LEJANA.

Revista Crtica de Narrativa Breve

N 6 (2013)

HU ISSN 2061-6678

UNA NARRATIVA AL BORDE DEL ABISMO. CASI TODOS LOS CUENTOS DE

HORACIO CASTELLANOS MOYA
Celina Manzoni
Instituto de Literatura Hispanoamericana
Facultad de Filosofa y Letras, Universidad de Buenos Aires
celina.manzoni@gmail.com
RESUMEN: El artculo ofrece una lectura de los cuentos de Horacio Castellanos Moya. El
anlisis se enfoca en los procedimientos de escritura desplegados en la antologa organizada
por el autor. Con la congoja de la pasada tormenta. Casi todos los cuentos (2009), recoge
veintids relatos publicados a lo largo de veinte aos. El eje del anlisis articula la relacin
entre sexualidad y poltica y las tematizaciones de la conspiracin y la traicin.
PALABRAS CLAVE: poltica, sexualidad, traicin, memoria
ABSTRACT: The article offers a close reading of the stories by Horacio Castellanos
Moya. The analysis focuses on the writing procedures displayed in the anthology organized
by the author. Con la congoja de la pasada tormenta. Casi todos los cuentos (2009)
gathers twenty-two stories published across twenty years. The bulk of the analysis pertains
to the relationship between sexuality and politics as well as the matters of conspiracy and
betrayal.
KEYWORDS: politics, sexuality, betrayal, memory

Ahora pareca al filo del despeadero: la mirada en el suelo,

el olor de la catstrofe.
Horacio Castellanos Moya
Il mio supplizio/ quando/ non mi credo/in armonia
Giuseppe Ungaretti

En los comienzos literarios de Horacio Castellanos Moya, un volumen de cuentos

inaugura en 1981 una extensa bibliografa que, publicada en su mayor parte en
Centroamrica Honduras, Guatemala y El Salvador y, a partir de 2001, en Mxico,
Barcelona y otras ciudades, alterna con ensayos y artculos recogidos hasta el momento en
dos libros: Recuento de incertidumbres. Cultura y transicin en El Salvador y La
metamorfosis del sabueso. Referencias a una trayectoria al principio casi secreta que Con la
congoja de la pasada tormenta. Casi todos los cuentos, una antologa organizada por el
autor recupera junto con un ttulo deudor de Cervantes y dedicado A ella, innombrable
impronta de mi fracaso, relatos publicados a lo largo de veinte aos. El pasaje a un espacio
editorial ampliado que se inici en 2001 con El arma en el hombre y las reediciones de
Baile con serpientes y El asco. Thomas Bernard en San Salvador, contina con Donde no

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estn ustedes, la formidable Insensatez, Tirana memoria, La sirvienta y el luchador y El

