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El Libro Del Mas Alla

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Bô Yin Râ

EL LIBRO

DEL

MÁS ALLÁ

Revisado en 2019

1
Titulo del original alemán: «Das Buch vom Jenseits»

Traducción al español:
Eduardo Cícari-Neumann,
Buenos Aires, Junio 2004,

sobre la no modificada reimpresión de la ampliada y definitiva versión


editada en 1929 y en 1978 por Kober Verlag AG, Berna – Suiza.

Revisión con respecto al original alemán:


Jan A. Schymura

Todos los derechos reservados.

2
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN……………………………………………………………………………………4

EL ARTE DE MORIR……………………………………………………………………………….8

SOBRE EL TEMPLO DE LA ETERNIDAD & EL MUNDO DEL ESPÍRITU…………………..30

LO ÚNICO REAL…………………………………………………………………………………..46

¿QUÉ HAY QUE HACER?………………………………………………………………………...61

3
INTRODUCCIÓN

4
Estos tres tratados deben darte, - tanto como sea posible hacerlo por medio de la transmisión en
palabras, - una representación de aquello que a ti te espera, cuando a la extinción de tu vida corporal
terrenal, te desligues de este mundo de los fenómenos físico-sensoriales.

Así como un libro de viajes te habla de tierras que jamás has visto, es así que ahora se te puede
decir aquí lo más necesario acerca del «país» todavía desconocido para ti, en el cual, te vas a
encontrar un día en condiciones de vivenciar, después de tu muerte, - indiferentemente sí ahora
puedes creer o no, en la posibilidad de tal vivencia.

Al mismo tiempo, este libro debe liberarte de ciertos errores que te mantienen aún encadenado,
cuando piensas en aquellos muertos, que en la Tierra has querido.

Temidas creencias como exageradas supersticiones de antiguos y modernos tiempos, acumularon


tal cantidad de imágenes fantasiosas en relación con el «Más Allá», que resulta necesario reordenar
esta mezcolanza, a fin de que no continúen confundiendo tu imaginación.

Los únicos que realmente tienen algo auténtico que decir acerca de la vida después de la muerte del
cuerpo terrenal visible, son unos pocos hombres, que conocen aquella vida que no tiene necesidad
del cuerpo humano desde la propia y certera experiencia, a pesar de que al igual que tú, también
comprueban en su manifestación terrenal, el sufrimiento y la alegría de esta Tierra.

Como uno de estos pocos Conscientes del Más Allá, trasmito aquí lo que mediante palabras puede
ser comunicado, ya que nosotros percibimos el anhelo de la época, que con todo derecho reclama
que no se mantenga por más tiempo oculto como «un conocimiento secreto», aquello que alcanzó la
conciencia de algunos pocos seres humanos, a través de una vivencia espiritual, en algún lugar o en
algún momento.

¡Quiera que lo que pueda decirte, sirva para mejor!

¡Quiera que mis palabras logren despertar tu más interna autosensibilidad, a fin de que obtengas
desde ti mismo aquella certeza, que verdaderamente puede darte seguridad, tanto ante el estéril
escepticismo así como ante toda devoción sin discernimiento frente a cualquier tipo de visión de
cerebros humanos engañados o demasiado alterados!

En ti mismo debes encontrar la justa medida, mediante la cual de aquí en adelante podrás comprobar
cuanto de verdadero y cuánto de delirio está contenido en las representaciones que el ser humano,

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desde tiempos remotos hasta la actualidad, se creó para así poder sobrellevar la oscuridad del
enigma abismal, que toda vez se evidenció ante él, cuando se encontró frente a un cadáver.

Nada depende aquí de lo que tú consideres como verdad, ya que las cosas de las que hablo son
independientes de tu aprobación o tu rechazo, y aquí no estoy dando ningún dogma de fe, sino te
muestro una forma de manifestación de la Realidad, que por el momento no la puedes conocer de
otra manera, que no sea por la transmisión de las representaciones mentales a través de la palabra
del idioma humano.

Bien pronto llegarás a conocer tu correspondiente Región en este ámbito de manifestación de la


Realidad vivenciandola por ti mismo . . .

En todas las épocas los Conscientes del Más Allá han testimoniado acerca de la Realidad, pero su
testimonio fue fácil presa de desautorizados e irresponsables deformadores de la palabra, es así que
hoy tú necesitas ayuda, si quieres aprender a desenmarañar, lo que debe ser desenmarañado, para
que al mismo tiempo no caiga también en descrédito, ante todos los que sienten con claridad y
rectitud, el anuncio de los verdaderos conocedores, junto con los desvaríos de confusos
extravagantes.

Si quieres conocer, lo que aquí se te ofrecerá, entonces despréndete de todo pre-juicio, pero también
escucha de tanto en tanto en tu más profundo interior, ya que allí está, si tan solo quisieras atender
de buena voluntad, toda respuesta a las preguntas que mis palabras dejan aún abiertas, ya que solo
tú mismo debes aprender a respondértelas. - -

Ya que aquí realmente no se trata de captar prosélitos a favor de una hipótesis filosófico-religiosa, o
tal vez del intento de crear una nueva forma de religión, - sino de dar un testimonio de la espiritual
(y no «cerebral») vivencia primordial, la misma que se encuentra en los comienzos de todas las
grandes y antiguas religiones nacidas del espíritu de Dios . . .

Por consiguiente, el comprender vivo de lo aquí expuesto, de ningún modo presupone un abandono
de la proveniente y santificada religión, sino traerá únicamente profundización, afianzamiento de la
fe y facilidad en el poder creer, allí, donde formas dignificadas y dogmas religiosos antiguos son
aún realmente necesarios para la vida.

6
Pero también aquellos que desde hace mucho tiempo están emancipados de todo vínculo
confesional, también mis palabras les despejará nuevamente el acceso hacia las zonas espirituales,
que alcanzarlas, permanece aún como el mayor anhelo del hombre terrenal, aun cuando los modos
de fe de sus antepasados no lo guiaron hacia la fervientemente anhelada realización adecuada a su
modo de comprender.

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EL ARTE
DE MORIR

8
Tú seguramente creerás, que morir no es ningún «arte», - sería cuanto más, un deber fatal, y que
eso se aprende por sí mismo. - -

Igual a ti piensan innumerables personas, y todos los días innumerables personas abandonan a
través de su muerte el cuerpo terrenal, sin que hubiesen aprendido una vez el Arte de morir.

A muchos les llega la muerte inesperadamente, «como un ladrón en la noche», - a otros les llega
como un temido fantasma, - a otros como una anhelada redención de sus sufrimientos, - y en
cambio otros la llaman hacia sí, porque esperan a través de ella, la liberación de las preocupaciones
y urgencias del cuerpo y del alma.

Sin embargo, raramente le sorprende la muerte a aquél que comprende el Arte de morir. - -

¡Para comprender este Arte, debes haber aprendido, durante el tiempo de vida saludable, qué es la
«muerte», que significa «morir»!

En el máximo de tus fuerzas tú debes morir, como quien dice, «a título de ensayo», a fin de que
sepas morir, cuando la muerte te sorprenda. - -

Morir no es tan fácil como muchos suponen, pero tampoco demasiado difícil, cuando
anticipadamente durante el tiempo pleno de fuerzas se lo ha aprendido . . .

Cada arte requiere ser practicado, y sin práctica tampoco se aprende nada del morir.

De todas maneras, un día se ha de tener que pasar por ello, sea que ahora se comprenda o no. -

La mayoría de los hombres se atemorizan ante la muerte, porque no saben con exactitud qué
acontece allí.

Sin embargo, aquellos que dicen que no se atemorizan, son iguales a niños que salen a navegar en
un bote por alta mar, desconociendo los peligros del mar. - -

Tú, sin embargo, debes ser como un timonel, que conoce los vientos y las corrientes marinas y que
sabe, qué países le esperan del otro lado del mar.

Tú debes aprender a determinar el curso de tu barca bien equipada. - -

9
Se le llama «morir» al deber abandonar el cuerpo terrenal y sus órganos sensoriales, una vez que
este abandono acontezca para siempre e irreversiblemente, ya que el cuerpo, a causa de principios
físicos, no estará más en condiciones de poder conservarse.

Un fenómeno muy similar se cumple cada vez que te acuestas a descansar y te entregas al sueño, -
únicamente que allí pierdes solo en parte el dominio sobre el cuerpo y los sentidos, en tanto durante
la muerte, ambos se te pierden total e irrecuperablemente.

¡Ya ves cómo la naturaleza, en cierto modo, te enseña el morir por sí misma de esta manera!

Tú puedes también experimentar el morir de un modo similar por anticipado durante un


desvanecimiento, o en un recreado desplazamiento de la conciencia fuera de tu cuerpo.

En todos estos casos, siempre experimentas únicamente la primera de todas las partes del proceso, -
a no ser que tus «sentidos» internos y espirituales estuviesen despiertos en tal medida que puedas
llegar a ti mismo «al otro lado» de la existencia, y que entonces, para tu asombro, te encuentres vivo
también sin el cuerpo de la Tierra . . .

Pero al no poseer aún esta experiencia, podrían servirte de ayuda tus sueños durante el descanso
nocturno, para que al menos ellos te trasmitan una comprensión de la vida consciente sin el cuerpo
físico, si bien la vida «del Más Allá» es realmente diferente a solo un mero «sueño». -

Debo aquí, a fin de ayudar a tu entendimiento, hacerte recordar la vida en los sueños.

Así como en los sueños te encuentras consciente, sensitivamente capacitado, pensante y actuante, -
y así también como en los sueños vives en un «cuerpo» y lo utilizas libremente, si bien tu cuerpo
físico reposa tranquilo en su cama en un sueño profundo, - del mismo modo también te encuentras
físicamente conformado, consciente, sensitivo, pensante y actuante, cuando al otro lado de la
existencia puedas ya utilizar tus «sentidos» espirituales y por su intermedio llegues allá hasta ti
mismo, tan solo sea transitoriamente, o para siempre, - como sucede en la muerte del cuerpo
terrenal.

Una diferencia fundamental solo consiste en que durante el sueño tú solamente observas las siempre
fluentes imágenes de tu plástica fantasía, las que a través de miles de impulsos físicos y psíquicos
aparentan tener vida propia, en tanto, que para estar despierto en el mundo espiritual objetivo, - lo
mismo da en cuál de sus Regiones pueda acontecer tu despertar, - debes abandonar igualmente el

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Reino de los sueños, así como lo abandonas para estar despierto en el mundo de los fenómenos
físico-sensoriales. -

Si has «superado» el Reino del sueño, recién entonces entras en el Reino del espíritu, que no es
difícil de distinguir, incluso de tus más vividos y «naturales» sueños, ya que debido a tus sentidos
espirituales te encuentras allá en un estado de conciencia, frente al cual, aun la vida vigílica sobre
esta Tierra se te presenta como sonambulezca. -

Tú miras, oyes y sientes el mismo «mundo» causal, que tú percibes en la conciencia vigílica diaria
de tu existencia física como el mundo de los fenómenos físicos, - solo que lo percibes «desde el
otro lado». - -

La conformación del mundo causal y esencial que te es imperceptible en tanto te encuentres en el


cuerpo físico terrenal, de pronto se te ha hecho perceptible y las cosas físico-sensoriales
perceptibles que hasta ahora has llamado el mundo «real», te parecerán: - «aire vacío». -

Si bien serían relativamente pocos los hombres, que en un cuerpo terrenal han experimentado
vivamente en sí mismos este Estado y que también lo experimentan en los tiempos presentes,
existen por cierto muchos más de los que se supone, ya que la mayoría de los hombres cuyas
vivencias fueron tales, las ocultan instintivamente ante los demás, sea por temor ante la incredulidad
de sus semejantes y por esperar de parte de aquellos la «maldición del ridículo», o también por la
preocupación de que la vivencia espiritual, sentida como una gracia especial, pudiese serles quitada,
si no guardarían silencio.

Al principio, no son de ninguna manera elevadas las Regiones espirituales a las que se puede
acceder a través de tales vivencias internas conscientes, no obstante se ha alcanzado «la otra costa»,
aun cuando los allá conscientes despiertos no estén capacitados aún para penetrar en el «interior»
del «país» descubierto, o bien, para escalar su elevada «cordillera». -

Solo los excesivamente pocos logran llegar hasta allí durante su vida terrenal, a los cuales les fue
confiado en este lado físico del mundo causal, la antiquísima «herencia» de la oculta experiencia
espiritual: - los nacidos «altos Sacerdotes», - los «Maestros» del obrar velado y espiritual y sus
legítimos sucesores nacidos como tales.

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Lo que para nosotros se transformó en un conocimiento basado en la experiencia, como resultado de
una vivencia consciente «del Más Allá», es lo que aquí ahora se te dará a conocer.

Nosotros vemos a diario y a cada hora, a miles de seres humanos que entran para siempre en «la
otra costa», sin que podamos ayudarlos, ya que ellos no aprendieron en sus vidas terrenales el Arte
de morir, y así llegan a «la otra costa» sin estar preparados, como náufragos a los que la tormenta
arrojó a Tierra . . .

Desorientados, van errando de acá para allá en para ellos la nueva forma existencial y no están en
condiciones de asir las manos que se les extienden para ayudarlos.

Aún carecen de todo discernimiento, si aquello que les sale al encuentro trae consigo peligro o
ayuda, y llenos de temor retroceden espantados si uno, que podría guiarlos, quisiera acercárseles . . .

Así continúan errando solos, siempre cerca de la «playa» del mar, él que a ellos, - por lo menos para
sus sentimientos, - los conecta aún con la parte física de la existencia abandonada, hasta que,
atraídos «magnéticamente», descubren una de ciertas pequeñas «Regiones de la playa»: - aquellas
Regiones más bajas de la parte espiritual del cosmos, imperceptible a los sentidos terrenales, que
corresponde a sus representaciones, anhelos y esperanzas en la vida física terrenal.

Luego se ilusionan con haber encontrado a su «cielo», en él que igualmente creerán todos los demás
que por allá encuentren . . .

Una vez que ellos hayan llegado allá, quedan aprisionados a sus destinos por un largo e
interminable tiempo.

Muy raramente y además solo con grandes dificultades, logramos elevar y sacar a un extraviado de
su engañosa y autoelegida «salvación». -

Pero porque nosotros queremos enseñar a evitar dar rodeos, y ya que el Amor eterno nos ordena
obrar así, les enseñaremos a ustedes el Arte del correcto morir.

Lo esencial de este Arte consiste en que en todo momento, - en medio de planes a futuro e intensa
actividad, en medio de una salud floreciente y renovadas fuerzas, - uno esté en una alegre serenidad

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y en una segura confianza, predispuesto a entrar para siempre en la «otra costa», - sin posibilidad de
regreso . . .

Es un estado emocional, él que acá se está requiriendo.

Pueda que esto no parezca fácilmente alcanzable a toda persona, pero ciertamente nadie debe
olvidar que este estado es condición determinante del correcto poder morir. -

Para quien las cosas del mundo físico terrenal tienen aún fuerza suficiente como para retenerlo y
que no cree poder prescindir de ellas, - aquel que no puede imaginarse ningún estado en el cual
todos los objetivos de sus pretensiones terrenales sean insignificantes, - difícilmente va a aprender
el Arte del correcto morir. -

Vivir correctamente y contento en la Tierra, lo entiende recién el ser humano, solo cuando logra
voluntariamente producir en sí mismo, diariamente y a toda hora, el estado de disponibilidad para
morir, - libre de todo temor y tristeza. - -

Él sabe que no podrá ser separado jamás de aquello que aquí debería abandonar, - y aunque sean los
seres más queridos, los seres más necesitados de cuidado, si él mismo no quiere la verdadera
separación y la logra a través de su voluntad. -

Él sabe, que permanece «aquí», en el mismo «lugar» cósmico, - más cerca aún de las personas
queridas de lo que pudo haber estado alguna vez en el cuerpo terrenal. -

Él sabe, que después de la muerte, no se transformará por cierto en algo semejante a un dios, y de
ningún modo será terrenalmente «todopoderoso», pero que si se encontrará en mejores condiciones
de poder ayudar a aquellos que necesitan de su ayuda, como nunca hubiese sido posible en la vida
física. - -

Aquel que practica de esta manera el Arte de morir, sabe que de aquí en más, será fácil para él morir
verdadera y definitivamente, aun cuando pudiese encontrarse en forma totalmente inesperada con
la muerte . . .

Que el fenómeno físico de la muerte sea angustioso en ciertas circunstancias solamente para los
espectadores, lo atestigua desde hace mucho tiempo la observación de investigadores médicos, ya

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que el moribundo mismo no sufre por su causa, sino que los dolores de su eventual sufrimiento,
solo los siente en tanto aún no se halla muerto.

Pero nosotros solo habremos de manifestar aquí, de qué manera la conciencia del moribundo
sobrevive al acto del morir.

Aun cuando el moribundo se encuentre totalmente consciente hasta el último momento, entra, sin
embargo, en el instante del comienzo del desprendimiento del organismo espiritual, que hasta ahí
estuvo junto con el cuerpo terrenal, en una suerte de «sueño ligero», del cual la conciencia recién
despierta nuevamente en sí misma, una vez que la «muerte» ya se haya consumado.

