Un León en La Cocina. Microrrelatos de Julia Otxoa
Un León en La Cocina. Microrrelatos de Julia Otxoa
Un León en La Cocina. Microrrelatos de Julia Otxoa
NARRATIVAS DE LA POSMODERNIDAD
DEL CUENTO AL MICRORRELATO
UN LEN EN LA COCINA.
LOS MICRORRELATOS DE JULIA OTXOA
Ana Sofa Prez-Bustamante Mourier
Universidad de Cdiz
Es Julia Otxoa (San Sebastin, 1953-) una creadora multidisciplinar que desde la
poesa ha ido colonizando otros gneros como el relato breve y la poesa visual. Hasta la
fecha ha reunido sus cuentos en cuatro libros: Kskili-Kskala (1994), Un len en la
cocina (1999), Variaciones sobre un cuadro de Paul Klee (2002) y Un extrao envo
(2004)1.A ellos hay que aadir la plaquette La sombra del espantapjaros (2004) y la
antologa bilinge, castellano italiana, Maiali e fiore - Cerdos y flores (2006)2, si bien
no las contamos aqu porque se nutren de relatos previos. Con estos textos, en conjunto
unos ciento treinta3, la autora ha llamado la atencin de los antlogos y crticos ms
solventes4, es una habitual en las mesas redondas sobre el gnero y su obra ha sido
traducida al italiano, al hngaro, al vasco y al rabe.
En un congreso dedicado al microrrelato conviene precisar las coordenadas de
un escritor. En el caso de Otxoa es fcil porque ella misma las establece con claridad:
para la autora vasca la cuestin de los gneros no es prioritaria, sino algo subordinado a
la creatividad5. Aunque heredera del compromiso existencialista, ella es una creadora de
Julia Otxoa, Kskili-Kskala, prlogo de Javier Torneo, Madrid, VOSA, 1994; Un len en la cocina,
Prames, Zaragoza, 1999; Variaciones sobre un cuadro de Paul Klee, Hondarribia (Guipzcoa), Hiru,
2002; Un extrao envo, Prlogo de Jos Mara Merino, Palencia, Menoscuarto, 2006. Citamos en lo que
sigue por estas ediciones.
2
Julia Otxoa, El espantapjaros, Cuenca, El Toro de Barro, 2004; Maiali e riori - Cerdos y flores,
traduccin al italiano por Sara Zhangui, Roma, Empiria, 2006.
3
Kskili-Kskala tiene 39 textos; Un len en la cocina, 50, de los cuales 10 vienen del libro anterior;
Variaciones sobre un cuadro de Paul Klee consta de 28 relatos; y Un extrao envo tiene 55, de los cuales
22 son nuevos y los 23 restantes proceden de los tres anteriores o de Gunten Caf (2004), un poemario.
4
Los microrrelatos de Otxoa han merecido la atencin de Lauro Zavala, Irene Andrs-Surez, Femando
Valls y Dolores M. Koch, entre otros. En cuanto a antologas, tenemos las de Jos Daz (ed.), Ojos de
aguja (Antologa de Microficcio- nes), Barcelona, Crculo de Lectores, 2000; Galera de Hiperbreves.
Antologa de microficciones, Barcelona, Tusquets, 2002; Clara Obligado (ed.), Sea breve, por favor
(Antologa de microficciones), Madrid, Pginas de Espuma, 2002; Ral Brasca (ed.), Dos veces bueno, 3
(Cuentos breves de Amrica y Espaa), Buenos Aires, Desde la Gente, 2002; Traversie. Antologa de
relatos, Italia, Avagliano Editores, 2003; Ral Brasca y Luis Chitarroni (eds.), Textculos bestiales.
Cuentos breves de animales reales o imaginarios, Buenos Aires, Desde la Gente, 2004; Fbula rasa,
Madrid, Alfaguara, 2005; Juan Armando Epple (ed.), MicroQuijotes, Barcelona, Thule, 2005; Juan
Armando Epple (ed.), De mil amores, Barcelona, Thule, 2005; Fernando Valls & Neus Rotger (eds.),
Ciempis. Los microrrelatos de Quimera", Barcelona, Montesinos, 2005; David Lagmanovich (ed.), La
otra mirada. Antologa de microficciones hispanas, Palencia, Menos Cuarto, 2005; Aloe Azid (ed.), Mil y
un cuentos de una lnea, Barcelona, Thule, 2007; Dos veces cuento (3a ed.), Navarra, EIUNSA, 2007;
Ral Brasca & Luis Chitarroni (eds.), La flor del da, Buenos Aires, Desde la Gente, 2007.
