into account that they are already subjected to other obstacles regarding
gender equality. Next, we give a picture of the complex pathways to citizenship, presenting the
stories of several mothers and their mixed status families, their experiences and restrictions on
access to citizenship rights. Finally, the data highlighted some interesting research pathways
2
that are being developed in a PhD project , namely the discussion about how generational
reproduction of legal status can affect migrants children in the different forms of their
development, namely in the transitions to adulthood.
Project "migratory trajectories of Africa, Illegality and Gender", coordinated by Marzia Grassi at the
Institute of Social Sciences, University of Lisbon, in which I participated as a team member.
2
PhD project named Gender and generations: processes of transition to adulthood of young descendants
from Portuguese speaking African countries, that benefits from a grant from the Portuguese Foundation
for Science - FCT, grant (SFRH/BD/61130/2009). The project also benefits from the integration in the
network Transnational Lives, Mobility and Gender network (www.tlnetwork.ics.ul.pt) and the participation
th
in the GENDERCIT project (FP7-PEOPLE-2012-IRSES/318960) part of Marie Curie Actions (7
Framework Programme of the European Commission).
Journal for Educators, Teachers and Trainers JETT, Vol. 5 (3); ISSN: 1989-9572
178
residence permit or nationality requirement) and documents required. This issue is especially
sensitive when we are dealing in many cases with families in precarious and adverse conditions
(Grassi, 2012; Grassi & Giuffr, 2013).
Many scholars attempted to develop some citizenship concepts to analyse the complex
definition of a migrant owns and family members citizenship. In particular, childrens citizenship
is largely invisible in research making it difficult to relate the existing conceptions of citizenship
and what are the main aspects of adult citizenship that can be considered and applied to
children regarding the different national legal contexts.
Marshall considered that children and young people are citizens in the making (as cited in
Marshall, 1950, p.25) the idea is that young people are not yet citizens, but citizens in
construction.
Bulmer and Rees (1996) stated that migrants children have a partial citizenship because of
their legal and social dependence upon adults.
Some scholars also argue that it is necessary to go further the nation-state-based approach to
3
the concept of citizenship. The concept of transnational citizenship could help to go behind the
national boundaries. A concept that takes into account the dual or even multiple citizenship
pathways of migrants (Fox, 2005). Baubck (1994) also argues that the liberal democratic
notion of citizenship must be reinterpreted in order to give response to the international
migration phenomenon. The nation-states with their defined frontiers must go further the notion
that their responsibility is only to protect the rights and interests of their own citizens.
This transnational approach to citizenship allows recognizing the different forms and practices
that go behind the national frontiers. This concept is particular interesting in this case, as the
majority of children of PALOP migrants on the mixed status families that we are going to
present below, have today between 15 and 30 years, and besides have been born in Portugal,
have the parents nationality at birth. Many of them have never been in the parents country of
origin possessing a nationality of a country that they do not know at all. The notion of a
transnational citizenship or nationality takes full extent in this case.
We also must consider that in minors children the legal status does not result from their own
condition but from their parents or other adults. Even in the case of adults there are many grey
areas, many of them being in a status of liminal legality (Menjivar, 2006), as they have
ambiguous documentation (Anderson, 2009, 2010) while they undergo the regularization
process (Bacci Tamburlini 2013).
For a more in depth discussion about the transnational citizenship concept see Fox (2005) and Baubck
(1994).
4
For further information about the context of PALOP migrants in Portugal and other project results, see
Grassi (2013), Grassi, Giuffr & Ferreira (2012), Ferreira & Grassi (2012)
Journal for Educators, Teachers and Trainers JETT, Vol. 5 (3); ISSN: 1989-9572
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tasks (Foner, 1998; Lan, 2003; Goldring, 1996) and they are responsible for the reproduction of
the household (Grassi & vora, 2007).
Regardless citizenship, women have always been in disadvantage. Citizenship has always
been gendered (Walby, 1994, Lister, 1997, 2003), women and men have stood in different
positions to it. Women have limited access to the full and equal citizenship status, mainly due to
the dichotomy between private and public sphere.
The inequality regarding citizenship and the gendered responsibilities can explain the particular
interest of women on their childrens lives. Besides their central role on taking care of family
needs and problems, their concern may also be explained by the fact that, as some authors
stress (Moon, 2003) some specific migration patterns and experiences may reinforce gender
inequalities embedded in womens mothering. Gendered responsibilities and power relations in
families left women in a disadvantaged position (Boyd & Grieco, 2003) which makes them more
thoughtful of their children problems, especially the ones that are consequence of their own
legal status that are generationally reproduce.
We must take into account that law restrictions creates vulnerability to migrant mothers,
regardless their legal status, as not only undocumented mothers are affected but also the ones
that are documented or in in-between statuses. The mothers concern with the repercussions of
their own status on their children highlights their vulnerability, and the constraints they face to
fulfill their socially prescribed expectations of motherhood (Abrego & Menjvar, 2011).
Like some authors refer is a legal violence that brings suffer and anxiety to women who are
unable to fulfil their parental responsibilities. Their mothers experiences are shaped and
impaired by the power of nation-state laws, regardless of the kind of legal status they have.
The laws and their implementation as economic, psychological, physical and emotional
consequences on their lives and on the members of their families (as cited in Abrego &
Menjvar 2011, p. 11)
Moreover we should take into account that the women interviewed in the referred project, and
their children live in a mixed-status families. The concept of mixed status families has been
developed by several authors, namely in the United States where the number of families that
contain a mix of both citizens and noncitizens is surprisingly large (Fix and Zimmerman, 2001;
Passel 2006).
Based on the experiences of Latina migrant mothers in the United States, Abrego and
Manejvar (2011) highlight the complex and fluid character of familys legal composition, where
in the same family we can have one undocumented member and another one with long term
residence permit or nationality. The increasingly restrictive migration laws in the United States,
endangers the access to resources and opportunities of all the members and also affects
mothering practices.
Furthermore we must take into account, that in the process of accessing citizenship we cannot
only consider the legislative procedures in its formal ways. First of all there are always many
contradictions in the rules and practices. In the case of Portugal, we have to express that
although the changes in the Nationality Law of 2006, from ius sanguinis, based on blood ties, to
ius solis, based on birth within the national territory, individuals born in the country do not have
automatic access to Portuguese citizenship, and they must possess some legal requirements
(Ferreira, 2013; Bacci Tamburlini, 2013; Bacci Tamburlini, Giuffr & Grassi, 2012; Healy 2011).
In that sense, we cannot consider the ius solis principle in its full dimension. The previous law
made the migrant families and their children a vulnerable population, facing unique
circumstances. With the new law, although the main changes, migrants and their children
continue to face difficulties in legalization processes. Most important, we should take notice that
the law is recent and a large number of young adults, especially from PALOP migrant children,
have lived their childhood and adolescence in the previous law and the implications in their lives
cannot be ignored.
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180
In what concerns practices, we also have to consider that we are facing complex procedures
and requirements and migrants do not always have access to good quality free legal
representation. In the other hand, the local authorities and services providers are not always
prepared to put into practice the laws.
Hereafter we will give a picture of the complex pathways to citizenship, presenting the stories of
several mothers and their mixed-status families, their experiences and restrictions on access to
citizenship rights.
Although the women interviewed in the referred project are originated from different countries,
have arrived in different periods at Portugal and have different legal statuses, all of them share
key experiences within the Portuguese legal context and all of them experience vulnerable
situations.
Their life stories, briefly presented below, show us how the Portuguese policy of providing
pathways to citizenship shapes migratory experience of migrant families that live together,
whether or not all members are undocumented citizenship and place them many times excluded
from formal citizenship rights. In our interviews we have found different complex situations that
are demonstrative about what we have been stated and, in the case of children, the complex
and length pathway to full citizenship has implications for their development.
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the first to the fourth year she spent here. She had to goin the schools where
she studied, asking everything, until the yearshe was in everything was
written. Thats how it was. After I had to pay one hundred and twenty euros
(120,00) for her to obtain nationality.
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entered to...he was the only one that managed to get in pre-school because to
get enrolled in the crche I didnt manage. The...the youngest one also never
went to the crche until he got into pre-school. I think all of this
affected...affected them in...in getting to pre-school, because I didnt have
papers, I had no receipts to show and they couldnt get into the...the crche.
Another case of a Cape Verdean woman who lives with her daughter, and after entering in
Portugal and remaining undocumented for several months, obtained a residence permit for
several years, until she acquired citizenship about eight years ago. During the period in which
she had a residence permit she was unable to buy a house because she lacked Portuguese
nationality, which had indirect consequences on her daughters life.
There were some competition for...for a house in the Oeiras municipality...I
went...I participated...and I won a house. But at the time I didnt...I had
residency, and so the president didnt give me the house (...) It was only for..the
nationals (...) I remained a bit, a bit annoyed. I was very upset, yes. Because
there we are, in the situation in which I was, I dont know, with a daughter, I
wanted to have my own place, no?
The access to pre-school and nursery is sometimes more difficult and sometimes the access is
denied. For some young adults, that have completed their education until 18 years, can go
further to university because the admission process requires a legal residential status. (PICUM
2008)
For example, the lack of legal status enables children to entitle benefits such as school meals or
other financial support. The lack of documents or the precarious legal status places migrants
with no hypothesis to recourse to public funds.
One of the main difficult that recent research revealed (PICUM 2008; Grassi, 2012) is that,
although the majority of children attend mainstream schools, they face more difficulty when
regarding the pre-compulsory education. It is hard for parents to have access to nurseries and
pre-school childcare, and any of them remain dependent of the family and friends networks or
decide to stay at home in order to avoid the expensive private childcare services. The same
difficulties are felt in the access to higher education, especially in cases where young adults are
still undocumented.
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185
The complex pathways to citizenship of these mixed status families, above presented in the
voice of migrant womens experiences highlight some interesting research paths and allowed to
question what are the main repercussions that legal status, whether of himself or of the parents,
has in the process of transition to adulthood. Regardless all the migratory and legal context
where this young adults have been grown, there are few relevant researches about the legal
status impact on their development.
In this context, as some scholars argue (Surez-Orozco, Teranishi, Yoshikawa & SurezOrozco, 2011) the children of migrants live in the shadow, as they are members of illegal
families or with precarious legal status in the eyes of the law. Their experience, resulting from
their familys legal status, has multiple consequences in their lives and this has been
understudied in the context of the studies on illegal migration.
The theoretical discussion around illegal migration is mainly focused on the study of adult
individuals, not taking into account the existence of children in undocumented families.
Therefore we seek, in this analysis, to draw attention to some research avenues to develop in
the future.
Migrant children legal status is a constraint that makes their transitions to adulthood a complex
process. Gonzales (2011) has examined the transitions to adulthood among undocumented
young latino adults in the United States stressing that, when they enter in the early adulthood,
they begin a process of learning to be illegal. These process gets even trickier when they move
from protected to unprotected status, placing them in a limbo position from inclusion to
exclusion. The author stresses that these turbulent transition to adulthood has several and deep
implications in their identity formation, aspirations and expectations as they face some
limitations in their social and economic mobility.
Living in an undocumented family or with precarious legal status implies reshaping the daily
routines, develop survival routines and redesign future aspirations and expectations. To study
the transitions to adulthood of the migrants descendants we must take into account the specific
and complex ways in which legal status has impact in their coming of age. (Gonzales, 2011).
In the analysis of the transitions to adolescence and adulthood, the life-course scholars have
traditionally defined five milestones or markers that characterize the transition to adulthood:
complete school, move out of parental home, access the labour market, get married and
become a parent. As Eriksons (1950) has drawn transition to adulthood is composed by
adolescence, between ages 12 to 17 years and adulthood between ages 18 and 35 years. The
transitions to adulthood are shaped by key differences like social class, country of origin and
migrant generation (Mollenkofp et al., 2005; Rumbaut & Komaie, 2010; Ferreira, 2011). When
the subject concerns legal status we can state that undocumented youngsters deals with a
transition to adulthood that sets them apart of their peers. Research with Latino children and
young adults in the United States have showed that they are trapped in a legal paradox
(Abrego, 2006, 2008; Gonzales, 2007) and they share a confusing and contradictory status in
what concerns their legal rights and the opportunities available for them.
Gonzales (2007, 2011) argues that unauthorized residency status has little direct impact on
most aspects of childhood, as they have the right to go to school, for example. Although, later in
the late adolescence and in adulthood, legal status can be a defining feature and an obstacle in
following the normative pathways to adulthood and they will face a restricted social and
economic mobility. Other authors (Yoshikawa, 2011; Yoshikawa & Kalil, 2011), have a different
perspective and argue that the unauthorized status of the parents shapes the children of
migrants developmental contexts in the early years in the United States. Not only at home, in
childcare or preschool, but, also indirectly, in work, social networks and policy contexts their
parents experience.
Many of them live in less-advantaged migrant households, consequence of their parents legal
status and the precarious work conditions that places them in financial and social weakness.
These social and financial family condition in addition to their legal status constraints places
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these youngsters in a developmental limbo. In one hand they can, for example, they can delay
the entry into the labour market in favour to additional education as their parents cannot give
them financial support and, by contrary, they must assume some financial responsibilities and
enter in the labour market earlier (Gonzales, 2011). On the other hand, the legal restrictions
sets them apart of their peers and they are barred to complete important transitions.
As some authors refer undocumented status depresses aspirations (Abrego, 2006, 2008) and
barriers the opportunity to legally, educationally and economically integrate in the migration
society.
The legal status has profound implications in friendship patterns, identity formation, social and
economic mobility, as well as aspirations and expectations, making their transitions to adulthood
more turbulent than their peers as they are more vulnerable (Gonzales, 2011).
Only when they move through late adolescence and young adulthood that they begin to notice
the impact of their legal status in their lives. For example, when they need proof of their legal
st
residency for the 1 time. In the transition to adulthood there are many differences in terms of
social class, country of origin, and migrant generation (Mollenkoff et al., 2005), Rumbaut &
Komaie, 2010). They share a confusing and contradictory status in terms of their legal rights
and opportunities available for them (Abrego, 2008; Gonzales, 2007) and they see their
aspirations depressed (Abrego, 2006) and have concerns about their future (Gonzales, 2009) in
what concerns, for example, access to education and work.
For example, the impact of the legal status in the educational trajectory, and, in consequence,
the relation between the educational attainment and social and economic mobility. Many times,
the extension of school requires some specific documentation that sets them apart of that life
opportunity. Due to their legal status, sometimes they have limited and limiting employment
options as their parents.
If most of the Portuguese young adults today face some difficulties in managing adolescence
and adult transitions, we must realize that the children of migrants, in consequence of their legal
status, face added challenges. The constant movement between documented and
undocumented status puts them into a developmental limbo that as subsequent consequences
in important adult transitions. The normative stages of their development can be influenced in
multiple ways, as some authors (Surez-Orozco, Yoshikawa, Terramishi & Surez-Orozco,
2011) have stressed in their research in the United States. Highlighting the various dimensions
of documentation status, they go far beyond the binary conception of authorized and
unauthorized and stress that familys legal status entraps youth in a labyrinth of liminality.
In what concerns life course, from birth to death, where individuals pass from several religious,
social and institutional ritual practices that mark the entry into different domains of life (Van
Gennep, 1960) the named rites of passage, like marriage or retirement. In each of these rites
the individuals have a new role, rights and obligations. The legal status can hamper the
passage into the new stages and individuals passed to reside in a space of temporary liminality.
In this temporary liminality social actors no longer belong to the group they are leaving behind
but dont also are part of the new group.
In Europe, some recent comparative research in EU member states has found that, in the case
of irregular migrants, the right to education is more aspirational than reality (PICUM, 2008;
Carrera & Merlino, 2009). Findings revealed that there is a significant gap between legislation
and experiences of migrant children.
9.1 Research pathways
In this article we have discuss how mixed-status families experience the restricted citizenship
laws in Portugal. Migrant mothers experience the enforcement of current migration laws and the
various and complex consequences that can be named as legal violence (Abrego & Menjvar
2011). We have discussed how the frontier between private and public sphere can constraint
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the access of full citizenship, turning women more vulnerable. Their migratory trajectories and
experiences around legal status processes, has turn them more accurate with the repercussion
of their legal status on their children. Based on life stories of migrant women we provided
examples of the impact of laws in their daily lifes and the repercussions on their childrens
development.
The life stories of women who we refer in this paper highlight some interesting research
pathways, namely the powerful role played by migration policies in shaping the trajectories of
children of mixed-status families into adulthood. The continuous mobility between them and
their families protected and unprotected status, leads children to a state of developmental limbo
and can have serious consequences on their educational and professional trajectories. Due to
their legal status, they face a confusing and contradictory status concerning their legal rights
and the opportunities available for them (Abrego 2008; Gonzales 2007).
One of the most given examples by our interviewees, the difficulties in the access to school, has
serious consequences in their processes of transition to adulthood. The implications in their
childhood and adolescence cannot thus be ignored. And despite the changes in the recent law,
not all the migrants have the same access to information. Furthermore the law is very recent,
and a large number of young adults, children of PALOP migrants, lived all their childhood and
adolescence in the shadow of the previous law (Ferreira 2013; Bacci Tamburlini 2013).
Transnational children and young adults most of time take the risk to leave a (sub) emerging
rather than emerging adulthood (Surez-Orozco, Yoshikawa, Terramishi & Surez-Orozco,
2011). In fact, this sets them apart from the other youth Portuguese peers, as their transition to
adulthood is more difficult, which causes long-lasting effects in their lives.
10. References
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Resumen
El presente artculo se enmarca en una investigacin ms amplia llevada a cabo con alumnado de
Educacin Secundaria Obligatoria sobre la mediacin sociocultural de la familia y la escuela en la
identificacin y formacin de la inteligencia cintico-corporal, analizado desde la perspectiva de gnero.
De manera ms precisa, en este trabajo se aborda el estudio de la relacin entre la prctica deportiva de
las chicas y los chicos y sus posibilidades para el desarrollo de la competencia social y ciudadana. A
travs de una metodologa cuantitativa (estudio tipo encuesta o survey) se encuestaron a 1138
estudiantes elegidos a travs de un proceso de muestreo intencional. Los resultados muestran que la
prctica deportiva de las alumnas es menor en proporcin con respecto a la de los chicos, se enmarca
mayoritariamente en deportes estereotipadamente femeninos y en su vertiente menos asociativa y
organizada. Son ellas tambin las que sealan tener ms difcil el acceso a las instalaciones deportivas.
Otro hallazgo es que la prctica deportiva se relaciona con determinados rasgos personales referidos al
desarrollo social y ciudadano (perseverancia, equilibrio, liderazgo, etc.) y a ciertos indicadores de
sociabilidad como la solidaridad o la participacin social.
Abstract
This article is part of a larger research study conducted with secondary school students to explore the
socio-cultural mediation of families and schools in the identification and development of bodily-kinesthetic
intelligence. More precisely, in this paper the relationship between sports practice and the development of
social and civic competences from a feminist perspective is studied. Adopting a quantitative methodology
(through a survey research method), 1138 students were surveyed. A purposive sampling method was
employed. The results show that participation in sport among women is much lower than mens. Mostly,
women practice stereotypically female sports, which are less associative and organized. In line with this,
women report having difficulty to access sports facilities. Another finding is that the practice of sports is
associated with personality features relating to social and citizen development (perseverance, poise,
leadership, etc.) and others indicators of sociability, such as solidarity and social participation
Palabras clave
Igualdad de oportunidades; Prctica deportiva; Desarrollo social; Gnero; Educacin Fsica
Keywords
Equal opportunities; Sports practice; Social development; Gender; Physical Education
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Tesis Doctoral realizada al amparo del Proyecto Andaluca en e-Igualdad (AD 428) de la Iniciativa
Comunitaria Equal.
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Tabla 1.
Deportes practicados por chicas y chicos en funcin del valor de probabilidad.
DEPORTES
Aerbic
Atletismo
Baloncesto
Balonmano
Bisbol
Billar
Bolos
Boxeo
Caza/Pesca
Ciclismo
Danza
Frontn
Ftbol/ Ftbol sala
Gimnasia
Hpica
Judo/ Krate
Lucha
Motociclismo
Patinaje
Pentatln
Remo
Rugby
Squash
Submarinismo
Tenis
Tenis de mesa
Tiro con arco
Tiro con pistola
SEXO
% Chica
18,8
6,1
17,4
3
2,7
8,8
8,5
1,7
3
23,5
15,1
1,3
9,7
19,3
5,8
1,6
0,3
1,4
11,3
0,2
0,8
0,6
0,3
0,6
16
5,5
0,8
0,6
% Chico
Valor
de
Probabilidad
1,4
11
37,9
9,6
7,6
19
13,2
6,2
15,2
36,3
1
4
66,1
13
2,4
5,6
4,4
7,4
7,8
1,6
3
5,4
1,8
3,8
27,3
12,2
2,8
5,2
0,000
0,003
0,000
0,000
0,000
0,000
0,010
0,000
0,000
0,000
0,000
0,003
0,000
0,004
0,000
0,000
0,000
0,000
0,047
0,006
0,005
0,000
0,000
0,000
0,000
0,000
0,009
0,000
deportistas
federados/as
y deportistas
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El que los alumnos y alumnas estn federados es una muestra del tipo de implicacin
deportiva. Las federaciones se configuran como una importante institucin de promocin
deportiva: organiza competiciones, elabora reglamentos, agrupa a los diferentes clubes, etc. De
ah que queramos conocer la diferencia en cuanto al sexo, por lo que hemos cruzado ambas
variables - forma de practicar el deporte y el sexo- y hemos obtenido un valor de probabilidad
de 0,000.
El 14,1% de las chicas estn federadas, y no lo estn en un 49,9%. Los chicos, en cambio,
estn federados en un 37,1%. Es decir, son los alumnos los que se asocian al nivel ms
organizado de la prctica deportiva.
3.1.5 El acceso a las instalaciones deportivas
El contexto social, cultural e institucional media y configura la actividad deportiva. La misma
concepcin del deporte que se asuma desde la sociedad (en nuestro contexto el deporte se
considera derecho de todo ciudadano y ciudadana) va a originar una forma de organizacin
institucional, y con ella la puesta en marcha de programas deportivos y la dotacin de recursos
para la prctica deportiva.
En cuanto al anlisis sobre el acceso a las instalaciones deportivas en igualdad, los datos
reflejan que mientras los chicos tienen acceso a los espacios deportivos en un 75,8%, slo el
54,8% de las chicas sealan tenerlo sin dificultad.
3.2 La prctica deportiva como camino para Educar a las ciudadanas y los ciudadanos.
El desempeo ciudadano y una actitud democrtica requieren cada vez ms el desarrollo de
determinadas capacidades comunes tales como el pensamiento sistmico, el liderazgo, la
autoestima, la perseverancia, la solidaridad, la creatividad o la resolucin de problemas,
capacidades que no se forman nicamente mediante la simple transmisin o adquisicin de
informaciones o contenidos. Las clases de Educacin Fsica y la prctica deportiva se
convierten en un mbito ideal para la vivencia de estas capacidades.
De esta forma, hemos analizado la relacin de la prctica deportiva, el sexo y los rasgos
personales de perseverancia, equilibrio, deseo de aprender, energa vital, seguridad en s
mismo/a, autoestima y liderazgo.
3.2.1 Los rasgos personales de las alumnas y los alumnos
Los items en los que obtenemos diferencias significativas en cuanto al sexo hacen referencia a
los rasgos de perseverancia, equilibrio, seguridad en s mismo/a, autoestima positiva y
liderazgo. Exceptuando el rasgo de la perseverancia, donde las chicas aparecen con mayor
porcentaje en las respuestas positivas, son los chicos los que presentan ms indicadores de
rasgos de personalidad asociados al desempeo ciudadano.
Consideracin aparte merece el rasgo del liderazgo, pues en un 76,2%, las chicas sealan no
sentirse lderes, slo un 8,4% lo indica de manera positiva. Los chicos, por el contrario, s lo
apuntan en un 29,8%.
Tambin son significativos los datos obtenidos en el rasgo de la perseverancia, ya que las
chicas sealan que es as en un 62,3% de los casos, frente al 44,1% de los chicos. Las
alumnas aparecen como ms perseverantes en las tareas que han de realizar.
3.2.2 La prctica deportiva y los rasgos de personalidad
Encontramos que la perseverancia aparece fuertemente asociada a la prctica deportiva en
sentido positivo, pues los chicos y chicas que realizan deporte la sealan en mayor proporcin
(75,1%). Sobre el deseo de aprender, la asociacin con la variable prctica deportiva es
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tambin muy alta, ya que los porcentajes de las afirmaciones son ms elevados cuanto mayor
es el grado de la prctica deportiva.
La energa vital, por su parte, aparece fuertemente asociada a la variable prctica deportiva. De
nuevo, los chicos y chicas que practican deporte presentan un mayor porcentaje de respuestas
afirmativas a este tem que el alumnado que no lo practica, as como en el rasgo de autoestima
positiva y de seguridad en s mismo/a. Son tambin los chicos y chicas que realizan deportes
los que en su mayora sealan considerarse un/a lder.
3.3 La sociabilidad, el gnero y la prctica deportiva.
Conocer las actividades sociales en que los alumnos y alumnas se implican es una forma de
investigar qu comportamientos sociales estn asociados a la prctica deportiva.
Para saber si estamos ante alumnos y alumnas implicados en la vida de la escuela, les
preguntamos si participaban en las actividades extraescolares. Al cruzar esta participacin con
las variables sexo y prctica deportiva, obtuvimos diferencias significativas en ambos casos.
En cuanto al sexo, el valor de probabilidad de 0,000 indica que son dos variables que estn
fuertemente asociadas, siendo las chicas las que menos participan en actividades
extraescolares (solo un 27,8% frente al 41,5% de los chicos). Lo mismo ocurre con la variable
prctica deportiva: son los chicos y chicas que realizan actividad deportiva los que en mayor
proporcin participan en las actividades extraescolares que propone la escuela. Los resultados
que obtenemos con estas pruebas nos llevan a interpretar que la escuela es un entorno
propicio para que los alumnos y alumnas practiquen deporte, y que son los chicos los que
mayoritariamente lo realizan.
3.3.1 Actividades para el tiempo de ocio
Conocer la diversidad de actividades a las que los alumnos y alumnas dedican su tiempo libre
es tambin un dato interesante. Las chicas dedican su tiempo de ocio a actividades
acadmicas y sociales en mayor proporcin que los chicos, stos lo hacen ms en actividades
deportivas (63,1% de chicos, frente a un 29,5% de chicas).
Los alumnos y alumnas que practican deporte dedican en mayor medida su tiempo de ocio a
realizarlo (70%). Las actividades acadmicas como opcin para dedicar el tiempo de ocio se da
sobre todo en aquellos alumnos y alumnas que practican deporte en la opcin de a veces,
quizs porque combinan ambas actividades.
3.3.2 Preocupacin por los problemas sociales
Segn el valor de probabilidad (0,002), encontramos que los alumnos y alumnas que practican
deporte son los que en mayor porcentaje sealan preocuparse por los problemas sociales
(tabla 2):
Tabla 2.
Anlisis comparativo entre la variable PRCTICA DEPORTIVA y la preocupacin por los
problemas sociales.
Preocupacin por los problemas sociales
Absolutamente De acuerdo
de acuerdo
Prctica
deportiva
22,6%
48,7%
S
No
18,5%
42,5%
A veces
20,6%
56,3%
En
desacuerdo
Valor
de
probabilidad
0,002
15,4%
19,3%
8,8%
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Estos datos podran estar revelando la relacin sealada anteriormente entre la actividad fsica
y los valores de solidaridad, respeto, empata, etc.
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201
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as
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Resumen
Los diferenciales de gnero en las instituciones universitarias estn generando un alto incremento de los
estudios sobre las acadmicas, cuyos objetivos estn orientados a analizar e identificar cules son las
razones de estas diferencias entre el personal docente e investigador en la Educacin Superior,
especialmente, en los rganos de representacin y en las ctedras universitarias. A pesar de que existen
parmetros polticos e institucionales que rompen con el denominado techo de cristal, el objetivo de este
trabajo ha sido atestiguar que la situacin de desigualdad y de discriminacin femenina continua siendo
una realidad en las universidades pblicas espaolas. Los datos analizados, as como las numerosas
investigaciones que sitan el estado de la cuestin, coinciden con estas evidencias. Las conclusiones de
este trabajo presentan posibles posturas y actitudes que pueden contribuir a romper con la
infrarrepresentacin de las acadmicas en el contexto universitario espaol. Las investigaciones que
indagan sobre las creencias, los pensamientos y las aptitudes de las profesoras universitarias pueden ser
consideradas como un valioso recurso para la construccin social hacia la igualdad y, fundamentalmente,
para el fomento de un desarrollo profesional autntico de equidad en el contexto de la Educacin Superior
Abstract
Gender differentials in academic institutions are generating a high increase of studies on the female
academic, the objectives are oriented to analyze and identify what are the reasons for these differences
between teaching and research in higher education, especially in the representative bodies and university
professors. Although there are political and institutional parameters that break the so-called "glass ceiling
", the aim of this study has been to show clear evidence the situation of inequality and discrimination
against women in the Spanish universities. The results collected, as well as numerous studies have
analyzed to locate state of affairs, consistent with the evidence. The findings of this study show possible
positions and attitudes that can contribute to break the academic representation of the Spanish university
context. The investigations that probe the beliefs, thoughts and attitudes of female academic can be
considered as a valuable resource for the social construction towards equality and essentially in promoting
a genuine professional development of equity in the context of Higher Education
Palabras clave
Acadmicas; feminismo; Igualdad de oportunidades; Estudios de las mujeres; Gnero; Universidad.
Keywords
Academic women; Feminism; Equal; Opportunities; Womens studies gender; University
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Curso 2010/2011
Categora Profesional
Total
Mujeres
%Mujeres
Hombres
%Hombres
Catedrticos/as U
10321
1865
18,07%
8456
81,93%
TU
30425
11835
38,90%
18590
61,10%
Catedrticos/as EU
1412
424
30,03%
988
69,97%
TEU
7662
3185
41,57%
4477
58,43%
Asociados/as
23722
8022
33,82%
15700
66,18%
Asociados/as CC Salud
6944
2762
39,78%
4182
60,22%
Ayudantes
2083
1000
48,01%
1083
51,99%
Ayudantes Dr.
2885
1450
50,26%
1435
49,74%
Colaboradores/as
3259
1512
46,39%
1747
53,61%
Contratados/as Dr.
