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DOCUMENTOS

Presentacin.
Ramn Adell Argils
Profesor Titular de Sociologa en la UNED
radell@poli.uned.es (ESPAA)

El texto que presentamos a continuacin es la trascripcin de la conferencia


impartida por Iigo Errejn en la Facultad de Ciencias Polticas y Sociologa de
la UNED, seis meses ms tarde de la irrupcin de Podemos en el Parlamento
Europeo, (21-12-2014) como acto inaugural del Mster Poltica y Democracia.
Tras una breve presentacin del catedrtico de Ciencia Poltica Ramn Cotarelo,
el Director de Estrategia y Campaa de Podemos inici su intervencin
mostrndose de entrada escptico respecto al uso de la vieja comunicacin
poltica y el marketing, dada la reificacin o fetichizacin de los dogmas
tericos al uso. Con un pleno de asistencia y con un sustancioso debate que, por
razones de espacio, no aparece finalmente en esta publicacin, resaltar aqu,
a modo de presentacin, alguno de los aspectos centrales de su intervencin; y
ms que un intento crtico de sus argumentos (que tambin Se Puede) aportar
algunas reflexiones explicativas al fenmeno Podemos en cuestin.
Para Errejn, el primerizo xito poltico de Podemos no tiene receta
secreta. Afirma que es una mezcla de riesgos y fortuna, de olfato y de osada,
de un proyecto nuevo frente al statu quo imperante. Modesta opinin, sin
autofelicitaciones, ni autocrticas, ni grandes teoras, todo como por puro
azar. En mi opinin, no es, como podra creerse, un proceso improvisado
por tres antisistema locos o simplemente oportunistas (que no oportunos) sin
preparacin poltica. Como estudioso de los movimientos sociales y archivador
de la memoria (de nuestra cultura poltica), tuve ocasin de conocer a igo en
2007, recin licenciado. Muy buen olfato y bastante osado. Utpico, pero con
convicciones. Me dio la impresin de que el joven se haba ledo ya, adems de a
San Marx, a Maquiavelo, Goebbels, Lenin y toda la retahla insurreccional y sus
posteriores variantes lights del marketing poltico, luego llamado Comunicacin
Poltica. Lecturas no siempre fciles, pero tambin obligadas, supongo, para
otros hitos de la comunicacin: Sanchs, Feo, Santamara, Guerra, Arriola,
Moragas, etc., y de todos los jefes de campaa habidos. Versan sobre la
ingeniera de la propaganda/publicidad poltica y su efecto en individuos y
masas. Todo ello para mantener o conquistar el poder, segn el caso. Lecturas
legales, aunque no siempre bienintencionadas, y que ponen de manifiesto cmo
la verdad y la mentira pueden desatar similares pasiones. Realidad versus
percepcin. Segn Errejn, su tarea es un proceso de trabajo intelectual, de
anlisis, para luego adaptarse a las situaciones concretas (crisis de rgimen
y cuestionar consensos). Creble. Por tanto, el secreto de la pizza est en
EMPIRIA. Revista de Metodologa de Ciencias Sociales. N.o 32, septiembre-diciembre, 2015, pp. 193-210
ISSN: 1139-5737, DOI/empiria.32.2015.15314

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la masa, en las multitudes inteligentes, y en la hegemona discursiva y, en


consecuencia, poltica.
La clave de lo anterior estara en el lenguaje y su propia construccin
(Laraa), en conocer el lenguaje sencillo de la calle y descifrar el lenguaje
alambicado del poder. El lenguaje llega a ser un instrumento de control,
incluso cuando no transmite rdenes sino informacin; cuando no exige
obediencia sino eleccin, cuando no pide sumisin sino libertad, deca
Herbert Marcuse. Se refiere Errejn al discurso mainstream, tambin llamado
corriente o cultura principal. En el contexto de la nueva poltica (viejo
trmino que recurrentemente aparece como nuevo), consistira en irrumpir en
el discurso general y ofrecer nuevas explicaciones de la realidad. Y ello pasa
inevitablemente por lograr marcar la agenda setting y el debate a los rivales,
desenmascarando el discurso del poder (lenguaje de la Administracin Total, que
dira Marcuse), al que de algn modo frmea constantemente. El contrapoder,
contraprograma. Es una herramienta verstil y sin ideologas. Un ejemplo de
ello sera el uso que hizo Esperanza Aguirre (ya en la oposicin), durante el
primer mes de Manuela Carmena como alcaldesa de Madrid, marcando temas,
denuncias y falsos debates contra unos recin llegados con poca experiencia en
el poder y la comunicacin.
Cierto es que esa osada y olfato a la que aluda en su intervencin
no hubieran tenido ningn futuro si no hubiera existido una oportunidad de
contexto, una conectividad entre individuo, colectivos y, finalmente, voto. Un
contexto de mutacin cultural (Errejn) previo al llamado efecto Podemos.
Veamos algunos aspectos ilustrativos.
Con la bonanza econmica, que en su momento engord a las lites y
permiti a millones de espaoles/as ascender a la clase media, aunque fuera
un espejismo temporal o ficticio, se instauraron tambin unos discursos y unos
estilos. La pugilstica lucha del individuo contra el individuo, contra todos. Las
excelencias o calidades y dems trminos de control y satisfaccin atrajeron
a instituciones, a mercados y a polticos hacia las prcticas de corrupcin. La
publicidad de bancos, pisos, coches, etc., se aada al estilo de vida de nuestro
soado e impagable pas.
Por su parte, en el ao 2010, el socilogo francs Alain Touraine afirmaba,
que la sociedad ya no existe, que se ha desarticulado, se ha desvertebrado.
Se refera a las sociedades occidentales actuales, en un contexto general de la
llamada posmodernidad. En nuestro pas, y a tenor de lo que estamos viendo,
podramos afirmar que se ha roto el contrato social (estado del bienestar
fruto de la transicin) que implicaba consensos bsicos, derechos, deberes y
garantas individuales y colectivas. Otros efectos de la desvertebracin social
aludida, podran incluir la creciente debilidad de las identificaciones partidistas
tradicionales, el cinismo poltico, que lo pblico pasa a ser privado y viceversa,
la secularizacin, y la utilizacin de referentes excluyentes como forma de
contienda poltica.
En nuestro pas, con la crisis, la desvertebracin ha sido especialmente
dramtica. Por el paso, en poco tiempo, de un bienestar insostenible a un
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insufrible malestar. Tiempos de descomposicin poltica, hasto y voluntad de