sueo del retorno.
Con sus libros, los de Arturo Arias, Dante Liano, Rodrigo Rey Rosa, Sergio
Ramrez, Manlio Argueta, Claribel Alegra y Ernesto Cardenal entre otros y con un
renovado inters editorial tanto por la prosa como por la poesa de esa estrecha franja de
tierra entre el sur y el norte de Amrica, despus de dcadas de violencia y de olvido, la
literatura centroamericana ha vuelto a circular, ms all de Rubn Daro, del recuerdo de
Salarru, de la fama de Miguel ngel Asturias, de la admiracin por Augusto Monterroso,
Luis Cardoza y Aragn, Jos Coronel Urtecho, Pablo Antonio Cuadra, de la recuperacin,
todava incipiente, de Roque Dalton o, en otro registro, del explosivo inters que provoc
en su momento Me llamo Rigoberta Mench y as me naci la conciencia. Un movimiento
al que no es ajeno el mismo Castellanos Moya quien en numerosos ensayos ha ido
construyendo una tradicin y una reflexin sobre esa literatura y sobre las conflictivas
relaciones entre los escritores y el poder, una herencia que articula con la universalidad de
sus lecturas en la que se destacan Canetti, Kertsz, Musil, Joseph Roth, Hermann Broch,
Kafka, Thomas Bernard y notoriamente Roque Dalton, Onetti, Borges, Bolao. As, la
inclusin de la literatura centroamericana en el mapa continental de las letras del siglo XXI,
aunque todava incompleta, propone algo ms que una ampliacin del registro; diluye el
aura de invisibilidad de que haba estado rodeado un imaginario poderoso que no puede
menos que remitirse al Popol Vuh, un texto que en sus propias vicisitudes (destruccin,
prdida, ocultamiento, traduccin, re-traduccin), parece constituirse en el eptome de una
cultura poderosa, afincada secularmente y al mismo tiempo nmada.
La mayora de los libros de cuentos de Horacio Castellanos Moya, as como las
novelas que no han sido reeditadas, son casi inhallables o, directamente, pasin de
biblifilos; por eso, los lectores que descubrieron un narrador formidable en el inicio del
nuevo siglo tienen con esta antologa la posibilidad de ingresar a una coleccin de relatos
en los que se cruzan muchas de las obsesiones que marcan su escritura y la vuelven
perturbadora: una prosa incisiva que atrapa al lector en un tejido narrativo de desesperanza,
ambiciones frustradas, traicin y crimen en el que se recuperan espacios, situaciones y
personajes que transitan entre cuentos y novelas.
Al final de Con la congoja de la pasada tormenta. Casi todos los cuentos (2009),
una Nota del autor (307-308) reflexiona sobre el criterio de organizacin del libro: ajeno
a la cronologa, primero, y en la perspectiva de instalar, luego, una nueva lectura, otro
orden, una ambicin que finalmente parece de difcil definicin ya que, en parte para s
mismo pero tambin para el lector, el autor reivindica el capricho tanto del gusto como
del azar. Gracias a que proporciona los datos de publicacin (seguramente en prevencin de
errores como el que se ocup de sealar en 2004 en su prlogo a Indolencia), tras la
consulta de las primeras ediciones, se ver que efectivamente son pocos los relatos que deja
fuera de esta coleccin: de los ocho de Perfil de prfugo elige cuatro; incluye los cinco de
El gran masturbador y cinco de los seis de Con la congoja de la pasada tormenta (1995),
que est ordenado en tres partes: la primera, constituida por un cuento: Con la congoja de
la pasada tormenta, la segunda, por los cuatro anunciados en el subttulo: Cuatro textos
procaces y la tercera tambin por un cuento de ttulo engaoso, Poema de amor. En
Indolencia (2004), dividido en dos partes, titula la segunda Del feo amor y en ella,
adems de otros cinco cuentos vuelve a recuperar y en el mismo orden, los mismos tres de
los cuatro llamados textos procaces y una reflexin: Del feo amor es como me gustara
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llamar a la coleccin de todos aquellos relatos que he escrito sobre las relaciones de pareja
(2004: 9). En la primera parte de ese mismo libro incluye seis, escritos probablemente entre
1995 y 1997, publicados en revistas y otros espacios pero nunca en libro, todos recuperados
ahora. Casi al final de esta coleccin suma Paredes delgadas, escrito para una antologa
de cuentos erticos.
En ese andamiaje podemos advertir desplazamientos, a veces fuertes, respecto de la
organizacin original de los libros, un hecho que posiblemente modifique algunos de los
sentidos que se atribuyen, con motivos o sin ellos, a las colecciones de cuentos en las que la
crtica espera ver una cierta unidad, aunque tambin es evidente que ha constituido otra
compleja arquitectura hecha de supresiones, desplazamientos y cruces (interesante para
futuras reflexiones) y de la que han quedado fuera los cuentos de su primer libro, nunca
reeditado, Qu signo es usted, nia Berta?, cuya publicacin, sin embargo, recuerda,
quizs con nostalgia, en una nota dedicada al poeta hondureo Roberto Castillo quien con
otros escritores fundara la revista Alcaravn y la editorial Guaymuras que public esos
relatos de quien era entonces un joven escritor salvadoreo no slo corrido por la guerra
(Dos necrolgicas 2011: 90) sino tambin por la indecisin respecto de los caminos de su
vocacin:
Empec a escribir cuentos sin proponrmelo. Apenas alcanzaba mis veinte aos, escriba
poemas y me consideraba poeta; la narrativa me pareca algo ajeno. Supongo que el hecho de
vivir en el fragor de una guerra civil me intoxic de realidades contundentes, de historias que
no caban en el verso, de ansias de contar. De pronto me encontr escribiendo cuentos como
si fuesen poemas, con la misma sensacin de asombro, con la misma espontaneidad, sin la
racionalidad del narrador que todo lo planifica (En los linderos del asombro 2011: 53).