6866
3342
48,67%
3524
51,33%
Emritos/as
725
181
24,97%
544
75,03%
Maestro de taller
43
4,65%
41
95,35%
Profesores visitantes
616
279
45,29%
337
54,71%
Personal investigador
6412
3096
48,28%
3316
51,72%
Otros y no consta
5415
2691
49,70%
2724
50,30%
Tesis Doctorales
8403
4165
49,57%
4238
50,43%
Alumnado Doctorado
64932
33022
50,86%
31910
49,14%
Los datos de la tabla 1. muestran las diferencias entre hombre y mujeres, acerca de las
categoras profesionales, en las universidades pblicas espaolas, durante el curso 20102011.Las generaciones que han sufrido las desigualdades, en la poca del franquismo, acusan
un mayor desequilibrio, sobre todo, en lo que se refiere a las categoras con mayor rango
(ctedras). Observamos, por ejemplo, que en el curso 2010-2011 un 81,93% de las ctedras
universitarias estn ocupadas por hombres frente a un 18,07% que estn siendo ocupadas por
las mujeres. La diferencia tambin se expresa en relacin al nmero de profesores asociados
con un total de 15700, frente a la presencia de 8022 de profesoras asociadas. Los
profesionales de este colectivo realizan una doble tarea (docencia en la universidad y trabajo
en una empresa), de ah podemos deducir que los diferenciales entre el colectivo de profesoras
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asociadas es derivado de incompatibilidad de las mujeres con su vida familiar. Por otra parte,
nos parece un indicador alentador el que la representacin propia del colectivo de ayudantes y
profesores ayudantes doctores nicamente evidencia un avance ligero hacia la igualdad (los
datos en ambas categoras son similares en ambos sexos). Aunque no existe an plena
igualdad, estamos convencidos que los avances en las sociedades y en las universidades
actuales suponen un claro reflejo positivo para las nuevas generaciones. No obstante,
debemos ser cautelosos ante esta situacin, ante los desequilibrios entre acadmicas y
acadmicos como podemos observar en la figura 1.
%Hombres;
Contratados/as
Doctores/as;
51,33%
%Mujeres;
Contratados/as
Doctores/as;
48,67%
%Hombres;
Catedrticos/as
Universidad;
81,93%
%Hombres;
Titulares
Universidad;
61,49%
%Mujeres
%Hombres
%Mujeres;
Titulares
Universidad;
38,51%
%Mujeres;
Catedrticos/as
Universidad;
18,07%
Observamos, por tanto, como las mujeres superan acadmicamente a los hombres en la
lectura de sus tesis doctorales y en la categora profesional de ayudante/ayudante doctor/a, sin
embargo, la situacin se invierte en las categoras profesionales ms altas (profesoras titulares
y catedrticas) en el que la presencia de los hombres es ms mayor que la de las mujeres. Es
el momento en el que los profesionales liberales suelen comenzar a formar una familia y,
habitualmente, ellas asumen el cuidado del hogar y la crianza de los nios y los hombres
siguen ascendiendo acadmicamente mientras que la mujer desciende por ocupar otros
espacios:
Las mujeres ocupan servicios asistenciales, familiares y limpieza, los hombres
campan por los consejos de administracin, las ctedras, los parlamentos y los
ejrcitos: ellos tienen la fuerza y obstaculizan la presencia femenina de forma oculta o
manifiesta. (Cantn, 2008, p. 378)
Por otra parte, observamos tambin que los datos de la publicacin ministerial, Acadmicas en
cifras (MEC- UMYC, 2007), evidencian que la presencia de las mujeres en cargos acadmicos
es muy escasa. El mencionado estudio expresa que la poltica de igualdad no viene reflejada
en los equipos de gobierno de las Universidades pblicas espaolas. En general, los datos del
citado estudio indican que hay una representacin de mujeres inferior al 26%, en los rganos
unipersonales en las universidades pblicas espaolas. Los datos ms relevantes
corresponden a los referidos a las mujeres que ocupan los rectorados (slo en casi un 6,5% de
los casos) o los referidos a la direccin de las facultades o escuelas politcnicas superiores
(16,4%) mientras que la direccin de departamentos de estas instituciones slo en un 19,3% es
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asumida por una mujer. A pesar de que actualmente hay avances en la representacin de las
1
mujeres en la gestin , an sigue siendo insuficiente como afirm la primera rectora de la
universidad espaola Elisa Prez Vera en una entrevista concedida a EuropaPress (2010) en la
celebracin del centenario de la aprobacin de la real Orden del 8 de marzo de 1910: "Ahora
las catedrticas representan el 15 por ciento del total y en 1982 el 13 por ciento. Es ridculo que
slo haya aumentado el dos por ciento en casi treinta aos".
La representacin de las mujeres en la investigacin tambin refleja su baja presencia en el
mbito cientfico. El CSIC (2010) a travs de la comisin Mujeres y Ciencia, desde el ao 2004,
elabora informe anual para manifestar estas diferencias. Recientemente se ha publicado un
estudio en el que se presentan los orgenes de esta comisin (Lpez et al., 2013) y muestran
datos ms actualizados en relacin a la presencia de las mujeres investigadoras y la situacin
actual de las cientficas en las distintas ramas de conocimiento. En conjunto las autoras
muestran que ha habido una mayor incorporacin de las cientficas a las distintas ramas de
conocimiento en el CSIC. As se observa que el nmero de Profesoras de Investigacin (PI)
an suponen tan solo un 23,50% frente al 76,50% de los Profesores de Investigacin. A pesar
de esta diferencia la comisin considera que los datos indican tendencias significativas entre el
periodo 1993-2002, en el que el nmero de profesoras de investigacin (PI) creci de un 12% a
un 15%, el de investigadoras cientficas (IC) del 27 al 29% mientras que el de cientficas
titulares (CT) lo hizo del 38 al 39%. El informe destaca (CSIC, 2010), por otra parte, que el
nmero de becas predoctorales (56,86% las obtienen mujeres) y de becas postdoctorales
(52,50% las obtienen, asimismo, mujeres) en el CSIC evidencian una razonable presencia
femenina, lo cual supone un paso ms hacia la igualdad y un factor que puede suponer la
consecucin de una ciencia sin sesgos de gnero. En suma, a pesar de que el nmero de
mujeres matriculadas en estudios universitarios es superior al de los hombres, el proceso de
vida acadmica muestra un declive sustancial en la vida profesional de las mujeres en la
universidad y en las instituciones cientficas (Harding, 1998), a partir de la lectura de la tesis.
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2014), en el que concluyen que los condicionantes - ya sean los personales, la pertenencia de
liderar un grupo o la relacin institucional - son factores que contribuyen al xito cientfico de
las acadmicas.
4. Algunas conclusiones
A lo largo de este trabajo hemos podido constatar la lenta incorporacin de las mujeres a la
formacin acadmica, siendo ello uno de los avances para la consecucin de la igualdad de
oportunidades y en el que segn Capel (1986) han sido tres momentos claves: primero el
reconocimiento del derecho a la educacin; segundo, el poder ser educada de igual forma que
el hombre, en grados y contenidos; y tercero, permitirle el ejercicio remunerado de todas las
aptitudes adquiridas. Un siglo de historia universitaria ha sido necesario para que el nmero de
estudiantes universitarias sea superior al de sus iguales masculinos. Sin embargo, prosigue
prevaleciendo una visin masculina en el contexto universitario. Observamos que sigue siendo
patente la infra-representacin de las acadmicas en la ciencia y en la tecnologa,
especialmente en la produccin cientfica femenina, factor determinante para el prestigio
profesional de las acadmicas, siendo por tanto, uno de los techos de cristal que an ralentiza
la promocin de las mujeres en la universidad espaola (Guil, 2007).
Somos conscientes de que el sistema universitario tanto en su estructura como en su
funcionamiento tiende a fomentar la igualdad de gnero (actualmente, las universidades
pblicas, ofrecen garantas de igualdad y seguridad jurdica), pero la presencia de las mujeres
sigue siendo muy inferior con respecto a los hombres, an ms cuando la mayora de tituladas
son mujeres. Asimismo, consideramos que son otros los aspectos que influyen en las
situaciones de desigualdad dentro del contexto universitario, y a su vez, ello hace que la
carrera profesional de las profesoras se vea limitada y su promocin sea ms lenta que la de
los hombres y, por tanto, este desequilibrio en las trayectorias profesionales femeninas y
masculinas hace de la Universidad una institucin esencialmente androcntrica (Harding,
1998), siendo sta un espacio reservado al mrito.
Consideramos que para reducir la infrarrepresentacin de las acadmicas es necesario
fomentar ms polticas de igualdad, en la que acadmicas y acadmicos sean evaluados de
igual modo sin atender a distinciones de gnero. Actualmente, existen normativas que ayudan
a equilibrar estas diferencias a travs de las cuotas de participacin. Sin embargo, estas
actuaciones fomentan la discriminacin positiva e incluso en ocasiones es contraproducente
para la causa de la igualdad entre profesoras y profesores, aunque somos conscientes de que
en determinadas situaciones son necesarias para que las acadmicas consigan alcanzar los
puestos ms altos en gestin e investigacin, ya que la realidad contada en cifras nos hace
conscientes de la infrarrepresentacin numrica de las acadmicas en determinadas facultades
y departamentos.
Por otra parte, es necesario seguir investigando acerca de la situacin socio-profesional de las
acadmicas. Como hemos descrito en este ensayo, el aumento de los estudios sobre las
acadmicas permite inferir en el impacto que van a tener los mismos y animan a las
investigadoras de distintas reas de conocimiento a participar activamente en esta lnea (Bank,
2012; Campbell y Mallozi, 2012), principalmente, en la inclusin de los estudios de gnero en el
espacio acadmico es una respuesta a una demanda social emergente que logre la ciencia no
androcntrica (Ballarn, 2005; Harding, 1998).
No obstante, debemos asumir que el escenario universitario no ha de ser ajeno a la realidad
del contexto social, sino tambin un lugar donde observar y conocer la estructura social
(Bordieu, 2003). Los diferenciales de gnero arrastran un problema de base socio-cultural,
cuyos orgenes surgen en una educacin que hemos de disear haca la igualdad de
oportunidades. As, para conseguir la plena igualdad, es necesario una buena educacin no
sexista de base en la que hombres y mujeres seamos iguales, y en el que tareas de hogar y el
cuidado de los hijos sea equitativo, para que las mujeres (y los hombres) puedan desarrollarse
profesionalmente en igualdad de condiciones. A ello hemos de unir los apoyos y recursos por
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parte de las instituciones para que la conciliacin familiar-laboral sea posible. Somos
conscientes que an nos queda un largo camino por recorrer para poder hablar de equidad e
igualdad de oportunidades en la Academia. Asimismo, apostamos por una cultura ms
participativa y colaborativa en el contexto universitario como un valioso recurso que pueda
redundar en un desarrollo profesional autntico entre todos sus miembros.
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Resumen
En este artculo presentamos una experiencia de formacin para estudiantes de la Universidad de Huelva
(Espaa). Como profesionales de la docencia consideramos que debemos formar a personas reflexivas,
crticas, solidarias y comprometidas con los problemas de nuestro entorno social. Por eso la actividad que
describimos se ha centrado en la formacin y la educacin. Es una accin preventiva de las diferentes
situaciones y de los perfiles de violencia hacia la mujer con discapacidad. Pretendemos incorporar no slo
transversalmente, sino en los contenidos explcitos todos aquellos aspectos que por su negacin, estn
contribuyendo a situaciones de discriminacin de la mujer. Esta tarea es especialmente importante en los
estudios en los que el alumnado va a transmitir directamente los conocimientos adquiridos a travs de sus
prcticas profesionales como son las titulaciones universitarias de los Grados de Educacin Infantil y
Primaria.
Abstract
In this article we present a training experience for the students of the University of Huelva (Spain). We, as
teaching professionals, consider that we must train people who are reflective, critical, supportive and
committed people to the problems of their social environment. Because of this, the activity described is
focused on training and education. It's a preventive action towards the different situations and typer of
violence against disabled women. We try to develop positive attitudes and didactic skills to facilitate the
approach to these women specific needs and problems. This task is specially important for the studies in
which the students are going to communicate directly the knowledge that they have acquired by their
professional internship: the university degrees of Pre-school and Primary Education.
Palabras clave
Mujeres con discapacidad; Violencia de gnero; Formacin inicial; Prevencin de la violencia; Unidades
didcticas.
Keywords
Disabled women; Gender violence; Initial training; Prevention of the violence; Educational unit.
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En este artculo presentamos una propuesta formativa para el alumnado de los Grados de
Educacin Infantil y Primaria de la Facultad de Ciencias de la Educacin de la Universidad de
Huelva. Con ella pretendemos tratar la prevencin de la violencia hacia las mujeres con
discapacidad, como un objetivo imprescindible para el desarrollo de una sociedad ms justa.
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4 1 Manifiesto de las mujeres con discapacidad de Europa (Foro europeo de la discapacidad, 1997).
2 Manifiesto de los derechos de las mujeres y nias con discapacidad en la unin europea. Una
herramienta para activistas y responsables polticos (ONU, 2012).
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5 LUNA (Asociacin onubense de mujeres con discapacidad), ONCE (Organizacin Nacional de Ciegos
Espaoles), APROSCA (Asociacin de personas con discapacidad psquica).
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didcticas para la prevencin de la violencia hacia las mujeres (Moya Maya, Carrasco y
Garca, 2008).
Se han elaborado cuatro unidades didcticas, diferenciadas y adaptadas a las caractersticas
del alumnado a quien estn dirigidas segn las edades y etapas educativas:
1) Educacin Infantil: Aprendemos a conocernos.
2) Primer Ciclo de Primaria: Somos diferentes y juntos/as aprendemos a respetarnos,
desde la diversidad y para la igualdad.
3) Segundo Ciclo de Primaria: Todos y todas somos diferentes. Resptame!.
4) Tercer Ciclo de Primaria: Soy mujer y tengo discapacidad y qu?.
Para facilitar su uso, en todos los niveles hemos seguido el mismo esquema de trabajo. Por
una parte se ha elaborado una gua para el profesorado y por otra, un cuaderno concreto de
trabajo con el alumnado de la etapa a la que va destinado, que describimos a continuacin.
4.1 Gua para el profesorado
En esta gua se realiza previamente una breve introduccin. El objetivo era que las personas
encargadas del desarrollo de la unidad didctica tomen conciencia de la realidad de un gran
porcentaje de nias y mujeres que sufren violencia.
Se describe tambin el tipo-caractersticas del alumnado receptor y se recuerdan algunas sus
las caractersticas evolutivas (Infantil; Primer, Segundo y Tercer Ciclo de Primaria), as como
algunas pautas sobre cmo se debe atender a la diversidad en cada nivel.
Los objetivos de cada unidad didctica se orientan para la compensacin de las necesidades
del alumnado de esa edad. Se pretende expresar la doble discriminacin de la mujer con
alguna discapacidad y las, a veces, sutiles formas de violencia que stas sufren. Todo ello en
relacin al tema que se trabaje. Por ejemplo, para el Primer Ciclo de Primaria se plantea:
Facilitar tcticas de apoyo y materiales para concienciar y cambiar actitudes respecto
a la discapacidad y a la discriminacin por gnero.
Impulsar el desarrollo de actitudes de aceptacin, tolerancia y respeto hacia las
personas con discapacidad (en espacial las nias).
Aportar informacin sobre las distintas situaciones de discapacidad, destacando las
posibilidades y capacidades de estas personas.
Mejorar la cooperacin y participacin entre las alumnas y alumnos.
Elaborar recursos didcticos con el fin de sensibilizar hacia la realidad de la mujer con
discapacidad.
