Rostro S
Rostro S
Rostro S
Fortunato Mallimaci
Presentamos en este libro los resultados resumidos de una investigacin llevada
adelante en el Gran Buenos Aires por un equipo de investigacin de la
Universidad de Buenos Aires a fin de conocer los actuales rostros de la
marginalidad.
Desafo terico y metodolgico en la Argentina que estalla a fines del 2001 y al
que, desde un lugar de investigacin y docencia en la universidad pblica,
tratamos de responder con aquello que hemos aprendido en dcadas: sospechar
de la realidad tal cual se presenta y preguntarnos tanto por las estructuras como
por los actores, los hechos como las representaciones. Queremos investigar desde
el trabajo de campo en contacto con actores mltiples, evitando la
estigmatizacin dominante, y descubriendo los enormes esfuerzos de miles de
personas por transformar los angustiosos presentes y crear, a pesar de todo,
nuevas oportunidades. Pero tambin deseamos ocupar un espacio como
intelectuales en la vida pblica desde una perspectiva crtica que retome y
relance los conocimientos de tantos otros y otras que como en cualquier parte
del mundo, intentan y han intentado comprender de qu maneras, aqu y en
condiciones de extrema vulnerabilidad, hombres y mujeres hacen todo lo que
pueden por ser felices.
1. Los pobres no se dejan morir: heterogeneidades y vulnerabilidades
Cmo caracterizar lo que hoy estamos viviendo en Argentina y en especial en el
rea metropolitana con sus 12 millones de habitantes? Cmo nominar, qu
palabras manejar, que conceptos utilizar cuando las incertidumbres, angustias y
situaciones de empobrecimiento se hacen vida cotidiana en millones de personas?
Cmo dar cuenta de procesos de largo plazo que han dado como resultado
historias hechas cuerpos sufrientes y doloridos como las narradas en este libro?
Cmo evitar el snobismo de quienes suponen que todo es nuevo en las relaciones
sociales y la fatiga intelectual de los que piensan que slo se repiten fenmenos
del pasado o de otros pases?
No queremos repetir anlisis economicistas, entendiendo por ello las miradas
macro-econmicas que soslayan grupos, agentes y clases sociales, ni analizar slo
variables, cifras y estadsticas que se suponen que hablan por s solas y dividen
a la sociedad en pobres y no pobres dejando de lado matices y complejidades
o sostener afirmaciones
profetizadoras que no resisten el mnimo de los
anlisis de realidades concretas. Nos sentimos tambin alejados de las visiones
romnticas que tratan de mostrarnos actores movilizados desde abajo,
resistiendo a toda dominacin, construyendo organizaciones potentes y valiosas
pero que no soportan el paso del tiempo ni la mirada de largo plazo, y que
cuando comienzan a no dar respuestas a los esperados sentidos emancipatorios
A nivel nacional tenemos los excelentes trabajos de Floreal Forni, Jos Nun, Miguel Murmis,
Jose Coraggio y Eduardo Bustelo, entre otros, que han formado escuelas de anlisis e
interpretacin crticas de las masas marginales y empobrecidas. Debemos citar tambin la
expansin hacia otros temas relacionados en las investigaciones de Juan Villarreal, Susana Hintze,
Ruben Lo Vuolo, Estela Grassi, Irene Vasilachis, Aldo Ameigeiras, Mara del Carmen Feij quienes
junto a tantos otras y otros buscan comprender sin prejuicios. A nivel latinoamericano
debemos citar a Larissa A. de Lomnitz, Anibal Quijano, Orlando Fals Borda, Luis Wanderley, Luis
Alberto Gomez de Souza, Marilena Chaui, Elsa Tamez y mucho ms, que, al decir de Gustavo
Gutierrez se siguen preguntando cotidianamente, dnde dormirn hoy los pobres?
No debemos olvidar los importantes aportes de Jos Nun a lo largo de dcadas sobre este tema
que nos recuerda que los marginales se pluralizan y no provienen de una sola causa. Afirma que
la categora de masa marginal que al igual que la de ejercito industrial de reserva designa a las
relaciones entre la poblacin excedente y el sistema que la origina y no a los agentes o soportes
mismos de tales relaciones. Jos Nun, El futuro del empleo y la tesis de la masa marginal en
Desarrollo Econmico Revista de Desarrollo Social, nro. 152, Buenos Aires, 1999, pg. 987.
Comparto ampliamente sus conclusiones dada la relevancia en la actualidad : Si no se coloca en
el centro del debate social y poltico latinoamericano el problema de la superpoblacin relativa
y, junto con l, el de la distribucin del ingreso, ni uno ni otro se solucionarn por arrastre y el
futuro sombro del trabajo asalariado ser el que se puede vaticinar tambin de la vida en
comn.
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Todo poder se rodea de representaciones, smbolos, emblemas, etc. que lo legitiman, lo
engrandecen y que necesita para asegurar su proteccin. .. Imaginarios sociales parecieran ser los
trminos que convendra ms a esta categora de representaciones colectivas, ideas- imgenes de
la sociedad global y de todo lo que tiene que ver con ella... Una de las funciones de los
imaginarios sociales consiste en la organizacin y el dominio del tiempo colectivo sobre el plano
simblico. (Baczko Bronislaw, 1991)
Para evitar equvocos debemos recordar que al trabajo se le otorgan diversas concepciones
que, la mayora de las veces, aparecen mezcladas en los debates. El trabajo es salario, es
tambin factor de integracin y puede ser pensado tambin como valor tico. La cultura del
trabajo en nuestro pas engloba las tres valoraciones.
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,El xito de sus conferencias y reflexiones en Argentina muestran el intento de buscar no
siempre fcil- afinidades entre la crisis de la sociedad salarial de nuestro pas y lo sucedido en
Europa. (Castel, Robert, 1997)
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Utilizamos adrede el concepto de Bauman para mostrar que el proceso de individuacin
atraviesa todas las clases sociales y que se trata de investigar en cada grupo o estrato social a
quienes hay que derretir para competir con xito . (Bauman, 2000).
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Los hechos sociales son significativos tanto para los que lo producen como para
los que lo investigan. Conocer las concepciones de unos y otros es fundamental
para dar cuenta de los hechos sociales. A diferencia de los que tienen como
objeto de estudio la naturaleza, el anlisis de las relaciones sociales , de una u
otra manera, interacciona con el que las investiga. Ms an, las teoras,
conceptos y relaciones establecidas por el investigador son a su vez
diferencialmente por supuesto- utilizadas tambin por aquellos y aquellas que
son investigados. La relacin con su campo de estudio no es de sujeto a objeto
sino de sujeto a sujeto dado que se ocupa de un mundo de la vida preinterpretado
La necesidad de los investigadores de realizar interpretaciones de los significados
creados y empleados en los procesos de interaccin y darle nombre a esas
interpretaciones, determina la posibilidad de la influencia del investigador sobre
el mundo que analiza, mediante la incorporacin de sus interpretaciones en los
actores y por lo tanto en el significado de las futuras acciones de estos.
4. La perspectiva de los actores
La sociedad como las personas no existen aisladas sino en relaciones. Las
sociedades son estructuras y tambin individuos, grupos, actores y movimientos.
Relacionar estructuras e individuos, el habla y el lenguaje, analizar la dualidad
de la estructura, es decir conectar la produccin de la interaccin social con la
reproduccin del sistema social en el tiempo y en el espacio es central (Giddens,
1987). Los sujetos con los cuales nos relacionamos son activos, racionales, con
memorias, proyectos y expectativas que el investigador no puede desconocer.
En sntesis, la ruptura epistemolgica que produce el paradigma comprensivo e
interpretativo a nivel del sujeto, objeto y mtodo supone la dificultad (
imposibilidad?) de generalizar y predecir en relacin con los fenmenos sociales y
la primaca del trabajo comparativo como una actividad integradora.
Si el solo uso de encuestas y mtodos cuantitativos es lo caracterstico de cierta
sociologa cuantitativa, los mtodos cualitativos son el instrumento analtico
privilegiado de quienes se preocupan por la comprensin de smbolos, sentidos,
representaciones y privilegian el significado que los actores otorgan a su
experiencia. De all la importancia de la triangulacin uno de los objetivos de
esta investigacin- entre lo cuanti y lo cualitativo. Las teoras y los mtodos
utilizados en las ciencias sociales no son casuales. Suponen concepciones sobre la
sociedad, la vida, el compromiso del investigador y el rol legitimador, crtico o
cuestionador que deben cumplir las ciencias .
Los mtodos cualitativos se proponen captar la realidad del fenmeno bajo
estudio y darle un sentido que vincule: a) las complejas interpretaciones de los
datos tomados en el trabajo de campo buscando captar el significado de las
acciones y de los sucesos para los actores, b) el carcter conceptualmente denso
que debe tener la teora descripcin densa que no debe generalizar entre casos
sino dentro de ellos (Geertz, 1989) y c) la necesidad de un examen detallado e
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Para abordar este interrogante, cabe recordar que hasta donde sabemos el
cambio social ms all del deseo de los actores- no tiene un signo
predeterminado, ni mucho menos puede ser definido a partir de las
intenciones de sus protagonistas interesados. Las formas sociales nunca son la
expresin de la voluntad de los actores ni siquiera la del actor triunfante-,
sino la construccin histrica de un proceso que podemos suponer se
encuentra, por un lado, organizado de algn modo reconocible (obligado a
funcionar bajo composiciones y reglas de integracin social aceptadas), y, al
mismo tiempo, abierto a la innovacin en funcin de resolver el conflicto
(obligado a funcionar bajo condiciones de incertidumbre e improvisacin en
donde el estado futuro del sistema no est predeterminado).
Cualquiera sea el punto de partida, el proceso social es siempre un orden en
conflicto, significado de manera ideolgica por los sujetos, abierto a la
construccin social interesada y polivalente en cuanto a las consecuencias
sociales de su desarrollo. Un orden frente al cual para su reconocimiento
resulta necesario abandonar desde un principio toda ilusin en cuanto a la
transparencia del lenguaje y de los signos utilizados. Asimismo, cabe dudar de
la utilidad tal como propone Boudon (1984)- de atribuir la explicacin del
cambio social a estructuras globales. Por el contrario, cabe concentrarse en
elementos o procesos especficos identificables en trminos temporales y
espaciales. Es recin despus de este reconocimiento que parece pertinente
intentar determinar las condiciones ms generales que los contiene y le da
sentido; las cuales pueden tener sus propias reglas de cambio aunque stas
sean menos susceptibles de demostrarse en un sentido emprico.
Este trabajo da una respuesta diferente al interrogante de quines son y en
qu sentido actan los nuevos emergentes sociales de la marginalidad. Para
ello se vale de una serie de investigaciones apoyadas en estudios de caso,
algunas de las cuales son reunidas en este libro. Ahora bien, cabe aclarar que
estas preocupaciones constituyen todava un cuadro parcial e incompleto de
una hiptesis que merece mayor desarrollo y una puesta a prueba de
evidencias. Por ahora, interesa explicitar el marco interpretativo que ha
emergido a partir de los estudios abordados y su particular aplicacin al tema
que convoca este artculo: los efectos de la crisis del mundo del trabajo sobre
el surgimiento de nuevos actores sociales y el papel que les cabe en este
contexto a lo que hemos denominado economas de la pobreza.
Una vieja nueva matriz de marginalidad social?
La vinculacin entre los cambios estructurales de fines del siglo XX ocurridos
en la Argentina y los dficit crecientes en las oportunidades de movilidad
social, forman una idea fuerza ampliamente aceptada. Avala esta lnea del
diagnstico una extensa estadstica social que describe detalladamente el
alcance del problema en trminos de pobreza, desempleo, precariedad
laboral y desigualdad social. Sin embargo, cabe advertir que por mucho que el
problema se reconozca a travs de sus consecuencias indeseables, no por ello
queda implicado un conocimiento de la nueva matriz social ms
empobrecida y fragmentada que ha emergido del cambio histrico y que
Esta lectura del problema se apoya en la mirada de Mignone (1993), el cual sostiene que las
sociedades contemporneas se diversifican cada vez ms, pero que las microtipologas
emergentes tienden a concentrarse en torno a dos polos fundamentales, o macrotipologas,
que difieren mucho en relacin a las condiciones de existencia, las posibilidades de vida y la
cantidad y calidad de los recursos sociales disponibles. De esta manera, el nuevo orden social
no slo sera ms desigual en cuanto acceso a recursos materiales y simblicos, sino tambin
lograra un alto grado de integracin gracias a los efectos socio-polticos generados por la
propia polarizacin fragmentada del sistema social. Un mirada similar, referida a la realidad
social argentina, es posible encontrarla en J. Villarreal (1997), el cual establece una nueva
lgica social basada en distinciones verticales ms que horizontales que se rige por una
dialctica de los distintos ms que por una dialctica de los contrarios.
dominacin. 4
Una matriz contestataria marginal y fragmentada
Estas reflexiones crticas convocan a discutir qu es lo realmente nuevo y
significativo que producen estas formas de asociacin y las acciones que
gestan estos movimientos. Nuevo sujeto histrico en bsqueda de un
programa propio o actores privados de identidad vctimas de un sistema social
perverso? Viejas nuevas formas de reclamo y de afirmacin del cambio social
o prcticas instrumentales desesperadas en un contexto de creciente prdida
del valor presente de todo futuro? Economas sociales en lucha por el poder o
economas de la pobreza en fase de reproduccin ampliada?
Para muchos entusiastas idealistas estas preguntas resultan por lo menos
innecesarias, cuando no polticamente inconvenientes. Pero es preferible
elaborar una tesis imprudente, incluso errada, pero factible de ser refutada,
antes que un discurso que estimule la circulacin de espejismos. No porque
no pueda reconocerse en las estrategias colectivas de subsistencia la
expresin de un conflicto social; ni tampoco porque ellas no logren
constituirse en verdaderos laboratorios de vida, instituyentes de nuevas
articulaciones socio-culturales un sistema cada vez ms multicultural
(Mellucci, 1996).
Frente a lo que se afirma desde mbitos acadmicos o polticos sobre el
carcter transformador de tales iniciativas, cabe llamar la atencin en el
hecho de que tales prcticas de autogestin se plantean en espacios cada vez
ms locales, sin otro horizonte de integracin que no sea el propio sector
informal y los encadenamientos corporativos o clientelares tradicionales
incluida la red estatal-; y que, si bien las demandas sociales se multiplican
imponiendo algunos temas a la agenda, el eje de sentido dominante de la
accin sigue siendo la descarnada lucha por la subsistencia. A lo sumo, para
los propios protagonistas, la economa social constituye en sus expectativas
una primera estacin y no la ltima de una estrategia que procura insertarse
en un empleo asalariado de verdad, para poder as lograr una largamente
esperada movilidad social. Por mucho que este estrategia no encuentro
asidero objetivo en las condiciones bajo las cuales funciona actualmente los
mercados primarios de trabajo.
Dicho en otros trminos, bajo las economas de la pobreza no parece florecer
4
A la manera en que los estudios sobre marginalidad describan esta situacin hace treinta
aos atrs, recuperando en el escenario actual particular vigencia (Nun, Marn y Murmis,
1968; Nun, 1969, 1999). En la etapa del capitalismo monoplico deca Nun (1969) ya en los
aos 60 y especialmente en los pases de Amrica Latina, una parte de la superpoblacin
relativa poda dejar de cumplir la funcin de ejrcito industrial de reserva, transformndose
en masa marginal, innecesaria, disfuncional y peligrosa para la estabilidad poltica o
econmica. Se afirmaba que la creciente expansin del sector informal de la economa
posibilitaba que quienes integraban una masa marginal para las empresas del sector moderno
(que no los requeriran por no reunir las calificaciones necesarias), podan, en cambio, ser
ejrcito industrial de reserva para el sector informal. Pero era posible que existiera, en
ltima instancia, una parte de la superpoblacin relativa que fuera marginal al cuadrado,
es decir, afuncional y prescindente tambin para el sector informal. En este caso, dicha masa
podra ser disfuncional y peligrosa para el sistema social.
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Lavboratorio n9,
Taller textil
Vnculos
internos
Vnculos Externos
Maestros
Talleristas:
Diseadores.
Cortadores.
Cosedores.
Abrochadores
y terminaciones.
Planchadores.
Aprendices
Otros participantes:
Fabricantes de telas.
Vendedores de telas.
Fbricas textiles.
Vendedores de
mquinas de coser.
Reparadores de
mquinas.
Merceras
y
botoneras.
En la mayora de los casos se trata de pequeos talleres, que ocupan como mximo 10
personas, en su mayora utilizando fuerza de trabajo reclutada al interior del hogar, o
con otros miembros familiares, y en menor medida, con trabajadores asalariados en
negro.
Este tipo de actividades se han visto revitalizadas en el actual contexto econmico,
favorecidos por la devaluacin monetaria, y en algn sentido la restriccin de los
salarios, que hace ms competitivo sus productos, demandados especialmente por
aquellos sectores sociales que han sufrido el deterioro de sus ingresos, y que
complementan sus necesidades de vestimenta con productos ms baratos.
Trayectoria laboral y capitales acumulados.
Las trayectorias laborales es la forma a partir del cual se representan los fenmenos
de movilidad socio-laboral a travs del tiempo, y los efectos que tales procesos
generan sobre las relaciones laborales y las condiciones de vida individuales. La
premisa subyacente es que los eventos de vida del presente se explican por los cursos
de consecuencias generados por acontecimientos anteriores, en un contexto de
oportunidades socialmente estructurado, a la vez que abierto a las preferencias y
opciones adoptadas a nivel individual (Salvia y Chvez, 2001).
En ese sentido, aquellos talleristas que tuvieron una insercin adecuada (ingresos
elevados, formalizacin laboral, continuidad en los trabajos) ya sea provenientes de
fbricas textiles, o pequeos talleres de alta insercin, se han adaptado en mejores
condiciones en el actual contexto de crisis, que aquellos talleristas que o tenan una
insercin precaria en el sector textil o los nuevos trabajadores textiles que aparecen
en la actualidad, con menores conocimientos y menor experiencia laboral, que
recurren a esta actividad valorizando saberes hogareos.
Adems de esta situacin, es visible apreciar el nivel de capitalizacin de los distintos
talleristas. En general para generar un alto perfomance de productividad es necesario
contar con mquinas industriales, tipo overlock, una mquina recta, una
collareta, adems de los moldes y las herramientas manuales. Los talleristas de
mejor insercin suelen contar con estas maquinarias, en tanto que los talleristas de
dbil insercin, cuentan con mquinas caseras, de baja calidad, o no aptas para una
produccin masiva.
Con respecto a las caractersticas de la fuerza de trabajo utilizada, se destaca en el
primer grupo la posibilidad de incorporar trabajo extra familiar, generalmente en
negro. En el segundo grupo hay exclusividad de trabajo familiar.
Los talleristas de acuerdo a sus circuitos.
Esta dimensin hace referencia a un factor determinante en la caracterizacin de los
tallerista, ya que el poseer mejores y mayores circuitos de distribucin de lo
producido, posiciona ptimamente al taller. Esta distincin, adems est referida a
quin se destina lo producido, generando a modo sntesis, tres grandes grupos:
1) Talleristas que son propietarios de sus mquinas y comercializan librados a su
propia iniciativa las prendas que ellos mismos confeccionan, distribuyndolas
despus a clientes privados directamente: ya sea a domicilio, en un stand, en
una feria, etc. Estos son los talleristas independientes.
2) Los talleristas que realizan en su establecimiento parte o la totalidad de una
confeccin cuya materia prima ha sido adelantada por una fbrica u otro taller,
que se encargar tambin de su comercializacin posterior, lo consideramos
insertos en una relacin de subordinacin.
3) Talleristas que han producido alternativamente o conjuntamente por encargo
de la industria o pequeo taller, y/o de modo independiente.
Esta clasificacin, slo nos permite visualizar ciertas caractersticas de la produccin
textil en pequeos talleres, que al ser analizadas en forma diacrnica nos permitira
ver los continuos pasajes de estas tres opciones, y de acuerdo a la envergadura de los
distintos talleres, el mejor posicionamiento de ellos.
En este sentido podemos apreciar que no todos los talleristas completan la realizacin
total de la prenda, si no ms bien tienden a producirse procesos de complementacin
de un taller a otro que permite optimizar la produccin, en base a un distribucin y
divisin de tareas dentro del circuito productivo, que se encuentra, generalmente,
descentralizado.
