Endemoniados
Endemoniados
Endemoniados
de que ambos, Platn y Jenofonte, usan la forma daimonion, la cual Cicern correctamente
interpreta como divinum aliguid, "algo divino". Y luego de un minucioso examen de las razones del asunto
dada por Scrates mismo en los informes transmitidos por
sus discpulos, concluye que la incitacin del "Daemon
()" eran los dictados de la conciencia, que es la voz
de Dios.
Se puede observar que un cambio y deterioro similares del
significado han tenido lugar en los lenguajes iranes, en el
caso de la palabra daeva. Etimolgicamente es idntico con el
snscrito deva, por la cual es interpretada en la versin
Neriosengh del Avesta. Pero mientras que el devas de la
teologa india son dioses buenos y generosos, en el daevas
del Avesta son odiosos espritus del mal
Fuente: Kent, William. "Demons." The Catholic Encyclopedia. Vol. 4.
New York: Robert Appleton Company, 1908.
<http://www.newadvent.org/cathen/04710a.htm>.
Traducido por Alonso Teullet. L H M
El demonio y sus obras: magia, brujera, adivinacin,
desobediencia eclesistica
Enlaces internos
[1] P. Fortea responde al P. Amorth: Si hay satanismo en el Vaticano tiene que probarlo
[2] El P. Gabriele Amorth, famoso exorcista, reflexiona sobre la nueva ola satnica.
[3] Ataques al Papa son sugeridos por el demonio, dice el P. Amorth, famoso exorcista.
[4] Famoso exorcista: "Al diablo le gusta aduearse de los que ocupan cargos polticos"
Enlaces externos
[5] Sermones sobre el demonio.
[6] Padre Amorth.
[7] El humo de Satans.
[8] Exorcismo comentado por el Padre Amorth.
[9] Padre Amorth ms de 70,000 exorcismos.
[10] Fortea cuenta todo lo que sabe y ha experimentado con el demonio.
[11] Si al Diablo no se le abre la puerta, no puede poseernos.
Endemoniado
(Del griego, daimonikos,
daimonizomenos, posedo por un demonio). La idea de una
posesin demonaca, por la cual un ser humano queda
endemoniado, o sea, posedo o controlado por un demonio,
estaba presente en muchas religiones tnicas antiguas, y de
hecho se encuentra de una u otra forma donde quiera que exista
la creencia en la existencia de demonios, lo cual es
prcticamente en todas partes (vea demonologa
http://ec.aciprensa.com/wiki/Demonolog%C3%ADa). Aqu, sin embargo, estamos
interesados principalmente en la posesin demonaca en el
nuevo testamento, pues esta es en muchos sentidos la ms digna
de especial atencin, y sirve como una medida para juzgar casos
en cualquier parte. Preguntas adicionales respecto a estos otros
casos y las prcticas generales de la Iglesia al tratar con aquellos que estn posedos por espritus malignos
sern tratadas en otros artculos (exorcismo, obsesin).
Entre los muchos milagros registrados en los Evangelios Sinpticos, se le da prominencia especial a la
expulsin de diablos o demonios (daimon, daimonion). As, en San Marcos, la primera
de las maravillas es la expulsin de un diablo de un endemoniado, el hombre con un espritu inmundo (en
pneumati akatharto) en la sinagoga de Cafarnam. Y San Pedro describe as la
misin y los milagros de Cristo: "como Dios a Jess de Nazaret le ungi con el Espritu Santo y con poder, y
cmo l pas haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo"
tous katadynasteuomenous upo tou diabolou
Hch 10,38).
No es difcil encontrar la razn para la colocacin de este nfasis
en la expulsin de los demonios, pues los milagros de Cristo,
como dice San Agustn, son obras y palabras. Son obras hechas
en testimonio de su poder y su misin Divina; y son palabras
porque tienen un significado profundo. En ambos aspectos, la
expulsin de los demonios parece tener una preeminencia
especial. Se puede decir que pocas, si alguna, de las maravillas
dan una prueba tan notable de un poder sobre el orden de la
naturaleza. Y por esta razn vemos que los discpulos parecen
haber sido ms impresionados por ste que por los otros
poderes recibidos: Incluso los demonios se nos someten. Y
como, cundo l calm la tempestad en el mar, ellos gritaron:
"Pues quin es ste, que impera a los vientos y el agua, y le
obedecen? (Lc. 8,25). As que los que vieron la expulsin del
demonio en Cafarnam se preguntaron: Qu es esto? Una
doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los
espritus inmundos y le obedecen. (Mc. 1,27).
De la misma manera se puede decir que estas maravillas hablan en una manera especial y muestran el
significado de su misin, pues l vino a romper el poder de Satans y liberar a los hombres de su estado de
servidumbre. Es as que Cristo mismo, en la vspera de su Pasin, habla de la gran victoria que estaba a punto
de alcanzar mediante Su Cruz en el Calvario: "Ahora es el juicio de este mundo; ahora el prncipe de este
mundo ser echado fuera." (Jn 12,31).
