Wallerstein, Immanuel - Agonías Del Capitalismo
Wallerstein, Immanuel - Agonías Del Capitalismo
Wallerstein, Immanuel - Agonías Del Capitalismo
Immanuel Wallerstein
Avispar
16 de junio del 2001
Iniciativa Socialista, n31, Octubre 1994. El artculo "The Agonies of Liberalism: What
hope progress?" fue publicado originalmente por New Left Review, n 204. Traducido al
castellano por Iniciativa Socialista y publicado con autorizacin de NLR y del autor. La
traduccin ha sido revisada y corregida por el propio profesor Wallerstein.
Nos encontramos en un triple aniversario: el XXV aniversario de la fundacin en 1968
de la Kyoto Seika University; el XXV aniversario de la revolucin mundial de 1968; el
LII aniversario de la fecha exacta (al menos segn el calendario de EE.UU.) del
bombardeo de Pearl Harbor por la escuadra japonesa. Comenzar por decir lo que, en
mi opinin, representa cada uno de estos aniversarios.
La fundacin de esta Universidad es un smbolo de uno de los desarrollos ms
importantes en la historia de nuestro sistema-mundo: la extraordinaria expansin
cuantitativa de las estructuras universitarias durante los aos 50 y 60. En cierto
sentido, este perodo fue la culminacin de la promesa ilustrada de progreso a travs
de la educacin. En s misma, era algo maravilloso, que hoy celebramos aqu. Pero,
como tantas otras cosas maravillosas, tiene sus complicaciones y sus costes. Una de
estas complicaciones consisti en que la expansin de la educacin superior produjo
un gran nmero de titulados que aspiraban a empleos e ingresos equivalentes a su
status, pero surgieron algunas dificultades para que esa demanda pudiese ser
satisfecha, al menos tan rpida y completamente como estaba formulada. En cuanto al
coste, se trataba del gasto social necesario para sostener esta expansin de la
educacin superior, que era, adems, solamente una parte del gasto total preciso para
proporcionar bienestar a los estratos medios, en significativo crecimiento, del sistemamundo. Este incrementado coste del bienestar social comenzara a constituir una
pesada carga sobre las Haciendas estatales, y en 1993 estamos discutiendo a lo largo
y ancho del mundo la crisis fiscal de los estados.
Esto nos lleva al segundo aniversario, el de la revolucin mundial de 1968, que en
muchos pases, aunque no en todos, comenz en las universidades. Sin duda, una de
las chispas que prendieron el fuego fue la sbita inquietud de estos futuros licenciados
respecto a su perspectiva de empleo, aunque, evidentemente, este factor tan egosta
no fue el principal foco de la explosin revolucionaria. Debe verse, ms bien, como un
sntoma ms del problema general, relacionado con el contenido real del conjunto de
promesas propias del escenario ilustrado del progreso, promesas que,
superficialmente, parecan haber sido realizadas en el perodo posterior a 1945.
Y as llegamos al tercer aniversario: el del ataque a Pearl Harbor, ataque que condujo
a EE.UU. a declarar su participacin formal en la Segunda Guerra Mundial. Sin
embargo, en la prctica esa guerra no fue fundamentalmente una guerra entre Japn y
Estados Unidos. Si me permiten decirlo, Japn era un actor de segunda fila en este
drama mundial, y su ataque era un episodio menor dentro de una lucha de larga
duracin. Principalmente, la guerra enfrentaba a EE.UU. y Alemania, y, de hecho,
podra hablarse de una guerra continuada desde 1914, una guerra de "los 30 aos"
entre los dos principales competidores por el puesto de sucesor de Gran Bretaa como
poder hegemnico del sistema-mundo. Como sabemos, EE.UU. gan esa guerra y
conquist la hegemona, presidiendo, por consiguiente, el aparente triunfo universal de
las promesas de la Ilustracin.
