El Uso de Sí Mismo
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El Uso de S Mismo
Su direccin consciente en relacin con el diagnstico, funcionamiento y el control de reaccin
(Primera edicin de The Use of the Self, 1932)
Traducido por Conchita Forn
El carcter esencialmente filosfico de su trabajo no fue reconocido con facilidad al principio. La vieta del dibujante Low, que aparece en la primera edicin,
muestra a un acadmico rodeado de libros, mirndose al espejo, con una leyenda que dice: Lo que le desconcierta es l mismo. El trabajo de Alexander se
ocupaba y se ocupa del gobierno ntimo de nuestra percepcin de nosotros mismos, momento a momento.
En El uso de s mismo encontramos no slo un tipo muy especial de autoobservacin, sin tambin una disposicin a poner en duda nuestras ideas preconcebidas y
darnos cuenta de que aquello que pareca correcto ayer podra no serlo hoy. Nikolaas Tinbergen, en su discurso al aceptar el premio Nobel de Medicina en 1973,
recalc la importancia de la observacin, de observar y preguntarse. Dedic la mitad de su discurso a Alexander y su observacin de los seres humanos: (...)
Este mtodo cientfico bsico es an desdeado a menudo por aquellos que estn deslumbrados por el boato de la tecnologa. Un poco ms de atencin al cuerpo
como un todo y a la unidad de cuerpo y mente podra ampliar significativamente el campo de la investigacin mdica. (Vase Ethology and Stress Diseases de
Nikolaas Tinbergen, More Talk of Alexander, Gollancz, Londres 1979.)
[This story of perceptiveness, of intelligence and of persistence shown by a man without medical training is one of the true epics of medical research and practice....Many
types of underperformance and even ailments, both mental and physical, can be alleviated by teaching the body musculature to function differently...The evidence
documented by Alexander and Dr Wilfred Barlow shows beneficial effects on a variety of functions, including the rag bag of rheumatism; various forms of arthritis,
respiratory troubles, and even potentially lethal asthma; circulation defects, which may lead to high blood pressure and also to some dangerous heart conditions;
gastrointestinal disorders; various gynecological conditions; sexual failures; migraines and depressive states; in short, a very wide spectrum of diseases, both somatic and
mental, that are not caused by identifiable parasites.
While no one would claim that the Alexander work is a cure-all in every case, there can be no doubt that it often does have profound and beneficial effects, both in the
mental and physical sphere. (Tinbergen, citado por el Dr. Wilfred Barlow en More Talk of Alexander)]
Qu era lo que observaba Alexander y dnde radica la novedad de su mtodo de observacin? En primer lugar, observ que el uso de la zona cabeza/cuello tena
una importancia primordial para el funcionamiento psicofsico. El primer captulo de este libro relata detalladamente su esmerada observacin, una observacin
que se iba a ver clamorosamente confirmada en un reciente simposio sobre su obra realizado en la Universidad de Nueva Gales del Sur, de Sydney, su ciudad,
simposio que reuni a cientficos de todo el mundo y que iba a ser indicativo de cmo Alexander, en su trabajo de toma de conciencia de la zona cabeza/cuello, se
haba adelantado en casi cien aos a los ms actuales descubrimientos sobre Propiocepcin, Postura y Emocin (ttulo del simposio). (Vase Propiocepcin,
Postura y Emocin, editado por David Garlick, The Committee in Postgraduate Medical Education, Universidad de Nueva Gales del Sur, 1982.)
Alexander no se limit a delinear la naturaleza del mal uso del cuerpo, sino que, ms importante an, desarroll un mtodo muy sutil por medio del cual podemos
reeducar nuestros malos hbitos. La importancia de la manera de Alexander de ordenar el cuerpo se har cada vez ms clara a medida que ms y ms personas se
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Otros profesionales de la Medicina me estn brindando su apoyo, como se ver por lo que han escrito en la Carta Abierta que aparece en el Apndice del presente
libro y yo creo que en el captulo 5 he indicado de qu manera se puede hacer ms completo el diagnstico mdico mediante la inclusin de los principios y
procedimientos que propongo en los programas de estudios de Medicina.
Un amigo y discpulo que ha ledo el manuscrito del primer captulo de este libro, me ha sugerido que algunos lectores podran llegar a la conclusin de que la
utilidad de mi tcnica se limita al tratamiento de dificultades graves como las que describo en ese captulo. Sin embargo, esto no es as, pues con frecuencia han
acudido a m alumnos que no padecan ninguna de estas dificultades y han venido porque crean, y los resultados justificaron esta creencia, que por muy bien
dotados que estuvieran de salud y otros dones, podran beneficiarse de aprender a dirigir y controlar conscientemente el uso que hacan de s mismos en su vida
cotidiana.
Los lectores de mis libros anteriores conocen mi especial inters por la educacin infantil y lo que acabo de escribir es especialmente aplicable a la educacin
primaria. A propsito de esto, querra referirme a los beneficios que obtienen los nios y jvenes en nuestra Escuelita, donde aprenden a poner en prctica la
tcnica para dirigir un uso mejorado de s mismos en todo su quehacer: lectura, escritura, etc.
Asimismo, me complace poder comunicar que el primer curso de formacin de maestros de mi trabajo se inaugur en marzo de este ao y quiero aprovechar esta
oportunidad para darle las gracias al Sr. Rugg-Gunn, FRCS, por su artculo A New profession (Una nueva profesin), que escribi recientemente para Womens
Employment (Empleo para mujeres) de junio de 1931, en el cual destacaba las ventajas que ofrece para las jvenes este trabajo, como carrera profesional y trataba
tambin del trabajo que se lleva a cabo en la Escuelita. La publicacin de su artculo ha suscitado tantas peticiones de informacin que he decidido incluir en un
Apndice una reimpresin de la Carta Abierta a los Futuros Alumnos del Curso de Formacin, y tambin una referencia especial al trabajo que se realiza en la
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Dedicatoria
Dedicado a todos aquellos que, por su inters y participacin en mi trabajo, me han ayudado a adquirir la experiencia que reflejan estas pginas.
Mis dos libros anteriores, La herencia suprema del hombre y El control consciente y constructivo del individuo, contienen un planeamiento de la tcnica que he
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Esta dificultad siempre aparece durante mis clases, pero es posible demostrarle al alumno, a lo largo de algunas lecciones, cmo funcionan juntos lo mental y lo
fsico en el uso de s mismo en toda actividad. Presenciar repetidamente estas demostraciones trae la conviccin, pero puesto que el nmero de alumnos que uno
puede tener, aunque se dedique de forma muy activa a la enseanza, es naturalmente limitado, las oportunidades de ofrecer esta demostracin son ms bien pocas y
por este motivo he decidido en este libro empezar por el principio y hacer un relato cronolgico de las investigaciones que me llevaron gradualmente a la
elaboracin de mi tcnica. Describir con el mayor detalle posible los experimentos que realic, explicando lo que observ y experiment en cada proceso, pues
creo que con este modo de proceder brindar a mis lectores la oportunidad de ver por s mismos el curso de unos acontecimientos que finalmente me convencieron
1. de que lo que llamamos mental y fsico no son realidades separadas;
2. de que por este motivo, los males y deficiencias humanas no se pueden catalogar de mentales o fsicos ni tratarlos como tales, sino que toda formacin,
ya sea educativa o de otro gnero, es decir, si su objetivo es la prevencin o eliminacin de un defecto, error o enfermedad, debe basarse en la unidad
indivisible del organismo humano.
Utilizo la palabra prevencin (y esto vale igualmente para la cura) no porque piense que sea adecuada ni que encaje totalmente con mi propsito, sino porque no logro
encontrar ninguna otra que pueda ocupar su lugar. Prevencin, en su sentido ms amplio, supone la existencia de unas condiciones satisfactorias que hacen posible prevenir que
cambien para peor. En este sentido, hoy en da la prevencin no es posible en la prctica, puesto que las condiciones presentes en la criatura humana civilizada actual son tales
que sera difcil encontrar a alguien que no presentara ninguna manifestacin de mal uso y funcionamiento. As pues, cuando utilizo los trminos prevencin y cura, los
utilizo nicamente en un sentido relativo, englobando bajo medidas preventivas todos aquellos intentos de prevenir un uso y funcionamiento defectuosos del organismo en
general, como un medio para prevenir defectos, trastornos o enfermedades, y bajo medidas curativas aquellos mtodos en los que no se toma en cuenta la influencia que tiene el
uso errneo sobre el funcionamiento al tratar los defectos, trastornos o enfermedades.
Si algn lector duda de esto, yo le preguntara si puede aportar alguna prueba de que el proceso implcito en el acto, pongamos, de levantar un brazo o de andar,
hablar, dormirse, empezar a aprender algo, cavilar sobre un problema, tomar una decisin o denegar el permiso a una peticin o deseo, o de satisfacer una
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Con el tiempo el tratamiento que reciba iba perdiendo cada vez ms su eficacia y el problema fue en aumento hasta que, al cabo de unos aos y ante mi
consternacin, me encontr con que haba desarrollado una ronquera crnica que de vez en cuando culminaba en una afona total. Haba sufrido de bastante mala
salud toda mi vida y muchas veces esto haba constituido un obstculo, de forma que con la carga adicional de mi ronquera recurrente, empec a dudar de la
capacidad de mis rganos vocales. El punto culminante se dio cuando me ofrecieron un encargo especialmente atractivo e importante, porque para entonces haba
alcanzado un estado de incertidumbre tal respecto a las condiciones de mi aparato vocal que estaba francamente asustado de aceptarlo. Decid consultar una vez
ms con mi mdico, a pesar de que todos los tratamientos anteriores haban resultado decepcionantes. Tras realizarme un nuevo examen de garganta, me prometi
que si durante las dos semanas anteriores al recital, me abstena de declamar y usaba la voz lo menos posible y acceda a seguir el tratamiento que l me propona,
mi voz, al cabo de ese tiempo, sera normal.
Segu su consejo y acept el encargo. Al cabo de unos das, me senta seguro de que se cumplira la promesa del mdico, porque advert que, al usar la voz lo
menos posible, gradualmente desapareca la ronquera. Cuando lleg la noche del recital, no haba ninguna seal de ronquera, pero antes de llegar a la mitad del
programa volva a tener la voz en la ms penosa de las condiciones y para el final de la velada la ronquera era tan aguda que apenas poda pronunciar palabra.
Mi decepcin fue mayor de lo que pueda expresar, porque me pareca que en lo nico que poda confiar era en un alivio temporal y que por lo tanto me vera
obligado a renunciar a una carrera que me interesaba profundamente y en la que crea poder tener xito.
Al da siguiente vi a mi mdico y hablamos del tema y al final de la charla le pregunt qu pensaba que era mejor hacer. Debemos seguir con el tratamiento, dijo.
Le dije que no poda hacer eso y cuando me pregunt por qu, le seal que, a pesar de haber seguido fielmente sus instrucciones de no usar la voz en pblico
durante el tratamiento, la vieja ronquera haba vuelto al cabo de una hora de haber empezado a usar la voz de nuevo la noche del recital. No es justo, pues,
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Al descubrir esta marcada diferencia entre lo que haca al hablar ordinariamente y lo que haca al declamar, me di cuenta de que en ello tena un hecho concreto
que podra explicar muchas cosas y me sent alentado a continuar.
Declam una y otra vez ante el espejo y encontr que las tres tendencias que ya haba observado se tornaban especialmente destacadas al recitar fragmentos que
imponan una demanda infrecuente sobre mi voz. Esto sirvi para confirmar mi primera sospecha de que podra haber alguna conexin entre lo que haca conmigo
mismo al declamar y mi problema de garganta; una suposicin nada descabellada, me pareca, puesto que lo que haca en el habla ordinaria no causaba ningn
dao perceptible, mientras que lo que haca al declamar para responder a las demandas inhabituales sobre mi voz provocaba un estado agudo de ronquera.
Esto me llev a conjeturar que si echar hacia atrs la cabeza, deprimir la laringe y sorber el aire me imponan realmente una tensin sobre la voz, esto deba
significar que haca un mal uso de las partes implicadas. Cre entonces que haba encontrado la raz del problema, pues me deca que si la ronquera proceda de la
forma en que usaba partes de mi organismo, no podra llegar a ningn lado a menos que previniera o modificara este mal uso.
Sin embargo, cuando intent hacer un uso prctico de este descubrimiento, me encontr en un laberinto. Porque, por dnde empezaba? Era sorber el aire lo que
causaba el retroceso de la cabeza y la depresin de la laringe? O era el retroceso de la cabeza lo que causaba la depresin de la laringe y la succin del aire? O
era la depresin de la laringe lo que causaba la succin del aire y el retroceso de la cabeza?
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Eso s que fue un golpe. Si alguien se haba encontrado alguna vez en un callejn sin salida, ese era yo. Porque all estaba, confrontado con el hecho de que mi
sensacin, la nica gua con que contaba para la direccin de mi uso, no era de fiar. En ese entonces, cre que se trataba de una peculiaridad ma y que mi caso era
excepcional debido a la constante mala salud que haba padecido desde que tena uso de razn. Pero tan pronto empec a experimentar con otras personas para ver
si se usaban a s mismas de la manera como crean hacerlo, observ que la sensacin por la que dirigan el uso de s mismas tampoco era fiable y que la nica
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Pero me pareca que estas palabras estaban en contradiccin con lo que haba descubierto en m mismo y en los dems. Porque, qu poda ser menos noble en su
razn, menos infinito en sus facultades que el hecho de que el hombre, a pesar de su potencial, hubiera cado en tal error en el uso de s mismo y de esta manera
se hubiera rebajado en su funcionamiento hasta el punto de que en todo aquello que desea lograr, estas condiciones nocivas tienden a exagerarse cada vez ms? En
consecuencia, de cunta gente se podra decir hoy en da, respecto al uso que hacen de s mismas, En su forma y movimiento, cun expresivo y admirable?
Podemos seguir considerando al hombre, desde este punto de vista, modelo de los animales?
Recuerdo que en esta poca hablaba con mi padre de los errores de uso que haba advertido en m mismo y en otros y yo sostena que, en este aspecto, no haba
ninguna diferencia entre nosotros y un perro o un gato. Cuando l me pregunt por qu, yo respond: Porque nosotros no sabemos ni un pice ms sobre cmo
usarnos a nosotros mismos de lo que sabe un perro o un gato. Con esto yo quera decir que la direccin que el hombre ejerce en su uso, al estar basada en las
sensaciones, es tan irreflexiva e instintiva como la de un animal. Me remito a esta conversacin para ilustrar que yo ya me haba percatado de que en el estado
actual de nuestra civilizacin, que exige una adaptacin rpida y constante a un entorno siempre cambiante, una direccin instintiva, irreflexiva, del uso, tal como
la que satisface las necesidades de un gato o un perro, ya no era suficiente para satisfacer las necesidades humanas. Yo haba comprobado en mi propio caso y en el
de otros, que el control y direccin instintivos del uso haban llegado a ser tan insatisfactorio y las sensaciones que lo acompaan tan poco fiables como gua, que
slo nos podan llevar a hacer justo lo contrario de lo que desebamos o pensbamos que estbamos haciendo. Si, como yo sospechaba, esta falta de fiabilidad de
las sensaciones era un producto de la vida civilizada, esto se convertira, con el paso del tiempo, en una amenaza universal cada vez mayor, en cuyo caso el valor
de conocer un medio por el cual pudiramos restablecer la fiabilidad de la sensacin sera incalculable. Vi que la bsqueda de este conocimiento abrira un campo
de exploracin enteramente nuevo, un campo ms prometedor que cualquier otro del que tuviera noticia y empec a reconsiderar mis dificultades a la luz de este
nuevo hecho.
Se podra objetar que el atleta que realiza con xito una proeza complicada, controla conscientemente sus movimientos. Es verdad, por supuesto, que en muchos casos puede
llegar a adquirir, por la prctica del ensayo-error, una excelencia automtica en la ejecucin de los movimientos necesarios para esta proeza, pero esto no supone ninguna
demostracin de que controle sus movimientos conscientemente. E incluso en esos escasos ejemplos en que el atleta controla y coordina conscientemente algunos movimientos
concretos, an no se puede afirmar que controle conscientemente el uso de s mismo como un todo en su actuacin. Porque es posible concluir que l no sabe qu uso de sus
mecanismos como un todo es el mejor posible para ejecutar los movimientos que desea, de forma que si sucede algo, como suele ocurrir, que le obligue a efectuar un cambio en
el uso habitual y conocido de sus mecanismos, su excelencia en la ejecucin de estos movimientos tambin se ver mermada. La experiencia prctica nos ensea que, una vez que
ha perdido su pauta inicial de excelencia, no le es fcil recuperarla y esto no es sorprendente en vista de su falta de conocimiento de cmo dirigir el uso general de s mismo, el
nico que le permitira restaurar ese uso conocido de sus mecanismos, el que le confera su excelencia. (En relacin con esto, son muchos los casos conocidos de personas que,
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Decid, pues, limitar mi trabajo a darme las instrucciones para el nuevo medio por el cual, en lugar de intentar hacer algo a partir de ellas o de relacionarlas
con el fin de hablar. Me daba las nuevas instrucciones ante el espejo durante largos periodos, durante das y semanas sucesivos y, a veces, incluso meses, sin
intentar hacerlas. La experiencia que obtuve al dar estas instrucciones result de gran valor cuando me lleg el momento de plantearme cmo ponerlas en
prctica.
Esta experiencia me ense:
1. que antes de intentar hacer incluso la primera parte del nuevo medio por el cual que yo haba decidido aplicar para la consecucin de un fin (por
ejemplo, el uso vocal y la declamacin), deba repetir muchas veces las instrucciones preparatorias para la realizacin de esta primera parte;
2. que deba continuar proyectando las instrucciones preparatorias de la primera parte a la vez que proyectaba las de la segunda parte;
3. que deba continuar proyectando las instrucciones preparatorias de la primera y segunda parte a la vez que proyectaba las instrucciones preparatorias para
la realizacin de la tercera parte; y as sucesivamente para la realizacin de la cuarta y de tantas otras partes como hiciera falta.
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Lleg un momento en que me pareci que ya haba practicado durante suficiente tiempo los medios por los cuales y empec a intentar aplicarlos al acto de
hablar, pero ante mi consternacin me encontr con que me sala ms veces mal que bien. Cuanto ms lejos iba con estos intentos, ms perplejidad me causaba la
situacin, porque realmente intentaba inhibir mi reaccin habitual al estmulo de hablar y haba proyectado las nuevas instrucciones innumerables veces. Al menos,
eso era lo que me haba propuesto y lo que crea haber hecho, de forma que, por lo que yo saba, debera haber podido aplicar los nuevos medios por los cuales
para lograr mi fin con una cierta seguridad. Pero el hecho era que fracasaba la mayora de las veces y lo nico claro era que deba retroceder sobre mis pasos y
replantearme de nuevo las premisas.
Este replanteamiento me mostr con ms claridad que nunca que las ocasiones en que fallaba eran aquellas en las que era incapaz de dominar mi uso habitual
incorrecto, al intentar aplicar los nuevos medios por los cuales con la idea de alcanzar mi objetivo y hablar. Vi tambin (y esto fue de la mxima importancia)
que, a pesar de todo mi trabajo preliminar, la direccin instintiva asociada al uso habitual continuaba imponindose a la direccin consciente razonada. Tan seguro
estaba yo, sin embargo, de que los nuevos medios que haba escogido eran los correctos para mi finalidad, que decid buscar en otro lado la causa de mis
decepcionantes resultados. Con el tiempo llegu a dudar que mis fracasos no se debieran a alguna deficiencia ma y que yo era personalmente incapaz de hacer con
unos medios por los cuales satisfactorios algo que otro podra haber conseguido. Busqu por todos lados alguna otra posible causa del fracaso y, tras un largo
periodo de investigacin, llegu a la conclusin de que tena que buscar alguna prueba concreta de si en el momento crtico en que intentaba hablar, realmente
continuaba proyectando, en el orden apropiado, las instrucciones para la aplicacin del nuevo uso tal como yo crea o si volva a caer en la falsa direccin del uso
habitual que haba provocado mis problemas de garganta. Tras muchos experimentos, descubr que daba las instrucciones del nuevo uso en su orden hasta el
momento justo en que intentaba lograr mi objetivo de hablar, pero que, en el momento crtico, en el que si hubiera seguido dando las instrucciones habra llegado
al xito, volva a caer en la falsa direccin asociada a mi antiguo uso habitual. Esto constituy una prueba concreta de que no segua proyectando las instrucciones
para el nuevo uso del habla como crea, sino que mi reaccin al estmulo de hablar era an la reaccin instintiva del uso habitual. En fin, sentir o creer que habra
inhibido la antigua reaccin instintiva no significaba que realmente lo hubiera conseguido; as pues, tena que encontrar una manera de saberlo.
Ya haba notado que en las ocasiones en que fallaba, la falsa direccin del uso habitual se impona siempre a la direccin razonada del nuevo uso. Poco a poco,
llegu a ver que esto difcilmente podra ser de otra manera. Desde el mismo principio del crecimiento y desarrollo del ser humano, la nica forma de direccin del
uso de s mismo que ha conocido ha sido la instintiva y en este sentido se la podra llamar herencia racial. Era, pues, de extraar que, en mi caso, la influencia de
esta direccin instintiva heredada, asociada a mi uso habitual, hubiera hecho intiles mis esfuerzos de aplicar una direccin razonada, consciente, a un uso nuevo,
sobre todo cuando el uso de m mismo que iba asociado a la direccin instintiva se haba vuelto tan familiar que ya formaba parte de m y me pareca, por tanto, lo
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Suponiendo que el fin u objetivo que yo me haba planteado era el de decir una determinada frase, empezara como antes y
1. inhibira toda reaccin inmediata al estmulo de pronunciar la frase,
2. proyectara la secuencia de instrucciones para el control primario que a mi entender era el mejor para el propsito de producir el nuevo y mejorado uso de
m mismo al hablar y
3. continuara proyectando estas instrucciones hasta creer que las tena suficientemente incorporadas para aplicarlas al objetivo establecido y decir la frase.
En ese momento, el momento que siempre haba sido crucial para m, porque era entonces cuando tenda a caer de nuevo en el uso incorrecto habitual, cambiara el
procedimiento habitual y
4. a la vez que continuaba proyectando las instrucciones para el nuevo uso, me parara, me replanteara la primera decisin y me preguntara: Sigo despus
de todo y llego hasta el objetivo de decir la frase o no sigo? O sigo y cambio el objetivo que haba establecido?
y en ese preciso momento tomara una nueva decisin:
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En efecto, los resultados obtenidos de la adopcin del modo de proceder descrito al final del captulo anterior (el plan), proporcionan una evidencia de cmo se
puede refrenar, por medio de la conciencia, la actividad refleja perjudicial ocasionada por la mala direccin del uso, incluso frente a la excitacin que se produce al
llevar a cabo el procedimiento.
Segn este procedimiento, el sujeto empieza por proyectar conscientemente las instrucciones para el medio por el cual lograr un determinado objetivo y, en el momento crtico
de llegar a realizar ese objetivo, toma la nueva decisin de si aplicar ese medio para la consecucin del fin original o para algn otro.
Ms an, mi experiencia ha demostrado que en los casos en que el conocimiento de cmo dirigir el control primario ha conducido a un cambio positivo en el modo
de uso de los mecanismos de todo el organismo, se puede dejar, sin ningn apuro, que los resultados de este condicionamiento vayan tomado su propia forma.
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Estas reacciones insatisfactorias se manifiestan como sntomas de defectos, de fallos denominados mentales o morales, trastornos y enfermedades. Su
presencia se puede tomar, por lo tanto, como un indicador de la presencia de un mal uso y funcionamiento en todo el conjunto del organismo. Mi experiencia en
los casos que manifestaban alguno de estos sntomas me ha demostrado que all donde se ha establecido una direccin nueva y satisfactoria del uso de los
mecanismos, que lleva a un mejor funcionamiento, estos sntomas suelen desaparecer gradualmente durante el proceso y son reemplazados por sntomas de salud y
bienestar, o reacciones satisfactorias. Por este motivo afirmo que el requisito primordial al tratar cualquier sntoma concreto es prevenir esa mala direccin que
lleva al mal uso y funcionamiento y establecer en su lugar una direccin nueva y satisfactoria como medio de provocar una mejora en el uso y funcionamiento de
todo el organismo.
Querra dejar bien claro que siempre que aludo a uso y funcionamiento con relacin al organismo humano, no me refiero a la actividad mecnica como tal, sino que incluyo
todas las manifestaciones de la actividad humana que participan en lo que llamamos concepcin o comprensin, negar o dar el consentimiento, pensar, razonar, dirigir, etc. Pues
las manifestaciones de tales actividades no se pueden disociar del uso de los mecanismos y del funcionamiento del organismo.
Este proceder indirecto es coherente con el principio de que la unidad del organismo humano es indivisible; all donde exista una comprensin de los medios por
los cuales se puede dirigir en la prctica el uso de los mecanismos en forma de una actividad concertada, en el sentido que he intentado definir, este principio de
unidad funciona para bien. Pero toda moneda tiene dos caras. Est en la naturaleza de la unidad el que cualquier cambio que ocurre en las partes afecte al todo y las
partes del organismo humano estn tan ntimamente conectadas entre s que cualquier intento de efectuar un cambio fundamental en el funcionamiento de una
parte va a alterar necesariamente el uso y ajuste del todo. Esto significa que cuando el uso global de los mecanismos del organismo es defectuoso, cualquier intento
de erradicar el defecto por algn otro medio que no sea cambiar y mejorar este uso global defectuoso va a provocar un desequilibrio en algn otro lugar. (Vase en
medio del captulo 4.)
Rara vez reconocen este peligro aquellas personas que tienen que diagnosticar y tratar casos de enfermedad e incapacidad, pero yo estoy dispuesto a demostrar que
en el proceso de curar un mal sntoma por medio de un tratamiento especfico y aunque este tratamiento pueda parecer satisfactorio desde fuera, otros defectos
menos fciles de reconocer y a menudo ms dainos van a aparecer en otras partes del organismo. Es el viejo cuento de los siete males.
A este respecto, es muy interesante comparar lo que escribe sir E. Holderness, reconocida autoridad en golf, en el Evening Standard del 17 de marzo de 1928: Este es el caso real
de un amigo golfista. Tena el defecto crnico de disparar la bola oblicuamente hacia la derecha. Desesperado, fue a consultar con un profesional que le ofreci una cura fcil. Le
recomend cambiar la posicin de las manos: la mano izquierda encima del palo y la derecha por debajo. Entonces le dijo que lanzara con confianza. Milagrosamente, el
problema del desvo desapareci y durante una tarde lanz divinamente. Pero donde haba habido un mal, siete peores vinieron a sustituirlo. Y durante semanas y meses tuvo que
soportar el sufrimiento de golpes oblicuos a la izquierda y derrotas contundentes. Su estado ltimo era mucho ms penoso que el primero.
Los resultados de mi trabajo docente me han demostrado que ningn diagnstico puede ser completo si no se basa en este principio de la unidad funcional de los
mecanismos del organismo, el cual implica una ntima conexin entre el modo de usar los mecanismos y el nivel de funcionamiento en todo el organismo.
A continuacin presentar varios casos de cmo expertos en mbitos de actividad muy diferentes no reconocen este principio en su prctica profesional con
aquellos que les consultan para corregir algn defecto o incapacidad y cmo esto conduce a un diagnstico incompleto y limita gravemente su cometido
profesional, sea cual sea su lnea de trabajo.
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A la pregunta de por qu contina desviando la vista de la bola, a pesar de su intencin de seguir las instrucciones de su profesor y a pesar de su voluntad de
hacer, la respuesta es que, en todo lo que hace, su empeo est en lograr el fin. Tiene el hbito de esforzarse para lograr objetivos por el mtodo del ensayoEl Uso de S Mismo
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Primer ejemplo
error, sin plantearse cuales seran los medios ms apropiados para alcanzar esos objetivos. En este ejemplo no cabe duda de que el objetivo que tiene en mente es el
de ejecutar un buen golpe, lo cual significa que en el momento en que empieza a jugar, se pone a trabajar directamente hacia ese objetivo, sin pararse a pensar qu
uso de sus mecanismos sera el mejor para dar un buen golpe. El resultado es que da el golpe segn su uso habitual y dado que este uso habitual est mal dirigido e
incluye un mal uso de los ojos, l retira la vista de la bola y da un mal golpe. Es patente que mientras siga dominado por este hbito de lograr el fin, reaccionar
al estmulo de dar un buen golpe con el mismo mal uso de s mismo y continuar retirando la vista de la bola.
Este proceso se repite cada vez que intenta dar un buen golpe, con el resultado de que sus fracasos superan en creces en nmero de sus logros y l sufre una mayor
o menor perturbacin emocional, como sucede siempre que alguien yerra ms veces de las que acierta, sin saber por qu. Y cuanto ms incapacitado se encuentra
para llevar a cabo las instrucciones de su profesor con el grado de certeza necesario para poder disfrutar del juego, tanto ms empeora su estado emocional. El
efecto inmediato es que se esfuerza ms que nunca en dar un buen golpe, cae en la antigua forma incorrecta de usar sus mecanismos y de nuevo desva la vista de
la bola.
En cualquier actividad, los esfuerzos infructuosos tienden a producir perturbacin emocional, la cual va en detrimento de la sana recreacin. Este solo motivo hace recomendable
que los golfistas que no logran seguir con xito las instrucciones de su profesor, se replanteen su plan de campaa.
Sera de suponer que la repetida experiencia del fracaso le llevara, por si sola, a ponerse a trabajar segn un principio diferente, pero mi experiencia pedaggica
me demuestra que en este sentido el modo de proceder del golfista no se diferencia en nada del de otras personas que se usan a s mismas incorrectamente y que
intentan, sin xito, corregir un defecto. Por extrao que pueda parecer, siempre he observado que un alumno que se usa mal a s mismo continuar hacindolo en
todas sus actividades, incluso cuando se le ha enseado el mal uso y l ha aprendido por experiencia que la persistencia en este mal uso es la causa de su fracaso.
Esta aparente anomala se puede explicar y al explicarla espero mostrar no slo cul es la raz de la dificultad que tanta gente experimenta cuando, con la mejor
voluntad del mundo, se encuentran incapaces de corregir algo que saben que anda mal en ellos mismos.
El uso habitual de los mecanismos que el golfista imprime a todas sus actividades, incluido el golf, ha ido acompaado siempre de ciertas experiencias sensoriales
(sensaciones) que, gracias a una dilatada asociacin con ese uso habitual, se han convertido en algo familiar para l. Ms an, debido a esta familiaridad, han
llegado a hacerle sentirse bien y as, l obtiene una considerable satisfaccin al repetirlas. Cuando, por tanto, intenta dar un buen golpe, l imprime al acto de
balancear el palo su uso habitual defectuoso, incluido el retirar la vista de la bola, porque las experiencias sensoriales asociadas a este uso son familiares y la hacen
sentirse bien.
Por otro lado, un uso de los mecanismos que implicara mantener la vista en la bola durante el acto de golpearla sera un uso enteramente contrario a su uso habitual
e ira asociado con experiencias sensoriales que, al no ser familiares, le pareceran raras; se puede decir, por tanto, que no recibe ningn estmulo sensorial en
este sentido. Todo estmulo sensorial que recibe va en el sentido de repetir las experiencias sensoriales conocidas que acompaan su uso defectuoso y esto anula
cualquier estmulo supuestamente mental que provenga de su voluntad de hacer. En otras palabras, la atraccin de lo conocido resulta demasiado fuerte para l
y lo mantiene atado al uso habitual de s mismo que le parece correcto.
Esto no es sorprendente, dado que el deseo del golfista de aplicar su uso habitual a toda costa para lograr su fin, debido a las experiencias sensoriales conocidas
que van anejas, es un deseo instintivo que la humanidad ha heredado y ha continuado desarrollando desde tiempos inmemoriales. El deseo de sentirse bien en la
consecucin de su objetivo es, por lo tanto, su deseo primario, en comparacin con el cual su deseo de dar un buen golpe es nuevo y est por desarrollar y ejerce
slo una influencia secundaria. Esto se demuestra por el hecho de que aunque l empieza con el deseo de dar un buen golpe, su deseo de repetir experiencias
sensoriales que la hacen sentir bien acta como un estmulo para usarse a s mismo de la forma habitual que acompaa a estas experiencias, aunque es
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Primer ejemplo
precisamente este tipo de uso el que le impide satisfacer su deseo ms reciente de ejecutar un buen golpe.
El deseo de seguir las instrucciones de su profesor y mantener la vista en la bola es un deseo ms nuevo an y en consecuencia, carece de intensidad en
comparacin con los otros dos. Adems, tiene incluso menos probabilidades de ser llevado a cabo porque, primero, el estmulo que lo provoca no proviene de
dentro, como los otros, sino de fuera, esto es, del profesor y segundo, porque la instruccin est articulada con el propsito de corregir algo incorrecto en el uso del
alumno, a saber, el uso de su ojos y esto entrar inmediatamente en conflicto con el deseo del alumno de aplicar su uso defectuoso habitual, el cual, como
acabamos de explicar, es la influencia dominante en todo aquello que intente hacer. El conflicto entre estos dos deseos ser, necesariamente, un conflicto desigual y
su deseo de llevar a cabo las instrucciones del profesor se ir por la borda.
Hay que recordar que cuanto mayor sea su deseo de obedecer a su profesor, tanto mayor ser el incentivo a incrementar la intensidad de sus esfuerzos y es prcticamente seguro
que en sus intentos de traducir este deseo en accin, aumentar automticamente la ya excesiva tensin muscular que normalmente utiliza para el acto, disminuyendo an ms sus
posibilidades de dar un buen golpe. Vase la nota siguiente.
Es la influencia dominante de su deseo de lograr este fin por medio de un uso de sus mecanismos que le hace sentir bien, pero que es en realidad errneo para el
propsito, lo que explica no slo por qu contina retirando la vista de la bola y, por tanto, fallando el golpe, sino tambin por qu, a pesar de esta repetida
experiencia de fracaso, no renuncia a su empeo de lograr el fin y se pone a trabajar de otra manera.
Ahora que hemos visto el principio defectuoso que motiva los esfuerzos del jugador por obedecer las instrucciones del profesor, pasaremos a examinar el principio
en que se basa estas instrucciones.
La instruccin que le da al alumno de mantener la vista en la bola indica que el profesor reconoce que los mecanismos encargados del control de los ojos del
alumno no funcionan como deberan, pero el hecho de que, para resolver esta dificultad, simplemente le diga al alumno que mantenga la vista en la bola, indica
tambin que no relaciona el funcionamiento defectuoso de los ojos con la mala direccin del uso de los mecanismos de todo el organismo. Esto significa que en su
diagnstico y tratamiento l no considera el organismo de su alumno como una unidad operativa en la que el funcionamiento de cualquiera de las partes se vea
afectado por el funcionamiento del conjunto. En este sentido, pues, se puede decir que su diagnstico es incompleto y su capacidad de aconsejar a su alumno,
limitada.
En todos los mbitos de la actividad humana encontramos pruebas de la mala direccin del uso; nuestro verdadero inters en la dificultad del golfista es que
se trata de una dificultad que no se limita al golf, sino que la experimentan todos aquellos que intentan, sin xito, corregir defectos que les coartan en sus
diversas actividades o realizar un cierto acto de forma satisfactoria.
La mala direccin del uso se encuentra en la persona que coge un bolgrafo para escribir y pasa inmediatamente a tensar excesivamente los dedos, a hacer
con el brazo movimientos que deberan hacer los dedos e incluso a hacer contorsiones faciales; en el culturista que, al realizar determinados movimientos de
brazos y piernas, deprime innecesaria y perjudicialmente la laringe y tensa excesivamente la musculatura pectoral; en la persona que al leer, cantar o hablar,
sorbe el aire por la boca al principio de cada frase, aunque de ordinario, al estar de pie o andar, respire por la nariz; en el atleta, aficionado o profesional,
que siempre que realiza un esfuerzo especial, aplica una tensin excesiva a los msculos del cuello y lleva la cabeza hacia atrs indebidamente.
En todos estos casos, que podran extenderse indefinidamente, encontraremos que el uso de los mecanismos encargados del movimiento requerido suele estar
muy alejado de aquel que mejor servira al propsito.
Todo esto sirve para indicar que, en toda forma de actividad, el uso de los mecanismos que entran en operacin ser satisfactorio o insatisfactorio segn
El Uso de S Mismo
27
Primer ejemplo
nuestra direccin de ese uso sea satisfactoria o no. Cuando la direccin sea satisfactoria, se asegurar el uso satisfactorio de los mecanismos del organismo
funcionando como una unidad, con un uso satisfactorio de las diferentes partes, como los brazos, muecas, manos, piernas, pies y ojos. Se deduce de esto que
cuando hay una mala direccin, este uso satisfactorio de los mecanismos no se encuentra bajo nuestro mando. Esta es exactamente la situacin del golfista
que no puede mantener la vista en la bola cuando as lo desea.
Veamos ahora cmo tratara la dificultad del golfista un profesor que respeta la idea de la unidad del organismo y en consecuencia, basa su tarea educativa en lo
que yo llamo el principio del medio por el cual, es decir, el principio de una reflexin razonada de las causas de las condiciones presentes y un proceder indirecto
en lugar de directo por parte de la persona que se esfuerza por lograr un objetivo deseado. (Comprese con mi obra anterior, El control consciente y constructivo
del individuo, nota hacia el final del captulo 1.2.)
En primer lugar, diagnosticara que la imposibilidad del golfista de dar un buen golpe se debe a la mala direccin del uso habitual de los mecanismos y no a ningn
defecto concreto, como sera su incapacidad de mantener la vista en la bola. Reconocera que la incapacidad de mantener la vista en la bola es simplemente un
sntoma de esta mala direccin y que, bajo ningn concepto, se puede decir que sea la causa de su imposibilidad de dar un buen golpe. Observara que tan pronto
como su alumno empieza a ejecutar el golpe, pone en juego el mismo uso defectuoso que aplica habitualmente a todas sus actividades y as, l mismo provoca
aquello que quiere prevenir: retirar la vista de la bola. Vera que la dificultad de su alumno est causada por su propio mal hacer.
Un profesor que emitiera su diagnstico en esta lnea, entendera que la dificultad no puede ser resuelta por ninguna instruccin concreta tal como decirle a su
alumno que mantenga la vista en la bola, pues reconocera que toda fuerza de voluntad ejercida por un alumno cuyo uso de s mismo est mal dirigido ira en la
direccin equivocada, de forma que cuanto ms se esfuerce por llevar a cabo la instruccin y cuanto ms ponga su voluntad en hacerlo bien, tanto ms se ver mal
dirigido su uso y tanto ms propenso ser a retirar la vista de la bola. Ante esto, su conclusin sera que debe encontrar una manera de ensearle a su alumno a
inhibir esta mala direccin de su uso. Puesto que ha observado que la mala direccin empieza en el momento en que el alumno intenta lograr su objetivo y ejecutar
un buen golpe, su primer paso sera, evidentemente, que el alumno deje de intentar dar un buen golpe. Le explicara que cualquier reaccin inmediata al estmulo
de dar un buen golpe provendr siempre de su uso habitual errneo, pero que si previene esta reaccin inmediata, prevendr a la vez la mala direccin del uso que
la acompaa y que constituye, precisamente, el obstculo para lograr su fin. Le inculcara que, de todas las actividades que permiten dar un buen golpe, este acto
de prevencin constituye la actividad primordial, dado que mediante la inhibicin del uso habitual mal dirigido, el profesor tendr el camino despejado para
desarrollar en el alumno esa nueva direccin del uso de sus mecanismos que constituir el medio por el cual conseguir, con el tiempo, mantener la vista en la bola
y, as, dar un buen golpe.
No hace mucho un profesor trajo a una amiga a observar una leccin dada a una alumna, en cuyos progresos ambos estaban interesados dadas las dotes de la alumna.
No hay motivo para que tenga problemas con esta alumna me dijo, porque est muy dispuesta y deseosa de colaborar.
S contest yo, esa es una de las calamidades de la voluntad de hacer.
Su acompaante levant las manos horrorizada ante mi observacin y exclam:
Ciertamente, aunque haga algo mal, es mejor ejercer la voluntad de hacer que no.
Esto me brind la oportunidad de sealar que ese algo mal significa que hay una direccin equivocada en alguna parte, de modo que lo que ella defenda era que el aadido del
estmulo de la voluntad de hacer sera beneficioso an en el caso de que supusiera una mayor proyeccin de energa en la direccin equivocada. No es el grado de voluntad o
de esfuerzo lo que va a hacer eficaz esa voluntad o esfuerzo, sino la orientacin que se da a la energa.
El Uso de S Mismo
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Primer ejemplo
Ahora bien, para poder entender el principio del medio por el cual en el que basa sus mtodos de enseanza el profesor que respeta la idea de la unidad
funcional del organismo humano, tenemos que reconocer que en la consecucin de todo objetivo deseado o en la realizacin de cualquier acto como el de
ejecutar un buen golpe de golf, participa la direccin y realizacin de una serie conectada de actos preliminares por medio de los mecanismos del organismo
y que, por lo tanto, si el uso de los mecanismos tiene que ser dirigido de forma que se logre satisfactoriamente el objetivo deseado, las instrucciones para este
uso deben proyectarse en una serie conectada que se corresponda con la serie conectada de actos preliminares. Si en cualquier punto de la serie se rompe la
cadena de instrucciones y el uso es dirigido errneamente, todos los actos sucesivos de la serie sern errneos y no se lograr el objetivo de la manera
deseada (en su caso, el golfista no dar un buen golpe). Para la mayora de personas de hoy, la direccin del uso no es razonada, sino instintiva, y en los
casos en que esta direccin instintiva conduce a un uso defectuoso, la serie conectada de actos previos a la consecucin de un objetivo ser producida por
una serie de instrucciones instintivas que operan a travs del uso defectuoso de los mecanismos, de forma que el resultado ser una serie de actos
defectuosos. (Vase El control consciente y constructivo del individuo, a mitad del captulo 3.3.)
Estos hechos debe tenerlos en cuenta el profesor que aplica el principio del medio por el cual para desarrollar una nueva direccin en el uso del alumno. Se dar
cuenta en su prctica de que estos actos preliminares, a la vez que medios, son tambin fines, pero no fines aislados, en tanto que forman una serie coordinada de
actos que se deben realizar todos juntos, uno tras otro. Le inculcar al alumno que para mantener la unidad que requiere esta serie conectada de actos, tendr que
continuar proyectando las instrucciones necesarias para la realizacin del primer acto de la serie al mismo tiempo que proyecta las instrucciones necesarias para la
realizacin del segundo y as a lo largo de toda la serie hasta que se hayan realizado todos los actos preliminares en su secuencia conectada y se haya asegurado de
esta manera el objetivo final.
Este proceso es anlogo al de disparar una metralleta desde un avin, en el que la maquinaria est tan coordinada que cada disparo de la secuencia est sincronizado para pasar
entre las palas de una hlice que gira a 1.500 revoluciones o ms por minuto.
Se podra preguntar cul es, exactamente, la tcnica para poner en prctica este principio del medio por el cual al desarrollar una direccin de uso nueva y
satisfactoria.
Es imposible exponer aqu ms que un esbozo general de esta tcnica, porque las experiencias sensoriales que tiene el alumno durante el proceso de adquirir esta
nueva direccin del uso no se pueden transmitir por medio de la palabra escrita ni hablada, al igual que la explicacin ms detallada de un golfista profesional
sobre sus experiencias sensoriales al realizar un lanzamiento no le permitir a su alumno reproducir esas experiencias. Pero yo remitira a mis lectores al captulo
1, donde he descrito los experimentos que me llevaron al descubrimiento de que existe un control primario del uso de s mismo, que gobierna el funcionamiento de
todos los mecanismos y as hace del control del complejo organismo humano algo relativamente sencillo.
Este control primario, llamado el control central por el profesor Magnus de Utrecht, depende de un determinado uso de la cabeza y cuello en relacin con el uso
del resto del cuerpo y una vez que el alumno ha inhibido la mala direccin instintiva que le lleva a su uso habitual defectuoso, el maestro debe iniciar el proceso de
desarrollar el nuevo uso dndole la instruccin primaria que le llevar a establecer este control primario. El alumno proyectar entonces esta instruccin mientras
el maestro realiza con sus manos la actividad correspondiente, de forma que este doble proceso asegure para el alumno la nueva experiencia de uso deseada. Esta
experiencia, aunque ajena al principio, se ir volviendo familiar con la repeticin.
El maestro da entonces la segunda instruccin al alumno, quien debe seguir mandando la primera instruccin, a la vez que proyecta la segunda y el maestro
realiza la actividad correspondiente. Este doble proceso asegura de nuevo para el alumno la nueva experiencia de uso deseada y, de nuevo, esta experiencia,
aunque ajena al principio, se ir volviendo familiar con la repeticin.
El Uso de S Mismo
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Primer ejemplo
Con este modo de proceder, las dos instrucciones y sus correspondientes actividades se vinculan entre s y permanecen vinculadas y si an hiciera falta ms
instrucciones para efectuar el cambio de uso deseado, se daran segn el mismo proceso.
Mientras el maestro y el alumno continen trabajando de esta manera, sin desviarse nunca en su proceder del principio del medio por el cual, con el tiempo
llegar a establecerse en el alumno la direccin deseada del uso de sus mecanismos y este procedimiento slo tendr que repetirse hasta que las experiencias que lo
acompaan se hayan incorporado de manera que el uso nuevo y satisfactorio se pueda establecer en todas sus actividades.
Cuando se alcance este punto, se ver que el mejoramiento en el modo de uso del alumno ir acompaado de un mejoramiento en su nivel de funcionamiento y que
los sntomas concretos, como el uso insatisfactorio de la vista, habrn desaparecido en el proceso. Esto significa que el golfista podr mantener la vista en la bola
cuando lo desee, pues se habrn establecido nuevas y fiables lneas de comunicacin que le permitirn llegar a hacer aquello que se propone; su voluntad de
hacer ser, en una palabra, eficaz.
3.2 Las dificultades del perseguidor de objetivos con el medio por el cual
A menudo se hace la objecin de que este proceso resultara demasiado largo para la persona corriente. Admito, por supuesto, que si se pudiera encontrar alguna
manera de inducir a nuestro golfista a inhibir su deseo de dar un buen golpe sin pasar por el proceso de cambiar su uso defectuoso de s mismo, entonces l sera
capaz de mantener la vista en la bola y dar un buen golpe. (Esto sera igual ante cualquier otra dificultad que un golfista pueda experimentar al jugar.) Pero en
todos los aos que llevo enseando a alumnos cuyo uso de s mismos es errneo, an no he conocido a ninguno que pudiera inhibir el deseo de lograr su objetivo
directamente hasta que se haya cambiado este uso insatisfactorio. Incluso cuando han tomado conciencia de los medios por los que pueden mejorar el uso y
funcionamiento en todo su organismo y de esta manera superar indirectamente los defectos concretos, su deseo de lograr el objetivo de forma directa es tan fuerte
que muy raras veces pueden llegar a beneficiarse de estos medios por los cuales para su propia satisfaccin o la de sus maestros.
Esto me lleva a un punto que quiero subrayar por encima de todo, y es que cuando una persona ha llegado a un determinado nivel de uso y funcionamiento
insatisfactorios, su hbito de perseguir objetivos va a resultarle el mayor impedimento en todos sus intentos de beneficiarse de las enseanzas de cualquier
mtodo. Los mtodos pedaggicos habituales, de cualquier mbito, no pueden abordar este factor de impedimento y, en realidad, tienden normalmente a alentar
esta persecucin de objetivos. (Esta crtica es aplicable a todos los mtodos utilizados por profesores de todos los deportes y juegos, educacin fsica, gimnasia,
danza, canto, etc.) La instruccin que recibe el golfista de nuestro ejemplo de mantener la vista en la bola es tpica del gnero de instruccin concreta que suelen
dar los profesores con el propsito de eliminar defectos concretos en sus alumnos; como ya hemos visto, esta instruccin le result un estmulo para esforzarse ms
que nunca en lograr su objetivo y de esta manera dirigir peor an que antes sus esfuerzos.
Incluso suponiendo que fuera posible devolverle enseguida al alumno una direccin satisfactoria de su uso y funcionamiento en todo su organismo, el hbito de lograr fines del
alumno an persistira en actos en los que tena mucha prctica en aplicar su antiguo uso habitual, como, por ejemplo, ejecutar un buen golpe de golf, de forma que en el
momento en que intentara dar ese golpe por medio de esa nueva y poco familiar direccin de su uso, pondra en marcha de nuevo su antigua mala direccin habitual, retirara la
vista de la bola y ejecutara un mal golpe.
Este hbito de perseguir fines est tan arraigado en nosotros que crear una seria dificultad incluso cuando el mtodo de enseanza se base en el principio del
medio por el cual y esta dificultad slo se podr superar si tanto el profesor como el alumno en cada estadio del doble combinado, incluso en los ms sencillos,
se atienen estrictamente al principio funcional que he expuesto, es decir, que una vez que se ha razonado qu serie de actos constituyen el medio por el cual se
puede lograr satisfactoriamente un determinado objetivo, el acto primario no debe ser considerado un objetivo en s mismo, sino que debe dirigirse y llevarse a
El Uso de S Mismo
30
Es cierto que un alumno puede iniciar el camino con un concepto intelectual de lo que requiere el procedimiento del medio por el cual, pero en mi experiencia
he observado que tan pronto como le llega la idea de realizar cualquier acto durante ese procedimiento, su hbito de perseguir fines le obliga a intentar realizar
el acto de la forma habitual que le hace sentir bien, a pesar de haberle demostrado repetidamente que la percepcin sensorial en la que se basa para saber si sus
medios son apropiados o no, es engaosa, de manera que aquello que l percibe como el uso correcto de s mismo para lograr su fin es, en realidad, incorrecto.
En el caso de un alumno tal, trabajar a partir del principio del medio por el cual significa trabajar contra un hbito de toda la vida y con lo difcil que resulta
trabajar a partir de un principio contra cualquier hbito de toda una vida (como cualquiera que lo pruebe podr comprobar), la dificultad aumenta enormemente
cuando se trata de trabajar contra el hbito de perseguir fines, porque este hbito est ntimamente ligado a hbitos defectuosos de uso que dan la sensacin de
correctos, y renunciar a l significa renunciar a los hbitos de toda la vida que lo acompaan y emplear en su lugar un uso nuevo que da la sensacin de ajeno, de
incorrecto.
Afirmo, por tanto, que para cambiar y no simplemente transferir, cualquier hbito tan arraigado como ese de lograr objetivos es esencial que el alumno tenga la
experiencia, al principio en las actividades ms sencillas,
1. de recibir el estmulo para lograr un cierto objetivo y negarse a reaccionar a l, inhibiendo as los hbitos insatisfactorios de uso asociados a su reaccin
habitual;
2. de proyectar las instrucciones del uso nuevo y ms satisfactorio en una secuencia apropiada, primaria, secundaria, etc., todas juntas, una tras otra como
ya he explicado, mientras el maestro, al mismo tiempo, y por medio de sus manos, le familiariza con las nuevas experiencias sensoriales que acompaan
este nuevo uso.