Esa expulsin es simbolizada en la liberacin de cada posedo. Ellos pudieron tambin estar en la esclavitud
del pecado y necesitados del perdn. Tal vez tenan alguna enfermedad corporal y necesitaban curacin; sin
embargo, no fue por esto que se deca que estaban posedos, sino porque un espritu malo haba entrado
literalmente en ellos, y tomado posesin de ellos, para controlar y dirigir, o quizs para entorpecer sus
poderes fsicos, por ejemplo, hablar a travs de sus rganos vocales, o para atar sus lenguas.
Y aunque esta posesin quizs se asocie con el pecado, este no era necesariamente el caso; pues a veces esta
afliccin poda recaer en una persona inocente, como en el caso del nio que haba estado posedo desde su
infancia (Mc. 9,20). As que no es necesario suponer que haba cualquier tipo de enfermedad corporal en la
vctima que no sea otra que la posesin misma, an en el caso de aquellos descritos como ciegos o mudos, as
como tambin los posedos por un demonio. Pues puede ser---y en algunos lugares puede parecer que el texto
lo sugiere---que la sordera u otra enfermedad no se deban a un defecto en los rganos, sino al hecho que su
actividad normal era entorpecida por el diablo que lo posea. Por lo tanto, cuando se quitaba su influencia y
restriccin, la enfermedad desapareca
inmediatamente.
Es de este modo que los comentaristas catlicos
han tratado constantemente estos casos de
posesin demonaca; es decir, las palabras de la
Escritura se han tomado literalmente, y se ha
entendido que denotan que un espritu malo, uno
de los ngeles cados, ha entrado en el
endemoniado, que este espritu puede hablar a
travs de la voz de la persona endemoniada, pero
que no es el hombre, sino el espritu el que habla,
y que por la orden de Cristo o de uno de sus
servidores el espritu malo puede ser arrojado, y la
persona poseda puede ser liberada. Y aunque
nuestros comentaristas y telogos han tratado el tema de la obsesin con su usual plenitud de detalle y
discriminacin crtica, por mucho tiempo hubo poca oportunidad para una defensa decidida de esta
interpretacin y la aceptacin literal de la doctrina bblica sobre este asunto. An en los das de los primeros
reformistas, cuando tantas doctrinas tradicionales eran puestas en tela de juicio, no haba disposicin para
cuestionar la realidad de la posesin demonaca. Los primeros protestantes no podan aceptar los reclamos de
la Iglesia acerca del poder de exorcizar los malos espritus, como negaron plenamente los altos poderes
sacramentales del sacerdocio cristiano, pero no tuvieron reparo en dudar ni negar la existencia de espritus
malos y la realidad de la influencia y la actividad satnica. Esto no es sorprendente, puesto que el inicio del
protestantismo estuvo marcado por un aumento en las prcticas de la supersticin, y por un largo tiempo,
tanto en los pases catlicos como protestantes, los hombres
estaban propensos a ser demasiado crdulos sobre estos
asuntos, y a exagerar la extensin de la obsesin, de la
brujera y del trato con malos espritus.
Huelga decir que toda la doctrina tradicional sobre este
asunto fue rechazada por los filsofos escpticos del siglo
XVIII. Y con la difusin de nuevas ideas en la poca de la
revolucin, la economa poltica y la ciencia prctica pareci,
en todo caso por un tiempo, a principios del siglo XIX, que las
viejas creencias supersticiosas en espritus y brujera sufran
una muerte natural. La mayora de los hombres educados
eran incrdulos acerca de cualquier agencia diablica en este
mundo, incluso si retenan alguna creencia oscura en la
existencia de malos espritus en otra esfera. Pero con una
inconsistencia feliz, muchos de los que rechazaron como
supersticiosos todos los otros alegados casos de obsesin,
todava profesaban su creencia en la narrativa del Evangelio,
con sus numerosos endemoniados y sus exorcismos
milagrosos. Por supuesto era posible, por lo menos en lo
abstracto, y sin hacer un examen demasiado minucioso de los
hechos, sostener una teora acerca de que la posesin haba
acontecido realmente en la antigedad y que haba cesado del todo; pues todos deben admitir que de todos
modos no ocurre con la misma frecuencia en todas las pocas ni en cada regin de manera semejante. Pero
una cosa es cuestionar el hecho y otra negar la posibilidad de la posesin demonaca en tiempos medievales o
modernos. Puede ser un gran error, pero no
hay contradiccin implicada en decir que la
obsesin aconteci en la antigedad, pero
que no ocurre ahora; es seguramente otro
asunto si decimos que estas cosas no pueden
ocurrir ahora, que son intrnsecamente
imposibles.
Y aunque ellos tal vez no estn
completamente conscientes de sus propios
motivos, es de temer que esta sea realmente
la postura adoptada por los que rechazan
todos los casos de posesin demonaca,
salvo los que aparecen registrados en el
Nuevo Testamento.
