Ernest Mandel Critica Del Eurocomunismo
Ernest Mandel Critica Del Eurocomunismo
Ernest Mandel Critica Del Eurocomunismo
La multiplicacin de las prebendas de las que gozaban los mandatarios de los partidos
socialdemcratas en el seno del estado democrtico-burgus acab por crear una comunidad de
intereses entre esos mandatarios y la burguesa. El considerable aumento del nivel de vida de las
capas privilegiadas de la clase obrera favoreci un clima poltico en el que el programa mnimo
(las reivindicaciones inmediatas) estuvo cada vez ms separado del programa mximo (el
derrocamiento del rgimen capitalista). La ausencia de una comprensin global de la naturaleza
de la era imperialista; el rechazo de una orientacin hacia grandes movilizaciones
extraparlamentarias de masas (defendida en vano por Rosa Luxemburg a partir de 1910); la
ausencia de perspectivas revolucionarias y la incapacidad para modificar la tctica gradualista
en funcin de la comprensin de que iban a convertirse en inevitables las convulsiones violentas,
todas esas debilidades polticas y tericas haban preparado tambin, indudablemente, el
terreno a la catstrofe de agosto de 1914.
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Pero aun sin considerarse decisivas, la ausencia de disciplina internacional y la ausencia de
hbitos prcticos en la aplicacin de las resoluciones adoptadas mayoritariamente por los
congresos de la Internacional se clasificaron entre los principales factores que haban
contribuido al viraje espectacular de los principales partidos socialistas a finales de julio de
1914.
No fue Lenin el nico en proclamar: la II Internacional ha muerto, hay que construir la III
Internacional sobre una base doctrinal y organizativa mucho ms firme. Tambin Rosa
Luxemburg, y buena parte de la mayora centrista de la conferencia de Zimmerwald,
aceptaron la idea de que la Internacional es nuestra nica patria y de que convena imponer la
disciplina internacional en el seno del movimiento obrero revolucionario, al menos en cuanto a
las grandes cuestiones internacionales. 2 Este concepto no fue producto de la victoria de la
revolucin de Octubre, de la predominancia adquirida por los bolcheviques tras la fundacin del
Comintern, o de una supuesta inclinacin de Lenin a extender al mundo entero sus
concepciones organizativas rusas. Fue patrimonio comn de todos los internacionalistas,
bolcheviques o no, a partir de 1915. Fue la reaccin casi unnime frente a la catstrofe que
haba golpeado al movimiento obrero internacional en agosto de 1914.
Fue tambin ms que esto: fue un concepto organizativo ajustado a una visin terica ms
correcta de las tendencias hacia la internacionalizacin de la lucha de clases en la poca
imperialista. La nocin de revolucin mundial, que, antes de 1914, haba flotado vagamente en
el segundo plano del marxismo ortodoxo, como reminiscencia de lo que haba ocurrido en
1848, o, todo lo ms, como una tendencia de las revoluciones a extenderse a varios pases, 3
adquiri una actualidad candente en el marco de la toma de conciencia de la unidad orgnica y
contradictoria de la economa mundial, tal como el imperialismo la haba forjado.
Fue en funcin de los problemas estratgicos y tcticos especficos que se desprenden de esta
compleja realidad de la lucha internacional de clases, es decir, de esta realidad de la revolucin
mundial, que se cre la Internacional Comunista, sobre la base de una disciplina internacional
aceptada en comn. La idea de una Internacional centralizada democrticamente es un
concepto esencialmente poltico, es parte integrante de una teora global de la realidad social
del mundo en la era imperialista, y no un subproducto de la extrapolacin internacional de la s
concepciones organizativas de Lenin. Nada de lo que se haya producido a escala mundial
durante los sesenta aos transcurridos desde la revolucin de Octubre permite, por lo dems,
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impugnar en lo esencial la validez de esta teora. Fue la base grantica sobre la que se fund el
movimiento comunista despus de 1917. Sigue siendo la base grantica del marxismo
revolucionario de hoy. Trotsky no tuvo otro mrito que el de explicitarla ms sistemticamente
en el segundo panel de su teora de la revolucin permanente. 4
Stalin y su fraccin, mayoritaria en el CC y entre los cuadros dirigentes del PCUS, colocaron una
tremenda carga explosiva bajo esa base grantica cuando desarrollaron bruscamente, a partir de
1924, su teora sobre la posibilidad de llevar a trmino la construccin del socialismo en un solo
pas. 5
Una vez ms, el origen, en ltima instancia, de ese giro no es, evidentemente, ideolgico. No
debe buscarse en la debilidad de la capacidad terica de determinado individuo o en la poca
clarividencia poltica de un grupo de cuadros. Su origen es social, y est vinculado a intereses
materiales precisos. Ese viraje terico encuentra su explicacin, en ltimo anlisis, en el
ascenso y consolidacin, en el seno de la sociedad sovitica, de una nueva capa social
privilegiada materialmente, la burocracia sovitica, y en la simbiosis progresiva entre esa capa y
el aparato del partido. La teora staliniana del socialismo en un solo pas expres, ante todo,
el conservadurismo pequeoburgus de esa burocracia, as como el creciente deseo del aparato
del partido de disfrutar las prebendas del poder. La idea, desarrollada por innumerables
comentadores, de que esta teora fue aceptada porque ofreca una perspectiva concreta de
desarrollo econmico del pas ante el fracaso real de la revolucin mundial, es profundamente
anacrnica.6 No explica en lo ms mnimo el encadenamiento real entre las peripecias de la
lucha de clases internacional, la poltica econmica de la URSS, las luchas sociales en ese pas,
los conflictos polticos y debates tericos en el seno del PCUS y la evolucin del Comintern.
La adopcin de la teora del socialismo en un solo pas conduca a cinco transformaciones que
iban a conmocionar, de un extremo al otro, la base terica y estratgica, as como la prctica
poltica y la estructura organizativa, de los partidos comunistas y de la Internacional Comunista,
modificando radicalmente su funcin objetiva en el mundo contemporneo.
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una parte, y la revolucin internacional por otra. Se proclam que la defensa del bastin era
la primera tarea del movimiento comunista y del proletariado mundial, lo cual llevaba
progresivamente a una creciente subordinacin de los intereses de la revolucin internacional a
los (pretendidos) intereses de la defensa del bastin.
Esta subordinacin desembocaba en que los PC dejaran de ser fuerzas que operaban por el
derrocamiento revolucionario del capitalismo en sus pases respectivos (y la IC un instrumento
para el derrocamiento revolucionario del sistema imperialista y del capitalismo a escala
mundial) para convertirse en instrumentos prioritarios de la defensa del bastin sovitico, lo
cual llev, de forma creciente, a la adaptacin automtica de esos partidos y de la IC a los
zigzags de la diplomacia del Kremlin.
