El Rostro de Dios en El Libro de Judit PDF
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El Rostro de Dios en El Libro de Judit PDF
Nuria Calduch-Benages
(Publicado en Resea Bblica 74 (2012) 15-22)
Judit quiere insinuar que tambin la presente calamidad entra en el plan de Dios
como signo de su amor hacia el pueblo. Los israelitas tienen ahora ocasin de
unirse a los antiguos padres, todos probados en el fuego del fracaso y la
tribulacin (cfr. Gen 22,1-19; 28,5; 29,22-30; 31). Si los ciudadanos de Betulia
siguen el ejemplo de Judit, personificacin de la autntica fe de Israel, obtendrn
la tan ansiada liberacin.
Por ltimo, tomaremos en consideracin el discurso de Ajior, el amonita (5,521), en el que abundan las referencias al Dios de Israel. Es llamado Dios del
Cielo en 5,8 (cfr. 6,19; 11,17), Dios (5,13.17), su Dios (5,9. 12. 17. 18. 19.
20) y su Dios y Seor (5,21). Las airadas preguntas de Holofernes (quin es
este pueblo? cul es la importancia de su ejrcito? por qu han
desdeado venir a recibirme?, 5,3-4) obtienen respuesta en dicho discurso. De
hecho, las palabras de Ajior son una evocacin de la historia de Israel que nos
recuerda los sumarios de los Salmos 78 y 105-106, Ben Sira 4450, Sabidura
10 y Hechos 7 en el Nuevo Testamento. En primer lugar, merece especial
atencin la expresin Dios del Cielo, de origen persa, que tambin se
encuentra en los papiros de Elefantina del siglo V a.C. En la Biblia, sin
embargo, se pone a menudo en labios de un no judo para designar al Dios de
Israel. As lo atestiguan varios textos postexlicos (cfr. Esd 6,9; Dan 2,18; Tob
10,11, entre otros). En segundo lugar, es de notar un elemento original que
contrasta fuertemente con la tradicin bblica: Abrahn y su familia no
abandonaron la tierra de Canan por su propia iniciativa sino que fueron
expulsados por sus habitantes; por esta razn se refugiaron en Mesopotamia
(5,6). En tercer lugar, es muy significativo que todo el pasaje est dominado por
el doble motivo que citamos a continuacin:
a) adorar a los dioses (5,7)
a) pecar contra su Dios (5,17)
Una vez terminada esta larga alusin a la historia pasada, Judit de nuevo invoca
al Seor llamndole mi Dios (9,4). La misma expresin utilizar en su primera
entrevista con Holofernes (11,16.17) y en el cntico (16,1.13).
A propsito del primer encuentro entre Judit y el general enemigo, es de notar la
frecuencia con que Judit menciona al Seor (Dios, su Dios, nuestro Dios, mi
Dios, el Dios del Cielo, el Seor). Su discurso es una obra maestra a base de
implcita irona y de equvocos hbilmente manipulados. Judit ostenta una
profunda religiosidad, acusa hipcritamente de impiedad a su pueblo y predice
falsamente la inminente victoria del enemigo. Embelesados por su belleza y
sabidura, el general y sus ministros aceptan todas sus propuestas sin ofrecer
resistencia. Es ms, las aceptan unnimemente y de buen grado. Tanto es as que
Holofernes pronuncia estas increbles palabras:
Si haces lo que has prometido, tu Dios ser mi Dios, vivirs en
el palacio del rey Nabucodonosor y sers famosa en toda la
tierra (11,23).
Ni que decir tiene que la afirmacin tu Dios ser mi Dios encajara mejor en
boca de los judos. En cambio, el narrador la coloca en boca de un pagano
poderoso. Completamente hipnotizado por Judit, Holofernes no solamente ha
credo a pies juntillas en la propuesta de la mujer sino que ha olvidado que su
soberano, el rey Nabucodonosor, es el nico Dios (cfr. 6,2), y habla de
convertirse a la religin de Israel. El general ha perdido la razn y est al borde
de la locura. Es verdad que el Dios de Judit ser el Dios de Holofernes, pero no
para concederle la victoria sino para humillarlo. La verdadera conversin es la
de Ajior, quien, despus de la victoria de los judos, se hizo circuncidar y qued
anexionado para siempre a la casa de Israel (14,10).
Ahora bien, el Dios de Judit emerge con todo su esplendor en el cntico, es
decir en el himno de gracias que nuestra herona pronuncia en la solemne
ocasin de la victoria sobre el ejrcito asirio (16,1-17). En lnea con la tradicin
de Ex 15 (el cntico del mar) y Jue 5 (el cntico de Dbora), el cntico de Judit
subraya la confianza que deriva del autntico temor del Seor (16,16). Si en la
primera parte ella alaba al Seor de la historia concretamente de la historia de
Israel , en la segunda alaba al Seor de la creacin. As pues, el Dios que gua
los avatares de la historia es el mismo que controla y somete todos los elementos
del universo.
Judit nos invita a alabar a Dios con el canto y los instrumentos musicales
porque el Seor es un Dios que quebranta las guerras (cfr. 9,7 y Ex 15,3). El
Seor Omnipotente es al mismo tiempo el Dios universal de Gen 1,1, del
Deutero-isaas (4045) y de tantos Salmos (cfr. Sal 33; 86; 97; 104; 144;
146). Todo cuanto existe, incluido el ser humano, existe gracias a Dios,
gracias a su voluntad. La creacin es, pues, la manifestacin de la grandeza, la
gloria, el poder y la fuerza omnipotente del Seor: