Interculturalidad en América Latina
Interculturalidad en América Latina
Interculturalidad en América Latina
Interculturalidad en las
representaciones de
Amrica Latina
Magaly Vega Rodrguez1
Resumen
Amrica Latina ha buscado siempre la forma de ser representada autnticamente para desprenderse de la tutela epistemolgica de Occidente.
Un exitoso ejercicio epistemolgico en el que sea Amrica Latina, que
controla los significados que subyacen a sus prcticas polticas, sociales
y culturales, es un paso importante en el reconocimiento de las muchas
humanidades que somos, que hemos construido y que mantenemos
en existencia. Es una clara evidencia de que las culturas no pueden ser
pensadas jerrquicamente, sino como una red de interdependencias en
cuyo fundamento se encuentra la afirmacin de la interculturalidad.
Palabras clave
Cultura, identidad cultural, formas de representacin, cdigos epistemolgicos, estudios poscoloniales.
Abstract
Latin America has always sought a way of being authentically represented
in order to free itself from the epistemological tutelage of the West. A successful epistemological exercise in which it is Latin America that controls
the meanings that underlie its social, cultural and political practices would
be an important step in the recognition of the many humanities we are,
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have constructed and keep in existence. It is a clear evidence that cultures cannot be thought of hierarchically
but rather as a web of interdependencies that has interculturalism as a basis.
Key words
Epistemology, interculturalism, epistemology, Latin America.
Introduccin
No es nuestra naturaleza humana la que
es universal, sino nuestra capacidad para
crear realidades culturales y luego actuar
conforme a ellas.
Sidney Mintz
Desde la poca de la Colonia incluso hasta ahora,
hemos intentado demostrar nuestra humanidad a
Occidente, como si fueran los hombres occidentales los proveedores de la calidad de humano,
como si fuera Europa quien legitimara la humanidad de los dems pueblos; como si fueran los
dueos absolutos y nicos de la humanidad y de
la verdad. Este marcado eurocentrismo que ha
guiado la Historia Universal tambin gui las historias locales en Amrica Latina. Incluso quienes
defendieron en la Colonia la humanidad de los
indgenas lo hacan slo en tanto estos ltimos
eran potencialmente europeos y cristianos.
Sin embargo, compartiendo el argumento de
Hardt y Negri, la humanidad no es slo una, son
simultneamente muchas (Hardt y Negri, 2001:
143). Por esta razn cualquier tipo de etnocentrismo debe ser descartado, y todas las divisiones
binarias que resulten de l son por tanto obsoletas,
pues situar a alguna cultura como el culmen de los
procesos civilizatorios es desconocer las historias
locales y los procesos que se entretejen al interior
de stas. Categoras jerrquicas como centro/periferia, hegemona/subalternidad, Primer Mundo/
Tercer Mundo, siguen alimentando el eurocentrismo que criticamos y reducen la complejidad de las
actuales estructuras de poder del sistemamundo
global. Insistir en la categorizacin binaria de las
culturas es entender el mundo desde formas
antiguas de poder (como el colonialismo)) de las
cuales perduran hoy elementos; sin embargo,
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reducir el poder global actual a ese tipo de estructuras es negarnos de entrada, la posibilidad
de pensar formas alternativas de poder (Hardt y
Negri, 2001: 168).
El actual aparato de poder est articulado por el
mercado mundial que incluye a todos los pases
de la Tierra, regulando y administrando todas las
redes globales de circulacin (Hardt y Negri, 2001:
253). Es el primer sistemamundo global en al
menos cuatro sentidos especficos que Quijano
explica as: 1). Cada uno de los mbitos de la existencia social est articulado por formas de control
que a su vez forman una sola estructura; 2). Cada
una de esas estructuras est bajo la hegemona
de instituciones producidas en el proceso de
desarrollo del patrn de poder; 3). Estas instituciones (Familia, Empresa, Estadonacin, etc.)
tienen relaciones de interdependencia las unas
con las otras; 4). Toda esta estructura constituye
el patrn de poder mundial que por primera vez
cubre a toda la poblacin del planeta (Quijano,
2003: 214).
Segn Quijano esta globalidad implica un marco
comn de orientacin valrica y un escenario
bsico de prcticas comunes para todas las
sociedades del planeta. Tambin supone una
desterritorializacin de las prcticas sociales que
ahora estn en contextos mundializados de accin
(CastroGmez, 1998: 192). Amrica Latina, as
como las dems sociedades del planeta, ya no se
puede situar geogrficamente como treinta aos
atrs: lo que significa la latinoamericaneidad
no se encuentra slo observando lo que sucede
dentro del territorio histricamente delimitado
como Amrica Latina (Garca Canclini, 2002: 27);
el subcontinente debe pensarse ahora desde el
horizonte de la aldea global que desancla las
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posible en la aldea global, por lo que ninguna sociedad puede darse el lujo de no tener su propia
investigacin acerca de s misma (Colciencias,
1997: 287).
Este locus enuntiationis se convertir en el espacio
en que se articulen las propias representaciones
de Amrica Latina, controlando la produccin de
estas representaciones y controlando tambin los
significados que actan detrs de cada accin
poltica, econmica, social y cultural del subcontinente. Es un lugar de enunciacin que asegura
la efectividad de las elecciones y negociaciones
que constantemente tendremos que hacer para
seguir definiendo lo que somos y lo que hemos
venido siendo (CastroGmez 1998: 197).
La lucha por la creacin de sentido en esta globalizacin, es una lucha por la supervivencia de
las diferencias, y por lo mismo de expresiones
culturales variadas y ricas en significacin. Es una
lucha por no sucumbir ante la cultura de masas
norteamericana que est en constante expansin.
No perecer ante el modelo cultural del mercado
global es reafirmar esas muchas humanidades
que existen simultneamente en el marco de la
globalizacin. Por eso el nosotros latinoamericano persiste en la lucha para mostrar interpretaciones alternativas a la occidentalista del devenir
histrico que no es exclusivo del capital.
La tarea de la filosofa y de las ciencias sociales no
puede pensarse en un plano nicamente discursivo. Ms arriba insistimos en la responsabilidad
parcial de las humanidades en la legitimacin
de polticas de subordinacin en los pases perifricos. Es innegable, pues, la complicidad
que existe entre la discursividad de las ciencias
sociales y las estructuras de poder. Por esto la
indagacin constante del objeto de conocimiento
que es Amrica Latina puede ampliar la maniobrabilidad poltica del subcontinente, mejorando sus
escenarios de negociacin, y abriendo, asimismo,
posibilidades para pensar formas alternativas de
poder en las que Amrica Latina y el mundo entero
no negocien ms sobre el presupuesto de suma
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