Una fraternidad del cuento con la poesa en la que quizs podamos leer una de las lneas
propuestas por Cortzar en relacin con la dificultad de ubicar, as sea aproximativamente,
a ese gnero de tan difcil definicin, tan huidizo en sus mltiples y antagnicos aspectos,
y en ltima instancia tan secreto y replegado en s mismo, caracol del lenguaje, hermano
misterioso de la poesa en otra dimensin del tiempo literario (1962-1963:4).
Ms all de esto, sin embargo, una esttica construida sobre la inestabilidad que
atraviesa a los narradores y los personajes: siempre criaturas en trnsito, entre ciudades y
pases, entre las ilusiones perdidas y una realidad bochornosa. Las mentiras, las verdades a
medias, las modestas intrigas, la banalidad acrecientan el clima opresivo, de ahogo y de
clausura que se autoriza en un lenguaje intenso, seco, brutal, por momentos grotesco y que
se condensa en la intensidad de esta antologa. Porque la realidad no es transparente, slo
por la escritura parece posible que lleguen a articularse unas voces sacudidas por la historia,
la poltica, la traicin y la guerra. La orfandad de los nios de Nmesis (2009:113-131), y
su destino sombro sostenido en el abuso de poder se resuelve por la intervencin de un
personaje que, desde cierta displicencia irnica, muy onettiana por lo dems, corta junto
con la garganta del abusador la bobalicona identificacin entre mstica revolucionaria y
grandilocuencia (Tienen que hacerse hombres, guerreros, 122), tras la que se esconde un
depredador sexual. En el campamento militar bajo un cielo de chubasco la rutina militar
acenta la sensacin de sometimiento, de vigilancia, de asfixia. Igual que en Informe
(2009:133-137), atravesado por la mojigatera y por una hipcrita moral revolucionaria, la

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principal vctima de estos cuentos adems de los nios y de los jvenes asesinados es la
extrema banalizacin del credo del hombre nuevo, casi su parodia.
La estrategia narrativa de Horacio Castellanos Moya se apoya casi siempre en
narradores en primera persona, aunque tambin en el clsico narrador en tercera, a veces en
soliloquios y en dilogos en los que, adems de coloquialismos centroamericanos, utiliza
las formas sintcticas propias de una oralidad en la que, como en el Ro de la Plata (con
algunas diferencias en las conjugaciones verbales), se impone el voseo. Los cuentos pueden
estar localizados en San Jos de Costa Rica, en San Salvador, en Mxico o en Madrid,
ciudades reconocibles a veces por la mencin de algunas calles, de una plaza, de un bar, de
un edificio ms o menos notable. Los recorridos urbanos no parecen, sin embargo,
significativos ya que los relatos suelen escenificarse en espacios cerrados: dormitorios,
piezas de pensin, aguantaderos, bares, clubes nocturnos o directamente prostbulos,
escenarios que inundan la prosa de sensaciones sofocantes no slo atribuibles al calor y el
encierro; la respiracin se vuelve difcil tambin al aire libre, en la playa y en la selva.
Con la congoja de la pasada tormenta. Casi todos los cuentos (2009) recoge
veintids relatos en una seleccin meditada por el autor aunque, como ya se dijo, no fcil
de explicar. Un lector ideal de este libro, invitado a construir sus propios recorridos, puede
pasar de la desolacin y el abandono del personaje de Indolencia (9-13) y su desapego
del mundo a la humilde picaresca de Una pequea libreta de apuntes (25-32): las trampas
del escritor de provincias en busca de la fama (recuerdo quizs del Eduardo Torres de
Augusto Monterroso, 1985). Puede tambin ingresar en la complejidad de Variaciones
sobre el asesinato de Francisco Olmedo (73-111), un extenso relato en la matriz del
policial que, a diferencia de los clsicos del gnero, no aporta un desenlace tranquilizador.
O sumergirse en la noche caliente, oscura por los apagones y sonora por el estallido de las
bombas, en las fantasas taumatrgicas de El gran masturbador (53-72), con un epgrafe
de Salvador Dal del que proviene el ttulo. Un relato que, en medio de la guerra civil, rene
en una pensin a personajes traspasados por el miedo: como en la nave de los locos no
saben o no dicen hacia dnde navegan, si es que navegan hacia alguna parte. Tirado en la
cama, el narrador imagina una conspiracin (la plaga que acabara con esta raza, 57) que
se trenza con la fantasa del sexo: [c]on la emocin de un encuentro predestinado, las
copas y una luz tenue e incitante, mi lengua fue el instrumento de la seduccin (71, nfasis
mo). Lengua literaria y sexo, con los primeros espasmos, la revelacin:
[] porque yo no era un agente secreto [], ni el seductor que haba logrado enredar a la
hija del Profesor, sino un simple y llano masturbador en busca de motivos para transcurrir
otra noche de bombazos []. Pero eso ahora no importaba: el Profesor estara escribiendo
su reporte secreto en el cuarto de al lado [], mientras yo lanzaba mi esperma sobre el piso
de baldosas, con la certeza de que la luz no regresara hasta el da siguiente, porque una vez
ms la noche perteneca a los animales y a los locos, y para los escpticos y apticos apenas
quedaba esta ilusin pegajosa (72).

