Amis, Martin - Los Inmortales
Amis, Martin - Los Inmortales
Amis, Martin - Los Inmortales
Los inmortales
Vaya perspectiva. Pronto toda la gente se habr ido y me quedar para siempre solo.
Con tanta radiacin solar los seres humanos que an circulan se encuentran en muy
mal estado, sin contar los problemas de inmunidad, el rgimen a base de ratas y
cucarachas y cosas por el estilo. Son los ltimos; pero no pueden durar mucho (claro
que intenta decrselo a ellos). Aqu estn de nuevo; tambaleando, se asoman a mirar
el infierno del atardecer. Todos padecen enfermedades y delirios. Todos se creen que
son... Pero dejemos en paz a los pobres hijos de perra. Ahora me siento libre para
desnudar mi secreto.
Soy el inmortal.
Hace un tiempo increblemente largo que estoy por aqu. Si el tiempo es dinero, yo soy
el ltimo de los grandes derrochadores. Y, sabis, cuando uno ha estado en circulacin
tanto tiempo como yo, la escala diurna, ese nmero de veinticuatro horas, puede
empezar a demolerte el nimo. Yo intent buscar un esquema ms amplio. Y tuve mis
xitos. Una vez me mantuve despierto siete aos seguidos. Sin siquiera una siesta.
Qu mareo, amigo. Por otro lado, esa vez que estuve enfermo en Mongolia dorm
durante toda una dcada. Sin nada que hacer, de paseo por un oasis del Sahara, me
rasqu el ombligo durante dieciocho meses. En una ocasin cuando no haba nadie
alrededor me la estuve meneando un verano entero. Hasta los inalterables cocodrilos
me envidiaban los baos en los ros sin tiempo. Francamente, no haba mucho ms
que hacer. Pero al fin interrump estos experimentos y con mansedumbre me un a la
rutina noche-da. Me pareci que necesitaba dormir. Me pareci que necesitaba hacer
las cosas que al parecer necesita hacer la gente. Cortarme las uas. Comparecer ante
eran una pandilla lamentable. Son las pelculas de aventuras sobre el mundo perdido
las que dicen la verdad sobre su muerte. Increblemente estpidos, increblemente
quisquillosos; e increblemente grandes. Y siempre buscando camorra. El lugar pareca
un patio de peleas. Yo, por supuesto, ya haba descubierto el fuego, de modo que
coma bien. Hamburguesas todas las noches.
La primera hornada de hombres-mono fue una carga enorme en lo que a m concerna.
En cierto modo me agrad verlos, pero en general era un lo. Tanta evolucin para
eso? Hubo una poca de brutalidad antes de que llegaran a algo, e incluso entonces
siguieron siendo ansiosos y paranoicos. Yo, con mi casita, mis trajes de piel, mi cara
bien afeitada y mis barbacoas, sobresala. De vez en cuando me converta en objeto de
odio, o de adoracin. Pero ni siquiera los amistosos me servan de algo. Ugh. Ij. Akk
Qu nombre se le da a semejante conversacin? Y cuando al fin mejoraron, y me hice
unos cuantos amigos y empec a tener relaciones con las mujeres, sobrevino un
descubrimiento espantoso. Yo haba pensado que iban a ser diferentes, pero no. Todos
envejecan y moran, como mis mascotas.
Como estn muriendo ahora. Todos muriendo alrededor de m. Al principio todos aqu
nos alegramos cuando el mundo comenz a entibiarse. Nos alegr que las cosas se
iluminaran. El invierno siempre es duro; pero de algn modo el invierno nuclear es
especialmente sombro. Hasta yo llegu a cansarme de una noche que dur tres aos
(y Nueva Zelanda, me parece a m, est bastante muerta incluso en las mejores
pocas). Por un tiempo la gran fiebre fue tomar el sol. Pero luego la cosa pas de la
raya hacia el otro lado. Empez a ponerse cada vez ms caluroso, o ms bien hubo un
cambio en la naturaleza del calor. No daba la sensacin de ser luz de sol. Ms bien
pareca un gas o un lquido: pareca lluvia, muy fina, muy caliente. Y los edificios, por
lo que se notaba, no la rechazaban de la manera adecuada, ni siquiera aquellos que
tenan techo. La gente dej de adorar al sol y se hizo adoradora de la luna. La vida se
volvi nocturna. Ellos estn de lo ms animados, teniendo en cuenta la situacin, y se
compadecen ms de los otros que de s mismos. Supongo que es una suerte que no
puedan predecir lo que se viene. Pobres mortales, me dan pena. No son capaces de
hacer nada en absoluto con esa fiera fundida que hay en medio del cielo. Se
enfrentaron con la ira, despus se enfrentaron con el fro; y ahora los estn
nuclearizando de nuevo. Los est renuclearizando, multinuclearizando el lento reactor
del sol.
el mundo entero. Y ese estado es imposible de encontrar. Porque no existe. Porque las
cosas importan. Incluso aqu.