En el momento de este despertar, que acontece algunos segundos o minutos después de la «muerte»,
externamente verificable, la persona ya se encuentra en su organismo espiritual, como único
transmisor de experiencia, con el «otro lado» del mundo causal, solo espiritualmente perceptible: -
la eterna «Realidad», que irradia desde sí misma a toda forma de existencia, tanto espiritual como
física, de acuerdo al modo de percepción.

La capacidad de percepción del muerto condicionada hasta aquí por sus sentidos físicos, es
sustituida por una nueva forma del percibir, por lo común antes desconocida para él, en tanto su
manera de percibir permanece al principio aún inalterada.

Él está muy lejos de considerarse como muerto, ya que se registra por cierto consciente de sí
mismo, requeriente y capacitado para percibir, si bien no reconoce aún, que son los órganos
espirituales, los únicos que ahora le sirven.

Él no se siente de ninguna manera como «sin forma», ya que su cuerpo físico solo fue una más o
menos consumada imagen del organismo espiritual conformado a través de la propia eterna
voluntad, - «aunque inconsciente» al conocimiento cerebral, - y a pesar de que la conciencia se
encuentra ahora capacitada para percibir, no se la reconoce aún como diferente al cuerpo físico.

Y así como el dolor físico cesa de inmediato cuando un miembro doloroso del cuerpo terrenal se
hace insensible mediante la aplicación de medicamentos apropiados, - así también, los dolores
físicos que quizás sufre un moribundo poco antes de su muerte, desaparecen completamente en el
instante del despertar en el «Más Allá», ya que el cuerpo físico, en donde se encuentra la causa de
la sensación del dolor, queda separado para siempre del organismo espiritual, que ahora solo se
percibe a sí mismo. -

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Pero aún queda una cierta «fluídica» conectiva a través de invisibles y sutiles irradiaciones del
cuerpo físico, que son sensibles también al organismo espiritual, y esta conectiva es la causa por la
cual el despierto en el Más Allá percibe de un modo espiritual, aún ciertos acontecimientos en la
cercanía del cadáver, a pesar de que ellos acontecen en el mundo físico.

Así, él ahora siente «en el Más Allá» la «fluídica» influencia desde la contra-irradiación de las
personas, que rodean a su abandonado cuerpo terrenal, él siente el «valor emocional» de sus
«contactos», como de sus palabras, y mantiene todavía, igual que un ciego, una representación
bastante parecida al abandonado espacio externo, - si bien persiste aún la ilusión de que ese espacio
es todavía percibido con los sentidos físicos.

Estas últimas relaciones con el lado físico-sensorial del mundo causal, se conservan por un tiempo
más, si bien el cadáver hace rato que se ha enfriado, pero aun cuando se las pudiesen seguir
sintiendo, ellas pierden fuerza de hora en hora, y la capacidad de percepción, cesa completamente
apenas comienzan los primeros síntomas de descomposición.

A aquellos, que frente al acto de incineración de cadáveres se escandalizan, o los que creen aun, que
a causa de ello los muertos, pudiesen ser «dañados» en su vida en el Más Allá, sería bueno decirles,
que pasado el tiempo al que se atienen los países civilizados antes de dar sepultura a un cadáver, ya
habría cesado hace rato toda relación perceptiva entre el organismo espiritual del muerto y lo que
fue su precedente cuerpo terrenal.

Sin embargo, donde actuó el fuego como causa de muerte, así como en toda otra causa de muerte,
solamente se siente dolor hasta la pérdida de la conciencia vinculada físicamente, en tanto después
del «despertar» en el Más Allá, toda relación con el cuerpo terrenal anterior se extingue por medio
de la descomposición que produjo el fuego.

Lo que no se extingue es la conciencia de su propia presencia, que ahora por medio del organismo
espiritual es percibida, y el ver y el reconocer con claridad a todos los seres humanos físicamente
presentes en sus formas espirituales, las que sí, - prescindiendo de los impedimentos físicos en su
manifestación en la Tierra, - concuerdan enteramente con las formas terrenales.

Muertos, cuyas conciencias durante sus días terrenales se han desarrollado poco por sobre la Región
de la existencia físico-animal, el nuevo estado frecuentemente los engaña tanto, que aún por un

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largo tiempo, después de su muerte terrenal, no notan que ya no se encuentran más en el cuerpo
físico.

Ellos solo se imaginan como «restablecidos», ya que el anterior motivo causal de sus sufrimientos
ha dejado de existir.

En un principio, fascinados aún en una suerte de imaginaria ensoñación de la experiencia terrenal,


se les mezcla la percepción de la forma espiritual de sus parientes con las autogeneradas
conformaciónes de su ensoñacion, y los fallecidos no comprenden el porqué están de duelo por su
causa.

Frecuentemente tratan entonces con todas sus fuerzas de convencer a los que realmente están de
duelo en la existencia física, que no existe ningún motivo para guardar luto, - solo que este esfuerzo,
en medio de la excitación del dolor, no es sentido por los que han quedado atrás en lo físico.

Una vez que el muerto reconoce su impotencia ante la supuesta necedad de sus parientes y amigos,
descubre de repente que ya no está más afectado a un cuerpo físico, y así despierta de su propio
sueño autoelaborado.

Recién entonces comienza realmente a «aprender a ver», y sus ojos espirituales se abren ante la
nueva parte espiritual del mundo causal, cuyo ámbito físico-sensorial perceptivo ha abandonado, sin
cambiar el «lugar» cósmico.

Aquí comienza entonces para aquellos que no practicaron «el Arte de morir» durante sus días
terrenales, el errar espiritual, ya que el organismo espiritual de un ser humano, no se elevará en
nada a través de la muerte, por encima de la seguridad en el reconocimiento consolidado hasta ese
momento.

Ahí mismo por cierto se encuentran cerca Auxiliadores bondadosos, pero ellos no serán
reconocidos como tales.

Por el contrario, ellos serán rechazados por el muerto con toda decisión y seguro de si mismo,
encasillado aún en sus opiniones físico-terrenales, de modo tal que así quedan impedidos de ofrecer
todo tipo de ayuda.

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El convencimiento de haber alcanzado realmente la vida en el «Más Allá», despierta también más
de una vez, una presunción ilimitada, y a los que son afectados por ella, tanto más los fortalece en
sus necedades.

Aquel que estuvo completamente aprisionado a lo terrenal, o que por sus preocupaciones estuvo
demasiado dependiente de las cosas y de las personas, a las cuales ahora no podrá más regresar
actuando físicamente, será invadido ante la evidencia de la imposibilidad del regreso, de una
angustiosa desesperación, que primero tendrá que combatir antes de encontrarse capacitado para
reconocer sus nuevas posibilidades de acción frente al mundo terrenal, que ahora ha de reconocer
en forma puramente espiritual. -

Pero aquellos que en la vida física estuvieron absortos por completo en el intento de la concreción
terrenal de una «idea» y las representaciones generadas por dicho intento, pierden bien pronto casi
todo el interés por el mundo físico abandonado.

Ahora solo buscan tener una oportunidad, dentro de su nueva Región de vida, de poder concretar su
«idea» y están como ciegos frente a todas las nuevas posibilidades vivenciales.

Otros en cambio buscan la «bienaventuranza», que les fuera prometida y que esperaban
confiadamente, y quedan muy asombrados al no encontrarla enseguida en el «Más Allá» y en la
forma en que se la ensoñaron tan bellamente en la Tierra.

Para todos estos preocupados consigo mismos y con la propia representación de la vida que llevaron
consigo, habrá finalmente una suerte de concreción de sus deseos, en el momento en que lleguen a
una de aquellas Regiones espirituales inferiores, cuyos creadores inconscientes ya estaban en la
Tierra . . .

Este tránsito no es tampoco ningún «cambio de lugar», ya que todos los mundos espirituales - y
existen de aquellos incontables, hasta el más elevado y puro mundo del espíritu, - compenetrándose
unos con otros, se encuentran en el mismo «lugar» cósmico. -

La vivencia consciente de los mundos espirituales, así como el tránsito de uno al otro, depende
siempre de una cierta transformación de la percepción que hace «ciega» a la conciencia espiritual
frente a determinadas manifestaciones, en cambio frente a otras la hace como «viendo».

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Pero justo esta transformación de las percepciones no puede provocarse arbitrariamente, sino solo
por los Maestros de la eterna manifestación del ser humano en el más elevado Reino espiritual, o
sus enviados: sus alumnos selectos, en tanto sus propias predisposiciones psicofísicas sean idóneas
para ello.

Pero todo ser humano, aun cuando él no pertenezca a los pocos aquí designados, siempre puede por
cierto buscar de familiarizarse en las representaciones con los sentimientos, sensaciones y estados
de conciencia, que coincidentemente con las explicaciones dadas aquí por nosotros, le esperan a él
después de la muerte del cuerpo terrenal.

Dejo sin cuidado la objeción que una tal incitación a la capacidad de representación requerida,
siempre podría producir solo «imágenes» que de ningún modo conducen hacia una vivencia de la
verdadera existencia pos terrenal.

Por ello mismo exijo sí, que en la conformación de la representación de imágenes aquí necesarias,
se atengan rigurosamente a la exposición que doy en este libro, ya que a solo muy pocos seres
humanos les son posibles, ya durante sus existencias terrenales tomar conocimiento
conscientemente de la existente Región pos-terrenal, en tanto a todo ser humano le es posible
experimentar en cierto modo por adelantado, por medio del despertar de la representación de
imágenes correspondientes a la Realidad, sentimientos, sensaciones y estados de conciencia de lo
que es de esperar después de la muerte terrenal.

¡Sin embargo, es necesario un frecuente experimentar por adelantado si es que se quiere estar
seguro, que después de la separación de la conciencia del modo de percepción terreno-sensorial, se
va a saber orientar allí y sobre todo reconocer qué habría de buscar y qué habría de evitar!

Solo quien logre consolidar dicha seguridad ya durante su existencia terrenal, luego del tránsito
hacia la nueva forma de percepción puramente espiritual-sensorial, descubrirá ahí mismo también
las manos que se le extenderán en ayuda, y sabrá asirlas con toda confianza . . .

¡A él nosotros podemos ayudarlo!

Él supo «aprender» el Arte de morir ya durante sus días terrenales, y su confianza en nuestra
enseñanza permitió madurar en él toda la capacidad de reconocimiento, del cual ahora requiere.

¡De aquí en más está protegido frente a toda decepción y desilusión!

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A él le guiamos nosotros, - de paso por las diversas «Regiones de la costa», que se crearon por las
imaginaciones y fascinaciones terrenales a través de las fuerzas de voluntad que fue erróneamente
guiada, - ahí mismo hacia el «interior» de la ahora adentrada «Región», donde una conducción
bondadosa lo acerca entonces más y más a su perfeccionamiento.

¡A través del renunciar a su cuerpo terrenal, él no se ha convertido bajo ningún concepto en ningún
«otro»!

A él no se le puede dar de repente, lo que aún le falta. -

Solo lo que él en la Tierra ya supo lograr, trae consigo como posesión.

Lo que él en la Tierra logró unir, queda para él también «unido» en la vida espiritual-sensorial, y lo
que él en la vida terrenal logró desunir, queda también ahora para él »desunido» . . .

Solo poco a poco se lo puede guiar siempre más hacia lo alto, hasta que un día se encuentre
capacitado para entrar en el más sublime de todos los Reinos espirituales: - el puro mundo de luz de
la más dichosa y absoluta realización. - -

Los «tiempos» necesarios para este ascenso son determinados por el grado de relativo
perfeccionamiento espiritual logrado en la Tierra y por la madurez de la eterna voluntad,
consolidada por semejante perfeccionamiento dentro de la sensibilidad de su conciencia.

El «morir» desde la forma experimental terrenal hacia la forma de percepción espiritual-sensorial,


se efectúa por cierto también sin tu intención, y lo que en el »Más Allá» te espera estará ahí, aun
cuando tú no creas en ningún «Más Allá».

Sin embargo, a tu eterna voluntad se le otorga un gran poder, ya que tú estás capacitado a través del
trabajo previo aquí en el lado del mundo físicamente perceptible, de determinar esencialmente todo
tu destino posterior.

La condición evidente es un cambio de conducta de vida responsable y consciente, siempre


orientada hacia el elevado objetivo espiritual, que solo es alcanzable en el amor desinteresado hacia
todo lo viviente.

En la «otra parte» del mundo, - allá, donde solo se percibe con los sentidos espirituales, - no impera
únicamente la «gloria de los bienaventurados». -

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Realmente, también allá existen Reinos de angustia y de desesperación, del consumado
arrepentimiento, y del deseo de autodestrucción, si bien este deseo jamás se logra satisfacer . . .

Pero a través de estos Reinos deben cruzar infaliblemente todos los que aquí en la Tierra no hayan
cumplido con la ley que requiere de cada ser humano terrenal el amor hacia sí mismo y hacia todos
los semejantes.

¡Tal «amor» está muy alejado de ciertas formas de sentimentalismo entusiástico y de toda exaltación
de sentimientos!

El aquí mencionado amor, requerido por la ley espiritual, es más que nada la más elevada y más
fuerte autoafirmación de sí mismo, así como la afirmación de todo lo existente, de modo tal que el
ser humano que por él es penetrado, percibe tanto en sí mismo como en todo lo existente solo lo
positivo, lo requerido por el espíritu, aun cuando también se vea necesitado de defenderse al
máximo de las activas y concomitantes fuerzas negativas de la misma manifestación. - -

La más grave transgresión contra la ley espiritual, de la que aquí se habla, la cometen todos los que
en la Tierra se apoderan de su vida corporal, a fin de evadirse cobardemente por cualquier motivo,
de la existencia terrenal y sus exigencias.

Tal hecho es además sin sentido e inconducente, ya que aquel que comete suicidio, en lugar de
encontrar la ansiada liberación, se ve enfrentado a uno y mil veces más angustioso encadenamiento,
en los realmente no deseables estados de conciencia, de los cuales ahora por eones no podrá
evadirse más.

Existe un cierto consuelo para los que han quedado atrás, en el hecho de que la mayoría de las
destrucciones de la propia vida, fueron cometidas por seres humanos cuyas conciencias en el
momento decisivo se encontraban enfermizamente sumidas en las sombras, de modo tal que el
terrible hecho de negación acontece en un estado, al cual bien se lo puede describir como una
espontánea irrupción de locura, aun cuando este estado se fue preparando desde hace mucho
tiempo, a través de un irresponsable «juego» con los pensamientos en la posibilidad de destrucción
del cuerpo.

Por cierto que asesino y asesinado se han «manifestado» en tales casos en una persona, sin
embargo, el asesinato es obra de un pensamiento que se hizo demasiado poderoso, al cual la víctima
le dio vida con sus propias fuerzas, hasta que finalmente la devoró. -

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En este caso, el destructor de su cuerpo terrenal no acarrea entonces con la responsabilidad por el
acto de muerte, sino que la ley espiritual requiere de él una compensación por todo equívoco pensar
y actuar, desde donde finalmente se impulsó fuertemente el hecho en locura. -

Esta compensación consiste la mayoría de las veces, en tener que soportar una segunda reinserción
en el cuerpo animal-humano en la Tierra.

Se trata aquí de uno de aquellos casos excepcionales, en el cual solo la llamada «reencarnación» es
tomada en consideración como posibilidad, en tanto ella sería, conforme a la ley de
desenvolvimiento de la vida humana terrenal, y justamente a través del consumado
desenvolvimiento, de una vez para siempre imposible.

Y si bien es de enorme importancia la utilización de la vida terrenal para la preparación de estados


de conciencia pos terrenales, no debes por cierto creer de ninguna manera que tú ahora en la Tierra
debieras llevar para una asegurada «salvación», la vida temerosa y preocupada de un pusilánime
«santo», - uno de aquellos egoístas de corazón que se atemorizan mucho ante cada «pecado», pero
regocijándose internamente, creen por cierto en la «condenación por el mundo maligno».

Tal postura frente a la vida, solamente te permitirá alcanzar un día, con toda seguridad, una de
aquellas engañosas «Regiones de la costa» del espíritu, que la locura humana ha conformado, sin
reconocerse en su propia calidad de autor.

Una vida de fiel cumplimiento de los compromisos, llena de amor hacia todo lo viviente, llena de
aspiración por alcanzar la bondad de corazón y la verdad, por lograr orden en el gobierno de tu
voluntad y en el ennoblecimiento de tus alegrías, - una vida llena de una alegre fe en la definitiva
concreción de tu más elevado y más purificado anhelo, - será en todo momento, aquí en la Tierra la
mejor vida para ti, principalmente cuando tú, al mismo tiempo te empeñes en aprender aquello que
en este tratado he llamado «el Arte de morir».

Existe por cierto también otro elevado Camino espiritual especial, del que ya hablé en otra ocasión,
pero antes de haber logrado conformar tu vida, tal como mi consejo aquí te enseña a conformarla,
apenas podrás avanzar por este Sendero . . .

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Quien quiera adentrarse en este Camino, debe estar libre de todo lo que pudiese impedir su seguro
andar.

