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Cuando Los Artistas Pintaban La Historia de España

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Quand les artistes peignaient

lHistoire de lEspagne
Stphane Pelletier
anexo a Calanda n 7, ao 2012

Edicin bilinge: versin espaola de Carlos Lzaro Mels

ene.

12 octubre
dic.

educacion.gob.es

Catlogo de publicaciones del Ministerio:


mecd.gob.es/
Catlogo general de publicaciones oficiales:
publicacionesoficiales.boe.es

ANEXO A CALANDA
Revista didctica de la accin educativa espaola en Francia
Autor del original francs
Quand les artistes peignaient lHistoire de lEspagne
Stphane Pelletier
Versin al espaol
Carlos Lzaro Mels

Editor
Jos Luis Ruiz Miguel

Anexo al nmero 7, ao 2012

MINISTERIO DE EDUCACIN, CULTURA


Y DEPORTE
Subsecretara
Subdireccin General de Cooperacin Internacional
Edita: SECRETARA GENERAL TCNICA
Subdireccin General de Documentacin y Publicaciones
Embajada de Espaa en Francia
Edicin: octubre de 2012
NIPO: 030-12-362-8 (en lnea)
ISSN: 1962-4956
Foto de portada: Ejecucin de Torrijos y sus compaeros en la playa de Mlaga, de A. Gisbert. Museo del Prado
Diseo y maqueta: Antonio Ramos

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

ndice
Primera parte:
Orgenes y evolucin de la pintura de historia en Espaa
1.
2.
3.
4.
5.

La pintura de historia: hacia una iconografa nacional.


La importancia de quienes hacan los encargos.
El sustrato ideolgico.
Espaa, una nacin catlica.
El crepsculo de un gnero.

Segunda parte:
Las obras en su contexto de realizacin
La muerte de Viriato, Jos de Madrazo.
El ltimo da de Numancia, Alejo Vera.
La conversin de Recaredo, Antonio Muoz Degran.
La batalla de las Navas de Tolosa, Francisco de Paula van Halen.
Retrato de Fernando III, annimo.
La expulsin de los judos de Espaa, Emilio Sala y Francs.
La rendicin de Granada, Francisco Pradilla.
Cristbal Coln en el monasterio de La Rbida, Eduardo Cabo de la Pea.
Doa Isabel la Catlica dictando su testamento, Eduardo Rosales.
Juana la Loca, Francisco Pradilla.
Ejecucin de los comuneros, Antonio Gisbert.
Carlos V en Yuste, Miguel Jadraque.
La expulsin de los moriscos en Vinaroz, Pere Oromig y Francisco Peralta.
La batalla naval de Lepanto, Juan Luna y Novicio.
La rendicin de Juliers, Jos Leonardo.
La rendicin de Breda, o el cuadro de Las Lanzas, Diego Velzquez.
Auto de fe en la plaza Mayor de Madrid, Francisco Rizi de Guevara.
El dos de mayo de 1808, Joaqun Sorolla.
3

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

El dos de mayo de 1808, Francisco de Goya.


El tres de mayo de 1808, o Los fusilamientos en la montaa del Prncipe Po,
Francisco de Goya.
Escena de Inquisicin, Francisco de Goya.
Fusilamiento de Torrijos y sus compaeros, Antonio Gisbert.
La carga, Ramn Casas.

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

prembulo
Espaa es un pas europeo con un rico pasado plurisecular. Y su historia no ha dejado
indiferentes a los pintores del Sur de los Pirineos. Hay que precisar que al menos durante tres
siglos la pintura de historia goz de un protagonismo innegable y que era frecuente encontrar
reflejados en los lienzos los grandes acontecimientos o los protagonistas legendarios de la
Historia de Espaa. Se trataba de obras realizadas por encargo. En un primer momento fueron
encargos casi exclusivamente de los reyes, pero con el tiempo pasaron a ser ms ampliamente
institucionales.
El lector encontrar en este libro cuadros clebres de los grandes maestros de la pintura
espaola, pero tambin podr descubrir obras de artistas menos conocidos. Si la pintura de
historia predomin en la escena artstica durante mucho tiempo, en el caso de Espaa su
apogeo se sita esencialmente en el siglo XIX. No ser de extraar por lo tanto que la mayor
parte de los cuadros analizados aqu pertenezcan a este perodo.
En ningn modo es mi deseo emprender rehabilitacin esttica alguna de una expresin
artstica minusvalorada durante mucho tiempo, incluso aunque goce hoy en da de un nuevo
impulso, como demuestra el xito de las exposiciones que se organizan a ambos lados de los
Pirineos sobre pintores considerados hace tiempo como excesivamente academicistas. Sin
embargo, sera lamentable ignorar un gnero que supo producir obras de calidad como Las
Lanzas o La Rendicin de Breda de Velzquez, o las dos telas de Goya, El Dos de mayo de
1808 y El Tres de mayo, que constituyen, sin ningn tipo de duda, un punto de referencia y un
modelo. No son muchos los cuadros de historia que alcanzaron este grado de maestra en
pintura. No obstante, de los lmites que impona el academicismo surgan de vez en cuando
interesantes creaciones que conviene insertar en el contexto poltico, social e ideolgico de la
poca que las vio nacer. La importancia del lugar que ocupa la pintura histrica en el seno de
la historia del arte espaol, aunque solo sea cuantitativamente, as como los estrechos lazos
que sta ltima mantiene con la historia cultural de la Espaa contempornea, conforman los
ejes de reflexin de este libro.
La primera parte versa sobre la eclosin, la evolucin de la pintura histrica y su declive
progresivo en los albores del siglo XX.
5

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

La segunda parte propone un anlisis de veintitrs obras, elegidas entre las ms emblemticas de este estilo, proponiendo al lector un viaje a travs de la historia de Espaa de la
mano de sus pintores.
Las reproducciones respetan una periodizacin clsica, desde los primeros tiempos de
la historia con Viriato y el sitio de Numancia, pasando por la Edad Media y la Edad Moderna
hasta el final del siglo XIX, perodo de profundo desinters y abandono de la pintura de historia.
Teniendo en cuenta que se trata de una produccin pictrica de dimensiones considerables,
ha sido necesario hacer elecciones; elecciones que son necesariamente subjetivas. Sin
embargo, algunos perodos fueron ms representados que otros por los pintores. No es de
sorprender que el Siglo de Oro (siglos XVI y XVII) despertara un inters especial, tratndose de
la poca de la grandeza de la Espaa imperial. El ao 1808 y la Guerra de la Independencia
contra la invasin napolenica tambin dieron lugar a mltiples creaciones, desde Francisco
de Goya hasta Joaqun Sorolla, por no citar sino a los artistas ms clebres. Cada cuadro est
acompaado por un comentario iconolgico sobre el acontecimiento representado, as como
sobre la lectura, la interpretacin que el pintor propone del mismo. De un modo ms general,
el objetivo de esta obra consiste en dar a conocer cmo se concibi la fbrica pictrica del
imaginario histrico espaol, como una paleta nacional que trae a escena un pasado
reinterpretado, imaginado en tanto que portador de imgenes.
Esta obra pretende a su manera facilitar un mejor conocimiento de un rasgo singular del
patrimonio artstico espaol, muy rico pero todava mal conocido.

Primera parte:
Orgenes y evolucin
de la pintura de historia
en Espaa

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

1. La pintura de historia: una iconografa nacional


Considerada desde el siglo XVII como el gran gnero o gnero mayor de la pintura occidental, la pintura de historia se ir eclipsando progresivamente a fines del siglo XIX en pro de
sistemas de representacin pictricos que dejan de favorecer la representacin de acontecimientos y la voluntad de inscribirlos en la historia. En Espaa, el advenimiento la coronacin
se podra decir a modo de guio al clebre cuadro de Jacques-Louis David, La coronacin de
Napolen de la pintura de hechos o de acontecimientos histricos se sita precisamente en
el siglo XIX. La explicacin hay que buscarla en el estrecho vnculo que se crea en aquel momento con la nocin de construccin nacional, de puesta en marcha del Estado-nacin, que
favorece la representacin de temas concretos del pasado. Porque una nacin es un universo
de imgenes; en una palabra, un imaginario. Y la invencin de cualquier nacin exige la fabricacin de un imaginario histrico en el que las representaciones del pasado sean fcilmente
comprensibles para todos. Se crean as imgenes histricas que se convierten en imgenes
verdicas de la historia con el objetivo de originar la adhesin de la comunidad nacional. Nada
mejor que la representacin plstica del pasado para crear un relato que se precie de ser coherente con los orgenes, a veces lejanos, de la nacin. Segn la historiadora Anne-Marie
Thiesse1, especialista en la creacin de las identidades nacionales, este proceso de formacin
de la identidad exiga que se estableciera el patrimonio de cada nacin antes de difundir su
culto. Los diferentes nacionalismos europeos se esforzaron en cubrir con la ptina del tiempo
sus ficciones. De este modo, mutatis mutandis, los iberos son a Espaa lo que los galos son a
Francia, y Viriato de algn modo ejerce el papel de Vercingetorix ibrico, ya que ambas figuras
mticas fomentaron los fantasmas patriticos. El galo hirsuto o el ibero noble lucharon contra
los romanos y de esta lucha tan alejada en el tiempo naci el mito. Hay que precisar que el
siglo XIX marc el principio de lo que algunos historiadores franceses han llamado la fbrica
de los hroes nacionales, puesto que la creacin de hroes y la idea nacional actan en connivencia, siendo el hroe el representante de una colectividad o de una nacionalidad2. Poda
tratarse de hroes, pero igualmente de heronas: Mariana Pineda, por ejemplo, pintada sobre
todo por Juan Antonio Vera e Isidro Lozano, o los grabados de Agustina de Aragn defendiendo
Zaragoza sitiada por las tropas francesas, que aseguraron la difusin de su imagen de icono
poco menos que nacional.

1
2

La cration des identits nacionales. Europe XVIII-XIXme sicle, collection Points Histoire, 2001.
La fabrication des hros, obra colectiva, Maison des Sciences de lHomme, 1998.

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Es ms, a la invencin de la nacin espaola tambin contribua la creacin de gneros


literarios3 pensemos sobre todo en los clebres Episodios Nacionales del fecundo escritor
realista Benito Prez Galds4 o artsticos, es decir, de diferentes formas de expresin o de
creacin. As se explica el desarrollo de la pintura de historia a partir de fines del siglo XVIII y
a lo largo de todo el siglo XIX, ya que ste es el momento en el que el gnero pictrico se encuentra en consonancia con la ideologa poltica dominante.

Juan Antonio Vera, Mariana Pineda en capilla, 1862, Archivo del Congreso de los Diputados, Madrid.

A pesar de que hubo pintores de batallas con anterioridad, los historiadores del arte suelen
situar el nacimiento de la tradicin de la pintura de historia en el siglo XVII y la relacionan con
pintores como Nicols Poussin o Charles Le Brun, en el caso de Francia, o Diego Velzquez en
Espaa, cuya Rendicin de Breda (ms conocido como Las Lanzas), pintado en 1634-35, constituye un notable ejemplo del gnero, puesto que es mucho ms que una pintura de batallas
entre espaoles y holandeses herejes. En efecto, Velzquez deja de lado la convencin y el
3

Se trata de la novela, gnero literario relativamente joven, que servir como vector de difusin de una
nueva visin del pasado. Ver Anne-Marie Thiesse, op. cit., captulo 6.
4
La editorial Destino de Barcelona ha decidido reeditar estas 46 novelas histricas, organizadas en cinco
series, que constituyen un magnfico fresco de la Espaa del siglo XIX.

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

nfasis inherentes a este tipo de representacin para interesarse por lo que Claude Esteban
llama un modo de intercambio caballeresco entre dos grandes capitanes que conforman
nuevamente la imagen inmemorial del valor y del honor5. El mismo ao, Jos Leonardo (16011653), un pintor aragons de gloria ms efmera que la del gran maestro sevillano6, realiza dos
pinturas de historia para el Saln de Reinos del Casn del Buen Retiro en Madrid, inaugurado
en diciembre de 1633: La rendicin de Juliers y La toma de Brisach, cuya composicin y cromatismo revelan claramente la influencia de Diego Velzquez. Los ms grandes pintores del
reinado de Felipe IV contribuyen a la decoracin del Saln de Reinos, donde se encuentra el
trono y tienen lugar las recepciones oficiales. La monarqua espaola encarga de este modo a
Velzquez, al no menos conocido Francisco de Zurbarn, a Antonio de Pereda, al joven Jos
Leonardo, incluso al pintor y fraile dominicano Juan Bautista Mano7, as como al pintor de cmara de la corte, Vicencio Carducho, cuadros de gran formato que han de representar los
hechos de armas ms notables del reino de Felipe IV y de la poltica que haba puesto en marcha
quien an es su valido, pero que caer pronto en desgracia, don Gaspar de Guzmn, condeduque de Olivares. Finalmente, se seleccionan doce lienzos para ser expuestos en el Saln de
Reinos, al lado de temas mitolgicos (Los trabajos de Hrcules, pintados por otro gran sevillano,
Francisco de Zurbarn, fundamentalmente pintor del universo conventual y del silencio y por
tanto mucho menos inspirado por la mitologa) y de retratos ecuestres de la familia real. La
decoracin de este saln real constituye indudablemente un momento clave de la pintura de
historia espaola, pues se acude a los mejores pintores del reino para plasmar en los lienzos
la valenta de los ejrcitos y de los generales en la defensa de los intereses de la belicosa
Espaa catlica del rey Felipe IV8. De toda la dinasta espaola de los Habsburgo, el mecenazgo
artstico de Felipe IV fue incuestionablemente el ms importante, como demuestra la estrecha
relacin entre el monarca y Velzquez, como destac Bartolom Bennassar en su biografa del
pintor sevillano9.

Claude Esteban, Trois Espagnols, Velzquez, Goya, Picasso, Farrago, Tours, 2000, pg. 24.
Jos Leonardo (1605-1656) es un pintor castellano cuya carrera fue ms bien breve debido a una enfermedad mental degenerativa.
7 El museo del Prado le dedic una hermosa retrospectiva en otoo de 2009. Cf. Catlogo de la exposicin:
Juan Bautista Mano 1581-1649, Museo Nacional del Prado, Madrid, 2009.
8 Sobre el diseo iconogrfico del Saln de Reinos, nos remitimos a Bartolom Bennassar, Les lances de
Breda de Velasquez, Collection Une oeuvre, une histoire, Armand Colin, Pars, 2008, as como a Jonathan
Brown, El Saln de Reinos in El Palacio del Buen Retiro y el nuevo Museo del Prado, Museo Nacional del
Prado, Madrid, 2000.
9 B. Bennassar, Velasquez, Editions de Fallois, 2010.
6

10

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Diego Velzquez, Retrato ecuestre de Felipe IV, detalle, 1634-35, Museo del Prado.

La pintura de historia no se limita a las escenas de batallas victoriosas, a la representacin


de la guerra. Se plasman tambin escenas en las que otro tipo de historia est presente, como
en el cuadro de Francisco Ricci de Guevara titulado Auto de fe en la plaza Mayor de Madrid
(1683) y que retoma un par de siglos ms tarde el tema de la obra del pintor castellano Pedro
Berruguete10 Auto de fe presidido por Santo Domingo de Guzmn, de 1495 (fruto de un encargo
del monasterio dominicano de Santo Toms de vila). Era de todo punto lgico que en un
10

Pedro Berruguete encarna la influencia italianizante en la pintura espaola (pasa un tiempo en Urbino en
la corte de Federico de Montefeltro): dominio de la perspectiva, de la iluminacin, etc. Nos remitimos a
Pascal Torres Guardiola, La peinture en Espagne du XVme au XXme sicle, PUF, 1999.

11

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

contexto religioso profundamente impregnado del espritu del Concilio de Trento y de los preceptos de Carlos Borromeo, arzobispo de Miln, sobre las imgenes sagradas, la lucha contra
la hereja y la apostasa constituyera una de las fuentes de inspiracin de la pintura de historia.
La explicacin hay que buscarla en el hecho de que es esencialmente la iglesia post-tridentina
triunfante quien impulsa los nuevos proyectos iconogrficos en esta Espaa imperial sometida
al dogma de la piedad (pensemos en el magnfico San Serapio, de Francisco de Zurbarn
realizado como parte del encargo del convento de la Merced en Sevilla). En consecuencia, la
produccin cuantitativa de la pintura de historia stricto sensu, es decir, limitada a los episodios
propiamente histricos, es inferior a la de los cuadros de inspiracin religiosa que reflejan la
historia sagrada o incluso escenas tomadas de la mitologa greco-latina.

Pedro Berruguete, Auto de fe


presidido por Santo Domingo de
Guzmn, 1495, Museo del Prado.