Debo sealar de nuevo al lector que estas nuevas experiencias sensoriales resultarn al principio extraas, con sensacin de ajenas.
Por este procedimiento, la percepcin sensorial del alumno experimentar una mejora gradual que le permitir tomar cada vez ms conciencia de los defectos de su
manera habitual de usarse a s mismo; adems, a medida que esta creciente conciencia mejore el uso de s mismo, su percepcin sensorial ir mejorando tambin y
con el tiempo constituir una pauta interna por medio de la cual l se har cada vez ms consciente de los defectos y de las mejoras, no slo en el modo de usarse
sino tambin en el nivel de su funcionamiento general.
Por ejemplo, con la mejora de su uso, tomar conciencia de una mayor expansin y contraccin del trax, es decir, del grado de movilidad torcica. Para todo aquel que vaya a
cambiar las condiciones de su funcionamiento de insatisfactorias a satisfactorias, es esencial que su registro sensorial sea fidedigno.
Y dado que es por medio del uso de s mismo como reacciona a todos los estmulos, es evidente que junto con una mejora en el modo de usar sus mecanismos y en
el ajuste de las diferentes partes del organismo, tambin se dar una mejora en su forma de reaccionar a los estmulos en todos los mbitos de actividad. Esta
mejora traer consigo necesariamente una mejora en su forma de reaccionar al estmulo para lograr un fin determinado, demostrando que es posible, al trabajar
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Captulo 4: El tartamudo
Tomar para mi segundo ejemplo el caso de un hombre con un defecto del habla que acudi a m en busca de consejo y ayuda. Me cont que haba tomado clases
con especialistas que trataban problemas del habla y que se haba esforzado mucho en seguir sus instrucciones y practicar los ejercicios que le haban
recomendado. Siempre haba tenido una dificultad especial con los sonidos que exigan el uso de la lengua y los labios, sobre todo las consonantes T y D y aunque
se las haba arreglado ms o menos bien a la hora de hacer los ejercicios, su tartamudeo era tan fuerte como siempre en la conversacin ordinaria y, especialmente,
cuando tena prisa o senta alguna emocin intensa.
Como es mi costumbre con alumnos nuevos, me fij especialmente en la manera cmo entraba en la sala y se sentaba en la silla y de inmediato vi muy claro que,
en general, su uso de s mismo era ms perjudicial de lo usual. Cuando habl, not tambin un uso errneo de la lengua y los labios y ciertos defectos en el uso de
la cabeza y el cuello, que provocaban una depresin indebida de la laringe y una tensin innecesaria de los msculos de la cara y del cuello. Le coment entonces
que su tartamudeo no era un sntoma aislado de algn uso errneo limitado a los rganos del habla, sino que estaba relacionado con otros sntomas de mal uso y
funcionamiento en otras partes de su organismo.
Ante sus dudas, pas a explicarle que yo haba podido demostrar a todo tartamudo que haba acudido a m, que tartamudeaba con muchas otras partes del cuerpo
aparte de la lengua y los labios.
Normalmente le dije, estos otros defectos pasan inadvertidos o no les hacemos caso hasta que llegan al punto en que el mal funcionamiento se manifiesta en
alguna forma de trastorno supuestamente fsico o mental. En su caso, el tartamudeo le causa dificultades en su trabajo y obstaculiza su relacin con los dems,
por lo que usted no ha podido pasarlo por alto, lo cual puede resultar ser una bendicin disfrazada si constituye el medio de hacerle tomar conciencia, antes que sea
demasiado tarde, de otros defectos ms graves que le he sealado y que, con el paso del tiempo, se irn haciendo cada vez ms exagerados.
Le asegur que mis muchos aos de experiencia prctica tratando las dificultades e idiosincrasias de personas que tartamudean me haban convencido de que el
tartamudeo es uno de los ms interesantes sntomas concretos de una causa general, es decir, de la mala direccin del uso de los mecanismos psicofsicos y que no
quera tomarle como alumno a menos que l estuviera dispuesto a trabajar conmigo comenzando por corregir esta mala direccin del uso en el mbito general,
como primer paso para remediar sus defectos del habla. Yo le poda prometer, sin embargo, que si l decida acudir a m y yo consegua efectuar algunos cambios
para mejorar su manera de usar sus mecanismos, tambin se dara un cambio favorable en el funcionamiento de su organismo y su tartamudeo tendera a
desaparecer en este proceso. Mi razonamiento le pareci coherente y decidi tomar clases.
Segn mi experiencia, el tartamudeo, como la tendencia del golfista a retirar la vista de la bola, se debe a una mala direccin habitual del uso de los mecanismos,
de manera que el remedio del defecto, en ambos casos, presenta fundamentalmente el mismo problema. Al igual que el golfista, el tartamudo necesita cambiar esta
mala direccin habitual por una ms satisfactoria y el nuevo uso mejorado, asociado a este cambio en la direccin, tiene que desarrollarse y estabilizarse lo
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El tartamudo
suficiente antes de que l pueda aplicarlo de forma prctica como medio para superar sus particulares dificultades del habla.
En el caso de este alumno, pues, empec por sealarle diversos sntomas muy aparentes de su uso habitual incorrecto. Uno de los ms destacados era el grado
innecesario de tensin muscular que tena el hbito de ejercer en todo su organismo siempre que intentaba hablar. Esta tensin muscular extrema era un factor
obstaculizador del funcionamiento general de su organismo y haca imposible un uso satisfactorio de la lengua y labios y cuanto ms intentaba l hablar sin
tartamudear, por un esfuerzo especial de voluntad, tanto ms aumentaba la ya innecesaria tensin muscular y as frustraba su propio objetivo.
El motivo de esto, le expliqu, era que no empezaba a hablar hasta que haba producido el grado de tensin que iba asociado a su uso habitual y que le haca sentir
que podra hablar; es decir, l decida que le haba llegado el momento de hablar slo cuando su sensacin le deca que estaba usando sus mecanismos al mximo
rendimiento y este momento se daba, segn su anlisis, cuando su percepcin sensorial (la nica gua que tena respecto al grado de tensin muscular necesaria) le
indicaba que era correctoel grado de tensin que l utilizaba habitualmente al hablar y que le resultaba, por tanto, familiar.
Por desgracia, el grado de tensin familiar que l perciba como correcto era el grado innecesario asociado al uso errneo de sus mecanismos, cuyo sntoma era
el tartamudeo; le anim, por lo tanto, a reconocer desde el principio que la sensacin en que se basaba para decidir cundo su uso era el adecuado para hablar no
era fidedigna como indicador de la tensin muscular y que no deba fiarse de ella como pauta al intentar hablar. Cmo poda esperar, le pregunt, juzgar por su
sensacin el grado de tensin que deba utilizar al hablar, cuando le era ajena la experiencia sensorial de hablar con la tensin debida? Evidentemente, l no poda
conocer una sensacin que nunca haba experimentado y dado que una experiencia sensorial no puede ser transmitida por la palabra, por mucho que se lo
explicara, yo no poda transmitirle la experiencia sensorial desconocida de hablar con menos tensin y sin tartamudear. La nica manera de convencerle de que
podra hablar con un grado inferior de tensin muscular sera proporcionarle esta experiencia desconocida.
Con este fin, adopt un procedimiento basado en el mismo principio que el procedimiento empleado con el golfista para darle la experiencia de mantener la vista
en la bola. Mi objetivo era darle al alumno, primero, la experiencia de aplicar una direccin consciente de un uso nuevo y mejorado de sus mecanismos en general
y, segundo, la experiencia de continuar aplicando esta direccin conscientemente mientras usaba los mecanismos implicados en el acto de hablar, de la manera
que mejor se adaptara a nuestro propsito.
Empec por darle
1. las instrucciones para la inhibicin del uso errneo habitual de sus mecanismos, asociado al exceso de tensin muscular;
2. las instrucciones para la aplicacin del control primario que le llevara a un uso nuevo y mejorado, el cual se asociara a la cantidad conveniente de tensin
muscular.
Le ped entonces que proyectara estas instrucciones a la vez que yo, con mis manos, le daba las nuevas experiencias sensoriales de uso que correspondan a estas
instrucciones, de forma que pudiera recuperar paulatinamente la fiabilidad de su percepcin sensorial en relacin con el uso de sus mecanismos y para que, por
medio de esto, pudiera, con el tiempo, adquirir un indicador del grado de tensin necesario para hablar, distinto del grado de tensin excesivo asociado a su
tartamudeo.
Continu con este procedimiento hasta que le hube repetido las nuevas experiencias sensoriales un nmero de veces suficiente para permitirle aplicar el nuevo
medio por el cual para hablar y para decir las palabras y consonantes que le causaban una dificultad especial.
Es imposible en el espacio de que dispongo exponer en detalle toda la diversidad de recursos didcticos que utilic para llevar a mi alumno hasta este punto, pues
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El tartamudo
la tcnica de cada maestro vara en sus detalles segn las necesidades y dificultades propias de cada alumno. De todos modos, aquellos lectores que hayan seguido
el relato de las dificultades que experiment yo en mis primeros intentos de aplicar el nuevo medio por el cual al declamar, podrn imaginarse el tipo de
dificultad al que nos enfrentamos en todo momento, cuando digo que mi alumno era un perseguidor de fines redomado.
Al principio de esta nueva fase de nuestro trabajo juntos, le record cmo su avance hasta este punto se haba visto obstaculizado por su hbito de lograr fines y de
intentar hacerlo bien y le advert que, a menos que consiguiera dejar esto de lado, tendra pocas posibilidades de aplicar el nuevo medio por el cual a sus
dificultades con el habla, porque si, en el momento crucial de empezar a decir una palabra difcil, iba an directo a su objetivo e intentaba decir la palabra de la
forma que l perciba como correcta, con toda seguridad recaera en su viejo hbito y volvera a tartamudear.
La practica demostr lo difcil que le resultaba a mi alumno hacer caso de esta advertencia. Siempre que le daba un sonido o una palabra para pronunciar, le
incitaba repetidamente a que inhibiera su vieja respuesta habitual negndose a intentar pronunciar el sonido o palabra hasta que se hubiera tomado un tiempo para
pensar y aplicar la nueva direccin de uso que hubiera decidido era la mejor para su propsito. l acceda a hacerlo as, pero tan pronto como yo le peda que
pronunciara un sonido o una palabra, no consegua inhibir su respuesta al estmulo de mi voz y, olvidndose totalmente de la nueva direccin que le haba pedido
que aplicara, intentaba repetir inmediatamente el sonido, con el resultado de que se vea dominado enseguida por sus viejos hbitos de uso asociados a la extrema
tensin muscular que l perciba como adecuada, y por tanto tartamudeaba tanto como siempre. En pocas palabras, su propio deseo de hacerlo bien y lograr su
fin era lo que frustraba su intento.
Para que el lector no piense que esta dificultad era exclusiva de este alumno, querra observar que he tenido experiencias parecidas con todos mis alumnos. Cmo podra ser de
otra manera cuando la persecucin de objetivos es un hbito universal?
En todos los tartamudos que he conocido, este hbito de reaccionar demasiado rpido a los estmulos va asociado siempre a la falta de fiabilidad sensorial, exceso
de tensin muscular y mala direccin de la energa, pero en el caso de este alumno, el hbito de lanzarse directamente hacia el objetivo e intentar sentirse bien al
hacerlo, haba sido profusamente cultivado en l por los mtodos utilizados por sus maestros anteriores al tratar de curar su tartamudeo. (Vase el apartado 3.2,
primera nota.)
Podra parecer que el principio de perseguir el fin se encuentra detrs de todos los ejercicios que dan los profesores que, ya sea por mtodos ortodoxos o no,
tratan el tartamudeo como un defecto especfico y tomar como ejemplo los ejercicios que le haban dado a mi alumno para resolver su dificultad especial en
pronunciar los sonidos T y D.
Sus anteriores maestros haban observado que el uso de su lengua y labios era insatisfactorio para el propsito de pronunciar estos sonidos y para superar esta
dificultad le haban instruido que practicara determinados ejercicios que obligaban al uso de estas partes concretas al decir T o D.
Sin embargo este procedimiento no poda ms que agravar la dificultad, pues la sola idea de decir T o D actuaba como un incentivo para que el alumno aplicara su
uso habitual asociado al uso errneo de la lengua y los labios. Mientras este uso habitual errneo permaneciera intacto, esta asociacin persistira y l tendra pocas
posibilidades de librarse de este incentivo, de manera que pedirle en estas condiciones que practicara la pronunciacin de T o D como remedio para su tartamudeo
equivala a darle un incentivo ms para tartamudear.
Esto se me confirm cuando me mostr cmo practicaba estos ejercicios. Lo observ detenidamente y vi que tan pronto empezaba a hacerlos, ejerca un grado
excesivo de tensin en todo el cuerpo, continuaba aumentando la tensin en los labios, mejillas y lengua e intentaba decir T o D antes de que la lengua llegara a
estar en la posicin adecuada para ello. Este intento estaba tan destinado a fracasar como el de un automovilista que intenta cambiar de marcha antes de que el
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El tartamudo
embrague haya colocado los engranajes en la posicin en la que pueden engancharse. Era evidente que en toda su prctica pasada, l haba intentado lograr el fin
sin estar al mando de los medios que le permitiran lograr satisfactoriamente ese fin y el hecho de que la mayora de esos intentos hubieran sido frustrados lo haba
llevado a un estado de falta de confianza en s mismo que empeoraba considerablemente la dificultad de romper ese hbito de lograr fines.
Que yo sepa, todos los mtodos para curarel tartamudeo, aunque difieran en sus pormenores, se basan en este principio de lograr fines. El profesional
escoger uno o varios sntomas como causa del tartamudeo de su alumno y le dar instrucciones o ejercicios concretos para ayudarle.
Soy consciente de que algunas personas han dejado de tartamudear siguiendo estos mtodos, pero yo cuestionara la idea tan generalizada de que, dado que
esto ha sucedido, se ha efectuado una curade verdad. Porque en algunos casos de los que se afirma que un tartamudo se ha curado, sigue habiendo algo
peculiar o titubeante en su manera de hablar y aquellos que lo han tratado no parecen en lo ms mnimo preocupados por el hecho de que las perniciosas
condiciones de excesiva tensin muscular, mala direccin de la energa y falta de fiabilidad de la percepcin sensorial presentes cuando empez la cura,
sigan siendo evidentes despus que se ha producido lo que se considera una cura con xito.
Ningn mtodo de curacinpuede ser aceptado como eficaz o cientfico si, en el proceso de eliminar ciertos sntomas escogidos, otros sntomas
permanecen inalterados o si han aparecido otros sntomas nuevos no deseados.
Como escribe el doctor Dewey en su Introduccin a El control consciente y constructivo del individuo: la esencia del mtodo cientfico no consiste en sacar consecuencias a lo
bruto; consiste precisamente en poner los medios para analizar las consecuencias en detalle. Consiste en los procesos por los cuales las causas que se usan para explicar las
consecuencias o efectos, pueden ser analizadas completamente para demostrar que realmente producen estas consecuencias y no otras.
Si se aplica este criterio a un tartamudo que haya sido curado por tales mtodos, se ver con demasiada frecuencia que los defectos originales de excesiva
tensin muscular, mala direccin de la energa y falta de fiabilidad de la percepcin sensorial han aumentado durante el proceso de curacin.
Como ejemplo de esto, voy a citar algo que me cont un alumno en su entrevista preliminar. Me dijo, entre otras cosas, que se haba curado a s mismo de tartamudear y yo le
pregunt cmo lo haba hecho. Me contest que haba padecido un tartamudeo muy grave, pero que un da fue obligado a subir corriendo unas largas escaleras para entregar un
mensaje importante y descubri, para su sorpresa, que tras esta experiencia era capaz de hablar sin balbucear y que haba continuado as. La mayora de personas considerara
esto una curacin, por supuesto, pero yo no poda considerarlo as, porque vea que su uso general de s mismo segua siendo muy defectuoso y cuando se lo expres, l admiti
que sufra otros problemas que, en mi opinin, equivalan a un tartamudeo en otras partes de su organismo. El hecho es que la experiencia a la que l atribua el haberse librado
del tartamudeo no haba cambiado las condiciones insatisfactorias de su uso por esas condiciones satisfactorias que no van asociadas al tartamudeo. En consecuencia, una
experiencia similar podra provocar fcilmente una reaparicin del tartamudeo vocal y, dado que su uso insatisfactorio segua presente, tena una predisposicin a desarrollar
otros problemas.
Admito que estos defectos pueden no volver a provocar una reaparicin del tartamudeo, pero incluso as, es casi seguro que llevar al desarrollo posterior de
otros sntomas perniciosos que quedan sin reconocer. Esto sucede invariablemente cuando los defectos y enfermedades son curados por mtodos
especficos y explica por qu, a pesar del inmenso nmero de curaciones registrado, los problemas del organismo humano parecen aumentar y exigir cada
vez ms curas.