En lo que sigue, organizar mis comentarios en torno al conjunto de temas que hemos
sealado por medio de estos aniversarios. Hablar primero de la era de la esperanza y
de la lucha por los ideales de la Ilustracin, 1789-1945. Despus, intentar analizar la
era 1945-89, en la que las esperanzas de la Ilustracin se realizaron, aunque
falsamente. En tercer lugar, llegar a nuestra presente era, el "Perodo Negro" que
comienza en 1989 y que durar, posiblemente, alrededor de medio siglo. Finalmente,
hablar de las opciones de que disponemos, ahora y en los prximos tiempos.
que el cambio poltico era algo normal, no excepcional; y que la soberana resida en el
"pueblo", no en un soberano. En 1815, Napolen, heredero y protagonista universal de
la Revolucin Francesa, fue derrotado, producindose una presunta "Restauracin" en
Francia y dondequiera que los anciens rgimes haban sido desplazados. Pero la
Restauracin no pudo anular realmente la amplia aceptacin de estas ideas
universales. Las tres grandes ideologas del siglo XIX -conservadurismo, liberalismo,
socialismo- surgieron en estrecha relacin con esta nueva situacin, y suministraron el
lenguaje para todos los sucesivos debates polticos dentro de la economa-mundo
capitalista.
De estas tres ideologas, el liberalismo fue la que emergi triunfante, y podra pensarse
que ya lo hizo con ocasin de la primera revolucin mundial dentro de este sistema, la
revolucin de 1848. El liberalismo era la ideologa ms capacitada para dar a la
economa-mundo capitalista una geocultura viable, capaz de legitimar a las otras
instituciones tanto ante los ojos de los cuadros del sistema como, en un grado
significativo, ante los ojos de la masa de las poblaciones, la llamada gente corriente.
Una vez que la gente pens que el cambio poltico era normal y que, en principio, ellos
mismos eran el soberano que decide el cambio poltico, cualquier cosa era posible. Y
ste era precisamente el problema planteado a los poderosos y privilegiados en el
sistema de la economa-mundo capitalista, cuyos temores inmediatos se centraban,
hasta cierto punto, en el pequeo pero creciente grupo de los trabajadores industriales
urbanos. Adems, tal y como la Revolucin Francesa haba demostrado ampliamente,
los trabajadores rurales no industriales tambin podran ser bastante molestos o
incluso temibles para los poderosos y los privilegiados. En consecuencia, el dilema
poltico ms acuciante que se planteaban las clases gobernantes durante la primera
mitad del siglo XIX era el siguiente: cmo podra evitarse que esas clases peligrosas
se tomasen esas normas demasiado en serio e interfiriesen con el proceso de
acumulacin de capital, socavando las estructuras bsicas del sistema?
Una respuesta obvia fue la represin, verdaderamente muy utilizada. Sin embargo, la
revolucin mundial de 1848 haba enseado que, en definitiva, la simple represin no
era muy eficaz, pues provocaba a las clases peligrosas, agitando sus nimos en vez
de calmarlos. As que las clases gobernantes se dan cuenta de que la represin, para
ser efectiva, tiene que combinarse con concesiones. Por otra parte, los supuestos
revolucionarios de la primera mitad del siglo XIX tambin aprendieron una leccin: las
sublevaciones espontneas no eran muy eficaces, ya que eran derrotadas ms o
menos fcilmente. Las amenazas de insurreccin popular tenan que combinarse con
una consciente y duradera organizacin poltica, si se quera fomentar un cambio
significativo. El liberalismo se ofrece entonces como la inmediata solucin para las
dificultades polticas de la derecha y de la izquierda. A la derecha le propone que haga
concesiones; a la izquierda, que constituya una organizacin poltica; a ambas,
derecha e izquierda, les pide paciencia: a largo plazo, todos ganarn ms siguiendo
una via media.
fascistas-, ese grupo fue derrotado y eliminado; con dificultades, indudablemente, pero
fue derrotado.
Hay otra cosa que debemos decir sobre el liberalismo. He dicho que el liberalismo no
era fundamentalmente antiestatalista, ya que su prioridad real era el reformismo
racional. Pero, aunque no antiestatalista, el liberalismo s era fundamentalmente
antidemocrtico. El liberalismo fue siempre una doctrina aristocrtica, que predicaba
"el poder de los mejores". Ciertamente, el liberalismo no define a "los mejores" por su
status de nacimiento, sino ms bien por sus logros educativos. Los mejores no salen
de la nobleza hereditaria, sino que proceden de los beneficiarios de la meritocracia.
Pero los mejores siguen siendo un grupo ms pequeo que la totalidad de la gente.
Los liberales buscan el poder aristocrtico de los mejores precisamente para evitar el
poder de todo el pueblo, la democracia. La democracia era el objetivo de los radicales,
no de los liberales; o, al menos, era el objetivo de quienes eran verdaderamente
radicales, verdaderamente antisistmicos. El liberalismo se constituye como ideologa
precisamente para evitar que este grupo prevaleciera. Cuando los liberales hablaban
con los conservadores que se resistan a las reformas liberales, siempre afirmaban
que solamente el reformismo racional podra obstaculizar la llegada de la democracia,
argumento que, en definitiva, sera bien recibido por los conservadores inteligentes.