5
Otros textos autodilucidatorios de la autora son Algunas notas sobre mis textos breves (Quimera, 222,
noviembre de 2002, pg. 40); o la entrevista efecta da por Lauro Zavala: Julia Otxoa: Huyo de toda
literatura retrica, Deia (Bilbao), 2002.
Este texto no es relato porque aunque tiene personajes, accin, espacio y tiempo,
no ofrece algo que le sucede a alguien de manera particularizada (la accin aqu es de
frecuencia iterativa)9. A la inversa, en Gunten Caf hay microrrelatos que no han salido
(an) de su poemario de origen:
Barcelona otoo del 2003, un hombre se confiesa en voz baja ante un portero
automtico. Pasados unos minutos termina la conversacin y se aleja llorando. Tal vez
no ha conseguido la absolucin o quizs s y esas lgrimas sean la penitencia y sus das
se inunden y su futuro sea ya para siempre el de los nufragos.
Irene Andrs-Surez, Del microrrelato surrealista al transgenrico (Antonio Fernndez Molina y Julia
Otxoa), III Congreso Internacional de Minificcin, Universidad de Playa Ancha (Valparaso), 24-26
agosto de 2004. Poseo el texto en copia facilitada por Julia Otxoa.
7
Julia Otxoa, Todo empez en un viejo armario, prlogo a Un extrao envo, op. cit., pg. 11.
8
Julia Otxoa, Gunten Caf, ed. bilinge con traduccin al euskera por Felipe Juaristi, Mlaga, Diputacin
Provincial, Col. Puerta del Mar, 80, 2004.
9
Vid. nuestro artculo Microrrelatos (Grandes placeres de la pequea literatura), Salina. Revista de
Lletres (Tarragona, Universitt Rovira i Virgili), 19, noviembre 2005, pgs. 153-170.
Como se ve, la autora nos prepara para unos textos de planteamiento y desenlace
desconcertante que requiere nuestra participacin, y de este modo procede como otros
innovadores de la narrativa (as Unamuno o Cortzar) que se sintieron impelidos, por
las necesidades internas de la creacin, a perfilar el horizonte de expectativas de sus
lectores. El ltimo microrrelato trata de la muerte sbita y viene a ser una metfora del
final del volumen:
SUCESO
-Mira! Mira, pap!
Gritaba aterrorizado el nio hormiga.
-Se acaba el mundo!
Y efectivamente as era, las botas de aquel desconocido paseante del bosque
pronto se abatieron sobre ellos sin ni siquiera proponrselo.
11
Irene Andrs-Surez, Tendencias del microrrelato espaol, en Jos Romera Castillo & Francisco
Gutirrez Carbajo (eds.), El cuento en la dcada de los noventa, Madrid, Visor, 2002, pgs. 659-673.
12
Dolores M. Koch, Microrrelatos: doce recursos para hacernos sonrer, El Cuento en Red: Estudios
sobre la ficcin breve, 14, 2006.
interesa, clara y concisa. [...] Me planteo el ejercicio de escribir como una mirada
mltiple [...], la literatura como un arte combinatoria de universos simblicos, abiertos a
mltiples lecturas e interpretaciones. [...] En definitiva, concibo la literatura como
indagacin en el conocimiento, como traduccin simblica a travs de los interrogantes.
En fin, con todas estas claves est claro que para Otxoa el microrrelato es la
esttica que conviene a la cultura en crisis de la modernidad, pero no es una esttica
de lo banal, sino todo lo contrario. Como observaba Thomas Pavel, y resume Domingo
Rodenas, es en las etapas en que se rompe la estabilidad social, en las pocas de
conflicto y cambio de valores, cuando la ficcin literaria tiende a maximizar la
indeterminacin de sus mundos imaginarios, de modo que el apogeo del microrrelato
sera, pues, reflejo de los sentimientos de inconsistencia, fugacidad e intrascendencia
inherentes a lo que se ha llamado episteme posmoderna13.
Pasando de las estructuras a los textos, a la hora de analizar estos relatos he
intentado aplicar la clasificacin de David Lagmanovich pero ha sido en vano, porque
las categoras que l seala no son operativas en el universo de Otxoa. Lagmanovich
distingue cinco tipos de minificciones, aunque admite solapamientos entre las categoras: 1) las que se basan en la reescritura o parodia de textos o mitos clsicos, 2) las
que se basan en la novedad del lenguaje o lo que l llama discurso sustituido, 3) la
escritura emblemtica, afn al mito, 4) la fbula y el bestiario y, por ltimo, 5) el cuento
realista de discurso mimtico que recrea con fidelidad un nivel de habla verncula14. En
el caso de Julia Otxoa todos sus relatos comparten la condicin emblemtica en cuanto
que son, no mitos cosmognicos, pero s alegoras sobre la condicin humana y el
mundo que hacemos y nos rodea. As lo percibi Lauro Zavala a propsito de Un len
en la cocina15, donde apunta el carcter alegrico de la imaginacin de la autora.