El cruce, muchas veces brutal, entre la sexualidad y la poltica atraviesa este y casi
cualquier otro de los posibles recorridos de lectura que ofrece este libro desencantado y
provocador en variantes muchas veces sorprendentes y casi siempre articuladas por medio
de imgenes en las que confluyen violencia y desperdicio.

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Si [l]a poltica en una obra literaria es algo as como un tiro de pistola en medio de
un concierto, algo grosero, y a lo que, no podemos, sin embargo, dejar de prestar atencin,
como dijo Stendhal en 1839 en La cartuja de Parma (1970: 567) y si las manifestaciones
francas de sexualidad en la literatura siguen provocando incomodidad o rechazo, los efectos
del cruce de sexo y poltica tal como se articula en estos relatos pueden resultar revulsivos
hasta el lmite de lo insoportable. Mientras que el sentimiento amoroso, cuando aparece,
remite a la prdida y el objeto de deseo suele ser tan inalcanzable que slo provoca
fantasas masturbatorias, las relaciones que se consuman, en cambio, consiguen desplegar
una fra eficacia, violencia e incluso performances casi risueas para el lector por la
distancia entre las expectativas del personaje y los decepcionantes resultados: una
sexualidad pocas veces gozosa y siempre o casi siempre atravesada por la traicin y no slo
en la casi universal figura de la infidelidad.
Si volvemos a sus Cuatro textos procaces, desde el subttulo nos asaltan los
sentidos implcitos en el adjetivo procaz que, ms all de desvergonzado, atrevido,
en cualquiera de sus numerosos sinnimos remite a lo obsceno, literalmente lo impdico,
torpe, ofensivo al pudor. Menos literalmente, sin embargo, obsceno sera, en alguna de
las posibles definiciones de un trmino oscuro y sin una genealoga precisa, aquello que nos
excede: El especialista no se encuentra, pues, a la medida de lo obsceno, cuyas nicas
constantes son las nociones de espectculo que se exhibe y de falta de conformidad con las
reglas morales o con las convenciones estticas (Maier 2005: 10). En una deriva de esta
reflexin, parece casi obvio establecer algn entronque entre lo obsceno ese mecanismo
que consistira en poner en escena, sacar a la luz aquello que sera preferible o deseable
mantener escondido y lo ominoso, el Unheimlich de Freud, lo siniestro: aquella suerte
de espantoso que afecta las cosas conocidas y familiares desde tiempo atrs (Freud 1979:
12) que bajo ciertas condiciones pueden volverse siniestras, que es cuando todo lo que
deba haber quedado oculto, secreto [] se ha manifestado (Schelling en Freud: 17) .
De alguna manera, muchos de los relatos de esta antologa parecen atravesados por
esa cualidad de lo siniestro, tanto si se entiende lo familiar (Heimlich) como lo ntimo en
los marcos de un crculo estrecho como si se lo ampla, en sucesivas ondas concntricas, a
las traumticas experiencias de una guerra civil (fratricida): un movimiento que puede
llevarnos de dos de los denominados cuentos procaces, Truene y Solititos en todo el
universo, a la fiereza irracional de Paternidad y a la irona desoladora de Poema de
amor, que no por casualidad, me parece, se inserta en el centro de la antologa.
Los tres primeros escenifican, sin duda, ese tipo de relaciones de pareja que el autor
haba considerado bajo la contrasea del feo amor y transcurren en espacios domsticos
degradados por la insoportable violencia verbal que en Truene (239-245) encadena a una
pareja al borde de la disolucin (cuatro aos de miserias) en un recuento de mutuas
humillaciones, acusaciones de infidelidad, chantaje moral, alusiones despectivas a la
militancia (Yo ya no te importo. Te la pass todo el tiempo en la poltica), para resolverse
en resignacin y cansancio frente a la imposibilidad de quebrar el crculo inevitable de la
rutina y el mutuo desprecio. Solititos en todo el universo (247-253), en cambio, se
sostiene en un narrador que, decidido a hurgar casi con delicadeza en la supuesta
infidelidad de su mujer se regodea en el fetichismo de los olores corporales, se imagina
como el otro y va acumulando violencia fsica y verbal en un encuentro ertico que,
sostenido en la celosa y la manipulacin, culmina en la asfixia de un abrazo que puede
leerse como un lance amoroso extremo o como un crimen: un nuevo Otelo que ahoga a su
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Desdmona. Es como si el horror se intensificara en los espacios domsticos, en el mbito