Finalmente, quiero hacer notar una diferencia significativa entre la segunda mitad del
siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. En la segunda mitad del XIX, los
protagonistas principales de las reivindicaciones de las clases peligrosas eran todava
las clases trabajadoras urbanas de Europa y Amrica del Norte. La agenda liberal
funcionaba muy bien frente a ellas. Se les ofreci el sufragio universal (masculino), el
comienzo del Estado de bienestar y la identidad nacional. Identidad nacional contra
quin? Contra sus vecinos, ciertamente; pero de forma ms importante y profunda,
contra el mundo no blanco. Imperialismo y racismo forman parte del paquete ofrecido
por los liberales a las clases trabajadoras de Europa y Amrica del Norte, bajo el
envoltorio del "reformismo racional".
Sin embargo, las clases peligrosas del mundo no europeo comienzan a agitarse
polticamente, desde Mxico a Afganistn, desde Egipto a China, desde Persia a la
India. Cuando Japn derrota a Rusia en 1905, este hecho es visto en toda la zona
como el comienzo del repliegue de la expansin europea. Para los liberales, que se
encontraban principalmente en Europa y Amrica del Norte, fue una fuerte advertencia
de que el "normal cambio poltico" y la "soberana" eran ya aspiraciones de los pueblos
del mundo entero, y no solamente de las clases trabajadoras europeas.
A partir de ese momento, los liberales dirigen su atencin hacia la extensin del
concepto de reformismo racional a nivel del conjunto del sistema-mundo. Ese era el
mensaje de Woodrow Wilson y de su insistencia en la "autodeterminacin de las
naciones", mensaje equivalente global al del sufragio universal. Este fue tambin el
mensaje de Franklin Roosevelt y de las "cuatro libertades" proclamadas como objetivo
hasta que, finalmente, ya no les quedaba otro remedio. Los movimientos de liberacin
nacional protestaban as contra los poderosos, pero lo hacan en nombre del
cumplimiento del programa liberal de autodeterminacin de las naciones y desarrollo
econmico de los pases subdesarrollados.
Y esto nos conduce a la tercera gran realizacin de los extraordinarios aos 1945-68:
el triunfo a lo largo y ancho del mundo de las fuerzas antisistmicas. Solamente en
apariencia resulta paradjico que el preciso momento del apogeo de la hegemona de
EE.UU. en el sistema-mundo y de la legitimacin universal de la ideologa liberal sea
tambin el momento en el que llegan al poder todos aquellos movimientos cuyas
estructuras y estrategias se formaron en el perodo 1848-1945 como movimientos
antisistmicos. Cada una de las tres histricas variantes de la llamada Vieja Izquierda
-comunistas, socialdemcratas y movimientos de liberacin nacional- alcanza el poder
estatal, aunque en diferentes zonas geogrficas. Los partidos comunistas llegan al
poder desde el Elba hasta el Yalu, cubriendo un tercio del mundo. Los movimientos de
liberacin nacional lo hacen en gran parte de Asia, Africa y el Caribe, y equivalentes
suyos lo hacen en muchos pases de Amrica latina y de Oriente Medio. En cuanto a
los movimientos socialdemcratas y similares, llegan al poder (rotando en l, al
menos) en gran parte de Europa Occidental, Amrica del Norte y Australia. Quiz
Japn fue la nica excepcin significativa a este triunfo universal de la Vieja Izquierda.
Era esto paradjico? El triunfo de las fuerzas populares era resultado del progreso
social? O se trataba ms bien de una masiva cooptacin de estas fuerzas populares?
Hay alguna manera de distinguir, intelectual y polticamente, estos dos enunciados?
Esas son las preguntas que comenzaron a crear inquietud en los aos sesenta. Si la
expansin econmica, con sus claros beneficios en cuanto a niveles de vida, la paz
relativa en grandes zonas del planeta y el aparente triunfo de movimientos populares
se presta a valoraciones positivas y optimistas sobre la evolucin del mundo, una
mirada ms prxima a la situacin real revela aspectos negativos an mayores.