()
Los contenidos se presentan diferenciados en conceptuales, procedimentales y actitudinales y
son, junto con los objetivos, los referentes de las actividades a desarrollar. As para el Primer
Ciclo de Primaria presentamos los siguientes (Tabla 1):
6 Moya Maya, A.; Carrasco, MJ. y Garca, P. (2008). Mujer y discapacidad. Valorar las diferencias,
prevenir la violencia. Instituto Andaluz de la Mujer. Consejera de Igualdad y Bienestar Social. Junta de
Andaluca.
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Tabla 1.
Unidad didctica: Somos diferentes y juntos/as aprendemos a respetarnos, desde la
diversidad y para la igualdad
Primer Ciclo Educacin Primaria. Unidad: Somos diferentes y juntos/as
aprendemos a respetarnos, desde la diversidad y para la igualdad
CONTENIDOS
Conceptuales
Procedimentales
- Orientaciones esenciales relacionadas con
- Dominio de habilidades sociales.
la discapacidad.
- Elaboracin de distintos materiales: un
- Juegos discriminatorios.
collage, marca pginas en Braille
- El colegio: la clase y el recreo ante la
- Observacin por parte del alumnado de
discriminacin.
actitudes y comportamientos entre ellos
- Apoyos.
mismos (recreo, aula, juegos..).
- Manejo de tcnicas de trabajo en grupo.
Actitudinales
- Realizacin de debates.
- Sensibilizacin y rechazo ante
- Realizacin de puzles y lminas para
desigualdades sociales.
descubrir rasgos discriminatorios.
- Desarrollo de la sensibilizacin para
- Observacin de repercusiones de
detectar rasgos discriminatorios en el grupo
determinadas prcticas y actividades.
- Simulacin de role-playing sobre diferentes
de iguales.
- Integracin de nias con discapacidad.
discapacidades, dramatizaciones.
- Respeto a las diferencias.
- Realizacin de juegos cooperativos que
- Amistad.
impliquen cercana fsica entre nios y nias
- Aceptacin de posibilidades y limitaciones con y sin discapacidad.
del propio cuerpo.
- Anlisis y reelaboracin de frases
discriminatorias extradas de textos:
dramatizacin de los dilogos; debate para
combatir lo dramatizado y los personajes;
estructuracin de las frases en trminos no
discriminatorios.
Las unidades didcticas, que conforman el proyecto, definen y orientan al profesorado hacia
una metodologa que conlleve una serie de principios metodolgicos para desarrollar los
objetivos y contenidos antes propuestos. Todo ello desde la participacin activa, respetando los
7
diferentes ritmos de aprendizaje, con un sentido ldico de las actividades propuestas .
Adems, con la finalidad de que el profesorado pueda escoger aquellas actividades que ms
se adapten a sus alumnos y alumnas, as como a la distribucin de tiempos y grupos.
Con el objetivo de facilitar el desarrollo de la unidad didctica, las actividades propuestas, en la
mayora de los casos, se organizan en diferentes sesiones orientativas o por reas de trabajo.
Debemos resaltar que las actividades propuestas son extensas y numerosas con el pretensin
de que sea el propio profesorado quien seleccione aquellas ms acordes con la realidad y
caractersticas de su aula y centro (Acker, 2000; Villar y Galindo, 2012; Del Rio, Megas and
Exposito, 2013). Tambin se facilitan orientaciones al profesorado respecto a las diferentes
formas de agrupamiento en gran grupo, pequeo grupo e individual. Sobre las posibilidades de
organizacin de espacio del aula para la realizacin de las actividades propuestas y atendiendo
al desarrollo de stas y del ritmo de aprendizaje, se indican algunas estrategias de
organizacin como rincones, disposicin en U, grupos de trabajo, etc. Se propone, de forma
7 Algunas actividades son: Lectura de textos; presentacin en power point; realizacin de collages,
puzles, materiales; juegos de mesa, juegos cooperativos y de dinmica de grupo; dramatizaciones,
canciones; debates, mesas redondas, realizacin de asambleas; elaboracin de memorias, dossier,
diccionarios, escritos; elaboracin de peridicos; bsquedas de informacin: libros, revistas, internet...;
visionado de documentales y videos; encuestas y cuestionarios; anlisis y comentarios de casos
prcticos; visitas profesionales; elaboracin de diario de clase, etc.
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5. Conclusiones
Para innovar y avanzar dando cumplimiento a nuestras convicciones profesionales y a las
previsiones legales sobre la inclusin de los estudios de gnero en las enseanzas
universitarias conforme al EESS se ha realizado el diseo curricular del proyecto Violencia
hacia las mujeres con discapacidad: una propuesta de prevencin e intervencin educativa.
Con esta actividad formativa pretendemos cambiar y mejorar nuestra prctica, y promover el
cambio social. El primer paso para lograr la equidad es conocer cientficamente los roles que
han jugado los hombres en la trama de la dominacin sobre las mujeres (Moreno, 2013a) y a
continuacin actuar. Hay que comprender el gnero dentro de las estructuras socio-histricas,
junto a las categoras de clases, etnia, generaciones (edad) y caractersticas de desarrollo.
Con esta propuesta formativa y como plantea el movimiento feminista de mujeres con
discapacidad (Viuela Suarez, 2009) queremos contribuir al gran reto terico y prctico que
supone hacer frente a la violencia con una prctica realmente nueva que plantea objetivos,
competencias, contenidos tiles y fundamentales. Adems contiene una evaluacin formativa
(Perrenoud, 2008) fuera de la regla. Integrndolo todo en un dispositivo de pedagoga
diferenciada.
Pretendemos innovar abriendo un camino a nuevos intentos que permitan delimitar mejor el
proyecto epistemolgico implcito que est an en pleno desarrollo en el seno de la Teora
Feminista.
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1. Introduccin
Con la implantacin de los Grados dentro del Espacio Europeo de Educacin Superior se ha
producido un importante cambio en cuanto a la metodologa a desarrollar en nuestras aulas, al
tiempo que el alumnado se siente ms protagonista en el proceso de enseanza-aprendizaje,
lo cual implica en mayor control en cuando a las expectativas que el alumnado quiere alcanzar,
por lo que el objeto de estudio est relacionado con las autoexpectativas. A este respecto,
Rosenthal y Rubin (1978) ya estudiaron la influencia que tienen las expectativas de unas
personas sobre otras, lo que comnmente se conoce como efecto Pigmalin o profeca de
autocumplimiento (autorrealizacin, proveniente del trmino en ingls self-fulfilling prophecy).
En el marco del entendimiento de que nosotros somos quienes creamos nuestra propia
Profeca Autocumplida, que es un concepto utilizado en psicologa, ya fue contemplado por el
socilogo Robert Merton en 1943. El estudio de Eden (1990) pone de manifiesto que el efecto
Pygmalin requiere de tres aspectos: creer firmemente en un hecho, tener la expectativa de
que se va a cumplir y acompaar con mensajes que animen su consecucin.
As pues, las expectativas que cada uno tenemos de nosotros mismos ha sido y es un tema
objeto de numerosos estudios, sobre todo a partir del siglo XX. Por ello, en esta ocasin,
resulta sumamente interesante valorar las autoexpectativas de nuestro alumnado en los
primeros cursos de los Grados para, en la medida de lo posible, adaptar nuestra forma de
ensear y tambin, comprender su actitud hacia el aprendizaje, haciendo una valoracin de los
resultados en funcin del sexo. Para ello nos centramos, sobre todo, en cuatro tems del
cuestionario Expectativas en la Universidad [EXPUNI] que mejor predicen el grado de
autoexpectativas respecto a la evaluacin de las distintas materias.
Nuestra investigacin pretende ampliarse en lo sucesivo a los cursos de 3 y 4 de Grado en
las distintas titulaciones de Educacin en nuestra Facultad, con el objeto de analizar la posible
evolucin que puede derivarse en cuanto a las autoexpectativas a lo largo de los cuatro cursos
que componen el Grado.
2. El concepto de expectativa a lo largo de los distintos estudios
En 1932 Tolman construye una teora del aprendizaje en que la expectativa es considerada
como un trmino terico; posteriormente en 1959, destaca que el aprendizaje consiste en la
adquisicin de informacin (expectativas) concernientes a los resultados de varias respuestas,
de modo que dichos resultados deben ser comprendidos en trminos de confirmacin o
negacin de expectativas y no como un refuerzo automtico entre estmulo y respuesta.
En las teoras del Aprendizaje Social de Rotter (1954), Mischel (1973) y Bandura (1977), el
concepto expectativa tiene un papel fundamental, demostrando el valor heurstico o global,
cuando se aplica a la conducta humana. En concreto, en 1982, Rotter desarrolla una teora
sistemtica de la conducta humana utilizando el constructo expectativa, si bien desde 1954,
concede especial importancia a las expectativas de control (locus of control) y a la confianza
interpersonal (IPT) que define como la expectativa que abriga un individuo o grupo, de poder
fiarse de las palabras y promesas, manifestaciones verbales o escritas de otros individuos o
grupos (Rotter ,1977: 444) y, as mismo, las expectativas de cada situacin no slo estn
determinadas por las experiencias particulares de sta, sino tambin, en un grado variable, por
las experiencias de otras situaciones que el individuo considera similares (Rotter, 1982: 304).
Los estudios sobre el constructo locus of control, distinguen entre: 1) expectativa generalizada,
que se forman a travs de la experiencia en distintas circunstancias y desempean un papel
importante en la prediccin de conductas en nuevas situaciones, y 2) expectativas especficas
que se refieren a situaciones y comportamientos muy concretos y junto a los correspondientes
valores de refuerzo, son las que determinan el potencial de conducta.
Por su parte, los distintos estudios de Bandura (1977, 1982, 1987) distinguen entre:
expectativas de logro, cuando se refiere a una estimacin de la persona acerca de su
capacidad de realizar una conducta necesaria para producir un resultado y que implican un
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juicio sobre la propia capacidad para alcanzar un cierto nivel de ejecucin; y por otro lado,
expectativas de accin-resultado, referidas a la conviccin que tiene una persona de realizar
con xito la actividad necesaria para obtener un resultado, teniendo en cuenta las
consecuencias que con bastante posibilidad producir dicha ejecucin.
Ros et al. (1989: 24) aluden a Rogers (1982) quien expresa que las expectativas son un
conjunto de creencias generalizadas y predicciones, con cierto grado de confianza, del
comportamiento de una persona o grupo Por tanto, para que exista una expectativa, es
necesario que haya una creencia firme y estable que nos permita hacer predicciones con cierto
grado de precisin.
Por otra parte, el trmino efecto de expectativa, definido por primera vez por Merton (1967) en
su obra The self-fulfilling prophecy, como una falsa concepcin de una situacin que desarrolla
una nueva conducta, haciendo que sea verdadera la concepcin inicialmente falsa, contrasta
con el estudio de Rosenthal y Jacobson (1968) en el que el proceso por el que la expectativa
de una persona sobre la conducta de otra puede, de forma totalmente involuntaria, llegar a ser
una prediccin adecuada simplemente por haberla realizado, se convierte en lo que
denominaron efecto de expectativa. La diferencia entre ambas definiciones radica en que
mientras Merton (1967) habla de predicciones falsas o verdaderas, Rosenthal y Jacobson
(1968) se limita a sealar su precisin. Investigaciones realizadas, a partir de estos estudios,
han identificado dos tipos de efectos sobre el comportamiento del alumnado:
El primer efecto, el de la profeca autocumplida, sesgo del profesor o tambin llamado
efecto fuerte de la expectativa. Si las expectativas, basadas en inferencias relevantes
(falsas o verdaderas), estn asociadas a creencias falsas en la mente del profesor,
pueden influir, a travs de su comportamiento con el alumnado en la obtencin de los
resultados que se predicen.
El segundo tipo de efectos para Cooper y Good (1983) es el efecto dbil, que implica
una prediccin firme y estable de ciertos comportamientos, por ejemplo, cuando el
profesorado responde a su alumnado segn las expectativas que de ellos tienen
formadas y no tienen en cuenta los cambios de comportamiento que se producen por
causas distintas al profesor. En este caso, la atencin est, en la capacidad y
rendimiento del alumnado.
Uno de los primeros estudios realizados en una universidad britnica, fue el de Hill (1995).
Estudi longitudinalmente las expectativas y percepciones que los estudiantes tienen hacia los
diferentes servicios universitarios. Las preguntas se centraban en dos grupos de factores:
acadmicos (que incluyen la calidad de la enseanza, el contenido del curso, los mtodos de
enseanza y el feedback) y factores no acadmicos. Las conclusiones revelan la estabilidad de
las expectativas de los estudiantes a travs del tiempo, en los factores acadmicos,
considerando que se forman antes de llegar a la Universidad. Por su parte, en una Universidad
Australiana, Darlaston-Jones et al. (2003) preguntaron, a travs del cuestionario SERVQUAL,
sobre aspectos relacionados con el profesorado y el personal de administracin y servicios. El
estudio muestra diferencias entre las expectativas del alumnado y sus experiencias reales, que
se deben a una visin no realista de la vida en las universidades por parte de los estudiantes y
que sus expectativas se anticipan o impiden que se den determinadas caractersticas. En esta
lnea, la Universidad del Reino Unido y de la India, se unen en la investigacin de Narasimhan
(1997) que desarroll un estudio especfico de la situacin de enseanza-aprendizaje en el
aula universitaria. A partir del SERVQUAL, disea un inventario de la situacin de enseanzaaprendizaje para el profesorado y otra versin para el alumnado. El autor concluye que existen
diferencias dependiendo del lugar y de las asignaturas, pero que no es posible identificar las
razones de dichas diferencias.
Stevenson (1997) de la Universidad de Leicester y Sander de la Universidad de Cardiff, ambas
britnicas, estudiaron las expectativas de universitarios desde el mbito de la psicologa y la
educacin. Desarrollaron un marco terico que se caracteriza por:
- La interaccin de las teoras del procesamiento de la informacin.
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- La profeca de autocumplimiento.
- La teora de la calidad del servicio (Sander et al. 2000).
Para ello, establecieron el modelo Expectations Led Planned Organisation, ELPO, construido
para disear programas de enseanza-aprendizaje usando las expectativas de los estudiantes,
que pretende que el profesorado considere las expectativas del alumnado antes de comenzar
el curso y negocie con ellos los mtodos de enseanza- aprendizaje ptimos Stevenson et al.
(1997). El modelo promovi la construccin de un instrumento que permitiera recoger la
informacin necesaria de manera rpida y fcil, para ello desarrollaron el cuestionario
University Students Expectations of Teaching, USET (Sander et al. 2000), utilizando el
cuestionario USET demostraron la importancia de las expectativas y preferencias de los
mtodos de enseanza del alumnado que comienza su carrera universitaria. Esta informacin
ha de ser valiosa para las Universidades por dos razones:
-
De la Fuente y colaboradores (2004a) han estudiado las diferencias entre las expectativas de
enseanza de los estudiantes de dos pases de la Unin Europea: Universidades de Leics,
Lough y University of Wales Institute en Cardiff (UWIC) del Reino Unido y Universidades de
Almera y Granada por parte de Espaa, utilizando el cuestionario USET en las versiones
inglesa y castellana. Los resultados que se obtuvieron se centran en que:
- Las preferencias o expectativas de los estudiantes difieren en la gran mayora de los
tems segn la nacionalidad del alumnado (espaoles o britnicos) y la Universidad a
la que pertenecen.