¡La «pusilanimidad» derrotista es tan reprobable como el gesto hueco de «negación del mundo»!

No a todos se les presenta el Camino transitable, en el cual el hombre puede lograr que su «Dios»
nazca en él, no obstante cada uno debería al menos saber acerca de este Camino: - cada uno debería
prepararse ya aquí en la Tierra para, de ser posible, también entrar en él.

A muchos quizás les puede faltar aún la fuerza y la permanencia que ahí son necesarias, pero
también todas las fuerzas espirituales crecen a través de la aplicación, y la perseverancia aquí
también solo les es conferida a aquellos que dedican todo su amor a un quehacer. - -

Todo lo que en este perceptible lado del mundo físico se piense, se siente y se actúe, ejerce un
continuo efecto en el mundo «del Más Allá».

Los frutos de toda obra de acción, que el ser humano aquí en lo terrenal crea, quedan para él
conservados, más allá por sobre la muerte, aun cuando sus obras en la Tierra solo sirvan a intereses
físicos.

Estableciendo la responsabilidad moral como premisa, todo tu obrar aquí en lo terrenal, no depende
de lo que hagas, sino de cómo lo hagas. - -

La más denigrante tarea aquí en la Tierra puede hacer afluir en ti impensadas fuerzas para tu
posterior vida en el lado del mundo espiritual, si es que lo que aquí te es encargado lo llevas a cabo
en un fiel cumplimiento de los compromisos, alegremente y con todas tus mejores fuerzas, como si
la existencia de todo el universo dependiese solamente del bondadoso rendimiento de tu labor . . .

¡Para ti mismo, eres única y exclusivamente tú mismo responsable!

En todo lo que piensas o haces, - en todo lo que impulses en este lado experimental del mundo
físico-sensorial, - eres siempre tú, el involuntario creador de tu futuro destino, en el mundo de
percepción espiritual-sensorial. -

Lo que aquí en la Tierra llamas tu «destino», es irrisoriamente solo una pequeña parte de un
inconmensurable Todo, y cuando aquí riñes con tu destino, - así sea tu descontento humano muy

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entendible y por cierto también disculpable, - eres no obstante igual a un niño, que neciamente
reclama cosas, las que todavía no se le pueden dar, porque ellas le habrían de dañar, en tanto más
tarde, lo requerido estará en suficiente abundancia a su disposición . . .

Recién entonces, cuando alcances un nivel más elevado del mundo espiritual, podrás entonces
comprender tu destino, y sonreirás pensando en tus anteriores juicios. - -

Entonces verás que tus mejores motivos de comprensión intelectual, que una y otra vez te sedujeron
en tu juicio, fueron asimismo otras tantas necedades, porque tú quisiste ya desde el filamento de la
raíz que tus manos excavaron de la oscura Tierra, inferir la belleza de la flor y el dulce sabor del
fruto.

Solo aquel que sabe liberarse por sí mismo de las restrictivas representaciones de imágenes, que
desde su modo de percepción física-sensorial forzosamente se le fueron formando, también habrá de
entrever paulatinamente un poco del inconmensurable Todo, en el cual está enraizado, y al que por
medio del entendimiento físico-sensorial jamás podrá acercársele . . .

No fue ninguna frase hueca, cuando tiempo atrás un Sabio, casi rendido ante el esplendor de lo
contemplado, encontró las palabras:

«¡Ningún ojo lo ha visto, ningún oído lo ha escuchado, lo que Dios les ha reservado a aquellos que
le aman!»

¡«Amar a Dios» quiere decir: - «amar» toda dificultad y todo dolor de la Tierra y aceptarlos tan
voluntariamente, como si todo ello justamente se hubiese querido y se hubiese pretendido así, tal
como entró en nuestra vida! -

¡«Amar a Dios» quiere decir: - amar la Tierra y todo lo que en ella vive, - tal como es, - aun cuando
resulte ser desagradable a nuestros deseos! -

¡«Amar a Dios» quiere decir: - amarse a sí mismo y por amor a sí mismo aceptar alegremente todo
agobio que se nos ha dado para sobrellevar en el largo y dificultoso Camino, que del error y de la
confusión nos conducirá finalmente hacia nosotros mismos, así como nosotros estamos eternamente
en Dios! - -

23
Luego de todo esto, habrás de saber entonces, de qué modo debes honrar de la mejor manera a tus
«muertos», - aquellos, que en otro tiempo aquí en la vida terrenal te han sido cercanos, y que
también hoy como antes se encuentran en existencia, solo que ahora están sustraídos a tu capacidad
de percepción física-sensorial . . .

Ahora debes saber, como tú les puedes continuar ayudando, y como obtener de ellos ayuda cuando
tú mismo la necesites.

¡Es verdaderamente un equívoco comienzo, construir un «círculo espiritista», a fin de ponerse en


contacto con los que han fallecido en la Tierra!

Suponiendo la honestidad de todos los partícipes y la seguridad frente a todo engaño, aun
inconsciente, tienen por cierto demasiado poco conocimiento de las fuerzas que en tales «sesiones»
se manifiestan por lo que no estarían en condiciones de reconocer a los verdaderos autores de los
fenómenos.

¡Tampoco entonces, cuando rechazan toda creencia preconcebida para primero investigar por si
habría algo de verdadero en el fenómeno!

Las fuerzas, de las que se trata en las auténticas manifestaciones espiritistas, están llenas de
mentiras, malhumores y engaños, - siempre listas para, con la ayuda de vuestra propia fuerza,
hacerse notar, - aunque muy lejos de transformarse en objetos de investigación voluntarios . . .(Las
múltiples posibilidades de engaño por parte de «médiums» y partícipes de sesiones, las dejo aquí
naturalmente fuera de consideración).

Las manifestaciones, en las cuales creen estar operando fuerzas «del Más Allá», no son otra cosa,
una vez descartado el engaño terrenal, que el juego de seres invisibles de una Región aún casi
desconocida del mundo físico.

Para los verdaderamente «despiertos» en el espíritu, - que como conscientes del Más Allá ya
pueden ser considerados entre los «trascendidos» aun cuando vivan en un cuerpo terrenal en el lado
perceptible del mundo físico, - es por cierto posible, en casos aislados, de valerse de los aquí
mencionados seres, al igual que normalmente uno se sirve de la ayuda de alguna fuerza accesible,
solo que ninguno de estos realmente despiertos en el espíritu, ha de tener la ocurrencia por cierto de
querer aportar entretenimiento a los partícipes de una sesión espiritista, o para hacer «interesantes»
los intentos de un experimentador . . .

24
También allí donde se esté bajo la impresión de que «indudablemente» se tiene algo que ver con la
entelequia de un antepasado ser humano terrenal, el peligro de engaño a través de los Lémures
supera por mucho toda posibilidad de una auténtica comunicación, por lo que no se puede dejar de
prevenir con insistencia de entrar en aquel Camino, que conduce hacia cualquiera de las
manifestaciones «espiritistas».

Quién aquí les previene, conoce todo acerca de las posibles manifestaciones en el terreno
«espiritista» por experiencia propia, segura y más que suficiente.

Asimismo él conoce también aquel invisible mundo físico intermedio, que conforma al elemento de
vida propia de las supuestas «apariciones espiritistas» y sabe cómo valerse de esos seres y de sus
fuerzas, así como cuando se hace uso de un caballo de montar o de un perro rastreador, donde las
circunstancias lo requieran.

A aquél espiritualmente autorizado para ello, estos seres le sirven con sus fuerzas, cuando él lo
requiera, sin que antes se vea en la necesidad de utilizar a un «médium» para celebrar «sesiones de
espiritismo».

Él se adentra en las Regiones de estos seres intermedios con la misma seguridad, que cuando se
desplaza conscientemente por los mundos puramente espirituales.

Agradable ciertamente no es acercárseles a estos seres y ninguno de los que pueden servirse de
ellos, de acuerdo a su voluntad, jamás lo hará sin una urgencia, y además tendrá que superar
siempre una sensación de repugnancia.

Con estos seres, comparables en algo a las medusas de los mares del sur, pero normalmente no
como estas criaturas, físicamente perceptibles, así como con sus fuerzas, no obstante, puramente
físicas, entran a lo sumo en contacto, en tanto se imaginan estar conectados con vuestros «muertos
queridos», - a no ser que vuestras propias fuerzas, para ustedes inconscientes, pertenecientes a la
misma Región que estas invisibles criaturas físicas, provoquen solo por si mismas todas las
manifestaciones, de modo tal que, ustedes mismos sin darse cuenta, se representan a sí mismos una
espectral obra teatral . . .

Por el bien de vuestra alma y vuestro cuerpo, dicho autoengaño no reconocido, es siempre mucho
menos funesto que las verdaderas conexiones con los aquí descriptos seres Lémures, quienes
chupan vuestras fuerzas igual a sanguijuelas, y que solo con la ayuda de las a ustedes extraídas

25
energías, están en condiciones de poder producir los supuestos «milagros» en vuestras «sesiones
espiritistas».

Hasta el investigador sin prejuicios, que va al encuentro de estas apariciones solo como observador,
no está de ningún modo inmunizado contra la fuerza de los tentáculos de los pólipos, que desde lo
invisible lo envuelven.

Y tanto más él piense estar «por encima de la situación», debe dejarse por cierto extraer sus propias
fuerzas más secretas, sin sospechar apenas del abuso al que le someten los invisibles parásitos de su
«médium» cautivando su interés. - -

La verdadera «comunicación», - la única comunicación segura con los que se nos «adelantaron» en
el «Más Allá», - tiene lugar solamente en lo interno, en el «alma», y es en forma puramente
espiritual.

¡Vuestro propio «cuerpo» espiritual es el órgano para percibir a los que para ustedes «han muerto»!

Cada pensamiento «sentido», cada sentimiento que les compenetre plenamente, es percibido «en el
otro lado», al igual que lo es la palabra hablada aquí en el mundo físico-sensorial.

Asimismo también pueden percibir, - si «en el silencio» son lo suficientemente sensibles para ello, -
las manifestaciones de aquellos que se experimentan en el lado del mundo espiritual, como suaves
pensamientos y como sentimientos que como proviniendo desde afuera penetran en ustedes, y que
después de alguna práctica de capacitación en diferenciar, seguramente son de distinguir de los
«propios» pensamientos y sentimientos. -

Sin embargo, aun prescindiendo de aquello de lo que pueden ser conscientes, existe no
conscientemente un permanente efecto de influencias, de modo tal que frecuentemente ustedes son,
en un sentido mucho más preciso, el «médium» de uno de los adelantados, lo que jamás un así
llamado «médium espiritista» pudiese llegar a serlo, aun cuando los del «Más Allá» quieran valerse
de él . . .

Si ustedes estuviesen acostumbrados a observar los aconteceres cotidianos de sus vidas con sentidos
despiertos, pero prestando atención a lo misterioso, verían también con frecuencia que actúan en el
sentido querido por un «muerto», tal como el difunto habría querido si viviese aún en la perceptible
manifestación física, aun cuando no existiese la menor intensión consciente en ustedes de actuar así.

26
En cambio, bien les habría dado también que pensar, cuando con bastante frecuencia sucede un algo
por parte de completos extraños, que puede considerarse la última satisfacción de un deseo que un
muerto durante el tiempo de su vida terrenal ardientemente albergó, pero que en aquel entonces le
quedó sin cumplir. - -

Ciertamente, todo esto es mucho menos vistoso que una mesa bailadora o flotante, cuyas patas
golpean «mensajes» o aun como formas «materializadas» en las que hipnóticamente fascinados y
sin ser consciente de ello, reconocen y oyen hablar «con toda seguridad» a un muerto, a pesar de
que lo que ahí está ante uno, no es otra cosa que una suerte de silueta «astral» con forma humana.

Si bien los rasgos externos de la precedente aparición terrenal del difunto son tomados prestados y
aun el vestido o el traje, se festeja su aparente resurrección, - sin embargo, a través de tal espantajo
habla un ser animado, que los llenaría de espanto, si pudiesen una vez verlo de repente al lado de
ustedes en su forma real, libre de todo enmascaramiento. - -

Seres humanos, que jamás experimentaron auténticos y realmente notables fenómenos espiritistas,
apenas podrán por cierto comprender que tales cosas deben ser tomadas en serio, - pero
lamentablemente ello no impide que el llamado «espiritismo» cuente con millones de ocultos y
manifiestos adherentes y continuamente atraiga a nuevos «convertidos» a su círculo hipnótico.

Una inmensa literatura acerca de teorías y prácticas espiritista en parte fantástica, en parte
pseudocientífica, encuentra de continuo a afiebrados lectores, y en cuanto a los creyentes, aquí no
los protege de ninguna manera todo el conocimiento científico que hayan adquirido en otros
terrenos frente al más burdo engaño, - y particularmente menos aun cuando un fallecimiento
despierta el ardiente deseo de estar nuevamente y de alguna manera en contacto con el muerto
querido . . .

El birrete de doctor no crea ningún aislamiento suficiente frente a las hipnóticas influencias
provenientes desde lo invisible, y los talares obtenidos por los títulos académicos, son
lamentablemente traslúcidos como telas de araña, para las trompas de los invisibles moluscos
físicos.

Por todos estos motivos, mi advertencia no debería ser considerada innecesaria.

27
Todo el cosmos físico y espiritual es un Todo unificado, aun cuando este Todo se manifieste en
muy diferentes aspectos.

La verdadera Realidad que se encuentra detrás de los aspectos, fue y es siempre manifestada solo a
muy pocos hombres terrenales.

Ella se aleja tanto de lo experimental como del pensamiento especulativo.

En el lado físico-sensorial, así como en el lado espiritual del universo, existen respectivamente las
más diversas variaciones en el modo de percepción, y todas estas formas que llegan a la conciencia,
se presentan ante ella con la misma pretensión de querer ser «lo real».

Los seres que en el universo se vivencian, ven solo partes de la Realidad, y estas mismas partes,
solo en una no consciente autogenerada remodelación.

Así también la vida después de la «muerte» del cuerpo físico está determinada a través de un
cambio en el modo de percepción.

Se sentirá y experimentará la misma Realidad, - pero solo en el modo de percepción espiritual, - ya


que los sentidos físicos, con la extinción de las uniformes funciones de vida del cuerpo terrenal,
dejan de ser órganos de percepción útiles para experimentar.

Sensorialmente perceptible es, sin embargo, la vida en todas sus Regiones, aun cuando la forma de
los órganos sensoriales sea muy diferente. -

«Morir» es para el ser humano terrenal solo un fenómeno que forzosamente lo conduce a aprender a
utilizar conscientemente los sentidos, que hasta aquí estaban inconscientemente ocultos . . .

Estos sentidos espirituales ya están presentes durante la vida terrenal, - y ellos son la causa de que
el ser humano desde sus sentidos perceptivos del cuerpo animal, pueda receptar impresiones que los
animales aun en los niveles más altos no pueden experimentar, aun cuando la precisión de sus
sentidos físicos puede superar a la del ser humano. - -

Solo en casos relativamente raros, es posible que los sentidos del «cuerpo» espiritual en el ser
humano se abran ya durante esta vida terrenal, si bien la facultad de poder utilizar los órganos
espirituales sensoriales jamás acontece súbitamente, sino siempre en forma de un sucesivo «ir
despertando», que puede ser suavemente impulsado, pero de ninguna manera forzado a través de
medios arbitrarios.

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Quien ahora en la vida físico-sensorial también despierte a la utilización de sus sentidos
espirituales, ve los diversos, para él ya experimentables «mundos» inferiores del uno y único
mundo de la Realidad primordial como «intercalados» uno en el otro, de modo tal que a él,
frecuentemente le puede resultar difícil diferenciar de momento, cuál corresponde a las Regiones de
lo físico y cuál a los Reinos de los mundos sensoriales espirituales.

Solo los muy pocos seres humanos, a quienes también se les ha abierto, desde lo interno, el mundo
de las causas: - la «cosa en sí», perciben al mismo tiempo la una Realidad causal, a través de la
cual, todos los mundos espirituales, así como todos los mundos físico-sensoriales han sido
encausados.

¡Esta Realidad primordial es el fondo primordial de toda vida, sea que esta se presenta, para la
experiencia sensorial y la propia vivencia en forma espiritual o en forma física! -

Sin embargo, el «ser humano», - independientemente si sé vivencia en la forma de manifestación


espiritual o en el cuerpo animal terrenal, es visto en la eterna Realidad como:

Vida eterna en una forma capacitada para vivenciar individual y conscientemente.

Determinado por el modo de percepción físico-sensorial aquí en la Tierra y encontrándose en una


forma animal, le resulta seguramente bien difícil a la vida eterna, percibirse conformada
individualmente y al mismo tiempo como punto de concentración de un inconmensurable Todo: -
de un Todo que no conoce ninguna omisión, ninguna separación, a pesar de que se concibe a sí
mismo en un infinito despliegue de aspectos. -

Demasiado depende la representación mental ligada a lo terrenal de la visión ocular, que reconoce a
lo individual solo como un algo separado de lo demás.