Es importante recordar que existe un equilibrio funcional en el uso de todas las partes del organismo y que, por este motivo, el uso de una parte (o partes)
concreta en cualquier actividad puede influir sobre el uso de otras partes y viceversa. Bajo la direccin instintiva, este equilibrio funcional se vuelve habitual
y da sensacin de correcto y el punto en el que se har sentir la influencia del uso de cualquiera de las partes variar y la influencia del propio uso ser
dbil o fuerte segn la naturaleza del estmulo de la actividad deseada. Si se reconoce un defecto en el uso de una parte y se intenta corregirlo modificando el
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El tartamudo
uso de esa parte sin efectuar a la vez un cambio correspondiente en el uso de otras partes, se alterar el equilibrio habitual del uso de la totalidad. A menos,
pues, que la persona que intenta efectuar un cambio en el uso de una parte concreta sepa tambin efectuar el cambio correspondiente en el uso de otras
partes, lo cual permita un equilibrio funcional satisfactorio y que complemente el nuevo uso que intenta producir, una de estas dos cosas va a darse
obligatoriamente:
1. el estmulo del deseo de lograr un fin, por medio del antiguo uso asociado al equilibrio de funcionamiento habitual que da sensacin de correcto, ser
tan fuerte que se impondr al estmulo de cultivar un uso nuevo y mejorado de una parte determinada asociado a un equilibrio funcional desconocido y
que da sensacin de incorrecto; o bien
2. si el cambio en el uso de una parte se efecta en presencia de factores obstaculizadores en el uso de otras partes (como sucede con cualquier mtodo
especfico de tratamiento que se emplee para corregir un defecto de una de las partes), el equilibrio funcional entre el uso de esa parte y el uso de todas
las otras partes estar tan descompensado que el uso de las otras partes se ver adversamente afectado y se desarrollarn nuevos defectos en el uso de
estas partes.
Cuando mi alumno me hubo mostrado los ejercicios que le haban dado, le expliqu que al practicarlos haba estado cayendo en sus viejos malos hbitos de uso
general de s mismo y, por lo tanto, cultivando precisamente esos malos hbitos de uso de la lengua y los labios que lo hacan tartamudear. Le insist una vez ms
que si deseaba llegar a poder pronunciar confiadamente la T, la D y las palabras en las que aparecen estas letras sin tartamudear, deba negarse a responder a todo
estmulo, tanto interno como externo, de decir T o D; en otras palabras, siempre que le llegara la idea de decir T o D, deba inhibir su deseo de intentar
pronunciarlas correctamente hasta que hubiera aprendido qu uso de la lengua y labios era el que le haca falta para pronunciar estos sonidos sin tartamudear y
hasta que pudiera poner en prctica las instrucciones necesarias para este nuevo uso de la lengua y labios a la vez que continuaba dando las instrucciones para el
control primario del nuevo uso mejorado de s mismo en general.
l entendi las razones, pero sus intentos de cooperar conmigo resultaron ms o menos intiles durante un tiempo. Una y otra vez le llev hasta el punto en que el
uso de su lengua y labios, en conjunto con su uso general, era tal que yo saba que poda pronunciar T y D sin la excesiva tensin muscular que le haca
tartamudear, pero cuando en ese momento le peda que repitiera uno de los dos sonidos, o bien
1. se olvidaba de inhibir su vieja respuesta, reverta a sus antiguas condiciones de uso y aumentaba la tensin hasta el punto que l senta que poda decir T o
D, intentaba decirlo de esta manera y tartamudeaba, o bien
2. en los casos en que se acordaba de inhibir su vieja respuesta y de aplicar el nuevo medio por el cual para decir T o D sin tartamudear, no haca ningn
intento de pronunciar el sonido.
En ambos casos actuaba impelido por el mismo motivo. Asociaba el acto de hablar, sobre todo las consonantes que le resultaban difciles, con un cierto grado de
tensin muscular y, como ya he explicado, haba llegado a creer que le era imposible hablar mientras no sintiera este grado indebido de tensin. Esto explica por
qu no haca ningn intento de hablar hasta que haba producido la tensin excesiva, pero conocida, que le haca tartamudear. De esta manera, simplemente
reforzaba las viejas experiencias sensoriales de excesiva tensin muscular asociadas a su uso habitual y a su hbito de intentar sentirse bien al lograr su fin.
Para tratar esta dificultad, resolv darle a mi alumno, da tras da, la experiencia de recibir un estmulo para lograr un cierto fin (vase a mitad del captulo 1, lo que
haca con piernas, pies y dedos; y el final del captulo 3) y de acordarse de negarse a perseguir este fin, ya que esta negativa significaba que de un solo golpe
inhiba todos los malos hbitos de uso asociados a su manera habitual de alcanzar ese fin. En la medida en que l consegua inhibir su respuesta inmediata a
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cualquier estmulo, pudo empezar a vencer su deseo de lograr su fin de la manera que l senta correcta y en tanto que l mantena esta inhibicin, yo, por mi parte,
pude repetir para l, hasta que se le hicieron familiares, las nuevas experiencias sensoriales asociadas a un uso general mejorado de sus mecanismos, que inclua el
uso correcto de la lengua y los labios. Al continuar cooperando conmigo en este sentido, gradualmente fue adquiriendo la experiencia suficiente de este uso nuevo
para poder aplicarlo con xito como medio por el cual pronunciar las consonantes que le haban supuesto una dificultad especial.
Pero, ms importante que esto, mi alumno, en el transcurso de este proceso, haba aprendido que si l inhiba su reaccin instintiva inmediata a cualquier estmulo
de hacer, poda prevenir la mala direccin de su uso y la consiguiente tensin muscular excesiva que haba sido el rasgo ms destacado de todas sus reacciones a
estmulos y un obstculo no slo para su habla sino para todas sus actividades, tanto fsicas como mentales; si l escoga aplicar este principio a sus
actividades en otros mbitos, tendra en sus manos un medio de controlar la naturaleza de sus reacciones a los estmulos, es decir, de adquirir un control de lo que
se denomina comportamiento consciente.
Lo que sigue es interesante a este respecto. Un alumno me acaba de decir que antes de empezar sus clases conmigo, sola tener unos ataques de genio incontrolables, pero que
desde que empez con este trabajo no ha tenido problemas en este sentido y que toda su familia ha notado el cambio. Me pidi que le explicara cmo era que algo que l
consideraba un sntoma nervioso o mental poda verse afectado por el trabajo que yo haca con l. En respuesta le pregunt cmo saban otras personas que l se haba
enojado y contest que lo saban por su tono de voz, le expresin de su cara, la mirada en sus ojos o por sus gestos o modales excitados en general. Le pregunt entonces cmo
seran posibles estas reacciones salvo por el uso de lo que l consideraba su yo fsico. Por ejemplo, la voz debe usarse para que podamos juzgar su tono, tiene que haber un uso
de los ojos para que centelleen, de los msculos de la cara para que haya cambios de expresin y, para que se manifieste la excitabilidad, absolutamente todos los mecanismos de
uso tienen que ser estimulados hacia una actividad y tensin muscular indebidas.
Al cambiar el modo de uso cambiamos las condiciones en todo el organismo; la vieja reaccin asociada al antiguo modo de uso y a las antiguas condiciones no puede tener lugar,
pues los medios ya no estn ah. En otras palabras, la vieja actividad refleja habitual ha cambiado y no volver a darse. Si la prdida de control slo puede manifestarse por medio
del uso de nosotros mismos, es lgico pensar que una direccin consciente de un uso mejorado nos lleve por primera vez muy cerca de un control consciente de la reaccin o
comportamiento humanos.
Algunos rasgos del caso de este alumno se dan en prcticamente todos los alumnos.
Durante las primeras fases de las clases de un alumno, cuando el uso de sus mecanismos es an insatisfactorio, me encuentro constantemente con que no
consigue inhibir la vieja direccin instintiva de su uso, con el resultado de que sus instrucciones para el nuevo uso no llegan a ser operativas. Antes de que yo
pueda intentar ayudarle, l se pone a perseguir su fin segn su uso habitual errneo y resulta prcticamente imposible en estas circunstancias impedirle
alcanzar su fin de este modo.
Por otro lado, cuando, en un estadio posterior de su proceso, ha aprendido a inhibir la direccin instintiva del uso y las instrucciones para el nuevo uso se
han vuelto operativas, de forma que yo puedo darle las experiencias sensoriales correspondientes, he visto que aunque ya tiene en su mano las mejores
condiciones posibles para lograr su fin, no hace ningn intento por alcanzarlo. No puede creer que su fin pueda ser alcanzado con las condiciones mejoradas
presentes; producen una sensacin tan rara, como lo expresa l, que instintivamente se niega a emplearlas.
Cuando aparece esta dificultad, es necesario que yo le d la experiencia real de lograr su fin por medio de aquello que l siente que es un uso incorrecto de
sus mecanismos y cuando finalmente lo consigo, l comenta invariablemente cunto ms fcil resulta la nueva manera que la vieja y cunto menos esfuerzo
exige. Sin embargo, a pesar de admitir esto, la experiencia de lograr su fin de esta nueva manera tiene que ser repetida una y otra y otra vez antes de que
sienta bien el uso mejorado y de que llegue a tener la confianza necesaria para emplearlo.
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La leccin que se puede aprender de todo esto es que, ya que nuestra forma particular de reaccionar a los estmulos est condicionada por los hbitos de uso
conocidos, el incentivo para intentar lograr cualquier fin dado est inseparablemente ligado a este uso conocido. Esto explica por qu, si el uso conocido de
un alumno se substituye por uno que le resulta desconocido y, por lo tanto, ajeno a su forma habitual de reaccionar a estmulos, l tiene poco o ningn
incentivo para lograr el fin dado. Mientras una persona acta bajo unas condiciones de uso errneas, acompaadas de su respectiva sensacin, el incentivo
por lograr un fin por medio del uso conocido errneo parece ser casi irresistible, pero cuando estas condiciones han sido transformadas en condiciones que
son las ptimas para el propsito de lograr ese fin, parece que no hay prcticamente ningn incentivo por lograrlo.
Esto no es sorprendente, porque cuando la percepcin sensorial del uso es errnea y lo que la persona cree que puede o no puede hacer se basa en lo que
siente, perseguir un fin por medio de un uso que le resulta ajeno es como dar un salto en el vaco. Incluso cuando le explico a un alumno por qu aparece esta
dificultad en su caso y l entiende las razones intelectualmente, necesitar, en la mayora de casos, que se le aliente constantemente y se le ofrezca
asistencia prctica para poder llegar a tener la experiencia de lograr un determinado fin por medio de un uso que le resulta nuevo y desconocido. Una vez
que ha ocurrido esto, sin embargo, se toma conciencia de una nueva experiencia que est deseoso de repetir y la repeticin de esta experiencia lo convence,
con el tiempo, de que sus juicios y creencias anteriores al respecto eran errneos. Como resultado, se desarrolla paulatinamente en l un incentivo para
emplear este nuevo uso y este se vuelve, por fin, ms fuerte que el incentivo de emplear el viejo uso, pues su desarrollo es el resultado de un procedimiento
razonado que l descubre que puede dirigir y controlar conscientemente con una seguridad que nunca antes haba experimentado.
Una de las caractersticas ms interesantes del hombre es su capacidad de acostumbrarse a condiciones de casi cualquier gnero, tanto favorables como
desfavorables, tanto en s mismo como en su entorno y una vez acostumbrado a ellas, estas condiciones le parecen correctas y naturales. Esta capacidad es
una ventaja cuando le permite adaptarse a condiciones que son deseables, pero puede plantear un gran riesgo cuando las condiciones no son deseables.
Cuando su percepcin sensorial no es fiable, puede llegar a familiarizarse con condiciones seriamente perniciosas de mal uso de s mismo hasta el punto que
estas malas condiciones le parezcan buenas y confortables.
Mi experiencia en la enseanza me ha demostrado que cuanto peores y ms antiguas sean estas condiciones en un alumno, tanto ms familiares y agradables
le resultan a l y tanto ms difcil es ensearle a superarlas, por mucho que l desee aprenderlo. En otras palabras, su capacidad para aprender un uso nuevo
y ms satisfactorio de s mismo se encuentra, por regla general, en proporcin inversa con el grado de mal uso de su organismo y con la antigedad de estas
condiciones perniciosas.
Esto se debera entender y tener en cuenta a la hora de elaborar cualquier plan para el mejoramiento del uso y funcionamiento de los mecanismos de todo el
organismo como medio para eliminar defectos, peculiaridades y malos hbitos.
Hacia el final de sus clases, mi alumno me pregunt por qu tena que ser tanto ms difcil superar el hbito de tartamudear que el de fumar demasiado. Me cont
entonces que en otro tiempo haba sido un fumador empedernido, pero al percatarse de que ese hbito lo estaba dominando demasiado, decidi que deba dejarlo.
Prob primero con el mtodo de reducir el nmero de cigarrillos que fumaba al da, pero cuando vio que no poda mantenerse dentro del lmite prescrito, decidi
que la nica forma de romper el hbito sera dejar de fumar completamente. Llev su decisin a la prctica y lleg a ser un no fumador. Ahora quera saber por qu
no haba tenido el mismo xito en sus esfuerzos por superar el tartamudeo.
Yo le seal que los dos hbitos presentan problemas muy diferentes.
El fumador puede abstenerse de fumar sin interrumpir las actividades necesarias para su vida cotidiana. Puesto que la tentacin de fumar en exceso procede, como
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sabe todo fumador empedernido, del hecho de que cada pipa, puro o cigarrillo fumado acta como estmulo para fumar el siguiente, cada vez que se abstiene de
fumar rompe un eslabn de la cadena.
El tartamudo, sin embargo, no puede abstenerse de hablar porque su comunicacin cotidiana con el prjimo depende de ello. Cada vez que habla, pues, sucumbe
de lleno a la tentacin de reproducir los viejos hbitos conocidos de uso de los rganos vocales, la lengua y los labios y de ah el tartamudeo. No se puede evitar el
estmulo de hablar de la manera que un fumador puede evitar el estmulo de fumar si as se lo propone, de forma que el hbito de tartamudear exige un tipo de
control mucho ms fundamental.
Un control eficaz del acto de hablar exige un nivel apropiado de uso general de los mecanismos, dado que el uso apropiado de la lengua y los labios, junto con un
nivel satisfactorio de control de los rganos respiratorios y vocales dependen de este uso general apropiado. Al ser esto as, el uso general defectuoso de los
mecanismos que, como hemos visto, caracteriza a todo tartamudo, constituye un obstculo formidable en el proceso de dominar su hbito.
La situacin es muy diferente para el fumador, pues el acto de fumar no exige este alto nivel de uso de los mecanismos y aunque su caso presenta a menudo unas
condiciones insatisfactorias de uso, la influencia que ejercen para impedirle superar su hbito es pequea en comparacin.
Su caso presenta an otro elemento. El fumador intenta superar un hbito que ha desarrollado l mismo en el proceso de satisfacer un deseo. El tartamudo, por otro
lado, se enfrenta a un hbito que no ha sido desarrollado en el proceso de satisfacer un deseo, sino que ha ido creciendo gradualmente hasta formar parte del uso de
los mecanismos que l emplea habitualmente en todas las actividades de su vida cotidiana. Esto explica por qu el hbito de fumar es relativamente superficial y en
este sentido ms fcil de superar y por qu mi alumno haba sido capaz l solo de resolver el problema de fumar demasiado, pero no haba podido tratar su hbito
de tartamudear sin la ayuda de un maestro que entendiera cmo darle los medios por los cuales l pudiera dominar el uso satisfactorio de sus mecanismos en
general y de la lengua, labios y rganos vocales en particular, para el acto de hablar.
Yo subrayara aqu que el proceso de eliminar por estos medios cualquier defecto como el del tartamudeo, impone una gran exigencia de tiempo, paciencia y
destreza al maestro y al alumno, pues como hemos visto, esto requiere
1. la inhibicin de la direccin instintiva de la energa, asociada a las experiencias sensoriales conocidas de uso errneo habitual y
2. el desarrollo, en su lugar, de una direccin consciente de la energa, por medio de la repeticin de experiencias sensoriales nuevas asociadas a un uso nuevo
y satisfactorio.
Este proceso de reconducir la energa desde las vas conocidas a unas vas nuevas y desconocidas, como medio para cambiar la manera de reaccionar a los
estmulos, implica necesariamente, tanto para el maestro como para el alumno, una capacidad creciente de pasar de lo conocido a lo desconocido; es, por lo
tanto, un proceso fiel al principio que se encuentra presente en todo crecimiento y desarrollo humano.
El Sr. Joseph Rowntree, despus de una de sus clases, describi mi trabajo como un razonar desde lo conocido a lo desconocido, donde lo conocido es lo errneo
y lo desconocido lo correcto.