Por ejemplo un tallerista que se encarga del acabado de una prenda y adems de su
comercializacin, puede encargar a otro colega la labor de la costura, y el acabado de
los extremos de la prenda o concluir todo el proceso productivo en su propio taller.
O si es un tallerista que debe realizar solo una parte de la misma, trabajando para
grandes fbricas, encontrndose, por lo general en situaciones desventajosas, tanto
para imponer precios, y mucho menos estilos y ritmos de produccin, que le imponen
los grandes talleres o fbricas.
Sin embargo estas dos situaciones tipolgicas, en la prctica, coexisten con una forma
ambigua de las dos tendencias mencionadas, que estn en abierta relacin a las
estrategias productivas de los talleres, a su capacidad de decisin ante este tipo de
relacin, y el tipo de mercado en el cual se encuentran inserto 3.
Tambin es un condicionante de las subcontrataciones entre talleres el tipo de prenda
que se confecciona, dado la complejidad de las tareas , las calificaciones requeridas y
las mquinas necesarias para producir, lo cual genera divisiones de trabajo que
pueden complementarse al interior del taller o subcontratando, en nuestro caso para
cualquiera de los dos tipos: talleres independientes y subordinados.
Por ejemplo en la produccin de pantalones se necesita una mquina de coser,
principalmente industrial para lograr buenas terminaciones y rapidez en la produccin,
y una collareta para las terminaciones (dobladillo, pretinas, cierres, etc.), adems
de los cierres y los botones, que suele subcontratarse para el remache de botones
metalizados, en la produccin de vaqueros.
Las remeras requieren adems de costuras rectas, una collareta para los cuellos y
los hombros, ya que la utilizacin de una mquina comn, desvaloriza la prenda sin
importar la tela, ante un cliente atento a la calidad de la costura. Adems de las
posibles estampas que lleven las mismas, y las marcas que se le incorporan, en muchos
casos falsificadas para competir en mejores condiciones.
Una camisa implica un mayor proceso, en un primer momento el trazado y el corte,
luego armar los cuellos, hacer los ojales, pegar los botones, remallar, unir la
prenda,(delantero y espalda) , hacer el planchado, doblar, limpiar, y hacer, segn los
casos, el embolsado y encajonado.
Es improbable que todas estas etapas se realicen en un mismo taller, por los equipos y
saberes requeridos, en primer lugar, y por razones de economa de escala en segundo
trmino.
La confeccin de la prenda se distribuye as entre distintos establecimientos. Como
bien lo plantea Grompone 4: la confeccin de la prenda se distribuye as entre distintos
establecimientos. El control del proceso del trabajo lo ejerce quien mantiene
relaciones consolidadas con clientes y distribuidores. A la vez es aquel quien adems
dispone, en la mayora de los casos, de los equipos ms costosos, especialmente las
mquinas de coser industriales (overlock) y las remalladoras o collaretas.
El contexto de produccin y sus etapas.
En la mayora de los casos, las actividades se realizan en los propios hogares,
destinado para ello tanto una habitacin especial que funciona como taller, o algn
3 Es conveniente aclarar que las caractersticas de los talleres varan enormemente de acuerdo a mltiples
factores, su posicionamiento geogrfico segregacional, su capacidad de innovacin y desarrollo de la industria de la
indumentaria textil, y su vnculo con las empresas formales.
4 Romeo Grompone, talleristas y vendedores ambulantes en lima, Desco, Lima, Per, 1986.
otro cuarto que comparte sus usos, un living, un altillo, un garaje, un pasillo, etc.
(como apreciamos en la Fotografa siguiente)
Las condiciones espaciales son variadas, en muchos casos inadecuadas, los principales
problemas detectados son la mala iluminacin, y los muebles inconvenientes para
realizar un trabajo que requiere ciertas posiciones durante un lapso de tiempo
prolongado. De acuerdo a las entrevistas realizadas, no se cuenta con prcticas de
manejo del tiempo y salud corporal, por lo cual es comn encontrar trabajadores con
molestias como contracturas, varices, hemorroides, cansancio visual, y miopa sin
tratar.
Las mquinas utilizadas, en general son automticas y elctricas, en muchos casos
industriales (ms rpidas y mayores opciones para coser prendas), suelen usarse
mquinas complementarias para hacer las terminaciones, como la collareta, o
mquinas que realizan la colocacin de broches. Adems se cuenta con algunas
herramientas manuales, por ejemplo tijeras, cintas de medir, planchas, agujas. Los
muebles que se utilizan son los de las propias mquinas, una mesa de cortar, que en
algunos casos, es tambin donde se planchan las prendas, cajoneras, placard, o
estantes de madera donde acumula la mercadera o materia prima, y tambin
colgadores y maniques.
La forma de reclutamiento de fuerza de trabajo est basado bajo dos modalidades:
familiar para los talleres ms pequeos, donde las redes de socializacin primaria son
las preponderantes. Cuando la produccin aumenta suele incorporarse ms miembros
del hogar o vecinos. En el caso de talleres ms grandes las formas de incorporacin de
personal, en la mayora de los casos es a travs de redes sociales de los participantes
del taller, ya sea amistades, vecinos, grupos migratorios, etc.
El proceso de trabajo, y comercializacin est organizado de la siguiente forma:
Compra de insumos, principalmente tela para las prendas.
La compra de insumos: telas, hilos, apliques, botones, mangas, puos, agujas se da en
mayor medida en los talleres independientes. En tanto que en los talleres
subordinados, esos materiales son puestos por los que encargan el trabajo.
Preparacin de los moldes.
Se realizan en papel, en el caso de los talleres independientes, son aportados por ellos
mismos, a travs de compra de revistas especializadas, o la copia de prendas, suelen
generar un stock de moldes que son utilizados para cortar la tela.
En el caso de los talleres subordinados, la misma es entregada cortada en la
mayora de los casos, para su costura y terminacin. El molde representa la
concrecin del diseo de la indumentaria, y es uno de los factores ms valorizados
dentro del rubro textil , a igual o ms que la calidad de la tela.
Cortado de las prendas.
Se utilizan mesas destinados para ello y en los talleres independientes, este es un
punto nodal (el cortado), ya que los confeccionistas con mayor experiencias, y
saberes, generan mejores condiciones de competitividad. En el caso de los talleres
subordinados por lo general reciben las telas previamente cortadas por el taller
contratista, manteniendo de esa forma, la exclusividad del diseo, considerado
elemento.
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Redes de reproduccin
Relaciones Institucionales-burocrticas
o de comunicacin.
Regulaciones (utilizacin del espacio
pblico, habilitaciones, impuestos).
Asistencia.
Informacin
promocin.
Redes
de
Reproduccin
econmica y
sus
caractersticas
informales
Capital:
Tangible: Dinero, mercadera,
herramientas,
equipos,
vehculos, propiedades, etc.
No Tangible: Habilidades,
credenciales, prestigio.
Fondo Simblico-Cultural:
Valores Sociales
Aptitudes Individuales
Relaciones
Mercantiles
o
de
Intercambio:
Produccin
(proveedores,
proceso
productivo, compra de fuerza de trabajo)
Comercializacin (clientes, precio, hogar
de venta).
Las
relaciones institucional burocrticas o de
comunicacin, estn constituidas por el conjunto de aquellas organizaciones con que
la empresa establece vnculos no comerciales que dan forma a sus actividades de
negocio, como consultores y asesores, gobiernos locales, y centrales, y sus agentes.
Las relaciones pueden estar orientadas a un nivel de regulaciones, principalmente por
los diferentes niveles de gobierno, asistencia y promocin, que puede ser pblica o
privada, y de informacin, que permite tomar en mejores condiciones estrategias a
seguir por parte de la empresa.
Y por ltimo las relaciones de intercambio o mercantiles, lugar donde la literatura
econmica ha sido ms vasta (Johannison 1987, Scot 1985, Szarka 1998), y en este
caso la unidad de anlisis explcitamente es la empresa. Las relaciones se establecen a
partir de la red que se generan en los procesos de transacciones comerciales, que son
el soporte material del taller, ya que comprenden intercambios monetarios, de
mercancas, financieros. "El ncleo de la red de intercambio est constituido por las
contrapartes de negocios de la empresa, es la red de produccin (Johannison 1987,
Szarka 1998). Conforman esta red los proveedores, los clientes, instituciones
financiadoras (crdito formal o informal).
10
11
Ferias y feriantes.
Lgicas de reproduccin y trayectorias laborales. 1
Eduardo Chvez Molina 2
Mara Laura Raffo 3
1. Presentacin
Una de las consecuencias directa de la crisis, es el profundo cambio,
relativamente abrupto de los ltimos aos, del mercado laboral. Nuevas
actividades han florecido a la par del crecimiento de la pobreza y la creciente
informalidad en el mundo del trabajo. Aparecen cartoneros, truequeros,
trabajadores de fbricas recuperadas, redes de economa solidaria, asistidos por
programas asistenciales del Estado, como as tambin se redimensionan las
actividades clsicas de la informalidad, feriantes al aire libre, talleres textiles
y del calzado, trabajadoras sexuales, entre otras.
El tema central de este artculo tiene como eje la descripcin del universo de las
actividades informales, de un segmento tpico de las mismas, como lo son los
feriantes, principalmente al aire libre, que se desarrollan en la zona sur del
Conurbano Bonaerense. Tratamos de visualizar el grado de articulacin (o
desarticulacin) con el sector econmico formal, las condiciones y formas de
acceso a este tipo de ocupaciones, las relaciones sociales y su puesta en escena
que permitan habilitaciones o no de la actividad, que operan en el espacio
urbano del rea Metropolitana del Gran Buenos Aires -en este caso particular en
la Feria de San Francisco Solano, Quilmes- y poniendo el eje de la mirada en y
desde los sectores informales/marginales, bajo un contexto social, econmico y
poltico especfico.
La insercin ocupacional se analiza a travs de la reconstruccin del punto de
llegada de los diversos momentos de sus trayectorias socio-laborales: por dnde
transitaron, los cambios organizativos-familiares y cmo se mantienen o cmo se
reproducen y sobreviven estos "sectores", qu grado de insercin logran: estable,
precaria, inestable en la estructura econmica productiva a la que pertenecen,
con qu recursos y disponibilidades cuentan, qu papel juegan sus lazos sociales
para habilitar o inhabilitar determinadas prcticas.
Los diferentes aspectos que circundan la vida de un feriante estn envueltos de
constricciones y opciones, posibilidades y riesgos, decisiones y amenazas, que lo
Este trabajo ha sido realizado en el marco del Proyecto UBACyT S077 y del Proyecto FoncyT 09640; y forma
parte de los estudios que se desarrollan en el Programa Cambio Estructural y Desigualdad Social con sede en
el Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos
Aires (desocu@mail.fsoc.uba.ar). Los autores agradecen de manera especial la orientacin acadmica y el
apoyo brindado por el Dr. Agustn Salvia, director de dicho Programa.
2 Licenciado en Sociologa (UBA), Master en Polticas y Gerencia Social (FLACSO). Auxiliar de Investigacin en
el Instituto de Investigaciones Gino Germani, Uriburu 950, 6 piso, CP 1114. echavez@mail.retina.ar .
3 Licenciada en Sociologa (UBA), Auxiliar de Investigacin en el Instituto de Investigaciones Gino Germani,
Uriburu 950, 6 piso, CP 1114 eraffo@merci.com.ar.
sector informal, y donde ciertos segmentos del sector informal sufren todo el
peso de la crisis 5. Estos diferentes segmentos de trabajadores informales,
tienden a reposicionarse en un contexto de crisis social y econmica, poniendo
en juego diferentes saberes, acervos, capitales, y relaciones sociales para su
reproduccin y sobrevivencia. Estos segmentos ocupacionales son sumamente
heterogneos entre s, tanto por sus historias laborales como por su capacidad
para disponer y utilizar los diferentes recursos con los que cuentan.
Nuestra definicin de trabajo informal, est referido principalmente a las
caractersticas precarias de la actividad, al bajo capital en la cual se desarrollan,
el bajo nivel de productividad, el reclutamiento laboral basado en redes de
proximidad principalmente y la ausencia del estado en la proteccin del
trabajo 6.
2. Abordaje metodolgico
La forma en que nos hemos acercado al objeto de estudio, implic un doble
proceso de abordaje, por un lado la observacin de la dinmica de la feria,
manifestada a travs de reiteradas visitas, tanto como consumidores,
husmeadores, y paseantes de feria, y luego como entrevistadores.
El primer abordaje, donde adems de charlar y conocer algunos feriantes,
tambin se recurri a trabajadores sociales, sociolgos, economistas,
funcionarios pblicos, profesionales de ONGs, que desarrollan actividades con el
sector. El objetivo fue identificar la dinmica de funcionamiento, la historia de
estas ferias, la organizacin y jerarquas al interior de la misma, y los lugares
dnde se realizan.
El segundo momento implic el cara a cara con el feriante o sus empleados,
donde se buscaron redes de proximidad que permitieran un acercamiento ms
directo y confiable con cada uno de los feriantes.
Para ello se elabor una gua de preguntas adaptadas al segmento a estudiar
la cual el criterio organizador eran diversas dimensiones analticas que
consideraban importantes, y que permitan un libre discurrir en cada una
ellas, de acuerdo a los tpicos y acentuaciones de cada entrevistado
particular.
en
se
de
en
Avellaneda, Lans, Lomas de Zamora, Florencia Varela, Quilmes Almirante Brown, Esteban Echeverra
aunque las verduleras y fruteras son la excepcin, por las cercanas de los
quinteros hortcolas y frutcolas relativamente cercanos a la zona. Los precios
son baratos, y las ofertas se amplan cuando se compran por ms de una unidad
de venta (Kg. litros, prenda).
All es donde encontramos a Toti y a Valds. El primero tiene un puesto de ropa
de temporada, pulveres, camperas, camisas, para ambos sexos. A diferencia de
otros puesteros que lo circundan, Toti no tiene carromato, su mercadera es
exhibida en caballetes, pero utiliza mucho ms de los metros permitidos, y
atiende el puesto junto a su hija, su yerno y una sobrina muy joven.
En tanto que Valds tiene un puesto tradicional, un carromato de 7 metros, muy
bien adornado con productos regionales, donde exhibe miel, "yuyos" medicinales
, cereales, legumbres, pequeos cigarros y puros de tabaco paraguayo. Atiende
junto a su esposa, y ocasionalmente, le ayudan dos personas ms.
Pico tiene un puesto de venta de productos de mercera, y marroquinera, las
exhibe su carromato atendido exclusivamente por l.
Un segundo grupo est constituido por feriantes "coleros", en este caso, los que
tienen un permiso precario, y se ubican en este caso, en los extremos de la feria.
All encontramos a Pelusa; una travesti que vende ropa, aunque cuenta con un
capital de trabajo muy pequeo; a Cristina, que vende productos variados,
desde remeras y shorts, hasta pilas y virgencitas, y a Antonio, que pulula en
diferentes ferias, vendiendo pequeos adornos de madera.
Las preguntas que nos hacamos de acuerdo a su posicionamiento social en la
feria, giraban en torno a su llegada, su consolidacin, su pasado laboral, las
relaciones establecidas para asegurarse un lugar en la feria, y las limitaciones y
posibilidades de garantizar la continuidad de sus actividades, su mirada hacia
esos nuevos feriantes, que bordean la feria en los ltimos aos.
Los tres grupos detectados, expresan posicionamientos distintos al interior de la
feria, donde la mejor ubicacin la detentan los feriantes formales, situacin que
se hace visible al observar la estructura de la unidad econmica adems de
ubicar sus puestos en los mejores lugares, y contar con las autorizaciones
municipales.
Pero adems cumple un papel determinante la lgica inserta en la reproduccin
de la unidad econmica, en el sentido de que la misma genera ganancias que
pueden ser reinvertidas en la misma unidad, generando un proceso de
acumulacin a lo largo del tiempo, y que se expresa con ser un sector que puede
capitalizarse, principalmente con los medios que permiten la reproduccin del
hogar (la vivienda, el vehculo).
Los otros grupos, sus dificultades son mayores, "los cola de ferias" se basan en el
trabajo de individuos que producen, bienes u ofrecen servicios para el mercado
y/o que los comercializan; la limitacin se da en que los atrasos de posesin de
activos (tanto de trabajo como de reproduccin), limita la capacidad de
crecimiento. En tanto que el grupo de feriantes ilegales, ms emparentados con
la pobreza estructural, realizan una actividad que consiste en la obtencin y
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Indicadores
Condiciones de vida
Feriantes formales
Sin permisos
municipal.
precarios
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ideas son expresadas por Pico que argumentan una decisin relativamente
autnoma para ser feriante: la
posibilidad
de
obtener
mayores (...) Andaba en la calle vendiendo yerba,
ingresos, y ser el propio dueo de su hasta que un da vi la feria, me met en la
destino. De este grupo de feriantes feria...mi cuado me dice venite para ac
Quilmes), l era feriante de la zona
tradicionales, Pico es el ms joven, (Solano,
sur, y bueno, vine a recaer ac, y me compr
(tiene 52 aos), y es el nico que pas un terreno en el barrio San Jernimo, y ah
por la experiencia de productor. Es por me hice la casita, segua vendiendo yuyos,
ello, tal vez, que a pesar de que a lo me vine a la feria, y empec a trabajar en la
largo de su trayectoria laboral, queda feria, luego me compr un camin. Valds
como balance cierto proceso de mejoramiento de sus condiciones iniciales de
vida, tambin es cierto que es el que ms se resinti en los ltimos aos de
crisis, ante su tesitura de seguir produciendo y competir contra productos
importados.
Valds se integra a las ferias, casi por casualidad, pero su matrimonio, y las
relaciones establecidas en torno a l, le permiten consolidar su posicin . Tanto
la habilitacin municipal, como la posibilidad de capitalizarse, a travs de
familiares, y prestamistas, genera un proceso de ascenso social, donde la
informalidad es su contexto de pertenencia (no paga impuestos, sus proveedores
son variados, y muchos de ellos se reproducen bajo condiciones de subsistencia,
etc.).
En tanto que Toti inicia su vida como feriante siguiendo los canales
institucionales, para lograrlo, solicita permiso y habilitacin en un contexto en
que era posible obtener autorizacin para vender en la va pblica, adems de
que su decisin est puesta en emprender una actividad por cuenta propia.
Las relaciones sociales: aparecen como limitaciones y posibilidades de su
actividad, en torno a los contactos y relaciones sociales que establece este grupo
de feriantes, es posible apreciar los diversos niveles que estn puestos en juego,
donde no solamente tiene importancia las relaciones de proximidad, que
permiten una primera llegada a la feria,
Para mi es bueno tener un respaldo
sino
que
tambin
las
relaciones de alguien, vio? Por ejemplo si yo
institucionales burocrticas y de mercado, tengo un problemita, nos reunimos
las cuales tienen un papel importante en el entre varios, y la unin hace la fuerza,
mantenimiento y consolidacin de la eso es bueno. Valds
(...) mi exmujer est en la feria, my
actividad.
hija, mi yerno, mi sobrina, todas estas
En este sentido y siguiendo a Murmis, y
Feldman "el acceso a estas actividades
requiere el manejo de una pluralidad de
recursos y que las relaciones sociales o
formas de sociabilidad desempean un papel
estos recursos" (Murmis, y Feldman:2002).
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Para
este
grupo
de
feriantes
tradicionales, prima una idea de
diferenciacin, aunque se reconoce la
justificacin de su existencia producto de
la crisis laboral de los ltimos aos. El
conflicto est latente, frenado por la
ausencia del Estado, la crisis, y cierta
atomizacin de los feriantes.
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cambio si voy a trabajar cama adentro depende de mi patrn. S que llegan mis
horas, mi quincena o mi mes, cobro y
El mo de por s esta desocupado su
listo. Es distinta la situacin y no lo puesto- porque comparto con otra
pagas con nada. 10
compaera, porque no puedo llenarlo." (...)
De esta forma, se acentan las
dificultades para asegurar la continuidad
a lo largo del tiempo de este tipo de
actividades, en un contexto tan adverso
como el actual donde los ingresos son
cada vez mas insuficientes y donde se
hace ms difcil tener el puesto lleno,
venta.