Sin embargo, en la forma de percepción espiritual, la individualidad es una manifestación eterna


dentro del inseparable Todo: - no como un fraccionamiento en sí mismo, sino como una
manifestación de la propia unidad múltiple.

Toda la indivisible vida siempre se vivencia en cada una de sus interminables autoconformaciones,
en un determinado y único aspecto . . .

29
SOBRE
EL TEMPLO
DE LA ETERNIDAD Y
EL MUNDO DEL ESPÍRITU

30
Nosotros que compartimos con ustedes esta vida terrenal aquí en la Tierra y al mismo tiempo les
hacemos llegar el conocimiento acerca del espíritu, - vivimos verdaderamente en otro mundo que él
de ustedes, a pesar de que también tenemos nuestros pies bien firmes en esta Tierra.

Puede ser que les parezca que estuviésemos demasiado alejados de ustedes y, sin embargo, nadie
podría estar más cerca de ustedes que nosotros.

Cierto es que no solamente vivimos en el vuestro, sino también en el eterno mundo del puro
espíritu esencial, pero vuestro mundo también es penetrado por el eterno mundo del espíritu, - igual
que una esponja que crece en el mar, es penetrada por el agua de mar . . .

Ciertamente ustedes no pueden concebir mediante los sentidos terrenales el puro mundo espiritual
esencial, en el cual nosotros vivimos en espíritu.

¡Primero deberán ser capaces de percibir espiritualmente, si quieren vivenciar lo espiritual!

E igualmente entonces, deberán primero superar aún todos los mundos espirituales inferiores, antes
de alcanzar el Reino interno, desde donde el conocimiento viene hacia ustedes y aquí los
alcanza . . .

Muchos de ustedes nos buscan y creen que podrían estar ahora mismo espiritualmente unificados
con nosotros por el solo hecho de habernos visitado en nuestros hogares humanos en la Tierra ...
pero, aun cuando realmente nos encuentran aquí, de ningún modo habrán llegado a estar «más
cerca» de nosotros. -

Ellos solo ven nuestro cuerpo terrenal, solo oyen nuestra voz terrenal, y en todo caso, solo se
percatan de lo más externo de nuestras externas vidas terrenales.

Sin embargo, no pueden entrar en nuestro «templo», ya que él se encuentra en el lado espiritual del
mundo causal y no por cierto, «en las laderas del Himalaya».

Allá, en los ocultos páramos de la más elevada cordillera terrenal, solo viven desde días
inmemoriales, algunos de nuestros hermanos de la correspondiente generación: - hombres que han
superado toda posible grandeza en la Tierra, y ahora permanecen en un aislamiento inaccesible, a
fin de mantener el Sendero siempre libre de anegamientos, para que nosotros, los Obradores en la
vida mundanal, podemos transitarlo, a fin de cumplir con la tarea que nos es encomendada . . .

31
Durante miles de años hemos construido en nuestro templo espiritual, y continuamos
construyéndolo siempre, sin terminar jamás de construir el templo por completo.

Cada siglo se nos permite agregar nuevas capillas y altares, nuevas columnas y pilares, - de acuerdo
a un ritmo determinado espiritualmente y a un sabio plan previamente ordenado que descansa en los
fundamentos del templo.

Todos vuestros templos y altares en la Tierra son solo reflejos de este templo conformado
espiritualmente.

Más o menos claros, - más o menos deformados, - es de reconocer en todos sus terrenales reflejos
aquello que los antiguos maestros constructores entreviéndolo presintieron, y si es que ellos fueron
auténticos artistas, en una elevada intuición contemplaron, de la medida y de la ornamentación de
nuestro sublime Templo de la Eternidad. -

¡Este templo no es una obra del pensamiento, y no hablo aquí de ninguna manera solo en sentido
simbólico!

Él consiste más bien en ser una construcción siempre perceptible espiritual-sensorialmente,


compuesto de una sustancia espiritual, y es reconocida por seres con percepción espiritual como
una sólida estructura, de la misma manera como ustedes reconocen a los templos de la Tierra y a las
catedrales terrenales que se elevan hacia los cielos . . .

¡En el mundo espiritual todo es sentido tan «palpable» y tan «real» como en vuestro mundo de los
sentidos físicos, y ustedes se engañan enormemente, cuando creen acaso que aquí se habrían de
encontrar solo nebulosas ensoñaciones! -

¡Aquí no se trata de visiones, alucinaciones o algo así como representaciones de imágenes


autoelaboradas, ni tampoco del surgimiento de imágenes conformadas de experiencias propias
desde las inconscientes Regiones! -

Aquello que es percibido a través de los sentidos espirituales, se presenta con el mismo grado de
«objetividad», que aquello, que los sentidos físicos del cuerpo terrenal pueden percibir, y por este
motivo lo percibido espiritual-sensorialmente, aún hasta el más elevado nivel de automanifestación
espiritual, corresponde «objetivamente» a las formas del modo de percepción del mundo físico-
sensorial, si bien en una modificación condicionada por el espíritu.

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Existen también en el mundo espiritual «países y mares», profundos abismos y elevadas montañas,
ventisqueros cubiertos de eterna nieve y amplios y silenciosos valles llenos de armonía y paz . . .

A quien esto le parezca que suena «demasiado terrenal», debe tener en claro, que también aquí en la
Tierra sus percepciones físico-sensoriales se originan solo por determinadas impresiones, que son
producidos por medios externos. Pero que además habría él de observar en ello que siempre se trata
solo de efectos físico-sensorialmente perceptibles de ciertas energías, de modo que con todas las
designaciones que nosotros les damos a las cosas, en rigor, siempre solo fijamos ciertos complejos-
de impresiones-individuales perceptibles estereoscópicamente. -

Así por ejemplo, el ojo recepta el estímulo: blanco, la mano siente el frío y una cierta consistencia
de la masa tocada, el oído recepta el estímulo de un sonido crujiente apenas caminamos por sobre la
misma masa, según lo cual al complejo de estas percepciones (a las cuales se les puede aún añadir
ciertas otras como por ejemplo, la percepción del suave derretimiento o de la forma de cristalización
de cada «copo») lo designamos como «nieve».

Para producir la percepción física-sensorial de este complejo de estímulos, son por cierto necesarios
generadores físicos de estímulos, en cambio el mismo conjunto de estímulos para los sentidos
espirituales solo entonces es perceptible cuando energías espirituales se unifican para la misma
producción de estímulos. - -

¡También en el lado espiritual del mundo causal existe «espacio y tiempo», «causa y efecto», si
bien nosotros estamos esencialmente con todo esto en otra relación a como estamos acostumbrados
en la Tierra y en la vida física-sensorial! -

Todo lo que aquí en el mundo espiritual se experimenta, es de la misma Realidad que las cosas del
mundo perceptible con los sentidos físicos, pero que solo puede llegar a la consciencia de manera
espiritual.

Aquello que es percibido de tal forma, no se encuentra de ninguna manera en un lugar distante del
mundo físico, pero no depende más de las leyes vigentes en el mundo de la manifestación física. -

La voluntad actuante permite dejar crecer en lo espiritual aquello que nos puede servir en el cuerpo
espiritual, y la misma voluntad permite que el fruto maduro sea cosechado sin esfuerzo.

Nosotros no conocemos ningún animal en la Región del mundo espiritual, de la que aquí se habla, a
pesar de que el puro mundo de las formas de manifestación animal tampoco falta aquí de ningún
modo.

33
Sin embargo, todo lo que es «del animal» en el hombre sobre la Tierra, pierde aquí su poder sobre
nosotros al igual que toda hostilidad que nos sale al encuentro en la Tierra en forma de
manifestación animal.

Lo que en lo espiritual se nos revela en formas de la más elevada belleza que corresponden a la de
los animales en la Tierra, no tiene lo más mínimo que ver con la naturaleza animal, tal como se nos
presenta en la Tierra en forma animal . . .

En la Tierra, seres humanos suelen saborear la carne de animales para alimentarse terrenalmente,
otros la evitan, - sin embargo, aquí en el espiritual-sensorial vivenciar, no hay ningún otro
«alimento» que la espiritual equivalencia de frutos de plantas terrenales, así como la manifestación
terrenal del vino y del pan.

(Apenas es necesario decir que aquí se trata del «pan» que no fue horneado, y del «vino» que
realmente no «embriaga» . . .)

Sin embargo, «alimento» y «bebida» es también en el lado espiritual del mundo causal, la forma
espiritual-sensorial de renovación de fuerzas, así como existe en el vivenciar espiritual un estado de
restauración, que se deja comparar con el descanso reparador de los extenuados terrestres.

Ya que el «alimento» y la «bebida» son en lo espiritual productos de la fuerza de voluntad, es por


eso que también su efecto es solo una transformación de la misma fuerza en elementos corporal-
espiritual y por consiguiente no es necesaria para el cuerpo del espíritu excreción alguna causado en
la Tierra de lo animal.

Tal vez todo esto les parecerá por cierto a muchos de ustedes demasiado «sensorial», o tal vez
demasiado parecido a la vida en la Tierra, para que vuestra buena voluntad pudiera encontrar
entendimiento.

Ustedes olvidan en esto que también todo suceder sensorialmente concebible en la Tierra, es
siempre un «símbolo» de un fenómeno, el cual permanece inaccesible para los sentidos. -

Toda vida en lo físico-sensorial así como en el cosmos espiritual, se manifiesta como movimiento.

Sin embargo, todo movimiento engendra forma.

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Ya que toda vida es siempre una y la misma vida, así también toda forma: es el correspondiente
símbolo del mismo movimiento en todas las Regiones de percepción del universo. -

Un Reino del espíritu, tal como ustedes se lo ensueñan y como desde hace milenios una y otra vez
se les enseñó a imaginar: - sin formas, sin símbolos - no existe en ninguna parte, a no ser que se
contenten con los difusos Reinos de tinieblas, que en ciertas cabezas siguen aún vigentes como
«realidad».

El «mar sin forma de la informe divinidad» del que hablan los místicos, está por encima de toda
existencia, pero una vez perdidos en este mar, ustedes jamás podrán volver a encontrarse.

De él provinieron ustedes para ser forma y expresión de sus voluntades, pero una vez entregado a la
conformación individual, debió repeler eternamente a cada uno y lanzarlo constantemente de nuevo
hacia fuera, al universo, por si alguno pudiese retornar al ilimitado mar primordial. -

Muy alejados de este mar primordial se encuentran los pobres soñadores, que en su subconsciente
encontraron el oculto tesoro de experiencias de los más lejanos antepasados y cuya incapacidad
para la autovivencia individual la experimentaron nuevamente en sí mismos, como una supuesta
«vivencia de la divinidad» . . .

El más interno mundo de luz de percepción espiritual, desde donde les traemos el anunciamiento,
es, con respecto a su conformación, la obra de todos aquellos que sean capaces de vivenciar este
mundo espiritual, permanecen no obstante cada uno de ellos el formador de su propia vivencia.

En la comunidad de efectos de las voluntades, cada voluntad individual pretende tener aquí la
misma conformación.

Sin embargo, la voluntad individual dentro de nuestra comunidad logra para sí misma su propia
vivencia, la cual no perturba a ninguna otra voluntad individual, así como jamás podría ser
vivenciable tampoco por ninguna otra voluntad individual, a no ser a consecuencia de una recíproca
compenetración.

Si bien la conformación total del mundo espiritual-sensorial se percibe como un mundo «real» de la
misma manera que el mundo de la percepción física-sensorial, así por cierto, dentro del mundo
espiritual no se opondrán a nuestra voluntad ninguna de las resistencias que en la Tierra la inhiben
y la limitan.

35
Si queremos que algo sea, entonces basta con nuestra voluntad a fin de que sea . . .

Ello será, - de acuerdo a la fuerza de nuestra voluntad, tarde o temprano, - pero será así, tal como
nosotros lo queremos.

Solo las fuerzas de voluntad creadoras permiten en el mundo espiritual dar existencia a aquello que
se quiso que sea, y por otra parte lo querido hasta aquí se desvanece sin dejar rastros, apenas la
voluntad lo niega, de modo tal que el poder de voluntad linda aquí verdaderamente con el concepto
de «omnipotencia» . . .

Solo el mundo espiritual, que es conjuntamente querido por todos aquellos que internamente
lleguen a experimentar las vivencias aquí descriptas, - un mundo que es el resultado de la forma de
percepción espiritual-sensorial conjunta, - no se deja modificar o destruir tampoco como el mundo
de los sentidos físicos.

Pero también existen todavía otros mundos de la forma de percepción espiritual-sensorial: - los
mundos del entendimiento oscurecido y de la voluntad conducida erróneamente.

Estos son los mundos de aquellos que cayeron en lo espiritual sin poder liberarse de sus apretadas
ataduras de delirios y cadenas de ideas terrenales.

Incapaz de elevarse completamente consciente hacia las claras alturas del espíritu creador, cada
uno de los así encadenados, se crea un engañoso mundo inferior espiritual-sensorial, semejante a las
representaciones a las que estuvo ligado en la Tierra, - pero el fruto de su voluntad no tiene
consistencia duradera.

Ya que cada uno quiere otra cosa que el otro, uno destruye siempre la obra del otro.

Sin embargo, dichos mundos ilusorios se conservan también a través de muchos milenios, en tanto
agradecen su existencia a las representaciones comunes que fueron albergadas y nutridas en la
Tierra durante mucho tiempo con una enorme fuerza de fe.

No obstante, los involuntarios creadores de estos mundos, están de continuo en lucha contra sus
adversarios: - contra todas las fuerzas de voluntad que tienden hacia un objetivo diferente.

Ustedes no saben cuánta intolerancia religiosa, cuánto rencor nacionalista y cuantas otras rencillas
en la Tierra son solo repercusiones, provocadas por enfurecidas luchas defensivas en los Reinos

36
ilusorios, que el ser humano se creó en las Regiones inferiores del modo de percepción espiritual-
sensorial desde tiempos inmemoriales. - -

Todo lo que seriamente se ha creído o se ha querido que sea en la Tierra, produce en las Regiones
inferiores de la percepción espiritual-sensorial, un «mundo» coincidente en fe y en querer, que
perdurará tanto como perdure esta fe o esta voluntad en la Tierra que envían los creyentes y
querientes hacia aquella zona del otro lado.

Todo lo que se combate en la Tierra, es también hostil en el mundo de la realización ilusoria, que se
crea por ignorancia en esta zona espiritual-sensorial, y lo que en lo espiritual se ataca entre sí
furiosamente, repercute con sus fuerzas hostiles sobre la humanidad terrenal. -

A través de la acción recíproca, es nutrida en ambas partes la enemistad y el odio.

¡Sin embargo, todos estos mundos singulares, - estas espirituales «Regiones de la costa», - un día
perecerán, aun cuando su existencia pueda parecer asegurada por eones!

Solo tiene existencia eterna en lo espiritual, solo aquella conformación del mundo espiritual, que
proviene de un diáfano entendimiento de la eterna voluntad-colectiva unificada, que por nada
podría ser cambiada, ya que en ella la voluntad de autoafirmación en todos los individuos es
idéntica con el amor eterno, como el fondo primordial de la existencia imperecedera . . .

Nosotros, los que vivimos en lo eterno, seguros de nuestra eternidad, - no contrariamos ninguna
dirección volitiva ni ninguna fe, aun cuando nos puedan parecer absurdas o reprobables.

Nosotros no tenemos que proteger a nuestro mundo espiritual de ninguna clase de enemigos, ya que
quienes nos podrían ser hostiles, no están en condiciones de alcanzar el mundo en el cual vivimos
espiritualmente.

Por mucho que puedan haber escuchado de nosotros, - así como suelen juzgarnos sus suposiciones y
opiniones, - no saben por cierto acerca de qué estamos dando testimonio y tampoco lo podrán saber,
hasta tanto no sea superada su ceguera espiritual . . .

Así es entonces, que la voluntad enemistada de aquellos para con nosotros se habría dirigido solo
contra una imagen, que ellos mismos se crearon, - pero jamás contra nosotros mismos y contra
nuestro mundo espiritual. -

37
Nosotros vemos, desde las altas cimas de los ventisqueros que son nuestro hogar en el espíritu,
aquellos mundos espirituales perecederos en una profundidad inmensurable, que se creó la voluntad
esclavizada a lo terrenal, sin embargo, estamos siempre dispuestos a liberar, aquello que quiere
dejarse liberar.

¡No podremos liberar a nadie, que no reclame, con una voluntad pura, y honesto ante sí mismo en
lo más hondo de su ser, - lo más elevado y lo más luminoso, y que inquebrantablemente crea en la
ayuda del amor eterno!

Es algo excepcional la voluntad que se manifiesta de tal manera, - es algo excepcional la


comprensión de que solo el agotamiento de la propia fuerza, justifica el derecho a pedir ayuda . . .

Sin embargo, existen tal voluntad y tal comprensión.

Aunque llegue hasta nosotros más de un clamor, que se delata como un cobarde autolamento en la
huida de la propia responsabilidad, así por cierto también escuchamos otros clamores, que
realmente realizaron todo aquello que requiere la realización desde la propia fuerza.

¡Solo a ellos podemos nosotros liberar de las Regiones de delirios condicionadas por el tiempo!