cambio, segn Errejn.
En una situacin de alarma y emergencia social para gran parte de la
poblacin, irrumpe, como forma de supervivencia, la creatividad social. sta
consiste en crear redes vertebradoras para hacer lo que el Capital o el Estado no
harn ya por nadie y menos por ti. Las gentes de El Comn se estructuran, con
su economa social, su apoyo mutuo y su fraternidad, sus valores, su tiempo
y su organizacin. Con su presencia o sus votos, okupan adems, de forma
sistemtica y planificada, espacios fsicos, simblicos y virtuales, abandonados
previamente por las burbujas (inmobiliarias o institucionales), dejando a su
paso en su descrdito (deuda y corrupcin) espacios edificios, ayuntamientos,
etc. En definitiva, Zonas de Autonoma Temporal en contextos excepcionales.
Esto puede parecer hoy exagerado, pero en una crisis ms duradera de lo que se
anunci, o de lo que quisiramos, esta tendencia no puede ser un modelo, pero s
una realidad. Por tanto, hablamos de fin de ciclo y de cambios futuros, y no slo
en Espaa o Europa.
Tras el fuerte periodo de movilizacin del llamado 15-M o movimiento
de los indignados (15-05-2011/22-03-2014), a da de hoy es innegable que se
han producido en Espaa importantes cambios. El paso de la indignacin a la
dignidad produce una nueva percepcin de la participacin democrtica que se
traslada a las urnas, como espacio privilegiado de la soberana. Curiosamente,
el efecto 15-M (Dormamos, despertamos. Lo llaman democracia y no lo
es. De Norte a Sur, de Este a Oeste. S se puede) desaparece de las calles
tras las marchas de la dignidad del 22-M, a la par que se produce el triunfo
sorpresa de Podemos (1.245.000 votos y cinco escaos), un mes despus, en las
elecciones europeas del 2014. Desde entonces se aprecia un drstico descenso
de las protestas en la calle, a excepcin de la (nica) demostracin de fuerza
de la convocatoria de Podemos por el cambio del 31 de enero de 2015, que
reuni cerca de cien mil personas. Ello es un signo inequvoco de contencin
y moderacin, que busca ampliar su base electoral, aun a costa de perder parte
de sus activistas iniciales. Su vocacin de partido acaparador (contrapoder
hegemnico), y por tanto populista (ni de izquierda, ni de derecha, los de abajo
contra la casta), tiene como fin ganar en las prximas elecciones generales.
Desactivada la calle, el proceso no tiene ya vuelta atrs. El 15-M ya es historia,
y la movilizacin que pudiera haber tras las elecciones podr variar en funcin
de sus resultados, pero ser distinta a la protodemocracia asamblearia de los
indignados. Su fulminante ascenso en los medios de comunicacin y encuestas,
y la alta capacidad de representacin del 15-M han generado un enorme debate
social.
El nombre de Podemos, nace del s se puede del 15-M. Implica un
nosotros y una accin volitiva de poder inmediato, en presente de indicativo.
No le vale un dudoso Pudiremos, en futuro, ni se presenta como el Partido
Demcrata Posibilista, fundado por Emilio Castelar (1879). Aparentemente,
desde su aparicin, la hoja de ruta del proyecto Podemos de asalto a los
cielos (de la Moncloa) se va cumpliendo. Obviamente con zigzags, reajustes,
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desaceleraciones, etc., fruto de las experiencias electorales de Andaluca, y de


las elecciones municipales y a comunidades autnomas. Entre las adversidades,
destacan las acusaciones de corrupcin por parte de algunos medios (caso
Monedero, caso Errejn, Tania Snchez), la participacin en la nueva
organizacin, a veces cuestionada desde dentro, su alejamiento del espritu
15-M, o el contexto poltico de lo que suceda, por ejemplo, en Venezuela o
en Grecia, generando un evidente desgaste del proyecto inicial. La ilusin se
convierte en duda: burocracia y aparato crecen inevitablemente. Y en un futuro
esa maquinaria se convertir en competencias y cargos pblicos. Son las leyes
del juego electoral.
En su intervencin, igo Errejn se refiere a que parte del xito se debe
a que han sido sensibles a los problemas de la gente, a sus sufrimientos. Lo
denomina la politizacin de los dolores (Jacques Rancire), que convierte el
sufrimiento en prctica artstica como praxis poltica y social, o el recurso a la
expresin de sensaciones primigenias como placer o dolor. Eros y Tnatos. Es
un recurso emotivo y sin duda eficaz. Gobiernos, asociaciones, colectivos, razas,
religiones, clases sociales o gneros son vctimas. Otro asunto es el victimismo,
como sobreexplotacin del dolor, que genera perniciosos y desiguales conflictos
en las memorias histricas de una colectividad, azuzando discursos de buenos
y malos, vctimas y verdugos. Cada cual que imagine los ejemplos. En todo caso,
la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca), y por extensin Podemos,
dieron voz a los sin voz. Entre ellos, a los desahuciados annimos que hicieron
pblico y colectivo su drama personal (Outing). Esa sensibilidad que le falt
al PSOE, por ejemplo, pero tambin al Partido Popular; lo cual reconoci
Floriano al afirmar, tras las europeas, que les haba faltado un poco de piel
para acercarse a la realidad.
Y aqu me referir a uno de los actores que iniciaron (y que los yayoflautas
concluyeron) el 15-M: la juventud. En el contexto actual, en que abundan ms
los emperdedores (Brieva), que los emprendedores, los/as jvenes, aun
siendo minora numrica, son por definicin el futuro. Tenemos una sociedad
claramente envejecida y, a mi juicio, no se ha producido el clsico relevo
generacional ms o menos armonioso (superado el lgico choque generacional)
de mayores a jvenes. La herencia de valores, deuda, libros y dems objetos
analgicos o materiales no es formateable. Estamos ante un tapn generacional
similar a los que se destaparon tambin en los aos 1975, 1982, 1997, etc.
Las instituciones aparecen como gerontocracias incapaces de dar paso a las
inquietudes de los ms jvenes. La reciente renovacin de lderes polticos
(e incluso de la Corona) nos muestra que algo est cambiando. Las nuevas
tecnologas han acelerado el cambio de valores, de expectativas y de futuro de la
sociedad y especialmente de la juventud. Y las instituciones van detrs de los
tiempos, ancladas como poco en el siglo pasado.
De mileuristas al paro a los minijobs o al extranjero. Al principio se les
llam los NiNis: Ni trabajan, Ni estudian; pero con el tiempo se amplan
las crticas y muchos Ni creen en esta democracia, Ni son antisistema.
Paradjicamente, Ni son violentos, Ni tienen miedo; en fin, que Ni ocupan
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Congresos, Ni dejan de rodearlos, Ni aceptan los recortes, Ni los van a pagar.