Por ejemplo, como deca Cristina "...en las pocas buenas iba a La Salada los
lunes y los jueves para reponer la mercadera y compraba de a 200/300 pesos,
hoy para juntar 100 pesos, tens que estar 10 das y no s." Cristina tambin ha
dejado de trabajar los domingos porque no vende: "Antes los domingos, cuando
se venda, trabajaba, ahora no. No puedo pagar cuatro pesos de remis para no
vender. Si en la semana hay das que no Antonio: Me tengo que poner al
vendo, as que imagnate los domingos que costado de la feria, pero escondido
voy a esperar." Pelusa sigue yendo todos los porque si me agarra el inspector, o
das a la feria porque aunque no venda me saca las cosas que hago o sino
tengo que pagar $50, para
nada, la venta para ella es todo. La quedarme, y como no lo tengo me
desocupacin o falta de trabajo que tengo que poner escondido. Y ms
experimentan los otros componentes del por eso es que mucho no se vende.
hogar (en el caso de Pelusa su pareja que Entrevistador: O sea que vos vas,
esta desocupada y en el caso de Cristina sus pero vas por fuera de la
organizacin.
hijos que tambin estn desocupados) han Antonio: Busco un rinconcito ah,
afectado las posibilidades de contribucin al donde esconderme y vender mis
sostenimiento del hogar, y/o de la actividad cosas.
en la feria.
Lo que se observa es el esfuerzo que realiza este grupo de feriantes no ya para
expandir su puesto sino principalmente para mantenerlo, conservarlo. Tanto
Pelusa como Cristina para hacer frente a este contexto han tenido que modificar
de algn modo su actividad orientadas por una lgica de la subsistencia diaria. Es
la misma situacin de Antonio, quien en condiciones ms precarias, debe generar
no slo la posibilidad de reproducir la mercadera que ofrece, sino garantizar
continuamente un espacio donde poder comercializarlos.
Se encuentran forzadas a actuar en condiciones cada vez ms imprevisibles e
inestables lo que aumenta su vulnerabilidad y afecta su proyeccin de futuro.
Lo que se observa no es tan solo surgimiento de nuevas actividades informales a
partir de la crisis econmica, sino ms bien es la agudizacin de condiciones de
empobrecimiento (creciente inseguridad, esfuerzo creciente por lograr un
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del tiempo y para contrarrestar las peores condiciones de vida en las que estn
inmersos.
Bibliografa:
Bourdieu, Pierre (1999) , La miseria del Mundo, Edit. Fondo de Cultura
Econmica, Bs., As., Argentina.
Feldman, Silvio, y Murmis, Miguel (2002): Las ocupaciones informales y sus
formas de sociabilidad: apicultores, albailes y feriantes en Sociedad y
Sociabilidad en la Argentina de los 90 Edit. Biblos, Bs. As, Argentina.
Mathas Gilberto y Salama Pierre(1986): El Estado sobredesarrollado, Edic. Era,
D.F. Mxico.
Portes, Alejandro (2000), La economa informal y sus paradojas, en Informalidad
y exclusin social, Edit. Fondo de Cultura Econmica, Bs. As., Argentina.
Salvia, Agustn (2002) Fragmentacin social y heterogeneidad laboral en
Lavboratorio n9, Edit. IIGG/FSOC/UBA, Bs. As., Argentina.
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Este trabajo ha sido realizado en el marco del Proyecto UBACyT S077 y forma parte de los estudios que
se desarrollan en el Programa Cambio Estructural y Desigualdad Social con sede en el Instituto de
Investigaciones Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires
(desocu@mail.fsoc.uba.ar). La autora agradece de manera especial la orientacin acadmica y el apoyo
brindado por el Dr. Agustn Salvia, director de dicho Programa.
2 Estudiante de la carrera de Antropologa Social. Tesis de licenciatura en curso
3 Se trata de talleres domsticos ubicados en la zona sur de Gran Buenos Aires, en las localidades de
Quilmes y Lans.
3. En el taller.
- Caractersticas generales
Las entrevistas que conforman esta investigacin se realizaron en el ao 2002,
en las localidades de Quilmes y Lans.
El criterio que prim en la eleccin de los casos fue que se tratara de
mujeres que manejaran talleres domsticos de produccin.
Se trata de talleristas (entre los 45 y 62 aos) dedicadas a la fabricacin de
diversos tipos de bienes, aunque con caractersticas similares en cuanto al
modo en que encaran el proceso. Siempre son ellas las encargadas de sus
emprendimientos y de realizar las tareas del taller, dentro del espacio del
hogar y con la ayuda de otros miembros de la unidad domstica.
Caracteriza a estos talleres su produccin de escala muy reducida, con
grandes dificultades para recapitalizarse, e incluso para adquirir los insumos
bsicos que garanticen la produccin. En reglas generales no cuentan con
maquinarias y materiales ptimos, aunque si poseen un equipo bsico que
posibilita realizar un trabajo que pueda ser introducido en algn circuito de
venta. (En su mayora, se trata de maquinarias e insumos adquiridos en la
etapa constitutiva del taller o en un perodo de auge).
A pesar de su escasa productividad y las condiciones precarias en las que
funcionan, estos talleres no constituyen un espacio improvisado de
produccin.
Es necesario distinguir estos emprendimientos de los talleres montados para
producir, incentivados por las demandas especficas de ciertos productos;
(talleres que se dedican a fabricar mercanca muy sencilla y rudimentaria,
que no requieren capitalizacin ni capacidades o conocimientos especficos y
en los que es muy comn el cambio de productos e incluso de rubros).
Tampoco son estos talleres domsticos, nacidos en coyuntura de crisis y
desempleo donde la tarea se encara como una changa. Estos talleres
domsticos fueron pensados como un emprendimiento e inversin familiar,
donde el conocimiento de un oficio se constituy como el principal motor para
el desarrollo del proyecto. Estas talleristas tienen un conocimiento amplio
sobre el proceso productivo que realizan e intentan adquirir un capital bsico
en maquinarias y herramientas. Es muy frecuente que a estos talleres no les
sea posible acceder a los recursos productivos ms bsicos, por lo cual la
posibilidad de ganancia est de antemano completamente limitada.
Por lo tanto, no deben confundirse las condiciones frgiles e inestables que
fueron asumiendo los talleres, con caractersticas constitutivas de los mismos.
Esas mismas condiciones de precariedad que padecen, cobran una
significacin muy distinta si se amplia la perspectiva enfocando el anlisis
desde lo procesual.
Es as como se puede observar que, aun surgidos en proceso de crisis y
precarizacin laboral, los talleres constituyeron para estas mujeres proyectos
estratgicos para lograr el bienestar de sus hogares; independientemente de
los resultados que hayan obtenido en el proceso.
- Mujeres emprendedoras.
El estudio de talleres domsticos de conduccin femenina pone en juego una
serie de cuestiones vinculadas con la problemtica de gnero. Al analizar los
roles que estas mujeres han ido asumiendo en su vinculacin con el mercado
de trabajo, no se debe dejar de considerar los cambios y las negociaciones
que estos implicaron al interior de sus hogares.
Los casos considerados en esta investigacin introducen la cuestin del genero
de un modo poco usual. Las trayectorias laborales de estas mujeres, desde
una perspectiva muy particular en cuanto a su insercin temprana, su
continuidad y su trascendencia en la economa domstica, las alejan del rol
de gnero ms tradicional.
Por lo general se trata de mujeres que desde el inicio de sus trayectorias
laborales han asumido el rol de proveedoras del hogar, compartiendo la
responsabilidad con su cnyuge u otro miembro de la unidad domstica.
Solo en uno de los casos la trayectoria laboral previa al taller es intermitente.
Aqu, los roles de madre y esposa son dominantes, y se relegan solo en forma
temporal. Por otra parte, la espordica trayectoria laboral de estas mujeres
es fuertemente interdependiente de la de su cnyuge.
Los otros casos corresponden a trabajadoras estables que valoran y enfatizan
su rol extradomstico y lo vinculan con la obtencin de satisfacciones
personales. La trayectoria laboral de estas mujeres es relativamente menos
dependiente de la de otros miembros del hogar. Responde tambin a
estrategias y necesidades personales, aunque construidas siempre en la
interaccin con los otros miembros de la unidad domstica.
Sin embargo, aun cuando se trata de hogares de doble proveedor, es posible
ver en estas trayectorias que la divisin del trabajo domstico reproductivo
sigue realizndose desde los cnones ms tradicionales, siendo la mujer la
principal responsable. El cnyuge suele asumir algunas tareas que son
consideradas como ayudas.
Por otra parte, a partir de la concrecin del taller, estas mujeres asumen un
rol directivo preponderante, que hasta entonces no haban tenido. La divisin
entre aquellas tareas productivas y reproductivas se va desdibujando, ya que
el trabajo del taller comienza a cruzar la vida domstica imbricndose de
modo cabal. Los horarios, los espacios, las funciones que cada miembro de la
unidad productiva asume, se montan en el pulso de vida cotidiano del hogar.
Y en este proceso de montaje, son las talleristas quienes establecen la
articulacin y la direccin de las tareas, aun en aquellas unidades donde otros
miembros tambin se avocan a la produccin.
Esta caracterizacin de los talleres, es fundamental para explicar el modo en
que logran subsistir en un contexto crtico y desfavorable. La posibilidad de
acceder a mano de obra interna a la unidad domstica posibilit una gran
flexibilidad para adaptarse a los altibajos de la demanda; y por otra parte,
esta misma mano de obra realiz aportes econmicos externos a la actividad
siempre que fue necesario. Y el uso del espacio del hogar para la instalacin
del taller permiti reducir a lo indispensable los gastos fijos para la
produccin, y permiti maximizar el uso del tiempo para las tareas
productivas y reproductivas.
- Las redes
Intentando hacer frente a las dificultades, las talleristas apelaron a todos los
recursos disponibles. Realizaron cambios en la unidad productiva, pero,
fundamentalmente, complejizaron y ampliaron sus redes de relaciones, ya
que, a partir de los vnculos sociales e institucionales, logran la apertura y el
funcionamiento de esos nuevos circuitos de crucial relevancia para los
talleres. La creacin de nuevos lazos sociales, o la revalorizacin de los ya
existentes es un proceso decisivo. Se apela a lazos mercantiles formalizados,
a lazos institucionales, y por sobre todo a las redes primarias de vinculacin
con familiares, amigos, conocidos, vecinos. Y de este modo se intenta generar
nuevos espacios de oportunidad.
Se trata de redes, lazos sociales que se generan, cambian y consolidan
constantemente, y que posibilitan acceder a los espacios de colocacin de la
produccin y permiten mantener el proceso productivo en marcha.
En un proceso crtico que paraliza la produccin y hace peligrar la continuidad
del emprendimiento, estas estrategias ofrecen una salida, y aseguran la
continuidad. Sin embargo, esto conlleva un importante desmejoramiento de
las condiciones laborales y de vida de estas mujeres, ya que las redes son
cada vez ms precarias y acentan el alejamiento de condiciones laborales
ms estables y formalizadas. Poco a poco, los vnculos institucionales y
sociales con el mundo de la formalidad, que lograron mantenerse ms all de
la prdida del empleo, van debilitndose y tienden a desaparecer.
- Conclusin.
Ante el panorama que se presenta aqu sobre el mundo de los talleres
domsticos de conduccin femenina y las trayectorias de estas talleristas, es
posible arribar a algunas conclusiones sobre la conformacin de este segmento
socio- ocupacional.
Se analiza en este trabajo el proceso por el que estas mujeres se alejan del
mundo formal de las fbricas y empresas y comienzan a conformar talleres
domsticos donde aplican sus conocimientos e invierten todo su capital
econmico.
En este proceso las condiciones socioeconmicas contextuales dificultan el
desarrollo de los emprendimientos, que atraviesan momentos de crisis y
corren el riesgo de fracasar. La adopcin de diversas estrategias tendientes a
encontrar nuevos mercados donde ofrecer la produccin, y optimizar el nivel
de ganancias permitieron mantener el taller.
Fueron fundamentales, en este sentido, las redes de relaciones sociales e
institucionales que constituyeron la base para abrirse a nuevos espacios.
Al mismo tiempo, estos procesos pudieron desarrollarse porque la
caracterizacin domstica del taller, le permiti un espacio de estabilidad
desde el cual enfrentar las dificultades econmicas.
Las mujeres talleristas valoran positivamente el desarrollo de sus trayectorias
y el esfuerzo que realizaron para mantener el emprendimiento. Destacan su
capacidad de establecer estrategias para adaptarse a los desafos de una
Polanyi, K.
1. Introduccin
La venta ambulante se presenta como un mundo heterogneo, no solo en
trminos de edad, credenciales educativas, trayectorias laborales de los actores,
sino tambin en la organizacin interna de la actividad. Es as como encontramos
claras distinciones entre aquellos que son vendedores de productos y los msicos,
entre los vendedores de lnea y los de plataforma, los vendedores antiguos
capangas y los nuevos, los autnomos que se proveen su propia mercadera y
los que se encuentran bajo la tutela de algn organizador bajo una especie de
contrato de palabra.
A medida que avanzbamos en el trabajo de campo observbamos como este
universo se diversificaba establecindose diferentes relaciones entre los actores.
En consecuencia, nos preguntbamos cul de ellos: si los msicos, los vendedores
de productos, los que ms antiguos o los nuevos, daran cuenta de manera ms
clara de la complejidad del mundo de la venta ambulante sobre las vas del
Mitre.
Con el objetivo de aproximarnos al universo material y simblico de la venta
ambulante en los trenes, se realizaron tres entrevistas en profundidad a
vendedores que desarrollan su actividad arriba de los trenes de las lneas RetiroJos Len Surez y Retiro- Bartolom Mitre, donde se indag sobre las
trayectorias laborales y las representaciones del mundo objetivo y subjetivo de
los sujetos de la investigacin.
Las entrevistas se realizaron a vendedores ambulantes de lnea: Quique de 33
aos, Carmona de 36 aos y Alberto de 49 aos. El contacto con el primer
entrevistado, Quique, se llev a cabo a travs de la Parroquia Corazn de Mara
del barrio de Constitucin. El resto de los entrevistados fueron contactados por
medio de Quique y de Ernesto, uno de los vendedores antiguos de la lnea.
Adems se realizaron observaciones no participantes en diferentes das y horarios
con el fin visualizar algunas caractersticas generales como: infraestructura,
cantidad de Estaciones, tiempo de recorrido entre la cabecera y la terminal,
nivel socioeconmico de las zonas aledaas, nivel socioeconmico de los
usuarios, oferta y demanda de productos, interaccin entre diferentes actores
(usuarios, vendedores,
mendigos, personal de TBA), como asimismo la
segmentacin o apropiacin del espacio por parte de los mismos.
El trabajo de campo se realiz entre los meses de mayo y septiembre de 2003.
explicados y cuyo respeto implica no slo una regla bsica de convivencia sino
que posibilita el desempeo y coordinacin de las diferentes actividades que se
desarrollan en la lnea.
Asimismo, creemos que el tren opera como un puente simblico que, a la vez
que reproduce la segregacin social, produce un goteo de ingresos de sectores
medios y, en menor medida, altos hacia los sectores ms bajos. De igual manera
consideramos que se evidencia una transferencia de ingresos entre de los
sectores ms bajos de la sociedad.
3. El mundo de la venta ambulante: un complejo entramado de normas
legitimadas
- Organizacin interna de la venta ambulante en la linea mitre
La lnea Mitre es propiedad de Trenes de Buenos Aires (TBA), cuya cabecera est
en la estacin Retiro. Esta lnea comprende dos ramales electrificados que
recorren 58 Km. (Retiro-Tigre y Retiro-Jos Len Surez/Bartolom Mitre) y 2
ramales diesel con 127 Km. (Victoria-Capilla del Seor y Villa Ballester-Zrate).
Posee un total de 57 estaciones y su rea de influencia abarca el sector Norte de
la Capital Federal y 9 municipios del Gran Buenos Aires.
A los fines de la presente investigacin, las observaciones no participantes y las
entrevistas en profundidad, se realizaron a vendedores ambulantes de lnea
de los ramales Retiro-Surez y Retiro-Mitre.
La venta ambulante como actividad comercial dentro de la Lnea Mitre se divide
en dos estratos claramente diferenciados entre s. Por un lado, se encuentran los
vendedores ambulantes de productos, principalmente de consumo masivo. Esta
actividad comercial se divide entre los vendedores que desarrollan su labor
arriba del tren vendedores de lnea y aquellos que lo hacen en la plataforma o
cuando el tren no ha iniciado su marcha desde la cabecera. Por otro lado, se
encuentran aquellos sujetos que cantan y tocan la guitarra o instrumentos
folclricos, que denominamos msicos ambulantes. Debido a que realizan
esta actividad exclusivamente arriba del tren y dado que comparten los cdigos
internos de organizacin del tiempo y el espacio con los vendedores de
productos, decidimos incluirlos dentro de este subsegmento. Se observa que
junto a ellos conviven otros actores sociales: usuarios, mendigos, delincuentes,
autoridades de TBA.
Con referencia a los usuarios, a lo largo de la semana se observa un cambio en la
composicin de los mismos, de lunes a viernes en su mayora se trasladan
aquellos que se dirigen al centro a trabajar o estudiantes, debido a que cerca de
una de las estaciones (Drago) se encuentra una de las sedes del Ciclo Bsico
Comn, de la Universidad de Buenos Aires; los fines de semana se observan
familias que van de paseo, en su mayora pertenecientes a los niveles
socioeconmicos ms bajos.
Respecto a los mendigos, por lo general son nios o mujeres con nios, se
observa una mayor cantidad los fines de semana, esto se debe, segn el discurso
de uno de entrevistas que durante los das hbiles de la semana los chicos asisten
CASO III: El trabajo sobre las vas del Mitre como estrategia de subsistencia
econmica. Carmona: de repartir estampitas a la venta ambulante tras su breve
estada en el sector formal
Carmona tiene actualmente 36 aos de edad, es argentino y hace casi 30 aos
que desarrolla su actividad laboral en la lnea del Mitre. Comenz, segn l, a los
8 aos Su madre lo acompa durante un mes y lo esperaba mientras l reparta
las estampitas pero luego debi dejarlo slo ya que tena que ocuparse del resto
de sus hijos. Carmona es el mayor de 8 hermanos. Sus padres se separaron
cuando l tena 1 ao, el resto de sus hermanos son medios hermanos. Por ser el
hermano mayor sinti la presin o responsabilidad de trabajar para colaborar en
la subsistencia familiar. Es separado y tiene 4 hijos entre 4 y 12 aos.
Actualmente su trabajo en la lnea solo le alcanza para mantenerse, a sus hijos
no les pasa la cuota alimenticia. Vive en un departamento que alquila en la
zona Oeste del Conurbano Bonaerense.
Entre los aos 1997 y 2001, incursion en el trabajo formal trabajando en el rea
de Mantenimiento de una clnica privada, donde ganaba aproximadamente 550
pesos por mes, sueldo que lograba duplicar porque haca doble turno. De este
empleo fue despedido por reduccin de personal.
Posteriormente, con lo ahorrado y con parte del dinero de la indemnizacin,
compr un auto y trabaj, aproximadamente un ao, de remisero en la zona
oeste del Conurbano, especficamente en Ciudadela y Ramos Meja. Debido a
que fue asaltado en reiteradas oportunidades decidi dejar de ejercer esta
actividad.
Esta situacin de desempleo y precariedad laboral impact fuertemente en el
econmico y familiar. Como consecuencia comenz a tener problemas con su
esposa debido al descenso de su nivel de vida. Con su sueldo en la clnica haba
adquirido ciertos hbitos de consumo que ya no poda mantener, adems como
era un trabajo formal se vio inhabilitado de beneficios sociales como obra social
y vacaciones que hicieron que la cada impactara no solo en l sino en sus hijos y
esposa. ... no slo implica perder un ingreso, acceso a la salud, derecho a
jubilacin, asignaciones familiares, indemnizaciones por despido, seguro de
trabajo, [...] sino tambin determinados amarres institucionales que crean lazos
intergeneracionales de confianza, solidaridad y responsabilidad colectiva que
ordenan y dan sentido a la vida familiar, social y comunitaria... (Salvia, 2002:
6). Finalmente los roces que existan anteriormente se plasmaron en la
separacin tomada por iniciativa de su esposa.