Es cierto que algunos esgrimen una razn teolgica o bblica para esta limitacin. Pues ellos nos dicen que la
posesin era verdaderamente posible antes de la muerte de Cristo, pero que desde esa gran victoria, el poder
de Satn se quebrant, o, en el lenguaje de la Escritura, l ha sido atado, para que nunca ms pueda tomar
posesin sobre los cuerpos de los hombres. Se puede aceptar libremente que no hay contradiccin o
inconsistencia implicada en admitir los casos evanglicos de obsesin y negar los otros, si sta es la verdadera
razn para hacer la distincin.
Es difcil de creer que esta sea realmente la base para rechazar
todos los casos posteriores como irreales, pues a fin de cuentas,
esta doctrina acerca de la atadura de Satans y el consecuente
cese de la obsesin es a lo sumo una conjetura teolgica (vea
diablo) y una interpretacin plausible de un texto misterioso, y
como tal, apenas puede aportar una base para una conclusin
cierta.
Y se puede decir con seguridad que aquellos que niegan todos
los casos modernos o medievales de obsesin, estn
generalmente muy seguros de su conclusin. Hay una dificultad
adicional en el hecho de que en el Nuevo Testamento se
registran casos de obsesin sucedidos despus de la muerte de
Cristo.
Fue sin duda debido a la fuerza de estas objeciones o al deseo
de encontrar algunos medios de reunirlas o evadirlas, que la
escuela racionalista de la crtica bblica alemana se dio a la tarea
de proporcionar una nueva interpretacin de los casos de
posesin demonaca en los Evangelios.
Los antiguos filsofos librepensadores y los agresores de la
religin revelada, negaron bruscamente el hecho de la obsesin,
y afirmaron que los endemoniados eran meramente locos, que
sufran de epilepsia, o de mana, o alguna otra forma de enajenacin mental, y esa supersticin juda le haba
el caso de algn misionero moderno, del cual no conocemos ms que el hecho que ha usado algunas palabras
en un caso de supuesta posesin, quizs se pueda dudar si l mismo crey en la posesin, o solo procuraba
calmar a un loco utilizando su delirio. Pero seguramente sera de otro modo si encontramos al mismo
misionero hablando de esta manera acerca de demonios y posesin demonaca a otros que no son locos que
sufren de esta dolorosa monomana. Si lo encontramos enseando cmo los espritus malos entran en un
hombre y cmo, cuando son arrojados, vagan por lugares desolados. Mas esto es lo que encontramos
verdaderamente en los Evangelios, donde Cristo no slo se dirige a los diablos y les manda que salgan o
guarden silencio, y as los trata como personalidades distintas al hombre que es el sujeto de la posesin, sino
que habla de ellos del mismo modo a sus discpulos, a quienes les ensea una doctrina acerca de la posesin
demonaca.
As que, de nuevo, puede ser sabio para un maestro religioso tratar suavemente con las creencias de los
ignorantes; puede sentir que es imposible hacer todo a la vez, y que algunos errores solo pueden ser
destruidos por medios gentiles y una gradual ilustracin. Puede ser que el mejor y ms ilustrado profesor, que
se encuentra a s mismo en medio de una simple, crdula y supersticiosa poblacin, evitara adoptar medidas
duras y drsticas para deshacerse de estas apreciadas supersticiones y errores populares.
Y aunque en este punto debemos hablar con alguna reserva, es posible que en tal caso el maestro, al intentar
hacerse entender por sus oyentes, usara su propio idioma y transmitira su propio mensaje de la verdad por
medio de palabras y frases que, tomadas literalmente, puedan parecer que apoyan estos errores populares.
Ya sea esto permisible o no, se puede afirmar seguramente que un maestro sabio y bueno no llevar su
acomodacin al punto de confirmar a sus oyentes en sus engaos. Y estos crticos en s mismos pueden
cuestionar apenas el hecho de que todo el tratamiento de la posesin demonaca en los Evangelios ha tenido
este efecto y ha confirmado y perpetuado la creencia en la verdadera posesin demonaca.
Y por lo menos en estos ltimos das debe haber muchos que hayan abandonado toda creencia en la realidad
o incluso en la mera posibilidad de cualquier posesin, pero que se sienten forzados a creer en la autoridad de
Cristo y en el testimonio de los Evangelios. Ciertamente, si fuera posible aceptar esta interpretacin de los
antiguos racionalistas, y considerar la actitud de Cristo como una acomodacin a las creencias y supersticiones
populares, se debe confesar que la alegada economa tuvo consecuencias muy desgraciadas.