Al final no se contentan Ni con Cnovas, Ni con Sagasta. Ningn adulto en
sus cabales daba crdito a ests disfunciones, tras cuarenta aos de democracia
y bienestar.
Siguiendo el modelo desarrollista de la innovacin y del cambio, Podemos
(y salvando las distancias, en cierto modo, Ciudadanos) actan como
innovadores, lo cual nos muestra la demanda de nuevos estilos en la poltica.
El contexto ha facilitado que los adoptantes precoces (indignados) y la mayora
precoz (afectados por la crisis) se hayan sumado rpidamente a sus discursos
y esperanzas. La mayora tarda (edades avanzadas) y los retardatarios
(conservadores), con su legitimidad irreductible, mantendrn generacionalmente
el bipartidismo. El tiempo dir si este proceso es flor de un da, o si, como
parece, se atisban cambios sociopolticos de mayor calado: inciertos, pero no
necesariamente traumticos.
Tras esta breve introduccin, leamos, pues, la transcripcin de esta relevante
conferencia.

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Vieja y nueva comunicacin poltica


igo Errejn
Buenos das, gracias por la invitacin. Gracias al mster Poltica y
Democracia de la UNED, gracias a las autoridades acadmicas que me
acompaan y gracias a Ramn Cotarelo por tomar la iniciativa de invitarme, y
por su generosa presentacin.
La aclaracin inicial es que no s si defraudo a algunos, pero no vengo aqu
a hablar en nombre de ninguna formacin poltica, ni vengo aqu a, digamos,
contar una experiencia poltica, sino que vengo a proponer algunos elementos
de discusin sobre qu cosa sea la comunicacin poltica, algunos elementos
fundamentales de la comunicacin poltica y de porqu entiendo que es central
en el momento en que vivimos y cmo se relaciona con algunas de las cosas
que estn sucediendo en el presente; esto es, discutir algunas ideas centrales a la
luz de una experiencia concreta bien reciente, y que sigue marcando el devenir
poltico de nuestro pas.
La segunda advertencia, o matiz, sera que sin nimo, o con no demasiado
nimo de ser provocador, yo soy normalmente muy escptico con respecto
a la comunicacin poltica; por lo menos muy escptico con respecto a la
configuracin de la comunicacin poltica como un saber separado, propio,
parcelado, del que se pueden aprender una serie de trucos y elementos que llevan
a uno a adoptar frmulas ganadoras.
Creo que, en lo sustancial, no hay nada muy distinto de la comunicacin
poltica que de la comprensin de los fenmenos polticos y de la prctica de
la poltica, y creo que para hacer buena comunicacin poltica, sea eso lo que
sea, hay que hacer buena lectura de los momentos polticos, de los equilibrios
de fuerzas que componen toda situacin poltica, y hay que echarle un poquito
de imaginacin y hay que echarle valenta. Valenta para atreverse a leer, en
los momentos polticos concretos, posibilidades que van ms all de lo que
existe en ese momento. Posibilidades que, por supuesto, no pueden esperar a
ser identificadas en los diagnsticos de la gran mayora de los expertos y de las
instituciones existentes, que fundamentalmente tienden a reificar y naturalizar el
conjunto de las cosas que existen tal y como estn. Y, por tanto, hay una parte
siempre irreductible, que tiene que ver con el olfato y con la osada, para no
repetir lo ya existente.
Cuando, despus de la noche del 25 de mayo de este ao [2014], la noche
de las elecciones europeas y del resultado de las europeas, empez esa sacudida
cualitativa que me parece que los resultados de las europeas dieron al tablero
poltico espaol-; digo cualitativa, porque cuantitativamente el resultado que
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obtuvo Podemos, que fue la novedad de aquella noche electoral, fue un resultado
cuantitativamente modesto. Es verdad que si uno lo compara con los mimbres
organizativos, los recurso econmicos, el apoyo institucional o la propia
duracin de la iniciativa, pues es un resultado que no est nada mal. Pero por
el otro lado, si uno lo compara con el resultado de descomposicin poltica,
de divorcio creciente entre representantes y representados, y de voluntad
mayoritaria de cambio -o por lo menos de hartazgo y de hasto-, ese resultado
es un resultado, en nmeros, cuantitativamente muy modesto. Sin embargo,
cualitativamente, fue suficiente para producir una serie de transformaciones
aceleradas; transformaciones que, creo, se miden con herramientas, en este
caso ms cualitativas que cuantitativas; es decir, fundamentalmente con la
necesidad de la prctica totalidad de actores polticos del escenario poltico
espaol de parecer una cosa nueva despus de la noche del 25 de mayo. Es
decir, la necesidad de, sea en el formato ms institucional del presidente del
gobierno, para el cual la democracia espaola no tiene ningn problema hasta
el 25 de mayo, y dos semanas despus del 25 de mayo saca aceleradamente un
plan de regeneracin democrtica; plan que luego uno poda discutir, digamos
en trminos de polticas pblicas, cunto de consistencia tiene; pero aqu no me
voy a detener en eso.
Me interesa el dato de en qu medida era prcticamente obligatorio sacar
algo como eso despus de la pequea sacudida del 25 de mayo. No digamos
algunos cambios, sobre todo en trminos de marketing poltico, vividos en el
hasta ahora principal partido de la oposicin y en fuerzas que ocupan un papel
secundario o terciario. De alguna manera, incluso actores que seguan teniendo
primaca electoral, primaca institucional, se encontraron, despus de la noche
del 25 de mayo, en una situacin de necesidad de transmitir, no slo imagen
de cambios, sino de estar peleando en un terreno cultural a la defensiva; estar
disputando en un terreno cultural marcado por palabras, por diagnsticos y
por interpelaciones que les colocaban -hasta ahora, creo, hasta la fecha- a la
defensiva. Y cuando, a partir del da 25 de mayo, los medios de comunicacin
empezaban a llamar, con esta cosa, lamento decirlo, muy periodstica de
dgame usted exactamente cul es el ingrediente secreto de esta frmula que
nadie vio venir, qu pas aqu para que de repente se produjera una especie
de tormenta perfecta que ninguno vimos venir, que no sabamos que existan
hasta ayer; hay profesionales de los medios de comunicacin que reconocan
que algunos de los miembros del gabinete, del gobierno, la noche electoral
preguntaron quines eran estos de Podemos que han sacado cinco eurodiputados.
As que, dganos usted y a m me pasaba mucho en calidad de haber sido el
director de la campaa electoral-, dganos usted exactamente cuntas gotas de
cuntos elementos han combinado y cul ha sido ese elemento secreto que se nos
ha escapado y que ha permitido que se genere un fenmeno de esta magnitud.
Y yo creo que esa visin es incorrecta. Y fijaos que en realidad, seguramente
sera un fraude, pero sera mucho ms cmodo decir: Bueno, pues voy a
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explicar cul ha sido la frmula exacta, y adems la tengo yo acuada y la tengo