La nica alternativa para la subsistencia econmica de l y de su familia era
retomar su actividad en la lnea, mbito conocido y en el cual ya haba adquirido
cierto prestigio, seala que todos me queran porque yo no haba tenido
problemas con nadie.... A comienzos del 2003, previa reunin de vendedores,
retoma su actividad como vendedor ambulante. Si bien, el trabajo al que le
destina mayor cantidad de tiempo es la venta de productos en la lnea, alterna
esta actividad con alguna changa (pintura, albailera, plomera, etc.).
10
11
Al respecto Alberto seala: "Despus que cerr la verdulera porque me agarro el mercado central, en el
ao 1985. Por eso te digo que realmente empec [como vendedor ambulante] en el '86. En el '85 abri el
mercado central y tenes que tener plata y no tena plata, tenia la verdulera en Quilmes, mucho quilombo.
(...) Despus vine para Capital y bueno, despus a trabajar en los lugares, o sea agarr la venta ambulante.
Trabaje en miles de lugares".
12
este sector puedan ser absorbidos por la economa capitalista formal, es por ello
que sus esfuerzos y estrategias pareceran apuntar a mantenerse y desarrollarse
en esta actividad. En sntesis, como sealan Murmis y Feldman, "las actividades
informales no serian simplemente ocupaciones -refugio en contextos en los que
no existen oportunidades laborales ni tampoco se tratara solo de actividades
destinadas a aprovechar o aun generar buenas oportunidades ocupacionales para
satisfacer necesidades o al menos responder demandas con cierto grado de
jerarquizacin" (2002: 172-173).
5. Sobre la marginalidad de la venta ambulante dentro de los circuitos de
intermediacin comercial
Como sealamos anteriormente resulta claro identificar a la venta ambulante
como una actividad extralegal, es decir son actividades no reguladas por el
Estado, inclusive bajo persecucin (Quijano, 1998). Dentro de la venta
ambulante en la Lnea Mitre, la relacin de los vendedores con las autoridades de
la lnea, TBA, no es conflictiva mientras los vendedores respeten las normas
impuestas. Uno de nuestros entrevistados nos cuenta que no hay problema
mientras ellos tengan su boleto ida y vuelta. Esta situacin da cuenta de un nocompromiso formal de TBA hacia los vendedores en tanto trabajadores. Desde el
momento que ellos tienen su boleto son unos usuarios ms y no entablan ningn
otro tipo de relacin con la empresa que usuario-prestadora de un servicio. La
relacin de los vendedores con los guardas es netamente personal y no
institucional, aun en las situaciones en que un organizador y/o proveedor de
mercaderas arregla con los guardas de los trenes para obtener un permiso
informal pero facilitador a la hora de desarrollar la actividad comercial sin
interferencias.
Siguiendo a Nun (2001) no preguntamos si es posible caracterizar a la venta
ambulante como una actividad econmica marginal ya que emplea a una
poblacin excedente relativa o ejercito industrial de reserva. Esto se evidencia
en la venta ambulante ya que la mayora de nuestros entrevistados tienen una
historia laboral que los fue expulsando de los empleos formales. Nun utiliza el
concepto masa marginal para mostrar el carcter disfuncional y relativo que
puede tener esta poblacin para el sector monoplico del capital (Nun, 2001).
Este autor seala tres modalidades muy diversas de la superpoblacin relativa: la
latente, la estancada y la flotante, esta tercera corresponde a aquella que la
produccin tan pronto repele como que la vuele a atraer (Nun, 2001: 257).
Nun llama masa marginal a "esa parte afuncional o disfuncional de la poblacin
relativa. Por lo tanto, este concepto -lo mismo que el de ejercito industrial de
reserva- se sita a nivel de las relaciones que se establecen entre la poblacin
sobrante y el sector productivo hegemnico. La categora implica as una doble
referencia al sistema que, por un lado, genera este excedente y, por el otro, no
precisa de l para seguir funcionando (Nun, 2001: 87). La venta ambulante no se
comportara segn esta idea de Nun, ya que una porcin marginal, expulsada del
mercado formal, encuentra en esta actividad una forma de sobrevivencia sin
poner en peligro la persistencia del sector hegemnico de la economa, por el
contrario se la puede definir como el puente que permite que ciertos
13
En una de las observaciones que realizamos para esta investigacin logramos hablar con un usuario de clase
media-alta quien nos explicaba que tanto l como sus conocidos que viajan en esta lnea solo compran
pastillas o pauelitos de marcas reconocidas pero no alfajores o chocolates, aunque sean de buenas
marcas, porque pudieron haber estado mucho tiempo fuera de la heladera.
14
Uno de los entrevistados nos cuenta que "nosotros salamos a ver ofertas o la novedad. En esos bolichitos
chiquitos de las galeras de Once; haba una partida de encendedores, eso me gust, tiene buen precio, y lo
sals a vender". En cuanto a la inversin que requiere la venta y la ganancia que esperan Alberto nos cuenta
"Te deja el 100% de lo que vos inverts, a veces ms (...) vos compras a 50 centavos y vendes a un peso.
Cuando vos te encontras que te venden estas cuatro lapiceras por un peso, compraran las cuatro por 50
centavos".
5 la reunin se realiza de parado nos manifiesta Carmona.
15
16
manos privadas. Sin embargo, los vendedores pudieron negociar con las nuevas
autoridades que tienen la concesin del servicio, de igual manera pueden
mantenerse en la actividad y en el caso de la venta en plataforma expandirse o
alcanzar cierto grado de formalizacin.
Si bien la entrada en la actividad se produce a travs de relaciones personales
como amigos, conocidos, familiares cabe mencionar que para desarrollar la
actividad deben relacionarse y negociar con los actores involucrados, guardas,
otros vendedores, tanto de la misma lnea como de otras, por ejemplo la lnea
Roca, usuarios, proveedores, etc. La combinacin de rasgos de cooperacin y de
conflicto caracterizan estas relaciones, por un lado los vendedores marcan
constantemente un rasgo de distincin con respecto a vendedores de otras lneas
como la lnea Roca y Sarmiento, no solo por el nivel de organizacin interna sino
por la infraestructura y el tipo de usuario que transita por este medio de
transporte urbano. En el mundo interno del Mitre, se observa una clara
distincin entre jvenes y viejos, plataforma y de lnea, msicos y vendedores de
productos. Se observa que cada subsegmento mantienen caractersticas de
solidaridad
en lo interno y de conflictividad y distincin con los otros
subsegmentos.
17
Bibliografa.
- Castel, Robert (2001): La metamorfosis de la cuestin social. Una crnica del
salariado, Ed. Paidos, Buenos Aires.
-
Ursula Metlika 2
Existen
muchas
precauciones
para
aprisionar a una persona dentro de lo que
es,como si viviramos en un perpetuo temor
de que pudiera escaparse de ello,que
pudiera desaparecer y eludir sbitamente su
condicin.
Erving Goffman
paralelo a la adversa valoracin social de las personas o los grupos que tienen
caractersticas distintivas, algunos de ellos se han organizado y reclamado
integracin, manifestando que, justamente aquello que la sociedad rechaza es para
ellos fuente de derechos y reconocimiento.
La organizacin social de los grupos estigmatizados parece depender de la
visibilidad del estigma: cuando la visibilidad no puede evitarse porque es
directamente perceptible, lo que ocurre en los casos de los estigmas tnicos
(vg.: el color de piel) se volvera ms probable la organizacin; por el contrario,
cuando existe la posibilidad de que un estigma pueda no ser directamente
percibido (vg.: la homosexualidad, las mujeres golpeadas o violadas), esa
probabilidad descendera alimentada por la presencia de un sentimiento parecido a
la vergenza: es dificultoso organizar aquello que no se deja ver. 9
Aquellos actores sociales desacreditados por la sociedad y que no pueden ocultar el
estigma fueron denominados por Goffman actores estigmatizados mientras que
son actores estigmatizables 10 aquellos que an no han sido estigmatizados en
razn del ocultamiento del estigma pero que pueden llegar a serlo en algn
momento porque algn accidente puede revelar el maldito atributo desacreditador.
Del conjunto de los actores estigmatizados, stos ltimos son los que temerosos
ante una sancin que creen poder evitar- despliegan constantes estrategias de
ocultamiento ms o menos exitosas.
La posesin de un atributo estigmatizador tiene consecuencias relacionales
importantes: si se reconstruyen las trayectorias de sus poseedores, con frecuencia
podr notarse que transitan por nodos de relaciones sociales dispares; es decir, que
parte de su sociabilidad la despliegan en presencia de sus pares (de las personas
que tienen y padecen el mismo estigma), y la otra parte con personas que no son
como ellos (la impar sociedad en general). Ambos nodos de relaciones, desde un
punto de vista emotivo, pueden aparecer igualmente importantes para el
desarrollo cotidiano de la vida. En el caso de actores estigmatizables como las
prostitutas ms an cuando son madres- esta circunstancia es ms notable y
origina una especie de disociacin social de la personalidad con fases que corren
parejas al ritmo de su trabajo: noche y da son tramos cronolgicos que ellas
intentan no poner en relacin estimuladas por la idea de que durante el da es
posible ocultar lo actuado durante la noche. 11 De resultar exitoso el ocultamiento
de esa parte del da, la calidad y la cantidad de sus relaciones interpersonales y
sociales en general no diferirn de las de un miembro comn de la sociedad. El
caso de las travestis difiere en varios aspectos, siendo el primero a destacar el
hecho de que su estigma es incontestable al ser directamente perceptible y muy
sancionado socialmente: en otras palabras, las travestis son desde ya actores
estigmatizados. Por lo tanto, desde ya el estigma de las travestis inunda de
inmediato los crculos de relaciones interpersonales ms cercanos (en particular su
familia) que resultan tan ensombrecidos como ellas, de ah que muy a menudo ellas
decidan vivir solas o en compaa de otras travestis. El estigma de las travestis es
sumamente particular y, por cierto, trae consigo consecuencias inexorables. A
pesar de tratarse de un estigma perceptible a partir de lo fsico, es en lo
fundamental un estigma moral: para la sociedad, pocas marcas corporales dicen
9
tanto del interior de las personas como las de las travestis, quienes son percibidas
como algo parecido a las artfices de unos engaos permanentes, el mayor de
ellos: hacerse pasar por mujeres cuando biolgicamente son hombres. Este
engao originario (traidor de una buena fe de segundos de duracin que
cualquier persona tuvo al depositar su mirada sobre ellas) es el sostn de toda una
serie de engaos o ajustes que realizan a diario para mantener su performance, es
decir, para que nada se note a pesar de que se nota. Se trata de una disposicin
infrecuente del cuerpo propio, de la invencin de unos atributos personales que,
sin embargo, generan pnico en el cuerpo social y hacen que, desde un punto de
vista relacional, las cartas estn echadas: en relacin con un miembro comn de la
sociedad, las redes de sociabilidad de las travestis son en calidad y cantidad,
considerablemente menores, y muchas veces las relaciones se restringen a las
mismas compaeras de infortunio. Expulsadas de los mbitos educativos (formal e
informalmente), prcticamente imposibilitadas para conseguir empleo (salvo
oficios subalternos del tipo limpieza domstica o cuidado de ancianos) las
relaciones sociales de las travestis van coincidiendo excluyentemente con los
vnculos que establecen en su trabajo, es decir, el nico lugar donde tanto sus
compaeras como los desconocidos clientes valoran el engao. A diferencia del
caso de las mujeres en situacin de prostitucin que, al ocultar con relativo xito
su estigma pueden establecer vnculos sociales heterogneos, el caso del estigma
de las travestis parece conducirlas hacia un despiadado enclaustramiento
relacional. La cultura de una sociedad secularizada aunque heterosexista, est an
lejos de metabolizar la presencia de sus figuras y de lo que representan; algo que s
ha hecho con las mujeres. Alejandro Modarelli seala con agudeza que, en el
drama de la baja prostitucin urbana y suburbana (ltimamente secuestrado por los
medios de comunicacin masiva), en comparacin con las travestis, las mujeres
juegan un rol menor, ya que representan para el argentino medio el tradicional
papel bblico de magdalenas, sujetos ms de compasin que de castigo. Se las
supone probables esposas abandonadas, madres arrojadas a ese mundo por la
necesidad, reverso de vrgenes, privadas del goce verdadero.12
De todas maneras, la posibilidad de ampliar o reducir el universo de las relaciones
sociales posibles, no depende de la posesin de un atributo estigmatizador a secas.
A lo largo de este escrito, habr de tenerse cuidado en imputar la sancin social a
la sola posesin de un estigma, es decir, en hacerla independiente de la condicin
econmico-social de su portador, algo sobre lo que Goffman y los tericos del
etiquetamiento no han rendido cuenta suficiente 13. Efectivamente, es dable
esperar que el grado de reprobacin ante las marcas distintivas de los grupos
sociales estigmatizados vare segn la pertenencia social de cada actor-miembro en
particular. Las consecuencias de un estigma (vg. prostitucin, travestismo) no
son homogneas: la sancin ante la alta prostitucin es considerablemente
menor que la que despierta la baja prostitucin, de la misma manera que la
clase de sancin que despiertan las travestis que han podido hacerse un lugar en el
12
MODARELLI, 2003: 2.
Las crticas a la obra de Goffman acaso sean ms abundantes que los elogios. El marcado clima de reaccin al
parsonianismo y a la microsociologa ti gran parte de los acercamientos a su genial obra en los aos 70. No
obstante, cabe destacar aquel sealamiento que vea en Goffman a un autor que no se anim a hacerse cargo
de todas las potencialidades que se desprendan de sus escritos (WOLF, 1994: 104). Se trata de una crtica
aguda: los goffmanianos con seguridad hubieran agradecido que el socilogo hubiese intentado integrar en sus
anlisis sobre el funcionamiento de las categoras sociales estigmatizadas variables referidas a la posicin
econmico-social de cada actor estigmatizado en particular para poner de relieve, sobre todo, que la
reprobacin social ante un mismo estigma no es homognea.
13
14
Carencia de piezas dentales, imposibilidad de acceder a cirugas para implantarse siliconas en los senos y los
glteos, para comprar pelucas y dems accesorios, o para acceder a buenas sesiones de depilacin (todo ello
debido a carencias materiales extremas), dejan fuera de juego a estos travestis del Sur del Gran Buenos
Aires en los mbitos del mundo del espectculo nocturno y de la alta prostitucin de la Ciudad de Buenos
Aires.
15 Al momento de redactar este informe, los autores del artculo (ocho) entrevistas en profundidad (de un total
planificado de 15 (quince), y observaciones sistemticas en los Partidos de Quilmes y Florencio Varela del Sur
del Gran Buenos Aires.
16 Clase social: en principio, el concepto aludir a la posicin ocupada por los individuos en la estructura
productiva de la sociedad que se traduce en ingresos de tipo monetario. No obstante, la cuestin del status
(entendido como el reconocimiento social adverso o favorable) es indisociable del anlisis. As, pueden existen
los casos de individuos positivamente posicionados en la estructura productiva pero con escaso reconocimiento
social y viceversa. Por otra parte, en este artculo, el uso del concepto nada implica en relacin a los papeles
histricos que las clases estaran destinadas a desarrollar en el curso de la historia.
21
22
23
comporten bien, hasta tanto sigan haciendo lo imposible para ser discretas. Un
hombre amigo de tres de las entrevistadas manifest que ellas saben cmo es, que
ac nadie te va a joder, que todos te van a querer y respetar si no te haces la
loca 24, afirmacin que dos de ellas compartieron.
Pero el vecindario tiene tambin otra cara: una entrevistada manifest que los
resultados favorables de la discrecin no son automticos: el almacenero no le fa y
le aumenta a propsito 25 el precio de la comida. Por su parte, otra entrevistada
confes no sentirse discriminada en el barrio a pesar de que una banda de
adolescentes ocup su casa echndola a disparos de pistolas (me sacaron a tiros
de adentro los pendejos) 26 e impiden que la recupere ahuyentndola de la misma
forma. No ha considerado la posibilidad de hacer la denuncia policial y la situacin
contina hasta la actualidad, en que una travesti compaera de trabajo le dio asilo
en su casa.
Las dos caras del vecindario pueden entonces hacer de l o bien un punto de
anclaje condicionado, o el tercer punto de fuga.
Con respecto a los mbitos laborales debe recalcarse que no pudieron convertirse
en puntos de fuga por la sencilla razn de que nunca pudieron acceder a ellos.
Ntese cmo, lo que para un miembro comn de la sociedad funciona como un
lugar de construccin de relaciones sociales (la familia, la escuela, el vecindario,
los mbitos laborales), funciona para las travestis de manera contraria, obedece a
una lgica de expulsin debido a la posesin de un atributo que la sociedad
decodifica en clave moral negativa. Producto de esa misma lgica de expulsin
que, adems, no puede torcerse por su condicin de travestis pobres, el mundo
relacional de las travestis termina coincidiendo casi exactamente con el mundo de
la baja prostitucin callejera y sus siniestros personajes. Como expresara
dramticamente una travesti es as: donde hay putos, est la cana y los
chorros. 27.
Finalmente, para el caso de las travestis, las nicas relaciones sociales que podran
desarrollar son las derivadas del estigma, en rigor, todo su derrotero existencial
termina inundado por l (algo que, como se ver, es distinto en las mujeres en
situacin de prostitucin). La reduccin de sus universos relacionales no slo
potencia la estigmatizacin de que son vctimas, entre otros motivos porque
reproduce la extrema pobreza en que viven; tambin forma un crculo vicioso que,
realimentado por s mismo las aleja definitivamente hasta de intentar hacer algo
por una vida mejor. En las entrevistas, las quejas por las injusticias de la vida eran
dichas con un tono de sabia resignacin. Tal vez esto sea otra manera de
entender porqu ellas esperan que, dentro de algunos aos, alguien (un hombre
salvador) las saque de esa vida: ellas por s mismas, a pesar de sentirse poco menos
que felinos 28 para defenderse de los rigores derivados del oficio y de la condicin
24
10
sexual, saben cun poco pueden hacer. Hasta entonces, sus relaciones sociales
sern siempre las mismas: las compaeras de infortunio, los clientes, los ladrones,
la polica, los vendedores de drogas y dems personajes afines al oficio de la baja
prostitucin nocturna. Prisioneras de un mundo social homogneo directamente
experimentado, no existe otro estilo de vida, no existen otras relaciones (...). El
universo de los posibles es cerrado. Las expectativas de los otros constituyen otros
tantos refuerzos de las disposiciones impuestas por las condiciones objetivas 29,
escribira Pierre Bourdieu.
3. Trabajo entre comillas. Relatos de mujeres prostitutas en el sur del gran
buenos aires
- El trabajo
Los relatos de las entrevistadas ubican a la prostitucin en el pasado, como un
trabajo que mereca tanto ocultamiento y secreto como en la actualidad. Mezcla
de desilusiones sentimentales personales y condiciones sociales objetivas,
consideran al oficio como situacin indeseada pero que, en ultima instancia,
funcionaba como un atajo real contra la exclusin en ausencia de opciones de
insercion laboral ms decentes 30. Estas mujeres con hijos, solas, sin trabajo, sin
nada 31, tuvieron con anterioridad a su incorporacin a la prostitucin serias
dificultades para conseguir empleo (espordicamente haban estado empleadas
como operarias en alguna fbrica o como servidoras domsticas), significando la
prostitucin el acceso fcil a un cierto bienestar econmico, que no slo supieron
cualificar en trminos cuantitativos, tambin destacaron la ventaja de la
inmediatez del cobro en efectivo y el disponer de entradas diarias para garantizar,
en principio, la compra de los bienes ms elementales y, luego de unos meses de
trabajo, para ampliar el consumo y el mejoramiento de las condiciones de vida
propias y del resto de la familia, e inclusive darse algn pequeo gusto 32.