Racionalistas posteriores, que ven la dificultad, o ms bien la imposibilidad, de reconciliar esta opinin con la
evidencia de los Evangelios, han acudido a otras formas de escape, y, como los otros elementos
sobrenaturales y milagrosos en la narrativa evanglica, los casos de posesin demonaca y las expulsiones de
demonios han sido explicados como partes de una leyenda mtica que ha crecido alrededor de la figura de
Cristo, o ms bien han aportado motivos para impugnar la plenitud de su conocimiento, o la autenticidad y la
veracidad de la narrativa. Este no es el lugar para tratar con estos problemas de apologtica; pero ser bueno
decir una palabra sobre el verdadero fundamento para el rechazo de la creencia en la verdadera posesin
demonaca. La tendencia ha sido negar la posibilidad de milagros o posesiones demonacas. Y es a veces
curioso que crticos que son tan audaces en poner lmites al conocimiento de Cristo sean a menudo tan
extraamente ajenos a su propio conocimiento natural.
Sobre principios metafsicos no tenemos base slida para decidir que tal cosa como una obsesin demonaca
es imposible, y es un curso ms razonable, as como tambin ms modesto, mantener los medios del
conocimiento dentro de nuestro alcance y examinar la evidencia aducible para la ocurrencia verdadera de la
obsesin. Si cualquiera ha examinado esta evidencia y la ha encontrado insuficiente, su negacin de la agencia
demonaca, si la aceptamos o no, es de todos modos digna de respeto. Pero pocos de los que han rechazado
ms decididamente la obsesin u otras manifestaciones preternaturales o milagrosas han intentado examinar
la evidencia aducida. Al contrario, generalmente la han descartado con desprecio, como indigna de seria
consideracin.
Baader est seguramente bien justificado cuando se queja de lo que l llama "el oscurantismo y dogmatismo
racionalista" sobre este asunto (Werke, IX, 109). En estos ltimos aos el magnetismo al que este agudo
pensador llamaba la atencin de los filsofos en la obra que hemos citado, y ms recientemente los
fenmenos del hipnotismo y el espiritismo, ha ayudado a los crticos a llegar a una actitud ms racional. Y con
el debilitamiento de este crdulo prejuicio, muchas de las dificultades levantadas contra la posesin
demonaca en el Nuevo Testamento desaparecern naturalmente.
Los casos de obsesin mencionados en el Nuevo Testamento en trminos generales se pueden dividir en dos
clases. En el primer grupo se dan algunos hechos que, aun prescindiendo del uso del trmino endemoniado o
algn otro trmino equivalente, podra bastar para mostrar que es un caso real de posesin demonaca. Tales
son los casos del "hombre con un espritu inmundo" en la sinagoga en Cafarnam (Mc 1) y el endemoniado de
Gerasa (Lc 11). En ambos casos, tenemos evidencia de la presencia de un espritu malo que muestra
conocimientos ms all del alcance de la persona poseda o (en el segundo caso) manifiesta su poder en otro
lugar despus que ha sido expulsado.
En el segundo grupo se pueden colocar aquellos casos en los que no se nos dan los claros e inconfundibles
signos de la verdadera posesin demonaca, por ejemplo, la mujer que tena un espritu de enfermedad (Lc.
13,11). Aqu, aparte de las palabras, espritu y a la que un espritu tena enferma, aparentemente no hay
nada para distinguir el caso de la curacin normal de una enfermedad. Una cuidadosa consideracin del
aspecto mdico de la posesin demonaca, ha sido asociado muchas veces con una negacin de la agencia
demonaca. Pero esto no es necesario de ningn modo, y, correctamente entendido, la evidencia mdica
podra incluso ayudar a establecer la verdad del hecho.
Esto fue hecho por el Dr. W. Menzies Alexander en su "Demonic Possession in the New Testament: Its
Relations, Historical, Medical and Theological" (Edimburgo, 1902). En su opinin, los registros evanglicos
acerca de los principales casos de posesin demonaca, exhiben todos los sntomas de enfermedades tales
como la epilepsia, mana aguda, etc, con tal exactitud de detalles que la narrativa puede slo deber su origen a
un informe fiel de los hechos verdaderos.
Al mismo tiempo el Dr. Alexander queda igualmente impresionado por la fuerza de la evidencia de verdadera
posesin demonaca por lo menos en estos casos. An esos lectores que son incapaces de aceptar sus
conclusiones---y respecto a casos posteriores de obsesin, somos incapaces de seguirlo---encontrar el libro
til y sugestivo y puede ser encomendado a la atencin de los telogos catlicos.
Fuente: Kent, William. "Demoniacs." The Catholic Encyclopedia. Vol. 4
New York: Robert Appleton Company, 1908. <http://www.newadvent.org/cathen/04711a.htm>.
Traducido por Alonso Teullet, L H M.
Demonologa
Como lo indica el nombre, demonologa es la ciencia o doctrina concerniente a los demonios.
Ambas, tanto en su forma como su significado, tienen una obvia analoga con la teologa, que es la ciencia o
doctrina acerca de Dios.
los demonios o espritus malignos y los consecuentes recursos de cantos y formulas u otras practicas mgicas.