El rgimen mundial de la Guerra Fra no produjo la expansin de la libertad humana,
sino una gran represin interna dentro de todos los estados, justificada por la presunta
gravedad de las tensiones geopolticas, muy escenificadas por otra parte. El mundo
comunista tuvo juicios y purgas, gulags y telones de acero. El Tercer Mundo tuvo
regmenes de partido nico y disidentes en la crcel o en el exilio. Y el macartismo
(con sus equivalentes en los dems pases de la OCDE), aunque no tan abiertamente
brutal, fue muy efectivo a la hora de imponer conformidades y destruir carreras cuando
resulta necesario. En todos los lugares, el debate pblico era permitido solamente
dentro de unos parmetros claramente delimitados.
Adems, en trminos materiales el rgimen de la Guerra Fra trajo tambin una
creciente desigualdad, internacional y nacionalmente. Y si bien los movimientos
antisistmicos frecuentemente actuaban contra viejas desigualdades, lo cierto es que
contribuyeron a la creacin de otras nuevas. Las nomenklaturas de los regmenes
especialistas que no las tuviesen tambin la gente corriente? qu tienen los grupos
dominantes que no tengan los grupos oprimidos? Los revolucionarios de 1968
encontraron este agujero lgico en la armadura defensiva de las ideologas liberales (y
de las no tan diferentes variantes oficiales de la ideologa marxista) y golpearon en la
grieta abierta.
En tanto que movimiento poltico, la revolucin mundial de 1968 no fue ms que una
llamarada. Ardi ferozmente y, en tres aos, se extingui. Sus rescoldos -bajo la forma
de mltiples y competidoras sectas seudomaoistas- sobrevivieron otros cinco o diez
aos, pero a finales de los 70 todos esos grupos haban quedado reducidos a oscuras
notas a pie de pgina. No obstante, el impacto geocultural de 1968 fue decisivo, ya
que la revolucin mundial de 1968 marc el fin de una era, la era de la centralidad
automtica del liberalismo, no slo en tanto que ideologa mundial dominante sino
tambin como poseedora del monopolio de la racionalidad y, por tanto, de la
legitimidad cientfica. La revolucin mundial de 1968 puso al liberalismo donde ya
haba estado en el perodo 1815-48, como una estrategia poltica ms, competidora
con otras muchas. En este sentido, tanto el conservadurismo como el
radicalismo/socialismo fueron liberados del campo de fuerza magntico que les haba
dominado desde 1848 hasta 1968.
El proceso de degradacin del liberalismo desde su papel como norma geocultural
hasta su nuevo lugar como mero competidor en el mercado mundial de ideas se
complet en las dos dcadas que siguieron a 1968. El bienestar material del perodo
1945-68 desapareci durante la onda larga descendente (Kondratieff-B) que le sigui.
No todo el mundo sufri equitativamente. Los pases del Tercer Mundo sufrieron antes
y ms. El aumento del precio del petrleo por la OPEP fue un primer modo de intentar
limitar los daos. Una gran parte del excedente mundial era canalizada desde los
estados productores de petrleo hacia los bancos de la OCDE. Los inmediatos
beneficiarios se pueden clasificar en tres grupos: los estados productores de petrleo,
que reciben as una nueva renta; los estados (del Tercer Mundo y del mundo
comunista) que reciben prstamos de los bancos de la OCDE, lo que les permite
equilibrar su balanza de pagos; los estados de la OCDE, que mantienen de esa forma
sus exportaciones. Este primer intento colapsa en 1980 con la llamada crisis de la
deuda. El segundo modo de intentar limitar los daos fue el keynesianismo militar de
Reagan, que aliment el boom especulativo de los aos 80 en Estados Unidos, y que
colaps a finales de esa dcada, arrastrando a la URSS. El tercer intento se bas en la
conversin del Japn, los dragones del Oriente asitico y algunos otros estados
circundantes, en beneficiarios de las necesarias e inevitables reubicaciones
productivas propias de un perodo Kondratieff-B. Durante los primeros aos de los 90
se estn evidenciando los lmites de este esfuerzo.
El resultado neto de 25 aos de lucha econmica fue un desencanto a lo largo y ancho
del mundo con las promesas del desarrollismo, piedra basal de las ofertas del
liberalismo universal. Ciertamente, hasta ahora este sentimiento de desilusin no ha
afectado al Este y al Sudeste asitico, pero esto puede ser simplemente una cuestin
de tiempo. En otras partes, las consecuencias han sido enormes, y particularmente
negativas para la Vieja Izquierda, empezando por los movimientos de liberacin
nacional, siguiendo por los partidos comunistas (lo que condujo al colapso de los
regmenes comunistas del Este europeo en 1989) y terminando por los partidos
socialdemcratas. Estos colapsos fueron celebrados por los liberales como un triunfo
suyo, pero han sido ms bien su cementerio, pues se han encontrado en la situacin
previa a 1848, ante una acuciante exigencia de democracia, una democracia que vaya
ms all del limitado paquete de instituciones parlamentarias, sistemas multipartidistas
y derechos civiles elementales; esta vez, se demanda una democracia real, con un
genuino e igualitario reparto del poder. Esta ltima demanda ha sido histricamente la
pesadilla del liberalismo, contra la que ofreci su paquete de limitados compromisos
combinados con un optimismo seductor sobre el futuro. En la medida en que hoy ya no
existe una difundida fe en el reformismo racional a travs de la accin del Estado, el
liberalismo ha perdido su principal defensa poltico-cultural contra las clases
peligrosas.
El colapso de la legitimidad
De esa forma llegamos a la presente era, a la que considero como un Perodo Negro
que se abre ante nosotros y cuyo comienzo podra fijarse simblicamente en 1989 (la
continuacin de 1968) y que podra durar entre 25 y 50 aos.
Hasta aqu he puesto el nfasis sobre el escudo ideolgico que las fuerzas dominantes
construyeron contra las aspiraciones insistentemente avanzadas por las clases
peligrosas desde 1789. He argumentado que ese escudo era precisamente la
ideologa liberal, que actuaba ya directamente, ya de forma ms insidiosa por la va de
una variante edulcorada socialista/progresista que ha sustituido la esencia de las
aspiraciones antisistmicas por un sucedneo de limitado valor. Y, finalmente, he
argumentado que este escudo ideolgico haba sido destruido en gran medida por la
revolucin mundial de 1968, cuyo acto final fue el colapso del comunismo en 1989.
Por qu este escudo ideolgico colaps tras 150 aos de eficaz funcionamiento? La
respuesta a esta pregunta no reside en una sbita iluminacin por la que los oprimidos
descubriesen la falsedad de las declaraciones ideolgicas. Desde el principio ha sido
bien conocido lo engaoso del liberalismo, y as ha sido denunciado con vigor durante
los siglos XIX y XX. Sin embargo, los movimientos de tradicin socialista no se han
comportado de forma consistente con sus crticas tericas al liberalismo. Muy
frecuentemente ha ocurrido todo lo contrario!
No es difcil encontrar la razn de esto. La base social de estos movimientos -que
pretendan muchas veces hablar en nombre de la mayora de la humanidad- era, de
hecho, una pequea parte de la poblacin mundial, el segmento menos acomodado
del sector "modernista" de la economa-mundo tal y como qued estructurada entre
1750 y 1950. Este segmento inclua a las clases trabajadoras urbanas especializadas
demanda hacia los gobiernos para que se redistribuya el bienestar bsico (en
particular, en salud y educacin) y se asegure un ingreso estable.
El segundo factor es el rpido crecimiento del coste que para los gobiernos tiene
subsidiar los beneficios por medio de la construccin de infraestructuras y de la
externalizacin de los gastos de las empresas. A eso se refieren los periodistas
cuando hablan de crisis ecolgica, crisis presupuestaria del sistema sanitario, crisis de
financiacin de la "gran" ciencia, etc. Los estados no pueden seguir aumentando los
subsidios a las empresas privadas y, al mismo tiempo, aumentando las prestaciones
para el bienestar de la ciudadana. Una de las dos cosas debe ser sacrificada, al
menos en una importante medida. Con una ciudadana ms consciente, estas luchas,
esencialmente luchas de clases, prometen ser monumentales.
El tercer factor es resultado del carcter universal que hoy tiene la conciencia poltica.
Tanto a nivel mundial como en cada Estado las disparidades distributivas tienen un
carcter racial/tnico/religioso. Por lo tanto, el resultado combinado de la conciencia
poltica y de la crisis fiscal de los estados podra ser una lucha masiva que tomara
incluso la forma de una guerra civil, tanto a nivel mundial como en cada estado.