12

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Si la nocin de pintura de historia est profundamente unida a la herencia del Renacimiento


humanista, a partir del siglo XVIII su esencia evoluciona hacia el academicismo ya que la Academia de pintura establece sus bases tericas. En Espaa, el siglo XVIII es el momento en el
que se crean las academias. En el contexto que nos ocupa, esta expresin artstica depende
de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando que fija, desde su creacin definitiva en
175211 bajo el reinado de Fernando VI, las normas y los modelos en materia de representacin
pictrica y que constituye, por consiguiente, un pasaje obligado para cualquier pintor que desee
contar con reconocimiento oficial. La Academia de Bellas Artes se fund para promover el
estudio de las Tres Nobles Artes: la pintura, la escultura y la arquitectura, estimulando su prctica y desarrollando el buen gusto artstico a travs del ejemplo y la doctrina. En origen, el
cuadro de historia surge como un ejercicio puramente acadmico ya que la Academia impone
a los alumnos que se presentan a las pruebas de admisin una lista de temas dignos de ser
representados. La pintura de historia no puede limitarse a una imitacin de la realidad, debe
representar una accin humana ejemplar, la escena elegida debe ser tratada por el pintor con
una perspectiva dramtica. Las figuras representadas expresan de este modo sentimientos
universales e identificables que pertenecen a la historia de Espaa. Como preconizaba Francisco
de Mendoza en su clebre Manual del pintor de historia, publicado en 1870, el cuadro debe
componer una pgina de historia que recuerde un hecho notable bajo cualquier concepto que
sea; por bien ejecutado que est, si el asunto no tiene inters, rebaja infinito el mrito de la
obra.12 A partir del siglo XVIII, se confirma una predominancia de los temas inspirados en la
historia de la nacin sobre los temas de inspiracin greco-romana o de carcter estrictamente
religioso. Se podra decir que sobre el lienzo, los pastores de la Arcadia pintados por Poussin
tienden a ceder el puesto, o, por lo menos, a compartir el espacio pictrico con los Comuneros
de Castilla que se alzaron contra la poltica del emperador Carlos V o con los hroes del liberalismo espaol, entre los que resalta como figura emblemtica de la primera mitad del siglo
XIX Jos Mara de Torrijos.13
Sin embargo, sera errneo pensar que la pintura de historia no sufri evolucin alguna.
Como cualquier gnero artstico que se asiente en el tiempo, esta ltima se enriqueci enormemente con mltiples aportaciones exteriores. De categora extremadamente codificada, con
el tiempo lleg a ser un gnero ms bien hbrido que los mejores pintores impregnaban con su

11

La inauguracin oficial tuvo lugar el 12 de abril en el Gran saln de la Casa de la Panadera en Madrid.
En cuanto a la creacin y los primeros decenios de esta institucin, es de referencia C. Bedat, LAcadmie
des beaux-arts de Madrid, 1744-1808, Toulouse, 1974, citado por Carlos Reyero, La pintura de historia
en Espaa, cuadernos Arte Ctedra, 1989.
12 Manual del pintor de Historia, Fontanet, Madrid, 1870.
13 El cuadro figura en la portada del libro.

13

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

personalidad y su talento, como fue el caso de Francisco Pradilla14 o de Antonio Gisbert, pintores
muy injustamente desconocidos fuera de Espaa.
Por lo tanto, no se puede hablar fidedignamente de estanqueidad a la hora de definir este
gnero y esta reflexin es especialmente vlida para el siglo XIX y sus ltimas dcadas, que
ven aparecer evoluciones artsticas destacables. Pero ya con Francisco de Goya, el gesto heroico
militar se ve relegado para dejar paso a personajes cotidianos que hacen, de algn modo, irrupcin en la pintura de historia. Se establece as una relacin indita entre el cuadro y el espectador. Esta observacin se aplica perfectamente a sus dos obras maestras del Museo del Prado
que son El dos de mayo de 1808 y El tres de mayo de 1808, que Goya pint tras la invasin
napolenica de Espaa y la terrible guerra de la Independencia que se prolong durante seis
aos. Se trataba de un encargo procedente de la Casa Real y fue un deseo expreso del rey
Fernando VII, ms especficamente.
Si la pintura de historia encuentra en las grandes exposiciones que se organizaban en la
Academia de San Fernando el marco preferente de su expresin, no es menos cierto que el
Estado espaol, principalmente a travs de las Cortes, importantsima institucin nacional, contribuye tambin enormemente a la difusin de esta pintura cuyo modo de expresin se encuentra ms o menos sometido al academicismo en funcin de los artistas elegidos. En este
sentido, Francisco Pradilla, cuya actividad creadora no se limitaba a la pintura de historia, consigui encontrar un lenguaje pictrico personal, como lo haba hecho antes que l el joven
pintor cataln Mariano Fortuny15, del que carecen casi totalmente muchos pintores cuyas obras
no llegan a desprenderse en la mayora de los casos del cors del academicismo. No es vano
poner de manifiesto que hubo magnficos cuadros de historia y que el menosprecio que sufrieron a partir de fines del siglo XIX no hizo sino desacreditar injustamente todo un gnero.
Por supuesto, los mejores cuadros son aquellos que consiguen superar el propio lmite que supone ser una pintura de historia sometida a cnones estrictos y castradores. En este sentido,
el filsofo y brillante crtico de arte que fue Hyppolite Taine escriba sobre Jean Auguste Dominique Ingres que algunos le haban reprochado errneamente su academicismo sin comprender
14

Francisco Pradilla Ortiz fue un pintor clebre en su tiempo; la rica coleccin privada Orts-Bosch incluye
particularmente varias de sus telas, entre las que destaca un Estudio de lirios y rocas, prueba de su
talento de pintor paisajista, as como una escena de gnero titulada Lavanderas italianas, en la que Pradilla
Ortiz hace prueba de un innegable dominio del cromatismo que encontramos en Doa Juana la Loca.
15 Se puede tener acceso directo a ciertos cuadros del pintor de Reus en el MNAC (Museu Nacional dArt
de Catalunya) en Barcelona. La gran exposicin sobre Mariano Fortuny organizada en 2004 por esta
institucin catalana posibilit el acercamiento a la riqueza creativa de este artista: pinturas de historia,
retratos, escuela orientalista de la que es exponente el magnfico Askari de 1860 o tambin Los hijos del
pintor en el saln japons, de 1874. Es de referencia el destacable catlogo de esta exposicin: Mariano
Fortuny, MNAC, 2004.

14

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

su profunda originalidad16. Sin llegar a retomar al pie de la letra esta apreciacin del autor de
Filosofa del arte, aparece en Doa Juana la Loca ante el sepulcro de su esposo pintado por
Francisco Pradilla el sello de un estilo personal, autntico, que emana de la capacidad del pintor
aragons para traducir la desesperanza profunda de la reina que no se separar del atad de
su esposo, Felipe el Hermoso, hasta su lugar de entierro. En este cuadro, Francisco Pradilla
trasciende el monocromatismo recomendado por las normas dictadas por Francisco Mendoza
a travs de la alternancia de colores clidos y fros. Precisamente es esta alternancia de tonos
lo que contribuye a crear ese halo mgico tan romntico que emana del conjunto del cuadro.
La tela supuso para su autor la merecida recompensa de la medalla de honor en la Exposicin
nacional de pintura de 1878. Sobre este mismo tema, debemos a Lorenzo Valls un cuadro de
gran formato (328 x 313 cm), realizado en 1866, Demencia de doa Juana de Castilla17, en el
que la reina est representada como escolta tenaz y permanente del cadver de su marido
adorado. El pintor traduce de maravilla la demencia de la reina que est convencida de que
ste ltimo est a punto de despertarse y que no se halla, en ningn caso, muerto. Lorenzo
Valls puede ser considerado como uno de los grandes maestros de la pintura de historia
espaola, a pesar de que el conocimiento del conjunto de su obra sea un tanto restringido.
Francisco Pradilla no poda ignorar la existencia de este cuadro cuando estaba realizando su
propia versin de Doa Juana la Loca puesto que la realiz once aos ms tarde.

Lorenzo Valls, Demencia de Juana de Castilla, 1866, Museo del Prado.


16
17

Hippolyte Taine, Philosophie de lart, Hermann Editeurs, 2008.


Expuesto en el Museo del Prado desde la apertura en 2008 de las nuevas salas dedicadas a la pintura
espaola del siglo XIX.

15

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

2. La importancia de quienes encargaban las pinturas


El papel de quienes hacan los encargos siempre ha sido fundamental en la historia del
arte. La pintura de historia, quiz ms que cualquier otro gnero, no escapa a esta regla. En un
primer momento, durante el Siglo de Oro, fue la monarqua de los Habsburgo quien nicamente
encargaba pinturas de historia. La victoria en la batalla de Lepanto de las armadas catlicas,
aliadas contra los mahometanos supuso la creacin de unas cuantas obras notables; pensemos
en este caso en los dos cuadros que Tiziano realiz para Felipe II, entre 1571 y 1575. Tras
Felipe II, ya conocemos el papel que jug el mecenazgo de Felipe IV a travs de la construccin
del Saln de Reinos a partir de 1630. En el siglo XIX, la monarqua de Isabel II (su reinado comenz en 1843 y dur hasta 1868) y ms tarde, en la poca de la Restauracin monrquica,
a partir de 1874, instituciones como el Senado o el Congreso de Diputados contribuyeron a
perpetuar la tradicin de la pintura de historia cuyo autntico esplendor se remonta al siglo
XVIII, es decir al momento de la creacin de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. En
Espaa, como en el resto de Europa, el siglo XVIII marca el impulso inicial de este gnero acadmico que no es, consecuentemente, ni propiamente espaol, ni se encuentra circunscrito
exclusivamente al siglo XIX. La Academia de Bellas Artes, creada por mandato de Felipe V y de
su esposa Isabel de Farnesio, garantiza la continuacin de la tradicin mediante una enseanza
oficial, normativa en el fondo. A mediados del siglo XIX,
en 1853 exactamente, la reina Isabel II firmaba el decreto
que institua las exposiciones nacionales de Bellas Artes.
La primera tuvo lugar en Madrid en 1856 y posteriormente tuvieron lugar cada dos aos, para finalmente
pasar a celebrarse cada tres. Entre 1856 y 1900 se
suceden diecisiete exposiciones en las que el gnero
histrico predominaba incuestionablemente; tales
exposiciones favorecieron de algn modo el desarrollo
de un nacionalismo artstico. La edad de oro de la pintura
de historia se sita entre 1850 y 1880, con una produccin impresionante desde el punto de vista cuantitativo;
se realizaron en este intervalo cientos de cuadros y el
grabado se utilizaba para difundir en masa este arte
acadmico.
Federico de Madrazo, Isabel II reina de Espaa,
Museo del Prado, Madrid.

16

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

En este contexto, la reina Isabel II encarga a tres pintores diferentes, Francisco de Paula
Van Halen, Francisco Galofre Oller y Francisco de Mendoza, obras que representaban diferentes
episodios de la vida de Isabel la Catlica para decorar los diferentes salones de los palacios
reales. Estos encargos respondan tanto a necesidades privadas como a una voluntad de proyeccin pblica. Los encargos del Estado espaol tenan como primer objetivo la decoracin
monumental de los principales escenarios del poder, a saber, los edificios del parlamento ya
citados, pero igualmente la de los lugares dotados de gran simbolismo para la nacin, como la
baslica de San Francisco el Grande de Madrid donde tenan lugar numerosas ceremonias oficiales (esta iglesia madrilea incluso sirvi durante algn tiempo como panten nacional). En
cuanto a la obra maestra de Antonio Gisbert titulada Fusilamiento de Torrijos y sus compaeros
en las playas de Mlaga (1887-1888), responda a un encargo del gobierno liberal presidido
en aquel momento por Prxedes Mateo Sagasta, con el fin de ilustrar la defensa de las libertades a travs del martirio del general liberal Jos Mara de Torrijos. Defensa de las libertades
muy terica, cuando es conocida la represin que este mismo gobierno ejerci contra el movimiento obrero en plena estructuracin en aquel momento. Pero se es otro debate (nos remitimos al cuadro de Ramn Casas La carga, que se analiza en la segunda parte de la obra).
Un real decreto firmado por Alfonso XII estipul incluso que el cuadro de Gisbert fuera expuesto
en el Museo del Prado para servir como ejemplo para las generaciones futuras. En sntesis, se
deseaba una pintura instructiva y didctica donde las hubiera. Habr que esperar hasta 2009
para que este cuadro encuentre su lugar de pleno derecho en el gran museo madrileo, donde
se puede contemplar actualmente en las salas dedicadas a la pintura espaola del siglo XIX.
Por otro lado, las diputaciones provinciales tambin efectuaban a su vez numerosos encargos de pinturas de historia, como la Diputacin de Barcelona, que encarg a Mariano Fortuny
el lienzo de gran formato La toma de Tetun, con la intencin de que el cuadro exaltara la grandeza de la conquista y colonizacin del Rif marroqu por las tropas espaolas, capitaneadas
por el General Prim contra el sultn de Marruecos. No era necesario que las escasas empresas
coloniales emprendidas en el siglo XIX por una Espaa en pleno declive en el plano internacional
encontrasen su eco en el arte oficial para asegurar su difusin? Mariano Fortuny acept desempear el papel de cronista grfico de la guerra colonial en Marruecos de 1860. Este mismo
ao pint La batalla de Wad-Ras, conservada en el Museo del Prado y que recuerda La prise
de la Smalah dAbd-el-Kader, realizada por el pintor francs Horace Vernet en 1845 (expuesta
en el castillo de Versalles). Si nos atenemos a la produccin de Mariano Fortuny, ste compuso
otro lienzo que exaltaba un pasado cataln ms lejano, ya que se remontaba hasta las conquistas del condado de Barcelona en la Edad Media: Ramn Berenguer en el castillo de Foix.
Del mismo modo que en la pintura castellana, la voluntad didctica quedaba patente puesto
que el cuadro deba ilustrar un episodio simblico, un acontecimiento clave de la historia
medieval catalana. Sin embargo, conviene tener en cuenta la dimensin propia de Catalua
17

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

(y, en menor medida, del Pas Vasco y de Galicia) que ve afirmarse en el ltimo cuarto del siglo
XIX una aspiracin de autonoma regional. En este sentido, la pintura catalana, en relacin con
las dems formas de expresin artstica como la poesa de Jacinto Verdaguer en un primer
momento y ms tarde la de Joan Maragall, contribuye plenamente a la valoracin y al despertar,
o al retorno al estado latente para algunos, de la consciencia regional. El mismo espritu regionalista parece vivir en algunas pinturas de historia de gran formato que adornan actualmente
la escalera de honor de la Universidad Central de Barcelona.

Mariano Fortuny,
Ramn Berenguer en el castillo de Foix, 1856,
MNAC - Museu Nacional d'Art de Catalunya.
Barcelona. Fotgrafos: Calveras/Mrida/Sagrist.

Si, a ttulo privado, la gran burguesa encarga pinturas de historia, se trata en la primera
mitad del S. XIX de un fenmeno ms bien marginal; los pedidos que surgen de la alta sociedad
se orientan ms bien hacia otras temticas, sin duda ms propicias a un uso privado de la pintura, como los numerosos retratos individuales o de familia que adornan las paredes de las
mansiones de las grandes ciudades espaolas. En la segunda parte de este siglo, aparecen
cuadros de historia de pequeo formato que responden a encargos privados. Este fenmeno,
de limitada extensin, poda corresponder a un deseo de hacer ostentacin de una adhesin a
los ideales nacionales, una voluntad deliberada por parte de ciertas lites polticas y econmicas
de demostrar que se sentan ligados a la historia nacional. Sea como fuere, es innegable que

18

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

hasta finales del S. XIX, la Corona y el Estado son, principalmente, quienes hacen pedidos de
pinturas de historia, mucho ms que esta clase social emergente que es la burguesa industrial
y financiera tan bien descrita por el novelista cataln Narcs Oller en su novela La fiebre del
oro (La febre dor), publicada en 1892.

Mariano Fortuny, La matanza de los Abencerrajes, 1870, leo sobre lienzo 73,5 x 93,5 cm,
Museu Nacional dArt de Catalunya (MNAC).