Hay cosas que nacen en el pasado y han desaparecido desde hace largo tiempo de la faz de la tierra, pero hay
otras cuyos escritos pueden ser seguidos y encontrados en lo
que seria comparativamente tiempos modernos y no
sorprende en nada que todava estn floreciendo. Hay
prcticas y creencias que, de nuevo, parecen estar confinadas
a ciertas tierras y razas de hombres o a algn nivel de esfera
social particular. Pero hay algo que pertenece tanto al viejo
como al nuevo mundo y se encuentra prosperando entre la
gran variedad de razas, y congenia igual con los hbitos de los
salvajes como con los refinamientos de la cultura clsica o
moderna. Su antigedad no solo se percibe por la evidencia
de monumentos antiguos, si no del hecho de que pasados
aun ms remotos, todava hacen presencia en nuestro
presente en las razas que aun permanecen en lo que se
puede decir todava estn en condiciones prehistricas y
primitivas. Y aun entre estas crudas razas, aparentemente
inocentes de todos los beneficios de ciencia y cultura,
encontramos la creencia en los espritus malignos, y los
atentados para pacificarlos, evitar su ira y quizs buscar sus
favores y asistencia. Esta creencia en espritus, ambos
benficos y negativos esta comnmente asociada con una u
otra de las dos formas primitivas de adoracin religiosa mas
extensay la que de acuerdo a ciertos folkloristas y mitologistas modernos describen sus origines como la
personificacin de las fuerzas de la naturalezaen las cuales muchos han encontrado una llave a todas las
mitologas o lo que se llama Animismo: la creencia en la
poderosa actividad de las almas de los muertos, que eran
invocados y adorados. Esta ultima teora, concibe
inicialmente todos los espritus de aquellas almas de los
muertos, y de este Animismo aboriginal, gradualmente
fueron emergiendo los elaborados sistemas de mitologa,
demonologa y angelologa. Hay que hacer aqu la distincin
entre los hechos en si, y la teora diseada para su
interpretacin. Es un hecho que esta forma rudimentaria de
adoracin es encontrada entre pueblos primitivos. Pero la
manera en la que se inicio y los motivos de los primeros
adoradores prehistricos son y deben permanecer en
conjeturas. De la misma manera, en lo que se refiere a estas
ultimas fases, es un hecho de que estas creencias y practicas
primitivas tienen ciertas caractersticas en comn con otros
mas modernos y elaborados sistemas tnicospor ejemplo :
la demonologa Avesta de los Iranesy estos a su vez tienen
puntos de contraparte en paginas de las Escrituras y teologa
catlica y de ninguna manera se puede decir que estos
hechos de teora fcil son correctos en lo que se refiere a la
naturaleza de conexin entre estos varios sistemas tnicos y
el cristiano. Si se hace mas consideracin sobre este tema se
podr exponer y explicar de una manera satisfactoria.
Demonologa Iranesa
Demonologa Juda
Cuando cambiamos del Avesta para los Libros Sagrados de los
Judos, lo que son las escrituras cannicas, nos sorprende la
ausencia de la elaborada demonologa como la Persa y la Asiria.
Hay mucho sobre los ngeles del Seor, las huestes celestiales,
serafines y querubines y otros espritus que estn cerca del trono
o encargados de los hombres. La mencin de espritus malignos,
es comparativamente ligera. No que su existencia sea ignorada,
porque vemos la tentacin de la serpiente en la cual tanto los
Judos como los Cristianos reconocen el trabajo del espritu
maligno. En el libro de Job, Satans aparece como la tentacin y
acusador del hombre justo; en el libro de Reyes, es el quien incita
a David a asesinar al profeta; en el libro de Zacaras es visto en su
oficio como acusador. Un espritu maligno desciende sobre los
falsos profetas. Sal es afligido o aparentemente posedo por un
espritu maligno. La actividad del demonio en las artes de magia
es indicada en los trabajos hechos por los magos del Faran y en
la ley Levtica en contra de los brujos o hechiceros. La persona
considerada culpable es enviada a Azazael en el monte, que esta
supuesto a ser un demonio y a la cual se puede agregar un pasaje
notable en Isaas el cual parece dar soporte a la creencia general
de que los demonios habitan en lugares devastados: Y demonios y monstruos se reunirn, y los velludos se
gritarn los unos a los otros, vase a la lamia la cual ha mentido y ha encontrado descanso(Isaas 34:14) Es
probablemente cierto que en este caso la palabra Hebrea demon demonio quiera decir bestias salvajes.
Pero por otra parte, la palabra Hebrea hairy ones velludos
traducida por Targum y Peshitta como demonios
supuestamente signifique una cabra, similar a la deidad Griega
Pan-. Y lamia representa a la original Lilith, un espritu
nocturno que en leyenda Hebrea es la esposa demnica de
Adn.