¡De todo aquello que solemos obrar espiritualmente, tal obra de liberación nos es sagrada!

No conocemos alegría mayor, que ayudar a uno de aquellos que aspira a superarse a sí mismo,
ascendiendo desde la oscuridad hacia la Luz . . .

Los demás deben transitar un Camino, del cual aquí no se debe de hablar.

Ellos también reconocerán tarde o temprano, que su mundo espiritual ilusorio autocreado, no es el
mundo de la realización permanente.

Amargo y duro es entonces tal entendimiento y lleno de espinas se encuentra el Sendero que
solamente puede darle aún la promesa de alcanzar un día la luz.

Eones tras eones pueden aún transcurrir antes de que el buscador alcance por cierto de nuevo el
primero de los escalones, que lo puede guiar hacia lo alto hasta la luz eterna, - hasta la permanente
realización de sus anhelos, hasta el fondo primordial de su existencia. - - -

38
Todo lo que aquí anuncio, bien podría ser considerado como los singulares ensueños de un
«místico» acosado por sus propias fantasías, y no censuro a ningún ser humano de esta época,
cuando trata de resistirse de este modo a mis palabras.

Sin embargo, por el propio interés de ustedes, les aconsejo mejor entender estas enunciaciones
como el relato de un hombre, que tiene algo que decir de países lejanos, que ustedes mismos aún no
pudieron conocer.

Algunos de ustedes quizá pueden también tomar ofensa, ya que aquí escuchan otra cosa, que lo que
hasta aquí han escuchado de aquellas personas, que seducidas por el engaño, aseveraron haber
entrado en las Regiones de los mundos espirituales con los sentidos internos despiertos.

Aquí es de tener en cuenta que puede ser posible que algunos seres humanos, por una disposición
particular y de acuerdo a una cierta instrucción, hayan entrado en las más bajas y más externas
Regiones del inconmensurable Reino de la percepción espiritual-sensorial, pero por cierto nadie
podrá alcanzar el claro y más interno Reino luminoso del espíritu sustancial que no sea uno de los
designados cuidadores de la »herencia» espiritual oculta de la humanidad terrenal.

Los pocos a quienes esta herencia les es confiada y que ya han nacido con tal designio, debieron
también en cada época y primero bajo una elevada orientación, adquirir un considerable
conocimiento espiritual y una capacidad práctica, antes de que tras largos años de prueba, fueran
finalmente encontrados como realmente «probados» . . .

Sin embargo, los «videntes» que atrevidamente creen poder exponerles a ustedes los «resultados de
investigaciones en los niveles superiores», como si ahí se tratase de una Región abierta para ser
científicamente examinada, son - sin excepción - seres humanos a quienes, en el mejor de los casos,
les fueron asequibles una u otra de aquellas Regiones inferiores, que he designado como las
«Regiones de la costa» del modo de percepción espiritual-sensorial.

Alguno de estos engañados ha querido por cierto informar de buena fe acerca de cosas, que él
realmente descubrió en una cierta «Región de la costa», o que acaso uno del Más Allá, que a él le
pareció ser un «maestro», resolvió mostrarle en el desinhibido delirio de una entusiasta «seguridad»
engañosa. -

¡Es realmente mucho más raro de lo que ustedes sospechan el auténtico anunciamiento desde
nuestro mundo en el universo espiritual!

39
Aquellos, a quienes dicho anunciamiento les alcanzó de tanto en tanto, lo mantuvieron mayormente
oculto, y temieron profanar lo sagrado, si aquello que pudieron experimentar, hubiese sido dado a
conocer a la muchedumbre.

Siempre ha venido el anunciamiento auténtico solo a través de nosotros pocos, como los únicos que
podían darlo.

No obstante, las aclaraciones se dieron solo en secreto, y se les dieron solo a individuos que día y
noche se esforzaron por alcanzar la iluminación.

Sin embargo, con esta forma de distribución de la semilla, fue demasiado mezquino el cosechado
fruto, de modo que ahora se debe dar a conocer a todo el mundo lo que en palabras humanas puede
ser transmitido acerca de nuestro conocimiento experimental.

No me presento ante ustedes como un maestro, a fin de pretender que se me otorgue una confianza
mayor, como en general es costumbre entre gente de bien.

El anunciamiento que aquí les trasmito a través de mi palabra, lo doy desde mi eterna naturaleza
espiritual, y atestiguo aquí un mundo espiritual, en el cual vivo junto con mis hermanos en espíritu,
en tanto comparto, al mismo tiempo, también con ustedes la vida en la Tierra, comprometido con
todo lo terrenal y muy lejos de quererlo eludir.

Aquí tampoco doy solo testimonio del propio conocimiento, sino que escribo cada una de mis
palabras siempre en un simultáneo acuerdo espiritual con el conocimiento de quienes son mis
hermanos en espíritu, unificados conmigo como sacerdotes en el Templo de la Eternidad.

¡Quiera que aquel que lea estas palabras, pueda hacer total abstracción de la personalidad externa
del escritor, y se pregunte solo en su propio corazón, si allí ha de encontrar coincidencia con todo lo
dado aquí!

El consentimiento del corazón será solo suavemente percibido al principio, ya que el lector vive aún
en pensamientos y representaciones que son influenciados por los Reinos inferiores lindantes al
modo de percepción espiritual-sensorial.

Tanto más alto se haya elevado por sobre esta influencia, tanto más claro percibirá en su más íntima
interioridad la veracidad de mis palabras.

40
Aun cuando no sea consciente de ello, aquel que es un co-creador de los mundos inferiores
lindantes con las zonas espirituales, al estar fascinado por la repercusión de sus ideas
autogeneradas, difícilmente sentirá la urgencia de liberarse de su autoretención.

Asimismo, todos aquellos que tomaron al Reino del pensar abstracto como el Reino del espíritu,
solo exhibirán una sonrisa al decir que debería de haber un mundo de eterna realización en lo
espiritual, que exhiba tantos elementos del mundo de las manifestaciones físicas.

Pareciera muy difícil de acceder al entendimiento de que todo el mundo de las manifestaciones
físico-sensorial es una conformación posterior a los mundos de las manifestaciones espiritual-
sensorial tanto en lo vasto como en lo ínfimo . . .

Es así entonces, que muchos se creerán estar autorizados sin comprobación previa, a relegar todo lo
que yo digo sobre estas cosas, al Reino de la fábula y al Reino de los esperanzados sueños humanos.

No obstante, a través de tan errado juicio, no se modificará en lo más mínimo la existente estructura
de la Realidad. -

¡Si no existiese una antiquísima superstición, de que la Realidad espiritual debería ser accesible a
través del correcto mecanismo del pensar lógico, hace ya mucho tiempo que la Realidad
testimoniada aquí por mí, hubiese sido accesible y apartada toda consiguiente duda!

Mucho más cerca de la verdad, llegan las enseñanzas de fe de los antiguos sistemas religiosos, ya
que en su riqueza de imágenes se ha conservado aun hasta el día de hoy, mucho de aquello que
porta claramente el signo de los verdaderos conscientes del Más Allá.

Quien actualmente sabe aún de interpretar el lenguaje de esta enseñanza en imágenes, a él no le


digo ciertamente nada extraño, cuando enseño que no existe ninguna otra verdadera
«bienaventuranza» eterna para el espíritu humano existente, que en el más interno mundo del
espíritu generado por la luz con su infinita riqueza en formas y símbolos primordiales, - con sus
incontables posibilidades de realización del más elevado y más puro querer . . .

¡Sin embargo, aquellos cuya opinión es que la autosensación del ser humano termina con la muerte
de su cuerpo terrenal, quieren dejarse corregir a través de la experiencia su grave error, recién
después de esta muerte!

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Ellos consideran poca cosa la «asentimiento del corazón», y a pesar de toda sagacidad no se darán
cuenta, cómo ellos mismos se destruyen el único Camino, que ya aquí y ahora en sus vidas
terrenales, podría conducirlos hacia un claro entendimiento.

No son por cierto los peores, los que por supuestos buenos motivos, consideran a la muerte del
cuerpo físico igual que al definitivo aniquilamiento de la conciencia, - pero difícil será arrancarlos
de su error, ya que la apariencia los retiene fuertemente, de modo tal que creen como excluyente, el
indiscutible reconocimiento de la terrenal perennidad, aun dentro de una Región que responde
totalmente a otras leyes . . .

¡Ciertamente, el ser humano perceptible con los sentidos terrenales es desintegrado para siempre
con la muerte de su cuerpo terrenal!

Lo que continúa existiendo es la eterna voluntad conformada desde sí misma, tal como ella se
manifestó externamente hasta la muerte del cuerpo en éste y a través de sus fuerzas, y la conciencia
que se reconoce a sí misma en esta forma de voluntad, tal como ella, en los últimos instantes de
claro sentir, se percibió en el cuerpo física-terrenalmente.

Ambas son suficientes para nombrar al subsiguiente estado como una «continuación de la vida», ya
que también la vida terrenal es solo una «exteriorización» sensorialmente perceptible, de la eterna
voluntad, determinada por su propia conformación y con esto determinando su conciencia de sí.

Sin embargo, con todo derecho se defiende el pensamiento racional frente a la suposición de que
esta voluntad o la conciencia de sí determinada a través de la lograda conformación volitiva, sería
elevada a un cierto estado de «eterna gloria» o precipitada en una «eterna angustia»,
inmediatamente después de la muerte del cuerpo terrenal.

Lo imperecedero, que antes se manifestó externamente en el cuerpo terrenal, de ninguna manera


»huye» hacia cualquier cielo de nubes o «hacia las estrellas».

Solo tiene lugar un cambio en la percepción y la conciencia de la voluntad eterna separada de la


forma de percepción terrenal, se encuentra capacitada para percibir con los órganos sensoriales de
su cuerpo espiritual, por medio del cual, ya durante la vida terrenal, se llegó también a tener una
experiencia espiritual, haya sido dicha experiencia considerable o ínfima.

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Sin embargo, sobre aquello que al principio es percibido, una vez que a la conciencia le fueran
quitados los órganos físico-sensoriales, ya lo he descripto detalladamente en la primera disertación
de este libro.

A pesar de todas las singulares formas que abarca el modo de percepción, es el mismo en los
mundos más bajos que son solo espiritual-sensorialmente experimentables como en el más elevado
y más interno mundo del espíritu.

Diferentes son solo las conformaciones que son percibidas, - diferente es la claridad de
reconocimiento individual, dentro del ámbito de la percepción.

Cuanto más elevado sea este reconocimiento, más clara se percibe en la conciencia de sí la eterna
voluntad, pulido como el cristal, como la creadora de las formas de manifestación de sustancia
espiritual, - tanto más luminosa y clara se le revela a la conciencia la eterna Realidad, portadora de
toda forma de existencia.

La incierta voluntad conformada y aún insegura de sí misma tiende hacia lo «informe». -

Sin embargo, la clarificada voluntad eterna y afirmada en sí misma, que concibe en sí un orden
según medida y número, debe en cada nivel de su manifestación conducir a la conformación en
formas de manifestación, y es para ella la suprema felicidad la ampliación de su propia creación
hacia su inherente perfección . . .

Seguramente todo artista realmente creativo y también algunos otros «creadores» en la Tierra ya
conocen un lejano reflejo de tal felicidad, pero aquello que en la Tierra fue un presentimiento,
recién en el lado espiritual del universo encuentra su realización.

Por eso, la educación de la voluntad, a través del aprovechamiento de sus propios impulsos de
conformación, es lo primero y más necesario del aprendizaje espiritual y el primer paso por el
Camino que conduce hasta el eterno mundo en lo más interno del espíritu.

Nosotros realmente estamos más cerca de ustedes de lo que creen, - estamos junto a ustedes,
dondequiera que estén, ya que aquello que en ustedes es del espíritu, tiene su existencia eterna en el
mundo espiritual que nos es accesible, a pesar de que ustedes aún no están en condiciones de
percibir vuestra identidad con éste vuestro eterno espiritual.

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Ustedes no podrán alcanzar esta sensación de identidad hasta que vuestra eterna voluntad no se
haya perfeccionado en forma clara y pura en cuanto a orden y ley.

Solo quien trabaja sin cesar en apartarse de las tinieblas de sombrías emanaciones crepusculares, en
las cuales los difusos conceptos de lo espiritual lo llevan de aquí para allá, puede llegar un día a
alcanzar la claridad de la luz espiritual, que es nuestro aliento de vida. -

Entonces el buscador experimentará que las mil «preguntas» que vanamente se había hecho al
comienzo de su Camino, recién al final de este Camino, podrán obtener su respuesta absolutamente
satisfactoria. -

Este es el motivo por el cual todos los que guían hacia la luz espiritual primero deben establecer la
exigencia de la «fe», que como fuerza viva da lugar al impulso para avanzar.

Al comienzo del Camino hacia el Templo de la Eternidad debe estar la «fe», ya que el
«conocimiento» solo será para aquél que alcance en sí mismo la meta final del Camino.

¡Aquel que no pueda «creer» que un día va a alcanzar esta meta, no se molestará por cierto en hacer
ningún esfuerzo que el Camino requiere de él, y aquél que le teme a este esfuerzo, de ninguna
manera podrá alcanzar ya aquí en la Tierra un cierto «conocimiento» en las cosas espirituales!

Dicho «conocimiento» se puede alcanzar, aun cuando durante vuestras vidas terrenales no estén en
condiciones de poder vivenciarse con libertad en los más elevados Reinos del espíritu.

Más aquel que llegó a ser un «conocedor» en las cosas del espíritu, él realmente ha logrado más que
si toda la ciencia de la Tierra le perteneciese.

¡Él se reconocerá a sí mismo en nosotros y unificado con nosotros le será el Reino de luz su eterno
hogar!

¡Sin embargo, no se debe realmente creer, que el conocimiento espiritual sería tal vez solo
alcanzable para aquellos, que se sienten muy por encima de toda «sabiduría escolar» mundana!

Cierto es que el conocimiento espiritual no puede ser obtenido a través de un entender basado en lo
intelectual, si bien éste puede ayudar a la razón a entender ciertas cosas nuevas . . .

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El conocimiento en espíritu no se obtiene de la misma manera que la ciencia mundana, pero
tampoco se deja alcanzar un conocimiento racional de relaciones terrenales de otra manera que a
través de un trabajo de razonamiento.

Lo que la razón terrenal reconoce desde la exploración terreno-sensorial, no puede ser jamás objeto
de la forma de exploración espiritual-sensorial, y jamás puede perdurar una contradicción entre
ambas formas del reconocer, a no ser que ella hubiese quedado sin resolver a causa de una carente
capacidad-de-comprensión.

¡Recién ahí, donde termina «todo lo que se puede pensar», será posible la comprensión desde una
mirada espiritual: - más allá de toda ciencia humana terrenal!

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LO

ÚNICO REAL

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Seguramente tú has comenzado a entrever algo del misterio del mundo de las causas que
eternamente engendra, alumbra y que se revela en todos los Reinos de percepción, en un infinito
despliegue de manifestaciones . . .

¿O es que tu sentir interno está todavía demasiado insensible, porque no estabas acostumbrado a
aguzarlo?

¿Quizá entonces, apenas llegarás a percibir algo del misterio que te debe ser revelado a través de
mis palabras, o acaso interpretas mis palabras, como ellas no desean ser interpretadas? -

Sin embargo, quiero que tú estés «viendo», a fin de que cuando sea el día en él que tengas que
entrar en el Reino del espíritu, no entres en él como un «enceguecido». -

«Avidyā», es decir: no saber, le llama la sabiduría oriental con todo derecho a una «culpa», ya que
solo tu propia voluntad puede atrancarte las puertas del entendimiento. - -

Ya habrás escuchado reiteradamente, que entre tu mundo de la percepción físico-sensorial y el


mundo del espíritu existe solo una barrera que separa entre sí los dos modos diferentes de
capacidad de percepción.

Intencionadamente me he reiterado en forma frecuente y también deberé continuar reiterándome


aún, a fin de que esta verdad fundamental te llegue a ser profundamente consciente tanto como sea
posible.

Así es que aquí debo ahora apelar también a hacerte recordar que la Realidad es siempre una y la
misma causa primordial, aun cuando se la percibe de diversas maneras en los mundos de las
manifestaciones físicas o espirituales.

El pensamiento filosófico divisó desde lejos esta una «Realidad» y la llamó: «la cosa en sí».

Sin embargo, es absolutamente imposible penetrar en ella, aun a través de la más sutil y más sagaz
especulación filosófica.

Esto solo puede ser comprendido con la experiencia práctica y solo por los ya probado Maestros de
la antigua y oculta forma de conocimiento que están verdaderamente capacitados para estas
experiencias prácticas.

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Solamente ellos pueden guiar también a sus elegidos sucesores, nacidos para ello, hacia esta
experiencia práctica.

Así también alcancé yo en otro tiempo, aquello que aquí era alcanzable.

¡¿Entonces, quién otro que nosotros, aquí en la Tierra podría mostrarte, - al menos a través de la
indicación en palabras de un lenguaje humano, - la única Realidad que es la causa primordial de
toda y cada manifestación?!