Despus de escribir este captulo, recib una carta de este alumno y, con su permiso, voy a citar algunos fragmentos de ella, pues son de inters en relacin con el
desarrollo de la conciencia sensorial de una mejora en el uso:
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Espero que no haya interpretado mi prolongado silencio como una falta de inters por usted o por su trabajo. Se trata ms bien de todo lo contrario. Poca cosa ms hay que
me llame la atencin. (...) Me siento muy optimista respecto a la posibilidad de realizar un nuevo avance considerable si puedo volver a verle este ao. Lo bastante
optimista para creer que estoy a punto para algunas nuevas experiencias de verdad. (...) He llegado hasta el punto en que cuando siento trabajar la espalda, tambin siento
cmo se me relajan las mandbulas. Verdaderamente creo que haba estado usando los msculos mandibulares para mantenerme erguido! Estoy empezando a apreciar
realmente lo poco que he usado la lengua y los labios al hablar; de hecho, prcticamente no los he usado para nada. Es esta gran mejora en mi percepcin sensorial lo que
me da tales esperanzas para el futuro.
Adems, en todos los casos en que he observado condiciones adversas de uso y funcionamiento, he podido observar tambin que la percepcin sensorial (es decir,
la informacin que nos llega por los mecanismos sensoriales respecto a cmo nos usamos a nosotros mismos) no es fidedigna, con el resultado de que la direccin
sensorial de uso en toda actividad es defectuosa, manifestndose en malos hbitos en los actos cotidianos de caminar, sentarse, estar de pie, comer, hablar, practicar
juegos, pensar, razonar, etc.
La experiencia en todos estos casos me ha hecho ver la ntima relacin que existe entre la manera de usar los mecanismos y el nivel de funcionamiento, porque all
donde he detectado un uso insatisfactorio de los mecanismos, entre los problemas funcionales asociados a l se encontraban interferencias con el sistema
respiratorio y circulatorio, prolapso de las vsceras abdominales, abulia en diversos rganos, junto con presiones, contracciones y rigideces innecesarias y forzadas
en todo el organismo, todo lo cual contribuye a menoscabar el grado de resistencia a la enfermedad.
Por otro lado, en casos en los que la enfermedad ha sido diagnosticada previamente en algn rgano o sistema, he observado que el funcionamiento defectuoso que
esto implica va asociado siempre a un modo insatisfactorio de uso en todo el organismo.
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Discusin
Esto sirve para demostrar que un modo insatisfactorio de uso, al interferir con el funcionamiento general, constituye una causa que predispone a la enfermedad y a
los trastornos y que al emitir un diagnstico o prescribir un tratamiento, sin averiguar en qu medida el problema ha surgido a raz de esta interferencia y en qu
medida debido a otras causas, se pasa por alto una causa que predispone a la enfermedad y a los trastornos.
Por este motivo hago la siguiente afirmacin:
1. No se puede afirmar que un diagnstico de un caso sea completo a menos que el mdico tome en consideracin la influencia que ejerce sobre el paciente,
no slo la causa inmediata del problema (por ejemplo, un germen invasor), sino tambin la interferencia con el funcionamiento que va asociada siempre al
mal uso habitual de los mecanismos y contribuye a menoscabar la resistencia del paciente, hasta el punto en que el germen encuentra su oportunidad.
2. Puesto que el programa de estudios de Medicina no incorpora ninguna formacin sobre el conocimiento de cmo dirigir el uso de los mecanismos
humanos, el mdico no cuenta para su diagnstico con una comprensin del uso en el sentido que he definido y no reconoce as la relacin entre la mala
direccin del uso y ese grado insatisfactorio de funcionamiento que va siempre asociado a la enfermedad; cualquier deduccin que haga, por lo tanto, se
basar en premisas incompletas y el valor de su trabajo se ver limitado en el campo de la prevencin y en el de la cura.
3. Es esencial para el equipamiento personal de todo mdico una formacin sobre la direccin satisfactoria del uso. En el curso de esta formacin adquirir un
conocimiento que le permitira juzgar cmo se usa a s mismo su paciente, detectar cualquier mala direccin de este uso y, cuando exista, determinar su
relacin con cualquier sntoma de funcionamiento insatisfactorio que se halle presente.
Para respaldar esta afirmacin, tomar como ejemplo la prctica ortodoxa de realizar pruebas destinadas al diagnstico y escojo las pruebas porque el resultado
de cualquier prueba de las condiciones de un paciente se ver necesariamente influido en mayor o menor grado por la manera habitual de uso de los mecanismos
del paciente y si esta influencia no se tiene en cuenta, cualquier diagnstico que se base en la prueba ser en cierto modo incompleto.
Para demostrar esto no tenemos ms que realizar una prueba de funcionamiento con una persona que manifieste la presencia de ciertas condiciones insatisfactorias
de uso y realizar la misma prueba de nuevo, una vez que se hayan mejorado esas condiciones de uso. Se comprobar cmo el resultado de la segunda prueba
difiere del de la primera y, en la mayora de los casos, esta diferencia ser muy pronunciada.
Se me ocurre uno de estos casos. Un especialista me llam para consultarme un caso y cuando entr en su consulta, l estaba examinando el pecho y los pulmones
del paciente con un estetoscopio. Me percat de inmediato de que estbamos ante uno de los peores casos de mal uso que haba visto nunca. Presentaba
contraccin e inmovilidad del trax, depresin de la laringe, una tendencia a retener el aliento en los actos ordinarios de la vida y un encorvamiento pernicioso. Su
manera de usarse obstrua los procesos respiratorios, la circulacin y la accin del corazn, con una influencia adversa sobre su pulso y presin sangunea. Cuando
el especialista hubo acabado, me pidi que lo auscultara para hacerme una idea de las dificultades respiratorias del paciente desde el punto de vista mdico. As lo
hice y tras consultar el resultado con l, me refer a los sntomas de mal uso que haba observado y suger que si me permita efectuar tan slo unos leves cambios
en estas condiciones de uso y despus volva a realizar la misma prueba, mientras yo mantena las condiciones modificadas en el paciente, el estetoscopio
registrara un resultado muy diferente. l accedi, yo realic ciertos cambios, los mantuve mientras se realizaba la segunda prueba y el especialista, al usar el
estetoscopio, comprob que mi prediccin se cumpla. Me mand al paciente, quien obtuvo unos buenos resultados al cabo del tiempo.
Estoy dispuesto a demostrar que, dado un sujeto razonable, un cambio temporal a mejores condiciones de uso se puede producir en un tiempo muy corto, aunque,
inevitablemente, el paciente volver a caer de inmediato en su uso errneo habitual.
Ir ahora ms lejos e intentar demostrar que el mdico est limitado, incluso ms en el mbito de la prevencin que en el de la curacin, porque no reconoce la
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influencia del uso satisfactorio en el mantenimiento de un nivel favorable de funcionamiento general y as, cuando emite un diagnstico, no posee el conocimiento
que le permitira distinguir entre condiciones de uso satisfactorias e insatisfactorias en el caso que examina.
Tomemos el caso de un nio cuyos padres lo llevan al mdico para una revisin rutinaria. El nio no presenta sntomas de enfermedad, pero sus padres quieren
asegurarse de que no existen tendencias nocivas latentes que, si se desarrollasen, podran desembocar ms tarde en algn tipo de enfermedad o defecto. El doctor
examina al nio y no encuentra sntomas ni tendencias que en su opinin llamen la atencin o exijan tratamiento. As pues, le da al nio un diagnstico de salud
excelente.
Al estimar el valor de su opinin, debemos tener en cuenta de nuevo que el currculo mdico no incorpora ningn tipo de formacin que capacite al mdico para
emplear una direccin satisfactoria de su propio uso en la vida cotidiana, ni para ensear a sus pacientes a hacer lo mismo. No es descabellado, pues, suponer que
el mdico de nuestro ejemplo, al examinar al nio, no sepa qu condiciones insatisfactorias de uso se hallan presentes y que si se hallaran presentes, l
seguramente no sabra reconocerlas ni estimar su influencia sobre el funcionamiento. No se puede esperar que l busque algo, por muy potente que pueda ser como
factor en el desarrollo de tendencias nocivas, cuando ni siquiera tiene conciencia de su existencia. En consecuencia, no se puede decir que su estudio de las
condiciones del nio sea completo, porque le puede dar al nio un diagnstico de salud excelente y sin embargo, dejar sin reconocer ni examinar condiciones de
uso que, si se les permite desarrollarse, pueden llegar con el tiempo a menoscabar el grado de funcionamiento del nio y su resistencia a la enfermedad.
Como ejemplo de un diagnstico basado en el reconocimiento de la ntima relacin entre el uso y el funcionamiento, citar el siguiente caso. El 12 de diciembre de
1923, un mdico me escribi lo siguiente:
Acabo de leer su libro La herencia suprema del hombre, a resultas de los comentarios que hizo el doctor Peter Macdonald en la asamblea de la Asociacin Mdica
Britnica (BMA). Soy mdico y he tenido que hacer un reposo debido a una angina de pecho y los principios que fundamentan su trabajo me parecen muy slidos. Tanto es
as que me gustara ponerlos en prctica en mi propio caso. Tengo 61 aos y hasta hace dos meses mantena una consulta muy activa. (...) Si usted pudiera ayudarme, me
alegrara recibir una respuesta suya.
Concertamos una entrevista y cuando el doctor X vino a verme, proced de mi modo habitual a hacer un examen de las condiciones de uso que presentaba. Tras
este examen le dije que haba observado que el uso que haca de s mismo era de lo ms insatisfactorio, que vea un alto grado de mal uso y desequilibrio asociado
a un grado peligrosamente bajo de funcionamiento de los sistemas respiratorio, circulatorio y digestivo. Esta es una combinacin de condiciones nocivas que
siempre he detectado en un grado notable en casos de angina de pecho y podra ser suficiente, segn mi experiencia, para dar cuenta de las peores sensaciones que
experimentaba el paciente.
Un amigo mdico me cuenta que estas sensaciones, tal como son descritas por los mdicos, son los nicos datos de que disponen para poder diagnosticar un caso de angina de
pecho.
Con este diagnstico, le expliqu que mi mtodo de tratamiento de su caso consistira en intentar cambiar las condiciones insatisfactorias de uso por esas
condiciones ms favorables que slo encontramos presentes cuando van asociadas a un funcionamiento satisfactorio. Desde el primer instante, el doctor X se sinti
especialmente interesado por mi mtodo de diagnosticar y este inters fue en aumento al reconocer que durante el proceso de desarrollar un uso nuevo y ms
satisfactorio que el utilizado por l en su vida cotidiana, los sntomas que haban precipitado el diagnstico de la angina y que lo haban incapacitado para trabajar
y jugar al golf, se hicieron cada vez menos evidentes en proporcin al cambio y mejoramiento de las condiciones de todo su organismo y desaparecieron hasta el
punto que pudo volver a trabajar y jugar al golf. Describi mi trabajo como la primera fisiologa clnica del ser humano y comprendiendo que mi mtodo de
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diagnstico difera en sus races con el que se utilizaba en la prctica mdica ortodoxa, me inst a escribir sobre el tema para exponer mis descubrimientos ante la
profesin mdica.
10 de julio de 1931. Hace unos das volv a ver a este alumno y el proceso contina favorablemente. (F. M. A.)
En las siguientes pginas har un intento de llevar a cabo su sugerencia y nada da mejor pie a mis comentarios que un discurso que pronunci Lord Dawson of
Penn en la Cmara de los Comunes el 24 de febrero de 1926. Mis amigos mdicos me aseguran que los pareceres que en l expresa Lord Dawson, en cuanto a la
eficacia de la formacin mdica como preparacin para el diagnstico eficaz de la enfermedad, puede servir para representar la opinin mdica actual sobre este
tema.
El discurso de Lord Dawson que cito aparece reproducido en The Lancet del 6 de marzo de 1926.
Mis comentarios llevarn consigo necesariamente un grado de crtica para con la formacin mdica, pues mi trabajo como educador me ha revelado una cierta
carencia en el currculo mdico, pero en vista de la declaracin de Lord Dawson al principio de su discurso de que de la crtica en s, la profesin nunca ha
expresado ninguna queja y puesto que puedo ofrecer una tcnica que estoy convencido, por experiencia propia, de que podra llenar esta carencia, tengo la mejor
de las razones para creer que los miembros de la profesin tomarn esta crtica en consideracin.
Sobre el tema de Diagnstico y Currculo Mdico, Lord Dawson dijo:
Un preliminar indispensable al tratamiento es un conocimiento de la enfermedad, (...) sus causas y su diagnstico. Intentar tratar la enfermedad sin saber qu es lo que va
mal en el cuerpo como un todo (y no en una parte solamente) es declaradamente un acto de necedad y para adquirir tal conocimiento debe haber una formacin
rigurosamente organizada. (...) Nadie debera recibir su ttulo profesional sin haber tenido estos aos de formacin y haber estudiado la naturaleza de la enfermedad y su
diagnstico. (...) Y la formacin debera ser igual para todos. En este asunto no debera haber la ms mnima concesin. (...) Por muchas ideas que un hombre pudiera tener
sobre navegacin, por grande que fuera su genio, no se le permitira asumir el mando de un navo sin haber pasado los exmenes de navegante. Por qu se le ha de
conceder menor proteccin al navo humano que navega por los mares de la vida? Ahora todo el mundo se esfuerza por controlar la enfermedad ms temprano, en su fase
ms curable, y de aqu que el diagnstico sea de suprema importancia.
La cursiva es ma. (F. M. A.)
Permtanme que empiece con la declaracin de Lord Dawson de que un preliminar indispensable al tratamiento es un conocimiento de la enfermedad, (...) sus
causas y su diagnstico.
Es evidente que una vez que conocemos la causa de la enfermedad, tenemos alguna posibilidad de tratarla con xito y que la tendencia a enfermar de las partes del
organismo sera menor si el funcionamiento de estas partes fuera satisfactorio. La conexin entre la enfermedad y el mal funcionamiento debera ser reconocida en
general y tambin se debera reconocer que cuando se han diagnosticado sntomas especficos de enfermedad, el mal funcionamiento asociado va siempre
asociado, a su vez, a un uso desfavorable de los mecanismos del organismo como un todo. Mi experiencia docente me han hecho comprender esta asociacin, lo
cual me ha enseado que en el proceso de mejorar el uso y el funcionamiento del organismo como un todo, los sntomas especficos de enfermedad tienden a
desaparecer o a ser erradicados.
Coincido, pues, totalmente con Lord Dawson en que Intentar tratar la enfermedad sin saber qu es lo que va mal en el cuerpo como un todo (y no en una parte
solamente) es declaradamente un acto de necedad. Pero cuando da a entender que la rigurosamente organizada formacin mdica actual da al estudiante este
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conocimiento esencial, yo tengo que disentir de l, pues no hay nada en la formacin mdica que capacite a un miembro de la profesin mdica para
1. detectar y diagnosticar ese mal uso habitual de los mecanismos que va asociado con el mal funcionamiento y de ah con los sntomas de enfermedad e
2. iniciar, en virtud de este diagnstico, el proceso de corregir el mal uso habitual y desarrollar en su lugar un uso satisfactorio de los mecanismos, proceso
que, como va siempre acompaado de una mejora en el nivel de funcionamiento, tiende invariablemente al restablecimiento de unas condiciones asociadas
a la salud.
Queda claro, pues, que tal mtodo de diagnstico y tratamiento difiere fundamentalmente en sus principios de los mtodos mdicos ortodoxos, con los cuales los
sntomas locales concretos se remiten a unos trastornos especficos que se diagnostican como la causa del problema y se tratan entonces de forma especfica. Por
ejemplo, supongamos que un mdico de cabecera detecta unos sntomas que atribuye en su diagnstico a problemas en una parte o partes, como el corazn,
hgado, ojo, pulmn o cualquier otra. Tratar entonces el problema en esa parte o partes, especifica o bien enviar a su paciente a un especialista, que le prescribir
un tratamiento especialmente adaptado para resolver el problema en esa parte o partes, especfica.
Admito, por supuesto, que por este mtodo se pueden eliminar y a menudo se eliminan, los sntomas especficos, pero dado que
1. los sntomas especficos nunca se encuentran disociados de un mal funcionamiento;
2. el mal funcionamiento asociado con tales sntomas est siempre asociado, en mi experiencia, a un mal uso de los mecanismos del organismo; y
3. por tales mtodos no se habr hecho nada por mejorar este mal uso,
quedarn en el organismo las condiciones que, si pueden desarrollarse sin restriccin, tendern a menoscabar el nivel general de funcionamiento y, entonces, ser
slo una cuestin de tiempo que se manifieste el problema, ya sea el trastorno original o, como sucede a menudo, un problema ms grave.
Yo aduzco, pues, que alguien que no haya recibido una formacin para, en primer lugar, detectar el mal uso que va asociado al mal funcionamiento y, segundo,
para aplicar una tcnica elaborada con el fin de corregir este mal uso, no puede diagnosticar lo que va mal en el cuerpo como un todo ni tratar el cuerpo como
una unidad funcional. Dado que el estudio de la Medicina no incorpora ninguna formacin de esta ndole, ni se ha aplicado una tal tcnica para el tratamiento de la
enfermedad, los mtodos didcticos que aboga Lord Dawson no pueden ofrecer a los estudiantes de Medicina la ayuda que necesitan para poder diagnosticar lo
que va mal en el cuerpo como un todo.