Otro desarrollo de demonologa en el antiguo testamento se
puede ver en el Libro de Tobas, que aunque no fue incluido en
el Canon Judo, fue escrito en hebreo o caldeo, y una versin en
esta ltima lengua ha sido recobrada entre otras escrituras
rabnicas. He aqu al demonio Asmodeus quien hace el papel
asignado a los demonios en muchas demonologas tnicas y
leyendas folklricas.
Ha sido identificado de buena fuente como el Aeshmo Daeva del
Avesta: pero Whitehouse tiene sus dudas en cuanto a esta
identificacin, y prefiere la alternativa etimolgica hebrea. De
cualquier manera, Asmodeus adquiere un lugar prominente en
la demonologa hebrea y ciertas narraciones extraas expuestas
en el Talmud son fuente para la narracin de Las Mil y Una Noches. La demonologa rabnica del Talmud y
Midrashim esta muy lejos de la reticencia y sobriedad de las escrituras cannicas en los que se refiere al tema.
Algunos crticos modernos adjudican este enriquecimiento de demonologa entre los judos como efectos de la
cautividad, y resultados de influencias persas y babilnicas. Aunque su abundancia y elaboracin tiene
Doctrina, particularmente aquellos donde se expulsaba a los demonios da al creyente una viva impresin de la
existencia y poder de los espritus malignos. Al mismo tiempo, como hemos visto, las Escrituras en si no han
dado informacin clara y exacta referente al origen y naturaleza de estos poderosos enemigos; por otra parte,
observaremos que los primeros Cristianos conversos, y los
primeros maestros Cristianos, fueron en su mayora, o judos
o griegos y que estos aun vivan en medio de aquellos que
profesaban una u otra de las viejas religiones orientales.
Por eso, aunque naturalmente desearan saber acerca de estos
asuntos, tenan muy poco conocimiento y acceso a la verdad y
por otra parte, escuchaban diariamente informacin errnea
y falsa. En estas circunstancias, es poco sorprendente
encontrar que unos cuantos escritores de aquellos tiempos
como Justino, Orgenes y Tertuliano, no traten este tema con
benevolencia. Hay adems una fuente adicional de muchos
errores y es apta para olvidar.
Ahora que el consentimiento comn de comentaristas
catlicos han dado una mejor interpretacin de Gen 6, 2 y
definiciones conciliatorias y argumentos teolgicos han
establecido el hecho de que los ngeles son puramente seres
espirituales, nos parece extrao observar que los primeros
maestros cristianos de aquellos tiempos vieran la frase hijos
de Dios y pensaran que estos ngeles o seres puros hubiesen
tomado la decisin de tomar como esposas a las hijas de los
hombres. Debe tenerse en mente que los viejos comentaristas
que leyeron el Septuaginta (la primera versin del antiguo
testamento hebreo y escrito en el griego del pueblo antes de
la era cristiana) o alguna otra versin derivada, no pusieron esta interpretacin en el texto, estaba ya en el
texto o sea: la biblia griega expresamente dice que los ngeles de Dios tomaron como esposas a las hijas de
los hombres. Esta desafortunada lectura dio ciertamente indicacin errnea a la demonologa de los primeros
escritores cristianos de aquellos tiempos y tambin aquellos equivocados en otras materias, naturalmente
adoptaron las peculiares ideas en este tema.
De cierta forma, uno de los ejemplos mas notable de esta demonologa errnea es aquella que se encuentra
en la pseudo-Clementine Homilies (Hom. VIII, IX). El escritor da una completa descripcin de los misteriosos
episodios de Gnesis 6, 2, el cual en comn con otros tantos, piensa es el origen de los demonios que a su
manera de ver, eran el resultado de la unin entre los ngeles de Dios y las hijas de los hombres. En un punto
al menos, l mejora la historia y hace algo para aligerar esta dificultad inicial. La primera objecin a la leyenda
es que: siendo los ngeles seres puros, eran incapaces de experimentar pasiones sensuales; y hay algunos que
encontrando difcil este punto, niegan la espiritualidad de naturaleza anglica. Pero los moralistas evaden este
tema de una manera mas ingeniosa: de acuerdo a este otro punto, los ngeles no fueron sobrecogidos con
pasin y amor sensual mientras estaban en su forma pura, sino que viendo y siendo testigos de la iniquidad e
ingratitud de los hombres, cuyos pecados manchaban la justa creacin de Dios, le pidieron al Creador que
pudiesen ser investidos como los hombres, de manera de que pudiesen corregir tantas irregularidades y llevar
una vida intachable dentro del mundo visible. Su peticin fue concedida, fueron transformados en hombres y
bajaron a la tierra. Pero estando bajo la investidura humana, tambin heredaron sus pasiones y debilidades, la
cual ha creado tanto desequilibrio en la humanidad, y ellos, al igual que el resto de los hombres, se
enamoraron de la belleza de las mujeres y olvidaron el propsito inicial de su bajada a la tierra, dando rienda a
Conclusin
Con todas las variaciones y contradicciones, los sistemas multitudinarios de demonologa tienen mucho en
comn. En algunos casos puede achacarse que han sido
tomados libremente de otros, por lo que la demonologa de
los primeros escritores cristianos debe naturalmente mucho
a los sistemas de demonologa griegos y judos y estos a su
vez no pueden estar libres de influencias extranjeras.