Voy a tratar, si es que puedo lograrlo, - y aquí solo debo pedir encarecidamente para este comienzo,
la ayuda de tu propio sentir más interno,- ya que llegarás a internalizar la verdad recién cuando
aquello que en ti es del espíritu se pueda unificar a mis palabras de enseñanza.

¡Hasta ahora tus ojos están aún encandilados por el brillo de una luz perecedera, que por cierto
puede cegar la vista!

¡Primero debes aprender a «ver»! -

Tu ojo debe quedar liberado, de modo tal que pueda ver aquello que él quiere ver, y que no sea
forzado más a tener que ver únicamente eso que la mayoría de los seres humanos solo son capazes
de ver. - -

¡Tu ojo debe aprender a mirar hacia adentro, así como hasta ahora solo mira hacia afuera!

Sin embargo, tampoco se trata solo de un otro «mirar», sino que todo tu sentir debe experimentar
una renovación.

Tu propio «sentimiento de existencia» debe librarse de sus ataduras, que hasta ahora lo tienen
maniatado, si es que tú quieres percibir con imperturbable certeza la única «Realidad», que es la
causa primordial de toda manifestación.

Hilos mágicos atraviesan también este mundo físico-sensorial externo, y cuando tú te esfuerzas con
permanencia por aprender a ver hacia adentro, así pronto sabrás diferenciar cualquier forma
manifestada en este mundo externo de su causa, que en ella se revela.

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Tú harás el sorprendente descubrimiento, que la única Realidad de toda manifestación del mundo,
es también reconocible en la forma de manifestación físico-sensorial, en forma de las fuerzas
primordiales espirituales ocultas, que han sido por cierto suficientemente experimentadas por seres
humanos y, sin embargo, negadas por muchos, ya que su experiencia las desconocen . . .

Quien pudo experimentar lo que aquí se dice, ya no puede desconcertarle más ninguna duda de
otros, y su propio vivenciar le protegerá de querer igualar estas fuerzas con aquellas que proceden
de la Región invisible de la naturaleza física, si bien comúnmente se suele hablar en ambos casos,
de fuerzas «místicas», «sobrenaturales» o también «ocultas».

Toda manifestación del mundo físico que te rodea, - incluido tu propio cuerpo, - está construida
sobre la acción de las ocultas fuerzas espirituales desde el ser original e igualmente todos los
mundos espirituales son formas de manifestación de estas fuerzas primordiales.

Es el otro modo de percepción él que deja percibir el accionar de estas fuerzas como «mundo»
físico o como «mundo» espiritual.

Entonces comprenderás que el «Más Allá» no es ningún otro mundo en su esencia, sino solo el
resultado de un nuevo, diferente modo de percepción, aún para ti desconocido, de la acción de estas
mismas fuerzas primordiales ocultas, cuyo efecto aquí en la Tierra, aprendiste a considerar como de
«este lado». -

Tu conciencia no es por cierto la creadora de la Realidad, ya que ella misma es «parte» de esta
Realidad, - ella misma es una de las ocultas fuerzas primordiales espirituales, - tanto en «este lado»
como en el «Más Allá», es la creadora de las formas de manifestación, que aquí como allá se
construyen por la acción de las mismas fuerzas.

Al modo de percepción de «este lado» le corresponde un resultado de la acción de estas fuerzas, que
te es bien familiar como la función de tus sentidos físicos.

Por medio de estos sentidos que te han sido dados, todo tu conocimiento y todo tu reconocimiento
de la Realidad sobre la Tierra están exactamente determinados, y así tú no percibes nada más que
aquello que ellos te dejan percibir.

Pero el hecho que tú mismo eres una «parte» de la eterna Realidad, al igual que una gota de agua en
el mar es una parte del mar, así también portas potencialmente en ti todas las posibilidades que

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están contenidas en la eterna Realidad, como la gota en el mar exhibe todas las características del
agua de mar.

Entonces, tú no solamente estás capacitado para percibir a través de los órganos sensoriales de tu
organismo físico, ya que tú mismo eres de naturaleza espiritual y el eterno amo de tu organismo
espiritual.

En tu organismo espiritual posees otros órganos sensoriales que hasta ahora desconoces, y ellos en
el lado espiritual, equivalen completamente a tus órganos sensoriales físicos aquí en el cuerpo
terrenal.

A través de tus órganos espirituales serás en el «Más Allá» tan creador de tu mundo de
manifestación espiritual, como aquí sobre la Tierra eres el creador del mundo de manifestación
física perceptible por ti, sin saberlo . . .

¡Observa por ejemplo, a fin de venir en ayuda de tu entendimiento, a un ser humano bajo hipnosis!

Él ve, oye y siente todo aquello que tú le quieres dejar ver, oír o sentir a través de tu sugestión, y
todo eso es válido para él como realmente existente.

¡Tú crees con toda seguridad, que él quedó expuesto a un engaño querido por ti, - pero, solo eres tú
él que se engaña con esta suposición!

Tú solo has liberado al hipnotizado por un corto tiempo de la presión de tener que creer solo en sus
sentidos físicos, y ahora él ve, oye y siente, allí donde tú le ordenaste eso, en forma transitoria
también, con sus sentidos espirituales, y a través de ellos, él es el creador de aquello que tú le has
encomendado percibir.

No eres tú quien le muestra a él aquello que ve, y él por cierto tampoco ve nada aún de aquello que
en los mundos de la manifestación espiritual les es allí visible conjuntamente a todos los
perceptores.

Tú solo guías su fantasía plástica, ya que a causa de la inhibición de la función de los sentidos
físicos, él puede también percibir entonces con sus sentidos espirituales, así su voluntad configura
transitoriamente en sustancia espiritual los equivalentes de las imágenes para cuya gestación tú
mismo le has inducido.

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No es el palo de madera con él que tú tocas su mano, - mientras sugestionas que se trata de un
hierro candente él que produce la ampolla que inmediatamente aparece en la mano, - sino es la
forma de manifestación espiritual-sensorial de una vara de hierro candente la que las ha producido,
y solo pudo producir semejante cosa, porque está basada en la acción de las fuerzas ocultas, que en
toda manifestación son lo único Real. -

Ni por un instante dudará el hipnotizado de la objetividad de su propia creación, y cuando tú le


ordenes recordar también su vivencia después del despertar, él entonces, en el estado vigílico,
apenas podrá entender que sus percepciones no han tenido lugar en el mundo físico-sensorial.

Él solo pudo vivenciar tan intensamente, porque su vivencia se basó en la acción de la misma
Realidad, como el mundo de la manifestación física, que él conoce. - -

Aun cuando la hipnosis solo fue aquí mencionada para un mejor entendimiento, y aún cuando por
cierto las miradas que ella brinda en las Regiones espiritual-sensoriales son muy restringidas y
superficiales, puede demostrarte de todos modos este ejemplo, que tu actual posibilidad de
percepción física-sensorial no sea la única existente.

Nosotros seres humanos aquí sobre la Tierra, estamos todos como inmersos en una hipnosis
colectiva, de modo que no podemos percibir de un modo diferente al que nuestro «hipnotizador»,
que en este caso es nuestra propia e innata voluntad, nos suele dejar percibir, y ella no estuviera en
las Regiones terrenales, si su tendencia no iría hacia la propia vivencia en la manifestación física-
sensorial.

Apenas nosotros sepamos cómo invertir nuestra voluntad eterna direccionada hacia lo físico en
nuestra existencia temporal, conoceremos otras formas de percepción y sus leyes. -

Esto es por cierto posible solo para muy pocos seres humanos sobre la Tierra durante la existencia
física, - sin embargo, será una necesidad para todos, apenas la muerte del cuerpo terrenal le quite a
la voluntad consciente los órganos sensoriales.

Todo «temor a la muerte» surge de la resistencia de la voluntad direccionada hacia lo físico ante a
una inversión de su dirección tomada en el acto de la «caída» desde la luz primordial. - -

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Entonces tú podrás comprender que todo aquel que aquí sobre la Tierra no llegó a «despertar» aún
en lo espiritual, en el «Más Allá» solo tanteará al principio un «mundo lindante», que responde a
sus propias convicciones y a las representaciones de aquellos seres humanos animados por los
mismos sentimientos, - pero primero, él debe ser el amo total de sí mismo en su propia voluntad,
antes de que pueda ser elevado y guiado al eterno y luminoso mundo espiritual de la realización
absoluta. -

Nosotros no podemos tampoco requerir de nadie que antes no haya renunciado a todos sus deseos
egoístas, ya que su mera existencia en la Región espiritual que nos circunda, equivaldría a su
inmersión en el desorden y el caos, - si es que fuese posible que una persona tal pudiese ascender al
más elevado mundo de luz en el espíritu.

Quizá ahora entiendas, porqué recalqué que aquí todos somos de una voluntad, que no puede
modificarse en su dirección final . . .

En el Reino espiritual, nosotros hemos sido soberanos dominadores de lo único Real, - a través de
la unidad de nuestra voluntad fusionada con ello, en donde toda voluntad individual se reencuentra
solo como voluntad universal . . .

Así fuimos sabios formadores del más elevado y más puro mundo de manifestación en lo espiritual.

En la medida que, desde un estado en él que no se conoce ni principio ni fin, ya que dicho estado es
siempre ambos a la vez, se puede, sin embargo, hablar de «perfeccionamiento», sabemos nosotros
que nuestro perfeccionamiento está condicionado por el continuo consciente conformar y conservar
del más elevado y más luminoso mundo de manifestación en espíritu, que fue para nosotros tanto
morada del accionar como templo de veneración . . .

¡Nosotros no «somos» otra cosa que solo aquello que nuestra unificada voluntad eterna quiere!

Lo que sobre la Tierra y en el lenguaje de lo cotidiano se llama «voluntad», es solo un desear, un


querer, o la expresión de alguna inclinación motivada por una función cerebral.

Iría la verdadera eterna voluntad del ser humano sobre la Tierra tras los deseos, entonces se debería
satisfacer cada deseo y cada afán.

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Sin embargo, como todos saben, esto no es así, y nosotros debemos realmente agradecer al cielo,
que aquí no hay una voluntad que esté tras cada deseo . . .

Sobre la Tierra, nuestra eterna voluntad «quiere» solo dentro de la limitación que le impone el
elegido modo de percepción física, aun cuando los deseos, muy frecuente y gustosamente quieren
sobrevolar estas barreras.

Recién en lo espiritual, - en el otro modo de percepción, - nuestra voluntad puede también querer
diferentemente.

Allá donde se está quebrada la hipnosis de «este lado», las otras posibilidades del modo de
percepción en nosotros existente pueden manifestarse.

Tú aquí entonces notarás nuevamente, porqué es tan absurdo creer que los muertos podrían
«materializarse» a fin de entrar en relaciones con los terrenales.

Eso significaría entonces que aquellos seres humanos que fueron finalmente liberados de la
hipnosis de una forzada percepción físico-sensorial, podrían quedar nuevamente a merced de ella. -

Aun cuando esto fuese posible «según leyes naturales», ellos no podrían querer más un regreso así,
ya que hace tiempo que la voluntad se liberó por si misma de su hipnótica fascinación, dejando
totalmente de lado que el modo de percepción físico-sensorial está condicionado a través de la
función de los órganos sensoriales físicos.

Tal como antes dije, todo lo que fue considerado en las sesiones espiritistas como «materialización»
de un muerto, como también toda manifestación física allí percibida, solo es obra de seres que
habitualmente permanecen imperceptibles a los sentidos físicos humanos, no obstante forman parte
de la naturaleza física.

Su organismo invisible no es de ningún modo de naturaleza «espiritual» y ellos no pueden percibir


nada de lo espiritual.

En cambio en sus cuerpos físicos, normalmente invisibles al ser humano, - disponen de unos
órganos sensoriales altamente desarrollados, que son de forma física y solo actúan en el modo de
percepción «de este lado», pero que por cierto aventajan extraordinariamente a todas las funciones
físicas sensoriales del ser humano terrenal.

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A esto hay que agregar también, que estos seres están provistos de unos sentidos que el ser humano
de la Tierra no posee, y que solo - tanto como sea posible - éste trata de reemplazar por medio de
las funciones de aparatos mecánicos. -

Los invisibles a los ojos humanos terrenales, de los que aquí se trata, - que son con mucha nitidez
percibidos por algunos animales terrenales, - están capacitados, por un corto tiempo y mediante la
utilización de fuerzas humanas, de adoptar formas que también pueden ser perceptibles por los
sentidos físicos humanos.

La creación transitoria y la utilización de tales formas operan a través de una forma de


amalgamamiento con la voluntad de ciertos seres humanos (de los llamados «Médiums») por la
simultánea utilización de sus «almas animales».

Los habitantes de la parte del mundo de la manifestación física, no perceptible conscientemente por
los sentidos humanos, son en cierto sentido muy «parecidos» al ser humano, sin embargo, no se
trata ni de seres humanos del pasado, ni tampoco que uno de estos seres pudiese devenir en un ser
humano.

Se trata más que nada de criaturas que están tan cercanas al organismo físico humano invisible,
como el mundo animal terrenal lo es al ser humano físico externo.

La zona natural de influencia de estos seres se encuentra en las Regiones internas de la construcción
orgánica del mundo físico.

Los «gnomos», «duendes», y genios terrestres, aéreos y marinos de los antiguos cuentos y leyendas,
- prescindiendo de los evidentes añadidos de la fantasía popular, - son de tal modo presentados la
mayoría de las veces, que uno puede llegar a sospechar que aquí no se trataría de invenciones sino
más bien de testimonios de experiencias reales de seres humanos terrenales.

La descripción de «espíritus de la naturaleza» no debe, por cierto, hacernos olvidar que se trata de
seres físico-sensoriales, a quienes el lado espiritual del mundo causal no solo les es inaccesible,
sino que ni aún siquiera tiene existencia para sus conciencias . . .

Solo el desconocimiento de estas relaciones naturales dadas, puede disculparse cuando seres
humanos sospechan o creen aun, que en las sesiones espiritistas se tiene trato con entidades del
mundo espiritual.

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Es bien posible que entidades puramente espirituales y por consiguiente también fallecidos puedan,
bajo ciertas circunstancias hacerse visibles y audibles, - solo que entonces tú los ves y los oyes por
medio de tus sentidos espirituales, aun cuando creas estar viendo con tus ojos físicos y estar oyendo
con tus oídos físicos.

¡Sin embargo, verdaderas entidades espirituales jamás producirán alguna manifestación de fuerza
física! -

Para que tú puedas percibir una verdadera entidad espiritual por medio de tus sentidos espirituales,
es necesario que desde el lado espiritual se te libere transitoriamente de la «hipnosis» del modo de
percepción físico-sensorial.

Entonces tu entorno no influenciado, ni verá la forma que tú distingues, ni escuchará alguna de las
palabras que tú percibes, y por cierto que tu vivencia no debe considerarse de ningún modo como
una «alucinación» que solo sería un producto de tu propia fantasía plástica . . .

¡Si receptas una auténtica vivencia espiritual, sin haberla buscado, entonces acéptala con reverencia
y conserva en tu corazón aquello que pudiste percibir!

Sin embargo, sería insensato desear tal vivencia, ya que para ello es necesario un desarrollo muy
elevado de la capacidad de crítica para poder diferenciar con certeza auténticas percepciones de los
sentidos espirituales de las vívidas alucinaciones, y tú no pretenderás querer ver a un «espíritu» del
cual no puedes saber, si acaso él no es la proyección de tu propia imagen actuando bajo una
máscara.

Los casos de auténticas percepciones espiritual-sensoriales son sumamente raros, y está bien creer
recién en una verdadera influencia desde las Regiones espirituales después de que la más rigurosa
crítica excluya, bajo cualquier circunstancia, la posibilidad de una alucinación.

Para poder juzgar esto, ayuda solo tener suficiente experiencia y un juicio infalible les corresponde
aquí solo a aquellos seres humanos cuyos sentidos espirituales ya se encuentran abiertos
permanentemente.

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La llamada «clarividencia» no es por cierto la capacidad de percibir configuraciones espirituales.

El «clarividente» solo está en condiciones de percibir en el espacio y en el tiempo del mundo físico
cosas distantes para él, - con inclusión también de tanto en tanto de la Región invisible y de los
seres Lémures que la habitan, los que son considerados por él como «espíritus».

Cuando un «clarividente» suele exhibir las más sorprendentes pruebas de su capacidad de


percepción de lo distante, lo pasado o del futuro, siempre se trata solo de un contemplar dentro del
mundo de manifestación físico-sensorial.

Allá, donde él cree divisar lo espiritual, solo informa o del lado invisible del mundo físico, o de
cosas que su propia fantasía plástica le simula, lo cual él considera de buena fe a todo lo sucedido,
como el testimonio objetivo del mundo espiritual.

Entonces sus miradas siempre exhibirán claramente la tonalidad de los prejuicios y opiniones que
en la vida cotidiana se le imponen aquí sobre la Tierra.

Si él es cristiano, entonces va a informar sobre las santas figuras de los Evangelios, o sobre los
«santos» canonizados, - si ha crecido en las representaciones de sistemas religiosos hindú, entonces
creerá ver las divinidades del Brahmanismo, pero en el Tíbet: las de la escuela Mahayana.