19

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

3. El sustrato ideolgico
El desarrollo de la pintura histrica en el siglo XIX no se comprende sino en funcin de un
contexto ideolgico impregnado de nacionalismo espaol ya que esta expresin artstica particular aparece como reflejo de la consciencia nacional en el momento de la tentativa de puesta
en marcha del Estado-nacin. Tentativa? Contrariamente a Francia, la Gran Nacin surgida
de la Revolucin Francesa, Espaa casi nunca haba sido hasta aquel momento un Estado nacional. Por ello, la tarea no era en absoluto sencilla. La nacin, en tanto que comunidad de adhesin, se fundamenta en una historia comn que puede buscar su fuente en criterios tanto
histricos, geogrficos y tnicos como culturales. En consecuencia, la idea nacional es una
construccin imaginaria formada a base de imgenes y de relatos. Esta empresa se cimenta
en la transformacin del pasado en un narracin coherente (algunos historiadores franceses
hablan de la novela nacional), capaz de hacer de cada nacin concreta el tema nico de la
identidad colectiva frente a otros imaginarios posibles. En este sentido, la historiografa del
momento jugar un papel importante al fijar los momentos clave de la historia de Espaa, al
elaborar un relato continuo, con la salvedad de algunas vicisitudes, de esta misma historia. El
siglo XIX espaol ve cmo se suceden las reediciones de la Historia general de Espaa del
padre jesuita Juan de Mariana, redactada en latn en 1592 (De rebus Hispaniae), mientras que
la primera edicin en castellano data de 1601. Esta obra constituy, de hecho, la referencia en
materia de historia de Espaa durante varios siglos. Se trata ante todo de una historia principalmente de acontecimientos, pero tambin moral, puesto que el autor propone en ella una
lectura de la historia de Espaa a travs de lo que a l le parecen ser los grandes episodios
histricos desde los orgenes hasta la muerte del rey Fernando de Aragn en 1516: Numancia,
Sagunto, el largo proceso de la Reconquista, las conquistas del rey Fernando III, la toma de
Granada Son precisamente estos acontecimientos fundadores de la nacin los que constituirn los temas de representacin favoritos de la pintura de historia espaola del XIX. Paralelamente a este manual de historia que contaba con ms de doscientos aos de existencia,
debemos al liberal catlico Modesto Lafuente Zamalloa otra Historia general de Espaa,
redactada entre 1850 y 1867 y cuyo xito fue casi inmediato: se considera que esta obra figura
entre las ms ledas de la segunda mitad del siglo XIX. Los casi treinta volmenes de esta
Historia general de Espaa representan una obra esencial en la formacin de la consciencia
nacional al inscribir el autor la historia de Espaa en la continuidad y en la unidad nacional y
religiosa, subestimando un poco la historia de los territorios de la corona de Aragn en beneficio
de Castilla. Esto era cuanto necesitaban los partidarios de un nacionalismo centralista, es decir,
castellano ante todo, para que el xito de la empresa estuviera asegurado ante sus ojos. La
intencin ms general de Modesto Lafuente era dotar a sus compatriotas de una verdadera

20

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

consciencia nacional. Es el gran promotor de una historia nacional bajo el reinado de Isabel II.
Asimismo, la Historia de Espaa de Antonio Cabanilles, que daba mayor relevancia a los grandes
hechos de la Edad Media, y la Historia de los Reyes Catlicos de Andrs Bernldez, publicada
en 1856, sirvieron ambas de fuente de inspiracin a los pintores espaoles. Muy alejadas de
una historiografa cientfica o epistemolgica rigurosa, estas obras constituyeron la fuente de
la que los principales representantes de la pintura de historia espaola obtuvieron la inspiracin
para responder a las exigencias de una nacin que en aquellos momentos iba en busca de un
pasado. Esta historia constituye un instrumento de identificacin y de unin nacionales, es una
historia a menudo mtica y legendaria, basada en sus hroes y en sus grandes hechos de
armas, sus episodios clave18. Siguiendo esta lgica, estos diferentes relatos de la historia espaola hacan caso omiso de las pequeas vidas de hombres y mujeres comunes para quienes la construccin del Estado-nacin no era ni la menor de sus preocupaciones cotidianas.
El paso de la pgina de historia al lienzo es muy rpido. Lo que proponen Jos Casado del
Alisal, Antonio Gisbert, Francisco Pradilla o Eduardo Rosales es, de algn modo, una Historia
ilustrada de Espaa, lo mismo que hicieron sus homlogos franceses Antoine-Jean Gros (pintor
oficial de la epopeya napolenica y discpulo de Jacques-Louis David) Horace Vernet (realiz
importantes pedidos para Louis-Philippe) o Paul Delaroche, que desarroll el contenido sentimental de la pintura de historia con la teatralidad y la grandilocuencia que lo caracteriza. Paul
Delaroche influy esencialmente en Casado del Alisal y Rosales.

18

Nations en qute de pass, dirigida por Carlos Serrano, Iberica-Essai, Presses de lUniversit de ParisSorbonne, Paris, 2000. No se puede dejar de sealar que los autores de esta obra reprodujeron el cuadro
de Francisco Pradilla, La rendicin de Granada, en la portada, prueba evidente de que la pintura de historia
del siglo XIX particip activamente en esta bsqueda del pasado espaol.

21

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

4. Espaa, nacin catlica


La pintura de historia se ir afirmando a lo largo de todo el siglo XIX como un potente
vector de desarrollo del concepto de nacin centralizadora, garantizada por el Estado liberal.
La unidad de Espaa aparece en el centro de las preocupaciones polticas: ahora bien, para el
historigrafo liberal del siglo XIX, el nacimiento de la nacin espaola se remonta a los visigodos
y sobre todo a la conversin del emperador Recaredo, en 587, quien abjura del arrianismo
(hereja propagada en el siglo III que negaba la divinidad de Jesucristo y rechazaba el dogma
de la Santsima Trinidad) para abrazar la fe cristiana. Del mismo modo que Recaredo, otra figura
histrica visigoda, incentiv el impulso pictrico nacionalista encargado de plasmar un pasado
legendario, como atestigua la tela de Juan Antonio de Ribera y Fernndez, Wamba renunciando
a la corona, pintada hacia 1819 y que representa con una intensidad dramtica evidente, digna
de las mejores realizaciones neoclsicas de Jacques-Louis David, el acto de abdicacin del
rey visigodo de Toledo19. En esta ocasin, hay que precisar que se trata, ni ms ni menos, de
una adecuacin perfecta del pensamiento liberal al arte pictrico. Agustn Argelles, uno de los
padres de la primera constitucin liberal, promulgada en Cdiz en 1812, no declar que los
espaoles fueron en la poca de los visigodos una nacin libre e independiente?20

Juan Antonio Ribera,


Wamba renunciando
a la corona, 1819,
Museo del Prado.
19

Juan Antonio de Ribera es el autor de un cuadro ms clebre: Cincinato abandona el arado para dictar
leyes a Roma (1806). Fue alumno de J.L. David, quien vea en l a uno de sus mejores discpulos.
20 Citado por Santos Juli, Historia de las dos Espaas, Taurus, 2005, pg. 32.

22

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

En el marco de esta construccin a la vez ideolgica y esttica, la pintura acadmica contribuye, si no a la creacin, al menos a la afirmacin y a la difusin de las grandes figuras
mticas en torno a las cuales la Nacin espaola intenta constituirse. Es el caso de Viriato en
el cuadro de Jos de Madrazo, La muerte de Viriato, jefe de los lusitanos, que traduce, en un
estilo fuertemente neoclsico, la resistencia de este clebre ibero contra las tropas romanas.
No hay que precisar que el acento se pone en el espritu de resistencia patritica. De nuevo la
influencia esttica de Jacques-Louis David o de su discpulo Jean-Auguste-Dominique Ingrs
est patente ya que es imposible dejar de pensar en el clebre Juramento de los Horacios del
primero o en el esplndido Aquiles recibiendo a los embajadores de Agamenn del segundo.
La ciudad de Numancia, cuyos habitantes se opusieron tenazmente a la conquista romana,
constituye igualmente el tema de un cuadro pintado en 1881. Este mito nacional, que haba
inspirado tiempo atrs a Miguel de Cervantes una tragedia (La Numancia) es retomado por
Alejo Vera en la ms pura tradicin romntica ya que el artista escenifica magnficamente el
suicidio masivo de los numantinos ante los legionarios romanos que asedian la valerosa ciudad.
La destruccin de Sagunto, la antigua Saguntum, constituye igualmente un motivo recurrente
de esta pintura nacional. Adems, la unin de los reinos cristianos en la lucha contra los musulmanes, don Pelayo como hroe de esta lucha sin tregua contra los invasores infieles, la
figura del rey Fernando III el Santo, la batalla de Las Navas de Tolosa como unificadora de los
reinos cristianos contra los mahometanos, constituyen otros tantos temas predilectos de esta
pintura de historia espaola poderosamente didctica e instructiva, puesto que se trata de ilustrar los grandes momentos de la historia de la Patria. Comparar no es razonar, pero el valor
pedaggico de estas imgenes de historia no deja de recordar el papel que tuvo la pintura
religiosa en la poca de la Contrarreforma. Es sobre todo el reinado de los Reyes Catlicos, a
finales del siglo XV, y la reina Isabel de Castilla, ms particularmente, lo que da lugar a un
nmero considerable de cuadros cuyo mensaje poltico reductor, pero sin embargo muy claro,
es el de la unidad de Espaa. Una Espaa que se presenta como unida en torno a la fe catlica.
Se puede citar entre las innumerables telas que reflejan esta temtica el hermoso cuadro de
Francisco Pradilla Ortiz, La Rendicin de Granada, en el que el pintor no duda en trocar la
verdad histrica al representar a la reina Isabel en primer plano cuando es sabido que se encontraba ausente en el momento de la capitulacin del Reino Nazar de Granada. Pero la verdad
histrica importaba menos que el mensaje poltico o la verdad moral, tanto ms cuanto que se
trataba de un pedido del Presidente del Senado. Ms ampliamente, la representacin recurrente
de Isabel la Catlica durante el largo reinado de Isabel II (1843-1868) se carga evidentemente
con un valor simblico que tiene por objetivo legitimar la presencia de una mujer en el trono
de una Espaa en plena crisis carlista21.
21

Los Carlistas eran partidarios acrrimos de la ley slica que exclua a las mujeres de la sucesin a la
corona.

23

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Las grandes batallas que permitieron a Espaa brillar en la escena internacional constituan
una temtica recurrente: Lepanto, por supuesto, que permita la exaltacin de un pasado
glorioso, fue una batalla representada hasta la saciedad, como hizo, por ejemplo, Juan Luna y
Novicio en 1887 con una versin cargada de movimiento. Ms contempornea es la representacin de la primera victoria militar de los espaoles contra los ejrcitos franceses del general
Dupont en la Batalla de Bailn. La Rendicin de Bailn de Jos Casado del Alisal (1864) es un
gran leo sobre lienzo (338 x 500) muy conseguido que, en trminos de matices cromticos y
de organizacin del espacio pictrico se inspira abiertamente en La Rendicin de Breda de
Diego de Velzquez y que figura entre las pinturas de historia espaolas ms interesantes. Sin
embargo, la interpretacin de este hecho histrico por Casado del Alisal pone de manifiesto
una exageracin, ya que el general espaol vencedor, Castaos, se descubre ante los franceses
Du Pont y Gobert que son los vencidos! En estas composiciones a menudo gigantescas, los
pintores slo dan una visin del campo de batalla en ocasiones excepcionales, focalizando la
atencin sobre un grupo de combatientes. En el cuadro de Casado del Alisal predomina una
tonalidad dramtica y realista. Casado haba vivido bastante tiempo en Pars y su pintura
aparece impregnada de la ms pura tradicin francesa; su estilo evoca a Girodet, Vernet o
incluso Grard. En 1880, Casado realizar otra tela, hoy considerada como su ltima obra
maestra, La leyenda del rey monje, consagrada a la leyenda de la Campana de Huesca, donde
predomina la figura sobrecogedora del rey Ramiro II de Aragn.

Jos Casado del Alisal, La leyenda del rey monje, 1880, Museo del Prado.

24

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Si la pintura de historia no es la expresin de un mensaje religioso propiamente dicho, la


importancia de la religin catlica en la historia espaola no poda sino dar lugar a un nmero
considerable de representaciones pictricas. As, debemos a Emilio Sala un magnfico cuadro
titulado sobriamente La expulsin de los judos (1889) o a Gabriel Puig Roda una tela impregnada de una tonalidad dramtica inherente al tema representado: La expulsin de los moriscos
(1894). Se verifica, pues, una utilizacin del hecho religioso por los pintores de historia que ansan poner de relieve la unidad de Espaa en nombre de la religin catlica. Nada sorprendente
que Recaredo y Pelayo aparezcan como sendas figuras recurrentes en la pintura de historia
del siglo XIX: la pintura vehicula un mensaje que es el de la unidad de los poderes religioso y
poltico y que la Constitucin de 1876, a la que Antonio Cnovas del Castillo dio vida, no desmentir. Precisamente, le debemos al artfice de la Restauracin monrquica en 1874 la transformacin de la capilla de as rdenes Militares de San Francisco el Grande en baslica nacional,
diseada como lugar de celebraciones oficiales y cuya decoracin se confi al pintor Carlos
Luis de Ribera. Ms generalmente, esta nacin espaola entonces en gestacin necesitaba su
propia liturgia, una escenografa de sus hroes y de sus propios mrtires. Vercingetorix o Juana
de Arco en Francia, Viriato o Isabel la Catlica al Sur de los Pirineos A cada nacin, sus mitos
fundadores y sus figuras tutelares.

Gabriel Puig Roda, La expulsin de los moriscos, 1894. Propiedad. Diputacin Provincial de Castelln.
Museo de BB.AA. de Castelln.

25

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

5. El crepsculo de un gnero
El declive progresivo de la pintura de historia se sita ms o menos en los ltimos lustros
del siglo XIX y los historiadores del arte espaol consideran que el cuadro de Francisco Pradilla
titulado Cortejo del bautizo del prncipe don Juan, pintado en 1910, representa el final de esta
expresin artstica. Pradilla hace prueba en l de un gran dominio del gnero, de un refinamiento
sutil del dibujo y de una utilizacin notable del color, especialmente en los contrastes entre
sombra y luz. Pero este cuadro no era un encargo oficial; tena que servir como decoracin de
la vivienda de Luis de Ocharn y Mazas, un rico empresario y escritor vasco, amigo del pintor.
Francisco Pradilla, que estaba considerado como el gran maestro de la pintura de historia desde
el triunfo de Doa Juana la Loca ante el sepulcro de su esposo, contribuy a renovar considerablemente el gnero de la pintura de historia, hacindolo evolucionar hacia un estilo ms
decorativo y menos grandilocuente que en sus comienzos.

Francisco Pradilla, Cortejo del bautizo del prncipe don Juan, 1910, Museo del Prado.

No obstante, a partir de 1899, el gran lienzo de Ramn Casas titulado sobriamente


La Carga llevaba consigo el final inminente de la pintura de historia, tanto en el plano temtico
como en el del tratamiento realizado por el pintor cataln. Pero in fine lo que se plantea es la
cuestin de la modernidad en sus aspectos contradictorios: en ruptura, pero tambin en continuidad, con la tradicin. Si la temtica elegida por Ramn Casas poda, por ciertos aspectos,
inscribirse en el crculo de la pintura de historia, el tratamiento realista, casi naturalista, del
evento situaba este cuadro en un sistema de representacin moderno que ya no era el que
haba prevalecido hasta entonces. Finalmente, casi se puede decir que Ramn Casas no tiene

26

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

de pintor de historia ms que el gran formato propio de este tipo de obras, puesto que su
cuadro mide 299.5 x 474 cm. Ya en 1894 otra tela de Ramn Casas, conservada en el museo
Reina Sofa de Madrid, Garrote vil, anunciaba esta evolucin hacia una nueva esttica que
abandonaba progresivamente los grandes temas de la historia para interesarse por una historia
ms inmediata, de un tiempo presente en el que el pueblo comenzaba a encontrar su sitio
como clase social. El comit rojo, cuadro magistral ejecutado en 1901 por otro pintor cataln,
Luis Graner y Arrufi, confirmaba plenamente esta tendencia al representar un grupo de proletarios que asisten a la lectura de un diario revolucionario o, siempre del mismo artista, La forja
(1894), en el que los proletarios cumplen con su dura labor para ganar el pan con el sudor de
su frente, nunca mejor dicho22. En 1892, el proletariado es el tema central del lienzo de Vicente
Cutanda titulado Huelga de obreros en Vizcaya as como el del cuadro de Jos Ura, Despus
de una huelga, pintado en 1895, ambos conservados en el Museo de Bellas Artes de Asturias.
Esta nueva tendencia que se manifiesta en este momento no se limita a Espaa; los cuadros
ms intrnsecamente naturalistas pintados por Henri Gervex o Jules Bastien-Lepage, por no
mencionar ms que la pintura francesa, datan de la misma poca. Igualmente en 1895, Joaqun
Sorolla realiza un hermoso lienzo impregnado de realismo sobre las duras condiciones del
oficio de marinero, Y dicen que el pescado es caro!