Y como no solo opiniones herticas, sino enseanzas
ortodoxas sobre el tema tiene ciertos puntos comunes con
los sistemas tnicosdesde el Animismo del salvaje simple
a la elaborada demonologa de los Caldeos e Iranes, el
mitologistas o folklorista nos lleva a la conclusin de que
todo proviene de una misma fuente, y que la doctrina:
Bblica y Catlica sobre los espritus malignos no son mas
que un desarrollo del Animismo y una forma refinada de
demonologa tnica.
Es bueno observar que la mejor solucin es una hiptesis
plausible y que los hechos del caso pueden ser explicados
por otra hiptesis que muchos escritores filosficos no han
considerado y que es: la hiptesis de la verdad de lo que
ensena la religin en este tema es real. Pues no se dira que
si no fuese cierto, no habra trazos de creencia en los
demonios entre las razas fuera del credo Cristiano o de otras
religiones ms viejas que la Biblia? Si, como dicen nuestros maestros telogos, los ngeles cados existen y son
permitidos atormentar y tentar a los hijos de los hombres, no deberamos suponer y encontrar creencia en su
existencia, as como huellas de su influencia maligna en todas partes y cada poca de la historia humana? No
deberamos imaginar que encontraremos tanto aqu como en cualquier otro lugar, los elementos de la verdad
interpuestos con los errneos y que estos tomaran diferentes formas en cada nacin y cada poca, de acuerdo
a la medida de sabidura, cultura y nuevas ideas que pasan por la mente de los hombres?
Esta hiptesis, por no decir ms, llena todos los requisitos por ejemplo, la universalidad en la creencia en los
espritus malignos, y cualquier evidencia aducible en influencia sobre los hombres, ya sea por datos escritos
acerca de posesin demnica y magia en el pasado, o del fenmeno moderno del Espiritismo. Y escasamente
podemos decir lo mismo de otras hiptesis.
W H KENT
Transcrito por Toms Hancil
Traduccin por X L Vilar-Del Castillo
Exorcismo
Introduccin
El exorcismo es
(1) el acto de echar o sacar demonios, o espritus malignos fuera de las personas, sitios u objetos que son
supuestamente posedos o plagados por ellos, o que son susceptibles de llegar a ser vctimas o instrumentos
de su malicia;
(2) el acto de usar los medios para este propsito especialmente la solemne y autoritaria reprensin del
demonio, en el nombre de Dios, o cualquier poder superior al cual l es sujeto.
La palabra que no es en s bblica viene de la palabra griega exorkizo, que es usada en la
traduccin griega (Gn 24,3 = provoca a jurar; III (I) Reyes 22, 16 =
ordenar), y en Mat 26, 63, por el sumo sacerdote contra Cristo,
"Yo te ordeno por el Dios vivo. . .
La palabra horkizo y el sustantivo
exorkistes (exorcista) aparece en los Hechos 19, 13, donde es
aplicado a unos Judos andantes que profesaban ser capaces de
echar demonios.
La expulsin por orden es entonces el primer sentido del
exorcismo, y cuando, como es en el uso cristiano, esta orden es
dada en el nombre de Dios o de Cristo, el exorcismo es
estrictamente acto o rito religioso. Mas en las religiones tnicas, y
aun entre los judos desde el tiempo en que hay evidencia de
haber sido popular, el exorcismo que es un acto de religin es
ampliamente sustituido por el uso de medios supersticiosos y
mgicos, a lo cual los escritores no catlicos muchas veces en
estos tiempos asimilan el exorcismo cristiano. La supersticin no
debe ser confundida con la religin, a pesar de que gran parte de sus historias han sido mezcladas, ni siquiera
la magia blanca puede ser confundida con ritos religiosos legtimos.
forma de curarlas (Sayce, Hibbert Lect. 1887, 310). Para este propsito se empleaban ciertas frmulas de
conjuro por las cuales algn dios, diosa o deidad era invocado para echar al maligno y reparar las malas
consecuencias de su posesin.
El ejemplo siguiente (de Sayce, op. cit., 441 seq.) puede ser citado : " Al demonio que se apodera de un
hombre, al demonio (ekimmu) que se apodera de un hombre, al demonio que causa maldad, al demonio del
mal, conjura, oh espritu del cielo; conjura, oh espritu de la tierra ".
Para otros ejemplos ver King, Babylonian Magic and Sorcery
(Londres, 1896).
rara indicada en la frmula de Salomn y que era extremadamente difcil de conseguir (Ant. Jud, VIII, II, 5; cf.