- Los resultados muestran diferencias segn la titulacin (de tres y cinco aos); sin
embargo, al agrupar a los participantes por este criterio se encuentran ms
diferencias significativas en la enseanza deseada y las preferencias de evaluacin
que en el resto.
- Las diferencias estadsticamente significativas segn el curso (primero o cuarto) son
menores que cuando se consideran la universidad y la nacionalidad,
- Hay bastantes diferencias en cuanto a las preferencias de las cualidades del
profesorado.
Por otro lado, hay otras investigaciones que no parten desde la teora de la calidad del servicio
y cuyos resultados difieren en diversos aspectos de la enseanza universitaria, en lo que se
refiere a metodologa de evaluacin, caractersticas y rol del profesorado, etc. McDowell y
McDowell (1986) sealan el sexo como variable que influye en el tipo de expectativas que
posee el alumnado. Encontraron que las alumnas puntuaban significativamente ms en la
dimensin de amabilidad que los alumnos, y en todas las dimensiones las mujeres esperaban
ms que los hombres. Ellas esperan que el profesorado sea atento, se dirija con mayor
sensibilidad, se interese por el alumnado y establezca relaciones interpersonales ms cercanas
con los estudiantes; aunque apenas mostraron diferencias significativas segn el sexo del
profesorado. Los alumnos esperan un estilo comunicativo ms espectacular, esperan ser
criticados negativamente y que los docentes sean impersonales y distantes. Los alumnos
establecen ms diferencias significativas entre profesoras y profesores (McDowell y McDowell,
1986). Smith, Medendorp, Ranck, Morison y Kopfman (1994), tambin, encontraron diferencias
en las expectativas de los estudiantes, segn su sexo. Concluyeron que las alumnas eran ms
sensibles a las caractersticas personales del profesorado y los alumnos ms sensibles al
conocimiento y al sentido del humor del profesorado. Sin embargo, en el estudio de Miles y
Gonsalves (2003) no se encuentran diferencias significativas en las expectativas, segn el sexo
del alumnado y manifiestan la importancia y necesidad de seguir analizando la influencia de
esta variable.
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Grfica 1. V14: Espero tener buenos resultados de evaluacin, por lo que estudio mucho.
Por su parte en la grfica 2 se muestran los resultados relacionados con el tem 27 en el que se
pregunta si espera sacar mejores notas que los amigos, es el 60.7% los que estiman
indiferencia [50.2% y 10.5%]. Estos porcentajes se traducen en el 57.06% de los alumnos y el
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61.52% de las alumnas, lo que nos muestra una diferencia de 4.46% en favor de las mujeres.
En relacin a las categoras [de acuerdo y totalmente de acuerdo], el 29.35% de las mujeres
frente al 21.57% de los hombres, dan sus respuestas, siendo un 7.78% la diferencia porcentual
en direccin femenina.
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Grfica 3. V36: Para tener el mejor resultado en los exmenes estudio segn la manera de
evaluar de cada profesor.
En la tabla 1 y grfica 4 encontramos los resultados de considerar la felicitacin de la familia y
amigos, ante los buenos resultados. En el caso de las alumnas es el 37.5% de total de los
encuestados [42.7%] las que estn totalmente de acuerdo, lo que implica un 45.96% relativo
y, en el caso de los estudiantes hombres, es el 28.26%. La categora que aporta mayor
porcentaje, en el caso de estudiantes varones, es la de de acuerdo, con un 6.2% del total y un
33.7% relativo. Tambin hemos de destacar el 19.8% de alumnos que han estimado
indiferencia en dicho tem, siendo los porcentajes relativos del 30.43% para estudiantes
varones, mientras que es el 17.40% de las alumnas. Lo que nos muestra una diferencia
significativa en la indiferencia por parte de los hombres.
Tabla 1: V39.
Tabla SEXO * V39
SEXO
HOMBRE
MUJER
Total
Recuento
% del total
Recuento
% del total
Recuento
% del total
1
0,2%
14
2,4%
13
2,2%
117
19,8%
TA
37
6,2%
157
26,5%
31
5,2%
222
37,5
%
253
42,7
%
194
32,8%
Total
109
18,4%
483
81,6%
592
100,0
%
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Grfica 4: V39: Espero la felicitacin de mi familia y mis amigos ante los buenos resultados
obtenidos.
3.2. Conclusiones finales
Podemos decir que, en trminos generales, se observan diferencias, como aparece en los
resultados, en lo relativo a las autoexpectativas que se hacen hacia el xito en los exmenes y
la variable gnero (sexo). A este respecto se constata que el porcentaje mayor se ubica en las
categoras de respuesta 4= de acuerdo y 5= totalmente de acuerdo, los tems relativos a
sacar mejores notas que los amigos y a estudiar segn evala el profesor. Las expectativas de
los buenos resultados, asociados al hecho de estudiar, demuestra que ms de la mitad de las
alumnas estn de acuerdo [52.9%] frente al 11.7% de los alumnos. Lo cual no deja de ser una
diferencia muy significativa. Tambin, es significativa la diferencia en cuanto a que se estudia
segn la manera de evaluar de cada profesor, siendo el porcentaje mayor en las alumnas que
estn de acuerdo con dicha apreciacin.
En lo que respecta al deseo de sacar mejores notas que los amigos se aprecia una diferencia
tanto en alumnos como en alumnas.
Por ltimo, el reconocimiento por parte de la familia y amigos ante los buenos resultados, es
ms esperado por las alumnas y eso que un alto porcentaje se ha mostrado indiferente ante el
deseo de sacar mejores notas que sus amigos.
A simple vista podemos concluir que las alumnas estn ms de acuerdo que los alumnos, en
que el sacar buenas notas depende del tiempo que se dedique al estudio y de la manera en
que el profesor evala, buscando en cualquier caso, el reconocimiento por las personas
prximas.
La categora indiferente nos aporta diferencias [15.3%] en la direccin masculina, en cuanto a
estudiar mucho para sacar buenos resultados, as mismo los estudiantes varones presentan
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mayor indiferencia que las alumnas, con una diferencia del 13.3%, cuando se cuestiona por la
felicitacin de familia y amigos ante los buenos resultados obtenidos.
Por otra parte, el reducido nmero de tems para un constructo tan complejo, as como el haber
realizado slo comparaciones entre dos cursos, nos hace ser conscientes de las limitaciones,
pero sin embargo, estimamos oportuno dar a conocer los datos porque, al fin y el cabo, es el
reflejo de una realidad concreta, y puede ser el anticipo de resultados posteriores.
Nos unimos a las apreciaciones de Alonso y Palomares (2013:163) ante este panorama,
necesitamos personas y profesionales, tutores EEES (TEEES), formados y convencidos de
superar los rasgos que nos configuran como seres de este siglo (incertidumbre, complejidad y
antagonismo) y de procesos educativos (vivos, crticos, transformadores, solidarios, creativos)
que puedan aportar formas diversas de abordaje, como impulsoras de la continuidad en la
investigacin.
Crisol (2011: 85) hace referencia a la necesidad de un nuevo perfil de estudiante universitario
en el que se fusionen competencias de ndole ms tradicional con otras nuevas, como NNTT,
hbitos de comunicacin, etc.: Now it is generating a new university student profile, which it is
characterized by: having a close knowledge of technologies, use of new communication habits,
and interest in new forms of education and self-learning, developing new skills, and so on.
En estos momentos, se est continuando con la medicin de las atribuciones, intentando lograr
un estudio de todos los cursos, ya que en el curso 2013/2014 en la Facultad de Humanidades y
Educacin de la Universidad de Burgos se implantarn todos los Grados completos, y nuestra
intencin es continuar con la investigacin, analizando y comparando las distintas variables
recogidas en los tems. Una primera impresin, a la vista de los datos previos que estamos
recogiendo, nos induce a pensar que realmente las expectativas de nuestros estudiantes s han
ido variando a lo largo de los aos como universitarios, lo importante es delimitar el grado de
significatividad y las posibles variaciones funcin del sexo, y a este respecto todava es pronto
para hacer valoraciones debidamente justificadas.
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Resumen
En este artculo se presenta un estudio del liderazgo empresarial en las grandes y medianas empresas
andaluzas con enfoque de gnero. Y se relaciona con las prcticas de Responsabilidad Corporativa,
haciendo hincapi en la exigencia tica, social y poltica del mundo empresarial. Ello se enmarca en el eje
de Igualdad de Oportunidades en el trabajo de los Proyectos Equal, iniciativa del Fondo Social Europeo
(2002-2007). Se definen los conceptos clave, la metodologa de investigacin: cuantitativa mediante
cuestionario y cualitativa mediante entrevista, y los resultados. Se presentan los datos cuantitativos sobre
la participacin de las mujeres en la empresa, y los cualitativos que muestran los focos crticos: las
competencias generales y profesionales significativas de las mujeres directivas y las barreras para la
igualdad. Las conclusiones apuntan a la necesidad de un cambio cultural empresarial, en torno a medidas
de responsabilidad social para que avance la Igualdad de Oportunidades y con ella la integracin de
capacidades y personas en el mundo del trabajo: el desarrollo de formas ms efectivas y flexibles de
organizacin del trabajo, el liderazgo mixto, que hagan posible reconciliar a la familia con la vida
profesional; as como reducir la brecha salarial existente entre los sexos y apoyar la abolicin de la
segregacin laboral horizontal y vertical. Finalmente, se sugieren orientaciones para la formacin de las
personas como ciudadanas y su relacin con la ciudadana corporativa.
Abstract
This paper presents a study of business leadership in medium and large Andalusian companies with a
gender focus. It is related with corporate responsibility practices, emphasizing ethics, social and political
demands of the business world. This is part of the axis of Equal Opportunities in the work of the Equal
Project, an initiative of the European Social Fund (2002-2007). Key concepts, research methodology: Both
quantitative, using cuestionnaires, and qualitative, by interviewing, methods and results are defined.
Quantitative data on the participation of women in the business, and the qualitative ones that show
hotspots are presented: General skills and significant professional women managers and barriers to
equality. The conclusions point to the need for a corporate culture change around social responsibility
measures to advance equal opportunities, and with it the integration of skills and people in the world of
work: the development of more effective and flexible forms of work organization, the Joint leadership and
support services that make it possible to reconcile family and professional life as well as to reduce the
wage gap between sexes, and support the abolition of the horizontal and vertical occupational
segregation. Finally, guidelines for the training of people as citizens, and their relationship to corporate
citizenship are suggested.
Palabras clave
tica; Empresa; Igualdad; Gnero; Liderazgo; Investigacin descriptiva; Cuantitativa y cualitativa;
Formacin.
Keywords
Leadership; Corporate citizenship; Equality; Gender; Work ethics; Descriptive research; Quantitative and
qualitative data; Vocational training
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1. Introduccin
Este trabajo forma parte del resultado obtenido en la implementacin del Proyecto Equal
denominado e-Andaluz@s en la Sociedad Red, subvencionado por el Fondo Social Europeo y
la Junta de Andaluca. Uno de sus ejes: el barmetro de la diversidad de gnero en el
empleo, desarrollado durante el bienio 2005-2007, pretenda medir las variables que
condicionan a las mujeres directivas de las grandes y medianas empresas que tienen sede
social en Andaluca: el acceso, la promocin, las caractersticas de su liderazgo, la cultura de
las empresas en las que trabajan, y sus aportaciones al cambio social necesario para la
igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en el empleo.
El objetivo de este artculo es analizar el perfil personal y profesional de las mujeres que
ocupan puestos de mxima responsabilidad en medianas y grandes empresas andaluzas, y
sus aportaciones relativas a la responsabilidad ciudadana de sus empresas y en consecuencia
a la transformacin de la sociedad y a la mejora de la calidad de vida de la ciudadana.
En segundo lugar, ofrecer conocimiento para la formacin: Los valores ticos relacionados con
la igualdad, y con el estmulo a la igualdad en el mundo del trabajo, son un contenido para la
educacin que necesita modelos de cambio cultural (Estebaranz y Nez Domnguez, 2010).
2. Marco conceptual
Partimos de la revisin terminolgica sobre los dos temas que constituyen el eje vertebrador
del trabajo: el de liderazgo en la sociedad actual, y el de ciudadana empresarial en un mundo
en crisis, cuya responsabilidad se atribuye en parte a las empresas (Kofi Anan, Millennium
Report, 2000).
El trmino liderazgo est delimitado por la capacidad de dirigir, de tomar decisiones y/o de
guiar a los miembros de un grupo hacia el logro de metas de la organizacin (Snchez Montiel,
2013). Es un proceso de influencia que pertenece al propio grupo, no slo a quien lo lidera,
porque para que sea efectivo requiere de unos objetivos comunes (Coronel Llamas y otros,
2001). Ese proceso compartido es lo que diferencia el liderazgo del poder, en el cual dominan
los propios deseos o necesidades del que dirige (Robbins, 2004). La persona que lidera se
encarga de facilitar, por eso potencia, apoya, solicita, escucha, valora, crea condiciones para la
automotivacin, trabaja en equipo, bien sea en la empresa o en la institucin educativa
(Llombart, 2007). Todas estas capacidades describen muy bien lo que significa el liderazgo
transformacional (Barber y otras, 2000), tan necesario en tiempos de crisis cuya solucin
exige innovaciones importantes que afectan a la organizacin, empezando por definir y
compartir una visin clara de la direccin y la meta de las acciones (Senge, 2008). Las
decisiones estratgicas de las grandes y medianas empresas, como las de todo gran grupo
humano como se reconoce en educacin (Blackmore, 1999), necesitan grandes lderes, que se
reconocen por las ideas, las iniciativas y la capacidad de riesgo (Estebaranz, 2009). Pero en la
Sociedad de la Informacin las empresas han llegado a entender que su mayor capital son sus
recursos humanos y el conocimiento disponible. Ello ha propiciado un cambio en las formas de
liderazgo, ya que el conocimiento puede ser construido y aplicado tanto por directivo/as como
por trabajadores, que pueden y deben manejar conocimiento e informacin (Huete, 2006), y
compartirla para la toma de decisiones. El liderazgo debe ser compartido (Greenberg-Walt y
Robertson, 2002). Compartir la direccin significa repartir responsabilidades, o delegar. Y es
posible si se comparten ideas, valores y estrategias. Es una forma de generar agilidad,
iniciativa y autonoma (Kouzes y Posner, 2002). Es tambin un liderazgo mixto, que integra las
competencias de hombres y mujeres en la funcin de liderar equipos (Chinchilla, 2005; Gayn,
2005; Estebaranz y otros, 2004), reconociendo el valor de la diversidad. Un liderazgo posible a
travs del aprendizaje de las personas y de la organizacin.
Un mbito de decisiones estratgicas vital para el cambio social necesario, es el de la
responsabilidad social. Las empresas juegan un papel relevante en la calidad de vida
ciudadana no slo por los servicios que puedan prestar sino por la promocin de calidad laboral
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entre su propio personal (Vargas Forero, 2011). Por ello, se entiende como ciudadana
empresarial la idea de que las empresas tienen que participar en el entorno social y cultural de
donde estn insertadas, establecer mnimos ticos en su cadena de negocios y respetar la
calidad de vida del personal que trabaja en ella; es decir, reconocer su responsabilidad
administrativa, social y ambiental, basadas en la tica. La nocin de ciudadana corporativa
sita a las empresas en su marco poltico, en su entorno social, en su contexto legal (Francs
Gmez, 2005: 58), desarrollando sobre todo en un marco de globalizacin, y desde el mbito
americano, el concepto bsico de la Responsabilidad Social Corporativa (R.S.C.) que se defini
en el Libro Verde de la Comisin de las Comunidades Europeas (2001): la rentabilidad
econmica debe gestionarse controlando el impacto social, tico y medioambiental que causan
sus actividades productivas, o asociado a ellas. Ello supone un cuestionamiento sobre la
contribucin que hace cada empresa a la sociedad que se quiere construir, entendiendo que la
empresa es un sujeto corporativo con derechos y deberes.