En la misma medida en que toda esa degeneracin terica, poltica y organizativa minaba las
bases en que se fundaban el programa y la existencia de la Internacional Comunista, no poda a
la larga sino descomponerla. Las burocracias de los partidos comunistas no se sometieron
ciegamente a las rdenes del Kremlin que dejaron de corresponder, de forma cada vez ms
manifiesta, a los intereses del proletariado de sus pases respectivos ms que en la medida en
que no vieron otra salida, ya fuera en funcin de su dependencia material, ya en funcin de la
visin que tenan de las perspectivas polticas nacionales e internacionales a medio plazo 8.
Cuando esta situacin se modific, ya slo era cuestin de tiempo el que el monolitismo
frreo cayera como un castillo de naipes. El mesianismo nacional del PCUS iba a producir
tantos mesianismos como PC poderosos y materialmente independientes del Kremlin hubiera.
El centro nico iba a producir el policentrismo. El internacionalismo proletario, identificado
con la defensa del bastin sovitico, iba a desembocar en una proliferacin de
nacionalcomunismos. En este sentido, el eurocomunismo estaba inscrito en filigrana en el
devenir del movimiento comunista mundial desde la adopcin de la teora del socialismo en un
solo pas. Trotsky, con su genio proftico, lo comprendi y lo proclam ya a partir de entonces:
El marxismo ha enseado siempre a los obreros que incluso la lucha por los salarios y la
limitacin de la jornada de trabajo no puede tener xito si no es una lucha internacional. Y he
aqu que actualmente, de golpe, nos encontramos con que el ideal de la sociedad socialista
puede realizarse con las solas fuerzas de una nacin. Es un golpe mortal asestado a la
Internacional. La conviccin inquebrantable de que el objetivo fundamental de clase puede
alcanzarse an menos que los objetivos parciales, por medios nacionales, o en el marco de una
nacin, constituye la mdula del internacionalismo revolucionario. Si se puede llegar al objetivo
final en el interior de las fronteras nacionales por los esfuerzos del proletariado de una nacin,
entonces desaparece la razn de ser del internacionalismo. La teora de la posibilidad de
realizar el socialismo en un solo pas rompe la relacin interior que existe entre el patriotismo
del proletariado vencedor y el derrotismo del proletariado de los pases burgueses. Hasta ahora,
el proletariado de los pases capitalistas progresivos no hace otra cosa que avanzar hacia el
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porvenir. Cmo marchar hacia l, qu caminos seguir en su marcha? Todo esto depende por
completo, enteramente, de cmo considere la organizacin de la sociedad socialista: es decir,
de que la considere como un problema nacional o internacional.
En general, si es posible realizar el socialismo en un solo pas se puede admitir esta teora no
tolamente despus de la conquista del poder, sino tambin antes. Si el socialismo es realizable
en el marco nacional de la URSS atrasada, lo ser mucho ms en el de la Alemania progresiva.
Maana, los directores del partido comunista alemn desarrollarn esta teora. El proyecto de
programa les da ese derecho. Pasado maana le tocar el turno al partido comunista francs.
Eso ser el comienzo de la descomposicin de la Internacional Comunista, que seguir la lnea
poltica del socialpatriotismo. El partido comunista de cualquier pas capitalista, despus de
haberse penetrado de la idea de que hay en el seno de su estado todas las premisas necesarias
y suficientes para organizar por sus propias fuerzas la sociedad socialista integral no se
distinguir, en el fondo, en nada de la socialdemocracia revolucionaria, que tampoco haba
comenzado por Noske, pero que ha fracasado definitivamente al tropezar con esta cuestin el 4
de agosto de 1914.
Cuando se dice que el hecho mismo de la existencia de la URSS es una garanta contra el
socialpatriotismo, pues el patriotismo hacia la repblica obrera es un deber revolucionario, se
expresa justamente el espritu nacional limitado por esta utilizacin unilateral de una idea
justa: slo se mira a la URSS y se cierran los ojos ante el proletariado mundial. No se puede
orientar a ste por el derrotismo hacia el estado burgus sino abordando en el programa el
problema esencial desde el punto de vista internacional, rechazando sin piedad el contrabando
socialpatriota que se oculta an, tratando de hacer su nido en el dominio terico del programa
de la Internacional leninista.9
El viraje hacia una poltica de defensa del estado burgus y del statu quo social en el seno de los
pases imperialistas, que implicaba la defensa de la propiedad privada en los casos de grave
crisis social y la defensa nacional en caso de guerra imperialista, se realiz en el sptimo
congreso del Comintern en los pases imperialistas llamados democrticos. Lo haba precedido
un viraje inicial en este sentido del PCF, a raz del pacto militar Stalin-Laval. La poltica llamada
de frente popular fue su traduccin ms ntida, y su aplicacin en el curso de la guerra civil
espaola su traduccin ms radical. En contra de las colectivizaciones realizadas
espontneamente por los trabajadores y los campesinos pobres de la Espaa republicana, en
contra de los rganos de poder creados por el proletariado, y en particular de aquellos comits y
milicias que infligieron una derrota decisiva a los insurrectos militar-fascistas en junio de 1936
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en casi todas las ciudades importantes del pas, el PC se erigi como el defensor ms
encarnizado, consecuente y sanguinario del restablecimiento del orden burgus.
No lo hizo, desde luego, como agente de la burguesa, sino como agente del Kremlin,
obsesionado por el miedo a que una revolucin victoriosa en Espaa y en Francia condujera a
una gran alianza de todas las potencias imperialistas contra la Unin Sovitica. No se trataba,
claro est, ms que de un viraje tctico.
Estas dos consideraciones son importantes para comprender que ocasionalmente, y dentro de
unos estrechos lmites, la burocracia sovitica, cuyos privilegios tienen por base material un
modo de produccin resultante de la abolicin de la propiedad privada y del capitalismo, puede
tratar de extender su poder extendiendo la zona en la que funciona este nuevo modo de
produccin. As lo hizo ya en 1939- 40 en Polonia oriental, los pases blticos y Besarabia. As lo
hizo, a mayor escala, en 1947-49, en los pases de su glacis militar, conquistados al final de la
segunda guerra mundial en Europa oriental. Pero cada vez lo hizo con medios militar-
burocrticos bajo su control estricto, sin dirigir ninguna verdadera revolucin popular de masas,
en unas condiciones tales que de ello no poda resultar una repolitizacin entusiasta del
proletariado sovitico y siempre con previo acuerdo con el imperialismo en cuanto al reparto del
mundo en zonas de influencia. Hay que descartar que esto pueda reproducirse en Europa o en
Asia en un futuro previsible. Estas excepciones confirman, pues, la apreciacin global de la
poltica exterior de la burocracia como contrarrevolucionaria, despus de haberse transformado
esta burocracia en una capa osificada en la URSS, imposible de eliminar si no es por medio de
una revolucin poltica.