Bell.Jud. VII, VI, 3). Pero fuera de supersticiones y magia, en la respuesta de Cristo a los Fariseos que lo
acusaban de echar demonios por el poder de Belceb, la prctica de exorcismos entre los judos es supuesta
cuando Jess les contesta: " y si yo expulso demonios por el poder de Belceb, los hijos de ustedes, por el
poder de quien los expulsan? (Mt 12, 27).
No parece razonable entender esta respuesta de Jess como
mera irona o puro argumento ad hominen que no implicara
una admisin del hecho; al contrario, en otra parte (Marcos IX,
37-38) tenemos el relato de una persona que no era de sus
discpulos y que echaba demonios en nombre de l. Cristo no
quiso impedrselo ni tampoco reprenderlo.
xito manifiesto ha sido prometido (Mc 16, 17). Pablo (Hch 16, 18; 19, 12), y sin duda, los otros apstoles y
discpulos, usaron regularmente, segn las necesidades, el poder del exorcismo, y la Iglesia sigui hacindolo
sin interrupcin hasta el da de hoy.
Exorcismos de la iglesia
Fuera del exorcismo en sentido estricto - es decir el de echar demonios de los posesos -el ritual catlico,
siguiendo las tradiciones tempranas, ha retenido variedad de otros exorcismos de los cuales vamos a hablar
ahora.
Exorcismo bautismal
Desde el comienzo de la Iglesia, se ha introducido la prctica de hacer un exorcismo a los catecmenos como
preparacin al Sacramento de Bautismo. Esto no quera decir que eran considerados como obsesos o
endemoniados, sino que slo podan haber sido sujetos por la presencia del pecado original y de los pecados
personales en los adultos a la influencia del demonio a cuyas maniobras eran invitados a renunciar y de las
cuales iban a ser liberados por la gracia del bautismo. El exorcismo en este caso es una anticipacin simblica
de uno de los efectos principales del sacramento de la regeneracin; y adems, como era usado en el caso de
los nios que no tenan pecados personales, San Agustn poda apelar a l contra los Pelagianos como
argumento acerca de la doctrina del pecado original (Ep.CXCIV, n.46. P.L., XXXIII, 890; C. Jul.III, 8; P.L., XXXIV,
705, y otros lugares). San Cirilo de Jerusaln (Procat., 14, col.355) da una descripcin detallada del rito de
exorcismo bautismal. Aparentemente en Oriente la uncin con leo exorcizado forma parte del exorcismo a
partir de esta descripcin. El nico testigo temprano en la Iglesia Occidental que trata el tema de la uncin es
le Canon Arbico de Hiplito. La Exsufflatio, o expiracin del demonio por parte del catecmeno, que fue
alguna vez parte de la ceremonia, era smbolo de la renuncia a las maniobras del demonio, mientras que la
Insufflatio, o expiracin del Espritu Santo por los ministros y los asistentes sobre el candidato, simbolizaba la
infusin de la gracia santificante del sacramento. La mayora de estas antiguas ceremonias han sido guardadas
por la Iglesia hasta nuestro tiempo en su rito del bautismo solemne.
Otros exorcismos
Segn la creencia catlica, los demonios o ngeles cados han retenido un gran poder natural como seres
inteligentes sobre el universo material, y usan objetos y dirigen fuerzas materiales para sus propsitos
malignos; y sobre este poder que es en s limitado y sujeto, por supuesto, al control de la Divina Providencia,
se cree que le ha sido permitido ejercer una influencia ms amplia debido a las consecuencias del pecado de la
humanidad. Entonces los lugares y las cosas como las personas son naturalmente posibles vctimas de la
infestacin diablica, dentro del lmite permitido por Dios, y el exorcismo en este caso no es ms que una
oracin a Dios en nombre de su Iglesia para que sea restringido este poder diablico en forma sobrenatural, y
una profesin de fe en su Voluntad de que l lo quiere hacer a favor de sus siervos en la tierra.
Las principales cosas que son formalmente exorcizadas con una bendicin es el agua, la sal, el aceite que son
luego usadas en el exorcismo de personas y en bendiciones o consagracin de lugares (iglesias) y objetos
(altares, ajuar litrgico, campanas) y que son en uso en la liturgia pblica o la devocin privada. El agua
bendita, que es el sacramental con el cual los fieles tienen ms alcance es una mescla de agua y de sal; y en la
oracin de bendicin, se le pide a Dios que colme con poder sobrenatural de proteccin los que usarn con fe
estos objetos contra las asechanzas del demonio. Este tipo de exorcismo indirecto por medio de objetos
exorcizados es una extensin de la idea original; aunque no introduce nada nuevo y ha sido usado en la Iglesia
desde los tiempos los ms remotos.
Fuente: Toner, Patrick. "Exorcism." The Catholic Encyclopedia. Vol. 5.
New York: Robert Appleton Company, 1909.
http://www.newadvent.org/cathen/05709a.htm
Traducido por Jean Lacaille, Pbro.
http://ec.aciprensa.com/wiki/Exorcismo