No obstante, de inmediato el oficio fue mostrando cada una de sus caras: por un
lado la atraccin por los aranceles y el cobro rpido y, por otro lo degradante
habida cuenta de la variedad de clientes (que las han tenido como blanco de
violencia fisica y agresiones verbales) y de todos los personajes que las rodean, te
tens que aguantar todo porque sabs
Con hijos, solas, sin trabajo, sin nada
que de ah va a salir tu moneda para
Relatos de mujeres que para poder satisfacer la demanda de
33
traer de comer a tus chicos . "Es
sus hijos han salido al mercado de trabajo a ofrecer lo nico
dursimo que alguien te toque y no que les era propio: su cuerpo.
porque vos lo desees, sino de repente (...) pero despus que va a hacer la situacin me tuvo que
obligar a tener que salir y bueno y empezar a hacer eso,
porque es una necesidad. 34".
Han trabajado en pubs y privados
como una manera de asegurarse los
ingresos por la existencia de una
clientela en gran medida fija y para
prevenirse del peligro de la calle, de la
represin policial, de los robos y de la
violencia
impredecible
de
los
29
30
31
32
33
34
11
En relacin a los clientes y compaeras discreta. Va no les queda otra, me paso una vez con un
de trabajo la regla general que est remisero de la esquina de mi casa, cuando me vio ah creo
implcita es la discrecin: en los lugares que se shocke tanto como me shockee yo. Yo qued as y l
de
trabajo,
ellas
se
sienten me dijo nosotros nos conocemos, si le dije yo te conozco a
a tu seora, como diciendo vos abrs la boca yo le digo a
resguardadas porque entienden que vos,
tu seora. A la gente como que no le conviene decir nada
cualquier persona que entrase hara tampoco...". Laura
suya
esa
regla
general.
La
intranquilidad las invade cuando se ven envueltas en "contactos mixtos", es decir,
cuando en el vecindario, durante el da, "desacreditables" y "normales" se cruzan
por las calles porque se hallan en un mismo contexto de interaccin. All aparece la
35
12
13
39
40
41
BOURDIEU, 2002.
Entrevista a Laura, mujer.
Entrevista a Mercedes, mujer.
14
15
La vulnerabilidad social se deriva ms de la pertenencia econmicosocial que del trabajo sexual en s mismo.
Pero cualquiera sea el caso que se analice, pareciera que el doble accidente de
ser pobres y estar sindicadas como trabajadoras del sexo hace poco probable que
puedan traspasar hacia adentro las fronteras de los mrgenes de la sociedad.
Sin dudas, ser estimulante emprender una nueva investigacin con fines
comparativos. Puede notarse en los testimonios transcriptos ms arriba, un
ambiguo grado de percepcin de los derechos ciudadanos y una escasa (casi nula)
organizacin colectiva para protegerse de las arbitrariedades de la malvada polica
y de quienes tanto se le parecen: los ladrones. Es sorprendente recordar como,
algunos aos atrs, en 1998 42, a pocos kilmetros del lugar en que se desarrollaban
estos dramas (Quilmes y Florencio Varela), los habitantes de una ciudad entera, ya
sea en calidad de indignado vecino palermino o distante televidente, estaban
encapsulados en un debate sin precedentes sobre la despenalizacin de la
prostitucin callejera y la inconstitucionalidad del accionar policial escudada en la
42
Una excelente referencia de los sucesos puede leerse en el texto de Alejandro Modarelli (MODARELLI, 2003).
16
figura de los famosos edictos. Cabe recordar que las dos cuestiones formaban
parte de la agenda ms antigua de las organizaciones de minoras sexuales en
Argentina, a pesar de que en aquel entonces el origen del debate pareci ser
propiedad de los medios de comunicacin. Ms all de su posterior avatar, el
sancionado Cdigo de Convivencia Urbana fue en gran medida el resultado de
una revuelta colectiva en torno al orgullo del trabajo sexual. Activistas travestis y
mujeres del oficio (mucho ms las primeras por razones mediticas) inflaron
discusiones que hirieron sensibilidades medias y despertaron secretamente muchas
otras.
La pregunta es tan predecible como difcil de contestar: Cmo, por qu no se
replica en el Gran Buenos Aires la experiencia colectiva trabajo sexual is
beautiful? Por qu, y hasta cundo, en estos enclaves suburbanos de pobreza, los
intentos por civilizar el trabajo sexual de mujeres y contestatarios sexuales sern
slo tema para un bloque de un talk-show televisivo?
Bibliografia
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Publicacin de la Facultad de Ciencias Sociales, UBA n 48, Buenos Aires, 2001.
MODARELLI, ALEJANDRO 1998: Unas metamorfosis que ciegan y embriagan,
Ponencia presentada en la Primera Reunin Regional Sexualidades, salud y
derechos humanos en Amrica Latina; Universidad Peruana Cayetano Heredia,
2003. (disponible en www.ciudadaniasexual.org)
MURMIS, MIGUEL Y FELDMAN, SILVIO: "Formas de sociabilidad y lazos sociales", en
AAVV Sociedad y sociabilidad en la Argentina de los 90, Buenos Aires, Biblos, 2002.
17
18
cuales solo una parte seran recuperadores. De todos modos este valor funciona
como un techo para estimaciones de mxima sobre las dimensiones del
fenmeno. Se debe tener en cuenta que la estrategia muestral de la EPH no est
pensada para medir fenmenos de estas caractersticas por lo que la alta
variabilidad de la concentracin geogrfica de este tipo de actividad (con especial
concentracin en barrios carenciados) podra producir otros errores que estn
subestimando la cantidad real de recuperadores.
Con todas sus limitaciones, esta herramienta ha mostrado un incremento que parte
de unos 3.000 en el ao 1989, hasta los valores actuales, con un crecimiento
pronunciado a partir de 1998, cuando se registraban ya ms de 25.000. Ya por esos
aos, podemos aventurar, la mayora de quienes se dedicaban a la recuperacin de
residuos eran nuevos cirujas: provienen de una trayectoria con centro en el
mercado formal (individual o familiar) y se distinguen claramente de los
tradicionales cirujas que si bien estn ya a mucha distancia de los primeros crotos,
cirujas o linyeras que optaban por estas formas de vida como parte de una prctica
y una experiencia poltica5, son sujetos que han alternado la insercin laboral,
generalmente ligada al mercado informal, con la recuperacin de residuos desde
mucho tiempo atrs, y por lo tanto cuentan con mayores recursos simblicos y
conocimientos prcticos para desempearla.
an mayor.
5 Baigorria O. (1998) "En Pampa y la Va" "Crotos, Linyeras y otros trashumantes" Ed. Perfil libros.
3. Formas de organizacin
21 Wacquant: Parias urbanos, Marginalidad en la ciudad a comienzos del milenio, Manantial 2001.
22 Elas, El proceso de civilizacin, pg. 443, Citado por Wacquant, Parias urbanos.
10
A modo de cierre.
Si bien este trabajo no agota todas las dimensiones del fenmeno creemos que
pueden extraerse algunas notas para futuras indagaciones.
11
12
Elas, El proceso de civilizacin, pg. 443, Citado por Wacquant, Parias urbanos.
Gabriel Fajn: Exclusin Social y Autoorganizacin. Cooperativa de Recuperadores
de Residuos, IDELCOOP, 2000.
Ideologa y Aparatos ideolgicos de Estado (AEI), en Ideologa, Un mapa de la
cuestin, Slavoj Zizek comp., Ed. Fondo de Cultura, 2003.
Irving Goffman: Estigma, La identidad deteriorada, Amorrortu, Bs. As. 2001.
J. Borello, El reciclado de papel y carton en la Argentina, Coleccin de
investigacin, nro. 5, Instituto del Conurbano, Universidad Nacional de General
Sarmiento, 1997.
J.M.Aceredillo, Reciclado de residuos, dnde est el negocio?, Gerencia
Ambiental, nro.2.
Jahoda, M., Empleo y desempleo. Un anlisis socio-psicolgico, Ed.Morata, Madrid,
1987
Joseph Szarka, Networking and Small Firms, Internacional Small Business Journal,
vol.8, 1994.
13
14
hallazgos ms significativos estn asociados a cmo la cuestin autogestiva caracterstica de estas recuperaciones- asumi distintos modelos organizacionales y
a en qu medida sta se inscribe en una reconstitucin del tejido social a cargo de
sus propios participantes.
En cambio, el artculo siguiente -el escrito por Astor Massetti- muestra en qu
medida no cualquier tipo de organizacin de los sectores populares significa de por
s una mayor participacin social en igualdad de condiciones para todos los
integrantes de una agrupacin. En particular, este texto intenta desacralizar -a
contracorriente de gran parte de la literatura existente en la temtica- parte del
modo de construccin poltica de las agrupaciones de desocupados. Para ello, hace
referencia a aquella cualidad quiz ms comnmente reivindicada por muchos
analistas del fenmeno: su insercin y prctica territorial cotidiana.
Es sabido que los cambios en el empleo impactan tambin en el orden de la
personalidad donde los individuos crean esquemas de percepcin, valoracin y
produccin de sus propias prcticas sociales. Dentro de los matices en que
actualmente se manifiestan las distintas formas de empleo y trabajo estn quienes
se encuentran asistidos por el estado; a partir de esta categora -introducida en
el texto de Luis Miguel Donatello, Vernica Gimnez Beliveau y Damin Setton- se
pueden reconstruir un corpus de nuevas representaciones sociales respecto del
trabajo. Es tambin la condicin de asistido aquella que permite al sujeto
construir configuraciones distintas a las de la sociedad salarial sobre la pobreza, la
poltica, la religin e incluso el rol del propio Estado.
Este apartado cierra con el artculo del que comparto la autora con Javier
Parysow, y en el que se establecen algunas de las caractersticas de la
participacin de mujeres en los clubes del trueque. Entre otros aspectos, se
aborda el fenmeno del club del trueque como espacio de sociabilidad y prctica
de supervivencia desplegada por los sectores populares. En este artculo tambin se
destacan los rasgos de la relacin sostenida entre el trueque -como actividad
informal- y el resto de la economa formal o moderna, identificando tanto sus
tensiones como sus complementariedades.
Bibliografa
Castel, R (1997): Las metamorfosis de la cuestin social. Buenos Aires: Editorial
Paids.
Feldman, Silvio, y Murmis, Miguel (2002): Las ocupaciones informales y sus formas
de sociabilidad: apicultores, albailes y feriantes en Sociedad y Sociabilidad en la
Argentina de los 90. Buenos Aires: Editorial Biblos.
Moreno, J. (2003): Portes, Tokman o De Soto? Un anlisis cliomtrico del sector
informal urbano argentino. 1974-1997 (mimeo).
Tokman, V. (1999): La Informalidad en los aos noventa: situacin actual y
perspectivas en De igual a igual. El desafo del Estado ante los nuevos problemas
sociales. Buenos Aires: Editorial Fondo de Cultura Econmica.
En este tipo de planteo, otra lnea de debate ms general esta asociada al discutir a
si el dinero de curso legal dio lugar a las desigualdades sociales existentes. De ser as,
en esta visin se concluye que stas son imposibles de corregir dentro del actual
sistema econmico y monetario (Lietaer; 2001). Es decir, a diferencia del mercado
formal en el Trueque el crdito -segn sus propios principios- cumple un rol de
facilitador de las relaciones de intercambio y no tiene un sentido per se, ni una
dinmica por fuera de estas relaciones.
4. Planteo del problema y de los interrogantes que dan origen al estudio.
De un tiempo a esta parte, la desocupacin -como el indicador ms claro del malestar
observado en el mercado de trabajo argentino- ha afectado a grandes sectores
sociales. Esta aparece en el centro del proceso de la pobreza; de hecho, la tasa de
desempleo de los hogares pobres duplica y hasta triplica la de los hogares no pobres
en Latinoamrica. (Kliksberg; 1996)
En este marco, se observa al mimo tiempo que la feminizacin de la pobreza
es una tendencia creciente en la regin; aument la poblacin de mujeres que han
quedado solas al frente del hogar y deben simultneamente enfrentar la lucha por la
subsistencia y el cuidado de sus familias (Kliksberg; 1996). De un anlisis de lo
ocurrido recientemente en el Gran Buenos Aires puede sostenerse, en lneas
generales, que este aglomerado sigue las tendencias generales antes descriptas
(Cuadro N 1).
Cuadro N 1
Tasa de desocupacin femenina y Jefas de hogar en situacin de pobreza e indigencia
Gran Buenos Aires. Octubre 2000-2001
Octubre 2000
Mayo 2001
Octubre 2001
17.2
17.8
18.5
16.4
17.9
20.6
12.8
13.5
18.4
Fuente: Datos de pobreza e indigencia SIEMPRO-MDSyMA. Datos sobre desocupacin elaboracin propia
en base a datos de la EPH-INDEC.
palabras, cualquier afirmacin aqu realizada tiene cabida en la medida que atae
a las mujeres entrevistadas pertenecientes a los nodos de La Bernalesa.
6. Del planteo y debates generales a las caractersticas observadas en La
Bernalesa.
- El Trueque como un intento de contrarrestar el proceso de movilizacin social
descendente
De las entrevistas realizadas en los Clubes del Trueque surge una serie de opiniones y
percepciones que muestran ciertos efectos positivos del intercambio econmico y
social que se desarrolla en dichos Clubes, efectos positivos de refundacin y
reconstitucin de lazos sociales. La realidad descripta en el apartado acerca del
planteo del problema est marcada por un profundo proceso de desafiliacin social
que encuentra su punto de quiebre en la decisin de las mujeres pobres y
empobrecidas de salir de la pasividad y el aislamiento que conlleva el desempleo y el
subempleo.6 Una voluntad y decisin originalmente propia, en tanto se empieza a
participar de un espacio fundamentalmente auto-generado y autogestivo. Ya no
esperan que las posibilidades de encontrar un medio de vida o la ayuda venga de otro
lado, sino que buscan desarrollar la ayuda mutua con otros que consideran sus pares.
Durante el trabajo de campo se detectaron mltiples formas en que las mujeres
reconstruyen lazos sociales interactuando en los Clubes del Trueque, las que se
reproduce ms abajo. Sin embargo, resulta vlido remarcar que este proceso no es
unvoco y no todas las interacciones que se desarrollan en los Clubes del Trueque, en
general, y en los nodos de la Bernalesa I y la Bernalesa II, en particular, implican una
reconstitucin del lazo social entre los sectores pobres y empobrecidos. Se
desarrollan tambin algunas acciones que implican una profundizacin del proceso de
desafiliacin y desintegracin social caracterstico de la movilizacin social
descendente; proceso que, cabe aclarar, no est circunscripto nicamente a estos
sectores sociales.
Estas acciones, como el aumento desmesurado de precios o ciertas prcticas
deshonestas -como la estafa al consumidor que se plasma al ofrecer un producto que
no es tal-, se asemejan a las hoy predominantes en el afuera, es decir, en la
sociedad de mercado.7 De un modo simplificado, en el Trueque aparecen acciones
propias de una sociedad que sufre procesos de desafiliacin y desintegracin social..
Acciones cuyo rasgo es la falta de solidaridad y respeto hacia el otro, en donde el
otro aparece como un simple medio para alcanzar objetivos propios. Pero, como se
deca anteriormente, los procesos sociales y econmicos que se desarrollan en los
Clubes del Trueque no son unvocos y conllevan aspectos desintegradores y otros
reconstitutivos de tejidos sociales y econmicos.
- Profundizacin de la desafiliacin y desintegracin social.
En los siguientes fragmentos de entrevistas aparecen claramente estos aspectos
desintegradores, los que tienden a profundizar el trnsito de una sociedad o
comunidad ms cohesionada a una con mayor fragmentacin y dispersin de sus
miembros. En el primer fragmento, puede verse como el proceso inflacionario
6 En este caso la acepcin dada al concepto de desafiliacin social surge de los escritos de
Castel, Robert (1997).
7 En este articulo se utiliza indistintamente las expresiones mercado , mercado formal
y economa formal para referirse al conjunto de relaciones econmicas y sociales que
tienen lugar fuera del Trueque.
7
8 Putnam, Robert
Observatorio Social,
9 Putnam, Robert
Observatorio Social,
siempre hay como una distancia con el personal jerrquico, en cambio ac somos
todos iguales, tanto el que vende muchos crditos como los que venden pocos
crditos.
Si bien todos quienes llegan al Trueque lo hacen con diferentes historias y
pertenencias sociales este espacio propicia un ambiente igualitario. En un contexto
donde ms y ms gente, de cada vez ms altos estratos sociales comienza a ser y
sentirse afuera del sistema econmico, el Trueque ofrece la oportunidad de
pertenecer a un espacio de iguales, en donde el nico requisito formal de
pertenencia es la voluntad de ofrecer lo producido por uno mismo.
- Intercambios sociales
Otro aspecto igualmente importante, es el hecho de que muchas de las mujeres
entrevistadas consideran y utilizan al Club del Trueque como un mbito de
intercambio social. Hasta cierto punto, el Club del Trueque cumple la funcin de Club
social, un espacio que tambin es de distraccin y esparcimiento. Esto ltimo
constituye un carcter positivo del Trueque en tanto logra combinar con alta armona
el aspecto de encuentro social y el aspecto de intercambio econmico. De este modo,
le da impulso a la acumulacin y desarrollo del capital social. En este caso, el capital
social se asocia a la capacidad de vincularse a otros y de aprehender habilidades
socialmente reconocidas que son tiles para ser aceptado en grupos y sectores
sociales tanto como para desenvolverse eficientemente en el trabajo.
Yo en el Trueque me hice amigos cuando fui a hacer el curso y despus vecinos de
venta. Empezamos a charlar, congeniamos. Y me hice amigos...yo conozco un montn
de gente, es gente macanudsima. Esto es un ir y venir de amor Estos
intercambios sociales y, las consecuentes sinergias generadas, no se han plasmado
an en impulsos concretos para asociarse en actividades comerciales o productivas.
Los pocos que se asociaron en algn tipo de emprendimiento conjunto no se
diferencian del resto; quizs esto se deba a que todava estas experiencias tienen un
lugar lateral en Trueque (de la totalidad de las entrevistas realizadas slo una mujer
trabaja junto a su socia).
- Un antdoto contra el aislamiento y la depresin
Finalmente, es de suma relevancia el aspecto emocional, sobre todo en lo relativo a
como enfrentar ciertos tipo de depresin, que le otorgan las mujeres a los
intercambios que se desarrollan en el Club del Trueque. La mujeres entrevistadas
observan en l la posibilidad de evitar el aislamiento que conlleva toda falta de
trabajo.
En las sociedades modernas, los espacios como fbricas y empresas tuvieron (y an
tienen en muchos casos) una fundamental importancia para la socializacin de los
trabajadores. Esto permiti incorporacin de roles y normas a partir de los que los
individuos se integran a un orden social determinado. El actual contexto de fuerte
desocupacin y subocupacin cuestiona este modelo socializador, y en ltima
instancia cuestiona el andamiaje social que ha posibilitado la constitucin del orden
social moderno. Lejos de haberse cumplido el augurio de ciertas corrientes del
pensamiento socialista sobre el fin de la relacin de explotacin capitalista y la
liberacin de los trabajadores de esa relacin, el proceso de desafiliacin social y
econmica que se est viviendo conlleva la liberacin de los trabajadores pero una
liberacin para no ligarse ms a nada. La liberacin que implica el desempleo y ese
estar afuera tiene otro carcter, su rasgo distintivo es que se interrumpe todo
11
12
citando a una de estas mujeres cuando dice que Yo siempre cocine. Antes de
casarme trabaje en un restaurante y despus de casada segu haciendo comida en
casa. En casa sobre todo haca repostera, tortas para cumpleaos o casamientos.
Es de resaltar que ante la perdida de oportunidades de venta en el mercado formal
el Trueque le brinda a estas mujeres la posibilidad de continuar con su actividad
econmica. Lo significativo, en muchos casos, es la superposicin territorial del
mercado formal y el Trueque. En otras palabras, esto se observa cuando las
mujeres pobres no pueden, en reiteradas ocasiones, vender lo que hacen en sus
barrios, pero si lo pueden trocar en los nodos que estn en sus barrios. Esto se
evidencia en comentarios como el siguiente: Yo hago las chalinas y los puloveres
de lana para bebes los hace mi suegra. Los vendemos por dinero tambin en el
kiosco de mi suegro. Esta semana en el kiosco no vend nada ... La verdad es que
vendo muy bien ac Este aspecto da cuenta de cmo el Trueque se torna una
solucin innovadora a situaciones ciertamente complejas.
- Adaptabilidad de los participantes y del Trueque a los cambios.