3. Metodologa
Para realizar el estudio general se utiliza una metodologa mixta. Se parte del anlisis de datos
secundarios (bases de datos DIRCE, INE, DICODI, ETICOM, etc.) sobre el tejido empresarial
andaluz para identificar y localizar a las grandes y medianas empresas andaluzas y hacer un
estudio cuantitativo mediante un cuestionario elaborado al efecto y cualitativo mediante
entrevistas.
La poblacin de empresas era de 3.362, pero con un gran peso social y econmico en
Andaluca. En el estudio cuantitativo han participado 217 empresas, de los cinco sectores
productivos (segn la Clasificacin Nacional de Actividades Econmicas -CNAE). Se hizo un
muestreo intencional utilizando afijacin proporcional para un nivel de confianza del 95,5%. La
muestra real supone un error muestral del 6,7%, que estadsticamente se considera aceptable
por el tipo de instrumento utilizado. Y adems se seleccionaron empresas que pertenecieran a
distintos tipos de actividades econmicas dentro de cada sector, y a distintas provincias.
El Cuestionario fue construido sobre tres focos: Contratos y liderazgo; Salarios; y Cultura (con
especial atencin a Innovacin, Formacin y R.S.C.), y organizado en torno a 18 categoras,
que agrupan un total de 187 tems (publicado en Estebaranz, 2007). Dirigido a directivo/as y
especialmente del Dpto. de Recursos Humanos. Fue validado por 10 experta/os en distintos
temas: Organizacin Empresarial, Recursos Humanos, Liderazgo, Gnero, Formacin y
Didctica, Psicologa Social, Estadstica, Proyectos de RSC, Salarios; aplicando los criterios de
pertinencia del contenido, estructura, extensin, formulacin y orden de presentacin de los
tems. Aplicada la prueba de Cronbach, se obtuvo un ndice Alpha de fiabilidad 0.9195. La
respuesta obtenida, pertenece as a una muestra representativa de directivos y directivas,
cuyos datos se analizan con el SPSS: medidas de frecuencia, porcentaje y pruebas de
significacin (Chi cuadrado, ANOVA), o de asociacin entre variables (A.C.M.).
Adems se realiza un estudio cualitativo a travs de entrevistas en profundidad a veinte de
esto/as directivo/as de diferentes tipos de empresas. A travs de esta combinacin de
metodologas se ha profundizado en los factores que influyen en el avance hacia la igualdad de
hombres y mujeres y las barreras que marcan la desigualdad laboral (Nez Domnguez y
otras, 2007), as como sobre las acciones empresariales en sus interacciones con sus grupos
de inters (R.S.C.). Las entrevistas han sido analizadas siguiendo un sistema de categoras
temticas, deductivo-inductivo, organizado en diez dimensiones: Datos de la empresa, y de la
persona entrevistada; prcticas de acceso y promocin; funcin directiva; cultura de la
empresa; innovacin; uso de las TICs; salarios; R.S.C., coincidiendo con varias dimensiones
del cuestionario. Codificados los textos se sometieron a anlisis por Aquad 5.0
Ello ha permitido elaborar una radiografa de las mujeres que lideran las empresas en
Andaluca. As como el avance de las empresas hacia la innovacin en cuanto a las
dimensiones internas y externas de la R.S.C. En nuestra percepcin, es necesario conocer la
problemtica de la igualdad/desigualdad para innovar en la formacin.
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70
60
50
MUJERES
40
HOMBRES
30
20
10
0
20-30
aos
31-40
aos
41-50
aos
51-60
aos
61-ms
NS/NC
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247
En desacuerdo
30
De acuerdo
20
Absolutamente de acuerdo
10
0
Mujeres
Hombres
Total
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248
90
80
70
Cdigos eticos
60
50
Formacion y cultura
40
30
Equidad
20
10
Actividades solidaria
5. Discusin
En relacin con la edad, la diferencia generacional puede estar reflejando que en las empresas
se est produciendo algn cambio de cultura en los ltimos aos que ayuda a la ruptura del
techo de cristal, al menos en las medianas y grandes empresas, aunque es clara la
segregacin horizontal, dada la diferencia de Departamentos dirigidos por mujeres. Ello nos
conduce a reflexionar sobre factores que influyen en la segregacin laboral.
Con dificultad una mujer puede llegar a ser directiva y teniendo a su cargo no slo hijos/as sino
personas mayores. Aun as, las hay: Puedes decidir no tener hijos, pero padres y suegros,
tienes, y quiz hijos de tu pareja que hay que cuidar (Ent. 18). Esta situacin no se produce en
el caso del varn, quien no suele hacerse cargo directamente del cuidado de una persona
mayor. De modo que la vida familiar afecta de distinta manera a las mujeres que a los
hombres, y si bien hoy hay cambios en las formas de convivencia, estos no llevan aparejado un
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cambio cultural inmediato que iguale las formas de vivir las responsabilidades familiares de
ambos. As lo expresaba una directiva: No he sabido encontrar el equilibrio entre familiatrabajo. Me cas enamoradsima de mi marido (abogado), pero fui yo quien pidi la separacin
(Ent. 02).
Han elegido un camino que para ellas est empedrado por un inconsciente colectivo prejuicioso
y culpabilizante potentsimo; pero con formacin, motivacin, esfuerzo, conviccin, empeo,
ilusin con organizacin, adecuada autoestima y valenta han sido capaces de andarlo sin
hacerse demasiadas heridas: Yo me siento la heredera de mujeres muy valientes que en los
campos de Almera eran madres, esposas y trabajadoras sin solucin de continuidad (Ent. 03).
La sociedad sigue esperando de una mujer que cuide la empresa como a su propia familia.
Sigue considerando que las mujeres son buenas comunicadoras. Esto es aceptable siempre
que se le permita tener aspiraciones. As que entendemos que es un logro que la mujer se
sienta ambiciosa sin que ello sea algo peyorativo y masculinizante.
En cuanto a la percepcin sobre la existencia (o no) de barreras para el acceso y la promocin
de mujeres, aparecen varios temas. Sobre todo en los hombres se intenta minimizar el impacto
de dichas barreras contra las mujeres o no se reconocen, con el argumento de que no se mira
si se es hombre o mujer, slo se evalan las capacidades para desempear el puesto (Ent.
13). Aunque, en algunas entrevistas, esas barreras invisibles, como la invisibilidad de la
competencia de las mujeres, se llegan a explicitar.
Tanto hombres como mujeres perciben que la organizacin y la gestin del tiempo es un
elemento esencial en la vida de las personas y est sujeto a variables como la edad, el gnero,
el nivel cultural, el lugar de residencia, etc. (Torns, 2001). Pero su uso puede ser
completamente diferente. Intensivo o extensivo. Las mujeres, normalmente responsables del
cuidado de la familia, prefieren concentrar su trabajo y no participan tanto de las llamadas
comidas de negocios donde se trabaja en un ambiente diferente al estrictamente laboral
(Nez y Loscertales, 2004), mezclando trabajo y ocio, que es frecuente en los directivos.
Esto se confirma en las entrevistas. Las dificultades de conciliacin tienen su efecto en la
promocin. Se reconoce que van cambiando las formas de organizacin del trabajo debido a
las TICs, y la cultura de los hombres ms jvenes que van entendiendo sus responsabilidades
familiares, pero ello hace que se mezclen las distintas actividades cuando se ejercen desde
casa y al final todo sigue igual en cuanto al tiempo de trabajo. Deca un directivo: Mi jornada
laboral son 12 horas, o ms. Primero trabajo y luego teletrabajo, despus de baar a tres nios
(Ent. 18).
Durante aos se defendi el trabajo a media jornada como un logro para las mujeres, pero es
absolutamente tramposa para ellas porque perpeta las diferentes responsabilidades familiares
(Llombart, 2006) y la diferencia de oportunidades de promocin que se recoge en la respuesta
a la pregunta 47, sobre si la reduccin de la jornada laboral influye en las oportunidades de
promocin. Por eso hemos visto que las directivas de la muestra son ms jvenes y tienen
menos hijos que los directivos. Demandar jornadas parciales menos arbitrarias y mejor
negociadas resulta una buena salida para cualquier persona que trabaje, independientemente
de su gnero. Y flexibilizar las jornadas laborales junto con el reconocimiento de la jornada de
trabajo en casa, ya que las TICs se han convertido en herramienta bsica de trabajo, que usan
para la gestin de personal, del conocimiento y de la actividad en la empresa, para la
publicidad, las compras y el contacto con los proveedores, para las ventas y el contacto con el
cliente habitual (Ents. 07 y 04), y eso a todos los niveles de implantacin de la empresa,
nacional e internacional.
Igualmente detectamos que existe una preocupacin especial de las mujeres por la formacin.
Entienden que deben estar mucho mejor preparadas que los hombres para poder competir con
ellos. Se puede matizar que son las mujeres que han llegado ms alto (Directora General,
Vicepresidenta del Consejo de Administracin, Consejera Delegada) las que subrayan la
importancia de la formacin para llegar a promocionar, pertenezcan a la industria, al sector
servicios o a las TICs, a una grande o a una mediana empresa. Y se les exige ms en
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6. Conclusiones
En primer lugar, en relacin con la metodologa, como meta-anlisis, podemos sealar la
importancia de haber complementado los estudios: cuantitativo y cualitativo, porque cuando se
ofrece la posibilidad de hablar en alto y reflexionar escuchando y escuchndose (es decir, a
travs de la entrevista), emergen expresiones no tan polticamente correctas; aparecen ideas
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y sentimientos, que tambin permiten tomar el pulso a la empresa. Y estudiar lo sutil del
discurso permite comprender, por ejemplo, que se intenta minimizar el impacto de las barreras
invisibles contra las mujeres
Hemos visto que se va operando el cambio hacia la igualdad de oportunidades de hombres y
mujeres en el mundo laboral y la toma de decisiones laborales y econmicas que tienen su
impacto en la sociedad. Hay mujeres directivas en todos los sectores y tipos de actividad
empresarial. An el porcentaje es nfimo.
Se va operando un cambio cultural en la mediana y gran empresa andaluzas hacia la
consideracin del criterio de diversidad a la hora de anunciar vacantes en puestos de trabajo,
quiz por influencia de las exigencias de la RSC, que va creando opinin, pero las empresas
reconocen que an no hacen un seguimiento sobre si la mujer est adecuadamente
representada en todas las reas y niveles de la propia organizacin.
Las mujeres directivas han llegado a serlo, en mayor grado, por promocin interna. Y en ello
influyen varios factores personales: Su formacin universitaria y su participacin en diversas
actividades de formacin continua. Se reconoce que la formacin es un instrumento de
igualdad. Su motivacin, su capacidad de trabajo; sus competencias personales. Pero tambin
influyen otros factores: surgen de la plantilla de mujeres, por eso estn en los departamentos
donde hay ms trabajadoras. Y en empresas donde ya hay mujeres en la alta direccin. Influye
tambin el apoyo de hombres directivos, porque les proporciona seguridad. Y ellas lo
reconocen
6.1 En relacin con el liderazgo de las mujeres y la ciudadana corporativa.
El estudio nos ha permitido conocer las caractersticas de las directivas andaluzas: estn bien
formadas, son valientes, estn motivadas, tienen una adecuada autoestima, ilusin, capacidad
de decisin, e innovacin en su sector productivo; cuentan con gran fortaleza psicolgica, que
califican como energa y entusiasmo, tienen ambicin. Y todo ello les permite mantenerse en su
puesto sin derrumbarse, evitando que el techo de cemento se le caiga encima y que no las
paralice un suelo pegajoso. Adems, hay que sealar su capacidad de comunicacin y de
trabajar en equipo.
6.2 Qu aportan las mujeres directivas a la ciudadana empresarial?
Un impulso hacia la justicia y la equidad. A medida que ms mujeres estn en puestos de
decisin y dentro de los crculos de decisin sobre quin promociona, otras mujeres estn
siendo consideradas para los ascensos. Hemos visto relacin entre mujeres directivas y
estrategias de R.S.C. en la empresa, en la que hay que poner trabajo y corazn: Formacin de
trabajadores y oportunidades de formacin a jvenes; formacin para la integracin de
inmigrantes; planes de igualdad de oportunidades, integracin de capacidades para una mejor
direccin de empresa: liderazgo mixto; cuidado del clima de relaciones en la empresa, donde
priman el respeto y la participacin de lo/as trabajadores, ya que el buen trabajo es tico
segn Gardner (2005).
Hemos visto la necesidad de reconceptualizar el uso del tiempo de hombres y mujeres y la
conciliacin: no es slo cuestin de compartir y distribuir responsabilidades entre el hombre y la
mujer, en casa, sino tambin de buscar el bienestar emocional de la familia. Y ello exige
dedicacin. En este sentido, hemos visto que las TICs flexibilizan el tiempo y el espacio de
trabajo. Aunque a veces sobrecargan el tiempo dedicado al mundo laboral en casa. La
empresa no puede absorber todo el tiempo de las personas, como si slo fueran trabajadores,
porque peligra la familia y tambin la sociedad y las propias personas.
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7. Referencias bibliogrficas
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Resumen: El presente estudio se integra dentro del Proyecto de Investigacin DER 2012-36755
Mercado de trabajo, transiciones laborales y edad: jvenes y mayores de 55 aos, financiado por la
Secretara de Estado de Investigacin, Desarrollo e Innovacin. Se ha partido de la batera de medidas
que el Gobierno de Espaa aprob en marzo de 2013 denominada Estrategia de Emprendimiento y
Empleo Joven 2013-2016 que se enmarca dentro del Plan Nacional de Reformas presentado por el
Gobierno en respuesta a las recomendaciones, que en materia de empleo joven, le transmiti la Unin
Europea. Entre las 100 propuestas, se han identificado un total de 30, relacionadas directamente con la
Formacin Profesional y su formacin para la integracin de jvenes al mercado laboral. Concretamente,
en este trabajo, se presenta un anlisis de la normativa estatal, andaluza y observatorio ARGOS sobre la
medida m3, que proyecta la permanencia del alumnado en el sistema educativo, as como garantizar el
acceso al mercado laboral en condiciones de igualdad. Pretendiendo conocer, asimismo, la formacin e
insercin en el mundo laboral en la comunidad autnoma andaluza de la variable gnero, ya que se ha
tenido como objeto de estudio, la situacin de la mujer en la Formacin Profesional y en el mercado
laboral. La principal conclusin es que la FP se ha hecho mucho ms igualitaria, pues se ha igualado
considerablemente la proporcin de hombres y mujeres que la cursan, aunque persiste una gran
segregacin por ramas profesionales y gnero
Abstract: The present study is integrated within the project of research DER 2012-36755 "labour market,
career transitions and age: young people and over 55 years of age", financed by the Secretariat of State
for Research, Development and Innovation. Therein, it is left from the set of measures that the
Government of Spain approved in March 2013 called 'Strategy 2013-2016 youth employment and
entrepreneurship' which is part of the national reform plan presented by the Government in response to
the European Union recommendations in the field of youth employment. Among the 100 proposals have
been identified for our study a total of 30 irectly related to vocational training for the integration of young
people into the labour market. Specifically, in this paper, an analysis of state regulation, Andalusian and
ARGOS observatory on the m3 measure, which projects the permanence of students in the education
system and ensure access to the labor market on equal terms is presented. Pretending to know also,
training and integration into the labor market in the Andalusian autonomous community from the gender
point of view, as the situation of women in vocational training and the labor market has been taken as a
case study. The main conclusion that vocational training has become much more egalitarian, as it has
significantly matched the proportion of men and women who enrolled, but still a great professional
branches segregation and gender
Palabras clave: Igualdad de oportunidades; Gnero; Formacin profesional; Sistema educativo; Mercado
laboral
Keywords: Equal opportunities; Gender; Vocational training; Educational system; Labor market
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1. Introduccin
Este estudio se integra dentro del Proyecto de Investigacin DER 2012-36755 Mercado de
trabajo, transiciones laborales y edad: jvenes y mayores de 55 aos que, financiado por la
Secretara de Estado de Investigacin, Desarrollo e Innovacin, dependiente del Ministerio de
Economa y Competencia, forma parte de los proyectos concedidos en la convocatoria del ao
2012 del subprograma de Proyectos de Investigacin Fundamental no Orientada/LIA de
Proyectos I+D+i.