Los PC realizaron el viraje de 1935 por fidelidad a la Unin Sovitica, tal como la entendan (es
decir, fidelidad a la burocracia sovitica, de la que dependieron cada vez ms, material y
polticamente). Pero el viraje del sptimo congreso del Comintern, con todo lo que implic,
desencaden otro mecanismo autnomo cuyo control iba a perder el Kremlin. Al integrarse cada
vez ms en el estado burgus, apropindose de las prebendas de la democracia parlamentaria
burguesa como resultado de sus xitos electorales y sindicales, los aparatos de los PC de los
pases imperialistas democrticos quedaban en adelante sometidos a una presin material
independiente, y en cierta medida antagnica, de la del Kremlin. As como el socialismo en un
solo pas desemboca en el nacionalcomunismo, la teora y la prctica del frente popular
desembocan en una lnea poltica que alimenta un proceso gradual de socialdemocratizacin. He
ah dos de las principales races histricas del eurocomunismo.
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revisionistas acerca del estado burgus, la nueva democracia y la democracia avanzada de
las que nuestros maostalinistas fingen hoy indignarse, olvidando, por lo dems, que el propio
Mao las haba copiado fielmente en 1941.11
La desagradable sorpresa del Kremlin resulta del hecho de que crey poder controlar todos los
movimientos de esta mecnica: Derecha! Izquierda! Firmes! Su suficiencia burocrtica se
vio ya quebrantada cuando se concluy el pacto Hitler-Stalin. Los acontecimientos posteriores
han hecho que se olvide la grave crisis que atraves entonces, en particular, el PCF; no menos
de un 40 % de su grupo parlamentario, incluyendo a varios miembros del BP, desaprobaron a
Mosc en aquella ocasin; parte de ellos se pasaron al campo de su propia burguesa.12 A pesar
de todo, el grueso del aparato permaneci fiel al Kremlin.
Lo mismo se produjo tras el inicio de la guerra fra que sucedi a la gran alianza
antifascista. Todos los PC de la Europa capitalista dieron obedientemente un giro de 180
grados. Afirmaron, como un solo hombre, que si persiguiendo al agresor imperialista el
Ejrcito Rojo llegara a las fronteras del propio pas, sera recibido en l con los brazos abiertos,
como fuerza liberadora. No era se, indudablemente, el lenguaje de un partido
socialdemcrata.
En distintos momentos, en los aos 60 (en algunos casos ya en el curso de los aos 50), algunos
PC de la Europa capitalista volvieron a realizar el viraje hacia la adaptacin a la
socialdemocracia, lo cual coincida ms o menos con algn viraje paralelo del Kremlin: viaje de
Kruschev a los Estados Unidos; el espritu de Camp David; encuentro Kruschev-Kennedy en
Viena, etctera. Esta vez, sin embargo, el mecanismo no slo era ms difcil de controlar que en
1935-38 o en 1941-47, sino que adems estaba bastante descompuesto.
La razn fundamental de ello est en los efectos acumulativos de los sucesivos virajes, la
duracin del nuevo viraje reformista, la modificacin en la composicin del aparato de los PC, la
distinta naturaleza del reclutamiento de los PC en base a su poltica neorreformista a largo
plazo. Los virajes que se sucedan cada tres aos, cosa que daba una gran flexibilidad y
diversidad a la experiencia de los burcratas y cuadros de los PC, han sido sustituidos por una
prctica reformista aplicada sin interrupcin desde hace cerca de veinte aos, y a veces ms.
Una generacin entera de cuadros eurocomunistas no ha aprendido ya nada ms que a preparar
unas buenas elecciones y a conducir acciones reivindicativas inmediatas. La desaparicin
progresiva de toda la generacin comunista que se form en los aos anteriores de 1935,
durante la resistencia, o incluso durante los aos de la guerra fra, y que conoci una prctica
poltica muy distinta a la de hoy, desempea en esto un papel muy importante.
Esto es aplicable sobre todo a los grandes partidos comunistas en los pases capitalistas, ante
todo el PCI y el PCF. Largos aos de clandestinidad han preservado hasta ahora al PC portugus y
al espaol de los efectos directos de esta corrupcin (cosa que puede cambiar rpidamente); la
lnea derechista de esos partidos est determinada, por el momento, por factores ideolgicos y
de orientacin estratgica. Pero incluso PC ms pequeos, como los de Suecia, Blgica, Suiza,
los Pases Bajos, Finlandia o Gran Bretaa, se ven parcialmente arrastrados por este
movimiento, ya sea a nivel municipal, ya a nivel sindical. A veces, gracias al ejemplo del vecino,
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la ideologa se anticipa a la realidad. El deseo de acceder al pesebre precede al acceso mismo y
dicta a partir de entonces la lnea poltica.
Pero el acento hay que ponerlo ante todo en el cambio del contexto internacional. La crisis
conjunta del imperialismo y el stalinismo mina los conceptos en que se basaba la ideologa
staliniana. La revolucin china rompi el cerco capitalista de la URSS. Junto con las revoluciones
yugoslava, vietnamita, cubana, ha roto el mito de la Unin Sovitica, nico bastin de la
revolucin mundial. El conflicto chinosovitico permite a Togliatti desarrollar una actitud de
Poncio Pilatos (ambos tienen algo de culpa) y mina todava ms el concepto de un bastin
central que debe defenderse. Adems, identificar los progresos de la revolucin mundial con la
sola defensa del campo socialista sobre todo cuando Yugoslavia, en primer lugar, y luego
China, se han visto proyectadas fuera de ese campo, y cuando ese campo ha permitido el
bombardeo de Hanoi socialista prcticamente sin reaccionar es algo cada vez menos creble.
En este sentido, la aparicin gradual del fenmeno del euro-comunismo ya que se trata de una
formacin gradual y no de una transformacin radical de un da para otro, como fingen creer
muchos observadores est vinculada inextricablemente a la crisis progresiva del stalinismo,
que se va transformando poco a poco en una crisis de descomposicin. 13
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sus direcciones gozaron de un enorme prestigio ante las masas trabajadoras de sus respectivos
pases y adquirieron tanto una base material como una base poltica autnomas para resistirse
victoriosamente a los ukases del Kremlin, cosa que no haba podido hacer ninguna direccin
comunista que quisiera permanecer en el marco del Comintern antes de 1946.