registrada. Pero creo que eso no sera una buena explicacin de la cuestin. Por
una parte, no sera una buena explicacin de la cuestin porque sigue siendo una
lgica que creo que no sabe leer los acontecimientos presentes, porque sigue
siendo una lgica muy de cuo de renovacin de lites; es decir, los hroes
siguen siendo hroes individuales. Si se ha producido un fenmeno que nadie
ha visto venir, y que para alguien merece respeto, admiracin le merezca la
opinin que le merezca ideolgicamente, pero le merece como ser destacado-,
ha tenido que ser por un conjunto de grandezas individuales que no equivalen,
en ningn caso, a una creacin colectiva. Como en las pelculas norteamericanas,
cuando el hroe se cruza con una manifestacin, y la manifestacin siempre es
una especie de, no s, de paseo de ganado desprovisto de cabeza. Siempre que
aparece una manifestacin en una pelcula norteamericana es un estorbo de
gente que hay que apartar, porque el que va a solucionar la cuestin es siempre
uno, individualmente, y tiene entre medias gente que lo estorba. Y creo que, con
esa lectura, no seramos capaces de percibir o de diagnosticar hasta qu punto
se han producido, por lo menos en los ltimos tres aos, cambios culturales
centrales que fueron capaces de abrir un espacio poltico que hasta entonces no
estaba disponible en Espaa. Cambios culturales entendidos fundamentalmente
como un cambio en las percepciones de las cosas que nos suceden y en las
explicaciones disponibles de lo qu nos est sucediendo, por qu nos sucede,
quin es responsable de que nos suceda y si las cosas podran ser de otra forma.
En otras palabras, creo que las lites tradicionales en Espaa han vivido
primero un proceso de retroceso cultural, o de deslegitimacin cultural, y ahora
estn viviendo o parece que podran vivir- un proceso de retroceso poltico;
pero ha venido primero, y es fundamental el diagnstico de por qu mutaron las
gafas, por qu cambiaron las gafas con las que veamos la realidad de lo que nos
afectaba; y qu elementos contribuyeron a que esa realidad cambiase.
Y el segundo aspecto, en el que no me detendr ms, pero que hay que
anotar por honestidad, tiene ms que ver con una suma de asumir riesgos y
de fortuna. Que esto queda muy mal decirlo siempre en los anlisis polticos,
porque parece que uno tiene que demostrar que lo tena todo escrito en una
libreta Pero nunca es verdad. En la realidad hay una parte fundamental de
atreverse, de lanzarse; y, cuando uno se lanza, asume que todo el mundo tenga
escrito todas las razones por las que estaba errado, y todas las razones por
las que se haba equivocado. No digamos con nuestra experiencia: desde que
Podemos se lanza, hay una legin de expertos, a derecha e izquierda, que tienen
clarsimo por qu eso no va a funcionar. Y lo tienen, adems, firmado desde el
primer da. Y lo tienen como para sacarlo al da despus, y para decirle el 26:
Ves, esto ya te lo dije, que esto no iba a funcionar.
Y ah hay que reconocer que la poltica es un deporte de riesgo y que, para
asumirlo, hay que decir que, sobre todo, en la era de las redes sociales, me
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parece que todo el mundo tenemos una opinin y adems la podemos expresar
en prrafos en nuestro Facebook, y adems no hay ninguna manera de medir
si alguna es ms correcta que otra: todos tenemos muchsima razn. Pero,
cuando se trata de poner alguna de esas razones, o alguna de esas intuiciones
o de hiptesis a trabajar, hay que arriesgarse, y hay que mancharse, y hay que
remangarse, y poner a jugar, o poner encima de la mesa, elementos que, pues
no estn garantizados, y sobre los que no hay certidumbre. Primero, porque
uno nunca puede controlar todas las variables, y, segundo, porque hay algunas
que son siempre variables indeterminadas, que tienen que ver con una suerte de
hechos, no voy a decir fortuitos, pero s que se escapan a la capacidad de control
de quien lanza una iniciativa: cmo va a reaccionar el adversario, en qu medida
se van a suceder una serie de hechos en la actualidad, que son imprevisibles, que
van a ayudar o van a dificultar Y, por tanto, son un conjunto de elementos que
hacen imposible, o que convertiran en fraude que cualquiera dijera: Bueno,
pues aqu hay una receta de xito.
Y hay muchos manuales de marketing poltico y de comunicacin poltica,
pero yo tengo que decir que no us ninguno para la campaa electoral. Esto no
significa que no los haya ledo, pero esto significa que mi opinin no va por
ah. Pero, yo vengo de trabajar en la universidad, y esto no tiene que ver con
una suerte de apologa de la prctica por encima de la reflexin. En absoluto.
Sin ideas y sin un marco conceptual lo que hacemos es acumular experiencias
que se caducan al da siguiente. Es fundamental el trabajo intelectual, el trabajo
conceptual. Cualquiera que nos conozca un poco [volvindose hacia Cotarelo]
Ramn nos conoce desde las primeras fechoras- sabe que en Podemos hay una
hiptesis intelectual largamente larvada, largamente discutida, muy escrita
Lo que pasa es que cuando los medios de comunicacin preguntan: Y esto, de
dnde ha salido?, les decimos: Hombre, lo que pasa es que no nos lea nadie,
como era a lo mejor natural, pero uno puede hacer hemeroteca y revisin
de bibliografa acadmica y ver que, efectivamente, hay todo un trabajo de
discusin, de elaboracin, de anlisis y de prueba de hiptesis que ah est; un
trabajo muy modesto que de repente se encuentra con unas condiciones ms o
menos favorables.
As que, en absoluto, supone ninguna descalificacin del trabajo intelectual,
del trabajo de anlisis, de discusin, de lectura previo. En absoluto. Pero s que
significa que ese trabajo para que funcione, creo que hay que hacer dos cosas.
Por una parte, hay que aplicarlo y esto es una perogrullada- a una situacin
concreta, hay que ser capaces de leer la situacin concreta, y leerla muchas
veces y, en los momentos de cambio, leerla a contrapelo; es leerla cuando hablar
de crisis de rgimen era ser un marciano en este pas; es leerla cuando hablar
del agotamiento de algunos de los marcos institucionales y de los consensos
salidos del pacto poltico de la transicin equivala a una suerte de poner en duda
toda nuestra tradicin poltica y querer cargarse los fundamentos del sistema
democrtico. Es decir, que tiene que ver a veces, en los momentos sobre todo de
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crisis , no s si es demasiado aventurado decirlo, de crisis orgnica, en la cual