Dicho de otro modo, en trminos de Jorge Gonzlez Aranguren, la obra narrativa de
13
Domingo Rdenas de Moya, Contar callando y otras leyes del microrrelato, nsula, 741, septiembre
de 2008, pgs. 6-9.
14
David Lagmanovich, El microrrelato. Teora e historia, Palencia, Menos- cuarto, 2006, Tipos
fundamentales de micorrelatos, pgs. 123-138.
15
Lauro Zavala: Alegoras, prlogo a la edicin especial de Un len en la cocina, Bilbao, Bibliotex,
2002 (para el diario Dei), pgs. 5-7.
Julia se inserta en la tradicin del cuento gnmico16, es decir, del aplogo sapiencial. En
un texto an indito de este ao 2008, Lo fabuloso, materia de vida y literatura,
reflexiona Otxoa en los siguientes trminos:
Por medio de la imaginacin el hombre vuela sobre s mismo y sus limitaciones,
y esa imaginacin, origen de lo fantstico, no es solo un modo de conocimiento sino
tambin la facultad de expresar ese conocimiento a travs de los smbolos. Poesa y
filosofa culminan en el mito, en el smbolo, la alegora y la metfora.
Un texto como este puede ser incluido en un bestiario pero ante todo es una
parbola sobre el contraste entre apariencia y realidad, punto de vista humano y animal,
inocencia y dolo, tragicmica irona de destino. Veamos ahora este otro:
EN COMISARA
La descripcin que haca aquel hombre del culpable era extremadamente
detallada pero totalmente absurda. Inconcebible que un adjetivo solo, sin la ayuda de
nadie, pudiera haber dado muerte a aquel corpulento negro.
Aqu nos hemos de remitir a la reescritura y parodia del gnero policiaco, pero
ms all de la sorpresa nos hallamos ante una reflexin sobre el poder destructivo del
lenguaje, sobre la capacidad de segregacin de la palabra, del calificativo. Por ejemplo,
negro. Pero esta irnica denuncia alusiva-elusiva roza el lenguaje sustituido, y en
definitiva nos volvemos a topar con la parbola. Tambin encontramos en la poesa
visual de la autora un correlato de este texto, bajo el ttulo de Sepulcro del lenguaje
(2008):
16
10
Otro relato, el que en Kskili-Kskala se titulaba The right man in the right
place (El hombre adecuado en el lugar justo) y luego pas a titularse Campaa
electoral en Marivaudage (Un len en la cocina), es una alegora sobre cmo
manipulan los polticos a las multitudes con palabras bonitas, musicales e ininteligibles,
es decir, lo que Valle-Incln acu como el tpico de las divinas palabras. Ahora
bien, el cuento en cuestin no es reescritura sino alegora de la condicin humana a
propsito del lenguaje y el poder.
Lo dicho hasta aqu ilustra que una sola categora (el relato emblemtico) se
nutre con los recursos de las otras tres (reescritura y parodia, fbula y bestiario y
discurso sustituido).
De otro lado, ninguno de los textos de Otxoa es exactamente mimtico o realista:
todos juegan sobre la base de lo absurdo, anmalo, hiperblico y literalmente imposible.
La crtica ha insistido en el onirismo de sus relatos, y es de notar que son varios
los procedimientos que crean sus atmsferas de sueo. As, tpico de su escritura es el
final abierto, fragmentado en posibilidades tipo test, de accin escamoteada, de accin
repetida en crculos infinitos, de argumento sin principio, o de lectura polismica. Es
frecuente la transformacin de los personajes (el tema del doble, la conversin de lo
humano en animal o viceversa, la inflexin epifnica de una situacin de muerte que se
transforma en vida o al revs) y la transformacin del lenguaje: frases hechas y
metforas que se convierten en realidad literal, un recurso tpico de la literatura
fantstica. As, por ejemplo, un personaje que quiere drselas de lector se convierte
realmente en un ratn (de biblioteca); o, jugando con el retrucano, una mujer que busca
remedio a su desesperacin en el Libro de las Soluciones, encuentra que la solucin
es precisamente la bsqueda en los libros; la frase hecha all hay gato encerrado se
puede ver en este texto de Variaciones..., asociada al cordero del sacrificio y tal vez al
ttulo de la coleccin de cuentos de Francisco Ayala:
ENTRE MEMPHIS EAST Y DUKE STREET
Todos aquellos ejecutivos llevaban gatos muertos dentro de sus maletines,
excepto uno que llevaba una cabeza de cordero recin seccionada, cuya sangre rebosaba
el maletn y formaba un charco de 12x4 centmetros en la parada del autobs nmero 14
que une Memphis East con Duke Street.
influencia de Kafka, los personajes se nombran con sus iniciales (que a menudo
incluyen la letra K). Con todo esto (construccin fragmentaria y elptica que funciona
como una adivinanza, lejana de los mundos y neutralidad del estilo) se logra una
atmsfera onrica muy caracterstica de la autora. Una atmsfera que, en un plano
visual, nos resulta extraamente afn al talante de Ren Magritte17 y que, como en l,
rezuma lirismo y humor.