El caso del PC checoslovaco va en el mismo sentido. Este partido haba recibido el poder de
manos del Kremlin en febrero de 1948, desempeando en esta ocasin un papel mucho ms
decisivo la presin militar-burocrtica que la movilizacin de una fraccin de la clase obrera
controlada por el PC. A consecuencia de su imitacin de los mtodos stalinistas y de su
infeudacin a la burocracia sovitica, disminuyeron sensiblemente sus cimientos populares entre
1949 y 1967. Pero la decisin de su fraccin centrista de iniciar el proceso que iba a conducir
a la primavera de Praga de 1968, el apoyo popular a esta nueva orientacin, la rpida conquista
de la autonoma de accin y la politizacin progresiva de la cla se obrera le proporcionaron un
apoyo masivo en el seno de las masas trabajadoras cuando defendi estas primeras conquistas
(que representaron objetivamente conquistas de los pogromos de la revolucin poltica) frente a
la presin creciente del Kremlin. Este apoyo hizo posible el apogeo del 14 congreso del PCCh,
congreso clandestino y obrero de resistencia a la imposicin del Kremlin. Pero esta imposicin se
apoy en los carros de combate, y la fraccin centrista fue barrida por los normalizadores
por mediacin de esos carros de combate y de sus propias vacilaciones.
El caso del equipo fidelista cubano es una confirmacin en negativo de la misma regla. Este
equipo tom el poder encabezando una formidable movilizacin obrera y campesina de masas,
mucho menos burocratizada y manipulada que en los casos de Yugoslavia o China. Barri las
objeciones, la resistencia y el sabotaje de los stalinistas cubanos y llev a trmino un proceso de
revolucin permanente mediante la destruccin del orden burgus y la creacin de un estado
obrero, adquiriendo de este modo una independencia poltica casi total, en un comienzo, en
relacin al Kremlin. Pero el aislamiento de la revolucin cubana en el hemisferio occidental, el
bloqueo y la agresin por parte del imperialismo americano, la creciente fragilidad de la
situacin militar y econmica a lo largo de los aos 60, las derrotas sufridas por la revolucin
latinoamericana, tuvieron como resultado una dependencia material cada vez ms total en
relacin a la burocracia sovitica. De ah la regresin poltica del equipo fidelista.
La burocracia sovitica, acostumbrada a tratar slo con sirvientes a los que se dan rdenes o con
trotskistas enemigos del pueblo que deben exterminarse, se desconcert ante la imprevista
resistencia con que se top bruscamente dentro de su propia rbita. Su primer reflejo fue el de
la violencia transpuesta al plano de las relaciones de estado: excomunin de Tito, bloqueo de
Yugoslavia, movilizacin de los ejrcitos en las fronteras con Yugoslavia, llamamientos a la
insurreccin, o incluso al asesinato.
El mtodo brutal fracas. Kruschev cambi el rumbo hacia la conciliacin. Los bandidos
trotskistas y fascistas de la camarilla Tito-Rankovic se transformaron de un da para otro en
los queridisimos camaradas yugoslavos.15 La llegada al aerdromo de Belgrado de Kruschev en
persona para dar un abrazo a esos queridos camaradas reencontrados fue un golpe tan fuerte
para el mito de la infalibilidad del PCUS y de la subordinacin de todos los PC a las rdenes del
Kremlin como lo haba sido siete aos antes la excomunin de Tito.
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fracaso volvi a ser total. La direccin china, lejos de doblegarse bajo la presin y la
excomunin, afirm cada vez ms su autonoma poltica y organizativa.
A estas dos confrontaciones debe aadirse, naturalmente, la del XX congreso del PCUS y el
comienzo de la destalinizacin. No slo el mito de la infalibilidad fue ah destruido sin duda
definitivamente, sino que, adems, la manifiesta incapacidad de la burocracia para explicar las
razones profundas de la degeneracin staliniana, la insuficiencia flagrante de la frmula del
culto de la personalidad, la impotencia del aparato sovitico para realizar ninguna reforma
institucional capaz de ofrecer unas mnimas garantas contra el retorno a crmenes y errores tan
monstruosos, todo ello despoj de cualquier credibilidad al modelo sovitico como modelo
de construccin del socialismo y min as, irremediablemente, el principio del estado-gua y
del partido-gua. Togliatti fue el primero en comprenderlo, estableciendo en su Testamento
de Yalta un vinculo causal entre la insuficiencia de la teora del culto de la personalidad, las
imperfecciones del modelo sovitico del socialismo y un ascenso inevitable del
policentrismo en el seno del movimiento comunista internacional. 16 El Kremlin estaba
perdiendo el control de todo lo que no poda ya controlar con los medios militares y econmicos
ms directos.
Pero lo que haba, ms que nada, era una sorda inquietud poltico-histrica: Y si maana
estuviramos en el poder nosotros, comunistas italianos, franceses, britnicos, y si nuestra
poltica disgustara al hermano mayor, qu le impedira tratar a nuestro pas como ha
tratado a Checoslovaquia, qu le impedira zurrarnos la badana o hacernos algo peor, como
hizo con Frantisek Kriegel y sus camaradas, secuestrados en cuanto llegaron a Praga los carros
de combate? Esta capacidad de imaginar lo inimaginable, que no se haba adquirido an en
1936 o en 1949, exista ahora incuestionablemente. El tiempo haba hecho su trabajo. La
experiencia del stalinismo, al menos en sus peores aspectos, haba sido asimilada. Hubo como un
grito unnime salido del corazn: Eso, a nosotros? Jams! La Internacional staliniana haba
muerto. O, por lo menos, se redujo cada vez ms a organizaciones esquelticas que vivan
directamente de los subsidios del Kremlin. Ya no haba lugar en su seno para partidos de masa
con races propias en su clase obrera, en la misma medida en que la clase obrera internacional
haba ahora asimilado lo esencial de la naturaleza del stalinismo.
El viraje del sptimo congreso del Comintern haba sido justificado, en lo esencial, por la
necesidad para la URSS de maniobrar entre las potencias imperialistas. Esta necesidad es un
hecho objetivo. Tambin la Rusia de Lenin y Trotsky tuvo que concluir el tratado de Brest-
Litovsk y el tratado de Rapallo. En cambio, lo que no constituye una necesidad, sino un
abandono de los principios elementales del marxismo, es que las partidos obreros modifiquen su
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curso de oposicin irrevocable a la burguesa imperialista en funcin de estos tratados y
coloquen su tctica en lnea con las maniobras, forzosamente coyunturales y pasajeras, de la
diplomacia del estado obrero.
La divisin de las potencias imperialistas abre un terreno de maniobras tanto despus como
antes de la segunda guerra mundial. No se orienta tan slo en base a la oposicin de las
potencias imperialistas entre ellas. Se orienta tambin, y cada vez ms, en base al apoyo
(pasajero) a tal o cual fraccin interna de la burguesa imperialista de un mismo pas contra tal o
cual otra fraccin. Cualquier partido comunista que se deje arrastrar por esta va aade, al
abandono de la independencia de clase del proletariado y de los principios elementales del
comunismo, un peligro creciente de abandonar incluso la defensa de los intereses materiales
ms inmediatos de la clase obrera.