Incontables representaciones ilusorias sobre el «Más Allá» han sido difundidas entre voluntariosos
creyentes a través de «clarividentes» y aun hoy en día ellas encuentran siempre adherentes, porque
ingenuamente se infiere desde la confirmación de alguna visión de lo distante o del futuro, que
también al «clarividente» le están abiertas las Regiones espirituales.

El órgano sensorial del «clarividente» no es otro que un rudimentario órgano sensorial físico de los
días inmemoriales de la humanidad sobre la Tierra.

Como ejemplo de «atavismo», este órgano sensorial se encuentra de tanto en tanto también en seres
humanos de los tiempos actuales con una capacidad de función poco desarrollada.

Todo «clari-videnciar», «clari-sentir» y «clari-escuchar» se apoyan en la posibilidad de poder


utilizar este órgano sensorial.

Acá pertenece también la llamada «psicometría» o el descubrimiento de los anteriores destinos de


un objeto por el simple contacto, así como ciertas variedades en la capacidad de «vaticinar», si bien
se sigue al mismo tiempo un modo de funcionamiento que encubre intencionalmente o bien sin
saber al verdadero fenómeno.

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A fin de que aprendas a entender que es el «Más Allá», debes aprender a distinguir tres Reinos en el
cosmos.

Primeramente el Reino del modo de percepción físico-sensorial o el mundo físico.

Luego el Reino de la percepción espiritual-sensorial o el mundo del espíritu.

Y tercero, el Reino de las ocultas fuerzas del Ser primordial, que generan las causas: - lo único
Real, de cuya acción dependen todas las formas de percepción y sus mundos de manifestación,
tanto en el lado espiritual como en el lado físico del cosmos.

Estas ocultas fuerzas del Ser que generan las causas, actúan en el hombre terrenal como sus
«fuerzas de alma».

Una vez cristalizada en una vida humana en una forma colectiva temporaria, ellas adquieren en
cierto modo la «tonalidad» individual del ser humano, y serán determinadas por todo el tiempo
posterior a través de la voluntad eterna manifestada en él, de modo que una vez recibido el impulso,
ellas deberán seguirlo hasta que él haya encontrado su realización.

Si esta realización no se produce en la vida terrenal del ser humano que dio el impulso, entonces
ahora las «fuerzas del alma» tendientes hacia una dirección determinada, se manifestarán
repetidamente en nuevas vidas humanas, hasta que finalmente alcancen la realización, en tanto se
fusionen con la voluntad manifestada en un ser humano y con él serán una unidad.

Una incorrecta interpretación de lo que se ha podido percibir de este suceso, indujo a los pueblos
del Oriente a creer en una reiterada «reincorporación» del ser humano a través del nacimiento sobre
la Tierra.

Sin embargo, de acuerdo a la verdad, tal reincorporación, - que es por lo tanto un recaer en la propia
hipnosis del modo de percepción físico-sensorial - es solo posible en aquellos seres humanos que
consciente e intencionadamente destruyeron ellos mismos sus cuerpos (¡lo que de ningún modo es
obra de la eterna voluntad, sino es siempre un intento-de-escapar del deseo! - -), además: en niños
que fallecieron antes de que la eterna voluntad haya encontrado la realización a su impulso hacia la
experiencia físico-sensorial, y tercero: en seres humanos en los cuales el impulso para la realización
de dicha experiencia terminó en cierta manera en la hipertrofia, donde la muerte misma del cuerpo
terrenal solo pudo interrumpir por un corto tiempo la autohipnosis.

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La enseñanza de la re-encarnación responde entonces tan poco al normal suceder, así como el
propio suicidio o la muerte a la temprana edad infantil no corresponden a la forma normal de
finalización de la vida terrenal de todos los seres humanos . . .

Si en ti surgen «recuerdos» o aun la lejana sospecha que te aproximan a la creencia de que tú


pudiste anteriormente haber ya vivido una vida terrenal, es entonces posible que tal creencia no te
engañe, y que tú mismo seas un ejemplo de uno de los tres casos especiales, que son los únicos que
permiten una reencarnación, - pero lo mejor será que dejes reposar la pregunta hasta que, un día en
lo espiritual, después de esta existencia terrenal, te sea dada la única respuesta segura.

La sensación de haber vivido en tiempos pasados como una individualidad diferente a ti sobre la
Tierra, es siempre y con toda seguridad un engaño, ya que en los tres mencionados casos
especiales, que solamente permiten una reiterada materialización sobre la Tierra, subsiste en la
nueva reinserción siempre la misma individualidad en disposición de vivenciarse a sí misma en la
existencia terrenal.

Por el contrario es admitido con total seguridad por casi todo ser humano no enteramente insensible,
que él de tanto en tanto descubre operando en sí mismo a «fuerzas del alma» que recibieron su
impulso de seres humanos de tiempos anteriores y que ahora buscan realizarse en él.

Entonces puede ser, que a la persona que en sí misma experimente tal cosa, se le manifiesten
imágenes de recuerdos muy vívidos que provienen de la vida de aquellas personas que otrora le
dieron su impulso a las «fuerzas del alma», las que ahora se encuentran activas en una nueva vida
humana.

Entonces, el error de creer que uno mismo hubiese sido otrora aquél del cual proceden estas
imágenes de recuerdos de lo vivido, es por cierto muy entendible, pero esto apenas puede llegar a
sostenerse, a lo sumo a través de una experiencia demasiado superficial.

Cada uno de los seres humanos es una emanación única y singular de la voluntad primordial, -
procedente del eterno «mar sin forma de la divinidad» para alcanzar la perfección de su forma
individual, diferente de todas las demás emanaciones.

Quién haya nacido sobre esta Tierra y ahora tiene que soportar los esfuerzos, las aflicciones y los
dolores que están inseparablemente ligados a la existencia del cuerpo animal, él mismo se ha creado

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este destino, ya que por querer la existencia en esta manifestación físico-sensorial, ha interrumpido
el Camino hacia la perfección de su forma en lo espiritual.

Inevitablemente deberá retornar tarde o temprano, para entonces orientarse nuevamente hacia la
perfección espiritual de su forma.

Cuanto más pronto él reconozca en su existencia esta única manera de liberarse de sus ataduras
terrenales, tantos más apoyo podrá obtener en su vida terrenal para la continuación de la marcha por
su Camino de perfeccionamiento, - tanto más fáciles serán ya aquí sobre la Tierra los obstáculos a
apartar, que de lo contrario podrían constituirse en un grave retardo en este Camino espiritual. -

Pero aun cuando el ser humano no llegue todavía en esta existencia terrenal a alcanzar
conscientemente su propia vivencia a través de sus sentidos espirituales, igualmente algo
significativo ya está logrado, apenas él, por aquellos de sus prójimos, que ya se encuentran en tal
vivencia, sea orientado de manera informativa sobre la verdadera estructura del «Más Allá», que a
él le espera después de su muerte terrenal.

Así como en el mundo físico-sensorialmente perceptible está por cierto operando el mismo modo de
percepción creando manifestaciones, - si bien el mundo de la hormiga o del pájaro se diferencia
esencialmente del tuyo, - así existen también múltiples diferencias entre los mundos de los seres que
perciben espiritual-sensorialmente.

¡Existen incontables mundos espirituales así como existen incontables mundos de la forma de
manifestación físico-sensorial!

Sin embargo, la eterna voluntad individualizada encuentra recién entonces la mayor perfección de
su forma, cuando su querer individual, sin resto de aspiración particular alguna, pueda ser capaz de
unirse a la voluntad universal en lo más interno del Reino del espíritu: - en el Reino de las eternas
fuerzas activas del Ser que generan las causas: - en el mundo de luz de lo único Real . . .

Más allá de ello no existe nada para el espíritu humano, ya que aquel mundo, el más excelso de
todos los mundos, es temporalmente, espacialmente y con respecto a sus posibilidades de
realización, infinito.

En cuanto el «ilimitado» Ser, el «interminable e insondable mar de la divinidad», sea accesible a la


conciencia, determinada a través de la conformación de la voluntad y por ello limitada, - si bien
«infinita», - solo en este elevado mundo de luz aquel Ser es consciente de sí mismo, en cada una de
las eternas voluntades aquí unificadas. - -

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Lo que quise aclararte en estos tres tratados, comprende todo lo que el ser humano sobre la Tierra y
durante esta vida terrenal puede llegar a concebir sobre el más profundo misterio de su existencia,
tanto aquí como en el otro mundo que le espera después de la muerte terrenal.

¡Todo lo demás, que se te cuenta sobre el «Más Allá», - suela ser esto la invención fantástica de una
afiebrada creencia, o una especulación del pensar, - es: una débil teoría y una quimera insustancial!

Sin embargo, no debes creer en una cierta «visión del mundo», solo porque ella encontró también a
otros creyentes, ya que tu alma no estará en paz, hasta que se reconozca nuevamente: - como
autoatestiguación de lo único Real.

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¿QUÉ HAY QUE HACER?

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En los tres libros: «del Dios Viviente», «del Más Allá», y «del Ser Humano», describí con todo
detalle la primera descripción del Camino interno, que debe emprender todo aquel cuyo corazón
está seguro de querer encontrar en sí mismo su naturaleza espiritual.

Le he mostrado al que va a transitar por este Camino lo que ha de hacer y lo que debe de
abstenerse de hacer.

A pesar de ello, una y otra vez se me ha preguntado: «¿Qué debemos hacer ahora? - ¿Cómo
debemos comenzar?»

Desde la forma de expresión y de la motivación de todas estas preguntas, se infiere claramente que
se esperan instrucciones precisas para luego poner en práctica un «ejercicio», en lo posible
misterioso, que repetido diariamente, nos pueda conducir al objetivo, en tanto se lo siga más o
menos «mecánicamente».

Así es que frente a los que preguntan, me siento igual a un médico, que solo recomienda el remedio
más simple y más natural, pero deja disconformes a sus pacientes, porque no prescribió ninguna
«receta» . . .

La mayoría de estos preguntadores e inquiridores transitó a través de los Caminos anteriormente


emprendidos, por el laberinto de la moderna literatura «teosófica» u «ocultista», y gracias a sus
sanos instintos, ellos lograron pero con bastante dificultad encontrar nuevamente la salida.

No obstante, dicho equívoco ha beneficiado en un cierto sentido a los buscadores, ya que por cierto
no hay ningún error que no pueda conducir indirectamente hasta la verdad.

Por eso nadie debería «maldecir» el tiempo de su desorientación, ya que quizá él no vislumbra aún,
lo que le tiene que agradecer. -

Por lo tanto, el tantear por el laberinto del dogma de fe «teosófica», «antroposófica» u «ocultista»
no ha sido totalmente inútil para ninguno de los finalmente liberados.

A través de sus búsquedas a tientas, surgió en muchos el convencimiento de que detrás de todo el
error de las enseñanzas percibidas, debía de encontrarse, sin embargo, una cierta verdad escondida.

En otros, se despertó la sospecha de que la leyenda de los llamados «Mahâtmas», - de los


misteriosos, presuntos fundadores de la nueva «Teosofía» - solo pudieron originarse, porque el

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Oriente sabe de la existencia de seres humanos unidos en el espíritu, que no practican ninguna clase
de brujerías, - como la que se le atribuye a los mencionados faquires nacidos de la fantasía, - pero
que moran verdaderamente conscientes en lo espiritual ya durante sus vidas terrenales.

Pese a todo, la mayoría de los buscadores trajo también consigo de los llamados laberintos la
creencia insensata, que solo se requiere el conocimiento de una «técnica» secreta y seguramente
muy misteriosa, a través de cuya ejecución un ser humano cotidiano se convertiría de inmediato en
un «clarividente de alto rango», en un «iniciado», y quizás aun, en un «maestro» del accionar
espiritual.

¡Tan verdaderas son ambas primeras suposiciones nombradas, tan falsa es naturalmente esta
creencia aquí última mencionada!

Sin embargo, charlatanes inconscientes y hábiles atrapa-prosélitos la utilizan, y les dieron a sus
alumnos todo tipo de indicaciones más o menos dudosas, extraídas de antiguos escritos místicos, si
bien estos mismos «maestros secretos» no sospecharon la mayoría de las veces, qué efectos podrían
llegar a causar el fiel cumplimiento de estas instrucciones.

Entonces el discípulo cree estar en el Camino correcto, ya que por cierto nota, que a través del
cumplimiento de las indicaciones que le fueron dadas, realmente se obtienen ciertos resultados, de
los cuales, - a pesar de todas las investigaciones psicológicas y de todo sondeo del «inconsciente»
en el ser humano, - el conocimiento psicológico habitual jamás se los hubiera imaginado.

Alguno de los «maestros secretos» suele ser esclavo de su engreimiento, cuando transmite las
indicaciones para una presunta «abertura de los sentidos internos», que extrajo de algún viejo tomo
de pergamino, y que no abren otra cosa que las sombrías criptas enmohecidas, en las cuales se
desarrollan una activa forma de mediumnidad espiritista, cuyo cultivo debería justamente cedérsele
a ciertos ilusionistas asiáticos. -

El mismísimo señor «maestro secreto» no necesita de ningún modo creer en la efectividad de sus
indicaciones.

Así como un «portador de bacilos» puede estar sano él mismo y, sin embargo, propagar el espantoso
agente patógeno de la enfermedad, así también no es de ningún modo necesario que el difusor de
métodos para una presunta «abertura de los sentidos internos» esté informado de que él impulsa
solo el desarrollo de una activa mediumnidad espiritista en sus pobres víctimas. -

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Sin embargo, a los alumnos de aquellos que causan daño de diversos grados, les resultaría fácil
enfrentar una moderna crítica científica, ya que de cada palabra de los instruidos críticos podrán
inferir cuán a oscuras estos investigadores, altamente respetables, experimentan dentro de una
Región que muestra un espejismo tras otro, a fin de atraer al experimentador seguro de si mismo
cada vez más hacia lo profundo del desierto, tanto mayor sea su creencia de encontrarse «bien
cerca» de la respuesta definitiva a sus preguntas. - -

Uno quisiera poder aprobar el intento de la nueva psicología de querer desvalorizar definitivamente
ciertas llamadas manifestaciones «sobrenaturales», en verdad bastante dudosas, si este intento no se
desvalorizase a sí mismo, a través de las falsas conclusiones que a toda persona entendida le
resultan llamativas, si bien son extraídas de procedimientos correctamente observados por parte del
investigador. -

¡También el intangible puro afán por el conocimiento de la verdad terminará en error, en tanto los
pre-juicios mantengan atado al buscador de la verdad!

La consecuencia es que la comunidad de hábiles atrapa-prosélitos, incapaz de criticar y desorientada


en la neblina de las representaciones confusas ha desaprendido hace tiempo buscar la verdad en los
conocimientos de la ciencia, - pero en lugar de ello, se deja seducir gustosamente por todo
engañador, cuando éste solo entiende comercializar sus multicoloridas baratijas como una presunta
«ciencia oculta» . . .

En caso que el mencionado desarrollo mediumnímico, de acuerdo a su «método» sea logrado,


entonces él habrá ganado el juego y se le creerá a ciegas, cuando mediante insinuaciones llenas de
misterio sepa propagar que él es la reencarnación de algún respetable espíritu humano de tiempos
pasados.

Para aquél que lee mis advertencias con cierta prudencia, hace tiempo que deberá haberle quedado
en claro, que conozco perfectamente a todos los aquí caracterizados «métodos», viejos y nuevos, - y
que a mí también me resultaría fácil dar a conocer ciertos Caminos que conducen al llamado
«desarrollo sobrenatural», acerca de los cuales ninguno de esos extraños santos, que en los nuevos
tiempos suelen pasar para sus adherentes por «iniciados» y «investigadores», supo alguna vez algo
al respecto.

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Allí existen posibilidades de obtener resultados, que no solo debieron de aparecer como
inalcanzables a los mejores alumnos de tales «maestros secretos», sino que también le habría
presentado algunos problemas a la más incisiva crítica psicológica.

Si el mostrar los peligrosos Caminos aquí en cuestión, aun solo insinuativamente, no fuese un
delito irreparable, entonces quizá solo a modo de indicación podría conducir a aclarar ciertas cosas,
que momentáneamente no se dejan develar todavía por medio de ningún experimento psicológico y
por ninguna investigación metafísica.

Yo le prestaría por cierto gustoso y de todo corazón este servicio a la ciencia, pero no estoy en
condiciones de hacerlo y no solo a causa del ya alegado motivo, como la voluntad de compromiso
que me liga a todos mis «hermanos» espirituales por tiempo y eternidad, sino porque aquí se trata
también de una Región, cuyo autorizado ingresar exige más que solo el «investigativo afán
científico» . . .

¡Apenas es necesario remarcar que aquí hay otra cosa en cuestión que los más que suficientemente
conocidos «ejercicios de Hatha Yoga», y los «métodos» derivados de ellos para producir ciertos
milagros de faquires!