de lo ntimo, un gesto que se confirma en Paternidad, en el que la belleza serena del
paisaje se constituye en contrapunto de las alusiones a una vida secreta del hombre que, en
su rechazo de la paternidad, masculla con variantes siempre torvas: [l]o que quiero es que
te saqus eso y termina asesinando a sangre fra a la mujer embarazada que, como en las
tragedias griegas, parlotea ciega ante la perdicin que la condena: Mi movimiento fue
preciso []. Ella s abri desmesuradamente los ojos. Puede que haya intentado decir algo,
pero la segunda detonacin la derrib con todo y silla (227).
Como si la pulsin de desnudar la doble moral de una burguesa hipcrita y corrupta
y la hipocresa de una devaluada moral revolucionaria convirtiera a los personajes no slo
en sujetos en trnsito, sino, y quizs por eso mismo, en sujetos desdichados, crueles, sin
futuro y empantanados en situaciones casi en absoluto alejadas de la prolongada tradicin
del amor romntico. Sin ilusiones, entre el grotesco y la irona, las formas de la sexualidad
que atraviesan la mayora de los relatos, con excepcin de los escasos momentos en que se
despliega el erotismo, acentan las notas de lo oscuro.
Aparentemente en otro registro, Poema de amor (2009:175-185), un cuento
dedicado A lvaro Magaa h., quien me incit a escribir esta exageracin, lleva un
epgrafe de los Poemas clandestinos de Roque Dalton:
A quienes te digan que nuestro amor es extraordinario
porque ha nacido de circunstancias extraordinarias
diles que precisamente luchamos
para que un amor como el nuestro
(amor entre compaeros de combate)
llegue a ser en El Salvador
el amor ms comn y corriente
casi el nico.

El cruce entre la clandestinidad de la lucha revolucionaria y la apuesta, utpica si se quiere,