La visin de Tokio despus del ataque nuclear no era agradable. Un aceitoso pastel
negro con pequeos brocados de fuego. Mi vida haba estado atiborrada de muerte la
muerte es mi vida, pero ese surco era nuevo. Haba desaparecido todo. No suceda
nada. La nica luz, la nica actividad, provena de los haces de plasma y los pequeos
cohetes que algn satlite perdido o algn submarino vagabundo seguan disparando.
Pero qu hacen?, me pregunt Para qu bombardean este cementerio? No me
preguntis cmo me las arregl para llegar aqu, a Nueva Zelanda. Es una larga
historia. Y fue un largo viaje. En otros tiempos, desde luego, hubiera podido hacerlo a
pie. No tena planes. Me limit a seguir las huellas de la vida.
Fui en balsa hasta el continente y all tampoco haba nada. Todo estaba muerto. (Para
ser justo, buena parte ya haba muerto antes.) De vez en cuando, mientras me diriga
a tientas hacia el sur, vea una mancha de liquen o un hongo deformado, y ms tarde
alguna cucaracha con una sola pata, o una rata ciega, cosas as, y eso me levantaba el
nimo por un rato. Pasaron unos buenos dieciocho meses antes de que me cruzara con
seres humanos dignos de tal nombre; fue en Thailandia. Era una pequea comunidad
pesquera protegida por un pico de las montaas costeras y por anmalas condiciones
de viento (por entonces no haba otras condiciones de viento ms anmalas). La gente
lo pasaba mal, naturalmente, pero an segua sacando algo del mar, si bien no se lo
poda llamar exactamente pescado. Les supliqu que me dieran una barca y se
negaron, lo cual era comprensible. Como no quera discutir, me qued por all hasta
que se murieron. No fue mucho tiempo. Si no recuerdo mal, tuve que esperar unos
cuatro aos. Luego cargu mis cosas, me hice a la mar y no me import adnde
demonios me llevaban los vientos. Sencillamente me hice a la mar muerta con la
esperanza de encontrar vida.
Y en cierto modo la encontr aqu, entre la gente del polvo. Los ltimos. Ms me vale
aprovecharlos al mximo porque son los ltimos seres humanos que me quedan.
Lamento que vayan a irse Qu significa necesitar a los dems, necesitar que los
dems sean?
Una vez me encontraba en China con mucho dinero y un siglo que perder, compr una
elefanta recin nacida y la cuid hasta que se hizo invlida. La llamaba Babalaya. Vivi
ciento treinta aos y tuvimos tiempo de llegar a conocernos muy bien. Esa manera
juguetona que tena de sacudir la cabeza. La silueta graciosa: tanto bulto y nada de
culo (desde atrs pareca un pen cado sobre el mostrador de un pub de Dubln).