No puedo aceptar la analoga que establece Lord Dawson entre la formacin mdica y la formacin naviera. Cmo se puede sostener que la formacin mdica
incorpore un conocimiento del navo humano que surca los mares de la vida, cuando al estudiante de Medicina no se le ensea nada sobre los mecanismos (ni en
su propio caso ni en el de sus pacientes) de los que depende el control del navo humano? Sea cual sea la formacin que el navegante haya recibido para manejar
y controlar su barco, se encontrar impotente sin una brjula fiable que le indique cul es su direccin. Si por casualidad tom un rumbo equivocado y al buscar la
causa descubre que la brjula se ha descompuesto, no intentar proseguir hasta haberse asegurado de que la brjula ha sido reparada.
Aqu es donde me parece que la analoga entre la formacin para la Medicina y la formacin para la navegacin no se sostiene. La percepcin sensorial es al
navo humano que surca los mares de la vida lo que la brjula y otros instrumentos al barco del navegante; es la nica gua que tenemos para indicarnos si en
nuestras actividades cotidianas estamos dirigiendo el uso de nuestros mecanismos con el mayor provecho. Pero el profesional mdico, en su trabajo de pilotar el
navo humano, no reconoce que la percepcin sensorial es, con frecuencia, defectuosa y as, prosigue en su rumbo intentando pilotar el navo humano sin
asegurarse antes de que su brjula sea fiable. No se ha reconocido nunca en la prctica mdica que la percepcin sensorial, la brjula humana, ha ido perdiendo
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cada vez ms fiabilidad con el avance de la civilizacin y que la mala direccin del uso del organismo humano ha aumentado proporcionalmente.
El hombre nunca se ha enfrentado a un problema mayor que ste. Porque, tal como hemos visto, las reacciones del hombre a los estmulos en general son de una
naturaleza acorde con la manera como usa sus mecanismos y, dado que el uso no puede ser satisfactorio sin una direccin sensorial fiable de ese uso, sus
reacciones a los estmulos sern insatisfactorias en la misma medida que su percepcin sensorial sea indigna de confianza.
Yo creo que la mayora de nosotros nos encontramos actualmente ms o menos necesitados de ayuda para cultivar ese nivel superior de percepcin sensorial del
uso que conduce a un control ms satisfactorio de la reaccin y esto vale tanto para el hombre de medicina como para el lego. Esto es corroborado por la
experiencia prctica de ambos, que tienen pruebas constantes en s mismos de la falta de fiabilidad de los mecanismos sensoriales, que dan como resultado formas
tan insatisfactorias de reaccionar a los estmulos como observacin defectuosa y bajo nivel de conciencia en general. Por ejemplo, en esos casos en los que hace
falta consultar con varios mdicos, aparece muy a menudo una amplia divergencia de opiniones entre ellos y no tenemos ms que leer las pruebas mdicas de casos
judiciales para encontrar ejemplos asombrosos de diagnsticos discrepantes entre hombres que han recibido esa cuidadosamente organizada formacin mdica.
Muchos mdicos deploran, verdaderamente, el hecho de que, a pesar de la formacin mdica, los miembros de la profesin a menudo carezcan del bagaje del que
depende primordialmente un diagnstico acertado.
Recordarn que el desaparecido sir James Mackenzie, a resultas de las investigaciones realizadas por l y sus colaboradores en el St. Andrew Institute of Clinical Research,
descubri que el 70% de las enfermedades humanas an no han sido identificadas. Tengo tambin ante m, mientras escribo, un artculo titulado Las vanas conjeturas del
mdico, donde el corresponsal mdico del Times escribe sobre la propuesta del Ministerio de Sanidad contra la institucin de boletines de registro porque nuestro conocimiento
es an insuficiente para que los registros generales tengan algn valor y como sorprendente confirmacin de esta opinin, hace referencia a los descubrimientos de sir James
Mackenzie que he citado.
Todo el mundo estar de acuerdo en que para la precisin y eficacia del diagnstico, el mdico tiene que poseer no slo un alto nivel de observacin y conciencia
sensorial, sino tambin la capacidad de poner en relacin los fenmenos, de formarse un juicio slido y de tener una perspectiva amplia, sobre todo en presencia de
condiciones infrecuentes. Para conseguir estas cualidades necesita poder fiarse de los mecanismos sensoriales que se ocupan de la direccin del uso de todo el
organismo en la actividad cotidiana y la capacidad de controlar las reacciones instintivas a los estmulos, sobre todo las reacciones al estmulo de aquello que no
nos es conocido.
A mi juicio, esta necesidad puede satisfacerse mediante el empleo de una tcnica que permita el desarrollo de una direccin consciente del uso de los mecanismos,
pues yo he observado en mi experiencia prctica con mis alumnos que en el proceso de aprender a adquirir una direccin del uso consciente en lugar de la
instintiva, se da una mejora correspondiente en su nivel de funcionamiento en todo el organismo y en el carcter de sus reacciones en general.
La explicacin de esto radica en la naturaleza del proceso mismo. El hecho de que el alumno reciba de manos de su maestro la experiencia sensorial del nuevo uso
que l dirige conscientemente, asegura para ese alumno un aumento gradual de fiabilidad y conciencia sensoriales, mientras que el segundo hecho de que el
alumno no pueda emplear en sus actividades cotidianas el nuevo uso asociado a esta experiencia sensorial an ajena, hasta que l haya inhibido conscientemente el
deseo instintivo de emplear su uso habitual conocido, significa que est desarrollando paulatinamente un control razonado de sus reacciones instintivas a los
estmulos, sobre todo sus reacciones al estmulo de lo no conocido.
Si bien esta tcnica tiene ms que ver con la educacin que con el tratamiento, es un recurso que, como he intentado demostrar, debera incorporarse a la formacin
mdica porque, si as se hiciera y al estudiante de Medicina se le enseara cmo dirigir conscientemente el uso de sus mecanismos, desarrollara en s mismo un
grado satisfactorio de percepcin sensorial que le resultara muy provechoso a la hora de diagnosticar defectos en otros. Pero adems, en el tratamiento de estos
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defectos, l ya no se conformara con usar puramente tratamientos especficos para sntomas especficos, pues habra aprendido por experiencia propia que
mediante un proceso de restablecer y mantener en activo una direccin razonada del uso de sus mecanismos, se restablece y se mantiene tambin un grado
satisfactorio de funcionamiento de los rganos y sistemas. Por motivos de conveniencia, podra verse obligado a veces, en ciertas circunstancias y crisis, a tratar un
problema concreto directamente, pero trabajando sobre el principio de la unidad indivisible del organismo humano y equipado con una tcnica que se basa en este
principio, l podra ser a la vez lo que llamar un generalista, aplicando este conocimiento de una manera prctica a los requisitos del caso de su paciente y
tambin un educador, en tanto que tendra que ensearle a su paciente a dirigir y mantener un uso satisfactorio de s mismo en todas sus actividades. Al basar sus
enseanzas y tratamientos en este principio de unidad, difcilmente podra dejar de reconocer la conexin entre el uso y el funcionamiento que ste implica. As
pues, relacionara cualquier defecto o sntoma especfico, cuya presencia detectara en un determinado rgano o parte, con una interferencia en la interaccin de los
mecanismos en general y su mtodo para abordar un problema especfico as sera el de corregir el mal uso habitual de su paciente como medio para corregir el
mal funcionamiento especfico asociado a los sntomas o defectos concretos; al mismo tiempo, enseara a sus pacientes a dirigir y mantener un uso nuevo y
mejorado que, si se aplicara a todas sus actividades, sera el medio de prevenir la recurrencia del viejo o el desarrollo de nuevos defectos.
El trmino generalista ha sido acuado para m por mi amigo el Dr. Peter Macdonald, de York.
Para ilustrar los resultados de este mtodo en mi experiencia voy a ofrecer tres ejemplos, el primero de los cuales es especialmente pertinente aqu, dado que la
mayora de los mdicos deben de haber tenido casos de pacientes que han experimentado, en el perodo de convalecencia, dificultades parecidas a las que describo.
5.2 Ejemplo 1
El primero es el caso de una seora que sufra una larga y grave enfermedad, durante la cual se le orden que permaneciera en cama durante varios meses, mientras
era sometida a un largo tratamiento. Lleg un da en que se le dijo que poda empezar a levantarse e intentar andar unos pocos pasos y que a medida que los
msculos se fueran fortaleciendo, llegara a poder caminar normalmente. Sigui este consejo y unos meses ms tarde pudo empezar a desenvolverse un poco con la
ayuda de un bastn, pero slo con gran dificultad y fatiga, dado que se le desarroll un dolor agudo en los tobillos y rodillas, el cual empeoraba al andar. El doctor,
sin embargo, la animaba a seguir intentando caminar ms, un poco ms cada da. Pero ella se encontr con que le era imposible y, con el paso del tiempo, en
lugar de poder caminar ms con menos dificultad, el resultado era el opuesto, hasta que su estado fue tal que si un da consegua dar algunos pasos, al siguiente
tena que permanecer en reposo total. Este estado fue empeorando paulatinamente, pero lo que a ella la angustiaba por encima de todo era que algunos de los
sntomas de la enfermedad original volvan a aparecer y fue entonces cuando un amigo que conoca mi trabajo, la convenci para que viniera a consultarme.
Cuando vino a verme, reconoc que su uso habitual era de lo ms pernicioso y que en todo lo que haca se usaba a s misma de una forma que produca unas
presiones muy perjudiciales. El resultado de su trabajo conmigo vino a confirmar esto, porque a medida que yo lograba producir una mejora en su manera de
usarse y ensearle cmo dirigirla y mantenerla conscientemente, estas presiones fueron disminuyendo paulatinamente. Cuando vino a verme slo pudimos hacer
seis clases, pues ella se iba por un tiempo a la costa, pero tras haber estado fuera un corto tiempo, me escribi que haca cuanto estaba en su mano para proseguir
con el trabajo y que ahora ya poda recorrer todo el paseo martimo del pueblo con slo unos breves intervalos de descanso. Al final del verano ya poda subir y
bajar escaleras con una cierta facilidad y haba podido recorrer cuatro kilmetros de un tirn. Al volver a la ciudad en otoo, empez a trabajar regularmente
conmigo y a medida que se produca una mejora en su uso, los dolores desaparecieron gradualmente y al final de ese invierno ya haca vida normal y andaba fcil
y cmodamente. En los cuatro ltimos aos no le han vuelto a aparecer los sntomas originales, a pesar de que ahora tambin cuente la jardinera entre sus
actividades.
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Ejemplo 2
5.3 Ejemplo 2
Este alumno haba estado en tratamiento durante meses con un famoso especialista de Boston, porque padeca dolores agudos en la parte inferior de la espalda,
sobre todo al andar y su pulso y presin arterial eran anormales. Le haban dado ejercicios correctivos y una faja abdominal que deba llevar como apoyo. Como
este tratamiento no daba resultado, le sugirieron que se sometiera a una operacin, pero l no accedi y viaj a Londres para consultar a otro especialista. Este
especialista, tras examinarlo, me lo mand a m porque crea que el cambio que yo podra producir en su estado general podra aliviar la presin y la rigidez
muscular, que eran, en su opinin, la causa del dolor.
Cuando vino a verme, le ped que realizara algunos de los ejercicios correctivos y, al observarlo, se me hizo evidente que el mal uso que ya exista en l haba sido
acentuado por la prctica de estos ejercicios. Aplicaba una tensin excesiva a los actos ms sencillos y, al andar, su tensin aumentaba hasta tal punto que no era
sorprendente que andar, aunque fuera una corta distancia, le supusiera un dolor insoportable.
Decid que se trataba de un caso que podra beneficiarse de mi trabajo y proced a mostrarle cmo podra prevenir el mal uso que haca de s mismo y que haba
aprendido con esos ejercicios y al mismo tiempo le daba instrucciones para el nuevo uso que, al irse estableciendo, fue aliviando la presin y la tensin en las
articulaciones inferiores de la columna, que eran las responsables del dolor y que haban sido agravadas por los ejercicios correctivos.
Tras unas pocas clases, el alumno experiment un alivio y pronto decidi que poda prescindir de la faja que haba usado como apoyo. Al final de la segunda
semana poda dar cortos paseos sin dolor y tras ocho semanas de clase, su mdico estuvo de acuerdo conmigo en que su estado era ya lo bastante bueno para volver
a Estados Unidos. Diez meses despus regres a Inglaterra y vino a visitarme. Me cont que en ese tiempo haba hecho cuanto poda por seguir con lo que le haba
enseado y que se haba visto libre de dolores y molestias, no haba necesitado llevar la faja y que su mdico, tras un examen reciente, haba dicho que su pulso y
presin arterial eran normales.
5.4 Ejemplo 3
Mi tercer ejemplo es el de una joven que deseaba ingresar en una escuela de Magisterio, pero al pasar un examen mdico le haban informado que su estado de
salud era tal que no le permitira soportar la tensin que suponan los estudios. El doctor que la examin dijo que no poda diagnosticarle nada que necesitara
claramente un tratamiento; lo que necesitaba era vida al aire libre y no tener obligaciones que supusieran un esfuerzo de ninguna clase. El director de la escuela,
que conoca mi trabajo, la acompa para que yo la viera y observ que la manera en que se usaba a s misma en general, explicaba la falta de vigor que indicaba
su diagnstico mdico. La parte superior de su pecho estaba indebidamente deprimida y su capacidad y movilidad torcica estaban reducidas al mnimo, afectando
gravemente su circulacin. Tambin me dijo que padeca sabaones en las manos y los pies y el esfuerzo ms leve le causaba gran fatiga.
Le dije que yo poda capacitarla para hacer el curso a condicin de que tomara clases conmigo al mismo tiempo y el director, entendiendo la razn de esto, se
cuid de que fuera posible. Empez su formacin y al mismo tiempo sus clases conmigo y la mejora en la manera de usarse que se produjo de forma gradual
influy tan positivamente en su nivel general de funcionamiento que ha podido responder a las exigencias de su formacin sin interrupcin y ahora, completados
sus estudios, puede dedicarse a su trabajo de maestra.
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Inhibicin
5.5 Inhibicin
Se me ha preguntado si la tcnica que yo propongo es aplicable a casos de personas que estn ansiosas, no tanto por remediar un defecto presuntamente fsico, sino
por superar o cambiar lo que consideran un problema mental o nervioso, entre los que se cuentan malos hbitos de toda ndole, pues se dan cuenta de que
mientras no puedan controlar stos, no sacarn el menor provecho de s mismos. Mi respuesta es que el hecho de que estas personas no puedan realizar un cambio
en su interior, un cambio que han reconocido como deseable, indica que su reaccin al estmulo de lograr este fin es una reaccin insatisfactoria y que esto
equipara su caso al del jugador de golf que no puede mantener la vista sobre la bola cuando l lo desea y al del tartamudo que no puede hablar como quiere.
Me refiero aqu a hbitos como distraccin, despiste, falta de atencin y observacin, exceso de excitabilidad, tics nerviosos, tirones de dedos, incapacidad de estarse quieto,
morderse las uas, exceso de susceptibilidad, mal genio incontrolable, etc.
Me apresurar a aadir, sin embargo, que nadie puede dar una definicin general de lo que sera una reaccin satisfactoria que respondiera a las circunstancias
particulares de cada caso, pero seguramente estaremos todos de acuerdo en que en los casos en los que las personas desean mejorarse a s mismas, o realizar
cambios que consideran positivos, o superar defectos o malos hbitos, su reaccin puede considerarse satisfactoria cuando logran hacer aquello que han razonado
que es lo correcto para ellos.
Esto debera dejar claro que no nos ocupamos aqu de criterios fijos de valor de lo que constituye lo correcto o lo incorrecto en cada caso particular. Tales criterios
son relativos y ms o menos individuales, pues las creencias y actos de un hombre son en gran manera el resultado de su educacin y circunstancias y, por lo tanto,
no deberan ser juzgados por ningn criterio fijo de correcto e incorrecto. Los actos que son considerados correctos por una raza y en una poca, son a menudo
condenados por otra gente u otra poca. Las circunstancias y las condiciones tienen un importante papel en esto y cada caso debe juzgarse segn sus propios
mritos.
Pero cuando se trata del uso de s mismo, hay un criterio que puede aceptarse generalmente, pues se puede demostrar que una cierta manera de usar los
mecanismos va asociada con un cierto grado satisfactorio de funcionamiento y con condiciones de salud y bienestar general. No es de extraar, pues, que
consideremos un modo de uso asociado a tales condiciones favorables como natural o correcto en todas las circunstancias. Pero este no es un criterio fijo de
correccin en el sentido habitual de la palabra, pues al basarse este modo de uso en un control primario de los mecanismos del organismo, es un uso que puede
aplicarse y adaptarse para responder a todas las circunstancias y se puede decir entonces que su correccin es relativa a estas circunstancias. Es ms, las
experiencias que tienen lugar al adquirir un conocimiento de un uso correcto y natural de s misma, le da a la persona un criterio de juicio por el cual regirse y
tambin una comprensin de la relatividad de los valores, pues en este proceso se encuentra constantemente ante situaciones en las que, tras recibir un estmulo,
tiene que decidir qu modo de uso es el mejor para reaccionar ante l y tambin juzgar cul de las instrucciones de este modo de uso es primaria, cul es
secundaria y as sucesivamente. El criterio de valores relativos que adquiere de esta manera le ser til a la hora de reaccionar ante los estmulos de la vida
moderna, donde las condiciones cambian tan a menudo que no podemos responder ante ellas por medio de ningn criterio o cdigo fijo de lo que es correcto o
incorrecto. El s mismo es el instrumento de todas las actividades y de ello se desprende que un criterio que sea vlido para el uso de este s mismo ser un criterio
vlido para todas las actividades, tanto las denominadas fsicas como las mentales.