el conjunto de lo existente no es capaz de ofrecer ni soluciones institucionales
ni una integracin cultural y simblica de los anhelos de una buena parte de
la poblacin al orden constituido. Cuando se da una situacin as, pensar es
siempre pensar a contrapelo, es siempre pensar frente a lo que dicen los expertos,
es siempre pensar frente a lo que estn diciendo los medios de comunicacin.
Pero no frente en el sentido de opuesto a, o para chocar; es pensar, con
razones y con categoras, que el conjunto de lo establecido no va a ponerse
a disposicin de quienes quieran transformar lo existente. As que es pensar
asumiendo riesgos. Es pensar asumiendo que es ms difcil que te den las becas.
Es pensar asumiendo que va a ser ms difcil que te publiquen en las revistas
acadmicas. Es pensar asumiendo que te va a tocar defender discusiones un poco
ms incmodas que si repites el discurso meistream. El discurso meistream no
tiene ningn problema, no es una suerte de voluntad de ser iconoclasta, por ser
siempre iconoclasta; no, no. Se trata de intentar leer en la situacin concreta:
Nos valen los instrumento que tenemos para pensar lo que existe, y valen a la
vez los canales institucionales, los consensos existentes, las representaciones de
lo existente? Nos valen para pensar lo que se est moviendo por debajo, en un
nivel, digamos, magmtico de la sociedad civil?. Bueno, si nos vale, magnfico.
Si no nos valen, hay que atreverse a pensar en las grietas, a pensar en los lugares
que no son tan confortables.
As que, por una parte, anlisis; un anlisis que, en mi opinin, tiene
que ser un anlisis siempre del conflicto. Incluso en los casos de sociedades
ms institucionalizadas, ms estables y con ms alto grado de consenso, ese
consenso y esas instituciones son siempre el resultado de un equilibrio pactado,
con procedimientos pactados, entre diferentes grupos y diferentes intereses.
Incluso aunque las instituciones tengan siempre, por su naturaleza, la obligacin
de producir la imagen de congelacin, de sedimentacin, casi de eternidad y
de universalidad, son siempre un resultado contingente -que podra cambiar:
no siempre ha estado y no estar para siempre, aunque todas digan que lo
estarn- de un determinado acuerdo y un determinado equilibrio entre grupos.
Y, por tanto, pensar desde el conflicto y aqu a m me sirve siempre mucho la
politloga Chantal Mouffe: pensar desde el conflicto, que no es pensar para el
conflicto, sino pensar que toda situacin siempre es un acuerdo determinado,
congelado en un momento dado, entre diferentes grupos y diferentes interesesayuda a ser capaz de diagnosticar en qu medida esos acuerdos, esos marcos,
esas instituciones contienen o no contienen una parte de ese conflicto siempre
latente en lo social.
Son capaces o no son capaces las instituciones de integrar en buena medida
una parte de las quejas de los que obedecen, de tal manera que los que obedecen
encuentren legtimas, y de inters general, y buenas para todos las razones de
los que mandan? En qu medida vivimos en un momento de estabilidad en el
cual, ms all del recurso, digamos, ms desnudamente coercitivo, las razones
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de los que dirigen son las razones y la forma de ver el mundo naturalizada del
conjunto de los sectores subalternos? Si eso pasa, estamos claramente en una
situacin, digamos hegemnica y de inestabilidad, en la que podemos pensar es
en reajustes o reacomodos, en los equilibrios en la direccin del conjunto social.
Si eso no sucede, lo que estamos es ante una situacin, en la cual hay una brecha,
hay una grieta abierta, por la cual quienes mandan son capaces de mandar, son
capaces de conducir una comunidad poltica, pero no son capaces de hacerlo
suscitando el consentimiento amplio, o integrando con sus razones y con sus
explicaciones del mundo a una buena parte de quienes tienen un rol subordinado,
de quienes, digamos, obedecen un poco ms de lo que mandan. Es decir, de la
mayor parte de nosotros.
Si eso sucede, hay que diagnosticar, me parece, cules son las razones de que
eso sea as; cules son esas grietas que se producen, por las cuales una parte de
lo existente no contiene los anhelos, las expectativas o las quejas de una parte
sustancial en nuestro caso, me parece que mayoritaria- de una sociedad. Y
al hacerlo me parece que nos adentramos siempre en una visin de la poltica
como una lucha por el sentido que le damos a las cosas, en la que ninguna de las
explicaciones que le damos a ningn hecho de lo social puede darse por anclada
ni puede darse por descontada, sino que son siempre el resultado de una lucha
una lucha, casi siempre, afortunadamente pacfica- por fabricar el sentido que
le damos a las cosas y las posiciones que toman las cosas.
Y ah a m me parece que, a partir del 15 de mayo de 2011, hubo una quiebra
en el sentido instituido en Espaa; hubo una pequea grieta, y esa grieta no tuvo
que ver con el conjunto de la gente que se moviliz, sino con la capacidad de
poner en marcha explicaciones de lo existente diferentes a la casi explicacin
nica que exista hasta entonces. Me parece que a partir del 15 de mayo de
2011 se abre un proceso de pequea transformacin cultural que permite la
apertura, que permite imaginar espacios polticos diferentes, que permite lanzar
iniciativas polticas que antes parecan condenadas a moverse en los mrgenes
de lo existente, en posiciones extraordinariamente minoritarias. Por qu creo que
sucede eso. Cules creo que son algunas de esas transformaciones?
La primera dira que es una transformacin que tiene mucho que ver y
aqu sigo fundamentalmente a Ransier-, una transformacin que tiene mucho
que ver con esa pulsin que est siempre en el corazn de la democracia, que es
la politizacin de dolores que hasta entonces se vivan de forma no poltica; es
decir, como dolores, culpas o problemticas privadas, o problemticas que no
tenan una explicacin que se derivaba de la ordenacin que tena la sociedad.
Eran problemas naturales que siempre haban estado, que siempre iban a estar, o
que no tenan responsables.
Me parece que el 15-M lo pone encima de la mesa, y siempre uso algunos
ejemplos parecidos Os acordis de que antes de el 15-M era muy frecuente
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ver a humoristas-y en series de televisin- hacer parodias sobre una generacin