Y aun cuando no estuviese de ninguna manera comprometido, no obstante jamás podría estar
dispuesto a develar lo que por motivos tan concluyentes es guardado en secreto, ya que sé muy bien
qué daño podría inevitablemente causar de caer en manos de los ambiciosos de poder.

A mí no se me antoja de ningún modo tener un «destino semejante a Prometeo», en él que


irremisiblemente deberé de caer, si quisiese ser el responsable causante de tal daño.

Para la obtención de la unificación espiritual con la luz primordial, - para el despertar de la


naturaleza espiritual del ser humano de su sueño, - para aquello que como conocimiento sublime lo
llamó «renacimiento», - los aquí mencionados conocimientos no son ni necesarios ni útiles.

Así como todas las artes que dependen de una posibilidad de aplicación de fuerzas psico-físicas de
alta tensión en general desconocidas, estas fuerzas de las que aquí se habla, no tienen lo más
mínimo que ver con el despertar y el desarrollo del eterno ser humano espiritual.

Lo que es requerido para este despertar y desarrollo, es en primer lugar una actitud continuamente
sostenida en todo pensar, sentir y querer terrenal frente al pretendido objetivo.

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El ser humano terrenal en su totalidad debe primero él mismo y por su propio esfuerzo, irse
transformando paulatinamente, antes de que se le pueda brindar ayuda espiritual.

Sirve poco o nada tener esta actitud solo de vez en cuando, así como el devoto de una comunidad
acostumbra a consagrar cada siete días, un día a su Dios . . .

Cada minuto de la vida ulterior, cada acción diaria, cada pensamiento emergente, cada deseo y
cada impulso de la voluntad terrenal condicionada por el cerebro, debe desde hoy estar bajo la
influencia formadora de la actitud requerida, una vez que el ser humano haya entrado en este
Camino, a fin de que las realizaciones puedan ser auténticas y no solo imaginarias.

En el mejor de los casos, los «ejercicios» periódicamente realizados servirían solo por un continuo
esfuerzo para profundizar la sensación de dicha actitud.

Todo lo que en este aspecto se quiera recomendar tiene un solo propósito, él de mantener despierta
la nueva actitud en la conciencia, de modo tal que en ningún momento pueda dejar de olvidarse.

Si en efecto esta actitud se mantiene constantemente, de modo que determine eficazmente toda la
vida cotidiana, - indistinto si esto se logra a través de cualquiera de las formas individuales
particulares de los métodos de ayuda adoptados, - entonces pronto acontece - «por sí mismo» todo
lo demás, es decir, sin nuestra consciente intervención.

Entonces se formará en un ser humano afianzado de tal manera, un centro de fuerzas, que va
tomando cada vez un efecto mayor y finalmente se produce la conexión espiritual con los similares
centros de fuerzas ya desarrollados aquí en la Tierra, sin que para ello fuese necesario un acto de
voluntad especial.

Apenas esta conexión se haya hecho posible, el buscador obtiene la ayuda espiritual de aquellos que
ya han encontrado, y que ahora no conocen ningún otro deber más elevado que ayudar en todas
partes, allí donde se sea capaz de recibir su ayuda espiritual, indiferentemente si ella ya pueda ser
percibida por la conciencia o todavía no.

El buscador se habrá convertido entonces en algo parecido a un «aparato receptor» de una cierta
clase de irradiaciones espirituales que, sin embargo, solo son perceptibles internamente y que no
son registrables a través de un experimento científico.

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Los efectos que provienen del Reino del espíritu sustancial solo pueden experimentarse
internamente y jamás podrán ofrecer un material para investigación ajena a fin de conformar una
definición teórica, ya que aquí se trata de algo viviente, que de inmediato retrocede apenas se haga
el más mínimo intento de querer tocarlo. -

¡No se crea por cierto, que se pueda llegar en un santiamén a ser un «aparato receptor» tal!

Aquel que quiere ser admitido por los Eternos como un aprendiz, tiene que vestirse con el ropaje de
la paciencia . . .

Tampoco puede acelerar el desarrollo de los órganos de recepción espiritual, la más intensa
voluntad terrenalmente generada, - que como simple expresión de las funciones cerebrales es muy
clara de diferenciar de la eterna voluntad sustancial que se manifiesta en el espíritu humano.

Un obstinado «querer» caprichoso, producto del cerebro, solo entorpece el proceso de cristalización
de las fuerzas tenidas aquí en consideración, las que deben de fusionarse en un nuevo centro-de-
fuerzas, él que entonces no está sometido a las funciones cerebrales. -

Sin embargo, cuanto más tiempo es sostenida la «actitud» interna, aquí descripta, en el ser humano,
- así como un telescopio debe permanecer enfocado sobre el objeto de observación, - tanto más
pronto puede ser alcanzado el momento en que el buscador también entra en un contacto palpable
con sus Auxiliadores espirituales.

Solo es decisivo el comportamiento práctico del buscador en su vida cotidiana, - y no el


cumplimiento o no-cumplimiento de algún tipo de «ejercicio».

Con ello no se quiere decir por cierto que uno no debiera entregarse a una especial forma de
sumersión espiritual, repetida con regularidad, una vez que se ha dado cuenta que a través de ello,
también el comportamiento en la vida cotidiana experimenta el afianzamiento de la actitud deseable
ante lo espiritual.

Si el buscador ha llegado a tener contacto suficiente con sus auxiliadores espirituales, entonces
primero se efectúa una suerte de examen de sus fuerzas, y de acuerdo a sus resultados se
«determinará» la subsiguiente influencia espiritual sobre él.

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La escala de posibles irradiaciones espirituales comienza con el mero fortalecimiento de las propias
fuerzas del buscador y se extiende elevándose hasta la orientación espiritual personal.

En los pocos, que ya antes de su nacimiento terrenal se encuentran bajo una tal orientación, - ya que
ellos deben perfeccionarse como «maestros» del accionar espiritual sobre la Tierra, - se llega
finalmente a lograr una total fusión espiritual con el guía, a pesar de que éste viva quizá en una
parte alejada del mundo, por lo que el alumno ya no recibe más una enseñanza conceptual, sino que
vivencia todo lo que acontece en el espíritu (¡y no en la «conciencia cerebral»!) de su Maestro.

El propósito del «maestro» es lograr que ciertos procesos espirituales vivientes en él, le sean
perceptibles también a su alumno a fin de que los perciba como si sucediesen en él mismo, a pesar
de que sin ninguna duda él sabe de qué manera llega a tener dicha vivencia.

Como el «Maestro» ha alcanzado desde hace tiempo para su individualidad la unificación con la
«luz primordial», el alumno vivencia primero esta unificación en la fusión con la traslucida alma de
su Maestro.

De a poco estará entonces el alumno maduro para alcanzar en forma independiente la unificación
con la luz primordial.

Alcanzado este objetivo, él se encuentra no solamente consciente de su propia individualidad


espiritual eternamente indestructible, sino que también percibe al mismo tiempo en sí mismo, la
conciencia de todas las demás individualidades en espíritu, las que llegaron a manifestarse una vez
en una conciencia humana . . .

El así perfeccionado se descubre fusionado con todos aquellos que alcanzaron del mismo modo el
perfeccionamiento en una para él nueva conciencia de comunidad, la cual no es comparable en nada
con lo conocido aquí sobre la Tierra.

Su propia conciencia individual reposa incluida en esta conciencia comunitaria.

Jamás podrá por cierto la conciencia individual del perfeccionado «disolverse» en la conciencia
comunitaria.

El individuo particular vive en esta fusión por toda eternidad la vida del Todo, compenetrándose
con las demás individualidades y asimismo el mismo compenetrado por ellas, sin que jamás una de
dichas individualidades del espíritu podrían perder su propia existencia ya determinada por sí
mismas.

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Una certeza total en relación con la continuidad de la conciencia humana, que más allá de la muerte
del cuerpo físico se vivencia eternamente en el modo de percepción espiritual, existe naturalmente
solo para los pocos que ya en su existencia terrenal han alcanzado el aquí aludido objetivo.

Todos los demás seres humanos tienen que conformarse con suposiciones o con el consuelo a
través de una enseñanza de fe, - si es que no prefieren confiar mejor en las transmisiones de los
pocos de entre sus prójimos, que ya aún en su tiempo sobre la Tierra, conocen por la propia
experiencia «la vida después de la muerte».

Los testimonios auténticos de aquellos que alcanzaron realmente este objetivo y no solo en la
neblina del éxtasis, o fascinados a través de alguna forma de hipnosis, son para un crítico imparcial
no condicionado por ningún pre-juicio, muy bien diferenciables de las fantásticas construcciones de
idealistas confusos o de extravagantes con aptitudes poéticas.

En todos los pueblos se pueden encontrar auténticas declaraciones de los conscientes del Más Allá,
y en todas las épocas vivieron seres humanos particulares, que deberían hacer relatos verídicos de
la vida en espíritu.

El ropaje, bajo el cual se oculta tal relato, puede ser concebido adaptado a la moda de la época y
mostrar las tonalidades de la creencia que solo aquella reconoce, - pero aquél que no sé contenta
solo con la primera impresión, concibe detrás de todos estos ropajes una y otra vez al ser humano y
a la más profunda vivencia del ser humano: - la unificación con el hontanar de todo el ser de la
eternidad y de toda existencia en todas las Regiones del espacio y del tiempo.

Aquél que ha comprendido, qué es lo que el elevado Camino que le describen mis escritos quiere de
él, - y también qué objetivo puede alcanzar aun el poco apto en este Camino a lo largo de estos días
terrenales, - él en lo sucesivo no me dirigirá a mí más la pregunta: qué debería entonces «hacer» y
esperar como respuesta el anuncio de un extraño «ejercicio».

Él debe haber reconocido que aquí se trata de algo inmensamente más elevado que las asombrosas
«fuerzas del faquir», - de algo inmensamente más elevado que el más apreciable «milagro del
ocultismo», - y de algo inmensamente más elevado que los fragmentados conocimientos científicos
de ornamentadas «enseñanzas secretas» de conciliábulos aprisionados a lo cerebral . . .

Si bien me es necesario, - para al menos ser entendido por aquellos que mayormente se encuentran
en peligro, - de referirme a lo ya conocido y de tanto en tanto también a la terminología del Oriente,

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tal como se ha hecho cotidianamente familiar a través de los escritos «teosóficos», así por cierto la
persona profunda pronto descubre que hablo de cosas de las cuales hasta ahora solo se dieron a
conocer en imágenes muy deformadas.

También el instruido orientalista, que conoce todos los textos del Oriente hoy accesibles, solo va a
encontrar allí indicaciones veladas acerca de lo oculto, ya que los antiguos y santificados textos
fueron escritos sin excepción, para aquellos seres humanos, que ya habían recibido «en forma oral»,
la enseñanza secreta.

Los creadores de los antiguos libros religiosos mezclaron con toda intensión prosaicos relatos,
crónicas o narraciones que no contenían lo más mínimo de la enseñanza secreta entre aquellos
manuscritos que deberían de ser comprensibles solo al preparado para ello, ya que el mero sentido
de las palabras dice frecuentemente todo lo contrario de lo que los conocedores podían deducir de la
misma parte escrita.

Las enseñanzas de las cuales soy aquí el portavoz, son además, aun en forma velada, bastante
infrecuentes y siempre solo han sido asentadas de un modo fragmentado.

Sin embargo, los manuscritos en los cuales se encuentran incorporados estos fragmentos, jamás
serán accesibles a los desautorizados, ni hoy ni en los tiempos futuros, y «desautorizado» es aquí
cada uno que aún no ha experimentado en sí mismo de un modo espiritual, lo que en estos
manuscritos muy concisamente, en forma de «canon», aparece presentado como posibilidad de
experimentar.

Hasta hace poco tiempo atrás, los pocos seres humanos que viven esta enseñanza y que por eso
también la pueden «enseñar», han respetado rigurosamente antiquísimas instrucciones, que
prohibían bajo todo concepto una divulgación pública de ella, ni tan siquiera unas pocas
insinuaciones, como yo ahora estoy comprometido de darlas.

Una atenuante de los rigurosos preceptos de aquellas instrucciones, fue que se pudo hacer posible la
presentación pública de esta enseñanza en este contexto aquí dado, luego de que los elevados guías
de la jerarquía espiritual, cuyo nivel más inferior lo forman sus pocos miembros en nuestro planeta,
han ordenado esta moderada interpretación correspondiente al bien de la época.

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Aquel que quiere comprender lo que ahora públicamente enseño, primero deberá abandonar la
opinión de que aquí se trata de una nueva variante de algún tipo de enseñanza de fe o aun, de una
propaganda para uno de los sistemas de filosofía oriental.

Quien busca encontrar en la historia de la humanidad rastros del conocimiento al cual sirvo, él sabrá
por cierto encontrarlos.

En la forma más pura ya existía este conocimiento en seres humanos en los albores de los antiguos
cultos de misterios.

Por cierto a los oídos ejercitados le habla la voz de todos los siglos en un lenguaje claro, y no cuesta
demasiado esfuerzo comprobar que el punto de partida de este testimonio de conocimiento aquí
presentado ha sido siempre sobre la Tierra hasta los nuevos tiempos, muy eficaz como fuente
inspiradora para cada confluencia de seres humanos, cuyo más elevado objetivo era o aun hoy en
día es, el logro de la más elevada dignidad humana. -

Aquí habría mucho, que de momento no se puede comunicar, porque concierne a cosas que deben
ser encontradas por aquellos mismos, a quienes les corresponde lo que aquí se mantiene en silencio.

¡Sin embargo, aquel que quiera cosechar los frutos que crecen en el jardín de la enseñanza aquí
expuesta, debe hacer que toda su vida sea un «ejercicio» permanente!

La vida nueva, que él quiere encontrar, ya está contenida en su vida cotidiana, - solo que no puede
reconocer lo que para él es nuevo aún. -

Él no tiene necesidad de dejarse transmitir por «maestros secretos», «ejercicios» de efectos


perjudiciales, ya que su misma vida cotidiana, es el más eficaz y verdadero «ejercicio» espiritual,
que la eterna Luz Primordial le otorga diariamente para su obrar.

En la vida cotidiana, - del modo más simple y sin gestos misteriosos, - encontrará con el tiempo su
perfeccionamiento para él alcanzable aquí sobre la Tierra, - pero jamás en las «escuelas esotéricas»
y en presuntos círculos de pretendidos iniciados, cuya desvergüenza les hace jugar el papel de
«maestros» espirituales, y por quienes solo se puede rogar que se les conceda el perdón, ya que no
saben lo que hacen . . .

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¡El perfeccionamiento espiritual requiere de todo el ser humano!

¡«Cuerpo» y «alma» jamás deben de percibirse separados mientras se pretenda este


perfeccionamiento!

No existe nada «corporal», que no fuese al mismo tiempo «del alma», y no se trata de una
«espiritualización» del cuerpo, sino de una posible y concebible terrenal encarnación del espíritu
eterno a través de las fuerzas del alma. - -

¡Los que desprecian al cuerpo y, sin embargo, confían en alcanzar el Reino del eterno espíritu
sustancial, encuentran en su lugar solo un nuevo Reino de ilusión!

Sin embargo, se requiere del cuerpo que aprenda a «creer» en el eterno y suprapersonal «Yo» en el
oculto, del que debe ser manifestación.

El «Yo» eterno, generado espiritualmente es la pura fuente de las fuerzas espirituales en el ser
humano de la Tierra, pero el cuerpo es el receptáculo para extraer estas fuerzas y manifestarlas en la
vida terrenal.

¡En este «Yo» eterno, nosotros nos encontramos a nosotros mismos, así como nosotros eternamente
somos en lo eterno!

¡Solamente en este más interno «Yo», encontramos el eterno espíritu sustancial que todo abarca!

¡Solo en tu «Yo», generando a ti mismo, encontrarás a tu «Dios viviente»!

¡No es a través del intelecto y de la copiosa erudición que se logra lo más elevado que el ser
humano puede alcanzar!

¡La perfección espiritual es una consecuencia de la vida, - y no una profundización del pensar
incisivo!

Existe verdaderamente algo que solo puede ser alcanzado con el intelecto.

¡Esto se debería buscar de idear para llegar a «saber»!

¡Entonces el Sabio se eleva por sobre el saber, hasta que aprenda a pensar igual a como piensan los
niños! -

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Tú no debes aprender a pensar «infantilmente», sino que debes llegar nuevamente hasta la unidad
del pensador y de lo pensado.

En dicha unidad, has concebido una vez, cuando tú eras un niño tus primeros pensamientos, y solo
en la misma unidad se dejan pensar los últimos y más elevados pensamientos.

Y así como tu más temprano pensar no «ideó» su material, sino que lo encontró en la primera
experiencia terrenal, así tu experiencia espiritual debe finalmente proveerte de los materiales de
construcción con los cuales debes de abovedar la alta catedral de tu conocimiento . . .

¡Entonces tú no habrás vivido inútilmente tu vida terrenal y no habrás soportado en vano su


sufrimiento!

¡Seguramente estando a salvo en tu «este lado», podrás esperar sin temor a tu «Más Allá», - desde
hoy mismo, bien seguro de tu vida eterna en la luz divina!

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FIN

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