Pero de nuevo nos encontramos en presencia de una mecnica cada vez ms imposible de
controlar por el Kremlin. Quin ser quien juzgue, y con qu criterios, cul es la fraccin
imperialista y cul la variante de poltica burguesa ms favorable para la paz? Antes, la
eleccin era sencilla. Stalin tena siempre razn, incluso cuando proclam de repente, en 1940,
a los trabajadores alemanes que su enemigo principal ya no era Hitler, sino la fraccin belicista
de Fritz Thyssen, que pretenda romper el pacto germano-sovitico de no agresin. Puesto que
la infalibilidad queda eliminada para siempre con la rehabilitacin de Tito y con el XX congreso,
estn abiertas las taquillas para apostar por uno u otro caballo para el gran premio de la paz.
Son los atlantistas el enemigo nmero 1 de la paz y de la distensin? Eso parece seguir
creyendo Georges Marchis. (El Kremlin, por lo que a l respecta, no est muy de acuerdo con
este juicio. No se senta nada descontento de los atlantistas Nixon y Kissinger, ni mucho
menos.) Acaso el peligro de un arma nuclear independiente alemana (o germano-britnica, o
franco-germano-britnica) transforma quiz a la OTAN en un mal menor? Las preferencias de
Segr parecen ir ms bien por ah (y no nos sorprendera que hubiera recibido la discreta
bendicin de Gromyko). Puede convertirse a la OTAN en una cosa menos nociva poniendo un
dedo socialista en el gatillo? Marchis y Berlinguer se inclinan prudentemente hacia esta
solucin intermedia. No sera quiz mejor proclamar una posicin de neutralismo positivo?
Esa parece ser la posicin adoptada por Santiago Carrillo. En cuanto a Cunhal, que se atiene a
las vociferaciones de antao contra la OTAN, con gran satisfaccin del PC de los Estados Unidos,
observa con inquietud que la Pravda reproduce cada vez ms raramente sus ardorosas
profesiones de fe. El DKP es el nico que no tiene problemas: repite como un loro lo que se dice
en Berln Este.
Con todo esto, cuando nos encontramos a maostas semiortodoxos tratando de levantar un acta
de acusacin contra la poltica exterior de los eurocomunistas, la acrobacia que se ven obligados
a ejecutar para lograr introducir la complejidad de las posiciones en su sistema simplista resulta
un penoso espectculo: los eurocomunistas, esos anticomunistas modernos (sic), demuestran su
sometimiento al socialimperialismo sovitico negndose a oponerse resueltamente al
imperialismo americano, y sacrificando la independencia nacional, que no puede realizarse ms
que por medio de una lucha irreductible contra las dos superpotencias, que se han puesto de
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acuerdo para someter a Europa, y cuyo acuerdo mutuo implica una lucha feroz e implacable por
la hegemona, que las llevar maana a degollarse entre s (y a degollarnos a todos los dems)
en el curso de la inevitable tercera guerra mundial.
Por eso no debe excluirse a priori una alianza tctica con el imperialismo norteamericano,
menos agresivo por estar debilitado...17
No hay ninguna razn para suponer que los dirigentes eurocomunistas se hayan convertido en
agentes directos del imperialismo americano, aunque algunas de sus maniobras puedan
favorecer tal o cual operacin de la administracin Crter. No puede aportarse ninguna
explicacin materialista a semejante hiptesis estrafalaria. Su integracin creciente al aparato
del estado burgus los convertira, como posibilidad lmite, en agentes de su propia burguesa,
es decir, la burguesa europea, aliada, sin duda, pero tambin competidora (y una competidora
cada vez ms feroz, cada vez ms afianzada) del imperialismo americano. Que el
eurocomunismo entorpece sus maniobras frente a Washington? S, si se le atribuye la
responsabilidad de la fuga de capitales, de la huelga de inversiones, del estancamiento
prcticamente total de la economa, lo cual es absolutamente injustificado. No, si se ve en l un
elemento suplementario de reestabilizacin del orden burgus en la Europa capitalista; de
hecho, el ltimo dique que deber derribar la revolucin socialista antes de su triunfo.
Durante dos decenios, toda la fraccin militante de la cla se obrera de la Europa del sudoeste era
ferozmente hostil a su estado burgus, con su ejrcito y su polica. Si el compromiso
histrico tiene algn sentido, se es precisamente el de eliminar esta hostilidad. 18 El
paralelismo con la socialdemocracia de 1914 a 1929 vuelve a ser chocante. En el caso (poco
probable, en nuestra opinin) de que esta maniobra se viera coronada por el xito, la burguesa
europea se vera reforzada y no debilitada en relacin al imperialismo americano.
Paradjicamente, los sustentadores ms convencidos de la teora maosta de las dos
superpotencias deberan conceder un prejuicio favorable a la estrategia eurocomunista, por
cuanto se orienta en el sentido de reforzar la independencia (y la fuerza) de Europa (la Europa
imperialista) frente a los EEUU. Y cmo no darse cuenta de que la transformacin de unos
grandes partidos obreros de agencia de la burocracia sovitica en fuerzas polticas autnomas
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que se inclinan hacia una alianza histrica con una fraccin de su burguesa imperialista
refuerza a esa misma Europa imperialista tambin frente a la URSS?
Est fuera de duda el que los partidos eurocomunistas sean partidarios sinceros de la distensin.
Estn convencidos de que sus proyectos reformistas, y no hablemos ya de su proyecto de
participacin gubernamental, no tienen la menor posibilidad de realizarse en el caso de una
recada en la guerra fra, por no hablar ya de la guerra a secas. Sera absurdo acusarlos de
belicismo. Si algo hay que reprocharles es que expanden la peligrosa ilusin pacifista de que la
paz puede salvarse a la larga tan slo mediante la presin sobre el capitalismo, sin abolirlo.
Pero esta ilusin pacifista la han heredado de la ortodoxia staliniana, de la que era y sigue
siendo parte integrante. Es otro corolario lgico del socialismo en un solo pas.
Partiendo de ah, el nico elemento realista en esos miedos de los burgueses ms osificados es
que las mismas transformaciones en las relaciones de fuerzas sociopolticas que podran
desembocar en la entrada al gobierno de los eurocomunistas puedan conllevar rupturas de la
Alianza Atlntica. Esto es incuestionablemente cierto. Todava habra que aadir, para no caer
en sofismas, que el objetivo poltico de los dirigentes euro-comunistas es precisamente la
limitacin de estas transformaciones, su canalizacin hacia vas compatibles con el
mantenimiento del orden burgus (y, en ltimo extremo, con el mantenimiento de la Alianza
Atlntica). Si alguna vez llega a producirse la ruptura con la OTAN de tal o cual pas de Europa
occidental, no ser por culpa, sino a pesar, de los esfuerzos polticos de los eurocomunistas.