Joaqun Sorolla, Y dicen que el pescado es caro, 1895, Museo del Prado.

22

El pintor alemn Adolf von Menzel haba realizado en 1875 una tela titulada La forja o los nuevos cclopes
que goz de cierto xito.

27

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

La pintura de historia, en cuanto arte sin relacin directa con la sociedad de su tiempo,
haba comenzado su declive, sin lugar a dudas, como lo confirmaba el periodista y crtico de
arte Jacinto Octavio Picn en las columnas de la prestigiosa y cuidada publicacin La Ilustracin
Espaola y Americana, en 1897: El cuadro de historia, si no est muerto, porque los gneros
artsticos no mueren fcilmente, est pasado de moda. La afirmacin era irrefutable y la misma
consideracin poda aplicarse tambin a Francia, donde el arte acadmico se deslizaba cuesta
abajo a marchas forzadas. En consecuencia, esta expresin artstica, que haba ocupado el
primer plano de la escena espaola durante la prctica totalidad del siglo que se acababa,
sucumba poco a poco ante las pinceladas de artistas innovadores aquellos que eligieron
pintar la vida moderna que ms de un crtico encontr saludables. El hecho de que se tratara
de una expresin prcticamente institucionalizada contribuy profundamente a su descrdito
a ojos de las vanguardias artsticas que surgen a fines del siglo XIX puesto que stas desean
hacer tabla rasa de toda la pintura neoclsica. El escritor y filsofo vasco Miguel de Unamuno
llegar incluso a calificar la pintura de historia como horrenda y deshonrosa. Hay que precisar
que en Francia, en la misma poca, mile Zola mantena el mismo discurso. Vapuleaba y fustigaba en sus escritos crticos este arte acadmico que juzgaba de una mediocridad insalvable23. Si fuera preciso establecer una fecha, 1889 podra ser considerado como el ao del acta
de defuncin de la pintura de historia, porque ese ao el jurado internacional de la Exposicin
Universal de Pars ignor todos los cuadros que pertenecan a este gnero y decidi recompensar otro tipo de pintura en la que predominara la temtica social en vez de histrica. As, el
cuadro de Luis Jimnez Aranda La sala del hospital en la visita del mdico jefe recibi una
medalla de primera categora. El surgir de la pintura llamada social corresponde al desarrollo
paralelo del Realismo y, a fortiori, del Naturalismo en literatura. En este momento, los grandes
novelistas espaoles como Benito Prez Galds, Leopoldo Alas Clarn, Emilia Pardo Bazn o,
con una vena abiertamente naturalista, Vicente Blasco Ibez, estn redactando sus mejores
textos. De aqu en adelante, y de modo ms amplio, lo que se va a pintar es la vida moderna,
obreros, ciertamente, pero tambin motivos contemporneos del pblico, como estaciones,
velocpedos o la orilla del agua, mientras que la pintura de historia prefera altezas reales y
salones del trono, batallas y grandes personajes histricos, hroes nacionales. Los impresionistas liberan la pintura de las referencias cultas y permiten a todo el mundo apropiarse de su
arte. La desaparicin de la pintura de historia se debe a la vez a la falta de realismo que la
caracterizaba comnmente, pero tambin a su presencia excesiva en el marco de las exposiciones nacionales. En general, es durante las dos ltimas dcadas del S. XIX cuando la informacin sobre las nuevas tendencias artsticas aparecidas en Francia o en otros lugares se
propaga en Espaa, especialmente en Barcelona.
23 Nos limitaremos con citar este comentario asesino a propsito de los pintores Juan Lon Grme y William

Bouguereau, que Zola calificaba de Caribdis y Escila de la pintura acadmica.

28

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Antonio Fillol Granell, Despus de la refriega, 1895, Museo de Bellas Artes de Valencia.

Adems, la fotografa, la imagen mecanizada, por su lado directo y popular, en contacto


con la actualidad y la historia, no hizo sino acelerar la decadencia de esta expresin pictrica
cuya longevidad en Espaa fue, sin embargo, excepcional. Finalmente, la pintura acadmica
ser vencida definitivamente en el terreno de la imaginera popular y del espectculo por el
cine. Si su declive y desaparicin progresiva son innegables, el espritu de la pintura acadmica
deja, sin embargo, su impronta en el nuevo arte que nace a finales del S. XIX: el cinematgrafo
adopta los hroes y las escenografas de esta pintura.
La pintura de historia obedeca a supuestos estticos que eran, en gran medida, los de los
artistas, los crticos y la opinin pblica, trmino algo anacrnico, modelado por estos ltimos.
Este gnero pictrico es ante todo el reflejo de una poca, de una sociedad en un momento
dado de su evolucin histrica. De ah su inters, ms all de las cualidades estticas de una
u otra obra, del valor artstico de tal o cual autor. Sea como sea, el poder de atraccin de esta
pintura antiguamente calificada como encorsetada es real. Si bien no siempre despierta en
nosotros una emocin artstica, esta iconografa acadmica nos es relativamente familiar porque se ha perpetuado en cuanto material documental en los libros de historia, los diccionarios
o las enciclopedias. Esta pintura nos habla como por instinto en la medida en que se parece a
la imagen animada moderna de la que es una de las matrices24. Las imgenes de la pintura

24

Sophie Cachon, Peintres pompiers, la fin du purgatoire?, Tlrama n 3175 del 20 de noviembre de 2010.

29

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

de historia se han instalado en una cierta memoria colectiva de los espaoles, aunque esta
afirmacin sea indudablemente menos cierta para las jvenes generaciones actuales.

Ramn Casas, Garrote vil, 1893, Museo Reina Sofa.

30

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Bibliografa indicativa
Sobre la pintura de historia:
CARLOS REYERO, La pintura de historia en Espaa, Madrid, Ctedra, 1989.
CARLOS REYERO y MIREIA FREIXA, Pintura y escultura en Espaa, 1800-1910, Ctedra, 1995.
La pintura de historia del siglo XIX en Espaa, obra colectiva dirigida por J.L. Dez Garca, Madrid, Museo del
Prado, 1992.
El siglo XIX en el Prado, catlogo de la exposicin epnima, Museo del Prado, 2007.
Triunfo y muerte del hroe, La pintura de historia en Europa, de Rubens a Manet, Museo de Bellas Artes de
Lyon, 1988.
JOS ENRIQUE GARCA MELERO, Arte espaol de la Ilustracin y del siglo XIX, Encuentro, Madrid, 1998.
ROSA LPEZ TORRIJOS, Mitologa e Historia en las obras maestras del Prado, Scala Books, 1998.
TOMS PREZ VEJO, Pintura de historia e identidad nacional en Espaa, Universidad Complutense de Madrid,
2001.
Sobre la historia de Espaa:
BARTOLOM BENNASSAR y BERNARD VINCENT, Le temps de lEspagne, les sicles dor, Hachette, 1999.
ANTONIO DOMNGUEZ ORTIZ, Espaa. Tres milenios de Historia, Marcial Pons, 2001.
JOSEPH PREZ, Histoire de lEspagne, Fayard, 1996.
E. TMIME, A. BRODER, G. CHASTAGNERET, Histoire de lEspagne contemporaine, Aubier Montaigne, 1979.
MANUEL TUN DE LARA, La Espaa del siglo XIX, Librera espaola, 1971.

31

Segunda parte:
Las obras
en su contexto de
realizacin

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Jos de Madrazo y Agudo,


La muerte de Viriato, jefe de los lusitanos,
1818,
307 x 462 cm,
leo sobre lienzo,
Museo del Prado, Madrid.

33

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

La muerte de Viriato
Este joven pastor de los montes de Lusitania, una de las provincias que constituan la
Hispania romana, lleg a ser caudillo de los lusitanos que se alzaron contra el propretor romano
Servius Galba en 149 A.C. De modo generalizado, en la pennsula Ibrica los Escipiones se
encontraron con una oposicin a menudo encarnecida.
Mientras Viriato y sus partidarios venan consiguiendo, unos aos mejor, otros peor, hacer
frente a las tropas romanas desde haca casi diez aos y controlaban una gran parte de Lusitania, el cnsul Quintus Servilius Caepio consigui sobornar a miembros de la guardia personal
del caudillo (Audas, Ditalcon y Minuro). Fue apualado mientras dorma. El asesinato de Viriato
anunci la prxima derrota de los lusitanos y la victoria de los romanos en esta parte de
Hispania pues el sucesor de Viriato, Tautanus, no tardara mucho en sucumbir, a su vez, al
cruzar el Betis.
El cuadro de Jos Madrazo representa este episodio preciso de las guerras lusitanas contra
los romanos. El pintor escenifica la muerte del hroe que luchaba contra la invasin extranjera.
Se trataba ni ms ni menos que de elevar Viriato al rango de hroe nacional hispnico contra
la opresin de Roma. De la historia al mito, no hay ms que un paso, que Madrazo da con facilidad. Como recuerda el historiador Joseph Prez, sera intil representar esta lucha de dos
siglos [contra los romanos] como una manifestacin de la voluntad de independencia de los
pueblos de la Pennsula y de sus capacidades guerreras, caractersticas de un temperamento
espaol por delante de su tiempo25. Para el historiador espaol Antonio Domnguez Ortiz,
tampoco hay que magnificar exageradamente a bandas dedicadas tradicionalmente al bandidaje, como seran las que acaudillaba Viriato26.
Jos de Madrazo, pintor de cmara del rey Carlos IV (a quien sigui hasta su exilio en
Roma), puede ser considerado con toda legitimidad como la primera figura del neoclasicismo
espaol. Lleva con Vicente Lpez la batuta de la escena artstica de la primera mitad del siglo
XIX espaol. La influencia de Jacques-Louis David en esta composicin es evidente, basta con
recordar su clebre Juramento de los Horacios (1785) expuesto en el Museo del Louvre. Aqu,
la regla clsica de las tres unidades parece respetarse, dado que la escena est extremadamente teatralizada. Las telas de la tienda donde ha tenido lugar el asesinato contribuyen a
dirigir la mirada del espectador hacia la escena principal. Pureza de lneas, luz difana, todos
los ingredientes del neoclasicismo se renen al servicio de la expresin del dolor y de la tragedia

25
26

Histoire de lEspagne, Fayard, pg. 17.


Espaa. Tres milenios de Historia, Marcial Pons, pg. 19.

34

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

que se ha abatido sobre los lusitanos, a pesar de que los personajes estn tratados como si
fuesen esculturas clsicas. La emocin est contenida, ms que en la pintura de David, pero
el dramatismo inherente a esta escena de asesinato no est menos presente. La corriente
romntica no hizo sino expresar su desdn hacia este Viriato, de muerte tan apacible27.

27

Pascal Torres Guardiola, La peinture du XVme au XXme sicle, Que sais-je, PUF, pg. 113.

35

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Alejo Vera,
El ltimo da de Numancia,
1881,
432 x 317 cm,
leo sobre lienzo,
propiedad del Museo del Prado,
expuesto en la Diputacin provincial de Soria.

36

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

El ltimo da de Numancia
Segn los relatos mitolgicos, Numancia representa el smbolo de la resistencia celtbera
frente a Roma. Durante veinte aos (154-133 AC), numantinos y romanos agotaron sus fuerzas
en un enfrentamiento desigual que elev a los defensores de esta ciudad situada entre los ros
Duero y Tera a la categora de guerreros casi invencibles. Cuando las legiones romanas llegaron
a las llanuras castellanas donde se alzaba Numancia, la ciudad exista ya desde haca ms de
tres mil aos. Los legionarios, confiados por sus recientes hazaas durante las guerras Pnicas,
evidenciaban la voluntad de conquistar toda la pennsula Ibrica con el objetivo de debilitar
Cartago. La intervencin romana en Espaa no puede ser disociada del conflicto ms amplio
con Cartago28. Numancia constituy el primer obstculo con el que se encontr el cnsul
romano Catn en 196. A aos de guerra sucedieron aos de una paz relativa, de tratados
sucesivos antes de que surgieran nuevos enfrentamientos. En 154, los romanos retomaron sus
ataques, pero fue en vano: Numancia resista valerosamente. Un nuevo tratado de paz fue firmado entre las dos partes en 151; fue respetado hasta 143. Los diversos reveses sufridos por
las legiones romanas reforzaron el sentimiento de superioridad de los numantinos, pero el
orgullo de los romanos no poda soportar por ms tiempo tal ultraje. Escipin Emiliano (llamado
tambin Escipin el Numantino) supo poner fin a esta afrenta. Mand cavar un foso y construir
una muralla de nueve kilmetros de longitud para unir los diferentes campamentos romanos
entre ellos, haciendo as imposible cualquier abastecimiento para Numancia y, despus de
nueve meses de una resistencia heroica, sus habitantes abandonaron las armas y se rindieron
en 134. Fuera como fuera el desenlace de este episodio, el mito de la resistencia celtbera
haba nacido; se perpetuara en la memoria de los espaoles como la expresin misma de un
valor tenaz frente al invasor.
Este cuadro de finales del siglo XIX contribuye plenamente a la construccin de un mito
nacional que Cervantes haba ya encendido al escribir su clebre tragedia en cuatro actos:
La Numancia.
El lienzo del pintor castellano Alejo Vera exalta la insumisin de los numantinos que
lucharon hasta el ltimo momento para defender su ciudad. El suicidio colectivo de los personajes situados en el centro de la composicin se inscribe en la ms pura tradicin de la pintura
romntica: Antes muertos que cautivos! El cuadro est dotado de una gran teatralidad, una
escenografa, as como una gestual inherentes a este tipo de composicin. Sin embargo, tanto
la estructura de la ciudad antigua, de imponentes murallas, como las corazas de los legionarios

28

Joseph Prez, Histoire de lEspagne, Fayard, pg. 17.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

romanos no obedecen a ninguna verdad histrica. Las excavaciones arqueolgicas emprendidas en 1906 descubrieron una ciudad de dimensiones bastante ms modestas. En cuanto a
las corazas, son cuatro siglos posteriores y es probable que Alejo Vera se inspirara directamente
en la Columna de Trajano en su viaje a Roma en 1860. Este cuadro fue recompensado con una
primera medalla en la Exposicin nacional de Bellas Artes de 1881.

38

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Antonio Muoz Degrain,


La conversin de Recaredo,
1888,
350 x 550 cm,
leo sobre lienzo,
coleccin del Senado, Madrid.