Babalaya, la nica mujer que me import de verdad... No, eso no es cierto. No s por
qu lo digo. Pero las relaciones largas siempre me han resultado difciles y he tendido
a poner aire de por medio. Slo me he casado ochocientas o novecientas veces no
soy de los que llevan la cuenta, y no creo que el total de mis hijos llegue a las cuatro
cifras. Tambin tuve mis pocas de gay. Estoy seguro, no obstante, que os dais cuenta
del problema. Yo estoy acostumbrado a ver cmo se abren paso hacia el cielo
montaas enteras, cmo se forman deltas. Eso que se dice sobre que el Atlntico o lo
que sea se hunde a un ritmo de una pulgada por siglo; bueno, yo lo noto. Heme all,
pues, viviendo con una preciosidad. Un parpadeo... y se ha vuelto una ruina. Mientras
que yo permaneca varado en un medioda impecable, daba la impresin de que el
tiempo garabateaba el rostro de todo el mundo: se encogan, se ensanchaban, se
desflecaban. No es que a m me importase tanto, pero las mujeres no saban cmo
manejarlo. Las volva locas. Hace veinte aos que estamos juntos, decan. Cmo es
que yo parezco una mierda y t no?. Adems, no era muy astuto quedarse mucho en
un solo lugar. Veinte aos ya era alargarlo demasiado. Y yo lo alargaba, muchas veces,
por los nios. Aparte de eso slo tena aventuras sin importancia. Pensis que los los
de una noche son de lo ms insatisfactorios? Pues imaginaos lo que pienso yo. Para m
veinte aos son un lo de una noche. No, ni siquiera. Para m veinte aos son un polvo
de ascensor... Y haba complicaciones desagradables. Por ejemplo, una vez vi a una
nieta ma tosiendo y cojeando por el soukh de Jerusaln. La reconoc porque ella me
reconoci a m; dej escapar un alarido spero, mientras me sealaba con un dedo
que por cierto llevaba un anillo que yo le haba regalado de pequea. Y ahora era
pequea de nuevo. Lamento decir que en los das ms tempranos comet incesto con
bastante regularidad. En ese entonces no haba manera de evitarlo. No slo se trataba
de m: todo el mundo andabaen lo mismo. Un milln de veces he visto partir a los
mos, y un milln de veces ms. Qu dolor he conocido, qu megatones de dolor. A
todos los echo de menos; cmo los echo de menos. Echo de menos a mi Babalaya.
Pero comprenderis que cualquier clase de relacin ha de resultar bastante
tempestuosa (es imposible eliminar las tensiones) cuando uno de los dos es mortal y el
otro no.
La nica celebridad que llegu a conocer bien fue Ben Jonson, en el Londres de esos
tiempos, cuando regres de Italia. Ben y yo ramos compinches de bebida. Cuando se
emborrachaba era estridente, y a veces tambin sentimental; y por supuesto que todo
podido
proporcionarle
material
interesante.
Pronto habr desaparecido toda la gente y me quedar para siempre solo. Hasta
Shakespeare habr desaparecido, aunque no del todo, porque sus versos seguirn
viviendo en esta vieja cabeza ma. Me acompaar la memoria. Me acompaarn los
sueos. Slo faltar la gente. Cierto es que ya viv un montn de aos vacos antes de
que los seres humanos llegaran, de modo que estoy acostumbrado a la soledad. Pero
esta vez ser distinto, sin la esperanza de que al final aparezca alguien.
Ahora no hay ningn clima. Los das son apenas una mscara de fuego, y a m el cielo
nocturno me parece siempre un poco igual. Antes, en el vaco temprano, haba
animales, haba plantas, haba divagaciones de la naturaleza. Ahora, bueno, no hay
mucho sobre lo que divagar. Yo advert lo que le estabais haciendo al lugar Qu
sucedi? Era demasiado bonito, o qu? Jess, no estuvisteis aqu ms de diez
minutos. Y mirad lo que habis hecho.
Reunida alrededor del pozo envenenado, la gente bosteza y masculla. Son los ltimos.
Han intentado tener hijos yo he intentado tener hijos pero no funciona. Los bebs
que consiguen nacer no tienen buen aspecto, y parece que no pueden desarrollar
ninguna inmunidad. La verdad sea dicha, la inmunidad no abunda. Todo el mundo
anda escaso de ella.
Son los ltimos y estn dementes. Sufren de desengao en masa. De veras, es de lo
ms loco. Estn todos convencidos de que son... de que son eternos, de que son
inmortales. Y no fui yo quien les dio la idea. Yo he mantenido la boca cerrada, como
siempre, por hbito adquirido. He sido discreto. No soy de esos pesados que junto al
fuego te cuentan cmo conocieron a Tutankamon y sedujeron a la reina de Saba o a
Mara Antonieta. Se creen que vivirn siempre. Pobres hijos de perra, si supieran.
Yo tambin suelo engaarme. A veces me entra la extraa idea de que slo soy un
insignificante maestro de escuela neocelands que nunca hizo nada ni fue a ninguna
parte y ahora se est muriendo penosa y ruidosamente de radiacin solar junto con
todo el mundo. Es raro lo palpable que resulta este pasado falso, y qu humano: casi
siento que si estiro la mano podr tocarlo. Hubo una mujer, y un hijo. Una mujer. Un
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