Queda por saber si, desde el punto de vista de la burocracia sovitica, no son preferibles la
OTAN y la situacin actual al nuevo reparto de cartas que resultara de un reforzamiento militar
autnomo del imperialismo europeo, al que el eurocomunismo hubiera contribuido a su manera.
Es perfectamente posible, como lo es el que los guios cmplices del Kremlin a Giscard, que
vienen repitindose desde antes de las ltimas elecciones presidenciales, y a los que Marchis
reprocha justificadamente, desde su punto de vista la ausencia de internacionalismo
proletario, reflejan una sorda inquietud respecto a una Europa tripolar, con un rearme
autnomo germano-franco-italo-britnico (por no hablar de una Europa tetrapolar, con una
revolucin socialista victoriosa en uno o varios pases de la Europa del sudoeste).
Para el movimiento obrero internacional y la clase obrera europea, stos no son sino juegos en
gran medida gratuitos y a la vez demasiado peligrosos. La clase obrera no tiene por qu elegir
entre distintas variantes de poltica internacional burguesa. Ahora bien, de esto es de lo que se
trata en todas esas especulaciones. La clase obrera debe combatir por una poltica internacional
obrera, es decir, una poltica independiente de clase, opuesta a toda alianza con una
determinada fraccin del imperialismo en contra de otra. Esto se traduce hoy en dos frmulas:
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Contra el armamento (ante todo el armamento nuclear) y contra los preparativos de guerra de
toda burguesa imperialista! por los Estados Unidos socialistas de Europa!
La analoga con la evolucin del PCF, y sobre todo del PCI, resulta soprendente. En los escritos
de los eurocomunistas se repite como un leit-motiv que toda crisis catastrfica del estado
democrtico pondra en peligro las conquistas de la clase obrera. He ah la razn profunda
por la que los PC se transforman en factor de orden.20 Lograrn la gratitud de las capas
medias por su abnegacin, su sentido de estado, su negativa a explotar las dificultades con
fines partidarios. As es como consolidarn lo conquistado, y luego, poco a poco, lo
extendern...
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Volveremos ms adelante sobre las contradicciones manifiestas contenidas en la estrategia que
se funda en razonamientos semejantes.21 Lo indiscutible es que stos repiten textualmente
otros razonamientos anlogos de la socialdemocracia: la tercera raz histrica del
eurocomunismo es la estrategia de desgaste de Kautsky. Y est condenado a llevar a las
mismas derrotas y bancarrotas en las que desemboc la socialdemocracia clsica.
Y es que todo eso hace abstraccin del factor decisivo de la poltica en la sociedad burguesa: la
lucha de clases elemental. A fuerza de sucesivas mediaciones introducidas entre el anlisis
socioeconmico y el anlisis poltico, este ltimo acaba por desligarse por completo de su base y
por ser considerado como un juego totalmente autnomo en el que la astucia, la tctica, la
maniobra, el compromiso, la sicologa, lo son todo, mientras que el inters material de clase ya
no es nada. Pero toda la historia del siglo XX testimonia en contra de semejantes concepciones
burocrticas, maniobreras y manipuladoras de la poltica, que no son esencialmente stalinistas
en la medida en que son comunes a la burocracia socialdemcrata y a la burocracia stalinista. La
burguesa europea es indudablemente demasiado instruida y experta para que se la paralice con
astucias. En cuanto a la clase obrera, polticamente menos experimentada, puede, sin duda,
verse engaada ocasionalmente por maniobras hbiles. Pero el engao desemboca en la
desmoralizacin que conduce al debilitamiento de la clase obrera. Y este debilitamiento hace
que se incline la balanza en un sentido contrario a los designios reformistas (y eurocomunistas).
Dos caractersticas esenciales de la actual coyuntura hacen que la transformacin gradual del
capitalismo perseguida por los eurocomunistas sea an menos realizable que los proyectos
similares de Kautsky y compaa antes de la primera guerra mundial.
Ante todo, la Europa capitalista evoluciona hoy en un clima de crisis econmica y social de larga
duracin, que ha restringido al mximo los mrgenes de maniobra de la burguesa imperialista y
su posibilidad de conceder reformas. De hecho, de lo que se habla en todos lados es de
austeridad y no de reformas. La mayor parte de los proyectos eurocomunistas (empezando por el
Programa Comn francs) estaban condicionados por una proyeccin a medio y largo plazo de
una tasa de crecimiento econmico del 5 % anual. En el marco del rgimen capitalista, incluso
acondicionado, esto se ha convertido en algo totalmente utpico para los aos prximos. Toda
orientacin reformista es una orientacin de gestin de la crisis y no una orientacin
profundamente transformadora. Seguir sindolo en la Europa capitalista de los aos 70 y 80.
Slo rompiendo con la burguesa, slo aboliendo el rgimen capitalista, puede abrirse una salida
hacia un crecimiento acelerado.
Los dirigentes del PCI lo intuyen, por lo dems, confusamente. Insisten en el hecho de que no
pretenden en absoluto recaer en el proteccionismo. Acaban incluso por valorizar al Mercado
Comn, a la Europa del capital. Pero esto convierte al proyecto poltico eurocomunista en algo
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an ms irrealista. A quin se quiere hacer creer que podra introducirse gradualmente el
socialismo en Italia o en Francia, sin dejar de estar asociado al gran capital alemn federal y
britnico?
Ahora bien, la nica prctica que puede desembocar en una difusin cada vez ms amplia del
internacionalismo proletario es una prctica de solidaridad recproca. Al desviar a la IC de sus
objetivos iniciales, al desnaturalizarla convirtindola en un instrumento dcil de sus maniobras
diplomticos y de la defensa de sus privilegios particulares, la burocracia stalinista asest un
golpe mortal al internacionalismo proletario en las filas del movimiento que control a escala
mundial.
Los trabajadores alemanes, espaoles, franceses; los PC polaco y yugoslavo (disueltos); los
comunistas alemanes y austracos refugiados en la URSS, luego librados a Hitler por Stalin; el
pueblo trtaro, borrado del mapa, han figurado entre los que han sufrido en carne propia la
alimentacin forzosa en base a esos amargos frutos del socialismo en un solo pas. El conflicto
Stalin-Tito, el conflicto chinosovitico, el conflicto con la direccin del PC checoslovaco en
1968, la disputa del eurocomunismo, son los sucesivos bumerangs que a la postre han golpeado a
la burocracia sovitica como consecuencia de ese pecado orig inal.