39

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

La conversin de Recaredo
Recaredo I perteneca a la monarqua visigoda. Si es famoso en la historia espaola se
debe a su conversin al catolicismo y su abjuracin del arrianismo, que era la religin de su
padre Leovigildo y de sus antepasados. Bajo la influencia de Leandro, durante el tercer Concilio
de Toledo (en 589), Recaredo decidi convertirse para poner fin a las luchas religiosas que estaban despedazando su reino. El arrianismo era la religin de las lites aristocrticas visigodas
mientras que el catolicismo era la religin de las lites latinas y urbanas. Recaredo emprende
la alianza de estas dos culturas en el seno de la monarqua visigoda. Asistimos a la ceremonia
de su conversin en presencia de su esposa, la reina Baddo, as como del arzobispo Leandro,
a quien el pintor coloca en primer plano de esta escena que se desarrolla en la iglesia de Santa
Leocadia de Toledo, el 8 de mayo de 589.
A partir de este momento, slo los judos sern una excepcin a esta unidad en torno al
catolicismo. La fusin entre visigodos e hispano-romanos ya era posible y una nueva etapa se
abra en Espaa. Accediendo al estatus de religin de estado, la influencia del catolicismo se
fortaleci enormemente. Segn los historiadores, parece que esta evolucin se hizo sin demasiados impedimentos de importancia. As naca la alianza de trono con altar, una idea que va a
prosperar en la historia de la humanidad.
Toledo, gracias a su posicin geogrfica central y su carcter inexpugnable rodeada por el
Tajo, se haba convertido en la capital del reino en 555. En Espaa, la poca visigoda dur tres
siglos, aproximadamente, pero mantiene un relativo misterio. La invasin rabe de la Pennsula
en 711 tuvo mucho que ver, ya que tuvo como consecuencia la destruccin de importantes
documentos.
El valenciano Antonio Muoz Degrain realiz clebres pinturas de historia, como Los amantes de Teruel, conservado en el Museo del Prado. De su paleta surgieron tambin hermossimos
paisajes. Pablo Picasso, que fue alumno suyo en la Escuela de Bellas Artes de Madrid, lo tena
como uno de sus primeros maestros. De su estilo, es de resaltar que se sita a mitad de camino
entre el Romanticismo y el Realismo. Participa tambin en la decoracin de la baslica de San
Francisco el Grande en Madrid. Con La conversin de Recaredo, es posible hacerse una idea
bastante aproximada de sus innegables cualidades artsticas, particularmente en materia de
unidad cromtica y de reflexin sobre el uso de la luz.
Este cuadro responde a un encargo del Senado espaol para exaltar el papel de la religin
catlica en la historia de la nacin. En efecto, la historiografa del siglo XIX vea en esta conversin el primer signo de la unidad religiosa de Espaa, lo que tena un valor de smbolo. Esta
tela forma parte todava hoy en da de las colecciones de esta institucin, depositaria de un

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

rico patrimonio artstico. Sin embargo, ms que el valor patritico de esta composicin del
pintor valenciano, destacaremos su carcter algo misterioso que rompe con la mayor parte de
las pinturas de historia.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Francisco de Paula van Halen,


Batalla de las Navas de Tolosa,
1864,
leo sobre lienzo,
200 x 282,
coleccin del Senado, Madrid.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

La batalla de las Navas de Tolosa


Para la historia de los acontecimientos o episdica que predomin durante mucho tiempo,
esta batalla tena una gran importancia en el proceso plurisecular de la Reconquista de los
cristianos contra los musulmanes. Tras la cada del imperio almorvide en 1144, los almohades
(originarios de las montaas del Atlas) extendieron poco a poco su dominio sobre el Magreb y
despus sobre la pennsula Ibrica. Hasta 1195 los reyes almohades consiguieron mantener
la unidad de Al-ndalus frente a los avances de los cristianos. Aquel ao, vencieron a las tropas
del rey de Castilla y de Len, Alfonso VIII en Alarcos. El imperio almohade se extenda a ambas
orillas del estrecho de Gibraltar, pero sus bases eran, sin embargo, poco slidas. El 6 de julio
de 1212 ser la fecha del desagravio de la coalicin de reinos cristianos del Norte (Aragn,
Castilla y Navarra), con la ayuda de los cruzados, proporcionada por el Papa, en la batalla de
las Navas de Tolosa. Si las consecuencias de esta victoria no fueron inmediatas, el imperio
almohade haba comenzado su declive, lo que supona, de hecho, el declive de todo el Islam
en la cuenca del Guadalquivir. Las causas de la cada del imperio almorvide (1090-1144)
descontento popular, desprecio de los andaluses hacia sus dirigentes bereberes, presin
fiscal aguda, falta de soldados actuaron ahora en contra de los almohades y aceleraron el
desmoronamiento del imperio.
Esta composicin de Francisco de Paula Van Halen ofrece una visin panormica de la encarnizada batalla que enfrent a musulmanes y cristianos. Contrariamente a la tradicin de la
pintura de batallas del siglo XIX que centraba la atencin en generales importantes, Van Halen
decidi representar el conjunto del campo de batalla como si se tratara de un gran paisaje con
mltiples figuras humanas, tan importantes las unas como las otras: todas del mismo tamao29.
Se localizan fcilmente los tres reyes cristianos, pero aparecen entre los dems personajes,
como combatientes en el centro de esta marea humana. Es la impresin de multitud lo que
nos impresiona. Cadveres de cristianos y de mahometanos cubren el suelo en primer plano,
mientras impresionantes tropas surgen del fondo del cuadro. Van Halen era conocido sobre
todo por sus pinturas de paisajes, lo que se traduce aqu por la importancia que da a los contrafuertes de Sierra Morena, as como a la vegetacin. Las montaas ocupan la totalidad del
ltimo plano de esta composicin, cuanto menos original tratndose de este tipo de pintura.
Por ltimo, la leccin histrica que los espaoles de la segunda mitad del siglo XIX deban
extraer de esta tela era, por supuesto, la unin de los reinos cristianos consumada a partir de
la Edad Media contra el Islam. Una visin ciertamente simplista, pero de valor altamente
simblico para una nacin en bsqueda de pasado.
29

Carlos Reyero, El arte en el Senado, Senado, 1999, Madrid.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Annimo,
Retrato del rey Fernando III de Castilla y de Len,
hacia 1620,
leo sobre lienzo,
Ayuntamiento de Sevilla.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Retrato del rey Fernando III


Fernando III el Santo (1201-1252) era hijo del rey Alfonso IX de Len y de Berenguela de
Castilla. Hered el trono de Castilla a la muerte de Enrique I, en 1217, y el de Len, en 1230,
tras la muerte de su padre, consumando as la unin definitiva entre los dos reinos. A partir de
este momento, se hablar de Castilla y Len. El reinado de Fernando III estuvo marcado por su
voluntad incansable de luchar contra los musulmanes. La prosperidad econmica de su reino
le permiti llevar a cabo con xito la conquista de Crdoba en 1236 y despus la de Lorca y
Mula en 1244. Tras la toma de Jan, prosigui su avance por el valle del Guadalquivir. La ciudad
de Carmona se tom a los musulmanes en 1247 y Sevilla cay en manos cristianas en 1248.
No se detuvo con la conquista de esta ciudad, ya que las plazas de Jerez y de Cdiz fueron
tomadas, a su vez, por sus tropas. Una de las ideas principales de Fernando III consisti en
mantener a la poblacin musulmana en los territorios recin conquistados y en limitar la presencia cristiana a la ocupacin de las ciudades. Esta poltica ya haba sido puesta en prctica
con la conquista de Toledo y con la de las tierras del Levante. Se firm un tratado con el reino
de Granada por el que ste renda vasallaje a Castilla y Len. La muerte sorprendi a Fernando
cuando pensaba continuar su empresa de conquista contra los moros del Norte de frica. Fue
inhumado en la catedral de Sevilla.
Este retrato de cuerpo entero del rey fue realizado por un pintor annimo en la poca de
la Contrarreforma. Pertenece a una sucesin de imgenes que el Concilio de Trento hizo difundir
con gran empeo por toda la cristiandad. A travs de la adoracin de santos y msticos y tambin de todas aquellas personas que haban consagrado su existencia a la propagacin de la
religin cristiana se pretenda ni ms ni menos que contrarrestar las tesis de la Iglesia reformada. En este contexto, la eleccin de Fernando III como motivo pictrico se impona, lgicamente. Formaba parte de estos abanderados de la verdadera fe triunfante. En este retrato, el
rey ostenta los smbolos de su poder, tanto poltico (su espada, llamada Lobera, en la mano
derecha, y no el cetro, que reposa sobre la mesa) como religioso (el globo con la cruz en su
mano izquierda). La espada y el globo con la cruz eran reconocidos como los atributos de la
Cristiandad. Sobre el manto real figuran los emblemas fcilmente reconocibles de Castilla y
de Len. La inscripcin latina que aparece en la parte inferior del cuadro recuerda el papel que
jug en la Reconquista cristiana contra los sarracenos. En cuanto a la otra inscripcin, situada
en la parte superior del cuadro DS MIHI ADIUTOR significa Dios es mi ayuda. La expresin
del rostro revela un estado de beatitud: un rey, s, su corona lo recuerda por si fuera necesario,
pero igualmente un santo que aparece en su dimensin atemporal. El retrato es ajustado a los
contornos, la decoracin se reduce a su mnima expresin: una columna y una tela roja. Es un
cuadro de la poca barroca sobre un personaje heroico de la Edad Media y esto explica un

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

detalle de vestuario anacrnico, ya que la gorguera que lleva el rey no apareci en Espaa
hasta finales del siglo XVI. Habr que esperar a 1671 para que Fernando III sea canonizado por
el papa Clemente X.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Emilio Sala y Francs,


La expulsin de los judos de Espaa,
1889,
leo sobre lienzo,
313 x 281,
Museo del Prado, Madrid.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

La expulsin de los judos


Desde principios del reinado de los Reyes Catlicos, aquellos sbditos que haban decidido
permanecer fieles a su religin podan todava practicarla. Pero los judos estaban obligados a
llevar un signo distintivo, un medalln, y a vivir en barrios cerrados, las juderas. El tribunal de
la Inquisicin pretenda por todos los medios forzar a los conversos a que se integraran. Para
Torquemada, el inquisidor general, haba que expulsar a los judos de Espaa para acelerar la
conversin autntica de los cristianos nuevos. Como precisa Joseph Prez, se iba extendiendo
la idea de que simplemente con su presencia, los judos representaban para los conversos
una invitacin permanente a judaizar30. Cualesquiera que fueran los motivos que llevaron a
los Reyes Catlicos a decretar la expulsin en 1492, el odio hacia los judos e incluso hacia los
conversos era innegable en el seno del pueblo llano cristiano, que dudaba de la sinceridad de
estos cristianos nuevos. Fueran sinceros o no, todos los cristianos nuevos eran denominados
despectivamente marranos. Este odio no se extenda a los Reyes Catlicos ya que en su
entorno inmediato se encontraban judos y conversos; tal fue el caso de Hernando de Talavera,
que era el confesor de Isabel. Los reyes promulgaron el decreto de expulsin en 1492 alinendose con las tesis de Torquemada que pensaba que privar al judasmo del derecho de
ciudadana servira como disuasin para los judaizantes. El decreto estableca el exilio para los
judos que no se hubieran convertido al trmino de un plazo de cuatro meses. Por el contrario,
aquellos que se bautizaran no seran expulsados.
Como atestigua una de sus cartas, la expulsin de los judos era vista por Emilio Sala como
una ms de las mltiples pginas de intolerancia de la historia espaola. Por ello, elige representar el momento en el que los reyes Catlicos (identificables gracias a su lema Tanto monta
monta tanto) conceden una audiencia al representante de la comunidad juda que viene a ofrecerles 30 000 ducados para que puedan llevar a cabo la guerra contra el reino de Granada, a
cambio de su proteccin. Es en este preciso instante cuando el inquisidor general, Toms de
Torquemada, hace irrupcin en el saln del trono para colocar un crucifijo sobre la mesa situada
ante la pareja real, signo manifiesto de su intransigencia hacia los judos. Manifiesta as su
oposicin radical a cualquier negociacin entre la corona y los sbditos no catlicos. Isabel y
Fernando parecen como petrificados, aterrorizados por la escena que est teniendo lugar ante
sus ojos. Torquemada es el personaje ms negro del cuadro, tanto en sentido real como
figurado, su rostro es hostil, con el ceo fruncido, incluso lleno de odio. El gesto de la mano no
expresa sino desprecio hacia el representante de las comunidades judas. El pintor demuestra

30

Joseph Prez, Isabelle la Catholique, Biographie Payor, 2004, pg. 81.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

un innegable talento para plasmar los diferentes ropajes y la expresin de los personajes que
asisten a semejante escndalo inquisitorial. Entre los numerosos cuadros que tratan el tema
de la expulsin de los judos, el de Emilio Sala es, con mucho, el ms interesante, porque
demuestra la complejidad de aquella Espaa de fines del siglo XV.

49

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Francisco Pradilla y Ortiz,


La rendicin de Granada,
1882,
leo sobre lienzo,
330 x 550 cm,
coleccin del Senado, Madrid.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

La rendicin de Granada
La toma de Granada por los Reyes Catlicos, Fernando de Aragn e Isabel de Castilla, pone
punto final a la conquista del reino de Granada, ltimo vestigio del poder musulmn de Al-ndalus, y al proceso de Reconquista que se extiende a lo largo de varios siglos. El pequeo reino
nazar del emir Abu al-Hasan Al (Muley Hacen en las crnicas cristianas) y despus de su hijo
Abu Abd-Allah (Boabdil el Chico) intent resistir durante diez aos a los ataques aliados de
aragoneses y castellanos. Hay que precisar que se trataba de una guerra intermitente pues los
combates cesaban en invierno a causa de la nieve. Tras la cada de Mlaga en 1487, el territorio
del reino de Granada se encontraba prcticamente reducido nicamente a su capital. Adems,
las rivalidades dinsticas entre el partido de los Zegres y el de los Abencerrajes haban debilitado considerablemente el pequeo emirato. Boabdil negoci en secreto la capitulacin y se
comprometi a entregar las llaves de Granada a los Reyes Catlicos. Boabdil es acusado de
traicin hacia sus correligionarios y se apresura en entregar la Alhambra a los Reyes Catlicos
el 2 de enero de 1492, antes de tomar el camino hacia un exilio definitivo en Marruecos. Para
la historiografa del siglo XIX, la toma de Granada fija el comienzo de la unidad de Espaa en
torno a una nica religin, la catlica.
Este lienzo de Francisco Pradilla y Ortiz responde a un encargo del presidente del Senado
espaol quien, en 1878, dirige una carta al pintor aragons pidindole que realice una obra
para mayor gloria de la unidad de Espaa. Francisco Pradilla incidir en la representacin de
los detalles, tanto si se trata de la naturaleza (los cipreses, el suelo lleno de barro en primer
plano), de los ropajes de los diferentes protagonistas (las tnicas, los magnficos brocados),
como de los caballos y de la arquitectura (el palacio de la Alhambra en ltimo plano sobre la
colina epnima) El artista demuestra un gran dominio pictrico, del que se desprende una
impresin general de realismo y sensualidad. La composicin del cuadro resulta de una gran
armona que deja patente la separacin entre vencedores y vencidos. Sin embargo, no se puede
ocultar que Pradilla decidi representar a la reina Isabel de Castilla en un lugar preeminente
en este acontecimiento histrico que es la entrega que Boabdil hace de las llaves de la ciudad
de Granada. Por el contrario, ninguna de las crnicas de la poca menciona su presencia en
esta ocasin. Es ms, Boabdil entreg las llaves de Granada al conde de Tendilla, el futuro
Capitn General de la Alhambra, y no a Fernando, como parece estar haciendo aqu. En estos
tiempos de construccin nacional la verdad histrica importaba menos que el smbolo, ya que
la tela fue ejecutada en 1882, poca en la que la Espaa de la Restauracin monrquica andaba
en bsqueda de pasado.
Incontestablemente, este cuadro forma parte de las ms clebres pinturas de historia
espaolas. Sin embargo, no escapar a las invectivas de las que ser objeto la pintura de
51

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

historia en su conjunto algunos aos ms tarde, bajo presin de las vanguardias. La rendicin
de Granada puede considerarse de algn modo el canto del cisne de un tema que vea aproximarse su inexorable decadencia.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Eduardo Cano de la Pea,


Cristbal Coln en el convento de la Rbida,
1856,
leo sobre lienzo,
228 x 257 cm,
coleccin del Senado, Madrid.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Cristbal Coln en el convento de la Rbida


En verano de 1491, Cristbal Coln viaja de nuevo al convento de la Rbida donde ya
haba pasado un tiempo en 1485 para encontrarse all con su hijo Diego. La escena representada muestra ante Coln a dos hermanos franciscanos, el prior Juan Prez y el astrnomo
y mdico Fernndez, as como a marineros y armadores del puerto de Palos. La mano derecha
de Juan Prez descansa sobre el hombro de Diego, que asiste a la escena sin prestar mucha
atencin, algo normal en un nio de su edad. Coln intenta convencer a sus interlocutores de
lo acertado de sus previsiones, indicndoles con un gesto de la mano el camino que l estima
ms corto para llegar a las Indias Occidentales. Los monjes franciscanos decidirn brindar su
apoyo al marinero genovs. Como consecuencia de esta entrevista, el prior acudir en persona
ante Isabel la Catlica, en aquel momento en el campamento de Santa Fe, desde donde se
planificaban los combates contra el reino de Granada. Obtendr rpidamente la promesa de
estudiar de nuevo la situacin y una suma de 20 000 maravedes para ayudar a su recomendado a efectuar el viaje () y a armarse de paciencia 31. Las Capitulaciones de Santa Fe no se
firmarn hasta abril de 1492, y otorgarn a Coln los ttulos de Virrey, Gobernador y Almirante
de las tierras y de los mares que pudiera descubrir.
Esta tela del pintor sevillano Eduardo Cano nos muestra a un Cristbal Coln cargado de
energa porque se sabe portador de los progresos de la navegacin y de la cartografa. Evidentemente, los atributos del navegante (cartas de navegacin y un astrolabio colocado a su lado)
gozan de un lugar preeminente en el cuadro. El pintor se muestra muy atento a los detalles
como atestigua el lomo deteriorado de uno de los libros en el suelo, el dibujo es preciso y
delicado, as como la utilizacin refinada del color. Demuestra una gran maestra al plasmar
los diferentes ropajes y el mobiliario. Para el historiador del arte Carlos Reyero32 se pueden encontrar varias influencias en este cuadro de historia. En primer lugar, la del pintor francs Paul
Delaroche por la claridad del tema el cuadro fue realizado durante una estancia de Cano en
Pars-; y en segundo lugar, la influencia de la pintura sevillana, por el tratamiento del claroscuro.
Para algunos crticos de la poca, al retrato del navegante le faltaba verosimilitud y grandeza.
Es cierto que difiere bastante de la iconografa habitual del gran navegante. Por la ventana de
la habitacin se descubre el mar que permitir a los navos capitaneados por el Almirante
de la mar ocana llegar hasta las costas del Nuevo Mundo en octubre de 1492.