a universalizar como programa el amor entre camaradas se constituye en el pre-texto de un
relato que, en apariencia destinado a desmentir o por lo menos suavizar la acritud que
sostiene la mayora de los cuentos de este libro, en un giro impensado la ratifica, intensifica
y exagera, para convertirse en lo contrario de esa injustificada ilusin.
En un texto caudaloso, como si el narrador se propusiera simular espontaneidad,
ausencia de planificacin y de clculo, o como si tuviera que liberarse de una obsesin, el
ritmo veloz de una escritura atropellada privilegia una narracin que se sostiene en la
irracionalidad de la excitacin alcohlica y la paranoia. Las frecuentes interrupciones
provocadas por la imaginacin desbordada de un periodista que observa con desconfianza
todo lo que lo rodea, y que apela obsesivamente a su interlocutor, contribuyen con eficacia
a suspender el filo crtico del lector ante la magnitud de la explicacin que le ofrece a su
colega: Es una tragedia shakespeareana, un crimen por celos, el amor que no debi de ser,
Patojo, pods escribir una bonita historia, sugerente y provocadora (2009:176). En el
contexto de una historia en la que se cruzan el crimen y la poltica, el narrador trata de
vender una versin bienintencionada y por eso mismo engaosa, acerca de los motivos que
condujeron al asesinato de Roque Dalton. Construye un argumento en el que pasan a
segundo plano el crimen mismo y sus autores para detenerse en el por qu: La
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verdadera historia de por qu mataron al poeta Roque Dalton, un artculo para levantar
polvo (176).
Para verosimilizar un relato destinado a desmentir la hiptesis del crimen poltico y
justificar la del crimen pasional, el narrador no slo despliega una serie de circunstancias
conocidas, sobre todo en Amrica Central, acerca de la biografa y la personalidad de
Dalton, sino que recupera algunos de los elementos que Castellanos Moya public en
ensayos y artculos, y ms recientemente en una conferencia dictada en la Ctedra Roberto
Bolao de la Universidad Diego Portales el 30 de junio de 2010. En La tragedia del
hereje (2011:100-115), aunque las mencion, prefiri no entrar en los detalles de las
diversas hiptesis construidas acerca del asesinato y explic que: [l]a tragedia del hereje
consiste en ser asesinado por sus propios compaeros bajo la acusacin de traicin que l
mismo predijo que le haran y que haba descrito en detalle en la novela que se publicara
pstumamente (2011:113).
Una traicin que se diluye en la versin del narrador de Poema de amor (Lo
mataron sus propios camaradas, Patojo, por un supuesto pleito poltico cuando en verdad lo
que haba de por medio era un pleito de faldas, 2009:177) y que menoscaba la reflexin
acerca de las traiciones de la izquierda, una de las cuestiones ms complejas, silenciadas y
denostadas de la cultura latinoamericana que los adeptos a la correccin poltica, las almas
bellas, rehsan desde siempre con entusiasmo. La exhibicin descarada de la supuesta
inocencia de ese narrador alcanza su verdadera dimensin crtica cuando se la lee en el
contexto de los artculos y ensayos de Castellanos Moya y de su novela Insensatez
(Manzoni, 2011).
La irona atroz de Poema de amor es que la verdad se articula bsicamente
sobre la paradoja de atribuir el crimen a motivos personales mientras se lo sostiene en un
argumento poltico, una operacin por la cual no slo se naturaliza el asesinato en el
interior de la organizacin revolucionaria, sino que se diluye la responsabilidad de los
asesinos. Una historia que se complica en una saga de infiltrados, agentes dobles, muertes
abominables, otros crmenes de militantes y jefes guerrilleros y que se inscribe en el crculo
de los traidores que execr Dante, quien clama por una voz adecuada para su empresa ms
difcil:
Si dispusiera de versos speros y roncos, como seran convenientes para describir el triste
foso sobre el que se apoyan todas las dems rocas, expresara la substancia de mi
pensamiento ms plenamente; pero como no los tengo, no sin temor empiezo a contar que
no es empresa para tomarla a juego la de describir el fondo de todo el universo ni es para
lenguas que empiecen a balbucir [] (El infierno, Canto XXXII).

De nuevo, como en el noveno crculo del infierno, en el centro del texto est la
traicin, una lepra que todo lo corroe y que, para ser representada, exige acentos crudos,
brutales, los versos speros y roncos de Dante, la inmersin en lo inexplicable, en la
paradoja de un proceso poltico al que se incorpor toda una generacin de jvenes para
muchos de los cuales, como para Roque Dalton, no hay una tumba todava (Castellanos
Moya Una tumba para Roque Dalton 1993: 98-99). Otra inflexin del drama de las
tumbas sin nombre que recupera la importancia que tuvo la sepultura en los ms antiguos
sistemas de pensamiento: el que carece de tumba carece hasta de la oscura inmortalidad de
la especie, dice Mara Rosa Lida (1944:37-38) comentando la Antgona de Sfocles, obra
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en la que el entierro de los restos de Polinices, en el contexto de una guerra civil, ha pasado
de la posicin episdica que ocupara en las obras de Eurpides a una posicin esencial. Un
texto clsico fundamental se enlaza con la frase de una anciana indgena que Castellanos
Moya propone utilizar en Insensatez (2005:122) como lpida de los huesos desenterrados:
Que siempre los sueos all estn todava.

BIBLIOGRAFA
ALIGHIERI, Dante (1965):El infierno, Canto XXXII, La divina comedia. Madrid,
Biblioteca de Autores Cristianos.
CASTELLANOS MOYA, Horacio (1993): Recuento de incertidumbres. Cultura y
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Reinstdler (ed.), Escribir despus de la dictadura. La produccin literaria y cultural
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MONTERROSO, Augusto (1985): Lo dems es silencio. Barcelona, Plaza&Jans.
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Celina Manzoni

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Universidad Etvs Lornd, Departamento de Espaol, 1088 Budapest, Mzeum krt. 4/C

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