Un ejemplo de todo lo dicho es el texto siguiente, un cuento que es casi
puramente virtual y que a travs de una parbola habla de la nostalgia de la infancia, del
deseo de no crecer para no adocenarse, con un eco de la Alicia de Lewis Carrol del que
la autora no es consciente y que aflora en el ttulo primitivo, Galletas (KskiliKskala), convertido despus en El tren de las seis (Un len en la cocina). Es un
cuento que bien podra ilustrarse con El tiempo detenido -o transfigurado- (1938), de
Ren Magritte:
GALLETAS / EL TREN DE LAS SEIS
[...] si como os deca, salgo a las cinco en punto de casa, y cojo el autobs que
para cerca de la estacin, y este no encuentra en el trayecto demasiados semforos en
rojo, y en las paradas no suben muchas de esas personas que se eternizan sacando los
cambios del monedero, tal vez logre llegar a tiempo para coger el tren de las cinco y
veinte. Y suponiendo que este llegue puntual a Kln, quiz pueda entonces comprobar
que es mentira cuanto pap dice sobre la inexistencia de esa otra nia rubia, idntica a
m, de la que cada vez con ms frecuencia nos habla la gente, esa nia que toma todas
las tardes en Kln el tren de las seis.
[...] Pero tambin puede suceder que acabe los deberes, me coma las galletas,
me beba el vaso de leche y no salga de casa para nada, y nunca ms pregunte por esa
otra nia que coge en Kln el tren de las seis, y me olvide de toda esta historia para
siempre, y no vuelva a pensar en ella, ni siquiera ese da probable en que me la
encuentre esperndome a la salida del colegio, o mirndome con ojos extraos, como
ahora, desde el umbral de la puerta de mi cuarto.
Porque si hago como que no la veo, y soy prudente y sensata y todas esas cosas
que suelen ser los mayores, e intento adems, escapar siempre, como de la peste, de
todo aquello que no entiendo, como aconseja mi padre, tal vez consiga entonces llegar a
ser una persona adulta, capaz y aburrida como ellos18.
Es curioso comprobar que Magritte concurre tambin de manera natural en la resea que hace Txetxu
Aguado de Variaciones sobre un cuadro de Paul Klee, Espculo. Revista de Estudios Literarios
(Universidad Complutense de Madrid), 24, 2003.
18
Esta necesidad de volver a o de permanecer en la infancia se da tambin en la poesa de Julia Otxoa:
Adntrate en la desnuda festividad del silencio,/ y amanece,/ amanece de nuevo sobre el vrtice de la
infancia, Al calor de un lpiz. Antologa breve, Zarautz (Bilbao), Olerti Etxea, 2001, Col. Orientacin
Norte, 5, pg. 59.
12
Por ltimo, de este cuarto libro tambin, Los siete magnficos, ttulo que
homenajea al famoso western de John Sturges (1960), es una visin expresionista de la
que Julia me ha escrito lo siguiente19:
este relato parte de la traduccin alegrica de una sensacin propia de asfixia
ante la barbarie [...] que observo en mi pas, al que amo pero que mantiene todava en
algunos sectores un estado de cosas social-poltico-cultural que justifica la violencia de
ETA. La habitacin de la que hablo es mi estado de dolor y angustia ante los crmenes
del terrorismo, y ante la indiferencia de algunos sectores sociales, polticos y culturales
de mi pas. Este relato responde a mi percepcin como instante brbaro (pantalones de
saco, personas mezcladas con animales, etc.), ms la circunstancia simbolizada por esa
frase de vigilen sus carteras, que tambin en los estados de barbarie se enriquecen
algunos, y que en definitiva muchas veces en mi Pas Vasco tengo la sensacin de estar
encerrada en una asfixiante habitacin entre asesinos, ladrones y animales. [...] Este
relato tiene algo de goyesco (admiro profundamente a Goya).
14
20
Apud Antonio Fernndez Ferrer (ed.), La mano de la hormiga. Los cuentos ms breves del mundo y de
las literaturas hispnicas, Madrid. Fugaz, 1990.
15