que, tenindolo todo, bueno, era como particularmente poco, no s, poco
emprendedora, poco hbil, y os acordis de todas estas bromas sobre la
generacin de los ninis, que era casi como una especie de culpa y de carga
generacional. Insisto, ms all de lo cierto que esto fuera, lo real es que hoy sera
extraordinariamente difcil que un humorista hiciera un sketch similar. Sera
muy difcil que hoy un humorista saliera a hacer una broma diciendo que los
jvenes espaoles no se van de casa de su padres, los que ms tarde se van en
toda Europa porque, no s, porque son meridionales y le tienen mucho apego a
sus familias. O que alguien hiciera una broma sobre los jvenes espaoles que
se van a conocer mundo en Londres. Pero estas bromas s se hacan y, insisto,
no lo digo para hacer combate poltico, estoy intentando poner elementos para el
anlisis. Se hacan y dejaron de poder hacerse. Qu sucedi entre medias? Entre
medias sucedi un cambio en la percepcin de algunos fenmenos que ayer
se vivan como fenmenos despolitizados y que hoy empiezan a vivirse como
fenmenos polticos, que tienen responsables concretos, tienen culpables, tienen
vctimas concretas. No es una carga que nos sucede a todos. Tienen vctimas
concretas, tienen una explicacin y podran tener una solucin alternativa.
Otro ejemplo seguramente central sera el drama de los desahucios en
Espaa. El drama de los desahucios ha pasado a ser de una carga individual,
que uno sufra incluso, a veces, en privado; no lo deca, me da vergenza haber
perdido mi casa, porque es casi una carga individual, no he sido capaz de hacer
frente a la carga hipotecaria del banco. Incluso me echan de mi casa y me voy en
silencio, no se lo digo a mis amigos o a mis familiares, que he perdido la casa.
Quienes trabajan en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca saben que estos
son casos que se daban mucho; que por desgracia, en menor medida, todava se
dan. Y de repente hay un momento en el que los desahucios dejan de ser una
vergenza individual y empiezan a ser una vergenza colectiva; dejan de ser una
falla individual te han echado de tu cas y tienes la culpa t- y empiezan a ser
una impugnacin a cmo hemos ordenado las leyes y la convivencia de forma
tal que sea posible que haya una alternativa. Lo digo en forma breve, pero que
las familias sean echadas de sus casas, mantengan a la vez la deuda, y a la vez,
en algunos casos, sean incluso de bancos que hemos rescatado entre todos, con
banqueros que tienen sueldos de los ms altos de Europa...
Cuando sucede esto, lo que est sucediendo entre medias es una
transformacin de la forma en la que vemos una buena parte de los problemas
que nos sucedan, una lucha por el sentido, en la cual el sentido que le damos
a las cosas, la explicacin que le damos a las cosas, vara. Y al variar permite
una interpretacin de signo diferente, incluso una ordenacin de tipo diferente
de las posiciones polticas en el escenario poltico espaol. Una ordenacin que,
tendencialmente, ya en el 15-M, colapsa, impugna una parte de la diferenciacin
interna en el sistema de partidos, dice: No, no, la diferencia fundamental no
es que ustedes, unos sean de izquierdas y otros sean de derechas; la diferencia
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fundamental est entre, digamos, una mayora que no se siente representada y