31
32

Jacques Heers, Christophe Colomb, Hachette, 1991, pg. 117.


El arte en el Senado, Senado, 1999, pg. 244.

54

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Este lienzo conoci un enorme xito, ya que Eduardo Cano obtuvo la primera medalla en
la exposicin nacional de 1856. Forma parte de los cuadros de historia ms reproducidos tanto
por sus cualidades pictricas como por el tema tratado, a saber: la fe de un hombre en su
increble destino.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Eduardo Rosales,
Doa Isabel la Catlica dictando su testamento,
1864,
leo sobre lienzo,
290 x 400 cm,
Museo del Prado, Madrid.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Doa Isabel la Catlica dictando su testamento


En 1504, Isabel la Catlica, sintiendo prxima la muerte, mand venir a su notario, Gaspar
de Gricio, y le dict su testamento. Se trata de un episodio cargado de tristeza, pero tambin
de una gran importancia para la historia de Espaa. En una carta dirigida a Fernando Martn de
Pedrosa, Eduardo Rosales habla de este momento de la gran Reina como uno de los ms hermosos momentos de su gloriosa vida as como de la importancia de su testamento para nuestra Historia, por las clusulas que en l dej consignadas. El pintor madrileo nos presenta
esta escena con una gran vivacidad pero tomndose ciertas libertades con la historia. As, entre
los personajes que representa alrededor de la cama de baldaquino de la reina, figuran en la
cabecera del lecho su esposo Fernando de Aragn y su hija doa Juana; al pie de la cama, el
futuro cardenal Cisneros; y al otro lado de la cama, los marqueses de Moya. Ahora bien, es
casi seguro que ninguno de ellos asisti a la escena. La voluntad de Rosales era hacer aparecer
en su tela a los personajes clave de este momento tan particular en la historia de Espaa.
No tenemos ninguna certeza sobre los dos hombres de pie tras Cisneros, ya que Rosales no
dej ninguna precisin sobre ellos. Pint una pgina de historia desendola instructiva, aunque
hiciera falta trocar un punto la verdad histrica.
Lo que predomina en esta composicin es la armona del conjunto. Cada personaje
encuentra perfectamente su lugar; se percibe un gran sentido de las proporciones. La actitud
esttica de los protagonistas obedece al estado de meditacin en el que parecen sumidos
mientras Isabel dicta sus ltimas voluntades sobre el futuro de la nacin. La muerte de la reina
provoc una grave crisis institucional pues entre Aragn y Castilla no exista ms que una unin
personal: la unidad de la doble monarqua era meramente formal. En su testamento, Isabel
nombraba a su hija Juana heredera del trono de Castilla y, en caso de incapacidad para reinar,
don Fernando debera tomar las riendas del gobierno del reino. La demencia cada vez ms
acusada de quien habra de pasar a la historia de Espaa con el nombre de Juana la Loca, hizo
de Fernando el regente de Castilla. Sin embargo, Castilla estuvo durante un tiempo dividida
entre los partidarios de Felipe el Hermoso, que confirm su deseo de gobernar en nombre de
su esposa Juana, y los del rey de Aragn. La muerte prematura de Felipe el Hermoso, lejos de
aplacar a la nobleza castellana opuesta al rey de Aragn, gener un clima de guerra civil. No
fue hasta 1507 cuando, gracias a sus tropas italianas, Fernando pudo imponer su autoridad
sobre el reino, cuya regencia asumir hasta su muerte, sobrevenida en 1516.
La luz juega un gran papel en este cuadro. Variantes cromticas de blanco aureolan el
lecho de la reina mientras que los dems personajes se encuentran en una ligera penumbra
que forja un efecto de contraste. La afliccin de Fernando queda patente, el rojo vivo de su
ropaje contrasta fuertemente con la palidez de las sbanas y del camisn de Isabel. Adems,
57

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Eduardo Rosales no descuid los detalles, desde la tapicera mudjar que adorna la habitacin hasta los motivos de la alfombra que figura en primer plano. Por ltimo, el reloj colocado
sobre una mesita contra la pared del fondo recuerda que los das de la reina de Castilla estn
contados.
En la Exposicin nacional de 1864, Eduardo Rosales recibi una primera medalla. Fue de
nuevo recompensado con ocasin de la Exposicin universal de Pars, en 1867.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Francisco Pradilla y Ortiz,


Juana la Loca ante el sepulcro de su esposo,
1877,
leo sobre lienzo,
340 x 500 cm,
Museo del Prado, Madrid.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Juana la Loca ante el sepulcro de su esposo


Juana I de Castilla, hija menor de los Reyes Catlicos, haba contrado matrimonio con
Felipe de Habsburgo, llamado Felipe el Hermoso, en 1496. En su testamento, Isabel la Catlica
nombr a Juana legtima heredera al trono de Castilla. A pesar de que Juana sucedi oficialmente a su madre, la alienacin mental que sufra oblig a su padre a asumir la regencia del
reino. Juana amaba a su apuesto esposo con pasin y sus frecuentes infidelidades encendieron
en ella los celos y la sumieron en la desesperacin. Termin, sin duda, por amarlo hasta la
locura En este caso, resulta difcil discernir la parte de verdad histrica de la parte de leyenda
tejida con el paso del tiempo. Sea como fuere, su enfermedad fue bien real y no hizo sino empeorar. A la muerte de su marido, acontecida en 1506 en Burgos tras haber contrado fuertes
fiebres, Juana se neg a enterrarlo durante largo tiempo y recorri las tierras de Castilla y de
Andaluca con el fretro de su esposo. Finalmente, Felipe ser enterrado en Granada. Es un
episodio de este errar mortuorio lo que el pintor aragons Francisco Pradilla decidi representar
aqu con un sentido manifiesto de lo trgico. En 1509, Juana fue recluida en Tordesillas, en
Castilla la Vieja, por mandato de su padre, donde terminar sus das en abril de 1555, tras una
clausura forzosa de cuarenta y siete aos.
Esta es una obra de juventud pintada en 1877 por Pradilla al salir de la Real Academia de
Espaa en Roma, donde fue interno durante tres aos. Se puede hablar de romanticismo
histrico al estar presentes en gran medida los elementos de esta corriente pictrica. Es un
cuadro de historia en el que el paisaje adquiere un papel fundamental, convirtindose en uno
de sus protagonistas. La escena de recogimiento de doa Juana ante los despojos mortales
de su esposo se sita en un paisaje invernal desolado, bajo un cielo de plomo cubierto de
negros nubarrones que amenazan lluvia si no tormenta. La naturaleza es hostil, los rboles se
reducen a delgados troncos. El viento azota a los personajes con una luz intensamente gris
que el pobre fuego en primer plano no consigue atenuar. El pintor traduce maravillosamente la
afliccin de la reina: su rostro y su actitud abobada expresan la tristeza que la ronda y las
miradas que los dems personajes posan sobre ella no hacen sino reforzar esta sensacin.
La escena est muy teatralizada, resultando, en una palabra, melodramtica. Tormentos del
personaje y naturaleza atormentada.
Podemos afirmar con Garca Melero que El motivo representado se puede considerar, as
pues, como la recuperacin de una escena buscada en la Historia, cuyos valores ticos y
estticos coinciden con la actitud sentimental de un nuevo y complejo momento histrico de
Restauracin de una Monarqua recientemente perdida y recuperada33. Dicho de otro modo,
33

Jos Garca Melero, Lugar de encuentros de tpicos romnticos, Historia del Arte, tomo 12, 1999.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

se va a extraer de la historia de Espaa las grandes figuras mticas que ratifican de algn modo
la legitimidad de la monarqua restaurada en 1874 tras una experiencia republicana de corta
duracin.
El xito de Juana la Loca fue inmediato: Pradilla recibi la medalla de honor en la Exposicin
Nacional de Bellas Artes de 1878. El joven pintor tuvo el mismo xito con ocasin de las
Exposiciones Universales de Pars y Viena.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Antonio Gisbert,
Los comuneros de Castilla en el patbulo,
1860,
leo sobre lienzo,
255 x 365,
Archivo del Congreso de los Diputados, Madrid.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Los comuneros de Castilla


La eleccin de Carlos I de Espaa como emperador del Sacro Imperio Romano Germnico
el 28 de junio de 1519 es mal recibida en el reino de Castilla. El descontento prospera, principalmente en Toledo, donde cristaliza un movimiento de oposicin al emperador. El concejo
toledano sospecha que tendr que financiar en adelante una poltica que va mucho ms all
de sus propios intereses; es decir, no desea costear un imperio en el que no se siente integrado,
que percibe como lejano y extranjero. Los trminos comunidades y comuneros designan al
movimiento de revuelta que se propaga en Castilla en los meses posteriores a la eleccin de
Carlos Quinto. En un momento en el que sus nuevas funciones obligan al emperador a dejar el
suelo espaol en mayo de 1520, estallan motines en varias ciudades castellanas, donde los
corregidores los altos funcionarios de la Corona son depuestos por los comuneros. Las ricas
comunas de Castilla no se resignan a la tutela que el poder real reforzado intenta imponerles34.
En agosto de 1520, se forma una asamblea de sublevados que agrupa nicamente cuatro ciudades: Toledo, Segovia, Salamanca y Toro. Sin embargo, las Comunidades se extienden ya que,
tal y como relata Joseph Prez35, el movimiento se ampla al campo. Burgueses, obreros especializados, y tambin monjes pertenecientes a las rdenes mendicantes, forman el grueso
de la rebelin. Finalmente, ser la alianza de la aristocracia y del poder real lo que terminar
con esta revolucin. El fenmeno se circunscribe a la Castilla central, donde las psimas
cosechas, la hambruna y una presin fiscal creciente durante los aos 1504-1506 haban hecho
nacer un clima desfavorable. Pero en la insurreccin que se produjo tambin influy notablemente el hecho de que el rey no considerara necesario consultar al reino antes de aceptar el
ttulo de emperador.
El cuadro del pintor de Alcoy Antonio Gisbert representa la ejecucin en Villalar, en 1521,
de los tres principales comuneros que capitanearon la rebelin: Padilla, Bravo y Maldonado.
La escena se desarrolla en la Plaza Mayor de la ciudad castellana, donde se yergue el patbulo.
La mole imponente de la iglesia destaca sobre un cielo algo cargado de nubes. En el medio de
la composicin, en el eje central, se encuentra Juan de Padilla. Escucha las palabras de un
hermano dominico que con un gesto de la mano le seala el ms all. El jefe de los comuneros
no pierde su dignidad a pesar de las circunstancias. Mira con resignacin el cuerpo decapitado
de Juan Bravo mientras el verdugo muestra al pueblo la cabeza del ajusticiado. Francisco

34
35

Antonio Domnguez Ortiz, Espaa. Tres milenios de Historia, op. Cit. pg. 133.
Nos referimos a las pginas que dedica a las Comunidades en su Histoire de lEspagne, op. Cit., pg.
186-190.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Maldonado aparece en primer plano; se dispone a subir al patbulo mientras un monje anciano
le presenta un pequeo crucifijo.
Gisbert construye esta escena dramtica alrededor de la figura de Padilla, pero los dems
personajes estn perfectamente repartidos en el cuadro y el conjunto demuestra un equilibrio
perfecto. Asistimos a los tres momentos de la ejecucin en funcin del lugar ocupado por los
condenados en el espacio pictrico. Adems, el dominio del dibujo es perfecto y la utilizacin
de una perspectiva en contrapicado permite al pintor hacer sentir al espectador la emocin
provocada por el cuerpo mutilado de Juan Bravo, como si estuviera asistiendo a la escena en
la Plaza Mayor de Villalar.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Miguel Jadraque,
Carlos Quinto en Yuste,
1877,
leo sobre lienzo,
146 x 194 cm,
Propiedad del Museo del Prado,
expuesto en la Casa de la Tierra de Salamanca.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Carlos Quinto en Yuste


Despus de haber tomado la decisin de retirarse de los asuntos reales abdicando la
corona de Espaa a favor de su hijo, el futuro Felipe II, el emperador Carlos Quinto36 (Carlos I
de Espaa desde 1516) llega el 3 de febrero de 1557 al monasterio de Yuste, en la provincia
de Cceres. Anciano, enfermo y profundamente afectado por la muerte de su esposa, la emperatriz Isabel, su decisin de pasar el relevo es irrevocable. Hay que resear que el emperador
no haba cesado de viajar por las posesiones europeas de su imperio a lo largo de los casi cuarenta aos que dur su reinado. Morir en Yuste en 1558, rodeado de atlas, brjulas y relojes,
como nos recuerda el historiador Antonio Domnguez Ortiz37.
La tela de Miguel Jadraque representa al emperador en compaa del ingeniero italiano
Juanelo Turriano, quien realizaba para l pequeos autmatas que imitaban los movimientos
del cuerpo humano. Varios monjes jernimos asisten a la escena, atnitos ante los movimientos
de dos pequeos autmatas situados sobre la nica mesa de la estancia. Carlos Quinto manifiesta una extrema concentracin focalizada hacia los dos ingenios. Est vestido completamente
de negro lleva luto por su mujer lo que contrasta fuertemente con los hbitos blancos de los
monjes, frente a l.
La escena se desarrolla en una de las estancias del monasterio que se haban habilitado
para acoger al emperador. Para que la verosimilitud histrica no falte, tres cuadros del gran
maestro veneciano Tiziano estn colgados de la pared. A la izquierda, un Retrato del Emperador,
en el centro, un Mater dolorosa y, a la derecha, el clebre Retrato de la Emperatriz Isabel, que
acompa a Carlos Quinto en su ltimo refugio de Yuste, como atestiguan varias crnicas de
la poca. Miguel Jadraque utiliza aqu ciertos elementos de la tcnica del claroscuro para
diferenciar con gran nitidez, a travs de la iluminacin, ste retrato de los otros dos.
Esta composicin de Jadraque recibi buena acogida; la crtica de la poca apreci la
calidad del dibujo, la atencin que el pintor prest a la representacin de los personajes. Los
rostros de los cinco monjes son muy expresivos y el lienzo, en su conjunto, no est falto de
distincin. Obtuvo una medalla de segunda categora en la Exposicin Nacional de Bellas Artes
de 1878. El Senado espaol lo adquiri en 1881. Desde 1919, ao de la muerte del pintor,
se encuentra en depsito en la Casa de la Tierra de Salamanca.
Miguel Jadraque no se limit a las pinturas de historia, fue tambin conocido por sus
pinturas de gnero.
36
37

Es el quinto titular del Santo Imperio Romano Germnico que lleva este nombre.
Espaa, Tres milenios de Historia, pg. 134.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Oromig, Pere/ Peralta, Francisco,


La expulsin de los Moriscos en Vinaroz,
1613,
leo sobre tela,
110 x 173 cm,
coleccin Bancaja,
Fotografa: Juan Garca Rosell.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

La expulsin de los moriscos en Vinaroz


Este cuadro forma parte de la coleccin de la fundacin Bancaja, formada por siete telas.
Todas ellas tienen en comn la descripcin realista de la expulsin de los moriscos de Espaa
a comienzos del siglo XVII. Se conoca con el nombre de moriscos a los descendientes de los
moros de Espaa, obligados a convertirse al cristianismo a comienzos del siglo XVII, una vez
que el proceso de la Reconquista hubo terminado.
En 1610 fue decretada la expulsin de los moriscos de los reinos de Espaa. Eran 300
000 personas, aproximadamente un 5% de la poblacin total, proporcin que se elevaba al
20% en Aragn especialmente en las localidades del valle del Ebro y a ms del 30% en el
reino de Valencia (del que formaba parte la ciudad de Vinaroz, donde se desarrolla la escena
representada, y por cuyo puerto transitaron 15 208 moriscos camino del exilio)38. Esta decisin
poltica de Felipe III acarrear consecuencias econmicas ya que Espaa perda sobre todo
mano de obra agrcola eficaz, as como numerosos mulateros o artesanos. Para algunas instancias de la monarqua espaola, el Consejo de Estado sobre todo, los moriscos suponan
un peligro frente al recrudecimiento de la piratera turca y berberisca en nuestras costas y
la eventualidad de un desembarco enemigo o de una invasin francesa por el Pirineo aragons39. De algn modo se impone la idea de que existe una quinta columna en el seno de los
reinos de Espaa, lo que lleva al monarca a tomar una medida que no tuvo nada de popular.
Desde el Concilio de Trento, Espaa es, sin lugar a dudas, el bastin del catolicismo en Europa
y ya no tolera en su territorio ninguna otra creencia. A pesar de que se han convertido oficialmente a la muy catlica religin de estado, se sospecha que los moriscos continan profesando su antigua fe. Los estatutos de limpieza de sangre impregnan profundamente la Espaa
del Siglo de Oro.
El cuadro de Pere Oromig y Francisco Peralta responde a una peticin de Felipe III, quien
deseaba que una representacin realista de los lugares de expulsin de los moriscos fuera ejecutada por pintores locales, como una visin en directo del acontecimiento. Como consecuencia,
este cuadro posee un valor didctico cierto: deba ser un testimonio de la puesta en prctica
de una decisin poltica altamente simblica.
En el lienzo aparece la ciudad fortificada de Vinaroz, el puerto y los barcos encargados de
alejar definitivamente a las poblaciones moriscas de Espaa, as como los representantes del