En la actualidad, gran parte de los debates alrededor del Trueque estn enfocados
en su rol como amortiguador en la cada de los nuevos pobres; pero sta discusin
resulta, al menos, incompleta sino se considera tambin el rol que el Trueque tiene
para los sectores tradicionalmente ms pobres.
Este rol no slo es susceptible de ser estudiado desde una perspectiva social (como se
hizo en el apartado el Trueque como un intento de contrarrestar ) sino tambin
desde una ptica en la que se privilegie lo econmico. En este orden de cosas, es de
resaltar la capacidad del Trueque de adaptarse rpidamente a
situaciones
cambiantes, tanto en lo respectivo a sus propios participantes como a ese afuera
con el que interacta a diario a travs de la entrada de insumos y salida de
productos.
Esto se puede observar, en el caso de las mujeres pobres, cuando estas no pudieron
continuar produciendo alimentos debido a la suba del costo de ciertos insumos principalmente: harina, aceite y azcar-, lo que precipit un desabastecimiento de
los mismos en varios nodos del Trueque. 11 Esta situacin en la economa formal
hubiera supuesto el retiro de estas mujeres de todo actividad para recluirse en el
hogar, en su reconversin laboral, (lo que para estos sectores no siempre resulta
sencillo), o bien en la bsqueda de algn tipo de asistencia social por parte del
Estado. En el caso del Trueque, para estas mujeres, abandonar la produccin de
alimentos no signific necesariamente abandonar su participacin econmica en el
Trueque; es ms, casi la totalidad de stas se dedicaron a desarrollar actividades
comerciales.
En los ltimos meses, este aspecto -debido al empeoramiento de la actual crisis
econmica- todava result ser ms claro.12 Esto se manifiesta, por ejemplo, cuando
una entrevistada manifest: Yo antes amasaba pre pizzas con otra chica ms.
ramos dos. Y qu pas? No anduvo el rubro?(Se le pregunt) No, para nada. Hasta
hoy me siguen preguntando si voy a volver a hacer pre pizzas. Lo que pas es que se
nos complic con lo de la harina. El esposo de mi compaera trabajaba en una
panadera y consegua que le vendieran a un buen precio. Pero despus a l lo
11 Este proceso tuvo lugar luego de la reciente devaluacin del peso.
12 Cabe consignar que el trabajo de campo fue realizado durante los meses de Abril-Junio
de 2002.
14
y los puloveres de lana para bebes los hace mi suegra. Los vendemos por dinero
tambin en el kiosco de mi suegro. Otro caso fue la mujer que nos dijo: Aqu
vendo pastaflora. Sigo vendiendo en mi casa y en una pequea panadera pero ac
hay mucha ms venta.
Esta ltima estrategia, el intento de vender dentro y fuera del Trueque pese a las
actuales condiciones adversas de la economa formal, se inscribe en la necesidad
de afrontar el pago de los servicios pblicos -luz, gas, agua, etc.- que no pueden
ser afrontados con los crditos.
Entre estas capacidades tambin deben contarse las buenas prcticas comerciales. El
buen clima y respeto mutuo que se puede observar en el Trueque se basa en los
principios que ordenan esta actividad -sus valores- tanto como en el ejercicio
concreto de buenas prcticas comerciales por parte de los prosumidores. Prcticas
que se diferencian claramente de las actualmente ejercidas en el economa formal sobre todo en un contexto de profunda recesin- en donde tienden a enfatizarse las
prcticas que buscan la sobrevivencia a costa del otro.
A continuacin se citan algunos fragmentos de entrevistas donde se expresa lo recin
analizado: Ac aprend a Trocar, pods comprarte cosas, vasos, almohadones y si
tengo que ir con la plata no puedo (...) Aparte a nadie le da vergenza, nadie te
trata mal, hay un buen ambiente. Por ejemplo si a vos no te gusta algo, vas y te
devuelven los crditos. En un negocio te dan de vuelta, te hacen un vale. Yo
empec a venir en Diciembre, pero te digo que estoy feliz de estar ac... ac te
saludas con todas, ac no se pelean, la gente si tiene que hacer cola para comprar
algo la hacen sin problema. Te desenchufas. En este sentido los testimonios son
muchos, pero quizs si valga, agregar uno ms: Yo esto lo vendo en mi casa a 10
pesos y yo ac los tengo solamente a 20 crditos. A mi me dicen que mltiple por 3 o
4 pero no me animo, no me puedo hacer la viva. Al menos cuando tome las charlas
me dijeron que esto tiene que ver con la solidaridad. Y bueno, yo apunto siempre a
eso
Este fenmeno es de suma importancia, ya que de consolidarse, puede constituir una
interesante base de principios sobre buenas prcticas comerciales que podran
afectar el afuera del Trueque en tiempos normales. En todo caso, son un excelente
antecedente o pilar sobre el que construir parte del capital social necesario para el
desarrollo de cualquier tipo de actividad econmica.
- Autosuficiencia y perspectivas de crecimiento
En el caso del Trueque, y siempre segn las entrevistas realizadas y lo observado
en las visitas, gran parte de la continuidad de cualquier actividad econmica esta
asociada a la posibilidad de superar esa dificultad que suele ser la provisin de
insumos, principalmente materias primas de escaso valor agregado. En efecto, la
posibilidad de diversificar la elaboracin de productos, y hacerlo manteniendo
cierta calidad y escala aceptable, depende en gran parte de ampliar el universo de
proveedores del sistema del Trueque. Esto se torna en un verdadero cuello de
botella para la elaboracin de productos con estndares similares a los de la
economa formal, y a la vez, para darle cierta continuidad y escala a este tipo de
producciones.
Hasta ahora esta situacin se afront con suertes dispares. Estn quienes
comenzaron a reponer internamente sus insumos o, al menos, parte de stos. Esto
se evidencia en el caso de una entrevistada que nos coment Yo te digo que hasta
16
este momento para hacer mis cosas tengo que ir a La Plata para comprar las flores.
De esto (muestra una especie de base o florero en que van las flores) yo tena una
muestra y le ped a un joven de por all, que es artesano que me los corte, que me
los traiga. Ms o menos para poder tirar. Esto (muestra otro recipiente) tambin me
lo hizo otro artesano. En este subgrupo, hay quienes incipientemente comenzaron a
llevar a cabo un encadenamiento hacia delante y hacia atrs. Por esto se entiende,
por ejemplo, en un actividad de elaboracin de arreglos florales como la descripta se
est cultivando las propias flores y se est por incorporar un punto de venta (externo
al Trueque) en una zona que permita comercializar su produccin.
Tambin estn quienes sortearon exitosamente la reposicin de sus insumos. Este es
el caso de una de las mujeres empobrecidas quien dijo Yo no podra venir ms
porque ya no puedo comprar afuera. Ac consigo el hilo, consigo la fibra, los pedazos
de tela, todo ....piezas para unir. En general esto no depende de una estrategia
asumida por los propios prosumidores sino que depende del tipo de bien en
cuestin.
Existe tambin un mix de alternativas. Estn quienes adquieren productos en el
Trueque y, al mismo tiempo, reciclan parte de lo que otras personas han dejado de
usar. Si hago pulseritas y cosas as se consiguen ac hay gente que trae cosas de
mercera y eso, ya otras cosas no. Pero yo reciclo mucho las cosas que necesito, soy
de rejuntar mucho. Esto que ves ac (el corcho de un anotador) lo encontr en un
volquete as que me la paso juntando cosas. En menor medida estn aquellos que
destinan parte de la produccin para la venta fuera del Trueque para de este modo
volver a comprar insumos. Una parte de lo que hacemos lo vendemos por dinero en
nuestra casa para despus poder comprar madera. Se lo vendemos a la gente
conocida
8. A modo de conclusin
Puede sostenerse, a modo de idea-fuerza, que el Trueque funciona a modo de una
economa entre parntesis, en el decir de sus participantes como un mientras tanto.
En el sentido en que se instala en una trayectoria de insercin econmica y laboral de
sus participantes permitindoles no quedar desocupados al mismo tiempo que les
brinda la oportunidad adquirir servicios y/o bienes e incrementar saberes y
resignificar competencias. Esto ocurre, claro est, a la espera del final de la actual
recesin econmica. Es decir, al cierre de ese parntesis que se inicio con la perdida
del empleo. De la pertenencia a cada uno de los grupos de mujeres depender la
forma en que sea resuelto ese cierre de parntesis, es decir, en el caso de las
mujeres empobrecidas quizs signifique una nueva participacin en la economa
formal; para las mujeres pobres quizs esto tome otro un tiempo y, ese cierre, se
demore an un poco ms.
En todo caso, queda claro la profunda utilidad social y econmica del Club del
Trueque no slo como mbito donde las mujeres pobres y empobrecidas pueden
acceder a bienes y servicios sino tambin como el lugar en el que pueden ejercitar la
solidaridad y la ayuda mutua. Es a la vez una plataforma formativa y de actualizacin
de conocimientos previos que ser de utilidad para el desarrollo de nuevas pequeas
empresas al momento de la recuperacin econmica.
Hasta cierto punto, ambas hiptesis planteadas al comienzo del trabajo han sido
corroboradas. Por un lado, en cuanto al postulado de la primer hiptesis, es
indudable que los Clubes del Trueque quiebran un prolongado proceso de
17
desafiliacin social y laboral de las mujeres pobres y empobrecidas. Estos dos grupos
pueden acceder a bienes de consumo bsico que de otro modo no podran acceder,
as como tambin dedicarse a cuestiones de gestin comercial y en algunos casos de
produccin. Al mismo tiempo, encuentran en el Trueque la posibilidad de vincularse
con otras personas pobres y empobrecidas en un plano de relativa igualdad. Ambos
logros, en el plano econmico y social les permiten detener su constante movilidad
descendente y comenzar a vislumbrar lentamente pero sobre slidas condiciones
propias la posibilidad de la recuperacin. Es claro que el Trueque no brinda ni
impulsa las condiciones macroeconmicas necesarias para la recuperacin econmica,
pero si colabora en construir las condiciones microeconmicas bsicas para apoyar
dicha recuperacin sobre un terreno slido y frtil: el desarrollo del capital social y
las habilidades de gestin econmica y produccin por parte de los sectores pobres y
empobrecidos de la poblacin.
Por otro lado, en cuanto al postulado de la segunda hiptesis, tambin se encontr
muchos casos en donde las estrategias desarrolladas de las mujeres pobres y
empobrecidas implican estrategias de carcter defensivo que recluye a las mujeres
sobreviviendo en un contexto de pobreza. Si bien pueden detener los procesos de
desafiliacin social y laboral en los cuales estaban imbuidos y acceder a medios de
sobrevivencia, y en algunos casos, de mejora de sus consumos de bienes y servicios,
no logran claramente salir del contexto de pobreza en el cual se hallan imbuidas. La
fragilidad del Club del Trueque como mercado es extrema, se ha visto la facilidad con
que se dan aspectos nocivos del mercado formal o afuera como la inflacin
pronunciada y la competencia desleal. Al mismo tiempo la capacidad de ahorro e
inversin es mnima, en tanto uno de los principios bsicos del Trueque es que los
crditos no se pueden ni deben acumular. Junto a esta limitacin interna se encontr
otra limitacin fundamental de carcter externo, como es el caso de los cuellos de
botella para conseguir ciertos insumos y colocar ciertos productos en la economa
formal. Si bien ha habido ciertos intentos para expandir las cadenas de valor hasta las
materias primas estas experiencias son puntuales y relativamente aisladas.
Estas limitaciones (de ahorro e inversin, y de cuellos de botella en la cadena de
valor) nos llevan a afirmar que difcilmente las mujeres pobres y empobrecidas
puedan salir del contexto de pobreza del cual generaciones de su propia familia
vienen sufriendo o al cual fueron empujadas por el crecimiento de la desocupacin en
los aos noventas y la recesin de fines de la dcada del noventa y principios del dos
mil.
En fin, se observ la complejidad de este fenmeno y de la participacin en l de las
mujeres pobres y empobrecidas. Estas complejidades y mltiples sentidos del
fenmeno no deben ocultar la relevancia del Club del Trueque como fenmeno social
y econmico autogenerado y autogestivo por las propias fuerzas de la sociedad civil.
Con sus limitaciones y problemas abre un camino de esperanza para que la
recuperacin del desarrollo econmico y social sobre bases slidas y amplias. Es
decir, con la activa participacin de amplios sectores sociales y grupos vulnerables,
como son las mujeres pobres y empobrecidas del Gran Buenos Aires.
Postscriptum.
Desde mayo de 2002 -momento en que se escribi el articulo- hasta la actualidad
febrero de 2004- se dieron una importante cantidad de cambios en la realidad
argentina.
18
Hacia el final del ao 2001 y comienzo del 2002 los programas de empleo
transitorio estuvieron muy cerca su piso histrico en cuanto a la cantidad de
prestaciones otorgadas (100.908 en enero-2002). Este hecho empez a revertirse
hacia mediados de abril con la puesta en marcha del Programa Jefes de Hogar (en
adelante PJH); este lleg a brindar 1.856.129 de prestaciones en agosto de ese
mismo ao mantenindose en valores cercanos a ese hasta la actualidad. Este
inusitado crecimiento en la cobertura de personas supuso que ingresen al PJH un
conjunto importantsimo de personas que nunca antes haban recibido este tipo de
beneficios. En la actualidad cerca del 66% del total de sus participantes son
mujeres.
Grfico N 1: Evolucin de la cantidad de prestaciones otorgadas a travs de Programa de Empleo
Transitorio. Enero 2002 - Septiembre 2003. Total Pas.
Fuente: Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social. Direccin General de Estudios y Formulacin de
Polticas de Empleo.
2500000
2000000
1500000
1000000
500000
0
Ene02
Feb02
Mar02
Abr02
May02
Jun02
Jul02
Ago02
Sep02
Oct02
Nov02
Dic02
Ene03
Feb03
Mar03
Abr03
May03
Jun03
Jul03
Ago03
Sep03
23
1. Introduccin
En Argentina, al igual que en otras partes del mundo, en el transcurso de los
aos se constata que para un nmero creciente de trabajadores, la relacin
de empleo deja de ser el zcalo estable a partir del cual puede construirse un
proyecto de vida presente y futuro, en lo referente a carrera laboral, vida
familiar y socio- comunitaria. Tornndose aleatoria la posibilidad de contar
con un vnculo con el trabajo y de construir/estar inmerso en un marco de
relaciones sociales, que son los pilares bsicos de la integracin a la sociedad.
As, el desmoronamiento de la sociedad salarial, que se caracteriza por la
aparicin de nuevas amenazas desocupacin y precarizacin laboral- que
manifiestan la profunda desestabilizacin de las regulaciones propias de dicha
sociedad, no es un fenmeno peculiar de nuestro pas, tal como lo plantea
Robert Castel (1998).
Igualmente, ms all de este escenario global, la aguda crisis que atraviesa el
pas se tradujo en el hecho que el desempleo, la precarizacin de las
relaciones laborales (proliferacin de contratos atpicos, de duracin
determinada, a tiempo parcial, etc.) y la situacin de la pobreza se
instalaran como algo abarcativo y duradero en amplias capas de la poblacin,
apareciendo la vulnerabilidad o exclusin social3 como una problemtica
crucial en nuestra sociedad.
En esta contextualizacin, interesa sobre manera, las formas en que los
grupos sociales ms afectados por esta crisis de inclusin social, comienzan a
desarrollar una serie de prcticas asociativas y autogestivas para conseguir
ingresos para sus hogares, para generar relaciones productivas innovadoras y,
sobre todo, para lograr un espacio de reconocimiento en la sociedad. Una de
1 Laura Saavedra. Sociloga, UBA. Candidata a Master en Gestin y Evaluacin de Polticas Pblicas
(FLACSO). Miembro de investigacin en FLACSO y Grupo Demos. Prof. Adjunta, U. del Salvador y U.
Nacional de San Martn.
2 Cita extrada de Marshall Berman (2003). Aventuras Marxistas. Siglo Veintiuno de Argentina Editores.
Buenos Aires, Argentina.
3 Remitindonos al tradicional concepto de Robert Castel (1997) que plantea la vulnerabilidad en tanto
un vnculo dbil con el trabajo, los derechos y protecciones que este brinda y los lazos sociales
construidos en gran medida a partir de y en el entorno laboral. Siendo la exclusin social aquel lmite
indeseable en donde el individuo se encuentra al margen del trabajo y de los vnculos sociales.
estas prcticas son las fbricas recuperadas por los trabajadores que se
instalan con fuerza en el pas en los ltimos aos (2001 2003) cuando se
profundiza la crisis iniciada a partir de 1998, continuando la expansin y
fortalecimiento de este sector en la actualidad
De este modo, en el actual contexto de retraccin del trabajo asalariado
como modo de integracin social, las empresas recuperadas se presentan
como una de las tantas formas en que los actores sociales han tomado la
iniciativa de ser protagonistas de su propio proceso de desarrollo econmico y
social, generando, de esta manera,
formas atpicas de empleo y de
generacin de ingresos.
Las prcticas desarrolladas por estos trabajadores no son homogneas dando
ello como resultado diferentes formas de puesta en marcha y gestin de las
fbricas recuperadas. Si bien conviven en ellas saberes heterogneos y
prcticas bien diferenciadas, pueden observarse una serie de elementos
comunes que las caracterizan.
Este trabajo analiza la experiencia de las fbricas recuperadas que existen
hoy en la Argentina. En principio, se presenta un cuadro general de las
mismas a partir su instalacin explosiva con la crisis desatada en los
primeros aos del nuevo siglo, destacndose la recuperacin de fuentes de
trabajo y de ingreso de este grupo de trabajadores ex asalariados. Luego, se
describe la reconstruccin de los lazos de cohesin social en base a nuevas
experiencias personales y sociales centradas en la cooperacin y la
reciprocidad. Esta caracterstica se refleja tambin en el modelo de
organizacin laboral autogestivo que se presenta posteriormente. En este
punto se analiza adems los movimientos y federaciones, con sus trayectorias
poltico sindicales, que manifiestan distintas modalidades de gestin de este
sector fabril. Finalmente, se plantean algunas reflexiones para una poltica
pblica que permita acompaar esta experiencia de la mejor manera posible
sin coartar el desenvolvimiento autogestivo de la misma.
2. Abordaje metodolgico
Este trabajo tiene por base una investigacin emprica de carcter
exploratoria y descriptiva sobre las fbricas recuperadas. Con el mismo se
busca responder algunas preguntas cruciales que giran en torno a este sector,
como ser: Cules son las distintas estrategias que ponen en juego los
trabajadores de estas empresas a la hora de gestionarlas? Cules son los
elementos positivos y los puntos de tensin de esta nueva forma de
organizacin econmica y social? Cmo acompaar y fortalecer esta nueva
forma de organizacin econmica y social que han surgido como respuesta a la
crisis prolongada? Qu funcin debera asumir el Estado en relacin a las
principales problemticas que presentan las fbricas recuperadas?
Para responder a estos interrogantes se realizaron una serie de entrevistas
semiestructuradas (10) en la Provincia de Bs. As y Ciudad de Bs.As., que
fueron desarrolladas en los propios lugares de trabajo irrumpiendo el que
hacer cotidiano de los trabajadores para lograr un dilogo fluido que apunte a
exponerlos a una automirada entorno a la vida laboral. Tambin se realizaron
entrevistas a los referentes de los movimientos/ federaciones bajo los cuales
se enmarcan las fbricas recuperadas y se realizaron 8 entrevistas abiertas a
2
Para una mayor especificacin acerca de los criterios de seleccin de los casos remitirse a Caputo, S y
Saavedra, L (2003): La Experiencia de las Fbricas Recuperadas, Documento de trabajo. Seminario
Taller La Economa Social en Argentina. Nuevas Experiencias y Estrategias de Institucionalizacin.
UNSAM /JGM. 21 de Abril. Buenos Aires.