Cuando los portavoces de esta burocracia y sus dciles loritos de los PC blgaro, checoslovaco
normalizado, alemn, austraco, norteamericano, acusan hoy a los dirigentes llamados
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eurocomunistas de traicionar el internacionalismo proletario, su cinismo slo es comparable a
su torpeza casi ingenua.
Al rechazar el centro nico director del movimiento comunista internacional, los dirigentes
eurocomunistas se imaginan rechazar la subordinacin a las instrucciones procedentes del
Kremlin, la subordinacin de sus partidos a unos intereses que no son los suyos (no decimos: que
no son los de su proletariado, porque hace mucho que ellos mismos han dejado de defender
estos intereses de forma consecuente). Los militantes comunistas se imaginan reencontrar una
autonoma, una independencia desde hace tanto tiempo deseada. Pero la dialctica de la
lucha de clases es implacable. Escapando a la tutela de la burocracia sovitica, caern
fatalmente bajo la de su propia burguesa, por cuanto que no vuelven a encontrar la lnea de la
lucha anticapitalista intransigente.
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y militar. La indiferencia o la traicin respecto a las luchas de clase internacionales acabarn
tarde o temprano por transformarse en indiferencia o traicin respecto a la lucha de clase
nacional. As es la dialctica objetiva de la sociedad burguesa, confirmada por innumerables
precedentes histricos.
Sino un centro nico que permita centralizar las experiencias, la prctica y las enseanzas que
de ella se desprenden, de los proletarios de todos los pases. Un centro que, sobre esta base y
a travs de la discusin abierta y la persuasin, elabore una orientacin comn de todos los
comunistas ante los grandes problemas internacionales. Un centro que permita por ello
superar el estadio de la solidaridad verbal y de los inspidos intercambios de experiencias y
alcanzar un nmero creciente de acciones comunes de los proletarios a escala mundial. Un
centro que contraponga a la centralizacin internacional de la contrarrevolucin burguesa una
centralizacin progresiva de la iniciativa revolucionaria internacional.
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En la poca de las guerras, de las revoluciones y las contrarrevoluciones, el dilema revolucin
permanente o socialismo en un solo pas, internacionalismo proletario o nacionalcomunismo,
centro nico, es decir, organizacin internacional, o dispersin socialpatriota, tiene
implicaciones terribles, a las que Lenin, Trotsky, Rosa y sus compaeros eran ya sensibles en
1914, pero que tantos comunistas (y no nicamente los an recientemente ligados al Kremlin)
parecen haber olvidado. Ante la multiplicacin de los conflictos armados en el mundo, toda
negativa a la disciplina internacional en relacin a cuestiones internacionales puede desembocar
tarde o temprano en la situacin invocada por Rosa en la frmula acerba con que refutaba los
sofismas centristas contra la disciplina internacional: Proletarios de todos los pases, unos en
tiempo de paz y degollaos los unos a los otros en tiempo de guerra.
Ya se han dado casos de proletarios invocando, todos ellos, el comunismo, e inscribiendo todos
ellos en sus banderas proletarios de todos los pases, y degollndose entre ellos, en Hungra en
1956, y luego en el Usuri. Ya han luchado a bayonetazos en Angola. Pueden hacerlo maana en
el Ogadem y en otras partes.
No hay, por lo dems, ms solucin de recambio a estas catstrofes que una verdadera
Internacional comunista centralizada democrticamente, que trate a todos los partidos en pie
de igualdad, que no reconozca el mesianismo nacional de ningn pas, de ningn proletariado
nacional ni de ningn partido, que se esfuerce, constante, paciente y obstinadamente en
despejar los intereses de clase comunes de la maraa de los intereses parciales, fragmentarios,
y de la conciencia fragmentaria que los refleja.
El querer construir una organizacin mundial semejante es sin duda la tarea ms difcil que se
haya propuesto la humanidad. Lo demuestra el que Marx, Engels, Lenin, Trotsky, no pudieran en
vida realizarla hasta el final. Pero sabemos que la humanidad no se propone nunca tareas que no
pueda realizar. Y estamos convencidos de que ninguno de los problemas vitales con que se
enfrenta hoy la humanidad problemas de supervivencia en el sentido literal del trmino! se
resolver sin la creacin de esta Internacional comunista de masas y sin la difusin de la
conciencia proletaria internacionalista entre las grandes masas del mundo, que deben
sustentarla.
1 de septiembre de 1977
Notas:
1. Y Jaurs, sin embargo, ni izquierdista ni revolucionario, proclam en Basilea: "No iremos a la guerra contra
nuestros hermanos! No dispararemos contra ellos! Si a pesar de todo estallara la conflagracin, habr entonces
guerra en otro frente, habr la revolucin."
2. En las "Tesis sobre las tareas de la socialdemocracia internacional" que redact Rosa Luxemburg y que fueron
adoptadas en la primera conferencia del grupo "Die Internationale" (posteriormente grupo "Spartakus") en la
primavera de 1915, leemos, en particular: "El centro de gravedad de la organizacin de clase del proletariado reside
en la Internacional. La Internacional
decide, en tiempo de paz, sobre la tctica de las secciones y nacionales respecto al militarismo, a la poltica colonial,
a la poltica comercial, a las celebraciones de mayo, y decide adems sobre la tctica a adoptar en tiempo de guerra.
El deber de aplicar las decisiones de la Internacional precede a todos los dems deberes de la organizacin. Las
secciones nacionales que contravienen sus decisiones se excluyen por s mismas de la Internacional." Y ms adelante:
"La patria de los proletarios, cuya defensa pasa por delante de todo, es la Internacional socialista." (En: Rosa
Luxemburg: La crisis de la socialdemocracia, Editions La Taupe, Bruselas, 1970, pp. 224, 225.)
3. As, Kautsky haba previsto correctamente que la revolucin rusa de 1905 abrira un ciclo revolucionario en los
pases de Oriente.
4. "El triunfo de la revolucin socialista es inconcebible dentro de las fronteras nacionales de un pas. Una de las
causas fundamentales de la crisis de la sociedad burguesa consiste en que las fuerzas productivas creadas por ella no
pueden conciliarse ya con los lmites del Estado nacional. De aqu se originan las guerras imperialistas, de una parte,
y la utopa burguesa de los Estados Unidos de Europa, de otra. La revolucin socialista empieza en la palestra
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nacional, se desarrolla en la internacional y llega a su trmino y remate en la mundial. Por lo tanto, la revolucin
socialista se convierte en permanente en un sentido nuevo y ms amplio de la palabra: en el sentido de que slo se
consuma con la victoria definitiva de la nueva sociedad en todo el planeta." "El capitalismo, al crear un mercado
mundial, una divisin mundial del trabajo y fuerzas productivas mundiales, se encarga por s solo de preparar la
economa mundial en su conjunto para la transformacin socialista." (Len Trotsky: La revolucin permanente, trad.