38
39

Ricardo Garca Crcel y al., Los moriscos, Cuadernos historia 16, n 225, 1985.
Antonio Domnguez Ortiz, Espaa, tres milenios de Historia, Marcial Pons, pg. 162.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

poder local que velan por el buen desarrollo de la expulsin forzosa. Es de destacar el cuidado
con el que los pintores detallaron la representacin de las ropas de los moriscos y los navos.
El valor testimonial, del que emana la fuerza de este cuadro, prima sobre sus cualidades
propiamente pictricas.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Juan Luna y Novicio,


La batalla naval de Lepanto,
1887,
leo sobre lienzo,
350 x 550 cm,
coleccin del Senado, Madrid.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

La batalla naval de Lepanto


La batalla de Lepanto constituye indudablemente un gran acontecimiento histrico del
reinado de Felipe II, una victoria naval de don Juan de Austria, representante del rey y general
en jefe de la Liga Santa, sobre los otomanos, el 7 de octubre de 1571. Don Juan era hijo natural
de Carlos Quinto y hermanastro de Felipe II. La victoria de los aliados catlicos Espaa, la
Santa Sede, el ducado de Saboya, la repblica de Gnova y la repblica de Venecia oportunamente asociada a Espaa para defender sus posesiones en el Mediterrneo oriental de las
ofensivas turcas pone freno definitivamente al avance otomano en Europa. Los combates fueron de una violencia extrema y, de creer a algunos cronistas, el mar se ti de rojo. Est fuera
de toda duda que si Lepanto fue un triunfo para los catlicos, fue tambin una espantosa carnicera martima que caus alrededor de 61 000 muertos o heridos. 200 000 soldados y ms
de 500 galeras, fragatas, bergantines y navos se enfrentaron en las aguas del Mediterrneo,
no lejos de la taca de Homero. Contrariamente a una idea generalmente extendida, Lepanto
fue un xito pero su alcance geoestratgico no debe ser sobredimensionado. En todo caso,
supuso el final de la supremaca otomana en el mundo mediterrneo.
El pintor hispano-filipino Juan Luna representa aqu el momento en el que la galera real
de la flota cristiana capitaneada por don Juan de Austria, reconocible por su yelmo con un
penacho de plumas, embiste de lleno contra un galen turco y provoca su naufragio. La embarcacin otomana se rompe literalmente en pedazos ante la violencia del choque, que arroja
al mar a los marineros. En primer plano del cuadro figura una pequea embarcacin en la que
el pintor representa al clebre creador de Don Quijote, Miguel de Cervantes, quien, efectivamente, particip en esta batalla donde perdi una mano. Desde entonces ser conocido como
el Manco de Lepanto.
El tratamiento pictrico operado por Juan Luna es ciertamente excepcional para tratarse
de una pintura de historia. Contrariamente a las visiones panormicas habituales de las grandes batallas que ensalzan la nacin en armas, favorece una impresin de caos, subraya la
furia de este enfrentamiento entre turcos y aliados de la Liga Santa. Antes que una ptica
panormica clsica, prefiere la visin fragmentaria del acontecimiento. La escena representada parece continuar ms all del lienzo, como en un fuera de campo fotogrfico. Por el
contrario puede sorprender, si no decepcionar, el cromatismo de la obra: algunos colores
parecen excesivamente chillones, poco armoniosos, como el azul vivo en primer plano o el
ropaje rojo en segundo plano.
Este lienzo obedeca a un encargo del Senado espaol que deseaba que figurara en el
Saln de Conferencias del palacio, donde deba encontrarse al lado de La rendicin de Granada

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

de Pradilla, o de La conversin de Recaredo de Muoz Degrain. Pero el cuadro no tuvo el honor


de gustar a los grandes hombres de la nacin, probablemente por las razones estticas
explicadas, y fue relegado a la reserva del Senado.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Jos Leonardo,
La rendicin de Juliers,
1635,
leo sobre lienzo,
307 x 381 cm,
Museo del Prado, Madrid.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

La rendicin de Juliers
Juliers (Jlich), en la Baja Renania, era una plaza fuerte holandesa cuyo inters estratgico
despertaba la codicia de los espaoles. En efecto, al tomar posesin de Juliers, se facilitaba el
acceso de las tropas y el transporte de mercancas por el Rhin. La ciudad estaba rodeada de
fortificaciones y de diques, como se ve en segundo plano en el cuadro. Tras un sitio a la vez
largo dur seis meses aproximadamente y oneroso, el general espaol Ambrosio Espnola
(descendiente de una rama de la familia Spinola de Gnova) obtuvo finalmente la rendicin de
la ciudad en 1622. Juliers figura entre las victorias espaolas debidas a este clebre militar
que recibir el ttulo de marques de Los Balbases en recompensa por su valenta.
Esta tela del pintor bilbilitano Jos Leonardo forma parte de un conjunto destinado a la
decoracin del Saln de Reinos del Palacio del Buen Retiro, sede del trono de Felipe IV. Este
palacio, edificado en 1630 y hoy desaparecido, serva como lugar de distraccin de la familia
real. El monarca realiz un pedido de una serie de cuadros que deban exaltar la grandeza de
la poltica imperial de Espaa, tanto en el plano militar como diplomtico. Por tal motivo, Jos
Leonardo es igualmente autor de otra pintura de historia dedicada a La toma de Brisach, pintada
tras La rendicin de Juliers, en aquel mismo ao de 1635. Se trata de dos episodios de la
guerra contra los Pases Bajos, un conflicto sobrevenido tras una tregua de doce aos entre
las dos naciones.
Fiel a la iconografa tradicional, Leonardo representa el acto de sumisin del gobernador
holands de Juliers que entrega al general Espnola las llaves de la ciudad, con la cabeza descubierta, el sombrero colocado en el suelo, al lado del bastn de mando, la rodilla en tierra
ante los vencedores espaoles. Desde lo alto de su caballo, Espnola tiende la mano para recibir
las llaves. Este acto de sumisin ocupa el primer plano, mientras que una amplia abertura a la
derecha del cuadro nos permite percibir el movimiento de retirada de las tropas holandesas
vencidas que no tienen otra eleccin sino abandonar la ciudad.
Jos Leonardo aparece aqu como un buen retratista y el dibujo cuidado de los dos caballos
est particularmente bien conseguido, as como los suntuosos colores de la ropa que llevan
todos los personajes. La influencia o la concordancia con las ideas de Velzquez parecen evidentes. Las similitudes con La rendicin de Breda del maestro sevillano son numerosas, en
particular las lanzas de los soldados que aparecen en ambos cuadros el de Velzquez es
clebre tambin con el ttulo de Las lanzas as como las banderas de los vencedores, que no
ondean en absoluto ya que el tiempo est en calma, en armisticio. Las lanzas tambin estn
presentes en La toma de Brisach.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Diego de Velzquez,
La rendicin de Breda (Las Lanzas),
1635,
leo sobre lienzo,
307 x 367 cm,
Museo del Prado, Madrid.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Las lanzas o La rendicin de Breda


Es uno de los cuadros ms conocidos y ms reproducidos de Diego de Velzquez. Realizado
para el Saln de Reinos del Palacio del Buen Retiro, embelleci las paredes de esta residencia
real entre 1635 y 1703, al lado de telas de Zurbarn, Pereda, Mano, Leonardo, Carducho,
Castelo y Cajs. Todas estas obras ilustraban las victorias de los espaoles en el curso de las
guerras emprendidas por Felipe IV de Habsburgo, el Rey Planeta, con el fin de asegurar su
hegemona en Europa. Como precisa el hispanista Bartolom Bennassar, la decoracin de este
saln deba de tener una gran fuerza simblica40.
Nombrado pintor de cmara a partir de 1623, Diego de Velzquez contribuy cumplidamente a la decoracin del Saln de Reinos donde deban alternarse las representaciones de
Los trabajos de Hrcules y las de las batallas victoriosas. El gran maestro sevillano opt por
representar la rendicin de la plaza holandesa de Breda, el 2 de junio de 1625, y la entrega de
las llaves de la ciudad por el gobernador holands Justin de Nassau que se produjo en realidad
tres das despus. Velzquez fusiona los dos episodios para situar frente a frente a dos figuras
emblemticas del conflicto hispano-holands, Justin de Nassau, que pertenece a la familia
ms implicada en la guerra para la independencia de los Pases Bajos hijo ilegtimo de Guillermo el Taciturno y Ambrosio Espnola, el general en jefe del Ejrcito de Flandes de Felipe IV,
miembro de una ilustre familia genovesa. Es por lo tanto una representacin imaginada, incluso
idealizada, lo que Velzquez nos propone, pero con todas las apariencias de la realidad histrica.
Se muestra fiel al espritu de la capitulacin de Breda, pero el pintor se permite sus libertades
para con la historia.
La llave de la ciudad aparece en el centro de la composicin, pues todos los personajes
se sitan a una y otra parte de este smbolo: los espaoles vencedores a la derecha, mientras
que el grupo de holandeses vencidos se sita a la izquierda. No se puede dejar de sealar el
gesto afectuoso y de gran cortesa del vencedor, que ha descabalgado y que evita cualquier
acto de sumisin de su adversario, impidindole que hinque la rodilla en tierra. Se puede percibir
en este gesto la manifestacin de un cierto ideal caballeresco que perdura en el tiempo.
El ttulo del cuadro procede de la presencia de las lanzas de los soldados espaoles que
forman una especie de reja de proteccin que contrasta poderosamente con las cinco alabardas
o picas de los holandeses, de dimensiones mucho ms reducidas.
Al fondo de la composicin aparecen las fortificaciones, los diques y los fosos de la plaza
fuerte de Breda, as como una gran parte de las tropas. Varias nubes de humo se elevan hacia
40

Les lances de Breda de Vlasques, Armand Colin, 2008.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

el cielo y constituyen otras tantas pruebas de la dureza de los combates a los que ambas partes
se libraron durante varios meses. Por ello, el cielo y la tierra se confunden en tonos en los que
dominan los matices de gris. La perspectiva se genera por la ciencia del espacio y el degradado
de los colores.

La Rendicin de Breda aparece como la interpretacin de un acontecimiento histrico


realizada por un pintor espaol de gran talento que consigui imponer su visin sobre la realidad
de los hechos. ste ser de algn modo todo el propsito de la pintura de historia por llegar.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Francisco Ricci de Guevara,


Auto de Fe en la Plaza Mayor de Madrid,
1683,
leo sobre lienzo,
277 x 438 cm,
Museo del Prado, Madrid.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Auto de fe en la Plaza Mayor de Madrid


La expresin auto de fe, de origen portugus, significa acto de fe. Estas ceremonias
pblicas tenan como objetivo defender alto y fuerte la fe catlica, persiguiendo a herejes y
apstatas. Se lean extractos de procesos instruidos por la Inquisicin y las sentencias de los
condenados, en presencia de los culpables o ante sus efigies41. Conviene distinguir el auto de
fe general del auto de fe particular, siendo este ltimo celebrado en una iglesia o la capilla de
un convento. El primero poda ser presidido por el rey, como ocurre en este caso. En el cuadro
de Francisco Ricci, al fondo de la escena, Carlos II, el ltimo de los Habsburgo de Espaa, la
reina Mara Luisa de Orleans y su madre presiden una ceremonia que tiene lugar el 30 de junio
de 1680 en la Plaza Mayor de la capital de Espaa. La pareja real est rodeada de embajadores
y de ministros. En esta composicin minuciosa, el Inquisidor General se encuentra al pie de la
tribuna donde est sentado el rey. En este tipo de celebraciones, cuanto mayor es el nmero
de condenados a la hoguera, mayor es la masa de espectadores. La lectura de las sentencias
por eclesisticos es el momento cumbre de esta celebracin que tiene mucho de espectculo
barroco. En efecto, este acontecimiento obedece a una puesta en escena muy precisa, extremadamente codificada. El pueblo se agolpa en los balcones mientras que sobre un estrado a
la izquierda se encuentran los miembros de la Inquisicin y sobre otro, a la derecha, los condenados vestidos con el sambenito, el hbito de infamia, y con la cabeza cubierta con la coroza
o capirote. En esta misma tribuna se han sentado los familiares del Santo Oficio, auxiliares
laicos encargados de detener a los sospechosos de hereja o apostasa. Ante las autoridades
religiosas, se ha extendido una delicada alfombra roja donde se alza el altar, y sobre l la cruz
verde, smbolo de la esperanza de perdn de los reconciliados, aquellos condenados que haban
abjurado de sus faltas. En primer plano del cuadro, se ve a los soldados de la fe y los asnos
que conducirn a los condenados a muerte por las calles de la villa antes de que su ejecucin
tenga lugar extramuros. El brazo secular de la Iglesia se encarga de la ejecucin de las
sentencias de muerte.
Los autos de fe generales eran excepcionales en la capital. El ltimo se remontaba a 1632,
lo que puede explicar la solemnidad del que Francisco Ricci representa aqu. Es de precisar
que el auto de fe de 1680 fue el ltimo al que asisti un soberano42.
Este cuadro pintado para Carlos II aparece como el reflejo de las indicaciones del familiar
de la Inquisicin Jos del Olmo.

41
42

Annie Molini-Bertrand, Vocabulaire historique de lEspagne classique, Nathan, 1993.


Bartolom Bennasar y Bernard Vincent, Le temps de lEspagne, Hachette, 1999.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Francisco Ricci, nacido en Madrid, pero italiano de origen, pertenece a la escuela madrilea
del Barroco espaol que integra a pintores como Carreo de Miranda y Francisco Camilo.
Al margen de los encargos de la casa real, realiz numerosos frescos en las iglesias y conventos
de Madrid, probablemente por sus orgenes italianos.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Joaqun Sorolla y Bastida,


El dos de mayo de 1808,
leo sobre lienzo,
400 x 580 cm,
propiedad del Museo del Prado,
expuesto en el museo Vctor Balaguer, Vilanova i la Geltr.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

El dos de mayo de 1808


En Espaa, el episodio es tan clebre en el imaginario colectivo como el del levantamiento
de la Puerta del sol representado por Goya en su cuadro del Prado. En este caso, se trata de la
defensa heroica del cuartel de artillera de Montelen en Madrid. Por orden de la Junta militar
y del capitn general Francisco Javier Negrete, las tropas espaolas estn recluidas en sus
cuarteles mientras los franceses intentan secuestrar a los infantes de Espaa para llevarlos a
Francia, donde se encuentra Fernando VII. El infante don Francisco llora: no quiere abandonar
Madrid. El proyecto llega a odos del pueblo madrileo que acude en masa ante el Palacio Real
y arremete contra las tropas francesas que ocupan la capital. Inquieto por el cariz que toma el
asunto, Murat ordena abrir fuego sobre la multitud, desencadenando sin saberlo un alzamiento
y, concomitantemente, el comienzo de una guerra (la Guerra de la Independencia) que durara
seis aos, hasta la derrota de Napolen y la reposicin de Fernando VII en el trono de Espaa.
En Madrid, la Puerta del Sol y el Parque de Montelen se convierten en focos de una resistencia
desesperada por parte de una poblacin civil prcticamente desprovista de armas. Frente al
avance de las tropas francesas, una parte de la muchedumbre corre hacia el cuartel de Montelen para obtener las armas que tanto necesitaban. El capitn Luis Daoiz da la orden de abrir
las puertas del cuartel y con la ayuda de Pedro Velarde distribuyen fusiles y municin al pueblo.
Los caones se preparan: no tardarn en abrir fuego contra las tropas de Murat. Los combates
son encarnizados, como muestra Joaqun Sorolla en esta recreacin pictrica de 1884. El suelo
se cubre pronto de cadveres de patriotas espaoles; el intrpido Pedro Velarde muere acribillado por los franceses. Es una carnicera comparable a la de la Puerta del Sol.
La composicin consta de varias lneas de fuerza: una diagonal de derecha a izquierda y
de arriba abajo y una horizontal que pasa por la parte central del cuadro. El papel del humo es
importante: traduce la impresin de movimiento y de agitacin frentica que caracteriza esta
escena. Por supuesto, la dimensin pica esta muy presente; el pintor novel (en aquel momento
tiene slo veintin aos) pone de manifiesto la fiereza y el valor de los combatientes espaoles.
Daoiz y Velarde destacan por la blancura de sus ropas y se sitan en el centro de las lneas de
fuerza. Dos personajes heroicos acababan de nacer43 El cadver de una mujer en primer
plano recuerda que era el pueblo en su conjunto quien se alzaba en armas.
Este lienzo de Joaqun Sorolla fue realizado en el contexto de las pruebas de acceso a
la Academia de San Fernando; se trata, pues, de un ejercicio de estilo en el sentido literal
del trmino y un acierto indiscutible. Y el tribunal no se equivoc. El tema de la resistencia
43

Reencontramos estas dos figuras heroicas en el relato de Arturo Prez Reverte Un da de clera, Seuil,
2008.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

popular del dos de mayo de 1808 es un tema recurrente en la pintura de historia espaola
del siglo XIX.
Joaqun Sorolla es uno de los grandes maestros espaoles de finales del siglo XIX y de los
primeros aos del XX. Claude Monet elogi a Sorolla por su investigacin sobre la luz, aunque
este ltimo no fuera un pintor impresionista. El luminismo que caracteriza su pintura posterior
constituye una de las vas de la modernidad espaola. En 1910, con ocasin de la Exposicin
Universal de Pars, Sorolla recibe el Gran Premio de los pabellones espaol y portugus, signo
de un reconocimiento que no ces de extenderse a lo largo de su carrera.