Se ha analizado la situacin de los estudios de Formacin Profesional en Espaa y su relacin
con los procesos de integracin de los jvenes en el mercado laboral actual, sujeto a los
condicionantes econmicos y polticos en los que nos sita la crisis econmica global que
vivimos (http://grupo.us.es/sej322/).
La EEEJ13/16 es una iniciativa del Ministerio de Empleo y Seguridad Social que contiene un
total de 100 medidas divididas en funcin del periodo de tiempo previsto para su implantacin,
por lo que destacan las primeras 15 que se denominan de choque por su carcter inmediato;
mientras las restantes 85 medidas se consideran a medio-largo plazo. De entre todas ellas, se
han identificado un total de 30 medidas relacionadas la Formacin Profesional y su formacin
para la integracin de jvenes al mercado laboral, presentndose de forma concreta en este
estudio el anlisis de la medida 3 concerniente a la regulacin realizada por la administracin
estatal y andaluza para favorecer la permanencia del alumnado en el sistema educativo y
garantizar el acceso al mercado laboral en condiciones de igualdad.
2. Marco terico
En los ltimos aos, la poltica social de la Unin Europea como responsable de dar
cumplimiento al objetivo que subyace en la creacin de la propia comunidad, "lograr la
cohesin econmica y social", viene diseando estrategias destinadas a conseguirlo. Las
mismas han ido evolucionando y adaptndose a los cambios contextuales, situndolos hoy en
la transversalidad como principio integrador que culminar con la eliminacin de las polticas
especficas cuando las convicciones sociales y las polticas que de ellas se derivan consideren
las diferencias partiendo de la igualdad de todas las personas. No es suficiente difundir los
principios bsicos de igualdad para hacerla efectiva y convertirla en un hecho de la vida
cotidiana, hay que integrarla en nuestras formas de relacin social, laboral y familiar (Alonso
Rosa, 2011). Por ello, este estudio da a conocer la normativa estatal y andaluza desarrolladas
para favorecer la permanencia del alumnado en el sistema educativo y garantizar el acceso al
mercado laboral en condiciones de igualdad; si se atiende al programa Educacin y Formacin
2010 que inclua entre sus objetivos alcanzar un ndice medio de jvenes en situacin de
abandono escolar prematuro en la UE no superior al 10%. En 2007 este ndice era del 14,8%
para la UE, considerada globalmente, y del 31% para Espaa (Ministerio de Educacin, Poltica
Social y Deporte, 2008) la cual forma parte del grupo de pases con una evolucin negativa
(AAVV, 2006). Se entiende que el retorno a la formacin es un elemento central en la
construccin de las biografas personales de los jvenes que abandonaron la escuela de
manera prematura, adems de ser un requisito para el pleno ejercicio de derechos y deberes
de ciudadana en las sociedades del conocimiento (Adame y Salv, 2010) mxime, si la
formacin es esencial para el acceso al empleo y la funcin principal del empleo es la
integracin social. Como indica Redondo (2001) un eje de trabajo fundamental es la relacin
entre la formacin y la insercin laboral, por ello, actualmente, el empleo sigue constituyendo
un tema central en la construccin de las relaciones sociales y de la disposicin de los estatus,
su papel en el equilibrio de la sociedad es tan importante como sus funciones productivas. El
trabajo est ntimamente unido al sentimiento de utilidad, y este sentimiento de utilidad pasa
por una remuneracin, pero tambin por todas unas contrapartidas sociales (derechos, estatus,
formacin etc.) que definen el empleo (Aznar e Hinojo, 2009) en las sociedades
industrializadas, la integracin social se asocia a una ocupacin laboral y/o al xito o
reconocimiento social, como pieza fundamental en la vida de las personas, el empleo tiene
como funcin principal la integracin social. Pero, estudios como el de Rial, Mario y Rego
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Igualmente ocurre con el artculo 80 sobre los principios sobre los que se sustenta la garanta
de igualdad de oportunidades en educacin, que permanece tal como se recoga en la LOE
(2/2006, de 3 de mayo):
1. Con el fin de hacer efectivo el principio de igualdad en el ejercicio del derecho a la
educacin, las Administraciones pblicas desarrollarn acciones de carcter
compensatorio en relacin con las personas, grupos y mbitos territoriales que se
encuentren en situaciones desfavorables y proveern los recursos econmicos y los
apoyos precisos para ello.
2. Las polticas de educacin compensatoria reforzarn la accin del sistema educativo
de forma que se eviten desigualdades derivadas de factores sociales, econmicos,
culturales, geogrficos, tnicos o de otra ndole.
3. Corresponde al Estado y a las Comunidades Autnomas en sus respectivos mbitos
de competencia fijar sus objetivos prioritarios de educacin compensatoria.
Respecto al artculo 81, sobre la escolarizacin de los ciudadanos espaoles, la LOMCE
(8/2013, de 9 de diciembre) reproduce el texto ntegro de la LOE (2/2006, de 3 de mayo),
donde se establece que:
2. Corresponde a las Administraciones educativas adoptar medidas singulares en
aquellos centros escolares o zonas geogrficas en las cuales resulte necesaria una
intervencin educativa compensatoria.
4. Sin perjuicio de lo dispuesto en el captulo I de este mismo ttulo, las Administraciones
educativas dotarn a los centros pblicos y privados concertados de los recursos
humanos y materiales necesarios para compensar la situacin de los alumnos que
tengan especiales dificultades para alcanzar los objetivos de la educacin obligatoria,
debido a sus condiciones sociales.
Nuevamente, se respeta el texto de la LOE (2/2006, de 3 de mayo) en el artculo 86 que regula
la igualdad en la aplicacin de las normas de admisin. Este artculo se redacta de la siguiente
manera:
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establece las medidas para garantizar la calidad de estas enseanzas y determina las
condiciones del acceso, la evaluacin y la formacin en centros de trabajo, as como los
aspectos especficos de la oferta de estos estudios para personas adultas.
El art. 3, en el punto 2, plantea que la formacin profesional fomentar la igualdad efectiva de
oportunidades entre hombres y mujeres para acceder a una formacin que permita todo tipo de
opciones profesionales y el ejercicio de las mismas. Asimismo, contribuir a eliminar prejuicios
y prcticas basadas en la desigualdad y en la atribucin de estereotipos sexistas y el rechazo a
todo tipo de violencia, especficamente la ejercida contra las mujeres.
En el artculo 9, se contempla la reserva de plazas para personas con discapacidad.
Especificando que se reservar como mnimo un 5% del total de puestos escolares de las
enseanzas de formacin profesional inicial para el alumnado con discapacidad, de acuerdo
con la normativa especfica. Esta reserva de puestos escolares se mantendr hasta el final del
periodo oficial de matriculacin. En ese momento, los puestos escolares reservados no
ocupados se asignarn a los solicitantes que no hubieran obtenido plaza en el proceso
ordinario de admisin.
Y, el artculo 17, seala expresamente las medidas de acceso al currculo para el alumnado
con discapacidad. A fin de promover los principios de igualdad de oportunidades, no
discriminacin y accesibilidad universal de las personas con discapacidad, la Consejera
competente en materia de educacin dispondr recursos humanos y materiales que
promuevan el acceso de estas personas al currculo de las enseanzas de formacin
profesional inicial.
El Decreto 334/2009, de 22 de septiembre, decreta sobre los centros integrados de formacin
profesional y, el artculo 4 dispone entre sus fines en el apartado e) el fomento de la igualdad
real y efectiva entre mujeres y hombres.
En el punto 2, se plantea que adems de las funciones establecidas en el apartado anterior, los
Centros pblicos integrados de formacin profesional y los Centros integrados privados
concertados que cuenten con autorizacin administrativa a tales efectos, podrn desarrollar
entre sus funciones: i) Promover la integracin de la poblacin inmigrante en el sistema
productivo andaluz, a travs de programas de formacin para su insercin profesional en
condiciones de igualdad.
El Decreto 335/2009, de 22 de septiembre, aprueba la Ordenacin de la Formacin Profesional
para el Empleo, con la intencin de regular los Centros integrados de formacin profesional.
Entre sus objetivos, seala facilitar a las personas trabajadoras, ocupadas y desempleadas,
una formacin ajustada a las necesidades del mercado de trabajo, que atienda a los
requerimientos de competitividad de las empresas, a la vez que satisfaga las aspiraciones de
promocin profesional y desarrollo personal de las personas trabajadoras, capacitndolas para
el desempeo cualificado de las diferentes profesiones y para el acceso al empleo, superando
con ello, la tradicional separacin entre la Formacin Profesional Ocupacional por un lado, y la
Formacin Continua por otro, integrando en un nico subsistema toda la Formacin Profesional
que se desarrolla en el mbito de la administracin laboral, que pasa a denominarse Formacin
Profesional para el Empleo.
Entre las novedades que introduce el presente Decreto cabe destacar el tratamiento trasversal
de la igualdad de gnero en materia de formacin, con especial atencin a las medidas de
prevencin y proteccin integral contra la violencia de gnero, potenciando la dimensin
transnacional de la formacin, y todo ello, incorporando la calidad como principio rector del
subsistema.
Del mismo modo, en el captulo I, en las disposiciones generales recoge en el artculo 1 que
entre el objeto y mbito de aplicacin, recogemos: j) La igualdad de oportunidades y la no
discriminacin entre hombres y mujeres, establecindose acciones para facilitar la
incorporacin de la mujer en todos los sectores productivos k) La especial atencin hacia
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aquellos colectivos con mayor dificultad para el acceso al mercado laboral, en particular a
jvenes, personas con discapacidad, afectados y vctimas del terrorismo y de la violencia de
gnero, desempleados de larga duracin, mayores de 45 aos y personas con riesgo de
exclusin social.
As como en el artculo 6, establece que entre las personas destinatarias y colectivos
prioritarios se debe contemplar: b) Los colectivos con una especial dificultad en el acceso al
empleo, tales como las personas con discapacidad, las afectadas y vctimas del terrorismo, de
la violencia de gnero, personas desempleadas de larga duracin, las mayores de 45 aos y
las personas en riesgo de exclusin social. Se adoptarn las medidas que faciliten su inclusin
social as como su participacin en las distintas modalidades de Formacin Profesional para el
Empleo en igualdad de condiciones e integrados en la oferta general de formacin. Asimismo,
podrn disearse programas especficos para estos colectivos, c) Las personas inmigrantes,
que cuenten con la debida autorizacin de trabajo y hayan obtenido la pertinente autorizacin
administrativa para residir en Espaa, para las cuales podrn disearse programas especficos
de Formacin Profesional para el Empleo que incluyan, en caso necesario, mdulos de espaol
para extranjeros. Para finalizar, el presente decreto recoge en el punto 4- que ser prioritaria la
participacin de las mujeres en las acciones de Formacin Profesional para el Empleo. Se
impulsar el diseo de actuaciones especficas para mujeres, como medida de accin positiva,
para corregir los desequilibrios que se produzcan en el mercado de trabajo.
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263
Hombre
Mujer
Total
% Hombre
% Mujer
% Total
7,15%
0,66%
16,46%
0,21%
23,61%
0,86%
1,61%
1,61%
0,45%
0,61%
2,36%
0,53%
1,16%
0,46%
1,02%
0,11%
2,14%
2,77%
0,91%
1,62%
2,47%
2,46%
1,60%
1,98%
1,75%
7,59%
0,27%
0,31%
0,14%
2,59%
6,22%
2,73%
1,91%
2,12%
4,33%
13,81%
1,12%
0,04%
1,16%
0,20%
0,89%
0,36%
0,07%
2,01%
0,48%
0,39%
0,01%
2,21%
1,37%
0,75%
0,08%
0,17%
0,02%
2,89%
1,30%
0,04%
0,02%
4,99%
0,25%
0,22%
0,04%
7,88%
1,55%
4,94%
13,09%
18,03%
0,01%
6,48%
0,05%
0,88%
0,06%
7,36%
48,27%
51,73%
100%
Fuente: ARGOS
Tabla n 2:
Porcentaje de insercin del alumnado evaluado positivamente en cursos de FPE finalizados en
2011 por sexo y grupo de edad. Fuente: ARGOS.
Hombre
Mujer
Total
%
Alumnado
%
Alumnado
%
Grupo de Alumnado
insertado Alumnado insercin insertado Alumnado insercin insertado Alumnado Insercin
edad
Menor de
30 aos
De 30 a
44 aos
45 o ms
aos
Total
5.947
15.448
38,50%
6.881
17.268
39,85%
12.828
32.716
39,21%
7.058
16.221
43,51%
6.970
16.831
41,41%
14.028
33.052
42,44%
1.878
14.883
6.015
37.684
31,22%
39,49%
1.943
15.794
6.289
40.388
30,90%
39,11%
3.821
30.677
12.304
78.072
31,05%
39,29%
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Estas cifras sitan el porcentaje o tasa de insercin del alumnado de FPE en un 39,29%, por
sexo, el porcentaje de insercin es similar para los hombres (39,49%) que para las mujeres
(39,11%) (Vase tabla n3) y, si se analiza conjuntamente las variables grupo de edad y sexo,
el porcentaje de insercin es superior para los hombres y mujeres entre 30 y 44 aos, 43,51%
y 41,41% respectivamente.
Si atendemos al porcentaje de insercin del alumnado por familia profesional y sexo, destacan
las familias de Administracin y Gestin, Artes y Artesanas, Seguridad y Medioambiente,
Electricidad y Electrnica, Sanidad e Imagen Personal con mejores resultados de insercin
para mujeres que para hombres. Haciendo esta distincin por gnero, es significativo adems
que familias como Electricidad y Electrnica, Energa y Agua y Seguridad y Medioambiente,
muy masculinizadas por tener una baja participacin femenina (inferior al 20,00%) presentan
mejores resultados de insercin entre las mujeres. Haciendo esta distincin por gnero, las
familias Agraria, Hostelera y Turismo, Industria Alimentaria, Qumica, Martimo Pesquera y
Transporte y Mantenimiento de vehculos estn muy masculinizadas (vase tabla n3, ARGOS,
2011).