una minora que detenta los lugares del poder, y lo detenta no en beneficio de las
mayoras. Sea o no cierta, comparta uno o no esta afirmacin, es muy legtimo
que uno diga: No, no, eso es una. Hay incluso una cosa generacional, o sea
que hay mucha gente que dice: Esto es una tontera, esto es lo que dira Le Pen,
esto no tiene ningn sentido, Esto es legtimo decirlo. Bueno, segn, no?, con
matices en el tono. Pero esto es muy legtimo pensarlo. Pero lo que ya no se
puede hacer es impugnar que esa explicacin es claramente una explicacin que
viene a satisfacer y a responder a una percepcin social, si no mayoritaria, por lo
menos muy amplia.
Y con esto entronco con la segunda cuestin que deca era fundamental,
un diagnstico de lo que sucede. Son las explicaciones de los que mandan
suficientes para integrar las quejas, las aspiraciones de la mayor parte de
la sociedad? O no? Si no lo son, por qu no lo son? Y si uno diagnostica
que no lo son, entonces hay quejas, sentidos, palabras incluso nosotros
somos artesanos que fundamentalmente trabajamos con palabras-, palabras
fundamentales sobre las cuales se est produciendo una lucha, una disputa para
darles un significado o darles otro. Palabras cuyo significado no es tan claro,
no est dado de por s, y sobre las cuales se est produciendo una batalla, como
si fueran colinas por tomar por uno u otro. (Afortunadamente, utilizo metfora
blicas sin ninguna intencin belicista, sino por deformacin de algunos de los
autores con los que trabajo). Colinas cuya toma corresponde con una cierta
capacidad de instituir explicaciones de lo general, de dar explicaciones a lo
general que sean capaces de construir una mayora en un sentido o en otro.
Y el segundo elemento central aqu es el elemento de la traduccin. Y la
traduccin tiene que ver siempre con una simplificacin. Cuidado, porque aqu
es muy fcil que uno diga: es relativamente sencillo que haya quien interprete
que la simplificacin es una suerte de perversin de la complejidad con la que
nosotros trabajamos. En la realidad nunca hay traduccin de los diagnsticos
a la intervencin poltica sin simplificacin. Y una simplificacin no es una
especie de renuncia a la complejidad y a las mltiples aristas que tienen los
problemas, en absoluto. Es un reconocimiento de que hay dos lgicas: hay una
lgica del anlisis y hay una lgica de la intervencin. Y hay complejidades
centrales para la lgica del anlisis, que luego deben ser traducidas para la lgica
de la intervencin poltica. (Pero esto no es nada original; esto, si me apuris,
me parece que es una lectura no demasiado sofisticada de Weber). Y por tanto,
creo que tenemos que reconocer que toda prctica poltica es una prctica que
traduce y, al traducir, tiene siempre que fabricar explicaciones simplificadas de
lo existente, y que esas explicaciones simplificadas son las que son capaces de
producir reequilibrios en las posiciones que la gente adopta sobre los problemas.
Es ms, son las que tienen la capacidad de hacer una cosa que, para m, es
central, que es dibujar cul es la frontera fundamental que delinea las posiciones,
las tomas de posicin, con respecto a lo que nos pasa en una comunidad poltica
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de la gente. Son los que son capaces de dibujar cul es el elemento fundamental
que va a dirimir el ellos y el nosotros; que va a dirimir cul es la razn que nos
hace tomar bando y cules son los bandos.
Dira que, en ese sentido, la poltica es una pelea en la que lo fundamental
ocurre antes.. Habis visto la pelcula Braveheart? Pues es una pelea en la
que lo fundamental no ocurre cuando chocan los dos ejrcitos ya compuestos,
sino que ocurre antes. Ocurre en la construccin de esos bandos. Y quien
es capaz de haber construido los bandos definiendo el terreno de juego, el
lenguaje y los motivos, las razones en torno a las cuales se constituyen los
bandos, ha empezado la batalla seguramente con el cincuenta y uno por ciento
ganado. O con el cincuenta, dira, porque luego hay muchas cosas que estn
indeterminadas. Pero me parece importante quedarse con la idea de una batalla
en la cual quien fija los trminos y las condiciones de la contienda empieza
ganando por lo menos la mitad de la misma. Y eso tiene que ver siempre con
esta traduccin, o esta simplificacin de la que hablaba.
La simplificacin, es decir, la reunin de un conjunto de elementos dispersos
que estn en el anlisis, que sean capaces de producir un relato, una explicacin
coherente, sencilla, accesible y de fcil transmisin, es un momento siempre
central de la disputa poltica. Y no hay nadie, absolutamente nadie, que no
lo haga. Eso siempre tiene que ver con una capacidad de fabricar, y cuando
digo fabricar no me refiero a inventar en alquimia de la nada, sino con las
materias primas disponibles; y las materias primas disponibles son siempre los
contenidos sociales de la vida cotidiana, los dolores, las preocupaciones de la
gente, las polticas pblicas existentes, la capacidad de reaccin o de adaptacin
de las instituciones Pero la capacidad de-con esas materia primas- fabricar
metforas, smbolos, palabras que sean capaces de forma extraordinariamente
grfica, de resumir qu est pasando en un momento dado en una situacin
concreta.
No es la nica, pero seguramente lo que ms ayuda a esta explicacin es
que yo pronuncie la palabra casta. La palabra casta, que es de larga utilizacin
en la ciencia poltica, en este caso no tiene valor por su capacidad explicativa.
Uno, si lo tuviera que explicar en un paper, seguramente tendra que hacer una
explicacin ms larga, ms llena de matices y ms compleja. Eso no significa
que sea verdad o mentira; dira fundamentalmente que, sobre todo en la lucha
discursiva, los elementos de verdad o mentira nos ayuda menos para comprender
qu pasa, para comprender qu hacemos. No porque no existan; no es una suerte
de postura cnica segn la cual no existen. Esos son fundamentales para la
toma de posicin como ciudadano, con qu se compromete uno, qu cree que
existe, qu cree que no, qu cree que es vlido y qu cree que no. Pero, en lo
fundamental, tenemos que aprender que estamos trabajando con materiales en
los cuales una explicacin poltica es cierta si produce efectos tales como si fuera
cierta; es decir, si es capaz de producir consenso en torno a una identificacin.
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Cuando alguien pone en marcha la metfora: Los estados una cosa como
tpicamente neoliberal-, los estados son como familias que no pueden gastar
lo que no tienen. Bueno, pues esto no resiste el menor anlisis en una revista
cientfica de economa, por ejemplo, porque dices: Hombre, s, salvo que las
familias no tienen bancos centrales, por ejemplo. Pero da igual, porque el
objetivo de esta metfora no es ser capaz de describir en toda su complejidad
todo lo que est sucediendo, sino producir una explicacin resumida de lo
que sucede, que sea muy fcil de transmitir, que sea evidente, que no necesite
ser discutida, que circule a toda velocidad, siendo inmediatamente evidente,
y reduciendo el conjunto de una discusin muy compleja a unos trminos
evidentemente favorables para quien la ha puesto en circulacin. En este caso,
bueno, que lo fundamental no es aumentar los ingresos, sino reducir los gastos.
Pero si t explicas lo contrario, bueno, pues es posible que tengas una parte de
xito bastante menor. Y, por tanto, es posible que seas menos capaz de instaurar
estas gafas con las que la mayor parte de nosotros vemos el conjunto de lo que
pasa. Pero lo importante ah que es lo fundamental, me parece, en una relacin
hegemnica- es que no slo lo vean los que estn de acuerdo contigo; es que,
incluso, quienes no estn de acuerdo contigo estn obligados a pensar con tus
categoras, en tus trminos y a discutirte. Es que tienen que salir a decir: No,
no, yo no soy casta. O que otros tienen que salir a decir: Bueno, s, somos una
familia, pero es verdad que. Es decir, que t has sido capaz de construir, con
determinadas explicaciones que has dado, con un relato determinado de lo real,
has sido capaz de construir un marco en el que incluso tus adversarios te tienen
que contestar.
Siempre cito la misma ancdota, que me parece reveladora. En una
entrevista que le hacen a Margaret Thatcher, ya cuando ha acabado su mandato,
le preguntan cul es el logro poltico del que se siente ms orgullosa. Y dice:
Yo, Tony Blair y la tercera va. Claro, tiene dos partes la respuesta. Tiene una
parte de mala leche y tiene una parte de descripcin de una relacin hegemnica:
he construido una forma de interpretar lo que sucede, una narrativa, una
explicacin del mundo en mi sociedad, claro, en Gran Bretaa-, que incluso
mis adversarios tienen que utilizar mis categoras, hablar como yo, e incluso
inscribirse en un mismo horizonte de sentido para desafiarme. Es decir, que
eventualmente claro que me podrn ganar, pero cuando hayan ganado ya no
son los de antes: me han ganado a condicin de ser un poco yo, a condicin de
parecerse un poco a m.
Pongo otro ejemplo parecido para que maana alguien lo saque-, que
es la reaccin de las nuevas derechas frente a los gobiernos progresistas en
Amrica Latina. Voy a poner el ejemplo que ms conozco, que es sobre el
que hice la tesis doctoral. En Bolivia, la oposicin ha pasado en una dcada de
decir (y yo esto lo s porque a m me lo dijo un constituyente, hacindole una
entrevista para mi tesis doctoral): Antes vivamos todos los bolivianos unidos,
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y ahora este gobierno nos quiere dividir, entre los que somos indios y los que
no son indios que es siempre una cosa de los privilegiados: quienes dicen
hay una cosa que me duele estn introduciendo conflicto en la comunidad
poltica-, antes estbamos bien, antes ramos una familia unida, pero ustedes
han introducido una dimensin y aqu se pueden poner muchas a lo largo
de la historia una dimensin que politiza un dolor y que por tanto siempre
dibuja una divisin. En muy pocos aos han pasado de decir: Resulta que este
gobierno nos quiere dividir por las razas, es un gobierno racista porque introduce
la raza como un elemento de divisin, a asumir que ninguna candidatura es
viable si no lleva un indgena en los tres primeros puestos. O, han pasado de
decir: La recuperacin para el estado de los contratos y de los carburferos, del
gas, va a ser un fuente de corrupcin, a discutir la forma en la que se produce la
recuperacin de los contratos. Ni uno solo de los candidatos que disputaban las
elecciones que fueron hace un mes-, del pasado 12 de octubre en Bolivia, ni
uno solo de los candidatos, incluso desdicindose de lo que haban hecho en el
pasado, era capaz de competir con el que todava era presidente y que aspiraba
a la reeleccin, Evo Morales, refutando alguno de los elementos centrales de
lo que constitua el relato fundamental del MAS en Bolivia. Incluso sus ms
acrrimos adversarios, no se podan permitir hablar de volver a privatizar los
recursos del gas, no se podan permitir hablar de que Bolivia es un pas mestizo
en el que no hay diferencias y en el que introducir lo indgena es introducir la
divisin(introducir lo indgena como indgena; no es que no hubiera indgenas
antes en los puestos polticos en Bolivia. Lleg a haber un vicepresidente que lo
era). Digo introducir lo indgena en tanto que indgena, es decir, estoy aqu en
tanto que representante de...
Eso qu significa? Eso significa que se ha producido una mutacin cultural
de tal calado, a menudo ms difusa, pero ms profunda que los cambios
institucionales, que va a modificar las pautas de relacin, por las cuales incluso
el adversario que gane y, eventualmente, en democracia, siempre hay un
adversario que te gana-, tendr que haber ganado habiendo pagado el precio
de haberse parecido mucho a ti, o de haber heredado una buena parte de tus
contenidos. Esto, en mi opinin, nos habla de hasta qu punto, ms all de
las competiciones electorales, ms all de las competiciones institucionales,
hay un elemento central en la poltica -no en la comunicacin poltica: en
la poltica-, un elemento fundamental de lucha por producir el sentido, por
producir las explicaciones de lo que sucede en una sociedad dada, a qu se deben
nuestros problemas, quin los provoca, quin los sufre, cules son las respuesta
disponibles y en qu medida esas respuestas son tiles, no son tiles, satisfacen
los intereses de todos o de algunos. Es siempre, en definitiva, una lucha por la
construccin del inters general; que es siempre una lucha que tiene una parte
relegada y una parte que est en posiciones dirigentes; una parte que es capaz de
encarnar en torno a s el universal y una parte que forma parte de ese acuerdo en
otra forma, siempre con una posicin subalterna, o en una posicin asimtrica.