Andreu Nin, Fontamara, Barcelona, 1976, p. 218.)
5. Hasta principios de 1924, es decir, hasta la primera edicin de Lenin y el leninismo, el propio Stalin escribe: "Para
derrocar a la burguesa, bastan los esfuerzos de un solo pas, la historia de nuestra revolucin lo demuestra. Para la
victoria definitiva del socialismo, para la organizacin de la produccin socialista, los esfuerzos de un solo pas,
sobre todo de un pas campesino como Rusia, no son ya suficientes: son necesarios los esfuerzos de los proletarios de
varios pases avanzados... Estos son en trminos generales los rasgos caractersticos de la teora leninista de la
revolucin proletaria." En las ediciones ulteriores de Cuestiones del leninismo, este pasaje fue modificado.
6. Ver, entre otros, Jean Ellenstein: Historie du phnomne stalinien, Grasset, Pars, pp. 64-65.
7 La frmula fue utilizada por Trotsky en La revolucin permanente.
8. La llegada de Hirler al poder y la inevitabilidad de una guerra entre la Alemania nazi y la Unin Sovitica
desempearon a este respecto un papel determinante entre numerosos cuadros de los PC de los aos 30.
9 Len Trotsky: La Internacional Comunista despus de Lenin. Ediciones V, Mxico, 1972, trad. de Andreu Nin, pp.
178-180.
10. Los maostas que hacen remontar la poltica de coexistencia pacfica a Kruschev actan con ignorancia o con mala
fe. Habr que recordarles la clebre entrevista concedida por Stalin al periodista norteamericano floward en 1934,
en la que el "padre de los pueblos" trat de "malentendido tragicmico" la idea de que la Unin Sovitica intentara
servir la causa de la revolucin mundial?
11. Cfr. "Acerca de la nueva democracia": "La Repblica de nueva democracia ser distinta de la vieja forma
euroamericana de repblica,. capitalista bajo dictadura burguesa... Ser tambin distinta de la repblica socialista
de tipo sovitico bajo la dictadura del proletariado... Para un determinado perodo (!) histrico, esta forma no es
aplicable a las revoluciones de los pases coloniales y semicoloniales. Durante este perodo, las revoluciones de todos
(!) los pases coloniales y semicoloniales adoptarn una tercera forma de estado, es decir, la repblica de la nueva
democracia... una forma de estado transitoria... bajo la dictadura comn (!) de distintas (!) clases antiimperialistas."
(Mao Tse-tung: On New Democracy, pp. 350-351 de "Selected Works of Mao Tse-tung", vol. II, Foreign Language Press,
Pekn, 1965.)
12. A. Rossi: Physiologie du PCF, Editions Self, Pars, 1948. A. Rossi: Les communistes franais pendant la drle de
guerre", Ed. Albatros Pars, 1951.
13. Trotsky define el sptimo congreso del Comintern como congreso de liquidacin. (Artculo del 23 de agosto de
1935.) "Writings of Len Trotsky" 1935-36, Pathfinder Press, New York, 1977, pp. 84 y fol.) Formalmente, la frmula
se revel exacta a partir de 1943. Y nunca se realiz un octavo congreso. Sustancialmente, la frmula se verific
correcta despus de la segunda guerra mundial, durante la crisis progresiva del stalinismo.
14. Se utiliza aqu este trmino no en el sentido de una revolucin con un sentido de clase especfico distinto a una
revolucin burguesa o una revolucin proletaria, sino en el sentido descriptivo de una revolucin en la que las masas
populares participan mayoritariamente de forma activa.
15. Los maostas no se comportaron mucho mejor. Despus de haber arrastrado por el fango durante un decenio a los
comunistas yugoslavos como a los peores "revisionistas" o hasta "fascistas" "restauradores del capitalismo",
suspendieron repentinamente cualquier crtica pblica a la LCY a partir de agosto de 1968. Los maostas tampoco han
explicado nunca en qu difieren las relaciones de produccin y la estructura socioeconmica de Rumania de las de
Bulgaria o la URSS. Ahora bien, por la sola razn de que Ceausescu no ha atacado nunca al PC chino, siguen tratando
como "socialista" a Rumania, mientras que la URSS es "socialimperialista" y en Bulgaria, segn parece, ha sido
restaurado el capitalismo...
16. Ver, sobre este clebre "Testamento de Yalta" de Togliatti, as como sobre sus antecedentes: Giorgio Napolitano:
La politique du Part Communiste italien, Editions Sociales, Pars, 1976.
17. Pensar alguien que exageramos? Lase el artculo de Jos Sanrom Aldea, secretario general de la ORT
espaola, publicado en el diario "El Pas" el 6 de agosto de 1977 bajo el ttulo elocuente de "El eurocomunismo, una
forma del anticomunismo moderno.
18. Ver el interesante debate entre el PC italiano y los "intelectuales de izquierda", en el cual el primero proclama
con orgullo que su tarea consiste en salvar y defender "el estado democrtico". ("Le Monde Diplomatique" de agosto
de 1977 da cuenta de este debate.)
19. L. Trotsky: La Internacional Comunista despus de Lenin. Ed. cit., pp. 177-178.
20. Cf. la aceptacin por el PC italiano de las medidas destinadas a "reforzar el orden pblico" propuestas por el
gobierno Andreotti durante el verano de 1977.
21. Ver captulo VIII del presente libro: "La estrategia del eurocomunismo".
22. Hay, desde luego, luchas obreras reaccionarias, como por ejemplo las huelgas contra el empleo de trabajadores
de otra raza u otra nacionalidad. Pero un solo instante de reflexin indica que se trata de conflictos entre unos
obreros y otros, y no de conflictos entre obreros y capitalistas.
23. Un ejemplo reciente y particularmente chocante. El PC japons ha tomado posicin a favor de la devolucin de
las islas Kuriles al Japn, despus de su anexin a la URSS en 1945. El PC sovitico lo acusa de chovinismo, y con
20
razn. Pero qu decir de la posicin chovinista de Stalin, identificndose cnicamente con el zarismo imperialista,
cuando escribe, al final de la segunda guerra mundial: "La derrota de las tropas rusas en 1904 dej recuerdos
amargos en el espritu del pueblo (!). Era como una mancha negra para nuestro pas (!). Nuestro pueblo ha credo y
esperado que llegar el da en que el Japn sea aplastado y esta mancha borrada. Nosotros (!), los de la vieja
generacin, hemos esperado este da durante cuarenta aos".
24. La frmula procede del mismo Stalin. Segn este autor, un comunista se define como "aqul que, sin evasiones,
incondicional, abierta y honestamente" convierte la causa de la revolucin mundial en sinnimo de los intereses y de
la defensa de la URSS. ( Sochineniya, tomo X, p. 61 de la edicin de 1949.)
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