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Tabla n 3:
Porcentaje de insercin del alumnado evaluado positivamente en cursos de FPE finalizados en
2011 por familia profesional y sexo.
ADG
AFD
AGA
ARG
ART
COM
ELE
ENA
EOC
FME
HOT
IFC
ADMINISTRACION Y GESTION
ACTIVIDADES FISICAS Y DEPORTIVAS
AGRARIA
ARTES GRAFICAS
ARTES Y ARTESANIAS
COMERCIO Y MARKETING
ELECTRICIDAD Y ELECTRONICA
ENERGIA Y AGUA
EDIFICACION Y OBRA CIVIL
FABRICACION MECANICA
HOSTELERIA Y TURISMO
INFORMATICA Y COMUNICACIONES
34,32%
48,93%
41,15%
33,78%
16,67%
34,67%
37,48%
40,59%
36,24%
47,67%
45,63%
32,10%
36,11%
49,07%
30,92%
35,11%
24,79%
38,16%
43,02%
42,03%
30,61%
45,28%
41,17%
31,47%
Total tasa
insercin
35,57%
48,96%
38,61%
34,34%
20,82%
36,86%
37,73%
40,73%
35,32%
47,52%
42,97%
31,82%
IMA
IMP
IMS
INSTALACION Y MANTENIMIENTO
IMAGEN PERSONAL
IMAGEN Y SONIDO
35,50%
24,36%
38,90%
33,33%
28,80%
39,36%
35,42%
28,40%
39,07%
43,06%
26,42%
40,73%
10,00%
41,85%
23,81%
MAP
QUI
SAN
SEA
SSC
41,91%
70,59%
42,62%
44,79%
46,36%
38,24%
40,00%
43,70%
52,04%
46,94%
41,18%
56,25%
43,30%
45,96%
46,78%
28,57%
46,22%
30,95%
37,83%
30,61%
45,22%
Familia
MARITIMO PESQUERA
QUIMICA
SANIDAD
SEGURIDAD Y MEDIOAMBIENTE
SERVICIOS SOCIOCULTURALES Y A LA
COMUNIDAD
TCP TEXTIL, CONFECCION Y PIEL
TMV TRANSPORTE Y MANTENIMIENTO DE
VEHICULOS
TOTAL GENERAL
Fuente: ARGOS.
Hombre
39,49%
Mujer
39,11%
39,29%
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Con los datos obtenidos a travs de ARGOS (2011), se ha constatado que en la actualidad las
familias profesionales ms elegidas por las mujeres siguen siendo mayoritariamente
Administracin y Gestin, Hostelera y Turismo, Imagen Personal, Sanidad y Servicios
Socioculturales y a la Comunidad y, que en cambio, las ms elegidas por los hombres son
Agraria, Electricidad y Electrnica, Energa y Agua, Edificacin, Fabricacin mecnica y
Transporte y mantenimiento de vehculos.
La experiencia y estudios demuestran que aunque las medidas normativas propuestas por el
estado y la comunidad autnoma andaluza han iniciado el camino para favorecer la
permanencia en el sistema educativo y garantizar el acceso al mercado laboral en condiciones
de igualdad, queda mucho por recorrer para lograr que dicha propuesta sea real (OrdezSierra y Gmez-Torres, 2013), sin dejar de tener presente que mercado de trabajo, gnero y
formacin profesional constituyen un trinomio indisoluble en el que los cambios en uno inciden
en los otros y en el que los avances en la construccin del conocimiento en cada campo
interpela a los otros en un recproco enriquecimiento (Silveira, 2011).
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challenges. Under classed citizens are out of city life. They can perhaps find new spaces in the
outskirts of cities, but these spaces (in the margins of everywhere) are open to exclusion. Under
these premises, and when confronting development, women, and especially under classed
women, face all type of difficulties to be integrated into left out scenarios, for example, city areas
or rural spaces. And this is so in spite of many educational interventions backed by progressive
national governments and supported by international organizations such as UNESCO and the
United Nations.
It is commonly assumed that rural settings are less developed than urban settlements for many
different reasons, and it is also assumed that rural communities are less cultured, less involved
in technological advances, and more concerned in maintaining ancient cultural patterns of life
which are not open to progressive changes. If we look at it from the point of view of the
established male - female order, patriarchy and sexism quote ruralities (Balfour, 2012). In rural
communities, women have less labor opportunities, and women have to fight more for their
rights. In a global networked world we are confronted by new times. There is a broad range of
citizens emigrating from cities to rural settlements looking for a better quality of life and
abandoning the stressful competitive world. It is a different context in which historical
peculiarities at this time, in both rural and urban settings, possibly reproduce new synergies for
change. And if little advance can be appreciated, it is probably due to the global social and
economic crisis. Today there is an open space for the movement of slow, returning to ecology,
to nature, to organic food and to care for the environment, but the global crisis runs parallel.
At this point we have to agree with Bryant and Pini (2011) when they sustain that the
interrelationship between gender and class in rural spaces has received little attention. Bryant
and Pini (2011) show how values are gendered and classed. Class is emotionally inscribed in
gendered features, both economically and morally, and is also represented through symbolic
signifiers and cultural narratives. Research by Balfour, Mitchell, Moletsane (2008),
demonstrates that the generative and transformative nature of rurality serves both to inform and
to delimit the effectiveness of intervention programs designed for education, health care, job
creation and poverty alleviation. Balfour et al. (2008) stated that a theory of rurality is to care for
contemporary theories of globalization and society. As such, they advocate for a co-generative
theory of rurality in dynamic interaction of different variables in which the transitions and social
integration of young people: boys and girls, youngsters, men and women, are shaped by the
localities, the spaces they are brought in and through, the ways in which they pass on their way
to adulthood.
It is in this scenario and immersed in the situation of crisis we live, that we have probably the
key for a change of mind and understanding about gender equality for humans living in rural
and urban areas. At this point, the possibilities to outline geographical research and education
can have a restructuring effect. A decentered outward-looking literature can help to understand
what can be achieved when researching on children, youth and families, considered as subjects
rather than the objects of education. This demands attention to their current and future lifeworlds in both inward and outward looking geographies of education open to mobility and to
cultural change. It is in the process of construction of human identities as citizens of the world
that the construction of open gender identities can be performed and negotiated.
Change starts opening education not to ignore the voices of some, such as the silenced, as it
has been done in modern times (Hamilton & Zufiaurre, 2014). There is an ecology of human
development (Bronfenbrenner, 1987) in which successful and effective implementation of
educational innovation depends on the adequate understanding of the educational work to be
done, implementing it in the organizations, and providing the necessary material and human
resources for innovation. Inclusive education fails if it is not accepted by the teachers and if it
does not reculture the schools and the atmosphere in the classrooms (Hargreaves, 1997).
Change must start whithin schools and the teachers, but the whole society must be prepared to
accept and promote cultural change in order to build links with the future. Shaping global
identities is the challenge, and the interdisciplinary engagement of rural geographers, physical
and natural scientists with teachers and society is a condition move forward.
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4. How rural women participate in community life: two case studies in Peru and Bolivia
It is with the aim of analyzing how rural women feel about sharing life in times of globalization
that we developed two parallel research projects on rural education, women participation at
school and their aspirations for the future. For our research we followed the method of
participatory observation.Our investigation was underpinned on Epstein`s (2003) cognitive
experiential theory and based on the anthropological theory from the point of view of its
historical particularism (Del Cairo & Jaraillo, 2008). These models of interpretation of reality
have allowed a more complete understanding of the perceptions of the participants in the focus
group organized for the two phases of the investigation. The results are presented in the next
section.
The research was conducted in northern Peru, in the area of Piura, and in El Alto in Bolivia from
2009 till 2012. In the two Andean communities, we dis research with 44 rural women and their
families, 22 in each country. Questions were asked about the way in which these groups and
these women interpreted and assumed the models of participation in the educational arena at
the time of organizing and distributing school duties and school work, when organizing the
school programs, when negotiating the values transferred and the attitudes to confront life for
both: men and women and boys and girls, was important, and under discussion. In these
communities, men were supposed to be responsible for everything, women had nothing to say,
boys had options to being schooled and girls not. The challenge was to reach a consensus
about how to organize a regulated system of schooling for boys and girls, a system in which,
once being able to transcend the inconveniences of the scarcity of resources and material
shortage in the communes, the gender regime and the community aspects related to school life
could be openly negotiated inside the communities.
Women, for various reasons, have traditionally been considered more suitable to be responsible
for the children and to take responsibility for caring and educating. Women`s ability to conceive,
bear and nurse children and provide mothering, has linked women inexorably to children. The
possession of mothering skills is not acknowledged as a qualification in the labor market. These
are skills acquired in the home, that is, in the undervalued female sphere, and motherhood
requires no special training. The true reasons, however, are deeply rooted, as Alvesson and
Due Billing (1997) argue. Men and women take on different roles in life. The socialization
processes, to which they have each been subjected, have some effects which emerge in the
behavior and job preferences that they display later in life. In the labor market, the assignement
of tasks in patriarchal societies depends on a differentiation between masculine and feminine
qualities, which in addition, are considered to be mutually exclusive.
Thus women, the female element, are from the very start relegated to a second place. The
predominance of masculinity over femininity is a constant cross-cultural factor. The
characteristics considered to be masculine (for example, self-confidence, independence,
reasoning, authority, objectivity) have a greater value, whilst the qualities considered feminine
are of inferior value. Men are placed, a priori, in a privileged position which allows them to
remain superior and in control of women. To perpetuate the patriarchy is an aim, and gender is
a basic principle of social organization. However, if boys and girls are offered both female and
male role models, if boys and girls receive both sets of values as a part of a natural, balanced
process, will it be the same?
When organizing this investigation, several issues were already clear at the starting point for our
research. In the Aymara and the Inca communities in Peru and Bolivia, men and women relate
to earth and life. In the public arena, however, clear sexist assumptions coexist. The social
participation of women and men in schools is unequal, and the substratum of maleness
interferes with social participation. The living space assigned to the women is private. Their
house and home life ensure micro productive works, such as, to feed the family and be the
support of men. The existing assumption in these communities is that girls do not need to go to
school and that it is enough for girls to learn craftsmanship and agricultural work including land,
harvest, rear animals Girls should be taught to become faithful and efficient wives and good
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mothers. Thus they will fit into the traditions and values of their communities (Trauger, et al.,
2008). From a different perspective, it was also clear for us from the start the research project
that in a globally interconnected world as well as in rural spaces and in communities, that both
men and women, are to participate in the economic organization, and that school is the route to
move into the world of technology.
During our (joint) research in ruralities in Peru and Bolivia, we shared with Inca and Aymara
women how to conquer a community space for boys and girls to participate in. We discussed
with both the men and the women how to share the social organization of formal education
including aspects such as programs and school values, curriculum contents and curricular
approaches.
Indicator: How does Education contribute to develop a sense and a meaning about life
for both men and women.
Perceptions of participants. School instills a set of values which introduce a hierarchy
about how to progress and how to promote a better life. The community is in charge of
the educational efforts to help sons and daughters, boys and girls, to comprehend
who they are and how they can learn to integrate and relate with nature.
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Perceptions of participants. Men are born to be happy sharing and loving Nature & the
Environment. Men are born in harmony with the world and the earth, in harmony with
all humans. It is important to teach the youth to love life and to love humans. It is also
important to know about what Nature delivers and what exists in the world. Men have
to listen to women. Women are humans and at the same time are companions.
School organizes itself according to laws and rights which do not fit in with the natural
order of life. When preparing children, differences caused by school are to be avoided.
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The perception of school as a space in which father and mother, and the community
as a whole, participated dynamically and had different duties;
The perception of the school programs in its relation with nature, the earth, and the
requirements of the community;
The perception of the educational actions and their relationship with different aspects
of daily life, the organization of school routines, timetables, that is, the practical school
features.
In our survey, men and women shared a perception that the world and the life vision was to be
related to cultural references tied to nature and the earth, that is, tied to specific contexts of
development. This perception historically produced differences in their communities. However,
at this time in history, changes are needed in order to decide about the roles of men and
women, at home and work, how to combine private and public spaces in their personal lives,
how to distribute responsibilities and to care about behavior of children. In rural Andean
communities, school and school programs are regarded as alien to their cultures and to the
relations they establish with nature and earth and, as transferred for generations, men, not
women, have overall responsibilities. Their languages: Tallan the aboriginal language for
antique northern Peruvians, and Aymara, the aboriginal language for Bolivians are not
included in the school curriculum. Tallan and Aymara cultural values and perceptions are not
included either. Instead, modern colonial realities are offered.
The second phase, more in-depth discussions were conducted on topics such as the patterns of
participation of men and women, negotiations to change school programs, defining school
organization, curriculum contents, and the values involved.
In figure 1, we present the impact analyzed of the educational strategies.
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Educational
strategies
1.- Criteria used to
introduce school
programs for both,
boys and girls.
Impact to be analyzed
-
2.- To get to
consensus about
how to open school
programs for
participation.
Figure 1. Phase II: Can we match educational participation, educational activities and
Community requirements? Is change possible?
6. Concluding comments
The results of the investigation show clearly that changes in the models of participation of men
and women in schools at educational public spaces in rural Andean territories develop positively
when school is organized as a natural space, and education becomes part of their daily lives.
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To care about contextual factors is important for positive growing. Community attitudes and
actions are also important. In our survey, change is related to open spaces for joint reflection
and when leaving options opened for men and women to cohabitate, share and participate in
connection with nature and earth. A sense of belonging, and a space opened to develop diverse
identities, introduces the right conditions for the development of rural Andean women.
For Andean women, the practical conditions of teaching and learning are understood and
interpreted as a safeguard of collective values in which to protect community building and
community participation. And this is especially important in a rural space where gender roles are
interfered with social and cultural reproductive practices. In Andean rural settings to change
discriminatory educational practices is a challenge
School is a communal space where children and families meet, and where festivals and
different happenings can be celebrated. This means that curriculum content is to be scrutinized
for its cultural vision, for the values transferred, and for its suitability to enhance the demands of
the diverse communities. Curriculum contents should not only be considered for its scientific
significance and to bring about modernization and progress.
All men and women, boys and girls, in the communities, have the right to be educated.
Education enables boys and girls to achieve the full development of their abilities. In the
education provided at school, there are however certain contexts and situations which could
cause problems, and there also are institutional constraints and pressures. Each child, be a boy
or a girl, comes into the school with an own and unique unrepeatable history and background
which influences his or her development. It is through interaction, exchange and understanding
that the possibility for boys and girls or for men and women to communicate as equals arises.
Children`s home circumstances, life styles, their physical, nutritional and hygienic needs, their
emotions, deprivations, beliefs, fears and sorrows, can all be recognized and addressed in a
positive school environment. In this way, boys` and girls` individual and social needs can be
addressed. The mutual understanding and recognition of the specific nature of each individual,
opens a wide range of avenues and possibilities for intervention. This intervention could
positively attend to the needs of the children, their families, and the community, as a whole.
In a time and in the context of post-modern contradictions, unemployment, the lowering of
salaries and when the sense and the meaning of the public function of schooling is reduced, this
type of research attempts to highlight and integrate issues surrounding gender, class, race,
religion, identities, and living conditions. In times like this, when welfare and social services are
challenged, we have to look ahead to find out how children develop early in their lives. This is
the way to prepare boys and girls for equality and at the same time the way to develop human
rights and democratic citizenship values.
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6- For the work writings, the authors will follow the American Psychological
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7- The authors must read, carry out, and accept the established
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