5
Como experiencia similar en la Argentina se puede mencionar el control de los ritmos de produccin
por parte de los trabajadores en la empresa General Motors y en la petroqumica PASA en la dcada del
70 (Palomino, Pastrana, Agostino; 2002). As tambin, desde los primeros aos de la dcada del 90,
mediante el acompaamiento gubernamental, en el pas trabajadores ex -asalariados formales
constituyeron emprendimientos de manera autogestiva, en su mayora bajo la forma de cooperativas, en
el marco del Programa Sistema de Capitalizacin del Seguro de Desempleo o Pago nico del Ministerio
de Trabajo y Seguridad Social de la Nacin (Salvia, Chvez Molina y Saavedra; 2002).
una cooperativa cerca ac que era Corof, bueno, la haban armado tambin
ac en la Municipalidad. La idea era formar una cooperativa. (Carlos)
De este modo, esta nueva modalidad organizativa solidaria lleva a pensar que,
en un momento de ruptura de la sociedad salarial y, por ende, de los lazos
socio-comunitarios que se conformaban en torno a ella, el proceso
autogestivo-colectivo de recuperacin de fbricas, con todo lo que ello
implica, podra ser una de las vas que tiendan a favorecer el florecimiento de
nuevas sociabilidades a travs de las cuales los nuevos lazos de cohesin
social se creen ms all del salariado.
De hecho, por qu no pensar, con mayor atencin y tratamiento analtico del
que ha tenido hasta el momento, en la factibilidad de una sociedad de
tiempo elegido y de multiactividad, o sea, una sociedad que desplace la
produccin del lazo social hacia las relaciones de cooperacin, reguladas por
la reciprocidad y la mutualidad, no ya por el mercado y el dinero al decir de
Gorz (2003).
5. Modelos organizacionales: encuentros y desencuentros.
No resulta un proceso fcil para los trabajadores que recuperan las empresas
la configuracin societal de las mismas, dada la tensin legal a la que se
enfrentan. Sin embargo, han encontrado una va de solucin al respecto ya
que la mayora de estas empresas
se constituyen legalmente como una
cooperativa de trabajo, figura que se encuentra prevista por la ley de
quiebras.
En este sentido, cabe mencionar que si bien el cooperativismo tiene una
larga tradicin en nuestro pas, las "nuevas cooperativas", surgidas al amparo
de la ley de quiebras, no siempre comparten la filosofa propia del
cooperativismo tradicional, ms bien estn buscando nuevas formas de
cooperacin, gestin y organizacin que sea ms propia a su condicin de
trabajadores y se diferencia ms de la empresa tradicional.
As, en gran medida, reivindican una relacin laboral comparativamente ms
democrtica, que se expresa en la igualdad de las remuneraciones y en la
ausencia de jerarquas administrativas y manuales en el marco del proceso de
divisin del trabajo presente en la fbrica. Adems, las empresas recuperadas
tienen, en su mayora, cierta resistencia al gerenciamiento empresarial
tradicional aunque s buscan el apoyo de un cuerpo de profesionales que las
asesore en tareas particulares7.
Estas caractersticas que presentan las fbricas autogestionadas por los
trabajadores ponen de manifiesto las nuevas relaciones sociales y personales
que se entablan mediante esta forma de organizacin econmica y social.
De hecho, como la propia palabra autogestin lo indica8, en estas fbricas se
toman las decisiones entre todos sus integrantes, especficamente
consensuando entre una gran mayora de los trabajadores.
7
Para una mayor especificacin acerca de las diferencias que presentan las empresas recuperadas por
los trabajadores con la filosofa propia del cooperativismo tradicional, ver Caputo y Saavedra (2002).
8 En sentido amplio debe entenderse un sistema de organizacin de las actividades sociales que se
desarrollan mediante la cooperacin de muchas personas (actividades productivas, de servicios,
administrativas), para lo cual todos aquellos comprometidos en ellas toman directamente las decisiones
relativas a su conduccin, con base en las atribuciones del poder de decisin dadas a la colectividad y
que define cada estructura especfica de actividades (empresa, escuela, barrio, etc) (Bobbio, N.,
Mateucci, N y Pasquino, G; 1988).
en el siguiente
Empresas agrupadas
en la FENCOOTER
Empresas con
control obrero
Legal
Se enmarcan en una
ley de expropiacin
temporaria.
Persiguen
la
adquisicin de la
empresa sin hacerse
cargo de la deuda
empresaria
origen.
Para lo cual,
la
modificacin de la
ley de quiebras es
una
consigna
significativa.
Plantean
estatizacin bajo el
control
de
los
trabajadores.
No
estn dispuestos a
que
los
obreros
paguen por ningn
valor de la empresa
Capital de trabajo
Demandan crditos/
subsidios para capital
de trabajo. Algunas
empresas han tenido
una
respuesta
positiva al respecto.
Demandan crditos/
subsidios
para
capital de trabajo.
Algunas
empresas
han
tenido
una
respuesta positiva al
respecto.
Demandan
la
estatizacin
bajo
control obrero. Esta
consigna, supone que
el Estado regulara
los puntos de tensin
inherentes a estas
empresas.
Dimensiones
FECOOTRA
Impositiva
No
monotributo.
Seguridad social
A nivel sanitario,
cuentan
con
la
asistencia de mdicos
independientes por el
momento. Adems,
algunas
empresas
cuentan,
mediante
convenio, con una
clnica
recuperada
para el acceso a
servicios bsicos.
Distribucin
econmica
Retiros porcentuales
diferenciados
en
Retiros porcentuales funcin
de
las Retiros porcentuales
iguales entre todos actividades y horas iguales entre todos
los trabajadores
trabajadas, aunque los trabajadores
las diferencias son
pequeas.
Gerenciamiento
No
aceptan
gerenciamiento,
si
asesoramiento
profesional
Cuentan
con
herramientas bsicas
de gerenciamiento,
dado que contratan
profesionales, como
por
ejemplo
Sus
demandas
remiten
a
un
planteo muy general.
Se presupone que el
Estado regulara los
puntos de tensin
inherentes a estas
empresas
No
aceptan
gerenciamiento,
si
asesoramiento
profesional.
contadores,
cuentan
con
mnimo
empleados
administrativos
algunos casos.
y
un
de
en
10
11
Bibliografa
Bobbio, N., Mateucci, N y Pasquino, G. (1988). Diccionario de Poltica. Siglo
XXI. Mxico.
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12
13
FCS. UBA/CONICET/EHESS.
FCS.UBA/CONICET.
3 FCS.UBA
4 Los fundamentos terico-metodolgicos de los que partimos, pueden consultarse en Bertaux (1988) y en Forni
(1992).
2
proyectos (conseguir tela para hacer paales, hacer sbanas para los hospitales)
que no han podido concretarse por falta de recursos materiales. De todas maneras,
seala algunas ventajas del trabajo: la buena relacin con los compaeros y el
hecho de no tratarse de un trabajo tan esclavizado.
En un da tpico, Marta se levanta a las seis y media de la maana. Camina hasta su
trabajo en el PEL unas 27 cuadras. Entra a trabajar a las ocho, y a las once y media
de la maana ya est de vuelta. Sus seis chicos van al comedor, y luego se
organizan ellos solos para ir a la escuela a la tarde.
El trabajo no tiene reglas fijas (las horas de asistencia son variables, la
concurrencia efectiva no es vinculante), no existen signos de pertenencia
relacionados con el trabajo: ni uniforme identificador, ni lugar de reunin fijo y
diferenciado, ni herramientas, ni instrumentos de seguridad; como si un trabajo
despojado de ritualidades (aunque sean mnimas) no fuese cabalmente un
trabajo. El plan social se constituye en un definidor de identidades negativas,
porque es la mirada de los otros (generalmente hecha propia) la que dice que no
es un trabajo, o que ese trabajo no sirve, no se ve. Miradas que marcan y
estigmatizan a los poseedores de los planes sociales. El acceso al trabajo es por las
redes informales, de punteros: Nos pedan ir a las marchas. Y bueno anotarse a
las marchas, para ir a las marchas ibas y despus te sala ms rpido.
Mnica se siente estigmatizada por poseer el PEL: Si, la gente no lo valora.
Porque o sea lo que la gente comenta ustedes cobran y no hacen nada, pero
cuando uno est adentro ah si te das cuenta, lo que haces y lo que valoras o no.
A Mnica, sin embargo, le brinda una sensacin de dignidad: Bueno a m me gusta.
A m me gusta porque no me gusta tampoco que me regalen las cosas. Despus de
todo, el PEL es considerado por ella como una salida. Un segundo elemento que le
brinda esperanza a Mnica es la posibilidad de estudiar, por que pienso que si uno
no estudia no llega a nada tampoco, y a m me gustara saber mas cosas,...
relacionarse con otra clase de gente y no quedarse estancado uno en la vida.
El trabajo en el plan es as percibido bajo el signo de una contradiccin esencial,
de un contrasentido que impide que las tareas se conviertan en un organizador
cabal de la vida de los beneficiados. El hecho de que les paguen genera en las
entrevistadas un sentido de deber, que las lleva a cumplir el horario estipulado, al
mismo tiempo, lo exiguo de la paga, y las malas condiciones del trabajo no
permiten crear reglas legitimadas que estructuren la vida de los sujetos.
El trabajo de Valeria en el plan comienza a las ocho y media, y termina a las
once de la maana. Luego, vuelve a lo de su madre, toma unos mates y va a buscar
a sus hijas a la escuela. Almuerza con ella (la exigua paga que recibe no le permite
alimentar dos veces por da a su familia), y vuelve a su casa a arreglarla un poco.
Con dolor de cabeza, eso s: no sabe qu va a comer al da siguiente, lo que le
provoca este pertinaz dolor que la acompaa siempre. Valeria es coordinadora de
su cuadrilla. Su trabajo no es demasiado definido, solo saben que tienen que ir, y
hacer algo. Ahora cortan el pasto y limpian, les toc una plaza que dejaron ms
limpia, y que tienen que mantener.
Valeria tiene una relacin ambigua con su trabajo: por un lado siente que tens
que ir a trabajar por monedas todos los das, si se falta 5 das suspenden el
contrato, y justifica que frente a lo que es sentido como condiciones adversas, la
gente que est con ella no tenga ganas de ir a trabajar. Por otro lado, piensa que
no trabajar es faltar el respeto, y que aunque sea poco lo que cobran nos lo
estn pagando igual, por lo que siente que algo tienen que cumplir. Ella, en tanto
que coordinadora, representa las normas, pero las condiciones mismas del trabajo,
poco ritualizado, con escassimos signos de pertenencia, sin funciones fijas, hacen
que no pueda hacer cumplir las reglas, ni siquiera ella misma.
Ms que funcionar como un estructurador efectivo de la vida de los que trabajan,
aparece un anhelo, un deseo de que el Plan estructure la vida. Los entrevistados
quisieran que el Plan se convirtiera en el eje de sus vidas, mediante la asignacin
de una tarea ms digna y menos sucia (muchas mujeres, sin guantes ni uniformes,
limpian zanjas con agua estancada), pero las condiciones de trabajo atentan en
permanencia contra este anhelo: no hay herramientas, no hay lugares, NO HAY. Por
eso, las entrevistadas no creen que los Planes puedan cambiar en beneficio suyo
(dejar de trabajar en la zanjas para pasar a un taller de corte y confeccin). En
este sentido, el trabajo aparece como un estructurador dbil.
La falta de trabajo aparece como el desencadenante de una serie de procesos que
acentan la espiral de la decadencia respecto de sus ideales anteriores, marco en
el cual las entrevistadas se explican sus vidas. La situacin de desocupacin,
adems de impedir la reproduccin de las condiciones de vida ms bsicas,
pensadas antes como normales, y de desorganizar la vida cotidiana de las
personas y los roles familiares, funciona como una barrera para el acceso a
beneficios asociados con el ascenso social: la salud, la educacin y la vivienda. Los
preceptores de planes sociales se han visto obligados a renunciar al acceso a una
vivienda legalmente reconocida como propia, al acceso a centros de salud cercanos
que cubran sus necesidades, a la idea de garantizar la continuidad de la educacin
de sus hijos, a los sueos personales de perfeccionamiento a travs de la
capacitacin o la educacin superior.
Valeria vive en el barrio de La Matera, con sus tres hijas de 4, 7 y 11 aos. El
terreno sobre el que construy su casilla fue ocupado hace algunos aos, durante
una toma de la que particip todo el barrio. Tener un terreno propio era uno se
sus ms antiguos sueos: el otro era estudiar odontologa, pero ese no pudo
concretarlo. Ella viva en una casa de material, con su marido, en el fondo del
terreno de una ta de l. Pero para Valeria, por ms bonita que fuera esa casa, el
terreno no era de ellos, ni nunca lo sera. Cuando se enter que sus hermanas y
hermanos participaban en una toma, venciendo sus resistencias frente a lo ilegal de
la movida, se decidi a asentarse en unos terrenos pertenecientes a la
municipalidad, linderos con un arroyo sucio que inunda el barrio varias veces por
ao. La ltima vez el agua alta inund su casa: se vieron obligadas a ir a lo de la
madre de Valeria, y dejar todas sus cosas. El regreso es duro: hay que limpiar, y
luego del agua queda el barro, y eso, dice ella, es todos los das. Valeria est
cansada, tan cansada que a veces lo nico que quiere hacer es dormir, ni siquiera
mirar televisin, o escuchar la radio. Aunque ahora el terreno sea propio, la
permanente amenaza del agua provoca el deterioro de muebles y artefactos, y de
todo lo que tiene en la vivienda, bienes que Valeria no tiene posibilidades de
reponer. La salud es otro de los aspectos problemticos, especialmente luego de la
separacin de su marido: si bien sus hijas tienen obra social, y cuando se enferman
el padre las lleva al hospital, su madre no tiene plata para remedios, y si las tiene
que llevar ella, tampoco para el colectivo: Hay que recorrer lugares donde se
puedan conseguir [los remedios].
Esta sensacin no parece ser compartida por sus hijas, aunque ninguna de ellas
haya abandonado an los estudios.
Las representaciones que los sujetos se forman de la realidad estn en constante
interaccin con sus recuerdos: la memoria de la experiencia personal y familiar
moldea la percepcin del propio presente. La pobreza adquiere caractersticas
femeninas en la medida en que es percibida por las mujeres de un modo especfico,
en tensin con el pasado como ideal perdido. La pobreza, al llevar a que la mujer
sin formacin laboral ni educacional (no las necesitaba, ya que se supona que el
hombre se encargara de mantener a la familia) se convierta en cabeza del hogar,
trastoca las pre-concepciones mediante las cuales los sujetos interactan con la
normalidad. Eso hace que dichas mujeres perciban su situacin como anormal,
en el sentido que no acuerda con sus propias representaciones de lo que los roles
masculino y femenino deben ser. Si bien la situacin de precariedad parece
conducir a que las mujeres adopten roles que antes les estaban negados, el
recuerdo idealizado del pasado (de la situacin de su madre, quien es beneficiaria
del cobro de la pensin dejada por el marido) actualiza constantemente el
recuerdo de la vieja estructura familiar, mostrando como los patrones de
normalidad se mantienen en las formas de percepcin del mundo y de s mismo.
La distribucin de los roles de gnero al interior de la familia ha provocado, por
otro lado, que ni la formacin ni la insercin en el mercado laboral fueran
percibidas como una necesidad: dentro del esquema ideal-tpico en el que las
mujeres que entrevistamos fueron socializadas, el hombre-proveedor se ocupa de
las necesidades del hogar, y la mujer de las tareas domsticas. El eventual fracaso
de la pareja, y la reorganizacin de la familia en torno de la mujer como jefa de
hogar, y principal sustento de ste, muestra un rostro femenino de la pobreza: sin
capacitacin, sin experiencia, sin contactos, las mujeres se enfrentan a un
mercado laboral ya restringido y expulsor de mano de obra.
La trayectoria laboral de Valeria est marcada por su condicin de gnero: ella
dej los estudios porque estaba embarazada, y no retom el trabajo en la fbrica
en la que estaba empleada porque no necesitaba: viva con el padre de las nenas
y no le haca falta nada. Valeria considera que l tuvo suerte de llegar donde est,
y de tener un sueldo fijo, pero ese ascenso fue gracias a ella: todo porque yo
estaba ah, y lo ayudaba, y a sus postergaciones: es como que yo a l lo ayud a
cumplir su sueo pero me olvid de lo mo, me olvid de mi vida. Las relaciones
con l se deterioraron irreversiblemente. Polica y golpeador, ella no aguant la
violencia domstica, los golpes y las promesas incumplidas de cambio. La rebelin
frente a las agresiones y a lo que socialmente se consideran ocupaciones
naturales de la mujer la llev a la ruptura: un da... vino y me dijo hacme la
comida ..., y yo agarr y le dije:- no voy a hacer nada, yo no soy esclava de
nadie.
La separacin de su marido marca un quiebre en la vida de Valeria: si por un lado
vivo un poco ms tranquila, porque s que me acuesto a dormir y al otro da me
levanto bien, en trminos materiales el deterioro es fuerte, en varios aspectos. En
cuanto al consumo: yo estaba acostumbrada a vivir de otra forma, era una seora
que no me faltaba la plata, ... no iba a buscar ofertas, ni precios ni nada, ... no
me importaba lo que gastaba. Ahora no puede comprar nada ms all de los
alimentos: no alcanza, y el marido slo le pasa cuando se le ocurre, 50$. Cuando
organizaciones intermedias: Lo que pasa es que mucha violencia y el tema que los
chicos salen a robar tanto es porque a lo mejor no tienen un trabajo... Si salen a
robar por necesidad a lo mejor no lo tienen que hacer y entonces y tambin la
polica yo pienso que uno no puede decir que la polica es la parte buena ahora,
por que uno ve como son de que muchas veces ellos mismos dicen que los mandan
a robar y que tienen que entregar una cantidad por mes para poder seguir,
entonces... A lo mejor tambin lo que organizar bien la polica y ganar la
confianza de la gente otra vez. La gente ya no cree, as como no cree en los
polticos tampoco cree en la polica Y tambin pasa por la poltica que los
gobernantes y todos tienen que crear otras cosas, otras salidas para los chicos y
tambin para los grandes otros trabajos ....
Todos estos elementos nos muestran una serie de imgenes que manifiestan algn
grado de esperanza, vinculada a la capacidad del Estado no slo para satisfacer
ciertas demandas, sino tambin para generar o, ms bien, para reconstruir un
marco de expectativas: se critica a la polica, pero la solucin parece pasar por la
polica en tanto fuente de su propia transformacin. En ese sentido, tal vez esto se
pueda interpretar tanto como una demanda de mayor presencia del Estado en lo
social, pero, tambin, en la reconstruccin del espacio pblico.
Por accin, o por omisin, el Estado siempre est presente. Nuestras entrevistadas
apuestan principalmente al Estado como medio para mejorar sus vidas, al mismo
tiempo que lo ven como una instancia de ejercicio del poder que profundiza su
miseria. Esta percepcin ha sido construida sobre la base de un diagnstico
extremadamente racional. Si filiamos las percepciones negativas, de sometimiento
e impotencia, y las positivas, de esperanza, con las trayectorias de las
entrevistadas, observamos que su definicin como sostenes del hogar y los medios
para satisfacer las necesidades familiares dependieron de decisiones estatales,
ejecutadas como favores por los partidos polticos o por las organizaciones
piqueteras. Asimismo, su confinamiento territorial ante la ausencia de recursos
para moverse de territorio, y a partir de tener como nico horizonte vital el poder
construir en su lugar tambin est vinculado a instancias de la misma ndole.
Todo ello nos muestra a un Leviatn que se presenta de una manera barroca y
grotesca, pero que, en ningn momento deja de estar presente. En este sentido
tenemos que la supuesta no intervencin del Estado Neoliberal5 expresada como
profesin de fe, ha entrado en contradiccin con una realidad donde el mismo
Estado se inmiscuye en los aspectos ms ntimos de la vida de las personas.
De acuerdo con esto, el diagnstico de esta realidad nos induce a pensar en que un
elemento a no ser dejado de lado en el momento de elaboracin de polticas
sociales pasa por la redefinicin del rol del Estado tanto en la formulacin como en
la implementacin de las mismas. Los relatos sobre los que hemos trabajado, nos
hablan de la existencia de una serie de necesidades que requieren a la vez de una
mayor presencia de modalidades de accin estatal que adems sean universalistas.
Vale la pena aclarar que en el momento de las entrevistas no se haba aplicado la poltica actual de subsidios a
Jefes y Jefas de Hogar, la cual implica un cambio de concepcin con respecto a las polticas sociales focalizadas
aplicadas durante la dcada del 90, representadas en los subsidios percibidos por nuestras entrevistadas.