La primera vctima de todas estas tensiones podra ser la legitimidad de las estructuras
estatales y su capacidad para mantener el orden. La prdida de esa capacidad
implicara nuevos gastos econmicos y de seguridad, haciendo ms agudas las
tensiones, lo que a su vez repercutira sobre las estructuras estatales debilitando ms
an su legitimidad. No estoy hablando del futuro, sino del presente. Lo podemos ver en
el tremendo aumento de la inseguridad, que se ha multiplicado varias veces durante
los ltimos diez o quince aos, afectando al crimen, a la violencia aleatoria, a la
imposibilidad de asegurar justicia en los tribunales, a la brutalidad de los cuerpos
policiales. No afirmo que estos fenmenos sean nuevos o que necesariamente estn
ms extendidos que en el pasado, pero lo importante es que mucha gente los percibe
como nuevos o agravados, y desde luego como ms extendidos. El principal resultado
de esa percepcin es la deslegitimacin de las estructuras estatales.
Este tipo de desorden creciente y autoreforzante no puede durar siempre, pero s
puede durar entre 25 y 50 aos. Entonces, o bien este desorden se convierte en una
forma de caos dentro del sistema, provocado por el agotamiento de las vlvulas de
escape del sistema, o bien empuja por otro camino dado que las contradicciones del
sistema han llegado a un punto en el que ya no sirve durante mucho tiempo ninguno
de los mecanismos de restauracin del funcionamiento normal del sistema.
Personas y empresas seguirn tratando de acumular capital por los medios habituales.
Los capitalistas buscarn el apoyo de las estructuras estatales, como lo han hecho en
el pasado. Los estados concurrirn con otros estados para tratar de convertirse en el
principal centro de acumulacin de capital. La economa-mundo capitalista podr
entrar, probablemente, en una nueva fase de expansin, mercantilizando an ms los
procesos econmicos en el mundo entero y polarizando ms an la distribucin
efectiva de la riqueza.
Lo que podra ser diferente en los prximos 25-50 aos no son tanto las operaciones
del mercado mundial como las operaciones del mundo poltico y las estructuras
culturales. Bsicamente, los estados perderan paulatinamente su legitimacin y, por
tanto, encontraran cada vez ms difcil el garantizar un mnimo de seguridad, tanto
internamente como en las relaciones entre ellos. Sobre la escena geocultural, podra
no haber ningn discurso dominante, y las propias formas de debate cultural podran
ser sometidas a debate. Podra no existir acuerdo sobre lo que debe considerarse
como un comportamiento racional o aceptable. Ahora bien, toda esa confusin no
implica necesariamente la ausencia de un comportamiento intencional, propositivo.
Verdaderamente, podra haber muchos grupos persiguiendo claros y limitados
objetivos, aunque en muchos casos entraran unos con otros en agudos conflictos.
Podra haber unos cuantos grupos con una idea a largo plazo de cmo construir un
orden social alternativo, aunque su claridad subjetiva podra adecuarse muy poco a
cualquier probabilidad objetiva de que estos conceptos constituyan una gua heurstica
til para la accin. En resumen: cada cual actuara un tanto a ciegas, incluso sin
pensar que est actuando.
Con todo, estamos condenados a actuar. Por tanto, nuestra primera necesidad es
tener claro qu es lo deficiente en nuestro moderno sistema-mundo, qu es lo que
provoca que un porcentaje muy alto de la poblacin mundial se encuentre encolerizada
con l o que, al menos, mantenga un juicio ambivalente respecto a sus mritos
sociales. A m me parece muy claro que las mayores quejas se dirijen contra las
grandes desigualdades del sistema, que implican tambin una ausencia de
democracia. Sin duda, esto podra decirse tambin de todos los anteriores sistemas
histricos. Pero lo nuevo bajo el capitalismo es que su gran xito como creador de
produccin material elimina toda justificacin para las desigualdades, ya sean
materiales, polticas y sociales. Estas desigualdades parecen ser peores porque no se
limitan a privilegiar a un minsculo grupo frente al resto de la humanidad, sino que
distinguen a un quinto o un sptimo de la poblacin mundial frente a todos los dems.
Los sentimientos de quienes han sido marginados se han visto exacerbados por el
incremento de la riqueza material total y por el hecho de que el bienestar no se limite a
un pequeo puado de personas pero al mismo tiempo tampoco alcance a la mayora
de la poblacin.
No contribuiremos en nada a una resolucin aceptable de este caos terminal de
nuestro sistema-mundo a menos que dejemos muy claro que solamente un sistema