EMPIRIA. Revista de Metodologa de Ciencias Sociales. N.o 32, septiembre-diciembre, 2015, pp. 193-210.
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Entender que esto es una relacin que est en continuo movimiento y que
tiene que ver con una disputa cultural, con una disputa intelectual que est
siempre abierta, es lo fundamental de la posibilidad de intervenir para abrir
en escenarios que parecen cerrados del escenario como del impasse: cmo
es posible que si estamos todos tan hartos no cambie nada-, en escenarios que
parecan cerrados, que parecan condenados a la naturalizacin de un orden
que no poda ser impugnado; ver como en sos escenarios puede que se estn
abriendo grietas para poner en marcha explicaciones diferentes que sean capaces
de alterar los equilibrios de fuerza en favor de sectores sociales que sientan
legtimamente o no, esto ya depende de la toma de posicin de cada uno- que sus
intereses no estn siendo representados, que sus anhelos no encuentran un cauce
o una promesa de futuro adecuada en el orden institucional dado. Me parece que
esa es una buena parte del marco en el que pensar la comunicacin poltica como
una lucha discursiva, como una lucha por construir significados, y en algunos
casos por construir significados que no estn dados o que parece que no estn
escritos, parecen a veces incluso impensables.
Ramn [Cotarelo] me haba dicho, justo cuando entrbamos: aterriza y vete
a lo concreto. Temo no haberlo hecho, pero es verdad que me paso los das
ltimamente yendo a lo concreto y tena un poco de ganas de discutir en serio.
En todo caso, espero que las preguntas y la discusin puedan servir para aterrizar
algunos elementos, si es que no los he aterrizado, o para concretar algunas
cuestiones si es que han quedado dibujadas en trminos, digamos, demasiado
abstractos. Muchas gracias.

Se abre el turno de preguntas.

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