11
12
distancia respecto a otros caminos como si fueran impensables, sino que el sentido
del ser religioso se expresa en una suerte de apertura donde los viejos
impensables se presentan como posibilidades legtimas, donde se puede ser
catlico al tiempo que se piensa en participar de alguna ceremonia pentecostal.
Las pertenencias religiosas, antes dadas en un contexto social en que no caba la
disidencia, se vuelven materia de opcin, lo que no quiere decir que cualquiera
pueda adoptar indistintamente diferentes bsquedas de sentido, sino que se
construyen circuitos de circulacin de creyentes que segn su bagaje social barajan
distintas posibilidades de adscripcin religiosa. Y as como el lazo social en los
mbitos de la poltica se diluye, las filiaciones religiosas se vuelven, tambin, ms
frgiles y pierden el carcter de exclusividad que las instituciones clsicas
pretenden atribuirles: nuestros entrevistados pueden circular entre diferentes
grupos sin fijar sus pertenencias en ninguno, y sin que esta circulacin interpele
profundamente su definicin en tanto que creyentes de un credo especfico.
Marta dice creer en Dios a pesar de todo. Le ha hecho tomar la comunin a todos
sus hijos. En el barrio se desarrollan actividades religiosas como catecismo, y el
sacerdote va una vez al mes a oficiar una misa. Ni ella ni sus hijas van a misa.
Prefiere estar en su casa, y considera su inasistencia a misa como un signo de
vagancia. En el barrio hay tambin templos evanglicos, a los cuales ella ha sido
invitada por un compaero de la cuadrilla. Pero considera que an no es el
momento de ir, si bien a veces parece tentada a hacerlo, especialmente cuando
considera el cambio positivo que el templo ejerci sobre su compaero, alguien
que pas muy mala ... por el alcohol, la droga, lo peor y ahora est y uno no lo
puede creer. En ese sentido, no cree en los sanadores ni en los videntes, y, mas
o menosen el horscopo, cuya lectura parece tomrsela ms que nada como una
diversin con sus hijas.
Los individuos entrevistados se asumen como miembros de la Iglesia Catlica. Sin
embargo, esta definicin no los designa como meros receptores de una identidad
elaborada en el mbito de la institucin eclesial. La sociloga Danile HervieuLeger (1997) sostiene que la problemtica clsica de la transmisin religiosa
propone un transmisor-activo y un destinatario-pasivo, o semi-pasivo, de la
transmisin y evala la calidad de la transmisin de acuerdo con la conformidad
obtenida, al final del recorrido entre este destinatario y el ideal del fiel concebido
por el transmisor. Desde esta perspectiva, es posible hablar de crisis de la
transmisin religiosa, al constatar las dificultades que la institucin tiene de
producir en los individuos modos de accin y de pensamiento acordes a la identidad
que se intenta implantar en ellos. Sin embargo, tal como sostiene Hervieu-Leger, la
realidad dista de ser tan simple. La identidad religiosa, lejos de ser un producto
institucional que los individuos recibiran como identidades listas para usar, es el
resultado nunca fosilizado de trayectorias religiosas llevadas a cabo por los mismos
individuos enfrentados a una pluralidad de ofertas de creencias, en el marco de un
campo religioso complejo y sometido a disputas entre grupos.
La prdida del monopolio catlico del que hablamos no implica, sin embargo, el
eclipsamiento de la Iglesia Catlica como referencia significativa en la vida de los
individuos: en el contexto que estamos estudiando, su presencia no deja de ser
sumamente relevante. Y particularmente en el barrio en el que viven nuestras
entrevistadas, en San Francisco Solano, el comedor de Caritas, funciona como un
lugar que provee alimentos y remedios; como un espacio en el que las madres se
13
14
15
Lewis, Oscar. A study of culture: backgrounds for La Vida. New York, 1968, Random house
Puex, Nathalie. Las formas de la violencia en tiempos de crisis. En: Heridas urbanas, FLACSO, Buenos
Aires, 2003
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4 Kessler, Gabriel. Algunas implicancias de la experiencia de la desocupacin para el individuo y su familia. En:
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7 Wacquant, Loic. Parias urbanos. Buenos Aires, Manatial, 2001. Pag. 69
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9 Forni, Floreal. Pobreza y territorialidad. En: De la exclusin a la organizacin, Floreal Forni comp. Buenos
Aires, Ciccus, 2002. Pag. 15
10 Sigla de la federacin de Tierra, Vivienda y Hbitat, sindicato piquetero de la Central de Trabajadores
Argentinos. Conducido por Luis DEla.
Lacarrieu, Mnica. Nuevas polticas de lugares: recorridos y fronteras entre la utopa y la crisis. En Las
transformaciones urbanas y su repercusin en la vida cotidiana, Ctedra Walter Gropius, Facultad de Diseo y
Urbanismo, Universidad de Buenos Aires, Septiembre 2002
12
Merklen, Denis. Entre le ciel et la terre. Cahiers des Amriques Latines, N41, 2002/2003.
Merklen lo explica as: Cest dans le quartier que les families arrondissent leur revenu. Sur cette base, elles
peuvent plus ou mois participer a la vie politique en fonction de l efficacit des organisations de quartier a
bnficier des nouvelles politiques sociales. Merklen, Denis. Entre le ciel et terre. Cahier des ameriques
latines. N41. 2002/2003. Pag. 42
17
Merklen, Denis. Entre le ciel et terre. Cahier des ameriques latines. N41. 2002/2003. Pag. 41
Merklen, Denis. La cuestin social al sur desde la perspectiva de la integracin. Forum Culture et
Developpement (BID), Pars, 1999. Pag22
20 Este ejemplo de Cuartel V no es ampliamente generalizable, por sus caractersticas puntuales. Sin
embargo podemos relacionar esta experiencia a otra que aos ms tarde tendra una vital
importancia (como veremos en el apartado la matancerizacin del movimiento piquetero) en el ciclo
de confrontacin que se inici en La Matanza a finales del 2000: el Consejo de Emergencia Social de
La Matanza; en el cual tambin participaban tanto organizaciones sociales, eclesisticas,
empresariales, bloques partidarios del consejo deliberante y el propio intendente. Como as podemos
ver en estas experiencias la raz del proyecto llevado a la prctica por Duhalde de los Consejos
Consultivos; que tena por intencin establecer un marco de administracin municipal de los Planes
Jefas y Jefes de Hogar (y cuya real implementacin fue muy variada a lo largo del territorio).
21 Forni, Pablo. La bsqueda de nuevas formas de organizacin popular: Del Consejo de la
Comunidad a la mutual el Colmenar. En: Forni, Floreal (comp.) De la exclusin a la organizacin.
CICCUS, Buenos Aires, 2002.
Para el caso puntual de grupos de Moreno. La experiencia del Polo Social fue bastante amplia y se logr
conformar una extensa red de organizaciones en la zona. Luego de la finalizacin de esta experiencia (y ya
10
11
25
Geizer Salzman, Marcela. Identidad, subjetividad y sentido en las sociedades complejas. FLACSO, Mxico,
1997.
26 No es intencin de este texto centrarnos en la historia organizacional de las agrupaciones piqueteras, o
ms precisamente, la implicancia que puede tener esta en la analtica sobre estos actores sociales. Cosa que se
hace en otro lado e incluso desarrollan otros autores de manera exhaustiva. La idea de Tecnologa de
representacin es un residuo o un dilogo con otros desarrollos propios o ajenos que apuntan en esa
direccin. Se presenta aqu como un link para un hipertexto ms amplio sobre piqueteros que puede ser
aprovechado por lectores interesados en el tema. Sin embargo conviene una aclaracin ms puntillosa: la idea
de tecnologa de representacin surge como estrategia conceptual para intentar remarcar la diferencia entre
construir un objeto apelando a las denominaciones contrapuestas de fenmeno piquetero o
piqueterismo. La primera, proveniente de un proceso de homogenizacin de fenmenos, tiene como eje la
existencializacin del actor social. Analogizando bajo la frmula piqueteros = piquetes. Esto es, la accin de
protesta define al actor poltico. La idea de piqueterismo por otra parte polemiza con esa mecnica al
objetar que la accin de protesta de referencia (el piquete) en s no es ni suficiente, ni exhaustiva, ni
exclusiva, ni constante en un nico actor poltico. Por el contrario, se puede observar que varios actores
polticos adoptan tanto la accin de protesta de referencia, ya tipificada como piquete (puede ser cortes de
ruta, bloqueo de calles o manifestaciones tpicas) y un conjunto de enunciados y smbolos (chalecos, palos,
caras tapadas, etc.) como elementos simblicos que constituyen la manifestacin identitaria de otro actor
poltico que reclama originalidad. Cuando ese heterogneo conjunto de actores polticos apelan al
constructo simblico del piquete, digamos, ejercen entonces el piqueterismo como una estrategia de
instalacin en el espacio pblico. Esa estrategia, por la complejidad que representa implica el desarrollo de
una serie de saberes, prcticas, y organizaciones: una verdadera tecnologa en un sentido amplio (no el sentido
instrumental heiddegeriano ampliamente difundido). Una tecnologa que tiene como objeto la capacidad de
atribuir a diversos actores polticos la representacin de sectores de la poblacin comprendidos en las capas
ms desprotegidas de nuestra sociedad.
12
Merklen, Denis. Entre le ciel et terre. Cahier des ameriques latines. N41. 2002/2003. Pag. 41
Merklen, Denis. Un Pobre es un pobre Pag. 15
29 Merklen, Denis. Un Pobre es un pobre Pag. 13
30 Entrevista a Nely, 60 aos, dirigente de las Comunidades Eclesisticas de Base del Tambo, realizada por
Virginia Manzano. Manzano, Virginia. Tradiciones polticas, acciones colectivas e intervenciones estatales: una
aproximacin antropolgica a la formacin del movimiento piquetero de La Matanza. Mimeo, 2003
31 Las orientaciones () trazadas en el Segundo Concilio Vaticano (1962-1965) y en la reunin que se celebr
en 1968 en el marco de la Conferencia de Obispos Latinoamericanos en Medelln, Colombia () se sintetizan en
tres puntos: incentivar la participacin de laicos; promover la justicia (y denunciar la injusticia); y lograr un
evangelizacin ms eficaz entre las clases populares. La interpretacin de estas orientaciones gener un
movimiento de identificacin de algunos sectores religiosos con lo popular a partir de lo cual se desarrollaron
prcticas de insercin: sacerdotes, monjas o activistas religiosos plantearon la necesidad de cambiar sus
condiciones de vida e identificarse con la condicin popular; por lo tanto, se fueron a residir a barrios obreros,
villas miserias, o comunidades rurales bajo el lema de opcin por los pobres. Manzano, Virginia. Tradiciones
polticas, acciones colectivas e intervenciones estatales: una aproximacin antropolgica a la formacin del
movimiento piquetero de La Matanza. Mimeo, 2003
28
13
Diario Clarn. Los pobres son cada vez ms pobres. 12 de mayo de 1997
Diario Clarn. La iglesia habl de violencia. 25 de abril de 1997
Diario Clarn. La iglesia pide no endiosar al mercado. 9 de junio de 1997
14
15
35
Lo Vuolo, Rubn y Barbeito, Alberto. La nueva oscuridad de la poltica social. CIEPP, Buenos Aires, 1998. Pp.
157-158 y 179-180
16
Podemos pensar las polticas sociales desde una ptica interesante: se presenta
aqu un aspecto de la crisis social argentina de los ltimos aos, centrndonos
esencialmente en el perodo que abarca la segunda presidencia de Menem (1995) y
la asuncin del senador Duhalde a la presidencia de la nacin (2002). Lo que nos
interesa aqu es contrastar dos datos: por un lado, las dimensiones del crecimiento
de la pobreza, y por el otro, la inversin pblica en materia social (lo denominado
presupuestariamente Gasto Social). Lo que subyace en esta comparacin es la
idea de que la crisis social (entendida aqu operacionalmente- solo como
crecimiento de la pobreza) tuvo como respuesta poltica una des-inversin en
la contencin social medida como merma del Gasto Social Focalizado (el gasto
orientado a sectores especficos de la poblacin, generalmente los considerados en
mayor riesgo; en el que se incluyen las partidas presupuestarias para Planes
Sociales).
- Gasto Pblico
Desde mediados de la dcada del 90 y en especial luego de la reeleccin de Carlos
Menem, se observa como el Estado Nacional, comienza a des-invertir en Gasto
Social; cumpliendo as las prerrogativas de los organismos internacionales de
crdito, preocupados por bajar el costo de la poltica. Si tomamos por ejemplo el
ao 1997 como base de comparacin, vemos como el tem presupuestario
correspondiente a Gasto Social Focalizado presenta una merma en valores
absolutos (nominales) del orden de los 15 puntos porcentuales para el ao que
estallara la crisis econmico financiera que culminara con la cada de De La Rua.
Entre 1997 y 2001, el estado des-invierte 674 millones de pesos. Esta tendencia a
la des-inversin se observa ao a ao (1% en 1998, -12% en 1999, -8 en 2000 y 15%
en 2001), observndose (siempre nominalmente) un importante repunte a partir del
2002 (31% ms); y que prcticamente duplica los valores del 97 en el 2003 (93%;
de 4639 millones en 1997 a 8951 millones en 2003). Sin embargo, ya en el 2002 la
salida de la convertibilidad impacta no solo en devaluacin del peso, sino tambin
en inflacin. Por lo que al comparar estos datos es necesario deflactar estos
valores; tomando como medida los valores de la canasta alimentaria. De esta
manera el importante crecimiento nominal del Gasto Social Focalizado muestra,
deflactado por la canasta alimentaria, una continuidad en la des-inversin pblica
en materia social; continuidad que recin comenzara a revertirse en el 2003 con
un aumento del 4% (contra valores de 1997). Ver Cuadro 1.
- Crecimiento de la pobreza
Paralelamente a este proceso de des-inversin pblica en materia social se viene
observando un sostenido crecimiento de la Pobreza. El crecimiento de la pobreza
es continuo en el perodo analizado. Tomando 1998 como base de referencia vemos
que la incidencia de pobreza en hogares aumenta ya en el 2001 un 29% (y un 61% la
incidencia de Indigencia en hogares). Inclusive podemos ver un salto significativo
en lo que se refiere a la aceleracin del ritmo
de crecimiento de la pobreza en tres tiempos: 1998 2001 (un 29%) durante el 2002
(un 40%) y 2002-2003 (21%). Ver cuadro 2.
- Pobreza y gasto pblico
La relacin entre crecimiento de la pobreza y decrecimiento del gasto pblico no
es lineal y requiere para que tenga alguna utilidad analtica de un marco de terico
que la contenga. Sin embargo podemos sospechar ya que existieron (al menos hasta
17
Tenemos pistas y conjeturas: entre un 10% y un 20% del total de los planes sociales Jefas y Jefes de Hogar se
distribuyen entre las distintas organizaciones piqueteras. Segn datos de Clarn las organizaciones piqueteras
tenan 180000 (cerca de un 10% del total de planes) a mediados del 2002. Pero Luis DEla afirmaba en el
estadio del barrio El Tambo, a principios del 2003 que se tenan cerca de 60000 Planes de este tipo(contra
30000 que indicaba Clarn para esta organizacin). Esto sera generalizable a todas las organizaciones
piqueteras? En el caso extremo, digamos, de que as fuere tendramos que duplicar el 10% que sindica Clarn.
18
Irene Novacosky, Claudia Sobrn y Mirta Botzman. Evaluacin diagnstica del programa Trabajar I, SIEMPRO,
1997. Pag. 4
38 Acua. Carlos y Repetto, Faban. La Poltica Social del Gobierno Nacional:Un Anlisis Poltico-Institucional.
OBSERVATORIO SOCIAL SIEMPRO-UNESCO. 2001, Marco analtico, Pag.11
19
Oszlak, Oscar ESTADO Y SOCIEDAD: NUEVAS FRONTERAS Y REGLAS DE JUEGO. Jornadas Hacia el Plan Fnix, en la
Facultad de Ciencias Econmicas de la Universidad de Buenos Aires, el da 6 de setiembre de 2001. Pag. 6
40 Ver: Torres, Pablo. Votos, Chapas y Fideos , Auyero, Javier. La poltica de los pobres
41 Sigla de la Corriente Clasista y Combativa, agrupacin sindical-piquetera del Partido Comunista
Revolucionario.
20
Diario Clarn. El Obispo Novak lo autoriz, pero toma distancia. 2 de enero de 2001
En la Carta Fundacional del Polo Social Cristiano (1998) Hacia la recreacin del Movimiento Nacional y
Popular" se puede leer: Convocamos a todos los hombres y mujeres de nuestro pueblo a unirnos, para recrear
un espacio de pensamiento y accin nacional y popular, y para participar en la constitucin del Polo Social; un
Movimiento social y poltico, ecumnico y suprapartidario, cuya finalidad es: Transformar la actual sociedad
argentina con la participacin y el protagonismo de todo el pueblo en los mbitos cultural, poltico y
socioeconmico, impulsando la construccin de una sociedad justa, pluralista y fraterna, desde la justicia
social, la equidad distributiva y la solidaridad, para humanizar la vida y reconstruir la Nacin y as garantizar la
igualdad,
el
desarrollo
humano
integral
y
la
felicidad
de
todos
los
argentinos.
http://personales.ciudad.com.ar/polosocial/carta.htm
43
21
22
Amor, Claudio. Discusiones filosficas sobre la desigualdad social y econmica SIEMPRO, Documento de
trabajo N 4, Agosto 2001. Pag. 5
45 Ver: Lapegna, Pablo y Barbetta, Pablo. Los cortes de ruta en el norte salteo. , Auyero, Javier. La vida en un
piquete , Rauber, Isabel. Piquetes y piqueteros en la Argentina de la Crisis , Svampa, Maristella y Pereyra,
Sebastin. Entre la ruta y el barrio
46 Martn Barbero, Jess y Ochoa Gautier, Ana. Polticas de multiculturalidad y desubicaciones de lo popular.
Pag. 112
23
24
25
26
$ (1)
4639
4694
4070
4253
3965
6065
8951
Valor Nominal
V/% 97=100 (3)
V/% (2)
0%
0%
1%
1%
-13%
-12%
4%
-8%
-7%
-15%
53%
31%
48%
93%
Fuente: Elaboracin propia segn datos SIEMPRO, en base a datos del Ministerio de Economa y de
la Ley de Presupuesto 2003.
ao
H. Pobres (1)
Oct-98
2371
Oct-99
2407
Oct-00
2612
Oct-01
3069
Ene-02
3081
Feb-02
3227
Mar-02
3403
Abr-02
3891
May-02
4050
May-03 (4)
4892
Hogares pobres
Hogares indigentes
V. % (2)
V.% 98=100 (3) H.Indigen. (1)
V. % (2)
V.% 98=100 (3)
0%
0%
633
0%
0%
2%
2%
650
3%
3%
9%
10%
768
18%
21%
17%
29%
1057
38%
67%
0%
30%
1071
1%
69%
5%
36%
1149
7%
82%
5%
44%
1222
6%
93%
14%
64%
1446
18%
128%
4%
71%
1547
7%
144%
21%
106%
2056
33%
225%
Fuente: : elaboracin propia en base a SIEMPRO, datos de la EPH y el CNPV 2001, INDEC.
Grfico 1. Incidencia de pobreza en Hogares y Gasto Social Focializado (deflactado canasta alimetaria).
Variacin porcentual (1997=100)
120%
+ 30%
+ 40%
+ 21%
100%
60%
40%
20%
0%
H.Pobres
GSF (deflactado)
Fuente: Elaboracin propia en base a INDEC y SIEMPRO
+21%
may-03
may-02
abr-02
mar-02
feb-02
ene-02
oct-01
oct-00
oct-99
-20%
oct-98
H.Pobres
80%
Grfico 2. Evolucin del Gasto Social Focalizado A precios constantes de 1993 Pesos por hogar pobre
2.000
1.800
1.600
$ por hogar
pobre
1.400
1.200
1.000
800
600
400
1997
1998
1999
2000
Ao
Fuente: SIEMPRO, en base a datos del Ministerio de Economa y la Ley de Presupuesto 2003.
2001
2002