Francisco de Goya,
El dos de mayo de 1808,
leo sobre lienzo,
266 x 345 cm,
Museo del Prado, Madrid.

83

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

En 1814, encontrndose falto de dinero, Goya propone al regente, el cardenal don Luis de
Borbn, pintar el alzamiento de los espaoles contra los mamelucos de Napolen, que tuvo
lugar el 2 de mayo de 1808 en la Puerta del Sol de Madrid. El 9 de marzo de 1814, recibe el
encargo oficial de plasmar en el lienzo las acciones o escenas ms destacadas o heroicas de
la gloriosa insurreccin contra la tirana. Como subraya adecuadamente el historiador del arte
Valeriano Bozal, es el dramatismo de la escena lo que el pintor aragons enfatiza en El dos de
mayo, marcando as la diferencia con los numerosos grabados sobre la Guerra de la Independencia que circulaban en aquel momento.44 El pueblo madrileo es el actor nico que se levanta
cuchillo en mano contra un ejrcito aguerrido. La sobreposicin de masas de color contrastadas
traduce perfectamente el carcter dramtico y sangrante de este enfrentamiento. A todas luces,
queda patente la fuerza evocadora de este cuadro.

44

Consultar el catlogo de la exposicin Goya, editado por el Museo del prado, 1996, pg. 412.

84

Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Francisco de Goya,
El tres de mayo de 1808,
leo sobre lienzo,
268 x 347 cm,
Museo del Prado, Madrid.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

El tres de mayo de 1808


Este lienzo es indisociable del no menos clebre cuadro El dos de mayo de 1808, pintado
por Goya en el mismo ao. Mientras que El dos de mayo haca hincapi en la representacin
del alzamiento popular en la Puerta del Sol contra las tropas napolenicas que invaden la capital
espaola, El tres de mayo nos sumerge con una innegable intensidad dramtica en la represin
que los franceses ejercieron sobre los patriotas espaoles.
En una carta fechada el 24 de febrero de 1814 y que dirige al regente, don Luis de Borbn,
Goya declara que desea perpetuar a travs del pincel las heroicas acciones o escenas de nuestra gloriosa insurreccin contra el tirano de Europa. Su intencin iconogrfica est desprovista
de ambigedad. Se trata de magnificar al pueblo de Madrid, de exaltar su herosmo frente al
invasor deshonroso y tambin de servir de testimonio de la brutalidad de este ltimo, que fusila
en la colina de la Moncloa a los sublevados detenidos el da anterior. El regente acepta sin
tardanza la proposicin de Francisco de Goya y le concede para este propsito una suma de
1 500 reales, as como el material necesario para la realizacin de las obras. Queda fuera
de duda que El dos de mayo y El tres de mayo fueron concebidos como cuadros de gran formato
por estar destinados a ser expuestos pblicamente.
En El tres de mayo, la representacin del pelotn de ejecucin es el final de un proyecto
pictrico que debera haber constado, segn algunos especialistas de la obra goyesca, de
cuatro lienzos. Para representar esta escena de ejecucin, Goya se document abundantemente, sobre todo consultando las numerosas estampas populares sobre los acontecimientos
de la Guerra de la Independencia. Contrariamente a lo que se afirm a menudo, este cuadro
no presenta el aspecto realista que caracterizaba la iconografa tradicional de este conflicto.
Habitualmente, las estampas reproducan un suceso preciso con el fin de componer un relato
coherente de la guerra. Goya prefiere poner el acento en la dramatizacin. Un fanal, colocado
directamente en el suelo, ilumina una escena de matadero y es el pueblo de Madrid a quien se
da muerte. El hombre de la camisa blanca, de mayor tamao que sus compaeros insurgentes,
muere bajo las balas de los soldados franceses con una actitud casi de crucificado, con los
brazos extendidos. Simboliza el martirio de todo un pueblo masacrado por los invasores.
Cadveres amontonados y sangre derramada figuran en primer plano. Esta representacin del
defensor de la libertad gozara posteriormente de un indiscutible xito iconogrfico. En La
ejecucin del emperador Maximiliano de Edouard Manet (1867), la influencia de Goya queda
patente. Otro espaol clebre, Pablo Picasso, se inspir tambin del Tres de Mayo para denunciar a travs de la pintura las masacres cometidas en la Guerra de Corea, unos ciento cincuenta
aos despus de las fechoras napolenicas napolenicos en suelo espaol.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Francisco de Goya,
Escena de Inquisicin,
entre 1808 y 1812,
leo sobre tabla,
0,46 x 0,73 cm,
Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Escena de Inquisicin
Abolido por la Constitucin de Cdiz en 1813, el Santo Oficio fue restaurado por el rey
Fernando VII a su vuelta del exilio en 1814, de nuevo se suprimi durante el Trienio Liberal y se
volvi a reactivar en 1823 antes de ser suprimido definitivamente por el decreto de 15 de julio
de 1834 firmado por la regente Mara Cristina. La Inquisicin espaola haba nacido en la poca
de los Reyes Catlicos para hacer frente a la cuestin de los judaizantes. A partir de entonces,
esta institucin garante del dogma catlico persigui a los moriscos, a los protestantes, a los
cristianos viejos sospechosos de brujera o de actos contra natura (el pecado nefando), as
como a heterodoxos de cualquier tipo. La Inquisicin era un tribunal eclesistico sometido a la
vez al Papa y al rey45. En la poca de Goya, el Santo Oficio sigue manteniendo a la sociedad
espaola bajo estrecha vigilancia, sobre todo a travs de una rigurossima censura46.
En este cuadro de pequeo formato, Goya representa una escena de Inquisicin que se
desarrolla en una gran sala abovedada donde el tribunal eclesistico est reunido frente a un
pblico compacto. Los condenados son fcilmente identificables gracias al sambenito que
visten as como al capirote que llevan en la cabeza, signos indiscutibles de ignominia. Estn
abatidos, miran fijamente al suelo mientras que frente a ellos se yerguen los miembros del
tribunal. Una vvida sensacin de opresin emana de esta escena en la que alternan, en un
juego sutil, luces y sombras. Visin negra y realista de aquella Espaa de principios del siglo
XIX donde domina an el oscurantismo, esta composicin de Goya fue seleccionada por la
Academia de Bellas Artes en 1885 para figurar entre los grabados publicados como Cuadros
escogidos de la Real Academia de Bellas Artes 47.
En los grabados de la serie de los Caprichos,
terminada en 1799, Goya hace una stira feroz de
la sociedad de su tiempo. La religin no es una
excepcin y el Capricho n 23, titulado Aquellos
polvos, representa a un condenado que asiste a la
lectura de la sentencia pronunciada por el Santo
Oficio en presencia de una masa de monjes satisfechos. Es el aspecto cruel incluso sdico lo que
Goya pone de manifiesto con l. Otro grabado, el
capricho n 24, No hubo remedio, trata tambin de
45

Annie Molini-Bertrand, Vocabulaire historique de lEspagne classique, op. cit. pg. 60.
Colette Rabat, Le temps de Goya, Editions du Temps, 2006, pg. 80.
47 Los Goyas de la Academia, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1996.
46

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

la Inquisicin, lo que demuestra el inters que este gran creador dedic a estas cuestiones
esenciales para la poca. En efecto, Goya no permaneci impasible a las ideas preclaras
propagadas por la Ilustracin, la versin espaola del Siglo de las Luces.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Antonio Gisbert,
Ejecucin de Torrijos y sus compaeros en la playa de Mlaga,
1887-1888,
leo sobre lienzo,
390 x 600 cm,
Museo del Prado, Madrid.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Ejecucin de Torrijos y sus compaeros


en la playa de Mlaga
Este cuadro de Gisbert es frecuentemente citado, por mrito propio, como el patrn de la
pintura de historia espaola. Es cierto que impresiona tanto por sus dimensiones como por sus
cualidades puramente estticas. Pero se trata tambin de un manifiesto poltico a favor de las
libertades individuales frente al poder autoritario y cruel.
La escena presenta la ejecucin del general Torrijos y de sus ms fieles partidarios por los
soldados de Fernando VII, monarca absolutista que no ces hasta que el liberalismo poltico
fue erradicado del suelo espaol. Por ello, todas las personalidades que haban apoyado o participado en el gobierno del Trienio Liberal presidido por Rafael de Riego se vieron amenazadas
o perseguidas por el poder reaccionario. En la poca del Trienio Liberal (1820-1823), Jos Mara
Torrijos haba asumido el cargo de Capitn General de Valencia antes de ser nombrado Ministro
de la Guerra. Exiliado en Inglaterra, tierra de acogida para muchos liberales espaoles tras la
vuelta al poder de Fernando VII, Torrijos urdi varios complots para derrocar la monarqua. En
diciembre de 1831 cay vctima de una emboscada preparada por el Gobernador de Mlaga,
quien le haba asegurado su adhesin a la causa liberal si Torrijos desembarcaba en Mlaga
procedente de Gibraltar. Unos sesenta liberales que deseaban ardientemente que nuevos vientos de libertad soplaran en Espaa cayeron en la trampa. Fueron hechos prisioneros a bordo
de su embarcacin y llevados hasta la playa de Fuengirola para ser ejecutados sin proceso
alguno. Gisbert decidi plasmar este martirio histrico para cumplir con un encargo del ministro
Montero Ros, miembro del gobierno de tendencia liberal que presida en aquel momento Mateo
Sagasta.
Los prisioneros forman una hilera al borde de una mar agitada. Algunos de ellos tienen las
muecas maniatadas; otros, los ojos vendados. Todos estn esperando el momento de ser
ejecutados por los soldados que, en posicin de firmes, ocupan el plano posterior de la composicin. Los diferentes uniformes y prendas, muy realistas, permiten al pintor incorporar
guerrilleros tanto de orgenes populares como miembros de las clases ms favorecidas de la
sociedad. Torrijos se adelanta y toma de la mano a dos compaeros: uno fue Ministro de
la Guerra; el otro, a su derecha, Presidente de las Cortes de Sevilla. En primer plano aparecen
los cadveres de cuatro liberales que acaban de ser fusilados.
El cuadro impresiona por la extrema tensin que desprende. Gisbert traduce perfectamente
los sentimientos encontrados que anidan en estos abanderados del liberalismo espaol: desesperanza, rabia o resignacin Se trata de hombres que se enfrentan a un final inminente,
pero sobre todo de hombres que saben resistir, de hombres dignos en su lucha.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

En cuanto a los miembros del clero, aparecen asociados al absolutismo ms abyecto: se


transforman en cmplices de este martirio porque algunos de ellos se colocan al lado de los
soldados. La carga anticlerical del cuadro de Gisbert no deja lugar a dudas: el pintor de Alcoy
adopta un punto de vista desprovisto de ambigedad poltica. Fueron precisos casi diez aos
para terminar este lienzo que provoca en quien lo contempla un sentimiento de emocin sincera
y profunda.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Ramn Casas,
La carga,
1899-1900,
298 x 475 cm,
Museo de Arte Moderno de Olot, Gerona.

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

La carga
El proletariado hace irrupcin en la pintura. Este lienzo del pintor cataln Ramn Casas
representa con toda claridad a la Guardia Civil, institucin creada en 1844, reprimiendo una
manifestacin obrera. En la segunda mitad del siglo diecinueve, Barcelona se transforma en
un importante centro industrial que atrae a masas de trabajadores procedentes sobre todo de
tierras del Sur de Espaa. Las ideas anarquistas de Proudhon y de Bakunin encuentran terreno
abonado para su expansin en el seno de esta clase obrera que crece imparablemente. La
huelga y la manifestacin son las dos armas de conquista social para estos trabajadores de la
industria textil o metalrgica cuya jornada laboral excede todava las diez horas. A menudo,
sus condiciones de trabajo son deplorables. En 1890, 16 000 obreros de Barcelona se declaran
en huelga para apoyar a sus camaradas de la ciudad vecina de Manresa, vctimas del cierre
patronal. Entre 1890 y 1910, oleadas de huelgas e incluso atentados anarquistas se abaten
sobre la capital catalana. Los enfrentamientos con las fuerzas del orden pblico, encargadas
de proteger los intereses de la burguesa industrial, son frecuentes. A veces, se producen autnticas batallas campales, con un rosario de vctimas, si no de muertos, entre los manifestantes. En este sentido, la escena reproducida en primer plano no deja lugar a dudas: el hombre
que yace en el suelo ha sido con toda seguridad abatido por los golpes de sable que le ha descargado el guardia civil a caballo. Est muerto o solamente herido? Sea como sea, la violencia
de la represin es innegable. Adems, el cuadro no se corresponde con ningn espacio geogrfico concreto: se trata de un paisaje industrial con las chimeneas de una fbrica en ltimo
plano. Recuerda Barcelona y el barrio de la Espaa industrial. En cuanto a las nubes de colores
rojizos que dejan entrever un claro azul (una esperanza?) parecen responder al tema planteado
por el pintor. En la misma poca, el pintor valenciano Antonio Fillol haba representado las
consecuencias de la represin brutal practicada por la Guardia Civil en un cuadro muy realista
titulado Despus de la refriega.
A pesar de que en el cuadro aparece la fecha de 1903 al lado de la firma del artista, Ramn
Casas lo pint con anterioridad, probablemente en 1899 ya que sabemos que quiso presentarlo
a la Exposicin Universal de Pars de 1900. Pretensin vana, pues la comisin espaola no se
dign seleccionarlo. El asunto de esta obra molestaba a ciertas consciencias. Por el contrario,
cuatro aos ms tarde, Casas obtuvo una medalla de primera clase en la Exposicin General
de Bellas Artes de 1903 y el Estado espaol adquiri el cuadro en esta ocasin. Ramn Casas
puede ser considerado con toda legitimidad como uno de los mejores pintores espaoles de
este cambio de siglo. Es, de algn modo, un punto de conexin entre siglos. Aparece como el
digno representante de la corriente artstica denominada Modernismo cataln (Art Nouveau en

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Cuando los artistas pintaban la Historia de Espaa

Francia) que inscribi la pintura espaola en su destino moderno. De aqu en adelante, la pintura
de historia clsica se sumir casi por completo en el olvido.
Esta nueva temtica social surge tambin en la pintura francesa de la misma poca ya
que en 1902 Andr Devambez pintaba La charge (La carga), un hermoso cuadro en el que la
polica dispersa sin contemplaciones una manifestacin en los grandes bulevares parisinos.

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Crditos fotogrficos
Imgenes cedidas por:
Museo del Prado: pgs. 12, 13,16, 17, 23, 24, 26, 27, 33, 36, 47, 56, 59, 65, 73, 75, 78, 81, 83, 85, 90
(tambin es la imagen de portada).
Coleccin del Senado: pgs. 39, 42, 50, 53, 70.
Archivo del Congreso de los Diputados: pgs. 10, 62.
Museo Reina Sofa: pgs. 30, 93.
Palacio de la Generalitat de Catalunya: pg. 18.
MNAC: pg. 19.
Museo de Bellas Artes de Castelln: pg. 25.
Museo de Bellas Artes de Valencia: pg. 29.
Excelentsimo Ayuntamiento de Sevilla: pg. 44.
Coleccin Fundacin Bancaja: 67.
Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando: pg. 87.

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