Por natural no me refiero a normal; natural en este contexto es, por regla general, lo opuesto a normal.
Es precisamente la falta de un criterio vlido de lo que constituye un uso correcto, en el sentido de correcto para esa finalidad, lo que impide a la gente llevar a
cabo sus resoluciones y efectuar ciertos cambios favorables en s misma y en su conducta y actitud hacia los dems. Como el jugador de golf y el tartamudo, quiere
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Inhibicin
cambiar algo, pero para ello echa mano del nico uso de s misma que conoce, ese uso con sus hbitos asociados que a lo largo de todo el libro hemos llamado el
uso habitual de s mismo. El hecho de que al usarse a s misma de esta manera habitual, no consiga llevar a cabo aquello que ha razonado como lo ms
adecuado, indica que su uso habitual est mal dirigido y no es apropiado para la finalidad que persigue. En tanto no tenga otro criterio por el que regirse ms que la
sensacin conocida de su uso habitual errneo, el uso que aplique ser inadecuado para su propsito y su reaccin al estmulo de efectuar el cambio deseado ser
su reaccin instintiva y, por lo tanto, dirigida por el antiguo canal errneo.
Para abordar esta dificultad, yo aplicara la tcnica que propongo para desarrollar una direccin consciente del uso, pues su aplicacin exige que la reaccin
instintiva sea inhibida y sustituida por procesos de razonamiento. Yo he observado que en este proceso de adquirir una direccin consciente del uso, mis alumnos
desarrollan gradualmente un nivel ms alto de conciencia o percepcin sensorial de lo que hacen al usarse a s mismos, de forma que cuando se trata de llevar a
cabo una actividad que han decidido realizar, cuentan con un criterio en s mismos que les permite juzgar si el uso que hacen es correcto o no para su propsito.
Esto constituye un criterio que les permite evaluar las impresiones transmitidas por la sensacin y que les conduce a nuevas experiencias.
Sin embargo, querra subrayar aqu la importancia de la inhibicin en este proceso, pues debido al hbito de lograr objetivos, que es prcticamente universal, las
dificultades que hemos indicado no podrn superarse a menos que la inhibicin se ale con el proceso de razonar el medio por el cual adecuado y se adquiera un
nivel ms elevado de direccin sensorial. El lector recordar cmo, en mi propio caso, el no mantener la inhibicin debido al hbito de perseguir el objetivo, fue el
obstculo principal a la aplicacin a la declamacin del nuevo medio por el cual, a pesar de haber llegado a un punto en que poda dominar este nuevo medio
por el cual en el habla ordinaria y saba por experiencia que era correcto para mi propsito. Tambin he demostrado cmo el golfista y el tartamudo de los
ejemplos, a pesar de las constantes advertencias de que el hbito de perseguir fines constituira la mayor dificultad con la que tendran que batallar para efectuar los
cambios que deseaban, cuando llegaba el momento de lograr su fin particular, seguan sin poder resistirse al estmulo de lograr ese fin inmediatamente, lo cual
supona que no seguan inhibiendo la reaccin habitual a la vez que proyectaban las instrucciones del nuevo uso y as, reaccionaban desde el viejo uso habitual que
les pareca correcto.
En ambos casos, el hbito de lograr los fines los conduca a hacer lo incorrecto, el golfista con el uso de la vista, el tartamudo con el uso de la lengua y esto, a pesar
de su deseo de realizar ciertos cambios para mejorar el uso de estos rganos y a pesar de haber aprendido a dirigir el uso de sus mecanismos en general, de una
forma que haca posibles estos cambios en particular.
Por este motivo, todos aquellos que deseen cambiar algo en s mismos deben aprender a convertir en un principio de vida el inhibir la reaccin inmediata a
cualquier estmulo para lograr un fin deseado y, para darse la oportunidad de negarse a recaer en las experiencias sensoriales conocidas de su viejo uso habitual
para poder lograrlo, deben mantener esta inhibicin mientras aplican la nueva direccin de uso. Si respetan este principio, constatarn cmo esta direccin
consciente de su uso ir formando paulatinamente un criterio sensorial con el cual podrn contar como registro ms preciso de impresiones.
Toda mi experiencia me viene a demostrar que en los casos en los que la falta de fiabilidad de la percepcin sensorial ha conducido a una mala direccin general
del uso de los mecanismos y a unas condiciones insatisfactorias de funcionamiento, un estmulo cualquiera puede distraer un proceso sensorial que registra una
reaccin que es bastante diferente de la reaccin que realmente ha tenido lugar.
Este es un hecho que se puede demostrar y a la vista de la evidente mala adaptacin de los seres humanos a las exigencias de la civilizacin moderna, cuyo sntoma
ms grave es, en mi opinin, la creciente falta de fiabilidad de los procesos sensoriales, me resulta de especial inters encontrar que Sir Arthur Eddington, en su
conferencia Ciencia y religin hace la siguiente advertencia:
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Inhibicin
He atribuido gran importancia a la experiencia; en esto, sigo los dictados de la fsica moderna. Pero no querra dar a entender que toda experiencia deba ser juzgada slo
por su apariencia. Existe algo llamado ilusin y debemos intentar no caer en el engao. En todo intento de profundizar en el significado de la experiencia religiosa nos
enfrentamos al difcil problema de cmo detectar y eliminar la ilusin y el autoengao. Reconozco la existencia del problema, pero debo excusarme de no intentar buscar
una solucin. (...) El razonamiento es nuestro gran aliado en la bsqueda de la verdad. Pero el razonamiento slo puede basarse en unas premisas; y al inicio de toda
argumentacin debemos volver siempre a las convicciones innatas. Existen tales convicciones incluso en los fundamentos de la ciencia fsica. Estaremos desvalidos a
menos que admitamos tambin (quiz como la conviccin ms fuerte de todas) que en nuestro interior poseemos un cierto poder de autocrtica con el cual cotejar la validez
de nuestras propias convicciones. Este poder no es infalible, es decir, no es infalible cuando va asociado a la debilidad humana.
Vase la reedicin de Science and Religion. A Symposium, Gerald Howe Ltd, Londres.
Cuando Sir Arthur Eddington dice que debemos intentar no caer en el engao, yo me aventurara a aducir que a la luz de las experiencias que he expuesto en este
libro, simplemente intentar no caer en el engao no solucionar el problema que l presenta. Todo intentar arranca de alguna conviccin personal de que de
alguna manera seremos capaces de llevar a cabo aquello que intentamos hacer y esta conviccin, al igual que la conviccin respecto a cualquier otro asunto, es
posible slo en virtud de las impresiones recibidas por la accin de los procesos sensoriales. Debemos ver, pues, que la validez de esta conviccin depende de
cmo funcione nuestra configuracin sensorial. Si sta funciona satisfactoriamente, nuestro registro sensorial de impresiones de lo que hacemos y experimentamos
en respuesta al estmulo de intentar ser seguramente un registro verdico; en otras palabras, la reaccin que registramos ser seguramente la reaccin que est
teniendo lugar. Por otro lado, si el funcionamiento de nuestra configuracin sensorial es defectuoso, el registro de lo que est sucediendo en respuesta al estmulo
de intentar ser seguramente engaoso, de forma que la reaccin que registramos es ms que probable que sea diferente de la reaccin que se ha dado realmente.
El lector recordar cmo en mi propio caso (y esto es aplicable tambin al golfista y al tartamudo), mi intento de hacer aquello que yo crea que era lo correcto
se basaba en la conviccin de que si yo saba qu era lo correcto, con el tiempo debera ser capaz de hacerlo por medio de intentarlo. Fue slo despus de una
prolongada experiencia de fracasos constantes que llegu a descubrir que no haca lo que crea que haca cuando intentaba hacerlo. Esto me puso cara a cara con
el hecho de que mis mecanismos sensoriales registraban impresiones que no eran verdicas respecto a lo que estaba ocurriendo.
Est claro, pues, que la conviccin que se encontraba detrs de mi intento, al basarse en impresiones que reciba por la accin de procesos sensoriales que no
eran fidedignos, se fundaba en un engao y al usar esta conviccin como premisa del razonamiento de que intentarlo producira a la larga el resultado que yo
deseaba, no haca sino abonar el terreno para nuevos autoengaos.
No me excuso por incidir tan reiterativamente sobre esta experiencia personal, pues es un hecho indiscutible que el aparato sensorial de la humanidad se est
volviendo cada vez menos fiable. Me resulta extrao que, a pesar de que el hombre a lo largo de su desarrollo en la civilizacin, ha considerado necesario el
cultivo de las potencialidades de lo que denomina mente, alma y cuerpo, hasta ahora no ha visto nunca la necesidad de mantener en buenas condiciones el
funcionamiento de los procesos sensoriales a travs de los que se manifiestan estas potencialidades. En consecuencia, el funcionamiento de sus procesos
sensoriales ha llegado a ser tan insatisfactorio que el uso de sus mecanismos se ve constantemente mal dirigido en sus esfuerzos por hacer y cuando intenta
enderezar los resultados de esta mala direccin, el nico criterio para el autoexamen con que cuenta en esos intentos es precisamente el de esos procesos
sensoriales engaosos que le condujeron originalmente al error.
Todos sabemos de ocasiones en que la impresin de algn suceso registrada en nuestro interior no ha sido la impresin exacta de la naturaleza del suceso; por ejemplo, como
cuando nuestros mecanismos sensoriales registran fro cuando el termmetro indica lo contrario, o cuando una persona se ofende e interpreta un comentario como un desaire o
censura, cuando el que habl no pretenda ninguna de esas cosas y nadie ms de los presentes lo interpret en ese sentido. Quien se sienta interesado en el tema, puede encontrar a
diario en los peridicos pruebas del registro de falsas impresiones que llevan a falsos juicios en todos los mbitos de la vida.
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Inhibicin
Vase tambin la Introduccin de El control consciente y constructivo del individuo, donde el profesor John Dewey escribe: En todos los asuntos que conciernen al propio
individuo y a su conducta en la vida, hay una percepcin sensorial y un criterio defectuosos y menoscabados, tanto de nosotros mismos como de nuestros actos que acompaan a
nuestros mecanismos psicofsicos mal ajustados (...) ello constituye nuestra pauta de lo que es correcto. Influencia cada observacin, interpretacin o juicio nuestros. Es el factor
que interviene en todos nuestros actos y pensamientos.
Por consiguiente, debemos ver el peligro de continuar basando nuestros esfuerzos por ayudarnos a nosotros mismos y a los dems en creencias, juicios y
convicciones que han brotado de las experiencias sensoriales, sin cerciorarse de que los mecanismos por los que se transmiten estas experiencias funcionen
adecuadamente.
Me aventurara a sugerir que las experiencias descritas en este libro arrojan luz sobre cmo se puede mejorar el funcionamiento de los mecanismos sensoriales de
forma que nos ofrezcan un criterio ms vlido para la autoevaluacin. Aquellos que han tenido la experiencia de poner en prctica la tcnica que he descrito para
desarrollar una direccin consciente de su uso, han podido constatar que el proceso les da la oportunidad de poner a prueba continuamente la validez de sus
observaciones e impresiones sensoriales de lo que est sucediendo, porque durante todo el tiempo que estn proyectando conscientemente las instrucciones para el
nuevo uso mejorado, estn obligados a darse cuenta de si recaen o no en la mala direccin instintiva de su uso, la cual, asociada a la falta de fiabilidad sensorial,
les llev inicialmente a estar engaados respecto a lo que hacan consigo mismos. Adems, aquellos que usan el principio que subyace bajo este procedimiento
como pauta de todas sus actividades, constatan que pueden combinar, en el proceso, el pensar en actividad con una nueva observacin sensorial del uso que
hacen de s mismos. Esto significa que no slo se dan cuenta de cundo su reaccin no es la que sienten o desean, sino que, al tener al mismo tiempo un
conocimiento razonado de los medios para una reaccin mejor, pueden mantener inhibida de forma consciente la vieja reaccin instintiva que haba constituido el
obstculo a hacer lo que deseaban.
Si una tcnica que ha demostrado poder cumplir esta funcin en el mbito individual se convirtiera en la base de un plan educativo, de forma que la joven
generacin pudiera adquirir un criterio de autojuicio ms vlido que el existente debido al predominio de la mala direccin sensorial de uso, no podra llevar esto,
con el tiempo, a que unas reacciones razonadas sustituyeran esas reacciones instintivas que se manifiestan hoy en prejuicios, raciales y de otras ndoles, instinto de
rebao, exceso de autodeterminacin y rivalidad, etc., que, como todos lamentamos, han llevado hasta ahora a resultados nulos todos nuestros esfuerzos por
hacer realidad la buena voluntad en todos los hombres y la paz en la Tierra?
Apndice
En cumplimiento de la promesa que hice en el prefacio de este libro, reproducimos aqu la Carta Abierta a Futuros Estudiantes con relacin al Curso de Formacin
de Maestros y tambin una referencia al trabajo que se lleva a cabo en nuestra Escuelita. El lector se habr dado cuenta a estas alturas que en el proceso de adquirir
la experiencia de usarnos a nosotros mismos de la forma nueva y poco familiar en la ejecucin de actos tanto conocidos como desconocidos, el factor tiempo es
esencial. La experiencia me convenci de que los nios que venan a recibir la acostumbrada clase de media hora y despus iban a una escuela de fuera, o pasaban
el resto del da sin ser observados desde el punto de vista de proseguir con la tcnica en sus actividades diarias, no reciban una oportunidad justa y decid que los
buenos resultados aumentaran si estos nios podan ser observados y ayudados por maestros de mi tcnica durante sus actividades escolares.
El sencillo comienzo de la Escuelita del nmero 16 de Ashley Place se dio de esta manera. En 1921, unos padres mandaron a Inglaterra desde la India a su hijo
pequeo porque, aunque era muy inteligente, era tan nervioso y excitable que se dieron cuenta de que no podra desenvolverse en las condiciones normales de la
vida escolar y me lo mandaron para que le diera clases. Cuando lleg, vi que su uso de s mismo era tan particularmente malo que se decidi que, adems de las
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clases particulares, deba quedarse cada da para recibir ayuda en aplicar a la escritura, lectura y otras asignaturas el nuevo uso que estaba aprendiendo. Los padres
de otros nios que reciban clases en ese tiempo, pidieron entonces que tambin sus hijos pudieran recibir esta ayuda y as vio la luz la Escuelita. Desde entonces,
nios y muchachos de todas las edades que haban tomado clases particulares han ingresado en la escuela para adquirir experiencia en la aplicacin de los
principios y procedimientos de la tcnica a otras actividades, permaneciendo en ella durante periodos que van de unas pocas semanas a varios trimestres.
Naturalmente, el tipo de trabajo escolar que realiza cada miembro de la clase difiere segn su edad y sus necesidades, pero se basa siempre en el principio
inherente a la tcnica, es decir, que el fin para el cual trabajan los alumnos es de una importancia menor en comparacin con la manera en que dirigen el uso de s
mismos para la consecucin de ese fin.
En este desarrollo del trabajo he tenido la fortuna de contar con la colaboracin de mi hermano, el Sr. Albert Redden Alexander, de la Srta. Ethel Webb y la Srta.
Irene Tasker y, ms tarde, de la Srta. E. A. M. Goldie. La Srta. Tasker haba tenido una amplia y variada experiencia en la enseanza, tanto privada como pblica,
antes de hacerse maestra de mi tcnica. Ella ha organizado y dirigido el trabajo de la Escuelita, desde enero de 1929 con la ayuda de la Srta. Goldie y los chicos
han disfrutado de la ventaja de la ayuda de todo el profesorado en sus clases particulares.
Tenemos ahora una experiencia de cinco meses de trabajo en el Curso de Formacin de Maestros y durante esta primera temporada nos hemos planteado
complementar el trabajo individual de los alumnos, realizado normalmente en clases particulares, con el trabajo de grupo necesario para darles la experiencia que
se requiere para la formacin de maestros. Con este fin, los alumnos trabajan varias horas al da bajo la supervisin de un maestro y dedican el resto del da a
continuar este trabajo de clase, ayudndose entre ellos y con el propsito constante de aplicar el principio que fundamenta la tcnica. Los resultados conseguidos
hasta ahora justifica que creamos que al final de dieciocho meses de formacin, estos alumnos sern capaces de ayudar en la Escuelita trabajando con los nios
bajo supervisin. Esto posibilitar que los nios reciban ms atencin personalizada, permitindoles as un mayor avance en el mismo espacio de tiempo.
En la Carta Abierta que reproducimos a continuacin, el lector encontrar una referencia al plan de desarrollo de una escuela mayor en el futuro, junto con los
pormenores del Curso de Formacin.
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Knebworth House, Knebworth
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